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Crónica una Noche de Terror

Liseth Yajaira Fonseca Gutiérrez

Facultad de Educación, Universidad Pamplona

Didáctica de la producción oral y escrita

Lic. Emma Peralta Ruiz

08 de noviembre de 2021
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UNA NOCHE DE TERROR

Corría el año 2017, y yo vivía en una finca a las afueras del municipio de Saravena,

Arauca exactamente en la vereda las palmeras. Allí la pasaba muy bien, en las vacaciones mis

primos venían a la casa y disfrutábamos de momentos agradables, íbamos al río, jugábamos

futbol e incluso ayudábamos en las labores de la finca. Fueron tiempos muy buenos.

Precisamente estábamos en junio en vacaciones y un sábado 18 por la tarde a eso de las 4

pm exactamente, mi papá nos había pedido que le ayudáramos a sembrar pasto estábamos todos

trabajando y conversando mientras reíamos, cuando escuchamos el ruido de una camioneta que

se aproximaba, cuando ya la vimos fue en el portón, yo alce la vista y era una camioneta verde

desgastada por el uso y en ella iban como 7 u 8 niños por ahí entre 12 a 14 años vestidos con

uniforme del ELN, y portando armamento, quede boquiabierta y le dije a mi mamá “pero si son

unos niños, y ya llevan fusil”.

A eso de las 6 pm terminamos de trabajar y nos fuimos a la casa, como es costumbre en

el campo uno se duerme temprano. A las 7: 30 pm después de cenar todos nos dispusimos a ir la

cama; Pero, resulta que a eso de las 12 am escuchamos el ruido de un helicóptero que rondaba

los alrededores, no le preste mucha atención y me volví a dormir, pues ya era muy normal todas

las noches el helicóptero daba vueltas y luego se iba, pero ese día dio 3 vueltas se fue y volvió.

Yo ya me había vuelto a dormir cuando a eso de las 1: 30 am más o menos un estruendo

terrible sacudió con fuerza la casa que hasta levantó una parte del techo y así un estrépito vino

tras el otro.

Todos nos despertamos asustados pues no sabíamos que ocurría cuando salimos vimos

que eran bombazos y los estaban lanzando desde una distancia muy cercana a la casa, mi
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hermana menor empezó a llorar y yo también, teníamos mucho miedo. Mis padres trataron de

calmarnos.

Esa noche nadie pudo dormir los bombazos continuaron hasta ya entradas las 4 am, las

camas se movían, las gallinas chillaban, las vacas corrían de un lado a otro dispersadas por los

estruendos y yo oraba pidiendo que cesaran las bombas.

Cuando llegó la mañana de ese domingo 19 de junio las bombas habían cesado, pero todo

era un caos, estábamos rodeados de ejército dos helicópteros habían aterrizado en uno de los

potreros. A eso de las 6 am ya la noticia se había dispersado por toda la vereda, que en la noche

anterior el ejército había bombardeado un campamento del ELN construido hace 5 años y lo más

sorprendente para nosotros es que estaba en nuestra finca en una montaña espesa que nunca se

había talado porque por allí pasaba una quebrada que abastecía de agua a más de 6 veredas.

Pasadas las 9 am se había llenado de gente muchas personas vinieron a ver que había

sucedido, incluso mi familia y yo fuimos a ver la escena de los hechos, más o menos a las 3 pm,

el panorama era devastador árboles en el suelo, más de media montaña talada, animales muertos,

huecos de tamaño de un estanque, era lo que habían dejado las bombas.

Pero lo más trágico y doloroso es que los niños que habíamos visto subir la tarde anterior

mientras trabajamos habían muerto, la gente y las autoridades comentaron que los sorprendieron

mientras dormían matándolos a todos. Según lo que se dijo iban tras los altos mandos que

delinquían en la zona, pero ninguno estaba esa noche en el campamento excepto los niños que

habíamos visto pasar en la camioneta la tarde anterior.

Una bomba cayó al lado donde dormían así que había partes de los cuerpos dispersados

por todos lados, pedazos de cráneos pegados a las sábanas, incluso sin querer pise una pierna que

había caído lejos quedando enredada en unos bejucos, el agua de la quebrada era roja por la
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sangre pues ahí lavaron los cuerpos antes de subirlos en bolsas a los helicópteros. Las lágrimas

se me salieron solas cuando recordé a esos niños tan pequeños que había visto el día anterior y

al oír que ninguno había logrado escapar, en su momento sentí rabia e impotencia porque sabía

que ellos no tenían la culpa y que tuvieron que pagar el precio de una guerra que parece nunca

acabar, incluso me entere que esa noche trágica del de 18 de junio de 2017 ahí también murió

una compañera con la que estudie toda la primaria en la escuela de mi vereda y con quien en

muchas ocasiones fuimos al río a bañarnos, se había ido para la guerrilla hacía una semana

porque tuvo una discusión con su mamá sin saber que nunca la volvería a ver.

Durante toda la semana vinieron personas a la escena de los hechos y el olor que de allí

salía era putrefacto el agua tuvieron que venir a desinfectarla porque no se podía beber los

gallinazos sobrevolaban el área muchos de los cuerpos no los pudieron encontrar pues quedaron

muy destrozados

Hoy, 4 años después para mí todavía sigue muy presente ese incidente y cada que

escucho un helicóptero me acuerdo de esa trágica noche de terror que segó la vida de más o

menos unos 8 jovencitos que habían sido reclutados por la guerrilla del ELN.

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