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Tenemos por otro lado, la problemática del bien jurídico penalmente protegido por la norma
penal, de donde se puede observar que existe poco consenso en la doctrina y la jurisprudencia
sobre el mismo. Así pues, en la doctrina español, que tiene una regulación muy similar a la nuestra,
consideran que el bien jurídico protegido es la propiedad[8]. En el Perú señala SALINAS SICCHA[9]
sobre el bien jurídico que: “Es lugar común en la doctrina aceptar que el bien jurídico que se protege
es el patrimonio y más precisamente el derecho de propiedad regulado en el artículo 923 del Código
Civil, donde se le define como el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un
bien. Con la apropiación se lesiona este derecho evitando que el propietario pueda usar, disfrutar o
disponer de sus bienes, dinero o valores”. Asimismo, tenemos a Iván MEINI MÉNDEZ[10] que
señala: “Este delito (apropiación ilícita) exige que el sujeto activo se apropie de bienes muebles,
sumas de dinero o valores por un título que obligue a entregar, devolver o hacer un uso
determinado”. En ese sentido, se puede observar que se utiliza de forma indistinta como bien
jurídico protegido el patrimonio y la propiedad, sin embargo consideramos se debe realizar una
diferencia sobre la misma a fin de establecer de forma nítida el espacio que enmarca el patrimonio y
la propiedad dentro del delito de apropiación ilícita. Al respecto, conforme señala Urs
KINDHÄUSER, desde un punto de vista de la teoría fáctico-económica del patrimonio y protección
de la propiedad[11], que la afectación a la propiedad no necesariamente trae como colación la
afectación al patrimonio, pues para esta última “no se exige ninguna correspondiente legitimidad
jurídica para la configuración formal de un objeto en el patrimonio de una persona[12]”, así dicho
autor nos clarifica lo antes mencionado con un ejemplo: “Si una cosa es hurtada a su propietario, o
se extravía de cualquier modo, ella ya no pertenece más a su patrimonio -no obstante que ella aún
subsista como propiedad[13]”. Por ello resulta pertinente realizar una diferencia entre la protección
del patrimonio y de la propiedad, para un mejor análisis de los elementos constitutivos de la
apropiación ilícita, ello pues conforme se observará ut infra genera repercusiones a la hora de
establecer la consumación del delito de apropiación ilícita. Consideramos pues que el ámbito en el
cual se enmarca la norma penal es el de la propiedad, específicamente el de la posibilidad concreta
de disponer el bien. Sin embargo, debemos señalar, que nosotros consideramos que el bien jurídico
penalmente protegido es la expectativa[14] que sobre la persona (agente) se tiene en cuanto a su
actuación de acuerdo marco establecido en el título (formal o material) que obliga a entregar o
devolver el bien mueble.
a) El autor posee legítimamente el dinero, los efectos, los valores o las cosas muebles;
b) El título en virtud del cual posee el autor es un título que produce la obligación de devolver o
entregar los bienes, de tal modo que no legitima al poseedor para actuar como su propietario;
c) El objeto material del delito son bienes muebles de valor económico; y
d) La conducta típica consiste en apropiarse, distraer o negar haber recibido los bienes.
Debemos señalar que cuando hablamos de apropiarse, por el mismo debe entenderse al ejercicio
de los actos de disposición (establecidos en el título de entrega) sobre el bien mueble, actuando
como propietario[17]. En ese sentido, no se requiere que el agente incorpore el bien a su patrimonio,
sino que actúe sobre el bien con posibilidades de disponer[18]. Así pues, lo relevante no es la
disminución del patrimonio del sujeto pasivo (que puede no ser el dueño), sino la ausencia de
disposición sobre el bien[19].
