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Clínica: espacio desde donde surgen los interrogantes que ponen a prueba las teorías que

fundamentan nuestras intervenciones. Es la articulación entre lo universal (la teoría, lo ya


conocido) con la singularidad (el funcionamiento psíquico, lo inesperado).
En la clínica con niños y adolescentes se parte de la premisa de que no se trata de ajustar la clínica a
la teoría. Es la clínica la que nos cuestiona con sus enunciados → las consecuencias de caer en una
posición dogmática que solo intente aplicar lo ya sabido: más que lograr modificar el sufrimiento de
los sujetos con los que tenemos que trabajar, va a hacer que la teoría se ponga al servicio de apaciguar
la angustia y la incertidumbre del profesional frente a lo desconocido

Psiquismo: en constitución, por ende las intervenciones van a estar orientadas a la


complejización del aparato psiquico.
Lo intrapsíquico y lo intersubjetivo serán dos ejes en la clínica con niños. Lo intrapsíquico
(lo que sucede adentro) y lo intersubjetivo, que será lo que se da entre el niño y la madre,
por ejemplo.

3 ejes fundamentales:
Demanda: Es raro que haya demanda espontánea en un niño. La demanda viene
generalmente de la escuela, los padres, etc. Lo que hacemos es cuestionar la demanda
para ver si es plausible o no de intervención. Nosotros iremos del eje que va del motivo de
consulta a la razón de análisis. La consulta por un niño no implica necesariamente una
razón de análisis. ¿Es responder a la demanda de los padres? ¿O alojar eso y ver qué se
puede trabajar con ellos? Aliviar la angustia, por ejemplo. Pensar en el trabajo con los
padres, o quien consulte, también es pensar el motivo de consulta.
Síntoma: cuestionaremos la noción de síntoma en sentido tradicional del término. Cuando
hablamos de lo psíquico en el niño hablamos de tiempos lógicos y de tiempos de la tópica
psíquica. Bleichmar va a aportar una distinción bien fenoménica entre síntoma y trastorno.
El eje ordenador entre síntoma y trastorno será la presencia o no de la represión originaria.
El sintoma implica que se haya instituido la represión originaria y haya retornos de lo
reprimido.
Transferencia: Definición: Proceso en virtud del cual los deseos icc se actualizan sobre
ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos, y de un
modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos
infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad. Terreno en el que se desarrolla
la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración,
modalidades, interpretación y resolución de la transferencia.
Trabajar la idea de transferencia en la clínica con niños también implica trabajar el reverso
de la transferencia que es la resistencia. La transferencia en la clínica con niños tiene
particularidades, porque se desmultiplica (transferencia múltiples); esto quiere decir que a
veces hay transferencia del niño y no de los padres, o transferencia de los padres y no del
niño. Y la resistencia viene por los padres.

Otra cuestión interesante cuando hablamos de análisis con niños es el juego y el dibujo.
Son producciones de lo psíquico, vías de acceso al icc. Por qué dibuja lo que dibuja, qué
dice de lo que dibuja. El juego y el dibujo nos permite pensar ante qué tipo de organización
psicopatológica nos encontramos.
Ademas el juego es el modo privilegiado de ligar lo traumático. Una manera de simbolizar a
través del juego

WINNICOTT
Posicion antidogmatica: La teoría no está definitivamente escrita, la escritura de la teoría no es
indeleble, se recrea y modifica en cada encuentro, en el encuentro con un otro cada vez volvemos a
conceptualizar las nociones, volvemos a escribir la teoría de modo que contenga la huella de la
singularidad. Allí hay desafío, allí nos decapturamos de la ortodoxia. → El respeto por la exploración
de cada caso en su singularidad, le da la libertad de evaluar a quién hay que entrevistar en primer
lugar,si a los padres o al niñx, en función de los grados de enfermedad de cada unx.
Del mismo modo, no regirse por una técnica predeterminada, sino diseñar los movimientos
de apertura más adecuados en función de atender la necesidad de cada paciente en
particular.

Su interés clínico está situado en poder dar cuenta de cómo se da el “desarrollo emocional del bebe”
en el pasaje de lo subjetivo a lo objetivo, cómo se desarrolla la vida psíquica entre la dependencia
(pasando por una dependencia relativa) a la independencia. Recorta aspectos de la función materna, la
particularidad del ejercicio de esta función. Sin el Otro no hay constitución, no es posible el desarrollo
emocional del bebe. Le otorga también un lugar al factor ambiental en el que la pareja y el niño se
encuentran insertos, implica pensar el lugar que en la organización psíquica del niño tendrán el
ambiente, el padre, la madre. → La organización psíquica no se va a dar sin la presencia de otro.
Este autor se va a detener a definir y recortar las particularidades de la función materna, función
central en la medida en que el encuentro se puede ubicar si hay alguna falla en el ejercicio de la
función teniendo como consecuencia la angustia primitiva. Las nociones de preocupación maternal
primaria, madre suficientemente buena y la de sostén están articuladas entre sí a través de las cuales el
autor intenta definir la función materna, a su vez las retomara para pensar en el encuentro clínico con
el analista y noción de transferencia. Cuando habla de madre suficientemente buena refiere
inicialmente a la disponibilidad 100 % que ilusiona al bebe para posteriormente
desilusionarlo para llevarlo hacia el camino de la independencia. La preocupación maternal
primaria es una condición psicológica materna supone de ella un estado de replegamiento
que le permite adaptarse al 100% a las necesidades del niño, vía imaginación puede
satisfacer cuales son las necesidades del niño que inicialmente son corporales y luego son
necesidades del yo, esto implica desilusionar, es decir salir del lugar de garante de la
satisfacción de todas las necesidades. Por su parte la noción de sostén supone la experiencia
de nunca haber sido dejado caer significativamente, porque en la medida en que el otro materno
facilita esto le ofrece al niño la posibilidad de sostener un hilo conductor en su experiencia. → la
madre orece al bebe la oportunidad de crearse la ilusion de que su pecho es parte de el. La tarea
posterior de la madre es desilusionar al bebe en forma gradual

Juego: Para Winnicott marca el pasaje de la dependencia a la independencia, es el punto


de partida, el juego será del orden de lo constitutivo del psiquismo. Universal e indicador de
salud. Acto creador, que da placer. Es el heredero del objeto transicional. El jugar tiene un
tiempo y lugar: no se encuentra adentro, tampoco está afuera, sino en un espacio-zona
transicional que reúne objetos del exterior y los usa al servicio de una realidad interna. (se
apoya en la realidad externa pero deposita algo interno)
1. Fenómeno transicional. 2. Juego compartido. 3. Experiencia cultural.
Jugar: se manipulan fenómenos exteriores al servicio del mundo interno y se invisten
algunos de éstos de significación. Si un niño no puede jugar es porque presenta rastos
psicopatologicos que lo impiden.
El juego es por sí mismo una terapia, en tanto experiencia siempre creadora.
Dibujo: El juego del garabato. No se refiere a él como técnica para que no se rigidice (no
tiene reglas), lo considera del orden de la creación e implica al analista y paciente jugando
juntos, es un método para establecer contacto con el niño, para iniciar el trabajo, uso en el
marco de las primeras entrevistas, posible movimiento de apertura.
Los resultados se utilizan para comprender lo que el niño quiere comunicar. El analista toma
una hoja, la rompe a la mitad (para sacarle importancia) y hace un garabato. El niño debe
decirle a que se parece eso o lo puede convertir en algo. Después el rol se invierte. Los
garabatos contienen movimientos impulsivos, son locos, a algunos le parecen aterradores, a
otros les parece una travesura, son incontinentes. Presenta el caso de L mediante un juego
de garabato de 28 dibujos en total, Winnicott considera que es una niña sana, libre de toda
organización defensiva, puede disfrutar del juego y tiene sentido del humor. Puede usar la
imaginación y expresar un sueño relacionado con la ferocidad

Lugar del analista: Va a poner el foco en el niño que juega. Si el juego no se produce le
terapeuta dirigirá su intervención para pueda pasar de un estado en que no puede jugar a
uno en que sí.

Transferencia: Trabaja la posibilidad de generar un espacio de juego allí donde inicialmente no se


lo encuentra, el juego se inicia en el marco de la confianza que la madre le da al niño. Y a partir de la
confianza que el ambiente pueda ofrecer, la confianza es la base de la transferencia. El analista deberá
desarrollar la confianza y tolerancia como una madre, ofreciéndole al paciente. → Utiliza la confianza
que el paciente tiene/ tuvo con lxs padres para la mejoría de los pacientes. Plantea la noción de
regresión para pensar la transferencia: el analista debe comportarse como una madre suficientemente
buena, madre que ilusiona pero que luego también desilusiona, madre que entiende de las necesidades
del cuerpo y luego de las necesidades del yo, para que se den estas últimas es necesario que el otro
pueda correrse. La confianza es una coordenada central.
Sostiene que la psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y la del
terapeuta. La transferencia como un dialogo, un entre dos que se da en esa zona, en este espacio que
no pertenece ni al paciente ni al analista, pero donde están los dos presentes.

MANNONI
Perspectiva estructuralista, una autora que se ha basado en la teorización lacaniana,
abriendo nuevas posibilidades de comprensión al poner en correlación el deseo materno
con la patología infantil, pero al mismo tiempo produciendo una anulación del concepto de
inconsciente como sistema intrapsíquico, no pudiendo explicar la especificidad del conflicto
psíquico (es decir, la forma de resolución que encuentra en el marco de la economía
intrapsíquica).
Psicoanalista francesa que aplicó el psa en campos donde tradicionalmente no se aplicaba
(por ejemplo el campo del retraso mental).
Mannoni fue una pionera en torno a pensar los orígenes de la clínica con niños, la idea de
transferencia como múltiple, porque en la problemática o en el síntoma de niño interfieren
múltiples problemáticas. No es el niño con su síntoma. Es importante que nosotros
tengamos que vérnosla con una serie de transferencias múltiples o reciprocas: el niño con
los padres, con la escuela, con las instituciones que atraviesan al niño.

Dirá que en el análisis no podemos apartar a los padres del tratamiento en tanto el niño esta
inmerso en un discurso colectivo. Lo central del análisis es poder situar si el niño es capaz
de asumir su propia historia, correrlo de la historia de los padres. Ponerlo en su propia
historia, en que le pasa. ejemplo: Estoy acá porque dicen que pego. AH BUENO, PERO
VOS PEGAS EN LA ESCUELA? POR ALGO ESTÁS ACA, A VER, PENSEMOS UN POCO
EN ESO. Sino el niño enseguida toma el discurso del otro y se nomina desde ahí. Es decir,
es importante que el niño pueda diferenciarse y asumir esa trama de engaños en la cual
está inserto.

Entrevista con el psicoanalista: Mannoni habla de un discurso alienado, ya que no es el


dicurso del sujeto, sino que es de los otros. Afirma que la verdad del sujeto se sitúa en un
lugar distinto al de la conducta y el discurso; y que el objetivo del analista es favorecer su
restitución. La primer entrevista muestra la especificidad de la escucha psicoanalítica. Da
un ejemplo de una madre menciona que su hijo la cansa y ella se pregunta por qué no
podría ser así. El sufrimiento solo puede ser expresado en la medida de saberse
escuchades. Y esto implica que el analista no se ubique como educador o juez; lo cual no
implica tener contemplaciones. La especificidad del psicoanalista es su escucha. Esta es
productora de efectos de verdad. Mannoni señala algo muy interesante: el niñe es sensible
a todo lo que no se dice. Esto es importante para que pensemos más adelante los
conceptos de autonomía del pensamiento y relatos sobre el orígen

Síntoma: Sitúa al síntoma infantil en el conflicto parental, es decir el niño queda en el lugar del
síntoma.El síntoma da cuenta de aquello que no marcha en la pareja o en uno de los padres da cuenta
de algo de lo no dicho. Piensa al niño como “síntoma de”, en el punto en que entiende que el
padecimiento o síntoma del niño equilibra algo del orden de lo conflictivo en el padre, en la madre o
en la pareja. Este posicionamiento la habilita a trabajar con los padres a escuchar aquello no dicho
desde el discurso de los padres, develar una verdad que no fue dicha y que es necesario que la pareja
pueda escuchar. El síntoma del niño tapona algo del orden del conflicto, de la enfermedad, de los
padres y que estará en relación a la historia edípica de los padres. Entender así al padecimiento del
niño no implica dejar de trabajar con el niño sino, trabajar con el niño y los padres. La pregunta que
se tiene que hacer el psicoanalista es ¿el niño será capaz de asumir su propia palabra y dejar de ser el
soporte de la conflictiva materna con su propia madre y lo mismo con el padre? Esto hará que el niño
pueda asumirse como deseante, más allá del deseo de los otros, podrá asumir su palabra, su deseo,
hacerse cargo de su propia historia. → Se trabaja con transferencias múltiples, probablemente la
primer resistencia la encarnen los padres sostenida por el anhelo de que nada cambie ya que el niño
con su malestar favorece a un equilibrio y modificarlo puede producir algún tipo de ruptura en el
equilibrio parental, sucede a menudo que en cuanto el niño mejora no lo llevan más tratamiento, por
ello el trabajo con los padres es una coordenada fundamental.

Transferencia: La clínica con niñes tiene la particularidad de que no debemos trabajar con une
sujete, sino que hay que considerar múltiples sujetes e instituciones; y por lo tanto, transferencias.
Una de estas transferencias es la propia como analistas del niñe, pero también trabajamos con esos
padres o esas figuras significativas. No podemos pensar como intervención cambiar a la familia. “Las
reacciones de los padres forman parte del síntoma del niño”. Permite pensar que las reacciones de les
padres frente al analista, al dispositivo y a los cambios del niñe, van a influir en el devenir del
tratamiento y, por lo tanto, del psiquismo infantil. La contratransferencia (transferencias recíprocas)
ante las reacciones de les padres. La transferencia existe desde antes de la consulta. Así, debemos
tener presente si se hizo una consulta previa y qué sucedió.
Es importante lograr que el análisis desaloje al niño del lugar que ocupa en lo real, que no es otra cosa
que las fantasmáticas parentales. → “En el análisis de niños tenemos que vérnoslas con muchas
transferencias: la del analista, la de los padres y la del niño. Las reacciones de los padres forman parte
del síntoma del niño y en consecuencia de la conducción de la cura. La angustia del analista ante la
agresión de la pareja parental le hace negar con frecuencia toda posibilidad de neurosis de
transferencia: el niño enfermo forma parte de un malestar colectivo. Su enfermedad es el soporte de la
angustia parental. Si se toca el síntoma del niño se corre el riesgo de poner brutalmente en descubierto
aquello que en tal síntoma servía para alimentar la ansiedad del adulto. Sugerirle a alguno de los
padres que su relación con el objeto de sus cuidados corre el riesgo de ser cambiado implica suscitar
reacciones de defensa y de rechazo, es decir de resistencia”

Caso Sabine: Sabine presenta tics que se inician tres meses antes de la consulta, como
consecuencia de la colocación de la niña en un Hogar para niños contra la voluntad del
padre. En realidad, dichos tics existen ya desde los 6 años de edad, cuando el padre
abandona el domicilio conyugal como modo de protesta cuando se realiza otra operación,
sin consultarlo, sobre otro de sus hijos.
Con el regreso de su padre al hogar, se recrudecen los trastornos antes mencionados de
Sabine: se niega a asistir a la escuela y presenta crisis fóbicas graves. Esto lleva a otra
hospitalización sin el consentimiento paterno. Cuando la niña regresa, además de sus
propios tics, trae los tics de otros. Apreciamos así la importancia que se le da a rol del padre
en la génesis y decisión sobre las dificultades.
De esta manera es que Mannoni escribe a su padre solicitando su autorización previa a
emprender un examen, y él agradece su carta pero expresa un rechazo al ofrecimiento de
colaboración porque considera que corresponde a los padres hacer que sus hijos tengan la
conducta normal propia de su edad.
Otro punto importante es que la pareja era unida hasta que nacieron sus hijos, y su llegada
al mundo marca el comienzo del desacuerdo. La autora señala que esto se debe a la
imposibilidad de la madre de soportar una situación de tres, en la que el padre siga
existiendo en la madre a pesar de la presencia de los hijos.
Teniendo en cuenta todos estos elementos clínicos, en los cuales el padre de Sabine no ha
tenido lugar, consideramos que en el mismo hecho de consultar al padre sobre iniciar o no
el análisis de Sabine, la analista está ya dando lugar a una intervención que le permite, por
un lado, no entrar en el juego de la madre y volverse su cómplice, fue en sí misma una
intervención terapéutica. Por otro lado, al tener en cuenta la palabra del padre, permite que
cada miembro de la familia tenga la posibilidad de encontrar nuevamente su lugar, y que de
alguna manera se pueda introducir una terceridad en este vínculo, que no dejaría por fuera
al deseo del padre ni a sus decisiones. En este mismo sentido, la autora nos habla de la
importancia que tiene cómo nos posicionamos en las primeras consultas, podemos
entender esto como un movimiento de apertura para pensar un análisis posterior, y esto lo
vemos en el hecho de introducir la palabra del padre.
Mannoni (1965), plantea que cuando los padres consultan por sus niños, el analista debe
esclarecer el sentido de su sufrimiento en la historia de los dos padres, más allá de dicho
objeto. “A través del Otro, la entrevista con el psicoanalista es un encuentro con su propia
mentira” (Mannoni, 1965, p. 129). En su síntoma, el niño presenta dicha mentira, lo daña
tanto la situación real como todo lo no dicho.

La carta de la analista, como negativa a entrar en el juego de la madre y volverse su


cómplice, fue en sí misma una intervención terapéutica. Se introduce de este modo una
terceridad, que de algún modo estaba fallando. La madre de Sabine mantenía relaciones
duales y cuando aparecía la terceridad, aparecían los problema. El padre mediante su
negativa, se hace presente a la madre y la hija, y decide llevar a esta última de viaje. La
analista, al tener en cuenta la palabra del padre, permite que cada miembro de la familia
tenga la posibilidad de encontrar nuevamente su lugar. . En este sentido, podemos pensar
el envío de la carta como un movimiento de apertura, que quizás propicie que en un futuro
pueda darse lugar a la instalación de un tratamiento.

KLEIN

Representante de la escuela inglesa. corriente analitica. Se separa de Hug Hellmuth porque


no aprobaba analizar niñes muy pequeñes, no trabajaba en profundidad el Complejo de
Edipo y porque influía educativamente en el análisis.
A diferencia de Bleichmar, establece el método con anterioridad adaptando a él la
definición del objeto.
Psiquismo: icc desde los origenes. Concepción endogenista: no habla del otro en la
constitución psíquica. Homologa el psiquismo infantil al del adulto. (NO plantea al psiquismo
infantil como un psiquismo en constitucion)
Dispositivo: Es lo mismo para ella analizar un niño que un adulto; la adecuación será en torno al
juego y el dibujo como vía de acceso a la vía icc del niño (sustituto de la asociación libre). → Utiliza
el metodo analitico propiamente dicho, la modificacion que introduce es a nivel de la tecnica.
A diferencia de Anna, KLEIN concluye que el análisis es incompatible con una intervención del tipo
pedagógica, y que de esa manera no se establece una verdadera situación analítica.

Juego: Es la 1ra en introducir el juego como técnica y como interpretable. El niño expresa
sus fantasías, sus deseos y sus experiencias de modo simbólico por medio del juego, y al
hacerlo, utiliza los mismos medios de representación que en el simbolismo del sueño. Utiliza
el juego en su totalidad, es decir, el cómo, a qué juega, cómo utiliza los juguetes, de qué
modo, hasta el contenido de los mismos para comprender los motivos que se ocultan allí. Y
por esta vía alcanzar una interpretación de los síntomas que manifiestan, funcionando esto
como el equivalente de la asociación libre en el adulto. Los niños muchas veces no pueden
asociar como los adultos, no porque les falte capacidad para poner sus pensamientos en
palabras, sino porque la angustia se resiste a las asociaciones verbales. Entonces la
representación por medio del juego, está menos investida de angustia que la confesión por
la palabra hablada. “Para comprender correctamente el juego del niño, hay que desentrañar
el significado de cada símbolo separadamente, pero teniendo en cuenta la relación con la
situación total”
A su vez también plantea que un juego o juguete y su manipulación pueden tener varios
significados, por ejemplo, la muñeca de Rita que puede representar diferentes cosas. A
partir de esto, la autora sostiene que solo obtendremos resultados analíticos completos si
tomamos estos elementos en verdadera conexión con los sentimientos de culpa del niño,
interpretandolos en detalle.
Utiliza la caja de juguetes, caja particular para cada niño ya que esta da cuenta de la
configuración psíquica del niño y por otro lado da cuenta de la relación transferencial. La
caja debe quedar tal como el niño la dejo hasta el próximo encuentro.

Superyo: la formación del superyó tiene lugar en un tiempo muy temprano (anterior a los 6
meses), y se forma sobre la base de variadas identificaciones. Proceso que termina con el
periodo del Complejo de Edipo que coincide con el inicio de la latencia. El complejo de
edipo se formaría por la frustración sufrida por el destete, es decir, al final del primer año de
vida. Parejamente con esto vemos los comienzos de la formacion del superyo. Melanie
Klein entiende por superyó a la facultad que resulta de la evolución edípica a través de la
introyección de los objetos edípicos y que, con la declinación del complejo de edipo,
asumirá una forma duradera e inalterable. La autora conceptualiza el inconsciente de
manera endógena, instalado de manera temprana en el niño.

