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3 ejes fundamentales:
Demanda: Es raro que haya demanda espontánea en un niño. La demanda viene
generalmente de la escuela, los padres, etc. Lo que hacemos es cuestionar la demanda
para ver si es plausible o no de intervención. Nosotros iremos del eje que va del motivo de
consulta a la razón de análisis. La consulta por un niño no implica necesariamente una
razón de análisis. ¿Es responder a la demanda de los padres? ¿O alojar eso y ver qué se
puede trabajar con ellos? Aliviar la angustia, por ejemplo. Pensar en el trabajo con los
padres, o quien consulte, también es pensar el motivo de consulta.
Síntoma: cuestionaremos la noción de síntoma en sentido tradicional del término. Cuando
hablamos de lo psíquico en el niño hablamos de tiempos lógicos y de tiempos de la tópica
psíquica. Bleichmar va a aportar una distinción bien fenoménica entre síntoma y trastorno.
El eje ordenador entre síntoma y trastorno será la presencia o no de la represión originaria.
El sintoma implica que se haya instituido la represión originaria y haya retornos de lo
reprimido.
Transferencia: Definición: Proceso en virtud del cual los deseos icc se actualizan sobre
ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos, y de un
modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos
infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad. Terreno en el que se desarrolla
la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose ésta por la instauración,
modalidades, interpretación y resolución de la transferencia.
Trabajar la idea de transferencia en la clínica con niños también implica trabajar el reverso
de la transferencia que es la resistencia. La transferencia en la clínica con niños tiene
particularidades, porque se desmultiplica (transferencia múltiples); esto quiere decir que a
veces hay transferencia del niño y no de los padres, o transferencia de los padres y no del
niño. Y la resistencia viene por los padres.
Otra cuestión interesante cuando hablamos de análisis con niños es el juego y el dibujo.
Son producciones de lo psíquico, vías de acceso al icc. Por qué dibuja lo que dibuja, qué
dice de lo que dibuja. El juego y el dibujo nos permite pensar ante qué tipo de organización
psicopatológica nos encontramos.
Ademas el juego es el modo privilegiado de ligar lo traumático. Una manera de simbolizar a
través del juego
WINNICOTT
Posicion antidogmatica: La teoría no está definitivamente escrita, la escritura de la teoría no es
indeleble, se recrea y modifica en cada encuentro, en el encuentro con un otro cada vez volvemos a
conceptualizar las nociones, volvemos a escribir la teoría de modo que contenga la huella de la
singularidad. Allí hay desafío, allí nos decapturamos de la ortodoxia. → El respeto por la exploración
de cada caso en su singularidad, le da la libertad de evaluar a quién hay que entrevistar en primer
lugar,si a los padres o al niñx, en función de los grados de enfermedad de cada unx.
Del mismo modo, no regirse por una técnica predeterminada, sino diseñar los movimientos
de apertura más adecuados en función de atender la necesidad de cada paciente en
particular.
Su interés clínico está situado en poder dar cuenta de cómo se da el “desarrollo emocional del bebe”
en el pasaje de lo subjetivo a lo objetivo, cómo se desarrolla la vida psíquica entre la dependencia
(pasando por una dependencia relativa) a la independencia. Recorta aspectos de la función materna, la
particularidad del ejercicio de esta función. Sin el Otro no hay constitución, no es posible el desarrollo
emocional del bebe. Le otorga también un lugar al factor ambiental en el que la pareja y el niño se
encuentran insertos, implica pensar el lugar que en la organización psíquica del niño tendrán el
ambiente, el padre, la madre. → La organización psíquica no se va a dar sin la presencia de otro.
Este autor se va a detener a definir y recortar las particularidades de la función materna, función
central en la medida en que el encuentro se puede ubicar si hay alguna falla en el ejercicio de la
función teniendo como consecuencia la angustia primitiva. Las nociones de preocupación maternal
primaria, madre suficientemente buena y la de sostén están articuladas entre sí a través de las cuales el
autor intenta definir la función materna, a su vez las retomara para pensar en el encuentro clínico con
el analista y noción de transferencia. Cuando habla de madre suficientemente buena refiere
inicialmente a la disponibilidad 100 % que ilusiona al bebe para posteriormente
desilusionarlo para llevarlo hacia el camino de la independencia. La preocupación maternal
primaria es una condición psicológica materna supone de ella un estado de replegamiento
que le permite adaptarse al 100% a las necesidades del niño, vía imaginación puede
satisfacer cuales son las necesidades del niño que inicialmente son corporales y luego son
necesidades del yo, esto implica desilusionar, es decir salir del lugar de garante de la
satisfacción de todas las necesidades. Por su parte la noción de sostén supone la experiencia
de nunca haber sido dejado caer significativamente, porque en la medida en que el otro materno
facilita esto le ofrece al niño la posibilidad de sostener un hilo conductor en su experiencia. → la
madre orece al bebe la oportunidad de crearse la ilusion de que su pecho es parte de el. La tarea
posterior de la madre es desilusionar al bebe en forma gradual
Lugar del analista: Va a poner el foco en el niño que juega. Si el juego no se produce le
terapeuta dirigirá su intervención para pueda pasar de un estado en que no puede jugar a
uno en que sí.
MANNONI
Perspectiva estructuralista, una autora que se ha basado en la teorización lacaniana,
abriendo nuevas posibilidades de comprensión al poner en correlación el deseo materno
con la patología infantil, pero al mismo tiempo produciendo una anulación del concepto de
inconsciente como sistema intrapsíquico, no pudiendo explicar la especificidad del conflicto
psíquico (es decir, la forma de resolución que encuentra en el marco de la economía
intrapsíquica).
Psicoanalista francesa que aplicó el psa en campos donde tradicionalmente no se aplicaba
(por ejemplo el campo del retraso mental).
Mannoni fue una pionera en torno a pensar los orígenes de la clínica con niños, la idea de
transferencia como múltiple, porque en la problemática o en el síntoma de niño interfieren
múltiples problemáticas. No es el niño con su síntoma. Es importante que nosotros
tengamos que vérnosla con una serie de transferencias múltiples o reciprocas: el niño con
los padres, con la escuela, con las instituciones que atraviesan al niño.
Dirá que en el análisis no podemos apartar a los padres del tratamiento en tanto el niño esta
inmerso en un discurso colectivo. Lo central del análisis es poder situar si el niño es capaz
de asumir su propia historia, correrlo de la historia de los padres. Ponerlo en su propia
historia, en que le pasa. ejemplo: Estoy acá porque dicen que pego. AH BUENO, PERO
VOS PEGAS EN LA ESCUELA? POR ALGO ESTÁS ACA, A VER, PENSEMOS UN POCO
EN ESO. Sino el niño enseguida toma el discurso del otro y se nomina desde ahí. Es decir,
es importante que el niño pueda diferenciarse y asumir esa trama de engaños en la cual
está inserto.
Síntoma: Sitúa al síntoma infantil en el conflicto parental, es decir el niño queda en el lugar del
síntoma.El síntoma da cuenta de aquello que no marcha en la pareja o en uno de los padres da cuenta
de algo de lo no dicho. Piensa al niño como “síntoma de”, en el punto en que entiende que el
padecimiento o síntoma del niño equilibra algo del orden de lo conflictivo en el padre, en la madre o
en la pareja. Este posicionamiento la habilita a trabajar con los padres a escuchar aquello no dicho
desde el discurso de los padres, develar una verdad que no fue dicha y que es necesario que la pareja
pueda escuchar. El síntoma del niño tapona algo del orden del conflicto, de la enfermedad, de los
padres y que estará en relación a la historia edípica de los padres. Entender así al padecimiento del
niño no implica dejar de trabajar con el niño sino, trabajar con el niño y los padres. La pregunta que
se tiene que hacer el psicoanalista es ¿el niño será capaz de asumir su propia palabra y dejar de ser el
soporte de la conflictiva materna con su propia madre y lo mismo con el padre? Esto hará que el niño
pueda asumirse como deseante, más allá del deseo de los otros, podrá asumir su palabra, su deseo,
hacerse cargo de su propia historia. → Se trabaja con transferencias múltiples, probablemente la
primer resistencia la encarnen los padres sostenida por el anhelo de que nada cambie ya que el niño
con su malestar favorece a un equilibrio y modificarlo puede producir algún tipo de ruptura en el
equilibrio parental, sucede a menudo que en cuanto el niño mejora no lo llevan más tratamiento, por
ello el trabajo con los padres es una coordenada fundamental.
Transferencia: La clínica con niñes tiene la particularidad de que no debemos trabajar con une
sujete, sino que hay que considerar múltiples sujetes e instituciones; y por lo tanto, transferencias.
Una de estas transferencias es la propia como analistas del niñe, pero también trabajamos con esos
padres o esas figuras significativas. No podemos pensar como intervención cambiar a la familia. “Las
reacciones de los padres forman parte del síntoma del niño”. Permite pensar que las reacciones de les
padres frente al analista, al dispositivo y a los cambios del niñe, van a influir en el devenir del
tratamiento y, por lo tanto, del psiquismo infantil. La contratransferencia (transferencias recíprocas)
ante las reacciones de les padres. La transferencia existe desde antes de la consulta. Así, debemos
tener presente si se hizo una consulta previa y qué sucedió.
Es importante lograr que el análisis desaloje al niño del lugar que ocupa en lo real, que no es otra cosa
que las fantasmáticas parentales. → “En el análisis de niños tenemos que vérnoslas con muchas
transferencias: la del analista, la de los padres y la del niño. Las reacciones de los padres forman parte
del síntoma del niño y en consecuencia de la conducción de la cura. La angustia del analista ante la
agresión de la pareja parental le hace negar con frecuencia toda posibilidad de neurosis de
transferencia: el niño enfermo forma parte de un malestar colectivo. Su enfermedad es el soporte de la
angustia parental. Si se toca el síntoma del niño se corre el riesgo de poner brutalmente en descubierto
aquello que en tal síntoma servía para alimentar la ansiedad del adulto. Sugerirle a alguno de los
padres que su relación con el objeto de sus cuidados corre el riesgo de ser cambiado implica suscitar
reacciones de defensa y de rechazo, es decir de resistencia”
Caso Sabine: Sabine presenta tics que se inician tres meses antes de la consulta, como
consecuencia de la colocación de la niña en un Hogar para niños contra la voluntad del
padre. En realidad, dichos tics existen ya desde los 6 años de edad, cuando el padre
abandona el domicilio conyugal como modo de protesta cuando se realiza otra operación,
sin consultarlo, sobre otro de sus hijos.
Con el regreso de su padre al hogar, se recrudecen los trastornos antes mencionados de
Sabine: se niega a asistir a la escuela y presenta crisis fóbicas graves. Esto lleva a otra
hospitalización sin el consentimiento paterno. Cuando la niña regresa, además de sus
propios tics, trae los tics de otros. Apreciamos así la importancia que se le da a rol del padre
en la génesis y decisión sobre las dificultades.
De esta manera es que Mannoni escribe a su padre solicitando su autorización previa a
emprender un examen, y él agradece su carta pero expresa un rechazo al ofrecimiento de
colaboración porque considera que corresponde a los padres hacer que sus hijos tengan la
conducta normal propia de su edad.
Otro punto importante es que la pareja era unida hasta que nacieron sus hijos, y su llegada
al mundo marca el comienzo del desacuerdo. La autora señala que esto se debe a la
imposibilidad de la madre de soportar una situación de tres, en la que el padre siga
existiendo en la madre a pesar de la presencia de los hijos.
Teniendo en cuenta todos estos elementos clínicos, en los cuales el padre de Sabine no ha
tenido lugar, consideramos que en el mismo hecho de consultar al padre sobre iniciar o no
el análisis de Sabine, la analista está ya dando lugar a una intervención que le permite, por
un lado, no entrar en el juego de la madre y volverse su cómplice, fue en sí misma una
intervención terapéutica. Por otro lado, al tener en cuenta la palabra del padre, permite que
cada miembro de la familia tenga la posibilidad de encontrar nuevamente su lugar, y que de
alguna manera se pueda introducir una terceridad en este vínculo, que no dejaría por fuera
al deseo del padre ni a sus decisiones. En este mismo sentido, la autora nos habla de la
importancia que tiene cómo nos posicionamos en las primeras consultas, podemos
entender esto como un movimiento de apertura para pensar un análisis posterior, y esto lo
vemos en el hecho de introducir la palabra del padre.
Mannoni (1965), plantea que cuando los padres consultan por sus niños, el analista debe
esclarecer el sentido de su sufrimiento en la historia de los dos padres, más allá de dicho
objeto. “A través del Otro, la entrevista con el psicoanalista es un encuentro con su propia
mentira” (Mannoni, 1965, p. 129). En su síntoma, el niño presenta dicha mentira, lo daña
tanto la situación real como todo lo no dicho.
KLEIN
Juego: Es la 1ra en introducir el juego como técnica y como interpretable. El niño expresa
sus fantasías, sus deseos y sus experiencias de modo simbólico por medio del juego, y al
hacerlo, utiliza los mismos medios de representación que en el simbolismo del sueño. Utiliza
el juego en su totalidad, es decir, el cómo, a qué juega, cómo utiliza los juguetes, de qué
modo, hasta el contenido de los mismos para comprender los motivos que se ocultan allí. Y
por esta vía alcanzar una interpretación de los síntomas que manifiestan, funcionando esto
como el equivalente de la asociación libre en el adulto. Los niños muchas veces no pueden
asociar como los adultos, no porque les falte capacidad para poner sus pensamientos en
palabras, sino porque la angustia se resiste a las asociaciones verbales. Entonces la
representación por medio del juego, está menos investida de angustia que la confesión por
la palabra hablada. “Para comprender correctamente el juego del niño, hay que desentrañar
el significado de cada símbolo separadamente, pero teniendo en cuenta la relación con la
situación total”
A su vez también plantea que un juego o juguete y su manipulación pueden tener varios
significados, por ejemplo, la muñeca de Rita que puede representar diferentes cosas. A
partir de esto, la autora sostiene que solo obtendremos resultados analíticos completos si
tomamos estos elementos en verdadera conexión con los sentimientos de culpa del niño,
interpretandolos en detalle.
Utiliza la caja de juguetes, caja particular para cada niño ya que esta da cuenta de la
configuración psíquica del niño y por otro lado da cuenta de la relación transferencial. La
caja debe quedar tal como el niño la dejo hasta el próximo encuentro.
