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LEXICOLOGÍA JURÍDICA

DOCENTE
MTRA. CONCEPCIÓN NAVARRO ORTÍZ

ALUMNO
DAVID DE JESUS RODRIGUEZ ANGEL

MATRICULA: 21CL11067
IEDEP

INSTITUTO DE EDUCACIÓN DIGITAL


DEL ESTADO DE PUEBLA

LEXICOLOGÍA JURÍDICA

ALUMNO
DAVID DE JESUS RODRIGUEZ ANGEL

5 DE FEBRERO DEL 2022

LEXICOLOGÍA JURÍDICA 1
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LEXICOLOGÍA JURÍDICA

La lexicología es la disciplina que estudia el significado de las unidades léxicas de una


lengua y las relaciones sistemáticas que se establecen entre ellas en virtud de su
significado. Tiene como objetivos básicos: describir el significado de las palabras y
elaborar propuestas sobre cómo se codifica; explicar los casos en que una misma
secuencia de sonidos (y grafías) tiene más de un significado; establecer y analizar las
relaciones de significado que mantienen las palabras y las clases léxicas que conforman;
y dar cuenta de los procesos que desencadenan cambios en el significado de las
palabras. El establecimiento de la lexicología como disciplina lingüística independiente es
relativamente reciente, lo que explica la escasa presencia del término en enciclopedias,
diccionarios especializados, manuales y monografías sobre el estudio del significado. Sí
se encuentra, no obstante, en 1976, en la Gran Enciclopedia Catalana dirigida por Joan
Carreras y Martí, donde se define como el estudio sincrónico de la significación de las
palabras, que se consideran elementos interdependientes de una estructura de carácter
social.
El mismo término “jurídico” proviene del latín “iuridicus” que es una palabra compuesta por
“ius, iuris” (ley) de donde se extraen palabras como juez, justicia, juicio, perjudicar,
perjuicio, entre otras. La otra palabra que la compone es “dicare” cuyo significado es
“dedo o mano” de esta raíz se conservan en el español algunas palabras como decir,
dicción, adicto, veredicto, dictar, jurisdicción, entre otras. De esta manera la cultura
romana ha influido de forma importante en el léxico jurídico que se conserva hasta
nuestros días. Con el paso del tiempo y la creación de instituciones se han agregado
diversas terminologías que se han adherido al léxico jurídico provenientes de otras
disciplinas y lenguas. Que el derecho se manifiesta por medio del lenguaje es una verdad
evidente. La palabra constituye la misma entraña del derecho en cualquiera de sus
manifestaciones. Todos los procesos de comunicación que tienen lugar en un ámbito
jurídico son posibles mediante las palabras. El poder constituyente usa de las palabras
para debatir y acordar el contenido del texto constitucional, y lo mismo hacen el legislador,
el juez, el notario, el registrador, el abogado, y asimismo los particulares cuando celebran
un contrato. No hay fenómeno jurídico que no sea expresado o expresable en palabras.
La forma natural de ser del derecho moderno es la palabra escrita. No así el derecho
primitivo, el propio de las sociedades sin escritura, pero en dichas sociedades la palabra
oral era el vehículo necesario. La oralidad es previa a la escritura en todos los órdenes de
la convivencia, y el derecho actual se manifiesta lo mismo en forma oral que escrita, si
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bien esta última es la que predomina de manera aplastante. Por tanto, podemos decir que
el derecho es lenguaje, aunque, como es lógico, no todo el lenguaje sea lenguaje jurídico.
Éste queda reservado para los procesos comunicativos que se producen en un ámbito
jurídico determinado, esto es, en relación con un ordenamiento jurídico. Dicho de una
manera algo simplificada: el lenguaje jurídico es el lenguaje de los juristas. El discurso
jurídico es la estructura lógica guiada por el léxico jurídico en su versión más apegada a la
argumentación que se apoya de los códigos formulados por el ámbito de la disciplina del
derecho.
las corrientes que explican la Argumentación Jurídica en nuestros días, afirman que toda
decisión jurídica de la índole que esta sea debe venir respaldada por un aparato
discursivo, en el que estén presentes el diálogo intersubjetivo y el consenso alcanzado
bajo ciertas reglas de procedimiento. Es decir, los sujetos van a ser interlocutores del
diálogo y partícipes del discurso que debe verificarse previo a toda decisión jurídica. El
discurso parlamentario es la representación viva del pensamiento y la ideología política de
un sector del pueblo. Cada Diputado, Senador o Representante, por ser mandatario de los
intereses y legítimas aspiraciones de la comunidad política que lo eligió, tiene como
obligación ineludible participar en los trabajos internos de las Cámaras y, para ello, se
vale del discurso. El discurso parlamentario se distingue por tres características
especiales ser deliberante, representativo y equitativo e igualitario.
Una concepción del lenguaje lo define como la facultad de simbolizar y representar lo real
por medio de un signo y, por lo tanto, comprender ese signo como una representación de
lo real. El lenguaje se aparece, entonces, como un instrumento de mediación entre el
sujeto y la realidad. Para esta concepción la lengua es un sistema de signos lingüísticos
que posibilitan la comunicación entre los hombres dado que la lengua tiene la capacidad
de representar la realidad. Y esto es posible gracias a que la lengua simboliza
(representa) lo real por medio de un signo lingüístico. Existen dos tipos de lenguajes
jurídicos el lenguaje legal y el metalenguaje jurídico. El argumento fuerte de esta teoría es
que el hombre no se relaciona directamente con la realidad y con los otros hombres, sino
que se relaciona por mediación de los signos lingüísticos. El lenguaje legal es el que
expresa la normatividad de la conducta, es el lenguaje de la ley, los decretos, etcétera. Es
decir, es el discurso jurídico que tiene como emisor al Poder Legislativo y la
administración pública, en su caso. Es un lenguaje que tiene como función la prescripción
y la legalidad de los enunciados performativos. Éste es el único lenguaje legal. El
metalenguaje jurídico, por otra parte, es el lenguaje que habla del lenguaje legal. He

