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Los Santos, 31 de agosto de 2022.

- Volkov.- Aquella voz gruesa resonó por la habitación, el ruso levanto la mirada,
encontrándose con el ya, ex-superintendente, sus ojos a la vista, mostrando
aquella “marca de guerra”, como a Jack le gustaba decir.
- Dígame.- Respondió con indiferencia, volviendo a leer los papeles en su
escritorio.
- ¿Tienes noticias…?- El sonido el cigarro siendo inhalado le ayudo a concentrarse.

Una pequeña banda se había instalado en la ciudad, llamando la atención de los


miembros del CNI, ya que esos años no habían tenido demasiado trabajo dentro de la
ciudad, solo se dedicaban a investigar a algunas personas fuera de la ciudad, todo había
parado desde que “The Union” cayó por completo.

En cierto punto, el trabajo se había vuelto algo aburrido para Viktor, en la ciudad no
pasaban muchas cosas, en realidad tenía más problemas siendo superintendente que
lidiando con las ilegalidades en Los Santos.

- No, no tengo nada, se han escondido como ratas cuando notaron que yo, bueno,
nosotros, nos enteramos de su existencia.- Respondió sin interés.
- Joder, que aburrido.

Suspiro con desgana, levantándose de su asiento, mientras tomaba un cigarrillo de la


cajetilla que Conway tenía en su mesa. Ignorando por completo cualquier acción o
reacción del contrario, lleno sus pulmones de humo, tratando de calmar su cabeza de
todo.

- ¿Cómo vas con…? Bueno, ya sabes.- Conway no le importo ocultar su


preocupación por Volkov, al fin y al cabo, ya no tenía ningún sentido mostrar
indiferencia cuando la cicatriz de su ojo termino de demostrar cualquier muestra
de afecto hacia el ruso.

Volkov no volteo a verle igualmente, miro hacia las afueras del CNI, la vista era
maravillosa y mas a esas horas, el atardecer comenzaba a hacerse presente, y la ciudad
entera se teñía de tonos amarillos, naranjas e incluso rosas. Sintió como sus manos
intentaban moverse desesperadamente, intento concentrarse para poder responderle,
lográndolo a duras penas.

- Bueno, los ataques de pánico han disminuido bastante, la psicóloga me


recomendó buscar algún patrón u sonido que me ayudara a relajarme en casos
así.

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- ¿Y…? ¿Lo encontraste?

Volvió a suspirar con aun más desgana.

- Horacio suele acompañarme en los momentos de hiperventilación, se ha


informado bastante sobre ellos, y agradecería no hablar de esto, gracias.
- Ya veo…

El silencio volvió a aquel cuarto, no era incomodo, era incluso mejor que estar hablando.

- Estoy orgulloso de vosotros dos, ¿Lo sabéis, no?- Rompió cualquier tipo de
tranquilidad que se estuviera formando en Volkov, haciéndolo voltear.- Se por lo
que habéis pasado y me alegra que por fin hayáis encontrado una forma de
sobrellevarlo, y si es juntos, mejor.

Ese no era el Conway que todos conocían, este era otra persona. Una persona a la que ya
no temía demostrar aprecio, tampoco le importaba ser completamente honesto con lo
que sentía.

Porque cuando perdió a otro hijo, se dio cuenta de todo lo que se habría evitado si tan
solo hubiera sido un poco más expresivo, habría evitado que García se hubiera puesto en
su contra para luego traicionarle.

Se levanto de su asiento, acercándose al más alto, ya a su lado, apoyo la palma de su


mano en el hombro del contrario, y durante varios minutos observaron la ciudad en
silencio.

- Hoy se cumplen dos años, Volkov.- Hablo con una voz medianamente rota.-
Creo que deberías ir a hacerle compañía.
- ¿Estará allí?
- Va dos veces al año, en su cumpleaños, y cada 31 de agosto, claro que esta allí.

Saco su celular del bolsillo, observando la hora, las 8 en punto.

- Ve con él, te necesita.- Espeto, mientras se dirigía hacia la puerta de la oficina.

Se mantuvo ahí en silencio, observando a Viktor, y cuando hicieron contacto visual, las
palabras salieron de su boca.

- Y tú a él.

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Los Santos, 31 de agosto, 2020.

El silencio siempre le atrajo de una forma espectacular, le transmitía paz, tranquilidad, le


transmitía protección y le ayudaba a concentrarse más consigo mismo.