Superyo: la formación del superyó tiene lugar en un tiempo muy temprano (anterior a los 6
meses), y se forma sobre la base de variadas identificaciones. Proceso que termina con el
periodo del Complejo de Edipo que coincide con el inicio de la latencia. El complejo de
edipo se formaría por la frustración sufrida por el destete, es decir, al final del primer año de
vida. Parejamente con esto vemos los comienzos de la formacion del superyo. Melanie
Klein entiende por superyó a la facultad que resulta de la evolución edípica a través de la
introyección de los objetos edípicos y que, con la declinación del complejo de edipo,
asumirá una forma duradera e inalterable. La autora conceptualiza el inconsciente de
manera endógena, instalado de manera temprana en el niño.
Participación parental: Le niñe ya dejó atrás a los objetos de amor. Trabaja con la
realidad psíquica, con los objetos introyectados. No predispone a les niñes en contra de
quienes lo rodean, no es su objetivo; pero no teme hacerlo. "...si sus padres me lo han
confiado para que lo analice, (…) creo que estoy justificada al tomar la línea que me parece
la más ventajosa para el niño y la única posible" Pueden ser un obstáculo al análisis por
propias resistencias inconscientes, más allá del convencimiento y deseo de ayuda
Papel del analista: Activo. La posibilidad de interpretar existe al igual que en le adulte.
Interpretar: ligar las diversas presentaciones o situaciones con los objetos originarios y la
trama edípica. El analista va a estar interpretando el contenido que el niño manifieste
jugando. NO ejercer INFLUENCIAS EDUCATIVAS: ya que análisis y educación son
incompatibles. NO debe dar orientación a las pulsiones del niñe.
Caso Rita: llega a la consulta a los 2 años y 9 meses. Hasta el final de su primer año tuvo
gran preferencia por su madre, después expresó un gran afecto por su padre y
simultáneamente celos por su madre. A los 18 meses su madre se convirtió nuevamente en
la favorita; en este momento se presentan ciertos elementos clínicos a tener en cuenta:
sufría de terrores nocturnos y miedo a los animales. La fuerte fijación a su madre fue
aumentando y desarrolló así una intensa aversión por su padre. Esta ambivalencia, que
consideramos como un elemento clínico de gran importancia en el caso, se volvió muy difícil
de manejar para sus padres, por lo cual llevaron a la niña al análisis. Presentaba además
crisis de paratimia (alteraciones en la afectividad), indicador de una depresión melancólica,
sufría una fuerte ansiedad y rabia, creciente inhibición en el juego, y una incapacidad total
para soportar ninguna clase de frustración.
Klein consideraba que se trataba de una marcada neurosis obsesiva (categoría nosográfica
en función de la cual intervendrá desde su marco teórico). Respecto a eso, otro elemento
clínico a tener en cuenta es la de los ceremoniales obsesivos. La paciente a los 2 años
presentaba un síntoma de carácter obsesivo que consistía en un largo ritual antes de
dormir, donde lo principal era “estar bien arropada con la ropa de cama porque si no “el
ratón” entraría por la ventana y le sacaría su butzen de un mordisco”; su muñeca también
debía estar igual de arropada (se trataba de un doble ceremonial). Klein explica que esta
ansiedad era causada no solamente por los padres verdaderos, sino también, y más
especialmente, por la excesivamente severa imagen introyectada de sus padres. Esto
corresponde a lo que llamamos superyó en los adultos(...). Los análisis tempranos muestran
que el conflicto edípico se hace presente en la segunda mitad del primer año de vida y que
al mismo tiempo el niño comienza a modificarlo y a construir su superyó.
Podemos observar que la subjetividad de la paciente se expresa predominantemente por
medio del juego: en sus juegos solía castigar a su muñeca. La muñeca de Rita representará
a veces un pene, a veces un niño que ella ha robado a su madre, y a veces la representará
a ella misma. Es necesario, para comprender el estatuto clínico del este juego, tomar los
elementos de este en su máxima conexión con los sentimientos de culpa de la niña.
En cuanto al caso en cuestión, podemos ver en Rita que sus pavores nocturnos a los 18
meses, representan una elaboración neurótica del complejo de Edipo, y que sus crisis de
ansiedad y otras dificultades también estaban íntimamente ligadas a fuertes sentimientos de
culpa surgidos de ese temprano conflicto.
En el caso Rita, Klein (2008) muestra esto, analizando el juego de la niña: Una vez rompió
a llorar porque su padre, riéndose, amenazó al oso del libro de figuras. El miedo al disgusto
de su padre era bastante para que se identificase ella misma con el oso. Su inhibición de
juego provenía también de su sentimiento de culpa. Cuando tenía solo 2 años y 3 meses
solía jugar con su muñeca -un juego que le proporcionaba mucho placer- diciendo repetidas
veces que ella no era su madre. El análisis mostró, entre otras cosas, que el bebé de
juguete representaba para ella el hermano que deseó robar del vientre de la madre
embarazada, y esto no le daba derecho a representar el papel de madre. (p. 138) Klein
explica que las interpretaciones son muy bien aceptadas por los niños y que sus efectos son
rápidos; éstos se manifiestan siempre a través del mejoramiento del juego, pudiendo el niño
luego de la intervención reanudar, ampliar, o cambiar su juego, aumentando el placer que
éste le proporciona. Así, la ansiedad se ve resuelta, y sirve a su vez para afianzar la
relación con el analista. La autora atribuye las resistencias que puedan aparecer en relación
a las intervenciones, a las capas más profundas de la mente del niño, exteriorizadas en la
aparición de ansiedad y sentimiento de culpa.
Caso Fritz: No poner que Melanie Klein habla de autonomía de pensamiento! Toma el caso
Fritz para analizar desde el marco teórico de Aulagnier. En este caso permite pensar qué
sucede en un niño con grandes inhibiciones pero que logra conmover cierta omnipotencia
parental y acceder a un montón de preguntas. Fritz logra destrabar esas inhiciones y
plantearse preguntas que tienen que ver con el origen del yo.
¿Por qué tomamos la idea de autonomía de pensamiento para poder tomar la
adolescencia? En la adolescencia el cuerpo retoma el protagonismo que tenía en la primera
infancia pero con otro arreglo que tiene que ver ahora ya con la pulsión que no es en el
propio cuerpo, sino que ahí aparece la idea de la elección de objeto fuera del cuerpo. Por
eso la adolescencia como ese momento donde se instalan los más intensos combates de la
vida. También habíamos hablado de la idea de conflicto identificatorio y de proyecto
identificatorio, y cómo las primeras identificaciones de la infancia se reactualizan en la
adolescencia; esa tela de fondo de la infancia (tela de fondo o capital fantasmático) se
reactualiza en un segundo tempo, en un T2 (que son tiempos lógicos, no cronológicos).
Después hicimos algunas pregutnas como ¿por qué la adolescencia puede ser el momento
propicio para que algo que estaba en estado potencial se muestre de manera manifiesta?
¿Por qué puede ser el terreno propicio para que aparezcan desarreglos subjetivos: lo que
de un modo funcionó como un colage superficial, algo precariamente armado, frente a qué
momento algo se devela? El momento de develamiento o telescopage, donde el sujeto se
ve confrontado a situaciones que debe tener un material previo para responder. Esas
identificaciones imaginarias y simbólicas propias del capital anterior a la adolescencia se
pone nuevamente en juego. Habíamos visto distintas presentaciones clínicas propias de la
adolescencia: qué se da en el cuerpo, en la identidad sexual, respuestas por el toxico.
Prima la idea de las impulsiones. La adolescencia tiene multiples encrucijadas.
¿Por qué hablamos de autonomía de pensamiento? Lo vimos en relación a
TRANSFERENCIA. La autonomía de pensamiento como la condición para la dirección
posible de un tratamiento, ese derecho al goce inalienable (que es la propia capacidad de
pensar) que en un primer momento, en el momento de la constitución subjetiva, el mundo
existe porque existe a través del portavoz. Pero luego necesariamente el sujeto tendrá que
crear sus propios pensamientos que no sean mediatizados por el discurso del portavoz de
la sombra hablada, sino se ejerce un atentado contra el yo que sería más del orden de la
violencia secundaria (aquello que va en contra de lo establecido). En las presentaciones
que no son del lado de la neurosis, como las psicosis, la autonomía de pensamiento se ve
realmente afectada porque hay fenómenos elementales; hay algo del pensamiento que está
atrapado, no pienas autónomamente. Aulagnier va a decir que de lo originario nada se
sabe, salvo en las presentaciones de la descompensación psicótica, donde ahí vuelve eso
que debería haber quedado reprimido, forcluido. Aulagnier dirá que para poder pensar la
causalidad psíquica de la psicosis no alcanza con solo suponer un mecanismo generador
(con la forclusión del NDP). Dirá que es eso y que además suceden otras cosas.
¿Por qué hablamos de la relación entre autonomía del pensamiento y constitución
subjetiva? Podriamos sintetizar que la autonomía del pensamiento es un indicador clínico
fundamental para nosotros porque da cuenta de cómo está ese pensamiento, esa
organización psíquica, esa lógica que gobierna. La autonomía del pensamiento que puede
ser por ejemplo: la aparición de la mentira infantil, la manipulación por parte del niño, le
permite crear pensamientos de forma autónoma sin que el otro sepa que piensa. Entonces
la autonomía del pensamiento es el primer golpe frente a la omnipotencia del discurso
parental. Frente a la omnipotencia del “poder saberlo todo” del discurso materno.
Para nosotros resulta interesante poder repensar esta idea de autonomía del pensamiento
con distintos conceptos que ustedes ya manejan: la idea de contrato narcisista, que es ese
contrato, esas clausulas de ese contrato que también se ven conmovidas en la
adolescencia, esta idea de los títulos que el sujeto se guarda en el bolsillo y que en la
adolescencia deberá volver a ponerlos a prueba, esto que Aulagnier toma de Lacan. El
contrato narcisista es el arreglo del sujeto con el discurso sociocultural y el discurso
compartido. Siempre hay un otro que oferta y posibilita la constitución subjetiva.
¿Por qué hacemos esta relación de adolescencia y autonomía de pensamiento? Porque
jsutamente la adolescencia viene a cuestionar la omnipotencia del discurso parental. El
adolescente cuestiona esa omnipotencia, pero para cuestionar la omnipotencia del discurso
parental debe encontrar fuera otros enunciados identificatorios que le sirvan de referente.
¿Cuales son otros enunciados identificatorios para un adolescente que le sirven de
referencia que no son los de la familia? Por ejemplo el grupo de pares, la identificación a un
ideal, a un grupo de música. Aparecen alternativas donde el sujeto apoya sus
identificaciones secundarias pero sobre la base de las primarias, el punto de partida.
Aparece un adolescente cuestionador. Aparece el conflicto identificatorio, entre el yo y los
ideales. El adolescente debe salir de ser el yo ideal de los padres, eso se destrona, es
importante que eso esté y esa salida no es sin un síntoma, no es sin conflicto.
Para nosotros es importante situar la autonomía del pensamiento como un concepto pero
que también es un indicador puntual clínico que nos permite pensar los tiempos de la
constitución de la tópica psíquica. Vamos a tomar la perspectiva teórico clínica del caso
Fritz como un ejemplo posible, y vamos a penasr algunas articulaciones entre Freud y
Aulagnier.
Fritz es un niño de 5 años. Klein no lo va a considerar a Fritz como un tratamiento sino que
va a decir que es un caso de crianza con marcos analíticos. Dirá que la educación va a
tener que ver con el grado de madurez del niño. La información sexual que se le dará al
niño dependerá de la edad o el momento en particular en el desarrollo en el cual se
encuentra el niño. Klein en ese texto va a articular la idea de pulsión de saber de Freud (el
niño pregunta y no se satisface de esa pregunta, sino que arremete otra vez). Freud dice
que la sexualidad del niño a los 5 años es asequible a nuestra observación. Klein retoma
esto y le va a agregar la noción de pulsión epistemofílica. La pregunta que guía a Klein es
qué es lo que traba al niño (porque Fritz andaba con algunas inhibiciones). Dirá que lo que
está por momentos suspendido en Fritz es la curiosidad sexual reprimida. Fritz es
presentado por Klein como un niño con un desarrollo normal pero lento, con dificultades en
la adquisicón del lenguaje, en las nociones de tiempo e intercambio, pero aparecen en él a
partir de intervenciones de Klein, preguntas sobre su nacimiento. Las pregutnas que
aparecen son: ¿dónde estaba yo antes de nacer? ¿cómo se hace una persona? ¿cuánto
dura un día? Aparecen claramente las nociones de origen, la noción de causalidad y tiempo,
son preguntas constitutivas y para nosotros también son importantes para la clínica porque
nos permite pensar por donde anda un niño teorizando. Son ejes que nos permiten situar la
modalidad de funcionamiento psíquico.
Klein, desde su perspectiva, trabajaba para diferenciar el yo de la realidad, en cambio
Winnicott le da una vuelta a eso y dirá que Realidad y Juego, el juego posibilita diferenciar
la realidad del juego y que un niño cuando juega no es que no está en la realidad. Decía
que jugar era algo serio, no cualquier cosa. El juego le posibilita transitar la realidad, entrar y
salir de la realidad. En Fritz se puede ver que las coordenadas de la instalación de la
represión instalan la lógica del tiempo y el espacio. Es decir, hay una legalidad en Fritz que
se ajusta a la legalidad del discurso compartido.
Aulagnier dirá que cuando el niño se pregunta sobre las teorías sexuales infantiles equivale
al nacimiento del yo, interpela a los padres todo el tiempo. Siempre hay que dar respuestas,
porque es importante dale información para que con esos retazos teja el fondo de memoria.
La conversación de Fritz con su padre sobre la existencia de Dios como una modalidad de
elaboración de las preguntas sobre el origen del mundo, la humanidad. Freud dirá en Tres
Ensayos que el estudio exahustivo de las manifestaciones sexuales en la infancia están
presentes desde el nacimiento pero son asequibles a la observación a partir de la
instalación de la pulsión sexual, que tiene distitnas características: objeto, fuente, meta,
pulsión parcial y demás. Pero las manifestaciones de la pulsión sexual en la infancia tiene
un carácter de ley. Entre los 3 y 5 años florece en el niño y se inicia una intensa actividad de
la pulsión de investigación que trabaja de dos modos: la pulsión de ver y la pulsión de
dominio. Por ejemplo, en el juego del carretel aparece la pulsión de dominio porque el niño
se apodera una situación a partir de repetir una escena, pero el placer en el niño está en la
ganancia de placer de otra índole, no en el juego sino en la actividad que se ejecuta en el
juego. Es decir, es para el niño la pulsión de saber la que motoriza y sostiene la tarea de
investigación y ahí aparece la sublimación como un modo de simbolizar la pulsión; no está
en bruto la pulsión aunque tiene modos de descarga directa. Es la pulsión entonces lo que
motoriza y sostiene la tarea investigativa que conduce al niño a la autonomía del
pensamiento, porque el niño puede diferenciar lo que él piensa de lo que los otros piensan.
