anunciada. Y la princesa, con una sonrisa, lo invitó a sentarse junto a ella y le dijo: —¡Oh, señor! Me he convencido de que Aladino ha muerto y mis lágrimas no le darán vida. ¡Te ofrezco un brindis por nuestra amistad!
Se dirigió a la mesa y echó el
líquido en la copa de oro que ofreció al mago. Él tomó la copa, se la llevó a los labios y la vació de un trago. ¡Al instante cayó a los pies de Badrul Budur!