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Antonio Piñero: "Un mesías judío jamás pudo considerarse Dios"

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Mundo Historia Magazine tiene el honor, y yo personalmente la enorme satisfacción, de
contar para este número con Antonio Piñero, Catedrático de Filología Neotestamentaria
en la Universidad Complutense de Madrid, considerado la personalidad más importante
en relación al cristianismo primitivo en España así como de reconocido prestigio a nivel
mundial. Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor
en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega con especialidad en Lengua y Literatura
del cristianismo primitivo, es autor de más de 20 libros versados en este tema.

Antonio Piñero

-M. H. M.: Para comenzar, estimado señor Piñero, hagámoslo partiendo desde lo más
básico. ¿Estamos de acuerdo en que existió un Jesús histórico, de carne y hueso y que no
existen razones de peso para dudar de su existencia física?

-A. P.: Un grupo dirigido por mí ha escrito un libro completo para responder a esta
cuestión cuyo título es: ¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate (2008).

Los argumentos esenciales para probar la existencia de Jesús son los siguientes:

Se nos ha transmitido un conjunto grande de textos cristianos antiguos cuyo centro es


Jesús. Desde el punto de vista de la “economía” de argumentos es mucho más fácil
explicar este montón de textos por la existencia histórica del personaje que por una mera
invención de un mito literario.

Los argumentos en pro de la no existencia de Jesús y su creación como una ficción literaria
acumulados sobre todo en el siglo XIX no son en absoluto convincentes. Se trata de una
mera acumulación de paralelos con otras religiones y de unas teorías explicativas en su
mayoría altamente fantasiosas y complicadas.
Los dos textos del historiador judío Flavio Josefo que se encuentran en su obra Las
antigüedades de los judíos (18, 63 y 20, 20), trabajo hecho por historiadores judíos nada
sospechosos, debidamente despojados de las añadiduras cristianas son un testimonio
fehaciente de la existencia de Juan Bautista y de Jesús mismo.

Por último, los evangelios mismos, que son obras de propaganda religiosa, contienen
muchos datos que van en contra de la exaltación del personaje y de su divinización
palpable ya a finales del siglo I. Tales datos contrarios a la tendencia de los evangelistas
(por ejemplo, un Jesús ignorante del fin del mundo; un Jesús iracundo; un Jesús amigo, al
menos, de gente violenta) no pueden ser inventos de los evangelistas porque contradicen
su propia intención. El que se hallen en los evangelios se debe a la fuerza de una tradición
más antigua que se impuso por su propia evidencia.

“Un mesías judío jamás pudo considerarse Dios”


-M. H. M.: Es bien conocida su tesis del salto cualitativo entre el Jesús histórico y el Cristo
de la Fe. ¿Podría mencionarnos algunas de esas características del Cristo de la Fe que
jamás pudiera haber asumido un Mesías judío del siglo I?

-A. P.: Una: Su concepción virginal. El mesías en el judaísmo es puramente humano.

Dos: Su filiación divina, entendido de un modo real; un mesías judío jamás pudo
considerarse Dios.

Tres: La presentación de Jesús como un mesías totalmente alejado de los intereses


terrenales y políticos del pueblo de Israel.

Cuatro: La poca insistencia en los evangelios del aspecto material, es decir, de las
bienaventuranzas materiales producidas por la venida del reino en tierra de Israel. Los
Evangelios y el resto del Nuevo Testamento, en especial Pablo, insisten sólo en un reino
puramente espiritual y que tendrá lugar exclusivamente en el mundo futuro, en el cielo.
Finalmente es inconcebible en un mesías judío la autoconciencia atribuida a Jesús de que
su muerte es un sacrificio vicario por toda la humanidad, que es librada por él de los
pecados y que establece una alianza con Dios radicalmente nueva que deja vieja la antigua
cuyo texto básico es la ley de Moisés.

