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etnias de los llamados en guaraní: guaraníes aunque muchos de ellos eran pueblos
anteguraníes guaranizados a la fuerza (hacia el s. XV los avá o guaraníes invadieron
territorios de pueblos como los que tales invasores indoamericanos llamaron "mocoretás",
los guaraníes practicaban el canibalismo con los varones de las etnias que les resultaban
obstáculo a su expansionismo). Aún hasta inicios del siglo XX, debido a que se escuchaban
"gritos" provenientes de las zonas más internas y entonces inexploradas por los "blancos",
se supuso que todavía tales nativos habitaban los esteros.
La primera investigación científica de las riquezas naturales del área se debió a Alcide
d'Orbigny, un naturalista francés que visitó el área a fines de la década de 1820 como parte
de la expedición a Sudamérica encargada por el Musée d'Histoire Naturelle de París. Entre
los siete tomos de su Voyage dans l'Amérique Méridionale se cuentan las primeras
observaciones sistemáticas del ecosistema del Iberá. La turbulenta situación política
regional y la escasez de medios demoraría el interés local en el mismo hasta la década de
1930, en que la recientemente creada Administración de Parques Nacionales presentó al
Congreso el primer proyecto de creación del Parque nacional Iberá, fruto de negociaciones
con el gobierno provincial.
Tanto este como otros dos proyectos presentados en décadas posteriores fracasaron; las
reticencias de la provincia a comprometer una parte importante de su territorio a cambio de
un apoyo institucional dudoso jugaron un papel importante en estos fracasos. El interés
industrial en la zona — expresado en un plan de desarrollo de la década de 1970 que
promovía la construcción de un canal en la zona de San Miguel para inundar los esteros con
las aguas del Paraná y formar un lago interior, cuyas aguas se derivarían hacia la Represa
de Salto Grande, a través del río Miriñay, para incrementar el rendimiento de la planta
generadora— cuyo rendimiento para la alicaída economía correntina primaba ante intereses
ecológicos, era también un factor de peso. La demora en intervenir tuvo graves
consecuencias sobre la fauna de la zona, gravemente diezmada por la caza furtiva y las
incursiones defensivas de los ganaderos de la región sobre los felinos predadores. A
comienzos de la década de 1980, las especies con valor comercial —sobre todo el yacaré
negro, cuyo cuero se utilizaba en marroquinería, pero también el yaguareté, cazado por su
piel y para proteger los rebaños, las distintas especies de ciervos y venados y varias aves—
estaban en alto riesgo o habían desaparecido de la zona, y las alteraciones del ecosistema
amenazaban a muchas otras.