Transferencia: Hay transferencia positiva y negativa. Es necesario instalar ambas ya que


es esto lo que da lugar a una situación analítica, se trabaja sobre la problemática edípica
para remitirse a los objetos originarios. Para Klein no es peligroso trabajar sobre la trama
edípica, al contrario la interpretación en la neurosis implica remitirse a objetos originarios, a
su raíz edípica, a la pareja parental.
En el niñx, la ansiedad y el sentimiento de culpa tienen su raíz en los impulsos agresivos
vinculados al entramado edípico; así, desde el inicio, sostiene que a partir del material
ofrecido por el paciente el analista se encuentra habilitado a interpretar, debido a que la
transferencia en los niñxs es inmediata, dando espacio al surgimiento de aspectos de
carácter positivo. Ahora bien, la interpretación es imperiosa a partir de la instalación de la
transferencia negativa, que puede presentificarse bajo la forma de miedo, timidez, ansiedad,
desconfianza, reserva o disgusto en la medida que posibilita el enlace de los afectos
negativos con los objetos originarios, retrotrayéndose entonces al entramado edípico.
Hay que hacer cc lo icc. Ante una situación de angustia, ansiedad, desconfianza, disgusto
Klein interviene nombrando el estado y ligándolo a la pareja parental, esto favorece la
disminución de la angustia y hace que siga asociando libremente, apunta a resolver la
resistencia.

Neurosis de transferencia: aparece en los niños una plena neurosis de transferencia, de


manera análoga a como surge en los adultos. Los síntomas cambian, se acentúan o
disminuyen de acuerdo con la situación analítica.
El análisis de niños le ha mostrado que incluso un niño de tres años ha dejado atrás la parte
más importante del desarrollo de su complejo de Edipo. Está muy alejado, por la represión y
los sentimientos de culpa, de los objetos que originalmente deseaba. Sus relaciones con
ellos sufrieron distorsiones y transformaciones, por lo que los objetos amorosos actuales
son ahora imagos de los objetos originales. De ahí que con respecto al analista los niños
pueden muy bien entrar en una nueva edición de sus relaciones amorosas.

Analizabilidad: No hay relación posible entre análisis y educación. Critica el período


preparatorio de Anna Freud. Al pensar un aparato psíquico constituido tempranamente,
considera posible el análisis de niñes muy pequeñes. Como el Yo aún no se ha
desarrollado, los niños están más dominados por el icc. El psa no puede ahorrarle
sufrimiento al paciente, debe forzar su entrada en la conciencia para un ahorro posterior. La
cura analítica es una reeducación de la capacidad de fantasear. Se apoya en el
inconsciente

Participación parental: Le niñe ya dejó atrás a los objetos de amor. Trabaja con la
realidad psíquica, con los objetos introyectados. No predispone a les niñes en contra de
quienes lo rodean, no es su objetivo; pero no teme hacerlo. "...si sus padres me lo han
confiado para que lo analice, (…) creo que estoy justificada al tomar la línea que me parece
la más ventajosa para el niño y la única posible" Pueden ser un obstáculo al análisis por
propias resistencias inconscientes, más allá del convencimiento y deseo de ayuda

Papel del analista: Activo. La posibilidad de interpretar existe al igual que en le adulte.
Interpretar: ligar las diversas presentaciones o situaciones con los objetos originarios y la
trama edípica. El analista va a estar interpretando el contenido que el niño manifieste
jugando. NO ejercer INFLUENCIAS EDUCATIVAS: ya que análisis y educación son
incompatibles. NO debe dar orientación a las pulsiones del niñe.

Caso Rita: llega a la consulta a los 2 años y 9 meses. Hasta el final de su primer año tuvo
gran preferencia por su madre, después expresó un gran afecto por su padre y
simultáneamente celos por su madre. A los 18 meses su madre se convirtió nuevamente en
la favorita; en este momento se presentan ciertos elementos clínicos a tener en cuenta:
sufría de terrores nocturnos y miedo a los animales. La fuerte fijación a su madre fue
aumentando y desarrolló así una intensa aversión por su padre. Esta ambivalencia, que
consideramos como un elemento clínico de gran importancia en el caso, se volvió muy difícil
de manejar para sus padres, por lo cual llevaron a la niña al análisis. Presentaba además
crisis de paratimia (alteraciones en la afectividad), indicador de una depresión melancólica,
sufría una fuerte ansiedad y rabia, creciente inhibición en el juego, y una incapacidad total
para soportar ninguna clase de frustración.
Klein consideraba que se trataba de una marcada neurosis obsesiva (categoría nosográfica
en función de la cual intervendrá desde su marco teórico). Respecto a eso, otro elemento
clínico a tener en cuenta es la de los ceremoniales obsesivos. La paciente a los 2 años
presentaba un síntoma de carácter obsesivo que consistía en un largo ritual antes de
dormir, donde lo principal era “estar bien arropada con la ropa de cama porque si no “el
ratón” entraría por la ventana y le sacaría su butzen de un mordisco”; su muñeca también
debía estar igual de arropada (se trataba de un doble ceremonial). Klein explica que esta
ansiedad era causada no solamente por los padres verdaderos, sino también, y más
especialmente, por la excesivamente severa imagen introyectada de sus padres. Esto
corresponde a lo que llamamos superyó en los adultos(...). Los análisis tempranos muestran
que el conflicto edípico se hace presente en la segunda mitad del primer año de vida y que
al mismo tiempo el niño comienza a modificarlo y a construir su superyó.
Podemos observar que la subjetividad de la paciente se expresa predominantemente por
medio del juego: en sus juegos solía castigar a su muñeca. La muñeca de Rita representará
a veces un pene, a veces un niño que ella ha robado a su madre, y a veces la representará
a ella misma. Es necesario, para comprender el estatuto clínico del este juego, tomar los
elementos de este en su máxima conexión con los sentimientos de culpa de la niña.
En cuanto al caso en cuestión, podemos ver en Rita que sus pavores nocturnos a los 18
meses, representan una elaboración neurótica del complejo de Edipo, y que sus crisis de
ansiedad y otras dificultades también estaban íntimamente ligadas a fuertes sentimientos de
culpa surgidos de ese temprano conflicto.
En el caso Rita, Klein (2008) muestra esto, analizando el juego de la niña: Una vez rompió
a llorar porque su padre, riéndose, amenazó al oso del libro de figuras. El miedo al disgusto
de su padre era bastante para que se identificase ella misma con el oso. Su inhibición de
juego provenía también de su sentimiento de culpa. Cuando tenía solo 2 años y 3 meses
solía jugar con su muñeca -un juego que le proporcionaba mucho placer- diciendo repetidas
veces que ella no era su madre. El análisis mostró, entre otras cosas, que el bebé de
juguete representaba para ella el hermano que deseó robar del vientre de la madre
embarazada, y esto no le daba derecho a representar el papel de madre. (p. 138) Klein
explica que las interpretaciones son muy bien aceptadas por los niños y que sus efectos son
rápidos; éstos se manifiestan siempre a través del mejoramiento del juego, pudiendo el niño
luego de la intervención reanudar, ampliar, o cambiar su juego, aumentando el placer que
éste le proporciona. Así, la ansiedad se ve resuelta, y sirve a su vez para afianzar la
relación con el analista. La autora atribuye las resistencias que puedan aparecer en relación
a las intervenciones, a las capas más profundas de la mente del niño, exteriorizadas en la
aparición de ansiedad y sentimiento de culpa.

Caso Fritz: No poner que Melanie Klein habla de autonomía de pensamiento! Toma el caso
Fritz para analizar desde el marco teórico de Aulagnier. En este caso permite pensar qué
sucede en un niño con grandes inhibiciones pero que logra conmover cierta omnipotencia
parental y acceder a un montón de preguntas. Fritz logra destrabar esas inhiciones y
plantearse preguntas que tienen que ver con el origen del yo.
¿Por qué tomamos la idea de autonomía de pensamiento para poder tomar la
adolescencia? En la adolescencia el cuerpo retoma el protagonismo que tenía en la primera
infancia pero con otro arreglo que tiene que ver ahora ya con la pulsión que no es en el
propio cuerpo, sino que ahí aparece la idea de la elección de objeto fuera del cuerpo. Por
eso la adolescencia como ese momento donde se instalan los más intensos combates de la
vida. También habíamos hablado de la idea de conflicto identificatorio y de proyecto
identificatorio, y cómo las primeras identificaciones de la infancia se reactualizan en la
adolescencia; esa tela de fondo de la infancia (tela de fondo o capital fantasmático) se
reactualiza en un segundo tempo, en un T2 (que son tiempos lógicos, no cronológicos).
Después hicimos algunas pregutnas como ¿por qué la adolescencia puede ser el momento
propicio para que algo que estaba en estado potencial se muestre de manera manifiesta?
¿Por qué puede ser el terreno propicio para que aparezcan desarreglos subjetivos: lo que
de un modo funcionó como un colage superficial, algo precariamente armado, frente a qué
momento algo se devela? El momento de develamiento o telescopage, donde el sujeto se
ve confrontado a situaciones que debe tener un material previo para responder. Esas
identificaciones imaginarias y simbólicas propias del capital anterior a la adolescencia se
pone nuevamente en juego. Habíamos visto distintas presentaciones clínicas propias de la
adolescencia: qué se da en el cuerpo, en la identidad sexual, respuestas por el toxico.
Prima la idea de las impulsiones. La adolescencia tiene multiples encrucijadas.
¿Por qué hablamos de autonomía de pensamiento? Lo vimos en relación a
TRANSFERENCIA. La autonomía de pensamiento como la condición para la dirección
posible de un tratamiento, ese derecho al goce inalienable (que es la propia capacidad de
pensar) que en un primer momento, en el momento de la constitución subjetiva, el mundo
existe porque existe a través del portavoz. Pero luego necesariamente el sujeto tendrá que
crear sus propios pensamientos que no sean mediatizados por el discurso del portavoz de
la sombra hablada, sino se ejerce un atentado contra el yo que sería más del orden de la
violencia secundaria (aquello que va en contra de lo establecido). En las presentaciones
que no son del lado de la neurosis, como las psicosis, la autonomía de pensamiento se ve
realmente afectada porque hay fenómenos elementales; hay algo del pensamiento que está
atrapado, no pienas autónomamente. Aulagnier va a decir que de lo originario nada se
sabe, salvo en las presentaciones de la descompensación psicótica, donde ahí vuelve eso
que debería haber quedado reprimido, forcluido. Aulagnier dirá que para poder pensar la
causalidad psíquica de la psicosis no alcanza con solo suponer un mecanismo generador
(con la forclusión del NDP). Dirá que es eso y que además suceden otras cosas.
¿Por qué hablamos de la relación entre autonomía del pensamiento y constitución
subjetiva? Podriamos sintetizar que la autonomía del pensamiento es un indicador clínico
fundamental para nosotros porque da cuenta de cómo está ese pensamiento, esa
organización psíquica, esa lógica que gobierna. La autonomía del pensamiento que puede
ser por ejemplo: la aparición de la mentira infantil, la manipulación por parte del niño, le
permite crear pensamientos de forma autónoma sin que el otro sepa que piensa. Entonces
la autonomía del pensamiento es el primer golpe frente a la omnipotencia del discurso
parental. Frente a la omnipotencia del “poder saberlo todo” del discurso materno.
Para nosotros resulta interesante poder repensar esta idea de autonomía del pensamiento
con distintos conceptos que ustedes ya manejan: la idea de contrato narcisista, que es ese
contrato, esas clausulas de ese contrato que también se ven conmovidas en la
adolescencia, esta idea de los títulos que el sujeto se guarda en el bolsillo y que en la
adolescencia deberá volver a ponerlos a prueba, esto que Aulagnier toma de Lacan. El
contrato narcisista es el arreglo del sujeto con el discurso sociocultural y el discurso
compartido. Siempre hay un otro que oferta y posibilita la constitución subjetiva.
¿Por qué hacemos esta relación de adolescencia y autonomía de pensamiento? Porque
jsutamente la adolescencia viene a cuestionar la omnipotencia del discurso parental. El
adolescente cuestiona esa omnipotencia, pero para cuestionar la omnipotencia del discurso
parental debe encontrar fuera otros enunciados identificatorios que le sirvan de referente.
¿Cuales son otros enunciados identificatorios para un adolescente que le sirven de
referencia que no son los de la familia? Por ejemplo el grupo de pares, la identificación a un
ideal, a un grupo de música. Aparecen alternativas donde el sujeto apoya sus
identificaciones secundarias pero sobre la base de las primarias, el punto de partida.
Aparece un adolescente cuestionador. Aparece el conflicto identificatorio, entre el yo y los
ideales. El adolescente debe salir de ser el yo ideal de los padres, eso se destrona, es
importante que eso esté y esa salida no es sin un síntoma, no es sin conflicto.
Para nosotros es importante situar la autonomía del pensamiento como un concepto pero
que también es un indicador puntual clínico que nos permite pensar los tiempos de la
constitución de la tópica psíquica. Vamos a tomar la perspectiva teórico clínica del caso
Fritz como un ejemplo posible, y vamos a penasr algunas articulaciones entre Freud y
Aulagnier.
Fritz es un niño de 5 años. Klein no lo va a considerar a Fritz como un tratamiento sino que
va a decir que es un caso de crianza con marcos analíticos. Dirá que la educación va a
tener que ver con el grado de madurez del niño. La información sexual que se le dará al
niño dependerá de la edad o el momento en particular en el desarrollo en el cual se
encuentra el niño. Klein en ese texto va a articular la idea de pulsión de saber de Freud (el
niño pregunta y no se satisface de esa pregunta, sino que arremete otra vez). Freud dice
que la sexualidad del niño a los 5 años es asequible a nuestra observación. Klein retoma
esto y le va a agregar la noción de pulsión epistemofílica. La pregunta que guía a Klein es
qué es lo que traba al niño (porque Fritz andaba con algunas inhibiciones). Dirá que lo que
está por momentos suspendido en Fritz es la curiosidad sexual reprimida. Fritz es
presentado por Klein como un niño con un desarrollo normal pero lento, con dificultades en
la adquisicón del lenguaje, en las nociones de tiempo e intercambio, pero aparecen en él a
partir de intervenciones de Klein, preguntas sobre su nacimiento. Las pregutnas que
aparecen son: ¿dónde estaba yo antes de nacer? ¿cómo se hace una persona? ¿cuánto
dura un día? Aparecen claramente las nociones de origen, la noción de causalidad y tiempo,
son preguntas constitutivas y para nosotros también son importantes para la clínica porque
nos permite pensar por donde anda un niño teorizando. Son ejes que nos permiten situar la
modalidad de funcionamiento psíquico.
Klein, desde su perspectiva, trabajaba para diferenciar el yo de la realidad, en cambio
Winnicott le da una vuelta a eso y dirá que Realidad y Juego, el juego posibilita diferenciar
la realidad del juego y que un niño cuando juega no es que no está en la realidad. Decía
que jugar era algo serio, no cualquier cosa. El juego le posibilita transitar la realidad, entrar y
salir de la realidad. En Fritz se puede ver que las coordenadas de la instalación de la
represión instalan la lógica del tiempo y el espacio. Es decir, hay una legalidad en Fritz que
se ajusta a la legalidad del discurso compartido.
Aulagnier dirá que cuando el niño se pregunta sobre las teorías sexuales infantiles equivale
al nacimiento del yo, interpela a los padres todo el tiempo. Siempre hay que dar respuestas,
porque es importante dale información para que con esos retazos teja el fondo de memoria.
La conversación de Fritz con su padre sobre la existencia de Dios como una modalidad de
elaboración de las preguntas sobre el origen del mundo, la humanidad. Freud dirá en Tres
Ensayos que el estudio exahustivo de las manifestaciones sexuales en la infancia están
presentes desde el nacimiento pero son asequibles a la observación a partir de la
instalación de la pulsión sexual, que tiene distitnas características: objeto, fuente, meta,
pulsión parcial y demás. Pero las manifestaciones de la pulsión sexual en la infancia tiene
un carácter de ley. Entre los 3 y 5 años florece en el niño y se inicia una intensa actividad de
la pulsión de investigación que trabaja de dos modos: la pulsión de ver y la pulsión de
dominio. Por ejemplo, en el juego del carretel aparece la pulsión de dominio porque el niño
se apodera una situación a partir de repetir una escena, pero el placer en el niño está en la
ganancia de placer de otra índole, no en el juego sino en la actividad que se ejecuta en el
juego. Es decir, es para el niño la pulsión de saber la que motoriza y sostiene la tarea de
investigación y ahí aparece la sublimación como un modo de simbolizar la pulsión; no está
en bruto la pulsión aunque tiene modos de descarga directa. Es la pulsión entonces lo que
motoriza y sostiene la tarea investigativa que conduce al niño a la autonomía del
pensamiento, porque el niño puede diferenciar lo que él piensa de lo que los otros piensan.
Que el niño dude de lo que los otros piensen le posibilita instaurar su propia autonomía.
Para poder pensar la idea de autonomía del pensamiento Aulagnier desde la clínica de la
psicosis plantea que la actividad de pensamiento es una actividad de autonomía y que se
puede pensar como una conquista del yo; una conquista que no está asegurada desde los
orígenes. La autora se hace varias preguntas, la que me parece central es ¿cómo se pasa
de un “yo hablado” a un “yo hablo”? el yo hablo da cuenta de la posición enunciativa del
sujeto, desde dónde habla (en el juego, en el dibujo, en una primera entrevista). El pasaje
del yo hablado al yo hablo es justamente la dirección de una cura posible en un niño y un
adolescente. El “yo hablo” es que el sujeto tome la palabra de lo que le sucede. Otra
pregunta interesante que la autora se plantea es ¿cómo se pasa de la renuncia al saberlo
todo del discurso parental o portavoz, a saber del discurso del conjunto? Es decir, renunciar
a que el portavoz sabe todo. En la primera infancia los padres para el niño son el soporte
para el investimento necesario, pero eso debe caer, y eso no es sin consecuencias.
Autorizarse a pensar lo que otros no piensan es la condición necesaria para la existencia
del yo. Para el niño descubrir que el discurso puede ser portador de verdad o mentira, dudar
de lo oído, es para el niño tan importante como la diferencia de los sexos, como descubrir
esa diferencia. Esta autonomía del pensamiento también es posible si el niño o el sujeto
logra el trabajo pero también si el discurso del portavoz acepta ser cuestionado, y eso es lo
más difícil. Es importante que se tome eso del niño como una victoria yoica, y esto que el
discurso del portavoz no se instituya como la ley también es importante. No es lo mismo ser
el garante de la ley que encarnar la ley, la encarnadura de la ley no es lo mismo que el
representante de la ley.
El primer golpe a la omnipotencia parental es que el niño pueda dudar, que cuestione al
padre; o puede hacer un síntoma para cuestionar a los padres. Freud también va a
demostrar el papel central que tienen las mentiras infantiles. Es importante que el otro
materno acepte el placer solitario del pensar del niño, la función secreta del pensar. La
conquista o la victoria es cuando el niño no acepta la respuesta a su pregunta sino que
insiste; sobre eso construye otra pregunta.
Lo central entonces de autonomía de pensamiento es esta pregunta ¿cómo se pasa de un
“yo hablado” a un “yo hablo”? ¿Cómo se opera en la renuncia de querer saberlo todo del
portavoz por ejemplo, o del discurso parental? La adolescencia está totalmente ligada a
esto
ABERASTURY
Pionera del movimiento psicoanalítico argentino. Se diferencia del marco teórico de Aulagnier (está
mas vinculada a Klein), esta diferencia podemos verla en la postura de Piera apuntaba a una
entrevista mas abierta en funcion de esta idea de la escucha y atencion flotante (teorización flotante)
mientras que Aberastury propone una serie de datos que no deben faltar en la entrevista principal y
nos dan una idea prínceps. Es decir, la diferencia está en que Aberastury de alguna manera habla de
una entrevista estructurada, no darle libertad al paciente, pero recopilar datos que no puede faltar, a
diferencia de Piera que habla de no estructurar las entrevistas.
Entrevista inicial: (lo considera como parte del tratamiento). Propone un 1er encuentro que debe ser con los
padres (el niño debe saber de la misma). Presta atención a quiénes concurren, ya que considera que es revelador
del funcionamiento familiar.
Plantea que "hay que tender a aliviarles la angustia y la culpa que la enfermedad o conflicto de un hijo
despiertan"; para ello, hay que asumirse como terapeutas y hacernos cargo del problema o síntoma.Por esa
angustia, los padres suelen olvidar datos importantes. → Ella habla de que en las 1ras entrevistas hay que alojar
a los padres pero sin producir una pregunta posible. Propone una entrevista dirigida para evitar que el discurso
de los padres se derive a temáticas alejadas del problema del hijo y de su relación con él.
Propone recabar datos basicos como:
-Motivo de consulta: Tratar de disminuír el monto de angustia inicial de les padres, para que puedan
hablar de lo que no anda bien en le hije. "Deben sentir que todo lo que recuerden en relación al
motivo de consulta es importante para nosotros, y en lo posible registraremos minuciosamente las
fechas de iniciación, desarrollo, agravación o mejoría; para luego confrontarlos con lo que
consignemos a lo largo de la entrevista". Comparaba los datos con lo que le niñe desarrollaba
después.
-El día de vida: Reconstrucción de un día de vida mediante preguntas concretas que nos orienten
sobre las experiencias básicas. Ej: si las exigencias son acordes a la edad, las formas de premio-
castigo, reacciones frente a prohibiciones.
-Historia del niñe: Le interesaba saber la respuesta emocional ante el embarazo y cómo
evolucionaron los sentimientos; cómo fue el parto, la lactancia, la primera relación posnatal, la
alimentación, cómo lo calmaban cuando lloraba, el destete, las relaciones de independencia y
dependencia con la madre, la adquisición del lenguaje, el desarrollo de la habilidad para caminar,
aparición de los dientes, el dormir, el control de esfínteres, enfermedad, operaciones o traumas
(gravedad y reacción emocional de les padres), sexualidad, el juego, el inicio en el jardín de infantes,
en la escuela.
-Relaciones familiares: Ubicación dentro de la constelación familiar, si les padres viven y profesión o
trabajo, horas fuera de casa, sociabilidad de elles y sus hijes.