Pero esta vez era la excepción, incluso todo lo contrario.

Sus propias voces le carcomían la cabeza, mientras mantenía con fuerza aquella carabina
en sus manos, agachado, detrás de un auto, pensaba en si hacia lo correcto, en si era esto
lo que de verdad quería.

¿De verdad quería matar a Conway?

No es que le tuviera cariño, ni que tuviera miedo de morir.

Tenía miedo de cometer una estupidez y después arrepentirse, ¿Y si no era esto lo que
de verdad quería? Siempre sonó muy seguro de ello, pero ahora mismo se lo estaba
pensando, y muy bien, demasiado para ser Gustabo García.

“¿Tanto odio le tienes? ¿Son tus razones convincentes?”

Su mente lo repetía una y otra y otra vez, porque alguna vez le quiso, porque alguna vez
se preocupo por él.

Porque estaba donde estaba por él.

- Lo hecho, hecho esta.- Susurro, tomando con decisión su arma, buscando a quien
disparar, se volteo y aun agachado, observo a su alrededor, la zona parecía un
cementerio, varios cadáveres y quizás gente aun con vida se encontraban en el
suelo.

Visibilizó a Horacio, este le apuntaba a Nadando con su carabina, mientras que en sus
ojos se notaba el absoluto odio que le podría llegar a tener, cualquier otro miembro
hubiera interferido, pero él se quedo observando, juzgando las posibles acciones de quien
consideraba su hermano.

El sonido del arma disparando no le sorprendió, ni le altero, Horacio disparaba y


disparaba a quema ropa, mientras el cuerpo del mecánico se removía en el suelo por la
cantidad de balas que recibía.

Sonrió, casi con orgullo. Por fin “ponía huevos” como solía decir, apunto a su cabeza,
dispuesto a disparar.

- Lo siento Horacio, es lo que toca.- Rio, mientras el contrario volteaba a verlo de


nuevo, sus ojos abriéndose al notar que Gustabo le apuntaba con la carabina,
levanto un poco las manos, y de sus labios pronunciaron una palabra, un nombre.

“Gustabo” Lanzo al aire, pero ya era tarde.

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Un disparo en el hombro le descoloco completamente, soltando inmediatamente el arma
para poder calmar su herida.

Miro hacia los lados, Horacio ya había soltado su arma, pero a su lado, Jack le apuntaba
con una pistola.

Vio como su ojo no paraba de sangrar, su ropa estaba ensangrentada completamente y el


sudor se extendía por todo su cuerpo, ¿Sus ojos? Muertos, sin vida alguna, la frialdad
absoluta en un ser humano.

Intento tomar la carabina con rapidez, pero sintió como su otro hombro también recibía
un disparo, dejándolo casi inmóvil.

- ¡No lo haga! ¡Por favor! ¡Conway!- Gritaba el menor, pero Jack no prestaba
atención, y comenzaba a acercarse con rapidez al rubio, como una bestia apunto
de devorar a su presa.- ¡Si lo hace disparo!- Amenazo con una pistola, el contrario
volteo a verle.

Un golpe seco y Horacio ya se encontraba quieto, en el suelo, mientras luchaba por


respirar.

Sintió como su ex superior comenzaba a arrastrarle por el suelo tomándolo del pelo,
intento zafarse del agarre pero le resultaba imposible, empezaban a alejarse de Horacio, y
supo que no había vuelta atrás.

Era su final. Su patético final.

- ¿A dónde me llevas?- Grito, tratando de llamar su atención, pero el hombre no se


inmuto en lo absoluto, seguía caminando y arrastrándolo con furia absoluta.-
¡Oiga! ¡Que me duele, ostia! ¡Suélteme de una jodida vez!

Entre sus pelos siendo brutalmente tirados, su pérdida completa de sangre, y como se
había embarrado entre la tierra del lugar y la sangre que aun caía de sus hombros, nunca
se había sentido tan aturdido y adolorido en su vida.

- Te lo advertí.- Escucho su voz por primera vez en horas, algo en si se acelero,


quizás la rabia, el miedo, quizás la tristeza, o la ansiedad, nunca lo supo.

Y nunca lo sabría.

El contrario tiro completamente de sus pelos, tirándolo al suelo, sin apuntarle, solo
mirándole con esos ojos tan fríos.

