Está en la página 1de 76

INVESTIGACIONES

JURÍDICAS
FACULTAD DE DERECHO UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO

BOLETIN
Número 38
ABRIL-JUNIO DE 1990
UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO

Lic. Luis Felipe Sánchez Hernández


Rector

Arq. José Luis Martínez Cossio


Secretario General

Lic.Salvador Soto Guerrero


Director de la Facultad de Derecho

Dr. Pedro López Ríos


Coordinador Departamento de Investigaciones Jurídicas

Universidad de Guanajuato 1991

Lascurain de Retana No. 5


36,000 Guanajuato, Gto.
Guanajuato, Gto., México 1991
C.P. 36000
BOLETÍN TRIMESTRAL

Vol. X No. 38 Abril-Junio 1990

C O N T E N I D O

I N D I C E

PRESENTACIÓN:
Palabras del Señor Licenciado Luis Felipe Sánchez Hernández Rector de la
Universidad de Guanajuato.

PRIMERA SECCIÓN

Salvador Soto Guerrero, La perspectiva filosófica del método


jurídico (El problema metodológico del
Derecho).

Antonio Torres Gómez, Los supuestos de la problemática en la


investigación jurídica.

Teresita Rendón Huerta Barrera Las fuentes del conocimiento jurídico.

Pedro López Ríos El problema en la metodología científica.

Cuauhtémoc Ojeda Rodríguez Comunicación de resultados.

Néstor Raúl Luna Hernández. La ética y la investigación del Derecho.

SEGUNDA SECCIÓN

Gonzalo M. Armienta Calderón. Protección procesal constitucional de los


derechos humanos en la república de
México.
PRESENTACION

Este número de nuestro Boletín contiene los trabajos que sobre el tema
“Investigación Jurídica” presentaron los miembros investigadores del
Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Guanajuato.
Los artículos fueron elaborados para su discusión en el Seminario sobre
Metodología de la Investigación Jurídica que se celebró los días 9 y 10 de junio
de 1990, en San Miguel de Allende, Guanajuato.

El objetivo principal de este evento académico, fue continuar en al tarea de


fortalecimiento interno que desde el punto de vista metodológico debe buscar
toda institución dedicada a la investigación. Se analizaron, discutieron y
criticaron ampliamente los trabajos y para marcar claramente el comienzo de
esta nueva etapa, se publican tal y como se presentaron al iniciarse las sesiones.
Ciertamente que el camino es largo, pero creímos importante manifestar
nuestras inquietudes, y por que no, nuestras deficiencias, en un ambiente de
cordialidad, comprensión y honestidad intelectual, mismas que deben reinar en
todo organismo que agrupe a personas que se dediquen a la búsqueda del
conocimiento, pues dicha búsqueda no tiene más finalidad que encontrar el
supremo bien: la verdad.

Se incluyen en nuestro Boletín las reflexiones que el Lic. Luis Felipe


Sánchez Hernández, Rector de la Universidad de Guanajuato, expresó
con motivo del inicio de los trabajos del Seminario sobre Metodología de
la Investigación Jurídica.
PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL LIC. LUIS FELIPE SÁNCHEZ
HERNÁNDEZ, RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO,
CON MOTIVO DEL SEMINARIO SOBRE METODOLOGÍA DE LA
INVESTIGACIÓN JURÍDICA CELEBRADO LOS DÍAS 9 y 10 DE JUNIO
DE 1990, EN SAN MIGUEL DE ALLENDE, GTO.

Señores miembros del Departamento de Investigaciones Jurídicas:

Me complace estar presente en este evento académico organizado por el


Departamento de Investigaciones Jurídicas de nuestra Facultad de Derecho. Es
sumamente importante para el fortalecimiento de nuestra Universidad que se
realicen seminarios sobre metodología de la investigación, que en el caso concreto
se refiere a la investigación jurídica.

Sabemos que sobre los métodos utilizables para investigar el derecho hay un gran
debate. Algunos autores consideran que el conocimiento de los fenómenos
jurídicos debe ser predominantemente empírico, mientras que para otros la
importancia radica en la doctrina, ésta comúnmente calificada como dogmática
jurídica.

Se habla continuamente de la lucha de los prácticos contra los teóricos, sin tener
en cuenta que al tomar partido en uno u otro sentido se puede caer en posiciones
extremas: o en el pragmatismo o en el conceptualismo.

Personalmente me parece que ambas perspectivas se deben utilizar en la dosis


adecuada, a fin de que se logre el equilibrio indispensable en la investigación y
conocimiento del Derecho. El secreto, quizá, esté en la creencia del valor del
dialogo. El dialogo que además de ser el intercambio de palabras portadoras de
imágenes, ideas, conceptos y juicios, mediante el cual se busca el descubrimiento
de la verdad, es también un medio para reconfortar y alegrar el espíritu.

La búsqueda de la verdad a través del diálogo seguramente predominará en esta


ocasión, pero en ningún momento debemos olvidar que, además:

El dialogo es manjar del alma,


Alegra los corazones de los caminantes,
Espacía los ánimos,
Olvida los pesares,
Allana los caminos,
Entretiene los males,
Alarga la vida.......
P R I M E R A S E C C I O N
LA PERSPECTIVA FILOSÓFICA DEL MÉTODO JURÍDICO
(El problema Metodológico en la Filosofía del Derecho)

Salvador Soto Guerrero*

Introducción.

Nos parece muy importante conocer la ubicación del método jurídico en el campo de
la Filosofía del Derecho. Lograr este objetivo implica que estemos en posición de
avanzar con cierta seguridad en el análisis de los instrumentos lógicos y
metodológicos aplicables al campo de lo jurídico. Ciertamente que el problema tiene
dimensiones universales, y no pretendemos resolverlo en el presente trabajo.
Queremos tan sólo plantear una serie de inquietudes relacionadas con el lugar que
debe ocupar el método en el área de la filosofía, y avanzar una hipótesis que dé
tentativa respuesta al problema. El tema es de suma actualidad, y las corrientes
intelectuales más importantes promueven el análisis del campo de la metodología;
entre nosotros, de la metodología del derecho, que nos permitiría acercarnos con
mayor seguridad al conocimiento de la experiencia jurídica.

1.- El problema de la definición de la Filosofía del Derecho.

Sobre la filosofía del derecho comúnmente no se tiene una idea muy clara de lo que
ella sea, esto sucede aun con aquellos quienes se ocupan de problemas jurídicos
concretos. En el caso de los estudiantes, generalmente se tiene noción de lo que trata
el derecho civil, el derecho laboral, el derecho constitucional, el derecho mercantil,
etc., pero cuando se encuentran frente a la expresión Filosofía del Derecho, parece
como si de repente se encontraran ante una pared obscura.

2.- El estudio de la filosofía del derecho por su propia naturaleza es diverso del que
se hace sobre aquellas otras disciplinas cuya enseñanza se imparte en las facultades
de Derecho. Estas disciplinas o están directamente relacionadas con nuestra materia,
es decir, tiene al Derecho como objeto de estudio, o por el contrario conciernen a
una materia extraña a él. Tal es el caso de la enseñanza de la Economía, que ha
tenido notable importancia en nuestras facultades.

*
Miembro del Departamento de investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho. Universidad de
Guanajuato.
3.- La filosofía del derecho presenta una extraña peculiaridad, pues si bien es cierto
tiene como objeto de estudio al Derecho, también lo es que a diferencia de las otras
disciplinas, no es propiamente una disciplina jurídica, sino que tiene una naturaleza
francamente filosófica. La razón de su subsistencia en las facultades de derecho es
debido al deseo de conservar en sus programas no solamente al aspecto técnico sino
también el humanístico.

4.- Sin filosofar no es posible definir a la filosofía. La esencia del filosofar se


encuentra en la constante angustia de tener que justificar en su largo y azaroso
camino a la filosofía, angustia que comparte necesariamente la filosofía del derecho
cuando se pretende filosofar sobre su objeto específico: el Derecho. No es de
extrañar entonces que todos los problemas implícitos en esta disciplina-jurídica
converjan en su definición y la hagan extremadamente compleja, más compleja que
la definición de la filosofía general y las definiciones de las otras llamadas filosofías
particulares, pues en nuestro caso, sumada a la dificultad, ya de por si gravísima,
atinente al concepto general de filosofía, encontramos otra no menos grave, que
también angustia, se trata de la noción manifiestamente polimorfa del Derecho y
consecuentemente la delimitación de su propio objeto, o mejor, del ámbito dentro
del cual se circunscribe. (2) Este objeto sobre el que nos ha dicho Héctor Fix-
Zamudio (3) tiene en su contra, además de una serie de factores no fáciles de
desentrañar, la circunstancia misma de su denominación, que puede darse tanto a las
disciplinas que se ocupan de su estudio como al objeto propio de su investigación.

5. Temas de la Filosofía del Derecho. Quizá una de las expresiones más objetivas
de la problemática planteada en los apartados anteriores sea la referida a los temas
de que se ocupa la filosofía del derecho. Con el propósito de avanzar en el desarrollo
de estas reflexiones, considero de interés exponer muy brevemente acerca de lo que
han opinado algunos filósofos sobre las tareas propias de la filosofía jurídica. Espero
que resulte evidente que la selección de los filósofos del Derecho que nos
proponemos tomar en consideración no es ni imparcial, ni es casual, sino que se
encuentra condicionada por las conclusiones que estimamos oportuno alcanzar,
misma que en su momento expondremos. A la vista del objetivo propuesto, nos
resulta útil tomar en consideración en primer término al iusnaturalista italiano
Giorgio Del Vecchio, (4) quien pone a la filosofía jurídica un problema preliminar,
que constituye precisamente su primer tema. La ascendencia kantiana de este
planteamiento resulta evidente, ya que Del Vecchio considera que el concepto
universal del derecho es anterior lógicamente a los fenómenos jurídicos empíricos,
por ser la condición de cognoscibilidad de estos. A esta primera investigación la
llama lógica. “Hay otra” –dice-, que denominó fenomenológica, la cual se configura
entre al filosofía de la historia del derecho y la sociología jurídica. Cierra nuestro
autor sus consideraciones con la que él llamó la investigación deontológico, que
tiene por objeto el estudio de la justicia. Esta posición es clarificada con mucha
amplitud en una obra bastante conocida: La Justicia. (5)
6. Luis Recaséns Siches (6) afirma que después del eclipse que sufrió la filosofía del
derecho en los tres primeros decenio de la segunda mitad del siglo XIX, algunos
juristas de preclaro talento se dieron cuenta que la ciencia jurídica no era por sí sola
capaz de explicar los cimientos que están más acá de ella, ni tampoco las ideas que
están más allá de ella, que son las que le dan sentido. Por consiguiente, los
problemas a que se enfrentaban eran dos que a su vez originaron dos partes capitales
de la filosofía jurídica: la Teoría Fundamental del Derecho que sirve para aclarar los
conceptos básicos que constituyen la cimentación de toda realidad jurídica, así como
también de toda ciencia jurídica, y el tema de la Estimativa o Axiología Jurídica, es
decir, la indagación sobre los valores que deben de orientar la formación del derecho
positivo. Esta fue la postura del iusfilósofo español, (7) aunque posterior mente en la
reelaboración de su Tratado General de Filosofía del Derecho, Recaséns añadió un
tercer tema a los dos anteriores, relativo a los problemas de la interpretación y de la
aplicación práctica de las leyes, objeto principal de estudio de lo que él llamó la
Teoría del Logos de lo Razonable. (8).

7. el tercero de los autores cuyo examen nos hemos propuesto hacer, Eduardo García
Máynes, señala que la definición del derecho y el estudio de los conceptos jurídicos
básicos son las dos grandes ramas de la primera parte de la filosofía del derecho.
Denomina Teoría Fundamental del Derecho al primer tema, y se trata de una
doctrina sobre el ser de éste, ya que su propósito es responder a las preguntas ¿qué
es derecho? Y ¿qué son (y cuáles son) los conceptos jurídicos básicos? A la Teoría
Jurídica Fundamental pertenecen dos ramas de creación reciente: la Ontología
Formal del Derecho y la Lógica Jurídica, concibiendo nuestro autor a la primera
como el estudio sistemático de las conexiones esenciales de carácter formal entre las
diversas manifestaciones de la conducta jurídicamente regulada: lo prohibido, lo
permitido, lo obligatorio y lo potestativo; a la segunda, García Máynes la define
como el estudio sistemático de la forma de los juicios, de los conceptos y de los
raciocinios jurídicos. (9)

8. La Axiología Jurídica es el segundo tema de nuestra materia, y tiene por objeto


estudiar los valores a cuya realización debe tender el derecho; es la teoría del deber
ser del derecho, de su validez intrínseca, no se trata aquí de una doctrina del ser,
como es el caso de la Teoría Jurídica Fundamental, según lo hemos dejado ya
expuesto. Al referirse al tercer tema de la filosofía del derecho, nuestro autor(10)
señala: “como todo derecho existe para regular el comportamiento del hombre, la
Filosofía Jurídica debe estudiar, igualmente, los problemas relacionados con los
procedimientos de interpretación, observancia y aplicación de las normas de aquél”.
Se refiere a la Técnica Jurídica, con sus problemas de hermenéutica, de integración
de lagunas y de solución de antinomias.
9. El contenido de la filosofía jurídica actual para Elías Díaz (11) está compuesto
por la Ontología Jurídica y la Axiología Jurídica. La primera, se ocupa del estudio
del ser del Derecho, comprensión totalizadora del sentido del Derecho en el mundo,
en la realidad social y humana. La Ontología Jurídica aparece en este contexto como
concepción trascendental y crítica de los datos jurídicos de carácter positivo
(derecho vigente) y empírico (derecho eficaz), es decir, de los resultados de la
Ciencia y de la Sociología del Derecho. El segundo tema: Teoría de la Ciencia
Jurídica, es una reflexión crítica sobre la ciencia del derecho y sobre la actividad
científica propia de los juristas; atiende al estudio de los procedimientos lógicos
utilizados en la argumentación jurídica y en el trabajo de aplicación y realización del
derecho. Desde esta perspectiva se determinan los elementos y componentes
específicos de la Ciencia jurídica, planteamiento radical de su propio carácter
científico, que ha sido puesto con frecuencia en tela de juicio y no en pocas
ocasiones se le ha negado dicho status. Se constituye también la Teoría de la Ciencia
jurídica como epistemología jurídica y teoría crítica del conocimiento sobre el
derecho, al discutirse su situación en el panorama general de los conocimientos
científicos actuales. Queremos subrayar que los apartados de lógica y metodología
constituyen problemas básicos a los cuales se enfrenta este segundo gran tema de la
Filosofía del Derecho que es, como ha quedado dicho, la teoría de la ciencia
jurídica.

10. La Axiología jurídica es el tema central de la Filosofía del Derecho, la piedra de


toque de su legitimidad. La constituyen el enjuiciamiento crítico del Derecho
positivo desde un determinado sistema de valores, la confrontación racional y
análisis crítico de los diferentes y posibles sistemas de valores que, de modo
sucesivo (diacrónico) y simultáneo (sincrónico) tratan de presentarse como legítimos
o justos. La Axiología jurídica habla de cómo debe ser el Derecho, no trata de qué es
(ontología jurídica) ni de cómo es de hecho aquí y ahora (ciencia jurídica). La
filosofía como axiología aparece en este sentido como una parte de la ética: como
ética jurídica o análisis crítico de los valores jurídicos, principalmente como teoría
de la justicia.

11. Dice Elías Díaz (12) que a la Filosofía del Derecho será en principio a quien se
atribuya la difícil tarea de pronunciarse si un Derecho, aparte de ser válido o eficaz,
es o no a la vez justo o injusto. Este juicio sobre la justicia o injusticia de un
concreto sistema de legalidad se llevará siempre a cargo desde una determinada
concepción del mundo, desde un determinado sistema de valores o sistema de
legitimidad, critica ejercida en principio desde una plataforma personal, sin que esto
último sea entendido como una mera posición subjetivista.

