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A NADIE LE GUSTA VER OJOS BONITOS EN CARA AJENA

(Ensayo basado en el cuarto capítulo del libro «Las venas abiertas de América Latina» titulado
«Historia de la muerte temprana» de Eduardo Galeano)
Jhoswerd Lugo
C.I. 25.632.656.

« La economía británica pagaba con tejidos de algodón los


cueros del río de la Plata, el guano y el nitrato de Perú, el cobre de
Chile, el azúcar de Cuba, el café de Brasil.»
Eduardo Galeano

Latinoamérica, la joven de piel tostada, ojos color café, de mirada penetrante y


hermosa faz, si, Latinoamérica, aquella misma joven que fue violada hace algunos siglos
cuando tan solo era una niña estaba ya superando las secuelas que había dejado este hecho
en su vida, estaba independizándose, desarrollándose y apuntando hacia su realización, sin
complejos, sin envidias; sin embargo a nadie le gusta ver ojos bonitos en cara ajena,
entonces algunos se reunieron y conspiraron diciendo ¿por qué no le quitamos la vista para
que nunca más se vea al espejo y se le olvide lo hermosa que es?¿por qué no le recordamos
que fue violada y que su cuerpo nos pertenece? y para colmo de todo, quien dirigió la
conspiración fue aquel mismo quien la violó, vaya ironía. Cabe destacar que esta alegoría
se refiere a un tema de producción e independencia económica, una Latinoamérica que
quiere producir lo que consume, pero una Europa que no quiere dejar de “producirle” a
América, o más bien de robarle, bien hace en decir Galeano que la industria
latinoamericana no podrá sobrevivir a la libre competencia extranjera, aún en los más
insignificantes productos.

En Latinoamérica se esperaba progresar, independizarse, no solo en leyes sino


también en economía, cosa que ciertamente se podría lograr pero hubo algunos, como los
ingleses, a los que esto no les convenía ya que perderían mucho, mucho poder económico,
social e incluso cultural, Galeano argumenta la pasada afirmación diciendo que el comercio
libre enriquecía a los puertos que vivían de la exportación y elevaba a los cielos el nivel de
despilfarro de las oligarquías ansiosas por disfrutar de todo el lujo que el mundo ofrecía,
pero arruinaba las incipientes manufacturas locales y frustraba la expansión del mercado
interno. Esta tierra Americana enriquecía a otros con sus trabajos, con sus productos, y para
colmo de todo sin que importase el hombre de estas tierras, sin que importase su trabajo, los
vaivenes posteriores en las políticas aduaneras de los gobiernos de la independencia
generarían sucesivas muertes y despertares de las manufacturas criollas, sin la posibilidad
de un desarrollo sostenido en el tiempo.

Esto ha creado una errónea visión de las economías propias, haciendo creer que lo
único que tiene cierta garantía económica y calidad es lo que producen otros, lo que se
importa, en cambio lo que se produce dentro no tiene tanto valor, vaya error este, sabiendo
como dice Galeano que lo que hicieron los agentes comerciales de Manchester, Glasgow y
Liverpool fue recorrer Argentina y copiar los modelos de los ponchos santiagueños y
cordobeses y de los artículos de cuero de Corrientes, además de los estribos de palo dados
vuelta «al uso del país». Y además de esto algunos ingleses tenían la osadía de decir
Tómense todas las piezas de su ropa, examínese todo lo que lo rodea y exceptuando lo que
sea de cuero, ¿qué cosa habrá que no sea inglesa? Si su mujer tiene una pollera, hay diez
posibilidades contra una que sea manufactura de Manchester. La caldera u olla en que
cocina, la taza de loza ordinaria en la que come, su cuchillo, sus espuelas, el freno, el
poncho que lo cubre, todos son efectos llevados de Inglaterra,» al final Galeano argumenta
de forma muy acertada refiriéndose a Argentina, esta nación exportaba hasta las piedras de
las calles de sus veredas. Y cuidado porque esto pasa hoy en Latinoamérica.

Asimismo los ingleses organizaban un sistema universal y se convertían en la


prodigiosa fábrica abastecedora del planeta: del mundo entero provenían las materias
primas y sobre el mundo entero se derramaban las mercancías elaboradas, todo lo
consumido tenía el sello inglés, y aún esto es así, véase por ejemplo la vestimenta vendida
hoy en Latinoamérica, marcas como nike, por nombrar solo una, que se vende a un costo
elevado y posee una gran demanda, al igual que marcas comerciales de consumo como
coca-cola, etc. Galeano comenta con ironía esta frase que nos lleva a reflexionar sobre el
consumo desordenado de productos internacionales, para ese entonces producidos por
Inglaterra, y hoy en día por muchas otras naciones como Estados Unidos, entonces dice
Galeano, estaba prohibido enterrar un cadáver sin que antes el párroco del lugar
certificara que el sudario provenía de una fábrica nacional.

Para finalizar, Latinoamérica se puede convertir en un pueblo que produzca aquello


que consume, las tierras están ahí, la materia prima está ahí, la mano de obra está ahí, pero
quizá nos hemos dejado robar la confianza, es decir el creer en que se puede producir, nos
han acostumbrado de mala forma a traernos todo sin dejar que nosotros seamos quienes
produzcamos por eso en Latinoamérica ha sido tan difícil llegar a convertirse en un pueblo
totalmente desarrollado, he ahí lo que pasó con Paraguay comentando por Galeano en este
apartado, donde por ser una nación que estaba creciendo rápidamente a algunas personas
poderosas no les convenía que se hiciese una nación totalmente independiente, por ende lo
mejor es destruirla, destruir su idea errónea de producción, y lo lograron. Junto con
Paraguay murió la idea de independencia de producción de toda América Latina, bien dice
Galeano Paraguay derrotado no sólo desapareció la población: también las tarifas
aduaneras, los hornos de fundición, los ríos clausurados al libre comercio, la
independencia económica y vastas zonas de su territorio, y la interrogante final es ¿Cuántas
cosas como estas han desaparecido en América Latina gracias a la miedo y al
acomplejamiento de muchos?

Jhoswerd Lugo

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