Además, señala la doctrina dominante, para la configuración del tipo penal se requiere que el sujeto
activo haya actuado desde el inicio con el ánimo de apropiarse (animus rem sibi habendi[20]) del
bien mueble dejado en posesión mediante título que establezca su devolución[21]. La doctrina
mayoritaria entiende este ánimo como la intención de apropiarse de la cosa[22], y por ende excluir a
los demás de la disposición del bien mueble. Por otro lado, señalan Alfonso SERRANO GÓMEZ &
Alfonso SERRANO MAÍLLO[23] que el animus rem sibi habendi se caracteriza por dos elementos:
a) la voluntad (al menos eventual) de privar de sus bienes de forma definitiva al titular de los
mismos, y b) la voluntad de incorporar las cosas a su patrimonio, por lo menos, en forma transitoria.
Asimismo, señalanT. VIVES ANTÓN y J. GONZÁLEZ CUSSAC[24], que existen “dos momentos
constitutivos del llamado “ánimo de lucro” en la apropiación indebida: el propósito de disponer y el
de enriquecimiento”. En ese sentido, establecen los autores citados, que debe configurarse el
propósito de disponer -la voluntad de disponer- pues sin ella no hay acción de disponer; en cuanto
al propósito de enriquecerse, debe existir dentro del parte subjetiva el conocimiento del
enriquecimiento[25], sin dicha situación, y por ende la atribución subjetiva de la misma, no se
configuraría el delito de apropiación ilícita. Sin embargo, partiendo de una teoría normativista,
consideramos que en el aspecto subjetivo (dolo) sólo debe entrar a tallar -más allá de lo que quiso el
agente o la voluntad final que tuvo el mismo con su conducta- los deberes de conocimiento del
agente (lo que debía saber) sobre la relevancia de su conducta -en el contexto social en el cual se
enmarcaba- para la afectación de la disposición, del sujeto pasivo, sobre el bien mueble[26].
Por otro lado, en lo que respecta a la consumación de delito de apropiación ilícita, la misma se
configura cuando el agente realiza actos de disposición[27], yendo más allá de las facultades
recibidas en el título de entrega del bien; es decir el sujeto realiza actividades sobre el bien como si
fuese dueño[28].
En el ámbito de la consumación, y conforme se puede desprender del texto normativo del artículo
191º CP, para la configuración de la apropiación ilícita no se requiere de perjuicio alguno por parte
del sujeto pasivo o propietario[29]. No debemos olvidar que el bien jurídico protegido se enmarca en
las facultades para disponer por parte del sujeto activo que legítimamente tiene ese derecho (sea o
no propietario).
Ahora bien, teniendo el marco antes señalado, debemos manifestar que dicha concepción da cabida
a que el delito sea comprendido como un delito de mera actividad[30], mediante el cual se
configura el delito de apropiación ilícita con los actos de disposición que el agente realiza no
enmarcados en el título de entrega de bien mueble, es decir actúa como si fuese dueño del bien. En
ese sentido, señala Javier SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ-TRELLES[31], haciendo referencia al delito de
apropiación ilícita: “Los delitos contra la propiedad se conforman para su consumación y terminación
definitivas con una reducción de la posibilidad de disponer, de tal manera que cuando el sujeto que
posee la cosa la ofrece a un tercero ya está actuando como si fuera dueño o, lo que es lo mismo, ya
ha consumado y terminado el delito de apropiación indebida, con la obligada consecuencia de que
el tercero no podrá ser ya partícipe en dicho delito consumado y terminado”.
Cabe señalar que algunos autores, como Francisco MUÑOZ CONDE, establecen que con el acto de
disposición del agente, se produce el perjuicio que la apropiación produce en el titular de derecho a
exigir la entrega o devolución de la cosa[32]. Asimismo, señal VIVES ANTÓN, T. y GONZÁLEZ
CUSSAC, J. que “El perjuicio típico consiste en la pérdida, por parte del dueño, del valor económico
de la cosa y tiene, como necesaria contrapartida, el enriquecimiento del autor por la incorporación a
su patrimonio de ese valor[33].”
[1] Así tenemos que para el año 2011, el delito de apropiación ilícita configura el 9.2%, del total de
delitos contra el patrimonio, de casos que ingresan al Ministerio Público de Lima, después de los
delitos de hurto, robo, estafa y usurpación. Véase el Anuario Estadístico del Ministerio Público 2011.
