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Temario:

Este cuadernillo fue realizado por la Centeno Derecho con el fin de ayudar a sistematizar los diferentes temas que
se plantearon desde la Procuració n General de la Nació n como relevantes.

Sistema Constitucional:

Unidad 1: Preá mbulo

Unidad 2: Funciones y atribuciones de cada poder del Estado. Poder Judicial, Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y
Ministerio Pú blico (composició n, atribuciones, formas de elecció n, condiciones para ser nombrado, cantidades)
(ver anexo CN selecció n de artículos)

EL Ministerio Público Fiscal:

Unidad 1: Procedimiento penal

Unidad 2: funciones, como se elige al Procurador.

Unidad 3: Las nuevas procuradurías creadas por la LMPF en virtud del sistema acusatorio. Fiscalías especiales,
procuradurías, etc.

El Ministerio Público Fiscal y la Cuestión de Género.

Unidad 1: conocimiento de las leyes y convenciones relacionadas con la materia.

Unidad 2:. Funcionamiento de la UFEM

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Unidad 1: Preámbulo de la Constitución de la República Argentina

Los temas en este punto poseen una profundidad má s amplia que el nivel requerido. Sin embargo nos parece la mejor
forma de encararlo para evitar posibilidades de error. En el anexo de este cuadernillo adjuntamos una selecció n de
artículos de la CN para un estudio completo pero menos preciso.

“Nos, los representantes del pueblo de la Nació n Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad
y elecció n de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la
unió n nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa comú n, promover el bienestar
general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del
mundo que quieran habitar en el suelo argentino; invocando la protecció n de Dios, fuente de toda razó n y justicia:
ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitució n para la Nació n Argentina.”

Aná lisis del texto:

El Preá mbulo refleja, en primer lugar, una manifestació n de fe en el pueblo como fuente de poder, ya que extrae la
legitimidad de la representació n de los constituyentes del pueblo de la Nació n Argentina. En segundo lugar, reconoce
la preexistencia histó rica de las provincias, sin cuya voluntad no hubiera sido posible organizar el Estado. En tercero,
plasma las ideas dominantes del orden constitucional. En cuarto, expresa las finalidades fundamentales del Estado.

Sus partes constitutivas:

A) Nos, los representantes del pueblo de la Nació n Argentina. La unió n de las provincias constituyó la Nació n y el
conjunto del pueblo de aquéllas formó el pueblo soberano, cuyos representantes sancionaron la Constitució n. Son los
representantes del Pueblo de la Nació n quienes ordenan, decretan y establecen la Constitució n. En 1853 só lo faltó la
voluntad del pueblo de Buenos Aires.

B) Reunidos en Congreso General Constituyente. El Congreso de Santa Fe fue general, porque a excepció n de los
delegados de Buenos Aires, estaban reunidos los representantes de las demá s provincias argentinas. Fue
constituyente porque en el Acuerdo de San Nicolá s de los Arroyos, se convino que el Congreso se reuniría con el objeto
de sancionar la Constitució n en ejercicio del poder constituyente.

C) Por voluntad y elecció n de las provincias que la componen. El Congreso se reunió por voluntad de las provincias.
Sin esa voluntad, no hubiera sido posible organizar el Estado, como lo que ocurrió en los fallidos intentos de 1819 y
1826.

D) En cumplimiento de pactos preexistentes. A través de esos pactos, las provincias reconocían que eran entidades
autó nomas integrantes de la Nació n, regulaban sus relaciones y resolvían problemas comunes. Ademá s, muchos
pactos ratificaron la voluntad de llegar a la Constitució n y sentaron las estructuras bá sicas del futuro
constitucionalismo.

E) Con el objeto de... El enunciado abarca seis fines, bienes o valores, condensando la ideología de la Constitució n y
el proyecto político que ella estructura, los mismo son:

1) Constituir la unió n nacional. Hasta 1853, la unidad nacional só lo existía como sentimiento; no se había constituido
la Repú blica en Estado. La Constitució n forma la unidad federativa con las provincias histó ricamente preexistentes.
Esta clá usula tiene permanente vigencia en nuestro país, cuya sociedad precisa reconciliarse, después de profundas
divisiones y escisiones, derivadas de hondos enfrentamientos, disturbios, desasosiegos, desajustes y pujas.

2) Afianzar la justicia. Significa asegurar la justicia como valor supremo del mundo jurídico-político y consolidar su
administració n como funció n del poder, a cargo de un ó rgano especial (el Poder Judicial).

La finalidad de alcanzar la justicia integra la ideología política de nuestra Constitució n. Por eso, la realizació n de
ella en el campo de la realidad se convierte en obligació n insoslayable de todo gobernante.

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En cuanto a la justicia como funció n del poder, está a cargo de un ó rgano especial (el Poder Judicial). Por ello, la
Constitució n no só lo crea el Poder Judicial federal, sino que también exige a las provincias que aseguren la
administració n de justicia, prohíbe al presidente de la Repú blica el ejercicio de funciones judiciales y proscribe las
facultades extraordinarias (arts. 5, 29 y 109).

3) Consolidar la paz interior. Significa evitar y suprimir la violencia y las luchas civiles, a fin de crear un orden
pacífico interno.

Esta cláusula se endereza también a terminar con irreconciliables antinomias que suelen separar a los argentinos y
que crean, dentro del pluralismo democrá tico, enemigos en lugar de adversarios, apartá ndolos, así, del destino comú n.

La paz es un valor permanente, para asegurar la libertad, la justicia, el desarrollo y el progreso.

4) Proveer a la defensa comú n. Es un objetivo fundamental del Estado. Se propone otorgar al poder federal las
fuerzas suficientes para la defensa del propio Estado, de las provincias y de la població n. Significa también la defensa
de la Constitució n, de la comunidad y, con ella, de la persona humana.

La defensa comú n que debe proveerse está por encima de intereses individuales y grupales, de banderías o sectores.

5) Promover el bienestar general. Es impulsar el bien comú n de todos, de la sociedad; es decir, el bienestar de los
hombres y grupos que conviven en nuestro Estado. Este propó sito tiene en cuenta no só lo el aspecto material o
econó mico, sino también todos los elementos necesarios para el bienestar de la comunidad, permitiendo al hombre, a
través de la participació n en el bien comú n, el pleno desarrollo de su personalidad.

Por ello, el Estado debe crear las condiciones necesarias que posibiliten esa realizació n del hombre. La plenitud de la
persona só lo se concreta si la sociedad proporciona las bases y las condiciones fácticas para que se realice.

Esta finalidad debe ser perseguida por el Estado federal y por las provincias, en forma concurrente, en virtud de lo
dispuesto por los arts. 75, inc. 18, y 125.
6) Asegurar los beneficios de la libertad. Esta libertad, no só lo para nosotros sino también para todos los hombres del
mundo que habiten nuestro suelo, necesita de la concurrencia simultá nea de otros valores como orden, seguridad,
igualdad, justicia y bienestar general.
Es la libertad que encierra el concepto de la dignidad de la persona humana, y que obliga a la sociedad y al Estado a
crear la posibilidad cierta y real para que el individuo desarrolle en plenitud su personalidad y sus derechos.
Pero no es la libertad aná rquica, sin obligaciones, abusiva de los derechos de los demá s, contraria a la justicia y a la paz
social e impeditiva del bienestar general.
F) Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
Asegura los propó sitos y objetivos del Preá mbulo para todos los individuos que deseen integrar la població n de nuestro
Estado, en un principio humanitario de apertura. Trata, ademá s, de estimular la inmigració n bajo el signo alberdiano de
que “gobernar es poblar”, en rasgo de generosidad que el extranjero debe corresponder con el respeto a nuestras
instituciones y el trabajo fecundo (arts. 20, 21 y 25).
G) Invocando la protecció n de Dios, fuente de toda razó n y justicia. Coloca al Estado y a sus instituciones bajo el amparo de
Dios, sin que con ello importe negar la libertad de cultos (art. 14), que asegura la misma Constitució n. Ese Dios a que se
refiere esta cláusula es el Dios del catolicismo, en una indiscutible invocació n de lo sobrenatural.
Por otra parte, evidencia la convicció n religiosa de los constituyentes, responde a la tradició n de la Repú blica y al
sentimiento de la mayoría del pueblo argentino (arts. 2 y 14).
H) Ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitució n para la Nació n Argentina. Es la fó rmula final dispositiva que
revela las facultades de que estaba investido el Congreso, su carácter soberano y el título definitivo de la Constitució n,
aprobada en el seno de la Convenció n Constituyente.

UNIDAD 2: FUNCIONES Y ATRIBUCIONES DE CADA PODER DEL ESTADO.


1. El Poder Legislativo
Nuestra constitució n formal comienza el articulado dedicado a la parte orgá nica o derecho constitucional del poder con
las normas sobre el congreso, encabezando la secció n primera del título primero (Gobierno Federal) de la segunda
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parte (Autoridades de la Nació n) con el ró tulo "Del Poder Legislativo" (arts. 44/86).
La constitució n ha querido denominar al congreso "poder legislativo", con lo que la palabra "poder" aquí y así empleada,
má s que sugerir una "funció n" del poder está referido a un "ó rgano".
El poder legislativo es, por definició n, el poder que hace las leyes, facultad que implica la posibilidad de regular, en
nombre del pueblo, los derechos y las obligaciones de sus habitantes, en consonancia con las disposiciones
constitucionales. Para ejercer dicha facultad está investida de una incuestionable autoridad que le otorga la
representació n de la voluntad popular.

Este poder es derivado, porque constituye un desmembramiento de una ú nica y primitiva autoridad, que concentró
todas las funciones en un ó rgano ejecutivo. Es político en cuanto, junto con el poder ejecutivo y en el marco de sus
respectivas competencias constitucionales, tiene a su cargo la direcció n política del Estado. Es colegiado por
naturaleza, puesto que su forma de organizació n no admite otra posibilidad que una integració n plural y pluripersonal
(dos cámaras o salas), o dicho de otra forma, se compone de varios individuos (diputados y senadores).

El Congreso tiene independencia funcional en relació n con los otros poderes, y só lo mantiene una "relació n de
interdependencia por coordinació n" (K. Loewenstein) con el Poder Ejecutivo, es decir, ambos ó rganos políticos
preservan su independencia, pero está n obligados a cooperar en materias determinadas por la Constitució n.

Funciones actuales del Poder Legislativo.

El Poder Legislativo está desempeñ ado en nuestro país por dos Cámaras: la de Senadores y la de Diputados.

Los Senadores representan, en forma igualitaria, a las provincias como entidades políticas autó nomas, y los Diputados
representan al pueblo de la Nació n.

Las facultades del Congreso está n determinadas en forma expresa y se las llama "facultades delegadas" en el artículo
75 en sus 32 incisos, a lo que debe agregarse las llamadas "facultades implícitas" para poner en ejercicio los poderes
delegados (inciso 32) y las competencias concurrentes que surgen de los artículos 4, 7, 9, 14, 14 bis, 17, 18, 20, 21, 85,
entre otros. Es decir, de la sistemá tica de la Ley fundamental se puede extraer que las competencias del Congreso no
se agotan en la tarea de hacer la ley y contabiliza otras funciones, que son:

a) Funció n legislativa, elaboració n y sanció n de las leyes;

b) Funció n preconstituyente, declaració n de la necesidad de reforma de la Constitució n;

c) Funció n jurisdiccional, en cuanto a ó rgano habilitado a realizar el juicio político;

d) Funció n de control sobre los restantes poderes del Estado federal para evitar la ilimitació n del poder (art. 29, de
la Constitució n Nacional), en las actividades administrativas y financieras del Ejecutivo, y sobre las provincias para
asegurar la forma republicana de gobierno (art.6 de la Constitució n Nacional);

e) Funció n de colaboració n y gobierno, con la fijació n de la direcció n política y formació n de otros ó rganos de
gobierno.

f) Funció n ejecutiva, por disponer de medidas concretas para casos o situaciones no recurrentes.

g) Funció n semiconstituyente, cuando a tenor del especial procedimiento del artículo 75, inciso 22, pá rrafo 3º de la
Constitució n Nacional, otorga jerarquía constitucional a un tratado de derechos humanos no incluido en la
enumeració n del artículo 75, inciso 22, pá rrafo 2º.

h) Funció n de investigació n, en cuanto se lo autoriza a hacer todo lo conducente "para poner en ejercicio los poderes
antecedentes" (artículo 75, inciso 32 de la Constitució n Nacional), fundamento implícito de dicha funció n, que se
canaliza a través de cada Cámara por medio de las denominadas "comisiones investigadoras" uni o bicamerales (de
duració n temporaria y creadas con un objeto determinado). Esta actividad consiste en una potestad instructora de
averiguació n que abarca tanto al ámbito pú blico como al privado.

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EFECTIVIZACIÓN DE LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA.

El tema de la representació n política, o de la forma representativa, ha sido abordado por la Constitució n que alude en
la norma de su artículo 44 a los "diputados de la nació n", es decir del "pueblo", como reza el artículo 45.

El artículo 1º de la Constitució n define la forma de gobierno como representativa. El artículo 22, por su parte, dice que
el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes. Quiere decir que en las normas de la
Constitució n, la representació n del pueblo por el gobierno queda enfá ticamente afirmada.

En la Cámara de Diputados, especialmente, se efectiviza la representació n política del país, dado el sistema electoral de
la proporcionalidad que nos rige, que da una mayor participació n a las distintas corrientes que se manifiestan en el
país. Con la reforma de 1994, en el Senado, si bien se mantiene la representació n igualitaria de las provincias, al
haberse dispuesto su elecció n en forma directa por el pueblo y no por medio de las legislaturas provinciales, como lo
establecía el sistema anterior, prevalece también la representació n político-partidaria má s que la de la provincia como
tal.

LA FUNCIÓN DE DECISIÓN.

Desde el punto de vista formal, el ó rgano legislativo tiene la funció n esencial de sancionar las leyes. Mediante esta
atribució n realiza actos de contenido social, político, econó mico, financiero, administrativo, militar, etc., ya que el
Congreso es rico en facultades.

Si bien su cará cter de ó rgano legislativo destaca la atribució n má s importante, ello no importa en manera alguna
excluir la pesada carga de competencia que tiene asignado el Congreso, de modo inherente a la vida misma del Estado.

Cabe recordar que, conforme a la estructura federal de nuestro régimen, hay actos parlamentarios que deben ser
cumplidos con consentimiento o participació n de las legislaturas provinciales, así por ejemplo: la fijació n de la sede
del gobierno nacional (art. 3), o la admisió n de nuevas provincias en el territorio de una u otras (art. 13) como la
atribució n de fijar límites provinciales.

Ademá s, las provincias pueden celebrar tratados parciales e internacionales, con conocimiento del Congreso y dentro
de las limitaciones establecidas por la Constitució n.

LA FUNCIÓN DE CONTROL.

Otra importante y diversa actividad del Congreso son sus mú ltiples atribuciones de contralor sobre los restantes
poderes del Estado federal para evitar la ilimitació n del poder (art. 29, CN) y sobre las provincias para asegurar la
forma republicana de gobierno (art. 6º, CN). Es una de las formas específicas de darse el subprincipio de control. Eta
funció n es discrecional y exclusiva, y en ella no opera el principio de cooperació n, por lo cual no cabe la
intervenció n del Poder Ejecutivo, especialmente porque se trata de ó rgano controlado.

LA INTERMEDIACIÓN ENTRE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO.

No cabe ninguna duda acerca de la importancia que reviste el Congreso como factor de intermediació n entre el pueblo
o sociedad y los ó rganos de gobierno del Estado, especialmente el Poder Ejecutivo.

Si bien la ú ltima reforma constitucional ha establecido en su artículo 38 que los partidos políticos son instituciones
fundamentales del sistema democrá tico, atribuyéndoles a ellos la competencia para la postulació n de candidatos a
cargos pú blicos electivos (entre los que se encuentran diputados y senadores), no es menos cierto que los
legisladores sirven de factor de enlace con los poderes instituidos, en merito de las amplias facultades no só lo para
proponer leyes, sino también solicitar informes, realizar investigaciones y formular declaraciones, que sean
consecuencia de las exigencias de la sociedad, ya que la opinió n pú blica actú a como un importante factor de presió n.

Organización del Poder Legislativo.

El ó rgano legislativo del Estado federal está compuesto por dos Cá maras: la de Diputados, que expresa la forma
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representativa proporcionalmente a la població n y manifiesta la voluntad del pueblo de la Nació n, y la de Senadores,
que expresa la forma federal: representa, en forma igualitaria, la autonomía de las provincias y de la Ciudad de Buenos
Aires (art. 44 de la Constitució n Nacional).

El Poder Legislativo en la Constitución Argentina.

La reforma de 1994 ha aumentado las atribuciones exclusivas de cada Cá mara, lo cual acentú a la modalidad de
bicameralismo "cuasidiferenciado" por oposició n a los dos modelos puros ("diferenciado" y "perfecto"). A
continuació n se exponen dichas facultades de diputados y senadores, segú n que existieran antes de la reforma de
1994 o sean incorporadas por ella.

La Cámara de Diputados tiene las siguientes atribuciones exclusivas: Provenientes del texto
anterior a 1994:
1) Es cámara de origen en materia de leyes sobre contribuciones y reclutamiento de tropas (art. 52, CN).

2) Es fiscal en el juicio político (art. 53, CN). Incorporadas en


1994:
1) Es cámara receptora de las iniciativas populares (art. 39, pá rrafo 1º, CN).

2) Tiene la iniciativa para someter a consulta popular vinculante un proyecto de ley (art. 40, pá rrafo 1º, CN).

El Senado tiene las siguientes atribuciones exclusivas: Provenientes del texto


anterior a 1994:
1) Es cámara juzgadora en juicio político (arts. 59 y 60 CN).
2) Autoriza al Presidente de la Nació n para declarar en estado de sitio uno o varios puntos de la Repú blica en caso de
ataque exterior (arts. 61 y 99, inc. 16, CN).

3) Presta acuerdo a las siguientes designaciones efectuadas por el Presidente: a) de magistrados de la Corte Suprema y
de los demá s tribunales federales inferiores (art. 99, inc. 4º, pá rrafos 1º y 2º, CN); b) para nombrar y remover a los
ministros plenipotenciarios (embajadores) y encargados de negocios (art. 99, inc. 7º, parte 1º, CN); y c) de los
encargados oficiales superiores de las fuerzas armadas siempre que no sea en el campo de batalla, pues en tal caso los
nombra el Presidente sin acuerdo (art. 99, inc. 13, CN).

Incorporados en 1994:

1) El Senado es cámara de origen en el tratamiento de materias que interesan a las entidades miembros del Estado
federal: ley convenio de coparticipació n (art. 75, inc. 2º, pá rrafo 4º, CN), y sobre promoció n y desarrollo de provincias
y regiones (art. 75, inc. 19, pá rrafo 2º, CN).

7.1. CÁ MARA DE DIPUTADOS. A QUIÉ N REPRESENTA. BASES DE LA REPRESENTACIÓ N. FORMAS DE ELECCIÓ N.


CONDICIONES DE ELEGIBILIDAD. DURACIÓ N DEL MANDATO. RENOVACIÓ N DE LA CÁ MARA. ELECCIÓ N EN CASO DE
VACANCIA. PRIVILEGIO DE INICIATIVA. ARTS. 39, 40 Y 52 C.N.

CÁMARA DE DIPUTADOS:

La reforma de 1994 mantuvo el régimen anterior con una sutil modificació n. A QUIÉ N
REPRESENTA:
Los diputados son, de acuerdo con la letra y el espíritu de la constitució n formal, representantes de la "nació n" (art.
44) o del "pueblo" (art. 45).

BASES DE LA REPRESENTACIÓN:

Se mantiene el clá sico sistema de no establecer un nú mero fijo de miembros: éste es indeterminado pero
determinable en proporció n a los habitantes de cada distrito electoral. Adviértase que el hoy artículo 46, subsistente
erró neamente en la letra constitucional por su carácter transitorio, optó por fijar un nú mero determinado só lo "para
la primera Legislatura" para las catorce provincias originarias (incluida Buenos Aires).
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Las cifras de habitantes fijadas por el actual artículo 45, parte 2º de la Constitució n Nacional introducidas por la
reforma constitucional de 1898, constituye una base mínima, un "piso", que puede el Congreso "aumentar pero no
disminuir" a tenor del final del artículo 45. La competencia de cambiar hacia arriba aquélla base poblacional se efectú a
en funció n del "censo general" que "só lo podrá renovarse cada diez añ os" (artículo 47 in fine, CN). Así, distintas leyes
fueron fijando indirectamente el nú mero de diputados que correspondía a cada distrito al fijar la cantidad de
habitantes por diputado conforme a los sucesivos censos, y en varias ocasiones fijando un nú mero mínimo de
diputados por distrito.

La ley de facto 22.847/83, ademá s de convocar a elecciones por restablecimiento del gobierno democrá tico, fijó la
base de un diputado cada 161.000 habitantes o fracció n no inferior a
80.500 pero creado tres bancas má s por cada distrito, y aclarado que en ningú n caso la representació n podrá ser
inferior a 5 diputados por distrito.

La permanencia de 257 diputados, determinados desde la provincializació n de Tierra del Fuego, no parece ajustarse a
nuestra realidad poblacional finisecular.

FORMAS DE ELECCIÓN:

La elecció n de los diputados se efectú a de modo directo y a simple pluralidad de sufragios, considerá ndose a las
provincias, a la ciudad de Buenos Aires y a la capital federal como distritos electorales de un solo estado.

El artículo 45, parte 1ª de la Constitució n Nacional señ ala que son "elegidos directamente por el pueblo de las
provincias, de la Ciudad de Buenos Aires, y de la Capital en caso de traslado […] a simple pluralidad de sufragios". Se
mantiene la técnica tradicional del ex artículo 37 de no establecer el régimen electoral y dejar librada esta cuestió n a
la discrecionalidad del Congreso mediante una "ley general" (art. 49). También se mantiene la divisió n del país en
distritos electorales coincidentes con las entidades miembros del Estado federal a los exclusivos fines de la elecció n
(no de la representació n).

La novedad introducida en 1994 es la de distinguir entre la Ciudad Autó noma de Buenos Aires y la Capital Federal
como "distritos electorales" diferentes, lo que solo cobrará sustancia en caso de que efectivamente se produzca el
traslado capitalino fuera del distrito porteñ o.

CONDICIONES DE ELEGIBILIDAD:

Artículo 48: "Para ser diputado se requiere haber cumplido la edad de veinticinco añ os, tener cuatro añ os de
ciudadanía en ejercicio y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella".

Este artículo establece una serie de recaudos asertivos (que se deben tener o poseer) a la época de la incorporació n de
los diputados a la Cá mara a tenor del propio texto:

Edad de veinticinco añ os: se ha adoptado por fijar una edad mínima fija, por encima de la mayoría de edad.

Cuatro añ os de ciudadanía en ejercicio: dicho término se comienza a contar desde el día en que los nativos
cumplen 18 añ os, pues a partir de ese momento pueden ejercer la ciudadanía y desde el día en que los extranjeros
obtienen la carta de ciudadanía, por sentencia firme de la justicia federal.

Ser natural de la provincia que lo elija o tener dos añ os de residencia inmediata en ella: los nacidos en la provincia no
precisan residir en forma inmediata a la elecció n durante ningú n período de tiempo para ser elegido diputado. El
servicio federal, civil o militar no da residencia en la provincia en que se lo ejerza cuando no sea la del domicilio
habitual del empleado (art. 34, CN).

DURACIÓN DEL MANDATO Y RENOVACIÓN DE LA CÁMARA:

Los diputados duran cuatro añ os, y son reelegibles indefinidamente, pero la cá mara se renueva por mitad cada bienio
(a cuyo efecto, los nombrados para la primera legislatura debían sortear, luego que se reunieran, los que habrían
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de salir en el primer período; el primer sorteo tuvo lugar el trece de julio de 1855).

Esta norma del artículo 50 sufrió fractura en el orden de las conductas cuando el poder ejecutivo de facto en 1930,
1943, 1955, 1962, 1966 y 1976, disolvió las cámaras del congreso.