“Si Jesús no hubiera sido fariseo lo habrían ignorado”


-M. H. M.: Algunos ubican a Jesús más cerca de la órbita de los zelotes; otros lo intuyen
esenio. Usted, sin embargo, lo considera un fariseo un tanto especial, ¿podría
explicárnoslo brevemente?

-A. P.: 1. El modo de entender la ley de Moisés por parte de Jesús es típicamente
farisea.

2. El modo de hacer exégesis y de discutir el sentido de la ley, tal como lo hace Jesús, es
típico de los fariseos.

3. Si Jesús no hubiera sido fariseo, éstos jamás se habrían avenido a discutir con Jesús,
lo habrían ignorado.

4. A pesar del clima de polémica, sobre todo en los evangelios de Mateo y Juan, entre
Jesús y los fariseos hay suficiente indicios que muestran una cierta buena relación con
ellos: come con los fariseos; los fariseos le salvan la vida indicándole que huya pues
Herodes Antipas lo buscaba para matarlo; los fariseos no participan en la condena y
muerte de Jesús; el típico modo de entender el mesianismo del Jesús histórico que deja
totalmente la última actuación a Dios (que intervendría, si fuere necesario, con doce
legiones de ángeles) es típicamente farisea.

-M. H. M.: Los primeros cristianos seguían siendo judíos que respetaban y cumplían las
leyes y tradiciones judías. ¿Fue mérito de Pablo de Tarso desjudaizar ese pensamiento?
¿Se refieren algunos pasajes críticos de sus cartas a esos jerusalemitas de costumbres
judías encabezados por Pedro?
-A. P.: Ciertamente Pablo desjudaíza a Jesús y su pensamiento. Hace de la figura de un
mesías judío un salvador universal al modo de una divinidad helenística perfectamente
asumible por cualquier pagano culto. Pablo elimina –según él, por revelación divina- los
elementos más difíciles de cumplir de la ley judía: la circuncisión y la obligatoriedad de
múltiples normas, sobre todo referidas a la pureza y a los alimentos.

Sobre todo en su carta a los Filipenses y, especialmente, en Gálatas, se muestra con toda
claridad que los judeocristianos, “hombres de Santiago”, el dirigente de la iglesia de
Jerusalén, le persiguieron encarnizadamente, especialmente en la última parte de su vida
por predicar un cristianismo que, precisamente, desjudaizaba a Jesús y eliminaba el valor
de lo más sacrosanto del judaísmo: la Ley y el Templo.

Obras de autor de Antonio Piñero. (Clic para ampliar)


-M. H. M.: Hablando de los textos paulinos, hace un tiempo tuvimos un debate en el foro
en relación a uno de ellos, La carta a los hebreos. El debate versaba sobre si esta carta
podía o no haber sido escrita por el propio Pablo, es decir, de su puño y letra, ¿cuál es su
postura al respecto?

-A. P.: He manifestado claramente mi postura en mi obra Guía para entender el Nuevo
Testamento (2008) en la que afirmo que es absolutamente imposible que haya sido escrita
por Pablo. Se trata de una homilía bautismal puesta por escrito, con la añadidura
secundaria de un final a modo de carta, escrita por un individuo anónimo de la segunda o
tercera generación cristiana. Además toda la teología y vocabulario de la epístola es
radicalmente no paulina. Unos ejemplos:

A) El tema trascendental y repetido de Jesús como sumo sacerdote no aparece en


absoluto en Pablo.

B) Para el Apóstol su evangelio era fruto de una revelación divina (Gál 1, 11-12) en la que
no habían tenido parte “ni la carne ni la sangre” (Gál 1, 16). Para el autor de Hebreos, por
el contrario, su fe proviene de la enseñanza de una tradición que comienza con Jesús, pasa
por los primeros testigos (2, 3-4) y sigue hasta los dirigentes actuales de la Iglesia (13, 7).
Esta cadena de tradición es impensable en Pablo.
C) Durante toda la vida del Apóstol el problema de la validez de la ley de Moisés como vía
de salvación fue una cuestión candente. Para el autor de Hebreos, por el contrario, es éste
un problema totalmente superado. No se plantea ni por un momento si la Ley es camino
de salvación o no sino que la entiende como un momento o etapa inferior de la
revelación, una etapa ya superada por la nueva alianza (= nueva ley) de Cristo: 10,1.