[2] Vid. SIMONS VALLEJO, Rafael. Sobre el contenido injusto de los delitos de apropiación indebida
(reflexiones a propósito de los arts. 252 y siguientes del Código Penal español).
En http://www.uhu.es/revistapenal/index.php/penal/article/viewArticle/239 p.150
[3] Sobre el ámbito de la casación enmarcado en el nuevo Código Procesal Penal, véase a Víctor
Pastor YAIPEN ZAPATA. La Casación en el Sistema Penal
Peruano. http://www.cybertesis.edu.pe/sdx/sisbib/notice.xsp?id=sisbib.2012.yaipen_zv-
principal&base=documents&qid=pcd-q&id_doc=sisbib.2012.yaipen_zv&dn=1
[5] Vid. VIVES ANTÓN, T. y GONZÁLEZ CUSSAC, J. Derecho penal parte especial (Vives Antón, T.
y AAVV).Valencia, Tirant lo Blanch, 1999. 3ra Ed. p.467
[6] Vid. SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos contra el patrimonio. 2da Ed. Lima, Jurista editores,
2006. p.208
[7] Vid. SIMONS VALLEJO, Rafael. Sobre el contenido injusto de los delitos de apropiación indebida
(reflexiones a propósito de los arts. 252 y siguientes del Código Penal español).
En http://www.uhu.es/revistapenal/index.php/penal/article/viewArticle/239 p.153
[8] Vid. VIVES ANTÓN, T. y GONZÁLEZ CUSSAC, J. Op. Cit. p.468. En el mismo sentido, Francisco
MUÑOZ CONDE al señalar que “la propiedad [es] directamente el bien jurídico protegido en ese
delito”. En Derecho penal parte especial. Valencia, Tirant lo Blanch, 2008. 15ta Ed.p.44. Cfr.
SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ-TRELLES, Javier. Al establecer “[al] delito de apropiación indebida -como
delito contra la propiedad”. En administración desleal y apropiación indebida: consecuencias de la
distinción jurisprudencial. En Dogmática y ley penal, Libro Homenaje a Enrique Bacigalupo. TII.
Jacobo López Barja de Quiroga y José Miguel Zugaldía Espinar (Coordinador). Madrid-Barcelona,
Marcial Pons, 2004. p.1213
[9] Vid. SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. pp. 214-215. Asimismo, Karl BORJAS CALDERÓN,
señala que: “[…] el bien jurídico protegido, es sin duda, la propiedad […] es el patrimonio en
especial la propiedad, así sea la apropiación ilegitima de dinero”. JuS-Jurisprudencia. Lima, Nº
3/2008. Lima, Grijley, 2008, Marzo 3. p.260
[12] Ibidem
[13] Ibid p.40. más adelante señala el autor: “Bajo estas premisas -diferente a los sostenido por la
teoría jurídica del patrimonio-, la protección de la propiedad y la protección del patrimonio son
formalmente incongruentes.”
[15] Vid. PASTOR MUÑOZ, Nuria. Lecciones de derecho penal parte especial. Jesús-María Silva
Sánchez (Dir.). Barcelona, Atelier libros jurídicos, 2006. p.225-226
[17] En ese sentido, el delito de apropiación ilícita es un delito especial, mediante el cual sólo
determinados sujetos que establece el tipo penal serán sujetos activos del delito.
[18] En ese sentido, compartimos lo señalado por Carlos RODAS VERA: “Apropiarse”, para los
efectos del delito que tratamos, no implica necesariamente la incorporación del bien mueble ajeno al
propio patrimonio, sino que equivale a “ejercer actos de disposición sobre la cosa” como “si se fuera
propietario” (animus rem sibi habendi) y “sin la intención de devolverla” (dolo). En Aproximación al
delito de apropiación ilícita y a su problemática. En Apropiación ilícita por abuso de confianza y
apropiación ilícita simple. JuS-Jurisprudencia. Lima, Nº 5/2008. pp. 231 y ss.