El sorteo previsto para la "primera Legislatura", necesario para posibilitar el comienzo de la renovació n parcial que
luego se transforma en automá tica, fue repetido al reinstalarse la democracia luego de cada gobierno de facto. La
ú ltima vez que esto ocurrió fue el 10 de diciembre de 1983, por ello es que las renovaciones parciales se hacen a fines
de cada benio y no al comienzo del añ o legislativo, que hoy es el 1º de marzo. A su vez, el artículo 50 dispone la
simple reelegibilidad, lo cual debe entenderse, lo cual debe entenderse como indefinida.

CÁ MARA DE SENADORES. A QUIÉ N REPRESENTA. BASES DE LA REPRESENTACIÓ N. FORMAS DE ELECCIÓ N.


CONDICIONES DE ELEGIBILIDAD. DURACIÓ N DEL MANDATO. RENOVACIÓ N. ELECCIÓ N EN CASO DE VACANCIA.
PRIVILEGIO DE INICIATIVA. ART. 75 INCISOS 2 Y 19 C.N. EL SENADO COMO CONSEJO DE GOBIERNO.

CÁMARA DE SENADORES:

La reforma de 1994 ha sido tan profunda, indica Quiroga Lavié, que podemos hablar de un nuevo Senado tanto en su
versió n permanente como transitoria en relació n a su histó rica formulació n. La Convenció n Constituyente de 1994
optó por esta dualidad de regímenes al introducir modificaciones sustanciales en la composició n senatorial, pero, a la
vez, respetando el mandato de los senadores en funciones al momento de la reforma y hasta "la extinció n del mandato
correspondiente a cada uno" (D. T. 4ª, pá rrafo 1º, CN), circunstancia que operaría en forma definitiva recién el 9 de
diciembre de 2001 (D. T. 4ª, pá rrafo 8º y D. T. 5ª, CN). De esta forma, el senador transitorio abarca el período 1955-
2001, y el senador permanente a partir de esta ú ltima fecha.

A QUIÉN REPRESENTA:

Las provincias son entidades políticas integrantes del Estado (Preá mbulo), que contribuyeron a la organizació n
constitucional, dice Zarini. Por esos motivos se les dio representació n en el Gobierno federal, y se instituyó el Senado
para que todas las provincias gozaran de igual influencia política. Se consideró que ninguna tenía derechos
particulares que pudieran darle hegemonía; ésta fue pretendida má s de una vez por Buenos Aires, pero fracasó ante la
cerrada oposició n de las demá s provincias.

BASES DE LA REPRESENTACIÓN:

La primera parte del artículo 54 de la Constitució n Nacional establece que "El Senado se compondrá de tres senadores
por cada provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires".

En la reforma de 1994 se suprimieron los senadores por la Capital Federal, que dejará de tenerlos si se traslada fuera
de la ciudad de Buenos Aires. Así el Senado se integrará con senadores de cada provincia y con senadores por la
ciudad de Buenos Aires (como un distrito autó nomo).

El nú mero de tres senadores por provincia y por la ciudad de Buenos Aires obedece al propó sito de organizar una
Cámara poco numerosa, que sirva de contrapeso y de equilibrio al otro cuerpo legislativo, con muchas má s integrantes
en virtud del sistema establecido para su organizació n.

FORMAS DE ELECCIÓN:

Continú a el artículo 54 disponiendo que será n "elegidos en forma directa y conjunta, correspondiendo dos bancas al
partido político que obtenga el mayor nú mero de votos, y la restante al partido político que le siga en nú mero de
votos. Cada senador tendrá un voto".

Antes, los senadores eran elegidos en forma indirecta, por medio de las legislaturas en las provincias y, en Capital
Federal, en elecció n indirecta por el colegio electoral. Con el sistema adoptado ahora por este artículo, la elecció n de
los senadores será directa y estará a cargo del pueblo de cada provincia y, en su caso, de la ciudad de Buenos Aires. El
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adjetivo "conjunta" debe entenderse como simultá neo de los tres representantes de cada distrito (para hacer posible
la distribució n de bancas).

Corresponden "dos bancas al partido político que obtenga el mayor nú mero de votos, y la restante al partido político
que le siga en nú mero de votos". Este fragmento del artículo encuentra su fuente en el "fundamento" de la Comisió n
Asesora para el Estudio de la Reforma Institucional (mayo de 1971) que expresa: "El aumento cuantitativo persigue el
objetivo de acentuar una composició n que, numéricamente, confiera má s importancia a la representació n provincial y
a la propia funció n del Senado, y fundamentalmente al propó sito de asegurar la participació n de las minorías".

La Ley 24.444 de modificació n del Có digo Nacional Electoral dispone que "cada elector votará por una lista oficializada
con dos candidatos titulares y dos suplentes" (art. 156), resultado electos "los dos titulares correspondientes a la lista
del partido o alianza electoral que obtuviere la mayoría de los votos emitidos y el primero de la lista siguiente en
cantidad de votos" (art. 157). Quiroga Lavié objeta a esta reglamentació n legal que ha omitido el respeto al
denominado "cupo femenino" que impone el artículo 37, pá rrafo 2º de la Constitució n Nacional y que por la
disposició n transitoria 2ª de la Constitució n exige armonizar lo normado por la Ley 24.012 también a la hora de elegir
senadores. Esta situació n subsanada por el Decreto 1246 (art. 2: El TREINTA POR CIENTO (30%) de los cargos a
integrarse por mujeres, segú n lo prescripto por la Ley N° 24.012, es una cantidad mínima […]; y art 3: se aplicará a la
totalidad de los candidatos de la lista respectiva que cada Partido Político).

CONDICIONES DE ELEGIBILIDAD:

Artículo 55: "Son requisitos para ser elegidos senador: tener la edad de treinta añ os, haber sido seis añ os ciudadano de
la Nació n, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente, y ser natural de la
provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella".

Quiroga Lavié expresa que, si bien la Constitució n dice que estos requisitos son exigidos "para ser elegidos senador" y
no para su incorporació n (como sí lo hace para los diputados), ello no significa que los mismos deban ser elegidos a la
época de la elecció n de los senadores. Dice Zarini, por otro lado, que un ciudadano es elegido senador cuando la
mayoría del pueblo de la provincia respectiva, o de la ciudad de Buenos Aires, le otorga sus sufragios; pero no es
senador hasta que esa Cámara (el Senado) aprueba su diploma (art. 64), si bien goza de dichos privilegios desde el
momento de la elecció n (art. 69).

En consecuencia, es preciso reunir los requisitos de este artículo al tiempo de la elecció n:

1. Treinta añ os de edad: al igual que para los diputados, se optó por fijar una edad mínima superior a la mayoría de
edad, con la diferencia de que aquí es mayor. Dice Zarini que el constituyente determinó esta edad con la finalidad de
formar una Cá mara con representantes reposados, con madurez y experiencia.

2. Haber sido seis añ os ciudadano de la Nació n: se requieren dos añ os má s que para ser diputado. Zarini, por un
lado, señ ala que se esta diferencia se da en virtud de las importantes atribuciones políticas, diplomá ticas y judiciales
del Senado que exigen un indiscutible patriotismo, mientras que Quiroga Lavié, afirma que esta ampliació n del pazo se
por el aumento mínimo de edad. Esta exigencia se impone a los argentinos legales (por opció n o por naturalizació n) y
se empieza a contar desde el día en que los extranjeros obtienen la ciudadanía argentina por sentencia firme de la
justicia federal.

3. Disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de entrada equivalente: este requisito no está de acuerdo
con un régimen democrá tico y republicano ni responde a los antecedentes del país, en el que existieron grandes
patriotas carentes de fortuna. Hoy esta clá usula carece de significació n por su exiguo (pequeñ o, insignificante) monto
y la desvalorizació n monetaria, es decir, ello ha motivado que se la considere derogada por desuetudo. Bidegain, por
su lado, ha señ alado que la renta exigida rondaría mensualmente los US$ 3.000.

4. Ser natural de la provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella: al igual que los diputados,
los nacidos en la provincia no precisan residir en forma inmediata a la elecció n durante ningú n período de tiempo
para ser elegido senador. El servicio federal, civil o militar no da residencia en la provincia en que se lo ejerza cuando
no sea la del domicilio habitual del empleado (art. 34, CN).
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DURACIÓN DEL MANDATO. RENOVACIÓN:

El nuevo artículo 54 de la Constitució n introduce tres novedades respecto al sistema anterior:

1. Reduce el mandato de nueve añ os de los senadores a só lo seis.

2. La renovació n parcial de la Cá mara se efectú a cada benio por tercios en lugar de hacerla cada tres añ os.

3. Dicha renovació n se hará "por distritos electorales" (se renuevan conjuntamente los tres senadores del mismo)
en sustitució n del anterior sistema que imponía la renovació n con independencia del distrito representado.

Para posibilitar el comienzo de la renovació n parcial, también se recurre a la suerte: por ejemplo en el 2001 se
determinaron qué distritos renovarían senadores en el 2003 y en el 2005 (disposició n transitoria 5ª, CN).

EL PODER EJECUTIVO EN LA CONSTITUCION ARGENTINA

El artículo 87 dispone que El Poder Ejecutivo de la Nació n será desempeñ ado por un ciudadano con el título de
"Presidente de la Nació n Argentina"

En la constitució n formal a este ó rgano-institució n se lo denomina Poder Ejecutivo y se individualiza en el presidente


de la Nació n Argentina. La misma no deberá llevar una interpretació n tan literal porque no sugiere que las mujeres
está n inhabilitadas por la constitució n.

¿Quién lo ejerce?

Se ha entendido que la adjudicació n de tan alta magistratura debía diferirse a sus nativos; admitiendo una excepció n
en su ley fundamental para los hijos de argentinos nacidos en el extranjero.

ELECCIÓN DEL PRESIDENTE Y VICEPRESIDENTE

El actual artículo 94 de la constitució n establece la elecció n directa por el pueblo, a cuyo fin todo el territorio nacional
conforma un distrito ú nico. El mismo artículo señ ala que se hará por sistema de doble vuelta, pero a esa segunda
vuelta solamente se recurre cuando ninguna de las formulas obtenga el 45% de los votos validos afirmativos,
conforme a lo que establece el artículo 97. Si supera tal porcentaje, la má s votada será proclamada como presidente y
vicepresidente de la Nació n.

LAS CONDICIONES DE ELEGIBILIDAD DEL PRESIDENTE Y VICEPRESIDENTE

Para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nació n, se requiere haber nacido en el territorio argentino, o ser
hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero; y las cualidades exigidas para ser elegido senador,
conforme lo establece el art.89 CN.

La reforma de 1994 eliminó el requisito anterior de pertenencia a la religió n cató lica apostó lica romana porque se
afirma el pluralismo. En cuanto a las demá s condiciones para ser elegido senador, se remite al nuevo art.55 (ex 47)
donde establece como requisitos: la edad de treinta añ os (para ser elegido), haber sido seis añ os ciudadano de la
Nació n, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente (en desuso), y ser natural
de la provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella.

PERÍODO PRESIDENCIAL.

El nuevo artículo 90, dispone: "El presidente y vicepresidente duran en sus funciones él termino de cuatro añ os y
podrá n ser reelegidos o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo. Si han sido reelectos o se han
sucedido recíprocamente no pueden ser elegidos para ninguno de ambos cargos, sino con el intervalo de un período".

TÉ RMINO

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Finalizado el lapso de cuatro añ os el presidente termina su mandato. De ello trata el artículo 91 cuando expresa que
"El Presidente de la Nació n cesa en el poder el mismo día en que expira su período de cuatro añ os, sin que evento
alguno que lo haya interrumpido pueda ser motivo de que se le complete mas tarde".

REELECCIÓN

El Pacto de Olivos, entre el presidente Carlos Menem y el ex presidente Raú l Alfonsín abrió las puertas de una reforma
constitucional buscada por el oficialismo con el indisimulado propó sito de obtener la reelecció n del presidente y
vicepresidente.

Está fundado en aquel principio natural a la condició n humana de tratar permanecer en el poder durante el mayor
tiempo posible, descripto con maestría por Maquiavelo diciendo que al poder político no se lo reclama, sino que se lo
ejerce. Y que el primer objetivo una vez alcanzado el poder consiste en permanecer en el mismo durante todo el
tiempo que sea posible.

El ejemplo extranjero má s traído para fundamentar la idea de reelecció n presidencial fue, una vez má s la Constitució n
de los Estados Unidos: se dijo así que un mandato de cuatro añ os ponía a prueba las cualidades del presidente y que si
ese presidente ratificaba la confianza del electorado en una nueva elecció n, al fin y al cabo elevar el mandato a ocho
añ os en lugar de seis como el plazo de la Constitució n de 1853 no significaba agravar tanto las cosas.

SUELDO

Durante el ejercicio de su mandato El presidente y vicepresidente disfrutan de un sueldo pagado por el Tesoro de la
Nació n, que no podrá ser alterado en el período de sus nombramientos. Durante el mismo período no podrá n ejercer
otro empleo, ni recibir ningú n otro emolumento de la Nació n ni de provincia alguna (artículo 92).

Su monto no puede alterarse en el periodo de sus nombramientos, o sea, ni aumentarse ni disminuirse. La


Constitució n ha querido evitar que el Congreso sea quien la fije para no utilizarla facultad como instrumento de
presió n.

EL JURAMENTO

El art. 93 de la Constitució n Nacional establece que al tomar posesió n de su cargo el presidente y vicepresidente
prestará n juramento, en manos del presidente del Senado y ante el Congreso reunido en Asamblea, respetando sus
creencias religiosas, de: "desempeñ ar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (o vicepresidente) de la Nació n
y observar y hacer observar fielmente la Constitució n de la Nació n Argentina.

El juramento es un requisito sustancial e indispensable para el desempeñ o del cargo. El presidente lo presta una sola
vez durante el ejercicio de su mandato. Esto quiere decir que si por ausencia, enfermedad o cualquier causa delegara
sus funciones en el vicepresidente u otro sustituto legal, no deberá prestar nuevo juramento al recuperar el ejercicio
de su funció n. En cuanto al vicepresidente, presta el juramento al solo efecto del ejercicio de su funció n de tal; si
asumiera definitivamente el poder ejecutivo en reemplazo del presidente, deberá prestar nuevo juramento es parte
del protocolo que el nuevo presidente reciba los símbolos del mando que son el bastó n y la banda presidencial.

SISTEMA DE ELECCIÓN. EN QUE CASOS PROCEDE LA SEGUNDA VUELTA

El presidente y el vicepresidente de la Nació n será n elegidos directamente por el pueblo, en doble vuelta, segú n lo
establece esta Constitució n. A este fin el territorio nacional conformará un distrito ú nico.

La elecció n se efectuará dentro de los dos meses anteriores a la conclusió n del mandato del presidente en ejercicio.

La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fó rmulas de candidatos má s votadas dentro
de los treinta días de celebrada la anterior.

Cuando la fó rmula que resultare má s votada en la primera vuelta, hubiere obtenido má s del cuarenta y cinco por
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ciento de los votos afirmativos vá lidamente emitidos, sus integrantes será n proclamados como presidente y
vicepresidente de la Nació n.

Cuando la fó rmula que resultare má s votada en la primera vuelta hubiere obtenido el cuarenta por ciento por lo
menos de los votos afirmativos vá lidamente emitidos y, ademá s, existiere una diferencia mayor de diez puntos
porcentuales respecto del total de los votos emitidos sobre la fó rmula que le sigue en nú mero de votos, sus integrantes
será n proclamados como presidente y vicepresidente de la Nació n.

La doble vuelta no se realiza cuando: a) en el primer acto electoral la fó rmula las votada supera el 45% de los votos
afirmativos vá lidamente emitidos; b) en ese primer acto electoral la fó rmula má s votada alcanza el 40% al menos de
los votos afirmativos vá lidamente emitidos, y ademá s hay una diferencia mayor del 10% respecto del total de votos
afirmativos emitidos vá lidamente a favor de la fó rmula que le sigue en nú mero de votos. Cundo no ocurre ninguna de
estas dos hipó tesis, se debe realizar un segundo acto electoral para que el electorado activo elija entre las dos
fó rmulas má s votadas en la primera vuelta. La segunda tiene lugar dentro de los treinta días de realizada la anterior.

Con respecto, a la doble vuelta es viable que alguna vez ocurra una de las siguientes hipó tesis:

a) Que el partido que ha postulado la fó rmula que debe competir en la segunda vuelta, decida retirarse y abstenerse;
b) que sean los candidatos de la fó rmula, los que adoptan similar decisió n, lo que abre alternativas: que el partido no
acepte la declinació n personal de los candidatos o que la admita; c) que un candidato fallezca; d) que un candidato
incurra en una causal de inhabilitació n. Cualquiera de tales situaciones bloquea la segunda vuelta, y parece necesario
que tal bloqueo encuentre la vía de superació n.

Según la ley 24444 del Código Nacional Electoral en sus artículos 151 a 155 afirma:

Artículo 151: En la segunda vuelta participará n las dos fó rmulas mas votadas en la primera, resultando electa la que
obtenga mayor nú mero de votos afirmativos vá lidamente emitidos.

Artículo 152: Dentro del quinto día de proclamadas las dos fó rmulas má s votadas, éstas deberá n ratificar por escrito
ante la Junta Electoral Nacional de la Capital Federal, su decisió n de presentarse a la segunda vuelta. Si una de ellas no
lo hiciera, será proclamada la otra.

Artículo 153: En caso de muerte o renuncia de cualquiera de los candidatos de la fó rmula que haya sido proclamada
electa, se aplicará lo dispuesto en el artículo 88 de la constitució n nacional.

Artículo 154: En caso de muerte de los dos candidatos de cualquiera de las dos fó rmulas má s votadas en la primera
vuelta electoral y antes de producirse la segunda, se convocará a una nueva elecció n. En caso de muerte de uno de los
candidatos de cualquiera de las dos fó rmulas má s votadas en la primera vuelta electoral, el partido político o alianza
electoral que represente, deberá cubrir la vacancia en el término de siete días corridos a los efectos de concurrir a la
segunda vuelta.

Artículo 155: En caso de renuncia de los dos candidatos de cualquiera de las dos fó rmulas mas votadas en la primera
vuelta, se proclamará electa a la otra. En caso de renuncia de uno de los candidatos de cualquiera de las dos fó rmulas
má s votadas en la primera vuelta electoral, no podrá cubrirse la vacante producida. Para el caso que la renuncia sea
del candidato a Presidente ocupará su lugar el candidato a Vicepresidente.

ACEFALIA

Acefalía del poder ejecutivo quiere decir que el poder ejecutivo queda sin cabeza, o sea, sin titular; siendo el ejecutivo
unipersonal, eso ocurre cuando falta el ú nico titular que tiene, es decir, el presidente. El poder ejecutivo está acéfalo
cuando por cualquier causa no hay presidente, o si lo hay no puede ejercer sus funciones.

CASOS Y NORMAS CONSTITUCIONALES

Existen cuatro causales de acefalía:

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a) enfermedad o inhabilidad: si el presidente no reconoce su inhabilidad, la doctrina puede pensar tres soluciones
para dar por comprobada y configurada la causal de acefalía, y para declarar que se ha producido a fin de abrir el
reemplazo. 1) Que el vicepresidente llamado a suceder al presidente declare que hay acefalía y acceda a la presidencia
por su propia decisió n; 2) que el congreso declare que hay acefalía; 3) que el presidente sea destituido por juicio
político. La primera solució n nos parece improcedente. La tercera solució n nos permite comentar que el juicio político
puede ser una vía apta, si la inhabilidad configura mal desempeñ o; pero no resulta imprescindible. Nos queda, pues, la
competencia del congreso para declarar, sin necesidad de juicio político, que se ha configurado la causal de acefalía
llamada inhabilidad o enfermedad.

b) ausencia: Esta causal ha de entenderse actualmente como ausencia del país. Por un lado, si el constituyente
configuró como causal de acefalía a la ausencia de la capital con má s razó n quiso prever dentro de ella a la ausencia
del país. La ausencia presidencial es importante cuando se trata de salidas al exterior. Allí debe concurrir el permiso
del congreso, por imperio del art. 99, inc. 18, que no admite esquivamiento de su aplicació n para viajar al extranjero.

c) muerte y renuncia: la muerte y la renuncia son situaciones tan objetivas que no ofrecen duda. Pero la renuncia
debe ser aceptada por el congreso. El art. 75 inc. 21 se refiere a admitir o desechar los motivos de dimisió n del
presidente o vicepresidente, lo que también revela que la renuncia debe ser fundada.

d) destitució n: la constitució n prevé el juicio político para el presidente y el vicepresidente, con el resultado de que,
si prospera, el fallo del senado importa por lo menos destituir al acusado. La constitució n no conoce otro mecanismo
destitutorio.

TEXTO CONSTITUCIONAL

El art. 88 enfoca dos supuestos: a) que una causal de acefalía afecte ú nicamente al presidente de la repú blica, en cuyo
caso el poder ejecutivo es ejercido por el vicepresidente (es lo que llamamos la sucesió n del vicepresidente); b) que
tanto el presidente como el vicepresidente estén afectados por una causal de acefalía, en cuyo caso le cabe al congreso
determinar el funcionario pú blico que ha de desempeñ ar la presidencia.

COMPETENCIA DEL CONGRESO

El art. 88 dice expresamente: En caso de destitució n, renuncia, muerte, dimisió n o inhabilidad del presidente y
vicepresidente de la Nació n, el congreso determinará que funcionario pú blico ha de desempeñ ar la presidencia, hasta
que haya cesado la causa de inhabilidad o un nuevo presidente sea electo. El artículo autoriza, a nuestro juicio, dos
interpretaciones igualmente vá lidas. La determinació n puede hacerla el congreso: a) en forma anticipada y general,
mediante una ley que para los casos futuros ordene la sucesió n al poder (y así se hizo dictando las leyes de acefalía
252 y 20972); b) en cada caso particular, una vez producida la acefalía presidencial e impedida la sucesió n del
vicepresidente.

EL JEFE DE GABINETE

La jefatura de gabinete es un ó rgano dependiente del poder ejecutivo, y su titular el jefe de gabinete es uno de los
ministros del Poder Ejecutivo, que tiene como tal, las atribuciones que la Constitució n le otorga en su art. 100.

Con la reforma de 1994 ha aparecido el jefe de gabinete de ministros que, sin ser un primer ministro, ha recibido
competencias especiales y diferentes a las genéricas ministeriales.

DESIGNACIÓN Y REMOCIÓN

El jefe de gabinete es nombrado por el presidente de la nació n. Por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de
cada una de las cá maras el jefe de gabinete puede ser removido de su cargo; aquí hace falta la coincidencia de las dos
cámaras en la remoció n, con el quó rum de votos indicado.

Para tratar una moció n de censura como etapa previa a la remoció n del jefe de gabinete es menester que cualquiera
de las cá maras alcance favorablemente la interpelació n ante sí, con el voto de la mayoría absoluta, computada sobre

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la totalidad de miembros que la componen.

Si una sola cá mara logra, con ese quó rum de votos, interpelar al jefe de gabinete y censurarlo, su voto de censura no
surte efecto destitutorio, porque la remoció n precisa decisió n concordante de las dos cámaras. En cambio, si la
interpelació n y el recíproco voto de censura se producen en las dos cámaras, la remoció n se opera cuando amas así lo
resuelven por mayoría absoluta de sus miembros.

En síntesis, la remoció n solo es viable cuando la ha precedido un voto de censura conjunto de ambas cá maras, y
cuando a continuació n también las dos coinciden en la sanció n destitutoria.

ATRIBUCIONES

Procurando reagrupar sus competencias podemos intentar una rá pida clasificació n:

1) Expedició n de actos y reglamentos necesarios para ejercer las facultades que le acuerda el art. 100 y las que le
delegue el presidente; todo ello conforme al inc. 2.

2) Ejercicio directo de las funciones y atribuciones que le delegue el presidente, segú n el inc. 4.

3) Resolució n, en acuerdo de gabinete, sobre materias que le indique el poder ejecutivo, y resolució n por decisió n
propia en las materias que estime necesario por su importancia en el ámbito de su competencia; todo ello conforme al
inc. 4.
4) Nombramiento de empleados de la administració n, con excepció n de los que corresponden al presidente

5) Coordinació n, preparació n y convocatoria de las reuniones de gabinete de ministros y presidencia de las mismas
en ausencia del presidente; todo ello conforme al inc. 5.

