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DENIS HUISMAN

DICCIONARIO
DE LAS MIL OBRAS CLAVE
DEL PENSAMIENTO

Traducción de
CARMEN GARCÍA TREVIJANO

SEG UND A E D IC IÓ N
ÍNDICE

Prefa cio ................................................................................................. Pág. 11

N o t a preliminar a l a edición e s p a ñ o l a ........................................................... 15

C ó m o c o n s u l t a r el d ic c io n a r io ...................................................................... 18

D IC C IO N A R IO .............................................................................................. 21

A péndice a la edición e s p a ñ o l a ....................................................................... 655

Índice de a u t o r e s .............................................................................................. 691

[9 ]
PREFACIO
I H ubo un tiempo en que el hombre cultivado podía vanagloriar­
se de haber leído todo. Así Pico de la Mirandola, cuyas obras han
sido reeditadas actualmente1, logró realizar la anteas de todos los sabe­
res de su época. El «príncipe de los eruditos», que leía en sus textos,
con una bulimia legendaria, las obras de los pensadores griegos, lati­
nos, hebreos y árabes, abordó en 1486 la tarea de reunir sus tesis
en un solo volumen: se trataba nada menos que de novecientas Con­
clusiones que el autor expuso en su obra del mismo título 27N4as
¿quién podría pretender en nuestros días haber «leído todos los libros»?
El que se limitara simplemente a recorrer lo que se ha escrito en un
cam po ínfimo del saber no tendría suficiente con una sola vida. N o
hay más que entrar en una biblioteca para convencerse!
Esta es la razón de ser, la causa fin a l de este diccionario: ayu­
dar al novicio, al aficionado, al alumno, o al amante del saber a orien­
tarse en «la jungla» de las producciones que, con razón o sin ella, se
califican de filosofía. Las obras que aquí se han reunido son los tex­
tos mayores del pensamiento universal. Son los libros-faro que, como
L a R e p ú b lic a de Platón, el Discurso d e l m é to d o de Descartes o la
C rític a d e la R a z ó n P u ra de Kant, han renovado nuestra manera
de ver el mundo, introducido conceptos nuevos, dado nacimiento a
corrientes, doctrinas, escuelas, en suma: a ideologías. En este sen­
tido, estas mil obras son verdaderamente las claves: «claves de bóve­
da» de los edificios levantados a lo largo de los siglos por el espíritu
del hom bre, y a la vézm edios de acceso privilegiados a la cultura
propiamente filosófica.
Existen ciertamente, en diversas lenguas, algunos voluminosos
diccionarios susceptibles de cumplir esta función3. Pero, por lo que
sabemos, el D ic c io n a r io d e las m il obras cla ve d e l p e n s a m ie n to es

1 En P.U.F., en la colección «Épiméthée» (ed. y trad. O. Boulnois y G. Tognon),


1993.
2 Véase, en la página 448 de este Diccionario, el artículo sobre las Novecien­
tas Conclusiones de Pico de la Mirandola.
13 Véase, en la Encyclopédie philosophique universelle de P.U.F., los dos exten­
sos volúmenes (4.616 páginas) consagrados a las obras, bajo la dirección de Jean
Frangois Mattéi]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 12

el primero que ofrece, en un volumen único de 600 páginas, y en


un formato manejable y práctico, una tal «suma» de conocimientos.
Obra de referencia e instrumento de trabajo incomparable, debe per­
mitir a todos (incluyendo también a los que no han recibido ningu­
na formación especializada) familiarizarse con las mil principales
obras que han jalonado losjveinticinco siglos de historia del pensa­
miento.]
Mil obras, precisamente, es a la vez mucho y muy poco. Mucho,
porque el número de obras que un profesor de filosofía puede abor­
dar seriamente con sus alumnos en el curso de un año es necesa­
riamente muy restringido. Muy poco, sin em bargo, porque la filo­
sofía no sabría reducirse a los solos autores y a las solas obras que
figuran en los programas oficiales. «D e los siete mil años transcurri­
dos desde que hay hombres que piensan...» — por hablar como La
Bruyére— , tan numerosos filósofos se han manifestado de tantas
maneras diferentes, que podría parecer presuntuoso y vano querer
reducir a mil obras (y a mil solamente) el patrimonio filosófico que la
humanidad nos ha legado. N o obstante, nos ha parecido que, para
hacer de este diccionario un eficaz intrumento de trabajo y de cul­
tura, era preciso limitar nuestra ambición a un número razonable de
textos — aquellos cuyo valor y notoriedad nos parecieron incuestio­
nables— .
A decir verdad, hemos tenido que elegir en primer lugar entre
los autores, y después entre sus diferentes obras. Toda tarea de selec­
ción lleva en sí misma sus propios límites: quien dice s e le c c io n a r
dice en efecto d escartar. N o faltarán quienes lamenten la ausencia
de ciertos autores. ¿Por qué mencionar a Jenofonte y pasar por alto
a Tucídides? ¿Por qué Johannes Eckhart y no Johannes Tauler? ¿Por
qué Engels y no Dühring? U na comisión de especialistas, la mayo­
ría de ellos profesores de filosofía en enseñanza secundaria o en
superior, ha celebrado numerosas reuniones para configurar la lista
definitiva y resolver los casos en litigio. ¿Habrá necesidad de preci­
sar que las discusiones han tenido un carácter muy vivo y animado?
D e común acuerdo, hemos retenido las obras que se esperarían
encontrar en la biblioteca de un candidato a profesor de filosofía de
bachillerato o de universidad: eso que podría llamarse «la biblioteca
ideal del aprendiz de filósofo». Igualmente hemos tenido muy en cuen­
ta las tradiciones universitarias y editoriales: ¿a qué hablar de un
libro que nadie estudia y que no es posible encontrar en ninguna par­
te? P or falta de espacio,(hemos decidido sin em bargo eliminar las
obras de pura historia de la filosofía, al igual que los trabajos exclusi­
vamente científicos, literarios o religiosos^ Mas contrariamente a cier­
13 PREFACIO

tos manuales o antologías de textos filosóficos, hemos abierto gene­


rosamente nuestro diccionario a los autores contemporáneos, al menos
a aquéllos de los que tenemos buenas razones para pensar que no
tardarán en reunirse con los Platón, los Descartes, los Hum e o los
Bergson del Panteón de la filosofía universal. Éstos son los principios
a los que hemos procurado atenernos, aunque con plena conciencia
de la dificultad que tal tarea comporta.
Tal como está, la obra puede prestar a nuestro parecer reales ser­
vicios a todos los que quieran utilizarla, sea que se trate de realizar
una investigación, preparar una exposición, ilustrar una disertación,
profundizar en el conocimiento de un autorfo simplemente deambu­
lar por entre los monumentos intemporales del pensamiento^ A l ela­
borar este diccionario, hemos puesto buen cuidado en que resulte lo
más fu n cio n a l posible: cada artículo presenta un resumen y un comen­
tario crítico de la obra estudiada; expone la problemática, explícita las
tesis y define los términos principales; igualmente se sitúa a la obra
en su contexto y se subraya la influencia que ha tenido en la posteri-
d a d fÁ continuación del título de la obra en castellano, se encontra­
rá sistemáticamente su título original, la fecha de su primera publica­
ción (en caso de necesidad, la fecha de su composición), como también
los nombres, apellidos y fechas de vida del autor. Finalmente, para
los que deseen consultar el texto mismo o profundizar más en sus
investigaciones, insertamos, después de cada artículo, la edición
más accesible de la obra a la que sigue la referencia a uno o varios
estudios sobre la obra o sobre el autor. U n índice detallado de los auto­
res al final del diccionario hará posible todo tipo de comparaciones,
de confrontaciones y de consultas |
Finalmente, no nos queda más que añadir que la extensión de
los artículos es directamente proporcional a la importancia, respec­
to a la historia del pensamiento, de la obra estudiada; así, nos ha
parecido legítimo conceder a la E tica de Spinoza una entrada neta­
mente más larga que la que da cuenta de la É tica de Geulincx. U n a
vez más, nos parece percibir las voces de protesta contra este prin­
cipio por parte de aquellos que, en nombre de un cierto culto a la
paradoja, querrían ver exaltadas las obras menores en detrimento de
las mayores. Mas la originalidad de nuestro trabajo no reside en esto;
[lo que hemos buscado es que este diccionario sea el fiel reflejo de
¡a filosofía — la que se estudia en las clases, en los anfiteatros y en
las bibliotecas, la que el tiempo y las tradiciones universitarias han
consagrado...-^!
C o m o habrá podido comprenderse, la finalidad de esta obra no
es la de dispensar en ningún caso a los que la consulten de ir a los
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 14

textos, de dirigirse a las obras mismas, no en forma de extractos, o


de resúmenes «digeridos», sino en su versión «integral»4. Muy al con­
trario, nuestro deseo más ferviente sería el de despertar innumera­
bles vocaciones lectoras, es decir, convertir en «lectores» impeniten­
tes a los que, por azar o por necesidad, se vean llevados a consultar
este diccionario o a ojear distraídamente sus páginas. Desearíamos
verlos a todos «prendidos», captados por «ese vicio impune: la lec­
tura» (según palabras de Valery Larbaud), apasionados por estos tex­
tos, sin poder prescindir ya de los «libros cultos», de las obras capi­
tales de la historia de las ideas. Esta fue la «pasión» que nos tuvo
dominados durante la elaboración de esta obra, y nos gustaría com­
partirla con el más grande número de lectores posible. Crean en
nuestra experiencia... ¡Jamás es uno decepcionado por la lectura de
los grandes textos! Tan verdad es esto que, com o dijo Descartes,
«vivir sin filosofar» es como «tener los ojos cerrados».

D e n is H u is m a n

4 Véase, precisamente en Éditions Nathan, la colección «Les Intégrales de phi-


lo» (treinta títulos aparecidos).
NOTA PRELIMINAR A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
I ¿Quién no ha pasado por el apuro de tener que procurarse en
poco tiempo información sobre una obra de pensamiento cuyo con­
tenido desconoce? Todos sabemos por experiencia que ese apuro
suele ser más engorroso de lo que a primera vista cabría esperar, por
la sencilla razón de que casi todas las historias y diccionarios de pen­
samiento de que disponemos ordenan su materia clasificándola por
épocas, corrientes, autores o conceptos, pero no por obras) Nada
más fácil, por ejemplo, que encontrar los nombres de Platón, Marx
o Freud en cualquiera de esos libros. Pero si buscamos en ellos infor­
mación sobre una obra determinada de estos autores, por ejemplo
el diálogo platónico F ile b o , el D ie c io c h o B r u m a r io de M arx o el
ensayo freudiano E l m a lesta r d e la cu ltu ra , no es nada raro que la
consulta resulte infructuosa.
El presente libro, único en su género entre los de habla espa­
ñola, es la mejor herramienta para resolver este tipo de problemas,
pues compendia en un solo volumen el contenido de otros mil alfa­
béticamente ordenados1 que,[en su inmensa mayoría, son de muy
grande valor cultural, filosófico o científico]
Pero la tarea de poner a disposición del lector un volumen como
éste persigue un objetivo más ambicioso que la m era solución de
problemas prácticos.(La obra concreta de pensamiento, es decir,
no el autor ni la época, sino el libro, la fuente o monumento lite­
rario, es el más directo y entrañable punto de partida de nuestra
formación, nuestra meditación y nuestra investigación personales.
Los libros de grandes autores son — después, naturalmente, de sus
cerebros o de los nuestros— el más adecuado soporte material de
los contenidos del pensamiento, de esos que, más solem nem en­
te, H egel llamó «espíritu absoluto», Frege «tercer reino» y P opper

1 Ese orden garantiza la localización inmediata del título buscado. Pero, si el


lector examina el índice de autores que figura al final del libro, no tardará en adver­
tir para su satisfacción que contiene una rigurosa ordenación histórica de todas las
obras tratadas correspondientes a cada autor. Con su ayuda puede uno utilizar el
diccionario para recorrer, como en cualquier manual o tratado de historia de la filo­
sofía, la trayectoria y evolución temática de los grandes pensadores.

[1 5 ]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 16

«mundo tres»! ¿Acaso no merecen ser agrupados en un dicciona­


rio específico?
Semejante diccionario en modo alguno puede ni pretende reem­
plazar, evidentemente, la lectura de ninguna de las obras que com­
pendia. Su principal interés está en facilitar que acceda a ellas el que
aún no las haya leído. Pero no es menos evidente que también pue­
de servir, con mayor o menor fortuna, de embrión o prototipo de
una B ib lio te ca ideal d e l p e n s a m ie n to , c o m o sugiere en su prólogo
el reputado historiador de la filosofía Denis Huisman, autor respon­
sable de este volum eníU no de los grandes sueños de Comte fue la
difusión de una Biblioteca de la Humanidad que reuniese los títulos
de autores inmortales, de acuerdo con una lista que él quiso elabo­
rar! Quizá este sueño conserve demasiado intacta, para nuestro gus­
to, la herencia del oficialismo ilustrado. Pero una biblioteca ideal no
tiene por qué ser oficialÍToda biblioteca personal responde, en defi­
nitiva, a un ideal. Walter Benjamin aludió alguna vez al sentimiento
de demiurgo que, consciente o inconscientemente, embarga a todo
intelectual al ordenar y configurar su propia biblioteca, pues decir
esto último viene a ser lo mismo que decir que está configurando y
ordenando su propio mundo espiritual) Para esa configuración el
presente libro puede proporcionar provechosa guía o ayuda.
Editorial Tecnos me ha encargado adaptar el D ic c io n a rio de las
m il obras cla ve d e l p e n s a m ie n to de Denis Huisman al público lec­
tor de habla española. C om o el equipo realizador de la obra es fran­
cés, la afinidad con los parámetros culturales básicos de los países
europeos mediterráneos viene ya, por así decirlo, dada de antema­
no. Mi labor se ha reducido a dos operaciones de retoque. U n a ha
sido, con el amable permiso de la editorial francesa Nathan, elevar
a unas cincuenta (el cinco por ciento de mil) el número de obras
reprensentativas del pensamiento español, tomando esta expresión
en su sentido más amplio, que no deja fuera la faceta hispano-judeo-
musulmana ni la producción de los países americanos de habla espa­
ñola. A ello responde el apéndice final, organizado y redactado por
mí, de treinta y dos obras de pensamiento español (que, sumadas a
las veintitantas ya recogidas por el equipo autor del diccionario, cubren
el indicado cinco por ciento).
El segundo retoque ha afectado a la bibliografía. Con la inten­
ción de que este libro sea realmente útil no sólo a estudiantes y
profesores de colegios, institutos y universidades, sino, más gene­
ralmente, a todos los lectores de habla española interesados por la
cultura (que no suelen tener acceso a bibliografía extranjera ni a las
bibliotecas de las facultades y departamentos universitarios que la
17 NOTA PRELIMINAR A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

poseen), Editorial Tecnos se ha esforzado por facilitar el mayor núme­


ro posible de traducciones españolas de obras extranjeras tratadas o
citadas en el D ic c io n a rio y de reforzar selectivamente la orientación
bibliográfica con trabajos pertinentes de autores españoles.
[E n un momento como el actual, en que una alucinante marea
de letra recién impresa desborda exponencialmente la capacidad
receptiva de lectores, escaparates y bibliotecas, un libro cuyo tama­
ño exceda al ordinario necesita con particular apremio justificar su
existencia ante quien esgrima en contra suya el viejo y sabio dicho
del poeta griego Calimaco, según el cual «un libro grande es un gran­
de mal»?
D e la marea impresa que nos inunda es en buena parte respon­
sable el ingente caudal de obras de escasa e incluso ínfima calidad
que colectivos cada día más numerosos de profesores y funcionarios
de la cultura y de la comunicación no tienen más remedio que pro­
ducir para justificar su existencia. Pero un repertorio de artículos sen­
cillamente explicativos de grandes obras de ayer y de hoy quizá pue­
da contribuir a orientar en un sentido antipolucionante los intereses
de la gente que lee. Pues al poner, directa o indirectamente, de mani­
fiesto que en más de un problema importante una obra de un gran
pensador de ayer o de hoy puede arrojar más luz sobre el particular
que centenares, por no decir millares, de los mencionados subpro­
ductos, contribuye a animar al lector al retorno a las fuentes y a
restaurar la hoy olvidada conciencia de la mayor excelencia de la lite­
ratura primaria sobre la secundaria. Esta es una más de las razones
por las que me atrevo a confiar en que el D ic c io n a rio de Huisman
se gane el perdón de Calimaco y la gratitud de cuantos lo lean o con­
sulten.

M a n u e l G a r r id o
CÓMO CONSULTAR EL DICCIONARIO
Los artículos de este diccionario están clasificados según el orden
alfabético de los títulos de las obras.
Todas las palabras que form an parte del título han sido tenidas
en cuenta para la clasificación. P. ej.:

E N S A Y O SOBRE EL D ON.
E N S AY O SOBRE I A SIG NIFICACIÓ N DE L A MUERTE.
EN S AY O S DE M O RAL.
EN S AY O S SOBRE L A S FACU LTA D ES INTELECTUALES.

Título de la obra en su — ———— — -— -i


traducción española f
ENSAYO SOBRE LAS COSTUMBRES
Título original Y EL ESPÍRITU DE LA S NACIONES,
de la obra — ** Essai sur les moeurs et l ’esprit des
nations, 1756 ■*— — -— -— -— -- - Fecha
Apellido, - — — V oltaire (Fran?ois Marie Arouet), 1694- de su primera
nombre 1778 publicación
y datos del autor
Esta obra se inscribe en la tradición,
inaugurada en el siglo xvu, de las gran­
des filosofías de la historia (Bossuet). Vol­
taire quiere elevarse por encima de la con­
tingencia de los sucesos singulares para
reencontrar el «espíritu» de las épocas y
de las naciones. Al igual que el - * Discur- La flecha
so sobre la historia universal de Bossuet, índica que
Análisis esta obra
el Ensayo sobre las costumbres tiene
de la obra es objeto
vocación pedagógica, puesto que está
dirigido a la marquesa de Chátelet, decep­ de artículo
cionada de no encontrar sistematicidad en el diccionario
alguna en los conocimientos históricos.
El autor abordará por tanto la historia
como el físico (del que Newton continúa
siendo el modelo) aborda la naturaleza:
buscando descubrir la ley oculta bajo la
Edición más diversidad de los fenómenos.
asequible del
texto — ------ Edición: Ensayo sobre las costumbres y el
espíritu de las naciones (tr. H. Rodríguez), Nombre del
Buenos Aires, Hachette, 1959. traductor de
Estudio: E. Cassirer. La filosofía de la Ilus­
la edición
tración (tr. E. Imaz), Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1993, cap. V. propuesta

Estudio sobre la obra,


el autor o un aspecto
particular de su doctrina

[1 8 ]
19 CÓMO CONSULTAR EL DICCIONARIO

FCom o es habitual, cuando el título de una obra comienza por un


artículo, el orden alfabético está determinado por el primer sustan­
tivo o adjetivo, y el artículo en cuestión aparece entre paréntesis al
final del título. La preposición que, en su caso, encabece un título
permanece al comienzo del mismo, y se alfabetiza por ella. F. ej.:

DE CAM INO AL HABLA.


DE LA ANG USTIA AL ÉXTASIS.
DE LO BELLO EN LA MÚSICA.

Si varias obras tienen el mismo título, el nombre de los autores


es el que determina el orden de clasificación. P. ej.:

LÓGICA, de B ern a rd B osan qu et.


LÓ G ICA (LA), de Étienne B o n n o t de C o n d illac.
LÓGICA, de Immanuel K an t.)

Título de la obra, seguido


del subtítulo en la traduc­
ción castellana — -----
I 1
GO RG IAS o sobre la retórica, T op -
yiaq, riepv ¿>iyropiicfís, o hacia 387
a Q X____ El rombo prece­
P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C. de no a la fecha
►Diálogo. de aparición de
la obra, sino a la
El Gorgias es indiscutiblemente uno fecha presunta
Información de su redacción
de los «grandes» diálogos de Platón, y no
de carácter
solamente por su extensión. La impor­
general sobre
la naturaleza tancia de las cuestiones que trata está en
de la obra---- relación con la fecha de su composición;
Platón redactó esta obra muy proba­
blemente en una encrucijada de su vida,
en el momento de esa conversión a la
filosofía que relata su ~+ Carta VIL Tam­
bién está dentro de esta época la fecha
del primer viaje del filósofo a Sicilia. Todo
hace pensar que el Gorgias fue a los ojos
de Platón la justificación teórica de su
renuncia a la política activa y de su inmer­
sión en la vía de la filosofía.
Platón pone aquí en escena a uno de
los sofistas más renombrados de todo el
mundo griego (y también uno de los más
ricos). Introducido por Calicles, cercano
a Gorgias, Sócrates pregunta al ilustre
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 20

Cuando una misma obra es conocida por varios títulos o por un títu­
lo simplificado, el artículo del diccionario que trata de ella aparece uni­
do al título por el que se la designa tradicionalmente. En este caso, el
título alternativo es objeto de una entrada de reenvío. P. ej.:

AL T E R N A T IV A (LA), S0REN A ab y e K ierkegaard .


Véase O ESTO... O AQUELLO.

ENSAYO P A R A INTRO D UCIR EN L A FILOSOFÍA EL C ONCEPTO DE M AG ­


NITUD N EG ATIVA, Im m a n u e l K a n t .
Véase CONCEPTO DE MAGNITUD NEGATIVA (EL).

["La entrada de cada artículo se compone del título de la obra en


castellano, seguido de su título original, de la fecha de su primera
publicación (en su defecto, la fecha de su composición precedida
de un rombo), y del nombre, apellido y fechas de su autor.
La flecha (->) delante del título de una obra citada en el cuerpo de
un artículo indica que esta obra es a su vez objeto de un artículo en
el diccionario}
DICCIONARIO
A
A C C IÓ N (LA). Ensayo de una crítica admite nunca un conocimiento último
de la vida y de una ciencia de la prác­ y perfecto; sólo la fe nos permite acce­
tica, L ’A ction. Essai d ’une critique de der a lo sobrenatural. El hombre, por la
la vie et d ’une Science de la pratique, encarnación, tiene una función de
1893. mediación entre el mundo de aquí aba­
M aurice B l o n d e l , 1861-1949. jo y el mundo sobrenatural. Así pues, la
Tesis doctoral. acción vivida es fundamental, en la medj:
3a en qu elésitú a «en ¿rpunto de con­
Maurice Blondel analiza aquí la acción fluencia entre la inmanencia y la tras­
en todas sus variantes y su com pleji­ cendencia».!
dad humana, puesfpíantea un problema
esencial de orden metafísico: el sentido Edición; La acción (tr. J. M. Isasi y C. Izquier­
do), Ed. Católica (B.A.C.), 1996.
del destino. «¿Tiene o no tiene sentido
Estudios: Los dos Estudios Preliminares de
la vida humana, y tiene el hombre un C. Izquierdo y J. M. Isasi a la ed. cit.; J. Roig
destino?» Gironella, Filosofía blondeliana, Balmes,
La acción, entendida com o reagru- 1944; H. Duméry, Raison et religión dans
pam iento de todo tipo de actividad la philosophie de l ’action, Le Seuil, 1963;
R. Virgoulay, Blondel et le modernisme,
humana, es el testimonio concreto de Le Cerf, 1980.
un despliegue del espíritu en la materia,
de una exigencia sobrenatural en el hom­
bre. La verdad intrínseca de todo que-
i -) rer, que pertenece al orden de lo sobre- AC E RC A DEL CIELO , Ilep l otipavoU
0O natural, trasciende al hombre, incluso A ristóteles , 384-322 a.C.
cuando éste es inconsciente de ello. La
acción humana transforma al individuo Este tratado en cuatro libros expone
al conferirle con su ejecución una com ­ la cosmología de Aristóteles. El univer­
pleta novedad, irreductible a su inten­ so esta escindido en dos regiones: la
ción primera, a la vez que acrecienta su región sublunar y la región supralunar.
antiguo potencial, aun en el caso en que La primera, constituida por cuatro ele­
el individuo no consiga jamás realizarse mentos (tierra, agua, aire y fuego), es
totalmente. Nuestros actos permanecen el lugar del cambio perpetuo, engen­
inacabados porque el fin último es de drado por la combinación de esos ele­
orden divino, y una distancia infinita me mentos (generación y corrupción). Los
separa de mí mismo. La filosofía no astros, por el contrario, son incorrupti-

[2 3 ]
ACTOS DE HABLA 24

bles puesto que están constituidos por acuerdo entre la proposición y el hecho.
una quinta sustancia: el eter (la quinta­ Searle elimina toda significación previa al
esencia de los escolásticos). El mundo acto de habla — literalmente del discur­
supralunar no conoce más movimiento so— que significa: la acción que se reali­
que el circular uniforme, figura de la per­ za mediante una emisión lingüística. Este
fección, y participa de la esencia divina. «acto» ilocucionario es la unidad primor­
Es evidente que la imagen del mundo dial que está a la base de toda comuni­
que propone esta obra está íntimamen­ cación. En cada acto de habla distingue
te ligada a la -*■ Física del estagirita. Searle su contenido proposicional y su
El tratado Acerca del Cielo ha sumi­ fuerza ilocucionaria: frases diferentes (o
nistrado a la cosmología escolástica medie­ la misma frase pronunciada en situacio­
val su marco de referencia. Este marco nes diferentes) pueden tener en común la
geocéntrico es el que romperá la revolu­ misma «proposición» (el mismo sujeto,
ción científica de la edad clásica (y sobre el mismo predicado), por ejemplo: «Y o
todo Galileo) para imponer el heliocen- ordeno que», «Y o te pregunto si», «Yo afir­
trismo copemicano. Sin embargo, es pre­ mo que». Tienen, en cambio una fuerza
ciso guardarse de atribuir a Aristóteles y ilocucionaria diferente según la manera
al libro Acerca del Cíelo tesis que fueron de proferirlas, o según su «realizativo»
elaboradas mucho más tarde por la cos­ explícito (es decir, la acción constituida
mología y la física escolásticas. por la emisión lingüística en sí misma;
por ejemplo: el locutor ejecuta la acción
Edición: Acerca del cielo (tr. M. Candell), que él expresa cuando dice «Y o ordeno»).
Gredos, Madrid, 1996.
Existen diferentes «marcadores» de fuer­
Estudios: Introducción de M. Candell a la
ed. cit.; J. Barnes; Aristóteles (tr. M. San- za ilocucionaria. En esta obra formula
sigre), Cátedra, 1987, cap. 14; W. Jaeger, Searle las reglas de los actos de habla que
Aristóteles. Bases para la historia de su son posibles de efectuar por medio de
desarrollo intelectual (tr. J. Gaos), México, tales «marcadores». Y distingue cuatro:
Fondo de Cultura Económica, 1946; M. Cla-
velin, La Philosophie naturelle de Galilée, 1) las reglas de contenido proposi­
Armand Colín, 1968, cap. 1: «Aristote et le cional: un marcador de promesa no pue­
mouvement local». de ser aplicado más que a un enunciado
en el cual un predicado atribuye un acto
futuro a un sujeto que designa al propio
locutor;
A C T O S DE H A B L A . Ensayo de filo­ 2) las reglas preliminares, que espe­
sofía del lenguaje. Speech A cts. A n cifican las condiciones para que el acto
essay in the Philosophy o f Language, pueda ser realizado (por ejemplo, en el
1969. caso «Yo ordeno», que el auditor sea capaz
Jo h n R oger S e arle , nacido en 1932 de ejecutar el acto ilocucionario que se le
ha ordenado);
La obra se sitúa en la línea de la filo­ 3) las reglas de sinceridad: el que
sofía analítica inglesa, en particular en las dice «yo afirmo» debe creerlo;
investigaciones de John L. Austin, de 4) las reglas esenciales: hablar una
quien es discípulo Searle, sobre los enun­ lengua es realizar actos de habla confor­
ciados realizativos: primera etapa en el me a las reglas verdaderamente consti-
acercamiento entre la lengua y el acto de tutivas, a la manera del juego de ajedrez;
enunciar— , en desacuerdo con Saussu­ las reglas no gobiernan una forma de com­
re que creía poder definir el sentido de portamiento preexistente que existiera sin
los enunciados con independencia del ellas; ellas constituyen esa forma de com­
valor que pueda adquirir su enunciación. portamiento. Así, existiría un comporta­
Austin mantenía una cierta correspon­ miento parlante, una actividad parlante
dencia entre lenguaje y realidad, y se man­ que recibiría su sentido de la observación
tenía fiel al concepto de verdad como de ciertas reglas. Por ejemplo, «yo pro­
25 AFORISMOS PARA LA SABIDURÍA DE LA VIDA

meto» extrae su sentido de la regla de I En un primer capítulo introductorio,


unión entre el hecho bruto de la emisión Schopenhauer muestra que la felicidad
del enunciado y el hecho institucional de puede y debe ser considerada desde tres
la obligación contraída. puntos de vista, que representan otras tan­
Es por tanto imposible separar la acti­ tas condiciones: lo que se es; lo que se tie­
vidad parlante de su contexto interhuma­ ne; lo que se representa! Los capítulos II,
no. En cambio resulta posible discernir 111y IV siguen esta «división fundamental».
comportamientos coherentes en materia ( L o que yo soy no depende de mí
de uso del lenguaje que se apoyan en reglas («Nadie puede salir de su individualidad»).
pragmáticas y no de lógica pura. Schopenhauer insiste sobre la salud, el
La obra apareció como una brillante temperamento, el buen humor. Muestra
ilustración del segundo período de la filo­ sobre todo que nada puede paliar la defi­
sofía analítica que rompía con el logicis­ ciencia de la riqueza interior.
mo de Russell y del primer Wittgenstein. Lo que se tiene: el sabio no descuida­
[Los factores pragmáticos impiden la retra­ rá su fortuna. En revancha, «entre las cosas
ducción de los lenguajes naturales a un que uno posee, yo no he contado la mujer
lenguaje formal. [ y los hijos, porque se es más bien poseí­
do por ellos».!
Edición: Actos de habla (tr. L. M. Valdés), Lo que se representa: dada la idea que
Cátedra, 1986.
Estudios: J. R. Searle, «¿Qué es un acto de él se hace del valor de sus congéneres,
habla», en L. M. Valdés (comp.), La bús­ Schopenhauer desarrolla aquí, conse­
queda del significado, Tecnos, 1991; M. cuentemente, una crítica bastante estoi­
García-Carpintero, Las palabras, las ideas ca de los falsos bienes vinculados a la opi­
y las cosas. Una presentación de la filo ­
nión de los demás.
sofía del lenguaje, Ariel, 1996, cap. XIII
(«Elementos de pragmática»); D. Vander- Las «Parénesis y Máximas» (que concier­
veken, Les Actes de discours. Essai de phi­ nen a nuestra conducta para con nosotros
losophie du langage et de Vesprit sur la mismos, con los otros y con la marcha del
signification des énonciations, Mardaga, mundo) están saturadas de observaciones
1992.
interesantes, de brillantes análisis y — fuerza
es reconocerlo— consejos juiciosos. H desi­
lusionado pesimismo alcanza aquí altas cotas.
El elogio de b soledad ocupa necesariamente
A F O R IS M O S P A R A L A SA B ID U R ÍA
una gran extensión: el hombre inteligente
DE L A V ID A, Aphorismen zur Lebens-
no sabría desenvolverse en una sociedad
weisheit, 1851.
de imbéciles-, ¡«dichoso, añade Schopen­
A rthu r S c h o p e n h a u e r , 1 7 88-1860
hauer, el que sale de ella sano y salvo»!
Los Aforism os para la sabiduría de
Estos Aforismos, que no están por lo
la vida terminan con una reflexión sobre
demás escritos en forma aforística, for­
el tema «de la diferencia de las edades vita­
man parte del primer volumen de los
les». Schopenhauer da aquí lo mejor de
-*■ Parerga y Paralipómena. Con ellos
sí mismo.
nos brinda Schopenhauer un verdadero
Sin minimizar el interés de su obra -*
tratado de eudemonología[¿Cómo ase­
El mundo com o voluntad y represen­
gurarse una existencia feliz, es decir «una
tación, cabe preguntarse si no hay que
existencia [...] que, después de fría y madu­
buscar en estas páginas — reputadas
ra reflexión, sea preferible a la no exis­
menores— lo mejor de cuanto debemos
tencia»? El problema consiste en mante­
al pesimista de Francfort.
nerse tan lejos como sea posible del dolor
y del aburrimiento, sabiendo que, «en la Edición: Aforismos para la sabiduría de la
medida en que logramos alejamos del uno, vida (tr. M. Chamorro), Aguilar, 1970.
nos aproximamos al otro, y recíproca­ Estudio: Br. Magee, Schopenhauer (tr. A.
m ente^ Bárcena), Cátedra, 1991.
AGONÍA DEL CRISTIANISMO (LA) 26

A G O N ÍA DEL CRISTIANISM O (LA), místicos españoles, Unamuno es uno de


1926. los precursores del existencialismo
M iguel de U n a m u n o , 1864-1936. moderno^

El término de agonía es empleado aquí Edición: La agonía del cristianismo, ed.


V. Ouimette, Espasa Calpe, 1996.
en su sentido original de «lucha, comba- Estudios: Introducción de V. Ouimette a la
te»|No solamente la fe cristiana es una ed. cit.; F. Meyer, La ontología de Miguel de
lucha — pues «Una fe que no duda es una Unamuno (tr. C. Goicoechea), Gredos, 1962.
fe muerta», y la duda supone la dualidad
del combate— , sino también la vida mis­
ma. Ésta es en efecto una larga agonía,
una lucha de la «vida que permanece» con­ ALCIBÍADES, o De la naturaleza del
tra la «vida que pasa», un combate contra hombre, ‘AA.Kipiá8r|q, ^ riep'i ávOpcmroti
la historia y el olvido. «La lucha por javida tp&TEftx;, o hacia 399-396 a.C.
es la vida misma.» Como en Kierkegaard P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
{a quien Unamuno ha leído, como a San Diálogo.
Agustín y Pascal), la auténtica fe cristia­
na no es en ningún caso un estado de paz Pese a haber sido escrito por un Pla­
consigo mismo, una beatitud, sino por el tón relativamente joven, el Prim er A lci­
contrario una lucha continua de la cons­ bíades tiene para el filósofo muy grande
ciencia presa de las contradicciones, un interés. En él se encuentran en efecto
combate sangriento aunque redentor que algunos de los grandes temas del pensa­
reproduce en cada cristiano el martirio de miento platónico, e incluso de la reflexión
Cristo. Esta es la razón de que Unamuno filosófica occidental.
prefiera el término de cristiandad al de El joven Alcibíades es bello, rico, nacido
cristianismo que, al designar una religión, para los más altos destinos, y él lo sabe;
instaura una distancia entre el creyente y Sócrates se ofrece a guiarlo y le interroga
Dios. Como en Kierkegaard, la fe es para sobre el discurso que el joven va a pro­
Unamuno una relación de singular a sin­ nunciar ante la tribuna. ¿De qué va a hablar?
gular que no permite ninguna mediación] De política, evidentemente. Sócrates no
Ser verdaderamente cristiano, es ser el encuentra dificultad en mostrarle que esto
Cristo mismo. Así, Unamuno considera supone un conocimiento de lo justo y lo
que el primer cristiano fue San Pablo. «La injusto que Alcibíades no posee más allá del
cualidad de ser cristiano es ser Cristo, San nivel vulgar. Pero, entonces, ¿de qué vale
Pablo lo sabía, él que sentía nacer, ago­ semejante maestro en esta materia?
nizar y morir a Cristo en él [...], sus Epís­ (M ediante sutiles razonamientos dia­
tolas nos ofrecen el más alto ejemplo lécticos, Sócrates establece la equiva­
de estilo agónico, agónico, no dialéctico, lencia de lo justo, de lo bello y de lo útil;
sino agónico; porque no se dialoga en y rememora también el imperativo dél-
absoluto; se lucha y se discute.Concep­ fico: «rvcftík croajTóv» («Conócete a ti mis­
ción trágica de la fe, pero que no es nega­ mo»), Esta fórmula no reenvía a una
tiva. La desolación es el mayor y el más introspección psicológica cualquiera, sino
rico de los consuelos, la desesperación la que conmina al hombre a tomar con­
más creadora de todas las esperanzas. Es, ciencia de su verdadera naturaleza, a
en efecto, en el seno mismo de la deses­ saber que él es ante todo alma. El cono­
peración donde el creyente encuentra la cimiento de su verdadera esencia con­
esperanza, es en el corazón mismo de su duce al hombre a considerar su primer
finitud donde se construye un alma) y deber, que es la virtud. ¡Y sobre este pun­
alcanza así la inmortalidad. to a Alcibíades le queda aún un largo
I Para Unamuno, la verdad ha de ser camino a recorrer! El interesado con­
buscada en la vida. En esta medida, pese siente ciertamente en reconocerlo, pero
a que se sitúa en la línea de los grandes el diálogo finaliza con algunas observa-
27 ALGUNOS PROBLEMAS DE METAFÍSICA: PARA UNA INTRODUCCIÓN A L A FILOSOFÍA

dones premonitorias sobre el destino de Edición: Alcifron (tr. P. García Castillo), Ed.
Alcibíades. San Pablo, 1978.
Este diálogo asiste al nacimiento de Estudio: Diálogo con M. Ayers sobre «Loc­
ke y Berkeley», en B. Magee, Los grandes
todos los grandes temas de la reflexión
filósofos (tr. A. Bárcena), Cátedra, 1990,
platónica, contemplados ya en su unidad: pp. 127-154; J. O. Urmson, Berkeley (tr.
política, moral, conocimiento. Porque si J. Cordero), Alianza, 1984; M. Guéroult,
la política es de algún valor, no puede ser Berkeley, quatre études sur la perception
más que como actualización de los fines et sur Dieu, Aubier-Montaigne, 1956.
universales conscientes de sí mismos, y
no como realización de las ambiciones
privadas. Lo cual hace necesario un cono­
cimiento claro de esos fines, una ciencia A LE G O R ÍA S DE LA S LEYES, Legum
del bien. Toda ->■La República se encuen­ allegoriae.
tra ya en el P rim er Alcibíades. Pero, al Filón de A lejandría , hacia 20 a.C.-hacia
afirmar que la esencia del hombre es el 45 d.C.
alma, este diálogo va más lejos aún. Pues
establece los fundamentos de una tradi­ En este tratado, considerado como «el
ción que alimentará a todo el pensamiento más importante para el conocimiento de
(filosófico y teológico) de Occidente.) las ideas de Filón» (E. Bréhier), el filóso­
fo expone no solamente la Ley, sino que
Edición: Alcibíades I (tr. J. Zaragoza) en Pla­ elabora una auténtica teología inspirada
tón, Diálogos, vol. VII («Dudosos, Apócri­ en el Pentateuco y en Moisés, como tam­
fos, Cartas»), Gredos, 1992. bién una cosmología fundamentada en
Estudio: Introducción de J. Zaragoza en la
ed. cit. un análisis del relato del Génesis. De este
modo son propuestos los principios fun­
damentales de una doctrina espiritual.
Filón comenta frecuentemente los ver­
ALC IF R Ó N O EL FILÓ SO FO M ENU­ sículos de la Biblia palabra por palabra de
D O , A lcip h ro n o r the M in u te P h ilo - una manera alegórica, mas esto contribu­
sopher, 1732. ye a la elaboración de su pensamiento filo­
G eorge B erkeley , 1685-1753. sófico f^ste filósofo es uno de los grandes
pensadores y místicos judíos, y su abun­
«filósofo menudo o mezquino» (the dante y rica obra justifica el interés que le
minute philosopher) al que Berkeley se adscribe la historia de la filosofía antigua.^
refiere en esta obra es el materialista, el
Edición: Legum allegoriae, en Les Oeuv-
ateo. ¿En qué es este pensador filósofo
res de Philon d ’Alexandrie (tr. Cl. Mon-
de la pequeñez? En que ignora la gran­ désert), Le Cerf, 1962.
deza de la obra divinaj Estudio: E. Bréhier, les [dees phiíosophí-
Berkeley reelabora aquí la cuestión de ques et religieuses de Philon d’Alexandrie,
las relaciones entre ciencia y religión, razón Vrin, 1950
y revelación. Al librepensador que pretende
no ver en las nociones religiosas (Dios, la
gracia) más que palabras sin objetos, el
autor responde que la ciencia de la que tan­ AL G U N O S PR O BLE M AS DE M E TA­
to se jacta no vale ni más ni menos desde FÍSICA: P A R A U N A INTRODUCCIÓN
ese punto de vista: ¿es más clara la fuer­ A L A FILOSOFÍA, Some Problem s o f
za mecánica que la gracia divina?, ¿o la Metaphysics: A Beginning o f an Intro-
persona humana que la Trinidad? Berke­ duction to Philosophy, 1911.
ley rechaza que se considere a la religión W illíam Jam e s , 1842-1910.
natural como una introducción al cristia­
nismo. La revelación es indispensable para Esta obra de publicación postuma fue
sostener la creencia popular. redactada por James durante los últimos
ALM A Y LA VIDA (EL) 28

años de su vida y quedó inacabada. Las Este libro anticipa la antropología del
cuestiones principales de estas «conside­ siglo xvil y la psicología m odemaj
raciones sobre los problemas metafísicos» Edición: El alma y la vida (tr. I. Roca)7 Ayun­
tamiento de Valencia, 1992.
que forman el libro están marcadas por la Estudios: J. Ortega y Gasset, Viues-Goethe,
filosofía que subyace a ellas, el pragma­ Revista de Occidente, 1973; A. Guy, Vives, col.
tismo. Después de una exposición de los «Philosophes de tous les temps», Seghers, 1972.
temas tradicionales de la metafísica («Los
problemas de la metafísica», «El problema
del ser»), James analiza en la parte central
de la obra, «Percepción y Conceptos», la A L M A Y L A S F O RM AS (EL), Die See-
articulación filosófica realizada por el prag­ le und die Form en, 1911.
matismo entre los fenómenos y las aser­ G y ó r g y L u k á c s , 1885-1971.
ciones o conceptos que de ella resultan.
|En una perspectiva pragmática, se trata Lukács juzgará más tarde este escrito
«de interpretar cada concepción según sus (publicado en húngaro en 1910) como
consecuencias prácticas»; la realidad de un dependiente de un «idealismo subjetivo»,
concepto es la suma de las percepciones pese a que él no ha sido jamás un neo-
que le pueden ser asociadas] El conjunto kantiano;[por aquel entonces él pensaba
de los análisis de James se apoya en este que, en el dominio estético, el hombre podía
«punto de vista perceptual». captar la realidad profunda mediante un
La obra es para James ocasión de con­ acto de intuición. Se encontraba próximo
frontar sus tesis pragmáticas con el conjun­ a la fenomenología, a la que abordaba a
to de los problemas tradicionales de la través de cuestiones de técnica poéticaj
metafísica. Este texto póstumo muestra
la amplitud del pragmatismo en su liga­ Edición: El alma y las formas (tr. M. Sacris­
tán), Grijalbo, 1974.
zón con sistemas de filosofía científica Estudio: George Lichtheim, Lukács (tr.
tales como el positivismo, y anuncia así J. Muñoz), Grijalbo, 1972.
ciertas obras de Bachelard.

Edición: Some Problems of Metaphysics:


A Beginning o f art ¡ntroduction to Philo-
sophy, Longmans, Green, Nueva York, A LT E R N A T IV A (LA).
1911. S 0REN A abye K ierkegaard.
Estudio: R. B. Perry, El pensamiento y la Véase O ESTO... O AQUELLO.
personalidad de William James (tr. E. J,
Prieto), Paidós, 1973.

A M O R Y OCCIDENTE (EL), L ’A m ou r
et l ’Occident, 1939.
A L M A Y L A V ID A (EL), D e anima et D enis de R o u g e m o n t , 1906-1985.
vita, 1538.
J u a n L uis V ives, 1492-1540. Espíritu no conformista y personalis­
ta,IDenis de Rougemont estudia por la
Este tratado se compone de tres libros vía del mito (la Leyenda de Tristón e Isol­
en los cuales el estudio de los sentidos, da) un fenómeno histórico de origen reli­
de las actividades intelectuales y racio­ gioso (el catarismo): el amor-pasión que
nales, de la vida afectiva, es desarrollado apareció en el siglo xii en la sociedad cor­
paralelamente al estudio de la fisiología tés. La tesis central sostiene que el Occi­
y de los problemas filosóficos y morales. dente revela un «conflicto necesario» entre
¡La obra está inspirada por una concep­ amor (pasión) y matrimonio, donde el
ción biológica de la filosofía, e influen­ amor-pasión reviste generalmente la for­
ciada por el tratado -+ D el Alm a de Aris­ ma de adulterio. El amor-pasión es el amor
tóteles y por la escolástica. hecho de sufrimiento, de infelicidad; es
29 ANÁLISIS DE U S SENSACIONES (EL)

amar al amor más que al objeto de éste, Confucio ha tenido innumerables dis­
de ahí la exaltación extrema del hecho de cípulos — de los que el más importante es
amar, cuyo obstáculo absoluto es la muer­ Mencio— y una posteridad extraordina­
te. El amor-pasión es una búsqueda incon- ria, pues, todavía hoy, el confucianismo
fesada del sufrimiento que destruye a los es, junto con el taoísmo, la corriente de
que a ese amor se abandonan] pensamiento más iroportanteüñ Chiñaj

Edición: El amor y occidente (tr. A. Vicens), Edición: Las Analectas (Conversaciones


Kairós, 1993. con los discípulos) (tr. M. Rosenberg),
Estudio: J. Binde, Rougemont, Regard, Adiaxs, 1982.
1982. Estudios: K. Jaspers, Los grandes filóso­
fos: Los hombres decisivos (Sócrates, Buda,
Confucio y Jesús) (tr. P. Simón), Tecnos,
1992; R. Wilhem, Confucio (tr. A. García
Molina), Alianza, 1992.
A N A L E C T A S (LAS), o entre el siglo v y
el ni a.C.
C onfucio , 551-479 a.C.
A N Á L IS IS DE L A S S E N S A C IO N E S
rEa obra, compuesta por los discípulos de (EL), D ie Analyse der Empfindungen
Confucio a partir de diálogos, de cursos y de und das Verhaltnis des Physischen zum
discursos, encierra las bases de la filosofía de Psychischen, 1882.
Confucio, fundamento de la civilización chi­ Er n s t Mach , 1838-1916.
na. Bajo forma de aforismos, de parábolas
y de proverbios, se encuentra expuesto todo ÍMach desarrolla en este tratado la tesis
un sistema de pensamiento moral, político según la cual la realidad última del mun­
y social. Mas no se trata de un sistema filo­ do está constituida por las sensaciones.
sófico propiamente dicho: Confucio pro­ El principio de economía justifica esta
pone una doctrina moral hecha de precep­ posición, puesto que la ciencia tiene como
tos aplicables a la vida cotidiana del individuo finalidad comprender la mayor cantidad
en sociedad. Nada de especulaciones meta­ posible de hechos mediante el sistema de
físicas, nada de vuelos místicos, pocas alu­ proposiciones más simple de todos. Para
siones a lo divino; en su lugar, una ética sim­ el sensismo o sensacionismo, numerosos
ple y concreta: fidelidad a las tradiciones y problemas filosóficos, como el de la rea­
a los ritos ancestrales, honestidad y justicia, lidad del mundo exterior y los implicados
amor a los suyos y devoción a la familia, res­ por las nociones de tiempo y de espacio,
peto de la jerarquía, sentido del deber, prác­ se encuentran resueltos, o no se plantean
tica de la virtud... La actitud virtuosa lleva a en absoluto. Todo conocimiento cientí­
la sabiduría en la moral confuciana. fico se apoya en las sensaciones, entre
En este sentido es como puede Con- las cuales las teorías científicas reedifican
fucío, nutrido con los libros y las tradi­ las conexiones eventuales.
ciones de la China antigua, ser calificado Otra ventaja de esta epistemología es
de filó so fo : en su respeto del Tao, del la de tornar inútiles por igual las nocio­
«camino recto» trazado por los antiguos nes de causa y de efecto. La noción de
sabios y que basta con seguir. Mas la dife­ función reemplaza aquí provechosamen­
rencia esencial entre el confucianismo y te al causalismo, al igual que para Augus­
to Comte la ley sustituye a la causa. En
el taoísmo reside en el hecho de que la
fin, para Mach, la ciencia no explica los
escuela de pensamiento taoísta se preo­
hechos, sino que los describe^
cupa ante todo del individuo y de su lugar
en el seno del cosmos, mientras que Con­ Edición: El análisis de las sensaciones, Alta
fucio privilegia el orden y la armonía en Fulla, 1987.
el seno de la colectividad como garantes Estudio: J. Ferrater Mora, Diccionario de
de la armonía universal. filosofía, Alianza, 1990.
ANALOGÍA DE L A RELIGIÓN NATURAL Y L A REVELADA (LA) 30

ANALO GÍA DE LA RELIGIÓN N ATU ­ contra «el instinto teológico», que no es


RAL Y L A REVELADA (LA), The ana- para él más que «falsedad»; y del mismo
íogy o f Religión natural and revealed, modo contra lo que él llama el «moralis-
1736. mo» de Kant. La posición radical que tea­
Jose ph B u tler , 1692-1752. tralmente adopta Nietzsche va acentuán­
dose hasta llegar a las últimas páginas, en
réutler quiere conciliar aquí la religión las que, de una manera que no puede ser
cristiana revelada con la religión natural más abierta, condena al cristianismo.)
sin ceder al deísmo, que afirma la inutili­
dad de la revelación! La teleología (física Edición: El Anticristo (tr. A. Sánchez Pas­
cual), Alianza, 1995.
y moral) no es para Butler una prueba de
Estudio: Eugen Fínk, La filosofía de Nietz­
la existencia de Dios, sino una confirma­ sche (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994.
ción de la revelación.

Edición: The analogy o f Religión natural


and revealed to the Constitution and Cour-
se o f Nature, en The Works o f Bishop ANTI-DÜHRING. El señor Eugen Düh-
Butler (ed. J. H. Bemard), 2 vols., Londres, ring revoluciona la ciencia, Antidüh-
Macmillan, 1900. ring. H errn Eugen D ührings Umwál-
Estudio: L. Carrau, la Philosophie relígieuse zung der Wíssenschaft, 1878.
en Angleterre depuis Locke jusqu’a nos
Friedrich E ngels, 1820-1895.
jours, Alean, 1888.
Panfleto filosófico y político.

Dirigido contra las concepciones de K.


Eugen Dühring (1833-1921), influyente
A N T IC R IS T O (EL), D e r A n tich rist, intelectual en el ámbito de los cristiano-
1906. demócratas, el A n ti-D ü h rin g apareció
F riedrich W ilhelm N ie t zs c h e , 1844- primero en forma de folletín y después
1900. como libro de trescientas páginas bajo
el irónico título de El Sr. E. Dühring revo­
Considerado como el primer libro de luciona la ciencia. Engels maltrata, con
->• La voluntad de p oder — e igualmen­ un incesante verbo polémico, las afirma­
te en el último plan concebido por Nietzs­ ciones de su adversario («¿Qué nos ha pro­
che para esta obra que quedó inacaba­ metido el Sr. Dühring? Todo. ¿Y qué es
da— , E l Anticristo, redactado en 1888, lo que ha cumplido? Nada») yjaprovecha
es un libro que, a juicio del propio autor la ocasión para exponer las tesis del «socia­
y contrariamente al -> Zaratustra, no ha lismo científico».
«encontrado todavía su público». El pro­ Tres grandes partes componen la obra:
vocador título es indicativo de la audacia Filosofía, donde, frente a la «filosofía de lo
que habrá de tener el lector de un libro real» de Dühring, se rehabilitan el materialis­
cuyo autor está decidido a movilizar «la mo y la dialéctica hegeliana; Economía polí­
absoluta libertad contra sí mismo». tica, que desarrolla una «teoría de la violen­
( S e trata, directamente, de un «ensayo cia» («Toda violencia política se apoya
de crítica del cristianismo». Los valores primitivamente sobre una función económi­
que Nietzsche promueve aquí obran en ca de carácter social»); Socialismo, con el lla­
favor de la realización de la humanidad mamiento a la concepción materialista de la
tomada en su plena y entera libertad. El historia («Hay que buscar las causas últimas
hombre nuevo es posible, pues sólo es de todas las modificaciones sociales y políti­
cuestión de quererlo pura y simplemen­ cas no en lafilosofía, sino en la economía»))
te. El espectáculo de la corrupción y la
decadencia ha determinado a Nietzsche Ediciones: Anti-Dühring (tr. W. Roces),
Madrid, Cénit, 1932, ed. también en; Mon­
a alzarse contra la piedad, en la cual no tevideo, Pueblos Unidos; Anti-Dühring (tr.
ve más que «una práctica del nihilismo»; M. Sacristán), Grijalbo, 1964.
31 ANTROPOLOGÍA EN SENTIDO PRAGMÁTICO

Estudios: Cualquiera de las respectivas intro­ Edición: El Antiguo Régimen y la Revo­


ducciones de W. Roces y M. Sacristán a las lución (tr. D. Sánchez de Aleu), Alianza,
eds. cits.; W. G. Stedman Jones, «Fr. Engels» 1982.
en T. Bottomore (dir.). Diccionario de pen­ Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
samiento marxista (tr. M. Sansigre), Tec­ miento sociológico (tr. A. Leal), vol. I, Bue­
nos, 1984; R. Mondolfo, Et materialismo nos Aires, Siglo Veinte, 1970; M. Zetter-
histórico en F. Engels y otros ensayos, Bue­ baum, «Alexis de Tocqueville», en L. Strauss
nos Aires, Raigal, 1956. y J. Cropsey (comps.), Historia de la filo­
sofía política (tr. L. García Urriza, D. L. Sán­
chez y J. J. Utrilla), México, Fondo de Cul­
tura Económica, 1993, pp. 716-736; Luis
Diez del Corral, El pensamiento político de
AN TI-E D IPO (EL). Tocqueville, Alianza, 1989.
G illes D eleuze y P ierre F élix G uattari .
Véase CAPITALISM O Y ESQUIZOFRE­
NIA.
A N T R O P O L O G ÍA EN S E N T ID O
PRAGM ÁTICO, Anthropologie in prag-
A N T IG U O RÉGIMEN Y L A REVO LU­ matischer Hinsicht, 1798.
CIÓN (EL), L ’ancien Régime et la Révo- Immam uel K a n t , 1724-1804.
lution, 1856.
T o c q u e v ille (Charles Alexis Cleret de), Este libro está compuesto a base de las
1805-1859. notas de Kant para los cursos por él impar­
tidos a partir de 1772. Kant había asig­
[«Para mejor comprender la Revolución nado a la filosofía la misión de responder
y su obra sería preciso olvidarse por un a la cuestión «¿Qué es el hombre?». Mas
momento de la Francia que ahora vemos no hay que creer por ello que la A n tro ­
e ir a interrogar en su tumba a la Francia pología constituya la coronación o el aca­
que ya no existe», escribe Tocqueville, para bamiento de la obra de Kant. Se trata más
quien América y Francia encaman defini­ bien de un apéndice, en la medida en que
tivamente dos principios de organización [e l saber sobre el hombre no es conside­
política diferentes} El trabajo del historia­ rado aquí, justamente, más que como una
dor se encuentra así suspendido por una rama particular del conocimiento, y no
interrogación sobre la democracia y un vivo como una reflexión sobre las condiciones
deseo de comprender las causas del decli­ del conocimiento y de la praxis humanas^
ve de la libertad en Francia. Siendo la Revo­ En este sentido, la verdadera respuesta a
lución francesa inevitable de hecho, ella es la cuestión «¿Qué es el hombre?», es la
la heredera de los defectos mismos de los filosofía crítica — es decir la obra entera
que se la acusa. No obstante, si la Revo­ de Kant— la que la da.
lución ha retomado la maquinaria guber­ ¿En qué consiste la apostilla «en sen­
namental de la monarquía, no ha conser­ tido pragmático»? En quefeí hombre no
vado sin embargo los contrapesos se interesa por lo que la naturaleza ha
tradicionales, instaurando así una nueva hecho de él (punto de vista fisiológico),
forma de tiranía, más completa que la anti­ sino por lo que él mismo hace del hom­
gua en la medida en que el centralismo bre] La obra se abre con un prefacio que
republicano conduce con más seguridad al trata de las dificultades metodológicas que
nivelamiento social, pero deja a los indivi­ plantea el conocimiento del hombre. En
duos sin ataduras ni tradiciones morales. cambio carece de una introducción (pre­
Este libro, obra de un talento de pri­ sente casi siempre en las obras de Kant),
mera magnitud y escrito en elegante esti­ que presentaría la estructura y el desa­
lo, es un clásico a cuyo través la aporta­ rrollo del libro.
ción metodológica de Tocqueville a la Una parte primera (Didáctica antro­
historia económica y social ha sido con­ pológica) se ocupa de las facultades huma­
siderable. nas y de su utilización hasta en los aspee-
ANTROPOLOGÍA ESTRUCTURAL 32

tos más concretos — incluso anecdóticos— de Kant. El placer que hoy podría pro­
de la existencia. Kant detalla en particu­ porcionar su lectura sería achacable prin­
lar una reflexión sobre los sentidos, don­ cipalmente al carácter un tanto pinto­
de se encuentra una «Apología en favor de resco de sus páginas y a la revelación de
la sensibilidad» (libro primero: De la facul­ un Kant totalmente diferente del que sus
tad de conocer). En el libro segundo [El otros escritos (y sobre todo la leyenda)
sentimiento de placer y desplacer) ana­ podrían hacer suponer. Un Kant huma­
liza y clasifica las diversas especies de pla­ no, celoso de no permanecer encerrado
cer. Vuelven a encontrarse aquí (por ejem­ en la discusión de consideraciones y prin­
plo, a propósito del placer intelectual) cipios abstractos.
distinciones bien conocidas (ideas-con­
ceptos). El libro tercero (De la facultad Edición: Antropología (tr. J. Gaos), Alian­
za, 1991.
apetitiva) trata de los deseos, de las emo­
Estudios: E. Cassirer, Kant, vida y doctri­
ciones, de las pasiones. Kant diseña aquí na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Econó­
un «Tratado de las pasiones» que recuerda mica, 1993; M. Castillo, Kant et Vavenirde
un poco a Descartes en su celo por ilustrar la culture, col. «Philosophie d’aujourd’hui»,
su teoría con observaciones prácticas que P.U.F., 1990.
permitan un buen uso de las pasiones. En
el detalle de los análisis, donde cabría espe­
rar un Kant austero y rigorista, el filósofo
de Konisberg se muestra voluntariamente A N T R O P O L O G ÍA E S T R U C TU R A L,
más próximo a Epicuro que a los estoicos. A n th ro p o lo g ie structurale, 1958 y
La segunda parte (Característica antro­ 1974.
pológica) trata «De la manera de conocer C lau d e L évi -St r a u s s , nacido en 1908.
el interior del hombre por el exterior. Kant
examina aquí sucesivamente los caracte­ El primer volumen reunió diecisiete de
res: de la persona, del sexo, del pueblo, de los cien textos escritos por Lévi-Strauss
la raza. Sin duda es ésta la parte que más entre 1927 y 1958(~La obra comienza
— y peor— ha envejecido. Podrían enu­ con una introducción que enfrenta a la
merarse sin gran dificultad los prejuicios historia con la etnología, para constatar
e ideas recibidas, o simplemente las afir­ que la sociología, en ramas tales como la
maciones tributarias de una época dema­ etnografía y la etnología, ha evoluciona­
siado definida. Es muy chocante ver a un do mucho en relación con la historia. Las
Kant, que jamás había salido de Konis­ antiguas diferencias quedan dífuminadas,
berg, ¡describiendo por el menú los bue­ porque las dos disciplinas caminan al uní­
nos y malos rasgos de cada pueblo! sono en el mismo sentido. La confronta­
La obra está sembrada de multitud de ción de la antropología con la lingüística
pequeños análisis y observaciones de toda que a continuación aparece, permite eva­
índole, a menudo sutiles y sugerentes, sobre luar las relaciones entre lenguaje y paren­
aspectos infinitamente varios de la vida coti­ tesco como también entre lenguaje y socie­
diana en sociedad: utilización de los senti­ dad. Lévi-Strauss observa que los sistemas
dos y facultades (imaginación, memoria...), de parentesco indoeuropeos comportan
conversación, juego, alimentación, buenas la utilización de pocos términos, y que
maneras. Trata incluso del tabaco, del mareo éstos se organizan según una perspectiva
en barco, de la crueldad de los españoles y subjetiva. A veces, por el contrario, los sis­
de la frivolidad de los franceses. Se apren­ temas de parentesco comportan un gran
derá en el parágrafo 88 que es «malsano» número de términos; tal ocurre en el sis­
para un filósofo comer solo, y que esta con­ tema chino. Las lenguas europeas y la
creta excentricidad tiene incluso un nom­ estructura social que les corresponden
bre latino: «solipsismus convictorio. gozan de una gran libertad, con una diver­
La A n trop ología no está considera­ gencia marginal entre la forma y la sus­
da — a justo título— como una «gran» obra tancia y numerosas excepciones a las
33 ANTROPOLOGÍA ESTRUCTURAL

reglas. En cualquier caso, si la corres­ rimentadas en la vida cotidiana. A este pro­


pondencia entre lengua y cultura no es pósito, escribe Lévi-Strauss: «Estamos ante
absoluta, subsisten sin embargo gran la presencia de una estructura concéntrica,
número de correlaciones identificables. En plenamente consciente en el pensamiento
cuanto a la arbitrariedad de! signo, adu­ indígena, donde la relación entre el centro y
cida con frecuencia por los lingüistas saus- la periferia expresa dos oposiciones, una entre
surianos, Lévi-Strauss replica que ese pos­ varón y hembra [...] y otra entre sagrado y
tulado no es válido más que a priori; pero, profano: el conjunto central, formado por la
a posteriori, el signo deja de ser arbitra­ casa de los hombres y el lugar de la danza,
rio. En efecto, una vez que las opciones sirve de escenario a la vida ceremonial, mien­
fonéticas han sido admitidas arbitraria­ tras que la periferia está reservada a las acti­
mente, Lévi-Strauss observa un efecto vidades domésticas de las mujeres, exclui­
amplificador tanto sobre el plano del nivel das por naturaleza de los misterios de la
fonético como en el del vocabulario. Tan religión.» Pero la estructura concéntrica pue­
pronto han sido adoptados, los grupos de de coexistir con otras, de tipo diametral. La
sonidos «asignan matices particulares al aldea bororo está dividida en dos mitades por
contenido que les está ligado». un eje que distribuye a los ocho clanes en dos
Lévi-Strauss considera a las sociedades grupos de cuatro.
desde la perspectiva de una teoría de la Bajo el título «Problemas de método
comunicación. Y distingue así entre for­ y de enseñanza», Lévi-Strauss se explica
mas de comunicación y formas de canje. sobre su propio método, cuyo proceso
El antropólogo se interroga por la exis­ acabamos de presentar. El autor expo­
tencia de homologías entre los tres nive­ ne la importancia heurística de la noción
les de canje y de comunicación constitui­ de «estructura» en etnología. La «estruc­
dos por las mujeres, los bienes y las tura social» implica que se aborden los
palabras. En cada uno de esos niveles inter­ aspectos formales. La estructura social
vienen las otras dos formas: es decir, en concierne no a la realidad empírica, sino
lo referente a mujeres intervienen los bie­ a los modelos construidos según ésta7
nes y las palabras; respecto a los bienes, Toda estructura se presenta hajn rios
las palabras y las mujeres; y, finalmente, aspectos; bajo el primero de ellos ofrece
cuando se trata de palabras, las mujeres y un carácter de sistema; bajo el segundo
los bienes. Comunicación de mujeres, suministra un modelo que pertenece a un
comunicación de bienes y servicios, y
comunicación de mensajes son goberna­ te. la estructura-sistema está compuesta
dos por las reglas del parentesco y del de elementos estrechamente asociados.
matrimonio. Estas formas de comunica­ hasta el punto de que la modificación de
ción son igualmente formas de canje. uno de ellos entraña la modificación de
Este mismo método permite a Lévi-Strauss todos los otros. Por otra parte, una trans­
estudiar la organización social a partir de una formación,'éntre las transformaciones que
crítica de la noción de arcaísmo, cuyo valor pertenecen a un mismo modelo, corres­
en las investigaciones actuales es investigado ponde al modelo de una familia, y el con­
por el antropólogo. A continuación aborda junto de esas transformaciones representa
la cuestión del dualismo en la organización un grupo de modelos. Y, por último,.es
social haciendo hincapié en el complejo sis­ evidente que el modelo debe poderdar
tema de las islas Tobriand, organizado en tor­ cueñtade los hecKos~observad¿s^
no a pares de oposiciones tales como sagra­ H volumen segundo plantea la cuestión:
do y profano, crudo y cocido, celibato y «¿Qué es la antropología social?». El campo
matrimonio, varón y hembra, central y peri­ de la antropología social cuenta con un gran
férico. La tipología de las estructuras dualis­ número de sistemas de signos. La antropo­
tas se hermana con una dialéctica. La estruc­ logía social tiene por tanto un objeto simbó­
tura topográfica de la aldea bororo está en lico. En eíla no hay separación entre cultura
estrecha conexión con las oposiciones expe­ material y espiritual. Lá antropología — que
APARICIÓN DEL HOMBRE (LA) 34

es una conversación del hombre con el hom­ A P A R IE N C IA Y R E ALID A D , Appea-


bre (según el sentido en que Aristóteles empleó rartce and Reality, 1893.
la palabra griega)— ve por tocias partes sím­ F rancés H erbert B radley , 1846-1924.
bolos y signos que hacen de intermediarios
entre dos sujetos que se comunican. Claude Este libro está considerado como la obra
Lévi-Stiauss retoma nuevamente en este volu­ maestra del filósoforPartiendo desde la
men los temas de organización social. Y medi­ perspectiva hegeliana, Bradley extrae su
ta sobre cuestiones de humanismo y de originalidad de su investigación sobre el
humanidades. E libro termina con el artícu­ Absoluto, en el cual todo acaba confun­
lo «Raza e historia» (1952). Lévi-Strauss es el diéndose! Después de una parte crítica, el
verdadero inspirador del estructuralismo.l filósofo muestra que sólo el Absoluto es
positivo.
Ediciones: Antropología estructural (tr.
E. Verón), Altaya, 1994; Raza y cultura Edición: Appearance and Real ity. A Me-
(tr. S. Bengoa y A. Duprat), Cátedra, 1993. taphysical Essay, Londres, 1893 (reed.,
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ 1959).
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodríguez Estudios: F. Copleston, Historia de la filo­
Tapia), Cátedra, 1996, pp. 101-108; C. Bac- sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V.
kes-Clement, Lévi-Strauss (tr. M. Latorre), Camps), Ariel, 1985, cap. VIII; J. Wahl,
Anagrama, 1974. «Bradley», en Encyclopaedia Universalis,
1989.

# A P A R IC IÓ N D E L H O M B R E (L A ),
L ’Appparition de l ’homme, 1956. A P O LO G É T IC O (EL), A pologeticum ,
P ierre T eilhard de C hardin , 1881-1955. o 197.
T er tu lian o (Quintus Septimius Florens
fiiló s o fo y científico, Teilhard de Char­ Tertullianus), hacia 155-222.
din se ha hecho célebre por sus trabajos Primera apología escrita en latín.
de paleontología. Esta obra, que reúne
varios textos, intenta reconstruir la evolu­ Este discurso fue redactado com o
ción del hombre a partir de su aparición. defensa de los cristianos, víctimas de las
El universo es una unidad orgánica en persecuciones realizadas en 197 por los
perpetua evolución."Pero lo más sor- gobernadores de las provincias romanas.
prendente es que la materia misma de La obra se abre con una perorata en favor
~ este universo está de alguna manera orien- de los cristianos condenados de manera
£ tada hacia el hombre. En el origen, hay aleatoria bajo el nombre de Cristo: bas­
materia, después ésta se vitaliza y final­ taba renegar de El para ser indultado. De
mente la vida se hominiza. hecho son los propios romanos los cul­
El autor discierne así en la evolución pables de los males que falazmente acha­
del universo una dirección hacia la apa­ can a los cristianos. Tertuliano condena a
rición del hombre. Esta evolución con­ los romanos, su inmoralidad y sus orgías,
duce ineluctablemente a la constitución su irreligiosidad y el politeísmo; e igual­
creciente del sistema nervioso, y luego del mente condena también el culto impe­
psiquismo. Lo cual hace decir a Teilhard rial. Tertuliano, conmovido por el mar­
que el hombre es el término de un largo tirio cristiano, se había convertido dos
proceso, y que se encuentra situado en el años antes de escribir este discurso (A b o ­
corazón mismo del universo.] gado brillante, defiende con entusiasmo
la óptica cristiana y reivindica la libertad
Edición: La aparición del hombre (tr. religiosa en una época todavía agitada
C. Castro), Taurus, 1958. e incierta{
Estudio: C. Tresmontant, Introducción al
pensamiento de Teilhard de Chardin, Tau­ Edición: El Apologético (tr. G. Prado), Ed.
rus, 1968. Apostolado Mariano, 1991.
35 APOLOGÍA DE SÓCRATES

Estudio: E. Gilson, La filosofía en la Edad quien alaba; pero es su escepticismo lo


Media (tr. A. Pactos y S. Caballero), Gredos, que le hace comportarse así. Análoga­
1995.
mente, por mero conservadurismo, defien­
de al catolicismo; Montaigne admitía de
buen grado que en alguna otra época
habría podido adorar al Sol o ser adepto
A P O L O G ÍA DE R A M O N S IB IU D A ,
de un culto de la muerte; hizo incluso el
A p o lo g ie de Raymond Sebond, entre
elogio de Juliano el Apóstata, emperador
1570 y 1580.
romano que quiso reinstaurar el paga­
M o n ta ig n e (Michel Eyquem de), 1533-
nismo; esto da medida de la compleji­
1592. dad del autor.)
Libro H, cap, XII de los Ensayos.
Edición: Apología de Raimundo Sabunde,
r i o s descubrimientos del siglo xvi han en -+ Ensayos, libro II.
subvertido conocimientos que hasta Estudios: P. Burke, Montaigne (tr. V. Peña),
entonces parecían inquebrantables; la con­ Alianza, 1985; Cl. Blum (dir.), Montaig­
cepción del universo ha evolucionado con ne. Apologie de Raymond Sebond, De la
la hipótesis del heiiocentrismo de Copér- «Theologia» á la «Théologie», Honoré Cham­
nico; los viajes remotos han originado el pion, 1990.
descubrimiento de nuevos mundos;
¿cómo, pues, estar seguro de las cosas
en este cambiante mundo? La razón lan­
guidece; sólo es seguro el concepto de A P O L O G ÍA DE S Ó C R A T E S , ’A rco-
lo inestable, de lo relativo. La crisis escép­ hr/ía XcúKpáTOUi;, o hacia 390-385 a.C.
tica por la que atraviesa es el tema de Jenofonte, hacia 430-hacia 355 a.C.
meditación de Montaigne en esta apolo­
gía, uno de los capítulos más importan­ [Jenofonte relata, com o lo hizo Pla­
tes de los -*• Ensayos. En este capítulo se tón, el proceso de Sócrates. El autor
opone el autor a las tesis del teólogo cata­ da muestras, en vena de historiador, de
lán Ramón Sibiuda, cuya obra titulada un gran cuidado por la exactitud: Sócra­
►Teología natural él tradujo del latín al tes, altivo, digno y sereno, prefiere morir
francés. Dicha obra sostenía que la razón antes que deber la vida a unos jueces des­
es el fundamento de la fe y situaba al hom­ preciables. Inferior a la de Platón, la obra
bre en el primer rango de la creación; ofrece no obstante un testimonio inte-
pero Montaigne se niega a otorgar valor resantej
a la razón y rebaja al hombre al rango de
animal. Edición: Apología de Sócrates (tr. J. Zara­
Por su escepticismo, Montaigne pone goza), Gredos, 1993.
Estudios: Introducción de J. Zaragoza en la
también en causa la teoría protestante ed. cit.; J. Luccioni, Xenophon et le socra-
del libre examen fundado en la razón.) tisme, P.U.F., 1953.
Además acusa a los protestantes de ser
responsables del desorden que asóla a
Francia. El autor se torna así en aliado
de la Iglesia y en particular del catolicis­ A P O L O G ÍA DE SÓ C R ATE S, 'AnoXo-
mo, cuyos valores defiende:fes preciso ■yCa ZwKpáTouq, o hacia 390-385 a.C.
que el hombre desconfíe de su debilidad, P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
que la pondere; debe redescubrir el «sequi Diálogo.
naturam» (seguir la naturaleza) de los filó­
sofos estoicos y epicúreos de la Anti­ Platón escribió la Apología de Sócra­
güedad. tes bajo el efecto de un sentimiento de
Esta Apología puede parecer curiosa: indignación que él evoca en la -*■ Carta
pues en ella se opone el autor a aquél a V IIÍE¡ proceso y la condena de Sócrates,
ARQUEOLOGÍA DEL SABER (LA) 36

en 399 a.C., decidieron en efecto la con­ A R Q U E O L O G ÍA DE L SA B E R (LA ),


versión de Platón a la filosofía. L ’Archéologie du savoir, 1969.
Acusado por Meletos, Anytos y Lycon M ichel F o u c a u l t , 1926-1984.
de corromper a la juventud y de introdu­
cir nuevas divinidades en la ciudad, Sócra­
tes fue juzgado en un proceso que es des­ transformaciones del discurso. Allí donde
crito en la Apología. H texto está dividido la historia de las ideas buscaba descubrir,
en tres partes: la primera relata las obje­ descifrando los textos, las grandes unida­
ciones de Sócrates a los principales car­ des del pensamiento, Foucault busca sacar
gos aducidos contra él; en la segunda, a la luz las condiciones de formación de
propone para sí mismo — era la costum­ las «cosas dichas», las reglas de su trans­
bre de entonces— la pena más adecua­ formación, las discontinuidades que mar­
da; finalmente, en la tercera, Sócrates can sus cesuras. De hecho se trata de jibe;
reflexiona sobre el sentido político y filo­ rar a la historia del pensamiento del
sófico de su condena a muerte. prejuicio d e n i^ o n fíriüicladTcle'aliviarla
Llama ante todo la atención, y este con­ de todo presupuesto antropológico que se
traste debía ser más sensible aún a los con­ apoye sobre el par sujeto/objeto.
temporáneos de Platón, el hiato entre el Serán recusadas las unidades tradicio­
estilo de Sócrates frente al tribunal y las nalmente admitidas a título de criterio de
exigencias retóricas habituales en este demarcación-del-discurso (tales como las
género de ejercicio. Renunciando a per­ que establecen los grandes tipos de dis­
suadir al jurado por todos los medios ora­ cursos), la unidad del libro, del autor; serán
torios posibles, Sócrates elige exponer la igualmente recusadas las concepciones que
verdad en toda su desnudez. No conten­ se refieren a la unidad del discurso según
to con establecer la inanidad de las acu­ el criterio de las palabras y de las coséis, del
saciones (impiedad, corrupción de la juven­ estilo de enunciación, del tipo de tema. Al
tud), asume el papel que ha elegido abandonar las categorías tradicionales, Fou­
desempeñar en la ciudad. cault devuelve a los enunciados su carácter
La proposición de castigo que hizo de acontecimiento, no para aislarlos, pues
Sócrates — que en reconocimiento de sus no todo ocurre únicamente en el orden del
servicios, la ciudad lo mantuviera gratui­ discurso, sino para ponerlos en relación
tamente— fue evidentemente tomada con sucesos de orden técnico, práctico, eco­
como una provocación; y contribuyó a nómico, social o político. La descripción
hacerse condenar a muerte por una inmen­ arqueológica del discurso se despliega por
sa mayoría. tanto en la dimensión de una historia gene­
Más que ningún otro texto, la A p o lo ­ ral. Tal descripción trata de mostrar cómo
gía ha coadyuvado a labrar la imagen del la autonomía del discurso y su especificidad
primer mártir de la filosofía y a hacer de no confieren sin embargo a ese discurso un
Sócrates la figura emblemática del filó­ especial carácter de pura idealidad y de total
sofo perseguido por los poderes y la opi­ independencia histórica.
nión de la muchedumbre. La Arqueología analiza igualmente las
Como prolongación de la Apología de transformaciones discursivas: cómo apare­
Sócrates, es preciso leer el ->• Crítón y el ce o desaparece una formación discursiva
->■ Fedón, como también la Carta Vll.j en particular; cómo, más generalmente, una
formación discursiva es sustituida por otra.
Edición: Apología de Sócrates (tr. J. Calon- En La Arqueología del saber, Foucault
ge), en Platón, Diálogos, vol. I, Gredos, explica a fondo lo que él había querido hacer
1981. en sus libros anteriores: una descripción
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle- pura de los hechos del discurso, un estudio
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 76-96; de ese vasto campo formado por el con­
F. Chátelet, El pensamiento de Platón, junto de todas las «cosas dichas» que, en su
Labor, 1968. dispersión de sucesos, se dan como la medi-
37 ARTE MAGNA

ciña, o la economía política, o la biología. talentos y actividades del pensador catalán.


Mostrar que esos discursos forman otros Mas es preciso relacionar el proyecto del
tantos dominios autónomos (pese a no ser «gran arte» de Lulio con un objetivo de natu­
independientes), regulados (pese a estar en raleza distinta al de la lógica pura. Lulio se
constante transformación), anónimos y sin propone en efecto como objetivo convertir
sujeto (pese a anidar en tantas obras indi­ a los judíos y a los musulmanes, y la lógica
viduales^ tal es aquí el proyecto de Fou­ es para él un medio de forzar, por el solo
cault, proyecto reafirmado en su lección poder de la razón, las convicciones de los
inaugural en el Collége de France en 1970. «infieles». Este proyecto fundamental impri­
me al arte de Lulio un giro particular, por
Edición: La arqueología del saber (tr. A. ejemplo la exclusión del formalismo.
Garzón), México, Siglo XXI, 5.a ed., 1978.
Estudios: G. Deleuze, Foucault (tr. J. Váz­ La obra está dividida en trece partes,
quez), Paidós, 1987; J. Lechte, 50 pensa­ en correspondencia con las etapas lógi­
dores contemporáneos esenciales (tr. M.a cas de la constitución de su método. Por
Luisa Rodríguez Tapia), Cátedra, 1996; H. medio de un «alfabeto» de nueve letras
L. Dreyfus y P. Rabinow, Michel Foucault: (A, B, C, D...) que comportan cada una
más allá del estructuralismo y la herme­
néutica (tr. C. de Iturbe), México, U.N.A.M., seis significaciones diferentes, Lulio ela­
1988; D. Macey, Las vidas de Michel Fou­ bora un campo de significaciones posi­
cault (tr. C. Martínez Gimeno), Cátedra, bles. Sobre este alfabeto construye cuatro
1995; A. Gabilondo, El discurso en acción. figuras (círculo, triángulo, escalera inver­
Foucault y una ontología del presente, tida, círculos concéntricos) que constitu­
Anthropos, 1990.
yen, según las modalidades geométricas,
las diversas combinaciones posibles entre
las significaciones. Se trata por tanto de
AR T E DE LO S O PU E STO S (EL), Ars una combinatoria lógica en la que un uti­
oppositorum, 1511. llaje geométrico permite la manipulación
C h a rle s de B o v e l l e s (o de Bouelles), de las combinaciones realizables; el que lo
hacia 1475-1553. utiliza puede disponer así «mecánicamen­
te» de una serie de lugares lógicos (en el
ÍEste método tiene por finalidad resol­ sentido aristotélico de los Tópicos).
ver la diáspora de la naturaleza. En nom ­ La dificultad de utilización de este Ars
bre de una lógica triádica, Bovelles recu­ magna tiende a la pesadez de las manipu­
sa el pensam iento dual gracias a la laciones geométricas, pero sobre todo a la
conjunción de los extremos por el medio imprecisión y arbitrariedad que presiden la
que vuelve a unir la negatio con la posi- elección de las significaciones fundamen­
tio, mostrando con ello una multiplicidad tales de las letras elementales. En la histo­
una y unidades múltiples. D e este m odo, ria de la lógica, esta obra está retrasada con
toda totalidad es acabada y triple.( respecto a los trabajos escolásticos de los
lógicos medievales. Es precisamente en la
Edición: L ’Art des opposés (tr. P. Magnard), época de Lulio cuando la lógica comienza
Vrin, 1984. a emanciparse de los fines exteriores que
Estudio: P. Magnard, Soleil noir, en la edi­ inveteradamente se le habían asignado, para
ción citada.
constituirse en disciplina autónoma.
Es sabido que Descartes, en el ->■Dis­
curso del m étodo, juzga con severidad
A R T E M AG N A, Ars magna, generalis el A rte de Lulio (es, sin embargo, signi­
et ultima, 1308. ficativo que este último sea la única figu­
R a im u n d o L u u o (R a m ó n L lu ll ), 1233- ra intelectual expresamente nombrada
1316. en el Discurso). Leibniz, que reconocía
en Lulio un precursor de su característi­
í"Ísta obra es un libro de lógica, y no repre­ ca universal, le negará sin embargo toda
senta más que una faceta de los múltiples traza de profundidad o solidez. La lógi­
ARTE Y ESCOLÁSTICA 38

ca moderna no ha contribuido a modifi­ rianas. La filosofía tendría asi una res­


car sensiblemente esta apreciación.| ponsabilidad objetiva en la emergencia
del movimiento nacionalsocialista, habien­
Edición: Ars Magna (tr. J. Martínez), Kay- do así la Lebensphilosophie o filosofía
deda, 1990. de la vida desviado al pensamiento de sus
Estudio: Martin Gardner, Máquinas y dia­
gramas lógicos (tr. L. Bou), Alianza, 1985, verdaderas exigencias. N o hay concep­
cap. sobre «El Ars Magna de Ramón Llull». ción del mundo inocente: esos filóso­
fos, que se habrían alejado del nacio­
nal-socialismo si hubieran podido tener
conocimiento de él, lo han preparado sin
A R T E Y E S C O L Á S T IC A , A r t et sco- embargo al subvertir la idea de razón.
lastique, 1920. E l asalto a la razón es una obra de
Ja c q u e s M arita in , 1882-1973. combate, una «Kampfschrift» antifascis­
ta con la que Lukács quiere poner en guar­
autor ensaya edificar una filosofía dia a la inteligencia europea contra toda
del arte sobre los principios del tomismo. complacencia en una desvalorización del
Su teoría quiere comprender la reivindi­ intelecto o toda tentación de exaltación
cación de los medios artísticos de la épo­ de la vida. Mas es preciso también com­
ca. El punto de partida de la obra es más prender el sentido filosófico de la obra
bien la noción de Acción que la de Bello. recordando otros trabajos del autor, en
El arte es estudiado paralelamente a la particular E l joven Hegel, donde se exal­
moral y a la espiritualidad, pero no debe ta la forma más acabada de la razón: la
someterse a otras reglas que las suyas. dialéctica hegeliana, cumbre del pensa­
Sin embargo, la obra de arte refleja la vida miento alemán antes de que éste fuera
del alma, de la que está impregnada. | desviado de sus verdaderas exigencias dia­
lécticas. El asalto a la razón aparece así
Edición: Arte y escolástica (tr. M. Berga- también como un libro importante sobre
dá), Buenos Aires, Club de Lectores, 1958.
Estudios: Jacques Maritain. Su obra filo­ la historia de la filosofía moderna. La lógi­
sófica, Desclée de Brouwer, 1960; J. Dau- ca interna de los discursos filosóficos es
jat, Maritain, un maítre pour notre temps, sometida a examen — el relativismo moral,
Téqui, 1978. el escepticismo respecto al valor de la
ciencia y a la objetividad de sus resulta­
dos en particular son comentados en un
importante capítulo dedicado a Nietzs­
A S A L T O A L A R A Z Ó N (EL), Die che— , pues esta lógica interna, según la
Zerstórung der Vernunft, 1954. teoría de Lukács, no es independiente de
G y o r g y L uk á c s , 1855-1971. los conflictos sociopolíticos fundamen­
tales.
libro ha suscitado, desde el Las críticas fueron y siguen siendo
momento de su aparición, un verdade­ numerosas a propósito de este libro. Es
ro escándalo. En él se desarrolla la tesis cierto que Lukács opera a menudo mani­
siguiente: el fenómeno totalitario, y par­
pulando retazos (extraídos de la obra de
ticularmente el fascismo alemán, no Husserl o de Weber, entre otros), mas
habría podido existir sin el punto de apo­
no siempre se lo ha discutido en el pla­
yo de una tradición filosófica e ideológi­
no en que habría que discutirlo, es decir,
ca, la del irracionalismo. Schelling, Scho­
sobre la cuestión de fondo. Obra con­
penhauer, Kierkegaard, Dilthey y
testada, El asalto a la razón es empe­
Nietzsche sobre todo serían los artesa­
ro el libro de referencia sobre los oríge­
nos de una tradición que habría prepa­
nes intelectuales del fascismo, f
rado el terreno a la ideología conserva­
dora pre-nazi (Spengler, Emst Jünger) y Edición: El asalto a la razón (tr. W. Roces),
después a las consignas publicitarias hitle­ Grijalbo, 1978.
39 ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA

Estudios: G. Lichtheim, Lukacs (tr. J. Muñoz), tustra por la referencia a la recuperación


Grijalbo, 1972; «Lukacs», Reuue intematio- de la salud de un Nietzsche que, momen­
nale de philosophie, n.° 106, P.U.F., 1982.
táneamente, había creído perdida.
La primera parte incluye el Prólogo que
introduce en escena al «último hombre»
de los tiempos modernos: poco ambicio­
A SÍ H A BLÓ ZARATUSTRA: Un libro
so y mediocre, que aplica toda su inteli­
para todos y para nadie. A lso sprach
gencia a su propia conservación antes
Zarathustra; ein B u ch fü rA íle und Rei­ que aventurarse en una vida de peligros.
nen, 1883-1885. Nietzsche describe a continuación el des­
F riedrich W ilh elm N ie t zs c h e , 1844-
censo de Zaratustra a la ciudad para sal­
1900. var e iluminar a los hombres. El discurso
que les dirige les habla de cosas inauditas
Fue bajo la influencia de dos visiones, y, ante todo, de las «tres metáforas»; del
sobrevenida la primera en Surlei en agos­ camello, que recibe la herencia; del león,
to de 1881, y la segunda en Rapallo en que la destruye, y del niño, que crea nue­
enero de 1883, como concibió Nietzsche vas realidades. Y a desde aquí, Nietzsche
fsú poema filosófico Zaratustra. El plan se levanta contra las «cátedras de la vir­
quedó escrito ya desde el 20 de agosto de tud», los «visionarios del más allá», los que
1881. Esta doble experiencia mística fue «desprecian el cuerpo», los «predicadores
única en la vida de Nietzsche. En todo de la muerte», las «moscas de la plaza públi­
caso, tanto la intuición del Eterno Retor­ ca». Pero es con un fracaso como se sal­
no como la concepción del personaje lla­ da la primera tentativa (e incluso tenta­
mado Zaratustra se encuentran a la base ción) de Zaratustra: los hombres no quieren
de la inspiración de esta epopeya filosófi­ entenderlo. Los discursos críticos abun­
ca, a través de la cual pretendía Nietzsche dan en esta primera parte, que, sin embar­
llegar a un público universal, puesto que go, tampoco escasean en las siguientes.
su libro había sido escrito, según sus pro­ La parte segunda se abre con la ima­
pias palabras, «para todos y para nadie». gen desfigurada de un Zaratustra incom-
Cuatro grandes partes distribuyen una sene prendido: ¡decididamente no le es fácil
ordenada de parábolas presentadas en for­ comunicar su pensamiento! Pero el via­
ma de símbolos, con un énfasis digno de je y la misión son renovados con nuevas
los textos sagrados. polémicas — contra los llamados «miseri­
Para dar una idea del tono de estas pági­ cordiosos», los pretendidos «virtuosos»,
nas, es preciso decir que cada parte del «sabios», «sacerdotes», «guerreros», en fin,
Zaratustra fue redactada muy rápidamente contra los «metafísicos» de toda suerte,
(en una decena de días) en un arrebato de o también la «canalla»— , a las cuales se
felicidad y vehemencia. Ciertos comenta­ añaden, en mitad de la sátira, algunas
ristas ven en este texto la obra maestra de páginas de lirismo amenizadas por el «noc­
un Nietzsche místico] Armand Quinot pre­ turno», la «canción de la danza», el «can­
senta al Zaratustra del Prólogo como el to sepulcral» y, finalmente, la «hora más
profeta presto a descender entre los hom­ silenciosa». Pero en el seno de este cua­
bres para comunicarles un mensaje, tan dro de rudeza creciente ¡apunta una posi­
luminoso como las montañas en cuyas bilidad de «redención»: aquella que ase­
cimas acababa de pasar diez años de azu­ gura una voluntad capaz de abrazar, no
lada soledad. Sin embargo, Geneviéve solamente el porvenir, sino también el
Bianquis subrayaba, por su parte, que las pasado! Las virtudes nuevas se imponen,
impresiones inherentes al poema no pro­ más numerosas que en la primera parte.
cedían del «interior» de la personalidad, Y , muy particularmente, allí donde «todo
sino más bien de circunstancias puramente tiende a superarse sin cesar».
exteriores:p> Ecce h om o explicaría la El Eterno Retomo ocupa toda la par­
génesis psicológica y fisiológica del Zara­ te tercera, que sobresale en lirismo y en
ATEÍSMO EN EL CRISTIANISMO (EL) 40

efusiones sagradas, con la «visión y el nomia en la Religión autoritaria, pero abre


enigma», la «gran nostalgia», la «segunda una vía hacia la perspectiva de una bús­
canción de la danza» y los «siete sellos». queda de un mundo m ejorj
Zaratustra puede al fin anunciar la nueva
moral («Las antiguas tablas y las nuevas»). Edición: El ateísmo en el cristianismo (tr.
Finalmente, la cuarta parte nos pre­ J. Pérez), Taurus, 1983.
Estudio: J. A. Gimbemat, Ernst Bloch: uto­
senta la imagen última de un Zaratus­ pía y esperanza, Cátedra, 1983.
tra encanecido, envejecido, decepcio-
nadó. Sin embargo, percibe todavía el
grito de angustia de una categoría de
hombres que él quiere a toda costa soco" AURORA, Pensamientos sobre los pre­
rrer, ¡a de los hombres superiores: Zara- juicios morales. Morgenróte, Gedanken
fústra retomará a su grande aunque vana über moralische Vorurteile, 1881.
misión apostólica: El fin último de Nietas- Fríedrich W ilh elm Nietzsche, 1844-
che es, pues, el de exaltar y desarrollar 1900.
la austera grandeza humana. /
Obra inicialmente titulada Ombra di
Edición: Así habló Zaratustra (tr. A. Sán­
chez Pascual), Alianza, 1972. Venezia (Sombra de Venecia), Aurora
Estudios: E. Fink, La filosofía de Nietzs­ encuentra su inspiración en la existencia
che (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994; ambulantede Nietzsche entre Génova y
P. Héber-Suffrin, Le Zarathoustra de Nietzs­ VeneciafCiertam ente, los cinco libros
che, P.U.F., 1992. denuncian los prejuicios morales, pero la
crítica está siempre vinculada a la posi­
bilidad de una nueva educación de la huma­
nidad. En lo esencial, el primer libro se
ATEÍSMO EN EL CRISTIANISMO (EL).
ocupa principalmente del cristianismo;
La Religión del éxodo y del reino,
el segundo de la moral; el tercero de la
Atheismus im Christentum. Zu r R e li­
vida comunitaria o pública; el cuarto plan­
gión des Exooíus und des Reichs, 1968.
tea de manera distinta las cuestiones meta­
E rnst B l o c h , 1885-1977.
físicas; el quinto, finalmente, propone una
visión nueva, depurada, la de una nueva
Esta lectura de la Biblia no se limita a la
crítica de la hermenéutica religiosa, pues el consciencia amaestrada en el gran silen­
filósofo la confronta con un materialismo cio del mar. Se trata de «ver con ojos nue­
que dicha lectura pretende esclarecer. vos», mas de ver «las virtudes futuras», des­
pués de haber perdido «la ilusión de la
Según Bloch, la Biblia contiene una
incitación a la revuelta contra las rique­ ordenación moral del mundo». Invertido
zas celestes injustamente cargadas de lo próximo en lejano, es preciso no sola­
ornamentos, mientras que la pobreza es mente «franquear el map>, sino volar siem­
descrita e invocada como solución por su pre más lejos, con el riesgo de «naufragar
abnegación respecto a la prosperidad. delante del infinito». El estilo y la profun­
Más allá de una desmitologización que no didad de pensamiento se combinan para
beneficia más que a los pérfidos incré­ alcanzar una manera sin igual de expre­
dulos, Bloch revela el buen fundamento sar la vida humana.)
de una verdad humana que supera a la
Ediciones: Aurora (tr. E. Knórr), Edaf, 1996;
imaginería dorada a través de numerosos Aurora (tr. P. Simón), en el 2.° vol. de las
ejemplos de lo que él llama «los gruñidos Obras completas de Nietzsche, Buenos
de los hijos de Israel»í~Íñvoca, además, Aires, Ed. Prestigio, 1970.
la coherencia de la posición de los heré­ Estudios: D. Castrillo Mirat y F. Javier Mar­
ticos que han llegado a ser lo que son gra­ tínez, «Aurora, ¿un nuevo amanecer?», ensa­
yo preliminar a la edición de Edaf; E. Fink,
cias a su perspicacia y a su voluntad de La filosofía de Nietzsche (tr. A. Sánchez
análisis. La Esperanza encuentra una anti­ Pascual), Alianza, 1994.
41 AVENTURAS DE TELÉMACO (LAS)

A V E N T U R A SE M IO L Ó G IC A (L A ), liano con su «teoría del escribid. El prin­


L ’Aventure sémiologique, 1985. cipio de las retóricas ulteriores es exhu­
R o la n d B a r t h e s , 1915-1980. mado. Después del «viaje» de la retórica
Textos de investigaciones semiológicas. y de los retores, Barthes aborda acto
seguido la «red», que debe mucho a Aris­
Reuniendo los Elem entos de semio­ tóteles. Este «plan de connotación de la
logía, los D om inios en los que se pue­ lengua» que es la retórica pone en evi­
de aplicar esta disciplina y los Análisis dencia el enigma del código de nuestro
con vistas a la verificación del método, lenguajemoderno.
esta obra, verdadera suma de la activi­ La obra da cabida al «Análisis estruc­
dad — de 1963 a 1973— del investiga­ tural de los relatos», como también a la
dor y enseñante que fue Barthes, cons­ serie de los Dominios, y finalmente a la
tituye la puesta al día del deseo en su de los Análisis: de los Hechos de los
vinculación con el conocimiento. Apóstoles, del Génesis, y de una de las
Reconstruyendo la aventura semioló- Historias extraordinarias de Edgar Poe\
gica, el autor señala su ascenso desde
1956, hasta el momento de la cientifici- Edición: La aventura semiológica (tr.
Ramón Alcalde), Paidós, 1990.
dad adquirida, de 1957 a 1963, a lo que
Estudio: J. Lechte, 50 pensadores con­
sigue el «Momento del Texto», que es una temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
estructuración, un trabajo, un volumen de guez Tapia), Cátedra, 1996.
pistas o huellas: el SignificanteÍLa niti­
dez de las distinciones lengua/palabra,
significado/significante, sintagma/siste­
ma, denotación/ connotación han deli­ AV E N TU R A S DE TELÉM AC O (LAS),
mitado, observa el autor, la investigación Les aventures de Télém aque (Les),
sem iológica ] 1699.
El «Seminario sobre la retórica anti­ F én e l o n (Frangois de Salignac de La
gua», notas de Barthes retranscritas por Mothe), 1651-1715.
Fran?ois Wahl, invoca un texto que no Novela filosófica.
existe todavía (n o hay, hablando con pro­
piedad, una nueva retórica. La retórica Fénelon utiliza el cuadro de la Odisea
tuvo larga vida desde el siglo v a.C. al y, más particularmente, el viaje que hizo
siglo xix d.C., en Atenas, en Roma, en Telémaco, hijo de Ulises, para encontrar
Francia. Implicaba arte y técnica, siendo a su padre, a fin de enseñar al duque de
a la vez una ciencia, una moral, una prác­ Borgoña, presunto heredero de Luis XIV,
tica social y un juego. La amplitud del el arte de gobernar. Los veinticuatro libros
hecho retórico es tal que forma una de esta obra contienen las peripecias de
«sobre-civilización: la del Occidente his­ este viaje, que son otras tantas ocasiones
tórico y geográfico» que reconoció el de encuentros con personajes que deten­
metalenguaje. A través de ese territo­ tan una autoridad real. Fénelon, a través
rio, Barthes ve nacer el arte de los sici­ de retratos de soberanos tales como Pyg-
lianos — la retórica— en los procesos pro­ malión o Adrasto, denuncia el vicio que
vocados por litigios de propiedad,. Pero corrompe a la realeza, que es la ambición.
esta protorretórica no era aún más que (Telémaco efectúa este viaje bajo la pro­
una sintagmática. Gorgias de Leontino tección del sabio Mentor, que resultará
codificó la prosa hablada adjuntando al ser una metamorfosis de la diosa de la
polo sintagmático de las partes el polo Sabiduría. I
paradigmático de las «figuras». Después Escritabajo la forma de manual desti­
de la retórica aristotélica de la prueba, la nado a inculcar en el joven heredero los
de Cicerón se erige en miedo del siste­ principios de una moral política, esta nove­
ma y hace obra de romanización, antes la, denunciada como crítica del absolu­
de la escolarización que permite Quinti- tismo de Luis XIV, precipitó la desgracia
AZAR Y LA NECESIDAD (EL) 42

de Fénelon, ya fuertemente comprome­ a partir del azar que reina en el nivel


tido por su toma de postura en favor del microscópico, y ser compatibles con el
quietismo. segundo principio de la termodinámica.
El azar interviene igualmente a nivel del
Edición: Las aventuras de Telémaco (tr. R. patrimonio genético, y el D N A asume
Pi de la Tour), Orbis, 1985. — en la estructura celular— el papel de
Estudio: H. Gouhier, Fénelon philosophe, vínculo entre invarianza y teleonomía.
Vrin, 1974.
El problema lleva directamente a la
cuestión sobre el origen de la vida, es decir
del código genético. Cualquiera que éste
sea, un tal status del azar despoja a la
A Z A R Y L A NECESIDAD (EL). Ensa­
humanidad de toda significación trascen­
y o sobre la filosofía natural de la bio­ dente. Sin embargo la ética no se halla
logía moderna, Le hasard et la néces­ en peligro, porque el mismo conocimiento
sité. Essai sur la philosophie naturelle
científico descansa en imperativos mora­
de la biologie moderne, 1970. les, que gozan del mismo rango que eTcfe
Ja c q u e s M o n o d , 1910-1976.
la objetividad, til afán de superacióriy de
trascendencia humano se encama, según
Esta obra es una tentativa de reflexión
MonocTen un socialismo humanista, que
sobre los resultados de la biología con­
no es el «socialismo científico» marxiste,
temporánea, que el mismo Monod había
pero que deberá perseguir el ideal de la
contribuido a hacer progresar con sus tra-
objetividad científica'!- '
bajospJacques Monod fue efectivamente
El libro de Jacques Monod ha conoci­
Premio Nobel en 1965, con André Lwoff
do un éxito y una notoriedad considerables,
y Frangois Jacob). Los seres vivientes son
al igual que el de su colega Frangois Jacob
estructuras dotadas de propiedades parti­
(—i*La lógica de lo viviente). Asimismo ha
culares: invarianza reproductiva y teleo-
contribuido a animar gran cantidad de deba­
nomía (que son estructural en apanencia
tes en muy diversas direcciones: filosofía de
finalistas). Mas Monod critica vivamente
las ciencias, moral, política, etcj
todas las explicaciones globales teleoló-
gicas y animistas, que suponen una alian­ Edición: El azar y la necesidad (tr. F. Ferrer),
za entre el hombre y la naturaleza, como Tusquets, 1989.
también las reivindicaciones de esa alian­ Estudios: J. L. Monod, «Sobre la teoría mole­
za procedentes del ciencismo (religiones, cular de la evolución», Teorema, vol. IX/2,
1979, pp. 183-200; A. Katz, «Perspecti-
antropocentrismo teilhardiano, materia­
ves sur le hasard et la nécessité», Revue de
lismo dialéctico de los marxistas). Las pro­ métaphysique et de moral, 79/1, 1974,
piedades de lo viviente deben explicarse pp. 118-125.
B
B A N Q U E T E (EL), To Zunjttícnov, o filosofía se define a sí misma: amor (y
hacia 387 a.C. no posesión) de la sabiduría.
Jenofonte , hacia 430-después de 355 a.C. Los personajes de E l Banquete — bien
conocidos de los contemporáneos de Pla­
Con ocasión de un banquete en casa tón— representan cada uno un carácter
del noble Calías, Sócrates y sus amigos perfectamente diseñado. Platón encuentra
exponen su teoría del amor terrestre y del un placer evidente en la sátira, y traza, de
amor celeste. Inspirándose en Platón, cuya nuevo aquí, una «apología de Sócrates».
fuerza de especulación no alcanza, Jeno­ El amor, cuyo elogio pronuncian aquí
fonte intenta desarrollar el pensamiento los protagonistas, es primordialmente el
de su maestro. amor pederasta, modo natural de la edu­
cación griega: "Epcix; (Eros), mientras que
Edición: Recuerdos de Sócrates. Económi­ Afrodita encama más bien el amor entre
co. Banquete, Apología de Sócrates (tr. hombres y mujeres.
Juan Zaragoza), Gredos, 1933.
Estudios: Introducción de J. Zaragoza a la Cada uno de los discursos se organiza
ed. cit. (pp. 295-305); J. Luccioni, Xénop- según las más clásicas exigencias de la
hon et le socratisme, P.U.F.,1953. retórica, de moda entonces en Atenas.
Conviene relacionar E l Banquete con
todos aquellos diálogos en los que Platón
se dirige a los sofistas de su tiempo (- ►Gor­
B ANQ U ETE (EL), o D el amor, Evjinó- gias, -* Protágoras, - k Eutidemo...).
ovov, f) Ilep í spanoi;, o hacia 385 a.C. El primero en intervenir, Fedro, elige exal­
P la t ó n , 428/427-348/347 a.C. tar el valor educativo de la relación amoro­
Diálogo. sa, fuente de una saludable emulación, por­
que el amor transfigura al que lo experimenta
El más célebre quizá de los diálogos de confiriéndole el deseo de superarse. Para
Platón no es un diálogo, sino una suce­ probar su teoría, Fedro recurre a una serie
sión de discursos barrocos y pintorescos. de ejemplos tomados de la mitología.
L o serio, es decir lo sublime, sucede a lo Pausanías discierne, en el amor, una
cómico, e incluso a la farsa. Teórico, líri­ jerarquía. Según que éste haya sido ins­
co, teatral, E l Banquete es todo esto, y pirado por la Afrodita celeste o por la
al mismo tiempo un texto central para Afrodita terrestre, el amor se revelará
la filosofía. Porque en él se indaga sobre noble, espiritual, o, por el contrario, vil,
el amor, y es precisamente así com o la por ser puramente camal.

[4 3 ]
BANQUETE (EL) 44

El médico Erixímaco aprovecha la oca­ que Sócrates, lejos de intentar contrade­


sión para hacer una exhibición de su cien­ cir los discursos que le han precedido,
cia: en una teoría cósmica (que casi anuncia recolecta las intuiciones acá y allá des­
a Reich), explica por la potencia de Eros la perdigadas para colocarlas en un nivel
salud del cuerpo, las armonías musicales, las superior de comprehensión.
revoluciones astronómicas, la adivinación. Por elevación progresiva en los grados
Luego le llega el tumo a Aristófanes — de abstracción (se diría: de idealización),
el ilustre autor cómico— cuya intervención el amor permite al alma acceder a la con­
había sido diferida por un hipo intempesti­ templación pura de la Idea de lo bello, de
vo, que imagina un mito para dar cuenta de lo bello en sí (idea que el ►Hipias mayor
un aspecto fundamental del amor: es siem­ había intentado investigar en vano).
pre un deseo de unión, de fusión. El mito Después ocurre la interrupción repen­
de los andróginos permite comprender ese tina de Alcibíades, que insiste en ofrecer
deseo como nostalgia de una unidad per­ su elogio del amor. Pero es del filósofo,
dida. En otro tiempo, los seres humanos Sócrates, de lo que Alcibíades va a hablar.
eran redondos, con dos caras, cuatro bra­ Más allá de la apariencia corporal (Sócra­
zos y cuatro piernas; había hombres dobles, tes era más bien feo), es el alma lo que ante
mujeres dobles y seres mixtos. Como inten­ todo importa (resuena aquí un eco de la
taron escalar el cielo, Zeus, para castigar­ lección de Sócrates en el -*■ Alcibíades).
los, los cortó en dos; y encargó a Apolo, De la templanza, de la fortaleza, del valor
dios de la medicina, la tarea de cicatrizar sus de Sócrates en el combate, Alcibíades pue­
heridas. Desde entonces, cada mitad busca de dar fe. El intercambio de opiniones se
a la otra; cuando se encuentran, aspiran a termina con el elogio de Agatón por par­
fundirse en uno solo para reencontrar su te de Sócrates, que abandonará el ban­
unidad primitiva; la impiedad ha causado su quete al amanecer, dejando a los convi­
separación, la piedad tomará al dios Amor dados disipar su embriaguez.
favorable a la felicidad de ambos. Así se No es posible enumerar exhaustivamente
explican los amores heterosexuales y homo­ los méritos filosóficos de E l Banquete.
sexuales. Platón brinda aquí al verbo cómi­ Todos los temas centrales del pensamien­
co de Aristófanes la ocasión de desplegar­ to platónico se entrecruzan en él. Mucho
se sin limitación de tiempo alguno. más aún que otros diálogos, El Banquete
Agatón, a su vez, desea hacer valer sus impide ver exclusivamente en el idealismo
talentos literarios, recientemente consa­ de Platón la seca exposición de un frío inte
grados por un premio, con ocasión del lectualismo. Jamás sin duda podrá decirse
cual ha organizado este banquete. Su elo­ con mayor propiedad de la filosofía (y no
gio quiere ser metódico, sistemático y solamente en el primero de sus represen­
exhaustivo. Pero al suceder al relato de tantes) que es ante todo vida, impulso de
Aristófanes, su discurso resultó más ampu­ un deseo, dicho brevemente: que es amor.
loso que bueno. A esto se añade todo lo que El Banquete
Llega, por fin, el turno de Sócrates, puede enseñamos sobre la relación y el sen­
que se propone apelar a las opiniones de timiento amoroso en tanto que tales: «La
Diotima, sacerdotisa de Mantinea. Con­ verdadera filosofía de los amantes es la de
tra Agatón, sostiene como imperfección Platón, escribe Rousseau; durante el hechi­
fundamental del amor, que éste es caren­ zo no pueden tener ninguna otra. Un hom­
cia, aspiración inquieta, y no goce sere­ bre ardiente no puede dejar a este filósofo;
no de la posesión. Eros no podría ser de un lector frío no puede sufrirlo.»
esencia divina: es Saí|iov (daimon), inter­
mediario entre lo divino y lo humano. Ediciones. El Banquete o Del amor (tr. L. Gil),
Deseo de inmortalidad, de belleza, ins­ Aguilar, 1987; El Banquete (tr. C. García Gual),
pira a los cuerpos la sed de perpetuarse Alianza, 1988; Banquete (tr. J. D. García Bac-
ca), Mediterráneo-Agedime, Madrid, 1981.
por la procreación, a las almas el deseo Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
de eternidad. Vale la pena observar aquí filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
45 BOMBA ATÓMICA Y EL FUTURO DE LA HUMANIDAD (LA)

jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 352- pers acomete en este voluminoso ensa­
381; M. Ficino, De amore. Comentario a yo. Reteniendo la lección de las tragedias
«El Banquete» de Platón (tr. R. de la Villa),
Tecnos, 1986; W. Jaeger, Paideia. Los idea­ de Hiroshima y Nagasaki, el autor invita
les de la cultura griega (tr. J. Xirau y W. al hombre libre a una reflexión desapa­
Roces), México, Fondo de Cultura Econó­ sionada sobre la bomba atómica.
mica, 1967; L. Robin, La Théorie piatoni- Ahora que la humanidad dispone de
cienne de l’amour, P.U.F., 1964. abundancia de medios para autodestruir-
se, es de todo punto necesario encontrar,
no tanto una u otra vía de salvación, sino
la autenticidad de un pensamiento razo­
BARBARIE CO N R O STR O H U M AN O
(L A ), La Barbarie ó uisage humain, nable y filosófico sobre el futuro del hom­
bre. N o es aquí cuestión de extraviarse
1977.
en la especulación, sino, por el contrario,
B ernard H enri-L é v y , nacido en 1948.
de tomar conciencia de los hechos, de ana­
Esta obra debe leerse, dice el autor, cano lizarlos, sintetizarlos, y comprenderlos a la
luz de la inteligencia. Es preciso pasar de
una «arqueología del tiempo presente» aten­
ta a descubrir en los discursos y prácticas la actividad exterior a la interior, del enten­
actuales el «sello de una barbarie con rostro dimiento a la razón.
humano». Lévy demanda pues aquí a la «nue­ Una reflexión filosófica sana tiene todos
va filosofía» que se plantee el problema del los visos de engendrar una transformación
poder, y que despliegue en su desarrollo un de la conciencia política del hombre, a poco
profundo pesimismo. La idea de progreso que éste comprenda que esa reflexión no
es ilusoria; es la mentira de un pensamien­ puede nacer más que de una disposición
to reaccionario que conduce al mundo a la interior: la atención al mundo moderno, la
barbarie. El Estado totalitario, lejos de ser observación, y una comprensión filosófica
un accidente de la Historia, es el fin; en cuan­ de la técnica. Pero esto no es más que un
to al socialismo, es la versión más grave de plan de conjunto que, si se lo siguiera, cam­
ese optimismo que niega el Mal radical en biaría sin duda no sólo este mundo, sino
la orientación de la humanidad. Jaspers
la Historia.
Aparecida en el mismo año que -*■Los piensa en modo condicional. Correspon­
maestros pensadores de André Glucks- de al hombre que actúa, el hombre de Esta­
mann, esta obra fue un best-seller. Bernard do, unir a su acto la reflexión filosófica
Henry-Lévy, activo defensor de los dere­ sobre su acto.
chos humanos, definía así el lugar del inte­ «Filosofía y política deberían reencon­
lectual en la sociedad: «El intelectual anti­ trarse». Este ensayo fundamental es de lec­
bárbaro será ante todo metafísico, y cuando tura obligada para todo aquel que quiera
digo metafísico quiero decir angélicamente». informarse sobre la manera en que la filo­
sofía puede suscitar el despertar de la con­
Edición: La barbarie con rostro humano ciencia política. Jaspers demuestra bri­
(tr. E. Simons), Monte Ávila, 1978. llantemente que el filósofo no tiene nada
Estudio: G. Schiwy, Les Nouueaux Philo-
de sabio retirado en su torre de marfil, sino
sophes, Gonthier-Denoel, 1979.
que, al contrario, la filosofía no es nada si
no está enraizada en lo real y en el acon­
tecer histórico de la humanidad.
BO M B A ATÓ M IC A Y EL FUTURO DE
L A H U M A N ID A D (L A ), D ie A to m - Edición: La bomba atómica y el futuro
bombe und die Zukunft der Menschen, de la humanidad (tr. I. Garfeldt-Klever de
Leal), Cía. Gral. Fabril Editora, 1961.
1958. Estudios: H. Arendt, «Karl Jaspers, ¿ciu­
K ar l Jaspers , 1883-1969. dadano del mundo?», en su libro Hombres
en tiempos de oscuridad (tr. C. Ferrari),
Colaborar a la conciencia política de Gedisa, 1990, pp. 67-80; A. Kremer-Mariet-
nuestro tiempo: tal es el proyecto que Jas­ ti, Jaspers, Seghers, 1974.
BOSQUEJO DE UN CUADRO HISTÓRICO DE LOS PROGRESOS DEL ESPÍRITU HUMANO_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 4 6

BO SQ U E JO DE U N C U A D R O H IS ­ tífico; el conocimiento matemático y las


TÓ R IC O DE L O S PR O G RE SO S DEL ciencias de la naturaleza no conocerán
E SPÍRITU H U M A N O , Esquisse d ’un acabamiento. La riqueza del universo
tableau historique des progrés de l ’es- superará siempre a la potencia del espí­
p rit humain, 1795. ritu humano. Pero no hay que temer que
C o n d o r c e t (Jean Antoine Nicolás de este último se vea un día desbordado. Por­
Caritat, marqués de), 1743-1794. que el progreso no es un proceso acu­
mulativo que produce una simple aglo­
Esta obra fue escrita en la clandestini­ meración de conocimientos. Es más bien
dad, sin documento alguno, durante los últi­ el espíritu humano que progresa, y no
mos meses de existencia de Condorcet, per­ solamente los resultados que él recolec­
seguido entonces por el gobierno del Terror. ta. Nuevos métodos, nuevas técnicas de
Como Rousseau, Condorcet está persua­ enseñanza permitirán aumentar las poten­
dido de que el hombre es un ser perfecti­ cialidades de los espíritus individuales. Un
ble. Mas, contrariamente al ginebrino, él progreso idéntico se observará en los
cree ver en la historia real de la humanidad dominios práctico, técnico y moral. La
la andadura de un progreso efectivo sobre moral puede incluso, a juicio de Condor­
el plano material y moral. Fundamental­ cet, tomarse en científica y desligarse, por
mente optimista, la filosofía de la historia ejemplo, de los dogmas religiosos.
de Condorcet extrapola el porvenir a par­ Pero es preciso todavía que esta mar­
tir de un movimiento continuo que él lee cha del progreso pueda salvar los obstáculos
en el pasado y en el presente. que el prejuicio arroja ante sus pies. En el
La historia humana está dividida en primer rango de estos obstáculos figuran
diez períodos. Los tres primeros, hasta la los prejuicios inculcados por la religión. Un
invención de la escritura, no pueden ser sistema de educación bien diseñado debe­
reconstruidos más que fragmentariamente, rá por tanto poner a la humanidad al abri­
y Condorcet reconoce que sólo puede pro­ go del retomo de los prejuicios y garanti­
poner conjeturas. Mas en los primeros pasos zar la labor de las Luces. El Bosquejo
de la humanidad discierne las premisas de prolonga directamente la obra de Con­
una liberación (paso progresivo y parcial dorcet como diputado del Legislativo (Cin­
del reino de la necesidad al reino de la liber­ co Memorias sobre la instrucción públi­
tad). En esta historia humana, de la que no ca, Inform e y proyecto de decreto sobre
es posible reconstruir la marcha más que a la organización general de la instrucción
partir de la aparición de la escritura, la inven­ pública). Condorcet es extremadamente
ción de la imprenta ocupa un lugar real­ sensible a los efectos de poder resultan­
mente privilegiado: esta nueva técnica per­ tes de una desigual difusión de la ilumina­
mite en efecto a los conocimientos difundirse ción de la cultura y de la instrucción.
de manera tan masiva, que una verdad des­ La filosofía del Bosquejo no es cier­
cubierta difícilmente puede ya ser olvida­ tamente muy original. Es la del Siglo de
da, ni tampoco disimulada, por grande que las Luces, contra la que Rousseau había
sea el interés que las fuerzas opresoras pue­ levantado su voz de Casandra. Se puede
dan tener en ocultar la verdad (período sép­ reprochar a Condorcet un optimismo
timo). Esta revolución técnica va a determi­ excesivo, una serenidad un tanto imper­
nar la instauración definitiva de la cultura turbable, lo cual no deja de ser singular
científica, en el siglo XVI. Y el nuevo espíri­ cuando se saben las condiciones en que
tu, al sacudirse el yugo de la autoridad (perí­ fue escrito. El siglo siguiente reconside­
odo octavo), se tomará en las Luces y engen­ rará profundamente esta idea de pro­
drará una época de revoluciones. greso, ese «fanal oscuro», según la expre­
La ruta de un progreso indefinido se sión de Baudelaire. Pero es indudable que
abre en lo sucesivo ante la humanidad. los análisis contenidos en esta obra no
Esta apertura está garantizada ante todo tienen nada que ver con una ingenua y
por la inextinguibilidad del trabajo cien­ beatífica expectativa de no se sabe qué
47 BOSQUEJO DE UNA TEORÍA GENERAL DE LA MAGIA

edad de oro, y merecen algo mejor que Edición: Esquisse d’une philosophie per­
los sarcasmos condescendientes con que sonnaliste, Vrin, 1942.
se los gratifica la mayoría de las veces. Estudio: M.-M. d’Hedencourt, Essai sur la
philosophie de Pére Laberthonniére, Vrin,
Después de todo, Condorcet no está tan 1947.
lejos del Pascal del -*■ Prefacio para el
Tratado del vacío , y de las tesis de
Auguste Comte.
B O SQ U E JO DE U N A T E O R ÍA DE
Edición: Bosquejo de un cuadro histórico L A S E M O C IO N E S , Esquisse d ’ une
de los progresos del espíritu humano (tr. théorie des émotioris, 1939.
Suárez Fernández, A. Marcial-Torres), Edi­
J ean -P a u l S artre , 1905-1980.
tora Nacional, 1980.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), La psicología de la primera mitad de
vol. II, Tecnos, 1988, pp.166-169; J. B. este siglo es una investigación sobre
Bury, La idea del progreso, Alianza, 1971; hechos; no ha comprendido que no se
F. E. Manuel y F. P. Manuel, El pensamiento
puede «alcanzar la esencia [del hombre]
utópico en Occidente (tr. B. Moreno), Tau­
rus, 1984; K. M. Baker, Condorcet: From acumulando los accidentes»: los análisis
Natural Philosophy to Social Mathematics, de las emociones que ofrecen Janet o
University of Chicago, 1975. James manifiestan un perfecto descono­
cimiento de la realidad humana. Toman­
do por base los trabajos de Husserl y de
Heidegger, Sartre elabora una teoría de
B O SQ U E JO DE U N A F IL O S O F ÍA las emociones encaminada a la constitu­
P E RSO NA LISTA , Esquisse d ’une phi­ ción de una psicología fenomenológica.
losophie personnaliste, 1942.
L ucien L a bertho nniére , 1860-1932. Edición: Bosquejo de una teoría de ¡as emo­
ciones (tr. M. Acheroff), 6.* ed., Alianza,
1987.
Orador y director de la revista Anna- Estudio: F. Jeansqn, Sartre par lui-méme,
les de philosophie chrétienne, Labert­ col. «Microcosme-Ecrivains de toujours», Le
honniére fue atacado por ciertos teólo­ Seuil, 1974.
gos y la revista fue condenada por un
decreto del Indice, en 1913. A partir de
entonces le fue prohibido publicar, lo que
explica que la mayoría de sus obras apa­ B OSQUEJO DE U N A TE O RÍA GENE­
recieran después de su muerte. R A L DE L A M A G IA , Esquisse d ’une
En la intransigencia de su filosofía se théorie générale de la magie, 1902-
le plantea a Laberthonniére el verdadero 1903.
problema humano: el del conocim iento M ar c el M a u s s , 1872-1950.
del otro, puesto que para él la única meta­
física es la de la caridad. Amar a un ser La magia es para Mauss una «función
es amar a todos. El autor concede al ser social», y él analiza las condiciones indivi­
personal un lugar privilegiado. Cada indi­ duales y colectivas del funcionamiento «efi­
viduo es una «persona humana», en la cual caz» de la misma. La creencia en la magia
Dios permanece del principio al fin. En no excluye una parte de superchería. Esta
lugar de explicar al hombre en función creencia se articula en tomo a la noción,
del mundo, Laberthonniére recomienda fundamental en Mauss, de mana, término
explicar al mundo en función del hom­ difícil de definir que remite a la idea de un
bre. Contra la ciencia, que conociendo al «valor de las cosas y de las gentes».
objeto ignora al sujeto, se adhiere a la fór­ El autor intenta aquí situar a la magia
mula de Bérulle: «Dios nos ha concedi­ por relación a otros fenómenos sociales
do a nosotros mismos el don de nosotros (derecho, economía, estética, lenguaje,
mismos.» ciencia, religión).
BREVE TRATADO ACERCA DE LA EXISTENCIA Y DE LO EXISTENTE 48

Edición: «Bosquejo de una teoría general de que prefigura ciertas tesis ulteriores del
la magia», en M. Mauss, Sociología y antro­ filósofo. Por otra parte, conviene precisar
pología (tr. T. Rubio), Tecnos, 1979. que el tratado no ha sido escrito en latín,
Estudios: Introducción de Lévi-Strauss a la
sino en holandés, y que no es más que
ed. cit.; J. Cazeneuve, Sociología de Mar­
cel Mauss, Península, 1970. una redacción más o menos clara de notas
que ni el mismo Spinoza ha verificado.
Igualmente se debe abordar este texto
con prudencia, ya que el pensamiento
BREVE T R A T A D O A C E R C A DE L A metafísico del filósofo se encuentra mucho
EXISTE N CIA Y DE LO EXISTENTE. mejor expuesto en sus otras obras.
Court traité de l ’existence et de l ’exis-
Edición: Breve tratado de Dios, del hom­
tant, 1947. bre y de su felicidad. Tratado teológico-
Ja c q u e s M aritain , 1882-1973. político (tr, A. Domínguez y E. Dobry),
Círculo de Lectores, 1995.
Este «breve tratado» pretende ser un Estudios: St. Hampshire, Spinoza (tr. V.
ensayo sobre el existencialismo de Tomás Peña), Alianza, 1982; J. Moreau, Spinoza,
col. «Que sais-je?», P.U.F., 1971.
de Aquino. Publicado en la época en que
Sartre hacía furor, esta obra se presenta
como una puesta a punto de la cuestión
del ser y de la existencia.
BREVIARIO DE PODREDUMBRE, Pré-
Para Maritain, el tomismo auténtico da
cls de décomposition, 1949.
«la primacía a la existencia y a la intuición
É mil M ichel C io r a n , 1911-1995.
del ser existencial». El solo existencialis­
mo que él reivindica es aquél en que pre­
En esta primera obra escrita en fran­
domina la existencia, mas «en tanto que
cés, Cioran, ese «pensador de ocasión»,
implica y salva las esencias o naturale­
este «anti-profeta» para el que «no hay
zas», y en tanto que manifiesta la victoria
nobleza más que en la negación de la
de la inteligencia y de la inteligibilidad.
existencia», revela con un tono incisivo
Edición: Breve tratado acerca de la exis­ los grandes temas y obsesiones (la
tencia y de lo existente (tr. F. de Sesma), decadencia, el mal, la historia, la nada...)
Desclée De Brouwer, B. Aires, 1949. que jalonan su obra.
Estudios: F. Copleston, Historia de la filo­ Manifestando desde el comienzo un
sofía, vol. 9: De Main de Biran a Sartre (tr.
rechazo hastiado de la filosofía, ese afán
J. M. García de la Mora) Ariel, 1996, cap.
XII; Jacques Maritain. Su obra filosófica, de teorizar la vida, ese «triunfo de la inau-
Desclée de Brouwer, 1960; H. Bars, Mari­ tenticidad», y un desprecio por el filóso­
tain en notre temps, Grasset, 1959. fo, ese profeta charlatán que quiere cono­
cer pero no expresa nada, Cioran invita
a imitar a la mujer pública, la «criatura
menos dogmática» que, separada de todo,
B REVE T R A T A D O DE D IO S, D EL se abre a todo sin convicción. La vida,
HOM BRE Y DE SU FELICIDAD, Kor- «estado de no-suicidio», comienza con la
te Verhandeling uan God, de Mens en quiebra de la filosofía, ese «recurso de
des zelfs Welstand, 1852. todos aquellos que esquivan la exuberan­
B a r u c h S p in o z a , 1632-1677. cia corruptora de la vida».
Para aquel que, dotado de la facul­
Colección de notas tomadas entre 1650 tad de la indiferencia, ha dicho «adiós a
y 1660, este texto está muy alejado del la filosofía», más le vale volverse a la poe­
pensamiento de Spinoza tal como apa­ sía, que, como la vida, no tiene nada que
rece en la -* Ética. Este «breve tratado» probar y todo lo tiene por expresar. Ele­
comporta cuatro categorías de textos, de vando las apariencias «al nivel de un esti­
las que sólo la última merece atención por­ lo», sólo la frivolidad, «el antídoto más
49 BURGUÉS (EL)

eficaz para el mal de ser lo que se es», histórica» que estudia al burgués, enten­
permite engañar al mundo. diendo por tal no el representante de una
clase social sino un tipo de hombre dota­
Edición: Breviario de podredumbre (tr. F. do de cualidades psíquicas particulares.
Savater), Taurus, 1992. El espíritu burgués nace en el siglo xv
Estudio: F. Savater, Ensayo sobre Cioran,
Espasa-Calpe, 1992. en Florencia, espíritu que, como el espí­
ritu de empresa, es uno de los elementos
esenciales del capitalismo y evoluciona
con este sistema. Al capitalismo primiti­
BURGUÉS (EL). Contribución a la his­ vo corresponde un espíritu conquistador,
toria espiritual del hombre económico mientras que el capitalismo tardío se carac­
moderno, D er Bourgeois: zur Geistes- teriza por un aumento de la racionaliza­
geschichte des modernen Wirtschafts- ción y de la organización, lo que lleva con­
menschen, 1913. sigo una pérdida de dinamismo.
W erner S o m b a r t , 1863-1941.
Edición: El burgués (tr. M.a P. Lorenzo),
Alianza, 1993.
Discípulo de Karl Marx y de Max Estudio: A. de Benoist, prefacio a Le socia-
Weber, ligado a la Escuela histórica ale­ lisme allemand, de Werner Sombart, col.
mana, Sombart elabora una «psicología «Révolution conservatrice», Pardes, 1990.
c
C A M IN O DE SE R V ID U M BR E , The entre esos fines singulares, para lo cual
Road to Serfdom, 1944. disponen los planificadores de un poder
F riedrich A u g u s t v o n H a y e k , 1899- total.
1992. Para Hayek no existe racionalidad
alguna que sea superior a la de los indi­
En este «libro político», cercano al pan­ viduos (tesis del individualismo metodo­
fleto, Hayek propone una explicación crí­ lógico); la única racionalidad efectiva es
tica dei totalitarismo. Éste, ya sea nazi, fas­ la que resulta del equilibrio de las accio­
cista o comunista, no es más que el nes individuales. De lo que se sigue que
resultado de las ideas socialistas. Apolo­ plan (socialismo) y mercado (liberalismo)
gista de las ideas liberales de los siglos xvni son dos sistemas económicos inconcilia­
y xix, ideas que han combatido a Marx, bles, siendo el totalitarismo (planismo) el
a Friedrich List, a Gustav Schmoller y a resultado del abandono del liberalismo.
Sombart, el autor desarrolla la tesis de que N o hay libertad política sin libertad eco­
el totalitarismo se apoya exclusivamente nómica.
en la planificación económica. Así, el nazis­ Premio Nobel de economía (1974),
mo no se explica ni por una pretendida Hayek defiende aquí un liberalismo radi­
alma germánica ni por una reacción al cal que hace de él uno de los maestros de
socialismo, sino por las ideas estatistas los «libertarios». La moda del neolibera-
constitutivas de un socialismo autoritario. lismo, venida del mundo anglosajón, ha
Toda planificación es necesariamente anti­ contribuido a la amplia difusión del pen­
democrática y tiránica. samiento hayeksiano, concretamente de
N o obstante, en lugar del término«pla­ su explicación económica del totalitaris­
n ifica ción », Hayek prefiere el de «pía- mo, en la que el socialismo es el funda­
nismo». Si la planificación es una tentati­ mento común del nazismo, del fascismo
va de racionalización de la actividad social, y del estalinismo.
el planismo implica una dirección cen­
tralizada y autoritaria de toda la actividad Edición: Camino de servidumbre (tr. J. Ver-
económica, conforme a un plan único. gara), Alianza, 1995.
Pero la vida económica está constituida Estudios: E. Butler, Hayek. Su contribu­
ción al pensamiento político y económi­
por individuos egoístas que persiguen fines
co de nuestro tiempo (tr. E. Fuentes), Unión
diferentes, concurrentes y a veces incluso Editorial, 1989; J. Ferry, F.A. Hayek: Les
antagónicos. Establecer un plan econó­ éléments d'un libéralisme radical, Presses
mico es imponer elecciones autoritarias universitaires de Nancy, 1990.

