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Duelo a pistola en los juegos olímpicos

HistoriaPosted on 21 Jun, 2019

Cuando los Juegos Olímpicos incluían competiciones de duelo con pistola

Duelo Olímpico / foto dominio público

https://www.labrujulaverde.com/2019/06/cuando-los-juegos-olimpicos-incluian-competiciones-
de-duelo-con-pistola?fbclid=IwAR3w0q6sdwbUX7xeyuM4PznlQbyox62R3ESRv-
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Desde que Pierre de Coubertin recuperó en 1896 los Juegos Olímpicos que había en la Antigua
Grecia, se celebran cada cuatro años casi ininterrumpidamente (las excepciones fueron los de
1916, 1940 y 1944 a causa de las guerras mundiales) y en cada edición suelen barajarse cambios e
incorporaciones en la lista de deportes admitidos, ya sean de competición o de exhibición. Un
vistazo a la historia de ese evento nos revela que algunos de los incluidos antaño eran tan
asombrosos como el duelo olímpico, una recreación de los desafíos con pistola típicos de otra
época.

Meses atrás publicamos aquí un artículo en el que contábamos que entre 1912 y 1948 los Juegos
incluían competiciones de arquitectura, literatura, música, pintura y escultura, e incluso se llegó a
hablar de ampliarlas a danza, cine, fotografía y teatro, aunque al final sólo se añadieron -
efímeramente- alpinismo y aeronáutica. Lo cierto es que, si bien esa lista será insólita para muchos
lectores, la sorpresa resultará aún mayor sabiendo que en las Olimpiadas de 1906 y 1908 hubo
varias pruebas de tiro con pistola en las que el objetivo no era una diana sino un maniquí con
forma humana en un caso y, lo que es todavía más inaudito, un adversario real en el otro.

Los lances de honor fueron una forma de solventar diferencias durante


siglos, al menos desde el XV tal como los conocemos (los desafíos
anteriores tendrían unas características algo diferentes). Eran cosa de
caballeros (Indalecio Prieto declinó uno aduciendo con humor no ser un
caballero) y por eso, seguramente se permitieron o, al menos, se hizo la
vista gorda incluso cuando las autoridades los prohibían. También
había duelos de damas, aunque mucho menos frecuentes. Por lo tanto
siguieron practicándose legal o ilegalmente y en el siglo XIX experimentaron
un rebrote, en parte porque la costumbre se salió de su corsé aristocrático
para extenderse a otros estratos sociales.

Los políticos y periodistas, por razones derivadas de su profesión, pasaron


a protagonizar la mayor parte de los duelos y algunas redacciones de
prensa incluso contaban -o tenían contratada- con una sala habilitada para
practicar esgrima (el caso citado de Prieto fue cuando era redactor en El
Liberal y ya había pasado por lo mismo en sus comienzos en La Voz de
Vizcaya). Y es que sables y espadas resistieron -aunque cada vez más
apuradamente- con la tendencia a ser desplazados por las armas de fuego.
Y esa situación se prolongó mucho más de lo que pudiera pensarse, pues
los duelos no se prohibieron en Europa hasta 1905, en España diez años
más tarde y en América la última fecha registrada fue 1971 (en Uruguay; y
recordemos que el chileno Salvador Allende se batió en 1952 con el
opositor Raúl Rettig).

El famoso duelo
de Onegin, en la obra homónima de Pushkin (Ilya Repin)/Imagen: dominio público en
Wikimedia Commons

Muchas de esas situaciones se solventaban en privado pero otras,


fundamentalmente aquellas que derivaban de un desafío público (por
ejemplo los que se hacían los políticos en el Parlamento o a través de los
medios de comunicación), congregaban a un buen número de curiosos. De
ahí que, tras la prohibición -llevada a cabo en un congreso internacional de
prensa celebrado en Lieja-, quedara cierto vacío que el Comité Olímpico
propuso remediar al año siguiente con la inclusión en los Juegos
Intercalados de Atenas.

