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IGLESIAS Y CONVENTOS TRUJILLANOS:

APUNTES PARA SU HISTORIA

Juan Castañeda Murga


Universidad Nacional de Trujillo

INTRODUCCIÓN

La experiencia religiosa de la sociedad trujillana durante el virreinato pasó desde


la devoción privada al interior del hogar que iba desde el uso de objentos suntuarios de
temática religiosa (medallas, rosarios, estampas, imágenes, cuadros) hasta la práctica
cultista a Cristo, la Vírgen María y los santos, pasando por el desarrollo de una
sociabilidad piadosa a través de las cofradías y hermandades hasta la participación
pública en las procesiones y haciendo donaciones y obras pías a favor de la iglesia. De
manera que cuando observamos un templo, un retablo o un cuadro en su interior,
debemos asumir que no es sino el resultado de la generosidad de la sociedad trujillana
para con la iglesia.

El propósito de este artículo es el de hacer una historia de los edificios de los


templos y conventos que nos han llegado hasta nuestros días. Mutilados, expoliados y
saqueados, deteriorados por las injurias del tiempo son ahora un pálido reflejo del
esplendor que tuvieron en su momento.

La fe cristiana llegó a estas tierras, poco antes de la fundación de la villa de


Trujillo (fines de noviembre de 1534)1, pues se conoce que fray Alonso de Escarcena ya
de hallaba predicando entre los naturales; una labor solitaria pero efectiva, pues un
documento del siglo XVII recordaba a Escarcena por haber traído a los indígenas desde

1
No se ha definido la fecha de la fundación de la villa de Trujillo debido a la pérdida del primer libro de
cabildo de Trujillo. Zevallos Quiñones propone esa fecha a partir de la fecha de salida de Diego de
Almagro y Pedro de Alvarado de Piura en dirección a Pachacámac, fundando la villa de Trujillo en el
camino.
el pueblo de Sacop2 a la recién fundada villa de Trujillo para bautizarlos y a que
sirvieran de mano de obra de la nueva población 3. Cuando Francisco Pizarro llegó a
Trujillo en marzo del año siguiente se concertó con el clérigo Diego Fernández “para
que celebre los oficios divinos”. Tempranamente se dio inicio a la construcción de la
iglesia mayor, fundándose además la cofradía de la Inmaculada Concepción.

Se estableció una parroquia de españoles El Sagrario en la iglesia mayor, una


parroquia de indígenas Santa Ana y mas tarde la parroquia de San Sebastián. Ambas
parroquias indígenas serían unidas en el siglo XVIII en Santa Ana.

El obispado de Trujillo fue erigido el 15 de abril de 1557, pero no sería sino


hasta 1616 en que la ciudad por primera vez recibió a su Obispo, el dominico Fray
Francisco de Cabrera. Durante su episcopado sucedió el terremoto de 1619 y debido a
los daños causados en la iglesia mayor decidió trasladar la silla episcopal al pueblo de
indios de Lambayeque, constituyéndose en ese lugar el 27 de marzo, aunque poco
después enfermaría de gravedad falleciendo el 25 de abril. La sedevacancia duró tres
años hasta que el 29 de marzo de 1622 hizo su ingreso a Trujillo, el Obispo D. Carlos
Marcelo Corne. Halló una ciudad en ruinas y la iglesia mayor funcionaba en una ramada
construida en la plaza mayor. El lugar donde se levantaba la antigua iglesia era un
promontorio de escombros, aparentemente imposible de allanar. Corne hizo limpiar el
área a fin de construir un nuevo edificio. Para ampliar la nueva fábrica se compró la
casa del mercader Rafael Olivito, cuyo frontis daba a la plaza mayor, debiendo ser un
solar de dimensiones considerables pues su monto ascendió a 800 pesos.

En ese contexto de reconstrucción de la ciudad de Trujillo que Corne fundó el


Seminario de San Carlos y San Marcelo, en 1625 se redactaron las constituciones que
tuvieron de base las constituciones del Seminario de Santo Toribio de Lima. Pero el
obispo no quiso aperturar el seminario mientras los jesuitas no fundasen un colegio, que
sirviera de apoyo a la formación de los seminaristas. Los jesuitas fundaron el Colegio
del Salvador en 1627, del cual hablaremos más adelante. Ambas instituciones

2
Este pueblo se ubicaba a dos leguas de Trujillo, aunque el documento que hemos consultado no precisa
la ubicación exacta.
3
Jorge Zevallos Quiñones (1996) Los fundadores y primeros pobladores de Trujillo, Ediciones de la
Fundación Pinillos.
convirtieron a Trujillo en un foco de irradiación cultural del norte de la Audiencia de
Lima.

Gracias a la generosa ayuda de los vecinos trujillanos, las órdenes religiosas


pudieron establecerse en la ciudad, mantenerse y construir sus conventos y templos. En
virtud del Real Patronato las órdenes religiosas recibieron una limosna “para la cera y el
vino”. Las fuentes de ingreso, de las cuales vivían, se pueden clasificar en rentas de
haciendas, rentas de censos, rentas de casas, capellanías, sínodos y limosnas del rey.
En 1612 la limosna que daba Su Magestad a los conventos trujillanos estaba
distribuido de la siguiente manera4:

Santo Domingo 325 ps.


San Francisco 755 ps.
Agustinos 676 ps.
La Merced 254 ps.

Desde la fundación de la ciudad hasta las postrimerías del virreinato se habían


instalado ocho órdenes religiosas: mercedarios, franciscanos, dominicos,
agustinos,belemnitas, y jesuitas en lo que respecta a los masculinos. Hubo además dos
cenobios femeninos clarisas y carmelitas.

Iglesias del clero secular


La catedral

La edificación de la iglesia mayor debió de iniciarse recién en 1535, recordemos


que una vez que se fundó la villa en 1534, al no haberse repartido encomiendas entre los
vecinos, empezó a despoblarse, al punto que sólo quedaron seis vecinos. Una vez
repartidas las encomiendas en 1535, recién podrían haberse iniciado los trabajos.
Morales sostiene que el primer edificio debió culminarse en 1540 5. Se trataba de un
edificio modesto, construido de adobes con techo enmaderado con caña y torta; a dos
aguas, sin cúpulas por ser de par y nudillo. Este edificio colapsó con el terremoto de San
4
AGI, Lima 36, 1612.
5
Ricardo Morales Gamarra (1985) “La cathedral de Trvxillo del Perv (Algunas notas para su historia)”,
Plaza Mayor, No. 20, pp. 51-57.
Valentín, cuando ya tenía el rango de catedral, debido que el primer obispo llegó en
1616.

El segundo edificio se construyó después del terremoto de 1619, las actas del
cabildo citadas por Morales refieren que se hizo la iglesia de cañas, a prisa para celebrar
los oficios divinos. En julio de ese año el cabildo civil acordó se levante una nueva
catedral con tres naves. El techo de la primera nave debía de ser a dos aguas, mientras
que el de las naves laterales sería a media agua. Se debía de alargar la estructura a fin
que tuviera mas capacidad. Las obras estuvieron a cargo de Bartolomé de Cueva. El
nuevo Obispo D. Carlos Marcelo Corne dispuso que para ampliar la obra de la catedral
y casa episcopal se comprara la casa del mercader Rafael Juan Olivito, que estaba
destruida por el terremoto. En 1635 un sismo, aunque de menor magnitud que el de
1619, causó daños en la capilla mayor, colapsando su techo, razón por la cual los oficios
se trasladaron a la iglesia de Santa Ana.

La necesidad de contar una catedral sólida que resistiese a los sismos motivó al
cabildo catedralicio a que solicitara a Diego Maroto, maestro de albañilería y alarife, un
proyecto para el nuevo edificio. Aunque se conoce que la planta de la catedral la hizo
Francisco de Soto Ríos, quien lo hizo por orden del Obispo D. Pedro de Ortega y
Sotomayor en 1647. Esta vez la curia deseaba un edificio superior en tamaño y volumen
a las otras iglesias de la ciudad. De esta manera el contrato señalaba que las torres sean
mejores que las de San Agustín, y el crucero y media naranja mejores que de la
Compañía de Jesús. El diseño de Soto Ríos corresponde con el edificio actual. Las obras
se prolongaron hasta que 1666 la catedral fue consagrada por el Obispo D. Fray Juan de
la Calle Heredia. El terremoto de Lima de 1687, conocido como el “terremoto grande”,
afectó la obras que se venían realizando y tuvieron que hacerse reparos en la media
naranja y las cupulillas de las torres. Las lluvias del Niño de 1701 ocasionaron daños en
la cubierta por lo que el cabildo catedralicio dispuso que se arreglara junto con el los
arcos y bóvedas que presentaran rajaduras. Ese mismo año se ampliaron obras fuera de
la iglesia, techándose dos salas para el cabildo catedralicio. Los sismos de 1725 y 1759
ocasionaron daños en su estructura, cayéndose los techos que eran de madera. Según
Feijoó de Sosa los trabajos la reparación debía de costar 84,900 pesos. En 1766 se
iniciaron las obras se cambió la techumbre de madera por bóvedas de cal y ladrillo. En
1803 otro sismo ocasionó leves daños en la cúpula, que fueron reparados por el alarife
zambo Evaristo Noriega. El mismo reparó los pedestales de la portada que se hallaban
carcomidos por el salitre, recomendó que la cal que se utilize sea del río, porque la que
provenía de la caleras de Simbal contenían sales. En 1818 se le agregó un reloj a la
torre.