12. Ciertamente que el tratar en este apartado el punto de vista que al respecto tiene
el filósofo italiano Norberto Bobbio sobre el asunto que nos ocupa este trabajo, se
nos podría acusar de acudir al “viejo” Bobbio (y no sin razón). No es que
desconozcamos en general la evolución de su pensamiento sobre la filosofía jurídica,
(13) sabemos que él ha propuesto un esquema tripartito para definir sus campos. En
este sentido nuestro autor afirma que “...si un día decidiera escribir un tratado de
filosofía del derecho (hipótesis destinada a no verificarse) pienso que lo dividiría en
tres partes”, señalando a continuación que tales serían: a) Teoría del Derecho: b)
Teoría de la Justicia: c) Teoría de la ciencia jurídica. (14)

13. La Teoría del Derecho tiene como objetivo fundamental la determinación del
concepto Derecho, la cual debe ser entendida como una teoría del ordenamiento
jurídico, (15) es decir, un análisis del conjunto de normas que permita individualizar
las características del fenómeno jurídico de las que habitualmente nos servimos para
distinguir el Derecho de la Moral y de las reglas del trato social. Parece claro que en
Bobbio la teoría del Derecho se idéntica con la investigación ontológica del
Derecho, y es necesario advertir que en una época nuestro autor negó que este
problema tuviera carácter filosófico, antes bien le atribuyó una esencia científica.
(16)

14. A la Teoría de la Justicia, de al que hablaremos con mayor amplitud


posteriormente, corresponde enfrentarse al problema deontológico; al problema de
los valores. Es la doctrina de lo que el derecho debe ser. En fin, por Teoría de la
ciencia jurídica (aunque el autor el nombre le gusta cada vez menos, pero dice que
no ha encontrado otro mejor) entiende Bobbio el estudio de los procedimientos
intelectuales utilizados por los juristas para analizar y aplicar el derecho; consiste
pues, en una reflexión metodológica sobre la actividad efectiva de los juristas en su
trabajo cotidiano, con el objetivo de elaborar una nueva “lógica legalis”, utilizando
para ello los servicios del análisis riguroso y diferenciado de la lógica moderna.
Nuestro autor denomina a esta tarea investigación metodológica, y se le asigna a la
teoría de la ciencia jurídica. (17)

15. El objetivo principal, que persigue el presente trabajo, es lograr ubicar clara y
lógicamente el lugar que ocupa la metodología jurídica en el sistema de la Filosofía
del Derecho, para con ello acceder coherentemente al análisis y aplicación de los
métodos de investigación en el área jurídica. Consecuentemente, haremos una breve
exposición siguiendo en el desarrollo al filósofo italiano Norberto Bobbio, quien, me
parece nos ayudará a alcanzar el señalado objetivo principal que nos proponemos.
(18)

16. Por filosofía, en sentido muy general, se puede entender “una particular actitud
del hombre en el mundo: aquella actitud que el hombre asume en el momento en que
toma conciencia de sí mismo”. Hasta que el hombre no tiene conciencia de sí mismo
no podemos afirmar que filosofía: actúa, trabaja, ama, sufre, teme, etc., pero no hace
filosofía. La filosofía comienza cuando el hombre poniéndose frente a sí mismo
haciendo de sí mimo el objeto de su propia reflexión, sabe obrar, sabe actuar, sabe
conocer, sabe sufrir y sabe amar. La filosofía entonces, nace de la autoconciencia y
se desarrolla en el conocimiento de sí mismo, es decir en la autoconciencia.

17. Si nos referimos ahora a la distinción tradicional de las dos facultades


características del hombre: el actuar y el saber, podemos decir que la filosofía no
consiste en el actuar sino en el saber actuar, no consiste en el saber, sino en el saber
saber. Al saber actuar se refieren todos aquellos problemas que surgen del obrar
humano: cuáles son los fines que yo me propongo como ser operante, en qué forma
puedo alcanzarlos y entonces con qué criterio juzgo o decido las acciones que debo
realizar y aquellas que debo evitar, etc. El saber saber implica todos aquellos
problemas que surgen o nacen en el campo del conocimiento humano: cuáles son los
objetos de mi conocimiento, cuáles son los medios y dentro de qué límites de
validez los puedo conocer, y entonces con qué criterio distingo la verdad del error,
etc. Los primeros son los problemas tradicionales que trata aquella parte de la
filosofía que se llama ética; los segundos, de aquella otra parte no menos tradicional
que se llama lógica.

18. Si transportamos todos estos principios al campo de la experiencia jurídica,


tendremos lo siguiente; el hombre realiza acciones jurídicas y conoce los fenómenos
jurídicos. El mundo del derecho está compuesto de las acciones o actos jurídicos del
hombre, y de los fenómenos jurídicos (entre los cuales están las propias acciones del
ser humano) de los cuales el hombre tiene conocimiento. En otras palabras, el
hombre encuentra el derecho tanto como ser operante, en la medida que realiza actos
jurídicos, cuanto ser cognoscente en la medida que tiene conocimiento de los
fenómenos jurídicos.

19. Ahora, si la filosofía comienza desde el momento en que el hombre toma


conciencia de sí mismo como ser agente o cognoscente, es decir, en su actividad
práctica o teórica, la filosofía del derecho se inicia en el momento en que el hombre
toma conciencia de sí mismo como ser que opera derecho (del legislador que dicta
normas para los gobernantes, al particular que dicta su propio testamento o estimula
un contrato con un tercero) y conoce derecho (del jurista que interpreta las leyes al
juez que las aplica).

20. En cuanto toma conciencia del obrar jurídico, la filosofía del derecho es aquella
búsqueda en base a la cual el hombre trata de contestar a estos problemas; cuál es el
fin de mi obrar jurídica; cuáles son los medios que debo adoptar para alcanzarlo;
cuál es entonces el criterio en base al que puedo distinguir las acciones que vale
(apropiadas, idóneas) y aquéllas que no valen para alcanzar o lograr el fin jurídico.
Puedo responder por ejemplo, que el fin del derecho es la conservación de la
sociedad humana en una pacífica convivencia; y los medios para alcanzar este fin
están constituidos por un sistema de normas emanadas de una autoridad que tenga el
poder de hacerlas respetar, recurriendo en caso necesario a la fuerza.
21. Se llaman justas las acciones que tienden a este fin y adoptan o utilizan estos
medios, injustas aquellas que obstaculizan el fin e implican medios diversos, el justo
y el injusto se presentan como criterio de valor o (falta de él) en base al cual juzgo
las acciones de la experiencia jurídica, y aprobando las primeras o condenando las
segundas establezco cuáles debo realizar para alcanzar el fin y cuáles, al contrario,
debo abandonar. Bajo este aspecto, es decir, bajo el aspecto del conocimiento
reflexivo del obrar jurídico, la filosofía del derecho es antes que nada una teoría de
la justicia (o una ética del derecho).

22. En cuanto toma de conciencia del conocer jurídico la filosofía del derecho es
aquella búsqueda, diversa de la anterior, mediante la cual el hombre responde a otras
interrogativas: cuál es el fin del conocimiento de los fenómenos jurídicos; cuáles son
los medios intelectuales, lógicos, con los que puedo procurarme con una cierta
garantía de validez aquellos resultados teóricos que me permiten alcanzar con mayor
aproximación el fin del conocimiento jurídico; cuáles son los criterios en base a los
cuales puedo juzgar acerca de la validez de un determinado procedimiento de lógica
jurídica, de su utilidad y de su oportunidad de usarlo.

23. A los anteriores problemas puedo responder, por ejemplo, que el fin del
conocimiento del derecho es la más exacta aplicación de la regla jurídica al caso
concreto; que los medios intelectuales con los cuales yo elaboro el conocimiento
constituyen en su conjunto la Ciencia del Derecho que opera a través de la llamada
interpretación de la ley; puedo llamar así método de la ciencia jurídica aquel
conjunto de actos intelectuales con los cuales elaboro el sistema del conocimiento
jurídico. De esta forma la filosofía del derecho, como estudio de los procedimientos
metódicos del conocimiento científico del derecho, asume el aspecto de una Teoría
del método del conocimiento jurídico (o, para usar también aquí una expresión
paralela, tradicional en la filosofía general, de una lógica del derecho).

24. En conclusión, la filosofía del derecho como saber del actuar jurídico se resuelve
en una Teoría de la Justicia, en base a la cual yo valoro las acciones como justas o
injustas; como saber del saber jurídico se resuelve en una Teoría del método
jurídico, en base a la cual yo distingo los conocimientos propios de la ciencia
jurídica como válidos o no válidos. Podríamos llamar a la primera investigación con
el nombre de ideología jurídica, por el hecho de que la posición de un cierto ideal
de justicia significa la posición de ciertas directrices ideales de las acciones que
tienen un carácter propiamente ideológico. Podemos llamar a la segunda
investigación metodología jurídica, por el hecho que, como ya vimos, la reflexión
filosófica consiste en una búsqueda del método.

25. Y de aquí que en esta forma la filosofía del derecho se agota en estos dos
aspectos de su análisis, el aspecto ideológico, que nos permite distinguir cuáles son
las acciones jurídicas de aprobarse y cuáles de condenarse; en el aspecto
metodológico, que nos permite establecer cuáles conocimientos son válidos y cuáles
no. Con una sola fórmula podríamos decir: la filosofía del derecho como ideología y
como metodología. Esta forma de entender la filosofía del derecho es diferente a la
tradicional y convencional.

26. Resumiendo: la filosofía del derecho se presenta sobre todo, ya lo hemos dicho,
bajo dos aspectos: como ideología jurídica, esto es, como posición de valores ideales
(en particular del valor justicia) en base a los cuales aprobamos o condenamos las
acciones de los hombres y de las leyes que los gobiernan; y como metodología
jurídica, esto es como crítica del conocimiento jurídico. Se puede decir en otras
palabras que la filosofía del derecho se plantea exclusivamente dos problemas: el
problema axiológico (o problema del valor) y el problema crítico (o problema del
método científico), aclarando sin embargo, que los dos problemas derivan de una
única y fundamental posición frente a la realidad (idea ésta que no es más que el
concepto de la filosofía), y es tan cierta esta afirmación que el problema axiológico
implica una crítica (crítica del actuar) y el problema crítico implica una axiología (es
decir, una doctrina del criterio de la verdad).

27. Consideraciones acerca de Del Vecchio, Recaséns Siches, García Máynez, Elías
Díaz, y Norberto Bobbio. De los cinco autores mencionados, Giorgio del Vecchio es
quien alude a los tres campos tradicionalmente atribuidos en Italia a la filosofía del
derecho: el ontológico, y fenomenológico, y el axiológico, olvidando el problema
metodológico. En el mismo sentido se pronunciaron autores tan relevantes como
Icilio Van (positivismo crítico]) y Adolfo Ravá (idealismo). Luis Recaséns Siches
juzga filosóficas principalmente a la investigación ontológica y a la investigación
axiológica o de la estimativa jurídica, dejando al último en importancia y tiempo la
investigación metodológica, a la cual accede principalmente a través de su teoría de
la lógica de lo razonable. El profesor mexicano Eduardo García Máynez al
plantearse el problema que trata su Teoría Fundamental del Derecho (ontológico)
presenta como parte integrante de ésta a la lógica jurídica. Por los demás, el tema de
la axiología jurídica y la Técnica Jurídica, pasan también a formar parte de los
campos de estudio de la filosofía del derecho.

28. En Elías Díaz el análisis del ser del Derecho(ontología jurídica) y del deber ser
del mismo (axiología jurídica) tienen indiscutible naturaleza filosófica, subrayando
en forma especial la relevancia de la metodología jurídica, cuando estudia el tercer
campo de la filosofía: Teoría de la Ciencia Jurídica. Aunque coincidente con la
tripartición anterior, Norberto Bobbio otorga un puesto sumamente destacado al
tema de la metodología del derecho. En general todos los autores aquí tratados
coinciden en que el problema axiológico es un tema esencialmente filosófico, en
tanto que al tratar el campo de la investigación ontológica, dan al análisis del ser del
Derecho distinta importancia y naturaleza: Bobbio inclusive inicialmente negó su
carácter filosófico, afirmando que de acuerdo a las doctrinas científicas más
importantes, el Derecho es o institución o relación o norma; (19) pero en cualquier
caso, el tema es fundamentalmente científico.

29. La filosofía del Derecho como Metodología de los autores tratados, salvo Del
Vecchio, todos los demás integran el campo filosófico el problema metodológico.
Esto es explicable, pues si entendemos a la filosofía como metodología (aunque no
exclusivamente) estaremos en posibilidad de someter continuamente a revisión los
procedimientos usados por los juristas y establecer con precisión los límites dentro
de los cuales ciertos resultados son válidos o no lo son en el campo del derecho. Que
hoy la filosofía se ocupe del problema metodológico de la ciencia jurídica es un
problema actual, que los juristas ponen en el centro de sus discusiones.

30. Es muy significativo que la revista española Doxa. Cuadernos de Filosofía del
Derecho publicada en el año de 1984, al recoger opiniones sobre el tema “Problemas
abiertos en la filosofía del derecho”, la gran mayoría de cincuenta prestigiados
juristas, al dar respuesta a un cuestionario previamente formulado, hayan coincidido
en la importancia y necesidad de profundizar en el estudio de la metodología
jurídica. Hablamos de estudiosos del Derecho de la talla de Manuel Atienza,
Alessandro Baratta, Mario G. Losano, Enrico Pattaro, Antonio-Enrique Pérez Luño,
Ulrich Klug, Georges Lalinowski, Georg Henrik Von Wright, Aulis Aarnio, Joaquín
Almoguera, Carlos Santiago Nino, Ulises Schmill Ordóñez y Gregorio Robles, entre
otros. (20) Ojalá y que este Seminario interno que realiza nuestro Departamento de
Investigaciones Jurídicas permita a sus miembros, incorporarse seriamente a este
movimiento que tiene visos de ser una revolución metodológica de alcance mundial.

CONCLUSIÓN.

La filosofía del Derecho se presenta, principalmente, bajo dos aspectos: como una
teoría de la justicia, en base a la cual yo valoro las acciones como justas o injustas; y
como una teoría del método jurídico, en base a la cual y distingo los conocimientos
propios de la ciencia jurídica como válidos o no válidos. Se puede decir, en otras
palabras, que la Filosofía del Derecho se plantea fundamentalmente dos problemas:
el problema axiológico (o problema del valor) y el problema crítico (o problema del
método científico), aclarando sin embargo, que ambos problemas derivan de una
única y fundamental posición del hombre frente a la realidad (idea ésta que no es
más que la definición de la filosofía), y es tan cierta esta afirmación que el problema
axiológico implica una crítica (crítica del actuar) y el problema crítico implica una
axiología (una doctrina del criterio de la verdad).
NOTAS

1. López de Oñate, Flavio. Compendio di Filosofía del Diritto, Milano, Giuffré,


1955, pp. 4 y 5.

2. Opocher, Enrico. Filosofía del diritto en Enciclopedia del Diritto, Milano,


Giuffré, 1968, XVII, p. 517-518.

3. Reflexiones sobre la investigación Jurídica en Ensayos sobre metodología,


docencia e investigación jurídicas, México, UNAM, 1981, p. 57.

4. Filosofía del Derecho (Tr. Luis Legaz y Lacambra), 9ª. Edic. Barcelona,
Bosch, 1980, p. 276-279.

5. Del Vecchio, Giorgio. La justicia (Tr. Luis Rodríguez-Camuñass y César


Sancho: prólogo de Quintiliano Saldaña), Madrid, Góngora, 1925, pp. 129.

6. Tratado General de Filosofía del Derecho, 3ª. Edic. México, Porrúa, 1965, pp.
11-16.

7. Cfr. Recaséns Siches, Luis. Vida Humana, Sociedad y Derecho


(Fundamentación de la Filosofía del Derecho), México, Fondo de Cultura
Económica, 1939, especialmente el capítulo XXII.

8. Recaséns Siches, Luis. Experiencia jurídica, naturaleza de la cosa y lógica


“razonable”, México, F.C.E.- UNAM, 1971, pp. 578; del mismo autor Nueva
Filosofía de la Interpretación del Derecho, 2ª. Edic., México, Porrúa, 1973,
320 pp.

9. García Máynes, Eduardo. Filosofía del Dere4cho,México, Porrúa, 1974, pp.


15-18.

10. Idem.

11. Sociología y Filosofía del Derecho, 2ª. Edic., Madrid, 1980, pp. 253-256.

12. “Sentido y función actual de la Filosofía del Derecho” en Legalidad-


legitimidad en el socialismo democrático, Madrid, Cívitas, 1978, pp. 19-21.

13. Ruiz-Miguel, Alfonso. Filosofía y Derecho en Norberto Bobbio, Madrid,


Centro de Estudios Constitucionales, 1983, véase en especial los capítulos II
y IV.
14. Bobbio, Norberto, “Natura e funzione della filosofía de diritto” en
Giusnaturalismo e Positivismo Giuridico, 3ª. Ed. Milano, Comunita, 1977, p.
46.

15. Cfr. Bobbio, Norberto, Teoria dell’Ordinamento Giuridico, Torino,


Giappichelli, 1960, 218 páginas. En esta obra cabe distinguir cinco capítulos:
I De la norma jurídica al ordenamiento jurídico; II. La unidad del
ordenamiento jurídico; III. La coherencia del ordenamiento jurídico; IV. La
plenitud del ordenamiento jurídico; V. Relaciones entre ordenamientos
jurídicos diferentes.

16. Bobbio, Norberto. Teoría della Scienza Giuridica. Torino, Giappichelli, 1950,
p. 11.

17. Op. Cit. Supra nota 14, pp. 47 y 48.

18. Op. Cit. supra nota 16, pp. 3-9. Al autor lo seguimos casi al pie de la letra en
esta exposición.

19. Op. Cit. supra nota 16, pp. 9 – 11: cfr. También Bobbio, Norberto. Teoría
della Norma Giuridica, Torino, Giappichelli, 1958, en especial capítulo II.

20. Doxa. Cuadernos de Filosofía del Derecho, Instituto “Juan Gil-Albert”,


Departamento de Filosofía del Derecho de la Universidad de Alicante,
Alicante, España, 1984, 275 páginas.
LOS SUPUESTOS DE LA PROBLEMÁTICA EN LA INVESTIGACIÓN
JURÍDICA.

Antonio Torres Gómez.*

Recientemente comentábamos que resulta problemático establecer un plazo fijo


para abordar y resolver un problema propio de nuestra investigación , y más difícil
la atingencia de las conclusiones a que pudiéramos llegar, si partimos del supuesto,
de que la mayoría de los maestros que formamos parte del Departamento de
Investigaciones Jurídica, tenemos a nuestro cargo un sinnúmero de tareas, por demás
disímbolas, que necesariamente afectan en forma negativa nuestros planes de
trabajo.

Para entrar en materia en relación con el temario del que debo de ocuparme, quiero
en primer término, y no precisamente como excusa anticipada a mis limitaciones,
hacer hincapié en que la amplitud de las cuestiones propuestas nos obliga a
concretizar su tratamiento.

1.- El Conocimiento Científico del Derecho.