Los Juegos Intercalados no eran exactamente los Olímpicos. El COI


(Comité Olímpico Internacional) los creó en 1901 como una forma de
homenajear a la capital griega -la sede sería siempre allí- y a celebrar, como
indica su nombre, entre dos ediciones de los oficiales. Tuvo algo que ver
también el hecho de que los Juegos Olímpicos de París de 1900 resultaran
bastante fallidos, en parte porque coincidieron con la Exposición Universal y
un público poco acostumbrado al deporte se decantó mayoritariamente por
ésta. Sin embargo, entre que a Pierre de Coubertin no le gustaba la idea,
que el contexto político griego no era el más propicio para el evento y que
aquel montaje cada dos años resultaba poco práctico, tanto para los
organizadores como para los atletas, al final sólo hubo unos Juegos
Intercalados, los de 1906.

Cartel de los Juegos Intercalados de


Atenas, 1906/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Paradójicamente, tuvieron mucho éxito y establecieron algunos momentos


que hoy forman parte de ese espectáculo, como las ceremonias de apertura
y clausura, el desfile de los participantes o el izado de la bandera del país
ganador de cada prueba. También fueron los que acogieron, decíamos, las
primeras pruebas de duelo olímpico, pues para entonces un médico francés
apellidado Villiers había redactado para la Federación Nacional de
Sociedades de Ética y Salle de Armes de France un reglamento que
convertía los lances de honor en deporte incruento, al considerar que en
cierta forma, los enfrentamientos a pistola eran una visión moderna de la
esgrima y ésta ya se había incluido en los JJOO celebrados hasta el
momento por iniciativa del propio Coubertin, que era esgrimista.
Las normas de Villiers no cambiaban sustancialmente el desarrollo de los
duelos tradicionales, salvo que se sustituían las balas de plomo por bolas de
cera, que los contendientes dispararían a la señal del árbitro, estando
separados por una distancia de entre 18 y 23 metros y vistiendo las
correspondientes protecciones, dado que los proyectiles salían a 87 metros
por segundo: una cazoleta sujeta a la pistola para la mano, máscara para la
cara, casco en la cabeza y una especie de abrigo negro para el cuerpo -
hasta debajo de la rodilla- que permitía ver el punto de impacto respecto a
un blanco previamente señalado a la altura del pecho, determinando así la
puntuación. El resultado era similar al de un paint-ball actual.

Pistolas de duelo olímpico con su


munición de cera y los protectores para la mano/Imagen: Library of Congress

Ahora bien, el COI consideró que esa imagen podía resultar demasiado
fuerte para los JJOO y en lugar de dispararse entre sí, los tiradores lo
hacían sobre blancos neutros o maniquíes. Se establecieron dos pruebas,
diferenciadas por la distancia a la que se disparaba (una era de 20 metros y
otra de 25) y por el tiempo disponible para realizar cada disparo, de modo
que en la primera era mayor que en la segunda, en la que había que
efectuar cada tiro cuando lo ordenaba el árbitro y además lo hacían todos
los participantes simultáneamente. En la prueba de 20 metros el blanco
principal tenía un diámetro de 19 centímetros, aunque había otros diez
secundarios de un centímetro para ir sumando puntos. El oro fue para el
francés Léon Moreaux con 242 de los 300 posibles puntos, la plata para el
italiano Cesare Liverziani con 233 y el bronce para otro galo, Maurice
Lecoq, con 231.

En la prueba de 25 metros, realizada con pistolas de calibre entre 7,5 y 12


milímetros y cañón de un máximo de 30 centímetros, se disparaba sobre
una figura antropomorfa de yeso de 1,57 metros de altura, situándose el
blanco en su pecho con un tamaño de 7,5 x 10 centímetros. Como en el
caso anterior, se podían hacer hasta 30 disparos para conseguir los puntos
en liza, que aquí eran la mitad, 150. Para delirio del público, ganó el griego
Konstantinos Skarlatos con 133, completando el podio los suecos Johan
Hübner von Holst y Gustaf Vilhelm Carlberg con 115 cada uno. Algo se
había avanzado, teniendo en cuenta que en París hubo una prueba de tiro
sobre aves vivas al vuelo que supuso la muerte de tres centenares de
palomas.

