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Introducción

El siglo XXI será ético o no será


Durante el último decenio del siglo XX, se comienza a legislar sobre una ética
específica para los que actúan dentro del ámbito de lo estatal; aparecen normas para los
políticos, los administradores, los funcionarios de los organismos gubernamentales.
Los países en que se implementaron estas normas, responden a la necesidad de la
sociedad que aspira, en la actuación de sus funcionarios, a valores como la transparencia
y la credibilidad, en pos de recuperar la confianza perdida en aquéllos que manejan la
cosa pública.
Para Gilles Lipovetsky (1948) estamos asistiendo a la reactualización de la
preocupación ética en todos los estamentos de la sociedad. Ninguna cuestión deja de
estar tratada desde la ética: el hambre, la bioética, las tecnologías y las comunicaciones,
las distintas formas que adquiere la corrupción, los negocios, la ecología, las cuestiones
de género, etcétera.
El pensador italiano Norberto Bobbio (1908-2005) denominó al siglo XX el
tiempo de los derechos; en la actualidad, hay coincidencia en señalar al siglo XXI como
el tiempo de la responsabilidad.
Esta ética de la responsabilidad, por cierto, atraviesa a todos los ámbitos: la
ciencia, la empresa, los partidos políticos, las organizaciones libres del pueblo, los
sindicatos, la Administración Pública, etcétera, porque el camino recién empieza: se hace
un imperativo de nuestro tiempo extender la reflexión.
Esta responsabilidad se expresa en la necesidad de programas de formación, de
gestión, de dispositivos que signifiquen atención y diligencia para y con la ciudadanía.
El académico argentino Bernardo Kliksberg (1942) ha declarado: más ética,más
desarrollo y que las sociedades actuales tienen sed de ética. Por ello propone la
participación activa de Estados, empresas, organizaciones sociales, y diferentes actores
de la sociedad para movilizar distintos proyectos que fortalezcan el capital humano y
promuevan el capital social, que posibilitará la estabilidad política y la igualdad del
continente americano (Cfr. Kliksberg, 2004).
El Papa Juan Pablo II, en varias alocuciones, ha cuestionado y considerado como
falsa la dicotomía entre ética y economía. Su posición es que la ética debe regular y
orientar a la economía.
“En el mundo de hoy no basta limitarse a la ley de mercado y su globalización:
hay que fomentar la solidaridad, evitando los males que se derivan de un capitalismo
que pone al lucro por encima de la persona y la hace víctima de tantas injusticias. Un
modelo de desarrollo que no tuviera presente y no afrontara con decisión esas
desigualdades no podría prosperar de ningún modo.” (Juan Pablo II 2003).
Se tratarán a lo largo de esta obra las distintas cuestiones que hacen a la ética en
lo público, en especial a la Administración Pública, aunque con ello no se apunta que sea
en estos ámbitos donde surge lo primordial de la problemática ética, ya que ésta recorre
todos los espacios, tanto los públicos como los privados. Es un reduccionismo facilista
disparar que es en lo público donde se enquista la falta de ética que la ciudadanía
reclama.
Capítulo 1