Que el niño dude de lo que los otros piensen le posibilita instaurar su propia autonomía.
Para poder pensar la idea de autonomía del pensamiento Aulagnier desde la clínica de la
psicosis plantea que la actividad de pensamiento es una actividad de autonomía y que se
puede pensar como una conquista del yo; una conquista que no está asegurada desde los
orígenes. La autora se hace varias preguntas, la que me parece central es ¿cómo se pasa
de un “yo hablado” a un “yo hablo”? el yo hablo da cuenta de la posición enunciativa del
sujeto, desde dónde habla (en el juego, en el dibujo, en una primera entrevista). El pasaje
del yo hablado al yo hablo es justamente la dirección de una cura posible en un niño y un
adolescente. El “yo hablo” es que el sujeto tome la palabra de lo que le sucede. Otra
pregunta interesante que la autora se plantea es ¿cómo se pasa de la renuncia al saberlo
todo del discurso parental o portavoz, a saber del discurso del conjunto? Es decir, renunciar
a que el portavoz sabe todo. En la primera infancia los padres para el niño son el soporte
para el investimento necesario, pero eso debe caer, y eso no es sin consecuencias.
Autorizarse a pensar lo que otros no piensan es la condición necesaria para la existencia
del yo. Para el niño descubrir que el discurso puede ser portador de verdad o mentira, dudar
de lo oído, es para el niño tan importante como la diferencia de los sexos, como descubrir
esa diferencia. Esta autonomía del pensamiento también es posible si el niño o el sujeto
logra el trabajo pero también si el discurso del portavoz acepta ser cuestionado, y eso es lo
más difícil. Es importante que se tome eso del niño como una victoria yoica, y esto que el
discurso del portavoz no se instituya como la ley también es importante. No es lo mismo ser
el garante de la ley que encarnar la ley, la encarnadura de la ley no es lo mismo que el
representante de la ley.
El primer golpe a la omnipotencia parental es que el niño pueda dudar, que cuestione al
padre; o puede hacer un síntoma para cuestionar a los padres. Freud también va a
demostrar el papel central que tienen las mentiras infantiles. Es importante que el otro
materno acepte el placer solitario del pensar del niño, la función secreta del pensar. La
conquista o la victoria es cuando el niño no acepta la respuesta a su pregunta sino que
insiste; sobre eso construye otra pregunta.
Lo central entonces de autonomía de pensamiento es esta pregunta ¿cómo se pasa de un
“yo hablado” a un “yo hablo”? ¿Cómo se opera en la renuncia de querer saberlo todo del
portavoz por ejemplo, o del discurso parental? La adolescencia está totalmente ligada a
esto
ABERASTURY
Pionera del movimiento psicoanalítico argentino. Se diferencia del marco teórico de Aulagnier (está
mas vinculada a Klein), esta diferencia podemos verla en la postura de Piera apuntaba a una
entrevista mas abierta en funcion de esta idea de la escucha y atencion flotante (teorización flotante)
mientras que Aberastury propone una serie de datos que no deben faltar en la entrevista principal y
nos dan una idea prínceps. Es decir, la diferencia está en que Aberastury de alguna manera habla de
una entrevista estructurada, no darle libertad al paciente, pero recopilar datos que no puede faltar, a
diferencia de Piera que habla de no estructurar las entrevistas.
Entrevista inicial: (lo considera como parte del tratamiento). Propone un 1er encuentro que debe ser con los
padres (el niño debe saber de la misma). Presta atención a quiénes concurren, ya que considera que es revelador
del funcionamiento familiar.
Plantea que "hay que tender a aliviarles la angustia y la culpa que la enfermedad o conflicto de un hijo
despiertan"; para ello, hay que asumirse como terapeutas y hacernos cargo del problema o síntoma.Por esa
angustia, los padres suelen olvidar datos importantes. → Ella habla de que en las 1ras entrevistas hay que alojar
a los padres pero sin producir una pregunta posible. Propone una entrevista dirigida para evitar que el discurso
de los padres se derive a temáticas alejadas del problema del hijo y de su relación con él.
Propone recabar datos basicos como:
-Motivo de consulta: Tratar de disminuír el monto de angustia inicial de les padres, para que puedan
hablar de lo que no anda bien en le hije. "Deben sentir que todo lo que recuerden en relación al
motivo de consulta es importante para nosotros, y en lo posible registraremos minuciosamente las
fechas de iniciación, desarrollo, agravación o mejoría; para luego confrontarlos con lo que
consignemos a lo largo de la entrevista". Comparaba los datos con lo que le niñe desarrollaba
después.
-El día de vida: Reconstrucción de un día de vida mediante preguntas concretas que nos orienten
sobre las experiencias básicas. Ej: si las exigencias son acordes a la edad, las formas de premio-
castigo, reacciones frente a prohibiciones.
-Historia del niñe: Le interesaba saber la respuesta emocional ante el embarazo y cómo
evolucionaron los sentimientos; cómo fue el parto, la lactancia, la primera relación posnatal, la
alimentación, cómo lo calmaban cuando lloraba, el destete, las relaciones de independencia y
dependencia con la madre, la adquisición del lenguaje, el desarrollo de la habilidad para caminar,
aparición de los dientes, el dormir, el control de esfínteres, enfermedad, operaciones o traumas
(gravedad y reacción emocional de les padres), sexualidad, el juego, el inicio en el jardín de infantes,
en la escuela.
-Relaciones familiares: Ubicación dentro de la constelación familiar, si les padres viven y profesión o
trabajo, horas fuera de casa, sociabilidad de elles y sus hijes.
Para esta autora, lo único que puede hacer consciente lo inconsciente es la palabra, y este es el
objetivo que perseguimos con la interpretación. Mediante el psicoanálisis se propone un cambio
estructural y dinámico del psiquismo del niño, y no solo la desaparición de los síntomas.
A FREUD
Representante de la escuela de Viena. Corriente pedagógica
El objetivo no es hacer cc lo icc sino convertir una situación inconveniente en una situación más
ventajosa, esto implica intervenir con ese niño en función de la adaptación que se le exige.
Psiquismo: Inmaduro y dependiente. Diferente del adulto. Endeble: implica que el análisis sea
peligroso. Así, piensa que el análisis a partir de la latencia. No ve exitoso trabajar con niños muy
pequeños. No explorar el Complejo de Edipo, ni la relación con sus padres porque son objetos
actuales. Trabaja con el Yo del niño. El análisis tendrá un propósito pedagógico. El analisis con niño
no debe llevarse demasiado lejos
Transferencia: Dice que no es posible una verdadera situacion analitica, lo fundamental para ella se
va a dar en el vinculo, basado en la confianza que puede instalarse entre el niño y el analista.
Considera que la vinculación cariñosa, la transferencia positiva es la condición previa de todo el trabajo
ulterior, ya que el niño sólo es capaz de hacer algo cuando lo hace por amor a alguien. Solo por el amor al
analista (vinculo positivo) podrá hacer asociaciones libres. con la instalacion de la transferencia positiva evita la
instalacion de la transferencia negativa. La transferencia negativa es un obstáculo y deber ser eliminado a traves
de intervenciones pedagogicas, trabajar la transferencia negativa implica el trabajo sobre la trama edípica, por
eso si no es latente no cuenta con los recursos simbólicos para hacer frente a lo pulsional, es un peligro para el
psiquismo infantil, estallido pulsional, desborde del ello. Por eso el trabajo infantil se va a sostener en la
transferencia positiva, no debe analizarse el complejo de edipo xq analizarlo imploca levantar represiones y
hacer que lo reprimido emerja en la cc y como el psiquismo del niño es debil, si nosotros liberamos la pulsion,
el psiquismo que todavia esta en constitucion no va a tener la fortaleza para dominar la energia liberada. el niño
no tiene un yo fuerte ni un superyo que pueda ayudar lo suficiente para dominar lo pulsional. x lo tanto analizar
el complejo de edipo se perjudica la relacion con los padres xq una cosa es analizar el complejo de edipo de un
adulto que ya se separo de los padres y otra es hacerlo con el niño que todavia tiene dependencia con ellos. →
entonces en los niños puede haber una transferencia, pero no se produce una neurosis de transferencia
porque no están capacitados para comenzar una nueva edición de sus relaciones de amor, sus
objetos de amor originales -los padres- todavía existen como objetos en la realidad y no estan
interiorizados como figuras.El niño mantiene con ellos todas las relaciones de la vida cotidiana y
experimenta todas las vivencias reales de la satisfacción y el desengaño. A pesar de todos sus
impulsos cariñosos y hostiles contra el analista, sigue desplegando sus reacciones anormales donde
ya lo ha venido haciendo: en el ambiente familiar. De allí que el analista dirija su atención hacia el
punto en que se desarrollan las reacciones neuróticas: hacia el hogar del niño
¿Qué es lo que falta en la interpretación de Anna? Todo lo que hubiera profundizado en la situación
edípica. Porque sabemos que el complejo de Edipo es el complejo nuclear de las neurosis, por lo
tanto, si el análisis evita analizar este complejo, tampoco puede resolver la neurosis. ¿Cuáles son las
razones de Anna para abstenerse de un análisis más profundo, que investigara sin reservas la
relación del niño con sus padres y con el complejo de Edipo? Anna siente que no debe intervenir
entre el niño y sus padres, y que la educación del hogar peligraría y se crearían conflictos si se le
hace consciente al niño su oposición a los padres. Este punto es el que determina principalmente la
diferencia entre las opiniones teóricas de las dos autoras (Freud y Anna) y sus métodos de trabajo.
Analizabilidad: Plantea que la decisión de analizarse nunca parte del pequeño paciente, de este
modo, en la situación del niño falta todo lo que consideramos indispensable en la del adulto:el niño
tiene un psiquismo inmaduro con un yo débil, no tiene cc de enfermedad, no puede inferirse que
tenga deseo de curarse, no es capaz de asociar libremente, no es capaz de establecer la
transferencia; cuestiones consideradas por Anna Freud como las precondiciones necesarias para
iniciar un verdadero análisis. Una vez que el niño dimensiona el problema se va a entregar al
tratamiento. asi el analista va a tener que ubicarse en el lugar de autoridad siendo el que sancione lo
que esta bien y lo que esta mal de acuerdo a lo que esta socialmente aceptado explicandole al niño
las consecuencias de sus conductas. Momento en el que no se podrá intervenir para hacer ccc lo icc,
ni ejercer influencia analítica. Debe constituirse en el niño: 1. La conciencia de enfermedad o
sufrimiento. 2. Confianza en el análisis y fuerte vínculo positivo con el analista. 3. El deseo de
curarse o anhelo de resolución. El análisis del niño sólo se justifica frente a una verdadera neurosis
infantil en sujetos en los cuales haya atravesado el complejo de edipo, es decir a partir de los 5 o 6
años. → Hay una contradicción en el sentido que ella plantea que no puede ser analizable por su
endeblez y dependencia. Por ello se hace un trabajo previo introductorio para que al cabo de un
tiempo pueda asociar libremente y establecer la transferencia (busca hacer analizables a sus
pequeños pacientes). Recurre a métodos no analíticos, herramientas aportadas por la pedagogía, de
esta manera se busca establecer un lazo de confianza que facilitaría la constitución de la faltante
consciencia de enfermedad y su consecuentemente deseo de
curación. El analista debe asumir el derecho de guiar al niño, dominarlo. Bajo su influencia
el niño aprenderá a dominar su vida instintiva. Es preciso que el analista logre ocupar
durante todo el análisis el lugar del ideal del yo infantil. Sólo si el niño siente que la
autoridad del analista sobrepasa la de sus padres, estará dispuesto a conceder a este
nuevo objeto amoroso (equiparado a sus progenitores) el lugar más elevado que le
corresponde en su vida afectiva. Intenta establecer con sus pacientes una alianza, aliarse
con su yo consciente contra una parte divorciada de su personalidad o contra el mundo
exterior o los padres (considera que en el análisis todo debe ser conducido a partir del yo.
Todo parte para ella de la persuasión o de la educación del yo.
Superyo: Posee su origen en la identificación con los primeros y más importantes objetos
amorosos del niño. Son los padres quienes imponen exigencias éticas y restricciones
instintivas. Pero el niño aún no ha madurado y por lo tanto no posee esa independencia de
los objetos. La falta de SuperYo independiente (niñe como inmaduro) requiere un tope
frente a la peligrosidad del estallido pulsional. Ej: niña que expresa delante de familiares
fantasías y ocurrencias anales. SuperYo como representante de las exigencias éticas y
estéticas de la sociedad. “Si el niño pierde la relación objetal, desaparece también todo el
placer que le procura el cumplimiento de la exigencia” Ej: vergüenza y asco como
formaciones reactivas dependientes de la relación con el objeto adulto que le otorga solidez
y energía. SuperYo más ligado al ideal del Yo. El trabajo es doble: analítica y pedagógica.
La primera, en la desintegración histórica (en la medida que haya alcanzado la
independencia); la segunda, influyendo desde el exterior.
Papel de los padres: Es necesario trabajar con ellos, ya que son portadores de
resistencias que pueden hacer peligrar la meta analítica. Aportan al relato que el niño no
puede construir, aunque con posibles deformaciones. Esto implicaría que está pensando en
el psiquismo de los padres. Suministran la información para el armado de la historia
clínica. Todavía están presentes como objetos de amor en la realidad. Considera al
mundo exterior del niño como un factor inconveniente para el análisis. Por ello, estima al
alejamiento del niño del hogar como la solución técnica más adecuada.
Papel del analista: Es el propio analista quien debe guiar al niño a fin de que éste aprenda el
domeñamiento de sus impulsos infantiles. “Es preciso que el analista logre ocupar durante todo el
análisis el lugar del ideal del yo infantil y no iniciar su labor de liberación analítica, antes de
cerciorarse de que podrá dominar completamente al niño” Dos misiones difíciles y opuestas: analizar
y educar a la vez, permitir y prohibir.