Pero los cambios nefastos en catedral ocurrieron en 1911, cuando se eliminó el


coro, retirándose la primorosa sillería que fue trasladada al presbiterio.
Consecuentemente se eliminaron los muros a fin de conseguir una mayor iluminación y
se hizo un coro alto en el acceso principal. Se cambió el piso enladrillado por losetas.

Capilla menores.

Otras capillas menores fueron la de Santa Rosa de Santa María y la de San


Lorenzo. De las cuales sólo hablaremos brevemente de la primera. Esta capilla se
levantó en el solar conocido como El Olivar, había pertenecido al lic. Gonzalo de
Alvarado y Abarca y tras su muerte en 1713 fue rematado en almoneda de bienes en
Doña Jácoba Ortiz de Mendoza. Al año siguiente de deshizo del solar vendiéndolo al
genovés D. Francisco Risso. Fue la intención de Risso el levantar una capilla que
conmemorara el centenario (1615) del fallecimiento de la santa limeña. Ese año ya se
habían iniciado las obras6. Vega la describe como “… de una sola nave, sin crucero ni
cúpula, cubierta de bóveda de cañón corrido …; dotada de una sacristía y a los pies una
torre campanario”. El terremoto de 1759 afectó su fábrica “… perdió casi todas sus
bóvedas, quedando sus paredes destrozadas …”7. La reconstrucción se produjo en el
episcopado del Obispo Luna Victoria (1759-1777). Aunque su planta original se
conserva hasta el presente, el edificio ha sufrido trasformaciones como la construcción
de una segunda torre.

Las parroquias indígenas

Para evangelizar a los indígenas se creó la parroquia de Santa Ana y mas tarde la
de San Sebastián. Es de suponer que antes que se crearan las reducciones (1566), los
indígenas del valle de Chimo acudían esta parroquia para escuchar la doctrina

6
Adolfo Vega Cárdenas (ms. 1987) La capilla de Santa Rosa de Santa María. Informe de Investigación.
7
Feijoó de Sosa (1984) Relación Descriptiva de la provincia de Truxillo, p.142
dominical. Allí fue enterrado Don Martín, último rey Chimú, cuyo cadáver fue sacado
esa misma noche por sus súbditos quienes lo enterraron en lugar desconocido de
acuerdo al rito de sus antepasados. En 1553 se creó la parroquia de San Sebastián,
suponemos que fue en este año, porque el hospital se trasladó al lugar que hoy ocupa y
va tomar ese nombre. En esta parroquia tenía una cofradía de indígenas bajo la
advocación del Santísimo Sacramento. Ambas parroquias teniendo como límite el actual
jirón independencia tuvieron bajo su jurisdicción a los indígenas que vivían en sendas
áreas de la ciudad.

Iglesias y conventos del clero regular

El convento de Nuestra Señora de las Mercedes

Los mercedarios fueron la primera orden religiosa en instalarse en Trujillo 8 y


llegaron en 1538 y fue su benefactor el vecino fundador Diego de Aguilera, quien hizo
levantar la casa conventual en 1539 y se comprometió a sostenerla durante todos los
días de su vida y repararla cada vez que la necesitase. Al lado derecho del altar mayor
en el arco toral existía una capilla que compró el vecino Lope de Ayala, a quien se le
dio el privilegio de abrir una puerta hacia el exterior. En 1566 los mercedarios
contrataron los servicios del carpintero Diego Gómez, carpintero, para hacer la obra de
la capilla mayor, esta debía de tener un techo de artesones ochavados. Gómez debía de
poner todos los carpinteros y aserradores que sea necesaro y el convento puso “toda la
madera, clauazon, sogas que fuere menester”9. Al año siguiente contrataron al albañil
Alonso de Escobedo para hacer la estructura de la capilla mayor y arco toral de su
iglesia. El arco debía de estar guarnecido de “molduras y florones haciendole abajo sus
basas y capiteles de molduras de yeso”. Había de hacer además “cuatro arcos en lo / alto
de yeso y ladrillo de manera que ochave a la capilla alzando las paredes aquello que
fuere menester de manera que los arcos que bienen a dar sobre el arco toral bengan por
encima de manera que haga pechina en el rincon y en cada rincon a de acer una benera u
otra guarnicion de yeseria bien labrado aquello que / sea mejor de manera que las dhas.
pechinas quedan bien hechas y acabadas con sus remates señalando con sus molduras

9
ART, PN Diego Muñoz Ternero, leg. 34, f. 206v., mayo de 1566.
ocho arco por dentro de dentro de la dha capilla que tengan al remate de ellos sobre que
carguen unos remates bien hechos y que queden conforme a buena obra”10.

El primer edificio cayó con el terremoto de 1619, hacia 1706 ya se había


reedificado y además se había levantado una capilla en la portería del convento
dedicada a Nra. Señora11. En 1719 Doña Feliciana Requena Ulloa y Prado, viuda del
capitán de caballería D. Pedro de Cáceres Palacios, hizo donación de 1000 pesos para el
dorado del retrablo del altar mayor12. Las lluvias torrenciales de 1728 ocasionaron
graves daños en las estructuras del claustro e iglesia. Los mercedarios tuvieron que
vender varios inmuebles (también destruidos) para poder solventar los gastos de
reedificación13. En 1759 el convento sufrió los daños por un nuevo sismo.

La orden mercedaria tuvo la renta de un censo gravado sobre la hacienda San


Anta de Buena Vista, cedidos por el mercader Rafael Juan Olivito. De otro lado poseían
un olivar ubicado junto a la ciudad, el cual colindaba con las tierra de Icoca14. Asimismo
por manda testamentaria les fue otorgala la hacienda Exaltación de la Cruz ( conocida
hoy como Hacienda Arriba) en el valle de Chicama. En 1695 hicieron venta enfiteutica
de las tierras de Ynimin, que les fueron donadas por D. Antonio Chayguac.

Percibían además ingresos por censos de las haciendas de Tolón y Pitura en la


provincia de Saña, que había mandado D. Pedro de Alvarado en 1669. Poseyeron
además casas en la ciudad de Trujillo ubicadas en el camino de Chicama que fueron
vendidas al carpintero Juan Rodríguez de Farías15.

Tras ser proclamada la independencia, durante la gestión gubernativa del Gral.


Simón Bolívar, fue declarado supreso, y su claustro pasó a ser local de la Corte Superior
de Justicia.

El convento de Santo Domingo

10
ART, PN Antonio de Vega, leg. 79, f. 119, 31-12-1567.
11
Castro Domonte, Op. cit., p. 229.
12
ART, PN Casimiro de Aguilar, leg. 263, f. 255, 1719.
13
Juan Castañeda Murga (ms.) La epidemia general de agua. Documentos sobre El Niño en los valles de
Trujillo, 1578-1925.
14
AAT, UU religiosos, leg. 1.
15
ART, Co., CO, leg. 161, exp. 403.
Los dominicos tuvieron a su cargo el servicio espiritual de los indígenas del
valle de Chicama donde tuvieron un convento desde 1548 gracias a la ayuda del capitán
Diego de Mora y fue su primer prior Fray Domingo de Santo Tomás. Desconocemos la
llegada de los dominicos a Trujillo, pero en 1561 aún no habían edificado su iglesia 16.
A principios de la década de 1590 los hermanos Juan Roldán Dávila y Gabriel de la
Reguera construyeron una capilla para sepultar alli a sus familias, se ubicaban a donde
mas tarde se levantaría la capilla mayor. La de Juan Roldán tenía 24 pies en cuadro, con
su portada y arco y “un altar de busto o de pinzel” en medio de ella estaría la bóveda de
enterramiento. Al hacer la escritura acordaron con el prior del convento Fr. Sebastián
Ayllón en levantarla “juntamente cuando se haga la capilla principal y mayor de dho.
convento”, acordaron ademas cubrir la capilla con madera de Guayaquil, “enluzida y
adornada como conviene”17. Los Roldán pidieron que en ese lado de la iglesia no se
hiciere otra capilla mas preeminente que esta. A cambio pedirían 20 misas anuales que
se financiarían con con lo que redituaban unas chacras que habían heredado de su padre
el conquistador, que estaban junto al camino real a Lima.