[5 1 ]
CAMINOS DE BOSQUE

C A M IN O S DE BO SQ U E , Holzwege, ciencia. La experiencia es experiencia del


1949. aparecer y de lo aparente como tal. A ello
M artin H eidegger , 1889-1976. remite el título «Fenomenología del Espí­
ritu», que alude a la «parusia de lo abso­
Compuesta de seis ensayos, cada uno luto en su reino». El camino hacia la cien­
de los cuales versa sobre un tema dife­ cia es ciencia (de la experiencia de la
rente, esta obra conduce al lector a tra­ consciencia). La filosofía moderna se
vés de «Holzwege», caminos inexplora­ orienta hacia un fundamento absoluto,
dos del pensamiento. El título contiene la una autocertidumbre del saber. Aun sien­
metáfora del bosque, en donde los sen­ do instrumental, el conocimiento existe
deros parecen confundirse, y no llevan «por sí» al lado de lo absoluto. El adveni­
a ninguna parte: detrás del bosque se miento al saber es «itinerarium mentis
encuentra, en su retiro, la verdad. in Deum».
En el ensayo sobre El origen de la obra Otra gran figura del siglo xix, Nietzs­
de arte, el autor analiza la procedencia y che, es objeto de análisis en La frase
el fin de la obra. El origen es la proce­ de Nietzsche «Dios ha muerto»-, esta fra­
dencia de la esencia; en la esencia, el «qué» se se sitúa al origen de una reversión o
es considerado en su «cómo». El artista y perversión de la metafísica. La destitu­
la obra se originan el uno al otro; pero hay ción de Dios es la destitución de lo supra­
un «tertium quid»: el arte. La Belleza, esté­ sensible, y por tanto también de lo sen­
tica e irreductible a la verdad, que es lógi­ sible. La anulación de la diferencia entre
ca, es un modo de eclosión de esta mis­ uno y otro instituye el reino de lo insen­
ma verdad. Bien lejos de ser una cosa, un sible, de lo insensato. La muerte de Dios
producto, la obra es la instigadora de un resume veinte siglos de historia occiden­
combate: ella «instala un mundo» («aper­ tal. Nietzsche precisa que Dios ha sido
tura por virtud de la cual se abre o des­ «matado», y esto es la pérdida de la eter­
pliega en toda su amplitud el abanico de nidad; hace falta una purificación, una
opciones [...] de un pueblo histórico») y «redención». El nihilismo propulsa al hom­
«convoca o hace venir a la tierra» (en una bre en la modernidad. Denuncia valores
«libre aparición de lo que constantemen­ «supremos» que no son, sin embargo, una
te se cierra sobre sí»); la obra de arte pone garantía. Es una lógica de la decadencia,
a estos dos contrarios en la intimidad. La una subversión de los valores, un «recha­
esencia del arte es el poema, el cual es ins­ zo absoluto». Dios ha muerto pero su
tauración de la verdad, que niega al ente lugar queda vacante: hay que reempla­
como realidad exclusiva y última. zarlo por el arte, el más fuerte y el más
La modernidad es también un tema poderoso de los valores, nueva unidad de
heideggeriano. En La época de las con­ medida de un mundo que se alumbra
cepciones de! mundo leemos que los tres como una obra de arte.
fenómenos esenciales de la modernidad ¿Por qué poetas?, se interroga Hei­
son la ciencia, la técnica mecanizada, y degger. A partir de Rilke y de Holderlin
la entrada del arte en el horizonte de la el autor inicia una meditación sobre el
estética; en este último caso, la obra devie­ sentido de la poesía en tiempos de penu­
ne objeto de la experiencia vivida, pasa ria: después del sacrificio crístico, ha teni­
por una expresión de la vida humana. El do lugar el alejamiento «del dios», la noche
proceso fundamental de la modernidad del mundo y el abismo. ¿Por qué, enton­
consiste en que el mundo es una «imagen ces, se eleva el canto poético? La noche
concebida», y el hombre un sujeto; cuan­ del mundo coincide con el despliegue de
to más es objetivado el mundo, más se la técnica y la dominacióon del ente; es
pone el hombre como sujeto, y toda teo­ el alejamiento de lo sagrado y de la sal­
ría del mundo deviene antropología. vación. Hace falta un giro, y es el poeta
En Hegel y su concepto de la expe­ quien lo efectúa: muestra con el dedo la
riencia, el autor se inclina sobre la cons­ salvación, el retomo a lo sagrado, al dios.
53 CANON DE LA MEDICINA

Este ensayo guarda afinidad con La pre­ Edición: Cándido o el optimismo (tr. E.
gunta p o r la técnica (contenida en C on­ Diego), Cátedra, 1985.
ferencias y artículos), que desarrolla igual­ Estudios: A. J. Ayer, Voltaire (tr. M. Can-
dell), Crítica, 1988; P.-L. Assoun, «La que­
mente el tema de la noche del mundo,
relle de l’optimisme dans Candide et ses
desde el punto de vista de la dominación enjeux philosophiques», en Analyses et refle-
del ente y que se articula sobre los versos xions sur «Candide», de Voltaire, EUipses-
de Holderlin comunes a ambos textos: Marketing, 1982.
«Pero donde está el peligro, crece / tam­
bién lo salvador.»
La sentencia de Anaxim andro es la C A N O N DE L A MEDICINA, al-Qánún
fiat-tibb.
de un presocrático, y pasa por ser la más
A vicena (ibn SIná), 980-1037.
antigua en filosofía. Heidegger hace de
ella, más allá de las categorías presocrá- Suma enciclopédica.
ticas, una lectura temática. El pensamiento
es poema, «d ictare» original; el pensa­ Suma considerable de conocimientos,
miento del ser es el orden primero del esta obra es una de las más compactas
decir poético. La Af|r>r| (Léthé: el olvido) del corpus enciclopédico de Avicena; es,
es la claridad del ser; el pensamiento no junto con el Kitáb al-Sbifá (-->■ Libro de
la sigue: gira en tomo, y ese es el reino la cu ra ción ), la obra que asegura la
de la errancia, del error (Irrtum ), el espa­ influencia científica de Avicena hasta el
cio de despliegue de la historia. El ente final de la Edad Media.
es llevado a sí mismo (ereignet). El olvi­ La observación, la investigación y la
do del ser es el olvido de su diferencia por experiencia del hombre práctico son
relación al ente. expuestas con todo detalle, pero reba­
sando con mucho la dimensión de un sim­
Edición: Caminos de bosque (tr. H. Cortés ple tratado científico o de un manual prác­
y A. Leyte), Alianza, 1995. tico, Avicena elabora en esta obra un
Estudio: Otto Póggeler, El camino del pen­ sistema de reglas que gobiernen la obser­
sar de Martin Heidegger (tr. F. Duque),
Alianza, 1993. vación y la experimentación. Apoyándo­
se en los métodos de las concordancias,
de las diferencias y de las variaciones con­
comitantes, pueden enumerarse siete
CÁN D ID O , o El optim ismo, Candide reglas prácticas: la limpieza del remedio,
ou L ’O ptim ism e, 1759. el aislamiento de la acción por relación a
V oltaire (Fran^ois Mane Arouet), 1694- la causa, la diversidad de los objetos de
1778. una misma experiencia, la proporción
Cuento filosófico. entre el remedio y la enfermedad, la obser­
vación de la duración del efecto, la sepa­
Arrojado de su morada, Cándido des­ ración de los efectos «accidentales» de los
cubre, después de mil peripecias, que «los efectos «esenciales» que se producen siem­
preceptos de su buen maestro Pangloss» pre o la mayoría de las veces, la aplica­
son inapropiados: ¿es éste «el mejor de ción del remedio exclusivamente al cuer­
los mundos»? En todas partes hay vio­ po humano.
lencia, intolerancia, iniquidad. Mientras Esta regla de la distinción entre lo acci­
recorre el mundo, Cándido apenas si logra dental y lo esencial en la experiencia reve­
sosiego, pero encuentra al fin la felicidad la la reflexión lógica, prefiguración de la
en su jardín, con sus amigos. epistemología, que es la base del Canon
Con humor feroz, Voltaire ataca ese de la medicina. La regularidad del efec­
mundo imaginario, encamación de Leib­ to experimental justifica e ilustra la teoría
niz, que describe Pangloss; mas con la mis­ del silogismo científico de Aristóteles, al
ma ferocidad, este cuento critica igualmente que se refiere Avicena.- los efectos y las
las instituciones políticas y religiosas. causas que habitualmente se presentan
CAPITAL (EL) 54

son el término medio necesario para fun­ En el libro I, releyendo de manera crí­
damentar una ciencia. La teoría es la con­ tica a los economistas clásicos ingleses
dición primera y necesaria de la expe­ (Adam Smith y David Ricardo esencial­
riencia que, cualquiera que sea su valor mente), Marx describe el capitalismo a
descriptivo y su alcance físico, continúa través de sus tres relaciones fundamen­
siendo el objeto de una ciencia particular tales: relación de intercambio mercantil,
subordinada a una ciencia más general. relación salarial, relación de producción,
La importancia de la descripción expe­ que son las formas específicas de orga­
rimental y la primacía que el Canon de nización del trabajo del capitalismo. El
la medicina parece conceder a las cien­ capitalismo es en efecto un modo de pro­
cias de la naturaleza tienen principalmente ducción que asocia a las fuerzas p ro ­
su justificación en una exigencia didácti­ ductivas (conjunto de factores técnicos
ca: las ciencias particulares son para noso­ de la producción) con las relaciones de
tros más manifiestas que la ciencia gene­ producción (relaciones sociales resultan­
ral del ser (metafísica), pues el objeto de tes de las funciones cumplidas por los indi­
aquéllas es el dato sensible. A diferencia viduos y los grupos en el proceso de pro­
de Averroes, Avicena afirma la preexce- ducción y en el control de los medios de
lencia de la metafísica como fundamen­ producción). Es una sociedad mercantil
to ontológico de toda ciencia de la natu­ donde los capitalistas, propietarios de los
raleza. medios de producción, compran a los pro­
letarios su fuerza de trabajo, y organizan
Edición: Canon de la medicina, Roma, y dirigen el proceso productivo de las mer­
1593; ed. crítica en publicación, Nueva cancías que, vendidas, permitirán acre­
Delhi, vol. I, 1982, vol. II, 1988. centar el capital. El libro II trata del desa­
Estudios: M. Cruz Hernández, Historia del
pensamiento en el mundg islámico, vol. rrollo de los capitales autónomos y de sus
I, cap. 7, Alianza, 1996; Etudes sur Avi- conexiones en la circulación del capital.
cenne (dir. J. Jolivet y R. Rashed), Les Belles Finalmente, el autor analiza en el libro
Lettres, 1984. III el proceso global de la producción capi­
talista y bosqueja ciertas teorías, como las
de las crisis, del interés y de la renta de
bienes raíces.
C A P IT A L (EL), Das Kapital, 1867, El Capital se abre con una descripción
1885 y 1894. de la sociedad burguesa y del sistema capi­
Ka r l M a r x , 1818-1883. talista que asimila a los ciudadanos con
«una inmensa producción de mercancí­
Esta obra esté compuesta de tres libros, as»; así se encuentra confirmada la íey del
de los que sólo el primero fue publicado valor que el autor toma de los econo­
mientras vivía Marx. En 1859 apareció mistas clásicos, ley que revela la esencia
su Crítica de la economía política que, misma del capitalismo: la explotación de
en 1867, se convertirá en el libro I de la fuerza de trabajo.
E l Capital. El libro II (El proceso de cir­ La economía moderna se apoya en
culación del capital) será publicado en efecto en el intercambio de mercancías
1885, y el libro III (El proceso global de (relación de mercancía). La mercancía es
la producción capitalista) en 1894. Frie- un objeto producido de manera regular
drich Engels sostenía estas publicaciones. para ser vendido en un mercado; es por
El filósofo Marx se aventura en la eco­ tanto un objeto socialmente reproducible
nomía, la historia y la sociología para des­ (lo que excluye a las obras de arte, a la
cribir una sociedad (la sociedad burguesa) tierra). Ese producto se presenta bajo un
y un modo de producción (el capitalismo), doble aspecto: como valor de uso y como
elaborando un complejo conjunto de con­ valor de cambio. Un objeto sólo se ven­
ceptos del que desgaja la «ley económica de a condición de que sea susceptible de
del movimiento de la sociedad moderna». satisfacer una necesidad (utilidad). Mas si
55 CAPITAL (EL)

se ligan valor de uso y valor de cambio, trabajo de la que el excedente de trabajo


las dos dimensiones dejan de depender deberá ser extraído. El beneficio depen­
directamente una de otra (el valor de una de de la duración e intensidad de la jor­
mercancía no es función de su utilidad). nada de trabajo. La relación entre capi­
Es posible en efecto intercambiar una mer­ talista y proletario es necesariamente
cancía con otra en proporciones diver­ conflictiva, ya que la persecución de la
sas. Lo cual significa que todas las mer­ plusvalía implica la explotación legal de
cancías tienen un valor de cambio que es los obreros. El capitalista busca en efec­
e l valor propiamente dicho de la mer­ to acrecentar el plus de trabajo (aumen­
cancía en cuestión. Retomando los tra­ to de la duración del trabajo que permi­
bajos de Ricardo, Marx definió ese valor te un crecimiento de la productividad) a
por la cantidad de trabajo empleada en fin de obtener una plusvalía máxima. Sin
la producción, es decir por el tiempo aumentar su duración, pero imponien­
medio que un obrero de mediana cualifi- do una nueva organización del trabajo
cación, y contando con los útiles usuales gracias al progreso técnico, los capitalis­
en una sociedad determinada, emplea­ tas obtienen más de los obreros y aumen­
ría en la producción del objeto. Los valo­ tan así la plusvalía relativa. Cualquiera que
res de todas las mercancías son por tan­ sea su forma, el principio del salario con­
to «cantidades coaguladas de tiempo y de duce a obtener más invirtiendo menos.
trabajo»; o, dicho de otro modo, se trata En un cierto estadio del desarrollo de
de una abstracción cuantitativa que se la producción de mercancías, el dinero se
materializa en la moneda (el dinero). transforma en capital. La plusvalía, obte­
Los capitalistas, com o también los nida a través del trabajo, se toma en capi­
terratenientes, tienen ingresos pese a que tal. En esto consiste la acumulación del
no trabajan. El intercambio mercantil está capital. Si Adam Smith considera que la
ligado a la historia del desarrollo social, plusvalía deviene capital variable, Marx
marcado por la división del trabajo. El muestra por el contrario que una gran par­
capitalista realiza una detracción sobre el te de la plusvalía se transforma en capi­
valor creado por el trabajo. Propietario tal constante (medios de producción). Glo­
de los medios de producción (capital cons­ balmente, esta acumulación crea la riqueza
tante), el capitalista alquila con su capi­ para algunos y la pobreza para los otros.
tal variable la fuerza o la capacidad de tra­ Por otra parte, la acumulación provoca
bajo de los obreros al objeto de producir un aumento del número de parados, con
mercaderías que él venderá por dinero. lo que se origina una «superpoblación capi­
La fuerza de trabajo, que es asimilada talista», un «ejército de reserva del traba­
a una mercadería, es comprada «por su jo». Marx ve en este fenómeno una con­
valor», es decir por el tiempo necesario tradicción fundamental que por fuerza se
para su reproducción; hasta aquí no hay ha de acentuar con el tiempo: los prole­
ni robo ni intercambio desigual. Pero el tarios, creadores de la riqueza, son redu­
beneficio se consigue por la explotación cidos a la miseria (tesis del em pobreci­
de la fuerza de trabajo; y en esto reside miento relativo de la clase obrera). Frente
un aspecto condenable que debe desa­ a los capitalistas, los obreros intentan orga­
parecer. La plusvalía (valor añadido), fuen­ nizarse y emprender una lucha de cla­
te de ingresos no salariales, es la diferencia ses en el plano económico (lucha defen­
entre la cantidad de trabajo aportada por siva contra el capital); en un momento
el proletario y la cantidad de trabajo con­ dado, los proletarios se embarcan en una
tenida en los productos que éste consu­ lucha política a fin de conquistar el poder.
me (el valor de la fuerza de trabajo). El En cada fase del desarrollo histórico tiene
intercambio del salario por una fuerza de lugar un proceso dialéctico por el cual el
trabajo (relación salarial) disimula en rea­ sistema de producción hace emerger una
lidad una relación social. El capitalismo clase dominante y, simultáneamente, pro­
compra, no el trabajo, sino una fuerza de duce las condiciones de progreso de la cía­
CAPITALISMO, SOCIALISMO Y DEMOCRACIA 56

se dominada que, al tomar conciencia de C AP IT ALISM O , SO C IALISM O Y DE­


su realidad histórica y tomarse revolucio­ M OCRACIA, Capitalism, Socialism and
naria, se apoderará del poder. Democracy, 1942.
Así, el sistema capitalista lleva en su Jose ph A lois S ch um p ete r , 1883-1950.
seno los gérmenes de su propia destruc­
ción. Ante todo, porque los beneficios Teórico excepcional del liberalismo,
tienden a declinar por efecto de la con­ Schumpeter piensa que, por desgracia,
currencia y de la ascensión de los sindi­ el capitalismo no puede sobrevivir, pero
catos. Los progresos técnicos de pro­ que en revancha el socialismo puede fun­
ducción modifican la «composición cionar. Definiendo el capitalismo, no en
orgánica del capital» (relación entre capi­ términos de equilibrio sino en términos
tal variable y capital constante). La ley de de dinámica, muestra que los desequili­
la baja tendencial de los márgenes de brios que puede sufrir un tal sistema (por
beneficio engendra el desplome del sis­ ejemplo, una crisis cíclica) no significan
tema. Marx desarrolla además una teoría su fin sino, al contrario, una aceleración,
de las crisis, que aparecen, de manera siendo los desequilibrios factores de cre­
periódica, cuando no es posible dar sali­ cimiento. El capitalismo no vive más que
da a todas las mercancías producidas. Esas por el progreso y la innovación. El que
crisis, resultado de las contradicciones desempeña un papel esencial en el capi­
internas del capitalismo, son ineludibles talismo es el empresario, el hombre de
y provocan la destrucción del sistema. La negocios dinámico, audaz, que decide las
obtención de beneficios implica que todas inversiones. Así, Schumpeter no reduce
las mercancías sean vendidas a su valor. el capitalismo a sus solos aspectos eco­
La inversión es una necesidad, pero no nómicos; le añade factores psicosocioló-
se realiza más que con vistas a obtener gicos.
beneficios (el capitalista compra máqui­ N o marxista, pero consciente de «la
nas para economizar en trabajo), y no importancia única del mensaje de Marx»,
para satisfacer las necesidades de los con­ Schumpeter cree, como el teórico comu­
sumidores. De ahí que, cuando el capi­ nista, en el hundimiento del capitalismo,
tal aumenta, tiende a cruzarse una fosa aunque existe entre estos dos hombres
entre la producción y el poder de com­ un desacuerdo fundamental en cuanto a
pra de los obreros. Y ello desemboca en las modalidades de este hundimiento: «El
una crisis de superproducción. capitalismo — escribe el autor— está en
Obra excepcional inserta en un vasto vías de ser aniquilado por sus mismos éxi­
ámbito, admirada o vivamente criticada, tos.» Desde un punto de vista estricta­
caricaturizada a menudo o inspiradora de mente económico, el capitalismo puede
lecturas dogmáticas, El Capital es una de seguir manteniéndose, incluso aunque
las referencias inevitables del pensamiento exista una modificación de las posibili­
contemporáneo. dades de inversión. Lo que arruina al capi­
talismo, lo que destruye su interior, es la
Ediciones: El capital. Crítica de la econo­ descomposición de la burguesía. El espí­
mía política (tr. W. Roces), 3 vols., México, ritu que animaba al capitalismo en sus ini­
Fondo de Cultura Económica, 1975; El capi­ cios y que encamaba el empresario se ha
tal (tr. M. Sacristán), Crítica, 1980.
Estudios: J. Touchard, Historia de las ideas extinguido para dar paso a valores de
políticas (tr. J. Pradera), Tecnos, 1996, seguridad y de disfrute. El progreso téc­
pp. 470-508; L. Althusser, -> Para leer «El nico, al desarrollar el espíritu de racio­
Capital», Siglo XXI, 1980; I. Berlín, Karl nalización, aumenta el poder de los espe­
Marx (tr. R. Bixio), Alianza, 1973; L. Kola- cialistas y tiende a disminuir, por el
kowski, Las principales corrientes del mar­
xismo, vol. I: Los fundadores (tr. J. Vigil descenso de los márgenes de beneficio,
Rubio), caps. XI-XIV, Alianza, 1985; F. Mar­ los ingresos de los capitalistas, que pro­
tínez Marzoa, La filosofía de «El Capital» gresivamente perciben remuneraciones
de Marx, Taurus, 1983. análogas a las de los burócratas. La buró-
57 CAPITALISMO Y ESQUIZOFRENIA

cracia tiende a dominar, desterrando así los terroristas de la teoría, aquellos que
a la innovación. querrían preservar el orden puro de la polí­
Schumpeter concluye que el capitalis­ tica y del discurso político. [...] 2) Los las­
mo acabará por dejar lugar a un planifi- timosos técnicos del deseo — los psicoa­
cacionismo, a un socialismo. Sin embar­ nalistas y los semiólogos— que registran
go no desea un socialismo de tipo cada signo y cada síntoma, y que querrían
marxista, sino una democracia cuya orga­ reducir la organización múltiple del deseo
nización recompensará la competencia, a la ley binaria de la estructura y de la
una democracia nueva en la que, com­ carencia. 3) Finalmente, el enemigo
petitivamente y al menor costo, serán mayor, el adversario estratégico [...]: el
seleccionadas las elites. fascismo. Y no solamente el fascismo his­
tórico de Hitler y Mussolini [...] sino tam­
Edición.- Capitalismo, socialismo y demo­ bién el fascismo que todos llevamos den­
cracia, Folio, 1984.
tro, que asedia a nuestros espíritus y
Estudios: S. E. Harris, Schumpeter, cien­
tífico social (tr. R. Garcés), Paidós, 1984; nuestras conductas cotidianas, el fascis­
F. Perroux, La Pensée économique de mo que nos hace amar el poder, desear
Joseph Schumpeter, Ginebra, Droz, 1965. esa cosa misma que nos domina y nos
explota.»
Como su título indica, E l Anti-Edipo
es ante todo una máquina de guerra con­
C A P IT A L ISM O Y ESQUIZOFRENIA, tra Freud, contra el psicoanálisis o más
Capitalisme et schizophrenie, 1972 y bien contra los efectos del poder que el
1980. psicoanálisis induce. La teoría del deseo
G illes D e le u ze , 1925-1995, y P ierre y del sujeto del deseo, que el psicoanáli­
F élix G u attar i , 1930-1992. sis invoca, es contra la que Deleuze y
Guattari van a forjar el nuevo concepto
Pese al título genérico bajo el que son de máquina deseante: el inconsciente
reagrupadas las dos obras, El Anti-Edipo es en sí una máquina en un universo de
(tomo I) y M il Mesetas (tomo II) son muy máquinas cuya función esencial es la de
diferentes por su forma, su estilo y sobre producir; es en esta lógica de la produc­
todo por el contexto político y teórico que ción mecánica donde el recurso a Marx
los ha visto nacer. Si el primero es pro­ y a la explicación de los mecanismos de
ducto directo de Mayo del 68, si asume explotación capitalista deviene más fecun­
incluso la difícil tarea, por relación a la his­ do. Finalmente se introduce contra el psi-
toria, de ser un libro de reacción al acon­ coanális el proyecto de una nueva disci­
tecimiento a la vez que un libro prospec­ plina, el «esquizo-análisis», con la voluntad
tivo que pretende abrir un nuevo modo de firme de liberar al sujeto de la represión
filosofar, el segundo es por el contrario un que acompaña a su deseo en la que par­
libro de paciencia, un libro que se ha toma­ ticipa el psicoanális.
do tiempo de maduración teórica, un libro En M il Mesetas, la lucha contra el psi­
que retorna a su predecesor con armas coanális prosigue a veces en profundidad,
nuevas y mejor adaptadas a sus ambicio­ y a veces se abandona la polémica en lo
nes. Porque estas dos obras son ante todo que respecta a la forma: es, por otra par­
obras polémicas o políticas, si por este tér­ te, la forma misma lo que en este libro sor­
mino se entiende el combate de ideas en prende. En lugar de los capítulos tradi­
tanto que interesa al ciudadano. cionales, los autores proponen una serie
Michel Foucault, en el prefacio que de mesetas que se superponen las unas
escribió para la edición americana del Anti- a las otras a manera de placas tectónicas
Edipo, designaba claramente, en un esti­ con efectos subversivos: el modelo de refe­
lo a su vez polémico, los tres adversarios rencia es de orden geográfico o, mejor,
a los que los autores se oponían: «1) Los geológico: es la Tierra en tanto que meca-
ascetas políticos, los militantes morosos, nosfera, máquina de máquinas, la que se
CARACTERES (LOS) 58

invoca como suelo en el que arraigan los so, el orgulloso, el necio, el cínico, el hipó­
hombres, que no es ya la ontología tradi­ crita, el adulador... Este libro, caracteri­
cional. El final de la obra, que habrá hecho zado por su bufonería y su perspicacia, ha
desfilar, al revisarlos, los grandes domi­ influido en la comedia griega y, en el siglo
nios de la filosofía clásica, está consagra­ xvn, ha sido imitado por La Bruyére.
do a una reflexión sobre la política y par­
ticularmente a la oposición entre el Estado Edición: Los caracteres (tr. M. Fernández
Galiano), Centro de Estudios Constitucio­
y el nómada, en tanto que éste represen­
nales, 1985.
ta la alteridad fundamental de la sedenta- Estudio: L. Figuier, Teofrasto, Hachette,
riedad a la que invita el Estado. 1877.
En el hervidero barroco de las ideas que
siguieron al Mayo del 68, estas dos obras
ocupan un importante lugar, pues mani­
fiestan la ambición de un filósofo y de un C AR A C T E R E S Y PE R S O N A LID A D ,
psicoanalista de revolucionar sus respecti­ Caracteres et personnalité, 1954.
vas disciplinas superponiendo la una a la G a s t ó n B erger , 1896-1960.
otra a la manera de esas mesetas que los
autores evocan. N o es de extrañar por tan­ Gastón Berger reseña, en esta obra
to que estos dos libros hayan desconcer­ que consta de seis capítulos, las diferen­
tado a filósofos y psicoanalistas, y que su tes tipologías de los caracteres humanos
recepción haya sido pasional. Las dos obras estudiando la pluralidad de sus manifes­
marcan además otro tipo de subversión: taciones, lo que le permite establecer una
la del género tradicional de la escritura filo­ clasificación por géneros. Tras haber des­
sófica, fruto siempre de un espíritu solita­ crito las diversas capas de la personali­
rio, mientras que aquí los autores asumen dad, el autor se interesa por las aptitudes
una escritura a cuatro manos con una úni­ y el personaje, para acceder finalmente
ca voz. al sujeto trascendental en tanto que tal.
El objeto de este estudio se sitúa prin­
Ediciones: El anti-Edipo; capitalismo y cipalmente a un nivel empírico, puesto
esquizofrenia (tr. F. Monge), Paidós, 1995; que persigue un conocimiento psicológi­
M il mesetas (tr. J. Vázquez), Pre-Textos,
1994. co del hombre, sin olvidarse de recono­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ cer, a la base del carácter, el aspecto tras­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ cendental de la conciencia. El problema
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 136-141; propuesto es-. «¿Podemos responder a
V. Descombes, Lo uno y lo otro. Cuaren­ la cuestión: Quién soy yo?»
ta y cinco años de filosofía francesa (1933-
El individuo se revela en primer lugar
1978) (tr. E. Benarroch), Cátedra, 1982,
caps. 5 y 6; Philosophie contemporaine, por su actitud: sus gestos, el tono de su voz
obra colectiva, Les Belles Letres, 1985, en u otros signos espontáneamente exterio­
particular la conferencia de A. Villani: «Deleu- rizados, que son otros tantos indicios de la
ze et la philosophie microphysique». realidad de su personalidad. Berger define
la noción de personalidad según Le Sen-
ne como « totalidad concreta del yo», y
según Warren d’Allport como «organiza­
C A R A C T E R E S (L O S ), KapccKTTjpei; ción dinámica de los aspectos cognitivos,
f]0lKOl. afectivos, conativos, fisiológicos y morfo­
T e o f r a sto , hacia 372-hacia 285 a.C. lógicos del individuo». Es preciso distinguir
entre personalidad y carácter, «estructura
Obra original escrita para ilustrar un en la cual vienen a depositarse las influen­
tratado de moral desaparecido, Los carac­ cias y a grabarse los sucesos», pero tam­
teres está constituida por una serie de bién diferenciarla de las aptitudes, que son
retratos morales representativos de trein­ los medios de los que disponemos para la
ta tipos diferentes de hombres: el vanido­ prosecución de nuestros fines.
59 CARACTERES Y PERSONALIDAD

Berger subraya la importancia de tres mentarios» podrán precisar el análisis de


factores (la emotividad, la actividad y la un carácter y justificar las diferencias entre
secundariedad), que van a combinarse individuos del mismo tipo (p. ej.: la avidez,
entre sí para producir los diferentes tipos los intereses sensoriales...). 0 autor comen­
que compondrán el repertorio de la carac­ ta a continuación las aptitudes y capaci­
terología. La emotividad «mide la sensi­ dades del hombre. Las aptitudes «son dise­
bilidad a la alteración de un psiquismo indi­ ñadas por las funciones sociales a cumplir»,
vidual»; ante lo que nos puede conmover, mientras que la capacidad es, según Pié-
el emotivo se reconoce por la intensidad ron, la posibilidad de éxito en la ejecu­
y frecuencia de sus emociones, mientras ción de una tarea. Mientras que la capa­
que por el contrario el no-emotivo rara­ cidad se adquiere, la aptitud es innata, como
mente parece alterado. El activo mani­ «don original e irreductible a las influencias
fiesta una fácil inclinación a la acción, mien­ del medio». Pueden citarse ciertas aptitu­
tras que el inactivo deja siempre todo para des entre las más evidentes, como las apti­
más tarde y pasa difícilmente al acto. La tudes físicas (la fuerza), o las aptitudes inte­
secundariedad representa la estabilidad lectuales (la inteligencia).
y el método, el sentido de la responsabi­ Pero, en adición al carácter y a las apti­
lidad, en oposición a un carácter inesta­ tudes, el individuo considerado como per­
ble o excesivamente disponible. Los tipos sonaje, es decir en relación a su medio,
resultantes del juego de estos factores, «no juega igualmente un papel primordial. «El
constituyen solamente una marca para personaje es como una máscara», escribe
prever los comportamientos, sino que son Berger, «que reemplaza las relaciones per­
una estructura inteligible que nos revela la sonales por conductas previstas de ante­
razón de los actos, a la que se puede acce­ mano». Está hecho de convenciones y de
der por una operación paralela a la de la hábitos inculcados, hasta confundirse en
intuición fenomenológica». Se obtienen algunos individuos con la personalidad ver­
así ocho tipos de caracteres principales, dadera, mientras que el hombre libre sabe
y habrá que recurrir a las correspondientes utilizar esos mecanismos y distinguirse de
fórmulas precisas de la caracterología para ellos.
soslayar la idea aproximativa, tan a menu­ Por otra parte, las situaciones acci­
do vulgarizada por el sentido común. Por dentales permitirán igualmente profun­
ejemplo, un sanguíneo se definirá como dizar en el conocimiento de un individuo,
un no-emotivo, activo, primario... puesto que el desarrollo de un hombre
El primer grupo-tipo comprende a los «no depende solamente de su naturale­
sanguíneos, extrovertidos, orientados hacia za», sino también de circunstancias exte­
el mundo, y a los sentimentales, intro­ riores que podrían actualizar algunas de
vertidos, soñadores, que viven en el secre­ sus posibilidades virtuales.
to de su ideal. H segundo grupo incluye a En conclusión, Berger realiza de alguna
los nerviosos, originales y fantasiosos, por manera una transición filosófica al afirmar
oposición a los flemáticos, hombres con­ la búsqueda del sí mismo en un ámbito que
vencionales influenciados por las normas. trasciende la naturaleza. Si el análisis per­
El tercer grupo comprende a los coléricos, manece en el nivel de la psicología, Berger
que alian entusiasmo y rapidez de ejecu­ piensa como filósofo, y sus escritos dan tes­
ción, y a los apáticos, paradójicamente timonio de una moral rigurosa, de un res­
sometidos a una gran fuerza de inercia. En peto cierto en su representación del hom­
fin, el cuarto grupo reúne a los apasiona­ bre: «Yo estudio a los individuos, yo sé sin
dos, de potentes emociones y principal­ embargo que éstos no son tales más que
mente motivados por la concretización de por los sujetos trascendentales que en ellos
un ideal narcisista, y su corolario, los amor- se expresan: tales son las Personas.» Com­
fos, cuya apatía congénita les empuja a prendemos así que el conocimiento no pue­
rehuir todos los conflictos de la existencia. da hacer caso omiso de «la conciencia más
Berger precisa que los «factores comple­ allá del mundo y de las formas».
CARACTERÍSTICAS DE LOS HOMBRES, DE LAS COSTUMBRES, DE LAS OPINIONES Y DE LOS TIEMPOS 60

Edición: Caractéres et personnalité, P.U.F., necesidad de constituir la sociedad civil


1954. mediante el artificio de un contrato.
Estudio: Hommage á Gastón Berger, obra En el plano práctico, el autor defiende
colectiva, publicación de los Anales de la
Facultad de Letras de Aix-en-Provence, una política liberal, constitucional, y mili­
Ophrys, 1964. ta en favor de la tolerancia. El Estado pro­
pondrá una religión oficial, mas no la
impondrá por la violencia.
La influencia de Shaftesbury fue inmen­
CARACTERÍSTICAS DE L O S H O M ­ sa sobre el Siglo de las Luces. Todo hombre
BRES, DE LA S CO STU M B RE S, DE digno poseía en su biblioteca un ejemplar de
LAS O PIN IO N E S Y DE L O S TIEM­ las Características. En Inglaterra, Butler,
POS, Characteristics o f Men, Manners, Hutcheson, Hume, reconocían en él a un
Opinions and Times, 1711. maestro. E igualmente Leibniz, Voltaire, Dide­
S h a ftesb u ry (Anthony Ashley Cooper, rot, Kant, y muchos otros. Es sobre todo en
conde de), 1671-1713. los dominios de la moral y de la estética don­
de su influencia ha sido determinante.
Esta obra recopila varios escritos publi­
Edición: Characteristics o f Men, Manners,
cados antes de 1711 y constituye una suer­ Opinions and Times (ed. J. M. Robertson),
te de suma del pensamiento de Shaftes­ 2 vols., Peter Smith, Gloucester, 1963.
bury. El autor es un deísta optimista que Estudio: E. Cassirer, Filosofía de la Ilus­
se apoya en una filosofía del sentido común. tración (tr. E. Imaz), México, Fondo de Cul­
El mundo es una totalidad armoniosa tura Económica, 1943, cap. 7.
y bella, en el seno de la cual cada ser tie­
ne su función. Desarrolla un finalismo tota­
lizador que desemboca en una afirmación CÁRMIDES, o De la sabiduría, X a p -
de la equivalencia de los valores: el bien, |ií5r|q, ti nepl aoxppocrúvrn;, o hacia 388
lo bello, lo verdadero. La influencia de los a.C.
antiguos (Platón, los estoicos, Plotino) es P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
aquí perfectamente perceptible. La prue­ Diálogo.
ba de la existencia de Dios no puede ser
más que a posterior! ■ . la contemplación de Sócrates se propone hacer descubrir al
la armonía del mundo la proporciona. El joven Cármides la verdadera naturaleza de
ateísmo es achacado a la melancolía de las la sabiduría (coxppooOvri, sóphrosyne). Las
almas insensibles a esta armonía. definiciones propuestas por Cármides son
El filósofo predica una religión natural examinadas según el método dialéctico y
y una moral desgajada de toda teología. recusadas por Sócrates: la sabiduría no es
Existe para él un «sentido moral innato». ni la mesura, ni el pudor, ni el hecho de
No opone el interés particular al interés conducir sus propios asuntos. Critias (el
común de los hombres, ni la felicidad a la odioso personaje de la tiranía de los Trein­
virtud. No hay felicidad sin el contenta­ ta), acudiendo en ayuda del joven, propo­
miento del alma, que sólo la virtud pro­ ne definir la sabiduría como el conocimiento
cura. El autor insiste aquí en la necesidad de sí mismo; conocimiento que tiene la par­
de practicar la virtud por sí misma, sin ticularidad de tomarse a sí mismo como
consideración de recompensas o castigos objeto (mientras que las ciencias particula­
ulteriores, en particular de naturaleza reli­ res tienen siempre un objeto distinto a ellas
giosa. La recompensa de la virtud no es mismas). Pero Sócrates, a quien no satis­
otra que la virtud misma. face todavía esta definición, muestra que
En política, Shaftesbury expone una un tal conocimiento es tan imposible como
teoría de la sociabilidad natural del hom­ inútil. Al término de densos desarrollos dia­
bre. La crítica apunta aquí a Hobbes y a lécticos, que el lector contemporáneo podrá
su tesis de la guerra universal en el esta­ encontrar oscuros o gratuitos, el diálogo
do de naturaleza. Para Shaftesbury no hay desemboca en una aporía. La definición de
61 CARTA A D’ALEMBERT SOBRE LOS ESPECTÁCULOS

la sabiduría no ha sido encontrada, y Sócra­ ticular la comedia. Rousseau replica salien­


tes rehúsa en particular a confundirla con do, contra los filósofos y los enciclopedis­
el conocimiento del bien y del mal. tas, en defensa de sus compatriotas.
Cármides pertenece pues a la nume­ Volviendo a tomar las tesis del -+ Dis­
rosa familia de diálogos aporéticos, los curso sobre las ciencias y las artes, Rous­
primeros que Platón escribió. Presenta el seau (¡él mismo autor de piezas teatrales!)
mismo interés que el ►Laques, el -* Lysis, denuncia el papel corruptor del teatro.
o el -*■ Eutifron : el lector se familiariza Tras una defensa de los clérigos de
con la ironía socrática, las discusiones dia­ Ginebra (acusados de herejía por D’Alem­
lécticas y la mayéutica. N o es seguro que bert), Rousseau desarrolla una crítica de
los contemporáneos de Sócrates, que asis­ los efectos del teatro. En lugar de corre­
tían a las inextricables justas verbales aquí gir, enderezar, edificar, se ocupa más bien
descritas, pudieran fácilmente distinguir en adular el gusto de un público al que
el método del filósofo del utilizado por hay que agradar. El teatro que moraliza
los sofistas. En todo caso, el Cármides a la sociedad es a los ojos de Rousseau
presenta un interés específico. Por la una mofa; las piezas pueden en rigor sus­
importancia que concede al tema de la citar ciertos sentimientos morales, mas es
sabiduría, este diálogo anuncia y prepa­ en nosotros, y no en ellas, donde se
ra los desarrollos más profundos de -►La encuentran los principios de la moralidad.
República. Se observan además, entre el Se dice que la tragedia mueve a las almas
Cármides y los diálogos de madurez, dife­ a la piedad. Rousseau piensa por el con­
rencias muy netas en la doctrina de la sabi­ trario que los sentimientos que inspiran los
duría; y hasta tal punto, que ciertos héroes trágicos se despliegan en una dimen­
comentaristas han llegado a poner en sión totalmente fantasmagórica. Los obje­
duda la autenticidad de este diálogo. Sin tos de esos sentimientos (personajes, situa­
embargo, su género mismo — parodia del ciones) son ficticios o demasiado lejanos en
estilo y de las refutaciones sofísticas— el espacio y el tiempo. Cuando hemos llo­
deben disuadir de atribuir demasiada rado en el teatro nos sentimos en paz y nos
importancia a esas diferencias. eximimos de la compasión en la vida real.
Difícilmente se puede permanecer Además, nuestra vida es demasiado infe­
insensible a las cualidades literarias del rior a la de las situaciones de la tragedia
Cármides, cuya gracia volverá a encon­ para que podamos identificamos con ellas.
trarse en otros diálogos de Platón, como En fin, la experiencia muestra que simpa­
en el -+ Protágoras. tizamos más con las debilidades de los héro­
es trágicos que con el deber que han de
Edición: Cármides (tr. E. Lledó), en Platón, cumplir. La comedia toca más de cerca la
Diálogos, vol. 1, Gredos, 1990.
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la vida real. Pero mientras que la tragedia
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle- no era más que ineficaz, la comedia es noci­
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp.155-173; va. La burla que la comedia instaura a pro­
C. Chrétien, introducción al Charmide, col. pósito de todas las cosas induce a la inmo­
«Profil philosophie», Hatier, 1987. ralidad. Es el pasatiempo de una aristocracia
que se complace con la puesta en escena
de sus propios vicios.
C A R TA A D ’ALEMBERT SOBRE LO S La Carta termina con un cuadro de fic­
ESPECTÁCULOS, Lettre á d ’Alembert ción: imaginemos lo que los Montañones,
sur les spectacles, 1758. esos campesinos del Jura, devendrían si
J e an -Ja c q u e s R o u s s e a u , 1712-1778. se instalara en sus tierras un teatro; una
avalancha de desgracias y de vicios des­
En 1757 aparecía el tomo VII de la cendería sobre ese infeliz pueblo, hasta
-►Enciclopedia; en el artículo «Ginebra», ahora virtuoso y próspero.
D ’Alembert deploraba que la ciudad no Rousseau bosqueja finalmente el pro­
admitiera los espectáculos teatrales, en par­ grama de las verdaderas fiestas popula­
CARTA VII 62

res, las mismas que organizará, treinta parientes y amigos de Dión consejos
años más tarde, la Revolución. La Car­ para conducirse uno mismo: «vivir cada
ta a D ’Alem bert sobre los espectáculos día de manera que uno llegue a ser lo
rompe las filas de los filósofos y será oca­ más posible dueño de sí», o para la mar­
sión de una irreversible desaveniencia con cha de la ciudad, que no debe ser «escla­
el partido enciclopedista. va de los señores», sino «sometida a las
leyes». Esta tesis, mantenida en -> Las
Edición: Carta a D ’Alembert sobre los Leyes, constituye uno de los giros polí­
espectáculos (tr. Q. Calle), Tecnos, 1994. ticos más importantes en la filosofía de
Estudio: J. Rubio Carracedo, «Estudio pre­ Platón, para quien las leyes habían sido
liminar» a la ed. cit.
hasta entonces esencialmente arbitra­
rias, y por tanto injustas y nefastas.
Texto esencial, tanto por la doctrina
política del autor como por su biografía,
C A R T A VII, o hacia 354 a.C.
la Carta V il aporta también precisiones
P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
importantes sobre la teoría platónica del
conocimiento: Platón expone en efecto
Entre las trece cartas atribuidas a Pla­
los cinco «factores indispensables del cono­
tón, la séptima es la única cuya autenti­
cimiento», a saber, el nombre (la palabra
cidad parece hoy en día incontestable,
que designa el objeto que se quiere cono­
por el hecho de que Platón expone en
cer), la «definición de la cosa en cuestión»,
ella con todo detalle sus tres viajes a Sici­
la imagen o la figura que representa a ese
lia: de 390 a 388 se reúne con Dionisio
objeto, después el conocimiento inteligi­
Primero, tirano de Siracusa, al que repro­
ble, y finalmente el objeto en sí mismo.
cha sus costumbres poco virtuosas, incom­
Platón se aleja así de las tesis de -* La
patibles con la carga del gobierno de una
República, donde sólo el conocimiento
ciudad; mas allí conoce también a Dión,
inteligible era considerado conocimiento
joven pariente de Dionisio que se torna
verdadero, y acepta la imagen como modo
en amigo y adepto de las teorías políticas
de aprehensión de un objeto. Por todas
de Platón. A la muerte del tirano, en 367, estas razones, parece difícil considerar
le sucederá Dionisio «El joven»; ésta fue este texto com o apócrifo, puesto que
la ocasión para Platón, que retoma a Sira­ incluso explícita las obras tardías de Pla­
cusa a petición de Dión para poner en
tón y la prudente posición de Aristóteles
práctica la teoría del rey-filósofo ense­ con respecto a la actividad política.
ñando la virtud al nuevo tirano. La empre­
sa halló tan poca acogida en el entorno Ediciones: Cartas (tr. M. Toranzo), Centro
de Dionisio que esta tentativa terminó en de Estudios Constitucionales, 1970; Cartas
fracaso — fracaso renovado en un tercer (tr. J. Zaragoza), en el vol. Vil de los Diálo­
gos de Platón, Gredos, 1992.
viaje de Platón hacia 360— . Estudios: J. Zaragoza, Introducción a las
Escrita poco después de la muerte de Cartas en la ed. de Gredos; J. SouUhé, intro­
Dión en 354 (asesinado cuando llevaba ducción de la edición francesa (Lettres de
tres años en el poder), la Carta VII está Platón, Les Belles Lettres, 1960).
dirigida «a los parientes y amigos de
Dión» que deseaban, con el apoyo de
Platón, continuar la línea de Dión. El C A R T A SO B R E E L H U M A N IS M O ,
autor explica aquí las razones de su com­ B ríe f über den «Humanismus», 1947;
promiso político — la muerte injusta de Über den Humanismus, 1949.
«Sócrates, ese anciano que yo venera­ M artin H eidegger , 1889-1976.
ba»; la desastrosa política de los Trein­ Carta dirigida a Jean Beaufret.
ta Tiranos; y, más generalmente, «el
temor [de parecer] incapaz de aplicarse En 1945 comienza con Jean Beau­
de buen grado a la acción»— , y da a los fret un diálogo que Heidegger continuará
63 CARTA SOBRE LA TOLERANCIA

hasta su muerte. En respuesta a una de a sus breves relaciones con el nazismo


las cartas de Beaufret, cuyos artículos y su alejamiento de la Universidad. Con
sobre el existencialismo había leído, Hei­ él deshizo los malentendidos que oca­
degger redactó en 1947 este texto en el sionó el descubrimiento de sus obras: la
que respondía más particularmente a acusación de irracionalismo, que asimi­
la cuestión: «¿Cómo volver a dar un sen­ laba al punto toda crítica de la «lógica»
tido a la palabra “humanismo”?» Se lee a un nihilismo; el reproche formulado
aquí una feroz oposición del autor de contra el autor de Sein und Zeit de rene­
-»■ Ser y tiem po a los humanismos que, gar de los «valores», la acusación de ate­
desde la Rom a antigua, presuponen ísmo; con él disipaba, finalmente, la fre­
como evidente la esencia del hombre sin cuente confusión, que tuvo lugar en la
percatarse de que la definición del hom­ postguerra, del existencialismo ambien­
bre como animal rationale es una inter­ tal con una ontología que pretendía supe­
pretación metafísica que desconoce la rar a la metafísica.
dignidad propia del ser humano. La
metafísica no advierte que la especifici­ Edición: Carta sobre el humanismo, Tau-
dad del modo de ser del hombre es que rus, 1970.
Estudio: E. Levinas, -►En découvrant l ’e-
éste «ek-siste». Por «ek-sistencia» deberá xistence avec Husserl et Heidegger, Vrin,
entenderse, no la realización de una esen­ 1974.
cia, sino el hecho de «sostenerse en el
esclarecimiento del Ser». Volviendo en
este punto a la lectura ético-existentiva C A R T A SO B R E L A TOLER AN C IA,
del Sein und Z e it que ignoraba lo que Epístola de Tolerantia ad clarissimum
él entendía por «ek-sistencia» o por Virum, 1689.
Dasein, Heidegger recuerda aquí que el Jo h n L o c k e , 1632-1704.
Dasein es ese dominio de apertura al
Ser, ese campo de manifestación del Ser En esta obra, al igual que en todas las
que hace al hombre capaz de una com­ suyas, Locke anuncia y prepara el gran
prensión del Ser: es el «pastor del Ser», movimiento de las Luces, que culminará
es decir, aquéllo por lo cual los otros con Voltaire. Locke distingue en primer
entes pueden acceder al Ser. lugar los tres órdenes de la fuerza, de la
Mas ¿qué es el Ser? H eidegger no razón y de la fe. Después afirma que todo
responde a esta cuestión, viendo más hombre pertenece a dos sociedades: la
bien en ella la tarea del pensamiento. civil y la religiosa. El problema de la into­
La verdad del Ser resta impensada. El lerancia surge de la confusión entre estos
Ser se nos da com o destino, se da en dos dominios; esta confusión es dañina
y como una historia, pero al mismo tiem­ tanto para la salud del cuerpo social como
po, puesto que no es ente, se nos nie­ para la salud individual. Es competencia
ga: la historia del Ser (la historia de la del poder político impedir que interfieran
metafísica) es también la historia del olvi­ entre sí, sin preocuparse de la salud de
do del Ser. El hombre debe por tanto las almas ni de la fe, sobre las cuales el
descubrir la verdad del Ser que lo recla­ gobierno no tiene el menor derecho.
ma para la salvaguarda de su verdad. El El poder del Estado no podría exten­
pensamiento de Heidegger, que se eri­ derse en efecto más allá de los intereses
ge contra todo humanismo anterior, no temporales de la sociedad; es éste un prin­
tiene pues nada que ver con una glori­ cipio capital de la filosofía liberal, de la que
ficación de lo inhumano: es un huma­ Locke puede ser tenido por fundador.
nismo que piensa al hombre en su pro­ En cuanto a las Iglesias (pues no cabe
ximidad con el Ser. hablar de ellas más que en plural, y entre
Con este texto esencial, que tuvo en las cuales no hay lugar a establecer nin­
Francia una gran resonancia, rompía Hei­ guna diferencia), son instituciones priva­
degger el silencio de escritor que siguió das que no dañan en modo alguno a la
CARTA SOBRE LOS CIEGOS PARA USO DE LOS QUE VEN 64

colectividad. El Estado no puede interve­ ría un ciego de nacimiento al que se le


nir en su funcionamiento o reglamentar los diera súbitamente la vista? Dicho en otros
cultos más que si atenían contra el dere­ términos más filosóficos, ¿cómo se orga­
cho de las personas o contra la buena mar­ niza la combinación de los diferentes sen­
cha de la sociedad (prácticas bárbaras, sacri­ tidos en la percepción? ¿Qué papel
ficios humanos, por ejemplo). desempeña en ello el juicio? Las descrip­
Es el principio de la laicidad del Esta­ ciones de Diderot, a quien siempre y ante
do lo que es aquí propuesto con una niti­ todo le preocupa observar, dan lugar a
dez sin precedentes. En nombre de este interesantes indicaciones sobre los fenó­
principio, Locke reclama la igualdad de menos de suplencia y de compensación,
derechos para todos los cultos, sin dife­ por los cuales los ciegos consiguen paliar
rencia alguna; «ni los paganos, ni los la carencia de visión.
mahometanos, ni los judíos» deben ser Mas bien pronto el debate se desvía de
excluidos. La resonancia de estas tesis la cuestión inicial y toma una dimensión
estuvo a la altura de su audacia. a la vez metafísica y teológica. Sobre su
lecho de muerte, el ciego Saunderson mur­
Edición: Carta sobre la tolerancia (tr. P. mura extrañas palabras. Delira, y Diderot,
Bravo Gala), Tecnos, 1991. al igual que en el -►Sueño de d ’A le m ­
Estudios: P. Bravo Gala, presentación del
texto en la edición citada; S. Goyard-Fabre, bert, se sirve de este delirio para avanzar
John Locke et la raison raisonnable, Vrin, ideas audaces. En pocas páginas llenas de
1986. exaltación, Diderot pone en boca del cie­
go las palabras más subversivas que la épo­
ca haya oído hasta entonces. En el siglo
XVIII, para probar la existencia de Dios, se
C A R T A SOBRE LO S CIEGOS P A R A evocaba hasta la saciedad «el espectácu­
USO DE LO S QUE VEN, Lettre sur les lo de la naturaleza» (tal es el título de un
aveugles á l ’usage de ceux qui voient, libro del abate Pluche); el ciego comen­
1749. ta, no sin impertinencia, que esta prueba
D enis D iderot , 1713-1784. no tiene valor para él: «Si quiere que yo
crea en Dios, es preciso que me deje tocar­
En el siglo XVIII, los filósofos (Diderot, lo». Ésta es, para Diderot, la ocasión para
mas también Locke, Berkeley, Buffon, de su autocrítica; porque los Pensamien­
Voltaire, Condillac) se interesan por los tos filosóficos (1746) habían hecho un
ciegos. No para atraer la atención del públi­ uso apologético del argumento teleológi-
co sobre su triste suerte, sino por juzgar co. Evocando la naturaleza, Saunderson
que los ciegos — en particular los de naci­ describe un universo abandonado al azar
miento— brindan la clave de debates filo­ y a la necesidad, sede de la generación
sóficos cruciales. Se comienzan a operar espontánea, en donde los vivientes son
las cataratas; los ciegos de nacimiento reco­ objeto de una selección natural ciega. No
bran la vista. Todo esto brinda un cam­ un universo ordenado y gobernado, como
po de experimentación para comprobar creía Rousseau, por «una voluntad pode­
los argumentos del sensualismo. En la Car­ rosa y sabia», sino una materia informe
ta sobre los ciegos, Diderot evoca la figu­ donde el orden surge del caos por el jue­
ra de algunos invidentes: el ciego del Pui- go de las fuerzas naturales. Lucrecio no
seaux, el inglés Saunderson, ilustre por su está lejos. Los mismos valores (morales,
dominio de las matemáticas, de la geo­ estéticos, religiosos) pierden todo carác­
metría, la pequeña Mélanie de Salignac. ter absoluto y se toman en reflejo de nues­
La obra es sinuosa, deshilvanada, barro­ tra condición de seres camales. La reve­
ca, como todo lo de Diderot. Se presta lación, y el mismo instinto divino tan caro
por tanto mal a un resumen. De entrada, a Rousseau, hacen mutis por el foro.
no se trata más que de intervenir en un Esta obra representa una etapa esencial
debate ya viejo en su siglo: ¿qué percibi­ en la carrera filosófica de Diderot. En ella
65 CARTAS A LA PRINCESA ISABEL

da un paso de gigante en la dirección del con la hija de Federico V, elector palati­


ateísmo y del materialismo; el texto anun­ no y rey de Bohemia durante un invierno.
cia claramente el Sueño de D ’Alembert. Exilado el filósofo en Holanda, Isabel lo
Mas se trata aquí de un materialismo amplio encuentra en La Haya, un Descartes enton­
y prodigiosamente rico, que no se limita a ces en el pleno desarrollo de su sistema.
la explicación fisiológica de las funciones La princesa encama el deseo formu­
psíquicas. Religión, moral, metafísica, son lado por Descartes al redactar el -*• Dis­
colocadas bajo la dependencia de nuestra curso del m étod o de «que incluso las
constitución corporal, y descienden por ello mujeres pudieran entender cualquier cosa»;
al rango de ideologías (toda una corriente importaba mucho al filósofo ser enten­
médica y filosófica encontrará aquí su ins­ dido fuera del círculo de los «doctos». Nada
piración en el siguiente siglo). Esta posición podía resultarle más agradable que ver su
se inscribe en una tradición muy rica del filosofía sometida a la luz natural de una
siglo de las Luces, pero nadie había llega­ mujer juiciosa. Descartes le dedicará a Isa­
do tan lejos en las conclusiones; Voltaire, bel sus -*• Principios de la filosofía.
por ejemplo, había intentado una empre­ La correspondencia gira enteramen­
sa similar en -»• Micromégas, pero jamás te en torno al tema de la unión del alma
renunció al deísmo. El poder, sin embar­ y del cuerpo, y lo mismo ocurre con las
go, no se llamó a engaño: la Carta sobre -> Pasiones del alma. El intercambio epis­
los ciegos le valió a Diderot una tempora­ tolar con Regius trataba del mismo pro­
da en la prisión de Vincennes, por orden blema, pero en un estilo mucho más con­
judicial del 22 de julio de 1749. Este epi­ flictivo (que acabará por lo demás en una
sodio lo llevará a cambiar de actitud: su pen­ completa desaprobación del discípulo).
samiento no se doblegará, pero de ahora Isabel, con un certero sentido teórico,
en adelante se guardará de mostrar tanta pone el dedo sobre una grave dificultad del
osadía en su expresión. cartesianismo: ¿cómo la distinción real del
Desde un punto de vista literario, la Car­ alma y el cuerpo del hombre autoriza a
ta es simplemente tan genial como las res­ pensar en su unión sustancial? O dicho de
tantes obras maestras de Diderot: el Sueño otra manera: ¿qué es el hombre? N o pue­
de D ’Alembert, la Conversación entre D ’A ­ de decirse que Descartes diera una res­
lembert y Diderot, El sobrino de Rame- puesta satisfactoria en el plano doctrinal.
au. Esta carta figura entre las páginas más Desestimando a la imaginación y al enten­
vigorosas de la literatura filosófica francesa. dimiento, asigna el conocimiento de la
unión del alma y el cuerpo a los sentidos.
Edición: Carta sobre los ciegos para uso «Aquellos que no filosofan jamás» son final­
de los que ven (tr. A. Cappelletü), La Pique­ mente los más aptos para captar esta
ta, 1978. unión, y Descartes reenvía a la princesa a
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), la «vida» y a las «conversaciones ordinarias»,
yol. II, Tecnos, 1988, pp. 111-115, 127; recomendándole que medite un poco
É. de Fontenay, Diderot ou le Matérialis­ menos y se entregue «al relajamiento de
me enchanté, col. «Biblio-Essais», Le Livre los sentidos y al reposo del espíritu».
de poche, L.G.F., 1984. Junto con Las pasiones del alma, la
correspondencia con Isabel contiene lo
esencial de la moral cartesiana. N o bajo
forma de exposición sistemática, sino en
C A R T A S A L A PR IN C E S A ISABEL, observaciones a menudo desarrolladas,
Lettres ó la princesse Élisabeth, de 1643 siempre personales y celosas de dar exis­
a 1649. tencia viviente a los ideales de sabiduría
R ene D escartes , 1596-1650. y generosidad.

Descartes mantuvo una corresponden­ Edición: Correspondance avec Élisabeth,


cia asidua y sustancial, de 1643 a 1649, col. GF, Flammarion, 1989.
CARTAS A LUCILIO 66

Estudios: M. y M. Beyssade, presentación dan en observaciones concretas y en pre­


del texto en la ed. cit.; R. Descartes, Obser­ ceptos relativos a la conducta de la exis­
vaciones sobre la explicación de la men­ tencia cotidiana, a la manera, por ejem­
te humana (tr. G. Quintás), Cuadernos Teo­
rema 45 (Suplem. de la revista Teorema), plo, de La brevedad de la vida. Al igual
1981; B. Williams, Descartes. El proyec­ que en esta obra, Séneca pone aquí en
to de la investigación pura (tr. J. Coll), guardia contra el mal uso del tiempo de
Cátedra, 1996, cap. X; G. Rodis-Lewis, que dispone el hombre durante su vida,
La morale de Descartes, col. «Sup»,
contra la dispersión en un mundo fútil y
P.U.F., 1970.
vano (espectáculos, juegos); ni siquiera la
lectura escapa completamente a su críti­
ca. En ninguna parte de la filosofía hele­
nística se encuentra una descripción tan
C AR TA S A LUCILIO, Senecae ad Luci-
prolija de los vicios e inclinaciones del
lium epistulae morales, o hacia 63-64.
hombre, y una exhortación tan vigorosa
S éneca (Lucius Annaeus Seneca), 4 a.C.-
a corregirlos. Todo esto lleva, indiscuti­
65 d.C.
blemente, la marca del profundo pesi­
124 cartas dirigidas a Lucilio, amigo de
mismo de Séneca.
Séneca.
Las Cartas a L u cilio anuncian cier­
tos aspectos del estoicismo tardío, el de
Es ésta la última obra de Séneca, y la
Epicteto y Marco Aurelio. Por ejemplo,
más ilustre. En ella aparece Séneca más
Séneca se niega a admitir que entre el
humano, mucho menos austero y didác­
tico que en -*• La constancia del sabio, hombre libre y el esclavo haya la menor
por ejemplo. Sin duda ello es debido al diferencia esencial; una audacia tal era
género epistolar de la obra (Séneca se inconcebible en su época.
dirige directamente a un amigo con el
Edición: Cartas a Lucilio (tr. L. Riber), en
tono de la intimidad), pero también a la Obras completas, Aguilar, 1943.
madurez del filósofo, que la vejez ha tor­ Estudio: M. Zambrano, El pensamiento vivo
nado más comprensivo e incluso tal vez de Séneca, Cátedra, 1987.
más indulgente con las debilidades del
hombre. Las Cartas a L u cilio desmien­
ten — o al menos obligan a aminorar—
el reproche de austera inhumanidad con C A R T A S DE U N H A B IT A N T E DE
tanta frecuencia lanzado contra los G IN E B R A A SU S C O N T E M P O R Á ­
estoicos. NEOS, Lettres d ’un habitant de Gené-
Se encuentran aquí todos los temas ve á ses contemporains, 1802.
tradicionales de la moral estoica: valor S aint -S im on (Claude Henri de Rouvroy,
de la virtud, definida com o bien sobe­ conde de), 1760-1825.
rano; uso de la razón com o medio de
alcanzar la felicidad; invulnerabilidad e Saint-Simon lanza en este texto una
incluso indiferencia del sabio ante las vici­ llamada al advenimiento de un nuevo tipo
situdes de la existencia (tema amplia­ de sociedad que permitiría sustituir defi­
mente desarrollado en La constancia nitivamente la satisfacción de las necesi­
del sabio); desprecio a la muerte (Séne­ dades por el logro de la felicidad.
ca, no lo olvidemos, se suicidó). Para La ciencia desem peñará un papel
Séneca, el sabio, al usar su razón, devie­ primordial en esta tarea, puesto que
ne semejante a Dios. serán los hombres ilustrados los que
Mas el desarrollo de tales principios detentarán el poder supremo, que será
constituiría un tratado para uso escolar. de naturaleza espiritual. El trabajo
Las Cartas a Lucilio se caracterizan, por manual y el trabajo intelectual mar­
el contrario, por una riqueza psicológica charán unidos en esta conquista del bie­
excepcional en la literatura estoica. Abun­ nestar social.
67 CARTAS ESCRITAS A UN PROVINCIAL POR UNO DE SUS AMIGOS SOBRE EL TE M A ...

Este primer escrito de Saint-Simon lle­ CAR TAS FILOSÓFICAS, Lettres phi-
va en germen los grandes temas de su losophiques, 1734.
obra futura; aquí formula en efecto su tesis V oltaire (Frangois Marie Arouet), 1694-
maestra: la idea de una regeneración de 1778.
la sociedad por la ciencia.

Ediciones: Lettres d ’un habitant de Gené-


ve á ses contemparains, en Oeuvres de CAR TAS ESCRITAS A U N PROVIN­
Saint-Simon, 6 vols., Slatkine, 1978; par­
te del texto en castellano figura en la anto­ C IAL P O R U N O DE S U S A M IG O S
logía de G. lonesco, El pensamiento polí­ SO BRE EL T E M A DE L A S A C T U A ­
tico de Saint-Simon (tr. C. Melchor y L. LES DISPUTAS DE LA SORBONA.
Rodríguez Regueira), cap. I, Fondo de Cul­ B laise P a s c a l .
tura Económica, 1983.
Véase PROVINCIALES.
Estudios: Introducción de G. lonesco a la
antología cit.; J. Touchard, Historia de las
ideas políticas (tr. J. Pradera), Tecnos,
Madrid, 1996, pp. 428 ss.; G. lonesco, El
pensamiento político de Saint-Simon (tr. Estas veinticinco cartas fueron redacta­
C. Melchor y L. Rodríguez Regueira), Méxi­
das por Voltaire a su regreso de Inglaterra,
co, Fondo de Cultura Económica, 1983;
P. Ansart, Sociologie de Saint-Simon, entre 1729 y 1733, de aquí el nombre de
P.U.F., 1970. Cartas inglesas. Al otro lado del canal de
la Mancha, Voltaire había descubierto la
filosofía de Newton, la libertad parlamen­
taria, la tolerancia, el libre pensamiento.
CARTAS DESDE LA M O NTAÑA, Le t­ ¡Había que hacer que el continente se bene­
tres écrites de la montagne, 1764. ficiara de todas esas excelentes cosas!
Jean-Jacques R ousseau, 1712-1778. Por detrás de una permanente sátira
de la sociedad francesa y de sus taras: des­
Estas cartas se inscriben en el con­ potismo, intolerancia, privilegios, se des­
texto de la larga serie de polémicas que cubre una reflexión positiva sobre la liber­
suscitó la publicación del -► E m ilio. En tad y sus beneficios.
sus Cartas desde el campo, el procu­ Las primeras cartas (I a VII) critican al
rador general Tronchin había acusado cristianismo católico, a los curas, y exal­
a Rousseau, que le responde, áspero tan la tolerancia de los cuáqueros, cuya reli­
y soberbio, en las Cartas desde la m on­ gión está en último término muy próxima
taña. Rousseau defiende la religión al deísmo. Voltaire ataca a los anglicanos
natural, la del vicario de Saboya, y y a los presbiterianos, cuya intolerancia y
recuerda a Ginebra ciertos principios rigidez son juzgadas peligrosas, y defiende
de la libertad política que están siendo la idea de una necesaria subordinación de
burlados. la religión al gobierno civil. Por lo demás,
Por su estilo, se han com parado a el autor no ve nada en las Escrituras que se
veces las Cartas desde la montaña con oponga a la desaparición de los sacramentos
las -» Provinciales de Pascal. y a la supresión de la casta sacerdotal.
Después de tres cartas (VIH, IX y X) con­
Edición: Cartas desde la montaña (tr. A. sagradas a la política y a las instituciones,
Andújar), Univ. de Sevilla, 1989. son abordados los temas más diversos: filo­
Estudios: A. Bloom, «Jean-Jacques Rou­
sseau», en L. Strauss y J. Cropsey sofía, teoría del conocimiento, compara­
(comps.), Historia de la filosofía p o líti­ ción del cartesianismo con la física de New­
ca (tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y ton, literatura y libertad de expresión.
J. J. Utrilla), México, Fondo de Cultura La carta XXV, Sobre los pensamien­
Económica, 1993, pp. 529-548; R. tos de Pascal, merece una mención par­
Derathé, Jean-Jacques Rousseau et la
science p olitiqu e de son temps, Vrin, ticular: el pesimismo pascaliano, que ale­
1988. ja al hombre de la acción, su empeño en
CARTAS Y MÁXIMAS 68

querer demostrar el cristianismo, que pue­ desarrollada en las cartas (A Pitocles y A


de desembocar en intolerancia..., todo esto H erodoto).
horroriza tanto a Voltaire, que se compla­ Epicuro considera en efecto que nues­
ce en fustigar las inconsecuencias de los -*■ tros sufrimientos provienen en lo esen­
Pensamientos y en proponer un ideal pura­ cial de nuestra ignorancia del universo físi­
mente laico de felicidad humana. co y de las relaciones que tenemos
Estas Carias marcan un giro en la carre­ establecidas con él; por ejemplo en la cre­
ra literaria de Voltaire. Por el tono y la acri­ encia de que la muerte es algo que habría
tud del estilo, inauguran el período de las que temer. La física debe ser cultivada en
grandes obras polémicas volterianas. Cons­ tanto que es útil para una terapéutica de
ciente de la fuerza de lo que había escri­ los temores, no por el conocimiento en
to, Voltaire no cesa de presionar para su sí mismo. Ésta es la razón de que Epicu­
publicación. En el momento en que tal ocu­ ro proponga a menudo varias explica­
rrió, un decreto del Parlamento condena ciones diferentes para un mismo fenó­
su libro a ser quemado, una orden envía al meno.
editor a la Bastilla y obliga al autor a refu­ Los principios (contenidos en la Carta
giarse en Lorena, en casa de la marquesa a Herodoto) están tomados de la tradición
de Chatelet. de la escuela de Abdera (Leucipo y Demó­
crito). Nada nace de la nada. La naturale­
Edición: Cartas filosóficas (tr. F. Savater), za no es un caos sin orden, en el que pue­
Alianza, 1988. da producirse cualquier cosa. El universo
Estudios: Introducción de F. Savater a la ed.
en su totalidad — sin excluir nada de lo que
cit.; A. J. Ayer, Voltaire (tr. M. Candell),
Crítica, 1988; B. Groethuysen, Philosophie es— está constituido de átomos y de vado.
de la Révolution frangaise, cap. IV: «Vol­ Los átomos son sólidos, compactos, inac­
taire ou la passion de la raison», col. «Tel», cesibles a toda especie de modificación, no
Gallimard, 1982. engendrados, indestructibles. Los átomos
no poseen por cierto, como en Demócri­
to, ninguna de las cualidades sensibles que
su agregación en los cuerpos determina en
CAR TAS Y MÁXIMAS la escala macroscópica de nuestra per­
E pic u ro , hacia 341-270 a.C. cepción. Su peso los hace caer con un
movimiento natural hacia abajo. Este
De la obra inmensa de Epicuro, Dió- movimiento de los átomos está sin embar­
genes Laercio ha transcrito tres cartas (A go modificado por una ligera desviación
Herodoto, sobre física; A Pitocles, sobre aleatoria, la declinación (jtapéyicXiaig,
los meteoros; A Meneceo, sobre la moral), parenclisis, o clinamen en el latín de
y cuarenta Máximas capitales. En un Lucrecio), que los hace entrechocar mutua­
manuscrito del Vaticano se han descu­ mente. De este caos nacen los compues­
bierto ochenta máximas hace un siglo. tos que hay en el mundo, el cual no debe
Ciertos fragmentos de la monumental ser confundido con la infinitud de los mun­
obra de Epicuro S obre la N aturaleza dos que constituyen el universo. Mientras
están igualmente disponibles. que el universo es eterno, los mundos sólo
Lo que nos queda de su obra es lo bas­ tienen existencia pasajera, incluso aunque
tante consistente para dar una idea pre­ retomen cíclicamente a la existencia en vir­
cisa del pensamiento del filósofo del Jar­ tud de la infinitud del tiempo.
dín. Al igual que los otros pensadores Es imposible describir en detalle la
helenísticos (estoicos), Epicuro articula astronomía, la meteorología (Carta a Pito­
una reflexión moral con una lógica y una cles), la biología o la antropología que se
teoría física del cosmos. Las cartas y máxi­ derivan de esta concepción atomista
mas de las que disponemos no tratan ape­ (Lucrecio desarrollará todos estos aspec­
nas de la lógica, conocida gracias a la tos mucho más prolijamente que su maes­
doxografía. Pero la física está ampliamente tro). Señalemos solamente que el ato­
69 CATECISMO POSITIVISTA

mismo de Epicuro se despliega de mane­ Ediciones: C. García Gual y E. Acosta Mén­


ra rigurosa y coherente, sin retroceder dez, Ética de Epicuro, Barral, 1974; Obras
ante ninguna consecuencia: el carácter (tr. M. Jufresa), Tecnos, 1994.
Estudios: C. García Gual, Epicuro, Alian­
corpóreo y por tanto mortal del alma, la za, 1996; G. Rodis-Lewis, Épicure et son
negación expresa de toda finalidad. El école, Idées/Gallimard, 1976.
autor reserva un lugar a los dioses, que
viven en los «intermundos»; mas no les
reconoce ningún papel creador o provi­
dencial; su filosofía puede ser calificada C AS O W AG NER (EL).
de atea. Por lo demás, la posteridad no F riedrich W ilhelm N ietzsch e .
se ha engañado sobre este punto. Véase CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS
La moral de Epicuro (Carta a Mene- (EL).
ceo) es una moral del placer. 0 placer epi­
cúreo se refiere más a un estado que a un
movimiento de goce. Este placer catas-
temático (estable) es resultado de la ple­ CATECISMO POSITIVISTA, o Expo­
nitud de los equilibrios vitales. Mas el hedo­ sición sumaria de la religión univer­
nismo teórico de Epicuro desemboca sal en once conversaciones sistemáti­
paradójicamente en una moral práctica cas entre una mujer y un sacerdote de
próxima al ascetismo (lo que echa por tie­ la humanidad. Catéchisme positiviste,
rra las grandes calumnias que han hecho ou Sommaire Exposition de la religión
de él un gozador, y del adjetivo «epicúreo» universelle en onze entretiens sysfé-
un sinónimo de bon vivant o libertino). matiques entre une fem m e et un pré-
Los placeres son objeto de un cálculo que tre de l ’humanité, 1852.
no autoriza al sabio a sucumbir al primer A u g u s te C om te, 1798-1857.
deseo. El placer más elevado es el de una
amistad compartida. En moral, como en «Catecismo»: curioso título para un libro
física, Epicuro no se arredra ante ningu­ de filosofía. Pero Auguste Comte tenía
na consecuencia. Dos ejemplos bastarán a su sistema por fundamento de una nue­
para ilustrarlo: va religión destinada al más amplio públi­
La muerte, que un consenso casi uni­ co. Mas «religión» debe aquí entenderse
versal la hace temible a los hombres, no ■—por paradójico que ello pueda pare­
lo es en absoluto. Epicuro tranquiliza a cer— sin referencia alguna a una idea teo­
Meneceo: estar muerto es no ser ya, y lógica. La religión que Comte reclama de
lo que no es no puede verse afectado por sus adeptos es un sistema de pensamiento
nada, ni para mal ni para bien. Lucrecio fundado en la ciencia y que debe unir, reu­
lo aventajará en pulverizar las ilusiones nir (religare) los espíritus en el estado posi­
de aquel que, imáginándose muerto, se tivo de la humanidad. Se trata pues para
piensa vivo (para sufrir por estar muerto). Comte de realizar «el noble voto de una
Del mismo modo, la justicia no es el religión demostrada», según una expre­
valor trascendente, ideal, que imaginaba sión del -*■ Curso de filosofía positiva
Platón. El derecho no es más que con­ (lección 46).
vención, y su fundamento es la utilidad El Catecismo positivista no tenía otro
recíproca (Máximas capitales XXXI a fin que el de ofrecer un medio eficaz y
XXXVIII). rápido para la propagación de la doctri­
Epicuro es para la posteridad — más na de Comte en la mayor masa de públi­
que sus predecesores Leucipo y Demó­ co (en particular, entre las mujeres y los
crito, más que su continuador Lucrecio proletarios). Ha sido reeditado con fre­
(de imprescindible lectura)— el símbolo cuencia desde su publicación inicial, pero
de ese materialismo sereno que, desde la las esperanzas de Comte se han visto frus­
época helenística, forjó las armas que tan tradas: un siglo y medio más tarde, su doc­
útiles habrían de ser para tantos. trina permanece casi tan desconocida para
CATEGORÍAS (LAS) 70

los intelectuales (incluidos los filósofos) P. H. Michel, La cosmologie de Giordano


como para el gran público. Bruno, Hermann, 1962.

Edición: Catecismo positivista (tr. A. Bil­


bao), Ed. Nacional, 1982.
Estudios: P. Amaud, presentación del tex­
to en la edición de Flammarion, 1966; R. C H IV O E X P IA T O R IO (EL), Le B ouc
Aron, Las etapas del pensamiento socio­ Émissaire, 1982.
lógico (tr. A. Leal), vol. I, Buenos Aires, Siglo R ené G íra rd , nacido en 1923.
Veinte, 1970.
En esta obra, René Girard trata de reve­
lar la pulsión original que se organiza en
torno a las nociones de violencia y de
CATEG O R ÍAS (LAS). sacrificio. El chivo expiatorio nace de la
A ris t ó t e le s . ilusión de una persecución y de una jus­
Véase ORGANON.
tificación: es él el que paga por los otros
sometiéndose a la mala fe de éstos. El
autor muestra que «el deseo mimético»
(deseo de imitación) engendra la violen­
CENA DE LAS CENIZAS (LA), La Cena
cia en un círculo vicioso que testimonia
del le ceneri, 1584.
las tendencias fundamentales de toda civi­
G io rd a n o B ru n o, 1548-1600.
lización. Analiza el valor de los sacrificios,
Diálogo metafísico.
reproducciones de una violencia cimen­
tadora y, refiriéndose a la religión, con­
Esta obra es el primero de los tres diá­
sidera la «Pasión de Cristo» com o sím­
logos compuestos por Bruno en Inglate­
bolo de la historia de la humanidad. «Los
rra, en los que se encuentra lo esencial
Evangelios no cesan de mostrar lo que los
de su cosmología. Lector de Copérni-
perseguidores históricos nos ocultan, a
co, Bruno combate el geocentrismo pto-
saber, que su victima es un chivo expia­
lemaico y propone un universo infinito
torio.»
que comprende una multitud de mundos;
va, pues, más allá del heliocentrismo Edición: El chivo expiatorio (tr. J. Jordá),
copemicano al afirmar que el universo, Anagrama, 1986.
infinito y esférico, encuentra su centro Estudio: Ch. Orsini, La pensée de René
en todas partes y su circunferencia en Girard, Retz, 1986.
ninguna. Ante la incomprensión de sus
lectores, para quienes esta concepción
se opone directamente a la visión del
mundo cerrado que legitima para la Igle­ CIBERNÉTICA, Cybernetics, 1948.
sia la separación entre el cielo y la tierra, N o r b e r t W ien er, 1894-1964.
Bruno se verá obligado a escribir un
segundo diálogo, -+ D e la causa, prin ­ Esta obra es la «carta de presentación
cipio y uno, a fin de mostrar que no pre­ de la cibernética», nueva disciplina funda­
tende en modo alguno poner en cuestión da por el autor y ligada al desarrollo de las
la naturaleza divina. máquinas electrónicas que permiten secun­
dar o reemplazar al hombre en sus tareas
Edición: La cena de las cenizas (tr. M. A. intelectuales más elementales. Se trata con
Granada), Alianza, 1987. ella de aportar un medio para extender las
Estudios: Introducción de M. Á. Granada a teorías válidas para el movimiento de las
la ed. cit.; W. Dilthey, Hombre y mundo
en los siglos xvi y xvn (tr. E. Imaz), Méxi­ partes de una máquina al comportamien­
co/Buenos Aires, Fondo de Cultura Eco­ to de los seres vivos, en particular al de los
nómica, 1947; E. Namer, Bruno, col. «Phi- hombres e incluso de la sociedad. El autor
losophes de tous les temps», Seghers, 1966; utiliza lo que en matemática y en física se
CIBERNÉTICA Y SOCIEDAD

denomina una «generalización»: la noción CIBERNÉTICA Y SOCIEDAD. El uso


de «demanda», empleada para los órganos humano de seres humanos, The human
de las máquinas, se torna en «manda­ use o f human beings. Cybernetics and
miento» cuando se trata de las sociedades Society, 1950.
humanas. El concepto esencial es el de N o r b e r t W ien er, 1894-1964.
información, la retroalimentación supues­
ta en la comunicación de mensajes. Todo Escrito «a la intención de los profa­
mecanismo comporta una cadena de reac­ nos», «sin símbolos científicos ni abs­
ciones, que requieren regulaciones, y de tracción», el autor expone aquí «las con­
señales, que son describibles mediante fun­ secuencias sociológicas» de una tesis que
ciones. Wiener distingue entre dos gran­ alcanza a múltiples sectores, com o la
des tipos de ciencias: aquellas que ajus­ sociedad americana, el progreso, la reli­
tándose al determinismo clásico obedecen gión, el marxismo, la pedagogía, el dere­
al «tiempo real» newtoniano reversible, cho, los pieles rojas, el papel del inte­
como los relojes y los autómatas; y aque­ lectual y del sabio, la diferencia entre «el
llas que, por ajustarse a un determinismo mundo de la verdad» y «el mundo de la
atenuado (que no autoriza más que previ­ lógica», etc. «Quisiera consagrar este
siones de orden estadístico), obedecen a libro a la protesta contra la utilización
un «tiempo bergsoniano», biológico, cuyo inhumana de los seres humanos [...]. Se
interés se centra entonces en el grado de degrada al hombre al encadenarlo a un
organización de una señal o en la repro­ rem o para utilizarlo com o fuente de
ducción fiel de una demanda. El autor des­ energía, pero igualmente se lo degra­
cribe ciertas enfermedades del sistema da cuando se le atribuye en la fábrica
nervioso en términos de movimientos liga­ una tarea que no consiste más que en
dos a cadenas de reacciones (tabes, lesio­ repeticiones y que exige de él la millo­
nes del cerebelo, parálisis agitante); y del nésima parte de su capacidad intelec­
mismo modo analiza las regulaciones en tual.» Una parte esencial del libro trata
la percepción ocular y algunos fenóme­ de la comunicación entre los individuos
nos psicopatológicos (enfermedades de y de los «ruidos» que la perturban o la
la memoria, procedimientos de electro- impiden. La tesis de la obra es que la
choque). Las teorías psicomatemáticas sociedad puede ser comprendida a tra­
expuestas al inicio de la obra son así apli­ vés del estudio de los mensajes y de las
cadas para explicar los fenómenos bioló­ «facilidades» de comunicación de que
gicos, psicobiológicos e incluso psicoló­ disponga. En el desarrollo futuro de esos
gicos, como también el comportamiento mensajes y de esas facilidades muestra
social. Wiener el creciente papel que están lla­
Muchos argumentos de Wiener, en par­ madas a desempeñar las comunicacio­
ticular su uso de la analogía, han sido cri­ nes entre el hombre y las máquinas,
ticados, aunque reconociendo siempre la entre las máquinas y el hombre, y entre
extraordinaria vitalidad «de este nuevo ser la máquina y la máquina. El secreto de
que el autor hizo nacer en un arranque una buena coordinación reside, tanto
de imaginación creadora» (Louis Couf- en el seno de una sociedad como en el
fignal). Sus ideas están efectivamente pre­ seno de un ser viviente, en las interco­
sentes en la teoría de sistemas, en la teo­ municaciones, que son factores de esta­
ría de la información, en la informática bilidad. Los problemas de la transmisión
y en la teoría de autómatas. de la información, de su almacenamiento
y de su utilización son tan decisivos, que
Edición: Cibernética (tr. F. Martín), Tus- la idea de diseñar una «antropología
quets, 1985. cibernética» que las tenga en cuenta
Estudios: St. J. Heims, J. von Neumann y cobra adeptos día por día.
N. Wiener (tr. E. Wulf), 2 vols., Salvat, 1989;
L. Couffignal, La cybernét'ique, col. «Que A juicio de Louis Couffignal, «filósofo»
sais-je?», P.U.F., 1978. de la cibernética, esta segunda obra de
CIENCIA CON CONSCIENCIA 72

Wiener «no aportaba el edificio de la razón Estudio: E. Morin, Introducción al pensa­


que la primera prometía sin construirlo». miento complejo (tr. M. Pakman), Gedisa,
1994.
Mas el impulso interdisciplinar de la inves­
tigación cibernética estaba dado y ya no
se detendría.
C IENCIA DE LA L Ó G IC A , W/ssens-
Edición: Cibernética y sociedad (tr. J. Novo),
Buenos Aires, Sudamericana, 1958. chaft der Logik, 1812-1816.
Estudios: St. J. Heims, J. von Neumann y G e o r g W ilh elm Fried rich H e g e l, 1770-
N. Wiener (tr. E. Wulf), 2 vols., Salvat, 1989; 1831.
J.-P. Séris, «Machine et communication», en
A. Jacob (dir.), Encyclopédie philosophique
universelle, t. I, L ’Univers philosophique La idea de lógica, que Hegel coloca
P.U.F., 1989. como fundamento de su sistema filosófi­
co, puede confundir al lector moderno,
habituado a entender por este término
una referencia a la lógica formal surgida
CIENCIA C O N CONSCIENCIA. Scien­ de la matemática. Hegel no niega que en
ce avec conscience, 1982. esta idea haya un momento real y efec­
E d g a r M orin , nacido en 1921. tivo de esa lógica, mas solamente un
momento; porque la lógica hegeliana des­
Las ciencias humanas (sociología, borda con mucho el marco único de la
antropología, filosofía, etc.) ignoran las
lógica matemática para ambicionar cons­
ciencias exactas o las ciencias de la vida,
tituirse en la lógica de todo pensamien­
tales com o la biología o la física; recí­
to posible, de todas las formas de pensar.
procamente, las ciencias exactas están a
Así es como Hegel pretende superar la
menudo demasiado volcadas a sus obje­
oposición — surgida de la tradición filo­
tos para poder atender a una reflexión
sófica— entre la form a del pensamiento,
filosófica que podría, sin embargo, escla­
que sería el dominio de la lógica (de ahí
recer sus principios y sus métodos. Es por
la importancia concedida por Aristóte­
tanto urgente, afirma aquí Morin, que la
les al silogismo), y su con ten ido, cuyo
comunidad científica admita el carácter
dominio principal correspondería a la
eminentemente interdisciplinar del cono­
metafísica como «ciencia del ser en tanto
cimiento. Sólo la razón abierta, capaz de
que ser». «La lógica especulativa contie­
tratar a lo irracional, sabría afrontar «el
ne a la antigua lógica y a la antigua meta­
reto de la complejidad».
física, conserva las mismas formas de pen­
En efecto, todas las ciencias, sin excep­
samiento, las mismas leyes y los mismos
ción, se ven confrontadas con la com-
objetos, pero los desarrolla dándoles una
plejidad de lo real. La necesidad de vin­
cular el objeto al sujeto y al entorno, de nueva forma gracias a categorías más
tratar al objeto no como algo inerte y pri­ amplias», escribe Hegel.
vado de forma, sino com o un sistema Lejos de considerar a la lógica como
dotado de organización, de hacer dialo­ una puerta de entrada que permanecería
gar a la teoría con la incertidumbre y lo por tanto exterior al sistema, Hegel pien­
contradictorio, obliga al hombre de cien­ sa que todo comienza ciertamente por la
cia de nuestros días a respetar la multi- lógica, pero que todo está ya compren­
dimensionalidad de los seres y de las dido en ella, aunque no desarrollado. Esta
cosas. Sólo un conocimiento que tratara idea de un comienzo filosófico esencial
de conocerse a sí mismo, sólo una «cien­ encuentra por lo demás un eco histórico
cia con conciencia» dejaría de ser, en este en la génesis del propio pensamiento de
sentido, mutilada y mutilante. Hegel: aunque él había concebido el pro­
yecto de una Enciclopedia de las cien­
Edición: Ciencia con consciencia (tr. A. cias filosófica s de la que la lógica no
Sánchez), Anthropos, 1984. habría sido más que una parte, Hegel se
73 CIENCIA NUEVA

aplicará esencialmente a la elaboración tida: es preciso comenzar por el ser puro,


de esta última, en detrimento de las par­ en su abstracción indiferenciada. Esta pri­
tes consagradas a la naturaleza y al espí­ mera categoría, por la cual comienza todo
ritu. en filosofía (y por la que pasa de hecho
La Ciencia de la lógica consta de tres la gran tradición metafísica), es ambiva­
partes: la Doctrina del Ser, que Hegel lente, puesto que dice la totalidad de lo
publica en 1812, la Doctrina de la Esen­ que va a devenir (el fin de la lógica no es
cia, publicada en 1813, y la Doctrina del más que el ser absoluto) y a la vez subra­
C oncepto, publicada en 1816. El con­ ya en su abstracción lo que no es toda­
tenido, el plan, las ideas principales de vía. Hay que comenzar por lo que es más
esta obra son retomados en la primera simple: pero eso es a su vez lo que es más
parte de la -> Enciclopedia de las cien­ vacío. La lógica será por tanto el movi­
cias filosóficas publicada en 1817, mas miento por el cual el espíritu va a deter­
la Ciencia de la lógica es una obra inde­ minar siempre de antemano las catego­
pendiente, si no autónoma, que H egel rías de su pensamiento deduciéndolas de
consideraba ciertamente como la clave sí mismo por la necesidad interna de su
de bóveda de su sistema. Hegel revisará autodesarrollo.
al final de su vida el conjunto de esta obra Esta autarquía, o esta autonomía de la
con vistas a una segunda edición, que no lógica, no es por otra parte incompatible
aparecería hasta 1832 a título postumo. con la idea de la enciclopedia, de un todo
La importancia que el autor concede filosófico: la lógica prepara efectivamen­
a la lógica está ligada a la idea misma de te todas las otras ciencias, todas las otras
la filosofía: si su lógica no tiene nada de ramas de la filosofía, al proporcionarles
método formal, si es ya presentación del la esencia del movimiento de la verdad,
contenido objetivo del pensamiento y, en la dialéctica del concepto que se autoen-
particular, de sus divisiones ontológicas gendra, como también la idea que se rea­
esenciales, es porque la filosofía misma liza en y por ella misma.
procede de una necesidad interna, por
una vinculación necesaria de la que la Ediciones: Ciencia de la lógica (tr. A. y R.
lógica es el instrumento y la garantía. Lo Mondolfo), 2 vols., Buenos Aires, Hachette,
que Hegel rechaza es la idea de un con­ 1956; Lógica (tr. A. Zozaya), Orbis, 1984.
tenido inerte del pensamiento filosófico, Estudios: G. R. G. Mure, La filosofía de
Hegel (tr. A. Brotons), Cátedra, 1988; N.
que sería verdadero con independencia Hartmann, La filosofía del idealismo ale­
de la forma en que es descubierto y mán (tr. E. Estíu), t. II: Hegel, Buenos Aires,
expuesto. La lógica se vale de la dialéc­ Sudamericana, 1960; H. Marcuse, Onto­
tica, que no es un modo particular del logía de Hegel y teoría de la historicidad
pensamiento, ni un expediente que fue­ (tr. M. Sacristán), Martínez Roca, 1970.
ra posible evitar o rodear; la dialéctica
es, a los ojos de Hegel, el único modo de
desarrollo del pensamiento que le per­
mite ser verdaderamente especulativo; al CIENCIA NUEVA, Principi di una scien-
mismo tiempo, la dialéctica no es la for­ za nuova íntorno alia natura delle na-
ma vacía y abstracta del pensamiento, zione, 1725.
puesto que es necesariamente tributaria G iam b a ttis ta Vico, 1668-1744.
de lo que ella piensa, de sus objetos de
pensamiento. Esta obra es a veces mencionada bajo
Así, Hegel sitúa la racionalidad de su el título que le dio Michelet a la adapta­
lógica en oposición a los pensamientos ción que publicó en 1827: Principios de
del «entendimiento», que separan y abs­ la filosofía de la historia.
traen lo que proponen. El peligro de la Vico trata de aplicar al dominio de la
abstracción es por lo demás lo que la lógi­ historia humana los principios de los que
ca encuentra y supera en su punto de par­ anteriormente se había servido para refle­
CIENCIA NUEVA 74

xionar sobre el derecho (Visión general El libro 111 (Descubrim iento del ver­
del derecho universal, 1720). dadero Homero) reinterpreta los poemas
La lectura de la Scienza nuova es des­ homéricos a partir de los principios de la
concertante en razón de la riqueza de su sabiduría poética enunciados en el libro
estilo — que hace de Vico un escritor y un precedente.
poeta al mismo tiempo que un filósofo— El libro IV (D el curso que siguen las
mas también de su composición. Esta rela­ naciones) contiene los elementos de lo que
tiva oscuridad se debe al pensamiento mis­ podría ser considerado como una filosofía
mo de Vico, que no cree que la claridad de la historia. Esta última es comprendi­
y la distinción cartesianas puedan permi­ da a partir de la evolución según un esque­
tir captar muchos grandes secretos. ma temario que coincide con las tres facul­
El tratado comienza por una «Idea de tades humanas: sensibilidad, imaginación
la obra», explicación de un grabado en el y razón. A estas tres facultades corres­
que son evocados simbólicamente los ponden tres edades: la de los dioses, la
temas principales. El libro I (Estableci­ de los héroes y la de los hombres; estas
m ie n to de los p rin cip ios) es un desa­ tres edades determinan igualmente (como
rrollo cronológico del material histórico más tarde en Comte) tres formas distin­
sobre el que se va a ejercitar el pensa­ tas de vida social, cada una de las cuales
miento de Vico (del Diluvio a la primera tiene por derecho su forma particular.
guerra púnica); luego enuncia el autor, El quinto y último libro trata sobre El
bajo forma axiomática, los principios a nuevo curso de /as cosas humanas en
priori de su «ciencia nueva» de la historia el renacim iento de las naciones. Vico
y del mundo humano (Elementos, Prin­ analiza aquí la evolución de las socieda­
cipios, Métodos). des como una salida de la «barbarie de
El libro II (Sabiduría poética) tiene un la sensación» para entrar en la civilización.
papel considerable en la obra. Es preci­ La Scienza nuova puede ser conside­
so entender el término «poética» en su rada com o una tentativa sin preceden­
sentido etimológico (de la palabra griega tes de pensar racionalmente el devenir de
7toiav, poiein, que significa «crear»): la la historia humana. Vico admite la con­
idea es que los primeros hombres cre­ cepción cristiana de la historia (Agustín,
an las condiciones humanas de su exis­ Bossuet), mas busca por su parte deter­
tencia, desarraigándose con ello de la minar las causas naturales. Además, el
obra propia de la animalidad. La «sabi­ autor se inscribe en una concepción pla­
duría poética» es, si se quiere, la ideolo­ tónica, idealista: la historia es considera­
gía de esos primeros tiempos, con sus da como el devenir cíclico de una idea úni­
manifestaciones religiosas y sociales cuyo ca que sucesivamente encarnan las
trazo distintivo es carecer de toda for­ naciones (se está aquí a la vez muy pró­
ma abstracta, de reflexión, de racionali­ ximo a Aristóteles y los estoicos, y a lo
dad. Este punto es capital; Vico da por que más tarde será la idea hegeliana). Mas,
sentado que la racionalidad no es el úni­ pese a estas influencias, el método de Vico
co factor de comunidad en el seno de la es ya positivista, pues se prohíbe la fija­
humanidad; los pueblos comparten tam­ ción de principios a priori y prefiere seguir
bién un patrimonio nacido de las facul­ a la humanidad en su devenir.
tades no racionales. Las mismas ideas, La influencia de la Scienza nuova fue
las mismas creencias irracionales han grande, pero la posteridad no ha hecho
podido aparecer de manera separada siempre justicia a su autor. «Interpreta­
pero simultánea en el seno de diversas ciones», «lecturas», o recuperaciones
culturas aisladas entre sí. Para reencon­ puras y simples se sucedieron. Muchos,
trar esas antiguas mentalidades, Vico uti­ fuertemente interesados en enrolar a
liza las enseñanzas de la filología, pero V ico como precursor de su propio pen­
también las de las tradiciones poéticas y samiento, ignoran su originalidad filo­
mitológicas. sófica. El siglo xix (Johann Gottfried
75 CIENCIA Y FILOSOFÍA

Herder, Comte, Michelet, Marx) hizo de sión relaciona a Whitehead con Husserl,
Vico un filósofo de la historia románti­ pues introduce a la idea de que la com­
co, mientras que sus compatriotas ita­ prehensión del mundo nos es dada sin
lianos del tem prano siglo xx (C roce, que jamás nos sea entregada completa­
Gentile) escoran su filosofía hacia el mente. El autor procede a continuación
hegelianismo. a un historial de la teoría mecanicista,
en el que muestra que la relatividad gene­
Edición: Ciencia nueva (tr. R. de la Villa), ralizada de Einstein no hace más que lle­
Tecnos, 1995. var hasta sus consecuencias extremas el
Estudios: I. Berlin, Contra la corriente.
Ensayos sobre historia de las ideas (tr. H. principio de inercia propuesto por Gali­
Rodríguez Toro), México, Fondo de Cultura leo. Whitehead hace una exposición muy
Económica, 1983 (los ensayos AI, IV y V ver­ completa de la mecánica cuántica en la
san sobre Vico); J. Ferrater Mora, «Vico o que retoma la tesis de una periodicidad
la visión renacentista», en Cuatro visiones en epiciclos sobre las «órbitas de Bohr»,
de la historia universal, Alianza, 1988; B.
Croce, La filosofía di Giambattista Vico, la idea de que a la ondulación cinética
Laterza, 1973; I. Berlin, Vico and Herder, se añade una ondulación estructural, y
Viking Penguin, 1976. la noción de «oscilador acontecimental
de campo». Los «conos de Minkowski»
le van a servir para desarrollar y pro­
fundizar la noción de acontecimiento
introduciendo el concepto de «ocasión
CIENCIA Y EL M U N D O M O DERNO
prehensiva».
(LA), Science ant the M odern W orld,
Finalmente, Whitehead amplía la con­
1925.
cepción del objeto exponiendo su teoría
A u fr e d N o r t h W h iteh ead , 1861-1947.
de los objetos eternos, esencias cualitati­
vas presentes en el pensamiento de Dios.
Whitehead ha sido ante todo un teóri­
Esta noción es en efecto requerida como
co de la ciencia moderna. En esta obra
mediación necesaria entre la potenciali­
expone por primera vez las grandes lí­
dad de los objetos eternos y la actuali­
neas de una ontología a partir de una crí­ dad de los sucesos temporales.
tica de la concepción del universo de La-
place. Edición: La ciencia y el mundo moderno
El autor comienza por denunciar lo (tr. M. Ruiz Lago y J. Rovira Armengol), Bue­
que él llama el «sofisma de la localiza­ nos Aires, Losada, 1949.
Estudios: J. D. García Bacca, Nueve gran­
ción simple» que dice que una cosa está
des filósofos contemporáneos y sus temas,
allí donde se encuentra. Para Whitehe­ Anthropos, 1990; J. Vuillemin, La logique
ad, una cosa está en todos los lugares et le monde sensible, Rammarion, 1971.
donde ella actúa. Mas ¿cómo hay que
concebir esta cosa? Según el esquema
laplaciano, la naturaleza no es más que
la materia en el espacio y en el tiempo. CIENCIA Y FILOSOFÍA, Science et phi­
Para Whitehead, la entidad de base es losophie, 1886.
el a co n te cim ie n to o suceso. Sólo el M a rc e u n B e r t h e l o t , 1827-1907.
acontecimiento tiene de por sí un lugar Colección de artículos de historia y de filo­
en el espacio y en el tiempo. A este áto­ sofía de las ciencias.
mo de espacio-tiempo, que se define por
sus componentes vectoriales (el momen­ Optimista y cientifista, la «filosofía», tal
to y la energía), es a lo que el episte- como la entiende Berthelot, consiste aquí
mólogo confiere los atributos de la móna­ en afirmar que sólo la ciencia procura a
da leibniziana: las percepciones de la los hombres «moral y felicidad».
mónada devienen las «prehensiones» del Fuera del artículo consagrado a los
acontecimiento. Esta idea de p rehen ­ «Orígenes de la alquimia» (que comien­
CIENCIA Y L A HIPÓTESIS (LA) 76

za por la fórmula famosa: «El mundo no 1994; E. Bréhier, Historia de la filosofía


tiene hoy misterio»), el texto dedicado a (tr. J. A. Pérez Millán y M.aDolores Morán),
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 595-596 y 604;
Renán (»La ciencia ideal y la ciencia posi­
J. Vuillemin, prefacio de La Science et l’Hy-
tiva») propone distinguir entre la ciencia pothése, col. «Champs», Flammarion, 1968.
que se apoya exclusivamente en la obser­
vación y la que, reuniendo el conjunto de
los hechos de una historia del espíritu
humano, trata a su manera las cuestio­ CIENCIA Y MÉTODO, Science et mét­
nes de la antigua metafísica. Pero el artí­ hode, 1908.
culo más interesante es sin duda el que H e n ri P o in c a ré , 1854-1912.
trata de cuestiones científicas que tienen
aplicaciones militares (es sabido que Bert- Este tercer volumen de filosofía de las
helot realizó investigaciones sobre la pól­ ciencias (tras -* La ciencia y la hipótesis,
vora y los explosivos). Su interrogación, 1902, y -*■ El valor de la ciencia, 1905)
siempre de actualidad, sobre la cuestión retoma la distinción entre lo que es resul­
de saber si conviene permitir que la cien­ tado del poder de la mente — como la
cia se ponga al servicio de la eficacia homi­ matemática pura, ligada al razonamiento
cida da fe de sus escrúpulos, aunque con­ inductivo— y lo que es extraído de la expe­
cluye con la reafirmación de su esperanza riencia, cuyo valor proviene de su aptitud
en las consecuencias globalmente bené­
para ser controlado por la observación.
ficas del progreso del conocimiento.
Esta distinción permite escapar a los
excesos del convencionalismo: las teo­
Edición: Science et philosophie, Calmann- rías son convencionales, ciertamente,
Lévy, 1886. pero son admitidas en función de su con­
Estudio: J. Jacques, Berthelot: 1827-1907,
auíopsie d’un myíhe, Belin, 1987. formidad con los hechos experimenta­
les. Así, el autor niega, contra Peano y
Russell, que las matemáticas puedan ser
reducidas a la lógica.
C IENCIA Y LA HIPÓTESIS (LA), La
Edición: Ciencia y método, Espasa-Calpe,
Science et l ’hypothése, 1902. 1963.
H e n ri P o in c a ré , 1854-1912. Estudios: D. Millar et al., Diccionario bási­
co de científicos (tr. E. Lucena), Tecnos,
La contribución de Poincaré a la filo­ 1994; E. Bréhier, Historia de la filosofía
sofía de las ciencias se mueve principal­ (tr. J. A. Pérez Millán y M.a Dolores Morán),
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 595-596 y 604;
mente en un estudio crítico del conven­ R. Poirier, «Henri Poincaré et le probléme
cionalismo. de la valeur de la Science», Revue philosop­
La concepción de un espacio y un tiem­ hique de la France et de l’étranger, 1954,
po no absolutos, relativos a los instru­ pp. 485-513.
mentos de medida del observador, con­
duce, en geometría y en la matemática
pura, a proponer axiomas que son ele­ CIENCIA Y MORAL, Science et mora­
gidos por su comodidad: se trata de con­
le, 1897.
venciones extraídas a su vez de teorías
M a rc e u n B e r t h e l o t , 1827-1907.
convencionales. N o obstante, Poincaré
Colección de artículos y de discursos.
tiende a limitar el papel y la importancia
de estas convenciones en aritmética y en Esta obra agrupa una serie de discur­
física.
sos pronunciados por Berthelot en los
años 1880-1895 junto con algunos ar­
Edición: La ciencia y la hipótesis, Espasa-
Calpe, 1963. tículos. El titulado «La ciencia y la moral»
Estudios: D. Millar etal., Diccionario bási­ da nombre a la colección, que surge direc­
co de científicos (tr. E. Lucena), Tecnos, tamente del combate por la fe científica
77 CINCO MEDITACIONES SOBRE LA EXISTENCIA

que, tras la muerte de Renán (1892) y de tanto que actividad instrumental funda­
Taine (1893), mantuvo sólo Berthelot da en elecciones racionales) e interacción
frente al misticismo y al idealismo de los (en tanto que actividad comunicacional
que Ferdinand Brunetiére es uno de sus orientada a establecer relaciones media­
representantes. «El mundo carece de mis­ tizadas por el lenguaje).
terio» y la ciencia debe servir de base a la
moral y a la educación tanto como debe Edición: Ciencia y Técnica como « ideolo­
combatir el dolor y la injusticia. gía» (tr. M. Jiménez Redondo y M. Garrido),
2.aed., Tecnos, 1992.
El debate entre la Iglesia y el Estado, el Estudios: Th. McCarthy, La teoría crítica
librepensamiento y el clericalismo, la tradi­ de Jürgen Habermas (tr. M. Jiménez Redon­
ción conservadora y la izquierda laica forman do), Tecnos, 1987; J.-M. Ferry, Habermas,
el telón de fondo de esta serie de artículos. l ’éthique de la communication, P.U.F.,
Se encuentra entre ellos el célebre discurso 1987.
titulado «La ciencia emancipadora» que Bert­
helot pronunció en el banquete de Saint-Man-
dé organizado por Qemenceau, y en el que
C IE N CIAS DEL U N IVE R SO Y P R O ­
se asodan estrechamente optimismo científi­
BLEM AS M ETAFÍSICOS, Sciences de
co y fe republicana. Ciertos textos circuns­
l ’univers et problémes métaphysiques,
tanciales — Berthelot fue nombrado ministro
1976.
en noviembre de 1895— no restan nada al
C la u d e T res m o n ta n t, nacido en 1925.
interés histórico y filosófico de esta colección.

Edición: Science et morale, Calmann-Lévy, En esta obra, como en la mayoría de


1897. sus otros textos, Tresmontant persigue el
Estudio: J. Jacques, Berthelot: 1827-1907,
autopsie d ’un mythe, Belin, 1987. viejo objetivo «concordista»; establecer
la verdad de la fe cristiana apoyándose en
los resultados de las ciencias contempo­
ráneas, y concretamente en la astrofísi­
CIENCIA Y TÉ C N IC A C O M O «IDEO­ ca. Haciendo caso omiso de las adver­
LOGÍA», Technik und Wissenschaft ais tencias de Hume, Kant o Feuerbach, el
autor considera que la metafísica es posi­
«Ideologie», 1968.
ble y, hablando co m o el abate Pluche
JüRGEN Haberm as, nacido en 1929.
(1688-1716), pretende descubrir a Dios
en «el espectáculo de la naturaleza».
Escrito como homenaje a Marcuse (con
ocasión de su setenta aniversario), este
Edición: Sciences de l’univers et problé­
texto toma su crítica del concepto webe- mes métaphysiques, Le Seuil, 1976.
riano de racionalidad. Estudio: J. Salem, Dictionnaire des philo-
Marcuse ha mostrado, concretamen­ sophes, P.U.F., 1984.
te en -*■ Razón y re vo lu ció n , que la
racionalidad (definida com o actividad
racional encaminada a un fin) tiene en
su esencia misma una dimensión políti­ C IN CO M EDITACIONES SOBRE L A
ca; siempre es en nombre de la racio­ E X IS TE N C IA . S oleda d, socied ad y
nalidad com o se ejerce el dominio del comunidad, Cinq Méditations sur Ve-
hombre por el hombre. Mas la idea mis­ xistence. Solitude, société et commu-
ma de razón es ideológica; al invitamos nante, 1936.
a abrazar los progresos científicos de N ik o lá i A le x á n d ro v ic h B erd iáev (o Ber-
nuestra época, la razón nos somete a d ia e ff), 1874-1948.
la técnica, que es en sí dominación.
Habermas prosigue aquí estos análisis Esta obra está compuesta bajo forma
a la luz de la distinción entre trabajo (en de meditaciones que no tienen nada en
CIUDAD DE DIOS (LA ) 78

común con las -»• M editaciones carte­ otra parte, el autor demuestra que sola­
sianas. Se trata de una reflexión cristiana mente la providencia de Dios es la res­
sobre la persona humana. ponsable de la gloria de Roma, y no los
La primera meditación subraya la situa­ dioses paganos. El sentimiento de los
ción trágica del filósofo en nuestra época. romanos hacia su patria debe ser un ejem­
Berdiáev recusa la filosofía especulativa plo a imitar por los cristianos respecto a
en todos sus aspectos, que privilegia el la Patria celestial, si es que quieren alcan­
acto de conocer por relación con el acto zarla. Agustín condena tanto la actitud de
de existir. Para el pensador ruso, la filo­ los paganos que adoran a los dioses para
sofía está inmersa en la existencia antes obtener bienes materiales, como la de
de toda actividad de conocimiento. Por aquellos filósofos que justifican esas prác­
otra parte, no hay filosofía sin filósofo; es ticas pretendiendo que con ellas se ase­
decir, que todo pensamiento es pensa­ guran los paganos su felicidad ultrate­
miento de un individuo singular. Berdiáev rrestre. También reprocha a los filósofos
está pensando en este punto en el hege­ que se nieguen a reconocer la inmate­
lianismo, para el que la filosofía, y el hom­ rialidad de Dios y a considerarlo como
bre en general, no es más que un instru­ el creador. La verdad está en el cristia­
mento por el cual la Idea lógica se realiza. nismo, que es la búsqueda de la felicidad.
Con estas cinco meditaciones, Berdiáev En el principio, hay dos ciudades celes­
pretende integrar a la persona en la con­ tes: la «ciudad de Dios», ciudad del bien,
creción de su existencia, y rechaza la abs­ habitada por los ángeles bienhechores y
tracción — necesariamente reductora— obedientes de Dios, y la «ciudad del mal»,
de la filosofía, especialmente la del idea­ poblada de ángeles rebeldes, de demo­
lismo alemán. Berdiáev es uno de los gran­ nios: esas dos ciudades tienen su equiva­
des pensadores rusos de este siglo, direc­ lente en la tierra. La ciudad terrestre es
tamente influenciado por Dostoievski. víctima de tres males: la separación de
Dios y del bien supremo, la muerte — sea
Edición: Cinq Méditations sur I'existence que se trate de separación del alma y el
(tr. I. Vildé-Lot), Aubier-Montaigne, 1936. cuerpo o de muerte total en la ignoran­
Estudio: J. Gaith, Nicolás Berdiaeff, phi- cia de Dios— y el «pecado original», sím­
losophe de la liberté, Dar H-Machreq, 1968. bolo de rebeldía y de debilidad camal.
Hay por tanto una ciudad camal y una
ciudad espiritual; la primera reposa sobre
la felicidad terrestre, el goce, cuya repre­
C IU D A D DE D IO S (LA), D e Ciuitate sentación bíblica está en Caín, el herma­
D e i, ■>entre 410 y 426. no fratricida; la segunda, que vive en el amor
A g u s tín (Aurelius Augustinus, San), 354- de Dios y a la espera de la felicidad celes­
430. te, está representada por Abel, víctima de
Caín. Estas dos concepciones de la vida
En esta obra de filosofía y de teología, se perpetúan a lo largo de los siglos a tra­
San Agustín responde a la acusación vés de la Biblia y a través de la realidad ; a
hecha por los paganos en 410 de que los veces llegan incluso a confundirse, y hay
cristianos eran responsables del abando­ hombres que por interés juegan sobre los
no del culto a los antiguos dioses de la ciu­ dos tableros: esperan gratificación en la vida
dad y de la derrota de Roma por los terrestre y redención en la vida futura.
godos. Agustín asume la defensa de los Sin embargo la actitud de cada uno
cristianos; a tal efecto, expone la verda­ está sometida al juicio final de Dios; el
dera naturaleza del bien y del mal; demues­ malvado será condenado a la desgracia
tra que la invasión de los godos ha signi­ eterna; el hombre bueno será por el con­
ficado cambiar un mal por un bien: fue trario consagrado a la felicidad eterna,
una prueba para recordar el escaso valor la única verdadera felicidad que no podría
de los perecederos bienes terrenales. Por encontrarse en la tierra. Así los santos
79 CIUDADANO CONTRA LOS PODERES (EL)

podrán gozar de la contemplación de marino genovés que ha descubierto una tie­


Dios. De igual modo, las dos ciudades rra ignota, describe la Ciudad del Sol como
serán sometidas al juicio de Dios en la la «imagen de una república filosófica» en
persona de Cristo cuando la humanidad la que sus habitantes, los Solares, viven
toque a su fin. Por su intervención, Cris­ según el principio de la comunidad de bie­
to será el árbitro de la redención del mun­ nes (comunismo). Metafísico, el dignatario
do, de su regeneración o palingenesia. supremo, está rodeado de un triunvirato;
Agustín, que razona sobre todo como Potestad (cuyo dominio es la guerra), Sabi­
teólogo más que como historiador o como duría (que gobierna los oficios, las artes y
científico, no se preocupa en ningún caso las ciencias) y Am or (que vela por la gene­
de las objeciones que podrían plantearle los ración, la educación, la alimentación, el ves­
físicos (a propósito del fuego eterno de los tido), ayudados a su vez por tantos magis­
infiernos), o los platónicos (a propósito de trados como dominios hay.
la resurrección). El autor se afirma tam­ El texto, que describe al detalle todos
bién contra el maniqueísmo cuya influencia los momentos y mecanismos de la vida
sufrió en su juventud; y en el plano pura­ social, y que predica la supresión de la
mente eclesiástico, condena el donatismo y propiedad privada, del dinero y la fami­
el pelagianismo. lia, se relaciona con la tradición utopista
La ciudad de Dios es de hecho el resul­ de -»■ La República de Platón y de la
tado de la andadura intelectual y filosófica > Utopía de Tomás Moro.
de toda una vida. Para escribir esta historia,
Agustín se ha inspirado no solamente en la Edición: La ciudad del sol, contenida en T.
realidad, sino también en las obras de los Campanella, La política, comp. y tr. M. Gon­
apóstoles Pablo y Juan. E igualmente se zález García, Alianza, 1991.
Estudios: Introducción de M. González Gar­
encuentra ligado a la tradición apologética,
cía a la ed. cit.; F. E. Manuel y F. P. Manuel,
de Tertuliano a Orígenes. Esta obra tuvo El pensamiento utópico en Occidente (tr.
una gran influencia durante la Edad Media. B. Moreno), Taurus, 1984, cap. 10; E.
Más tarde conmueve a los humanistas, a los Bloch, La Philosophie de la Renaissance,
reformadores, e inspira a Bossuet. Payot, 1974.

Edición: La ciudad de Dios (tr. F. García),


en Obras completas, t. XVI-XVH, Ed. Cató­
lica (B.A.C.), 1960.
Estudios: L. Strauss y J. Cropsey (comps.), C IU D A D AN O C O N T R A LO S PO D E ­
Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­ R ES (EL), L e citoyen con tre les pou-
cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­ voirs, 1926.
co, Fondo de Cultura Económica, 1993; J. A la in (Émile Auguste Chartier), 1868-
Ferrater Mora, «San Agustín o la visión cris­
tiana», en Cuatro visiones de la historia uni­ 1951.
versal, Alianza, 1988; E. Gilson, Introduc- Recopilación de ochenta Propuestas polí­
tion á l ’étude de Saint Augustin, Vrin, ticas.
1982; E. Gilson, Las metamorfosis de La
Ciudad de Dios (tr. B. Agüero), Buenos La reflexión sobre el poder impregna
Aires, Troquel, 1954.
todo el pensamiento de Alain, incluso en
los textos aparentemente más alejados de
problemáticas políticas (ciencia, educa­
C IUD AD DEL S O L (LA), Civitas Solis, ción, pasiones). La filosofía de Alain es
1623. política en su inspiración más profunda,
Tom m aso C a m pa n ella , 1568-1639. aunque no fuera más que por la omni­
Utopía filosófico-política. presente referencia a la guerra (de 1914
y de toda guerra en general). La tesis que
Redactado en italiano en 1602, este diá­ aquí defiende es que todo poder es malo,
logo imaginario entre un caballero de la porque corrompe a quien lo ejerce. El
orden religiosa de los hospitalarios y un hombre (incluso democráticamente elegi­
CLASES SOCIALES (LAS) 80

do) deviene un profesional de la política, C LASE S SO C IALE S (LAS), Les Clas-


un cortesano, un burócrata que desprecia ses sociales, 1946.
al pueblo. La institución administrativa aca­ M a u rice H a lb w a c h s , 1877-1945.
ba por tomarse por su propio fin. (Es asaz Curso en la Sorbona.
chocante observar las analogías con las
reflexiones de Lenin por la misma época.) Influido por Durkheim, como Mauss,
¿Qué es lo que quiere el poder? Todo. Halbwachs inaugura su carrera con méto­
La ciega obediencia militar y, por añadi­ dos muy concretos. Su prim era obra
dura, la adhesión de los espíritus. ¿Qué es sociológica es prueba de ello: La clase
lo que detesta? Que el ciudadano se per­ obrera y los niveles de vida, investi­
mita decir lo que piensa sobre la manera gaciones sobre la jerarquía de ¡as ne­
en que debe ser gobernado. Alain (que se cesidades en la sociedad industrial
sentía desolado por encontrar en Platón la (1913). El curso de la Sorbona sobre las
idea totalitaria) proclama rotundamente el clases sociales retoma los elementos de
derecho y la capacidad del simple ciuda­ este primer trabajo ampliando la cues­
dano para ejercer el poder. Y ello comien­ tión a los grupos nacionales, a las pro­
za (como siempre en Alain) por un movi­ fesiones con sus diferentes ingresos, a
miento de reconquista de su propio juicio. los grupos rurales en Francia, a la noble­
Obedecer, mas no reverenciar. Examinar za, a la burguesía, a las clases medias,
siempre. Plegarse al orden (es inevitable, dedicando la parte más extensa a la cla­
en los dos sentidos de la palabra «orden»), se obrera. En primer lugar, Halbwachs
pero sin adorarlo, porque el orden no es el desea dar una definición de las clases
fin; por encima de la policía está la justicia. sociales. Para ello se pregunta por el
Es propio de los ciudadanos el consti­ principio que preside la división de las
tuirse en opinión pública. sociedades en clases sociales y por el
N o dejarse guiar por el efecto pasivo fundamento de una clase.
de los sondeos o de la prensa, sino por Criticando la definición heteróclita de
la potencia resultante de la movilización Marx, Halbwachs explica finalmente la jerar­
de los juicios libres. El elegido es respon­ quía de clases por «los diferentes grados en
sable ante sus electores personalmente que los diversos grupos pueden participar
(Alain rechaza la proporcionalidad); debe en las formas por excelencia de la actividad
sentirse constantemente vigilado. La ver­ social».
dadera revolución estaría en esto (y no en
una ilusoria subversión del orden social): Edición: Les Classes sociales, Centre de
un pueblo capaz de ejercer un control per­ documentation universitaire, 1946.
manente sobre sus jefes. Estudio: R. Hess, Dictionnaire des philo-
sophes, P.U.F., 1984.
El individuo es pues el alfa y el omega
de la política: es el valor supremo al que
ella debe servir y la sede del espíritu libre
que la habrá de reglamentar. Estas P ro ­
CÓDIGO DE LA NATURALEZA, o El
puestas sobre los poderes constituyen el
verdadero espíritu de sus leyes, en todo
fundamento filosófico de lo que Alain con­
tiempo olvidado o desconocido, Code
sideraba ser la verdadera doctrina radical.
de la nature, ou le veritable Esprit de
Edición: Las Propos constitutivas de la reco­ ses lois, de tou t temps négligé ou
pilación Le citoyen contre Ies pouvoirs han méconnu, 1773.
sido, en lo esencial, reunidas bajo el título Pro­ M o r e l l y , hacia 1717-hacia 1778.
pos sur les pouvoirs, col. «Folio-Essais», Galli­ Utopía social.
mard, 1985.
Estudio: R. Bourgne, «Philosophie et politique
chez Alain», nota final de la ed. cit.; D. Gil, Esta obra, redactada en 1755 y atri­
Alain, la république ou le matérialism, col. buida durante largo tiempo a Diderot,
«Philosophie», Méridiens-Klincksieck, 1990. hace de la idea de beneficencia la clave
81 COMENTARIO DE ARISTÓTELES

del sistema social, proyecta una sociedad los puntos esenciales; y finalmente aña­
perfecta que permite a cada uno acceder de un resumen.
a la felicidad, denuncia los defectos de los El tema de Dios es uno de los puntos
principios generales de la política y de la cruciales de la obra; fiel a Aristóteles, Ave­
moral (1.a parte), de los principios par­ rroes considera a Dios com o un «acto
ticulares (partes 2.a y 3.a), y propone «un puro» y refuta la idea de la Providencia,
modelo de legislación conforme con las aunque no niega la intervención de Dios
intenciones de la naturaleza» (4.a parte). en los asuntos humanos. Averroes con­
La ley fundamental reposa sobre la comu­ cuerda con Aristóteles en lo que respec­
nidad de los bienes. ta al «monopsiquismo» (la unidad de los
intelectos humanos): no hay más que un
Edición: Code de la nature, c<?l. «Les Clas­ solo intelecto, común a toda la especie
siques du peuple», Messidor-Éd. sociales,
humana; es una razón impersonal e
Estudio: N. Wagner, Morelli, Le méconnu inmortal; aunque permita al alma indivi­
des Lumiéres, Klincksieck, 1978. dual ejercer sus facultades intelectuales
y dirigirse a sí misma, aquella razón es
superior a esta última que muere con el
cuerpo; un alma no sobrevive más que en
C O L O Q U IO S , C olloqu ia fam iliara, el intelecto: se fusiona con él. Cada alma
1518-1533. es una inteligencia y un conocimiento dife­
D id ie r E rasm o d e R o t te r d a m , hacia rentes, pero el alma intelectiva posee siem­
1469-1536. pre la misma suma de conocimientos inte­
Diálogos. lectuales, cualquiera que sea el número
de seres humanos. A propósito de esta
Erasmo quería escribir un manual de fusión, se puede hablar de panteísmo, con
conversación para sus estudiantes. Des­ tanta más razón cuando se admite el cono­
pués de algunos ediciones incompletas, cimiento intuitivo de Dios.
la obra fue acabada y publicada en Hay un dualismo en Averroes: cuan­
1533. El libro es una mofa de las cos­ do habla como teólogo defiende la idea
tumbres, de las condiciones de vida y de de la inmortalidad personal; cuando habla
los acontecimientos de la época. Igual­ como filósofo, se funda en los derechos
mente son criticadas algunas tradicio­ de la sola razón. Averroes ha accedido a
nes religiosas. la obra de Aristóteles a través de la escue­
la de Alejandría y de la doctrina emana-
Edición: Coloquios, en Obras escogidas (tr.
tista neoplatónica. Tomás de Aquino lo
L. Riber), Aguilar, 1964.
Estudios: M. Bataillon, Erasmo y el eras- respetaba sobremanera y utilizó su siste­
mismo (tr. C. Pujol), Crítica, Barcelona, ma de exposición en su propio comen­
1983;P. Mesnard, Erasme, col. «Philoso- tario de Aristóteles; pero corrigió lo que
phes de tous les temps», Seghers, 1969. a su juicio eran errores o perversiones del
espíritu peripatético. Averroes gozó de
gran predicamento entre la escuela fran­
ciscana, en la universidad de París y en la
C O M E N TAR IO DE AR ISTÓ TELE S de Padua, hasta su condenación en 1277.
A v e r r o e s (ibn Rusd), 1126-1198.
Edición: Grand Commentaire de la
Escritos en árabe en la segunda mitad métaphysique d ’Aristote (tr. A. Martin),
del siglo xn, el Scharh (Gran Com enta­ Bibliothéque de la faculté de philosophie et
rio) y el Telkhis (C om entario medio o des lettres de l’université de Liége, Les Belles
Lettres, 1984.
Resumen) que componen esta obra abar­ Estudio: Mu ¡tiple Auerroés, en Acíes du Collo-
can la totalidad de la obra de Aristóte­ que intemational organizado con ocasión del
les. El autor sigue primeramente a la letra 850 aniversario del nacimiento de Averroes, 20-
los escritos aristotélicos; después estudia 23 sept. 1976 en París, Les Belles Lettres, 1978.
COMENTARIOS SOBRE LAS SENTENCIAS 82

C O M E N T A R IO SO B R E L A S SE N ­ mente, está el Absoluto revelado, pero el


T E N C IA S, Super quatuor libros Sen­ hombre es incapaz de explicitarlo.
tentiarum sublimissimae quaestiones Ha sido detectado un aroma de exis­
earumdemque decisiones, 1493. tencialismo en el universo de Occam, com­
G u ille rm o d e O ccam , hacia 1285-hacia puesto de existencias individuales contin­
1347. gentes, y donde la voluntad de Dios — a
la cual es preciso atribuir todas las formas
Para alcanzar el grado de maestro en de «orden» que se constatan— es en sí mis­
teología — que el Venerabilis Inceptor no ma libre y contingente, no restringida por
obtuvo jamás a causa de un anti-realis- ninguna necesidad inteligible, salvo la del
mo excesivo— , todo «Baccalaureatus non principio de no contradicción. Un aroma
form atus» tenía que leer y comentar los de herejía también —que entrañaba la con­
-* Libros de las Sentencias, de Pedro dena del autor por la universidad de Oxford
Lombardo (siglo xu). Combinando la Biblia y después la de París— flotaba sobre toda
y la herencia griega, este «Maestro de las esta omnipotencia divina entregada a lo
Sentencias» ofrecía una exposición clara arbitrario. ¿Cómo responder argumenta­
y completa del saber humano puesto al tivamente al incrédulo o al herético para
servicio de la Revelación que se convirtió justificar los dogmas, si las verdades sobre­
en una suerte de manual modelo de espe­ naturales no se dejan captar más que por
culación teológica y fue abundantemente la fe, y no por una certeza racional?
comentado. Rico en problemas extrava­ Será en los escritos de un ferviente dis­
gantes —¿podía ser Cristo una mujer?— , cípulo de Occam, Gabriel Biel (hacia
había en él materia para suscitar las refle­ 1418-1495), donde Lutero descubrirá el
xiones de Guillermo de Occam y para inci­ nominalismo, de cuyas potencialidades
tarlo a precisar las implicaciones teológi­ «reformadoras» había dado ya prueba
cas de su nominalismo. Occam en su lucha contra el papado.
Rechazando las distinciones formales
e incluso de simple razón atribuidas a Dios Edición: Super quatuor libros Sententia­
por la teología natural, en particular las rum..., en Opera philosophica, vol. I, edi­
sutilezas sobre la psicología divina edifi­ ción crítica del Instituto franciscano de la Uni­
versidad San Buenaventura, Nueva York,
cadas por Duns Escoto (final del siglo xiii), 1974.
el autor no se siente convencido por nin­ Estudio: J. Largeault, Enquéte sur le nomi-
guna de las pruebas de la existencia de nalisme, B. Nauwelaerts, 1971.
Dios: a lo sumo, lo que éstas encierran
no es más que un valor de probabilidad.
En efecto, si la palabra «ser» no reenvía a
alguna realidad distinta de la totalidad C O M E N T A R IO SO B R E L A S SE N ­
de lo dado, no podemos razonar más que T E N C IA S DE PE D RO LO M B A RD O ,
apoyándonos en nuestra experiencia de Scriptum in IV L. Sententiarum magis-
lo real. Pero ¿qué nos muestra ésta? tri P. Lombardi, o 1254-1256.
Hechos y causas, y un limitado número T om ás de A q u in o (Santo), hacia 1225-
de causas conservadoras de un efecto 1274.
dado. Si es preciso admitir un «primer efi­
ciente», no se puede decir gran cosa de El autor trata aquí los principales temas
él. Tampoco se puede demostrar que sea religiosos: la Trinidad, la Providencia, la
Uno: hay que remitirse a la fe para adhe­ Creación, el Espíritu Santo, la Santa Euca­
rirse al «Credo in unum Deum». En cuan­ ristía. Sin embargo, influido por San Agus­
to a la Trinidad, se presenta contradicto­ tín y la doctrina averroísta, Tomás da a
ria: la unidad del ser divino no consiste los problemas que trata una dimensión
para nosotros más que en una perfección filosófica: ello ha hecho de esta obra un
indistinta — para la realidad y para el pen­ manual de referencia y un útil de trabajo
samiento— , una indivisión. Dicho breve­ en las universidades del siglo xiii.
83 COMERCIO Y EL GOBIERNO (EL)

Edición: Scriptum in IV L. Sententiarum samiento de estos dos autores. El trata­


magistri P. Lombardi, Mandonnet-Moos, miento que él ha hecho de la obra de Aris­
1929.
Estudio: M. Poclin, Philosophie et théolo- tóteles es, sin duda alguna, el mejor y más
gie chez saint Thomas d’Aquin, Klincksieck, justo que pueda encontrarse.

Edición: los Comentarios están publica­


dos en latín en Marietti, Roma/París/Turín,
1950-1985.
Estudio: M. Piclin, Philosophie et théolo-
C O M E N TAR IO S SOBRE AR ISTÓ TE ­ gie chez saint Thomas d’Aquin, Klincksieck,
LES, o de 1265 a 1273. 1983.
T om ás d e A q u in o (Santo), hacia 1225-
1274.

Estos textos no tienen más ambición COMERCIO Y EL GOBIERNO (EL), Le


que la de exponer lo más fielmente posi­ C om m erce et le Gouvernement, 1776.
ble la doctrina del estagirita. Por ello, C o n d i l l a c (Étienne Bonnot de) 1714-
Tomás comenta los principales temas: la 1780.
«Lógica» que trata del razonamiento, de
la afirmación y de la negación; la «Física», La economía es para Condillac una cien­
a la cual se opone: para él, Dios procede cia que tiene por misión procurar la abun­
de sí mismo y está también en el origen dancia. Su funcionamiento se revela con
de la creación; Tomás se apoya en el -*• el análisis del modo de satisfacción de las
Tratado del cielo para ofrecer su propia necesidades. El valor de los objetos varía
concepción del universo y evocar la posi­ en función de la naturaleza de la necesidad
bilidad de transformación de la materia; y de su modo de satisfacción. Ese valor
a continuación estudia las obras psicoló­ permite determinar el precio y las condi­
gicas, que tratan de la naturaleza del alma ciones de intercambio, por lo tanto del
y de sus facultades. Aquí toma la defen­ comercio. Este último es una fuente de
sa de Aristóteles contra su comentarista enriquecimiento porque, al desarrollar y
árabe, Averroes, que lo acusaba de no refinar las necesidades, desarrolla los
creer en la inmortalidad del alma y en la medios de producción. Condillac defiende
espiritualidad. Santo Tomás comenta tam­ la libre circulación de las mercancías y el
bién las obras morales y políticas del esta­ equilibrio de sus precios, porque sí las nece­
girita, como la * Ética a Nicómaco, don­ sidades son permanentemente satisfechas
de se habla de las virtudes y de los fines y los precios estables, los pueblos vivirán
de la vida, o la -* Política, que evoca los en paz. En fin, el progreso económico será
diferentes tipos de gobierno que pueden posible si los hombres, llevando una vida
encontrarse a la cabeza de un Estado. El sana, contribuyen a desarrollar el progre­
comentario a la -*■ Metafísica es el más so agrícola e industrial.
importante: el autor trata de la naturale­ Al objeto de convencer a los diferen­
za del ser, de su realidad; y expone su pro­ tes gobiernos de lo bien fundado de estos
pia teoría sobre la materia y el «intelec­ principios económicos, Condillac hilvana
to», sustancia eterna y divina, causa una ficción. Para empezar imagina el
primera de toda cosa en el universo. m odelo económico ideal: un país cuya
Es patente que intelectualmente el teó­ extensión correspondería a la de la unión
logo se siente muy próximo a Aristóteles: de varios países europeos, donde reina­
los dos exhiben una sensibilidad común y rían la libertad de cambio y la igualdad
una similitud de pensamiento. Tomás de ante el fisco y la justicia. En un país tal
Aquino tiene conciencia de la importan­ circulan las mercancías con facilidad y
cia filosófica de Aristóteles, al igual que todas las necesidades están satisfechas.
de la de Platón, y se propone esclarecer Las ciudades y las aldeas comercian al
la filosofía cristiana con ayuda del pen­ unísono y las riquezas se reparten equi­
CÓMO HACER COSAS CON PALABRAS 84

tativamente. Pero que las guerras o las algo al decirla) y de acto perlocuciona-
aduanas entorpezcan al comercio, y ese rio (el acto de producir algo p o r el hecho
bello equilibrio queda inmediatamente de decirlo).
quebrantado; la miseria o el contrabando Filósofo «analítico», Austin verá su refle­
se adueñan de la situación, la agricultura xión continuada por el americano John
y la industria periclitan, se desarrolla la R. Searle ( -»• Actos de habla, 1969) y
especulación, que trae consigo la desi­ por la corriente pragmatista.
gualdad en las riquezas.
Condillac quiere mostrar en esta obra Edición: Cómo hacer cosas con palabras,
(tr. G. R. Carrió y E. Rabossi), Paidós, 3.a
que la economía sólo será floreciente cuan­
reimp; 1990.
do entre las naciones se establece la liber­ Estudios: J. L. Austin, «Emisiones realizati-
tad de cambio y la unión económica: con vas», en L. M. Valdés (comp.), La búsqueda
ello está prefigurando el Mercado Común. del significado, Tecnos, 1991; F. Recana-
Escrito bajo el ministerio de Turgot en el ti, Les énoncés performatifs: contribuí ion
á la pragmatique, Ed. de Minuit, 1982.
que impera la doctrina de los fisiócratas
— que consideran a la agricultura como
única fuente de la riqueza— , este tratado
demuestra que sólo el desarrollo conjun­
to de agricultura e industria es lo que per­ C O M U N ID A D Y SO C IE D A D , Ge
mitirá la prosperidad económica. meinschaft und Gesellschaft, 1887.
Ferdinand T ónnies, 1855-1936.
Edición: Le Commerce et le Gouverne-
ment, Slatkine, 1980. 0 análisis sociológico de Tonnies repo­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ sa en la oposición entre la uoluntad orgá­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), nica (principio de toda acción que da a la
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 72-86; R. Lefé-
vre, Condillac, Seghers, 1976. vida su verdadera unidad) y la voluntad
racional (que orienta la energía de la volun­
tad orgánica). La voluntad orgánica desa­
rrolla la comunidad (Gemeinschaft), con
C Ó M O H AC E R C O SAS C O N P A L A ­ lazos reales fundados en la sangre, la loca­
BRAS, How to do Things with Words, lidad, el espíritu. La voluntad racional desa­
1962. rrolla la sociedad (Gesellschaft): de indi­
Jo h n Lan gs h a w A u stin , 1911-1960. viduos abstractos y separados sin lazos
reales, insertos en el mercado mundial,
La obra reúne los textos de doce con­ donde el único valor es el de cambio, que
ferencias pronunciadas en 1955 en Har­ está ligado al beneficio. La comunidad, por
vard. El lenguaje no se orienta tanto a el contrario, es la forma de vida antigua,
constatar los hechos como a permitimos primitiva, en la que las relaciones de los
hacer alguna cosa por la palabra mis­ individuos son vividas y sentidas. Mas estas
ma. De ahí la importancia de los enun­ relaciones se intelectualizan bajo la influen­
ciados performativos, que no son ni afir­ cia de la cultura, los contactos sociales se
maciones verdaderas o falsas, ni mecanizan y la comunidad evoluciona hacia
sinsentidos, sino enunciaciones orienta­ la sociedad. El statut representa el dere­
das a realizar una acción: apostar, bauti­ cho natural de la comunidad (el vestido, las
zar un barco, casarse... Mas en realidad, costumbres, la religión), mientras que el
dice Austin, todos los enunciados son de contrato representa el derecho de la socie­
alguna manera performativos. De lo cual dad: el individuo deviene una persona (el
se sigue la necesidad de reemplazar la dis­ tipo perfecto es el comerciante).
tinción constatativo/performativo por las
nociones de acto locucionario (decir algu­ Ediciones: Comunidad y sociedad (tr. J.
Rovira Armengol), Buenos Aires, Losada,
na cosa), de acto ¡locucionario (el acto 1947; Comunidad y asociación (tr. J.-
que además de ser una locución produce F. Ivars), Península, 1979.
85 CONCEPTO DE LO POLÍTICO (EL)

Estudio: R. Nisbet, La tradition sociologi- angustia ante el pecado produzca el peca­


que, P.U.F., 1984. do. Hay así una relación subjetiva con el
pecado que desconoce todo dogmatismo.
Se comprende por esto que Kierke­
gaard haya sido el primer filósofo en ais­
C O N C E PTO DE L A A N G U S T IA (EL), lar verdaderamente la esencia de la
Om Begrepet Angest, 1844. angustia, tarea a la cual le predisponía
Scken A a b y e K ierk e ga a rd , 1813-1855. la particular educación que recibió de
su padre y la situación espiritual de esa
Kierkegaard presenta esta obra como primera mitad del siglo XIX que le con­
«una simple meditación psicológica que venció de la crisis del mundo occiden­
sirva de introducción al problema dog­ tal. Largo tiempo asimilada al temor, la
mático del pecado». La esencia de la angus­ angustia se perfila como una categoría
tia es en efecto abordada a partir del peca­ existencial fundamental. Es fácil cons­
do original: con la culpa de Adán, la tatar lo que debe a este texto el análi­
angustia entra en la realidad humana. El sis heideggeriano de la angustia com o
hombre, a diferencia del ángel y de la bes­ tonalidad afectiva (Stim m ung) que nos
tia, consagrados a la inmediatez, se forja coloca delante de la nada ( -+ S er y
una representación de los posibles afron­ Tiempo).
tando la angustia como «vértigo de posi­
bles». Esta experiencia, dramática pero no Edición: El concepto de la angustia (tr.
menos saludable, se enraíza en el hecho D. Rivero), Orbis, 1984.
Estudios: R. Jolivet, Introducción a Kier­
de que el hombre es síntesis de tiempo y
kegaard (tr. M. Rovira), Gredos, 1950; M.
eternidad — eternidad que puede hacer­ H. Hartshome, Kierkegaard: el diuino bur­
se manifiesta en la angustia— . Mas habrá lador (tr. E. Lucena), Cátedra, 1992.
que distinguir aquí la angustia ante el mal
de la angustia ante el bien, o demoníaca,
que el pecador experimenta cuando sien­
te que podría liberarse del pecado. En el C O N C E PT O DE LO P O LÍT IC O (EL),
primer caso, el hombre elige el bien, y por D er B egriff des Politischen, 1932.
ello la angustia ante el mal; en el segun­ C a r l S ch m itt, 1888-1985.
do, intenta rehuir el bien: combatiendo
entonces el pensamiento de Dios, desem­ Discípulo de Max Weber, Carl Schmitt
boca en su anonadación existencial. distingue entre política y Estado («el con­
En consecuencia, la existencia ■—tal cepto de Estado presupone el concepto
como ocurre en el -*• Tratado de la deses­ de política»); toda vida en sociedad — con
peración— es considerada aquí como o sin Estado (fenómeno histórico)— impli­
composición de lo finito y lo infinito, más ca a lo político.
precisamente, como síntesis del alma y el Conceptualizando la noción de políti­
cuerpo inducida por el espíritu. En la ca, Schmitt separa rigurosamente este con­
angustia, que procede de una anticipa­ cepto de la economía, del derecho, de lo
ción de la futura posición del espíritu, apa­ social y de la moral. Q criterio, el carác­
rece la primera ruptura de la inmediatez ter distintivo de lo político es «la discrimi­
sin que se pueda verdaderamente hablar nación entre el amigo y el enemigo»; se
de libertad •— no experimentando enton­ trata aquí, no de una definición (la políti­
ces el individuo más que la «posibilidad de ca no puede ser reducida a la relación ami­
podep>— . Finalmente — y aquí está el pro­ go/enemigo) sino, a través de una rela­
fundo misterio de la angustia— angus­ ción existencial, de un principio, de un
tiarse es angustiarse por nada que no sea signo de identificación. El enemigo políti­
solamente el poder hacer: sin ser culpa­ co es siempre público (hostis) y no priva­
ble, el individuo desarrolla pues una com­ do (inimicus), y se define como «una comu­
prehensión del pecado antes de que la nidad de intereses y de acción» que se
CONCEPTO DE MAGNITUD NEGATIVA (EL) 86

enfrenta, al menos virtualmente, con otro «maldito», en razón de las funciones que
grupo de la misma naturaleza. En eco­ desempeñó en el seno del III Reich ale­
nomía no existen amigos ni enemigos, mán.
porque no hay más que competidores y
compañeros (al recusar al enemigo, el libe­ Edición: El concepto de lo político (tr. R.
ralismo niega la política). Un pueblo tiene Agapito), Alianza, 1991.
Estudios: D. Negro, Estudios sobre Carl
una existencia política, y es políticamen­ Schmitt, Fundación Cánovas del Castillo,
te libre desde el momento en que puede 1995; H. Meier, Carl Schmitt, Léo Strauss
designar al enemigo, en que tiene la capa­ et la notion de politique, col. «Commen-
cidad de operar por sí mismo esta discri­ taire», Juillard, 1990.
minación.
La configuración política donde se
revela la lógica última que opone el ami­
go al enemigo es la guerra. Ciertamen­ CONC EPTO DE M AGNITUD NEGA­
te la política no está en la guerra mis­ TIVA (EL), o Ensayo para introducir
ma, sino en la eventualidad efectiva de en la filosofía el concepto de magni­
esa situación excepcional, ese momen­ tud negativa, Versuch den B egriff der
to decisivo en el que se designa al ene­ negativen Gróssen in die Weltweisheit
m igo. La decisión política, que es la einzuführen, 1763.
acción de la autoridad soberana, con­ Immanuel K a n t, 1724-1804.
siste en esta designación. Es soberano
aquel que decide políticamente, fuera Esta obra de Kant está consagrada al
de toda norma, y dispone de la vida físi­ examen del problema que plantea el paso
ca de los hombres. El sentido de la gue­ de un razonamiento lógico al estableci­
rra, situación anormal, reside en que miento de una existencia; dicho en otras
está dirigida contra un enem igo y no palabras, ¿es legítimo pasar de lo lógico a
emprendida en virtud de un ideal o de lo real? Kant pone en evidencia la dife­
un derecho (la guerra no es ni justa ni rencia fundamental que separa esos dos
injusta, es necesaria). ámbitos, a saber, que el enfrentamiento
Aunque el conflicto pueda constituir­ de dos principios opuestos conduce a un
se en objeto de estudio, la teoría de Sch- equilibrio en la realidad, mientras que una
mitt no es conflictualista. El eje central contradicción lógica no tiene el menor
del pensamiento de Carl Schmitt está valor. Este resultado será utilizado por Kant
siempre articulado en torno a la cues­ para criticar las pruebas metafísicas de la
tión del orden, de la cohesión, de la existencia de Dios. Por otra parte, esta
homogeneidad, de la unidad política; su reflexión, que pone en cuestión el valor
teoría es integracionista. Así, la activi­
del principio de causalidad, inicia las inves­
dad normal de un Estado es la de supri­
tigaciones sobre la categoría de causali­
mir, en el interior de sí mismo, el carác­
dad que Kant llevará a cabo en la -*• Crí­
ter absoluto de los conflictos (en otro
tica de la razón pura. En suma, es en este
caso surgiría la guerra civil, situación
escrito donde Kant establece definitiva­
excepcional); el amigo reenvía siempre
mente la radical oposición entre lo lógi­
a la homogeneidad, a una forma de per­
co y lo real.
tenencia.
El decisionismo de Carl Schmitt, al
Edición: Versuch den Begriff der negati­
cual se opone radicalmente el normati- ven Gróssen in die Weltweisheit einzu­
vismo de Hans Kelsen, es una de las teo­ führen, incluido en las pp. 779-819 del vol.
rías más importantes del siglo xx y ha I, dedicado a los escritos precríticos, de las
inspirado a numerosos teóricos, entre Obras de Kant de la edición de Darmstadt
(Insel Verlag, 1960).
otros a los franceses René Capitant y
Estudio: E. Cassirer, Kant, vida y doctrina
Julien Freund. Sin embargo, Carl Sch­ (tr. W. Roces), México, Fondo de Cultura
mitt sigue siendo considerado aún como Económica, 1993.
87 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

CONCEPTO DE NATURALEZA (EL), suceso, y la totalidad del espacio-tiempo


Concept o f Nature, 1920. sea una totalidad no totalizable, un tejido
A l f r e d N o r t h W h iteh ead , 1861-1947. siempre inacabado obtenido al aplicar a
las entidades vectoriales las operaciones
Mientras que las ►Investigaciones sobre relevantes del cálculo infinitesimal.
los principios del conocimiento natural
son de orden epistemológico, El concep­ Edición: El concepto de naturaleza (tr. J.
to de naturaleza se sitúa en un plano de Díaz), Gredos, 1968.
Estudios: J. D. García Bacca, Nueve gran­
reflexión ortológica. Su objeto es el de «sen­
des filósofos contemporáneos y sus temas,
tar las bases de una filosofía natural como Anthropos, 1990, pp. 407-549; E. Laszlo,
presupuesto necesario de la física especu­ La Métaphysique de Whitehead: recher-
lativa». Whitehead comienza por rechazar che sur les prolongementes anthropolo-
lo que él llama «la bifurcación de la natura­ giques, Nijhoff, La Haye, 1970.
leza», esto es, la separación que se ha
impuesto a partir de Descartes entre cosa
pensante y cosa extensa, entre cualidades
primeras y cualidades segundas. A conti­ C O N C E P T O S FU ND AM E NTA LE S,
nuación presenta una rápida exposición de Grundbegriffe, 1981.
su método de «abstracción extensiva», que M a rtin H e id e gge r, 1889-1976.
es central en las Investigaciones. El méto­ Retranscripción de cursos.
do consiste en el estudio de la relación K
que liga el todo de un acontecimiento a El curso sobre los conceptos funda­
sus partes temporales y espaciales. Trasla­ mentales que Heidegger impartió en la Uni­
dando a su terreno el método de las corta­ versidad de Friburgo en 1941, ha sido edi­
duras de Richard Dedekind, la abstracción tado en 1981 a título de obra postuma.
extensiva define las abstracciones geomé­ Por concepto, hay que entender una repre­
tricas como nociones límites obtenidas a sentación bajo la cual está subsumida una
partir de los datos del espacio concreto. A generalidad; dicho de otro modo, según
continuación se expone una teoría de la rela­ Heidegger, «una representación que deli­
tividad que el autor opone a la de Einstein mita un dominio de objetos enteramente
y que será desarrollada en 1922 en El prin­ o según perspectivas particulares aunque
cipio de relatividad. En la relatividad eins- directrices». El adjetivo fundamental indi­
teiniana, las propiedades físicas son deri­ ca una investigación del fondo de las cosas
vadas de la geometría, utilizada en función que se deja presentir más que captar. El
de la curvatura que la materia introduce en autor plantea la cuestión del sentido del ser
el espacio. Así es como la unificación del según una perspectiva fenomenológica
espacio y el tiempo en un «espacio-tiempo» (estudio de lo que aparece).
de «puntos-flashs» conduce a espadalizar el La primera parte establece la distin­
tiempo y a dislocar la simultaneidad. ción entre el ser y el ente, separación que
La originalidad de la relatividad según está al origen de la indagación filosófica
Whitehead consiste en hacer del suceso la de Heidegger. La segunda parte anuncia
entidad de base, por oposición al objeto un retomo al pensamiento griego que da
que es reconocible y que posee una cier­ testimonio de una aprehensión origina­
ta permanencia. Sólo el suceso tiene por ria del ser en su manifestación.
sí mismo un lugar en el espacio y el tiem­ Heidegger explica la necesidad de una
po. N o sufre cambio, simplemente «ocu­ predisposición, de un ponerse a la escu­
rre»; no existe más que por relación a su cha del ser del ente. El filósofo alemán es
antecedente, su concomitante, su conse­ uno de los grandes pensadores de la
cuente. El objeto, en cambio, aunque inma­ corriente existencialista atea.
nente en la representación, está fuera del
tiempo y el espacio. De ahí que el «tensor» Edición: Conceptos fundamentales (tr. M.
einsteiniano se aplique inmediatamente al E. Vázquez), Alianza, 1989.
CONCIENCIA MISTIFICADA (LA) 88

Estudios: O. Poggeler, El camino del pen­ que le deje la esperanza de alcanzar la


sar de Martin Heidegger (tr. F. Duque), salvación por medio de sus obras. El
Alianza, 1986; J. Beaufret, >Dialogue avec pecado original ha desposeído al hom­
Heidegger, Minuit, 1973-1985.
bre de la capacidad sobrenatural de obte­
ner su salvación. Queda la voluntad, que
puede elegir libremente cooperar o no
con los designios de Dios. La acción de
CONCIENCIA MISTIFICADA (LA), La
Dios no es suficiente, se precisa una coo­
conscience mystifiée, 1933-1935.
peración mutua entre la gracia y el libre
H e n ri L e fe b v re , 1901-1991.
albedrío.
Manifiesto filosófico.
Toda la tarea de la Concordia consis­
te en mostrar cómo se concilian racio­
Este «libro maldito» fue rechazado por
nalmente Dios y la libertad del hombre.
los comunistas y, más tarde, destruido por
Molina admite un concurso general de
los nazis. En él afirma Lefebvre que el cri­
Dios en el acontecer del mundo como
terio de la verdad no reside ni en la con­
causa primera, concurso que no impide
ciencia individual ni en la colectiva; y que
que las causas segundas ejerzan su acción
por todas partes reina el desconocimien­
(así es como Bossuet se representa la inter­
to, sobre todo en los explotados.
vención de la Providencia en la historia).
La conciliación de la libertad con la pres­
Edición: La conscience mystifiée, Le Syco-
more, 1979. ciencia implica distinciones conceptuales
Estudio: R. Hess, H enri Lefebvre et I’a- aún más sutiles. Que Dios sepa lo que voy
venture du siécle, éd. A.-M. Métailié, 1988. a hacer con mi libertad no impide que yo
sea libre. El optimismo motinista encontró
naturalmente oposiciones muy vivas, a la
cabeza de las cuales se sitúa la corriente jan­
senista. Tanto desde la perpectiva del inte­
C ONCORDIA DEL U BR E ALBEDRÍO rés filosófico como del valor literario, las
C O N L O S D O N E S DE LA GRACIA, Provinciales de Pascal constituirán el pun­
LA PRESCIENCIA DIVINA, LA PRO­ to culminante de la controversia sobre la
VIDENCIA, L A PREDESTINACIÓN Y gracia.
LA REPROBACIÓN. Concordia, 1588.
Luis de M o lin a , 1536-1600. Edición: Concordia liberi arbitrii cum gra-
tiae donis, diuina praescientia, providen-
La Concordia debe su notoriedad a la tia, praedestinatione, et reprobatione ad
querella que siguió a su publicación y que nonnullos primae partís divi Thomae ar­
tículos, Lisboa, 1588.
se prolongaría en -*• Las Provinciales de Estudio: J. Ferrater Mora, Diccionario de
Pascal. La doctrina que esta obra expo­ filosofía, Alianza, 1990.
ne ha sido llamada «molinismo». Las tesis
molinistas habían pasado ya por un
comienzo de elaboración por parte de los
jesuítas Lessius y Fonseca. CONDICIÓN H UM A NA (LA), The Hu­
La cuestión que aquí se debate es una man Condition, 1958.
de las más antiguas y fundamentales de H an n ah A r e n d t, 1906-1975.
la teología cristiana, puesto que se trata
del problema de la conciliación de la liber­ Por una parte, el hombre deviene pri­
tad humana con los atributos de Dios. sionero de su destreza, y el lenguaje — por
Para responder a Lutero, Molina recu­ el que el hombre es social— no acierta a
rre a la misma flexibilidad con que Tomás expresar el extremo perfeccionamiento
de Aquino había tratado ya las tesis agus- de la ciencia. Por otra, la automatización
tinianas sobre la gracia. Se trata de ofre­ hace el trabajo superfluo cuando, a la
cer al creyente una perspectiva optimista inversa, la sociedad glorifica el trabajo.
89 CONDICIÓN POSTMODERNA (LA)

Com prender la situación del hombre ción entre la verdadera y la falsa necesidad
moderno es reencontrar el sentido de su del trabajo penoso. La autora clama por
actividad, la « vita activa». Ésta puede una reglamentación general de los pro­
tomar tres formas: el trabajo, la obra, la blemas económicos mundiales que tras­
acción. Por el trabajo, el hombre sub­ cienda los diferentes aislacionismos. Simo­
viene a sus necesidades vitales, pero su ne Weil expone lo que considera condición
labor se agota en la destrucción de los primera de un trabajo no servil: un princi­
bienes consumidos. En revancha, la obra pio de finalidad, dicho de otro modo, la
subsiste en tanto que objeto fabricado toma en consideración de la cualidad de
por el hombre que se sirve de él, obje­ «persona» del obrero. Y para ellos imagi­
to que dura y estabiliza la actividad huma­ na fiestas, viajes, en una palabra: la ale­
na. Finalmente, la acción es la empre­ gría.
sa por la cual el hombre se compromete
políticamente e intenta inmortalizarse Edición: La condition ouvriére, Gallimard,
(por la permanencia de esta acción polí­ 1951.
tica). Estudio: J. Cabaud, L ’Experience vécue de
Simone Weil, Plon, 1957.
De origen judío alemán (expatriada y
naturalizada después en los Estados Uni­
dos), Hannah Arendt ha buscado en este
análisis de la actividad humana la res­
C O NDIC IÓ N POSTM OD ER NA (LA).
puesta a los cuestionamientos de su pri­
Informe sobre el saber, La condition
mera gran obra,-* Los orígen es del
postm oderna. R a pport sur le savoir,
totalitarismo, en donde describía la ten­
1979.
dencia a la destrucción de las socieda­
Jean-Francois L y o ta rd , nacido en 1924.
des contemporáneas.
La sociedades contemporáneas más
Edición: La condición humana (tr. R. Gil),
Paidós, 1993. desarrolladas, llamadas «posmodemas»,
Estudios: B. Parekh, Pensadores políticos han conocido grandes cambios desde el
contemporáneos (tr. V. Bordoy), Alianza, fin del siglo xix. Lyotard analiza estas
1986; A.-M. Roviello, Sens commun et mutaciones a fin de comprender en qué
modernité chez Hannah Arendt, Ousia,
1988. medida el saber, sea científico o narrati­
vo, puede ser considerado como legíti­
mo. Pero la ciencia tiene necesidad de
una legitimación más allá de sí misma (si
C O ND IC IÓ N OBRERA (LA), La con­ no, sería una ideología). Mas ¿qué dis­
dition ouvriére, 1951. curso sería susceptible de justificar un
Simone W e il, 1909-1943. enunciado científico? Ninguno, porque el
Selección de textos y de cartas. discurso científico «es un juego de len­
guaje que tiene sus reglas propias». Y aún
Conmovida muy pronto por las injusti­ más, la ciencia se deslegitima al no res­
cias sociales, Simone Weil ha dado unidad petar siempre sus principios: en efecto,
a su vida defendiendo a los proletarios, algunos de sus axiomas no son demos­
entre los cuales quiso trabajar para mejor trables. Por último, es la sociedad la que
conocerlos. La antigua profesora de la legitima el saber científico; como capita­
Escuela Normal, la agregada, renunció a lista, lo que esa sociedad quiere es una
las ventajas de su estatus en beneficio de ciencia ejecutiva en vista del beneficio.
las arcas de solidaridad de los mineros de Una invención es pues legitimada por
Saint-Étienne. El breve texto del 30 de sep­ su eficacia social, por su «ejecutividad».
tiembre de 1937 sobre la condición obre­ Sumamente denso, este informe — con­
ra denuncia la situación mundial en este denado por el gobierno de Quebec— inte­
dominio e intenta establecer una distin­ rroga a la sociedad y a la filosofía sobre el
CONFESIONES (LAS) 90

modo en que ellas reconocen el saber. cial para él, así como el orgullo que cose­
Al analizar las aporías de las filosofías hege- chaba de sus victorias; tampoco dudaba
liana y marxista, Lyotard se inspira en teo­ en engañar, y se describe a sí mismo
rías contemporáneas de Merleau-Ponty, como un mentiroso y trapacero. El autor
Barthes, Serres, Wittgenstein, Habermas... demuestra que su alma infantil estaba por
tanto bien corrompida desde el nacimiento
Edición: La condición postmoderna (tr. (L. I).
M. Antolín), Cátedra, 1989. Su adolescencia discurrió en el peca­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
do: «Tenía el temor de parecer más abyec­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, Madrid, 1996; C. Clé- to cuanto más inocente era, y de pasar
ment, G. Lascault, M. Dufrenne, L. Morin, por tanto más vil cuanto más casto». Esta
«Jean-Frangois Lyotard», Reuue I’Are, n.° manera de pensar le empuja cada día a
64, 1976. cometer nuevas faltas: la llamada de la
carne lo atormenta; incluso se acusa de
un robo de frutas. Es el deseo de poseer
o el temor de perder lo que se tiene lo
CONFESIONES (LAS), Confessiones, que empuja generalmente al crimen; pero
o hacia 400. él no ha buscado en su acción más que el
A g u s tín (Aurelius Augustinus, San), 354- latrocinio; ha hecho el mal por el mal,
430. simplemente por compartir ese juego tan
Obra filosófica y autobiográfica. tentador con sus camaradas.
Sigue un análisis del pecado. El autor
El objeto de esta obra está explicita- concibe la falta como una desviación del
do por San Agustín mismo.- «Los trece bien, una perversidad. De hecho, come­
libros de mis Confesiones alaban a Dios, ter un pecado es una manera falaz de afir­
justo y bueno por mis males y mis bienes, mar la libertad. Pero ¿de qué libertad se
y despiertan hacia Él al entendimiento y trata? La libertad individual no es forzo­
al corazón del hombre.» De hecho, la obra samente buena, se trata de sustraerle algo
está dividida en dos partes distintas; la pri­ para el propio placer a las leyes de la
mera comprende los libros I a IX y rela­ moral. Por el contrario, afirmar la libertad
ta la vida del autor hasta su conversión al del propio espíritu es un bien, si esto no
cristianismo; la segunda, compuesta por entraña ningún daño para sí mismo o para
los libros X a XIII, es más especulativa. otro (L. II).
Cuando el autor evoca su juventud, su En Cartago, la vanidad lleva a Agustín
concepción maniquea es evidente; sin a frecuentar a los elegantes y los mun­
cesar opone el bien y el mal; la inocen­ danos; y se entrega a la concupiscencia
cia de la infancia está marcada por el peca­ y al libertinaje. Experimenta siempre un
do; un niño no es más que un pequeño gran placer en contemplar los males del
hombre inevitable e instintivamente incli­ otro representados en el teatro y se acu­
nado a la satisfacción de sus sentidos, por sa de esta satisfacción poco caritativa. Al
lo tanto al pecado; y cita a Job; «Porque mismo tiempo se entusiasma con el Hor-
nadie está libre de pecado en vuestra pre­ tensio de Cicerón-, descubre entonces la
sencia, ni siquiera el pequeño infante cuya filosofía, el amor de la sabiduría. Decep­
vida en la tierra no tiene más que un día». cionado con la Biblia, es seducido por la
De niño, reconoce San Agustín haber sido doctrina maniquea, y se deja cegar por
perezoso; no le gustaban las obligaciones esta concepción dualista del bien y del mal
que el estudio le imponía; a lo útil, pre­ que le ofrece la explicación del pecado
fería lo agradable: experimentando aver­ (L. III).
sión por el cálculo y el griego, se apa­ De este modo, el autor nos relata los
siona en cambio por el latín y las ficciones hechos cotidianos de su infancia, y des­
poéticas como la Eneida. Sentía celos del pués los de su adolescencia, dominados
saber de otros niños. El juego era esen­ en ambos casos por la satisfacción de sus
91 CONFESIONES (LAS)

sentidos. Así nos pinta su retrato: un ser A partir de aquí, relata el estado de
ardiente y sensual, esclavo a menudo éxtasis que le conducirá al bautismo ocho
de sus instintos; apasionado y ambicio­ meses más tarde, como también el colo­
so (desea acceder a la gloria poética), mas quio místico con su madre, que muere
desilusionado, aspira a la purificación; se poco después (L. IX).
revela también inquieto y ansioso; la amis­ Con el Libro X comienza la parte espe­
tad ocupa igualmente un gran lugar en su culativa de la obra, que se centra sobre
vida: se siente, en efecto, desesperado por el problema del conocimiento de Dios. La
la muerte de un amigo. Esta desespera­ razón no puede concebir a Dios, pues
ción le lleva a una reflexión filosófica sobre nuestros sentidos son limitados. Dios es
la naturaleza del mal metafísico, que es en efecto eterno, fuera del tiempo, mien­
siempre la desviación de un bien; es un tras que el hombre tiene un pasado, un
mal por relación a nosotros, mas un bien presente, un futuro y un final; ese tiempo
por relación a las finalidades del universo. no tiene realidad en sí, es una invención
Agustín reconoce que su pena es egoísta; del hombre; está constituido por tres nadas:
sólo el hecho de amar a Dios, que es el pasado que ya no es, el futuro que no
inmortal, puede aportar la felicidad. es todavía, y el presente, fugitivo, mezcla
Después pone en cuestión la teoría de pasado y de futuro. Sólo Dios, que es
maniquea y se aleja de la retórica. De paso eterno, puede ser considerado como un
por Milán, escucha los sermones de San continuo presente (L. XI).
Ambrosio, que le dejan conmocionado Son las Escrituras las que nos dan la
(L. V); está todavía atrapado por los pla­ posibilidad de conocer estas verdades; hay
ceres de la carne, a los que continúa entre­ muchos grados posibles de lectura del sim­
gándose; sólo el miedo a la muerte y al bolismo de la Biblia: todo hombre, sim­
juicio de Dios puede entonces salvarle ple o sabio, puede encontrar en ella su
(L. VI). alimento; el uno ve sólo las imágenes, el
Agustín conocía ya la inquietud antes otro puede comprenderlas y analizarlas.
de descubrir el neoplatonismo, primer Es Dios quien nos da la inteligencia de las
paso hacia el cristianismo. Los adeptos a Santas Escrituras. El tema de la creación
esta filosofía le inculcan la idea de un Dios no plantea en verdad ningún problema;
abstracto, sin forma, incorpóreo, ilimi­ Dios ha creado la materia informe a par­
tado. Toda noción de amor está aquí tir de la nada. De este modo ha forma­
ausente; esta etapa es, sin embargo, esen­ do el universo, el cielo y la tierra que esca­
cial para el autor (L. VII). pan a las vicisitudes del tiempo. Sin
Liberado de la imagen, puede por fin embargo, ciertos puntos permanecen
elevarse hasta el Dios de los cristianos, oscuros: ¿cómo conocer a Dios? (L. XII).
infinitamente bueno y grande. Su con­ En realidad, según San Agustín, el cono­
versión tuvo lugar en julio del 386: mien­ cimiento de Dios es innato, y se apoya
tras el autor, afligido, solloza bajo una en tres certezas indisociables: el hombre
higuera, escucha una voz que le dice: es, sabe que es, y quiere ser; estos sím­
«¡Toma y lee! ¡Toma y lee!»; él abre enton­ bolos se encuentran en la Trinidad: el
ces el Evangelio y lee un pasaje de la Epís­ Padre (Ser absoluto), el Hijo (Saber abso­
tola a los Romanos: «No viváis en la fran­ luto) y el Espíritu Santo (Voluntad abso­
cachela y la embriaguez, ni en los placeres luta de Dios) (L. XIII).
impúdicos del lecho, ni en las querellas Obra fundamental de San Agustín jun­
y los celos; mas revestios del Señor Jesu­ to con -+ La ciudad de Dios, Las Con­
cristo, y no os entreguéis a la concupis­ fesiones constituyen un testimonio dra­
cencia de la carne... Acoged a aquel que mático de la época de las persecuciones
es débil en la fe»; Agustín, transportado cristianas; mas esta obra es sobre todo la
por la iluminación, anuncia entonces la historia de la más apasionante aventura
buena nueva a su madre, Santa Mónica espiritual: la de la conversión y de la bús­
(L. VIII). queda de Dios. Reuniendo por vez pri­
CONFESSIO PHILOSOPHI 92

mera sabiduría pagana y pensamiento cris­ positiva, religiosa o jurídica con la auto­
tiano, el Padre de la Iglesia abre la vía a nomía intelectual. Defendiéndose de los
otros famosos conversos, como Pascal o ataques del rey de Prusia que le repro­
incluso Maine de Biran. Su obra, inspira­ chaba su depreciación del cristianismo
da por un pensamiento poderoso y un en -* La religión dentro de los límites
gran corazón, es la de una eterna juven­ de la simple razón (1793), Kant reela-
tud ardiente y vigorosa. Es conmovedora bora aquí ciertos puntos de esa obra, con­
porque es sincera: el autor nos enseña que cretamente la idea de una Iglesia uni­
se veía aprisionado entre los deseos de versal e invisible; mas también incluye
orden sensual y la aspiración de su alma algunas observaciones sobre la Revolu­
a unirse con Dios; sus sentidos fueron cier­ ción francesa y consejos relativos a la
tamente el último obstáculo para su con­ salud.
versión; su drama interior, sus debilidades
nos dan una imagen simpática de este san­ Edición: Contienda entre las Facultades
de Filosofía y Teología (tr. R. Rodríguez),
to que es, ante todo, simplemente un
Debate, 1992.
hombre. Estudio: E. Cassirer, Kant, vida y doctrina
Agustín está en el origen del pensa­ (tr. W. Roces), México, Fondo de Cultura
miento cristiano moderno, pero su obra Económica, 1993.
resta original y única en su presentación:
el autor mezcla estrechamente su expe­
riencia humana y religiosa con un estu­
dio especulativo del conocimiento de Dios. CONJETURAS Y REFUTACIONES. 0
desarrollo del conocimiento científico,
Edición: Las Confesiones (tr. A. C. Vega), Conjectures and Refu tation s. The
Ed. Católica (B.A.C.), 1946. Growth o fS cien tific Knowledge, 1963.
Estudios: J. J. O ’Meara, La jeunesse de K a r l Raimund Pop p er, 1902-1994.
saint Augustin: ¡ntroduction á la lecture
des Confessions, Ed. universitaires de Fri-
bourg/Le Cerf, 1988; É. Gilson, Introduc- La ciencia progresa por ensayos y erro­
tion á l ’étude de saint Augustin, Vrin, res, por conjeturas y refutaciones: tal es
1982. la tesis central de este libro, que reúne,
en una prolongación de -*• La lógica de
la investigación cien tífica, ensayos y
comunicaciones sobre historia de la filo­
CONFESSIO PH ILO SO PH I. sofía e historia de las ciencias físicas, pero
G o ttfried W ilh elm L eibniz también sobre política e historia.
Veáse PROFESIÓN DE FE DEL Según el criterio de falsabilidad adop­
FILÓSOFO (LA). tado por Popper para distinguir entre
ciencia y pseudociencia, una teoría sólo
es científica cuando asume el riesgo de
ser invalidada por un test experimental.
C O NFLIC TO DE L A S FACU LTAD ES En consecuencia, ninguna teoría, incluso
(EL), D er S treit der Fakultáten, 1798. la más sólidamente establecida en la comu­
Immanuel K a n t, 1724-1804. nidad científica, está a salvo de una even­
tual refutación ulterior. Es preciso por tan­
La obra reúne tres tratados en los que to considerar a todas las leyes y teorías
Kant examina el conflicto que opone las científicas como provisionales, hipotéti­
Facultades llamadas superiores (Faculta­ cas o conjeturales, no imponiéndose las
des de teología, de derecho y de medi­ nuevas teorías más que com o a p rox i­
cina) a la Facultad de filosofía. Este triple maciones mejores que las que les prece­
conflicto — el filósofo disputa con el teó­ dían.
logo, el jurista y el médico— es necesa­ Contra la actitud dogmática, que se
rio porque es el conflicto de la tradición esfuerza en verificar las leyes para poder
93 CONOCIMIENTO DEL HOMBRE

confirmarlas, Popper defiende un racio­ La idea de que el «progreso» de las cien­


nalismo crítico que busca, por el contra­ cias biológicas discurriría en el sentido
rio, refutar esas leyes sometiéndolas incan­ exclusivo del vitalismo en detrimento del
sablemente a la prueba de los tests. Así el mecanicismo, o bien a la inversa, está
error, lejos de constituir una falta o defec­ refutada: en las discusiones en torno al
to de conocimiento — como lo creían debate entre el organismo y su medio, se
Bacon o Descartes— , es una etapa esen­ observa más bien una alternancia entre
cial en el desarrollo del conocimiento. No posiciones antitéticas aunque sin duda
hay camino más racional, escribe Popper, inseparables. Si «la vida es la creación»,
que el de «proponer teorías audaces, de como escribía Claude Bemard, el cono­
consagrar todos nuestros esfuerzos a mos­ cimiento de la vida debe adquirirse por
trar que son erróneas, y suscribirlas pro­ conversiones imprevisibles y retrocesos
visionalmente cuando nuestras tentativas bruscos.
para criticarlas han fracasado». En el último capítulo de la edición de
1965 («La monstruosidad y lo monstruo­
Edición: Conjeturas y refutaciones: el desa­ so»), Canguilhem utiliza un contraejem­
rrollo del conocimiento científico (tr. N. plo para mostrar que un contra-valor vital
Míguez), Paidós, 1994.
como el monstruo no contradice ni refu­
Estudios: B. Magee, Popper (tr. Lluis Puja­
das), Grijalbo, 1974; D. C. Stove, Popper y ta el valor particularmente único de la
después: cuatro irracionalistas contempo­ vida, cuya esencial contingencia él pone
ráneos (tr. C. García Trevijano y S. Nucce- de manifiesto. N o hay excepción a las
telli), Tecnos, 1995. leyes de la naturaleza; las solas excep­
ciones que existen lo son por relación a
las leyes de los naturalistas.