Psa y educación:se debe combinar el análisis del niño con influencias educativas. (con el fin de
“educar la pulsión”). La educación tiene que inhibir, prohibir, sofocar y en efecto es lo que en todas
las épocas ha intentado hacer abundantemente. Pero el análisis demuestra que esta misma
sofocación conlleva al peligro de contraer una neurosis. Entonces postula que el trabajo con niños
supone la incumbencia de los padres, educadores o analistas. Toda intervención conlleva una
dimensión pedagógica ya que el niño es visto como inmaduro y dependiente con un yo débil y
endeble. El analista debe encarnar frecuentemente al superyó.
Dibujo: Propone al dibujo como uno de los medios o recursos técnicos auxiliares en el análisis de
niños junto con la interpretación de los sueños, los ensueños diurnos, las fantasías y el trabajo con
pareja parental para reconstruir con ellos la historia de la enfermedad.
Caso niña de los demonio: Me fue confiada para que la observara durante tres semanas. Debía
aclarar si su naturaleza difícil, ensimismada y taciturna se debía a defectos congénitos e insuficiente
desarrollo intelectual o si se trataba de una niña particularmente inhibida y soñadora. Observándola
con detenimiento comprobé que sufría una neurosis obsesiva sumamente grave y definida para su
edad, conservando sin embargo, una gran inteligencia y la lógica más aguda. Así relata en el inicio
del trayecto terapéutico el encuentro “Tengo un demonio dentro de mí. ¿Puedes sacármelo?”.
respondiendo ante ello, le prometo firmemente a esta niñita curarla. Teniendo en cuenta que no se
pueda esperar que emprenda un camino extraño hacia una meta incierta acompañada de alguien
para ella desconocido, satisfago así su manifiesto anhelo de ser compelida por una autoridad y de
tener un apoyo, me ofrezco como su aliada y critico a sus padres haciendo causa común con ella”.
De este modo, la autora subraya la posibilidad de intervenir desde la vertiente pedagógica,
destacando el lugar de la transferencia positiva que así se presenta en el espacio analítico.
Continúa diciendo: “A continuación expondré detalladamente una fantasía transferencial de índole
cariñosa producida por la pequeña neurótica obsesiva: ‘toda la gente del mundo nos odiaba, hasta la
gente que no nos conocía, hasta los muertos, así tu solo me amabas a mí y yo solo a ti, y siempre
estábamos juntas”. ANNA marcará las dificultades de la instalación de una neurosis de transferencia
en tanto los objetos originales (la pareja parental), continúan presentes como objetos de la realidad.
Obtenida la transferencia positiva a partir de la tarea pedagógica, ANNA evita la instalación de la
transferencia negativa, que entiende es un obstáculo a ser disuelto a través de vías no analíticas. Así
expresa: “En el punto culminante de su análisis, tratábase de demostrarle su odio a la madre, contra
el cual se había protegido creando su demonio, representante impersonal de todas sus tendencias
hostiles. Aunque hasta ese momento me había seguido dócilmente, cuando llegamos a este punto,
comenzó a resistirse. En otras ocasiones en cambio, la misma paciente me cuenta que oye una voz
dentro de ella, que la previene contra mí: 'no le creas nada a esta Anna, pues te miente, no te
ayudará y solo te pondrás peor”.
Transcurridas las tres semanas de prueba, los padres vacilaron entre confiármela para su análisis o
buscar otros caminos; pero la pequeña se inquietó mucho, no quiso abandonar las esperanzas de
mejoría que cifrara en mí. Logró convencer a los padres. Podría decirse que en este caso fue la
gravedad de la neurosis lo que facilitó tanto la labor analítica.
BLEICHMAR
Tiene orientación kleiniana en un 1er momento, y luego se ve influenciada por el pensamiento
Lacaniano, quien cuestiona el paradigma kleiniano. El modelo teórico de Klein es muy rígido ya que
propone la articulación de una serie de certezas, es cerrado en su mismo, obtura la posibilidad de
hacer lecturas clínicas. El modelo teórico lacaniano tiene riqueza conceptual pero no le permitía
abordar el trabajo clínico con un niño ya que no le permite abordar los tiempos previos a la
constitución del psiquismo. Ninguno de los dos marcos teóricos le aporta herramientas para pensar
los tiempos de desarrollo del psiquismo ni intervenciones posibles, por lo que trabajaría con
Laplanche.
Teoria clinica: la clínica no es el lugar donde se produce la teoría, la clínica es el espacio desde el
cual se plantean los interrogantes que ponen en tela de juicio las teorías que sostenemos con
convicción. De este modo, la clínica puede ser entendida como un espacio posible de articulación
entre la teoría y la práctica.
Bleichmar señala que el riesgo que corre el psa es el de caer en sus propias contradicciones
internas, por lo que considera urgente la tarea de tomar un posicionamiento crítico en relación a los
conceptos de la teoría freudiana. Enuncia así, que el psa va a dejar de tener éxito y sucumbir si no
es posible repensar y poner a trabajar los conflictos y contradicciones dentro de la misma teoría.
Será preciso entonces, hacer una lectura rigurosa pero no obediente de sus conceptos, dar lugar a la
revisión, a nuevas formulaciones y posibilitando la introducción de algo del orden de lo novedoso.
Propone realizar una revisión de los paradigmas (transferencia, sexualidad, icc, etc) de base del
psicoanálisis, "ponerlos sobre sus pies". No a fin de descartarlos, sino a fin de recuperar las líneas de
trabajo de esos paradigma. Va a decir que es importante trabajar la obra de Freud, sus
contradicciones, sus callejones sin salida, separando la teoría de los elementos mistificados de la
teoría. La obra freudiana como punto de partida, pero diferenciando las premisas universales de
aquellas propias de la subjetividad de la época. Ej: teorías sexuales infantiles. Trabaja su texto en
relación a tres ejes: el posicionamiento respecto a la obra de Freud, la sexualidad infantil y el lugar
del inconsciente.
-Posicionamiento respecto a la obra de Freud: Critica la posición "lo que Freud quiso decir...", a la
vez que sostiene que no se deben tomar los escritos como textos sagrados, como ley; haciendo un
recorte de la obra de acuerdo a lo que la escuela quiere trabajar.
-La sexualidad infantil: Critica el borramiento respecto al papel fundamental del adulto que implanta
la sexualidad en el niñe. Seducción generalizada de Laplanche. Sexualidad del adulto como motor de
la sexualidad en el cachorro humano.
-Estatuto del icc:
En relación a lo expuesto anteriormente sobre la clínica, Bleichmar hace un replanteo teórico-clínico
entre este trípode. Dirá que la clínica con niños y adolescentes es un espacio singular en el campo
terapéutico en la medida que integra los tiempos de la constitución (instauración de la sexualidad
humana) donde se elabora un trabajo de reintegración del marco conceptual (Freud) en función de la
singularidad del caso.
Bleichmar plantea que la clínica no es el espacio donde se elabora la teoría sino que es el espacio
donde se plantean los interrogantes para cuestionar los modelos teóricos.
Propone cuestionar y redefinir los fundamentos del psicoanálisis: someter las premisas de la
clínica a un reordenamiento metapsicológico; y redefinir la teoría en articulación con la
práctica (primero hay que pensar que es un niño, luego elegir el método: las intervenciones,
las estrategias clinicas, a diferencia de Klein que lo plantea al reves)
En los inicios de un tratamiento, se intenta hacer un diagnóstico diferencial e instalar el
dispositivo. Ver y detectar el tipo de presentación: sintomática o del orden del trastorno. Por
lo tanto es necesario, desde nuestro marco teórico, observar si está instalada la Represión
Originaria.
Si operó (síntoma): encontraremos signos de los diques anímicos (asco, vergüenza, pudor), renuncia
al autoerotismo (control de esfínteres), habría organización yoica, diferenciacion yo- no yo, lenguaje
compartido, Coordenadas temporo-espaciales, angustia de castracion y no angustia de aniquilamiento,
que pueda historizar, que juegue → Conflicto entre instancias, solución de compromiso. El sintoma en
el niño presenta dos caras: lo intrapsiquico y lo intersubjetivo (vemos al niño en relación a los otros,
pero también qué ocurre en ese aparato psíquico, por eso es una lectura metapsicológica). La
intervención adecuada sería la interpretación o la construccion (para que haga efecto, debe
haber algo reprimido). La fobia es el ej de que algo se reprimio, porque pasa desfigurado.
Si no operó (trastorno): descarga pulsional directa, masturbación compulsiva, desorganización
yoica, indiferenciación interno-externo. → . No estaría preponderando el conflicto entre sistemas; no
opero o hay fallas en la RO. Si estamos frente a la presencia de fallas de la represión originaria, un
síntoma que consulta porque muerde/se hace caca encima/anda pegando. Eso que sería lo fenoménico
nosotros hacemos un barrido y leemos otra cosa. Acá estaríamos del lado del trastorno. La
intervención van a ser las intervenciones simbolizantes ligadoras (simbolizantes xq liga afecto con
representación) Lo que se intenta hacer es que el trastorno se convierta en síntoma, por eso es
ligadora. x ej la intervención del analista es ligadora: “está jugando a esto porque seguramente te está
molestando tal y tal cosa”. → Si no se instaló y ya lo debería haber hecho, hablaremos de una
psicosis. ACLARACION: puede haber trastornos sin que se hable de psicosis. SIEMPRE SE
APUNTA A LA COMPLEJIZACION DEL APARATO PSIQUICO
La pulsión tiene un doble carácter: endógeno (autoconservativo) y exogeno ya que es implantada por
los cuidados precoces del adulto en el encuentro con el niño. → ¿En qué momentos el adulto
implanta la pulsión, su propia sexualidad? En los cuidados, en la experiencia de
satisfacción, en ese encuentro que va más allá de lo autoconservativo, hay un plus que
funda algo, una primerísima relación. Relación que no es mítica, sino que es real; es posible
de ser localizada. Es decir, cómo se juega la sexualidad materna en estos 1ros tiempos del
aparato psíquico; ella lo va a llamar “los prerrequisitos” (para que se instale la represión
originaria y lo psíquico. La instalación del autoerotismo). Lo originario remite a los 1ros tiempos del
aparato, a cómo ha sido transvasada la sexualidad materna y paterna sobre el cuerpo del niño. → Para
que el aparato psiquico pueda constituirse requerimos de un otro adulto. Ese otro sexuado,
sexualiza al cachorro humano posibilitando el proceso de hominización. A partir de esto,
particulariza los primerísimos tiempos respecto de la función materna, la cual no se reduce
solo a lo autoconservativo, sino que le va a suponer un doble carácter: doble conmutador
→ por un lado, el aspecto pulsante/sexualizante: implanta la pulsion a traves de los cuidados
maternos. Desde el icc del adulto al aparato psiquico incipiente y, por otro lado, su
capacidad de trasvasamiento narcisistico: implantación de las vías colaterales de descarga
del remanente excitatorio. Del narcicismo secundario del adulte al narcisismo primario del
cachorro humano.Esa sexualidad es indomeñable para el niño. Es desde el yo de la mama
y su narcisismo y tienen q reprimir lo que en un 1er momento instauró, poniéndole
significante, límite. Ofrece vías colaterales para canalizar la energía sobrante. Ahi es donde
se constituye el yo, volviendo desexualizada esa sexualidad. x ej el uso de chupete hace
que toda la pulsión sexual acumulado en el caso clínico del bebé de 5 semanas que no
duerme lo haga descargar así dormirse
Es necesario que esta sexualidad ingrese coligada, y esto es posible solo si existe este otro
prerrequisito: LA CAPACIDAD DEL PSIQUISMO MATERNO DE REPRIMIR SU PROPIA
SEXUALIDAD PULSIONAL.
Vías colaterales: Entonces tenemos dos lados: del lado del niño (activo) un trabajo que va
a tener que hacer para humanizarse; del lado del adulto el narcisismo humanizante y las
vías colaterales. El otro facilita vías de ligazón, de descarga frente a eso que es tan
excitatorio.
Metabola: noción para pensar que el icc del niño no es directamente el discurso del otro
(Lacan). Sirve para explicar que entre lo que proviene del adultx y lo que se inscribe en el
psiquismo en vías de constitución del niñx no hay simple interiorización, sino que es un
proceso dedescomposición y recomposición que se da entre el psiquismo del niñx y el
psiquismo del adultx Se diferencia de la postura de la homotecia estructuralista que plantea
que algo del psiquismo del adulto se inscribe tal cual en el psiquismo del niño. Esto de
otorgarle un lugar al otro, no anula la especificidad del psiquismo infantil. Además no implica
pensar al psiquismo infantil como pasivo, sino activo.
Dominancia estructural: Implica, en primer lugar, que cada vez que uno se refiere a un
diagnostico en términos de estructura, lo hace en base al modo de funcionamiento que
gobierna globalmente la estructura, pero que no excluye la posibilidad de que otras
corrientes de la vida anímica puedan no ser homogéneas a la dominancia estructural. Esto
abre la posibilidad de que uno pueda leer dentro de unas neurosis fenómenos
psicopatológicos que no son neuróticos en sentido estricto, es decir, que puedan coexistir
síntomas y trastornos. La utilidad de esto es poder advertir el nivel de prescriptivo que
corresponde respectó de estos fenómenos, es decir, pensar en términos de dominancia
estructural implica, por un lado, pensar en una dimensión metapsicológica, como uno piensa
el psiquismo, su constitución, y su modo de funcionamiento, pero también tiene una
dimensión clínica porque determina las formas de intervención.
La idea no es anular la noción de estructura sino, por ejemplo, se piensa en dominancia en
relación al modo en el cual la tópica se instaló, pero esto, a diferencia del planteo
estructuralista, no descarta que ciertos aspectos del funcionamiento psíquico puedan no
estar normatizados según la dominancia de la estructura (ejemplo: trastornos con
síntomas).
Analizabilidad: En 1er lugar, resulta fundamental partir de la premisa principal de que el icc
no esta fundado desde los orígenes, es entonces, que las intervenciones serán acordes a
los tiempos de constitución de los aparatos psíquicos (síntomas:
interpretación/construccion; trastornos: intervenciones simbolizantes ligadoras). En segundo
lugar, es importante poder delimitar las condiciones o pre requisitos para hablar de análisis
clásico (previamente habra que pavimentar el terreno para que la intervencion analitica
tenga efecto, sino, cae en vacio): 1) el conflicto debe ser intersistémico e intrasubjetivo.
