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Uno de los principios en los que se fundamenta el derecho es que cuando alguien
causa un daño a terceros debe impedírsele que siga haciéndolo y debe
compensar a los terceros por los daños causados. Cuando, por alguna
circunstancia, es difícil identificar con precisión a los damnificados, el daño se
produce sobre un bien que no tiene unos derechos de propiedad privados bien
definidos, o cuando los damnificados son muchos, aparece una externalidad en
el sentido que antes decíamos. Este es, entre otras cosas, el fundamento de la
normativa medioambiental. El Estado corrige estas externalidades estableciendo
un impuesto o una tasa sobre aquel que contamina, elevando así el nivel del
coste privado hasta el del coste social.
En consecuencia, la acción del Estado, bien a través de la regulación de las
responsabilidades y los daños, bien a través de los impuestos, puede mejorar -y
conseguir- la eficiencia económica del sistema. Coase discrepa de este
razonamiento y sus discrepancias se basan en la idea expuesta en su Teorema:
que, en ocasiones -o más bien, en la mayor parte de los casos- las externalidades
dañinas pueden corregirse sin necesidad de que el Estado intervenga. Para ello
basta con que los costes de transacción sean nulos o muy bajos.
En el caso de que sea necesaria la intervención del Estado para corregir un daño,
Coase niega que el concepto de causalidad sea una guía adecuada para la
asignación de responsabilidades. En la perspectiva de Coase, el hecho de que
alguien cause a otro un daño y que se le condene a cesar en su acción y/o a pagar
por los daños no es eficiente. Para Coase la eficiencia se decide mediante la
contraposición de costes y beneficios, mediante un proceso en que el papel de la
causalidad no es decisivo. Sin embargo, la opinión de Coase de que la
causalidad debería jugar un papel secundario en los casos de responsabilidad
legal entra en contradicción con incontables sentencias de los tribunales de
manera que, al parecer, ha tenido un impacto más bien escaso en la teoría y la
práctica jurídicas.
El Derecho de cada parte que interviene estará indubitado lo que ocurre, por
ejemplo, si existe un fallo judicial que fije quién tiene mejor derecho a algo. No
importa quién tiene ese Derecho de propiedad, pero debe existir una Derecho de
propiedad perfectamente definido a favor de alguien concreto.
Supongamos que el dueño de una finca rústica tiene ovejas y las lleva a pastar y pasar el
día en la finca de al lado. Por otro lado, al dueño de la finca rústica de al lado no le hace
ninguna gracia que esas ovejas pasten en su terreno porque menoscaban los pastos de su
finca y le producen algunos destrozos.
Lo primero que tenemos que ver, como hemos dicho, es qué valor tiene para cada uno
de los dos el que pasten o no pasten; en este ejemplo va a ser:
Para el dueño de las ovejas el que puedan pastar en la finca del vecino tiene un valor
de 5.000€
Para el vecino el que no pasten esas ovejas en su finca tiene un valor de 7.000€
Por lo tanto, el que las ovejas sí pasten tiene el valor conjunto para ambos de 5.000 –
7000 = -2.000€ y el valor (conjunto) de que las ovejas no pasten será de 7.000 – 5.000 =
+2.000€.
Si el propietario de la finca prohíbe a su vecino que entre con sus ovejas y éste último se
demanda judicialmente vamos a suponer que el juzgado le da (en sentencia firme) la
razón al dueño del terreno declarando que su vecino no tiene ninguna clase de derecho a
entrar con sus ovejas.