Para esta autora, lo único que puede hacer consciente lo inconsciente es la palabra, y este es el
objetivo que perseguimos con la interpretación. Mediante el psicoanálisis se propone un cambio
estructural y dinámico del psiquismo del niño, y no solo la desaparición de los síntomas.
A FREUD
Representante de la escuela de Viena. Corriente pedagógica
El objetivo no es hacer cc lo icc sino convertir una situación inconveniente en una situación más
ventajosa, esto implica intervenir con ese niño en función de la adaptación que se le exige.

Psiquismo: Inmaduro y dependiente. Diferente del adulto. Endeble: implica que el análisis sea
peligroso. Así, piensa que el análisis a partir de la latencia. No ve exitoso trabajar con niños muy
pequeños. No explorar el Complejo de Edipo, ni la relación con sus padres porque son objetos
actuales. Trabaja con el Yo del niño. El análisis tendrá un propósito pedagógico. El analisis con niño
no debe llevarse demasiado lejos

Transferencia: Dice que no es posible una verdadera situacion analitica, lo fundamental para ella se
va a dar en el vinculo, basado en la confianza que puede instalarse entre el niño y el analista.
Considera que la vinculación cariñosa, la transferencia positiva es la condición previa de todo el trabajo
ulterior, ya que el niño sólo es capaz de hacer algo cuando lo hace por amor a alguien. Solo por el amor al
analista (vinculo positivo) podrá hacer asociaciones libres. con la instalacion de la transferencia positiva evita la
instalacion de la transferencia negativa. La transferencia negativa es un obstáculo y deber ser eliminado a traves
de intervenciones pedagogicas, trabajar la transferencia negativa implica el trabajo sobre la trama edípica, por
eso si no es latente no cuenta con los recursos simbólicos para hacer frente a lo pulsional, es un peligro para el
psiquismo infantil, estallido pulsional, desborde del ello. Por eso el trabajo infantil se va a sostener en la
transferencia positiva, no debe analizarse el complejo de edipo xq analizarlo imploca levantar represiones y
hacer que lo reprimido emerja en la cc y como el psiquismo del niño es debil, si nosotros liberamos la pulsion,
el psiquismo que todavia esta en constitucion no va a tener la fortaleza para dominar la energia liberada. el niño
no tiene un yo fuerte ni un superyo que pueda ayudar lo suficiente para dominar lo pulsional. x lo tanto analizar
el complejo de edipo se perjudica la relacion con los padres xq una cosa es analizar el complejo de edipo de un
adulto que ya se separo de los padres y otra es hacerlo con el niño que todavia tiene dependencia con ellos. →
entonces en los niños puede haber una transferencia, pero no se produce una neurosis de transferencia
porque no están capacitados para comenzar una nueva edición de sus relaciones de amor, sus
objetos de amor originales -los padres- todavía existen como objetos en la realidad y no estan
interiorizados como figuras.El niño mantiene con ellos todas las relaciones de la vida cotidiana y
experimenta todas las vivencias reales de la satisfacción y el desengaño. A pesar de todos sus
impulsos cariñosos y hostiles contra el analista, sigue desplegando sus reacciones anormales donde
ya lo ha venido haciendo: en el ambiente familiar. De allí que el analista dirija su atención hacia el
punto en que se desarrollan las reacciones neuróticas: hacia el hogar del niño
¿Qué es lo que falta en la interpretación de Anna? Todo lo que hubiera profundizado en la situación
edípica. Porque sabemos que el complejo de Edipo es el complejo nuclear de las neurosis, por lo
tanto, si el análisis evita analizar este complejo, tampoco puede resolver la neurosis. ¿Cuáles son las
razones de Anna para abstenerse de un análisis más profundo, que investigara sin reservas la
relación del niño con sus padres y con el complejo de Edipo? Anna siente que no debe intervenir
entre el niño y sus padres, y que la educación del hogar peligraría y se crearían conflictos si se le
hace consciente al niño su oposición a los padres. Este punto es el que determina principalmente la
diferencia entre las opiniones teóricas de las dos autoras (Freud y Anna) y sus métodos de trabajo.

Analizabilidad: Plantea que la decisión de analizarse nunca parte del pequeño paciente, de este
modo, en la situación del niño falta todo lo que consideramos indispensable en la del adulto:el niño
tiene un psiquismo inmaduro con un yo débil, no tiene cc de enfermedad, no puede inferirse que
tenga deseo de curarse, no es capaz de asociar libremente, no es capaz de establecer la
transferencia; cuestiones consideradas por Anna Freud como las precondiciones necesarias para
iniciar un verdadero análisis. Una vez que el niño dimensiona el problema se va a entregar al
tratamiento. asi el analista va a tener que ubicarse en el lugar de autoridad siendo el que sancione lo
que esta bien y lo que esta mal de acuerdo a lo que esta socialmente aceptado explicandole al niño
las consecuencias de sus conductas. Momento en el que no se podrá intervenir para hacer ccc lo icc,
ni ejercer influencia analítica. Debe constituirse en el niño: 1. La conciencia de enfermedad o
sufrimiento. 2. Confianza en el análisis y fuerte vínculo positivo con el analista. 3. El deseo de
curarse o anhelo de resolución. El análisis del niño sólo se justifica frente a una verdadera neurosis
infantil en sujetos en los cuales haya atravesado el complejo de edipo, es decir a partir de los 5 o 6
años. → Hay una contradicción en el sentido que ella plantea que no puede ser analizable por su
endeblez y dependencia. Por ello se hace un trabajo previo introductorio para que al cabo de un
tiempo pueda asociar libremente y establecer la transferencia (busca hacer analizables a sus
pequeños pacientes). Recurre a métodos no analíticos, herramientas aportadas por la pedagogía, de
esta manera se busca establecer un lazo de confianza que facilitaría la constitución de la faltante
consciencia de enfermedad y su consecuentemente deseo de

curación. El analista debe asumir el derecho de guiar al niño, dominarlo. Bajo su influencia
el niño aprenderá a dominar su vida instintiva. Es preciso que el analista logre ocupar
durante todo el análisis el lugar del ideal del yo infantil. Sólo si el niño siente que la
autoridad del analista sobrepasa la de sus padres, estará dispuesto a conceder a este
nuevo objeto amoroso (equiparado a sus progenitores) el lugar más elevado que le
corresponde en su vida afectiva. Intenta establecer con sus pacientes una alianza, aliarse
con su yo consciente contra una parte divorciada de su personalidad o contra el mundo
exterior o los padres (considera que en el análisis todo debe ser conducido a partir del yo.
Todo parte para ella de la persuasión o de la educación del yo.

Superyo: Posee su origen en la identificación con los primeros y más importantes objetos
amorosos del niño. Son los padres quienes imponen exigencias éticas y restricciones
instintivas. Pero el niño aún no ha madurado y por lo tanto no posee esa independencia de
los objetos. La falta de SuperYo independiente (niñe como inmaduro) requiere un tope
frente a la peligrosidad del estallido pulsional. Ej: niña que expresa delante de familiares
fantasías y ocurrencias anales. SuperYo como representante de las exigencias éticas y
estéticas de la sociedad. “Si el niño pierde la relación objetal, desaparece también todo el
placer que le procura el cumplimiento de la exigencia” Ej: vergüenza y asco como
formaciones reactivas dependientes de la relación con el objeto adulto que le otorga solidez
y energía. SuperYo más ligado al ideal del Yo. El trabajo es doble: analítica y pedagógica.
La primera, en la desintegración histórica (en la medida que haya alcanzado la
independencia); la segunda, influyendo desde el exterior.

Papel de los padres: Es necesario trabajar con ellos, ya que son portadores de
resistencias que pueden hacer peligrar la meta analítica. Aportan al relato que el niño no
puede construir, aunque con posibles deformaciones. Esto implicaría que está pensando en
el psiquismo de los padres. Suministran la información para el armado de la historia
clínica. Todavía están presentes como objetos de amor en la realidad. Considera al
mundo exterior del niño como un factor inconveniente para el análisis. Por ello, estima al
alejamiento del niño del hogar como la solución técnica más adecuada.
Papel del analista: Es el propio analista quien debe guiar al niño a fin de que éste aprenda el
domeñamiento de sus impulsos infantiles. “Es preciso que el analista logre ocupar durante todo el
análisis el lugar del ideal del yo infantil y no iniciar su labor de liberación analítica, antes de
cerciorarse de que podrá dominar completamente al niño” Dos misiones difíciles y opuestas: analizar
y educar a la vez, permitir y prohibir.

Psa y educación:se debe combinar el análisis del niño con influencias educativas. (con el fin de
“educar la pulsión”). La educación tiene que inhibir, prohibir, sofocar y en efecto es lo que en todas
las épocas ha intentado hacer abundantemente. Pero el análisis demuestra que esta misma
sofocación conlleva al peligro de contraer una neurosis. Entonces postula que el trabajo con niños
supone la incumbencia de los padres, educadores o analistas. Toda intervención conlleva una
dimensión pedagógica ya que el niño es visto como inmaduro y dependiente con un yo débil y
endeble. El analista debe encarnar frecuentemente al superyó.

Dibujo: Propone al dibujo como uno de los medios o recursos técnicos auxiliares en el análisis de
niños junto con la interpretación de los sueños, los ensueños diurnos, las fantasías y el trabajo con
pareja parental para reconstruir con ellos la historia de la enfermedad.
Caso niña de los demonio: Me fue confiada para que la observara durante tres semanas. Debía
aclarar si su naturaleza difícil, ensimismada y taciturna se debía a defectos congénitos e insuficiente
desarrollo intelectual o si se trataba de una niña particularmente inhibida y soñadora. Observándola
con detenimiento comprobé que sufría una neurosis obsesiva sumamente grave y definida para su
edad, conservando sin embargo, una gran inteligencia y la lógica más aguda. Así relata en el inicio
del trayecto terapéutico el encuentro “Tengo un demonio dentro de mí. ¿Puedes sacármelo?”.
respondiendo ante ello, le prometo firmemente a esta niñita curarla. Teniendo en cuenta que no se
pueda esperar que emprenda un camino extraño hacia una meta incierta acompañada de alguien
para ella desconocido, satisfago así su manifiesto anhelo de ser compelida por una autoridad y de
tener un apoyo, me ofrezco como su aliada y critico a sus padres haciendo causa común con ella”.
De este modo, la autora subraya la posibilidad de intervenir desde la vertiente pedagógica,
destacando el lugar de la transferencia positiva que así se presenta en el espacio analítico.
Continúa diciendo: “A continuación expondré detalladamente una fantasía transferencial de índole
cariñosa producida por la pequeña neurótica obsesiva: ‘toda la gente del mundo nos odiaba, hasta la
gente que no nos conocía, hasta los muertos, así tu solo me amabas a mí y yo solo a ti, y siempre
estábamos juntas”. ANNA marcará las dificultades de la instalación de una neurosis de transferencia
en tanto los objetos originales (la pareja parental), continúan presentes como objetos de la realidad.
Obtenida la transferencia positiva a partir de la tarea pedagógica, ANNA evita la instalación de la
transferencia negativa, que entiende es un obstáculo a ser disuelto a través de vías no analíticas. Así
expresa: “En el punto culminante de su análisis, tratábase de demostrarle su odio a la madre, contra
el cual se había protegido creando su demonio, representante impersonal de todas sus tendencias
hostiles. Aunque hasta ese momento me había seguido dócilmente, cuando llegamos a este punto,
comenzó a resistirse. En otras ocasiones en cambio, la misma paciente me cuenta que oye una voz
dentro de ella, que la previene contra mí: 'no le creas nada a esta Anna, pues te miente, no te
ayudará y solo te pondrás peor”.
Transcurridas las tres semanas de prueba, los padres vacilaron entre confiármela para su análisis o
buscar otros caminos; pero la pequeña se inquietó mucho, no quiso abandonar las esperanzas de
mejoría que cifrara en mí. Logró convencer a los padres. Podría decirse que en este caso fue la
gravedad de la neurosis lo que facilitó tanto la labor analítica.
BLEICHMAR
Tiene orientación kleiniana en un 1er momento, y luego se ve influenciada por el pensamiento
Lacaniano, quien cuestiona el paradigma kleiniano. El modelo teórico de Klein es muy rígido ya que
propone la articulación de una serie de certezas, es cerrado en su mismo, obtura la posibilidad de
hacer lecturas clínicas. El modelo teórico lacaniano tiene riqueza conceptual pero no le permitía
abordar el trabajo clínico con un niño ya que no le permite abordar los tiempos previos a la
constitución del psiquismo. Ninguno de los dos marcos teóricos le aporta herramientas para pensar
los tiempos de desarrollo del psiquismo ni intervenciones posibles, por lo que trabajaría con
Laplanche.

Teoria clinica: la clínica no es el lugar donde se produce la teoría, la clínica es el espacio desde el
cual se plantean los interrogantes que ponen en tela de juicio las teorías que sostenemos con
convicción. De este modo, la clínica puede ser entendida como un espacio posible de articulación
entre la teoría y la práctica.
Bleichmar señala que el riesgo que corre el psa es el de caer en sus propias contradicciones
internas, por lo que considera urgente la tarea de tomar un posicionamiento crítico en relación a los
conceptos de la teoría freudiana. Enuncia así, que el psa va a dejar de tener éxito y sucumbir si no
es posible repensar y poner a trabajar los conflictos y contradicciones dentro de la misma teoría.
Será preciso entonces, hacer una lectura rigurosa pero no obediente de sus conceptos, dar lugar a la
revisión, a nuevas formulaciones y posibilitando la introducción de algo del orden de lo novedoso.
Propone realizar una revisión de los paradigmas (transferencia, sexualidad, icc, etc) de base del
psicoanálisis, "ponerlos sobre sus pies". No a fin de descartarlos, sino a fin de recuperar las líneas de
trabajo de esos paradigma. Va a decir que es importante trabajar la obra de Freud, sus
contradicciones, sus callejones sin salida, separando la teoría de los elementos mistificados de la
teoría. La obra freudiana como punto de partida, pero diferenciando las premisas universales de
aquellas propias de la subjetividad de la época. Ej: teorías sexuales infantiles. Trabaja su texto en
relación a tres ejes: el posicionamiento respecto a la obra de Freud, la sexualidad infantil y el lugar
del inconsciente.
-Posicionamiento respecto a la obra de Freud: Critica la posición "lo que Freud quiso decir...", a la
vez que sostiene que no se deben tomar los escritos como textos sagrados, como ley; haciendo un
recorte de la obra de acuerdo a lo que la escuela quiere trabajar.
-La sexualidad infantil: Critica el borramiento respecto al papel fundamental del adulto que implanta
la sexualidad en el niñe. Seducción generalizada de Laplanche. Sexualidad del adulto como motor de
la sexualidad en el cachorro humano.
-Estatuto del icc:
En relación a lo expuesto anteriormente sobre la clínica, Bleichmar hace un replanteo teórico-clínico
entre este trípode. Dirá que la clínica con niños y adolescentes es un espacio singular en el campo
terapéutico en la medida que integra los tiempos de la constitución (instauración de la sexualidad
humana) donde se elabora un trabajo de reintegración del marco conceptual (Freud) en función de la
singularidad del caso.
Bleichmar plantea que la clínica no es el espacio donde se elabora la teoría sino que es el espacio
donde se plantean los interrogantes para cuestionar los modelos teóricos.

Propone cuestionar y redefinir los fundamentos del psicoanálisis: someter las premisas de la
clínica a un reordenamiento metapsicológico; y redefinir la teoría en articulación con la
práctica (primero hay que pensar que es un niño, luego elegir el método: las intervenciones,
las estrategias clinicas, a diferencia de Klein que lo plantea al reves)
En los inicios de un tratamiento, se intenta hacer un diagnóstico diferencial e instalar el
dispositivo. Ver y detectar el tipo de presentación: sintomática o del orden del trastorno. Por
lo tanto es necesario, desde nuestro marco teórico, observar si está instalada la Represión
Originaria.

Psiquismo: en constitución (exogeno). La clínica con niños apunta al abordaje de los


tiempos previos a la constitución del psiquismo. Lo psíquico estaría constituido por una
producción de subjetividad histórico-social y también por el trabajo psíquico que hace el
propio sujeto (sujeto activo en la constitucion psiquica). El icc no existe desde los orígenes,
sino que se funda a través de la interrelación con otro humano (inscribe la pulsión y la
representación).
La clínica con niñes se da en la complejidad de la articulación entre lo intrapsíquico y lo
intersubjetivo. Para Bleichmar, el conflicto se ubica en lo INTRAPSÍQUICO y se manifiesta
en lo INTERSUBJETIVO.
Represión originaria: Real, palpable en los efectos. Es anterior al superyó; no hay una
tópica instalada, porque es la represión originaria lo que posibilita un punto de partida.
Prepara el advenimiento, lo que sería lo reprimido propiamente dicho. Recae sobre el
autoerotismo, no sobre algo reprimido. (lo originariamente reprimido estará constituido por
aquello que nunca fue consciente, que nunca pasó a constituirse como representación-
palabra, que nunca tuvo cabida en el doble eje de la lengua, que nunca pasó a formar parte
del proceso secundario.)
Operatoria real que tiene como consecuencias: la fundación del aparato psíquico (la división
entre instancias y clivaje psíquico de los sistemas icc y pcc-cc); permite la organización
yoica; y el sepultamiento del autoerotismo en el icc. Lo autoerótico es la satisfacción en el
propio cuerpo, pero hay algo de la renuncia pulsional que invita al sujeto a entrar a la
cultura. Se produce en dos tiempos: pasivo (implantación) y activo (tentativa por ligar,
simbolizar lo que ingresa y reprimir el resto indomeñable).

Si operó (síntoma): encontraremos signos de los diques anímicos (asco, vergüenza, pudor), renuncia
al autoerotismo (control de esfínteres), habría organización yoica, diferenciacion yo- no yo, lenguaje
compartido, Coordenadas temporo-espaciales, angustia de castracion y no angustia de aniquilamiento,
que pueda historizar, que juegue → Conflicto entre instancias, solución de compromiso. El sintoma en
el niño presenta dos caras: lo intrapsiquico y lo intersubjetivo (vemos al niño en relación a los otros,
pero también qué ocurre en ese aparato psíquico, por eso es una lectura metapsicológica). La
intervención adecuada sería la interpretación o la construccion (para que haga efecto, debe
haber algo reprimido). La fobia es el ej de que algo se reprimio, porque pasa desfigurado.
Si no operó (trastorno): descarga pulsional directa, masturbación compulsiva, desorganización
yoica, indiferenciación interno-externo. → . No estaría preponderando el conflicto entre sistemas; no
opero o hay fallas en la RO. Si estamos frente a la presencia de fallas de la represión originaria, un
síntoma que consulta porque muerde/se hace caca encima/anda pegando. Eso que sería lo fenoménico
nosotros hacemos un barrido y leemos otra cosa. Acá estaríamos del lado del trastorno. La
intervención van a ser las intervenciones simbolizantes ligadoras (simbolizantes xq liga afecto con
representación) Lo que se intenta hacer es que el trastorno se convierta en síntoma, por eso es
ligadora. x ej la intervención del analista es ligadora: “está jugando a esto porque seguramente te está
molestando tal y tal cosa”. → Si no se instaló y ya lo debería haber hecho, hablaremos de una
psicosis. ACLARACION: puede haber trastornos sin que se hable de psicosis. SIEMPRE SE
APUNTA A LA COMPLEJIZACION DEL APARATO PSIQUICO

La pulsión tiene un doble carácter: endógeno (autoconservativo) y exogeno ya que es implantada por
los cuidados precoces del adulto en el encuentro con el niño. → ¿En qué momentos el adulto
implanta la pulsión, su propia sexualidad? En los cuidados, en la experiencia de
satisfacción, en ese encuentro que va más allá de lo autoconservativo, hay un plus que
funda algo, una primerísima relación. Relación que no es mítica, sino que es real; es posible
de ser localizada. Es decir, cómo se juega la sexualidad materna en estos 1ros tiempos del
aparato psíquico; ella lo va a llamar “los prerrequisitos” (para que se instale la represión
originaria y lo psíquico. La instalación del autoerotismo). Lo originario remite a los 1ros tiempos del
aparato, a cómo ha sido transvasada la sexualidad materna y paterna sobre el cuerpo del niño. → Para
que el aparato psiquico pueda constituirse requerimos de un otro adulto. Ese otro sexuado,
sexualiza al cachorro humano posibilitando el proceso de hominización. A partir de esto,
particulariza los primerísimos tiempos respecto de la función materna, la cual no se reduce
solo a lo autoconservativo, sino que le va a suponer un doble carácter: doble conmutador
→ por un lado, el aspecto pulsante/sexualizante: implanta la pulsion a traves de los cuidados
maternos. Desde el icc del adulto al aparato psiquico incipiente y, por otro lado, su
capacidad de trasvasamiento narcisistico: implantación de las vías colaterales de descarga
del remanente excitatorio. Del narcicismo secundario del adulte al narcisismo primario del
cachorro humano.Esa sexualidad es indomeñable para el niño. Es desde el yo de la mama
y su narcisismo y tienen q reprimir lo que en un 1er momento instauró, poniéndole
significante, límite. Ofrece vías colaterales para canalizar la energía sobrante. Ahi es donde
se constituye el yo, volviendo desexualizada esa sexualidad. x ej el uso de chupete hace
que toda la pulsión sexual acumulado en el caso clínico del bebé de 5 semanas que no
duerme lo haga descargar así dormirse
Es necesario que esta sexualidad ingrese coligada, y esto es posible solo si existe este otro
prerrequisito: LA CAPACIDAD DEL PSIQUISMO MATERNO DE REPRIMIR SU PROPIA
SEXUALIDAD PULSIONAL.

