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MAESTROS: ARTESANOS-
INTELECTUALES Estudio crítico
sobre su formación ARACELI DE
TEZANOS UNIVERSIDAD
PEDAGÓGICA N...
Araceli De Tezanos
Realidad De La Práct ica Pedagógica y Curricular en La Unidad Educat iva “Sant a Mariana De Jesús” De …
Maria Luisa Jimenez Jimenez
Navarro, A. y Murillo, F.J.(2006). El modelo de formación de maest ros de educación primaria de la Unive…
Alejandra Navarro Sada
MAESTROS: ARTESANOS-INTELECTUALES
Estudio crítico
sobre
su formación
ARACELI DE TEZANOS
ISBN 958-9097-01-04
I. Título.
CDD. 370.71
Germán
Alumno de siete años
Colegio Helvetia – Bogotá
EQUIPO DE INVESTIGACIÓN
ARACELI DE TEZANOS
(Investigador principal)
MYRIAM ROMERO
Sheldon Shaeffer.
Porque aún continúa confiando en mi trabajo.
ARACELI DE TEZANOS
CONTENIDO
Pág.
EQUIPO DE INVESTIGACIÓN
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
CAPÍTULO I
POR QUÉ OTRO ESTUDIO SOBRE LA FORMACIÓN DE MAESTROS
CAPÍTULO II
DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA A LA INVESTIGACIÓN
CRÍTICA
CAPÍTULO III
LA ESCUELA NORMAL Y SUS PROGRAMAS
CAPÍTULO IV
LO VOCACIONAL EN LA FORMACIÓN DE MAESTROS
CAPÍTULO V
LO PRÁCTICO EN LA FORMACIÓN DE MAESTROS
CAPÍTULO VI
LO TEÓRICO EN LA FORMACIÓN DE MAESTROS
I. La Escuela Normal
II. Cómo se aprende a ser maestro
CAPÍTULO VIII
HACIA UNA PROPUESTA ALTERNATIVA PARA FORMACIÓN
DE MAESTROS
REFERENCIAS
Capítulo I
POR QUÉ OTRO ESTUDIO SOBRE
LA FORMACIÓN DE MAESTROS
En los últimos años se han realizado en el país varios estudios sobre la formación de
maestros, desde diferentes perspectivas. Algunos enfocados hacia la evaluación de las
instituciones docentes, otros a la búsqueda de las relaciones sociales que se generan en
su interior, otros que intentan reconstruir históricamente la práctica pedagógica desde
la Colonia a nuestros días1.
Todos ellos han sido elaborados desde perspectivas disciplinarias diferentes como las
temáticas antedichas lo evidencian.
1 Evaluaciones:
i) Panorama de la educación normalista en Colombia (Estudio evaluativo de las escuelas normales del
país). Directora del proyecto: Elsa Ramírez de Álvarez. Instituto Colombiano de Pedagogía, Ministerio de
Educación Nacional, Bogotá, 1973.
ii) Evaluación de las escuelas normales. Director del proyecto: Guillermo Briones – Alcira Kurmen,
Ministerio de Educación Nacional, PNUD, Unesco, Bogotá, 1978.
Estudios:
iii) Parra, R., Zubieta, L., González, O. l., Maestros de maestros, CIUP, 1984 (mimeo).
iv) Proyecto Hacia una historia de la práctica pedagógica en Colombia. Directora: Olga Lucía Zuluaga,
Universidad de Antioquia, Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Valle, Universidad
Pedagógica Nacional (CIUP), 1978.
Dentro de ese conjunto de estudios emerge éste, que aquí presentamos, como un
estudio crítico de la formación de los maestros de la escuela primaria. Las razones para
su realización emergen en una primera instancia de las conclusiones de un estudio
acerca de las relaciones entre la escuela y la comunidad. En esta investigación nos
centramos sobre los modos de trabajo del maestro en un conjunto de escuelas ubicadas
en diferentes contextos socioculturales, y cómo la praxis pedagógica del maestro
articulada a los modos como los padres piensan acerca de la educación de sus hijos daba
sentido al fracaso escolar (Tezanos, y otros, 1983).
Es decir que, a pesar de los esfuerzos realizados desde diferentes estamentos o esferas
de influencia del sistema educativo para generar procesos de cambio, estos no se han
concretizado, por lo menos en los casos en los cuales nosotros hemos llevado adelante
nuestra tarea de investigación.
Nuestra inquietud nos llevó a comenzar una indagación sobre los orígenes de estos
modos de trabajar. Iniciamos una lectura de las evaluaciones de las escuelas normales,
buscamos los decretos y reglamentaciones que las rigen, los programas, tratando de
encontrar las razones que nos permitieran, desde las propuestas oficiales, explicar el
por qué los maestros asumían estas formas de organizar sus lecciones, de interactuar
con los alumnos en el salón de clase, manteniendo las formas que ella ha asumido
históricamente. Sin embargo, estas fuentes no nos dieron luces suficientes para poder,
en nuestro estudio anterior, aproximarnos a una explicación rigurosa de los eventos
que observábamos siempre enmarcada dentro de la perspectiva que asume que “la
formación de los educadores es un elemento determinante y, a veces predominante...
hasta se podría considerar la formación misma como un factor causal de cambio”
(Eggleston, 1978).
De aquí, surgió la idea de llevar a cabo una investigación que nos abriera el camino para
adentrarnos en los acontecimientos que se sucedían en el interior de una escuela
normal, donde para nosotros se encuentran, inicialmente, las respuestas al porqué de
las ‘maneras de dictar clase’.
Las preocupaciones que guían nuestra búsqueda de las ‘maneras de dictar clase’ son las
que distancian nuestra investigación de las que mencionamos. Estas preocupaciones se
dirigen hacia la recuperación de lo determinantemente pedagógico en lo educativo. En
tanto, la sociedad colombiana ha dejado por fuera la discusión de lo educativo desde lo
pedagógico que, en general, es asumido solamente como un problema de métodos de
enseñanza.
Como lo dijimos, al iniciar este trabajo ya habíamos recorrido los documentos oficiales
referidos a la formación de maestros. También habíamos conocido las evaluaciones que
se habían efectuado sobre las escuelas normales, de las cuales cuestionábamos una
falencia en el análisis de los contenidos reales de estas instituciones. Por otra parte, nos
preocupaba la poca importancia que desde la administración nacional de la educación
se había dado a las preguntas que formulaba la evaluación de 1973, cuando las
recomendaciones de la de 1978 se habían llevado rápidamente a la práctica, haciendo
desaparecer la mayoría de las escuelas normalistas y obligando a las otras, para
sobrevivir, a crear otras modalidades de bachillerato que funcionaran en los mismos
edificios. Estas decisiones se tomaban a pesar de que ya en 1982 habían pasado los
cuatro años predichos por la evaluación para cubrir todos los cargos de maestros que
requería el país en 1978. Es decir, que en 1983 cuando comenzamos nuestra
investigación no existía sobresaturación de maestros y, sin embargo, las normales ya
no se volvían a abrir.
Como se dijo, cuando iniciamos nuestro trabajo de campo tuvimos algunas dificultades
en una de las instituciones que habíamos seleccionado. En consecuencia, tomamos la
decisión de hacer un estudio en profundidad en un solo caso.
Iniciamos nuestras tareas explicando a los docentes tanto de la escuela normal como de
la escuela anexa el contenido y los propósitos del estudio que pretendíamos realizar
con ellos. Al principio hubo reparos por parte del personal de la institución. Nosotros
encontramos una justificación de tipo cultural para la situación presentada y las
conductas de los profesores de ambas escuelas. Esta justificación hace relación a
características culturales bien definidas y determinantes de la región donde se
encuentra ubicada la escuela normal. Dichas características tienen su origen en el
proceso de colonización española. La población de la ciudad donde trabajamos es en su
gran mayoría mestiza de indio y español, en general con una primacía del primer
componente. En esta región el sometimiento de los aborígenes tiene un carácter
relativo, pues a pesar de que formalmente podemos decir que fueron dominados, sus
formas conductuales se mantuvieron, agudizándose algunas de ellas como la
prevención hacia lo extraño, una aquiescencia aparente, porque nunca se niega ninguna
posibilidad, pero en general es muy difícil concretar la realización de una propuesta si
la misma contempla la necesidad de generar cierto tipo de situaciones, aunque sea por
un tiempo determinado. Dentro de este contexto, hubo profesores que se negaron a
aceptar la presencia del investigador principal del proyecto durante el desarrollo de sus
lecciones. En consecuencia, optamos por que las mismas fueran realizadas por los
asistentes del equipo. Los mismos eran más jóvenes, egresados nóveles de la
universidad. Esta condición hizo que los profesores de la escuela los sintieran más
cercanos y con menos posibilidades de efectuar las tan temidas evaluaciones de su
trabajo por personas ajenas a su cotidianidad.
Las formas en que fueron hechas las observaciones y las entrevistas durante este
estudio se corresponden con las que empleamos en nuestro trabajo anterior (Tezanos,
y otros, 1983).
Uno de estos aspectos hace referencia a reuniones de tipo colectivo que realizamos
tanto con alumnos como con profesores de la institución. Los investigadores que
asistían a estas reuniones ejercían funciones de moderadores de los intercambios de
2 Estamos seguros de que el análisis de estos datos daría origen a otro texto que complementaría muchas
de las afirmaciones hechas en este informe.
crítica de las propuestas que pretenden concretizarse en las instituciones educativas
como expresiones culturales en un momento histórico dado3.
Por otra parte, cuando iniciamos nuestro trabajo consideramos importante el poder
revisar la historia de la formación de maestros en el país teniendo en cuenta el papel
relevante que la escuela normal donde realizamos el estudio que aquí presentamos
había desempeñado en la misma. Sin embargo, al poco tiempo de comenzadas nuestras
tareas tuvimos una reunión con los colegas que vienen desarrollando el proyecto “Hacia
una historia de la práctica pedagógica en Colombia”. Allí descubrimos que el equipo de
la Universidad del Valle que tiene a su cargo la reconstrucción de dicha práctica
pedagógica en el siglo XX ya había comenzado el trabajo arqueológico sobre los
documentos relacionados con nuestra preocupación. Consideramos que Humberto
Quiceno y Guillermo Sánchez, integrantes del grupo de la Universidad del Valle, están
en condiciones mucho más pertinentes que las nuestras para reconstruir el proceso
histórico seguido por la escuela normal. En consecuencia, desistimos de nuestro
propósito. Por lo tanto, solo nos hemos referido a estos aspectos en la realidad histórica
actual de la institución.
3Este proceso de lectura connotado desde la hermenéutica crítica es deudor del trabajo de Walter
Benjamín. Ver: Benjamín, W. (1980). Iluminaciones I y II. Barcelona: Taurus.
de investigación. Pero tampoco hallará que la estructura de este texto se compadece
con la que desarrollamos en nuestro anterior estudio (Tezanos, y otros, 1983), donde
ya habíamos introducido modificaciones al modelo mencionado, en razón de la
propuesta epistemológica que fundamentó dicho trabajo. Esta nueva transformación en
los modos de exposición de los procesos de investigación y sus hallazgos se
corresponde con un nuevo replanteamiento epistemológico, sustentado en un proceso
de reflexión crítica sobre los diferentes modos con que nos hemos acercado al
conocimiento de la realidad de la formación de maestros. Este proceso de reflexión lo
presentamos en el capítulo siguiente.
Por otra parte, pero siempre articulado a la propuesta sobre un enfoque investigativo
con carácter crítico, la estructura de este texto responde a una búsqueda de los modos
que puede asumir la ‘exposición de resultados’ de un proceso de conocimiento (crítico)
de la realidad que lleve a una claridad cada vez mayor sobre las relaciones entre
procedimientos empíricos, elaboración de descripciones, construcción de
interpretaciones por una parte, y por otra los cuerpos teóricos que se han desarrollado
históricamente, que denominamos ‘saber pedagógico’ (Tezanos, 1982).
Estas relaciones, que podemos adjetivar de complejas, son las que estructuran y
fundamentan la determinación y reconstrucción del objeto de estudio: en este caso el
origen de las ‘maneras de dictar clase’ en la escuela normal.
La intención de la estructura de este libro es, entonces, dar cuenta de los modos como
se concretizan estas relaciones complejas y cuáles son sus mediaciones.
En esta instancia se buscan las oposiciones entre el ‘deber ser’ formulado desde las
orientaciones escritas en los documentos oficiales y el ‘ser’ que emerge del proceso de
inmersión en la realidad por parte del equipo de investigadores, cuyas imágenes están
registradas en las anotaciones de datos empíricos. Sin embargo, las oposiciones
presentadas en estos capítulos no solo están referidas a lo dado, sino que se emprende
la búsqueda de los orígenes de estas contradicciones, a través de una revisión de
documentos que expresan propuestas o modelos pedagógicos que sustentan, explícita
o implícitamente, tanto los documentos como el quehacer real y cotidiano en la
formación de maestros.
1Para ampliar la discusión sobre este problema, ver: Tezanos, A. On doing ethnography (traducción de
Beatrice Avalos) (en prensa).
insistimos en que esto solo será posible cuando los investigadores que practican estos
modos de conocimiento de la realidad desarrollen procesos de autocrítica sobre los
mismos y no limiten su tarea a la construcción minuciosa de descripciones de su objeto
de estudio.
Las constantes que en general han definido la investigación cualitativa hacen referencia
fundamentalmente al tipo de información que es posible recoger durante su desarrollo,
las formas que la misma tiene y los instrumentos a través de los cuales se produce su
recolección. Estos últimos son los que hemos nombrado, al hacer nuestras
consideraciones sobre la etnografía.
Para Patton,
Cabe aquí hacer mención de la influencia que ejerce sobre la praxis de la investigación
en ciencias humanas, los modos dominantes de hacer investigación en las ciencias
naturales. A este respecto, las contribuciones de Kuhn al elaborar para las ciencias
naturales los conceptos de ‘paradigma’ ‘ciencia normal’ y su opuesto ‘las revoluciones
científicas’, son muy pertinentes a esta discusión. Por la relación que existe entre el
objeto y su determinación histórica en ciencias humanas, y la necesidad de asumir una
actitud crítica consciente por parte del investigador, pareciera ser que la adopción a
priori de paradigmas es una postura metodológica intrínsecamente inapropiada en
tanto los elementos constitutivos del paradigma asumido nunca son cuestionados. Esto
cancela automáticamente la posibilidad de escapar a una práctica reiterativa de la
‘ciencia normal’, ya sea positivista o fenomenológica.
2 Una evidencia de esta afirmación es la propuesta de James Spradley sobre las formas de llevar a cabo
una etnografía desde la observación participante. Ver: capítulos uno y doce en Spradley, J. P. (1980).
Participant observation. Nueva York: Holt Rinchart and Winston.
3 Con el paradigma no solo se alcanzaría el estatuto de cientificidad tan anhelado, sino también una cierta
tranquilidad espiritual, pues como dice Patton, “Paradigms are also normative, telling the practitioners
what to do without the necessity of long existential or epistemological considerations” (citado por Cook,
y Reichardt, 1979).
Hacia la investigación crítica en educación
Para nosotros esta discusión sobre los paradigmas encubre el problema real de la
investigación en el campo educativo y, en ese sentido, es una discusión ideológica 4. Es
decir, lo que está en discusión no es el paradigma científico, no es el enfoque de la
investigación, sino las mediaciones del conocer que subyacen a todo proceso de
indagación acerca de la realidad y en ella. Mediaciones que no son estáticas, en
consecuencia, no pueden ser definidas como un a priori normado desde el paradigma
adoptado.
La investigación tradicional
Es decir, la determinación a priori del fenómeno, objeto de estudio, está dada por las
hipótesis que se formulen a su alrededor. Estos enunciados responden al modo ‘si X....
entonces Y’ y sus posibles matices dentro de los términos de las relaciones causales.
4 Es una discusión ideológica en tanto oculta razones reales de los cuestionamientos, pues como afirma
Horkheimer, “to say it is ideological is not to say that its practitioners are not concerned with pure thruth.
Every human way of acting which hides the true natures of society, built as it is on contrarieties, is
ideological, and the claim that philosophical, moral, and religious act of faith, scientific theories, legal
maxims and cultural institutions have this function is not an attack on the character of those who
originate them but only states the objective role such realities play in society” (Horkheimer, M. [1972].
Critical theory. Nueva York: The Seabury Press).
5 Estos adjetivos han sido tomados del artículo de Max Horkheimer “Teoría tradicional y teoría crítica”,
Los datos recogidos a través de estos instrumentos serán los mediadores del proceso
de contrastación entre hechos y teorías. Teorías y hechos que están estructurados sobre
una relación causal. Es decir, la investigación tradicional se limita a las dependencias en
las que se puede ver el fundamento del objeto, considerado ahistóricamente, en tanto
no se mira su génesis ni su proceso de construcción.
Esto plantea el problema de la experiencia empírica. Esta no puede ser considerada solo
como una mediadora de la contrastación o como correctivo de la teoría, por cuanto todo
proceso de construcción teórica debe partir de una reflexión en (experiencia vivida) y
acerca de la realidad.
6 Los nombres de los momentos fueron tomados de Habermas, J. (1971). Knowledge and Human Interests.
Nueva York: Beacon Press.
7 En esta concepción de la investigación crítica, textos son los datos organizados que permiten una lectura
de significaciones. Estos textos pueden ser notas ampliadas de observaciones naturales o estructuradas,
entrevistas, cuadros estadísticos, documentos oficiales.
‘mediciones’ cuantitativo-numéricas. En cambio, la investigación crítica parecería
necesitar fundar su recolección de información en observaciones naturales, entrevistas
o documentos. Pero esta apreciación es errónea, ya que tanto una como otra
investigación consideran fundamental la experiencia empírica.
Así entonces, no son los modos de recolección de los datos los que imprimen diferencias
a los enfoques de investigación, ni su posible cuantificación o cualificación, sino lo que
determina las diferencias entre la investigación tradicional y la investigación crítica son
los propósitos últimos de los procesos de interpretación de los datos empíricos, el papel
que estos desempeñan a través de ese proceso en la determinación o constitución del
objeto y en el desarrollo histórico de un suelo de saber estructurado, entendida su
construcción como un proceso de reflexión crítica en y sobre la realidad.
Este estudio sobre el origen de las ‘maneras de dictar clase’ en la escuela normal intenta
mostrar la posibilidad de concreción de una praxis investigativa con carácter crítico.
La escuela normal en la cual llevamos a cabo nuestra indagación tiene una larga
tradición, puesto que ha funcionado ininterrumpidamente durante ciento diez años.
Fue fundada en la época conocida como el período del Olimpo Radical, alrededor de
1875. Por otra parte, en ella se inició la reforma de las escuelas normales, entre los años
1928 y 1935 de este siglo (Ocampo, 1978).
Esta escuela es una entidad educativa de carácter oficial que está ubicada
espacialmente en la parte anterior de los terrenos que ocupa una universidad. Los
edificios que son sede hoy de la institución superior de educación fueron originalmente
construidos para la normal, durante la época de la mencionada reforma. Actualmente
la institución formadora de maestros para la escuela primaria destina un sector
restringido de su ubicación original. Quizás esta sea una buena imagen para representar
la historia de la formación de docentes en el país.
En el edificio que ocupa la escuela normal funcionan tres jornadas, bajo la misma
autoridad directiva, de la siguiente manera (Tabla 1):
Tabla 1
Jornadas de estudio
El Bachillerato Pedagógico está formado por seis grados, jerarquizados de esta forma
(Tabla 2):
Tabla 2
Grados de Bachillerato Pedagógico
Tabla 3
Alumnos del Bachillerato Pedagógico
1º 7 36 252
2º 4 36 144
3º 3 36 108
4º 2 34 68
5º 1 50 50
6º 1 35 35
Totales 18 657
El rango de edad de los estudios que presenta mayor frecuencia relativa se ubica entre
los 14 y 19 años, con el 80,7 %. La edad promedio resulta entonces en 17,36 años.
1Estos datos cuestionan los planteamientos de la evaluación realizada por el Ministerio de Educación en
1978, dirigida por Guillermo Briones como experto de la Unesco y Alcira Krumen como contraparte
nacional, pues si de cada 252 estudiantes solo 35 llegan a obtener su título de maestro, nos preguntamos:
¿dónde están los excedentes de maestros que dicho estudio predice?
Tabla 4
Ocupación y nivel de educación de los padres
Ganaderos 4,0
Agricultores 17,2
Trabajadores independientes 26,9
Trabajadores dependientes 46,2
Pensionados 5,7
Ocupación de la madre
Por otra parte, un estudio llevado a cabo por H. Gómez Buendía y R. Lozada señala que
la procedencia social de los maestros se encuentra entre “los estratos medios y bajos de
la clase media tanto rural como urbana”. Asimismo, los datos obtenidos acerca de los
niveles educacionales de los padres y su ocupación se compadecen también con las
afirmaciones de los autores mencionados pues “parecería que el maestro típico viene
de una familia cuyo jefe se desempeñaba como empleado medio, pequeño comerciante
o empresario urbano, propietario minifundista o midifundista y sus similares” (Gómez,
y Lozada, 1984).
Estos datos están en la base de muchas de las opiniones que los estudiantes vierten
sobre las razones que tuvieron para ingresar a esta modalidad del bachillerato*.
— Dirección.
— Vicedirección.
— Secretaría.
— Pagaduría.
— Almacén.
— Mantenimiento.
Las secciones están dotadas de los recursos humanos y materiales necesarios que
permiten su funcionamiento.
La escuela cuenta además con algunos servicios generales como enfermería, cafetería
de profesores (dotada con una mesa de ping-pong y otra de billar), cafetería para
alumnos, baños para alumnos y maestros, transporte escolar y un salón múltiple.
Para las actividades de recreación la institución posee un campo deportivo y una zona
verde.
La normal tiene una escuela primaria anexa que funciona en el primer piso del edificio,
donde los alumnos realizan parte de su práctica docente. La mencionada escuela es
graduada (de 1.º a 5.º). Además, la institución ofrece a los estudiantes otros centros
para que realicen su práctica a nivel rural y urbano. Cuenta también con un jardín de
infantes que funciona a unas veinte cuadras de la sede normalista.
Desde el punto de vista administrativo legal, la Resolución 4785 de 1974 trata sobre la
formación de maestros en Colombia. En ella se propone un plan de estudios
estructurados por las siguientes áreas: Sociales, Idiomas, Ciencias, Matemáticas,
Educación Física, Educación Vocacional y Técnica. A estas se agrega, a partir del cuarto
año (noveno del Decreto 1419 de 1978) otra área: Práctica Docente3.
para la formación de un maestro, como las obras de Pestalozzi, Dewey, Dilthey, Russell, tienen registros
de préstamos fechados en los años cincuenta.
3 Es necesario aclarar que en Colombia actualmente conviven dos nomenclaturas a nivel de la enseñanza
primaria y secundaria. Una que es la tradicional, divide estos ciclos en cinco años de escuela primaria y
seis de secundaria, y otra que emerge del Decreto 1419 de 1978, que establece un ciclo de enseñanza
básica de nueve años y dos de enseñanza media. La consecuencia de esta convivencia es que tanto en los
Los alumnos ingresan a este plan de estudio una vez egresados de los cinco primeros
años de escuela básica, es decir en sexto año, del Decreto 1419. En consecuencia, tienen
una edad promedio de 12 a 14 años. Es decir que en Colombia la formación de maestros
para escuela primaria se mantiene a nivel medio del sistema educativo nacional, a pesar
de la evaluación realizada en 1973 por el Instituto Colombiano de Pedagogía y el
Ministerio de Educación Nacional, donde se cuestiona: “¿hasta cuándo el sistema
educativo colombiano va a seguir formando maestros de seis años, situación ésta que
la aleja de las políticas al respecto adoptadas por los países latinoamericanos más
avanzados?” (Instituto Colombiano de Pedagogía (ICOLPE) 1973).
Las áreas diseñadas por el plan de estudio de 1974 se estructuran sobre las siguientes
asignaturas:
Idiomas Español
Un idioma extranjero (electivo entre francés e inglés)
documentos emanados del Ministerio de Educación como en la realidad de las instituciones se hace
referencia, por ejemplo, a cuarto año (tradicional) como noveno (Decreto 1419).
4 A modo de acotación queremos anotar que esta ha sido siempre la relación entre la investigación y la
toma de decisiones de política educativa en el país: en paralelo, con alta tendencia a la divergencia.
