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En este caso tres mujeres que sufren abuso laboral, por parte del Estado o de
empresas privadas que buscan el máximo beneficio con el mínimo gasto.
Una de ella trabaja cuidando a su madre por 250 euros al mes, cantidad que paga
el Estado. Va todos los días a su casa, cuida de ella, la acompaña al médico, hace
la compra, limpia y cocina durante cuatro o cinco horas al día.
Esta anciana en concreto recibe una pensión de 700 euros, por lo que de pagar a
su cuidadora la misma cantidad que esta venía percibiendo (para que su sueldo
siga siendo el mismo) su pensión se quedaría en 480 euros con los que deberá
pagar su alimentación, electricidad, agua, comunidad, ropa y demás... en caso de
que la anciana no pueda pagar a su hija para que la cuide, la hija -su cuidadora-
tendría que seguir haciendo el mismo trabajo pero ahora por 30 euros al mes.
Claro que la anciana siempre tiene la opción de volver a esa antigua y cruel
costumbre que lleva a los ancianos a convivir por periodos de meses en casas de
sus distintos hijos o hijas, en caso de tenerlos, para que estos puedan cuidarlos
sin desatender sus otras obligaciones familiares o laborales. En caso de no existir
estos hijos desconozco qué opciones tiene la anciana, teniendo en cuenta que las
residencias públicas están atestadas, tienen años de lista de espera y las privadas
son inaccesibles con su mínima pensión.
Otro caso es el de una persona que trabaja en un hospital privado, bueno que
trabajaba porque ha sido despedida.
El motivo de su despido ha sido negarse a renunciar a recuperar las horas extra
que la empresa le había obligado a realizar durante varios meses y por las que le
correspondía librar durante tres días. Esta persona llevaba cinco años trabajando
en este hospital, en el que recientemente ha habido un cambio de propietarios que
han decidido aplicar políticas más agresivas de gestión empresarial. En el nuevo
marco de relaciones que plantea esta empresa negarse a seguir al pie de la letra
las instrucciones de los jefes, sean estas las que sean, es motivo inmediato de
despido.
Esta es la sociedad que entre todos, con nuestros votos, nuestro silencio o
nuestra codicia estamos construyendo.