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- Volkov.- Aquella voz gruesa resonó por la habitación, el ruso levanto la mirada,
encontrándose con el ya, ex-superintendente, sus ojos a la vista, mostrando
aquella “marca de guerra”, como a Jack le gustaba decir.
- Dígame.- Respondió con indiferencia, volviendo a leer los papeles en su
escritorio.
- ¿Tienes noticias…?- El sonido el cigarro siendo inhalado le ayudo a concentrarse.
En cierto punto, el trabajo se había vuelto algo aburrido para Viktor, en la ciudad no
pasaban muchas cosas, en realidad tenía más problemas siendo superintendente que
lidiando con las ilegalidades en Los Santos.
- No, no tengo nada, se han escondido como ratas cuando notaron que yo, bueno,
nosotros, nos enteramos de su existencia.- Respondió sin interés.
- Joder, que aburrido.
Volkov no volteo a verle igualmente, miro hacia las afueras del CNI, la vista era
maravillosa y mas a esas horas, el atardecer comenzaba a hacerse presente, y la ciudad
entera se teñía de tonos amarillos, naranjas e incluso rosas. Sintió como sus manos
intentaban moverse desesperadamente, intento concentrarse para poder responderle,
lográndolo a duras penas.
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- ¿Y…? ¿Lo encontraste?
El silencio volvió a aquel cuarto, no era incomodo, era incluso mejor que estar hablando.
- Estoy orgulloso de vosotros dos, ¿Lo sabéis, no?- Rompió cualquier tipo de
tranquilidad que se estuviera formando en Volkov, haciéndolo voltear.- Se por lo
que habéis pasado y me alegra que por fin hayáis encontrado una forma de
sobrellevarlo, y si es juntos, mejor.
Ese no era el Conway que todos conocían, este era otra persona. Una persona a la que ya
no temía demostrar aprecio, tampoco le importaba ser completamente honesto con lo
que sentía.
Porque cuando perdió a otro hijo, se dio cuenta de todo lo que se habría evitado si tan
solo hubiera sido un poco más expresivo, habría evitado que García se hubiera puesto en
su contra para luego traicionarle.
- Hoy se cumplen dos años, Volkov.- Hablo con una voz medianamente rota.-
Creo que deberías ir a hacerle compañía.
- ¿Estará allí?
- Va dos veces al año, en su cumpleaños, y cada 31 de agosto, claro que esta allí.
Se mantuvo ahí en silencio, observando a Viktor, y cuando hicieron contacto visual, las
palabras salieron de su boca.
- Y tú a él.
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Los Santos, 31 de agosto, 2020.
Sus propias voces le carcomían la cabeza, mientras mantenía con fuerza aquella carabina
en sus manos, agachado, detrás de un auto, pensaba en si hacia lo correcto, en si era esto
lo que de verdad quería.
Tenía miedo de cometer una estupidez y después arrepentirse, ¿Y si no era esto lo que
de verdad quería? Siempre sonó muy seguro de ello, pero ahora mismo se lo estaba
pensando, y muy bien, demasiado para ser Gustabo García.
Su mente lo repetía una y otra y otra vez, porque alguna vez le quiso, porque alguna vez
se preocupo por él.
- Lo hecho, hecho esta.- Susurro, tomando con decisión su arma, buscando a quien
disparar, se volteo y aun agachado, observo a su alrededor, la zona parecía un
cementerio, varios cadáveres y quizás gente aun con vida se encontraban en el
suelo.
Visibilizó a Horacio, este le apuntaba a Nadando con su carabina, mientras que en sus
ojos se notaba el absoluto odio que le podría llegar a tener, cualquier otro miembro
hubiera interferido, pero él se quedo observando, juzgando las posibles acciones de quien
consideraba su hermano.
Sonrió, casi con orgullo. Por fin “ponía huevos” como solía decir, apunto a su cabeza,
dispuesto a disparar.