La ética y los valores


1.1 La Ética: concepto. Diferencia entre Ética y Moral.

En nuestros discursos cotidianos se usan con frecuencia los términos ética y moral
como sinónimos, aunque no refieren exactamente a lo mismo. El término ética proviene del
griego ethos (costumbre) y refiere a la reflexión filosófica acerca de los valores
que contribuyen a la dignidad de la persona y su desarrollo en plenitud, aunque también le
corresponde la reflexión sobre los fundamentos para la construcción de una sociedad
democrática más justa, solidaria y equitativa.
Por ello le corresponde a la ética analizar y comprender los problemas morales de
las sociedades actuales, valorar proyectos éticos de respuesta a tales problemas, desarrollar
una actitud crítica (en el sentido de análisis) constructiva, tolerante y participativa para
permitir el diálogo como camino de excelencia para iluminar la resolución a los problemas
humanos. Hay diferentes concepciones filosóficas de la ética, que son, entre otras, la ética
aristotélica, la kantiana, la utilitarista, etcétera.
La palabra moral proviene del latín mos que también significa costumbre. Entonces,
¿cuál es la diferencia? La moral es algo que las personas y las sociedades viven, y se
expresa en el lenguaje y en el quehacer de la vida cotidiana. Hay distintas concepciones de
la moral, que en general se apoyan en concepciones religiosas: moral cristiana, moral
budista, moral musulmana.
Sturla Stalsett distingue dos dimensiones de lo ético: el de ética como búsqueda de
la buena conducta del ser humano, y ética como la buena vida, o la buena sociedad.
En la primera dimensión se pone el acento en la calidad ético-moral de los
procedimientos, refiere a destacar si esta o aquella actividad es buena, honesta,
transparente, etcétera. La importancia de esta dimensión en el mundo de hoy refiere a temas
como la corrupción, el clientelismo, la impunidad, etcétera, pues las sociedades actuales
precisan agentes públicos y privados con principios morales.
La segunda dimensión es complementaria a la anterior, pues es necesario que las
metas y las reglas sean las correctas, ya que comprende la calidad ética fundamental de las
metas y la sustancia y legitimidad de las reglas.


Profesor asociado y director del Programa de Investigación: Religion in a globalised age, Universidad de
Oslo
Este autor propone tres valores éticos fundamentales en el mundo globalizado: la
vulnerabilidad, la dignidad y la justicia.
¿Por qué considera la vulnerabilidad un valor ético? Porque todos en un mundo
global comparten la vulnerabilidad en tanto el calentamiento global, la contaminación, las
crisis financieras, las epidemias, etcétera; pero también la vulnerabilidad es asimétrica,
porque no afecta a todos del mismo modo.
Esta vulnerabilidad compartida pero asimétrica lleva a asumir la responsabilidad de
hacerse cargo, hacerle frente como tarea personal y colectiva. Por eso para este autor lo
ético es la vulnerabilidad reconocida y asumida (Cfr. Stalsett, 2005).
La dignidad como requerimiento mínimo y criterio de juicio es un proceso de
desarrollo, pues la pobreza no es sólo privación de recursos sino también privación de
capacidades para hacer realidad las metas... La sociedad buena en el sentido ético es una
sociedad en la cual todos los seres humanos que la integran reconocen, respetan y realizan
mutuamente su dignidad humana. La dignidad depende de factores externos e internos: los
externos son el reconocimiento, las condiciones culturales, materiales, etcétera; y los
factores internos son el autorrespeto, la autoestima.
La justicia es la demanda prioritaria y el horizonte último del desarrollo en un
mundo globalizado, porque se hace necesario que se cumplan las leyes consideradas justas
para que se observe el derecho a la vida digna de todas las personas de la comunidad (Cfr.
Stalsett, 2005).

1.2 Etica civil, ética pública y ética empresarial

El proceso global, que consolida la interdependencia, es cada vez más potente.


Al mismo tiempo, se carece de referencias que den sentido a la diferenciación y a
modos de integración que signifiquen un tratamiento equitativo entre los pueblos. Por
ello, es la respuesta fundamentalista de cualquier signo lo que aparece como la segura
salida ante el peligro de identidades diferentes.
Además se ha generado otro tipo de fundamentalismo, de orden secular, que
ahoga a los países de economías dependientes, como sostiene el catedrático colombiano
Urbe:
“...deberíamos declararle nuestro rechazo al fundamentalismo de mercado que
agobia a nuestros países, por su fe ciega en que las soluciones para nuestros graves
problemas económicos y sociales, y aún los políticos y culturales, provendrán de los
intercambios autorregulados de productos, de bienes y de servicios... que no se
pronuncia explícitamente como tal, pero que no es menos dogmático que otras
posiciones, es aún más peligroso por eso mismo... Ciertas tecnocracias creen que,
aplicando en caída libre determinados instrumentos de medición (la mayoría de las
veces construidos para estudiar otros contextos, otras condiciones económicas),
obtienen diagnósticos ajustados a la realidad, y que de ahí pueden derivarse recetas
que arrojarán grandes o, al menos, razonables resultados”.1