Trigonometría
Análisis Matemático
Manualidades
Actividades de Campo
Primeros Auxilios
Actividades de Recreación
Títeres
Educación para el Hogar
Cuidado de Animales Domésticos
Trabajos de Taller
Metodología y Técnicas de Trabajo
Fundamentos y Técnicas de la Educación
Observación Pedagógica y Ayudantía
Taller de Ayudas Educativas
Técnicas Agropecuarias o Artesanías
Metodología y Técnicas del Trabajo Escolar
Sociología de la Educación y Proyecto de Comunidad
Práctica Docente
Taller y Material Didáctico
Psicología Educativa
Administración Educativa
Antropología
Esta última consideración no parece haber sido tenida en cuenta por los técnicos del
Ministerio de Educación, al tomar sus decisiones con respecto a las asignaturas que
deberían conformar las áreas que estructuran el currículo para la formación de
maestros en el país.
Tabla 5
Asignaturas por curso académico
Asignaturas Horas/semana
Las cargas horarias de las asignaturas permiten detectar una tendencia bastante
reconocida en los últimos años, en relación con la valorización que se tiene sobre la
importancia de algunas asignaturas en el proceso educativo de un sujeto cualesquiera:
es el caso de las Matemáticas. Asimismo, se marca la relevancia de los aprendizajes de
la lengua materna, puesto que el idioma español aparece con cuatro horas de clase a la
semana. Es decir que estas dos asignaturas, conjuntamente, completan nueve horas
semanales, un número igual de horas que el asignado al largo inventario de materias
ubicadas bajo el rubro Vocacionales y Técnicas. Es necesario aclarar que la enseñanza
de estas últimas se realiza a la manera de un taller, cuya intencionalidad está dirigida a
la detección de intereses y tendencias vocacionales de los estudiantes. Esta modalidad
didáctica se desarrolla solamente en los dos primeros cursos (sexto y séptimo año).
Para el segundo año (séptimo curso) el currículo mantiene una estructura similar. Los
cambios se presentan en Historia y Geografía, que durante este curso tienen contenidos
referidos a América en general, al cambio de Ciencias Naturales por Biología Integrada
y el agregar Trabajos de Taller y Cuidado de Animales Domésticos en el Área de
Vocacionales y Técnicas. La evidencia la transcribimos en la Tabla 6.
Tabla 6
Asignaturas del segundo año
Asignaturas Horas/semanales
A pesar de los cambios que se evidencian en los contenidos, las cargas horarias
asignadas permanecen idénticas al curso anterior. No tenemos clara la razón de los
planificadores para mantenerlas, puesto que durante nuestro trabajo de campo nos fue
imposible recabar información sobre los contenidos de algunas de estas materias, por
ejemplo, Ciencias Naturales. Por lo tanto, no estamos en capacidad de elaborar algún
comentario a este respecto. Solo nos queda dejar anotada nuestra extrañeza frente a
esta reiteración del número de horas por semana adjudicados a cada asignatura. Por
otra parte, creemos que el ‘otras’ del primer curso que aparece bajo el rótulo
Vocacionales y Técnicas se llena de contenido en este segundo año con Trabajos de
Taller y Cuidado de Animales Domésticos. Los primeros se refieren a trabajos de
carpintería, hojalatería, cerámica7 y otros dentro de esta orientación8.
Tabla 7
Asignaturas del tercer año
7 Estos contenidos los recogimos en conversaciones con los profesores encargados del área, pues según
ellos no existen programas escritos para estos talleres.
8 La relación que puede existir entre los contenidos del Área de Vocacionales y Técnicas y sus propósitos
En la propuesta para tercer año (Tabla 7) se presentan algunos cambios en las cargas
horarias, para los cuales tampoco se explicita una justificación. Por ejemplo, a Historia
y Geografía se le extienden los contenidos (aquí son universales) y se les restringe el
tiempo de clase. También hay disminución de carga horaria para Educación Musical y
Dibujo. Por otra parte, en la distribución horaria establecida para el año, se han
desagregado las cargas para las asignaturas que conforman el Área de Vocacionales y
Técnicas, que en los cursos anteriores aparecían como un bloque. Las razones podrían
encontrarse en la inserción de asignaturas con una tendencia evidentemente
pedagógica, tales como Fundamentos y Técnicas de la Educación, Observación
Pedagógica y Ayudantía, y Taller de Ayudas Educativas. La sumatoria de las cargas
horarias asignadas a estas tres asignaturas son equivalentes a las de español y
Matemáticas consideradas en conjunto: nueve horas. Por otra parte, al Área de
Vocacionales y Técnicas se le asignan once horas en total, a pesar de que el número de
materias incluidas es menor que en los cursos anteriores. Si pensamos que el total de
horas semanales permanece inalterado (39), emerge de manera transparente la razón
de las reducciones en las cargas horarias de Historia, Geografía, Educación Musical y
Dibujo. Consideramos que esto es una evidencia suficientemente clara acerca de los
criterios con que se estructuró la distribución de asignaturas por curso. Los mismos
están fundamentados en la necesidad de cubrir un total de horas semanales
establecidas por decreto. Es decir, el criterio que orienta el diseño curricular es la
partición aritmética de las horas establecidas en los calendarios escolares. En
consecuencia, las sustentaciones pedagógico-didácticas desaparecen a la hora de
diseñar la estructura curricular.
Tabla 8
Asignaturas del cuarto año
Asignaturas Horas/semanales
En la estructura propuesta para este curso (Tabla 8) emerge otra situación, bastante
confusa: Historia y Geografía de Colombia tienen asignadas una carga horaria de tres
horas semanales por asignatura, a diferencia de Historia y Geografía Universal, en el
año anterior, con una asignación de dos horas. Teniendo en cuenta que en primer año
(sexto curso) ya se programaron cursos de Historia y Geografía colombiana, ¿cuál es el
criterio para esta distribución que reitera asignaturas a una distancia de dos años
académicos? Al igual que en otras ocasiones, en este caso no se encuentran ni
justificaciones ni explicaciones. Solo nos queda, entonces, dejar anotada nuestra
extrañeza frente a la situación que encontramos.
Por otra parte, a la Práctica Docente se le asignan tres horas semanales, al igual que en
el curso anterior. Al considerar los contenidos que se han establecido para esta
asignatura, analizados en otro capítulo, emerge de nuevo la pregunta que apunta a los
criterios que sustentan esta toma de decisiones curriculares. Puesto que en el caso de
la práctica el cuestionamiento no solo es a los planificadores del currículo de1974, sino
también a aquellos que en 1977 diseñaron las etapas de la Práctica Docente a sabiendas
de las asignaciones horarias ya establecidas. Quizás es posible que la Observación
Pedagógica pueda realizarse en los períodos horarios establecidos para el tercer año
(octavo curso), pero no la Ayudantía y mucho menos agregar a estas dos en el cuarto
año (noveno curso) el Desarrollo de Clases, como lo establece el Manual de Práctica
Docente, cuando sostiene que estas tres modalidades de prácticas docentes deben
realizarse conjuntamente (MEN, 1981).
Tabla 9
Asignaturas del quinto año
Asignaturas Horas/semanales
Las cargas horarias de Educación Ética, Moral y Religiosa tienen una historia
descendente: tres horas en primero y segundo grado, dos horas en cuarto y una hora en
quinto y sexto. ¿Por qué? La respuesta a esta pregunta no está explicitada en el
programa, por lo tanto, no podemos comentar esta situación, pues en caso de hacerlo
estaríamos partiendo de supuestos que no conocemos. Solo nos interesa dejar
consignada esta decisión de los planificadores del currículo para la formación de
maestros. En el caso de Geometría Analítica y Trigonometría no parece haber primado
nuevamente el criterio de partición aritmética de las 39 horas semanales establecidas
para el trabajo en las instituciones educativas, puesto que desde los contenidos de la
disciplina no vemos cuál puede haber sido la diferencia encontrada entre Álgebra y
Geometría en cuarto año (noveno curso) y el ramo de las matemáticas de quinto año
(décimo curso) (Tabla 9). Quizás esta adjudicación se debió a la necesidad de aumentar
las cargas horarias que se le asignan a la Práctica Docente, generando así una
redistribución donde no se considera el contenido de las asignaturas, sino más bien los
límites impuestos por los decretos.
Tabla 10
Asignaturas del sexto año
Asignaturas Horas/semanales
Para este último curso (Tabla 10) se establece un criterio aparentemente diferente,
criterio que nosotros solo podemos inferir, ya que al igual que en el caso de las
distribuciones anteriores, no está explicitado. Este criterio estaría fundamentado en la
relevancia que se le asigna a la Psicología Educativa en la formación de maestros. El
resultado es quitarle una hora de las dos que tenía en quinto año (décimo curso) el
Taller de Material Didáctico y agregársela a Psicología. Es decir que, en última instancia,
el criterio que sigue primando es la distribución aritmética del total de horas semanales
establecidos, y no desconocemos la importancia que los conocimientos psicológicos
tienen para el desempeño profesional del maestro. Vale la pena anotar también que el
diseño de este programa mantiene fijas algunas cargas horarias durante los seis años:
Español, Idioma Extranjero, Educación Física. Las razones de esta decisión tampoco son
explícitas, por consiguiente, solo nos limitamos a consignarlo.
Quizás esta sea una de las tantas consecuencias de mantener la formación de maestros
bajo el régimen administrativo de la enseñanza media. Situación que se devela en la
inserción de un conjunto de asignaturas que son comunes a todas las modalidades de
Bachillerato establecidas en el país, a las cuales se superponen las correspondientes al
Área Vocacionales y Técnicas, sin considerar en el caso de las escuelas normales la
especificidad del tipo de especialización que se pretende dar por una parte, y por otra,
la no consideración del papel que necesariamente desempeñan los maestros de escuela
primaria en los procesos de desarrollo histórico-culturales y socioeconómicos en la
sociedad.
Ya hemos explicitado las cargas horarias que tienen asignadas cada una de las
asignaturas que estructuran el currículo del Bachillerato Pedagógico, cuya
intencionalidad es formar maestros para la escuela primaria. Intentaremos ahora
establecer de qué manera el tiempo semanal que se debe dedicar a la enseñanza de
estas materias está relacionado con la cantidad de información que los programas
pertinentes contienen. Nuestro análisis se limita a los contenidos de las asignaturas que
median la formación pedagógica propiamente dicha10.
9 En esta sección los contenidos son vistos en su perspectiva cuantitativa; es decir, cantidad de
información que se establece en el programa de cada asignatura.
10 El despliegue de los contenidos programáticos de las asignaturas que aquí analizamos en su relación
Sin embargo, los planificadores del currículo de 1974 para las escuelas normales
parecen haber olvidado tan importante tradición pedagógica del país, recuperando en
el proceso de elaboración de los contenidos de los programas de las asignaturas
fundamentales en la formación de un maestro la arcaica y criticada concepción
enciclopedista. Las consecuencias de esta forma de decisiones las veremos más
adelante al analizar los modos que asume la concreción de estos volúmenes de
información en las aulas de clase de la institución.
11El análisis de los contenidos del Manual de Práctica Docente lo presentamos en el capítulo “Lo práctico
en la formación de maestros”.
Análisis del marco general y de las orientaciones curriculares
Nos interesa retener una primera relación analizada y que muestra una incongruencia
entre el volumen de información a ser enseñado y el tiempo real asignado para
concretar el proceso de transmisión. A partir de esta incongruencia, que señalamos en
la sección correspondiente, y que emerge de una lectura de los programas que norman
la formación de docentes, parece bastante utópico afirmar que “la función de la escuela
normal es la de proporcionar una educación suficientemente profunda, amplia y
duradera [...]”*.
Esta trivialización del saber que ronda por las aulas de las instituciones formadoras de
maestros cuestiona la posibilidad de que a través de ella el futuro maestro reciba “una
Sin duda esas expresiones sobre las condiciones del maestro responden a los principios
consagrados en el Decreto 1955 de 1963, que son respetados explícitamente en la
Resolución de 1974, actualmente en vigencia. Estos principios establecidos para la
formación de maestros en el país sostienen que las escuelas normales deben:
Todo aprendizaje debe realizarse mediante las experiencias del alumno que
aprenderá de acuerdo con lo que él hace.
13 La categoría “formación en las causas” será predicada en el último capítulo, pues la misma es sustantiva
Este ha sido siempre uno de los puntos críticos en el diseño de programas para la
formación de docentes, puesto que en la escuela normal conviven docentes en
diferentes estadios: maestros de maestros y maestros en formación. Decimos diferentes
estadios en razón que tanto unos como otros “enseñan”. Es esta situación no aclarada
ni discutida la que lleva a que los objetivos siempre develen un carácter ambiguo en
cuanto a quiénes son los que deben alcanzar los logros en ellos establecidos14.
Una explicación posible para esta ambigüedad evidente es que los planificadores del
currículo para la formación de maestros llevan a cabo su tarea sin tener en cuenta la
especificidad que este programa tiene, ni las condiciones reales de su concretización.
Es decir, parten del supuesto de que los estudiantes y profesores de una institución
formadora de docentes se encuentran en las mismas condiciones que cualquier otra
modalidad de bachillerato de las existentes en el país y que, por consecuencia, las
relaciones que se establecen en las escuelas normales son análogas a las que se dan en
una institución cualesquiera del nivel medio del sistema educativo nacional. Estos los
lleva a perder de vista la singularidad y la especificidad de las escuelas de maestros, lo
que podría transformarse en una evidencia a considerar para la construcción de un
primer esquema explicativo sobre la ambigüedad de los objetivos formulados en
relación con sus destinatarios. Sin duda, este comentario no atañe al trabajar ‘en
función de objetivos’, sino que se dirige al punto de partida del proceso de su
formulación.
14Esta situación también es evidente cuando se formulan los objetivos para las unidades de Práctica
Docente, donde se hacen más evidentes los diferentes estadios que hemos propuesto. Ver la sección “Lo
práctico en la formación de maestros”.
debe organizar su trabajo mediante “una planeación cuidadosa que lo lleva a una acción
con objetivos precisos, de acuerdo con los contenidos, los recursos, las actividades y
una evaluación continua en función de los objetivos propuestos”.
Por otra parte, para interpretar y manejar la propuesta “en las escuelas normales del
país, se propone un modelo basado en el análisis del sistema”. Este modelo se mediatiza
a través de “unidades de instrucción” estructuradas sobre los siguientes componentes:
Esta propuesta está formulada, sin lugar a dudas, dentro de un marco de objetividad
proveniente de las proposiciones que sustenta la tecnología educativa. Resulta
aparente que dichas proposiciones pretenden dar al quehacer del maestro un carácter
científico. Esta es la concepción pedagógica que desde los documentos oficiales sustenta
la formación de docentes, acerca de cuyos elementos constitutivos nos extenderemos
hacia el final de este informe. Por ahora lo que cuestionamos en esta primera lectura
crítica de los programas es qué concepción acerca de la enseñanza y el ser maestro
subyace a esta propuesta aparentemente neutra encubierta bajo el rótulo de ciencia.
Para llevar a cabo este proceso de evaluación los maestros deben considerar:
15 El hecho de que los planificadores siempre consideren la evaluación como un aspecto diferenciado en
los procesos objeto de nuestro estudio es un elemento significativo para la construcción de nuestro
análisis crítico a la formación de maestros.
resultados el valor de acuerdo con la confiabilidad, con el cuidado de tener en
cuenta los posibles factores distorsionantes como la integración al grupo, la
relación alumno-profesor, la inmadurez, y, en fin, predisposiciones de diversa
índole. El profesor mediante la evaluación detectará el ritmo de aprendizaje de
los alumnos en el logro de los objetivos propuestos e investigará las causas que
lo dificultan para dar las soluciones del caso.
16En la sección “Lo práctico en la formación de maestros”, referida al análisis del Manual de Práctica
Docente, ampliamos nuestros argumentos sobre el problema de la evaluación.
diferentes versiones del análisis experimental de la conducta, iniciado por el
behaviorismo de Watson.
También egresan de ellos los maestros de maestros, es decir los profesores que son los
encargados de los cursos que se llevan a cabo en las escuelas normales, bachilleratos
pedagógicos según las últimas reglamentaciones. Este libro es la taxonomía de los
objetivos de la educación de Benjamín Bloom, al cual se agregan los textos de Briggs y
Gagné. Una evidencia de ello es el universo vocabular manejado en la propuesta
curricular. Expresiones como ‘objetivos generales y específicos’, ‘unidades de
instrucción’, y las consideraciones acerca de la ‘evaluación’, son ejemplos claros de la
mencionada evidencia.
Trabajar como lo propone el programa, ‘en función de objetivos’, implica fijar metas,
necesariamente observables y medibles, aunque esta medición no esté significada
desde lo numérico. Dichas metas se concretizan y expresan en la formulación de
objetivos relacionados con diferentes dominios: cognitivo, afectivo y psicomotor.
Por cuanto la palabra ‘saber’ está ligada estrechamente desde su significado con el
término ‘conocimiento’ y a este se vinculan los objetivos que afectan el dominio
cognitivo, consideramos relevante para nuestro análisis desplegar qué se entiende por
conocimiento en el planteamiento de Bloom. Para él,
17 El análisis de contenido del programa de esta asignatura lo desarrollamos en el capítulo “Lo teórico en
la formación de maestros”.
apropiación generado en las relaciones concretas que el individuo establece con el
saber, mediadas por la reflexión crítica. Relaciones que se construyen y cobran sentido
históricamente, pues constituyen un modo de la praxis social.
De esta manera se hace del maestro un técnico, que solo necesita un conjunto de
información almacenada a través de un largo listado de temas que se nombran como
contenidos programáticos y que le permitirán lograr objetivos definidos en términos
de habilidades y destrezas observables y mensurables, una vez que haya conseguido
provocar en sus alumnos las modificaciones de conducta que se haya propuesto.
En las conversaciones cotidianas cuando el tema gira acerca de las condiciones para
ser maestro de escuela, siempre emerge como fundamental la vocación. Más aún, se
llega a afirmar que “no puede existir maestro sin vocación”.
1La cita es extensa, pero sin duda significativa para mostrar una de las fuentes históricas fundamentales
en una problemática que hoy consideramos como una modernización muy contemporánea del sistema
educativo. El énfasis es nuestro.
Entonces fueron rechazados de la escuela normal. Hoy, a través de los años los
hemos visto... con muchos éxitos, ejerciendo otras profesiones... Seguramente, en el
magisterio no hubieran dado los resultados que se buscaban. Durante el rectorado
del doctor Sieber la formación de maestros se iniciaba desde la selección del
candidato. Al que no se le encontraba verdadera vocación, no se le hacía maestro.
Considero este el aspecto fundamental para la calidad del maestro sieberiano, que
fue el que vino a transformar la educación en Colombia2.
La etapa de la delegación de las aptitudes para llegar a ser docente está caracterizada
en dos niveles: uno de exploración y otro de iniciación. El primero se desarrolla, como
ya lo enunciamos, durante los dos primeros años. El segundo, o de iniciación, tiene lugar
en tercero y cuarto año (octavo y noveno curso). En él ya se encuentran incorporadas
al currículo materias del área técnica o de cultura profesional, como Fundamentos de
la Educación, al lado de otras como Técnicas Agropecuarias y Artesanías. Solo en cuarto
año (noveno curso) las asignaturas del Área de Vocacionales y Técnicas tiene un
carácter que genéricamente podemos adjetivar de educativo. La inclusión de materias
con el mencionado carácter sería un modo de recuperar la tradición que encontramos
en lo expresado por Max, ya que:
2 Estas afirmaciones fueron expresadas por un antiguo maestro de la escuela normal donde realizamos
nuestro trabajo de campo. Max fue alumno de la misma institución donde se inició una reforma
fundamental en la estructura de las escuelas normales. Esta fue llevada a cabo por un pedagogo alemán
llamado Julio Sieber, quien introdujo en la formación de maestros las concepciones postuladas por el
movimiento de la Escuela Nueva. El doctor Sieber además fundó las primeras cátedras de pedagogía
como cursos dirigidos a los maestros de maestros. Ellas son el origen de las facultades de educación en
Colombia. Sin embargo, el espíritu que portaba la escuela sieberiana sólo lo encontramos en Max.
3 No las volveremos a enumerar, puesto que lo haremos en el siguiente capítulo al mostrar la distribución
Hemos confrontado hasta aquí los contenidos que fueron sustantivos para la tradición
que el país construyó sobre la vocación de los maestros y los procesos que se
fundamentan en los elementos de la orientación y la consejería educativa que
actualmente están en vigencia en nuestras escuelas que forman docentes para la
escuela primaria4.
Lo que pudimos recabar fueron las razones por las cuales los estudiantes habían elegido
esta modalidad de Bachillerato Pedagógico:
Alumno: Porque pienso que es una forma pues más completa de aprovechar el
tiempo, ¿sí? No simplemente salir de bachiller, sino desde un principio... de normal,
de bachiller pedagógico, ¿sí?, que pueda uno desenvolverse en algún campo
cuando termine. Cuando termine sus estudios pueda trabajar y enseñar a la vez.
Pues me gustaría pue... pues no como por un tiempo largo sino por una temporada,
como por... estar con los niños, estar un poco cerca de ellos, conocer más sobre su
vida, mejorar un poco la metodología de cada maestro, ¿sí? Para enriquecer la
cultura, ¿sí? Pero no porque me gustaría como profesión así estable, porque esta
profesión requiere de mucha paciencia y dedicación, ¿sí?
Alumno: Derecho.
En lo expresado por este estudiante emerge una contradicción: por un lado, existe la
intención de egresar del Bachillerato Pedagógico “para que uno pueda desenvolverse
en algún campo cuando termine”. Por otro, no hay un propósito de dedicarse a la
docencia, pues se pretende trabajar como maestro durante un tiempo no muy largo, en
razón de los requisitos que se han comprendido de la profesión, seguramente mientras
se estudia derecho5.
Puesto que
4 Es necesario aclarar que a pesar de nuestras diferentes solicitudes para conseguir los instrumentos
(pruebas) para predecir las capacidades de los alumnos, a fin de llegar a ser maestros, nunca nos fueron
entregados. Por consiguiente, no podemos realizar un análisis de los mismos, como era nuestro
propósito.
5 A este respecto, los contenidos de las entrevistas que realizamos durante nuestro trabajo de campo a
los alumnos de la escuela normal son coincidentes con los hallazgos de Hernando Gómez-Buendía y
Rodrigo Lozada, cuando los autores transcriben este aparte de una entrevista: “Llevo siete años de
maestro. Si pudiera cambiar de oficio, lo hubiera hecho hace tiempo, pero como uno no se relaciona sino
con otros maestros no resultan oportunidades... de aquí a dos años, cuando uno acabe la carrera
(Derecho) espero dejar la docencia” (Gómez-Buendía, y Lozada, 1984).
Es decir, el oficio de maestro aparece aquí como parqueadero, que en cierta medida
permite solventar los gastos de los estudios universitarios. Esta es una situación
recurrente que ya habíamos detectado en nuestro estudio anterior al hacer un análisis
de la situación de los maestros en las escuelas primarias donde realizamos nuestra
investigación. Allí, en las escuelas urbanas encontramos que la gran mayoría estudiaba
carreras universitarias que no tenían ningún vínculo con la educación (Tezanos, y otros,
1983).
O sea que hay una línea de continuidad entre las preocupaciones por la posibilidad de
una carrera universitaria de los alumnos de la escuela normal y las de los docentes que
ejercen actualmente su oficio de enseñar en las escuelas urbanas.
En la parte inicial de las consideraciones que hace nuestra entrevistada emerge una
imagen de lo que desde el sentido común siempre se interpreta como ‘vocación’ que se
expresa en “a mí me nace ser maestra, yo siempre desde pequeña quise...”. Sin embargo,
también encontramos otro signo que marca la elección de la modalidad pedagógica del
Bachillerato. Este hace referencia a las posibilidades económicas de la familia que
condicionan en muchos casos el ingreso de los alumnos a la escuela normal, empujados
por la necesidad de ingresar rápidamente al mercado de empleo, con una credencial
que certifica una capacitación específica: el que sabe enseñar. Pero, existen
condicionantes para la inserción en el mundo laboral.
Entrevistador: ¿Cuáles crees que son las posibilidades reales que tienes de
conseguir trabajo en educación?
Alumna: Pocas.
Alumna: No.
Esta es una evidencia de que no bastan la voluntad personal, las buenas calificaciones,
el título que lo acredita profesionalmente, para llegar a ser maestro. Esta posibilidad
está cercada por otros condicionantes que los estudiantes de la escuela normal conocen
bastante bien.
Alumno: Bueno, porque para mí es una de las cosas más importantes en la vida.
