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Ensayo

El ensayo es un tipo de texto en prosa que explora, analiza, interpreta o evalúa


un tema. Se considera un género literario comprendido dentro del género
didáctico.

Las características clásicas más representativas del ensayo son:

Es un escrito serio y fundamentado que sintetiza un tema significativo.


Tiene como finalidad argumentar una opinión sobre el tema o explorarlo.
Posee un carácter preliminar, introductorio, de carácter propedéutico.
Presenta argumentos y opiniones sustentadas.

Casi todos los ensayos modernos están escritos en prosa. Si bien los ensayos
suelen ser breves, también hay obras muy voluminosas como la de John Locke
Ensayo sobre el entendimiento humano.

En países como Estados Unidos o Canadá, los ensayos se han convertido en una
parte importante de la educación. A los estudiantes de secundaria se les enseña
formatos estructurados de ensayo para mejorar sus habilidades de escritura, o
en humanidades y ciencias sociales se utilizan a menudo los ensayos como una
Michel Eyquem de Montaigne (aquí
forma de evaluar el conocimiento de los estudiantes en los exámenes finales, o
en un retrato de Daniel Dumonstier),
ensayos de admisión son utilizados por universidades en la selección de sus
filósofo y escritor francés del
alumnos. Renacimiento, usó el término Essais
(Ensayos) para denominar sus
Por otra parte, el concepto de "ensayo" se ha extendido a otros ámbitos de escritos, consciente de su novedad
expresión fuera de la literatura, por ejemplo: un "ensayo fílmico" es una estilística. Esta obra suya sigue
película centrada en la evolución de un tema o idea; o un "ensayo fotográfico" considerándose un modelo clásico
es la forma de cubrir un tema por medio de una serie enlazada de fotografías. del género.1

El ensayo literario se caracteriza por su amplitud en tratar los temas. La


mayoría parten de una obra literaria pero el ensayo literario no se limita a su
estudio exclusivo. Es un texto subjetivo donde se combinan la experiencia del ensayista, hábitos de estudio, trabajo
literario y opiniones de una persona que muestra interés en la literatura. Los ensayos literarios tienen
características comunes: subjetividad, sencillez y estilo del ensayista. En cambio el ensayo científico trata un tema
del campo de las ciencias formales, naturales y sociales con creatividad, logrando una combinación del
razonamiento científico con el pensamiento creativo del ensayista. Del aspecto artístico toma la belleza y la
expresión a través de la creatividad sin descuidar el rigor del método científico y la objetividad de las ciencias.

Índice
Definición
Historia del ensayo
Europa
Japón
Evolución del ensayo en España
El ensayo en Hispanoamérica
Lógica en el ensayo
Ensayos célebres y algunos fragmentos
El ensayo en la educación: estructura
Introducción
Desarrollo
Conclusión
Consejos y recomendaciones para realizar correctamente un ensayo
Cómo se enseña progresivamente a desarrollar argumentos
Tipos de ensayo
Véase también
Notas y referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Definición
Un ensayo es una obra literaria relativamente breve, de reflexión subjetiva pero bien informada, en la que el autor
trata un tema por lo general humanístico de una manera personal y sin agotarlo, y donde muestra cierta voluntad
de estilo, de forma más o menos explícita, encaminada a persuadir al lector de su punto de vista sobre el asunto
tratado. El autor se propone crear una obra literaria y no simplemente informativa y versa sobre todo de temas
humanísticos (literatura, filosofía, arte, ciencias sociales y políticas...), aunque también, más raramente, de asuntos
científicos.

El ensayo, a diferencia del texto informativo, no posee una estructura definida ni sistematizada o compartimentada
en apartados o lecciones, por lo que suele carecer de aparato crítico, bibliografía o notas, o estas son someras o
sumarias (en el caso del ensayo escolar, es preciso aportar todas las fuentes); ya desde el Renacimiento se consideró
un género más abierto que el medieval tractatus o tratado o que la suma, y se considera distinto a ellos no solo en
su estructura libérrima y nada compartimentada en secciones, sino también por su voluntad artística de estilo y su
subjetividad, ya que no pretende informar, sino persuadir o convencer del punto de vista del autor en el tratamiento
de un tema que, como ya se ha dicho, no pretende agotar ni abordar sistemáticamente, como el tratado: de ahí su
subjetividad, su carácter proteico y asistemático, su sentido artístico y su estructura flexible, que personaliza la
materia.

El ensayo es una interpretación o explicación de un determinado tema —humanístico, filosófico, político, social,
cultural, deportivo, por mencionar algunos ejemplos—, desarrollado de manera libre, asistemática, y con voluntad
de estilo sin que sea necesario usar un aparataje documental.

En la Edad Contemporánea este tipo de obras ha llegado a alcanzar una posición central.

En la actualidad está definido como género literario, debido al lenguaje, muchas veces poético y cuidado que usan
los autores, pero en realidad, el ensayo no siempre podrá clasificarse como tal. En ocasiones se reduce a una serie
de divagaciones y elucubraciones, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor explora un tema
concreto o expresa sus reflexiones sobre él, o incluso discurre y diserta sin tema específico.