CO N O C IM IEN TO DE L A V ID A (EL), Edición: La Connaissance de la vie, 7.aed.,


La Connaissance de la vie, 1952. Vrin, 1985.
G e o r g e s C anguilhem , 1904- Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
Colección de textos. guez Tapia), Cátedra, Madrid, 1996; Can­
guilhem, Revue de métaphysique et de
Esta obra reúne varias conferencias y moral, n.° 1, Armand Colín, 1985.
artículos redactados en diferentes fechas
pero cuya inspiración comparten: el afán
tanto ético como epistemológico por res­
petar la originalidad de los fenómenos C O N O C IM IE N T O D E L H O M B R E ,
de lo viviente mediante la constitución Menschenkenntnis, 1921.
de un pensamiento capaz de reconocer A l f r e d A d l e r , 1870-1937.
sus límites y de experimentar sus condi­
ciones de ejercicio. «El pensamiento de lo Consciente de la naturaleza eminen­
viviente debe tener de lo viviente la idea temente científica del objeto al que había
de lo viviente». La relación entre lo vivien­ consagrado su vida, y particularmente apto
te y su pensamiento, como la de éste y su para suscitar el interés de aquellos para los
medio, se establece como un debate-, un que las palabras psiquiatría y psicología
debate supone un intercambio posible, revisten un carácter misterioso o temible,
pero también contradictores y criterios de Adler estaba particularmente bien situado
apreciación. Cuando se trata de la vida, para jugar un papel de primer orden en la
las representaciones que el hombre se propagación de los hechos esenciales en
hace, las técnicas que emplea para «corre­ el conocimiento de la conducta humana.
girla», modificarla o eventualmente pro­ Sabía que podía servir a la humanidad al
longarla, los valores en cuyo nombre actúa, no cesar de insistir sobre la posición infe­
la experimentación a que la somete, están rior en que el niño se encuentra coloca­
inextricablemente mezcladas. do cuando viene al mundo, y sobre sus
CONOCIMIENTO E INTERÉS 94

esfuerzos ulteriores para pasar de la depen­ cificidad de las ciencias sociales. Intenta
dencia infantil a la independencia de la edad reconstruir «la prehistoria del positivismo
adulta. Adler subraya la importancia de las moderno» exponiendo: la crisis de la crí­
influencias familiares y sociales sobre el tica del conocimiento (Kant, Hegel, Marx,
niño y el adolescente. H niño debe en efec­ 1.a parte), el positivismo, el pragmatis­
to combatir sus propios impulsos biológi­ mo, el historicismo (Comte, Mach, Peir­
cos, pero también los de sus padres, her­ ce, Dilthey, 2.a parte), la critica como uni­
manos, hermanas e institutrices. dad del conocimiento y del interés (Kant,
El autor expone aquí su teoría del com­ Schelling, Freud, Nietzsche, 3.a parte).
plejo de inferioridad, en particular en el Prolongando su «lección inaugural» pro­
capítulo V. Al principio, Adler suscribe nunciada en la Universidad de Francfort
sin reservas las tesis freudianas para expli­ en junio de 1965, Habermas afirma que
car la tendencia de ciertos neurópatas a existe un lazo entre el conocimiento (la
compensar su «sentimiento de inferiori­ ciencia) y el interés (en el sentido de inte­
dad» con manifestaciones agresivas. Pero rés universal). La ciencia es interesada
muy pronto renuncia a esta aplicación porque son los intereses comunes a la
dogmática del freudismo para defender especie humana en conjunto los que
un punto de vista diametralmente opues­ demandan el conocimiento.
to. N o es, para él, la pulsión sexual, sino A este respecto, se deben distinguir las
la aspiración a la perfección lo que hace ciencias exactas de las ciencias humanas.
inteligible el dinamismo de la vida psíqui­ Las ciencias exactas son empíñco-ana-
ca. La herencia, la educación, los azares líticas: empíricas en tanto que emplean
sociales han determinado desde la infan­ el control por la experimentación, y ana­
cia el ideal que cada individuo se esfuer­ líticas por la formalización lógico-mate-
za por alcanzar en su vida. Destinado a mática de las teorías hipotético-deducti-
compensar el sentimiento de inferioridad vas. Habermas refuta la pretensión de la
experimentado inicialmente por el niño llamada objetividad de la experiencia cien­
frente al mundo adulto, esta construcción tífica, en realidad del orden de la inter­
psíquica protege el sentimiento de supe­ subjetividad (que es a la vez intersubjeti­
rioridad que anima las conductas huma­ vidad empírica de la observación e
nas. Así, en la neurosis, el individuo rehu­ intersubjetividad lógico-lingüística de su
ye el contacto de una realidad frustrante formulación). Las ciencias empírico-ana­
para salvaguardar su superioridad fingida. líticas proceden de un interés técnico del
conocimiento.
Edición: Conocimiento del hombre (tr. H. Las ciencias humanas son por su par­
Bark), Espasa-Calpe, 1984. te ciencias histérico-hermenéuticas. Pro­
Estudio: H. Schaffer, La Psychologie d'Ad-
ceden de un interés prá ctico que está
ler. théorie et applications, Masson, 1976.
orientado al mantenimiento y la exten­
sión de la intersubjetividad de una com­
prehensión entre los individuos.
Habermas propone finalmente una
CONOCIMIENTO E INTERÉS, Erkenn-
«tercera ventana», la de las ciencias críti­
tnis und Interesse, 1968.
cas (crítica de las ideologías, psicoanáli­
Ju rgen Haberm as, nacido en 1929
sis) que proceden de un interés emanci-
p a to rio donde coinciden al fin
Opuesto al cientifismo positivista tal
conocimiento e interés en la intención de
como se expresa en -» La lógica de la
realizar la racionalidad comunicativa de
investigación cien tífica de Karl Pop-
la interacción (noción opuesta a la de tra­
per y en Carl G. Hempel y Paul Oppen-
bajo).
heim — que pretenden definir de mane­
ra exclusiva los criterios de toda verdad Edición: Conocim iento e interés (tr. M.
científica— , Habermas afirma la espe­ Jiménez y F. Ivars), Taurus, 1992.
95 CONOCIMIENTO Y ERROR

Estudio: Th. Mac Carthy, La Teoría Críti­ esa raza ha producido en el curso de su
ca de Jürgen Habermas (tr. M. Jiménez historia, no cesarían por ello de existir.
Redondo), 3.a ed., Tecnos, 1987.
Porque el mundo 3 es autónomo: las solu­
ciones que se han descubierto pueden dar
lugar al nacimiento de nuevos problemas,
nuevas discusiones, nuevas soluciones,
C O NO C IM IEN TO OBJETIVO, Objec-
que a su vez vendrán a enriquecer las ante­
tive Knowledge, 1972.
riores. Así, el tercer mundo de Popper no
K a r l Rajmund P op p er, 1902-1994.
es el mundo inmutable de las Ideas de Pla­
tón. Ese mundo evoluciona, progresa
En esta prolongación de -+ La lógica
según el grado de las conjeturas y las refu­
de la investigación científica, Popper se
taciones que los hombres hayan elabo­
propone elaborar una teoría objetiva (u
rado. Sobre él opera una suerte de selec­
objetivista) del conocimiento que rompe
ción darwiniana que divide nuestras
definitivamente con el punto de vista sub-
teorías en teorías caducas (puesto que han
jetivista tradicional: el del racionalismo
sido invalidadas por los tests) y teorías
cartesiano como también el del empiris­
verosímiles (las que, hasta el momento,
mo de Locke, de Hume o de Berkeley.
han resistido la prueba de los tests).
Este último postula en efecto que «las
Si este tercer mundo es una creación
experiencias subjetivas son particular­
de la racionalidad humana, ésta, a su vez,
mente seguras y constituyen por ello un
debe mucho al tercer mundo. Es esta
punto de partida sólido o un asidero ade­
autotrascendencia lo que constituye para
cuado». Contra esta obsesión por el fun­
Popper el hecho más notable de la evo­
damento, a la cual han sucumbido la
lución humana: «Ocurre con nuestras teo­
mayoría de los filósofos, Popper toma
rías lo que con nuestros hijos: tienden a
el partido del sentido común, espontá­
devenir sumamente independientes de
neamente realista. Que los objetos de
sus progenitores. Y tal como puede suce­
nuestro entorno familiar no se desplazan
der con nuestros hijos, puede también
solos cuando les damos la espalda, esta­
ocurrir con nuestras teorías: que reciba­
mos todos dispuestos a admitirlo. Pero
mos de ellas una cantidad de conoci­
esta actitud restablece precisamente una
miento mayor de la que al principio había­
concepción objetivista del conocimien­
mos puesto en ellas», escribe el autor para
to. Un conocimiento fiel a la realidad es
concluir.
independiente del sujeto cognoscente, tal
es el conocim iento objetivo (o «conoci­ Edición: Conocimiento objetivo (tr. C. Solís),
m ien to sin sujeto cogn oscen te») que Tecnos, 1988.
defiende el autor. Estudios: K. R. Popper, Búsqueda sin tér­
Para ilustrar mejor el estatuto parti­ mino (tr. C. Garda Trevijano), Tecnos, 1977;
R. Bouveresse, Karl Popper ou le Ratio-
cular de nuestras teorías, conjeturas y nalisme critique, Vrin, 1987; D. C. Stove,
suposiciones subjetivas, Popper distingue, Popper y después: cuatro irracionalistas
un poco a la manera de Ratón, tres mun­ contemporáneos (tr. C. García Trevijano y
dos: el «mundo 1», o el mundo físico; el S. Nuccetelli), Tecnos, 1995.
«mundo 2», o el mundo de nuestros esta­
dos de conciencia y de nuestros pensa­
mientos subjetivos; y por último el «mun­
do 3», o el mundo del pensamiento CONOCIM IENTO Y ERROR, Erkennt-
objetivo, constituido por los contenidos nis und irrtum , 1905.
lógicos de los libros, las teorías, los pro­ E rn s t M a c h , 1838-1916.
blemas, las discusiones, las obras de arte,
etc. La raza humana podría muy bien Nacido en Moravia, este físico, psicó­
desaparecer, pero los habitantes del ter­ logo y filósofo de las ciencias enseña físi­
cer mundo, que son «las teorías en sí» que ca experimental durante veintiocho años
CONOCIMIENTO Y REALIDAD 96

en la universidad de Praga. Considerado cepciones de la verdad, cuando el acto


por los neopositivistas del Círculo de Vie­ de juzgar — en lo cual consiste el pen­
na como su padre fundador, Mach con­ samiento— es in d escom pon ible. En
cebía que el ideal científico debiera con­ particular, el autor no ha introducido
sistir en la representación de las una oposición radical — que por otra
experiencias humanas a través de un sis­ parte domina toda la lógica— entre jui­
tema unificado de conceptos: este ideal cios hipotéticos y juicios categóricos.
devino programa del Círculo de Viena. Sin Estas formas no se presentan jamás en
embargo, otros aspectos del pensamien­ estado puro: un juicio categórico, como
to de Mach lo aproximan a Thomas S. «un día lluvioso es húmedo», se torna
Kuhn y a Willard V.O. Quine. en el juicio hipotético: «si llueve, el día
Es sobre todo el análisis psicohistóri- será húmedo». El pensam iento debe
co de los conceptos lo que caracteriza a pasar por las hipótesis, pero sin aban­
su filosofía de las ciencias y lo coloca en donar la base concreta de los hechos
el contexto del descubrimiento. Para que las hacen plausibles y que exone­
Mach, en efecto, todo conocimiento cien­ ran de los juicios categóricos.
tífico es relativo: incluso expresado en un Todos los juicios cualifican, por tanto,
lenguaje lógico-matemático, ese conoci­ la realidad. N o hay razón para distinguir,
miento depende de la contingencia his­ com o lo hace Bradley, los juicios abs­
tórica que ha permitido su expresión. El tractos de otros más inmediatos. N o hay
propio Mach se encuentra alejado de la dos realidades: el dato sensible inmedia­
empresa logicista que ha imperado sobre to y el sujeto último de los juicios. La rea­
el Círculo de Viena. lidad es el único sujeto de todos los jui­
cios. Esta obra iba a encontrar sus
Edición: Conocimiento y error (tr. F. Cor­ fundamentos definitivos en la -* Lógica,
tés Pía), Espasa-Calpe, 1948.
Estudios: L. Kolakowski, La filosofía posi­ el gran tratado de 1888.
tivista (tr. G. Ruiz Ramón), Cátedra, 1988;
P. Franck, Modern Science and its Philo- Edición: Knowledge and Reality, K. Paul,
sophy, Massachusetts, 1949. Trench & Co., Londres, 1885.
Estudio: F. Houang, Le Néohégelianisme
en Angleterre: la philosophie de Bernard
Bosanquet, Vrin, 1954.
C O N O C IM IE N T O Y REALID AD ,
Knowledge and Reality, 1885.
B e rn a rd B o s a n q u et, 1848-1923.
C O N S C IE N C IA AFECTIVA (LA), La
La obra es una critica severa de los conscience affective, 1979.
Principios de lógica de Francis Brad­ Ferdinand A lq u ié , 1906-1985.
ley (maestro venerado del autor) que
tendrá muy en cuenta, en la segunda Reanimando la problemática del con­
edición en 1922, las críticas de su dis­ flicto entre la sensibilidad y la razón
cípulo. Bosanquet reprocha a esta obra («¿Cómo es posible que yo sienta de modo
su lado negativo: la lógica se saldaba distinto a lo que expreso?»), Alquié cen­
en efecto con un fracaso, al defender tra la reflexión y argumentación de su
que, por válidos que sean, nuestros razo­ estudio en el carácter afectivo de la cons­
namientos no captan la realidad, siguen ciencia humana, que, aunque distinta de
siendo construcciones al margen de lo la razón, no deja de constituir un saber.
real — y esto, sea que se trate de la Para captar la especificidad de este cono­
consciencia sensible inmediata o del cimiento, el autor examina la afectividad
pensamiento relacional que analiza y a través de sus manifestaciones empíri­
reconstruye lo real— . El error de Brad­ cas — la angustia, el amor, el sueño y la
ley está en oscilar entre estas dos con­ locura— y se interroga sobre el simbo­
97 CONSIDERACIONES SOBRE EL OPTIMISMO

lismo, la fe y otras actitudes que implican La cuarta consideración consagra la glo­


en su origen los afectos de la conscien­ ria de Wagner: lejos de ser un peligro, como
cia. Alquié evoca a Proust, a Rimbaud... luego aparecerá a los ojos de Nietzsche,
y pone en cuestión los a priori filosóficos Wagner es presentado aquí como «el anti-
de racionalistas tales como Spinoza, Des­ modemo» que sabe descubrir el peligro de
cartes o Kant que, a su juicio, desnatu­ lo «moderno». Nietzsche bosqueja así el
ralizan la consciencia al reducir lo afecti­ retrato de un creador que combate por la
vo a lo intelectual. «Lo propio de nuestra transformación del mundo. La crítica de la
condición — escribe— es captar el mun­ sociedad burguesa se encuentra ya expli-
do a partir de un yo que no admite ser citada. En -* Ecce H om o, Nietzsche afir­
despojado de la afectividad.» mará que las dos Intempestivas consa­
Alquié concluye que las ciencias del gradas a Schopenhauer y a Wagner no
hombre ignoran la verdadera conscien­ hablaban de hecho más que de sí mismo.
cia de sí que, extranjera en el mundo, se
basta a sí misma y permite que el hom­ Edición: Consideraciones intempestivas
bre se conozca espontáneamente «sin (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1988.
necesidad de explicarse ni de compren­ Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzsche
(tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994.
derse.»

Edición: La conscience affective, Vrin,


1979.
Estudio: J.-L. Marión, La passion de la rai- C ONSIDERACIONES SOBRE EL O P ­
spn: hommage á Ferdinand Alquié, col.
TIM ISM O, o Ensayo de algunas con­
«Epiméthée», P.U.F., 1983.
sideraciones sobre el optimismo, Ver-
such einiger B etrachtungen über den
Optimismus, 1759.
Immanuel K a n t, 1724-1804.
CO N S ID E R AC IO N E S INTE M PE S TI­
VA S , Unzeitgemasse Betrachtungen,
Publicadas en el mismo año que el -»
1873-1876.
F rie d ric h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844-
Cándido de Voltaire, y con motivo del
terremoto de Lisboa (1755), las Consi­
1900.
deraciones sobre el optim ism o respon­
Las cuatro Consideraciones in tem ­ dían a una preocupación ya antigua de
pestivas se ocupan sucesivamente del teó­ Kant. En efecto, el autor había reunido
logo David Strauss (1873), de la utilidad ya una serie de notas con el propósito de
y los inconvenientes de la historia (1874), responder a una cuestión sacada a con­
de Schopenhauer educador (1874), y de curso por la academia de Berlín. Mien­
Richard Wagner en Bayreuth (1876). tras que en esas notas Kant prefería el
En la primera consideración observa optimismo de Pope al del autor de los +
Nietzsche que un triunfo militar no tiene Ensayos de teodicea, el texto de 1759
nada que ver con el triunfo de una cultu­ se sitúa en la perspectiva leibniziana, cuan­
ra. ¿Qué es la cultura? «Una unidad de do invita a colocarse bajo el punto de vis­
estilo estético que se manifiesta en todas ta del todo en lugar de juzgar a partir de
las actividades de una nación». nuestra situación limitada. Mas aunque
La segunda consideración denuncia la Kant está cercano a Leibniz en cuanto a
«barbarie» o la «enfermedad» científica. sus conclusiones, los caminos por los que
La tercera ensalza a Schopenhauer ha llegado a ellas son muy diferentes. Fue
como el educador por excelencia. Pese a una reflexión máximamente abstracta
la fidelidad que le guardó siempre, Nietzs­ sobre la noción de realidad la que empu­
che no le ahorró ciertas críticas, sobre jó a Kant a adherirse al optimismo. Este
todo a propósito de la concepción de la escrito apenas si tuvo resonancia: fue total­
piedad que separaba a ambos. mente eclipsado por el Cándido de Vol-
CONSIDERACIONES SOBRE FRANCIA

taire; en la actualidad, esta obra no se lución como un castigo divino que rege­
cuenta entre las más importantes del filó­ nerará a Francia y la hará emerger más
sofo de Konisberg. fuerte tras esas duras pruebas. La Repú­
blica no puede durar, porque promulga
Edición: Versuch einiger Betrachtung über leyes para un hombre abstracto; pero la
den Optimismus, 1759, incluido en las pp. voluntad razonada no puede fundamen­
583-594 del vol. I dedicado a los escritos
precríticos, de las Obras de Kant de la edi­ tar un Estado. Contra Constant y su temor
ción de Darmstadt (Insel Verlag, 1960). a un retomo violento de los realistas. Mais­
Estudios: E. Cassirer, Kant, vida y doctri­ tre — «realista saboyano»— se transforma
na (tr. Wenceslao Roces), México, Fdo.Cul- en panfletario y afirma que la contrarre­
tura Económica, 1993; P. Henriot, Consi-
dérations sur Voptimisme, Revue de volución no es una revolución ni un nue­
l’enseignement philosophique, n.° especial vo terror. Gracias a la Providencia, la
«Les Lumiéres», sept./oct. 1987. monarquía de los Borbones será resta­
blecida simplemente, inspirada por el per­
dón, y permitirá el retorno del orden y
la armonía.
CONSIDERACIONES SOBRE FRAN ­ Joseph de Maistre brinda aquí un tes­
CIA, Considérations sur la Franoe, 1797. timonio esencial sobre la Revolución, in­
Joseph d e M a is tre , 1753-1821. cluso aunque su providencialismo com­
prometa su análisis. Pensador de la
Fuertemente influido por Edmund Bur­ contrarrevolución, anclando sus referen­
ke y sus Reflexiones sobre la revolución cias en la tradición y en la historia, resuel­
francesa (1790), donde el filósofo bri­ to adversario del liberalismo, del racio­
tánico denunciaba esos dos males revo­ nalismo y del progreso, es uno de los
lucionarios que son la abstracción y el primeros, mientras la Revolución triun­
individualismo, Joseph de Maistre desa­ fa, en defender el Antiguo Régimen. Pese
rrolla aquí un análisis y una explicación a ese realismo y ese tradicionalismo,
globales del fenóm eno revolucionario Augusto Comte ha reconocido haber sido
como también una refutación de la obra influido por Maistre y su pasión por la
de Benjamín Constant, De la fuerza del historia.
go b ie rn o actual y de la necesidad de
asociarse (1795), en la que éste hacía el Edición: Consideraciones sobre Francia (tr.
elogio del Directorio. J. Poch), Tecnos, 1990.
Para el teórico contrarrevolucionario, Estudios: A. Truyol y Serra, «Presentación»
Dios está en el origen de todo lo que es; en la ed. cit.; E. Bréhier, Historia de la filo­
sofía (tr. J. A. Pérez Millán y M.aD. Morán),
no existen el azar, lo ilógico ni lo absur­
vol. II, Tecnos, 1988; R. Triomphe, Joseph
do, pues todo está ordenado conforme de Maistre. Étude sur la vie et sur la doc­
a los planes de la Providencia. El hom­ trine d’un matérialiste mvstique, Ginebra,
bre se cree libre, aunque no es más que Droz, 1968.
un «instrumento de Dios». Así pues, nadie
ha podido prevenir ni nadie detendrá la
Revolución; esta última es una necesidad
resultante de un decreto de la Providen­ CONSIDERACIONES SOBRE L A RE­
cia que, al turbar un orden que les era V O LU C IÓ N FRANCESA, Beitráge zur
favorable, inflinge un castigo a los hom­ Berichtigung der Urteile des Publikums
bres. La Revolución, obra de Dios y no über die franzósische Revolution, 1793-
de los hombres, ha penalizado a Francia, 1794.
que a la cabeza de la cristiandad ha trai­ J oh an G o tt u e b F ich te, 1762-1814.
cionado su misión al facilitar la propa­
gación de las impiedades de los filósofos. Publicado en una época en que la
Continuador de Bossuet, Maistre es un contrarrevolución se hacía sentir en Ale­
providencialista que describe a la Revo­ mania, esta obra, que quedó inacabada,
99 CONSIDERACIONES SOBRE LAS CAUSAS DE LA GRANDEZA DE LOS ROMANOS Y DE SU DECADENCIA

otorgó a su autor la reputación de cada monarquía, la elevan, la mantie­


«demócrata» y de «jacobino». En 1793, nen y la precipitan. La elección de Roma
los excesos de la Revolución francesa no es inocente: su historia forma parte
dieron pasto a las críticas de un Burke, también de la historia de Francia. Y ade­
o de un Rehberg que veía en esos exce­ más, Roma es un m odelo a través del
sos la prueba de que la praxis política cual puede contemplarse el reinado de
no debe ser derivada de la teoría, es Luis XV.
decir de principios tales com o los que Para Montesquieu, la historia es racio­
aparecen en el -*■ C ontrato social: esto nal; el pasado revive en el presente, y
significaba reenviar a la esfera de lo real la experiencia de la historia puede escla­
la política de lo ideal. Fichte iba a rec­ recer la actualidad. Existen en efecto
tificar los juicios sobre la Revolución con­ constantes históricas debidas no a la
siderando dos cuestiones. Por la primera intervención de la providencia divina,
— quid facti?— recusaba la posibilidad com o pensaba Bossuet, sino a causas
de recurrir a los hechos para condenarla; generales puramente terrestres. Una
ai examinar la segunda — quid ju ris?— causa general es resultado de varias fuer­
defendía la legitimidad del acto revolu­ zas, que añaden las causas particulares
cionario. que retardan o precipitan el electo de
La obra consagraba por tanto la rup­ las causas generales. Puede decirse así
tura con el autor de Teoría y práctica que la decadencia de Roma no fue debi­
(1793): mientras que Kant da la prioridad da al azar: su origen se encuentra en
al orden, Fichte se la da a la libertad y la civilización romana misma. La gran­
hace del individuo esa realidad primera deza de Roma duró mientras ésta supo
que es suficiente para fundar la moral, permanecer fiel a sus valores: amor al
el derecho, la sociedad. trabajo, a la patria, a la libertad, a la
sabiduría. El exceso de grandeza de
Edición: Beitráge zur Berichtigung der Roma, el alejamiento del ejército, la mala
Urteile des Publikums über die Jranzósis- distribución de las riquezas, la extensión
che Revolution, recopiladas por R. Strec-
ker, Leipzig, Meiner, 1922. del derecho de ciudadanía a los países
Estudios: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M. Gar­ conquistados, provocaron su caída.
cía Morente), Revista de Occidente, 1931; Montesquieu rechaza cualquier clase
A. Philonenko, Théorie et praxis dans la de escepticismo. Se le puede reprochar
pensée morale et politique de Kant et de su determinismo demasiado absoluto; la
Fichte en 1793, Vrin, 1968.
estructura de su obra puede parecer oscu­
ra; pero el autor quiere hacer reflexionar
al lector. Ha dado a su investigación el
título de Consideraciones porque su his­
C O N S ID E R A C IO N E S SO B R E L A S
toria es explicativa; Montesquieu no se
CAU SA S DE LA GRANDEZA DE LOS
contenta con exponer los hechos cro­
ROM A NO S Y DE SU DECADENCIA,
nológicamente, pues rechaza la historia
Considerations sur les causes de la gran-
narrativa; él toma partido, aunque no fue­
deur des romains et de leur décadence,
ra más que por la elección de sus fuen­
1734.
tes, y sólo retiene las referencias que pue­
M o n tes q u ieu (Charles-Louis de Secon-
den apoyar sus opiniones (Polibio, Amian
dat, barón de La Bréde y de), 1689-1755.
Marcelino, Dionisio de Halicamaso). Su
estilo conciso, vivo y concluyente revela
Esta historia de Roma, compuesta en
su profunda convicción.
la biblioteca del castillo de La Bréde a
partir de 1732, no es para el autor más Edición: Grandeza y decadencia de los
que un pretexto para interrogarse sobre romanos (tr. M. Huid), Madrid, 1962.
las causas generales — sean morales o Estudio: J. Starobinski, Montesquieu, col.
físicas— que presiden los destinos de «Écrivains de toujours», Le Seuil, 1979.
CONSIDERACIONES SOBRE LOS CUERPOS ORGANIZADOS 100

C O N S ID E R A C IO N E S SO B R E L O S Dios soberano» (L. III). Sin embargo, a


CU E R P O S O R G A N IZA D O S , C o n si pesar de «la existencia de un ser bueno
dérations sur íes corps orgartisés, 1762. que rige el universo», el mal existe. Mien­
C h a r le s B o n n et, 1720-1793. tras que la bondad eleva al hombre por
encima del género humano para hacerlo
Bonnet expone en esta obra la teoría de acceder a la condición divina, el mal lo
la preformación, mediante la cual se que­ rebaja al rango de la bestia. Para com­
ría explicar en el siglo xvm la generación de prender esta paradoja — Dios otorga apa­
los organismos. 0 autor se muestra, con rentemente sus beneficios a los malvados,
frecuencia muy a priori por lo demás, par­ mientras que maltrata a los buenos— es
tidario de un preformacionismo ovular (esto preciso entender cómo se reconcilian Pro­
es, dando el privilegio a la intervención videncia y Destino en la indivisibilidad de
del sexo femenino en la generación). Dios: la Providencia es esa divina inteli­
gencia que, situada por encima de las
Edición: Considérations sur les corps orga- cosas, las regula todas; el Destino es el
nisés, «Corpus des oeuvres de philosophie medio del que la Providencia se sirve para
en langue.francaíse», Fayard, 1985. asignar a cada cosa el lugar que le con­
Estudio: É. Guyénot, Les sciences cíe la vie viene (L. IV). Un Dios que conoce todo de
aux XVII' et XVIII' siécles, col. «L’Évolution
antemano no contradice el libre albedrío
de l’humanité», Albin Michel, 1941.
del hombre. Dios, en su indivisibilidad y su
inmediatez, «ve como presentes los suce­
sos futuros que son resultado del libre albe­
drío». Tales sucesos son necesarios por
C O N S O LA C IÓ N DE LA FILOSOFÍA
relación al conocimiento divino que posee
(LA), D e philosophiae consolatione, o
la presciencia de todas las cosas, pero son
hacia 523.
libres de todo lazo de necesidad si se los
B o e c io (Anicius Manlius Severinus Boe-
considera en sí mismos (L. V).
tius), hacia 480-524.
Edición: La consolación de la filosofía (tr.
Participante en los asuntos del Estado, A. Aguayo), Espasa-Calpe, 1943.
Boecio, maestro de ceremonias de Teo- Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
dorico, rey de los godos, cayó en desgra­ Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
cia. En su prisión de Pavía redacta esta 1972; P. Courcelle, La Consolation de la
philosophie dans la tradition littéraire:
obra antes de ser torturado y condenado antécédents et postérité de Boéce, Études
a muerte en 524. En cinco libros, que alter­ augustiniennes, 1967.
nan prosa y poesía, Boecio narra su diá­
logo con Filosofía, que se le aparece bajo
la forma de una mujer admirable. Cuan­
do se lamenta de la dureza del destino que C O N S TITU C IÓ N DE A TE NA S (LA),
parece encarnizarse con él, Filosofía inten­ n o t a i a a to)v ’A8r|vaícov, entre 328 y
ta aliviarlo recordándole la verdadera fina­ 325 a.C.
lidad del universo (L. 1). Dando la palabra A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
a la inconstante Fortuna, Boecio recono­
ce que no debería quejarse. Admite que Es el único estudio sobre las institu­
«la felicidad es el soberano bien guiado por ciones políticas de 158 Estados griegos y
la razón» y que los bienes materiales y la bárbaros compuestos por el autor que ha
gloria personal no valen nada (L. II). La llegado a nuestros días; fue descubierto
falsa felicidad está ligada al poder, a la en 1880 en estado fragmentario.
riqueza, a los cargos honoríficos, a la glo­ Material de base para La Política de
ria, al placer. Vías todas ellas que no son Aristóteles, la obra consta en primer lugar
sino callejones sin salida. La verdadera feli­ de una parte histórica. El autor relata las
cidad es el supremo bien «que reside en el etapas fundamentales de la evolución poli-
101 CONTRA LOS ACADÉMICOS

tica del régimen ateniense: se remonta a pales escritos están constituidos por ata­
los tiempos míticos y luego aborda los pri­ ques contra la religión cristiana, en par­
meros balbuceos de la república. Al prin­ ticular el -*■ Discurso verdadero, que es
cipio no había ningún código escrito y la el objeto de las refutaciones de Orígenes.
república se cimentaba más bien en la aris­ Contra él, Orígenes, Padre de la Iglesia,
tocracia y en el feudalismo. El primer códi­ utiliza el método de la exégesis, que le
go escrito se remonta a Dacrón, aunque es familiar por sus comentarios de la
es Solón el autor de la constitución ate­ Biblia. Citando numerosas afirmaciones
niense moderna. Gracias a él experimen­ de Celso sobre la naturaleza de la religión
tó Atenas un gran progreso: abolió la escla­ cristiana y sus relaciones con la filosofía
vitud por deudas, decisión grave en una platónica, Orígenes las refuta una por
sociedad en la que los ciudadanos son dis­ una. En efecto, contrariamente a lo que
tribuidos, en función de sus ingresos, en afirma Celso, que es un filósofo pagano,
cuatro clases políticas. Aristóteles evoca la religión cristiana no extrae su potencia
a continuación los disturbios y conflictos de la magia o de la sumisión ciega de los
de Atenas hasta que se restablece el orden cristianos, porque esta religión puede estar
en manos de Trasíbulo. sujeta a interpretaciones diferentes según
La segunda parte describe el sistema el grado de cultura que cada uno posea.
de gobierno democrático tal como era Por otra parte, Orígenes denuncia la apro­
practicado bajo el reinado de Alejandro ximación abusiva entre las tesis platóni­
Magno: todos los ciudadanos mayores de cas y el contenido del cristianismo.
dieciocho años que han cumplido sus debe­ Esta polémica refleja el clima espiritual
res de efebía, especie de servicio militar, del comienzo de nuestra era en el que se
reciben los derechos cívicos y políticos que mezclan las influencias platónicas, el atrac­
podrán ejercer de por vida; tienen así el tivo de la magia y la revelación del cris­
control de los asuntos públicos y pueden tianismo. Los ataques de Celso contra éste
intervenir en los dominios judicial, ejecu­ inspiraron a los filósofos que ulteriormente
tivo y legislativo. se opusieron a la religión cristiana.
Aristóteles ha escrito con esta Cons­
titución una obra de vulgarización. Su Edición: Contra Celso (tr. D. Ruiz Bueno),
afán de objetividad no oculta su volun­ Ed. Católica (B.A.C.), 1967.
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
tad filosófica; en toda circunstancia pre­ Medía (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
coniza su gusto por el justo medio, y de 1972, pp. 52-57; P. Nautin, Origéne, sa
ahí su simpatía por la constitución de vie, son oeuvre, Beauchesne, 1977.
Solón, que aspiraba a la justicia social y
a la realización del bien del Estado.

Edición: La Constitución de Atenas (tr. A. C O NTR A L O S ACADÉM ICOS, C on ­


Tovar), Centro de Estudios Constituciona­ tra Académicos, o 386.
les, 1971. A gustín (Aurelius Augustinus, San), 354-
Estudio: R. Weil, La «Politiquea d ’Aristo-
430.
te, en Entretiens sur l ’Antiquité classique,
t.XI, Fondation Hardt, Vandoeuvres-Gené-
ve, 1965. Esta obra, compuesta en Cassiciacum
durante el otoño del 386, está formada
por tres libros y relata las discusiones filo­
sóficas que San Agustín sostuvo durante
C O N T R A C ELSO , K a i á K é X o o v , o tres días con su hijo Adeodato y los ami­
248. gos de éste, Alipo, Trigetio y Licencio.
O rígen es, hacia 185-251. El primer problema tratado es el de la
«vida bienaventurada». ¿En qué consiste?
Celso es un filósofo de inspiración pla­ Trigetio, adversario de los filósofos de la
tónica que vivió en el siglo n. Sus princi­ Academia, sostiene que consiste en buscar
CONTRATO SOCIAL (EL) 102

la verdad: fin asignado al hombre y su úni­ un proyecto más amplio, abandonado por
co deber, licencio, que defiende por su par­ Rousseau: un Tratado de las institucio­
te una teoría diferente, la de los académi­ nes políticas. Es cierto que «el Contrato»
cos, le responde que hay que conocer la es inseparable del conjunto de la obra
verdad. Mas este conocimiento implica la de Rousseau, en particular del ->■Discur­
aptitud para reconocer el error a fin de so sobre el origen y ios fundamentos de
poderlo evitar. Agustín y Alipo intervienen la desigualdad entre los hombres, del
entonces; el primero expone la doctrina de cual es una prolongación. Se lo debe leer
la Academia; una diferencia es empero igualmente en paralelo con el -» Emilio.
introducida por el segundo distinguiendo El preámbulo del libro I enuncia el pro­
entre la Nueva Academia, donde reina el yecto de Rousseau: «Quiero investigar si
escepticismo, y la Antigua. Los neoacadé- en el orden civil puede haber alguna regla
micos afirman en efecto que no se puede de administración legítima y segura,
alcanzar la verdad; esta seguridad le pare­ tomando a los hombres tal cual son y a
ce paradójica a San Agustín, que rehusaría las leyes tal como pueden ser». Rousseau
afirmar cualquier cosa cuya verdad no estu­ piensa que el estado social no es en abso­
viera perfectamente asegurada. luto connatural al hombre, pero se le ha
Sólo el sabio accede a la verdad con tomado indispensable. El problema resi­
la ayuda de Dios. Los académicos han de pues en encontrar una fórmula de con­
adquirido esta certeza, pero son avaros y vención que conserve la libertad carac­
no la revelan más que a un pequeño núme­ terística del estado de naturaleza (al igual
ro de privilegiados ya ancianos. Por su que en el Em ilio , se trata de educar al
parte el autor se ha lanzado a la búsque­ niño conservando en él toda la bondad
da de esta verdad; puede alcanzarla de dos natural del hombre).
modos: mediante la religión, mantenien­ La esencia del proyecto no es aquí de
do la fe y la confianza en Cristo, o median­ carácter histórico: no se trata de descri­
te la filosofía, adoptando una doctrina bir la génesis del Estado (»yo no discuto
que se empleara en ilustrar la fe cristiana. los hechos», dice Rousseau). N o hay que
Para Agustín, en efecto, verdad cristiana confundir las descripciones de este con­
y verdad filosófica son una misma cosa. trato con las conjeturas del segundo Dis­
La influencia de Platón es flagrante en curso sobre el nacimiento del poder polí­
esta obra que el autor ha dedicado a su tico. La presente empresa tiene carácter
amigo Romanien, cuyos hijos educaba. normativo: es preciso decir lo que el Esta­
Mas Agustín desea librarse del escepti­ do debe ser para que el poder que ejer­
cismo neoacadémico y construir su doc­ ce sea legítimo, es decir conforme al dere­
trina teológica sobre algo estable. cho. Rousseau se desmarca aquí de todos
los teóricos que buscan explicar las ins­
Edición: Contra los académicos (tr. V.
Capánaga), contenido en las pp. 74-233 del tituciones politicéis, incluso las más impor­
t. III (Obras filosóficas) de las Obras de San tantes, a la manera de Montesquieu, a
Agustín, Ed. Católica (B.A.C.), 1947. quien Rousseu admira y del que toma
Estudios: Introducción del P. V. Capánaga mucho.
a la edición indicada; E. Gilson, Introduction
La obra está dividida en cuatro libros.
á l'étude de saint Augustin, Vrin, 1982.
El primero describe la parte social: el con­
trato propiamente dicho. En este libro,
guiado por la idea del derecho natural,
CONTRATO SOCIAL (EL), o Principios es donde están propuestos los «Principios
de derecho político, Du Contrat social, del derecho político». Los dos libros siguien­
ou Principes du droit politique, 1762. tes exponen las condiciones por las que
Jean-Jacqu es R ou sseau, 1712-1778. esos principios viven en las instituciones
concretas particulares. El segundo libro
Un pasaje de las Confesiones nos dice trata de la soberanía y de los derechos que
que El Contrato social es una parte de le son anejos. El tercer libro, más concreto
103 CONTRATO SOCIAL (EL)

y detallado aún, habla del gobierno; la vida mo de «universal»). Esta última noción,
y declinación del gobierno son someti­ central en la problemática de la obra, no
dos a estudio, como también los medios debe ser confundida con la suma de las
de evitar esa declinación. El libro cuarto voluntades particulares. La voluntad gene­
trata de las instituciones políticas (elec­ ral es la voluntad que establece el ciuda­
ciones, altas magistraturas), de las cos­ dano cuando toma hecho y causa por el
tumbres, y de una cuestión decisiva a los interés del todo (el Estado), más allá de
ojos de Rousseau: la de la religión. Según sus intereses particulares (los de su pro­
avanza la obra, se ve por tanto que lo con­ pia persona o — con más frecuencia— los
creto en particular adquiere mayor impor­ del grupo social al que él pertenece).
tancia y se proyecta sobre los principios La voluntad general es, por definición,
abstractos (los ejemplos históricos se hacen, justa. Pero su formación puede ser vicia­
notablemente, más y más numerosos); da, y la mayoría puede equivocarse. Rou­
mas los principios generales son reteni­ sseau propone un cierto número de garan­
dos y no cesan de organizar la reflexión tías destinadas a prevenir la corrupción
sobre las condiciones de la vida concreta de la voluntad general por las «facciones»
de los Estados. (grupos con intereses particulares). Para
E l C on tra to social comienza por la él, la igualdad social debe jugar un papel
crítica y la eliminación de las falsas solu­ primordial en el mantenimiento de la liber­
ciones propuestas al problema del fun­ tad política.
damento de la autoridad política. El con­ H objeto de la voluntad general es la ley,
tenido es aquí por tanto fuertemente que jamás debe apuntar a lo particular, sino
polémico. Rousseau se dirige a aquellos siempre a lo general. Es propio de la sobe­
que querrían fundar la legitimidad del ranía, indivisible e inalienable, elaborar la
poder sobre una relación natural (mito del ley. Al obedecer la ley, el ciudadano es libre:
jefe-padre de familia, o del jefe-pastor), o «La obediencia a la ley que ha sido pres­
sobre una relación de fuerzas: es en el crita es libertad». La libertad es aquí la auto­
libro I, uno de los más famosos, donde nomía (cosa que Kant tendrá muy en
Rousseau muestra la gratuidad de un pre­ cuenta).
tendido «derecho del más fuerte». Igual­ Se denomina República a todo Esta­
mente es recusada la idea de un contra­ do que está así legítimamente constitui­
to «libre», en términos del cual podría un do (incluso aunque, por ejemplo, la for­
hombre consentir en devenir esclavo de ma de su gobierno sea monárquica). En
otro. La libertad es inalienable. El terre­ cuanto a los poderes que distingue tradi­
no está pues roturado para el verdadero cionalmente la ciencia política: legislati­
contrato, solución del problema plante­ vo, ejecutivo y judicial, no son más que
ado: «Encontrar una forma de asociación emanaciones del cuerpo social.
que defienda y proteja de toda fuerza Pero si la ley no puede tener por obje­
común a la persona y a los bienes de cada to más que lo universal, si no se puede
asociado, y por la cual cada uno, unién­ legislar sobre lo particular, ¿cómo actuar
dose a todos, no obedezca más que a sí sobre la realidad, que es siempre concreta
mismo y quede tan libre como antes». Por y particular? Ahí reside la misión del
este contrato, cada hombre se somete a gobierno, emanación del soberano (recor­
la autoridad única de la ley y deviene por demos que cuando Rousseau escribe
ello ciudadano. Al no estar sometido más «soberano», hay que leer siempre «pue­
que a la ley, no está sujeto a persona blo soberano»). Este gobierno se encar­
alguna. na en un poder concreto, llamado prín­
La servidumbre consiste en estar some­ cipe; el príncipe es de alguna manera el
tido a una voluntad particular distinta de cuerpo del Estado, del cual la soberanía
la de uno propio. La libertad residirá en es el alma.
la sumisión a la voluntad general («gene­ La clasificación de los gobiernos (demo­
ral» ha de ser tomada aquí como sinóni­ cracia, autocracia, monarquía) se esta­
CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO DE HEGEL. INTRODUCCIÓN 104

blece en función de una proporción: la Edición: El Contrato social o Principios de


relación del número de gobernantes con derecho político (tr. M.a J. Villaverde), 3.a
el número de miembros de la asamblea ed., Tecnos, 1995.
Estudios: A. Bloom, «Jean-Jacques Rous­
del pueblo. Por ejemplo, la democracia seau» en L. Strauss y J. Cropsey (comps.),
es la forma de gobierno donde este últi­ Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­
mo se confunde con la asamblea del pue­ cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­
blo (lo que para Rousseau constituye una co, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp.
peligrosa fuente de confusión: la demo­ 529-548; J. Starobinski, Jean-Jacques Rous­
seau: la transparencia y el obstáculo (tr. S.
cracia no sería conveniente más que para González Noriega), Taurus, 1983; R. Derat-
los pequeños Estados y sobre todo para hé, Jean-Jacques Rousseau et ¡a Science
un «pueblo de dioses»). El odio de Rous­ politique de son temps, Vrin, 1988.
seau se proyecta sobre los regímenes here­
ditarios (aristocracia y monarquía), incli­
nándose sus preferencias por una
C O N TR IB U C IÓ N A L A C RÍT IC A DE
aristocracia electiva.
L A F ILO S O F ÍA DE L DE R EC H O DE
El autor se interroga en fin sobre el
HEGEL. INTR O D UC CIÓ N, Zu r Kritik
medio de interesar al ciudadano por el bien
der Hegelschen Rechtsphilosophie. Ein-
del Estado, de enseñarle a preferir el inte­
leitung, 1844.
rés general a los intereses particulares.
K a r l M a rx , 1818-1883.
¿Cómo producir ciudadanos virtuosos (en
el sentido que este término tiene ya en
El título de este breve artículo, apare­
Montesquieu)? Rousseau cree necesaria
cido en los Anales franco-alemanes, da
una «religión civil», que no podría ser el
una idea harto inexacta de su conteni­
cristianismo. Éste es a la vez demasiado
particular y demasiado universal: el cris­ do. Las primeras páginas tratan de la reli­
tiano busca su salvación individual median­ gión, presentada como expresión de la
te el amor del entero género humano. indigencia real del hombre y protesta con­
E l C ontrato social es con seguridad tra ella. Aquí se encuentra la famosa fra­
uno de esos libros cuyo alcance es impo­ se: «La religión es el opio del pueblo»,
sible medir exactamente, dada su inmen­ sobre la cual no conviene, sin embargo,
sa repercusión. Desde un punto de vista proyectar acríticamente cualquier sentido.
estrictamente práctico, es cierto que la Marx analiza la situación de Alema­
Revolución de 1789 debe lo esencial de nia, caracterizada por su impotencia polí­
sus principios de organización política a tica, una impotencia que es compensa­
Rousseau, cuya persona fue objeto de vene­ da, conforme al modo fantasmático de
ración por parte de los revolucionarios. Se la ideología, por una hipertrofia filosó­
puede incluso decir que Rousseau inspira fica. Por su incapacidad de comprome­
claramente la fase más popular de la Revo­ terse en un destino revolucionario, Ale­
lución (1793). Pero la influencia de esta mania aparece «por debajo del nivel de
obra no se detiene ahí. N o cabe la menor la historia». Para salir de esta situación,
duda de que el principio mismo de las ins­ Marx juzga urgente criticar la filosofía
tituciones democráticas republicanas de la alemana en su encamación actual: la filo­
Francia actual es de inspiración rousso- sofía hegeliana del derecho y del Esta­
niana. Y, a la inversa, se ha cargado esta do. Pero, en la práctica, el destino de
obra con todos los pecados del mundo acu­ Alemania no podrá ser asumido más que
sando a Rousseau de haber elaborado — por la clase revolucionaria por excelen­
después de Platón y antes de Marx— la cia: el proletariado.
teoría del totalitarismo. Es verdad que cier­
tas fórmulas de El Contrato social hacen Edición: [Contribución a la] filosofía del
derecho de Hegel (Introducción) (tr. A. R. y
temblar. Pero, en cualquier caso, ningún M. H. A.), Buenos Aires, Eds. Nuevas, 1965.
pensamiento político puede hoy soslayar Estudio: Notas aclaratorias de Rodolfo Mon-
el situarse por relación a Rousseau. dolfo en la ed. citada.
105 CONVERSACIONES CRISTIANAS EN LAS QUE SE JUSTIFICA LA VERDAD DE LA RELIGIÓN...

CO NVERSACIÓ N C O N M. DE SACI Teodoro, que será el portavoz de Male­


SOBRE EPICTETO Y MONTAIGNE, branche, Aristarco, el hombre refina­
Entretien avec M. de Saci sur Épictéte do que habla mejor que razona, y Eras-
et Montaigne, 1728. to, primo de Aristarco, que representa
B la is e P a s c a l, 1623-1662. aquí el espíritu no pervertido aún por el
mundo y presto por ello a tomarse hacia
Invitado por M. de Saci a hablarle de Dios.
sus lecturas, Pascal hace el más grande Diez conversaciones com ponen la
elogio de Epicteto y Montaigne, cuyas obra. La primera prueba la existencia
doctrinas resume. Su intención es la de de Dios com o causa única de nuestros
mostrar que, aunque el estoicismo del uno dolores y placeres, no siendo el mun­
y el escepticismo del otro no exaltan el do sensible más que la ocasión. Amar
pensamiento cristiano, no por ello pre­ el placer debe ser p or tanto amar a
disponen menos a los hombres a remi­ Dios, mas, desgraciadamente, el peca­
tirse a las luces de la fe. M. de Saci se do de Adán ha pervertido al hombre,
muestra a lo largo de la conversación que al devenir esclavo de su cuerpo
como un espíritu singularmente estrecho, se oculta el verdadero origen de sus
sordo a todo lo que no sea absolutamen­ sentimientos. Dios ha dejado que el
te conforme a las solas instrucciones de pecado se produzca co m o causa oca­
los Padres de la Iglesia. Reconoce que sional de la Encarnación, que divini­
«siempre había creído que se debía leer zando el mundo contribuye a la Gloria
lo menos posible a esos autores», y sus de Dios. M alebranche prueba acto
objeciones a todo lo que Pascal le dice de seguido que nuestra voluntad no ha sido
Epicteto y Montaigne se reducen a afir­ creada más que para amar a Dios, y
mar que todo eso se encuentra en suma nuestro entendimiento para conocer­
en San Agustín. lo; el autor aborda el problema de la
unión del alma y el cuerpo, unión per­
Edición: Entretien avec M.de Saci sur vertida por la concupiscencia. Después
Épictéte et Montaigne, Vrin, 1978. de haber estudiado la Santísima Trini­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ dad aporta nuevas pruebas de la exis­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
vol. I, Tecnos, 1988; A. Béguin, Pascal (tr. tencia de Dios fundadas sobre la infi­
J. Almela), México, Fondo de Cultura Eco­ nitud divina y sobre las Escrituras. La
nómica, 1989; J. Mesnard, Pascal, Hatier, verdad de la moral cristiana será demos­
1967. trada en las últimas conversaciones por
el intermedio de la gracia. La obra se
cierra con el triunfo de la religión cris­
tiana, de la que Aristarco se torna en
CONVERSACIONES CRISTIANAS EN apóstol después de haberse consagra­
LAS QUE SE JUSTIFICA LA VERDAD do Erasto a predicarla.
DE LA RELIGIÓN Y DE LA M O RAL Al igual que Tomás de Aquino se había
DE JESUCRISTO, Conversations chre- servido de los principios de Aristóteles para
tiennes dans lesquelles on ju stifie la demostrar la verdad de la religión cristia­
vérité de la religión et de la morale de na, Malebranche funda su apologética en
Jésus-Christ, 1677. los principios de Descartes que descu­
N ic o lá s M a le b ra n ch e , 1638-1715. brió leyendo el > Tratado del hombre.

Malebranche expone en esta obra los Edición: Conversations chrétiennes, en


principios de su sistema en forma de Oeuures completes de Malebranche, t. IV,
Vrin, 1972.
conversación a fin de llegar a un públi­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
co amplio. Estos principios buscan jus­ fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
tificar la verdad de la religión y de la vol. I, Tecnos, 1988; P. Ducassé, Male­
moral de Jesucristo. Toman la palabra branche, sa vie, son oeuvre, P.U.F., 1968.
CONVERSACIONES SOBRE L A METAFÍSICA Y SOBRE L A RELIGIÓN 106

C ONVERSAC IO NES SOBRE L A ME­ de las vías por las que debe actuar, la
T A F ÍS IC A Y SO BRE L A RELIG IÓ N, Gloria en vista de la cual todas sus accio­
Entretiens sur la métaphysique et sur nes son efectuadas, y la Creación del mun­
la religión, 1688. do. En la conversación duodécima, Male­
N ic o lá s M a le b ra n ch e , 1638-1715. branche se aplica a exponer la teoría del
ocasionalismo que fundamenta definiti­
Once años después de las ->■ C o n ­ vamente el papel central de Dios en su
versaciones cristianas, Malebranche sistema filosófico, puesto que sólo Dios
vuelve a emplear el estilo de la conver­ puede ser una causa verdadera. La obra
sación, mas si antes lo había escogido se cierra con reflexiones propiamente teo­
para exponer su sistema de manera acce­ lógicas con dos conversaciones consa­
sible y amena, ahora lo utiliza para pre­ gradas a la providencia y a la fe.
sentar y reunir todas las objeciones que A través de estas conversaciones resul­
le han sido planteadas y que son per­ ta patente el verdadero proyecto de Male­
fectamente solubles, puesto que aquí branche: demostrar la verdad de la reli­
se trata ya de un libro de filosofía y no gión cristiana apoyándose sobre principios
meramente de controversias. Obra de filosóficos y, más particularmente, sobre
madurez, estas Conversaciones contie­ principios cartesianos.
nen la exposición más completa de la
Edición: Conversaciones sobre metafísica,
filosofía de Malebranche. La obra se I-ñl (tr. A. Zoraya), Madrid, 1921.
compone de catorce libros, consagra­ Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
do cada uno de ellos a la exposición de fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
un concepto clave de la filosofía del vol. I, Tecnos, 1988; F. Alquié, Le Carté-
autor. La primera conversación aborda sianisme de Malebranche, Vrin, 1974.
los respectivos papeles del alma y del
cuerpo en el conocimiento sensible a fin
de introducir una reflexión sobre la natu­ CONVERSACIONES SOBRE LA PLU­
raleza de las ideas. En efecto, Male­ RALID AD DE LO S M UNDOS, Entre­
branche afirma que el conocimiento sen­ tiens sur la pluralité des mondes, 1686.
sible necesita la reunión de un F o n te n e lle (Bernard le Bovier de), 1657-
sentim iento y de una idea pura, sien­ 1757.
do el primero una modificación del alma
causada por Dios, y la segunda residiendo La obra relata una serie de conversa­
en Dios. Esto es lo que le autoriza a afir­ ciones científico-galantes con una mar­
mar que Dios es la única fuente del cono­ quesa, de noche, en un parque. En Seis
cimiento, y con tanta más razón si se tie­ veladas, nuestra marquesa abandona sus
ne en cuenta que Dios debe unir el opiniones espontáneamente geocéntri­
sentimiento y la idea con ocasión de la cas para adoptar, no sin reticencias, el
presencia del objeto. La segunda con­ sistema de Copémico. Las Conversacio­
versación trata del conocimiento que nes terminan con vastas ensoñaciones a
podemos tener de Dios. Las conversa­ propósito de los extraterrestres.
ciones tercera a sexta forman un bloque Las Conversaciones sobre la plurali­
cuyo hilo conductor es el papel de las dad de los mundos son en 1686 un libro
ideas. En ellas se abordan las ideas en moderno en más de un sentido. Fonte­
su relación con los sentimientos, el papel nelle desciende a la divulgación, contra la
de los sentidos en la vida del hombre y tradición escolástica de una ciencia que
en las ciencias, com o también el pro­ habla en latín y está reservada a los doc­
blema del grado de existencia de los cuer­ tos. Tom a partido por Descartes y los
pos. La conversación séptima trata de Modernos contra los Antiguos. La meta­
la impotencia del hombre; y las siete últi­ física, la de los grandes sistemas del siglo
mas conversaciones están centradas que termina, es cuestionada en nombre
sobre Dios: sus atributos, la simplicidad de un método científico más positivo. Las
CORRESPONDENCIA DE LAS ARTES (LA)

reflexiones astronómicas son propicias pio Hipócrates y sus discípulos de la escue­


para el desarrollo de tesis relativistas. la de Cnido. Testimonio de la historia
Temas todos que preludian las Luces, de la medicina griega, esta obra presen­
de las que Fontenelle es en Francia uno ta un elaborado arte médico, separado
de los primeros representantes. Es posi­ del control sacerdotal.
ble que Camille Flammarion tuviera La misión del médico es definida así:
en mente a Fontenelle cuando escribía, ejercer por amor a su trabajo y por amor
en 1903, su Astronom ía de las damas. del otro; aparte de los libros éticos, el Cor­
pus contiene los libros más científicos.
Edición: Conversaciones sobre la plurali­ Uno de los más conocidos lleva por títu­
dad de los mundos (tr. L. Gutiérrez del Arro­ lo D e los aires, de las aguas y de los
yo), Madrid, 1921.
Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­ lugares; es una suerte de tratado de
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morán), «hidroclimatología médica» que describe
vol. I, Tecnos, 1988, pp. 866-870. la influencia de las estaciones y de las
aguas sobre los habitantes de un país.
Pese a las inexactitudes anatómicas o bio­
lógicas, es digna de notar la importancia
CONVIVIO (EL), U Convivio, 1490. concedida al diagnóstico. El papel del médi­
D a n te A u g h ieri, 1265-1321. co consiste en ayudar a la naturaleza a rea­
lizar las curaciones; las investigaciones hipo-
El banquete del que aquí se trata es el del cráticas han motivado numerosos progresos.
conocimiento, «pan de los ángeles». La obra,
inacabada, está compuesta de quince tra­ Edición: Tratados hipocráticos, 7 vols.,
tados: una introducción y glosas de catorce Gredos, 1983 ss.
Estudio: J. Jouanna, Hippocrate, Fayard,
«canzoni». Dante relata su conversión a la 1992.
filosofía después de la muerte de Beatriz: la
filosofía es definida a la vez como conoci­
miento y como sabiduría. Proclama la igual­
dad de los hombres, que han de elevarse CORRESPONDENCIA DE LAS ARTES
hacia la nobleza por sus virtudes. (LA), La correspondance des arts, 1947.
Escrito en 1306-1308, E l C onvivio Etienne S ou ria u , 1892-1979.
es la primera obra plenamente filosófica
de Dante, como también el primer ejem­ H autor se propone aquí realizar una cla­
plo de prosa filosófica en lengua italiana. sificación de las bellas artes que se apoye en
Sobrecargado quizá de erudición escolás­ sus similitudes y sus diferencias esenciales:
tica extraída de horizontes diversos (filo­ «Entre una estatua y un cuadro, un soneto
sofía antigua, teologías cristiana y musul­ y un ánfora, una catedral y una sinfonía,
mana), lo anima, sin embargo, un soplo ¿hasta dónde pueden llegar las similitudes,
de inspiración que apenas podrá encon­ las afinidades, las leyes comunes, y cuáles
trarse en épocas posteriores. son también las diferencias que podríamos
llamar congénitas?», se pregunta Souriau
Edición: El Convivio, Espasa-Calpe, 19... al entrar en materia. Si se postulan un pri­
Estudio: M. de Gandillac, Dante, Seghers,
1968. mer y un segundo grado, que se superpo­
nen, es posible esbozar una clasificación que
dé cuenta de los juegos de corresponden­
cia que ligan unas con otras ciertas formas
CORPUS HIPPOCRATICUM de arte. Así, en una primera perspectiva, se
H ip ó c r a t e s d e Cos, hacia 460-hacia tendrá el arabesco: la arquitectura, la pin­
370 a.C. tura, las proyecciones luminosas, la danza,
la prosa y la música; mientras que se encon­
Esta colección de cincuenta y cuatro trará, en una segunda perspectiva, el dise­
escritos médicos fue reunida por el pro­ ño (que corresponde al arabesco): la escul­
cr á t il o 108

tura (que se separa de la arquitectura), la pin­ referencia a los lingüistas contemporá­


tura representativa (derivada de la pintura neos, de Saussure a Chomsky.
pura), la fotografía y el cine (que prolon­
Edición: Crátilo (tr. J. L. Calvo), en Platón,
gan las proyecciones luminosas), la panto­ Diálogos, vol. 11, Gredos, 1983; bilingüe,
mima (función deformada de la danza), la Anthropos, 1990.
poesía pura (que se desgaja de la prosa), y Estudio: V. Goldschmidt, Essai sur le «Craty-
en fin la música dramática o descriptiva (que leu: contribution á l’histoire de la pensée
procede de la música pura). de Platón, Vrin, 1986.
Este sistema de clasificación tiene el méri­
to de romper, por una parte, con la dico­
tomía artificial de artes espaciales y artes C REACIÓN DE L O S VALO R E S (LA),
temporales, y por otra con la distinción emi­ La création des valeurs, 1945.
nentemente subjetiva que opone las artes R aym ond P ou n , nacido en 1910.
mayores a las artes llamadas «menores».
En la época en que Raymond Polin publi­
Edición: La corresponderice des arts, Flam­ ca su tesis, la postura tradicional en filoso­
marion, 1969. fía consistía en sostener que los valores se
Estudio: D. Huisman, L ’Esthétique, col. nos imponen, que preexisten al hombre.
«Que sais-je?», P.U.F., 1992.
Así, para Platón todo procede del Bien en
sí; todos los valores se derivan de ese Bien
supremo. La idea de que uno pueda crear
C RÁ TILO , o De la adecuación de los por sí mismo sus propios valores era por
nombres. KptíxuAxx;, ti rie p l óvo|iáT&>v tanto revolucionaria y la obra fue acogida
óp0óTT|TO^, > hacia 385 a.C. en su tiempo como una innovación nota­
ble. Toda una ciencia será construida a par­
P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
tir de esta obra: la axiología o ciencia de
Sócrates discute con Hermógenes y los valores, que goza de considerable for­
Crátilo sobre la adecuación de los nom­ tuna en el pensamiento francés contem­
bres. En términos saussurianos, la cues­ poráneo. Pero hablar de creación de valo­
tión reside en saber si el signo lingüísti­ res no es hablar necesariamente de
co es arbitrario. Crátilo defiende la idea subjetivismo absoluto: «Así, el tipo ideal
de un valor objetivo de los nombres, mien­ de todo valor objetivo aparece en el encuen­
tras que Hermógenes propone no ver en tro de estos tres principios: principio de rea­
ellos más que una convención. En una lidad, principio de trascendencia, principio
primera parte, Sócrates combate la tesis de conocimiento, cualquiera que sea la for­
convencionalista partiendo de un análisis ma que se haya elegido de aplicarlos. [...]
detallado de los elementos del lenguaje; Estos tres principios convergen hacia una
pero la segunda parte del diálogo mati­ misma consecuencia práctica, verdadero
za la tesis de Crátilo. principio práctico de la objetividad de los
Se ha querido ver en el Crátilo un sim­ valores: todo valor objetivo conocido en su
ple entretenimiento de Platón jugando a verdad, da el derecho de hacer respetar este
remedar el modo de argumentación sofís­ valor, por lo tanto de ordenar y de ser obe­
tica. La delirante utilización que hace decido.» La paradoja aparece aquí porque
Sócrates de las etimologías parece con­ la creación debe necesariamente ser sub­
firmar esta hipótesis. En todo caso, hay jetiva, mientras que los valores tienden ante
que excluir la de un pasatiempo puramente todo «a objetivarse»; y de ahí la dificultad:
gratuito. Es, en efecto, en el Crátilo don­ el deseo se rige por los valores, pero los
de Ratón introduce por vez primera la teo­ valores no obtienen su «validez» y su con­
ría de las Ideas, contra la afirmación hera­ sistencia más que de su deseabilidad.
cliteana (el filósofo de Efeso es citado
Edición: La création des valeurs, Vrin, 1977.
nominalmente) del devenir perpetuo. Por Estudio: S. Goyard-Fabre, Dictionnaire des
lo demás, este texto servirá a menudo de philosophes, P.U.F., 1984.
109_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ CRISIS DE LAS CIENCIAS EUROPEAS Y LA FENOMENOLOGÍA TRASCENDENTAL (LA)

CRISIS DE LA C ULT UR A (LA), Bet- que es «el acto consciente de la razón per­
weert Past and Future, 1954. sonal o del individuo aislado en toda la
H a n n a h A r en d t , 1906-1975. claridad de su consciencia individual».
Colección de artículos aparecidos en dife­ Soloviev pertenece a ese tipo de filó­
rentes revistas americanas. sofos que, com o Gabriel Marcel, Henri
Bergson o Emmanuel Mounier, piensan,
Especialista en filosofía política, Arendt cada uno a su manera, que la filosofía es
comenta en este texto los datos de nues­ ante todo el hecho de la persona huma­
tra época en crisis. Asistimos en efecto a na, del sujeto.
un deterioro de la tradición por una parte,
mas, por otra, el porvenir se presenta como Edición: Crise de la philosophie occiden-
inconcebible, desvaído, sin realidad, sin tale, Aubier-Montaigne, 1947.
proyecto. Así, el hombre actual está ante Estudio: N. Losski, Histoire de la philoso­
phie russe des origines a 1950, Payot, 1954.
la puerta falsa de un pasado terminado y
un porvenir incierto. Es por tanto urgen­
te hacer un balance y sobre todo aprender
de nuevo a pensar en nuestro siglo, no
CRISIS DE LAS CIENCIAS EUROPEAS
para reencontrar el pasado ni inventar el
Y LA FENOMENOLOGÍA TRASCEN­
futuro, sino simplemente para enseñar al
DENTAL (LA), Die Krisis der europáis-
hombre a moverse en su posición actual.
chen Wissenschaften und die frcms-
Al analizar las nociones de libertad, de
zendentale Phánomenologie, 1934.
autoridad y de educación, Hannah Arendt
Edmund H u s s e rl, 1 859-1938.
hace la radiografía de una época en con­
flicto.
«Después de la Krisis de Husserl, dice
Edición: La crisi de la cultura (tr. J. Colo- Patocka, ningún filósofo ha reflexionado
mer y A. Valls), Pórtic, 1989. La crise de la realmente sobre el problema de Europa».
culture (tr. bajo la dir. de P. Lévy), col. «Folio- La Europa de Husserl es la que, embar­
Essais», Gallimard, 1989. cada en la vía de la deshumanización, iba
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ a conocer las barbaries facista y nazi; pero
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996; A.-M. Roviello, también la que tuvo por lugar de naci­
Sens commun et modernité chez Hannah miento espiritual la Grecia de los siglos
Arendt, Ousia, 1988. iv y id antes de Cristo. Esa Grecia que sus­
tituyó la agrimensura por la geometría y
que dio al mundo una humanidad ya no
prisionera de la empiria, sino investida de
CRISIS DE L A FILO SO FÍA O C C I­ «tareas infinitas» que tenían por ideal una
DENTAL. Contra los positivistas, Kri- humanidad dominada por la razón. Si hay
zis Zapadnoy filosofi: P rotiv pozitiuis- crisis, la hay por relación a este proyecto
tov, 1 874. V la d im ir S e r g u é ie v ic h S o - (;télos). Sin dudar jamás de la rectitud de
lo v ie v , 1 853-1900. sus prestaciones, Husserl subraya la res­
ponsabilidad de las ciencias en esta enfer­
Este texto de 1874, que constituye la medad. Excluyendo las cuestiones relati­
tesis doctoral de Soloviev, está fundado vas al sentido de la existencia, estos saberes
en la idea de que la filosofía abstracta, perpetúan ese sesgo de la ciencia galilea-
«exclusivamente teórica», pertenece al na-. el objetivismo físico que olvida nues­
pasado y no sabría, cualquiera que ésta tro mundo-de-Ia-vida (Lebensuielt) en bene­
sea, sustituir a la interrogación metafísica. ficio de las idealidades matemáticas.
Aunque reconoce el interés de ciertas Tomándose por este camino la razón en
problemáticas planteadas por este tipo de instrumental, se vaciaba de su sentido.
andadura filosófica, Soloviev afirma que La fenomenología propone un reme­
el auténtico camino no es abstracto, sino dio espiritual para esta patología: reha­
CRISTIANISMO DESENMASCARADO (EL) 110

bilitar el ideal griego y reactivar el sen­ por la corriente atea más radical del Siglo
tido de la historia que alienta en las mani­ de las Luces. Es preciso en todo caso guar­
festaciones del pensamiento. Situada en darse de dos errores: creer que esa corrien­
este punto de la historia en que se enfren­ te fue dominante en el siglo xvm (como ha
tan el objetivismo fascista y el subjeti­ mostrado Cassirer, las Luces no fueron
vismo trascendental, la fenomenología principalmente antirreligiosas ni ateas), y
quiere reconciliar al hombre consigo mis­ tomar este libro por la expresión más aca­
mo: el mundo es vuelto a colocar en los bada y sutil que ese siglo ha producido en
horizontes de la vida subjetiva y el ego materia de filosofía atea y materialista.
se descubre a sí mismo como origen de
todo sentido. Edición: Le Christianisme déuoilé, col.
Testamento espiritual de Husserl, la «Bibliothéque du libre penseur», Éds. de
Krisis fue redactada en 1935-1936, en l’Idée libre, 1961.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
una atmósfera de «fin del mundo» que evo­ fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
ca también Spengler. La fenomenología, vol. II, Tecnos, 1988; Presentación de P.
filosofía del cogito, se tomaba en filoso­ Charbonnei en la colección de Premiéres
fía de la historia. En este nuevo «retomo Oeuvres, «Les Classiques du peuple», Mes-
a las cosas mismas», Husserl preconiza­ sidor-Éditions sociales, 1971.
ba un retomo a la Lebenswelt escondi­
da. Esta mundanización de la conscien­
cia (su encamación) abría la vía a la noción
merleau-pontiniana de «carne» (-*■ L o l/ísi- CRITIAS, o La Atlántida, K p it ía ^ , f)
ble y lo Invisible). A'tX.av'ciKtí»;.
P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
Edición: La crisis de las ciencias europeas Diálogo inacabado.
la fenomenología trascendental (tr. J.
uñoz y S. Mas), Crítica, 1991.
Estudio: P. Trotignon, Le Coeur de la Rai- En una prolongación del -> Timeo, el
son, Fayard, 1986. Critias (del nombre del personaje que casi
constantemente mantiene la palabra)
expone el mito de la Atlántida: la antigua
Atenas había combatido victoriosamente
CRISTIANISM O DESE N M A SCA RA ­ contra los invasores venidos de la isla
D O (EL), o Examen de los principios Atlántida, antes de que ésta fuese engu­
cristianos y de los efectos de la reli­ llida por las olas.
gión cristiana, Le christianisme dévoi- Critias describe una ciudad ideal, suer­
lé, ou Examen des principes et des effets te de -*■ República realizada, y las etapas
de la religión chrétienne, 1767. de su decadencia. El interés de este diálo­
H o lb a c h (Paul-Henri Dietrich, barón de), go es indudable, aunque es más literario
1723-1789. que filosófico.

Bajo el nombre de Nicolás Antonio Edición: Critias (tr. F. Lisi), en Platón, Diá­
Boulanger, Holbach presenta aquí un ata­ logos, vol. VI, 1992.
que en regla contra la religión, en parti­ Estudio: R. Weil, l ’Archéologie de Platón,
Klincksieck, 1959.
cular la cristiana, la Iglesia, los sacerdo­
tes. N o se trata para él de proponer
consideraciones metafísicas, sino de mos­
trar que el hombre sería mucho más feliz CRÍTICA DE LA EXPERIENCIA PURA,
si se liberara de la tutela espiritual y mate­ Kritik der reinen Erfahrung, 1888-1890.
rial de la religión, de aquellos que la sir­ R ic h a r d A ven a riu s, 1843-1896.
ven, y se sirven de ella.
E l cristianismo desvelado ofrece un Esta obra expone el empiriocriticismo
ejemplo típico de la literatura producida de Avenarius. Se trata de una crítica del
111 CRÍTICA DE LA RAZÓN DIALÉCTICA

conocimiento — el título de la obra es un dean puede realizar este proceso de tota­


guiño a Kant— , apoyada sobre una base lización, esta dialéctica materialista. «La
biológica (el cerebro). Avenarius sigue a dialéctica es un método y un movimien­
Schopenhauer (el mundo es mi represen­ to en el objeto.» El hombre puede cono­
tación) y se interroga sobre las condicio­ cer esta dialéctica considerando su rela­
nes de posibilidad de la afirmación de una ción con los objetos materiales, es decir,
realidad objetiva. Esta afirmación es posi­ reconociendo que su praxis individual
ble por un proceso — al que el autor lla­ — sus actos— depende de su entorno.
ma «introyección»— que involucra al suje­ Pero ¿en qué se fundamenta la dialéctica
to, a sus representaciones, y a los otros. misma? Pues es difícil afirmar una con­
Esta tentativa de superar el problema cordancia entre «el ser material, la praxis
crítico ha caído hoy en el olvido. Mas en y el conocimiento», sosteniendo al mis­
su tiempo alcanzó cierto eco y sobre todo mo tiem po que la dialéctica no está
encontró dos opositores célebres: Hus­ preestablecida.
serl (-*• Investigaciones lógicas), y Lenin El solo medio de afirmar una dialéctica
( > Materialismo y empiriocriticismo). no a priori consiste en intentar definirla
a fin de poder «criticarla». Por otra parte
Edición: Kritik der reinen Erfahrung, Leip­ el movimiento dialéctico se funda a sí mis­
zig, 1888-1890. mo, en el sentido de que querer captar­
Estudio: L. Kolakowski, La filosofía posi­ lo, es descubrir que no aparecerá más que
tivista, Cátedra, 1988.
en el seno de nuestra praxis. Así, la expe­
riencia humana es la única capaz de afir­
mar la existencia de ese algo (esa razón
dialéctica) que el individuo construye en
C R ÍT IC A DE L A R A Z Ó N D IALÉ C TI­ su relación con el mundo, pero que se le
C A, C ritique de la raison dialectique, escapa en tanto que los otros también lo
1960. construyen. Dicho en otras palabras, noso­
Je an -P a u l S a r t r e , 1905-1980. tros captamos interiormente ese movi­
miento dialéctico de nuestra praxis que
En -»■ Cuestiones de método, obra con­ actúa sobre el mundo exterior, pero, al
siderada por el autor como primera par­ mismo tiempo, comprendemos que esta
te del presente texto aunque publicada por exterioridad permanece irreductible a nues­
separado en 1957, Sartre se interrogaba tra propia individualidad. En efecto, cada
sobre la posibilidad de un m étodo — exis- praxis humana constituye un momento de
tencialista y marxista a un mismo tiem­ esa dialéctica, cada individuo no es más
po— que permitiera analizar tanto al indi­ que una totalización parcial; «la dialéctica
viduo como a la sociedad. La Crítica se es la ley de Totalización», o incluso «la tota­
propone justificar este método «regresivo- lización de las totalizaciones concretas».
progresivo» legitimando al materialismo Exterior a todos porque es interior a cada
dialéctico. Mas a este sistema se le repro­ uno, la dialéctica se nos escapa siempre
cha el suponer un Todo trascendente que por su movimiento alternativo «del hacer
no está fundado ni es demostrable, y por al conocer y del conocer al hacer». En
lo tanto, el retomar a un idealismo dog­ cuanto a los objetos que están ya cons­
mático. Sartre responde confirmando cier­ truidos, obra de una praxis «pasada-reba­
tamente el recurso, en su dialéctica, a una sada», siguen perteneciendo al movimiento
totalización, si bien a una totalización que dialéctico actual, pero en tanto que tota­
no está ya constituida, que no reenvía a lidades (y ya no totalizaciones) devenidas
un ideal a priori: la razón dialéctica debe inertes; «la totalidad no es más que un prin­
captarse a sí misma en su movimiento, cipio regulador de la totalización». La his­
al igual que Diógenes «demostraba el movi­ toria terminada no es más que un momen­
miento andando». Solamente el individuo to de la Historia en curso.
en su relación con los objetos que lo ro­ Queda por determinar el lugar de esta
CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA 112

praxis humana en el interior del campo ría de los conjuntos prácticos», al que
social. La experiencia individual se des­ habría debido seguir otro tomo que con­
cubre inmediatamente en una praxis huma­ firmase, con ayuda de numerosos ejem­
na incompleta y limitada. Captar su pra­ plos históricos, la validez del método
xis es comprender que el otro detenta «regresivo-progresivo» para descubrir la
igualmente su propia praxis, que cada indi­ razón dialéctica por medio de la praxis.
vidualidad del grupo posee su propio cam­
po práctico. La segunda experiencia del Edición: Crítica de la razón dialéctica, Bue­
individuo es entonces la disolución de nos Aires, Losada, 1963.
Estudios: R. Laing y D. G. Cooper, Razón
su praxis en el seno de la comunidad. Mas y uiolencia: una década de pensamiento
esta disolución no es desaparición: «Sin la sartreano (tr. Martha Eguía), Paidós, 1984;
praxis humana, la clase se reduciría a un F. Jeanson, El problema moral y el pen­
colectivo inerte.» La praxis indiuidual, samiento de Sartre (tr. A. Llanos), Buenos
que nos hace descubrir la dialéctica, y a Aires, Siglo Veinte, 1968.
través de la cual se nos aparece la praxis
del Otro, es también el medio por el que
captamos el objeto de nuestra acción. Este
objeto es en primer lugar materia: si «la C RÍTIC A DE L A R AZ Ó N P R ÁC T IC A ,
materia es la primera captación de exte­ Kritik der praktischen Vernunft, 1778.
rioridad de la praxis», ella se transforma Immanuel K a n t, 1724-1804.
desde entonces en «la primera unión de
los hombres», mas en este sentido se cons­ Esta obra es inseparable del conjunto
tituye también en «fundamento de la alie­ del edificio crítico, y en particular de otra
nación», puesto que proporciona al hom­ obra de Kant que precede y sustenta el
bre el objeto de su trabajo. Lo que Sartre desarrollo de ésta: la ->■Fundamentación
denomina «materialidad práctico-inerte» de la metafísica de las costumbres
se comprende como asociación entre una (1785). Mientras que en este primer escri­
«praxis alienada» por la existencia del Otro to Kant se proponía form ular con rigor
y «la inercia trabajada» de la materia. Pero la moral común ya existente y dar al deber
en tanto que lugar de unidad y de conflicto sus expresiones abstractas (las famosas
entre los hombres, la materia es «el motor «fórmulas» del imperativo categórico), la
de la Historia». Crítica de la razón práctica ataca un pro­
La Crítica de la razón dialéctica for­ blema particular, que la Fundamentación
mula varias críticas al sistema hegeliano, no había hecho más que evocar en la últi­
al que Sartre reprocha no haber alcan­ ma sección. De este problema depende
zado a ver que la Historia no está nunca toda la cuestión del fundamento de la
totalmente constituida, y que el individuo moralidad. Se trata de saber cóm o la
no se deja disolver en el Todo. Pero tam­ voluntad pura (de todo móvil sensible) pue­
bién critica la posición de Marx, que, a su de interesarse por la ley moral. Mientras
juicio, no ha sabido refundar una dialéc­ que el desarrollo de la Fundamentación
tica a partir de la praxis humana. Por lo era esencialmente analítico, aquí se impo­
cual, es esencialmente a los «marxistas ne un método sintético.
contemporáneos», y concretamente a Pie­ Al igual que la -+ Crítica de la razón
rre Naville (ya denunciado en E l exis­ pura partía de la ciencia, considerándo­
tencialismo no es un humanismo), a los la como un hecho, tampoco la moralidad
que Sartre dirige sus críticas, acusándo­ es puesta aquí en cuestión; la fuerza y el
los de «volver a caer en un idealismo dog­ carácter respetable de la ley moral le pare­
mático» al predicar una «dialéctica de la cen indiscutibles a Kant. El imperativo
Naturaleza». Considerada como uno de categórico es un hecho. Mas ¿cómo es
los textos más importantes de Sartre, esta posible ese hecho? La clave de bóveda
obra debía constar al menos de dos volú­ del sistema es la libertad, presente des­
menes; sólo llegó a su fin el primero, «teo­ de el comienzo de la obra («Analítica de
113 CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA

la razón pura práctica»). En efecto, sólo siste aquí en una identificación con la ley
la libertad puede realizar la síntesis de la racional, sino que se asemeja más bien,
buena voluntad con la idea de una legis­ como observa Ferdinand Alquié, a una
lación universal. La libertad está aquí potencia de elección espontánea; poten­
inmersa en el concepto de autonomía, cia absoluta, superior a la ley misma (pues­
cuya etimología es particularmente escla- to que la puede negar), por la cual el mal
recedora: la autonomía no es otra cosa entra en el mundo. Esta contradicción en
que la voluntad que se da a sí misma la el seno mismo de la idea de libertad la iden­
ley, que se identifica con la ley. Kant vuel­ tifica Sartre ya en Descartes.
ve a hallar aquí una idea que Rousseau Resta la cuestión del m obile moral,
expresaba en el plano político: «La obe­ que no puede ser sensible (so pena de
diencia a la ley que uno se ha prescrito com prometer la autonomía), ni pura­
es libertad.» Hay, por el contrario, hete- mente inteligible, lo que lo haría ineficaz
ronomía cuando la voluntad está deter­ para el hombre, cuya voluntad reside en
minada por un objeto situado fuera de ella una naturaleza sensible. Kant ve en el
(la felicidad o el placer, por ejemplo). respecto un sentimiento determinado a
Pero es preciso investigar todavía si priori. Los análisis de la «Analítica de la
una libertad semejante es posible. ¿No razón pura práctica» (cap. III) ponen al
será contraria al principio de la razón y a descubierto la doble naturaleza del res­
las exigencias del determinismo de la natu­ peto: sentimiento que me eleva y al mis­
raleza? En este punto es imposible sepa­ mo tiempo me humilla delante de la ley.
rar la Crítica de la razón práctica del El respeto da testimonio de la dualidad
aspecto teórico del criticismo: la Crítica esencial del hombre: racional y sensible.
de la razón pura había mostrado en efec­ Kant se inscribe aquí en una corriente
to que si la naturaleza (el conjunto de los «pesimista» pascaliana que se niega a ver
fenómenos en tanto que están constitui­ en el heroísmo del sujeto el mérito moral
dos por las formas a priori de la sensibi­ auténtico. Juzga con severidad el orgu­
lidad y del entendimiento) estaba someti­ llo estoico. La moralidad no está, como
da a la ley de causalidad, no se podía en Comeille, en la nobleza del alma. En
afirmar nada de lo que es en sí, el mun­ un sentido, Kant coincide aquí con el cris­
do de los noúmenos. La libertad es al tianismo, del que acepta los manda­
menos posible, y esto basta para soste­ mientos y la afirmación del mal radical;
ner la moralidad, cuya realidad exige y pero no puede hacer del amor el prin­
supone una voluntad libre. La ley moral cipio supremo de la moralidad. La
viene a establecer la realidad de aquéllo voluntad no puede — una vez más so
de lo que la primera Crítica había esta­ pena de heteronom ía— ser aplicada
blecido solamente su carácter no con­ más que a la ley.
tradictorio. Al final de la «Analítica» el divorcio es
Pero es claro que el acto libre, al esca­ pues total entre los reinos del ser y del
par a los determinismos naturales, no pue­ deber ser, de la naturaleza y de los valo­
de ser situado en el tiempo; que necesa­ res. Será en la «Dialéctica de la razón pura
riamente está — en lo que concierne a su práctica» donde tendrá lugar la síntesis.
ser nouménico— fuera del tiempo. De aquí Esta síntesis se realiza mediante el con­
la afirmación (que Schopenhauer acepta­ cepto de bien soberano. Si la virtud es el
rá como condimento de un contrasentido, bien más excelso, le falta sin embargo
pero que muchos han rehusado admitir) alguna cosa que impide que sea califica­
del carácter inteligible del ser racional: da de bien completo: la felicidad vendrá
este último se da (libremente) a sí mismo a colmar esa carencia. Pero atención: la
un carácter moral esencial, que determina felicidad no tiene valor moral, y la acción
sus elecciones prácticas efectivas. El villa­ moral no hace forzosamente feliz al hom­
no se elige como tal, fuera del tiempo, de bre; epicúreos y estoicos están igualmente
una vez por todas. Mas la libertad no con­ equivocados sobre este punto. Estamos
CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA 1 14

aquí ante una «Antinomia de la razón pura el retomo a la metafísica (Fichte y, en un


práctica». Pero al menos la virtud nos hace cierto sentido, Schopenhauer), o las mora­
dignos de la felicidad. les de la heteronomia (morales sociales y
La síntesis de virtud y felicidad supo­ biológicas del siglo xix). La tentativa de
ne, como bien lo había expuesto Rous­ superación más fecunda parece ser la de
seau en su Profesión de fe del vicario de Hegel, en la medida en que no pretende
Saboya (véase el -+ Em ilio), la interven­ refutar, sino integrar la filosofía del sujeto
ción de un ser superior, un juez supremo moral en un proceso más vasto, como un
que recompensa y castiga en el más allá. simple momento (subjetivo) de la morali­
Aquí encuentran su lugar los famosos dad; la crítica hegeliana presenta no obs­
«postulados de la razón práctica», que han tante fundamentales objeciones contra la
hecho correr tanta tinta como el «carác­ filosofía moral de Kant, que los kantianos
ter inteligible». Con seguridad, esos pos­ juzgan en general poco admisibles. Pero
tulados no incrementan en nada mi cono­ lo cierto es que después de la Crítica de
cimiento, puesto que conciernen a la razón práctica, no hay reflexión ética
dominios donde la razón teórica no tiene en filosofía que se pueda dispensar de situar­
el derecho de aventurarse. Pero definen se por relación a Kant.
aquello que me está permitido esperar:
inmortalidad del alma, existencia de Dios, Edición: Crítica de la razón práctica (tr. E.
libertad de la voluntad. Estas son las con­ Miñana y M. García Morente), Sígueme,
1995.
diciones de una moralidad que no sea
Estudios: E. Cassirer, Kant: vida y doctri­
desesperada, y con ellas se abre una puer­ na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Econó­
ta a la fe y a la esperanza. mica, 1993; F. Alquié, La Morale de Kant,
La moralidad desemboca pues en la Centre de documentation universitaire, 1959.
religión, aunque ésta no es sin embargo
requerida para fundamentar la exigencia
ética. El primado de la razón práctica que­
da establecido. No obstante, muchos verán CRÍTICA DE LA R AZÓN PURA, Kri-
en los postulados que coronan la segun­ tik der reinen Vernunft, 1781.
da Crítica un retroceso o una debilidad de Immanuel K a n t, 1724-1804.
Kant. La reflexión moral de Kant no aca­
ba con la Crítica de la razón práctica. La noción de crítica comporta en filo­
Años después publicará una Metafísica sofía dos intenciones opuestas-, la de los
de las costumbres que comprende una escépticos y la del propio Kant. Para Sex­
Doctrina del derecho (1796) y una D oc­ to Empírico, uno de los maestros de la
trina de la virtud (1797). Aunque esta escuela escéptica (-► Hipotiposis p irró ­
obra prolonga más bien los Fundamen­ nicas), el razonamiento y la experiencia
tos que la Crítica, pues, efectivamente, sensible, a la que aquél se reduce de hecho,
su objeto es la determinación práctica de no nos permiten captar más que la apa­
nuestros derechos y deberes en el marco riencia, la fenomenalidad de las cosas, pero
del ejercicio efectivo de la moralidad. jamás la esencia de la realidad, con lo que
Es imposible establecer, ni siquiera suma­ se condena por tanto al conocimiento
riamente, el inventario de pensadores a los a un relativismo generalizado. En sus
que ha inspirado la teoría kantiana de la + Meditaciones metafísicas, Descartes
moralidad, bien sea para desarrollarla o había intentado refutar la crítica escépti­
para criticarla; aunque una y otra vía no se ca buscando, en el funcionamiento lógi­
excluyen necesariamente. Residiendo la co-matemático de la razón, un fundamento
inspiración moral del kantismo en la afir­ universal y absoluto para la «nueva cien­
mación de un dualismo fundamental en cia» surgida de la revolución de Galileo.
el hombre, era previsible que la empresa Kant quiere también rehabilitar la razón
suscitara tentativas de conciliación. Y éstas contra el escepticismo. Pero ahora no se
no podían tomar más que dos direcciones: trata ya de entronizar a la metafísica como
115 CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

sistema, porque es la posibilidad misma de siano quedaba expuesto a las refutacio­


la razón lo que hay que cuestionar en pri­ nes de la crítica empirista. En un sentido,
mer lugar: «Instituir un tribunal, dice el Hume tenía razón; era preciso adjudicar
filósofo desde las primeras páginas de la a la sensibilidad su parte determinante en
Crítica, que asegurando las legitimas pre­ el proceso del conocimiento. La cuestión
tensiones [de la razón], rechace también crítica por excelencia, tal como la expo­
todas sus otras exigencias que no tengan ne Kant en el Prefacio a la segunda edi­
fundamento. Ese tribunal es la propia crí­ ción de la Crítica (1787) — ¿en qué con­
tica de la razón pura.» El objetivo de la diciones cabe pensar a la metafísica como
crítica es por tanto el de determinar los ciencia?— , muestra bien a las claras que
límites dentro de los cuales la razón es hay que proceder a una fundamentación
capaz de instaurar un orden de certezas prácticamente inversa a la del proyecto
indudables (de acuerdo con las reglas que cartesiano.
serán definidas en la Estética y la Analí­ Es preciso, por tanto, pensar la meta­
tica trascendentales), más allá de las cua­ física como ciencia, o, dicho de otra mane­
les la metafísica no puede engendrar sino ra, que la metafísica «marche» como la
conocimientos ilusorios (las Ideas de la ciencia. Mas ¿de qué ciencia se trata? Fun­
razón, analizadas en la Dialéctica tras­ dar en la metafísica la interpretación mate­
cendental). Kant debe, pues, tanto corre­ mática de la experiencia, como lo hacían
gir el dogmatismo racionalista surgido de Descartes o Leibniz, en la ->■ Monadolo­
Descartes — y representado en Alema­ gía, consiste de hecho en querer analizar
nia por W olff— com o refutar la crítica la realidad tal com o sería «dada» en la
escéptica desarrollada por Hume, el filó­ experiencia a partir de un tipo de cono­
sofo inglés del que dirá que su lectura lo cimiento que se orienta hacia la esencia
sacó de su «sueño dogmático» para orien­ primitiva de las cosas. Lo cual no es para
tar su reflexión hacia una investigación Kant más que un «arte de conjeturar fic­
cuyo resultado fue la Crítica. ciones en las ciencias de la naturaleza».
En su - ►Investigación sobre el enten­ Por el contrario, el objetivo de la metafí­
dim iento humano, aparecida en 1748 sica debe ser la producción de una repre­
pero traducida al alemán ocho años más sentación clara de los conceptos que están
tarde, Hume procede a un análisis minu­ a la base de toda demostración. Al igual
cioso de la relación de causalidad. Y mues­ que el método físico de Newton, y en un
tra que tras lo que hasta entonces se había sentido inverso al de la deducción mate­
tenido por el principio más formal y racio­ mática que parte de objetos ya dados (los
nal de la reflexión, no hay de hecho más conceptos de magnitud), la metafísica debe
que un ejercicio de la imaginación y un proceder a partir de las experiencias del
efecto del hábito, es decir, dos facultades entendimiento para formular las reglas
que, por la fuerza de la duda sistemáti­ según las cuales se producen los fe n ó ­
ca, Descartes había pensado poder excluir menos. La filosofía trascendental desa­
del dominio de la reflexión racional. La rrollada en la Crítica tiene por tanto la
conclusión que Hume extrae de ello es la función de repensar los procesos funda­
consustancial impotencia de la razón y su mentales del conocimiento. De hecho,
incapacidad para traspasar los límites de detrás de la cuestión kantiana ■—cóm o
la experiencia común. L o cual equiva­ podemos conocer las cosas en sí, es decir
le, como el propio Kant escribirá en los cosas que son por esencia distintas de la
-+ Prolegóm enos, «a decir que no hay ni facultad de conocer— lo que se está plan­
es posible que haya metafísica». teando es el problema de la posibilidad
Descartes se había propuesto buscar misma de un conocimiento objetivo. El
un fundamento metafísico de la ciencia. análisis de la experiencia muestra que la
Mas al excluir la imaginación y la sensi­ representación no produce sus objetos,
bilidad de toda actividad conceptual pro­ al igual que las cosas en sí no producen
piamente racional, el dogmatismo carte­ los conceptos del entendimiento. La obje­
CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA 116

tividad de los conceptos puros se da en de un conocimiento objetivo está deter­


los límites de la experiencia, no porque minada ante todo por los juicios sintéti­
ellos produzcan sus objetos, sino porque cos a priori que permiten dar un conte­
esos límites transforman los fenómenos nido intuitivo a los conceptos. Si tales
dados por la experiencia en objetos de juicios son posibles en matemática y en
la representación. Demostrar la posibi­ física, no tienen en cambio ninguna vali­
lidad de un conocimiento objetivo se tor­ dez objetiva en metafísica, porque sus obje­
na por tanto para Kant en mostrar que tos, el alma, el mundo y Dios, no pue­
ese conocimiento se confunde con la posi­ den ni ser analizados a partir de una
bilidad de pensar el valor objetivo de los intuición sensible, ni constituir las condi­
conceptos puros del entendimiento, es ciones de una experiencia posible. La ter­
decir, de las representaciones a p riori. cera parte, la Dialéctica trascendental,
La Crítica de la razón pura es ante todo muestra que las tres disciplinas de la meta­
un análisis sistemático de las formas a prio­ física clásica, la psicología (el alma), la cos­
ri del espíritu cognoscente. A priori, lo cual mología (el mundo) y la teología racional
significa que el espíritu interviene como tal (Dios), no pueden sino producir conoci­
en la elaboración del objeto del conoci­ mientos confusos y contradictorios, pues­
miento: lo real nos está ciertamente dado, to que están deducidos del solo razona­
pero lo conocemos sólo porque nosotros miento. Paralogismos de la psicología
lo construimos para el conocimiento. «No racional, en los que se confunden condi­
conocemos de las cosas, dice Kant, más ciones formales a priori del conocimien­
que aquello que nosotros mismos pone­ to y objetos de ese conocimiento (como
mos en ellas»; un conocimiento será por en el cogito cartesiano), antinomias de la
tanto trascendental en la medida en que cosmología y de la teología racionales, en
«se ocupe menos de los objetos que de donde tesis y antítesis sobre el carácter
nuestros conceptos a priori de los obje­ finito o infinito del universo, o incluso sobre
tos». Todo acto de conocer tiene dos fuen­ la existencia o la no existencia de Dios,
tes, la sensibilidad y el entendimiento; mas pierden toda plausibilidad y se anulan recí­
aunque la experiencia esté en el origen del procamente, tales son las aberraciones
acto, no es preciso por ello concluir, con que han arruinado a la metafísica.
los empiristas, que el conocimiento puede Mas el estudio de las antinomias pro­
ser reducido a los actos de percepción: el duce también un resultado positivo.
objeto es ciertamente dado a la sensibili­ Mediante él podrá Kant superar la opo­
dad bajo forma de intuiciones sensibles, sición tradicional entre libertad y deter­
pero es pensado por el entendimiento bajo minismo, y restablecer al mismo tiempo
forma de conceptos. Así pues, la Crítica los derechos de la razón al conferirles su
está dividida en dos grandes partes. La legalidad práctica.
Estética trascendental estudia los ele­ La reevaluación de la naturaleza de la
mentos a priori y universales de la diver­ representación y de su objeto lleva a Kant
sidad del dato que nos es dado por la sen­ a retomar los términos clásicos del deba­
sibilidad (la idealidad del espacio y del te, considerado cerrado desde Francis
tiempo, los marcos a priori que hacen posi­ Bacon y Descartes, sobre las relaciones
ble la experiencia sensible). La Analítica entre saber y creencia. La «revolución
trascendental analiza los procedimientos copemicana» operada, según sus propias
puros a priori mediante los cuales el enten­ palabras, por Kant (la inversión de la rela­
dimiento unifica bajo conceptos la diversi­ ción entre razón y experiencia), al concluir
dad suministrada por las intuiciones de la en la limitación del poder de la razón por
sensibilidad (deducción de los conceptos las fronteras de la experiencia, entraña la
del entendimiento, teoría del juicio y del afirmación de la superioridad del poder
esquematismo trascendental). moral de la razón sobre su poder especu­
El entendimiento es por tanto la facul­ lativo. De ahí la famosa fórmula del segun­
tad de los conceptos, pero la posibilidad do Prefa cio: «He tenido por tanto que
117 CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

suprimir el saber para sustituirlo por la Y está además el Kant filósofo, el


creencia.» Así como Descartes distinguía Aufklárer, el pensador que cierra el siglo
entre los principios de la razón y los de la xvin sistematizando el espíritu de las Luces,
fe, Kant separa igualmente filosofía y reli­ y que, al dar razón de la metafísica, inau­
gión para asegurar a la moral su propio y gura la filosofía contemporánea. Los
exclusivo lugar al lado de la ciencia, cosa temas fundamentales del kantismo están
que Descartes no supo hacer al darse por al origen del idealismo alemán, desarro­
satisfecho con su simple «moral provisio­ llados según distintas vías por Fichte, Sche­
nal». De este modo resulta posible escapar lling y Hegel. Estos filósofos retomarán
del callejón sin salida formado por la opo­ el principio trascendental kantiano de la
sición entre el dogmatismo racionalista de construcción a priori del objeto del cono­
los cartesianos y el escepticismo empiris- cimiento para intentar reducir la distin­
ta de Hume. La metafísica dogmática, al ción entre fenómeno y cosa en sí en la
considerar que tanto la ciencia como la identidad de la certeza y la verdad, o en
metafísica se apoyan igualmente en un la de lo real y lo racional. El neokantismo
método puramente racional, transforma­ propiamente dicho aparecerá como un
ba los «inteligibles» en objetos, obligando retomo a Kant: en la escuela de Marbur-
por ejemplo a pensar al alma o a Dios sobre go (Cohén, Natorp, Cassirer), rechazan­
el plano de la experiencia sensible. do la identificación psicológica entre el
Kant no propone, por tanto, a la meta­ a p riori kantiano y lo innato para privi­
física como ciencia más que para distin­ legiar la epistemología y la cultura; o en
guirla mejor de las otras ciencias. La dis­ la escuela de Badén (Wilhelm Windelband
tinción entre el saber y la creencia, a la que y Heinrich Rickert) que se esforzará por
se la entiende en el sentido de un reajuste desarrollar una filosofía de los valores,
racionalista del saber, o en el sentido más separando de manera rigurosa a las cien­
espiritualista de una promoción de la creen­ cias de la naturaleza de las ciencias de la
cia, reenvía ante todo a la doble naturale­ cultura. 0 neokantismo será difundido en
za del sujeto humano. Por su dimensión Francia en el periodo entre las dos gue­
fenoménica, el hombre está sometido al rras por Charles Renouvier, Jules Lache­
determinismo de las leyes causales que lier y Léon Brunschvicg. Pero será sobre
gobiernan el mundo de la experiencia sen­ todo en las investigaciones fenomenoló-
sible, mas por su dimensión nouménica de gicas de Husserl donde el concepto de
sujeto moral, es un ser radicalmente libre, filosofía trascendental continuará siendo
puesto que produce por sí y en sí mismo elaborado de la manera más productiva.
su propia causalidad ética, eso que Kant Com o lo muestra, en un plano polé­
llamará la autonomía de la voluntad. mico, el debate de Davos (1929) entre Cas­
Queda el Kant de la historia: el profesor sirer y Heidegger sobre el tema «kantismo
de severa levita, decano de la universidad y filosofía», toda reflexión sobre los pro­
de Kdnigsberg a la que consagra toda su cedimientos que operan en el conocimiento
vida, impartiendo cursos sobre matemáti­ debe ser situada de hecho por relación a
cas, pedagogía, geografía, derecho, lógi­ la crítica kantiana y más particularmente
ca y metafísica; miembro de numerosas con la Crítica de la razón pura.
academias de prestigio, autor de una hipó­
Edición: Crítica de la razón pura (tr. P.
tesis cosmológica sobre la formación del
Ribas), Alfaguara, 1995.
universo que la astronomía moderna no ha Estudios: J. Hartnack, La teoría del cono­
refutado; el «librepensador» que no sopor­ cimiento de Kant (tr. C. G.a Trevijano y J.
taba «ni las doradas cadenas de la corte, A. Lorente), Cátedra, 1988; E. Cassirer,
ni los pesados hierros de las galeras», pero Kant: vida y doctrina (tr. W. Roces), Fon­
do de Cultura Económica, 1993; M. Hei­
que no temía enfrentarse con el poder polí­ degger, ^Kant y el problema de la meta­
tico, con una deferencia plena de ironía, física; P. F. Strawson, Los límites del
sobre cuestiones tan candentes como la paz sentido. Ensayo sobre la crítica de la razón
y la guerra o la razón y la religión. pura de Kant (tr. C. Thiebaut), Revista de
CRÍTICA DE LA VIDA COTIDIANA 118

Occidente, 1975; A. Philonenko, Kant et juicio peca por abstracción. La aplicación


te probléme de la métaphysique, 2. vols., de categorías generales, abstractas, olvi­
Vrin, 1969-1972. da la individualidad concreta. Contra esta
tendencia propone Politzer una «ciencia
del yo», construida a partir de la com­
prehensión del «drama humano». El autor
CRÍTICA DE LA VID A COTIDIANA, considera que, en una cierta medida, el
C ritique de la vie quotidienne, 1947. psicoanálisis y el conductismo caminan
H e n ri L e fe b v re , 1901-1991. en ese sentido.
Manifiesto filosófico.
Edición: Crítica de los fundamentos de
Fundador junto a Pierre Morhange, la psicología (tr. F. Gallach), Martínez Roca,
Norbert Gutermann, Georges Politzer y 1978.
Georges Friedmann de la revista Philo- Estudio: D. Voutsinas, «Psychologie abs-
traite et psychologie concréte. En relisant
sophies, Henri Lefebvre abraza el mar­ Georges Politzer», Bulletin de psychologie,
xismo sobre la base de la teoría del dete­ n.° 21, 1967.
rioro del Estado. Los redactores de la
revista se inscriben en el partido comu­
nista en 1928. Muy pronto Lefebvre pasa
a la oposición. Su confrontación con los CRÍTICA DEL JUICIO, K ritik der
situacionistas es lo que le inspira la C rí­ Urteilskraft, 1790.
tica de la vida cotidiana. Immanuel K a n t, 1724-1804.
Extremadamente crítico respecto al
capitalismo y al estructuralismo, Lefebvre El examen de la facultad de juzgar,
se torna en cabeza de fila de los contes­ que viene a completar las disposiciones
tatarios de Mayo del 68. Q libro manifiesta arquitectónicas de las dos primeras Críti­
todas esas tendencias, y especialmente la cas (la - ►Crítica de la razón pura y la
oposición a todo sistema. En 1958 apa­ ->■ Crítica de la razón práctica), permi­
reció una nueva versión de la obra y, tía establecer un terreno intermediario,
en 1962, un volumen II titulado Los fun ­ al menos propuesto como «intermedia­
damentos de una sociología de la coti­ rio entre el entendimiento y la razón»,
dianidad. sobre el cual hizo gravitar Kant un ele­
El pensamiento de Lefebvre se centra mento de argumentación imprevisto, el
sobre una teoría de la alienación y sobre del sentimiento de placer o de displacer
la crítica del Estado. La sociedad con­ debido a la aprehensión de la forma de
temporánea le debe mucho a los con­ un objeto de intuición (Intr., VII). Porque,
ceptos elaborados por Lefebvre. al igual que el sentimiento de placer se
ubica entre la facultad de conocer y la
Edición: Critique de la uie quotidienne,
facultad de desear, cabe considerar al jui­
vol. I, Introduction, Grasset, 1947; vol. II,
L ’Arche, 1958; vol. III, L ’Arche, 1981. cio como término medio entre el enten­
Estudio: R. Hess, Henri Lefebvre et L ’a- dimiento y la razón, y por tanto, tal como
venture du siécle, ed. A.-M. Métailié, 1988. lo explica Kant, ese juicio «gobernará un
pasaje desde la pura facultad de conocer,
esto es, del dominio de los conceptos
naturales, hasta el dominio del concep­
C RÍTICA DE L O S F U ND AM E NT O S to de libertad, tal como hace posible en
DE LA PSICOLOGÍA, Critique des fon- el uso lógico el pasaje del entendimien­
dements de la psychologie, 1929. to a la razón».
G e o r g e s P o lit z e r , 1903-1942. La aprehensión de la forma de un obje­
to de intuición establece un juicio según
Politzer critica aquí la tendencia domi­ reglas y no según conceptos: se vuelve a
nante de la psicología clásica, que a su encontrar así la facultad particular del jui-
119 CRÍTICA DEL JUICIO

ció estético, que deja poner en juego las no es gracias a un principio de finalidad
facultades de conocer no ya a la manera subjetiva, que es inherente a las leyes par­
como lo hacían en la primera Crítica, al ticulares de la naturaleza y está de acuer­
servicio exclusivo de la ciencia sistemática, do con el principio de finalidad del espí­
sino en beneficio de una finalidad reco­ ritu. El capítulo II de la Introducción, que
nocible ahora por el efecto de la reflexión. afirma como imposible el pasaje que per­
Se trata, dicho de otro modo, de un jui­ mita ir del concepto de naturaleza al con­
cio reflexivo, que se realiza «conforme al cepto de libertad — puesto que el abismo
concepto de naturaleza en el sujeto» (Intr., que separa esos dos mundos hace que
VII). Sobre esta base, con el juicio reflexi­ el primero sea inoperante para el segun­
vo en general que es el juicio teleológico, do— permite, no obstante, el pasaje inver­
(Intr., VIH), Kant ha introducido un tipo de so como jurídicamente posible, puesto
juicio que se caracteriza por buscar lo gene­ que es en principio necesario. El salto es
ral mientras que sólo lo particular le es pues posible, pero queda reservado a la
dado, y que no puede prescribir un prin­ filosofía moral, que cuenta con la pre­
cipio a la naturaleza, como lo hace el jui­ sencia eficaz del deber moral.
cio determinante que subsume lo parti­ Si ello puede ser así, lo es también sobre
cular en lo general. El juicio teleológico todo en la medida en que intervenga un
considera ciertos objetos de la naturaleza principio de razón suficiente o un cierto
según los principios particulares propios principio de armonía, es decir, el principio
de un juicio reflexivo: un juicio desprovis­ de la finalidad formal de la naturaleza
to del poder de determinar a los objetos. (Intr., V), según el cual la naturaleza pue­
Para Kant, que en la C rítica de la de ser pensada legítimamente de manera
razón pura investigaba cómo pueden las tal que se realice en ella «el orden de los
ciencias permitirse producir las leyes gene­ fines, que es al mismo tiempo un orden de
rales, «la idea general de la naturaleza la naturaleza», de acuerdo con lo que Kant
como conjunto de objetos de los sentidos» escribía en la primera Crítica en su «Refu­
(§ 61) no implicaba que los objetos natu­ tación del argumento de Mendelssohn». El
rales tuviesen que recurrir a algún tipo de autor muestra aquí con toda evidencia el
acomodación de medios en vista de fines. referente principal que representa al mode­
N o obstante, en la «Crítica del juicio tele­ lo de la comprehensión humana al que
ológico» (§ 61), e incluso aunque un prin­ se remite el juicio reflexivo para com ­
cipio de finalidad no sea directamente prender «las leyes empíricas particulares
observable en las leyes generales de la de la naturaleza» (Intr., IV), mientras que el
naturaleza, se dice que el concepto de juicio determinante, en tanto que realiza
fin tiene al menos su lugar en el seno de una subsunción, «explica» la posibilidad de
las facultades de conocer en lo tocante a una naturaleza como objeto de los senti­
una comprehensión de la naturaleza; y dos. Por tanto, no es para «explicar» para
ello «según la analogía con un principio lo que Kant admite una utilización pro­
subjetivo de reunión de las representa­ blemática del juicio teleológico en las cien­
ciones en el interior de nosotros». cias de la naturaleza (§ 61). Completando
Este recurso al principio subjetivo del este análisis con un escrutinio sobre la
espíritu se reúne con el principio de fina­ manera en que el espíritu humano res­
lidad evocado al principio del parágrafo ponde a eventuales requisitos en su bús­
61, que admitía — más para las leyes par­ queda de leyes empíricas particulares, Kant
ticulares de la naturaleza— «una finali­ muestra hasta la evidencia que el juicio
dad subjetiva concorde con la compre­ reflexivo se da a sí mismo por ley un prin­
hensión del juicio humano y que hace cipio trascendenal (Intr., IV), puesto que
posible la reunión en un sistema de las en él ha de tener cabida un principio par­
experiencias particulares». La Crítica del ticular a priori que no es deducible de los
juicio nos hace descubrir que no pode­ conceptos a priori del entendimiento, con­
mos realizar la menor reunión mental si ceptos que el juicio reflexivo utiliza sin dedu-
CRITÓN 120

cirios empero de un principio a priori: ello el pensamiento humano desde la noche de


quiere decir que la facultad de juzgar se da los tiempos, vuelve a hacerse posible. Y del
una regla bajo la forma de un concepto mismo modo, al afrontar, si no la unidad
que no concuerda con ninguna cosa real. misma, al menos la intención de unidad
Esta facultad de juzgar permite compren­ que está en la raíz de la visión final de uni­
der aquello que el entendimiento no (o ya dad, Kant la tiene en cuenta para extraer
no) tiene la misión de explicar. de ella eso que las ciencias de la naturale­
La cuestión de la validación del pen­ za parecían deber no prohibir jamás.
samiento nos reenvía a las leyes perma­ La consideración del asentamiento
nentes del espíritu y, en particular, a los común a la Crítica de la razón pura y a
principios a priori de la razón, puesto que la Crítica de la razón práctica deman­
el conocimiento racional es, según la pri­ daba que fuera «reconocida» la unión legí­
mera Crítica, cognitio ex principiis. Esto tima de las leyes de la naturaleza con las
quiere decir que Kant se siente fuertemente leyes teleológicas, situada fuera de la meta­
pertrechado para responder al viejo dile­ física del pasado y asentada sobre un mis­
ma sobre los criterios de validación y de mo fundamento, que no es otro que «el
legitimación de nuestro pensamiento, sustrato suprasensible de la naturaleza que
según el cual —-al menos hasta entonces— nosotros ignoramos totalmente» (§ 78).
o bien esos criterios eran extraídos de los Mas para totalizar la experiencia es pre­
principios de nuestro espíritu (dogmatis­ ciso suponer necesariamente una finali­
mo), o bien provenían del principio de las dad subjetiva. El juicio estético se aleja
cosas (empirismo y, consecuentemente, de la determinación en beneficio de la refle­
escepticismo). Para Kant, y gracias a su xión. El arte es así un dominio particular
criticismo, la reunión de uno y otro crite­ que no se orienta ni hacia el reino de los
rios no desemboca ya en un dilema. fines ni hacia el conocimiento de la natu­
La Crítica del juicio, que no trata de las raleza; no obstante se trata también de un
leyes generales de la naturaleza sino de sus dominio libre en el que las facultades del
leyes particulares, tampoco trata de la arqui­ conocimiento se ejercitan en estado puro:
tectónica del conocimiento que proviene ni para el conocimiento ni para la acción.
de la razón pura, sino que toma por obje­ Ésta es la razón de que la crítica del jui­
to el carácter técnico de la naturaleza. No cio estético no conduzca a una estética,
cabe fundir en uno solo los dos principios sino a una mejor comprensión de la nece­
de explicación, mecánico y teleológico: sidad de considerar entre las facultades del
«Un modo de explicación excluye al otro, conocer una nueva instancia: la finalidad.
incluso aunque se suponga que objetiva­
mente los dos principios de posibilidad de Edición: Crítica del juicio (tr. M. García
un tal producto reposan sobre un principio Morente), Espasa-Calpe, 1995.
único y que nosotros no tomamos las debi­ Estudios: M. García Morente, «La estética
das precauciones.» Si existe un tercer prin­ de Kant» (prólogo a la ed. cit.); E. Cassirer,
Kant: vida y doctrina (tr. W. Roces), Fondo
cipio que los reúna, debe permanecer fue­ de Cultura Económica, 1993; Revue inter-
ra de uno y otro, en el ámbito de lo nationale de philosophie, 1990/4, 1991/1,
suprasensible. Kant vuelve a descubrir la 1992/1.
teleología, mas bajo perspectivas diferen­
tes de las impuestas por la metafísica tra­
dicional; y Kant la autoriza en la medida en
que ella depende, no de una potencia supe­ CRITÓN, o Del deber, Kpíxcov, íj nepi
rior inmanente, o trascendente, a la natu­ TtpaKiéo-u, O hacía 390-385 a.C.
raleza, sino de la hechura misma de nues­ P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
tro espíritu, que se aplica a reconocer las Diálogo.
leyes particulares de la naturaleza para «refle­
xionan! y no para «determinar». La espe­ Sócrates acaba de ser condenado a
ranza de la unidad, visión final anhelada por muerte. Critón lo visita en su prisión y le
121 CUADERNOS DE LA CÁRCEL

insta a que huya (la ciudad habría consen­ Cronista de talento y desnudo de todo sen­
tido en conmutar así la pena de muerte por tido patriótico, Froissart narra con objetivi­
el destierro). Pero Sócrates permanece dad los acontecimientos de su época. Poco
insensible a estas recomendaciones. Recri­ importa la nacionalidad de los que retrata;
minando a Critón por seguir la opinión lo que cuenta es el espíritu de caballería: el
de la muchedumbre, se esfuerza en mos­ autor está más al servicio de una casta que
trarle que él no podría escapar a la sen­ al de una sociedad. Su gran cualidad está
tencia pronunciada por la ciudad sin ultra­ en dar vida a los sucesos que tan pintores­
jar a la justicia. Aquí tiene lugar la célebre ca y graciosamente sabe describir.
«Personificación de las leyes»: Sócrates hace Reportero de talento, Froissart es el pre­
pronunciar a las leyes mismas los repro­ cursor de un género que más tarde rea­
ches que con pleno fundamento dirigirían nudarían el cardenal de Retz y Saint-Simon.
contra él si intentase sustraerse a su juris­
Edición: Chroniques, éd. M.-Th. de Medei-
dicción. Por fidelidad a ellas decidirá per­ ros, Le Livre de poche, L.G.F., 1988.
manecer en prisión, por patriotismo rehu­ Estudio: J. Bastin, Froissart, chroniqueur,
sará desertar de Atenas; mas esta fidelidad romancier et poete, Nizet, 1948.
y este patriotismo son en primer lugar cívi­
cos, y por encima de todo filosóficos. Lo
que Sócrates tiene en mente no es tanto la
CUADERNOS AZUL Y M ARRÓN
Atenas empírica como la idea misma de
(L O S), The B lue and Brown Books,
legislación, el principio de la ciudadanía.
1958.
Ludwig J o s e f WrrrGENSTEiN, 1889-1951.
Edición: Critón (tr. J. Calonge), en Platón,
Diálogos, 1, Gredos, 1981.
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la El texto del Cuaderno azul fue dicta­
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle- do a sus alumnos por Wittgenstein en el
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 97-104; curso de los años 1933-1934, y el del
F. Chátelet, El pensamiento de Platón, Cuaderno marrón al año siguiente. Witt­
Labor, 1968.
genstein inicia en ellos la elaboración de
su nueva filosofía que encontrará la expre­
sión más acabada en las -* Investigacio­
nes filosóficas, cuyas principales nocio­
CRÓNICAS (CRÓNICAS DE FRANCIA, nes, com o las de «juegos de lenguaje»,
DE ING LATERRA, DE ESCOCIA, DE «formas de vida» y «aire de familia» ya apa­
ESPAÑA, DE BRETAÑA, DE FLANDES recen en estos Cuadernos.
Y LUGARES DE SU ENTORNO), Chro-
Edición: Los cuadernos azul y marrón (tr.
niques (Chroniques de France, d ’Angle-
F. Gracia), Tecnos, 1984.
terre, d ’Écosse, d’Espagne, deBretagne, Estudios: F. Waismann. Los principios de
de Gascogne, de Flandes et lieux d ’a- la filosofía lingüística (tr. J. A. Robles, ed.
lentour), fin del siglo xv. R. Harré), Universidad Nacional Autónoma
Jean F ro is s a rt, hacia 1337 - después de
de México, 1970; J. Bouveresse, Le Mythe
de l’intériorité. Expérience, signification
1404. et langage privé chez Wittgenstein, Minuit,
Epopeya en prosa. 1987.

Además de la crónica de la guerra de los


Cien Años (que ocupa la mayor parte) y
de algunas otras batallas, esta obra, que se C U AD E R NO S DE L A CÁRCEL, Qua
compone de cuatro libros, cuenta la histo­ derni del carcere, 1947-1951.
ria de Étienne Marcel, de la banda de los A n t o n io G ram sci, 1891-1937.
salteadores o «matarifes», y relata la estan­
cia del autor en casa de Gastón de Foix, más Diputado y dirigente comunista,
conocido por el nombre de Gastón Phébus. Gramsci agoniza en las prisiones fascis­
CUADERNOS DE LA CÁRCEL 122

tas de 1926 a 1937, negándose a pedir trabajador especializado de las ideas, el


gracia a Mussolini (una gracia que, sin intelectual es el que da homogeneidad y
embargo, sabía que le sería concedida). conciencia de sí a un grupo social y le
En la cárcel escribe, sin documentos ni permite ejercer, mediante la hegemonía,
libros, treinta y tres cuadernos como tam­ su dictadura. Precisando más, Gramsci
bién cartas que componen una obra frag­ distingue entre los intelectuales tradi­
mentaria y de acceso difícil. cionales, producidos por las antiguas
Gramsci expone en ella una teoría clases dominantes, y los intelectuales
marxista de la política, más precisamen­ orgánicos, que están generados por la
te de la hegemonía política e ideológica clase actualmente dominante y que ase­
que afirma el primado de lo político, guran, mediante la ideología, la cohe­
estando éste determinado por las rela­ sión del sistema a través de diversos órga­
ciones económicas de producción. Por nos (escuelas, partidos políticos,
su teoría del Estado, Gramsci renueva el asociaciones, periódicos...). La ideolo­
estudio de lo que una vulgata marxista gía permite a la clase dominante reunir
llama las superestructuras (política e ide­ en torno a ella un conjunto de fuerzas
ológica) y las considera opuestas a la infra­ sociales diferentes y contradictorias (un
estructura económica (cosa que la prác­ «bloque histórico») que explotaría sin ide­
tica invalida). ología ni dominación. De esta manera,
El Estado es definido como «dictadu­ el intelectual orgánico permite la articu­
ra + hegemonía», es decir, que está cons­ lación de la infraestructura y de la supe­
tituido a la vez por la sociedad política restructura.
(dictadura, coerción, dominación, autori­ La clase dominada (clase obrera en
dad, violencia) y por la sociedad civil (hege­ una sociedad capitalista) acepta sin crí­
monía, dirección, persuasión, consenso). tica la cultura que le da, por medio de
La supremacía de un grupo social se mani­ sus intelectuales, la clase dominante, esto
fiesta de dos maneras: la «dominación» y es, concepciones y una representación
la «dirección intelectual y moral». Así, el
del mundo que no corresponden a sus
aparato del Estado, que detenta la vio­
intereses reales. Para conquistar el poder
lencia legítima, ejerce la opresión física
y ejercer su dominación (dictadura), la
por medio del ejército, la policía y la jus­
clase dominada debe realizar una «refor­
ticia. Pero existe también una opresión
ma intelectual y moral», conquistar el
ideológica que hace posible un consenti­
poder cultural; la crisis revolucionaria
miento libre de la dominación. La dicta­
surge cuando ya no existe articulación
dura (dominio de una clase social) no es
entre dominación y dirección. En el régi­
posible más que por la hegemonía (capa­
men capitalista, la conquista del poder
cidad de dirigir).
necesita la puesta en acción de una capa­
El agente histórico-social que asegu­
cidad de dirección política y cultural; la
ra la hegemm onía es el in tele ctu a l
clase obrera debe organizarse, produ­
(sacerdote, profesor, periodista, jurista...)
que, lejos de ser neutral o autónomo, es cir sus propios intelectuales orgánicos y
el servidor de la clase dominante al ela­ tratar de atraerse a los intelectuales tra­
borar su hegemonía en el marco de las dicionales. El Partido («intelectual colec­
ciencias, de las técnicas y de las ideas. tivo»), sujeto consciente que unifica
Pero aunque todos los hombres piensan, acción y pensamiento en la praxis revo­
no todos son intelectuales. Reanudando lucionaria, deviene entonces el instru­
la crítica que hace Karl Marx de la divi­ mento (la vanguardia de la clase obrera)
sión burguesa del trabajo (oposición entre de esta conquista.
trabajo manual y trabajo intelectual),
Gramsci define al intelectual por la fun­ Edición: Antología de Gramsci (selección y
tr. M. Sacristán), México, Siglo XXI, 1974.
ción que ejerce en una sociedad deter­ Estudio: M.-A. Macciocchi, Gramsci y la
minada. N o siendo reducible al simple revolución de occidente, Siglo XXI, 1975.
123 CUADRO ECONÓMICO

C U A D E R N O S PA R A U N A M ORAL, Edición: Cahiers pour une morale, Galli­


Cahier pour une morale, 1983. mard, 1983.
J e a n -P a u l S a r t r e , 1905-1980. Estudio: Sur les écrits posthumes de Sar­
tre (dir. P. Verstraeten), Éditions de l’Uni-
versité de Bruxelles, 1987.
Esta obra, inacabada, reúne notas
tomadas en 1947 y en 1948, y se divi­
de en dos cuadernos y dos apéndices. Fue
publicada a título postumo en 1983.
CUADRO ECONÓMICO, Tableau éco-
Se sabe que Sartre, al final de -►El ser
nomique, 1758.
y la nada (1943), abría perspectivas mora­
F ra n co is Q uesnay, 1694-1774.
les, y anunciaba una obra futura sobre la
cuestión que jamás escribió. Esta ausen­
Médico de Madame de Pompadour,
cia de moral sartriana se debe en gran
Quesnay fue el jefe de la Escuela fisiócrata
parte a la ambigüedad y a la casi impo­
(que incluía igualmente a Dupont de
sibilidad de pensar una ética a partir de
Nemours, Mirabeau, Mercier de la Rivié-
la ontología del filósofo. El existencialis­
re, Baudeau, etc.), la primera gran escue­
mo de Sartre pone a la subjetividad, la
la económica francesa.
realidad humana, es decir el hombre,
El «divino Doctor» concibe la econo­
como fuente originaria de todo concep­
mía como un circuito en el que los bie­
to. Y esto conlleva la afirmación de que
nes y la moneda circulan de manera con­
el hombre no está definido por nada, o
tinua entre las diferentes categorías
también, que es absolutamente libre. Pue­
sociales, animando así la vida económi­
de decirse, en términos sumarios, que
ca como la circulación de la sangre (des­
es este punto el que impide en la obra de
cubierta en 1628 por William Harvey) ani­
Sartre la constitución de una moral. Si
ma la vida humana. Así, la economía,
el hombre no está constreñido en su ser
obedeciendo a un movimiento continuo
por nada (por ninguna elección origina­
y cíclico, funciona como un organismo
ria ni por ningún Dios), entonces la moral
vivo, en donde las leyes económicas están
no sabría asignarle un deber. Aquí es don­
derivadas de las leyes de la naturaleza.
de la ambivalencia de Sartre resulta mayor.
Quesnay defiende también la libertad eco­
Por una parte, es necesario que haya una
moral, y por otra, nada sabría legitimar­ nómica y la propiedad privada y se opo­
la plenamente. ne al intervencionismo del Estado (col-
bertismo, mercantilismo), y se inclina por
Es preciso que la consciencia se dé un
la supresión de la reglamentación del
imperativo moral, pero al mismo tiempo
este imperativo no vale nada si todos los comercio y de la agricultura.
hombres no hacen otro tanto. La moral Analizando las interacciones econó­
debe obligar a todos; y, si no, no hay moral. micas entre las diferentes categorías socia­
La ética sartriana padece las conse­ les, el autor distingue las tres clases de
cuencias de la ontología fenomenológica ciudadanos que constituyen la nación:
expuesta en El ser y la nada. Siendo el la «clase productora» (los agricultores), la
hombre injustificado, no siendo debido «clase de los propietarios» (el soberano,
a ninguna causa creadora (Dios), es por los dueños de la tierra, los perceptores de
tanto imposible sostener la primacía abso­ diezmos), y la «clase estéril» (los artesa­
luta de una moral que sujetase o constri­ nos, los manufactureros, los comercian­
ñese al ser del hombre. Simone de Beau­ tes). Para Quesnay, la riqueza no reside
voir ha tratado de pensar una moral en la posesión de metales preciosos, sino
hurtándose a esas mismas paradojas (Para en la tierra; sólo la clase productora crea
una moral de la ambigüedad, 1947). la riqueza bajo la forma de un excedente
La lectura de los Cuadernos para una (el producto neto) que no se consume por
moral es extremadamente difícil, por razón completo y que beneficia en consecuen­
de las múltiples paradojas del texto. cia a las otras clases. Así muestra Ques-
CUADROS SOCIALES DE LA MEMORIA (LOS) 124

nay cómo se efectúa el reparto de los Estudio: G. Namer, Mémoire et société,


ingresos procedentes de la agricultura Méridiens-Klincksieck, 1987.
entre las diversas clases. Para ello desa­
rrolla un ejemplo numérico (aritmético,
mas no algebraico) que ilustra su teoría
del origen y circulación del valor. CUATRO TESIS FILOSÓFICAS, 1966.
Quesnay ejerció en su época una M a o Z e d o n g o M a o T s e -tu n g , 1893-
inmensa influencia, en concreto sobre el 1976.
gobierno real y más particularmente sobre
el Controlador general de las finanzas Bajo este título se han reunido cuatro
Turgot. Aunque olvidando la industria y conferencias que Mao pronunció en un
el comercio en beneficio de la agricultu­ intervalo de veintiséis años: De la prác­
ra, Quesnay anuncia los economistas clá­ tica (1937), De la contradicción (1937),
sicos y las políticas económicas del lais- D e la justa solución de las contradic­
sez-faire. Además, su análisis en términos ciones en el seno del pueblo (1957) y
de circuito macroeconómico prefigura ¿De dónde vienen las ideas justas?
las contabilidades nacionales y ciertas (1963).
tesis que serán defendidas por los key- Los escritos filosóficos de Mao Tse-tung
nesianos. no son separables de una coyuntura y de
una acción políticas. Mao es en efecto un
Edición: Tableau économique y otros estu­ revolucionario comunista antes que un teó­
dios económicos (tr. J. Gallifa), Ministerio rico, y no escribió más que para aclarar y
de Trabajo y S.S., 1974. guiar la práctica revolucionaria. La afir­
Estudio: H. Denis, Histoire de la pensée
économique, col. «Thémis - Sciences éco- mación del primado de la práctica es jus­
nomiques», P.U.F., 1990. tamente el tema del primer ensayo: De la
práctica. Esta afirmación no significa una
adhesión al empirismo, sino que expresa
sobre todo un rechazo a considerar que la
C UADROS SOCIALES DE LA MEMO­ teoría se justifica por normas puramente
RIA (LO S), Les cadres sociaux de la internas. Sólo la acción y la transformación
M ém oire, 1925. de la realidad son la garantía de la verdad de
M a u rice H a lb w a c h s , 1877-1945. la teoría, y sobre todo de su fecundidad.
D e la contradicción es sin duda el más
El pensamiento de Halbwachs se arti­ interesante de estos textos por la apor­
cula en torno a la idea de conciencia tación de Mao Tse-tung a la filosofía mar­
social. La memoria colectiva da cuenta xista. El ensayo desarrolla nociones nue­
de esta conciencia social, aunque por otra vas, como la de contradicción principal y
parte exista la memoria individual. Pero secundaria, o la de contradicción anta­
esta última es enteramente tributaria de gonista y no antagonista.
los cuadros sociales. Los dos últimos ensayos son una pro­
Halbwachs piensa que sólo la memo­ longación del primero, y analizan las con­
ria colectiva es creadora, en el sentido de diciones del ejercicio de la acción revolu­
que no retiene solamente el pasado colec­ cionaria, desde el punto de vista del
tivo sino que lo reconstruye, gracias a las dirigente y no ya desde el punto de vista
huellas por él dejadas (psicológicas, tra­ del militante. Su interés filosófico es menor.
dicionales, rituales, etc.). Así, el pasado
es reconstruido con la ayuda del presen­ Ediciones: Cuatro tesis filosóficas, Pekín,
te. Halbwachs es también autor de un Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1966;
Anagrama, 1974.
estudio sobre Leibniz (1938). Estudios: J. Golfín, La pensée de Mao Tsé-
toung, col. «Pensée», Privat, 1971; G. Paloc-
Edición: Les cadres sociaux de la mémoi­ zi-Horvath, Mao Tse-tung, 2.aed., Noguer,
re, P.U.F., 1952.
125 CUESTIONES ACADÉMICAS

CUESTIÓN DEL ORIGEN DE L A GEO­ objeto privilegiado de la reflexión hus-


M ETRÍA C O M O PR O BLE M A INTEN­ serliana, mas lo que diferencia a los dos
C IO N AL (LA), D ie Frage nach dem Urs- textos, es la aparición — en la época de
pru n g d er G e o m etrie ais in ten tion a l la -► Krisis— de la historia como objeto
Problem , 1936. de la fenomenología. El Origen de la geo­
Edmund H u s s e rl, 1859-1938. metría, publicado inicialmente como ane­
xo de la Krisis, plantea una «cuestión
Se encuentra aquí una reflexión sobre retrospectiva» sobre la intención origi­
la producción de los objetos ideales de la naria y final transmitida por la tradición
geometría por idealización a partir de los — lo que había omitido hacer Galileo en
materiales sensibles del mundo-de-la-vida. su «negligencia fatal». Por lo tanto, y con­
Husserl plantea la cuestión de su origen trariamente a lo que afirma Merleau-Ponty
y vuelve a trazar el «paso-al-límite» del (en -> Signos), el último Husserl preten­
canon idealizante: las cosas del mundo día menos «aplicarse a la escuela de los
concreto se sitúan en la oscilación en tor­ hechos» que permanecer fiel a la investi­
no a un tipo puro, polo inaccesible de una gación de un a p riori histórico.
aproximación infinita; el pensamiento puro
pasa inmediatamente al límite de un Edición: L ’Origine de la géométrie (tr. J.
Derrida), col. «Epiméthée», P.U.F., 1990.
movimiento inacabado en los hechos y Estudio: M. Richir, La crise du sens et la
hace por tanto surgir una esencia. El eidos phénoménologie, Millón, 1990.
matemático, producido a partir del mun­
do real, tiene una historia, una historici­
dad, mas ésta no autoriza ningún escep­ C U E ST IO N E S A C A D É M IC A S , A ca ­
ticismo porque la objetividad matemática démica, o 45 a.d.C.
conserva su independencia normativa con C icerón (Marco Tulio), 106-43 a.C.
respecto a la historia-de-los-hechos, lo que
explica por otra parte la indiferencia de Cicerón escribió inicialmente los P ri­
Husserl respecto a todo origen fáctico. meros Académicos (Académica prima),
Puede verse aquí la originalidad del pen­ formados por dos libros, Catulo y Lócu ­
samiento husserliano, que se niega a ver lo; luego modificó la obra y le añadió otros
en el «Reino de las puras formas-límites» dos más, A tico y Varrón, que compusie­
realidades inteligibles preexistentes a toda ron los Segundos Académicos (Acadé­
contribución idealizadora. La mirada se tor­ mica posteriora). Todos ellos son diálo­
na hacia la producción, y por tanto hacia gos cuyos títulos respectivos corresponden
la historicidad originaria de esencias que, al nombre del principal interlocutor de Cice­
por lo demás, no pertenecerían a la his- rón, quien defiende aquí la teoría del cono­
toria-de-los-hechos. Esta radical oposición cimiento elaborada por los filósofos de la
al platonismo y a toda ingenuidad objeti­ Academia.
vista se acrecienta con una denuncia del Comparando las ideas de la antigua y
historicismo. La historicidad de las objeti­ de la nueva Academia, el autor subraya su
vidades ideales (su origen, su tradición) no común fidelidad a la duda socrática y su
surge de un simple encadenamiento de acuerdo sobre la impotencia de la cons­
hechos, sino que invita a considerar un ciencia humana para alcanzar la verdad por
«sentido» de la historia en general. Si la tra­ medio de los sentidos. Sin embargo, los
dición es olvido de los orígenes, la feno­ «antiguos» y los «modernos» plantean el pro­
menología debe reactivar ei sentido ente­ blema de manera distinta. Cicerón conde­
rrado bajo los sedimentos y aparecido por na a los discípulos de la Academia que ale­
primera vez en Grecia con el paso de la jándose del pensamiento platónico se han
agrimensura a la geometría pura. inclinado hacia el escepticismo. Apoyán­
En este texto, el eidos matemático, dose en la filosofía estoica de un ex escép­
estudiado ya en la F ilosofía de la arit­ tico, Antíoco de Ascalón, Cicerón denun­
mética (1890-1901), es nuevamente el cia las consecuencias nefastas de esta
CUESTIONES DE MÉTODO 126

filosofía, para la que no hay más que pro­ con el añadido del existencialismo. Mas
posiciones inciertas: persistir en la duda es este elogio no está exento de una violenta
una actitud estéril que puede aniquilar la crítica de los «marxistas contemporáne­
libertad del hombre que la adopta. El pro- os» y del estalinismo. Este texto consti­
babilismo es un medio para superar este tuye la primera parte (publicado en Polo­
peligro: un paso hacia el camino de la liber­ nia) de la -*• Crítica de la razón dialéctica.
tad. El probabilismo devuelve confianza al
hombre y le aporta ayuda en muy variados Edición: Questions de méthode, col. «Tel»,
Gallimard, 1986.
dominios, sean artísticos o morales. Así pues, Estudio: F. Jeanson, El problema moral y
facilita la búsqueda del Bien supremo. el pensamiento de Sartre (tr. A. Llanos),
Cicerón se vanagloriaba de aportar un Buenos Aires, Siglo Veinte, 1968.
género nuevo a la literatura romana. Sin
embargo, con los Académicos, sin duda
la obra más puramente filosófica del autor, CUESTIONES D ISPU TAD AS, Quaes
Cicerón no da la menor prueba de origi­ tiones disputatae.
nalidad, limitándose a exponer solamen­ T om ás de A q u in o (Santo), hacia 1225-
te por qué le convence la filosofía de la 1274.
Academia.
Colección de reflexiones filosóficas y
Edición: Cuestiones académicas, Espasa-
teológicas que el maestro ha considera­
Calpe, s.f.
Estudio: M. Nisard en la edición francesa do en diferentes épocas de su vida.
(Les Académiques, Les Belles Lettres, 1970). El tema central de la obra es el de la
verdad. En tomo a este tema gravitan las
cuestiones relativas al conocimiento en
general y al conocimiento de Dios en par­
C U E ST IO N E S DE M É TO D O , Ques- ticular. Igualmente son abordadas otras
tions de méthode, 1957. materias, como el libre albedrío, la espi­
J e a n -P a u l S a r t r e , 1905-1980. ritualidad y la inmortalidad del alma, la
virtud y el apetito en el hombre.
Toda filosofía viva debe expresar la pra­
xis humana. Pero el sistema totalizador de Edición: Quaestiones disputatae, ed. R.
Spiazzi, vol. I: De Veritate, vol. II: De Poten-
Hegel no describe la realidad social, y el tia, De Anima, .etc., Roma/Turín, Mariet-
existencialismo de Kierkegaard olvida la ti, 1953.
realidad histórica; sólo el materialismo de Estudio: M. Piclin, Philosophie et théolo-
Marx «queda como la filosofía de nuestro gie chez saini Thomas d’Aguin, Klincksieck,
tiempo», porque da cuenta de la Historia
real en tanto que alienación del hombre en
las cosas que produce. Examinar tanto el
proyecto del hombre (con el concurso de C U E ST IO N E S IN A U D IT A S : C UES­
las ciencias humanas) como el campo social TIONES ARM ÓNICAS, CUESTIONES
es el método que aquí nos propone Sartre TEOLÓGICAS, LA S M ECÁNICAS DE
para captar al hombre en su realidad con­ G ALILE O , L O S PR ELU D IO S DE L A
creta. «El hombre es a la vez el producto A R M O N ÍA U N IV E R S A L, Questions
de su propio producto y un agente histó­ inouíes: questions harmoniques, ques­
rico.» El método existencial es «regresivo- tions théologiques, les mécaniques de
progresivo»: regresivo, porque niega el Galilée, les préludes de l’harmonie uni-
Todo Objetivo para descubrir al individuo, verselle, 1634.
progresivo, porque niega esta negación M arín M ersenn e (Abate), 1588-1648.
por «la Objetivación» de lo real.
A través de numerosos ejemplos inten­ Mersenne destinaba esta obra, que ante­
ta Sartre rehabilitar el método marxista, cede en dos años a la Armonía universal
127 CURSO DE ECONOMÍA POLÍTICA

(1636), a los teólogos, a los astrólogos, a tos de Simmel: relaciones de oposición


los médicos y a los filósofos. Mediantes y de reciprocidad entre los sexos, papel
estas cuestiones esperaba el autor instruirlos del dinero, descripción de los compor­
en lo que él llamaba los «preludios de la tamientos cotidianos. La prostitución, la
ciencia», al mismo tiempo que afirmaba la familia, la «cultura femenina» son anali­
oposición del investigador a la astrología, zadas por turno, mas la obra ofrece tam­
y en particular a la astrología judicial. Estas bién algunos raros aforismos sobre el
cuestiones están referidas en su mayoría a amor (nunca publicados en vida del autor)
la música y a las bases de la armonía. en los que se dibuja netamente la uto­
pía de un Eros que uniría, sin uniformi­
Edición: Questions inouíes, col. «Corpus zarlas, esas dos singularidades cualitati­
des oeuvres de philosophie en langue franpai-
se», Fayard, 1985. vamente irreductibles que son el hombre
Estudio: R. Lenoble, Mersenne ou la Nais- y la mujer.
sance du mécanisme, Vrin, 1971.
Ediciones: Cultura femenina y otros ensa­
yos, Espasa-Calpe, 1968; Filosofía de la
coquetería. Filosofía de la moda. Lo mascu­
lino, Revista de Occidente, 1945.
CUESTIONES NATURALES, Natura­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
les quaestiones, r. hacia 62. temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
S én eca (Lucio Anneo), 4 a.C.-65. guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 279-284;
Georg Simmel: la sociologie et l’expérience
Este tratado en siete libros, que Séne­ du monde moderne, Méridiens-Lincksieck,
1986.
ca redactó al final de su vida, es sobre todo
una compilación. Tratando de explicar
ciertos fenómenos físicos (meteorológicos
principalmente), Séneca se apoya en muy
C URSO DE ECON OM ÍA POLÍTICA,
gran medida en Asclepiodote de Nicea,
Cours d ’Économ ie Politique, 1896.
discípulo de Posidonio. Las preocupa­
V i l f r e d o P a r e t o , 1848-1923.
ciones morales no están ausentes en este
tratado de física. El carácter desigual de
Discípulo original de Léon Walras
esta obra, sin medida común con sus obras
(escuela de Lausana o Escuela del equili­
morales, da testimonio de la importancia
brio general), teórico del marginalismo,
secundaria de las preocupaciones pro­
Pareto analiza rigurosamente el concep­
piamente científicas de Séneca.
to de utilidad en el cuadro de una eco­
Edición: Cuestiones naturales (tr. C. Codo- nomía pura, es decir, de un mundo eco­
ñer), Consejo Superior de Investigaciones nómico perfecto, que es independiente de
Científicas, 1979. cualquier otro factor (político, social, psi­
Estudios: M. Zambrano, El pensamiento cológico...) y de finalidad extema, y que
uiuo de Séneca, Cátedra, 1987; P. Auben-
que y J.-M. André, Sénéque, Seghers, 1964. puede ser estudiado siguiendo las mismas
reglas que la ciencia física (la economía
pura se interesa por los fenómenos de
equilibrio y de interdependencia). Así, la
C U L T U R A FEM ENINA Y O T R O S economía pura permite establecer las leyes
E N S A Y O S, «Weibliche Kultur», «Das generales de los fenómenos económicos,
Relative und das Absolute im Gesch- cualquiera que sea el sistema político, y
lechterproblem», «Die Koketterie», 1919- hacer posible una economía aplicada. En
1923. la economía pura, el homo oeconomicus
G e o r g Simmel, 1858-1918. — ese individuo abstracto que actúa eco­
nómicamente— trata, mediante sus elec­
En esta colección de artículos se vuel­ ciones, de obtener un máximo de utilidad
ven a encontrar todos los temas favori­ y de satisfacción con un mínimo de esfuer­
CURSO DE FILOSOFÍA PARA CIENTÍFICOS 128

zo. Los utilitaristas suman las utilidades CURSO DE FILOSOFÍA P A R A CIEN­


individuales para medir el bienestar colec­ TÍFICOS. Filosofía y filosofía espontá­
tivo. El autor muestra que aquí se oculta nea de los científicos, Philosophie et phi­
un error, porque cada individuo tiene sus losophie spontanée des savants, 1974.
propios criterios de utilidad. La enumera­ Louis A lt h u s s e r , 1918-1990.
ción cardinal es sustituida por una enu­
meración ordinal. Las acciones de los hom­ Esta obra, que durante mucho tiempo
bres presentan ciertas uniformidades, ha circulado en forma de multicopias, reto­
ciertas constantes observables. El autor ma, siete años más tarde, el texto de un
distingue entre la utilidad y la ofelimidad, «curso de filosofía para científicos» impar­
clarificando así el término de utilidad, de tido por Althusser en 1967 en la Escuela
contenido plurívoco. normal superior que inauguraba una serie
La utilidad designa lo que es benefi­ de conferencias sobre epistemología pro­
cioso, las acciones que buscan el placer, nunciadas ulteriormente por Macherey,
el disfrute. La ofelimidad es «la relación Balibar, Régnault, Pécheux, Fichant,
de conveniencia que hace que una cosa Badiou (algunas de esas conferencias han
satisfaga una necesidad o un deseo, legí­ sido igualmente editadas en Maspero).
timo o no». Si la utilidad es subjetiva y no A través de veinticinco tesis se realiza
es una magnitud mensurable, la ofelimi­ la distinción entre la filosofía, la ciencia y
dad es una noción objetiva y observable, la ideología. La filosofía no tiene objeto
pudiendo un bien ofélimo ser dañino. El — contrariamente a la ciencia, que tiene
homo oeconomicus es pues un individuo uno— , sino objetivos-, la filosofía no pro­
que tiende a la mayor ofelimidad. duce conocimientos, sino que enuncia tesis
Este p rin cip io de ofelimidad permi­ («la filosofía está hecha de palabras orde­
te construir modelos abstractos, hacien­ nadas en proposiciones dogmáticas lla­
do posible la explicación de fenómenos madas Tesis»), que son productoras de
complejos y concretos. En particular, categorías filosóficas (y no de conceptos
permite reinterpretar el equilibrio wal- científicos) que se relacionan entre sí para
rasiano. Para Walras, la ley de la igua­ formar un sistema. No pudiendo ser obje­
to de demostraciones o de pruebas cien­
lación de las productividades marginales
tíficas, no se puede decir de las tesis filo­
de los factores de producción a costa de
sóficas que sean «verdaderas» (en relación
esos factores, permite concluir que la
con una teoría), pero se puede decir que
libre concurrencia es el mejor régimen
son «adecuadas» (en el sentido de ade­
posible. Para Pareto, ningún criterio
cuación a una práctica). Finalmente, la filo­
absoluto permite afirmar que tal situa­
sofía como intervención tiene como fun­
ción es preferible a tal otra. Así, el eco­
ción primordial la de trazar una línea de
nomista italiano, aunque liberal, abre la
demarcación entre lo ideológico de las
vía a una teoría del bienestar socialista.
ideologías y lo científico de las ciencias.
Si Pareto, economista marginalista y
Apoyándose en estas tesis, Althusser
utilitarista, ha conocido una cierta cele­
concluye en el carácter masivamente ideo­
bridad, su principio de ofelimidad apenas
lógico de la palabra, entonces de moda,
ha sido utilizado por los economistas.
interdisciplinaridad; igualmente mues­
Edición: Cours d’économie politique, en tra «que en todo científico dormita un filó­
Oeuures completes de Pareto, 1.1, Ginebra, sofo», aludiendo a que todo científico está
Droz, 1964. afectado por una ideología (de la que no
Estudios: J. A. Schumpeter, Diez grandes necesita ser consciente), por una «filoso­
economistas de Marx a Keynes (tr. A. de fía espontánea del científico», que se reve­
Lucas), Alianza, 1969, cap. 5; Raymond
Aron, Las etapas del pensamiento socio­ la muy particularmente en el caso de una
lógico (tr. A. Leal), vol. u, Buenos Aires, Siglo crisis de las ciencias, como la que surgió
Veinte, 1970, pp. 125-231; J. Freund, Pare­ a finales del siglo xix cuando se habló de
to. La Théorie de l’équilibre, Seghers, 1974. una disipación de la materia. La situación
129 CURSO DE FILOSOFÍA POSITIVA

encuentra ejemplificación en los textos do metafísico y el estado positivo. A cada


de Jacques Monod, en los que Althusser uno de ellos corresponden ciertas formas
discierne la presencia contradictoria de de organización social. Esta ley de los tres
una tendencia materialista producto de su estados controla el desarrollo de eso que
práctica científica, y una tendencia idea­ Comte tiene por un ser real: la humani­
lista surgida de sus posturas ideológicas. dad. Esta ofrece un esquema de com­
prehensión de todos los aspectos de su desa­
Edición: Curso de filosofía para científi­ rrollo; pero, para Comte, no se trata tanto
cos. Filosofía y filosofía espontánea de los
de desvalorizar un pasado humano a cau­
científicos, Laia, 1975.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ sa de sus errores como de comprender el
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ sentido del proceso en su conjunto. La luz
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 59-65; L. positiva no se opone en bloque a las tinie­
Althusser, Posiciones (tr. N. Garreta y otros), blas teológicas y metafísicas. La primera
Anagrama, 1977.
lección termina con consideraciones gene­
rales sobre el objetivo del Curso de filo ­
sofía positiva, y enumera las ventajas que
C U R S O DE FILO SO FÍA POSITIVA, cabe esperar de una reorganización positi­
Cours de philosophie positive, 1830 a va de las ciencias; entre esas ventajas: un
1842. remedio a los inconvenientes que se deri­
A u g u s te C om te, 1798-1857. van de la especialización excesiva aunque
ineludible de los científicos, y un perfec­
Se puede ciertamente aislar este libro cionamiento del sistema de educación.
del resto de la obra de Comte (cosa, por La segunda lección propone una clasifi­
lo demás, que no se ha dejado de hacer), cación racional de los saberes humanos, y
pero este escrito no cobra su verdadera elabora una crítica de los anteriores siste­
significación más que dentro de un vas­ mas de nomenclatura. Comte reflexiona
to proyecto, que era de carácter políti­ sobre los diferentes modos posibles de expo­
co: reformar las instituciones humanas a sición de las ciencias; en particular, distin­
partir de una adecuada comprensión de gue el orden histórico — que consiste en
los saberes y prácticas de la humanidad. exponer los resultados de una ciencia según
Refundir la sociedad para conciliar orden el proceso cronológico de su obtención—
y progreso supone que se disponga de una del orden dogmático, que responde a la lógi­
ciencia social, porque sólo se transforma ca del contenido de los conocimientos. La
aquello que se conoce. Pero fundar la cieiv clasificación comtiana de las ciencias se fun­
cía social supone a su vez que se sepa lo da en el creciente grado de complejidad de
que es una ciencia. Esta obra es una ten­ los objetos que esas ciencias estudian. La
tativa de extraer, a partir de las ciencias matemática queda situada fuera de la clasi­
realmente existentes, las normas de la posi­ ficación propiamente dicha.
tividad científica. Se trata efectivamente de Las lecciones 3 a 57 analizan las diver­
un «curso», de sesenta lecciones, imparti­ sas ciencias, en el orden racional extraí­
do en público a partir de 1826. do en la segunda lección: matemática,
El Curso comienza con dos lecciones astronomía, física, química, biología, físi­
generales. De hecho no es infrecuente ca social. Para cada una de esas ciencias,
que se extraigan tan sólo esas dos pri­ una lección — a menudo muy elaborada—
meras lecciones, con lo cual la obra de expone las generalidades consideradas
Comte queda gravemente alterada. desde el punto de vista de la positividad
La primera lección expone la famosa (matemática: lección 3, astronomía: lec­
ley de tos tres estados, que gobierna, ción 19, física: lección 28, química: lec­
según Comte, el desarrollo de la inteligencia ción 35, biología: lección 40, física social:
humana; ésta pasa sucesivamente, en su lecciones 46 a 51). El Curso acaba final­
modo de concebir al mundo, por tres esta­ mente con tres lecciones consagradas a
dos o estadios: el estado teológico, el esta­ diversas «Consideraciones finales».
CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL 130

Los análisis que Auguste Comte propo­ notas tomadas por sus alumnos durante
ne de las diversas ciencias no dan siempre los cursos que impartió entre 1906 y
testimonio de la misma darividenda; no deja 1911.
de extrañar, por ejemplo, que el autor recu­ Decir que la lingüística es ciencia del
se a priori la posibilidad de una astrofísica. lenguaje, es decir que éste puede ser des­
Mas sus análisis se apoyan indiscutiblemente crito científicamente y que puede captar
en un conocimiento directo y extremada­ algo de sí mismo. La hipótesis mínima es
mente rico del saber de su tiempo. que lo form a l y lo material pueden ser
Si no se quiere apreciar este libro más disociados, de acuerdo con el modelo de
que por relación al conjunto de la obra de la distinción que se establece en los sis­
Comte, lo mejor es atenerse al juicio del temas jurídicos entre el quid fa ctl y el
propio autor; una vez llegado a lo que quid juris; el lenguaje se nos aparece
consideraba la culminación de su sistema, entonces como un sistema formal del que
Auguste Comte no veía en el Curso otro cabe enunciar un cierto número de reglas.
valor que el de representar un momento Tal es la hipótesis de un proyecto de cien­
(ya pasado) de la constitución de su pen­ cia lingüística. Este interés por la forma-
samiento; casi puede decirse que Comte lizacíón es lo que caracteriza en primer
renegaba de él. Pero la posteridad está lugar al Curso de Saussure.
muy lejos de juzgarlo así, y es, por el con­ La segunda característica demostra­
trario, este texto el que ha sido privile­ da por Saussure es que un ser lingüísti­
giado, en detrimento del -*• Sistema de co (signo, palabra, frase) no tiene natu­
política positiva y de la -*• Síntesis sub­ raleza propia: es un conjunto de
jetiva. Seguramente Comte habría visto relaciones. Las posiciones predominan
en ello una traición a su pensamiento, por relación a los seres. Éstos son, efec­
actualmente bien olvidado. Resta decir tivamente, definidos por el conjunto de
que los análisis del Curso de filosofía posiciones que pueden ocupar según dos
positiva han contribuido poderosamente ejes: el eje vertical de los posibles (para­
a instaurar en Francia una tradición de digma), que define las relaciones con los
epistemología y de historia de las ciencias vecinos, y el eje horizontal de los com­
que está tachonada de nombres ilustres. posibles (sintagma), que define las rela­
ciones de exclusión mutua. Todo signo
Edición: Curso de filosofía positiva (tr. J. es elegido, en efecto, entre un reperto­
J. Sanguineti), Ed. Magisterio Español, 1987. rio infinito de posibles y según una rela­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filosofía ción de sucesión lineal con otros signos
(tr. J. A. Pérez Millán y M 'D . Morán), vol. II, ya elegidos. Así una palabra no encuen­
Tecnos, 1988; R. Aron, Las etapas del pen­
samiento sociológico (tr. A. Leal), vol. I, Bue­ tra su sentido en sí misma, sino sola­
nos Aires, Siglo Veinte, 1970, pp. 93-170; mente por las relaciones de compatibi­
P. Dupouey, presentación de las «lecciones 1 lidad o de exclusión que mantiene con
y 2» del Cours de philosophie positive, col. otras palabras y que definen su senti­
«Les intégrales de philo», Nathan, 1989. P. do. El sentido no preexiste a las rela­
Macherey, Comte, la philosophie et les Scien­
ces, col. «Philosophies», P.U.F., 1989. ciones; es su resultante. La lengua es
un conjunto de relaciones sin soporte.
Es lo que expresa Saussure cuando habla
del carácter negativo — o relativo— de
CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL, las propiedades del lenguaje, que se desa­
Cours de Linguistique Générale, 1916. rrolla según una línea paradigmática o
Ferdinand de Sau ssure, 1857-1913. una línea sintagmática.
Reconstrucción de la enseñanza impar­ La tercera característica es la distinción
tida por Saussure. que establece Saussure entre la lengua
(tanque), el lenguaje (langage) y el habla
Esta obra no ha sido redactada por (parolé). La lengua es un «producto social
Saussure, sino elaborada de acuerdo con de la facultad del lenguaje y un conjunto
131 CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL

de convenciones necesarias, adoptadas de ésta son solidarios, y que el valor de uno


por el cuerpo social para permitir el ejer­ sólo resulta de la presencia simultánea de
cicio de esta facultad en los individuos». los otros, o de su ausencia, puesto que la
La lengua es un conjunto de convencio­ coexistencia in absentia reenvía a la rela­
nes del cual se nutre el individuo para ción paradigmática de los elementos lin­
hablar, pero éste no puede ni crearla ni güísticos entre sí. Los valores están siem­
modificarla, pues ella le preexiste. 0 habla pre constituidos: «1.°) por una cosa
es «el acto del individuo que ejercita su desemejante susceptible de ser cambiada
facultad por medio de la convención social por otra cuyo valor está por determinar;
que es la lengua». El lenguaje resulta de 2.°) por cosas similares que se pueden
las interacciones entre las convenciones comparar con aquella cuyo valor está en
y las iniciativas de cada individuo. Cada entredicho». El lenguaje aparece así como
vez que alguien habla, es necesario que un sistema de elementos que se estable­
se refiera, para ser comprendido, a lo que cen oponiéndose y se oponen estable­
existe, a un código reconocido por todos, ciéndose. Es sin duda un sistema de dife­
y al mismo tiempo que se desmarque de rencias, de valores diacríticos.
lo que existe por una invención que le La última característica desarrollada en
es propia. el Curso es la oposición entre los puntos
La cuarta característica del Curso resi­ de vista sincrónico y diacrónico. Hablar no
de en la definición de la lengua como sis­ es enunciar en el tiempo, es hacer acce­
tema de signos. El signo es una combi­ der al enunciado el tiempo mismo. Es ver­
nación de un significad o y de un dad que un enunciado lingüístico es sus­
significante, o de un concepto y de una ceptible de ser proferido siempre y que,
imagen acústica. Estos dos aspectos son si se lo profiere, está en un instante y en
indisociables como el anverso y el rever­ un lugar determinados. La linealidad del
so de una misma hoja de papel. Lo que lenguaje, sobre la que insiste Saussure, no
Saussure quiere hacer comprender con quiere solamente decir que el lenguaje se
ello es que el signo no une un nombre y despliega en el tiempo — comparado, por
una cosa: el significado es una repre­ lo demás, con una línea— , sino que sig­
sentación, y el significante «una impron­ nifica que el tiempo es la sustancia misma
ta psíquica» de los sonidos. Así inscribe del lenguaje.
Saussure un orden del lenguaje inde­ En general, si la lengua evoluciona, lo
pendientemente del orden de lo real: todo hace bajo la acción de la palabra. Mas, para
es ya psíquico o «mental». El significado Saussure, la sincronía como punto de vis­
no es un objeto real, sino la huella psí­ ta es más fundamental que la diacronía: la
quica que suscita en nosotros. sincronía no es solamente identificada con
Estos signos así definidos son arbitra­ «el estado de la lengua», sino que debe ser
rios, no en el sentido de que podría depen­ tomada «como un concepto que permite la
der el significante de la libre elección del definición teórica de un sistema abstracto».
sujeto parlante, sino en el sentido de que Entre la gramática comparativa (Antoi­
es inmotivado, es decir, que no hay nin­ ne Meillet) y la gramática generativa
guna vinculación material con la realidad: (Chomsky), el Curso de lingüística gene­
la serie de sonidos [s-ó-r] que le sirve de ral representa un verdadero fundamento
significante es arbitraria por relación a la para la lingüística.
idea de soeur (hermana). Con la excep­
ción, totalmente relativa, de las onoma- Edición: Curso de lingüística general (tr.
topeyas (en las que el sonido «imita» la A. Alonso), Alianza, 1983.
idea), ninguna ley manda que tal sonido Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
corresponda a tal sentido. guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 192-197;
La quinta característica es la explicación E. Benveniste, ►Problémes de linguistique
de la sistematicidad de la lengua: con ello générale, 2 vols., col. «Tel», Gallimard, 1976
indica Saussure que todos los términos y 1980.
D
DE C AM IN O A L H A B LA , Unterwegs rencia fundamental entre el signo como
zur Sprache, 1953-1959. instrumentalización de la lengua, y la pala­
M a rtin H e id e g g e r, 1889-1976. bra como poder de nominación del ser
y de la esencia de toda cosa. La palabra
Los seis textos que componen este volu­ se revela ante todo como poder inicial de
men (cuatro conferencias, un diálogo y un mostración y no de significación: «La pala­
ensayo) tematizan la cuestión del lengua­ bra es hacer-signo (Wink) y no signo (Zei-
je como palabra en tanto que tal. La cues­ chen) en el sentido de la simple
tión que desarrolla Heidegger al hilo de significación (Bezeichnung).» La palabra
estos textos se refiere al ser de la lengua es la capacidad de realización, de desve­
que se revela en la experiencia que el hom­ lamiento de las cosas, el poder de dejar
bre tiene de la palabra. La cuestión que­ ser a aquello que ella nombra.
da entonces desdoblada: ¿cuál es, por una La cuestión que plantea esta obra no
parte, el camino del hombre hacia el len­ es tanto la de la modalidad del itinerario
guaje? ¿Cuál es, por otra parte, el camino del hombre hacia el habla como el del
de la palabra en el lenguaje? Es a partir de movimiento de la palabra en el lenguaje
esta experiencia primera del poder de nom­ del hombre para nombrar la dimensión
brar del lenguaje, a partir de la naturaleza fundamental del viaje del hombre, o:
de esta experiencia, de donde Heidegger ¿cómo viene a nacer la palabra en tanto
puede contemplar la «corporeidad de la que palabra?
lengua», efectuada en la enunciación. Este
poder interno del lenguaje de revelarse a Edición: De camino al habla (tr. I. Zim-
sí mismo su propia esencia en el itinerario mermann), Serbal, 1987.
Estudio: B. Allemann, Hólderlin y Hei­
al habla que el hombre establece, entraña degger (tr. E. Garda Belsunce), Buenos Aires,
la proposición final de la obra: «conducir Compañía Fabril Editora, 1965.
al habla la palabra en tanto que palabra».
Esta fórmula del camino al habla, que
es también camino de la palabra en el len­
guaje, está pensada a partir de la enun­ DE L A A N G U S T IA A L ÉXTASIS, D e
ciación poética. El Cam ino al habla l’angoisse ó l’extase, 1926-1928.
encuentra entonces lugar en el corazón P ie rr e Jan et, 1859-1947.
del pensamiento heideggeriano del ser,
en el dominio de la diferencia ontológi­ A partir de observaciones recogidas
ca: el camino al habla manifiesta la dife­ durante más de veinte años sobre una

[1 3 3 ]
DE LA CAUSA, PRINCIPIO Y UNO 134

enferma atacada de delirio religioso con DE LA C ONSIDERACIÓN, De consi-


éxtasis místicos, estigmas y crisis de angus­ deratione, o de 1149 a 1153.
tia, el autor trata de encontrar en esos B e rn a rd o de C la irv a u x , 1091-1153.
delirios, tan variados en apariencia, los
rasgos característicos del delirio psicasté- En este tratado moral y político com­
nico. Se centra primeramente sobre los puesto de cinco libros, y dedicado al papa
problemas relativos a la inteligencia, lo Eugenio 111, el autor da a su discípulo una
que le lleva a una larga digresión sobre la lección de humildad: el papa debería ro­
creencia — «el fenómeno psíquico más dearse de colaboradores honestos y dig­
importante»— , y después sobre los sen­ nos; dar prueba de espíritu de abnega­
timientos (alegría profunda, convicción ción; preferir la riqueza espiritual a la
de pureza moral, sentimiento de unión riqueza material; defender a la Iglesia
con Dios, angustia, tristeza, melancolía...). mediante la palabra y no con la espada.
Pierre Janet fue uno de los primeros Crítica para con la Iglesia, esta obra fue
psicólogos en concebir «la unidad psico- consagrada como «manual del perfecto
somática» y en suponer, aunque sin tema- soberano pontífice».
tizarla, la existencia del inconsciente.
Edición: Obras completas de San Bernar­
Edición: De l'angoisse á l’extase, Masson, do (ed. P. G. Díaz), Ed. Católica (B.A.C.),
1988. 1953 y 1955.
Estudio: H. J. Rabaud, Freud et Janet, Estu­ Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
dio comparado, Privar, 1970. Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
1972, pp. 277-280 y 288; E. Gilson, La
Théologie mastique de saint Bernard, Vrin,
DE LA C AUSA, PRINCIPIO Y UNO , 1969.
De la causa, principio et uno, 1584.
G io rd a n o B ru n o , 1548-1600.
Diálogo metafísico.
DE LA CONSTANCIA DEL SABIO, De
Segundo elemento del tríptico consti­ constantia sapientis, O hacia 50.
tuido por los tres diálogos metafísicos de S é n e c a (Lucius Annaeus Seneca),
Bruno, esta obra fue escrita tras los ataques 4 a.C.-65 d.C.
que suscitó su -* Cena de las cenizas. Bru­
no se defiende aquí de haber puesto en Este tratado de moral estoica fue redac­
cuestión la omnipotencia divina poniendo tado para convertir a la doctrina estoica
buen cuidado en prevenir eventuales inter­ a su amigo Serenus (a quien está dedica­
pretaciones panteístas de su doctrina. Para da igualmente su obra De la tranquilidad
él, en efecto, si el universo es múltiple, Dios del alma). El destino de este escrito se
es uno. La difusión infinita del universo es revela en su forma, extremadamente esco­
la expresión de Dios, su «explicación» en la lar. Compuesto con todo rigor, el trata­
naturaleza que, a su vez, se encuentra «com­ do se ajusta a los preceptos lógicos del
plicada» en Dios. La dignidad divina es por razonamiento canónico estoico; se per­
tanto conservada, puesto que es Dios o el ciben en él claramente las enseñanzas teó­
Uno el que anima lo múltiple. ricas de los maestros de la lógica estoica,
En esta concepción puede verse, por de Crisipo en particular.
tanto, una prefiguración del espinozismo. Séneca trata principalmente de mos­
trar que el sabio estoico es invulnerable a
Edición: De la causa, principio y uno (tr. las vicisitudes de la existencia humana. La
A. Vasallo), Buenos Aires, Losada, 1941. injusticia, la ofensa le hieren sin duda y
Estudios: W. Dilthey, Hombre y mundo en
provocan su desaprobación, pero no le
los siglos xvi y xvii (tr. E. Imaz), México/Bue­
nos Aires, Fondo de Cultura Económica, conturban ni afectan.
1947; P. H. Michel, La cosmo/ogie de Gior­ El autor establece aquí una distinción
dano Bruno, Hermann, 1962. muy importante en la moral estoica, y
135 DE LA CREACIÓN DEL ORDEN EN LA HUMANIDAD

en la que los pensadores más antiguos desemboca aquí en problemáticas meta­


de la doctrina apenas si habían refle­ físicas.
xionado: es preciso distinguir entre el El autor distingue la necesidad lógica
sabio ya realizado y aquel que aspira a de la necesidad causal, los puntos de vis­
la sabiduría sin haberla alcanzado toda­ ta cualitativo y cuantitativo. Las leyes de
vía (esta distinción se encuentra tam­ la naturaleza expresan una necesidad de
bién en ciertos pensamientos orienta­ hecho que es cognoscible por inducción,
les, com o en el budismo). Junto a necesidad que es para Boutroux una ima­
algunas otras grandes obras clásicas del gen material de la obligación moral. Ésta
estoicismo moral ( ->• Cartas a L u cilio se conoce por la razón, mientras que cap­
del mismo Séneca, -*■ Manual y -*■ En ­ tar la necesidad en las cosas correspon­
sayos de Epicteto), este tratado ha con­ de al entendimiento. Pero la contingen­
tribuido enormemente a establecer la cia está en la base de la naturaleza. Los
imagen tradicional del sabio estoico: diversos órdenes de los fenómenos son
exigente hasta la austeridad en su lucha irreductibles los unos a los otros, como
contra las pasiones, consciente del abis­ en Comte, y hay también un lugar para
m o que lo separa del vulgo en su con­ la libertad humana.
quista de la virtud. Es ésta la imagen del Se ha podido ver en esta concepción
estoicismo que retendrá, para venerar­ una prefiguración de las tesis bergsonia-
la o criticarla, la posteridad filosófica. nas.
Es en ella, por ejemplo, en la que pien­
sa Descartes cuando critica a los anti­ Edición: De la contingence des lois de la
guos teóricos de la virtud: «A menudo nature, Alean, 1929.
eso que ellos designan con un tan bello Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
nombre no es más que insensibilidad vol. II, Tecnos, 1988; J. Wahl, Tableau de
u orgullo, o desesperanza, o parricidio» la philosophie frangaise, Idées/Gallimard,
( ->■ Discurso del m étodo). Y también 1962.
es esta im agen la que Kant tiene en
mente cuando denuncia, en la -*■ C rí­
tica de la razón práctica, el orgullo del
estoico, a quien reprocha hacer con­ DE L A C RE AC IÓ N DEL ORD E N EN
sistir la perfección moral en el solo L A H U M A N ID A D , D e la création de
dominio de sus inclinaciones. Vordre dans Vhumanité, 1843.
PlERRE-JOSEPH PROUDHON, 1809-1865.
Edición: De la constancia del sabio (tr. L.
Riber), en Obras completas, Aguilar, 1943, Esta obra marca un giro en el pensa­
pp. 159-172.
Estudio: M. Zambrano, El pensamiento vivo miento de Proudhon, que constata que el
de Séneca, Cátedra, 1987. método que hasta ahora ha utilizado para
minar el sistema de la propiedad se reve­
la impotente para edificar cosa alguna.
Proudhon desea construir, y para ello
DE L A C O N T IN G E N C IA DE L A S necesita de una filosofía. Su metafísica se
LEYES DE L A N A T U R A L E ZA , De la inserta enteramente en la teoría de la ley
contingence des lois de la nature, 1874. serial, «el método absoluto que gobier­
Émile B o u tro u x , 1845-1921. na secretamente, por aplicaciones diver­
sas, todas las ciencias». La publicación de
En el texto de la tesis que defendió en esta obra llenó plenamente de orgullo a
la Sorbona en 1874, Boutroux plantea la su autor, pero más tarde, en 1846, Proud­
cuestión clásica del estatuto de la nece­ hon dirá de ella: «Es un libro malogrado;
sidad. N o se trata sin embargo solamen­ yo quise hacer una enciclopedia; pero no
te de un asunto de epistemología: la refle­ sabía nada.» De construcción asaz con­
xión sobre el conocimiento científico fusa en efecto, la obra anuncia sin embar­
DE LA CUÁDRUPLE RAÍZ DEL PRINCIPIO DE RAZÓN SUFICIENTE 136

go algunas de las tesis esenciales de Proud­ cipio es de la mayor importancia para el


hon. En ella se hace apología del trabajo espíritu humano, puesto que funda la
manual, al que el autor designa como «la posibilidad de toda ciencia. Mas Scho­
acción inteligente del hombre sobre la mate­ penhauer considera que, pese a los nume­
ria», y sin el cual el hombre deja de ser hom­ rosos análisis de que ha sido objeto (des­
bre. Basta con organizar el trabajo siguien­ de los antiguos a Kant), este principio no
do el método serial para que el trabajo se ha sido comprendido en toda su ampli­
tome en fuente de progreso social. Igual­ tud. La Cuádruple Raíz critica pues esas
mente pone en evidencia la superioridad interpretaciones (cap. 2), establece su
de la economía política — que, según él, debilidad, y acaba con una «nueva expo­
constituye toda la sociología— , y afirma sición» del principio de razón suficiente
que «el hombre está destinado a vivir sin (cap. 3).
religión», no siendo esta última sino una Schopenhauer demuestra que el prin­
etapa necesaria para su desarrollo; tesis cipio de razón suficiente «es una expre­
ésta en la que ya se perfila su agnosticismo. sión común que designa cuatro relacio­
Pero el hecho más chocante es que en nes totalmente diferentes». Estas cuatro
la misma época que Augusto Comte y sin relaciones están determinadas por las
haberlo aún leído, el autor habla de «filo­ cuatro clases de objetos posibles con los
sofía positiva» y utiliza conceptos muy pró­ que puede relacionarse «nuestra facultad
ximos a los que emplea Comte. Esto es de representación». Se trata, sucesiva­
sin duda debido a la influencia en ambos mente, de las «representaciones intuiti­
de Saint-Simon. Para K. Grün, el gran vas, completas, empíricas» (cap. 4); de
mérito de Proudhon es el de haber sido los «conceptos, es decir, [...] de las repre­
uno de los pocos, en Francia, que com­ sentaciones abstractas» (cap. 5); de las
prendieron a Hegel, y el de haber fun­ «intuiciones dadas a p rio ri de las for­
dado la acción social sobre una filosofía mas del sentido externo y del sentido
especulativa, la dialéctica hegeliana. interno, del espacio y del tiempo (cap.
6); y, en fin, del «objeto inmediato del
Edición: De la creación del orden en la sentido interno, el sujeto del qu erer»
humanidad o principios de organización (cap. 7). A pesar de todas estas especi­
política, Valencia, Sempere, 1929.
ficaciones, el principio de razón suficiente
Estudio: J. Touchard, Historia de las ideas
políticas (tr. J. Pradera), Tecnos, 1996; es siempre absolutamente a p rio ri, lo
P. Haubtmann, Pierre Joseph Proudhon, cual conduce a Schopenhauer a atribuirle
sa uie et sa pensée, Beauchesne, 1982. finalmente una raíz única «en nuestra in­
teligencia» (cap. 8).
El punto de vista kantiano defendido
en esta primera obra desemboca en con­
DE LA CUÁDRUPLE RAÍZ DEL PRIN­ clusiones críticas, siempre en el sentido
CIPIO DE RAZÓN SUFICIENTE, Über kantiano del término: una teoría no pue­
die vierfache W urzel des Satzes vom de, dice Schopenhauer, evocar el princi­
zureichenden Grunde, 1813. pio de razón y servirse de él como prue­
A r t h u r S ch op en h au er, 1788-1860. ba más que a condición de precisar
siempre cuidadosamente en qué sentido
La Cuádruple Raíz no es, como des­ toma el enunciado. No se puede jugar ale­
venturadamente creía la madre de Scho­ gremente con palabras tales como cau­
penhauer, ¡una tesis de odontología! Se sa, razón, principio, consecuencia.
trata de la disertación de doctorado que Schopenhauer consideraba La Cuá­
el joven filósofo sostuvo en Berlín en druple Raíz del principio de razón sufi­
1813. El principio de razón suficiente ciente como «el cimiento de todo [su] sis­
es conocido desde la Antigüedad en su tema». Y exige su conocimiento previo en
enunciación clásica: «N o hay nada que el umbral de su gran obra: -*■ E l mundo
sea sin su razón de ser» (cap. 1). Este prin­ com o voluntad y com o representación.
137 DE L A ESENCIA DE LA VERDAD

Edición: De la Cuádruple Raíz del princi­ el papel de la filosofía, y eso le da su valor


pio de razón suficiente (tr. Leopoldo Eulo­ profundo: revelarnos, por una toma de
gio Palacios), Gredos, 1989.
Estudios: B. Magee, Schopenhauer (tr. A. conciencia, la ocultación del Ser.
Bárcena), Cátedra, 1991; Cl. Rosset, Scho­ También se plantea en esta obra la
penhauer, philosophe de l ’absurde, col. cuestión de saber qué es la verdad. La ver­
«Quadrige», P.U.F., 1989. dad se entiende de dos maneras. Es «ver­
dadero» el oro en cuanto cosa que está
conforme con lo que nos representamos
al pensar en el oro. Pero también es «ver­
DE LA DIVISIÓ N DE L A N A T U R A ­
dadero» un enunciado que significa o
LEZA, o PERIPHYSEON, De divisione
expresa la cosa que juzgamos. La verdad
naturae, 867.
es estar en cada caso «de acuerdo»; es
Juan E s c o to (Erígena), hacia 810-hacia
«conformidad» o corrección (Richtigkeit).
878.
De una manera general, el «dejar-sen> pue­
de ser pensado como revelación y tam­
La obra presenta una división cuatri-
bién como disimulación. Mas el Ser como
partita de la naturaleza en.- Naturaleza que
existente total está obnubilado, oculto, no
crea y no es creada, Naturaleza que es crea­
desvelado. Esta obnubilación va a impe­
da y que crea, Naturaleza que es creada y
dir que la verdad se desvele. Toda la rea­
que no crea, Naturaleza que ni crea ni es
creada. La divisiones primera y cuarta de lidad humana está dominada por esta no-
la Naturaleza nos conducen al Creador. verdad. No se trata, sin embargo, de una
privación del Ser, sino de la presuposi­
Edición: Periphyseon, en Patrologie lati­ ción del desvelamiento, por cuanto que
ne, París, 1844-1864, t. 122, col. 441- la verdad es ese desvelamiento del Ser.
1022. Lo cual quiere decir que el horizonte de
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad la obnubilación es la condición necesaria
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
1972, pp. 188-208; G. H. Ailard, Index del desvelamiento o de la verdad. Mas la
général du Periphyseon, Vrin, 1984. disimulación es a su vez disimulada. Esta
es la razón de que Heidegger evoque «el
olvido del Ser». Así, la cuestión de la ver­
dad reenvía a la cuestión del Ser. Al radi­
DE LA E SENCIA DE LA V ERDAD, calizarse, la verdad se toma en la «verdad
Vom Wesen der Wahrheit, 1943. de la Esencia», el advenimiento del Ser en
M a rtin H e id e gge r, 1889-1976. el Dasein. El opúsculo termina con la
observación de Heidegger de que el pen­
En su propósito de romper con el idea­ samiento del «sentido del Sep> o de la «ver­
lismo tradicional, Heidegger se compro­ dad del Sep> no ha sido en él desarrollado.
mete en el proyecto de otorgar toda su Habremos de recordar que es necesario
importancia a la idea de «verdad de la que el errar, la errancia, acompañe a todo
cosa». También describe la operación del lo que hacemos. Al haber cortado la erran­
conocimiento. El autor parte del princi­ cia su relación con el misterio, es consi­
pio de que, en el proceso del conoci­ derada por el filósofo como la anti-esen-
miento, estamos «abiertos» a la cosa; mas cia fundamental; es la verdad inauténtica.
esta actitud es posible sólo porque nues­ Con todo, aunque olvidado, el misterio
tro comportamiento en general se define no ha sido sin embargo eliminado. En la
por la noción de «apertura». La noción de -►Introducción a la metafísica, el hom­
apertura se confunde de hecho con la bre viene a parar en la nada; le restará
libertad propiamente dicha, que «desve­ reaprender que la nada es el velo del Ser.
la» la cosa, Pero si la cosa puede ser des­
velada, es porque antes estaba velada, Edición: De la esencia de la verdad, Cua­
disimulada, al igual que el Ser. Es así como dernos de Filosofía, Buenos Aires, n.° 1,
Heidegger nos hace comprender cuál es 1948, pp. 7-23.
DE LA FE 138

Estudio: B. Rioux, L ’Étre et la Vérité chez cepción monista de una materia anima­
Heidegger et Saint Thomas d ’Aquin, da por fuerzas vivientes.
P.U.F., 1963. Acusado de brujería, Agrippa fue per­
seguido y encarcelado.