Darse uno y poder compartir con los niños, con la gente, algo de sí mismo. Entonces
pensé que este era el mejor medio para ayudar.
Las expresiones vertidas por este estudiante de la escuela normal están significadas
desde un sentimiento que en general se denomina ‘vocación de servicio’. Sin dudas, su
perspectiva de la profesión se connota desde la perspectiva del magisterio como un
apostolado.
Alumno: El Pedagógico lo elegí porque hay un dicho que dice: “un pueblo ignorante
es instrumento ciego de su propia destrucción”. Yo creo que lo más importante que
hay en una nación es formar al pueblo, para que se pueda desarrollar. La base de
todo el progreso de cualquier nación es la educación. Entonces, yo creo que esa es
la razón importante por la que elegí el Pedagógico.
En las razones expuestas por este alumno que sustentan la elección hecha emerge un
planteamiento altilocuente expresado en palabras que sin duda no pertenecen a su
propio lenguaje. En verdad su verdadera decisión parece encubierta por este discurso
ideológico sobre el papel de la educación, en el progreso de una nación. Responde
también a las concepciones mesiánicas sobre la educación y en consecuencia sobre la
función social del maestro. Es decir, la profesión docente aparece con una aureola
mágico-religiosa desvinculada de las condiciones reales de la praxis, que como vimos
ellos conocen bien.
Alumno: Siempre que uno sale, se pone a pensar en la situación del magisterio. A
uno por la situación y todo, pues no le llama a uno la atención seguir trabajando
con el magisterio. Uno por lo general prefiere seguir otra carrera que no sea el
magisterio.
Entrevistador: ¿Usted cree que para superarse hay que salir de la escuela?
Entrevistador: O sea, hay que salir de la escuela como maestro. ¿El camino de la
superación pasa por no dictar clase para usted?
Alumna: No, no, de ninguna forma. Sino que uno se supera estudiando más, ¿sí? Y
de pronto estar en la carrera que realmente a mí me guste, me nazca, pues... En sí,
yo creo que lo ideal de todo es seguir estudiando. Unos que pueden
económicamente pues van a estudiar de día y otros pues van a aprovechar que
salieron de esta carrera y van a trabajar para ayudarse en el estudio.
Otra evidencia que sustenta nuestra afirmación es la que ofrece el estudio de Vélez y
Trouchón cuyo propósito es evaluar el rendimiento externo del bachillerato
colombiano. En dicho trabajo se sostiene con datos estadísticos obtenidos a través de
un seguimiento realizado a 1.826 egresados en 1976 de este nivel del sistema educativo
que un 34,8 % de los mismos que obtuvieron su grado en la modalidad pedagógica
trabajan y estudian, siendo conjuntamente con los graduados del Comercial los
porcentajes más altos. Con respecto a los estudiantes que una vez egresados solo
trabajan, los provenientes del Pedagógico alcanzan las frecuencias relativas más altas:
43,6 % (Vélez, y Trouchón, 1983).
Es decir que, estos datos obtenidos en la evaluación mencionada están legitimando las
razones de los que llegan al Bachillerato Pedagógico por razones de índole económica
y como una posibilidad de financiamiento para sus estudios posteriores.
Una evidencia más que confirma las razones de esta elección emerge de las respuestas
obtenidas a través de la aplicación de una encuesta abierta a los estudiantes que
ingresaron en 1983 al tercer curso de bachillerato, donde inician sus aprendizajes para
llegar a ser maestros.
La pregunta formulada por escrito fue: “¿por qué eligió el Bachillerato Pedagógico?”.
Era, como hemos dicho, una pregunta con carácter abierto, por lo tanto, el proceso de
categorización de las respuestas fue construido a partir de las consideraciones que
plantearon los alumnos al contestar nuestra indagación.
Es así como la categoría ‘Vocación’ está significada desde respuestas como “me gusta
desde pequeñita”, “siempre quise ser maestra”. La que hemos denominado
‘Sentimientos mesiánicos’ encuentra su significado desde respuestas como “por ayudar
a los necesitados”, “por amor y ayudar a la gente”. Cuando ubicamos las respuestas bajo
el rótulo ‘Instintos maternales o paternales’ es porque sus contenidos hacen referencia
a que el maestro o la maestra son “como el segundo padre”, “como la segunda madre”.
En la categoría ‘Interés económico’ se agrupan las respuestas del tipo “una sale con dos
títulos y gana más” o “tiene un cargo fijo y está asegurado”. Las respuestas como “me
gusta enseñar lo que aprendí” o “dar a conocer nuevos temas a otras personas”
estructuran la categoría ‘Para transmitir saberes’.
Asimismo, las respuestas obtenidas las desagregamos por sexo, buscando posibles
diferencias.
Tabla 1
Categorías desagregadas por sexo
Estas evidencias las confrontamos con las respuestas obtenidas cuando formulamos
esta pregunta: “¿Para usted ser maestro es: a) una profesión, b) un trabajo, c) un oficio,
d) un arte, e) un apostolado”, a grupos de maestros en Cartagena, Leticia, Santa Marta,
San Andrés y Tunja7. Los resultados fueron los siguientes (Tabla 2):
Tabla 2
Consideraciones sobre el ejercicio de la docencia
Desde los porcentajes asignados a cada una de las categorías establecidas la imagen de
la profesión de maestros parece construirse desde dos perspectivas dicotómicas:
profesión-apostolados, en tanto los porcentajes obtenidos por las demás categorías
propuestas no son relevantes.
Sin embargo, es posible otro tipo de análisis que nos permita mostrar las diferencias
entre los porcentajes asignados a estas dos categorías según las ciudades. En Santa
Marta y San Andrés la categoría ‘Apostolado’ indica más de un 50 % de respuestas
adjudicadas a ella. Sin duda, aquí existen factores externos relevantes de considerar.
Santa Marta ha sido territorio de misiones católicas y San Andrés es una isla en el mar
Caribe donde existe una notable inserción de religiones reformadas: metodistas,
pentecostales, luteranos. Para ambas, y siguiendo el argumento de Lortie que
compartimos, el enseñar es una vocación apostólica que nos acerca al maestro.
6 Las consecuencias de la imposición de esta visión apostólica sobre el magisterio son bien conocidas por
todos los docentes en ejercicio cuando reclaman por sus derechos salariales y su seguridad social.
7 Esto fue posible con la colaboración de Carlos Francisco Parra, quien coordinaba cursos de capacitación
para docentes en servicio organizados por la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, en las ciudades
que se indican en la tabla.
las mencionadas ciudades. Y existe una relación significativa entre los procesos de
urbanización y la profesionalización del oficio de maestro, relación que justifica estos
resultados.
Mas no es esta la única. Las respuestas que significan ‘Instintos maternales y paternales’
alcanzan porcentajes bastante altos en las mujeres. Aunque las diferencias con los
porcentajes asignados a los hombres son significativos. Las razones para la aparición
de estas diversidades emergen de un elemento recurrente en algunos planteamientos
que surcan las ideas pedagógicas sobre el papel de la maestra como la segunda madre.
No hemos encontrado estudios sistemáticos sobre el origen de estas concepciones, lo
que hemos hallado son afirmaciones como las de Georg Kerschensteiner, quien en su
libro El alma del educador sostiene que “la profesión [la de los maestros] es,
indudablemente, la que se aproxima más a la de la madre”. Esta afirmación del
pedagogo alemán coincide tanto con la de los niños cuando expresan “una buena
maestra es como una madre”, “la maestra es como la segunda madre”, como con los
mismos docentes cuando consideran que “esta es una profesión para mujeres”.
Con relación a esta visión cultural de la profesión docente como otro modo de
concretizar la maternidad, podemos decir que la misma es un factor que influye en las
alumnas mujeres cuando eligen el Bachillerato Pedagógico.
Es decir, la relación que el maestro tiene con el saber es un foco de atracción para los
estudiantes hombres en la selección de la carrera. En la mujer pesa más su condición
de madre.
En los capítulos siguientes veremos cómo la escuela normal, tanto desde sus
orientaciones oficiales como desde su realidad, resuelve este problema de las
vocaciones y transforma a estos alumnos en maestros para la escuela primaria.
Capítulo V
LO PRÁCTICO EN LA FORMACIÓN
DE MAESTROS
1El Manual de práctica docente es un documento elaborado conjuntamente por la Oficina Sectorial de
Planeación Educativa, la Dirección General de Capacitación y Perfeccionamiento Docente, Currículo y
Medios Educativos, la Dirección General de Administración e Inspección Educativa y la División de
Educación Media Vocacional, todas dependencias del Ministerio de Educación Nacional de Colombia. La
versión a la que corresponden las citas y referencias de este trabajo es la de 1981, editada a mimeógrafo
en Bogotá.
elaborado por el Ministerio de Educación Nacional en 1977 que, en general, es
empleado como guía por los coordinadores de esta área en el Bachillerato Pedagógico
Las funciones de todos y cada uno de los miembros del Consejo de Práctica
Docente tienen un carácter obligatorio porque son inherentes a la naturaleza de
los planteles de modalidad pedagógica donde ellos cumplen con su labor
docente.
3 Vale la pena anotar una incoherencia. Las resoluciones 4785 y 5801 del Ministerio de Educación
Nacional que originan este Manual no mencionan ni cultura pedagógica ni cultura general, sino que hacen
referencia a un Área Vocacional y Técnica.
Participar en la supervisión de la práctica docente en las diferentes unidades.
Manejar con precisión los criterios de evaluación de las diferentes guías, en cada
una de las unidades de práctica.
Resolver, en primer término, las situaciones especiales que se presenten con los
alumnos-maestros en la actividad docente.
Integrar con el coordinador, los profesores de cultura general, los temas afines,
objeto de la estructuración de las unidades de práctica docente.
Consejero escolar
Hasta aquí la minuciosa descripción de las funciones asignadas a cada uno de los
integrantes del Consejo de Práctica Docente. De esta manera, se restringe el espacio
autonómico que propone el Manual para la elaboración “del propio reglamento y de la
propia práctica”. Las restricciones continúan cuando en el Manual se hacen “Algunas
consideraciones sobre diversos aspectos que podrían ser objeto de la reglamentación
de la práctica docente” (MEN, 1981).
También se añade:
Sanciones
— Amonestación verbal.
— Amonestación escrita.
— Amonestación escrita con copia a la ficha acumulativa.
— Amonestación escrita con copia a la ficha acumulativa y a los padres de familia.
En caso de inasistencia sin plena justificación, la escala de sanciones sería:
Estímulos
— Nota máxima.
— Felicitación en la ficha síntesis.
— Nota de felicitación dirigida a los padres de familia con copia a la ficha
acumulativa.
— Mención de honor.
— Distinción para izar el pabellón nacional.
— Establecimiento de la placa al mérito pedagógico con el fin de inscribir
anualmente al egresado que se hubiera distinguido como el mejor practicante
en las diferentes etapas de la experiencia docente.
Como se desprende de la lectura de estas ‘consideraciones’, ellas tocan solo los aspectos
formales de la práctica docente, aunque en el Manual se sostiene que “el reglamento
tendrá en cuenta la filosofía y el concepto”. Sobre estos dos considerandos no se hace
ninguna referencia. Es posible que ello se deba a la adscripción que este programa, en
general, hace a los correspondientes al Decreto 1955 de 1963. Pero esto hace la
situación aún más contradictoria, pues los mencionados programas no se suscriben a la
tecnología educativa de manera explícita como los actualmente vigentes. Quizás sea
esta contradicción lo que no ha permitido a los planificadores del Ministerio de
Educación Nacional hacer explícita “la filosofía, el concepto”.
Por otra parte, según el Manual, el Consejo de Práctica Docente puede elaborar los
contenidos “de la propia práctica”. Sin embargo, como veremos más adelante, los únicos
contenidos que puede decidir el Consejo son los que hacen referencia a las temáticas de
las lecciones que los alumnos-maestros deben desarrollar.
I. LA ESTRUCTURA DE LA PRÁCTICA DOCENTE SEGÚN EL MANUAL: ANÁLISIS DE SUS CONTENIDOS
Tabla 1
Actividades que estructuran la práctica docente
1963 1981
Observación Observación
Ayudantía Ayudantía
Práctica parcial Desarrollo de clases
Práctica integral Práctica integral
4Estas son las consideraciones que sobre la práctica hace el programa elaborado en 1963, a partir del
Decreto 1955. Posiblemente esta es la ‘filosofía’ a la que hace mención el Manual de 1981.
observación: espontánea, común, libre, selectiva y electiva, que a su vez
requieren ser practicadas sucesivamente.
La observación común, que se basa en el mismo tema para todos los alumnos.
Sin duda Bacon nunca pudo llegar a imaginarse la influencia que su propuesta,
concretada en la famosa frase “solo se conoce a través de los sentidos”, tiene hasta hoy
en las explicaciones que diferentes tendencias didácticas han elaborado sobre el
enseñar y el aprender.
En consecuencia, desde aquí puede ser considerado natural el hecho de que el primer
nivel de la práctica docente en las instituciones formadoras de maestros conserve
explícitamente el nombre de observación, más aún si tenemos en cuenta que el oficio
de maestro es visto como un artesanado (craft).
Por el contrario, la otra perspectiva con que se emplea la observación, que en general
se adjetiva como estructurada, parte de la propuesta que las corrientes psicológicas de
matriz experimentalista hacen sobre los procesos observacionales. Es decir,
categorizaciones elaboradas anticipadamente, a partir de marcos teóricos referenciales
que estructuran y dan forma a la tarea observacional y al objeto de estudio. Los
elementos del proceso de observación son sometidos a pruebas de validez y
confiabilidad desde una perspectiva estadística y han alcanzado uno de sus mayores
refinamientos en los instrumentos que se emplean en el análisis de interacción social
propuesto por Flanders en 1970 y por Simon y Boyer en 1968 y 19705.
5 Para un análisis crítico más amplio a la propuesta de Flanders (FIAC), ver: Delamont, Sara, “Fuera del
Por otra parte, no creemos que se pueda confundir que algo que atraiga la atención
necesariamente genera un proceso observacional inmediato. Más aún, si consideramos
las condiciones en las cuales se realiza esta actividad de los estudiantes, por la cual van
a recibir una calificación que marca la posibilidad de aprobar la totalidad de un año
académico, tal como aparece anotado en el Reglamento de práctica docente que ya
transcribimos.
Otra forma que se anota en el Manual es la “observación común que se basa en el mismo
tema para todos los alumnos”.
En el Manual se afirma, además, que “la observación libre y selectiva se realiza cuando
se proporciona un conjunto de subtemas sobre el mismo asunto y el alumno-maestro
selecciona el de su agrado”.
La observación es, en una primera instancia, selectiva per se, en tanto la primera
relación que el observador establece con un objeto cualquiera está teñida de sentido
común. Por lo tanto, esta relación solo hace referencia en sus contenidos, a las
condiciones exteriores del objeto. Pero también la observación es selectiva por las
relaciones pretéritas que el sujeto guarda con lo observado; es decir, la selección no es
un resultado arbitrario (espontáneo) o especulativo, sino que adquiere su sentido y
significado en el interior de contextos socioculturales diferenciados. Como
consecuencia de lo que aquí afirmamos, emerge el cuestionamiento al carácter libre que
tendría la observación en el sentido que se anota en el Manual. Más aún, si lo pensamos
desde las guías de observación propuestas por el mismo texto, vinculadas a una de las
perspectivas mencionadas con que se trabaja actualmente la observación. Por otra
parte, es conveniente anotar que ni siquiera la llamada ‘observación natural’ puede ser
adjetivada de libre, pues por una parte comparte las consideraciones anotadas y por
otra está sometida a un conjunto de reglas para su ejecución, así como también a los
propósitos que se hayan planteado para la realización de observaciones en diferentes
contextos.
Todos estos vacíos se resuelven dando un ejemplo de guía de observación y los modos
de diligenciarla. Estas orientaciones no responden a ninguna de las propuestas
contemporáneas que presentamos sobre la observación, sino más bien a las formas
enunciadas para el diseño instruccional en los textos en boga de tecnología educativa,
corriente a la cual se adscribe explícitamente el programa vigente para las escuelas
normales y que se concretiza cuando en las sugerencias se anota que
Es evidente que esta propuesta dista mucho de las condiciones anotadas que plantea
Nervi sobre la observación didáctica. La distancia radica en que lo afirmado en el
Manual se refiere a la estructura y organización de una actividad de clase; en cambio,
las sugerencias de Nervi están enfocadas estrictamente en las características que
debería tener una observación, entendida como un elemento en la estructura curricular
para la formación de docentes.
Guía de Observación
Objetivos:
1. Identificar los elementos básicos de la decoración.
2. Valorar la presentación estética del aula.
Totales 10,0
Diligenciamiento de la guía
Por otra parte, se afirma sin ningún inconveniente que “el tema (que) se ha seleccionado
como ejemplo concuerda con el avance de los programas de ‘Fundamentos y técnicas
de la educación’ [...]”. No podemos comprender ni explicar cómo esta guía cuyo tema es
“decoración del aula de clase” tiene alguna relación o puede producir algún proceso de
reflexión que apunte hacia los temas especificados en la cita. No entendemos cuáles son
las relaciones que determinan el sentido y significado de los ‘agentes educacionales’, los
‘agentes por delegación’ y ‘la escuela’ desde la “decoración del aula de clase”.
Es este ‘recetario’ el que recibe el estudiante, elaborado a priori, sin criterios conocidos
ni validados, sin su participación y careciendo de los elementos teórico-prácticos para
cuestionarlos. Es decir, al alumno-maestro se le impide aprender los procesos de
* El énfasis es nuestro.
construcción de una ficha o guía de observación con todo el rigor necesario e
imprescindible, obligándolo en cambio a aceptar algo elaborado por fuera, ya no solo
de él, sino de la escuela normal donde estudia. Quizás, lo que el futuro maestro está
realmente aprendiendo es a acatar y llenar los formularios que le llegan de una forma
acrítica y, en consecuencia, sumisa.
Actividades de Ayudantía
El estudiante puede iniciar el nivel de Ayudantía una vez “haya adquirido el dominio de
las diferentes técnicas de observación” (MEN, 1981). Ambos momentos de la práctica
docente se realizan durante el tercer año de Bachillerato Pedagógico.
Su tarea en este nivel será imitar lo que ha observado y tomar parte en actividades
denominadas ‘extracurriculares’ (jardinería, club de lectura, Cruz Roja). El alumno-
maestro se ha interiorizado del funcionamiento de las mismas a través de las formas de
observación indicadas en el Manual que ya hemos analizado. Asimismo, deberá poner
en práctica las técnicas de elaboración de material y ayudas que ha aprendido en la
asignatura correspondiente.
Guía de Ayudantía
Objetivos:
1. Aplicar las técnicas de elaboración de frisos.
2. Desarrollar iniciativas para este tipo de actividad.
Recursos:
Papel periódico para la base del friso; recortes de revistas o empleo de las
mismas para las siluetas; cartón, cartulina, pegante, colores y tijeras.
Pasos de la actividad:
3. Desarrollo de la actividad
Totales 10,0
Diligenciamiento de la guía
Criterios: están implícitos en cada uno de los pasos que constituyen las
evidencias, en virtud de la objetividad que debe caracterizar la evaluación.
Criterios para calificar: en el ejemplo que nos ocupa, se considera que el alumno-
maestro ha logrado los objetivos si ha realizado correctamente los pasos
propuestos. El Consejo de Práctica Docente jerarquizará las evidencias con base
en los principios técnicos que caracterizan el desarrollo de cada actividad. Esto
implica que los numerales tendrán diferentes valores de acuerdo con su
importancia.
Numeral 1 1,0
Numeral 2 1,8
Numeral 3 7,2
Total 10,0
El segundo tipo de razones, referidas a los contenidos, tiene un carácter más relevante
desde nuestro punto de vista. El alumno-maestro cuando desarrolla este nivel de
práctica todavía no ha tenido contacto con los contenidos de las diversas metodologías
de las áreas que estructuran el currículo de la escuela primaria. Esto lleva a que la
realización de las actividades indicadas para la ayudantía, aparezcan totalmente
distanciadas de los contenidos de dichas áreas. Es decir, se elabora un friso, un cartel,
se enriquecen rincones, se preparan cuadernos, pero el por qué, el sentido de estas
tareas se pierde, puesto que cuando el maestro en su quehacer real prepara el material
didáctico lo hace según la necesidad del tema que desarrollará en su lección y no como
algo separado y sin razón. La guía es ambigua porque el nivel de ayudantía está
ambiguamente definido, en tanto en el texto de la guía se habla de los “pasos didácticos”
para la elaboración de un friso, cuando en la realidad lo que hay son pasos didácticos
para enseñar a elaborar un friso como una ayuda para la comprensión de un tema
específico, pero no como algo separado. Pareciera que el propósito de este nivel fuera
enseñar a ‘hacer cosas’ pero no a preguntarse por el por qué y el para qué, limitándose
solo al qué y al cómo.
Según el Manual:
Asimismo, en este nivel aparece con toda claridad uno de los modos relevantes de
concreción de la concepción de la formación de un maestro como un aprendiz artesano.
Concepción que subyace a los dos momentos anteriores (observación y ayudantía),
pero que aquí se hace transparente. Sin embargo, la mencionada concepción aparece
oculta, quizá no conscientemente, por una propuesta teñida de cientificidad, desde la
perspectiva de la tecnología educativa.
Esta orientación se ve con claridad en las indicaciones que se hacen en el Manual con
respecto a los momentos sobresalientes de las clases que deben desarrollar los
alumnos, en este nivel de práctica docente, en el Bachillerato Pedagógico. Los
‘momentos esenciales’ son: “objetivos, actividades de aprendizaje, materiales, tiempo,
evaluación y asignación de tareas”. Sin embargo, esta concepción aparece encubierta en
el Manual cuando se señalan y definen los momentos relevantes por los cuales se
evalúan las ‘condiciones profesionales’ de los alumnos-maestros. En consecuencia,
vamos a transcribir paralelamente la propuesta del Manual sobre los ‘momentos
esenciales’ y las fuentes que la sustentan, que no son mencionadas en el Manual, ni
siquiera en la bibliografía que se adjunta, para develar de esta manera los orígenes de
la mencionada propuesta:
Dice el Manual:
Los eventos iniciales de una lección con frecuencia se proyectan para volver a
despertar estados de motivación en el estudiante. La introducción a una lección
con frecuencia logra esto ‘apelando al interés del alumno’... Obviamente, existe
un sinnúmero de maneras de despertar el interés y una gran cantidad de
motivos prevalecientes a los que se puede recurrir... El maestro eficaz por lo
general adquiere una destreza considerable para idear maneras de hacer que la
instrucción sea ‘pertinente’ a los intereses del estudiante.
Es decir, la propuesta del Manual responde a uno de los puntos clave del discurso de la
tecnología educativa, puesto que a pesar de no nombrar explícitamente la motivación
está implícita debajo del ‘sentir interiormente’, ya que el maestro “debe producir esta
situación para interesar al educando en el nuevo conocimiento”. Si, según Gagné, “el
alumno puede no verse motivado inicialmente por el incentivo de alcanzar un objetivo...
es preciso establecer la motivación, en vez de limitarse a verificar que esta está
presente” (Gagné, 1975).
Por otra parte, las capacidades previamente aprendidas de acuerdo con lo que Gagné
sostiene en su texto están representadas por la información almacenada en la memoria
del estudiante. Esta posición es coincidente con la de Benjamín Bloom cuando sostiene
que “el conocimiento, tal como se lo define aquí, diluye aquellos comportamientos y
situaciones que acentúan la importancia del recuerdo de ideas, materiales o fenómenos,
ya sea como reconocimiento o evocación [...]” (Bloom, 1974) y cuando el estudiante
aprende “se confía en que almacene en su mente determinada información” (Bloom,
1974).
Debe uno estar muy consciente de los efectos del acontecimiento de aprendizaje
y de su importante influencia en lo que toca a determinar exactamente lo que se
aprenda [...] como mínimo, debe haber una retroalimentación para la corrección
[...] (1979)
Para una mayor precisión en esta comparación entre lo que presenta el Manual y la
fuente original presentaremos esquemáticamente los ‘momentos esenciales’ del
primero y los ‘acontecimientos didácticos’ de la segunda.
Acontecimientos didácticos Momentos esenciales
Gagné y Briggs (1979) Manual 1981
Al igual que en las etapas anteriores de la práctica docente, el Manual presenta una ficha
de evaluación para el desarrollo de las clases, donde a través de indicadores aparecen
los posibles contenidos de cada uno de los ‘momentos esenciales’. El contenido de la
ficha está dividido en dos aspectos: ‘Condiciones personales’ y ‘Condiciones
profesionales’. En este último se consideran los momentos que estructuran la lección.