[19] Vid. SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ-TRELLES, Javier. Op. Cit., al señalar que “[…] Ésta es la
diferencia con los delitos de apropiación, en los que lo relevante del delito es la pérdida de la
capacidad de disposición. p.1214
[20] Crítico con considerar el animus rem sibi habendi como configurador de la parte subjetiva del
delito de apropiación ilícita, véase a Julio César MORALES CAUTI. El contenido del tipo subjetivo
en el delito de apropiación ilícita. Intrascendencia del Animus Rem Sibi Habendi. En XX Congreso
Latinoamericano, XII Iberoamericano y V Nacional de Derecho penal y Criminología. Lima, Ara
Editores, 2008. pp. 282 y ss. “Lo que asumimos una posición cognitiva-normativa del dolo en el
delito de apropiación ilícita [en general en todas las figuras penales], donde definimos al mismo
como el conocimiento concreto con que cuenta el agente de que mediante su comportamiento se
está apropiando indebidamente, en provecho suyo o de tercero, de un bien mueble ajeno […]
entendemos que el animus rem sibi habendi carece de toda relevancia y/o trascendencia en la
configuración del tipo subjetivo”
[21] Vid. MARTINEZ HUAMAN, Raul Ernesto. El delito de administración desleal del patrimonio de la
persona jurídica.Gaceta Penal y Procesal Penal. Lima, Gaceta Jurídica, Julio-2009. T.1 p.178
[22] Vid. MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho penal parte especial. Valencia, Tirant lo Blanch,
2008. 15ta Ed. Así señala el autor: “Se exige también aquí el ánimo de lucro referido a la intención
de apropiarse de la cosa: “animus rem sibi habendi”, o disponer de ella sin facultades para ello, lo
que produce un perjuicio en el sujeto pasivo.” p. 447
[23] Vid. SERRANO GÓMEZ, Alfonso & SERRANO MAÍLLO, Alfonso. Derecho penal parte especial.
Madrid, Dykinson, 2007. 12va Edi. p.440
[24] Vid. VIVES ANTÓN, T. y GONZÁLEZ CUSSAC, J. Op. Cit. p.474. Subrayado nuestro
[25] Vid. MARTINEZ HUAMAN, Raul Ernesto. El delito de uso indebido del patrimonio de la persona
jurídica. En RAE Jurisprudencia. Lima, Ediciones Caballero Bustamante, 2009. T.18, Diciembre, Año
2. p.346
[26] Sobre el dolo desde una teoría normativista, véase a CARO JOHN, José Antonio. Imputación
subjetiva. www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/articulos/a_20080521_52.pdf “La referencia al deber
traza el marco de valoración que separa la naturaleza y el sentido jurídico, a su vez esclarece que el
destinatario de la imputación jurídica no es el actuante en cuanto sistema psico-físico, sino en
cuanto persona titular de un haz de derechos y deberes.” p.10
[27] Señala Carlos RODAS VERA, haciendo un ejemplo claro de lo que se debe entender por
disposición para la configuración en el delito de apropiación ilícita, que la misma debe ser
una actividad concreta de la disposición. Así menciona: “[…] para la consumación del delito de
hurto, basta la posibilidad de disposición de la cosa, mientras que en la apropiación indebida es
necesaria una actividad concreta de disposición”.Op. Cit.
[28] Señala Urs KINDHÄUSER que la propiedad es el derecho de disponer una cosa conforme al
arbitrio de su titular. Op. Cit. p.37
[29] En el mismo sentido, SAINZ PARDO (pese a sus manifestaciones expresas) y BAJO
FERNÁNDEZ configuran la apropiación indebida como un delito de mera actividad, que se consuma
por la sola realización del acto dispositivo y entienden que por ello, no admite las formas
imperfectas. Citados por Vives Antón, T. y González Cussac, J. Op. Cit. p.475. Del mismo parecer,
Karl BORJAS CALDERÓN, al señalar: “No consideramos que sea requisito de la consumación la
presencia de un perjuicio en el agente, lo único que se exige es que sea realizada con provecho
para el sujeto activo o para un tercero y que se confirme la apropiación.” Op. Cit. p.263
[31] Vid. SÁNCHEZ-VERA GÓMEZ-TRELLES, Javier. Op. Cit. p.1215. En ese mismo sentido,
establece de forma contundente el autor que la consumación del delito de apropiación ilícita, como
delito contra la propiedad, y a diferencia de los delitos contra el patrimonio, se consuman de forma
instantánea.