Narcisismo transvasante: Refiere a la función narcisisante del doble conmutador: la


implantación de las vías colaterales de descarga del remanente excitatorio. Este trasvasamiento solo
puede producirse desde el narcisismo secundario materno: para que se constituya el narcisismo
primario del hijo, tiene que haber reconocimiento de la alteridad del otro total. → son las maniobras
verbales y no verbales que aportaran al niño las vias colaterales para ligar los excesos de energía. Es
mediante esta funcion que se constituirá el yo del niño, por eso se habla de narcisismo trasvasante
porque después del narcisismo secundario de la madre se constituye el narcisismo primario del niño.
todo esto ayuda a que opere la represion originaria

Vías colaterales: Entonces tenemos dos lados: del lado del niño (activo) un trabajo que va
a tener que hacer para humanizarse; del lado del adulto el narcisismo humanizante y las
vías colaterales. El otro facilita vías de ligazón, de descarga frente a eso que es tan
excitatorio.

Implantacion y intromision: modos de inscripción de lo pulsional. (existen casos en que la


pulsion no se implanta ej depresión post parto, en donde no experimenta ningún placer en el
contacto con el infans, impidiendo los 1ros movimientos humanizantes)
Implantacion: modo de inscripción de lo pulsional (implantación de la sexualidad, esto
supone el encuentro con otro) que conlleva un movimiento constitutivo del aparato psíquico
que es de origen traumático (la sexualidad) pero que es un traumatismo estructurante. Hay
un exceso de energía que el aparato psíquico no puede ligar, por eso es trauma. Y allí
encontrará vías de descarga (colaterales) o de drenaje de ese plus de excitación. Refiere a
la función sexualizante del doble conmutador: implantación de la pulsión. Es decir, son los
montos de excitación que ingresan al aparato. La experiencia de alimentación, por ejemplo,
es un monto de excitación.
Intromisión: modo de inscripción de lo pulsional que supone un traumatismo desestructurante. Frente
al ingreso de la sexualidad del otro, el aparato psíquico no tendría herramientas para elaborar ese
monto de excitación, hay un excedente. No encontraría, ese monto excitatorio, vías de ligazón/vias de
descarga. → Los prerrequisitos necesarios para que opere la represión originaria, que recaiga sobre el
autoerotismo.

Metabola: noción para pensar que el icc del niño no es directamente el discurso del otro
(Lacan). Sirve para explicar que entre lo que proviene del adultx y lo que se inscribe en el
psiquismo en vías de constitución del niñx no hay simple interiorización, sino que es un
proceso dedescomposición y recomposición que se da entre el psiquismo del niñx y el
psiquismo del adultx Se diferencia de la postura de la homotecia estructuralista que plantea
que algo del psiquismo del adulto se inscribe tal cual en el psiquismo del niño. Esto de
otorgarle un lugar al otro, no anula la especificidad del psiquismo infantil. Además no implica
pensar al psiquismo infantil como pasivo, sino activo.

Neogénesis: apunta a entender al análisis ya no limitado a encontrar algo existente sino


como un dispositivo que conduce a producir algo inédito. Alude a la posibilidad de
inauguración de las estructuras inéditas. Existen ocasiones en las cuales el trabajo no se
trata de analizar los fantasmas inconscientes sino de establecer un verdadero proceso de
neogénesis que pusiera en marcha un funcionamiento estructural distinto. Es decir que se
trata de un modo de intervención en relación a generar nuevos modos de simbolización
diferente a lo encontrado en el inicio. A través de intervenciones simbolizantes ligadoras que
apunten a fundar lo que no estaba previamente hecho, funda la tópica, por ejemplo poner
nombre a un estado afectivo, enlaza, tiene efecto de unificación. No se limita a recuperar lo
existente. Intervenciones que complejicen el aparato psiquico

Dominancia estructural: Implica, en primer lugar, que cada vez que uno se refiere a un
diagnostico en términos de estructura, lo hace en base al modo de funcionamiento que
gobierna globalmente la estructura, pero que no excluye la posibilidad de que otras
corrientes de la vida anímica puedan no ser homogéneas a la dominancia estructural. Esto
abre la posibilidad de que uno pueda leer dentro de unas neurosis fenómenos
psicopatológicos que no son neuróticos en sentido estricto, es decir, que puedan coexistir
síntomas y trastornos. La utilidad de esto es poder advertir el nivel de prescriptivo que
corresponde respectó de estos fenómenos, es decir, pensar en términos de dominancia
estructural implica, por un lado, pensar en una dimensión metapsicológica, como uno piensa
el psiquismo, su constitución, y su modo de funcionamiento, pero también tiene una
dimensión clínica porque determina las formas de intervención.
La idea no es anular la noción de estructura sino, por ejemplo, se piensa en dominancia en
relación al modo en el cual la tópica se instaló, pero esto, a diferencia del planteo
estructuralista, no descarta que ciertos aspectos del funcionamiento psíquico puedan no
estar normatizados según la dominancia de la estructura (ejemplo: trastornos con
síntomas).

Entrevistas preliminares: en estas se debe poder pasar del motivo de consulta a la


construcción de análisis; definir la razón de análisis para esta autora supone reposicionar el
motivo de consulta en el marco de las determinaciones que lo constituyen, lo cual implica la
construcción a partir de la metapsicología de un modelo lo más cercano a la realidad del
objeto que abordamos para poder proponer el método a seguir y las formas que asumiera la
prescripción analítica (una cosa es por lo que consulta y otra es lo necesario para la
realización del tratamiento; la razón de análisis implica la detección de un modo de
funcionamiento psíquico con fallas en su estructuración, también implica la instalación del
dispositivo, la elección del método a seguir y las formas de prescripción analítica; por eso se
habla de neogénesis). La constitución de la razón de análisis es un trabajo compartido, no
es algo que el sujeto trae:
Estrategia de la cura: el 1er paso es definir el tipo de tópica en juego y desde ahí poder
diferenciar entre trastorno y síntoma; el 2do paso es explorar aquellos indicadores
fundamentales como la instalación o no del proceso primario o secundario o la cuestión del
lenguaje; el 3er paso expone la importancia del planteamiento de hipótesis y su exploración,
haciendo un proceso de corroboración y falsación de hipótesis. Es decir que la clínica con
niños no se reduce a hacer cc lo icc, porque esto implicaría ya las instancias instaladas, y el
aparato psíquico en el niño está en constitución. Entonces la dirección de la cura es otra, y
tiene que ver con en qué momento de la constitución psíquica este ese sujeto niño. Se
puede intervenir en función de que la tópica inconsciente se constituya, o que el aparato
psíquico se organice.
Entrevista de binomio: este espacio sería de suma importancia, ya que, en conformidad
con una concepción exógena de la psique, adquiere fundamental importancia las entrevistas
de “binomio madre-hijo”, “padre-hijo” que propone Bleichmar. Estas entrevistas están
destinadas a conocer las vicisitudes históricas de la vida psíquica del niño, el objetivo
consiste en hallar aquellos momentos significativos que dan cuenta de los modos con los
cuales se van produciendo los intercambios libidinales entre el adulto y el infans que, en
función de la metabolización que realizará este último, irán incidiendo en la constitución de
la tópica psíquica. Por ello, se diferencia, por un lado, de la “anamnesis” que reduce la
historia a la historia de la enfermedad y no del sujeto psíquico; y, por el otro lado, de lo que
el estructuralismo ha denominado “la primera entrevista con el psicoanalista” cuyo centro
está en la búsqueda de la significación del síntoma en el deseo parental. Por el contrario,
desde la perspectiva que propone Bleichmar, la significación del síntoma debe buscarse en
los vericuetos del inconsciente del niño. De esta manera, es necesario indagar con la madre
por separado, como fueron esos primeros encuentros. Ya que nos brindaría nuevos
elementos para comprender el modo de funcionamiento de este psiquismo y en caso de
ofertar un espacio analítico, contar con herramientas para poder trabajar con el niño y con
sus padres. Se administra a lo último para que su conocimiento no produzca excesos de
sentido ni obstaculice la observación de los espacios carentes de sentido en la entrevista
con el niño.

Analizabilidad: En 1er lugar, resulta fundamental partir de la premisa principal de que el icc
no esta fundado desde los orígenes, es entonces, que las intervenciones serán acordes a
los tiempos de constitución de los aparatos psíquicos (síntomas:
interpretación/construccion; trastornos: intervenciones simbolizantes ligadoras). En segundo
lugar, es importante poder delimitar las condiciones o pre requisitos para hablar de análisis
clásico (previamente habra que pavimentar el terreno para que la intervencion analitica
tenga efecto, sino, cae en vacio): 1) el conflicto debe ser intersistémico e intrasubjetivo.
Desequilibrio libidinal entre sistemas al interior de la tópica psíquica.; 2) debe haber un
sujeto capaz de posicionarse frente al icc; alguien que pueda hacer el trabajo de volver cc lo
icc; 3) debe haberse constituido y estar en funcionamiento la represión (de todas formas,
aunque no estén dadas las condiciones de analizabilidad, las intervenciones simbolizantes
ligadoras en trastornos siguen siendo psa).

Motivo de consulta vs. razon de analisis: Una cosa es por lo que se consulta (lo
manifiesto) y otra por lo que es necesario realizar el tratamiento. La razón de análisis (en
sentido estricto) se construye. Para eso, también debe haber un sujeto de análisis. La
razón de análisis (en sentido amplio) implica la detección de un modo de funcionamiento
psíquico con fallas en su estructuración. El objetivo y el método serán distintos, pero no por
eso no es psicoanálisis. La razón de análisis implica la instalación del dispositivo, la
elección del método a seguir y las formas de la prescripción analítica.
Motivo de consulta: Por lo que el paciente dedide ir a consulta o deciden llevarlo
Razon de analisis: Poder constituir un funcionamiento estructural, del aparato psíquico, que
no produzca tanto sufrimiento.--> Por eso, habla de Proceso de Neogénesis, como práctica
que no se limita a recuperar lo ya existente (hacer conciente lo inconciente), sino que
intenta generar nuevas condiciones de simbolización, para que la vida de ese sujeto cambie

No necesariamente el motivo de consulta es la razón de un análisis, hay un hiato entre ello.


En el encuentro con un niño es importante que podamos preguntar al niño por qué cree que
está aquí, por qué cree que ha venido. Si sabe qué es un psicólogo; es importante explicarle
al niño por qué ha venido a vernos. Cómo vamos a trabajar con él, es decir establecer la
idea de un contrato que se arme con el niño porque el niño es un sujeto de derecho y un
sujeto analizante. Sino queda el niño objetalizado al discurso parental, no se le da un lugar
de sujeto. Es decir, el modo en que va a circular la información con el niño que tiene que ver
con la idea de secreto. La función del secreto es prioritario para la psique porque que el niño
pueda pensar lo que otros no piensan, da cuenta de una autonomía del pensamiento. Y que
el niño pueda retener información que los padres no sepan también habla de una
independencia de la psique del niño respecto del deseo materno. Muchos padres no toleran
que el hijo maneje información distinta a la que ellos manejan. Entonces hay intromisiones
en el tratamiento, tienen entrevistas en paralelo.

Juego: Define al juego como una producción subjetiva situada en un campo de


intermediación entre el espacio de la realidad y el de las creaciones fantasmáticas
singulares.
Considera al juego en el análisis con niños como un modo de producción simbólica, donde
debemos tener en cuenta dos ejes fundamentales: el del placer (remite a lúdico) y el de la
articulación creencia- realidad. Desde el 1er eje, se plantean dos materialidades distintas
del juego: por un lado, como actividad sublimatoria, y por otro, como actividad del orden de
la satisfacción pulsional, que va más allá de la materialidad simbólica; para que esto pueda
darse es necesario que haya operado la represión. Esta es más bien una materialidad del
pensamiento (allí el juego, más que de simbolizar otra cosa, se trata de fundar un nuevo
territorio). Respecto al eje de articulación creencia- realidad, Bleichmar dice que hay algo
del proceso primario que se pone en juego sin entrar en contradicción con el consenso
establecido que forma parte del juego, eso se encuentra bien diferenciado si nos
encontramos en presencia de un clivaje psíquico establecido. Cuando Bleichmar habla de
pseudo juego se refiere a que dicha constitución no está dada, entonces allí no hay una
diferenciación entre creencia y realidad, sino que estamos en presencia de una convicción
delirante en el acto de jugar. No estamos ante “un como sí”, por el contrario, se tiene la
certeza de que es el personaje al que juega. En este sentido, la noción de clivaje psíquico
es fundamental para poder diferenciar el juego del pseudo- juego, ya que esto es lo que
posibilita el despliegue de un espacio de certeza y otro de negación, además de la represión
originaria como mencionamos anteriormente. El pseudo- juego no sólo da cuenta del
fracaso de la función simbólica sino que también obstaculiza y torna irreductible el proceso
de comunicación.