6) Remisió n al congreso de los proyectos de ley de ministerios y de presupuesto, una vez que se han tratado en
acuerdo de gabinete y han sido aprobados por el poder ejecutivo; todo ello conforme al inc. 6.

7) Concurrir a las sesiones del congreso y participar, sin voto, en sus debates, segú n el inc. 9, y producir los informes
y explicaciones verbales o escritos que sean solicitados por cualquiera de las cá maras al poder ejecutivo segú n el inc.
11; presentar junto a los demá s ministros, al iniciarse las sesiones ordinarias del congreso, una memoria detallada del
estado de la nació n en cuanto a los negocios de los respectivos departamentos, segú n el inc. 10; concurrir como
mínimo una vez por mes al congreso, alternativamente a cada cámara, para informar sobre la marcha del gobierno,
conforme al art. 101.

8) Tomar intervenció n en el procedimiento inmediato al dictado de decretos de necesidad y urgencia para


someterlos a la Comisió n Bicameral Permanente, conforme al inciso 13 en relació n con el art. 99 inc. 3 y en el
correspondiente a decretos de promulgació n parcial de leyes, conforme al inc. 13 en relació n con el art. 80 y en el
correspondiente a decretos dictados en ejercicio de facultades delegadas por el congreso, al poder ejecutivo, conforme
al inc. 12 en relació n con el art. 76, para control de la Comisió n Bicameral Permanente.

9) Refrendar los decretos del poder ejecutivo: que prorrogan las sesiones ordinarias del congreso y que convocan a
sesiones extraordinarias, todo ello conforme al inc. 3; que reglamenten leyes, segú n el inc. 8; que ejerzan facultades
delegadas por el congreso al poder ejecutivo, segú n el inc. 12; que se dictan por razones de necesidad y urgencia,
segú n el inc. 13; que promulgan parcialmente una ley, segú n el inc. 13.

10) Refrendar los mensajes del presidente que promuevan la iniciativa legislativa, segú n el inc. 8.

ATRIBUCIONES

1.1 DE CARÁCTER EJECUTIVO.

i. NOMBRAMIENTO DE MAGISTRADOS JUDICIALES


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El inciso 4to del art. 99 sobre competencias presidenciales estipula:
"Nombra los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado, por dos tercios de sus miembros presentes, en
sesió n pú blica, convocada al efecto.
Nombra los demá s jueces de los tribunales federales inferiores en base a una propuesta vinculante en terna del
Consejo de la Magistratura con acuerdo del Senado, en sesió n pú blica, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los
candidatos.
Un nuevo nombramiento precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el cargo a cualquiera de esos
magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco añ os.

Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se hará n por cinco añ os, y podrá n ser
repetidos indefinidamente, por el mismo trá mite".
La facultad del Presidente- con acuerdo del Senado- se ha limitado en varios aspectos con respecto al anterior art. 86
en su inc. 5°:
porque necesita ahora un quó rum favorable agravado, que se fija en los dos tercios de los miembros presentes de la
cámara, debiendo la sesió n ser pú blica y convocarse a ese efecto;
para los demá s jueces de los tribunales inferiores el procedimiento de designació n con acuerdo del Senado viene
precedido por la intervenció n del Consejo de la Magistratura(art. 114), que propone una terna vinculante; la norma
añ ade –con cará cter obligatorio- que se tendrá en cuenta la idoneidad del candidato y esta indicació n imperativa
alcanza tanto al Senado para prestar el acuerdo como al Presidente para seleccionar dicho candidato entre los tres
propuestos por el Consejo de la Magistratura. Una vez efectuado el nombramiento, los jueces de la Corte solo pueden
ser removidos por juicio político y los demá s por un jurado de enjuiciamiento. O sea, la voluntad de los ó rganos
designantes no puede revocarles el nombramiento

Respecto de la caducidad de la inamovilidad por edad se plantea un serio problema, el funcionario pú blico que accede
a un cargo adquiere un derecho de funció n que se rige por la normativa vigente al momento de la designació n y no es
susceptible de alterarse durante el tiempo de desempeñ o. Una norma que reduce el periodo es inconstitucional si ha
de aplicarse a quien por derecho de funció n tenía asignado un período mayor. Por lo tanto para aquellos jueces que
tenían antes de entrar en vigencia la reforma de 1994 garantizada la inamovilidad vitalicia por el anterior artículo 96
de la constitució n, la reforma resulta inconstitucional en la medida en la que les amputa al desempeñ o al alcanzar los
75 añ os. En cambio, para aquellos jueces que fueron designados luego de la entrada en vigor de la reforma, esta no
plantea problemas de inconstitucionalidad. (Caso Fayt).

ii. NOMBRAMIENTO DE EMBAJADORES Y MINISTROS PLENIPOTENCIARIOS

El Poder Ejecutivo nombra y remueve con acuerdo del Senado a los embajadores, ministros plenipotenciarios y
encargados de negocios. Para el personal diplomá tico, observamos que el acuerdo senatorial es requisito de
designació n y de remoció n conforme al inc. 7° del art. 99, debiendo determinar concretamente cual es el estado donde
el diplomá tico va a desempeñ ar su funció n.

iii.NEGOCIACIÓN Y FIRMA DE TRATADOS INTERNACIONALES

El articulo 99 en su inc. 11 dispone que el Presidente concluye y firma tratados, concordatos y otras negociaciones
requeridas para el mantenimiento de buenas relaciones con las organizaciones internacionales y las naciones
extranjeras. Segú n el art.75 inc. 22 el congreso los aprueba o los desecha. Cuando el congreso los aprueba, el poder
ejecutivo tiene competencia para ratificarlos en sede internacional.

iv. DECLARACIÓN DEL ESTADO DE SITIO POR ATAQUE EXTERIOR


El inciso 16 del art. 99 prevé la declaració n del estado de sitio por el presidente de la repú blica, con acuerdo del
Senado, en caso de ataque exterior y por un término limitado. En caso de conmoció n interior, solo tiene la facultad
de declarar el estado de sitio cuando el congreso está en receso, porque es atribució n que corresponde a este cuerpo.

v. DECLARACIÓN DE GUERRA

El inciso 15 del art. 99 reconoce la prerrogativa del Presidente de declarar la guerra y ordenar represalias con

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autorizació n y aprobació n del Congreso, sin someterse a condicionamientos ni requisitos de situació n. Ello implica
poner en vigor el estado de guerra como instituto de emergencia (por causa de ataque exterior, la Constitució n
también admite la declaració n del estado de sitio). Pero ese estado de guerra no es ley marcial como transferencia
plena de la jurisdicció n civil a la jurisdicció n militar para toda la població n.

vi. NOMBRAMIENTO Y ASCENSO DE LOS OFICIALES DEL EJÉRCITO

El Poder Ejecutivo, a tenor del inc. 13 del art. 99 provee con acuerdo del Senado los empleos militares en la concesió n
de los empleos o grados de oficiales superiores de las fuerzas armadas. Por si solo y sin acuerdo del Senado ni
refrendo de un ministro, lo puede hacer en campo de batalla, sin especificar que la presencia sea del favorecido, del
presidente o ambos. Bidart Campos cree que actualmente, con la rapidez de las informaciones, si el presidente no está
en el campo de batalla pero toma conocimiento fehacientemente de un acto de arrojo o mérito equivalente puede
conferir grado superior por si solo desde la sede de su cargo en cualquier en que se encuentre.

PODER JUDICIAL EN EL ESTADO DEMOCRÁTICO CONSTITUCIONAL.

En los estados democrá ticos má s desarrollados, el poder judicial, a través de sus resoluciones de constitucionalidad y
de su acció n jurisdiccional ordinaria, ha generado un complejo entramado que condiciona y orienta las acciones de
gobierno y legislativa, de modo que cada vez se habla má s de la necesidad de coordinació n de los distintos poderes
del Estado que de su separació n.

Para el desempeñ o de las funciones que actualmente, tiene asignadas el poder judicial ha sido necesario que una serie
de principios lo configuren. Estos principios bá sicos configuradores son:

A. sumisió n del juez a la Constitució n y a la ley, con absoluto respeto al principio de jerarquía normativa.

B. Independencia judicial, ante los otros poderes del Estado y como independencia frente a los demá s ó rganos
jurisdiccionales y frente a sus propios ó rganos de gobierno.

C. Responsabilidad judicial: tratan de fijar en qué condiciones los jueces son responsables penal, civil o
disciplinariamente en algunas de las funciones que les son propias.

D. Exclusividad y unidad de la jurisdicció n: se entiende que ningú n otro poder del Estado, ni ninguna otra
institució n, puede ejercer funciones jurisdiccionales y, por ello, la potestad jurisdiccional reside en un ú nico cuerpo de
jueces y magistrados.

FUNCIÓN JURISDICCIONAL.

Consiste en que:
a) L a administració n de justicia está exclusivamente, y para todos los justiciables, de los ó rganos (tribunales) del
poder judicial;
b) Hay una jurisdicció n judicial ú nica para todos;
c) Por ello, existe simultá neamente la igualdad de todos los justiciables ante la jurisdicció n. (ú nica y la misma para
todos);

d) Esa jurisdicció n judicial "ú nica" es ejercida por tribunales que deben revestir el cará cter de jueces naturales.

También existen jurisdicciones especiales fuera del poder judicial que parecerían desmentir el principio de unidad de
jurisdicció n y que su competencia se aplica a determinadas materias- por ejemplo fiscal, administrativa, militar,
etcétera. Sin embargo, la unidad de jurisdicció n no se altera porque deben contar con posibilidad de revisió n judicial
suficiente, lo que en definitiva lo reenvía a la jurisdicció n judicial.

FUNCIÓN DE CONTROL

El Poder Judicial federal al ejercer su funció n jurisdiccional es el ó rgano de control por antonomasia pues está
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encargado de aplicar –antes que cualquier otra norma- la Constitució n Nacional. Así, tanto los jueces locales como los
federales y particularmente la Corte Suprema de Justicia, ponen en funcionamiento el subprincipio de control en la
estructura constitucional
a fin de asegurar la supremacía federal. La funció n de control lo ejercen los jueces, fundamentalmente a través de
actos de establecimiento.

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

La supremacía de la Constitució n y los tratados internacionales que comparten con ella ese rango, sobre los demá s
tratados, leyes, decretos, sentencias y actos emanados de la autoridad o de los particulares, tiene que ser garantizada
mediante algú n sistema de fiscalizació n dirigido a asegurar que las normas superiores prevalezcan sobre las normas
inferiores del ordenamiento jurídico, y que sea capaz de evitar lesiones que éstas pudieran ocasionarle.

Si no hay control, la supremacía es un simple enunciado y la Constitució n dejaría de ser RÍGIDA, pues podría ser
modificada por los poderes ordinarios del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) al dictar normas o actos que se
opusieran a ella.

Por ello, para los supuestos en que exista violació n a la supremacía constitucional, existe el denominado control de
constitucionalidad. Este es un mecanismo constitucional que se realiza para hacer garantizar y respetar ese principio
de supremacía constitucional.

Por lo tanto significa:

a) La posibilidad de interponer recurso ante los jueces del poder judicial;

b) La negació n de la competencia administrativa para dictar pronunciamientos finales y definitivos de carácter


irrevisable.

Este debe ser un control "suficiente", que quiere decir que la revisió n abarque no só lo derecho aplicable, sino también
los "hechos y la prueba" del caso al que ese derecho se aplica.

Segú n Sagú es un sistema completo de control requiere de los siguientes ingredientes: Una constitució n rígida;
Un ó rgano de control independiente del ó rgano controlado; Facultades decisorias
del ó rgano de control;
Derecho de los perjudicados a reclamar e impulsar el control; Sometimiento de todo
el mundo jurídico al control.
En el derecho Argentino el control de constitucionalidad es judicial. En el artículo 116 CN se hace reposar en la Corte y
demá s tribunales inferiores de la Nació n, el conocimiento y decisió n de todas las causas que versen sobre puntos
regidos en la Constitució n, las leyes de la Nació n y los tratados con las potencias extranjeras. Sus características son:

Judicial: llevado a cabo por integrantes del Poder Judicial federal y provinciales.
Difuso: a cargo de cualquier juez sea nacional o provincial de cualquier fuero o instancia. Sin embargo, el control se
concreta, en ú ltima instancia, cuando lo ejerce en forma exclusiva, cuando lo ejerce en forma exclusiva la CSJN con
motivos de recurso extraordinario.

Reparador: el control se ejerce sobre normas o actos vigentes, y es importante que, al momento de resolverse la
cuestió n de derechos constitucionales afectados sigan está ndolos, para reparar ese dañ o causado.

Efectos inter partes: la sentencia tiene validez, resultados y consecuencias para las partes.

A pedido de partes: los jueces no pueden declarar por propia iniciativa, de oficio, la inconstitucionalidad de ninguna
norma o acto; procediendo só lo a pedido de la parte afectada por la presunta inconstitucionalidad en un pleito.

Via incidental: los jueces só lo podrá n juzgar la constitucionalidad de las normas cuando esta sea necesario para
resolver un caso concreto.
18
EL PODER JUDICIAL COMO GARANTE DE LA PROTECCION Y DESARROLLO DE LOS DERECHOS
CONSTITUCIONALES.

El poder judicial es el garante y protector del sistema constitucional, por lo tanto está obligado a salvaguardar la
constitució n, para la cual las estructuras deberá n repensarse, y también deberá adecuarse a los tiempos actuales.

Esto se basa en la idea de eficiencia judicial, debiendo responder a lo que la sociedad le exige y le reclama, como ser
mayor rapidez, transparencia, inmediatez, etc; dependiendo de la funció n judicial y el rol que dentro de ella juegan los
jueces, los funcionarios judiciales y los litigantes.

1.4 LA INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL. IMPORTANCIA

Ello no es consagrado en un precepto supremo y solemne; empero, surge del genérico artículo 11CN ya que es una
característica inherente a la Repú blica. La reforma de 1994 lo recepta al final del artículo 114, inciso 6° CN al
encomendarle al Consejo de la Magistratura "… asegurar la independencia de los jueces…". Sin perjuicio de ellos, la
verdadera independencia se asegura por mecanismos y salvaguardas específicas que, en forma dispersa, si aparecen
en el texto constitucional: ademá s de los sistemas de nombramiento y remoció n de los jueces, cumplen esa funció n la
tajante prohibició n al Presidente de ejercer funciones judiciales (artículo 109 CN) y la prohibició n de ejercicios
simultá neo de otros cargos estatales dirigida a los propios jueces federales (artículo 34 CN), y especialmente, las
clá usulas de la inamovilidad (artículos 100 y 99, inciso 4° pá rrafo 3 CN) y de la intangibilidad de su remuneració n
(artículo 110 CN). En todos los casos se procura preservar a los jueces de toda injerencia o presió n de los poderes
políticos.

INTANGIBILIDAD DE LA REMUNERACIÓN

Los jueces de la Nació n gozan de un sueldo establecido por la ley, que no podrá ser disminuido "de manera alguna"
( artículo 110 in fine CN). El énfasis de la prohibició n constitucional permite denominar a esta clá usula como de
incolumidad o intangibilidad por la cual se fulmina la rebaja salarial para los jueces, nada má s y nada menos. Así no se
impone la nivelació n remuneratoria judicial con los ingresos de los otros ó rganos, sin perjuicio de que una abismal
diferencia comparativa, pueden afectar la independencia de éste.

Tampoco se prohíbe el aumento de aquellas, no só lo para mantenerlas actualizadas en relació n con la desvalorizació n
monetaria (ello, en rigor, no es aumento) sino también para incrementarlas.

INAMOVILIDAD DE LOS JUECES

La reforma de 1994 mantuvo bá sicamente el clá sico sistema de duració n ilimitada o de estabilidad absoluta, que se
erige a partir de la expresió n "mientras dure su buena conducta" segú n el ex art. 96 CN (actual art. 110). La importante
novedad del tope de 75 añ os de edad (límite objetivo condicionado) del magistrado, es que –sin afectar la
inamovilidad- deja de lado el carácter vitalicio del cargo. Ademá s, a fin de aventar cualquier duda sobre el carácter
objetivo de esta nueva clá usula, la D. T. 11ª CN postergó su vigencia hasta después de cinco añ os de la reforma
constitucional.

De acuerdo al nuevo sistema, el juez federal mantiene su cargo mientras dure su buena conducta con la previsió n de
que a partir de los 75 añ os se produce la siguiente situació n: o recibe un nuevo nombramiento de duració n limitada
(por otros cinco añ os) o, en caso contrario, deja de ser juez. Si el juez es nombrado cuando tiene má s de 75 añ os, su
mandato dura 5 añ os con posibilidad de renovarse con un nuevo nombramiento. En suma, luego de la reforma de
1994, la "buena conducta" queda limitada por las tres causales clá sicas previstas en el art. 53 CN y por el nuevo tope
de edad sumado a si no obtiene un nuevo nombramiento.

Sin embargo, la Corte federal en 1999 siguió un criterio diferente. Especialmente en el caso "Fayt" del 19 de agosto de
1999, donde -por vez primera- en la historia de la jurisprudencia suprema se declara la nulidad de una cláusula
constitucional federal (el tope de 75 añ os del art. 99, inc. 4º, pá rr. 3º y la D. T. 11ª, CN). El Dr. Fayt, invocando su
calidad de ministro de la Corte desde fines de 1983 y haber superado la edad de 75 añ os ya al momento de la reforma
de 1994, interpone una acció n declarativa a fin de obtener se declare la nulidad en los términos del art. 6º, Ley 24.309
19
de la reforma introducida en 1994 por el art. 99, inc. 4º, pá rr. 3º CN al viejo texto constitucional por restringir la
garantía de la inamovilidad consagrada en el actual art. 110 CN. En síntesis argumenta dos tipos de vicio: de
procedimiento, pues lo impugnado no se encontraba entre los temas habilitados por la Ley 24.309 ni en su "nú cleo de
coincidencias bá sicas" y, por tanto, sostiene que la Convenció n se extralimitó en sus facultades, y de fondo, por cuanto
la garantía afectada hace a la independencia del Poder Judicial y esto, a su vez, es esencial a la forma republicana.

CARRERA JUDICIAL

La "Ley Orgá nica del Poder Judicial de la Nació n" y el "Decreto de Justicia Nacional" regulan la organizació n del Poder
Judicial de la Nació n. La carrera judicial está regida por la Suprema Corte de Justicia de la Nació n, el Consejo de la
Magistratura y las diferentes Cámaras de Apelaciones. La carrera judicial no está completamente regulada dentro del
Poder Judicial. Se extiende desde el ingreso en el sistema hasta el rango de prosecretario. Los ascensos son
desarrollados por las diferentes Cá maras de Apelaciones, siendo los nominados elegidos por los jueces. Las
nominaciones son hechas de acuerdo con un "ranking" preparado por las Cámaras de Apelaciones tomando en cuenta
a las calificaciones y los añ os de servicio. Los secretarios son designados por las Cá maras de Apelaciones, y el
nominado, que debe cumplir con ciertos requisitos, es propuesto por el juez que tiene la vacante.

Los jueces no tienen carrera judicial, siendo el proceso de selecció n desarrollado por el Consejo de la Magistratura por
medio de un aná lisis de antecedentes y prueba de oposició n. Este procedimiento se aplica a jueces de 1ª instancia y a
jueces de cá mara. Una vez confirmados por el Senado, los jueces adquieren el cargo mientras dure su buena conducta.
De esta manera, la carrera judicial solo se aplica a oficiales, secretarios y empleados de rango inferior.
EL PODER JUDICIAL EN LA CONSTITUCIÓN JURÍDICA. ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO.

En nuestro sistema constitucional, que adopta el modo de control de constitucionalidad norteamericano, el Poder
Judicial es un verdadero poder del Estado y no un simple ó rgano encargado de aplicar y crear el derecho.

En virtud de la forma federal de Estado, el Poder Judicial federal, junto al de las provincias, ejerce la funció n
jurisdicció n o de juzgar.

Es un poder independiente de los restantes ó rganos políticos, que se distingue plenamente de ellos por carecer de
legitimació n democrá tica inmediata. Por aplicació n del principio de funcionalidad, dicha independencia es relativa y
no absoluta.

Nuestra Constitució n se ocupa especialmente del Poder Judicial de la Nació n en la Secció n Tercera (arts. 108/119) del
Título Primero de la Segunda Parte. Allí, siempre a partir de pautas generales, se regula la organizació n, garantías de
independencia y luego determina su competencia.

ORGANIZACIÓ N DEL PODER JUDICIAL FEDERAL

El también denominado "Poder Judicial de la Nació n" (art. 108, CN) es "ejercido por una Corte Suprema de Justicia y
por los demá s tribunales inferiores que el Congreso establezca en el territorio de la Nació n". Esta distinció n genérica
en grados o niveles de la justicia federal fue tomado por la reforma de 1994 para diferenciar los modos de selecció n y
remoció n de los jueces federales, modificando así en forma parcial el sistema tradicional que comprendía a todos ellos.

La justicia federal es determinada por la Constitució n cuando organiza el poder judicial de la Nació n para administrar
justicia en los casos sobre personas y en los lugares especiales determinados por la Constitució n. El orden jurídico
federal esta representado por la Constitució n Nacional, los tratados con potencias extranjeras y las leyes que dicta el
Congreso. El poder judicial federal se distingue del poder legislativo y ejecutivo en que no existe exclusivamente en la
Capital Federal, sino en todo el país.

LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN ¿TRIBUNAL O PODER?

La Corte Suprema es una creació n novedosa de la constitució n, de la nueva y gloriosa Nació n que al adoptar la
organizació n nacional tomó el modelo estadounidense para el diseñ o de sus instituciones, aunque con algunas
adaptaciones que contemplaban nuestra realidad, como bien se encargaría de defender Alberdi frente a las críticas.
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Es un tribunal de justicia pero también es cabeza de un poder del Estado. En la primera condició n no es el tribunal
má s antiguo, lo preceden en la historia y tradició n la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires y la Cá mara
Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad Autó noma de Buenos Aires, entre ambos tribunales se disputan la
herencia de la Real Audiencia que funcionara durante el virreinato.

COMPOSICION

De los arts. 59 y 112 CN se infiere que está encabezada por un "presidente", resultando evidente su cará cter colegiado
aunque sin determinar el nú mero de sus miembros. La reforma de 1860, al derogar el originario art. 91 de 1853 que
fijaba que la Corte estaba compuesta "por nueve jueces y dos fiscales", deja librada esta cuestió n al Congreso. Desde su
instalació n en 1963 su nú mero fue de 5 hasta que en 1990 se lo eleva a nueve (art. 1º, Ley 23.774)

REQUISITOS

Como consecuencia de ser el ú nico ó rgano judicial nominado por el texto constitucional, éste se limita a fijar las
condiciones para acceder al cargo de juez de la Corte federal, omitiendo toda referencia al resto de los magistrados. En
efecto, el artículo 111 CN exige un solo recaudo específico: "ser abogado de la Nació n con ocho añ os de ejercicio" (sea
como abogado o como magistrado: en la práctica só lo se verifica la antigü edad del título y no el ejercicio efectivo), y
hace un reenvío al artículo 55 CN al exigir "tener las calidades requeridas para ser senador".

Estos requisitos del artículo 111 no pueden ser ampliados – pero tampoco restringidos- por ley.

FORMA DE DESIGNACIÓN

La reforma de 1994 mantiene sustancialmente el sistema clá sico de nombramiento de los miembros de la Corte a
través de la designació n por parte del Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado. Empero, el art. 99, inc. 4º, pá rr. 1º CN
innova doblemente respecto a la voluntad senatorial al requerir que ésta se exprese por una mayoría especial ("dos
tercios de miembros presentes") y "en sesió n pú blica convocada al efecto".

DECRETO NACIONAL 222/03

Es un procedimiento para el ejercicio de la facultad que el inciso 4 del artículo 99 de la Constitució n de la Nació n
Argentina le confiere al Presidente de la Nació n para el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia de la Nació n, con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesió n pú blica convocada
al efecto. Por lo tanto es el marco normativo para la preselecció n de candidatos para la cobertura de vacantes.

