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ACT 16

EVELIN RAMIREZ GONZALEZ

Buscar e identificar casos de la no aplicación de los derechos humanos


laborales y hacer una reflexión sobre las consecuencias mediante una
estrategia didáctica (Mesaredonda, panel, foro, seminario).

En este caso tres mujeres que sufren abuso laboral, por parte del Estado o de
empresas privadas que buscan el máximo beneficio con el mínimo gasto.

Una de ella trabaja cuidando a su madre por 250 euros al mes, cantidad que paga
el Estado. Va todos los días a su casa, cuida de ella, la acompaña al médico, hace
la compra, limpia y cocina durante cuatro o cinco horas al día.

Eso hasta ahora porque desde el 1 de septiembre el Gobierno ha anulado estas


ayudas a las personas mayores con la excusa de que se cometían muchas
irregularidades. Hasta ahora hacía esa aportación que incluía la cotización a la
Seguridad Social de los cuidadores. Ahora ha suprimido esa aportación, por lo que
quien quiera seguir cuidando a una persona mayor, de manera legal, seguirá
recibiendo el mismo sueldo pero pagará de su bolsillo la cotización a la seguridad
social. En el caso de esta cuidadora el resultado es que le quedan unos 30 euros
de sueldo, que es la diferencia entre lo que cobra y lo que se ve obligada a pagar
como cotización a la Seguridad Social.

Esta anciana en concreto recibe una pensión de 700 euros, por lo que de pagar a
su cuidadora la misma cantidad que esta venía percibiendo (para que su sueldo
siga siendo el mismo) su pensión se quedaría en 480 euros con los que deberá
pagar su alimentación, electricidad, agua, comunidad, ropa y demás... en caso de
que la anciana no pueda pagar a su hija para que la cuide, la hija -su cuidadora-
tendría que seguir haciendo el mismo trabajo pero ahora por 30 euros al mes.
Claro que la anciana siempre tiene la opción de volver a esa antigua y cruel
costumbre que lleva a los ancianos a convivir por periodos de meses en casas de
sus distintos hijos o hijas, en caso de tenerlos, para que estos puedan cuidarlos
sin desatender sus otras obligaciones familiares o laborales. En caso de no existir
estos hijos desconozco qué opciones tiene la anciana, teniendo en cuenta que las
residencias públicas están atestadas, tienen años de lista de espera y las privadas
son inaccesibles con su mínima pensión.

Otro caso es el de una persona que trabaja en un hospital privado, bueno que
trabajaba porque ha sido despedida.
El motivo de su despido ha sido negarse a renunciar a recuperar las horas extra
que la empresa le había obligado a realizar durante varios meses y por las que le
correspondía librar durante tres días. Esta persona llevaba cinco años trabajando
en este hospital, en el que recientemente ha habido un cambio de propietarios que
han decidido aplicar políticas más agresivas de gestión empresarial. En el nuevo
marco de relaciones que plantea esta empresa negarse a seguir al pie de la letra
las instrucciones de los jefes, sean estas las que sean, es motivo inmediato de
despido.

El tercer y último caso es el de una persona que trabaja en una residencia de


ancianos -lo que me cuenta sobre el trato a los ancianos, que pagan alrededor de
2.000 euros al mes a veces roza lo dantesco- y que está siendo obligada
sistemáticamente a incumplir los plazos de descanso entre turnos para no ser
despedida, como ya han hecho con otros trabajadores que se "atrevieron" a pedir
que se cumplieran las normas laborales.

Esta es la sociedad que entre todos, con nuestros votos, nuestro silencio o
nuestra codicia estamos construyendo.

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