Diferencia entre juego y pseudo juego: Es importante la distinción que hace la autora
entre lo que entendemos como pseudo- juego, donde no ha tenido lugar aún el
emplazamiento psíquico y no hay capacidad de jugar simbólicamente, de los casos de niños
que han atravesado traumatismos severos y presentan un carácter patológico en el juego,
donde juegan compulsivamente. Allí dice Bleichmar, no se debe apuntar a interpretar ese
juego, sino más bien a restituirlo en su carácter simbólico.
Juego en analisis: Mas allá de que le niñe juegue y a qué juega, lo importante es la
intervención que nosotres ofrecemos como analistas. Leemos como mensaje al juego y lo
convertimos en un intercambio. El juego deviene mensaje en tanto existe una relación
transferencial. Brinda carácter comunicacional al acto del otre. Se interpreta la presencia
del inconsciente en el juego. Dos riesgos: 1) el analista que se ubica simétricamente
olvidando su tarea de simbolización/interpretación, y 2) el analista para el que el juego es un
trabajo y olvida la dimensión placentera.
Diferenciándose de Klein, que no es el juego mismo lo que se interpreta, sino la presencia
en él del inconsciente ya que no hay un código compartido, como lo hay en el lenguaje, de
qué significa jugar a tal cosa, no hay ninguna suerte de “sistema de transcripción” simbólica
del juego que dé lugar a construcciones de sentido.
Transferencia: Dice que no es meramente del orden de la repeticion, sino que es una neo-
creacion, conjugando de este modo la repeticion con el espacio de lo inedito. El espacio
terapéutico se constituye en un campo complejo, que en su devenir reúne una serie de
encuentros que implican, por un lado, el encuentro de dos historias (del analista, del
paciente), y de la construcción de una historia transferencial que posibilite la constitución de
nuevos sentidos, una nueva versión de la misma.
Caso alberto: el título del texto es “del irrefrenable avance de la representación”, quiere
decir que hay algo que no se puede frenar. Cómo las representaciones avanzan a la
conciencia y no encuentran un dique que frene, que ligue.
Alberto tiene 5 años que llega a la consulta porque la maestra nota ciertas características
atípicas. En el discurso de Alberto se presentan elementos discursivos inubicables en un
contexto, diciendo en cualquier situación cosas sin sentido, esto es un indicador cuando la
represión no está instalada la idea se fuga. Hay un fracaso en los movimientos inhibidores
del yo. Su madre plantea que tanto ella como el padre del niño saben de dónde sale lo que
dice, pueden organizar y contextualizar lo que Alberto dice.
La hipótesis que propone Bleichmar es que se trataría de un fracaso de la constitución
psíquica. Considerando estas cuestiones del objeto, Bleichmar empleó el método. Esto, a
diferencia de Melanie Klein, quien establecía el método con anterioridad adaptando a él la
definición del objeto.
Tiempo y espacio en Alberto estaban funcionando de un modo muy particular (“se hundio tu
casa,” esta no es la logica del proceso secundario), y por lo tanto la diferenciación yo-no yo,
adentro-afuera, ante un ruido fuerte cierra las puertas y ventanas, no se tapa los oidos. “su
constitución yoica no estaba constituida y debido a esto, su cuerpo podía fácilmente ser
atravesado sin que él pudiera controlar sus propios agujeros de entrada y salida”
Comenta que tiene varios pánicos; uno es el del ascensor (ve el ascensor separado del
piso, y dice que el piso se hundió). no es el miedo que podría sentir particularmente por
quedarse encerrado, sino que esto se trata de una falla en la estabilidad respecto de las
categorías espacio y tiempo. Y esto, efecto de que su representación yoica aún no estaba
constituida, como tampoco la diferenciación del mundo externo e interno.
Esto permite pensar cómo está funcionando ese psiquismo.
Temores: angustia de aniquilamiento: el yo es el que esta en peligro (y no de castración).
No podía estar con mangas cortas ni bañarse: esto nos remite a la instancia yoica y al
cuerpo. Un yo no constituido y un cuerpo que se presenta como despedazado. No podía
estar con mangas cortas ni bañarse: esto nos remite a la instancia yoica y al cuerpo. Un yo
no constituido y un cuerpo que se presenta como despedazado. La ropa como una especie
de membrana antiestímulo que precariamente le da unificación. Ropa como límite que su
cuerpo no tiene, límite al yo.
Carecía de defensa alguna al momento de la consulta, es decir, dichos terrores no lograban
fobizarse con un objeto y en consecuencia se desplazaban continuamente. Esto quiere
decir que aún no ha atravesado la represión.
En relación a las intervenciones, Bleichmar deja en claro cuál es el objetivo de las mismas:
construir algunas premisas clínicas para sostener una dirección que condujera a una
evolución diferente. La autora se planteaba entonces, un período de trabajo para ver si
lograba ligar y crear las condiciones de estructuración que posibilitaran una neo-génesis. Es
decir, el objetivo es de organizar la tópica faltante: Fundar la tópica. Ayudar a construir una
primera posición de sí mismo a partir de la cual poder establecer la diferenciación
intrapsíquica: con el inconsciente e intersubjetiva: con el objeto de amor. Organizar esa
masa ligadora. Muchas de las sesiones estuvieron destinadas a inscribir en él una imagen
de sí mismo, a ayudarlo a fundar la tópica yoica.
No era porque Alberto se angustiaba que el discurso se disparaba en forma incontenible,
era porque no se angustiaba, no podía registrar sus afectos, en la medida en que, en el
momento en que se desencadenaba el proceso, no había sujeto capaz de cualificar aquello
que lo invadía desde su interior. Enlazar un afecto con una representación mediante la
palabra sería la forma de posibilitar un freno a la circulación desenfrenada de sus dichos, de
las ideas que comentaba la maestra por ejemplo.
Una intervención ligadora simbolizante analítica realizada por Bleichmar se puede situar a
partir de que, en una sesión, Alberto se aterroriza al pasar una moto, temiendo que ésta
pudiese entrar por la ventana. A partir de esto, la autora apoya sus manos en la cabeza del
niño, rodeándola (como constituyendo una protección) y le habla de los objetos que entran
en ella, de cómo sentía su cabeza abierta a las cosas que entraban y salían, y le propone
ayudarlo. Efectúa un ejercicio de nominación que le permita a Alberto organizarse marcando
así la diferencia entre el niño y los objetos. Bleichmar realiza estas intervenciones porque
veía que en el niño no había una diferenciación entre los objetos del mundo y su cuerpo, no
había diferencia interior-exterior. Era debido a esto que los bloques hipermnésicos
progresionaban sin ligazón ni contextualización hacia el polo motor, y que la corteza
psíquica protectora, antiestimulo, quedaba constantemente fraccionada, sin que se filtre lo
que recibia ni se ligara desde su interior lo que la perforaba. Podemos dar cuenta de cómo
interviene la autora allí, lo hace ofreciéndole una representación (el ruido de la moto) para
ser ligado con un afecto (el pánico), y le da una devolución en términos estructurales. Utiliza
como mediadora la palabra con el propósito de ir construyendo juntos, a través del proceso
analítico, para que sea él quien decida qué pensamientos, ideas, entran y cuales no.
Fallas en la operatoria de la represión originaria. Una vez que se instala la tópica puede
haber la posibilidad de producir síntoma.
Bleichmar pesquisa que hay algo de la sexualidad que se había instalado, y también la idea
de interpretación delirante materna, que es esa convicción de anticipar de la madre lo que le
sucede al niño, por eso es delirante. Lo que se filtra en Alberto tiene que ver con déficits
parciales en la construcción de la represión originaria; por eso no es una psicosis.
Historia de Alberto: es adoptado, se habla de un doble abandono. Hay una dificultad de esta
madre de tomar al niño. Él dice “yo no nací todavía”; la intervención tiene que ir por el lado
de que él sí nació. El deseo de tener un hijo no es la planificación familiar, sino que se
inscribe en otro orden. El hijo adviene en un deseo de la pareja parental; en ese deseo se
aloja la primer coordenada de existencia de lo psíquico.
Caso Daniel: bebe 5 sem, es llevado por su madre. Elementos clínicos importantes: el niño
presentaba un trastorno del sueño (no lograba dormir bien), sus baños eran desesperantes
y en ellos no había disfrute (lloraba desde el momento en que lo sumergían hasta que lo
sacaban del agua) como tampoco del cambiado. Rechazaba cualquier acción por fuera de
aquello que no sea autoconservativo, más precisamente no había para Daniel un instante
de placer.
No hay presencia de síntomas en Daniel, ya que no presenta aún instalación de la tópica
psíquica que permita la diferenciación entre los sistemas icc- prcc- cc. El niño se encontraba
aún en tiempos de constitución del aparato psíquico previos a la instalación de la represión
originaria. Hablamos de trastornos: la libido sexual infantil no encontró todavía un destino de
rehusamiento y de represión. Las intervenciones de la analista van a apuntar, entonces, a
lograr la instauración de la tópica, a que el aparato psíquico cuente con la mayor
complejidad posible, apuestan a la mayor organización del psiquismo.
Otro elemento clínico importante a tener en cuenta es el que se desprende de la mamá del
niño, quien no lograba tomar una buena posición para amamantar a Daniel; Bleichmar
observa allí algo del orden de lo fallido en la función narcisizante materna, por lo cual la
relación madre- hijo se encontraba perturbada. Esto podemos observarlo en la mala
posición para dar la teta, el niño no lograba tener un acercamiento adecuado al pecho
materno. Sobre esto, la analista interviene señalando a ella que tal vez podría mejorar la
posición para tener un mejor contacto con el niño. La importancia de la intervención de
Bleichmar reside, no solo en hecho de sugerirle esto para lograr que aloje a Daniel, sino
también en hacerle a la mamá una devolución en términos estructurales, cuando le
menciona que ella siempre mantuvo “relaciones de a dos”, con su marido, con su trabajo.
Metapsicológicamente, la hipótesis de Bleichmar es que hay una falla a nivel de la función
materna, una falla en la narcisización de la madre, donde esta no logra ofrecer las
representaciones al niño para que pueda ser pensado como alguien separado de ella. Es
decir, se trata de una falla a nivel del narcisismo secundario materno, donde la mamá de
Daniel no puede dar cuenta de lo que le pasa al bebé, ni alojarlo, tampoco anticiparle un
pensamiento diferenciado del suyo. Una violencia primaria que es necesaria para darle vida
a este infans, para otorgarle un psiquismo. No se le podría ofrecer las representaciones
colaterales por las cuales el yo después se va a constituir.
La autora plantea en su texto “el pecho, objeto de apaciguamiento de la necesidad, irrumpe,
al mismo tiempo, como objeto sexual traumático excitante, pulsante". El remanente
excitatorio, producto de ese encuentro, deberá encontrar una vía de descarga por medio de
un investimiento colateral de representaciones (vías de facilitación coligadas). El
autoerotismo, succión de la mano, del chupete, cumple una función de ligazón,
organizadora de esta excitación sobrante. El remanente excitatorio, producto de este
encuentro, tenderá a la descarga o a la ligazón bajo el modo de un investimiento colateral
de representaciones”. Podemos situar que en el caso de Daniel aparecen fallas ante la
búsqueda de descarga por medio de vías colaterales. Esto podemos verlo ejemplificado en
el rechazo hacia el chupete, y hacia otras vías de descarga.
Hay ciertos elementos importantes a tener en cuenta sobre las fantasmáticas parentales
que juegan un papel importante en el caso de Daniel. La madre de Dani encuentra
dificultades con el papá, ya que éste rechaza la idea de que su hijo utilice el chupete. Esto
da cuenta cómo el ejercicio de la función materna, está siendo obturado por el propio icc del
padre de Dani, ya que el hecho de ofrecerle el chupete lo llevaba inmediatamente a través
de sus recuerdos a cuando era pequeño, a su madre insistiendo para que coma. El punto
está en que no quería ser intrusivo como lo había sido su madre con él. Con esto podemos
ver como las fantasmáticas parentales operan aquí, en el hecho que el padre ha establecido
una identificación con su propio hijo.
Otro punto importante es el relacionado a los elementos que aparecen de la fantasmática de
la mamá de Daniel. El motivo de angustia de aquella madre, volviendo a consultar a
Bleichmar años después, consistía en la manera de tolerar ella misma, hija preferida de su
padre y sometida a los celos de una madre que había escogido a su hermano como el
privilegiado. La ambivalencia que le producía la intromisión que Dani ejercía en la relación
con una nueva hija, que venía a constituir el objeto reparador de su propio vínculo originario
fallido. La mamá siempre sintió la conflictiva de poder entender que pueda querer y odiar al
mismo tiempo. Y esa historia ya la había vivido con su propia madre y padre, por ende no
podría soportar que lo mismo le suceda con Dani y Camila, la hermanita. Sentía que tenía
que dedicarse a Camila pero al mismo tiempo Dani demandaba de su atención para jugar o
tener su atención, al mismo tiempo que su marido llegaba y todo se complicaba. No quería
dejar a nadie de lado, que nadie se enojara, y esto producía cierto malestar.
La intromisión refiere a un monto excitatorio que entra al aparato psíquico pero no
encuentra vía de ligazón y por lo tanto de descarga. Esto es lo que consideramos que
ocurre en el caso de Daniel, una intromisión que no da lugar a una complejización del
funcionamiento psíquico, sino que más bien funciona como desestructurante para el
psiquismo del niño.

Caso Javier: Es llevado a la consulta por 1ra vez a los 2 años y 8 meses, por sus padres.
Dicha consulta se realiza debido a que, tanto en su casa con sus hermanitos como en el
jardín con otros niños, muerde expresando así sus impulsos hostiles cuando algo le
molesta, y en lo cual no cede frente al regaño. El acto de morder, la descarga de la pulsión
oral canibalística se manifiesta de forma directa, por lo que podemos pensar que la
represión originaria ha operado fallidamente, en tanto esta pulsión se manifiesta sin
inhibición. Y en este sentido es que nos encontramos frente a un trastorno, por lo que la
manera de intervenir debe ser distinta a la de un síntoma en tanto el psiquismo aún no ha
terminado de constituirse. Bleichmar frente a este trastorno va realizar intervenciones
apuntadas a nominar el afecto. Asimismo debemos destacar que las intervenciones se
realizan en la escena del juego, por lo esto nos permite pensar el lugar que ocupa el juego
en tanto el mismo da lugar a la complejización del aparato psíquico. En la segunda
entrevista se lleva a cabo un juego en el cual Bleichmar enciende un encendedor y el niño lo
apaga, pero en ciertos momentos Javier intenta arrebatarlo. Frente a esto Silvia se rehúsa y
aparece nuevamente el llanto del niño, por lo que la madre lo toma entre sus brazos, y
Bleichmar realiza esta intervención: “Le digo entonces que algo <le quema> adentro cuando
se pone a correr, morder, a tirar cosas; que no sabe como calmar eso que quema adentro”
Dicho esto es que en la tercera sesion Javier lleva a la consulta un sueño que tuvo con un
cocodrilo, el cual es algo del orden de lo reprimido y esto nos va a indicar entonces que fue
a partir del juego que se constituyo el aparato psiquico.
Bleichmar señala una serie de intervenciones y aspectos trabajados con el caso de Javier
que bien pueden pensarse en la línea de lo que Maud Mannoni aporta con el concepto de
transferencias múltiples, lo cual implica la introducción de aquellos otros que son
significativos para el niño, no solo la pareja parental, sino también los educadores en la
escuela, el pediatra y aquellos otros que forman parte del entorno en el cual el pequeño se
encuentra inserto.
La relación transferencial que Bleichmar establece con la madre de Javier es fundamental
para pensar que las figuras parentales tienen un lugar muy importante en el desarrollo del
análisis de Javier, cuya represión, dice la autora, se ha instalado in situ, a partir de los
encuentros con la analista y sus intervenciones analíticas. La madre del niño señala que
cuando este se torna “insoportable”, lo envían a su cuarto para que se tranquilice. Allí es
donde Bleichmar interviene proponiendo a la madre que, cada vez que Javier se torne
“incontenible”, ella pueda rodearlo con sus brazos para que el niño sienta que ella lo
sostiene (como ha hecho ya frente a ella en el espacio analítico). A partir de allí, cuando
Javier vuelve en una tercera consulta, su madre expresa que ha estado más cariñoso y ha
dejado de morder. Hay allí, claramente, un componente que antes era de orden libidinal,
que buscaba satisfacerse de forma directa, mordiendo, y que ahora aparecía de modo
reprimido. Había actuado allí la represión dando lugar a la constitución del inconsciente.
Fueron fundamentales ahí las intervenciones analíticas de Bleichmar, extendidas
aproximadamente por doce sesiones, que son acompañadas conjuntamente con entrevistas
con los padres para recapturar y resignificar lo ocurrido.
También es importante ubicar el lugar de la fantasmática del padre de Javier. Vuelven a
acudir a Bleichmar cuando este tiene ya 3 años y 9 meses. El niño, único varón entre sus
hermanas, es colocado en el lugar de niño encantador, seductor, y cuando alguien le solicita
besos, nunca dice que no. Respecto a esto, su mamá dice que “muchas veces, cuando él
no tiene ganas de dar un beso a alguien -todo el mundo lo reclama-, nosotros le insistimos,
creo que no lo dejamos elegir… Es un poco el juguete de todos...” Bleichmar trabaja sobre
esta situación, haciendo que también el padre repiense algunas cuestiones en torno a
Javier, como por ejemplo por qué cede siempre a su hijo, único varón, a la circulación
femenina.
A partir de allí, Javier empieza a rehusarse a darle besos a todos, diciendo que se
acabaron. Así vemos la importancia de pensar en el trabajo con los padres para llegar a
esos resultados, los cuales no pueden pensarse como parte de un análisis en sentido
estricto. Es más bién un espacio de intervenciones analíticas donde se buscan nuevas vías
para la constitución psicosexual en la primera infancia de Javier.

AULAGNIER
Médica italiana formada con Lacan y en el año 1968 se separa de él. Se conforman
diferentes grupos donde hasta el momento había tres instituciones psicoanalíticas y Piera
forma la cuarta.
Piera no trabajó con niños, pero fue su experiencia clínica con sujetos psicóticos la que la
confronto con la insuficiencia de la teoría y la llevo a la reformulación de la metapsicología
arribando a un modelo teórico - clínico propio.

Teoria-clínica: problematiza la clínica a través de la teoría. Apuesta a la construcción


conjunta del paciente y el analista, de la creación compartida del análisis y no el
dogmatismo. Dirá que el porvenir del psa permite también cierta imprevisibilidad de su
futuro. Porque es imposible formular un pronóstico a largo plazo porque la tarea del clínico
es romper el dogmatismo, no transformar el psa en una ideología y romper con la repetición
y la estereotipia. Cuando habla de la imprevisibilidad de su futuro (del psa) Aulagnier va a
rescatar tres puntos y va a tomar la idea de paradigma de Kuhn y va a decir que, como todo
paradigma, atraviesa periodos de anomalías. Lo que hay que tomar son esas anomalías
para que no se convierta en un dogma. Estas anomalías son:
-Interpretacion aplicada: un abuso de la interpretación aplicándola a un vasto campo de
fenómenos; critica a las teorizaciones donde interpretaciones iguales se aplicarían sin
considerar al objeto/sujeto. Pérdida de la singularidad, donde determinadas interpretaciones
se toman como dogmas. Forzamiento de la teoría al objeto.
-Trivalizacion de los conceptos: Interpretación preconocida del analizado. No se da lugar al
saber del sujeto, dándole un sentido prefijado. Trae como consecuencia un corrimiento del
Icc. Ej: interpretación de un sueño. Desde esta posición no sería necesario que el analista
corrobore la teoría en la práctica. No hay articulación entre teoría y práctica.
-El a prori de la certeza: Tiene que ver con la posición del analista donde hay una falta de
actitud crítica respecto de la teoría. El peligro mayor de esto es que la teoría se vuelve
dogma para ese sujeto y el saber se momifica.
Dice Aulagnier que es importante la cuestionabilidad periódica y el recuestionamiento de la
relación del analista con el saber. La cuestionabilidad significa leer, releer, supervisar,
supervisarse, autorizarse a cuestionar un autor.
Las cuatro versiones de la historia de Philippe: Este texto muestra la interrelación entre
la teoría y la clínica. El trabajo de interrogación continuo y necesario para evitar la caída en
los dogmatismos y la posición de ajustar el caso a la teoría. Piera muestra como en la
construcción de un caso clínico hablan las diferentes voces y versiones de los
protagonistas. Habla de la posición respecto del vínculo teoría-práctica:
-1ra versión: la de Philippe, quien es su protagonista y autor, historia que remite a una
causalidad delirante.
-2da version: la que proporcionan los padres en las entrevistas realizadas, versión que
ignora y niega el papel que desempeñaron.
3ra version: “la mía” expresa la autora, “que se elabora y modifica al hilo de mi escucha”,
resultado espontaneo de esa actividad de teorización flotante, que es propia del
pensamiento del analista. Versión para uso personal, que articula una serie de hipótesis
interpretativas que parten de los acontecimientos del que hablan los relatos de Philippe y
de sus padres. “Versión hipotética que me permitirá hacer avanzar mis interrogaciones
teóricas, y facilitar mí escucha. Así, como la redacción de una nueva historia”.
-4ta version: la que empiezan a escribir conjuntamente.

Cuatro versiones que dan cuenta de la articulación dada entre lo ya sabido, y lo imprevisto del
encuentro clínico, lo no sabido de la teoría. Rompe con la idea de una version que remite a una unica
verdad. Al ofertar las cuatro versiones, da cuenta de un posicionamiento e interrogación, de
teorización flotante, que marca la permanente y relevante articulación entre teoría y clínica, en donde
la idea de articulación no es concebida como el encastre perfecto de piezas de un rompecabezas, sino
como noción que contempla, delimita e interroga las semejanzas y las diferencias que contienen en
su interior puntos de encuentro y de distancia entre los que se puede construir puentes a partir del
despliegue de la singularidad de cada historia. →Piera adscribe a un modelo teórico-clínico, que
se basa en la teorización flotante, que implica justamente recuestionarse el analista todo
el tiempo la teoría. No es que la teoría verifica la escucha, sino que es la escucha la que
lleva a redefinir todo el tiempo a la teoría, por eso la llama escucha flotante, y teorización
flotante, ya que no es fijada, sino que el móvil es la clínica en su singularidad.
La creación se opone a la rigidez conceptual en términos de cristalización de las nociones,
que involucra la exclusión del movimiento que se anuda a la especificidad del objeto y de la
historia como condiciones de producción científica, y se opone a las restricciones que el
dogmatismo impone a la escucha, en tanto se ajusta a lo ya pensado por el marco teórico.
El saber se encuentra ligado y es solidario al campo de la creación, en la medida en que la
creación contiene en su interior la noción de diferencia como opuesta a la repetición de lo
ya pensado por un otro, de lo ya escrito, transmitido desde un modelo conceptual.

Psiquismo: fundación del psiquismo en el encuentro con el otro. El icc no se encuentra estructurado
desde los orígenes, sino que se da a partir del encuentro con el otro (exogenista). La actividad de
representación es el equivalente psíquico del trabajo de metabolización de la actividad orgánica.
Metabolización: función mediante la cual se rechaza un elemento heterogéneo respecto de la
estructura o inversamente, se lo transforma en un material que se convierte en homogéneo a ella. →
la psique está sumergida desde un primer momento en un espacio que le es heterogéneo, cuyos
efectos padece en forma continua e inmediata. Las perspectivas de Bleichmar respecto a la
implantación de la pulsión, y de Piera respecto al efecto de encuentro objeto-zona complementaria,
son equivalentes sobre los orígenes del sujeto psíquico.
La psique y el mundo se encuentran y nacen uno con otro, uno a través del otro. Decir que
el encuentro inaugural ubica frente a frente a la psique y al mundo no explica la realidad de
la situación vivida por la actividad psíquica en su origen. Si mediante el término “mundo”
designáramos el conjunto del espacio exterior a la psique, diremos que ella encuentra este
espacio, en un primer momento, bajo la forma de los dos fragmentos particularísimos
representados por su propio espacio corporal y por el espacio psíquico de los que lo rodean,
y en forma más privilegiada, por el espacio psíquico materno. El encuentro se opera entre la
actividad psíquica y los elementos por ella metabolizables que la informan acerca de las
“cualidades” del objeto que es causa de afecto. Cualquiera que sea el sistema considerado,
el término “representatibilidad” designa la posibilidad de determinados objetos de situarse
en el esquema relacional característico del postulado del sistema: la especificidad del
esquema va a decidir cuáles son los objetos que la psique puede conocer.

Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el niño puede conocer de
ellos. La madre se presenta como un “Yo hablante” o un “Yo hablo” que ubica al infans en
situación de destinatario de un discurso, mientras que él carece de la posibilidad de
apropiarse de la significación del enunciado y que “lo oído” será metabolizado
inevitablemente en un material homogéneo con respecto a la estructura pictográfica.

Pero, si es cierto que todo encuentro confronta al sujeto con una experiencia que se anticipa
a sus posibilidades de respuesta en el instante en que la vive, la forma más absoluta de tal
anticipación se manifestará en el momento inaugural en que la actividad psíquica del infans
se ve confrontada con las producciones psíquicas de la psique materna y deberá formar una
representación de sí misma a partir de los efectos de este encuentro, cuya frecuencia
constituye una exigencia vital. El discurso materno es el agente y el responsable del efecto
de anticipación impuesto a aquel de quien se espera una respuesta que no puede
proporcionar; este discurso también ilustra en forma ejemplar lo que entendemos por
violencia primaria.

La madre posee el privilegio de ser para el infans el enunciante y el mediador privilegiado


de un “discurso ambiental”, del que le transmite, bajo una forma predigerida y premoldeada
por su propia psique, las conminaciones, las prohibiciones y mediante el cual le indica los
límites de lo posible y de lo lícito. Por ello, en este texto la denominaremos la portavoz,
término que designa adecuadamente lo que constituye el fundamento de su relación con el
niño. El orden que gobierna los enunciados de la voz materna no tiene nada de aleatorio y
se limita a dar testimonio de la sujeción del Yo a tres condiciones previas: el sistema de
parentesco, la estructura lingüística y las consecuencias que tienen sobre el discurso los
afectos que intervienen en la otra escena. Trinomio que es causa de la primera violencia,
radical y necesaria, que la psique vivirá en el momento de su encuentro con la voz materna.
El fenómeno de la violencia, tal como lo entendemos aquí, remite, en primer lugar, a la
diferencia que separa un espacio psíquico, el de la madre, en que la acción de la represión
ya se ha producido, de la organización psíquica propia del infans.

Nos proponemos separar, por un lado, una violencia primaria, que designa lo que en el
campo psíquico se impone desde el exterior a expensas de una primera violación de un
espacio y de una actividad que obedece a leyes heterogéneas al Yo; y por el otro, una
violencia secundaria, que se abre camino apoyándose en su predecesora, de la que
representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario para el funcionamiento
del Yo.
Diremos que designamos como violencia primaria a la acción mediante la cual se impone a
la psique de otro una elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que
lo impone, pero que se apoyan en un objeto que corresponde para el otro a la categoría de
lo necesario. La violencia primaria que ejerce el efecto de anticipación del discurso materno
se manifiesta esencialmente a través de una oferta de significación, cuyo resultado es
hacerle emitir una respuesta que ella formula en lugar del infans. La entrada en acción de la
psique requiere como condición que al trabajo de la psique del infans se le añade la función
de prótesis de la psique de la madre, prótesis que consideramos comparable a la del pecho,
en cuanto extensión del cuerpo propio, debido a que se trata de un objeto cuya unión con la
boca es una necesidad vital, pero también porque ese objeto dispensa un placer erógeno,
necesidad vital para el funcionamiento psíquico.