Estos serán los requisitos que el estudiante deberá cumplir. Vale la pena anotar que
esta ficha, a diferencia de las anteriores, no tiene carácter de ejemplo, sino que tiene
que ser considerada por el maestro consejero como el modelo a seguir.
6 El orden original está cambiado. En el texto este acontecimiento didáctico aparece con el número 9, y
este como el 8.
7 Nosotros haremos explícito el origen de la lección en nuestro último capítulo, en beneficio de la claridad
de nuestras conclusiones.
Nombre de la unidad _________________________________________________________________________
Nombre del alumno-maestro ________________________________________________________________
Escuela de práctica ___________________________________________________________________________
Curso_____________________________________________ Grado(s) ___________________________________
Nombre del maestro de práctica
Evidencias % Fechas
Condiciones personales:
Condiciones profesionales:
Momentos de la clase.
Ambientación:
1. Organización.
2. Forma de iniciar la clase.
3. Utilización de recursos didácticos.
Adquisición:
Elaboración:
Fijación:
14. Manejo de la interrogación.
15. Aplicación del nuevo conocimiento.
16. Funcionalidad de las actividades.
Evaluación:
___________________________________________________________________________________________
Observaciones __________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________
Pero a pesar de esta ficha considerada como objetiva y distante, donde se señalan
rigurosamente los momentos de la clase y las condiciones personales del futuro
maestro, ella no será el instrumento real de evaluación. Esta dependerá de la capacidad
del estudiante de reproducir lo más precisamente posible las formas del hacer del
maestro que lo inicia en su oficio. Más aún, a veces tendrá que replicar la imagen que
este maestro tiene de sí mismo, ni siquiera la real (ver: Lo real de lo práctico).
Esta es una más de las contradicciones que emergen entre las propuestas escritas en el
programa y su desarrollo real.
Pero las contradicciones en esta etapa de la práctica no solo surgen respecto de las
formas o ‘maneras de dictar clase’, sino también con respecto a los contenidos de las
mismas, expresados en las unidades que se proponen en el Manual. En general estas
contradicciones provienen de una necesidad de adaptación o adecuación de la práctica
docente que se desarrolla en el Bachillerato Pedagógico al currículo con carácter
experimental que ha diseñado el Ministerio de Educación Nacional para la escuela
primaria.
No obstante, aún más, para esta unidad no hay ni una guía para el alumno, ni una ficha
de evaluación y seguimiento, sino una “guía específica para facilitar la estructuración
de esta unidad”.
Objetivos generales:
1. Interpretar correctamente los programas curriculares.
2. Aplicar los principios de globalización en el proceso enseñanza-aprendizaje.
3. Valorar la técnica del trabajo en grupo para la enseñanza.
4. Manejar las técnicas metodológicas en función de la enseñanza activa.
Duración _______________________________________________________________________________
Grado escolar __________________________________________________________________________
Observaciones
___________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________
Diligenciamiento de la guía
Actividades de práctica:
Si comparamos este proceso de diligenciamiento con los de las guías y fichas anteriores,
surge claramente su inconsistencia y falta de rigor, producto sin duda de la
improvisación y de la carencia de claridad en cuanto a los propósitos para la
introducción de esta unidad en la práctica docente de la escuela normal. Estos
propósitos parecerían estar más ligados a un proceso de diseminación curricular que a
la formación de maestros.
Asimismo, surge una nueva incongruencia cuando en el Manual se propone una unidad
denominada Educación Preescolar, cuyas consideraciones son las siguientes:
Las diversas actividades propias del nivel preescolar guardan estrecha relación
con el juego como experiencia múltiple.
Solo a modo de ejemplo, y en tanto en las consideraciones se afirma que esta unidad
debe ser desarrollada durante el segundo semestre del décimo curso (quinto año), pues
los alumnos ya han cursado Psicología Educacional, vamos a hacer un comentario.
En términos generales, las diferentes corrientes psicológicas reconocen que entre los 6
y los 7 años se producen cambios significativos en el proceso evolutivo de los niños8.
Para mostrar algunos de estos cambios vamos a referirnos de manera muy general a un
Por otra parte, desde estos contenidos del Manual emerge una imagen del papel del
maestro, pues para el primer numeral es un sujeto que elabora inventarios; para el
segundo, un llenador de fichas y libros reglamentarios; y para el tercero, un aplicador
de técnicas. En esta imagen se diluye el carácter cultural de la profesión de enseñar y
en consecuencia el reconocimiento del maestro como un intelectual9.
Además de las unidades hasta aquí analizadas, en el Manual se inscriben otras tres que
completan este nivel del área de práctica docente denominado “Desarrollo de clases”.
A esta unidad se le asignan una serie de propósitos como “fomentar las buenas
relaciones humanas con los escolares y maestros de práctica; dirigir y organizar
actividades de grupo; estimular el espíritu de cooperación en beneficio de la comunidad
y participar en las actividades cívicas y sociales del establecimiento”.
Por otra parte, el Manual anota condiciones para los profesores que orientan esta
unidad, considerando necesario el dominio de la “metodología científica de la
investigación; tener capacidad de dirección y manejo para la realización del proyecto”,
lo que permitirá “el desarrollo de investigaciones que identifiquen objetivamente la
naturaleza y magnitud de los problemas de la comunidad”.
9 En el capítulo final de este informe nos extenderemos sobre estas diferencias que consideramos
fundamentales para generar alternativas sobre la formación de maestros.
Sin embargo, a pesar de esta afirmación, a renglón seguido se anota en el Manual: “por
tanto la unidad comprenderá actividades de alfabetización, post alfabetización, cultura
general, salud, recreación, manualidades y otras”.
Pero la duda parece despejarse cuando a renglón seguido se anota que “con esto se
desea aclarar que las escuelas normales deberán propiciar la organización de una
escuela unitaria o escuela nueva en un sector cercano”. Es decir, la escuela normal
parece ser utilizada para fomentar programas considerados prioritarios por la
administración educativa nacional. Esto impone un cuestionamiento no solo a la
inclusión de esta temática sino, también, a las unidades integradas y a la educación
preescolar en el programa del área de práctica docente.
10 Escuela Nueva aquí no hace referencia a la corriente pedagógica de renovación educativa surgida entre
fines del siglo pasado e inicios del actual, sino que hace mención al programa del Ministerio de Educación
Nacional para la escuela rural, iniciado a mediados de los años setenta.
‘hacedor de todo’. Parece obvio tener que señalar las consecuencias que esta situación
acarrea respecto de la calidad de la escuela primaria en el país.
Para sostener nuestra afirmación partimos del hecho de que la inclusión de la unidad
escuela unitaria o escuela nueva ha tenido como consecuencia que los contenidos del
programa de la asignatura Fundamentos y técnicas de la educación se desarrollen solo
en función del manejo de esta unidad (ver: Lo real de lo práctico), lo que indica una
distorsión en el cumplimiento de una propuesta del currículo vigente con respecto a la
articulación de los contenidos de las distintas áreas. Esta distorsión se concreta en el
sometimiento de los aspectos llamados teóricos de la formación a los contenidos y
formas de práctica docente. Esto remite nuevamente a la visión de la formación de un
maestro como el aprendizaje artesanal de un oficio, centrado en el activismo. Esta
situación es réplica de la que acontece con el programa experimental para las escuelas
primarias básicas del Ministerio de Educación, que ha llevado a cambiar los contenidos
de la asignatura mencionada por la propuesta curricular.
Los contenidos de estas unidades deben ser desarrollados por los estudiantes del
Bachillerato Pedagógico durante el período de un año académico donde transcurre esta
etapa de la práctica docente sobre el ‘desarrollo de clases’. Esta situación muestra
rasgos tradicionales del proceso de formación de maestros como la superficialidad y
banalización del saber que se traduce en la necesidad de que los alumnos aprendan a
‘hacer cosas’ a través de un activismo exacerbado fácilmente detectable en una lectura
minuciosa, reflexiva y crítica del Manual de práctica docente. Estas condiciones de
realidad, en tanto en general, y como veremos en otro capítulo la propuesta del
mencionado Manual es tenida en cuenta por los coordinadores del área, imposibilitan
la generación de procesos de apropiación cultural. Puesto que desde el texto mismo que
venimos analizando se propone que el maestro guarde relaciones marcadas por la
exterioridad y distanciamiento con el conocimiento, impidiendo que el docente que se
está formando desarrolle su capacidad creadora, para que en un futuro cercano sea
capaz de transformar el saber pedagógico, desde el cual construye y reflexiona su praxis
social específica. Esto es la consecuencia de haber impedido, desde la misma propuesta
oficial sobre las formas de concreción de la práctica docente, que el futuro maestro
llegue a ser un portador del saber pedagógico, restringiéndolo a ser un aplicador de
técnicas, entendidas como ‘recetas’, que le van siendo inculcadas a través de su pasaje
por el Bachillerato Pedagógico, en un proceso cuyo supuesto, no siempre explícito, es el
considerar la formación de maestros como la de un artesano corporativo de la Edad
Media, donde la imitación desempeña un papel relevante.
Con las dos primeras unidades se pretende completar el ciclo de contenidos iniciados
en la etapa anterior de la práctica. Es decir, conservan su carácter gradual. El adjetivo
‘integral’ solo es aplicado a las dos primeras semanas de los cursos y a las dos últimas
del año, que corresponden a las unidades consideradas como propiamente integrales.
Iniciaremos nuestro análisis con las dos primeras unidades que mantienen una
continuidad con las anteriores, aunque este orden no es el establecido por el Manual,
que ubica la Práctica Integral de Actividades de Iniciación en primer lugar, luego las
unidades de Conocimiento... y Evaluación...; y por último la de Actividades de
Finalización. Sin embargo, a fin de conservar el orden de nuestra exposición,
comenzaremos por el Conocimiento del Niño y Educación Especial.
Con relación a esta unidad, en el Manual se propone que para su desarrollo “se pondrán
en juego los conocimientos proporcionados en el estudio de la psicología”, para que el
futuro maestro pueda “atender al escolar en sus aspectos físicos, fisiológicos, mental,
emocional y social”. Este propósito se pretende lograr haciendo que los alumnos-
maestros elaboren y lleven “a la práctica algunos instrumentos y técnicas de trabajo
como cuestionarios, fichas y pruebas sin olvidar la aplicación de test”. Además, se
incluye una lista de
los casos comunes que pueden detectarse y que inciden en el rendimiento de los
escolares [...] 1) incapacidad para aprender al ritmo de sus compañeros; 2)
comportamiento inadecuado (agresividad, pasividad, desinterés, etc.; 3)
pobreza de lenguaje; 4) incapacidad para interactuar; 5) dificultad para atender
y seguir órdenes; 6) llanto persistente, cólera frecuente, etc.; 7) dificultades en
la motricidad; 8) desarrollo físico irregular.
Además, en el Manual se anota que “los alumnos deberán conocer y manejar las técnicas
requeridas con el propósito de atender oportunamente las necesidades individuales de
los niños”.
En esta unidad emerge una visión diferente del maestro: la imagen del terapeuta del
aprendizaje. Pero en su base permanece la anterior concepción del ‘técnico’, del
‘repetidor’, puesto que los instrumentos y técnicas de trabajo, tal cual son entendidos
en el programa de psicología (ver: “Lo teórico en la formación de maestros”) solo hacen
que el futuro maestro tienda a ser un ‘manejador’ de herramientas, sin cuestionarse ni
el para qué ni el porqué.
Por otra parte, las consideraciones acerca de esta unidad presentan tres ejes
discursivos. Uno de ellos referente a la imagen de maestro que acabamos de exponer.
Otro centrado en los alumnos de la escuela primaria cuando se sostiene que el
desarrollo de esta unidad
Estos dos últimos ejes tiñen de ambigüedad las consideraciones acerca de la unidad
Conocimiento del Niño y Educación Especial, puesto que ambos pueden ser aplicables
tanto a los escolares que asisten a las escuelas de aplicación como a los futuros
maestros. Por otra parte, supone que desde los cursos de psicología recibidos en el
Bachillerato Pedagógico los alumnos puedan colaborar en la organización de ‘aulas
especiales’, muestra la carencia de principio de realidad de los planificadores que
elaboraron el Manual.
Dicha falta de conocimientos sobre la situación real de la escuela de maestros por parte
de los planificadores del currículo tiene como consecuencia que el estudiante de dicha
institución solo tenga la posibilidad de aprender un recetario de actividades, con un
carácter seudocientífico dado por la terminología en ella usada, pero que solo lo
transforma en un repetidor de palabras de las cuales en general desconoce su
significado.
Esta ausencia de principio de realidad atraviesa toda la propuesta inscrita en el Manual
para la realización de la práctica docente adjetivada de gradual.
La última unidad que continúa la línea iniciada en la tercera etapa de esta área de
formación es la de Evaluación del Aprendizaje. Durante su desarrollo “los futuros
maestros tendrán la posibilidad de ejercitarse en la elaboración de pruebas de
rendimiento; en su proceso de aplicación, evaluación, tabulación y graficación de
resultados”.
En las consideraciones sobre esta unidad surgen otra vez dos ejes discursivos; uno
referente a los escolares (niños de la escuela primaria) cuando se anota:
El otro eje hace referencia a la totalidad del proceso de práctica incluyendo los eventos
del aula de clase de la escuela de aplicación, en tanto se sostiene:
Pero el análisis de las propuestas para esta unidad puede conducirse desde otra
perspectiva y a partir de la pregunta: ¿por qué los procesos de evaluación del
aprendizaje aparecen separados del desarrollo de clases? Más aún, si consideramos la
especificidad de la evaluación que hace referencia al aprendizaje.
Al intentar responder esta pregunta se ilumina una contradicción entre el título de esta
unidad, su propósito general y las consideraciones expuestas en el segundo eje
discursivo, donde la evaluación tendría más un carácter cuasi institucional, pues hace
referencia a los objetivos de los programas, la actividad pedagógica del maestro y las
técnicas metodológicas empleadas en la escuela de práctica.
Es decir que, a pesar de que la evaluación aparece de forma explícita en los ‘momentos
esenciales’ de la clase que se proponen para la tercera etapa de la práctica docente
donde quedan claramente articulados con el desarrollo de la lección y como elemento
de comprobación sobre el trabajo realizado por el alumno, en esta etapa aparece como
una unidad para ser tratada en forma separada del resto del proceso con un significado
teñido por la ambigüedad. Es decir, por una parte, se enseña al futuro maestro a evaluar
a sus alumnos en el interior de la lección, pero después aparece una propuesta de
aprendizaje de los posibles procesos de evaluación hacia el final de su formación, que
aparece confusa en términos de los sujetos a quienes va dirigida y de sus límites. Sin
duda, esto no es un producto de la aceptación de la tecnología educativa, como teoría
de base para la formación de maestros, sino la falta de conocimiento de los
planificadores oficiales que elaboraron el Manual.
11 Estos comentarios también son pertinentes con respecto a la formulación de los contenidos para los
llamados aspectos teóricos de la formación que analizamos en “Lo teórico en la formación de maestros”.
nuevo currículo para la enseñanza primaria, los programas diseñados para el medio
rural y el fomento de la educación preescolar.
Las unidades que componen esta modalidad hacen referencia a dos tipos de
actividades: de iniciación de cursos y de finalización de los mismos. Se establecen dos
semanas de duración para cada una de las unidades propuestas.
Por último, el Manual puntualiza: “la denominación de la unidad es muy clara y lleva
implícita las actividades que deberán programarse. El alumno-maestro será un
elemento activo en su planteamiento”.
En las dos últimas semanas del año lectivo los futuros maestros asumirán la
responsabilidad total de la escuela de práctica. Para el desarrollo de esta unidad
se anotan, entre otras, las siguientes actividades: evaluación del rendimiento
escolar, ejercicios de recuperación y/o afianzamiento; preparación de informes
a los padres de familia; inventario y acto de clausura. Asimismo, para esta última
unidad se incluye un ejemplo de guía que transcribimos con su correspondiente
diligenciamiento.
Objetivos generales:
1. Planear las actividades de finalización.
2. Administrar la escuela en su etapa de terminación de labores.
Período de ejecución:
Tiempo total: dos semanas – sesenta horas
Grado: 11.º de Formación Normalista
Actividades del maestro
Decoración de la escuela.
Aspectos disciplinarios.
Acto de clausura.
Proceso de ejecución
Elaboración del plan para el desarrollo de las distintas actividades de fin de año.
Ajustes al horario escolar.
Aspectos personales
Diligenciamiento de la guía
Objetivos generales: indicar las conductas deseables que se esperan del futuro
maestro con el desarrollo de la unidad.
Período de ejecución: precisar las fechas inicial y final dentro de las cuales se
cumplirá la unidad.
Estos son los antecedentes con que el alumno-maestro llega a hacer su práctica integral
dirigiendo una institución por dos semanas a comienzos de año y dos al final.
Esta es otra evidencia del desconocimiento que los planificadores tienen acerca de la
realidad que pretenden organizar, lo cual los lleva a proponer más que una guía de
trabajo, siempre necesaria, una guía de incoherencias y contradicciones. Sin embargo,
estas incongruencias no emergen de la nada. Sus raíces están en la falta de
sistematicidad del aparato educativo nacional, en todos sus niveles, lo que lleva a la
‘importación’ acrítica de modelos ya descartados y revaluados en los contextos
socioculturales donde fueron generados. Es así como se pretende que el Bachillerato
Pedagógico forme maestros capaces de asumir todos los roles requeridos en el
funcionamiento de la escuela primaria, a partir de una estructura curricular irreal, en
tanto no es posible concretarla por una multiplicidad de factores que atraviesan
situaciones tales como la edad de los alumnos, las formas de realización de la práctica
en la vida cotidiana de una escuela anexa o asociada, la disposición de los maestros
consejeros para la formación de los nuevos maestros así como la de los profesores de
las asignaturas llamadas teóricas. Sin duda, estos factores son conocidos por los
planificadores a partir de la lectura de estadísticas elaboradas mediante la aplicación
de encuestas muy rigurosas construidas en un escritorio. Lamentablemente, este
conocimiento de la realidad tiene un carácter abstracto que lo distorsiona, llevando a
los diseñadores de currículo a esta acumulación de despropósitos que se concretan de
manera especial en el Área de Práctica Docente, a través de los documentos oficiales
como el Manual de práctica docente elaborado por el Ministerio de Educación. Quizás
esta sea una de las posibles causas de la crisis reconocida de las instituciones
formadores de docentes en el país.
Sin embargo, los profesionales encargados de esta área mantienen, por lo menos en el
discurso verbalizado, una concepción de la práctica vinculada a la experimentación
pedagógica recogiendo una tradición no siempre explícita en los contenidos de la
formación de docentes pero que ha sobrevivido al pasaje del tiempo prácticamente
desde el Renacimiento.
M.: Encima de esa cartulina van a pegar los dibujos de los muchachitos que están
trabajando, ¿sí? Entonces consiguen unos recorticos por ahí, unas cartillas, y les
colocan un letrero que dice: “Arreglemos nuestra escuela”, y luego de hecha esta
cartelera van y... [le explica al observador]. Es que cada uno desarrolla la actividad
que quiere, por ejemplo, ellos están trabajando en Matemáticas, ellos están
trabajando en Sociales [...]
Obs.: ¿Dentro del mismo grupo no tienen que trabajar sobre un material
determinado?
M.: No, lo que ellos deseen trabajar. Aquí no se les impone una materia específica.
Ellos trabajan en lo que quieren.
M.: Sí, cada grupo es uno. Estos [señala a los niños sentados alrededor de una
mesa] son diferentes del nivel uno.
M.: Sí, porque como tienen que aprender a leer y a escribir... Ya en los otros niveles
ellos tienen que desenvolverse solitos.
Ao.: Aquí voy a dibujar eso: un hombre trabajando. Eso se puede dibujar así no más
trabajando, una pica [...]
M.: Y lo hacen en una hojita así de grande, como grande de esto [señala una hoja
que tiene en la mano] y luego van y lo pegan en la cartelera.
Ao.: ¿Saco una hoja de aquí, profesora? Sí, hay que sacar una hoja de aquí [...]
Obs.: [Dirigiéndose al niño] ¿Alguna vez sacan su libro?
M.: Vaya preguntándole al profesor Mario [es el maestro titular de la escuela] que
si pueden utilizar una cartulina para hacer una cartelera. ¿Que si pueden utilizar
una cartulina de las que hay en la biblioteca para hacer una cartelera?
[dirigiéndose a los otros niños de la mesa]. A ver, ¿ustedes ya terminaron? Y no le
han colocado el nombre... ¿Cómo se llaman esos conjuntos? ¿Cómo los mencionan?
¿Con qué nombre los bautizan, o cómo los bautizan? [indica a un niño]. No, así
como lo hizo él... ¿sí ve? Aquí en la guía [muestra el texto elaborado por el
Ministerio de Educación para el programa “Escuela Nueva”]... les indican cómo los
deben marcar, fuera del lacito que los une. Ahora sí, sigan desarrollando la
actividad [...] ¿ya terminaron? [...]
M.: Por eso, esos ya los hicieron, pueden hacerlos también. ¿Ese también lo puede
hacer?
Ao.: ¿Dibujarlos?
M.: Sí, dibujarlos. Cuando terminen la actividad les califico. Bien desarrollados.
Tienen que desarrollar paso a paso porque a veces dejan sin desarrollar algunos
numerales [hace referencia a los ítems que presentan las guías mencionadas].
M.: No, no es que quepa en el cuaderno, sino que aquí [muestra la futura cartelera]
le van a pegar o le van a dibujar unos señores trabajando. Aquí encima [señala la
parte superior de la cartulina] le colocan un título que diga, por ejemplo [...]
Ao.: Yo voy a dibujarlo aquí [muestra una hoja de papel] y aquí [señala la
cartulina] lo pego.
M.: [...] exactamente, y aquí le colocan un título que puede decir “Arreglemos
nuestra escuela”.
Otro Ao.: ¡Hola!, no ponga la mano ahí, así. Hágase más pa’allacito.
Ao.: [Se dirige a un alumno-maestro que está trabajando con otro grupo de niño]
Profesor, yo quiero leer.
M.: [La alumna-maestra que estaba con ellos regresa] ¿Ya terminaron?
M.: ¿Así trabajando? Exacto, tienen que echarle colorcitos, pintarlo que les quede
bien bonito.
Ao.: Ya le voy a echar... Lisandro, hágame el favor y me presta un color. ¿Por qué
no me lo presta?
Es decir que, a pesar de las intenciones del coordinador de prácticas para llevar a cabo
procesos de experimentación con los estudiantes en cuanto a los contenidos y formas
de la práctica docente, estas intenciones nunca dejan de ser tales, puesto que los
alumnos continúan cumpliendo lo indicado por el maestro consejero, de quien
primordialmente depende su calificación.
12Esta categoría fue construida en el desarrollo del texto Escuela y comunidad: un problema de sentido,
de la misma autora, publicado por CIUP-CIID en 1983, en Bogotá.
observar las clases porque estamos viendo teoría en el salón, en la clase de
Fundamentos, pero allá vamos a observar cómo se dicta una clase, porque si no
observamos primero después no iremos a hacer las cosas bien”.
Es así como los alumnos aprehenden las formas del trabajo docente, esto es, los pasos
para estructurar una clase, una lección. Esos pasos son enseñados al alumno en el curso
Fundamentos y Técnicas de la Educación. Además, son reiterados por el coordinador
de la práctica docente. Esto supone una articulación entre los contenidos de los
denominados cursos teóricos y los de la práctica, pues se considera que
Sin embargo, a veces surgen problemas en esta necesidad de generar una vinculación
estrecha entre las asignaturas correspondientes a la supuesta formación y la práctica,
pues los profesores de las primeras “ponen una gran resistencia... ¿por qué yo tengo que
dictar la unidad de práctica? Eso no me corresponde a mí, usted es el coordinador. Para
eso es el coordinador y usted tiene que hacer ese trabajo” [...]13. Esta situación se crea
fundamentalmente con aquellos docentes de asignaturas como: Matemáticas, Física,
Castellano, Historia, al ser obligados por la dirección de la institución a incluir en su
programa lecciones sobre los métodos específicos para la enseñanza de su disciplina en
la escuela primaria. Puesto que, según el coordinador de práctica, “ellos (los docentes
de las disciplinas que podríamos llamar pedagógicas) no toman eso como una
necesidad y como una obligación de ellos”. Podemos interpretar, entonces, que estos
profesores no consideran sus asignaturas desde su significado y valor pedagógico, ya
que no asumen su responsabilidad y función real en el contexto global de una
institución formadora de docentes. Esto se agrava, ya que muchas veces “el profesor que
está en pedagógicas no tiene esa conciencia de lo que él está haciendo, sino (que) lo toma
como un profesor de cultura general también”14.