Sabemos en cuanto a la posibilidad de conocer la esencia del fenómeno jurídico


empleando métodos tradicionales, que existen direcciones de índole tan diferente,
como aquellas que consideran imposible llegar sobre el particular a una definición
concreta del derecho, tal como lo sostuvo el distinguido maestro Don Gabriel García
Rojas, en una serie de conferencias que sustentó a este respecto y que aparecen
publicadas en la revista “Jus” de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la
UNAM(1) en donde después de analizar las definiciones más connotadas, concluye
sosteniendo que solo en función de lo que denomina el analogado principal podemos
entender que el orden jurídico tiende principalmente a defender nuestra vida, a
favorecer su perpetuación para la conservación de la especie y mejorar nuestra
existencia, mediante la sinceridad con que debemos conducirnos, de donde
desprendemos la imposibilidad de definir el derecho en función de aquellas
cuestiones concretas que en determinado instante o ámbito espacial interesan aun
determinado orden jurídico, pero de cualquier manera se advierte que en función de
ese analogado principal giran en torno suyo otras cuestiones que convergen hacia un
punto central de coincidencia establecido en relación con aquellos lineamientos que
se consideran esenciales del derecho.

*
Miembro del Departamento de Investigaciones jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
Sin prender referirme a todas las cuestiones que en forma tanto positiva, como
negativa, han sido planteadas desde el punto de vista histórico respecto de la
cuestión que hemos abordado, me parece conveniente recordar que algunos
tratadistas al adoptar una posición agnosticista, sobre el conocimiento del derecho,
concretamente afirman que la inducción, como método tradicional en la
investigación científica y que se caracteriza por el propósito de ir de lo particular a
lo general resulta inoperante, porque para agrupar hechos jurídicos y extraer de ellos
sus notas esenciales es indispensable contar con una noción previa de lo jurídico tal
como lo expresa Oscar Morineau en su obra intitulada el Estudio del Derecho (2) en
donde afirma que el método privativo de la ciencia del derecho no podrá ser la
inducción por la sencilla razón de que no existe el fenómeno jurídico como objeto
dado y que por tanto, los hechos y la conducta humana, sólo adquieren el carácter
jurídicos al ser referidos al derecho, porque si un hombre v.gr., se aprovecha de los
frutos de algún predio, puede ocurrir que se comporte así, porque es dueño de la
finca, o bien arrendatario, copropietario, usufructuario, aparcero, empleado o
propietario del inmueble o bien un ladrón, adjetivos, todos que sólo podemos
atribuirle en función de una norma de derecho encargada de enjuiciar la conducta
relativa.

Sabemos no obstante, que en el último tercio del siglo pasado(3) debido a la


influencia del positivismo llegó a pensarse en que incluso podría prescindirse de la
Filosofía del Derecho para reemplazarla por una disciplina científica que con apoyo
en la inducción podía llevarnos a la definición de lo jurídico, mediante juicios
sintetizadores o amplificadores, intento, que a la postre resultó fallido por las
razones que brevemente quedaron expresadas al referirnos a la crítica que Oscar
Morineau dirige al método inductivo como medio de llegar al conocimiento del
derecho, sin que esta afirmación pueda válidamente poyar la conclusión de que el
método inductivo deba rechazarse definitivamente en el estudio de otras cuestiones
que quedarán puntualizadas más adelante.

Lo cierto es que al intentar cualquier indagación propia de los fenómenos que se


producen en la convivencia humana, en algo tenemos que apoyarnos para iniciar la
búsqueda de aquello que pretendemos encontrar y definir, y por ese motivo alguna
significación tiene en relación con nuestro objetivo partir de aquellas reglas que la
experiencia a través del tiempo y del espacio nos ha mostrado como reglas de
derecho, para poder establecer cuáles son sus elementos propios por lo menos desde
el ángulo lógico formal, sin perjuicio de que con posterioridad y apoyados en otros
elementos de juicio esencialmente estimativos, podamos formular una conclusión
encaminada a discernir y establecer qué es lo que merece el atributo de jurídico a la
luz de una axiología que como establecemos más adelante, nos obliga a entender y a
admitir que el derecho no sólo es ciencia, sino filosofía, y que por tanto, no puede
rechazar los métodos propios de una y de otra disciplina según la índole de las
cuestiones que deben abordarse y que con posibilidades diferentes nos permiten
entender en la forma más cabal posible, este fenómeno tan importante de nuestra
convivencia humana.

Merece entonces a juicio nuestro hacer una muy breve referencia a la doctrina
conocida con el nombre de perspectivismo jurídico, que no descarta la posibilidad
de entender por inducción la estructura lógica de las reglas dadas como derecho
positivo, escrito o consuetudinarios para descubrir con el auxilio de ese método, que
todas esas normas parten de hipótesis, o sea de supuestos o previsiones a los que se
atribuyen consecuencias que son referidas a los individuos o a los grupos, y que se
establecen sanciones para quienes inflingen sus mandatos, afirmaciones que han
dado lugar a un dualismo doctrinario irreconciliable entre las concepciones
formalistas y finalistas del derecho, de tal suerte que para las primeras, es derecho
toda norma provista de sanciones que viene de otro, independientemente de su fin
siempre y cuando reúna determinados requisitos de origen capaz de justificar su
validez referida a la observancia media de la norma primaria o fundamental y de
todas aquellas que de esa norma derivan con posterioridad. (4)

En tanto que para las tendencias finalistas, solo puede ser considerada como regla de
derecho aquella que realiza valores inspirados en criterios de orden, de bienestar
común y de justicia, sin que influya en esta conclusión lo que al respecto se deduzca
del orden positivo. (5)

Expuesto lo anterior, consideramos pertinente aludir aun cuando sea con la brevedad
obligada de que hablamos, a otras corrientes que no niegan nuestra aptitud para
entender en sí el derecho, con independencia absoluta del sistema al cuál
pudiéramos hacer alguna referencia.

Se trata entonces, de actitudes diferentes que en este último caso han querido
penetrar al contenido propio de la materia de nuestra indagación.

Conforme a los criterios formalistas del derecho se caracteriza por su normatividad y


cohercibilidad impuesta por quienes ejercen el poder, amén de otras peculiaridades
dentro de las que figuran preponderantemente la bilateralidad y exterioridad del
comportamiento que constituye la materia de la regulación toda vez que el fuero
interno queda extramuros del derecho, como se desprende de la afirmación debida a
Kelsen (6) al sostener que psicológicamente sólo podemos pretender lo que tenemos
en nuestra conciencia de un modo actual, y que para el derecho vale como querido y
previsto aun aquello que no ha pasado por nuestra conciencia, como ocurre en
aquellos casos de responsabilidad objetiva, en los que basta substancialmente con
que se haya causado un daño que no fue querido ni previsto, para que la obligación
de indemnizar se actualice sobre las personas señaladas por el orden jurídico, que ni
previeron ni quisieron loa consecuencia de derecho, salvo aquellos casos en que el
daño se produce por culpa o negligencia inexcusable de la víctima.
Parece fundamental añadir a todo lo anterior, una afirmación que pudiéramos
considerar implícita dentro de una dirección formalista, o sea aquella a que alude
Badaracco en su Teoría del Conocimiento del Derecho, (7) al expresar que éste se
encuentra referido al conjunto de normas coercitivas que aluden a aquellos aspectos
de la conducta humana, que efectivamente pueden ser reglados y controlados por el
Estado, característica esta última que nos obliga a formular una reflexión
fundamental que pudiéramos dirigir en primer término a todos aquellos tipos de
comportamiento que el derecho puede hacer efectivos incluso con el auxilio de la
fuerza pública, tanto en los casos en que estamos en presencia de obligaciones de
dar que fueron incumplidas, o de otros en que no es posible exigir un
comportamiento equivalente al omitido, en cuya hipótesis no es posible llegar por la
fuerza a una solución de equivalencia respecto de los bienes que se han perdido
definitivamente, sino a otras soluciones de resarcimiento o de castigo según la
política adoptada por el sistema positivo.

Pero sin duda alguna en estas dos situaciones de modo directo o indirecto el orden
jurídico queda satisfecho mediante el control ejercido por el Estado encargado de
reglar y someter coactivamente el comportamiento humano al orden establecido
conforme a sus propósitos.

Bien sabemos que los criterios formalistas se encuentran imposibilitados para


satisfacer una respuesta adecuada a todo criterio de justicia que más bien parece que
intencionalmente se ha rehuido.

Y en cuanto al contenido de las reglas de derecho la experiencia ha demostrado que


es esencialmente variable tal como ha ocurrido entre otras cosas con el concepto de
lo ilícito.

Las reflexiones anteriores nos obligan a pensar en que es indispensable aludir a la


finalidad del derecho para comprender la razón de ser de sus preceptos, en tanto y
cuanto obligan o facultan a los hombres con un propósito determinado conforme a
una escala de valores, precisamente porque como expresa Eugenio Trueba Olivares
es imposible divorciar el ser del deber ser del derecho (8) o sea porque su naturaleza
se manifiesta a través de imperativos que requieren de una justificación axiológica o
valorativa.

En las condiciones apuntadas, llegamos necesariamente a un punto de conjunción


obligado del conocimiento científico y filosófico en el que inciden nuestras
especulaciones sobre el fenómeno que nos ocupa, porque no podemos negar que el
estudio del derecho requiere como quedó puntualizado del auxilio de la ciencia y de
la filosofía, si admitimos, como debemos de admitir que ambas disciplinas coinciden
en la búsqueda de la verdad, aun cuando por caminos diferentes y con pretensiones
diferentes, en tanto y cuanto la ciencia trata de alcanzar el conocimiento parcelario
de la realidad y la filosofía el saber unificado sobre el ser y el deber ser en sus
distintas manifestaciones referidas tanto al hombre como al mundo en su
complejidad inescindible.

Si pretendemos saber v.gr., conforme a un sistema establecido, apoyados en


reflexiones inductivas, que ámbitos de aplicación tiene una regla de derecho,
llegaremos a la conclusión mediante una proposición universal afirmativa, de que
todas las normas tienen ámbitos temporales, espaciales, materiales y personales de
validez formal, pero cuando tratamos de indagar con que propósito ha sido
establecida una regla de comportamiento propia del derecho, resulta imprescindible
atender como expresábamos a su finalidad que nos dará la pauta para saber si la
norma en cuestión es adecuada y justa, fin supremo del derecho, al que se
encuentran subordinados otros valores como son la seguridad y el orden porque el
desorden y la inseguridad tienen como punto de partida la injusticia, cuestiones estas
últimas que nos obligan a reflexionar sobre una cuestión que no puede abordar lq
ciencia pura del derecho, sino la filosofía jurídica, si admitimos que el derecho para
ser un auténtico deber, debe de pretender una finalidad de beneficio tanto individual,
como para el grupo social, en base a una escala de valores preexistente. (9)

Todo lo anterior conlleva a la necesidad de sostener que un estudio


omnicomprensivo del derecho, requiere del auxilio tanto de los métodos científicos
como de los filosóficos, según la índole de las cuestiones propuestas, referidas tanto
a la estructura de la norma como a su finalidad cuestiones que caracterizan este
instrumento de convivencia y de cultura humanas.

Se recordará que Radbruch (10) ante la imposibilidad de llegar a una conclusión


definitiva sobre la referencia que pudiera concederse a los valores individuales,
supraindividuales o transpersonales, concluye afirmando que debemos conformarnos
con el valor de la seguridad y el orden que obligadamente requieren del auxilio de la
fuerza y lo que es más grave justifican toda dictadura, que pierde de vista que esos
elementos propios del derecho son en todo caso medios pero en modo alguno fines,
de donde derivamos que la solución más bien se encuentra referida como lo ha
intentado nuestra Carta Magna a un punto central de plenitud equidistante entre los
valores de lo individual y lo comunitario conforme al intento Stammleriano al aludir
al concepto de lo justo, que ha entendido en función de la posibilidad de que el
hombre y la comunidad puedan alcanzar sus legítimos propósitos, de tal suerte que
el hombre conserve sus atributos esenciales de autonomía, de realización y
perfectibilidad, sin lesionar los intereses de los grupos que por su entidad pueden y
deben prevalecer frente a todo propósito egoísta e injustificado de los particulares, lo
que ha permitido a Bodenheimer afirmar que nuestro siglo ya no puede darse el lujo
de vivir aferrado a propósitos individuales de derecho. (11)
Sabemos de antemano que ese equilibrio que debe presidir todo auténtico sistema de
derecho, es difícil de encontrar, pero que quienes tenemos el compromiso de
indagarlo no podemos permanecer indiferentes ante la necesidad de establecerlo
como meta impostergable del jurista.

Conclusión.

El conocimiento del derecho requiere del auxilio de los métodos propuestos tanto
por la ciencia como por la filosofía a fin de poder establecer sus peculiaridades y su
naturaleza distintiva frente a otros fenómenos sociales, porque ciertos aspectos del
derecho pueden ser analizados y entendidos mediante los procedimientos
establecidos por la lógica inductiva pero la esencia en sí de lo jurídico tendrá a
referirse a los valores propios de esta disciplina de donde derivamos como ya se
dijo, la necesidad de contemplar el ser del derecho en función de un auténtico deber.

NOTAS

1. Nos. 1, 2 y 3 de 15 de Agosto, Septiembre y Octubre de 1938.

2. Edic. Porrúa, S. A. 1953, p. 7 y ss.

3. Eduardo García Máynes, Introducción al Estudio del Derecho. Ed. Porrúa


1951, p. 117 y ss.

4. Hans Kelsen. La Teoría Pura del Derecho. Ed. Fondo de Cultura Económica.
p. 31y ss.

5. Antonio Torres Gómez. Introducción al Estudio del Derecho. Edic. 1987 pp.
36, 37 y 38.

6. Luis Recaséns Siches. Direcciones Contemporáneas del Pensamiento


Jurídico. Ed. Labor 1929 p. 126 y ss.

7. Bibliografía Omeba, p. 29.

8. Derecho y Persona Humana. Edic. 1966 p. 15 y ss.

9. Badaracco Obra citada. p. 29.

10. Introducción a la Filosofía del Derecho. Ed. Fondo de Cultura Económica, p.


31 y ss.

11. Teoría del Derecho. Edic. Del Fondo de Cultura Económica, p. 187.
LAS FUENTES DEL CONOCIMIENTO JURÍDICO

Teresita Rendón Huerta Barrera. *

SUMARIO

Introducción. 1. Concepto. 2 . Clasificados. 3. Búsqueda. 4. Registros. 5.


Conclusión.

INTRODUCCIÓN.

La necesidad de una permanente actualización en los temas fundamentales de


metodología de la investigación jurídica, nos llevó al desarrollo de un seminario
especializado en la materia; dentro de cuyo diseño encontramos la parte relativa a
las Fuentes del Conocimiento Jurídico; que en seguida abordaremos en sus
vertientes fundamentales.

Antes de iniciar la parte correspondiente de esta labor comunitaria, consideramos


oportuno hacer un elemental distingo entre las llamadas fuentes del Derecho y las
fuentes que constituyen el objeto de este trabajo.

Con la expresión fuentes del Derecho, se alude al origen de las normas jurídicas y a
su fundamento de validez. Nos dice el Diccionario Jurídico Mexicano (1) que: “La
expresión es ambigua y tradicionalmente equívoca; dos son, sin embargo, sus usos
más generales. En sentido lato se aplica a los hechos, doctrina e ideologías que en
modalidades diversas influyen sobre las instancias creadoras del Derecho. En este
sentido la recesión, la guerra, la epidemia, el liberalismo, el utilitarismo, etc., serían
fuentes de Derecho. En un sentido más técnico la expresión designa los eventos
(hechos o actos) cuya realización es condición para que surja una norma en un
determinado orden jurídico. En otros términos: fuentes del Derecho son los hechos o
actos de los cuales el ordenamiento jurídico hace depender la producción de normas
jurídicas (C.K. Allen, N. Bobbio)”.

Al respecto comenta F. Carnelutti: “Desde hace tiempo hablan los juristas de fuentes
jurídicas o fuentes del Derecho, con una trasposición análoga a la que se recurre
pensando en las fuentes de la vida: se imagina que el Derecho fluye de aquello a que

*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
se llama fuente; pero ese quid, en realidad, constituye más su ambiente que el
principio”. (2)

De lo anterior se desprende con toda claridad que el tratamiento de las fuentes del
Derecho, es parte esencial de la teoría del orden jurídico, como respuesta al
problema de identidad y existencia de ese propio orden.

Un apropiado deslinde, entre las expresiones antecitadas, nos conduce a sostener que
el estudio de las fuentes del conocimiento jurídico, corresponde al ámbito de las
técnicas de investigación; pues a través de ellas se logra la comprensión intelectual
del fenómeno jurídico, corresponde al ámbito de las técnicas de investigación; pues
a través de ellas se logra la comprensión intelectual del fenómeno jurídico;
aportando datos sobre el objeto del conocimiento, para su elaboración por un sujeto
congnoscente –el investigador jurista-.

En síntesis, nos avocaremos en el presente al desarrollo de esta última connotación y


no a la de la otra que va referida a la fuente jurídica formal.

1. CONCEPTO.

“Fuente de conocimiento jurídico es toda manifestación, escrita o verbal, que


permite captar la existencia de normas y conductas jurídicas, pretéritas o actuales”.
(3)

Las fuentes del conocimiento científico jurídico son todos aquellos elementos
sensorialmente perceptibles que aportan los datos precisos para lograr la
comprensión y conceptuación científica del Derecho.

Dentro del proceso de investigación, es esencial el tema aquí tratado, especialmente


en la segunda fase, conocida como: Documentación, Erudición, Información o Etapa
Heurística; con razón se le ha denominado así, puesto que la Heurística “es la
disciplina científica que proporciona las regalas y experiencias conducentes a la
búsqueda, individualización, clasificación, crítica, interpretación, aprovechamiento y
registro de las fuentes del conocimientos científico y de los datos que ellas
contienen, cualquiera sea la ciencia que reciba el beneficio de la investigación. Es el
caso de las Ciencias Jurídicas”. (4).