Postulados principales: Piera Aulagnier trabaja dos postulados sobre los que basa su
teorización: 1. El cuerpo: toma el modelo del cuerpo y las funciones sensoriales como
vehículo de una información somática. Información que proviene del cuerpo y es
transformada en algo heterogéneo, en algo diferente; la convierte en material psíquico:
Actividad de representación de la psique.
2. La situación de Encuentro: si hay algo que caracteriza al ser viviente es su situación de
encuentro continuo con el medio físico-psíquico que lo rodea. Estos encuentros (todo acto,
toda experiencia, toda vivencia) serán generadores de tres tipos de producciones, lugares
de inscripción y procesos: lo originario, lo primario y lo secundario.
La actividad psíquica está conformada, para Piera, por el conjunto de tres modos de
funcionamiento. Estos no están presentes desde un primer momento, sino que se suceden
temporalmente y cada uno de ellos, incide en los posteriores .Están vigentes durante toda la
vida. Cada uno de los tres, se distingue por una actividad que los representa y un postulado
que los categoriza:
Proceso originario:Es el 1er proceso que comienza a funcionar en el recién nacido a partir de la
necesidad de la psique de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos que le
llegan. Los sentidos le van a dar al psiquismo naciente información libidinal: presencia o ausencia de
placer. Se rige por el postulado del Autoengendramiento,es decir, que la propia actividad de
representación es la que crea el estado de placer y la que engendra al objeto causante del mismo. → la
vivencia del bebé, es que él es quien autoengendra, de hecho nombra el primer pictograma
pecho-boca del niño. el bebe cree que el pecho es su propia creacion.
La actividad que representa al proceso originario es el pictograma. De la conjunción
sincronizada de los tres elementos: zona corporal, objeto y placer surge una huella, una
marca psíquica altamente catectizada que queda grabada en el icc trascendiendo lo
puramente autoconservativo y permitiendo la emergencia de la zona erógena. Para el infans
aún no hay diferencia entre mundo externo-mundo interno. El objeto y la zona corporal
quedan unidas como si fueran una sola estructura (zona-objeto); si las marcas se instauran
bajo el signo de placer, zona y objeto se fusionan, boca-pecho (pictograma de fusión). Por
el contrario si prevalece el displacer, lleva a la inscripción de un pictograma de rechazo.

Proceso primario: En este 2do momento de organización del psiquismo, la actividad


representativa preponderante es la fantasía. Se caracteriza por la realización imaginaria de
deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del vínculo inicial constituyente.
(recordar : juego del carretel). La separación y el reconocimiento del mundo externo se
concretan cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro lugar, distinto al
lugar que se le otorgó al niño. Cuando esto se produce, se le impone al niño la existencia de
otros espacios a los que la madre se dirige y que se conforman como “diferentes”. Mediante
la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce y considera que los posee.
Este proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de la psique de reconocer la
existencia de un espacio separado del propio. Durante el proceso primario, las funciones
parentales son la única referencia de un campo de certezas inmovible. Sin embargo, para
que el yo pueda advenir y acceda a un mayor nivel de autonomía se requiere un quiebre de
éstas.

Proceso secundario: Este 3er momento de la constitución del psiquismo del niño se
caracteriza por la aproximación del mismo a una diversidad de acontecimientos
sociales ,como el contacto con pares, los conocimientos escolares, etc . La representación
que caracteriza este tiempo del psiquismo , es la representación ideica o enunciado . El
desarrollo del lenguaje y del pensamiento se instalan aquí como potencialidades psíquicas.
El espacio secundario es sede de la actividad del YO.

El espacio al que el yo puede advenir


Aulagnier refiere a que este espacio es hablante. Todo sujeto nace en un espacio hablante:
por ello, antes de abordar la estructura del Yo como instancia constituida por el discurso,
analizaremos las condiciones necesarias para que ese espacio le ofrezca al Yo un hábitat
conforme con sus exigencias. Para analizar este medio psíquico definió seis factores:

1) Microambiente y espacio familiar: Para que el Yo advenga serán necesarias


ciertas condiciones ofrecidas por un espacio particular al que llama
“microambiente familiar”. Este microambiente está organizado y regulado por
dos elementos esenciales: el discurso (carga de significación de los enunciados)
y el deseo de la pareja parental (carga libidinal y catectización); estos
organizadores brindarán elementos psíquicos a una psique que está
constituyéndose y organizaran el espacio al que tal psique advendrá.

2) Portavoz: función reservada al discurso de la madre en la estructuración de la


psique. Portavoz en sentido literal, ya que refiere a un discurso que comenta,
predice el conjunto de las manifestaciones del infans. Porta voz que el infans
todavía no tiene. También es el representante de un orden exterior cuyas leyes y
exigencias enuncia. La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al
padre, dona sentidos al niño, y es portavoz del discurso sociocultural al que
pertenece la pareja parental y sus propias familias de origen. Los enunciados
emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen el yo parental.

3) Sombra hablada: precede al nacimiento del sujeto. Hay un discurso pre


existente que le concierne. Es habladmaterna. Sombra llevada sobre el cuerpo
del infans por su propio discurso. El primer punto de anclaje (que puede
dramáticamente convertirse en el pro por la madre; sombra que se proyecta
sobre el cuerpo del hijo real una vez nacido. Constituido por una serie de
enunciados testigos del anhelo de la madre referente al niño. Son
representaciones que se esperan que este niño sea. La presencia de lo que
designamos como la sombra hablada constituye una constante de la conducta
imer punto de ruptura) entre esta sombra y el cuerpo está representado por el
sexo. En la relación amorosa, tal como se supone que puede instaurarse entre
sujetos, la sombra representa la persistencia de la idealización que el Yo
proyecta sobre el objeto, lo que él querría que sea o que llegase a ser de todos
modos no anula aquello que a partir del objeto puede imponerse como
contradicción. Por ello, entre el objeto y la sombra persiste la posibilidad de la
diferencia. El discurso de y por la sombra es el que permite a la madre ignorar el
ingrediente sexual inherente a su amor por el niño; así, ese discurso intenta
impedir el retorno de lo que debe permanecer en lo reprimido, lo que da lugar al
atributo funcional unido a todo aquello que en el contacto corporal participa de
un placer cuya causa debe ser ignorada. En el discurso materno todo aquello
que habla el lenguaje de la libido y del amor es dedicado a la sombra. Se es
tierno, severo, se recompensa o se castiga en nombre de lo que, según se
supone, la sombra expresa mediante el cuerpo. Se le imputa a la sombra un
deseo, que ella ignora, referente a su devenir. Se presume acorde con lo que
será el deseo futuro del pequeño. Lo que llamamos sombra está constituido por
una serie de enunciados testigos del anhelo materno referente al niño; conducen
a una imagen identificatoria que se anticipa a lo que enunciará la voz de ese
cuerpo, por el momento ausente. Para el Yo de la madre, esta sombra, este
fragmento de su propio discurso, representa lo que, en otra escena, el cuerpo
del niño representa para su deseo inconsciente; lo que del objeto imposible y
prohibido de ese deseo puede transformarse en decible y lícito. Por ello, se
comprueba que está al servicio de la instancia represora. El Yo de la madre
construye y catectiza ese fragmento de discurso para evitar que la libido se
desvíe del niño actual y retorne hacia el de otro tiempo y lugar. La sombra
preserva a la madre del retorno de un anhelo que, en su momento, fue
perfectamente consciente y que luego fue reprimido: tener un hijo del padre; tras
él. Sin embargo, y precediéndolo, se encuentra un deseo más antiguo cuyo
retorno sería mucho más grave tener un hijo de la madre. El deseo edípico
retorna de una forma invertida: que este niño pueda, a su vez, convertirse en
padre o madre, que pueda desear tener un hijo. El enunciado edípico “tener un
hijo del padre” se transforma en un enunciado que se proyecta sobre el niño
mediante la siguiente fórmula “que llegue a ser padre o madre de un hijo”.

4) Función de prótesis: la marca de la actividad de la psique materna sobre el


objeto, es la condición de posibilidad para la representatividad en lo originario.
Permite que la psique encuentre una realidad ya modulada por su actividad y
gracias a eso será representable. Anticipa un moldeamiento de la psique, es
decir, que lo que la madre ofrece allí será luego demandado por el niño. Anticipa
un Yo deseante.

5) Conducta materna: madre - sujeto con una relación exitosa de su propia


sexualidad infantil. Que tenga sentimiento de amor hacia el niño. Acuerdo con lo
que el discurso cultural al que pertenece dice que es una madre. Presencia junto
a ella de un padre del niño por el que tiene sentimientos positivos. En relación a
los deseos inconscientes el niño ocupa el lugar de objeto perdido (hijo del padre)
lo cual reactivará sentimientos ambivalentes.

6) Deseo del padre: padre como primer representante de los otros, del discurso
del conjunto. Destotaliza el discurso materno. Otro sin pecho que puede ser
fuente de placer y de afecto sin estar ligado al cuerpo de la necesidad. “El otro
sin pecho” siendo el padre como representante de lo cultural y, por lo tanto, de la
ley universal, sería el primer representante del discurso del conjunto en el
ámbito familiar.

Violencia primaria: Designa lo que en el campo psíquico se impone desde el


exterior a expensas de una primera violación de un espacio y de una actividad
que obedece a leyes heterogéneas al yo. Es una acción necesaria que el yo del
otro lleva a cabo y que se realizará a expensas del placer y en beneficio de la
constitución. Mediante esta acción se le impone a la psique del otro una
elección, un pensamiento o una acción motivada por el deseo del que la impone,
pero que se apoyan en un objeto que corresponde para el otro a la categoría de
lo necesario. Al ligar el registro del deseo del uno al de la necesidad del otro, el
propósito de esta violencia primaria es que asegura su victoria. El riesgo de
exceso es un riesgo que no siempre se actualiza, pero cuya tentación está
siempre presente en la psique materna. En la actualización de la violencia que
opera el discurso materno se infiltra, inevitablemente, un deseo que, en la mayor
parte de los casos, permanece ignorado y negado. Se lo puede formular así:
deseo de preservar el statu quo de esta primera relación o, si se prefiere, deseo
de preservar aquello que durante una fase de la existencia es legítimo y
necesario. Lo que es deseado es la no modificación de lo actual, pero si la
madre no logra renunciar a él, este deseo basta para cambiar radicalmente el
sentido y el alcance de lo que era lícito, así como la formulación específica que
asume, “que nada cambie”, facilita, para la madre y para los otros, el
desconocimiento del abuso de violencia que intentará imponerse a través de
ella. La tentación de este abuso es constante, lo cual señala la importancia de
comprender lo que la madre no querría perder, aunque acepte renunciar a ello, y
el peligro que representa esta tentación ante el exceso.

Al comienzo de este análisis del rol materno, hemos considerado que era posible definir lo
que sería la conducta normal, designando así una conducta que, en caso de ser lo único en
juego, no induciría en el niño reacciones psicóticas (lo cual no quiere decir que, con ello, el
niño estaría a resguardo). En esta conducta hemos privilegiado las constantes más
susceptibles de transformarse en inductoras de una respuesta psicótica, infantil o no. A
través de una simple acentuación de la función, se manifieste un exceso de violencia por
parte del deseo de la madre y de los otros, exceso que la psique del niño tendrá dificultades
para evitar o superar. Se comprueba cuán frágil es el intervalo que, en esta fase, separa lo
necesario del abuso, lo estructurante de lo desestructurante.

El propósito del exceso es lograr que la actividad de pensar, presente o futura, concuerde
con un molde preestablecido e impuesto por la madre: esta actividad en la que el secreto
debe ser posible tendrá que convertirse en una actividad sometida a un poder-saber
materno: en sus producciones, sólo serán legitimados los pensamientos que el saber
materno declare lícitos.

Si hay en la madre un deseo de no cambio, este le dará el poder de privar al niño de todo
derecho autónomo de ser, prohibiéndole el derecho a un pensamiento autónomo. Será la
imposibilidad de renunciar a tener un lugar en el devenir de la relación madre-hijo, aceptar
favorecer la variabilidad de la relación, renunciar a una función, que en su momento fue
necesaria, en beneficio del cambio y del movimiento de la relación futura.

La persistencia del deseo de no cambio da lugar a lo que se podría designar como el


invariante de las estructuras familiares más aptas para determinar un modo de vida al que
se calificará como psicosis. En efecto, no es posible hablar de una relación idéntica, lo que
no varía es la negativa de la madre a aceptar un cambio en su modo de relación con el niño,
la negativa a aceptar que sus enunciados puedan ser cuestionados y cuestionables, la
imposibilidad de considerar al cambio de otro modo que no sea como destrucción del
presente y de todo futuro.

Violencia secundaria: Por el contrario, se ejerce contra el Yo, es decir, se abre camino a
través de la primera y representa un exceso, por lo general perjudicial y nunca necesario
para el funcionamiento del yo. Implica pensar solamente lo que ya fue pensado y autorizado
por el otro, ese anhelo del “que nada cambie”, que nada puede oponerse el lugar de la
duda. Es un deseo, un anhelo que implica la exclusión del infans del orden de la
temporalidad, imposibilidad de pensar una representación que no haya sido pensada por la
psique del otro (está todo dicho y pensado). La madre no quiere perder el lugar del sujeto
que da la vida y que posee los objetos de la necesidad.

Otros conceptos

● Lenguaje fundamental: la acción de la violencia primaria opera en dos tiempos


(también la identificación simbólica se despliega en estos dos tiempos). Primero: un
tiempo caracterizado por la anticipación de un discurso que le habla al infans mucho
antes de que éste tenga acceso al lenguaje y de que tenga un yo; segundo: un
tiempo de apropiación por parte del infans de esos enunciados identificatorios, que
le otorgan los recursos simbólicos necesarios para que pueda nominar los afectos
que adquirirán la cualidad de sentimientos. El pasaje del afecto al sentimiento es el
resultado de un acto del lenguaje que impone un corte radical entre el registro
pictográfico y el registro del Yo, puesta en sentido, en tanto lo decible es
característico de las producciones del Yo. El lenguaje fundamental es un concepto
de Piera mediante el cual le pone nombre a los términos del lenguaje que sirven
para poner nombre a dos temas: a los afectos (permite nominarlo como
sentimientos); y los términos que designan los elementos del sistema de parentesco
utilizados para que el sujeto se ubique en un sistema de parentesco.

Contrato narcisista: contrato que tiene como signatarios al niño y al grupo. La catectización
del niño por parte del grupo anticipa la del grupo por parte del niño. Desde su llegada al
mundo, el grupo catectiza al infans como voz futura a la que solicitará que repita los
enunciados de una voz muerta y que garantice así la permanencia cualitativa y cuantitativa
de un cuerpo que se autor regenerará en forma continua. En cuanto al niño, y como
contrapartida de su catectización del grupo y de sus modelos, demandará que se le asegura
el derecho a ocupar un lugar independiente del exclusivo veredicto parental, que se le
ofrezca un modelo ideal que los otros no pueden rechazar sin rechazar al mismo tiempo las
leyes del conjunto, que se le permita conservar la ilusión de una persistencia atemporal
proyectada sobre el conjunto y, en primer lugar, en un proyecto del conjunto que, según se
supone, sus sucesores retomarán y preservarán. El discurso del conjunto le ofrece al sujeto
una certeza acerca del origen, necesaria para que la dimensión histórica sea
retroactivamente proyectable sobre su pasado, cuya referencia no permitirá ya que el saber
materno o paterno sea su garante exhaustivo y suficiente. El acceso a una historicidad es
un factor esencial en el proceso identificatorio, es indispensable para que el Yo alcance el
umbral de autonomía exigido por su funcionamiento. La calidad y la intensidad de la
catectización presente en el contrato que une a la pareja parental con el conjunto, al igual
que la particularidad de las referencias y emblemas que privilegiará en ese registro,
intervendrán de dos modos diferentes en el espacio al que el Yo del niño debe advenir.
Mientras nos mantenemos dentro de ciertos límites, las variaciones de la relación pareja-
medio desempeñarán un papel secundario en el destino del sujeto, que en un segundo
momento podrá establecer con estos modelos una relación autónoma, directamente
marcada por su propia evolución psíquica, sus particularidades y la singularidad de las
defensas puestas en juego. No ocurre lo mismo cuando estos límites no son respetados,
sea porque la pareja rechaza las cláusulas esenciales del contrato, sea porque el conjunto
impone un contrato viciado de antemano, al negarse a reconocer en la pareja elementos del
conjunto a carta cabal. La ruptura del contrato puede tener consecuencias directas sobre el
destino psíquico del niño. En este caso, se comprobarán dos tipos de situación: 1. Aquella
en la que, por parte de la madre, del padre o de ambos, existe una negativa total a
comprometerse en este contrato; descatectización que por sí sola marca una grave falla en
su estructura psíquica y revela un núcleo psicótico más o menos compensado. El riesgo que
corre en tal caso el sujeto es verse imposibilitado de encontrar fuera de la familia un soporte
que le allane el camino hacia la obtención de la parte de autonomía necesaria para las
funciones del Yo. Esto no es causa de la psicosis, pero sí, sin duda, un factor inductor, a
menudo presente en la familia del esquizofrénico. 2. Igualmente importante, pero más difícil
de delimitar, es la situación originada en una ruptura del contrato de la que el conjunto -y
por ende la realidad social- es el primer responsable. Rechazamos las diversas
concepciones socio genéticas de la psicosis, pero creemos en el papel esencial que
desempeña lo que llamamos realidad histórica. En esta realidad damos tanto peso a los
acontecimientos que pueden afectar al cuerpo, a los que efectivamente se produjeron en la
vida de la pareja durante la infancia del sujeto, al discurso proferido en dirección al niño,
como a la posición de excluido, de explotado, de víctima que la sociedad ha impuesto
eventualmente a la pareja o al niño.

Proceso y proyecto identificatorio:


El Yo, mediante este PROCESO IDENTIFICATORIO se propone un saber del yo, un saber
algo acerca de si mismo que le permite catectizar el mundo y auto-catequizarse como un
polo estable de las identificaciones. Este saber del Yo, primero fue el saber del Otro sobre el
yo, la anticipación del microambiente respecto al infans; una vez que el Yo adviene, toma
como propio estos enunciados y pasa a ser ahora el enunciante de estas referencias
identificatorias. Cada vez que el yo tenga que resolver algo en relación a lo que él sabe de
sí mismo, a lo que él cree ser, se pondrá en juego allí estas referencias identificatorias, un
trabajo sobre el proceso identificatorio.

Anudado a este proceso identificatorio, este trabajo del yo que establece con los enunciados
identificatorios primordiales del microambiente, y luego en relación a otros; paralelo a estos dos referentes
identificatorios se halla el PROYECTO IDENTIFICATORIO: es este trabajo de anticipación mediante el
cual el yo se forja un imagen del Yo futuro. Mediante este proceso y el proyecto, es que el Yo accede a la
categoría de la temporalidad, reconociendo el yo la diferencia entre un pasado del yo, un presente del yo
y un futuro del yo, un antes y un después. Este acceso la temporalidad, dice Aulagnier, siempre va a ser
efecto del reconocimiento de la diferencia como proceso intrapsíquico, ligado al efecto del encuentro con
cierta regulación que marque los límites, lo incompleto, lo que no se puede, la regulación de la inscripción
de la castración en todos los planos.

Piera Aulagnier va a decir que el yo necesita disponer de una serie de reparos identificatorios, puntos de
anclaje, lugares desde dónde definirse, puntos de certeza. Esos reparos identificatorios son las
identificaciones simbólicas de todo sujeto porque el yo tiene a su cargo una tarea de construcción y
reconstrucción del pasado, presente y futuro. Hay dos principios: permanencia y cambio, que constituyen
el proceso identificatorio. Por eso en la adolescencia se vuelven a poner en jaque los principios del
funcionamiento psíquico. El yo necesita disponer de reparos identificatorios porque el yo se constituye
como su propio biógrafo. Justamente en la adolescencia las identificaciones simbólicas de la infancia e
imaginaras se ven trastabilladas; frente a lo real puberal. Lo puberal es eso, lo que aparece en el cuerpo
con sus manifestaciones y la adolescencia es una respuesta frente a eso.

· Proceso identificatorio: saber del yo por el yo; polo estable de las identificaciones.
No se cierra, no finaliza nunca y ofrece al sujeto puntos de reparo, de anclaje simbólico
que le asignan un orden de parentesco, y que marcan un punto de partida, un punto fijo.
Que es lo que va a posibilitar mantener el hilo de continuidad de la historia. Cara oculta
del trabajo de historización. Le ofrece al sujete ciertos puntos simbólicos de reparo, de
anclaje, que van a posibilitar que se le asigne un lugar en la temporalidad.

Proyecto identificatorio: autoconstrucción continua del yo por el yo. Le permite construirse


un futuro.