Ortega y Gasset lo definió como «la ciencia sin la prueba explícita». Alfonso Reyes afirmó que «el ensayo es la
literatura en su función ancilar» —es decir, como esclava o subalterna de algo superior—, y también lo definió como
«el Centauro de los géneros». El crítico Eduardo Gómez de Baquero —más conocido como Andrenio— afirmó en
1917 que «el ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno
al otro». Y por su parte Eugenio d'Ors lo definió como la «poetización del saber».

Utiliza la modalidad discursiva expositivo-argumentativa y un tipo de «razonamientos blandos» que han sido
estudiados por Chaïm Perelman y Lucie Ollbrechts-Tyteca en su Tratado de la argumentación.
A esto convendría añadir además que en el ensayo existe, como ha apreciado el crítico Juan Marichal, una
«voluntad de estilo», una impresión subjetiva que es también de orden formal.

Otros géneros didácticos emparentados con el ensayo son:

El discurso (en el sentido de «discurrir» sobre un tema concreto).


La disertación.
El artículo de prensa.
Los géneros renacentistas y humanísticos del Diálogo, en sus variantes Platónica, Ciceroniana y Lucianesca.
La epístola.
La miscelánea.

Historia del ensayo

Europa

El espíritu crítico y reformista del Renacimiento alumbró


géneros preensayísticos como la carta o epístola, el diálogo
y la miscelánea, y ejercicios de ironía como el Elogio de la
locura de Erasmo de Rotterdam. Pero el desarrollo
moderno y más configurado e importante del género
ensayístico vino sobre todo con el modelo impartido por
los canónicos Essais (1580) del escritor renacentista
francés Michel de Montaigne, término que en francés
significaba "tanteos, tentativas". Unos años después,
Francis Bacon siguió su ejemplo y publicó sus Essays que
en su primera edición de 1597 contenía 10 ensayos y en su
tercera edición, la más amplia e impresa en 1625, contenía
ya 59.

Los precedentes más antiguos del ensayo hay que


buscarlos en el género epidíctico o demostrativo de la Portada de Essays de Francis Bacon de la primera edición
oratoria grecorromana clásica; las Cartas a Lucilio (de de 1597 que luego iría revisando y ampliando hasta la
Séneca) y los Moralia (de Plutarco) vienen a ser ya versión definitiva de 1625. También Michel de Montaigne
prácticamente colecciones de ensayos. En el siglo III d. C. revisó sus Essais. En la segunda imagen, conservada en la
Menandro el Rétor, aludiendo a ello bajo el nombre de Biblioteca Municipal de Burdeos, sobre una copia de su
«charla», expuso algunas de sus características en sus quinta edición escribió sus propias adiciones y
Discursos sobre el género epidíctico: modificaciones manuscritas con las que se publicó su última
edición a título póstumo en 1595.
Tema libre (elogio, vituperio, exhortación).
Estilo sencillo, natural, amistoso.
Subjetividad (la charla es personal y expresa estados de ánimo).
Se mezclan elementos (citas, proverbios, anécdotas, recuerdos personales).
Sin orden preestablecido (se divaga), es asistemático.
Extensión variable.
Va dirigido a un público amplio.
Conciencia artística.
Libertad temática y de construcción.

En Grecia donde el ensayo tiene su origen como discurso epidíctico, se consideraba como una proposición original
que dispone elementos de creación, generación e innovación. Se partía del conocimiento normal (establecido) para
romperlo. A partir de elementos que lo hacen, al conocimiento, diferente en: perspectiva, conjunción, relación,
conformación, etc.

Es en el siglo XVIII cuando el género se revitaliza a causa del criticismo de la Ilustración y el individualismo
burgués. Steele y Addison lo vulgarizan en las publicaciones periódicas, en particular en The Spectator, y William
Hazlitt y Samuel Johnson se acercan al humanismo y a la crítica literaria. Voltaire escribe sus Cartas inglesas y
Denis Diderot y Madame de Staël se añaden al género en lengua francesa; en el ámbito germánico destacan Johann
Jakob Bodmer y Gotthold Ephraim Lessing (Laoconte), pero también Johann Georg Hamann, que aporta al género
el fragmentarismo aforístico. Melchiorre Cesarotti y Pietro Napoli Signorelli pueden citarse entre muchos otros
italianos. En España sobresalen el padre Benito Jerónimo Feijoo con su Teatro crítico y sus Cartas eruditas y
curiosas y José Cadalso con sus Cartas marruecas; también escriben cartas ensayísticas León de Arroyal y
Francisco Cabarrús.