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Un disparo en el hombro le descoloco completamente, soltando inmediatamente el arma
para poder calmar su herida.
Miro hacia los lados, Horacio ya había soltado su arma, pero a su lado, Jack le apuntaba
con una pistola.
Intento tomar la carabina con rapidez, pero sintió como su otro hombro también recibía
un disparo, dejándolo casi inmóvil.
- ¡No lo haga! ¡Por favor! ¡Conway!- Gritaba el menor, pero Jack no prestaba
atención, y comenzaba a acercarse con rapidez al rubio, como una bestia apunto
de devorar a su presa.- ¡Si lo hace disparo!- Amenazo con una pistola, el contrario
volteo a verle.
Sintió como su ex superior comenzaba a arrastrarle por el suelo tomándolo del pelo,
intento zafarse del agarre pero le resultaba imposible, empezaban a alejarse de Horacio, y
supo que no había vuelta atrás.
Entre sus pelos siendo brutalmente tirados, su pérdida completa de sangre, y como se
había embarrado entre la tierra del lugar y la sangre que aun caía de sus hombros, nunca
se había sentido tan aturdido y adolorido en su vida.
Y nunca lo sabría.
El contrario tiro completamente de sus pelos, tirándolo al suelo, sin apuntarle, solo
mirándole con esos ojos tan fríos.
Así de cerca, Gustabo pudo apreciar mejor la herida en su ojo derecho, una marca que
recorría desde la mitad de la ceja, hasta un poco más arriba, seguía sangrando, pero a
Conway no parecía importarle, su sed de sangre siempre terminaba ganándole.
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- ¿Quién le ha hecho eso, abuelo?- Expreso con un claro tono de burla, como
siempre, jamás se dejaría ganar ante la seriedad de Jack, jamás se dejaba ganar en
nada.
Para él, poder alterar a la otra persona, poder irritarle, era más que divertido e incluso
satisfactorio. Porque si ahora le golpeaban, sabía que era porque hizo las cosas bien,
porque logro su objetivo, y es joder a cada persona que se le cruzase.
Espero a que Conway se enojara, a que le mandara a callar como siempre, espero a que
comenzara a golpearle con rabia.
Pero a cambio, solo recibió una áspera y larga risa, dejándolo un poco atónito.
El silencio se apodero de él, las palabras le llegaron a aquel punto tan perdido en su
cabeza, dejándolo completamente paralizado, su mente en un blanco infinito.
- Y-yo…
- ¿Qué paso? ¿Se te acabaron tus jodidas bromas?
Lo miro, con lágrimas en los ojos que apenas comenzaron a formarse, su primer instinto
fue intentar limpiárselas, pero se le hizo imposible con el dolor que sentía en sus
hombros. No intentaba dar pena, le importaba poco y nada morir allí mismo, las palabras
tampoco le afectaron demasiado, pero su propio cuerpo reacciono a ellas sin el poder
controlarlo.
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“¿Ha terminado? Joder, creo que voy a llorar.” Recordó aquellas palabras en la montaña,
frente a todo el CNI y la mafia.
Una lagrima cayo por su mejilla, comenzaba a perder el conocimiento tras la gran
pérdida de sangre.
- Yo… lamento que todo tenga que suceder de esta forma, me hubiera gustado ser
yo quien le estuviera apuntando en la cabeza, pero la vida es así… a lo que quiero
llegar es… nunca le odie, ¿Vale? Nunca lo hice, pero cuando se me mete algo en
la cabeza no hay quien lo saque de ahí, y ese capricho de querer matarle, en vez
de disminuir con los días aumento aun y aun mas, llegando a, bueno, como ya
verá… Cuide bien de Horacio, ¿Vale? No se pegue un puto tiro después de esto,
que me lo conozco.
- Semper fi…
- Semper fi, Conway, Semper fi, hasta que el sol deje de brillar.
Y disparó.
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FALTA MUCHO TODAVIA NO ME FUNES CHAU DISFRUTA
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