El ejercicio de esta facultad será reglamentada estableciendo parámetros a tener en cuenta para mejor selecció n del
candidato propuesto de modo que su designació n contribuya de modo cierto en aporte a un efectivo mejoramiento del
servicio de justicia, cuya garantía debe el Estado proveer a los ciudadanos, al fortalecimiento del sistema republicano y
al incremento de la calidad institucional. Resultará necesario tener presente las circunstancias atinentes a la
composició n general del Alto Cuerpo en cuanto a diversidades de género, especialidades profesionales e integració n
con un sentido regional y federal.

A ello deben sumarse los requisitos relativos a la integridad moral e idoneidad técnica y el compromiso con la
democracia y la defensa de los derechos humanos que el o los postulantes deben reunir, acreditando también los
aspectos relativos a su trayectoria profesional y académica, los compromisos pú blicos y privados que tuvieren, la
concurrencia de los requisitos establecidos en la Ley de É tica de la Funció n Pú blica y del cumplimiento de sus
respectivas obligaciones impositivas.

JUICIO POLÍTICO

El juicio político constituye una institució n del sistema de gobierno republicano y democrá tico que expresa de modo
prá ctico una de las aristas má s relevantes de la doctrina de la divisió n o separació n de poderes.
El actual art. 53 CN solo incluye a los ministros de la Corte, ya que con el nuevo artículo 115, se dispuso la creació n
del Jurado de Enjuiciamiento, con la misió n de juzgar por las causales del mismo art. 53 a los jueces de los tribunales
inferiores.
21
En la historia argentina ha habido varios casos de juicio político a magistrados judiciales.

El má s conocido sucedió en el añ o 1947, contra los ministros de la Corte Suprema, Roberto Reppeto, Antonio Sagarna,
Benito Nazar Anchorena y Francisco Ramos Mejía y contra el procurador general de la Nació n, Dr. Juan Á lvarez. Esta
corte era la que había legitimado al gobierno de facto surgido del golpe militar de 1943, por la acordada del 7 de junio
de 1943.

El Dr. Repetto, renunció a la Corte, antes que se iniciará el juicio político.

Segú n Ekmekdjian, Bidart Campos y Badeni, este juicio estuvo plagado de irregularidades ya que no se había podido
probar ningú n cargo de los previstos en el entonces Art. 45, sino que los cargos se basaron en la incompatibilidad de
los ministros con la política desarrollada por el gobierno peronista.

CONSEJO DE LA MAGISTRATURA

Este nuevo ó rgano es introducido por la reforma de 1994 en el art. 114 CN dentro de la secció n III relativa al Poder
Judicial junto con el Jurado de Enjuiciamiento (art. 115, CN).

En cuanto a las tareas del nuevo ó rgano, aunque el art. 114, pá rr.. 1º empieza reduciéndolas a dos ("tendrá a su cargo
la selecció n de los magistrados y la administració n del Poder Judicial"), de la lectura de sus atribuciones particulares y
concretas, surge claramente que ademá s tiene otra importantes tareas, entre las que se destaca la de intervenir en el
procedimiento de remoció n de los magistrados de los tribunales inferiores.

COMPETENCIA EN RAZÓN DEL LUGAR.

Con prescindencia de la materia del litigio y de las personas intervinientes en él, la justicia federal conoce en toda las
causas producidas en los lugares sujetos a jurisdicció n federal. Es decir, en los territorios nacionales (art. 75, inc. 15,
CN), en la Capital Federal y en los establecimientos de utilidad nacional ubicados en las provincias en lo relativo al fin
específico de ellos (art. 75, inc. 30 CN)

COMPETENCIA EN RAZÓN DE LA MATERIA.

Causas especialmente regidas por la Constitució n Nacional: la regulació n constitucional del caso debe ser específica,
directa e inmediata, no bastando que el derecho invocado esté garantizado en la Constitució n Nacional. Tampoco
procede la competencia federal cuando la invocació n constitucional la efectú a el demandado como defensa, frente a la
pretensió n del actor.

Causas especialmente regidas por leyes federales: aquellas leyes sancionadas en ejercicio de los poderes que le asigna
el art. 75 CN al Congreso, con la salvedad del inc. 12 del mismo, es decir los có digos de fondo. Sin embargo, si los
có digos poseen normas que reglamentan materias específicamente constitucionales en los términos del art. 116 CN.

Causas especialmente regidas por los tratados con las naciones extranjeras: su inclusió n se comprende en razó n de
que los tratados son un típico acto complejo federal.
Causas que tengan por origen actos administrativos del gobierno nacional: aunque no lo mencione el art. 116 CN, por
tratarse de actos federales interviene la justicia de excepció n cuando el pleito es entre particulares, y también si la
Nació n fuera parte, aunque aquí la competencia federal está determinada también en razó n de las personas.

Causas de almirantazgo y jurisdicció n marítima: estas expresiones del art. 116 CN son materias federales por su
íntima conexió n con la navegació n, delegada por las provincias al gobierno federal. Lo de "jurisdicció n marítima"
impide cualquier interpretació n restrictiva del vocablo "almirantazgo" comprendiendo todo pleito de cará cter pú blico
o privado atinente a la navegació n en general, marítima en todos los casos y fluvial en la medida en que sea
interjurisdiccional. La navegació n debe ser por medio de buques y no a través de embarcaciones menores, salvo que
esté en juego la aplicació n de un contrato de fletamento. Se ha extendido la jurisdicció n federal a los procesos por
accidentes de trabajo producidos en la carga o descarga de buques; a los que versan sobre seguros marítimos y a los
provenientes de pretensiones emergentes de la navegació n o del comercio marítimo.

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Causas regidas por el Derecho Aeroná utico: tiene dicho la Corte que las causas que versan sobre navegació n aérea o
comercio aéreo en general y sobre los delitos que puedan afectar dicho trá fico, caen bajo la jurisdicció n federal por
razó n de la materia, agregando que el Có digo Aeroná utico no ha sido incluido entre la legislació n comú n que
corresponde dictar al Congreso.

COMPETENCIA EN RAZÓN DE LAS PERSONAS.

Causas en que la Nació n sea parte: se extiende a sus entidades descentralizadas o autá rquicas, ya sea como actora o
como demandada, cualquiera sea la naturaleza del litigio.

Causas en que sean parte vecinos de distintas provincias: se trata no só lo de causas civiles y no administrativas o
penales (en cuyo caso conocen los jueces locales). Só lo procede el fuero federal por distinta vecindad cuando ambos
litigantes son argentinos. Para ser considerado vecino se requieren 2 añ os de residencia continua en la provincia, o
tener propiedad inmobiliaria o estar establecido con el á nimo de permanecer en el lugar.

Causas en que sean parte un ciudadano argentino y un extranjero: como lo ha sostenido la Corte, el sentido de la
norma es evitar que la responsabilidad de la Nació n sea comprometida por los jueces provinciales.

Causas en que sea parte un Estado extranjero: si quien litiga con un particular argentino es un Estado extranjero
también corresponde la jurisdicció n federal.

Causas que versen sobre negocios particulares de un có nsul y de todos los negocios de los vicecó nsules: esto significa
que se excluye de esta jurisdicció n a las causas de los có nsules vinculadas con el ejercicio de sus funciones propias.
Por negocios particulares deben entenderse los vinculados a cuestiones de derecho privado. Como estos funcionarios
no gozan de exenció n de jurisdicció n no precisan de la autorizació n de sus gobiernos para ser sometidos a los
tribunales del país.

4. COMPETENCIA ORIGINARIA Y EXCLUSIVA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. ART 117


DE LA CONSTITUCION NACIONAL
Una de las clases de instancias que se prevén para la Corte: es la originaria y exclusiva, en la que conoce como tribunal
de instancia ú nica. En los casos de jurisdicció n federal que, de modo genérico, enuncia el art. 116, la Corte tendrá
competencia por apelació n segú n lo que establezca el congreso, aumentá ndola o restringiéndola. Pero entre esos
mismos casos, hay dos en que la Corte ejercerá competencia a título originario y exclusivo: a) asuntos concernientes a
embajadores, ministros y có nsules extranjeros; b) asuntos en los que sea parte una provincia.

Si se lee detenidamente el art. 117 se comprende que la fó rmula asuntos concernientes a embajadores, ministros y
có nsules extranjeros y en los que alguna provincia fuese parte no hace alusió n de ninguna naturaleza a la materia de la
causa (o al derecho que la rige); excluida la competencia por razó n de materia estamos ante competencia por razó n de
personas (o partes).

Causas en que es parte una provincia: Hay cuatro causas que se mencionen en el art. 116 cuando interviene una
provincia: 1) provincia con provincia; 2) provincia con vecinos de otra provincia; 3) provincia con ciudadano
extranjero; 4) provincia con estado extranjero. En el art. 116 no aparecen causas como provincia con el estado federal
y provincia con sus propios vecinos. Para que una provincia pueda ser tenida por parte en la forma prevista por el art.
117, la provincia debe ser parte nominal y sustancial: es parte nominal cuando la provincia figura expresamente como
tal en juicio y que es parte sustancial cuando en el mismo juicio tiene un interés directo que surge manifiestamente de
la realidad jurídica, má s allá de las expresiones formales que puedan utilizar las partes. El derecho judicial emergente
de la jurisprudencia de la Corte ha ampliado y disminuido su competencia originaria y exclusiva. La ha ampliado
cuando se trata de causas entre una provincia y sus propios vecinos, si la materia es federal y cuando se trata de
causas entre una provincia y el estado federal, si la materia es federal en iguales condiciones. La ha disminuido
cuando, pese a ser parte una provincia en alguna de las cuatro causas que provocarían su competencia originaria y
exclusiva, la materia de esas causas versa sobre cuestiones regidas por el derecho provincial.

Causas concernientes a embajadores ministros y có nsules extranjeros. Ese privilegio de inmunidad frente a la
jurisdicció n del estado en que actú an como representantes del propio, los exime de la jurisdicció n de los tribunales de
23
justicia del estado ante el cual ejercen su funció n. La violació n del privilegio origina responsabilidad internacional del
estado que lo ha infringido.

La inmunidad diplomá tica dura mientras el agente ejerce las funciones correlativas. Ello puede dar lugar a situaciones
varias:

a) cuando el agente diplomá tico se ve afectado en una causa que le concierne por un hecho anterior a su
desempeñ o, la inmunidad lo cubre.

b) si el hecho que origina la causa se produce mientras ejerce su funció n, pero el juzgamiento es posterior a su cese,
ya no hay inmunidad.

c) si la Corte está conociendo de una causa concerniente al agente diplomá tico y mientras pende el proceso cesa
en su funció n, la Corte se ha de desprender de la causa.

d) una ausencia transitoria de nuestro país no hace decaer la competencia de la Corte.

Las causas y asuntos concernientes a embajadores, etc., no son ú nicamente aquellos en que procesalmente y
formalmente es parte uno de los agentes mentados en el art. 117. Concernir equivale a afectar. Una causa concierne a
un diplomá tico o un có nsul en la medida en que lo afecta, interesa y compromete, sin distinguir entre las causas
referidas a actividad propia de
su funció n oficial y las ajenas a ésta (o totalmente referidas a actividad privada). No interesa tampoco la materia de la
causa (civil, penal, administrativa, etc.)

Con respecto a los có nsules extranjeros debemos comenzar recordando que: a) los arts. 116 y 117 los colocan en
paridad de condiciones con los embajadores y ministros pú blicos a efectos de hacer surtir la competencia originaria y
exclusiva de la Corte en causas o asuntos que les concierne; b) pero segú n el derecho internacional pú blico, no
ostentan cará cter de agentes diplomá ticos. Los có nsules no gozan en el derecho internacional de una inmunidad de
jurisdicció n que tenga alcance que la de los diplomá ticos.

COMPETENCIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓ N POR APELACIÓ N

Otra de las instancias para la Corte es la apelació n, en la que conoce causas que le llegan de un tribunal inferior, donde
han sido juzgadas (a veces en má s de una instancia, e inclusive por tribunales provinciales, o por tribunales ajenos al
poder judicial, como los militares y los administrativos).

En instancia de apelació n, la Corte ejerce actualmente su competencia de acuerdo con una subdivisió n: a) por vía
ordinaria y b) por vía extraordinaria. Esta ú ltima es la que encauza el recurso extraordinario.

POR APELACIÓ N ORDINARIA.

Las causas en que resulta competente la Corte en jurisdicció n apelada dependen de lo que establezca la ley que dicta el
congreso reglamentando esa jurisdicció n de forma que: a) no es imposició n constitucional que todas las causas del art.
116 puedan acceder en apelació n a la Corte; pero que estando previsto en la constitució n que debe existir la
jurisdicció n apelada de la Corte, algunas de esas causas han de poder llegar a tal jurisdicció n, a criterio de la ley del
congreso; b) que por lo dicho, la jurisdicció n apelada de la Corte puede ser mayor o menor, segú n lo disponga la ley del
congreso con reglas y excepciones; c) que esa jurisdicció n no es totalmente suprimible, de forma que sería
inconstitucional su inexistencia y la ley del congreso que eliminara en forma absoluta la jurisdicció n apelada de la
Corte; d) que la primera parte del art. 116, en cuanto prescribe que son de jurisdicció n federal todas las causas que
versan sobre puntos regidos por la constitució n, las leyes del congreso, excepto las de derecho comú n, y los tratados
internacionales, obliga a que tales causas puedan llegar por lo menos una vez en ú ltima instancia a jurisdicció n federal
apelada, pero de ninguna manera significa que necesariamente esa jurisdicció n federal apelada deba abrirse ante la
Corte, pudiendo la ley del congreso optar porque se abra ante la Corte o se abra ante un tribunal federal inferior a ella.

POR APELACIÓ N EXTRAORDINARIA: RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL

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La ley ha regulado, dentro de su margen elá stico, los diversos supuestos de acceso a la Corte entre los que citamos las
vías recursivas en: a) causas en que el estado es parte; b) causas de extradició n de criminales; c) causas de jurisdicció n
marítima; d) supuestos de revisió n, aclaratoria, y queja (por retardo de justicia); e) las cuestiones de competencia y
los conflictos que en juicio se planteen entre jueces y tribunales del país que no tengan un ó rgano superior jerá rquico
comú n que deba resolverlos; f) casos en que debe decidir sobre el juez competente cuando su intervenció n sea
indispensable para evitar una efectiva privació n de justicia; g) la vía extraordinaria de apelació n consistente en el
clá sico recurso extraordinario del art. 14 de la ley 48, que se llama también remedio federal.
El recurso extraordinario es un recurso, o sea una vía de acceso a la Corte que no es originaria, sino posterior a una
instancia previa o anterior. En ese sentido, responde a la previsió n constitucional de que haya una jurisdicció n no
originaria (apelada) de la Corte.

De todos modos, sus características son especiales. Por algo se lo llama extraordinario, o sea, no ordinario. Esa
naturaleza extraordinaria consiste en que no es un recurso de apelació n comú n, sino excepcional, restringido y de
materia federal, puede decirse que es parcial porque recae sobre la parte federal y exclusivamente.

El objeto del recurso extraordinario consiste en asegurar en ú ltima instancia ante la Corte el control de la supremacía
constitucional. Puede desglosarse este control en dos: a) interpretació n constitucional; b) conflicto de
constitucionalidad.

La revisió n constitucional en instancia extraordinaria en torno del objeto propio del recurso ante la Corte, confiere
primordial importancia a lo que en él se llama cuestió n constitucional (o caso federal), requisito imprescindible sin
cuya concurrencia el mismo recurso pierde su meollo. En instancia extraordinaria se recurre contra una sentencia que
se sitú a dentro del marco de un juicio; la misma debe provenir de tribunales del poder judicial sean federales o
provinciales.

Con respecto a los requisitos pueden agruparse en tres grupos:


1) Requisitos comunes:
a) previa intervenció n de un tribunal judicial federal o provincial que haya tenido lugar en un juicio y concluido con
una sentencia.
b) decisió n en la sentencia de una cuestió n que sea judiciable.
c) gravamen o agravio para quien deduce el recurso, con interés personal en la cuestió n.
d) subsistencia actual de los requisitos anteriores en el momento en que la Corte va a sentenciar la causa.
2) Requisitos propios:
a) existencia en la causa de una cuestió n (o caso) constitucional (o federal)
b) relació n directa entre esa cuestió n constitucional y la solució n que la sentencia recurrida ha dado al juicio.
c) que la sentencia recurrida haya sido contraria (y no favorable) al derecho federal invocado por el proponente,
d) existencia de sentencia definitiva dictada por el superior tribunal componente de la causa
3) Requisitos formales:
a) introducció n oportuna y clara de la cuestió n constitucional en el juicio, por parte de quien luego interpone el
recurso.
b) mantenimiento sucesivo de dicha cuestió n en todas las instancias del juicio
c) interposició n por escrito del recurso, contra la sentencia definitiva, con debido fundamento y con relació n
completa de las circunstancias del juicio que se vinculan a la cuestió n constitucional planteada.

cual se ve remozada por el standard de la trascendencia. EL PER SALTUM


Es la creació n pretoriana de la Corte a partir de 1990, llamada "per saltum" (salto de instancia) o "by pass" (sin
cumplir con la exigencia del articulo 117 parte 1° CN, que dispone que será el congreso el que determinará la
jurisdicció n por apelació n de la Corte).

Se permite al justiciable acceder a la Corte sin cumplir el requisito propio del Superior Tribunal de la causa,
empalmando así una instancia anterior directamente con el Alto Tribunal, quien correlativamente pasa a intervenir en
ese asunto.

La interposició n del escrito recursivo ya no se realiza ante el Superior Tribunal de la causa, sino derechamente ante la
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propia Corte. La razó n de estas excepciones es la gravedad institucional/trascendencia involucrada en la causa.

Ministerio Pú blico Fiscal. CN:


Artículo 120.- El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera
que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales
de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y los demás
miembros que la ley establezca.

Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.

El Ministerio Pú blico Fiscal es parte fundamental en la administració n de justicia, compuesta por el Poder Judicial
(integrado por jueces, juezas, funcionarios, funcionarias, empleados y empleadas) y los Ministerios Pú blicos: Fiscal y
de la Defensa. En su conjunto, conforman las tres partes fundamentales en un proceso judicial. Asimismo, el Ministerio
Pú blico Fiscal es un ó rgano independiente dentro del sistema de administració n de justicia. Se encuentra a cargo del
Procurador o de la Procuradora General, que es propuesto o propuesta por el Poder Ejecutivo y aprobado por el
Congreso de la Nació n. Es independiente incluso del Poder Judicial (encabezado por la Corte Suprema de Justicia). Esa
independencia tiene sus orígenes en la Reforma Constitucional de 1994, que estableció la autonomía del Ministerio
Pú blico.

El rol que le corresponde a los y las fiscales que conforman el MPF tiene fines y objetivos muy claros: defender los
intereses generales de la sociedad. ¿Por qué? En primer lugar, está determinado en nuestra Constitució n, en el artículo
120. Pero ademá s, porque al Estado y a la sociedad le interesa particularmente que se persigan todos los delitos. Por
otra parte, en las cuestiones no penales, el interés general reviste en la necesidad de asistir a toda la comunidad en la
defensa de sus derechos.

En relació n con la parte penal, el Procurador o la Procuradora a cargo del Ministerio tienen la facultad de definir có mo
se persiguen determinados delitos que pueden tener una relevancia mayor en la defensa de los intereses generales de
la sociedad. Por ejemplo, aquellos que atentan contra la vida, contra la humanidad, los vinculados al narcotrá fico, a la
violencia institucional, o al lavado de dinero, por mencionar algunos. Por eso es que en la estructura del MPF se
conformaron unidades especializadas, que tienen como fin mejorar el desempeñ o en el trabajo. Ello requiere sí o sí un
Ministerio á gil y abierto a los cambios que la realidad va demandando de modo constante.

A su vez, los y las fiscales, en los procesos penales, son quienes llevan adelante la investigació n de los delitos. Esa
diná mica (fiscal que investiga y juez que decide) se corresponde con un sistema llamado “acusatorio”, donde es el
fiscal quien debe realizar la acusació n durante todo el proceso. Esto garantiza un juez imparcial que, a la hora de
tomar decisiones, simplemente deberá valorar aquello que le presentan las partes. Sin embargo, en nuestro
ordenamiento jurídico, ese sistema se ve limitado. A los fiscales les corresponde la iniciativa en la investigació n en
determinados casos; por ejemplo, cuando no hay un autor del delito identificado o cuando el juez le “delega” la causa
para que la investigue.

Como representante de los intereses de la sociedad, a quienes les compete la tarea de trabajar en nombre del MPF,
también les corresponde emitir dictá menes en algunas causas. Los dictámenes son una parte esencial del proceso
que elabora el o la fiscal para que el juez o jueza decida la cuestió n que está n tratando. En este sentido, un dictamen
es mucho má s que una simple opinió n fundamentada: en ese documento, el fiscal representa el interés general de
perseguir delitos -en materia penal- o de tutelar los intereses generales -en los fueros no represivos- sobre el punto
del conflicto que se esté discutiendo.

¿Cuá les son las á reas en las que interviene el MPF? Lo que se conoce como fueros, son aquellas á reas del derecho

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sobre las que se trabaja en la administració n de justicia. Estas son: penal, civil, comercial, administrativo, del trabajo,
de la seguridad social y de menores.

Pero surge otra pregunta: ¿el Ministerio Pú blico Fiscal de la Nació n interviene siempre, en cualquier causa, en
cualquier lugar del país? La respuesta es no. El MPF tiene a su cargo las causas federales en todo el país y, ademá s, las
“locales” de la Capital Federal. Es por eso que los fiscales federales só lo se ocupan de determinadas causas: aquellas
que versan sobre cuestiones tratadas en nuestra Constitució n y en leyes federales.

En suma, el Ministerio Pú blico Fiscal interviene siempre que el ordenamiento jurídico estime que es necesario que una
parte del Estado actú e en favor de los intereses de la sociedad. A eso se dedican quienes trabajan en el organismo. Para
eso es necesario contar con mujeres y hombres que se comprometan con la funció n y una sociedad activa a la hora de
participar en los procesos de defensa de sus derechos.

Unidad 1: Procedimiento penal

El MPF toma especial relevancia en el fuero penal, en donde, como ya vimos, cumple un rol fundamental toda vez que
es quien impulsa la acció n penal. En este sentido hay diferentes modos en los que inicia una causa penal.

Segú n lo estipulado por el Có digo Procesal Penal, existen tres formas de denunciar un hecho penal:

1) Denuncia ante el juez

Art. 180. - El juez que reciba una denuncia la transmitirá inmediatamente al agente fiscal. Dentro del término de
veinticuatro (24) horas, salvo que por la urgencia del caso aquél fije uno menor, el agente fiscal formulará
requerimiento conforme al artículo 188 o pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida a otra jurisdicció n.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el pá rrafo anterior, el juez de instrucció n que reciba una denuncia podrá , dentro del
término de veinticuatro (24) horas, salvo que por la urgencia del caso fije uno menor, hacer uso de la facultad que le
acuerda el artículo 196, primer pá rrafo, en cuyo caso el agente fiscal asumirá la direcció n de la investigació n conforme
a las reglas establecidas en el título II, del libro II de este Có digo o pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida a
otra jurisdicció n.

La denuncia será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delito, o cuando no se pueda
proceder. La resolució n que disponga la desestimació n de la denuncia o
su remisió n a otra jurisdicció n, será apelable por la víctima o por quien pretendía ser tenido por parte querellante.

Art. 196. - El juez de instrucció n podrá decidir que la direcció n de la investigació n de los delitos de acció n pú blica de
competencia criminal quede a cargo del agente fiscal, quien deberá ajustar su proceder a las reglas establecidas en la
secció n II del presente título.

En aquellos casos en los cuales la denuncia de la comisió n de un delito de acció n pú blica sea receptada directamente
por el agente fiscal, o promovida por él la acció n penal de oficio, éste deberá poner inmediatamente en conocimiento
de ella al juez de instrucció n, practicará las medidas de investigació n ineludibles, cuando corresponda, solicitará al
juez de instrucció n que recepte la declaració n del imputado, conforme las reglas establecidas en la secció n II de este
título, luego de lo cual el juez de instrucció n decidirá inmediatamente si toma a su cargo la investigació n, o si
continuará en ella el agente fiscal.