13 Esta opinión ha sido recogida a través de una reunión donde participaron los docentes de las
asignaturas Física, Matemáticas, Química e Historia, y el coordinador de práctica.
14 Este comentario está dirigido al trabajo de los profesores de asignaturas como Historia y Filosofía de
la Educación y Antropología.
comentario de un profesor que sostiene: “no estamos formando maestros sino
adiestrando funcionarios”.
Profesor: Eso sí, los parámetros generales sí, digamos, los pasos.
Entrevistador: O sea que se considera, por ejemplo, el plan que tiene objetivo,
motivación, desarrollo de la clase, material, evaluación.
Sin embargo, los alumnos sostienen con respecto a la forma de realizar una clase en la
realidad:
Yo pienso que, en la mayoría de los casos, uno al entrar a una práctica o al entrar
a un salón de clase a dictar su clase no sigue ni los métodos antiguos, ni los métodos
que a uno le han enseñado. Entonces al hacer una planilla, pues uno dice ‘bueno,
esto me lo dijeron y voy a hacerlo como me dijeron’, pero en el momento de dictar
la clase uno va a seguir paso por paso la clase, pero de pronto se le ocurre a uno
algo nuevo o de pronto se le ocurre a uno inventarse otra cosa diferente. Y yo
pienso que cada vez que entra uno a práctica hay un método nuevo, hay un método
diferente para enseñar.
Yo creo que para ir uno a dictar la clase, o yo uso métodos muy diferentes, porque
no siempre voy a dictarles clase a las mismas personas, ni a los mismos genios16, ni
a las mismas capacidades de aprender. Yo busco un método que vea que me vayan
a entender y no siempre es el mismo y muchas veces ni sé yo qué método voy a
utilizar.
El salón tiene piso de madera; la construcción tendrá unos cincuenta años, aunque
está bastante bien conservada. Hay decoración en las paredes y móviles que
penden del techo. Encima del escritorio de la profesora hay un frasco con flores. La
practicante trabaja sobre una unidad de Lenguaje. El maestro titular no estaba en
el salón de clase.
M.: Las reglas que uno ve dentro de la clase no las debe tener en cuenta dentro de
la clase únicamente, sino siempre. Decíamos que los nombres propios se escriben
con mayúsculas, a ver: pase... y corrija. El segundo paso del ejercicio era... decir qué
clase de sustantivo era. ¿Quién pasa y hace el primero... poner si es propio o
común... A ver, Rossana, Camilo, ¿qué es... un sustantivo?
Ao.: Propio.
Aa.: Es común.
M.: Está bien... Como eran más palabras, van a abrir su cuaderno. ¿Todos hicieron
la tarea?... [La maestra pregunta y no da oportunidad de responder a los niños] Y
van diciendo qué clase de sustantivo es. Cuando nombran aquí un objeto, ¿lo
nombran únicamente, dicen niña bonita, o cómo dicen? Tienen por ejemplo...
[escribe en el tablero].
flores
flores lindas
Aos.: [A coro, algunos pronuncian mal cambiando ‘ad’ por ‘ar’] Adjetivos.
M.: Artículos... Así como en el sustantivo, vimos que tenía dos clases, propio y
común, en el artículo sucede algo parecido. Una clase es los definidos o
determinativos... [escribe en el tablero] son los que indican de qué objeto estamos
hablando. ¿Quién me da un ejemplo? [Nadie responde]. A ver, ¿por qué no están
participando?
Aa.: El clavel.
el clavel
los caballeros
el clavel
las flores
la niña
M.: Les voy a dictar cinco sustantivos y ustedes les van a escribir los artículos...
Aa.: [Pide un útil].
M.: [Tono de regaño] A ver, ¿por qué no traen sus útiles al salón? [La maestra le
consigue lo que necesita la alumna].
M.: [Tono de dictado] Niña bonita... cuaderno está roto... materas están sin tierra...
Escriban la rayita antes
M.: Hasta aquí tenemos el artículo y una clase que se llaman definidos o
determinativos. Bueno, ¿qué será lo contrario de determinar o definir?
M.: Bueno, la otra clase se llama artículos indefinidos, no nos dicen a qué objetos
nos referimos, sino que me señala simplemente. Estos artículos indefinidos son_ un,
uno, una, unas [después de nombrarlos los escribe en el tablero].
Un
Una
Unas
Unos
M.: Hagan con las mismas frases agregando uno de estos, el que les parezca que
más convenga.
[La maestra se pasea mirando los cuadernos. No corrige. Atiende preguntas de las
niñas en la fila 2].
M.: Ya. A ver, ¿quiénes terminaron? A ver, Patricia, ¿el primero cómo sería?
Patricia: [Sigue leyendo] Un cuaderno está roto. Unas materas están sin tierra.
M.: ¿Se dan cuenta que cuando decimos unas, no sabemos cuáles son? Pero si
decimos ‘las’...
M.: Les voy a mostrar una lámina con unas palabras, las voy a leer.
M.: Me van a decir qué clase de artículos son... [la cartulina dice]:
Artículos definidos
El
La
Los
Las
[La maestra pega el cartel] Bueno, estos artículos son indefinidos. Vamos a leerlos.
M.: Les voy a repetir, pero van a tener en cuenta: son los que señalan los objetos
pero no nos dicen a cuál nos estamos refiriendo. ¿Estos son artículos qué...?
M.: Bueno, ahora vamos a leer unos artículos definidos. A ver, lean... [señala la
maestra el cartel pegado en el tablero].
el niño
la flor
los cuadros
M.: Aquí vamos a decir los cuadros de nuestro salón. Pero si decimos unos cuadros,
podrían decir los de otro salón, los de quinto año. Me van a decir qué son artículos.
Son los que... ¿qué? [señala los artículos escritos en el cartel]. Los que señalan el
objeto.
Aos.: [A coro, mientras la maestra señala cada uno]. El, la, los...
M.: Sin hache y con tilde en la i. Porque veo palabras que no llevan tilde, ya voy a
repetir [en tono de repetición, marcando las palabras]. Artículos son las palabras
que nos indican, indican sin hache, y señalan, señalan con ese, los objetos de los
cuales estamos hablando. ¿Ya? Ahora van a escribir el subtítulo [escribe en el
tablero]. Clasificación, la primera con ese y la segunda con ce. Esta clasificación,
¿de qué será?... [Nadie responde] De los artículos, ¿cierto? ¿Ya? Debajo [en tono de
dictado] Los artículos se dividen en, como ya lo saben escriban allí las dos clases,
definidos e indefinidos... sí, porque no pueden ir dos, ir seguidos. ¿Ya, hasta ahí? ¿Ya
todos? Aparte... Los definidos son, y escriben esto, ¿no? [señala el tablero].
el
la
los
las
Un
Una
Unos
Unas
Para facilitar nuestro análisis de aprender las ‘maneras de dictar clase’ vamos a
proceder a la formalización17 de la nota ampliada de la observación de esta lección
llevada a cabo por una alumna practicante.
La lección se introduce con una ‘corrección de tareas’, cuyo contenido hace referencia
a la clasificación de sustantivos en propios y comunes. En una segunda instancia se
introduce el ‘desarrollo del tema central de la lección’: artículos definidos e indefinidos.
Este aparece intercalado con ‘ejercicios de aplicación’ referidos a la clasificación de los
artículos. Luego se presenta una ‘revisión del tema’ a través de la lectura de un cartel
donde se encuentran escritos los artículos que se han enseñado. Finalmente, se realiza
por medio de un dictado una ‘consignación en el cuaderno’.
17 El proceso de formalización constituye el primer niveldel proceso de interpretación que hemos creado
en un trabajo anterior. La formalización consiste en encontrar el orden en el cual el maestro organiza su
clase, es decir, lo que tradicionalmente se denominan ‘los pasos de la lección’, tal como ocurre en la
realidad que se observa y anota en el desarrollo de la recolección de datos. El proceso de formalización
ha sido explicitado en Tezanos y otros (1983).
Es decir, los pasos que emergen de la lectura de la observación que hemos transcrito
nos muestran la siguiente formalización:
I. Corrección de tareas.
II. Desarrollo del tema central de la lección.
III. Ejercicios de aplicación.
IV. Revisión del tema.
V. Consignación en el cuaderno.
Por otra parte, de esta comparación entre las formalizaciones presentadas emerge una
posible respuesta a una de las preguntas directrices formuladas en nuestra propuesta
de investigación, donde se plantea la búsqueda de la relación entre la práctica actual del
maestro y aquello que se aprende en las instituciones formadoras de docentes.
Parecería en una primera instancia, con relación a las ‘maneras de dictar clase’, que las
mismas se aprenden y se aprehenden. El aprender se daría en el salón de clase de la
escuela normal y el aprehender en los salones de la escuela anexa, vinculado a la
concepción de la formación de maestros como el aprendizaje de un artesano
corporativo. Sin embargo, y para no perder la continuidad necesaria en nuestro análisis,
nuestra respuesta posible acerca del sentido del aprender y el aprehender la haremos
explícita más adelante.
18 Esta formalización aparece por primera vez y es analizada en profundidad, en Tezanos y otros (1983).
Bueno, acá también me gustaba por la metodología y las didácticas que nos dictan
acá, desde primero a sexto. Están muy relacionadas con la anexa, ¿sí? Sino que uno
llega acá y no las aplica. Pues cuando uno llega allá y dicta su clase, y según como
le parezca. Si está buena, el profesor dice: ‘Está bien’. Pero él no dice, él no le
pregunta ‘ustedes vieron tal cosa en esta materia... ustedes deben aplicar esto
porque ustedes lo vieron’. Sino que... es totalmente aparte.
Aunque
[...] eso es relativo. Porque muchas veces, en el caso mío, yo explicaba lo que había
aprendido acá. En otros casos, hay maestros consejeros que le dicen a uno: ‘haga
esto y hágalo así’. Entonces le toca a uno, porque uno está sujeto a una nota y a un
superior, entonces le toca realizarlo.
19 Es necesario aclarar que el maestro consejero no siempre realiza sus observaciones de acuerdo con lo
establecido en las fichas de evaluación que se sugieren en el Manual de práctica docente y que hemos
transcrito en su totalidad al iniciar este capítulo.
20 A pesar de nuestra insistencia nunca logramos que un maestro consejero nos facilitara sus comentarios
a una actividad de práctica llevada a cabo por los alumnos-maestros o que nos permitiera asistir a una
reunión de consejería.
Sin duda, esta es una situación extrema pero que de alguna manera refleja una
tendencia que muestran los maestros consejeros: emplear al alumno-maestro como su
reemplazante temporario al frente del grupo de niños, mientras él utiliza este tiempo
para realizar otro tipo de actividades. Es decir,
Aprovechan que llegue la práctica y el practicante es el que tiene que hacer todo,
desde la mínima actividad. Mejor dicho, el maestro le ha ido coleccionando ahí.
“¿Qué semana vienen los practicantes, para ponerles esto y esto que me hagan, y
qué más?”. Y bueno... llega uno.
21Sobre el significado y sentido que han asumido los términos ‘enseñanza’ y ‘enseñar’, ver Tezanos, A.
“Notas para una reflexión crítica sobre la pedagogía”, en El sujeto como objeto en las ciencias sociales,
Bogotá: CINEP, 1982.
Capítulo VI
LO TEÓRICO EN LA FORMACIÓN
DE MAESTROS
Un comentario inicial
1 Las evaluaciones de las escuelas normales fueron realizadas por el Instituto Colombiano de Pedagogía
(ICOLPE) en 1973 y por el Ministerio de Educación Nacional con la asesoría del PNUD y la Unesco en
1978. Existe también un estudio de las instituciones formadoras de maestros realizado por Rodrigo
Parra, Leonor Zubieta y Olga Lucía González, cuyo eje de análisis son las “disyunciones entre teoría y
práctica”. Ver: Parra, R., Zubieta, L., y González, O. L. Maestros de maestros, Bogotá: CIUP, 1984.
2 La estructura general del currículo y su análisis global la presentamos en el capítulo “La escuela normal
y sus programas”.
3 El desarrollo sobre el papel de la teoría en la formación de maestros es sustantivo para nuestra
propuesta, para la estructura y contenidos posibles de una escuela de maestros que formulamos en el
último capítulo.
naturaleza inanimada está sirviendo para clasificar la naturaleza animada, y una
vez que alguien domine el uso, esto es, las reglas de derivación, los símbolos, los
procesos de comparación de las proposiciones derivadas con el hecho
observable, puede usarlo en cualquier situación. (Horkheimer, 1972)
Esta visión de la teoría que emerge del desarrollo histórico de las ciencias naturales —
que podemos adjetivar de clásicas—4 es compartida, a partir del siglo XIX (Spencer,
Comte), por las ciencias sociales o ciencias del hombre. Pero, “en la sociología (ciencias
sociales) no cabe progresar de comprobaciones parciales sobre estados de cosas a su
validez general —aunque sea limitada—” (Adorno, 1979). Es decir, el proceso de
construcción de teoría en el campo de las ciencias sociales debe necesariamente
trascender el momento analítico de las particularidades del objeto. Estas solo podrán
ser comprendidas e interpretadas desde la totalidad5, pues
tiene que convertir los conceptos que, por decirlo así, traía desde afuera, en los
que la cosa tenga por sí misma, en lo que la cosa quisiera ser por sí y confrontarlo
con lo que es; tiene que disolver la rigidez del objetivo fijado aquí y ahora en un
campo de tensiones entre lo posible y lo real —donde cada uno de los cuales
remite al otro, simplemente para poder ser—. (Adorno, 1979)
4 El adjetivo clásico aplicado a las ciencias naturales está vinculado al hecho de la emergencia de esta
visión sobre la construcción de teoría, principalmente en el desarrollo histórico de la física, puesto que
como afirma Einstein, la física escoge como objeto de estudio solo los fenómenos más simples, tales como:
el péndulo, la caída libre de los cuerpos y otros similares, relegando a la categoría de no problema
aquellos cuya fenomenología depende de totalidades complejas (Einstein, A).
5 Es importante aclarar que existen ciencias naturales cuyos objetos de estudio los comprometen con el
concepto de totalidad y el de desarrollo histórico. Para este último el ejemplo más claro es la evolución
orgánica, para el primero la ecología de comunidades biológicas.
6 Esta conceptualización sobre lo teórico se funda sobre la praxis y en consecuencia sobre el trabajo,
entendido como la manifestación de la esencia del hombre; por lo tanto, el mediador de sus relaciones
con la naturaleza y los otros hombres. Es decir, el mediador de los procesos de construcción de
Desde las consideraciones anotadas, lo teórico en la formación de maestros debería
estar constituido por el saber, construido históricamente acerca de la enseñanza, el
aprender, la relación que media un proceso de apropiación cultural en la institución
educativa (relación pedagógica), sus formas, sentido y significados, en su actualidad. Es
decir, lo teórico estaría estructurado por lo que hemos denominado el ‘discurso
pedagógico’, entendido como
ii) Una descripción de los modos como estos contenidos son enseñados en los salones
de clase de una escuela normal.
anterior.
8 Dejaremos de lado el análisis de los contenidos de las asignaturas correspondientes a las áreas de
Ciencias Sociales (con excepción de Filosofía e Historia de la Educación, que consideramos deberían
incluirse en el Área Vocacional y Técnica), Ciencias Matemáticas, de las cuales haremos un breve
comentario sobre la imagen de maestro que desde ellas se puede proyectar.
I. ANÁLISIS DE LOS CONTENIDOS ESCRITOS DE LOS PROGRAMAS DE LAS ASIGNATURAS PEDAGÓGICAS
Una primera aclaración necesaria para mantener la claridad de nuestra exposición. Las
asignaturas ‘pedagógicas’ cuyos contenidos pretendemos analizar en esta sección
excluyen a la práctica docente9.
Como lo dijimos, las asignaturas por nosotros llamadas ‘pedagógicas’ son aquellas
cuyos contenidos generan en gran parte la identidad de la profesión de enseñar y
constituyen el aspecto teórico de la formación. Sin embargo, no todas ellas lo hacen de
la misma manera. En consecuencia, hemos creado para este conjunto de materias una
clasificación diferente a la presentada en el programa vigente para las escuelas
normales. El criterio en que se basa nuestra clasificación es el grado de participación
que los contenidos tienen en el proceso de apropiación de una identidad profesional. Es
decir, aquellas materias cuyos contenidos cumplen un papel fundamental en la
construcción histórica del saber que determina y da sentido a la profesión docente y
que en el proceso de definición de sus horizontes conceptuales deben llevar a la
estructuración de una praxis pedagógica concretada en una formación social
históricamente determinada. Este es el carácter que define a Fundamentos y Técnica de
la Educación, Filosofía e Historia de la Educación, Ayudas Educativas, Taller de Material
Didáctico10.
Pero, además, existe otro grupo de asignaturas que permiten completar una visión
totalizadora de esta praxis pedagógica. Estas materias no tienen una definición
pedagógica en sí mismas, sino que en el contexto de la formación de maestros son las
encargadas de abrir la discusión del problema educativo a otros ámbitos, a la vez que
amplían la comprensión del futuro docente sobre su praxis social específica. Incluimos
aquí: Psicología Educativa, Sociología de la Educación, Antropología y Administración
Educativa.
9 En tanto la práctica docente es considerada una parte esencial de la formación de un maestro, hemos
considerado necesario que la discusión acerca de su estructura y contenido conforme un capítulo por
separado. Ver: “Lo práctico en la formación de maestros”.
10 A este grupo de materias pertenece por derecho propio la práctica docente que excluimos por las
I. Fundamentos de la educación.
Los temas que se incluyen en la primera sección, de los cuales daremos solo los
nombres de cada ítem pues los contenidos totales aparecen en los anexos
correspondientes, son:
— Educación y pedagogía.
— Fines de la educación.
— El sistema curricular.
— Elementos humanos.
— Las instituciones como centros de acción educativa.
— Elementos materiales.
— Plan y programas de estudio.
— La didáctica.
— El método científico.
— El aprendizaje.
— Los objetivos.
— Los recursos.
— La evaluación.
— Plan de clase.
— Dirección del proceso de aprendizaje.
— Componentes de los programas de Educación Básica Primaria.
Esta materia es considerada por los planificadores del currículo como “elemento
esencial de la formación del futuro maestro porque subraya la trascendencia del
esfuerzo dirigido a la motivación por el trabajo en la escuela”. En ella se proponen
recoger “los conceptos de la pedagogía y la didáctica para dirigir con eficacia el proceso
de aprendizaje”. No hay duda en que los contenidos del programa que presentamos
cumplen con el segundo propósito de los diseñadores. Sin embargo, cuestionamos la
forma y la secuencia en que ellos se presentan. Consideramos que esto es una
consecuencia de la falta de claridad sobre el concepto ‘fundamentos de la educación’.
En épocas anteriores, en el país esta asignatura recibía el nombre de ‘pedagogía’ y en
sus contenidos se expresaban las construcciones teóricas desarrolladas históricamente
a partir de una reflexión sobre la práctica. Es decir, la pedagogía se enmarcaba bajo lo
que también se ha denominado ‘teoría de la educación’. De esta tradición el programa
establecido recupera la relación entre educación y pedagogía, y solo en el nivel nominal,
pues en el nivel real de los documentos solo existe la discusión sobre la primera; la
segunda, la ‘pedagogía’, desaparece después del primer ítem del programa. El programa
también considera los fines de la educación y las instituciones sociales como centros de
acción educativa. Esto desde lo genérico. En lo específico recupera el discurso acerca de
la escuela, pero este aparece deformado, pues se incluyen aspectos formales legales de
la institución entrecruzados con conceptualizaciones sobre la disciplina. Y, para
terminar, este concepto central en las propuestas pedagógicas también aparece
descontextualizado de lo que le da significado y sentido: la relación maestro-alumno.
Sobre esta última no existe ningún ítem en el programa. Se consideran al docente y al
educando como dos elementos separados del acontecer educativo.
Ayudas educativas
Esta es una de las asignaturas que aparece cuando se introducen en el sistema educativo
colombiano las orientaciones tecnológicas mencionadas. Surge desde aquí una
compartimentación producto de una sobrevaloración de ciertas instancias del
quehacer educativo, en este caso de los materiales didácticos, denominados de aquí en
adelante ayudas educativas. En los libros tradicionales de didáctica, cuando se discute
la estructura de la lección, se hace necesariamente referencia a los materiales que
soportan el proceso de transmisión de conocimientos. Es decir, las ayudas educativas
aparecen contextualizadas por el trabajo del maestro y de los alumnos. Sin embargo, en
este currículo la elaboración de estos materiales se propone como un proceso
distanciado del quehacer didáctico. Lo cual muestra una contradicción con los
contenidos establecidos para la segunda sección del programa “Fundamentos y
Técnicas de la Educación” que propone las didácticas especiales correspondientes a las
disciplinas que conforman el currículo de la escuela primaria. En cada una de las
descripciones de las mencionadas didácticas aparece un ítem cuyo contenido hace
referencia al tipo de materiales que se requieren y a su posible uso. Por lo tanto, el
establecimiento de este curso de ayudas educativas implica una superposición a los
contenidos del anterior. Esto se evidencia, más aún, cuando se propone como uno de
los objetivos de esta asignatura, “reconocer el valor pedagógico que tienen los medios
educativos aplicados en los niveles de Preescolar y Educación Básica Primaria”. Parece
obvio tener que señalar que el ‘valor pedagógico’ de los materiales solo puede estar
significado desde la praxis pedagógica concreta.
Por otra parte, la primera sección de este programa de ayudas educativas (ver anexo
correspondiente), que hace referencia a la comunicación, sus elementos y tipos, debería
estar ubicado dentro de los contenidos de la didáctica general. Igual comentario nos
merece el programa “Taller de Material Didáctico”, que en lo concreto es una
complementación del programa de ayudas.
Los contenidos de esta asignatura (ver anexo correspondiente) recorren todo el saber
acumulado, en una forma cronológica con un carácter historiográfico donde se
incorporan nombres y fechas que dificultan el conocimiento de los modos de
articulación, con excepción del secuencial, de las diferentes formas en que
históricamente se ha pensado la problemática pedagógica. Es decir, la forma como han
sido estructurados los contenidos no permite una visualización de las ‘congruencias e
incongruencias’ las ‘dispersiones’, las ‘rupturas’ de los discursos elaborados en las
diferentes formaciones sociales en su desarrollo histórico. Esta es más bien la historia
de ciertas personas que han pensado problemas educativos, perdiéndose de esta
manera la posibilidad de comprender el discurso pedagógico como un modo de
expresión de la cultura en una totalidad social objetiva. Es una cronología donde los
hitos fundamentales los marcan los sujetos que han llamado a las cosas de cierta
manera. Es decir, es una historia de conexiones signadas por la causalidad y no la
búsqueda de las relaciones que conforman un objeto cultural: el discurso pedagógico12.
negamos es que sea la única relación que dé origen a los mencionados procesos.
Pero estas consideraciones solo hacen referencia al aspecto histórico de la asignatura.
Con respecto a sus contenidos filosóficos podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos,
que ellos no existen. Nuestra afirmación se basa en la no existencia de problemáticas
sustanciales a la filosofía. A modo de ejemplo, señalamos la relación sujeto-objeto y
como ella ha sido pensada en diferentes instancias del proceso histórico de
conformación del saber filosófico. La no inclusión de esta discusión fundamental cierra
la posibilidad de una comprensión amplia por parte del estudiante del sentido y
significado de la praxis pedagógica, en tanto esta compromete en esencia la mencionada
relación. Es decir, la forma en que el idealismo, el tomismo, el racionalismo, el
empirismo o el materialismo dialéctico han argumentado el problema educativo, se
sustenta en los modos como han planteado la relación sujeto-objeto. En consecuencia,
para poder interpretar y analizar las formas cotidianas que adquiere la acción de un
maestro cualesquiera en una escuela cualesquiera nos parece necesario haberse
apropiado de las diversas conceptualizaciones que históricamente ha generado la
filosofía sobre la antedicha relación. Más aún, consideramos que este saber es el que le
permitirá al futuro maestro generar procesos de reflexión crítica sobre su propia praxis.