[32] Vid, MUÑOZ CONDE, Francisco. Op. Cit. p.448. En el mismo sentido, señala Nuria PASTOR
MUÑOZ, cuando establece: “[…] es complejo determinar cuándo se produce la consumación de la
apropiación indebida. La doctrina dominante exige un perjuicio económico global; en cambio, hay
autores que consideran suficiente que el autor disponga del bien recibido y se produzca con ello la
disminución económica (BAJO FERNÁNDEZ). Op. Cit. p. 227. Igualmente, de dicha posición VIVES
ANTÓN, T. y GONZÁLEZ CUSSAC, J. Op. Cit. p. 475.
Apropiación ilícita Tópico 1: La prejudicialidad del título que sustenta la entrega del bien
Casación 301-2011: “En la dinámica del delito de apropiación ilícita hay que distinguir dos
momentos, uno consistente en la transmisión legítima de la posesión de la cosa con título que
produzca la obligación de entregarla o devolverla, y otro de apropiación antijurídica por parte
del poseedor legítimo”. Si el acto jurídico que genera la obligación antes referida se discute en
sede civil, entonces el proceso penal debe suspenderse hasta que se decida el tema civil. Podrá
plantearse una cuestión prejudicial conforme a lo previsto en el artículo 5 del CPP: Resulta
necesario en vía extra-penal una declaración vinculada al carácter delictuoso del hecho
incriminado.
Tópico 2: El acto de apropiación Casación 301-2011: “La conducta esencial que debe
desarrollar el agente está constituida por la apropiación, es decir, por el apoderamiento o
adjudicación a su favor de un bien mueble ajeno que no le pertenece legalmente”. Es
necesario un acto de apropiación del bien por parte de quien lo tiene legítimamente en su
poder. No basta con tener el ánimo de apropiación (animus rem sibi habendi), sino que debe
realizarse un acto que objetivamente debe interpretarse como apropiación (acto dominical). El
acto dominical más claro es la disposición (venta, alquiler, etc). Pero también puede ser el uso
del bien como propio. La simple negativa a entregar el bien no es suficiente, pues lo único que
acredita es un incumplimiento contractual.
ESTAFA : El orden de los elementos típicos. R.N. 325-2014 Lima: “el legislador nacional ha
configurado un determinado iter comisivo, estableciendo la cadena que deriva en la
producción del perjuicio, así como el proceso que se inicia con el engaño, que produce un
error en la persona, quien a consecuencia de éste, realiza un acto de disposición patrimonial
del que deriva el perjuicio”. Si estos elementos no se dan, no hay estafa. Pero además deben
de darse de manera sucesiva. En la Ejecutoria Suprema se rechaza el delito de estafa en una
subasta por la falta de entrega de los lotes adjudicados (perjuicio) por la falta de un engaño
previo en las bases.
: Los contratos criminalizados R.N. 325-2014 Lima: “No podemos soslayar, que el agente
delictivo muchas veces también puede servirse de un contrato para la comisión del delito, esto
es, puede simular una contratación específica para lograr el engaño de la víctima, induciéndola
a error y obtener la contraprestación pactada, pero sin tener ninguna intención de cumplir con
su presunta obligación adquirida en el contrato”. Debe rechazarse la vieja línea jurisprudencial
que sostenía que si hay contrato, no hay estafa. El problema no es sustantivo (es posible), sino
procesal (probar el engaño previo al contrato). Un indicio fuerte es la imposibilidad absoluta
de cumplimiento antes de la celebración del contrato.