2) Denuncia ante el agente fiscal

Art. 181. - Cuando la denuncia sea presentada ante el agente fiscal, éste procederá conforme a lo dispuesto en el
segundo pá rrafo del artículo 196 o requerirá la desestimació n o remisió n a otra jurisdicció n.

Art. 196 bis. - No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, en los sumarios por hechos ilícitos de competencia
criminal de instrucció n o correccional que no tengan autor individualizado, la direcció n de la investigació n quedará
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desde el inicio de las actuaciones delegada al Ministerio Pú blico Fiscal, con noticia al juez competente en turno.

En las causas en que se investigue alguno de los delitos previstos en los artículos 142 bis y 170 del CODIGO PENAL DE
LA NACION, o que tramiten en forma conexa con aquéllas, aun cuando tengan autores individualizados, la direcció n de
la investigació n quedará a cargo del MINISTERIO PUBLICO FISCAL desde el inicio de las actuaciones hasta la
conclusió n del sumario, con noticia al Juez competente en turno.

Nuevo trá mite del Artículo 353bis.-

Con la sanció n de la ley N°27272 se modificó el régimen del Artículo 353bis. Esta ley instruye el modo en que deben
ser llevadas a cabo las investigaciones sobre delitos ocurridos en “Flagrancia”. Se entiende que un delito es cometido
en flagrancia cuando su resultado se frustra por la acció n de otra persona, ya sea por ocasionales transeú ntes, la
víctima o personal policial. El término “flagrancia” proviene de “flagar”, que remite a la idea de despedir mucha luz, de
arder. Es decir, que al momento de la aprehensió n del encausado hay pruebas evidentes de su autoría, se lo agarró
“con las manos en la masa”.

La modificació n incorpora un mecanismo oral con un trá mite rá pido que tiene como objeto tener condenas en cortos
plazos de tiempo. Predomina el sistema acusatorio en el que existe contradicció n entre las partes. El gobierno alegó
que el motivo de dicha reforma era “cortar con la puerta giratoria”, lo cierto es que su aplicació n causó una grave crisis
en las fiscalías de instrucció n por la sobrecarga de tareas. A continuació n referimos los artículos que explican el
funcionamiento del proceso:
Artículo 353 bis: El procedimiento para casos de flagrancia que se establece en este título es de aplicació n a todos
los hechos dolosos en los que se verificasen las circunstancias del artículo 285 y cuya pena má xima no supere los
quince (15) añ os de prisió n o veinte (20) añ os de prisió n en los supuestos del artículo 119, cuarto pá rrafo, y del
artículo 166, penú ltimo pá rrafo, del Có digo Penal, o tratá ndose de un concurso de delitos, ninguno de ellos supere
dicho monto.

Las decisiones jurisdiccionales a las que se refiere el presente título se adoptará n en forma oral en audiencia pú blica y
contradictoria, respetá ndose los principios de inmediació n, bilateralidad, continuidad y concentració n.

Las resoluciones se notificará n oralmente en la misma audiencia y los recursos de reposició n y apelació n se
interpondrá n y concederá n del mismo modo.

Se labrará un acta sucinta de la audiencia, la que será grabada en forma total mediante soporte de audio y, en la
medida de las posibilidades del tribunal, video.

Las disposiciones previstas en el presente título no se aplicará n cuando el o los hechos de que se traten tuvieran lugar
en ocasió n del ejercicio de derechos humanos y/o sociales, o de cualquier otro derecho constitucional. Si con motivo u
ocasió n de la protesta social se cometieren delitos comunes en flagrancia, podrá n ser sometidos a las disposiciones
del presente título.

Artículo 353 ter: Al momento de tomar conocimiento de la aprehensió n, el fiscal deberá declarar, de corresponder, el
caso como flagrancia, sometiendo el mismo al trá mite establecido en este título.

El detenido será trasladado ante el juez a fin de participar de una audiencia oral inicial de flagrancia que deberá
llevarse a cabo dentro de las veinticuatro (24) horas desde la detenció n, prorrogable por otras veinticuatro (24) horas,
cuando no hubiere podido realizarse por motivos de organizació n del tribunal, del fiscal o de la defensa, o cuando el
imputado lo solicitare para designar un defensor particular.

A esa audiencia deberá n asistir el Ministerio Pú blico Fiscal, el imputado y su defensor.

La víctima tiene derecho a asistir a todas las audiencias y deberá ser notificada de la realizació n de las mismas a fin de
ser escuchada y eventualmente ser tenida por parte querellante. La víctima, con el control de la defensa, podrá
solicitar declarar sin la presencia del imputado.

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En esta audiencia el juez deberá expedirse sobre la libertad o detenció n del imputado. La decisió n será notificada a las
partes oralmente en la misma audiencia.

Artículo 353 quá ter: Cará cter multipropó sito de la audiencia. Todas las audiencias en el marco del procedimiento
establecido en el presente título, tienen cará cter multipropó sito, pudiendo someterse a decisió n jurisdiccional
cuestiones diferentes a las que pudieran haber motivado su designació n.

Practicado por el juez el interrogatorio de identificació n previsto en el artículo 297, el fiscal informará al imputado el
hecho que se le atribuye y las pruebas obrantes en su contra.

El imputado o su defensor podrá n objetar fundadamente la aplicabilidad del procedimiento para casos de flagrancia
cuando consideren que no se verifican los presupuestos del artículo
285 o que la complejidad de la investigació n no hará posible la aplicació n del procedimiento previsto en la presente.
Dichas objeciones deberá n ser resueltas por el juez en ese momento.

Esta decisió n será apelable y el recurso tendrá efecto suspensivo. Deberá intervenir en el recurso uno de los jueces del
tribunal de alzada, conforme la reglamentació n interna que se dicte al respecto y ser resuelto dentro de los tres (3)
días contados a partir de la fecha de recibido el expediente por dicho tribunal. La resolució n de cá mara tendrá
carácter de definitiva y será irrecurrible.

Asimismo, el fiscal solicitará al juez la realizació n de todas las medidas necesarias a los efectos de la correcta
identificació n del imputado, la constatació n fehaciente de su domicilio, la certificació n de sus antecedentes, la
realizació n del informe ambiental, el examen mental previsto en el artículo 78 del presente Có digo —en caso de
corresponder—, y la realizació n de todas las pruebas que se estimen pertinentes para completar la instrucció n y que
aú n no se hubieren producido. Dichas medidas deberá n llevarse a cabo en un plazo má ximo de diez (10) o veinte (20)
días, si se resolviere mantener la detenció n u otorgar la libertad al imputado, respectivamente.

Para los casos en que fuera indispensable para el correcto ejercicio del derecho de defensa, el plazo de producció n de
prueba para el imputado detenido podrá extenderse por veinte (20) días.

La audiencia de clausura deberá ser fijada en este mismo acto teniendo en cuenta el plazo establecido en el pá rrafo
anterior.

La defensa podrá solicitar las medidas de prueba que considere pertinentes, como así también la declaració n del
imputado, en cuyo caso se lo invitará a manifestar cuanto tenga por conveniente, y podrá ser interrogado por las
partes.

Rigen las reglas previstas para la declaració n indagatoria en el procedimiento comú n en todo lo que no se contradigan
con lo dispuesto en el presente título. Si el imputado solicitare la excarcelació n deberá hacerlo en forma oral y el juez
resolverá en la misma audiencia.

Todas las cuestiones introducidas en la audiencia oral inicial de flagrancia deberá n ser resueltas por el juez en forma
oral, inmediata y de manera fundada.

La verificació n de un caso de conexidad con otro hecho que no tramitase bajo esta modalidad, no impide la aplicació n
o continuació n del procedimiento para casos de flagrancia, siempre y cuando sea posible la investigació n separada de
los hechos. Caso contrario, deberá desistirse del juzgamiento bajo este régimen.

De todo lo actuado labrará acta sucinta el secretario.

Artículo 353 quinquies: Audiencia de clausura del procedimiento para casos de flagrancia. El juez otorgará la palabra
a la querella y al agente fiscal a fin de que soliciten el sobreseimiento o bien la elevació n de la causa a juicio, a cuyo
efecto deberá n acompañ ar por escrito la descripció n del hecho y su calificació n legal.

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En tal oportunidad solicitará n, si correspondiere, a su juicio, el dictado de la prisió n preventiva. La defensa formulará
sus oposiciones en forma oral en los términos del artículo 349.

El juez resolverá de conformidad con lo dispuesto en el artículo 351 y, en el mismo acto, decidirá sobre el pedido de la
prisió n preventiva. Podrá diferir la lectura de los fundamentos hasta un plazo de tres (3) días.

Las apelaciones que se hubieren presentado desde el inicio del proceso hasta la finalizació n de esta audiencia, será n
elevadas a la alzada en forma conjunta en este acto, con excepció n de aquellos planteos vinculados con la libertad del
imputado.

Artículo 353 sexies: Desde la audiencia oral inicial de flagrancia hasta la audiencia de clausura inclusive, las partes
podrá n, bajo pena de caducidad, solicitar al juez la suspensió n del juicio a prueba, o la realizació n de un acuerdo de
juicio abreviado. En esos casos, si mediara conformidad del fiscal y de la defensa, el juez deberá dictar un
pronunciamiento al respecto en forma inmediata pudiéndose dar a conocer los fundamentos dentro de los tres (3)
días posteriores. Si hubiera querellante, previo a la adopció n de cualquiera de estas decisiones, se requerirá su
opinió n, la que no será vinculante.

Deberá n introducirse también en esta oportunidad, los pedidos de nulidad y las excepciones que se consideren
pertinentes, que será n resueltos en la misma audiencia.

Artículo 353 septies: Constitució n del tribunal. Ofrecimiento de prueba. Audiencia. Fijació n de fecha de debate. Dentro
de un término no superior a las cuarenta y ocho (48) horas de recibido el caso en el ó rgano de debate, se notificará a
las partes la constitució n del tribunal y en el mismo acto se las citará a una audiencia oral en un plazo que no podrá ser
superior a cinco (5) días para ofrecer la prueba para el debate. En dicha audiencia se resolverá sobre la procedencia de
la misma. Si el imputado estuviese en prisió n preventiva, se debatirá sobre la necesidad de su vigencia. Ademá s
podrá n introducirse las nulidades y excepciones que no hubieren sido planteadas con anterioridad.

Resueltas oralmente las incidencias, el tribunal fijará la fecha de debate en un plazo que no podrá exceder de veinte
(20) días desde la radicació n.

En todos los casos sometidos al procedimiento para casos de flagrancia, cuya pena má xima prevista no sea mayor a
quince (15) añ os, el juzgamiento lo realizará un ú nico magistrado.

Artículo 285: Habrá flagrancia si el autor del delito fuera sorprendido en el momento de intentarlo,
cometerlo, inmediatamente después, si fuera perseguido o tuviera objetos o presentase rastros que
permitieran sostener razonablemente que acaba de participar de un delito.

Unidad 2: funciones, como se elige al Procurador, cuá nto dura, có mo se remueve (ver LOMPF)

Unidad 3: Las nuevas procuradurías creadas por la LMPF en virtud del sistema acusatorio. Fiscalías especiales,
procuradurías, fiscalías de distrito. etc. (ver LOMPF y http://www.mpf.gob.ar/blog/organigrama/procuracion-
general-de-la-nacion)

El Ministerio Público Fiscal y la Cuestión de Género.

Unidad 1: conocimiento de las leyes y convenciones relacionadas con la materia.

Leyes que hay que manejar

Ley 26485 y su decreto reglamentario 1011/2010 (ver anexo)

LEY NACIONAL 24.417 PROTECCIÓ N CONTRA LA VIOLENCIA FAMILIAR (ver anexo)

CONVENCION INTERAMERICANA PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LA


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MUJER "CONVENCION DE BELEM DO PARA" (ver anexo)

Convenció n sobre la Eliminació n de todas las Formas de Discriminació n contra la Mujer (ver anexo)

Unidad 2:. Funcionamiento de la UFEM

UFEM
Acerca de Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres

La UFEM es la unidad fiscal especializada en violencia contra las mujeres y personas lesbianas, gays, bisexuales,
travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTI) del MPF. Fue creada por la Procuradora General de la
Nació n el 29 de junio de 2015, mediante la Resolució n PGN n° 1960/15, y reglamentada mediante la Resolució n PGN
n° 427/16 luego del período de diagnó stico y proyecció n desarrollado por una Comisió n de Expertos y Expertas del
MPF.

Tiene la misió n de reforzar la actuació n del MPF en materia de prevenció n, investigació n, sanció n y erradicació n de la
violencia de género, a través del diseñ o de una política criminal específica, el desarrollo de herramientas de
intervenció n fiscal y el litigio estratégico. Para ello, cuenta con una Coordinació n General y tres á reas operativas:
Aná lisis Criminal y Planificació n, Política Criminal y Litigio Estratégico.

Objetivos generales:

Los objetivos generales de la UFEM son:

Asegurar que la actuació n del MPF se ajuste a los está ndares de debida diligencia reforzada exigibles en casos de
violencia de género.

Visibilizar el carácter estructural del fenó meno de la violencia de género con miras a contribuir a su prevenció n y
erradicació n.
Mejorar la capacidad de respuesta y elevar los niveles de eficiencia del MPF frente al fenó meno de la violencia de
género.

Para cumplir esos objetivos, la UFEM se ocupa de diseñ ar la política criminal específica del organismo en materia de
violencia de género y de elaborar herramientas para la actuació n fiscal (protocolos, instrucciones generales, etc.), a
partir del aná lisis de informació n sobre las características del fenó meno criminal y la actuació n del sistema de justicia.
La Unidad también interviene en el litigio estratégico de casos en todos los fueros e instancias del sistema de justicia
nacional y federal.

Ámbito de actuación:

La UFEM puede actuar ante cualquier manifestació n de violencia de género perpetrada contra: Mujeres. Lesbianas,
gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTI).

Niñ os, niñ as y adolescentes, cuando se trate de hechos vinculados al objeto de actuació n de la Unidad, ocurridos en
contextos de violencia intrafamiliar.

Del marco de actuació n de la UFEM quedan excluidos los casos de violencia sexual contra personas menores de 13
añ os, puesto que corresponden a la Unidad Fiscal Especializada en Delitos contra la Integridad Sexual (UFISEX).

Modos de intervención

UFEM tiene tres modos de intervenció n:

Diseñ o de la política criminal específica

Reú ne y analiza informació n sobre el fenó meno de la violencia de género y la actuació n del sistema de justicia. A partir
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de ese aná lisis, diseñ a las estrategias de intervenció n y la política criminal del MPF en la materia.

b) Elaboració n de herramientas de actuació n fiscal

Elabora guías de actuació n, protocolos de investigació n, recomendaciones y proyectos de instrucciones generales


aplicables a casos de violencia de género en los que interviene el MPF.

c) Intervenció n en casos

Puede intervenir en casos en todos los fueros e instancias del sistema de justicia Nacional y Federal, bajo las
siguientes modalidades:

Investigaciones preliminares y genéricas. Actuació n autó noma por


delegació n de las fiscalías.
Actuació n conjunta por pedido de colaboració n de los/las fiscales.

Colaboració n y asistencia técnica en cuestiones específicas de los casos por pedido de los/las fiscales.

Monitoreo de casos relevantes.


La Unidad Fiscal Especializada en violencia contra las mujeres (UFEM) tiene la misió n de reforzar la
actuació n del Ministerio Pú blico Fiscal de la Nació n (MPF) en la prevenció n, investigació n, sanció n y
erradicació n de la violencia de género.

La UFEM fue creada por la Procuradora General de la Nació n el 29 de junio de 2015, mediante la
Resolució n PGN 1960/15. Sus funciones y estructura interna fueron reglamentadas por la
Resolució n PGN 427/16 el 2 de marzo de 2016, luego del período de diagnó stico y proyecció n
desarrollado por la Comisió n de Expertos y Expertas del MPF.

La Unidad Fiscal interviene en casos de violencia contra mujeres y


personas lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTI), a partir del diseñ o
de una política criminal específica,
del desarrollo de herramientas de intervenció n fiscal y del litigio estratégico.

EL TRABAJO DE LA UFEM SE ORIENTA EN FUNCIÓ N DE ESTOS OBJETIVOS


GENERALES

Asegurar que la actuació n del MPF

 se ajuste a los está ndares de debida diligencia en la prevenció n, investigació n y sanció n exigibles para los casos
de violencia de género.

 Visibilizar el carácter estructural del fenó meno de la violencia de género con miras a
contribuir a su prevenció n y erradicació n.

 Mejorar la capacidad de respuesta y la eficiencia del MPF frente al fenó meno de la


violencia de género.

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA DE GÉNERO?


La violencia de género constituye una prá ctica estructural violatoria de los derechos humanos y las libertades
fundamentales que afecta gravemente a mujeres y personas LGBTI de todos los sectores de la sociedad,
independientemente de su clase, raza, edad o religió n, y que limita seriamente el goce y ejercicio de esos derechos y
libertades.
La violencia de género se produce en los distintos contextos en los que las personas desarrollan sus
relaciones tanto en el ámbito doméstico como en el laboral, social, educativo y pú blico en general.
A los efectos del trabajo de la UFEM, se entiende por violencia de género toda acció n u omisió n dirigida contra las
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mujeres y las personas LGBTI, en el ámbito pú blico o en el privado, que les cause muerte, dañ o o sufrimiento físico,
sexual o psicoló gico.
La violencia de género es una manifestació n de las relaciones desiguales de poder entre varones y
mujeres. Su expresió n má s extrema son los femicidios y los crímenes por odio de género. Segú n
datos de organismos nacionales e internacionales, en la Repú blica Argentina, muere una mujer cada
30 horas víctima de violencia de género.
La violencia de género no só lo supone el maltrato físico, sino que incluye también otras formas de violencia, como la
psicoló gica, sexual, econó mica y simbó lica.

LAS OBLIGACIONES ASUMIDAS POR EL ESTADO ARGENTINO EN MATERIA DE VIOLENCIA DE GÉNERO

La Repú blica Argentina asumió obligaciones internacionales para la prevenció n, sanció n y erradicació n de la violencia
de género.
En particular, la Convenció n de Belém do Pará garantiza el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y
enumera una serie de deberes estatales orientados a prevenir, sancionar y erradicar esa violencia. Segú n la
interpretació n de los organismos internacionales de protecció n de derechos humanos, estas obligaciones son
aplicables a la violencia que sufren las personas LGBTI por razones de género.

En funció n de los deberes asumidos en el orden internacional, el Estado argentino se encuentra


obligado a actuar con debida diligencia en la prevenció n, investigació n y sanció n de la violencia de
género.

En el á mbito nacional, esta obligació n se encuentra receptada en la Ley 26.485 de Protecció n integral
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra
las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, que tiene el objetivo de eliminar la
discriminació n entre varones y mujeres, y
garantizar el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia.

En términos concretos, esta obligació n implica que en casos de violencia de género el MPF tiene el
deber de actuar con especial diligencia para esclarecer los hechos y someter a sus responsables a la
acció n del sistema de justicia.

El enjuiciamiento y castigo de los responsables de este fenó meno criminal es una medida necesaria para
prevenir y erradicar la violencia de género, en tanto la impunidad envía el mensaje de que esas conductas son
toleradas, y esto favorece su perpetuació n y aceptació n social.

ESTRATEGIAS DEL TRABAJO DE LA UFEM


La creació n de la Unidad Fiscal especializada en el ámbito del MPF es consistente con los compromisos internacionales
y locales asumidos por el Estado argentino y es una respuesta institucional a las demandas sociales para terminar
con la violencia de género.

En este sentido, los lineamientos del trabajo que desarrolla la UFEM son:
• Planificació n de estrategias de política criminal para abordar integralmente los casos de violencia de género

A tal fin, reú ne y sistematiza informació n criminal sobre femicidios, agresiones sexuales y otros casos
de violencia contra las mujeres y personas LGBTI para
elaborar diagnó sticos sobre las características del fenó meno y la respuesta que ofrece el sistema de justicia. A partir
de esos aná lisis, identifica patrones y aspectos críticos para diseñ ar las estrategias de intervenció n fiscal.
• Elaboració n de herramientas de actuació n para fiscales
Para ello, desarrolla guías de actuació n, protocolos de investigació n, recomendaciones y proyectos de
instrucciones generales aplicables a casos de violencia de género, destinados a fiscales y operadoras/es de justicia.
• Intervenció n en casos estratégicos
Colabora con las/los fiscales en la investigació n y litigio de casos de violencia
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de género en todos los fueros e instancias del sistema de justicia nacional y federal, realiza investigaciones
preliminares y genéricas, brinda asistencia técnica a fiscales y monitorea casos relevantes.

CASOS EN LOS QUE INTERVIENE LA UFEM


UFEM interviene de manera prioritaria en casos de violencia de género cuando:

El hecho es especialmente grave, por ejemplo, femicidios (consumados o tentados) o abusos sexuales agravados.

Hay un alto riesgo para la víctima por las características del agresor o las circunstancias del hecho.

Existe un interés institucional especial por las dificultades de la víctima para acceder a la justicia o el riesgo de
revictimizació n

Es representativo de un patró n sistemá tico de violencia de género o de una prá ctica institucional que deba modificarse.

Otros casos que exijan la intervenció n de acuerdo al plan de trabajo de la Unidad.

Aná lisis de la reglamentació n de la Ley de Protecció n Integral a las Mujeres de Argentina 23.07.2010 - Buenos Aires -
Pressenza IPA

La ley 26.485 intenta detectar y eliminar las conductas que tanto en el á mbito pú blico como privado, basadas en una
relació n desigual de poder, afectan la vida, la libertad o la seguridad personal de las mujeres. La normativa busca
proteger no só lo de la violencia física, sino también de la psicoló gica, sexual, reproductiva, obstétrica, econó mica y
simbó lica sufridas tanto en el ámbito familiar, como en el institucional, laboral o mediá tico.

Su principal objetivo es combatir los “patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género”,
es decir “las prá cticas, costumbres y modelos de conductas sociales y culturales, expresadas a través de normas,
mensajes, discursos, símbolos, imá genes, o cualquier otro medio de expresió n que aliente la violencia contra las
mujeres” (Artículo 2, inciso e).

En este sentido, condena toda expresió n que tienda a “perpetuar la idea de inferioridad o superioridad de uno de los
géneros; Promover o mantener funciones estereotipadas asignadas a varones y mujeres, tanto en lo relativo a tareas
productivas como reproductivas; Desvalorizar o sobrevalorar las tareas desarrolladas mayoritariamente por alguno
de los géneros; Utilizar imá genes desvalorizadas de las mujeres, o con carácter vejatorio o discriminatorio; Referirse a
las mujeres como objetos”.
El acceso a la justicia a que hace referencia la ley reglamentada obliga a ofrecer gratuitamente a las mujeres víctimas
de violencia todos los recursos necesarios en todas las esferas de actuació n del Estado Nacional, ya sean de orden
administrativo o judicial o de otra índole que garanticen el efectivo ejercicio de sus derechos (Artículo 2, inciso f).

En el á mbito laboral, considera discriminació n hacia la mujer “cualquier omisió n, acció n consumada o amenaza que
tenga por fin o por resultado provocar distinció n, exclusió n o preferencia”, exigir requisitos inherentes a la
pertenencia de género en el acceso a un contrato de trabajo y negar el derecho a “igual remuneració n por igual tarea o
funció n o (…) trabajo de igual valor” (Art. 6 inciso C).

En el á mbito de la reproducció n, tipifica como violencia contra la libertad reproductiva cuando cualquier particular
(incluidos có nyuges, padres, o empleadores) vulneren “el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente si
desea o no tener hijos, el nú mero de embarazos o el intervalo entre los nacimientos”. Específicamente incurren en esta
falta los profesionales de la salud que no brinden el asesoramiento necesario o la provisió n de todos los medios
anticonceptivos a su disposició n.

También condena “el trato cruel, deshonroso, descalificador, humillante o amenazante ejercido por el personal de
34
salud en el contexto de la atenció n del embarazo, parto y postparto, ya sea a la mujer o al/la recién nacido/a, así como
en la atenció n de complicaciones de abortos naturales o provocados, sean punibles o no” (Art. 6 inciso e).