Edición: La philosophie occulte ou la


DE L A FE, De fide ad gratianum Au- Magie, 3 vols., Berg International, 1981-
gustum, o entre 377 y 380. 1982.
A m bro sio de M ilá n (Aurelius Ambrosius, Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol.
San), hacia 340-397. II, Montaner y Simón, 1973, pp. 110-111
y 141; A. Prost, Les sciences et les arts
Como el D el Espíritu Santo, este tra­ occultes au XVI siécle: Corneille Agrippa,
tado de teología compuesto de cinco libros sa uie et ses oeuures, De Graaf, 1965.
está dedicado al emperador Graciano. El
autor, padre espiritual del joven empera­
dor, se propone defender la divinidad del
Hijo de Dios (libros I y II), y luego expo­ DE L A G E NE R AC IÓ N DE LO S A N I­
ner la doctrina ortodoxa sobre el Espíri­ M ALES, Ilep l í^óxov ye ve ceox;, o entre
tu Santo (libros III a V). 330 y 322 a.C. ‘
San Ambrosio comenzó la redacción A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
de esta obra mientras el joven em pe­
rador se preparaba a afrontar las difi­ En el corpus biológico de Aristóteles,
cultades del combate en la guerra con­ este tratado encuentra su lugar en la pro­
tra los godos. longación de la -* H istoria de los ani­
San Ambrosio es uno de los cuatro males, puesto que en él se estudian las
grandes doctores de la Iglesia junto con modalidades de un fenómeno que esta últi­
San Jerónimo, San Gregorio y San Agus­ ma no hacía más que describir: la repro­
tín; fue, por otra parte, el que ayudó a ducción. Aristóteles examina los órganos
este último a convertirse. Cultura clásica genitales, describe su funcionamiento
y fe cristiana encuentran en él un equili­ durante el acoplamiento y la fecundación.
brio perfecto. Estudia el nacimiento y el crecimiento de
los pequeños. Para realizar esto, se apo­
Edición: De la fe, en Obras de San Ambro­ yó en la observación de todas las especies
sio (tr. M. Garrido Bonaño), Ed. Católica
animales conocidas en su época.
(B.A.C.), 1966.
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos, Edición: Reproducción de los animales (tr.
1972, pp. 106-108; G. Madec, Saint E. Sánchez), Gredos, 1994.
Ambroise et la philosophie, Etudes augus- Estudio: M. Marquat, Aristote naturalis-
tiniennes, 1974. te, Vrin, 1932.

DE L A GENERACIÓN Y L A CORRUP­
DE L A FILOSOFÍA OCULTA, De occul- C IÓ N , n e p i yEvé ae «K¡ k<x! <p0op&c, o
ta philosophia, 1531-1533. hacia 334-330 a.C.
H e in r ic h C o r n e u u s A g rip p a v o n N e t- A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
TESHEIM, 1486-1535.
Este escrito puede ser considerado como
«Filósofo» en un tiempo en el que la apéndice que cerraba lo que Aristóteles
palabra significaba ante todo «alquimis­ había escrito en su ->■ Tratado del cielo;
ta», Agrippa expone en este libro, su obra en efecto, cada uno de los dos libros ter­
más importante, los elementos de la alqui­ mina con consideraciones cosmológicas.
mia; disciplina que se funda en la con­ Aristóteles define aquí la generación como
139 DE LA GUERRA

el movimiento que va de lo que no es a lo los textos, de un método de lectura que


que es. E igualmente aborda el problema se libera de las categorías clásicas de la
de la inmovilidad del Primer Motor y el de historia de las ideas y que prescinde de
la permutación recíproca de los elementos. toda presencia detrás del texto: escru­
tando esta «diferencia» por la cual el tex­
Edición: Acerca de la generación y la to rebasa su situación logocéntrica, Derri­
corrupción (tr. varios), Gredos, 1987.
Estudio: A. Mansión, ¡ntroduction á la phy- da «deconstruye» el enunciado temático
sique aristotélicienne, Paris-Louvain, 1913. por el enunciado implícito.
En este sentido, la Gramatología es
representativa de la lectura de los filósofos
en los años sesenta: esta práctica de la
DE L A G R AM ATO LO G ÍA, D e la gram- deconstrucción se aplicaba también a otras
matologie, 1967. formas de expresión, como muestra -* La
J acqu es D e rrid a, nacido en 1930. escritura y la diferencia. Mas, con estas
dos obras, Derrida formaliza sobre todo la
Derrida prosigue en esta obra el deba­ problemática de la escritura temática obse­
te emprendido contra una tradición filo­ sionante, presente ya en su Introducción
sófica que privilegia al logos llamada «logo- a -> El origen de la geometría, y comien­
centrismo». Desde hace tres milenios, la za a alejarse de los trabajos de Husserl.
metafísica ha hecho del logos el suelo sobre
el que se asienta toda verdad haciendo gala Edición: De la gramatología (tr. O. del Bar­
co y C. Ceretti), introd. Ph. Sollers, Siglo
de un flagrante fonocentrismo; evocando XXI, 1976.
los textos de Platón, más también de Aris­ Estudios: Ensayo introductorio de Ph. Sollers
tóteles, que define a los sonidos como «sím­ en la ed. cit.; G. Bennington y J. Derrida,
bolos de los estados del alma», Derrida ve Jacques Derrida (tr. M.aL. Rodríguez Tapia),
en ellos la asimilación sistemática de la Cátedra, 1994; C. de Peretü, Jacques Derri­
da. Texto y deconstrucción, prólogo de J.
escritura a un significante derivado, es decir Derrida, Anthropos, 1989; P. Peñalver, La
a un «suplemento de la palabra» (Rous­ desconstrucción. Escritura y filosofía, Mon­
seau). La filosofía habría por tanto consi­ tesinos, 1990.
derado a la escritura como caída en la exte­
rioridad del sentido — depreciación que
continúa realizándose hasta en el estable­
cimiento de oposiciones conceptuales bien DE L A GUERRA, Vom Kriege, 1833.
conocidas (la de significante y significado, K a r l v o n C la u s ew itz, 1780-1831.
de lo exterior y lo interior). Sin embargo,
esta crítica que atraviesa casi la totalidad La más importante obra de Clausewitz
de la obra, no debe hacer olvidar su parte fue objeto de retoques constantes y no
directamente exegética, pues hay largos llegó a publicarse en vida de su autor.
estudios consagrados a Saussure, a Lévi- Es la obra de un teórico y de un estrate­
Strauss y sobre todo a Rousseau. ga. Su objetivo es pensar la guerra. Pensada
El análisis del Ensayo sobre -»■ el ori­ como un proceso cognoscible, puesto que
gen de las lenguas de Rousseau es más obedece a una lógica y a unas leyes, y no
que una aplicación de la matriz teórica de como una irracionalidad absolutamente rebel­
la primera parte: sin romper con la tra­ de a toda teorización. Pensar la guerra como
dición que afirmaba la prioridad de la voz un proceso controlable y comprender su lógi­
sobre la escritura, Derrida estima que de ca, deben permitir conduciría mejor y alcan­
hecho Rousseau «había sentido el arre­ zar sus objetivos. Como Auguste Comte en
bato en la palabra misma, en el milagro la misma época, Clausewitz piensa que el
de su inmediatez». La voluntad derridia- conocimiento teórico debe dar al que b posee
na de desprenderse de una ontología que un poder sobre el curso de las cosas. Al afir­
hace de la escritura un auxiliar, exige la mar que «la filosofía [i.e. la teoría] y la expe­
adopción de una nueva manera de leer riencia [...] no deben jamás excluirse mutua­
DE LA IDEA DE LEY NATURAL EN LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEAS 140

mente», Clausewitz elabora un conocimien­ Hobbes). El autor evoca por tanto, no sola­
to empírico de la guerra. La obra abunda en mente la posibilidad, sino la necesidad
experiencia militar de su autor: las guerras de un retomo a la paz. Y no porque los
revolucionarias (los «Soldados del año A»), las beligerantes hayan alcanzado un equilibrio
conquistas de Napoleón y los fracasos de — situación que Clausewitz considera impo­
éste en España y Rusia. Del libro, se ha rete­ sible— , sino porque la continuación de las
nido la fórmula bien famosa: «La guerra es hostilidades no es siempre deseable, y la
la continuación de la política por otros evolución misma del conflicto ofrece oca­
medios.» No hay aquí el menor cinismo, sino siones en que no reporta ninguna venta­
el recuerdo de una verdad universal: no se ja continuar con el duelo. La situación está
hace la guerra por la guerra; toda guerra entonces de acuerdo con la necesidad ori­
busca objetivos que son extraños a ella, no ginal del enfrentamiento armado, que es
militares, sino políticos (en un sentido amplio). — recordémoslo— política. Y cuando los
Sin embargo, el modo en que la guerra es objetivos militares están fuera de alcance,
conducida obedece a imperativos que, esta la guerra acaba en diplomacia.
vez, son militares. Se los puede resumir de D e la guerra ha tenido una enorme
manera simple: aniquilar al enemigo; no influencia en el pensamiento militar con­
exterminarlo, sino privarlo de todas sus capa­ temporáneo, y mucho más allá de las estra­
cidades ofensivas y defensivas (al igual que tegias propias de ese campo. Los dirigentes
Rousseau, Clausewitz distingue al hombre de las guerras de descolonización (Chi­
del soldado que combate). na, Vietnam) recordarían, en particular,
Ello es tanto como decir que la guerra las lecciones extraídas por Clausewitz de
no tiene más ley que la relación de fuer­ las guerras revolucionarias en Francia
zas. La cuestión ética de un derecho de — la guerra es asunto de toda la nación
la guerra no es planteada, pues la obra (idea que se encuentra ya en Maquiave­
sólo trata de estrategia. Una vez empren­ lo)— y del fracaso de Napoleón en Espa­
dida la guerra, hay que ganarla. Y ganar­ ña y Rusia — la potencia de un pueblo
la contra un adversario cuyas decisio­ organizado en guerrillas sobre su propio
nes imprevisibles, puesto que son libres, territorio puede acabar con el ejército más
deben al menos estar integradas en la «m oderno» y mejor equipado— . Por lo
estrategia. De la guerra es aquí el here­ demás, la obra ha suscitado una multitud
dero de una problemática ya elaborada de estudios, comentarios, y nuevos análi­
por Maquiavelo ( * E l arte de la guerra). sis de los conflictos contemporáneos, entre
Clausewitz discierne una tendencia que los cuales hay que mencionar la obra
le parece esencial a toda guerra. El con­ monumental de Raymond Aron.
flicto armado evoluciona naturalmente,
por su propia lógica, hacia la situación de Edición: De la guerra, Estado Mayor del
Ejército, 1978.
«guerra absoluta», que excluye toda con­ Estudio: R. Aron, Pensar la guerra, Clau­
sideración ética o humanitaria suscepti­ sewitz (tr. B. Lacoste), Ministerio de Defen­
ble de falsear el juego de fuerzas. N o hay sa, 1993.
cuestión alguna para las fuerzas en litigio
que no sea la tendencia a evolucionar
hacia la maximización del ensañamiento.
Esto no significa que la guerra deba pro­ DE LA IDEA DE LEY N ATU R A L EN
ponerse como objetivo destruir absoluta­ LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA C O N ­
mente todo en el campo del adversario TEMPORÁNEAS, De l’idée de loi natu-
(por ejemplo, la población civil), sino que, relle dans la Science et la philosophie
en el teatro de las operaciones, la máxi­ contemporaines, 1895.
ma violencia es la ley. Émile B o u t r o u x , 1845-1921.
Al no ser en absoluto la guerra un fin
en sí, no podría convertirse en un estado Esta obra completa la tesis de Émile
permanente u original (Clausewitz no es Boutroux: -*■ De la contingencia de ¡as
141 DE LA INTELIGENCIA

leyes de la naturaleza. El autor retoma del absolutismo real. Budeo es el más radi­
aquí las ideas fundamentales e intenta cal de todos ellos, puesto que no concibe
mostrar que «las leyes de la naturaleza no el menor límite al poder real.
se bastan a sí mismas y tienen su razón
en las causas que las dominan: de mane­ Edición: Una reproducción del texto origi­
ra que el punto de vista del entendimien­ nal se encuentra en la obra de Cl. Bontems,
Le Prince dans la France des XVIeet XVIP
to no sería el punto de vista definitivo del
siécles, P.U.F., 1966.
conocimiento de las cosas». Estudio: L. Delaruelle, Guillaume Budé:
Les origines, les débuts, les idées maítris-
Edición: De l ’idée de lo i naturelle dans ses, Slaktine, 1970.
la Science et la philosophie contemporai-
nes, Vrin, 1949.
Estudio: J. Wahl, Tableau de la philoso­
phie frangaise, Idées/Gallimard, 1962.
DE LA INTELIGENCIA, D e l ’inteli-
gence, 1870.
DE LA INSTITUCIÓN DEL PRÍNCIPE, H ip p o ly te Taine, 1828-1893.
De l ’Institution du prince, 1547.
G u illa u m e B u d é(B u d eo), 1467-1540. Meditada desde los años 1850, esta
obra, consagrada al estudio del entendi­
El manuscrito, redactado hacia 1519, miento o de la facultad de conocer, ha
no üevaba originalmente ningún título. Éste contribuido largamente a la difusión de la
le fue añadido en 1547 y varía según los psicología experimental.
editores: Testimonio del tiempo, o Ense­ El libro primero de la primera parte
ñanzas y exhortaciones para la institu­ trata de los signos. Un signo es «una expe­
ción del Príncipe (ed. de Guillaume Ca- riencia presente que nos sugiere la idea
zeau), D e la Institución del príncipe (ed. de una experiencia posible». El libro II tra­
de Jean de Luxembourg), El libro de la ta de las imágenes. Una imagen es «una
institución del príncipe para el muy cris­ sensación que renace espontáneamente».
tiano rey Francisco Primero (ed. de Jehan A estos primeros elementos del conoci­
Foucher). Como este último título indica, miento se añaden las sensaciones (1. III),
la obra está dedicada al rey Francisco I. a propósito de las cuales se hace refe­
En la obra define Budeo las modalidades rencia a los principales trabajos de la épo­
del poder real apelando a un reforzamiento ca en materia de psicología experimen­
del absolutismo real: el poder del prínci­ tal 0- IV).
pe no debe ser compartido; el pueblo y la Compuesta, al igual que la primera, de
nobleza no tienen ningún papel político cinco libros, la segunda parte aborda el
que jugar. Budeo traza igualmente el retra­ principio general del conocimiento, como
to del Príncipe ideal, que debe reunir en también el conocimiento de los cuerpos y
su persona unas cualidades físicas que ins­ de los espíritus, y de las cosas en general.
piren respeto en sus súbditos y una fuer­ Taine extrae leyes relativas a las cosas
za intelectual consagrada por entero al reales, y pone de manifiesto el vínculo
arte de la política. El príncipe aparecerá entre los caracteres generales de la razón
así como un ser superior, dotado de una explicativa de las cosas. Igualmente explí­
superioridad de derecho y de hecho que cita los métodos para encontrar «el inter­
se apoya en esta superioridad física y espi­ mediario explicativo».
ritual. El príncipe reinará en solitario, y la
riqueza del Estado — que garantiza la esta­ Edición: De l’intelligence, 2 vols., Hachet-
bilidad interior y exterior— será para él te, 1948.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
un precioso auxiliar. fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.8D. Morán),
Este texto da testimonio del atractivo vol. II, Tecnos, 1988, pp. 495-498 y 508;
que ejercía sobre los pensadores políticos C. Evans, Taine: essai de biographie inté-
de principios del siglo xvi la posibilidad rieure, Nizet, 1976.
DE LA INTERPRETACIÓN 142

DE L A INTERPRETAC IÓ N . del conocimiento marcado por el agusti-


A ristó te le s . nismo, que el autor asocia al naturalismo
Véase O RGANON. y al progreso racionalista del siglo xvn. De
la investigación de la verdad nace en el
fragor del cartesianismo, del que Male­
branche toma el rigor de su método, los
DE L A IN T E R P R E T A C IÓ N . Ensayo trazos característicos de su metafísica y el
sobre Freud, De l ’interprétation. Essai marco filosófico de los problemas de la
sur Freud, 1965. sustancia, de la unión del alma y el cuer­
P a u l R ico e u r, nacido en 1913. po, de las relaciones entre la inteligibili­
dad de lo sensible y la de lo inteligible
Resultado de tres conferencias dadas — problemas que este libro intenta resol­
en la Universidad de Yale en 1961, bajo ver a fin de fundamentar un nuevo acuer­
el título de «Terry Lectures», este ensayo do entre la fe y la exigencia racional.
trata de los problemas filosóficos que plan­ Desde su primera edición en 1674, el
tea el psicoanálisis. El psicoanálisis pre­ texto de Malebranche fue recibiendo nume­
tende ofrecer una interpretación global rosas adiciones, modificaciones y desa­
de la cultura y, por esta razón, entra en rrollos importantes hasta la edición defi­
conflicto con cualquier otra interpretación nitiva de 1712: la composición inicial se
del fenómeno humano. reducía a los tres primeros libros, dedica­
La empresa de Ricoeur consiste en dos a los sentidos, a la imaginación y al
interrogar al discurso freudiano. Empre­ entendimiento o espíritu puro. El segun­
sa de orden epistemológico, se limita a do tomo (aparecido en 1675), que com­
plantear las cuestiones siguientes-, ¿qué prende los libros IV a VI, trata sobre las
es interpretar para el psicoanálisis?, y inclinaciones, las pasiones y el método
¿cómo se articula la interpretación de los para una aproximación a la verdad: el libro
signos de la psique con la explicación eco­ viene a completar y afirmar la difícil con­
nómica que se endereza a la raíz del ciliación entre el racionalismo subjetivo de
deseo? El segundo problema que Ricoeur Descartes y el estable reino platónico de
aborda concierne a la filosofía de la refle­ las esencias eternas, esbozada en los libros
xión: ¿de qué nueva comprensión de sí I a III. Las circunstancias de la composi­
proceden esas interpretaciones y qué es ción y la edición del texto, continuamen­
lo que así se comprende? Finalmente el te modificado y aumentado durante cua­
autor plantea el problema dialéctico de la renta años, explican la ordenación y la
interpretación freudiana: ¿es o no es exclu­ estructura de la exposición, centrada en
siva de toda otra interpretación? tomo al eje formado por los libros IDy IV:
tras haber suscrito la crítica cartesiana de
Edición: Freud: una interpretación de la lo concreto en los libros I y II («Los senti­
cultura (tr. A. Suárez), México, Siglo XXI,
dos» y «La imaginación»), en el libro IDque
1975.
Estudio: Paul Ricoeur: Les métamorpho- debía concluir la obra en su forma inicial,
ses de la raison herméneutique, Le Cerf, propone Malebranche una nueva teoría
1991. del conocimiento: un misticismo filosófi­
co de base cartesiana, una «visión en Dios»
de las verdades eternas hecha posible por
el precepto cartesiano de atención a las
DE L A INVESTIG ACIÓ N DE L A VER­ ideas claras y distintas. Esta conclusión
D A D , D e la recherche de la uérité, provisional se revela como un punto de
1674-1675. partida, o un jalón preparatorio de nue­
N ic o lá s M a le b ra n ch e , 1638-1715. vos desarrollos tanto científicos como meta-
físicos que llevan, si no a una ruptura, sí
Esta primera obra de Malebranche desa­ al menos a una reforma del cartesianismo
rrolla una filosofía religiosa, un misticismo (corrección de la ley de las colisiones, crí­
143 DE LA JUSTICIA EN LA REVOLUCIÓN Y EN LA IGLESIA

tica de la resistencia al reposo, rechazo de kantianas. Es también un precursor del


la tesis de las ideas innatas). siglo xvni y del positivismo que revela la
El cartesianismo de Malebranche, que Investigación de la verdad: el primado
justifica ante sus contemporáneos el rigor de la ley divina que domina y ordena las
y la modernidad de su proceder y de su causas naturales ocasionales, enlaza estre­
objetivo, no es más que el rodeo meto­ chamente las nociones de ley, de nece­
dológico necesario llamado a ser sobre­ sidad y de contingencia, anunciando la
pasado por el pensamiento metafísico ori­ crítica moderna de las ciencias.
ginal que el autor funda. El dualismo
cartesiano entre la materia y el espíritu, Edición: De la recherche de la verité, 3 vols.,
ligado a una crítica del conocimiento, en Oeuvres completes, Vrin-C.N.R.S., 1972-
1976.
deviene una aproximación indirecta de la
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
tesis original de la visión en Dios: la mate­ fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
ria se hace inteligible cuando es en Dios vol. I, Tecnos, 1988, pp. 788-808; F. Alquié,
donde se contempla la idea. El pensa­ Le Cartésianisme de Malebranche, Vrin,
miento de Agustín, en el que se inspira la 1974.
tesis de Malebranche, es a su vez sobre­
pasado: en este platonismo cartesiano
que desarrolla la Investigación de la ver­
dad, ya no son simplemente «ideas» (las D E LA JUSTICIA EN L A R E V O LU ­
esencias geométricas) las que son conce­ C IÓ N Y EN LA IGLESIA, De lajusti-
bidas en el entendimiento de Dios, sino ce dans la révolution et dans l ’Église,
asociaciones que mezclan sentimientos e 1858.
ideas. Puesto que, según Descartes, la P ie rr e Joseph P ro u d h o n , 1809-1865.
naturaleza de los cuerpos reside en el
entendimiento, y que éste es para Male­ En esta extensa exp osición de su
branche el lugar por excelencia de la inte­ ideal revolucionario (1.600 páginas),
ligibilidad, son los cuerpos particulares los Proudhon desarrolla una oposición sis­
que son percibidos de manera inteligible, temática a todo ideal religioso investido
por la «visión en Dios». de una autoridad institucional, peda­
El verdadero sentido y las perspectivas gógica, moral o política. A partir de una
originales de la primera obra de Male­ teoría de la justicia, lugar de equilibra-
branche deben ser entendidos más allá de ción de las fuerzas sociales, «cosa tanto
las fuentes cartesianas que parecen pre­ más real por cuanto reposa sobre rea­
dominar en su propósito. Los temas más lidades», el autor establece una oposi­
nuevos escapan al cartesianismo o tien­ ción inicial inflexible entre la justicia
den a refutarlo: así, la unión entre la inte­ trascendente de la religión, que pone
ligencia y la fe, la afirmación según la cual el principio jurídico en una autoridad
las causas naturales son ocasionales e ine­ exterior y superior (Dios, Iglesia, Esta­
ficaces, o la refutación del innatismo. Si do), y ¡a justicia revolucionaria, cuyo
Malebranche acepta el co gito , es sin principio reside en el hombre — justicia
embargo la cosa pensada lo que lo lleva inmanente de la que sólo la conciencia
al acto de pensar; el sujeto tiene incluso tiene la revelación— .
tendencia a borrarse, quedando empero En la perspectiva de esta oposición
oculto en la sombra del objeto. De este entre la trascendencia religiosa y la inma­
modo aparecen anunciados ciertos aspec­ nencia revolucionaria se enmarcan los
tos de las filosofías de Maine de Biran y doce estudios que com ponen la obra:
de Bergson. Con su concepción de la una justicia instaurada por el Estado o
magnitud inteligible — no ya como la sim­ por la Iglesia carece de realidad, es pura­
ple idea clara de Descartes, sino como la mente nocional o irracional, com o un
sede de todas las ideas claras y distintas— , acto de fe; ello da como resultado una
Malebranche prepara ciertas nociones inmoralidad social que entraña la arbi­
DE LA JUSTICIA UNIVERSAL 144

trariedad económica y la inmoralidad propuestas: ¿qué es la libertad de elección?


política. y ¿la seguimos teniendo? (caps. I y II). La
Esta obra ha podido inspirar las teo­ originalidad del tratado reside en que ense­
rías modernas de la autogestión, mas es guida da las respuestas (caps. DI y IV).
sobre todo en el ámbito de la pedago­ La libertad es un poder: la voluntad que
gía («De la educación», estudio 7) don­ no tiene el poder de pecar es más libre
de se puede reconocer la influencia de y por tanto más potente que aquélla que
Proudhon, con la enseñanza igualitaria. lo tiene; ni siquiera Dios puede obligarla
a abandonar la rectitud (caps. V a IX).
Edición: De la justice dans la réuolution Después de haber estudiado la servidum­
et dans l ’Église, 4 vols., col. «Corpus des bre del pecado (caps. X a XII), el autor
oeuvres de philosophie en langue frangai-
se», Fayard, 1989-1990. extiende la definición de la libre elección
Estudio: P. Haubtmann, Pierre Joseph a Dios (caps. XIII-X1V).
Proudhon: sa vie et sa pensée, 2 vols., Des- Considerado a menudo como precur­
clée De Brouwer, 1988. sor del pensamiento tomista, Anselmo
ofrece una nueva interpretación de la pro­
blemática de la libertad.

DE LA JUSTICIA UNIVERSAL, Exem- Edición: «Del libre albedrío» (tr. J. Alame­


plum Tractatus de justitia universali, da), en el vol. I (pp. 542-587) de las Obras
sive de fontibus, 1622. completas de San Anselmo, Ed. Católica
(B.A.C.), 1952.
F ra n cis B a co n , 1561-1626.
Estudio: A. Koyré, L ’idée de Dieu dans la
philosophie de saint Anselme, Vrin, 1984.
Se trata de un conjunto de «leyes de
leyes». Entre las fuentes de la injusticia,
Bacon reconocía la fuerza desnuda, el
engaño y la misma ley. Y sitúa el naci­ DE LA M ONARQUÍA, De monarchia,
miento del derecho a partir de la forma­ 1559.
ción del grupo humano. El derecho pri­ D a n te A u gh ieri, 1265-1321.
vado es el fruto de la lucha entre un
principio conservador, la ley, y un prin­ Este tratado de filosofía política, redac­
cipio destructor, la fuerza. tado hacia 1310, fue impreso por vez pri­
mera en Basilea en 1559.
Edición: Essai d ’un traité sur la justice El fondo histórico de la obra es el com­
universelle (tr. J.-B. de Vauzelles), Méridiens-
Klincksieck, 1986. bate que libran en Florencia los güelfos,
Estudio: A. Kremer-Marietti, introducción a fieles al papado, y los gibelinos, defenso­
la edición citada. res del Estado monárquico moderno y a
los cuales se liga Dante. Esta obra no es
un tratado partidista, sino un trabajo teó­
rico fuertemente articulado sobre la histo­
DE LA LIBERTAD DE ELECCIÓN, De ria romana y sobre una metafísica de ins­
libertóte arbitrii, o, entre 1080 y 1085. piración aristotélica.
A n s e lm o de C a n t e r b u r y (San), 1033- El principio imperial (monárquico) es
1109. garantía de la unidad, y por tanto de la paz;
Tratado consagrado al estudio de las la independencia de los dos poderes (la
Sagradas Escrituras. Iglesia y el Imperio), por estar fundada sobre
la dualidad de la naturaleza humana, hace
Este diálogo que opone el maestro y a bien necesaria una doble institución (celes­
su discípulo se divide en catorce capítulos. te y terrestre, gestionada separadamente
Dos cuestiones primordiales, fundadas por el papa y el emperador); mas esto no
sobre la constatación de una incompati­ excluye la necesidad última de un princi­
bilidad entre la gracia y el libre arbitrio, son pio dominante: el emperador como media­
145 DE LA NATURALEZA

dor de Dios sobre la tierra y garante de la no está formalmente establecido, y han


unidad social; el papa como figura de un circulado ediciones muy variadas, inclu­
poder espiritual que no pertenece más que yendo versiones no versificadas.
a Dios. Al trazar tal vez la primera figura Sería erróneo reducir a su forma mís­
de un espacio propio del político que legi­ tico-poética el mensaje del filósofo de Elea.
tima la unidad y la universalidad, Dante De hecho, el razonamiento lógico más
prepara el camino a Bodín y a los teóricos implacable es el que tiene la prioridad, una
modernos del político. vez atravesadas las puertas de la Verdad.
Parménides se presenta com o una
Edición: Monarquía (tr. L. Robles Caree- especie de anti-Heráclito: devenir, naci­
do y L. Frayle Delgado), Tecnos, 1992. miento, muerte, separación y procrea­
Estudio: L. Robles Carcedo y L. Frayle Del­
ción recíproca de las cosas..., de eso está
gado, «Estudio preliminar» a la ed. cit.
prohibido hablar. Todo esto es fruto,
según Parménides, de la opinión, que es
esclava de las apariencias sensibles. Para
acceder a la verdad, es preciso por el con­
DE LA NATURALEZA.
trario razonar. Ésta es sin duda la origi­
Empédocles de A grjgento.
nalidad fundamental de Parménides, su
Véase FRAGMENTOS.
potencia a la vez que su debilidad: con­
fiar todo al razonamiento, no admitir nada
que la razón no pueda establecer, inclu­
so aunque la evidencia sensible parezca
DE LA NATURALEZA. imponerse con la mayor de las fuerzas.
H e r á c lit o de É feso. Razonemos pues. ¿Qué se puede decir
Véase FRAGMENTOS. del ser? ¿Qué se debe decir? Esto y sola­
mente esto: que es. Hablar de devenir, de
procreación a partir de elementos primiti­
vos (como lo hacen por ejemplo los Jóni­
DE L A NATURALEZA, ílepí «pfoeex;. cos), es caer en el error, peor aún, en fal­
Parm énides d e E lea , siglos vi-v a.C. ta lógica. Pues ¿qué significa afirmar: «Esto
deviene aquello», «Esto engendra aquéllo?
Este poema, del que no poseemos más Simplemente decir que esto cesa de ser
que el principio, tiene muy poco que ver esto, que ya no es esto (para devenir otra
con el estilo prosaico jónico (de los Mile­ cosa), y que, en consecuencia, esto no es
sios) ni con los poderosas imágenes de ésto, ¡pese a seguir siéndolo, pues se con­
Heráclito. El tono de la obra, sobre todo en tinúa haciendo de él el sujeto de ese deve­
sus comienzos, es resueltamente esotérico. nir! Hablar de devenir, de generación y
El mensaje es presentado como un rito ini- de corrupción, es por tanto alojar al no-ser
ciático, por el cual el poeta, conducido en en el corazón mismo del ser, atribuir la nada,
un carro por las hijas del Sol, llega a las como una propiedad, al ser. Lo cual es con­
puertas del día, guardadas por la Justicia; tradictorio, y por tanto irrazonable.
una vez que ha abierto las puertas, ésta El ser es. El no-ser no es. Tal es el tex­
transmite al poeta el mensaje de la verdad. to de la filosofía. Se podrá encontrar esto
En su forma, este recitativo debe pro­ excesivamente lacónico. Pero ¿quién ha
bablemente mucho a la literatura esca- dicho que la verdad tenga que presentar
tológica del orfismo. El examen del con­ los colores variopintos de lo sensible?
tenido filosófico del poema deja entrever Físicamente, todo movimiento queda
muy diversas influencias (pitagóricas, entre naturalmente —es decir, lógicamente—
otras), que los historiadores de la filoso­ excluido. Pues ¿qué significa decir que un
fía y los filólogos han intentado esclare­ ser se mueve, o se desplaza? Exactamente
cer sin llegar a resultados absolutamente decir que ese ser está y no está a la vez
indiscutibles. El texto mismo del poema aquí y allá. Zenón de Elea extraerá de esta
DE LA NATURALEZA DE LAS COSAS 146

contradicción paradojas bien conocidas. DE LA N A T U R A L E Z A DE L A S


Y no vale, como hacía Diógenes levan­ COSAS, D e rerum natura.
tándose en mitad de la conferencia para L ucrecio (Tito Lucrecio Caro), hacia 98-
recorrer la sala de clase, intentar probar 55 a.C.
el movimiento por el procedimiento de
desplazarse. Porque eso es afirmar, implí­ Este gran poema es la obra única de
citamente, que se ha elegido la vía de la Lucrecio. El establecimiento del texto plan­
experiencia sensible como alternativa del tea una multitud de problemas, que los
razonamiento, lo cual seguiría teniendo filósofos discuten desde el Renacimiento
que ser justificado. El eleatismo parme- sin que hayan quedado todos resueltos.
nídeo es así un inmovilismo. Lucrecio se presenta como el traduc­
Una sola realidad puede por tanto ser tor de Epicuro y el intérprete de su pen­
pensada: la esfera perfecta, físicamente samiento en el seno de una cultura latina
continua, isótropa y homogénea, finita, que conocía mal el materialismo griego.
increada — o, mejor, eterna— , inmóvil. La forma poética de la obra (que forzo­
Tal es la vía de la verdad, que en absolu­ samente no le habría gustado a Epicuro)
to prohíbe seguir la de la opinión (cosa es justificada por consideraciones peda­
que Parménides no se priva de hacer en gógicas. El poema, como su título indica,
el dominio de las especulaciones cosmo­ privilegia la perspectiva física. La lógica,
lógicas), a condición de saber que no se y sobre todo la moral, están sin embargo
trata entonces de ciencia. constantemente presentes.
La influencia de Parménides fue inmen­ H poema se divide en seis cantos, mas
sa. N o es exagerado decir que después seguramente está inacabado.
de él, todas las especulaciones metafísi­ El primer canto se abre con una invo­
cas han tenido que afrontar el problema cación a Venus, madre de todos los bene­
que él suscitó. Casi veinticinco siglos des­ ficios-. himno a la naturaleza, al placer, a
pués del poema de Parménides, Bergson la paz (Marte es abatido por el amor).
sigue discutiendo las paradojas plantea­ Sigue un elogio de Epicuro, que no es
das por el eleatismo. Pero por encima de para Lucrecio una formalidad; al rendir
todo, Parménides inaugura una tradición homenaje al papel prometeíco de su
racionalista que atraviesa toda la historia maestro, el poeta latino está satisfacien­
de la filosofía, que es, de alguna manera, do una deuda personal; se sentía en efec­
la filosofía misma, y la ciencia también, to deudor con la filosofía epicúrea por su
sin duda alguna. Para lo mejor, mas tam­ curación y su salvación personales.
bién, dirán algunos, para lo peor; «esto A continuación expone Lucrecio los
no es pensable según la razón, por tan­ principios fundamentales de la física epi­
to esto no puede ser».- un tal principio cúrea: los átomos, el vacío, la infinitud del
— que se apoya en el desprecio de la expe­ universo, no sin polemizar con otros «físi­
riencia— ha dado algunos frutos amar­ cos» griegos anteriores (Heráclito, Empé­
gos; que se piense, por ejemplo, en ¡el docles, Aristóteles y los estoicos). La expo­
encarnizamiento de la física escolástica sición lucreciana de la física atomista es
contra la ciencia moderna, o incluso en admirable por la abundancia y vivacidad
la obstinación de un Descartes contra la de las imágenes que el poeta pone al ser­
mecánica experimental de Galileo! vicio de la teoría.
El canto 11se abre con preocupaciones
Ediciones: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los morales (el famoso «Suave mari magno...»},
filósofos presocráticos (tr. J. García Fer­ donde el autor rememora los fundamen­
nández), Gredos, 1969; «Parménides» (tr. tos de la ética epicúrea — terapéutica de
C. Eggers y V. E. Juliá), en Los filósofos
presocráticos (recopilación de textos), Gre­ los temores por la ausencia de dolor en el
dos, 1978, vol. I, pp. 399-484. cuerpo y la ataraxia del alma— , para vol­
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr. ver enseguida a la física, y más especial­
E. Martín), Cátedra, 1992. mente a los propiedades del movimiento
147 DE LA NATURALEZA DE LOS DIOSES

de los átomos. Aquí es introducida la famo­ lenguaje, técnica, organización política,


sa noción d e «clinamen», ligera desviación etc.) deja una impresión ambigua: ¿visión
de los átomos por relación a su trayecto­ optimista de una marcha hacia el pro­
ria vertical, que explicaría sus choques greso, o cuadro pesimista de un proce­
mutuos y la constitución de los cuerpos so de decadencia?
compuestos. El clinamen ha suscitado El canto VI trata de los meteoros y ter­
numerosas discusiones teóricas entre los mina con una terrible descripción de la
comentaristas del materialismo antiguo. peste que asoló a Atenas en la época de
Lucrecio se aplica igualmente a mos­ las guerras del Peloponeso — fuente de
trar cómo las propiedades macroscópi­ inspiraciones múltiples en la literatura.
cas de los cuerpos pueden ser explicadas El poema de Lucrecio ocupa un lugar
por la combinación de corpúsculos ele­ de primer rango entre los escritos del pen­
mentales (los átomos) que individualmente samiento occidental. Su interés teórico no
no poseen tales propiedades. le va a la zaga de su valor poético. De
Este canto se acaba con una explica­ rerum natura ha ejercido una influencia
ción de la génesis y la degeneración de inmensa sobre el pensamiento filosófico:
los mundos en el seno del universo eter­ como repelente en las manos de los idea­
no e infinito. listas, que convirtieron en espantajo toda
Una vez disipados los temores reli­ referencia a Epicuro y a Lucrecio, y como
giosos por el verdadero conocimiento de pilar insuperable para todo materialismo
la naturaleza, el canto III se ocupa de otro (Gassendi, Spinoza, Marx, y muchos otros).
de los terrores vanos del hombre: la muer­
te. Es aquí donde tiene lugar la exposi­ Edición: De la naturaleza de las cosas (tr.
ción de la doctrina lucreciana del alma. A. García Calvo), Cátedra, 1983.
Estudios: «Lucrecio», en G. Santayana, Tres
Ésta es corporal, compuesta de átomos, poetas filósofos (tr. J. Ferrater Mora), Tec­
y no puede por tanto sobrevivir a la muer­ nos, 1995; M. Conche, Lucréce et l ’expé­
te del cuerpo al que está ligada (la unión rience, Ed. de Mégare, 1981.
del alma y del cuerpo es objeto de aná­
lisis particularmente precisos en este can­
to). En lo relativo a la muerte, el canto
recoge lo esencial de la Carta a Mene- DE L A N A T U R A LE ZA DE LO S DIO­
ceo de Epicuro (véase -*• Cartas y máxi­ SES, D e natura deorum, o de 45 a 44
mas); pero Lucrecio la adorna con un a.C.
lujo de descripciones psicológicas del C ic e r ó n (M arco Tulio), 106-43 a.C.
hombre atormentado por el vano temor
a la muerte. Compuesto de tres libros, este tratado
El comienzo del canto IV trata de la narra una conversación que habría teni­
percepción, y expone la teoría de los do lugar en el año 77 a.C. entre tres per­
«simulacros». La ilusión y la imaginación sonajes: el epicúreo Velleio, el estoico
son igualmente explicadas por mecanis­ Balbus y el intérprete del autor, Aurelio
mos de esencia material. El final del can­ Cotta.
to IV, menos estructurado, es una crítica En el curso de este diálogo, Velleio
del conocimiento por causas finales. Se expone la doctrina epicúrea: los dioses
encuentra también aquí una diatriba céle­ existen, mas viven dichosos en una com­
bre contra el amor y las servidumbres que pleta autarquía y, en consecuencia, no
acarrea el estado pasional. intervienen en los asuntos humanos; no
El canto V expone la historia del mun­ se debe por tanto esperar de ellos casti­
do — el nuestro, porque hay una infini­ go o favor alguno. Balbo expone a su vez
dad de mundos— , historia en la que la doctrina estoica: los dioses existen y
Lucrecio no concede papel alguno a la juegan un papel providencial tomando
providencia. La historia de la humanidad parte en el acontecer de la vida y de los
y de sus progresivas conquistas (vida social, sucesos humanos.
DE LA NATURALEZA HUMANA 148

A los ojos de Cicerón, estas dos teo­ la guerra de todos contra todos, los hom­
rías son extremas e inaceptables. El autor bres han de renunciar a su derecho natu­
hace intervenir a un tercer interlocutor, ral sobre todas las cosas y comprome­
Cotta, que expresa su propio pensamien­ terse a obedecer para siempre al príncipe,
to. Después de haber refutado la teoría del que en compensación les garantizará su
epicúreo, Cotta condena el politeísmo, seguridad.
como también toda visión antropomórfi- Es preciso relacionar esta obra con otro
ca de los dioses. Dios no es un ser con­ escrito de Hobbes, el tratado -*• Del hom­
creto: es el espíritu. bre, que presenta, de manera menos orde­
Este tratado, redactado poco después nada, el mismo contenido.
de la muerte de César, está dedicado a Bru­
to, su asesino; es un tríptico dialéctico; tres Edición: «La naturaleza humana» (tr. E.
Lynch), en Hobbes, antología preparada por
teorías son en efecto expuestas: el epicu­ E. Lynch, Península, 1987, pp. 123-178.
reismo, el estoicismo y el neoplatonismo. Estudio: Introducción de E. Lynch a la ed. cit.
Al criticar las posiciones religiosas de las
dos primeras doctrinas, Cicerón se man­
tiene muy neutro. Entre esos dos extre­
mos, elige, a través de su doble Cotta, una DE L A N A T U R A L E Z A O DE L N O -
vía intermedia, mesurada y equilibrada. SER, nepi (póceooq fi üepi xo'O |¿ñ Svtoq,
La obra no contiene ninguna teoría O hacia 440 a.C.
nueva u original, no da ninguna solución G o r g ia s de Leontium , hacia 487-hacia
personal, pero es el testimonio sobre la 380 a.C.
teología antigua de un hombre fatigado y
decepcionado por los acontecimientos Existen dos versiones de esta obra, la
sociales e ideológicos que lo han alejado de Sexto Empírico y la del pseudo-Aris-
de la escena política. tóteles. Gorgias se esfuerza en mostrar
que ningún ser existe por razonamientos
Ediciones: Sobre la naturaleza de los dio­ que apuntan tanto al ser como al discur­
ses (tr. F. Samaranch), Aguilar, 1970; De la so. En Gorgias, la ontología no es sepa­
nature des dieux (tr. M. Van den Bruwae- rable del arte de la retórica que lo ha hecho
ne), 4 vols., Latomus, Bruselas, 1970-1986. célebre. Más que de ontología, habría que
Estudio: R. Mondolfo, El pensamiento anti­
hablar — en Gorgias— de «rechazo de toda
guo. Historia de la filosofía greco-romana
(tr. del ital. por S. A. Tri), vol. H: Desde Aris­ problemática ontológica» (Jean Louis Poi-
tóteles a los neoplatónicos, Buenos Aires, rier). La argumentación del tratado se arti­
Losada, 1942, pp. 173-182. cula en etapas rigurosamente sucesivas,
según el modo regresivo del «incluso si»
(argumento «a fortio ri»): el ser no existe;
incluso si existiera, no podría ser pensa­
DE L A N A T U R A L E Z A H U M A N A , o do; e incluso si pudiera ser pensado, el
Los elem entos fundam entales de la lenguaje no sabría expresarlo. La posibi­
política, H uman N atu re, o r the Fun­ lidad de la retórica (véase el diálogo de Pla­
damental Elements o f Policy, 1650. tón que lleva el nombre de -*■ Gorgias)
Thom as H obb es, 1588-1679. está así fundada sobre una ruptura entre
Primera parte de los Elementos del dere­ el dominio del ser y el del lenguaje.
cho natural y político.
Edición: Sofistas, Testimonios y fragmen­
tos (tr. A. Melero Bellido), Gredos, 1996.
En esta obra, que fue traducida por el Estudios: Introducción de A. Melero Belli­
barón de Holbach en 1772, Hobbes estu­ do a la ed. cit.; J. Barnes, Los presocráti­
dia la naturaleza del hombre — y más cos (tr. E. Martín), Cátedra, 1992; W. Jae-
específicamente sus pasiones— con vis­ ger, Paideia. Los ideales de la cultura
griega, México, Fondo de Cultura Econó­
tas a establecer las condiciones de su mica, 1981; T. Calvo, De los sofistas a Pla­
supervivencia en comunidad. Para evitar tón: política y pensamiento, Madrid, 1986.
149 DE LA RELIGIÓN, CONSIDERADA EN SU FUENTE, SUS FORMAS Y SU DESARROLLO

DE LA PREDESTINACIÓN DIVINA, en la adversidad donde el hombre virtuo­


De divina praedestinatione, 851. so encuentra más seguramente la ocasión
Juan E s c o t o (E rígena), hacia 810-hacia de ejercitar su sabiduría; los males permi­
878. ten así al sabio revelar su fortaleza de alma.
2. Las pretendidas desgracias que asaltan
Escrito en 851 a petición de los obis­ al hombre de bien no son en realidad males;
pos de Reims y de Laon, este tratado dis­ pues al no afectar a la capacidad del hom­
cute la tesis de Godescale d’Orbais, según bre para gobernarse por la voluntad, no tie­
la cual hay dos predestinaciones: la de los nen de males más que el nombre.
reprobados y la de los elegidos. Juan Esco­
to establece la inconsistencia ontológica Edición: De la providencia, en Séneca,
Obras completas (tr. L. Riber), Aguilar,
y lógica de esta tesis. Además identifica 1943, pp. 121-133.
la verdadera filosofía con la verdadera reli­ Estudios: M. Zambrano, El pensamiento
gión, lo que desagradó a sus contempo­ vivo de Séneca, Cátedra, 1987; P. Grimal,
ráneos. En realidad, Escoto se limita aquí Sénéque, col. «Que-sais-je?», P.U.F., 1981.
a citar el tratado de San Agustín De vera
religione.
La composición del D e divina prae­
destinatione indica claramente que Esco­ DE L A RELIGIÓN, C O N S ID E R A D A
to Erígena reduce la filosofía a la dialéc­ EN SU FUENTE, SUS FORMAS Y SU
tica. DESARROLLO, De la religión, consi-
derée dans sa source, ses formes et son
Edición: De divina praedestinatione, en développement, 1824-1831.
Patrologie latine, t. 122, Parts, 1844-1964. Benjamín C o n s t a n t de R ebecque, 1767-
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad 1830.
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
1972, pp. 188-208; G. Madec, Jean Scot
et ses auíeurs: annotations érigéniennes, Para Constant, el hecho religioso es
Études augustiniennes, 1988. universal y responde a «una ley funda­
mental» de la naturaleza humana. Es tan
vano buscar el origen de la religión como
el de la sociedad o el lenguaje. El autor
DE LA PROVIDENCIA, De providen- rechaza la idea de una religión impuesta
tia, hacia 41-49. como un engaño a los espíritus débiles.
S én eca (Lucio Anneo), 4 a.C.-65 d.C. Pero distingue las formas históricas y geo­
gráficas de la religión (las diversas reli­
Este tratado, dedicado a Ludlio, fue pro­ giones positivas) del «sentimiento reli­
bablemente redactado por Séneca duran­ gioso» mismo.
te su exilio en Córcega para responder a Este último es un «grito del alma»,
una objeción teórica fundamental a la doc­ «impulso hacia lo desconocido, hacia lo
trina estoica, de la que Séneca (junto con infinito». «El sentimiento religioso nace de
Cicerón) es en Roma uno de los represen­ la necesidad que el hombre siente de
tantes más ilustres: ¿por qué los hombres ponerse en comunicación con las poten­
de bien no son dispensados de los males cias invisibles. La forma nace de la nece­
por la Providencia que dirige el mundo? La sidad que tiene de hacer regulares y per­
cuestión — que no es de menos peso que manentes los medios de comunicación
el problema de la teodicea— afecta al estoi­ que cree haber descubierto.» Así, Cons­
cismo de abajo a arriba (física, teología, tant se ve conducido a proponer una teo­
moral); lo que está en juego es la coheren­ ría del movimiento histórico de las formas
cia lógica de la doctrina. religiosas.
El tratado, cuyo orden apenas si está Sobre la base del sentimiento religio­
equilibrado, oscila entre dos tesis sin pro­ so, que es permanente, se construyen for­
nunciarse en favor de una o de otra: 1. Es mas adecuadas a una época particular,
DE LA RELIGIÓN CRISTIANA 150

que se corresponden con un cierto nivel este libro su posición espiritual. Profe­
de desarrollo de la inteligencia. Cuando, sa una religión natural que tiene rela­
por haber progresado la inteligencia, las ción con la teología cristiana. Para Fici­
formas de la religión devienen obsoletas, no, existe un Dios universal al que
se abre una época de crisis. 0 sentimiento veneran todos los creyentes, cualquiera
busca nuevas formas. Al no encontrarlas, que sea su credo.
se refugia en la incredulidad o en las
supersticiones más viles. Y ello continúa Edición: De la religión chrétienne, Gilíes
hasta haber encontrado una forma nue­ Beys, 1578.
Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
va «que la inteligencia perfeccionada pue­ sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol.
da admitir. Una vez hallada esta forma II, Montaner y Simón, 1973, pp. 62-65 y
[...], todo vuelve a su orden». 71; R. Marcel, Marsile Fiein, Les Belles Let-
De estos análisis, el autor extrae una tres, 1958.
tipología de las religiones. Las formas
sacerdotales, petrificadas, tienen un
acusado carácter opresivo (el Egipto
antiguo). En oposición a ellas, las for­ DE LA TE O LO G ÍA MÍSTICA, Ilep i
mas abiertas acogen de m ejor grado IdDoxiKÍIi; QeoXoyíaq.
los progresos de la inteligencia (G re­ P seudo-D ionisio, siglos v-vi.
cia). En desarrollos que anticipan los
de Auguste Comte, analiza Constant el Atribuido primeramente a Dionisio
paso del fetichismo al politeísmo, y des­ el Areopagita, este tratado místico origi­
pués del politeísm o al m onoteísm o, nal e inesperado, ensalza, no la luz de
como la marcha irreversible de la huma­ Dios, sino sus tinieblas. Es posible unir­
nidad hacia el progreso. Este progre­ se a Dios por la negación de todo y de
so atraviesa en la época de Constant uno mismo, apoyándose en el silencio
un estadio en el que el carácter exce­ perfecto de la ignorancia: es el éxtasis
sivamente sacerdotal del teísmo está místico, tal como ha sido experimenta­
desquiciado por la incredulidad. Esta do por los contemplativos que se unen
teoría de las religiones, defendida por así con Dios.
un espíritu que se declaraba protes­
tante, apenas si tuvo éxito. Sin embar­ Edición: Obras completas del Pseudo-Dio-
nisio Areopagita, ed. T. H. Martín, Ed. Cató­
go, para el lector contemporáneo D e lica (B.A.C.), 1996.
la religión es una obra altamente suges­ Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
tiva que, además, fue escrita por uno Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
de los más reconocidos prosistas fran­ 1972, pp. 66-81 y 90; R. Roques, L ’Uni-
ceses de su siglo. uers dionysien, Le Cerf, 1983.

Edición: De la religión, col. «Bibliothéque


romande», Lausana, Payot, 1971.
Estudio: P. Deguise, Benjamín Constant DE LA UNIDAD DEL INTELECTO, De
méconnu. Le livre «De la religión», Gine­ unitate intellectus contra Auerroistas,
bra/París, Droz, 1966. 1269.
T om ás d e A q u in o (Santo), hacia 1225-
1274.

D E LA RELIGIÓN CRISTIA N A, D e Tomás refuta en cinco capítulos la inter­


christiana religione, 1476. pretación que los averroístas (concreta­
M a rs iu o Ficino, 1433-1499. mente Siger de Brabante y sus discípulos)
han propuesto del tratado - * D el alma de
Fundador de la Academia platónica Aristóteles. En esta obra, Aristóteles desig­
florentina, Marsilio Ficino expone en naba «intelecto potencial» (o «posible») a
151 DE LA VIDA BIENAVENTURADA

la facultad de adquirir formas inteligibles «supereminente» o del «lugar» fundamental


nuevas a partir de la experiencia sensible. de la verdad en respuesta a la segunda
Pero Averroes ve en el intelecto poten­ cuestión de su discípulo (caps. II a X); lue­
cial una realidad única para todos los hom­ go avanza su definición de la verdad (cap.
bres y, por tanto, radicalmente separada XI) antes de definir la justicia (cap. XII) y
de las almas individuales. de responder a la primera cuestión plan­
Juzgando esta interpretación incom­ teada.
patible con la doctrina cristiana de la Para Anselm o, la verdad es la recti­
inmortalidad del alma individual, Tomás tud de la relación con Dios consciente de
afirma aquí la identidad del intelecto y del sí misma, y no «la adecuación de la cosa
alma, la cual debe ser comprendida, con el intelecto», com o afirmarán los
siguiendo las indicaciones de Aristóteles, tomistas.
com o acto y form a del cuerpo. Así, el
intelecto es propio de cada uno y, aun­ Edición: De la verdad (tr. J. Alameda) en el
que íntimamente ligado al cuerpo, le t. I de las Obras completas de San Ansel­
mo, ed. bilingüe, Ed. Católica (B.A.C.), 1953.
sobrevive eternamente en razón de su
Estudio: J. Vuillemin, L e Dieu d ’Ansel-
naturaleza supracorporal.
me et les apparences de la raison,
Este tratado, de carácter netamente
Aubier-Montaigne, 1971.
político, hizo época en el largo debate
sobre la definición del alma y de sus rela­
ciones con el cuerpo que agitó la segun­
da mitad del siglo xin.
DE L A V ID A BIENAVENTURADA, De
Edición: De imítate intellectus contra Ave vita beata, o hacia 58.
rroistas, en el vol. I de los Opuscula omnia S én eca (Lucio Anneo), 4 a.C.-65 d.C.
de Santo Tomás, ed. Joannes Perrier, París, Diálogo.
P. Lethielleux, 1949.
Estudio: M. Piclin, Philosophie et théolo-
La obra no parece seguir un plan rigu­
gie chez saint Thomas d’Aquin, Klinsksieck,
1983. roso, cosa muy frecuente en Séneca, que
se deja llevar por ciertos vuelos retóri­
cos en detrimento de la estructura. Mas
este diálogo no carece de cierta belleza
DE L A V E R D A D , D e veritate, o de para quien acepta el lirismo particular
1080 a 1085. del autor.
A n s e lm o d e C a n t e r b u r y (San), 1033- Buscando definir la vida feliz o biena­
1109. venturada, Séneca rehúsa concebirla a la
Diálogo. manera de la gran mayoría. El sabio tie­
ne su concepción propia, conforme a la
Escrito bajo forma de diálogo que opo­ tradición estoica, de la que Séneca toma
ne el maestro a su discípulo, la obra está aquí lo esencial. Rechaza el eudemonis­
formada por trece capítulos. Desde el pri­ mo — que consiste en fundar la sabidu­
mero, el discípulo plantea el problema: si ría solamente en la búsqueda de la felici­
la afirmación «Dios es la verdad» es rever­ dad— y dedica largos parlamentos al
sible, se debe poder afirmar la unidad de desprecio de las riquezas. La obra termi­
la verdad; como prueba, cita el > Morto- na con una evocación de las grandes figu­
logion (cap. XIII). Pero todavía queda por ras de la filosofía moral: Sócrates, Platón,
saber si la verdad dice lo que es o lo que Aristóteles, Demócrito, Epicuro.
debe ser. Se impone por tanto una defi­
Edición: De la vida bienaventurada, en
nición de la verdad. Obras completas de Séneca (tr. L. Riber),
El maestro, después de haber preci­ Aguilar, 1943, pp. 215-235.
sado todos los lugares en los que se Estudio: M. Zambrano, El pensamiento vivo
encuentra la verdad, trata de la verdad de Séneca, Cátedra, 1987.
DE LAS COSAS DIVINAS Y DE SU REVELACIÓN 152

DE L A S C O S A S DIVINAS Y DE SU Edición: Des choses cachées depuis la fon­


RE V E LA C IÓ N, Von den G óttUchen dation du monde, Grasset, 1983.
Estudio: J.-B. Fages, Comprendre René
Dingen und ihrer Offenbarung, 1811. Girard, Privat, 1982.
F rie d rich H ein rich Jacobi, 1743-1819.

La última obra de Jacobi va dirigida


contra Schelling. Incluye una recensión DE LAS PARTES DE LOS ANIMALES,
ya publicada en 1788 en la revista Wands- nepl ^<p<av (xopíftiv, o 330 a.C.
becker Boten. Schelling respondió, sin
A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
que Jacobi replicara. Se abrió una con­
troversia a propósito del panteísmo en la En este tratado de biología, que se sitúa
que tomaron parte Jakob Friedrich Fries
cronológicamente después de la ->• Histo­
y Franz Xaver von Baader.
ria de los animales, Aristóteles enuncia
las causas de los fenómenos que en la His­
Edición: «Von den Gottlichen Dingen und
ihrer Offenbarung», en W. Weischedel toria no había hecho más que describir y
(comp.), Streit um die gottlichen Dinge (mit clasificar. Aquí llega a establecer una de las
Schellings Antwortschrift), 1967. leyes que regulan la formación de los seres
Estudios: E. Cassirer, - » Los sistemas vivientes al descubrir que la naturaleza actúa
postkantianos, vol. III de El problema del
conocimiento (tr. W. Roces), México, Fon­ respetando el principio del equilibrio: el
do de Cultura Económica, 1957; J. L. Villa- enriquecimiento de ciertos órganos impli­
cañas, Nihilismo, especulación y cristia­ ca el empobrecimiento de otros.
nismo en F. H. Jacobi, Anthropos, 1989;
R. Kühn, Diccionario de filosofía, Alian­ Edición: Des parties des animaux (tr. P.
za, 1990. Louis), Les Belles Lettres, 1957.
Estudio: P. Pellegrin, La Classification des
animaux chez Aristote, Les Belles Lettres,
1983.
DE L A S C O S A S O C U L T A S DESDE
L A FU ND AC IÓ N DEL M UN D O , Des
choses cachées depuis la fondation du
monde, 1978. DE LO BELLO EN LA MÚSICA. Ensa­
R en é G ira rd , nacido en 1923. yo de reforma de la estética musical.
Von Musikalisch-Schónen. Ein Beitrag
En >La violencia y lo sagrado, René zur Revisión der Aesth etik der Ton-
Girard afirmaba que todo mito o toda reli­ kunst, 1854.
gión encierra violencia en sus figuras más E du ard H a n s lick , 1825-1904.
manifiestas. Mas esta violencia evidente
era sutilmente asimilada al tabú, y ese tabú Paralelamente a la especificidad del
se identificaba, poco a poco, con lo sagra­ dominio estético propuesto por Kant, se
do. Esta obra retoma la misma temática, trataba para Hanslick de garantizar la espe­
pero aplicándola a la Biblia. Girard pien­ cificidad del dominio musical. Hanslick
sa que la Biblia constituye el camino, toma­ debía, pues, exponer el objeto musical en
do por los pueblos de la Escritura, hacia el su esencia específica, abstracción hecha
Dios no violento. La Biblia aparece enton­ de la emoción, para que éste sea apre­
ces como un texto antropológico, del cual hendido sin referencia a «significación»
se desprende de nuevo la antinomia alguna que no fuese otra que «musical».
violento/sagrado, aunque disimulada por Hanslick propone así una nueva pers­
el realce de un proceso psicológico al que pectiva estética, a partir de la cual la con­
Girard da el nombre de «mimesis». templación musical es supuesta como pro­
Esta obra, que completa y acaba La cedente de la intuición de las form as
violencia y lo sagrado, contribuye a escla­ sonoras percibidas por ellas mismas. De
recer los orígenes de nuestra civilización. ello resulta una audición esencialmente
153 DE LOS DEBERES

dinámica a cuyo través el lenguage de la Es sabido que Kandinsky es un pionero


música puede ser comprendido como un de la abstracción en pintura. Tan esencial
«arabesco musical» (Étienne Souriau), que como su obra pictórica, este tratado revis­
jamás es «traducido» por un comentario te hoy el carácter de una etapa decisiva
emocional, como hasta ahora era el caso. en la reflexión estética contemporánea.
Las tesis de Hanslick suscitaron una
viva polémica, pues se oponían a la inter­ Edición: De lo espiritual en el arte (tr. G.
Dietrich), Barral, 1986.
pretación de la música com o producto
Estudio: D. Vallier, l ’Art abstrait, col. «Plu-
natural, como también a la asimilación de riel», Hachette-Pluriel, 1980.
lo bello musical a lo «bello natural».

Edición: Vom Musikalisch-Schónen (esta


obra fue traducida en Madrid, 1876, por E.
DE LOS DEBERES, De officiis, o 44 a.C.
Luján con el título La belleza de la música).
Estudio: J.-F. Kremer, Les formes symbo- C ic e r ó n (M arco Tulio), 106-43 a.C.
liques de la musique, Meridiens-Klincksieck,
1984. Este tratado consta de tres libros, de
los que sólo restan algunos fragmentos.
Para los dos primeros libros, Cicerón se
inspiró en parte en el Tratado de los
DE LO ESPIRITUAL EN EL ARTE Y deberes del filósofo estoico Panecio.
EN LA PIN TU RA EN PARTICULAR, Hay una jerarquía de deberes y es pre­
Über das Geistige in der Kunst, insbe- ciso saber elegir uno mejor que otro para
sondere in der Malerei, 1911. preservar el propio honor. El principal es
W a s s ily K andinsky, 1866-1944. el respeto por la honestidad fundada en
la práctica de las virtudes esenciales: la
La obra tiene, bajo múltiples aspectos, sabiduría, la justicia, la firmeza, la mode­
el aire de un manifiesto. El autor intenta ración. Cuando hay conflicto aparente
poner en evidencia la dimensión espiritual entre la justicia y la moderación, entra en
de la consciencia artística. Frente a la quie­ juego la noción de elección (1. I).
bra de los valores, el artista debe entrar Cicerón demuestra a continuación que
dentro de sí para descubrir el camino ascen­ las ideas de «utilidad» y de «bondad» son
dente que conduce a lo inteligible. Está cier­ indisociables: si lo «útil» deviene nocivo
tamente lo Bello exterior, mas sólo lo Bello para alguien, entonces deja de ser «bue­
interior hace posible la innovación. no». En caso de elección, hay que prefe­
Este giro espiritual está emparentado rir aquello que reporta la mayor «utilidad»
con el «Conócete a ti mismo» de Sócra­ (1. II).
tes. El artista debe crear según una «nece­ En el último libro, Cicerón introduce
sidad interiop> — efecto del color sobre la innovaciones respecto a su modelo, Pane­
subjetividad trascendental— que exige que cio, y supone un eventual conflicto entre
uno se ponga al servicio de lo que hay de lo «útil» y lo «bueno». Ese conflicto no es
eterno en el arte. Kandinsky propone aquí más que teórico, porque de hecho todo
por tanto una estética de la intención lo que es bueno y sano es igualmente útil,
como único camino hacia la «composi­ y viceversa. Mas es preciso saber distin­
ción pictórica»; de ahí que la naturaleza guir entre la «utilidad aparente» y la «uti­
sea sustituida por la elección del objeto lidad real»; la primera, mal definida, es
pintado. Para acceder a esta belleza inte­ generadora de confusión y de discordia;
rior, «todo está permitido». El autor pre­ sólo la segunda es la que concuerda siem­
senta la creación pictórica como una expe­ pre con la bondad.
riencia a priori de la forma que confiere Cicerón dedicó este tratado a su hijo
al artista que está en el origen de la obra Marcus, que había partido hacia Atenas
una dimensión crística-. el artista deviene en 45 a.C. para proseguir sus estudios de
el padre de lo Bello interior. filosofía. Sus páginas reflejan el gran amor
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS 154

paternal del autor y su cuidado en prever judicial se reduce pues — y debe reducir­
las objeciones de su hijo y refutarlas: sus se— a la estricta aplicación de la ley.
preceptos deben ser aceptados y segui­ Pero ¿qué se busca con la pena? Insti­
dos. Abandonando el diálogo y el estilo tuir un sistema de distribución de los dolo­
pomposo y ambicioso, Cicerón se dirige res. La eficacia de este sistema está garan­
al lector en un tono simple y confidencial. tizada por el delincuente mismo, invitado
por la ley a calcular su interés bien enten­
Edición: Sobre los deberes (tr. J. Guillén), dido. Porque es preciso repetir una y otra
Tecnos, 1989. vez que, en un régimen de arbitrariedad
Estudios: R. Mondolfo, El pensamiento
— donde el poder tiene la capacidad de
antiguo. Historia de la filosofía greco-roma­
na (tr. del ital. por S. Á. Tri), vol. II: Desde inventar los delitos según su interés— , el
Aristóteles a los neoplatónicos, Buenos delincuente potencial no puede prever
Aires, Losada, 1942, pp. 173-182; P. Gri- nada y se encuentra por tanto dispuesto
mal, Cicerón, Fayard, Í986. a todo.
D e los delitos y de las penas ofrece
a los hombres de las Luces la teoría del
derecho que convenía a su ideal políti­
DE LO S D ELITOS Y DE L AS PENAS, co. La fortuna del libro de Beccaria supe­
Dei delitti e delle pene, 1764. ró con mucho su ambición, y eso des­
B e ccaria (Cesare Bonesana, marqués de), de el instante en que fue publicado.
1738-1794. Filósofos, teóricos del Derecho y juris­
tas se afanarán por reclamar para sí o
Beccaria propone una idea nueva para discutir sus tesis (por ejemplo Kant en la
su tiempo.- la justicia no es la sirviente de Doctrina del derecho respecto a la pena
la religión; una condena no venga una ofen­ capital).
sa a la divinidad. El derecho no debe ser
definido y considerado más que como ins­ Edición: De los delitos y de las penas (tr.
tancia social. Su razón de ser es la utilidad. J. A. de las Casas), Alianza, 1995.
Nos encontramos aquí en el corazón de la Estudios: Introducción y apéndice de J. A.
inspiración política antíabsolutista de las Delval a la ed. cit.; Voltaire, «Comentario al
libro De los delitos y de las penas», inclui­
Luces y de su afán por romper todo lazo do en esa misma ed.; N. Abbagnano, His­
entre lo sagrado y las instituciones. toria de la Filosofía (tr. J. Esteirich y J. Pérez
Las penas no tienen otro origen que el Ballestar), vol. II, Montaner y Simón, 1973,
deseo de seguridad humano. Los hombres pp. 393-96; presentación de la edición fran­
consienten en sacrificar a esta seguridad cesa en Flammarion; J. Jacomella, «Actua-
lité de la pensée de Cesare Beccaria», en
una parte de su libertad. Pero es necesario Revue internationale de criminologie et de
que el intercambio sea equitativo, lo cual pólice technique, enero-marzo de 1964.
supone un cálculo de las sanciones que
deben imponerse a tal o tal atentado come­
tido contra la sociedad. La justicia se hace
matemática, y el rigor del razonamiento DE L O S E R RO R E S Y DE L A VE R ­
jurídico queda garantizado por el recurso a DAD, Des erreurs et de la vérité, ou les
las formas silogísticas de la lógica clásica. H om m es «rappelés» au p rin cipe uni-
El ejercicio legítimo de la justicia impli­ versel de la Science, 1775.
ca además una legalidad, con relación Louis C la u d e d e S a in t-M a rtin , 1743-
a la cual se definen delitos y penas, y fue­ 1803.
ra de la cual no habría más que arbitra­
riedad. Es lo que hoy día se llama un Esta­ Queriendo explicar la Creación, el autor
do de derecho. Los análisis de la ley que se remite a una ciencia de las cifras poco
Beccaria propone tienen fuertes analogías inteligible. En ciertos respectos, se trata
con los que en esa misma época escri­ también de un manual de ejercicio de la
bió Rousseau. El ejercicio de la función voluntad a partir de un saber adquirido
155 DECADENCIA DE OCCIDENTE (LA)

por la humanidad. Pues la especie huma­ Edición: Traité des Príncipes (tr. H. Crou-
na fue más libre otras veces de lo que lo zel y M. Simonetti), Le Cerf, 1978.
es hoy. Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
Media (tr. A. Pactos y S. Caballero), Gredos,
1972, pp. 52-57; H. Crouzel, Origéne et
Edición: Des erreurs et de la vérité, en Oeu- la philosophie, col. «Théologie», Desclée De
vres majeures, Olms G., Hildesheim, 1975. Brouwer, 1962.
Estudio: R. Amadou, Trésor martiniste,
Editions traditionnelles, 1969.

DECADENCIA DE OCCIDENTE (LA),


DE LOS PRINCIPIOS, üepi áp/fflv D er (Jntergang des Abendlandes, 1918.
O rígen es d e A le ja n d ría , hacia 185-hacia O s w a ld S p e n g le r, 1880-1936.
251.
H eredero de una tradición alemana
Orígenes de Alejandría, teólogo cristia­ nacida en el siglo XVMI y bajo la influencia
no, mas igualmente filósofo impregnado del pesimismo de Nietzsche, Spengler
de tradición griega, consagra este tratado expone una «morfología de la historia uni­
al estudio de las sagradas Escrituras con el versal», en la que la historia es definida
fin de esclarecer la condición del hombre como una vida que tiene estructura orgá­
«para aquellos que buscan en nuestra fe nica. Esta historia hace a los pueblos, y
una razón para creer, y para los que enta­ los pueblos constituyen a los hombres.
blan contra nosotros combates heréticos». Todo pueblo tiene una existencia con ­
Esta obra, que provocará más tarde creta (sangre, suelo, raza) y espiritual
innumerables controversias, se dirige en (lengua, pensamiento, cultura). Un pue­
primer lugar a los filósofos cristianos. Está blo existe por la consciencia que tiene de
dividida en cuatro tomos, que no se corres­ formar un todo y por un sentimiento de
ponden necesariamente con la distribu­ pertenencia común. Distinguiendo entre
ción deseada por el autor. Partiendo de pueblos primitivos, cultivados y degene­
la Revelación, Orígenes intenta conciliar rados, Spengler considera que el pueblo
la reflexión filosófica con la afirmación de cultivado es aquel en el que los individuos
los principales dogmas cristianos, como están ligados por un destino común, por
el de la unidad de Dios o el de la libertad la pertenencia a una cultura que los sobre­
humana. Pero sobre todo, el autor se pro­ pasa; el pueblo degenerado es aquel que,
pone aquí hacer batirse en retirada a las separado de su suelo, reemplaza el Des­
diferentes formas de herejía que amena­ tino por la Razón.
zan al cristianismo y niegan la palabra de En la medida en que expresa un espí­
Dios. Así, en virtud de la tesis de la abso­ ritu que es un principio de lucha, toda cul­
luta incorporeidad de Dios, combate a tura, conjunto acabado a irreducible a
los que adjudican un cuerpo a la divini­ otros, nace, se desarrolla, alcanza su
dad. E igualmente se niega a seguir acep­ madurez, y después declina y muere. Cada
tando las ingenuas interpretaciones antro- una afirma su esencia y su superioridad.
pomórficas de la Biblia. La civilización no es el perfeccionamien­
Finalmente, en su tentativa de cons­ to, sino una forma decadente y escleroti-
tituir un cuerpo de doctrina única y cohe­ zada de la cultura. La principal causa de
rente, Orígenes llega a sostener tesis la decadencia es la «pseudo-morfosis»,
audaces — concretamente sobre la pree­ esto es, la mezcolanza de culturas, la con­
xistencia de las almas y sobre el estatuto taminación. Así, el democratismo, el mate­
de la materia— que le valdrán verse a sí rialismo, la incertidumbre son marcas del
mismo acusado de herejía. declive de Occidente en el siglo xx. El
Este tratado sigue siendo una de las autor distingue en la historia tres tipos de
primeras «sumas teológicas» que ha cono­ cultura (y de espíritu): la cultura «apolínea»
cido la cristiandad. (Antigüedad greco-romana), la cultura
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO 156

«mágica» (mundo árabe), y la cultura «fáus- autores, incluso aunque los filósofos (Loc­
tica» (Occidente europeo y principalmente ke, Voltaire, Rousseau) no sean men­
alemán). cionados.
Teórico de la «revolución conserva­ Una Declaración de los derechos del
dora», contrario al racionalismo y a la idea hombre y del ciudadano no es un acto
de progreso, recuperado por los nacio- por el cual esos derechos son instituidos.
nal-socialistas pese a su hostilidad hacia Los que los enuncian y los codifican no
ellos, Spengler desarrolla el tema de la pretenden más que «exponerlos», evo­
decadencia y del declive, de gran impac­ carlos, publicarlos, a fin de garantizar la
to en el siglo xx. humanidad futura contra su olvido. Sien­
do esos derechos naturales, son tan vie­
Edición: La decadencia de Occidente (tr. jos como el hombre mismo, que hasta
M. García Morente), Espasa-Calpe, 1989. ahora no ha hecho más que sufrir, o hacer
Estudio: G. H. von Wright, «Spengler y
sufrir, por haberlos ignorado. En materia
Toynbee», ensayo contenido en el libro de
este autor El espacio de la razón (tr. J. Par­ de derecho, una Declaración es un acto
do), Verbum, 1996. cuyo valor es inmenso, pero que no crea
nada.
La Declaración del 26 de agosto de
1789 se im pone com o modelo. Va
DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS mucho más lejos que sus hermanas ame­
DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO , ricanas (la de Virginia de 1777, por ejem­
Déclaration des droits de Vhomme et plo) porque reivindica la universalidad.
du citoyen, 26 de agosto de 1789. No es laica, puesto que ha sido produ­
cida «en presencia y bajo los auspicios
N o existe una, sino varias D eclara­ del Ser supremo». Es la herencia de la
ciones de los derechos del hombre y del religión natural de las Luces la que intro­
ciudadano. Aquí consideraremos prin­ duce al mismo tiempo en la Declaración
cipalmente a la de 1789, matriz de todas un principio de tolerancia: «Nadie debe
las otras. Aunque la comparación con las ser inquietado por sus opiniones, inclu­
versiones posteriores es evidentemente so religiosas.»
de lo más instructiva. El hombre tiene, pues, derechos que
¿Son textos filosóficos estas Decla­ la naturaleza le confiere: libertad, pro­
raciones? En sus intenciones, segura­ piedad, seguridad, resistencia a la opre­
mente no, porque no son teóricas, sino sión. Mas para ser «naturales», el segun­
prácticas, o sea históricas. En su expo­ do y el último de esos derechos, por
sición, tampoco: los derechos y debe­ ejemplo, no han cesado jamás de ser obje­
res que presentan — bajo forma de ar­ to de un vivo debate ideológico y filosó­
tículos sucesivos— no están fundados en fico, mucho tiempo antes y después de la
razón; se limitan a enunciarlos. La solem­ publicación de este texto. La igualdad,
nidad que rodea al texto no es un susti­ inscrita en el artículo primero, es jurídi­
tuto de los análisis discursivos. Se puede ca. El aspecto económico o social no ha
incluso decir que la redacción de las sido evocado. Lo cual ha concentrado
Declaraciones da testimonio de la urgen­ sobre este punto un gran número de crí­
cia política que presidió su nacimiento. ticas ulteriores.
Mas en su cuidado por articular «el fin de La definición de la legitimidad políti­
toda institución política» en tom o a un ca lleva el sello de Rousseau: «El princi­
discurso sobre la naturaleza del hombre, pio de toda soberanía reside esencial­
dejan entrever una preocupación que está mente en la nación»; «La ley es la
muy emparentada con la filosofía. Y, por expresión de la voluntad general». Fór­
último, las Declaraciones se nutren direc­ mulas tales no sólo eran válidas como
tamente de una tradición filosófica clási­ principio de exclusión de la monarquía
ca, conscientemente reivindicada por sus (la persona del rey no es mencionada),
157 DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

sino que definían el modelo universal e DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS


intemporal de toda institución política DERECHOS HUMANOS, 10 de diciem­
legítima. Esta voluntad de universalidad bre de 1948.
está expresamente subrayada en el ar­
tículo 16, inspirado en Montesquieu: Este texto emana de la asamblea gene­
«Toda sociedad en la que la garantía de ral de las Naciones Unidas (con la abs­
los derechos no esté asegurada, ni la tención de la URSS, de cinco «democra­
separación de los poderes públicos deter­ cias populares», de Arabia Saudí y de la
minada, carece de constitución.» Unión Sudafricana).
Sin aminorar el valor universal de los Así como la >Declaración de los dere­
principios que ella enuncia, es preciso leer chos del hombre y del ciudadano de 1789
la Declaración en su contexto histórico. llevaba la impronta del Antiguo Régimen,
Resultará evidente entonces que sus ar­ la Declaración universal lleva los estigmas
tículos son otras tantas fortificaciones de la Segunda Guerra Mundial, más parti­
levantadas contra el retorno del Antiguo cularmente del traumatismo que ha supues­
Régimen y sus abusos. Refleja muy fiel­ to para la humanidad el descubrimiento de
mente las quejas de los «Cahiers». Y con las atrocidades nazis, de los campos de
la misma fidelidad refleja los intereses exterminio y del genocidio. El preámbulo
de clase de sus redactores. Para reducir insiste, con más énfasis que el de 1789,
este texto a una máquina jurídico-burguesa sobre la afirmación de los valores siguien­
no hay más que evocar uno de sus aspec­ tes: libertad, justicia, paz, dignidad de la
tos más significativos: la insistencia sobre persona. En él se fijan objetivos históricos:
el derecho de propiedad, del que se toma «el advenimiento de un mundo en el que
buen cuidado en recordar su carácter los seres humanos podrán hablar y creer
«inviolable y sagrado»; la Declaración a voluntad, liberados del terror y de la mise­
de 1879 es la obra de una asamblea de ria», «la igualdad de derechos de los hom­
propietarios. Sus disposiciones marcan bres y las mujeres». El texto se compone
ya el cuidado por protegerse contra las de treinta artículos.
reivindicaciones de carácter colectivo, o La afirmación de los derechos funda­
mentales, muy detallados, insiste sobre los
incluso simplemente social.
modos de aplicación concreta y sobre las
En estas limitaciones alienta ya el ger­
medidas para asegurar su salvaguardia. Se
men de una vasta contestación «de izquier­
afirman el derecho a la propiedad y el
das» a la D eclaración de los derechos
derecho al trabajo, como también un «dere­
del hom bre y del ciudadano y a toda
cho a la seguridad social». El principio de
la Revolución en general. Esta contes­
soberanía es definido como «la voluntad
tación, iniciada bajo la Revolución mis­
del pueblo», e incluso quedan enunciadas
ma, desembocará en el socialismo y en
las condiciones de aplicación real (elec­
el comunismo.
ciones libres) de este principio. La espe­
cificidad de la Declaración universal está,
Ediciones: Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, en A. Martínez pues, en su carácter sistemático. Por otra
Arancón (ed.), La Reuolución francesa en parte, no se presenta solamente como un
sus textos, Tecnos, 1989; Déclaration des texto al que pudiera referirse una perso­
droits de l ’homme et du citoyen, en Les na lesionada en sus derechos estrictos. La
Declarations des droits de l ’homme, col. Declaración obliga en efecto a bastante
G.F. Flammarion, 1989.
Estudios: «Estudio preliminar» de A. Martí­ más que el respeto a la dignidad de las per­
nez Arancón en la ed. cit.; E. Brauns, «Les sonas, pues exige la satisfacción de las
Declarations des droits de l’homme et du condiciones para su pleno desarrollo
citoyen sont-elles des textes philosophiques?», (mediante la educación, por ejemplo).
en La Réuolution frangaise et la philosop­ La Declaración uniuersaí de los dere­
hie, Association de professeurs de philo­
sophie de l’académie de Poitiers, CRDP de chos humanos no tiene el carácter jurí­
Poitiers, 1990. dicamente obligatorio de la Carta de las
DEL ALM A 158

Naciones Unidas, sino que vale sobre todo to Magno de los textos de Aristóteles relati­
como referencia moral en las batallas por vos al intelecto. Siger de Brabante afirma la
los derechos del hombre que se libran a identidad del intelecto en todos los hombres,
lo ancho del mundo. y el ideal de la fusión de este intelecto con el
intelecto divino. Tomás de Aquino replicará
Edición: Declaración universal de los dere­ a este tratado inspirado en tesis averroístas
chos humanos, en A. Truyol y Serra, Los
con su -*• De la unidad del intelecto.
derechos humanos, 3.aed., Tecnos, 1982.
Estudio: «Estudio preliminar» de A. Truyol
y Serra en la ed. cit. Edición: Quaestiones in tertium de anima.
De anima intellectiva. De aeternitate mun-
di (ed. crítica B. Bazan), Vrin, 1972.
Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía, vol. I, Tecnos, 1988, pp. 548-550.
DEL ALM A, Ilepí <(/uxtK, De anima.
A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.

La obra está consagrada al estudio del


DE L ARTE DE LA GUERRA, De re
alma, su esencia, atributos y facultades.
militari, 1521.
A continuación de una exposición gene­
N i c o l á s M a q u ia v e lo (N ic c o ló M achia-
ral y de una breve historia de las doctri­
velli), 1469-1527.
nas sobre el alma que han precedido a la
suya, el Estagirita descarta la hipótesis
Esta obra es más que un tratado de
del alma automotriz para avanzar su pro­
estrategia y de táctica militares. Maquia­
pia definición: el alma es sustancia, «ente-
velo piensa en la institución militar, en
lequia» (potencia y acto), o también
el ejército, el soldado y la dirección de las
noción, forma, por oposición a materia,
operaciones por relación a una concep­
substrato. El alma es vegetativa, sensiti­
ción política de conjunto. El texto apa­
va, o racional (el principio del pensa­
rece bajo la forma de una serie de con­
miento). En fin, el alma es «los seres mis­
versaciones, en siete libros, donde
mos». Este tratado es conocido además
interviene Fabrizio Colonna, célebre capi­
por su teoría de la imaginación, según la
tán de la época.
cual no hay imaginación sin sensación.
A las tropas mercenarias y a los con-
Clasificado entre los escritos relevan­
dottieri, que hacen la guerra para su bene­
tes de la física de Aristóteles, este impor­
ficio particular, Maquiavelo opone los ejér­
tante tratado corona con una psicología
citos de ciudadanos, según el modelo
la filosofía aristotélica de la naturaleza.
romano. Un país necesita un ejército de
Edición: Acerca del alma (tr. T. Calvo), Gre­ reclutas, sacado del pueblo, única garan­
dos, 1994. tía del valor de las tropas y de su deter­
Estudios: J. Bames, Aristóteles (tr. M. San- minación en los combates. Es el Estado el
sígre), Cátedra, 1987, cap. 15; W. Jaeger, que hace la guerra, y no los particulares.
Aristóteles. Bases para la historia de su
Maquiavelo prefigura en esto de manera
desarrollo intelectual (tr. J. Gaos), México,
Fondo de Cultura Económica, 1946; F. asombrosa a Rousseau y a Hegel. El mode­
Nuyens, l’Evolution de la psychologie d’A- lo romano constituye aquí la referencia en
ristote, Lovaina, 1948. el dominio puramente militar: de él pro­
viene la inspiración para el armamento,
las formaciones, la estrategia, la táctica;
Maquiavelo exalta la virtud y la disciplina
DEL ALM A INTELECTIVA, D e anima romanas. «Mis queridos romanos», excla­
intellectiva, 1270. ma con acentos que volverán a encon­
S ig e r de B ra b a n te , hacia 1240-1284. trarse en Rousseau.
Frecuentemente afloran en el texto las
Esta obra discute las interpretaciones que preocupaciones familiares a Maquiavelo
ofrecen Santo Tomás de Aquino y San Alber­ en sus escritos políticos. Por ejemplo, cuan­
159 DEL CIUDADANO

do se niega a considerar la pura fuerza apoyándose en los axiomas o en pro­


material como la clave de los combates. posiciones ya demostradas.
La astucia es también una fuerza, y Maquia­ Pascal destinaba probablemente este
velo no olvida jamás (Clausewitz volverá opúsculo, redactado alrededor del año
a repetirlo) que la guerra es un duelo en 1657, a figurar com o prefacio de un
el que se enfrentan inteligencias y volun­ manual de geometría. En él se cuida de
tades. Es pues preciso prever, y contar con tomar distancias tanto de Aristóteles, cuyo
la parte irreductible de lo imprevisible. análisis silogístico critica, como de Des­
Las limitaciones de esta obra han sido cartes, en la medida en que los principios
subrayadas por numerosos comentaristas. son para Pascal accesibles al corazón, mas
Maquiavelo parece prestar poca atención no a la razón. Ciertos pasajes de este tex­
a la caballería y a la artillería (salvo en lo to serán retomados casi palabra por pala­
que concierne a las fortalezas, donde exa­ bra en la célebre Lógica llamada de
mina las modificaciones que impone la Port-Royal, de Amauld y Nicole.
aparición de armas ofensivas nuevas). El
arte de la guerra continúa siendo, a pesar Edición: Pensées et opuscules (ed. L.
de estas limitaciones, uno de los primeros Brunschvicg), Classiques Hachette, 1976.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
textos donde la cuestión militar es sus­ fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
tancialmente tratada como objeto de un vol. II, Tecnos, 1988; A. Béguin, Pascal (tr.
discurso teórico, y puesta en relación con J. Almela), México, Fondo de Cultura Eco­
una dimensión política e histórica. nómica, 1989; L, Brunschvig, Blaise Pas­
cal, Vrin, 1953.
Edición: Del arte de la guerra (tr. M. Carre­
ra), Tecnos, 1988.
Estudios: M. Carrera Díaz, «Estudio preli­
minar) a la ed. cit.; P. Paret, Creadores de DEL CIUDADANO, D e cive, 1642.
la estrategia moderna desde Maquiavelo
a la era nuclear (tr. R. I. Pace), Ministerio Thom as H obbes, 1588-1679.
de Defensa, Subdirección General de Publi­
caciones, 1992. Es ésta la sección tercera de los ►Ele­
mentos de filosofía. La publicación de
las tres partes de esta obra no siguió el
orden previsto: así, la tercera parte apa­
DEL ARTE DE PERSUADIR, D e l ’art reció en 1642, la primera en 1665, y la
de persuader, 1728. segunda en 1658. En el intervalo, Hob­
B la is e P a s c a l, 1623-1662. bes ha desarrollado su sistema y elabora­
do conceptos que apenas encuentran lugar
Como su título sugiere, este opúscu­ en esta trilogía. Traducido al inglés en
lo está consagrado a la búsqueda de un 1651, con el título Philosophical Rudi­
método seguro para persuadir en toda mento co n cern in g G overnem ent and
circunstancia al otro de verdades que se Society, este texto es menos redondo que
desea hacerle admitir. Pero, de los dos el -*■ Leviatán, pero es la misma lógica
medios que se nos ofrecen — dirigirse al filosófica la que preside las dos obras.
corazón o convencer al espíritu— , sólo «La Libertad», «El Imperio» y «La Reli­
el segundo, bien conocido por los geó­ gión» son las tres partes que componen
metras, se deja exponer bajo forma de el libro. «La Libertad» trata de cuestio­
reglas universalmente válidas: no admi­ nes relativas al estado de naturaleza; el
tir ningún término oscuro o equívoco primer capítulo se ocupa del estado de
sin definición; no emplear en las defi­ los hombres fuera de la sociedad civil,
niciones más que términos conocidos y los capítulos siguientes conciernen a
o ya explicados; no admitir como axio­ la ley de la naturaleza. En «El Imperio»
mas más que cosas «perfectamente evi­ se abordan los orígenes de la sociedad,
dentes»; probar todas las proposiciones el derecho a reunirse, las diversas clases
DEL CONOCIMIENTO DE Sí 160

de gobiernos, el derecho de los maes­ Distinguiendo la noción de pueblo de


tros y los padres, las referencias a las la de multitud, Hobbes manifiesta el inte­
Santas Escrituras, las causas de desunión rés que reserva al hombre de ciudad. Por
de las sociedades, los deberes de los ello debe explicar también qué es una ciu­
poderosos, y finalmente las leyes y las dad, por oposición a lo que no lo es. La
ofensas. En «La Religión», Hobbes evo­ sociedad civil ha tenido su origen en el
ca el reino de Dios bajo diversos modos: temor recíproco. Fuera de las sociedades,
a través de la naturaleza, de la Antigua el destino de los hombres es una guerra
Alianza, de la Nueva Alianza y de todo perpetua. Pero la guerra es contraria a
lo que es requerido para entrar en el rei­ la conservación de los hombres. Es la natu­
no de Dios. raleza la que enseña que es preciso bus­
Hobbes ha escrito en una época en car la paz.
que la política ofrecía un espectáculo de Hobbes presupone que el estado de
odio y violencia. Es comprensible que el naturaleza está sometido a la razón que
filósofo haya querido imaginar lo que dicta las leyes naturales y el principio de
sería el hombre fuera de la sociedad civil, las leyes fundamentales.
que haya querido buscar la ley de la natu­ El autor enumera veinte «leyes de la
raleza y comentar los resortes del poder. naturaleza» que no obligan más que ante
La imagen de la muerte es el doblete del el tribunal de la conciencia. Mas noso­
derecho natural. En efecto, abandona­ tros descubrimos con Hobbes que lo que
do a sus fuerzas naturales com o a sus él llama «ley de la naturaleza» es también
derechos naturales, el hombre no es más «ley moral». Y sin embargo los filósofos
que un condenado a muerte. Ésta es la hablan en otro sentido de la virtud. De
razón de que la cuestión del ciudadano hecho, la «ley de la naturaleza» no es más
sea una cuestión esencial, que concier­ que la «ley divina», confirmada por lo
ne a la mutación del estado de natura­ demás por las Escrituras. La verdad es
leza por el estado civil. Contra la guerra que, para Hobbes, las leyes naturales
universal, el único remedio es la socie­ enmudecen en el estado de naturaleza,
dad civil. Asimismo, lejos de proponer porque las leyes callan cuando las armas
una teoría totalitaria del Estado, Hobbes hablan.
ha descrito su poder real. La soberanía
es el efecto de la institución civil: la per­ Edición: Del ciudadano. Leviatán (tr. E.
sona civil del Estado ejerce el imperio y Tierno Galván y E. Sánchez), Tecnos, 1987.
Estudios: L. Bems, «Thomas Hobbes (1588-
el dominio supremo. Asentando los fun­ 1679)», en L. Strauss y J. Cropsey (comps.),
damentos de la política según la regla de Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­
la filosofía racional, Hobbes subraya el cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­
carácter profano de la soberanía. Es el co, Fondo de Cultura Económica, 1993,
pp. 377-399; F. Tónnies, Thomas Hobbes:
Soberano el que define el derecho civil,
vida y doctrina (tr. E. Imaz), Alianza, 1988;
sin comparación con el derecho del esta­ N. Bobbio, Thomas Hobbes (tr. M. Escrivá),
do de naturaleza. El universo jurídico Plaza y Janés, 1991.
se diseña como un sistema de reglas, un
entramado determinado por el cálculo
teleológico e impuesto por un acto volun­
tario. Con ello quedan asentadas tam­ D EL C O N O C IM IE N T O DE SÍ, De la
bién las bases del positivismo jurídico. connaisance de soi, 1931.
Sin negar a Dios, Hobbes deja atrás la L é o n B ru n sc h vic g , 1869-1944.
metafísica onto-teológica que durante
tanto tiempo inspiró al derecho natural. Compuesto de diez capítulos que
El derecho del ciudadano es una garan­ corresponden a diez lecciones impartidas
tía de vida para el hombre moderno, en la Sorbona durante el invierno de
tal com o Hobbes lo veía perfilarse en 1929-1930, este libro denuncia la ilusión,
el horizonte del futuro. debida a Maine de Biran, de una expe­
161 DEL DESTINO

riencia interior que se obtiene por un D E L D E R EC H O DE L A G U E R R A Y


repliegue sobre sí. Para Brunschvicg, DE L A P A Z , D e ju re belli ac pacis,
conocerse no es confesarse ni mostrar­ 1625.
se complaciente con uno mismo, sino G rocio (Hugo de Grocio), 1583-1645.
apostar por uno, interrogarse por su pro­
pio destino. El verdadero conocimiento Para definir un cuadro en el que la gue­
de sí no es otra cosa que el conocimien­ rra fuera sometida a un derecho que rigie­
to del espíritu en todas sus actividades (la se las relaciones entre beligerantes, Gro­
ciencia, la moralidad, la actividad crea­ cio examina el fundamento del derecho.
dora del hom o faber...). Así muestra en sus «Prolegómenos» que
La filosofía de Léon Brunschvicg es el derecho social no está sometido ni a
una filosofía del espíritu, «una reflexión un principio positivo, ni a una práctica
metódica del espíritu sobre sí mismo», política, ni siquiera a un orden divino: está
como también una epistemología, en la fundado por un derecho natural. La «exis­
medida en que ésta identifica espíritu e tencia absoluta» de este derecho de la natu­
intelecto. raleza encuentra su origen en la consti­
tución del hombre, social y racional a la
Edición: De la connaissance de soi, Alean, vez. La formación del pacto comunita­
1931.
rio es resultado de este derecho natural:
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), el individuo siente la necesidad de orga­
vol. II, Tecnos, 1988; M. Deschoux, La phi­ nizar no sólo los intereses privados de
losophie de Léon Brunschvicg, P.U.F., suerte que estén subordinados al derecho
1949. público, sino también las relaciones entre
Estados de manera que éstos estén some­
tidos al derecho internacional.
Ilustrado con numerosos ejemplos, el
DEL C UERPO, De corpore, 1655. texto de Grocio constituye el pivote entre
Th o m a s Hobbes, 1588-1679. la Antigüedad y la modernidad. Al enfeu­
dar el derecho a la naturaleza, se man­
Se trata de la primera sección de sus tiene próximo a Platón y a Cicerón. Mas
-*■ E le m e n to s de filo s o fía , obra que en su tentativa de fundar un derecho uni­
divide a la filosofía en filosofía natural versal que se apoye en un contrato cívi­
y filosofía civil (política y ética). La cien­ co, Grocio anuncia a filósofos tales como
cia recibe aquí un fin utilitario: contri­ Rousseau o Kant.
buir a mejorar las condiciones de vida
de los hombres. El autor se aplica acto Edición: Del derecho de presa. Del dere­
seguido a construir una especie de arit­ cho de la guerra y de la paz (tr. P. Mariño),
mética de los cuerpos, donde la lógi­ Centro de Estudios Constitucionales, 1987.
ca y el lenguaje ocupan un lugar deter­ Estudios: R. H. Cox, «Hugo Grocio», en L.
Strauss y J. Cropsey (comps.), Historia de
minante. la filosofía política (tr. L. García Urriza,
D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México, Fon­
Ediciones: Elements on Philosophy; The do de Cultura Económica, 1993, pp. 368-
First Section, concerning Bod¡/, Scientia 376; M. Villey, La formation de la pensée
Verlag, Aalen, 1966; la primera parte del juridique moderne, Montchrétien, 1975.
De corpore, con el título Cálculo o Lógica
(tr. A. Poljac), está incluida en Hobbes, anto­
logía preparada por E. Lynch, Península,
1987, pp. 65-122.
Estudios: Introducción de E. Lynch a la anto­ D EL D ESTINO, D e fato, o 44 a.C.
logía cit.; E. Bréhier, Historia de la filoso­ Cicerón (Marco Tulio), 106-43 a.C.
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
vol. I, Tecnos, 1988; P.-F. Moreau, Hob­
bes, philosophie, science, religión, P.U.F., En esta obra, dedicada al cónsul Hir-
1989. tius, Cicerón opone las nociones de des­
DEL DESTINO DEL HOMBRE 162

tino y de libre arbitrio. El autor quiere Berdiáev es, junto con Chestov, uno de
sobre todo mostrar su desacuerdo con los grandes pensadores rusos. Impregnada
los estoicos y los peripatéticos, que tie­ de mística y de idealismo, su obra puede
nen de la vida una concepción fatalista. parecer difícil, mas su originalidad es cierta.
En efecto, Cicerón afirma que el hom­
bre puede sustraerse a la necesidad del Edición: De la destination de l’fiomme,
L’Áge d’Homme, Lausana, 1979.
destino y sostiene que la libertad de la Estudio: J. Gaith, Nicolás Berdiaeff, phi-
voluntad anula la fatalidad. De este modo losophe de la liberté, Dar H-Machreq, 1968.
salvaguarda la responsabilidad humana,
esencial en su doctrina moral.
Para apoyar estas tesis, Cicerón toma
algunos argumentos de la filosofía acadé­ DEL DESTINO Y DE LA LIBERTAD,
mica fundados en el probabilismo. El esta­ Ile p i Eí|iap(iévr|q k c u tov fetp'finív (D e
do fragmentario en que nos ha llegado este fato), o entre 198 y 209.
documento no nos permite sin embargo A le ja n d r o de A f r o d is ia , fin del siglo n-
extraer una conclusión bien clara. príncipios del siglo m.

Edición: Traité du destín (tr. A. Yon), ed. Comentando las teorías del alma y de
bilingüe, Les Belles Lettres, 1950. la mezcolanza desarrolladas por Aristó­
Estudios: R. Mondolfo, El pensamiento
teles en su tratado -*■ D el alma, esta obra,
antiguo. Historia de la filosofía greco-roma­
na (tr. del ital. por S. A. Tri), vol. II: Desde dedicada a los emperadores Septimio
Aristóteles a los neoplatónicos, Buenos Severo y Antonino Caracalla, analiza tam­
Aires, Lobada, 1942; O. Hamelin, Sur le bién los problemas nuevos aparecidos en
De fato, Ed. de Mégare, 1978. filosofía después de la muerte de Aristó­
teles: — problemas relativos al destino, a
la libertad y a la Providencia— .
DEL DESTINO DEL HOMBRE. Ensa­ Abordado aquí, partiendo de los prin­
yo de ética paradójica, O naznacheni cipios y métodos de Aristóteles, el pro­
cheloveka, 1931. blema de la naturaleza del destino es con­
N ic o lá i A le x á n d r o v i t c h B e r d iá e v (o siderado esencialmente como una cuestión
B e rd ia e ff), 1874-1948. física, en relación con la idea de causali­
dad, aunque tenga incidencias prácticas
La filosofía de Berdiáev es escatológica, y en particular morales. Dirigiendo sus
es decir, se inscribe en la perspectiva de los críticas contra las concepciones dema­
fines últimos del hombre y del mundo. Ésta siado deterministas del destino como fuer­
es la razón de que la noción de salvación za cósmica, y contra aquellos filósofos
sea en él esencial, como también la de para quienes todo lo que ocurre se pro­
redención. Berdiáev concibe tres tipos de duce fatalmente — los estoicos parecen
tiempo; el tiempo cósmico, el tiempo his­ ser el blanco, aunque no sean nombra­
tórico y el tiempo existencial, que es el de dos— , este tratado se propone salva­
la subjetividad y de la interioridad humanas. guardar la idea de libertad. El D e fato
Estos tres tiempos tienden cada uno de ellos disocia por tanto la idea de una natura­
hacia la eternidad, que es el fin del tiempo. leza determinada de la idea de la liber­
De la misma manera, la ética de Ber­ tad de elección entre virtud y vicio. Sin
diáev es escatológica, en el sentido de que esta libertad, la responsabilidad, el enco­
todo acto moral realiza el fin del mundo mio y la reprobación no tendrían nin­
en el que vivimos y lleva en él la eterni­ gún sentido; la existencia misma de los
dad. Esta obra analiza las múltiples posi­ dioses sería puesta en cuestión.
bilidades de concebir la ética desde un Sabemos que existía una larga serie de
punto de vista cristiano y termina con con­ tratados relativos al problema del destino;
sideraciones metafísicas sobre la muerte, pero, junto con la de Cicerón, esta obra
la inmortalidad y el paraíso. está entre las únicas que se han conservado.
163 DEL ESPÍRITU DE LAS LEYES

Edición: Du destín et de la liberté (tr. P. Y justamente corresponde al gobierno


Thillet), Les Belles Lettres, 1984. cultivar y mejorar a los espíritus, puesto
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
que lo puede, por la educación. Es una
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
vol. I, Tecnos, 1988, pp. 358-360, 364; P. idea que su tratado -> D el hombre habrá
Thillet, introducción de la ed. cit. de desarrollar.
Del espíritu fue condenada por el Con­
sejo de Estado, el arzobispo de París
(Christophe de Beaumont, que igualmente
DEL ESPÍRITU, De l ’esprit, 1758. había castigado ->■ el Em ilio de Rousse­
C la u d e A d rie n H e lv é tiu s , 1715-1771. au), el Parlamento, la Sorbona y el Papa;
mas esta persecución contribuyó más bien
La obra desarrolla una concepción mate­ al éxito de la obra.
rialista del hombre muy semejante a la que
aparece en > El sistema de la naturale­ Edición: Del espíritu (tr. J. M. Bermudo),
Editora Nacional, 1983.
za de Holbach. Pero mientras que Holbach
Estudios: J. M. Bermudo, Helvetius y d’Hol-
se interesa por el ámbito moral, Helve- bach, Barcelona, Horsori, 1987; G. Besse,
tius forja una teoría del intelecto. Su pro­ Histoire littéraire de la France, Messidor-
blema es el siguiente: ¿cómo dar cuenta Editions sociales, 1987, t. III, pp. 490-496.
de la extremada diversidad de espíritus, si
el espíritu se forma sobre la base de la sen­
sibilidad, idéntica en todos los hombres?
La respuesta está en la atención que DEL ESPÍRITU DE L AS LEYES, De
el sujeto es capaz de conceder a los obje­ l ’Esprit des Lois, ou Du rapport que les
tos; atención que depende a su vez del lois doivent auoir avec la constitution
grado de pasión determinado por la bús­ de chaqué gouvernement, les moeurs,
queda del placer. Mas los espíritus se ven leclim at, la religión, le commerce, etc.,
orientados, en sus pasiones dominan­ 1748.
tes, por una presión social que tiene ten­ M on tes q u ieu (Charles-Louis de Secon-
dencia a seleccionar ciertas pasiones juz­ dat, barón de La Bréde y de), 1689-1755.
gadas preferibles por la sociedad en
cuestión. Incluso el genio, por ejemplo, Esta obra consta de treinta y un libros,
no es valorado más que en proporción al cada uno de ellos dividido en cortos capí­
interés que le reconoce una cierta socie­ tulos en los que son analizadas las leyes
dad en particular; no hay realidad inde­ vigentes en el siglo xvm. Dinstinguiendo
pendiente del medio en cuyo seno nace. en primer lugar las leyes humanas de las
La superioridad del filósofo se funda en de la naturaleza, Montesquieu afirma que
que las pasiones que él conoce no están las primeras no son, como tampoco las
ligadas a una sociedad particular, sino segundas, fruto del azar: «Son las rela­
solamente al interés de todos; él no tiene ciones necesarias que derivan de la natu­
más interés que el universal. raleza de las cosas.»
«Siendo dadas nuestras costumbres, Las leyes de los hombres están deter­
debemos ser tal como somos»: una con­ minadas por la naturaleza del gobierno
cepción así merece ser llamada m ate­ (libros I a XIII), que puede ser despótico,
rialista. La moralidad renuncia a toda monárquico o republicano. En el primer
idea de valor absoluto o a priori. Con­ caso, un solo hombre ejerce el poder,
ducirse bien es conformarse a una legis­ según su propia fantasía; en el segundo,
lación y a unas normas sociales. Cierta­ un solo hombre tiene el poder, mas está
mente, todas las legislaciones y todas las sometido a las leyes; en el tercero, es el
normas no tienen el mismo valor; como pueblo el que detenta el poder. Las pre­
Montesquieu, sobre el cual se apoya, Hel- ferencias de Montesquieu se inclinan por
vetius distingue entre los buenos gobier­ una monarquía constitucional a la ingle­
nos, las buenas costumbres, y los malos. sa, donde la nobleza podría ejercer un
DEL ESPÍRITU DE LAS LEYES 164

«poder intermediario» y atemperar las deci­ Montesquieu no se contenta con des­


siones monárquicas; es aquí la nobleza la cribir la naturaleza de las leyes; explica
que hace al monarca. también lo que deben ser. Más que la
La educación de los ciudadanos es un soberanía de la política, el autor resalta
punto fundamental; y es en el legislador la de la «ley»: las leyes deben estar adap­
en quien recae esta tarea: debe prevenir tadas a las condiciones generales de un
los crímenes más que castigarlos; es por país; tal es el papel del legislador, que
tanto preciso que sea él quien «imponga debe por tanto dar pruebas de modera­
buenas costumbres» más que castigos o, ción, pues habrá de conciliar la natura­
peor aún, suplicios: Montesquieu se decla­ leza de las cosas con la aspiración huma­
ra aquí contra la tortura. na a la felicidad; y finalmente, las leyes
En los gobiernos moderados, existen deben odedecer a los principios de cada
leyes que «forman la libertad política». gobierno para evitar el colapso del régi­
Libertad no es, sin embargo, sinónimo de men: la virtud para la democracia, el honor
anarquía: la libertad termina donde para la monarquía, el temor para el des­
comienza el abuso; «Es preciso que, por potismo.
la disposición de las cosas, el poder fre­ El verdadero fin que persigue Montes­
ne al poder.» Para evitar todo exceso, los quieu es mostrar, en ausencia de todo pre­
poderes legislativo, ejecutivo y judicial juicio, cómo han sido establecidas cons­
deben estar repartidos entre personas dife­ tituciones y leyes en cada nación: «He
rentes. Inglaterra es una de las principa­ asentado los principios y he visto que
les representantes de esta separación, que los casos particulares se pliegan a ellos de
asegura el mejor tipo de libertad. La liber­ manera natural, y que las historias de todas
tad depende de las leyes, pero también las naciones no son sino la sucesión de
de la conducta del rey, de sus costumbres; ellos, y que cada ley particular está liga­
los súbditos, por ser imagen de su señor, da a otra, o depende de alguna otra ley
se comportarán como hombres libres o más general.»
como esclavos. La obra fue violentamente atacada
Las leyes están también determinadas cuando apareció y Montesquieu se vio
por el clima y la naturaleza del suelo (libros obligado a redactar La defensa del «Espí­
XIV-XVIII). Las condiciones climáticas, la ritu de las leyes» (1750). Voltaire ala­
riqueza mayor o menor de la naturaleza bará la obra; d’Alembert dirá en su elo­
ejerce sus efectos en los comportamien­ gio de Montesquieu, que estamos en
tos humanos: Montesquieu sostiene por deuda con este pensador por «esta luz
ejemplo que los habitantes de los países general sobre los principios del gobier­
del norte son más independientes que los no». La influencia de este escrito ha sido
de los países del sur. considerable: hombres de Estado e his­
H espíritu de la nación desempeña tam­ toriadores del siglo xix han recurrido
bién un papel preponderante sobre las leyes constantemente a Montesquieu para
(libros XIX a XXVI): la religión está a la extraer de él nuevos principios y con­
base de toda cultura y sobre ella se asien­ cepciones.
tan las tradiciones, las maneras de pensar;
la religión, entonces religión de Estado, Edición: D el espíritu de las leyes (tr. M.
está en el origen de ciertas leyes; las cos­ Blázquez y P. de Vega), Tecnos, 1980.
Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
tumbres de un país modifican igualmente
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. I, Bue­
a veces las leyes de éste; la moneda per­ nos Aires, Siglo Veinte, 1970; D. Lowent-
mite el intercambio de bienes, el comer­ hal, «Montesquieu» en L. Strauss y J. Cropsey
cio; las condiciones demográficas partici­ (comps.), Historia de la filosofía política
pan también en la elaboración de las leyes. (tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y J. J.
Utrilla), México, Fondo de Cultura Econó­
Las leyes varían también según las épocas.
mica,, 1993; J. Starobinski, Montesquieu,
El autor concluye su obra con un estudio col. «Ecrivains de toujours», Le Seuil, 1979;
de las leyes romanas, feudales y francesas. M. C. Iglesias, El pensamiento de Mon-
165 DEL ESPÍRITU GEOMÉTRICO

tesquieu: política y ciencia natural, Alian­ cuando dijeron que era «la medida del
za, 1984; L. Althusser, Montesquieu: la movimiento». ¿Por qué empeñarse en que­
política y la historia (tr. M. Ester Benítez),
rer definir una noción que todo el mun­
Ariel, 1979.
do emplea con buen criterio?, ironiza Pas­
cal. Es preciso por lo demás ser bastante
ingenuo para creer que una tal «definición»
nos muestra la verdadera naturaleza del
DEL ESPÍRITU GEOMÉTRICO, De Ves-
tiempo. Eso es confundir las definiciones
prit géom étrique, 1776.
de cosa — que desvelan la esencia misma
B la is e P a s c a l, 1623-1662.
del objeto definido— y las definiciones de
nombre — que consisten en establecer, de
El «espíritu geométrico», o «espíritu de
manera convencional, una equivalencia
geometría» designa en Pascal la facul­
entre un nombre (lo definido) y una expre­
tad de apercibir los grandes principios y
sión cuyos términos son perfectamente
de realizar a partir de ellos demostracio­
conocidos (la definición). Pero en mate­
nes rigurosas. En la obra de construcción
mática, recuerda el autor, sólo las defini­
de los razonamientos matemáticos, sólo ciones de nombre son admitidas. Inútil,
el espíritu geométrico es capaz de respe­ por tanto, intentar definir términos pri­
tar, en la exposición de sus demostracio­ mitivos tales como el tiempo, el espacio,
nes, «el orden geométrico», que consiste el movimiento, el número y tantos otros
en definir los términos poco claros y en «que todo el mundo entiende por sí mis­
demostrar las proposiciones que no son mo». De la misma manera, sería muy pre­
evidentes por sí mismas. El matemático suntuoso emprender la demostración de
previene así las objeciones y se libra de los axiomas más evidentes de la geome­
la confusión que naturalmente arrastra el tría, como el principio de la doble infini­
lenguaje. tud de la naturaleza, según la cual todo
Sin embargo, el orden geométrico es número, toda duración, todo espacio, toda
muy inferior al «orden absolutamente rea­ velocidad, puede ser indefinidamente dis­
lizado» al que ciertos espíritus presuntuo­ minuido o aumentado sin quedar anulado
sos han pretendido llegar. Este último con­ o devenir infinito por ello.
sistiría en definir todo y en demostrar todo, Para Pascal, la impotencia de nuestra
de tal suerte que la razón no aceptaría razón para definir todo y para demostrar
jamás nada que no estuviera previamen­ todo debe ser considerada como una per­
te probado de manera absolutamente cier­ fección y no como una carencia, porque
ta. Pero, para Pascal, este orden perfec­ lo que nos impide definir los términos pri­
to sigue siendo inaccesible, «porque lo que meros o demostrar los axiomas no es la
está más allá de la geometría nos sobre­ oscuridad de éstos, sino, por el contrario,
pasa a nosotros». En efecto, si quisiéra­ «su extrema evidencia». Al hacer esos obje­
mos definir todo y demostrar todo, ten­ tos accesibles al corazón de los hombres,
dríamos que embarcamos en una regresión la naturaleza suple de alguna manera la
al infinito, cosa de la que nuestro espíritu imposibilidad en que los ha colocado de
es naturalmente incapaz. El geómetra debe acceder al orden absolutamente perfecto
también renunciar a ese orden inaccesi­ al que su razón aspira sin embargo.
ble y adoptar como punto de partida de Los editores han adjuntado tradicio­
sus razonamientos términos indefinibles nalmente al Espíritu ge o m étrico otro
(o términos primitivos) y proposiciones opúsculo, -»■ el Arte de persuadir, redac­
indemostrables (o axiomas), y a partir de tado más o menos en la misma época,
ellos definirá los otros términos y demos­ hacia 1657. Estos dos textos parecen
trará las otras proposiciones. haber sido compuestos para servir de pre­
Mas la razón no abdica tan fácilmente facio a los Elementos de geometría que
de sus prerrogativas. También los aristo­ Pascal destinaba a la enseñanza de los
télicos creían haber definido al tiempo alumnos de Port-Royal. Aunque los dos
DEL FUNDAMENTO DE LA INDUCCIÓN 166

quedaron inacabados, esclarecen con nue­ menos forma, según Lachelier, un siste­
va luz el pensamiento del autor de las -*• ma que está caracterizado por la unidad.
Provinciales. Además de las reflexiones Otro crítico de Lachelier, Maurice Bou-
sobre la doble infinitud de la naturaleza, dot, ha escrito (1972): «¿Quién puede pre­
se encuentra aquí en efecto la descripción tender que [...] los principios que Lache­
de un sistema hipotético-deductivo que lier enuncia validen una inferencia de
responde perfectamente a las exigencias algunos a todos?»
de la axiomática contemporánea. Al recor­
dar en múltiples ocasiones que las defi­ Edición: Del fundamento de la inducción,
Ed. Reus, 1928.
niciones son «libres» en matemática, Pas­ Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
cal pone el acento, muy anteriormente fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
a nuestros lógicos, sobre el carácter fun­ vol. n, Tecnos, 1988, pp. 545-552; L. Millet,
damentalmente convencional del orden Le Symbolisme dans la philosophie de
Lachelier, P.U.F., 1959.
geométrico.

Edición: De l ’esprit géométrique, en Trai-


tés scientifiques, col. «Les integrales de phi-
DEL HÁBITO, De l ’habitude, 1894.
lo», Nathan, 1990.
Estudios: S. Le Strat, presentación y notas R a v a is so n -M o lle n (Félix L ach er), 1813-
en la edición citada; A. Béguin, Pascal (tr. 1900.
J. Almela), México, Fondo de Cultura Eco­ Tesis defendida en 1838.
nómica, 1989.
Ravaison rehúsa considerar al hábito
bajo su solo aspecto negativo. Al no movi­
lizar la conciencia, el hábito deja libre al
DEL FUND AM ENTO DE LA INDUC­
hombre para las tareas menos materiales.
CIÓ N, Du fond em ent de l ’in duction,
□ hábito es verdaderamente una «segunda
1871.
naturaleza», mas es también un compor­
Ju le s L a c h e u e r , 1832-1918.
tamiento inteligente (aunque no conscien­
te). Ravaison no propone una ruptura bru­
Mientras que Stuart Mill reducía la induc­
tal entre el reino de la materia y el de la
ción a la indagación de la causa, Lache-
libertad. Rechaza la confusión cartesiana
lier piensa que la inducción implica el prin­
del mecanicismo y de la vida. Para él, la
cipio de causalidad; y establece la validez
naturaleza es ya deseo y anima al ser, sin
de esta posición por referencia a Aristó­
reducirse a una potencia ciega y mecánica.
teles, por un movimiento de pensamien­
to que va de Aristóteles a la ciencia moder­ Edición: De l ’habitude, col. «Corpus des
na y de ésta a Aristóteles. Sin embargo, oeuvres de philosophie en langue franfaise»,
René Poirier (1931) ha reprochado a Fayard, 1984.
Lachelier por haber ligado las condiciones Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
de la inducción a los principios relevantes
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 545-552; D. Jani-
de una concepción demasiado estrecha caud, Une généalogie du spiritualisme
de la ciencia moderna. La doctrina de frangais. Aux sources du bergsonisme:
Lachelier presupone la posibilidad de una Ravaisson et la métaphysique, Nijhoff, La
teoría física perfecta, lo cual es propues­ Haya, 1969.
to de antemano más como una cuestión
que como una certeza.
El autor liga igualmente la inducción DEL HOMBRE, De homine, 1658.
hasta un principio de jerarquía con la idea Thom as H obb es, 1588-1679.
de una persistencia de las esencias, pues­
to que supone que la esencia es aperci­ Este tratado es la segunda parte de una
bida a través de lo particular. De una obra de Thomas Hobbes titulada Los ele­
manera general, el mundo de los fenó­ m entos de filosofía (E lem enta philo-
167 DEL HOMBRE, DE SUS FACULTADES INTELECTUALES Y DE SU EDUCACIÓN

sophiae), y cuya tercera parte es el céle­ Hobbes propone aquí una concepción
bre tratado que lleva por título -*• D el ciu­ de las relaciones entre el hombre y la
dadano (De cive). El tratado D el hombre sociedad muy próxima a la que define en
vuelve a tomar, de manera más desarro­ el L e v i a t á n el estudio fisiológico y bio­
llada y menos sistemática, los temas que lógico del individuo tomado aisladamen­
Hobbes había ya abordado en una obra te permite descubrir su comportamiento
fechada en 1650, ->■La naturaleza huma­ en colectividad.
na (Human Nature).
Como su título indica, este tratado está Edición: De homine, vol. II de las Opera
consagrado al estudio del ser humano, y Latina, Scientia Verlag.
Estudio: F. Tonnies, Thomas Hobbes: vida
más particularmente al del alma humana,
y doctrina (tr. E. Imaz), Alianza, 1988.
puesto que el estudio físico del cuerpo es
muy sucinto. En efecto, el autor se contenta
con recordar el principio fundamental que
gobierna toda su teoría fisiológica, a saber,
DEL HOMBRE, DE S U S FA C ULTA ­
la identificación de la vida con el movi­
DES INTELECTUALES Y DE SU EDU­
miento, siendo para él el movimiento del
CACIÓN, De l’homme, de ses facultés
corazón el principio mismo de la vida. Sin
intellectuelles et de son éducation, 1772.
embargo, el autor se extiende largamente
C la u d e A d r e n H e lv e tiu s , 1715-1771.
en su exposición de la teoría de la visión,
por una parte porque ya había formulado
Esta obra es continuación directa de
los grandes principios en un esbozo de
-*■ D el espíritu, cuyas tesis aquí desarro­
Dióptrica, y por otra porque la visión le
lla, extrayendo sus consecuencias. Estas
permite introducirse en el estudio del alma
consecuencias se manifiestan principal­
por la vía de la imaginación.
mente en el dominio de la educación, que
Tras haber demostrado el origen de las
Helvetius tiene por omnipotente en la for­
ilusiones ópticas, Hobbes abandona defi­
mación de los espíritus: «La educación lo
nitivamente el dominio de la fisiología para
puede todo»; «No hay nada imposible para
consagrarse al estudio de nociones espiri­
la educación; hace danzar a los osos.»
tuales como el lenguaje, la ciencia y las
Pues el autor del Espíritu no cree apenas
pasiones, le ley y la religión. 0 filósofo con­
en la eficacia de un determinismo inter­
cibe al lenguaje como una creación artifi­
no, de tipo fisiológico; para él, el espíri­
cial del hombre mediante la cual éste une
tu no es un «don de la naturaleza», sino
una palabra arbitraria con la cosa que ella
«un efecto de la educación».
designa. En cuanto a la ciencia, Hobbes
Se debe a Diderot una refutación de esta
la identifica con el conocimiento de la cau­
obra. En ella critica, en nombre de la natu­
sa, y no hay ciencia más que cuando se
raleza de los seres, la fe absoluta de Hel­
pueden demostrar, a partir de este princi­
vetius en la omnipotencia de la educación:
pio, las consecuencias que de él se derivan.
«No se le da olfato a un galgo.» Rousseau
Por esa razón, la física no es una ciencia,
lo amonesta igualmente, esta vez por su
puesto que no hace más que constatar fenó­
materialismo, en la Profesión de fe del
menos que luego, a posteriori, relaciona
uicario de Saboya (libro IV del -+ Emilio).
con su causa. Las pasiones son los movi­
mientos que nos hacen dirigimos hacia cier­ Edición: De l’homme, de ses facultés inte­
tas cosas, y calificamos de bien aquello que llectuelles et de son éducation, 2 vols., col.
satisface nuestro deseo. El autor afirma que «Corpus des oeuvres de philosophie en lan­
la ley no tiene valor moral a menos que se gue frangaise», Fayard, 1989.
dirija, en el ámbito humano, al ciudadano. Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
Finalmente define la fe y el culto, que englo­ vol. II, Tecnos, 1988, pp. 115-123;G. Bes-
ban una sola y misma realidad — la reli­ se, Histoire littéraire de la France, Messi-
gión— , como una manifestación individual dor-Éditions sociales, 1987, t. III, pp. 490-
o colectiva, respectivamente. 496.
DEL INFINITO MATEMÁTICO 168

DEL INFINITO MATEMÁTICO, D e l’in- ma de infinito excluye para él todo lugar,


fin i mathématique, 1896. todo vacío y todo movimiento. El infinito
Louis C o u t u r a t, 1868-1914. está en todas partes, es lo pleno, y es inmó­
vil. Existe según dos modos: «el infinito-
En su tesis doctoral, Louis Couturat infinito, es decir, el infinito intensivo que
defiende (como Cantor) la idea de un infi­ no actúa ni padece; y el infinito-finito, es
nito matemático actual, es decir mate­ decir el infinito extensivo que actúa y pade­
máticamente real y existente, que no se ce». Se puede uno preguntar entonces qué
reduce a una virtualidad potencial. Según es lo que liga al infinito-finito, o universo,
Couturat, los números infinitos deben con el infinito-infinito, Dios. (Cabe igual­
tener derecho de ciudadanía, con la mis­ mente observar que esta distinción anun­
ma razón que lo tienen los números irra­ cia la que establece Spinoza entre natura-
cionales o los imaginarios, a pesar de leza-naturada y naturaleza-naturante.)
las oposiciones que esta teoría suscita. A fin de responder a esta cuestión de
modo coherente, Bruno examina uno de
Edición: De l’infini mathématique, Librai- los tres principios fundamentales que rigen
rie scientifique et technique A. Blanchard, el pensamiento desde la lógica de Aristó­
1973.
Estudio: A. Lalande, L ’oeuvre de Louis teles, a saber, el principio de no contra­
Couturat, en Revue de métaphysique, uol. dicción, e invoca la tesis de la coinciden­
22, 1914. cia de los contrarios de Nicolás de Cusa.
Mediante la coincidencia de los opuestos
es posible pasar de la infinitud de Dios a
la de su «explicación», el universo. Al des­
DEL INFINITO UNIVERSO Y LOS bordarse, lo finito del infinito-finito acce­
MUNDOS, D e 1’in fin ito universo, e de al infinito de lo infinito-infinito. Es por
mundi, 1584. tanto éste el que, por su existencia, justi­
G io rd a n o B ru n o, 1548-1600. fica a su contrario mientras lo expresa. El
infinito, menospreciado por los griegos
Este tercer diálogo metafísico escrito por juzgarlo imperfecto, no había adqui­
en Londres es la coronación de la cos­ rido el prestigio de la perfección con la
mología de Bruno. Después de haber mos­ tradición cristiana más que para escapar
trado, en -*• El banquete de las cenizas, a la racionalidad. En Giordano Bruno, la
que el universo es infinito y poblado de necesidad de la existencia del infinito está
una infinidad de mundos, y en -* De la fundada racionalmente (a condición, evi­
causa, del principio y de la unidad, que dentemente, de que la teoría de la coin­
la difusión infinita del universo es la expre­ cidencia de los contrarios sea admitida de
sión de Dios o mejor su «explicación», el antemano).
autor pone aquí de manifiesto, a través El infinito es también doble de otra
de su doble Filoteo, lo que liga al infinito manera: cualitativamente, pues su exten­
divino con el infinito del universo, o, dicho sión no tiene límite alguno, y cuantitati­
con otras palabras, lo que liga lo uno con vamente, porque la potencia divina no ha
lo múltiple. Para hacer esto, Bruno debe limitado su obra a un solo mundo finito,
hacer una crítica de ciertos conceptos aris­ sino que ha creado una infinidad de ellos.
totélicos, en particular los conceptos del Hay por tanto una infinidad de mundos
vacío, del lugar y del movimiento. en un universo infinito. Infinitud no sig­
Es efectivamente a partir de la defini­ nifica sin embargo diversidad. Todos los
ción del movimiento como traslado de un mundos están compuestos de la misma
lugar a otro como Aristóteles concluye, en materia y todos son gobernados del mis­
la ->• Física (III, 206b), la imposibilidad de mo modo que nuestro sistema solar. Los
un infinito en acto. Para Bruno, Aristóte­ innumerables mundos están todos bajo el
les utiliza criterios de lo finito para juzgar yugo de una unidad ontológica y cósmi­
sobre lo infinito, mientras que la idea mis­ ca. Los soles son discos metálicos brillan­
169 DEL LIBRE ALBEDRÍO

tes no licuables y con altísimas tempera­ a Newton y a toda la ciencia moderna. Su


turas; dan la vida a los planetas, astros visión de una infinidad de mundos acaba
fríos en los que, como en la Tierra, pre­ de ser recientemente rehabilitada por el
domina el agua. Mas a esto se reducen las descubrimiento de millares de millones de
escasas precisiones que Bruno ofrece sobre galaxias. Es más, el modelo einsteiniano
esos otros mundos y sus eventuales habi­ de un mundo finito aunque ilimitado no
tantes. En efecto, toda esta cosmología parece ser completamente satisfactorio.
no está apoyada en ningún tipo de expe­
rimentación. Ha sido deducida lógica­ Edición: Del infinito universo y los mun­
mente. En el umbral de la experimenta­ dos, (tr. M. A. Granada), Alianza, 1993.
Estudio: W. Dilthey, Hombre y mundo en
ción naciente, la validez del discurso de los siglos xvi y x w í (tr. E. Imaz), México,
Bruno no reside más que en su coheren­ Fondo de Cultura Económica, 1947; P.-H.
cia interna. Michel, La cosmologie de Giordano Bru­
Rechazando el lenguaje matemático de no, Hermann, 1962.
su tiempo y sin haberse sometido a la veri­
ficación experimental, Bruno fundamen­
ta su entera argumentación en su filoso­
fía. Esta filosofía es ante todo una crítica DEL UBRE ALBEDRÍO, De libero arbi­
del aristotelismo y del modelo cosmoló­ trio, o entre 388 y 395.
gico ptolemaico. El filósofo pretende par­ A g u s tín (Aurelius Augustinus, San), 354-
tir en busca del alimento del alma y del 430.
cultivo del espíritu, adentrarse en el déda­
lo de los caracteres intelectuales y definir Este diálogo teológico, redactado en
el dominio de la naturaleza. Frente a la Roma y continuado en Hipona entre 388
concepción geocentrista de los aristotéli­ y 395, está compuesto de tres libros que
cos y de la Iglesia, que juzga oscura, Bru­ relatan las conversaciones del autor con su
no declara que la nueva filosofía que él amigo Evodius. La conversación trata ante
propone aclara los sentidos, satisface al todo del mal: ¿Qué es el mal? ¿Existe un
espíritu, eleva la inteligencia y conduce al mal en sí? ¿En qué medida se puede decir
hombre a la verdadera beatitud. Conde­ que una acción es mala o no? No se dice
nado a muerte por herejía y quemado que un acto es malo porque está prohibi­
públicamente después de ocho años de do; es que está prohibido porque es malo,
prisión, Bruno fue víctima de un odioso afirma Agustín. Compete al hombre, apo­
malentendido. A pesar de su oposición a yándose en su razón, elegir entre el bien y
la Iglesia, de su resistencia a la Inquisición el mal, entre la virtud y la pasión. Eso sig­
y a la modernidad de sus concepciones, nifica que el hombre es responsable de sus
no era sin embargo menos favorable a un actos: si elige la vía del bien, será recom­
diálogo abierto entre filósofos y teólogos, pensado y llevará una vida feliz; si elige la
y optó siempre por una posición religio­ senda del pecado, se alejara de Dios y sufri­
sa tolerante. Inspirándose en el infinitis- rá el castigo merecido.
m o de los presocráticos y en -*■ De la El libre arbitrio existe; como todo bien,
naturaleza de las cosas de Lucrecio, espe­ proviene de Dios; el hombre puede sin
raba extraer de su sistema una verdade­ embargo utilizarlo de manera nefasta.
ra unidad religiosa, unidad resultante del Cabe entonces preguntarse por qué Dios,
conocimiento que esta religión — es decir, que conoce el futuro, no priva a los peca­
esta gnosis— aporta al hombre: conoci­ dores de su libre arbitrio; esta actitud pare­
miento del hecho de que «Dios es veci­ ce un tanto paradójica. San Agustín pre­
no de él, está en él y es más interior a él cisa que se trata de hecho de dos
de lo que el propio hombre pueda serlo». elementos distintos: Dios no es respon­
Con esta trilogía, y más particularmente sable de los pecados de los hombres; su
con D el infinito universo y los mundos, grandeza consiste precisamente en que
Giordano Bruno abre el camino a Kepler, deja a los hombres pecar libremente. El
DEL MAESTRO 170

pecado es necesario para la perfección se al nivel del primero; de este modo se esta­
del universo; es justo que el pecador sea blece entre ellos una suerte de osmosis.
castigado por el mal que ha realizado;
el castigo puede por tanto ser conside­ Edición: Del maestro, en Obras de San Agus­
rado como un bien. El alma aspira a un tín, t. DI (trad. P. M. Martínez), Ed. Católica
(B.A.C.), 1947.
bien, y debe actuar por ello de una mane­ Estudios: Introducción del P. M. Martínez
ra que le permita acceder a él; la vida bie­ en la ed. cit., pp. 667-680. A. Mardouze,
naventurada es la recompensa suprema. Saint Augustjn: /’aventure de la raison et
L o que es interesante en esta obra de de la grace, Études augustiniennes, 1968.
juventud es la exposición de las doctrinas
del autor sobre la gracia, la predestinación,
y el pecado original, que desarrollará en
sus obras posteriores. Esta obra deja entre­ DEL M ODO DE EXISTENCIA DE LOS
ver que Agustín no está siempre seguro; OBJETOS TÉCNICOS, Du mode d ’exis-
mas sus teorías para conciliar las diversas tence des objets techniques, 1958.
doctrináis católicas son originales y su len­ G ilb e r t Simondon, 1924-1989.
guaje es incontestablemente nuevo.
El conocimiento del objeto técnico es
Edición: «Del libre albedrío» (tr. E. Seijas), necesario; en otro caso se toma sagra­
en vol.Ifl (pp. 235-521) de las Obras de San do: idolatrado o maldito. La evolución
Agustín, Ed. Católica, (B.A.C.), 1947.
técnica, de acuerdo con el instrumento
Estudio: E. Gilson, Introduction á l’étude
de saint Augustin, Vrin, 1982. del que el hombre es portador, y que pro­
longa sus órganos, hace surgir al indivi­
duo técnico, unidad de elementos con
una causalidad recurrente de sus accio­
D E L M A E S T R O , D e m agistro liber, nes, objeto «concreto» que tiende hacia
0 389. la coherencia interna, característica de
A g u s tín (Aurelius Augustinus, San), 354- los vivientes. De ello resultan dos ras­
430. gos del objeto técnico: su minoría social,
cuando es utilizado por el saber implíci­
Este diálogo didáctico entre el autor y to del hábito, y su mayoría social, cuan­
su hijo, Adeodat, fue escrito después de do su uso exige el conocimiento de sus
su bautismo, en 389. interacciones internas. Mas el siglo xx ha
Utilizando el método de Sócrates, Agus­ recreado una alienación, porque la máqui­
tín demuestra a su hijo, que morirá dos na no prolonga ya el esquema corporal
años más tarde, que no son las palabras y su funcionamiento no es conocido más
del maestro las que enseñan la verdad: que por los especialistas. Por tanto hay
éstas pueden ser mal interpretadas; no una relación del hombre con el individuo
son más que un medio para expresar la técnico, no solamente respecto a su
verdad que está en nosotros. Para juz­ invención, sino cuando entre los dos rea­
gar sobre la veracidad de las palabras del lizan una función reguladora de manera
maestro es preciso volverse hacia esta ver­ mejor que cada uno por separado: por­
dad interior inspirada por Dios. Cada que el hombre selecciona las formas en
hombre está así habitado por esta pala­ función de su pasado y puede modificar
bra divina, en la cual debe reconocer su los problemas a resolver por recurrencia
solo y único maestro. del porvenir sobre el presente; la máqui­
Agustín proseguirá este estudio en La na, en cambio, no reacciona más que
manera de catequizar a los ignorantes: abor­ ante lo ya dado, y por tanto tiene nece­
dará el tema del amor, generador de la comu­ sidad del hombre para recibir un pro­
nión de espíritu que une al maestro y al discí­ grama.
pulo; el primero saldrá de sí al ponerse al nivel La esencia de la técnica tiene que ser
de su alumno, que a su vez acabará por alzar­ situada en el interior de las diversas reía-
171 DEL ORIGEN, NATURALEZA, DERECHOS Y MUTACIONES DE LAS MONEDAS

ciones humanas en el mundo: a partir metafísicas y religiosas, la génesis de esta


de la unidad mágica primitiva, la técni­ revolución, de la que Copémico, Gior­
ca fragmenta al mundo en objetos, la dano Bruno, Kepler, Descartes, Galileo
religión en sujetos; el objeto estético aspi­ y Newton fueron los principales actores.
ra a mantener la unidad mágica apelan­ Mas aparecen en el camino otros pen­
do a una totalidad que reclama mi par­ sadores, a menudo olvidados, a los que
ticipación; así, técnica y religión se Koyré restituye su importancia: Richard
desdoblan en prácticas y teorías, cuyas Bentley, Samuel Clarke, Thomas Digges,
distancias son mediadas por la ética y William Gilbert...
las ciencias. D el mundo cerrado al universo infi­
La conclusión recrimina el desconoci­ nito es uno de los ejemplos más sobre­
miento de la técnica, por Marx y su defi­ salientes del método histórico-crítico de
nición del trabajo, por Aristóteles y su dis­ Koyré en epistemología e historia de las
tinción entre materia y forma — pues la ciencias.
ignorancia de la operación técnica que
los hace coincidir es alienación— , por Pla­ Edición: Del mundo cerrado al universo
tón, que opone acción sobre el devenir y infinito (tr. C. Solís), Siglo XXI, 1979.
contemplación de lo eterno, y por Berg­ Estudios: R. Taton, «Alexandre Koyré, his­
torien de la pensée scientifique», Revue de
son que invierte esta oposición en con­
synthése. n.° 88, 1967, pp. 5-20.
templación de la duración y trabajo sobre
lo estático.
Este estudio ha sabido superar los dis­
cursos fáciles y la ideología laudatoria
DEL ORIGEN, N ATURALEZA, DERE­
o desvalorizadora, para explorar de
C H O S Y M U T A C IO N E S DE L A S
manera densa, precisa y original, la esen­ M ONEDAS, De origine, natura, jure et
cia de la técnica, desde los instrumentos mutationibus monetarum, hacia 1361.
simples hasta las máquinas más com­ N ic o lá s Oresm e, hacia 1325-1382.
plejas.
El propio Oresme tradujo la obra al fran­
Edición: Du mode d’existence des objets
techniques, Aubier, 1989. cés antiguo y la hizo aparecer algunos años
Estudio: Gilbert Simondon, número especial después de la edición latina bajo el título
de los Cahiers philosophiques, n.° 43, Traictié de la premiére invention des mon-
C.N.D.P., 1990. naies.
A lo largo de los veintitrés capítulos de
que se compone la obra, el autor elabora
una teoría de la moneda. Puro producto
D E L M U N D O C E R R A D O A L U N I­ de la civilización, el dinero es un modo de
VE R S O IN F IN IT O , From the Closed intercambio y un signo de riqueza. Para
World to the Infinite Universe, 1957. evitar todo abuso, el deber de acuñar mone­
A le x a n d r e K o y r é , 1892-1964. da recae sobre el Príncipe. Mas éste no
debe en ningún caso usar de ese privilegio
Este libro recorre el largo camino que para perjudicar al pueblo en interés del cual
condujo al pensamiento científico y filo­ se ha acuñado la moneda. Igualmente, toda
sófico occidental (en una época en que modificación o «mutación» de la moneda
tal distinción apenas si tiene sentido) a debe ser objeto de una concertación y no
revolucionar la idea que éste tenía del realizarse más que en caso de necesidad
espacio. Del siglo xvi al xvu tiene lugar extrema.
en efecto «la destrucción del Cosmos» y Viviendo en un país arruinado por las
«la infinitización del universo». Koyré quie­ guerras y los dispendios de la corte, Ores­
re reestablecer, en toda la complejidad de me da a su alumno Carlos V el Sabio una
su entorno cultural y de sus implicaciones lección de economía política de un moder­
DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA EN LOS HOMBRES Y EN LOS PUEBLOS 172

nismo chocante. Su obra, capital para la servicio de la teología. Basta con creer
historia económica francesa, tendrá reper­ para que Dios sea, y todas las pruebas
cusiones en toda Europa; el célebre eco­ del mundo no cambiarán nada.
nomista Adam Smith coincidirá en nume­ Esta obra es esencialmente una medi­
rosos puntos con la teoría de este genio tación sobre el sentido de la existencia y
normando. sobre la realidad del hombre, «siendo el
hombre concreto el sujeto y el supremo
Edición: Tratado de la primera invención objeto de la filosofía...» La dialéctica fun­
de las monedas (tr. J. Binaghi), Orbis, 1985. damental de la filosofía unamuniana es
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
la que se inscribe en la relación del hom­
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
1972, pp. 630-632; Ch. Pérez, Monnaie bre con Dios, de la existencia con la eter­
du pouvoir, pouvoir de la monnaie; une nidad. Las únicas razones válidas aquí aba­
pratique discursiue origínale, le discours jo son «las razones que el corazón siente».
figuratif monétaire. Les Belles Lettres, Unamuno estuvo al origen de una ver­
1986. dadera renovación de la filosofía en Espa­
ña; su influencia se ha extendido a Italia
y a Alemania, como también a Inglaterra
y Rusia.
DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA
VIDA EN LO S HOMBRES Y EN LOS Edición: Del sentimiento trágico de la vida
PUEBLOS, 1913. (prólogo de F. Savater), Alianza, 1986; Del
M ig u e l de Unamuno, 1864-1936. sentimiento trágico de la vida (introducción
de P. Cerezo), Espasa Calpe, 1995.
Estudios: Introducción a cualquiera de las
La obra mayor del filósofo español no ediciones indicadas; J. Ferrater Mora, Una­
se ubica bajo ninguna categoría filosófica muno. Bosquejo de una filosofía, Alianza,
determinada; por sus ecos existencialistas, 1985; J. D. García Bacca, Nueve grandes
se relaciona sin embargo con la inspiración filósofos contemporáneos y sus temas,
Anthropos, 1990, pp. 83-148; A. Guy,
de un Kierkegaard, de un Nietzsche o de
Unamuno et la soif d ’éternité, Seghers,
un Heinrich von Kleist — hombres impreg­ 1964.
nados de un espíritu de sabiduría más que
de ciencia racional. Para Unamuno, el sen­
timiento que tenemos de la vida es abso­
lutamente primero; irreductible a toda DEL SER Y DE LA UNIDAD, D e ente
racionalidad, de él es de donde nace toda et uno, 1496.
filosofía, toda concepción del mundo e Jean P ic o d e l a M ir a n d o la (Giovanni
incluso todo pensamiento. Así «este sen­ P ico Della Mirandola), 1463-1494.
timiento, en lugar de proceder de ciertas
ideéis, más bien las determina». Común a La obra plantea la cuestión del deber
todos los hombres y a todos los pueblos, del filósofo: ¿no consiste en la búsqueda
el “sentimiento trágico de la vida» expre­ de la unidad y de la concordia? Platón y
sa nuestra «sed de inmortalidad», sed que Aristóteles resultan reconciliados en la
la ciencia — ese «cementerio de ideas muer­ identificación del Ser con la Unidad. San
tas»— no puede apagar. Agustín va incluso más lejos al identificar
Unamuno pone aquí en cuestión el al Ser con lo Verdadero y el Bien. Así,
dualismo entre el corazón y la razón que el mal y lo falso son la nada: el filósofo
postulan los racionalistas, que no con­ desmiente a los maniqueos.
sideran ni admiten más que lo que resul­
ta de la pura abstracción. El autor está, Edición: De ente et uno, Venecia, 1948.
por el contrario, convencido de que la Estudio: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
verdadera raíz de las ideas reside en el sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol.
II, Montaner y Simón, 1973, pp. 66-71; H.
corazón de los hombres. Es también un de Lubac, Pie de La Mirándole, Aubier-Mon-
grave error querer poner a la lógica al taigne, 1974.
173 DEMOCRACIA EN AMÉRICA (LA)

DEL SERVIL ARBITRIO, De servo arbi­ DEL SISTEMA INDUSTRIAL, Du s í ­


trio, 1525. teme industrie!, 1821.
M a rtín L u t e r o , 1483-1546. Saint-Simon (Claude Henri de Rouvroy,
conde de), 1760-1825.
Este tratado está dirigido contra el
-*■Ensayo sobre el libre arbitrio de Eras­ En esta obra, tanto económica como
mo. Lutero rechaza la noción de libre arbi­ política, Saint-Simon establece — de mane­
trio afirmando que la razón, que «posee ra premonitoria— que Europa deberá
algo de divino», es una «prostituta» (sic) entrar bien pronto en un sistema industrial
desde el momento en que abandona su que será común a todos los Estados miem­
propio dominio para intentar conocer bros. Frente a las crisis económicas anun­
lo que procede exclusivamente de Dios y ciadas, el autor defiende el derecho al tra­
de la fe. Esta tesis, ilustrada ya en Dis- bajo y preconiza una serie de grandes
putation sur l ’homme, es retomada en proyectos, destinados a asegurar la sub­
el De servo arbitrio. sistencia de la mano de obra, pero tam­
Lutero trata aquí de la voluntad del bién con el propósito de regular la vida
hombre, tan impotente como su razón. social mediante trabajos de desecación, de
El determinismo teológico se opone al desmonte y de construcciones de todo tipo.
libre arbitrio. Es Dios quien ordena y pro­
duce todo por su voluntad: esta omni­ Edición: El sistema industrial, Ministerio
potencia no deja ningún lugar al libre de Trabajo y S.S., Madrid, 1975.
albedrío. Profesar este último es por tan­ Estudio: P. Ansart, Sociologie de Saint-
Simon, col. «Le Sociologue», P.U.F., 1970.
to injuriar a Dios. Mas, si el libre arbitrio
es ilusorio, se sigue de ello que los méri­
tos fundados en las obras del hombre lo
son también, porque no se trata de obras
DEMOCRACIA EN AMÉRICA (LA), De
libres. N o se podrá así alimentar la
la D ém ocra tie en A m é riqu e , 1835 y
menor esperanza de salvación invocan­
do un mérito cualquiera. Lutero subra­ 1840.
T o c q u e v i ll e (Charles Alexis Cléret de),
ya que la idea misma de una justificación
por las obras desconoce la profundidad 1805-1859.
de la corrupción de la naturaleza huma­
na. En efecto, creer que un hombre se Cuando Tocqueville y su amigo Gustave
puede redimir por sus buenas acciones, de Beaumont se embarcan en El Havre en
implica que se concibe al pecado como 1831, los dos magistrados llevan enco-
un hecho accidental que el pecador menda la misión de examinar las institu­
podría compensar de alguna manera con ciones penitenciarias americanas. Esto le
actos loables. En realidad, no es más que servirá a Tocqueville de pretexto para lle­
la fe sola la que puede transformar al var a cabo un amplio estudio sobre la
hombre. democracia en América, en el que conti­
Lutero, reformador de la Iglesia, está al nuamente se entremezclan dos tipos de
origen de la corriente protestante. Su análisis y dos tipos de convicciones. En el
influencia fue y sigue siendo tan grande que plano del razonamiento, el autor yuxta­
se extiende en nuestros días a millones de pone lo que podría llamarse una «lógica
fieles. de la tipología», a partir de la oposición
aristocracia/democracia, y una «lógica de
Edición: Du serf arbitre (tr. J. Bosc), en la evolución», que conduce inevitablemente
Oeuvres de Martin Luther, t. 5, Labor et al triunfo de la democracia. Tratándose de
Fides, Ginebra, 1958. su concepción general del mundo, el autor
Estudio: J. Boisset, Erasm e e t L u t­
her. L ib r e ou s erf a rb itre?, P .U .F ., compensa su aceptación racional de la
1962. democracia con el combate por los valo­
DEMOCRACIA EN AMÉRICA (LA ) 174

res propios del mundo aristocrático y, más europeos han de enfrentarse con el mis­
particularmente, por la libertad. Su pro­ mo problema institucional, en el sentido
pia vida está articulada en torno al pro­ amplio del término: ¿cómo convertir sus
blema de la doble influencia de lo teórico pasiones en leyes y en instituciones?
y de lo vivido, o al de esa teoría de lo vivi­ Tocqueville afina su análisis en el segun­
do familiar que mezclará sin cesar hechos do volumen de su obra (parte 3.“, cap.
y valores y que aunará la riqueza concep­ XXI): los pueblos europeos son menos
tual y la minucia documental con las con­ «democráticos» que «revolucionarios». Esta
vicciones políticas. reflexión introduce una distinción esen­
América va a permitir a Tocqueville pro­ cial, mantenida a todo lo largo del segun­
ceder a un análisis in vivo del principio do volumen, y por la cual explica el autor
democrático: tanto de los riesgos que ha la estabilidad política y el consenso ame­
de afrontar como de las ventajas que ofre­ ricano. Muestra que el estado social demo­
ce respecto a la libertad. Las naciones euro­ crático es poco propicio a las revolucio­
peas están a medio camino entre aristo­ nes, en razón del muy trabado tejido de
cracia y democracia, desgarradas por el micro-intereses conservadores que ese
conflicto entre esos dos principios, e incli­ estado no cesa de crear y mantener. Es la
nadas con frecuencia hacia esa forma extre­ desigualdad lo que lleva a la revolución,
ma de la democracia que es la revolución; y fue por destruir el estado social aristo­
si el ejemplo americano no representa el crático y la ideología de la desigualdad por
porvenir de las naciones de Europa, les lo que los franceses la hicieron; pero han
ofrece al menos material para pensar este conservado pasiones y un estado de espí­
porvenir de manera que extraiga el máxi­ ritu poco propicios a la estabilidad de las
mo de ventajas y el mínimo de inconve­ instituciones. «En América, se tienen ide­
nientes en la cuestión de la libertad. as y pasiones democráticas; en Francia,
En el capítulo IX, libro II del primer volu­ tenemos todavía pasiones e ideas revolu­
men de la obra, Tocqueville se interroga cionarias.» La obra se articula en tomo a
sobre el papel de las leyes y las costum­ algunas oposiciones simples, que T oc­
bres en el mantenimiento de la democra­ queville utiliza de manera refinada median­
cia americana, por oposición a lo que él te una constante dialéctica entre lo cultu­
llama «causas materiales», esto es, las par­ ral, lo social y lo político. América ofrece,
ticularidades del Nuevo Mundo y sus pri­ en tanto que sociedad y en tanto que cul­
vilegios en lo que concierne a la relación tura, el ejemplo de una democracia pura.
del hombre con su espacio físico. Pues Es sabido que La democracia fue publi­
para el pensamiento de Tocqueville, los cada en dos etapas. El primer volumen,
Estados Unidos no son para Europa ni una esencialmente consagrado a la descripción
experiencia conceptualmente comparable analítica de las instituciones americanas, apa­
ni un modelo que habría que seguir: «Es reció en 1835; el segundo, que estudia de
posible concebir un pueblo democrática­ manera más abstracta la influencia de la
mente organizado de manera distinta al democracia sobre las costumbres y los hábi­
pueblo americano.» Lo que confiere, sin tos nacionales apoyándose en el ejemplo
embargo, valor universal a este análisis de americano, vio la luz cinco años más tarde.
la democracia americana es la existencia
de un fundamento común al pueblo ame­ Ediciones: La democracia en América (ed.
ricano y a los pueblos europeos, a saber: crítica preparada y traducida por E. Nolla),
2 vols., Aguilar, 1989; edición popular (tr.
su común pertenencia a la naturaleza D. Sánchez de Aleu), 2 vols., Alianza, 1995-
humana. Los americanos han hecho con 1996; La democracia en América (tr. L. R.
sus manos su sociedad y el motor que la Cuéllar), México, Fondo de Cultura Econó­
impulsa; pero la han canalizado median­ mica, 1984.
te el derecho, la religión, las instituciones, Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. I, Bue­
las costumbres. Al estar impulsados por nos Aires, Siglo Veinte, 1970; M. Zetter-
pasiones sociales idénticas, los pueblos baum, «Alexis de Tocqueville», en L. Strauss
175 DEONTOLOGÍA O CIENCIA DE LA MORALIDAD

y J. Cropsey (comps.), Historia de la filo­ democracia, Raymond Aron apoya al libe­


sofía política (tr. L. García Urriza, D. L. Sán­ ralismo, a menudo criticado por ser un
chez y J. J. Utrilla), México, Fondo de Cul­
«régimen de partidos».
tura Económica, 1993, pp. 716-36; L. Diez
del Corral, El pensamiento político de Toc-
queuille, Alianza, 1989; J.-C. Lamberti, Toc- Edición: Democracia y totalitarismo, Seix
queville et les deux démocraties, col. «Socio- Barral, 1968.
logies», P.U.F., 1983. Estudio: N. Baverez, Raymond Aron, col.
«Qui suis-je?», La Manufacture, 1986.