2. CLASIFICACIÓN.

Son múltiples los criterios bajo los cuales pueden ser clasificadas y subclasificadas
las fuentes del conocimiento jurídico; sin embargo son tres los que acoge la
generalidad de autores: 1) relación de contenido, 2) relación de intermediario y 3)
relación de tiempo.
En una perspectiva de conjunto encontramos las fuentes:

I. Directas o Principales, que son aquellas que ofrecen testimonio de un


determinado sistema jurídico, positivo, de su vivencia en la realidad y en el
pensamiento. Las que a su vez pueden ser:

A. Inmediatas, formadas sin la intervención de un intermediario que busque la


censecución de fines científicos en relación al Derecho. Tales fuentes están
constituidas por:

a) Hechos: Conducta humana de tipo jurídico y costumbres jurídicas.

b) Formas: Legislación en sentido formal y material, normas jurídicas


consuetudinarias, resoluciones judiciales de todo tipo, terminología jurídica,
aforismos, locuciones clásicas de contenido jurídico, formularios, actas,
contratos o testimonios jurídicos.

c) Objetos: Establecimientos, locales, muebles y aparatos para el desarrollo de


sesiones, congresos, reuniones y similares o para impartir sanciones o premios de
carácter jurídico. Atributos, emblemas, distintivos, etc., de instituciones o
personas para fines jurídicos. Otros objetos (monedas, sellos, etc., de esa índole).

B. Mediatas, conformadas por un agente o intermediario con propósitos científicos


en relación al Derecho; entre éstas encontramos:

a) Literatura Jurídica: en sentido estricto, obras de tratadistas, comentaristas,


sintetizadores, etc., privados.

b) Recopilaciones, repertorios, antologías, etc., de fuentes jurídicas.

II. Indirectas o Secundarias, son aquellas que informan sobre los estratos pre y
protojurídicos sobre los que descansa la estructura jurídica conocida por las fuentes
directas o principales. No se refieren específicamente a las formas y vida del
Derecho, pero sí tienen una relación subordinada o derivada. Estas se subdividen en:

A. Inmediatas, que dan noticia accidental o secundaria de lo jurídico, de lo


científico o social con proyección jurídica sin la intervención finalista de un
agente. Entre éstas encontramos:

a) Hechos: conductas humanas de tipo pre, proto, anti y metajurídico (sus


testimonios). Costumbres usos y hábitos pre, proto, anti y metajurídicos (sus
testimonios).
b) Formas: terminología política, administrativa económico-técnica,. Etc., refranes,
aforismos, locuciones, etc. (de contenido social). Toponimia (estudio de los
hombres de lugar). Piezas orales, escritas, grabadas, fotografiadas, etc., de
creaciones intelectuales de autoridades o particulares de contenido pre, proto,
anti y metajurídicos.

c) Objetos: En establecimientos, locales, muebles, aparatos, etc., para la realización


de sesiones, actos, reuniones, etc., atributos, emblemas, distintivos, etc., de
instituciones o personas que tengan un contenido pre, proto, anti o meta-jurídico.
Monumentos históricos, obras artísiticas, restos etnoarqueológicos. Otros objetos
representativos de la vida social, la cultura y la civilización.

B. Mediatas, que son las que producen los intermediarios para fines científicos y,
aun artísticos, no-jurídicos en sí, pero con proyección jurídica; entre las que se
ubican:

a) Literatura sobre Ciencias Políticas, Ciencias Naturales, Psicología, Filosofía,


Historia, Moral, Religión Economía, Higiene, Previsión y en general la literatura
social.

b) Recopilaciones, repertorios, antologías, etc., de fuentes normativas no jurídicas.


(5).

3. LA BUSQUEDA.

Si de suyo es importante el tema, el material que se utilice para su desarrollo y


fundamento, y el análisis que de él se haga, es esencial y redundará necesariamente
en la calidad de los resultados de la investigación.

“En este aspecto el autor depende exclusivamente de sus fuentes, que son el punto
de partida y representan la experiencia que existe sobre el tema. La calidad de las
mismas hará del trabajo especializado un éxito o un fracaso”. (6)

Para lograr el acopio de material jurídico debe recurrirse a los sistemas


personalizados de información documental, tales como: el archivo, la biblioteca, la
hemeroteca, el centro de documentación y el centro de recursos múltiples.

3.1 El Archivo: agrupa “los documentos que una institución produce y recibe, en
calidad de fuentes primarias, en ejercicio de sus funciones, con el propósito de
registrar la historia de los asuntos que tramita, fundamentar sus decisiones, y
comprobar los hechos relativos a ambas”. (7).
En los archivos se localizan los expedientes de trámite o concluídos, todo depende
del uso y tipo de archivo de que se trate. Su importancia para la investigación
histórica del Derecho es determinante e igualmente lo es cuando se tratan de
comprobar en la práctica, ciertos principios o constantes.

3.2. La Biblioteca: es el lugar en donde se ubican y sistematizan las “fuentes


primarias y secundarias con el propósito de conservar, transmitir y difundir el
conocimiento”. (8).

Si la investigación propuesta es documental, los medios para realizarla serán


bibliográficos y en general textos escritos.

Por tanto, lo primero será hacer una consulta de mayor a menor complejidad para ir
conociendo el tema sin dificultad, lo cual nos permitirá abarcarlo profundamente;
consultar fuentes generales (enciclopedias y diccionarios) en las que se encuentre
tratado el tema; después manuales y finalmente monografías y artículos de revistas
especializadas.

En la biblioteca (que posee una energía potencial por el cúmulo de conocimientos


que guardan los materiales allí clasificados) el investigador encontrará o se le
ayudará a encontrar el material pertinente. (9).

3.3. La Hemeroteca: se conforma con el acervo de publicaciones periódicas; tales


como revistas y diarios en los cuales sobran los datos, noticias y estudios más
actualizados, por lo que paulatinamente va adquiriendo una relevancia singular en la
investigación jurídica. Puede formar una unidad independiente o formar parte de una
biblioteca.

3.4. El Centro de Documentación: su función es “la adquisición de documentos de


todo tipo en cualquier formato, la especialización en materias o áreas, la preparación
de índices o resúmenes de artículos o informes, la reproducción de documentos, la
preparación de bibliografías cortadas a la medida del interés del usuario o funciones
similares”. (10).

Su objeto esencial es informar a los usuarios sobre los trabajos disponibles en otras
instituciones, pero no se propone desarrollar un extenso acervo propio.

3.5. El Centro de Recursos Múltiples: en ellos se concentra todo tipo de material


audiovisual; como películas, diapositivas, discos, cintas, programas de televisión en
circuito cerrado, láminas, vido-cassetes y demás similares que tengan como
propósito reforzar y divulgar los conocimientos jurídicos. Estos centros pueden
funcionar como una parte especializada de la biblioteca o como un organismo
independiente.
Una vez que hemos descrito sintéticamente cada uno de los centros de información
en donde puede efectuarse la búsqueda de las fuentes del conocimiento jurídico,
cabe señalar que los libros y las publicaciones periódicas, en el estudio del Derecho,
son absolutamente imprescindibles, no sólo por su profusión, sino por el contenido
que ellos guardan; por lo que es conveniente que el investigador se auxilie de la
Biblioteconomía –que enseña a utilizar los depósitos de libros- y de la Bibliografía –
como la disciplina a la que corresponde la descripción y clasificación de los libros-.

La consulta de los catálogos es también muy necesaria en esta etapa, tomando en


cuenta que a través de ellos se conoce la existencia y ubicación de cada uno de los
libros y demás publicaciones que obran en las bibliotecas. Los sistemas de
clasificación más usuales son: el de Mevil Dewey, la Clasificación Decimal
Universal (CDU) y el sistema de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos
(LC); sin embargo, algunas bibliotecas tienen su sistema propio de clasificación,
como por ejemplo la del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México, mismo que fue diseñado tomando en consideración
que es una biblioteca especializada en Derecho y los sistemas antes referidos fueron
conformados para bibliotecas generales.

4. REGISTROS.

En cuanto se va localizando determinada fuente de conocimiento, debe procederse a


registrar –o sea, a elaborar una ficha- los datos que logren identificarla con precisión
y las notas o contenido utilizables en la consulta y la información.

“La elaboración de fichas tiene los siguientes objetivos:

1) Acumular material informativo o de estudio obtenido de fuentes diversas (textos


doctrinarios, jurisprudencias, etc.).

2) Recolectar, len forma resumida y manuable, material para trabajos de


investigación, conferencias, etc.

3) Manejar el contenido de obras leídas.

4) Facilitar el aprendizaje (memorización y comprensión) de temas de estudio”.


(11).

La práctica universalmente extendida en los centros científicos, recomienda como


fundamental el empleo de fichas o papeletas para tomar las anotaciones y datos de
los materiales seleccionados y perfectamente singularizados. No es aconsejable
recurrir a apuntes en cuadernos o libretas, a menos que se trate de meras
transcripciones, versiones o extractos de obras, de gran extensión y perfecta
continuidad; sin embargo en un trabajo de investigación en el que han de utilizarse
fuentes múltiples y heterogéneas debe quedar descartado su empleo, así como el de
hojas o trozos sueltos de papel. (12).

Dos objetivos fundamentales y diversos mueven al investigador en sus


apuntaciones; a saber:

A) La retención textual (transcripción) o en traducción (literal o libre), en versión o


extracto, de obras o documentos extensos; o su fijación material (recortes); y

B) El asiento para fines nemotécnicos o de referencia: a) de datos que nos son


proporcionados por las fuentes y, b) de observaciones y sugerencias que, con
ocasión de ellas, elaboramos por nuestra cuenta. (13).

Para llevar a cabo el registro, existen diversos tipos de fichas; entre las que
encontramos:

a) Ficha de gran formato o documental. Dado que serán empleadas para


transcripciones, traducciones, extractos o recortes de textos relativamente
extensos, se requiere mayor espacio, y por ende, se recomienda la utilización de
hojas formato comercial in-quarto o, como mínimo el medio oficio. De estas
hojas se deberá formar un cuadernillo por cada fuente.

b) Ficha para fijar datos. Son papeletas de formato más reducido y sirven para fines
de referencia o nemotécnicos, para asentar datos obtenidos de las fuentes y para
incluir planteamientos u observaciones. Pueden ser extraídas de una fuente de
conocimiento científico: I) Datos sobre la propia fuente o sobre otras a que ella
hace mención o referencia; II) Datos sobre personas o sujetos determinados; y
III) Conceptos, juicios, definiciones, planteamientos, datos concretos, etc., que se
dan en la fuente o, con ocasión de su manejo, en el pensamiento del investigador;
o sea, noticias o ideas obre materias singulares.

A cada uno de esos grupos de datos corresponden fichas especiales:

- Datos sobre una fuente –ficha bibliográfica o, genéricamente, heurística.


- Datos sobre una persona –ficha biobibliográfica.
- Datos sobre una materia – ficha nemotécnica o, por materia. (14).

Aun cuando puede introducirse variantes o modalidades particulares, la técnica


prescribe instrucciones precisas para cada tipo de fichas, mismas que a continuación
iremos señalando.
c) Fichas bibliográficas (genéricamente heurísticas). Es un pedazo cuadrangular de
cartulina o papel grueso (bristol) que tiene como medida internacionalmente
aceptada la de 12.5 cms., de ancho por 7.5 cms., de alto o una dimensión un poco
superior (12.5 ó 13 cms., por 9 ó 10 cms.): en cada una de estas fichas debe
constar: 1) La individualización externa del libro, o sea su descripción formal; 2)
La noticia sobre su ubicación exacta en la biblioteca en donde obra, 3) La
individualización interna de al fuente, incluyendo una síntesis de su contenido y
un juicio crítico abreviado de él.

La ficha bibliográfica es lo primero que debemos hacer sobre todos los libros que
consultemos en nuestra investigación y deberá contener todos los elementos
indispensables para lograr una precisa individualización formal de la fuente; tales
elementos son:

1.- Apellidos y nombre (en ese orden y separados por una coma) del autor.

2.- Título íntegro de la fuente.

3.- Mención de terceros que hay participado como traductor, adicionador,


comentarista, prologuista, anotador, compilador o editor literario, científico o
artístico.

4.- Si incluye material documental complementario; como planos, mapas, cuadros


sinópticos, láminas, tablas de legislación, etc.; ya sea como apéndices o dentro del
propio texto.

5.- Características de la edición: nombre del editor y de la librería, lugar de la


edición, fecha y número de la misma (si lleva solo la fecha, se entenderá que es la
primera edición), se anotará si es un edición corregida, ampliada, revisada, etc.,
cuando falten datos del editor o imprenta se indicará con las abreviaturas: “s.p. de
e.” O “s.p. de i”, según sea el caso cuando no consta el año o fecha de al edición, se
debe anotar: “s/a” o “s/f”; tratándose de revistas o periódicos o de artículos incluidos
en ellos, se indicará en la ficha del año, el tomo, el número, etc., y las páginas,
sección, etc., en que aparece el texto individualizado; en cifras arábigas, el número
de volúmenes y de tomos, el número de páginas que comprende el volumen o cada
uno de los volúmenes, el tamaño o formato, y las demás características extrínsecas
singularizadoras: encuadernación, estado de conservación, buena bibliografía,
márgenes amplios, etc.

6. Noticia de ubicación de la fuente: indicación exacta de la biblioteca o lugar en que


se halla la fuente, los signos de clasificación y su colocación. (15).
7.- La individualización interna de la fuente no es imprescindible pero es una
costumbre útil. Generalmente se desprende del sumario y consiste en aportar una
somera opinión sobre la obra; si es exhausta o breve, completa o no, clara,
suficiente, precisa o cualquier otra apreciación provisional y no profunda.

d) Fichas nemotécnicas (por materia o sustanciales). El contenido de estas fichas es


muy amplio y variado; ya que en ellas se pueden incluir acepciones, definiciones,
datos históricos, estadísticos, clasificaciones, etc., sobre los temas o asuntos
relativos al objeto de investigación. Para que reporten una real utilidad se
requiere que cada una de ellas esté dedicada a bordar un solo asunto o hecho. Si
la anotación tiene vínculos con otra materia, deberá disponerse desde luego, la
respectiva “ficha de referencia”.

e) Fichas bio-bibliográficas. Su formato tiene que ser mayor que el de las


bibliográficas, se sugiere el tamaño medio oficio (21 por 16.5 cms) o como
medida mínima: 15 por 12 cms., y en ellas se hacen constar datos relativos a la
vida y a la obra de una determinada persona. En su anverso se acostumbre
consignar los datos sobre la vida de quien se trate y en el reverso la bibliografía
sumaria.

Por la movilidad que caracteriza el uso de fichas, es recomendable conformar una


cartoteca o archivo ordenado de tarjetas por secciones. Para ello se requerirán:

1.- Un fichero de transcripciones exactas o párrafos in-extenso;

2.- Un fichero bibliográfico o heurístico.

3.- Un fichero bio-bibliográfico.

4.- Un fichero nemotécnico o por materias; y

5.- Un fichero de recortes.

En esta fase es muy necesaria la organización del material disponible; para lo cual se
deberá releer ficha por ficha, revisando que el encabezado se ajuste exactamente al
contenido; de lo contrario deberá procederse a su corrección, adición o separación.

En el ámbito de la investigación jurídica, lo más adecuado es hacer la separación de


las fichas por temas entratándose de tarjetas de trabajo, aun cuando no queda
descartada del todo una clasificación en orden cronológico.

“El verdadero índice o temario del contenido de los libros surge del material, y no el
material de un índice-proyecto que se estableciera antes de la investigación”. (16).
En conclusión, la labor de identificar las fuentes del conocimiento jurídico idóneas
al problema planteado y de singularizarlas adecuadamente bajo un manejo técnico,
debe ser depurada, precisa, ordenada y pertinente, pues de ella depende la calidad y
eficacia del resultado de la investigación.

CONCLUSIÓN.

En gran medida el enfoque y éxito de la investigación jurídica depende de la


inmediatez, pluralidad, confiabilidad, cientificidad, idoneidad y disponibilidad de las
fuentes del conocimiento jurídico; por lo que son limitantes extrínsecas para el
desarrollo de la investigación, la exigüidad, desactualización o carencia de que
adolecen los centros de información.
NOTAS

1 Instituto de Investigaciones Jurídicas, Ed. Porrúa. U.N.AM. México, 1987, Tomo


D-H, p. 1478, 2da. Edic.
2 Carnelutti, F. Teoría General del Derecho, Ed. Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1955 (Trad.: Francisco Javier Osset), p. 69.
3 Saer Pérez, Gerardo. Desarrollo de una Investigación Jurídica en: Lecturas
Universitarias 29, Antología de Estudios sobre la Investigación Jurídica,
U.N.A.M., México, 1978, p. 240.
4 Bascuñán Valdés, Aníbal. Manual de Técnica de la Investigación Jurídica,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile, 1961, pp. 21 y 22, 3ra. Edic.
5 Bascuñán Op. Cit., pp. 39, 42 y 43.
6 Bosch García, Carlos. La Técnica de la Investigación Documental, U.N.A.M.,
Ed. Edicol, México, 1979, p. 15, 9na. Edic.
7 Garza Mercado, Ario. Manual de Técnicas de Investigación. El Colegio de
México, 1981, p. 69.
8 Supra ibid, p. 71.
9 López Ruíz, Miguel. Elementos Metodológicos y Ortográficos básicos para el
proceso de investigación, U.N.A.M., México, 1987, p. 22.
10 Garza Mercado. Op. Cit., pp. 75 y 76.
11 Saer Pérez. Op. Cit., p. 242.
12 Bascuñán V. Op. Cit., p. 60.
13 Supra Ibid, p. 61.
14 Ib., p. 63.
15 Ibid, pp. 102 a 109.
16 Bosch. Op. Cit., p. 36.
EL PROBLEMA EN LA METODOLOGIA CIENTIFICA

Pedro López Ríos.*

“. . .El rasgo peculiar que distingue al


investigador original de toda otra persona
es la capacidad de hallar, inventar y
tratar problemas nuevos”.
Mario Bunge.

