Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En nuestros discursos cotidianos se usan con frecuencia los términos ética y moral
como sinónimos, aunque no refieren exactamente a lo mismo. El término ética proviene del
griego ethos (costumbre) y refiere a la reflexión filosófica acerca de los valores
que contribuyen a la dignidad de la persona y su desarrollo en plenitud, aunque también le
corresponde la reflexión sobre los fundamentos para la construcción de una sociedad
democrática más justa, solidaria y equitativa.
Por ello le corresponde a la ética analizar y comprender los problemas morales de
las sociedades actuales, valorar proyectos éticos de respuesta a tales problemas, desarrollar
una actitud crítica (en el sentido de análisis) constructiva, tolerante y participativa para
permitir el diálogo como camino de excelencia para iluminar la resolución a los problemas
humanos. Hay diferentes concepciones filosóficas de la ética, que son, entre otras, la ética
aristotélica, la kantiana, la utilitarista, etcétera.
La palabra moral proviene del latín mos que también significa costumbre. Entonces,
¿cuál es la diferencia? La moral es algo que las personas y las sociedades viven, y se
expresa en el lenguaje y en el quehacer de la vida cotidiana. Hay distintas concepciones de
la moral, que en general se apoyan en concepciones religiosas: moral cristiana, moral
budista, moral musulmana.
Sturla Stalsett distingue dos dimensiones de lo ético: el de ética como búsqueda de
la buena conducta del ser humano, y ética como la buena vida, o la buena sociedad.
En la primera dimensión se pone el acento en la calidad ético-moral de los
procedimientos, refiere a destacar si esta o aquella actividad es buena, honesta,
transparente, etcétera. La importancia de esta dimensión en el mundo de hoy refiere a temas
como la corrupción, el clientelismo, la impunidad, etcétera, pues las sociedades actuales
precisan agentes públicos y privados con principios morales.
La segunda dimensión es complementaria a la anterior, pues es necesario que las
metas y las reglas sean las correctas, ya que comprende la calidad ética fundamental de las
metas y la sustancia y legitimidad de las reglas.
Profesor asociado y director del Programa de Investigación: Religion in a globalised age, Universidad de
Oslo
Este autor propone tres valores éticos fundamentales en el mundo globalizado: la
vulnerabilidad, la dignidad y la justicia.
¿Por qué considera la vulnerabilidad un valor ético? Porque todos en un mundo
global comparten la vulnerabilidad en tanto el calentamiento global, la contaminación, las
crisis financieras, las epidemias, etcétera; pero también la vulnerabilidad es asimétrica,
porque no afecta a todos del mismo modo.
Esta vulnerabilidad compartida pero asimétrica lleva a asumir la responsabilidad de
hacerse cargo, hacerle frente como tarea personal y colectiva. Por eso para este autor lo
ético es la vulnerabilidad reconocida y asumida (Cfr. Stalsett, 2005).
La dignidad como requerimiento mínimo y criterio de juicio es un proceso de
desarrollo, pues la pobreza no es sólo privación de recursos sino también privación de
capacidades para hacer realidad las metas... La sociedad buena en el sentido ético es una
sociedad en la cual todos los seres humanos que la integran reconocen, respetan y realizan
mutuamente su dignidad humana. La dignidad depende de factores externos e internos: los
externos son el reconocimiento, las condiciones culturales, materiales, etcétera; y los
factores internos son el autorrespeto, la autoestima.
La justicia es la demanda prioritaria y el horizonte último del desarrollo en un
mundo globalizado, porque se hace necesario que se cumplan las leyes consideradas justas
para que se observe el derecho a la vida digna de todas las personas de la comunidad (Cfr.
Stalsett, 2005).
La Ética civil
Se hace necesario distinguir entre los distintos tipos de ética civil que pueden
presentarse, para tomar conciencia de la urgencia de construir una sociedad donde la
inclusión y la convivencia fecunda entre las personas sea el imperativo.
Los distintos tipos de ética civil son: la ética religiosa, la ética laicista y la ética
laica.
a) La ética religiosa
La ética religiosa es aquélla en la que, para orientar el sentido de justicia y de
felicidad de su sociedad, echa mano de forma explícita a ciertos principios religiosos
imponiendo la orientación específica de su credo.
Esto se hace presente de manera radical en los fundamentalistas de todo cuño,
quienes se acercan al sentido platónico de la política, que sostiene que ésta debe ser
conducida por aquéllos que están en contacto con la Verdad. Así entonces, los
fundamentalismos como formas de religión politizada, que buscan resistir al avance de
la secularización y establecer nuevas formas a las instituciones de acuerdo a sus
1
Uribe 2002
dogmas, e incorporando espacios de difusión y adoctrinamiento como escuelas,
periódicos, etcétera, se sienten poseedores únicos de tal verdad.