La exclusión de esta problemática en los cursos de filosofía nos parece un elemento
significativo para la comprensión de la imagen de maestro que traspasa la escuela
normal y el tipo de docente que el Estado pretende formar a pesar de sus declaraciones
de principios formuladas en el marco general del currículo que ya hemos analizado en
el capítulo III.
Psicología Educativa
En este programa, que debe desarrollarse en los dos últimos años del Bachillerato
Pedagógico, se propone un abultado temario que cubre, por lo menos, desde lo nominal,
todo el saber acumulado por la disciplina psicológica en un ya largo proceso histórico
(ver anexo correspondiente). La información que se pretende transmitir atraviesa
desde las conceptualizaciones que se han generado sobre la psicología como ciencia,
pasando por las bases biológicas de la conducta humana, los procesos cognitivos, la
inteligencia, elementos de psicometría, a las que se añaden unas nociones básicas de
estadística, generalidades de psicología evolutiva, enseñanza del manejo de registros
acumulativos, revisión de categorías fundamentales para esta disciplina como vida
afectiva, personalidad y voluntad, y un largo listado temático referido al aprendizaje
relacionado con las teorías del aprendizaje, sus aspectos constitutivos y con las posibles
anomalías del aprendizaje. Esto es una evidencia de la relevancia que se le ha dado y se
le da a esta problemática en el proceso educativo. Quizás otra evidencia es que el tema
aprendizaje aparece reiterado en los contenidos del problema Fundamentos y Técnicas
de la Educación. En razón de ello nos parece necesario desplegar los contenidos
propuestos en el programa para este tema.
— Desarrollo perceptivo:
• Procesos sensoriales y actividades perceptivas. Los espejismos, las
ilusiones y alucinaciones. Problemas perceptivos. Variables que inciden
en la percepción. Tratamiento educativo para mejorar la percepción.
— Atención:
• Clases, propiedades y anomalías. La fatiga y sus causas. La atención y el
dinamismo del sujeto. Medios para mejorar la atención.
— Imagen e imaginación:
• Clases. Relación entre percepción e imagen. Imaginación y percepción.
Importancia de la imagen frente a la imaginación. Imaginación y empatía.
La actividad onírica y la fantasía. La imaginación creadora y el problema
de la invención.
— Memoria:
• Tipos de memoria. Valor de la memoria. Fijación del recuerdo. Factores
que favorecen la fijación. Conservación y fidelidad del recuerdo.
Patología de la memoria. El falso reconocimiento o paramnesia. Las
amnesias. Técnicas para mejorar la memoria. Proceso nemotécnico.
— Pensamiento y lenguaje:
• Tipos de pensamiento. Génesis del pensamiento. Funciones del
pensamiento lógico. La fantasía. Los sueños.
• El lenguaje y sus relaciones con el pensamiento: el lenguaje como
manifestación del pensamiento. Influencia del pensamiento sobre el
lenguaje y de este sobre aquel.
— Problemas de aprendizaje:
• Causas, manifestaciones, prevención y tratamiento pedagógico.
• Inmadurez: deficiencias sensoriomotriz, de la atención y de la
coordinación oculomanual.
• Deficiencia mental: educables y lentos.
• Trastornos del lenguaje: tartamudez, dislexia, discalculia, disgrafía,
dislalia, disartria y dispraxia.
• Deficiencias auditivas y visuales.
• Trastornos emocionales y de conducta: manías, hurtos y delincuencia
infantiles.
• El problema del ocio. Sus dimensiones y orientación. Organización de los
ocios. Actividades propias del escolar.
En una primera lectura es fácil detectar que al tema aprendizaje se le han agregado
algunas de las categorías temáticas de la psicología tales como: memoria, atención,
percepción, imaginación, pensamiento, las cuales conjuntamente con personalidad,
vida afectiva y voluntad aparecen como los contenidos sustanciales de cualquier
tratado de la llamada psicología general y obviamente van mucho más allá de la
problemática donde se hallan ubicados. Quizás una de las razones que puedan justificar
su inserción en la temática del aprendizaje es la relevancia que este ha adquirido en la
discusión acerca de los problemas educativos y fundamentalmente en la formación de
maestros. Posiblemente los planificadores consideraron esta situación y la
probabilidad de que, en concreto, el profesor de la asignatura se limita a desarrollar en
sus clases esta sección del programa. Puesto que, ubicado en una realidad restringida
por las cargas horarias asignadas a la materia y consecuentemente obligado a
seleccionar, opta por esta problemática que es la que en los últimos años goza de mayor
aceptación por consenso en los grupos de maestros. Por lo tanto, en cuanto a las
temáticas propuestas por el programa que aquí analizamos no nos preocupa ver sus
contenidos específicos, sino más bien el papel que ellas desempeñan en la construcción
de la imagen del futuro maestro.
Nos interesa aquí entonces, indagar sobre el porqué del consenso mencionado.
Nadie discute hoy la necesidad que tiene un maestro de comprender y manejar algunos
aspectos sociológicos para llevar a cabo su trabajo cotidiano. Más aún, se considera
imprescindible que el docente desarrolle capacidades que le permitan un conocimiento
sistemático de la realidad donde se inserta su labor. En consecuencia, parece acertada
la inclusión de una asignatura como Sociología de la Educación en la estructura
curricular.
Sin embargo, una lectura minuciosa nos permite detectar en el listado de contenidos
que conforman el programa (ver anexo correspondiente), que en el mismo se
superponen temas que deberían estar incluidos en otras asignaturas, como, por
ejemplo, los temas sobre analfabetismo y la educación de adultos, que son más
pertinentes a los contenidos de Fundamentos y Técnicas de la Educación que a los de
Sociología. Se superpone también el análisis de las instituciones sociales con el
programa ya mencionado. Pero, además, estas instituciones aparecen incompletas,
pues no se anota ni Religión ni Educación. Se obvian algunas temáticas y se incluyen
otras como Cultura, problema que define el objeto de trabajo de Antropología. El
programa tal cual aparece expuesto responde en general, con muy poco rigor, a las
exigencias que se le podrían plantear a un curso de Sociología de la Educación. Quizá,
por ello, se han incorporado problemáticas afines a los contenidos de un curso de
Fundamentos de la Educación.
Más allá de estos comentarios acerca de los temas que estructuran el curso de
Sociología, nos interesa argumentar sobre el papel que ésta desempeña en la formación
de un maestro y en las visiones que el estudiante de la escuela normal construye sobre
la profesión docente.
En los últimos años se han desarrollado innumerables estudios acerca de los factores
sociales que inciden en el rendimiento escolar. Ellos hacen referencia a problemas como
de privación económica, desestructuración familiar, o marginalidad urbana. Los
resultados de estas investigaciones han llegado a los maestros, en general, en versiones
más que abreviadas y sintetizadas, reduciéndose en la mayoría de los casos a listados
de las conclusiones finales que se les transmiten a los docentes en los cursos de
capacitación oficiales y no oficiales. A partir de ellos comenzaron a aparecer en las
explicaciones que dan los maestros acerca de los problemas de los escolares,
expresiones del tipo: “este niño no puede aprender porque es pobre”; “Sergio pertenece a
una familia que vive en el barrio..., allí hay muchos problemas sociales que afectan a los
niños: las drogas, los raponeros”..., “¿qué quiere que hagamos si la familia no se ocupa de
los niños?, la madre trabaja, nunca está, los niños solos...” (Tezanos y otros, 1983). Este
tipo de explicaciones sobre las dificultades de los escolares se agrega a las que
provienen de un lenguaje psicológico referidas al bajo cociente intelectual (IQ), la
motricidad y muchas otras. Es así, entonces, como se afirma que cuando un niño tiene
problemas en la escuela es “porque no tiene zapatos (sociología) o porque la
inteligencia no le da (psicología)”13.
El problema, entonces, se plantea con relación a qué sociología debe enseñarse a los
futuros maestros, para qué y cómo. Es decir, obviar en las decisiones que fundamentan
su inclusión en los programas, aquellas consideraciones que solo dan relevancia a la
supuesta modernización necesaria de la formación de docentes. No hay dudas sobre la
necesidad de que los contenidos de esta formación se mantengan actualizados, lo que
nosotros discutimos es qué se entiende por actualización. Pues si ella significa
descargar de su compromiso cultural al maestro expresado en su capacidad para
“enseñar todo a todos”, como decía Comenio, optaríamos por volver a los ya
tradicionales textos de Manheim, Durkheim o Comte, leídos críticamente.
Antropología
Por otra parte, la antropología puede hacer aportes relevantes en los aspectos
metodológicos al campo de la educación, fundamentalmente pensamos en el desarrollo
intensivo que ha tenido la observación como instrumento de conocimiento de la
realidad en el quehacer de los antropólogos15.
Sin embargo, al leer los contenidos establecidos para esta asignatura (ver anexo
correspondiente) nos hemos sorprendido de que en la sección denominada “Métodos
de la antropología” los únicos enunciados correspondan a aquellos desarrollados por la
antropología física. Sin duda la temática establecida surge del tradicional texto Estudio
del hombre de Ralph Linton y en los aspectos propiamente culturales su fuente es el
trabajo La ciencia de la cultura de Leslie White. Consideramos que esta orientación del
programa de Antropología deja por fuera elementos sustanciales aportados por las
corrientes contemporáneas culturalistas o sociales expresadas en los trabajos de
Malinowski (Teoría científica de la cultura) y Claude Levy-Strauss (Antropología
estructural, El pensamiento salvaje), y muchos otros. Este sesgo de los contenidos del
programa contribuye a distorsionar el papel que puede desempeñar el estudio de las
conceptualizaciones antropológicas en la formación de un maestro. Consideramos que
los aspectos arqueológicos o sociales pueden ser importantes desde el punto de vista
de la información, pero no desde el punto de vista de la formación de un docente.
Administración Educativa
Hemos dejado para el final el análisis de los contenidos de esta asignatura, pues como
dijimos al inicio de esta sección, sus propósitos se encuadran en una perspectiva
diferente a aquellos de las materias cuyo contenido provienen de las ciencias sociales.
Tal cual está formulada la temática para Administración Educativa en el programa, esta
cubre un amplio rango de información (ver anexo correspondiente) que más parece
dirigido a la formación de un director de escuela que de un maestro. La falta de
definición en cuanto al usuario al cual van dirigidos los contenidos programáticos es
evidencia de una situación endémica del sistema educativo colombiano. La escuela
normal debe formar a un sujeto ‘modularmente’ ubicable. Es decir, debe poder cumplir,
15Sobre estos aportes hemos anotado algunas consideraciones en el análisis de las etapas de la práctica
docente, en el capítulo “Lo práctico en la formación de maestros”.
de acuerdo con las circunstancias, funciones de maestro de escuela primaria, de
maestro de jardín de infantes, de director de escuela. No ha habido en la historia
educativa del país una definición concreta sobre una carrera académico-docente para
el nivel primario del sistema. De ahí que la escuela normal anteriormente, el
Bachillerato Pedagógico hoy, deben instruir a un sujeto que pueda hacer lo que le
manden a hacer.
Por otra parte, no ha habido ningún cuestionamiento a esta irracionalidad del sistema,
dando por aceptada la realidad como es, sin pensar que se puede iniciar en algún
momento un proceso de ruptura desde las instituciones formadoras de maestros de esa
situación. Se acepta en consecuencia que el programa Administración Educativa cubra
desde la formulación de sus objetivos los distintos roles que un egresado de este tipo
de instituciones puede llegar a tener. Como evidencia, desplegamos los objetivos
propuestos:
Estos objetivos son una evidencia de la indefinición sobre a quién se quiere formar con
este programa de amplio espectro de logros a obtener que se plantea a través de sus
contenidos.
Por otra parte, en relación con Administración Educativa, es bastante claro su origen:
la administración empresarial propuesta por Taylor y Fayol en los años veinte. Sin duda
se han contemplado las modernizaciones a dicha teoría ya que se incluyen temas
referentes al manejo de las relaciones humanas, aporte que la psicología social ha hecho
al ámbito administrativo. Como consecuencia de esto aparecen en el programa
temáticas como la ‘disciplina escolar’, tradicionalmente vinculadas a los contenidos de
los programas de pedagogía. También se reitera aquí el problema de la evaluación. Es
decir, a través de este programa se incorpora a la formación de maestros la propuesta
de la educación como empresa, donde deben controlarse las variables que intervienen
en la conexión insumo-producto para alcanzar grados de rentabilidad relevantes
dentro de un contexto temporal predeterminado. De manera clara, a través del curso
de Administración Educativa la orientación tecnológica del programa se hace aún más
transparente (Mockus, 1984).
Si confrontamos las temáticas que se proponen para ser enseñadas, como la teoría en
las escuelas normales, con las diferentes propuestas que hemos anotado sobre lo
teórico, sin duda ellas están muy alejadas de ambas conceptualizaciones. Aparecen más
bien como largos listados de nombres que intentan cubrir toda la problemática
desarrollada por las diversas disciplinas. Sin embargo, en lugar de cubrir, encubren los
elementos sustantivos de la teorización: los procesos de reflexión crítica, desde una de
las perspectivas, y de elaboración y contrastación de hipótesis por otra. Es decir, se
plantean las definiciones a las que se ha llegado, sobre algunas categorías en sociología
o en psicología o en pedagogía, pero no emergen las preguntas sustantivas desde donde
se han construido estos saberes. No podemos, por consiguiente, seguir afirmando que
la formación de maestros se estructura sobre dos ejes: la teoría y la práctica, en tanto la
primera, como tal, no existe ya sea que la analicemos desde un enfoque positivista o
desde un enfoque crítico.
II. LO REAL DE LO TEÓRICO: EL APRENDIZAJE DEL MAESTRO INTELECTUAL
Ya hemos analizado los contenidos de las asignaturas que confluyen a dar identidad a
la profesión docente y las orientaciones generales que las instituciones deben seguir,
en este ámbito. Nos interesa ahora adentrarnos en los modos de enseñanza de estos
contenidos, a través del análisis de las observaciones de clases que realizamos durante
nuestro trabajo de campo, así como de las entrevistas llevadas a cabo durante el mismo.
En razón que los profesores de la escuela normal al conversar sobre su o sus
asignaturas realizaron comentarios críticos sobre la cantidad de temas que debían
enseñar en un período académico y acerca de cómo resolvían este problema,
considerado por ellos como “muy agudo” e “imprescindible de resolver” para mejorar
la calidad y la eficiencia de su docencia, iniciaremos esta sección con la descripción de
los medios de resolución que varios docentes de la escuela normal dan a dicho
problema.
La profesora ha tomado estas decisiones con base en las necesidades que el alumno
tendrá en el desarrollo de las actividades de la práctica docente (ver “Lo práctico en la
formación de maestros”).
La misma profesora tiene a su cargo los cursos de Metodología del Trabajo establecidos
para tercer y cuarto año (octavo y noveno curso). Para esta asignatura no existe un
programa oficial, por lo tanto, la docente encargada de la materia estableció los
siguientes temas:
Las demás profesoras entrevistadas sostienen que ellas desarrollan los contenidos del
programa tal como están establecidos. Sin embargo, pudimos observar durante nuestra
permanencia en la escuela que, en la realidad, se ‘dictan’ solo algunos temas, ya que en
el tiempo concreto disponible es imposible cumplir con la totalidad de los asuntos
programados para las diferentes materias.
No creemos que sea nuestra tarea abrir juicio sobre los criterios con que los docentes
seleccionan los temas de cada programa. Pero sí queremos apuntar a los sesgos que
esta selección conlleva en la formación de los estudiantes. El hecho de que la profesora
de Fundamentos y Técnicas de la Educación entregue los contenidos que considera
relevantes a través de las lecciones sobre la escuela nueva, implica una distorsión en la
formación y en los propósitos establecidos para la escuela normal. Puesto que la función
de estas instituciones no es formar maestros solamente para el área rural, sino
17 Es necesario aclarar que nunca logramos observar una clase de esta asignatura. La única vez que se
nos autorizó ingresar al salón, la profesora fue reemplazada por un practicante, estudiante de la
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Cabe anotar que en ese momento había un paro de
maestros decretado por el sindicato. La profesora titular no estaba en el salón. En consecuencia, no
transcribimos la observación realizada.
maestros para la escuela primaria, sin especificar el lugar o región donde
posteriormente llevarán a cabo sus labores. Por otra parte, cuando la misma profesora
está indicando la importancia de los ‘objetivos’ y la ‘evaluación’ entre los contenidos
establecidos en el programa, es obvia la concepción tecnológico-educativa que está
traspasando de manera subyacente. Esta concepción se ve reforzada en el programa
preparado por la profesora de Metodología del Trabajo, pues allí se anota tanto la
‘instrucción programada’ como el ‘diseño instruccional’, superponiéndose
temáticamente con los cursos de Fundamentos. Por otra parte, en Metodología del
Trabajo se ‘dictan’ temas que no aparecen en ningún otro programa de las llamadas
asignaturas teóricas pero que de todas maneras se superponen a contenidos
propuestos por el Manual de Práctica Docente, como es el caso de “Enseñanza
globalizada en el preescolar”.
Este descubrimiento nos parece significativo, por cuanto uno de nuestros propósitos al
iniciar esta investigación era descubrir las posibles relaciones entre lo aprendido por
un estudiante en la escuela de formación de maestros y la práctica actual de los
maestros que analizamos en nuestro estudio anterior. En consecuencia, en esta sección
no solo nos preocuparemos de cómo dictan clases los profesores de la escuela normal,
sino que iremos buscando las congruencias e incongruencias con los hallazgos
anteriores. Las razones para ello son nuestra intención de construir un proceso de
interpretación acerca de los modos reales en que se instruye a un maestro.
Tanto en una como en otra institución, las lecciones que se dictan tienen una primera
parte o ‘introducción’ que en general adopta la forma de una interrogación verbal sobre
lo dado en la clase anterior. Por lo tanto, existe en este paso inicial algo bastante similar
a las habituales revisiones de tareas que realizan los maestros de la escuela primaria
(Tezanos, 1983).
18Las ‘maneras de dictar clase’ es una categoría de análisis que desarrollamos en el proyecto “La escuela
primaria en Colombia”, está predicada desde las formas como un maestro lleva a cabo sus lecciones.
19 El proceso de formalización lo desarrollamos como un primer nivel en la interpretación de la
información recogida. Es el elemento clave en la construcción de las descripciones. Ver: Tezanos y otros
(1983).
En la clase de Filosofía:
Prof.: Entonces, los predicados del onto, del ente, son los siguientes: él dice que el
ente es ingénito e imperecedero. ¿Qué quiere decir ingénito?
Prof.: Correcto. Es ingénito e imperecedero. Dice que es lleno, o sea que no tiene
vacíos o huecos de no ser, es una esfera llena. Sin vacíos de no ser. También dice
Parménides que el ente es inmóvil. ¿Por qué dirá que es inmóvil?
Prof.: Exacto, porque si tuviera movimiento, entonces, quiere decir que hay una
dualidad en el ente y esa dualidad es el ser y no ser. Entonces caeríamos en un
absurdo porque él dice que es ingénito y que es... imperecedero. Luego no se puede
admitir que él tenga movimiento, porque de todas maneras sí tiene movimiento.
Tiene un movimiento que va a ser el de inicio y otro de... el de... ¿el de qué? [no
espera respuesta], de perecer. Entonces, si tuviera movimiento tendría principio y
tendría fin. ¿Qué más cualidades podrá tener el ente? ¿Es indivisible...?
Prof.: Exacto, entonces no se puede dividir. Esto más o menos a grandes rasgos
vienen siendo las principales características del onto o ente. Bueno, entonces
vamos a hablar ahora de Zenón de Elea...
Aa.: (...)
Prof.: Exacto, ustedes han oído hablar de raza en los animales, pero nosotros
estamos hablando en lo humano... herencia. ¿Me lo puede recordar, Mercedes
Acero?
G.: Es una ley biológica por la cual las características pueden repetirse.
Prof.: (...)
Ao.: La patológica.
Prof.: Todos anoten... tenemos herencia de animal, pero que no ha salido por
nuestro equilibrio emocional. Vamos a enumerar por criterio.
Aa.: La nariz.
Aa.: La boca.
Ao.: Sí.
Ao.: Simnótico.
Prof.: Por el criterio de la raza blanca, llegó a cometer grandes exterminios, hoy
vamos a... de la clasificación social...
Prof.: ...Después van a recibir las guías de trabajo. Como consecuencia, entonces,
cierran los cuadernos y trabajamos sin ninguna, sin ningún documento, sin nada
sobre el pupitre. Recordamos rápidamente la actividad desarrollada en el día
anterior. Primero sobre el tema general. ¿Cuál fue, María?
C.: Se dijo que la sociedad era la célula, que la sociedad era un conjunto de... un
grupo. Estaba formada por grupos en los cuales se distinguían ciertos factores y
ciertas características fundamentales. Por ejemplo, una de esas características
que tenían era el factor económico y el factor político.
Prof.: Bueno, no exactamente la catalogamos como un grupo. La sociedad, más que
un grupo, ¿es...?
Aa.: La sociedad es una reunión de personas que presentan un grupo con un fin
común y que estaban formadas en grupo...
Prof.: Que en un momento puede perseguir un fin común. Reunión de personas que,
en un momento, o que poseen características según el sitio, según el elemento
predominante, según el comportamiento, las caracterizan. Háblenme ustedes del
grupo...
Ma.: Bueno, ahora sí, sentaditos. Con ese canto se calentaron un poquito y además,
¿qué más hicieron?
Ma.: Bueno, a ver, tienen una tareíta. ¿En qué consiste esa tarea? ¿A ver, Elvia...?
Aa.: Frontal.
20 Todos los ejemplos de las clases de la escuela primaria han sido tomados de Tezanos y otros (1983).
(La alumna señala en la calavera. Aparenta duda al señalarlos)
Ma.: Tem...
Aa.: Temporales.
Ma.: Pa...
Aa.: Parietales.
Ma.: De la cabeza. Pero bueno, ahora una niña me va a decir de qué está formado
un hueso. A ver, ¿de cuántas partes se compone un hueso? Alba...
A.: De tres.
Ma.: Bueno, no diga el número, sino que vaya diciéndome. A ver, ¿una parte de qué?
Ma.: Tejido compacto. ¿Qué más? Una sustancia que le da la vida al hueso, ¿cómo
se llama?
A.: Médula.
Ma.: Médula, muy bien. ¿De qué más está formado? A ver, otra cosita.
Ma.: Bueno, eso es el componente, ¿no? de lo que está formado. ¿Los huesos de la
cabeza cómo son?, ¿qué forma tienen?
Ma.: Planos, muy bien. ¿Qué será, que hay otra clase de huesos... fuera de planos?
Ao.: Curvos.
A continuación, se pasa al tema nuevo. Este es enseñado mediante un diálogo con los
alumnos. Pero este diálogo también presenta características similares a las de los de la
escuela primaria: el maestro pregunta, el alumno responde, repitiendo lo que el
primero ha verbalizado. Cuando los estudiantes no encuentran la palabra pertinente,
se pasa a los procesos de adivinación condicionados en el tiempo, guiados por los
indicios o pistas que da el maestro21.
Ma.: ...si el niño trabajó muy bien, ¿se hizo un trabajo muy bueno en
Matemáticas?; en el mes de febrero, ¿qué sucederá?
Ao.: El profesor.
Ma.: Aquí no hay... es un sitio donde ustedes le pueden manifestar a uno las cosas
que no les gusta y las cosas que más les gusta.
Ao.: Consejería.
21 Los procesos de adivinación condicionados en el tiempo como despliegue crítico del proceso de
enseñanza-aprendizaje los hemos desarrollado por primera vez en Tezanos, A. (1981). Fracasos
escolares: aproximaciones a su interpretación. Bogotá: CIUP-CIID.
Ma.: (Tono de duda) ¿Cómo...?
Aa.: Libro.
Ma.: ¿Usted dónde echa los papeles, dónde echa las cosas...?
Ao.: Buzón.
Ao.: Anaxímedes.
Prof.: O sea el mismo que decía que la... ¿que era qué?
Ao.: El agua.
Aos.: El aire.
Ma.: ¿Qué más...? A ver, vayan mirando y me van diciendo y vamos contando. A ver,
¿cuántos huesos van...?
Ma.: No. Eso es lo que se echan, allá, para que se les desinflame. Pero cuando a
ustedes les da catarro, por la noche van a dormir y no pueden porque se les tapan
los... ¿Los qué? A ver...
Ma.: No, no, ¡aquí en la nariz! Dos huequitos que tenemos allá por dentro, ¿cómo
se llamarán... los... los...?