Desequilibrio libidinal entre sistemas al interior de la tópica psíquica.; 2) debe haber un
sujeto capaz de posicionarse frente al icc; alguien que pueda hacer el trabajo de volver cc lo
icc; 3) debe haberse constituido y estar en funcionamiento la represión (de todas formas,
aunque no estén dadas las condiciones de analizabilidad, las intervenciones simbolizantes
ligadoras en trastornos siguen siendo psa).
Motivo de consulta vs. razon de analisis: Una cosa es por lo que se consulta (lo
manifiesto) y otra por lo que es necesario realizar el tratamiento. La razón de análisis (en
sentido estricto) se construye. Para eso, también debe haber un sujeto de análisis. La
razón de análisis (en sentido amplio) implica la detección de un modo de funcionamiento
psíquico con fallas en su estructuración. El objetivo y el método serán distintos, pero no por
eso no es psicoanálisis. La razón de análisis implica la instalación del dispositivo, la
elección del método a seguir y las formas de la prescripción analítica.
Motivo de consulta: Por lo que el paciente dedide ir a consulta o deciden llevarlo
Razon de analisis: Poder constituir un funcionamiento estructural, del aparato psíquico, que
no produzca tanto sufrimiento.--> Por eso, habla de Proceso de Neogénesis, como práctica
que no se limita a recuperar lo ya existente (hacer conciente lo inconciente), sino que
intenta generar nuevas condiciones de simbolización, para que la vida de ese sujeto cambie
Diferencia entre juego y pseudo juego: Es importante la distinción que hace la autora
entre lo que entendemos como pseudo- juego, donde no ha tenido lugar aún el
emplazamiento psíquico y no hay capacidad de jugar simbólicamente, de los casos de niños
que han atravesado traumatismos severos y presentan un carácter patológico en el juego,
donde juegan compulsivamente. Allí dice Bleichmar, no se debe apuntar a interpretar ese
juego, sino más bien a restituirlo en su carácter simbólico.
Juego en analisis: Mas allá de que le niñe juegue y a qué juega, lo importante es la
intervención que nosotres ofrecemos como analistas. Leemos como mensaje al juego y lo
convertimos en un intercambio. El juego deviene mensaje en tanto existe una relación
transferencial. Brinda carácter comunicacional al acto del otre. Se interpreta la presencia
del inconsciente en el juego. Dos riesgos: 1) el analista que se ubica simétricamente
olvidando su tarea de simbolización/interpretación, y 2) el analista para el que el juego es un
trabajo y olvida la dimensión placentera.
Diferenciándose de Klein, que no es el juego mismo lo que se interpreta, sino la presencia
en él del inconsciente ya que no hay un código compartido, como lo hay en el lenguaje, de
qué significa jugar a tal cosa, no hay ninguna suerte de “sistema de transcripción” simbólica
del juego que dé lugar a construcciones de sentido.
Transferencia: Dice que no es meramente del orden de la repeticion, sino que es una neo-
creacion, conjugando de este modo la repeticion con el espacio de lo inedito. El espacio
terapéutico se constituye en un campo complejo, que en su devenir reúne una serie de
encuentros que implican, por un lado, el encuentro de dos historias (del analista, del
paciente), y de la construcción de una historia transferencial que posibilite la constitución de
nuevos sentidos, una nueva versión de la misma.
Caso alberto: el título del texto es “del irrefrenable avance de la representación”, quiere
decir que hay algo que no se puede frenar. Cómo las representaciones avanzan a la
conciencia y no encuentran un dique que frene, que ligue.
Alberto tiene 5 años que llega a la consulta porque la maestra nota ciertas características
atípicas. En el discurso de Alberto se presentan elementos discursivos inubicables en un
contexto, diciendo en cualquier situación cosas sin sentido, esto es un indicador cuando la
represión no está instalada la idea se fuga. Hay un fracaso en los movimientos inhibidores
del yo. Su madre plantea que tanto ella como el padre del niño saben de dónde sale lo que
dice, pueden organizar y contextualizar lo que Alberto dice.
La hipótesis que propone Bleichmar es que se trataría de un fracaso de la constitución
psíquica. Considerando estas cuestiones del objeto, Bleichmar empleó el método. Esto, a
diferencia de Melanie Klein, quien establecía el método con anterioridad adaptando a él la
definición del objeto.
Tiempo y espacio en Alberto estaban funcionando de un modo muy particular (“se hundio tu
casa,” esta no es la logica del proceso secundario), y por lo tanto la diferenciación yo-no yo,
adentro-afuera, ante un ruido fuerte cierra las puertas y ventanas, no se tapa los oidos. “su
constitución yoica no estaba constituida y debido a esto, su cuerpo podía fácilmente ser
atravesado sin que él pudiera controlar sus propios agujeros de entrada y salida”
Comenta que tiene varios pánicos; uno es el del ascensor (ve el ascensor separado del
piso, y dice que el piso se hundió). no es el miedo que podría sentir particularmente por
quedarse encerrado, sino que esto se trata de una falla en la estabilidad respecto de las
categorías espacio y tiempo. Y esto, efecto de que su representación yoica aún no estaba
constituida, como tampoco la diferenciación del mundo externo e interno.
Esto permite pensar cómo está funcionando ese psiquismo.
Temores: angustia de aniquilamiento: el yo es el que esta en peligro (y no de castración).
No podía estar con mangas cortas ni bañarse: esto nos remite a la instancia yoica y al
cuerpo. Un yo no constituido y un cuerpo que se presenta como despedazado. No podía
estar con mangas cortas ni bañarse: esto nos remite a la instancia yoica y al cuerpo. Un yo
no constituido y un cuerpo que se presenta como despedazado. La ropa como una especie
de membrana antiestímulo que precariamente le da unificación. Ropa como límite que su
cuerpo no tiene, límite al yo.
Carecía de defensa alguna al momento de la consulta, es decir, dichos terrores no lograban
fobizarse con un objeto y en consecuencia se desplazaban continuamente. Esto quiere
decir que aún no ha atravesado la represión.
En relación a las intervenciones, Bleichmar deja en claro cuál es el objetivo de las mismas:
construir algunas premisas clínicas para sostener una dirección que condujera a una
evolución diferente. La autora se planteaba entonces, un período de trabajo para ver si
lograba ligar y crear las condiciones de estructuración que posibilitaran una neo-génesis. Es
decir, el objetivo es de organizar la tópica faltante: Fundar la tópica. Ayudar a construir una
primera posición de sí mismo a partir de la cual poder establecer la diferenciación
intrapsíquica: con el inconsciente e intersubjetiva: con el objeto de amor. Organizar esa
masa ligadora. Muchas de las sesiones estuvieron destinadas a inscribir en él una imagen
de sí mismo, a ayudarlo a fundar la tópica yoica.
No era porque Alberto se angustiaba que el discurso se disparaba en forma incontenible,
era porque no se angustiaba, no podía registrar sus afectos, en la medida en que, en el
momento en que se desencadenaba el proceso, no había sujeto capaz de cualificar aquello
que lo invadía desde su interior. Enlazar un afecto con una representación mediante la
palabra sería la forma de posibilitar un freno a la circulación desenfrenada de sus dichos, de
las ideas que comentaba la maestra por ejemplo.
Una intervención ligadora simbolizante analítica realizada por Bleichmar se puede situar a
partir de que, en una sesión, Alberto se aterroriza al pasar una moto, temiendo que ésta
pudiese entrar por la ventana. A partir de esto, la autora apoya sus manos en la cabeza del
niño, rodeándola (como constituyendo una protección) y le habla de los objetos que entran
en ella, de cómo sentía su cabeza abierta a las cosas que entraban y salían, y le propone
ayudarlo. Efectúa un ejercicio de nominación que le permita a Alberto organizarse marcando
así la diferencia entre el niño y los objetos. Bleichmar realiza estas intervenciones porque
veía que en el niño no había una diferenciación entre los objetos del mundo y su cuerpo, no
había diferencia interior-exterior. Era debido a esto que los bloques hipermnésicos
progresionaban sin ligazón ni contextualización hacia el polo motor, y que la corteza
psíquica protectora, antiestimulo, quedaba constantemente fraccionada, sin que se filtre lo
que recibia ni se ligara desde su interior lo que la perforaba. Podemos dar cuenta de cómo
interviene la autora allí, lo hace ofreciéndole una representación (el ruido de la moto) para
ser ligado con un afecto (el pánico), y le da una devolución en términos estructurales. Utiliza
como mediadora la palabra con el propósito de ir construyendo juntos, a través del proceso
analítico, para que sea él quien decida qué pensamientos, ideas, entran y cuales no.
Fallas en la operatoria de la represión originaria. Una vez que se instala la tópica puede
haber la posibilidad de producir síntoma.
Bleichmar pesquisa que hay algo de la sexualidad que se había instalado, y también la idea
de interpretación delirante materna, que es esa convicción de anticipar de la madre lo que le
sucede al niño, por eso es delirante. Lo que se filtra en Alberto tiene que ver con déficits
parciales en la construcción de la represión originaria; por eso no es una psicosis.
Historia de Alberto: es adoptado, se habla de un doble abandono. Hay una dificultad de esta
madre de tomar al niño. Él dice “yo no nací todavía”; la intervención tiene que ir por el lado
de que él sí nació. El deseo de tener un hijo no es la planificación familiar, sino que se
inscribe en otro orden. El hijo adviene en un deseo de la pareja parental; en ese deseo se
aloja la primer coordenada de existencia de lo psíquico.
Caso Daniel: bebe 5 sem, es llevado por su madre. Elementos clínicos importantes: el niño
presentaba un trastorno del sueño (no lograba dormir bien), sus baños eran desesperantes
y en ellos no había disfrute (lloraba desde el momento en que lo sumergían hasta que lo
sacaban del agua) como tampoco del cambiado. Rechazaba cualquier acción por fuera de
aquello que no sea autoconservativo, más precisamente no había para Daniel un instante
de placer.
No hay presencia de síntomas en Daniel, ya que no presenta aún instalación de la tópica
psíquica que permita la diferenciación entre los sistemas icc- prcc- cc. El niño se encontraba
aún en tiempos de constitución del aparato psíquico previos a la instalación de la represión
originaria. Hablamos de trastornos: la libido sexual infantil no encontró todavía un destino de
rehusamiento y de represión. Las intervenciones de la analista van a apuntar, entonces, a
lograr la instauración de la tópica, a que el aparato psíquico cuente con la mayor
complejidad posible, apuestan a la mayor organización del psiquismo.
Otro elemento clínico importante a tener en cuenta es el que se desprende de la mamá del
niño, quien no lograba tomar una buena posición para amamantar a Daniel; Bleichmar
observa allí algo del orden de lo fallido en la función narcisizante materna, por lo cual la
relación madre- hijo se encontraba perturbada. Esto podemos observarlo en la mala
posición para dar la teta, el niño no lograba tener un acercamiento adecuado al pecho
materno. Sobre esto, la analista interviene señalando a ella que tal vez podría mejorar la
posición para tener un mejor contacto con el niño. La importancia de la intervención de
Bleichmar reside, no solo en hecho de sugerirle esto para lograr que aloje a Daniel, sino
también en hacerle a la mamá una devolución en términos estructurales, cuando le
menciona que ella siempre mantuvo “relaciones de a dos”, con su marido, con su trabajo.
Metapsicológicamente, la hipótesis de Bleichmar es que hay una falla a nivel de la función
materna, una falla en la narcisización de la madre, donde esta no logra ofrecer las
representaciones al niño para que pueda ser pensado como alguien separado de ella. Es
decir, se trata de una falla a nivel del narcisismo secundario materno, donde la mamá de
Daniel no puede dar cuenta de lo que le pasa al bebé, ni alojarlo, tampoco anticiparle un
pensamiento diferenciado del suyo. Una violencia primaria que es necesaria para darle vida
a este infans, para otorgarle un psiquismo. No se le podría ofrecer las representaciones
colaterales por las cuales el yo después se va a constituir.
La autora plantea en su texto “el pecho, objeto de apaciguamiento de la necesidad, irrumpe,
al mismo tiempo, como objeto sexual traumático excitante, pulsante". El remanente
excitatorio, producto de ese encuentro, deberá encontrar una vía de descarga por medio de
un investimiento colateral de representaciones (vías de facilitación coligadas). El
autoerotismo, succión de la mano, del chupete, cumple una función de ligazón,
organizadora de esta excitación sobrante. El remanente excitatorio, producto de este
encuentro, tenderá a la descarga o a la ligazón bajo el modo de un investimiento colateral
de representaciones”. Podemos situar que en el caso de Daniel aparecen fallas ante la
búsqueda de descarga por medio de vías colaterales. Esto podemos verlo ejemplificado en
el rechazo hacia el chupete, y hacia otras vías de descarga.
Hay ciertos elementos importantes a tener en cuenta sobre las fantasmáticas parentales
que juegan un papel importante en el caso de Daniel. La madre de Dani encuentra
dificultades con el papá, ya que éste rechaza la idea de que su hijo utilice el chupete. Esto
da cuenta cómo el ejercicio de la función materna, está siendo obturado por el propio icc del
padre de Dani, ya que el hecho de ofrecerle el chupete lo llevaba inmediatamente a través
de sus recuerdos a cuando era pequeño, a su madre insistiendo para que coma. El punto
está en que no quería ser intrusivo como lo había sido su madre con él. Con esto podemos
ver como las fantasmáticas parentales operan aquí, en el hecho que el padre ha establecido
una identificación con su propio hijo.
Otro punto importante es el relacionado a los elementos que aparecen de la fantasmática de
la mamá de Daniel. El motivo de angustia de aquella madre, volviendo a consultar a
Bleichmar años después, consistía en la manera de tolerar ella misma, hija preferida de su
padre y sometida a los celos de una madre que había escogido a su hermano como el
privilegiado. La ambivalencia que le producía la intromisión que Dani ejercía en la relación
con una nueva hija, que venía a constituir el objeto reparador de su propio vínculo originario
fallido. La mamá siempre sintió la conflictiva de poder entender que pueda querer y odiar al
mismo tiempo. Y esa historia ya la había vivido con su propia madre y padre, por ende no
podría soportar que lo mismo le suceda con Dani y Camila, la hermanita. Sentía que tenía
que dedicarse a Camila pero al mismo tiempo Dani demandaba de su atención para jugar o
tener su atención, al mismo tiempo que su marido llegaba y todo se complicaba. No quería
dejar a nadie de lado, que nadie se enojara, y esto producía cierto malestar.