La Ética civil
Se hace necesario distinguir entre los distintos tipos de ética civil que pueden
presentarse, para tomar conciencia de la urgencia de construir una sociedad donde la
inclusión y la convivencia fecunda entre las personas sea el imperativo.
Los distintos tipos de ética civil son: la ética religiosa, la ética laicista y la ética
laica.
a) La ética religiosa
La ética religiosa es aquélla en la que, para orientar el sentido de justicia y de
felicidad de su sociedad, echa mano de forma explícita a ciertos principios religiosos
imponiendo la orientación específica de su credo.
Esto se hace presente de manera radical en los fundamentalistas de todo cuño,
quienes se acercan al sentido platónico de la política, que sostiene que ésta debe ser
conducida por aquéllos que están en contacto con la Verdad. Así entonces, los
fundamentalismos como formas de religión politizada, que buscan resistir al avance de
la secularización y establecer nuevas formas a las instituciones de acuerdo a sus

1
Uribe 2002
dogmas, e incorporando espacios de difusión y adoctrinamiento como escuelas,
periódicos, etcétera, se sienten poseedores únicos de tal verdad.
El alcance sociopolítico del fundamentalismo está en un todo relacionado con la
visión unilateral autoritaria y por cierto violenta, de ahí que muchos renuncian a la
política y asumen como práctica la guerra como el camino para entronizar sus
propósitos. De cualquier signo o procedencia, los distintos fundamentalismos se
asemejan en impugnar el reemplazo de las leyes divinas por las leyes seculares que
sirvan al orden social (Cfr. Campagna: 2003).
Desde el orden religioso de cada uno de los credos se deducen normas morales
que descansan en la Palabra de Dios en los Libros Sagrados. La obediencia a estas
normas se circunscribe a los creyentes, aunque en las sociedad actuales se suscitan
polémicas frente a cuestiones éticamente complejas como el aborto, las orientaciones
sexuales, etcétera.

b) La ética laicista
Este tipo de ética civil es opuesta totalmente a la ética religiosas. Sus seguidores
ostienen que la verdadera libertad está en negar toda forma de trascendencia y la
necesidad de suprimir todo rasgo de religiosidad.
Si bien, en parte, se pueden sostener ciertos argumentos de estos seguidores de
la ética laicista en un escenario mundial donde los discursos fundamentalistas y los
fanatismos producen rechazos masivos, no es menos cierto que esta posición también de
manera absoluta excluye, pues no intenta sino estigmatizar, ridiculizar o desdeñar a las
distintas formas de religiosidad y en ocasiones actúan como a quienes critican,
reduciendo las prácticas a su propia percepción (Cfr. Campagna, 2002).
Hay que alertar que muchas veces se propagandiza este tipo de ética como ética
laica, despojada de todas las ataduras que sometieron históricamente a las personas las
religiones. Es un reduccionismo que se funda en un concepto de tolerancia que
menoscaba la libertad integral de las personas, y que es una aspiración de los nuevos
tiempos.
c) La ética laica
Frente a las anteriores posturas drásticas se presenta la ética laica, que es una
posición en principio incluyente, y con ello se escinde de las otras que, bajo distintos
aspectos, excluyen. Esta ética necesita propagar el establecimiento de nuevos canales de
diálogo intercultural que pongan en marcha mecanismos de consideración de la
diversidad cultural.
La sociedad actual necesita abrir canales para realizar un intenso esfuerzo
ecuménico por desarrollar nuevas claves de carácter espiritual que resignifiquen la
dignidad de la persona 2.
Esta búsqueda de consensos no puede darse sino en una democracia deliberativa,
sustentando la posición aristotélica de que lo político es la búsqueda de lo verosímil 3.
Esta disposición de integración y respeto absoluto por las diferentes costumbres
y creencias es, en este tiempo, un ideal que hay que producir a través de una pedagogía
que alcance a todos los miembros de la sociedad.

