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¿Qué hay en el comedor?

Caminando por estos pasillos, me invitaron a este proyecto que desconocía, y que me parece de
muy buena intención, pero sobretodo con un buen fin, el que podamos reflexionar sobre nuestro
que-hacer del diario, desde una perspectiva diferente, desde la filosofía.
Ciertamente estamos inmersos en esta casa que llamamos seminario, la cual nos trata de
formar para ser “apóstoles de la palabra”, que seamos facilitadores de aquel que se proclamó
como el “LOGOS”. Ella utiliza una estructura que, por experiencia, apoyados en la razón, pero
sobretodo, a partir de la participación, en la iluminación del que es el SER absoluto, nos la ofrece
como propuesta para adoptarla en el proceso de formación personal. Este tema da para mucho, y
es a lo que me dedicaré en este tiempo de colaboración, todo será con el debido respeto que me
merecen las personas, y sin intención de ofender a nadie, no planeo crear discusiones, sino una
mera reflexión de que es lo que estamos haciendo aquí y ahora.
En esta ocasión hablo de nuestro estar en el comedor.
Él, es uno de los lugares comunes en nuestra casa, lugar donde compartimos los
alimentos y más que eso, nuestra persona. Al momento que plasmo estas líneas me vine a la
mente la célebre frase: “en el comedor y en el juego, se conoce al caballero”. Y es que, en estos
lugares, nos volvemos vulnerables y “sacamos” el animal que llevamos dentro (lejos del que
habla Aristóteles), nos olvidamos de nuestra racionalidad, esa que tanto presumen, y nos dejamos
llevar por la “animalidad”.
Hechos como: el no respetar las filas que se realizan para llevar una armonía en el
momento de servir los alimentos, el amontonamiento que se lleva a cabo de manera desesperada
llegando al punto de verlos correr por un alimento, el desorden que se ocasiona al momento de
prepararse un té o café, el porcuno desastre que se deja en las mesas después de realizar el acto
de comer, LA INADECUADA PRESENCIA DE LOS COMENSALES PORTANDO
VESTIMENTA INAPROPIADA (shorts, playeras, tenis, etc.) Y “BAÑADOS EN SUDOR”
(¡Qué desagradable!), el mal acomodo de la loza después de utilizarla, en los recipientes
destinados para ello, y ni hablar del momento de la oración de bendición de alimentos, no hay la
decencia de pararse, callarse o dejar de hacer la actividad que se está realizando, para orar juntos,
pareciere que no hacemos oración. En fin, estos hechos cuestionan que es lo que estamos
constituyendo en nuestro ser-seminarista desde un punto ontológico y axiológico.
El objetivo de ello, no es reprobar, examinar o juzgar estas actitudes de manera pedante,
sino incitar a la revisión de la formación, esa formación holística que se ofrece en este lugar, y yo
la llamaría auto-formación, la cual es integral y perfecciona tu Ser humano, tu Ser persona. A
saber, el ser humano es inacabado y está en un constante proceso de integración y
perfeccionamiento, en acciones conscientes que dignifican tu Ser y que-hacer. REVISEMOS
NUESTRA FORMACIÓN.
Me despido con una frase muy icónica, que me parece ad hoc, para este momento, “GUARDA
EL ORDEN Y EL ORDEN TE GUARDARÁ”.
Anonymous.

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