SUMARIO
Introducción. El problema como origen de la ciencia. Capacidad
problematizadora del hombre. Concepto de problema. Tipos de
problema. Reglas para seleccionar y caracterizar un problema
científico. Formulación del problema. Conclusión

Introducción.

Dentro de la metodología científica, parto en mi estudio de las dos siguientes


premisas: I. Que el esquema general de toda investigación científica consta de una
fase previa: la heurística o de información y de tres etapas constitutivas: aporética
(planteamiento), constructiva (probanza y valoración) y expositiva (conclusiones);
II. Que toda investigación científica –como se ha señalado en una ponencia anterior-
tiene como base el conocimiento científico existente y, como consecuencia, la
aportación de un conocimiento nuevo.

Sobre el conocimiento existente, que es objeto de la heurística, versó ya la ponencia


relativa a las fuentes del conocimiento. Me corresponde tratar sobre una etapa de la
fase aporética, mediante la cual se inicia, en estricto rigor, el proceso de
investigación jurídica: el problema y, en consecuencia, su concepto, búsqueda,
individualización y formulación.

*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
El problema como origen de la ciencia.

De acuerdo con los filósofos griegos, particularmente del Estagirita, todo hombre
obtiene conocimientos impelido por su propia naturaleza: pro necesidad ontológica o
existencial de conocer la razón de su propia existencia; por necesidad pragmática de
resolver problemas cotidianos o por simple curiosidad.

En la búsqueda de nuevos conocimientos, el problema constituye el punto de


partida. Con él se inicia y sobre él se construyen las etapas siguientes de toda
investigación. Bunge, quien ha tratado con amplitud este tema, nos dice que “no se
trata simplemente que la investigación empiece por los problemas. La investigación
consiste constantemente en tratar problemas. Dejar de tratar problemas es dejar de
investigar....”. (1)

La solución a un problema, con frecuencia hace aparecer uno o varios problemas


nuevos que a su vez se convierten en punto de partida de nuevas investigaciones. En
este proceso se encuentra un verdadero científico, quien al confrontar lo que sabe
con lo que ignora, se ubica en lo que el filósofo medieval Giordano Bruno llamó una
docta ignorancia o en la necesaria actitud de modestia científica asumida por
Sócrates en su célebre expresión yo sólo sé que no sé nada.

Una disciplina científica que haya quedado estática debe su situación a que los
estudiosos de la misma han hecho una tregua en la búsqueda, identificación y
formulación de problemas. Se puede afirmar categóricamente que investigar es
investigar problemas y que tal actividad fundamental para el ser humano consiste en
la novación del conocimiento.

Capacidad problematizadora del hombre.

Parece que todos los seres vivos están dotados de capacidad para detectar problemas
y para explorar las soluciones más viables, como un mecanismo de defensa o de
sobrevivencia. Así un animal cualquiera observa un muro, natural o artificial, que se
le interpone, mide sus fuerzas y si son insuficientes, resuelve la situación rodeando
el obstáculo.

El hombre, sin embargo, es el único ser que no sólo es capaz de encontrar problemas
y resolverlos sino también de crearlos, de inventarlos. Precisamente la capacidad de
percibir problemas nuevos constituyen un indicador de talento científico, por
supuesto, problemas significativos cuya solución constituya un progreso del
conocimiento. Ello importa tanto como la solución de los mismos. Cervo y Verbian
afirman que “desde Einstain, se sostiene que es más importante para el desarrollo de
la ciencia saber formular problemas que encontrar soluciones...” (2).
La tarea del investigador es mantener despierta su capacidad para detectar
problemas, no triviales ni inútiles, sino relevantes, que otros han pasado por alto. El
investigador es por antonomasia, gambusino de problemas y un impulsor del
conocimiento hacia nuevos estadios.

Concepto de problema.

El problema (del griego probalo: lanzar hacia delante) consiste en una dificultad
teórica (de comprensión) o práctica (de decisión o acción) requerida de respuesta.

Pardinas define al problema como “una pregunta surgida de una observación más o
menos estructurada” y, en otra parte de su obra, que “saber pensar, es saber
preguntar... cualquier pregunta es un problema. La investigación es búsqueda de
respuesta a preguntas...” (3). El problema delimita al universo en estudio.

Tipos de problemas.

Existen dos diferentes tipos de problemas, según sea el nivel del trabajo intelectual:

A. El problema de información. El primer tipo de problema es el de información,


que se refiere a problemas derivados de una falta de información o de acceso de
conocimientos que ya existen; así a normas sancionatorias y a tesis o teorías
jurídicas que forman parte de un sistema normativo.

B. El problema de investigación. El segundo tipo de problemas es el caracterizado


como de investigación científica, el cual tiene como base estudios precedentes que
forman el marco teórico de tales problemas de investigación, por lo que de ninguna
manera habrá que confundirlos con los problemas del primer nivel. Los problemas
de investigación se refieren a dificultades, teóricas o prácticas, no resueltas, a
cuestiones que requieren novación del conocimiento, sobre las cuales no existe
información alguna. En el primer caso, tendríamos como ejemplo: ¿En México, un
magistrado civil debe admitir un recurso de revisión que carezca de expresión de
agravios?; y en el segundo ¿Si en el actual contexto sociopolítico ha de suprimirse el
amparo casación?.

Dentro del problema científico, existen a su vez dos subclase:

A. Los de índole conceptual y, B. Los de orden empírico. Los primeros se refieren a


categorías conceptuales, clasificaciones, etc. Mientras los segundos a la realidad
inmediata, directa y concreta. En el primer caso tendríamos por ejemplo: ¿Cuál es la
cobertura conceptual que tiene el término de la “plena jurisdicción” dentro del
sistema de justicia administrativa mexicana? Y, en el segundo, si en un determinado
contexto sociopolítico debería crearse un tribunal administrativo con plenos poderes
o sólo de simple anulación.

Reglas para seleccionar y caracterizar un problema científico.

I.- El problema para que tenga fundamento, ha de plantearse con base en


conocimientos preexistentes, es decir, ha de ser consecuente con el conocimientos
preexistentes, es decir, ha de ser consecuente con el conocimiento científico actual.
Así carecería de fundamento la cuestión relativa a la no regulación jurídica de una
sociedad.

II.- El problema se caracteriza como valioso en virtud de su relevancia: a) Científica,


b) humana y c) contemporánea.

La primer se refiere a que nuevos conocimientos se aporten; la segunda, a que


significado puede tener la investigación para una comunidad o para el mundo; y la
tercera, a que actualidad posea la dificultad que se pretenda resolver.(4). Carecería
de sentido investigar un problema de otra época sin incidencia en la actual.

“El verdadero procedimiento para el hallazgo del problema consiste en una


información lo más completa posible de las áreas de investigación o de los
problemas estudiados por otros investigadores en el área elegida”. (5) Habrá que
arrancar entonces del cúmulo de observaciones realizadas dentro de la fase hurística.

Formulación del problema.

Un problema identificado debe plantearse y articularse (formulación) de manera


clara y sencilla, lógica y completa. Con frecuencia, el investigador “sólo posee una
noción general, difusa y aun confusa del problema”. (6) La expresión correcta de la
dificultad constituye uno de los momentos más importantes de toda investigación.

El problema debe formularse siempre en forma de pregunta y ésta ha de expresar


una relación entre dos o más variables. Importa conocer cual sea la relación
existente entre ellas. Por ejemplo, ¿El acceso a la justicia tiene como origen la
inmediatez jurisdiccional?.

La interrogante ha de ser formulada de manera que fije derroteros al futuro trabajo


de investigación, ya que la hipótesis y todo el plan general ha de ser diseñados en
función del problema planteado. Para su debido acotamiento, la formulación del
problema ha de incluir, en cuanto a su comprensión, las notas o elementos
cualitativos pertinentes y suficientes y por lo que concierne a su extensión, el
universo subjetivo al que se refiere, es decir ha de tener un marco material y espacio
temporal perfectamente definidos.
Una investigación puede fracasar por una imprecisa determinación del problema o
por una formulación defectuosa, ya sea por inexactitud en las notas relativas a su
comprensión y extensión o por ambigüedad en sus términos.

Con razón se ha dicho que una pregunta bien formulada equivale a la mitad de la
respuesta. Para este efecto, ha de señalarse que los términos de expresión del
problema han de ser verificables por la experiencia, operativos o mensurables y
fidedignos o unívocos, esto es, que sus significado lo entienda de la misma manera
cualquier persona.

En la ciencia jurídica, muchos problemas científicos aguardan el momento el


momento de ser despertados al conocimiento humano; éstos sin embargo sólo se
dejan cautivar por quien se esfuerza apasionadamente en su búsqueda, identificación
y formulación. El encuentro, y sobre todo, el descubrimiento de nuevos problemas
es un momento tan importante para la ciencia y para su propio descubridor como la
solución misma. En esto, como en todo fenómeno humano, la soledad del
investigador ha de ser expresión de solidaridad.

Conclusión.

El problema científico consiste en toda dificultad, cuyo encuentro y resolución


contribuye al avance del conocimiento humano. Su identificación y formulación
reflejan el talento de un investigador y constituyen una de las partes más importantes
del proceso de investigación.
NOTAS

1 Bunge, Mario. La Ciencia: su Método y su Filosofía. Edit. Siglo XX. Buenos


Aires, 1973, p. 189.

2 Cervo Amado Luis y Bervian Pedro Alcino. Metodología Científica. Trad. Del
protugués por Juan Guevara Rodríguez y Carlos Manuel E. Edit. McGraw Hill.
Colombia 1980 p. 52.

3 Pardinas, Felipe. Metodología y Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales.


Edit. Siglo XXI. México, 1988, pp. 66 y 26n respectivamente.

4 Ibidem p. 70.

5 Ibidem p. 69.

6 Kerligner, Fred. N. Investigación del Comportamiento. Técnicas y Metodología.


Trad. Al español por Vicente Agut Armer. Ed. Interamericana. México, 1973.,
pp. 16.
COMUNICACIÓN DE RESULTADOS

Lic. Cuauhtemoc Ojeda Rodríguez*

I. EL PLAN DE EXPOSICIÓN.

La realización de un trabajo científico requiere de una eficaz preparación, a efecto


de que en el momento en que se den a conocer sus resultados, puedan ser esto
comunicables de tal forma que su verificación no cause dificultad.

Pero no sólo es la preparación la que debe cuidarse, sino también el medio en que
este trabajo científico se va a dar a conocer.

Garza Mercado señala que “el proceso de investigación concluye normalmente con
la redacción de un escrito que tiene por objetivo comunicar los resultados obtenidos
en el acopio y valoración de las pruebas”. (1) El escrito es precisamente el medio del
que hablamos antes, ya que en él es donde se van a dar a conocer los resultados
obtenidos por el trabajo científico.

El escritor debe por tanto estar caracterizado de una cierta pulcritud formal que haga
agradable y fácil la lectura y, por ello, es necesario aportar ciertos criterios
coherentes que deben ser mantenidos a lo largo de toda su presentación.

La investigación científica consiste pues, en un conjunto de hechos e ideas, mismas


que serán concretadas y expresadas en el escrito. Sin embargo, como tales, esos
hechos e ideas se exteriorizan en el mismo de manera concreta, no olvidando que
deben basarse y fundamentarse; de aquí surge el carácter científico de la
investigación realizada.

Para tales razonamientos, el escrito debe tener dos características generales:

1) Una forma coherente.


2) Una fundamentación sólida.

*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
Ambas características son preconcebidas durante la preparación del trabajo
científico y salen a la luz en el momento en que este trabajo es plasmado al redactar
el escrito.

1) La forma coherente.

La forma coherente del trabajo nos viene a dar una buena estructuración del escrito.

“Los trabajadores científicos no siempre habrán de leerse por entero, desde el


principio hasta el fin. De ahí la imperiosa necesidad de que estén muy bien
estructurados para que el lector pueda encontrar fácilmente lo que le interesa”. (2).

La forma del escrito es variable en razón a si éste consiste en una tesis o trabajo de
extensión similar o si es un trabajo más breve. Lo anterior se da, por que en ambos
casos se encuentran respectivamente apartados diferentes que en uno son más
extensos que el otro, en virtud de una comunicación más eficaz.

2) La fundamentación sólida.

La misma seriedad con que se lleva a cabo la investigación nos va dando la


fundamentación sólida que requiere el trabajo. Sin embargo, dicha fundamentación
no debe quedar como una mera abstracción, sino que es necesario concretarla en el
escrito. Todo tipo de investigación lo requiere.

En una investigación documental la fundamentación nos dará, entonces, el aparato


bibliográfico de que nos valimos para la realización del trabajo, y el mismo será
plasmado y concretado en el escrito mediante las citas o notas bibliográficas.

Sin embargo, para que se den tanto esa forma coherente como la fundamentación
sólida, que hemos explicado, son necesarios una serie de pasos que la misma
investigación nos exige para que el escrito goce de estas dos características. Tales
pasos son los siguientes:

1.- Revisión del material informativo.- Consiste en valorar la información que


requerimos a fin de rechazar aquello que nos parezca inútil y aceptar sólo lo
necesario.

2.- Clasificación del material.- Una vez que hemos revisado dicha información, es
necesario agruparla a fin de organizar la exposición.

3.- Codificación del material.- Clasificada la información se le debe asignar una


clave a cada división, con el objeto de distinguirlas.
Con todo lo anteriormente anunciado, podemos estar ciertos de haber hecho un Plan
de Exposición acorde con la investigación científica requerida, siendo entonces
necesario pasar a la realización de cada una de las partes del escrito.

II. INDICE DE EXPOSICIÓN.

Tanto la estructura como la extensión de un trabajo de investigación científica,


dependen en gran medida de la pretensión que se desea tener. Esa pretensión viene a
ser determinada de acuerdo a la complejidad del asunto que se quiera plantear. Es
decir, la naturaleza del trabajo, que será definida una vez que se haya planteado el
problema, vendrá a definir cuál es el alcance de la investigación. Si sólo se quiere
señalar un enfoque sintético de determinado problema, el trabajo será entonces breve
y sin grandes pretensiones; pero si se desea elaborar un planteamiento general o a
fondo de cierto asunto, entonces se requerirá un trabajo de mayor elaboración. Es
por eso que en el anterior apartado señalamos dos tipos de estudios o
investigaciones: La tesis o trabajos de extensión similar y los trabajos breves.

Partiendo de esta base, nos podemos dar cuenta de que ambas clases de
investigación tienen distintas partes o divisiones.

Para señalar cuáles son esas divisiones tomaremos como modelos, por considerar los
más exactos y claros, los que propone Garza Mercado en su obra Manual de
Técnicas de Investigación para estudiantes de Ciencias Sociales. (3).

Así pues, decimos que la tradición española y latinoamericana autoriza el siguiente


orden, para los trabajos de tesis o extensión similar:

1. Portada exterior (cubierta).


2. Portada interior.
3. Prefacio.
4. Introducción.
5. Exposición General.
6. Resumen, conclusiones y/o recomendaciones.
7. Lista de fuente de información o bibliografía.
8. Anexos o Apéndices.
9. Índice de autores y títulos.
10. Índice analítico de materias.
11. Índice de tablas.
12. Índice de gráficas.
13. Índice general.

La tradición anglosajona autoriza, para los mismos trabajos, el siguiente orden:


1. Portada exterior (cubierta).
2. Portada interior.
3. Prefacio.
4. Tabla de contenido (sumario).
5. Índice de tablas.
6. Índice de gráficas.
7. Introducción.
8. Exposición general.
9. Resumen, conclusiones y/o recomendaciones.
10. Lista de fuente de información o bibliografía.
11. Anexos.
12. Índice de autores y títulos.
13. Índice de material.

Para un trabajo más breve bastan las siguientes divisiones:

1. Portada.
2. Tabla de contenido (sumario).
3. Nota introductoria.
4. Exposición general.
5. Resumen, conclusiones y/o recomendaciones.
6. Bibliografía.

Algunos autores consideran acertadamente, que en los trabajos de Tesis también se


debe incluir un índice de abreviaturas. Por tal motivo, Armando Zubizarreta señala
que “siempre que en el trabajo se hayan empleado abreviaturas corrientes para
designar determinadas revistas y colecciones y/o se emplean siglas creadas
especialmente para la elaboración del estudio, es indispensable poner un índice de
abreviaturas al comienzo, antes del prólogo y/o la introducción”. (4) Gracias a este
índice, el lector podrá enterarse rápidamente del significado de las abreviaturas que
se utilicen en el texto.

A) LA PORTADA.

En la portada es precisamente el lugar donde debe aparecer el título del trabajo.

David Romano en su obra Elementos y técnicas del trabajo científico (5) nos señala
que “hallar título adecuado para un trabajo es mucho más difícil de lo que suele
creerse. Se conseguirá mediante limaduras sucesivas, teniendo en cuenta que un
título debiera ser:

“1. Comprensivo; que resuma bien el contenido;


2. Claro; han de evitarse imprecisos y extravagantes;
3. Relativamente breve; en caso, de estricta necesidad puede añadirse un subtítulo”.