DEM OCRACIA Y TOTALITARISMO,


DEM OSTRACIÓN DE LA EXISTEN­
D émocratie et totalitarisme, 1965.
CIA Y DE LOS ATRIBUTOS DE DIOS,
R aym on d A r o n , 1905-1983.
A Demonstration o f the Being and Attri-
butes o f God, 1727-1728.
Influido por la sociología alemana, en
S am u el C la r k e , 1675-1729.
particular por Max Weber, partidario del pri­
mado de lo político (la política es el ejerci­
Esta obra reúne los sermones de los
cio del poder), Raymond Aron se aplica a
años 1704-1705 que Clarke había rees­
definir una sociología política que no sea
crito depurándolos de su presentación
una filosofía política. N o se trata para él de
oratoria. El libro está dirigido principal­
construir una teoría del mejor régimen polí­
mente contra el materialismo de Hobbes
tico, sino de fundamentar una sociología ais­
y de Spinoza.
lando las variables de los regímenes políti­
Clarke deduce la necesidad de Dios a
cos reales a partir de los modelos teóricos,
partir de la idea de su eternidad. Según
de los tipos ideales que los fundamentan.
él, la existencia de Dios no puede ser pro­
El autor señala dos modelos funda­
bada más que por la razón pura, lo cual
mentales.- el «régimen constitucional plu­
lo aleja del teísmo y de la teología en boga
ralista» y el «régimen del partido mono-
en su época, notoriamente la de Newton.
polístico». Así, la unicidad o la multiplicidad
En cambio toma de este último la asimi­
de los partidos políticos permiten estable­
lación del espacio y del tiempo infinitos
cer una tipología. El régimen constitu­
a los atributos divinos.
cional pluralista (la democracia) presen­
Esta tesis se verá prolongada en la céle­
ta rasgos característicos: la concurrencia
bre correspondencia con Leibniz de
pacífica de muchos partidos políticos y el
1715-1716; en este intercambio, Clar­
carácter constitucional de la elección de los
ke se tomará en portavoz de las tesis new-
gobiernos y del ejercicio de la autoridad.
tonianas.
Con el pluralismo de partidos se corres­
ponde un pluralismo ideológico. El régi­ Edición: A Demonstration o f the Being
men del partido monopolístico (el totali­ and Attributes o f God, en The Works of
tarismo) pretende que un partido tenga el Samuel Clarke, Londres, 1738-1742.
m onopolio de la actividad política, que Estudio: A. Koyré, *■Del mundo cerrado
al universo infinito, Siglo XXI, 1979.
defienda una ideología que tenga una auto­
ridad absoluta y se convierta en la verdad
oficial del Estado (confusión del Estado con
la sociedad), disponiendo este último de
todos los medios de coacción y de per­ DEONTOLOGÍA, O CIENCIA DE LA
suasión para difundir esa ideología. Cada MORALIDAD, Deontology, o r Science
régimen real es, según Aron, la realización o f Morality, 1834.
histórica de uno de esos dos modelos, de Jerem y Bentham , 1748-1832.
uno de esos dos tipos ideales (democra­
cia y totalitarismo). En su justificación del Este tratado busca determinar los con­
multipartidismo como constitutivo de la tenidos de la moral privada en principio,
DERECHO A LA PEREZA (EL) 176

sin proponer prescripciones particulares. DERECHO, LEGISLACIÓN Y LIBER­


El autor retoma las ideas expuestas en T A D , Law, Legislation and Liberty,
la -» In troducción a los p rincipios de 1973, 1976 y 1979.
la moral y de la legislación (principio de F rie d ric h A u g u s t v o n H a y ek , 1899-
la maximización de la felicidad, equilibrio 1992.
entre el interés privado — llamado aquí
prudencia personal— y la benevolencia Heredero de la tradición neoclásica y
para con el otro). La Deontología, obra decidido adversario del pensar holista
póstuma, organizada por su primer edi­ («totalismo ciencista»), Hayek presenta
tor, da lugar en la actualidad a numero­ «una nueva formulación de los principios
sas polémicas. liberales de justicia y de economía políti­
ca», enunciando así los principios teóri­
Edición: Deontology, or Science o f Mora- cos primeros de un liberalismo radical.
lity, en Collected Works ofJeremy Ben­ Su teoría positiva de la sociedad es inse­
tham, ed. J. H. Burns, 1968.
Estudios: T. Fuller, «Jeremy Benthan y parable de su crítica de los principios que
James Mill», en L. Strauss y J. Cropsey sean incompatibles con el liberalismo por
(comps.), Historia de la filosofía política ser destructores del orden del mercado.
(tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Hayek critica el constructivismo, que
Utrilla), México, Fondo de Cultura Econó­
defiende que la sociedad es un material
mica, 1993, pp. 668-688; J. S. Mill, Bent­
ham (tr. y estudio preliminar de C. Melli­ moldeable que se constituye según un pro­
zo), Tecnos, 1993; R. Harrison, Bentham, yecto concebido y realizado racional­
Routledge & Kegan Paul, Londres, 1983. mente. Los hombres, cuyo saber es por
naturaleza muy limitado, son impotentes
y no pueden organizar la sociedad según
un plan establecido de antemano; el orden
DER EC H O A L A P E R E Z A (EL), Le social no es el resultado de un plan. Los
droit á la paresse. Réfutation du «droit fenómenos sociales son producto de accio­
au travail«, de 1848, aparecido en 1883. nes y no de intenciones. Y si nadie pue­
P a u l L a fa r g u e , 1842-1911. de construir la sociedad según un pro­
yecto deliberado, nadie puede dirigirla
Este panfleto, publicado inicialmente tampoco según ese proyecto (rechazo
bajo forma de artículos en la revista L ’É- categórico del dirigismo y del interven­
galité en 1880, denuncia los vicios ocul­ cionismo). Al racionalismo constructivis-
tos del pretendido «derecho al trabajo». ta se opone la tradición que Hayek elo­
El trabajo no es en efecto ningún dere­ gia, no porque haya sido consagrada por
cho para la clase obrera, sino más bien el tiempo, sino porque el tiempo permi­
un deber que le impone la burguesía, que te una mejor información y porque nadie
la explota y se aprovecha de su aliena­ puede instituir una tradición a voluntad.
ción por el trabajo para reservarse el pri­ Criticando el positivismo jurídico que iden­
vilegio de la ociosidad. tifica derecho y ley, ley y justicia (la ley es
La obra fue considerada en su ép o­ la regla adoptada en conformidad con un
ca como la crítica más severa del capi­ procedimiento reconocido como legíti­
talismo después del M a n ifie s to de mo), el autor considera que es falso cre­
Marx, y sigue siendo hoy una de las er que existe un poder soberano, aunque
obras maestras del panfleto revolucio­ fuera democrático, que sería el derecho
nario. y que no sería limitado por nada. Este
rechazo hayekiano de la soberanía signi­
Edición: El derecho a la pereza, Labor,
fica que ningún poder puede organizar
1979.
Estudio: J. Varlet, Paul Lafargue, théori- a la sociedad como a él le plazca.
cíen du marxisme, Éd. sociales internatio- La sociedad está formada por múlti­
nales, 1933. ples interacciones de una complejidad
177 DERECHO, LEGISLACIÓN Y LIBERTAD

extrema; la información está necesaria­ quedan fijados por el orden para cada uno
mente dispersa y es siempre imperfecta. de ellos. A los taxis corresponden las the­
Y por otra parte está la finitud del saber sis, es decir, las reglas que hayan de apli­
humano. Ninguna autoridad central pue­ carse a las situaciones por venir y a todos
de conocer todas las informaciones a fin los individuos que se encuentren en tales
de elaborar racionalmente un plan. Es situaciones. En la sociedad abierta exis­
imposible determinar con exactitud las te un orden espontáneo (cosmos), que no
consecuencias de una decisión. El éxito ha sido creado por ningún hombre y no
o fracaso de una acción depende de las está al servicio de ningún fin preciso. Cada
circunstancias, siendo éstas singulares y individuo se fija sus propios objetivos y es
constantemente cambiantes. Las mejores su único juez; nadie decide por los otros.
decisiones son por tanto las tomadas por Las solas reglas que prevalecen son las
aquellos que conocen mejor las circuns­ reglas de conducta, frutos de la selección,
tancias; pueden adaptarse a ellas y reac­ las reglas universales (nomos) que deter­
cionar en función de las informaciones minan lo que es un comportamiento jus­
recibidas. De ahí que la mejor solución to o, las más de las veces, sentencias que
sea la libertad individual y el mejor régi­ definen lo que es injusto. Gracias a estas
men el del libre mercado. reglas, cada individuo sabe qué medio pue­
Los fenómenos sociales, demasiado de utilizar en la prosecución de sus obje­
complejos para que la razón humana pue­ tivos. Así, si estas reglas son respetadas,
da captar todos sus aspectos, se trans­ todo conflicto queda evitado. De ahí que
forman. Razón y civilización evolucionan exista una cata/axia, en la que cada indi­
conjuntamente, sin que la razón preceda viduo trata de alcanzar sus fines propios
a la civilización ni haya podido concebir­ utlizando al máximo las informaciones
la por tanto. Hayek defiende igualmente que le son accesibles. El orden espontá­
la existencia de un evolucionismo social. n eo, cuya complejidad es excepcional,
Las instituciones sociales evolucionan por­ surge de un juego en el que cada indivi­
que los hombres, cuando actúan, no pue­ duo, por sus acciones, obtiene una posi­
den conocer ni las causas ni los efectos de ción en función de un proceso aleatorio
sus actos. La concurrencia selecciona al (equilibrio de ofertas y demandas) que no
azar las «buenas reglas», que son las «reglas es consciente. Es éste un orden no natu­
de conducta» que permiten a los individuos ral y no querido; los individuos se ajustan,
o a los grupos devenir más prósperos o sin quererlo, los unos a los otros y con
más poderosos. Gracias a esta selección ello hacen emerger reglas e instituciones.
nacen y se perfeccionan ciertos sistemas Así, el mercado (y la concurrencia) es el
de reglas y se eliminan las restantes por mejor de los sistemas, es decir, el más efi­
ineficaces. Lo cual significa que la Histo­ caz. Independiente de la consciencia y de
ria es un caos, que no tiene ningún senti­ la manipulación de los hombres, es la úni­
do, que no obedece a ninguna lógica (supe­ ca forma de regulación social compatible
rior o inmanente), y que se hace en función con la libertad. El individuo es libre cuando
de las prácticas humanas, es decir, de acci­ decide sus objetivos y utiliza sus recursos
dentes. sin verse sometido a la arbitrariedad de otro.
El autor explica así la evolución de las Con el mercado, nadie decide por los otros,
civilizaciones, de la tribu primitiva, la socie­ nadie dirige; cada individuo tiene la misma
dad tribal (sociedad cerrada), a la Gran probabilidad de ganar. Ciertamente el mer­
Sociedad (sociedad abierta), distinguien­ cado genera desigualdades (ganadores y
do pues entre taxis y cosmos, thesis y perdedores), mas estas desigualdades no
nomos. En la sociedad cerrada existe una son justas ni injustas, puesto que no son
fuerte jerarquía y un orden querido, com­ voluntarias.
puesto por individuos que persiguen los Este orden espontáneo del mercado
mismos fines — los que se impone la orga­ que garantiza la libertad, no debe en nin­
nización— , y cuyos derechos y deberes gún caso ser perturbado, concretamente
DERECHO NATURAL E HISTORIA 178

por las políticas redistributiuas (protec­ Edición: Derecho, legislación y libertad,


toras de los desfavorecidos) que intentan (tr. L. Reig), Unión Editorial, 1.1, Normas y
orden, 2.“ ed., 1985; t. II, El espejismo de
corregir los, a su juicio, efectos nefastos
la justicia social, 2.*ed., 1988.
del mercado redistribuyendo las riquezas. Estudios: E. Butler, Hayek. Su contribu­
Esas políticas, por la intervención del Esta­ ción al pensamiento político y económi­
do, se basan en una idea predetermina­ co de nuestro tiempo (tr. E. Fuentes), Unión
da del bien social y de la justicia social que Editorial, 1989; Ph. Nemo, La société de
droit selon Friedrich August uon Hayek,
Hayek condena absolutamente. El princi­
col. «Lobre-échange», P.U.F., 1988.
pio de la política es la libertad y no la feli­
cidad, el bien común o la justicia. La liber­
tad, cuyos principios son la libertad de
conciencia, de reunión, de derecho de pro­
DERECHO N A T U R A L E H IST O R IA,
piedad, etc., puede ser objeto de acuerdo
Natural Right and History, 1950.
entre todos los individuos y no exige nin­
L éo S tra u s s , 1899-1973.
guna visión común del bien o de la justi­
Colección de conferencias.
cia. La creencia en la justicia social no es
más que una superstición o una nostal­
La filosofía comenzó cuando el hom­
gia de la sociedad tribal (el socialismo es
bre descubrió la naturaleza; mas si, para
la «reafirmación de la ética tribal» y con­
los antiguos, la ley superior de la Natura­
duce al totalitarismo). Toda justicia social,
leza funda el derecho, origen del orden
al referirse a categorías particulares, es dis-
social, a la inversa, los modernos critican
criminativa y se opone a la libertad. Así,
la posibilidad de conocimiento o de exis­
existe una incompatibilidad radical entre
tencia del derecho natural, que no es más
la justicia social y la libertad (el mercado).
que un mito metafísico. Comparando estas
La única justicia (liberal) es la relativa a las
dos posiciones, Léo Strauss describe esta
transacciones: es justa la conducta de los
«crisis del derecho natural moderno»; si el
jugadores, y no el resultado-, es justa una
hombre domina a la naturaleza, y si sólo
acción que se conforme a las reglas de
la Historia expresa la realidad humana, el
conducta, que son las reglas del juego de
la catalaxia. derecho no es más que un momento de
El autor bosqueja finalmente una nue­ ese proceso. Mas esta perspectiva hege-
va constitución en la que el legislativo y liana es una «negación de la vida huma­
el ejecutivo estarían absolutamente sepa­ na»: el hombre no tiene «porvenir signifi­
rados. En la «demarquía», la mayoría no cativo e indeterminado». Strauss prefiere
tendría ya el poder absoluto, la ley no sería el «convencionalismo» de Platón, para el
ya la expresión de esta mayoría a la que que la naturaleza es la norma, y «la bús­
le concede ventajas, sino la emanación queda de aquello que es bueno por natu­
de una Cámara de «sabios» elegidos fue­ raleza» el objetivo de la ciudad.
ra de todo partido para un solo y largo Aprobando la definición platónica del
mandato. El gobierno sería controlado mejor régimen, «contra la costumbre y
por otra Cámara y su poder de decisión conforme a la naturaleza», el autor esti­
estaría limitado por la ley a funciones ma que el derecho natural es el garante
coyunturales. de la moralidad humana y de su perfec­
Hayek liga el funcionamiento de una tibilidad. Escrito en 1949 en los Estados
economía libre a la constitución política Unidos, adonde Strauss había emigrado
y jurídica de la sociedad. Recompensa­ en los años treinta, esta colección de seis
do con el premio Nobel de economía en conferencias es un testimonio de la actua­
1974, ejerce una influencia enorme sobre lidad de las tesis de » La República.
el pensamiento contemporáneo y ha ins­
pirado la política de algunos gobiernos Edición: Natural Right and History, Chi­
cago, University of Chicago Press, 1950.
(Ronaki Reagan, Margaret Thatcher, entre Estudios: N. Tarcov, «Léo Strauss y la his­
otros). toria de la filosofía política», en L. Strauss y
179 DESEO DE ETERNIDAD (EL)

J. Cropsey (comps.), Historia de la filoso­ guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 153-158;
fía política (tr. L. García Urriza, D. L. Sán­ S. Malka, Lire Levinas, Le Cerf, 1984.
chez y J. J. Utrilla), México, Fondo de Cul­
tura Económica, 1993, pp. 851-881; L.
Strauss y H. Meier, Carl Schmitt, Léo
Strauss et la notion de politique: un dia­
logue antre absents, Juliard, 1990. DESEO DE ETERNIDAD (EL), Le désir
d ’éternité, 1943.
Ferdinand A lq u ié , 1906-1985.

DERECHO N AT U R AL Y DE GENTES, Este ensayo no es «ni una metafísica


Jus naturae et gentium octo libri, 1672. de la eternidad ni una psicología de las
S am u el P u fe n d o r f, 1632-1694. pasiones concretas: es solamente», como
lo indica Alquié, «el análisis de las anda­
Este tratado sistemático de ciencia polí­ duras, afectivas o intelectuales, por las
tica pretende liberarse de toda teología y cuales la consciencia rechaza el cambio
fundar sobre la razón los derechos natu­ y se eleva al pensamiento de lo que no
rales del hombre. Esta teoría conduce de fenece». Alquié habla de la eternidad,
modo natural a un rechazo del absolutis­ ciertamente, pero bajo este término
mo de derecho divino, y a una aceptación engloba realidades muy diferentes (leyes
de la idea de contrato social, sobre la que científicas, sujeto trascendental, Dios).
se apoya. Los teóricos de las luces (en par­ Habla también de las pasiones y nos
ticular Rousseau) se inspiraron en esta obra. muestra que el rechazo del tiem po es
lo que las caracteriza, aunque no se apli­
Edición: Le droit de la nature et des gens ca a estudiar todas las pasiones parti­
(tr. Barbeyrac), Amsterdam, 1771. culares. El propósito de Alquié es de
Estudio: P. Laurent, Pufendorf et la lo i hecho definir el deseo de eternidad, des­
naturelle, Vrin, 1982.
cubrir sus orígenes, determinar su ver­
dadero valor.
A lo largo de su estudio se va perfi­
lando una filosofía de la separación. De
D E SC U B R IE N D O L A E X IS TE N C IA un lado, la eternidad del Espíritu; del otro,
C O N H U SSE R L Y HEIDEGGER, En
el tiempo. La una y el otro son irreduc­
découvrant l’existence avec Husserl et tibles. Toda síntesis racional es imposi­
Heidegger, 1949. ble. De ahí el desgarramiento del hom­
Emmanuel Levinas, 1905-1995.
bre que oscila entre la ilusoria eternidad
Colección de artículos. de lo concreto y la verdad de la eterni­
dad espiritual. De ahí el doble origen del
Levinas fue uno de los primeros en deseo de eternidad. El rechazo del tiem­
introducir en Francia las obras de Husserl po puede encontrar su fuente en la afec­
y de Heidegger: del primero retendrá la ción del yo por la vida concreta y por los
voluntad de un retom o a las cosas mis­ objetos que están a disposición de los
mas y el abandono del dualismo ser/pare­ hombres: la búsqueda de eternidad es
cer, del segundo, la atención prestada a aquí pasión pura, nostalgia del pasado,
la significación del verbo «ser» y el lugar confusión de los valores. El yo puede tam­
fundamental de la ontología. bién, al descubrir en él la eternidad del
Al evocar las raíces fenomenológicas Espíritu, querer confundirse con ella: el
de la filosofía de la existencia, esta obra deseo de reposar en el Ser y en la sus­
anuncia De la existencia a lo existente. tancia coincide entonces con el rechazo
del esfuerzo de cada día, con el desco­
Edición: En découvrant l ’existence avec
nocimiento de nuestra condición y del
Husserl et Heidegger, Vrin, 1974.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ tiempo en el que nuestro yo debe reali­
temporáneos esenciales (tr. M.“ Luisa Rodrí­ zar su obra.
DESTINO DEL HOMBRE (EL) 180

Entre el hombre de lo temporal, olvi­ Estudios: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M.Gar-


dadizo de los valores, y el hombre de lo cía Morente), Revista de Occidente, 1931;
A. Philonenko, La liberté humaine dans la
eterno, olvidadizo de la vida, la única sín­
philosophie de Fichte, Vrin, 1968.
tesis a nuestro alcance es la de la acción.
Entre el Espíritu y el tiempo la sola media­
ción para el hombre está en la acción. Al
transformar el mundo según sus valores,
DE STR U C C IÓ N DE L A D E STR UC ­
la consciencia permite a lo eterno des­
CIÓN, Taháfut al-Taháfut, hacia 1174-
cender hasta el devenir, y al espíritu
1180.
modular y dirigir el curso de las cosas.
A v e r r o e s (ibn Rusd), 1126-1198.
Juntar la eternidad y el tiempo, tal es la
tarea de la razón. Al distinguir lo eterno
En su violenta crítica de la filosofía (Taha
de aquello que pasa, ella sabe qué ele­
fu t al-Fálasifa, -*• Destrucción de la filo ­
mento del pasado podrá volver a encon­
sofía), al-Ghazálf atacaba a los filósofos
trarse en el futuro. La razón, condición
en veinte puntos principales. En su répli­
misma de la acción, se opone a la pasión.
ca, Averroes sigue paso a paso el texto de
Ella sola conoce los valores, ella sola
Ghazálí y, salvo en los dos últimos sobre
alcanza la verdad de la eternidad.
los cuales pasa más rápidamente, lo refu­
Edición: Le Désir d ’étermté, col. «Quadri- ta punto por punto. El primero, y al pare­
ge», P.U.F., 1987. cer el más importante, puesto que le dedi­
Estudio: J.-L. Marión, La passion de la raí- ca la cuarta parte de su libro, es la crítica
son: hommage á Ferdinand Alquié, col. de Ghazálí a las pruebas filosóficas de la
«Epiméthée», P.U.F., 1983. eternidad del mundo. Ésta es la ocasión
para Averroes de subrayar de entrada el
carácter no sistemático de la exposición
de Ghazálí. Según Averroes, la crítica ten­
DESTINO DEL HOMBRE (EL), Die Bes
dría que haber comenzado por una refu­
timmung der Menschen, 1800.
tación de la prueba de la existencia de
J o h an G o t t u e b F ich te, 1762-1814.
Dios, puesto que de Dios, el principio pri­
mero, todo es deducido. Ghazálí afirma
Fichte expone en esta obra una filo­
que la idea de una creación eterna es con­
sofía de género popular, es decir accesi­
tradictoria. Si la relación entre Dios y el
ble a todos, como la ->• Fundamentación
movimiento eterno es considerada como
de la metafísica de las costumbres de
una relación causal, entonces ningún movi­
Kant, que están dirigidas primordialmen­
miento podría ser la causa de un movi­
te al común de los mortales, y no a los filó­
miento posterior, dicho en otras palabras:
sofos especializados. El objetivo central de
Dios no sería la causa primera sino la sola
la obra es elevar al hombre del mundo sen­
y única causa. Éste es el argumento fun­
sible hacia intereses suprasensibles, en un
apasionamiento intelectual que Fichte damental de Ghazálí, del que se servirá
intenta transmitir al hilo de sus razona­ más tarde para refutar la prueba avice-
mientos. Se trata de una prédica moral; niana de la existencia de Dios, fundada en
el autor busca persuadir, mas sin sacrifi­ el concepto aristotélico según el cual aque­
car, en sus reflexiones filosóficas, el rigor llo que es causa de sí es necesario.
de los razonamientos científicos. A esta crítica de la eternidad del mun­
El tratado se divide en tres libros, de do responde Averroes que no tiene el
los que el primero plantea la antinomia menor sentido concebir un comienzo del
libertad/necesidad en relación con la mundo. Eso implica en efecto que antes
moralidad. de ese comienzo el tiempo había sido un
tiempo uacío. Pero en un tiempo vacío no
Edición: El destino del hombre (tr. E. Ove­ habría habido motivo alguno para un
jero), Espasa-Calpe, 1976. comienzo, por lo tanto, ningún motivo,
181 DESTRUCCIÓN DE LA DESTRUCCIÓN

por parte de Dios, para crear nada. A decir ta con defender la idea matriz de los filó­
verdad, este argumento se encuentra en sofos (según la cual todas las multiplici­
Aristóteles, mas también en Parménides. dades necesitan un principio común), y se
Averroes, concilia, en efecto, la concep­ escandaliza cuando Ghazálí se pregunta
ción aristotélica del primer motor inmóvil prosaicamente por qué el movimiento cir­
con la idea coránica de creación, y expli­ cular uniforme es privilegiado por Aris­
ca la creación eterna por la eterna actua­ tóteles, y si el reposo eterno no sería igual­
lización de la potencia en acto. Además mente concebible y más apropiado.
piensa que el argumento de Ghazali impli­ A la crítica de la espiritualidad y de la
ca que se imputa a Dios una voluntad autosubsistencia del alma, y sobre todo a
humana. «Motivo», al igual que «deseo» y la de su inmortalidad, le opone Averroes
«voluntad», son términos que no tienen un punto de vista aristotélico mezclado
sentido más que para un ser viviente ani­ con la escatología de los últimos autores
mado por las necesidades. Si se habla de griegos. Rechaza, como los filósofos en
voluntad de Dios, esa palabra tiene que general, la resurrección de la came, mas
tomar un sentido muy diferente al que tie­ admite para el alma de los cuerpos un
ne para el ser humano. Para el ser perfec­ cuerpo «pneumático» que evoluciona en
to no hay ni necesidad ni elección, puesto la esfera de la Luna. Acepta la teoría de
que él no puede actuar más que de mane­ los Djinns, equivalentes de los daimones
ra perfecta. De acuerdo con Aristóteles, su griegos. En el último capítulo, Averroes
acción es una eterna autocontemplación. resume su posición respecto a la religión
Con el añadido de que un ser omnisciente y a la teología, que Ghazálí defiende con­
no puede actuar ni decidir. Pero la perfec­ tra la filosofía. Esta posición se sitúa entre
ción de Dios implica su omnisciencia. Para el escepticismo de los racionalistas grie­
él, el futuro es tan irremediable como el gos que hicieron de la religión «el opio del
pasado. Como observa Simón Van den pueblo», y la teología que sostiene que la
Berg en su introducción a la traducción religión expresa la verdad absoluta. Para
inglesa, «paradójicamente, lo omnipotente Averroes, los conceptos religiosos son los
es impotente». Según los aristotélicos, el símbolos de una verdad filosófica superior
devenir es la actualización de lo que está en que son tomados por realidades en sí por
potencia, y Ghazali, como los megáricos y los no filósofos. La fe en la razón no des­
los asharitas, niega la potencia. fallece jamás en él. Cree absolutamente
Frente al problema de la incorruptibili- en la capacidad de la razón para alcan­
dad del mundo, Ghazálí opone las mis­ zar un conocimiento absoluto. Reprocha
mas tesis que al de su eternidad. Averro­ a Ghazálí de buscar menos la verdad que
es las refuta por tanto de la misma manera. a Dios y su piedad, y a los teólogos en
Mas es su crítica de la causalidad, que anun­ general de hacer de Dios, principio des­
ciaba a Hume, lo que ha dado a Ghazálí humanizado, un hombre inmortal.
su celebridad. Según éste, los términos de Averroes concede que el avicenismo
acto y de agente son aplicados a Dios deba ser criticado, pero mediante pro­
indebidamente. Al igual que los asharitas, cedimientos estrictamente demostrativos.
él no concibe causalidad alguna en el mun­ Los de Ghazali son para él puramente dia­
do. Lo que se cree ser el fruto de una rela­ lécticos. Pone en evidencia la paradoja
ción causal no es de hecho más que el de la estrategia de Ghazálí, que emplea
resultado de una consecución. Averroes la dialéctica misma para denunciar la
muestra que Ghazálí se contradice a sí impotencia de la filosofía para alcanzar la
mismo cuando afirma que no existe más verdad. Ghazálí es para él un «renegado
que una causa extramundana, que es Dios. de la filosofía, un ingrato que ha obteni­
¿No ha reservado la acción únicamente a do todo su saber de los escritos filosófi­
la persona humana? Frente a la crítica cos y que ahora dirige contra los filóso­
de la tesis de la emanación del mundo, fos las armas que esos mismos filósofos
Averroes se muestra evasivo. Se conten­ le han proporcionado». La Destrucción
DESTRUCCIÓN DE LA FILOSOFÍA 182

de la destrucción muestra que la filoso­ su posteridad: al-Ghazali anuncia en efec­


fía se recupera del golpe, que algunos cre­ to la crítica humeana de la causalidad.
yeron fatal, que le asestó Ghazálí.
Edición: Incoherence o f Philosophy, Laho-
Edición: Auerroes’ Taháfut al-Taháfut: The re, 1958.
incoherence o f the incoherence (tr., introd. Estudios: A. J. Wensick, La pensée de Gha-
y notas de S. Van den Berg), Luzac and Co., zali, Maisonneuve, 1940; F. Jabre, La notion
Londres, 1954. de certitude selon Ghazali dans ses origines
Estudio: R. Arnáldez, «La pensée religieuse psycfiologiques et historiques, Vrin, 1958.
d’Averroes», Studia Islámico, n.° 7, 8 (1957)
y 9 (1959).
DIALÉCTICA, Dialéctica, o hacia 1118-
1137.
P e d ro A b e la r d o , 1079-1142.
D ESTRUC CIÓ N DE L A FILO SO FÍA,
Taháfut al-Fálasifa, entre 1091 y 1095. Obra de lógica en cinco partes, encon­
a l-G h a z a u (Algazel), 1058-1111. trada en un manuscrito y editada en 1836,
este escrito fue descubierto por el filóso­
Célebre y virulento ataque contra los fo Víctor Cousin, que le atribuyó el nom­
filósofos, el Taháfut al-Fálasifa está diri­ bre de Dialéctica.
gido más particularmente contra Avice­ Apoyándose en las teorías de sus pre­
na y testimonia la inquietud que provo­ decesores, Abelardo expone con rigor
caba entre los filósofos árabes de su época muy escolástico los diferentes principios
la difusión del peripatetismo en el islam. de la dialéctica. Evoca los antepredica­
Al-GhazálT expone las grandes ideas y des­ mentos de que hablaba Porfirio en su
pués las refuta metódicamente. Su obje­ -+ Isagoge, los «sermones» o categorías
ción principal, la negación de la causali­ de Aristóteles, los diferentes sentidos posi­
dad, que toma de los asharitas, le permite bles, los «tópicos» que están a la base de
refutar la idea aviceniana según la cual la los silogismos, las proposiciones, y final­
necesidad del primer principio fundamenta mente las divisiones y definiciones toma­
el ser de los posibles. El autor niega la das del D e divisionibus de Boecio.
tesis de la creación del mundo ab aeter- Este tratado es sin duda el último y más
no, la concepción de un tiem po y un acabado de los tres que escribió Abelar­
movimiento eternos, la de Dios como exis­ do sobre esta materia. Su lógica, expues­
tencia pura, y contra los filósofos afirma ta con la mayor perfección, es digna de
la verdad de la resurrección de los cuer­ este maestro de la escolástica.
pos y la realidad del paraíso y del infier­
no. Como subrayará magistralmente Ave­ Edición: Dialéctica, Wijsgerige Tekst, en
rroes en - >Destrucción de la destrucción Studies, L.M. De Rijk, Assen, 1956.
(Taháfut al-Taháfut), su réplica a al-Gha- Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
zálí, la andadura de este último es hasta
1972, pp. 261-277; J. Jolivet, Arts du lan­
tal punto paradójica que se aniquila a sí gage et théologie chezAbélard, Vrin, 1982.
misma. En efecto, es con las armas mis­
mas de la filosofía con las que pretende
mostrar la ineficacia de ésta; es por medio
de la dialéctica y de la demostración filo­ D IALÉ C TIC A DE L A ILU ST R AC IÓ N
sófica com o demuestra que éstas no (LA), Dialektik der Aufklarung. Philo-
demuestran nada. De intención esencial­ sophische Fragmente, 1947.
mente polémica, este texto no es reflejo T h e o d o r W iesengru n d A d o r n o , 1903-
del conjunto de la obra de Ghazálí, mís­ 1969, y M a x H ork heim er, 1895-1973.
tico obsesionado por el problema de la
posibilidad de una certidumbre intelectual, Constatando que la humanidad, lejos
y cuya celebridad es debida sobre todo a de enfrascarse en las condiciones huma-
183 DIALÉCTICA DEL MUNDO SENSIBLE

ñas, se abisma en una nueva forma de Edición: Dialéctica de la ilustración: frag­


barbarie, Adorno y Horkheim er anali­ mentos filosóficos (tr. J. J. Sánchez), Trot-
ta, 1994.
zan de manera muy crítica los m eca­
Estudio: J. Habermas, El discurso filosófi­
nismos culturales de dominación de la co de la modernidad (tr. M. Jiménez Redon­
sociedad occidental. Miembros de la do), Taurus, 1993.
escuela de Francfort — corriente cuyo
nacimiento acompañó a la disolución
de los partidos de izquierda en la Ale­
mania de los años treinta— , los autores DIALÉC TIC A DE L M U N D O SEN SI­
teorizan sobre la «autodestrucción de la BLE, D ialectique du monde sensible,
Razón»; su crítica de la razón histórica 1922.
les lleva a ver la raíz de los males en la Louis L w e l l e , 1883-1951.
A u fkláru n g: la razón de las Luces no
era sino un Logos dominador, del que Esta obra esencial, escrita en prisión
el fascismo y el nacismo serían las mani­ durante la Primera Guerra Mundial, tra­
festaciones modernas. ta de la sensación y de las cualidades sen­
Obra singular, pues, esta D ialéctica sibles. Si hay que hacerse cuestión del
de la Ilustración que conceptualiza el ser y de la existencia, Lavelle señala
proceso autodestructor de las Luces y entonces la contradicción de querer des­
emprende así una crítica de la razón cubrir el ser de las cosas antes que sus
instrumental. Instruyendo a la Razón cualidades, es decir, las formas particu­
sobre ella misma, los autores subra­ lares que tales cosas revisten. La sensa­
yan en esta ocasión que, contrariamente ción es lo que nos da acceso a esas cua­
a la idea que el pensamiento ilustrado lidades.
tenía de sí mismo, «el mito es en sí ya La exposición se concentra en cinco
Razón, y la Razón se toma en mitolo­ tesis: en primer lugar, eso que llamamos
gía»; esta tesis viene a ilustrar una lar­ materia es un objeto abstracto, porque lo
ga digresión sobre la dialéctica del mito verdaderamente «real» no son más que
y de la Razón en la Odisea, com o tam­ los cuerpos. «La materia es la esencia
bién las extensas discusiones sobre Sade común a todos los cuerpos.»
o Nietzsche. En segundo lugar, «la materia es dada
La radicalidad de los análisis que obs­ con sus cualidades». Fuera de la materia
taculizan casi toda perspectiva que per­ está el espíritu que ilumina la relación del
mita escapar «al mito de la racionalidad universo material con nuestro cuerpo.
teleológica erigida en fuerza objetiva», no En tercer lugar Lavelle afirma que la
dejan de evocar la crítica nietzscheana de materia precede lógicamente a lo sensi­
la cultura. Mas el impulso crítico es aquí ble. Mas esta distinción es sólo lógica. Con­
tan vivo que conduce a sus autores, obser­ cretamente están confundidos, y sin él la
va Habermas, a subestimar las conquis­ materia no es más que un «ser imagina­
tas de la modernidad cultural «hasta el rio». La materia es el sustrato de todas las
punto de no ver por todas partes más que cualidades sensibles y se mezcla con ellas.
alianza de razón y de dominación». N o es En cuarto lugar: «Todo lo dado es mate­
menos digna de subrayar, como lo hicie­ rial.» En cambio, lo que procede del alma
ron Adorno y Horkheimer en 1969, la y del pensamiento no constituye lo dado.
actualidad de un texto que, aunque escri­ Alma y pensamiento iluminan lo dado,
to en los tiempos de la Liberación, anun­ mas ellos no son dados. Lavelle ilustra
ciaba esa apabullante «inversión de la esta tesis precisando que la inteligencia
Razón en positivismo» de esta segunda no es un hecho, sino un acto. Para el indi­
mitad del siglo xx. Probablemente es esto viduo que vive y que piensa, lo dado apa­
lo que explica la influencia que tuvo la rece como exterioridad.
obra sobre la vida intelectual alemana En fin, y éste es el punto esencial, Lave­
de las dos últimas décadas. lle alega que sólo la inteligencia es inteli­
DIALÉCTICA NEGATIVA 184

gible en sí y subsiste por sí, es decir, sin dad griega, y filosofar es, de una cierta
el recurso a ningún dado externo. manera, volver a ser griego. Toda la filo­
sofía no es más que una perpetua varia­
Edición: Dialectique du monde sensible, ción sobre un solo y único tema, insti­
2.aed., P.U.F., 1953. tuido por los griegos: el ser. Unicamente,
Estudio: A. Forest, «Lavelle et Malebran­ por tanto, mediante un diálogo con los
che», Les Études philosophiques, 32-46,
griegos puede efectuarse el desvelamiento
1957.
de eso que la filosofía moderna (Descar­
tes, Pascal, Leibniz, Kant, Hegel, Marx,
Nietzsche) ha ocultado durante tanto tiem­
po: la diferencia del ser y del ente. Es,
D IA LÉC T IC A N EG AT IV A , Negative por lo demás, el olvido de esta diferen­
Dialektik, 1966. cia lo que caracteriza a la tradición cris­
T h e o d o r W iesengroun d A d o rn o , 1903- tiana (t. II). El tercer tomo está consa­
1969. grado a las relaciones de la filosofía y la
ciencia, a la cuestión del fin de la filoso­
En esta obra maestra, cuya dinámica fía y a la cuestión de la técnica. El cuar­
es una «segunda reflexión» por relación a to volumen considera el sentido del iti­
la dialéctica de la Ilustración (-+ La dia­ nerario filosófico de Heidegger, itinerario
léctica de la Ilustración), el autor afirma que, según el propio interesado, no apor­
que la obra de arte comporta una racio­ ta ningún socorro moral, ningún confort
nalidad y una lógica que le son propias: espiritual, camino que no lleva a ningu­
ella permite una rehabilitación del na parte.
«momento de la corporeidad», rompien­ Jean Beaufret ha contribuido larga­
do por la contradicción con el primado mente a la introducción del pensamiento
del pensamiento. de Heidegger en Francia.

Edición: Dialéctica negativa (tr. J. M. Ripal- Edición: Dialogue avec Heidegger, 4 vols,,
da), Taurus, 1992. Ed. de Minuit, I. Philosohie grecque, 1973;
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ II. Philosophie moderne, 1973; III. Appro-
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ che de Heidegger, 1974; IV. Le chemin de
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 225-230; Heidegger, 1985.
M. Jay, Adorno (tr. M. Pascual Morales), Estudios: O. Póggeler, El camino del pen­
Siglo XXI, 1988; M. Jay, La imaginación sar de Martin Heidegger (tr. F. Duque),
dialéctica (tr. J. C. Cucutchet), Taurus, Alianza, 1986; D. Le Buhan y E. de Rubercy,
1988. Douze questions posees á J. Beaufret á
propos de Heidegger, Aubier-Montaigne,

DIÁ LO GO C O N HEIDEGGER, D ialo­


gue avec H eidegger, 1973, 1974 y DIÁLOGO ENTRE U N FILÓSOFO, UN
1985. JUDÍO Y U N CRISTIANO, Dialogus
Jean B e a u fre t, 1907-1982. inter judaeum, philosophum et chris-
tianum, o hacia 1141.
Dividida en cuatro tomos separados, P e d r o A b e la r d o , 1079-1142.
esta obra está sin embargo dominada por
un tema fundamental: pensar la diferen­ La obra pone en escena tres persona­
cia del ser y del ente. jes: un judio, un filósofo y un cristiano.
A propósito de la filosofía griega (t. I), Cada uno de ellos cree en un Dios único,
Heidegger piensa que con ella ha naci­ mas de manera diferente.
do la filosofía, que no es por tanto una El judío conoce a Dios por el Anti­
disposición original y universal. Así la filo­ guo Testamento; su religión y su fe le
sofía es, para Heidegger, una especiali­ vienen de Dios mismo y son conserva­
185 DIÁLOGO SOBRE LOS DOS MÁXIMOS SISTEMAS DEL MUNDO

das a pesar de las persecuciones, lo que D IÁ LO G O SOBRE LO S D O S M ÁX I­


prueba que él está en el buen camino. M O S SISTE M AS DEL M UNDO, Dia­
El filósofo, iluminado por la razón, cri­ logo di Galileo Galilei linceo... dove ne
tica a los creyentes que creen sin dis­ i congressi di qu attro giornate si dis-
cernimiento. ¿Cómo se puede fundar la corre sopra i due massimi sistemi del
certeza sobre lo indeterminado y sobre mondo tolemaico e coperniciano, 1632.
tanta divergencia de opiniones? Él con­ G a u le o G a u lh , 1564-1642.
sidera que también es posible alcanzar
el bien supremo en la tierra; no se tra­ Esta obra expone, para hacerlos com­
ta más que de acceder a la felicidad parecer ante el tribunal de la crítica cien­
mediante la paz interior; el mal supre­ tífica y filosófica, dos sistemas astronó­
mo es el castigo que debe sufrir el cul­ micos: el geocentrismo ptolemaico y el
pable. El filósofo se interroga asimismo heliocentrismo copemicano. Mas, como
sobre el Infierno, la resurrección y la subraya Alexandre Koyré, «no es un libro
visión beatífica de Dios. El cristiano se de astronomía, ni siquiera de física. Es
refiere al Nuevo Testamento, que, según ante todo un libro de crítica; una obra
él, significa un p rogreso respecto al de polémica y de combate; es al mismo
Antiguo, pues contiene a la vez las ver­ tiempo una obra pedagógica, una obra
dades fundamentales de la fe y además filosófica; es en fin un libro de historia:
está fundado en la razón. Para el cris­ “la historia del espíritu del señor Galileo”».
tiano, la felicidad es un don divino y con­ La obra, dividida en «Jomadas», pone
siste en la visión beatífica de Dios, bien en escena tres personajes, que mantienen
supremo. En cuanto al mal supremo, libremente la discusión teórica que sus
consiste en la culpa, que hace malvado adversarios han rehusado siempre a Gali­
al hombre. En este caso, el castigo ha leo. Simplicio defiende el punto de vista
de ser considerado com o un bien. tradicional, ptolemaico y escolástico. Sal-
Los tres personajes mantienen cada viati es el portavoz del propio Galileo.
uno su fe y sus creencias frente a los Sagredo (que es un personaje real) encar­
otros en un diálogo de estilo platóni­ na al hombre honesto, el no especialista
co. Después de un largo debate, toman cuyo espíritu está abierto a ideas nuevas.
al autor, Abelardo, por árbitro. Éste tien­ Representa a maravilla al público al que
de a demostrar que Cristo es la verdad se dirigía Galileo al escribir esta obra.
total que contiene en sí las verdades judía Para comprender la importancia del Diá­
y filosófica: sólo Cristo acierta a ligar lo go es preciso captar la unidad profun­
religión y filosofía, a reconciliar fe y da de los dos sistemas conceptuales a los
razón. que dirige sus ataques Galileo: la física
Abelardo termina su obra aconse­ aristotélica y el geocentrismo ptolemai­
jando la lectura del Tratado de la gra­ co. La primera Jomada aborda directa­
cia (D e summo bono) de San Agustín, mente un fundamento teórico esencial
que sin ninguna duda ha influido sobre de este edificio: la distinción peripatéti­
él, al igual que Cicerón y Plotino. En ca de las dos regiones del mundo, sublu­
esta obra se encuentran todos los ele­ nar y supralunar. Galileo afirma la uni­
mentos de base del método didáctico de dad esencial del cosmos y rehúsa
adjudicar a ciertos cuerpos celestes un
Abelardo.
estatuto privilegiado. Esta primera Jor­
Edición: Diálogo entre un filósofo, un judío nada almacena una recolección de obser­
y un cristiano (tr. A. Sanjuán y M. Pujadas), vaciones efectuadas gracias al telescopio
Yalde, 1988. en los años 1609-1610 (descubrimien­
Estudios: Introducción de A. Sanjuán y M. to de las fases de Venus, del relieve de
Pujadas a la ed. cit.; «Abélard: le Dialogue;
la Luna, de los satélites de Júpiter).
la philosophie de la logique», Actes du Collo-
que Abélard 1979, Revue de théologie et Las Jornadas segunda y tercera ins­
de philosophie, Neuchátel, 1981. truyen la documentación del debate astro­
DIÁLOGOS SOBRE L A RELIGIÓN NATURAL 186

nómico y confrontan las dos cosmologías, la nueva astronomía va a imponerse rápi­


ptolemaica y copernicana. Galileo había damente en la Europa culta. El Diálogo
adquirido en efecto muy pronto la con­ sobre los dos m áxim os sistemas del
vicción de que la astronomía copernica­ mundo merece, todavía hoy, ser leído.
na era verdadera, con una verdad física No sólo por la pertinencia de sus análi­
que no se dejaba reducir a su coherencia sis, que preparan la nueva ciencia del
matemática (com o prudentemente lo movimiento (Galileo la expondrá seis años
sugerían algunos partidarios de un com­ más tarde en los > Discursos relativos
promiso con la religión). Pero la discu­ a dos nueuas ciencias), sino también por
sión no podía quedar atrincherada en la admirable vivacidad de su escritura.
cuestiones puramente astronómicas. Por­ A pesar de algunas limitaciones (Galileo
que la afirmación copernicana del movi­ no es todavía Newton), el D iálogo con­
miento de la tierra obligaba a sus parti­ tinúa siendo uno de los más grandes tex­
darios a responder a ciertas objeciones tos de la literatura científica universal.
de orden mecánico: ¿por qué no se obser­
va en la superficie de la Tierra el menor Edición; Diálogo sobre los dos máximos
efecto mecánico de su rotación? Había sistemas del mundo ptolemaico y coper­
nicano (tr. A. Beltrán), Alianza, 1995.
que mostrar por qué, por ejemplo, un
Estudios: S. Drake, Galileo (tr. A. Elena),
cuerpo lanzado en la dirección de la ver­ Alianza, 1991; M. Clavelin, La philosop­
tical vuelve a caer exactamente en el mis­ hie naturelle de Galilée, col. «Philosophies
mo punto, y por qué los cañones no tie­ pour l’áge de la Science», Armand Colin,
nen más alcance cuando disparan hacia 1968.
el oeste que cuando lo hacen al este. Y,
si la Tierra se moviera, ¿no deberíamos
ser despedidos por la fuerza centrífuga,
como de un carrusel que girase a gran D IÁ L O G O S SO B R E L A R E LIG IÓ N
velocidad? La segunda Jornada respon­ N ATURAL, Dialogues concerning Natu­
de a estas cuestiones exponiendo las ral Religión, 1779.
ideas del sistema físico y del movimien­ D avid H um e , 1711-1776.
to inercial.
La tercera Jomada, después de haber Tres personajes, Oleantes, Demea y
considerado ciertas dificultades técni­ Filón, discuten sobre los méritos res­
cas ligadas al movimiento anual, se dedi­ pectivos de la razón y de la revelación
ca a demostrar la superioridad racional en la educación religiosa. Oleantes, deís­
del sistema copernicano. Esta superio­ ta en la línea de Newton, defiende la
ridad se refiere a la capacidad de la teo­ tesis de la religión natural; Demea, repre­
ría heliocétrica para integrar todos los sentante de la ortodoxia, quiere por el
datos de la observación en un sistema contrario humillar a la razón y prepa­
coherente; cada elem ento se deduce rarla a recibir la revelación. Filón (que
com o consecuencia de los principios. representa a Hume) introduce en el
Por ejemplo, puede al fin comprenderse debate un punto de vista crítico que con­
por qué Mercurio y Venus no se ale­ duce a la superación de la alternativa así
jan jamás de los alrededores del Sol (y planteada.
no solamente constatarlo, como se limi­ La discusión no se centra sobre la cues­
taba a hacer la astronomía ptolemaica). tión de la existencia de Dios, sino sobre
Galileo hace filosofía al discutir las teo­ el mejor modo de acceder al conocimiento
rías desde el punto de vista del princi­ de esa existencia y de los atributos divi­
pio epistemológico de la economía de nos. Contra Demea, que no quiere que
medios. Dios sea objeto de conocimiento sino de
Casi todas las dificultades del coper- amor, Oleantes desarrolla el argumento
nicanismo se encuentran resueltas; gra­ teleológico clásico: la prueba de la exis­
cias a Galileo, ha llegado la hora en que tencia de un ser supremo está dada por
187 DIARIO METAFÍSICO

el orden que reina en la naturaleza. Mas El protagonista es un seductor. Pone


Filón interviene para rebatir las preten­ en marcha una estrategia demoníaca
siones de Oleantes de deducir racional­ para arrebatar una joven a su prometi­
mente la existencia de Dios; para él, la do. La seducción realza en Kierkega­
analogía del arte y de la naturaleza ard el estadio estético, que es la vida
— sobre la cual se apoya toda teleología— inmediata de las sensaciones, y en con­
no es pertinente. creto las sensaciones eróticas y cere­
Viene a continuación una discusión brales. Se está en consecuencia muy ale­
extremadamente técnica y sutil en la que jado de la ética, realización de sí en la
Filón despliega todos los recursos de la sociedad por el matrimonio, los deberes
ironía escéptica para recusar las preten­ cívicos, etc., y más lejos aún de lo reli­
siones de la razón de demostrar la exis­ gioso, que corresponde al corte decisi­
tencia de Dios. vo del lazo que anuda al individuo con
Hume no se priva de extraer de esta el mundo.
crítica conclusiones morales mostrando Esta obra hizo célebre a Kierkegaard
que la experiencia sería incapaz de sumi­ de la noche a la mañana. Todavía muy
nistrar la menor conclusión válida sobre leída, debe ser situada en todo caso en el
la naturaleza moral del ser todopodero­ contexto literario y filosófico del pensa­
so. Es la idea misma de una deducción miento kierkagaardiano, del que este escri­
filosófica de la providencia lo que aquí es to no es más que una etapa.
aniquilado. N o se puede decir con Rous­
Edición: Diario de un seductor (tr. D. Gutié­
seau que «el mundo está gobernado por rrez), Destino, 1988.
una voluntad potente y sabia» La obra ter­ Estudio: M. H. Hartshorne, Kierkegaard:
mina con una reflexión sobre los benefi­ el diuino burlador (tr. E. Lucena), Cáte­
cios y la función del escepticismo. dra, 1992.
En la sutileza de los Diálogos sobre la
religión natural hay más fuerza corrosi­
va que en la mayoría de las diatribas anti­
rreligiosas de la misma época. En efecto, D IAR IO M ETAFÍSICO, Journal méta-
Hume echa aquí por tierra la esperanza, physique, 1927.
G a b rie l M a r c e l, 1889-1973.
inmensa en el tiempo de las Luces, de dar
un fundamento filosófico racional a las
En su cuidado por articular lo sensi­
creencias religiosas.
ble y lo inteligible, Gabriel Marcel se ha
Edición: Diálogos sobre la religión natu­ embarcado en una reflexión metafísica
ral (tr. C. García Trevijano), Tecnos, 1994. sobre la base del «nosotros mismos» que
Estudio: M. Garrido, estudio preliminar del pretende integrar a todos los seres en el
texto en la edición citada. seno del Ser. Este proyecto encuentra su
mejor realización bajo la forma de un «dia­
rio metafísico», que permita un recorrido
más personal. Ningún título guía antici­
D IA R IO DE UN SE D U C TO R , Forf0- padamente al lector de este diario, que
rerens Dagbog, 1843. trata de cuestiones tan esenciales como
S0REN A a b y e K ierk e gaa rd , 1813-1855. las de las relaciones del alma y el cuerpo;
Relato. la de la distinción entre lo que yo tengo
y lo que yo soy; la de la caída como acto
Esta obra es en realidad un capítulo de por el cual la libertad es negada; la de la
-*■ O bien... o bien, publicada en 1843. culpabilidad, si ella es un error; la de la
Se trata no de un ensayo filosófico, sino existencia de Dios como siendo contra­
de un relato compuesto bajo forma de un dictoria; la de la imposibilidad de plante­
diario escrito día a día y que describe los ar el problema del origen de la mente;
sucesos cotidianos. la de la afirmación del Ser; la del hecho
DIARIO METAFÍSICO 188

religioso; la de la inquietud metafísica; la Otros temas desarrollados en la pri­


del orden en la naturaleza; la de la idea mera parte son el de la fe y el de la reli­
de una cualidad fundamental e inobjeti- gión. ¿Se puede identificar la fe con un
vable; la de la trascendencia divina; la juicio de existencia? O, más bien, ¿no
de la verdad, si ella existe. manifiesta una fe el juicio de existencia?
La introducción anuncia que las pági­ Hay una antinomia en afirmar la inde­
nas que siguen no han sido escritas con pendencia absoluta de Dios y su presen­
vistas a su publicación, sino para la pre­ cia a la conciencia inmediata. A la fe per­
paración de una obra dogmática que tenece un cierto modo de afirmación. Si
jamás ha visto el día. La dos partes dis­ la negación de la existencia de Dios es
tintas están de hecho separadas por la imposible, por las mismas razones es
guerra; la primera está dirigida contra la imposible la afirmación de su existencia.
dialéctica, mas ella misma lleva el sello de Hay una contradicción de pensar en Dios
los dialécticos; la segunda se aplica a las como existente empírico. Si no es un obje­
anomalías que la razón encuentra. Lo que to empírico, Dios no puede encontrarse
caracteriza a este «diario» es que no impo­ en la existencia. Mas la cuestión es saber
ne nunca la «última palabra» para termi­ si hay esencias que no se manifiestan
nar las discusiones. No cabría hablar, por como existencias: ésta es la cuestión que
tanto, de agnosticismo. plantea aquí Gabriel Marcel.
La primera parte trata de las diferen­ La segunda parte comienza el 15 de
cias ontológicas entre lo inmediato, lo septiembre de 1915, conectando con el
fortu ito y el azar, a partir de la cuestión único origen posible del tiempo : el pre­
que a propósito de estos conceptos se sente. La cuestión de la inmortalidad reve­
plantea Gabriel Marcel el 1 de enero de la que no tiene vestigio de verdad; pero
1914. Aunque se lo suponga infinitamente esto no es sino una solución; la otra solu­
mediatizable en esta época, un cierto ción, en el sentido realista, es absoluta­
inmediato, evocado en la segunda parte mente personal. La primera solución está
del diario, será visto como no mediatiza- encerrada en el acto de nuestra libertad;
ble. La persistencia de un pensamiento la segunda es casi Ieibniziana. En cuanto
sobre el tiem po se deja notar desde el a la tesis aristotélica, es indefendible para
principio. Es en primer lugar la distinción Marcel. El filósofo se pregunta también
y la conciencia del antes y el después; el más tarde si la muerte es una desencar­
mundo sometido a la causalidad inspira nación. En todo caso, cabe representár­
una cierta noción del tiempo, en el uso sela como un extrañamiento absoluto.
real que de él se hace. Mas otro aspecto Marcel se ve tentado por la experiencia
del tiempo se impone a la meditación: de los espíritus: se interroga sobre la apa­
el de su idealidad. ¿Cóm o pensar la rición e intenta darle una interpretación
idealidad del tiempo si no es sometién­ metafísica. El filósofo lleva consigo la sen­
dose a una crítica interna que explicitara sación de un ambiente espiritual («yo soy
las contradicciones de la idea del tiempo? mi ambiente»).
Y Marcel ha de considerar las antinomias Paralelamente, ¿qué ocurre con el
a las que lleva una tal demostración. No cuerpo? ¿Cómo pensarlo? El cuerpo es
puede haber relación entre lo que está impensable. Por lo tanto, para conocer­
en el tiempo y lo que está fuera del tiem­ lo y saber lo que pueda ser, el cuerpo es
po. ¿Puede ser pensado el tiempo como necesario. Mas si es un a priori, deviene
«duración de nada»? N o habría ideali­ por eso mismo incognoscible. Y queda la
dad del tiempo si no fuera porque el pro­ alternativa según la cual, o bien al ejer­
blema de la realidad no puede ser plan­ cer mi atención entra en juego alguna
teado a propósito del tiempo. Al cosa que no puede ser concebida como
com ienzo de la segunda parte encon­ sujeto, y por tanto no puede ser confun­
tramos una réplica a estas reflexiones dida con mi cuerpo, o bien hay que afir­
sobre el tiempo. mar por principio que esta X es mi cuer­
189 DICCIONARIO FILOSÓFICO

po. Mi cuerpo es un existente-tipo y señal física, estética). Estos artículos son otros
de los existentes, pero eso en tanto que tantos brillantes panfletos, a veces de una
el cuerpo es mío, es decir mientras que virulencia extrema, contra la superstición,
yo sea encamado. En el fondo, no hay el fanatismo, la injusticia, el despotismo,
más existencia que la sensible. El pro­ la intolerancia, o la infatuación de los hom­
blema de la existencia implica que uno se bres. La filosofía y la metafísica no son,
interrogue sobre el cuerpo a partir del cual pese a su título, lo esencial del D iccio ­
está construida. Mas lo que trasciende la nario filosófico, que se ensaña sobre todo
objetividad se extingue en la noción de en el establecimiento de la debilidad de la
objeto existente. Por tanto, mi cuerpo inteligencia humana en estos dominios
está en simpatía con las cosas. De ahí la (art. «Facultad»). Para comprender lo que
posibilidad de un modo de visión. el término «filosófico» quiere decir en el
título, debe simplemente consultarse el
Edición: Diario metafísico, Guadarrama, artículo «Filosofía».
1969.
La religión es el blanco privilegiado del
Estudio: J. Parain-Vial, Gabriel Marcel, un
veilleur et un éveiUeur, L ’Áge d’Homme, autor, que no le ahorra ninguna de las
Lausana, 1989. más fuertes críticas. No hay textos sagra­
dos, puesto que todos son penalizables
por la crítica histórica. Los artículos
dedicados a temas bíblicos — y desde
D IC C IO N A R IO F IL O S Ó F IC O , Dic- «Abraham» a «Salomón» son muy nume­
tionnaire philosophique, ou la Raison rosos— se ceban sobre las contradiccio­
par alphabet, 1764. nes e inconsecuencias del Antiguo y del
V o lt a ir e (Frangois Marie Arouet), 1694- Nuevo Testamento. La tolerancia es el
1778. lema de esos artículos, donde la vanidad
y la pretensión de la multitud de sectas
No es indiferente que Voltaire quisie­ son descalificadas por la exposición en
se que este diccionario fuera «de bolsillo». paralelo de sus discursos y de sus prácti­
Frente a la -►Enciclopedia, obra monu­ cas. La evocación pintoresca de los nom­
mental que presentaba en veintiocho volú­ bres, por su efecto propiamente poético,
menes una reseña universal de los cono­ refuerza aún más la ironia. Puesto que el
cimientos humanos, el D iccio n a rio cristianismo viene de hecho a decir lo mis­
filosófico encama el aspecto critico, corro­ mo que siempre se ha dicho y hecho en
sivo, y destructor del espíritu de las Luces. todas las religiones paganas, ¿en nombre
N o se trata tanto en él de instruir como de qué habría de pretender una superiori­
de incitar, de golpear cuando sea preci­ dad cualquiera? Todas las religiones reve­
so. Es un arma. ladas son humanas, demasiado humanas,
El orden alfabético no responde aquí y el cristianismo no es una excepción («¡Y
a una preocupación enciclopédica (reco­ osamos, después de esto, burlamos de los
rrer todo, no omitir nada). Un orden tal lapones, de los habitantes de Samoa y de
no es en absoluto orden, sino más bien los negros!», se lee en el artículo «Convul­
un desorden, una enumeración rapsódi- siones»).
ca de prejuicios, supersticiones, estupi­ Voltaire se adhiere a la religión natu­
deces, oscuridades, intolerancias. Lo arbi­ ral, al deísmo de Newton: «El mundo
trario del desorden alfabético responde al es con toda seguridad una máquina admi­
baratillo de los errores humanos. Esta obra rable; por lo tanto hay en el mundo una
es más bien una «sinrazón por alfabeto». inteligencia admirable» (art. «Ateísmo»)
Se presenta bajo forma de una sucesión Pero no es propio de la inteligencia
de artículos (más o menos numerosos humana sondear los atributos de la divi­
según las ediciones), que abordan temas nidad: «¡Cóm o! ¿No sabes lo que es ser
de una gran diversidad (religión, sociedad, un espíritu? Decididamente no: ¿de qué
justicia, política, historia, filosofía, meta­ me serviría?, ¿seria yo más justo?, ¿sería
DICCIONARIO HISTÓRICO Y CRÍTICO 190

yo mejor marido, mejor padre, mejor pasa a examinar y refutar los prejuicios y
maestro, mejor ciudadano?» (art. «Dios»). errores más comúnmente admitidos sobre
Como puede verse, la moral le lleva, por ellos en los otros diccionarios. La primera
su valor, a la religión, que debe servir a parte de cada artículo se dedica en gene­
la primera y que no ha sido instituida ral a recoger las certidumbres históricas
más que por ella. Esta moral prescribe fiables sobre los personajes evocados.
a los hombres vivir en la paz, la justi­ Pero mucho más numerosas son las incer-
cia, la libertad. Los artículos expresa­ tidumbres y errores registrados en la
mente políticos («Igualdad», «Estados», segunda parte. Lo esencial, sin embargo,
«Gobiernos», «Guerra», «Leyes civiles y no se encuentra en los artículos del D ic­
eclesiásticas», «Señor», etc.) no son los cion a rio , sino en las notas, prodigiosa­
únicos en combatir la tiranía. En los ar­ mente desarrolladas, que los acompañan.
tículos que tratan de las materias apa­ La vocación crítica de Bayle encuen­
rentemente más anodinas, se despliega tra su origen en una idea cartesiana: el
toda una estrategia antidespótica: bas­ acceso a lo verdadero está impedido por
te leer, por ejemplo, el artículo «Trigo». la masa de los prejuicios más que por la
En fin, las preocupaciones estrictamen­ vacuidad del espíritu. Pero de manera muy
te judiciales encuentran aquí un amplio poco cartesiana, Bayle toma a la historia
eco. Voltaire continúa su lucha contra como objeto y medio en su empresa de
las costumbres y reglamentaciones bár­ erradicación de los errores. La crítica his­
baras de Francia en estos dominios. tórica (principalmente la confrontación y
El Diccionario filosófico es un monu­ la discusión de las fuentes) permitirá lim­
mento de las Luces francesas. En unos piar el campo de la historia humana de
cientos de páginas concentra toda la fuer­ las fábulas que lo recubren. Al servicio de
za y la punzante ironía de una de las más este proyecto, el autor pone por una par­
grandes plumas del siglo. Sería preciso te su gusto por la erudición (le encantaba
leer, como prolongación de esta obra las referirse a la tradición del siglo xvi y a la
M élanges de Voltaire, escritas en esta del Renacimiento), y por otra una memo­
misma vena. Estos textos no han perdi­ ria extraordinaria.
do hoy día ni un átomo de su anterior El Diccionario histórico y crítico apa­
fuerza y utilidad. reció así ante todo com o un inmenso
museo de horrores y errores humanos:
Edición: Diccionario filosófico (tr. A. G. equivocaciones, ilusiones, mentiras, crí­
Valiente), versión completa en 3 vols., Dai- menes. Esta confrontación de fechorías
mon, 1977, humanas, de las que son culpables los
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ campos más opuestos, desemboca en
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.‘ D. Moran),
escepticismo e incertidumbre. Este escep­
vol. II, Tecnos, 1988; A. J. Ayer, Voltaire
(tr. M. Candell), Crítica, 1988; B. Groet- ticismo funda a su vez la tolerancia, en
huysen, Philosophie de la Révolution una línea que se hará familiar a lo largo
frangaise, col. «Tel», Gallimard, 1956, cap. de todo el siglo xvni (piénsese, por ejem­
IV: «Voltaire ou la passion de la raison». plo, en Voltaire). Mas esta tolerancia no
se nutre sólo de la constatación desen­
gañada de la relatividad de los valores,
sino que se funda sobre la afirmación
DICC IO N ARIO H ISTÓ RICO Y CRÍTI­ decidida del respeto debido a la con­
CO, Dictionnaire historique et critique, ciencia de cada uno. Nadie puede ser obli­
1695-1697. gado a creer. Protestante (pese a una bre­
P ie rr e B a y le , 1647-1706. ve conversión al catolicismo), Bayle aboga
por una aceptación benevolente de las
El método de Bayle es muy particular. creencias de cada uno; la comunidad de
Procede por la recensión de nombres pro­ filósofos podría prefigurar una sociedad
pios (de personas o de lugares), y luego de esta índole.
191 DIFERENCIA (LA)

Pese a que Bayle no se tenía en abso­ Estudios: E. Bréhier, Historia de la filo ­


luto por teólogo, el lector del Diccionario sofía (tr. J. A. Pérez Millán y M." D. Morán),
queda sorprendido por la insistencia en vol. I, Tecnos, 1988, pp. 860-866 y 870;
P. Rétat, Le Dictionnaire de Bayle et la iut-
los temas religiosos y teológicos, en espe­
te philosophique au XVIII siécle, Les Belles
cial la cuestión del mal. El problema de Lettres, 1971.
la teodicea le condujo así a negar que no
hay manera de conciliar todos los atribu­
tos de Dios (bondad, poder absoluto) si no
es por un acto de fe. Esta obra suminis­ D IE C IO C H O B R U M A R IO DE LU IS
trará a Leibniz un material inextinguible B O N A P A R T E (EL), D er 18-Brumaire
para sus ->■Ensayos de teodicea. Por otra des Louis Bonaparte, 1852.
parte, las Santas Escrituras son — con el K a r l M a rx , 1818-1883.
mismo derecho que cualquier otra fuen­
te— susceptibles de sufrir la crítica histó­ Marx intenta aquí extraer del epílogo
rica (Bayle se acerca aquí a Spinoza). francés de las luchas de clases de 1848
El éxito del Diccionario fue, pese a su lecciones para la estrategia proletaria.
elevado precio, considerable. Los mayo­ En el corazón de esta problemática está
res espíritus de las Luces se han inspira­ la cuestión del Estado. Marx afirma que
do en él, cuando pura y simplemente no la revolución proletaria no podría con­
lo han copiado. El siglo xvm debe, por tentarse con apoderarse de la máquina
tanto, mucho a esta obra, que Leibniz lla­ del Estado para hacerla funcionar en
maba «el más bello de los diccionarios», beneficio propio, sino que debe destro­
por su contenido sin duda, pero también zarla para instaurar la dictadura del pro­
por su forma. Sobre el m odelo de las letariado.
notas de Bayle, el entramado de refe­
rencias de la -> Enciclopedia, por ejem­ Edición: Las luchas de clases en Francia
de 1848 a 1850. El Dieciocho Brumario
plo, ofrece una cómoda disposición para
de Luis Bonaparte (tr. A. S. Cooper), Espa­
descubrir las concomitancias más osadas. sa Calpe, 1992.
El D iccionario encierra una multitud Estudio: La «Introducción» de R. Cotarelo a
de referencias a los filósofos de la Anti­ la ed. cit.; J. Bruhat, Marx et Engels, éd.
güedad hasta el siglo xvii; Bayle escribió Complexe, Bruselas, 1983.
así la primera historia de la filosofía occi­
dental. Mas esta historia está escrita a
su vez desde un punto de vísta filosófi­
co, netamente crítico para con la tradi­ DIFERENCIA (LA), Le différend, 1983.
Jean-Francois L y o ta r d , nacido en 1924.
ción escolástica, que Descartes aún no
había acabado de demoler.
Tom ando com o ejemplo un cierto
Sería por tanto erróneo no ver aquí
más que una anticipación del pensa­ número de diferencias (entre Protágoras
miento del siglo siguiente. Bayle no es y su discípulo, entre Faurisson y las víc­
timas de los nazis), Lyotard analiza las
ni Voltaire ni Diderot. Lejos de trabajar
estructuras de los discursos en presencia
por el triunfo final de la razón (como lo
de ellas. Se establece una diferencia cuan­
hará la E n ciclop ed ia ), el D iccio n a rio
do se confrontan dos argumentaciones
h istórico y crítico opera por el contra­
sobre un mismo tema y los interlocutores
rio por restaurar la fe en sus derechos,
no pueden ponerse de acuerdo a falta de
contra una racionalización excesiva de
un lenguaje común.
las afirmaciones religiosas, en la que Bay­
El propósito de este texto, que viene a
le ve finalmente una amenaza para el
complementar las tesis de >La condición
dogma.
posmodema (1979), es convencer al lec­
Edición: Dictionnaire historique et criti­ tor de que todo en el hombre se reduce a
que, 16 vols., Slatkine reprints, 1969. frases.
DIFERENCIA DE LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA EN DEMÓCRITO Y EN EPICURO (LA)

Edición: La diferencia (tr. A. Bixio), Gedi- Contra Hegel y contra el primado de la


sa, 1988. identidad sobre la diferencia, Deleuze recal­
Estudios: J. Lechte, SO pensadores con­ ca la inversión de los valores ontológicos
temporáneos esenciales (tr. M.* L. Rodrí­
de la que el mundo contemporáneo — a
guez Tapia), Cátedra, Madrid, 1996; C. Clé­
ment, G. Lascault, M. Dufrenne y L. Moin, través del psicoanálisis, la literatura o la
«Jean-Frangois Lyotard», Revue l’Arc, n.° estética— es testigo. Porque la diferencia
63, 1976. no es la negación, no pasa necesariamente
por la negación, al igual que la repetición
no se reduce a un simple volver a decir:
basta evocar el modelo nietzscheano del
DIFERENCIA DE L A FILO SO FÍA DE Eterno Retomo para comprender que toda
L A N A T U R A L E Z A EN D E M Ó CR ITO afirmación de lo mismo es ya una poten­
Y EN E P IC U R O (L A ), D iffe ren z der cia de subversión de lo idéntico. Deleuze
dem okritischen und epikureischen va por tanto a proceder a una larga expo­
Naturphilosophie nebst einem Anhan- sición de las situaciones doctrinales en las
ge, 1841. que la apuesta del combate entre estas cate­
K a r l M a rx , 1818-1883. gorías es exacerbada: el problema de la
repetición en la teoría freudiana será ana­
La tesis de doctorado presentada por lizado sistemáticamente, con el mismo títu­
Marx el 15 de abril de 1841 en la univer­ lo que la cuestión de la alteridad en la obra
sidad de Jena (para evitar a los profesores de Platón o la de la individuación en las
reaccionarios de Berlín) es un trabajo de doctrinas de Spinoza y de Leibniz.
juventud, de contenido estrictamente filo­ A menudo aturdido por la extensión y
sófico. La polémica con Hegel (al que se maestría del saber filosófico del autor, el
le acusaba de haber ignorado la aportación lector viaja a través de los sistemas «enco­
del materialismo antiguo) es una filigrana. lados» unos con otros: la historia de la filo­
La afirmación de un resuelto ateísmo atra­ sofía, según Deleuze, se parece a la téc­
viesa todo el texto de la tesis. nica del encolado en pintura. Esta obra
marca así el apogeo de la primera parte
Edición: Diferencia de la filosofía de la de la obra de Gilles Deleuze, que nos atre­
naturaleza según Demócrito y Epicuro (tr.
veríamos a calificar de «clásica»; el autor,
y prólogo J. D. García Bacca), Caracas, Uni­
versidad Central de Venezuela, 1973. por lo demás, tenía plena conciencia del
Estudios: J.-M. Gabaude, Le jeune Marx et giro que esta obra iba a significar, puesto
le matérialisme antique, Privat, J970; F. que escribía: «Se aproxima el tiempo en el
Markovits, «Marx dans le jardín d’Epicure», que apenas será posible escribir un libro
Reuue critique, enero de 1972.
de filosofía como se venía haciendo desde
hace tanto tiempo: “¡Ah!, el viejo estilo...”».

Edición: Diferencia y repetición (tr. A. Car-


DIFERENCIA Y R EPETICIÓ N, Diffé-
din), Júcar, 1988.
rence et répétition, 1968. Estudios: J. Lechte, Cincuenta pensadores
G ille s D eleu ze, 1925-1995. contemporáneos esenciales (tr. M.aL. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996; Revue l’Arc,
El proyecto de Gilles Deleuze en esta n.° 49, especial Deleuze, 1972.
obra ambiciosa pasa por una relectura de
la historia de la filosofía y de sus princi­
pales sistemas a fin de mostrar la trans­ D IÓPTRICA (LA), La dioptrique, 1637.
formación esencial de la ontología, some­ R ene D e s c a rte s , 1596-1650.
tida de aquí en adelante a las categorías Tratado de física y de psicología sobre
de diferencia y de repetición: «La dife­ la visión.
rencia y la repetición han tomado el lugar
de lo idéntico y de lo negativo, de la iden­ Esta obra forma parte, junto con los
tidad y de la contradicción.» Meteoros y la Geometría, de los ensayos
193 DIOS Y EL ESTADO

que Descartes añadió al ->• Discurso del La libertad, que es el fin supremo de
m étodo y que son por tanto aplicacio­ la historia, no es posible más que den­
nes prácticas de ese método. Mas, por tro de una sociedad. Dios, absurda cre­
encima de los descubrimientos científicos encia que esclaviza las conciencias, fue
que reseña, el principal valor de este tex­ inventado para hacer aceptable toda
to está en la teoría de la percepción que autoridad, concretamente el Estado, que
su autor enuncia. La dióptrica, en efec­ reduce a los hombres a la esclavitud
to, tiene por objeto la visión y se compo­ mediante sus leyes. Las leyes políticas
ne de diez discursos. El primero trata de buscan en efecto someter a los hombres
la luz, cuya naturaleza compara Descar­ a la autoridad. Mas, si el Estado ha de
tes con el movimiento de un corpúsculo, ser abatido, no puede ser confundido
lo cual le permite explicar mecánicamen­ con la sociedad, que es una manifesta­
te los fenómenos de reflexión y de refrac­ ción de la naturaleza y una necesidad
ción (discurso segundo). Los discursos ter­ para el hombre y su liberación. Si la
cero y quinto están dedicados a un estudio sociedad es un medio, no es sin embar­
fisiológico del ojo. Los discursos cuarto y go un fin, pues el hombre no tiene otra
sexto, que tratan de los sentidos y de la finalidad que él mismo. El hombre libre
visión, permiten al autor definir de mane­ es aquel que no obedece más que a sí
ra más precisa el papel de los sentidos en mismo, y ello con pleno conocimiento
el acto de la percepción. Estos se limitan, de las leyes de la Naturaleza. Si las leyes
a su juicio, a suministrar signos al alma; políticas esclavizan, las leyes naturales
mas es sólo el alma la que tiene la posi­ son constitutivas del ser humano y de su
bilidad de conocer verdaderamente las cua­ libertad. La Naturaleza libera, mientras
lidades de las cosas sensibles. Los senti­ que el Estado, pretendiendo sustituir a
dos no son más que medios, solamente el las leyes naturales, es una potencia auto­
alma percibe. Los últimos discursos tienen ritaria, una negación de la libertad.
un contenido principalmente técnico. A la creencia en Dios y la obediencia
La función que Descartes atribuye al
al Estado, se opone el conocimiento: la
alma en el fenómeno de la percepción
ciencia es una fuerza liberadora. Sin
inspirará a las psicologías posteriores.
embargo, la libertad del hombre no con­
Edición: Dióptrica, incluida en la edición siste en someterse a las leyes establecidas
del Discurso del Método (tr. y notas de G. por sabios y especialistas, sino en reco­
Quintas), Alfaguara, 1981. nocerlas com o tales. Al rechazar todo
Estudio: P. Costabel, Démarches origina­ gobierno de científicos, Bakunin afirma
les de Descartes sauant, Vrin, 1982. la autonomía del hombre en la sociedad.
En nombre de esta autonomía, el hom­
bre puede observar las leyes naturales que
la educación le permite conocer y adqui­
D IO S Y EL E STAD O , Dieu et l ’État,
rir así la verdad. En la realización de su
1871.
libertad, cada uno completa la de los otros,
M ija íl A le x á n d r o v ic h Bakunin , 1814-
creando así la solidaridad y la igualdad de
1876.
todos.
Inspirado por el materialismo natura­
Este aristócrata y revolucionario ruso,
lista del siglo xvni, Bakunin es uno de los
adversario de Karl Marx, defiende una
primeros teóricos del anarquismo, de un
idea fundamental: la rebelión contra toda
socialismo libertario y utópico opuesto al
forma de autoridad, divina o humana,
de Karl Marx.
colectiva o individua!. Por esta rebelión,
el hombre puede conquistar su libertad Edición: Dios y el Estado (tr. D. Abad de
en el seno de una sociedad libre, es decir, Santillán), Júcar, 1992.
sin autoridad ni Estado, donde los hom­ Estudio: M. Grawitz, Michel Bakounine,
bres son iguales y solidarios. Plon, 1990.
DIOSES (LOS) 194

DIOSES (LO S), Les Dieux, 1934. dada sobre una crítica de la imaginación
A la in (Émile Auguste Chartier), 1868- y del lenguaje (la esencia de las religio­
1951. nes es metafórica), Alain añade una diná­
mica, de aire hegeliano (las religiones son
Alain escribió en una R eflexión que consideradas un poco a la manera de las
para evitar caer en el error hay que con­ formas sucesivas del arte en la -*■ Esté­
sentir en descender hasta él. Esto es exac­ tica).
tamente lo que hace en Los Dioses. Ateo N o debería separarse la lectura de Los
sin concesiones ni compromisos, Alain no Dioses de la lectura de los Preliminares
aprobaba el ateísmo de vocingleras mani­ a la mitología y de las Reflexiones sobre
festaciones de su época, que no quería ver la religión.
en la religión más que un entramado de
necedades, un amasijo de supersticiones Edición: Les Dieux, col. «Tel», Gallimard,
para espíritus débiles, y un instrumento de 1985.
Estudio: J.-L. Poirier, «Le Vrai des religions»,
fraude en manos de los sacerdotes. Revue de l’enseignement philosophique, n.°
La idea de Alain es que todas las reli­ 3, año 29,1978, pp. 3-25.
giones son verdaderas, esto es, com­
prensibles; com o es verdadera, si se la
capta en su necesidad interna, no impor­
D ISCERNIM IENTO DEL C U E RPO Y
ta qué ilusión de la percepción. Eviden­
D E L A L M A EN SEIS D IS C U R S O S
temente, la referencia obligada es aquí
Spinoza («pensar los dioses en Dios y P A R A EL ESCLARECIMIENTO DE LA
FÍSICA (EL), Le discernement du corps
como Dios», dice Alain).
Comprender las religiones es referir­ et de l ’áme en six discours pour servir
las a las condiciones reales de su pro­ á l’éclaircissement de la physique, 1666.
ducción. Pero estas condiciones reenví­ G é ra u d de C o rd em oy , 1626-1684.
an a diversos órdenes que Alain se detiene
Preparando el ocasionalismo de Male­
a considerar articulándolos. Las religio­
branche, Cordemoy aporta una primera
nes son de imaginación, y en esto sus
sistematización de esta posición. Presen­
detractores tienen razón: son cuentos,
ta una especie de atomismo según el cual
mas plenos de sentido, «y uno no se pre­
la materia sutil ocupa los intervalos entre
gunta si un cuento es verdadero». Las reli­
giones son de infancia, en tanto que los cuerpos. El libro suscitará las críticas
expresan una relación con los signos y no de Robert Desgabets y de Malebranche,
con las cosas (Alain recuerda el > Em i­ pero será aprobado por Leibniz.
lio). La infancia es, según un extraño uso
Edición: Le discernement du corps et de
que Alain hace de los conceptos, «bur­ l ’áme, en Oeuvres phUosophiques de Cor-
guesa»: no trabaja, sino que «vive de per­ demoy, P.U.F., 1968.
suadir» a aquellos que poseen los pro­ Estudio: G. Rodis-Lewis, Dictionnaire des
ductos del trabajo, los adultos, esos philosophes, P.U.F., 1984.
primeros dioses a los que el niño sabe tan
bien rogar. El milagro es siempre eso que
se obtiene sin trabajo, sin esfuerzo.
La crítica de Alain a las religiones no D IS C IP L IN A S (LA S ), D e disciplinis,
es pues ni claramente psicológica ni cla­ 1531.
ramente sociológica (los guiños a Marx Juan Luis V ives, 1492-1540.
son permanentes, mas los conceptos mar-
xistas están subvertidos constantemente), En este tratado de educación, redacta­
salvo si se toma el término «sociológico» do de una manera particularmente didác­
en el sentido en que lo emplea Augusto tica, Vives preconiza reformas en mate­
Comte (otra referencia decisiva de Alain). ria de gramática, de derecho, de dialéctica,
A una estática de las religiones, fun­ de filosofía y de moral. Recomienda una
195
DISCURSO DEL MÉTODO

educación cristiana, pero regenerada y niz será notoriamente vapuleado por Vol­
repensada. Conviene, escribe el autor, efec­ taire por su teoría sobre «el mejor de los
tuar un retroceso crítico con respecto al mundos posibles».
dogma aristotélico (Aristóteles era la úni­
ca autoridad en el siglo xvi) y aprender el Edición: Discurso de metafísica (tr. e introd.
verdadero método para la educación. de J. Marías), Alianza, 1982.
La educación debe ser desinteresada y Estudio: Y. Bélaval, Leibniz, initiation á sa
no perseguir otro fin que el de la formación philosophie, Vrin, 1962.
de los jóvenes. Mas es preciso que previa­
mente el propio educador reciba una for­
mación para enseñar. Finalmente, Vives
afirma la necesidad de la educación física. D ISCURSO DEL M ÉTODO, Discours
Su obra es un reflejo de las preocu­ de la méthode p o u r bien conduire sa
paciones del Renacimiento, y de él se raison et ch erch er la vérité dans les
ha podido decir que fue un precursor de sciences, 1637.
Montaigne. R en e D e s c a rte s , 1596-1650.

Edición: Las disciplinas (tr. D. Abad de San- Este texto, aparecido en 1637 sin fir­
tillán), Júcar, 1992. mar, es el prefacio de una serie de Ensa­
Estudio: V. García Hoz, «J. L. Vives, péda- yos científicos (la Dióptrica, los Meteoros,
gogue de l’Occident», en Les Grands Péda-
gogues, P.U.F., 1980. la Geometría), y hasta el siglo xix no comen­
zó a publicarse independientemente. Se ha
convertido en una de las obras emblemá­
ticas de la filosofía, y su fama ha desbor­
DISCURSO DE METAFÍSICA, Discours dado desde hace tiempo las fronteras de la
de métaphysique, 1686. filosofía propiamente dicha. Que se haya
G o t t fr ie d W ilh elm Leibniz, 1646-1716. convertido en lugar común hablar de un
«espíritu cartesiano» tanto en el ámbito de
En este primer esbozo de su sistema, la filosofía como fuera de ella, no debe hacer
Leibniz quiere dar cuenta del Acto de Dios: olvidar que el Discurso es un libro de filo­
la Creación. De su entendimiento total­ sofía, y por cierto de los más rigurosos.
mente libre, y por su voluntad todopode­ Al presentar el Discurso el propio Des­
rosa, brota «la armonía general del univer­ cartes distingue seis partes, que él per­
so». En el interior de ese mundo coexisten mite recorrer al lector en otras tantas eta­
«sustancias individuales» como las almas pas. «En la primera se encontrarán diversas
particulares, sustancias que, en su conjun­ consideraciones relativas a las ciencias.»
to, componen todo el universo. Mas una «El buen sentido — afirma Descartes—
sustancia constituye un punto de vista par­ es la cosa mejor repartida del mundo»: esta
ticular del mundo, y a cada uno corresponde profesión de fe en el sentido común con
tomar conciencia de esta visión. Dios es que se abre el libro, ¿tiene carácter iróni­
amor y quiere el bien supremo para el hom­ co? No han faltado discusiones sobre ello.
bre: la contemplación; pero permite el peca­ En todo caso está el hecho de que Des­
do, necesario porque el hombre sufre de cartes constata que, sin la eficaz ayuda de
un mal radical y original: su limitación. un método, el buen sentido no va muy
Destinado a Amaud, discípulo de Des­ lejos. Y como prueba aduce el autor la
cartes, el Discurso es pragmático, y expo­ decepción que le causaron los estudios
ne a la vez tanto las definiciones filo­ escolásticos del colegio de La Fléche. De
sóficas (bosquejadas en 1673 en su todas las disciplinas que le fueron ense­
-*■ Confessio) como la justificación de la ñadas, sólo las matemáticas encontraron
bondad divina (tema de sus ->■ Ensayos gracia a los ojos de Descartes. Y esto es
de teodicea de 1710). Cristiano, aunque lo que determinará su proyecto filosófico.
adhiriéndose también a la Tradición, Leib­ Esta primera parte es, pues, tanto una
196
DISCURSO DEL MÉTODO

autobiografía intelectual como una revi­ en el dominio de la ética. La influencia


sión de la situación — catastrófica— de estoica es aquí perfectamente visible.
la ciencia de su tiempo. Esta travesía de En la parte cuarta comienza el autor a
la desilusión lleva a Descartes hasta el recoger los primeros frutos del método.
umbral de una resolución: «Estudiar tam­ Sus conocimientos metafísicos le permi­
bién en mí mismo». Se trata de meditar. ten establecer sólidamente los funda­
El autor expone las primeras conse­ mentos del conocimiento futuro. Es la
cuencias de esta resolución en la segunda duda misma, proyectada sobre la exis­
parte. Dar a las ciencias un fundamento nue­ tencia del mundo exterior y sobre las ver­
vo: una empresa que nada tiene que ver con dades racionales, lo que le llevará a la pri­
el escepticismo y que exige la serenidad del mera certeza. El cogito será la roca firme,
ocio. La duda metódica va a conducir al des­ el solo cimiento capaz de soportar el nue­
cubrimiento del verdadero método, que pue­ vo edificio del saber: «Pienso, luego exis­
de ser extraído de las matemáticas. Este to.» (Observemos que Descartes jamás
método se atiene a cuatro preceptos: escribió en parte alguna: «C og ito, ergo
«No admitir jamás como verdadera cosa sum».)
alguna sin conocer con evidencia que lo sea.» Del co gito deduzco que mi alma es
«Dividir cada una de las dificultades que una sustancia pensante, distinta del cuer­
voy a examinar en tantas partes como sea po, y cuya única esencia es pensar. Y o
posible y se requiera para su mejor solu­ sé además que la verdad del cogito tie­
ción.» ne una evidencia intrínseca, que puede
«Conducir ordenadamente mis pensa­ servir de criterio universal de verdad. Las
mientos, comenzando por los objetos más pruebas de la existencia de Dios siguen
simples y más fáciles de conocer, para ir dos caminos diferentes: 1. La idea de lo
ascendiendo poco a poco, como por gra­ perfecto (sin la cual yo no tendría la
dos, hasta el conocimiento de los más menor consciencia de mi imperfección y
compuestos.» no dudaría) no puede venir más que de
«Hacer en todo enumeraciones tan un ser perfecto. 2. La idea de Dios encie­
completas y revisiones tan generales que rra la de su existencia, puesto que no
estuviera seguro de no omitir nada.» podría haber perfección suma en ella sin
La duda se ejerce sobre los conoci­ existencia; es el famoso «argumento onto­
mientos teóricos, pero no puede sus­ lógico», utilizado ya por San Anselm o
pender las urgencias de la existencia. Será (-*■ Proslogion) y que Kant recusará en
por tanto necesaria una moral «proviso­ la *• Crítica de la razón pura. La per­
ria», cuyas cuatro reglas expone Descar­ fección divina permite finalmente cono­
tes en la tercera parte: cer que Dios no nos engaña. Podemos
«Obedecer las leyes y costumbres de por tanto fiarnos del testimonio de los
mi país.» sentidos en cuanto a la existencia del
«Ser lo más firme y resuelto que pudie­ mundo (lo que no significa que los sen­
ra en mis acciones.» tidos nos ofrezcan la mejor vía de acce­
«Procurar siempre vencerme a mí mis­ so al conocimiento del mundo). Esta cuar­
mo antes que a la fortuna y alterar mis ta parte resume y prefigura bastante la
deseos antes que el orden del mundo; y andadura de las futuras ->■ Meditaciones
acostumbrarme a creer que sólo nuestros metafísicas, que aparecerán en 1641.
pensamientos están enteramente en nues­ La quinta parte expone algunos resul­
tro poder.» tados de las investigaciones físicas de Des­
«Aplicar mi vida entera al cultivo de mi cartes. Se encuentra aquí el resumen de
razón y adelantar todo lo posible en el ciertas tesis del Tratado del Mundo, que
conocimiento de la verdad según el méto­ Descartes había renunciado a publicar
do que me había prescrito.» después de la condena de Galileo. La cre­
Aun siendo provisional, esta moral encie­ ación está gobernada por leyes mecáni­
rra lo esencial de la aportación cartesiana cas que permiten dar cuenta de todos los
197 DISCURSO PRELIMINAR DE LA ENCICLOPEDIA

fenómenos materiales. Descartes desa­ revelado tan decisiva como la aportación


rrolla aquí la explicación mecánica del cartesiana), pero hacía falta igualmente
movimiento del corazón, como también esta «reforma del entendimiento». Con­
su concepción de los seres vivientes (la viene señalar sin embargo que, aunque
famosa teoría de los «animales-máquinas»). la tradición escolástica ha sido batida
La espiritualidad y la inmortalidad del alma en toda regla, el texto cartesiano sigue
fundamentan la superioridad del hombre. siendo tributario en amplia medida del
La sexta parte evoca las incidencias de vocabulario de esa tradición.
la publicación del Discurso y del trabajo El Discurso del m étod o para bien
científico en general. Descartes hace aquí dirigir la razón y buscar la verdad en
alusión al asunto Galileo, y revela también las ciencias es el primer libro de filoso­
que él se adhiere a las tesis del movimiento fía francesa que fue escrito en francés;
de la Tierra. La ciencia investirá a los hom­ esta decisión daba fe de la voluntad de
bres «como señores y poseedores de la Descartes de ampliar el público filosófi­
naturaleza» (el «como», omitido muy a co más allá del círculo de los «doctos», y
menudo, tiene su importancia); el fin del de escribir para «aquellos que se sirven
conocimiento es por tanto la felicidad (y únicamente de su pura razón natural».
no, como sostenía Aristóteles, el solo rego­ En un sentido, Descartes lo ha conse­
cijo de la actividad intelectual). De ahí la guido. Su obra sigue siendo una refe­
importancia de la medicina, pues la salud rencia viva para la filosofía más docta,
del cuerpo es la primera condición del libre pero también para un público más
ejercicio de las facultades del espíritu. Mas amplio. Desde su publicación, toda una
el trabajo de los sabios supone una coo­ tradición racionalista no ha cesado de
peración a gran escala, lo que hace de la referirse a él. Incluso se lo ha enarbola-
ciencia una obra colectiva de larga dura­ do a veces como bandera. Baste evocar
ción. El texto concluye con una llamada a la solemnidad sin precedentes que rodeó
la constitución de una verdadera comu­ la celebración del tricentenario en 1937;
nidad de investigadores. en aquellos tiempos de nacimiento de
Esta obra inaugura la filosofía de la cien­ una nueva barbarie, la figura del primer
cia moderna. Sería preciso representarse combatiente de las Luces cobraba un relie­
el panorama cultural de principios del siglo ve mucho más acusado.
XVII para comprender que la ciencia, tal
como nosotros la conocemos justamente Edición: Discurso del método (tr. E. Bello
Reguera), 2.“ ed., Tecnos, 1990.
después de esta revolución, no existía aún Estudios: B. Williams, Descartes: el pro­
realmente. El Discurso de! método le dio yecto de la investigación pura (tr. J. Coll),
derecho de ciudadanía al ofrecerte los fun­ Cátedra, 1996; Le Discours et sa méthode
damentos de que estaba necesitada, pero (bajo la dir. de N. Grimaldi y J.-L. Marión),
que la urgencia de las investigaciones cien­ coloquio para el 350 aniversario, col. «Epi-
méthée», P.U.F., 1987.
tíficas ha hecho pasar a segundo plano.
Descartes impone la nueva concepción
geométrica y mecánica — la de un Copér-
nico, de un Galileo, de un Kepler, de un DISCURSO PRELIM INAR DE L A EN­
Vesalio, de un Harvey— como la norma C IC LO P E D IA, Discours prélim inaire
del positivismo científico. Y la impone de l ’Encyclopédie, 1751.
contra el fárrago escolástico acumulado D ’A le m b e r t (Jean Le Rond), 1717-1783.
durante siglos. El genio filosófico de Des­
cartes consiste en haber comprendido Aparecido en 1715 con el primer volu­
que lo verdaderamente importante, tras men de la -*■ Enciclopedia, este texto no
el fracaso de Galileo, era reformar los es el Prospectus, defensa e ilustración de
espíritus. Hada falta ciertamente el cho­ la obra en curso de edición. Es una refle­
que frontal protagonizado por Galileo xión filosófica sobre el conjunto de cono­
(cuya tarea propiamente científica se ha cimientos y prácticas de la humanidad. Pre­
DISCURSO SOBRE EL ESPÍRITU POSITIVO 198

tende pensar la unidad de aquello cuyo con­ Estudio: M. Paty, «D’Alembert et le rapport
tenido va a exponer la Enciclopedia. science-philosophie au XVIII siécle», Revue
de l’enseignement philosophique, n.° espe­
Una primera parte está dedicada a «la
cial «Les Lumiéres», año 38, n.° 1.
genealogía y filiación de nuestros cono­
cimientos, las causas que debieron hacer­
los nacer y las características que los dis­
tinguen»; se trata de una «exposición
DISCURSO SOBRE EL ESPÍRITU PO ­
metafísica del origen y ligazón de las cien­
SIT IV O , Discours sur Vesprit positif,
cias». Para realizar correctamente esta
1844.
exposición, D’Alembert no parte de los
A u g u st e C o m t e , 1798-1857,
objetos, sino del sujeto humano y de sus
facultades de conocer, asumiendo así el
Es la primera de las tentativas de Augus­
legado cartesiano de la Primera de las -*■
te Comte para dar a su doctrina una amplia
Reglas para la dirección del espíritu.
difusión popular. Es por tanto — incluso
La segunda parte es una «exposición
para el propio autor— una obra de divul­
histórica del orden en el que se han suce­
gación.
dido nuestros conocimientos». La noción
Considerado hoy día como opúsculo inde­
de orden es aquí central. En efecto, al optar
pendiente, había sido colocado al comien­
por la presentación alfabética, más fun­
zo de un Tratado filosófico de astronomía
cional aunque arbitraria, la Enciclopedia
popular. Este tratado recogía un curso de
subvierte el orden objetivo de lo real. El
astronomía que Comte había impartido a
Discurso preliminar sirve, pues, para res­
partir de 1830 (se trataba de una enseñan­
tablecer a este último en sus derechos.
za gratuita organizada por el ayuntamien­
La ciencia podría ser una aglomeración de
to del distrito 3 de París y destinado en par­
conocimientos aislados en compartimien­
ticular a los proletarios); puede ser
tos distintos si el universo no se presenta­
considerado como un resumen de la doc­
ra cada vez más como una totalidad con­
trina de Comte en los años 1840. El autor
tinua; este principio de continuidad, deudor
expone las ventajas del espíritu positivo en
tanto de una tradición materialista antigua
el dominio intelectual y para la organización
(epicureismo) como de Leibniz, será rea­
social (partes primera y segunda), e indica
firmado con frecuencia en los propios ar­
además las condiciones de instauración del
tículos de la Enciclopedia. Un sistema de
régimen positivo» (tercera parte).
referencias mutuas entre esos artículos per­
La famosa ley de los tres estadios,
mite en efecto dar cuenta de la fundamental
presentada por primera vez en la prime­
unidad de las cosas. Al orden alfabético y
ra Lección del ►Curso de filosofía posi­
al orden de materias hay que añadir el
tiva, es retomada aquí con todo lujo de
orden genealógico de los conocimientos,
detalles y precisiones, encontrándose ade­
que se descubre a partir de las facultades
más expuesta con un neto esfuerzo de
de conocer del sujeto humano, y, en últi­
síntesis de los diversos órdenes (intelec­
mo lugar, el orden histórico de los descu­
tual, ideológico, social, político), y no sólo
brimientos en las ciencias.
desde el punto de vista de la evolución de
En el Discurso preliminar de la Enci­
los conocimientos. Al afirmar la supe­
clopedia, D ’Alembert se afirma como un
rioridad del espíritu positivo sobre el espí­
precursor de la historia de las ciencias.
ritu «teológico-metafísico», Comte refle­
No es difícil calibrar lo que a él le deben,
xiona sobre las condiciones de conciliación
por ejemplo, las dos primeras lecciones
del orden y del progreso, y sobre la nece­
del > Curso de filo so fía positiva de
sidad de un nuevo «poder espiritual» tras
Auguste Comte.
el derrumbe del antiguo (surgido del modo
Edición: Discurso preliminar a la Enciclo­ de pensamiento teológico).
pedia (tr. A. Rodríguez Huéscar), Aguilar, Las reflexiones sobre la educación insis­
1965. ten en la necesidad de hacer penetrar
199 DISCURSO SOBRE EL ORIGEN Y LOS FUNDAMENTOS DE L A DESIGUALDAD ENTRE LOS HOMBRES

en las grandes masas el modo de pensa­ pietario a fin de fundar en la naturaleza y


miento científico, positivo. en la razón un Estado liberal de propie­
El Discurso sobre el espíritu positivo tarios. Cada uno procede así contra
figura, pese a su brevedad, entre los libros corriente, pintando el estado de natura­
más enriquecedores del fundador del posi­ leza con los colores de la sociedad que
tivismo. También es uno de los menos le interesa establecer. Contra estas maqui­
desconocidos. Pero no ha asegurado, sin naciones ideológicas, Rousseau muestra
embargo, a la doctrina la difusión que su que cabe concebir de hecho un estado de
autor deseaba. naturaleza diferente. En ausencia de datos
concretos fiables, no es inverosímil repre­
Edición: Discurso sobre el espíritu positi­ sentarse al hombre natural bajo los tra­
vo (tr. J. Marías), Alianza.
zos con que aparece en la primera parte
Estudios: Prólogo de J. Marías a la ed. cit.;
E. Bréhier, Historia de la filosofía (tr. J. A. del Discurso. El método de Rousseau para
Pérez Millán y M.'1 D. Morán), vol. II, Tec­ reencontrar al hombre verdadero («el hom­
nos, 1988, pp. 437-60; R. Aron, Las eta­ bre del hombre», anterior al hombre arti­
pas del pensamiento sociológico (tr. A. ficial de la sociedad) es totalmente inte­
Leal), vol. I, Buenos Aires, Siglo Veinte,
1970, pp. 93-170; A. Kremer-Marietti, Le rior: la meditación solitaria en la
concept de Science positive, Méridiens- profundidad de los bosques debe permi­
Klincksieck, 1983. tir exhumar el alma humana en su nuda
verdad. Rousseau es perfectamente cons­
ciente del carácter conjetural de su des­
D IS C U R SO SO B R E EL O RIGEN Y cripción del estado de naturaleza; es para
L O S FU N D A M E N T O S DE L A DES­ él una hipótesis verosímil (tan verosímil,
IGUALDAD ENTRE L O S HOMBRES, y esto es suficiente, como todas las otras),
Discours sur 1’origine et les fondements no un hecho histórico.
de l ’inégalité parmi les hommes, 1755. Llevando una vida, por así decirlo, ani­
Jean-Jacqu es R ou sseau, 1712-1778. mal, el hombre natural tiene los senti­
dos más desarrollados que el intelecto («el
Al igual que el -+ Discurso sobre las hombre que medita es un animal depra­
ciencias y las artes, este texto fue escri­ vado»), Es feliz en este estado en que nada
to para responder a una pregunta saca­ le falta, sobre todo no la sociedad, para
da a concurso por la academia de Dijon: la cual nada indica que el hombre estu­
«Cuál es el origen de la desigualdad de las viera naturalmente dispuesto. Está poco
condiciones entre los hombres y si está expuesto a las enfermedades, imputables
autorizada por la ley natural.» La desi­ la mayoría a la vida social. Sus únicas
gualdad de la que se trata es por supues­ pasiones no tienen nada de específica­
to la desigualdad social: la sociedad del mente humano, pues se reducen al amor
Antiguo Régimen era escandalosamen­ de sí y a la piedad. Conoce la satisfacción
te desigual. Era también la desigualdad lo del instinto sexual mas ignora el amor,
que le daba a algunos el poder de avasa­ fruto de las comparaciones nacidas en
llar a los demás. la vida social. ¿Qué es lo que distingue
Este segundo Discurso responde a una entonces al hombre del puro animal? La
finalidad polémica. El autor quiere criti­ superioridad de su inteligencia, incluso
car el método de aquellos que reconsti­ aunque ésta sea embrionaria; la libertad,
tuyen un estado de naturaleza ficticio para que emancipa de la servidumbre de los
justificar la sociedad de desigualdad que instintos; la perfectibilidad, potencialidad
pretenden establecer con los votos popu­ que permite al hombre salir de su estado,
lares. Por ejemplo, Hobbes representa el elevándose o depravándose (mientras que
estado de la naturaleza como un estado el animal está atado a su condición).
de guerra porque le importa legitimar la Podrá observarse que en todas estas
monarquía absoluta. Locke, por su par­ especulaciones sobre los primeros tiem­
te, imagina al hombre natural como pro­ pos de la prehistoria humana, la pers­
DISCURSO SOBRE LA HISTORIA UNIVERSAL 200

pectiva religiosa está ausente. Rousseau cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­
no evoca ni creación ni pecado original. co, Fondo de Cultura Económica, 1993,
pp. 529-548; J. Starobinski, Jean-Jacques
La segunda parte imagina por qué pro­ Rousseau: La transparencia y el obstácu­
ceso ha podido imponerse la desigualdad lo, Taurus, 1983.
en una sociedad que la ignoraba natural­
mente. Y éste es el punto más delicado
del discurso: ¿cómo dar cuenta de una
evolución necesaria sin apelar para nada D IS C U R S O S O B R E L A H IS T O R IA
a la naturaleza de las cosas? Rousseau U N IV E R SA L, Discours sur l ’histoire
describe un funesto encadenamiento de universelle, 1681.
circunstancias, a la vez naturales y huma­ J acqu es Bénigne B o s su et, 1627-1704.
nas. Tod o comienza por la propiedad,
responsable de la desigualdad de fortu­ Escrito para el Delfín, hijo de Luis XIV,
nas. La sociedad civil y las leyes nacen del retocado a menudo por su autor, el Dis­
deseo de los ricos de legitimar y así peren­ curso sobre la historia universal desa­
nizar su dominación. A partir de ese rrolla una filosofía católica de la historia.
momento, la sociedad entera, con su cor­ El diseño es netamente apologético, pero
tejo de desigualdades sociales, de jerar­ esta intención no le quita a la obra su inte­
quías de poder, va a imponer su orden. rés teórico.
Los magistrados, al principio elegidos, se La primera parte (las Épocas) traza un
convierten en déspotas hereditarios, los rápido cuadro de la historia del mundo, des­
mismos que reinan hoy día. de la Creación a Carlomagno. La segun­
La academia de Dijon, escandalizada da parte (el Acompañamiento de la reli­
sin duda por la audacia de estas tesis, le gión) se dedica a mostrar que la historia del
niega el premio a Rousseau. Pero para pueblo judío, tal como el Antiguo Testa­
él, éste fue el comienzo de la verdadera mento nos la ha dado a conocer, anuncia
gloria. Con fuerza aún mayor que en el la persona y la enseñanza de Jesús, como
Discurso sobre las ciencias y las artes, también la institución de la Iglesia. La ter­
la elocuencia revolucionaria transmite cera parte (los Imperios) quiere hacer apa­
su ardor a los razonamientos. El tema del recer los designios de la Providencia en el
«buen salvaje», popularizado ya por los destino histórico de los pueblos escitas, etí­
relatos de exploradores, queda definiti­ opes, egipcios, asirios, medos, persas, grie­
vamente asentado. Pero aún más funda­ gos y romanos.
mental es el hecho de que una revolución En el corazón de estas explicaciones
se está gestando: el despotismo y la socie­ de Bossuet se encuentra la noción de Pro­
dad del orden son ilegítimos y estén con­ videncia; de sus «mandatos secretos»
denados a desaparecer. Y más aún, la depende el curso de la historia humana:
Revolución (de 1879) que los habrá de «Dios tiene desde lo más alto de los cie­
derribar es criticada con anticipación: los las riendas de todos los reinos [...] y
Rousseau ve venir la revolución burgue­ remueve a todo el género humano [...]
sa, con sus justificaciones ideológicas de según las reglas de su justicia siempre infa­
la propiedad privada y de los privilegios. lible.» En consecuencia: «No hablemos de
Anticipadamente y por principio, Rous­ azar ni de fortuna, o hablemos de ellas
seau descalifica toda legitimación de desi­ solamente como de un nombre con el que
gualdades y privilegios, sean de la natu­ cubrimos nuestra ignorancia», porque no
raleza que sean. hay en la historia ninguna contingencia;
eso sería suponer que Dios es ignorante
Edición: Discurso sobre el origen de la desi­ o impotente sobre alguna cosa. Mas hable­
gualdad entre los hombres (tr. A. Pintor), mos de finalidad inmanente al devenir his­
Tecnos, 1987.
Estudios: A. Bloom, «Jean-Jacques Rous­ tórico, pues «todo concurre al mismo fin»;
seau», en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), todo, comprendidas por supuesto las
Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­ voluntades individuales, cualquiera que
201 DISCURSO SOBRE L A SERVIDUMBRE VOLUNTARIA

sea la libertad que los agentes humanos fijada en su estadio teológico. Con Augus­
imaginen usar en la elección de sus accio­ te Comte se tendrá la primera tentativa
nes. En esto hay (como en Hegel) una notable de síntesis histórica. N o es exce­
astucia, no de la razón, sino de la provi­ sivo afirmar, por tanto, una cierta conti­
dencia divina. nuidad entre la obra de Bossuet y la his­
El interés propiamente histórico de toria moderna.
esta obra es menos débil de lo que se Ni que decir tiene que el Discurso se ha
acostumbra a veces a decir. Se encuen­ impuesto también como obra literaria de
tra en ella al menos una admirable sín­ primer orden. Mas importa señalar tam­
tesis de lo que entonces se podía saber bién que Bossuet abandona el período
de la Antigüedad. Las páginas sobre amplio de las oraciones en favor de un esti­
Roma son antológicas, y no solamente lo más conciso e incisivo, que anuncia lo
por su valor literario. Con Roma, Bos- que más tarde se encontrará bajo las plu­
suet se encuentra en su casa, al igual que mas de Montesquieu y Voltaire. Es cierto
Montesquieu o Rousseau. Para los perí­ que la naturaleza misma de la materia tra­
odos más remotos de la Antigüedad, Bos- tada ha determinado al autor a orientarse
suet no podía disponer de fuentes igual­ hacia un estilo original.
mente seguras, y la calidad de las
informaciones acusa evidentemente las Edición: Discurso sobre la Historia Uni­
versal, Escelicer, 1964.
limitaciones de la época en materia de
Estudio: Th. Goyet, L ’humanisme de Bos­
historiografía. suet, 2 vols., Klincksieck, 1965.
En fin, Bossuet no cede a la tentación
de plegar los hechos a una concepción a
p riori, ni de recurrir — por necesidades
apologéticas— a explicaciones sobrena­ D ISC URSO SOBRE L A SERVIDUM ­
turales. Por lo demás, esta resistencia no BRE V O LU N T A R IA , o el Contra uno,
se justifica solamente por consideraciones Discours de la servitude volontaire, hacia
deontológicas, sino ante todo por una tesis 1547.
sobre la manera de actuar de la Provi­ Étienne de l a B o é tie , 1 530-1563.
dencia: si sucede que Dios produce sus
efectos «por ciertos golpes extraordina­ «En honor de la libertad, contra los tira­
rios», el historiador verifica siempre que nos», escribe el autor como prefacio del
«nunca ha ocurrido un gran cambio que libro. En él se propone resolver un enig­
no haya tenido sus causas en los siglos ma: ¿cómo es posible que los hombres
precedentes». La causa primera, y única, consientan en servir al tirano y en obe­
del devenir histórico es ciertamente la divi­ decerlo? Para La Boétie, la servidumbre
nidad; mas ésta actúa casi siempre a tra­ es contra nature. Ante todo porque los
vés de una causalidad puramente «natu­ hombres, naturalmente iguales, no están
ral». Bossuet no es un historiador para el destinados a oprimirse mutuamente; lue­
que la explicación de un suceso cualquie­ go porque la fuerza no está jamás del lado
ra se reduzca a una evocación de la Pro­ del que domina, sino siempre del lado de
videncia. Es posible incluso que el lugar los oprimidos. Ciertamente, el tirano está
que el autor adjudica a la Providencia no bien armado, pero bastaría con que el
responda a una convicción fundamental pueblo dejara de obedecerlo, con que le
(aun cuando éste sea seguramente el caso); retirara su consentimiento, para que el
la evocación de la Providencia posee tam­ tirano quedara desarmado. Un rey está
bién una virtud pedagógica: no olvidemos desnudo ante quien se contenta con decir
que la obra estaba destinada principal­ no y cruzarse de brazos.
mente a la instrucción y edificación del El problema que ataca La Boétie es
Delfín. el mismo que el de Maquiavelo, su con­
El Discurso sobre la historia univer­ temporáneo. Con la diferencia de que
sal no representa únicamente la historia Maquiavelo lo plantea desde el punto de
DISCURSO SOBRE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES 202

vista del Príncipe (¿cómo conquistar y con­ leer el Mercure de France, se topa con
servar el poder?), mientras que La Boé- la cuestión sacada a concurso por la aca­
tie se coloca del lado del pueblo. Pero las demia de Dijon: «Si el reestablecimiento
gentes no eligen la desobediencia. La cos­ de las Ciencias y de las Artes ha contri­
tumbre, ante todo, que opera en contra, buido a depurar las costumbres.» «En el
acaba por hacerles creer que su condición momento en que leí esto — escribió más
es la «natural». A lo cual se añade la exis­ tarde Rousseau— vislumbré otro univer­
tencia de diversos mecanismos por los so y me convertí en otro hombre». Así
que el poder se asegura la voluntaria pasi­ pues, decidió concursar.
vidad de los sujetos: favores, intimidación Este primer Discurso, en plena épo­
por el prestigio, distintivos de poderío. ca de esplendor de las Luces, mantiene
De todos estos mecanismos, el más insi­ una paradoja: el desarrollo de las cien­
dioso y el más eficaz es la difusión del cias y de las artes (entendiendo por «artes»
poder mismo en todos los estratos. La a las técnicas) ha corrompido las cos­
jerarquía responde a una necesidad vital tumbres. Para defender esta tesis, Rous­
para el poder, que se refuerza disemi­ seau moviliza un cierto número de argu­
nándose. El análisis teórico del funciona­ mentos históricos y filosóficos. La
miento del poder coloca al autor muy cer­ civilización debilita las costumbres, es
ca de una condenación de la monarquía. decir, las «enerva» y las «afemina», hacien­
El Discurso de la servidumbre volun­ do perder a la gente el gusto por la liber­
taria apenas es leído. Sin embargo con­ tad. La gentileza y los buenos modales
tiene un análisis extremadamente fino del no son más que vil adulación, corrupción
poder que es, sobre todo, perfectamente del corazón. Según Rousseau, todos los
moderno. Se calibra raramente lo que a él ejemplos históricos — Grecia, Roma,
le deben muchos pensamientos políticos Constantinopla, China, Alemania— lo
ilustrados: Pascal: «La gente, que no sabe prueban: la fuerza y la virtud de los pue­
que este efecto viene de esta costumbre...»; blos están en razón inversa de su grado
Rousseau: «Los ciudadanos no se dejan de refinamiento.
oprimir más que si están arrastrados por Rousseau no está muy lejos aquí de
una ciega ambición y, al poner su mira en hacer apología de la barbarie. A estas
lo ruin más que en lo noble, la dominación pruebas por los hechos se añaden las
les resulta más atractiva que la indepen­ pruebas por razonamiento: nacidas del
dencia, y consienten en llevar cadenas para orgullo del hombre, las ciencias alien­
poder imponerlas ellos a su vez»; Alain: tan la ociosidad y destruyen la moral.
«Lo que subsiste de esclavitud viene muy Las artes están en parte aliadas con el
claramente de que el ciudadano pone tam­ lujo, corruptor y económicamente rui­
bién a los pies del jefe su propio juicio.» noso.
Rousseau se alza con el premio de la
Edición: Discurso sobre la servidumbre academia de Dijon. Mas, a pesar — o a
voluntaria (tr. J. M. Hemández-Rubio), Tec­
nos, 1986. causa— de su estilo sumamente elo­
Estudio: J. M. Hemández-Rubio, estudio cuente, la obra atrae sobre su autor una
preliminar en la edición citada. avalancha de refutaciones (el Pastor Ver-
net, Grimm, el rey Stanislas de Polonia).
Rousseau respondió de manera detalla­
DISCURSO SOBRE L A S CIENCIAS Y da en textos de estilo menos elocuente,
LA S ARTES, Discours sur les sciences pero también más precisos y eficaces que
et les arts, 1750. las largas diatribas del Discurso, sobre el
Jean-Jacques Rou sseau, 1712-1778. cual arrojan una luz maravillosa. Mas
Rousseau no consiguió evitar la margi-
Mientras visitaba a Diderot, encarce­ nación, en un siglo entregado en cuerpo
lado en la fortaleza de Vicennes por su y alma al ideal de progreso de las Luces.
> Carta sobre los ciegos, Rousseau, al Se considera a Rousseau un autor de
203 DISCURSOS A LA NACIÓN ALEMANA

paradojas, y el Discurso sobre las cien­ D ISC U R SO VE R D AD E RO , Aóyoq


cias y las artes originó una querella en áA.Ti0ri5, o hacia 178.
la que tomaron parte Voltaire y los Enci­ C elso, siglo n.
clopedistas.
Se dispone de un centenar de extrac­
Edición: Discurso sobre las ciencias y las tos de esta obra en la refutación de Orí­
artes, Alba, 1987. genes: -> Contra Celso. Oponiendo cris­
Estudio: J. Starobinski, Jean-Jacques Rous­ tianismo y judaismo («No hay nada más
seau: La transparencia y el obstáculo, Tau­ divertido que la disputa de los cristianos
rus, 1983.
y los judíos respecto a los judíos y res­
pecto a Jesús, y su controversia recuer­
da este proverbio: “discutir por la som­
bra de un asno’’»), Celso se burlaba de sus
D IS C U R S O SO B R E L A S R E V O L U ­
creencias. Mas a su vez llamaba a los cris­
C IO N E S DE L A SU PE R FIC IE D EL
tianos a participar en la vida de la ciudad.
G L O B O , Y SO B R E L O S C A M B IO S
Q UE H A N P R O D U CID O EN EL REI­ Edición: Orígenes, Contra Celso, Ed. Cató­
N O A N IM AL, Discours sur les révolu- lica (B.A.C.), 1967.
tions de la sur/ace du globe, et sur Ies Estudio: L. Rougier, introducción a Contra
les chrétiens d’Origéne, J.-J. Pauvert, 1965.
changements qu ’elles ont produits dans
le régne animal, 1812.
G e o r g e s C u vier, 1769-1832.
DISCURSOS A L A N AC IÓ N ALEM A­
NA, Reden an die deutsche Nation, 1808.
Este texto constituye el prefacio de las
J o h an G o tt u e b F ich te, 1762-1814.
-*■ Investigaciones sobre los huesos fósi­
les de los cuadrúpedos. Las «revolucio­ Este texto de Fichte es de lo más des­
nes del globo» de Cuvier corresponden a concertante, puesto que se trata aquí de
las «épocas de la naturaleza» de Buffon, afirmar y describir la superioridad total de
que son los grandes cataclismos en los que Alemania. En primer lugar se afirma la
desaparecieron las especies vivientes. superioridad de la lengua alemana, y a
Cuvier rechaza en efecto la idea trans- partir de ella deduce Fichte la superiori­
formista, según la cual las especies actua­ dad de su pensamiento: sólo Alemania es
les descenderían de las antiguas, de las que capaz, por su lengua, de acceder a las ver­
pueden encontrarse los vestigios; el autor dades filosóficas. Tanto es así, que Fich­
prefiere la noción de una renovación perió­ te llega a considerar al pueblo alemán
dica de las formas vivientes, apoyándose como el pueblo elegido. La nación ale­
para ello en la ausencia de formas inter­ mana está llamada a gobernar el mundo,
medias y en los testimonios más antiguos y el instrumento necesario para este pro­
sobre los animales de que disponemos yecto es la educación, sobre la que Fich­
(momias y pinturas egipcias, por ejemplo). te no ha cesado de reflexionar.
Paradójicamente, los datos acumulados El hitlerismo ha utilizado el pensa­
por Cuvier en las Investigaciones sobre miento de Fichte para el establecimien­
los huesos fósiles y en muchas otras obras to y propaganda del Reich, mas esto no
han contribuido poderosamente al derrum­ significa que el filósofo haya sido un pre­
be de su propia concepción fixista y catas- cursor del nazismo. Fichte ha aportado
trofista. un pensamiento rico y variado, que se ins­
cribe en la corriente idealista alemana.
Edición: Discours sur les révolutions de la
surface du globe..., col. «Epistémé», Chris­ Edición: Discursos a la nación alemana (tr.
tian Bourgois, 1985. L. A. Vareta), Tecnos, 1988.
Estudio: S. Jay Gould, «Les pierres fétiches Estudio: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M. Gar­
d’Oeningen», en Quand les poules auront cía Morente), Revista de Occidente, 1931;
des dents, col. «Points-Sciences», Le Seuil, A.Philonenko, Dictionnaire des philosop-
1984. hes, P.U.F., 1984.
DISCURSOS EN TORNO A DOS NUEVAS CIENCIAS 204

D IS C U R S O S EN T O R N O A D O S permitir jamás que el razonamiento a prio­


NUEVAS CIENCIAS, Discorsi e dimos- ri imponga sus criterios (como es el caso,
trazioni matematiche intomo a due nuo- por ejemplo, en Descartes). Por otra par­
ue scienze attenenti alia mecanica e i te, Galileo no desdeña contar con el apor­
m ovimenti locali, 1638. te de técnicos y artistas para la investi­
G auleo (Galileo Galilei, llamado), 1564- gación científica. Con él comienza la gran
1642. obra de rehabilitación de las técnicas que,
contra una tradición bimilenaria, llevará
Cuando, confinado en su residencia de a cabo el Siglo de las Luces.
Arcetri, redacta Galileo esta obra, la adhe­
Ediciones: La nueva ciencia del movi­
sión al heliocentrismo copemicano está ya miento. (selección de los Discorsi, con intro­
admitida. Filosóficamente, las propuestas ducción, tr. y notas a cargo de C. Azcárate,
de este texto no están a la altura del -+ Diá­ M. García Doncel y J. Romo), Publ. de la
logo sobre los dos grandes sistemas del Universidad Autónoma de Barcelona, 1988;
Consideraciones y demostraciones mate­
mundo. Mas su interés científico no es
máticas sobre dos nuevas ciencias (ed. C.
menor, y para el epistemólogo o el histo­ Solís y J. Sádaba), Ed. Nacional, 1976.
riador de las ciencias lo que encierra el Dis­ Estudios: S. Drake, Galileo (tr. A. Elena),
curso es un modelo de revolución científi­ Alianza, 1991; A. Koyré, Estudios galilea-
ca. Maurice Clavelin resume así la aportación nos (tr. M. González), Siglo XXI, 1980; M.
Clavelin, La Philosophie naturelle de Gali-
científica de la obra: «Haber sentado las bases
lée, col. «Philosophies pour l’age de la Scien­
de una inteligibilidad geométrica del movi­ ce», Armand Colín, 1968.
miento, esto es, de la naturaleza misma.»
Articulado, como el D iálogo, en «Jor­
nadas», el texto se abre con una presen­
D IS C U R S O S SO B R E L A PR IM E R A
tación de las dos ciencias de las que va a
D É C A D A DE T IT O L IV IO , D iscorsi
tratar: la teoría de la cohesión de la mate­
sopra la prima deca di Tito Livio, 1531.
ria, y la ciencia del movimiento. La primera
N ic o lá s M a q u ia v e lo (N ic c o ló M achia-
Jomada está consagrada a la investigación
velli), 1469-1527.
de las causas de la cohesión de los sólidos.
En su respuesta, Galileo mezcla ciertas tesis En la obra de Maquiavelo, estos Discur­
atomistas con afirmaciones extraídas toda­ sos son compañeros de -*• El Principe, del
vía de la escolástica (la admisión, por ejem­ que amplían y profundizan los análisis sin
plo, de una cierta repugnancia de la natu­ introducir un punto de vista nuevo o dife­
raleza por el vacío). Al final de esta primera rente. Fue, por lo demás, para componer
Jornada, y al término de un prodigioso E l Príncipe por lo que Maquiavelo inte­
esfuerzo teórico y experimental, se ela­ rrumpió la redacción de los Discursos. Éstos
bora la teoría de la caída de los graves. fueron escritos entre 1513 y 1519 por un
La segunda Jomada trata de la resistencia Maquiavelo en desgracia, que aprovecha la
de los materiales; es sin duda la parte de inacción forzada en que lo deja el retomo
la obra que más ha envejecido. de los Médicis a Florencia. Esta inacción
Las Jomadas tercera y cuarta contienen es para el florentino el momento de la refle­
lo esencial de la aportación científica de los xión. Leyendo a Tito Livio, Maquiavelo se
Discursos: la fundamentación de la mecá­ vuelve a encontrar con las mismas preocu­
nica racional sobre bases matemáticas. Gali­ paciones e interrogantes de la Italia con­
leo desarrolla aquí, no sin encontrar for­ temporánea, que son también las suyas pro­
midables obstáculos (no todos superables), pias. ¿De dónde obtenía la República
la teoría del movimiento de los proyectiles. romana ese vigor, que tanto le faltaba a la
El interés de los Discursos en tom o República florentina y a la Italia del Rena­
a dos ciencias nueuas reside igualmen­ cimiento en general? ¿Cómo resucitar la
te en la comprehensión sin precedentes virtú de los antiguos romanos? E incluso
de la fecunda relación entre teoría y expe­ con otros interrogantes de alcance univer­
riencia. Esta última es omnipresente, sin sal: ¿cómo se conquista el poder? ¿Cómo
205 DISERTACIÓN DE 1770

se lo conserva? ¿En qué condiciones puede cursos tienen un carácter polémico, no


un jefe pretender organizar a un pueblo en desnudo de un cierto tono profético. Exa­
Estado? ¿Cómo defenderse, en el interior minando la dimensión íntima del hom­
(contra las rebeliones, las conspiraciones), bre que es el yo, Schleiermecher descu­
y en el exterior (cómo hacer la guerra)? bre un doble movimiento de expansión
Roma es pues, para Maquiavelo, la refe­ y de concentración en el que el hombre
rencia central. Cuando él habla de sus «que­ puede triunfar gracias a Dios. Toda reli­
ridos romanos», le parece a uno a veces gión tiene su fuente en el «sentimiento
estar oyendo a Rousseau. Pero, contra­ de lo Infinito», o voluntad de fundirse
riamente a este último, Maquiavelo no cul­ en la armonía infinita. Estos análisis, publi­
tiva ninguna nostalgia. Llega incluso a afir­ cados en 1806 en una edición retocada,
mar que en política, la nostalgia del pasado influyeron sobre los pensadores de la
es siempre estéril. El tiempo lleva sin cesar escuela romántica, y concretamente sobre
hacia lo nuevo, y hacer política no con­ Schelling.
siste nunca en salvaguardar lo que existe
o en restaurar lo que fue. La política es Edición: Sobre la religión (tr. A. Guizo),
Tecnos, 1990.
siempre un combate, una lucha contra un Estudio: M. Simón, La philosophie de la
adversario, con el que será preciso nego­ religión dans l ’oeuvre de Schleiermacher,
ciar, eludirlo, y arriesgarse a veces al ata­ Vrin, 1974.
que frontal. Existen principios, ciertamente,
y, al igual que ocurre en E l P rín cip e,
Maquiavelo no defiende aquí una con­
cepción estrictamente oportunista. Pero D ISE R TA C IÓ N DE 1770, De mundi
no hay valores trascendentes, absolutos sensibilis atque intelligibilis form a et
(en particular religiosos), que el político se principiis, 1770.
esforzara por plasmar en la realidad. Immanuel K a n t, 1724-1804.
Pese a ser muy ricos (bastante más que
El Príncipe, elíptico con frecuencia), muy Presentada para la obtención del títu­
«maquiavélicos» (el pensamiento del flo­ lo de «profesor ordinario» de la universi­
rentino está aquí completamente elabo­ dad de Konisberg, la Disertación de 1770
rado), y escritos en un lenguaje admirable, es en la obra kantiana un texto bisagra
los Discursos sobre la prim era década que cierra el período precrítico.
de Tito Livio no han ejercido jamás sobre El título original merece ser leído aten­
la posteridad la fascinación que E l P rín ­ tamente: el mundo sensible y el mundo
cipe tuvo y continúa teniendo. inteligible tienen una forma y unos prin­
cipios diferentes. En oposición a Leib­
Edición: Discursos sobre la primera década niz y a Wolff, con el que el autor rompe
de Tito Liuio (tr. A. Martínez), Alianza, 1987. aquí, Kant afirma que el conocimiento de
Estudios: Q. Skinner, Maquiavelo (tr. M. lo inteligible y el de lo sensible no se dejan
Benavides), Alianza, 1995; L. Strauss, Medi­
tación sobre Maquiavelo, Centro de Estu­ colocar en el mismo plano. Las condi­
dios Constitucionales, 1964. ciones del conocimiento sensible, en par­
ticular el tiempo, impiden la deducción
de lo inteligible, como lo hacían Leibniz
y Wolff.
DISC UR SO S SOBRE L A RELIGIÓN, Si se resiste a no ver en lo sensible más
Über die Religión, Reden an die Gebil- que una forma inferior y confusa del cono­
deten unter ihren Verachtern, 1799. cimiento, Kant no sigue por tanto la corrien­
Fríed rich D an iel E rn s t Sch leierm ach er, te empirista, que, en aquella misma épo­
1768-1834. ca llegaba a conclusiones similares. Mantiene
la posibilidad de un conocimiento metafí-
Dirigidos contra los oponentes al movi­ sico al afirmar que no hay que tomar «los
miento romántico naciente, estos Dis­ límites que circunscriben al espíritu huma­
DISERTACIÓN SOBRE LAS PASIONES 206

no por aquellos que contienen la esencia co que se rige por las leyes de la causa­
misma de las cosas». Además, este texto lidad o de la semejanza. Una tal variabi­
asegura a la metafísica la única garantía sóli­ lidad de las pasiones echa por tierra la
da: una distinción neta entre lo inteligible y necesidad de un vínculo entre la causa y
los modos del conocimiento sensible, some­ el objeto de una pasión, y conduce, sobre
tido al tiempo. el plano de la identidad del yo, a un escep­
Kant no distingue aquí entre entendi­ ticismo que anuncia la crítica kantiana de
miento y razón, y mantiene la posibili­ la sustancia espiritual.
dad de una «utilización real» de las facul­
tades intelectuales. El conocimiento de Edición: Disertación sobre las pasiones (tr.
lo en-sí no nos está vedado, incluso aun­ J. L. Carmona), Anthropos, 1990.
que el autor se resista ya a reconocer Estudios: A. J. Ayer, Hume (tr. J. C. Arme­
ro), Alianza, 1988; G. Deleuze, Empirismo
en el hombre una intuición intelectual. y subjetividad, Gedisa, 1981.
Así, al final de la obra, Dios es presen­
tado com o el fundamento de la armo­
nía entre las sustancias que componen el
mundo.
En la D ise rta ción de 1 7 70 se D ISERTACIONES, ’E7tticrf|Tov Siaxpi-
encuentran elaborados muchos de los jiaí, ' hacia 130.
E p ic te to , hacia 50-hacia 125.
temas que desarrollará la -► Crítica de
la razón pura. Mas en su gran obra crí­
tica, Kant no dudará en atacar una varie­ La enseñanza de Epicteto ha sido
dad de concepciones que todavía defen­ transmitida bajo forma de lecciones de
día en 1770. las que se conservan todavía cuatro libros
(sobre ocho o doce), de un Manual
Edición: La dissertatio de 1770, Consejo que pasa por ser un resumen de las lec­
Superior de Investigaciones Científicas, 1961. ciones, y de fragmentos compuestos por
Estudios: E. Cassirer, Kant: vida y doc­ citas dispersas en diversos autores (Esto-
trina (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1993; A. Philonenko, L ’oeuvre beo, Aulo Gelo, Marco Aurelio, etc.). El
de Kant, Vrin, 1983, t. I, cap. II, § 5, 6 libro recoge las lecciones orales que Fla-
y 7. vio Arrio, discípulo de Epicteto, trans­
cribió al parecer en «directo», en la for­
ma que hoy llamamos Conversaciones,
pero que la tradición filosófica llama tam­
D ISE R TA CIÓ N SOBRE L AS P A S IO ­ bién discusiones o diatribas (en el sen­
NES, A Dissertation on the Passions, tido de conversaciones filosóficas en las
1757. que un autor, la mayoría de las veces fic­
D avid Hume, 1711-1776. ticio, toma vivamente partido por la filo­
sofía).
La mayor parte de la obra de David De lo conservado se ha podido inten­
Hume consiste en una modificación crí­ tar discernir un orden: el libro I estaría
tica de su imponente -> Tratado de la consagrado a los principios lógicos y
naturaleza humana. La D isertación físicos sobre los que se asienta la moral;
sobre las pasiones retoma, en un aná­ el libro II explicaría cómo los discípulos
lisis más condensado y pertinente, las pueden vivir libres, seguros, y exentos
reflexiones del libro II del T ra ta d o y de todo temor; el libro III estaría com­
aporta importantes modificaciones filo­ puesto de exhortaciones a una vida de
sóficas. ascesis y de control de sí; mientras que
Hume presenta un sistema en el que el libro IV, después de una introducción
cada pasión está destinada a transfor­ sobre la libertad, establecería una com­
marse en otra pasión, según el sentido paración entre la escuela y la vida. Mas
unilateral e invariable de un orden cícli­ con frecuencia, temas similares son reto­
207 DISTINCIÓN (LA)

mados de un libro a otro, y algunos cuestiones relativas a los doce libros de


capítulos están compuestos, sin el Aristóteles. Este tratado comenta la filo­
m enor orden, de una «m iscelánea de sofía de Aristóteles y propone una refle­
cosas». xión sobre la ciencia de la naturaleza y
Las Disertaciones exponen, a través el conocimiento de las verdades divinas.
de mil anécdotas tomadas de la vida coti­ El autor es considerado por sus con­
diana, la doctrina de Epicteto (es decir, temporáneos como un hábil dialéctico y
la de un estoicismo romano tardío) y su por la posteridad como un defensor de
visión cósmica que une razón humana y la fe católica.
razón divina: «N o pidas que los aconte­
cimientos ocurran tal como tú quieres: Edición: Disputaciones metafísicas (tr. S.
sino conténtate con quererlos tal como Rábade, S. Caballero y A. Puigcerver),
7 vols., Gredos, 1960-1966.
ellos ocurren, y llevarás una vida feliz.»
Estudios: Introducción de S. Rábade al pri­
Mas la simple resignación no es sufi­ mer tomo de la ed. cit.; F. Copleston, His­
ciente; es necesaria una aceptación ale­ toria de la filosofía, vol. 3: De Ockham a
gre, pues todo lo que sucede expresa el Suárez (tr. J. C. García Borrón), Ariel, 1994;
orden universal. Por encima de las refe­ Iturrioz, Estudios sobre la metafísica de
F. Suárez, Madrid, Fax, 1949; n.° conme­
rencias a Diógenes, a Sócrates, a Crisi- morativo de centenario de la revista Pensa­
po, el tema esencial sigue siendo lo miento, Madrid, 1948; E. Gómez Arbole-
expuesto en las páginas que abren las ya, Francisco Suárez, Universidad de
Conversaciones, la distinción entre las Granada, 1946.
cosas que dependen de nosotros (É<pfi(itv,
eph émin) y las que no dependen (oóicfeíp
tlUtv, ouk eph émin), es decir, la apolo­
gía de la razón-. «De las facultades que D IS T IN C IÓ N (L A ), La d istin ction,
nosotros hemos recibido, ella sola tiene, 1979.
en efecto, consciencia de sí misma, de su P ie rr e B ourdieu, 1930-
naturaleza, de su poder, del valor que nos
confiere su presencia. Es claro que ésta Sociólogo, pero no por ello es Pierre
es la facultad que sabe usar representa­ Bourdieux menos filósofo de las ciencias
ciones.» sociales. Repensar el estatuto filosófico
de la sociología, es ante todo redefinir el
Ediciones: Pláticas (tr. P. Jordán), Conse- progreso del conocimiento sociológico,
joSuperior de Investigaciones Científicas, insistiendo sobre las condiciones de este
1967; Disertaciones por Arriano (tr. P. Ortiz conocimiento. Es necesario analizar la
García), Gredos, 1993.
Estudio: Introducción de P. Jordán en la edi­ lógica del desarrollo y de la práctica socio­
ción citada. lógica a fin de evitar los antagonismos en
que se debaten ordinariamente las cien­
cias del hombre.
El autor muestra aquí un sistema
DISPUTACIONES METAFÍSICAS, Me infrarreflexiuo de disposiciones por el
taphysicarum disputationum, in quibus cual el sujeto mismo incorpora su his­
et universa naturalis theologia ordina- toria social; este sistema — que Bour­
te traditur et quaestiones omnes ad duo- dieu denomina «el habitus»— determi­
decim A ristotelis libros et pertinentes na el conjunto de prácticas del sujeto y
disputantur, 1597. decide sobre la manera en que éste per­
F ra n c is c o S u árez, 1548-1617. cibirá las cosas, se las representará, las
conocerá, las juzgará, etc. Esta impron­
El título original precisa el tema de ta invisible de lo social sobre nuestros
la obra: Disputas metafísicas en las que esquemas de pensamiento y de acción
es tratada por orden toda la teología moldea hasta nuestro cuerpo y nuestra
natural y donde son discutidas todas las relación con él. Estructurando su aná­
DISTINGUIR PARA UNIR 208

lisis sobre los conceptos de habitus, Estudios: Jacques Maritain. Su obra filo­
de campo, de mercado y de capital sim­ sófica, Desclée de Brouwer, 1960; J. Dau-
jat, Maritain, un maítre pour notre temps,
bólico, Bourdieu emprende en esta obra
Téqui, 1978.
la tarea de desmistificar el fetich is m o
social que permite a cada clase distin­
guirse a sí misma, protegiéndose así
contra la intrusión ilegítima de todo ele­
DIVAGACIONES, Propos, 1906-1951.
mento extraño.
A la in (É m ile A u guste C h artier), 1868-
1951.
Edición: La distinción (tr. M.aC. Ruiz), Tau-
rus, 1991. Colección de breves fragmentos (1 a 2
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores contem­ páginas) sobre todos los temas capaces
poráneos esenciales (tr. M.aL. Rodríguez Tapia), de suscitar la reflexión del filósofo.
Cátedra, 1996, pp. 69-73; A. Accardo, Ini-
tiation á la sociologie. L ’illusionnisme social:
une lecture de Bourdieu, Mascaret, 1991. Las Divagaciones son, por su estilo, un
acontecimiento único en la producción filo­
sófica universal. Escritos día a día para el
Dépéche de Rouen, y después para otros
DISTINGUIR P A R A UNIR, o Los gra­ periódicos, publicados más tarde en nume­
dos del saber, Distinguer pour unir, ou rosos volúmenes (cronológicos o temáti­
les Degrés du sauoir, 1932. cos), constituyen en sí mismo, un género
J acqu es M aritain , 1882-1973.
original, tributario de las servidumbres del
periodismo, pero siempre a la altura de las
Abordando el problema del conoci­ exigencias de la filosofía: «elevar la hoja del
miento desde el punto de vista de una periódico al nivel de la metafísica», decía
«topología metafísica», Maritain confirma Alain. El volumen recoge cerca de cinco
el valor del realismo tomista, colocándo­ mil apuntes.
se así en neta oposición con el idealis­ Las Divagaciones de Alain son, en el
mo contemporáneo, al que le reprocha sentido más fuerte de la palabra, actua­
desdeñar numerosos aspectos de lo real. les. La actualidad está presente en la medi­
Hostil a la idea de un plan único de da en que Alain no cesa de comentarla:
intelección, el autor propone, por el con­ el acontecimiento, la política, la historia,
trario, una escala de planes diferentes, el debate público, todo pasa por su plu­
abordables según grados de abstracción ma. Mas el presente se manifiesta tam­
que se corresponden con los grados del bién por otras vías; el retomo periódico
ser. Ésta es la razón de que el espíritu de los fenómenos naturales, los trabajos
humano deba evitar el inmovilismo y humanos, las fiestas (la Pascua, el Día de
aceptar desarrollarse mediante una mul­ Todos los Santos, la Navidad...), los ritos
titud de conceptos, de una pluralidad de sociales (la vuelta al colegio, las conme­
ciencias y de una escala de grados del moraciones): todo esto es recogido aquí
saber. y juzgado según las exigencias de un pen­
La originalidad del trabajo de Mari­ samiento vivo, actual en el sentido de que
tain se encuentra en la diferenciación de se produce en acto, cada día, para el lec­
las abstracciones que saca a la luz. Y tor. Actual también porque el pensamiento
subraya una distinción mayor: mientras de Alain no se contenta jamás con acom­
que las ciencias de la naturaleza multi­ pañar al presente tal como éste se da, ni
plican sus procedimientos de compre­ de encerrar al comentario en la fugaz
hensión, la metafísica progresa hacia novedad del suceso. Las Divagaciones no
la interioridad. son la «espuma de los días». Por el con­
trario, están atravesados por un esfuerzo
Edición: Distinguer pour unir, Desclée De constante por elevar el hecho banal, la
Brouwer, 1959. cotidianidad, al rango de objetos de un
209 DIVINA COMEDIA (LA)

pensamiento universal e intemporal. Todo fuerza. Y raros son los rechazos (Berke­
lo que de ordinario es pequeño deviene ley, Freud).
en él inmediatamente grande al ser ele­ Sin embargo, el autor no oculta sus
vado a la altura de las experiencias más preferencias: filosofía del juicio (Descar­
fundamentales de la humanidad; la refe­ tes mejor que Spinoza), de la voluntad
rencia constante a los grandes autores y soberana contra las pasiones (Epicteto
a las grandes obras de la humanidad («las mejor que Epicuro), de la idea (Comte
Humanidades») comporta esta exigencia: mejor que Marx).
pensar el presente, la obra cotidiana de El recurso constante y exigente a lo real
las cosas y de los hombres, para extraer no es solamente el proceder de un pen­
lo esencial. samiento deseoso de sacar partido de todo.
Alain habla aquí, por tanto, de todo. Es ante todo, como ya se ha dicho, la idea
Nada, a priori, escapa a la atención del (a la vez spinozista y hegeliana) de que
filósofo. Alain quiere ser el heredero de todo lo real es verdadero, hasta en sus ilu­
Hegel, para quien la lectura del periódi­ siones y engaños. La reflexión de Alain
co es la «plegaria matutina» del hombre sobre las religiones es ejemplar (véase >
moderno. Los dioses están también entre Los Dioses). Para el autor sigue siendo
los pucheros; el propio hecho diverso es protección y garantía contra la tenden­
Dios. El sol, la lluvia, la marea, el vuelo cia natural a instalarse confortablemente
de un pájaro, una ilusión óptica, un recuer­ en el universo de los propios pensamien­
do literario (Balzac, Hugo, Dickens), el tos; Alain habría aplaudido estas palabras
gesto del artesano o el del prestidigitador, de Prévert: «El mundo mental miente.
el grito de reclamo del vendedor ambu­ Monumentalmente».
lante, la vela que bate y se hincha con el La lectura de las Divagaciones no es
viento, el incendio, el accidente de coche siempre fácil; algunas de ellas son bellos
ofrecen la ocasión de meditaciones reno­ enigmas. El estilo de Alain puede despis­
vadas al infinito. El autor extrae, por lo tar. Es lamentable que esta última «razón»
demás, abundante material de su expe­ pueda bastar para abandonar la lectura
riencia en la guerra de 1914. de estos textos.
Alain habla de todo. Pero sería mejor
decir que Alain juzga todo, negándose Ediciones: Selección de Propos, 2 vols.,
sistemáticamente a adorar y prohibién­ Bibliothéque de la Pléiade, Gallimard, 1990.
Numerosas selecciones temáticas están
donos adorar cosa alguna. Nada hay
igualmente disponibles, en concreto Pro­
sagrado, nada hay respetable fuera de pos sur le bortheur, col. «Folio-Essais», Galli­
lo único que merece respeto: el ejerci­ mard, 1985; Propos sur les pouvoirs, col.
cio libre del pensamiento soberano. «Folio-Essais», Gallimard, 1985, y Propos
Alain se deja a veces llevar por una jus­ sur l ’éducation, col. «Quadrige», P.U.F.,
1986.
ta cólera.
Estudios: A. Maurois, presentación del
Una filosofía toma cuerpo y realiza vol. I en la edición citada; S. S. de Sacy,
su labor a lo largo de las Divagaciones, presentación del vol. II en la edición ci­
que con toda seguridad no difiere en nada tada.
de la expuesta en sus otros escritos. Alain
es un filósofo original, mas no propone
ninguna doctrina nueva o inédita. En buen
hegeliano, Alain acepta toda la filosofía D IV IN A C O M E D IA (L A ), La Divina
y la hace vivir a partir de Platón con la Commedia, 1472.
convicción de que toda la filosofía es ver­ D a n te A u gh ieri, 1265-1321.
dadera: Platón en paralelo con Aristóte­
les, Epicuro casa bien con Epicteto, Des­ La «Divina Comedia» es la aventura
cartes con Spinoza. Ningún eclecticismo espiritual de la humanidad. El poeta, que
por tanto que edulcore las doctrinas res­ representa a esta última, recorre los tres
pectivas; cada uno está ahí, con toda su reinos del más allá: Infierno, Purgatorio,
DIVISIÓN DEL TRABAJO SOCIAL (LA) 210

