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TITEREROS DE CERVANTES

¿Qué diría Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) si supiera hoy que su obra de más fama,
“El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, es objeto de tantas puestas titiriteras? Porque
su opinión sobre los “titereros” no era la mejor, como tampoco lo era en España donde su mala
fama los acreditaba como “pendencieros, roba gallinas, bebedores, correcaminos, irreverentes y
blasfemos” (1). ¿Pensaba Cervantes lo misma que el Licenciado Vidriera en sus “Novelas
Ejemplares”?:

“…de los titereros dezia mil males; dezia que era gente vagamunda, y que trataba con
indecencia de las cosas divinas, porque con las figuras, que mostraban en sus retratos, volvían
la devocion en risa, y que les acontecía envasar en un costal todas o las mas figuras del
Testamento viejo y nuevo, y sentarse sobre a comer y beber en los bodegones y tabernas. En
resolucion, decía que se maravillaba de cómo quien podia no les ponia perpetuo silencio en sus
retablos, o los desterraba del reino”.

¿O podemos suponer que los admiraba en secreto, como a las novelas de caballería que
enloquecieron a don Alonso Quijano y que con tristeza hace quemar por el cura y el barbero?

MAESE PEDRO
Conocido es la escena del titiritero que llega a la posada donde se alojan Sancho y Don Quijote
con “el Mono Adivino y el Retablo de la libertad de Melisendra” (Cap. XXVI, II parte del Quijote).
Como muchos titiriteros de la época llevaba animales amaestrados y este mono adivinaba -
trampa mediante- las cosas del pasado y del presente, mas no las del porvenir. También
presentaba la historia de la princesa Melisendra, raptada por el rey moro Marsilio y su rescate
por su esposo don Gaiferos. Maese Pedro movía los muñecos dentro del retablo y por fuera, un
muchacho, varilla en mano, narraba los sucesos, tipo de representación frecuente en la época.
Cuando la caballería mora comenzó a perseguir a don Gaiferos -que llevaba en ancas de su
montura a Melisendra-, don Quijote interviene con su espada para defenderlo, destruyendo en su
furia retablo y títeres. Pasada la ilusión -que el Quijote siempre adjudica a unos encantadores-,
debe pagarle al titiritero sus figuras y el rescate del mono que huyó por los techos. En el capítulo
siguiente se aclara que Maese Pedro es en realidad Gines de Pasamonte, un peligroso
delincuente que el Quijote había liberado de las galeras (cap. XXII, 1ra parte), y que luego de
apedrearlo y escapar, le roba el burro a Sancho en la Sierra Morena, para luego disfrazarse y
hacerse titiritero y escapar así de la justicia.

EL ATAMBOR Y SU PERRO SABIO


En el “Coloquio de los Perros” (“novela ejemplar” dentro de “El Casamiento Engañoso”), presenta
Cervantes el encuentro de dos perros: Berganza le cuenta a Cipión de sus aventuras con los
distintos amos que ha sufrido. Uno de ellos era un “atambor”, ( el que toca el tambor en la
infantería, oficio despreciado y considerado de gente de baja condición), quien le enseña gracias
y lo presenta por los pueblos como “el perro sabio”. Recuerda Berganza:

“Triunfaba mi amo con la mucha ganancia, y sustentaba seis camaradas como unos reyes. La
codicia y la envidia despertó en los rufianes voluntad de hurtarme, y andaban buscando ocasión
para ello; que esto del ganar de comer holgando tiene muchos aficionados y golosos; por esto
hay tantos titereros en España; tantos que muestran retablos; tantos que venden alfileres y
coplas, que todo su caudal, aunque lo vendiesen todo, no llega a poderse sustentar un día; y con
esto, los unos y los otros no salen de los bodegones y tabernas en todo el año; por do me voy a
entender que de otra parte de sus oficios sale la corriente de sus borracheras. Toda esta gente
es vagamunda, inútil y sin provecho; esponjas del vino y gorgojos del pan.”

CHANFALLA, CHIRINOS Y “EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS”


Los entremeses eran pasos de comedia breves, intercalados entre los actos de los grandes
dramas. “El retablo de las maravillas” muestra el engaño de dos pícaros que llegan a un pueblo
contratados para una función en beneficio de un hospital. Los hospitales eran administrados por
cofradías piadosas que administraban los corrales teatrales y que, a falta de compañías de
teatro, recurrían a teatros de títeres. Chanfalla, oculto bajo el nombre de Montiel, trae un retablo
“el cual fabricó y compuso el sabio Tontonelo debajo de tales paralelos, rumbos, astros y
estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones, que ninguno puede ver las cosas que en
él se muestran, que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido de sus padres de legítimo
matrimonio; y el que fuere contagiado destas tan usadas enfermedades, despídase de ver las
cosas, jamás vistas y oídas, de mi retablo.” Aclarando la broma: consiste en que no podrá ver las
maravillas el que no fuera hijo legítimo y cristiano puro (afrenta muy grave en ese tiempo, que
podía llevar a la pérdida de la herencia) por lo cual, la gente reunida frente al retablo admitirá ver
las cosas que van presentando los titiriteros y que en verdad no existen. Así aparecerán Sansón,
el Gran Turco, un toro, leones, dragones y otros disparates, que arman gran revuelo en la sala,
repleta de mentirosos. Retoma Cervantes un cuento muy popular presentado ya en el Conde
Lucanor donde un rey anda desnudo creyendo vestir un paño maravilloso, tejido por dos
estafadores.

CERVANTES TROTAMUNDOS
Miguel de Cervantes Saavedra nació en 1547 y fue el cuarto de siete hijos de un pobre cirujano
que peregrinó por las ciudades de España buscando inútilmente fortuna. Miguel, educado por los
jesuitas, también recibió formación humanista y a los 20 años partió para conocer la soñada
Italia. A los 23 se alistó en la armada para combatir a los turcos que habían atacado a la
cristiandad en el Mediterráneo. En la batalla de Lepanto perdió la mano izquierda y se lo
condecoró como héroe. A los 28, cuando regresó a España, su nave fue capturada y pasó cinco
años preso en Argel, de donde intentó fugarse repetidas veces. Cinco años después sería
liberado con rescate, junto a su hermano. Si bien su meta siempre había sido ser escritor, a su
regreso intentó el éxito como dramaturgo, pero ninguna de sus comedias logró ser representada.
A los 40 estaría trabajando como recaudador de impuestos, oficio con el que penaría por los
caminos y que lo llevaría a prisión varias veces a prisión por no rendir bien sus cuentas. Si bien
ya era conocido en las letras, fue el Quijote la obra que le daría el mayor reconocimiento público.
Tenía 57 años cuando publicó la primera parte y 58 en la segunda, un año antes de morir.
Innovador de las formas literarias, publicó novelas, comedias y entremeses de extrema
originalidad que lo transformaron en uno de los más grandes de la cultura hispana. Su profunda
erudición en los libros y en la vida tal vez sean la clave de su magia.

Notas:
(1) Ver Esteban Villarocha, “Los Títeres en España”, en Revista Titereando.
(2) “El Licenciado Vidriera2, en “Novelas Ejemplares”, 1613.
(3) “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, cap. XXVI, II parte, 1605.
(4) Ibídem, cap. XXII, I parte, 1605.
(5) “El Casamiento Engañoso” en “Novelas Ejemplares”, 1613.

(Publicado en Fardon 12)


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