Así de cerca, Gustabo pudo apreciar mejor la herida en su ojo derecho, una marca que
recorría desde la mitad de la ceja, hasta un poco más arriba, seguía sangrando, pero a
Conway no parecía importarle, su sed de sangre siempre terminaba ganándole.

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- ¿Quién le ha hecho eso, abuelo?- Expreso con un claro tono de burla, como
siempre, jamás se dejaría ganar ante la seriedad de Jack, jamás se dejaba ganar en
nada.

Para él, poder alterar a la otra persona, poder irritarle, era más que divertido e incluso
satisfactorio. Porque si ahora le golpeaban, sabía que era porque hizo las cosas bien,
porque logro su objetivo, y es joder a cada persona que se le cruzase.

Espero a que Conway se enojara, a que le mandara a callar como siempre, espero a que
comenzara a golpearle con rabia.

Pero a cambio, solo recibió una áspera y larga risa, dejándolo un poco atónito.

- Tranquilo Gustabin, ninguna de tus gilipolleces, ninguno de tus tonitos, ningún


comentario que salga de esa boca llena de mierda, va a salvarte del hecho de que
tu patética y mediocre existencia va a terminar en unos instantes, no eres ningún
jodido héroe por intentar hacerme enojar, ni ninguna leyenda de la ciudad. ¿En
unos meses? Tu nombre estará borrado de todo rincón del planeta, nadie te
recordara porque no has hecho nada interesante en tu inútil vida, no vales nada y
nunca lo hiciste, solo eres una rata en busca de poder que nunca encontró y
nunca encontrara. Una rata de alcantarilla que se llena la boca de mierda y
absoluta mierda, ¡Pero no te preocupes Gustabo! A mí me importa una soberana
mierda matarte aquí y ahora, así que ¡Venga! ¡Has de tu final aun más patético
todavía! ¿Cuáles son tus últimas palabras? ¿Abuelo? ¿Tienes algún chiste que
contar? ¿Alguna forma de burlarte de mí? ¡Venga Gustabo! Espero con jodidas
ansias.

El silencio se apodero de él, las palabras le llegaron a aquel punto tan perdido en su
cabeza, dejándolo completamente paralizado, su mente en un blanco infinito.

- Y-yo…
- ¿Qué paso? ¿Se te acabaron tus jodidas bromas?

Lo miro, con lágrimas en los ojos que apenas comenzaron a formarse, su primer instinto
fue intentar limpiárselas, pero se le hizo imposible con el dolor que sentía en sus
hombros. No intentaba dar pena, le importaba poco y nada morir allí mismo, las palabras
tampoco le afectaron demasiado, pero su propio cuerpo reacciono a ellas sin el poder
controlarlo.

- ¿Con esas mismas lágrimas te suplico Horacio?


- Conway…
- No, Gustabo, no vas a darme jodida pena, créeme que a este punto, no hay vuelta
atrás.- Volteo hacia su costado, donde había una perfecta vista hacia el sol, que
casualmente se estaba poniendo.- El sol se está ocultando, que poético, que
romántico, ¡Creo que voy a llorar!

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“¿Ha terminado? Joder, creo que voy a llorar.” Recordó aquellas palabras en la montaña,
frente a todo el CNI y la mafia.

Una lagrima cayo por su mejilla, comenzaba a perder el conocimiento tras la gran
pérdida de sangre.

- Yo que tu comenzaría a apurarme, di algo poético joder, algo que me marque de


por vida y me haga llorar por las noches, venga.- Apunto hacia su cabeza,
esperando las palabras que tardaban en llegar.

Suspiro, tratando de buscar que decir.

- Yo… lamento que todo tenga que suceder de esta forma, me hubiera gustado ser
yo quien le estuviera apuntando en la cabeza, pero la vida es así… a lo que quiero
llegar es… nunca le odie, ¿Vale? Nunca lo hice, pero cuando se me mete algo en
la cabeza no hay quien lo saque de ahí, y ese capricho de querer matarle, en vez
de disminuir con los días aumento aun y aun mas, llegando a, bueno, como ya
verá… Cuide bien de Horacio, ¿Vale? No se pegue un puto tiro después de esto,
que me lo conozco.

El silencio de nuevo perduro en el lugar.

- Semper fi…
- Semper fi, Conway, Semper fi, hasta que el sol deje de brillar.

Y disparó.

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FALTA MUCHO TODAVIA NO ME FUNES CHAU DISFRUTA

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