El alcance sociopolítico del fundamentalismo está en un todo relacionado con la
visión unilateral autoritaria y por cierto violenta, de ahí que muchos renuncian a la
política y asumen como práctica la guerra como el camino para entronizar sus
propósitos. De cualquier signo o procedencia, los distintos fundamentalismos se
asemejan en impugnar el reemplazo de las leyes divinas por las leyes seculares que
sirvan al orden social (Cfr. Campagna: 2003).
Desde el orden religioso de cada uno de los credos se deducen normas morales
que descansan en la Palabra de Dios en los Libros Sagrados. La obediencia a estas
normas se circunscribe a los creyentes, aunque en las sociedad actuales se suscitan
polémicas frente a cuestiones éticamente complejas como el aborto, las orientaciones
sexuales, etcétera.
b) La ética laicista
Este tipo de ética civil es opuesta totalmente a la ética religiosas. Sus seguidores
ostienen que la verdadera libertad está en negar toda forma de trascendencia y la
necesidad de suprimir todo rasgo de religiosidad.
Si bien, en parte, se pueden sostener ciertos argumentos de estos seguidores de
la ética laicista en un escenario mundial donde los discursos fundamentalistas y los
fanatismos producen rechazos masivos, no es menos cierto que esta posición también de
manera absoluta excluye, pues no intenta sino estigmatizar, ridiculizar o desdeñar a las
distintas formas de religiosidad y en ocasiones actúan como a quienes critican,
reduciendo las prácticas a su propia percepción (Cfr. Campagna, 2002).
Hay que alertar que muchas veces se propagandiza este tipo de ética como ética
laica, despojada de todas las ataduras que sometieron históricamente a las personas las
religiones. Es un reduccionismo que se funda en un concepto de tolerancia que
menoscaba la libertad integral de las personas, y que es una aspiración de los nuevos
tiempos.
c) La ética laica
Frente a las anteriores posturas drásticas se presenta la ética laica, que es una
posición en principio incluyente, y con ello se escinde de las otras que, bajo distintos
aspectos, excluyen. Esta ética necesita propagar el establecimiento de nuevos canales de
diálogo intercultural que pongan en marcha mecanismos de consideración de la
diversidad cultural.
La sociedad actual necesita abrir canales para realizar un intenso esfuerzo
ecuménico por desarrollar nuevas claves de carácter espiritual que resignifiquen la
dignidad de la persona 2.
Esta búsqueda de consensos no puede darse sino en una democracia deliberativa,
sustentando la posición aristotélica de que lo político es la búsqueda de lo verosímil 3.
Esta disposición de integración y respeto absoluto por las diferentes costumbres
y creencias es, en este tiempo, un ideal que hay que producir a través de una pedagogía
que alcance a todos los miembros de la sociedad.
2
Mül-Fahrenholz, Geiko, 1992.
3
verosímil es un adjetivo que refiere a aquello que se acerca a la verdad, pero que no es la verdad.
4
Agostinelli, 2002:222
por los valores morales. En la materia que principalmente nos ocupa, la Administración
Pública, esta ética se expresa en las siguientes condiciones de:
Requerir una capacitación permanente, como lo exige este tiempo histórico de
constantes cambios.
Seleccionar a los individuos dotados para cada función.
Poseer la necesaria competencia y objetividad en materia de organización.
Preservar la imparcialidad y ejecutar sus acciones de acuerdo al orden legal y
no en función de sus intereses personales.
Controlar eficazmente la gestión en los hechos concretos, tanto de arriba hacia
abajo como a la inversa.
Establecer comités de ética para atender aquellas cuestiones que no estén aún
establecidas en el marco legal.
Cooperar en la optimización de los servicios a partir de su experiencia y
conocimiento de la función.
Colaborar creativamente con propuestas técnicas y/o políticas administrativas
que contribuyan a cubrir vacíos legales.
Establecer órdenes de mérito para los ascensos que tengan en cuenta no sólo la
capacidad técnica sino también los valores personales.
Promover la integridad de los funcionarios con conducta proclive a afirmar la
solvencia y el compromiso.
Fomentar el espíritu de servicio a la sociedad civil.
La Ética empresarial
5
Donalson,2002:56
Que la gerencia de la empresa reconozca que construir y mantener relaciones de
confianza con la comunidad es un componente crítico en las estrategias y operaciones
de la empresa.
Que la empresa desarrolle un plan estratégico para programas para la comunidad, y
respuestas que se basan en asuntos que los conciernen a ambos; metas y
preocupaciones de la empresa y de la comunidad.
Que en todos los niveles de la organización existan distintos roles y responsabilidades,
para cumplir con los objetivos de la integración en la comunidad.