“Pablo pudo conocer a Jesús, aunque no en persona”


-M. H. M.: Física y temporalmente existió la posibilidad de que Pablo llegara a conocer en
persona a Jesús pero sus escritos no contemplan tal hecho ¿Cree que usted que se
conocieron?

-A. P.: No se puede dar una respuesta tajante pero las palabras de Pablo en 2ª Corintios,
5,16: “Y si conocimos a Cristo según la carne, ahora no lo conocemos así”; dan la
impresión de que en algún momento pudo conocerlo aunque ciertamente no de cerca. Al
fin y al cabo no creo que hubiera más de una diferencia de diez o quince años entre Pablo
y Jesús.

-M. H. M.: Se suele pensar en Jesús como fundador del cristianismo pero se antoja por lo
narrado que más bien pudo ser sólo su inspirador y quien pusiera las bases, según su
interpretación del ministerio y magisterio del mismo Jesús, fuera Pablo de Tarso, un
auténtico genio. ¿Qué opina usted?

-A. P.: He manifestado claramente que Jesús es sólo el fundamento indispensable para la
existencia del cristianismo. Todos los impulsos que pudiera haber dado Jesús con su
peculiar interpretación de la Ley o con su ética radical no bastan para iniciar un proceso de
separación del judaísmo. Es Pablo el primero que pone los fundamentos ideológicos
necesarios para la autonomía del grupo cristiano respecto a la Sinagoga. Frente a Jesús es
Pablo el que impulsa y completa un movimiento teológico que deja de poner en primer
plano el reino de Dios y se concentra en Jesús mismo como objeto de predicación. Parece
pues, que el personaje que comienza a poner los cimientos para una nueva religión y para
la separación definitiva del judeocristianismo del judaísmo normativo y oficial es Pablo de
Tarso y no Jesús de Nazaret.
Por último, hay que decir que el cristianismo actual se basa sobre muchos pilares. Pablo
no es el único. Otros muy importantes son el Evangelio de Mateo y su ideología
eclesiástica y el Evangelio de Juan con su peculiar interpretación de Jesús. Sin embargo, no
es desacertado decir que Pablo ocupa una posición principal en la cuestión del desarrollo
del cristianismo. Por tanto, el cristianismo no se entiende sin Jesús de Nazaret, cierto,
pero más como su condición y fundamento que como su fundador estricto.

-M. H. M.: Una de las cosas que más hipótesis dispares contempla es el manido asunto de
los años perdidos de Jesús. Hoy tenemos la posibilidad de conocer la opinión de un
erudito y no estaría bien dejar pasar tal oportunidad. ¿Dónde y cómo, estimado señor
Piñero, cree que transcurrió la vida de Jesús en esos años perdidos?

-A. P.: Quiero decirle a los lectores que he publicado un libro, Jesús. La vida oculta (2007),
que intenta responder directamente a su pregunta.

Para mí el personaje de Jesús fue un perfecto desconocido para casi todo el mundo hasta
más o menos los 30 años. Podemos sospechar que su nacimiento, familia, padres,
hermanos, formación y actividad transcurren en el entorno de Nazaret.

Me parece falso lo que afirman algunos, a saber, que esta villa no existía hasta el siglo IV
después de Cristo. Se trata de un asentamiento desde épocas del Neolítico con algunos
mínimos restos datables en el siglo I de nuestra era pero que, ciertamente, debía de ser
un villorrio sin apenas importancia. Cerca, sin embargo, estaban Séforis y Tiberíades, lo
que podía dar vida a su profesión de “carpintero” (tékton en griego) especializado en
cualquier tipo de obra de madera necesaria para la construcción de una casa.