Desde esta modalidad que asume el diálogo en el salón de clase como proceso de
adivinación condicionado en el tiempo, realmente no encontramos ninguna diferencia
en las ‘maneras de dictar clase’, entre la escuela donde se forman los maestros y la
escuela donde ellos enseñarán en el futuro.
En el aula de la escuela normal, luego de ‘explicar el tema nuevo’, la profesora del curso
Fundamentos de la Educación inicia su tarea de revisión del tema dado:
Prof.: Muy bien, bueno, ¿queda claro esto?, ¿alguna pregunta? ¿Ninguna? Bueno,
vamos entonces a recordar qué fue lo primero que vimos.
Prof.: Un momentico. Uno por uno. A ver, uno por uno. Yo creo que todos lo saben,
porque estuvieron atentos y todos deben levantar la mano y a todos les hablo, no
a uno nada más. ¿Lo primero que vimos cuando llegamos...?
Prof.: ¡Ah!, el control de asistencia. ¿Tú me vas a decir para qué sirve ese control?
Ao.: Para que el niño aprenda a ser responsable, sincero, organizado, honrado.
Ao.: El control de asistencia consiste en que hay una hoja pegada a la pared y cada
alumno llega y si asistió todo el día a clase, llega y coloca una cruz; si asistió medio
día coloca una línea vertical.
Prof.: Bien, ¿cada niño hace una hojita de estas? (señala al tablero).
Ao.: No.
Prof.: ¿Entonces?...
Prof.: A ver, uno por uno. Todos me pusieron atención. A ver, tú, di.
Ao.: El niño.
Prof.: ¿De qué?... no estaba poniendo atención, ¿sí? Entonces, dígame a ver en qué
consiste. Explícame tú misma, a ver.
Aa.: Consiste en colocar el maestro un registro en una tabla. Colocar lo mejor que
hace el niño en cada mes. Eso sirve para saber en qué ha sobresalido el niño en
cada mes y eso está anotado en el diario y...
Ao.: El buzón.
(...)
Ao.: La sinceridad del niño. Si el niño, por ejemplo, tiene una... la boleta que él
escribe va firmada.
Prof.: Después [de] que nosotros ya tenemos el buzón de sugerencias. ¿[A] eso lo
habíamos llamado qué?... ¿Cómo es el nombre del libro?
Prof.: Es el que maneja el niño en la escuela. Pasamos a ver qué otra cosa es tan
importante en la escuela nueva...
Ao.: Cinco.
Prof.: ¿Cuáles son?
Veamos si encontramos alguna diferencia entre esta forma que asume la revisión del
tema en el salón de clase en la escuela normal y la que desarrolla la maestra en el aula
de la escuela primaria.
Aos.: Unidades.
Ma.: Uni...
Aos.: dades.
Otro: Uno.
Aos.: Unidad.
Ao.: Homogéneo.
Aos.: ¿Homogéneo?
Ma.: Todas son de la misma especie porque son flores, ¿sí? Otro conjunto.
Ma.: Cinco cuadros. Entonces ese conjunto de nueve lápices, todo el conjunto, es de
la misma...
Ma.: Especie. Y por ser de la misma especie, ¿cómo se llama ese conjunto?
Ma.: Homo...
Aos.: géneo.
Ma.: Homogéneo. Entonces, ¿el conjunto homogéneo es el que está formado por
elementos de la misma...?
Hemos visto que las dos maestras, tanto la de la institución formadora de docentes
como la que se encontraba en el salón de la escuela primera, han anunciado, de
diferentes maneras, que los alumnos deben consignar algunos elementos del tema
desarrollado en la lección, en sus cuadernos. Veamos cómo se procesan ambas
situaciones.
Prof.: Muy bien, vamos a sacar el cuaderno. ¿Sí terminaron de consignar ayer?
Ao.: Nooo.
(...)
Prof.: Sí señora, van haciendo esto porque hay que dejarlo consignado en el
cuaderno. Sí, el cuadro, claro. Entonces, como título van a colocar: “Instrumentos
que maneja el niño dentro del gobierno escolar”. Rapidito porque no vamos a
alcanzar a consignar. La evaluación la dejamos para la otra clase. Repasan lo que
vimos exactamente.
Ao.: (Se refiere al cuadro que aparece en la cartelera) Una pregunta: ¿Podemos
copiar el primer nombre no más?
Prof.: Sí, puede dejar dos nombres no más, como por más rapidez, ¿no?
(...)
Prof.: No, únicamente eso. A ver, estas rayas no hay necesidad. ¿Ya, listos?
(En tono de dictado la maestra hace copiar a los alumnos todos los puntos tratados
durante la lección).
Así se realiza una consignación en los cuadernos de la escuela normal. Veamos ahora la
de la escuela primaria:
(Murmullos de niños)
Ma.: En ese cuaderno que les quedó bastantes renglones, entonces dejan [de]
separación cuatro renglones, cuatro.
(La maestra pasa por las filas y pone de ejemplo el cuaderno de un niño de la fila
1)
(...)
Ma.: Lean acá, a ver, despacio todos van a... ¡Allá los niños que están escribiendo!...
(Tono de regaño)
Ma.: Letra grande... Hagan el favor de escribir letra grandecita, porque es título. Y
los títulos, no se les olvide, tienen que ser un poquito más grandes que la otra letra,
para que se distinga el título de lo otro copiado.
Ma.: Allá hay unas letras que están largas hacia abajo y otras hacia arriba. Tengan
la bondad de colorearlas así, porque todas las letras no son iguales...
Consideramos que esta secuencia que hemos presentado de diferentes momentos
extraídos tanto de las lecciones de la escuela normal como de las que se desarrollan en
la escuela primaria, conforman una evidencia significativa para generar una primera
aproximación explicativa sobre el lugar real donde el maestro aprende su oficio. Este
está determinado históricamente en su sustantividad por el enseñar. Esta es la tarea a
la cual se dedica primordialmente la escuela de maestros, enseñar a enseñar. Pero lo
que la institución formadora de docentes entiende por enseñar no es lo que se halla
escrito en los textos de didáctica, aunque los profesores de esta institución transfieran
un discurso trivializado de sus contenidos, que ejemplificamos a continuación22:
Clase
Concepto general: es una actividad llevada a cabo por un grupo de alumnos, bajo
la dirección del profesor y de la cual se extraen conocimientos.
CARACTERÍSTICAS DE LA CLASE
II. Motivación: es el interés que debe tener la clase, despertado por el profesor y
dirigido por este.
III. Aplicación: la clase debe prever qué oportunidades de trabajo sirven para
aplicar los conocimientos.
ASPECTOS
I. Motivación
III. Evaluación
a) Oral.
b) Escrita.
c) Trabajo práctico.
IV. Aplicación
22El texto se transcribe del cuaderno de una alumna de la escuela normal donde realizamos el trabajo de
campo.
Este es el modelo ‘teórico’ que los maestros de maestros dan a sus alumnos en las clases
correspondientes al programa de Fundamentos y Técnicas de la Educación. Además,
durante el desarrollo de la práctica el coordinador de ella pasa otro modelo, que en
esencia es muy similar a este, cuyos elementos constitutivos rotulados bajo el nombre
“Momentos de la clase” son: ‘ambientación’, ‘adquisición’, ‘elaboración’, ‘fijación’ y
‘evaluación’ (MEN, 1981)23.
Por otra parte, estas evidencias cuestionan la real introducción de los modelos
importados, como la Tecnología Educativa. Sin duda los elementos de dichos modelos
emergen en el universo vocabular de los maestros de maestros, de los estudiantes de la
escuela normal y de los docentes de la escuela primaria. Sin embargo, en lo concreto de
la cotidianidad escolar, lo que se reproduce es una forma de trabajo, cuyos orígenes los
podemos encontrar en los planteamientos de la denominada escuela nueva o escuela
activa, heredera de la tradición iniciada por Juan Amós Comenio en el siglo XVII. Este
modelo pedagógico que se instaura, con grandes esfuerzos, en los comienzos de este
siglo, postula la necesidad de la participación permanente de los alumnos en el proceso
de enseñanza, del cual ellos deben ser el eje central. La imagen de maestro que se
incorpora desde aquí al quehacer de la escuela es el de guía y orientador. Son estos dos
postulados de la escuela nueva los que sin duda se concretan, quizás no muy
ortodoxamente, en las ‘maneras de dictar clase’ contemporáneas. Para cumplir con
ellos, el maestro establece un diálogo permanente con los alumnos durante el
desarrollo de la clase, diálogo cuyo origen es la mayéutica socrática. Sin embargo, dicho
diálogo solo tiene un carácter formal. Por consiguiente, trivializa su origen, es un modo
aparente de participación. Pero el maestro, sea en la escuela normal o en la escuela
primaria, no es consciente de esta apariencia. Puesto que los maestros sostienen que
un grupo es pasivo cuando la gran mayoría de sus integrantes no levantan la mano o no
Estas ‘maneras de dictar clase’ han resistido todos los esfuerzos estatales de introducir
cambios en el quehacer que se concreta en las aulas de clase de las escuelas, tanto
normales como primarias. Estas ‘maneras de dictar clase’ representan para el maestro,
de cualquier nivel, los elementos articulados que construyen su imagen profesional y
dan sentido al oficio de enseñar. Esto es lo que se traspasa en las instituciones
formadoras de maestros siguiendo el rastro de las antiguas corporaciones medievales
de artesanos.
Para nosotros este es el punto clave en una propuesta para el cambio de la formación
de maestros24.
24 En el
capítulo final de este informe daremos algunos elementos que consideramos fundamentales para
su elaboración.
Algunas consideraciones sobre los contenidos reales de las materias
La elección de estos dos ejemplos se basa en la relevancia que ambas asignaturas tienen
con respecto a ampliar, en un caso, la comprensión con respecto a los orígenes de la
praxis pedagógica (Filosofía), y en otro, a promover en los estudiantes la posibilidad de
interpretar dicha praxis a la luz de los procesos culturales (Antropología)27.
25 Todos los docentes de la institución donde realizamos nuestro trabajo de campo han obtenido sus
grados académicos en facultades de educación pertenecientes tanto a la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia (Tunja) como a la Universidad Pedagógica Nacional (Bogotá).
26 Ver: “Lo teórico en la formación de maestros”, en su parte introductoria.
27 Las versiones completas de las notas ampliadas de las observaciones correspondientes a estas dos
Los niveles que aquí se confunden son la biología y la ontología. Lo que lleva a hacer
inferencias tales como que de lo infinito e imperecedero se colige lo inmóvil, lo cual no
puede ser afirmado desde lo óntico.
Por otra parte, no se explica el significado de aporía, cuando se habla de Zenón de Elea
a pesar de que se da un ejemplo famoso de ella: Aquiles y la tortuga. Al no clarificar el
significado del término, se omite por completo el fundamental interés lógico y ético de
la propuesta de este filósofo, quien, en torno a sus aporías, inaugura una pregunta
radical acerca de las nociones de verdad y bondad en Grecia antigua, donde la sofística
y Platón encuentran sus puntos de partida. Durante el desarrollo de la temática de los
presocráticos, la profesora hace, en muchas ocasiones, afirmaciones netamente
mecánicas. Por ejemplo:
Por otra parte, al pasar de uno a otro de los tópicos estudiados por Heráclito, se
presenta una imagen artificiosa, aislada y abstracta de su pensamiento. Sin duda, no ha
habido una lectura sistemática de sus Fragmentos. De ser así, se hubiera comprendido
que el filósofo de la unidad no podría ocuparse de ella en forma desvertebrada y
arbitraria.
Asimismo, hay filósofos, como el caso de Protágoras, de los cuales se dice que “toca
rapidito, porque el tiempo no nos va a permitir ver mucho”. Pero esta carencia de
tiempo no justifica dar una visión incorrecta de sus propuestas. Esto es bastante grave
si tenemos en cuenta que de ellas se derivan el pensamiento socrático y platónico y con
él una parte fundamental de la filosofía de Occidente.
Esta supersimplificación de contenidos hace aparecer a Sócrates como padre del método
científico. Cuando en su propuesta la dialéctica involucra un mundo inmenso, donde
confluyen las tradiciones de pensamiento, pero tanto su propósito como sus puntos de
partida son muy específicos. Además, se hace referencia a que “la virtud se puede
aprender”. Propuesta muy alejada del pensamiento platónico, ya que allí la ‘virtud’, se
recuerda, no se aprende. Por otra parte, el camino de este proceso de recordación no
está marcado por la autorreflexión, como se sostiene en esta lección, sino por la
dialéctica.
Esta exposición sobre los filósofos presocráticos que incluye a Sócrates es la negación
de la filosofía. Pues ella en su totalidad, y en especial la griega a la cual se refiere el tema
de esta lección, no es la mención, manifestación o denominación de cosas o entidades.
Cada una de estas se integra orgánicamente a una totalidad humana y a un complejo de
interrogantes y problemas. En consecuencia, solo en el conocimiento de esta red de
relaciones y preguntas, conceptos tales como el movimiento, la dialéctica y los otros
nombrados durante el desarrollo de esta lección, dejan de ser meras etiquetas
nominales para alcanzar su significado específico.
Por otra parte, anotamos otra evidencia que consideramos significativa por cuanto
estamos en una clase donde se forman futuros maestros. Durante el desarrollo de esta
lección no hay ninguna vinculación de sus contenidos con lo educativo. Si consideramos
lo educativo como uno de los lugares donde se generan procesos de construcción de
visiones del mundo, las propuestas presocráticas son fundamentales para hacer
inteligible este aspecto de lo educativo. Sin embargo, la profesora omite la relación. A
este aspecto, relacionado con la construcción de las visiones del mundo, agregamos la
relevancia que el pensamiento y la mayéutica socrática tienen actualmente en la
posibilidad de generar procesos de reflexión crítica sobre la praxis pedagógica
contemporánea. Pero durante la clase tampoco se establece ningún vínculo entre las
proposiciones socráticas y la realidad.
Es posible que esta omisión pudiera estar ligada a la carencia de tiempo manifestada
explícitamente por la profesora, pero también puede estar originada en su propia
formación29.
A diferencia de lo que acontece en la lección de Filosofía, donde los tópicos tratados son
trivializados, al analizar la lección de Antropología vemos que la enseñanza de
concepciones erróneas no se da como en la clase anterior. Sin embargo, encontramos
en su desarrollo una desconexión entre el tema tratado en la misma, ‘las razas’ y el valor
formativo que las conceptualizaciones antropológicas pueden tener cuando ellas son
incluidas en una carrera cuyo propósito es formar maestros para la escuela primaria.
Por otra parte, la lección es una clara demostración de lo que en las instituciones
educativas se entiende por una ‘investigación’ que realizan los alumnos. Los resultados
son los que aparecen como contenidos de esta lección. ¿En qué consiste la llamada
‘investigación’?, en buscar el libro que indicó la profesora como fundamental
(generalmente es uno solo) y elaborar una síntesis de los contenidos de él, respecto a
un tema. En este caso, las razas humanas. La síntesis se expresa en párrafos copiados
del texto indicado, que son recitados en sus diversas partes por cada uno de los alumnos
que conforma un grupo de trabajo, quien debe pararse al frente de la clase para mostrar
su ‘trabajo de investigación’. El propósito de esta forma de exposición es, según lo
verbaliza la profesora durante el desarrollo de la lección, “nuestro propio dominio”.
29En general, en las facultades de educación, como dice Olga Lucía Zuluaga, no se reflexiona sobre los
saberes acumulados históricamente en torno a la educación y la pedagogía, sino más bien se administra
este saber. Acerca de cómo se administra este saber, solo tenemos experiencias, consecuentemente
surgen algunas preguntas e hipótesis que trascienden los límites de nuestra propuesta inicial para este
estudio sobre la formación de maestros.
Con relación al contenido específico de la lección, sesgado naturalmente por la elección
del texto por parte de la profesora, sin duda presenta desviaciones ideológicas bastante
relevantes. En boca de los alumnos se ponen frases como ésta, referida a los tasmanios:
“Unos alemanes estaban haciendo tesis para ver qué capacidad tenían y los tasmanios
resultaron tener el más bajo nivel”. Frente a esta aseveración, sin duda copiada del texto
recomendado, la profesora no promueve ningún tipo de reflexión. Tampoco sucede
cuando otra alumna dice: “Una más de las razas a que dieron origen fue la raza nórdica”,
sobre la cual se dice que tenían un complejo de superioridad, agregando a renglón
seguido: “A ellos se les debe las primeras civilizaciones”. No hay duda de que el
tratamiento al problema de las razas siempre ha sido un punto ciego en la antropología,
fundamentalmente en la de origen anglosajón, que se ha ocupado especialmente del
tema, comenzando por los trabajos de Ralph Linton. Más aún, gran parte del desarrollo
del pensamiento antropológico se ha desarrollado a partir del presupuesto de la
existencia de ‘pueblos primitivos’ cuyas culturas deben ser estudiadas por sujetos
pertenecientes a ‘pueblos civilizados’. Esta dicotomía siempre ha estigmatizado los
trabajos antropológicos. Aún hoy existe esta postura entre los sostenedores de la
tradición. Sin embargo, no es la única, y mucho menos si pensamos en un curso de
antropología orientado hacia la formación de maestros. Consideramos que esta
disciplina tiene aportes relevantes que hacer en torno al problema educativo en sí
mismo. El cual es omitido en los contenidos programáticos oficiales y también por la
profesora del curso. Quizás los planificadores del currículo podrían argumentar acerca
de su desconocimiento sobre los estudios antropológicos acerca de los problemas
educacionales. El programa fue redactado en 1974 y difícilmente los estudios de Ray
Rist o John Ogbu habían alcanzado una proyección tal que les permitiera ser conocidos
en el ámbito colombiano. Pero nuestro trabajo de campo lo realizamos diez años
después, período en el cual comenzaron a aparecer publicaciones de estudios
antropológicos orientados en el campo educacional. Sin embargo, se nos podría argüir
que estamos pidiendo demasiada especialización a la profesora de Antropología. Lo
admitimos, no obstante, lo que no concedemos es que la mencionada profesora siga
orientando su curso desde posturas consideradas arcaicas por los mismos
antropólogos, lo que lleva a tratar los temas que podemos calificar como los más
ideologizados de la disciplina. Además, consideramos que un maestro de maestros no
puede distorsionar de la manera como se observó en la clase que estamos analizando,
la idea de investigación. Mucho más aún, si pensamos que las lecciones de esta
asignatura se desarrollan durante el último año académico, es decir, sexto año
(undécimo curso).
En las secciones anteriores de este capítulo hemos analizado algunas formas como los
maestros de maestros resuelven los contenidos establecidos en los programas oficiales.
También nos referimos, en una primera aproximación, a las ‘maneras de dictar clase’
de los profesores de la escuela normal y la relación que puede existir entre ellas y el
lugar del aprendizaje real del oficio de maestro. Por último, hemos presentado el
manejo que se hace de los contenidos en dos asignaturas —Filosofía y Antropología—
desde la perspectiva de la supersimplificación a que son sometidos estos, justificada
por la falta de tiempo para un desarrollo más profundo, en el primer caso. En el
segundo, hemos considerado las cargas ideológicas que comporta el tratamiento de
ciertos temas, las razas humanas, por ejemplo, y la manera distorsionada como se
trabaja con el concepto de investigación.
Entrevistador: ¿Por qué crees que la formación que recibes realmente te sirve para
ser maestra?
Alumna: Pues, sí, en parte. En parte los conocimientos que uno recibe pues le sirven
a uno para formar su personalidad en cuanto a una pedagogía que debe aplicar.
Pero no es muy completa que digamos, por ejemplo, nos hace falta como un taller
de pedagogía, ¿sí? Que en el cual el alumno-maestro se pueda desenvolver y
empezar su creatividad, ¿sí? Por ejemplo, en cuanto a material didáctico, en
cuanto a las metodologías que utilizaría con sus alumnos. Entonces hace falta
como más material, como más... un taller en qué trabajar nosotros, ¿sí?
Entrevistador: ¿Tú crees, por ejemplo, que para formarte como maestro o como
maestra es suficiente, digamos, con las asignaturas del área pedagógica? ¿O tú
piensas que para ser maestra necesitas los otros estudios?
Alumna: Pues se aprende al lado del maestro, ¿sí? Pues uno puede observar
diferentes metodologías que utilizan los maestros, ¿sí? Los diferentes métodos
para dictar una clase y puede captar. Pues de cada profesor puede captar una idea
que lo va a enriquecer a uno sobre la forma como ellos se desenvuelven, ¿sí?
Entonces yo creo que el maestro ayuda a crear la formación de nosotros como
alumnos-maestros30.
Entrevistador: Tú, ¿cómo te sientes a los 18 años, para ir a enseñar a los niños, en
una escuela rural, en Boyacá?
30En el capítulo “Lo práctico en la formación de maestros” se evidencian visiones bastante contrastantes
de esta, que aquí contrastamos.
Alumno: Yo me siento un poco capacitado, pero no totalmente capacitado. Porque
en este momento hay un profesional muy mediocre, ¿sí? El estudiante, se puede
decir que hay veces que se tuerce, debido a que... a que no hay verdaderos maestros,
profesores, educadores, ¿sí? No, me siento en un término mediocre.
Entrevistador: Tú te sientes capaz, por ejemplo, ¿de manejar los problemas que se
te puedan presentar en una escuela...?
Alumno: Sí, me siento capaz, pero necesito más preparación. Digo yo, para llegar
a ser maestro de escuela se necesita bastante capacitación. Sobre todo,
comprender el ambiente del estudiante, del alumno. Porque yo no puedo llegar a
aplicar unos conocimientos que no estén a ese ambiente, a ese nivel, ¿sí? Porque el
estudiante no va a ser capaz de comprender la situación bien, ¿sí?
Este sentimiento de carencia se ve corroborado cuando los alumnos del último año
expresan las contradicciones que ellos han vivido, entre lo que han recibido en las aulas
de clase como contenidos y también como sugerencias para el quehacer práctico31.
Otro alumno: No, no, porque si hay un niño que molesta demasiado y si uno lo pone
a llenar un tablero, lo agarra a uno a patadas.
Gu.: Esto es muy diferente, tocaría analizar la situación con el papá o la mamá.
In.: No. Hay niños que son insoportables. Uno no los puede dominar y, pues no se
dejan dominar. Entonces hay que ignorarlos.
W.: Primero debemos tratar de llevar al alumno por las buenas, poniéndolo a
trabajar. Y seguro que ese alumno que molesta demasiado, uno no [lo] va a
regañar. Al contrario, le puede decir: “hágame cambio de puesto?, o “hágame
esto”.
Na.: Yo no estoy de acuerdo con lo que dice Gu. Agotar todos los medios a las
buenas y después de una manera más durita, pero yo pienso que cuando se va a las
buenas de alguna manera ceden.
Me.: Eso puede ser una falta de que un niño moleste porque el profesor lo deja a un
lado, lo abandone. Entonces él se halla como aislado. Él quiere sobresalir y en esa
Entrevistador: Todas estas cosas que ustedes me están diciendo, ¿cómo las
aprendieron?, ¿en los libros?, ¿o las han aprendido en el quehacer cotidiano del
trabajo en la escuela?
Ev.: Los reglamentos que le dan a uno en tercero... De pronto le recordarán a uno
que si sucede pues... hasta que, por ejemplo, no tenga experiencia o más criterio.
En el diálogo con los alumnos que están terminando su pasaje por la escuela normal
emergen situaciones que, quizás con un sentido diferente, ya hemos mostrado en una
de las secciones de este capítulo. Estas situaciones constatan y reiteran una visión sobre
cómo se aprende a ser maestro. Este aprendizaje está estrechamente vinculado a la
experiencia vivenciada en el trabajo cotidiano. Sin duda, los textos, los conocimientos
teóricos, son importantes, pero la realidad de la tarea en la escuela es porfiada. Y a pesar
de los cuestionamientos en un capítulo anterior a las formas que adopta la práctica
docente, sustentados en las visiones de los estudiantes, este aspecto de la formación de
un maestro donde se concretizan las experiencias que los alumnos requieren y solicitan,
continúa emergiendo como fundamental.
Sin embargo, los alumnos de la escuela normal abren opiniones sobre el valor de los
diferentes conocimientos que reciben en la institución, teniendo como perspectiva su
futura tarea docente.
Alumno: Bueno, las más importantes, yo creo que son el poder desempeñarse uno
ante un grupo de personas. Poder transmitir algo que uno conoce o sabe, y también
adquiere seguridad ante sí mismo. Cuando uno tiene un conocimiento en el cual se
siente seguro, entonces uno puede transmitirlo con una seguridad que lo hace
sentir a uno mismo alguien original, alguien que puede ser útil.