En 1597 el vecino y Regidor Perpetuo de la ciudad Pedro Tinoco, manifestó su


interés en edificar la capilla mayor de la iglesia “en la forma e manera que está el
cuerpo de la yglesia deste dho. convento asi de paredes como de techo” 18, fijando para
ello una renta anual de 367 pesos gravados sobre el ingenio de Facalá y las tierras de
Cuñape ambas ubicadas en el valle de Chicama. A cambio pedía que al año le oficiaran
15 misas cantadas19. En 1607 aún no se había terminado de edificar ni la iglesia ni su
claustro faltando las celdas y la portería20. Hacia 1669, el maestro alarife Nicolás de
Rojas hizo la cúpula y además realizó obras en el presbiterio 21. En 1706 el lic. Castro
Domonte refiere que sus bóvedas eran espaciosas y había un altar dedicado a Nuestra

16
En un codicilo Pedro de Segura dice “si se edificare en la ciudad de Truxillo el monasterio de Santo
Domingo que se den de mis bienes cien pesos de oro”, ART, PN Juan López de Córdova, leg. 4, f. 178v.,
02-02-1561.
17
Zevallos Quiñones Op. cit., p. 321, el autor recoge estos datos del Archivo de los Marqueses de Herrera
y Vallehermoso que era de su propiedad.
18
ART, PN Manuel Jiménez, leg. 02, f. 54v., 20-01-1597.
19
El documento especifica que las misas se debían oficiar en las fiestas de Natividad, Resurrección,
Espíritu Santo (Pentecostés), las fiestas dedicadas a la Virgen: Purificación, Visitación, Asunción,
Natividad y Concepción. Además de los santos, San Pedro, Santo Domingo, San Jacinto, Todos los
Santos, Santa Ana, Santa Catalina de Sena; y a las Ánimas del Purgatorio.
20
ART, Co., CO, leg. 161, exp. 403, 22-08-1607.
21
Comunición personal de Ricardo Morales Gamarra.
Señora del Rosario “de cedro dorado, cuya obra es nueva maravilla” 22. La cerca del
convento en varias ocasiones sufrio daño por los desbordes de la acequia contigua23.

La casa de la Ordum Predicatorum de Trujillo en 1613 adquirió la chacra de


Cuñape junto a Santiago de Cao. Posteriormente fueron propietarios de la estancia de
Yagueda en la provincia de Huamachuco. Con el correr de los años sus rentas
aumentaron, recibiendo en 1669 de D. Antonio Blanco y en 1692 el canónigo Don
Antonio de Saavedra y Leiva, Deán de la catedral fundó una buena memoriade 4000
pesos gravados sobre la hacienda de Angasmarca.

En 1700 el Obispo escribía al Rey informando del estado económico de su


diócesis y refiriéndose a los regulares al tratar de los dominicos dice: “solo en Sancto
Domingo ay menor numero por la cortedad de sus medios; todos la padecen de nuebe
años a esta parte, porque con la esterilidad de tantos años se han perdido los dueños de
las haciendas que pagan algunas rentas o censos y ellos en las que administran por si
que a no ser esto no estaba mal parados, llegando algunos a diez u onze mill patacones
pero oy no pueden pasar por la razon sobredicha: Santo Domingo”24

El siglo XIX, al declararse el convento supreso por orden del Gral. Simón
Bolívar, y su claustro fue destinado a servir de cárcel pública en 1892.

El convento de San Francisco

Aunque el corregidor D. Miguel Feijoó en su Relación menciona que el Marqués


D. Francisco Pizarro le designó un solar al momento de la fundación, ellos no se
establecieron una casa sino hasta 1540, siendo el padre fundador Fray Francisco de la
Cruz. Acaso como parte de su tarea evangelizadora, los franciscanos dieron cabida a
una confraternidad de indios en su iglesia, se trataba de la cofradía de San Antonio de
Padua, en 1589 su prioste y mayordomos se concertaron con Antón de Mora, albañil,
para hacer su capilla, comprometiéndose a darle al maestro todas los materiales y

22
Op. cit., p. 228.
23
Estos desbordes ocurrieron en 1724, 1726, 1727, 1728, 1730, 1744, 1809, 1810, 1819, Véase al
respecto ART, Ca., CA, leg. 111, exp. 2102, 15-06-1726., también ART, Ca., AG, leg. 107, 1932, 22-10-
1744.
24
AGI, Lima 425, 19-09-1700
herramientas necesarias25. En 1593 los franciscanos se concertaron con Diego
Hernández, carpintero, para hacer la reja de la capilla mayor. Esta debía de ser de
balaustres torneados similar a la que existía en la iglesia de San Agustín. Acaso la obra
fue financiada por el mercader sevillano Luis Martín de Cáceres, quien debía de pagar
al carpintero y a su vez dar de comer al maestro y sus oficiales mientras durara la obra26.

En 1610 el pintor Juan de Medina fue contratado para pintar y dorar el retablo
del Santo Cristo27. En 1615 el retablo mayor de la iglesia de estaba terminando y los
franciscanos encargaron al maestro Juan de Medina, pintar y dorar el retablo. En el
contrato de destaca que Medina habría de pintar, dorar, estofar y encarnar las estatuas de
Santa Clara y Santa Isabel, un Cristo y siete mártires. Dado el mal estado del documento
que hemos consultado, nos impide conocer el resto de las imágenes que llenaban las
hornacinas del altar. Suponemos que San Francisco de Asís tendría un lugar
privilegiado allí28.

El primer edificio fue destruido por el terremoto de 1619, sobreviviendo el


púlpito, que según la tradición desde allí San Francisco Solano predijo el terremoto. Se
levantó otra iglesia “muy suntuosa y alegre, con mucha luz que baña la media naranja:
compítense entre si adentro retablos dorados de sus altares en la gala de sus cuerpos,
cediendo el primer lugar al del altar mayor por su esmero de la mayor idea”29.

En 1611 los franciscanos poseían la chacra de Cuñape, que era arrendada a


Francisco Saucedo, y en 1658 recibieron como donación unas tierras ubicadas al este de
la ciudad conocidas como Miraflores, a condición que su producto fuese destinado al
mantenimiento de la lámpara del Santísimo. Poseyeron además la renta de un capellanía
gravada sobre la hacienda Nunja del valle de Chicama30.

La orden de San Agustín

25
ART, PN Antonio de Vega, leg. 81, 24-09-1589.
26
ART, PN Andrés de Obregón, leg. 40, ff. 327r.-327v., 09-08-1593.
27
ART, PN Cristóbal de Morales, leg. 181, ff. 21v.-23r., 05-03-1610.
28
ART, PN Juan Martínez de Escobar, leg. 175, ff. 217v.-219v., 06-05-1615.
29
Castro Domonte Op. cit., 228.
30
AAT, UU Religiosos, leg. 3.
Los agustinos llegaron a Trujillo en 1558 y fueron sus benefactores el capitan
Juan de Sandoval y su esposa Da. Florencia de Mora, quienes costearon la edificación
de la iglesia y convento. En 1572 se hizo la carpintería de la capilla mayor, obra que
estuco a cargo del carpintero Clemente Rodríguez. Tenía un Mas adelante en 1595 se
hizo el muro testero, obra que estuvo a cargo del bachiller Hernando de la Cueva quien
manifestó “me obo de haçer el testero de la yglesia deste dho. convento abraçado con las
paredes colaterales del cuerpo de la yglesia de manera que asan y abraçen la dha. pared
una bara dentro en ella [tarjado: hasta] de cal y canto y ladrillo el cal y canto y ladrillo
entre t.. [roto] hasta el suelo del corro sin que [roto] tenga adobe ning o y lo demas [roto]
dha. pared hasta ser acabado y rematado el dho. testero …”. De la lectura del contrato
podemos inferir que esta fábrica tuvo un techo artesonado, pues se conprometía a
colocar los artesones que fueren menester y precisa que de le debían de dar tallados.
También se puede advertir que la cabecera de los muros estaba almenada31.

El cronista Agustino fray Antonio de la Calancha, quien vivió un tiempo en este


convento, nos ha dejado una descripción del primer edificio, refiriendo que tenía un
artesonado desde la puerta hasta hasta la capilla mayor “… todo de artesones de yeso,
labradas molduras, vistosos relieves, i todos los guecos con labores y piñas doradasy a
la esquina de cada quadrado avía un serafín …”. La capilla mayor tenía los artesones
“de mas elegante primor, i sustentaban cada biga sobre que cargaba la bóveda dos
Angeles del tamaño de un ombre, agoviado el cuerpo como que sustentava el peso; aquí
era lo dorado más, y las piñas de oro mayores, azían sombra colores jaspeados, con que
era el edificio mas hermoso del Perú”. Al lado izquierdo de la nave se levantaba la
capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, construida a iniciativa del cap. Juan de
Sandoval, que contenía “un bulto hermosísimo a cabal perfección de la Virgen
santísima” y tres esculturas en madera que representaban a los arcángeles, San Gabriel,
San Miguel, San Rafael. A los costados del altar mayor estaban los blasones de los
benefactores de la orden. La iglesia tenía un coro alto y un coro bajo. La sacristía estaba
adornada con “otro género de artesones”.