Ya en el siglo XIX, se cultiva generalmente en alemán; son en especial peculiares e influyentes Heine, Nietzsche,
Oswald Spengler entre muchos otros. En Francia se suele citar a Chateaubriand, Alexis de Tocqueville, Léon Bloy,
Joseph de Maistre, Ernest Renan... En Inglaterra destacan Charles Lamb, William Hazlitt, Thomas de Quincey,
Robert Louis Stevenson, Alice C. Meynell, Gilbert K. Chesterton, Matthew Arnold, Thomas Carlyle,Oscar Wilde...
En Italia, acaso lo más distinguido y peculiar son las Zibaldone de Giacomo Leopardi y los ensayos de Giosuè
Carducci. En España son los más citados Juan Valera, Leopoldo Alas y Marcelino Menéndez Pelayo.

Japón

Los ensayos existían en Japón varios siglos antes de que se desarrollaran en


Europa en un género denominado Zuihitsu que se remonta a casi los inicios de
la literatura japonesa. Muchas de las primeras obras más notables de la
literatura japonesa están en este género. Un ejemplo notable es Makura no
Sōshi (El libro de la almohada) del siglo XI escrito por Sei Shonagon, dama de
compañía de la emperatriz, en la que recogió sus experiencias diarias en la
corte Heian. Un segundo ejemplo es Tsurezuregusa (Ensayos en ociosidad)
escrito por el monje budista Yoshida Kenkō. Kenkō describió sus breves
escritos de manera similar a Montaigne, refiriéndose a ellos como
Yoshida Kenko (1283-1350). Monje
"pensamientos sin sentido", escritos en "horas muertas". Se trata de su trabajo
budista japonés autor de
más famoso y una de las obras más estudiadas de la literatura japonesa
Tsurezuregusa, colección de 243
medieval.
ensayos cortos, publicados
póstumamente. Tratan de la belleza
Evolución del ensayo en España de la naturaleza, la transitoriedad de
la vida, las tradiciones, la amistad y
otros.
En España el género surge con el Renacimiento en forma de epístolas,
discursos, diálogos y misceláneas en el siglo XVI. La primera muestra del
género son las Epístolas familiares (1539) de Fray Antonio de Guevara, todavía
con forma de carta, quien se inspira además en las Letras (1485) de Fernando del Pulgar; también hay numerosos
diálogos (casi siempre erasmistas, como los de los hermanos Alfonso y Juan de Valdés; el Diálogo de la dignidad
del hombre de Fernán Pérez de Oliva...) escritos no solo en castellano, sino también en latín, o misceláneas como la
de Luis Zapata (1592) o el Jardín de flores curiosas (1573) de Antonio de Torquemada. En el XVII se continúa con
el Pusilipo (1629) de Cristóbal Suárez de Figueroa, las Cartas filológicas (1634) de Francisco Cascales y los Errores
celebrados de la antigüedad (1653) de Juan de Zabaleta.

Luego aparece sólidamente constituido a principios del siglo XVIII con el muy reimpreso Teatro crítico universal
(1726-1740) y las Cartas eruditas y curiosas (1742-1760) del padre Benito Jerónimo Feijoo, quien los denomina
discursos (de "discurrir") o cartas; a finales del mismo, bajo la vaga y falsa apariencia de novela epistolar, aparecen
las Cartas marruecas (1789) de José Cadalso y las Cartas económico-políticas (1785-1795) de León de Arroyal.

Solamente en el siglo XIX tomará la denominación propia como género autónomo de ensayo cuando empiecen a
escribirlos algunos autores de la Generación de 1868: Emilia Pardo Bazán (La cuestión palpitante, 1883 y 1884),
Juan Valera (Disertaciones y juicios literarios, La libertad en el arte...), Marcelino Menéndez Pelayo, quien emplea
ya el término (Ensayos de crítica filosófica), Leopoldo Alas (Solos, 1881, y Palique, 1894)... La prensa empieza a
acogerlos en algunas revistas de fin de siglo y ya se encontrará completamente asentado propiamente con los
escritos en el siglo XX por la Generación del 98: Miguel de Unamuno (En torno al casticismo, 1895, y otros), José
Martínez Ruiz (Al margen de los clásicos, 1915), Pío Baroja (La caverna del humorismo, 1919; El tablado de
Arlequín y Nuevo tablado de Arlequín, 1903 y 1917; Vitrina pintoresca, 1935; Momentum catastroficum, 1918),
Ramiro de Maeztu (Hacia otra España, 1899; La crisis del humanismo, 1919) y Antonio Machado (Juan de
Mairena, 1936).

