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CRÓNICAS Y DELIRIOS

Igor Delgado Senior

CORTÁZAR, UN FULGOR EN EL CAFÉ

Salí una mañana de encierro flexible, armado con la máscara de mi propio rostro y
la mascarilla anti-virus, para deambular por los lugares que antes frecuentaba: el
parque Los Caobos y las esculturas de Narváez, la plaza de la UCV con su alto y
noble reloj, las enjutas calles del centro, devolviéndome luego al este con ganas
de sentarme en El Gran Café y recordar el afecto de los amigos que ya no existen.

Día sudoroso y de aisladas ventiscas. Afuera, El Gran Café se hallaba desierto;


adentro, una sola persona ocupaba el espacio de las mesas centrales. Entonces,
me detuve en la presencia del único cliente: enormidad de cuerpo, barba en
espesura, ojos fijos (quizás azules oceánicos) dedicados a un cuaderno de notas.
Tardé poco tiempo en descubrir su identidad, era Julio Cortázar, rayo de las letras
de nuestro continente, Rayuela del férreo juego literario, sabio humano, todo
ingenio, genio múltiple.

Enseguida acudió a mi memoria la oportunidad en que García Márquez vio a


Cortázar sentado en el Old Navy Café, de París, escribiendo con pluma
estilográfica sobre una libreta de páginas dispersas; y cómo el Gabo, muy joven
aún, no tuvo el coraje para acercarse y saludarlo. A fin de que no me sucediese lo
mismo, tomé aire profundo, ensayé brevemente las palabras y fui al grano:
“Admirado maestro, no le preguntaré la forma en que llegó a Caracas, sólo deseo
entrevistarlo acerca de la situación de América Latina”.

Cortázar levantó una mirada intemporal, apartó la libreta y la estilográfica y dijo,


tuteándome, “¡De acuerdo, tienes diez minutos!”

—Maestro, háblenos de su visión y revisión del presente tiempo latinoamericano.


—Los del Norte desean que América Latina sea una total Casa tomada por sus
socios de adentro, como han pretendido hacer en Venezuela, pagándoles Los
buenos servicios con Los Premios de Las babas del diablo y millardos de dólares.
—¿Podría abundar a través de más ejemplos y ejemplares?
—Sí, con mucho disgusto: ellos tienen para agredirnos Las armas secretas de la
CIA, 62 modelos para armar del Pentágono y Todos los fuegos de sus
acorazados, pues quieren llevarse nuestras riquezas y hasta Las puertas del
cielo…Salvo el crepúsculo porque no es rentable.
—¿Quiénes acompañan a los agresores, maestro?
—El Bestiario de Almagro, El perseguidor de turno en cada país, algunos
Cronopios y famas de la derecha y la liga de gobiernos retardatarios del mundo,
para en suma arrasar con las Esperanzas populares. Sin embargo, al Final del
juego todos ellos saldrán derrotados y quedarán En la noche boca arriba.
—¿Qué opina usted de la actitud de Vargas Llosa, otro integrante del boom de la
novela hispanoamericana?
—Vargas Llosa se convirtió en uno de Los cachorros del sistema. Desde que ganó
el Premio de novela Rómulo Gallegos con La casa verde, le tomó apego a los
billetes de ese mismo color, confundiendo a Rómulo Gallegos con Rómulo
Betancourt. Su Fiesta del chivo debería llamarse ahora La fiesta del chivato, con
dedicatoria especial a Los jefes de la Casa Blanca y la Unión Europea.
—Algún mensaje personal para concluir la entrevista…
—Soy un pleno argentino, como vos sabés; y aunque nací en Bruselas, nunca
contraje la brucelosis reaccionaria. Creo que nos aguardan acontecimientos
históricos: si uno toma con calma La autopista del sur, más temprano que tarde
arribará a El otro cielo de Territorios liberados (pienso en Ecuador, Perú, Chile,
Brasil). Amigo, ahora debo partir, pero desde La isla a mediodía de este Gran
Café, envío mi eterno abrazo de novela al pueblo venezolano que no come
cuento.
De inmediato, Cortázar se envolvió en una bruma esencial y eterna, y yo corrí a mi
casa para escribir este delirio.
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