Yo: el Yo comprende el conjunto de las posiciones y enunciados en los que se ha


reconocido. Estos podrán ser mantenidos o rechazados. Así, el efecto del proyecto es
ofrecer la imagen futura al Yo hacia la que se proyecta; y preservar el recuerdo de los
enunciados pasados. El Yo está constituido por una historia representada por el conjunto de
los enunciados identificatorios de los que guarda recuerdo, por los enunciados que
manifiestan en su presente, su relación con el proyecto identificatorio y por aquellos que
debió mantener fuera de su memoria (reprimidos). Tiene dos componentes: 1.
Identificado: parte del Yo compuesta por representaciones, enunciados identificatorios,
acerca del Yo.
2. Identificante: es una función mental. Parte del Yo que trabaja sobre los identificados.
Revisa, identifica, se apropia o rechaza los enunciados identificatorios que recibe del otro. A
mayor patología, mayor falla de la función identificante, menor posibilidad de cuestionar los
EI de los otros.

La psicopatología se define básicamente en cómo es la relación entre identificante e


identificado:
· En neurosis: identificante e identificado están en conflicto, pero esto no produce una
ruptura en el Yo. Se conserva la indisociabilidad del Yo. Para que un Proyecto Identificatorio
sea investido, el Yo debe realizar un proceso de historización. Mayor capacidad para ir y
venir entre tiempos, interrogar el pasado desde el presente para pensar el futuro.
· En potencialidad psicótica: identificante e identificado están en conflicto y esto puede
producir un resquebrajamiento del Yo.
· En psicosis manifiesta: identificante e identificado están en conflicto y se ha producido
un resquebrajamiento del Yo. A mayor gravedad de la estructura, menor posibilidad de
historización.
Los indicadores de potencialidad neurótica suponen la posibilidad de cuestionar los
enunciados ofrecidos por el otro. Supone la conquista de un pensamiento autónomo.
Predominio del principio de realidad si el principio de placer está articulado a la caída de la
omnipotencia parental y propia. Este tiempo coincide con la operatoria de la represión
secundaria. En la neurosis constituye las teorías sexuales infantiles que caen sobre la
represión. En la psicosis el niño también va a ofrecer una respuesta frente a lo que había
quedado en blanco, no van a ser teorías sexuales infantiles, sino el pensamiento delirante
primario.

Recorrido identificatorio:
T0: es el momento que designa el nacimiento del infans (niño como coautor)
¿Cómo hace el Yo para representarse un antes de su propia existencia? Debe recurrir al
lugar del otro (pareja y grupo social). Cobran relevancia las funciones de portavoz, violencia
primaria, sombra hablada.
Se construye por retroacción desde T1. Es un tiempo que no puede quedar en blanco, sino
el Yo se percibe como auto engendrado y se ve obligado a escribir los primeros capítulos de
su historia con una causalidad delirante. En T1 deberán contarle qué pasó entre T0 y T1
para enterarse quién fue. Es central pensar cómo se juega el discurso que antecede al yo,
cómo es posible que el yo pueda representarse este tiempo del cual no tiene memoria. Es
decir, es un tiempo historizado que se construye por retroacción y con otro. De allí reside la
importancia del encuentro con otro que, si tiene memoria, la madre padre u otro, para fundar
su historia es necesario otro que sea capaz de ofrecer su palabra para posibilitar al niño
pensar en su origen. Las consecuencias de que esta historia quede en blanco es que ocurre
un predominio de la pulsión de muerte. En la neurosis no puede quedar en blanco, es
preferible que el relato sea una fábula a que sea un silencio. El encuentro con ese otro
puede funcionar tanto como aliado como enemigo. El lugar del niño aquí es de coautor de
su historia, si bien necesita de la palabra del Otro que le ofrece un discurso, este puede
encontrarse allí inscribirlo, identificarse o no, el niño tomará el relato en función de la
singularidad de esa psique en constitución.
Todo sujeto nace en un espacio hablante al que Piera denomino “microambiente”; este es el
medio familiar, intermediario entre la psique y el campo social. Este es un espacio que
reúne todas las condiciones para que el yo pueda advenir.
El tiempo de vida somato-psíquica que va de T0-T1, precede al advenimiento del yo, no hay
un yo en la escena psíquica, nos enfrentamos a un modo de funcionamiento psíquico que
muchos autores han llamado “autismo natural”; un funcionamiento psíquico que ignora los
conceptos de exterioridad, la existencia de otro mundo exterior a la psique. Lo que
caracteriza a este tiempo es que el yo adviene a un espacio hablante, un espacio de
discurso; un discurso anticipatorio y que es imprescindible para el advenimiento del yo. La
autora nos aporta varios conceptos para pensar este tiempo como por ejemplo el concepto
de portavoz que define la relación de la madre con el niño y también la función reservada al
discurso de la madre en la estructuración de la psique del infans. Precediendo en mucho al
nacimiento del infans, hay un discurso preexistente que le concierne (sombra hablada)
supuesta por la madre y conformada por enunciados del anhelo materno hacia el infans.

T1: que designa el advenimiento del yo (niño como investigador)


Momento marcado por el advenimiento del Yo; es un territorio ocupado por los enunciados
identificatorios. Momento en que el niño pasa a sustituir al infans que ya no es. Momento
donde se reconoce la presencia de otro, de una exterioridad (primeramente, a la madre o a
la pareja parental), y se reconoce que puede estar tanto presente como ausente, que puede
causar dolor o sufrimiento, y que impone un trabajo de auto modificación del yo. En T1 el
niño va a retomar la temática del origen. El niño se interroga e investiga, dando sus
respuestas. Esto conducirá a una autonomía o a una alienación de pensamiento. Se
requiere del reconocimiento del engaño del portavoz como agente de la idealización, éste
debe ayudar a ese proceso.
El Yo cuando adviene, lo hace a un territorio ocupado por enunciados identificatorios. El Yo
toma conciencia de que hay un tiempo anterior. Si otros no le cuentan qué hay entre T0 y
T1, no se entera. Sólo el otro puede decir quién fue. El Yo adviene, pero tiene que revisar
qué hay ahí y así, se emplaza como coautor. El Proceso Identificatorio no finaliza nunca,
pero va a ser necesario que se fijen puntos de anclaje, referencias del origen. El Yo nunca
es el mismo. Tiene que realizar un trabajo de construcción histórica que le permita tener la
sensación de continuidad temporal: el Yo anuda lo que ha sido con el que será. Las
referencias del origen funcionan como brújula (quien es, quien fue, quien será). Le permiten
seguir siendo el mismo a pesar de los cambios.
Entonces, el Yo debe hacer un trabajo fundamental:
Realizar el trabajo de activo historiador: ante la necesidad de preservar la memoria de su
pasado, de lo que sucedió entre T0-T1, el niño apelara al discurso de la madre para tomar
prestadas las informaciones que le permitan esbozar el primer capítulo de su historia, saber
que fue deseado, información que le permita pensar su “vivenciar del infans”. Buscará poder
anclarse en su memoria para saber de dónde viene y a donde va.

Momento de la construcción por parte del niño de teorías sexuales infantiles en base a la
pregunta por T0 (potencialidad neurótica) o, si no hay versión, el niño se verá obligado a
construir una del orden del delirio (potencialidad psicótica).
El T1 es un tiempo de apertura vinculado por el pasaje que se establece de infans a niño y
un tiempo de clausura vinculado a la noción central en la adolescencia, posibilidad de
instalación de la potencialidad. El tipo de potencialidad va a suponer la articulación con la
posición que el niño va a asumir como investigador. También se relaciona con la posible o
no autonomía del pensamiento (yo hablo vs yo hablado), y con su posición identificatoria.

Potencialidad: posibles de su funcionamiento psíquico. El concepto de potencialidad


engloba los “posibles” del funcionamiento del yo y de sus posiciones identificatorias, una
vez concluida la infancia. Condiciones: zona siniestrada (construcción de T0 como PDP) y la
posible o no autonomía del pensamiento.

¿Cómo se pasa de un yo hablado a un yo hablante? En relación con los 2 componentes


del yo ¿Cómo se produce en el niño la caída de que el otro sabe todo? ¿Cómo se
constituye en el niño la autonomía del pensamiento? Nos referimos a pensar de modo
autónomo como pensar en diferencia con la madre. El niño y adolescente podrán revisar y
cuestionar el discurso del otro, las voces arcaicas que lo han constituido. Así da cuenta de
la parte del yo identificante (yo hablo) a diferencia del yo identificado (me hablan). Con las
preguntas por el origen, se da lugar a una conquista fundamental del yo, que es la
autonomía de pensamiento, lo cual supone pensar diferente al otro, poner en duda el
discurso de éste. Es el primer golpe contra la omnipotencia parental. En ello se vuelve
indispensable, además de la duda, el secreto y la mentira. De esta manera, se abre paso al
componente identificante del yo: se pondrán en cuestionamiento ciertos enunciados, pero
no aquellos que constituyen los puntos de anclaje. El componente identificado del yo se da
cuando el niño se identifica a los enunciados que el otro provee. Es un pasaje necesario del
identificado al identificante, del yo hablado al yo hablo.

T2 se produce un giro en el movimiento identificatorio (Yo como historiador)


El abandono del tiempo y del mundo de la infancia exigen que el yo se haga único
signatario (desasimiento de la autoridad: yo como único signatario del contrato
identificatorio) de sus enunciados identificatorios y tome el solo a su cargo su relación con la
realidad, con los otros y con sus propios ideales. Tiempo de conquista del pensamiento
autónomo.
Tiempo ligado a la entrada en la adolescencia. A la vez, Piera Aulagnier lo llama tiempo de
conclusión porque para ella hay algo que termina de tomar forma, de organizarse: la
potencialidad. El trabajo del adolescente: Poner en memoria y poner en historia, para que
un tiempo pasado pueda seguir existiendo psíquicamente en y por esta autobiografía. Es
necesario un mínimo de anclajes estables que permitan la permanencia. Condición para
que el sujeto tenga certeza de ser el autor de su propia historia. Proceso de desidealización
de las instancias parentales. La modificación es una capacidad ligadora, para metabolizar o
ligar los cambios propios del momento adolescente. Lo modificable y lo no modificable
tienen relación con el registro relacional y el registro identificatorio (entra en juego la escena
somática, resonancia afectiva).
Este momento se vincula con que el adolescente oscila entre dos posiciones: el rechazo a
todo cambio de status en su mundo relacional; y una reivindicación ardiente o silenciosa y
secreta de su derecho de ciudadano completo en el mundo de les adultos. Estos principios
deben poder preservar un estado de alianza.
Los puntos de anclaje permiten ubicarse en la línea genealógica. Se articula con el lenguaje
fundamental (comprende dos subconjuntos: la posibilidad de inscripción en un orden
genealógico, línea filiatoria. Que pueda pensar el pasado, presente y futuro; y la posibilidad
de nominar los estados afectivos. Palabra apta al afecto: que los afectos sean
transformados en emociones y sentimientos; y que éstos puedan ubicarse en el sistema de
parentesco.

Fondo de memoria: conjunto de representaciones que operan como referencias


identitarias. Tejido representacional investido libidinalmente. Garantiza la mismidad del Yo.
Representaciones y afectos provenientes de lo histórico vivencial que va de T0 a T1 y un
poco más. Requiere de un Yo.

Fondo representativo: conjunto de representaciones pictográficas, del proceso originario.


Tiempo anterior al fondo de memoria.

Podríamos decir que el recorrido del adolescente consta de dos etapas:1.Donde deberán
seleccionarse, puestos al amparo del olvido, de la represión, los materiales (enunciados
identificatorios) necesarios para la constitución de ese fondo de memoria, garante de la
permanencia identificatoria. Doble investidura. Organización del espacio identificatorio.
2. Puesta en lugar de los posibles relacionales. Incide de forma privilegiada sobre el
espacio relacional y sobre la elección de objetos soportes del deseo. Matriz relacional y
posibles relacionales de la adolescencia.

El trabajo de historización es condición necesaria para investir un futuro. El proyecto


identificatorio tiene por efecto dar lugar a una imagen identificatoria e investir el futuro.
Articula pasado, presente y futuro. Además, es una autoconstrucción continua del Yo por el
Yo necesaria para que éste pueda proyectarse en un movimiento temporal. Es necesario
que el Yo encuentre una potencialidad realizable en su futuro

En “como una zona siniestrada” Aulagnier se pregunta ¿qué características -propias del
recorrido identificatorio- podrían explicar por qué asistimos al pasaje de una potencialidad
psicótica a su forma manifiesta, sobre todo al final de la adolescencia?" Debido a los
cambios que se producen, esto es, un cuerpo nuevo, nuevas funciones y lugares, el
proceso de construcción y reconstrucción de la historia, etc. Así, el pensamiento delirante
primario puede pasar de estar enquistado a abrirse, romperse, dándose paso al delirio.
Dicho delirio supondrá un pensamiento autónomo, pero con el costo subjetivo de que se
tratará de una lógica que no es la de un conjunto; los cambios en el cuerpo pueden hacer
que no le permitan entender que ese cuerpo sigue siendo el suyo. Los avatares del cuerpo
tienen que ingresar en la historia, el trabajo de historización implica diferenciar pasado
presente futuro, implica tener un anclaje en el terreno identificatorio. Le va a permitir seguir
siendo e investir el futuro.

El Yo está constituido por una historia representada por el conjunto de los enunciados
identificatorios de los que guarda recuerdo, por los enunciados que manifiestan en su
presente, su relación con el proyecto identificatorio y por aquellos que debió mantener fuera
de su memoria (reprimidos). El conflicto identificatorio dará lugar a una reorganización de la
problemática identificatoria. El Yo es el encargado de realizar el trabajo de historización.

· En la psicosis manifiesta, identificante e identificado están en conflicto y se ha


producido un desgarro entre ambos componentes del Yo. La prohibición recae sobre
toda la postura deseante que no ha sido legitimada por el otro. En la psicosis hay una
imposibilidad de constituir y catectizar ideales, porque no puede catectizar ninguna
potencialidad en su Yo que le asegure un futuro posible. Hay una prohibición sobre toda
postura deseante que no ha sido impuesta por el deseo de una instancia exterior. Al no
poder historizar, no puede proyectarse a futuro. Entonces nos preguntamos… ¿por qué
en la psicosis no hay posibilidad de historización? No hay constitución de un fondo de
memoria ni una puesta en lugar de los posibles relacionales, es decir, hay una zona
siniestrada (concepto para nombrar la ausencia de ciertos enunciados identificatorios;
que el sujeto no ha recibido por parte del otro) donde se tratará de nombrar la ausencia
de determinados EI que no ha recibido del otro ya que el relato sobre el origen no puede
quedar en blanco. Pero ¿cómo se nombran estos EI ausentes? En un momento, será
necesaria la construcción de un suplemento que suplante aquello que ya no está. Teoría
de los orígenes que suplanta lo que no está, trata de llenar esa zona siniestrada:
pensamiento delirante primario (es un enunciado o una teoría que el niño se ve obligado
a construir, cuando al interrogarse sobre el origen en este tiempo que es investigador,
se encuentra con un vacío, no hay un anclaje en el cual sostenerse. El yo se va a
pensar como auto engendrado: si se ve obligado a construir una versión que dé cuenta
de su origen) ¿Por qué el delirio sería el espacio de autonomía que se puede encontrar
en la psicosis? El delirio no se va a ajustar al discurso del otro, se presenta como una
diferencia respecto del pensamiento del otro, el delirio supone un psiquismo activo,
trabajando. No es la repetición del discurso del otro. Espacio de autonomía, aunque
tiene el costo de la locura, supone sufrimiento.

¿Qué características deben darse para el pasaje de una potencialidad psicótica a una
psicosis manifiesta?

1. El relato sobre el origen ha quedado en blanco (P.D.P.). Catástrofe que ya tuvo


lugar. Zona siniestrada.

2. Prohibición sobre toda postura deseante que no ha sido impuesta por el deseo de
una instancia exterior. Alienación del pensamiento. Constitución de la potencialidad
psicótica. Automutilación de la actividad de pensar. Puede mantenerse como un collage
superficial.

3. Develamiento o telescopage: situación o acontecimiento que confronta al Yo con una


autorrepresentación que se le impone con carácter de certeza. Imagen de sí mismo que
le devela "el horror de una imagen ignorada".

El derecho al secreto: condición para poder pensar y la autonomía del pensamiento


La actividad de pensar es el logro más grande del Yo, es el logro más importante para la
economía psíquica del Yo. Representa la última función cuya valorización superará a las
anteriores y es la primera cuyas producciones pueden ser ignoradas por el otro. Es un
instrumento fundamental para ocultar, mentir, engañar. Este logro conlleva dos
consecuencias:
1. Confirma el éxito o fracaso de la pareja parental.
2. Confirma que el tiempo previo a las manifestaciones de la actividad de pensar,
nunca es vivido como neutro.

La autonomía de pensamiento se sitúa entre T1 y T2, donde ya advino el Yo. El


pensamiento autónomo es una conquista intelectual y libidinal del Yo; condición vital para su
funcionamiento que implica que pueda dejar de ser coautor y devenga autor de su propia
historia. Para ello, debe posicionarse como historiador de su propio origen.

Cuando hablamos de riesgo del exceso en la violencia, hablamos de que se infiltre un


deseo ignorado por la madre: el de preservar el status quo de la relación primera. La
actividad de pensar aparece como coextensa a un riesgo: la madre sabe que ha perdido la
transparencia de la comunicación, el saber de la necesidad y el placer del cuerpo. Si la
madre no acepta esto, imponiendo un "no cambio", traerá consecuencias: alienación del
pensamiento (es una situación relacional en la que el Yo remite la totalidad de sus
pensamientos al juicio exclusivo del otro (en asimetría), que puede con exclusividad,
dotarlos de sentido o afirmar que son insensatos; pérdida del Yo de todo derecho de juicio
sobre su propia Actividad de Pensar; en la psicosis, la autonomía aparece en el delirio).

El Yo habita los enunciados identificatorios que lo nombran: autónomos o alienados.


Autonomía: concepto de Castoriadis. Es la incorporación del discurso del otro como propio,
explicitando a la vez el origen y el sentido de ese discurso, constituyéndolo como una
verdad propia o no.

El derecho al secreto
Para Piera Aulagnier, lo propiamente humano es tomar con placer el pensamiento secreto.
Esto implica el derecho de crear pensamientos. Aulagnier retoma a la idea de pacto
irrealizable entre analista y analizado; se le pide al paciente que deje de tener esa parte
autónoma de funcionamiento mental, para que comunique todo. Le pedimos que renuncie al
derecho y al placer de mantener privados sus pensamientos. De ahí el riesgo del exceso de
transferencia, el riesgo es que el paciente se contente con lo que ya fue pensado por el
analista. Ambos deben hallar placer en ese trabajo de creación de pensamientos que
implica un análisis, debe existir la posibilidad de crear pensamientos, sólo con el fin de
pensarlos y como prueba de la autonomía del Yo y de una función pensante. Pero debe ser
fundamentalmente placentero, porque ese derecho fue "blanco de lucha" (aceptación o
rechazo de la diferencia, de la singularidad, de la autonomía; de ese nuevo ser que fue
parte suya (de su cuerpo) y que dependió 100% de ella; debe ser capaz de reconocer el
derecho del niño a no repetir ningún pasado, sino a proponerse origen de una nueva
aventura. Si sucede, la madre aceptará no saber siempre lo que piensa el niño). Cuatro
niveles de creación en el análisis:

1. Creación del paciente de una nueva versión de su historia. Versión imposible de


crear en otro espacio.

2. Creación del analista de algo nuevo, inesperado, con el otro; a partir de su saber
teórico.

3. Creación conjunta de una historia que les involucra a ambos, de su relación.


"Historia transferencial".

4. Creación de un objeto psíquico, que es esa historia pensada y hablada. Enseña y


confirma que toda palabra exige una voz y una escucha.
En la adquisición de la autonomía de pensamiento, podemos pensar el papel de las teorías
sexuales infantiles (T1). Cobra una enorme importancia la respuesta frente a la pregunta por
el origen. La pregunta por el origen suele implicar a la duda. El descubrimiento de la mentira
es clave para la comprensión de la propia posibilidad de mentir. Es posible esconder una
parte de los pensamientos. Mentir implica sostener en el pensamiento la negación del
mismo enunciado.

Pensar es el precio que debe pagar el sujeto por el derecho de pertenecer al campo social y
participar en una cultura. Al adherir al campo social, el sujeto repite una serie de enunciados
y se los apropia. Éstos le garantizan la verdad sobre el pasado y le habilita a creer en una
verdad del futuro. Es preciso preservar momentos donde sólo prime el placer de pensar por
pensar.

¿Por qué hablamos de autonomía de pensamiento? Lo vimos en relación a transferencia.


La autonomía de pensamiento como la condición para la dirección posible de un
tratamiento, ese derecho al goce inalienable (que es la propia capacidad de pensar) que, en
un primer momento, en el momento de la constitución subjetiva, el mundo existe porque
existe a través del portavoz. Pero luego necesariamente el sujeto tendrá que crear sus
propios pensamientos que no sean mediatizados por el discurso del portavoz de la sombra
hablada, sino se ejerce un atentado contra el yo que sería más del orden de la violencia
secundaria (aquello que va en contra de lo establecido). En las presentaciones que no son
del lado de la neurosis, como las psicosis, la autonomía de pensamiento se ve realmente
afectada porque hay fenómenos elementales; hay algo del pensamiento que está atrapado,
no piensa autónomamente. Aulagnier va a decir que de lo originario nada se sabe, salvo en
las presentaciones de la descompensación psicótica, donde ahí vuelve eso que debería
haber quedado reprimido, forcluido. Aulagnier dirá que para poder pensar la causalidad
psíquica de la psicosis no alcanza con solo suponer un mecanismo generador (con la
forclusión del NDP). Dirá que es eso y que además suceden otras cosas.

