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El utilitarismo es una teoría ética que asume las siguientes tres propuestas: lo que
resulta intrínsecamente valioso para los individuos, el mejor estado de cosas es aquel en
el que la suma de lo que resulta valioso es lo más alta posible; y lo que debemos hacer
es aquello que consigue el mejor estado de cosas conforme a esto. De este modo, la
moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para los seres
sintientes en conjunto. Utilidad es una palabra que refiere aquello que es
intrínsecamente valioso para cada individuo. En economía, se llama utilidad a la
satisfacción de preferencias, en filosofía moral, es sinónimo de felicidad, sea cual sea el
modo en el que esta se entienda. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o
satisfacción de las preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo
bienestar para el máximo número". De este modo el utilitarismo recomienda actuar de
modos que produzcan la mayor suma de felicidad posible en conjunto en el mundo.
James Mill.
Tipos de utilitarismo
Utilitarismo negativista
Muchas teorías utilitaristas defienden la producción del máximo bienestar para el
máximo número de personas. El utilitarismo negativista cree necesario prevenir la
mayor cantidad de dolor o daño para el mayor número de personas. Los defensores de
esta interpretación del utilitarismo argumentan que ésta propone una fórmula ética más
eficaz, pues hay más posibilidades de crear daños que de crear bienestar, y los daños
mayores conllevan suicidio los más grandes bienes. Es lo contrario del utilitarismo
positivo. Defienden la producción del mínimo malestar para el máximo número de
personas.
Utilitarismo del acto contra el utilitarismo de las normas
Se han propuesto otras formas de utilitarismo. La forma tradicional de utilitarismo es la
del utilitarismo del acto, que afirma que el mejor acto es el que aporta la máxima
utilidad. Una forma alternativa es el utilitarismo de las normas, que afirma que el mejor
acto es aquel que forme parte de una norma que sea la que nos proporciona más
utilidad.
Muchos utilitaristas argumentarían que el utilitarismo no sólo comprende los actos, sino
que también los deseos y disposiciones, premios y castigos, reglas e instituciones.
Utilitarismo preferencial
En un tipo particular de utilitarismo que define a la utilidad en términos de satisfacción
de las preferencias. Los utilitaristas de la preferencia afirman que lo correcto a hacer es
aquello que produzca las mejores consecuencias, pero definiendo a las mejores
consecuencias en términos de satisfacción de las preferencias, que incluiría conceptos
como la "reputación" antes que el puro
UTILITARISMO
DicPC
I. EL UTILITARISMO EN EL XIX.
J. Stuart Mill, por su parte, asume la máxima general utilitarista, según la cual,
la tendencia natural de todo individuo hacia la felicidad presupone el esfuerzo
por aumentar el placer y disminuir el dolor. Sin embargo, no coincide con
Bentham en la necesidad de admitir los tres principios anteriormente citados.
Respecto al primero arguye que la felicidad propia no es alcanzable totalmente
sin, de una u otra forma, procurar también la felicidad de los demás. Además,
Mill admite el sacrificio, la renuncia o el comportamiento, en general, no
interesado como una actitud moral que, en ciertas circunstancias, puede
coincidir con la propia teoría utilitarista (matizando que dicho sacrificio no
constituye un bien en sí mismo, sino un bien en la medida en que contribuya a
la felicidad de los demás). Así, en El Utilitarismo, se nos dice: «En la norma
áurea de Jesús de Nazaret, leemos todo el espíritu de la ética utilitarista: "Haz
como querrías que hicieran contigo y ama a tu prójimo como a ti mismo"».
Respecto a lo segundo, Mill no cree en una indiferenciación cualitativa de los
placeres; al contrario, habla de la necesidad de distinguir placeres superiores de
otros inferiores. Finalmente, reconoce que si esta diferenciación cualitativa debe
observarse en una misma persona, ya no podemos hablar coherentemente de
la comparabilidad de los placeres entre diferentes personas. Ciertamente, es
preferible (moral y utilitariamente hablando) una persona que ha conquistado
los placeres intelectivos, aunque insatisfecha en otros terrenos, a una satisfecha
en los placeres sensoriales, pero vacía de los contemplativos. En este punto, el
utilitarismo de Mill tiene rasgos de Aristotelismo, epicureísmo (que no
hedonismo craso) y estoicismo innegables.
Por un lado, las tesis utilitaristas del siglo XIX (Bentham y Mill) pretendían ser,
antes que un sistema teórico abstracto, un instrumento de reforma social y
política, vinculadas a reivindicaciones de corte socialista, en una realidad
caracterizada por la explotación, la miseria o indigencia de las clases obreras
(D. Ricardo) y el problema del crecimiento indiscriminado de la población en
un medio adverso (Malthus). En este sentido, podemos considerar el
utilitarismo (independientemente de las singularidades de su sistematización
teórica y de su suficiencia o no suficiencia) como una sensibilización filosófica
hacia la realidad social, y como una defensa del /individuo frente a su
disolución /ética, económica y política. Por otro lado, el utilitarismo (en cuanto
moral consecuencialista o teleológica) se opone a la moral superflua, al /deber
por el deber (ética kantiana), al dogmatismo, al precepto moral que no se halla
legitimado o justificado teóricamente (en función de sus consecuencias); en
definitiva, se halla opuesto a toda moralidad que obstaculiza al hombre el gozo
terreno y su felicidad. El utilitarismo, en su modalidad racionalista, implica y
fomenta asimismo el análisis y la reflexión sobre nuestra conducta moral, el
/diálogo y el /consenso (es decir, la tolerancia), sin reconocer otra instancia
superior a la razón como legitimadora de lo moralmente correcto. En otros
términos, se trata de una moral que sitúa en primer lugar la /autonomía del
sujeto, dentro de un marco de racionalidad: no de una racionalidad concreta y
dogmática, sino de una racionalidad abierta, tolerante y dialógica.