Una preocupacion de las familias beneméritas de aquella época era tener un


lugar fijo y notorio en los conventos que les sirvieran de tumba familiar. Allí en la
capilla de Nra. Señora de los Ángeles descansaban los restos del capitán D. Juan de
31
ART, PN Andrés de Obregón, leg. 42, ff. 159r.-161v., 09-04-1595.
Sandoval y Da. Florencia de Mora. Otro benemérito D. Juan Delgadillo, se concertó con
los agustinos para que se le diera un sitio en el interior del templo, escogiendo un
espacio en medio del capilla mayor, pero no pudo porque ese lugar estaba reservado
para los descendientes del cap. Juan de Sandoval, dándosele entonces un lugar en la
antesacristía una capilla bajo la advocación de Nra. Señora de la Piedad,
comprometiéndose los agustinos a darle “encalada y blanqueada hasta el suelo como
esta lo demas de ariba … la hemos de dar en ladrillado el suelo” 32. Otra capilla se
comprometió a edificar el cap. Baltazar Rodríguez bajo la advocación de Santa
Catalina33 aunque su cuerpo fue trasladado a la capilla del Santo Cristo que estaba “al
lado del Ebangelio con la rexa de la capilla mayor” 34.TE PARECE AQUÍ INCLUIR LA
FOTO DE ALGUNA CRIPTA O DE ALGUN DETALLE DE LAS PINTURAS DE
LAS CATACUMBAS DE LA CATEDRAL?? [no porque puede crear confusiones, el
lector puede asumir que se trate de San Agustín]
En 1576 los agustinos se concertaron con el alarife Alonso de Escobedo para que
haga la puerta y la escalera del púlpito, Escobedo además entregó 50 ps. por la obra. A
cambio le dieron una sepultura para su familia “… en el sitio que está junto a la pared
de la capilla que ha de hazer Francisco Cumplido, desde la esquina del arco de la dha.
capilla hazia baxo”35. Este primer edificio fue destruido por el terremoto de 1619 y la
segunda fábrica aún no se había concluido en 170136. La segunda fábrica fue dañada por
el sismo de 1759 y en 1763 se hallaba en reparaciones37.

Los agustinos tuviero a cargo el adoctrinamiento de los indígenas de


Huamachuco en donde tuvieron un convento y asimismo tuvieron otro en el valle de
Pacasmayo, bajo la advocación de Nra. Sra. de Guadalupe. Entre sus bienes podemos
mencionar la hacienda Menocucho, que años despues pasaría a propiedad del convento
hospital de Belén; las chacras de Santa Catalina y Guambás. Asimismo tenían gravados
a su favor censos sobre las haciendas de Licapa, San Francisco de Buenos Aires (hoy
Caratavio) y Mocollope, ubicadas todas en el valle de Chicama.

El monasterio de Santa María de Gracia de Santa Clara la Real

32
Jorge Zevallos Quiñones (1996): 142.
33
ART, PN Diego Muñoz Ternero, leg. 34, f. 220v.
34
Zevallos Quiñones Op. Cit., 308.
35
ART, PN Diego Muñoz Ternero, leg. 34, ff. 237r.-237v., 12-05-1576.
36
José de Castro Domonte (1978 [1706]) “Vida de Don García de Toledo”, Revista del Museo Nacional.
37
Miguel Feijoó de Sosa (1763) Relación Descriptiva de la provincia de Truxillo, p. 68.
Las hijas de Santa Clara, llegaron a Trujillo el 25 de marzo de 1587, procedentes
del convento de Huamanga. La edificación no se había concluido aún y se hospedaron
en casa de Da. Florencia de Mora38 hasta el 12 de agosto de ese año, fiesta de su patrona
Santa Clara, fecha en la cual se trasladaron a su nueva casa, que estaba ubicada
probablemente en la cuadra 3 del jirón San Martín frente al local central de la
universidad. Pero el sitio escogido era húmedo, malsano y por otra parte falto de agua
de manera que con licencia del Rey y una provisión del virrey D. García Hurtado de
Mendoza, marqués de Cañete, se trasladaron a otro espacio de las ciudad adonde se
mudaron en 159539.

La construcción del nuevo convento debió de iniciarse por lo menos un años


antes, porque el 27 de abril de 1595 se hizo una tasación de las obras de carpintería que
se habían hecho. Las monjas escogieron por tasador al oficial Diego Hernández y de la
parte de los oficiales carpinteros que hicieron la obra Francisco de Arévalo y Pedro
Rodríguez asistió Alonso de Castro, carpintero. Se habían hecho los canes del coro, un
púlpito, dos bufetes; ademas de puertas, ventanas de hoja, un “banco de iglesia”. Todo
alcanzó la suma de 424 pesos de a 9 reales 40. En 1604 se realizaron nuevamente obras
de carpintería, pero esta vez eran un poco mas elaboradas que estuvieron a cargo del
maestro Martín de los Ríos. El contrato de obra menciona puertas con bastidores
“moldadas con una media moldura”, además seis ventanas de balaustres “dos de ella
voladas” y le resto “de querdas altas llanas” con sus respectivos bastidores, cubrir el
noviciado con canes y alfajías, asimismo un dormitorio “de la misma manera que esta
cubierta la sacristria de la Merced abiertos los canes y labradas las madres y moldeadas
las soleras con cuartoncillos e cintas perfiladas … la madres todas guarnecidas de
aliceres”. La obra costó unos 600 pesos y fueron pagados en tres partes41.

El terremoto de 1619 trajo por los suelos la nueva fábrica del convento, cuenta el
cronista “Cayóseles a las pobres monjas, la iglesia, cerca, dormitorios y oficinas y todas
las casas en que tenían impuestas sus rentas y censos para sustentarse …” 42. La abadesa

38
La referida casa estaba ubicada en el ex-Asilo de Ancianos, cuadra 4 del jirón Independencia.
39
Es la cuadra que actualmente ocupan. Fray Buenaventura Córdova y Salinas (1957) Crónica
Franciscana de las Provincias del Perú. Academy of American Franciscan History, Washington, p. 873.
40
ART, PN Juan de Mata, leg. 24, ff. 146v.-148v., 28-04-1595.
41
ART, PN Juan Martínez de Escobar, leg. 169, ff. 425v.-428v., 09-11-1604.
42
Op. cit., íbid.
de entonces Mariana de Jesús Mejía tuvo un sueño premonitorio del terremoto en la cual
se le aparecía un clérigo, y le decía que ninguna de las monjas había caído. Esa misma
mañana ocurría el sismo y el sacerdote se volvió a aparecer esta vez en medio del
desastre y le dijo que no tuviera pena porque ninguna de sus hijas había peligrado. Una
vez calmada la tierra fue en busca del sacerdote y no lo encontró, entonces “se
persuadió que había sido el glorioso martir San Valentín, clérigo presbítero”43. Fue
Mariana de Jesús, con el apoyo de los prelados de las órdenes religiosas, quien
terminantemente se opuso al traslado de la ciudad a otro lugar, ello hubiera significado
la pérdida total de las rentas sobre los inmuebles que poseían.

El monasterio de Santa Clara tuvo el título de “Real” y por lo tanto la corona les
dio la renta de 300 pesos anuales provenientes de los tributos de la encomienda de
Jequetepeque que en ese entonces estaba vacos por muerte de su encomendero. En 1595
la renta fue aumentada por el virrey D. Fernando de Portugal a 1000 pesos del mismo
repartimiento por fallecimiento de Pedro González de Ayala. Sin embargo la Real
Hacienda se retrasó por muchos años en el pago de la renta al monasterio. En 1609 las
monjas reclamaron a través de su procurador Fray Miguel de Oca, se hagan efectivas las
donaciones hechas por los anteriores virreyes, alegando que “… las monjas estan pobres
y no tienen con que sustentarse, ni con que labrar no hacer monasterio”. El virrey
accedió a la petición y mediante una provisión ordenó al corregidor de Trujillo se
pagara a las monjas lo adeudado.

En los siguientes años hubo incumplimiento y en 1623 nuevamente las monjas


se quejaron, les debían la renta del año 1615, así como de los años 1621 y 1622, por ello
el monasterio, decía su procurador, “no tiene con mas para comer y no para cercar su
casa”.

En 1687 se realizó una inspección ocular del estado del convento y estuvo a
cargo del corregidor Mre. de Campo D. Antonio Merodio Posada, acompañado de los
regidores del cabildo y el MRP Fr. Francisco Mejía, guardián del convento y el
predicador MRP Fr. Tomas de Aroqui, vicario del monasterio, así como de Abadesa Da.

43
Op. cit. p. 886.
Francisca de San José y Daza a su vez acompañada por las Madres Definoras 44. La
visita se realizaba en atención al mal estado en que se encontraba el monasterio, el
claustro “no existía”, por estar todo destechado, por donde se colaban “los soles” en
verano y el frío en el invierno provocando enfermedades en las monjas. El antecoro
estaba a punto de venirse abajo para evitar algun accidente lo habían apuntalado.
Asimismo el coro bajo había quedado pequeño, dada la cantidad de “mas de ciento
veinte religiosas,sin otras muchas seglares doncellas honestas y recogidas, para que
pudiesen acomodarse a las asistencias del culto divino”45. Además el techo de la iglesia
estaba podrido y lo mismo sucedía en el techo del dormitorio general.

Asimismo la acequia que cruzaba su claustro ocasionó continuamente daños por


los desbordes especialmente en el área de la cerca, el claustro y la iglesia, por lo que su
procurador manifestaba que “… se hallan las religiosas amenazadas de una grave rruyna
en el dho. su monasterio por causa de tener una azequia que pasa por los conductos del
dho. monasterio y esta pasa delante de muchas casas de los vecinos de dha. ciudad … la
azequia esta muy alta fuera del convento, y como no puede correr el desagüe, rebalzan
sus aguas y se enbotan en sus paredes y cimientos del dho. monasterio … y estos
rebalses motivan grandes humedades a los edificios, como se experimenta estar
arruynandose un claustro, y amenazando graue rruyna a la yglesia …”46

Las lluvias de 1728 afectaron su estructura, especialmente el área de las celdas 47.
Santa Clara fue quizá uno de los más grandes conventos del virreinato, puesto que
abarcaba casi dos cuadras de extensión, extendiéndose desde la la actual cuadra 4 del
jirón Junín hasta un poco antes de la cuadra 4 del jirón Estete. En su máximo apogeo
llegó a tener 200 habitantes entre monjas de velo negro, velo blanco, novicias, donadas
y esclavas48. Avanzando el siglo XIX, la huerta del convento fue recortada dando
continuidad a la calle Colón.