Paraíso. La composición de la obra, que te, en este texto y en algunos otros, creó
se extiende desde 1307 hasta 1321, obe­ la lengua italiana.
dece a eruditas consideraciones nume-
rológicas, guiadas por ei valor simbólico Edición: La Divina Comedia. La vida nue­
del número 3 (la tríada desempeñaba un va (tr. Conde de Cheste), Aguilar, 1967.
Estudios: J. Santayana, «Dante», en Tres
papel particular en la aritmología pita­ poetas filósofos (tr. J. Ferrater Mora), Tec­
górica). Tres partes (o «Cánticos»), com­ nos, 1995; M. de Gandillac, Dante, Seg-
puestos de treinta y tres cantos cada uno, hers, 1968.
suceden al prólogo.
Extraviado en el bosque del pecado,
rodeado de monstruos, el viajero será res­
D IV IS IÓ N D E L T R A B A J O S O C IA L
catado por la razón (personificada por
(L A ), D e la división du travail social,
Virgilio). Conducido a través de los nue­
1893.
ve círculos del Infierno, asistirá al suplicio
Émile Durkheim, 1858-1917.
de los condenados (por los que se ven
pasar algunos grandes culpables históri­
La división del trabajo social es el prin­
cos) y tomará la medida del mal en todo
cipio de cohesión de las sociedades moder­
su horror. En razón de la imaginación deli­
nas: ¿no es paradójica esta división y no
rante de la que da testimonio y de la viva­
conviene preguntarse por su valor moral
cidad de sus descripciones, E l Infierno
y social? Durkheim intenta aquí estable­
ha quedado como la parte más célebre
cer una ley evolutiva entre las sociedades
de la obra (incluso a veces ha sido publi­
arcaicas (donde la solidaridad es mecá­
cada sola). A continuación, el poeta acce­
nica e impuesta por reglas represivas) y
derá al Purgatorio, lugar de penitencia,
las sociedades superiores (donde la soli­
mas también de esperanza (la montaña
daridad es orgánica porque es resultado
de nueve gradas). Para terminar, el des­
de la diferenciación de los roles de los indi­
cubrimiento del Paraíso (los nueve cielos
viduos). Los individuos en las sociedades
del universo ptolemaico) tendrá lugar bajo
la guía de Beatriz y de San Bernardo, ¡el primitivas son no egoístas y se asemejan
pagano Virgilio no estaba cualificado para entre sí, mientras que las sociedades
modernas multiplican los tipos individua­
entrar aquí! Al igual que en el Infierno,
pueden verse aquí algunos elegidos ilus­ les, haciendo así problemática la solida­
tres — San Francisco, Santo Domingo, ridad. Ésta no puede manifestarse en el
San Benito, Tomás de Aquino, Siger de cuadro de la división del trabajo si no se
Brabante— , con los que el poeta discute cuenta con un centralismo coordinador
sobre teología. La visión de Dios en el (el derecho) y con la interiorización del
Empíreo corona la alegoría. valor de la solidaridad social (la moral). Es
La Divina Comedia es un poema, una el precio que hay que pagar para evitar
epopeya, mas también una suma, una la anomía.
suerte de enciclopedia viviente de los cono­ Durkheim parece aquí muy influido por
cimientos de la época. Pertenece al teso­ Auguste Comte aunque también estable­
ro de las obras inextinguibles. Su copio­ ce las premisas de la mayoría de sus obras
sa y desbordante riqueza tal vez sea sólo posteriores.
comparable con la de la -* Enciclopedia
Edición: La división del trabajo social, Pla-
o la de ->• La fenomenología del espíri­
neta-Agostini, 1985.
tu (obra con la que presenta muchas otras Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
analogías). Desde el punto de vista esti­ miento sociológico (tr. A. Leal), vol. II, Bue­
lístico, el acierto de este libro está funda­ nos Aires, Siglo Veinte, 1970, pp. 21-123;
mentalmente en la potencia intrínseca del S. Lukes, Emile Durkheim. Su vida y su
obra, Centro de Investigaciones Sociológi­
verso de Dante y en la perfecta unidad del
cas, Madrid, 1984; B. Lacroix, Durkheim
todo con la infinita variedad de detalles et le po/itique, Presses de la Fondation natio-
que lo jalonan. Es preciso añadir que Dan­ nale des sciences politiques, 1981.
211 DOCTRINA DE LA CIENCIA

D O C T A IG N O R A N C IA (LA), D e doc­ sófico que hace de ésta una exposición


ta ignorancia, 1440. muy superior a las que la precedieron.
N ic o lá s de Cu sa, 1401-1464. Se trata de hecho de simples notas de
cursos cuyo objetivo y materia han que­
Esta obra con título paradójico con­ dado, desgraciadamente, desacredita­
tiene la visión teológica que Nicolás de dos por la empresa de Hegel (al publi­
Cusa tuvo en una especie de revelación car La cie n cia de la lógica entre
una noche de noviembre de 1437. 1812 y 1816, H egel dispensaba teó­
Su teología une la especulación dia­ ricamente a sus lectores de estar infor­
léctica a la inspiración mística. Este últi­ mados de las "doctrinas de la ciencia»
mo punto es fundamental, en el sentido posteriores a 1794).
de que en él se reúne lo esencial de la teo­ El texto esté formado por dos par­
logía apofática de los siglos xiv y xv. La tes: la primera desarrolla una teoría de
apófasis consiste en negar que Dios ten­ la razón y de la verdad; la segunda una
ga el menor atributo, sea el que sea. Dios fenomenología y una variedad de enfo­
es pura trascendencia y escapa infinita­ ques de la reflexión. En la primera par­
mente a todos los nombres con los que te aparecen los prolegómenos, esto es,
se intentara definirlo. Así, al negar esos una descripción del hecho de lo abso­
nombres, uno permanece en la ignoran­ luto, llamado todavía «hecho ontológi­
cia. Mas esta ignorancia no es pasiva. Es, co del saber», com o también una lógi­
por el contrario, la ocasión de descubrir ca de la historia de la filosofía que llega
en la negación de los nombres el proce­ hasta el saber absoluto. En la segunda
so mediante el cual se realiza la unión mis- parte propone Fichte una analítica de
tica con Dios (la Deidad). las condiciones y del sentido de la rea­
Nicolás de Cusa es uno de los grandes lización del saber absoluto, que desem­
místicos herederos de la mística renana, boca en la comprensión absoluta del
en concreto de Eckhart. saber absoluto. Distribuido en veintio­
cho conferencias que carecen de títu­
Edición: La docta ignorancia (tr. M. Fuen­ lo, el texto comienza por la considera­
tes), Orbis, 1985. ción del carácter «histórico y simbólico»
Estudios: E. Cassirer, Individuo y cosmos — y no real— de la vida en la mentali­
en la filosofía del Renacimiento (tr. A.
Bixio), Buenos Aires, Emecé, 1951; M. de dad de la época. Mas el elem ento
Gandillac, La philosophie de Nicolás de importante de la vida es claramente el
Cues, París, 1941. p ensam iento; este pensamiento toma
la forma de filosofía cuando expresa
la verdad, es decir, la unidad absoluta
o la inmutabilidad de la opinión. La
D O C TR IN A DE L A CIENCIA. Die Wis- cuestión es la de saber qué es la doc­
senschaftslehre, 1834. trina de la ciencia. Mas no puede haber
Jo h an n G o tt u e b F ich te, 1762-1814. ser sin pensamiento, y además existe,
Exposición de 1804. según la filosofía de Kant, un vínculo
absoluto (A, por A bsolu t) entre el ser
Se conocen ocho versiones diferen­ (S, por Sein) y el pensamiento (D, por
tes de la Doctrina de la ciencia de Fich­ Denken). De aquí la revisión de las tres
te, así com o numerosos resúmenes e > Críticas kantianas realizada por Fich­
introducciones relacionadas directa­ te en este punto preciso de su exposi­
mente con ella. La exposición de 1804 ción. Existiendo A, se escinde prime­
no es tan conocida com o la de 1794, ramente en S y D, después en x, y y z
aunque está más acabada; no ofrece ya (o sea, los mundos sensible, inteligible
una teoría unificada de los mundos sen­ y estético); estas dos escisiones no son
sible e inteligible (com o la de 1801), conocidas inmediatamente. El saber per­
pero desarrolla una teoría del saber filo­ manece igual a sí mismo pese al cam­
¿DÓNDE VA EL TRABAJO HUMANO? 212

bio de los objetos. El objeto designa el sí, nos resta descubrir cómo hemos lle­
saber absoluto propuesto en la prime­ gado a ello. Haciendo referencia al sis­
ra lección y se acompaña de represen­ tema de la Identidad de Schelling, Fich­
tación. te observa que este último no ha hecho
Aparecido con evidencia, el saber es más que «copiar» la síntesis de la teoría
existente por sí, con independencia de sin realizarla; la ha predicado sin hacer­
toda variedad: es una unidad igual a sí la. Al final de este recorrido, la vía ori­
misma y cerrada para sí. En las cien­ ginal de la razón parece consistir en el
cias reales, los principios son fáctica- hecho de fundar su propia existencia en
mente evidentes; la presente teoría bus­ una objetividad que le pertenece en pro­
ca también introducir una evidencia piedad. Pero el saber absoluto presupo­
absolutamente genética, de la cual hará ne ya el saber ordinario. Y la razón se
derivar esas evidencias tácticas. De lo escinde ella misma, en la vida del obrar,
cual resulta, en conclusión, que la «suje­ en ser y en hacer a la vez.
to-objetividad» es inseparable del cam­
bio. Aunque la teoría de la ciencia se Edición: Doctrina de la ciencia (tr. J. Cruz),
detiene en el p u n to A (y no directa­ Aguilar, Argentina, 1975.
Estudios: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M. Gar­
mente en A , que es algo muerto), el
cía Morente), Revista de Occidente, 1931,
enfoque de la teoría no es una síntesis cap. II; M. Guéroult, L ’évolution et la
post factu m . La unidad de la teoría es structure de la Doctrine de la Science chez
más precisamente la unidad orgánica Fichte, Olms G., Hildesheim, 1982.
interna de los dos. Y la teoría capta inte­
lectualmente la consciencia común, que
jamás puede ser construida en rea li­
dad. Por un lado razonamos, por el otro ¿ D Ó ND E V A EL T R A B A J O H U M A ­
indagamos cómo hemos razonado: de N O?, Ou va le travail humain?, 1950.
este modo intentamos responder a la G e o r g e s Friedmann, 1902-1977.
cuestión sobre la génesis. Toda filoso­
fía tiene por tarea reducir lo diverso a Las angustias nacidas de la técnica des­
la unidad: de hecho, no debemos que­ quician todos los valores de la civilización.
darnos ni en la unidad ni en la diversi­ El desarrollo incontrolado de las técnicas
dad, sino entre las dos. Así es com o está en efecto en trance de convertirse en
alcanzaremos los principios genéticos. el problema esencial del mundo contem­
Con esto hemos llegado al corazón de poráneo. Este libro intenta extraer las lec­
la exposición: Fichte puede ahora afir­ ciones de esta mutación y de ponernos
mar que la disyunción originaria de la en guardia contra los peligros a los que
luz se produce entre el ser y el pensa­ nos expone una deshumanización exce­
miento. Y lo que nosotros tomamos, siva del trabajo. La primera parte de la
a través de la forma, por la luz origi­ obra subraya la oposición entre el medio
naria se transforma en simple visión y natural y el medio técnico, y bosqueja una
en sustituto de la luz. teoría de la presencia humana. Este ensa­
Una nueva investigación más profunda yo teórico está reforzado por una ilus­
comienza entonces. El concepto, o el tración práctica: la de la obra de un escri-
hecho general del saber, no reside ni en tor-obrero.
la luz ni en la visión, sino entre una y La segunda parte está orientada hacia
otra. La cuestión se aplica a nuestra pro­ los problemas psicológicos de la industria
pia marcha: «¿Cómo hemos llegado al y del «factor humano». La tercera reúne
punto superior de deber abandonar lo algunos testimonios sobre el medio téc­
que había sido supuesto?» N o es des­ nico.
plazando lo ya conocido com o el pro­ La progresión de un inconsciente inva­
blema podrá ser resuelto. Si intuimos sor, al que acompaña la incompleta auto­
el anonadamiento, si concebimos el en matización de un número siempre ere-
21 3 DURACIÓN Y SIMULTANEIDAD

dente de tareas «repetitivas y parceladas», compensadas y anuladas por la función


¿va a continuar progresivamente? Visto fabuladora de la religión natural. La reli­
desde el ángulo psico-sociológico, ¿cuá­ gión dinámica es el objeto del tercer capí­
les son los efectos del desarrollo del tra­ tulo. Rodeando a la inteligencia hay una
bajo en cadena sobre la existencia coti­ franja de intuición. Cuando se logra fijar­
diana de los obreros? Éstas son las la, intensificarla, completarla en acción, se
cuestiones que reclaman urgentemente obtiene la religión dinámica (el misticismo),
una respuesta. «alegría en la alegría, amor de aquello que
no es más que amor», inscrita en el movi­
Edición: ¿Oú va le travail humain?, Idées/ miento mismo del impulso vital. El misti­
Gallimard, 1967.
Estudio: Une nouuelle civilisation? Hom- cismo es la intensificación superior de la
mage á Georges Friedmartn (colectivo), intuición que subsiste en nosotros (al lado
Gallimard, 1973. de la inteligencia), y que nos permite ir a
las raíces de nuestro ser. La intuición mís­
tica es participación en la esencia divina;
ella sugiere que la creación es una empre­
DO S FUENTES DE L A M O R A L Y DE sa de Dios para crear creadores, «para reu­
L A RELIGIÓN (LAS), Les deux sources nirse con seres dignos de su amor».
de la morale et de la religión, 1932. El cuarto y último capítulo se titula
H e n ri B e rg s o n , 1859-1941. Observaciones finales. Mecánica y mís­
tica. El desarrollo industrial, afirma Berg­
En la última de sus grandes obras, son, nos dota de una potencia que será ili­
Bergson aplica su filosofía a las cuestio­ mitada cuando la ciencia sepa liberar la
nes éticas y religiosas, sobrepasando así fuerza que representa, condensada, la
las tesis habituales de la sociología fran­ menor parcela de materia ponderable. Esa
cesa (Durkheim). La obligación, a la que será la hora del héroe. Porque el hombre
está consagrado el primer capítulo, es podrá entonces consagrarse no tanto a la
una presión que actúa sobre la voluntad investigación de la materia como a la del
a la manera de un hábito. Es la forma espíritu y del psiquismo, permitiendo la
que la necesidad toma en el dominio de propagación de la intuición mística, el úni­
la vida cuando, para realizar ciertos fines, co medio de levantar a una humanidad que
exige el concurso de la inteligencia, de la gime «semienterrada bajo el peso de los
elección y, en consecuencia, de la liber­ progresos que ella misma ha realizado».
tad. Mas la obligación puede transfigu­
rarse en una moral completa, que es la Ediciones: Las dos fuentes de la moral y
de los héroes o la de los santos. Presión de la religión (tr. M. González Fernández),
Buenos Aires, Sudamericana, 1946; id. (tr,
social (de la moral cerrada) e impulso
J. de Salas y J. Atencia), Tecnos, 1996.
de amor (de la moral abierta) son las dos Estudios: La «Introducción» de J. Ferrater
manifestaciones de la vida que busca Mora a la ed. de Sudamericana o el «Estudio
transfigurarse en un impulso de evolu­ preliminar» de J. de Salas y J. Atencia a la
ción creadora. de Tecnos; G. Deleuze, El bergsonismo,
Cátedra, 1987; W. Jankélévitch, Henri Berg­
En el capítulo 2, la religión estática
son, P.U.F., 1959.
es definida como la reacción defensiva de
la naturaleza contra aquello que pudiera
ser deprimente para el individuo, y disol­
vente para la sociedad, en el ejercicio de D URACIÓN Y SIMULTANEIDAD, Du
la inteligencia. «La religión tiene por fun­ rée et simultaneité, 1922.
ción, mediante sus ritos y ceremonias, el H e n ri B e rg s o n , 1859-1941.
mantenimiento de la vida social.» Las per­
turbaciones provocadas por la inteligencia Bergson muestra aquí que las tesis de
(la representación de un porvenir incierto, Einstein sobre los Tiempos múltiples que
la amenaza del egoísmo individual) son pasan más o menos rápidamente sobre las
DURACIÓN Y SIMULTANEIDAD 214

simultaneidades cuando se cambia de pun­ fundamental: el tiempo vivido por la cons­


to de vista, no se deben más que a un sim­ ciencia es distinto del tiempo espaciali-
ple malentendimiento de su carácter para­ zado del físico.
dójico. Lejos de contradecir la creencia en
un Tiempo único y universal, estas tesis la Edición: Durée et simu/tanéité, col. «Qua-
drige», P.U.F., 1992.
confirman. Estudio: P. Trotignon, L ’idée de vie chez
El libro es de hecho un pretexto que Bergson et la critique de la métaphysique,
permite a Bergson reafirmar su intuición P.U.F., 1968.
E
ECCE H O M O . C óm o se llega a ser lo Edición: Ecce Homo (tr. A. Sánchez Pas­
que se es, Ecce H omo. Wie man wird cual), Alianza, 1996.
was man ist, 1908. Estudios: Eugen Fink, La filosofía de
Nietzsche (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza,
F r ie d r ic h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844- 1994; E. Podach, Friedrich Nietzsches Wer-
1900. ke des Zusammertbruch, Wofgang Rihte
Verlag, Heidelberg, 1961.
Escrita en 1888, la obra no fue publi­
cada hasta 1908. En los manuscritos sub­
sisten muchos proyectos de este libro,
pero Erich Podach ha constatado que ECHAR RAÍCES, L ’Enracinement. Pré-
de hecho no existe ningún texto definiti­ lude á une d éclaration des devoirs
vo, sino únicamente variantes y redac­ envers l ’étre humain, 1949.
ciones paralelas. Simone W e il, 1909-1943.
En el prefacio, Nietzsche constata
amargamente: «Me basta hablar con el En este ensayo redactado en Londres
primer «hombre culto» recién llegado que entre 1942 y 1943, Simone Weil hace la
pase por la Alta-Engadina para conven­ síntesis de su propia experiencia política
cerme de que yo no existo [...]»Los capí­ y religiosa. El subtítulo abre la perspecti­
tulos I, II y III adelantan las razones por va moral sobre el porvenir. La ciudad nue­
las cuales Nietzsche es «tan sabio» (su iden­ va que ella imagina no será posible sin una
tidad moral), «tan listo» (su educación) y revolución, no política, sino espiritual.
«escribe tan buenos libros» (su estilo y su
Edición: Echar raíces (tr. J. C. González y
psicología). J. R. Capella), Trotta, 1996.
A continuación precisa Nietzsche las Estudio: M. Veto, La métaphysique reli-
circunstancias que rodearon el nacimien­ gieuse de Simone Weil, Vrin, Í971.
to de sus diferentes obras. Y termina expli­
cando «por qué [es él] una fatalidad»: se
llama a sí mismo «el primer hombre
honesto», el que se ha colocado «en con­ E CLIPSE DE L A R A Z Ó N , Eclipse o f
tradicción con miles de años». Reason, 1947.
Finalmente, y para recapitular, se pre­ M ax H ork heim er, 1895-1973.
senta como el «alegre mensajero» que pro­
pone tareas que hasta ahora nadie había Esta obra, publicada justamente des­
llegado a concebir. pués de la Segunda Guerra Mundial por

[2 1 5 ]
ECONOMÍA LIBIDÍNAL 216

un filósofo de la llamada escuela de Franc­ esta «inmensa membrana». El cuerpo libidi-


fort y exiliado entonces en los Estados nal no tiene interior ni exterior; está todo
Unidos, plantea la cuestión de la validez entero abocado al dispositivo energético de
de los principios en cuyo nombre se con­ las pulsiones. Sin embargo, para captar el
sumaron los sacrificios de la guerra. El cuerpo en su presencia inmediata, es pre­
perfeccionamiento técnico, portador de ciso desembarazarse de la concepción mono­
la esperanza de la filosofía de las Luces, teísta del goce que, como en San Agustín,
parece ir a la par con una cierta deshu­ encierra la libido en límites estrechos, en un
manización, y el progreso puede aniqui­ «cero negativo» y represivo.
lar el fin hacia el cual tiende en principio: N o se trata, sin embargo, de hacer la
la idea del hombre. «La racionalización crítica de esta concepción, porque eso vol­
cada vez más avanzada, tal como se la vería a reproducir un funcionamiento opre­
comprende y se la practica en nuestra sivo. No, hay que admitir más bien que
civilización, tiende a mi entender a des­ ese cero es asimismo una figura del deseo,
truir la sustancia misma de la razón en pero que no es el único modo de expre­
nombre de la cual se adopta el progreso», sión de la libido. «Deseamos el ateísmo de
escribe Horkheimer. la banda libidinal, y si no puede ser críti­
Este texto, asaz corto y ofensivo, publi­ co, es decir religioso, debe ser pagano, es
cado el mismo año que -> La dialéctica decir afirmativo». El paganismo atribuye
de la Ilustración (de Horkheimer y Ador­ dioses y diosas a cada objeto, a cada ges­
no), muestra claramente que no es el sue­ to — divinidades que ponen en juego, a la
ño de la razón el que produce monstruos, manera de una representación escénica,
sino su ejercicio mismo; simple facultad de la explosión de una libido intensa— . Sin
coordinación entre los medios y los fines, optar por una economía libidinal mejor
¿no sanciona desde ahora más la eficacia que por otra, esta exposición se propone
que la verdad? «hacernos tan refinados como para sen­
tir, en la grosería de los signos intercam­
Edición: Eclípse o f Reason, Nueva York, biables, las singularidades irrepetibles de
1947. [Este texto apareció en 1967 en versión los tránsitos afectivos».
alemana, ligeramente modificado, con el títu­ Todo movimiento manifiesta un deseo
lo Zur Kritik der instrumentellen Vemunft libidinal. Más allá de un erotismo estric­
(Para la crítica de la razón instrumental)].
Estudios: M. Jay, La imaginación dialéc­ tamente corporal, la misma política está
tica, Taurus, 1988; T. Schroyer, Critique cargada de intensidad sexual. El ejem­
de la domination: origines et dévetoppe- plo de la prostitución indica que el sis­
ment de ¡a théorie critique, col. «Critique tema deí Capital es el intercambio de un
de la politique», Payot, 1980. fantasma por la moneda. Y Marx no está
exento de una pulsión libidinal de la que
da testimonio su siempre renovada bús­
queda de una definición del Capital,
ECONOM ÍA LIBIDINAL, Économie libi- como una «proliferación totalmente pul-
dinale, 1974. sional».
Jean-Francois L y o ta rd , nacido en 1924. Toda persona, incluyendo al científico
o al artista, está inmersa en un movi­
Querer describir la libido no es cierta­ miento de intercambio. En ese lugar ima­
mente para Lyotard construir una teoría ginario del deseo, esa «extrañeza de los
sobre este tema; se trata por el contrario de espacios ficticios», dibuja Lyotard el cua­
pintar los múltiples aspectos de la intensi­ dro de un erotismo que nos sería preci­
dad de las pulsiones eróticas. También el so «captar sin ruido». Menos un ensayo
libro comienza por una descripción del sen­ que un testimonio, este libro opone un
sualismo corporal; el cuerpo, en la gestión optimismo erótico a la sociedad opresiva
de su unidad, expresa por mil rugosidades, de Marx, o a las pulsiones mortíferas de
repliegues, cavidades, etc., la sexualidad de Freud.
21 7 EDADES DEL MUNDO (LAS)

Edición: Economía libidinal (tr. R. Alber- tad está por encima de todo ser: la esen­
di), Saltes, 1980. cia de Dios posee la libertad com o ele­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
mento constitutivo. Lo necesario y lo libre
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 309-315; están en él estrechamente asociados. Sólo
C. Clément, G. Lascault, M. Dufrenne, L. lo que está libre de toda oposición puede
Morin, «Jean-Frangois Lyotard», Reuue L ’Árc, aproximarse a lo que está exento de con­
n.° 64, 1976. tradicciones. Por sus raíces, la naturaleza
se liga con Dios, con lo que él tiene de más
oscuro. La potencia de afirmación depen­
de de la potencia de negación.
EDADES DEL MUNDO (LAS), Die Wel- Los tres elementos son respectiva­
talter, 1811, 1813 y 1815. mente: el fundamento de la naturaleza, el
Fried rich W ilh elm J o s e f v o n S c h e llin g , mundo de los espíritus y el alma univer­
1775-1854. sal que anima el cosmos. Para Schelling,
el pasado eterno de Dios no constituye
Este tratado teológico que debía com­ una dificultad lógica: el concepto total de
portar tres épocas (y no comprenderá más Dios permite pensarlo. Lo divino en sí no
que la primera) desarrolla tesis que pro­ es ni lo existente ni lo no-existente. La
vocarán vivas controversias. Y dará lugar verdadera eternidad es el tiempo supera­
a tres versiones diferentes. do y pasado. Dios debe ser concebido no
Para Schelling, la intuición es capaz de como un ser-consciente eterno, sino como
proporcionamos lo absoluto: al menos, un devenir-consciente eterno. El espíritu
en los momentos de su autoformación. eterno domina a la naturaleza: el estado
Schelling trata de lo que podría ser el dra­ presente del mundo material no es un
ma divino en el que participan la natura­ estado primitivo. El proceso entre los fenó­
leza y la humanidad. En la introducción menos que forman el mundo y las fuer­
se dice que el pasado es conocido, que el zas de la vida interior produce una ana­
presente es constatado y que el futuro logía. El alma universal es inmanente a la
es presentido: se los puede por tanto rela­ naturaleza y al mundo y permite la cir­
tar, exponer y profetizar. culación de la sensibilidad entre lo más
Para mostrar cómo se construye la idea bajo y lo más elevado. La divinidad pura
total de Dios, el filósofo distingue entre la se desdobla en su comportamiento. El
libertad y la necesidad de Dios. Estando eterno rigor y la eterna necesidad se
salpicada de contradicciones, la naturale­ encuentran propuestos como comienzo
za original va a intentar alcanzar la unidad. de la revelación propia de Dios.
Por la vía de la contradicción, la vida va a El tiempo coexiste con la eternidad; es
entrar en la primera naturaleza necesa­ el movimiento por el que la naturaleza eter­
ria. No siendo el comienzo lo que debe ser, na se eleva hacia lo supremo para volver
hay por tanto una negación original: el no- a descender y recomenzar su ascensión.
Existente mismo, que no es la nada. Que Según este movimiento de relojería, Dios
éste se niege a sí mismo es lo que hace la calcula y mide los momentos de la ince­
potencia de Dios. El esbozo de una futu­ sante repetición de la eternidad. La eter­
ra unidad es posible porque el día es ocul­ nidad anterior al mundo es reducida a un
tado por la noche. Esta unidad está escin­ solo instante. Mas Dios ha decidido revelar
dida en dos. La tercera potencia necesaria su Y o más sublime. Estando todo tiempo
es la esencialidad por excelencia. El ver­ ausente en Dios, era preciso que hubiera
dadero conocimiento se encuentra en la un tiempo exterior a él. Así, Dios no es real;
base de una progresión ininterrumpida. La él lo deviene. Lo Eterno no existe más que
naturaleza visible es una imagen de ese por su voluntad. Todo desenvolvimiento
movimiento incesante de sístole y diástole supone un envolvimiento. Los tiempos pri­
que se renueva a sí mismo. El primer prin­ mitivos suponen, en efecto, tinieblas e invo­
cipio no accede jamás al ser. Pero la liber­ lución. Nosotros, por el contrario, estamos
EDUCACIÓN DEL GÉNERO HUMANO (LA) 218

inmersos en la vía de los tiempos, donde ra en que tal causa puede engendrar un
toda cosa está ligada a la naturaleza, que efecto no querido. Analiza también la
no existía en el origen. La vida misma no noción de cambio social (cómo la igual­
es más que una alternancia incesante de dad puede desembocar en desigualdad).
contradicción y expansión. Sigue un estudio de las instituciones esco­
La unidad de las fuerzas nace de la lares después de 1968, en el que el autor
variedad de la naturaleza. Descartes ha trata los problemas de las universidades
sacrificado la unidad a la dualidad, Spi­ y de la enseñanza superior. Finalmente,
noza ha procedido a la inversa, mas para a través de una crítica de corrientes socio­
llegar a una unidad muerta. lógicas tales como las de Marx, Tocque-
ville, Merton o Weber, Boudon examina
Ediciones: Die Weltalter, fragmentos com­ la interacción paradójica de los «determi-
pilados por M. Schroter, Munich, 1946; Les
Ages du monde (tr. S. Jankélévitch), Aubier, nismos sociales» y de la libertad individual.
1949. La obra intenta llamar la atención sobre
Estudio: J.-F. Marquet, Dictionnaire des la complejidad del orden social.
philosophes, P.U.F., 1984.
Edición: Effets pervers et ordre social, col.
«Quadrige», P.U.F., 1989.
Estudio: R. Boudon y F. Bourricaud, artículo
E D UC ACIÓ N DEL GÉNERO H U M A ­ «Individualisme méthodologique» en D ic­
N O (L A ), D ie E rziehung des Men- tionnaire critique de la sociologie, P.U.F.,
schengeschlechts, 1780. 1986.
G o t t h o ld Ephraim Lessing, 1729-1781.

En cien parágrafos resume Lessing su


ELEGÍAS.
concepción religiosa. B autor asimila edu­
Jen ó fan e s de C o l o fó n , siglos vi-v a.C.
cación y revelación desde el punto de vis­
ta del desarrollo individual. Las religiones
Jenófanes recitaba sus Elegías en ver­
históricas no son más que fases sucesivas
sos yámbicos, mas poco se sabe del pen­
de la educación divina del hombre. Así,
samiento que expresaban. Contra las
Cristo es el pedagogo de la humanidad en
representaciones antropomórficas vulga­
su adolescencia.
res, Jenófanes defiende un panteísmo ide­
Edición: L ’Éducation du genre humain, alista. Distingue la ciencia de la opinión
col. «Bilingüe», Aubier-Montaigne, 1968. y propone explicaciones astronómicas
Estudios: W. Dilthey, «Sobre Lessing», en materialistas. Se sitúa en general a Jenó­
Vida y poesía (vol. IV de las Obras com­
pletas de W. Dilthey, tr. E. Imaz), México, fanes en la frontera de la física jónica con
Fondo de Cultura Económica, 1944, pp. 15- el pensamiento eleático, del que incluso
135; G. Pons, Gotthold Ephraim Lessing se dice a veces que él había inaugurado.
et le christianisme, Didier, 1964.
Edición: G. S, Kirk y J. E. Raven, Los filó­
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­
dez), Gredos, 1969.
EDUCACIÓN Y SOCIEDAD.
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr.
Jo h n D ew ey . E. Martín), Cátedra, 1992, cap. V.
Véase ESCUELA Y SOCIEDAD.

EFECTOS PERVERSOS Y ORDEN SO­ ELEMENTOS, S-ronceTa.


CIAL, Effets pervers et ordre social, 1977. Eucudes, siglo m a.C.
R aym ond B ou d on , nacido en 1934.
Habitualmente, esta obra no está acre­
El autor analiza en esta obra los efec­ ditada por el descubrimiento de resulta­
tos perversos del orden social, la mane­ dos inéditos (Eudoxo, y Teeteto habían
219 ELEMENTOS DE IDEOLOGÍA

probablemente conocido ya muchos de teriza a este movimiento filosófico y polí­


esos resultados), mas se le reconoce el tico, activo durante la Revolución france­
mérito — fundamental en m atem ática- sa, que bajo el nombre de «ideólogos» reu­
de una exposición rigurosa. Los E le ­ nía a un cierto número de pensadores, y
mentos son el primer ejemplo conocido que en esta obra encuentra su expresión
de construcción axiomática. más acabada. Destutt de Tracy llama ideo-
La obra, que puede ser tal vez resulta­ logía a «la ciencia de los medios de cono­
do de un trabajo colectivo, está dividida cer». A diferencia de Condillac, el autor
en trece libros, y trata de las materias describe aquí las ideas y las facultades, mas
siguientes: geometría plana, relaciones y no busca explicar ni el orden ni las cau­
proporciones, teorías de los enteros, de sas. Procede por «observación» (análisis
los irracionales, de los algebraicos, geo­ introspectivo), y, en una primera etapa,
metría del espacio. se esfuerza por descomponer las ideas y
Por la consistencia lógica, por el rigor por especificar las facultades (sensibilidad,
empleado en la constitución de su axio­ memoria...), tomando a estas últimas como
mática, por la claridad de sus demostra­ «hechos primitivos e inexplicables». Con­
ciones, el tratado de los Elementos cons­ siderando al sujeto como un ser que emi­
tituye el mejor ejemplo de la aportación te signos que materializan las ideas, pero
griega en matemáticas (junto con las obras recusando la utopía de un lenguaje per­
de Arquímedes y de Apolonio). Ha sido fecto o de una lengua universal, el autor
autoridad indiscutible hasta el siglo xix en estudia la combinatoria de estos elemen­
matemática elemental. tos en la Gramática (parte II). A ella segui­
rá el estudio de la deducción de las ideas
Edición: Elementos de geometría (tr. J. (la Lógica), cima de la ideología (parte III);
D. García Bacca), 2 vols., Univ. Nac. la lógica es aquí concebida como «la mejor
Auton. de México, 1944-1956. manera de conducir su espíritu en la inves­
Estudio: Introducción de García Bacca a tigación de la verdad».
la edición citada. En la medida en que los signos cons­
tituyen la sola materialización de las ide­
as, sirven para comunicar, mas igualmente
para combinar nuestras ideas elementa­
E LE M E N T O S DE F IL O S O F ÍA , E le ­
les y formar ideas compuestas; es posible
menta philosophiae.
también perfeccionarlos a fin de ade­
T hom as H obbes, 1588-1679.
cuarlos a una combinatoria más rigurosa.
Abandonando la metafísica, los E le­
Trilogía que comprende -*■ D el cuer­
mentos de ideología quieren ser didácti­
po (D e corpore), > D el h om bre (De
cos; conjuntan el gusto por las ideas gene­
homine), y v D el ciudadano (De cive).
rales con la pasión por el método y se
reivindican como los herederos muy fran­
ceses de los lógicos de Port-Royal y de los
E LE M E N TO S DE ID E O L O G ÍA , Efe enciclopedistas. Participan todavía bri­
ments d ’Idéologie, de 1803 a 1815. llantemente del siglo xvm, pero serán muy
D e s t u t t de T r a c y (Antoine Louis Clau­ leídos en el siglo XIX (influirán, en grados
de, conde), 1754-1836. diversos, sobre Maine de Biran y August
Comte) en la medida en que la ideología
Esta obra en cinco partes, donde la como «teoría de las teorías» es ante todo
investigación analítica de los elementos toma de conciencia del orden del lengua­
del pensamiento reemplaza a las consi­ je; e igualmente en la medida en que la
deraciones metafísicas, afirma que la «ide­ voluntad de unidad enciclopédica de los
ología» como ciencia del pensamiento es Elementos afirma claramente la necesi­
una parte de la zoología. En efecto, la indi­ dad de hacer de las ciencias exactas y natu­
ferencia ante los elementos últimos carac­ rales el modelo de la ciencia del hombre.
ELEMENTOS DE PSICOFÍSICA 220

Edición: Éléments d’ideologie (partes I y II), experimental en 1879 en Leipzig, como


Vrin, 1970. también la primera revista de psicología,
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ P hilosoph isch e Studien (1881) [Psy-
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
vol. II, Tecnos, 1988; B. W. Mead, Ideology chologische Studien a partir de 1905
and Social Science, Destutt de Tracy and [N. de la T.]. Después de Fechner, que
French Liberalism, Nijhoff, La Haya, 1985. funda la psicofísica, Wundt fue el pro­
motor de la psicofisiología — estudio de
las correlaciones entre los hechos psí­
quicos y los hechos fisiológicos^-. Será pre­
ELEMENTOS DE PSICOFÍSICA, Ele­ ciso esperar hasta el behaviorismo para
mente der Psychophysik, 1860. que sea eliminada la introspección. Este
G u s ta v T h e o d o r F ech n er, 1801-1887. tratado de psicología, en efecto, hace
aparecer una filosofía dualista, que pre­
Fechner afirma aquí que los dos uni­ supone a la vez una actividad interna y
versos, material y espiritual, no son más una actividad externa. Si, de una parte,
que dos aspectos de una sola y misma rea­ los reflejos tienen una causa externa, de
lidad. El campo antropológio responde otra, los instintos son de por sí una cau­
pues al m odelo cosmológico. Fechner sa interna que determina el movimiento
enuncia la ley psicofísica sobre el esque­ voluntario. Este último depende de una
ma de la ley de Weber: el aumento de una representación mental.
sensación, lejos de ser proporcional al La obra le valió a Wundt su nombra­
aumento del estimulante físico, es pro­ miento en la universidad de Zúrich en
porcional a la relación que existe entre el 1874, antes de que fuera llamado a Leip­
aumento del estimulante y el estimulante zig, donde permaneció hasta su jubilación.
considerado en el estado precedente. El
principio matemático de la psicofísica está Edición: Grundzüge der physiologischen
ligado a una concepción del cuerpo como Psychologie, Leipzig, 1974.
Estudio: W. S. Sahakian, Historia y siste­
totalidad orgánica. Esta obra está al ori­ mas de la psicología (tr. A. Sánchez), Tec­
gen de las principales investigaciones en nos, 1987, cap. 5.
materia de psicología experimental.
Incluso aunque el p a ralelism o psi-
cofísico no subsista como verdad cien­
tífica, la psicología experimental pro­ ELEM ENTOS DE TEOLOG IA, Xxoi-
cedente de la psicofísica de Fechner ha TEfcaoií Geo^oyitcíi.
hecho posible la psicotécnica de hoy en P r o c l o , 412-485.
día. Fechner funda igualmente la estéti­
ca experimental. Este escrito de Proclo es una de las dos
teologías que se han conservado de él; la
Edición: Elemente der Psychophysik, Leip­
otra era la Teología platónica. Proclo es
zig, 1860.
Estudio: W. S. Sahakian, Historia y siste­ uno de los grandes maestros de la escue­
mas de la psicología (tr. A. Sánchez), Tec­ la neoplatónica que han contribuido a
nos, 1987, cap. 5. enriquecer el sistema platónico reformu-
lándolo a partir de elementos místicos.
La totalidad de los seres está engen­
drada a partir de un principio original,
ELEMENTOS DE PSICOFISIOLOGÍA, el Uno, por un doble m ovimiento de
Grundzüge der physiologischen Psy- procesión y de conversión. En efecto,
chologle, 1873-1874. la multiplicidad sale de lo Uno que pro­
W ilh elm W u n d t, 1832-1920. duce sin salir de sí, y vuelve a él porque
lo Uno es para ella el Bien supremo.
Filósofo, fisiólogo y médico. Wundt Cada nivel ontológico engendra el nivel
crea el primer laboratorio de psicología inferior, que aspira a fusionarse de nue­
221 ELOGIO DE LA LOCURA

vo con el nivel superior, de donde pro­ una de las principales tesis de la filoso­
cede. El grado de alejamiento por rela­ fía de Merleau-Ponty.
ción al Uno determina el valor de cada El autor vuelve a encontrar en Berg­
ser, siendo la absoluta simplicidad la per­ son lo que debe ser la tarea del verda­
fección absoluta. dero filósofo, a saber, captar la relación
Proclo enriqueció el sistema neoplató- entre el sentido y el acontecimiento,
nico haciendo corresponder cada nivel es decir, aprehender el ser en su deve­
de realidad con una divinidad. Igualmente nir. La filosofía no debe, por tanto, opo­
lo abrió al misticismo, porque es median­ ner el espíritu a la materia, porque el
te una facultad irracional como el alma se propio espíritu deviene al investir a la
une al Uno. materia, esto es, al expresarse. El filó­
sofo que busca descubrir el sentido pri­
Edición: Éiéments de théologie, Aubier- mero del ser debe por tanto hundirse en
Montaigne, 1965.
el ser, y ello lo logrará mediante la per­
Estudios: R. Mondolfo, El pensamiento anti­
guo. Historia de la filosofía greco-romana cepción, pues ella permite que este ser
(tr. del ital. por S. A. Tri), vol. II: Desde Aris­ que se da en la exterioridad del mundo
tóteles a los neoplatónicos, Buenos Aires, nos salga al paso. Por esta razón es posi­
Losada, 1942; P. Bastid, Proclus et le cré- ble aproximar esta percepción del ser a
puscule de la pensée grecque, Vrin, 1969.
la célebre intuición bergsoniana que nos
revela igualmente nuestra pertenencia
al ser.
Merleau-Ponty se interesa por el papel
ELOGIO DE L A FILOSOFÍA, Éloge de
del filósofo en tanto que hombre que vive
la philosophie, 1953.
en el mundo entre los otros hombres. Afir­
M a u rice M e rle a u -P o n ty , 1908-1961.
ma en efecto que el filósofo debe sumer­
girse en el mundo y entrar en relación
Este discurso es la lección inaugural
con sus congéneres, porque es en sí mis­
que Merleau-Ponty pronunció en el Cole­
mo y con ellos como descubrirá lo ver­
gio de Francia. El texto no fue escrito con
dadero.
la intención de convertimos a la vida filo­
sófica — como el título podría dar a enten­ Edición: Éloge de la philosophie et au-
der— , sino mas bien para definir el papel tres essais, col. «Folio-Essais», Gallimard,
del filósofo. 1989.
Para empezar, Merleau-Ponty afirma Estudios: J. Lechte, 50 pensadores
contemporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
que el filósofo no debe pretender alcan­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56;
zar el saber absoluto, sino más bien osci­ A. Robinet, Merleau-Ponty. Sa vie, son
lar, en un incesante ir y venir, entre el oeuvre avec un exposé de sa philosophie,
saber y la ignorancia: no será un hom­ P.U.F., 1963.
bre de certezas, sino uno que convive
con el saber en devenir. El autor verifi­
ca esta concepción del filósofo en la per­
sona de Louis Lavelle. En efecto, este ELOGIO DE L A LOC UR A, Encomium
filósofo no concibe nuestro saber de lo Moriae, 1511.
absoluto com o un saber estático, sino D id ier E rasm o d e R o t te r d a m , hacia
más bien como un saber que surge del 1469-1536.
movimiento por el cual el filósofo sale
de sí mismo para ir al mundo y obliga a Esta obra de Erasmo, que se divide en
batirse en retirada a su propia interiori­ sesenta y ocho breves capítulos, está mar­
dad para apropiarse de ese mundo exte­ cada por el carácter profundamente indi­
rior. El ser no es por tanto un absoluto, vidualista y no conformista de su autor,
sino que participa de nosotros com o que descuella aquí por su dominio del arte
nosotros participamos de él. Esta será de la sátira y de la crítica. El elogio está
EMILIO 222

dedicado a Tomás Moro, amigo íntimo y mundo entero; incluso hoy día, Erasmo
colaborador de Erasmo. Bajo el disfraz de no ha perdido actualidad.
una persona, la Locura es puesta en esce­
na sobre el gran teatro del mundo, su Edición: Elogio de la locura (tr. P. Rodrí­
guez Santidrián), Alianza, 1995.
imperio. Y a se trate de papas, científicos
Estudios: M. Bataillon, Erasmo y el eras-
o príncipes..., la Locura o estupidez tor­ mismo (tr. C. Pujol), Crítica, 1983; M. Rat,
na en ridículos payasos a los hombres y introducción a Éloge de lafolie (tr. P de Noi-
compromete a todos los estamentos. A hac), col. GF, Flammarion, 1988.
propósito de los predicadores, por ejem­
plo, Erasmo hace decir a la Locura: «Yo
misma pude oír en cierta ocasión a un EMILIO, o D e la educación, Ém ile ou
loco egregio — miento, quería decir a un D e l ’education, 1762.
sabio— que en un sermón muy célebre Jean -Jacqu es R ou sseau, 1712-1778.
quiso explicar el misterio de la Trinidad.
Desplegando las dotes excepcionales de Esta obra, que expone la teoría rous-
su saber y queriendo halagar los oídos de soniana de la educación, hace pareja con
los teólogos, [...] comenzó con las letras -*■ La Nueva Eloísa (1761, teoría de la
del alfabeto, las sílabas y la oración, para familia) y con el Contrato social (teoría
pasar después a tratar de la relación del de las instituciones políticas).
nombre con el verbo y del adjetivo con el «Todo está bien cuando sale de las manos
sustantivo (cap. 54) [...]» del autor de las cosas, todo degenera entre
Erasmo hace el elogio de la Señora Locu­ las manos del hombre.» Así comienza el
ra, «el resorte oculto de la vida» a la que nada Emilio. El programa pedagógico de Rous­
se le escapa, pues adopta la multitud de sem­ seau está ya trazado: dar al niño y después
blantes que la vida nos muestra a lo largo al adolescente una educación negativa, que
de nuestra experiencia. Aunque cargada de lo proteja tanto tiempo como sea posible
humor, la obra no es por ello menos polé­ de la venenosa influencia de la sociedad. S
mica, y bajo el disfraz de la chanza denun­ pequeño Emilio es educado en el campo,
cia males bien reales. Así, en ese mismo alejado de los hombres y de los libros. La
capítulo 54, la Locura delata ante el pueblo libertad será el fin y el medio de esta edu­
el proceder de sus cabezas espirituales: «Os cación, y la naturaleza el primer maestro.
dais cuenta, supongo, de lo mucho que me El niño se formará por su propia expe­
debe esa raza de personas [que a sí mismos riencia, bajo la vigilancia de un preceptor
se llaman Religiosos y Monjes] que, con sus tan discreto como omnipresente; porque
ridículos gestos, sus altisonantes palabras y si el niño no ha de recibir lecciones de per­
vaciedades imponen una especie de tira­ sona alguna, sino de las cosas, es preciso
nía sobre los mortales.» que se organice alrededor de él, y sin que
La Locura goza revistiendo al mundo él lo sepa, un mundo propio que asegure
de falsos honores y dignidades. Y si la la formación de su juicio libre. Nada será
dama denuncia la ingratitud e hipocresía pues dejado al azar.
de los hombres que «son clientes suyos y, Ninguna empresa educativa podría pres­
sin embargo, se avergüenzan tanto de su cindir de definir sus fines. Es un hombre lo
nombre en público que lo lanzan contra que hay que formar ante todo, y luego
los demás como si fuera algo vergonzo­ — pero sólo luego— un cabeza de familia
so», lo hace porque «no hay truco ni afei­ y un ciudadano. C om o no se desea un
te en ella, ni disimula en la frente lo que «pequeño maestro» apto para brillar en los
siente su corazón» (cap. 5). salones y, como decía Descartes, para
No es difícil comprender que tras el «hablar con verosimilitud de todas las cosas»,
valiente elogio de la locura que aquí pro­ se evitará el cultivo de las virtudes de apa­
nuncia Erasmo hay oculto un sincero amor riencia y de instrucción libresca.
por la verdad. La obra alcanzó enorme Primer principio: dejar hacer a la natu­
éxito en su época y fue traducida en el raleza, eliminar solamente lo que obsta­
223 ENCICLOPEDIA

culice su plena floración. N o intervenir en ateísmo de los filósofos y los enciclo­


la evolución natural de un organismo y de pedistas.
un psiquismo. Los cinco libros de la obra Emilio necesita una compañera. El
siguen el desarrollo natural de un ser, de libro V está dedicado a la educación feme­
la consciencia a la razón, pasando por la nina, que «debe ser relativa a los hom­
sensibilidad. Rousseau critica a Locke por bres». Emilio encontrará en Sofía una
haber querido razonar demasiado pron­ joven sensible, alegre, elegante sin afec­
to con los infantes. Se burla de aquellos tación, coqueta sin impudicia. Pero el
que hacen aprender a esos pobres peque­ matrimonio tendrá que esperar dos años,
ños fábulas de La Fontaine de las cuales el tiempo en que Emilio perfeccionará su
no entienden nada. La observación sen­ educación viajando. Rousseau escribió
sible, el contacto directo con las cosas una segunda parte que no publicó (Em i­
serán por tanto los primeros instructores. lio y Sofía), pero que merece ser leída.
0 Em ilio puede ser tenido por el primer El E m ilio es el libro más grande de
manual de los métodos llamados «activos», Rousseau; aquel en el que ha puesto toda
a condición de recordar que las activida­ su filosofía. Mas también es el que ha
des del niño estén dirigidas por la mano desencadenado contra él la persecución
invisible de un maestro que sabe dónde va más violenta: el libro fue condenado en
el niño. Se evitará sobre todo enseñar París, después, en Ginebra, se decretó el
mediante signos, que los niños no saben encarcelamiento de Rousseau. El arzo­
interpretar, o no los interpretan demasia­ bispo de París, Christophe de Beaumont,
do bien. Nada de lecciones de moral en incluyó el libro en el índice, atrayéndose
forma de prédicas, sino sólo aquellas que con ello una réplica violenta y sublime: la
el niño recibe naturalmente, como con­ Carta a Christophe de Beaumont, que
secuencias materiales de sus actos. ¿Mien­ es imprescindible leer como complemento
ten los niños? «No declamaréis contra la de la Profesión de fe del vicario de Sabo-
mentira, no los castigaréis precisamente ya. Es sin duda con esta obra cuando
por haber mentido; mas hacedles ver que comienza el largo e irreversible proceso
todos los malos efectos de la mentira, de aislamiento que conducirá a Rousseau
como el de no ser ya creído cuando diga a las fronteras de la locura.
la verdad, o el de ser acusado, por más
que se defienda, del mal que no ha hecho, Edición: Emilio, o De la educación (tr. M.
Armiño), Alianza, 1995.
caerán sobre su cabeza cuando han men­ Estudios: J. Starobinski, Jean-Jacques
tido.» Nada de libros; o, lo más tarde posi­ Rousseau: La transparencia y el obstá­
ble, Robinsón Crusoe será el primero. En culo (tr. S. González), Taurus, 1983; J.
cambio, Emilio aprenderá un oficio Cháteau, Jean-Jacques Rousseau, sa phi­
losophie de l ’education, col. L ’Enfant»,
manual, porque ningún hombre podría
Vrin, 1962.
prescindir de ser útil a sus semejantes sin
perjuicio para ellos y para sí.
0 libro IV trata de la educación moral
y religiosa. En él se encuentra la famo­ ENCICLOPEDIA, o Diccionario razo­
sa Profesión de fe del vicario de Sabo- nado de las ciencias, de las artes y de
ya, que desencadenó contra el Em ilio los oficios, Encyclopédie, ou D iction-
las iras de la Iglesia. Rousseau profesa naire raisonné des sciences, des arts
una religión natural: Dios es anunciado et des métiers, 1751 a 1772.
por un «sentimiento interion>, y se mani­ Denis D id e ro t, 1713-1784, rodeado de
fiesta «en sus obras». Las religiones reve­ numerosos colaboradores, algunos de ellos
ladas son violentamente criticadas por ilustres (D’Alembert, Rousseau, Voltaire,
interponer libros, sacerdotes, ritos, entre Condorcet).
la criatura y su Dios; «el culto esencial
es el del corazón.» Mas la P rofesión de Diderot definió así su proyecto: « 0 fin
fe no trata mejor al materialismo y al de una Enciclopedia es reunir los conoci-
ENCICLOPEDIA 224

mientas esparcidos sobre la superficie de clopedistas fueron reclutados más bien entre
la Tierra; exponer el sistema general a los los adeptos de la religión natural.
hombres con los que vivimos, y transmi­ Aunque los privilegios, el absolutismo
tirlo a los hombres que vendrán después y la monarquía de derecho divino son fuer-
de nosotros; a fin de que los trabajos de temente contestados en nombre de la
los siglos pasados no hayan sido trabajos razón, la Enciclopedia no se declara en
inútiles para los siglos que han de suce­ absoluto revolucionaria, ni siquiera repu­
der; de que nuestros descendientes, al blicana. En su conjunto, es el pensamiento
devenir más instruidos, se hagan al mis­ de Montesquieu el que la inspira princi­
mo tiempo más virtuosos y más felices, y palmente. Dedica un amplio espacio a las
de que nosotros no muramos sin haber ideas económicas y de los fisiócratas. Evi­
merecido pertenecer al género humano» dentemente, sería preciso calificar a la
(art. «Enciclopedia»). La Enciclopedia de ideología de los enciclopedistas de refor­
Diderot podría ser tenida simplemente por mista más bien que de revolucionaria. No
el antepasado de las obras actuales que obstante, con la misma claridad y sin tapu­
llevan ese título si no les añadiera una jo alguno son igualmente fustigados el
dimensión esencial: el esfuerzo por escla­ fanatismo, la intolerancia, la esclavitud,
recer el sentido de los conocimientos y la tortura, la guerra.
las prácticas descritos. Lo cual la convier­ Con sus veintiocho volúmenes (dieci­
te en un libro filosófico (Hegel rendirá siete de textos, once de ilustraciones), sus
homenaje al título, con esta misma idea). setenta y un mil ochocientos dieciocho
A pesar de la diversidad de sus artícu­ artículos, la Enciclopedia es acreedora del
los, de su desigual calidad (reflejo de la calificativo de Voltaire: «monumento de
disparidad de los colaboradores), el pro­ los progresos del espíritu humano». Monu­
yecto de la obra da testimonio de una mental, y no sólo por sus dimensiones; un
innegable unidad. Las adquisiciones de la hito en la historia de la cultura humana
cultura universal no son solamente des­ que no fue sólo un acontecimiento en la
critas, son interpretadas como etapas de historia de la filosofía en cuanto tal, sino
una marcha hacia la civilización y la feli­ una bomba cuya explosión ha traspasado
cidad. Abatir los prejuicios, hacer valer las barreras de su siglo. No le faltaba razón
en todos los dominios los derechos de la a Burke cuando en sus Réflexions sur la
razón, eso es lo que los enciclopedistas Révolution frangaise (Reflexiones sobre
esperan de su prodigiosa empresa de la Revolución francesa, 1790) ponía en
divulgación. Es preciso resaltar la volun­ cuestión a la «cábala filosófica» y a los
tad explícita de reevaluar la dimensión «hombres de letras políticos». La Revolu­
práctica y técnica de la cultura humana ción misma, que no se engañó, supo reco­
(las «artes y oficios»); siendo evidente que nocer su deuda con los enciclopedistas
la atención concedida a la utilidad social (como también con Rousseau).
del artesano tenía innegablemente en esta Es lamentable que en la actualidad, en
época un matiz revolucionario. el país de Diderot y D ’Alembert, el adje­
Es muy difícil trazar un cuadro exhaus­ tivo «enciclopédico» haya adquirido una
tivo de las posturas filosóficas de esta obra. connotación peyorativa. Calificativo de
La fe en la perfectibilidad del género huma­ los saberes dispensados por la escuela,
no, en la necesidad de su progreso moral se lo asimila a una pesada acumulación
bajo el impulso del conocimiento (las de conocimientos pasivamente recibidos.
«luces»), está sin embargo omnipresente. Cuando se fustiga el «enciclopedismo» de
La religión es combatida en sus formas los programas escolares, debería recor­
intolerantes, y el cristianismo — a pesar de darse que esa bella palabra significa en
las precauciones que imponía la censura— griego «círculo de la educación»; lo cual
no escapa a ello. En todo caso, aunque quiere decir que sólo hay verdadera ins­
hubo ateos entre los colaboradores de Dide­ trucción cuando ésta es sistemática y
rot (él mismo terminó siéndolo), los enci­ ordenada.
225 ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS FILOSÓFICAS

Ediciones: L ’Encyclopédie, articles choi- igual título que las ciencias positivas, e
sis, 2 vols. col. GF, Flammarion, 1986; D. incluso más científica aún, puesto que ella
Diderot y J. L. R. d’Alembert, Artículos polí­ pone de manifiesto su necesidad interna
ticos de la Enciclopedia, Tecnos, 1986.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ mientras las otras ciencias no pueden ofre­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), cer más que una necesidad extrínseca. La
vol. II, Tecnos, 1988; J. Proust, Diderot et filosofía, en la ambición científica que
l ’Encyclopédie, Slatkine reprints, Genéve- supone el proyecto de una enciclopedia,
Paris, 1982. exhibe una vocación de absoluto (esa mis­
ma vocación que expresa por su parte
la religión, que Hegel situará como un
momento relativo del sistema, entre otros):
E N C ICLO PE D IA DE L A S CIEN CIAS lo absoluto, el saber absoluto, es el fin que
FILOSÓFICAS, Enzyklopadie der phi- persigue y realiza efectivamente la cien­
losophischen Wissenschaften im Grun- cia filosófica desde el momento en que
drisse, 1817. ella progresa en su historia y en su siste­
G e o r g W ilh elm Fried rich H e g e l, 1770- ma de manera metódica.
1831. Mas si la idea de la enciclopedia se pre­
sentó repentinamente y de modo acaba­
El propio Hegel ha definido de mane­ do al espíritu de Hegel, su realización fue
ra modesta la obra considerable que él ha laboriosa y fragmentada: las tres partes
redactado: se trataba de brindar a sus que la constituyen (la Ciencia de la lógi­
oyentes un hilo conductor que los orien­ ca, la Filosofía de la naturaleza, la F ilo­
tase a través de sus lecciones de filosofía. sofía del espíritu) han tenido, tanto por
Y hay que reconocer que ésta ha sido la su elaboración como por la importancia
manera en que más frecuentemente se la de su lugar en la obra acabada, un desti­
ha utilizado: como guía del lector que ale­ no bien diferente; la primera parte del sis­
jado del faro necesita situarse en los mean­ tema, la Ciencia de la lógica, fue elabo­
dros del sistema. Puesto que se retoma rada entre 1812 y 1816. Fue en 1816,
aquí de modo condensado cada momen­ en la universidad de Heidelberg, cuando
to del sistema en el orden que el saber Hegel pronunció sus lecciones sobre la
enciclopédico impone necesariamente, Enciclopedia de las ciencias filosóficas;
esta obra es el resumen y el modo de y el libro, eco de esas lecciones, fue publi­
empleo de toda la filosofía de Hegel. cado en 1817. No es de extrañar por tan­
La idea de una sistematicidad en filo­ to el desequilibrio que manifiesta la obra
sofía, es decir, de un modo de desarro­ en sus diversas partes: en la época de su
llo racional y sistemático y no de un sim­ publicación, sólo la primera parte había
ple modo de presentación formalmente sido objeto de un trabajo de elaboración
organizado, es una opción que Hegel eli­ absolutamente sistemático, mientras que
gió pronto: desde 1802, durante los cur­ las dos otras partes proyectadas no habí­
sos que imparte en Jena, se elabora la an sido verdaderamente desarrolladas
división en ramas orgánicamente ligadas, todavía. En los años que siguen, Hegel se
que atraviesa por un primer momento consagrará en sus cursos a otras materias
lógico, un segundo orientado hacia una filosóficas — el derecho, la estética, la his­
filosofía de la naturaleza, y un tercero que toria— , y habrán de pasar diez años has­
se vuelve hacia una filosofía del espíritu. ta que, en 1827, presionado concreta­
La exigencia de sistema está por lo demás mente por el hecho de que la primera
ampliamente expresada en el famoso Pre­ edición se ha agotado, se decide a publi­
facio a la -►Fenomenología del Espíri­ car la segunda edición. El éxito conside­
tu, a través de la cual diseña Hegel su pro­ rable que tuvo la obra condujo a una ter­
grama filosófico general, que sobrepasa cera edición en 1830, en la que Hegel se
a esta obra particular: hacer científica a esfuerza, según sus propias palabras, por
la filosofía, convertirla en una ciencia con ser «más claro y más preciso».
ENCRUCIJADAS DEL LABERINTO (LAS) 226

Hegel no estaba en absoluto satisfecho en que nos encontramos y hacer de él


de su obra, pues deploraba que el detalle una sociedad.
siguiera ocupando demasiado lugar, en
perjucio de la visión global del todo que Ediciones: Les Carrefours du labyrinthe,
constituye la ciencia filosófica. Es cierta­ ed. rev. y corregida, Le Seuil, 1986; Les
Carrefours du labyrinthe II, Domaines de
mente la contradicción inevitable en toda l’homme, Le Seuil, 1986; [Los Dominios
empresa enciclopédica: Hegel reprocha­ del hombre (tr. A.L. Bixio), Gedisa, 1988];
ba precisamente a las diversas tentativas Les Carrefours du labyrinthe III, le Mon­
francesas surgidas de la gran -> Enciclo­ de morcelé, Le Seuil, 1990.
pedia de Diderot y D ’Alembert, el ser una
suma de desarrollos independientes inca­
paces de manifestar verdaderamente la
necesaria unidad del todo. La dificultad de ENÉADAS, Evvéa8e<;, o entre 253/254
conciliar la abstracción de un contenido y 269/270.
que el proyecto de un «compendio» hace P l o t i n o de L ic ó p o lis , hacia 205-269/
inevitable, y la manifestación de la unidad 270.
interna del todo, se resuelve para Hegel Colección de 54 tratados filosóficos.
con el uso: este libro escolar que permite
al lector orientarse debe ser necesaria­ Fue Porfirio de Tiro quien dividió de
mente completado por la enseñanza oral. manera un tanto aleatoria la obra de su
La Enciclopedia de las ciencias filosófi­ maestro en seis libros de nueve tratados
cas compendiadas puede ser así consi­ (o novenas). El conjunto de la obra trata
derada como un manual escolar que los sobre Dios, su naturaleza, y sobre la tota­
estudiantes pueden utilizar por su parte lidad de su creación: el mundo físico y el
paralelamente a los cursos. Sigue siendo hombre. La multiplicidad de las criaturas
hoy día la guía más preciosa, aunque a constituye el punto de partida fundamental.
menudo austera y elíptica, para todo el Puesto que todo concepto admite su con­
que quiera sumergirse en la corriente hege­ trario, se puede deducir que existe una
liana. unidad superior: Dios, infinito y perfecto,
todopoderoso y trascendente. Bastándo­
Edición: Enciclopedia de las ciencias filo ­ se a sí mismo, Dios es el Uno por exce­
sóficas (tr. E. Ovejero), Libr. Gral. de V. Suá-
lencia. Nadie puede conocerlo ni descri­
rez, 1917-1918.
Estudio: G. R. G. Mure, La filosofía de birlo, pues nadie posee sus cualidades
Hegel (tr. A. Brotons), Cátedra, 1988. absolutas. Lo único que se puede decir de
El, en virtud de esta teología negativa, es
lo que El no es.
Del Uno nace la «procesión»; sustan­
E N C R U C IJ A D A S D E L L A B E R IN TO cia diferente del Uno, que encuentra el
(LAS), Carrefours du labyrinthe, 1978, principio de su vida en la contemplación
1986 y 1990. de su creador. La «procesión» engendra a
C o rn eu u s C a storiad is, nacido en 1922. su vez una segunda sustancia compuesta
de tres elementos: el Ser, la Inteligencia y
Esta serie de artículos y ensayos en el Mundo inteligible. Esta sustancia tiene
tres volúmenes aborda todos los domi­ por cualidad el ser la visión de la unidad
nios del saber: psicoanálisis, filosofía, divina: es a la vez conocimiento del mun­
economía política, epistemología de las do inteligible y conocimiento de sí. H Alma
ciencias humanas y exactas. Se trata universal es una tercera sustancia; surgi­
de destruir la pretensión de cientificidad da de la Inteligencia, es inteligible en el
de las ciencias humanas y de mostrar sentido de que ella contempla a la Inteli­
que esta destrucción, lejos de dejarnos gencia que perpetuamente la produce, y
desarmados, es el paso previo para la es sensible en la medida en que es ella la
verdadera exigencia: elucidar el mundo que organiza y ordena el mundo sensible
22 7 ENERGÍA ESPIRITUAL (LA)

(estando estos dos aspectos íntimamente en nosotros, incluso cuando no lo vemos.


ligados). H Alma se reparte en todos los Y cuando el Alma ve a Dios, entra en
seres, aunque conservando su unicidad y éxtasis: se olvida de sí y, desde entonces,
permaneciendo entera en cada uno de se produce una osmosis entre el con­
ellos. Animado por el Alma que le da una templador y su creador.
dimensión divina, el mundo es por tanto a De formación helénica, Plotino de Licó-
la vez uno y múltiple. polis está profundamente marcado por las
En un grado inferior está la materia, filosofías de Platón y de Aristóteles. De
fuente de todos los males, que son resul­ una cierta manera, se realiza aquí la sín­
tado de la confrontación del Alma con tesis de una y otra doctrina. Por otra par­
esta misma materia. El Alma universal te, el autor ha sido educado en Alejandría,
elige en efecto para cada alma individual y en su obra se percibe la influencia del
una envoltura adecuada: esta envoltura pensamiento oriental. Sin oponerlo al rigor
es el cuerpo. Las almas descienden y se de su mística racional, este aspecto con­
hacen responsables de su permanencia fiere a la obra un carácter original, que se
perecedera mientras permanezcan en la ve reforzado por cualidades dialécticas y
vida. Así, cada una de ellas tiene la apodícticas incontestables. Las Enéadas
opción de elevarse hasta la Inteligencia ejercieron una influencia considerable en
— la solución más bella— o de rebajar­ el mundo pagano y también en el cristia­
se hasta el mundo sensible — en cuyo no. San Agustín, en particular, se inspi­
caso deberá pagar ulteriormente el pre­ rará directamente en ellas para redactar
cio de sus faltas. sus > Confesiones.
El cuerpo es, en la concepción ploti-
niana, una prisión, una tumba en la que Ediciones: Enéadas (tr. J. Igal), Gredos (vol.
el alma está encerrada; es por tanto un I: Vida de Plotino. Enéadas I-II, 1992; vol.
obstáculo para el estado originario de con­ II: Enéadas II-III, 1985); Enneadas (ed. bilin­
güe en griego y castellano, tr. J. D. García
templación. Es preciso, pues, mantener­ Bacca), Buenos Aires, Losada, 1969 ss.
lo a distancia, separarse de él para volver Estudio: É. Brehier, La filosofía de Ploti­
al estado primero del Alma. Plotino sugie­ no (tr. L. Piossek), Buenos Aires, Ed. Suda­
re que el hombre considere al mundo mericana, 1953.
como un escenario de teatro: el Alma se
convierte entonces en testigo del espec­
táculo de las vicisitudes que ante ella se
desarrollan — no estamos lejos de la ale­ E NERGÍA E SPIRITU AL (LA), L ’éner-
goría de la caverna relatada por Platón gie spirituelle, 1919.
en ->• La República. H e n ri B e rg s o n , 1859-1941.
Para elevarse hasta Dios, perfecto y Ensayos y conferencias.
bello, el Alma debe ser bella a su vez y
buscar la mayor perfección posible, inclu­ El libro reúne siete estudios aparecidos
so aunque su envoltura camal sea fea. Para anteriormente en diversas recopilaciones:
lograrlo hay tres caminos: la música, la — «La Consciencia y la Vida»: la opo­
filosofía y el amor. Es necesario sin embar­ sición de la consciencia (libertad) a la mate­
go superar el amor de las bellezas mate­ ria (necesidad) encuentra su resolución en
riales y elevarse hasta el amor de las cosas la vida definida com o «libertad que se
inmateriales. Dios habita en nosotros inserta en la necesidad y la convierte en
como nosotros habitamos en Él; el Alma beneficio propio». La evolución se com­
puede, por un amor infinito o por el estu­ prende como una inmensa corriente de
dio de la sabiduría, fusionarse con Él. Dios vida creadora que atraviesa la materia y
es igualmente luz: nosotros podemos ver que oscila entre la vida vegetal y la ani­
esta luz interior mediante una expecta­ mal, el instinto del insecto y la inteligen­
ción contemplativa. De hecho, Dios no cia del hombre. «El hombre, llamado sin
viene a nosotros; está siempre presente cesar a apoyarse en la totalidad de su
ENERGÍA ESPIRITUAL (LA) 228

pasado para influir más poderosamente resultado del juego de la percepción y de


sobre el porvenir es el mayor logro de la la memoria — fenómeno que se produci­
vida.» La alegría (sinónimo de creación) ría en todos los casos en el hombre sano,
es señal de que la meta del hombre está «si no interviniera inmediatamente un meca­
alcanzada. nismo especial para anularlo*'— , esto es,
— «El Alma y el Cuerpo»: rechazan­ si la voluntad, encaminada a la acción, no
do la doctrina metafísica del paralelismo impidiera al presente retomar sobre sí mis­
del alma y del cuerpo (Descartes, Spino­ mo y proyectarlo indefinidamente en el
za, Leibniz), Bergson se interroga sobre porvenir. Y ello porque el presente se des­
la relación entre la actividad mental (la dobla en dos corrientes simétricas: la una
consciencia) y la actividad cerebral (el cere­ cae en el pasado (memoria), mientras que
bro). Este último, que imita a la vida del la otra se proyecta hacia el porvenir (per­
espíritu, es el «punto de inserción del espí­ cepción) con un tiempo de avance gracias
ritu en la materia», el órgano de atención al impulso que la anima. Mas si ese impul­
a la vida, que sirve para evocar el recuer­ so se detiene se reúnen recuerdo y per­
do mas no para conservarlo. cepción, y el presente es reconocido al
— «“Espectros de vivientes” y “pes­ mismo tiempo que conocido.
quisa psíquica”»: si los fenómenos estu­ — «El esfuerzo intelectual»: el esfuer­
diados por la telepatía son del mismo zo es el paso de un «plan de consciencia»
género que los que constituyen el objeto a otro. La operación consiste en conver­
de la ciencia natural (y susceptibles por tir una representación esquemática cuyos
tanto de repetirse indefinidamente en el elementos se interpenetran en una repre­
tiempo y en el espacio), su método es dife­ sentación imaginada cuyas partes se yux­
rente. Las cosas del espíritu no se pres­ taponen. La inteleción verdadera es ese
tan a la medida, y lo cerebral no es equi­ movimiento del espíritu que va y viene
valente a lo mental. Ciertamente, el entre las percepciones o las imágenes de
cerebro realiza toda una serie de funcio­ una parte y su significación de la otra. «El
nes útiles (funciones sensoriales, órgano esfuerzo intelectual para interpretar, com­
de atención a la vida que orienta nues­ prender, poner atención, es por tanto un
tro pensamiento hacia la acción, oculta­ movimiento del “esquema dinámico” en
ción de nuestro pasado). Pero la cons­ la dirección de la imagen que lo desenca­
ciencia (lo mental) desborda al organismo dena»; y el sentimiento del esfuerzo de
(el cerebro), hasta tal punto que «la super­ intelección se produce así desde un plano
vivencia deviene tan probable que la car­ a otro plano, del esquema a la imagen,
ga de la prueba recaerá sobre aquél que con lo que se asegura una materialización
la niegue». creciente de lo inmaterial.
— «El Sueño»: las sensaciones inte­ — «El Cerebro y el Pensamiento: una
riores de la vista, del oído, del tacto son ilusión filosófica»: Criticando — una vez
la materia del sueño, transformadas por más— la afirmación del paralelismo psi-
el recuerdo. El sueño es por tanto función cofisiológico (es decir, la equivalencia entre
del recuerdo y de la sensación. También, estado psíquico y estado cerebral), Berg­
el sueño es la vida mental toda entera, son sostiene que esta tesis implica un arti­
salvo el esfuerzo de concentración: «El yo ficio por el cual se pasa subrepticiamen­
que sueña es un yo distraído que se rela­ te de un cierto sistema de notación al
ja.» Y Bergson señala como tarea a la psi­ sistema de notación opuesto. Se puede
cología de su tiempo que se abra a la analizar lo real desde el punto de vista ide­
exploración del inconsciente. alista de la representación (en la realidad
— «El Recuerdo del presente y el fal­ no hay nada más que lo que se me apa­
so reconocimiento»: exponiendo, sin hacer­ rece en mi consciencia), o desde el pun­
las suyas, las diferentes teorías psicológi­ to de vista realista de las cosas (bajo nues­
cas (Kraepelin, Janet, Fouillé, etc.) sobre tra representación de la materia, hay una
la paramnesia, Bergson estima que es causa inaccesible de esta representación).
229 ENSAYO DE UNA FILOSOFÍA DEL ESTILO

En uno y otro sistema, la tesis del para­ es, según Bonnet, la noción de fibra. El
lelismo es contradictoria, y tanto es así, autor intenta reconstruir, a partir de este
que hay que oscilar del idealismo al rea­ substrato fisiológico, la totalidad de la vida
lismo, y del realismo al idealismo, mas «de del espíritu. La obra desarrolla una con­
manera tan rápida que uno cree estar cepción sensualista y continuista de la acti­
inmóvil y, por así decirlo, com o a hor­ vidad espiritual.
cajadas sobre los dos sistemas reunidos
en uno sólo». Edición: Essai analytique sur les facul­
tés de l ’áme, Slatkine, 1970.
Edición: La energía espiritual, Espasa-Cal- Estudio: É. Guyénot, Les Sciences de la
pe, 1982. vie aux X V II et X V III siécles, col. «L’Évo-
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), lution de l’humanité», Albin Michel, 1941.
vol. II, Tecnos, 1988; G. Deleuze, El berg-
sonismo, Cátedra, 1987; L. Adolphe, La
philosophie religieuse de Bergson, P.U.F.,
1946. E NSAYO DE PSICOLOGÍA, Essai de
psychologie, 1754.
C h a r le s B o n n et, 1720-1793.

ENESIDEMO, o Sobre los fundamen­ Más ambicioso que su título, este ensa­
tos de la filosofía elemental de Rein- yo trata de las operaciones del alma, mas
hold, Aertesidemus, 1792. también de metafísica (la libertad, Dios),
G o t t l o b E r n s t S ch u lze , 1761-1833. de moral y de educación. Bonnet desa­
Obra epistolar. rrolla una concepción sensualista muy
próxima a la de Condillac; pero el alma
Esta obra desarrolla una crítica del cri­ es la sede de una actividad propia, que
ticismo kantiano, a partir de un curso se apoya en el movimiento mecánico de
sobre la filosofía elemental de Reinhold, las «fibras».
profesor en la universidad de Jena. Para
Schulze, la razón crítica no ha fundado Edición: Essai de psychologie, Olms G.,
ninguna ciencia válida. Le habría faltado Hildesheim, 1978.
la determinación del sujeto y del objeto. Estudio: E. Guyénot, Les Sciences de la vie
aux XVII et XVIII siécles, col. «L’Evolution
Fichte se inspirará en esta crítica. de l’humanité», Albin Michel, 1941.
Edición: Aertesidemus, oder Über die Fun­
damente der von dem Herrn Professor
Reinhold in Jena gelieferten Elementar-
philosophie, Berlín, 1911. E N S A Y O DE U N A FILOSOFÍA DEL
Estudios: J. G. Fichte, Reseña de «Enesi- ESTILO, Essai d ’une philosophie du
demo» (tr. V. López Domínguez y J. Rive­
style, 1968.
ra), Hiperión, 1982; A. Klemmt, Karl Rein-
holds Elementarphilosophie, Hamburgo, G ille s -G a s t o n G ra n g e r, 1929-
1958.
A1 definir el objeto de este ensayo como
un análisis estático de las obras, Granger
busca determinar la relación de forma a
E N S A Y O A N A L ÍT IC O SO B R E LA S contenido en tanto que forma de trabajo.
F A C U L T A D E S DE L A LM A , Essai Mientras que el conocimiento científico
analytique sur les facultés de /’áme, tiende a reducir lo concreto vivido a fin
1760. de producir un proceso de conceptualiza-
C h a r le s B o n n et, 1720-1793. ción, la creación artística tiende a revelar
no sólo una universalidad sin concepto,
La clave de las operaciones intelec­ sino más bien una «individualidad concep-
tuales (sensación, memoria, imaginación) tualizada». Así, el trabajo realizado por la
ENSAYO DE UNA NUEVA TEORÍA DE L A REPRESENTACIÓN 230

creación artística consiste en «superar la tida desde Aristóteles, entre cualidades


imposibilidad de una captación teórica de sensibles para un solo sentido (sensibles
lo individual». El filósofo pretende diseñar propios) y cualidades accesibles a varios
una estilística general que englobe una sentidos (sensibles comunes), negándole
estilística de la práctica científica. El estilo toda existencia a las segundas. Con ayu­
es estudiado tanto en la construcción del da de un experimento mental muy fami­
objeto matemático como en las estructu­ liar en su siglo — el ciego de nacimiento
ras del lenguaje. La tercera parte expone que recobra la vista— , Berkeley pone a
una estilística de las ciencias del hombre, éste fuera de juego en cuanto a la per­
en la cual toda obra del hombre pueda ser cepción de lo real. El espectáculo visual
interpretada como un acto de dar forma. de las cosas es un código de signos cuya
única relación con su referente son las
Edición: Essai d'une philosophie du style, palabras del lenguaje. La experiencia de
Odile Jacob, 1988.
t>er reenvía pues al espíritu percipiente
Estudio: E. Schwarts, Dictionnaire des phi-
¡osophes, P.U.F., 1984. y al espíritu divino en el que nosotros
vivimos, al menos mientras no confun­
damos los signos con una realidad obje­
tiva cualquiera.
E N S A Y O DE U N A N U E V A T E O R ÍA
DE L A REPRESEN TAC IÓ N , Versuch Edición: Ensayo de una nueva teoría de la
einer neuen Theorie des menschlichen visión (tr. M. Fuentes), Aguilar, 1965.
Vorstellungsuermogens, 1789. Estudios: Diálogo con M. Ayers sobre «Loc­
K a r l L e o n h a r d R ein h o ld , 1758-1823.
ke y Berkeley», en B. Magee, Los grandes
filósofos (tr. A. Bárcena), Cátedra, 1990,
pp. 127-154; J. O. Urmson, Berkeley (tr.
Reinhold intenta completar el criticis­ J. Cordero), Alianza, 1984; M. Guéroult,
m o introduciendo la facultad de repre­ Berkeley, quatre études sur la perception
sentación que reprocha a Kant haber des­ et sur Dieu, Aubier-Montaigne, 1956.
cuidado. El autor establece ciertas
distinciones entre consciencia, autocons-
ciencia y conocimiento. Su «filosofía ele­
mental» está fundada en el principio de la E N S A Y O F ILO SÓ FICO SOBRE LA S
consciencia: la forma se relaciona con el P R O B A B IL ID A D E S , Essai philoso-
sujeto, la materia con el objeto. phique sur les probabilités, 1814.
P ie rr e Simón d e L a p la c e , 1749-1827.
Edición: Versuch einer neuen Theorie des
menschlichen Vorstellungsuermogens,
Jena, 1789. El «Newton de Francia» era un gran
Estudio: J. Ferrater Mora, Diccionario de matemático además de un sabio que con­
filosofía, Alianza, 1990. sagró la segunda parte de sus investiga­
ciones a los resultados de la aplicación y
del desarrollo de la ley de la gravitación,
obtenidos por tres generaciones de mate­
E N S A Y O DE U N A N U E V A T E O R ÍA máticos ilustres.
DE L A V IS IÓ N , An Essay towards a Su Teoría de las probabilidades, a la
New Theory o f Vision, 1709. que este Ensayo sirve de introducción, per­
G e o r g e B e rk e le y , 1685-1753. mite aportar a la cosmología de Newton
una teoría física de la formación del mun­
Esta obra se propone desarraigar una do, en donde la probabilidad es definida
serie de ilusiones relativas a la percep­ como una fracción cuyo numerador es el
ción: las distancias, los tamaños, los número de casos favorables y el denomi­
movimientos, no se ven, en el sentido nador el número de todos los casos posi­
propio del término «ver». Berkeley recha­ bles. Laplace demuestra que el estudio de
za la distinción, tradicionalmente admi­ las probabilidades suple las lagunas de núes-
231 ENSAYO SOBRE EL DON

tro conocimiento. Imagina una inteligen­ Estudio: J. Parain-Vial, Dictionnaire des


cia extra-humana, el famoso «demonio de philosophes, P.U.F., 1984.
Laplace», que tuviese la capacidad de cono­
cer, para toda partícula del universo, no
solamente su posición en cada instante
sino también el conjunto de fuerzas que E N S A Y O SO B R E E L D O N . Forma y
actúan sobre ella: es la tesis del determi­ razón del intercambio en las socieda­
nismo absoluto. En adición a esto, Lapla­ des arcaicas, Essai sur le don. Forme et
ce aplica su teoría de la probabilidad a los raison de l ’échange dans les sociétés
problemas sociales. archaíques, 1923-1924.
M a r c e l M auss, 1872-1950.
Edición: Ensayo filosófico sobre las pro­
babilidades (tr. P. Castrúlo), Alianza, 1985. Para abordar esta obra, un cierto núme­
Estudios: M. Black, Inducción y probabi­ ro de prenociones son necesarias. En pri­
lidad (tr. R. Beneyto), Cátedra, 1984; K. R.
Popper, El universo abierto (tr. M. Sansi- mer la lección 45 del -* Curso de filoso­
gre), Tecnos, 1986. fía positiva de Auguste Comte liga el estudio
de los fenómenos mentales a la biología
partiendo de la anatomía para saltar a la
fisiología (y no a la inversa, como preco­
nizaba Franz Josef Gall). Para Comte no
ENSAYO SOBRE ALG U N AS C AR AC ­
hay función intelectual sin substrato orgá­
TERÍSTICAS DE L A S N O CIO NES DE
nico ni sin substrato social. Además, en el
E S P A C IO Y DE TIE M P O , Essai sur
tomo I del -> Sistema de política positiva,
quelques caracteres des notions d ’es-
en el capítulo ID de la «Introducción funda­
pace et de temps, 1931.
mental», Comte afirma la supremacía cien­
R ené P o ir ie r, 1900.
tífica y mental de la sociología sobre la bio­
logía, supremacía anunciada en la lección
En esta obra, René Poirier ha intenta­
58 del Curso. Existen pues dos niveles de
do reconciliar al empirismo concreto con
realidad: la vida social y la vida propiamente
el racionalismo absoluto partiendo de la
dicha. Marcel Mauss afirmará igualmente
idea de que el «marco espacio-temporal»
que las más altas funciones humanas no
es inseparable del mundo físico, que le
pueden ser estudiadas más que desde los
está «asociado en la reconstrucción racio­
puntos de vista sociológico y, comple­
nal del mundo». Pero la realidad de la
mentariamente, biológico.
experiencia es menos teórica que mate­
La obra de Marcel Mauss es extensa y
rial: se trata de hacer entrar en un mar­
diversa. Su aporte original es la noción
co extremadamente rígido una realidad
de «hecho social total», que toca a la mor­
que, por definición, permanece en movi­
fología, la fisiología social y la sociología
miento, es móvil y cambiante. «Mi repre­
general. La posición epistemológica de
sentación no es un imperio con fronteras
Mauss da lugar a su concepción de un
exactamente trazadas, más allá de las cua­
hombre total. Del mismo modo, la tesis
les nos hallaríamos en una nada metafí­
del fenómeno social total permite cap­
sica», dice Poirier.
tar las estructuras ocultas y recuperar la
Todo el problema consistirá por tanto
«sola realidad», la realidad social, es decir
en reconciliar la lógica con lo viviente. El
el hombre de Melanesia o el romano.
autor lo logrará gracias a una formulación
Esta concepción de Mauss encuentra
matemática — se podría incluso decir algo­
su mejor expresión en el Ensayo sobre
rítmica— en la que la inteligibilidad de la
el don, que muestra hasta la evidencia
materia nos será dada en la matematiza-
que los fenómenos económicos son indi-
ción de lo real.
sociables de los otros aspectos de la vida
Edición: Essai sur quelques caracteres des social. Los intercambios, de cualquier cla­
notions d’espace et de temps, Vrin, 1931. se que sean, conciernen a la sociedad
ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO 23 2

en conjunto y se derivan todos ellos de la maleficio. Allí donde la religión adora, la


obligación de donar. El potlatch de los magia opera. Están por tanto a menudo
indios de la costa del Pacífico norte y el mezcladas, como lo muestra Gurvitch,
kula de los melanesios recubren vastos sis­ siendo la magia inmanente, y la religión
temas de prestaciones recíprocas en los trascendente. En los dos casos se trata sin
cuales se pone de manifiesto un lazo ínti­ embargo de lo «numinoso», dominio pro­
mo y mágico entre los objetos y las per­ pio de la religión, por la síntesis de lo tabú
sonas. Es este lazo lo que confiere al don y lo mágico. Mauss describe este «ballet
un valor social. Estamos con ello en pre­ complicado de éxtasis», que manifiesta la
sencia de fenómenos totales: a la vez reli­ fuerza impersonal de los antepasados o
giosos, económicos, políticos, matrimo­ del dios personal. La simbolización pro­
niales y jurídicos. Las prestaciones entre cede entonces por dramatización. La dan­
los clanes de las tribus australianas inclu­ za acompaña al potlatch, y se establece
yen intercambios de bienes, de mujeres, una relación entre el arte dramático y la
de nombres. 0 principio del mana, poten­ definición de la persona. Sobre la base de
cia impersonal, permite comprender el sim­ los materiales de Franz Boas, Mauss retie­
bolismo del rito y la plegaria. El sacrificio, ne del potlatch las ceremonias donde se
entre otros, tiene por objeto poner en expresan las rivalidades de los partidos,
comunicación lo sagrado y lo profano. que él llama «prestaciones totales de tipo
Todos los ritos pueden así ser interpreta­ agonístico». Georges Davy volverá a ello
dos como lenguajes simbólicos. Los ritmos en sus Elementos de sociología (1950)
variados que presenta la morfología social a propósito del origen de la soberanía. El
son fenómenos sociales totales que, bajo potlatch de desafío tiene su mejor expre­
formas complejas, traducen las estructu­ sión en los kwakiutl. Desde un punto de
ras fundamentales. Mauss toma el ejem­ vista económico, el potlatch sirve para
plo de la sociedad esquimal, dispersa en concentrar las riquezas; desde el punto
verano y reunida en invierno: aparece cla­ de vista social, lleva a concentrar la sobe­
ramente que es la totalidad de la estructu­ ranía. El potlatch realiza concentración e
ra de la existencia lo que cambia en el sim­ individualización del poder en las llama­
bolismo de la alternancia de las estaciones. das sociedades «con potlatch», que son
El ensayo sobre el don muestra cómo civilizaciones feudales y comerciales carac­
nacen los poderes mágicos explicitando terizadas por la existencia de cofradías
ciertas formas de atribución del poder. jerarquizadas.
Con frecuencia, los poderes mágicos son
hereditarios; la mayoría de las veces son Edición: «Ensayo sobre el don», en Socio­
objeto de una revelación regulada por la logía y antropología (tr. T. Rubio), Tecnos,
1984.
colectividad. A la iniciación sucede una
Estudios: C. Lévi-Strauss, «Introducción» a
enseñanza oral. Con Durkheim, Mauss la ed. cit.; J. Cazeneuve, Sociología de Mar­
ve en el mana una fuerza colectiva, la cel Mauss, Península, 1970.
fuente común de la religión y la magia. A
esta concepción se opone la de G eor­
ges Gurtvich, que ve en el mana una fuer­
za impersonal, sobrenatural y trascen­ E NSAYO SOBRE EL ENTENDIMIEN­
dente. Por lo demás, es difícil la distinción T O H U M A N O , An Essay concerning
entre religión y magia: la magia sirve a human understanding, 1690.
menudo a fines individuales, al contrario Joh n L o ck e , 1632-1704.
que la religión, que concierne a la comu­
nidad de los fieles. Si nos remitimos a Esta obra es una reflexión sobre el ori­
Mauss, es posible ver claro en esta cues­ gen de las ideas y de los conocimientos
tión el referirse a los «polos» hacia los que humanos, a la par que una investigación
tienden religión y magia-, la primera tien­ sobre los fundamentos metafísicos de la
de hacia el sacrificio, la segunda hacia el racionalidad. La unidad de estas dos pro­
233 ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

blemáticas es necesariamente contradic­ sólo la experiencia puede damos la segu­


toria en la perspectiva del empirismo que ridad de su objetividad.
Locke inaugura, y del que este ensayo La reflexión lockeana sobre la génesis
quedará como piedra angular. Y lo que de nuestras ideas y de nuestros conoci­
es más, el juego de interrogaciones loc- mientos conduce al examen de las fun­
keanas sobrepasa la dimensión metafísi­ ciones del lenguaje (libro III) y al estudio
ca o gnoseológica: la moral, la teología, crí-tico de los poderes del entendimien­
son aquí igualmente renovadas. to humano (libro IV). En algunos domi­
El empirismo de Locke comienza por nios le está vedado todo conocimiento
una crítica de la teoría de las ideas inna­ legítimo: el infinito, la eternidad, y, en
tas, que el cartesianismo había formula­ consecuencia, la divinidad. La teología
do llevándola en su conjunto a un grado queda por tanto descalificada, pero tam­
de perfección difícilmente superable (libro bién la metafísica, puesto que nuestro
I). Locke se propone mostrar que la pues­ entendimiento no tiene acceso alguno a
ta en cuestión del innatismo no arruina la esencia de las cosas. N o nos está per­
en modo alguno el valor objetivo de las mitido afirmar, por ejemplo, que la sus­
ideas (en particular en el dominio moral). tancia espiritual es distinta de la mate­
N o hay en absoluto ideas innatas en el ria; Dios ha podido muy bien dar a ésta
espíritu humano: es la famosa «tabula la facultad de sentir y de pensar.
rasa». La influencia del Ensayo sobre el
El libro II expone la génesis de las ide­ entend im ien to humano fue inmensa.
as complejas a partir de las ideas simples. Nunca podrá subrayarse lo bastante la
Éstas pueden tener origen en la sensa­ importancia que este libro tuvo para el
ción (es el caso de las cualidades sensibles Siglo de las Luces, salvo diciendo que fue
o el del espacio), la reflexión, o la inter­ el equivalente filosófico de la obra cien­
vención combinada de las dos. En el exa­ tífica de Newton. Traducido al francés
men del valor objetivo de estas ideas, Loc­ desde 1700 por Pierre Coste, ejerció en
ke distingue las cualidades primarias (que Francia, sobre Voltaire y los enciclope­
pertenecen realmente al cuerpo) de las distas, una influencia profunda y dura­
cualidades secundarias (que no existen dera. Se veía en Locke la figura que devol­
más que en el sujeto percipiente). vía al análisis y a la observación sus
Pasivo en la recepción de las ideas sim­ propios derechos, después de un siglo de
ples, el espíritu es activo en la formación dominación del espíritu de sistema (el de
de las ideas complejas. Esta formación los grandes metafísicos del siglo xvn: Des­
puede lograrse según tres modalidades de cartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz,
asociación: combinación, unión, y abs­ que por tanto ejercerían también su
tracción. De ello resultan tres clases de influencia sobre las Luces). En los -» Nue­
ideas complejas: modos, relaciones, y sus­ vos ensayos sobre el e n tend im ien to
tancias. humano, Leibniz criticaba vivamente el
Conocer es entonces apercibir entre las empirismo lockeano: A la idea de la «tabla
ideas relaciones de conformidad o discon­ rasa» oponía la fórmula: «Nada en el
formidad. Locke analiza las combinacio­ entendimiento que preceda a los senti­
nes posibles de las diversas relaciones, dos, salvo el entendimiento mismo». Pero
como también los grados diversos de cono­ la muerte de Locke disuadió a Leibniz de
cimiento que producen. Por ejemplo, las publicar los Nuevos Ensayos.
ideas matemáticas o morales no reenvían
a nada fuera de ellas mismas, no tienen Edición: Ensayo sobre el entendimiento
que conformarse a una realidad exterior; humano (tr. E. O’Gorman). Fondo de Cul­
tura Económica, 1956.
el conocimiento obtiene entonces su cer­
Estudio: Diálogo con M. Ayers sobre «Loc­
teza de la evidencia intuitiva o de la demos­ ke y Berkeley», en B. Magee, Los grandes
tración. En cuanto a los conocimientos que filósofos (tr. A. Bárcena), Cátedra, 1990,
reenvían a realidades fuera de nosotros, pp. 127-154.
ENSAYO SOBRE EL ESPÍRITU DE ORTODOXIA 23 4

E N S A Y O SO B R E E L E S P ÍR IT U DE E N S A Y O SOBRE EL M AL, Essai sur


O R T O D O X IA , Essai sur l ’esprit d ’or- le mal, 1955.
thodoxie, 1938. Jean N a b e rt, 1881-1960.
Jean G ren ier, 1898-1971.
La obra aborda la aporía del mal para
Compuesto en 1938, este ensayo es tratar de llegar a su solución teórica.
una protesta contra la ortodoxia comu­ Cuanto más rígida es la norma, más se
nista y marxista. Grenier define este tér­ amplía el campo de lo irracional, de lo
mino como el rechazo intransigente de injustificable. De ahí la posibilidad del
todo pensamiento o doctrina distintos de mal. La conciencia es una causalidad
lo que uno profesa. Pero el marxismo de impura: en lo que respecta a la ley, se
la época en la que Grenier escribe pare­ entremezclan el interés, el amor propio
ce adecuarse perfectamente a esta defi­ y la vanidad. Al pecar, el alma se trai­
nición: postula en efecto la infalibilidad ciona al traicionar un principio, y deses­
del jefe, la incompetencia de las masas pera de medirse por sus actos; es lo trá­
proletarias y el peligro de toda crítica. gico, que se oculta a la conciencia
Mas lo mismo que se dice del comu­ normativa. Por el pecado, el alma se com­
nismo cabe decirlo también del tomismo, place consigo misma. Esta escisión del
por ejemplo. Basta con que una doctrina uno con la otra, reduce a esta última a
fanatice a sus adeptos hasta el punto de no ser sino el otro: es el odio, la irrup­
que la libertad de pensamiento ya no sea ción del mal. Justificarse es realizar una
ni siquiera concebible, para que esa doc­ remisión, una reintegración de las faltas.
trina se convierta en ortodoxa. Condenarse es truncar la salvación, la
Conservando su actualidad, este ensa­ conversión como certidumbre religiosa.
yo puede ser leído como el testimonio de Con este ensayo, el autor, que por lo
un hombre que intentaba con todas sus demás está interesado en la filosofía kan­
fuerzas ser libre. tiana, tiene un puesto importante en la
Edición: Essai sur l’esprit d’orthodoxie, reflexión ética de nuestro tiempo.
Idées/Gallimard, 1967.
Estudio: Jean Grenier, Folie avoine, 1990. Edición: Essai sur le mal, Aubier-Montaig-
ne, 1970.
Estudio: P. Levert, Jean Nabert ou I 'exi-
gence absolue, Seghers, 1971.
E N S A Y O SO B R E EL LIBRE A R B I­
T R IO , D e libero a rbitrio diatribe sive
collatio, 1524.
D id ier E rasm o d e R o t te r d a m , hacia ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LAS
1469-1536. LENGUAS, Essai sur Vorigine des lan-
gues, ou i I est parlé de la mélodie et de
Contra la teoría de Lutero que niega l ’imitation musicale, 1781.
la aptitud del hombre para el bien en razón Jean -Jacqu es Rou sseau, 1712-1778.
del pecado, Erasmo reafirma el libre arbi­
trio y la responsabilidad humana. Tam­ Obra postuma, publicada por vez pri­
bién defiende la doctrina católica. Esta mera en un volumen que reunía los Tra­
polémica contribuyó a acentuar la esci­ tados sobre la música de Rousseau
sión entre la Iglesia y los protestantes. (1781), el Ensayo sobre el origen de las
lenguas fue compuesto hacia 1754. Vein­
Edición: Essai sur le libre arbitre, en La te cortos capítulos, de los que algunos no
philosophie chrétienne, Vrin, 1970. han sido redactados completamente, se
Estudios: M. Bataillon, Erasmo y el eras-
mismo (tr. C. Pujol), Crítica, 1983; C. Chan- ocupan de los diferentes medios para
traine, Erasme et Luther, libre et serf arbi­ comunicar nuestros pensamientos (cap.
tre, Lethielleux, 1981. 1), de la invención de la palabra (cap.
2 35 ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LOS CONOCIMIENTOS HUMANOS

2), de la formación de las lenguas meri­ ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LOS


dionales y las del norte (caps. 9 y 10), del CONOCIM IENTOS H UM ANOS, Essai
origen de la música (cap. 12), de su dege­ sur I'origine des connaissances humai-
neración (cap. 18), de la relación de los nes, 1746.
lenguajes con el gobierno (cap. 20). C o n d illa c (Étienne Bonnot de), 1714-
Rousseau, defensor de la melodía, 1780.
como muchos de los Enciclopedistas, se
opone aquí al músico Jean-Philippe Rame- Este ensayo puede ser clasificado entre
au, partidario de la armonía. Pero sobre las psicogonías, pues es un intento de des­
todo este ensayo ofrece, en la línea de cribir el desarrollo del espíritu a partir de
Condillac, una teoría del lenguaje — liga­ un dato primero que sería la sensación.
da a una representación del hombre (con Condillac considera ante todo al espí­
su jerarquía: necesidades, pasiones, ritu en tanto que receptor de las impre­
razón)— y también una visión de la his­ siones venidas del mundo exterior. Al enri­
toria (con su sucesión: pueblos salvajes, quecerse, la sensación engendrará el
bárbaros y civilizados). El lenguaje no ha contenido mental, y ello en un progreso
nacido de las necesidades físicas, que ale­ continuo. En primer lugar, al tornarse
jaban entre sí a los individuos, sino de las consciente, la sensación hace nacer la per­
pasiones que acercaban a los hombres y cepción, pues Condillac, siguiendo a Loc­
«que arrancaron las primeras voces». Ello ke y contra Leibniz, asimila la percepción
hizo que las primeras lenguas fueran can­ a una sensación consciente. Esta per­
tantes y apasionadas. En la historia de las cepción subjetiva es la sede de variacio­
civilizaciones, el lenguaje pinta en primer nes cuantitativas y cualitativas: esta facul­
lugar los objetos (las figuras alegóricas tad que nos permite recibir un número
egipcias), luego las palabras con ayuda de variado de sensaciones, y de manera más
caracteres convencionales (la escritura chi­ o menos distinta, es para Condillac la
na); finalmente el lenguaje no pinta ya «atención». Las percepciones no son ni
la palabra, sino que la analiza (invención únicas ni aisladas las unas de las otras,
del alfabeto). sino ligadas y repetitivas: de la toma de
En la evolución que nos hace pasar de conciencia de esta repetición nacen la per­
la naturaleza a la convención, del orden manencia del sujeto — como asiento de
de los sentimientos al orden de la razón, esa repetición— y la permanencia del
del universo próximo del canto al de la objeto — como materia de esa repetición.
palabra, la articulación, con las conso­ Además, al percibir la permanencia de
nantes que se multiplican, se extiende y nuestra consciencia sobre el fluir de las
transforma profundamente la lengua. diversas percepciones, adquirimos tam­
Ciertamente la lengua deviene más exac­ bién el sentimiento de existir como indi­
ta y clara, pero los sonidos son menos vidualidad. Finalmente, Condillac defi­
variados, la diversidad de acentos se pier­ ne esas tres facultades del espíritu que
de, la voz deviene monótona, más pesa­ son modalidades más refinadas de la per­
da y más sorda. Es en esta perspectiva cepción: la que se produce en ausencia
donde hay que ubicar la indagación por del objeto. En primer lugar está la ima­
las causas físicas de la distinción primiti­ ginación cuando se da una percepción
va entre las lenguas del sur (ligadas a las de la imagen del objeto, luego la m em o­
pasiones) y las lenguas del norte (liga­ ria cuando recurrimos al nombre o a las
das a las necesidades), mas «duras y circunstancias de la aparición del objeto,
vibrantes». y finalmente la co n te m p la ció n que
corresponde a una percepción perdura­
Edición: Ensayo sobre el origen de las len­ ble del objeto que acaba de desaparecer.
guas (tr. M. Armiño), Akal, 1980.
Estas simples operaciones del espíritu
Estudiio: J. Derrida, -> De la gramatología
(tr. O. del Barco y C. Ceretti), introd. Ph. serán utilizadas para producir operacio­
Soliere, Siglo XXI, 1976. nes más complejas. Condillac explica así
ENSAYO SOBRE EL PRINCIPIO DE POBLACIÓN 236

la trabazón de las ideas: a la conciencia miento únicamente el análisis que per­


de una necesidad se une la idea del obje­ mita conectar lo que ya es conocido con
to que habrá de satisfacerla, y como las aquello que todavía no lo es.
necesidades están ligadas unas con otras, Condillac se coloca en este ensayo del
se crea así todo un entramado de ideas lado de Locke y contra el cartesianismo,
simples. pues rechaza las construcciones abstrac­
Mas la sensación es la materia a par­ tas de la metafísica en beneficio de un sis­
tir de la cual se efectúa el desarrollo del tema en el que el encadenamiento de los
espíritu, mientras que el lenguaje es el hechos es deducido partiendo de la obser­
medio. En efecto, mediante la palabra, vación de la realidad. Sin embargo, adop­
que permite sustituir una sensación por ta una posición aún más radical que la
un contenido mental, el espíritu puede de Locke al mostrar que la reflexión pue­
movilizar las ideas que le permitan ejerci­ de ser engendrada a partir de la sensación,
tar de manera activa la atención, la memo­ y ello sin recurrir a ningún poder innato
ria y la imaginación. Al tomar la iniciativa del espíritu cuyo origen no pueda ser des­
de esas operaciones, el espíritu pasa del cubierto por la experiencia. Es por tanto
estadio de la sensación al estadio de la en esta obra de Condillac donde por pri­
reflexión. Si la sensación suministra las mera vez se aborda la empresa de esta­
ideas simples, es preciso el concurso de la blecer una genealogía del espíritu que par­
palabra para poder pasar de esas ideas te de la sola experiencia.
simples a las ideas complejas. Efectiva­
mente, sólo por el lenguaje es posible fijar Edición: Ensayo sobre el origen de los
y reunir las ideas. Mediante el lenguaje se conocimientos humanos (tr. E. Mazorria-
forman las ideas matemáticas, las ideas ga), Reus, 1922.
morales y las de los cuerpos físicos. Con­ Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
dillac se apoya sobre los hechos para fun­ vol. II, Tecnos, 1988; J. M. Bermudo, Con­
damentar esta teoría: tanto el niño salva­ dillac, el abate filosófico, 1986; J. Derri­
je de Lituania como el joven sordomudo, da, introducción a la edición francesa: Essai
que jamás han conocido un lenguaje, están sur l’origine des connaissances humaines,
privados de la capacidad de razonar e Galilée, 1975.
incluso de la de formarse ideas abstractas.
Son por tanto las palabras las que posi­
bilitan el progreso del espíritu al permitir
efectuar operaciones diversas sobre las E N S AY O SOBRE EL PR IN C IPIO DE
ideas, como la comparación o la compo­ PO B LA C IÓ N , An essay on the Prin ci­
sición. pie o f Population, 1798.
Después de haber precisado el papel Thom as R o b e r t M a lth u s , 1766-1834.
del lenguaje, Condillac se consagra a una
genealogía del lenguaje. En primer lugar Rompiendo con el optimismo de
distingue los signos naturales, o el len­ William Godwin y la creencia en el pro­
guaje de acción, de los signos conven­ greso, Malthus publicó anónimamente este
cionales, y afirma que éstos surgen de los panfleto en 1798, y luego, retocado y con
primeros para satisfacer la necesidad de su nombre, en 1803. En él expone una
comunicación propia del hombre. Los sig­ teoría demo-económica que expresa una
nos son producto de la imaginación y de visión pesimista, triste y desoladora, que
la atención que nos permite ligar los sig­ dará nacimiento al maltusianismo.
nos con las ideas. A continuación, Con­ El principio de población afirma que
dillac indica el método para usar bien el la población crece según una progresión
entendimiento: primeramente, tener ide­ geométrica, doblándose así cada veinti­
as determinadas de cada cosa y disponer cinco años, mientras que los medios de
de los signos precisos para expresarlas; subsistencia no aumentan más que en
luego, utilizar como método de razona­ progresión aritmética. La dinámica demo­
237 ENSAYO SOBRE L A SIGNIFICACIÓN DE L A MUERTE

gráfica es en efecto resultado de la fecun­ ENSAYO SOBRE LA DESIGUALDAD


didad, estimulada por el desarrollo eco­ DE LAS RAZAS HUM ANAS, Essai sur
nómico, que favorece la nupcialidad, y l ’inégalité des races humaines, 1853-
por el «instinto sexual». En lo que con­ 1855.
cierne a las subsistencias, Malthus reto­ G o b in eau (Joseph Arthur, conde de),
ma la ley de los rendimientos decrecien­ 1816-1882.
tes de la tierra según la cual los recursos
naturales son explotados en orden decre­ Gobineau establece aquí una jerera-
ciente; bajo la presión demográfica, las quía de razas apoyándose en la pureza
tierras utilizadas se agotan y disminuyen de la sangre y las alteraciones imputa­
su rendimiento. Este desfase entre pobla­ bles al mestizaje. Cuando dos «razas» desi­
ción y subsistencias provoca pobreza y guales se cruzan, lo que gana la «raza
miseria; es decir, aniquilación. inferior» no compensa la pérdida sufrida
A fin de mantener el nivel de vida, es por la «raza superior». Gobineau ve en
preciso establecer una política de restric­ la historia la prueba del papel de la «pure­
ción de los nacimientos; pues las enfer­ za» racial en el ejercicio de la domina­
medades, el hambre, las plagas y la mise­ ción. Prácticamente, se discierne en la
ria no bastan para asegurar una obra una oposición a toda «mezcla racial»,
regulación. Así el pastor anglicano Malt­ en particular por vía de colonización.
hus propone la «coacción moral» (matri­ A pesar de ciertas alegaciones de Gobi­
monio tardío, castidad...). Por otra par­ neau, sus tesis no deben rada a Darwin (quien
te, el autor se pronuncia contra toda ayuda muestra, por el contrario, los peligros de la
a los pobres; la caridad, y en concreto la consanguinidad). El racismo nazi, que se ins­
practicada por el Estado, tiene efectos pira en los Ensayos sobre la desigualdad
negativos porque favorece las «relaciones de las razas humanas, está seducido — y
sexuales precoces», la natalidad, y por tan­ piensa que puede seducir— por el aura «cien­
to aumenta la miseria. tífica» de sus teorías. Sin embargo, las tesis
Aquel que no tiene nada «está de sobra sobre la desigualdad de Gobineau no tienen
en el banquete de la naturaleza». Sin el menor fundamento científico. Incluso la
embargo, pese a ser liberal, Malthus es noción de «raza» está actualmente conside­
favorable a un cierto intervencionismo rada por los biólogos como un concepto
estatal en favor de la agricultura; el Esta­ vago y escasamente pertinente.
do puede conceder primas que permi­
Edición: Essai sur l ’inégalité des races
tan la explotación de nuevas tierras y el humaines, Belfond, 1967. En Oeuvres
aumento de la producción agrícola. completes de Gobineau, Bibliothéque de la
Malthus es uno de los primeros eco­ Pléiade, Gallimard, 1983.
nomistas que ha ligado crecimiento demo­ Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.” D. Moran),
gráfico y desarrollo económico. Es cierto
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 498-499 y 508;
que su tesis no ha sido verificada en los P. Tort, «L’inégalité (Gobineau, la philosop­
países europeos industrializados, mas sigue hie et les sciences)», en La pensée hiérar-
teniendo una cierta pertinencia para los chique et l ’évolution, Aubier-Montaigne,
países del Tercer Mundo, donde algunos 1983.
gobiernos han adoptado políticas maltu­
sianas antinatalistas (control de los naci­
mientos).
ENSAYO SOBRE LA SIGNIFICACIÓN
Edición: Primer ensayo sobre la población DE L A MUERTE, Essai sur la signifi-
(tr. P. de Azcárate), Alianza, 1995. cation de la m ort, 1948.
Estudio: J. M. Keynes: «Robert Malthus J u les V uillem in, nacido en 1920.
(1776-1834). El primer economista de Cam­
bridge». Este ensayo figura como Introduc­
ción a la edición de la obra de Malthus que Jules Vuillemin disocia dos fuentes de
se acaba de citar. la afectividad: la em oción y el senti­
ENSAYO SOBRE LAS COSTUMBRES Y EL ESPÍRITU DE LAS NACIONES 238

miento. El sentimiento está en el origen de la unidad de la naturaleza humana


de la razón, la em oción es la fuente del bajo todos los climas: «Todo aquello que
conocimiento por el entendimiento, y es atañe íntimamente a la naturaleza huma­
precisamente la muerte la que da a nues­ na es semejante de uno a otro confín del
tro com portam iento dos significacio­ universo».
nes opuestas. «La muerte está al origen Se trata pues de una historia del espí­
de las antinomias de la razón por la mis­ ritu humano, que anuncia a Condorcet.
ma razón por la que provoca los delirios Voltaire cree que es hora de acabar con
de la emoción.» Tal es su doble signifi­ la historia heroica, la de los generales y
cación. Nuestro sentimiento primitivo las batallas, escrita desde la perspectiva
es la alegría, el sentimiento de tristeza de los príncipes. La historia volteriana
no existe. La muerte es la fuente común excede por tanto la sola dimensión de la
de nuestras emociones (miedo, cólera). política para englobar la religión, el arte,
la ciencia, la filosofía, las técnicas. El cua­
Edición: Essai sur la signification de la
dro de la historia humana que dibujan
mort, P.U.F., 1948.
Estudio: M. Guiomar, Principes d’une es- los 197 capítulos de la obra ofrece un
thétique de la mort, José Corti, 1988. espectáculo cargado de matices. Los
hombres no brillan por la inteligencia de
su conducta, y en último extremo la
humanidad sigue siendo la misma tan­
ENSAYO SOBRE LAS COSTUMBRES to en el tiempo como en el espacio. Sin
Y EL ESPÍRITU DE L AS NACIONES, embargo, cabe observar algún progre­
Essai sur les moeurs et l ’esprit des so; porque de siglo en siglo la humani­
nations, 1756. dad se ha elevado materialmente y abier­
V o lt a ir e (Francois Marie Arouet), 1694- to el camino para la expansión de las
1778. ciencias, las letras y las artes.
Desde un punto de vista estrictamen­
Esta obra se inscribe en la tradición, te histórico, el Ensayo sobre las cos­
inaugurada en el siglo xvn, de las grandes tumbres no es comparable con E l siglo
filosofías de la historia (Bossuet). Voltai­ de Lu is X IV . La documentación es
re quiere elevarse por encima de la con­ menos segura y Voltaire se muestra injus­
tingencia de los sucesos singulares para to a veces, concretamente en su eva­
reencontrar el «espíritu» de las épocas y luación sin matizaciones de la Edad
de las naciones. Al igual que el ->■ D is­ Media. Un ejemplo de las consecuencias
curso sobre la historia universal de Bos­ de la clara posición anticristiana de la
suet, el Ensayo sobre las costumbres tie­ obra.
ne vocación pedagógica, puesto que está
dirigido a la marquesa de Chatelet, decep­ Edición: Ensayo sobre las costumbres y el
cionada de no encontrar sistematicidad espíritu de las naciones (tr. H. Rodríguez),
alguna en los conocimientos históricos. Buenos Aires, Hachette, 1959.
Estudios: A. J. Ayer, Voltaire (tr. M. Can-
El autor abordará por tanto la historia dell), Crítica, 1988; E. Cassirer, La filoso­
como el físico (del que Newton continúa fía de la Ilustración (tr. E. Imaz), Fondo de
siendo el modelo) aborda la naturaleza: Cultura Económica, 1993, cap. V.
buscando descubrir la ley oculta bajo la
diversidad de los fenómenos.
Voltaire se representa la historia como
unificada por una constante: la natu­ E N S A Y O SO B R E L A S P A S IO N E S ,
raleza humana. Por ejemplo, se apro­ Essai sur les passions, 1907.
vecha de los largos desarrollos sobre T h é o d u le R ib o t, 1839-1916.
América y el Oriente para insistir en su
idea sobre la relatividad de costumbres Está tratado pretende presentar un
y creencias, y defender también la idea cuadro lo más completo posible de la vida
239 ENSAYO SOBRE LOS DATOS INMEDIATOS DE L A CONCIENCIA

afectiva. El tema de las pasiones ocupa distinguir dos órdenes. De un lado, el


en él un lugar muy importante. Se trata mundo exterior en el que se sitúan los
de saber si existen manifestaciones par­ objetos materiales discontinuos, del que
ticulares de la vida afectiva susceptibles el lenguaje práctico — también él dis­
de ser englobadas bajo este término. El continuo— da cuenta: es el dominio legí­
autor aborda sucesivamente las tres eta­ timo de la ciencia; es el orden homogé­
pas necesarias para la resolución del pro­ neo del espacio, de la simultaneidad, de
blema: fijar de manera precisa las carac­ la extensión y de la cualidad. De otro
terísticas propias de las pasiones, trazar lado, el mundo interior de la conciencia,
su genealogía relacionándolas con las ten­ donde se sitúan los hechos de concien­
dencias de las que han surgido, investi­ cia y que la psicología examina. Es el
gar cóm o y por qué se extinguen las orden heterogéneo de la duración (tiem­
pasiones. po interior), de lo inextenso, de la cuali­
dad. Estos dos mundos se oponen de
Edición: Essai sur les passions, Alean, manera irreductible. Esta distinción de
1923. los dos órdenes autoriza a Bergson a res­
Estudio: H. Baruk, La Psychiatrie frangai- taurar, con la autonomía de la concien­
se de Pinel a nos jours, P.U.F., 1967.
cia, la libertad: el orden de la exteriori­
dad (la ciencia) no podría explicar
válidamente el orden de la interioridad
(la conciencia).
E NSAYO SOBRE LO S D AT O S INME­
El propósito de Bergson es denun­
D IA T O S DE L A CO NCIENCIA, Essai ciar el error que consiste en traducir ile­
sur les données immédiates de la cons-
gítimamente «lo inextenso por extenso,
cience, 1889. la cualidad por cantidad», o, dicho de
H en ri B e rg s o n , 1859-1941.
otra manera, querer explicar lo que per­
Tesis doctoral. tenece al orden de lo interior (la con­
ciencia) por lo que es propio del orden
Cuando acaba la redacción de su tesis de lo exterior (la ciencia). De aquí el
de doctorado en febrero de 1888, Berg­ importante lugar reservado a la demos­
son, antiguo alumno de la Escuela nor­ tración que dice que es erróneo repre­
mal superior, aún no ha cumplido trein­ sentarse el tiempo heterogéneo vivido
ta años. Enseña, com o profesor (la duración interior) por su proyección
agregado de filosofía, en el liceo Blas simbólica en el espacio homogéneo (el
Pascal de Clermont-Ferrand y en la facul­ exterior); demostración que pasa por la
tad de letras de esta misma ciudad. La detallada denuncia de los sofismas de
defensa de la tesis tiene lugar en 1889 Zenón de Elea (la flecha, Aquiles y la
en la Sorbona, ante un jurado en el que tortuga), según los cuales Aquiles no
participan concretamente Émile Bou- alcanzará jamás a la tortuga: «De esta
troux y Jules Lachelier (a quien la obra confusión entre el movimiento y el espa­
está dedicada). cio recorrido por el móvil han nacido,
Para el positivismo de fin de siglo, los a nuestro juicio, los sofismas de la escue­
fenómenos sociales y humanos están la de Elea; porque el intervalo que sepa­
sometidos a un determinismo tan com­ ra dos puntos es divisible infinitamente,
pleto com o el que gobierna los hechos y si el movimiento estuviera compues­
del mundo físico. La vida del espíritu que­ to de partes como las del intervalo mis­
da reducida al juego de la asociación de mo, jamás sería franqueado ese inter­
elementos simples, imágenes y sensa­ valo. Pero la verdad es que cada uno de
ciones (asocia cion ism o). Contra esta los pasos de Aquiles es un acto simple,
perspectiva que extiende a la vida psí­ indivisible, y que después de un núme­
quica las leyes deterministas de la cien­ ro dado de esos actos, Aquiles habrá
cia, Bergson toma buen cuidado aquí de sobrepasado a la tortuga. La ilusión de
ENSAYO SOBRE LOS ELEMENTOS PRINCIPALES DE LA REPRESENTACIÓN 240

los eleatas se produce porque ellos iden­ E NS AY O SOBRE LO S ELEMENTOS


tifican esta serie de actos indivisibles y PRIN CIPALES DE L A REPRESENTA­
sui generis con el espacio homogéneo CIÓN, Essai sur les éléments principaux
que los sustenta.» de la représentation, 1907.
Tomando como centro el problema de O c ta v e Ham eun, 1856-1907.
la libertad, que «es común a la metafísi­
ca y a la psicología», Bergson indica qué La filosofía clásica forma la armadura
es lo que caracteriza a «los datos inme­ del ensayo de Hamelin. En la edición
diatos» de la conciencia (o hechos psí­ de 1925, André Darbon ha aportado
quicos). algunas notas susceptibles de hacer la
La conciencia, en prim er lugar, es obra más inteligible. Se trataba para
cualidad pura, y si, pese a ello, habla­ Hamelin de integrar en el pensamiento
mos de «la intensidad de los estados psi­ todo lo cognoscible siguiendo un méto­
cológicos», lo hacemos sólo porque la do rigurosamente sintético.
intensidad es el «signo» cualitativo de
la cantidad (la causa de los hechos psí­ Edición: Essai sur les éléments principaux
quicos internos está en el espacio exte­ de la représentation, P.U.F., 1952.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
rior). fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
En segundo lugar, la conciencia es vol. II, Tecnos, 1988, pp. 590-592 y 594;
duración. La inclinación a hablar de la F. Turlot, Idéalisme dialectique et person-
multiplicidad de los estados de concien­ nalisme, Essai sur la philosophie d ’Ha-
cia se debe a un compromiso. Porque melin, Vrin, 1976.
la noción de número apunta a la vez a la
idea de un espacio homogéneo (exterior),
en donde los términos son distintos unos
de otros, y a la de un proceso (interior) E N S AY O SOBRE LO S FUNDAM EN ­
de penetración en el que las unidades se T O S DE L A P SIC O LO G ÍA Y SOBRE
añaden dinámicamente. SUS RELACIONES C ON EL ESTUDIO
Finalmente, la conciencia es libertad. DE L A NATURALEZA, Essai sur les fon-
Pertenece al orden del hecho íntimo. «No dements de la psychologie et sur ses rap­
sería posible razonar sobre ella sin des­ ports avec l ’étude de la nature, 1859.
plegar las condiciones de manera que las M ain e de B ira n (Maríe Francois Pierre
unas resulten exteriores a las otras, en Gontier de Biran), 1766-1824.
el espacio y no en la pura duración.» Pros­ Extracto de las Obras inéditas publica­
cribir la libertad (determinismo), o colo­ das por Ernest Naville.
carla incluso en el dominio intemporal de
las cosas en sí (Kant), refleja el mismo Sólo un pequeño número de las obras
malentendido que los sofismas de la escue­ de Maine de Biran aparecieron mientras
la de Elea en la antigüedad: «Como esos vivía. Fue preciso esperar a la publica­
sofismas mismos, tiene su origen en la ilu­ ción de 1859 en tres volúmenes para
sión por la cual se confunden sucesión y que la originalidad del filósofo se diera
simultaneidad, duración y extensión, cua­ a conocer. Se lo descubre sucesivamen­
lidad y cantidad», o, dicho de otro modo, te com o sensualista, intelectualista y
en la confusión de la exterioridad y la inte­ como místico.
rioridad. El Ensayo sobre los fundamentos de
la psicología representa el estadio más
Edición: Ensayo sobre los datos inmedia­ acabado de su filosofía. Denunciando el
tos de la conciencia (tr. Dr. Bamés), F. Bel- método erróneo de Condillac, Maine de
trán, 1925.
Biran sigue el suyo propio, el método
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), genético, para desvelar la potencia de
vol. II, Tecnos, 1988; H. Hude, Bergson, 2 esfuerzo en acción que se desarrolla en
vols., Editions universitaires, 1989 y 1990. la conciencia y permite comprender la
241 ENSAYO SOBRE LOS FUNDAMENTOS DE NUESTROS CONOCIMIENTOS...

naturaleza de las ideas generales, tales se trata de probabilidades matemáticas. No


como la causa, la potencia y la fuerza, que el juicio inductivo repose legítimamente
que nos dan a conocer las relaciones entre sobre la creencia en la estabilidad de la
las cosas. Maine de Biran rechaza el alma- naturaleza, o sobre la máxima de que las
sustancia absoluta de Descartes, como mismas causas producen siempre los mis­
también la idea de un yo impersonal o mos efectos. Por el contrario, Cournot
universal. Por ser abierto, el yo es un ego prueba que eso no es así. Al distinguir entre
volo , y no un ego cogito. la inducción y la analogía, el Ensayo se
está refiriendo a Kant.
Edición: Essai sur les fondements de la psy- El autor liga la probabilidad filosófica,
chologie, en Oeuvres, t. VIII: Rapport des com o la probabilidad matemática, a la
sciences naturelles avec la psychologie et noción de azar y de la independencia de
autres écrits sur la psychologie, Vrin, 1986.
Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­ las causas. Objetivamente, la probabilidad
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M." D. Morán), matemática mide la posibilidad física de los
vol. II, Tecnos, 1988. acontecimientos y su frecuencia relativa;
subjetivamente, la probabilidad suministra
una cierta medida de nuestros conoci­
mientos actuales sobre las causas y las cir­
E N S A Y O SOBRE LO S FUND AM EN­
cunstancias de la producción de aconteci­
T O S DE N UESTRO S C O NO CIM IEN­
mientos. La probabilidad filosófica se apoya
T O S Y SO B R E L O S C A R A C T E R E S
en una noción general de lo que las cosas
DE L A C RÍT IC A FILO SÓ FICA, Essai
deben ser, mas ella es de naturaleza cam­
sur les fondemertts de nos connaissan- biante según el estado de nuestros cono­
ces et sur les caractéres de la critique cimientos. Cournot estudia la posibilidad
philosophique, 1851. de aplicación de la probabilidad a la críti­
A n t o in e -A u g u s tin C o u r n o t , 1801- ca de las fuentes de nuestros conocimien­
1877. tos. Considera a los sentidos como ins­
trumentos del conocer y reflexiona sobre
Rector de la academia de Grenoble y las imágenes y las palabras.
profesor de la facultad de ciencias de la Analizando cada uno de los sentidos
misma ciudad, Cournot distribuye su carre­ en relación con su utilidad en el cono­
ra entre sus cargas administrativas y sus cimiento, observa que ciertos sentidos
publicaciones científicas. La presente obra no intervienen en absoluto. En lo que
se divide en veinticinco sesiones, que van concierne a la visión, Cournot define a
desde una presentación general del cono­ la retina como «tabla sintiente» y cons­
cimiento en general a la conclusión, tata que la supresión de la visión nos
pasando por el análisis de las nociones impediría una multitud de conocimien­
de azar, de inducción, de materia, de vida, tos y acarrearía incluso el estancamien­
de moral. El lenguaje es también objeto to de todo desarrollo científico. Además,
de estudio, así como sus fundamentos lógi­ el empleo de imágenes sensibles permi­
cos, el discurso y su orden lineal, la orga­ te dar cuerpo a una idea. La imagina­
nización del derecho y, en fin, la coordi­ ción es una facultad creadora. Por enci­
nación de los conocimientos humanos. ma de esta brillante facultad hay otra,
El autor examina igualmente algunos sis­ que es el poder de asociar imágenes sen­
temas filosóficos. sibles para cubrir las necesidades del pen­
Cournot presenta la razón de las cosas, samiento. Mas para pensar un polígono
en oposición con la idea de causa eficien­ de mil lados, es preciso el empleo de sig­
te, e incluso de causa propiamente dicha. nos artificiales. Perm anecemos en la
En lo que respecta al azar, su estudio reen­ ignorancia acerca de lo que sea la esen­
vía a las nociones de posibilidad y de pro­ cia de la materia tangible.
babilidad. Invoca con frecuencia los juicios En lo que concierne a los fluidos
fundados sobre probabilidades, aunque no imponderables, todo lo que es fundamento
24 3 ENSAYOS

reflexión sobre la muerte; mas a través aunque conservando los principios estoi­
de todo esto el autor se describe a sí mis­ cos sobre la existencia: es preciso saber
mo: «Soy yo quien sufre. Soy yo mismo desembarazarse de las aflicciones para
la materia de mi libro.» Montaigne se des­ «saber ser uno mismo». Atraviesa enton­
cribe en efecto físicamente, pero sobre ces una crisis escéptica ( Apología de Ray-
todo intelectual y moralmente: él es ilus­ mond Sebond) antes de alcanzar la sabi­
trado, «buen funcionario», de inteligencia duría más sonriente del epicureismo. La
lenta aunque penetrante, y de una curiosi­ verdadera felicidad puede ser lograda gra­
dad insaciable; odia la violencia y la nece­ cias a la armonía del ser y de la natura­
dad; le gusta viajar y leer; es franco, sin­ leza. Es preciso obedecer a la Madre Natu­
cero, indolente y dado a la fantasía; raleza, divinidad tutelar, someterse a su
aprecia la ironía y los rasgos de ingenio, orden; es preciso ejercitarse en estable­
mas desconfía de las pasiones; tiene una cer un acuerdo, siempre efímero, entre
sobresaliente aptitud para la felicidad. las exigencias mudables de la consciencia
Para alcanzar esa felicidad es necesa­ y las todavía más mudables de la natura­
rio protegerse del otro: «Mi opinión es que leza: «las vidas buenas son a mi enten­
hay que prestarse al otro y no entregarse der aquellas que se conforman al mode­
más que a uno mismo»; es preciso tam­ lo común y humano, con orden, mas sin
bién alejar de sí las pasiones: «Yo no dura­ extravagancias.» Es necesario permane­
ría; soy demasiado frágil, tanto por natu­ cer en la condición que nos determina;
raleza como por uso [...].» Montaigne se para alcanzar la felicidad perfecta hay que
repliega pues sobre sí mismo y se refu­ saber «jugar lealmente con nuestro sep> y
gia en su biblioteca. Este repliegue sobre no engañarse con sueños. La educación
sí ocurre tras la muerte de su amigo La desempeña aquí un papel importante: es
Boétie; en la amistad, sentimiento noble preciso formar el juicio del alumno, for­
por excelencia, Montaigne sabía entre­ talecer su naturaleza sin contrariarla; es
garse: «En la verdadera amistad de la cual preciso que tenga «la cabeza bien hecha
soy experto, le doy a mi amigo más de más que bien llena».
lo que le exijo para mí»; y añade: «Si se Los Ensayos son un libro único. Son
me obliga a decir por qué lo amaba, sien­ el reflejo de una vida que se realiza: «Y o
to que no puedo expresarlo de otra mane­ no he hecho mi libro más que lo que mi
ra más que respondiendo: “Porque se tra­ libro me ha hecho a mí.» Es un «libro con­
taba de él, porque se trataba de mí” .» sustancial con su autor»: se ve en él la evo­
Después de la muerte de La Boétie, Mon­ lución de un pensamiento, el despliegue
taigne ya no es sino la sombra de sí mis­ del espíritu de un hombre libre y cultiva­
mo; mas queda encandilado por su ami­ do. Libertad de pensamiento, mas tam­
go, que se ha desvanecido siendo estoico. bién de estilo: Montaigne es un ser diná­
Influido por Séneca, transtornado por mico, como lo es su obra; se entrega a la
la desaparición de su amigo y por una digresión, utiliza la metáfora, pasea su
experiencia personal que lo ha llevado a pensamiento a través de los meandros de
las puertas de la muerte tras un acciden­
sus frases. Sin embargo, esta libertad no
te a caballo, Montaigne reflexiona sobre
disimula un rigor y una articulación pre­
la muerte; no hay que vencer a la muer­
meditada. Fiel a la antigua filosofía de
te, sino al m iedo que se tiene de ella.
Séneca y de Plotino, Montaigne repre­
La muerte es el «fin, no por tanto el obje­
senta el pensamiento de su siglo. Sabio,
tivo de la vida»; «saber morir» es la última
partidario del justo medio, es un diletan­
palabra del «saber vivir». El escritor hace
te refinado y mundano. Adepto a la feli­
suya la tesis estoica: «Filosofar es apren­
cidad terrestre, Montaigne simboliza al
der a morir». Siguiendo el ejemplo de La
«hombre honrado» por excelencia.
Boétie, Montaigne abraza el estoicismo;
pero él no estaba verdaderamente hecho Edición: Ensayos (ed. D. Picazo y A. Mon-
para esta filosofía; por eso se aleja de ella, tojo), Cátedra, 1987, 3 vols.
ENSAYOS DE CRÍTICA GENERAL 24 4

Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ Estudio: M.-M. d’Hendecourt, Essai sur la


fía (tr. J. A. Pérez Millán y M * D. Morán), philosophie du Pére Laberthonniére, Vrin,
vol. I, Tecnos, 1988; M. Merleau-Ponty, 1947.
«Lectura de Montaigne», en —>Signos, cap.
IX; P. Villey, Les Essais de Montaigne, Nizet,
1961.
E NSA YO S DE LINGÜÍSTICA GENE­
RAL, Essais de linguistique générale,
1963 y 1973.
E NSA Y O S DE CRÍTICA GENERAL, Rom án Jakobson , 1896-1982.
Essais de critique genérale, 1851-1864.
Colección de ensayos y conferencias.
C h a r le s R en o u vier, 1815-1903.
Aparecidos en dos volúmenes, estos
Estos ensayos están divididos en cuatro ensayos reflejan los intereses tan diversos
partes: lógica crítica, psicología racional, de Jakobson en el interior de la reflexión
principios de la naturaleza, introducción a la sobre el lenguaje. Los problemas funda­
filosofía de la historia. El objetivo de la obra mentales planteados a la lingüística estruc­
es instituir un neocriticismo kantiano en el tural son evocados: fonología, gramática,
que tengan cabida los fundamentos del posi­ semántica, retórica, poética. El interés de
tivismo. La doctrina de Renouvier ha de Jakobson se extiende — más allá de la lin­
comprenderse en relación con una filoso­ güística propiamente dicha— a cuestio­
fía de la libertad. nes interdisciplinares (que atañen a las
Es preciso afirmar el valor del indivi­ ciencias naturales y humanas).
duo, cuya responsabilidad fundamenta
el conocimiento. Ediciones: Ensayos de lingüística general
(tr. J. Pujol), Ariel, 1975; Nuevos ensayos
Edición: Essais de critique générale, de lingüística general, México, 1976.
Armand Colin, 1912. Estudio: J. Lechte, 50 pensadores con­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 90-96; E.
vol. II, Tecnos, 1988; R. Vemeaux, Renou­ Holenstein, Jakobson ou le structuralisme
vier disciple et critique de Kant, Vrin, 1945. phénoménologique, Seghers, 1974.

ENSAYO S DE FILOSOFÍA RELIGIO­ E N S A Y O S DE M O R A L, Essais de


SA, Essais de philosophie religieuse, morale, 1671 a 1714.
1903. P ie rr e N ic o le , 1625-1695.
Lucien La b e rth o n n ie re , 1860-1932.
Obra principal de Nicole, estos ensa­
El más importante de estos ensayos es yos tratan de la naturaleza del hombre,
el que trata sobre la teoría de la educación: de su relación con la divinidad, de los
Relación de la autoridad y de la libertad. deberes que se imponen al creyente
El autor aborda, según una orientación durante su vida. Nicole parte del doble
católica, el problema de la educación, e principio de la co rru p ció n total de la
insiste a la vez en el respeto a la libertad naturaleza humana por el pecado origi­
del alumno y en la obligación de dirigirlo. nal, y de la ignorancia humana de los
Por otra parte, subraya el hecho de que la designios de Dios. En su vida terrestre,
verdadera fe es inseparable de una con­ el hombre está sometido a sus tenden­
versión del corazón. Esta conversión no cias egoístas y a la búsqueda del placer.
es puramente pasiva, sino una expresión Este egoísm o puede adoptar rostros
activa de la verdad. diversos, a menudo perniciosos, como
Edición: Essais de philosophie religieuse, en el am or pro p io (en ciertos análisis,
Lethielleux, 1903. Nicole se acerca aquí a los moralistas de
245 ENSAYOS DE TEODICEA, SOBRE LA BONDAD DE DIOS, LA LIBERTAD DEL HOMBRE...

su siglo). Contra estas tendencias, el autor cro orden, de esas estructuras primoro­
hace valer el deber de obediencia a los sas que despiertan admiración en La
poderes políticos y a la Iglesia infalible, M onadología o en el ^ D iscurso de
el deber del respeto al otro y el del amor metafísica. En lugar de eso, de creer a
a Dios. Leibniz mismo, meros «jirones», «cosi­
Los Ensayos de moral no han logra­ dos entre sí para formar una obra». Su
do la difusión a la que podrían haber erudición apabullante (sumada a la de Bay­
podido aspirar. Sin duda, su orientación le, a quien critica) le condujo a digresio­
netamente apologética ha impedido que nes a veces considerables; no recula ante
el éxito obtenido entre sus contempo­ la anécdota pintoresca. Dicho brevemente,
ráneos no se prolongara más allá del la obra es la imagen misma de Leibniz y
Gran Siglo. La Rochefoucauld y Pascal, de su curiosidad universal: barroca, fron­
de estilo más conciso, han conocido dosa, exuberante. A semejanza de su filo­
mejor fortuna. sofía, en la que el menor aspecto de la
realidad refleja la entera totalidad. La len­
Edición: Éssais de morale, Slatkine, 1971. gua tampoco es indiferente. Leibniz ha
Estudio: J. Laporte, La doctrina de Port elegido escribir estos Ensayos en francés
Royal, la morale, 2 vols., Vrin, 1951 y por las mismas razones de Descartes en
el -+ Discurso del método: a fin de que
fuera leído por la Europa de los hombres
de bien — sinceramente conturbados en
su fe por la cuestión del mal— más que
ENSAYO S DE TEODICEA SOBRE L A por los teólogos profesionales.
B O N D A D DE D IO S, L A LIB E R T AD Después del prefacio, un Discurso de
DE L H O M B R E Y EL O R IG E N D E L la conform idad de la fe con la razón
M AL, Essais de Théodicée sur la bonté muestra que los descubrimientos más
de Dieu, la liberté de l’hom me et l ’ori- recientes de la ciencia (Leibniz piensa
gine du mal, 1710. sobre todo en la física y la astronomía) no
G o t t fr ie d W ilh elm Leibniz, 1646-1716. contradicen los datos de la revelación. Y
lo hace no tanto para extraer una con­
El título de esta obra ha acuñado para firmación de esta última, sino más bien
el vocabulario filosófico un nombre para librar a la ciencia de la sospecha de
común, teodicea, por el cual se desig­ impiedad. La obra concluye con dos capí­
na toda tentativa de disculpar a Dios de tulos consagrados a la crítica de obras de
la responsabilidad del mal en la crea­ Hobbes y de William King. Se entrecru­
ción. Cuando Leibniz lo intentó en zan aquí muchas cuestiones fundamen­
1710, la cuestión estaba lejos de ser tales de la teología y de la metafísica: el
nueva (¡Platón decía ya: Dios es ino­ mal, la libertad humana, su conciliación
cente!). Pero al menos Leibniz creó la con la providencia divina y la predesti­
palabra, aunque con tan escasa preo­ nación, la naturaleza y la gracia, la crea­
cupación por explicar su sentido, que ción. En el centro de la problemática se
algunos de sus contemporáneos vieron encuentra la cuestión clásica del mal:
en ella el nombre emblemático de algún ¿cómo un Dios todopoderoso e infini­
autor desconocido (la obra apareció sin tamente bueno puede tolerar la existen­
nombre de autor). El más importante de cia del mal en el seno de su creación?
los libros publicados en vida del autor Leibniz hace reparar en que la existencia
es una obra de circunstancias, destina­ misma del mal puede tal vez ser una con­
da a polemizar con Bayle, cuyo ->■ D ic­ dición para que nosotros podamos, por
cion a rio había despertado el interés de contraste, percibir el bien. Pero sobre
la Europa filosófica. todo, el autor distingue tres especies de
La composición del libro es de lo más mal: el mal metafísico, el mal físico y el
desconcertante. Nada aquí de ese pul­ mal moral. El primero está arraigado en
ENSAYOS HERÉTICOS SOBRE LA FILOSOFÍA DE L A HISTORIA 246

la imperfección esencial de las criaturas; tamiento de ese sentido, que es el fun­


procediendo éstas de Dios, mas sin iden­ dador de toda relación con el ente. La
tificarse en absoluto con Él (puesto que la problematicidad es la apuesta de la polí­
creación es necesariamente inferior al tica y de la filosofía, mientras que la no
creador), las criaturas no pueden estar problematicidad es característica de la
más que por debajo de su perfección. El prehistoria, en la que no se da ningún
mal físico (dolor, sufrimiento) tiene un sen­ combate por el sentido. Se lee en estos
tido y un valor, com o castigo o com o Ensayos la inquietud del pensador en
prueba. cuanto al destino de Europa, en cuanto
Queda el mal moral, en el que resi­ al nihilismo — preocupación que legitima
de el más grave problema, puesto que un diagnóstico de lo más sombrío— ,
exige que se superen dos contradiccio­ com o muestran ciertos pasajes consa­
nes: entre nuestra libertad y la omnipo­ grados a la guerra: «La guerra como “todo
tencia divina por una parte, y entre la está permitido” universal, como libertad
omnipotencia divina y su infinita bondad salvaje, invade los Estados, deviene
por otra. El problema de la conciliación “total”». Si la «guerra es la prueba ad ocu-
del libre albedrío humano con la predes­ los de que el mundo está ciertamente
tinación nos mete en uno de los «dos labe­ maduro para su fin», Patocka subraya no
rintos» del pensamiento humano (el otro obstante esta experiencia del frente que
es el problema del continuo, resuelto por han evocado Emst Jünger y Teilhard de
el cálculo infinitesimal). Una serie de suti­ Chardin: «La solidaridad de los afectados
les distinciones conceptuales permite a puede permitirse decir «no» a las medi­
Leibniz no renunciar ni a la libertad ni a das de movilización que eternizan el esta­
la providencia. El mal que vemos en el do de guerra.»
mundo existe ciertamente, pero Dios ha En consecuencia, estos Ensayos cons­
creado el mejor de los mundos posibles; tituyen ciertamente una herejía de Patocka
la parte de mal que éste contiene no con respecto a Heidegger, pero también
podía ser disminuida. Únicamente nues­ a Husserl al reemplazar el mundo pre-
tro limitado punto de vista sobre el uni­ científico por un mundo prehistórico; los
verso puede hacernos caer en la ilusión
Ensayos son también un acto de fe en un
de que había o tro mundo posible que
socratismo político.
hubiera sido preferible a éste. La T e o ­
dicea tuvo una resonancia inmensa, y la Edición: Essais hérétiques, Verdier, 1981.
querella sobre el optimismo se prolon­ Estudio: Les Cahiers de philosophie, n.“
gará durante largo tiempo en la Europa 11/12 (consagrado a Patocka), 1990-1991.
de las Luces.

Edición: La Teodicea o Tratado sobre la E N S A Y O S P O LÍTIC O S , Essays politi-


libertad del hombre y el origen del mal (tr. cal, 1972.
E. Ovejero), Aguilar, s.a.
Estudio: J. Jalabert, Le Dieu de Leibniz, D avid Hume, 1711-1776.
P.U.F., 1960. Extractos de Essays Moral, Political and
Literary, 1741-1748.