¿Por qué hablamos de la relación entre autonomía del pensamiento y constitución


subjetiva? Podríamos sintetizar que la autonomía del pensamiento es un indicador clínico
fundamental para nosotros porque da cuenta de cómo está ese pensamiento, esa
organización psíquica, esa lógica que gobierna. La autonomía del pensamiento que puede
ser, por ejemplo: la aparición de la mentira infantil, la manipulación por parte del niño, le
permite crear pensamientos de forma autónoma sin que el otro sepa que piensa. Entonces
la autonomía del pensamiento es el primer golpe frente a la omnipotencia del discurso
parental. Frente a la omnipotencia del “poder saberlo todo” del discurso materno.

Para nosotros resulta interesante poder repensar esta idea de autonomía del pensamiento
con distintos conceptos que ustedes ya manejan: la idea de contrato narcisista, que es ese
contrato, esas cláusulas de ese contrato que también se ven conmovidas en la
adolescencia, esta idea de los títulos que el sujeto se guarda en el bolsillo y que en la
adolescencia deberá volver a ponerlos a prueba, esto que Aulagnier toma de Lacan. El
contrato narcisista es el arreglo del sujeto con el discurso sociocultural y el discurso
compartido. Siempre hay un otro que oferta y posibilita la constitución subjetiva.

¿Por qué hacemos esta relación de adolescencia y autonomía de pensamiento? Porque


justamente la adolescencia viene a cuestionar la omnipotencia del discurso parental. El
adolescente cuestiona esa omnipotencia, pero para cuestionar la omnipotencia del discurso
parental debe encontrar fuera otros enunciados identificatorios que le sirvan de referente.
¿Cuáles son otros enunciados identificatorios para un adolescente que le sirven de
referencia que no son los de la familia? Por ejemplo, el grupo de pares, la identificación a un
ideal, a un grupo de música. Aparecen alternativas donde el sujeto apoya sus
identificaciones secundarias, pero sobre la base de las primarias, el punto de partida.
Aparece un adolescente cuestionador. Aparece el conflicto identificatorio, entre el yo y los
ideales. El adolescente debe salir de ser el yo ideal de los padres, eso se destrona, es
importante que eso esté y esa salida no es sin un síntoma, no es sin conflicto.

Para nosotros es importante situar la autonomía del pensamiento como un concepto pero
que también es un indicador puntual clínico que nos permite pensar los tiempos de la
constitución de la tópica psíquica.

Marco de los primeros encuentros


Dice que esta situación de encuentro se da entre por un lado alguien que pide querer hablar sus
propios pensamientos (el analizante) y, por otro lado, alguien a quien se le supone un saber sobre el
deseo inconsciente, es decir, el motor de una cura, el famoso SSS. Una ilusión necesaria pero
destinada a caer porque si no es una sugestión, un enamoramiento absoluto. → La relacion analitica es
una relacion de intercambioIntercambio de conocimientos e intercambio de afectos: es este doble
movimiento el que está en la base y es el soporte de la relación analítica porque está en la base y es el
soporte de la relación transferencial.

El trabajo con los padres nos permite entonces que nosotros podamos detectar en el marco
de los primeros encuentros el punto de reconocimiento, que los padres mismos puedan
detectar si hay o no sufrimiento en el niño. Hay padres que no detectan que hay un
padecer. Muchas veces en el marco de estos primeros encuentros y a lo largo del
tratamiento, el laburo es sintomatizar que los padres puedan implicarse en el tratamiento,
nombrarlo como un padecimiento. Que aparezca algo ahí de la angustia parental, porque es
esa aparición lo que va a posibilitar un reordenamiento. Si no nos quedamos con la
transferencia de Anna Freud, que todo va bien. La idea es sintomatizar el grado de
sufrimiento psíquico. Los padres que no detectan el sufrimiento del niño dan cuenta del
grado de investimento libidinal: qué lugar tiene ese otro en la economía libidinal parental.
Respecto a sintomatizar a lo largo del tratamiento, quiero decir algo de Mannoni. Dice “la
primera entrevista, tanto con el padre como con el niño, muestra la especificidad de mi
escucha psicoanalítica. En función de ella, por ejemplo, por qué se tiene miedo a la
transferencia.

Cuando se trata de pronunciarse sobre la analizabilidad de un sujeto, cuando sólo se toma


en cuenta su pertenencia a tal o cual conjunto de nuestra psicopatología (neurosis, psicosis,
perversión, fronterizo), es posible recurrir a conceptos teóricos y generales sobre los que se
puede llegar a un acuerdo. Pero cuando dejamos al sujeto abstracto para encontrarnos con
un sujeto viviente, las cosas se complican: la experiencia analítica enseña por sí misma
cuán difícil es formarse una idea sobre lo que puede esconder un el cuadro sintomático que
ocupa el primer plano, y los riesgos que eso no visto y eso no oído pueden traer para el
sujeto que se empeña en un itinerario analítico.

Me limitaré a proponer mi definición del calificativo analizable. Contrariamente a lo que un


profano pudiera creer, la significación que se atribuye a este calificativo deja de ser unívoca
tan pronto se abandona el campo de la teoría pura para abordar el de la clínica.

El calificativo de analizable

Es un juicio que no coincide con la etiqueta nosográfica:


· Dejar al sujeto abstracto para pensar al sujeto viviente.

· Hay que encontrar los elementos que nos permitan establecer un diagnóstico.

· Autodiagnóstico: hay que decidir si se propone a ese sujeto. Se apela a lo que


sólo el analista conoce sobre su problemática psíquica. Conocimiento sobre sí mismo,
sobre su capacidad de investir y preservar una relación transferencial más allá del
síntoma, con la singularidad del sujeto. Proceso reflexivo necesario en cada caso.

Una primera definición será aceptada por todo analista: juzgar a un sujeto analizable es
creer o esperar que la experiencia analítica ha de permitir traer a la luz el conflicto
inconsciente que está en la fuente del sufrimiento psíquico y de los síntomas que señalan
el fracaso de las soluciones que él había elegido y creído eficaces. Condición necesaria
para que propongamos a un sujeto comprometerse en una relación analítica, pero, por lo
que a mí me toca, no me parece suficiente sin la presencia de una segunda: es preciso que
las deducciones que se puedan extraer de las entrevistas preliminares hagan esperar que el
sujeto sea capaz de poner aquella iluminación al servicio de modificaciones orientadas de
su funcionamiento psíquico. Mi propósito o mi esperanza son que el sujeto, terminado su
itinerario analítico, pueda poner lo que adquirió en la experiencia vivida al servicio de
objetivos elegidos siempre en función de la singularidad de su problemática, de su alquimia
psíquica, de su historia, pero de objetivos que, por diferentes que sean de los míos,
respondan a la misma finalidad: reforzar la acción de Eros a expensas de Tánatos, hacer
más fácil el acceso al derecho y al placer de pensar, de disfrutar, de existir, en caso
necesario habilitar a la psique para que movilice ciertos mecanismos de elucidación, de
puesta a distancia, de interpretación, frente a las pruebas que puedan sobrevenir en la
posterioridad del análisis, facilitar un trabajo de sublimación que permita al sujeto renunciar,
sin pagarlo demasiado caro, a ciertas satisfacciones pulsionales.

Entrevistas preliminares: No lo piensa como un momento del análisis, sino como


preparatorio.
Habla de "cuadro": hace referencia al encuadre del dispositivo, la duración de las
entrevistas, honorarios, etc. Retoma la analogía freudiana del tablero de ajedrez y una
partida. Hace referencia a movimientos estratégicos que se pueden realizar.

No podemos tardar mucho tiempo porque implica riesgos (que el sujeto proyecte y transfiera
en nosotros demasiado rápido; que no se puedan cumplir las cláusulas del contrato
analítico; que queden prisioneros de una relación transferencial; que la ruptura sea vivida
como rechazo). Es el tiempo para la indicación de análisis. El analista deberá decidir: 1.
Resolver si es o no necesario un tratamiento. 2. Si se va a hacer cargo o no de ese
tratamiento. 3. Movimientos de apertura.

Para Aulagnier las primeras entrevistas dan una pauta de qué coordenadas se establecen
como centrales. Para ella hay entrevistas preliminares. Aulagnier refiere a que muchas
veces nos vamos a encontrar con padres que atribuyen imposibilidad de cambio. Uno de los
ejes a indagar es cuál es la teoría que los padres han podido elaborar en torno a lo que le
paso al hijo, ¿tiene o no estatuto de padecimiento? ¿Qué versión tienen? Otro eje tiene que
ver con cómo es que llega este niño/adolescente a la consulta, si es derivado por escuela,
jardín de infantes, allí se trabaja también con otros significativos. Si la derivación es de una
institución poder pesquisar si los padres pueden leer algo de lo que le está pasando al hijo.
Dar cuenta de ese espacio que antecede al infans, ver la trama deseante o de rechazo que
antecede al niño. Otro eje importante es situar las condiciones de analizabilidad, además la
o las entrevistas con los padres no siempre van a conducir al tratamiento con el niño. Otra
cuestión que marca Aulagnier es que la relación transferencial está en las primerísimas
entrevistas.

Movimientos de apertura: No sólo refiere al encuadre sino también al modo en que el


analista entablará el diálogo. Refiere a las manifestaciones que pueden ser tomadas por el
paciente como positivas, en tanto invitación a investir al analista y al espacio. El objetivo es
reducir los movimientos de huida, de resistencia. Captación de los efectos circulantes.

Habla acerca de los movimientos de apertura como el grado de libertad para decidir en
función de un diagnóstico al comienzo del análisis. Tienen por objetivo reducir movimientos
de resistencia, construir y delimitar un espacio relacional que permita poner al servicio del
proyecto analítico la relación transferencial.

Empezaré por considerar nuestros movimientos de iniciación de partida fuera del registro de
la psicosis. Si el puesto que se ofrece al sujeto, la frecuencia de las sesiones y la fijación de
los honorarios forman parte de la apertura, también tenemos que incluir en ella la manera
en que el analista entablará el diálogo. El analista persigue un objetivo bien preciso: elegir la
apertura más idónea para reducir, en la transferencia que se habrá de establecer, los
efectos de los movimientos de resistencia, de huida, de precipitación en una relación
pasional que aquella siempre tiene la posibilidad de provocar.

Freud decía que los movimientos de apertura, como los de final de partida, son los únicos
codificables. Agregaría, a condición de saber que la codificación debe tomar en cuenta
caracteres que especifiquen la problemática de los sujetos con los que uno juega, así como
sus consecuencias sobre la forma que habrá de cobrar su transferencia. Los movimientos
de apertura son en función de lo que el analista prevé y anticipa sobre la relación
transferencial futura.

Dentro de lo que oímos y percibimos en el curso de esas entrevistas ¿qué elementos son
susceptibles de sugerirnos esta previsión anticipada de la transferencia? Esta captación
acerca del afecto es el primer signo que preanuncia las manifestaciones transferenciales
que ocuparán el primer plano de la escena en el curso de la experiencia. Dentro del
contenido del discurso es posible aislar informaciones que pudieran ayudarnos a elegir
nuestros movimientos de apertura, elegidos con la esperanza de no trabar la movilidad de la
relación transferencial, de favorecer la movilización y la reactivación de la forma infantil del
conflicto psíquico que desgarra a este sujeto que ya no es un niño. Construir y delimitar un
espacio relacional que permita poner al servicio del proyecto analítico la relación
transferencial.

¿Es posible aislar dentro del discurso del sujeto elementos que en mayor medida que otros
permitieran entrever el despliegue futuro de la transferencia? Diré que en ciertos casos
obtendremos un fugitivo vislumbramiento por el lugar y la importancia que el sujeto acuerda
o no a su historia infantil, por su relación con ese tiempo pasado, por la interpretación que
espontáneamente proporciona sobre sucesos responsables, a juicio de él, de los callejones
sin salida que lo llevaron ante el analista.

La relación del sujeto con su historia infantil y sobre todo el investimiento o desinvestimiento
que sobre ese pasado recae son, a mi parecer, las manifestaciones más de superficie y
más directamente perceptibles, respecto de otras tres relaciones que sólo un prolongado
trabajo analítico permite traer a la luz: la relación del yo con su propio ello, la relación del yo
con ese “antes” de él mismo que lo ha precedido, su relación con su tiempo presente y con
los objetos de sus demandas actuales.

La primera entrevista, ese prólogo, nos aporta siempre más datos, más informaciones que
los que podemos retener. La primera entrevista suele cumplir un papel privilegiado por su
carácter espontáneo.

Aulagnier dice que hay una serie de analogías, entre la relación del infans con el portavoz, y
que el análisis no se convierta en la reproducción de esa vivencia, de violencia primaria y
secundaria. Cuando el análisis se convierte en esa repetición de que nada cambie, lesiona
la autonomía del pensamiento y cuando el analizante anticipa todo el tiempo lo que el
analista va a decir no es una cura, es un control de los pensamientos. A eso lo va a llamar
los pensamientos transferenciales; los pensamientos respecto al deseo del analista.
Aulagnier dirá que hay distintos tempos en una cura. Un primer tiempo que se da al inicio, y
otro hacia el final. La primera tarea del proceso analítico será la de favorecer un conjunto de
representaciones que formen en acto el conflicto identificatorio del sujeto, es decir la
relación del yo con los objetos. Ese conflicto identificatorio se actualizará en el aquí y ahora
de la sesión. Esto de cómo a veces el analista en las EP puede anticipar cómo será la
relación transferencial futura. Ese primer tiempo es necesario para que el trabajo analítico
permita justamente esa plasticidad, esa actualización de las vivencias pasadas. El final
implica para el yo la posibilidad de seguir fantaseando, pero no va a estar la energía de lo
que no pudo ser. El final de un análisis tiene que ver con encontrarse con un tope, con la
castración, con que seguir por ese lado no va. Sin seguir gastando energía insistiendo en
algo, sino cambiar de vía, más que insistir con lo imposible. Tiene que ver al final del
trayecto con que el sujeto pueda de algún modo investir el futuro más que renegar del
pasado.

Transferencia: Para Piera la transferencia implica un extraño pacto entre ambas partes del
tratamiento: uno a "decir todo" de la regla fundamental: hablar del sufrimiento, su placer, sus
sueños, su cuerpo, su mundo. Pensamientos que se pensaban "no comunicables"; y otro a
"escuchar todo": promesa de escucha para toda palabra pronunciada.
Piera Aulagnier realiza una analogía entre la relación que se establece entre analista y
analizado con la relación entre el portavoz y el infans; la ilusión transferencial con la
violencia primaria y la ilusión mortífera con la violencia secundaria.

Hay otro apartado del texto que se llamará riesgos de exceso e ilusión mortífera. El riesgo
de exceso dirá que en un análisis lo que corre el riesgo de un exceso es la no modificación
del statu quo original, es decir como la reproducción de ese anhelo de que nada cambie de
la relación transferencial, ese anhelo que en algún tiempo fue legítimo y necesario. Salvo en
caso del delirio ninguna madre cree posible detener la evolución física del niño. Es preciso
advertir que su anhelo apunta a lo psíquico que es un devenir concerniente a lo pensado y a
los pensamientos del niño lo que ella querría preformar para evitar que llegue normalmente
a lo que debería llegar. Lo que el niño debe y logre pensar desembocara en el olvido del
tiempo y la vivencia de ese primer encuentro. La imagen de la madre perderá la
enceguecedora brillantez de la que estaba dotada al saber que ella pretendía poseer y no
sin alguna razón, sobre lo que el niño demandaba y deseaba, y sobre la causa de su goce o
de su sufrimiento. Deberá sustituirse el reconocimiento de su ignorancia. La enceguecedora
brillantez de la madre sería cómo la madre tapona esa falta del niño. Abuso de la
transferencia: toda práctica que amenace confirmar la legitimidad de la ilusión que le hace
sostener que el analista no puede esperar oír nada nuevo. Abuso de poder que también
puede haberse ejercido por la "interpretación aplicada".
Dirá que en torno a la transferencia puede existir lo que ella va a considerar los conflictos
transferenciales. Dice que el conflicto transferencial es la puesta en acto de los
pensamientos transferenciales que son los pensamientos que se forja el paciente acerca del
analista y la idea de análisis en la dirección de un tratamiento. Dice que para hablar del
conflicto transferencial es importante retomar la idea de SSS y que debe caer, y dice que
autonomía y alienación son dos términos que pueden tener la misma fecha de nacimiento,
pero es importante que en un análisis la alienación pueda correrse y posibilite la autonomía.
Justamente un análisis es autorizarse al deseo propio, no al deseo del otro, y eso implica
muchísimas consecuencias. Dirá que los pensamientos transferenciales es un conjunto de
pensamientos expresados o no que se presentan en la mente del analizado durante el
tiempo de la sesión, sentimientos vividos por el yo. El proceso analítico deberá poder
encontrar momentos en los cuales no sea pensar para la sesión; si alguien va para eso no
es un análisis; la sesión debe ser fuente de placer también. Dirá que el proyecto analítico
debe dar cuenta del placer compartido tanto para el analista como para el analizante. Esto
en relación al proyecto analítico lo enlaza la autora con la idea de tiempo mixto. Va a decir
que el yo está dado por el éxito de un proyecto analítico como la dirección de una cura,
tiene que ver con la posibilidad que el yo acepte tanto el tiempo pasado como el devenir
futuro. En la clínica del detalle, en escuchar, es donde está la perla del análisis. Esta idea
de tiempo mixto, tiene que ver con el origen del yo; dice que justamente la función del yo es
construirse un pasado. El tiempo mixto es el calificativo por el que el yo pone en sentido y
en escena su deseo; la textura del yo está hecha por hilos de tiempo mixto.

En lo último que me quiero detener, es lo que va a decir la autora sobre ilusión mortífera y
abuso transferencial. La ilusión mortífera es creer que el análisis se extenderá para toda la
vida; por eso está destinado a caer esta idea de perpetuar un análisis; por eso es terminable
e interminable. Preservar el anhelo de que la experiencia analítica tenga un fin es la
condición de inicio. Este anhelo es necesario en un primer momento para que el trabajo
analítico tenga un sentido, pero después debe correrse ese proyecto. Esta idea de que el
analista no faltará jamás debe caer; o la idea de que el análisis propio tiene que ver con que
otro piense por uno, cuando en realidad el trabajo es para pensarse. Esto es importante
para evitar el surgimiento de ese deseo de no tener que pensar más.

El riesgo de exceso es que justamente el manejo de la transferencia no esté al servicio del


deseo de vida, sino al servicio del deseo de muerte. Deseo de vida y deseo de muerte están
presentes por lo tanto de entrada; los dos harán irrupción en la relación transferencial, y
tratarán de someterlas a sus fines. Se comprende entonces que la ilusión de haber
encontrado un SSS a un sujeto que posee la totalidad de lo pensable puede ponerse al
servicio de un deseo de no tener que pensar más para delegar en ese otro ese poder y ese
derecho. El yo no piensa más, se limita a aceptar la presencia continua de una perfusión
que trasvasaría hacia su propio espacio psíquico o pensamiento, gracias a lo cual puede
creer realizable el fantasma de resultar testigo viviente de la muerte indefinidamente
repetida de su propio pensamiento. Ahora podemos definir lo que enunciamos como
manifestación de abuso de transferencia, del que el analista se hace culpable. Toda práctica
y toda conceptualización teórica que amenacen con firmar al analizado a la legitimidad de la
emisión que le hace afirmar que lo que se tiene que pensar sobre el sujeto y sobre este
sujeto ya fue pensado por un analista. Esto es lesionar la autonomía del pensamiento,
cuando le confirman que ya fue pensado. Esa singularidad, ese encuentro, eso que dice, en
ese contexto. Por eso no hay LA intervención. Ir a un lugar para que todo el tiempo te den
con un hacha no es una supervisión, no tiene que ver con un saber hacer. Tiene que ver
con encontrar dónde está el obstáculo. La supervisión va por ese lado, ratifica al analista en
una posición, lo saca de lo imaginario y lo vuelve a poner en eje. Tiene que ver con una
escucha atravesada sobre el deseo del analista, sobre ese posicionamiento.

Las características de la transferencia, y retomando un poco la pregunta del práctico


anterior, cómo esto de pensar o cuáles son las coordenadas en las cuales se dan la
transferencia en la clínica con niños, en un aparato psíquico en constitución. Es decir, qué
características toma la transferencia cuando se emplaza en los momentos de la constitución
de la tópica. Esto que de algún modo vimos la clase anterior cuando dimos la idea de
transferencias múltiples y nuestras intervenciones en función de las características que
cobra la transferencia. De hecho, el práctico anterior lo enlazamos con la idea de las
primeras entrevistas, esas preguntas importantes.

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