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ITER ALTAMIRANDA Josepth

Teodicea I
26/11/2020
BASÓ, Abelardo
DIOS EXISTE Y USTEDES NO LO PUEDEN NEGAR

Hay que creer en la existencia de Dios no por conveniencia propia e íntima, sino porque en
la realidad existencial del hombre Dios está presente, y aunque se quiera escapar de Él, es
imposible porque Dios abarca todo lo creado, y esta yuxtapuesto en la vida del ser humano.
Ahora bien, si ustedes hoy quieren negar la existencia de Dios, tendrán que primero negarse a sí
mismos, puesto que ustedes, son parte del orden hecho por el creador, no subordinados porque
son libres, pero pensar a Dios fuera del razonamiento humano, es negar el propio valor
existencial. Aquellos que suelen decir que Dios no existe, dejan claro su existencia. Es un juego
de palabras al cual se llega a través del razonamiento: Dios no existe, pero resulta que es
imposible negar la existencia de algo que no existe, en este caso, al negar a Dios, reconocen que
existe, puesto que lo negado ha existido, existe o existirá.
Vayamos un paso más adelante, porque será San Agustín de Hipona quien les enseñe que
Dios existe, y que es en la propia vida donde se manifiesta, aunque se pretendan negarlo.
En primer lugar hablemos del reconocimiento de la existencia de Dios por la humanidad y
en concreto gran parte de ella, “según este argumento, podemos constatar que la mayoría de los
hombres de todas las culturas, de todos los lugares y de todos los tiempos, ha aceptado la
existencia de Dios”1 porque a Dios es posible conocerlo, pero la experiencia habla de Él y la
forma de manifestarse en la propia vida, la posibilidad de reconocimiento a esa existencia es por
la razón a la luz de la fe, “la naturaleza humana es heredera de lo revelado y portadora de la
gracia unida a la revelación, pero para que el hombre sea capaz de entenderla primero debe
abordar la razón”2. Es así, que al comprender la revelación y su contenido, entonces podrá a la
luz de la fe reconocer a Dios.
Ustedes dicen que Dios debe manifestarse, como lo hacen las otras cosas que conocemos,
pero en realidad, nada se conoce en sí, porque lo que sabemos, es una representación de lo que
en verdad es el objeto. Sin embargo, Dios como es primero que todas esas cosas le podemos
comprender no como representación de una idea, sino de verdad, porque Él se ha manifestado en
la revelación, es Dios quien está contenido en la revelación desde su plan salvífico.
No pretendan, hacerle creer a la gran mayoría que Dios no existe con sus argumentos
absurdos, porque lo que no entiende la fe natural, lo hace la fe sobrenatural, y ustedes creen que
haciéndole razonar a los demás desde su fe natural van a cambiar el pensamiento al respecto de