La Ética en la función pública


Las personas son esencialmente sociales; no tiene sentido, entonces, hablar de
ética pública y ética privada, pues las acciones humanas tienen su correlato social. Por
ello, de aquí en más, en cuanto se mencione ética pública, refiere a la ética en la función
pública.
Se entiende por ética de la función pública a una forma de ética aplicada a los
"actos que son ejercidos en el marco del desarrollo de la función pública, por quienes, a
través de la voluntad expresa del Estado, son llamados a constituirse en funcionarios u
agentes públicos. Su ética se enmarca también en el fin último de la gestión que la
comunidad les confía, esto es: el interés general"4.
En una sociedad democrática, el Estado tiene un fin superior, que es el interés
general. Supone un compromiso de los funcionarios y un desafío que exige ser guiado

2
Mül-Fahrenholz, Geiko, 1992.
3
verosímil es un adjetivo que refiere a aquello que se acerca a la verdad, pero que no es la verdad.
4
Agostinelli, 2002:222
por los valores morales. En la materia que principalmente nos ocupa, la Administración
Pública, esta ética se expresa en las siguientes condiciones de:
 Requerir una capacitación permanente, como lo exige este tiempo histórico de
constantes cambios.
 Seleccionar a los individuos dotados para cada función.
 Poseer la necesaria competencia y objetividad en materia de organización.
 Preservar la imparcialidad y ejecutar sus acciones de acuerdo al orden legal y
no en función de sus intereses personales.
 Controlar eficazmente la gestión en los hechos concretos, tanto de arriba hacia
abajo como a la inversa.
 Establecer comités de ética para atender aquellas cuestiones que no estén aún
establecidas en el marco legal.
 Cooperar en la optimización de los servicios a partir de su experiencia y
conocimiento de la función.
 Colaborar creativamente con propuestas técnicas y/o políticas administrativas
que contribuyan a cubrir vacíos legales.
 Establecer órdenes de mérito para los ascensos que tengan en cuenta no sólo la
capacidad técnica sino también los valores personales.
 Promover la integridad de los funcionarios con conducta proclive a afirmar la
solvencia y el compromiso.
 Fomentar el espíritu de servicio a la sociedad civil.

