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El segundo sexo (en francés: Le Deuxième Sexe) es un libro escrito en 1949 por

Simone de Beauvoir. Fue un rotundo éxito de ventas. Su autora comenzó a escribirlo


cuando reflexionó sobre lo que había significado para ella el ser mujer. Comenzó a
investigar acerca de la situación de las mujeres a lo largo de la historia y
escribió este extenso ensayo que aborda cómo se ha concebido a la mujer, qué
situaciones viven las mujeres y cómo se puede intentar que mejoren sus vidas y se
amplíen sus libertades.

Es una de las obras fundacionales del feminismo y utiliza los conceptos


existencialistas para indagar acerca de la vida de la mitad de la humanidad.
También es considerada una obra enciclopédica, pues aborda la identidad de las
mujeres y la diferencia sexual desde los puntos de vista de la sociología, la
psicología, la historia, la antropología, la biología, la reproducción y la
relación afectivo-sexual.

La teoría principal que sostiene Beauvoir es que «la mujer», o más exactamente lo
que entendemos por mujer (coqueta, cariñosa, etc.) es un producto cultural que se
ha construido socialmente sobre el cuerpo sexuado de las mujeres. La mujer se ha
definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: como madre, esposa,
hija o hermana. Así pues, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia
identidad específica y desde sus propios criterios. Muchas de las características
que presentan las mujeres no les vienen dadas por su genética, sino por cómo han
sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: «No
se nace mujer: llega una a serlo».1 Para Beauvoir, ser mujer no es un carácter
natural, es el resultado de una historia, ya que ningún destino biológico o
psicológico define a la mujer como mujer, es la historia de la civilización la que
crea el estatus femenino. El eterno femenino, la femineidad no es una esencia
natural. Las diferencias biológicas juegan un papel importante, especialmente en
quedar embarazada y tener hijos, algo que los hombres no pueden, pero no es esa
diferencia biológica la que funda la diferencia de estatus y de jerarquía entre
varones y mujeres, la biología no define "la femineidad" como concepto (emotividad,
dependencia, cuidados, suavidad, paciencia, sacrificio) explicando que de una
hembra biológica se construye la condición "femenina" y se logra hacer una mujer al
educarla en la femineidad, sin que exista vínculo natural entre mujer (hembra) y
femineidad (género).2 3

Tras escribir este ensayo y recibir multitud de cartas escritas por mujeres
diciendo que ahora comprendían mejor sus vidas, la filósofa se dio cuenta de que
hacía falta un cambio social y político, por lo que se hizo feminista. El segundo
sexo es considerado hoy como la obra principal de referencia de la corriente
denominada feminismo de la igualdad. En 1956 el Santo Oficio decretaba la inclusión
de diversas partes del escrito en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia
católica a sus fieles.4

Índice
1 Algunos elementos
2 El Uno y el Otro
3 Otros contenidos relevantes
4 Referencias
5 Bibliografía en español
5.1 Ediciones de la obra
5.2 Bibliografía secundaria
6 Véase también
7 Enlaces externos
Algunos elementos
Este ensayo de casi un millar de páginas apareció por primera vez en París con el
sello de Gallimard y aún perduran los ecos de la exitosa resonancia y de algunas
controversias que provocó. El lenguaje que lo muestra y aspectos que lo
caracterizan son de cuño existencialista.

Como quedó señalado, la obra aspira a manejar una pluralidad de registros que van
desde lo biológico, lo psicoanalítico, pasando por lo histórico y lo marxista. La
mira es puesta en principio, desde lo exterior, en particular desde la mirada
masculina. Y a renglón seguido se desplaza hacia una descripción interna de la
infancia de la mujer, de su iniciación sexual, de la época de madurez y por último
de la ancianidad.

Se pasa luego a considerar y describir a la mujer en situación. Y desfilan entonces


la madre, la prostituta, la lesbiana, la narcisista, la enamorada, la mística. El
propósito o hilo de conducción es destacar todo lo que en las diferentes
circunstancias llevan a creer en la inferioridad de la mujer y en los efectos que
la internalización de esta creencia promueve en lo que concierne a sus elecciones
vitales, sea la de contraer matrimonio o abandonar una carrera antes emprendida.
Por otro lado se explica que, en un mundo en el que predominase la igualdad de los
sexos, tanto hombres como mujeres estarían contribuyendo a la propia liberación del
propio sexo. Ya que si la mujer tuviese claramente definidos sus propios objetivos,
se focalizaría menos sobre el hombre y ante el hecho de una menor constricción éste
obtendría una mayor libertad.