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definido al metalenguaje y la función de metalenguaje como aquél en el que el signo del


primer discurso (el lenguaje legal) resulta ser el significado (y no el significante como en la
connotación) del segundo mensaje.

El metalenguaje jurídico es la construcción de proposiciones que tienen como referente el


significado de otra proposición, en este caso, el lenguaje legal. Así, todo lo que se diga del
lenguaje legal es metalenguaje jurídico. Y toda la discursividad del metalenguaje jurídico
es, y sólo es, argumentación jurídica.
La razón es que la comunidad distingue al valorar una y otra conducta. Ya las conductas
estigmatizadas las nombra por medio de un vocablo, delito; y a las otras no las nombra,
no las agrupa, es decir, no las estigmatiza. Por lo tanto, el delito como tal no existe, lo que
existe es el vocablo que significa la negación de la comunidad hacia la conducta
representada por el vocablo. El delito, entonces, es la conducta típica, antijurídica y
culpable, es decir, la conducta descrita lingüísticamente como prohibida por la ley penal,
por el lenguaje legal.
El delito es la conducta antijurídica, que quiere decir, el acto u omisión que sancionan las
leyes penales, esto es, que describe el lenguaje legal.
Todas las personas tienen en mente que el lenguaje forma parte esencial para que se
lleve a cabo una comunicación, sin embargo, en el lenguaje común y más en el lenguaje
jurídico se han presentado enormes problemas ya que en algunas ocasiones el concepto
que utilizan ciertas personas es erróneas o bien no son utilizadas de la manera correcta.
El lenguaje es una forma esencial para llevar a cabo la comunicación, y la comunicación
forma parte esencial de la socialización, es decir, la comunicación es parte de nuestra
vida cotidiana y debemos de comprender los errores o problemas que han surgido en el
lenguaje para poder establecer soluciones y mejorar la convivencia humana. Nadie duda
de la importancia del lenguaje en cualquiera de las actividades humanas, desde las más
elementales y empíricas hasta las más estructuradas y complejas.
En el derecho la importancia del lenguaje es más que notoria e indispensable, y el tema
del lenguaje jurídico se encuentra con muchos problemas. El arte del jurista es decir con
claridad el derecho, aunque en ocasiones el lenguaje del jurista es oscuro, misterioso e
ininteligible para el lego y, por supuesto, como hechura humana no queda exento de
errores. Pero, es necesario resaltar, también se descuida en forma irresponsable el
lenguaje común, que se deteriora cada día más. Esta situación también conlleva descuido
y deterioro del lenguaje jurídico, de ahí la importancia de esmerarnos en su uso correcto.
En conclusión, el lenguaje debe de ser claro y deberá de ser aplicado en forma correcta
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para poder comprender lo que se nos presente, en el caso de las leyes, por ejemplo, es
necesario que estén formuladas y redactadas en una manera en que sea comprensible y
contenga términos adecuados para su mayor comprensión.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

1. Giménez, G. (1981). Poder, estado y discurso. Perspectivas sociológicas y


semiológicas del discurso político-jurídico. UNAM.Recuperado el 4 de febrero del
2022. Sitio Web: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=860

2. Robles, G. (2009). Comunicación, Lenguaje y Derecho. Algunas ideas básicas de


la teoría comunicacional del derecho. España: Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas. Recuperado el 4 de febrero del 2022. Sitio Web: en
http://www.racmyp.es/R/racmyp/docs/discursos/D77.pdf

3. Suárez, M.A. y Conde, N. (2009). Argumentación jurídica. Cuadernos de Trabajo


Seminario de Filosofía del Derecho. México: UNAM. Recuperado el 4 de febrero
del 2022. Sitio Web:
http://www.derecho.unam.mx/investigacion/publicaciones/cuadernos/Argumentacio
nJuridica-1.pdf

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