La Ética empresarial

La empresa es una institución fundamental en nuestra cultura, por tanto no puede


ni debe permanecer ajena a las cuestiones que tienen que ver con la calidad de vida, la
atención a la calidad del servicio, la satisfacción al cliente, y con ser respetuosa de los
derechos de los demás.
Los derechos reinan en nuestra época y, como es entendible, los derechos
colisionan, o bien pueden colisionar, entre los intereses de los distintos individuos. De ahí
la importancia y la necesidad de acuerdos, de normas, de pactos que sirvan a los efectos de
regular las conductas con la finalidad de establecer vínculos más eficientes y eficaces. Por
todo ello, las empresas han adoptado la ética en los negocios.
No hace mucho tiempo atrás, la bandera empresaria era business are business,
“negocios son negocios”, desentendiendo o descuidando la problemática de la acción
empresaria sobre los individuos. Sólo interesaba el provecho mismo de la empresa, en
especial en los países pobres
Hoy la cuestión ha cambiado fundamentalmente; las empresas necesitan mostrar
que cuidan el ambiente, que respetan normas de calidad en sus productos: la ética es un
negocio. Porque utiliza estos recursos para dar cumplimiento con cuestiones legales -
muchas de ellas exigidas por el comercio internacional -, y como instrumentos que le
otorgan un valor agregado de valoración del producto. Hoy los consumidores calificados
exigen de las empresas, a través de sus productos, ser respetados.
A la vez, esta actitud se traslada a las normas de conducta que una empresa le
imprime a sus empleados. La empresa se encarga de dar a conocer estas normas, por una
necesidad de orden interno, y como una marca más de calificación ante sus clientes y
proveedores.
La necesidad de un código de conducta empresarial es una actitud postmoderna,
que se desprende de la impronta de ofrecer un modelo, la corporación, como un conjunto
de derechos donde la empresa entra a jugar como un individuo.
Muchas empresas tienen sus códigos éticos donde establecen las conductas para y
con los empleados, con los clientes, con los acreedores, con los inversores. Pero no basta
con que implementen, además del código, programas de ética (capacitación de sus
agentes, asesoramiento por especialistas), si no están acompañadas por políticas de
reconocimiento vinculadas en la organización, es decir, cuando toda la estructura
organizativa está ceñida e integrada en un todo a la ética.
La ética empresarial contempla como indebidos los registros dudosos, y exige el
estricto cumplimiento de los requerimientos contables vigentes en cada país donde la
empresa esté establecida, aunque hay empresas que contratan profesionales para que
estudien los vacíos legales que les permitan evadir o pagar lo menos posible.
En los últimos años han sucedido escándalos de comportamientos ilegales que son
en el fondo fallas éticas de la cultura corporativa: son los casos Enron, WorldCom,
Tycoon y Health South, entre los más difundidos en los medios de comunicación.
Empresas dirigidas por destacados gerentes, los mejores alumnos de las más prestigiosas
universidades de los EEUU.
¿Cuáles son las fallas de esta cultura corporativa? El privilegiar el lucro frente a la
responsabilidad social de la empresa. Por ello no basta que las universidades tengan cursos
de ética para formar los futuros empleados, o que las empresas escriban códigos éticos que
acaben como letra muerta para sus gerentes de los más altos niveles de conducción.
“Las empresas que se plantean altos objetivos de ciudadanía social o que
contribuyen a la sociedad haciendo algo más que donaciones económicas, requieren una
clase distinta de programa: son las que se refieren a objetivos sociales y al empleo de las
competencias fundamentales de manera corporativa” 5.
En los últimos años se está gestando un nuevo concepto, que es la ciudadanía
empresarial o la empresa ciudadana.
La empresa ciudadana significa no ya una empresa filantrópica con fundaciones a
través de las cuales genera donaciones, subsidios a la investigación, premios, etcétera.
Según la Directora del International Business Leaders Forum: Esto quedó atrás, se le pide
hoy a la empresa sea un ciudadano ejemplar.
Las responsabilidades de la empresa ciudadana son: juego limpio con los
consumidores, muy buen trato con el personal, cuidado del medio ambiente, integración a
las actividades de promoción de la comunidad local (Cfr. Klisberg 2004).
Según la profesora Celina Pagani-Tousignant, experta del Boston College Center
for Corporate Citizenship, en una conferencia en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires
del 23 de abril de 2004, sostuvo que el desafío empresarial del siglo XXI es que la
empresa sea el vecino ideal. La conferencista expresa que los objetivos de la empresa
como vecino ideal son:
 Que los ejecutivos de más alto rango demuestren apoyo, compromiso e integración en
los esfuerzos por la integración con la comunidad.
 Que la empresa identifique y monitoree los asuntos que son importantes para sus
operaciones y reputación.

5
Donalson,2002:56
 Que la gerencia de la empresa reconozca que construir y mantener relaciones de
confianza con la comunidad es un componente crítico en las estrategias y operaciones
de la empresa.
 Que la empresa desarrolle un plan estratégico para programas para la comunidad, y
respuestas que se basan en asuntos que los conciernen a ambos; metas y
preocupaciones de la empresa y de la comunidad.
 Que en todos los niveles de la organización existan distintos roles y responsabilidades,
para cumplir con los objetivos de la integración en la comunidad.
 Que la empresa establezca un proceso de evaluación de las estrategias, actividades y
programas para la integración en la comunidad, y verifique el impacto en la empresa y
en la comunidad.

En América Latina hay mucho que hacer con respecto a la toma de conciencia de este
modelo de gestión empresarial. En varios países, como Inglaterra y Francia, entre otros de
la Comunidad Europea, se mide la responsabilidad social empresarial y se incentiva a
aquellas empresas que aumentan su responsabilidad con la comunidad, y se castiga a
quienes la eluden.