Destaca especialmente el Novecentismo, que contó con ensayistas tan dotados como José Ortega y Gasset
(Meditaciones del Quijote, 1914; El Espectador 1916-1934, 8 vols.; España invertebrada, 1921; La
deshumanización del arte, 1925 etc.), Ramón Pérez de Ayala (Las máscaras, 1917-1919; Política y toros, 1918, etc.),
Gregorio Marañón (Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, 1930; Tiempo nuevo y tiempo
viejo, 1940; Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda, 1940; Ensayos liberales, 1946), Eugenio d'Ors
(Glosari, 1915-1917; Oceanografía del Tedi, 1918; Tres horas en el Museo del Prado. Itinerario estético, 1922),
Rafael Cansinos Assens (El divino fracaso, 1918; Ética y estética de los sexos, 1921; La nueva literatura 1917-1927,
4 vols.; Los temas literarios y su interpretación, 1924 etc.), Ramón Gómez de la Serna (La utopía, 1909; El
concepto de nueva literatura, 1909; El rastro, 1915; Ismos, 1931), José Bergamín (La cabeza a pájaros, 1934; El
arte de birlibirloque - La estatua de Don Tancredo - El mundo por montera 1961; Ilustración y defensa del toreo,
1974; Beltenebros y otros ensayos sobre literatura española Barcelona, 1973; El clavo ardiendo, 1974; La
importancia del demonio y otras cosas sin importancia, 1974; Al fin y al cabo: (prosas) 1981 etc.) o Manuel Azaña
(Ensayos sobre Valera), entre otros.

El ensayo en Hispanoamérica
El ensayo en Hispanoamérica cuenta con grandes figuras. Entre los precursores más influyentes cabe destacar al
escritor argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) con su Facundo o Civilización y barbarie (1845) y al
uruguayo José Enrique Rodó (1871-1917) por su Ariel (1900). El mexicano José Vasconcelos (1881-1959) escribe
sobre filosofía, estética e historia, pero es especialmente renombrado por sus ensayos de tema americano, por
ejemplo su La raza cósmica, donde postula que una raza mestiza americana es la que en el futuro dirigirá el
mundo. El dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) y el argentino Ricardo Rojas (1882-1957) exploran la
identidad de sus respectivos países y los que escribe el peruano José Carlos Mariategui (1895-1930) están
enfocados desde el punto de vista de las ciencias sociales. También son importantes el argentino Eduardo Mallea, el
mexicano Leopoldo Zea y el cubano José Antonio Portuondo, entre muchos otros.

Ya en pleno siglo XX destacan poderosamente cuatro figuras por su amplitud de conocimientos y ancho de banda:
el mexicano Alfonso Reyes (1889-1959) con Cuestiones estéticas, Visión del Anáhuac, La experiencia literaria o El
deslinde, entre otras obras; el ya citado Pedro Henríquez Ureña (Ensayos críticos, Historia de la cultura en
América Latina, Plenitud de América); el muy original e influyente argentino Jorge Luis Borges (Inquisiciones,
Otras inquisiciones, Historia de la eternidad...) y el mexicano Octavio Paz, bien con sus ensayos sobre la
idiosincrasia mexicana (El laberinto de la soledad), bien con otros de tema más variado (Las peras del olmo,
Cuadrivio).

Lógica en el ensayo
La lógica es crucial en un ensayo y lograrla es algo más sencillo de lo que parece: depende principalmente de la
organización de las ideas y de la presentación. Para lograr convencer al lector hay que proceder de modo organizado
desde las explicaciones formales hasta la evidencia concreta, es decir, de los hechos a las conclusiones. Para lograr
esto el escritor puede utilizar dos tipos de razonamiento: la lógica inductiva o la lógica deductiva.

De acuerdo con la lógica inductiva el escritor comienza el ensayo mostrando ejemplos concretos para luego inducir
de ellos las afirmaciones generales. Para tener éxito, no sólo debe elegir bien sus ejemplos sino que también debe
presentar una explicación clara al final del ensayo. La ventaja de este método es que el lector participa activamente
en el proceso de razonamiento y por ello es más fácil convencerle.
De acuerdo con la lógica deductiva el escritor comienza el ensayo mostrando afirmaciones generales, las cuales
documenta progresivamente por medio de ejemplos bien concretos. Para tener éxito, el escritor debe explicar la
tesis con gran claridad y, a continuación, debe utilizar transiciones para que los lectores sigan la
lógica/argumentación desarrollada en la tesis. La ventaja de este método es que si el lector admite la afirmación
general y los argumentos están bien construidos generalmente aceptará las conclusiones.

Ensayos célebres y algunos fragmentos


Algunos de los ensayos más reconocidos, tanto en otros idiomas como en español, son los siguientes:

Ensayos de Michel de Montaigne.


Los Pensamientos de Pascal
El espíritu de las leyes de Montesquieu
Eureka de Edgar Allan Poe
Una buena taza de té de George Orwell
Arte y revolución de Richard Wagner
Los monstruos y los críticos y otros ensayos de J. R. R. Tolkien
Otras inquisiciones de Jorge Luis Borges
El escritor y sus fantasmas de Ernesto Sabato
Nuestra América de José Martí
La expresión americana de José Lezama Lima
El laberinto de la soledad de Octavio Paz
La tentación de lo imposible de Mario Vargas Llosa
Las Cartas marruecas de José Cadalso
La España invertebrada de José Ortega y Gasset
Tiempo viejo y tiempo nuevo de Gregorio Marañón

Los siguientes son fragmentos de ensayos.