La intromisión refiere a un monto excitatorio que entra al aparato psíquico pero no
encuentra vía de ligazón y por lo tanto de descarga. Esto es lo que consideramos que
ocurre en el caso de Daniel, una intromisión que no da lugar a una complejización del
funcionamiento psíquico, sino que más bien funciona como desestructurante para el
psiquismo del niño.
Caso Javier: Es llevado a la consulta por 1ra vez a los 2 años y 8 meses, por sus padres.
Dicha consulta se realiza debido a que, tanto en su casa con sus hermanitos como en el
jardín con otros niños, muerde expresando así sus impulsos hostiles cuando algo le
molesta, y en lo cual no cede frente al regaño. El acto de morder, la descarga de la pulsión
oral canibalística se manifiesta de forma directa, por lo que podemos pensar que la
represión originaria ha operado fallidamente, en tanto esta pulsión se manifiesta sin
inhibición. Y en este sentido es que nos encontramos frente a un trastorno, por lo que la
manera de intervenir debe ser distinta a la de un síntoma en tanto el psiquismo aún no ha
terminado de constituirse. Bleichmar frente a este trastorno va realizar intervenciones
apuntadas a nominar el afecto. Asimismo debemos destacar que las intervenciones se
realizan en la escena del juego, por lo esto nos permite pensar el lugar que ocupa el juego
en tanto el mismo da lugar a la complejización del aparato psíquico. En la segunda
entrevista se lleva a cabo un juego en el cual Bleichmar enciende un encendedor y el niño lo
apaga, pero en ciertos momentos Javier intenta arrebatarlo. Frente a esto Silvia se rehúsa y
aparece nuevamente el llanto del niño, por lo que la madre lo toma entre sus brazos, y
Bleichmar realiza esta intervención: “Le digo entonces que algo <le quema> adentro cuando
se pone a correr, morder, a tirar cosas; que no sabe como calmar eso que quema adentro”
Dicho esto es que en la tercera sesion Javier lleva a la consulta un sueño que tuvo con un
cocodrilo, el cual es algo del orden de lo reprimido y esto nos va a indicar entonces que fue
a partir del juego que se constituyo el aparato psiquico.
Bleichmar señala una serie de intervenciones y aspectos trabajados con el caso de Javier
que bien pueden pensarse en la línea de lo que Maud Mannoni aporta con el concepto de
transferencias múltiples, lo cual implica la introducción de aquellos otros que son
significativos para el niño, no solo la pareja parental, sino también los educadores en la
escuela, el pediatra y aquellos otros que forman parte del entorno en el cual el pequeño se
encuentra inserto.
La relación transferencial que Bleichmar establece con la madre de Javier es fundamental
para pensar que las figuras parentales tienen un lugar muy importante en el desarrollo del
análisis de Javier, cuya represión, dice la autora, se ha instalado in situ, a partir de los
encuentros con la analista y sus intervenciones analíticas. La madre del niño señala que
cuando este se torna “insoportable”, lo envían a su cuarto para que se tranquilice. Allí es
donde Bleichmar interviene proponiendo a la madre que, cada vez que Javier se torne
“incontenible”, ella pueda rodearlo con sus brazos para que el niño sienta que ella lo
sostiene (como ha hecho ya frente a ella en el espacio analítico). A partir de allí, cuando
Javier vuelve en una tercera consulta, su madre expresa que ha estado más cariñoso y ha
dejado de morder. Hay allí, claramente, un componente que antes era de orden libidinal,
que buscaba satisfacerse de forma directa, mordiendo, y que ahora aparecía de modo
reprimido. Había actuado allí la represión dando lugar a la constitución del inconsciente.
Fueron fundamentales ahí las intervenciones analíticas de Bleichmar, extendidas
aproximadamente por doce sesiones, que son acompañadas conjuntamente con entrevistas
con los padres para recapturar y resignificar lo ocurrido.
También es importante ubicar el lugar de la fantasmática del padre de Javier. Vuelven a
acudir a Bleichmar cuando este tiene ya 3 años y 9 meses. El niño, único varón entre sus
hermanas, es colocado en el lugar de niño encantador, seductor, y cuando alguien le solicita
besos, nunca dice que no. Respecto a esto, su mamá dice que “muchas veces, cuando él
no tiene ganas de dar un beso a alguien -todo el mundo lo reclama-, nosotros le insistimos,
creo que no lo dejamos elegir… Es un poco el juguete de todos...” Bleichmar trabaja sobre
esta situación, haciendo que también el padre repiense algunas cuestiones en torno a
Javier, como por ejemplo por qué cede siempre a su hijo, único varón, a la circulación
femenina.
A partir de allí, Javier empieza a rehusarse a darle besos a todos, diciendo que se
acabaron. Así vemos la importancia de pensar en el trabajo con los padres para llegar a
esos resultados, los cuales no pueden pensarse como parte de un análisis en sentido
estricto. Es más bién un espacio de intervenciones analíticas donde se buscan nuevas vías
para la constitución psicosexual en la primera infancia de Javier.
AULAGNIER
Médica italiana formada con Lacan y en el año 1968 se separa de él. Se conforman
diferentes grupos donde hasta el momento había tres instituciones psicoanalíticas y Piera
forma la cuarta.
Piera no trabajó con niños, pero fue su experiencia clínica con sujetos psicóticos la que la
confronto con la insuficiencia de la teoría y la llevo a la reformulación de la metapsicología
arribando a un modelo teórico - clínico propio.
Cuatro versiones que dan cuenta de la articulación dada entre lo ya sabido, y lo imprevisto del
encuentro clínico, lo no sabido de la teoría. Rompe con la idea de una version que remite a una unica
verdad. Al ofertar las cuatro versiones, da cuenta de un posicionamiento e interrogación, de
teorización flotante, que marca la permanente y relevante articulación entre teoría y clínica, en donde
la idea de articulación no es concebida como el encastre perfecto de piezas de un rompecabezas, sino
como noción que contempla, delimita e interroga las semejanzas y las diferencias que contienen en
su interior puntos de encuentro y de distancia entre los que se puede construir puentes a partir del
despliegue de la singularidad de cada historia. →Piera adscribe a un modelo teórico-clínico, que
se basa en la teorización flotante, que implica justamente recuestionarse el analista todo
el tiempo la teoría. No es que la teoría verifica la escucha, sino que es la escucha la que
lleva a redefinir todo el tiempo a la teoría, por eso la llama escucha flotante, y teorización
flotante, ya que no es fijada, sino que el móvil es la clínica en su singularidad.
La creación se opone a la rigidez conceptual en términos de cristalización de las nociones,
que involucra la exclusión del movimiento que se anuda a la especificidad del objeto y de la
historia como condiciones de producción científica, y se opone a las restricciones que el
dogmatismo impone a la escucha, en tanto se ajusta a lo ya pensado por el marco teórico.
El saber se encuentra ligado y es solidario al campo de la creación, en la medida en que la
creación contiene en su interior la noción de diferencia como opuesta a la repetición de lo
ya pensado por un otro, de lo ya escrito, transmitido desde un modelo conceptual.
Psiquismo: fundación del psiquismo en el encuentro con el otro. El icc no se encuentra estructurado
desde los orígenes, sino que se da a partir del encuentro con el otro (exogenista). La actividad de
representación es el equivalente psíquico del trabajo de metabolización de la actividad orgánica.
Metabolización: función mediante la cual se rechaza un elemento heterogéneo respecto de la
estructura o inversamente, se lo transforma en un material que se convierte en homogéneo a ella. →
la psique está sumergida desde un primer momento en un espacio que le es heterogéneo, cuyos
efectos padece en forma continua e inmediata. Las perspectivas de Bleichmar respecto a la
implantación de la pulsión, y de Piera respecto al efecto de encuentro objeto-zona complementaria,
son equivalentes sobre los orígenes del sujeto psíquico.
La psique y el mundo se encuentran y nacen uno con otro, uno a través del otro. Decir que
el encuentro inaugural ubica frente a frente a la psique y al mundo no explica la realidad de
la situación vivida por la actividad psíquica en su origen. Si mediante el término “mundo”
designáramos el conjunto del espacio exterior a la psique, diremos que ella encuentra este
espacio, en un primer momento, bajo la forma de los dos fragmentos particularísimos
representados por su propio espacio corporal y por el espacio psíquico de los que lo rodean,
y en forma más privilegiada, por el espacio psíquico materno. El encuentro se opera entre la
actividad psíquica y los elementos por ella metabolizables que la informan acerca de las
“cualidades” del objeto que es causa de afecto. Cualquiera que sea el sistema considerado,
el término “representatibilidad” designa la posibilidad de determinados objetos de situarse
en el esquema relacional característico del postulado del sistema: la especificidad del
esquema va a decidir cuáles son los objetos que la psique puede conocer.
Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el niño puede conocer de
ellos. La madre se presenta como un “Yo hablante” o un “Yo hablo” que ubica al infans en
situación de destinatario de un discurso, mientras que él carece de la posibilidad de
apropiarse de la significación del enunciado y que “lo oído” será metabolizado
inevitablemente en un material homogéneo con respecto a la estructura pictográfica.
Pero, si es cierto que todo encuentro confronta al sujeto con una experiencia que se anticipa
a sus posibilidades de respuesta en el instante en que la vive, la forma más absoluta de tal
anticipación se manifestará en el momento inaugural en que la actividad psíquica del infans
se ve confrontada con las producciones psíquicas de la psique materna y deberá formar una
representación de sí misma a partir de los efectos de este encuentro, cuya frecuencia
constituye una exigencia vital. El discurso materno es el agente y el responsable del efecto
de anticipación impuesto a aquel de quien se espera una respuesta que no puede
proporcionar; este discurso también ilustra en forma ejemplar lo que entendemos por
violencia primaria.
Nos proponemos separar, por un lado, una violencia primaria, que designa lo que en el
campo psíquico se impone desde el exterior a expensas de una primera violación de un
espacio y de una actividad que obedece a leyes heterogéneas al Yo; y por el otro, una
violencia secundaria, que se abre camino apoyándose en su predecesora, de la que
representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario para el funcionamiento
del Yo.
Diremos que designamos como violencia primaria a la acción mediante la cual se impone a
la psique de otro una elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que
lo impone, pero que se apoyan en un objeto que corresponde para el otro a la categoría de
lo necesario. La violencia primaria que ejerce el efecto de anticipación del discurso materno
se manifiesta esencialmente a través de una oferta de significación, cuyo resultado es
hacerle emitir una respuesta que ella formula en lugar del infans. La entrada en acción de la
psique requiere como condición que al trabajo de la psique del infans se le añade la función
de prótesis de la psique de la madre, prótesis que consideramos comparable a la del pecho,
en cuanto extensión del cuerpo propio, debido a que se trata de un objeto cuya unión con la
boca es una necesidad vital, pero también porque ese objeto dispensa un placer erógeno,
necesidad vital para el funcionamiento psíquico.
Postulados principales: Piera Aulagnier trabaja dos postulados sobre los que basa su
teorización: 1. El cuerpo: toma el modelo del cuerpo y las funciones sensoriales como
vehículo de una información somática. Información que proviene del cuerpo y es
transformada en algo heterogéneo, en algo diferente; la convierte en material psíquico:
Actividad de representación de la psique.
2. La situación de Encuentro: si hay algo que caracteriza al ser viviente es su situación de
encuentro continuo con el medio físico-psíquico que lo rodea. Estos encuentros (todo acto,
toda experiencia, toda vivencia) serán generadores de tres tipos de producciones, lugares
de inscripción y procesos: lo originario, lo primario y lo secundario.
La actividad psíquica está conformada, para Piera, por el conjunto de tres modos de
funcionamiento. Estos no están presentes desde un primer momento, sino que se suceden
temporalmente y cada uno de ellos, incide en los posteriores .Están vigentes durante toda la
vida. Cada uno de los tres, se distingue por una actividad que los representa y un postulado
que los categoriza:
Proceso originario:Es el 1er proceso que comienza a funcionar en el recién nacido a partir de la
necesidad de la psique de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos que le
llegan. Los sentidos le van a dar al psiquismo naciente información libidinal: presencia o ausencia de
placer. Se rige por el postulado del Autoengendramiento,es decir, que la propia actividad de
representación es la que crea el estado de placer y la que engendra al objeto causante del mismo. → la
vivencia del bebé, es que él es quien autoengendra, de hecho nombra el primer pictograma
pecho-boca del niño. el bebe cree que el pecho es su propia creacion.
La actividad que representa al proceso originario es el pictograma. De la conjunción
sincronizada de los tres elementos: zona corporal, objeto y placer surge una huella, una
marca psíquica altamente catectizada que queda grabada en el icc trascendiendo lo
puramente autoconservativo y permitiendo la emergencia de la zona erógena. Para el infans
aún no hay diferencia entre mundo externo-mundo interno. El objeto y la zona corporal
quedan unidas como si fueran una sola estructura (zona-objeto); si las marcas se instauran
bajo el signo de placer, zona y objeto se fusionan, boca-pecho (pictograma de fusión). Por
el contrario si prevalece el displacer, lleva a la inscripción de un pictograma de rechazo.
Proceso secundario: Este 3er momento de la constitución del psiquismo del niño se
caracteriza por la aproximación del mismo a una diversidad de acontecimientos
sociales ,como el contacto con pares, los conocimientos escolares, etc . La representación
que caracteriza este tiempo del psiquismo , es la representación ideica o enunciado . El
desarrollo del lenguaje y del pensamiento se instalan aquí como potencialidades psíquicas.
El espacio secundario es sede de la actividad del YO.
6) Deseo del padre: padre como primer representante de los otros, del discurso
del conjunto. Destotaliza el discurso materno. Otro sin pecho que puede ser
fuente de placer y de afecto sin estar ligado al cuerpo de la necesidad. “El otro
sin pecho” siendo el padre como representante de lo cultural y, por lo tanto, de la
ley universal, sería el primer representante del discurso del conjunto en el
ámbito familiar.
Al comienzo de este análisis del rol materno, hemos considerado que era posible definir lo
que sería la conducta normal, designando así una conducta que, en caso de ser lo único en
juego, no induciría en el niño reacciones psicóticas (lo cual no quiere decir que, con ello, el
niño estaría a resguardo). En esta conducta hemos privilegiado las constantes más
susceptibles de transformarse en inductoras de una respuesta psicótica, infantil o no. A
través de una simple acentuación de la función, se manifieste un exceso de violencia por
parte del deseo de la madre y de los otros, exceso que la psique del niño tendrá dificultades
para evitar o superar. Se comprueba cuán frágil es el intervalo que, en esta fase, separa lo
necesario del abuso, lo estructurante de lo desestructurante.