Entrevistador: ¿Cuáles son las fallas que tú ves en la formación que recibes?
Alumno: Bueno, ¿actualmente? Bueno, actualmente vemos que hay más ventajas
que fallas, pero en ciertas fallas podríamos decir que falta un poquito más de
motivación al mismo alumno-maestro, para que él se sienta bien ante el grupo de
niños. Es el caso de que cuando uno va a entrar a una práctica le dicen si el grupo
es indisciplinado y no lo motivan a uno más bien para que uno lo controle... Esa es
una de las fallas.
En este caso, el discurso del estudiante evidencia una percepción que va más allá de los
contenidos de las asignaturas, entendidos como mera información. La visión del alumno
muestra una búsqueda por el valor formativo que debe necesariamente subyacer a las
estructuras programáticas o curriculares. Por otra parte, no existe una visión de las
fallas del programa en cuanto a la temática específica de cada asignatura, sino que estas,
las ‘fallas’, son vistas desde las formas y contenidos de la relación que establecen
maestros y alumnos en la institución formadora de docentes. Esto podríamos vincularlo
a las carencias mencionadas en un discurso estudiantil que presentamos donde se
menciona la falta de ‘verdaderos maestros’.
En otros casos, se reitera la necesidad de un trabajo que tenga una característica más
colectiva.
Entrevistador: ¿Tú crees que la formación que recibes ahora te da las bases para
ser maestro?
Alumno: Pues a mí me gustaría para salir de sexto capacitado, como maestro que
quiero ser, formar con otros compañeros un taller educativo donde el alumno-
maestro pues tenga como más conocimiento que con las materias que a uno le dan
aquí, ¿sí? Ya sabemos la psicología del niño, sabemos cómo tratarlo, pero yo creo
que nos hace falta un taller donde uno se pueda desenvolver mejor, ¿sí? Creo que
la práctica nos ayuda bastante para formar al futuro maestro. Porque en la
práctica uno adquiere más de lo que tenía. Adquiere más, corrige muchos errores,
muchas veces... que uno tiene. Uno ya sabe qué es pararse frente a un grupo para
dictar X o Y clase. Ya sabe, ya tiene idea de cómo dominar el grupo, cómo llegar...
varias cosas...
Como se evidencia a través de estas expresiones, la necesidad del trabajo conjunto está
vinculada al interés por tener “más conocimiento que con las materias que a uno le dan
aquí”.
Entrevistador: ¿Cuáles son las cosas más importantes que tú crees estás
aprendiendo para ser maestro?
Alumno: ¿Lo más importante? Yo creo que es todo, todo porque las materias
pedagógicas: Fundamentos, Psicología, Filosofía, todas estas materias son las que
utiliza uno para desarrollar la clase, para llevar un proceso metodológico. Un
proceso graduado de las otras materias que uno va a enseñar. Está aprendiendo
lo que le va a transmitir a los niños y las materias pedagógicas: cómo va a aplicar
esos conocimientos, que no sea en forma desordenada, sino en forma ordenada
para que logre el objetivo que se proponga.
Entrevistador: ¿Cuáles son las fallas que tú ves en la formación que recibes?
Alumno: Casi sola teoría. Yo creo que sería mejor más práctica, menos teoría y más
práctica para que así...
Alumno: Por teoría las palabras. Únicamente, así, lo que a uno le dictan. Todos esos
contenidos. Palabras, palabras, palabras.
Consideramos que este significado que los estudiantes asignan a ‘lo teórico’ se
evidencia en los modos como los maestros de maestros manejan los contenidos de los
programas. Hay algunos casos en que el profesor o profesora sostiene:
Yo tengo una cosa y es que les dicto a los alumnos. Yo no dejo que ellos anoten,
porque muchas veces he observado en los cuadernos unas cosas que ni digo, ¿sí?
Capítulo VII
MAESTROS: ¿ARTESANOS Y/O INTELECTUALES?
En este capítulo intentamos desplegar los hallazgos que consideramos relevantes como
producto de nuestro estudio sobre la formación de maestros en la escuela normal.
La exposición de ellos la desarrollamos a partir de la reformulación de las preguntas
directrices de la propuesta inicial de nuestra investigación1.
Las otras preguntas referidas a las concepciones pedagógicas que se enseñan, a las
formas que adopta esta enseñanza y la relación maestros-alumnos en la escuela normal,
se concentraron en una sola pregunta globalizante: ¿cómo se aprende a ser maestro?
Las posibles respuestas se inscriben en el segundo aparte del presente capítulo.
I. LA ESCUELA NORMAL
[...] el individuo aprende a hacer esto así; aprende a aplicar esta fórmula así. Pero
él no sabe ni el cómo ni el porqué de esta forma. Todo son reglas, son mecanismos,
son procedimientos. Es la deshumanización del conocimiento2.
Desde la propuesta oficial se genera una ruptura con la tradición educativa del país, con
la intención no explícita de introducir a la sociedad colombiana en los procesos de
modernización, entendidos como el avance científico y tecnológico. Sin embargo, lo
único que se introduce es un nuevo universo vocabular que manejan los maestros
instruidos en las escuelas normales ‘normalizadas por la tecnología’. Es decir, los
1 Para ampliar el proceso de reformulación de las preguntas directrices, ver Tezanos y otros (1983).
2 Este es otro aparte de la entrevista con Max. Ver: “Lo vocacional en la formación de maestros”.
contenidos de los documentos oficiales no han ingresado al universo real de la escuela
de maestros. Solo cumplen un papel formal.
Esta doble función del título de maestro, en tanto no tiene un carácter terminal,
distorsiona el papel de las escuelas normales en el contexto general del sistema
educativo nacional.
Es decir, en el país ya no se forman personas que obtengan un título que los acredite
como maestros, sino que lo que se puede alcanzar es una credencial de bachiller
pedagógico. Esto significa generar una contradicción con las reglamentaciones oficiales
que exigen el título de maestro normalista para poder ejercer la docencia.
Reglamentación que no ha sido cambiada.
3 Esnecesario aclarar que, a pesar de este decreto, todavía hay instituciones que conservan el nombre de
escuela normal en su papelería oficial y sellos. Asimismo, existe en el Ministerio de Educación una oficina
que se ocupa de la educación normalista. Todo esto muestra las inconsistencias en la aplicación e
implementación de las normas fijadas por el Gobierno, cuando estas no responden a necesidades sentidas
por los diferentes grupos sociales.
II. CÓMO SE APRENDE A SER MAESTRO
De allí, podemos concluir que en los aspectos formales este proceso mantiene la
tradición de la formación de artesanos en las corporaciones medievales4.
Esta concepción del maestro formado ‘a imagen y semejanza’ de otro maestro, es quizás
el ‘modelo’ más difundido en cuanto sustentación implícita o explícita de los programas
de las escuelas normales en diferentes épocas. Los argumentos que se han esgrimido a
favor de esta tendencia en la formación de docentes se estructuran sobre términos tales
como: efectividad, simplicidad y sentido común. Según Peters (1968), el ser maestro es
un asunto “terriblemente” personal, en consecuencia, “Si usted quiere transformarse en
un buen maestro, haga lo que hace un buen maestro”. Es decir, el alumno-maestro debe
desarrollar sus prácticas docentes al lado de un ‘buen ejemplar’ de maestro, para
aprehender sus cualidades y ponerlas en acción en su futura tarea. Pero, este ‘maestro
modelo’ no solo maneja un conjunto de habilidades para el desarrollo de sus lecciones,
sino que también tiene rasgos de personalidad específicos. La personalidad del
‘maestro modelo’ tiene, sin duda, un componente cultural que emerge de las relaciones
que él, como individuo perteneciente y participante de una formación social
históricamente determinada, establece con otros hombres y con el contexto general. Es
decir, el practicante no necesariamente comparte el contenido, la forma y el sentido de
estas relaciones con el ‘maestro modelo”. O sea que, en últimas, se le está reclamando
al estudiante es que su proceso de aprendizaje en la escuela normal genere un cambio
de personalidad asumiendo como suya la del ‘maestro modelo’.
Por otra parte, no ha sido posible construir el ‘retrato’ del ‘maestro modelo’ puesto que
la composición del ‘retrato’ corresponde, en mayor o menor grado, a la construcción
histórico-cultural que una determinada sociedad elabora acerca del papel que
desempeña la escuela en su conservación o transformación. Es decir, no existe un
‘retrato’ posible de ser generalizado en sus indicadores fundamentales y que, en
consecuencia, pueda ser asumido como el maestro, por cualquier sociedad con
cualquier proyecto histórico-cultural. A pesar de lo que aquí afirmamos, desde las
percepciones de sentido común se considera que ‘el maestro es quien enseña’, ‘quien
forma a los más jóvenes’. Pero, aun en estas opiniones nos encontramos con el mismo
problema anterior referido a la comprensión del significado de los términos ‘enseñar’ y
‘formar’, pues estos tienen connotaciones culturales en sus procesos de definición y
concreción en el desarrollo histórico de la sociedad y del saber pedagógico. El
desarrollo de estas concepciones ha tenido una influencia significativa en la
4Esta connotación desde lo artesanal ha llevado a considerar la educación como un ‘arte’. Sin embargo,
el sentido originario se perdió cuando este arte fue significado, por comparación, con la tarea del escultor
o el pintor.
estructuración de los programas de formación de docentes en el contexto
latinoamericano, pero se han asumido desde las definiciones finales que han generado
procesos práxicos en el interior de formaciones socioculturales externas. Es decir, no
ha habido una construcción de estos conceptos generada a partir de una reflexión
crítica5 sobre nuestra realidad específica. Por otra parte, y en tanto los conceptos de
enseñar y formar guardan la condición de resultados, nunca se ha cuestionado la
esencia de ellos, sino sus aplicaciones formales.
En resumen:
Pues
Pero también es real que esta formación con signo artesanal abre un espacio de
contacto con la realidad del trabajo. Este contacto puede estar mediado por procesos
de simulación, en tanto los alumnos juegan a ser maestros, pues aún no lo son. Sin
embargo, algunas de las actitudes asumidas por los maestros consejeros (como
abandonar la clase mientras está el practicante u obligarlo a cumplir con determinado
tipo de tareas administrativas que no le corresponden al estudiante), se transforman
en elementos positivos en este proceso de inmersión en la escuela real y concreta,
donde alguna vez los estudiantes de hoy llegarán a ser los docentes. Sin duda, esta
situación les dé a los alumnos visiones diferentes de su futura tarea que les amplían su
posibilidad de comprensión e interpretación del oficio de maestro, contribuyendo de
esta manera a tomar decisiones propias sobre su capacidad de comprometerse con una
praxis social específica.
[...] a uno, por ejemplo, no le gusta. Pero al sentirse uno allí, en un aula de clase,
frente a unos alumnos que le corresponden, uno se siente que está comprometido
con ellos y tiene que enseñarles de la manera más correcta y uno lo hace.
5El concepto de reflexión crítica está significado aquí desde la propuesta de Theodor Adorno (1975),
cuando sostiene que ella es “una praxis social”.
Pero en esta práctica vivida experiencialmente, también se encuentran aprendizajes
negativos, como:
Aquí lo único que se puede imitar es la incoherencia entre la exigencia que el maestro
hace a sus alumnos y su propio trabajo. Otros ejemplos de lo imitable en el maestro
consejero aparecen en el capítulo V sobre las actividades de práctica docente: un
profesor que califica a una alumna sin nunca haber visto su trabajo, la falta de
coordinación entre los docentes involucrados en la formación de maestros en una
institución, el obligar a los maestros a hacer trabajos que le corresponden al profesor
del curso.
Pero, además, hemos visto que en lo que hace referencia al trabajo específico que media
el ‘enseñar’, no existen diferencias significativas en las formas de exposición que se
presentan en los practicantes y en la práctica actual de los maestros, puesto que la
estructura de la formalización que emerge de las notas ampliadas de las observaciones
es muy similar. En consecuencia, parecería que el proceso de imitación se centra en lo
que desde las concepciones de sentido común definen el ser maestro: el trabajo en el
aula de clase. Mas aquí ya no se imita par a par al maestro consejero, sino que esta
imitación está construida a partir de la experiencia recorrida por el practicante en su
historia como alumno desde su ingreso a la escuela primaria, o quizás al jardín de
infantes. Es decir, esta imitación está conformada por una multiplicidad de imágenes
aparentemente diferentes, aunque esencialmente iguales, de las ‘maneras de dictar
clase’ que emergen en síntesis al enfrentarse el alumno-maestro a un grupo de niños en
un salón de clase.
Quizás sea en este punto donde la ‘formación de un maestro’ se pueda comparar con la
‘formación de un artesano’, pues este último imita lo formal del quehacer corporativo
al igual que el alumno-maestro replica por imitación lo formal de la estructura de una
lección. Es decir, en uno y otro caso el proceso de imitación parecería un intento de
mantener una imagen determinada por las visiones de sentido común generadas en el
contexto histórico-cultural donde se concretiza un quehacer específico.
Sin embargo, es necesario reiterar que durante esta etapa del aprendizaje del oficio de
enseñar los alumnos elaboran una actitud cuestionadora sobre las formas que asume el
trabajo de los maestros consejeros.
Pero al observar las ‘maneras de dictar clase’ de los profesores de las asignaturas que
corresponden al área de formación pedagógica como: Fundamentos y Técnicas de la
Educación, Filosofía, Antropología, Sociología, se produjo en nosotros un proceso
reminiscente que nos devolvió a las aulas de las escuelas primarias donde habíamos
estado dos años atrás. El maestro de maestros comenzaba su clase con una
interrogación acerca de la lección anterior. Algunas veces revisaba las tareas indicadas,
haciendo algunas preguntas por escrito. Luego de esta situación que sin duda busca dar
sentido de continuidad a los temas que se trabajan, el profesor introduce el tema nuevo
que ha planificado para esa lección. Una vez desarrollado este tema nuevo comienza un,
casi siempre, largo interrogatorio que concretiza la revisión del tema y lo que
tradicionalmente se denomina la reafirmación de lo enseñado. Para finalizar, los
alumnos copian en el cuaderno, en general por medio de un dictado, los contenidos
entregados. Algunas veces, en la escuela normal, este último paso se obvia, pues se
entregan guías elaboradas por el profesor sobre los diferentes temas.
Pero las ‘maneras de dictar clase’ en la escuela normal, no solo son similares a las de la
escuela primaria desde sus aspectos formales, sino también en aspectos más esenciales.
Por ejemplo, en la institución formadora de docentes el denominado proceso de
enseñanza-aprendizaje también ha devenido un proceso de adivinación condicionado
en el tiempo, donde se trata de que el alumno conteste la palabra precisa en el momento
preciso. Los maestros de maestros también practican lo que hemos denominado ‘una
sordera intermitente’. Es decir, solo oyen aquellas respuestas que consideran
pertinentes a los contenidos de su lección. Las demás son ignoradas. Tampoco en las
aulas de la escuela normal se recuperan las posibles respuestas arbitrarias de los
alumnos, para generar procesos de reflexión sobre estos supuestos errores. Estos
eventos observados en los salones de clase de las escuelas de maestros contribuyeron
a generar el ya mencionado proceso reminiscente.
Como lo dijimos, los alumnos-maestros asumen una posición crítica frente a sus
maestros consejeros; en cambio, con respecto a los profesores de las asignaturas
‘teóricas’, aquellos que consideran los mejores son, exactamente, los que son más fieles
al modelo que hemos presentado de las ‘maneras de dictar clase’.
Esto significa que, a pesar de lo que los docentes de estas materias ‘teóricas’ puedan
entregar como contenidos de los programas, aunque ellos estén directamente
vinculados a los modos que adopta la enseñanza, como es el caso específico de
Fundamentos, no son las palabras del maestro acerca de la disciplina, o los objetivos, o
la escuela nueva, o la evaluación, las que marcan al futuro maestro. Lo que realmente
acontece en el salón de clase es un aprendizaje por reiteración sistemática de una forma
regularizada de desarrollar lecciones, que es empleada más allá de los temas tratados
en ellas o el origen y la estructura de las disciplinas que conforman el programa. Esta
forma regularizada de desarrollar lecciones es lo que hemos denominado las ‘maneras
de dictar clase’, son los contenidos más significativos y sustantivos que conforman la
imagen de la profesión de enseñar. Ellos han sobrevivido a cualquier proceso de
modernización o tecnologización que se haya pretendido instaurar desde la
administración del sistema educativo nacional. Las razones de esta supervivencia son
claras, si consideramos que el maestro inicia su carrera de aprendiz del oficio de
enseñar cuando ingresa alrededor de los 6 o 7 años al primer curso de la escuela
primaria y durante su proceso de formación no se abre nunca un espacio para generar
un proceso de reflexión sobre cómo le han enseñado durante su pasaje por el sistema
educativo.
Para Pestalozzi, el desarrollo de una lección se funda sobre la intuición. Por lo tanto, su
punto de partida es la observación, donde desempeñan un papel fundamental las
percepciones; la segunda fase de la lección debe llevar a transformar estas percepciones
en representaciones y de estas a los conceptos, a través de lo que el pedagogo suizo
denomina “gradación o reflexión”, mediada por asociaciones y comparaciones; el
tercero y último momento de la lección pestalozziana es la aplicación (Pestalozzi, 1956).
La propuesta de Herbart sobre la lección se fundamenta en el concepto de apercepción6.
El papel de la observación como momento inicial de la lección se sigue manteniendo,
pero vinculada a lo que el sujeto ya conoce a través de la asociación y la comparación.
Luego el sujeto elabora, reflexiona y en el último paso de la lección, aplica (Herbart,
1936). Estas tres propuestas fueron replanteadas y llevadas a su máxima expresión por
los maestros que dirigieron el movimiento de la Escuela Nueva, al introducir en ellos la
necesidad de la participación del alumno mediada por el diálogo; considerando a este
el eje donde se concretiza la relación maestro-alumno y recuperando, a través de dicho
6La apercepción es el acto mental por el cual se realizan y asimilan determinadas percepciones e ideas,
es decir, la relación de lo que se presenta a los sentidos con lo que se ha experimentado previamente.
eje, la tradición de la mayéutica socrática. Como vemos, en los pasos de la lección se
sincretiza, sin duda, la historia de la educación.
Sin embargo, en las ‘maneras de dictar clase’ que los maestros que hemos observado
concretizan cuando realizan sus lecciones, solo queda el esqueleto de esta historia, pues
se ha generado un proceso de trivialización del diálogo de origen socrático, se han
rutinizado los pasos y se han banalizado los contenidos de las disciplinas que se
transmiten a través de estas formas regularizadas del oficio de enseñar. Pero, este
esqueleto es el contenido real de la formación de un maestro en la escuela normal.
A modo de corolario
Capítulo VIII
HACIA UNA PROPUESTA ALTERNATIVA
PARA LA FORMACIÓN DE MAESTROS
Pero ‘la formación en las causas’ está ligada, para nosotros, a un concepto que es
sustantivo a la construcción del saber y como mediador del conocer, el trabajo. En
consecuencia, iniciaremos nuestra propuesta con una aproximación de significado de
este concepto.
El concepto de trabajo1
Estas dos determinaciones del trabajo, una negativa (la última) y una positiva (la
primera) están estrechamente vinculadas y dan sentido a la ‘formación en las causas’.
Puesto que el proceso de apropiación o de enajenación de las causas tienen diferentes
grados. A modo de ejemplo, si miramos el trabajo en las corporaciones medievales, cuya
base de ejecución era el ensayo y error, la alienación hace referencia aquí a las causas,
pero no al hacer. El artesano podía reconocer el producto de su trabajo como propio,
aunque se mantuviera enajenado con relación a su finalidad. Un grado más profundo de
1 Este aparte de nuestro trabajo ya lo hemos publicado como parte de la ponencia “Acerca de las
relaciones educación-trabajo y sus posibles transformaciones, en Educación, formación profesional y
empleo (Bogotá: SENA, 1984).
alienación se alcanza con el surgimiento de la manufactura, en tanto el individuo ya solo
puede hacer un reconocimiento parcial del producto de su trabajo, manteniendo la
enajenación en las causas. Siempre a modo de ejemplo, con la tecnología
contemporánea, la alienación es total: la máquina genera el producto; en consecuencia,
el hombre ha perdido en totalidad la visión del objeto que produce, y las causas más
que nunca le son extrañas y lejanas. Desde esta visión podemos afirmar que las causas
de la producción han permanecido extrañas al trabajo concreto desde las etapas
iniciales de la conformación y estructura de los sistemas de producción occidentales,
atendiendo la diferenciación entre el maestro de obra y el arquitecto, entre el trabajo
productivo y el trabajo transformador, entre el trabajo alienado y el trabajo libre.
El origen de estas dos propuestas es bastante claro. La primera tiene su matriz en Hegel,
en cuyo sistema “el concepto de trabajo emerge como una nota central a través de la
cual se concibe el desarrollo de la sociedad” (Marcuse, 1972). Este concepto, además,
es entendido desde su concreción, tanto en el caso de Kerschensteiner como en el de
Freinet, puesto que cuando se le considera en su abstracción el trabajo “no es capaz de
desarrollar las verdaderas facultades del individuo” (Marcuse, 1972).
Las propuestas anteriores son compartidas por Gramsci, cuando afirma que este
concepto es “el principio educativo inmanente”, puesto que “el trabajo (actividad
teórico-práctica) crea los primeros elementos de una intuición del mundo, liberados de
la magia y la brujería, y da apoyo al desarrollo de una concepción, histórica, didáctica
del mundo” (Gramsci, 1979).
La proposición de Gramsci está vinculada a una concepción del trabajo como mediador
del proceso de construcción del saber y del conocimiento. Es desde esta perspectiva que
para nosotros este concepto cumple un papel fundamental, según sus modos de
concreción en la formación de los maestros. Mientras la forma que asume el trabajo se
manifieste en las condiciones actuales de alienación con que la vemos en la escuela
normal, difícilmente esta se transformará en una institución generadora de saber
pedagógico y por ende establezca espacios abiertos para los procesos de apropiación
de este saber por los futuros maestros, lo único que podrá producir son funcionarios
pero nunca ni buenos artesanos ni buenos intelectuales, mucho menos posibilitar una
articulación entre estos dos aspectos de la praxis pedagógica.
Consideramos que esta proposición marca un giro de ciento ochenta grados en los
procesos actuales de formación. Donde al contrario de lo que aquí se sugiere, el
desarrollo de las actividades de la escuela normal tiende a fortalecer la imagen de
maestro que los alumnos aportan cuando ingresan a la institución. En tanto sus
docentes en el nivel primario del sistema educativo han sido formados en la misma
escuela de maestros a la que ellos ingresan. Decimos la misma en el sentido de su
esencia, aunque ni espacial ni físicamente sea tal. Se hace imprescindible, entonces,
generar un proceso de desencantamiento de los aprendices, que ya hace largos años se
han iniciado en el oficio.
Pero para que el maestro de maestros pueda generar este cambio radical en su docencia
la escuela de maestros debe transformar su estructura formal. Para esta alternativa de
formación de maestros no hay alumnos en primero, en segundo o en tercero. Solo hay
alumnos que quieren llegar a ser maestros. Por esta razón todos trabajarán
conjuntamente, teniendo la posibilidad de ir eligiendo, de acuerdo con sus intereses y
reales posibilidades, las temáticas que estructuran y definen el ser maestro. En
concreto, estamos proponiendo una escuela de maestros que funcione con un régimen
de ‘talleres verticales’, donde nuevos y viejos alumnos convivan sus experiencias de
trabajo2, trascendiendo la formación artesanal por ensayo y error, se recupere la
práctica como un espacio donde se genera un proceso de reflexión crítica que media la
apropiación de los orígenes y causas de la profesión y su praxis a través del trabajo
manual e intelectual, concreto y libre.
Esta estructura que proponemos para la escuela normal solo es posible en tanto los
maestros de maestros cambien sus propias concepciones sobre la docencia. Para ello,
sería necesario, si esta propuesta se concretizara, generar un trabajo en paralelo y
articulado con los profesores de la escuela.
2 La idea del ‘taller vertical’ no es nuestra. La hemos visto funcionar eficientemente en algunas facultades
Estos son, para nosotros, los lineamientos generales desde donde consideramos deben
llevarse a cabo un cambio radical en la formación de docentes, para que ellos se
transformen en artesanos-intelectuales, por cuanto se habrán apropiado del origen, la
forma, el contenido y el sentido de una praxis social específica, de la cual los maestros
serán sus portadores y creadores: el enseñar.
Referencias
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