La Compañía de Jesús

44
En la jerarquía al interior del convento las definidoras eran las madres miembros del consejo.
45
AAT, UU Religiosos, 1687.
46
ART, Co., JA, leg. 270, exp. 3341, 04-03-1723.
47
ART, PN Gerónimo de Espino Alvarado, leg. 337, ff. 250r., Venta de una celda por hallarse “arruinada
con los aguaceros”.
48
Córdova y Salinas, Op. cit.
No era desconocido para los trujillanos y los norteños el apostolado ignaciano,
pues antes que se fundara el colegio, había llegado en misión el P. Antonio Pardo a las
ciudades de Trujillo, Saña y Chachapoyas. Las misiones jesuíticas en las ciudades eran
en cierta forma una divulgación de los ejercicios espirituales, mediante la cual se
pretendía el arrepentimiento de los pecadores, el respeto a la autoridad, el fomento del
amor al trabajo y la práctica de obras pías. Se realizaba una procesión nocturna en
silencio, en la que el sacerdote encabezaba llevando una cruz, y los fieles portaban teas.
A lo largo del recorrido se iba agregando más feligreses, deteniéndose en estaciones
señaladas y el sacerdote predicaba sobre la muerte, el juicio final y el infierno. Después
de las exhortaciones a vivir según los preceptos de la iglesia venía el sacramento de la
confesión49.

Al indagar sobre los orígenes de la llegada de la orden ignaciana a la ciudad de


Trujillo, no podemos dejar de mencionar, que el primer intento de los jesuitas por
instalarse en el obispado de Trujillo fue en 1617, cuando por cédula real se les asignaba
la doctrina de Lambayeque. Esto motivó la oposición del Obispo Don Fray Francisco de
Cabrera quien manifestaba que Lambayeque era la doctrina más rica de su obispado y
que los cuatro beneficios que poseían los curas diocesanos valían ocho mil pesos “que
haze aquella doctrina mas sabrosa e codiciosa”50. Pero al parecer los feligreses de
Lambayeque no estaban contentos con sus curas, pues escribieron al Virrey D.
Francisco de Borja, Príncipe de Esquilache, pidiendo que se confirmara la merced que
había hecho el Rey a los jesuitas. Se quejaban los indios principales que los clérigos de
su parroquia no sabían la lengua nativa y no la aprendían contraviniendo “lo q. su
magestad manda para el descargo de su conciencia”. Por esta razón pedían que
ingresaran los jesuitas pues su doctrina “seria medio para abrirnos los ojos q. tenemos
ciegos por faltarnos escuela y los niños de crian de suertes”. Firmaban la misiva D.
Pedro Sachún, D. Juan Payanco, D. Francisco Corñán 51. De esta manera la nobleza
indígena lambayecana hacían un reconocimiento al carisma de la educación que
caracteriza a la orden jesuítica.

49
Pilar Gonzalbo Aizpuru (1989): La educación popular de los jesuitas. Universidad Iberoamericana,
México DF, pp. 48-49.
50
AGI, Lima 38, Carta del Obispo de Trujillo al Provincial de la Compañía de Jesús, 1618. Frase que no
gustó a los jesuitas de la casa de Lima, quienes en Capítulo “oyeron esta palabra tan azeda con la
paciencia que debían pues la escreuia un príncipe de la iglesia y a quien reconocemos por padre y los
hijos deben sufrir a sus padres aunque algunas veces excedan en la reprehension y se exasperan sin causa
yo se cierto señor que no nos muebe la codizia sino el deseo del bien del obispado de Va. Señoría …”.
51
AGI, Lima 38, f. 414. Carta fechada el 4 de febrero de 1618.
El asunto quedó en suspenso y el 14 de de febrero de 1619 acaeció un violento
terremoto que trajo por los suelos a la ciudad de Trujillo. A revientasinchas la noticia
llegó a Lima y el 23 de Febrero, el Virrey despachó una provisión ordenando que el
Obispo, el corregidor y dos vecinos encomenderos decidieran si la ciudad debía de
mudarse a otro sitio. Pero el 25 de febrero envió otra provisión disponiendo esta vez que
definitivamente la ciudad se mude a otro lugar52. Entre dilaciones de los vecinos y las
órdenes religiosas, pues estas últimas no querían el traslado de la ciudad porque ello
significaba el perder la renta de muchos inmuebles gravados con censos, Cabrera
decidió mudar la catedral de su obispado a Lambayeque. Alegaba el Obispo que el
pueblo de Lambayeque era “capaz de sustentar en tal manera que otro ninguno no hay
en todo el obispado que lo pueda hazer”, nombró para ello un nuevo cabildo
catedralicio, dándoles de plazo seis días para su traslado a Lambayeque advirtiendo a
sus miembros pena de excomunión en caso de inobediencia 53. El trasfondo del asunto
era impedir de cualquier modo la entrada de los jesuitas a la doctrina de Lambayeque.

La actitud de abierta rebeldía de parte del Obispo, mereció una respuesta dura de
parte del Virrey, quien inmediatamente le ordenó “… q. al punto se volviese a
Truxillo”, aclarándole que en virtud del Real Patronato, no podía “erigir, ni mudar
iglesia Cathedral ni parrochial sin que haya precedido licenzia de Su Magestad …” 54.
Dos días después, el 14 de abril, el Príncipe de Esquilache, escribía al Rey, acusando al
Obispo de proteger a sacerdotes de vida escandalosa, a quienes supuestamente pretendía
beneficiar con los curatos de Lambayeque, de aceptar sobornos, de haber ordenado
trasquilar a los indios que pedían la entrada de los jesuitas, de excomulgar a un vecino
importante de Lambayeque por lo mismo. Todas estas pesadumbres debieron de minar
la salud del anciano obispo quien falleció el 25 de abril de 161955. Hubo entonces que
esperar la llegada del nuevo mitrado.

52
Archivo Regional de Trujillo (en adelante ART) , Cabildo, Libros de Actas, leg. 6, f. 368.
53
AAT, Cabildo Eclesiástico, leg. 1, ff. 17-18. Agradezco la referencia documental al Dr. Juan Díaz
Plasencia. La amenaza del Obispo nos señala que no todos los miembros del cabildo estaban de acuerdo
con la decisión adoptada.
54
AGI, Lima 38, f. 423, Carta del Virrey al Obispo de Trujillo, 12 de abril de 1619.
55
ART, Corregimiento, Causas Ordinarias, leg. 169, exp. 573.
Ello sucedería años más tarde, el 22 de marzo de 1622, hacía entrada en Trujillo
Don Carlos Marcelo Corne. Encontró una ciudad ruinas. El área en donde se levantaba
la catedral era un promontorio de escombros, por lo que debió oficiar en una ramada en
la plaza mayor. Corne era trujillano hijo del Bachiller Diego del Canto Corne, personaje
que residió 16 años en Trujillo, en los que aparte de enseñar primeras letras y gramática
en el estudio de Trujillo, anduvo comerciando “ropa de la tierra” 56. Corne estudió en la
Universidad de San Marcos, graduándose como maestro en artes y doctor en teología y
llegó a ser catedrático de ella57.

En 1623 Corne pidió al Provincial de la Compañía enviase a Trujillo religiosos


de su orden. Atendiendo la invitación del Obispo, arribaron los PP. Andrés Sánchez y
Juan de Taboada quienes predicaron en nuestra ciudad58. Tan entusiasmado quedaron
los trujillanos que uno de los vecinos principales D. Juan de Avendaño y Gamboa 59 hizo
donación al Colegio de la estancia de Yagón, ubicada en Huamachuco con 4000 cabezas
de ganado ovejuno así como las tierras de Miraflores que se conocían como la Huerta
Grande60.