El propósito del exceso es lograr que la actividad de pensar, presente o futura, concuerde
con un molde preestablecido e impuesto por la madre: esta actividad en la que el secreto
debe ser posible tendrá que convertirse en una actividad sometida a un poder-saber
materno: en sus producciones, sólo serán legitimados los pensamientos que el saber
materno declare lícitos.
Si hay en la madre un deseo de no cambio, este le dará el poder de privar al niño de todo
derecho autónomo de ser, prohibiéndole el derecho a un pensamiento autónomo. Será la
imposibilidad de renunciar a tener un lugar en el devenir de la relación madre-hijo, aceptar
favorecer la variabilidad de la relación, renunciar a una función, que en su momento fue
necesaria, en beneficio del cambio y del movimiento de la relación futura.
Violencia secundaria: Por el contrario, se ejerce contra el Yo, es decir, se abre camino a
través de la primera y representa un exceso, por lo general perjudicial y nunca necesario
para el funcionamiento del yo. Implica pensar solamente lo que ya fue pensado y autorizado
por el otro, ese anhelo del “que nada cambie”, que nada puede oponerse el lugar de la
duda. Es un deseo, un anhelo que implica la exclusión del infans del orden de la
temporalidad, imposibilidad de pensar una representación que no haya sido pensada por la
psique del otro (está todo dicho y pensado). La madre no quiere perder el lugar del sujeto
que da la vida y que posee los objetos de la necesidad.
Otros conceptos
Contrato narcisista: contrato que tiene como signatarios al niño y al grupo. La catectización
del niño por parte del grupo anticipa la del grupo por parte del niño. Desde su llegada al
mundo, el grupo catectiza al infans como voz futura a la que solicitará que repita los
enunciados de una voz muerta y que garantice así la permanencia cualitativa y cuantitativa
de un cuerpo que se autor regenerará en forma continua. En cuanto al niño, y como
contrapartida de su catectización del grupo y de sus modelos, demandará que se le asegura
el derecho a ocupar un lugar independiente del exclusivo veredicto parental, que se le
ofrezca un modelo ideal que los otros no pueden rechazar sin rechazar al mismo tiempo las
leyes del conjunto, que se le permita conservar la ilusión de una persistencia atemporal
proyectada sobre el conjunto y, en primer lugar, en un proyecto del conjunto que, según se
supone, sus sucesores retomarán y preservarán. El discurso del conjunto le ofrece al sujeto
una certeza acerca del origen, necesaria para que la dimensión histórica sea
retroactivamente proyectable sobre su pasado, cuya referencia no permitirá ya que el saber
materno o paterno sea su garante exhaustivo y suficiente. El acceso a una historicidad es
un factor esencial en el proceso identificatorio, es indispensable para que el Yo alcance el
umbral de autonomía exigido por su funcionamiento. La calidad y la intensidad de la
catectización presente en el contrato que une a la pareja parental con el conjunto, al igual
que la particularidad de las referencias y emblemas que privilegiará en ese registro,
intervendrán de dos modos diferentes en el espacio al que el Yo del niño debe advenir.
Mientras nos mantenemos dentro de ciertos límites, las variaciones de la relación pareja-
medio desempeñarán un papel secundario en el destino del sujeto, que en un segundo
momento podrá establecer con estos modelos una relación autónoma, directamente
marcada por su propia evolución psíquica, sus particularidades y la singularidad de las
defensas puestas en juego. No ocurre lo mismo cuando estos límites no son respetados,
sea porque la pareja rechaza las cláusulas esenciales del contrato, sea porque el conjunto
impone un contrato viciado de antemano, al negarse a reconocer en la pareja elementos del
conjunto a carta cabal. La ruptura del contrato puede tener consecuencias directas sobre el
destino psíquico del niño. En este caso, se comprobarán dos tipos de situación: 1. Aquella
en la que, por parte de la madre, del padre o de ambos, existe una negativa total a
comprometerse en este contrato; descatectización que por sí sola marca una grave falla en
su estructura psíquica y revela un núcleo psicótico más o menos compensado. El riesgo que
corre en tal caso el sujeto es verse imposibilitado de encontrar fuera de la familia un soporte
que le allane el camino hacia la obtención de la parte de autonomía necesaria para las
funciones del Yo. Esto no es causa de la psicosis, pero sí, sin duda, un factor inductor, a
menudo presente en la familia del esquizofrénico. 2. Igualmente importante, pero más difícil
de delimitar, es la situación originada en una ruptura del contrato de la que el conjunto -y
por ende la realidad social- es el primer responsable. Rechazamos las diversas
concepciones socio genéticas de la psicosis, pero creemos en el papel esencial que
desempeña lo que llamamos realidad histórica. En esta realidad damos tanto peso a los
acontecimientos que pueden afectar al cuerpo, a los que efectivamente se produjeron en la
vida de la pareja durante la infancia del sujeto, al discurso proferido en dirección al niño,
como a la posición de excluido, de explotado, de víctima que la sociedad ha impuesto
eventualmente a la pareja o al niño.
Anudado a este proceso identificatorio, este trabajo del yo que establece con los enunciados
identificatorios primordiales del microambiente, y luego en relación a otros; paralelo a estos dos referentes
identificatorios se halla el PROYECTO IDENTIFICATORIO: es este trabajo de anticipación mediante el
cual el yo se forja un imagen del Yo futuro. Mediante este proceso y el proyecto, es que el Yo accede a la
categoría de la temporalidad, reconociendo el yo la diferencia entre un pasado del yo, un presente del yo
y un futuro del yo, un antes y un después. Este acceso la temporalidad, dice Aulagnier, siempre va a ser
efecto del reconocimiento de la diferencia como proceso intrapsíquico, ligado al efecto del encuentro con
cierta regulación que marque los límites, lo incompleto, lo que no se puede, la regulación de la inscripción
de la castración en todos los planos.
Piera Aulagnier va a decir que el yo necesita disponer de una serie de reparos identificatorios, puntos de
anclaje, lugares desde dónde definirse, puntos de certeza. Esos reparos identificatorios son las
identificaciones simbólicas de todo sujeto porque el yo tiene a su cargo una tarea de construcción y
reconstrucción del pasado, presente y futuro. Hay dos principios: permanencia y cambio, que constituyen
el proceso identificatorio. Por eso en la adolescencia se vuelven a poner en jaque los principios del
funcionamiento psíquico. El yo necesita disponer de reparos identificatorios porque el yo se constituye
como su propio biógrafo. Justamente en la adolescencia las identificaciones simbólicas de la infancia e
imaginaras se ven trastabilladas; frente a lo real puberal. Lo puberal es eso, lo que aparece en el cuerpo
con sus manifestaciones y la adolescencia es una respuesta frente a eso.
· Proceso identificatorio: saber del yo por el yo; polo estable de las identificaciones.
No se cierra, no finaliza nunca y ofrece al sujeto puntos de reparo, de anclaje simbólico
que le asignan un orden de parentesco, y que marcan un punto de partida, un punto fijo.
Que es lo que va a posibilitar mantener el hilo de continuidad de la historia. Cara oculta
del trabajo de historización. Le ofrece al sujete ciertos puntos simbólicos de reparo, de
anclaje, que van a posibilitar que se le asigne un lugar en la temporalidad.
Recorrido identificatorio:
T0: es el momento que designa el nacimiento del infans (niño como coautor)
¿Cómo hace el Yo para representarse un antes de su propia existencia? Debe recurrir al
lugar del otro (pareja y grupo social). Cobran relevancia las funciones de portavoz, violencia
primaria, sombra hablada.
Se construye por retroacción desde T1. Es un tiempo que no puede quedar en blanco, sino
el Yo se percibe como auto engendrado y se ve obligado a escribir los primeros capítulos de
su historia con una causalidad delirante. En T1 deberán contarle qué pasó entre T0 y T1
para enterarse quién fue. Es central pensar cómo se juega el discurso que antecede al yo,
cómo es posible que el yo pueda representarse este tiempo del cual no tiene memoria. Es
decir, es un tiempo historizado que se construye por retroacción y con otro. De allí reside la
importancia del encuentro con otro que, si tiene memoria, la madre padre u otro, para fundar
su historia es necesario otro que sea capaz de ofrecer su palabra para posibilitar al niño
pensar en su origen. Las consecuencias de que esta historia quede en blanco es que ocurre
un predominio de la pulsión de muerte. En la neurosis no puede quedar en blanco, es
preferible que el relato sea una fábula a que sea un silencio. El encuentro con ese otro
puede funcionar tanto como aliado como enemigo. El lugar del niño aquí es de coautor de
su historia, si bien necesita de la palabra del Otro que le ofrece un discurso, este puede
encontrarse allí inscribirlo, identificarse o no, el niño tomará el relato en función de la
singularidad de esa psique en constitución.
Todo sujeto nace en un espacio hablante al que Piera denomino “microambiente”; este es el
medio familiar, intermediario entre la psique y el campo social. Este es un espacio que
reúne todas las condiciones para que el yo pueda advenir.
El tiempo de vida somato-psíquica que va de T0-T1, precede al advenimiento del yo, no hay
un yo en la escena psíquica, nos enfrentamos a un modo de funcionamiento psíquico que
muchos autores han llamado “autismo natural”; un funcionamiento psíquico que ignora los
conceptos de exterioridad, la existencia de otro mundo exterior a la psique. Lo que
caracteriza a este tiempo es que el yo adviene a un espacio hablante, un espacio de
discurso; un discurso anticipatorio y que es imprescindible para el advenimiento del yo. La
autora nos aporta varios conceptos para pensar este tiempo como por ejemplo el concepto
de portavoz que define la relación de la madre con el niño y también la función reservada al
discurso de la madre en la estructuración de la psique del infans. Precediendo en mucho al
nacimiento del infans, hay un discurso preexistente que le concierne (sombra hablada)
supuesta por la madre y conformada por enunciados del anhelo materno hacia el infans.
Momento de la construcción por parte del niño de teorías sexuales infantiles en base a la
pregunta por T0 (potencialidad neurótica) o, si no hay versión, el niño se verá obligado a
construir una del orden del delirio (potencialidad psicótica).
El T1 es un tiempo de apertura vinculado por el pasaje que se establece de infans a niño y
un tiempo de clausura vinculado a la noción central en la adolescencia, posibilidad de
instalación de la potencialidad. El tipo de potencialidad va a suponer la articulación con la
posición que el niño va a asumir como investigador. También se relaciona con la posible o
no autonomía del pensamiento (yo hablo vs yo hablado), y con su posición identificatoria.
Podríamos decir que el recorrido del adolescente consta de dos etapas:1.Donde deberán
seleccionarse, puestos al amparo del olvido, de la represión, los materiales (enunciados
identificatorios) necesarios para la constitución de ese fondo de memoria, garante de la
permanencia identificatoria. Doble investidura. Organización del espacio identificatorio.
2. Puesta en lugar de los posibles relacionales. Incide de forma privilegiada sobre el
espacio relacional y sobre la elección de objetos soportes del deseo. Matriz relacional y
posibles relacionales de la adolescencia.
En “como una zona siniestrada” Aulagnier se pregunta ¿qué características -propias del
recorrido identificatorio- podrían explicar por qué asistimos al pasaje de una potencialidad
psicótica a su forma manifiesta, sobre todo al final de la adolescencia?" Debido a los
cambios que se producen, esto es, un cuerpo nuevo, nuevas funciones y lugares, el
proceso de construcción y reconstrucción de la historia, etc. Así, el pensamiento delirante
primario puede pasar de estar enquistado a abrirse, romperse, dándose paso al delirio.
Dicho delirio supondrá un pensamiento autónomo, pero con el costo subjetivo de que se
tratará de una lógica que no es la de un conjunto; los cambios en el cuerpo pueden hacer
que no le permitan entender que ese cuerpo sigue siendo el suyo. Los avatares del cuerpo
tienen que ingresar en la historia, el trabajo de historización implica diferenciar pasado
presente futuro, implica tener un anclaje en el terreno identificatorio. Le va a permitir seguir
siendo e investir el futuro.
El Yo está constituido por una historia representada por el conjunto de los enunciados
identificatorios de los que guarda recuerdo, por los enunciados que manifiestan en su
presente, su relación con el proyecto identificatorio y por aquellos que debió mantener fuera
de su memoria (reprimidos). El conflicto identificatorio dará lugar a una reorganización de la
problemática identificatoria. El Yo es el encargado de realizar el trabajo de historización.
¿Qué características deben darse para el pasaje de una potencialidad psicótica a una
psicosis manifiesta?
2. Prohibición sobre toda postura deseante que no ha sido impuesta por el deseo de
una instancia exterior. Alienación del pensamiento. Constitución de la potencialidad
psicótica. Automutilación de la actividad de pensar. Puede mantenerse como un collage
superficial.
El derecho al secreto
Para Piera Aulagnier, lo propiamente humano es tomar con placer el pensamiento secreto.
Esto implica el derecho de crear pensamientos. Aulagnier retoma a la idea de pacto
irrealizable entre analista y analizado; se le pide al paciente que deje de tener esa parte
autónoma de funcionamiento mental, para que comunique todo. Le pedimos que renuncie al
derecho y al placer de mantener privados sus pensamientos. De ahí el riesgo del exceso de
transferencia, el riesgo es que el paciente se contente con lo que ya fue pensado por el
analista. Ambos deben hallar placer en ese trabajo de creación de pensamientos que
implica un análisis, debe existir la posibilidad de crear pensamientos, sólo con el fin de
pensarlos y como prueba de la autonomía del Yo y de una función pensante. Pero debe ser
fundamentalmente placentero, porque ese derecho fue "blanco de lucha" (aceptación o
rechazo de la diferencia, de la singularidad, de la autonomía; de ese nuevo ser que fue
parte suya (de su cuerpo) y que dependió 100% de ella; debe ser capaz de reconocer el
derecho del niño a no repetir ningún pasado, sino a proponerse origen de una nueva
aventura. Si sucede, la madre aceptará no saber siempre lo que piensa el niño). Cuatro
niveles de creación en el análisis:
2. Creación del analista de algo nuevo, inesperado, con el otro; a partir de su saber
teórico.