Fragmento del ensayo de Gabriel García Márquez, Por un país al alcance de los niños:

Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de
pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que
aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética —y tal vez una estética— para
nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal.

José Ortega y Gasset. Teoría de Andalucía:

Si viajamos por Castilla no encontramos otra cosa que labriegos laborando sus vegas, oblicuos sobre el
surco, precedidos de la yunta, que sobre la línea del horizonte adquiere proporciones monstruosas. Sin
embargo, no es la castellana actual una cultura campesina: es simplemente agricultura, lo que queda
siempre que la verdadera cultura desaparece. La cultura de Castilla fue bélica. El guerrero vive en el
campo, pero no vive del campo -ni material ni espiritualmente.

Jorge Luis Borges. Historia de la eternidad:

Aquí de cierta réplica varonil que refiere De Quincey (Writings, onceno tomo, página 226). A un caballero,
en una discusión teológica o literaria, le arrojaron en la cara un vaso de vino. El agredido no se inmutó y
dijo al ofensor: “Esto, señor, es una digresión, espero su argumento”. (El protagonista de esa réplica, un
doctor Henderson, falleció en Oxford hacia 1787, sin dejarnos otra memoria que esas justas palabras:
suficiente y hermosa inmortalidad.) 2

Michel de Montaigne. Ensayos:


No hay ningún hombre más desacertado que yo para hablar de memoria, pues es tan escasa la que tengo
que no creo que haya en el mundo nadie a quien falte más que a mí esta facultad. Todas las demás son en
mí viles y comunes, pero en cuanto a memoria me creo un ente singular y raro digno de ganar reputación
y nombradía. Además de la falta natural que experimento (en verdad vista su necesidad Platón hace bien
en nombrarla diosa grande y poderosa) si en mi país quieren señalar a un hombre falto de sentido, dicen
de él que no tiene memoria; cuando me quejo de la falta de la mía me reprenden y no quieren creerme,
como si me acusara, de falta de sensatez: no establecen distinción alguna entre memoria y entendimiento,
lo cual agrava mi situación, pero no me perjudica, pues por experiencia se ve que las memorias excelentes
suelen acompañar a los juicios débiles.3

El ensayo en la educación: estructura


La estructura del ensayo es sumamente flexible, ya que toda sistematización es ajena a su propósito esencial, que es
deleitar mediante la exposición de un punto de vista persuasivo que no pretende agotar, sino explorar un tema,
como sí haría (y sistemáticamente) el género literario meramente expositivo del tratado; por eso estas indicaciones
son meramente orientativas.4

Por eso su estructura, a nivel macro estilístico o micro estilístico, puede ser:

1. analizante y deductiva (tesis o tema al principio y desarrollo de las argumentaciones después);


2. sintetizante o inductiva (exploración de los datos y argumentos al principio y tesis o tema como conclusión
final);
3. encuadrada (tesis al principio, examen de los datos y argumentaciones en el centro y reformulación de la tesis,
corregida por esos datos y argumentaciones, al final).

Esta flexibilidad, que permite a una persona escribir un texto expresando lo que sabe, siente y opina sobre cualquier
tema, es muy empleada en la educación. En la escuela es una práctica habitual que los alumnos redacten ensayos.
De hecho, el ensayo es el género que se emplea con más frecuencia, dadas las facilidades que permite. Cada vez que
un profesor pide a los alumnos desarrollar un tema, o que se realicen una investigación y se ponga por escrito, es
probable que se escriba en forma de ensayo.5

Un ejemplo de los pasos a seguir por un estudiante que pretende escribir un ensayo escolar podrían ser los
siguientes. Lo primero y antes de redactarlo hay que documentarse sobre el tema elegido hasta alcanzar un
conocimiento suficiente lo cual supone buscar la información necesaria consultando fuentes bibliográficas o de
cualquier otro tipo. El segundo paso sería organizar las ideas teniendo presente para quién se escribe, qué interesa
exponer y cómo hacerlo mejor. Y finalmente redactarlo siguiendo un orden, escribiendo las ideas lo mejor
expresadas que se pueda y comprobando que la información, el estilo, el punto de vista y el formato son coherentes
y se ajustan a lo exigido.5

Un ensayo escolar convencional se suele estructurar de forma encuadrada en 3 partes: introducción, desarrollo y
conclusión:5

Introducción

Es la que expresa el tema y el objetivo del ensayo; explica el contenido y los subtemas o capítulos que abarca, así
como los criterios que se aplican en el texto, es el 10% del ensayo y abarca más o menos 6 renglones.

Además, esta parte puede presentar el problema que plantea al tema al cual vamos a abocar nuestros
conocimientos, reflexiones, lecturas y experiencias. Si este se plantea, entonces el objetivo del ensayo será presentar
nuestro punto de vista sobre dicho problema (su posible explicación y sus posibles soluciones).