Por esta misma época el Obispo estaba empeñado en fundar un Seminario, para
lo cual el 2 de noviembre de 1624 dispuso que una comisión conformada por el Deán
Julián de la Torre Escobar y los canónigos Juan de Solis San Martín y Juan de Pedrosa,
examinase las constituciones del Seminario de Santo Toribio de Lima y las adecuasen
para el que se iba a fundar en Trujillo. El primero de enero de 1625 la comisión presentó
el proyecto de estatutos, pero Corne recién dio su aprobación el 20 de noviembre de
1628, siendo su primer Rector el P. Antonio Carrera61, a quien Corne hizo venir desde
56
Jorge Zevallos Quiñones (1981): “La instrucción de niños criollos y mestizos en Trujillo durante el
virreynato: el siglo XVI”. Amauta, Vol. 7, No. 2, Facultad de Educación, UNT, pp. 33-36.
57
AGI, Lima 209, N.9, 1
58
Rubén Vargas Ugarte S.J. (1959): La historia de la Iglesia en el Perú, Tomo II, p. 400.
59
Natural de San Vicente de Obando, villa de Bilbao, fue hijo del General D. Martín de Avendaño y
Gamboa y Da. Margarita de Lorroeta Elvieda. Jorge Zevallos Quiñones (1996): Los fundadores y
primeros pobladores de Trujillo. Vol. I, Ediciones de la Fundación Alfredo Pinillos Goicochea.
60
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Temporalidades, leg. 178, cuad. 11, Copia de carta
de donación de la huerta y tierras de Miraflores “… con sus arboles frutales de Castilla y de la Tierra que
son doce fanegadas de tierras que tengo en esta ciudad a la salida de ella que ube y compre ahora quinze
años poco mas o menos en la almoneda que en esta ciudad de hizo de los bienes de Juan Daza Carbajal
difunto …”, la huerta tenía un ramo de agua continuo de la acequia La Mochica. Sus linderos eran hacia
la ciudad con el solar de los indios huamachucos y por otra parte con el molino y hacienda de Francisco
de Ayasti. Hecho ante Juan de Toledo, 19-12-1623.
61
[Carlos García Irigoyen] (1930): Monografía de la Diócesis de Trujillo, Vol. I, p.,229
Lima. El Obispo tardó en dar su aprobación porque esperaba que los jesuitas fundaran
primero un colegio en Trujillo, pues Corne siguió el plan del Obispo de Cuzco Antonio
de Raya, en el cual los seminaristas recibían clases de los padres de la Compañía.

Corne había iniciado las gestiones ante el Rey para que autorice la fundación de
un Colegio jesuítico en Trujillo. Una real Cédula con fecha del 20 de setiembre de 1624
mandaba al Virrey y a la Audiencia de Lima informasen del estado eclesiástico de la
ciudad de Trujillo. Dicho documento fue leído en sesión del Cabildo Eclesiástico en el
cual por unanimidad manifestaron “... que se vuelva a hacer instancia suplicando a su
Majestad se sirva de dar licencia para que la Compañía de Jesús funde el dicho Colegio
en esta ciudad atento la mucha utilidad y fruto espiritual notorio que los Padres de la
Compañía hacen doquiera que están y por no haber en este Obispado otro Colegio
habiéndolos en todos los demás obispados deste Reyno ...”62.

El Colegio de El Salvador abrió sus puertas en 1627, una Real Cédula del 8 de
abril63, otorgó la licencia y en setiembre el Virrey Marqués de Guadalcázar dio el
cúmplase64 . A fin de que esta institución educativa tuviera las rentas suficientes para su
manutención, Corne compró del Tesorero General de la Bula de la Santa Cruzada, Juan
Martínez de Escobar, el ingenio de Gazñape, ubicado en el valle de Chicama, inmueble
valorado en 42000 pesos de los que pagó 38000 al contado, y el resto quedo gravado a
censo65. Gazñape era un ingenio azucarero, con 37 piezas de esclavos. La carta de
donación realizada por el Obispo refleja el afecto y admiración que sentía por la
Compañía de Jesús66, pero también el amor a la tierra que lo vio nacer, a la que quiso
dejarle el mejor legado: un colegio para la formación de sus hijos. Un detalle en esta
carta de donación es que de la ganancia líquida de las rentas de la hacienda, la mitad
62
AAT), Cabildo Eclesiástico, Sesión del 02-09-1625 leg. 1, f. 90r.,
63
Miguel Feijoo de Sosa (1984[1763]) Relación descriptiva de la ciudad y provincia de Truxillo del Perú.
64
Armando Nieto Vélez, S.J. (ms.) Breves datos sobre la Compañía de Jesús en Trujillo.
65
ART, a. Andrés de Obregón, leg. 56, # 282, ff. 406r.-415r., 14-09-1629.
66
”... pretendiendo su señoría la mayor onrra de Dios Nro. Señor y el bien espiritual de las ouejas que le a
encomendado en su obispado y ansimesmo el aumento del culto divino de su yglesia y pretendiendo
ansimesmo socorrer las almas de los difuntos que estuvieren en el purgatorio atendiendo a el gran fruto
que la sagrada religión de la Compañia de Jesus haze y ha de hazer en las almas enseñando a todo genero
de gente el camino del cielo con exemplo de vida y sana doctrina y conociendo ansimismo su gran
verdad, puntualidad y fidelidad en cumpliri con sus obligaciones y por el singular amor que siempre a
tenido a esta santa religión con el qual la trajo y ayudo a su fundacion por las cuales causas haze al dho.
colegio de la Compañia ... del yngenio y tierras de Gasñape ...”, vide, ART, a. Andrés de Obregón, leg.
56, # 287, ff. 419r.-433r., 28-09-1629.
serviría para la edificación de la iglesia del colegio. En una de las claúsulas de esta
carta, el Obispo pedía que se le reservase entierro y sepulcro al lado del evangelio, junto
al altar mayor “... haciendo su arco el espacio para esto con el escudo de armas de su
señoría arriba según la autoridad que a tal principal se deue ...”67. Además de ello para la
construcción del colegio, Corne compró el solar donde antes del terremoto de 1619 se
levantaba la casa episcopal68. Tenía una estratégica ubicación, pues daba hacia un
ángulo de la plaza mayor.

Los trabajos de edificación de la iglesia se iniciaron en 1631 y estuvieron a


cargo del alarife portugués Alonso de las Nieves, quien se comprometió a levantarla
desde sus cimientos; desde la puerta hasta el arco toral. Posteriormente en 1636 el
Maestro de Carpintero Salvador Leandro agregó un coro alto en madera 69. Por último la
edificación de la capilla mayor del colegio (hoy Auditorio César Vallejo), se realizó en
1639, y estuvo también a cargo del Maestro Alonso de las Nieves. En la carta de
concierto de obra se precisa que el colegio pondría los materiales la cal, piedra y
adobería necesaria para la construcción. Los cimientos de los muros debían de ser de
piedra con una profundidad de vara y media, el grosor debía ser de dos varas. Se precisa
además que los muros de la iglesia sean lo suficientemente altos a fin que la luz que
fluiría por las ventanas superiores no sea opacada por edificios adyacentes. Se le dio un
plazo de 20 meses a partir del primero de mayo de ese año70.

Tiene una planta en cruz latina, con dos portadas una a los pies y otra al costado,
decoradas con trazo fino hechas por un arquitecto que conocía de los tratados
renacentistas . En el interior la decoración arquitectónica presenta almohadillado en los
arcos Aún se conserva la pintural mural de los cuatro evangelistas en las pechinas, obra
del pintor flamenco Diego Puente71.

Conforme pasaron los años el colegio fue aumentando sus rentas a base de
donaciones que hacían los vecinos. Así, Doña Juana de Carbajal y Collazos, viuda del
Capitán Melchor de Osorno concertándose para ello con el Rector del Colegio P.
67
ART, Doc. cit. f. 420v.
68
AAT, Cabildo Eclesiástico, Sesión del 24-09-1627, leg. 1, f. 100r. Hoy es la sede de la Universidad
Nacional de Trujillo.
69
Miguel Adolfo Vega Cárdenas (1985): “Alonso de las Nieves: Arquitecto de la Iglesia de la Compañía
de Jesús”. Plaza Mayor, No. 20, pp. 32-34.
70
ART, a. Luis de Escobar, leg. 141, ff. 149v.-154v., 10-04-1639.
71
José de Mesa y José Correa (1985) “La Compañía de Trujillo”. Arquitectura Andina [José de Mesa y
Teresa Gisbert], pp. 74-86.
Cristóbal de Araindia, su primo, hizo carta de donación de unas casas de su propiedad y
de una chacra ubicada en el valle de Moche junto con tres esclavos. Pero, lo más
importante, les regaló la estancia de Picsi, ubicada en la provincia de Saña, con casas de
vivienda, capilla, bodegas, galpones y 11000 cabezas de ganado cabrío y ovejuno. Tenía
además una tina en donde se fabricaba jabón. Esta obra piadosa la hizo en “... atencion a
la mayor gloria de Dios nuestro Señor y bien y utilidad de esta república assi de
españoles como de naturales de la tierra, los yndios a que tan dedicada se halla la
Compañía de JHS y el colegio que esta fundada en ella ...”72. Tres meses después, Da.
Juana hizo testamento y en el pedía se le sepultase en el presbiterio, en el lado de la
Epístola, adonde “… después de tiempo competente se ha de poner los huesos de mi
marido ... y los de mis padres y hermanos ...” 73 y se le admita por co-fundadora del
colegio.

Otros bienes del colegio fueron la hacienda de Tumán en Lambayeque. En


Trujillo tenían una hacienda de pan llevar a una legua de la ciudad conocida como “la
Compañía”, con 40 fanegadas de tierras, valorizada en 3000 pesos, fuera de 7
esclavos74. En la sierra, en la provincia de Huamachuco, tuvieron las haciendas-obrajes
de San Ignacio, Parrapós, Chota y Motil75.