En relació n a los medios masivos de comunicació n, el inciso f del articulo 6 contempla acciones necesarias para
prevenir, sancionar y erradicar la difusió n de mensajes o imá genes que inciten a la violencia, el odio o la
discriminació n contra las mujeres; Tiendan a perpetuar patrones sexistas de dominació n masculina o alienten la
exhibició n de hechos aberrantes como la intimidació n, el acoso y la violació n; Estimulen o fomenten la explotació n
sexual de las mujeres; Contengan prácticas injuriosas, difamatorias, discriminatorias o humillantes a través de
expresiones, juegos, competencias o avisos publicitarios.

Resulta interesante el acento que la ley imprime a evitar situaciones de “revictimizació n”, es decir, “el sometimiento
de la mujer agredida a demoras, derivaciones, consultas inconducentes o innecesarias, como así también a realizar
declaraciones reiteradas, responder sobre cuestiones referidas a sus antecedentes o conductas no vinculadas al hecho
denunciado y que excedan el ejercicio del derecho de defensa de parte; a tener que acreditar extremos no previstos
normativamente, ser objeto de exámenes médicos repetidos, superfluos o excesivos y a toda prá ctica, proceso,
medida, acto u omisió n que implique un trato inadecuado, sea en el ámbito policial, judicial, de la salud o cualquier
otro” (Artículo 3, inciso k).

En aquellos casos de asistencia a las mujeres que sufren violencia, la normativa obliga a prestar “especial atenció n a
las particularidades o características diferenciales que agraven el estado de vulnerabilidad de las mujeres víctimas,
tales como la edad, la condició n socioeconó mica, el origen étnico, racial o religioso”.

La reglamentació n también contempla el lanzamiento de campañ as de educació n y concientizació n sobre la gravedad


de la problemá tica, que informen sobre los derechos, recursos y servicios que el Estado garantiza a las víctimas y
el fomento de la igualdad de oportunidades. Lo mismo se realizará en los establecimientos educativos pú blicos y
privados del país.

El Artículo 2 faculta al Consejo Nacional de la Mujeres –dependiente del Consejo Nacional de Coordinació n de Políticas
Sociales de la Presidencia de la Nació n- a dictar las normas complementarias y aclaratorias de la reglamentació n. Este
organismo tendrá , en tanto autoridad de aplicació n, la responsabilidad por el diseñ o, la planificació n y el monitoreo de
un Plan Nacional de Acció n para la Prevenció n, Asistencia y Erradicació n de la Violencia Contra las Mujeres.

A su vez, deberá genera una “Guía de Servicios de Atenció n de Mujeres Víctimas de Violencia” de todo el país. Este
material contará con una base de datos en soporte electró nico y cualquier otro medio que permita la consulta en
forma instantá nea y á gil de acuerdo a los requerimientos y a las distintas alternativas disponibles en cada localidad. Y
se implementará una línea telefó nica con alcance nacional, sin costo para las/os usuarias/os y que funcionará las
veinticuatro horas de todos los días del añ o.

Los fundamentos del decreto ofrecen un panorama de la situació n de la mujer en la Repú blica Argentina. Por un lado,
destaca “jalones” relevantes en el camino a la igualdad entre hombres y mujeres como la elecció n de un significativo
nú mero de legisladoras en ambas Cá maras del Congreso, la designació n de juristas como Ministras en la Corte
Suprema de Justicia, la incorporació n de funcionarias en cargos de decisió n en el Poder Ejecutivo Nacional y en los
Poderes Ejecutivos Provinciales y Municipales y la designació n de mujeres al frente de organismos histó ricamente
dirigidos por hombres, como el Ministerio de Defensa y el Banco Central.

Asimismo, menciona la mayor presencia de mujeres en el mercado laboral (aunque todavía con serias dificultades
para acceder a puestos de relevancia y a percibir igual remuneració n por igual tarea).

Por el otro, menciona la sanció n de numerosas leyes, en un corto período que abarcó desde el añ o 2003 hasta la
fecha, que sancionaron la vigencia de distintos derechos de las mujeres, tales como, la Ley Nº 26.130 para las
Intervenciones de Contracepció n Quirú rgica, la Ley Nº
26.171 de aprobació n del Protocolo Facultativo de la Convenció n sobre Eliminació n de todas las Formas de
Discriminació n contra la Mujer, la Ley Nº 26.150 Programa Nacional de Educació n Sexual Integral, la Ley N º 26.472
35
de Ejecució n de la Pena Privativa de la Libertad, que contempla el supuesto de Prisió n Domiciliaria para Madres con
hijos menores de cinco añ os, entre otras normas.

Sin embargo, los fundamentos del decreto aclaran “que (…) persisten las inequidades basadas en un sistema
jerá rquico de relaciones sociales, políticas y econó micas que, desde roles estereotipados de género y con la excusa de
la diferencia bioló gica, fija las características de la masculinidad como pará metro de las concepciones humanas y así
institucionaliza la desigualdad en perjuicio de las mujeres”.

En este sentido, la normativa remarca la obligació n de “los Estados a impulsar normas y políticas a fin de prevenir y
erradicar la violencia contra las mujeres”, compromiso emanado de la Convenció n sobre Eliminació n de todas las
Formas de Discriminació n contra la Mujer (CEDAW, 1979), la Convenció n Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convenció n de Belem do Pará , 1994), que el Estado Argentino aprobó a
través de las Leyes Nros. 23.179 y 24.632, respectivamente

Anexo:

Selección Constitución:

PREÁMBULO

Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por
voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto
de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común,
promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad,
y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios,
fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación
Argentina.

DEL PODER LEGISLATIVO

Artículo 44.- Un Congreso compuesto de dos Cá maras, una de Diputados de la Nació n y otra de Senadores de las
provincias y de la ciudad de Buenos Aires, será investido del Poder Legislativo de la Nació n.

De la Cámara de Diputados.

Artículo 45.- La Cá mara de Diputados se compondrá de representantes elegidos directamente por el pueblo de las
provincias, de la ciudad de Buenos Aires, y de la Capital en caso de traslado, que se consideran a este fin como distritos
electorales de un solo Estado y a simple pluralidad de sufragios. El nú mero de representantes será de uno por cada
treinta y tres mil habitantes o fracció n que no baje de dieciséis mil quinientos. Después de la realizació n de cada
censo, el Congreso fijará la representació n con arreglo al mismo, pudiendo aumentar pero no disminuir la base
expresada para cada diputado.

Artículo 46.- Los diputados para la primera Legislatura se nombrará n en la proporció n siguiente: por la provincia de
Buenos Aires doce: por la de Có rdoba seis: por la de Catamarca tres: por la de Corrientes cuatro: por la de Entre Ríos
dos: por la de Jujuy dos: por la de Mendoza tres: por la de La Rioja dos: por la de Salta tres: por la de Santiago cuatro:
por la de San Juan dos: por la de Santa Fe dos: por la de San Luis dos: y por la de Tucumá n tres.

Artículo 47.- Para la segunda Legislatura deberá realizarse el censo general, y arreglarse a él el nú mero de diputados;
pero este censo só lo podrá renovarse cada diez añ os.

Artículo 48.- Para ser diputado se requiere haber cumplido la edad de veinticinco añ os, tener cuatro añ os de

36
ciudadanía en ejercicio, y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella.

Artículo 49.- Por esta vez las Legislaturas de las provincias reglará n los medios de hacer efectiva la elecció n directa
de los diputados de la Nació n: para lo sucesivo el Congreso expedirá una ley general.

Artículo 50.- Los diputados durará n en su representació n por cuatro añ os, y son reelegibles; pero la Sala se renovará
por mitad cada bienio; a cuyo efecto los nombrados para la primera Legislatura, luego que se reú nan, sorteará n los
que deban salir en el primer período.

Artículo 51.- En caso de vacante, el Gobierno de provincia, o de la Capital, hace proceder a elecció n legal de un nuevo
miembro.

Artículo 52.- A la Cá mara de Diputados corresponde exclusivamente la iniciativa de las leyes sobre contribuciones y
reclutamiento de tropas.

Artículo 53.- Só lo ella ejerce el derecho de acusar ante el Senado al presidente, vicepresidente, al jefe de gabinete de
ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten
contra ellos, por mal desempeñ o o por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de
haber conocido de ellos y declarado haber lugar a la formació n de causa por la mayoría de dos terceras partes de sus
miembros presentes.

Del Senado

Artículo 54.- El Senado se compondrá de tres senadores por cada provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires, elegidos
en forma directa y conjunta, correspondiendo dos bancas al partido político que obtenga el mayor número de votos, y la
restante al partido político que le siga en número de votos. Cada senador tendrá un voto.

Artículo 55.- Son requisitos para ser elegido senador: tener la edad de treinta añ os, haber sido seis añ os ciudadano
de la Nació n, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente, y ser natural de la
provincia que lo elija, o con dos añ os de residencia inmediata en ella.

Artículo 56.- Los senadores duran seis años en el ejercicio de su mandato, y son reelegibles indefinidamente; pero el
Senado se renovará a razón de una tercera parte de los distritos electorales cada dos años.

Artículo 57.- El vicepresidente de la Nació n será presidente del Senado; pero no tendrá voto sino en el caso que haya
empate en la votació n.

Artículo 58.- El Senado nombrará un presidente provisorio que lo presida en caso de ausencia del vicepresidente, o
cuando éste ejerce las funciones de presidente de la Nació n.

Artículo 59.- Al Senado corresponde juzgar en juicio pú blico a los acusados por la Cá mara de Diputados, debiendo sus
miembros prestar juramento para este acto. Cuando el acusado sea el presidente de la Nació n, el Senado será
presidido por el presidente de la Corte Suprema. Ninguno será declarado culpable sino a mayoría de los dos tercios de
los miembros presentes.

Artículo 60.- Su fallo no tendrá má s efecto que destituir al acusado, y aun declararle incapaz de ocupar ningú n empleo
de honor, de confianza o a sueldo en la Nació n. Pero la parte condenada quedará , no obstante, sujeta a acusació n,
juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios.

Artículo 61.- Corresponde también al Senado autorizar al presidente de la Nació n para que declare en estado de sitio,
uno o varios puntos de la Repú blica en caso de ataque exterior.

Artículo 62.- Cuando vacase alguna plaza de senador por muerte, renuncia u otra causa, el Gobierno a que
corresponda la vacante hace proceder inmediatamente a la elecció n de un nuevo miembro.

DEL PODER JUDICIAL


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Artículo 108.- El Poder Judicial de la Nació n será ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los demá s
tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nació n.

Artículo 109.- En ningú n caso el presidente de la Nació n puede ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento
de causas pendientes o restablecer las fenecidas.

Artículo 110.- Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la Nació n conservará n sus empleos
mientras dure su buena conducta, y recibirá n por sus servicios una compensació n que determinará la ley, y que no
podrá ser disminuida en manera alguna, mientras permaneciesen en sus funciones.

Artículo 111.- Ninguno podrá ser miembro de la Corte Suprema de Justicia, sin ser abogado de la Nació n con ocho
añ os de ejercicio, y tener las calidades requeridas para ser senador.

Artículo 112.- En la primera instalació n de la Corte Suprema, los individuos nombrados prestará n juramento en
manos del Presidente de la Nació n, de desempeñ ar sus obligaciones, administrando justicia bien y legalmente, y en
conformidad a lo que prescribe la Constitució n. En lo sucesivo lo prestará n ante el presidente de la misma Corte.

Artículo 113.- La Corte Suprema dictará su reglamento interior y nombrará a sus empleados.

Artículo 114.- El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la selecció n de los magistrados y la administració n del
Poder Judicial.

El Consejo será integrado perió dicamente de modo que se procure el equilibrio entre la representació n de los ó rganos
políticos resultantes de la elecció n popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula
federal. Será integrado, asimismo, por otras personas del á mbito académico y científico, en el nú mero y la forma que
indique la ley.

Será n sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos pú blicos los postulantes a las magistraturas inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administració n de justicia.

4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.

5. Decidir la apertura del procedimiento de remoció n de magistrados, en su caso ordenar la suspensió n, y formular la
acusació n correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organizació n judicial y todos aquellos que sean necesarios para asegurar
la independencia de los jueces y la eficaz prestació n de los servicios de justicia.

Artículo 115.- Los jueces de los tribunales inferiores de la Nació n será n removidos por las causales expresadas en el
Artículo 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula
federal.
Su fallo, que será irrecurrible, no tendrá má s efecto que destituir al acusado. Pero la parte condenada quedará no
obstante sujeta a acusació n, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios.

Corresponderá archivar las actuaciones y, en su caso, reponer al juez suspendido, si transcurrieren ciento ochenta
días contados desde la decisió n de abrir el procedimiento de remoció n, sin que haya sido dictado el fallo.

En la ley especial a que se refiere el Artículo 114, se determinará la integració n y procedimiento de este jurado.

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El Ministerio Público

Artículo 120.- El Ministerio Pú blico es un ó rgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera que
tiene por funció n promover la actuació n de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la
sociedad en coordinació n con las demá s autoridades de la Repú blica.

Está integrado por un procurador general de la Nació n y un defensor general de la Nació n y los demá s miembros
que la ley establezca.

Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones.

CONVENCION INTERAMERICANA PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LA


MUJER "CONVENCION DE BELEM DO PARA"

LOS ESTADOS PARTES DE LA PRESENTE CONVENCIÓ N,

RECONOCIENDO que el respeto irrestricto a los derechos humanos ha sido consagrado en la Declaració n Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre y en la Declaració n Universal de los Derechos Humanos y reafirmado en otros
instrumentos internacionales y regionales;

AFIRMANDO que la violencia contra la mujer constituye una violació n de los derechos humanos y las libertades
fundamentales y limita total o parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce y ejercicio de tales derechos y
libertades;

PREOCUPADOS porque la violencia contra la mujer es una ofensa a la dignidad humana y una manifestació n de las
relaciones de poder histó ricamente desiguales entre mujeres y hombres;

RECORDANDO la Declaració n sobre la Erradicació n de la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Vigésimoquinta
Asamblea de Delegadas de la Comisió n Interamericana de Mujeres, y afirmando que la violencia contra la mujer
trasciende todos los sectores de la sociedad independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos,
cultura, nivel educacional, edad o religió n y afecta negativamente sus propias bases;

CONVENCIDOS de que la eliminació n de la violencia contra la mujer es condició n indispensable para su desarrollo
individual y social y su plena e igualitaria participació n en todas las esferas de vida, y

CONVENCIDOS de que la adopció n de una convenció n para prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia
contra la mujer, en el ámbito de la Organizació n de los Estados Americanos, constituye una positiva contribució n para
proteger los derechos de la mujer y eliminar las situaciones de violencia que puedan afectarlas,

HAN CONVENIDO en lo siguiente:

CAPITULO I

DEFINICION Y AMBITO DE APLICACION

ARTÍCULO 1: Para los efectos de esta Convenció n debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acció n o
conducta, basada en su género, que cause muerte, dañ o o sufrimiento físico, sexual o psicoló gico a la mujer, tanto en el
á mbito pú blico como en el privado.

ARTÍCULO 2: Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicoló gica:

a.que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relació n interpersonal, ya sea que el
agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violació n,
maltrato y abuso sexual;

39
b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violació n,
abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitució n forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así
como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y

c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.

CAPITULO II

DERECHOS PROTEGIDOS

ARTÍCULO 3: Toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia, tanto en el á mbito pú blico como en el privado.
ARTÍCULO 4: Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protecció n de todos los derechos humanos
y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos humanos. Estos
derechos comprenden, entre otros:

a. el derecho a que se respete su vida;

b. el derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral;

c. el derecho a la libertad y a la seguridad personales;

d. el derecho a no ser sometida a torturas;

e. el derecho a que se respete la dignidad inherente a su persona y que se proteja a su familia;

f. el derecho a igualdad de protecció n ante la ley y de la ley;

g. el derecho a un recurso sencillo y rá pido ante los tribunales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos;

h. el derecho a libertad de asociació n;

i. el derecho a la libertad de profesar la religió n y las creencias propias dentro de la ley, y

j. el derecho a tener igualdad de acceso a las funciones pú blicas de su país y a participar en los asuntos pú blicos,
incluyendo la toma de decisiones.

ARTÍCULO 5: Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos, econó micos, sociales y
culturales y contará con la total protecció n de esos derechos consagrados en los instrumentos regionales e
internacionales sobre derechos humanos. Los Estados Partes reconocen que la violencia contra la mujer impide y anula
el ejercicio de esos derechos.

ARTÍCULO 6: El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros:

a. el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de discriminació n, y

b.el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de comportamiento y prá cticas
sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinació n.

CAPITULO III

DEBERES DE LOS ESTADOS

ARTÍCULO 7: Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en adoptar, por
todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia y en
llevar a cabo lo siguiente:

40
a. abstenerse de cualquier acció n o prá ctica de violencia contra la mujer y velar por que las autoridades, sus
funcionarios, personal y agentes e instituciones se comporten de conformidad con esta obligació n;

b. actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer;

c. incluir en su legislació n interna normas penales, civiles y administrativas, así como las de otra naturaleza que
sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y adoptar las medidas
administrativas apropiadas que sean del caso;

d. adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañ ar o poner
en peligro la vida de la mujer de cualquier forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad;

e. tomar todas las medidas apropiadas, incluyendo medidas de tipo legislativo, para modificar o abolir leyes y
reglamentos vigentes, o para modificar prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la
tolerancia de la violencia contra la mujer;

f. establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a violencia, que incluyan,
entre otros, medidas de protecció n, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos;

g. establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la mujer objeto de violencia
tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparació n del dañ o u otros medios de compensació n justos y eficaces, y

h. adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean necesarias para hacer efectiva esta Convenció n.

ARTÍCULO 8: Los Estados Partes convienen en adoptar, en forma progresiva, medidas específicas, inclusive programas
para:

a. fomentar el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer a una vida libre de violencia, y el derecho de la
mujer a que se respeten y protejan sus derechos humanos;

b. modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo el diseñ o de programas de
educació n formales y no formales apropiados a todo nivel del proceso educativo, para contrarrestar prejuicios y
costumbres y todo otro tipo de prá cticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de cualquiera de
los géneros o en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia contra
la mujer;

c. fomentar la educació n y capacitació n del personal en la administració n de justicia, policial y demá s funcionarios
encargados de la aplicació n de la ley, así como del personal a cuyo cargo esté la aplicació n de las políticas de
prevenció n, sanció n y eliminació n de la violencia contra la mujer;

d. suministrar los servicios especializados apropiados para la atenció n necesaria a la mujer objeto de violencia, por
medio de entidades de los sectores pú blico y privado, inclusive refugios, servicios de orientació n para toda la familia,
cuando sea del caso, y cuidado y custodia de los menores afectados;

e. fomentar y apoyar programas de educació n gubernamentales y del sector privado destinados a concientizar al
pú blico sobre los problemas relacionados con la violencia contra la mujer, los recursos legales y la reparació n que
corresponda;

f. ofrecer a la mujer objeto de violencia acceso a programas eficaces de rehabilitació n y capacitació n que le permitan
participar plenamente en la vida pú blica, privada y social;

g. alentar a los medios de comunicació n a elaborar directrices adecuadas de difusió n que contribuyan a erradicar la
violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la dignidad de la mujer;

h. garantizar la investigació n y recopilació n de estadísticas y demá s informació n pertinente sobre las causas,
consecuencias y frecuencia de la violencia contra la mujer, con el fin de evaluar la eficacia de las medidas para
prevenir, sancionar y eliminar la violencia contra la mujer y de formular y aplicar los cambios que sean necesarios, y
41
i. promover la cooperació n internacional para el intercambio de ideas y experiencias y la ejecució n de programas
encaminados a proteger a la mujer objeto de violencia.

ARTÍCULO 9: Para la adopció n de las medidas a que se refiere este capítulo, los Estados Partes tendrá n especialmente
en cuenta la situació n de vulnerabilidad a la violencia que pueda sufrir la mujer en razó n, entre otras, de su raza o de su
condició n étnica, de migrante, refugiada o desplazada. En igual sentido se considerará a la mujer que es objeto de
violencia cuando está embarazada, es discapacitada, menor de edad, anciana, o está en situació n socioeconó mica
desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armados o de privació n de su libertad.

42
CAPITULO IV

MECANISMOS INTERAMERICANOS DE PROTECCION

Artículo 10: Con el propó sito de proteger el derecho de la mujer a una vida libre de violencia, en los informes
nacionales a la Comisió n Interamericana de Mujeres, los Estados Partes deberá n incluir informació n sobre las
medidas adoptadas para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer, para asistir a la mujer afectada por la
violencia, así como sobre las dificultades que observen en la aplicació n de las mismas y los factores que contribuyan
a la violencia contra la mujer.

Artículo 11: Los Estados Partes en esta Convenció n y la Comisió n Interamericana de Mujeres, podrá n requerir a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos opinió n consultiva sobre la interpretació n de esta Convenció n.

Artículo 12: Cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamental legalmente reconocida en uno o
má s Estados miembros de la Organizació n, puede presentar a la Comisió n Interamericana de Derechos Humanos
peticiones que contengan denuncias o quejas de violació n del artículo 7 de la presente Convenció n por un Estado
Parte, y la Comisió n las considerará de acuerdo con las normas y los requisitos de procedimiento para la
presentació n y consideració n de peticiones estipulados en la Convenció n Americana sobre Derechos Humanos y en
el Estatuto y el Reglamento de la Comisió n Interamericana de Derechos Humanos.

CAPITULO V DISPOSICIONES GENERALES


Artículo 13: Nada de lo dispuesto en la presente Convenció n podrá ser interpretado como restricció n o limitació n a
la legislació n interna de los Estados Partes que prevea iguales o mayores protecciones y garantías de los derechos de
la mujer y salvaguardias adecuadas para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer.

Artículo 14: Nada de lo dispuesto en la presente Convenció n podrá ser interpretado como restricció n o limitació n a
la Convenció n Americana sobre Derechos Humanos o a otras convenciones internacionales sobre la materia que
prevean iguales o mayores protecciones relacionadas con este tema.

Artículo 15: La presente Convenció n está abierta a la firma de todos los Estados miembros de la Organizació n de los
Estados Americanos.

Artículo 16: La presente Convenció n está sujeta a ratificació n. Los instrumentos de ratificació n se depositará n en la
Secretaría General de la Organizació n de los Estados Americanos.

Artículo 17: La presente Convenció n queda abierta a la adhesió n de cualquier otro Estado. Los instrumentos de
adhesió n se depositará n en la Secretaría General de la Organizació n de los Estados Americanos.

Artículo 18: Los Estados podrá n formular reservas a la presente Convenció n al momento de aprobarla, firmarla,
ratificarla o adherir a ella, siempre que:

a. no sean incompatibles con el objeto y propó sito de la Convenció n;

b. no sean de carácter general y versen sobre una o má s disposiciones específicas.

Artículo 19: Cualquier Estado Parte puede someter a la Asamblea General, por conducto de la
Comisió n Interamericana de Mujeres, una propuesta de emnienda a esta Convenció n.

Las enmiendas entrará n en vigor para los Estados ratificantes de las mismas en la fecha en que dos tercios de los
Estados Partes hayan depositado el respectivo instrumento de ratificació n. En cuanto al resto de los Estados Partes,
entrará n en vigor en la fecha en que depositen sus respectivos instrumentos de ratificació n.
43
Artículo 20: Los Estados Partes que tengan dos o má s unidades territoriales en las que rijan distintos sistemas
jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convenció n podrá n declarar, en el momento de la
firma, ratificació n o adhesió n, que la Convenció n se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una o
má s de ellas.

Tales declaraciones podrá n ser modificadas en cualquier momento mediante declaraciones ulteriores, que
especificará n expresamente la o las unidades territoriales a las que se aplicará la presente Convenció n. Dichas
declaraciones ulteriores se transmitirá n a la Secretaría General de la Organizació n de los Estados Americanos y
surtirá n efecto treinta días después de recibidas.