Una introducción en un ensayo científico suele ser la exposición de una hipótesis y de los motivos que nos han
llevado a la misma. Una hipótesis es una teoría que se presenta para la solución de un problema y que a lo largo del
desarrollo del ensayo se defenderá con todas las pruebas científicas que podamos aportar.
Cuando hablamos de un ensayo argumentativo en la introducción se presenta el trabajo y se expone la tesis. Una
tesis en un ensayo argumentativo es similar a la hipótesis del científico. Se trata de una idea, una afirmación, que
vamos a defender a lo largo de cuerpo o desarrollo del ensayo. Esta tesis se defiende con argumentos que no tienen
por qué ser científicos, pueden ser opiniones subjetivas (En un ensayo científico las opiniones subjetivas deben
estar validadas científicamente)

En un ensayo expositivo la introducción tiene la finalidad básica de captar el interés del lector en el argumento del
ensayo. Aunque evidentemente esto se busca en todos los ensayos que se realizan en este caso es la base de esta
parte de presentación.

Cuándo realizamos un ensayo de análisis literario en la introducción ponemos al lector en antecedentes sobre la
obra que vamos a tratar y lo situamos el aspecto concreto de ésta que queremos analizar en nuestro ensayo.

Desarrollo

Contiene una exposición y análisis del mismo tema, se plantean las ideas propias y se sustentan con información de
las fuentes necesarias: libros, revistas, Internet, entrevistas entre otras. Constituye el 75 % del ensayo. En él va todo
el tema desarrollado, utilizando la estructura interna: 50 % de síntesis, 15 % de resumen y 10 % de comentario.

Se sostiene la tesis, ya probada en el contenido, y se profundiza más sobre la misma, ya sea ofreciendo
contestaciones sobre algo o dejando preguntas finales que motiven al lector a reflexionar.

Conclusión

En este apartado el autor expresa sus propias ideas sobre el tema, se permite dar algunas sugerencias de solución,
cerrar las ideas que se trabajaron en el desarrollo del tema y proponer líneas de análisis para posteriores escritos.

Esta última parte mantiene cierto paralelismo con la introducción por la referencia directa a la tesis del ensayista,
con la diferencia de que en la conclusión la tesis debe ser profundizada, a la luz de los planteamientos expuestos en
el desarrollo.

Consejos y recomendaciones para realizar correctamente un


ensayo
Antes de escribir un ensayo, es conveniente documentarse y tener clara la intención del mismo. Mejora mucho el
resultado elaborar un listado de las ideas que se van a abordar y a descartar, que luego se numeran y clasifican
según el criterio más conveniente (orden natural o artificial; nestoriano (para convencer mejor), cronológico
(ajustado a la explicación de un fenómeno), didáctico (de más simple a más complejo), in medias res; de enigma o
pregunta inicial, de intensidad... para esbozar un esquema inicial y un primer boceto o borrador. De este modo, se
puede ordenar y organizar mejor la información y la estructura, con miras a una mayor comprensión y eficacia
persuasiva, ofreciendo un resultado más maduro, satisfactorio y competente que descarte.

Para realizar en un ensayo argumentativo, la primera de las tres partes de la estructura básica, la introducción, el
autor debe presentar su opinión (tesis). En el caso de un ensayo expositivo, deberá realizar una clara delimitación
del tema. No es recomendable que la introducción se exceda de un párrafo. A lo sumo, dos.

En la segunda de las partes, el desarrollo, es conveniente que se atenga a aspectos como son los siguientes: análisis,
contraste, definición, clasificación, y causa y efecto.

La última de las partes, la conclusión, debe consistir en un breve resumen de todo lo expuesto.

Tan importante es la preparación de los contenidos, la documentación de los mismos y su redacción, como su
posterior revisión gramatical, ortográfica y de organización.
Se mejorará progresiva y notablemente el desempeño de realizar ensayos leyendo muchos y diferentes entre sí,
escribiendo varios géneros, leyendo el periódico en red, etc.6

Cómo se enseña progresivamente a desarrollar argumentos


La retórica antigua establecía 14 progymnasmata o ejercicios de composición escrita graduados de menor a mayor
dificultad para instruir y entrenar en el desarrollo de textos argumentativos a los futuros oradores:

1. Fábula: se escoge una fábula breve y se amplifica (mediante paráfrasis, prosopopeya y sermocinación o
dialogismo), o se condensa (con elipsis o cualquier otro procedimiento). Puede ser también cualquier apólogo
o parábola.
2. Narración: contar un hecho o dicho, quier fingido, quier real, mencionando quién, qué, cuándo, dónde, cómo,
por qué; acaso también para qué. Una vez que se cuida que el alumno no ha omitido nada, hacerle ampliar o
resumir su texto. Es el principio de la educación del orador según Quintiliano.
3. Chría o anécdota: breve y concreto relato sobre un solo hecho o dicho obra de un personaje real, expuesto en
forma de réplica edificante o ingeniosa que la tradición atribuye a tal celebridad ante una determinada
pregunta, hecho o situación; es la más corta de las narraciones y tiende a menudo a ser un solo párrafo, pero
difiere de la máxima en que se atribuye a un personaje histórico concreto. Suele empezar "Al ver..." o
"Preguntado...". Para amplificarla se alaba al autor del hecho o dicho, se refiere éste con brevedad, se prueba
con la razón, se apunta lo que es contrario a la razón, se añade una semejanza o comparación, un ejemplo y
un testimonio u opinión de otro, y se termina con un epílogo o conclusión. Se puede amplificar por medio de
paráfrasis o frases memorables acordes (refranes o sentencias apropiadas para el hecho).
4. Proverbio: ampliar con elementos concretos una declaración condensada y abstracta, una moraleja, un
proverbio, un refrán, de forma muy parecida a la de la chría, utilizando paráfrasis, comparaciones, contrastes,
ejemplos, citas de otros autores o de otras frases, incluyendo epílogo o conclusión.
5. Refutación: ataque a la credibilidad de una narración (el ejercicio segundo), por ejemplo una leyenda o mito.
Primero se resume brevemente y luego se contemplan seis cosas: su obscuridad, improbabilidad,
imposibilidad, contrariedad, indecorosidad e inutilidad. A estos argumentos les precede un exordio que vitupera
al autor de la narración y un epílogo que lo reprende. Se recurre a la contradicción y al adynaton.
6. Confirmación. Se arguye para demostrar y reforzar la credibilidad de una narración (hecho o dicho) con
pruebas. Un exordio alaba al autor de tal, un epílogo lo pone de ejemplo. Para ello se consideran seis cosas: lo
manifiesto, lo probable, lo posible, lo conforme, lo decoroso, lo útil… Para ello se recurre a las figuras retóricas
de logos.
7. Lugar común o tópico: amplificación de bienes o vicios evidentes. Se relaciona con el encomio y el vituperio.
Consta de un exordio en que se dice el castigo o recompensa que merece el hombre malvado o virtuoso, se
sigue lo contrario del delito o virtud que se persigue, la explicación del crimen o del mérito por amplificación, la
comparación con otros crímenes o virtudes, se manifiesta la intención del hombre malvado o virtuoso y se
hace una digresión sobre la vida anterior. Se aparta la compasión y se termina con un epílogo compuesto con
los fines de lo legítimo, lo conforme, la equidad, lo útil, lo factible, lo glorioso u honorable y el suceso.
8. Encomio: exposición que atiende sólo a las excelencias. Para eso mira el linaje, país, instrucción, mente
cuerpo y fortuna de una persona, se le compara favorablemente y se termina exhortando a los demás a
emularle. Es propio del género epidíctico.
9. Vituperio: exposición que atiende sólo a los vicios. Se hace lo mismo que en el encomio, pero al contrario;
también es propio del discurso epidíctico.
10. Comparación: es la suma de dos encomios o de un encomio y un vituperio para hacer prevalecer a uno sobre
el otro, o más raramente de dos vituperios.
11. Etopeya: imitación del carácter de una persona, como en el monólogo dramático moderno. El carácter puede
ser histórico, legendario o literario y enteramente ficticio. Si se hace imitando a algún fallecido se denomina
idolopeya. Se recurre a figuras del ethos.
12. Descripción: es la composición que expone su tema a los ojos de un auditorio concreto. Se sigue para ello un
orden siempre; si se trata de una idea abstracta, se sigue el orden antecedentes, conjuntos y consiguientes.
13. Tesis o tema, que Cicerón llamó causa y otros retóricos controversia: examen lógico de un tema sometido a
investigación, pero sin referencia concreta, sin abandonar el plano abstracto. Por ejemplo, si se debe elegir
mujer, pero no si Sócrates debe elegir mujer. Se diferencia del lugar común en que en éste se amplifica una
cosa cierta, y en la tesis la dudosa: se trata de convencer, no de buscar la verdad. Sus partes son exordio (que
aprecia el tema), argumentación (de los artículos que tocan al tema y de los lugares de la exposición),
oposiciones (de las cosas contrarias a las que pertenecen al fin), soluciones (por concesión, por negación o
por lo contrario) y epílogo (que contiene una breve amplificación, una breve repetición de los argumentos y una
exortación breve). También puede abreviarse con un exordio, una exposición o narración y una peroración
final. Han de tenerse en cuenta argumentos fundados en la legalidad, la justicia, la experiencia, los
antecedentes, la decencia y las consecuencias.
14. Defensa / ataque: como lo anterior, pero dirigido a favor o en contra de leyes, porque incurre en el género
deliberativo.7

Tipos de ensayo
El ensayo ha sufrido varios intentos de clasificación, pero por lo general, se establecen a partir de dos puntos de
vista distintos:

los que se fijan predominantemente en el contenido: históricos, críticos-literarios, filosóficos, sociológicos, etc.
y los que toman en cuenta el modo como el ensayista trata su tema: informativos, críticos, irónicos,
confesionales, etc.