El colegio de San Salvador convirtió a Trujillo en un foco de irradiación cultural


en el norte de la Audiencia de Lima, ya que hasta ese momento en la región norte solo
había escuelas elementales. Pero su labor docente no sólo se restringió a las aulas, sino
que se extendió a través de las congregaciones marianas, las cuales eran dirigidas por un
prefecto. En ellas se exhortaba a llevar una vida comprometida con la iglesia, se visitaba
el Sacramento, se hacían lecturas de libros piadosos. El culto a la virgen se manifestaba
en la práctica de oración mental y vocal en lo público y privado en su honor. En suma
las congregaciones marianas “fueron quizá el recurso más eficaz de los que pusieron en
práctica los jesuitas para orientar a la población y fomentar la piedad popular”76. En el
colegio de Trujillo existieron la Congregación de Nra. Sra. de la Asunción, de Nra. Sra.
72
ART, a. Luis de Escobar, leg. 144, # 179, ff. 337r.-350v., 17-08-1641.
73
ART, a. Luis de Escobar, leg. 144, # 246, ff. 458r.-463r., 10-11-1641.
74
Feijoo Op. Cit., p. 92.
75
Cristóbal Aljovín de Losada (1990): “Los compradores de temporalidades a fines de la colonia”
Histórica, Vol. XIV, No. 2, p. 195.
76
Pilar Gonzalbo Aizpuru, Op. cit. 57.
de Loreto, que era de indios, y la Congregación del Corazón de Jesús, de Nuestra
Señora de Cocharcas y de Nuestra Señora de Asunta. Cada una de estas congregaciones
se beneficiaba con las donaciones de sus congregantes77.

De otro lado se fomentaba en el vecindario trujillano la devoción por San


Ignacio de Loyola y los santos jesuitas. A los pocos años de la llegada pedía al cabildo
civil y eclesiástico, se declarase festivo (feriado) el día de San Ignacio de Loyola 78.
Asimismo el cabido civil acordó en 1636 acudir en corporación a las festividades de fin
de año que se realizaban en el colegio.

El prestigio de la orden entre el vecindario trujillano motivó a que el cabildo


civil pidiera a los jesuitas se funde una escuela para los niños de la ciudad, para tal fin el
cabildo se comprometía a pedir una limosna entre los hacendados de Trujillo y su
jurisdicción, nombrándose a dos regidores, el Lic. Gonzalo de Alvarado y al Cap. Juan
de Vidaurre, y encargó al Cap. Juan de Villanueva Fernández y a Sebastián García para
dirigirse al valle de Chicama con el mismo fin79.

El colegio del Salvador tenía un preciado tesoro: su biblioteca. Estimulados


por las constituciones de la orden, muchos socios de ella empezaron a formar sus
propias bibliotecas. El inventario realizado dos años después de la expulsión nos
señala cuantos libros tenía cada uno de los padres en su celda 80, esto es un
indicador del ambiente intelectual que había en el Salvador. Los libros procedían
del Colegio Máximo de San Pablo de Lima, pues este recibía desde Europa el
material bibliográfico y lo distribuía entre los demas colegios ignacianos que
habían en el virreinato del Perú81.

77
Vide carta de donación del Capitán Juan González de Bohordo y Carranza, a favor de la gongregación
de Nra. Sra. de la Asunción, ART, a. Vicente de Salinas, leg. 234, fol. 168r., 15-03-1675. Andres de los
Reyes dejó a la Congregación de Nra. Sra. de Loreto una casa, ART, Corregimiento, Causas Ordinarias,
leg. 200, exp. 1365, 13-01-1671.
78
AAT, Cabildo Eclesiástico, Sesión del 30-07-1630, leg. 1, ff. 123r.-123v.
79
ART, Cabildo, Libros de Actas, leg. 9, f. 130, sesión del 26 de junio de 1666.
80
ART, Protocolo Hilario de Aguilar, leg. 278. Este inventario lo hemos ubicado recientemente pero no
es el que hemos utilizado para comentar la biblioteca del Colegio de El Salvador.
81
Luis Martín (2001) La conquista intelectual del Perú. El colegio jesuita de San Pablo (1568-1767).
Editorial Casiopea, Barcelona, p. 104.
El inventario realizado por la Junta de Temporalidades para entregar el
colegio al Obispo Baltasar Jaime Martínez Compañón permite conocer en detalle
la biblioteca82. Se inició el 29 de abril de 1785 y finalizó el 23 de julio del mismo
año. gran parte de los libros se hallaban deteriorados, cubiertos por una gruesa
capa de polvo, picados por la polilla, humedecidos por las goteras. Los libros en
buen estado de conservación fueron separados y pasaron a la biblioteca del
Seminario de San Carlos y San Marcelo. A partir del sexto inventario se enumeran
los libros de la biblioteca la cual llegó a tener 2000 volúmenes, que habían de pasar
al Seminario. De ellos se habían separado los libros “relajados y sospechosos en sus
doctrinas y tratados” (f. 270v.), en este index se incluyeron los libros de autores
jesuitas o relativos a la Compañía de Jesús. Habían pasado 18 años de la expulsión
de la Compañía; la falta de mantenimiento y limpieza hizo mella tanto en la
arquitectura como en los bienes muebles. Los techos y cubiertas del colegio que
eran de madera se hallaban en mal estado. Muchos de los libros estaban picados y
en estado casi inservibles, algunas imágenes estaban carcomidos por la polilla.

La mayor parte de los libros se referían a temas eclesiásticos y teológicos,


pero existían, además, libros de historia de diversas épocas y áreas geográficas.
Esta sección del colegio era una Babel de lenguas, pues no solo había libros en
lengua española sino también en latín, francés, portugués, italiano, inglés y alemán.
Pero además manuales para aprender lenguas nativas como el Arte de la lengua
aymara, que aunque no se indica el nombre del autor en el inventario suponemos se
trate del jesuita Diego de Torres Rubio, y un Arte de la lengua de Mojos. Para tener
una visión a vuelo de pájaro de la biblioteca del Salvador clasificaremos los libros
en cinco categorías básicas que utilizan los especialistas que trabajan sobre la
temática de los libros en el Nuevo Mundo 83, que son las siguientes: religión
(teología, patrística, homilética, espiritualidad, moral); Jurisprudencia (derecho
civil, derecho eclesiástico, política); Humanidades (filosofía, historia, letras),
ciencia y tecnología (medicina, matemáticas, ciencias naturales y tecnología) y
Americanística (miscelánea).

82
ART, Protocolo Andrés de Ortega, leg. 375, ff. 192-320.
83
Al respecto véase Archer Taylor (1957) Book catalogues: their varieties and uses. Newberry Library,
Chicago. Consúltese tambien a Teodoro Hampe Martínez (1996) Bibliotecas privadas en el mundo
colonial. La difusión de libros e ideas en el virreinato del Perú. Siglos XVI-XVII . Muchnik, Frankfurt am
Main.
La obra realizada por esta orden religiosa se echó a perder con la
expatriación de los hijos de Loyola. De esta manera, una Pragmática Sanción del
27 de febrero de 1767, ordenaba expulsar a los jesuitas de todo el imperio español.
La ejecución de la ordenanza se llevó a cabo el 8 setiembre y al momento de
expulsión se hallaban en Trujillo 12 socios, el Vice-Rector P. Julián Cáceda, P. José
Honorio de Aguirre, P. José Antonio González, P. Lorenzo de Herrera, P. José
Iturri, P. Ignacio Masala, P. Esteban Rivas, P. Cayetano Vergara; y los Hermanos
José Gaspar Bardales, Joaquín Larrea, Natal Michi, Diego de Rojas y Mateo
Trillo84. El día 02 de octubre a las 5 de la mañana, hora escogida por el corregidor
a fin evitar tumultos, abandonaban la ciudad de Trujillo escoltados por 20
hombres, más 6 de la guardia del virrey que habían sido enviados para tal fin85.

El hospital de Belén y la iglesia de Jesús, María y José.


En 1680 los los frayles Belemnitas llegaron a Trujillo, para hacerse cargo
del hospital de San Sebastián, conocido posteriormente como hospital de Belén. El
hospital había sido fundado en 1551 gracias al cap. Juan de Sandoval, quien donó
el solar e instituyó una capellanía para su mantenimiento. Como la administración
estaba en manos del cabildo se debatió sobre el traspaso se realizó el 15 de
setiembre de 1625, acordándose “se diese en administración del dicho hospital y las
de sus bienes a los dichos hermanos de San Juan de Dios sin perjuicio del derecho
de patronazgo y con la obligación que tenía de dar cuentas cada vez que se les
pidiese86.

El acto de posesión tuvo lugar el 17 del mismo mes, y entre los bienes
recibidos figuraban: diez cujas (léase catres de madera) para españoles y cuatro
esclavos, pero no les señalaron bienes de iglesia. Años después el cabildo se opuso a
que los juandedianos siguieran administrando el hospital al parecer por un
deficiente servicio.

En 1671, el obispo de Trujillo invitó a la orden Belemnita a hacerse


cargo de la administración del hospital, lo cual no fue sino hasta 1680. Hubo una
fuerte oposición de los regidores del cabildo civil, pues consideraban que una mala
84
Rubén Vargas Ugarte S.J. (1970) Jesuitas Peruanos Desterrados a Italia, Lima, p. 193
85
AGN, Temporalidades, leg. 177, Exp. 3.
86
ART, Ca., LA, leg. 06, sesión del 16-09-1626.
administración iría contra los intereses del cabildo, de ahí que no permitieron que
las rentas del hospital sean administradas directamente por los religiosos. Por tal
motivo en los primeros años padecierion los hermanos viéndose precisados a vivir
en chozas en lugar de celdas y en otros sitios de igual incomodidades”87.