Su obra se enmarca en el entorno de un pensamiento racional que coge de la


ilustración todos los aspectos emancipadores y positivos. La diferencia entre ambos
sexos no influye en su igualdad de condición, según un pensamiento de igualdad
entre humanos. Analiza la feminidad desde distintos puntos de vista: cultural,
historiográfico, psicológico, biológico, etc., aclarando que ninguno de estos
aspectos son suficientes para darnos una definición de mujer, pero contribuyen a
definir la mujer como «lo Otro» frente a «lo Uno»: lo masculino. Se trata, en
cierto modo, de una exhaustiva investigación general sobre la mujer en un contexto
mundial.

El trabajo avanza mediante la indagación a los más creíbles estudiosos de los temas
sin distinción de sexo, sean médicos, psicólogos, novelistas y, al mismo tiempo,
busca que las mujeres se abran declarando sus experiencias, sea en el ámbito del
amor o en otros. A esta altura comienza a sostenerse la necesidad de la integración
social de lo femenino, con los mismos derechos que los hombres y con los mismos
deberes, y con todas las conquistas que todo ello comporta: igualdad en los
salarios, posibilidad de control de los nacimientos, acceso legalizado al aborto y
a todos los reconocimientos civiles, políticos, jurídicos que han poseído y poseen
los hombres.

El trabajo se abre con una introducción y es seguida de tres secciones: Destino,


Historia y Mitos. Se cierra con una conclusión.

El Uno y el Otro
«Toda mujer consiste en el útero».5Desde tiempos remotos la mujer ha sido limitada
por su constitución biológica. Para él, ella es tan solo sexo. El hombre tan sólo
ve en la mujer un cuerpo, que se reproduce. No ve más allá de eso.

La separación de los sexos, por tanto, es un acto biológico. Esto no proviene de


ningún suceso de la Historia, no podemos definir un punto exacto. Sin duda alguna,
esto marcó un antes y un después a la hora de determinar a la mujer. La pareja es
una entidad, en la cual sus dos mitades están fusionadas la una con la otra, son
necesarias: no es contingente ninguna división por sexos en nuestra sociedad. Este
problema es lo que determina sin duda alguna a la mujer: «ella es lo Otro en el
corazón de una totalidad cuyos dos términos son necesarios el uno para el otro».

Si suponemos a la mujer como lo Otro sería algo tan insólito como nuestro propio
conocimiento. Siempre, ya en las sociedades arcaicas, ha convivido aquello que
conocemos como dualismo (lo Otro y lo Mismo); esta desmembramiento no se puso bajo
el símbolo de la división entre sexos, no corresponde a datos empíricos. Nunca una
colectividad se fija como Una sin poner a continuación enfrente a la Otra: para el
que haya nacido en un país, las otras personas que no pertenecen al suyo las
califica como «extranjeros»; para los antisemitas los judíos son «otros», los
indígenas lo son para los colonos, los pobres para los ricos.

Deducimos que el sujeto no se piensa más que oponiéndose: se afirma como algo
fundamental y construye al otro en secundario, en objeto. Pero entre aldeas,
clases, naciones, hay tratados, guerras, negocios, que quitan el concepto de lo
Otro de su razón absoluta y descubren su correlación; de mal o buen grado,
conjuntos e individuos se ven forzados a admitir la reciprocidad de sus relaciones.
Ahora bien, ¿Por qué esta reciprocidad no se ha planteado entre los sexos? ¿Por qué
las mujeres no ponen a discutir la emancipación masculina?

El Otro es planteado así por lo Uno, al desarrollarse este como Uno. Ahora bien, la
pregunta que muchos se plantean: ¿De dónde procede esta sumisión a la mujer?

Mujeres y hombres participan del mismo modo en la categoría de seres humanos y de


este modo crear percepciones dedicadas a la práctica de la trascendencia. El
problema es que, en el caso de la mujer, no se le considera la inclusión y la
participación en esa categoría: no es sujeto, no es un Mismo; por otro lado, la
cultura y nuestra sociedad han hecho de ella una persona distinta del hombre. La
mujer es la Otra: no existe ningún tipo de correspondencia a la hora de hablar de
mujer como sujeto. Sin duda alguna, podríamos «culpabilizar» a nuestra cultura y
sociedad por este nombramiento a la mujer, que hizo que la condicionaran a lo largo
de su historia.

Cuando la mujer empieza a formar parte de la elaboración de nuestro planeta, en ese


mismo momento, ese mundo pertenece y está en poderío de los hombres. Estas mujeres
no tenían otra opción que aceptar la cooperación con el hombre, consentir ser lo
Otro, para así mantener cualquiera de las ventajas que podría producir una unión
con esa clase privilegiada, el hombre.

Cuando cualquier individuo anhela afirmarse como un sujeto, aparece en él cierto


deseo de escapar de su independencia para formarse como cosa. Cualquier hombre, al
concebir a la mujer como Otro, descubre en ella complicidades recónditas. La mujer
no tiene unos medios adecuados para manifestarse como sujeto, por lo que no lo
hace, ya que notan una fuerza que las hace adherirse al hombre, pero sin pensar en
ninguna correlación, sobre todo porque la mayoría casi siempre se contenta haciendo
el papel de Otro. Es aquí cuando surge otra pregunta: ¿De qué manera ha surgido
toda esta realidad?

