Repito una pequeña oración a lo largo del día; por ejemplo,
“Señor creo, pero aumenta mi fe”.
Oro solamente dando gracias.
Oro por aquellos a los que no les agrado.
Oro mientras realizo una caminata.
Oro con mi familia.
Oro con la Biblia (los Salmos son una excelente opción).
Oro cuando escucho una ambulancia.
Oro por quienes no tienen techo, alimento, tierra.
Oro por quienes no tienen trabajo.
Rezo un Misterio Doloroso.
Ayuno de quejas.
Regulo los gastos innecesarios en comida.
Ayuno de pensamientos negativos.
Ayuno de trabajos en exceso.
Ayuno del ruido de los aparatos electrónicos.
Ayuno de llenar mi agenda, para dejar un tiempo libre de paz y silencio.
Ayuno de llamadas y de mensajes irrelevantes durante un día.
Ayuno de no comprar, recordando que lo más importante
no tiene valor monetario.
Ayuno de estar comparándome con los demás.
Ayuno de preocuparme: confío en Dios.
Me abstengo de críticas negativas.
Me abstengo de chismes.
Me abstengo de cualquier tipo de mentira.
Me abstengo de excesos en comida o bebida.
Me abstengo de tener el control de todo,
recordando que es Dios quien lo tiene.
Me abstengo de mi comida favorita.
Me abstengo de mi pasatiempo favorito durante una semana.
Me abstengo de la ira.
Me abstengo de la pereza.
Me abstengo de las redes sociales
para dar más tiempo a la familia y amigos. Regulo mis gastos para ofrecer un donativo de caridad.
Me mantengo atento de oportunidades para ayudar a otro.
En el supermercado, incluyo algún alimento extra
para colocarlo en las ayudas parroquiales.
Ofrezco una sonrisa al conductor o cajero.
Doy a otros la oportunidad de que me ayuden.
Me comunico con alguien con quien no me contacto
hace mucho tiempo.
Hablo menos y escucho más.
Ofrezco mi tiempo para alguna actividad de la parroquia.
Preparo mi ofrenda para el Huerto parroquial.
Ofrezco un saludo de paz a mis vecinos.
No existe límite alguno para la misericordia divina ofrecida a todos. El Señor está siempre dispuesto a quitar la piedra de la tumba de nuestros pecados, que nos separa de Él, la luz de los vivientes. Papa Francisco