Sólo gracias a la ayuda del lic. Antonio de Saavedra y Leiva los


Belemnitas pudieron adquirir en la misma cuadra un solar que destinaron para la
construcción de su iglesia y convento. En 1708 se hallaba en plena construcción.
Desconocemos cuando se terminó, pero en 1728 el edificio sufrió los estragos de las
lluvias torrenciales de El Niño, que además dejaron daños en el hospital. Por lo
cual se vieron precisador a vender un esclavo, para que con el producto de su
venta sirviera para ayudar a la reparación de la estructura88.

En 1754 el vice-prefecto del convento-hospital, se concertó con el


maestro Fernando Collado para hacer el retablo mayor de la iglesia, así como una
mesa grande con sus respectivos cajones para guardar los ornamentos, todo en
madera de cedro. Acordaron que el pago sería de 1800 pesos de 8 reales 89 En 1759
la iglesia y el hospital sufrieron el estrago del terremoto, cayéndose la media
naranja y parte de las torres90. Fue necesario invertir 35000 pesos para su
reedificación. La media naranja quedó sin construir por más de 60 años, y no fue
sino hasta 1819 en que se logró repararla junto con el crucero.

Con el advenimiento de la república al ser creadas las sociedades de


beneficiencia pública, los Belemnitas dejaron de administrar el hospital.

El convento del Carmen y San José

La orden carmelita se estableció en Trujillo en 1724, fue la última orden


religiosa que llegó durante el virreinato, aunque la devoción por el Carmelo era de
87
Lorenzo Huertas (1987) Investigación histórica de la Iglesia Belén de la ciudad de Trujillo.
88
ART, PN Gerónimo de Espino Alvarado, leg. 337, ff. 259r.-260r.
89
ART, PN Fernando Joseph de León, leg. , ff. 300r.-301r., 27-06-1754. Citado por Lorenzo Huertas (ms.
1987) El hospital y convento de Belén. Informe de Investigación.
90
Feijoó de Sosa Op. cit., p. 71
vieja data. Recuérdese que uno de los primeros vecinos de nuestra ciudad fue el
capitán Lorenzo de Cepeda, hermano de Santa Teresa de Ávila, y había casado con
Juana de Fuentes, hija del conquistador Francisco de Fuentes y de Da. Bárbola de
Espinosa. Asimismo otro de los vecinos fundadores, el conquistador Juan Roldán
Dávila, era tío de la Doctora de la Iglesia91.

Las gestiones para la fundación de un convento carmelita las inició el


Obispo D. Fr. Juan de la Calle Heredia, quien llegó a Trujillo en 1663. Con este fin
reunió limosnas y de su propio peculio donó 20000 pesos. La población trujillana
siguió pagando limosnas incluyendo solares y hacia 1722 se habían acumulado
79000 pesos y dos años después hacían su ingreso a la ciudad cuatro monjas
carmelitas procedentes de Latacunga, en medio de la algarabía popular.

Entre los donantes estaba el Lic. D. Diego Rodríguez de Guzmán, chantre


de la catedral, quien al momento de testar hizo donación de “… todos los lienzos,
cuadros, tabernáculos, láminas y pinturas que se halle en las casas de mi morada,
con mas todo lo que me perteneciere y tocare al adorno de mi oratorio y altar
portátil de madera de cedro que tengo para el ministerio de decir misa, y asimismo
el dosel de mi cabecera con el Santo Cristo y dos ymagenes de marfil y las demás
alhajas que en el se hallaren puestas las sillas y bufetes grandes y pequeños …” 92.
Con el paso de los años las carmelitas fueron incrementando sus bienes, así Da.
María Fernández Sierra dispuso al momento de testar pasarana propiedad de las
monjas, la hacienda Malingas, ubicada en Piura

Para edificar el convento fue necesario en el lugar donde está fue necesario
adquirir varias propiedades. En 1714 el lic. Bartolomé de Orbegoso donaba para el
futuro convento un extenso solar que iba desde calle a calle, que lindaba con casa
del lic. Jerónimo Gonzáles Carrillo. Posteriormente Gonzáles Carrillo, el 20 de
diciembre de 1720, hizo donación de una casa que había pertenecido
anteriormente al Alferez García de Melgar 93. Una vez instaladas la monjas hubo
necesidad de expandir la estructura del convento, porque la que había era pequeña
e incómoda y pidieron al capitán Francisco López Collado, escribano público, les
91
Jorge Zevallos Quiñones 1996, Op. cit.
92
ART, PN Casimiro de Aguilar, leg. 262, f. 18, 18-09-1715.
93
Jorge Zevallos Quiñones (ms.) Introducción a la historia del Convento en Carmen.
vendiese su casa que lindaba con el convento. El límite era una simple pared de
quincha que estaba agujereada y una pared mediana de adobes. La servidumbre
de esta casa hostigaba la monjas observándolas, dando serenatas con canciones
profanas “que pueden distraer de la oración y contemplación y causar no buenos
efectos en los oidos castos de las vírgenes esposas de Jesucristo” 94. Lopez Collado
no vio con buenos ojos el pedido, a pesar que las monjas le ofrecieron 2500 pesos
por la casa, pero al final cedió.

Se inició entonces una nueva edificación la cual estuvo patrocinada por el


General D. Juan Antonio Mateo Vítores de Velasco, alcalde ordinario que fue de la
ciudad de Trujillo. D. Mateo no alcanzó ver culminada la obra porque falleció en
abril de 1752, en su testamento legaba 4000 pesos para costear el retablo mayor del
la iglesia del Carmen. Las obras culminaron en 1759, mas estando a punto de ser
inauguradas el 12 de setiembre, día de Santa Teresa, se produjo un violento sismo
la noche del 02 de setiembre que “… arruinó la dicha iglesia que la dejó inservible
y solamente pudieron servir las paredes desde los cimientos hasta las cornisas;
siendo necesario derribar lo que no derribó y dejó maltratado el terremoto, que
fueron la media naranja, arcos y bóveda hecho todo a cal y ladrillo …” 95. Los
trabajos de remoción de escombros se inició rapidamente gracias a la generosidad
del vecindario trujillano y las comunidades indígenas. Pero la reconstrucción duró
varios años y las reparaciones se hicieron toda en madera “… desde las cornisas
para arriba …”96. Recién el 26 de junio de 1773 consagró la nueva iglesia el Obispo
D. Francisco Xavier de Luna Victoria.

Esta última fábrica es la que ha llegado hasta nuestros días y fue afectada
por el terremoto de 1970.

94
Fr. Juan de la Cruz (1924) Monografía del Convento de las Rdas. Madres Carmelitas Descalzas de
Trujillo, p. 39.
95
Libro II de manuscritos del convento del Carmen, citado por Fray Juan de la Cruz, Op. cit., p. 45.
96
Fray Juan de la Cruz, Op. cit., p. 46.
ANEXO I
GLOSARIO
Artesón Adorno rehundido troncopiramidal, que se pone en los techos y
bóvedas o en la parte cóncava de los arcos; se usa también para
indicar la forma de arte de una techumbre de madera.
Blasón Escudo
Capellanía Fundación en la que ciertos bienes quedan sujetos a financiar,
mediante una renta, misas u otras cargas pías.
Cenobio Monasterio
Coro alto Espacio en una iglesia para entonar los cantos litúrgicos. Está
ubicado a los pies de las iglesias conventuales.
Coro bajo El coro bajo lo tienen los conventos de monjas, y se ubica a un
costado del presbiterio.
Chantre Dignidad de una catedral a cuyo cargo estaba el gobierno del
coro.
Definidora Religiosa que en la jerarquía del convento pertenece al consejo.
Encarnar Dar color carne a las esculturas.
Estofar Entre doradores, raer con la punta del grafio el color dado sobre
el dorado de la madera, formando rayas o líneas para que se
descubra el oro y haga visos entre los colores con que se pintó.
Florón Ornamento aislado en forma de flor con sentido decorativo,
usualmente de colocaba en el centro del techo.
Pechina Cada uno de los triángulos esféricos que ligan los arcos torales y
la cúpula, pasando de la planta cuadrada a la circular.
Ramada Cobertizo de ramas o esteras en las que temporalmente se hacían
los oficios divinos.
Rédito Renta que rinde un capital.
Sedevacancia Periodo que sigue a la salida o muerte de un obispo hasta que
llegue el sucesor.
Serafín Ángeles de tres pares de alas. Son motivo ornamental en los
retablos barrocos.
Sínodo Salario de un sacerdote otorgado por la Corona
Vaco Vacante
Venera Adorno arquitectónico que reproduce la valva convexa de la
concha.
Año Evento catastrófico
1578 Lluvias torrenciales e inundaciones.
1607 Lluvias torrenciales e inundaciones.
1618 Lluvias extraordinarias, plaga de grillos.
1619 Terremoto de San valentín.
1634 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1635 Sismo
1687 Terremoto grande de Lima
1689 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1680-
Epidemia del trigo
1695
1701 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1720 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1725 Terremoto
1728 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1759 Terremoto
1791 Lluvias extraordinarias e inundaciones
1814 Lluvias extraordinarias e inundaciones

ANEXO II

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