Aparte del título en la portada se encuentran otros elementos a efecto de distinguir la


obra o trabajo realizado.

Aquí es importante diferenciar entre la portada de una tesis y la de un trabajo breve.

“En los trabajos de tesis, las portadas deben incluir la siguiente información:

1. Denominación de la Universidad.
2. Título y subtítulo en su caso.
3. Mención de ser una tesis.
4. Nombre del autor.
5. Grado a que aspira el pasante.
6. Denominación de la escuela.
7. Lugar de presentación.
8. Año de presentación.

Para un trabajo más breve, la portada debe incluir:

1. Nombre del autor.


2. Grado al que pertenece.
3. Título y subtítulo en su caso.
4. Mención de ser un trabajo anual, semestre, etc.
5. Título del curso.
6. Lugar en que se presenta.
7. Nombre de la escuela.
8. Nombre de la Universidad.
9. Día, mes y año.” (6).

B) LA DEDICATORIA Y LOS EPIGRAFES.

En algunos trabajos, en virtud de cierto apoyo brindado por personas o instituciones


para la realización de los mismos, se les puede integrar antes del prefacio y/o
introducción una página para la dedicatoria; esto se debe en razón a que el autor
puede tener una personal necesidad de expresar su gratitud ofreciendo su obra a esas
personas o instituciones que le dieron su apoyo, ya sea moral o material. Se debe
advertir que la dedicatoria no puede ser muy extensa y es obligatorio que su
expresión sea sencilla y clara.

Los epígrafes son expresiones que tienen la función de destacar una determinada
frase de cualquier autor que en cierta medida puede ejemplificar o incluso resumir,
el contenido de la obra. Dichos epígrafes se pueden integrar en una página que
también de ir antes del prefacio y/o introducción. Esta forma no es estrictamente
obligatoria, ya que algunos autores prefieren colocar tales epígrafes al comienzo de
cada capítulo, en este caso la función del epígrafe es la misma, pero sólo
refiriéndose al apartado respectivo.

C) EL PREFACIO, EL PROLOGO Y LA INTRODUCCION.

Algunos autores, como Garza Mercado, opinan que sólo debe haber en la obra el
Prefacio y la Introducción; otros como David Romano, señalan que también se debe
incluir el Prólogo.

Establece David Romano que “el Prólogo es la parte preliminar, en general no


redactada por el autor, sino por una personalidad, que sirve de presentación y en la
que debería exponerse objetivamente la preparación y aptitud del autor para realizar
el trabajo de investigación y la utilidad que pueda tener el mismo”. (7).

No se debe confundir el prólogo con la introducción, ya que aquél, como señala el


citado tratadista, es redactado generalmente por una personalidad, mientras que la
introducción la hace el propio autor de la obra.

El prefacio difiere del prólogo en que también es hecho por el mismo autor y en él
se contienen todas las consideraciones de tipo personal, que éste considera
conveniente asociar a su obra pero no en cuanto a su contenido, sino más bien en
cuanto a todas aquellas consideraciones personales que tuvo el autor para realizar la
obra. Es aquí precisamente donde el prefacio se distingue de la introducción, ya
como acertadamente señala Garza Mercado “el prefacio expresa el autor y la
introducción a la materia”. (8).

Tanto el prólogo como el prefacio tienen como finalidad la presentación de la obra y


por tal razón son partes útiles, aunque no son consideradas indispensables, por lo
que pueden integrarse o no al trabajo de investigación.

La introducción si es una parte necesaria de la obra. Constituye una preparación para


llegar a comprender el contenido del trabajo de investigación. En ella se puede hacer
una descripción íntegra de los medios o fuentes que se usaron para la realización del
propósito concreto y una narración de la utilización de esos medios.

D) CUERPO DEL TRABAJO.

Como su propia denominación lo indica, el cuerpo del trabajo es precisamente el


contenido substancial de la obra; la parte principal donde se manifiesta la
investigación concreta. Es por demás decir, que sin el cuerpo del trabajo, la obra no
tendría razón de ser.

El cuerpo del trabajo puede dividirse en varias partes y esto depende del contenido
del mismo y de la forma en que se haya realizado la investigación.

Las divisiones de la obra pueden denominarse partes, apartados o capítulos y se


identifican por encabezamientos suscritos en letras mayúsculas al centro de las
páginas.

Estos encabezamientos vienen a ser exactamente los títulos con los que se denomina
cada división, par señalarlos es importante tener en cuenta lo indicado para
establecer el título de la obra en la portada; es decir, que el título del capítulo
también debe ser comprensivo, claro y preciso y el mismo debe presentar el
contenido de la división.

Es importante aconsejar que cada apartado debe llevar un número en razón de


facilitar las referencias del interior de la obra.

Como se señaló anteriormente el contenido del cuerpo del trabajo dependerá de la


naturaleza de la obra y para su elaboración se regirá de acuerdo con las reglas de
redacción que más adelante explicaremos.

E) CONCLUSIONES.

Algunos autores consideran a las conclusiones como un capítulo o apartado final del
cuerpo del trabajo. Sin embargo, otros las separan de él y las establecen como una
parte autónoma. Consideramos que esta última postura es la más correcta, ya que al
igual que la introducción es una parte independiente del cuerpo del trabajo.

En las conclusiones se viene a plantear la solución del problema investigado de


manera objetiva y veraz, señalando quizá asuntos pendientes derivados del trabajo,
que serán entonces analizados en futuras investigaciones.

Hablando en términos metodológicos, podemos decir que en la introducción se


plantea el problema, en el cuerpo del trabajo se analiza y en las conclusiones se
soluciona o intenta solucionar.

Las conclusiones son una parte esencial de la obra, ya que es lógico que sin solución
el análisis o investigación del problema sería incierto e impreciso.

Podría llegarse a concluir en la investigación hecha, que el problema planteado no


tiene solución inmediata, sin embargo se puede proponer una solución futura. Es
importante señalar que hasta establecer que el problema no tiene solución podría
considerarse como una conclusión del asunto investigado.

F) APÉNDICES.

“Al hablar de apéndices me refiero a todos aquellos materiales (generalmente de


primera mano) que pueden corroborar, ilustrar o completar una obra o parte de ella”.
(9).

García Laguardia en su Guía de Técnicas de Investigación dice que “en los libros de
derecho es de gran utilidad un apéndice de sentencias de los tribunales o estadísticas
ilustrativas”. (10).

Dependiendo de la investigación de que se trate, los apéndices se pueden integrar al


trabajo y serán de gran utilidad para completar lo investigado.

G) EL APARATO DOCUMENTAL.

1. Las notas a pie de página.

En razón a la gran importancia que tienen las notas en un trabajo de investigación


científica, es por ello que se debe tratar su estudio en un apartado especial.

Por lo general dos son los más importantes tipos de notas:

a) Las notas de contenido: consistentes en descargar el texto de cosas incidentales


referentes al fondo del asunto.

b) Las notas de fuentes de información o bibliográficas: señalan el origen y validez


del conocimiento documental expresado.

1.1. Presentación de las notas.

Son tres los modelos que se pueden seguir para la presentación de las notas:

a) Al pie de las páginas; se separan del texto de cada página.


b) Al final de cada capítulo de la tesis o al final del escrito en trabajos breves.
c) Al final del párrafo respectivo a que se refiere, separándolo por medio de dos
líneas(superior e inferior).

Generalmente las notas bibliográficas se identifican con números arábigos. Las


notas de contenido pueden también llevar números arábigos, aunque algunos
investigadores prefieren utilizar asteriscos.
1.2. Formas.

Las notas de contenido gozan de una mayor libertad en cuanto a su forma, ya que
depende del sentido en que el investigador redacte tanto el fondo como el incidente a
que se refiere la misma. Lo que se puede señalar acerca de éstas, es que deben ser
breves, uniformes, precisas y claras.

Las notas bibliográficas presentan mayor dificultad y difieren de acuerdo a la fuente


que se pretende evocar.

Los modelos más claros y precisos de este tipo de notas los establece Garza
Mercado en su obra Manual de Técnicas de investigación (11) y que son los
siguientes:

I. Libros y Folletos:

1. Nombre o denominación del autor.


2. Título y subtítulo.
3. Nombre del editor, traductor, compilador, etc.
4. Número del volumen, si se desea citar uno solo que pertenece a un juego de dos
o más.
5. Número de volúmenes con que cuenta la obra.
6. Número de la edición.
7. Título de la serie.
8. Lugar de publicación.
9. Nombre o denominación del editor/impresor.
10. Fecha de publicación.
11. Número de la página.

García Laguardia establece un modelo más sencillo para las notas bibliográficas de
libros y folletos.

“a. Libros y folletos, nombre del autor en forma corriente, título del libro o folleto
subrayado; entre paréntesis, los datos de número de edición, punto y coma, ciudad,
dos puntos, editorial, coma, y el año; ya fuera del paréntesis va el volumen con
números romanos y la página o páginas de la cita”. (12).

II. Artículos: la nota del artículo que aparece en una revista debe incluir los
siguientes elementos:

1. Nombre del autor.


2. Título y subtítulo del artículo, entre comillas.
3. Título y subtítulo de la revista, subrayado.
4. Número romano del volumen (año, tomo, etc.).
5. Número arábigo del fascículo.
6. Fecha.
7. Número de la página o las páginas.

III) Otras Clases de Notas.

En investigaciones documentales, las fuentes no son estrictamente libros o folletos y


artículos de revistas; pueden variar y ser otro tipo de documentos.

Garza Mercado intenta alcanzar la totalidad de los documentos en los que puede
extraer el investigador la información necesitada, al señalar las siguientes clases de
notas:

1. La nota de publicaciones oficiales de carácter nacional, estatal o local, se inicia


con el nombre del lugar de la jurisdicción que cubre la autoridad responsable.

2. La nota de documentos internacionales se inicia con la denominación de los


órganos responsables.

3. Si el órgano que la publica no es responsable intelectual de su contenido, sino un


autor individual, la nota se iniciará con su nombre.

4. La nota de los textos jurídicos de aplicación nacional, estatal o local, se inicia


con el nombre del territorio en que se aplican, más la referencia al tipo de normas
a que se trata (constitución o leyes y estatutos secundarios).

5. La nota de los tratados y las convenciones bilaterales se inicia con el nombre del
país que interesa más desde el punto de vista del investigador.

6. Los tratados de paz, aunque sean bilaterales o trilaterales, y los tratados


multilaterales, se registran con una especie de título uniforme, por el que se les
conoce más frecuentemente.

7. Cuando los tratados y las Convenciones sean producto de una conferencia que
tenga nombre propio, debemos iniciar con éste la nota relativa.

8. Las recopilaciones de constituciones aplicables a jurisdicciones distintas y las


colecciones de tratados multilaterales, se registran por el nombre del compilador
o editor.
9. Las obras en que predominan la labor de interpretación o crítica, sobre la letra de
los textos jurídicos, se registran pro el nombre del autor”. (13).

1.3. Abreviaturas.

Después de haber citado una vez una fuente, ya no se acostumbra poner toda la cita,
sino abreviada según el caso. Algunas de las fórmulas para abreviar son las
siguientes:

"a) “Ibidem, significa en el mismo lugar; se abrevia Ibid, que utiliza cuando se hacen
citas seguidas de la misma fuente pero de diferente página.

"b) “Op. Cit., del latín Opere citado; en la obra citada se usa para la fuente ya citada,
pero no inmediatamente y siempre que se haya citada una obra del mismo autor,

"c) “Loc. Cit. Del latín Locus citato: en el lugar citado. Se emplea para referirse a
una cita inmediatamente anterior que se refiere a la misma página”. (14).

2. Bibliografía.

La bibliografía aparece en una sección aparte, después de las Conclusiones, de los


apéndices y de la sección final de notas, si la hubiere, bajo el título de
“Bibliografía”. Es una lista de obras consultadas por el autor, que justifican su
preparación en el área; éste es precisamente el objeto de esta lista, además de indicar
las fuentes a que pueden recurrir los lectores que desean asegurarse de la fidelidad
de las citas o ampliar sus conocimientos sobre el tema de estudio.

La bibliografía puede ordenarse alfabéticamente, cuando las fuentes son


homogéneas y no muy numerosas. Cuando éstas son heterogéneas o numerosas se
deben clasificar por temas.

Las fuentes de información en la bibliografía son presentadas en forma distinta a las


notas de pie de página.

Cada unidad debe contener el nombre del autor, empezando por el apellido paterno,
después de una coma, el título de la obra debidamente subrayado, detrás del cual se
coloca un punto; a continuación se consigna la edición del libro. Después de punto,
se ofrece el lugar de la edición, la editorial y el año de la edición, separados por
comas. Después de un punto el número de páginas. (15).

Es importante también señalar las clases o tipos de Bibliografía y para esto nos
remitimos a lo establecido por García Laguardia y Luján Muñoz. (16).
a. Anotada: además de los datos de identificación de las fuentes documentales se
incluye un comentario sobre su contenido.

b. Escogida: sólo se incluyen las obras consideradas básicas para el estudio del
tema.

c. Citadora: se incluyen únicamente las utilizadas por el autor del trabajo.

d. Citadas y otras fuentes utilizadas: Se incluye toda la información que autor tuvo,
haya sido o no utilizada.

H) REDACCIÓN.

Javier Lesso de la Vega dice que “la belleza de nuestra lengua obliga al escritor a
estudiarla para utilizar sus infinitos recursos y huir de la monotonía y pobreza de
vocabulario y del desaliño con que en muchas ocasiones por manifiesta desidia se
presente. El escritor necesita trabajar”. (17).

Lo anterior nos pone de manifiesto la importancia de que todo investigador debe


tener un conocimiento claro y total de la lengua por lo que si la ignora o tiene un
conocimiento escaso de ella debe entonces, antes de plasmar su investigación de
avenirse todos los medios necesarios a fin de completar su saber lingüístico.

En razón a lo señalado el escritor debe tener pues, un amplio conocimiento de la


gramática. Es ésta precisamente la que le dará al escritor los elementos necesarios
para hacer sus trabajos; en ella encontrará las palabras acordes con su labor para
darle vida y claridad a su obra. “Como regla general, hay que huir de las asonancias,
de las cocofonías, del exceso de las terminaciones de on y de los queímos en que
incurre con facilidad; del empleo abusivo de verbos como hacer, ser, tener, de los
ahí, aquí, este, etc., evítese cuidadosamente también las repeticiones de vocablos,
acudiendo a los sinónimos, y utilícense los diccionarios consagrados a este fin, que
tan eficazmente lo facilitan”. (18).

Por tal razón, el investigador antes de comenzar a redactar su labor realizada debe
tener a la mano textos de lingüística, gramática y ortografía, así como diccionarios
de lengua española.

En este sentido, por lo tanto, se puede llegar a hablar del estilo, en virtud de que éste
depende precisamente de la observancia de reglas lógicas, preceptos gramaticales y
normas de composición.
1. El estilo.

David Romano en sus “Elementos y Técnicas del trabajo científico” (19) establece
que el estilo de una obra científica ha de reunir tres condiciones; debe ser:

a) Claro, por lo cual se procurará elegir las palabras adecuadas, evitando las poco
usuales e imprecisas.

b) Sencillo, sustituyendo frases largas y complicadas.

c) Preciso y exacto, intentando evitar ambigüedades y repetición de ideas.

Con esto queremos precisar que debe cultivarse el estilo sin ser retórico, ya que la
ciencia es de frase corta y de vocablo preciso.

2. La Técnica.

Una técnica adecuada para la redacción nos la proporciona Lasso de la Vega: “1°.
Los borradores deben escribirse a lápiz, ya que éste permite borrar lo escrito y
sustituir con facilidad los vocablos y aun las frases, sin trocar el escrito, a fuerza de
tachones e interlineados, en jeroglífico indescifrable. 2º. Debe escribirse sobre
cuartillas de los tamaños normalizados, por una sola cara, y dejar entre los
renglones, por lo menos las dimensiones de otro renglón como espacio para
añadiduras y enmiendas. 3º. Debe sangrarse marginalmente la cuartilla al objeto de
dejar espacio bastante para añadir a posterioridad cualquier nota marginal que fuera
menester. 4º. Cuando fuera necesario intercalar párrafos largos, deberá cortarse la
cuartilla donde se dé con las tijeras, escribir sobre otra u otras cuartillas y pegar con
goma la añadidura correspondiente en el lugar que proceda”. (20).

Es importante, por tanto, hacer una primera redacción que suele materializarse a
mano y a lápiz. El cuerpo del trabajo se irá integrando de acuerdo al orden de lo
investigado tendiendo a ser objetivo. Las conclusiones y la introducción siempre se
redactan hasta terminar de integrar el cuerpo del trabajo.

Una vez escrita la primera redacción, se procede a repasarla y a corregirla y a


continuación se copia a máquina.

Las sucesivas redacciones parten siempre de la hecha a máquina, que es preciso


corregir e incluso, muchas veces, modificar total o parcialmente, atendiendo a
arreglar el estilo y pulir el contenido.

En cuanto se crea que se ha logrado una redacción satisfactoria se puede someter el


trabajo a la apreciación de otras personas, ya que su opinión puede ser muy
importante para dejar el trabajo tal y como está o modificarlo. Esa revisión puede
hacerla hasta una persona que no sea entendida en el tema, puesto que se trata de
decir si entiende el texto redactado y si está expresado de manera clara, precisa y
correcta, en algunos casos, donde la opinión de legos, pudiera resultar útil

CONCLUSIÓN.

El Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Guanajuato debe


acordar criterios básicos de congruencia y unidad en materia de aspectos formales de
la comunicación de resultados que realizan sus investigadores, y coetáneamente
difundirlos en la comunidad de alumnos de la Facultad de Derecho, con el propósito
didáctico.
NOTAS

1. Ario Garza Mercado. Manual de Técnicas de Investigación para estudiantes de


Ciencias Sociales.

2. David Romano. Elementos y técnicas del trabajo científico. (4ª. Edición;


Barcelona: Ed. Teide, 1979) p. 111.

3. Op. Cit., p. 121 y 122, supra nota 1.

4. Armando G. Zubizarreta. La Aventura del Trabajo Intelectual. (México; 1977) p.


161.

5. Op. Cit., supra nota 2., p. 112.

6. Garza Emrcado. Op. Cit., supra nota 1., p. 122.

7. Op. Cit., supra nota 2, p. 112 y 113.

8. Op. Cit., supra nota 1. P. 123.

9. David Romano. Op. Cit., supra nota 2, p. 115.

10. Jorge García Laguardia, Guía de Técnicas de Investigación. (15ª. Edición;


México: Publicaciones Cruz, 1989) p. 46.

11. Op. Cit., , supra nota 1 pp. 131, 132 y 136.

12. Op. Cit., supra nota 10., p. 87.

13. Op. Cit., , supra nota 1., pp. 137, 138, 139 y 140.

14. Jorge García Laguardia, Op. Cit., supara nota 10., pp. 88 y 89.

15. Armando Zubizarreta G. Op. Cit., supra nota 4., p. 163.

16. Op. Cit., supra nota 10. P. 100.


17. Javier Lasso de la Vega. El Trabajo Intelectual, Normas, Técnicas y Ejercicios
de Documentación. (Madrid: 1975) p. 288.

18. Ibid., p. 290.

19. Op. Cit., supra nota 2., p. 136.

20. Op. Cit., supra nota 17., p. 297


LA ETICA Y LA INVESTIGACIÓN DEL DERECHO

Néstor Raúl Luna Hernández *

He querido participar en este primer Seminario de Metodología de la Investigación


Jurídica, que organiza nuestro Departamento de Investigaciones Jurídicas, con un
comentario sobre la moralidad en la investigación del Derecho, desde nuestro muy
particular punto de vista, es de capital importancia considerar los aspectos morales
en la labor de investigación y es de tal trascendencia que todo investigador debe
tomar en cuenta en el desarrollo de su actividad de investigación y por la valoración
que tiene su desempeño en la novación del conocimiento científico, en el que
participa como sujeto activo del mismo.

Es claro que cada fenómeno jurídico investigado, posee cierta significación po4r la
descripción de la realidad jurídica que hace el investigador, lo fundamental no es tan
solo la reproducción del objeto o su representación materia de estudio, sino también
la fundamentación y justificación de las acciones del sujeto, por que ese sujeto es al
mismo tiempo portador del conocimiento, por ello el investigador aparece como
principio dinámico de la actividad investigatoria.

La esfera de su actividad se manifiesta en que sirve no sólo para conocer las


esencias y leyes de los fenómenos jurídicos, sino también para la afirmación de
determinado ideal, que representa la expresión concreta de los intereses sociales
básicos de los sujetos.

El aspecto valorativo de la investigatoria del sujeto, es predominantemente un


conjunto de formas de conducta y que figuran entre ellas las reglamentadas pro al
ética o moral. Y como lo afirma el maestro Eugenio Trueba Olivares “La práctica
del Derecho, cualquiera que sea el campo en que se actúe, no es algo que escape al
juicio ético. Por el contrario, dada su finalidad, el profesionista del derecho se haya
sujeto a una rigurosa imperatividad”. (1)

La moral como fenómeno social es engendrada por la necesidad de concordar la


conducta de cada individuo con los intereses de los demás y de la sociedad en su
conjunto, por eso dice Ismael Diego Pérez que “La moral es la primera condición de
la sociabilidad humana. La norma moral establece las razones o leyes naturales por
las que el hombre puede vivir en una comunidad”. (2)

El jurista como investigador es relativamente libre en sus acciones y actos, la ética le


condiciona causal y objetivamente, en algunos casos como una orientación y en
*
Miembro del Departamento de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Guanajuato.
otros como límite para sus acciones. Dentro de esos límites el investigador puede
elegir tanto los fines como los medios para realizarla, al concretar su investigación
se hace responsable por su elección y por las consecuencias de la misma.

Pero al mismo tiempo necesita de la aprobación del grupo o de la sociedad, así como
ésta última necesita asegurar su capacidad de obrar como sujeto social del control
del orden, a costa de la subordinación del investigador a ciertas normas generales de
la ética, porque “Toda norma aceptada y cumplida está regulada por el valor que el
hombre da a las cosas” nos dice Ismael Diego Pérez. (3)

En medio de una especialización del trabajo, cada vez más profundo adquiere
particular importancia las normas de la ética o moral. La ética profesional estudia el
régimen y contenido de las normas que regulan las relaciones de los especialistas o
profesionales y en este caso la de los investigadores del derecho y los objetos de su
trabajo y esclarece cuál es el nexo entre estas normas y los principios morales.

En las principales esferas de la actividad social, la regulación moral se manifiesta de


distintas maneras. Existen diversos sectores como la familia, la escuela, el
laboratorio o el centro de trajo o el social.

Por regla general dentro de la moral social, podemos enclavar o subdividirla en


especies como la laboral o profesional o científica y en ésta la labor de
investigación del derecho.

La moral en el ámbito de la labor de la investigación del derecho, esta impuesta por


las prácticas, que le confiere un carácter estable y una significación específica al ser
incorporada o reglamentada por el orden jurídico. Sobre todo en que se utilizan los
elementos del saber adquirido y en el proceso de preparación, formulación y
presentación de nuevos conocimientos que reflejan la forma concreta de la actividad
investigatoria, como un conjunto de normas, principios y valores que surgen como
obligaciones específicas del investigador.

En la actividad investigatoria se forman determinadas relaciones morales


obligatorias, derivadas de ellas mismas, en éstas están incluidas las del propio
trabajo de investigación y también aquellas que surgen en el ámbito en que se
contactan los intereses profesionales del grupo o de la sociedad, por ello, todo este
conjunto de relaciones y obligaciones les podemos llamar moral investigatoria o
científica.

La moral investigatoria o científica regula la conducta que deben observar los


miembros de los cuerpos o centros de investigación desde el ángulo de garantizar los
intereses del grupo específico. La necesidad de defender esos intereses hace surgir
una serie de normas de al conducta que deben observar los investigadores y que
complementan o conforman en su conjunto el código moral de la investigación
científica.

Debemos destacar que las prescripciones y valoraciones morales de la actividad de


investigación jurídica, no difieren en mucho de las peculiaridades de otros tipos de
trabajo científico. Al investigador se el imponen las exigencias de honestidad en la
investigación, en la valoración de las fuentes y en la crítica de las mismas, así como
las del cumplimiento de su deber de investigar y proporcionar nuevos conocimientos
sobre los fenómenos jurídicos y de igual forma de observar los preceptos
establecidos en los centros o institutos de investigación y a defender el honor y la
dignidad de la actividad de investigación.

Naturalmente los modos de hacer realidad los preceptos o prescripciones morales en


la labor de investigación depende en mucho de su precisión en forma cierta y
objetiva del derecho para su control social y como acertadamente manifiesta el
maestro Trueba Olivares “La legislación sobre materias nuevas es cautelosa y se
procura emitir de acuerdo con una determinada finalidad axiológica. Las leyes no se
hayan al servicio incondicional de los hechos ni de las novedades se constatan en
preceptos los acontecimientos para simplemente aprobarlos, indiscriminadamente,
sería renunciar a aquella finalidad. El Derecho positivo es normativo y no
certificativo.

Autoriza, reprime y orienta para que en la sociedad se den las conductas adecuadas a
su buen desarrollo, en cumplimiento de una teleología que nunca abandona”. (4).

Por ello, la función de la moral científica, no consiste solamente en crear un


conjunto de normas, sino crear la capacidad necesaria para una orientación moral en
la actividad de investigación del derecho, sobre las bases de una noción acerca de
sus fines y valores social y científico.

Las normas de la ética científica o profesional están fundadas o refrendadas por el


orden jurídico, en su leyes o reglamentos expedidos por el Estado o por las
instituciones de educación.

Las prescripciones jurídicas y morales determinan que en la fundamentación


científica del trabajo de investigación, deben de respetarse los juicios y valoraciones
conclusiones y descubrimientos científicos, realizados por los demás miembros de la
comunidad científica, en cuanto se utilicen como apoyos o fundamentos para nuevos
conocimientos o descubrimientos. En al descripción del objeto o fenómeno jurídico
investigado, debe ser lo más objetivo posible su descripción, no describir relaciones
o leyes que no se deriven directamente de los objetos estudiados, en fin no afirmar lo
que no se haya demostrado y comprobado fehacientemente en la labore de
investigación. La honestidad debe ser el valor supremo en la labor de investigación
del derecho como fin de ella y de él.

Por lo tanto y para concluir podemos decir que el investigador del derecho, no
solamente debe de apegarse a las reglas de la metodología, sino también a las reglas
de la moral.

NOTAS

1. Ética Profesional, edición del Departamento de Investigaciones Jurídicas de


la Universidad de Guanajuato, 1986, p. 72.

2. El Mundo de la Ética, editorial F. Trillas, S. A., México 1965, p. 83.

3. Obra citada, p. 98.

4. En el artículo entregado para su publicación al Departamento de


Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Guanajuato intitulado de
Biología Médica avanzada ante el Derecho Positivo, p. 1, 1989.

*******
S E G U N D A S E C C I O N
PROTECCIÓN PROCESAL CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS
HUMANOS EN LA REPÚBLICA DE MÉXICO. *

Gonzalo M. Armienta Calderón.**

El cambio es el signo de la época presente. Las profundas transformaciones sociales,


económicas y políticas que observamos en todos los países del orbe y,
fundamentalmente, en aquellos pertenecientes al modelo socialista, nos obligan a
reflexionar y a hacer una revisión de los valore jurídicos, de su contenido, de las
estructuras, sistemas y técnicas ideadas por el hombre para garantizar su eficacia.

Es en el terreno de la doctrina procesal donde nos interesa determinar cuales son, en


Latinoamérica, las garantías de los derechos humanos y, consecuentemente, si las
normas procesales vigentes responden a los imperativos de la vida jurídica
contemporánea.

La crisis de los valores jurídicos nos impone el deber de buscar otros derroteros,
adecuando, bajo una nueva perspectiva, a la norma procesal, como único
instrumento idóneo, en todo Estado que se precie de ser democrático, para tutelar los
derechos fundamentales del hombre (individuales y sociales), en el contexto de la
realidad actual.

Cuando el orden jurídico se altera corresponde al Estado, a través del proceso,


normalizar su continuidad y equilibrar las situaciones jurídicas preexistentes,
proyectar el derecho hacia el futuro, al generarse, en la sentencia constitutiva,
nuevos derechos y obligaciones, y llevar certeza y seguridad jurídica al justiciable,
con lo cual se preserva y vigoriza la vida institucional.

Dentro de este marco es oportuno destacar la importancia de la interpretación


progresiva, de la jurisprudencia, de la apelación extraordinaria en el Derecho
Español, del Contencioso Administrativo de simple anulación, de rancia prosapia
francesa, y de la casación en interés de la ley, también de origen galo; instituciones
todas éstas, que inciden en la vigencia y en la aplicación de los ordenamientos
legales al propiciar su adecuación a una realidad trascendente al entorno cultural,
económico y político que las acompañó en su gestación y nacimiento.

*
Ponencia presentada en las XII Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal. Comunicación sobre el tema
“Protección Procesal de los Derechos Humanos en el Área Iberoamericana”, Celebrada en Mérida, Badajoz,
España, en mayo de 1990.
**
Presidente Del Instituto Mexicano de Derecho Procesal, A. C.
El proceso es, por esencia –y en esta afirmación nos acompaña el distinguido jurista
argentino Adolfo Gelsi Bidart- “Un Instrumento Jurídico apto para el cambio”. (1)

Al proceso, como expresión dialéctica de equilibrio y de tutela de los derechos que


consagra la norma sustantiva, lo conceptualiza en plenitud el pensamiento del genial
jusfilósofo germano Rudolph Von Ihering, en tanto que guía a la humanidad,
demoliendo las murallas del absolutismo, de la arbitrariedad y del imperio del fuerte
sobre el débil, por los senderos de la armonía y la solidaridad. Es, en suma, el más
noble instrumento creado por el hombre en su incansable lucha por el derecho.

La protección procesal de los derechos humanos en Iberoamérica está consagrada,


con toda amplitud, en los artículos 8° y 9°. De la Convención Americana de los
Derechos Humanos, conocida también como Pacto de San José, por haber sido
celebrada en la Ciudad del mismo nombre de la República Centroamericana de
Costa Rica. A este tratado internacional nos referimos en páginas subsecuentes.

En él se sigue el camino inicialmente trazado en la Declaración de los Derechos del


Hombre y del Ciudadano de 1789, la cual inspiró, con el vigor ecuménico de sus
principios, la independencia de la mayor parte de los países de Latinoamérica.
México acogió la doctrina liberal de la Revolución Francesa, en la constitución de
Apatzingán de 1814, cuya fuente ideológica inmediata encontramos en los
principios que como “Sentimientos de la nación”, legara al pueblo de México el
genio visionario del ilustre patricio José María Morelos y Pavón.

El artículo 37 de este ordenamiento constitucional otorga a los ciudadanos el


derecho fundamental de petición, la libertad de reclamar sus derechos ante los
funcionarios de la autoridad pública. Y precisamente, entre los derechos reconocidos
por la norma fundamental en comentario, encontramos el de propiedad, seguridad,
libertad e igualdad. Su protección procesal se atribuye a un órgano jurisdiccional
denominado Supremo Tribunal, el cual funcionó con toda regularidad. Al respecto
Miguel González Avelar, destaco constitucionalista mexicano, señala:

Hallazgos recientes demuestran que el Supremo Tribunal establecido por la


constitución funcionó regularmente y se ocupó de toda clase de asuntos. Los textos,
fechados en 1815, son promociones de particulares y acuerdos recaídos sobre ellos
dictados por los más altos jueces de la independencia; por su forma y contenido es
claro que los litigantes sabían que ocurrían a un tribunal no sólo bien constituido
sino capaz de hacer verdadera justicia. (2)

La primera sistematización técnico-jurídica de los derechos del hombre en nuestro


país, la encontramos en la Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos de
1857, la cual contiene en su capítulo I el Catálogo de los Derechos del hombre.
Domina en ella el espíritu democrático liberal del más puro origen francés, que
trasciende a la vigente Constitución Mexicana, conocida con el nombre de
“Constitución de Querétaro”, (3) al integrar su parte dogmática.

Bajo el rubro de garantías individuales se comprende una nueva especie de derechos


fundamentales del hombre, aquellos de naturaleza social que han recibido del
eminente jurista argentino Jorge Reynaldo Vanossi, la denominación de Derechos
con nombre y apellido. (4)

Esta especie de derechos se consagró en el mundo de Occidente por el Constituyente


mexicano de 1917, dos años antes de la promulgación de la constitución de Weimar.
Y al otorgar a obreros y campesinos la protección procesal a través del juicio de
amparo, tendió sobre ellos su manto protector el derecho-garantía de debido proceso
legal.

Respecto de ellos podemos señalar que son producto de la transformación, hoy en


día acelerada, de la vida comunitaria y de los avances tecnológicos y científicos que
han dinamizado a los grupos políticos, étnicos y sociales, generando nuevas
necesidades económicas, políticas y culturales, y sinergizando tendencias y
exigencias, para romper así con el baluarte del lideralismo simbolizado en el
conocido apotegma: “Todos los hombres son iguales”. El hombre, como miembro
fungible de grupos con apremiantes necesidades colectivas (campesinos, obreros,
burócratas, consumidores, etc), exige la creación de medios de protección tutelares
de estos sectores de la población carentes de satisfactores culturales y económicos,
para restablecer el equilibrio social frente a quienes gozan de una situación más
ventajosa, por estar ubicados en estratos privilegiados.

Pero no basta con la simple y sencilla consagración de estos derechos en la ley


primaria, es necesario establecer sistemas de control constitucional (garantías de la
constitución) que aseguren su goce y ejercicio, medios de control jurisdiccional
tutelares de la integridad jurídica del particular frente a las agresiones de otros
particulares o del mismo Estado. Es aquí donde se presentan en escena, en el
panorama Jurídico mexicano, dos instituciones procesales de singular importancia:
el juicio de amparo y el contencioso administrativo, a los cuales dedicaré la parte
fundamental de esta monografía.

Antes de entrar en materia veamos cual ha sido la actitud de nuestro país en el


ámbito internacional.

El 9 de enero de 1981, México se suma al Pacto Internacional de Derechos Civiles y


Políticos, adoptado y abierto a firma, ratificación y adhesión en la ciudad de Nueva
York, E.U.A., el día 19 de diciembre de 1966. (5)
En esta convención internacional, los Estados partes se comprometieron a promover
el ejercicio del derecho de libre determinación, a garantizar y respetar, dentro de su
territorio, a todos los individuos que estuviesen sujetos a su jurisdicción, en el
disfrute de las libertades civiles y políticas, sin distinción alguna de raza, color,
sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquiera otra posición social; asimismo, en el
artículo 2° se obligaron a aportar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales
y a las normas estatutarias del Pacto, las medidas oportunas para dictar las
disposiciones legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer
efectivos los derechos fundamentales del hombre reconocidos en el mismo
documento.