“Los textos apócrifos, en su mayor parte, son legendarios y fantasiosos, o están sesgados
ideológicamente”
-M. H. M.: El fundador de esta revista, mi buen amigo José Manuel Requena, es un gran
estudioso de la Biblia, y, aprovechando esta ocasión, también desea formularle dos
preguntas:
- Ahora está muy de moda todo lo que tiene que ver con el cristianismo primitivo, su
origen o lo que se cree que es su origen y se presta más atención a los textos apócrifos
que a los textos canónicos. ¿Qué opinión tiene usted de esas investigaciones?

-A. P.: Prestar más atención a los evangelios apócrifos -tanto judeocristianos (sólo
fragmentos o pequeños restos) como a los gnósticos (dependientes de un punto de vista
muy específico en lo religioso y filosófico) y a otros productos más o menos neutros o
manipulados por los eclesiásticos ortodoxos, a partir sobre todo del siglo IV- me parece
una estupidez metodológica puesto que la inmensa mayoría de estos textos apócrifos
evangélicos proceden de una época que dista de la muerte de Jesús, por lo menos, 150
años y de ahí en adelante. Son en su mayor parte legendarios y fantasiosos o sesgados
ideológicamente.

La metodología histórica exige sobre todo estudiar los evangelios más cercanos a Jesús
que coinciden con los que admite la Iglesia porque son los más antiguos. Esto no significa
en absoluto darles credibilidad; hay que estudiarlos críticamente, al igual que cualquier
otro texto de la antigüedad y ser muy rigurosos; sólo así extraeremos de ellos datos
históricos innegables sobre Jesús.

De entre la maraña de los apócrifos, quizás sólo el Evangelio de Tomás gnóstico nos pueda
ofrecer algunos pocos dichos auténticos de Jesús, como por ejemplo, el famoso logion 82:
“El que está cerca de mí está cerca del fuego, y el que está lejos de mí, está lejos del
Reino”. No obstante, la imagen de Jesús que se desprende de este evangelio, en todo
caso, sirve sólo para confirmar la que obtenemos del estudio crítico de los evangelios
sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas.

- Muchos autores, para asegurarse ventas, sacrifican el rigor histórico por lo espectacular
aprovechando el desconocimiento religioso de la mayoría del público. En algunas de esas
obras se nota esta vertiente en su modo de dejar preguntas en el aire para la especulación
del público. ¿Cree que eso afectará al concepto religioso de las personas pudiendo
modificar su percepción sobre la religión?

-A. P.: Desgraciadamente creo que sí. El ejemplo máximo es El Código Da Vinci de Dan
Brown. Dentro de la ficción, la seriedad con la que personajes también de ficción pero con
cargos que corresponden a la realidad, por ejemplo, el profesor de la Universidad de
Harvard, emiten como verdaderas auténticas fábulas y leyendas hace que la gente
ignorante en la materia se las tome en serio. Evidentemente, este hecho cambia su
percepción religiosa.

-M. H. M.: Para finalizar, y para aquellos que seguimos con gran interés su trabajo, ¿podría
adelantarnos si tiene pensado en fechas próximas deleitarnos con alguna nueva
publicación? A modo de primicia para Mundo historia.

-A. P.: Creo que saldrá a principios de año una antología o selección de textos apócrifos
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que será publicada por la editorial Cátedra
de Madrid. Es una antología amplia, de más de quinientas páginas, con índices y
referencias precisas. A largo plazo estoy preparando un par de obras: una sobre la
divinización de Jesús y otra sobre cómo entender correctamente a Pablo de Tarso.

-M. H. M.: Sólo resta agradecerle su colaboración y decirle que ha sido un auténtico placer
tenerle con nosotros. Suerte en la vida y mucha salud, estimado y admirado Antonio.

Autor: Fran Melià, escritor

Para saber más sobre Antonio Piñero: http://www.antoniopinero.com/index.php

revista: MH Magazine 3
Índice: Índice de Mundo Historia Número 3
Sección: Entrevista
Religión, Filosofia y Pensamiento Religión

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