Un duelista en plena
competición/Imagen: Library of Congress

Ahora bien, el recorrido del duelo olímpico no acabó ahí. En 1908, Londres
acogió la IV edición de los JJOO y volvió a ser una disciplina presente,
aunque como deporte de demostración, es decir, esas modalidades que el
COI incluye de vez en cuando, en parte para fomentarlas y en parte para
homenajear al país organizador cuando es en él donde se practican
especialmente. En el caso londinense, el duelo no era algo típico pero sí
el bike-polo, una variante del polo que usaba bicicletas en vez de caballos y
que también fue designada ad hoc

Lo que pasa es que hubo una novedad: en esta ocasión el duelo olímpico
se parecía más a la realidad porque los competidores no disparaban sobre
maniquíes sino uno contra otro. Usaban las citadas balas de cera y
protecciones pero aún así las malas lenguas decían, medio en serio medio
en broma, que se hacía para que resultara más morboso para el público. La
competición se desarrolló en el White City Stadium de Shepherd’s Bush,
barrio del municipio londinense de Hammersmith y Fulham donde ese
mismo año se había celebrado una exposición franco-británica que
precisamente incluyó exhibiciones de duelo olímpico. Pero, al tratarse de un
deporte de demostración, los resultados no contaron para el medallero final,
al igual que hoy el COI no tiene en cuenta las preseas de los Juegos
Intercalados.

Una competición de duelo


olímpico/Imagen: Library of Congress

Ello no impidió que se apuntara un buen puñado de tiradores. Como en


Atenas, muchos eran militares pero también figuraba gente variopinta y
seguramente ninguno comparable al ganador del oro, Walter Winans, un
cazador y aventurero estadounidense que había sido campeón olímpico de
natación y que en Estocolmo 1912, a la edad de 60 años, volvería a lo alto
del podio en la competición de escultura. Winans resultó herido leve en una
de las pruebas, aunque peor le fue a su rival -y amigo-, el periodista
deportivo Gustave Voulquin, al que una de las balas de cera medio arrancó
el pulgar de la mano derecha; por suerte para él no se usaba munición real,
como hubiera preferido Winans, que al fin y al cabo opinaba que «el duelo
es para el individuo lo que la guerra para la nación»: es decir, un mal
necesario.

Esos accidentes podrían haberse incrementado con al menos otro de los


competidores, que anunció que pensaba prescindir de casco
y máscara porque confiaba en la caballerosidad de sus rivales para que no
apuntaran a esas partes, habida cuenta que el blanco se situaba en el
pecho. No consta si se le permitió, aunque parece improbable porque en los
disparos intervenían otras variables aparte de ese código honor, caso del
viento, un error puntual o simplemente mala puntería.
Walter Winans con su medalla

De todas maneras, la cosa no tuvo mayor recorrido, como tampoco el duelo


olímpico en sí, que no volvió a formar parte de unos JJOO; al menos con
esas características de enfrentamiento personal. Sí perduraron varios tipos
de pruebas de tiro sobre blancos artificiales, bien estáticos, bien móviles
(tiro al plato, por ejemplo), unas con rifle, otras con armas cortas
(inicialmente revólver y pistola, aunque a la larga sólo quedaría ésta).

entes: When pistol duels were fought at the Olympic Games (Michael Noble


en Medium)/The extinguished flame. Olympians killed in The Great
War (Nigel McCrery)/The 1906 Olympic Games. Results for all competitors
in all events with commentary (Bill Mallon)/The first London Olympics:
1908 (Rebecca Jenkins)/Wikipedia.

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