La obra reagrupa unas decenas de ar­


E N S A Y O S H E R ÉTIC O S SO B R E L A tículos muy cortos, publicados muchas
F IL O S O F ÍA DE L A H IS T O R IA , Ka- veces en vida del autor.
cíírské eseje o filosofa déjin, 1975. La política humeara obedece a los prin­
Jean P a to c k a , 1907-1977. cipios aplicados en los dominios de la
moral, de la estética y de la religión. La
En el origen de la historia está la con­ razón no desempeña ningún papel nor­
moción del sentido dado o aceptado, y mativo, y esto es suficiente para colocar
esta historia está amenazada por el ocul- a Hume a contra corriente de todo su
24 7 ENSAYOS SOBRE LA TEORÍA DE LA CENCIA

siglo. Hume se aplica en particular a obtiene un tipo ideal acentuando unila­


demoler la noción de co n tra to social, teralmente uno o varios puntos de vista
sobre el que se apoya en lo esencial todo y encadenando una multitud de fenóme­
el pensamiento político de las Luces. En nos dados aisladamente, difusa y discre­
D el contrato original, el autor procede tamente [...] para formar un cuadro de
a mostrar que la idea de un contrato polí­ pensamiento homogéneo. En parte algu­
tico fundador de las instituciones no es na se encontrará empíricamente un cua­
más que una ficción. Esta ilusión, que dro semejante en su pureza conceptual:
podría calificarse de ideológica, sirve para es una utopía.»
disimular la relación de fuerzas que pre­ Finalmente Weber se interroga sobre «la
side siempre el advenimiento del poder. objetividad» del conocimiento, que en las
La política no podrá ser jamás otra cosa ciencias sociales no se sigue de la materia
que el equilibrio de las pasiones que se empírica: el dato empírico «es constante­
enfrentan en un lugar y en una época mente asentado sobre las ideas de valor que
dados. Este realismo, que coloca a Hume son las únicas que le confieren un valor».
en las antípodas de todo utopismo, lo incli­ Se encuentra igualmente definida aquí
na hacia concepciones políticas más bien la noción de fenómeno «social y econó­
moderadas. mico», a la vez como acontecimiento o
institución económica (la Bolsa, los ban­
Edición: Ensayos políticos (tr. E. Tierno cos, etc.), como económicamente impor­
Galván), Centro de Estudios Constituciona­ tante (los efectos económicos de la vida
les, 1982.
Estudios: R. S. Hill, «David Hume», en L. religiosa), o incluso como condicionado
Strauss y J. Cropsey (comps.), Historia de por la economía (el gusto artístico, influi­
la filosofía política (tr. L. García Urriza, do por la naturaleza del medio social del
D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México, Fon­ público que se interesa por el arte). Lo
do de Cultura Económica, 1993, pp. 507- económico, desde este triple punto de vis­
528; G. Granel, La forcé de Hume, prefa­
cio a Quatre Essais politiques, T.E.R., ta, está en el centro de la revista, uno de
1981. cuyos fines es «el cuidado por la in ter­
pretación económica de la historia».
Los dos Estudios críticos para servir a
la lógica de las ciencias de la cultura
E NSAYO S SOBRE L A TEO RÍA DE L A (1906) están dedicados al examen de las
C IE N C IA, G esam m elte A ufsátze zur reflexiones epistemológicas del historiador
Wissenschaftslehre, 1922. alemán Edouard Meyer (1855-1930)
M a x W eb e r, 1864-1920. expuestas en su Historia de la Antigüe­
Colección de ensayos de extraordinaria dad. Para comprender la esencia lógica de
importancia entre los cuales destacan los la historia, es preciso distinguir entre la
cuatro siguientes. construcción de conceptos que emplean a
título de ejemplo hechos singulares, en el
La objetividad del conocim iento en sentido de tipos representativos de un con­
las ciencias sociales y la política (1904) cepto abstracto y que son los medios del
suministró el programa de la revista conocim iento, por una parte, y la inte­
Archiv fü r Sozialwissenschaft de la que gración del hecho singular como eslabón,
Max Weber (junto a Edgard Jaffé y Wer- como razón de ser en un conjunto real,
ner Sombart) fue uno de los miembros del es decir, concreto, por otra.
comité de redacción. Es preciso distinguir El Ensayo sobre algunas categorías
entre el saber empírico del sabio (cuyos de la sociología comprensiva (1903) ha
argumentos se dirigen al entendimiento) sido inicialmente publicado en la revista
y el juicio de valor del hombre de volun­ Logos, dirigida por Heinrich Rickert. Des­
tad (cuyos argumentos se dirigen al sen­ pués de haber definido la sociología com­
timiento). Se encuentra aquí igualmente prensiva como ciencia que trata de las
una reflexión sobre el tipo ideal: «Se actividades humanas explicables a partir
ENSAYOS SOBRE LAS FACULTADES INTELECTUALES 248

de un sentido subjetivamente buscado (acti­ de acción) y la ética de convicción (la del


vidad racional por finalidad), Max Weber sabio). De una manera general (en la eco­
establece la relación entre la sociología nomía, en el arte, etc.), las evaluaciones no
comprensiva y la psicología (la sociología dispensan jamás de lo que es empírico, y son
no es una rama de la psicología), después en consecuencia irrefutables.
entre la sociología comprensiva y la dog­
mática jurídica (contrariamente al dere­ Edición: Ensayos sobre metodología cien­
cho, la sociología se interesa por formas tífica, Buenos Aires, 1973.
Estudio: A. Giddens, Política y sociología
determinadas de la cooperación humana en Max Weber (tr. A. Linares), Alianza,
que son reducibles a la actividad de los 1995.
individuos aislados). Así, la sociología se
interesa por actividades comunitarias, liga­
das a actividades socializadas que impli­
can a veces un acuerdo. Igualmente se E N S A Y O S SO B R E L AS F A C ULTA ­
encuentra aquí una reflexión sobre las DES INTELECTUALES, Essays on the
relaciones entre la violencia y la política: intellectual powers o f man, 1785.
«En el curso del desarrollo histórico, el Thom as Reíd, 1710-1796.
uso de la fuerza física ha estado mono­
polizado de modo creciente por la orga­ Estos ensayos serán completados, des­
nización política. Esta fuerza ha sido con­ de un punto de vista ético, por los Ensa­
vertida en amenaza organizada de yos sobre las facultades activas del espí­
violencia por los poderosos y finalmente ritu humano en 1788. Puesto que las
por un poder que se reviste formalmen­ conclusiones de Hume le parecían con­
te con la apariencia de neutralidad.» De denables, Reíd subraya la necesidad de
manera semejante es abordada la cues­ partir de una base segura; es preciso dar
tión de la relación entre dom inación y por verdaderas ciertas asunciones, usan­
legitimidad. do siempre la inducción y recurriendo a
El Ensayo sobre el sentido de la neu­ la experiencia.
tralidad axiológica en las ciencias socio Es preciso igualmente tener en cuen­
lógicas y económicas ha aparecido en la ta las leyes naturales del entendimiento.
revista Logos como reconquista de un docu­ Para que una actividad cognoscitiva sea
mento destinado al comité director de la Aso­ posible, la presuposición más importan­
ciación de política social. Es aceptable, en la te es que otros espíritus existan también.
enseñanza, asignar un lugar a las «evalua­ El análisis de Reid no deja de recordar a
ciones prácticas fundadas en una concep­ Kant, en concreto su doctrina de las cate­
ción ética» (una visión del mundo), mas a gorías y de la unidad de la apercepción.
condición de señalar (después de haber toma­ En efecto, en la «Estética trascendental»,
do conciencia de ello) lo que se debe a la el espacio no es un objeto, sino una for­
constatación empírica de los hechos y lo que ma a priori concomitante con los obje­
se debe a la evaluación práctica, y todo esto tos. Esta necesidad sólo puede darla el
concediendo al mismo tiempo a todas las espacio — cosa que los sentidos no pue­
opiniones la posibilidad de hacerse valer. No den hacer.
se puede, cualquiera que sea la ciencia de Se puede observar en Reid una incli­
que se trate, dejar de lado el interés conce­ nación a afirmar dogmáticamente sus prin­
dido a los valores, puesto que toda selección, cipios, en lugar de demostrarlos.
toda formación del objeto de una investiga­
ción empírica está siempre dirigido por un Edición: Essays on the Intellectual Powers
interés. Es también en este texto donde Max ofMan (abreviado), ed. A. D. Woozley, Lon­
Weber distingue por primera vez entre «valo­ dres, 1941.
res de éxito» y «valores de convicción», o, Estudios: E. Bréhier, Historia de la filosofía
(tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), vol. II,
dicho en otras palabras, entre la ética de res­
Tecnos, 1988; S. A. Grave, The Scottish Phi-
ponsabilidad (la del político y del hombre losophyof Common Sense, Oxford, 1960.
249 ESCRITOS

EQUILIBRIO DE L A N AT U R A LEZA Edición: Eros y civilización (tr. J. García),


(EL), L ’équilibre de la nature, 1972. Seix Barral, 1976.
Estudio: A. Maclntyre, Marcuse, Londres,
C a r l v o n Linneo, 1707-1778.
Fontana, 1970.
C o lecció n de textos escritos entre 1744
y 1760.

La obra se compone de cinco exposi­ EROTISMO (EL), L ’Érotisme, 1957.


ciones, de las que sólo la primera es con G e o r g e s B a t a ille , 1897-1962.
seguridad de Linneo. Las tres primeras
desarrollan el concepto clave de esta obra, Desde la introducción, el autor afir­
«economía de la naturaleza», mientras que ma que el erotismo es la aprobación de
las dos últimas tratan de historia natural. la vida hasta en la muerte. En efecto, la
Linneo fundamenta definitivamente la teo­ disolución de lo individual en un ser anó­
ría de la economía de la naturaleza conci­ nimo es el horizonte por relación al cual
biendo a ésta como un todo estructurado el erotismo, que tiene siempre por efec­
donde el equilibrio de las especies, insti­ to una perturbación, encuentra su senti­
tuido por la sabiduría divina, preexiste a do para el hombre. Así, el erotismo devie­
las relaciones que esas especies mantienen ne la «puesta en cuestión» de la existencia.
unas con otras. La obra influirá en numerosos pensado­
Darwin refutará esta tesis haciendo del res contemporáneos, en especial en Gilíes
equilibrio de las especies un resultado de Deleuze.
las relaciones entre esas mismas especies.

Edición: L ’équilibre de la nature, Vrin, Edición: El erotismo (tr. A. Vicens), Tus-


1972. quets, 1988.
Estudios: D. Millar y otros, Diccionario bási­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
co de científicos (tr. E. Lucena), Tecnos, temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
1994; J. M. Drouin, «De Linneo a Darwin», guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 131-136;
en M. Serres (comp.), Historia de las cien­ M. Leiris, R. Queneau, M. Blanchot, M. Fou-
cias (tr. R. Herrera y otros), Cátedra, 1991; cault, etc., Hommage á Georges Bataille,
K. Hagberg, Carl von Linné, le Roí des Éd. de Minuit, 1991.
Fleurs, Je sers, 1944.

ESCRITOS, Écrits, 1966.


EROS Y CIVILIZACIÓN. Contribución J acqu es L a c a n , 1901-1981.
a Freud, Eros and Ciuilization, 1955.
H e r b e r t M arc u s e, 1898-1979. La aparición de este volumen de nove­
cientos páginas, que reúne los principales
El subtítulo es explícito: intentando una trabajos de Lacan, ha ampliado largamente
«contribución a Freud», Marcuse desea su audiencia más allá de los círculos de ini­
mostrar que las teorías psíquicas permi­ ciados. Uno de los temas esenciales de
ten analizar la sociedad contemporánea. la teoría lacaniana expuesto aquí es el «esta­
Tomando com o hipótesis la existencia dio del espejo y la constitución del Yo».
utópica de una sociedad no represiva, el Para subrayar el carácter radical de este
autor nos descubre cómo Eros, dios del descubrimiento, el autor precisa que se
amor, sería, imaginariamente, el rey de opone a toda «filosofía extraída directa­
la realidad. mente del cogito».
Prolongación de las teorías de Hegel, Para Lacan en efecto, el hombre no
Marx y Freud, este libro evoca también la es dueño del orden del significante, y el
figura de Eros a través de la mitología, del orden que lo constituye en tanto que hom­
pensamiento de Nietzsche y de la poesía bre está descentrado en favor de un mun­
del siglo xix. do que se le escapa. La afirmación que
ESCRITOS 250

dice que en el hombre «eso habla», mien­ Reacciona ante esta imagen con una mími­
tras que «el inconsciente es el discurso del ca de júbilo, mas todo parece indicar que
Otro», parece ya prefigurada en esta crí­ esta presencia del espejo, esta imagen que
tica del cogito. es la suya, es reconocida como siendo la de
Lacan escogió por lo demás el ejemplo algún otro, y que, inversamente, la ima­
del niño que se mira en un espejo y que gen del otro es percibida como si fuera la
aprende, poco a poco, a contemplar su de su propio cuerpo.
imagen. Colocado ante un espejo, un niño En una segunda etapa, el niño va a
de seis meses reacciona a la vista de su comprender que el otro del espejo (oca­
imagen con una mímica de júbilo. Esbo­ sionalmente, la madre) no es más que una
za toda una serie de gestos que se diri­ imagen, y no un ser real. Ya no intenta
gen a esa imagen. «Experimenta, escribe coger la imagen, a buscar al otro detrás
Lacan, lúdicamente la relación de los del espejo, porque sabe ya que no hay
movimientos asumidos de la imagen con nada.
su entorno reflejado y de este complejo La tercera etapa estará marcada por
virtual con la realidad que duplica, bien el reconocimiento, no sólo del otro como
con su propio cuerpo y con las perso­ imagen, sino también del otro como sien­
nas, o bien con los objetos, que se encuen­ do su propia imagen. Desde entonces
tran a su alrededor». El autor subraya que el niño sabe que el reflejo del espejo es
la experiencia del estadio del espejo con­ una imagen y que esa imagen es la suya.
serva todo su sentido hasta la edad de die­ Es a partir de esta dialéctica del ser y de
ciocho meses. Y revela un dinamismo libi­ la apariencia como se efectúa la conquista
dinal que ha pasado desapercibido hasta de la identidad del sujeto por una imagen
ahora. El estadio del espejo es la expe­ total que anticipa la unidad de su cuerpo.
riencia de una identificación fundamen­ Hay otro tema que Lacan privilegia en
tal y de la conquista de una imagen, la del su obra: el orden simbólico. «El estadio
cuerpo, que estructura al «Y o» antes de del espejo aporta la regla de división entre
que el sujeto se implique en la dialéctica la imaginación y lo simbólico en el momen­
de la identificación del otro por medio del to de la captura por una inercia histórica
lenguaje. El estadio del espejo es así pre­ cuya carga recae sobre todo lo que se con­
sentado por Lacan como una dialéctica sidera autorizado a ser psicología, aunque
temporal que estructura fundamentalmente fuese por vías que arrastraran la preten­
la historia del individuo. sión de desembarazarse de ella.» Si el hom­
Parecería pues que el niño careciese bre piensa el orden de lo simbólico, es por­
primitivamente de la experiencia de su que está inmerso en su ser. También es la
cuerpo como totalidad unificada, y que lo suprema ilusión del individuo creer que él
percibiese como una dispersión de todos ha constituido ese orden, porque es sólo
sus miembros; de ahí la expresión «fan­ por participar en él por lo que el sujeto
tasma del cuerpo partido». En conse­ puede también hacer su entrada en el «des­
cuencia, es preciso admitir que la unidad file radical de la palabra». La dialéctica
del cuerpo no es original, sino la culmi­ de la intersubjetividad que rige todos los
nación de una larga conquista. Lo que fenómenos, de la transferencia a la para­
parece ser original es la angustia del cuer­ noia, debe ser comprendida a partir del
p o partido. La función del espejo y de la momento en que el sujeto se dirige al Otro
fase que a él se liga será la de poner fin a como Absoluto, a través de la apertura
esta dispersión pánica, integrando al niño específica de la relación imaginaria con su
en una dialéctica que lo constituirá como semejante.
sujeto. Así, el estadio del espejo puede ser
descompuesto en tres etapas. Edición: Escritos (tr. T. Segovía), 2 vols.,
Siglo XXI, México, 1984.
En una primera, el niño percibe la ima­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
gen que le devuelve el espejo como un ser temporáneos esenciales (tr. M." L. Rodrí-
real al que intenta coger o aproximarse. guezTapia), Cátedra, 1996, pp. 96-101; J.
251 ESCRITURA Y LA DIFERENCIA (LA)

Dor, Introduction á la lecture de Lacan, las ciencias humanas (geografía, econo­


Denoel, 1985. mía, sociología, demografía), sin imperia­
lismo de ninguna, y la comunidad de su
método: la modelización, la construcción
de una hipótesis sobre los vínculos entre
E SC R IT O S SO B R E EL A B A T E DE los fenómenos, con un ir y venir del his­
SAINT-PIERRE, Écñts sur l ’Abbé de toriador entre la realidad y el modelo. Estos
Saint-Pierre, 1782. artículos formulan lo que ha dado su ori­
Jean-Jacqu es R ou sseau, 1712-1778. ginalidad a la Escuela histórica francesa
contemporánea y a su revista Anuales.
El abate de Saint-Pierre (1658-1743)
no debe ser confundido con Bemardino Edición: Escritos sobre la historia (tr. M.
de Saint-Pierre, el autor de Pablo y Vir­ Armiño), Alianza, 1991.
Estudio: J. Lechte, 50 pensadores con­
ginia (los dos fueron conocidos de Rous­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
seau). El libro es un resumen de las obras guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 123-128;
del abate, que Rousseau acepta hacer G. Bourdé y H. Martin, Las escuelas histó­
acompañándolas de un comentario críti­ ricas, Akal, 1992.
co. Sólo el Proyecto de paz perpetua
y una Polysynodia fueron así tratadas. La
crítica de las tesis del abate sirvió a Rous­
seau de laboratorio para elaborar sus con­ ESCRITURA DE LA HISTORIA (LA),
cepciones políticas. L ’écriture de l’histoire, 1975.
M ic h e l de C e rte a u , 1925-1986.
Edición: Écrits sur l'abbé de Saint-Pierre,
en Oeuvres complétes de Rousseau, t. III, Subrayando el factor tiempo en la his­
Bibl. de la Pléiade, Gallimard, 1964. toriografía, el autor muestra la relación
Estudio: R. Derathé, Jean-Jacques Rous­
seau et la science politique de son temps, entre lo real y el discurso que esta disci­
Vrin, 1988. plina instaura. La escritura pone nece­
sariamente a distancia todo lo que ella
toca. También es preciso interrogarse
sobre la construcción del objeto en his­
ESCRITOS SO BRE LA HISTORIA, toria, sobre la organización de la dura­
Écrits sur l ’histoire, 1969. ción, sobre lo que establece el escrito y
Fern an d B ra u d e l, 1902-1985. sobre lo que excluye.
Colección de artículos sobre filosofía de
Edición: L ’Écriture de l’Histoire, Gallimard,
la historia. 1984.
Estudio: O. Hess-Dupont, Dictionnaire des
Braudel reagrupa aquí textos aparecido philosophes, P.U.F., 1984.
a partir de 1949, año de su tesis ( El Medi­
terráneo y el mundo mediterráneo en la
época de Felipe IT) en cuyo prefacio dis­
tingue tres tiempos históricos: la historia ESCRITURA Y LA DIFERENCIA (LA),
casi inmóvil de las relaciones del hombre L ’écriture et la différence, 1967.
con su medio, o tiempo geográfico, la his­ Jacqu es D e rrid a , 1930-
toria lenta de las economías, de las civili­
zaciones, o tiempo social, y la historia tra­ Serie de artículos y de ensayos bre­
dicional de los acontecimientos singulares, ves, esta obra ha marcado los años seten­
pero que no se comprenden más que por ta. La mayoría de los textos reunidos
las evoluciones más lentas, o tiempo indi­ aquí son conferencias o artículos publi­
vidual. Los artículos posteriores muestran cados en Critique o en Tel Que/. Derri­
que esta complejidad de la historia impli­ da hace un recorrido sobre las cuestio­
ca el recurso a los contenidos de todas nes y los sucesos de la época, tanto en
ESCUELA Y SOCIEDAD 252

el dominio filosófico com o en el cam­ de la sociedad y lugar unificador de sus


po literario. En primer lugar muestra que divisiones. Si la escuela hace participar
el pensamiento no se disocia de su esti­ al niño en la sociedad, le inculcará a la vez
lo ; es la fuerza de este último la que diri­ la sociabilidad, que más tarde será para la
ge el sentido o la significación: así, el sociedad misma un precioso factor de
sentido del movimiento estructuralista armonía y de solidaridad.
quedaría perdido para el futuro obser­ Este texto, que establece las bases de
vador que lo aborde com o un «objeto», una teoría socio-educacional holística ins­
y no com o lo que es para Derrida, a pirada en parte en el hegelianismo, pre­
saber, «una aventura de la mirada». Par­ cede a las principales obras de pedago­
tiendo de la obra de Jean Rousset, el gía escritas por Dewey.
autor aborda la -* Historia de la locu­
Edición: The School and Society, Univer-
ra de Michel Foucault planteando la cues­
síty of Chicago Press, 1899.
tión: «¿Quién ha escrito y quién debe Estudio: G. Deledalle, La pédagogie de John
entender la historia de la locura?» Fou­ Dewey, Éd. du Scarabée, 1965.
cault le responderá en el apéndice de
la reedición de su obra (1972).
Mientras que Heidegger no piensa el E SE N CIA DE L A M A N IF E S T A C IÓ N
ser más que a partir del presente, Derri­ (L A ), L ’essence de la m an ifesta ron ,
da se remonta más allá de éste y propo­ 1963.
ne llamar«diferencia» al movimiento que M ic h e l H e n ry , nacido en 1922.
produce las «diferencias».
El pensamiento de Michel Henry se
Edición: La escritura y la diferencia (tr. enmarca en una filosofía de la vida. Des­
P. Peñalver), Anthropos, 1989.
Estudio: J. Derrida y G. Bennington, Jac­ marcándose de los fenomenólogos del siglo
ques Derrida, Cátedra, 1994. xx, afirma, contra Sartre, que la concien­
cia desgraciada — es decir, el hecho para
la conciencia de no coincidir jamás con­
sigo misma, de estar perpetuamente des­
ESCUELA Y SOCIED AD , The School garrada en su ser— es superable. Más allá
and Society, 1899. de este desgarramiento, esta negatividad
Jo h n Dewey, 1859-1952. de la conciencia, el hombre puede reen­
contrar la beatitud en la parousia (o pre­
Debido al hecho de que la sociedad de sencia), que es adecuación total de sí con­
fin del siglo xdí está dividida y que la uni­ sigo mismo. Este estado es la felicidad.
dad social y comunitaria ha sido destro­ La obra defiende la tesis de que la con­
zada por la revolución industrial, la escue­ cepción de la fenomenalidad en el mundo
la debe encargarse de una misión nueva. occidental implica una distancia entre el
La sociedad agraria no tenía, por así decir­ objeto y el sujeto. Mas esta distancia, sobre
lo, necesidad de escuela. Mantenía la dis­ la cual está de acuerdo la casi totalidad de
ciplina y formaba el carácter poniendo al las ontologías fenomenológicas del siglo
xx, es un presupuesto, y no un resultado.
niño en contacto con la naturaleza. De
Por esta razón es necesario volver a pen­
ahora en adelante, es a la escuela a quien
sar las bases de estas ontologías, única
le incumbe educar e instruir; y no podrá
manera de superar las dificultades lógicas
lograrlo, dice Dewey, mas que recreando,
en que se encuentran.
para el niño de la era de las máquinas, con
Michel Henry es uno de los grandes
la sociedad y las instrumentalidades del
profesores y filósofos franceses de nues­
mundo moderno, la misma continuidad
tra época.
con la naturaleza que la educación tradi­
cional lograba establecer. La escuela debe­ Edición: L ’Essence de la manifestation,
rá ser por tanto un microcosmos, reflejo P.U.F., 1991.
2 53 ESENCIA DEL TEATRO (LA)

Estudio: G. Dufour-Kowalska, Michel Henry, El propósito de Feuerbach es hacer­


un philosophe de la vie et de la praxis, nos admitir que la oposición entre lo
Vrin, 1980.
humano y lo divino tiene su origen en la
oposición real entre el individuo limita­
do y la esencia humana ilimitada. La reli­
gión no es nunca más que el misterio del
ESENCIA DEL C RISTIAN ISM O (LA),
hombre hecho Dios. La filosofía debe
Das Wesen des Christentums, 1841.
por tanto dejar de ser «teología» para
Lu d w ig Feu erb ach , 1804-1872.
convertirse en «antropología». Debe
invertir la teología trastocando los suje­
La obra se presenta com o una her­ tos: en lugar de decir «Dios es sabio y
menéutica o como un análisis genético- bueno», debe decir «el hombre es sabio
crítico destinado a descubrir el secreto de y bueno». Al afirmar que es el ser huma­
la religión cristiana. no el que es divino, Feuerbach eleva la
Para empezar, Feuerbach aclara que antropología al rango de teología.
sólo el hombre tiene conciencia de sí y es
objeto para él al nivel de la especie ente­ Ediciones: La esencia del cristianismo (tr.
ra. El hombre, al tomar conciencia de J. L. Iglesias), Trotta, 1995; Escritos en tor­
sí, toma por ello mismo conciencia de su no a «La esencia del cristianismo» (tr. L. M.
Arroyo Arrayás), Tecnos, 1993.
humanidad en general. N o se sabe sola­ Estudio: H. Arvon, Ludwig Feuerbach ou
mente com o individuo, sino que reco­ la Transformaron du saeré, P.U.F., 1957.
noce también, en su existencia indivi­
dual, su participación en la especie
humana en general. Así, cuando el hom­
bre habla consigo mismo, se comunica E SE N C IA DE L T E A T R O (L A ), L ’es-
con su esencia, que no es alguna cosa fini­ sence du théátre, 1943.
ta, sino más bien una cosa ilimitada. H en ri G o u h ie r, nacido en 1898.
Sentado esto, Feuerbach pasa al aná­
lisis del objeto religioso. El Dios del hom­ El autor se plantea aquí la cuestión de
bre es su propia esencia, su yo verdadero saber si el teatro constituye un género lite­
y objetivo. Dios es el interior del hombre rario auténtico, o si el hecho de no exis­
proyectado al exterior, revelado, expre­ tir más que en su representación en la
sado. De ahí esta impresionante fórmula.- escena le impide «constituirse» de mane­
la religión es el desvelamiento solemne de ra autónoma. Comparando al teatro con
los tesoros ocultos del hombre, la mani­ el cine, con la literatura, la pintura o la
festación de sus pensamientos más ínti­ música, Henri Gouhier se interroga sobre
mos, la confesión de sus secretos de amor. el principio mismo de la pureza del tea­
Mas aunque la religión es la relación del tro, que debe en efecto una gran parte de
hombre consigo mismo, se le aparece al su fuerza a los decorados pintados, a la
hombre como una relación con una cosa música de escena y a la literatura, de la
distinta de él. La religión cristiana es pues cual toma su texto.
«la relación del hombre consigo mismo, o El autor concluye que el teatro es por
más exactamente con su esencia, mas con esencia religioso, desde la Antigüedad
su esencia como si fuera algún otro ser». griega y el culto de Dionisos hasta las posi­
De lo cual surge la alienación, puesto que ciones tomadas por Claudel, Ghéon o
«para enriquecer a Dios, el hombre debe Gabriel Marcel, que tenían todos ellos al
empobrecerse; para que Dios sea todo, el «misterio» por fundamento mismo de la
hombre debe ser nada». Así, la religión obra dramática. Si el teatro es así meta-
niega conscientemente en el hombre la físico por esencia, es porque, como subra­
razón y el bien para reafirmar, aunque de ya Gohuier, «toda actividad humana está
modo inconsciente, en Dios esas mismas implícitamente orientada hacia una filo­
cualidades. sofía». La ambición del dramaturgo es por
ESENCIA Y FORMAS DE LA SIMPATÍA 254

tanto la de crear toda clase de «personas»; caracteriza por el retomo del Espíritu sobre
pero éstas no son jamás más que «per­ sí mismo y el análisis crítico de nuestras
sonajes» que él fabrica. De aquí la ambi­ facultades intelectuales que conduce al
güedad de un arte que traiciona en par­ escepticismo. Al fin de este período, se
te su objetivo al ofrecer al espectador una manifiesta la tendencia a construir a prio­
diversión agradable. ri el universo, tendencia que alcanza su
apogeo desde Kant a nuestros días. Final­
Edición: L ’essence du théatre, col. «Pre- mente, la filosofía contemporánea trata
sences», Plon, 1943. de conciliar el naturalismo y el idealismo.
Estudio: J. Verdt, Dictionnaire des philo-
La segunda parte de la obra consiste
sophes, P.U.F., 1984.
esencialmente en la exposición del idea­
lismo absoluto de Royce. La demostra­
ción se inicia con la afirmación de los gran­
des principios del idealismo; el mundo tal
E SE N C IA Y F O R M A S DE L A SIM ­
y como puede ser conocido por nosotros
PA T ÍA . Wesen uncí Formen der Sym-
no es más que un sistema de ideas: sien­
pathie, 1923.
do nosotros Espíritus, podemos concebir
M a x S c h e le r , 1874-1928.
un Espíritu, pero una existencia desnu­
da de todo atributo mental nos es total­
El comportamiento simpático está a
mente opaca. Así el mundo real es o bien
la base, junto con otros factores, de la
Espíritu, o bien incognoscible. Por otra
cohesión social de todos los grupos huma­
parte, el absoluto incognoscible carece de
nos de cualquier tipo — de la «muche­
sentido, y es por tanto necesariamente
dumbre inorgánica» a las formas supe­
no-ser. Porque si existe un mundo fuera
riores de la comunidad. Max Scheler
de nosotros, su esencia debe ser suscep­
analiza las diferentes formas que puede
tible de ser conocida por algún espíritu,
revestir la simpatía e intenta extraer su
y si es así es porque ese mundo es de
naturaleza profunda consagrando varios
esencia ideal.
capítulos al conocimiento del yo del otro
Por añadidura Royce es llevado a dis­
y al tú, es decir, el otro en la medida en
tinguir dos mundos. El mundo «descrip­
que se relaciona afectiva y simpatética-
tivo», el de la exterioridad y de la causa­
mente conmigo.
lidad, no es todo el mundo real; existe, al
Edición: Esencia y formas de la simpatía lado de éste, un mundo de la «estimación»
(tr. J. Gaos), Buenos Aires, Losada, 1950. que, no pudiendo ser un mundo de móna­
Estudio: M. Dupuy, La philosophie de Max das aisladas, requiere una conexión de
Scheler, 2 vols., P.U.F., 1959. sujetos. Éste es el que obliga al Espíritu
a salir de sí mismo para poner fuera de sí
otro Espíritu. Este mundo de la estima­
ción es el del universo interior, y por tan­
E SP ÍR IT U DE L A F IL O S O F ÍA M O ­ to de la libertad pura, porque escapa al
D E R N A (EL), S pirit o f Modern Philo- tiempo y a la causalidad.
sophy, 1892. Las conclusiones de la obra plantean
Josiah R o y c e , 1855-1916. varios problemas. ¿Por qué este dualismo
en el interior del idealismo absoluto? Por
La primera parte de la obra pretende otra parte, Royce habría podido intro­
mostrar que el idealismo, tal y como lo ducir un tercer mundo, intermedio entre
concibe Royce, es el punto culminante de el de la objetividad y el de la libertad pura,
la evolución de la filosofía moderna. Ésta a saber, el mundo de la sensibilidad y de
puede dividirse en tres períodos; de Ga­ las pasiones, que continúa pertenecien­
lileo a Spinoza, siendo el naturalismo do al de la «estimación», pero está some­
racionalista la concepción dominante; el tido al tiempo y a la causalidad. Final­
segundo período, de Locke a Kant, se mente cabe preguntarse si una libertad
255 ESTADO COMERCIAL CERRADO (EL)

fuera del tiempo puede fundar sólidamente título indica, trata en ella del espíritu y de
una moral. la realidad, pero sobre todo de sus rela­
ciones, que el filósofo trata aquí de escla­
Edición: Espíritu de la filosofía moderna recer.
(tr. V. Pérez Quintero), Nova, 1947. Al analizar la objetivación del espíri­
Estudio: G. Deledalle, «Josiah Royce», en
La Philosophie américaine, Bruselas, De tu, es decir, su manera de estar ante el
Boeck-Wesmael, 1987. mundo y en el mundo, el pensamiento de
Berdiáev vuelve a encontrarse inevitable­
mente con los problemas clásicos del mal,
ESPÍRITU DE L A U T O P ÍA (EL), Geist del tiempo, y del sufrimiento.
der Utopie, 1918. Mas la originalidad del pensador ruso
E r n s t B lo c h , 1885-1977. consiste principalmente en que se detie­
ne a estudiar la significación de la asee-
El ensayo contiene las premisas de la sis, que es la opción del individuo para el
concepción de la forma abierta, que será espíritu, desde una perspectiva cristia­
desarrollada en + E l p rincipio esperan­ na, y que asume activamente el necesa­
za. La parte principal de este trabajo, rio sufrimiento ligado a toda elevación y
publicado en 1918 y reeditado por el filó­ a todo esfuerzo en el orden de la fe.
sofo en 1923, está consagrada a la filo­ Berdiáev es además autor de E l espí­
sofía de la música. En ella se expresa el ritu de Dostoievski, escritor por el que
deseo de instaurar una nueva metodolo­ estuvo muy influido.
gía para la determinación de las grandes
corrientes: se trata de una antropología Edición: Ésprit et réalité, Aubíer-Montaig-
ne, 1943.
de la música fundada en la relación a lo Estudio: J. Gaith, Nicholas Berdiaeff, phi-
percibido y a la interpretación musical. losophe de la liberté, Dar el Machreq, 1968.
El autor rechaza el aspecto de «catálo­
go» que presenta la sucesión de aconteci­
mientos históricos y sociales para propo­
ner una nueva interpretación de la historia E S T A D O C O M E R C IA L C E R R A D O
situándose más allá de las post-críticas. Su (EL), D er Geschlossene Handelsstaat,
aproximación procede por una multitud 1800.
de percepciones aisladas, elementos par­ J oh an n G o tt u e b Fich te, 1762-1814.
ciales o aforismos desarrollados que rea-
grupa bajo los títulos de las grandes partes Discípulo de Kant y viviendo en una
del tratado. Encadenamiento y sistemati­ nación financieramente arruinada, Fichte
zación transitan ambos por lo vivido. expone una teoría general que busca ins­
tituir un régimen económico racional, con­
Edición: Geist der Utopie (1918, 1923), forme al derecho y a la moral. Fichte cri­
vol. III de las Obras completas de Bloch,
tica las dos doctrinas económicas de su
Suhrkamp, 1964.
Estudio: J. A. Gimbemat, Ernst Bloch: uto­ época, el librecambismo (liberalismo eco­
pía y esperanza, Cátedra, 1983. nómico) y el mercantilismo, que, aunque
bien opuestos, se apoyan en principios que
«ofenden a la moralidad». El liberalismo
económico, al exigir la libertad total de mer­
ESPÍRITU Y R EALIDAD, Dukh i rea/ cados y el principio de concurrencia, con­
nost, 1938. duce a la guerra entre individuos y entre
N ic o lá i A le x á n d r o v i t c h B e rd iá e v (o naciones productoras, y por tanto a la rui­
B e rd ia e ff), 1874-1948. na de todos. El mercantilismo por su par­
te desemboca en un sistema de monopo­
Esta obra es sin duda la más cristiana lios en el interior y en un sistema de
de cuantas escribió Berdiáev. Com o su conquistas y colonización en el exterior.
ESTADO Y LA REVOLUCIÓN (EL) 256

Fichte propone una tercera vía, el «Esta­ este libro es al mismo tiempo una inter­
do comercial cerrado», que puede tener la vención circunstancial en un debate polí­
apariencia de un socialismo de Estado, un tico, en una coyuntura que hay que sope­
socialismo nacional. El Estado, totalidad sar al reflexionar sobre ciertos objetos. La
orgánica (organizada y organizándose) coyuntura es la guerra imperialista de
colocada por encima de los intereses par­ 1914 y el desarrollo de una corriente
ticulares, debe orientar la producción eco­ socialista oportunista, presta a apoyar a
nómica en el sentido de las necesidades los burgueses nacionalistas en la vasta
generales de la sociedad y preservar los empresa de reparto del mundo y accesi­
intereses de todos. La economía debe apo­ ble a los temas patrióticos y «chauvinis­
yarse en la propiedad privada, que es fun­ tas». El objeto teórico es aquí el poder y
damental y originaria para el autor inclu­ el aparato del Estado.
so aunque admita una propiedad pública En el prefacio de la primera edición,
para ciertos medios de producción, con­ Lenin anuncia su objetivo: estudiar, para
cretamente en la industria. Mas corres­ reestablecerla contra las deformaciones
ponde al Estado controlar la economía oportunistas, la teoría marxista (y engel-
(producción y comercio interior) e impe­ siana) del Estado; luego, criticar las con­
dir todo comercio con el exterior. Esta cepciones de la II Internacional (Kautsky)
autarquía permite al organismo social que sobre el Estado; y finalmente, extraer «las
es la sociedad conocer un régimen eco­ principales enseñanzas de la experien­
nómico racional cuya planificación (dis­ cia de las revoluciones rusas de 1905 y
tribución de las fuerzas de trabajo, fijación sobre todo de 1917».
de precios, etc.) compete al Estado. Lenin evoca la sustancia de la teoría
Con la introducción del socialismo en de Marx a propósito del Estado: el «pro­
la economía nacional, concretamente ducto de las contradicciones de clases
mediante la planificación, Fichte, pensa­ inconciliables». El Estado es un instru­
dor organicista, anuncia al economista ale­ mento, en manos de la clase dominan­
mán Fríedrich List (1789-1846), que está te, para oprimir a la clase dominada y
en el origen de la Unión aduanera (Zo/Í- mantenerla en la sumisión. Su papel prin­
verein), etapa decisiva hacia la unidad eco­ cipalmente — aunque no sólo— represi­
nómica alemana. Fichte es considerado vo es manifiesto. Todo Estado es así una
además o bien como el inspirador lejano «dictadura de clase».
de la planificación francesa — lo que quie­ «Dictadura»: se atisba aquí un contra­
re decir, de la planificación autoritaria sentido, que procede de la ideología bur­
soviética— , o bien como el precursor de guesa del derecho. Esta última remite en
una economía nacional-socialista. efecto las nociones de democracia y de
dictadura (o de violencia) a las formas del
Edición: El Estado comercial cerrado (tr. Estado (es decir, a sus características jurí­
J. Franco Barrio), Tecnos, 1991. dicas). Mas «dictadura» significa para Lenin
Estudios: J. Franco Barrio, «Estudio preli­
que el poder del Estado es siempre el ejer­
minar» a la ed. cit.; H. Heimsoeth, Fichte
(tr. M. García Morente), Revista de Occi­ cicio, violento en su esencia, de un domi­
dente, 1931; A. Philonenko, L ’Oeuure de nio que el derecho «sanciona» después de
Fichte, Vrin, 1984. realizado, pero que no podría funda­
mentar, puesto que no hay ninguna rea­
lidad anterior a la dominación de clase.
A la luz de las experiencias históricas
E S T A D O Y L A R E V O L U C IÓ N (EL), pasadas (1848, la Comuna de París, las
Cosudarstvo i revolyutsiya, 1917. revoluciones rusas de 1905 y 1917), el autor
Lenin (Vladímir Ilich Uliánov), 1870-1924. desgaja los principios de una estrategia revo­
lucionaria proletaria. La conclusión esencial
Como todas las obras teóricas de Lenin de Lenin se resume en esta afirmación: no
— y de la tradición marxista en general— , es posible revolución proletaria alguna si el
25 7 ESTÉTICA

aparato del Estado burgués no es destruido ESTÉTICA, Aesthetica, 1750-1758.


al mismo tiempo que es conquistado. Por­ A le x a n d e r G o ttu e b Baum garten, 1714-
que el aparato no es sólo el instrumento en 1762.
manos de una clase; es la materialización
del dominio de esa dase. Las instituciones En el espíritu de su autor, la Estética com­
estatales, en la multiplicidad concreta de sus pleta la obra de Wolff integrando en la filo­
dispositivos, no son «neutras», indiferentes sofía una ciencia de lo bello. Para Baum­
al contenido de clase del Estado. La «demo­ garten, la estética es en efecto una «ciencia
cracia burguesa» ejerce así, hasta en sus for­ del conocimiento sensible». El objeto de esta
mas aparentemente más «liberales» (parla­ ciencia es la «perfección sensible» (por opo­
mentarismo, juego de partidos), la sición a la «perfección racional», constituti­
dominación de clase. Apoderarse de la va de lo verdadero y del bien). Según Baum­
máquina no es suficiente, poique sus estruc­ garten, la belleza es resultado de un triple
turas conducirían indefectiblemente al domi­ acuerdo recíproco entre los pensamientos
nio de la clase burguesa. y las cosas, los pensamientos en sí mismos,
Contra el oportunismo que pretende y los pensamientos y los signos exteriores.
poder hacer funcionar tal cual las institu­ La unidad armoniosa de lo bello es revela­
ciones burguesas — en particular las insti­ dora de la perfección divina.
tuciones parlamentarias— , Lenin afirma Esta obra alcanzó una notoriedad con­
que la dictadura del proletariado es la for­ siderable, justificada por el carácter iné­
ma inevitable del ejercicio del poder revo­ dito de su objetivo: constituir a la estéti­
lucionario. Contra el anarquismo, niega la ca en disciplina filosófica de pleno
posibilidad de decretar el «fin del Estado». derecho. Kant la tiene en cuenta y Baum­
Su desaparición no puede ser resultado garten tuvo una gran influencia sobre el
más que de una «extinción», de un «debili­ pensamiento de la Ilustración. Mas pos­
tamiento» consecutivo a la desaparición de teriormente la idea de una ciencia de lo
los conflictos de clases. Desaparición que bello ha sido puesta en entredicho por las
ciencias humanas.
no es posible más que al término de la exa­
cerbación máxima de esos conflictos en la
Edición: Estética (tr. J. A. Míguez), Buenos
lucha por el poder del Estado. La dicta­ Aires, 1955.
dura del proletariado está así articulada por Estudio: E. Cassirer, -►La filosofía de la
la perspectiva del comunismo. No como Ilustración (tr. E. Imaz), Fondo de Cultura
un ideal lejano, una tierra prometida hacia Económica, 1993, cap. 7: «Los problemas
fundamentales de la estética».
la cual se tuviera vagamente la idea de diri­
girse, sino como una tendencia objetiva de
la lucha de clases en el seno mismo del sis­
tema capitalista.
E S T É T IC A , Estética com e scienza
E l Estado y la revolución es uno de
d ell’espressione e lingüistica generóle,
los textos teóricos fundamentales del mar­
1900.
xismo sobre la cuestión del Estado y de
B e n e d e tto C r o c e , 1866-1952.
la dictadura del proletariado. N o se lo pue­
de transformar por tanto en una colec­ La cuestión de una definición del arte
ción de fórmulas escolásticas ni aislarlo está subyacente a todas las tesis del autor,
de su coyuntura histórica y política, como que comienza aquí interrogándose sobre
cierta tradición que se pretende marxista lo que el arte no es: no es filosofía, por­
y heredera de Lenin lo ha hecho con que la filosofía es una reflexión lógica,
demasiada frecuencia. mientras que el arte es irreflexivo. No es
historia, que se apoya en categorías crí­
Edición: El Estado y la revolución, Ariel,
ticas, mientras que el arte no vive más
1981.
Estudio: E. Balibar, Sur la dictadure du pro- que de puras imágenes. N o es ciencia,
létariat, Maspero, 1976. aunque se constate una fuerza construc­
ESTÉTICA 258

tiva y unificadora en el espíritu poético. E S T É T IC A , Vorlesungen über die


Tampoco es un simple juego de la ima­ Aesthetik, 1832.
ginación, sino la seria preocupación de G e o r g W ilh elm F ried rich H e g e l, 1770-
convertir un vago sentimiento en una intui­ 1831.
ción clara. El arte no es tampoco el sen­ Lecciones impartidas en la universidad de
tim iento inmediato, sino su contempla­ Berlín.
ción. En fin, el arte no puede ser utilizado
más que con fines morales. Para Croce, Una primera compilación de este cur­
el arte es por tanto y ante todo intuición so fue editada en 1832 bajo la supervi­
lírica y pura. La intuición es la esencia sión de Hermann Georg Hotho; siguie­
del hecho estético. N o es sin embargo a ron otras ediciones, entre ellas la edición
priori estética «en sí», sino más bien algo del Jubilaum en 1927 y la de Leipzig en
inmanente en las obras singulares. 1931.
El discurso por excelencia sobre el arte Queriendo captar los principales
es ¡a estética, que reorganiza sin cesar el momentos del arte, Hegel produjo una
universo de las obras. La estética está más verdadera semiología de las artes que abor­
que emparentada con la filosofía; ella es da: el arte como unidad de lo concreto y
«toda la filosofía», por encima del hecho de lo abstracto, el arte como superación de
que trate sobre el arte. Así, no es posible la naturaleza y de la lógica, el arte como
separar historia de la filosofía e historia lenguaje, y finalmente la música y sus
de la estética, al igual que una estética no modos de expresión.
filosófica es imposible. El autor reafirma, El arte, la religión y la filosofía tras­
siguiendo a Baumgarten — inventor del tér­ cienden la Naturaleza y el Espíritu pues­
mino «estética»— , el papel principal de esta to que su objeto es un objeto absoluto; y
disciplina: llenar el espacio entre las per­ la trascendencia así abierta proporciona
cepciones confusas de lo vivido y las intui­ a Hegel el punto de vista de la verdad
ciones claras, del que las obras artísticas absoluta. En la forma concreta del espí­
son su realización. Croce tiene también la ritu subjetivo, la inmediatez natural no es
convicción de que el arte es fundamental­ más que el signo de la Idea, y la forma
mente Uno, y que toda clasificación o divi­ no es más que la forma de la belleza. Ello
sión es una cuestión meramente técnica, quiere decir que para Hegel el arte media­
lo cual entraña una confusión entre arte y tiza a la belleza, aunque ésta se ofrece a
técnica; esta última no es más que una su vez como inmediata a través de la sim­
acción práctica para la conservación y ple significación sensible. El arte es el sig­
comunicación de las obras artísticas. no de la verdad al mismo tiempo que la
La perspectiva del autor es idealista, unidad y la síntesis de lo concreto y del
aunque no intelectualista, en la medida aspecto. Hegel plantea también la cues­
en que se afirma la inmanencia del espí­ tión de saber có m o procede el artista:
ritu en el arte. Estos textos se oponen a ¿objetivamente, según el contenido, o sub­
la metafísica y al positivismo. La influen­ jetivamente, según el grado de civilización
cia del autor, en cuanto a ideas y a méto­ de su época? Se trata para Hegel del pro­
do, no ha logrado unanimidad; mas sigue blema de las relaciones de lo interior y
siendo considerable sobre el conjunto de de lo exterior, planteado bajo el aspec­
la cultura italiana. to de un problema puramente histórico,
según el juego de una subjetividad pre­
Edición: Estética (tr. A. Vegue y Goldoni), sente que debe representar un objeto
prólogo de M. de Unamuno, Madrid, Fran­ pasado. Y ello tanto si el artista utiliza sub­
cisco Beltrán, 1926. jetivamente las condiciones de su época
Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol. para representar temas del pasado, como
III, Montaner y Simón, 1973, pp. 438-452; si se eleva a la fidelidad objetiva en la
P. Olivier, Croce ou l’affirmation de l ’im- representación del pasado, o cuando
manence absolue, Seghers, 1975. observa y se apropia de la verdadera obje­
259 ESTÉTICA

tividad de la representación de los temas en Hegel una función muy significativa. En


del pasado y de los pueblos extranjeros. tanto que «representación de la represen­
Se advierte que la noción del Ideal bus­ tación humana», ¿no es acaso la arquitec­
cado en el ámbito de la obra de arte es tura de las significaciones, en principio des­
tratado por Hegel por referencia a la exis­ provistas de formas; la arquitectura de las
tencia histórica, porque el arte sobrepa­ representaciones generales? A través de
sa tanto la naturaleza como la lógica. lo colosal y lo sagrado, sus gigantescas
A través del arte, es el espíritu el que se construcciones apuntan a la asamblea gene­
reconcilia con su certeza primera: en él ral de los hombres.
obtiene su determinación concreta en tan­ Hegel sigue la vía sensible pasando de
to que realidad. la arquitectura a la escultura, de ésta a la
¿Qué son las formas de arte sino las pintura, y de esta última a la música. De la
formas mediante las cuales los pueblos finitud masiva a lo absoluto que él indica,
han expresado sus intuiciones y los aspec­ el paseo hegeliano a través de las artes nos
tos más ricos de la vida: los contenidos va descubriendo a la arquitectura como
religiosos, éticos, políticos y espirituales? el arte más incompleto, a la escultura como
El hecho estético no es autónomo, sino arte destinado a buscar lo espiritual bajo el
vinculado a la vida del Estado en el cual se aspecto de lo particular, a la pintura afa­
produce. nándose por asentar sobre la forma exte­
Hegel estudia ante todo la validez de rior la manifestación de lo interior. Siem­
la estética como ciencia. Pero toda cien­ pre el juego del interior y del exterior.
cia revela ante el examen ciertos víncu­ La música nos permite desprendemos
los con una ciencia antecedente, a la vez de la forma exterior y de su visibilidad
que comienza por el concepto de un obje­ para remitimos al oído, un sentido, según
to determinado y confirmado, necesario. Hegel, más ideal aún que la vista: pues
Ahora bien, Hegel afirma que el arte es lo que percibe el oído es precisamente la
una presuposición que fluye de su siste­ trepidación interior del cuerpo que reve­
ma filosófico; tiene su lugar y función en la «una primera idealidad del alma». Igual­
ese sistema que estructura la totalidad del mente la música es una «doble negación
campo cultural, tanto si el arte es implí­
de la exterioridad»: la supresión del esta­
cito o explícito, rubricado o anónimo.
do espacial y, por la reacción del cuerpo,
Además, el arte moraliza al hombre al
supresión a su vez de esta misma supre­
liberarlo de sí mismo («Llorar es ser con­
sión. Es sorprendente que la exterioridad
solado»). Y también rechazará Hegel el
del sonido quede anulada desde el
arte placentero en beneficio de un arte
momento en que éste se produce. El soni­
significativo.
do es percibido com o algo de idéntica
Esta es la razón de que, en la fenome­
naturaleza abstracta a la de la interiori­
nología de la contemplación de lo bello,
dad misma. Por esa razón la música no
retome Hegel la idea kantiana de la «reti­
puede reproducir nada: en todo caso, no
rada del deseo». Aunque el concepto de
objetos reales. Su misión es «hacer reso­
arte como «unión íntima de lo general y
nar el yo más íntimo, su subjetividad más
lo particular, de la libertad y la necesi­
profunda, su alma ideal». Semejante en
dad, de lo espiritual y lo natural» se lo debe
esto a la arquitectura, no toma sus for­
a Schelling.
mas de lo que existe, sino de la «imagi­
¿No es esto decir que el arte es un len­
nación creadora». Por lo demás, simetría
guaje? El arte y el lenguaje responden
y armonía son características de la músi­
ambos a la necesidad de la comunicación.
ca y la arquitectura.
Uno y otro son igualmente medios de
representación. Transmiten lo que los hom­
Edición: Estética (tr. R. Gabás), 2 vols.,
bres piensan, imaginan y experimentan. Península, 1991.
En esta perspectiva, una gran construcción Estudio: G. Bras, Hegel et l ’art, P.U.F.,
como la arquitectura simbólica cumple 1989.
ESTRUCTURA DE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS (LA) 260

E ST R U C T U R A DE LA S R E V O LU ­ En el curso de esas revoluciones (tran­


CIONES CIENTÍFICAS (LA). The Struc- sición de un paradigma a otro), es donde
ture o f Scientific Revolutions, 1962. verdaderamente progresa la ciencia. Por­
Thom as Sam u el Kuhn, nacido en 1922. que el abandono de un viejo paradigma
por la comunidad científica entraña una
La mayoría de los historiadores de las revisión radical de sus principios, de sus
ciencias, observa Kuhn, ilustran o defien­ métodos, de sus criterios de juicio: «Lo
den la idea de que la ciencia progresa por que, antes de la revolución, era para el
acumulación lineal de los descubrimien­ hombre de ciencia un pato, deviene un
tos e intentos individuales. Para el autor conejo», escribe Kuhn con un innegable
del presente ensayo, esta visión conti- sentido del resumen. Más allá de las teo­
nuista del desarrollo científico no puede rías científicas, es en efecto nuestra visión
ser aplicada más que a lo que él llama misma del mundo la que se encuentra
«ciencia normal». modificada desde el momento en que un
Durante los largos períodos en que paradigma es abandonado en beneficio
la ciencia es norm al, el conjunto de la de otro.
comunidad científica (los investigadores,
mas también los profesores y los estu­ Edición: La estructura de las revoluciones
diantes) forma bloque en torno a una científicas (tr. A. Contin), Fondo de Cultu­
ra Económica, 1990.
«matriz disciplinar», o paradigma, que Estudio: I. Stenger, «La descripüon de Kuhn
inspira las «tradiciones particulares y et son application á la biologie contempo-
coherentes de investigación científica». raine», Annales de I’Instituí de philoso­
Elevados al rango de dogmas, esos para­ phie, Bruselas, 1973.
digmas, a ejemplo de la teoría del movi­
miento de Aristóteles o al de la teoría
corpuscular de la luz, orientan la inves­
tigación y determinan el marco en cuyo ESTRUCTURA DE LAS TEORÍAS DE­
interior van a ser interpretados los resul­ DUCTIVAS (LA), La structure des théo-
tados. Si sobreviene una «anomalía» ries déductives, 1921.
todos se esfuerzan por reducirla para Lou is R ou gie r, 1889-1982.
poder hacerla encajar «en la caja pre-
formada e inflexible que suministra el En oposición a Edmond Goblot, para
paradigma». Así, la ciencia normal, con­ quien el razonamiento no es jamás inde­
trariamente a lo que afirma Popper en pendiente de los objetos sobre los cua­
->■ La lógica del descubrimiento cien­ les razona (lo que equivale a afirmar la
tífico, no procede por conjeturas y refu­ esterilidad de la lógica formal), Rougier
taciones, sino por la acum ulación de desarrolla aquí la tesis que afirma que
teorías destinadas a reforzar el para­ «toda teoría deductiva es una teoría
digma desde el m om ento en que se puramente formal», un esquema lógico
implanta. susceptible de ser aplicado a los obje­
Sin embargo, ciertas anomalías se tos y a las relaciones particulares más
«resisten» a ser asimiladas pese a los diversas. Apoyándose en los trabajos
esfuerzos de los científicos. El paradig­ de la escuela logicista (Russell, White­
ma en vigor entra entonces en crisis y head, etc.), el autor aplica a la mate­
la ciencia, devenida extraordinaria, ve mática una teoría del juicio y del razo­
a sus agentes constreñidos a rechazarla namiento que luego extiende a la
para sustituirla, tras un período de rela­ epistemología.
tiva confusión, por un nuevo paradig­ Rougier concede una gran importan­
ma susceptible de dar cuenta, de mane­ cia a lo que él llama los «principios for-
ra satisfactoria, de los fenómenos madores», gracias a los cuales el mate­
considerados «anormales» en el sistema mático construye nuevos sistemas de
anterior. objetos a la vez más generales y más com­
261 ESTRUCTURA LÓGICA DEL MUNDO (LA)

piejos. «Es mediante ellos como se mani­ tal proyecto implica empero contar con
fiesta, en una teoría deductiva, la activi­ una teoría unificada de la ciencia, y pue­
dad creadora del espíritu.» La antino­ de ser que sea esto lo que más choca al
mia entre el carácter apodíctico del lector hoy día.
razonamiento en geometría y el enri­ Carnap distingue entre tres grandes
quecimiento progresivo e indefinido de categorías de objetos: los objetos físicos,
esta ciencia le parece así resuelta al autor. los objetos psicológicos, y los objetos cul­
N o obstante advierte que los principios turales. Uno de los principales problemas
formadores no son más que funciones que se plantean en el marco de una tal
proposicionales: no podrían en conse­ construcción concierne a la determina­
cuencia crear los objetos a los cuales ellas ción de los objetos básicos. Carnap eli­
se aplican; es preciso que los objetos sean ge para el sistema que él propone una
dados con antelación para que los prin­ base «autopsicológica», esto es, compuesta
cipios formadores jueguen su papel e inte­ de objetos psicológicos que pertenecen
gren esos objetos en la teoría deducti­ al propio sujeto. Es ciertamente cons­
va. L o cual es, de una cierta manera, ciente del riesgo de subjetivismo que tal
admitir que el formalismo no podría ser elección implica; mas piensa que ese ries­
integral ni prescindir de la intuición en la go desaparece desde el momento en que
actividad creadora de los matemáticos. se pone el acento en el carácter «estruc­
tural» de la ciencia. La cuestión siguien­
Edición: La structure des théories déduc- te es la de saber qué elementos elegir de
tiues, Alean, 1921. esta base. La elección de Carnap se incli­
Estudio: P. Jacob, L ’empirispie logique,
ses antécedents, ses critiques, Ed. de Minuit, na por las experiencias elementales (que
1980. en su sistema son unidades inanalizables)
y por la relación E de «semejanza recor­
dable» (suficiente para construir el mun­
do). A partir de esto, el autor reconstru­
E S T R U C T U R A L Ó G IC A D EL M U N ­ ye sucesivamente el mundo fenoménico,
DO (LA), Der logische Aufbau der Welt, el mundo psíquico, el psiquismo de los
1928. otros, y los objetos culturales.
R u d o l f C arn ap , 1891-1970. La «constitución» de la Aufbau supo­
ne una base fenomenalista. En su filoso­
Este gran libro de la filosofía del siglo fía ulterior, Carnap elegirá, por razones
XX sigue siendo mal conocido, si no des­ de comodidad, una base fisicalista; mas
conocido, por el gran público filosófico, en razón de su «principio de tolerancia»,
tal vez debido al hecho de su tecnicidad. esta diferente elección no entraña para
El proyecto es sin embargo grandioso: se él ningún tipo de revisión: se trata sim­
trata nada menos que de derivar el con­ plemente de adoptar un «sistema de coor­
junto de las concepciones científicas del denadas» más manejable.
mundo a partir de algunos conceptos bási­ La Aufbau sigue siendo una obra cla­
cos, de aplicar al análisis de la realidad ve de nuestro siglo; conviene resaltar
el método puesto a punto por Russell y por lo demás que ha servido de punto
Whitehead para las matemáticas, de uti­ de partida y de texto de referencia a Nel­
lizar la teoría de las relaciones — pieza son Goodman, del que La estructura
capital de la lógica moderna— para dar de las apariencias (1951) es nada
cuenta de lo dado. Esta derivación se rea­ menos que el comentario crítico de la
liza sobre el modelo de una constitución, obra de Carnap.
que es el reverso de una reducción. Redu­
cir un concepto a otro equivale a tradu­ Edición: The Logical Structure o f the
World, Londres, Routledge & Kegan Paul,
cir los enunciados que lo contienen a 1967.
enunciados que contienen al concepto Estudios: R. Carnap, Autobiografía inte­
tenido por más primitivo o «básico». Un lectual (tr. C. Castells), Paidós, 1992; J. Vui-
ESTRUCTURAS ELEMENTALES DEL PARENTESCO (LAS) 262

Ilemin, La Logique et le Monde sensible, ESTRUCTURAS SINTÁCTICAS, Syn


Flammarion, 1971. tactic Structures, 1957.
Noam Chom sky, nacido en 1928.

Hasta este ensayo de constitución de


ESTRUCTURAS ELEMENTALES DEL una «teoría general formalizada de la
PARENTESCO (LAS), Les structures estructura lingüística», existían dos mode­
élémentaíres de la parenté, 1949. los de la teoría del lenguaje: un modelo
C la u d e L é vi-S trau ss, nacido en 1908. teórico de la comunicación, en el cual
el lenguaje es concebido como un p ro ­
Este texto, que retoma la tesis de doc­ cedim iento de Markov de estados fini­
torado de Lévi-Strauss, propone una refle­ tos, que produce frases de izquierda a
xión sobre el incesto cuya prohibición derecha, y un modelo sintagmático fun­
es una estructura remanente de todos los dado en el análisis de sus constituyentes
tipos de sociedad. Desde un punto de vis­ inmediatos.
ta etnológico, el incesto es doblemente Chomsky propone aquí un tercer
notable: no solamente su prohibición es modelo más potente, cuya noción central
universal, sino que, sobre todo, se arti­ es la de nivel lingüístico, es decir, esen­
cula a través de ella el pasaje de lo natu­ cialmente un conjunto de mecanismos
ral a lo cultural; dicho de otro modo, el descriptivos valederos para ofrecer un pro­
pasaje del parentesco — que es un dato cedimiento de evaluación de las gramá­
biológico— a la unión — que proviene de ticas. El autor considera así una suce­
la elección y de la relación con el otro. sión de niveles de complejidad creciente
La instauración de la prohibición del que están en correspondencia con modos
incesto en una sociedad dada corres­ de descripción gramatical cada vez más
ponde de hecho a la introducción de potentes.
reglas encaminadas a permitir la gestión Para comprender una frase, es nece­
de las mujeres de la comunidad. En efec­ sario conocer las frases-nudo de la que
to, la prohibición del incesto obliga a la está formada, la estructura sintagmática
mujer a abandonar su medio «natural», (descomposición en constituyentes) de
su propia familia, para tomar un espo­ cada uno de los componentes elementa­
so en un medio «cultural», esto es, com­ les, y también la historia transformacio-
puesto de hombres extraños a su propia nal (reglas de conversión de una estruc­
familia. Este camino hacia la cultura se tura profunda en una estructura superficial)
realiza por medio del matrimonio exo- del desarrollo de esta frase viviente a par­
gám ico que condena definitivamente el tir de las frases-nudo.
incesto. Esta concepción de la interdepen­
Al revelar en esta obra los fundamen­ dencia de los niveles y la de los niveles
tos sociológicos de fenómenos tales como lingüísticos concebidos com o sistemas
abstractos de representación, unidos
el matrimonio, Lévi-Strauss abre nuevos
solamente por reglas generales, ha
horizontes a la etnología; a partir de aho­
hecho progresar la integración de las
ra, esta última tiende a devenir la cien­
numerosas correlaciones que existen
cia de la articulación de lo natural con lo
entre la estructura sintáctica y el senti­
cultural.
do; así, el marco sintáctico puede «sos­
Edición: Las estructuras elementales del ten er al análisis semántico, pero jamás
parentesco (tr. M. Th. Cevasco), Paidós, fundarlo.
1991.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Edición: Estructuras sintácticas (tr. C. P.
temporáneos esenciales (tr. M." L. Rodrí­ Otero), Siglo XXI, 1974.
guez Tapia), Cátedra, 1996; Y. Simondis, Estudio: C. P. Otero, La revolución de
Claude Lévi-Strauss ou «la Passion de I'in­ Chomsky, Tecnos, 1984.
ceste», Flammarion, 1980.
26 3 ESTUDIOS NEWTONIANOS

ESTUD IO S DE H IST O R IA DEL PEN­ otros menos ilustres: Bonamico, Benedet­


SAMIENTO CIENTIFICO, Études d ’his- ti, Bruno, Tycho Brahe, Cavalieri, Gassendi.
toire de la pensée scientifique, 1966.
A le x a n d r e K o y r é , 1892-1964. Edición: Estudios galileanos (tr. M. Gon­
zález), Siglo XXI, 1980.
Estudio: R. Taton, «Alexandre Koyré, His­
Esta obra reagrupa diversos ensayos torien de la pensée scientifique», Revue de
de epistemología y de historia de las cien­ synthése, n.° 88, 1967, pp. 5-20.
cias. Todos, o casi todos, tratan de la revo­
lución científica ocurrida desde el Rena­
cimiento hasta el siglo XVII. Junto a los
«grandes nombres» de la ciencia clásica E ST U D IO S K IE R K E G A A R D IA N O S ,
(Copémico, Galileo, Pascal), son evoca­ Études kierkegaardíennes, 1938.
das figuras menos ilustres pero no menos Jean W a h l, 1888-1974.
apasionantes fTartaglia, Benedetti, Cava-
lieri, Gassendi). H método de Koyré con­ Voluminoso, el análisis de Wahl se rea­
siste en investigar las condiciones de ela­ liza en tres movimientos. En primer lugar
boración de los saberes científicos en sus examina el paralelismo entre la vida de
contextos culturales e ideológicos. Kierkegaard y sus escritos. Después mar­
ca la articulación de las ideas: de la angus­
Edición: Estudios de historia del pensa­ tia al pecado, del arrepentimiento a la fe.
miento científico (tr. E. Pérez Sedeño y E.
Finalmente estudia las críticas de Kier­
Bustos), Siglo XXI, 1977.
Estudio: R. Taton, «Alexandre Koyré, His­ kegaard a Hegel, y luego su aportación a
torien de la pensée scientifique», Revue de los existencialistas Jaspers y Heidegger.
synthése, n.° 88, 1967, pp. 5-20. Wahl describe aquí el paso del idealis­
mo al existencialismo; él mismo, en su ->
Tratado de metafísica, abogará por el
individuo contra los sistemas.
ESTUDIOS G AU LE AN O S, Études Ga-
liléennes, 1940. Edición: Études kierkegaardiens, Vrin,
1974.
A le x a n d r e K o y r é , 1892-1964.
Estudio: E. Levinas, P. Ricoeur y X. Tilliet-
te, Jean Wahl et Gabriel Marcel, Bauches-
Esta obra ilustra magistralmente el pro­ ne, 1976.
yecto histórico-crítico de Alexandre Koy­
ré en el dominio de la epistemología:
encontrar, en su contexto histórico, cul­
ESTUDIOS N EW TO N IAN O S, Études
tural e ideológico las condiciones de la
newtoniennes, 1965.
producción de los saberes científicos. Más
A le x a n d r e K o y ré , 1892-1964.
que en la persona de Galileo, Koyré se
centra en la revolución científica de la que
Prolongación de los -* Estudios galilea-
éste es el principal — aunque no el úni­
nos, esta obra se centra en la formación
co— actor. ¿Cómo se eclipsan la física
del concepto de gravitación universal, en
y la cosmología escolásticas ante la astro­
donde Newton es considerado por rela­
nomía y la mecánica nuevas? ¿Cómo se
ción a sus predecesores (Copémico,
han descubierto la ley de la caída de los
Kepler, Descartes, Galileo) y a sus con­
cuerpos, el principio de inercia? En todos
temporáneos (Leibniz, Malebranche). La
estos casos, se trata de reconstruir el labe­
figura de Newton aparece como la de un
rinto de los caminos del pensamiento, de
sabio, pero también como la de un filó­
los experimentos posibles; en suma, de
sofo con preocupaciones metafísicas.
seguir los tortuosos meandros de la ela­
boración de los saberes científicos. Edición: Études newtoniennes, col.
Galileo es evocado, por supuesto; pero «Bibliothéque des Idées», Gallimard, 1968.
también Descartes, Copémico, Torricellí y Estudio: R. Taton, «Alexandre Koyré, His­
ETAPAS DE LA FILOSOFÍA MATEMÁTICA (LAS) 264

torien de la pensée scientifique», Revue de multiplicación de autores imaginarios


synthése, n.° 88, 1967, pp. 5-20. expresa la riqueza de las experiencias
vividas; los escritos son otros tantos rela­
tos de las relaciones del individuo con
ETAPAS DE LA FILOSOFÍA MATEMÁ­ el amor o con la fe. Así Afham («In vino
TICA (LAS), Les étapes de la philoso­ verita s») y el esposo («Conversación
phie mathématique, 1912. sobre el matrimonio») manifiiestan su
Lé o n B ru n sc h vic g, 1869-1944. vinculación con los sentimientos esté­
ticos del amor satisfecho. Y a la inver­
Cuidadoso en marcar las etapas de la sa, por su desesperación ética, el her­
creación humana, Brunschvicg divide su mano Taciturno («¿Culpable? ¿No
estudio en los «períodos de constitución» culpable?») no puede ni sentirse satisfe­
y el «período moderno». Partiendo de los cho de su amor, ni acceder a la fe ver­
trabajos de etnografía, examina ante todo dadera.
los primeros descubrimientos. Pasa lue­ Kierkegaard deambula entre las «tres
go a los antiguos para indicar las prime­ esferas de existencia: estética, ética y
ras formas de la aritmética y de la geo­ religiosa». Su propia vida oscila de la una
metría, consagrando un capítulo a la lógica a la otra, sin conseguir acceder al esta­
formal de Aristóteles y otro a la geome­ dio de la fe (cfr. ->■ T e m or y tem blor).
tría euclidiana. Vienen a continuación los Así, el diario de Frater Tacitumus es el
trabajos de Fermat, de Descartes y de los espejo de lo que Kierkegaard ha vivido
cartesianos. En el tema del análisis, retor­ con Regina Olsen: el fracaso afectivo, el
na a la Antigüedad y luego aborda la filo­ sentimiento de culpabilidad. «Mas ¿soy
sofía matemática de Leibniz y el análisis yo culpable entonces? Sí, porque he
newtoniano. Brunschvicg estudia el cri­ comenzado una cosa que yo no podía
ticismo de Kant y el positivismo de Com­ realizar.»
te para tratar la cuestión de la transfor­
mación de las bases científicas. De este Edición: Etapas en el camino de la vida (tr.
J. Castro), Buenos Aires, Santiago Rueda,
modo hace ver la evolución de la arit­
1952.
mética y el movimiento de la lógica a la Estudios: M. H. Hartshorne, Kierkegaard:
vez que explica las principales nociones el divino burlador (tr. E. Lucena), Cáte­
matemáticas de su época. dra, 1992; J. Wahl, * Études kierkegaar-
diennes, Vrin, 1974.
Edición: Las etapas de la filosofía mate­
mática (tr. C. Ratto), Buenos Aires, Lauta­
ro, 1945.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
ÉTICA, Ethica, 1665.
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
vol. II, Tecnos, 1988; M. Deschoux, A r n o l d G euun cx, 1624-1669.
Brunschvicg, Seghers, 1969.
La historia de la filosofía retiene el
nombre y la obra de Geulincx sobre todo
en razón de la coincidencia con Spino­
ETAPAS EN EL CAM INO DE LA VI­ za: los dos vivieron en la misma ciudad
DA, Stadier paa Livets Vei, 1845. de Holanda y en la misma época (Ley-
S o re n A a b y e K ierk e gaa rd , 1813-1855. den), y escribieron cada uno de ellos una
obra a la que, probablemente sin saber­
El hecho de que Kierkegaard utiliza lo, dieron el mismo título de ->• Ética.
muchos pseudónimos da el sentido de Mas sería abusivo prolongar el parale­
esta recopilación: «Hilarius, encuader­ lismo más allá de esta coincidencia, pues
nador» publica en una obra los textos de Geulincx no ha alcanzado evidentemente
diversos escritores (Wílliam Afham, un la fama de su ilustre conciudadano; no
esposo anónimo, Frater Tacitumus). Esta obstante, comparte con él la conscien­
265 ÉTICA ANICOMACO

cia de la novedad radical que significa­ ÉTIC A A EUDEMO, H0iicd Eü&fpeia,


ba introducir en la filosofía el pensa­ o entre 348 y 342 a.C.
miento de Descartes y se convirtió en A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
ardiente defensor de su causa difun­
diendo sus ideas en Holanda. Toman­ La autenticidad de este escrito ha sido
do en concreto de Descartes el princi­ controvertida desde hace tiempo: se supo­
pio del co g ito com o punto de partida ne en efecto que se trata de una compi­
del pensamiento, intenta profundizar lación de su discípulo Eudemo de Rodas
sobre la situación del sujeto que piensa del primer curso de moral que Aristóteles
en el sentido de la inestabilidad, contra impartió después de su partida de Atenas.
la idea de una sustancialidad o de un Habiendo roto con el platonismo al recu­
estado definido de una vez por todas. sar la existencia de las Ideas, construye
Geulincx propone una interpretación una nueva moral en la que el alma no es
del cartesianismo en la que domina el más que el principio que anima al cuerpo
principio del ocasionalismo, lo que lo y del que ella debe, según esto, desapa­
acerca a Malebranche. recer al mismo tiempo que él. Esta nueva
moral encontrará su culminación en la ►
Edición: Extracto de la Éthique, en Geu­ Ética a Nicómaco.
lincx. col. «Philosophes de tous les temps»,
Seghers, 1970. Edición: Ética Nicomaquea. Ética Eude-
Estudio: A. de Lattre, L ’occasionalisme mia (tr. J. Palli), Gredos, 1995.
d ’ArnoId Geulincx, Éd. de Minuit, 1968. Estudios: J. Bames, Aristóteles (tr. M. San-
sigre), Cátedra, Madrid, 1987; R. A. Gaut-
hier, La Morale d’Aristote, P.U.F., 1973.

ÉTICA, 1922.
P i o t r A le x é ie v ic h K r o p o tk in , 1842-
1921. É T IC A A N IC O M A C O , H O iK d N i k o -
l^tíxaa.
Teórico del anarquismo científico, Kro­ A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
potkin desarrolla en este texto la noción
de ayuda mutua estableciendo el primer Esta obra filosófica consta de diez libros.
eslabón de una cadena que comporta El título indica el tema: «ética», del griego
igualmente la justicia y la moral. Ti0iKÓ<; (ethikos), designa las concepcio­
En efecto, estos tres eslabones son nece­ nes morales en las que un ser humano
sariamente vitales en la evolución huma­ cree.
na. Actuando de manera que estos tres ele­ Según el autor, el único fin que el hom­
mentos sean respetados es como los bre persigue es el bien, cualquiera que sea
hombres podrán fundar un sistema ético lo que diga o haga. Incluso aunque parez­
en armonía con los imperativos sociales ca orientarse hacia fines imperfectos, lo
del mundo moderno. A la base de la ética que busca en última instancia es el bien
está el reconocimiento de la igualdad. Y supremo, el fin absoluto, apetecido por sí
apoyándose en ese principio de la igual­ mismo.
dad, Kropotkin afirma la posibilidad de des­ Los hombres en general piensan que
truir todas las ilusiones acumuladas por la el bien supremo es la felicidad; ésta difie­
filosofía, la religión y sus diferentes doc­ re según los gustos y las inclinaciones de
trinas. cada uno; la felicidad es la realización de
las satisfacciones espirituales y eudemo-
Edición: Ética (tr. A. Zuloaga y J. Veñik), nistas. Analizada y dividida así, la felicidad
Libros Dogal, 1977. depende de la ética colectiva, de una polí­
Estudio: G. Woodcock e I. Avakumovic,
tica. Aristóteles se consagra esencialmente
El príncipe anarquista (tr. J. M. Alvarez y
Á. Pérez), prólogo de A. J. Cappelletü, Júcar, a la virtud humana. Según él, hay dos tipos
1978. de virtudes: las uirtudes éticas que nacen
ÉTICA DE LA VOLUNTAD PURA 266

del hábito, y las virtudes dianoéticas que una virtud esencial; sobre ella se apoya
derivan de la inteligencia y pueden ser la salvación del hombre o al menos su
desarrolladas por enseñanza (1. I). La vir­ felicidad: la amistad borra las faltas, empu­
tud es el tema principal del libro 11: es una ja a las buenas acciones, es la fuerza que
cualidad potencial; no se realiza más que sostiene a dos amigos. El libro X expo­
cuando se actúa adecuadamente; hay que ne la teoría de la felicidad: el ejercicio de
ser educado en ella; la virtud es una cua­ la virtud puede ser realizado en el placer;
lidad que se adquiere voluntariamente, mas todas las funciones del alma, incluso las
requiere que uno sea justo, mesurado y más altas, pueden estar ligadas al placer:
razonable. La virtud no es ni un don ni la contemplación pura de la verdad eter­
una pasión, sino un acto perfecto na es la posibilidad de participar en la
e m p a lia (eupraxia). Este acto perfecto beatitud divina. Liberado de sus males
se opone al mal; es sobre todo su valor terrestres, el hombre alcanza así la feli­
mediador lo que interesa a Aristóteles. cidad suprema. Mas la felicidad no pue­
En el libro III, el filósofo estudia el de ser continua, sea que esté dirigida a
aspecto voluntario o involuntario de la Dios o que lo esté hacia los hombres;
acción. Una acción deliberada encuentra es preciso además ser virtuoso y respe­
su origen en el deseo 6pe£,iq (orexis), del tar los valores morales en los que uno ha
sujeto; ese deseo puede ser razonado: sido formado.
puede provenir de una elección o de una La gran moral llevaba el sello de un
intención. El hombre es por ello total­ cierto eudemonismo humanista; la -> Éti­
mente responsable de su virtud, que nace ca a E ud em o se orientaba en cambio
de su intención. Por lo mismo, es res­ hacia un intelectualismo ético. Este tra­
ponsable de sus vicios. tado, que es la obra de moral más ela­
En el libro IV describe Aristóteles cier­ borada de Aristóteles, trata de conciliar
tas virtudes éticas que es necesario pose­ esas dos tendencias; con ella nos ha deja­
er: templanza, honradez, magnanimidad, do el autor la forma más acabada de su
sinceridad. Después, en el libro V, pasa doctrina.
a la justicia, de la que estudia sus diversos
tipos y relaciones. Las virtudes dianoéti­ Edición: Ética a Nicómaco (tr. J. Marías y
cas son el objeto del libro VI; concier­ M. Araujo), Centro de Estudios Constitucio­
nen a la inteligencia, y existen cinco: la nales, 1985.
Estudios: J. Bames, Aristóteles (tr. M. San-
ciencia émaxfpTl (episteme), que demues­
sigre), Cátedra, Madrid, 1987; R. A. Gaut-
tra los hechos y conduce al conocimien­ hier, La Morale d’Aristote, P.U.F., 1973.
to de lo universal; el arte %é%vr\ (tekhne),
cuyo fin es la creación; la prudencia
<ppóvr|oi<; (phrónesis), que, basada en el
buen sentido y la razón, conduce por la É T IC A DE L A V O L U N T A D P U R A ,
vía del bien; la inteligencia votic, (nous), Ethik des reinen Willens, 1904.
detentadora de los conocimientos, y final­ Herm ann C oh én , 1842-1918.
mente la sabiduría aocpía (sophía), que
reúne ciencia e inteligencia y que es nece­ Este discípulo de Kant fue el funda­
saria para las más elevadas acciones o dor de la escuela de Marburgo, a la que
reflexiones. pertenecieron Cassirer y Natorp. Para
Aristóteles condena, en el libro VII, a
Cohén, la contingencia abre la vía al que­
los hombres que utilizan su saber para fines
rer puro. La ley moral es método; pro­
nefastos; estos últimos no son — Aristóteles
duce un contenido, tiene el valor de la
se une aquí a Sócrates— hombres que
cosa en sí. El bien soberano se identifica
conozcan la ciencia. Los libros VIH y IX
con la moralidad perfecta.
sobre la amistad y el amor son los más
conocidos. La amistad, designada como Edición: Ethik des reinen Willens, 5.aed.,
el amor por la palabra tpiXía (philía), es Hildesheim/Nueva York, 1981.
267 ÉTICA DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN GEOMÉTRICO

Estudio: J. Vuillemin, L ’héritage kantien cional. Por ejemplo, Spinoza sigue a Des­
et la révolution copernicienne, P.U.F., cartes (pero no a Aristóteles) en la noción
1954.
de substancia. En cambio su Dios no es
nada cartesiano; no es el Creador tras­
cendente, sino la naturaleza misma; es el
famoso Deus sive natura: Dios, es decir
É T IC A D E M O S T R A D A SE G Ú N EL (es la misma cosa que) la naturaleza. Atri­
O RD E N GEO M ÉTRICO , Ethica ordi- butos y modos no son los estadios de una
ne geom étrico demonstrata, 1677. ontología jerárquica, ni las etapas sucesi­
B a ru c h Spinoza, 1632-1677.
vas de una procesión o de una emanación
(a la manera neoplatónica), sino los aspec­
AI igual que Spinoza es el modelo del tos bajo los cuales la substancia puede ser
filósofo, su Ética es el modelo del libro aprehendida por la inteligencia humana.
de filosofía. Austera, abstracta, difícil, la La substancia posee una infinidad de atri­
obra articula el conocimiento metafísi­ butos, de los que sólo dos nos son cono­
co para una finalidad moral: la beatitud. cidos: la extensión y el pensamiento.
El libro contiene la síntesis acabada del Es paradójico que este libro, que se ini­
pensamiento ontológico, antropológico cia con una primera parte que trata «de
y moral de su autor. Está dividido en cin­ Dios», no ha cesado de ser considerado,
co libros: I. D e Dios; II. D e la naturale­ tanto por sus seguidores com o por sus
za y origen del alma; III. D el origen y detractores, como el breviario del ateís­
naturaleza de los afectos; IV. D e la ser­ mo. Esta atribución apenas si puede ser
vidumbre humana o de la fuerza de los considerada como una traición. Pues no
afectos; V. D el poder del entendimiento se ve qué metafísica, qué teología podría
o de la libertad humana. reconocer a su Dios en la pura inmanen­
La Ética está escrita more geométri­ cia de la substancia en la naturaleza, en
co, según una presentación que puede esta «ontología naturalista y monista», en
desconcertar. Se encuentran en ella defi­ términos de Robert Misrahi. Esta filosofía
niciones, axiomas, proposiciones, demos­ destierra todas las representaciones antro-
traciones, cuyo modelo es evidentemen­ pomórficas de la divinidad: Dios no es una
te la construcción euclidiana. Pero sería providencia organizadora, ni un padre
insuficiente no ver en ella más que una amante, ni un monarca severo, ni un juez
sumisión exterior y formal al modelo de justiciero. El apéndice al libro I desmonta
rigor matemático tan venerado en su épo­ los mecanismos de estas ficciones, cuyos
ca (piénsese en Descartes). Y más falso intereses ideológicos e incluso políticos
sería aún creer que Spinoza intentaba ver­ son analizados. Al mismo tiempo que toda
ter en ella una concepción cuantitativa del concepción tradicional de la divinidad, y
mundo físico (a la manera de Galileo); Spi­ bajo la misma acusación de a n tropo­
noza no pretendió nunca deducir mate­ morfismo, Spinoza destierra también la
máticamente la totalidad de lo real. El more finalidad (adscribiéndose con ello al car­
geométrico spinozista debe ser retrotraí­ tesianismo más ortodoxo). Es fácil com­
do a su modelo cartesiano: las Segundas prender por qué Spinoza fue excluido de
Respuestas a las objeciones de las ► toda comunidad religiosa y perseguido por
M editaciones; se trata de un procedi­ las Iglesias de su tiempo y la posteridad.
miento de exposición, y no de descubri­ El libro II desarrolla la teoría del cono­
miento de la verdad. cimiento, que había guiado ya el bosque­
La obra comienza con una serie de defi­ jo del ->■ Tratado de la reforma del enten­
niciones problemáticas, en la medida en dimiento, como también una teoría sobre
que Spinoza, que retoma ciertos términos las relaciones entre el alma y el cuerpo.
clásicos de la ontología y de la metafísica Es sabido que este problema, punto débil
(Dios, substancia, atributos, modos), no del cartesianismo, ha nutrido, al mismo
les da necesariamente un sentido tradi­ tiempo que al spinozismo, a las grandes
ÉTICA DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN GEOMÉTRICO 268

(y menos grandes) doctrinas metafísicas mal, o vivir mal, no es transgredir los man­
post-cartesianas de la segunda mitad del damientos o normas trascendentes, es con­
siglo (Leibniz y Malebranche, por ejem­ vertirse en esclavo. Los libros IV y V exa­
plo). Según Spinoza, «el orden y la cone­ minan por sus causas esta servidumbre y
xión de las ideas son los mismos que el orden esta sabiduría — o beatitud— humanas. No
y la conexión de las cosas»; aquí está el se trata jamás para Spinoza de prescribir,
principio de una inteligibilidad universal alabar o castigar, sino de comprender los
del ser. El alma es por tanto «la idea del mecanismos del deseo y de su fluctuación
cuerpo». La teoría spinozista del conoci­ (el juego de los afectos o pasiones). La ima­
miento se distingue por su negativa a ginación es aquí objeto de una crítica seve­
hipostasiar las facultades (entendimiento, ra (Spinoza se une a toda una tradición). Mi
voluntad), como hace el cartesianismo, y deseo es siempre susceptible de ser deter­
convertirlas en agentes activos en las ope­ minado por fines exteriores, y de ser diri­
raciones del conocimiento. Entendimiento gido por afectos que comporten una dis­
y voluntad son seres de razón; lo único minución de mi potencia de obrar y me
que existe son las ideas y las voliciones. lleven por tanto a la tristeza.
El libro III construye el pedestal de lo ¿Qué es, entonces, ser libre? N o es
que propiamente puede llamarse la ética preciso imaginar ningún tipo de libre albe­
spinozista. Al orientar el análisis del alma drío, a la manera de Descartes. Spinoza
humana bajo la perspectiva de una antro­ ha rechazado siempre que se haga del
pología positiva, concebida de modo estric­ hombre «un imperio en un imperio», es
tamente determinista, la teoría del deseo decir, una excepción a la ley universal de
de Spinoza arruina todo moralismo. Su la necesidad (el libro III tematiza esta crí­
teoría de los afectos se apoya, como la tica a la ficción del libre albedrío, cuyos
ontología, en un rechazo de toda tras­ fundamentos del apéndice al libro I había
cendencia. ¿Qué es el deseo? El conatus, comenzado a desvelar). Por lo demás, lo
esfuerzo por perseverar en su ser. Este que se opone a la libertad no es la nece­
deseo puede detectarse en los dos niveles sidad, sino la coacción. Y o sería libre, no
del cuerpo y del espíritu, sin que ninguna a pesar del determinismo, sino con él y
acción causal haga del uno la explicación por él, por la capacidad que me da el
del otro (eso que hasta el fracaso mismo conocimiento para dirigir mis deseos en
del cartesianismo frente al problema de la el sentido de la consecución de la ale­
unión substancial prohibía). En el vacío de gría más perfecta. El contrasentido sería
todo valor trascendente, el deseo se tor­ aquí creer que Spinoza no nos deja como
na en norma. N o es que deseemos una libertad más que la de sabemos esclavos,
cosa porque ella sea buena, es que la lla­ lo que sería siniestro y paralizante. Por el
mamos buena porque la deseamos. Tal contrario, al emancipar la libertad del libre
vez se esconda tras esto un relativismo, albedrío (lo cual suponía en su época un
pero nunca un nihilismo. Por el contrario, esfuerzo realmente heroico), la Ética abre
es una ética humanista la que se inaugu­ la vía a una liberación por el conocimiento
ra en el libro III, contra todos los moralis- adecuado. Al dejar de pertenecer a la tras­
mos teológicos de la trascendencia. cendencia, el ideal y la perfección no se
Mas ¿qué desea el deseo? La potencia; toman forzosamente por ello más fáciles
ninguna relación con una voluntad de domi­ de alcanzar; al menos no quedan más defi­
nación: la potencia es el pleno y entero nidos por relación a los sueños de la ima­
desarrollo de la actividad de un ser. Mien­ ginación (Kant dirá que la religión con­
tras aumento mi potencia, yo siento ale­ siste en representarse a todos nuestros
gría; y tristeza en el caso inverso. Tristeza deberes como mandatos divinos; y esto
y alegría son los afectos fundamentales de es exactamente lo que Spinoza rechaza).
los que derivan todos los otros. Obrar bien Lo que queda así abierto al hombre es
no es por tanto orientarse hacia un cierto pura y simplemente la eternidad. No hay
ideal irreal, es realizarse a uno mismo. Obrar que entender por esto una inmortalidad
269 ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO (LA)

del alma como substancia distinta del cuer­ Emmanuel Levinas evoca aquí los gran­
po que sobreviviese a éste, sino al alma des momentos de su peregrinación filo­
humana que, al acceder al conocimien­ sófica: desde su descubrimiento de la
to del tercer nivel, comprende sub spe- Biblia, y después de los grandes filóso­
cie aeternitatis (desde el punto de vista fos clásicos, hasta la revelación que fue
de la eternidad). Se puede hablar aquí para él la fenomenología de Husserl, cuya
de la beatitud como un «amor intelectual «verdad esencial» fue sacando poco a
de Dios», a condición de no ver en ella poco; desde su admiración por el H ei­
ninguna experiencia de orden místico. degger de > Ser y tiem po que devolvió
Y a condición también de no hacer de al ser su expresividad verbal, haciendo así
esta beatitud la recompensa de la virtud: de la filosofía «la ontología fundamental»,
es la virtud misma (de la misma manera hasta la elaboración de su propio pensa­
que el suplicio de los insensatos es su sin­ miento, cuya principal originalidad con­
razón). siste en vincular tan íntimamente ética y
La Etica es uno de esos libros cuya metafísica, que la ética deviene la filoso­
influencia es imposible medir, tan enor­ fía primera.
me ha sido su alcance. A p riori, uno se Resultante de una serie de coloquios
siente tentado a interpretar la acogida registrados y difundidos por France Cul­
que merecieron sus tesis como un des­ ture en 1981, este libro viene a ser la
mentido a su valor. Porque lejos de indu­ mirada que arroja el filósofo al fin de su
cir a sus contemporáneos a una actitud vida sobre el conjunto de su obra, pero
de bienvenida y tolerancia, Spinoza puede constituir igualmente una intro­
desencadenó contra él y su sistema un ducción al pensamiento de este autor, a
huracán de pasiones cargadas de odio quien su interlocutor llama «el filósofo
que su muerte no logró apagar, y ni de la ética, sin duda el único moralista del
siquiera atenuar. Excomulgado durante pensamiento contemporáneo».
su vida, mientras la Etica circulaba disi­
mulada bajo la capa, Spinoza también Edición: Ética e infinito (tr. J. M. Ayuso),
lo siguió estando — hasta de la filosofía Visor, 1991.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
misma— después de su muerte.
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
Todo el siglo XVIII ha leído esta obra, guez Tapia), Cátedra, 1996; F. Ciarameli,
aunque se sabía muy bien que era peli­ Transcendance et éthique: Éssay sur Levi­
groso confesar que se defendía el spino- nas, Ousia, 1989
zismo. «Spinozista» seguirá por lo demás,
hasta en el siglo XX, siendo sinónimo de
«materialista ateo».
É T IC A P R O T E S T A N T E Y E L E SPÍ­
Edición: Ética (tr. V. Peña), 3.a ed., Edito­ R IT U DEL C A P IT A L IS M O (L A ), Die
ra Nacional, 1980. protestantische Ethik und der Geist des
Estudios: S. Hampshire, Spinoza (tr. V.
Peña), Alianza, 1982; M. Guéroult, Spino­ Kapitalismus, 1905.
za, 2 vols., Aubier-Montaigne, 1971 y Í974. M a x W eb e r, 1864-1920.

Esta obra, de unas doscientas páginas,


consta de dos grandes capítulos: «El pro­
É TIC A E INFINITO , Éthique et infini, blema» (1. Confesión y estratificación
1982. social; 2. El «espíritu» del capitalismo; 3.
Emmanuel Levinas, 1905-1995. El concepto de vocación en Lutero; 4.
Diálogos con Philippe Nemo. Objetivos de la investigación) y «La ética
de la necesidad en el protestantismo ascé­
Aceptando simplificar la expresión de tico» (1. Los fundamentos religiosos del
sus argumentos sin vulgarizar por ello los ascetismo secular; 2. Ascetismo y espíri­
grandes temas de su pensamiento, tu capitalista).
EUTIDEMO 270

Siguiendo la marcha general de la La Sociologie de la religión chez Max


sociología concebida como «ciencia com­ Weber, Nauwelaerts, 1969
prensiva», Max Weber se interroga sobre
la manera según la cual ciertas creen­
cias religiosas determinan la aparición de
una mentalidad (’é 9o q ethos) económi­ EUTIDEMO, o La E rística, E í>0ú8ri-
ca. ¿Qué relación se establece entre la |io<;, fj ’ EpioxiKoi;, o hacia 385 a.C.
organización racional capitalista del tra­ P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
bajo libre (la del capitalismo occidental Diálogo.
moderno) y la ética racional del protes­
tantismo ascético? El Eutidem o combina hábilmente el
El espíritu del capitalismo guarda rela­ diálogo y el relato. Sócrates cuenta a Cri-
ción con la idea de un deber moral estric­ tón su conversación con dos sofistas, Euti­
to, según el cual el capitalista innovador no demo y Dionisodoro, en presencia del
es ni un aventurero, ni un especulador, sino joven Clinias. La discusión discurre sobre
un hombre sobrio, ascético, que rehúsa el tema de la virtud, los medios para ense­
gozar de sus riquezas para su satisfacción ñarla, la naturaleza del saber. Bajo el fue­
personal y se contenta con el sentimiento go de preguntas de Sócrates, los dos sofis­
de haber sido fiel a su vocación (Beruf). En tas no cesan de contradecirse: el primero
cuanto a la ética protestante, Weber la afirma que no se puede aprender lo que
estudia en sus diferentes formas — calvi­ ya se sabe, mientras que el segundo
nismo, pietismo, metodismo, sectas del demuestra que sólo lo que se ignora pue­
movimiento baptista— , pero dándole todo de ser conocido. Sócrates termina esta­
el lugar que se merece al ascetismo calvi­ bleciendo por el método diálectico que
nista, caracterizado por la doctrina de la el Bien supremo es la sabiduría.
predestinación. Es, en efecto, en esta doc­ El E utidem o ha sido tenido durante
trina, que condena al hombre a «una sole­ mucho tiempo por un simple ataque a los
dad interior inaudita», donde se alcanza el sofistas, mas el papel que les hace des­
punto final de un vasto proceso de «desen­ empeñar Sócrates en el diálogo aconse­
cantamiento» (Entzauberung) del mundo, ja matizar este punto de vista.
que rechaza, por considerarlos supersti­
ciones y sacrilegios, todos los medios mági­ Edición: Eutidemo (tr. F. J. Olivieri), en Pla­
cos (la oración, los sacramentos), de alcan­ tón, Diálogos, vol. II, Gredos, 1983.
zar la salvación. Poco a poco, el calvinismo Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, vol IV: Platón (tr. A. Valle-
va a «impregnar con su método la rutina de jo y A. Medina), Gredos, 1990; M. Canto,
la existencia» para hacer de ella una vida L ’intrigue philosophique, essai sur l’Euthydé-
racionalmente organizada. me de Platón, Les Belles Lettres, 1987.
Hay pues, piensa Weber, un profun­
do parentesco entre el espíritu del capi­
talismo y el protestantismo ascético, pues­
to que para este último el trabajo es, en EUTIFRÓN, o De la piedad, EúGútppcov,
tanto que vocación temporal y lo mismo fj Ilepi oaíou, o hacia 395 a.C.
para el trabajador que para el empresa­ P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
rio, el único medio de «mantenerse en la Diálogo.
plenitud de la gracia de Dios» y obtener
de Él un signo de elección. El Eutifrón se inscribe en el género
de los diálogos aporéticos, diálogos que
Edición: La ética protestante y el espíritu confirman la eficacia del método evo­
del capitalismo (tr. L. Legaz Lacambra),
cado por Sócrates en la -> A p o log ía .
Península, 1993.
Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­ Eutifrón es uno de esos «especialistas»
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. II, Bue­ cuya ignorancia es puesta en evidencia
nos Aires, Siglo Veinte, 1970; J. A. Prades, por la ironía socrática. Adivino, nadie
271 EVOLUCIÓN CREADORA (LA)

más adecuado para poder definir la pie­ to fundamentalmente diferente del modo
dad. Sin embargo, Eutifrón se muestra de existencia del yo; el conocimiento de
incapaz de dar tal definición. Después este último nos permite extrapolarlo a la
de hacerle observar a su interlocutor que naturaleza entera.
un ejemplo particular no puede servir La naturaleza está animada, como el
para definir una noción abstracta, Sócra­ yo individual, por una «exigencia de cre­
tes critica la proposición de Eutifron: lo ación», un «impulso vital» que atraviesa
piadoso es aquello que complace a los todas las etapas de la evolución, adap­
dioses; pues que una cosa plazca a los tándose a todas las diferentes ramas de
dioses no es razón para llamarla piado­ la evolución. Esta perspectiva lleva a inter­
sa, sino al contrario: porque es piado­ pretar al conjunto de la evolución bioló­
sa, complace a los dioses. En cuanto a gica como un proceso orientado hacia la
lo que sea la piedad en sí, es algo que producción de especies más y más com­
queda por investigar. plejas y perfeccionadas.
Pocos diálogos socráticos son tan ade­ Sin embargo, Bergson se guarda de
cuados como el Eutifrón para adaptar el reconducir pura y simplemente el anti­
espíritu a las exigencias de la búsqueda guo finalismo, y no ve en la evolución
de una definición abstracta. el simple despliegue de un plan con­
cebido de antemano por «una voluntad
Edición: Eutifrón (tr. J. Calonge), en Pla­ poderosa y sabia». Simplemente, el puro
tón, Diálogos, 1.1, Gredos, 1981. mecanismo — que sostiene por ejemplo
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la al esquema darwiniano ortodoxo— le
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
jo y A. Medina), Gredos, Madrid, 1990; J.- parece insuficiente. Ni providencialis-
Y. Cháteau, Euthyphron de Platón, col. mo finalista, ni mecanismo materialis­
«Lectoguide Philosophie», Éd. Pédagogie ta: Bergson, de acuerdo con un pro­
modeme, 1979. cedimiento que le es familiar, rechaza
igualmente las dos doctrinas antago­
nistas.
La aparición del hombre no introduce
EVOLUCIÓN CREADORA (LA), L ’Évo- en la evolución ninguna solución de con­
lution créatrice, 1907. tinuidad. Por el contrario, la emergencia
H e n ri B e rg s o n , 1859-1941. del espíritu creador no ha sido posible
más que porque la vida que lo ha produ­
Obra fundamental de Bergson, es fru­ cido es ya, en su esencia, espiritual y cre­
to de la crítica de una doctrina a la que adora. Aquello que, por el hombre, está
en un tiempo Bergson se había adherido: llamado a ser, sigue siendo la creación
el evolucionismo de Spencer. Mientras bajo formas nuevas (concretamente, el
que Spencer considera la vida com o el arte). El hombre se toma así en herede­
resultado de una evolución puramente ro del impulso vital, a la vez que en su
mecánica, Bergson la ve como una fuer­ depositario. N o se le puede negar a
za de naturaleza esencialmente psíquica, Bergson un cierto parentesco — al menos
por lo tanto libre e imprevisible. en los resultados— con las tesis teológi­
Cuando publica La evolución creado­ cas de un Teilhard de Chardin ( * El fenó­
ra, Bergson ha elaborado ya su doctrina meno humano).
de la duración. Se trata para él, en 1907, Sin embargo, el hombre es también
de pasar de la duración interior (el yo) a principio de discontinuidad: en él emer­
la duración exterior (el mundo). Este pasa­ ge la individualidad, como instancia de la
je es legítimo, en la medida en que la intui­ consciencia creadora y como valor. Mas
ción de la duración interior, pese a su el desarrollo humano de la inteligencia
carácter limitado, ofrece para Bergson un tiene lugar a costa de la intuición, con lo
cierto acceso a lo absoluto. El modo de que se hipertrofia un tipo de conocimiento
existencia de la naturaleza no es por tan­ en detrimento del otro. Gracias a su inte­
EXHORTACIÓN A LA VIDA BIENAVENTURADA (LA ) 27 2

ligencia, el hombre puede actuar sobre el E X H O R T A C IÓ N A L A V ID A BIEN­


mundo y, en cierta medida, adquirir un AVE N TU RAD A (LA), o La Doctrina de
conocimiento eficaz; mas el desuso de la religión, Die Anweisung zum selin-
otros modos de acceso a lo real le ha pri­ gen Leben, oder auch die Religionslehre,
vado de la esencia de ciertos fenómenos: 1806.
vitales y psíquicos, por ejemplo. La tarea J o h an G o tt u e b F ich te, 1762-1814.
consiste, por tanto, en abrir el espíritu
humano al modo intuitivo de conoci­ Punto culminante de la trilogía que for­
miento. ma con De la esencia del sabio (1805)
Bergson se representa, por tanto, a la y Los rasgos característicos del tiem po
historia de la naturaleza como el efecto presente (1804-1805), este ensayo expo­
de una fuerza esencialmente espiritual. ne en un lenguaje «populap> la última filo­
Sin embargo, esta fuerza debe fundirse sofía religiosa de Fichte. Es una réplica
con la materialidad en la cual se encar­ a la -►Filosofía de la religión de Sche­
na. La materia es indisociablemente el lling (1804), y el título retoma por lo
obstáculo y el órgano del impulso vital demás una expresión de Schelling en esa
que la atraviesa. Este tema — el conflic­ obra. Fichte se opone a la anexión de la
to de lo espiritual con lo carnal— es ya religión por la filosofía y trata de defen­
cristiano, y es efectivamente a partir de der los derechos de la creencia contra las
esta obra cuando se inicia en Bergson el pretensiones especulativas, y los de la reli­
movimiento que le conducirá hasta el gión popular contra una iniciación reser­
umbral de la conversión (conversión a vada a una élite.
la que renunciará finalmente para man­ Compuesta por once conferencias pro­
tener su solidaridad con los judíos frente nunciadas en Berlín en 1806, tras una
a la creciente ola de antisemitismo). Para justificación del carácter popular del méto­
Bergson, Dios es «creación incesante, do empleado (conf. 1 y 2), la obra exa­
acción, libertad». mina lo que hay de especulativo en el
Podría verse en esto el punto de par­ problema del ser y de su conocimiento,
tida necesario para una lenta marcha hacia después identifica esta ontología con la
el misticismo; y no retener de Bergson del cristianismo (conf. 3 a 6). El amor y
más que una vaga intuición anti-intelec- la beatitud constituyen lo que, en este
tualista, de la que Europa habría de cono­ problema, se refiere a lo vivido (conf. 7
cer bien pronto otros episodios menos a 9); mas, desde un punto de vista supre­
brillantes. Pero esta interpretación resta mo, hay una identificación de lo espe­
insuficiente, incluso para el que no admi­ culativo con lo vivido (conf. 10 y 11).
ta las tesis de La evolución creadora. La separación entre especulativo y
Sobre la base de una información cientí­ vivido no es sin embargo más que la
fica sólida, Bergson intenta solamente transposición de la división otras veces
concebir a la inteligencia como un aspec­ practicada entre teoría y práctica. Fich­
to de una totalidad más vasta. Otros le te opone en efecto el espíritu popular de
han precedido o le han seguido por esta la filosofía kantiana al espíritu aristocrá­
vía sin abdicar de los derechos de la razón tico de la filosofía de Schelling. Lo cual
y de la inteligencia. La obra entera de lo lleva a aproximarse a las tesis de Jaco-
Bergson es, por lo demás, un testimo­ bi al afirmar el propio valor y la prima­
nio contra la acusación de haber menos­ cía del corazón sobre la razón. Pero Fich­
preciado a la inteligencia. te intenta evitar igualmente el escollo del
irracionalismo romántico al que Schelling
Edición: La evolución creadora, Planeta- concede una paradójica indulgencia. Fich­
Agostini, 1994.
te llega pues a un compromiso que le per­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), mite salvar a la vez la absoluta autono­
vol. II, Tecnos, 1988; G. Deleuze, El berg- mía de la razón con su plena racionalidad,
sonismo, Cátedra, 1987. y la noción de un pensamiento especu­
273 EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO (EL)

lativo que encuentra su inspiración en el grada a la estructura del Ser, mientras que
corazón. la segunda estudia el desarrollo del Ser.
La tesis propiamente especulativa sub­ La obra termina finalmente con el estu­
yacente en esta obra popular es la de la dio sobre la significación del ser que nos
síntesis quintuple que, desde 1801, jue­ es dado, y que se manifiesta como pasa­
ga un papel central en la filosofía de Fich­ je por el tiempo.
te. La vida del ser se divide en dos polos,
uno objetivo y otro subjetivo, que a su Edición: L ’Existence temporelle, Éditions
vez se dividen en ser y pensamiento por universitaires, 1989.
Estudio: M. Reboul, J. et J. Feller, Le Temps
una parte, y amor y objeto del amor por d’une vie, Retz-Centurion, 1980.
otro. Mas ser y pensamiento se unen
en el saber absoluto, y amor y objeto del
amor, en la beatitud. El saber absoluto
y la beatitud se funden finalmente el uno EXISTENCIALISM O ES U N H U M A ­
con el otro por su identificación con la NISM O (EL), L ’Existentialisme est un
vida, quinto término y resultado de la sín­ humanisme, 1946.
tesis quintuple. J e an -P a u l S a r t r e , 1905-1980.
Schelling, a su vez, replicará a Fichte
en la Exposición de la verdadera rela­ Con este opúsculo ha querido Sartre
ción de la filosofía de la naturaleza con justificar su concepción existencialista del
la filosofía retocada de Fichte, denun­ hombre respondiendo a diversas obje­
ciando la contradicción entre el compro­ ciones que, en concreto, le plantearon los
miso operado por La exhortación a la católicos y los marxistas. «Y o querría aquí
vida bienaventurada y la Doctrina de la defender el existencialismo», dice el autor
ciencia de 1801, que condenaba de ante­ en su introducción. A esta doctrina, que
mano toda doctrina que erigiera en abso­ concibe a la existencia como anterior o
luto un punto de vista en el que subsis­ previa a toda esencia, los críticos le repro­
tiera una contradicción entre el acto y la chan «haber traicionado a la solidaridad
palabra. humana» y ser «pura gratuidad», pues fue­
ra de la individualidad no es absolutamente
Edición: La exhortación a la vida biena­
nada. Igualmente se le reprocha condu­
venturada o La doctrina de la religión (tr.
A. Ciria y D. Innerarity), Tecnos, 1995. cir a un pesimismo desesperante, puesto
Estudios: A. Ciria, «Estudio preliminar' a la que «la angustia es la esencia del hombre»
ed. cit.; H. Heimsoeth, Fichte (tr. M. Gar­ y éste no puede escapar a su condición.
cía Morente),, Revista de Occidente, 1931; En respuesta a estos ataques, Sartre afir­
M. Guéroult, Études sur Fichte, Aubier-Mon-
ma que sólo el existencialismo hace la vida
taigne, 1977; D. Julia, La question cíe
l ’homme et le fondement de la philosop­ humana posible al reconocerle un valor
hie, Aubier-Montaigne, 1965. al individuo. Mas, según el autor, los crí­
ticos sienten temor ante esta doctrina por­
que en ella se «deja una posibilidad de
elección al hombre», lo que no es el caso
EXISTENCIA TEMPORAL (LA), L ’Exis- para el pensamiento idealista (en el que
tence temporelle, 1949. ia esencia precede a la existencia) o el teo­
Jean G u itto n , nacido en 1901. lógico (que concibe a Dios como causa
de nuestra existencia). Rechazando las crí­
La obra es de hecho un estudio del ser, ticas que se le han dirigido, Sartre quie­
como testimonian los títulos de los dife­ re redefinir al existencialismo a fin de mos­
rentes apartados. La introducción anun­ trar el fundamento optimista que lo anima.
cia en efecto las investigaciones sobre el Para explicar su filosofía, retraza la his­
ser que son la naturaleza, el espíritu y la toria del pensamiento existencialista. Bus­
existencia. La primera parte está consa­ cando suprimir la idea de Dios, los filó­
EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO (EL)) 274

sofos del siglo xviii (Kant, Voltaire, Dide­ esta universalidad es siempre construi­
rot) conservaron la teoría de que la esen­ da subjetivamente. La angustia de la res­
cia es anterior a la existencia. En los siglos ponsabilidad y de la soledad ante la elec­
XIX y xx se desarrollan dos aspectos del ción no debe significar que haya que
existencialismo: uno, cristiano, estima que extremar las cautelas; por el contrario,
el individuo no se afirma más que en la el hombre tiene que ser emprendedor.
fe (Kierkegaard, Jaspers); el otro, ateo, el «Lo que cuenta es el compromiso total.»
de Heidegger y Sartre, es según este últi­ La acción es en efecto necesaria, pues­
mo «más coherente», puesto que al recha­ to que ella no es solamente condición de
zar a Dios no reconoce otra realidad que mi libertad, sino también de la de los
la subjetiva. Tal es el principio primero otros. Sólo el compromiso permite, por
del existencialismo: el hombre es ante una superación de sí, querer la libertad
todo un sujeto, que es exactamente lo del otro al buscar la de uno mismo; es
que él quiere ser, y es más digno que esto lo que constituye una moral exis-
cualquier otro objeto porque tiene cons­ tencialista, o también «un existencialis­
ciencia de su existencia. Tampoco hay mo humanista».
naturaleza humana; el hombre es res­ Este texto es uno de los primeros en
ponsable de cada uno de sus actos por los que Sartre critica a los comunistas.
las elecciones que él mismo se impone. Pero se trata sobre todo de reproches diri­
Mas en este proyecto que el individuo gidos a sus contemporáneos más que a
se forma hace su aparición la angus­ Marx (al que le critica sin embargo un mate­
tia: «Él elige solo». Pero la responsabi­ rialismo que no da suficiente cuenta de
lidad no es puramente individual, pues la acción individual). P oco técnico, este
la elección se hace también por los libro es esencialmente polémico, relatan­
otros, puesto que elegimos lo que esti­ do incluso a guisa de conclusión una dis­
mamos que es lo mejor y, por lo tanto, cusión con sus detractores, de los que uno
lo mejor también para los otros. Nues­ de ellos, Pierre Naville, había escrito un
tra conciencia ha de sentirse angustia­ opúsculo contra el existencialismo (D ’Hol-
da ante la responsabilidad de una elec­ bach et la philosophie scientifique au
ción que afecta a la humanidad. Sin X V Ilf siéclé) y se oponía políticamente a
embargo esta angustia existencial es la Sartre pese a ser marxista (fundador del
condición de toda acción, y por tanto PSU). En todo caso, no hay que subesti­
de nuestra libertad. N o pudiendo recu­ mar el alcance filosófico de esta obra, por­
lar delante de la elección (negarse a ele­ que al tratar de explicitar su doctrina, Sar­
gir es ya elegir), el hombre «está con­ tre elabora nociones claves, tales como la
denado a ser libre». necesidad del compromiso o también la
En su libertad de obrar, el hombre se del proyecto humano, temas que serán
encuentra pues desamparado; «ninguna retomados en sus obras posteriores (-+
moral general puede indicamos lo que hay Cuestiones de método, 1957; -+ Críti­
que hacer». Lo que podría parecer un indi­ ca de la razón dialéctica, 1960). A medio
vidualismo desesperante exalta por el con­ camino de su recorrido filosófico, El exis­
trario un optimismo humanista. En efec­ tencialismo es un humanismo se refiere
to, al descubrir su consciencia, el sujeto implícitamente a sus ensayos precedentes
constata que el otro es también un ser en lo relativo a las nociones de angustia,
consciente. Hay una intersubjetivídad entre de libertad y de consciencia, ya concep-
los hombres que implica a cada uno de tualizadas en - ►La trascendencia del ego
ellos en el mundo. El otro «es como una (1936) y en -> El Ser y la Nada (1943).
libertad puesta enfrente de mí», y toda con­
dición humana es consciencia del otro. Edición: El existencialismo es un huma­
Hay por tanto un valor universal en las elec­ nismo (tr. V. Prati), Edhasa, 1992.
Estudio: Francis Jeanson, El problema
ciones individuales — puesto que el otro moral y el pensamiento de Sartre (tr. A.
puede comprender mis proyectos— , mas Llanos), Buenos Aires, Siglo Veinte, 1968.
27 5 EXPERIMENTUM MUNDI

¿EXISTENCIALISMO O MARXISMO?, Newton, Brunschvicg expone el proble­


A Polgári filozófia válsága, 1947. ma de la causalidad newtoniana. Y vol­
G y o r g y Luk ács, 1885-1971. viendo al período contemporáneo, ve en
las nociones de la física el signo de una
Sobre la base del combate al servicio nueva concepción de la causalidad. De
de la «democracia nueva» y considerando este estudio extrae un esquema que refle­
a la filosofía bajo el ángulo de la ideolo­ ja la evolución de la noción de causalidad.
gía, o de la mentalidad relativa a un Es para el autor la ocasión de subrayar la
momento histórico dado de la clase bur­ aportación de Kant, según el cual razón
guesa, Lukács analiza lo que él conside­ y experiencia están ligadas por la inter­
ra ser «la crisis de la filosofía burguesa». mediación de las matemáticas. En el trans­
En esta perspectiva, el autor explica el curso de esta evolución de la noción de
por qué de la fenomenología, después causalidad, la noción de experiencia que­
el del paso al existencialismo, para denun­ da a su vez transformada. La filosofía del
ciar finalmente el atolladero en que se pensamiento que propone Brunschvicg
encuentra la moral existencialista. Según alia el punto de vista histórico y el punto
Lukács, la burguesía no puede ser más que de vista crítico.
«nihilista». En cambio, el marxista hace la
apología del socialismo futuro que cerra­ Edición: L ’expérience humaine et la cau­
rá la era de esta «prehistoria». salité physigue, Alean, 1922.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
Sólo Merleau Ponty merece gracia a fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran),
sus ojos, aunque considerado bajo este vol. II, Tecnos, 1988; M. Deschoux,
dudoso examen queda todavía lejos de Brunschvicg, Seghers, 1969.
haber superado el nihilismo. La conclu­
sión no es otra que la de la «actualidad
ideológica del marxismo filosófico».
EXPERIMENTUM MUNDI, 1975.
Edición: Existentialisme ou marxisme? (tr. E r n s t B lo c h , 1885-1977.
E. Kelemen), Nagel, 1961.
Estudios: G. Lichtheim, Lukács (tr. J.
Muñoz), Grijalbo, 1972; «Lukács», Europe, A través de esta obra dedicada a Rosa
n.° 600, Messidor-Temps actuéis, 1979. Luxemburg, Ernst Bloch continúa su inves­
tigación relativa a la utopía concreta. Sin
embargo introduce en esta última publi­
cación una nueva doctrina de categorías
EXPERIENCIA H U M AN A Y L A C AU ­ filosóficas que operan en el contexto prác­
SA L ID A D FÍS IC A (LA), L ’expérience tico: las categorías de encuadre, de pro­
húmame et la causalité physique, 1922. yección de la objetivación, de transmisión
L é o n B ru n sc h vic g, 1869-1944. y de manifestación. El filósofo intenta al
mismo tiempo trazar una retrospectiva de
En esta obra, publicada después de su obra. En efecto, mediante la salida de
> Las etapas de la filosofía matemáti­ la inmediatez subjetiva, según un método
ca, se confrontan la noción de causalidad apropiado de rotación, el individuo adquie­
y la noción de experiencia, según el méto­ re una objetivación de lo actual que da acce­
do histórico propio de Brunschvicg. so a la percepción de lo que todavía no ha
Pasando del «fracaso de Mill» al «fracaso sido y al avance del pensamiento, que el
de Biran», el filósofo no reconoce ningún «polihistoriadop> Bloch deja abierto al futu­
valor de dogma al empirismo. Estudia a ro gracias al «devenir permanente».
continuación el período precientífico de Es lo que siempre ha hecho, desde Ves­
la experiencia y procede al examen de la tigios hasta el Experim entum mundi,
era de la mecánica, que marca para él el ateniéndose a la idea de una «procesua-
advenimiento de una nueva concepción lidad de lo real» que liga las formas inte­
de la causalidad. Yendo de Descartes a lectuales y la posibilidad objetiva.
EXPLICACIÓN DE LAS MÁXIMAS DE LOS SANTOS (LA) 276

Edición: Experimentum mundi, t.III de las bilidad» propuesto en A ctos de habla


Obras Completas de Bloch, Suhrkamp, había pospuesto la cuestión de la enun­
1975. ciación no literal, al afirmar que siempre
Estudio: J. A. Gimbemat, Ernst Bloch: Uto­
pía y esperanza, Cátedra, 1983. se puede decir lo que uno quiere decir,
que no existe residuo inexpresable: toda
intención significativa puede encontrar
una expresión exacta, enriqueciendo la
lengua cuando sea menester. Un discur­
EXPLICACIÓN DE LAS M ÁXIM AS DE so vago, irónico o metafórico, por tanto
LO S S A N T O S (LA), L ’Explícation des «indirecto», es en principio explicitable en
máximes des sairtts, 1696. una frase que completa el acto de habla.
Fénelon (Frangois de Salígnac de La Mo- Expresión y significado investiga lo que
the), 1651-1715. ocurre cuando la enunciación deja de ser
rigurosa y el sentido de la frase emplea­
Fénelon redactó esta obra para defen­ da no coincide exactamente con el senti­
der a Madame Guyon que lo había ini­ do que el locutor quiere darle. El memo­
ciado en el quietismo. Esta doctrina reli­ rable análisis del enunciado «¿Me puede
giosa predica el amor puro, es decir un pasar la sal?» establece un «principio de
amor de Dios desinteresado, donde el cris­ conversación» —la suspensión de las «pre­
tiano no reza ya bajo la preocupación de suposiciones del uso normal» de la len­
su salvación, sino sólo para manifestar su gua: el locutor comunica al auditor más
amor por Dios. Para ilustrar lo bien fun­ de lo que dice efectivamente apoyándo­
dado de esta doctrina, Fénelon se apoya se sobre un trasfondo de informaciones
en una interpretación de la vida de los san­ compartidas. Los interlocutores se entien­
tos. Esta obra herética será sancionada den en función de las reglas establecidas
por una breve pastoral y condenada vio­ por los actos de habla directos: el auditor
lentamente por Bossuet. reacciona del modo esperado por el locu­
tor, porque el primero ha identificado los
Edición: L ’explication des máximes des elementos lingüísticos con que el locutor
saints, en Oeuvres complétes de Fénelon, invocaba las reglas que gobiernan la «fuer­
Sltkine, 1971. za directiva» característica de cada acto
Estudio: F. Varillon, Fénelon et le pur ilocucionario.
amour, Le Seuil, 1957. En el caso de la ficción vuelve a encon­
trarse esta utilización no idiomática de la
lengua. La ficción no es ni un acto ilocu­
cionario ni la propiedad intrínseca de un
EXPRESIÓN Y SIGNIFICADO, Exprés texto que lo hiciera inmediatamente reco­
sion and Meaning, 1979. nocible como ficción, sino una suspensión
Joh n R o g e r S e a rle , nacido en 1932. de las barreras de creencias y compromi­
sos relativos a la existencia — suspensión
Pasando del derecho al hecho, Sear­ nacida de una «toma de posición ilocu-
le cumple aquí las exigencias que había cionaria» del autor, que no realiza aser­
formulado en -»■ Actos de habla respec­ ciones, sino que pretende realizarlas— .
to a tres espinosas cuestiones de filosofía El uso metafórico del lenguaje reen­
del lenguaje. A propósito de los actos de vía por tanto a un «contexto», conjunto
habla indirectos o enunciaciones no lite­ de presuposiciones y de informaciones
rales, el autor reconoce que los enun­ anteriores que intervienen en la inter­
ciados más corrientes del lenguaje no son pretación de las frases. Así, éstos son los
los actos directos, en los que la significa­ principios generales de la comunicación
ción se establece fácilmente, y donde el que permiten entender un mensaje que
locutor quiere decir exacta y literalmen­ difiere de lo que su enunciación desnuda
te lo que dice. El «principio de expresa- significa. Contrariamente a Wittgenstein,
27 7 EXPRESIÓN Y SIGNIFICADO

para quien ios tipos de frases son innu­ intervienen sin cesar en la utilización que
merables, Searie propone un número limi­ el locutor hace del lenguaje. «Referen­
tado de actos ilocucionarios, de los que te», «contexto», no son nociones simples;
distingue exactamente cinco: actos aser­ la comunicación implica una aptitud para
tivos, conmisivos, directivos, expresivos, la m e ta com u n ica ción . Las investiga­
y declarativos. Los criterios para esta cla­ ciones de Searle se verán prolongadas
sificación son la conformidad de las pala­ por el establecimiento de una tipología
bras con el mundo, del mundo con las de los diálogos y por la determinación
palabras, el ajuste en estas dos direccio­ de las reglas que condicionan su éxito
nes, o en ninguna de ellas. o su fracaso (trabajos de Francis Jac-
Estos análisis han dado prueba de su ques).
fecundidad, en concreto dando lugar a
Edición: Expression and meaníng, Cam­
una concepción «dialógica» de la inter­ bridge University Press, 1979.
locución. Las conjeturas sobre la mane­ Estudio: F. Jacques, Dialogiques. Recher­
ra en que el auditor recibe los mensajes ches logiques sur le dialogue, P.U.F., 1979.
F
FEDÓN, o De la inmortalidad del alma Edición: Phédon, ou De l'immortaiité de
en tres diálogos, Phadon oder über die l’áme (tr. M. Junker), Heideloff, 1830.
Unsterblichkeit der Seele in drei Gesprá- Estudio: S. Zac, Spinoza en Allemagne.
Mendelssohn, Lessing et Jacobi, Mérideins-
che, 1767, 1768 y 1769. Klincksieck, 1989.
M os e s M en d elsso h n , 1729-1786.
Reanudación del diálogo de Platón.

Estos tres diálogos retoman la proble­ FE D Ó N o D el alm a, 4>aT5cov, fj Ilept


mática del -+ Fedón de Platón: el primero \|fUKÍt<;, o hacia 385 a.C.
sigue al filósofo griego en el relato de la P la t ó n , 428/427 - 348/347 a.C.
muerte de Sócrates, pero Mendelssohn Diálogo.
añade una diatriba contra el suicidio. El filó­
sofo alemán ilustra así el hecho de que Bellísimo diálogo, mayor en la obra
no se puede tratar el mismo tema de la de Platón, incluso aunque se haya pues­
misma manera en la Antigüedad y en los to en duda su autenticidad, el Fedón es­
tiempos modernos. cenifica los últimos momentos de Sócra­
El segundo diálogo refleja igualmente tes. El viejo maestro reúne en tom o a sí
las preocupaciones del siglo xvni: Sócra­ — además de a su mujer Jantipa (rápi­
tes afirma que jamás se debe odiar a la damente eliminada)— a sus discípulos
razón. El diálogo como tal se interrumpe Apolodoro, Cebes, Critón, Fedón y
en la tercera parte, en la que Sócrates Simias. Es este mismo Critón el que, en
toma en exclusiva la palabra como si se tra­ el diálogo que lleva su nombre, había
tara de popularizar la filosofía. La demos­ intentado en vano persuadir a Sócrates
tración de la inmortalidad del alma es de que se evadiera.
expuesta a la manera de Baumgarten y La discusión trata principalmente sobre
de Lessing. la inmortalidad del alma, y ello es ocasión
El racionalismo moderno que Mendels- para elaborar toda una teoría de las rela­
shon atribuye a Sócrates armoniza los ciones entre el alma y el cuerpo, teoría
derechos con los deberes. El Fedón pro­ que la filosofía occidental retendrá con el
vocó una discusión con Johann K. Lava- nombre de dualismo. Al cuerpo y al alma
ter e hizo de Mendelssohn el promotor de no le corresponden los mismos placeres.
la religión natural en su país. Ampliamente Los que complacen al alma son sólo aque­
traducida, la obra alcanzó renombre por llos que sirven para fundamentar la exis­
toda Europa. tencia moral, que se caracteriza por la

[2 7 9 ]
FEDÓN 280

búsqueda de la virtud. Ésta no se alcan­ La doctrina de la inmortalidad pre­


za más que al término de lo que puede sentada en el Fedón es inseparable de
muy bien ser llamado una ascesis: un una moral. Es el mito de la reencarnación
movimiento por el cual el alma, des­ lo que asegura aquí esta unidad: las almas
prendiéndose de las necesidades y pla­ renacen, tras la muerte, con las formas
ceres del cuerpo, puede pensarse a sí mis­ adecuadas a las elecciones morales que
ma y pensar toda cosa en su realidad. habían efectuado durante la vida.
Sólo después de la muerte, en la otra La conversación de Sócrates con sus
vida, es cuando el alma se posee verda­ discípulos es interrumpida por la llegada
deramente por completo, puesto que de un servidor de los Once que presenta
entonces queda liberada del cuerpo, su la cicuta al condenado. Mientras que
tumba — Platón juega aquí con las pala­ Sócrates acaba apaciblemente sus razo­
bras griegas (aft>|ia, «cuerpo”) y (crf¡|ia, namientos metañsicos y se apresta a morir
«tumba”). Mientras que en la -*■ A p o lo ­ con serenidad, sus amigos apenas pue­
gía de Sócrates, la inmortalidad del alma den contener su emoción.
era presentada sólo como una hipótesis Poco importa la cuestión de saber si el
plausible, la teoría platónica está aquí Fedón cuenta fielmente los últimos instan­
completamente constituida (sin duda des­ tes de Sócrates; no hay por otra parte nin­
pués del mito con que acaba el -> Gor- guna razón para sospechar de la autenti­
gias). El alma debe su inmortalidad a cidad de los detalles narrados. Lo que sí
su indivisibilidad, que la hace indestruc­ es cierto, es que los inspirados debates del
tible. Ha existido antes que nuestro cuer­ diálogo fundan un cuestionamiento esen­
po, y lo sobrevivirá contemplando direc­ cial a toda la reflexión filosófica y metafísi­
tamente las verdades. El -> M enón y el ca occidental.
->■ Fed ro describen extensamente la El interés del Fedón sobrepasa inclu­
experiencia de la reminiscencia y sus so a la sola filosofía. Muy probablemente
condiciones de posibilidad; para un alma fue pensando en el Fedón cuando Pas­
ligada a un cuerpo, aprender es siempre cal pudo escribir: «Platón, para disponer
volver a recordar lo que ella había visto al cristianismo» (->• Pensamientos, III).
cuando le era permitido contemplar las El mito en el que Platón describe el des­
Ideas puras. tino de las almas después de la muerte
Sócrates examina y refuta finalmente puede anunciar, si se quiere, al paraíso
las objeciones sucesivas de Simias y de y al infierno cristianos; aunque se obser­
Cebes, que le plantean la duda de si el alma va una diferencia de importancia: el des­
no puede padecer verdaderamente ningu­ tino del alma después de la muerte no
na clase de corrupción (por ejemplo, una es presentado nunca como una venganza
especie de deterioro al término de muchas o una recompensa, sino sólo com o la
existencias sucesivas). consecuencia natural e ineludible de la
Platón no se contenta por lo demás vida pasada. Y sobre todo, el Fedón liga
con establecer la inmortalidad del alma, la cuestión del devenir del alma a la del
con exponer las razones «platónicas» (la curso universal del mundo; la moral
reminiscencia); el filósofo evoca igual­ alcanza en él una dimensión escatoló-
mente la doctrina heracliteana de los con­ gica.
trarios, que se suceden uno a otro: al igual El proceso y la muerte de Sócrates son
que la muerte cierra la vida, la vida debe para la cultura occidental un aconteci­
seguir a la muerte, a fin de que el curso miento comparable a la Pasión de Cris­
del devenir no conozca interrupciones. to. Como esta última, aunque claramen­
Es evidente que un filósofo no puede te en menor medida, el fin del primero de
temer a la muerte, que es una liberación. los filósofos ha inspirado a numerosos artis­
El suicidio sería casi la solución más lógi­ tas: David ha pintado, Lamartine ha escri­
ca, si no fuera porque significa una espe­ to, Erik Satie ha compuesto una Muerte
cie de deserción. de Sócrates.
281 FELICIDAD Y CIVILIZACIÓN

Edición: Fedón (tr. C. García Gual), en Diá­ cómo todas las almas no experimentan
logos III, Gredos, l . areimp., 1988. el mismo destino: unas, más que otras,
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
tienen la capacidad de elevarse hasta la
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 315- región de las esencias eternas. Mas todas
352; W. D. Ross, La teoría de las Ideas captan aquí abajo el eco debilitado de la
de Platón (tr. J. L. Díaz Arias), Cátedra, belleza ideal. A l igual que ->• E l Ban­
1989. qu ete, del que es prolongación indis­
pensable, el Fedro articula una reflexión
sobre el amor y la filosofía en torno a
la Idea de lo bello.
FEDRO, o De la belleza, ®aT8po<;, f) El diálogo termina con una crítica a los
Ilepi raÁoB, o hacia 375-370 a.C. fundamentos de la retórica, como tam­
P latón, 428/427-348/347 a.C. bién de la escritura, a la cual opone Sócra­
Diálogo. tes la palabra viva.

El Fedro toca dos cuestiones: el amor Edición: Fedro (tr. E. Lledó), en Diálogos
y la retórica, cuyo parentesco puede no III, Gredos, l. areimp., 1988.
ser evidente, pero cuya unión ocupa tal Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
vez justamente el centro del platonismo. jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 381-
Sócrates y Fedro conversan a la som­ 415; W. D. Ross, La teoría de las Ideas
bra de un plátano en las orillas del río Ili- de Platón (tr. J. L. Díaz Arias), Cátedra,
so; de todos los diálogos de Platón, el 1989.
Fedro es el único en el que el marco es
descrito con precisión, y uno de los raros
en donde un personaje (Fedro) es objeto
de una verdadera caracterización psico­ FELICIDAD Y CIVILIZACIÓN, Bon
lógica. heur et civilization, 1966.
El punto de partida del diálogo es un Jean Cazeneuve, nacido en 1915.
discurso del retórico Lisias, por el que
el joven Fedro siente una admiración Esta obra reflexiona sobre la aspira­
desmesurada. A este discurso opone ción a la felicidad y sobre las «recetas» que
Sócrates una plática sobre el mismo nos sugiere nuestra civilización para ser
tema: ¿es mejor conceder nuestros favo­ feliz.
res a aquél que nos ama, o al que no En vena sociológica, Cazeneuve estu­
nos ama? (El Fedro debe ser evidente­ dia también la noción de paraíso que nos
mente ubicado en el contexto cultural ofrecen los medios técnicos, de los cua­
griego, en el que la homosexualidad les señala a la vez sus contradicciones y
utilidad. Casi todos los mitos desarrollan
desempeñaba un papel particular.) Pues­
to que Lisias elegía (paradójicamente) la una concepción del paraíso. Las civiliza­
segunda respuesta, Sócrates va a defen­ ciones, en particular la nuestra, sustitu­
yen por esta idea las nociones de confort,
der la primera.
Pero Sócrates no se va a contentar de bienestar, de ideal.
Cazeneuve muestra la legitimidad de
con añadir un discurso a otro discurso.
la aspiración a la felicidad y se pregunta
Su reflexión sobre el amor pasará por
si el hombre de mañana podrá, o sabrá,
un análisis del alma humana. Y aquí tie­
armonizar la técnica con sus sueños. Estas
ne lugar la célebre imagen del tiro ala­
preocupaciones volverán a manifestarse
do de caballos: el alma es comparable al
conjunto formado por un cochero y sus en ->■ La razón de ser.
dos caballos, el uno dócil, el otro brutal.
Edición: Bonheur et civilisation, Idées/Galli-
Esta imagen lleva a Platón a una alego­ mard, 1970.
ría del conocimiento, de la vida virtuo­ Estudio: A. Akoun, Dictionnaire des phi-
sa, de la filosofía misma. Platón explica losophes, P.U.F., 1984.
FENÓMENO HUMANO (EL) 282

FENÓMENO H UM A NO (EL), L e phé- FE N O M E N O LO G ÍA DE L A EXPE­


noméne huma in, 1955. RIENCIA ESTÉTICA, Phénoménoíogie
P ierre T eilh a rd de Chardin, 1881-1955. de l ’expérience esthétique, 1953.
M ik e l D u fren ne, nacido en 1910.
Esta es la obra más célebre de Teilhard
de Chardin. Escrita entre 1938 y 1940, Dufrenne se propone en esta obra apli­
revisada en 1947 y 1948, es la síntesis de car el método fenomenológico a la expe­
todos sus escritos, de todas sus reflexio­ riencia estética. ¿Hay que partir de la per­
nes como sacerdote, como filósofo y como cepción, o bien del objeto definido por la
científico. Aunque Teilhard haya sido un obra de arte percibida por sí misma? La
religioso, en manera alguna se trata aquí cuestión que aquí plantea el autor no es
de un ensayo de metafísica o de teolo­ «¿Qué es una obra de arte?», sino «¿Cómo
gía. Es preciso leer esta obra, escribe el surge el objeto estético?» ¿Existe este obje­
autor, como una «memoria científica». to fuera de la experiencia del sujeto que lo
El título, El fenómeno humano, es elo­ percibe, o no es más que el producto de mi
cuente de por sí, pues es del Hombre de imaginación, una construcción puramente
lo que tratan todos los análisis de este tex­ intelectual? Situada en el límite de mi per­
to: el Hombre en tanto que aparece en un cepción, la música no es un ser imaginario.
cierto momento y de una cierta manera El objeto estético es un objeto percibido, de
en el Universo— . Incluso aunque Teilhard suerte que su plenitud resta inaccesible. Hay,
atribuya a esta aparición una causa crea­ sin embargo, un ser, como también una ver­
dora y divina, su descripción de la evolu­ dad del objeto estético. Lo sensible es exal­
ción del mundo, desde los orígenes de la tado hasta tal punto, que sólo vale por la
Vida hasta el Hombre, tiene carácter cien­ manera en que es presentado.
tífico y, más precisamente, paleontológi­
co. Pues Teilhard, como indica la palabra Edición: Fenomenología de la experiencia
«fenómeno», no se interesa más que por estética (tr. R. de la Calle), F. Torres, 1983.
Estudio: Vers une esthétique sans entra-
lo que aparece, lo que ha aparecido y no ve: mélanges offerts á Mikel Dufrenne, col.
cesa de evolucionar. Si su reflexión se arti­ 10/18, U.G.E., 1975.
cula en torno al Hombre, no es menos
cierto que es la unidad orgánica del Uni­
verso lo que él tiene en mente. El pensa­
miento de Teilhard de Chardin está en FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEP­
efecto impregnado de la noción de Tota­ CIÓN, Fénoménologie de la perception,
lidad. El Universo no es fragmentario, dis­ 1945.
perso, sino fundamentalmente uno. M a u rice M e rle a u -P o n ty , 1908-1961.
Por último, el fenómeno humano no
podría ser estudiado sin referirse conti­ La fenomenología husserliana abría
nuamente al psiquismo y al pensamien­ dos vías posibles: la primera fue la que
to. La aparición del Hombre se corres­ emprendió Heidegger en ->• Ser y tiem­
ponde efectivamente con la aparición del p o en tanto que se liberó de la proble­
sistema nervioso y de la reflexión («El mática de una correlación sujeto/obje­
Hombre sabe que él sabe»). to; la segunda, la de una «fenomenología
Síntesis original de la evolución alia­ existencial», fue la de Maurice Merleau-
da con un gran rigor científico, esta obra Ponty, puesto que el «yo soy» tuvo aquí la
conoció desde el momento de su apari­ prioridad sobre el «yo pienso».
ción un formidable éxito. Retomando para sí el imperativo hus-
serliano de un «retomo a las cosas mis­
Edición: El fenómeno humano (tr. M. Cru- mas», Merleau-Ponty entiende volver a un
safón), Taurus, 1986.
Estudio: C. Tresmontant, Introducción al mundo anterior al conocimiento y a un
pensamiento de Teilhard de Chardin, Tau­ sujeto en tanto que está «volcado al mun­
rus, 1968. do». Se comprende desde ahora la afir­
283 FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN

mación de un primado de la percepción, Retomando este último problema, pie­


operación por la cual se establece la rela­ dra donde tropiezan las filosofías de la
ción del hombre con el mundo. Es esta conciencia, Merleau-Ponty ve en la espa-
tesis la que conduce al filósofo a reela- cialidad del sujeto percipiente la condi­
borar el cogito cartesiano que inclinaba ción primera de toda percepción: es en
al idealismo y a contemplar aquello por lo percibido como tal donde se manifies­
lo cual el «yo» se revela como «ser-en-el- ta la espacialidad del sujeto percipiente.
mundo». Esta noción, de la que se habrá Adoptando la terminología husserliana,
observado el acento profundamente hei- se podría decir que la carne es la expre­
deggeriano, designa la existencia de la sión conjugada del hombre y la natura­
consciencia y une en un solo elemento leza, y que es por tanto refractaria a esa
los procesos psicofisiológicos y los pro­ ontología devastadora del kosmos-theó-
cesos psíquicos: la existencia es ese ter­ ros que despliega un espíritu absoluto fren­
cer término entre «lo psíquico y lo fisio­ te al objeto puro. Y aquí se permite Mer­
lógico, entre el poder y el en-sí». leau-Ponty lo que Husserl se había
Cualquiera que sea, el cogito tácito, ence­ prohibido: en este último, el cuerpo car­
rrado en la primera percepción de la que nal cumple en efecto su papel sólo por­
no puede asegurarse ningún pensamien­ que está animado por la intencionalidad
to, significa el fin del sujeto clásico y con­ de la conciencia; la intencionalidad no es
sagra la mundaneidad del sujeto. El «yo por tanto corporal, y si la conciencia hus­
pienso» está fundado en el «yo percibo», serliana está comprometida con el mun­
y esta fundamentación del cogito sobre do, abocada al mundo, la sensación no
el percipio pone coto al absolutismo de es en ningún momento la vía para una
la consciencia y la instala en lo inacaba­ despersonalización: el «sujeto» de Merle­
do y en la ambigüedad (el célebre ejem­ au-Ponty puede, por el contrario, afirmar:
plo del cubo de seis caras — cubo invisi­ «se percibe en mí».
ble que no puede presentarlas jamás en Esta obra va más allá de los análisis de
conjunto a la mirada— que es empero la Estructura del comportamiento (1942)
una idea-límite por la cual yo expreso la que, próximos a la Gestalttheorie, pro­
presencia camal del cubo). ponían ya la distinción entre el cuerpo
La Fenomenología de la percepción objetivo y el «cuerpo propio». Después de
entraña pues una fenomenología del cuer­ haber descubierto en 1939 los inéditos
po que hace de este ensayo un libro del último período de Husserl, Merleau-
importante que tiende a transgredir los Ponty confirma aquí su distancia por rela­
límites de la fenomenología husserliana ción al fundador de la fenomenología:
como filosofía de la conciencia, perpe- siendo una descripción de la existencia
tuadora del dualismo cartesiano: la con­ natural, la fenomenología no asume ya el
ciencia es encarnada, y el cuerpo, lejos proyecto de una fundamentación de las
de ser lo que pasivamente recibe las accio­ ciencias de la naturaleza, sino que per­
nes del mundo sobre una conciencia en mite superar las aporías de la Estructu­
plena posesión de sí misma, es eso por ra del comportamiento relativas a la con­
lo que el Mundo existe para Mí; el cuer­ ciencia en su relación con el cuerpo, y
po está, sigue diciendo Merleau-Ponty, bosqueja una ontología que tiene su pun­
«en el mundo como el corazón en el orga­ to de partida en la evidencia indiscutida
nismo: él mantiene constantemente el del Mundo. Se podrá comprender por
espectáculo visible, él lo anima y lo nutre tanto que en esta exploración del ser cor­
interiormente formando con éste un sis­ poral, en esta usurpación continua de lo
tema» (1.a parte). El cuerpo no es pues un exterior por lo interior (e inversamente),
objeto; es mi punto de vista sobre el mun­ aparezcan bosquejadas las tesis de > Lo
do y, con más amplitud, la condición de Visible y lo Invisible y esta idea de una
posibilidad de la cosa, mas también del reversibilidad en la que se afirman tanto
espacio. su implicación como su irreductibilidad:
FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU 284

«La cosa no puede nunca ser efectiva­ que se trata de una autobiografía, no hay
mente en si, porque sus articulaciones son duda de que la singularidad de la vida de
las mismas de nuestra existencia y por­ Hegel, como las diversas fases del des­
que ella se presenta al final de una mira­ pertar de su propia conciencia, han ser­
da y al término de una exploración que vido de trama a esta obra universal. Por
la inviste de humanidad.» lo demás, ¿no es para Hegel la historia lo
que permite extraer el momento particu­
Edición: Fenomenología de la percepción lar, realzar una vida individual insertán­
(tr. J. Cabanes), Península, 1980. dola en el devenir universal?
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
La historia de la filosofía, la historia
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56; Cl. del saber absoluto, la historia de la razón:
Lefort, Sur une colonne absente: écrits tantos devenires compuestos de la histo­
autour de Merleau-Ponty, col. «Essais», Galli- ria de todas las conciencias singulares que
mard, 1978. han sido los hombres, que repiten cada vez
la humanidad toda entera y el acaecer de
cada uno. Sin duda, Hegel no admitiría ser
el personaje principal de su novela: «Lo
F E N O M E N O LO G ÍA D EL ESPÍRITU. que hay de mí en mis libros es falso.» Este
Phánomenologie des Geistes, 1807. rechazo del punto de vista subjetivo, ver­
G e o r g W ilh em F ríe d rich H e g e l, 1770- tido tal cual en la obra, no invalida la idea
1831. de la necesaria mediación de sí mismo para
reencontrar a la humanidad toda entera.
Obra filosófica singular porque está pen­ La universalidad de la conciencia de sí pasa
sada por su autor como un relato, y más por la comprehensión de la irreductibilidad
precisamente como una historia, la Feno­ a sí misma de su propia conciencia. Y esta
menología del Espíritu es la historia de aguda conciencia de sí que tiene Hegel se
la conciencia, del alma devenida con­ vuelve a desvelar en la obra que describe
ciencia, de la conciencia superándose siem­ la génesis de la conciencia universal.
pre a sí misma a través de los diferentes La obra de Hegel invita a su lector a la
momentos o etapas de su desarrollo. En experiencia explícita del reconocimiento
un sentido, no sería exagerado decir que de sí a través de las figuras de la conciencia
se trata de la novela de la conciencia, e y del pensamiento objetivadas por media­
incluso de su epopeya; tanto se complace ción de la reflexión: cada uno de noso­
Hegel en dramatizar los momentos cru­ tros es a la vez la totalidad de las formas
ciales y en recurrir a imágenes a menudo del pensamiento y un momento particu­
teatrales para ofrecer a la reflexión las for­ lar de esa totalidad; es cuestión ahora
mas sumamente abstractas mediante las de reconocerse, de tomar conciencia de
cuales se constituye la conciencia. Es natu­ lo que se es y de fundar el pensamiento
ralmente el calvario de Cristo lo que uno reflexivo a partir de esta conciencia. La
se siente tentado a invocar a la vista del paradoja de la obra de Hegel es que man­
modelo trinitario asumido explícitamen­ tiene al lector a distancia por la dificultad
te por Hegel; mas la odisea de la con­ de los conceptos y la pesadez de la maqui­
ciencia que es la Fenomenología del Espí­ naria sistemática que los expone, mien­
ritu tiene parecido con cualquier romance tras al mismo tiempo invita explícitamente
iniciático; tiene también algo de Don Qui­ a cada uno a reconocerse en ellos, a leer
jote en los laberintos en que la concien­ su propia experiencia intelectual a través
cia no cesa de perderse y volver a salir. de las figuras presentadas. La fen om e­
Finalmente, tras los personajes concep­ nología del Espíritu no podría dejamos
tuales que nos presenta Hegel como figu­ indiferentes, pues comprendemos bien,
ras universales de la conciencia, no es más allá de su dificultad, que es de cada
aventurado reconocer las etapas de su uno de nosotros de lo que trata; es nues­
propia formación. Sin llegar a sostener tra propia historia la que está en juego.
285 FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU

La figura del camino de la cruz, del <cal­ ter a veces ambiguo de la historia, y con­
vario» que Hegel mismo elige para defi­ cretamente de la historia de la filosofía.-
nir la progresión de la conciencia que la Fenomenología del Espíritu es un fres­
deviene Espíritu, puede ser retomada aquí co al que las grandes corrientes del pen­
para caracterizar las ocho «estaciones» samiento occidental son convocadas para
propuestas a guisa de plan: I. La Certe­ ilustrar un momento preciso de la vida del
za sensible; II. La Percepción; III. Fuerza Espíritu; es así como Hegel invoca por
y Entendimiento; IV. La Verdad de la Cer­ turno lo trágico de los griegos, la con­
teza de sí mismo; V. Certeza y Verdad de tradicción en Roma entre la subjetividad
la Razón; VI. El Espíritu; VII. La Religión; personal y la objetividad universal, el asce­
VIII. El Saber absoluto. tismo de la Edad Media, el Renacimien­
El famoso Prólogo, titulado «Del cono­ to, las Luces, la Revolución francesa, el
cimiento científico», puede e incluso debe Terror, el romanticismo alemán: otros
ser leído de manera autónoma: redacta­ tantos momentos históricos que compo­
do por Hegel después del cuerpo de la nen a la vez el cuadro del mundo en su
obra, no introduce propiamente a ésta, universalidad y la conquista del Espíritu,
sino más bien al conjunto del sistema de la Razón a través de la historia.
hegeliano. Más todavía, vuelve a situar el Hegel no es, frente a esta obra, un sim­
lugar que Hegel adjudica a esta obra en ple espectador desinteresado: la historia
el conjunto de su sistema: el de un comien­ está orientada, tiene una finalidad, un
zo por el cual hay que pasar mas también objetivo que debe alcanzar; si el trabajo
superar, es decir, abandonar; no es que del historiador se limita a manifestar el
Hegel haya abandonado verdaderamen­ autodesarrollo de la conciencia a través
te la Fenomenología, sino que, al pare­ de la historia, el del filósofo es el de con­
cer, tanto por su forma como por su con­ tribuir al avance efectivo de esta historia.
tenido, la consideró más tarde como El objetivo de la historia es evidentemente
«superada» por el resto de su obra. Por lo el mismo que el contemplado por la Feno­
demás, la Fenomenología del Espíritu menología: el Saber absoluto que cierra
es efectivamente la historia de un comien­ el ciclo abierto por la conciencia en sus
zo: en la historia de la conciencia, Hegel comienzos, en el divorcio que la separa
acierta a aislar un primer momento, el de de ella misma. El fin de la historia es tam­
la conciencia inmediata, el de la con­ bién la clausura del sistema, el retomo al
ciencia sensible que ni siquiera ha llega­ punto de partida bajo la forma de recon­
do todavía a darse a sí misma un objeto. ciliación de lo mismo y de lo otro. Mien­
Siendo apenas conciencia de algo, ella tras que la conciencia primero, y el Espí­
misma es apenas conciencia: propiamente ritu después, no han cesado de buscarse
hablando, ella no piensa, no tiende con — esto es, de perderse y reencontrarse—
precisión a nada y ni siquiera se enfren­ a través de los falsos avatares de un des­
ta a nada, es decir, no se enfrenta a lo tino inexorable, el Saber absoluto marca
negativo a partir del cual podría determi­ el momento del retomo a sí, de la iden­
narse a sí misma. tidad al fin encontrada, reconocida y asu­
El punto de partida de Hegel es lo mida. Porque toda la historia ha sido la
inmediato: no hay historia previa, ningún historia de la alienación, es decir, de la
pasado del cual hubiera surgido; la con­ salida fuera de sí de la que la conciencia
ciencia presente, en su origen, la contra­ fue ante todo la víctima: es a través de
dicción de no surgir jamás de la nada y al la desgracia, del desgarramiento, como
mismo tiempo no tener en cuenta su pasa­ la conciencia abandona el mullido aun­
do para comenzar a determinarse. Lo que que estéril co n fo rt en el que la simple
va a determinar a la conciencia está en identidad consigo misma la mantenía. Es
devenir a través de ella: son las media­ con la evocación de esos momentos dra­
ciones que ella lleva en sí y que pone de máticos en cuyo transcurso se desgarra
manifiesto por la historia. De ahí el carác­ la conciencia, cuando Hegel rompe el
FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU 28 6

rigor conceptual del estilo y ofrece a sus reconciliados en el tercer momento que
lectores la ilustración mundana, o sim­ es la verdad de ambos. La dialéctica de la
plemente fenomenológica, de su teoría. conciencia se traduce en una progresión
Una de las características de esta obra que lleva, a fin de cuentas, a la verdad. Mas
es, en efecto, la de estar sembrada de tro­ esta historia no está jamás acabada, pues­
zos de ardor teórico que son para algunos to que recomienza sin cesar para cada con­
piezas de antología: entre ellas la famosí­ ciencia (cada vida revive a su manera la
sima «dialéctica del amo y del esclavo», Fenomenología del Espíritu) y engrosa
mediante la cual expone Hegel el conflicto con todas las historias que la componen.
interno de cada sujeto entre el deseo de sí La pretensión oficial de esta obra de ser
y el deseo del otro, como la necesidad de toda la historia del mundo, de agotar todas
reconocimiento inherente a cada ser huma­ las figuras posibles de la experiencia huma­
no, por la cual cada yo aspira a ser reco­ na, no debe ser mal interpretada: es en sus
nocido por el otro tanto como aspira a des­ principios en donde radica su universalidad,
truirlo. La historia de la filosofía, sobre todo no en sus figuras particulares.
gracias a la intervención de Kojeve, ha con­ Hasta 1806, fecha en que termina el
tribuido a elevar este pasaje del maestro y manuscrito, Hegel no había compuesto
el esclavo a una dimensión universal que más que obras, si no menores, al menos
Hegel no le había concedido sin duda; mas de «juventud». La Fenomenología del Espí­
este ejemplo es sintomático de la forma y ritu es la obra que marca la verdadera
la estructura de la obra, en la que se entre­ entrada en el sistema, incluso aunque su
lazan la exposición doctrinal y la referencia forma, su carácter a la vez estructurado y
mundana. Lo que favorece el recurso a este deslabazado, el rigor de sus encadena­
tipo de pasajes más «fáciles» en la obra, es mientos y la hinchazón barroca de ciertos
seguramente el estatuto que Hegel reserva pasajes hagan de este escrito un produc­
a la experiencia; en un primer tiempo, había to singular por relación a los otros. Si,
pensado llamarla Ciencia de la experien­ en el momento de su aparición, la obra
cia de la conciencia. Y efectivamente es la fue reconocida en su justo valor por Goet­
odisea de esta experiencia por la cual se he, ello fue prácticamente una excepción,
forma la conciencia lo que esta obra narra, y hubo que esperar largo tiempo para que
sin olvidar jamás el recurso a las «vivencias» fuera considerada como la obra mayor del
de la conciencia que la fenomenología hus­ filósofo; se prefería el rigor conceptual de
serliana sabrá retomar más tarde. la ->• Enciclopedia o las diversas ->• Lec­
La estructura por la cual la conciencia ciones que fueron publicadas siguiendo
progresa en la historia y en su historia es sus cursos. En la misma Alemania, aun­
dialéctica: es lo negativo como negación que la reputación de Hegel no hacía más
de la primera afirmación lo que provoca que crecer a lo largo de su carrera que cul­
el primer movimiento. Mientras se perma­ minó en 1830 en Berlín, la Fenomeno­
nezca en la identidad formal y abstracta de logía quedó sin embargo subestimada.
la falsa conciencia de sí, en el simple «yo Globalmente, la obra entera de Hegel
= yo», no habrá comienzo. La historia tardaría en ser conocida en Francia por
empieza con la negatividad que, junto con razones que no son sólo técnicas (ausencia
la alteridad, se opone a la conciencia; es el de traducciones y dificultad del lenguaje de
cara-a-cara de la conciencia y de su otro, Hegel), sino ante todo filosóficas: fue por
del sujeto y del objeto lo que constituye el lo que en él había de preparación para la
movimiento de la dialéctica: es negándose futura historia de la filosofía — marxismo,
como se determina y como se adquiere el existencialismo y humanismo cristiano—
propio contenido positivo. Así, la historia por lo que el sistema de Hegel sería intro­
progresa a través de la célebre estructura ducido a posteriori en la vida filosófica fran­
ternaria por la cual el elemento primero es cesa. Víctor Cousin trató de introducir con
negado por su opuesto, para que los dos algunas traducciones y algunas adaptacio­
se reencuentren finalmente superados y nes libres la doctrina hegeliana en el siglo
287 FILOSOFÍA CRISTIANA

xix, mas no encontró eco suficiente; había tes lo coloca en la hegemonía de la razón
que esperar hasta 1929 y a la obra de Jean y de la ciencia. Platón se opone asíalas teo­
Wahl, Le malheur de la conscience dans rías hedonistas — en boga en su época—
la philosophie de Hegel (La desgracia de de Arisüpo de Cirene y de Eudoxo. H méto­
la conciencia en la filosofía de Hegel), do del Filebo no tiene menor interés que su
para asistir a la primera introducción seria conclusión: Platón aplica rigurosamente
de esta filosofía, y en concreto a la Feno­ su método de la división y el análisis suce­
menología del espíritu; pero aún enton­ sivo de los elementos constituyentes del obje­
ces el autor no traducía más que algunas to estudiado. Se encuentran así en el File­
páginas en apoyo de su tesis. La primera bo muy bellos análisis psicológicos y morales
traducción francesa, debida a Jean Hyp- sobre el placer y la sabiduría.
polite, aparecerá en 1939-1941, y dará
testimonio, después de la obra de Jean Edición: Filebo (tr. M.a A. Durán), en Pla­
tón, Diálogos, vol. VI, Gredos 1992.
Wahl, del interés creciente por el pensa­
Estudios:, V. Brochará, «La morale de Pla­
miento de Hegel, del que el seminario tón», en Etudes de philosophie ancienne
impartido por Alexandre Kojéve de 1933 et de philosophie moderne, Vrin, 1974; W.
a 1939 se hizo también eco: en él se D. Ross, La teoría de las ideas de Platón
comentaba esencialmente la Fenomeno­ (tr. J. L. Arias), Cátedra, 1989.
logía imprimiéndole una cierta interpreta­
ción que debía marcar duraderamente el
paisaje filosófico francés de la postguerra.
Su -*■ Introducción a la lectura de Hegel, FILOSOFÍA C O M O CIENCIA RIGU­
que apareció en 1947, reúne la suma de R O S A, P h ilosoph ie ais strenge Wis­
ese trabajo. Pero hasta 1991 — o sea, senschaft, 1911.
Edmund H u s s e rl, 1859-1938.
medio siglo después de la primera— no
se realizó una segunda traducción de la obra
por mano de Jean-Pierre Lefebvre. En este artículo refuta Husserl al natu­
ralismo científico y al historicismo de Dil­
Edición: Fenomenología del Espíritu (tr. they. El autor defiende la necesidad de
W. Roces), México, Fondo de Cultura Eco­ una filosofía que, como la ciencia, tenga
nómica, 1966. por objeto la validez objetiva.
Estudios: A. Kojéve, A. Kojéve, Introduc­ Este texto restituye la idea original (y
ción a la lectura de Hegel, 3 vols., Bue­
nos Aires, 1971-1972; G. R. G. Mure, La por tanto platónica) de la filosofía y mani­
filosofía de Hegel (tr. A. Brotons), Cátedra, fiesta el interés creciente de Husserl por
1988; H. G. Gadamer, La dialéctica de la objetividad, en una perspectiva inten­
Hegel (tr. M. Garrido), Cátedra, 1988; cional precursora de las -*■ Ideas relati­
J. Hyppolite, Génesis y estructura de la vas I.
fenomenología del espíritu de Hegel, Penín­
sula, 1974; J. M.“ Ripalda, Comentario a
la filosofía del espíritu de Hegel, UNED/ Edición: La filosofía como ciencia riguro­
Fondo de Cultura Económica, 1993. sa (tr. J. Pereira), Ed. Magisterio Español,
1980.
Estudio: Q. Lauer, Phénoménologie de
Husserl. Essai sur la genése de l ’inten-
tionnalité, P.U.F., 1955.
F1LEBO, o Del placer, OíXr|3oq,fi ílepi
íl5ovT|<;, o hacia 350 a.C.
P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
Diálogo (probablemente uno de los últi­ FILOSOFÍA CRISTIANA, Philosophia
mos de Platón). Christiana, 1671.
Am brosius V í c t o r , 1621-1695.
La cuestión del Filebo es la del Bien
supremo: ¿reside éste en el placer o en la Este tratado de teología es una reedi­
sabiduría? Sin rechazar el primero, Sócra­ ción y una refundición de tres obras ante­
FILOSOFÍA DE LA CULTURA 288

riores: Sanctus Augustinus de existen- dad». El fin que persigue aquí Simmel
tía et de veritate dei (1653), De Anima es desgajar, a través de los comporta­
(1656), De Philosophia morali (1658). mientos propios de la vida moderna, las
A través de esta obra, antes incluso que formas del conflicto que sólo el arte o la
las ediciones de Descartes publicadas por religión permiten tal vez, superar (2.° vol.).
Clerselier, fue divulgado por primera vez el El estilo de vida impuesto por las gran­
cartesianismo. Comentario de textos toma­ des metrópolis despersonaliza al indivi­
dos de aquí y de allá en la obra de San Agus­ duo y engendra al mismo tiempo en él el
tín, esta suma filosófica es un chocante violento deseo de distinguirse; intelec-
mosaico y deja creer a veces que Agustín tualiza la vida pero provoca la indiferen­
había sostenido al pie de la letra teorías que cia. Esta vida regulada por el tiempo de
en realidad son teorías cartesianas. Es la los relojes, donde toda relación humana
física, una física sin formas sustanciales y es superficial, donde la libertad es muy
compatible con la teología agustiniana, más grande y el conformismo profundo, no
que la filosofía de Descartes lo que es defen­ deja de tener un alma o un aura que
dido aquí. La filosofía sigue siendo el cono­ sobrepasa ampliamente su existencia
cimiento y el amor de Dios. material.
Al ser la teoría del cuerpo-máquina y Esta selección de escritos articulados
la de los animales-máquina desarrollada en tomo a la temática simmeliana del indi­
en esta obra una pieza esencial del siste­ viduo moderno constituye una buena intro­
ma de Descartes, la Philosophia chris- ducción a la obra del filósofo.
tíana gozó de gran predicamento entre
los cartesianos, hasta el punto de que el Edición: Sob re la aventura. Ensayos f i lo ­
poder real llegó a confundir cartesianis­ sóficos (tr. G. Muñoz y S. Mas), Península,
mo y agustinismo en su persecución del 1988.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores c o n ­
jansenismo.
tem porá neos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
Esta obra que, por antiaristotelismo, guez Tapia), Cátedra, 1996; F. Léger, La
adopta ciertas tesis de la filosofía carte­ pensée de G eorg Sim m el: co ntrib ution á
siana, jugó un importante papel en la his­ l ’histoire des idées au début du X X siécle,
toria de la enseñanza de la filosofía y en Kimé, 1989.
la de la teología positiva en Francia.