En el compromiso asumido en el artículo 2° punto 1), se establece la garantía


jurisdiccional de defensa ante autoridad competente, de los derechos o libertades
reconocidos por las partes, “aun cuando tal violación hubiera sido cometida por
personas que actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales” (inciso “A” del punto
3). Y a continuación, en el inciso “B”, se consigna la obligación de las autoridades
competentes, judiciales, administrativas o legislativas, “o cualquiera otra autoridad
competente prevista por el sistema legal del Estado”, de decidir sobre los derechos
de quienes interpongan “Tal recurso”, Así como a desarrollar las posibilidades del
recurso judicial. El compromiso adoptado por los Estados que suscribieron el Pacto
se extiende al cumplimiento de las decisiones estimatorias del recurso, por lo que los
redactores de este valioso documento internacional tuvieron presente que sentencia
que no se cumple es justicia que no se imparte.

Las garantías de libertad, de seguridad personal y las de carácter esencialmente


procesal en materia penal se custodian en los artículos 9, 10 y 11del Pacto. Entre las
de carácter procesal destacan las de debido proceso legal, defensa, audiencia,
prontitud y expeditez. (6) el 15 de abril de 1981, México se adhirió al Pacto de San
José de Costa Rica de 22 de noviembre de 1969. (7) En este ordenamiento
normativo internacional se consigna ampliamente la protección de los derechos
fundamentales del hombre, conforme al texto del artículo 25, que bajo el epígrafe de
protección judicial, adopta el principio de debido proceso legal. Este precepto, a
partir de su publicación, forma parte de la Constitución de la República Mexicana,
siendo pertinente apuntar que dicha garantía procesal tiene una vigorosa tradición en
las normas primarias que históricamente han regido la vida democrática de nuestro
país. Actualmente la contemplan los artículos 5°. 13, 14, 16, 17, 19, 20, 21 y 23 de
nuestro ordenamiento constitucional. (8)

El artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, textualmente


estatuye:

ARTICULO 25. PROTECCIÓN JUDICIAL.


1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que las ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución, la ley
o la presente convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que
actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.

2. LOS ESTADOS PARTES SE COMPROMETEN.

A) Garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del


Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal
recurso;

B) A desarrollar la posibilidad de recurso judicial; y,

C) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda


decisión en que se haya estimado procedente el recurso.

Ahora bien, si vamos a habar de la protección procesal de los derechos humanos,


forzosamente tenemos que hacer hincapié en la acción como derecho a la tutela
jurisdiccional ante aquellos órganos del Estado, cuya función radica en ser
contralores de la constitucionalidad de las leyes y de los actos de autoridad.

Los derechos fundamentales no dejarán de ser una suprema aspiración del hombre,
mandamientos eminentes de nuestra norma normarum, si no se dota al particular del
derecho de exigir su respeto y obtener la restitución de las cosas al estado que
guardaban antes de su violación: asimismo, para el eficaz ejercicio de este derecho
deberá existir un órgano estadual competente, el cual conocerá de la pretensión
procesal y restaurará el derecho en el caso particular, al emitir la sentencia de
mérito.

Todo ello implica, como se ha visto, la tramitación de un juicio, de un proceso, al


cual habrán de allegarse aquellos elementos de convicción, los razonamientos
jurídicos pertinentes, que llevarán al órgano jurisdiccional a sentenciar el caso
secundum allegata et probata.

En México existen, como ya lo apuntamos con antelación, dos vías, dos medios de
control jurisdiccional de los actos de autoridad, mediante los cuales se protegen los
derechos fundamentales del hombre: uno es el juicio constitucional de garantías, que
lleva el nombre de juicio de amparo; y el otro el contencioso administrativo al estilo
continental europeo. Me ocuparé de manera panorámica y por su orden, de cada uno
de ellos.
Haremos, antes de entrar al estudio de estas dos instituciones procesales, un breve
paréntesis histórico. Nos referiremos al primer impulso democrático que surgió en
nuestro país para tutelar los derechos fundamentales de naturaleza procesal y
garantizar así la imparcialidad y justicia de las sentencias emitidas por los órganos
del Poder Judicial.

EL OMBUDSMAN MEXICANO

La institución del ombudsman, como órgano encargado de la defensa procesal de los


derechos humanos, aparece en México por vez primera en la Ley de Procuradurías
de Pobres, promulgada en la entidad federativa de San Luis Potosí el 10 de marzo de
1847.

El texto de sus artículos 2°, 3°, 6° y 8°, es muy ilustrativo al respecto:

Artículo 2°.

Será de su obligación ocuparse exclusivamente de la defensa de las personas


desvalidas, denunciando ante las autoridades respectivas, y pidiendo pronta e
inmediata reparación sobre cualquiera exceso, agravio, vejación, maltratamiento o
tropelía que contra aquéllas se cometieren, ya en el orden judicial, ya en el político o
militar del Estado, bien tenga su origen de parte de alguna autoridad, o bien de
cualquiera otro funcionario o agente público.

Artículo 3°.

Los procuradores de pobres podrán quejarse de palabra o por escrito, según lo exija
la naturaleza de la reparación, y las autoridades estarán obligadas a darles audiencia
en todo caso.

Artículo 6°.

Recibida la queja en uno u otro acaso, las autoridades respectivas procederán sin
demora a averiguar el hecho, decretar la reparación de la injuria, y aplicar el castigo
legal cuando sea justo, o a decidir la inculpabilidad de la autoridad, funcionario o
agente público de quien se interpuso la queja. En c aso de que el hecho merezca
pena de gravedad, pondrán al culpable a disposición de su Juez competente para que
lo juzgue, y los Procuradores de pobres agitarán el más breve término del juicio.

Artículo 8°.

Los Procuradores de pobres, alternándose por semanas, visitarán los Juzgados,


oficios públicos, cárceles y demás lugares donde por algún motivo pueda estar
interesada la suerte de los pobres y de oficio formularán las quejas que correspondan
sobre cuantos abusos llegaren a su noticia. (9)

LEY DE PROCURADURÍAS DE POBRES

DECRETO NUM. 18

El Gobernador del Estado, a sus habitantes, sabed:

Que el H. Congreso Constitucional ha expedido el decreto que sigue:

El Congreso del Estado, se ha servido decretar los siguiente:

Artículo 1°

Habrá en el Estado tres Procuradores de pobres, nombrados por el Gobierno, y


dotados con el sueldo anual de mil doscientos pesos cada uno.

Artículo 2°.

Será de su obligación ocuparse exclusivamente de la defensa de las personas


desvalidas, denunciando ante las autoridades respectivas, y pidiendo pronta e
inmediata reparación sobre cualquiera exceso, agravio, vejación, maltratamiento o
tropelía que contra aquellas se cometieren, ya en el orden judicial, ya en el político o
militar del Estado, bien tenga su origen de parte de alguna autoridad, o bien de
cualquiera otra funcionario o agente público.

Artículo 3°.

Los Procuradores de pobres podrán quejarse de palabra o por escrito, según lo exija
la naturaleza de la reparación, y las autoridades estarán obligadas a darles audiencia
en todo caso.

Artículo 4°.

Para que las quejas verbales será bastante que se presenten los Procuradores
acompañados del cliente ofendido ante el Secretario, escribano público o curial del
Tribunal o autoridad que debe conocer del agravio, manifestando sencilla y
veridicamente el hecho que motiva la queja, y los datos que lo comprueben, si los
hubiere. El funcionario a quien se presenten, extenderá una acta breve y clara, la
cual se firmará por el Procurador y el cliente si supiere, para dar cuenta de
preferencia y en primera oportunidad.
Artículo 5°.

Cuando las quejas hayan de hacerse por escrito, serán directas, redactadas en estilo
conciso y respetuoso, excusando alegatos, no conteniendo más que la relación
necesaria de lo acontecido, y en papel común, sin otro distintivo que la firma del
Secretario de Gobierno.

Artículo 6°.

Recibida la queja en uno u otro caso, las autoridades respectivas procederán sin
demora a averiguar el hecho, decretar la reparación de la injuria, y aplicar el castigo
legal cuando sea justo, o a decidir la inculpabilidad de la autoridad, funcionario o
agente público de quien se interpuso la queja. En caso de que el hecho merezca pena
de gravedad, pondrán al culpable a disposición de su Juez competente para que lo
juzgue, y los Procuradores de pobres agitarán el más breve término del juicio.

Artículo 7°.

Los Procuradores de pobres tendrán a su disposición la Imprenta del Estado, con el


objeto de poner en conocimiento del público, siempre que entendieren que nos e les
ha hecho justicia, la conducta y procedimientos de las autoridades ante quienes se
quejaron. El gasto de papel en estos casos, y en los de que habla el art. 5°, será con
cargo a las rentas del Estado.

Artículo 8°.

Los Procuradores de pobres, alternándose por semanas, visitarán los Juzgados,


oficios públicos, cárceles y demás lugares donde por algún motivo pueda estar
interesada la suerte de los pobres, y de oficio formularán las quejas que
correspondan sobre cuantos abusos llegaren a su noticia.

Artículo 9°.

Los Procuradores al cumplir con lo prevenido en el artículo anterior, cuidarán


escrupulosamente de que por ningún motivo ni pretexto tenga intervención alguna
otra clase de personas en los negocios de los pobres que se ponen bajo sus auspicios.

Artículo 10°

El Gobierno del Estado proporcionará un local a propósito, y en el paraje más


público para situar la oficina destinada a la procuración de pobres. En ella estará
todos los días por lo menos un Procurador desde las ocho hasta las doce de la
mañana, y desde las tres hasta las seis de la tarde, para dar audiencia y patrocinio a
cuantas personas desvalidas lo necesiten, promoviendo desde luego lo necesario.

Artículo 11°.

Las personas pobres de cualquier punto del Estado, podrán poner en noticia de los
Procuradores de pobres, cualquier exceso, abuso o injusticia que les agravie, a fin de
que estos funcionarios representen lo que convenga. Los gastos de estafeta, y otros
que se ofrezcan en este y los demás casos que ocurran, se costarán por el Estado.

Artículo 12°.

Así las autoridades como cualquier individuo particular de dentro, o fuera de la


Capital, siempre que advirtieren o tuvieren noticia de algún exceso o agravio contra
persona pobre, podrán dar aviso a los Procuradores, a fin de que cumplan con lo que
previene esta ley.

Artículo 13°.

Además de los deberes señalados en los artículos anteriores para todos los casos
particulares, será de la obligación de los procuradores informarse de las necesidades
de la clase pobre, solicitar de las autoridades el debido remedio, promover la
enseñanza, educación y moralidad del pueblo, y todas aquellas mejoras sociales que
alivien su miserable situación. Con estos sagrados objetos, tendrán aquellos
funcionarios un acuerdo en sesión semanaria, pudiendo pedir datos y noticias a todas
las oficinas del Estado. Estas sesiones jamás declararán concluidas hasta no haber
acordado alguna cosa en el sentido que indica este artículo.

Artículo 14°

Los Procuradores de pobres alternarán mensualmente en la Presidencia de sus


sesiones por el orden de antigüedad de su nombramiento. El Presidente cuidará del
orden de la ofician, y del cumplimiento de los deberes que esta establece.

Artículo 15°.

La procuración de pobres tendrá para sus trabajos un escribiente con calidad de


Secretario, dotado de cuatrocientos pesos anuales. Los Procuradores se ocuparán
desde luego en el acuerdo del reglamento correspondiente que será presentado al
Congreso para su aprobación, proponiendo en él cuanto creyeren necesario para el
buen desempeño del encargo que les confía esta ley.

Artículo 16°.
Para ser Procurador de Pobres, se necesita ser ciudadano, de sana conducta y
actividad conocida, y haber practicado por lo menos dos años en el estudio de la
Jurisprudencia. El Gobierno al nombrar estos funcionarios, preferirá en igualdad de
circunstancias a los jóvenes más pobres.

Artículo 17°.

La ley reconoce como un distinguido mérito en los Procuradores de pobres el haber


desempeñado con exactitud y diligencia sus deberes. Este mérito se tendrá presente
para cuando soliciten algún otro empleo en el Estado.

Artículo 18°.

Todas las autoridades tienen el deber de auxiliar y proteger la institución de esta ley,
a fin de que pueda corresponder a su objeto.

Artículo 19°.

Cualquier individuo del Congreso, del Tribunal de Justicia o del Gobierno podrán
visitar la procuración de pobres, con el objeto de ver si en ella se cumple
eficazmente.

Artículo 20°.

Al Gobierno corresponde corregir con multas, suspensión y hasta destitución, previa


causa justificada, las omisiones de los Procuradores de pobres. El que se hiciere
digno de esta última pena, quedará inhábil para obtener otro empleo o
condecoración en el Estado.

Lo tendrá entendido el Poder Ejecutivo del Estado, y lo hará publicar, circular,


cumplir y obedecer. San Luis Potosí, Marzo 5 de 1847.- Antonio Ladrón de
Guevara, Presidente.- Francisco Estrada, Diputado Secretario.- Mariano de la
Hoyuela, Diputado Secretario.

Por tanto, ordeno se cumpla y ejecute el presente decreto, y que todas las
autoridades lo hagan cumplir y guardar y al efecto se imprima, publique y circule a
quienes corresponda. San Luis Potosí, Marzo 10 de 1847.- Ramón Adame.- Mariano
Villalobos, Secretario. --------------------------------------------------------------------------

--------------------------------- C E R T I F I C A C I O N -----------------------------------
El C. Dr. Gonzalo M. Armienta Calderon, Director General de Asuntos Jurídicos de
la Secretaría de Gobernación, con fundamento en lo dispuesto en el artículo 9°
fracción VII, del Reglamento interior de esta Secretaría, ----------------------------------
C E R T I F I F I C A : que los artículos 1°, 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 10°, 11°,
12°, 13°, 14°, 15°, 16°, 17°, 18°, 19° 20°, concuerdan con sus originales que se
tuvieron a la vista en el documento señalado en el proemio de la presente
certificación y cuyo contenido estuvo vigente en el siglo pasado, a partir del año de
1847, en el Estado de San Luis Potosí, República Mexicana.

México, D. F., 30 de abril de 1990.


NOTAS

1. Proceso y Época de Cambio, Revista de Estudios Procesales, Centro de


Estudios Procesales de rosario, Argentina, No. 19, Marzo de 1974.

2. La Constitución de Apatzingán y otros estudios, México, Secretaría de


Educación Pública, 1973, pp. 46 y 47.

3. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada en la


ciudad de Querétaro, el 5 de febrero de 1917.

4. Artículos 27 y 123 del cuerpo normativo citado en la nota precedente.

5. Diario Oficial de 9 de enero y 20 de mayo de 1981, respectivamente.

6. El texto de estos artículos se incluye como Apéndice Primero del presente


trabajo.

7. Diario Oficial de 7 de mayo de 1981.

8. Apéndice Segundo

9. Para el cabal conocimiento de esta Ley, puede consultarse el Apéndice


Tercero de este estudio.

10. Teoría General del Derecho y del Estado. Trad. De Eduardo García Maynez,
México, 1948, pp. 280 y ss.

11. El Juicio de Amparo, Editorial Porrúa, S. A. 1964, p. 58.

12. De estos cuatro sistemas de protección procesal a la Constitución, Héctor Fix


Zamudio, en su obra El Juicio de Amparo, nos enumera las enmarcadas bajo
las letras A, B y C (pp. 78 y 79). Ello en razón de que la competencia
constitucional del Tribunal Fiscal de la Federación(órgano jurisdiccional
ordinario de lo contencioso administrativo), no ha nacido directamente de la
ley fundamental, sino de sus propios fallos.

13. Op. Cit., p. 77.

14. Antecedentes Aragoneses de los Juicios de Amparo Instituto de


Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México,
1971, p. 103.
15. Armienta Calderón, Gonzalo. Los Derechos Fundamentales del Hombre en el
Derecho Mexicano. Ponencia al Congreso internacional sobre la Constitución
y su Defensa. (UNAM, México, agosto de 1982).

16. Lecciones de Amparo Editorial Porrúa, S. A. México, 1975, p. 95. }

17. Armienta Calderón, Gonzalo, El Proceso Tributario en el Derecho Mexicano,


p. 363.

Nota: Cabe aclarar que fue hasta el 30 de noviembre de 1861 cuando se expidió
la primera Ley Orgánica de los artículos 101 y 102 de la Constitución de 1857,
en la cual se definieron con toda exactitud los principio procesales que regirían
al juicio de amparo.

18. Reforma Constitucional publicada en el Diario Oficial de 7 de abril de 1986.

19. Expedidos el 25 de mayo de 1853. su autor fue don Teodosio Lares,


destacado jurista que en aquella época desempeñaba el ministerio de justicia.

20. Reformas publicadas, respectivamente, en el Diario Oficial de 30 de


diciembre de 1946 y de 8 de octubre de 1974. Posteriormente, con una
adecuada técnica legislativa, y por Decreto de 29 de julio de 1987, se
traslada esta facultad al texto de la fracción IV del artículo 73 Constitucional,
en el cual se enumeran las atribuciones del Congreso de la Unión. Diario
Oficial de 10 de agosto de 1987.

21. Estos últimos resuelven, como órganos jurisdiccionales de segunda instancia,


los recursos de revisión que las autoridades interponen contra las sentencias
pronunciadas por las salas regionales del Tribunal Fiscal de la Federación.

22. Revista del Tribunal Fiscal de la Federación. Tercera época. Año 1. Abril
1988, p. 11.

23. Estudios de Derecho Procesal Civil, Ediciones Depalma, Argentina, 3ª.


Edición, 1979, T.I, p. 95.
AVANCE LEGISLATIVO.

Nota: Durante este trimestre no hubo publicación legislativa alguna, en el


Periódico Oficial del Estado.

También podría gustarte