1
ESCOTT Marcelo, La lógica de la fe, p, 46
2
ALTAMIRANDA Josepth, Ensayo de introducción al nuevo testamento: El hombre ante el misterio de la
revelación, Caracas, 2020, p. 1
Dios de la gran mayoría. “Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con
seguridad por la luz natural de la razón humana”3 Dios es real y solamente a través de la razón
iluminada por la fe se puede contemplar esa existencia.
Ahora bien, comprendan ustedes tercos, Dios existe en la vida del hombre, por esa relación
de “Dios trascendente, a quien el hombre no ve ni puede ver directamente con sus ojos o con su
inteligencia, y el hombre religioso, cuyo deseo más hondo de religación con Dios” 4 imposible
negarlo, podrán negar a Dios, lo que no podrán negar es la religación de ustedes con Él.
Otro argumento que ustedes han querido obviar es la búsqueda insaciable de Dios, sucede
porque han querido negar también el reconocimiento de Dios como fuente de felicidad. Fijan su
conocimiento a lo que es terrenal para llegar a lo sobre natural, lo inmanente a lo trascendente.
“En segundo lugar, está la vía del deseo de Dios. Todos los seres humanos tenemos en nuestro
corazón el deseo de plenitud y de felicidad completa” 5, ustedes han de tener una vida en orden o
por lo menos eso aparentan, viven haciendo lo que quieren, tienen lo que necesitan y sobre todo
dinero para obtener todo lo material, pero sin darse cuenta, aspiran cada vez más a lo bueno, pero
ese bien completo que ustedes aspiran se encuentra solo en Dios “en el alma de todo hombre
existe un deseo innato de la sabiduría (suma verdad), de la felicidad (sumo bien) y de la paz (ser
eterno e inmutable)”6 estamos todos llamados a una búsqueda insaciable, y solo Dios la puede
saciar, porque Él es plenitud de bien.
Entendámoslo de otra manera, la realidad inmanente y trascendente de la cual somos
herederos por naturaleza, ilumina el sendero que vamos recorriendo, la inmanencia es un camino
para prepararnos y contemplar aquello que no podemos conseguir aquí, es decir, en la vida
terrenal. En cambio lo trascendental es aquello a lo cual el alma esta llamada al final de todo, el
encuentro con lo que dará plenitud a la existencia del hombre. “Tenemos impreso en nuestro
corazón el deseo de Dios, un deseo que no puede saciarse ni con los placeres de esta vida, ni con
todos los conocimientos, ni con todos los bienes materiales, ni con todo el poder ni todos los
honores”7 porque Dios no es materia terrenal, se manifiesta en la historicidad del hombre, cuando
asume que su deseo único es Dios.
Ahora si ven ustedes, que todos vamos hacia esa búsqueda incesante, de la plenitud
existencial, por ello, como decía San Pablo nos planteamos siempre hacer el bien, aunque a veces
se haga el mal que no se quiere. Sin embargo, actuando así, ese deseo sigue existiendo, y por
supuesto que sí existe, entonces debe tener un origen y fin, por tanto, es Dios, por su principio
causal y último de todo. Nadie busca algo que no existe, ni por error, entonces el hombre no está
en error de buscar a Dios, porque el deseo de saber de Dios le sobrepasa.
Ahora ven más clara la existencia de Dios, claro, es un deseo al que todos ustedes y yo
estamos llamados a saciar, y es obvio que solo uno lo puede saciar, y ya ustedes lo saben.
3
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Dei Verbum, sobre la divina revelación. Roma,
1965, p. 3.
4
ROVIRA José M, Introducción a la teología. Editorial BAC, Madrid, 1996, p. 7.
5
ESCOTT Marcelo, La lógica de la fe, p, 47
6
FRAILE Guillermo, Historia de la filosofía. Editorial BAC, Madrid, 1986, p. 187.
7
ESCOTT Marcelo, La lógica de la fe, p, 947
Finalmente ganar o perder, sin embargo, aun así, cuando su terquedad pretenda llevarles a
la derrota, tengan claro, que el fin último es ganar.
Se puede creer que DIOS exista o bien que Dios no exista, y es aquí donde debemos
profundizar, independientemente pueden pensar lo que quieran al respecto de Dios, pero lo que
es imposible, es desconocer las características que lo hacen real. El que ustedes asuman que no
existe hoy, no quiere decir que Él está fuera del pensamiento de ustedes, si lo piensan para
negarlo existe, entonces porque negarlo si saben ustedes que existe.
Ahora bien, el problema puede estar tal vez, como lo han asumido en sus vidas, pero aun
así, resulta insignificante, porque si pretenden seguir creyendo que no existe, seguirá
manifestándose en la realidad que les es intrínseca.
Partiendo de los dos primeros argumentos, el tercero ya es el culmen, dios existe, porque es
un deseo al cual como creaturas de Él estamos llamados libremente a buscarlo, aun sabiendo que
nuestra naturaleza existencial esta religada a Él, sin dejar de ser libres.

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