1.3 Los valores morales

Los valores son cualidades irreales, carecen de corporeidad; puede decirse que los
valores son de las cosas. Los valores son percibidos de un modo no intelectual, pero no
puede excluirse de manera completa lo intelectual en la esfera de los valores.
En la antigüedad y en ciertas doctrinas filosóficas se equipara el ser con el valor (o
el valer) o bien el ser verdadero con el valor. Por ejemplo, para Platón, las Ideas poseen la
máxima dignidad, y por tanto son valiosas. Es lo mismo decir que algo es y que algo vale.
Por ello establece una escala ontológica paralela a la escala axiológica. Por lo tanto, la
equiparación del ser con el valor es un juicio de valor (Cfr. García Morente:1979).
Pero un juicio de valor no es una teoría de los valores. Lo característico de la teoría
de los valores es la reflexión autónoma sobre la naturaleza y el carácter del valor.
Varios autores han establecido las siguientes características a los valores:
1. Los valores valen, pues la bondad, la belleza, etcétera, no son reales, pero
tampoco ideales. La forma sustantiva del valer supone una conciencia que
acepta o no algo.
2. Los valores son objetivos en tanto el marco cultural; es decir, no dependen de la
arbitrariedad subjetiva, sino que corresponden a un espacio sociocultural e
histórico.
3. Los valores no son independientes, pues están ligados al ser y a las
predicaciones del mismo; esto es, hay una adherencia del valor a las cosas.
4. Los valores tienen polaridad, se presentan como contrapunto o desdoblamiento
del aspecto positivo y del aspecto negativo de algo. El aspecto negativo se
presenta como disvalor. La belleza se contrapone con la fealdad, la justicia con
la injusticia, etcétera.
5. Los valores son cualidades independientes de la cantidad de las cosas, por eso
no pueden fijar relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas.
6. Los valores tienen jerarquía. Esta caracterización depende de la concepción
filosófica, sea ésta objetivista o perspectivista. En la primera, los valores son una
realidad absoluta, y, en la segunda, dependen del acontecer histórico.

Los valores son, entonces, cualidades de las cosas, de las personas o de los grupos
sociales. Los valores se clasifican en: religiosos (sagrados, divinos, etcétera), morales
(solidaridad, lealtad, etcétera), estéticos (belleza, armonía, etcétera), vitales (salud, energía,
etcétera), y económicos (eficiencia, calidad, etcétera).
Las características singulares a los valores morales son:
a) Que son valores que la persona puede alcanzar en su vida personal o social.
b) Que son valores específicos de las personas o asociaciones conformadas por
ellas.
c) Que son valores que se adquirieren a partir de la libertad y de la responsabilidad.
La honradez, la lealtad, la tolerancia activa, la solidaridad, la bondad, son valores
morales que sirven de guía para la vida digna (Cfr. Cortina: 1996).

1.4 Normas y deberes


Las normas muestran el modo en que debe conducirse en el orden moral, jurídico
y/o religioso, y, en ocasiones, son distintas al modo en que efectivamente las personas
suelen conducirse en la vida cotidiana.
Las normas morales son aquellas que obligan internamente a las personas y cuya
infracción va acompañada de una sanción interna. El imperativo categórico de Kant, “obra
de tal manera que puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en ley
universal”, puede servir de característica de la norma moral
Las normas jurídicas son promulgadas por las autoridades competentes y obligan a
todos los miembros de una comunidad política. En caso de infracción, existe una sanción
externa establecida por en el código penal, y el juez es el encargado de interpretarla. Las
normas jurídicas, a pesar de estar legítimamente sancionadas, pueden ser injustas o bien
estar desactualizadas; de ahí la provisoriedad y la posibilidad de reformularlas. A diferencia
de las normas jurídicas, las normas morales no pueden ser injustas.
Ante una ley injusta, la desobediencia civil es una acción por la cual la ciudadanía
puede manifestar la necesidad de la reformulación de esa ley, que, aunque legítimamente
promulgada, no se ajusta a los valores de una sociedad democrática.
Las normas religiosas son aquellas que proceden de la Palabra de Dios a través de
los libros sagrados, y son interpretadas por la comunidad religiosa. Tienen fuerza de
obligatoriedad para la comunidad de fieles creyentes, aunque el último criterio de
obligatoriedad está en la conciencia de los mismos. En una norma religiosa, la sanción es
interna y externa, que se manifiesta a través de la interioridad del creyente, que se siente
culpable y se arrepiente ante la divinidad, y en ocasiones ante la comunidad religiosa.