Que la empresa establezca un proceso de evaluación de las estrategias, actividades y
programas para la integración en la comunidad, y verifique el impacto en la empresa y
en la comunidad.
En América Latina hay mucho que hacer con respecto a la toma de conciencia de este
modelo de gestión empresarial. En varios países, como Inglaterra y Francia, entre otros de
la Comunidad Europea, se mide la responsabilidad social empresarial y se incentiva a
aquellas empresas que aumentan su responsabilidad con la comunidad, y se castiga a
quienes la eluden.
Los valores son cualidades irreales, carecen de corporeidad; puede decirse que los
valores son de las cosas. Los valores son percibidos de un modo no intelectual, pero no
puede excluirse de manera completa lo intelectual en la esfera de los valores.
En la antigüedad y en ciertas doctrinas filosóficas se equipara el ser con el valor (o
el valer) o bien el ser verdadero con el valor. Por ejemplo, para Platón, las Ideas poseen la
máxima dignidad, y por tanto son valiosas. Es lo mismo decir que algo es y que algo vale.
Por ello establece una escala ontológica paralela a la escala axiológica. Por lo tanto, la
equiparación del ser con el valor es un juicio de valor (Cfr. García Morente:1979).
Pero un juicio de valor no es una teoría de los valores. Lo característico de la teoría
de los valores es la reflexión autónoma sobre la naturaleza y el carácter del valor.
Varios autores han establecido las siguientes características a los valores:
1. Los valores valen, pues la bondad, la belleza, etcétera, no son reales, pero
tampoco ideales. La forma sustantiva del valer supone una conciencia que
acepta o no algo.
2. Los valores son objetivos en tanto el marco cultural; es decir, no dependen de la
arbitrariedad subjetiva, sino que corresponden a un espacio sociocultural e
histórico.
3. Los valores no son independientes, pues están ligados al ser y a las
predicaciones del mismo; esto es, hay una adherencia del valor a las cosas.
4. Los valores tienen polaridad, se presentan como contrapunto o desdoblamiento
del aspecto positivo y del aspecto negativo de algo. El aspecto negativo se
presenta como disvalor. La belleza se contrapone con la fealdad, la justicia con
la injusticia, etcétera.
5. Los valores son cualidades independientes de la cantidad de las cosas, por eso
no pueden fijar relaciones cuantitativas entre las cosas valiosas.
6. Los valores tienen jerarquía. Esta caracterización depende de la concepción
filosófica, sea ésta objetivista o perspectivista. En la primera, los valores son una
realidad absoluta, y, en la segunda, dependen del acontecer histórico.
Los valores son, entonces, cualidades de las cosas, de las personas o de los grupos
sociales. Los valores se clasifican en: religiosos (sagrados, divinos, etcétera), morales
(solidaridad, lealtad, etcétera), estéticos (belleza, armonía, etcétera), vitales (salud, energía,
etcétera), y económicos (eficiencia, calidad, etcétera).
Las características singulares a los valores morales son:
a) Que son valores que la persona puede alcanzar en su vida personal o social.
b) Que son valores específicos de las personas o asociaciones conformadas por
ellas.
c) Que son valores que se adquirieren a partir de la libertad y de la responsabilidad.
La honradez, la lealtad, la tolerancia activa, la solidaridad, la bondad, son valores
morales que sirven de guía para la vida digna (Cfr. Cortina: 1996).
6
Cortina, 1996:13
1.5 El pluralismo y la autonomía moral
El politeísmo axiológico supone que los valores morales son cuestiones muy
subjetivas, y que cada persona elige la jerarquía de valores que le parece, sin aportar
argumentos a favor de su elección, pues éstos no existen.
Defender el politeísmo axiológico es la postura opuesta al pluralismo moral, ya que
es incompatible con el subjetivismo moral.
El pluralismo moral es la postura que comparte los mínimos morales desde los que
es posible construir una sociedad más justa y equitativa. El pluralismo es una posición que
en una democracia participativa, pues la ciudadanía puede, a partir de una actitud dialógica,
convivir con respeto y tolerancia activa entre las distintas culturas.
Es en el pluralismo como cada uno es dueño de organizar su vida acorde con sus
propios ideales.
7
Cortina, 1995:46
Es en el pluralismo donde se consigue la autonomía personal real y no en el
espejismo que produce el politeísmo moral, que en nombre de la subjetividad proclama la
libertad.
La conciencia moral es la disposición que poseen las personas para conocer y juzgar
la bondad o maldad de los actos tanto propios como ajenos. Para poder juzgar sobre la
bondad o la maldad de actos o normas, la conciencia se vale de principios que guían su vida
(Cfr. Cortina 1998).