Artículo 21: La presente Convenció n entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que se haya depositado
el segundo instrumento de ratificació n. Para cada Estado que ratifique o adhiera a la Convenció n después de haber
sido depositado el segundo instrumento de ratificació n, entrará en vigor el trigésimo día a partir de la fecha en que
tal Estado haya depositado su instrumento de ratificació n o adhesió n.

Artículo 22: El Secretario General informará a todos los Estados miembros de la Organizació n de los Estados
Americanos de la entrada en vigor de la Convenció n.

Artículo 23: El Secretario General de la Organizació n de los Estados Americanos presentará un informe anual a los
Estados miembros de la Organizació n sobre el estado de esta Convenció n, inclusive sobre las firmas, depó sitos de
instrumentos de ratificació n, adhesió n o declaraciones, así como las reservas que hubieren presentado los Estados
Partes y, en su caso, el informe sobre las mismas.

Artículo 24: La presente Convenció n regirá indefinidamente, pero cualquiera de los Estados Partes podrá
denunciarla mediante el depó sito de un instrumento con ese fin en la Secretaría General de la Organizació n de los
Estados Americanos. Un añ o después a partir de la fecha del depó sito del instrumento de denuncia, la Convenció n
cesará en sus efectos para el Estado denunciante, quedando subsistente para los demá s Estados Partes.

Artículo 25: El instrumento original de la presente Convenció n, cuyos textos en españ ol, francés, inglés y portugués
son igualmente auténticos, será depositado en la Secretaría General de la Organizació n de los Estados Americanos, la
que enviará copia certificada de su texto para su registro y publicació n a la Secretaría de las Naciones Unidas, de
conformidad con el artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas.

EN FE DE LO CUAL, los plenipotenciarios infrascritos, debidamente autorizados por sus respectivos gobiernos,
firman el presente Convenio, que se llamará Convenció n Interamericana para Prevenir, Sancionar y erradicar la
Violencia contra la Mujer "Convenció n de Belem do Pará ".

HECHA EN LA CIUDAD DE BELEM DO PARA, BRASIL, el nueve de junio de mil novecientos noventa y cuatro.

Ley 26.485

Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales

Sancionada: Marzo 11 de 2009. Promulgada de Hecho:


Abril 1 de 2009.
El Senado y Cámara de Diputados de la Nació n Argentina reunidos en Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:

LEY DE PROTECCION INTEGRAL PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS
MUJERES EN LOS AMBITOS EN QUE DESARROLLEN SUS RELACIONES INTERPERSONALES

TITULO I

44
DISPOSICIONES GENERALES

ARTICULO 1º — Ambito de aplicació n. Orden Pú blico. Las disposiciones de la presente ley son de orden pú blico y
de aplicació n en todo el territorio de la Repú blica, con excepció n de las disposiciones de carácter procesal
establecidas en el Capítulo II del Título III de la presente.

ARTICULO 2º — Objeto. La presente ley tiene por objeto promover y garantizar:


a) La eliminació n de la discriminació n entre mujeres y varones en todos los ó rdenes de la vida;
b) El derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia;
c) Las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la discriminació n y la violencia contra
las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y á mbitos;
d) El desarrollo de políticas pú blicas de carácter interinstitucional sobre violencia contra las mujeres; 1947)
e) La remoció n de patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones
de poder sobre las mujeres;
f) El acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia;
g) La asistencia integral a las mujeres que padecen violencia en las á reas estatales y privadas que realicen
actividades programá ticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados de violencia.
ARTICULO 3º — Derechos Protegidos. Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos por la Convenció n para la
Eliminació n de todas las Formas de Discriminació n contra la Mujer, la Convenció n Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, la Convenció n sobre los Derechos de los Niñ os y la Ley 26.061 de
Protecció n Integral de los derechos de las Niñ as, Niñ os y Adolescentes y, en especial, los referidos a:

a) Una vida sin violencia y sin discriminaciones;

b) La salud, la educació n y la seguridad personal;

c) La integridad física, psicoló gica, sexual, econó mica o patrimonial;

d) Que se respete su dignidad;

e)Decidir sobre la vida reproductiva, nú mero de embarazos y cuá ndo tenerlos, de conformidad con la Ley 25.673
de Creació n del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreació n Responsable;

f) La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento;

g) Recibir informació n y asesoramiento adecuado;

h) Gozar de medidas integrales de asistencia, protecció n y seguridad;

i) Gozar de acceso gratuito a la justicia en casos comprendidos en el ámbito de aplicació n de la presente ley;

j) La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres;

k) Un trato respetuoso de las mujeres que padecen violencia, evitando toda conducta, acto u omisió n que
produzca revictimizació n.

ARTICULO 4º — Definició n. Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acció n u omisió n, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito pú blico como en el privado, basada en una relació n desigual de
poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicoló gica, sexual, econó mica o patrimonial, como así
también su seguridad personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes.

Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acció n omisió n, disposició n,
criterio o prá ctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varó n.

45
ARTICULO 5º — Tipos. Quedan especialmente comprendidos en la definició n del artículo precedente, los
siguientes tipos de violencia contra la mujer:

1.- Física: La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, dañ o o riesgo de producirlo y cualquier
otra forma de maltrato agresió n que afecte su integridad física.

2.- Psicoló gica: La que causa dañ o emocional y disminució n de la autoestima o perjudica y perturba el pleno
desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones,
mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricció n, humillació n, deshonra, descrédito, manipulació n aislamiento.
Incluye también la culpabilizació n, vigilancia constante, exigencia de obediencia sumisió n, coerció n verbal,
persecució n, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculizació n, explotació n y limitació n del
derecho de circulació n o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicoló gica y a la autodeterminació n.

3.- Sexual: Cualquier acció n que implique la vulneració n en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho
de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerció n,
uso de la fuerza o intimidació n, incluyendo la violació n dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o
de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitució n forzada, explotació n, esclavitud, acoso, abuso
sexual y trata de mujeres.

4.- Econó mica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos econó micos o
patrimoniales de la mujer, a través de:

a) La perturbació n de la posesió n, tenencia o propiedad de sus bienes;

b) La pérdida, sustracció n, destrucció n, retenció n o distracció n indebida de objetos, instrumentos de trabajo,


documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales;

c) La limitació n de los recursos econó micos destinados a satisfacer sus necesidades o privació n de los medios
indispensables para vivir una vida digna;

d) La limitació n o control de sus ingresos, así como la percepció n de un salario menor por igual tarea, dentro de un
mismo lugar de trabajo.

5.- Simbó lica: La que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y
reproduzca dominació n, desigualdad y discriminació n en las relaciones sociales, naturalizando la subordinació n de
la mujer en la sociedad.

ARTICULO 6º — Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los diferentes á mbitos, quedando especialmente
comprendidas las siguientes:

a) Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar,
independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañ e la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicoló gica, sexual, econó mica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al
pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por
consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones
vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia;

b) Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por las/los funcionarias/os, profesionales, personal y
agentes pertenecientes a cualquier ó rgano, ente o institució n pú blica, que tenga como fin retardar, obstaculizar o
impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas pú blicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley. Quedan
comprendidas, ademá s, las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales,
deportivas y de la sociedad civil;

46
c) Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los á mbitos de trabajo pú blicos o
privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratació n, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo,
exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realizació n de test de embarazo.
Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneració n
por igual tarea o funció n. Asimismo, incluye el hostigamiento psicoló gico en forma sistemá tica sobre una
determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusió n laboral;

d) Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y
responsablemente el nú mero de embarazos o el intervalo entre los
nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673 de Creació n del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreació n
Responsable;

e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de
las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalizació n y patologizació n de los procesos
naturales, de conformidad con la Ley 25.929.

f) Violencia mediá tica contra las mujeres: aquella publicació n o difusió n de mensajes e imá genes estereotipados
a través de cualquier medio masivo de comunicació n, que de manera directa o indirecta promueva la explotació n
de mujeres o sus imá genes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las
mujeres, como así también la utilizació n de mujeres, adolescentes y niñ as en mensajes e imá genes pornográ ficas,
legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o
generadores de violencia contra las mujeres.

TITULO II

POLITICAS PUBLICAS CAPITULO I


PRECEPTOS RECTORES
ARTICULO 7º — Preceptos rectores. Los tres poderes del Estado, sean del ámbito nacional o provincial, adoptará n
las medidas necesarias y ratificará n en cada una de sus actuaciones el respeto irrestricto del derecho constitucional
a la igualdad entre mujeres y varones. Para el cumplimiento de los fines de la presente ley deberá n garantizar los
siguientes preceptos rectores:

a) La eliminació n de la discriminació n y las desiguales relaciones de poder sobre las mujeres;

b) La adopció n de medidas tendientes a sensibilizar a la sociedad, promoviendo valores de igualdad y


deslegitimació n de la violencia contra las mujeres;

c) La asistencia en forma integral y oportuna de las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia,
asegurá ndoles el acceso gratuito, rá pido, transparente y eficaz en servicios creados a tal fin, así como promover la
sanció n y reeducació n de quienes ejercen violencia;

d) La adopció n del principio de transversalidad estará presente en todas las medidas así como en la ejecució n de
las disposiciones normativas, articulando interinstitucionalmente y coordinando recursos presupuestarios;

e) El incentivo a la cooperació n y participació n de la sociedad civil, comprometiendo a entidades privadas y


actores pú blicos no estatales;

f) El respeto del derecho a la confidencialidad y a la intimidad, prohibiéndose la reproducció n para uso particular
o difusió n pú blica de la informació n relacionada con situaciones de violencia contra la mujer, sin autorizació n de
quien la padece;

g) La garantía de la existencia y disponibilidad de recursos econó micos que permitan el cumplimiento de los
objetivos de la presente ley;

47
h) Todas las acciones conducentes a efectivizar los principios y derechos reconocidos por la Convenció n
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

CAPITULO II

ORGANISMO COMPETENTE

ARTICULO 8º — Organismo competente. El Consejo Nacional de la Mujer será el organismo rector encargado del
diseñ o de las políticas pú blicas para efectivizar las disposiciones de la presente ley.

ARTICULO 9º — Facultades. El Consejo Nacional de la Mujer, para garantizar el logro de los objetivos de la
presente ley, deberá :

a) Elaborar, implementar y monitorear un Plan Nacional de Acció n para la Prevenció n, Asistencia y Erradicació n
de la Violencia contra las Mujeres;

b) Articular y coordinar las acciones para el cumplimiento de la presente ley, con las distintas á reas involucradas
a nivel nacional, provincial y municipal, y con los á mbitos universitarios, sindicales, empresariales, religiosos, las
organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres y otras de la sociedad civil con competencia en la
materia;

c) Convocar y constituir un Consejo Consultivo ad honó rem, integrado por representantes de las organizaciones
de la sociedad civil y del ámbito académico especializadas, que tendrá por funció n asesorar y recomendar sobre los
cursos de acció n y estrategias adecuadas para enfrentar el fenó meno de la violencia;

d) Promover en las distintas jurisdicciones la creació n de servicios de asistencia integral y gratuita para las
mujeres que padecen violencia;

e) Garantizar modelos de abordaje tendientes a empoderar a las mujeres que padecen violencia que respeten la
naturaleza social, política y cultural de la problemá tica, no admitiendo modelos que contemplen formas de
mediació n o negociació n;

f) Generar los está ndares mínimos de detecció n precoz y de abordaje de las situaciones de violencia;

g) Desarrollar programas de asistencia técnica para las distintas jurisdicciones destinados a la prevenció n,
detecció n precoz, asistencia temprana, reeducació n, derivació n interinstitucional y a la elaboració n de protocolos
para los distintos niveles de atenció n;

h) Brindar capacitació n permanente, formació n y entrenamiento en la temá tica a los funcionarios pú blicos en el
ámbito de la Justicia, las fuerzas policiales y de seguridad, y las Fuerzas Armadas, las que se impartirá n de manera
integral y específica segú n cada á rea de actuació n, a partir de un mó dulo bá sico respetando los principios
consagrados en esta ley;

i) Coordinar con los ámbitos legislativos la formació n especializada, en materia de violencia contra las mujeres e
implementació n de los principios y derechos reconocidos por la Convenció n Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres destinada a legisladores/as y asesores/as;
j) Impulsar a través de los colegios y asociaciones de profesionales la capacitació n del personal de los servicios
que, en razó n de sus actividades, puedan llegar a intervenir en casos de violencia contra las mujeres;

k) Diseñ ar e implementar Registros de situaciones de violencia contra las mujeres de manera interjurisdiccional e
interinstitucional, en los que se establezcan los indicadores bá sicos aprobados por todos los Ministerios y
Secretarías competentes, independientemente de los que determine cada á rea a los fines específicos, y acordados
en el marco de los Consejos Federales con competencia en la materia;
48
l) Desarrollar, promover y coordinar con las distintas jurisdicciones los criterios para la selecció n de datos,
modalidad de registro e indicadores bá sicos desagregados —como mínimo— por edad, sexo, estado civil y
profesió n u ocupació n de las partes, vínculo entre la mujer que padece violencia y el hombre que la ejerce,
naturaleza de los hechos, medidas adoptadas y sus resultados, y sanciones impuestas a la persona violenta. Se
deberá asegurar la reserva en relació n con la identidad de las mujeres que padecen violencias;

m) Coordinar con el Poder Judicial los criterios para la selecció n de datos, modalidad de Registro e indicadores
que lo integren que obren en ambos poderes, independientemente de los que defina cada uno a los fines que le son
propios;

n) Analizar y difundir perió dicamente los datos estadísticos y resultados de las investigaciones a fin de monitorear
y adecuar las políticas pú blicas a través del Observatorio de la Violencia Contra las Mujeres;

ñ ) Diseñ ar y publicar una Guía de Servicios en coordinació n y actualizació n permanente con las distintas
jurisdicciones, que brinde informació n sobre los programas y los servicios de asistencia directa;

o) Implementar una línea telefó nica gratuita y accesible en forma articulada con las provincias a través de
organismos gubernamentales pertinentes, destinada a dar contenció n, informació n y brindar asesoramiento sobre
recursos existentes en materia de prevenció n de la violencia contra las mujeres y asistencia a quienes la padecen;

p) Establecer y mantener un Registro de las organizaciones no gubernamentales especializadas en la materia en


coordinació n con las jurisdicciones y celebrar convenios para el desarrollo de actividades preventivas, de control y
ejecució n de medidas de asistencia a las mujeres que padecen violencia y la rehabilitació n de los hombres que la
ejercen;

q) Promover campañ as de sensibilizació n y concientizació n sobre la violencia contra las mujeres informando
sobre los derechos, recursos y servicios que el Estado garantiza e instalando la condena social a toda forma de
violencia contra las mujeres. Publicar materiales de difusió n para apoyar las acciones de las distintas á reas;

r) Celebrar convenios con organismos pú blicos y/o instituciones privadas para toda acció n conducente al
cumplimiento de los alcances y objetivos de la presente ley;

s) Convocar y poner en funciones al Consejo, Consultivo de organizaciones de la sociedad civil y redactar su


reglamento de funcionamiento interno;

t) Promover en el á mbito comunitario el trabajo en red, con el fin de desarrollar modelos de atenció n y
prevenció n interinstitucional e intersectorial, que unifiquen y coordinen los esfuerzos de las instituciones pú blicas
y privadas;

u) Garantizar el acceso a los servicios de atenció n específica para mujeres privadas de libertad.

CAPITULO III

LINEAMIENTOS BASICOS PARA LAS POLITICAS ESTATALES

ARTICULO 10. — Fortalecimiento técnico a las jurisdicciones. El Estado nacional deberá promover y fortalecer
interinstitucionalmente a las distintas jurisdicciones para la creació n e implementació n de servicios integrales de
asistencia a las mujeres que padecen violencia y a las personas que la ejercen, debiendo garantizar:

1.- Campañ as de educació n y capacitació n orientadas a la comunidad para informar, concientizar y prevenir la
violencia contra las mujeres en los á mbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales.

2.- Unidades especializadas en violencia en el primer nivel de atenció n que trabajen en la prevenció n y asistencia
de hechos de violencia, las que coordinará n sus actividades segú n los está ndares, protocolos y registros
49
establecidos y tendrá n un abordaje integral de las siguientes actividades:

a) Asistencia interdisciplinaria para la evaluació n, diagnó stico y definició n de estrategias de abordaje;

b) Grupos de ayuda mutua;

c) Asistencia y patrocinio jurídico gratuito;

d) Atenció n coordinada con el á rea de salud que brinde asistencia médica y psicoló gica;

e) Atenció n coordinada con el á rea social que brinde los programas de asistencia destinados a promover el
desarrollo humano.

3.- Programas de asistencia econó mica para el autovalimiento de la mujer.

4.- Programas de acompañ antes comunitarios para el sostenimiento de la estrategia de autovalimiento de la mujer.

5.- Centros de día para el fortalecimiento integral de la mujer.

6.- Instancias de trá nsito para la atenció n y albergue de las mujeres que padecen violencia en los casos en que la
permanencia en su domicilio o residencia implique una amenaza inminente a su integridad física, psicoló gica o
sexual, o la de su grupo familiar, debiendo estar orientada a la integració n inmediata a su medio familiar, social y
laboral.

7.- Programas de reeducació n destinados a los hombres que ejercen violencia.

ARTICULO 11. — Políticas pú blicas. El Estado nacional implementará el desarrollo de las siguientes acciones
prioritarias, promoviendo su articulació n y coordinació n con los distintos Ministerios y Secretarías del Poder
Ejecutivo nacional, jurisdicciones provinciales y
municipales, universidades y organizaciones de la sociedad civil con competencia en la materia:

1.- Jefatura de Gabinete de Ministros – Secretaría de Gabinete y Gestió n Pú blica:

a) Impulsar políticas específicas que implementen la normativa vigente en materia de acoso sexual en la
administració n pú blica nacional y garanticen la efectiva vigencia de los principios de no discriminació n e igualdad
de derechos, oportunidades y trato en el empleo pú blico;

b) Promover, a través del Consejo Federal de la Funció n Pú blica, acciones semejantes en el ámbito de las
jurisdicciones provinciales.

2.- Ministerio de Desarrollo Social de la Nació n:

a) Promover políticas tendientes a la revinculació n social y laboral de las mujeres que padecen violencia;

b) Elaborar criterios de priorizació n para la inclusió n de las mujeres en los planes y programas de
fortalecimiento y promoció n social y en los planes de asistencia a la emergencia;

c) Promover líneas de capacitació n y financiamiento para la inserció n laboral de las mujeres en procesos de
asistencia por violencia;

d) Apoyar proyectos para la creació n y puesta en marcha de programas para atenció n de la emergencia
destinadas a mujeres y al cuidado de sus hijas/os;

e) Celebrar convenios con entidades bancarias a fin de facilitarles líneas de créditos a mujeres que padecen
violencia;
50
f) Coordinar con la Secretaría Nacional de Niñ ez, Adolescencia y Familia y el Consejo Federal de Niñ ez,
Adolescencia y Familia los criterios de atenció n que se fijen para las niñ as y adolescentes que padecen violencia.

3.- Ministerio de Educació n de la Nació n:

a) Articular en el marco del Consejo Federal de Educació n la inclusió n en los contenidos mínimos curriculares de
la perspectiva de género, el ejercicio de la tolerancia, el respeto y la libertad en las relaciones interpersonales, la
igualdad entre los sexos, la democratizació n de las relaciones familiares, la vigencia de los derechos humanos y la
deslegitimació n de modelos violentos de resolució n de conflictos;

b) Promover medidas para que se incluya en los planes de formació n docente la detecció n precoz de la violencia
contra las mujeres;

c) Recomendar medidas para prever la escolarizació n inmediata de las/os niñ as/os y adolescentes que se vean
afectadas/os, por un cambio de residencia derivada de una situació n de violencia, hasta que se sustancie la
exclusió n del agresor del hogar;

d) Promover la incorporació n de la temá tica de la violencia contra las mujeres en las currículas terciarias y
universitarias, tanto en los niveles de grado como de post grado;

e) Promover la revisió n y actualizació n de los libros de texto y materiales didácticos con la finalidad de eliminar
los estereotipos de género y los criterios discriminatorios, fomentando la igualdad de derechos, oportunidades y
trato entre mujeres y varones;

f) Las medidas anteriormente propuestas se promoverá n en el ámbito del Consejo Federal de Educació n.

4.- Ministerio de Salud de la Nació n:

a) Incorporar la problemá tica de la violencia contra las mujeres en los programas de salud integral de la mujer;

b) Promover la discusió n y adopció n de los instrumentos aprobados por el Ministerio de Salud de la Nació n en
materia de violencia contra las mujeres en el á mbito del Consejo Federal de Salud;

c) Diseñ ar protocolos específicos de detecció n precoz y atenció n de todo tipo y modalidad de violencia contra las
mujeres, prioritariamente en las á reas de atenció n primaria de salud, emergencias, clínica médica, obstetricia,
ginecología, traumatología, pediatría, y salud mental, que especifiquen el procedimiento a seguir para la atenció n
de las mujeres que padecen violencia, resguardando la intimidad de la persona asistida y promoviendo una
prá ctica médica no sexista. El procedimiento deberá asegurar la obtenció n y preservació n de elementos
probatorios;

d) Promover servicios o programas con equipos interdisciplinarios especializados en la prevenció n y atenció n de


la violencia contra las mujeres y/o de quienes la ejerzan con la utilizació n de protocolos de atenció n y derivació n;

e) Impulsar la aplicació n de un Registro de las personas asistidas por situaciones de violencia contra las mujeres,
que coordine los niveles nacionales y provinciales.

f) Asegurar la asistencia especializada de los/ as hijos/as testigos de violencia;

g) Promover acuerdos con la Superintendencia de Servicios de Salud u organismo que en un futuro lo reemplace,
a fin de incluir programas de prevenció n y asistencia de la violencia contra las mujeres, en los establecimientos
médico-asistenciales, de la seguridad social y las entidades de medicina prepaga, los que deberá n incorporarlas en
su cobertura en igualdad de condiciones con otras prestaciones;

h) Alentar la formació n continua del personal médico sanitario con el fin de mejorar el diagnó stico precoz y la
51
atenció n médica con perspectiva de género;

i) Promover, en el marco del Consejo Federal de Salud, el seguimiento y monitoreo de la aplicació n de los
protocolos. Para ello, los organismos nacionales y provinciales podrá n celebrar convenios con instituciones y
organizaciones de la sociedad civil.

5.- Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nació n:

5.1. Secretaría de Justicia:

a) Promover políticas para facilitar el acceso de las mujeres a la Justicia mediante la puesta en marcha y el
fortalecimiento de centros de informació n, asesoramiento jurídico y patrocinio jurídico gratuito;

b) Promover la aplicació n de convenios con Colegios Profesionales, instituciones académicas y organizaciones de


la sociedad civil para brindar asistencia jurídica especializada y gratuita;

c) Promover la unificació n de criterios para la elaboració n de los informes judiciales sobre la situació n de peligro
de las mujeres que padecen violencia;

d) Promover la articulació n y cooperació n entre las distintas instancias judiciales involucradas a fin de mejorar la
eficacia de las medidas judiciales;

e) Promover la elaboració n de un protocolo de recepció n de denuncias de violencia contra las mujeres a efectos
de evitar la judicializació n innecesaria de aquellos casos que requieran de otro tipo de abordaje;

f) Propiciar instancias de intercambio y articulació n con la Corte Suprema de Justicia de la Nació n para incentivar
en los distintos niveles del Poder Judicial la capacitació n específica referida al tema;

g) Alentar la conformació n de espacios de formació n específica para profesionales del derecho;

h) Fomentar las investigaciones sobre las causas, la naturaleza, la gravedad y las consecuencias de la violencia
contra las mujeres, así como de la eficacia de las medidas aplicadas para impedirla y reparar sus efectos,
difundiendo perió dicamente los resultados;

i) Garantizar el acceso a los servicios de atenció n específica para mujeres privadas de libertad.