Con respecto al deber como necesidad derivada de la obligatoriedad, de la


sujeción, de lo ineludible, no es lo mismo con respecto de quién viene el mandato: Dios, el
Estado, la Naturaleza, el mundo de los valores. Las éticas anteriores a Kant han sido
morales concretas, la reflexión contaba acerca de lo debido o indebido. Por ejemplo, para
los estoicos, el deber es vivir conforme a la Naturaleza, a la Razón Universal. Para Kant, el
deber es la obligación moral, es la necesidad de actuar por puro respeto a la ley: equivale a
identificar al deber con el soberano bien (Cfr. Kant: 1968).
Las normas son indispensables, necesarias y forzosas para vivir, tanto en el ámbito
familiar como en el colectivo. Permiten ordenar y organizar la conducta de las personas de
acuerdo con los valores.
Hay distintos tipos de normas que, según Adela Cortina, se pueden distinguir de
acuerdo a los siguientes elementos formales:
 Quién es el promulga el mandato y exige, por lo tanto, su cumplimiento.
 Quiénes son los destinatarios.
 Ante quién debe responder el que lo infringe.
 Qué tipo de sanción recibe quien infringe el mandato.
 De quién se puede esperar obediencia.
La autora propone el siguiente esquema que responde a los elementos formales
y las diferencias entre las normas 6:

Norma Religiosa Jurídica Social Moral


Quién El cuerpo La sociedad a
legislativo través de
promulga Dios La persona
legitimado para costumbres,
ello moda, etcétera
Destinatarios Todos los seres Los miembros Los miembros
humanos de la comunidad de la sociedad Cada persona
política
Ante quién Ante los
Ante Dios tribunales Ante la sociedad Ante sí mismo
responde
Sanción Conciencia de La determinada Vergüenza,
pecado por leyes ostracismo Remordimiento
De quién se
De los creyentes De los obligados De los miembros De todos los
puede esperar
por el pacto de esa sociedad seres humanos
obediencia político

6
Cortina, 1996:13
1.5 El pluralismo y la autonomía moral

Tanto en regímenes bajo el comunismo, como Estados que tuvieron cohesión


política con la Iglesia, que se convirtieron en confesionales, se funcionó bajo un código
moral único. Esta situación es denominada como monismo moral.
Un Estado está bajo el monismo moral entonces cuando sus ciudadanos se
inscriben bajo una misma cosmovisión, en ocasiones por convicción, y en otras por
imposición de los grupos que sustentan el poder. Estas alineación supone un mismo código
moral desde el cual se resuelven los problemas o se legisla.
La posición que sostiene Max Weber en oposición al monismo es llamado
politeísmo axiológico o politeísmo moral o subjetivismo moral. La justificación consiste
en que el proceso de modernización y secularización de Occidente hay un retroceso los
discursos religiosos y de morales compartidas, con el avance de la racionalización que se
funda en la aplicación a las distintas formas de pensar y a los distintos ámbitos sociales con
un uso instrumental. “Se llama así porque se trata de una razón perfectamente habituada a
descubrir qué medios son adecuados para alcanzar los fines que se persiguen, como
también a calibrar las consecuencias de realizar determinadas acciones, pero que nada
quiere saber de valorar los fines últimos, ya que no se sabría desde dónde hacerlo” 7.

El politeísmo axiológico supone que los valores morales son cuestiones muy
subjetivas, y que cada persona elige la jerarquía de valores que le parece, sin aportar
argumentos a favor de su elección, pues éstos no existen.
Defender el politeísmo axiológico es la postura opuesta al pluralismo moral, ya que
es incompatible con el subjetivismo moral.
El pluralismo moral es la postura que comparte los mínimos morales desde los que
es posible construir una sociedad más justa y equitativa. El pluralismo es una posición que
en una democracia participativa, pues la ciudadanía puede, a partir de una actitud dialógica,
convivir con respeto y tolerancia activa entre las distintas culturas.
Es en el pluralismo como cada uno es dueño de organizar su vida acorde con sus
propios ideales.

7
Cortina, 1995:46
Es en el pluralismo donde se consigue la autonomía personal real y no en el
espejismo que produce el politeísmo moral, que en nombre de la subjetividad proclama la
libertad.
La conciencia moral es la disposición que poseen las personas para conocer y juzgar
la bondad o maldad de los actos tanto propios como ajenos. Para poder juzgar sobre la
bondad o la maldad de actos o normas, la conciencia se vale de principios que guían su vida
(Cfr. Cortina 1998).

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