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El pequeño Oscar se acercó a su mamá para decirle: “En el catecismo me dijeron que Dios es
uno y tres al mismo tiempo, pero no puedo entenderlo, ¿podrías ayudarme?”. Su mamá se
quedó pensativa. Mientras buscaba cómo responder a su hijo, llegó Don Teo, el padre de
familia. Oscar y su mamá lo saludaron y le dijeron lo que estaban tratando de entender. Él se
unió al grupo y juntos trataron de comprender de manera sencilla el dogma de la Santísima
Trinidad, pero no era nada fácil. La luz del sol fue disminuyendo.
Don Teo encendió una lámpara para iluminar la sala. De pronto, uno de los focos se fundió y él
fue de inmediato a buscar uno nuevo. Mientras tanto, seguía pensando en cómo explicar el
dogma de la Trinidad. Justo cuando regresaba a la sala, le vino una idea. “¡Ya lo tengo! ¡Ya sé
como ayudar al niño para que comprenda la Trinidad!”. Luego se acercó a Oscar y le preguntó:
“¿Qué tengo en mi mano?”. El pequeño le contestó: “Un foco”. El padre movió la cabeza en
señal de afirmación. Luego le pidió al pequeño que no perdiera de vista el foco. Lo colocó en el
lugar del que se había fundido y después, como si fuera el presentador de un teatro, gritó:
“¡Tenemos un foco!”.
Don Teo le dijo: “Dios Padre es como el foco que origina la luz y el calor. Dios Hijo es como la
luz que surge del foco. Es distinta al foco, pero llega a todos los rincones”. Oscar entendió que
el Hijo de Dios es como la luz del Padre que se da a conocer al mundo. Don Teo continuó: “Con
tu mano sentiste el calor que surge del foco. El calor tampoco es el foco, ni su luz. Es algo
distinto que surge del foco y de la luz. El calor es como el Espíritu Santo que procede de Dios
Padre y de Dios Hijo”.
Oscar se quedó un poco pensativo, pero luego dijo: “el foco no es la luz ni el calor. La luz no es
el foco ni el calor. El calor no es el foco ni la luz. Son tres cosas distintas, pero al mismo tiempo
están unidas”. El niño y la mamá se quedaron con la boca abierta por la explicación de Don Teo
y tuvieron que reconocer que se había esforzado por ayudarles a comprender. Entonces los
dos juntos aplaudieron y le dijeron: “¡Ahora sí que se te prendió el foco!”