Pensar es el precio que debe pagar el sujeto por el derecho de pertenecer al campo social y
participar en una cultura. Al adherir al campo social, el sujeto repite una serie de enunciados
y se los apropia. Éstos le garantizan la verdad sobre el pasado y le habilita a creer en una
verdad del futuro. Es preciso preservar momentos donde sólo prime el placer de pensar por
pensar.
Para nosotros resulta interesante poder repensar esta idea de autonomía del pensamiento
con distintos conceptos que ustedes ya manejan: la idea de contrato narcisista, que es ese
contrato, esas cláusulas de ese contrato que también se ven conmovidas en la
adolescencia, esta idea de los títulos que el sujeto se guarda en el bolsillo y que en la
adolescencia deberá volver a ponerlos a prueba, esto que Aulagnier toma de Lacan. El
contrato narcisista es el arreglo del sujeto con el discurso sociocultural y el discurso
compartido. Siempre hay un otro que oferta y posibilita la constitución subjetiva.
Para nosotros es importante situar la autonomía del pensamiento como un concepto pero
que también es un indicador puntual clínico que nos permite pensar los tiempos de la
constitución de la tópica psíquica.
El trabajo con los padres nos permite entonces que nosotros podamos detectar en el marco
de los primeros encuentros el punto de reconocimiento, que los padres mismos puedan
detectar si hay o no sufrimiento en el niño. Hay padres que no detectan que hay un
padecer. Muchas veces en el marco de estos primeros encuentros y a lo largo del
tratamiento, el laburo es sintomatizar que los padres puedan implicarse en el tratamiento,
nombrarlo como un padecimiento. Que aparezca algo ahí de la angustia parental, porque es
esa aparición lo que va a posibilitar un reordenamiento. Si no nos quedamos con la
transferencia de Anna Freud, que todo va bien. La idea es sintomatizar el grado de
sufrimiento psíquico. Los padres que no detectan el sufrimiento del niño dan cuenta del
grado de investimento libidinal: qué lugar tiene ese otro en la economía libidinal parental.
Respecto a sintomatizar a lo largo del tratamiento, quiero decir algo de Mannoni. Dice “la
primera entrevista, tanto con el padre como con el niño, muestra la especificidad de mi
escucha psicoanalítica. En función de ella, por ejemplo, por qué se tiene miedo a la
transferencia.
El calificativo de analizable
· Hay que encontrar los elementos que nos permitan establecer un diagnóstico.
Una primera definición será aceptada por todo analista: juzgar a un sujeto analizable es
creer o esperar que la experiencia analítica ha de permitir traer a la luz el conflicto
inconsciente que está en la fuente del sufrimiento psíquico y de los síntomas que señalan
el fracaso de las soluciones que él había elegido y creído eficaces. Condición necesaria
para que propongamos a un sujeto comprometerse en una relación analítica, pero, por lo
que a mí me toca, no me parece suficiente sin la presencia de una segunda: es preciso que
las deducciones que se puedan extraer de las entrevistas preliminares hagan esperar que el
sujeto sea capaz de poner aquella iluminación al servicio de modificaciones orientadas de
su funcionamiento psíquico. Mi propósito o mi esperanza son que el sujeto, terminado su
itinerario analítico, pueda poner lo que adquirió en la experiencia vivida al servicio de
objetivos elegidos siempre en función de la singularidad de su problemática, de su alquimia
psíquica, de su historia, pero de objetivos que, por diferentes que sean de los míos,
respondan a la misma finalidad: reforzar la acción de Eros a expensas de Tánatos, hacer
más fácil el acceso al derecho y al placer de pensar, de disfrutar, de existir, en caso
necesario habilitar a la psique para que movilice ciertos mecanismos de elucidación, de
puesta a distancia, de interpretación, frente a las pruebas que puedan sobrevenir en la
posterioridad del análisis, facilitar un trabajo de sublimación que permita al sujeto renunciar,
sin pagarlo demasiado caro, a ciertas satisfacciones pulsionales.
No podemos tardar mucho tiempo porque implica riesgos (que el sujeto proyecte y transfiera
en nosotros demasiado rápido; que no se puedan cumplir las cláusulas del contrato
analítico; que queden prisioneros de una relación transferencial; que la ruptura sea vivida
como rechazo). Es el tiempo para la indicación de análisis. El analista deberá decidir: 1.
Resolver si es o no necesario un tratamiento. 2. Si se va a hacer cargo o no de ese
tratamiento. 3. Movimientos de apertura.
Para Aulagnier las primeras entrevistas dan una pauta de qué coordenadas se establecen
como centrales. Para ella hay entrevistas preliminares. Aulagnier refiere a que muchas
veces nos vamos a encontrar con padres que atribuyen imposibilidad de cambio. Uno de los
ejes a indagar es cuál es la teoría que los padres han podido elaborar en torno a lo que le
paso al hijo, ¿tiene o no estatuto de padecimiento? ¿Qué versión tienen? Otro eje tiene que
ver con cómo es que llega este niño/adolescente a la consulta, si es derivado por escuela,
jardín de infantes, allí se trabaja también con otros significativos. Si la derivación es de una
institución poder pesquisar si los padres pueden leer algo de lo que le está pasando al hijo.
Dar cuenta de ese espacio que antecede al infans, ver la trama deseante o de rechazo que
antecede al niño. Otro eje importante es situar las condiciones de analizabilidad, además la
o las entrevistas con los padres no siempre van a conducir al tratamiento con el niño. Otra
cuestión que marca Aulagnier es que la relación transferencial está en las primerísimas
entrevistas.
Habla acerca de los movimientos de apertura como el grado de libertad para decidir en
función de un diagnóstico al comienzo del análisis. Tienen por objetivo reducir movimientos
de resistencia, construir y delimitar un espacio relacional que permita poner al servicio del
proyecto analítico la relación transferencial.
Empezaré por considerar nuestros movimientos de iniciación de partida fuera del registro de
la psicosis. Si el puesto que se ofrece al sujeto, la frecuencia de las sesiones y la fijación de
los honorarios forman parte de la apertura, también tenemos que incluir en ella la manera
en que el analista entablará el diálogo. El analista persigue un objetivo bien preciso: elegir la
apertura más idónea para reducir, en la transferencia que se habrá de establecer, los
efectos de los movimientos de resistencia, de huida, de precipitación en una relación
pasional que aquella siempre tiene la posibilidad de provocar.
Freud decía que los movimientos de apertura, como los de final de partida, son los únicos
codificables. Agregaría, a condición de saber que la codificación debe tomar en cuenta
caracteres que especifiquen la problemática de los sujetos con los que uno juega, así como
sus consecuencias sobre la forma que habrá de cobrar su transferencia. Los movimientos
de apertura son en función de lo que el analista prevé y anticipa sobre la relación
transferencial futura.
Dentro de lo que oímos y percibimos en el curso de esas entrevistas ¿qué elementos son
susceptibles de sugerirnos esta previsión anticipada de la transferencia? Esta captación
acerca del afecto es el primer signo que preanuncia las manifestaciones transferenciales
que ocuparán el primer plano de la escena en el curso de la experiencia. Dentro del
contenido del discurso es posible aislar informaciones que pudieran ayudarnos a elegir
nuestros movimientos de apertura, elegidos con la esperanza de no trabar la movilidad de la
relación transferencial, de favorecer la movilización y la reactivación de la forma infantil del
conflicto psíquico que desgarra a este sujeto que ya no es un niño. Construir y delimitar un
espacio relacional que permita poner al servicio del proyecto analítico la relación
transferencial.
¿Es posible aislar dentro del discurso del sujeto elementos que en mayor medida que otros
permitieran entrever el despliegue futuro de la transferencia? Diré que en ciertos casos
obtendremos un fugitivo vislumbramiento por el lugar y la importancia que el sujeto acuerda
o no a su historia infantil, por su relación con ese tiempo pasado, por la interpretación que
espontáneamente proporciona sobre sucesos responsables, a juicio de él, de los callejones
sin salida que lo llevaron ante el analista.
La relación del sujeto con su historia infantil y sobre todo el investimiento o desinvestimiento
que sobre ese pasado recae son, a mi parecer, las manifestaciones más de superficie y
más directamente perceptibles, respecto de otras tres relaciones que sólo un prolongado
trabajo analítico permite traer a la luz: la relación del yo con su propio ello, la relación del yo
con ese “antes” de él mismo que lo ha precedido, su relación con su tiempo presente y con
los objetos de sus demandas actuales.
La primera entrevista, ese prólogo, nos aporta siempre más datos, más informaciones que
los que podemos retener. La primera entrevista suele cumplir un papel privilegiado por su
carácter espontáneo.
Aulagnier dice que hay una serie de analogías, entre la relación del infans con el portavoz, y
que el análisis no se convierta en la reproducción de esa vivencia, de violencia primaria y
secundaria. Cuando el análisis se convierte en esa repetición de que nada cambie, lesiona
la autonomía del pensamiento y cuando el analizante anticipa todo el tiempo lo que el
analista va a decir no es una cura, es un control de los pensamientos. A eso lo va a llamar
los pensamientos transferenciales; los pensamientos respecto al deseo del analista.
Aulagnier dirá que hay distintos tempos en una cura. Un primer tiempo que se da al inicio, y
otro hacia el final. La primera tarea del proceso analítico será la de favorecer un conjunto de
representaciones que formen en acto el conflicto identificatorio del sujeto, es decir la
relación del yo con los objetos. Ese conflicto identificatorio se actualizará en el aquí y ahora
de la sesión. Esto de cómo a veces el analista en las EP puede anticipar cómo será la
relación transferencial futura. Ese primer tiempo es necesario para que el trabajo analítico
permita justamente esa plasticidad, esa actualización de las vivencias pasadas. El final
implica para el yo la posibilidad de seguir fantaseando, pero no va a estar la energía de lo
que no pudo ser. El final de un análisis tiene que ver con encontrarse con un tope, con la
castración, con que seguir por ese lado no va. Sin seguir gastando energía insistiendo en
algo, sino cambiar de vía, más que insistir con lo imposible. Tiene que ver al final del
trayecto con que el sujeto pueda de algún modo investir el futuro más que renegar del
pasado.
Transferencia: Para Piera la transferencia implica un extraño pacto entre ambas partes del
tratamiento: uno a "decir todo" de la regla fundamental: hablar del sufrimiento, su placer, sus
sueños, su cuerpo, su mundo. Pensamientos que se pensaban "no comunicables"; y otro a
"escuchar todo": promesa de escucha para toda palabra pronunciada.
Piera Aulagnier realiza una analogía entre la relación que se establece entre analista y
analizado con la relación entre el portavoz y el infans; la ilusión transferencial con la
violencia primaria y la ilusión mortífera con la violencia secundaria.
Hay otro apartado del texto que se llamará riesgos de exceso e ilusión mortífera. El riesgo
de exceso dirá que en un análisis lo que corre el riesgo de un exceso es la no modificación
del statu quo original, es decir como la reproducción de ese anhelo de que nada cambie de
la relación transferencial, ese anhelo que en algún tiempo fue legítimo y necesario. Salvo en
caso del delirio ninguna madre cree posible detener la evolución física del niño. Es preciso
advertir que su anhelo apunta a lo psíquico que es un devenir concerniente a lo pensado y a
los pensamientos del niño lo que ella querría preformar para evitar que llegue normalmente
a lo que debería llegar. Lo que el niño debe y logre pensar desembocara en el olvido del
tiempo y la vivencia de ese primer encuentro. La imagen de la madre perderá la
enceguecedora brillantez de la que estaba dotada al saber que ella pretendía poseer y no
sin alguna razón, sobre lo que el niño demandaba y deseaba, y sobre la causa de su goce o
de su sufrimiento. Deberá sustituirse el reconocimiento de su ignorancia. La enceguecedora
brillantez de la madre sería cómo la madre tapona esa falta del niño. Abuso de la
transferencia: toda práctica que amenace confirmar la legitimidad de la ilusión que le hace
sostener que el analista no puede esperar oír nada nuevo. Abuso de poder que también
puede haberse ejercido por la "interpretación aplicada".
Dirá que en torno a la transferencia puede existir lo que ella va a considerar los conflictos
transferenciales. Dice que el conflicto transferencial es la puesta en acto de los
pensamientos transferenciales que son los pensamientos que se forja el paciente acerca del
analista y la idea de análisis en la dirección de un tratamiento. Dice que para hablar del
conflicto transferencial es importante retomar la idea de SSS y que debe caer, y dice que
autonomía y alienación son dos términos que pueden tener la misma fecha de nacimiento,
pero es importante que en un análisis la alienación pueda correrse y posibilite la autonomía.
Justamente un análisis es autorizarse al deseo propio, no al deseo del otro, y eso implica
muchísimas consecuencias. Dirá que los pensamientos transferenciales es un conjunto de
pensamientos expresados o no que se presentan en la mente del analizado durante el
tiempo de la sesión, sentimientos vividos por el yo. El proceso analítico deberá poder
encontrar momentos en los cuales no sea pensar para la sesión; si alguien va para eso no
es un análisis; la sesión debe ser fuente de placer también. Dirá que el proyecto analítico
debe dar cuenta del placer compartido tanto para el analista como para el analizante. Esto
en relación al proyecto analítico lo enlaza la autora con la idea de tiempo mixto. Va a decir
que el yo está dado por el éxito de un proyecto analítico como la dirección de una cura,
tiene que ver con la posibilidad que el yo acepte tanto el tiempo pasado como el devenir
futuro. En la clínica del detalle, en escuchar, es donde está la perla del análisis. Esta idea
de tiempo mixto, tiene que ver con el origen del yo; dice que justamente la función del yo es
construirse un pasado. El tiempo mixto es el calificativo por el que el yo pone en sentido y
en escena su deseo; la textura del yo está hecha por hilos de tiempo mixto.
En lo último que me quiero detener, es lo que va a decir la autora sobre ilusión mortífera y
abuso transferencial. La ilusión mortífera es creer que el análisis se extenderá para toda la
vida; por eso está destinado a caer esta idea de perpetuar un análisis; por eso es terminable
e interminable. Preservar el anhelo de que la experiencia analítica tenga un fin es la
condición de inicio. Este anhelo es necesario en un primer momento para que el trabajo
analítico tenga un sentido, pero después debe correrse ese proyecto. Esta idea de que el
analista no faltará jamás debe caer; o la idea de que el análisis propio tiene que ver con que
otro piense por uno, cuando en realidad el trabajo es para pensarse. Esto es importante
para evitar el surgimiento de ese deseo de no tener que pensar más.