Otros contenidos relevantes


En el momento de escribir su ensayo la autora tenía cuarenta y un años. Por detrás
estaban los atisbos esporádicos de lucha feminista, sea del siglo anterior o del
precedente, como el de la inglesa Mary Wollstonecraft. En el Siglo XX será Simone
de Beauvoir la que reinicie la lucha, con las diversas armas de los nuevos tiempos.

Como todo trabajo renovador, pone aparte de las altas resonancias positivas, como
quedó reseñado, hubo que disuadir y combatir los enfoques negativos en las
controversias desatadas. Lo que la autora quiere dejar bien puntualizado es el rol
inferiorizado que la mujer ha cumplido históricamente. Sea en el amplio marco de la
comunidad global, o en el más estrecho de la vida familiar. Se busca señalar que a
lo largo de los tiempos los hombres han procurado regir solos el mundo, abandonando
a la mujer a la tentación de consagrarse por completo a los quehaceres de la vida
matrimonial y al cuidado de los hijos. Esta situación se pudo sostener por una
creencia: la internalización femenina de la propia incapacidad. Y la otra: la
creencia de que quedarse soltera la habría de poner en riesgos económicos o
sociales. A este respecto, toda la comunidad en los diversos momentos de la
historia ha reafirmado la inferioridad femenina y la necesidad de que tener una
familia y un marido contribuirían a completar su ser «carenciado».

El matrimonio y los hijos son obra de hombres y mujeres, pero en conjunto son
tareas que siempre han comportado mayores responsabilidades para ellas que para los
hombres. Tal rol las ha atado y les ha impedido pensar en una realización fuera del
hogar. La responsabilidad de esta situación histórica de hecho no es sólo de las
mujeres. Los dos sexos han contribuido para que se sostuviera. Y así como las
mujeres no deberían abandonar sus cometidos específicos y propios, los hombres
deberían comprender que deberían restarse de la presión expresa o implícita para
que lo hiciese. Categóricamente se establece, y no está de más remarcar, que en un
mundo de iguales, ambos sexos se beneficiaran. Sólo tal igualdad y la liberación
posibilitará papeles social y político de mayor envergadura, de la mujer.

Referencias
Beauvoir, Simone. El segundo sexo. Buenos Aires: Siglo Veinte, p. 13.
Simone de Beauvoir.No se nace mujer
Beauvoir, Simone de, 1908-1986,. El segundo sexo. ISBN 978-607-31-1375-5. OCLC
1097851196. Consultado el 4 de noviembre de 2020.
Martínez de Bujanda, Jesús; Richter, Marcella (2002). Index des livres interdits:
Index librorum prohibitorum 1600-1966 (en francés). Université de Sherbrooke.
Centre d'études de la Renaissance. p. 116. ISBN 2-89420-522-8.
De Beauvoir, Simone. El segundo sexo. Vol. I. Los hechos y los mitos. Madrid:
Cátedra. p. 7.
Bibliografía en español
Ediciones de la obra
Obras completas de Simone de Beauvoir, Madrid, Aguilar, 1972.
El segundo sexo, prólogo de Teresa López Pardina, trad. de Alicia Martorell,
Madrid, Cátedra, 1998.
El segundo sexo, prólogo de María Moreno, trad. de Juan G. Puente, Buenos Aires,
Sudamericana, 1999.
De Beauvoir, Simone (2000), El segundo sexo. Vol. I. Los hechos y los mitos. Alicia
Martorell, tr. Madrid: Cátedra, 2-26.
Reverter, Sonia (2010), “El feminismo: más allá de un dilema ajeno”, Feminismo/s,
15, 15-32.
Santana de la Cruz, Margarita (2002), “Simone de Beauvoir: dos aproximaciones”,
Clepsydra: revista de estudios de género y teoría feminista, 1, 111-128.
Bibliografía secundaria
Jorge Mario Cabrera, ¿La mujer o el segundo sexo?: dos propuestas de educación
según Edith Stein y Simone de Beauvoir, San José (Costa Rica), Promesa, 2001.
Nieves Fernández González (coord.), 50 aniversario de "El segundo sexo" de Simone
de Beauvoir, Gijón, Tertulia Feminista Les Comadres, 2002.
Susana Carro Fernández, Tras las huellas de "El segundo sexo" en el pensamiento
feminista contemporáneo, Oviedo, KRK, 2002.
Celia Amorós y Ana de Miguel (eds.), Teoría feminista: de la ilustración a la
globalización, Madrid, Minerva, 2005.
Véase también
Anexo:Los 100 libros del siglo de Le Monde
Enlaces externos
Molina León, María. La herencia de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir
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