Al final, todas estas clasificaciones varían con la época y son útiles desde el punto de vista pedagógico, pero todas
son insuficientes cuando se enfrentan con la complejidad de la obra de un ensayista.8

Véase también
Teoría del Ensayo

Notas y referencias
1. Gómez-Martínez, José Luis (1991). «Teoría del ensayo» (http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/ensay
o1.htm). México.UNAM. Consultado el 10 de octubre de 2015.
2. Borges, «Historia de la eternidad», p. 422.
3. Montaigne, Michel. «Ensayos» (http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/ensayos-de-montaigne--0/html/f
efb17e2-82b1-11df-acc7-002185ce6064.html). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 10 de
octubre de 2015.
4. Orlando Cáceres Ramírez, ¿Qué es un ensayo? (http://reglasespanol.about.com/od/comohacerunensayo/f/Qu-
E-Es-Un-Ensayo.htm)
5. «¿Qué es un ensayo?» (https://web.archive.org/web/20160122014848/http://serviciosestudiantiles.ucol.mx/ens
ayo.pdf). Servicios estudiantiles. Universidad de Colima. México. Archivado desde el original (http://serviciosest
udiantiles.ucol.mx/ensayo.pdf) el 22 de enero de 2016. Consultado el 12 de octubre de 2015.
6. Gamboa, Yolanda. Guía para la escritura del ensayo (http://www.unipiloto.edu.co/descargas/archivo_administra
cion_de_empresas/guia_ensayos.pdf).
7. Romera, Ángel. «Los 14 progymnasmata o ejercicios de retórica» (http://retorica.librodenotas.com/?s=Los-14-p
rogymnasmata-o-ejercicios-de-retorica). Libro de notas. Consultado el 6 de julio de 2020.
8. Gómez Martínez, José Luis (1981). Teoría del ensayo (https://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/indice.
htm). Consultado el 30 de junio de 2018.

Bibliografía
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Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997.
AULLÓN DE HARO, Pedro: Teoría del ensayo. Madrid: Verbum, 1992.
CERVERA SALINAS, Vicente - HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Belén - ADSUAR FERNÁNDEZ, María Dolores
(eds.): El ensayo como género literario. Editum, 2005.
DAVIS, Harold Eugene: Latin American Social Thought. Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1972.
DÍAZ, Oscar A.: El ensayo hispanoamericano del Siglo XIX: Discurso hegemónico masculino. Madrid: Pliegos,
2001.
EARLE, Peter G., Robert G. EARLE, y J. MEAD: Historia del ensayo hispanoamericano. México: Ediciones de
Andrea, 1973.
GÓMEZ DE BAQUERO, Eduardo: «El ensayo y los ensayistas españoles contemporáneos», en su El
renacimiento de la novela española en el siglo XIX, Madrid: Mundo Latino, 1924.
GÓMEZ-MARTÍNEZ, José Luis: Teoría del ensayo. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1981.
JAIMES, Héctor: La reescritura de la historia en el ensayo hispanoamericano. Madrid: Fundamentos, 2001.
LEVY, Kurt L. y Keith ELLIS: El ensayo y la crítica literaria en Iberoamérica. Toronto: Universidad de Toronto,
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LUKÁCS, Georg: Esencia y forma del Ensayo, ed. de P. Aullón de Haro, Madrid, Sequitur, 2015.
MARICHAL, Juan: La voluntad de estilo. Barcelona: Seix-Barral, 1957.
OVIEDO, José Miguel: Breve historia del ensayo hispanoamericano. Madrid: Alianza, 1990.
SACOTO, Antonio: Del ensayo hispano-americano del siglo XIX. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1988.
WARD, Thomas: La resistencia cultural: la nación en el ensayo de las Américas. Lima: Universidad Ricardo
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WEINBERG, Liliana: El ensayo, entre el paraíso y el infierno. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
VERA T., Juan Camilo: La importancia del ensayo. Colombia: Enciclopedia Académica, (2012).
BORGES, JORGE LUIS (2005). Obras Completas. Tomo I. Historia de la eternidad. Barcelona: RBA
Coleccionables, S.A. ISBN 84-473-4161-5.

Enlaces externos
ensayistas.org (http://www.ensayistas.org) (Proyecto Ensayo Hispánico).
Cómo hacer un ensayo paso a paso (https://ensayoscortos.com/como-hacer-un-ensayo/) (Tutorial; Ensayos
Cortos)
revistaexo.com (https://web.archive.org/web/20151104050338/http://www.revistaexo.com/) (ensayos en la
Revista Iberoamericana de Ensayo y Opinión).
Ensayo: Guía para su elaboración (http://tutorial.cch.unam.mx/bloque2/docs/ensayo.pdf) (Tutorial; Estrategias
de aprendizaje; Universidad Nacional Autónoma de México)
El ensayo: concepto, características, composición (https://www.redalyc.org/pdf/4137/413740749012.pdf) (Juan
David Zambrano Valencia, Universidad La Gran Colombia)
Cómo hacer un ensayo (https://comohacerunensayo.in/) (Estructura, proceso, definición, tipos)

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