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Así comenzó una campaña que duró dos siglos. La primera Cruzada fue organizada por Godofredo de Boullón que, junto a otros
caballeros cristianos, enarbolaron la bandera de la cruz. Los señores que participaron en las llamadas guerras santas se
llamaban Cruzados.
LAS PRINCIPALES CRUZADAS
• Primera cruzada: decidida en el concilio de Clermont por el Papa Urbano II, dio como resultado la
conquista de Jerusalén y la creación de un reino francés en Palestina (1095 -1099).
• Segunda cruzada: se emprendió para auxiliar a los franceses de Palestina amenazados en Jerusalén. Dio
como resultado el inútil asedio de Damasco (1147 -1149).
• Tercera cruzada: fue provocada por la toma de Jerusalén por el sultán egipcio Saladino (1189 -1192).
• Cuarta cruzada: fue organizada por los señores franceses y venecianos, dando como resultado la toma de
Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la creación de un imperio latino que duró casi medio siglo
(1202 -1204).
• Quinta cruzada: dirigida por el señor francés Juan de Brienne y el rey de Hungría. No dio ningún resultado
(1218 -1221).
• Séptima cruzada: tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso estado musulmán, pero los cruzados
fueron sorprendidos por una crecida del Nilo, diezmados por una epidemia y atacados por los musulmanes, por
lo que debieron rendirse (1248 -1251).
• Octava cruzada: también llamada cruzada de Túnez, terminó con la muerte de Luis de Francia (más tarde
San Luis), víctima de la peste (1270 ).
La cruzada de los pobres
El llamamiento de Urbano II produjo dos consecuencias inmediatas: por un lado la organización, a cargo de la nobleza,
de una expedición oficial a Tierra Santa; por otro, el movimiento espontáneo del pueblo, de hombres y mujeres
anónimos que, entusiasmados por las promesas papales, se pusieron bajo el mando de Pedro el
Ermitaño, para que éste guiara la cruzada popular. Si bien no hay constancia de que Pedro
hubiese estado presente en el llamamiento oficial de Urbano en Clermont, lo cierto es que antes
de que acabara 1095 ya andaba predicando por pueblos y zonas campesinas de Francia la
necesidad de la cruzada. Hombre extraño, Pedro llevaba una vida casi de mendigo: vivía de la
caridad pública, vestía sucios harapos, mientras que insistía en que el segundo advenimiento del
Redentor se hallaba próximo. Los pobres, profundamente imbuidos de sentimiento religioso,
veían en él a un visionario; su aspecto paupérrimo contribuía a crearle la aureola de santidad
que lo rodeaba. Sus discursos encendidos y pasionales, despertaban el entusiasmo general.
A tenor de la proclama de Urbano, se lanzó a reclutar gente, sobre todo siervos, a fin de
llevarlos en calidad de jefe hacia Jerusalén. Después de atravesar Francia se encaminó a
Alemania, enviando discípulos hacia los lugares que él no podía visitar. Pronto comenzó a
seguirlo una multitud harapienta calculada en cincuenta mil personas.
El otro niño que declaró haber sido ungido por Dios fue el francés Esteban. Con similares procedimientos a los
utilizados por Nicolás, logró reunir un contingente de treinta mil jóvenes que se encaminaron hacia Marsella, cruzando
Provenza. En la ciudad portuaria esperaban que las aguas se separaran para que ellos pudieran cruzar. Cuando el
milagro no ocurrió, buscaron ser transportados en barcos. Mercaderes sin escrúpulos prometieron llevarlos a su
destino, pero en realidad cambiaron de rumbo y los vendieron como esclavos en el Norte de África y en Egipto.
Caballero cruzado y sus símbolos.