5.2. Secretaría de Seguridad:

a) Fomentar en las fuerzas policiales y de seguridad, el desarrollo de servicios interdisciplinarios que brinden
apoyo a las mujeres que padecen violencia para optimizar su atenció n, derivació n a otros servicios y cumplimiento
de disposiciones judiciales;

b) Elaborar en el ámbito del Consejo de Seguridad Interior, los procedimientos bá sicos para el diseñ o de
protocolos específicos para las fuerzas policial y de seguridad a fin de brindar las respuestas adecuadas para evitar
la revictimizació n, facilitar la debida atenció n, asistencia y protecció n policial a las mujeres que acudan a presentar
denuncias en sede policial;

c) Promover la articulació n de las fuerzas policial y de seguridad que intervengan en la atenció n de la violencia
contra las mujeres con las instituciones gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil;

d) Sensibilizar y capacitar a las fuerzas policial y de seguridad en la temá tica de la violencia contra las mujeres en
el marco del respeto de los derechos humanos;

e) Incluir en los programas de formació n de las fuerzas policial y de seguridad asignaturas y/o contenidos
curriculares específicos sobre los derechos humanos de las mujeres y en especial sobre violencia con perspectiva
52
de género.

5.3. Secretaría de Derechos Humanos e Instituto Nacional contra la Discriminació n, la Xenofobia y el Racismo
(INADI):

a) Promover la inclusió n de la problemá tica de la violencia contra las mujeres en todos los programas y acciones de
la Secretaría de Derechos Humanos de la Nació n y del INADI, en articulació n con el Consejo Federal de Derechos
Humanos.

6.- Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nació n:

a) Desarrollar programas de sensibilizació n, capacitació n e incentivos a empresas y sindicatos para eliminar la


violencia laboral contra las mujeres y promover la igualdad de derechos, oportunidades y trato en el ámbito
laboral, debiendo respetar el principio de no discriminació n en:

1. El acceso al puesto de trabajo, en materia de convocatoria y selecció n;

2. La carrera profesional, en materia de promoció n y formació n;

3. La permanencia en el puesto de trabajo;

4. El derecho a una igual remuneració n por igual tarea o funció n.

b) Promover, a través de programas específicos la prevenció n del acoso sexual contra las mujeres en el á mbito de
empresas y sindicatos;

c) Promover políticas tendientes a la formació n e inclusió n laboral de mujeres que padecen violencia;

d) Promover el respeto de los derechos laborales de las mujeres que padecen violencia, en particular cuando
deban ausentarse de su puesto de trabajo a fin de dar cumplimiento a prescripciones profesionales, tanto
administrativas como las emanadas de las decisiones judiciales.

7.- Ministerio de Defensa de la Nació n:

a) Adecuar las normativas, có digos y prá cticas internas de las Fuerzas Armadas a la Convenció n para la
Eliminació n de todas las Formas de Discriminació n contra la Mujer y la Convenció n Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres;

b) Impulsar programas y/o medidas de acció n positiva tendientes a erradicar patrones de discriminació n en
perjuicio de las mujeres en las Fuerzas Armadas para el ingreso, promoció n y permanencia en las mismas;

c) Sensibilizar a los distintos niveles jerá rquicos en la temá tica de la violencia contra las mujeres en el marco del
respeto de los derechos humanos;

d) Incluir en los programas de formació n asignaturas y/o contenidos específicos sobre los derechos humanos de
las mujeres y la violencia con perspectiva de género.

8.- Secretaría de Medios de Comunicació n de la Nació n:

a) Impulsar desde el Sistema Nacional de Medios la difusió n de mensajes y campañ as permanentes de


sensibilizació n y concientizació n dirigida a la població n en general y en particular a las mujeres sobre el derecho de
las mismas a vivir una vida libre de violencias;

b) Promover en los medios masivos de comunicació n el respeto por los derechos humanos de las mujeres y el
53
tratamiento de la violencia desde la perspectiva de género;

c) Brindar capacitació n a profesionales de los medios masivos de comunicació n en violencia contra las mujeres;

d) Alentar la eliminació n del sexismo en la informació n;

e) Promover, como un tema de responsabilidad social empresaria, la difusió n de campañ as publicitarias para
prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.

CAPITULO IV

OBSERVATORIO DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

ARTICULO 12. — Creació n. Créase el Observatorio de la Violencia contra las Mujeres en el á mbito del Consejo
Nacional de la Mujer, destinado al monitoreo, recolecció n, producció n, registro y sistematizació n de datos e
informació n sobre la violencia contra las mujeres.

ARTICULO 13. — Misió n. El Observatorio tendrá por misió n el desarrollo de un sistema de informació n
permanente que brinde insumos para el diseñ o, implementació n y gestió n de políticas pú blicas tendientes a la
prevenció n y erradicació n de la violencia contra las mujeres.

ARTICULO 14. — Funciones. Será n funciones del Observatorio de la Violencia contra las Mujeres:
a) Recolectar, procesar, registrar, analizar, publicar y difundir informació n perió dica y sistemá tica y comparable
diacró nica y sincró nicamente sobre violencia contra las mujeres;
b) Impulsar el desarrollo de estudios e investigaciones sobre la evolució n, prevalencia, tipos y modalidades de
violencia contra las mujeres, sus consecuencias y efectos, identificando aquellos factores sociales, culturales,
econó micos y políticos que de alguna manera estén asociados o puedan constituir causal de violencia;
c) Incorporar los resultados de sus investigaciones y estudios en los informes que el Estado nacional eleve a los
organismos regionales e internacionales en materia de violencia contra las mujeres;
d) Celebrar convenios de cooperació n con organismos pú blicos o privados, nacionales o internacionales, con la
finalidad de articular interdisciplinariamente el desarrollo de estudios e investigaciones;
e) Crear una red de informació n y difundir a la ciudadanía los datos relevados, estudios y actividades del
Observatorio, mediante una pá gina web propia o vinculada al portal del Consejo Nacional de la Mujer. Crear y
mantener una base documental actualizada permanentemente y abierta a la ciudadanía;
f) Examinar las buenas prá cticas en materia de prevenció n y erradicació n de la violencia contra las mujeres y las
experiencias innovadoras en la materia y difundirlas a los fines de ser adoptadas por aquellos organismos e
instituciones nacionales, provinciales o municipales que lo consideren;

g) Articular acciones con organismos gubernamentales con competencia en materia de derechos humanos de las
mujeres a los fines de monitorear la implementació n de políticas de prevenció n y erradicació n de la violencia
contra las mujeres, para evaluar su impacto y elaborar propuestas de actuaciones o reformas;
h) Fomentar y promover la organizació n y celebració n perió dica de debates pú blicos, con participació n de
centros de investigació n, instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y representantes de
organismos pú blicos y privados, nacionales e internacionales con competencia en la materia, fomentando el
intercambio de experiencias e identificando temas y problemas relevantes para la agenda pú blica;
i) Brindar capacitació n, asesoramiento y apoyo técnico a organismos pú blicos y privados para la puesta en
marcha de los Registros y los protocolos;
j) Articular las acciones del Observatorio de la Violencia contra las Mujeres con otros Observatorios que existan
a nivel provincial, nacional e internacional;
k) Publicar el informe anual sobre las actividades desarrolladas, el que deberá contener informació n sobre los
estudios e investigaciones realizadas y propuestas de reformas institucionales o normativas. El mismo será
difundido a la ciudadanía y elevado a las autoridades con competencia en la materia para que adopten las medidas
que corresponda.
54
ARTICULO 15. — Integració n. El Observatorio de la Violencia contra las Mujeres estará integrado por:

a) Una persona designada por la Presidencia del Consejo Nacional de la Mujer, quien ejercerá la Direcció n del
Observatorio, debiendo tener acreditada formació n en investigació n social y derechos humanos;

b) Un equipo interdisciplinario idó neo en la materia. TITULO III


PROCEDIMIENTOS CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES

ARTICULO 16. — Derechos y garantías mínimas de procedimientos judiciales y administrati- vos. Los organismos
del Estado deberá n garantizar a las mujeres, en cualquier procedimiento judicial o administrativo, ademá s de todos
los derechos reconocidos en la Constitució n Nacional, los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
ratificados por la Nació n Argentina, la presente ley y las leyes que en consecuencia se dicten, los siguientes
derechos y garantías:

a) A la gratuidad de las actuaciones judiciales y del patrocinio jurídico preferentemente especializado;

b) A obtener una respuesta oportuna y efectiva;

c) A ser oída personalmente por el juez y por la autoridad administrativa competente;

d) A que su opinió n sea tenida en cuenta al momento de arribar a una decisió n que la afecte;

e) A recibir protecció n judicial urgente y preventiva cuando se encuentren amenazados o vulnerados cualquiera de
los derechos enunciados en el artículo 3º de la presente ley;

f) A la protecció n de su intimidad, garantizando la confidencialidad de las actuaciones;

g) A participar en el procedimiento recibiendo informació n sobre el estado de la causa;

h) A recibir un trato humanizado, evitando la revictimizació n;

i) A la amplitud probatoria para acreditar los hechos denunciados, teniendo en cuenta las circunstancias especiales
en las que se desarrollan los actos de violencia y quienes son sus naturales testigos;

j) A oponerse a la realizació n de inspecciones sobre su cuerpo por fuera del estricto marco de la orden judicial. En
caso de consentirlas y en los peritajes judiciales tiene derecho a ser acompañ ada por alguien de su confianza y a
que sean realizados por personal profesional especializado y formado con perspectiva de género;

k) A contar con mecanismos eficientes para denunciar a los funcionarios por el incumplimiento de los plazos
establecidos y demá s irregularidades.

ARTICULO 17. — Procedimientos Administrativos. Las jurisdicciones locales podrá n fijar los procedimientos
previos o posteriores a la instancia judicial para el cumplimiento de esta ley, la que será aplicada por los
municipios, comunas, comisiones de fomento, juntas, delegaciones de los Consejos Provinciales de la Mujer o á reas
descentralizadas, juzgados de paz u organismos que estimen convenientes.

ARTICULO 18. — Denuncia. Las personas que se desempeñ en en servicios asistenciales, sociales, educativos y de
salud, en el á mbito pú blico o privado, que con motivo o en ocasió n de sus tareas tomaren conocimiento de un hecho
de violencia contra las mujeres en los términos de la presente ley, estará n obligados a formular las denuncias,
segú n corresponda, aun en aquellos casos en que el hecho no configure delito.

CAPITULO II PROCEDIMIENTO
ARTICULO 19. — Ambito de aplicació n. Las jurisdicciones locales, en el á mbito de sus competencias, dictará n sus
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normas de procedimiento o adherirá n al régimen procesal previsto en la presente ley.

ARTICULO 20. — Características del procedimiento. El procedimiento será gratuito y sumarísimo.

ARTICULO 21. — Presentació n de la denuncia. La presentació n de la denuncia por violencia contra las mujeres
podrá efectuarse ante cualquier juez/jueza de cualquier fuero e instancia o ante el Ministerio Pú blico, en forma oral
o escrita.

Se guardará reserva de identidad de la persona denunciante.

ARTICULO 22. — Competencia. Entenderá en la causa el/la juez/a que resulte competente en razó n de la materia
segú n los tipos y modalidades de violencia de que se trate.
Aú n en caso de incompetencia, el/la juez/a interviniente podrá disponer las medidas preventivas que estime
pertinente.

ARTICULO 23. — Exposició n policial. En el supuesto que al concurrir a un servicio policial só lo se labrase
exposició n y de ella surgiere la posible existencia de violencia contra la mujer, corresponderá remitirla a la
autoridad judicial competente dentro de las VEINTICUATRO (24) horas.

ARTICULO 24. — Personas que pueden efectuar la denuncia. Las denuncias podrá n ser efectuadas:

a) Por la mujer que se considere afectada o su representante legal sin restricció n alguna;

b) La niñ a o la adolescente directamente o través de sus representantes legales de acuerdo lo establecido en la


Ley 26.061 de Protecció n Integral de los Derechos de las Niñ as, Niñ os y Adolescentes;

c) Cualquier persona cuando la afectada tenga discapacidad, o que por su condició n física o psíquica no pudiese
formularla;

d) En los casos de violencia sexual, la mujer que la haya padecido es la ú nica legitimada para hacer la denuncia.
Cuando la misma fuere efectuada por un tercero, se citará a la mujer para que la ratifique o rectifique en
VEINTICUATRO (24) horas. La autoridad judicial competente tomará los recaudos necesarios para evitar que la
causa tome estado pú blico.

e) La denuncia penal será obligatoria para toda persona que se desempeñ e laboralmente en servicios
asistenciales, sociales, educativos y de salud, en el á mbito pú blico o privado, que con motivo o en ocasió n de sus
tareas tomaren conocimiento de que una mujer padece violencia siempre que los hechos pudieran constituir un
delito.

ARTICULO 25. — Asistencia protectora. En toda instancia del proceso se admitirá la presencia de un/a
acompañ ante como ayuda protectora ad honó rem, siempre que la mujer que padece violencia lo solicite y con el
ú nico objeto de preservar la salud física y psicoló gica de la misma.

ARTICULO 26. — Medidas preventivas urgentes.

a) Durante cualquier etapa del proceso el/la juez/a interviniente podrá , de oficio o a petició n de parte, ordenar
una o má s de las siguientes medidas preventivas de acuerdo a los tipos y modalidades de violencia contra las
mujeres definidas en los artículos 5º y 6º de la presente ley:

a. 1. Ordenar la prohibició n de acercamiento del presunto agresor al lugar de residencia, trabajo, estudio,
esparcimiento o a los lugares de habitual concurrencia de la mujer que padece violencia;

a.2. Ordenar al presunto agresor que cese en los actos de perturbació n o intimidació n que, directa o
indirectamente, realice hacia la mujer;

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a.3. Ordenar la restitució n inmediata de los efectos personales a la parte peticionante, si ésta se ha visto privada de
los mismos;
a.4. Prohibir al presunto agresor la compra y tenencia de armas, y ordenar el secuestro de las que estuvieren en su
posesió n;

a.5. Proveer las medidas conducentes a brindar a quien padece o ejerce violencia, cuando así lo requieran,
asistencia médica o psicoló gica, a través de los organismos pú blicos y organizaciones de la sociedad civil con
formació n especializada en la prevenció n y atenció n de la violencia contra las mujeres;

a.6. Ordenar medidas de seguridad en el domicilio de la mujer;

a.7. Ordenar toda otra medida necesaria para garantizar la seguridad de la mujer que padece violencia, hacer cesar
la situació n de violencia y evitar la repetició n de todo acto de perturbació n o intimidació n, agresió n y maltrato del
agresor hacia la mujer.

b) Sin perjuicio de las medidas establecidas en el inciso a) del presente artículo, en los casos de la modalidad de
violencia doméstica contra las mujeres, el/la juez/a podrá ordenar las siguientes medidas preventivas urgentes:

b.1. Prohibir al presunto agresor enajenar, disponer, destruir, ocultar o trasladar bienes gananciales de la sociedad
conyugal o los comunes de la pareja conviviente;

b.2. Ordenar la exclusió n de la parte agresora de la residencia comú n, independientemente de la titularidad de la


misma;

b.3. Decidir el reintegro al domicilio de la mujer si ésta se había retirado, previa exclusió n de la vivienda del
presunto agresor;

b.4. Ordenar a la fuerza pú blica, el acompañ amiento de la mujer que padece violencia, a su domicilio para retirar
sus efectos personales;

b.5. En caso de que se trate de una pareja con hijos/as, se fijará una cuota alimentaria provisoria, si
correspondiese, de acuerdo con los antecedentes obrantes en la causa y segú n las normas que rigen en la materia;

b.6. En caso que la víctima fuere menor de edad, el/la juez/a, mediante resolució n fundada y teniendo en cuenta la
opinió n y el derecho a ser oída de la niñ a o de la adolescente, puede otorgar la guarda a un miembro de su grupo
familiar, por consanguinidad o afinidad, o con otros miembros de la familia ampliada o de la comunidad.

b.7. Ordenar la suspensió n provisoria del régimen de visitas;

b.8. Ordenar al presunto agresor abstenerse de interferir, de cualquier forma, en el ejercicio de la guarda, crianza y
educació n de los/as hijos/ as;

b.9. Disponer el inventario de los bienes gananciales de la sociedad conyugal y de los bienes propios de quien
ejerce y padece violencia. En los casos de las parejas convivientes se dispondrá el inventario de los bienes de cada
uno;

b.10. Otorgar el uso exclusivo a la mujer que padece violencia, por el período que estime conveniente, del
mobiliario de la casa.
ARTICULO 27. — Facultades del/la juez/a. El/ la juez/a podrá dictar má s de una medida a la vez, determinando la
duració n de las mismas de acuerdo a las circunstancias del caso, y debiendo establecer un plazo má ximo de
duració n de las mismas, por auto fundado.
ARTICULO 28. — Audiencia. El/la juez/a interviniente fijará una audiencia, la que deberá tomar personalmente
bajo pena de nulidad, dentro de CUARENTA Y OCHO (48) horas de ordenadas las medidas del artículo 26, o si no se
adoptara ninguna de ellas, desde el momento que tomó conocimiento de la denuncia.
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El presunto agresor estará obligado a comparecer bajo apercibimiento de ser llevado ante el juzgado con auxilio de
la fuerza pú blica.
En dicha audiencia, escuchará a las partes por separado bajo pena de nulidad, y ordenará las medidas que estime
pertinentes.
Si la víctima de violencia fuere niñ a o adolescente deberá contemplarse lo estipulado por la Ley 26.061 sobre
Protecció n Integral de los Derechos de las Niñ as, Niñ os y Adolescentes.

Quedan prohibidas las audiencias de mediació n o conciliació n.


ARTICULO 29. — Informes. Siempre que fuere posible el/la juez/a interviniente podrá requerir un informe
efectuado por un equipo interdisciplinario para determinar los dañ os físicos, psicoló gicos, econó micos o de otro
tipo sufridos por la mujer y la situació n de peligro en la que se encuentre.
Dicho informe será remitido en un plazo de CUARENTA Y OCHO (48) horas, a efectos de que pueda aplicar otras
medidas, interrumpir o hacer cesar alguna de las mencionadas en el artículo 26.
El/la juez/a interviniente también podrá considerar los informes que se elaboren por los equipos
interdisciplinarios de la administració n pú blica sobre los dañ os físicos, psicoló gicos, econó micos o de otro tipo
sufridos por la mujer y la situació n de peligro, evitando producir nuevos informes que la revictimicen.
También podrá considerar informes de profesionales de organizaciones de la sociedad civil idó neas en el
tratamiento de la violencia contra las mujeres.
ARTICULO 30. — Prueba, principios y medidas. El/la juez/a tendrá amplias facultades para ordenar e impulsar el
proceso, pudiendo disponer las medidas que fueren necesarias para indagar los sucesos, ubicar el paradero del
presunto agresor, y proteger a quienes corran el riesgo de padecer nuevos actos de violencia, rigiendo el principio
de obtenció n de la verdad material.
ARTICULO 31. — Resoluciones. Regirá el principio de amplia libertad probatoria para acreditar los hechos
denunciados, evaluá ndose las pruebas ofrecidas de acuerdo con el principio de la sana crítica. Se considerará n las
presunciones que contribuyan a la demostració n de los hechos, siempre que sean indicios graves, precisos y
concordantes.
ARTICULO 32. — Sanciones. Ante el incumplimiento de las medidas ordenadas, el/la juez/a podrá evaluar la
conveniencia de modificar las mismas, pudiendo ampliarlas u ordenar otras.
Frente a un nuevo incumplimiento y sin perjuicio de las responsabilidades civiles o penales que correspondan,
el/la Juez/a deberá aplicar alguna/s de las siguientes sanciones:
a) Advertencia o llamado de atenció n por el acto cometido;
b) Comunicació n de los hechos de violencia al organismo, institució n, sindicato, asociació n profesional o lugar
de trabajo del agresor;
c) Asistencia obligatoria del agresor a programas reflexivos, educativos o terapéuticos tendientes a la
modificació n de conductas violentas.
Asimismo, cuando el incumplimiento configure desobediencia u otro delito, el juez deberá poner el hecho en
conocimiento del/la juez/a con competencia en materia penal.
ARTICULO 33. — Apelació n. Las resoluciones que concedan, rechacen, interrumpan, modifiquen o dispongan el
cese de alguna de las medidas preventivas urgentes o impongan sanciones, será n apelables dentro del plazo de
TRES (3) días há biles.
La apelació n contra resoluciones que concedan medidas preventivas urgentes se concederá en relació n y con efecto
devolutivo.
La apelació n contra resoluciones que dispongan la interrupció n o el cese de tales medidas se concederá en relació n
y con efecto suspensivo.
ARTICULO 34. — Seguimiento. Durante el trá mite de la causa, por el tiempo que se juzgue adecuado, el/la juez/a
deberá controlar la eficacia de las medidas y decisiones adoptadas, ya sea a través de la comparecencia de las
partes al tribunal, con la frecuencia que se ordene, y/o mediante la intervenció n del equipo interdisciplinario,
quienes elaborará n informes perió dicos acerca de la situació n.
ARTICULO 35. — Reparació n. La parte damnificada podrá reclamar la reparació n civil por los dañ os y perjuicios,
segú n las normas comunes que rigen la materia.
ARTICULO 36. — Obligaciones de los/as funcionarios/ as. Los/as funcionarios/as policiales, judiciales, agentes
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sanitarios, y cualquier otro/a funcionario/a pú blico/a a quien acudan las mujeres afectadas, tienen la obligació n de
informar sobre:
a) Los derechos que la legislació n le confiere a la mujer que padece violencia, y sobre los servicios
gubernamentales disponibles para su atenció n;
b) Có mo y dó nde conducirse para ser asistida en el proceso;
c) Có mo preservar las evidencias.

ARTICULO 37. — Registros. La Corte Suprema de Justicia de la Nació n llevará registros sociodemográ ficos de las
denuncias efectuadas sobre hechos de violencia previstos en esta ley, especificando, como mínimo, edad, estado
civil, profesió n u ocupació n de la mujer que padece violencia, así como del agresor; vínculo con el agresor,
naturaleza de los hechos, medidas adoptadas y sus resultados, así como las sanciones impuestas al agresor.
Los juzgados que intervienen en los casos de violencia previstos en esta ley deberá n remitir anualmente la
informació n pertinente para dicho registro.
El acceso a los registros requiere motivos fundados y previa autorizació n judicial, garantizando la confidencialidad
de la identidad de las partes.

La Corte Suprema de Justicia de la Nació n elaborará estadísticas de acceso pú blico que permitan conocer, como
mínimo, las características de quienes ejercen o padecen violencia y sus modalidades, vínculo entre las partes, tipo
de medidas adoptadas y sus resultados, y tipo y cantidad de sanciones aplicadas.
ARTICULO 38. — Colaboració n de organizaciones pú blicas o privadas. El/la juez/a podrá n solicitar o aceptar en
cará cter de amicus curiae la colaboració n de organizaciones o entidades pú blicas o privadas dedicadas a la
protecció n de los derechos de las mujeres.
ARTICULO 39. — Exenció n de cargas. Las actuaciones fundadas en la presente ley estará n exentas del pago de
sellado, tasas, depó sitos y cualquier otro impuesto, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 68 del Có digo
Procesal, Civil y Comercial de la Nació n en materia de costas.
ARTICULO 40. — Normas supletorias. Será n de aplicació n supletoria los regímenes procesales que correspondan,
segú n los tipos y modalidades de violencia denunciados.
TITULO IV DISPOSICIONES FINALES
ARTICULO 41. — En ningú n caso las conductas, actos u omisiones previstas en la presente ley importará n la
creació n de nuevos tipos penales, ni la modificació n o derogació n de los vigentes.
ARTICULO 42. — La Ley 24.417 de Protecció n contra la Violencia Familiar, será de aplicació n en aquellos casos de
violencia doméstica no previstos en la presente ley.
ARTICULO 43. — Las partidas que resulten necesarias para el cumplimiento de la presente ley será n previstas
anualmente en la Ley de Presupuesto General de la Administració n Nacional.
ARTICULO 44. — La ley entrará en vigencia a partir de su publicació n en el Boletín Oficial de la Nació n.
ARTICULO 45. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.

DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS ONCE DIAS DEL MES
DE MARZO DEL AÑ O DOS MIL NUEVE.

— REGISTRADO BAJO EL Nº 26.485 —

JULIO C. C. COBOS. — EDUARDO A. FELLNER. — Enrique Hidalgo. — Juan H. Estrada

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