Edición: P h ilo s o p h ia ch ristia na , París,


1671. F IL O S O F ÍA DE L A IL U S T R A C IÓ N
Estudio: H. Gouhier, C artésia nism e et (LA), Die Philosophie der Aufklarung,
augustinisme au XVIi siécle, Vrin, 1978.
1932.
E rn s t C a ss ire r, 1874-1945.

FILO SO FÍA DE L A C ULTUR A, Philo- Ernst Cassirer se propone pensar aquí


sophische Kultur, 1911 y 1923. la unidad de la Aufklarung para desga­
G e o r g Simmel, 1858-1918. jar sintéticamente su significación. Los
principales aspectos son referidos, en el
Esta serie de estudios está dedicada al curso de los capítulos consagrados a la
análisis de la vida cotidiana y a conside­ Naturaleza, a la teoría del conocimien­
raciones sobre el arte, mas integrándolos to, a la religión, a la historia, a la políti­
en un proyecto de reflexión macroso- ca y a la estética. Aunque a través de toda
ciológica. la obra está presente una gran erudición,
El individualismo y el conflicto son los Cassirer no se limita a una exposición
hilos conductores de la modernidad. Se exhaustiva de todos los desarrollos de ese
los encuentra en efecto en la oposición momento del pensamiento, sino que pre­
del hombre y la mujer y en los estilos de fiere intentar comprender «el espíritu del
vida ligados al fenómeno de la «gran ciu­ Siglo de las Luces», para extraer lo que él
289 FILOSOFÍA DE L A LÓGICA

llama su «energía interna». La filosofía y de nuestra mirada ante ella, el autor exa­
de la Ilustración es la última obra publi­ mina el papel que juega la imagen en
cada por Cassirer en Alemania, antes dominios tan diferentes com o la geo-
de su exilio por el advenimiento de Hitler. morfia, la medicina, la estética y la socio­
El tema del libro no carece por lo demás logía. Dagognet distingue netamente entre
de relaciones con la situación histórica la imagen supuestamente «objetiva» que
— el surgimiento de una nueva barbarie nos suministran los medios de comuni­
oscurantista— , lo cual hace decir a Pie­ cación, y la imagen «subjetiva», la nues­
rre Quillet, traductor francés de la obra, tra propia, que nos ve mejor a nosotros
que «Cassirer es un Ilustrado». Su libro mismos de lo que nos ve la exterior.
ha quedado como referencia indiscutible
sobre el tema. Edición: Philosophie de l ’image, Vrin,
1984.
Edición: La filosofía de la Ilustración (tr. Estudio: G, Deleuze, Cinéma, 2 vols., col.
E. Imaz), Fondo de Cultura Económica, «Critique», Ed. de Minuit, 1985.
1993.
Estudios: Cassirer, n.° especial de la Reuue
Internationale de Philosophie, 10, fase. 4,
1974; P. Quillet, presentación del texto en
la edición francesa (La philosophie des FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD (LA),
Lumiéres, Agora, 1986). La p h ilosoph ie de la liberté, 1848 y
1849.
C h a r le s S e c re ta n , 1815-1895.

FILOSOFÍA DE LA IMAGEN (LA), La Secrétan investiga aquí las condicio­


philosophie de l ’image, 1984. nes de la libertad humana, atestiguada por
F ra n co is D a g o g n e t, nacido en 1924. la obligación moral. Y encuentra esas con­
diciones en Dios, voluntad supremamen­
Desde Platón y su célebre teoría de la te libre, que ama y crea un mundo con­
mimesis, la imagen no ha cesado de ser tingente. Es propio de la criatura humana
infravalorada por los filósofos, que la juz­ encontrar en el amor de Dios la fuerza para
gan engañosa y peligrosa. En nuestros elevarse por encima de los intereses par­
días, gracias en particular al desarrollo de ticulares y para promover la solidaridad.
la imagen numérica o de síntesis, asisti­ Secrétan pondrá su existencia al ser­
mos a un verdadero despliegue de imá­ vicio de este ideal de caridad y de justicia.
genes. La tecnología la ha rehabilitado y
liberado a partir del nacimiento de la foto­ Edición: La philosophie de la liberté, 2
vols., Lausana, 1879.
grafía en el siglo pasado. ¿Cómo separar Estudios: E. Boutroux, «La philosophie de
lo verdadero de lo falso en esta formida­ Charles Secrétan», en Nouuelles Études
ble invasión de la falsificación, del plagio, d'histoire de la philosophie, 1927.
del fraude y del trucaje? «Las viejas fron­
teras se difuminan», constata el autor.
Comprometer a la filosofía — hasta aho­
ra reticente— en esta revolución es el pro­ FILO SOFÍA DE LA L Ó G ICA , Ph ilo -
pósito de Francois Dagognet. sophi/ o f Logic, 1970.
Dando a la palabra «imagen» un sen­ W i l l a r d v a n O rm a n Quine, nacido en
tido muy amplio — es definida como aque­ 1908.
llo que permite la manifestación de lo no-
visto— y a la luz de tres cuestiones Esta reflexión sobre la lógica se ar­
mayores; la representación, el problema ticula en torno a la cuestión del estatu­
de la repetitividad indefinida y de la fide­ to de las verdades lógicas, que conti­
lidad incontestable de la imagen, y final­ núan siendo verdaderas en todas las
mente la posición de nuestra sensibilidad sustituciones léxicas. Tales verdades tie­
FILOSOFÍA DE LA MISERIA O SISTEMA DE LAS CONTRADICCIONES ECONÓMICAS 290

nen dos componentes: la gramática y la toda la enciclopedia humana: «Todas las


verdad (com o caso límite de satisfac­ grandes cuestiones de la filosofía forman
ción). Las verdades de la lógica son parte integrante de la ciencia económica,
obvias y se puede suponer que son revi- que no es después de todo más que su rea­
sables. lización exterior.» Y aún más: «la ciencia
La abolición de la distinción entre ana­ económica ha sido para nosotros una orto­
lítico y sintético está subyacente en los logía, una lógica, una psicología, una teo­
análisis de Quine. logía, una política, una estética, una sim-
bología y una moral...».
Edición: Filosofía de la lógica, (tr. M. Sacris­ Las antinomias son la ley misma de
tán), Alianza, 1973. la vida, la condición del progreso y el
Estudio: P. Gochet, Quine en perspective:
essai de philosophie comparée, Flamma­ principio del m ovimiento universal y
rion, 1978. perpetuo. Según Proudhon, «para arri­
bar a la organización definitiva que
parece ser el destino de nuestra espe­
cie sobre el globo, no resta más que
FIL O S O FÍA DE L A M ISERIA O SIS­ hacer ecuación general de todas nues­
TE M A DE LAS C O NTR AD ICC IO N E S tras contradicciones», resumiéndose la
ECONÓMICAS, Philosophie de la misé- fórmula de esta ecuación en una teo­
re ou Systéme des contradictions éco- ría de la mutualidad y en una ley de
nomiques, 1846. intercambios. Puesto que para él «la
P ie rr e Joseph P ro u d h o n , 1809-1865. economía política es la metafísica en
acción», es en su condición de filóso­
El Sistema de las contra d iccion es fo com o aborda Proudhon las contra­
económ icas o Filosofía de la miseria dicciones económicas. Por esta razón
es, como su título indica, un análisis de no es de extrañar que dedique en el
las contradicciones inherentes a las prin­ prefacio un largo parlamento a la hipó­
cipales nociones de la economía políti­ tesis de la existencia de Dios, ni que
ca y, según el mismo Proudhon, una en el capítulo VIH — entre el Vil, que
«crítica general de la economía política trata de la política y del impuesto, y el
desde el punto de vista de las antino­ IX, que se dedica a la noción de balan­
mias sociales». Rebelándose a la vez con­ ce del com ercio— se ocupe de la res­
tra los economistas y los socialistas, con­ ponsabilidad humana y de Dios, y
tra el capitalismo y el comunismo, aporte una solución al problema de la
Proudhon considera que una misma providencia.
noción comporta dos aspectos, uno bue­ El capítulo II propone una nueva defi­
no y otro malo, y que conviene con­ nición del valor, piedra angular de la
servar este dualismo a fin de eliminar al economía política. El valor de una cosa
lado malo. es para Proudhon igual a la cantidad de
En el prólogo anuncia su método: poner tiem po necesario para producirla. El
en evidencia la tesis y la antítesis para con­ capítulo III trata de la división del tra­
cluir por síntesis de los opuestos. Proud­ bajo (sin aportar ningún remedio), el
hon no había leído a Hegel, mas había capítulo IV de las máquinas, origen del
sido iniciado en su filosofía por K. Griin. capital y del asalariado, el capítulo V de
Sin embargo, pese a que aplica a la eco­ la concurrencia, y el capítulo VI del
nomía política el método dialéctico, no se monopolio. El capítulo X aborda el pro­
afirma como discípulo de Hegel. Muy al blema del crédito, mas no es aquí don­
contrario, Proudhon considera al método de Proudhon propone, com o lo hará
hegeliano como un caso particular de su más tarde, la creación de una banca de
propio método, y a la filosofía, como la intercambio que asegure el crédito gra­
expresión teórica y abstracta de la eco­ tuito. El capítulo XI, consagrado a la
nomía política, que por sí sola constituye propiedad, ilustra perfectam ente el
291 FILOSOFÍA DE LA NUEVA MÚSICA

método de Proudhon: la propiedad es Y no es más que el pequeño-burgués que


a la vez el premio del trabajo (para los bascula constantemente entre el Capital
economistas) y la negación del trabajo y el Trabajo, entre la economía política y
(para los comunistas), una institución de el comunismo».
justicia mas también un robo, un pro­
ducto espontáneo de la sociedad pero Edición: Sistema de las contradicciones
también el agente de la disolución de económicas o Filosofía de la miseria (tr. F.
Pi y Margall), revis. por D. Abad de Santi-
esta misma sociedad. Los dos últimos
llán, Buenos Aires, Americalee,1945.
capítulos tratan de la comunidad y de la Estudio: P. Haubtmann, Proudhon, Marx
población. et la pensée allemande, Presses universi-
La conclusión resume este formida­ taires de Grenoble, 1981.
ble sistema, en el cual cada noción fun­
ciona como una categoría y donde todo
se encadena necesariamente. Proudhon
precisa igualmente su posición frente a FILOSOFÍA DE LA NUEVA MÚSICA,
los economistas y los socialistas: «El socia­ Philosophie der rteuen Musik, 1949.
lismo tiene razón al protestar contra la T h e o d o r W e s e n g ru n d A d o r n o , 1903-
economía política y al decirle: no sois más 1969.
que una rutina que ni vosotros mismos
entendéis. Y la economía política tiene La mirada sociológica que Adorno diri­
razón al decirle al socialismo: no sois más ge aquí a la música, al material musical y
que una utopía sin realidad ni aplicación a la textura misma de la composición, rom­
posible. Mas al negar, respectivamente, pe con los puntos de vista con los que tra­
el socialismo la experiencia de la huma­ dicionalmente la música ha sido exami­
nidad, la economía política la razón de la nada.
humanidad, uno y otro omiten las condi­ En esta obra ha reunido Adorno dos
ciones esenciales de la verdad humana»; estudios, uno sobre Schónberg y otro
posición que Proudhon expone aún más sobre Stravinski. En el primero, la músi­
claramente en una carta a su editor en ca se dirige a nuestro ser más profundo,
1846: «Si yo pudiera hacer que todo el las disonancias nos sobrecogen, nos
mundo se enfrentara, habría obtenido jus­ hablan de nuestra propia condición. En
tamente el resultado que me he propuesto: el segundo, un mito original nos tran­
la reconciliación universal mediante la quiliza. Schónberg contra Stravinski, el
contradicción universal.» progreso contra la reacción. Adorno ofre­
En 1847, Marx, que había sido sedu­ ce igualmente magníficas intuiciones sobre
cido por la memoria de Proudhon -* ¿Qué Mahler, Berg y Wagner.
es la propiedad?, redacta a guisa de res­ Si el estudio sobre el expresionista
puesta la Filosofía de la miseria, un pan­ Schónberg despliega sus reflexiones sobre
fleto titulado -*■ Miseria de la filosofía, el plano de la objetividad musical, el con­
en el que no ahorra insultos contra Proud­ sagrado a Stravinski plantea, en cam­
hon y con el que puso fin de por vida a bio, la cuestión del sujeto mutilado en tor­
la amistad que ligaba a los dos hombres. no al cual la obra de Stravinski está
Según Marx, Proudhon no es solamen­ construida. Con ello hace aparecer un
te un pésimo economista, sino que tam­ motivo de orden dialéctico.
poco ha comprendido una palabra de
la filosofía alemana, lo cual le ha lleva­ Edición: Filosofía de la nueua música (tr.
do a caer en tan graves contrasentidos. A. L. Bixio), Buenos Aires, Sur, 1966.
De este modo, Marx sólo ve en la Filo­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
sofía de la miseria un «galimatías pre­ temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996; M. Jay, Ador­
tencioso y especulativo»; Proudhon ha no (tr. M. Pascual Morales), Siglo XXI, 1988.
querido «planear co m o científico por M. Jiménez, Adorno et la modemité: uers
encima de los burgueses y los proletarios. une esthétique négatiue, Klincksieck, 1986.
FILOSOFÍA DE LA PRÁCTICA 292

FILOSOFÍA DE LA PRÁCTICA. Eco­ Edición: Filosofía de la tragedia, Buenos


nómica y ética, Filosofía delta prati- Aires, Emecé, 1949.
Estudio: R. Bespaloff, Cheminements et
ca. Economica ed etica, 1908.
carrefours, Vrin, 1938.
B e n e d e tto C r o c e , 1866-1952.

Superando la metafísica, Croce quiere


ser ultrametafísico: en efecto, el círculo del
FILOSOFÍA DE L AS FORM AS SIM­
ser y de la vida está formado por el pen­
B Ó LIC A S (LA), D ie P h ilosoph ie der
samiento y la acción. Las cuestiones plan­
symbolischen F orm en, 1923, 1925 y
teadas por Croce atañen tanto a la liber­
1929.
tad en el acto volitivo como al bien y al
E rn s t C a ss ire r, 1874-1945.
mal. Si el bien puede quedar determina­
do filosóficamente, la voluntad en cam­
La inspiración de Cassirer quiere ser
bio es libre siempre.
«crítica» en el sentido kantiano; se trata
de mostrar cómo construye el hombre un
Edición: Filosofía della pratica. Econo­
mica ed etica, Laterza, Barí, 1908. mundo sobre el cual se perfilan objetos
Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­ y relaciones entre esos objetos. Mas lo
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol. que Kant ha hecho para el dominio de la
III, Montanery Simón, Barcelona, 1973, pp. ciencia, lo intenta hacer Cassirer para
438-452; P. Olivier, Croce ou l'Affirma-
todos los modos de la «función simbóli­
tion de l’immanence absolue, Seghers,
1975. ca», es decir, para todo aquello por lo cual
el hombre prescinde de la diversidad de
las apariencias sensibles para darle un sen­
tido a través de un punto de vista que la
FILOSOFÍA DE LA TRAGEDIA, o Dos- unifique — el lenguaje, el mito, la per­
toievski y Nietzsche, 1903. cepción, el concepto— .
L e ó n C h e s t o v (L e v Issákovich Chvarst- El tomo I considera al mito, origen de
man), 1866-1938. la religión y del arte, como lo que permi­
te al hombre conducirse en función de
Chestov se inscribe aquí en la línea representaciones que no están dadas, sino
de Kierkegaard y se rebela contra la cien­ constituidas por la conciencia. Y el mito
cia y la filosofía del conocimiento criti­ forja ya la idea de causa en las cosmogo­
cando su autocratismo y sus limitacio­ nías, que consisten en una organización
nes teóricas. Existe en efecto, más allá de del espacio en la que cada ser tiene adju­
esas instituciones científicas o filosóficas, dicado un lugar, un pensamiento del tiem­
un mundo prohibido e infinito, al cual se po: la idea de ciclos que recomienzan eter­
accede a contrapelo de las propias con­ namente es ya una manera de ordenar el
vicciones, en un abandono radical de todos mundo. Pero, al subrayar cómo el mito
los bienes materiales e intelectuales. Sólo configura al mundo, Cassirer no lo con­
la experiencia de la desesperación, tal funde con la razón.- el mito propugna una
com o la han conocido Dostoievski y causalidad, mas por asociación de las
Nietzsche, abre las puertas de este uni­ impresiones sensibles (después, o junto
verso indiscernible en el que todo valor a esto, por tanto a causa de esto), mien­
y toda señal distintiva han desaparecido. tras que la explicación descompone las
Este mundo absoluto es el de la libertad asociaciones surgidas de las contigüidades
absoluta: «Aquel que lo traspasa se pone temporales y espaciales. Y el espacio míti­
a pensar, a sentir, a desear de manera co no es el espacio geométrico, porque
diferente a la de los otros [...] las naves cada dirección tiene un valor diferente:
son quemadas [...]. Tiene que seguir ade­ el Este es fuente de vida, el Oeste región
lante, hacia un porvenir desconocido y de los muertos, en función de nuestra
siempre terrible.» experiencia afectiva de la luz y de las tinie­
293 FILOSOFÍA DEL ARTE

blas. El tiempo mítico no es un continuo Mas aunque la percepción, con ayu­


homogéneo, sino dividido en tiempos da del lenguaje, identifique un objeto bajo
sagrados y tiempos profanos; es circular, apariencias diversas, es en cambio inca­
es la imagen del ciclo de la vegetación que paz de formular la ley de asociación que
muere y renace, ritmo vital para el hom­ utiliza; éste es el papel que va a desem­
bre. En suma, lo que caracteriza al tiem­ peñar el concepto, definido como cons­
p o mítico es que, en el sentimiento de ciencia de una regla de transformación
poderío del pensamiento, como en el de que permite considerar todos los casos
estar poseído, el yo no capta los límites posibles, incluso los no experimentados:
entre los objetos y él mismo, al igual que el concepto de triángulo propone todas
el totemismo no capta los límites entre el las formas posibles del triángulo como
animal y el hombre; «El mito expresa la variables unidas por una regla que auto­
totalidad del ser natural en el lenguaje del riza (o excluye) tales o tales transforma­
ser humano y social, y la totalidad del ser ciones. Por ello, Cassirer distingue, con­
humano y social en el lenguaje del ser natu­ tra Berkeley, entre el concepto y la idea
ral.» Será necesaria una dialéctica de la general, agrupamiento de semejanzas
conciencia mítica para que surja la religión entre algunas realidades. Los concep­
que distingue entre el yo y el no-yo, espi­ tos físicos de gas perfecto, de cuerpos
ritual y sensible, incluso aunque toda cosa que no se pueden comprimir, de punto
siga siendo una metáfora de lo espiritual. material son «casos límite», más allá de
El tomo II reconstruye la historia de las todo valor empírico.
concepciones del lenguaje desde el realis­ No es posible agotar la precisión y el
mo mágico donde la palabra tiene poder alcance de esta obra, por la que la filo­
sobre la cosa porque participa en ella, para sofía crítica influye sobre la etnología (es
llegar a mostrar que, lejos de ser la réplica una anticipación de Lévi-Strauss y sus
de la cosa en sí, el lenguaje disuelve los obje­ códigos míticos indiferentemente huma­
tos perceptivos en el flujo sensible, que la nos y naturales), sobre la psicología gené­
palabra «azúcar», por ejemplo, realiza la sín­ tica (anuncia a Piaget y se alinea con
tesis de apariencias diversas (visuales, gus­ Goldstein en el problema de la afasia), y
tativas): «el hambre de palabras» del niño sobre la crisis de fundamentos de la mate­
pequeño es un «hambre de formas», dirá mática.
Cassirer en el tomo ID. Y aún más, hay una
constitución lingüística de clases cuando Edición: Filosofía de las formas simbóli­
la palabra aísla un aspecto «rojo» de un todo cas, 3 vols., Fondo de Cultura Económica,
México, 1971-1976.
concreto, la flor. Estudio: Ernst Cassirer: de Marbourg a
El tomo III es una fenomenología del New York, l’itinéraire philosophique, Le
conocim iento, partiendo de la percep­ Cerí, 1990.
ción, porque ésta tiene ya una «pregnan-
cia simbólica». Todo lo vivido reenvía a
uno o varios sentidos: una línea ondula­
da puede ser tomada como la huella de F IL O S O FÍA DEL AR TE , Philosophie
un animal, o un ornamento estético, o de l ’art, 1882.
como expresión de un estado de ánimo, H ip p o ly te Tain e, 1828-1893.
o como gráfico de una función matemá­ Lecciones impartidas en la Escuela de
tica. Cassirer cita a Husserl — «apuntar Bellas Artes de 1865 a 1869.
a algún sentido» es la primera caracterís­
tica de toda conciencia— y lo comenta: Esta obra manifiesta el deseo de com­
«N o hay percepción consciente que se prender el arte a través de la historia. Raza,
reduzca a un puro "d a tu m ” , toda per­ medio, momento constituyen otras tantas
cepción encierra un cierto “ carácter de perspectivas y marcos que esclarecen su desa­
dirección” o de mostración que reenvía rrollo. La búsqueda de las características expre­
más allá de su aquí y ahora.» sivas domina el estudio de la producción de
FILOSOFÍA DEL DINERO 294

la obra de arte. Y su historia contribuye enton­ FILOSOFÍA DEL N O (LA). Ensayo de


ces al conodmiento de los hombres. una filosofía del nuevo espíritu cientí­
fico, La Philosophie du non. Essai d ’u-
Edición: Filosofía del arte, Espasa-Calpe, ne philosophie du novel esprit scienti-
1945. fique, 1940.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morén), G a s tó n B a c h e la rd , 1884-1962.
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 495-498 y 508;
C. Evans, Taine, essai de biographie inté- Ni negativismo ni nihilismo, el «No» de
rieure, Nizet, 1976. La Filosofía del N o designa la supera­
ción, por generalización dialéctica, de
toda filosofía de la ciencia cerrada en su
FILOSOFÍA DEL DINERO, Philosophie sistema de axiomas y la esencial apertu­
des Ge/des, 1900. ra del pensamiento científico, especial­
G e o r g Simmel, 1858-1918. mente en tres dominios: la química, la físi­
ca y la lógica.
Es éste un libro central en la obra de Bachelard comienza por la crítica de
Simmel, un libro que ignora las fronteras la noción clásica de sustancia: entre los
entre filosofía, economía y sociología, y dos polos del realismo y el kantismo, el
que se propone responder a la cuestión racionalismo dialéctico de la noción de
fundamental de saber cuáles son las con­ sustancia permite desarrollar una filoso­
secuencias de la invención y generación fía de realización de las materias y de
del dinero como modo de pago. relativización de las categorías. El sus-
En el marco de una crítica romántica tancialismo es así condenado por sus pro­
del capitalismo, Simmel denuncia la subor­ pios presupuestos.
dinación de la calidad a la cantidad, la A continuación critica Bachelard la
transformación de los valores en mer­ noción clásica de intuición: a partir de un
cancías — efectos del dominio del dinero ejemplo tomado de la microfísica, el de la
en la vida social— . El «fetichismo de la conexión espacial lineal, el filósofo demues­
mercancía» descrito por Marx no es para tra que la intuición primera o «natural» debe
Simmel más que un caso particular de la ceder el lugar a la intuición elaborada si se
«tragedia de la cultura», que ve diluirse a quieren comprender ciertas propiedades
los hombres y a los valores en beneficio paradójicas de la organización fenoméni­
de los objetos. Siendo la esencia de la ca. Las incertidumbres complementarias
moneda precisamente la indiferencia ante de Heisenberg encuentran así confirma­
todo valor, el dinero se ha convertido en ción en la concepción de la propagación
el m odelo de encadenamiento de los de Adolphe Buhl.
medios y los fines, e indirectamente ha Finalmente, el autor aborda la crítica
permitido el abandono de lo cualitativo, del dominio exclusivo de la lógica aristoté­
que está al origen de la ciencia moderna. lica. En conexión con las teorías físicas de
Esta obra ambiciosa es en primer lugar su época, en particular con la de Heisen­
una reflexión filosófica sobre la cultura, berg, Bachelard subraya la pertinencia de
reflexión traspasada por la nostalgia de los la observación de lógicas no aristotélicas,
por ejemplo la lógica trivalente. Califica de
valores y por la presencia viva de las cosas.
«degeneresciencia» (la «degeneresciencia»
Edición: Filosofía del dinero (tr. R. García significa en ciencia la extinción de una posi­
Cotarelo), Centro de Estudios Constitucio­ bilidad de estructura) el paso de una lógica
nales, 1976. trivalente a la lógica aristotélica bivalente.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Mediante el estudio de estos tres domi­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
nios — la química, la física, la lógica— ,
guez Tapia), Cátedra, 1996; F. Léger, La
pensée de Georg Simmel: contribution á Bachelard muestra el carácter incitativo
l’histoire des idées au début du XX siécle, de la filosofía inductiva y sintética, que
Kimé, 1989. resume con el vocablo de «filosofía del
295 FILOSOFÍA EN EL «BOUDOIR» (LA)

No». Esta última está a la base de un supe- costumbres: «Mi objetivo es probar que
nacionalismo que determina las propie­ debemos esforzamos por cambiar nues­
dades de un superobjeto, «resultado» de tras costumbres si queremos conservar el
una objetividad que no retiene del obje­ gobierno adoptado.» Sade se aplica ante
to más que aquello que ella no ha criti­ todo a demostrar que «el teísmo no con­
cado (el átomo, definido como la suma viene en modo alguno a un gobierno repu­
de las críticas sucesivas a las que fue some­ blicano». La existencia de Dios es «una
tida su imagen primera, es un ejemplo en quimera»; «es preciso haber perdido el
la microfísica contemporánea). sentido para creep>. La religión natural no
sirve para comprender la naturaleza:
Edición: La filosofía del no (tr. N. Roreto), «¿Esclarece algo vuestra quimera deífica?
Buenos Aires, Amorrortu, 1973.
Estudio: C. Canguilhem, «Dialectique et phi- [...] Y ¿cómo quéreis que yo admita, como
loscjphie du Non chez Gastón Bachelard», causa de algo que yo no comprendo, una
en Études d ’histoire et de philosophie des cosa que comprendo todavía menos?» La
Science s, Vrin, 1983. crítica de la religión revelada no recula
ante ninguna blasfemia: «Como el hom­
bre jode, ha querido que Dios joda igual­
mente [...] En el seno de una puta judía,
FILOSOFÍA DEL V A L O R (LA), La phi­ en un establo de cerdos ¡es donde se anun­
losophie de la valeur, 1952. cia el Dios que viene a salvar la tierra!»
Raym on d R u yer, 1902-1987. ¿De qué leyes tiene necesidad la repú­
blica? Sade empieza por observar que «no
Conocida por el público gracias al hay nada verdaderamente criminal más
movimiento romántico y a Nietzsche, la que lo que reprueba la ley; porque lo que
noción de valor existe de hecho desde el la naturaleza nos inspira, al dictamos por
siglo xviii. Ha tomado el lugar del Bien, igual vicios y virtudes en razón de nuestra
del Soberano Bien y de la Perfección. organización, o más filosóficamente aún,
Apoyándose en las obras «de una muche­ en razón de la necesidad que ella tiene de
dumbre de espíritus distinguidos», Ruyer los unos y las otras, devendría una medi­
examina primeramente las diversas ca­ da demasiado incierta para regular con
racterísticas del valor y de los valores, para precisión lo que está bien y lo que está
exponer y clasificar a continuación las mal». El autor pasa acto seguido a demo­
diversas teorías del valor. ler el antiguo edificio moral, que se apo­
yaba en la santa trinidad de los deberes:
Edición: La philosophie de la ualeur, hacia Dios, hacia el otro, hacia uno mis­
Armand CoUin, 1952.
Estudio: J. Parain-Vial, Dictionnaire des mo. Porfía por un arsenal jurídico redu­
phi/osophes, P.U.F., 1984. cido al mínimo. Ni la calumnia, ni el robo,
ni los delitos de libertinaje (prostitución,
adulterio, incesto, violación, sodomía...) y
asesinato deberían ser legítimamente cas­
F ILO SO FÍA EN EL «BOUDOIR» (LA), tigados. Por el contrario, ¡la legislación
La philosophie dans le boudoir, 1795. debería alentarlos!
S ad e (Donatien Alphonse Francois, mar­ Uno se queda pasmado ante la orgía
qués de), 1740-1814. (hay que decirlo) de razonamientos filosó­
ficos movilizados para establecer estas con­
Este texto es conocido sobre todo por clusiones. Mas sería un error suponer que
el panfleto del quinto diálogo: «France­ el interés de tales discursos reside sólo en
ses, un esfuerzo más, sí queréis ser repu­ su carácter pintoresco. Sade coloca a su
blicanos» (estamos en los estertores de la siglo frente a problemas, y a veces ante con­
Revolución). Según Sade, un nuevo tradicciones, formidables. Baste pensar en
gobierno exige que la revolución sea el uso inmoderado que las Luces hicieron
extendida a la religión, a las leyes y a las de la idea de Naturaleza.
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA (LA) 296

Edición: La filosofía en el «faoudoir» (tr. A. deja reducir a conceptos, sino que debe
García Calvo), Ruedo Ibérico, 1975. expresar las voluntades contradictorias e
Estudio: J. Deprun, «Sade et le rationalisme instintivas del hombre: el conocimiento y
des Lumiéres», en Raison présente, avril/juin
1980. la vida. El «genio del pueblo griego» ha
residido en ligar sus interrogaciones sobre
la Naturaleza con su manera de abordar
la vida. El origen del «espíritu filosófico»
FILOSOFÍA EN LA EDAD MEDIA (LA), se descubre en los presocráticos y los trá­
La philosophie au Moyen Áge, 1922. gicos griegos: «Lo que aprendían, que­
É tienne G ils o n , 1884-1978. rían vivirlo a continuación.» Comentando
los textos de Tales, Heráclito o Anaxi-
En esta obra didáctica estudia Gilson la
mandro, estima Nietzsche que todos expre­
evolución de la filosofía, desde los Padres de san la realidad del mundo, su actividad
la Iglesia hasta el siglo xiv. En ella encuen­
intensa, su eterno devenir. A la inversa,
tran lugar tanto los diferentes sistemas es­
Platón constituye «el primer gran híbrido»
peculativos como los pensamientos místicos.
porque reúne y sistematiza los pensa­
Sin embargo, el proyecto de Gilson no
mientos de sus predecesores; con él
se circunscribe a lo meramente histórico:
comienza la decadencia de la filosofía.
la filosofía de la Edad Media se inscribe en
Escrita en 1873, esta obra desarrolla
un contexto cultural e intelectual preciso
explícitamente los temas abordados en
que ha de tenerse en cuenta para com­
-*• El origen de la tragedia (1872). Sin
prender las múltiples corrientes de pen­
embargo, el pensamiento del autor ya ha
samiento de la época. Finalmente Gilson
evolucionado, concretamente en lo que
propone su propia tesis: la filosofía medie­
toca a Sócrates: considerado como el tipo
val comienza al principio de nuestra era y
mismo del héroe en 1872, aquí no es
no únicamente en la Edad Media propia­
ya más que un «plebeyo inculto», incluso
mente dicha. Se constituye en efecto en el
aunque pese a todo siga siendo «el último
encuentro de la religión cristiana con el
sabio»; en sus obras posteriores ( v El cre­
pensamiento helénico, y el fin persegui­
púsculo de los ídolos, 1889), Nietzsche
do por los Padres de la Iglesia es el de con­
lo estigmatizará como el primer decadente
ciliar la fe con la filosofía.
de la historia de la filosofía.
Independientemente del punto de vis­
ta de Gilson, La filo so fía en la Edad Edición: La filosofía en la época trágica
Media sigue siendo hoy día una obra de los griegos (tr. P. Simón), en Obras com­
magistral de historia de la filosofía. pletas, t. I, Buenos Aires, Ediciones Presti­
gio, 1970.
Edición: La filosofía en la Edad Media Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzsche
(tr. A. Pacías y S. Caballero), Gredos, 1995. (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994.
Estudio: Mélanges offerts á Étienne Gil-
son, Vrin, 1959.

FILOSOFÍA M ATEM ÁTICA, P h ilo ­


FILOSOFÍA EN LA ÉPO CA TRÁGICA sophie mathématique, 1962.
DE L O S GRIE GO S (LA), D ie P h ilo ­ Jean C a v a illé s , 1903-1944.
sophie im tragischen Zeitalter der Grie-
che, 1903. Esta obra, publicada en 1962 por los
F ríe d ric h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844- Amigos de Jean Cavaillés, está formada
1900. por tres estudios que comparten un fin
Texto y fragmentos postumos sobre los común: dar cuenta de la historia de la teo­
presocráticos. ría de conjuntos.
0 primer estudio, Observaciones sobre
Si «todos los sistemas filosóficos están la formación de la teoría abstracta de con­
anticuados», es porque la filosofía no se juntos, había sido publicado en 1938 por
297 FILOSOFÍA ZOOLÓGICA

Cavaillés: la preocupación histórica del autor vida moral y su relación con la filosofía
está atemperada por una reflexión sobre la en tanto que tal.
esencia de las matemáticas y su devenir; a
través de la historia problemática del naci­ Edición: Philosophie morale, Vrin, 1981.
miento, el desarrollo y la crisis de la teoría Estudio: G. Kirscher, Figures de la violen-
ce et de la modernité: essais sur la philo­
de conjuntos, nos ofrece Cavaillés un ejem­ sophie d'Eric Weil, Presses universitaires de
plo particularmente rico en «inflexiones ines­ Lille, 1992.
peradas del devenir matemático».
A continuación de este primer trabajo,
y a modo de ilustración, aparece publica­
da la correspondencia mantenida por Can­ F IL O S O F ÍA Y F IL O S O F ÍA E S P O N ­
tor y Dedekind entre 1872 y 1899, que T Á N E A DE LO S CIENTÍFICOS.
Cavaillés tradujo junto con la matemáti­ Louis A lt h u s s e r .
ca alemana Emmy Noether y que publi­ Véase CURSO DE FILOSOFÍA P A R A
caron en 1937. CIENTÍFICOS.
El tercer estudio, Transfinito y conti­
nuo, completa la historia de la teoría de
conjuntos comentando un teorema de
Godel de 1939. FILOSOFÍA Y RELIGIÓN, Philosophie
und Religión, 1804.
Edición: Philosophie mathématique, Her- F r ie d r ic h W ilh e lm J osep h v o n S c h e
mann, 1971.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ lu n g , 1775-1854.
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí-
uez Tapia), Cátedra, 1996; G. Ferriéres, Dirigido contra Adolph C. A. Eschen-
ean Cavaillés, un philosophe dans la gue­ mayer, este ensayo responde al proble­
rre, Le Seuil, 1982.
ma de la creación. Schelling recurre a los
principios platónicos para explicar el ori­
gen del mundo com o una caída de las
Ideas que se engendran a partir de lo
F IL O S O F ÍA M O R A L , P h ilosop h ie
Absoluto. La libertad reside en la posibi­
morale, 1961.
lidad que tienen esas Ideas de ser inde­
É ric W e il, 1904-1977.
pendientes.
Puesto que no existe nada que pueda Edición: Philosophie et Religión.
limitar a la filosofía, y en este sentido ella Estudio: B. Gilson, presentación del texto
es infinita, toda filosofía se ve obligada a en la edición francesa, Vrin, 1988.
justificarse. Para realizarlo extrae de sí mis­
ma y pone al descubierto diversos méto­
dos, al mismo tiempo que da por supues­
tas ciertas condiciones lógicas, históricas FILOSOFÍA ZOOLÓGICA, Philosophie
y sociales. Así es como se construye el mar­ zoologique, 1809.
co de una reflexión moral que pretende ser L am arck (Jean-Baptiste de Monet, caba­
diferente de la que pueda producir la moral llero de), 1744-1829.
concreta, y que requiere lo universal como
superación de lo particular histórico. ¿Cuál Lamarck expone aquí la primera ten­
es el fin asignado a esta reflexión moral? tativa de elaboración de una teoría siste­
Ante todo, hallar la certeza perdida en la mática de la evolución de los organismos
cotidianidad de la moral concreta, por enci­ vivos. El autor se representa la aparición
ma de la cual se eleva esta reflexión. de los primeros seres vivos (infusorios) por
Sobre estas bases analiza Éric Weil el generación espontánea. No olvidemos que
concepto de moral y el contenido de la esta hipótesis permitía, antes de que Pas-
moral, a la vez que se interroga sobre la teur hubiera presentado sus ilustres expe­
FÍSICA 2 98

rimentos, introducir un principio de eco­ FÍSICA, <ínxjiKá f\ áxpoáoe®^


nomía en la creación divina. A partir de o entre 335 y 332 a.C.
las formas primitivas, la vida se desarrolla A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
haciéndose más compleja. Este proceso
evolutivo, que empuja al conjunto de los En esta obra compuesta de ocho libros
seres hacia un grado superior de perfec­ estudia Aristóteles la realidad natural.
ción, obedece a dos grandes causas. En el primer libro, el autor define lo
Para empezar, Lamarck admite una que es la física y cuál es su objetivo: la físi­
tendencia espontánea de la materia vivien­ ca es el estudio de los p rincipios de la
te a evolucionar hacia una perfección naturaleza y de las cosas. Hay tres prin­
mayor. En segundo lugar, otorga una cier­ cipios: la materia, la forma y la privación.
ta influencia a las circunstancias exterio­ En lo que concierne a la materia, las cosas
res. La relación entre estos dos tipos de existen, son tangibles y, además, están
causas es, por lo demás, contradictoria, en movimiento. Así el objeto de la física
puesto que las influencias exteriores vie­ es el estudio de la forma incrustada en
nen a perturbar la tendencia espontá­ la materia.
nea de la naturaleza a la regularidad. La El libro II expone y analiza las diversas
necesidad que tienen los seres de adap­ causas, que son cuatro. Volvem os a
tarse a su medio les hace adoptar nuevos encontrar la materia y la forma; a estas
hábitos de comportamiento. Esos hábi­ dos primeras causas se añaden otras dos:
tos comportamentales determinan a su la causa eficiente (causa primera) y la cau­
vez modificaciones morfológicas, porque sa final. A fin de ilustrar esta teoría, Aris­
un órgano se desarrolla, se atrofia, se des­ tóteles toma el ejemplo de la creación
plaza o desaparece en proporción al uso artística. El creador es la causa eficiente
que se haga de él. Citemos el ejemplo de o causa primera; la forma, el modelo que
los peces planos: «Sus hábitos de vida les el creador tiene en su mente, es la segun­
fuerzan a nadar sobre sus caras aplana­ da causa; la materia, sin la cual la crea­
das [...]. En esta situación, al recibir más ción no puede existir, es la tercera; y por
luz por arriba que por abajo, y teniendo último, la causa final es el resultado: la
una necesidad particular de estar siempre creación potencial ha devenido real; ha
atentos a lo que se encuentra por encima pasado de la potencia al acto. Cuatro cau­
de ellos, esa necesidad ha forzado a uno sas o etapas están al origen de todo cam­
de sus ojos a experimentar un desplaza­ bio físico.
miento y ocupar la singular posición que En el libro DI aborda Aristóteles el tema
caracteriza a los ojos de los lenguados, del movimiento. El movimiento es el cam­
los rodaballos, etc.» bio, la evolución de un ser o de una cosa.
Naturalmente, un tal conjunto de Todos los seres que nacen crecen, por­
hipótesis supone le herencia de los que todo infante, o pequeño, es un adul­
caracteres adquiridos. Esta hipótesis se to potencial. El movimiento es resultado
encuentra experimentalmente más bien por tanto de una tensión hacia el estado
invalidada que verificada, y el transfor­ al cual se está destinado; es ante todo
mismo científico no se apoya hoy sobre un proceso dinámico.
un esquema lamarckiano, sino sobre la En la segunda parte del libro III y en
teoría darwiniana. Ciertos biólogos con­ el libro IV, Aristóteles parte del hecho
ceden sin embargo a la Filosofía zoo ­ de que el cambio tiene lugar en el espa­
lógica un interés que no es exclusiva­ cio y de que está necesariamente ligado
mente histórico. al tiempo y al vacío; de este modo intro­
duce la noción de infinito. El autor ana­
Edición: Filosofía zoológica (Tr. J. Gon­ liza entonces estas nociones, y define el
zález Llana), Alta Fulla, 1986.
Estudio: Lamarck et son temps, Lamarck tiempo, el infinito espacial y el infinito
et notre temps, Actes du colloque Interna­ temporal. El tiempo es el n úm ero del
tional de Chantilly, Vrin, 1982; movimiento: es continuo como éste y no
299 FORMACIÓN DEL CONCEPTO DE REFLEJO EN LOS SIGLOS X V IIY XVIH (LA)

se pueden disociar el uno del otro. El to la realidad natural, se sitúa entre el


infinito es una noción más compleja: -*• Organon, que la anuncia, y la ->■ Meta­
puede ser un espacio imposible de reco­ física, que se ocupa de la realidad pri­
rrer, un espacio sin límite, o un espa­ mera.
cio privado de materia; en todos los
casos, si existe, es en potencia y no en Edición: Física (tr. G. Rodríguez de Echan-
acto. Aristóteles rechaza así la concep­ día), Gredos, 1995.
Estudios: J. Bames, Aristóteles (tr. M. San-
ción platónica que hace del infinito una sigre), Cátedra, 1982; L. Couloubaritsis,
cosa en sí. L'Advénem ent de la Science physique:
Después de esta digresión, el autor essai sur la physique d ’Aristote, Ousia,
vuelve al movimiento en los libros V y 1981.
VI. N o hay movimiento más que porque
existen los contrarios, que de alguna
manera son puntos de partida y de lle­
gada del movimiento; habrá pues tantos F ÍSIC A Y FILOSOFÍA. La revolución
tipos de movimiento com o de contra­ en la ciencia moderna, Physics and Phi-
rios. Estos movimientos pueden ser divi­ losophy. The revolu tion in M od ern
didos en tres géneros: los primeros de Science, 1958.
orden cualitativo, los segundos de orden W e r n e r K a r l H eisen berg, 1901-1976.
cuantitativo, y los terceros de orden local.
Por el movimiento, se va de la privación Esta obra interesará al filósofo por
de una cantidad a la posesión de otra; su transparente exposición del desarro­
hay cambio hacia el bien o hacia el mal. llo histórico de los quanta (Planck, Eins-
De todas formas, benéfica o no, esta alte­ tein, el propio Heisenberg, que minimi­
ración se produce necesariamente. Por za por cierto la importancia de su propia
otra parte, el autor constata que el movi­ contribución).
miento es divisible, y estudia esta divisi­ Física y filosofía extrae además cier­
bilidad. tas conclusiones — más bien en un sen­
En los libros Vü y VIH, Aristóteles prue­ tido positivista— relativas a las nociones
ba la existencia de un prim er m otor, sin de materia y de determinismo.
el cual todo movimiento, toda dinámica
sería imposible. El motor primero es Edidón: Physics and Philosophy. The revo­
inmóvil y un primer móvil depende de él. lution in modern science, Alien and Unwin,
1963.
Este primer motor, gracias al cual todo Estudio: L. de Broglie, Les Incertitudes
se mueve de manera circular, es el prin­ d’Heisenberg et I'interpretaron probabi-
cipio primero del movimiento; es conti­ liste de la mécanique ondulatoire, Gau-
nuo, eterno, infinito y perfecto. Es uno thier-Villars, 1982.
y es pensamiento puro: en una palabra,
es Dios.
La obra trata sobre todo de la teoría
dinámica del cambio, de la realidad F O R M A C IÓ N DE L C O N C E P T O DE
potencial de las cosas o de los seres, REFLEJO EN L O S S IG LO S X V II Y
de la realización de esas cosas o de esos XVIH (LA), La formation du concept de
seres que, de abstractos, devienen con­ réflexe aux X V If et XVllT siécles, 1955.
cretos y existen al fin: es el paso de la G e o r g e s C anguilhem , nacido en 1904.
potencia al acto; las cuatro causas del
m ovimiento natural (infinito, espacio, Con el análisis de la historia del movi­
vacío y tiempo) son tratadas por el autor, miento reflejo del siglo xvii al xvm, Can­
como también los diferentes elementos guilhem contribuye a la constitución,
del universo. para la biología, de una historia de las
La Física forma parte de las obras cien­ ciencias recurrente, esto es, de una «his­
tíficas de Aristóteles. Teniendo por obje­ toria alumbrada por la finalidad del pre­
FORMACIÓN DEL ESPÍRITU CIENTÍFICO (LA) 300

sente», según la expresión de Bachelard. F O R M A C IÓ N DEL E SPÍRITU CIEN­


La obra ofrece, en efecto, el ejemplo de T ÍF IC O (LA ). C ontribución a un psi­
una de esas inversiones de concepto y coanálisis del conocimiento objetivo,
de explicación que la historia de la bio­ La form a tion de l ’esprit scientifique.
logía, con lógica y no sin humor, es Contribution a une psychanalyse de la
capaz de regalarnos: la descentraliza­ connaissance objective, 1938.
ción de las funciones de coordinación G a s tó n B a c h e la rd , 1884-1962.
sensomotora, de las que da testimonio
la acción refleja, queda «mejor» puesta El subtítulo es explícito: Bachelard quie­
en evidencia y «explicada» por doctrinas re ofrecer su «contribución a un psicoa­
biológicas y médicas de inspiración clí­ nálisis del conocimiento objetivo». Psico­
nica y vital que por condicionamientos análisis significa aquí que, para alcanzar
de origen mecánico. Descartes oculta­ la cientificidad, el espíritu debe ante todo
ba a Willis. Detrás de una lógica de filia­ desprenderse de su pasado de imágenes
ción lineal y de homogeneidad de ajus­ y de su adhesión espontánea a lo inme­
tes, se oculta una lógica de conveniencia diato: el espíritu científico es el resultado
p o r distancia, sensible a la investiga­ de una sustración, en el sentido de que se
ción de un sentido de la verdad, es decir despoja de sus adhesiones y hábitos natu­
de un sentido de coherencia lógica entre rales. Correlativamente, la objetividad es
un concepto con los otros. En el afirmada como elemento de un proceso
momento en que, en el siglo XIX, el con­ de objetivación, y no como sumisión a un
cepto de movimiento involuntario adqui­ objeto que comenzaría más bien por negar.
ría valor de fundamento para una fisio­ Para acceder a la ciencia, el espíritu
logía de tipo mecanicista, ese concepto debe comenzar por un rechazo, sobre la
disimulaba que sus raíces se encontra­ base del cual concebirá un proyecto del
ban, en los siglos XVII y XVDI, en una fisio­ que resultará el objeto científico. Este últi­
logía y una psicología de inspiración mo es residual. El sentido del vector cien­
contraria. Son las condiciones de apa­ tífico es por tanto: Rechazo-Proyecto-Obje­
rición y de determinación de un con­ to. El progreso científico no sigue la línea
cepto las que definen la naturaleza del acumulativa de una adición de conoci­
problema que de ahí se deriva, y no a mientos, sino una línea reductiva, de una
la inversa. La conclusión que Canguil­ sustracción de imágenes y prejuicios emba­
hem extrae de ello es de orden más razosos e indebidamente valorativos. Los
general y afecta a la historia de las cien­ que parten del objeto son espíritus des­
cias: la búsqueda de continuidades, aun­ provistos del sentido del problema, como
que parezca ser lógica, no tiene ningu­ ocurre con los que creen poder apoyarse
na validez científica a prio ri. Los sobre lo real para alcanzar lo racional; tales
contemporáneos por razones de histo­ espíritus se mueven en el reino de la opi­
ria rara vez lo son dentro de la sociedad nión, no en el dominio de la ciencia.
científica; las divergencias en el interior La verdad científica no es un comien­
de una misma generación de investiga­ zo, es un resultado: al término de una pers­
dores son a menudo más instructivas pectiva de errores rectificados, esa verdad
que las afinidades entre generaciones hace aparecer todo comienzo como una
diferentes. ilusión. La ciencia no es la prolongación
del conocimiento vulgar: ella lo contradi­
Edición: Laformation du concept de réfle- ce. Lo real no debe ser confundido con lo
xe aux X V lf et X VIIf siécles, Vrin, 1977. inmediato: no es nunca to que podría creer­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ se, mas es siempre lo que se habría debi­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ do pensar. Es preciso ante todo destruir
guez Tapia), Cátedra, 1996; P. Macherey,
«La philosophie de la Science de Georges la opinión, que reside en el espíritu como
Canguilhem», La Pensée, n.° 113, février un obstáculo epistemológico para acceder
1964. a las cuestiones que éste se plantea a pro­
301 FORMALISMO EN LA ÉTICA Y LA ÉTICA MATERIAL DE LOS VALORES (EL)

pósito de lo real: sin cuestionarse, no hay y al sentimiento de que «todo se come»,


conocimiento científico. «Nada es eviden­ la libido (apetito en la duración), la canti­
te. Nada es dado. Todo es construido.» dad. Tras haber consagrado un capítulo al
Esta noción de obstáculo epistemoló­ análisis y a la reducción de cada tipo de
gico es importante. Un obstáculo episte­ obstáculo, Bachelard demuestra que el
mológico es todo aquello que, estando en pasaje del espíritu filosófico al espíritu cien­
el espíritu, impide a éste colocarse en la tífico ocurre enteramente bajo el signo de
perspectiva del pensamiento, es decir, de la reducción. Si todo es imaginable e inclu­
la construcción racional. Es, en sentido so concebible, todo no es posible en la cul­
propio, un contrapensamiento. El espíri­ tura científica: sólo lo es aquello cuya posi­
tu llega a la ciencia ya viejo, puesto que bilidad ha sido demostrada. Existe un
tiene la edad de sus contra-pensamientos. derecho, que hay que reivindicar como
La mutación brusca a que debe someter­ científico, de omitir lo que es omitihle (dere­
se para conocer de manera científica es cho que se encuentra a la base del cálcu­
lo que Bachelard llama una «ruptura epis­ lo diferencial, con la noción de límite). La
temológica»: una especie de cortadura rectificación discursiva es el proceso fun­
específicamente ligada al conocimiento, damental del conocimiento objetivo. Exis­
pero que no invalida en absoluto la idea ten más afinidades reales de lo que se pien­
de continuidad, sobre todo en el domi­ sa entre rectificar y reducir. ¿Cómo
nio matemático, aunque ésta haya de resul­ explicar que la ciencia tenga por objeto los
tar sobredeterminada, concretamente tras objetos que no son dados, sino solamen­
las intervenciones de los althuserianos; esa te posibles, es decir creados por la teoría,
idea tiene consecuencias simultáneas en y que al mismo tiempo tenga la pretensión
varios campos: las actividades de aplica­ de demostrar que todo no es realmente
ción tecnológica y de enseñanza, que no posible? A este respecto, la matemática,
son separables de la actividad científica que procede por construcción de concep­
stricto sensu. De ahí esta idea de que lo tos, y la química, que razona sobre cuer­
que según Bachelard carateriza al pensa­ pos postulados más que constatados, su­
miento científico no es la abstracción, sino ministran un ejemplo de lo que es el
por el contrario su realización en lo con­ movimiento de la ciencia. Es en parte a
creto, la producción de objetos técnicos la elucidación de esta paradoja, según la
«abstractos concretos», de fenómenos que cual lo artificial soporta a lo natural y lo
son «fenomenotécnicos»: todo instrumento abstracto a lo concreto (en términos leib-
científico es realización, encamación de nizianos), a lo que está consagrada la obra.
una idea o de una teoría.
Edición: La formación del espíritu cientí­
Así, superar los obstáculos epistemoló­ fico, Planeta-Agostini, 1985.
gicos por todas partes recurrentes, es poner Estudio: D. Lecourt, Bachelard o el día y
a la cultura científica en estado de movili­ la noche (tr. J. Jordá), Anagrama, 1975.
zación permanente, reemplazar el saber
cerrado y estático por un conocimiento
abierto y dinámico. Entre el lujo de imá­
genes que ofrece la observación y la cal­ F O R M A LIS M O EN L A É T IC A Y L A
ma objetividad de la experimentación, hay ÉTICA M ATERIAL DE LO S VALORES
discontinuidad, ruptura. Bachelard des­ (EL): Tentativa para fundamentar un
cribe algunos de esos obstáculos: la expe­ personalismo ético, D er Forma lismus
riencia primera, la generalidad, la reduc­ in der Ethik und die materiale Wertet-
ción de una explicación a una sola imagen hik: Versuch d er G rund legung eines
(la esponja), el deseo de unidad y la preo­ ethischen Personalismus, 1916.
cupación por la utilidad, el sustancialismo M a x S c h e le r , 1874-1928.
(interiorización de fenómenos en sustan­
cias), el realismo, el animismo, el mito de Este texto puede ser considerado como
la digestión ligado al principio de identidad una de las obras mayores de Max Scheler,
FORMAS ELEMENTALES DE L A VIDA RELIGIOSA (LAS) 30 2

pues enuncia una tesis original que pone prender la génesis de las categorías fun­
en cuestión los fundamentos tradiciona­ damentales del pensamiento y la natura­
les de la ética. En efecto, según Scheler, leza de la autoridad. La religión es consi­
es preciso concebir la existencia de valo­ derada aquí com o un fenómeno social
res objetivos y no únicamente formales. universal que no se define por la creen­
De esta manera se opone a la concepción cia en una trascendencia, sino por la opo­
kantiana de la moral que concede al for­ sición entre sagrado y profano. El tote­
malismo de la ley moral el verdadero valor: mismo ve en el tótem una fuerza
para Kant sólo cuenta la forma de la máxi­ impersonal y anónima exterior al indivi­
ma que determina a la voluntad. Scheler, duo y cuyos símbolos son considerados
que aplica a la moral el método fenome- sagrados. Esta fuerza es la única que
nológico, sostiene que existe una obje­ sobrepasa a los individuos, mas es de
tividad del valor que está fundada y es hecho la sociedad misma la que expre­
aprehendida por la emoción — siendo ese sa así indirectamente su dominio sobre
momento de la aprehensión el verdadero ellos.
momento ético— .
Scheler abre así nuevas perspectivas a Edición: Las formas elementales de la vida
la moral afirmando que los valores pue­ religiosa (tr. S. González Noriega), Alian­
za, 1993.
den ser objeto de una intuición inmedia­ Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
ta que se nos ofrecería por la inatendída miento sociológico (tr. A. Leal), vol. 11, Bue­
vía de la emoción. nos Aires, Siglo Veinte, 1970; J. A. Prades,
Persistance et métaphore du sacré: actua-
Edición: Ética. Nuevo ensayo de funda- liser Durkheim, col. «Sociologie d’aujour’-
mentación de un personalismo ético (tr. H. hui», P.U.F., 1987.
Rodríguez Sanz), 2 vols., Revista de Occi­
dente, 1941-1942.
Estudios: J. Ferrater Mora, Diccionario de
filosofía, Alianza, 1990; H. Buczynska-Gare-
wicz, La phénoménologie du sentiment de F RAGM E N TOS
Max Scheler, Wroclaw, 1975. A n a x á g o r a s de C lazóm enas, hacia 500-
hacia 428 a.C.

Nos han quedado de Anaxágoras una


F O RM AS ELEMENTALES DE L A V I­ veintena de fragmentos que tratan de
D A RELIGIOSA (LAS), Les formes élé- cuestiones físicas y metafísicas. El autor
mentaires de la vie religieuse, 1912. busca conciliar al eleatismo con la plu­
Émile Durkheim, 1858-1917. ralidad y el movimiento. El devenir no es
absoluto, sino que supone una pluralidad
Aunque Durkheim está persuadido de de sustancias primitivas determinadas,
que la religión tradicional debe eclipsar­ divisibles hasta el infinito y tan combi­
se ante la ciencia, no está menos con­ nables entre sí que puede decirse que
vencido sin embargo de la importancia «todo está en todo». Anaxágoras no acep­
social de las creencias colectivas. Es la ta el vacío. Para organizar un mundo
naturaleza y la forma de esta especie de compuesto de esas sustancias primeras,
autoridad moral inherente a todo lo que es necesario un espíritu, votí^ (noüs), que
es religioso lo que el autor quiere eluci­ las estructure y las anime, sin que se tra­
dar, a la vez que se aplica a mostrar que te sin embargo de una providencia en
nuestras categorías mentales, de las más el sentido estoico. N o hay por tanto más
simples a las más complejas, son de ori­ explicación que la mecanicista, toda fina­
gen religioso. lidad es excluida, y esto es lo que decep­
En este estudio ha elegido examinar cionará a Sócrates en el pensamiento de
la religión más simple a su juicio (el siste­ Anaxágoras (véase ->■ Fedón, 97b). En
ma totémico australiano), a fin de com­ cambio Hegel — siempre a la caza de pre­
303 FRAGMENTOS

cursores— verá en el noüs de Anaxá- cuenta de los fenóm enos orgánicos y


goras una prefiguración de la idea de psíquicos; en ninguna parte establece
racionalidad de lo real. Demócrito fronteras netas en el seno
de la naturaleza; profesa, por el con­
Edición: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filó­ trario, un continuismo que el materia­
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­ lismo recogerá (incluso en formas no
dez), Gredos, 1969.
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr. atomistas) muchísimo tiem po después
E. Martín), Cátedra, 1992. de la desaparición de su autor.
Ni siquiera el alma escapa a los prin­
cipios materialistas de la explicación ato-
mista: el pensamiento es un movimiento,
FRAG M EN TO S corporal en su realidad. La sensación es
D e m ó c rito de A b d e ra , hacia 460-hacia contacto, todos los sentidos se remiten
370 a.C. en última instancia al del tacto, incluso
aquellos que permiten una percepción a
La figura de Demócrito, que se distin­ distancia, como la vista o el oído. Una tal
gue mal de la de Leucipo, ocupa el pri­ explicación mecanicísta excluye radical­
mer rango entre los pensadores «preso­ mente sin duda toda especie de finalismo
cráticos». L o que resta son muy pocos o de principio providencial. Y si Demó­
fragmentos (sobre física, ética y educa­ crito imagina una sustancia más perfecta
ción) de una obra probablemente inmen­ y más sutil, lo divino, expandida en todo
sa, mas su doxografía asaz abundante per­ el universo, esa sustancia no reenvía en
mite hacerse una idea relativamente m odo alguno a un Dios personal. En
precisa de su pensamiento. revancha, el autor reflexiona sobre la reli­
Com o otros filósofos presocráticos gión. El atomismo propone una explica­
(Anaxágoras), Demócrito busca una con­ ción «científica» universal de las cosas.
ciliación entre la filosofía eleática (Par­ Mas importa dar cuenta racionalmente
ménides), que niega el movimiento, y de las creencias humanas, y Demócrito
la realidad empírica de este último. La propone explicaciones en extremo suti­
respuesta es el atomismo, doctrina físi­ les que interpretan las representaciones
ca y cosmológica extremadamente vigo­ religiosas en términos de simulacros.
rosa y coherente destinada — con Epi­ Aunque el atomismo democriteano
curo y Lucrecio— a una fecunda ha conocido, con Epicuro y Lucrecio, un
posteridad. De Parménides retiene desarrollo en la dirección de la moral,
Demócrito el rechazo intransigente de no parece sin embargo que Demócrito
toda creación ex nihilo: nada viene de se cuidara mucho de relacionar la ética
nada, nada se pierde. Los átomos, físi­ con la física. Aparte el hecho de que la
camente inseparables, indestructibles, autenticidad de los fragmentos relati­
están hechos todos de la misma mate­ vos a la ética ha sido puesta en duda, sus
ria, pero difieren por su forma, su tama­ preceptos morales apenas si están orga­
ño, su orden y sus posiciones recípro­ nizados en un sistema coherente. Más
cas. En número infinito, se desplazan bien, lo que parecen transmitir con rela­
en un vacío eterno. Un vacío tal debe tiva frecuencia es un conformismo bas­
existir, pues sin él sería imposible el tante trivial. Se puede sin duda encon­
movimiento. Así se forman los cuerpos trar en ciertas máximas inspiraciones
y los mundos, agregados perecederos ampliamente desarrolladas por el ato­
de átomos que se mueven en torbelli­ mismo helenístico (por ejemplo, el cál­
no. Esos mundos han de ser distingui­ culo de los placeres), pero sería vano
dos del universo mismo, totalidad que buscar aquí la anticipación de las gran­
los engloba, eterno como los átomos y des ideas morales de Epicuro y Lucre­
el vacío de los que está compuesto. Este cio. La paternidad más clara de estos
principio explicativo da igualmente ilustres descendientes podría residir en
FRAGMENTOS 304

la negativa a fundamentar la moral huma­ FRAGM ENTOS


na en una trascendencia de ninguna E m péd ocles d e A g r ig e n t o , hacia 490-
especie. De hecho, Demócrito se ins­ hacia 435 a.C.
cribe en el gran movimiento naturalista
«físico» del pensamiento presocrático. Han llegado hasta nosotros unos 450
En las cuestiones que plantea, Demócrito versos de los dos poemas de Empédocles -,
está muy próximo a las investigaciones De la naturaleza (TlEpi (ptoecoq), y Las
de los Milesios. purificaciones (’KaGapnoí)
No es posible negar la importancia de D e la naturaleza, poema fuertemen­
Demócrito en el desarrollo ulterior del pen­ te imaginativo, se presenta com o una
samiento filosófico. Se dice que Platón, que revelación, de carácter casi esotérico,
lo tenía por un peligroso materialista, ¡habría sobre el origen de todas las cosas. Estas
querido que se quemaran todas sus obras! tienen «cuatro raíces». (¿Se inspiraría aquí
H atomismo materialista estaba pues des­ Schopenhauer? No es imposible, dada la
tinado a una larga persecución, venida de poderosa fascinación que Empédocles ha
sistemas filosóficos ideológicamente más ejercido hasta la época contemporánea).
poderosos. Pero es cierto que, más que El término «raíz» es de origen netamente
Demócrito mismo, fueron Epicuro y Lucre­ pitagórico; para Pitágoras, los números
cio los responsables del desarrollo de su doc­ eran las raíces de todas las cosas. En
trina y de su transmisión a la posteridad. Empédocles, esas raíces son los cuatro
elementos, presentes en el pensamiento
Edición: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filó­ «físico» de los presocráticos y que reto­
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­ mará Aristóteles; el fuego, el aire, el agua,
dez), Gredos, 1969. la tierra. Aunque nada se puede afirmar
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr. con certeza en este dominio, parece que
E. Martín), Cátedra, 1992.
fue Empédocles el inventor de esta teo­
ría de los cuatro elementos, de la que el
pensamiento antiguo (y el que le siguió)
hará un uso masivo. Nada se crea real­
FRAG M ENTO S
mente, mas todo se compone — como un
D iógenes e l C ínico, hacia 413-hacia 327
cuadro con los colores— a partir de estos
a.C.
cuatro elementos, que son increados.
Nacimiento y muerte no son por tanto
Por lo que se puede saber, el cinismo
más que ilusiones puramente humanas.
de Diógenes se manifestaba principal­
N o hay, contrariamente a lo que admite
mente en una conducta práctica — ironía,
el atomismo de Leucipo y Demócrito, nin­
provocaciones— más que en especula­
gún vacío.
ciones teóricas. Sus célebres palabras La composición y descomposición de
(«Apártate, me estás tapando el sol», le los cuerpos no ocurren al azar. C om o
respondería a Alejandro cuando le pre­ Anaxágoras (con el noús), Empédocles
guntó qué era lo que más deseaba), son admite un principio de orden en la natu­
tan expresivas como los fragmentos que raleza. Mas este principio no es en abso­
se le han atribuido. Según Diógenes, la luto de naturaleza espiritual; es el con­
liberación, que es obra del individuo, exi­ flicto entre el Amor y el Odio, potencias
ge un uso voluntarista de la razón. En el de unión y de división, respectivamente.
dominio de la existencia práctica, com­ En esta lucha predominan alternativa­
porta un ascetismo antihedonista. mente Am or y Odio, animando a todas
las cosas con el movimiento indefinido de
Edición: Les Cyniques grecs, Presses de
su conflicto. La sexualidad ofrece un ejem­
PUniversité d’Otawa, 1988.
Estudio: M. Onfray, Cynismes, portrait du plo típico de esta guerra, marcada aquí
philosophe en chien, col. «Figures», Gras- por un predominio del Odio, que siguió
set, 1990. a un estado de androginia.
305 FRAGMENTOS

Como ocurre muy frecuentemente en enfrentamiento entre el amor y el odio, la


los sistemas de pensamiento presocráti­ significación existencial de sus incursiones
cos, encontramos aquí una respuesta a en el campo de la metempsicosis. Empé­
las dificultades teóricas nacidas del elea- docles ha despertado el interés de filóso­
tismo: ¿cómo conciliar la imposibilidad fos como Nietzsche, pero también el de
teórica del movimiento con su evidencia pensadores como Freud, o el de poetas
empírica? Empédocles rechaza categóri­ románticos (Holderlin). El estilo de los Frag­
camente el inmovilismo absoluto de los mentos, vigoroso y enigmático a veces,
eleatas por ser contrario a las enseñan­ aliado a la personalidad misteriosa del
zas de la experiencia. De espíritu cientí­ autor, ha contribuido ampliamente a la
fico y curioso que confía en la potencia consolidación de su notoriedad.
del saber, se resiste a considerar enga­
ñoso a lo sensible. El Amor y el Odio dan, Edición: G. S. Kirky J. E. Raven, Los filó­
por tanto, cuenta de la conciliación entre sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­
dez), Gredos, 1969.
lo Uno y lo Múltiple. Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr.
A partir de estos elementos constru­ E. Martín), Cátedra, 1992.
ye Empédocles una cosmogonía completa,
hecha de metamorfosis, puesto que la
metamorfosis, cuyo reverso es la muer­
te, es la realidad última de todas las cosas. F RAGM ENTOS
Una fisiología muy detallada prolonga los H e r á c u t o de É feso, hacia 567-hacia 480
aspectos puramente físicos de la doctri­ a.C.
na. Al igual que Anaxágoras y los ato-
mistas (Leucipo, Demócrito), Empédocles Fragmentos dispersos — algo más de
excluye toda causalidad final. Su meca­ un centenar— de un De la naturaleza
nicismo es riguroso. Cabe hablar incluso (riepv (pixjecuq). Transmitidos por tradi­
de materialismo, y ciertamente los ato- ción oral, apenas constituyen para noso­
mistas de Abdera tenían a Empédocles tros un «texto» en el sentido propio del
en muy alta estima. término. Constituidos — más que recons­
La concepción que Empédocles tiene tituidos— a base de grandes refuerzos
del mundo y de las cosas es, como se ha de historia, de filología y de crítica
visto, de inspiración claramente pitagóri­ semántica, ofrecen más bien el texto de
ca. Esta influencia (en la que se descubren un enigma que la base sólida del cono­
igualmente trazas de orfismo), se mani­ cimiento de un autor. Apodado ya «el
fiesta en el segundo de sus poemas. Las oscuro» por los doxógrafos de la Anti­
purificaciones (o Katharmoí) son un poe­ güedad, Heráclito verá aumentar su tex­
ma escatológico que evoca la metempsi- to con el añadido de todas las recu­
cosis, o transmigración de las almas, pre­ rrentes lecturas de que ha sido objeto
sentada como una maldición para el durante los siglos. Por no tomar más
hombre, culpable del mal. Empédocles que un ejemplo de este tipo de dificul­
pretende haber experimentado en per­ tades, podemos evocar la incertidumbre
sona estas transformaciones y conservar que pesa sobre el sentido dado por Herá­
el recuerdo de ellas (lo mismo decía Pitá­ clito a la palabra logos. Incluso el esti­
goras). La vida humana se presenta así lo del autor, reputado de brillante e ima­
como un exilio doloroso. ginativo, tiene que ser considerado con
El pensamiento de Empédocles ha teni­ prudencia por el lector.
do una gran irradiación en el pensamien­ Panta rhei (nócvxa peT), «todo pasa»
to occidental. Menos, al parecer, por la o «Uno no se baña jamás dos veces en
importancia filosófica de su influencia en el mismo río»; tales son las fórmulas con
la historia de las ideas, que en razón de la las que se ha creído poder resumir el pen­
etema fascinación que ejercen los temas samiento de Heráclito de Éfeso. La ima­
de su pensamiento: la cosmogonía, el gen del río sirve aquí para expresar la opo­
FRAGMENTOS 30 6

sición clásica de lo uno y lo múltiple, de greso del conocimiento positivo: la cos­


lo mismo y lo otro. El río, por su fluir, mología heracliteana encuentra dificulta­
muestra a cada instante la imagen de la des para desmarcarse de la mitología.
permanencia y el cambio; él es este río Aunque transmitido en las excesiva­
mismo, y en el mismo tiempo él deviene mente desfavorables condiciones que aca­
otro. Recorriendo las montañas del Valais, bamos de evocar, el pensamiento de
Hegel recordará a Heráclito; contem­ Heráclito ha gozado de gran fortuna, inclu­
plando las cascadas, en su inmóvil movi­ so en la época más reciente. N o es muy
miento, las opondrá a las montañas, imá­ difícil percibir ecos de temas heraclitea-
genes de la muerte que no inspiran al nos en el pensamiento antiguo, en el
espíritu más que este pensamiento: «esto logos-fuego de los estoicos por ejemplo.
es así» (Diario de viaje p o r los Alpes de Tampoco puede afirmarse con seguridad
Berna, 1907). que la idea de un eterno retomo de la con­
El pensamiento físico y cosmogónico flagración universal sea estoica más que
de Heráclito es de inspiración milesia; esta originalmente heracliteana. Más cercana
influencia se observa en particular en la a nosotros, una tradición «dialéctica» (hege-
explicación de los fenómenos astronó­ liana y marxista) ha creído reconocer, en
micos y meteorológicos. Igualmente se tra­ la idea de la lucha fecunda de los contra­
duce en una evidente preocupación «natu­ rios, la prefiguración de las modernas teo­
ralista»: no hay el menor recurso a una rías de la contradicción.
divinidad para explicar los fenómenos natu­ La diversidad y riqueza de estas inter­
rales. Pero, mientras que Tales, por ejem­ pretaciones — ¿de estas recuperaciones?—
plo, concedía una preeminencia al agua, basta para mostrar que Heráclito conti­
Heráclito hace del fuego, naturaleza sutil núa siendo acreedor del apodo de «oscu­
y tan poco corpórea como es posible, el ro» con que la tradición lo ha bautizado.
principio último de todas las cosas. Esta
sustancia ígnea primordial es garantía de Edición: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filó­
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­
la unidad de lo real, idea capital para Herá­ dez), Gredos, 1969.
clito. El fuego es igualmente fuerza y vida Estudio: J. Barnes, Los presocráticos (tr.
(y no solamente medio, receptáculo, como E. Martín), Cátedra, 1992.
el agua de Tales). Entre los cuerpos celes­
tes y terrestres se realiza un intercambio
perpetuo de materia, y este intercambio
explica la formación de los seres que com­ F RAGM ENTOS
ponen el mundo. Mas cada cosa evolu­ M ile s io s (Tales, Anaximandro, Anaxí-
ciona invariablemente hacia su contra­ menes, llamados los), siglos vil-vi a.C.
ria, y la op osición de los contrarios,
condición del devenir, es una ley univer­ N o han quedado obras: nada auténti­
sal en la naturaleza. co nos ha llegado de los tres pensadores
Es éste un tema heracliteano funda­ de Mileto, que no conocemos más que
mental que habría de alcanzar sorpren­ por la doxografía, sujeta siempre a la duda.
dente resonancia: el conflicto — la guerra En Mileto nos encontramos en la cuna
polemos)— es padre de todas misma de lo que se ha convenido en lla­
las cosas y también principio de armonía: mar «el milagro griego». Los historiado­
no hay equilibrio que no sea resultante de res discuten hasta la saciedad sobre las
una tensión entre dos fuerzas que se com­ causas de este fenómeno. Contentémo­
pensan, en el espacio o en el tiempo. El nos con observar que Tales, Anaximan­
fin de la discordia significaría la muerte del dro y Anaxímenes vivieron en una ciudad
universo. Mas se trata de una discordia situada en el centro de una multitud de
regulada por la justicia (5íicr|, dike). No influencias culturales de lo más diversas.
puede decirse que sus concepciones gene­ Importa mucho más considerar aquí lo
rales se revelen muy fecundas para el pro­ que es común a los tres grandes mile-
3 07 FRAGMENTOS

sios que adjudicar convenientemente lo Como su antecesor Tales, Anaximan­


que debe ser atribuido a cada uno. Lo que dro (hacia 610-hacia 546 a.C.) busca cono­
en los siglos vil y vi parece nacer en las cer el origen de todas las cosas. Mas él
riberas del Asia Menor, es la voluntad rehúsa atribuir este origen a un elemen­
de salir de la explicación mítica de los to único, elegido entre los observables, en
fenómenos naturales. Puesto que el obje­ el seno del mundo sensible. El principio
to de los milesios fue la naturaleza (<pwi<;, sintético de todos los seres sensibles no es
physis), la historia del pensamiento les ha a su vez sensible. Es el apeiron (¿Mteipov),
reservado el sobrenombre de los «físicos» lo indeterminado, masa matricial del uni­
(sin que sus investigaciones puedan ser verso que se forma en su seno un poco a
seriamente comparadas con las de nues­ la manera del embrión que al desarrollar­
tros «investigadores» contemporáneos). se va diferenciándose progresivamente.
La explicación se esfuerza por evitar toda La concepción de Anaximandro es pues
imagen antropomórfica; no es ya una más bien «evolucionista»: admite una trans­
genealogía que, tal como los relatos de formación de las especies, una conquista
la antigua mitología, describa los alum­ del medio terrestre por los animales acuá­
bramientos sucesivos a partir de seres so­ ticos, y un origen animal del hombre. Esta
brenaturales. Ciertamente las influencias evolución se aplica incluso al cosmos en
míticas son todavía visibles — el apeiron su totalidad, puesto que Anaximandro
de Anaximandro, por ejemplo, es muy admite una sucesión de ciclos en los que
semejante al caos de las cosmogonías el universo muere y renace indefinida­
míticas— , y la expresión poética puede mente.
parecer p oco apropiada para la trans­ Discípulo de Anaximandro, Anaxíme-
misión de un mensaje racional. Pero se nes (hacia 586-hacia 526 a.C.) profun­
va abriendo camino un orden racional de diza y prolonga las intuiciones de Tales.
la naturaleza en el que operan las fuerzas Al igual que el segundo de los milesios,
y no ya las voluntades. Anaxímenes concibe el origen de todas
Tales (hacia 625-hacia 545 a.C.), per­ las cosas como algo indeterminado, mas
sonaje legendario — incluso si su existen­ retoma a la idea de Tales: situar ese prin­
cia histórica es cierta— , no escribió vero­ cipio en el interior del mundo sensible.
símilmente nada. Por lo demás, pasaba Para discernir la esencia de ese principio
por ser un «sabio» (uno de los «siete sabios» universal de vida, Anaxímenes forja una
de Grecia), con la connotación moral que analogía que hará buena carrera: la vida
este término supone, más que por un «eru­ es la respiración, la inspiración. El aire
dito». Por desgracia, la leyenda es más rica será por tanto esa fuerza universal que
en anécdotas sobre su vida que en infor­ anima todas las cosas. La rarefacción y
maciones sobre su pensamiento. Sus talen­ la condensación darán cuenta de los fenó­
tos matemáticos y astronómicos (se le atri­ menos observados. En todas estas expli­
buye la previsión de un eclipse) han sido caciones, Anaxímenes parece haber dado
probablemente exagerados. En cualquier fe de un cuidado por la fidelidad a la expe­
caso, parece que propuso una explicación riencia.
unitaria de los fenómenos naturales a par­ Apenas si es posible, ni incluso útil sin
tir de un principio universal de gestación: duda, establecer con fidelidad la doctrina
el agua (tal vez sería mejor decir lo húme­ de estos iniciadores del espíritu científico
do, para marcar el valor de principio uni­ y filosófico; simplemente porque, en aque­
versal de la noción). Vida y fuerza de vida, lla época, las nociones mismas de doctri­
el agua es origen y destino de todas las na o de sistema filosófico estaban proba­
cosas. Todo es, por tanto, viviente. Es en blemente lejos de poseer la consistencia
este sentido — más que como una profe­ que han adquirido en nuestros días. Pero
sión de fe religiosa— como hay que enten­ eso no estorba la indiscutible irradiación
der su afirmación: «Todo está lleno de de esos pensadores (piénsese en Nietzsche
dioses». o en Heidegger), que se enriquece, si así
FRAGMENTOS 308

puede decirse, por el misterio que inevi­ trascendencia susceptible de fundamen­


tablemente destila la rareza de sus fuentes. tar los valores. El agnosticismo teórico
de Protágoras equivale en la práctica a
Edición: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filó­ un ateísmo.
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­ Es preciso hacer referencia al famoso
dez), Gredos, 1969.
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr. «Mito de Protágoras», relatado por Platón
E. Martín), Cátedra, 1992. en el diálogo que lleva su nombre. Se des­
cribe en él al hombre como un pobre ani­
mal desnudo, arrojado al mundo sin dere­
cho a esperar la menor solicitud por parte
FRAGM ENTOS de la naturaleza. Esta antropología desem­
P r o t á g o r a s d e A b d era , hacia 485-hacia boca en una apología de la organización
411 a.C. social, de la técnica y del medio para su
transmisión: la educación — las únicas
Los fragmentos de la extensa obra de armas de que dispone el hombre en su
Protágoras se reducen a pocas cosas, pero desigual combate contra la naturaleza. Así
Platón es una fuente muy rica en infor­ se encuentra fundada la tarea que se ha
mación. asignado el sofista: educar a los hombres
El primero de los «sofistas», Protágoras de acuerdo con las convenciones fijadas
profesa un relativismo sin escepticismo, por la sociedad en cuyo seno viven.
eso que Eugéne Dupréel llamaba — no sin
cierto anacronismo— un «convenciona­ Edición: Sofistas: testimonios y fragmen­
lismo sociológico». tos (tr. A. Melero Bellido), Gredos, 1996.
«El hombre es la medida de todas las Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr.
E. Martín), Cátedra, 1992.
cosas.» Tomando esta fórmula en serio
habría que aplicarla a sí misma, y obser­
var que su sentido no podría ser absolu­
tamente determinado fuera de toda inter­
pretación subjetiva. Platón sigue la pista FRAGM ENTOS
Zenón de Cmo, hacia 335-hacia 264 a.C.
de esta contradicción interna para refu­
tar el relativismo de Protágoras mostran­
do que si la fórmula es verdadera, enton­ En los Fragmentos de los antiguos estoi­
ces habría también que decir que es falsa. cos se consagran setenta páginas a Zenón
«El hombre es la medida de todas las de Citio, fundador del estoicismo. Las pági­
cosas» significa que no hay nada que no nas compiladas contienen fragmentos que
sea debido al hombre, es decir, que todo relatan su vida (debidos principalmente a
es artificial o, si se prefiere, convencio­ Diógenes Laercio) y fragmentos de obras
nal. N o hay valores en sí, sino solamen­ en griego (en tomo a cincuenta) reclasifi-
te por decisión humana, social. N o hay cados según la división tradicional estoica
universalidad alguna, mas solamente en Lógica, Física y Ética (referencias de Cice­
comunidades. rón, de Plutarco, etc.).
Protágoras se encontró en dificultades El mundo es un organismo nacido del
por haber escrito un cierto libro, Sobre fuego primitivo (kó’p c, logos) a partir del
los dioses. Condenado a muerte, huyó cual nacen el aíre, el agua y la tierra. En
a Sicilia y pereció en un naufragio. Sin un proceso constantemente renovado, el
embargo, sus fragmentos no parecen pro­ fuego creador asimila a los otros elementos
fesar directamente un ateísmo radical. hasta la fusión final f EKTrúpoxnq, ekpyró-
Más bien un agnosticismo. «Sobre los dio­ sis). Después de cuatro millones de años (el
ses nada puedo decir, ni que existan ni Gran Año), el ciclo vuelve a comenzar. El
que no existan.» En esta fórmula estaba alma universal es incorruptible (compuesta
encerrada, al menos en germen, la nega­ de aire y de fuego). Para ser sabio, el hom­
ción a p rio ri de toda referencia a una bre debe vivir de acuerdo con la naturaleza
309 FUNGÓN DE LA RAZÓN (LA)

y la razón (que forman una sola cosa) y por FRAG M E N TO S FILOSÓFICOS, Frag­
tanto liberarse de las pasiones (apathia) y ments philosophiques, 1826.
permanecer dueño de sí mismo (ataraxia). V í c t o r Cousin, 1792-1867.
Al conformarse a la naturaleza, el hombre
alcanza su felicidad en la unidad reencon­ Esta obra refleja la fusión de las diver­
trada. sas influencias ejercidas sobre Víctor Cou­
sin. Desconocida, la obra representa sin
Edición: H. von Arnim, Stoicorum Vete- embargo lo esencial de su doctrina filo­
rum Fragmenta, vol. 1, Teubner, Stuttgart, sófica (mejor que su curso sobre lo ver­
1964.
Estudio: A. Jagu, Zénon de Citium: son dadero, lo bello y el bien, frecuentemente
role dans l’établíssement de la morale stoí- citado). En la segunda edición (1833), el
cienne, Vrin, 1946. autor rinde homenaje a Pierre Laromi-
guiére y a Maine de Biran.

Edición-.Fragmentos filosóficos (tr. A. Can­


dirá), Argentina, Aurora, 1956.
FRAGM ENTO S Estudio: É. Bréhier, Historia de la filoso­
Zen ón d e E lea , s. v a.C. fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
Tecnos, 1988, pp. 283-331.
Los fragmentos de un tratado de Zenón,
De la naturaleza, citados por Simplicio no
son suficientes para establecer la aporta­ FUERZA Y MATERIA, Kraft und Stoff,
ción del filósofo, tal como la tradición la ha 1855.
mantenido. El testimonio de Aristóteles, Lu d w ig B u ch n er, 1824-1899.
que nos ha dado a conocer las famosas
paradojas, es aquí decisivo, aunque no es El monismo de esta obra puede ser resu­
siempre fácil distinguir en él lo que verda­ mido en esta fórmula: «La fuerza y la mate­
deramente es de Zenón. Se conocen los ria son fundamentalmente la misma cosa,
argumentos de la flecha, de Aquiles, del considerada desde dos puntos de vista dife­
estadio... A fin de defender a Parménides rentes.» La materia es eterna e increada. El
de los ataques de que era objeto, y de refu­ hombre es un aspecto de la naturaleza, y
tar el discontinuismo pitagórico, Zenón su conciencia es «un modo específico del
de Elea reflexiona sobre lo infinito, o lo ili­ movimiento natural». El libro de Büchner
mitado: tal es lo uno, divisible al infinito; se obtuvo un gran éxito e influyó poderosa­
lo puede en efecto dividir indefinidamente mente en el desarrollo del materialismo.
en dos (dicotomía). Mas la divisibilidad del
uno implica la existencia de los términos de Edición: Forcé et matiére, Costes, 1929.
la división, ellos mismos indivisibles (áto­ Estudio: O. Bloch, Le Matérialisme, col.
mos). Ello condujo a la apertura a nuevas «Que sais-je?», P.U.F., 1985, cap. II, 4.
soluciones de las dificultades del pensa­
miento eleátieo, soluciones exploradas prin­
cipalmente por la escuela de Abdera. Final­
mente, es preciso mencionar que se atribuye FU N C IÓ N DE L A R A Z Ó N (L A ), The
a Zenón la invención de la dialéctica, arte function o f reason, 1929.
de refutar a un interlocutor partiendo de A l f r e d N o r t h W h iteh ead , 1861-1947.
sus propias premisas.
Según Whitehead, la razón se mueve
Edición: G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filó ­ en dos direcciones: una hacia la espe­
sofos presocráticos (tr. J. García Fernán­ culación, la otra hacia la acción; estas
dez), Gredos, 1969. dos direcciones están simbolizadas por
Estudios: J. Bames, Los presocráticos (tr.
las figuras griegas de Platón y Ulises.
E. Martín}, Cátedra, 1992; M. Caveing,
Zénon d’Elée, prolégoménes aux doctri­ Si la función esencial de la razón es de
nes du continu, CNRS, Vrin, 1982. orden biológico, a saber, la adaptación
FUNCIONES MENTALES EN LAS SOCIEDADES INFERIORES (LAS) 310

al mundo («la función de la razón es el potencias irracionales y mágicas. La carac­


arte de vivir»), es preciso interrogarse terística común de ese pensamiento pri­
sobre la naturaleza de la vida. mitivo es la considerable importancia que
La teoría darwiniana de la selección de se da a los mitos colectivos.
los mejor adaptados es para Whitehead
una tautología. En efecto, la vida se mani­ Edición: Las funciones mentales en las
sociedades inferiores, Buenos Aires, 1947.
fiesta esencialmente por la diferenciación, Estudio: J. Cazeneuve, Lucien Lévy-Bruhl,
por oposición a tres tipos de repeticiones: sa vie, son oeuvre, avec un exposé de sa
lo que el autor llama «la vía ciega», o movi­ philosophie, P.U.F., 1963.
miento hacia la «entropía», la «transición
efímera», que es la ley de la herencia o sus­
titución del viejo por el joven idéntico, y
finalmente el «ritmo», que reúne repetición FUNDAM ENTACIÓN DE L A METAFÍ­
y diferencia y donde la diferencia es obje­ SIC A DE LAS COSTUMBRES, Gmnd-
to de repetición; el interés del ritmo resi­ legung zur Metaphysik der Sitten, 1785.
de en que éste admite todas las variacio­ Immanuel K a n t, 1724-1804.
nes posibles siguiendo un proceso recursivo:
ciclos de ciclos, etc. Es en este movimien­ Esta es la primera obra específicamente
to hacia la diferenciación que define la vida consagrada por Kant a la moral. N o es
donde emergen la inteligencia y la razón un primer «ensayo» en este dominio, que
como especulación desinteresada. De suer­ luego vendrían a perfeccionar la -> Crí­
te que «la fatiga es la antítesis de la razón». tica de la razón práctica y la Metafísi­
La Historia nació con el advenimiento de ca de las costumbres (1796-1797), sino
la razón desinteresada: la razón especula­ el pedestal sobre el que se eleva el resto
tiva es el sol que se levanta en Grecia. del edificio. Pero tampoco es separable
del resto del criticismo.
Edición: La función de la razón (tr. L. Gon­ El prefacio expone el lugar que la moral
zález), Tecnos, 1985. debe ocupar en la filosofía; y Kant justi­
Estudios: J. D. García Bacca, Nueve gran­ fica su empresa por consideraciones teó­
des filósofos contemporáneos y sus temas,
ricas y por imperativos éticos.
Anthropos, 1990; E. Laszlo, La Métaphy-
sique de Whitehead: recherches sur les pro- En la primera sección tiene lugar el
iongements anthropologiques, Nijhoff, La «Tránsito del conocimiento moral vulgar
Haya, 1970. al conocimiento filosófico». Kant parte de
la moralidad tal como existe, para dedu­
cir luego sus características abstractas. Y
comienza diciendo que sólo la buena
FU N C IO N E S M E N T A L E S EN L A S voluntad funda el valor moral de una
SOCIEDADES INFERIORES (LAS), Les acción. Una voluntad buena es una volun­
fon ctio n s mentales dans les sociétés tad desnuda de toda determinación sensi­
inférieures, 1910. ble, una voluntad desinteresada. Actuar
Lucien L é v y -B ru h l, 1857-1939. moralmente es actuar p o r deber, que no
tiene el mismo valor que actuar con for­
Lévy-Bruhl redactó este texto para me al deber; por ejemplo, yo puedo pagar
enunciar y demostrar una tesis que iba a mis deudas a fin de que se me pague mejor
romper con los presupuestos de la socio­ a mí mismo, o evitar mentir para que se
logía contemporánea, a saber: la radical me crea siempre; pero en ninguno de estos
heterogeneidad de las mentalidades pri­ dos casos actúo moralmente. El deber es
mitiva y moderna. En efecto, la mentali­ la necesidad de realizar una acción única­
dad primitiva no es un estadio inferior de mente por respeto de la ley moral.
la mentalidad moderna; es un tipo distinto Mas ¿en qué consiste la ley? O, dicho
de pensamiento que sustituye los funda­ en otros términos, ¿qué debo querer? Nada
mentos lógicos de nuestra reflexión por más que la ley misma, es decir su forma,
311 FUNDAMENTO DEL DERECHO NATURAL SEGÚN LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA DE LA CIENCIA

que es la universalidad. La cuestión que el constriñan, mas no en la ausencia de toda


sujeto moral debe plantearse es por tan­ ley. Kant repite aquí la lección que daba
to ésta: ¿puedo yo querer que mi máxima Rousseau en el -►Contrato social: «La obe­
se convierta en una ley universal? N o hay diencia a la ley que se ha prescrito es liber­
aquí nada que suponga un grado elevado tad». Para fundar la posibilidad de la liber­
de sabiduría; como decía Rousseau: «Pode­ tad, Kant vuelve a utilizar, a nivel vulgar, la
mos ser hombres sin ser sabios.» distinción crítica entre fenómenos y noú­
En la segunda sección se opera el «Trán­ menos. Si la libertad no es compatible con
sito de la filosofía moral popular a la meta­ é orden de la naturaleza, es posible al menos
física de las costumbres». La ley moral se en el orden nouménico. La moral no es
impone absolutamente, y nada permite prueba de la libertad, pero la exige, y la
decir que una acción haya sido jamás rea­ -*■ Crítica de la razón pura deja abierta esa
lizada de hecho por deber. La ley no tie­ posibilidad. El hombre puede así ser con­
ne pues otro fundamento que la razón, y cebido desde un doble punto de vista: como
Kant se resiste vivamente a la idea de fun­ ser natural sensible, sometido al determi-
damentarla en ejemplos. Son, por el con­ nismo, y como ser inteligible y libre.
trario, los ejemplos los que obtienen su En una nota de la Crítica de la razón
valor de la ley. La metafísica de las cos­ práctica, Kant se justifica contra la acusa­
tumbres es distinta de la antropología. ción de no haber introducido nada nuevo
La ley no se nos deja representar más en la moralidad cuando escribió la Funda-
que bajo la forma de un imperativo. Impe­ mentación de la metafísica de las cos­
rativo ca teg óric o , puesto que ordena tumbres, y acepta parcialmente esta acu­
incondicionalmente. La cuestión de saber sación: él no ha hecho más que retomar la
cómo es posible un imperativo categóri­ moral común. Pero subraya el interés que
co — sintético a priori— será el objeto de puede tener la reflexión sobre esta morali­
la Crítica de la razón práctica. Por el dad, y su formulación en toda su pureza.
momento, no pueden proponerse más
que las bien conocidas fórmulas: Ediciones: Fundamentación de la metafí­
«Obra únicamente según una máxima sica de las costumbres (tr. M. Garda Moren-
tal que te permita querer al mismo tiem­ te), Espasa-Calpe, 1996; existe también una
po que se convierta en ley universal.» excelente edición bilingüe con introd., trad.
y notas de J. Mardomingo, Ariel, 1996.
«Obra como si la máxima de tu acción Estudios: La Introducción de J. Mardomin­
debiera ser erigida por tu voluntad en ley go a la ed. cit.; H. J. Patón, The Categóri­
universal de la naturaleza.» ca! Imperatiue, Londres, Hutchinson, 6.a
«Obra de tal suerte que trates a la huma­ ed., 1967; F. Alquié, La Morale de Kant,
nidad, tanto en tu persona como en la del Centre de documentation universitaire, 1974.
otro, siempre como un fin, y nunca sólo
como un medio.»
El reino de los fines, que reúne a los
seres razonables bajo una legislación FUND AM E N TO DEL DERECHO N A ­
común, es la verdadera comunidad huma­ T U R A L SEGÚN LO S PRINCIPIOS DE
na. La persona tiene un valor y una dig­ L A D O C T R IN A DE L A C IE N CIA,
nidad, y no solamente un precio, como Grundlage des Naturrechts nach Princi­
las cosas materiales. Kant añade aquí un pien der Wissenschaftslehre, 1796-1797.
estudio de las morales erróneas que están J oh an n G o t t u e b F ich te, 1762-1814.
fundadas en la heteronomía de la volun­
tad (morales del placer y de la felicidad). La doctrina del derecho ocupa un lugar
En la tercera sección se realiza el «Pasa­ central en el sistema fichteano, puesto
je de la metafísica de las costumbres a la crí­ que la finalidad de esta doctrina es ase­
tica de la razón pura práctica». La libertad gurar la mediación entre la filosofía teó­
es la clave de todo el sistema. Y consiste en rica y la filosofía práctica. Tal doctrina
la ausencia de determinaciones extrañas que debe por tanto conservar su autonomía
FUNDAMENTOS DE LA ARÍTMÉTICA 312

respecto a los fines de la naturaleza y a tanto a la hegeliana concepción absolu­


los principios de la moralidad. tista del Estado. En esta dirección se sitúa
La filosofía teórica, como génesis tras­ la contribución filosófica de Fichte a la fun­
cendental de la consciencia, se corona en dación de un ideal republicano.
una teoría del derecho porque, si la inter­
subjetividad — relación del yo con un otro Edición: Fundamento del derecho natural
yo— es la condición de la subjetividad, el (tr. J. L. Villacañas y otros), Centro de Estu­
dios Constitucionales, 1994.
derecho es la condición de la intersubjetivi­ Estudios: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M. Gar­
dad como reconocimiento recíproco de las cía Morente), Revista de Occidente, 1931,
libertades. Por lo demás, el establecimien­ cap. IV; A. Philonenko, L'oeuvre de Fich­
to de una constitución conforme al derecho te, Vrin, 1984.
desemboca en la ética, al favorecer la edu­
cación moral por la sumisión a la ley.
En la primera parte de la obra, Fichte
presenta la antinomia a la que parece con­ FUND AM ENTOS DE L A ARITMÉTI­
denada la política: o bien la teoría liberal, CA. U na investigación lógico-mate­
inspirada en Locke, minimiza el papel del mática sobre el concepto de número,
Estado, que se reduce a hacer respetar la Die Grundíagen der Arithm etik, eine
esfera de las libertades donde se ejerce la logisch-mathematische Untersuchung
acción de los individuos, o bien la tesis abso­ über den B egriff der Zahl, 1884.
lutista, extraída de Hobbes, refuerza el G o t t l o b F re ge , 1848-1925.
poder del Estado, cuyo papel esencial es
hacer respetar la ley y garantizar el reina­ Hay que reconocer a esta obra un lugar
do del derecho. En cada uno de los casos muy particular en la historia de la filoso­
se corre un riesgo: o bien se debilita el Esta­ fía de la matemática y de la lógica. Des­
do, con lo que se amenaza a la realización pués de una crítica de las doctrinas que
del derecho, o bien se favorece el despo­ hacían del número una propiedad de las
tismo. Esta antinomia no puede ser supe; cosas del mundo, una realidad subjetiva
rada más que con una síntesis democráti­ o una colección, Frege presenta su pro­
ca inspirada en Rousseau y la idea de una pia teoría según la cual dar un número es
voluntad general donde cada uno per­ enunciar alguna cosa de un concepto.
manece libre aunque obedezca a la ley. Esta obra desarrolla una teoría logicís-
En la segunda parte — o Derecho na­ ta (reducción de la aritmética a la lógica)
tural a plicad o— Fichte propone las y platónica de la matemática.
modalidades concretas de esta síntesis
teórica. Por oposición al modelo orga- Edición: Fundamentos de la aritmética (tr.
nícista de Rousseau, en el que los ciu­ U. Moulines), Laia, 1972.
dadanos son miembros inseparables del Estudios: A. Kenny, Frege (tr. C. García
Trevijano), Cátedra, 1997; J. Largeault, Logi­
cuerpo social, el autor propone el mode­
que et philosophie chez Frege, Nauwela-
lo del árbol, cuyas partes son autónomas, erts, 1970.
como muestra el injerto. Fichte estable­
ce la soberanía del pueblo —que se ejer­
ce mediante el sufragio universal— cuyos
representantes detentan a la vez el poder FUNDAM ENTOS DE LA CRÍTICA DE
ejecutivo y el poder legislativo. Finalmente LA ECONOM ÍA POLÍTICA, Grundris-
admite un control de estos representan­ se der Kritik des politischen Ókonomie,
tes por un poder de impedimento (el 1857-1858.
éphorat), ejercido por el pueblo. K a r l M a rx , 1818-1883.
Fichte concede un papel preponderante Primer esbozo de -*■ El Capital.
a los derechos imprescindibles del indivi­
duo, al igual que a derechos sociales tales Este texto ha sido considerado como
como el derecho al trabajo. Se opone por una etapa decisiva en la obra económi­
313 FUNDAMENTOS LÓGICOS DE LAS CIENCIAS EXACTAS (LOS)

ca de Karl Marx. Desde 1843, Marx estu­ nes más importantes de la epistemología de
diaba y criticaba los trabajos de Proud­ la física. Si el Carnap del Circulo de Viena
hon y de Ricardo. La crisis económica ha debido aligerar considerablemente su
de 1857 fue lo que lo decidió a ordenar posición para dar cuenta del lado «teórica»
sus ideas sobre la cuestión económica, de la ciencia, sus análisis no quedan por ello
en el centro de la cual situó su teoría de menos marcados por el empirismo, el induc-
la plusvalía. Emprendió entonces la tarea tivismo y la importancia concedida al len­
de criticar las categorías económicas sur­ guaje. Su distinción entre leyes empíricas
gidas del sistema burgués, dividiendo su (que se refieren a los observables) y leyes
trabajo en seis apartados: 1 el capital; 2 teóricas (que tratan de los no-observables)
la propiedad de los hacendados; 3 el tra­ es una buena ilustración de su actitud.
bajo asalariado; 4 el Estado; 5 el comer­
cio internacional; 6 el mercado mundial. Edición: Fundamentación lógica de la físi­
Estos cuadernos de 1857-1858 reú­ ca (tr. N. Míguez), Sudamericana, 1969.
Estudio: R. Carnap, Autobiografía inte­
nen los textos de Marx relativos a la rela­ lectual (tr. C. Castells), Paidós, 1992.
ción de la producción con la distribución,
el intercambio, el consumo y el dinero.
La cuestión importante que aquí se plan­
tea es la siguiente: «¿es posible cambiar FUNDAM ENTOS LÓGICOS DE LAS
las relaciones de producción y de distri­ CIENCIAS EXACTAS (LOS), Die logis-
bución transformando el instrumento y la chen Grundlagen der exakten Wis-
organización de la circulación?». senschaften, 1910.
P a u l N a to r p , 1854-1924.
Edición: Los fundamentos de la crítica de
la economía política, A. Corazón, 1972. Contra Frege y Dedekind, que consi­
Estudio: R. Dangeville, prefacio de Fonde- deran a la matemática como una división
ments de la critique de l’économie politique
(tr. R. Dangeville), col. 10/18, U.G.E., 1968. de la lógica, Natorp señala que las mate­
máticas no son la ciencia de la lógica.
La confusión entre lógica y matemática
viene de haber olvidado desde hace tiem­
FU ND AM ENTO S FILOSÓFICOS DE po la síntesis a priori. Natorp deduce las
LA FÍSICA, Philosophical Foundations leyes de su desarrollo a partir de las cate­
o f Physics, 1966. gorías.
R u d o lf C arn ap, 1891-1970.
Edición: Die logischen Grundlagen der
exakten Wissenschaften, Berlín, 1910.
Este libro, surgido de un seminario impar­ Estudio: J. Vuíilemin, L ’héritage kantien
tido en la universidad de California a finales et la révolution copernicienne, P.U.F.,
de los años cincuenta, aborda las cuestio­ 1954.
G
GÁ TH Á (LOS), (HIMNOS) da en «el espacio bienaventurado de la luz»
Z o r o a s t r o o Z a r a t u s t r a , hacia 660- y la fusión con Dios.
hacia 583 a.C. Puede verse aquí que, desde el siglo vn
antes de Cristo, la idea de paraíso para
Aforismos y preceptos metafísico-reli- los elegidos — aquellos que han manifes­
giosos cuya fecha es incierta. tado su devoción a Dios y han merecido
Estos textos — atribuidos a Zoroastro, sus bendiciones— está ya presente. Este
cuya existencia ha devenido mítica— cons­ concepto de un Dios único que posee los
tituyen una serie de cantos en prosa rima­ atributos de justicia y de espíritu santo
da, que a veces son invocaciones, otras es la primera de las originalidades del sis­
veces máximas y parábolas, y que hun­ tema de Zoroastro, en reacción contra el
den sus raíces en la tradición védica. Los politeísmo entonces dominante. La sabi­
Gatháson la parte más antigua de El Aties­ duría consiste en actuar de acuerdo con
ta, la «biblia» del «mazdeísmo», corriente el orden del mundo que es el bien origi­
filosófica y religiosa iniciada por Zoroas­ nal, inútilmente perturbado por la influen­
tro. cia de las potencias negativas. Conside­
Más que una religión — la del culto de rado a la vez como profecía y reforma
Ahura Mazda, dios único, creador de todas religiosa, el pensamiento de Zoroastro es
las cosas, que representa la luz del uni­ también una filosofía, en el sentido de que
verso y el bien absoluto— , es una visión su visión, en tanto que búsqueda de pri­
nueva del mundo lo que propone Zoroas­ meras causas y de primeros principios,
tro. Una visión dualista en la que las fuer­ es un sistema metafísico.
zas del mal se oponen a las potencias posi­ Es sabido que su doctrina se extendió
tivas, a las entidades divinas que Mazda ampliamente en Irán — hasta el punto de
ha hecho garantes del orden universal. convertirse por un tiempo en la religión
Siendo el bien y el mal los principios anta­ oficial— , y luego en la India. Ratón y Aris­
gonistas consustanciales al mundo, el hom­ tóteles tuvieron conocimiento de ella.
bre se encuentra situado frente a una elec­ Mani, el fundador del maniqueísmo, tomó
ción decisiva ante la perspectiva del muchas cosas de la metafísica de Zoro­
apocalipsis que predice Zoroastro. Porque astro. Pero hubo que esperar hasta el siglo
el papel del hombre es activo: elegir el bien, xvm para que el Occidente se interesara
la conducta justa, es contribuir al triunfo por las creencias del mazdeísmo, que Vol-
de las fuerzas del bien sobre las del mal y, taire califica de «palabrerío». En el siglo
al final, verse recompensado por la entra­ xix, Nietzsche inmortalizará al personaje

[3 1 5 ]
G AYA CIENCIA (LA) 316

mítico de Zoroastro, aunque sin retomar que fue desterrado para siempre de nues­
su doctrina. tra cultura.
El cuarto libro, Sanctus Januarius, se
Edición: Zoroastre, G. P. Maisonneuve, abre con motivo del «año nuevo» y la «Pro­
1948. videncia personal» que permite la «fe en sí
Estudio: J. Varenne, Zarathustra et ía tra-
dition mazdéenne, col. «Maítres spirituels», mismo». También nos habla Nietzsche de
Le Seuil, 1977. las «altas tonalidades del alma», que él sien­
te, y del «delirio de los contemplativos», que
él conoce. Asimismo se ocupa de la felici­
dad y del «dominio de sí», de la «sabiduría en
G A Y A CIENCIA (LA), Die fróhliche Wis- el dolor», y finalmente de la «grandeza».
senschaft, «la gaya scienza», 1833 y El quinto libro, Nosotros los intrépi­
1887. dos, se eleva aún más de tono hasta alcan­
F rie d ric h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844- zar, si no la petulancia, al menos una cre­
1900. encia original en la trascendencia, con un
piedad particular y, sobre todo, un «gran
Cinco libros con un prólogo, «Burla, punto de interrogación»: «El último térmi­
astucia y venganza», y, con un apéndi­ no sería el nihilismo; mas ¿no sería igual­
ce, las «Canciones del príncipe libre como mente el primero... el nihilismo?» Las fluc­
un Pájaro», retoman, según un flujo y reflu­ tuaciones del pensamiento o las contiendas
jo propio del autor, los principales temas del espíritu nos remiten a problemas rela­
de Nietzsche. tivos al origen: el de los sabios, pero tam­
El primer libro discute sobre el «fin de bién el de las religiones, y el de la noción
la existencia» con sus «doctores» y de lo misma de conocimiento. Uno se pierde
que es «noble» y «vil», frente a los «debe­ entonces en un «nuevo infinito».
res absolutos». Pero, más allá de la «con­
ciencia intelectual» y de la «conciencia» a Edición: La Gaya Ciencia (tr. G. Crego),
secas, se plantea además el problema Akal, 1987.
de los «fines de la ciencia». Nietzsche pro­ Estudio: G. Deleuze, Nietzsche y la filoso­
cede a un análisis de los sentimientos «de fía, Anagrama, 1994.
potencia», de «orgullo antiguo», de dis­
tinción, y también a un análisis de pasio­
nes tales como la generosidad, la noble­
za y el sufrimiento. G E N E ALO G ÍA DE L A M O R A L (LA):
El segundo libro pone en primer pla­ una obra polémica, Zur Genealogie der
no de la escena la realidad de la crea­ Moral: ein Streitschrift, 1887.
ción de los artistas y aproxima «arte y F rie d ric h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844-
naturaleza», como lo hacían los griegos, 1900.
a los que se referirá con frecuencia res­
petuosamente. Se pone en cuestión la Compuesta de tres disertaciones, esta
castidad o la maternidad de las mujeres. obra indica la voluntad de volver a las fuen­
Etica y estética son confrontadas a tra­ tes, al origen, al nacimiento de los valores
vés del ejemplo de los músicos y los filó­ morales (el bien y el mal), a fin de seña­
logos. lar la inversión que han sufrido bajo la
El tercer libro se aventura en el inmen­ influencia tenaz y soterrada de la astucia
so dominio del conocimiento que es «más de los débiles. Esta génesis es hipotética
que un medio», sumergiendo al lector en y no histórica: el origen no se confunde
su «origen» y en el origen de la lógica, con el comienzo. Además, esta genealo­
pero también en sus efectos patéticos («el gía es crítica, no en un sentido reactivo,
lamento del cognoscente»). De ahí que el sino más bien en el elemento de afirma­
«pecado» no quede lejos, y Nietzsche hace ción en que se mueve el pensamiento de
un elogio del politeísmo bien inspirado Nietzsche. Por último, esta genealogía
317 GENEALOGÍA DE L A MORAL (LA)

es diferenciante; no es cuestión de añorar dad mezquina, la referencia a otro para pen­


una Unidad referencia!, un Dios que orde­ sar y actuar, esa estirpe marcada por la iner­
nase el movimiento de la génesis, sino de cia veleidosa o la insípida costumbre, todo
afirmar la diferencia originaria entre fuer­ eso está bien lejos de la potencia auténti­
zas activas y fuerzas reactivas, tal como es ca. El no-egoísmo predicado por esos apo­
anunciada por el Eterno Retomo. cados reactivos pone de manifiesto la envi­
La distancia entre los sustantivos «bien» dia que sienten ante la fuerza que ellos no
y «mal» y los adjetivos — simples atribu­ tienen; intentan por todos los medios incul­
tos— «bueno» y «malo» es ficticia; se debe par a los fuertes activos, debilitarlos, minar
simplemente a un artificio del lenguaje, y su salud. Y lo consiguen.
enmascara la identidad sin distancia entre El dualismo fuerzas activas/fuerzas
pensar y obrar, entre el sujeto sustancial reactivas está fuera del tiempo histórico;
y sus actos. Una vez comprendida la esen­ es metafísico, eterno, podría decirse. El
cia del lenguaje, la filosofía confiere de Etemo Retomo pertenece al orden de la
nuevo su dignidad al lenguaje. inteligibilidad metafísica-, no puede des­
La crítica de la psicología inglesa, que es posarse con una apariencia temporal, so
empirista y tira del hombre hacia abajo, se pena de tornarse en una absurda sim­
ejerce sobre las tesis propias del fin del siglo plicidad.
X K . «Hábito», «asociación de ideas» son cier­ El origen es referencial y atemporal.
tamente las hipótesis de la psicología ingle­ Cada uno tiende hacia los valores en fun­
sa de la época. Mas para Nietzsche es de ción de su temperamento y de su sensibi­
escasa importancia el «contenido» de esos lidad activa o reactiva. El origen es onto­
comentarios psicologizantes que arrastran lógico y la moral ha nacido con una
al hombre a la pasividad mineral del vulgo transformación (declive o progreso) de este
mayoritario; lo que merece «interés» es que origen fundamental. El fenómeno de trans­
en esos hombres con pretensiones científi­ formación resulta necesario. Y de igual
cas se realiza y expresa la Voluntad de Poder modo se ve conducido Nietzsche a conde­
bajo la forma más reactiva jamás encon­ nar el simbolismo reactivo, que consiste en
trada. ¿Cómo captar el valor y la finalidad establecer una distancia entre la palabra y
humanas por una pretendida ciencia, fasci­ la realidad; distancia que puede ser peli­
nada por la investigación de las «causas> para grosa si se la manipula desvergonzada­
no ser menos que sus hermanas mayores,
mente, provocando tal vez con ello un has­
la Física o la Química? Nietzsche utiliza la
tío «romántico», un exceso de «imaginación»,
polémica, la carcajada.
enfermizos puesto que «hostiles a la acción».
El autor efectúa una reinversión de los
Para reinvertir un tal proceso, conviene
valores deshonestamente deformados por
penetrar en el elemento simbólico y, a gol­
las fuerzas reactivas. La «historia» invocada
pe de martillo, realizar su propia depura­
es ya filosofía de la historia, con su opción
ción. La Voluntad debe quererse a sí mis­
sobre la forma del tiempo. ¿Decadencia?
ma, es la Voluntad de Poder que demanda
¿Retomo cíclico de lo mismo? Nietzsche
e impone su realización, porque ella no tie­
acusa a las fuerzas reactivas de haber cons­
ne nada que ver con una voluntad psico­
truido deliberadamente un «origen» de la
lógica aleatoria que se posa empíricamen­
moral que no hace más que servir a sus
te sobre tal o cual objeto particular.
naturalezas y transcribir los deseos nacidos
La influencia de este texto será consi­
de sus mediocres temperamentos. Esos
derable, tanto para los moralistas como
pusilánimes, esos psicólogos reactivos no
para los filósofos abiertos al mundo polí­
pueden pensar si no es con relación a otro;
tico (Heidegger, Deleuze, etc.).
su pensamiento, incapaz de afirmación, no
puede más que referirse al otro: es bueno
Edición: Genealogía de la moral (tr. A. Sán­
jo que el hombre ha encontrado útil para chez Pascual), Alianza, 1996.
él viniendo del otro. Pero es bueno aquel Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzsche
que se sabe diferente de la masa. La utili­ (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994.
GESTO Y LA PALABRA (EL) 3 18

GESTO Y LA PALABR A (EL), Le ges­ Después vino una fase de «anti-paradojas»


te et la parole, 1964 y 1965. y, finalmente, una fase de «cosmología bási­
A n d r é L e ro i-G o u rh a n , 1911-1986. ca» hacia 1970.
La Gnosis significa la salvación por el
Esta obra en dos volúmenes se inte­ conocimiento o la ciencia, pero la palabra
rroga por los orígenes del pensamien­ designa más bien una luz que una visión.
to y de las representaciones del hom­ El movimiento se asemeja a las escuelas
bre en relación con sus cuerpos y sus estoica y epicúrea que «presentaban las
técnicas. reglas de la vida como deducidas de la cien­
En Técnica y lenguaje, el autor exa­ cia y surgidas de una meditación sobre las
mina las representaciones que el hombre grandes leyes del universo». Los nuevos
se hace de su propio origen y la cuestión gnósticos oponen la ciencia o un conoci­
de los criterios de la humanidad. Después miento «no subordinado a la utilidad prác­
articula los datos de la paleontología, de tica», a la acción y al poder. «Rechazan
la anatomía, y de la neurofisiología para oponer el espíritu a la materia, lo subjeti­
reflexionar sobre la manera como el cere­ vo a lo objetivo, la consciencia a la cosa.
bro, la mano, el lenguaje y el pensamiento Rehúsan creer en esta dualidad, en esta
conceptual han podido producirse recí­ «bifurcación» de la naturaleza.» Ellos con­
procamente. sideran la totalidad, y en este sentido su
La memoria y los ritmos examina las cosmología es básica. Contrariamente a
relaciones entre técnica y memoria. Este los positivistas, los gnósticos son apolíti­
segundo volumen describe la evolución cos y no predican ninguna revolución ni
de las formas sociales y estéticas de la per­ reforma, sino que asumen más bien el
cepción en su relación con el desarrollo
papel de sabios, como en las escuelas anti­
de la maquinaria humana. La reflexión de
guas. Su postura con relación a las Igle­
Leroi-Gurhan se prolonga en una inte­
sias y a los Estados puede ser cualificada
rrogación sobre el porvenir de la espe­
de cínica. Son panteístas y no tienen la
cie h om o que ha devenido sapiens.
menor doctrina social o política. Para ellos,
Edición: Le geste et la parole, Albín Michel, «Dios está en el cosmos, en cada ser y
1989. en la unidad de los seres, en la historia
Estudio: André Leroi-Gourhan ou les Voies general de los seres y de sus progresos
de l’homme, Actes du colloque organisé par biológicos, pero no está en la historia de
le CNRS (mars 1987), Albin Michel, 1988.
los pueblos».
Si el movimiento tiene un cierto carác­
ter aristocrático — apenas si hay algunos
miles de gnósticos declarados en el mun­
GNO SIS DE PRINCETON (LA). Cien­
do— , es porque está esencialmente fun­
tíficos en busca de una religión, La g n o
dado en las ciencias. Su acceso es por lo
se de Princeton. Des sarnnts á la recher-
demás muy limitado, pues rechaza toda
che d ’une religión, 1974.
publicidad y todo ritual. «El movimiento,
R aym ond R u yer, 1902-1987.
sin ser secreto, quiere ser discreto.» Y ésta
es una de las razones por las que Ruyer
El movimiento gnóstico nació, durante
no menciona a los individuos que integran
los años sesenta, en los medios científi­
el movimiento, como tampoco discute sus
cos de Pasadena y de Princeton, en los
Estados Unidos, principalmente por la ideas, sino que más bien examina las dife­
influencia de las especulaciones cosmoló­ rentes influencias y teorías científicas que
gicas de Einstein y la presencia creciente alimentan la escuela gnóstica.
de físicos chinos y japoneses que profe­
Edición: La Gnosis de Princeton (tr. J. Trorv-
saban el budismo. El movimiento empe­ coso), Eyras, 1985.
zó con juegos y farsas telefónicas en las Estudio: J. Parain-Vial, Dictionnaire des
que los científicos se proponían enigmas. philosophes, P.U.F., 1984.
319 GORGIAS

GORGIAS, o Sobre la retórica, T op - El tirano es impotente y desgraciado pues­


YÍaq, f) riepi piytopiKtfc, 0 hacia 387 a.C. to que es injusto, y no hay nada más con­
P la t ó n , 428/427 - 348/347 a.C. trario a su propio bien que la injusticia
Diálogo. que él mismo comete. Y Sócrates conti­
núa demostrando que el peor de todos
0 Gorgias es indiscutiblemente uno de los males es cometer una injusticia y no
los «grandes» diálogos de Platón, y no sola­ ser castigado por ello. Por tanto, la retó­
mente por su extensión. La importancia rica sólo serviría en rigor ¡para acusarse
de las cuestiones que trata está en rela­ ante el juez a fin de recibir el justo casti­
ción con la fecha de su composición; Pla­ go por la falta cometida!
tón redactó esta obra muy probablemente Esto es demasiado para Calicles, que
en una encrucijada de su vida, en el explota literalmente en una de las más
momento de esa conversión a la filosofía magníficas peroratas que Platón haya
que relata su Carta VII. También está den­ puesto jamás en boca de un adversario.
tro de esta época la fecha del primer via­ Basándose en el hecho de las teorías sofís­
je del filósofo a Sicilia. Todo hace pensar ticas, Calicles lanza contra Sócrates la
que el Gorgias fue a los ojos de Platón la famosa distinción entre la naturaleza y
justificación teórica de su renuncia a la la ley, y acusa al filósofo de sembrar deli­
política activa y de su inmersión en la vía beradamente la confusión llamando siste­
de la filosofía. máticamente a la naturaleza ley, y a la ley
Platón pone aquí en escena a uno de naturaleza. La naturaleza, dice Calicles,
los sofistas más renombrados de todo el habla claro: por todas partes muestra que
mundo griego (y también uno de los más el fuerte domina al débil. En cuanto a la
ricos). Introducido por Calicles, cercano ley, no es más que una estratagema de
a Gorgias, Sócrates pregunta al ilustre los débiles, el único medio que han encon­
sofista sobre la naturaleza de su arte: la trado para protegerse de la dominación
retórica. N o es suficiente con definirla — perfectamente natural, conform e al
por el deseo de persuadir, porque todas orden, y legítima— de los fuertes. Lógi­
las ciencias persiguen ese fin. La retó­ camente, Calicles no ve felicidad más que
rica crea un género particular de per­ en la satisfacción sin límites de las pasio­
suasión, que prescinde del conocimien­ nes más desatadas. La réplica de Sócra­
to; es el arte de lo verosímil o lo creíble. tes se apoya en la distinción entre lo agra­
A Gorgias, que pretende mostrar que el dable y lo bueno. Es evidentemente una
conocimiento de lo justo y de lo injusto debilidad de la retórica — de la que son
no es más que uno de los medios de que muestra las audacias de Calicles— el no
se sirve el retórico, le objeta Sócrates ocuparse más que del placer. P ero la
que no podría conocerse lo justo sin que­ misión del orador es perseguir un solo fin:
rerlo. hacer a los hombres mejores. P or no
Acuciado por Polos para que diga al haberlo hecho, Pericles y tantos hombres
fin lo que él piensa de este arte, Sócrates de Estado han fracasado. Sócrates lo hace;
reconoce que no ve en él más que ruti­ y Platón pone aquí en sus labios algunas
na y lisonja: la retórica es al alma lo que reflexiones premonitorias sobre su pró­
la cocina (por contraste con la medicina) ximo proceso y condenación.
es al cuerpo. A Polos que cree sin embar­ El Gorgias, al igual que -*■ La Repú­
go en la omnipotencia de la retórica, le blica, termina con un mito escatológico.
muestra Sócrates que el poder no está Platón describe el destino de las almas
donde uno cree. N o se puede hablar de despues de la muerte. Las de los justos
poder (ni de felicidad) a propósito del tira­ reciben su recompensa en las Islas Afor­
no que puede matar, despojar, o exiliar tunadas, mientras que las de los malva­
a quien le parezca. Porque el verdadero dos se hundirán en el Tártaro (las almas
poder de un ser está en la persecución juzgadas recuperables sufren una demo­
de fines conformes con la razón y el bien. ra destinada a mejorarlas).
GRAMÁTICA FILOSÓFICA 320

La riqueza, la diversidad, y la impor­ máticas que Wittgenstein realiza en la


tancia, por relación al conjunto del pla­ segunda parte de la obra.
tonismo, de los temas que se entrecruzan
en el Gorgias es inmensa. Mas su eje prin­ Edición: Gramática filosófica (tr. L. F. Segu­
cipal es la crítica de la retórica. A este res­ ra), México, U.N.A.M., 1992.
Estudio: F. Waismann, Los principios de
pecto, este diálogo tiene las trazas de un la filosofía lingüística (tr. J. A. Robles, ed.
ajuste de cuentas. La severidad del juicio R. Harré), México, U.N.A.M., 1970.
que le merecen los retóricos podría expli­
carse por el escaso lapso de tiempo que
separa la redacción del diálogo de la con­
dena de Sócrates. Pero también y sobre GRAM ÁTICA GENERAL Y RA ZO NA ­
todo porque, en el Gorgias, el platonis­ DA, Grammaire genérate et raisormée,
mo naciente (la Academia acaba de ser contenant les fondem ents de l ’art de
fundada) se impone al oponerse. parler, expliques d ’une maniere claire
Este diálogo es por tanto un manifies­ et natureüe; les raisons de ce qu i est
to que, desde la Antigüedad, no ha cesa­ com m u n á toutes les langues, e t des
do jamás de suscitar comentarios. La fuer­ principales différences qui s’y rencon-
za que en él adquiere la afirmación moral trent, etc., 1660.
sólo encuentra su equivalente en La Repú­ A n to in e A r n a u ld , 1612-1694, y C la u ­
blica. de L a n c e lo t , 1615-1695.
Mas la descendencia filosófica del Gor­
gias no es exclusiva de Sócrates y Platón. Esta gramática general y razonada está
Calicles tiene también buenas razones para concebida de manera que contenga los «fun­
reivindicarla. ¿Cómo no reconocer, en tal damentos del arte de hablar»; la Gramática
página de Sade o de Nietzsche, hasta el esti­ está seguida de las Observaciones de Duelos
lo vehemente del interlocutor de Sócrates? (1704-1772), autor a su vez de una gra­
mática general (1754). La obra de Amauld
Edición: Gorgias (tr. J. Calonge), en Platón,
Diálogos, vol. II, Gredos, 1983. y Lancelot forma parte de la empresa peda­
Estudio: W. K. C. Guthrie, Historia de la gógica de Port-Royal, y tiene por finalidad,
filosofía griega (tr. A. Vallejo y A. Medi­ como su título indica, desentrañar «las razo­
na), vol. IV (cap. V), Gredos, 1990. nes de lo que es común a todas las lenguas
y las principales diferencias que separan a
unas de otras». Para Michel Foucault, que
ha redactado una introducción a esta Gra­
GR A M Á T IC A FILO SÓ FIC A, P h ilo - mática llamada de Port-Royal, esta obra se
sophische Grammatik, 1969. ha anticipado al trabajo de la lingüística en
Ludwig J o se f WmGENSTEiN, 1889-1951. tanto que ciencia del lenguaje. Si se pone
entre paréntesis el episodio filosófico que
En este texto compuesto a partir de va de Bopp a Meillet, se trata, tanto en uno
notas redactadas entre 1930 y 1933, como en otro caso, de referirse a una teo­
Wittgenstein continúa marcado por los ría de los signos «en la que el análisis de la
problemas del -*• Tractatus, en concre­ lengua no será más que un caso particular'.
to los relativos a la forma general de la Esta gramática tiene el mérito de expli-
proposición y a las relaciones del lenguaje citar los fundamentos del arte de hablar
con lo real. El autor pone el acento en o de explicar con signos, con la intención
el hecho de que esa relación puede ser de darlos a entender con claridad. Entre
clarificada por la noción de regla, e intro­
otras cosas, la obra propone una «nueva
duce la idea de que la determinación de
manera de aprender a leer fácilmente
las reglas de utilización de una palabra en
en toda clase de lenguajes».
las proposiciones con sentido, constituye
la «gramática» de esa palabra. Esta con­ Edición: Grammaire générale et raison-
cepción sustenta los análisis de las mate­ née, Reduplications Paulet, 1969.
321 GRAVEDAD Y LA GRACIA (LA)

Estudio: M. Foucault, introducción a la edi­ enseñar— se basa en una teoría del cono­
ción citada. cimiento. Al no estar acabada la natura­
leza humana en el momento del naci­
miento, las escuelas son los «talleres de
humanidad», que incluyen a la pedago­
GRAN COSMOLOGÍA, Me'yon; 5uxkoc - gía concebida com o un arte, como una
Uo?. intervención hábil del hombre para dar
Leucipo, siglo v a.C. paso al juego de fuerzas naturales, sin olvi­
dar que el fin de la humanidad se sitúa fue­
De esta obra, que Teofrasto atribuye ra de la vida terrestre. Con este objetivo,
a Leucipo (mas otros a Demócrito) no nadie puede ser excluido: gentes de alto
queda prácticamente nada, salvo algu­ rango y gentes del pueblo, doncellas o
nos restos dispersos. Com o ocurre fre­ muchachos, dotados o deficientes, todos
cuentemente con los presocráticos, Leu- deben ser educados. «Omnes, omnia, omni-
cipo es mejor conocido por sus
no», reza La gran didáctica: todos deben
comentaristas.
participar en la educación, todos deben ser
Los escritos de Leucipo fundan el ato­
instruidos en tod o lo que es necesario
mismo materialista antiguo, desarrollado
para devenir hombres, la educación debe
por Demócrito, y más tarde por Epicuro
moldear al hombre entero en todos sus
y Lucrecio. La doctrina atomista repre­
componentes.
senta un intento de superar las dificulta­
El tratado, redactado en checo en los
des planteadas por el eleatismo (Parmé­
años 1627 a 1632 aunque publicado en
nides); su génesis es más conceptual y
latín, debe ser ubicado en el cuadro del
racional que fundada sobre la observación
aristotelismo barroco de Comenius, pero
de los fenómenos. La principal originali­
también en el cuadro de la Reforma emer­
dad de Leucipo parece haber consistido
gente. Esta doble influencia produjo una
en la introducción del vacío para conce­
obra de gran originalidad cuyas propues­
bir el universo. En el seno de este vacío,
tas prácticas son de un modernismo sor­
que es un no-ser, transitan los átomos
prendente.
absolutamente plenos, y sus movimien­
tos y combinaciones dan cuenta de la tota­
Edición: Didáctica magna (tr. S. López
lidad de lo observable. Peces), Akal, 1986.
La fuerza de la intuición de Leucipo Estudio: J. Prévot, L ’Utopie educative,
reside en la idea de que lo visible debe ser Comenius, Belin, 1981.
explicado por lo invisible despojado de
toda cualidad sensible. (Véase el artículo
sobre los -*■ Fragmentos de Demócrito.)
GRAVEDAD Y LA GRACIA (LA), La
Edición: Los filósofos presocráticos, vol. pesanteuret la gráce, 1947.
111(tr. A. Poratti, C. Eggers Lan y otros), Gre­ Simone W e il, 1909-1943.
dos, 1980.
Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr.
E. Martín), Cátedra, 1992. Colección de textos políticos, filosófi­
cos y religiosos, el libro está marcado por
el misticismo cristiano de Simone Weil y
su interés por el pensamiento griego. La
G R A N D ID Á C T IC A (LA), Didáctica autora desarrolla en él su concepción del
magna, 1657. hombre y de sus deberes, sus pecados,
CoMENius(Jan Amos Komensky), 1592- sus ilusiones. Para su salvación preconi­
1670. za una ascetismo y privación totales, úni­
co camino de la verdad y del bien.
Este tratado de filosofía de la educa­ Obra postuma, compuesta de extrac­
ción — «didáctica» significa aquí arte de tos de los once primeros cuadernos de
GUERRA Y LA PAZ (LA) 322

Weil y reunidos por Gustave Thibon, estas la guerra transformada, y Proudhon tenía
reflexiones no dejan de conservar por ello la íntima convicción de que esta revolu­
una gran unidad: el hombre es sufrimiento ción estaba ya en marcha y que la paz sería
(opresión marxista) e ignorancia (caverna «la obra del siglo XIX».
platónica), mas es también amor divino,
desgarrado entre «la gravedad y la gracia». Edición: La Guerre et la Paix, en Oeuvres
complétes de Proudhon, t. VI, Slatkine,
Edición: La gravedad y la gracia (tr. C. Orte­ 1982.
ga), Trotta, 1994. Estudio: P.,Bécat, L ’Anarchiste Proudhon,
Nouvelles Éditions latines, 1971.
Estudio: M. Vetó, La métaphysique reli-
gieuse de Simarte Weil, Vrin, 1971.

GU E R R A S DEL SE Ñ O R (LA S), Les


guerres du seigneur, 1560.
GUERRA Y LA PAZ (LA), La guerre et
G e rs o n id e (Lévi ben Gerson), 1288-
la paix, 1861.
1344.
P ie r r e Joseph P ro u d h o n , 1809-1865.

Nacido en Bagnols-sur-Céze en el Lan-


Detrás de los dos fenómenos de la gue­
guedoc, Léví ben Gerson, que vivió en
rra y la paz, Proudhon busca los principios
Aviñon y en Orange, se cuenta entre los
determinantes de esos acontecimientos. Y
más grandes sabios de la Edad Media.
descubre que la guerra procede del dere­
cho de la fuerza. Como la religión o la jus­ La obra, redactada entre los años 1317
a 1329, encierra un tratado de astrono­
ticia, la guerra es un producto de la con­
mía que fue traducido al latín en 1342 a
ciencia y es eterna. Y aún más, la guerra
petición del papa Clemente VI. Mas el inte­
es el signo de la grandeza del hombre, la
rés propiamente filosófico de este texto está
revelación del ideal, una disciplina nece­
en la refutación de las tesis de Maimónides
saria para la humanidad. Procede de un
o de Averroes sobre los atributos divinos, la
derecho, ella misma es un derecho, y pro­
duce el derecho. Mas, «sublime en su misión creación del mundo y la naturaleza del inte­
revestida de justiciera, la guerra es infa­ lecto humano. Así, para Gersonide, se pue­
me en la causa secreta que la produce». den afirmar sin contradecirse la omniscien­
Esta causa no es la pobreza, que en sí mis­ cia de Dios y la libertad del hombre. Por lo
ma es buena, sino «la pobreza anormal que demás, el intelecto humano, enriquecido
actúa como un subversivo», es decir el pau­ con todos los conocimientos adquiridos
perismo, que está en el origen de todas las durante nuestra vida, conserva su indivi­
guerras y de todas las revoluciones. La paz dualidad después de la muerte del cuerpo.
es un concepto esencialmente negativo,
Edición: Les guerres du Seigneur, libros III
no es más que la guerra en reposo. «La a V, Mouton, París-La Haya, 1968.
idea de paz es negativa, inorgánica por Estudio: Ch. Touati, La pensée philpsop-
naturaleza, sinónima de inercia y de ano­ hique et théologique de Gersonide, Ed. de
nadación [...], si la guerra es la vida, la paz Minuit, 1973.
perpetua sería la muerte; por esta razón la
paz no es nada más que un sueño.»
Proudhon propone una paz perpetua,
activa y dinámica, que sería el resultado GUÍA DE PERPLEJOS, Dalálat al-
de transferir el espíritu guerrero y del dere­ te ’irin.
cho heroico al trabajo y a todas las formas Maimónides (Rabbi Mosé ben Maimón),
de actividad creadora. Sólo es posible una hacia 1138-1204.
transformación — y no una abolición— de
la guerra. La paz debe estar fundada sobre Esta obra contiene el pensamiento teo­
el fenómeno permanente e irreductible de lógico y místico de Maimónides y aclara
323 GUÍA DE PERPLEJOS

todos sus trabajos anteriores. Su princi­ El lector encontrará en él tanto una


pal objetivo es el de conciliar la enseñanza enseñanza original com o una exposi­
de la Tora y la filosofía. ción sintética de las corrientes místicas
El autor muestra lo que era el esta­ judías.
do primitivo del hombre y expone su
semejanza con Dios. Igualmente trata Edición: Guía de perplejos (tr. D. Gonzalo
del poder y de los límites del intelecto Maeso), Trotta, 1994.
Estudios: A. J. Heschel, Maimónides (tr. J.
humano, de la libertad, de la creencia, M. Alvarez Flores), Muchnik, 1995; L.
del universo. La Guía de perplejos es Strauss, Ma'imonide, col. «Epiméthée»,
el testamento filosófico del pensador. P.U.F., 1988.
H
HE R ACLITO Y L A FILOSOFÍA, Héra- HERMES, Hermés, 1969-1980.
clite et la philosophie, ou la Prem iére M ic h e l S e r re s , nacido en 1930.
Saisie de l ’étre en devenir de la totali-
té, 1962. Esta obra consta de cinco tomos: la
K o s ta s A x e lo s , nacido en 1924. Comunicación (1969), La Interferencia
(1972), la Traducción (1976), la Distri­
Rostas Axelos intenta reunificar aquí bución (1977), y el Paso del N oroeste
los enigmáticos fragmentos del pensa­ (1980). Michel Serres va a la busca de
miento heracliteano que, si no es toda­ un novedoso «nuevo espíritu científico».
Oponiéndose a Bachelard y a Comte, pro­
vía metafísico, simboliza sin embargo
pone una epistemología pluralista y recha­
la potencia originaria de la eclosión del
za la noción de reino de las ciencias, tal
Logos. Heráclito de Éfeso, presocráti-
como aparece en diferentes corrientes de
co, es quien «piensa el primero el logos
pensamiento científicas y filosóficas. Para
del ser del devenir total».
él, la filosofía debe con toda necesidad
El proyecto de Axelos es el de un
impregnarse de las ciencias, y no apro­
«reencuentro» con el pensamiento de
piárselas.
Heráclito, a fin de actualizar la sabidu­
Cada vez más, las ciencias se explican
ría poética y filosófica de sus escritos a partir de ellas mismas, devienen su pro­
sin desnaturalizarlos: «Intentaremos pia referencia. Es, pues, importante que
exponer la filosofía de Heráclito según la epistemología pluralista, ese novedoso
el movimiento de sus esferas concén­ «nuevo espíritu científico», se imponga
tricas; esferas que se funden y se fusio­ como deber analizar los términos. A esto
nan.» se consagran los cinco volúmenes, publi­
Efectivamente, se trata de un pensa­ cados durante un período de once años.
miento global y sintético a la vez, que con­ Serres explora aquí nuevos espacios,
tiene en potencia los de los que le suce­ nuevos horizontes. Se trata claramente
dieron (Nietzsche y Heidegger, por de una búsqueda, en el sentido de que no
ejemplo) y permite por anticipación pro­ se da por adelantado ningún resultado. El
fundizar en su comprensión. dominio sobre el que el autor se aventu­
ra es virgen, o, si ha sido visitado, lo ha
Edición: Héraclite et la philosophie, Ed. sido por muy pocos.
de Minuit, 1962.
Estudio: H. Lefebvre, Le Jeu de Kostas Axe­ Ediciones: Hermés, 1.1 a V, Ed. de Minuit,
los, Fata Morgana, 1973. 1969-1980. Existe traducción española del

[3 2 5 ]
HIMNO A ZEUS 326

quinto volumen: El Paso del Noroeste, Deba­ la belleza? Es preciso recordar aquí que
te, 1991. para un griego, lo bello no es solamente
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ un valor estético; la belleza posee una
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 114-119; dimensión moral. Entre lo bello y el bien,
F. Armengaud, Díctionnaire des philoso- el griego no distingue, como nosotros lo
phes, P.U.F., 1984. hacemos, dos universos. ¿Qué es lo bello?
Las definiciones propuestas por Hipias
se distinguen ante todo por su simpleza:
Sócrates se las ve y se las desea para
HIMNO A ZEUS hacerle comprender la necesidad de for­
C le a n te s , hacia 312-hacia 232 a.C. mular una definición universal (no se defi­
Poema filosófico. ne lo bello aduciendo un ejemplo parti­
cular: una bella muchacha, o bien el oro).
Este poema es una invocación a la divi­ Pero incluso cuando a duras penas ha
nidad omnipotente, providencia ordena­ captado la necesidad de elevarse al nivel
dora del universo en la doctrina estoica. de la abstracción, Hipias se extravia en
El tipo de escrito rezuma tanto poesía confusiones. Ni lo útil, ni lo beneficioso,
como discurso especulativo. Aunque per­ ni lo agradable se confunden con lo bello.
teneciente al estoicismo antiguo, este tex­ N o se puede en absoluto definir la belle­
to pone ya claramente en relación la físi­ za por referencia a los sentidos de la vis­
ca, la teología y la moral. Es una teodicea, ta o del oído, porque las bellas leyes no
puesto que en él se plantea la cuestión producen ningún placer de esta especie.
del mal y de su posibilidad en un mundo A cada observación crítica de Sócrates,
ordenado por la divinidad. Hipias intenta escaparse manifestando su
Edición: Hymne á Zeus, en Les Stoi'ciens, indiferencia respecto a la verdad. ¿Le hace
Bibliothéque de la Pléiade, Gallimard, 1962. observar Sócrates que es preciso distin­
Estudio: P.-M. Schuhl, presentación del tex­ guir entre lo bello y lo agradable? Hipias
to en la edición citada. contesta que tal vez esa diferencia pase
desapercibida a un interlocutor mediana­
mente atento o exigente. Dicho breve­
mente, como buen sofista, Hipias no cono­
HIPIAS MAYOR, o Sobre lo bello, ‘Iut- ce más que una exigencia: la fuerza
Tríctq, fí nepixo’D Kakñ). persuasiva del discurso, la eficacia, que
P la t ó n , 428/427 - 348/347 a.C. permite no ser contradicho.
Diálogo. El diálogo acaba con una aporía; y el
final presenta un ejemplo muy elaborado
Al poner en escena a Hipias de Elis, de ironía socrática.
es una vez más (con Protágoras o Gor- A su interés propiamente filosófico — en
gias) una figura de pro de la sofística el él se anuncia la problemática de -> El Ban­
objeto de los ataques de Platón. Pero quete— , el Hipias mayor añade un ver­
mientras que se había cuidado mucho de bo literario poco común. El recurso, por
marcar la dimensión intelectual de los parte de Sócrates, a un tercer personaje
sofistas de Abdera o de Leontium, Pla­ que no es otro que su propio doble, per­
tón carga al pobre Hipias con todas las mite a Platón producir efectos cómicos
taras: presuntuoso, pedante, ingenuo, poco habituales.
envuelto permanentemente en un tono
de gran señor y en un soberano despre­ Edición: Hipias mayor (tr. J. Calonge), en
cio por la verdad; pero sobre todo, inca­ Platón, Diálogos, vol. I, Gredos, 1981.
paz de encontrar el camino de la Idea. Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega (tr. A. Vallejo y A. Medi­
El Hipias mayor es por ello más que
na), vol. IV (cap. IV), Gredos, 1990; W. D.
un pretexto para atacar a los sofistas. El Ross, La teoría de las Ideas de Platón (tr.
tema es en efecto importante: ¿qué es J. L. Díaz Arias), Cátedra, 1989.
327 HISTORIA DE L A LOCURA EN LA ÉPOCA CLÁSICA

H IPIAS MENOR, o Sobre la mentira, anular la distancia ontológica entre el ser


‘Jmáaq eXávtwv, f| ITepi toB ye'úóovx;, de las cosas y su aparecer. El objeto exis­
o hacia 399 a.C. te ciertamente (Pirrón llegaba hasta dudar
P la t ó n , 428/427 - 348/347 a.C. de eso), pero el sujeto se relaciona úni­
Diálogo. camente con el fenóm eno. Este escep­
ticismo no es, sobre el plano ético, un
C om o todos los diálogos llamados indiferentismo. Mientras que Pirrón no
«socráticos», el Hipias menor es una dis­ veía razón alguna para establecer una
cusión dialéctica entre Sócrates y el ilus­ jerarquía entre los diversos comporta­
tre sofista Hipias de Elis (véase el -> Hipias mientos humanos, siendo igualmente
mayor). El punto de partida de la discu­ valiosas todas las existencias, Sexto Empí­
sión es la cuestión de la mentira, pero rico preconiza un modo de vida «empíri­
para Platón se trata sobre todo de fun­ co», gobernado por las lecciones de la
damentar la capital idea socrática de que experiencia.
el mal no se puede cometer más que por Puesto que las Hipotiposis pirrónicas
ignorancia. son una compilación, han constituido des­
de siempre una valiosa mina de informa­
Edición: Hipias menor (tr. J. Calonge), en ción sobre la filosofía antigua; aunque, para­
Platón, Diálogos, vol. I, Gredos, 1981. dójicamente, dicen mucho más sobre los
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega (tr. A. Vallejo y A. Medi­ filósofos dogmáticos que sobre los escép­
na), vol. IV (cap. IV), Gredos, 1990; W. D. ticos. Unicamente el primer libro ofrece
Ross, La teoría de las Ideas de Platón (tr. una exposición del pirronismo. Y además
J. L. Díaz Arias), Cátedra, 1989. habría que situar las informaciones sumi­
nistradas por Sexto en la perspectiva que
le imponía su propia época y la distancia
que lo separaba de los pensadores más
HIPO TIPO SIS PIR R Ó N IC AS antiguos (de Pirrón, pero también de los
S e x t o Empírico, siglos n-m. dogmáticos a los que critica).

Las Hipotiposis constituyen un resu­ Edición: Doctrina del escéptico. Hipoti­


men del pensamiento escéptico. Se supo­ posis pirrónicas (tr. L. Gil Fagoaga), Ed.
Reus, 1926.
ne que este extracto estaba destinado a
Estudio: V. Brochard, Los escépticos grie­
un uso pedagógico; en efecto, en todas gos (tr. V. Quinteros), Buenos Aires, Losa­
las escuelas filosóficas griegas, era tradi­ da, 1945.
cional poner a disposición del debutante
un manual fácilmente utilizable en las dis­
cusiones con los adeptos a otras escuelas.
La obra retoma la mayoría de los argu­ H IS T O R IA DE L A L O C U R A EN L A
mentos clásicos del escepticismo antiguo. É P O C A C LÁSICA, Histoire de la folie
En primer lugar, la imposibilidad de esta­ á l ’áge classique, 1961.
blecer un criterio para la verdad; lo cual M ic h e l F o u c a u lt, 1926-1984.
obliga al conocimiento a quedar siempre
anclado en una subjetividad particular. A Esta tesis de doctorado no es, como
continuación, Sexto muestra la imposibi­ parece indicar su título, una historia de la
lidad de establecer relaciones objetivas entre psiquiatría, sino más bien una historia de
los fenómenos (Hume tendrá en cuenta los gestos de segregación y de exclusión
esta crítica). Y por último, la crítica de la de la locura en Europa occidental.
noción de causa, articulada con una refle­ La primera parte analiza el fenóme­
xión sobre la acción de la causa en el tiem­ no del intemamiento y las diversas signi­
po, ocupa un lugar preeminente. ficaciones que esta práctica encubre. Fou­
El escepticismo de Sexto Empírico es cault muestra que si, al final de la Edad
por tanto un fenomenismo que rechaza Media, la lepra desapareció del mundo
HISTORIA DE LA LOCURA EN LA ÉPOCA CLÁSICA 328

occidental, y si a ésta sucedió la locura, entre el cuerpo y el alma (utilización del


harían falta por tanto cerca de dos siglos hierro en particular). Se sueña con una
para que esta nueva presencia suscitara purificación total recurriendo a la miel, al
reacciones de compañerismo, de exclu­ hollín, al azafrán, a la cochinilla y a la ras­
sión, de purificación. La locura no será padura de patas de cangrejo como disol­
controlada hasta mediados del siglo xvii, ventes de todas las fermentaciones, que
cuando la gran reclusión la arranca de esa producidas en el cuerpo, han determi­
libertad imaginaria que le permitía multi­ nado la locura. Inmersiones, duchas, cura
plicarse todavía bajo el cielo del Renaci­ por baños. En estas curas se practica una
miento, y la condena al silencio. confrontación entre médico y enfermo
El clasicismo ha inventado el interno- que va a hacer posible una psiquiatría
miento, un poco a la manera como en la de observación.
Edad Media se segregaba a los leprosos. En la tercera parte analiza Foucault el
Se recluye a los locos, pero también a los doble movimiento de liberación y de alie­
pobres, a los parados, a los desocupados, nación de la locura de la medicina men­
a los homosexuales, a los libertinos. tal moderna.
Anexionando al dominio de la sinra­ En el siglo xvii, el pavor ante la sinra­
zón, al lado de la locura, las prohibicio­ zón va acompañado de un miedo espe­
nes sexuales, los anatemas religiosos, las cífico a la locura. Esta última es por lo
libertades de pensamiento y de corazón, demás percibida como signo de la pre­
la época clásica se construyó «una expe­ cariedad de una razón que puede oscilar
riencia moral de la sinrazón» que es el a cada instante. Desde entonces, los locos
pedestal sobre el que se asienta nuestro quedan separados para ocupar el lugar
conocimiento «científico» de la enferme­ que les es propio. Aparecen los primeros
dad mental. asilos, que despiertan primero la curiosi­
La segunda parte de la obra está dedi­ dad, después la piedad y finalmente, en
cada al problema del reconocimiento y el siglo xix, el humanitarismo y la solici­
conocimiento de la locura en la época clá­ tud social. Es el gran movimiento de refor­
sica. Foucault muestra que si, de un lado, ma animado por Pinel y Tuke: indaga­
es experimentada como sinrazón — es ciones de comisarios, constitución de
decir, com o negatividad vacía de la grandes hospitales. Y bien pronto, la épo­
razón— , del otro, el análisis médico va ca de Esquirol y de la «ciencia» médica de
a intentar darle una determinación posi­ la locura.
tiva. Un gran trabajo de clasificación toma Mas si la locura ha quedado al fin afir­
forma, animado por una constante metá­ mada en sus derechos, lo ha sido para ser
fora que tiene la amplitud y la obstinación reinsertada acto seguido en las normas
de un mito: es la transferencia de los sociales de la burguesía. Pinel y los que
desórdenes de la enfermedad al orden de lo han seguido, lejos de liberar al loco,
lo vegetal. Es preciso ubicar y ordenar las lo han dejado definitivamente alienado.
enfermedades mentales en clases, géne­ La coacción física ha sido sustituida por
ros y especies, con el mismo cuidado y la coerción moral ejercida por el médico.
exactitud con que los botánicos lo han En cuanto a la ciencia de la psiquiatría,
hecho en el Tratado sobre las plantas. ella ha abolido toda expresión propia de
El loco se encuentra así en el jardín de las la locura y ha conferido al loco el estatu­
especies. Al mismo tiempo, algo que pron­ to de puro objeto.
to entrará en el dominio clínico está a En conclusión, Foucault muestra que,
punto de florecer. Se organizan trata­ queriendo domesticar la locura, la psi­
mientos dirigidos a la unidad indisociable quiatría ha prohibido de hecho com ­
del cuerpo y el alma. Se busca fortificar, prenderla. La locura se manifiesta en todo
vivificar las fibras de los nervios, las mem­ su impulso creador en personajes como
branas, todos los elementos del organis­ Nerval, Nietzsche, Van Gogh, Artaud...
mo que pudieran servir de comunicación Astuto y nuevo triunfo de la locura, que
329 HISTORIA DE LA SEXUALIDAD

escapa a toda medida y justificación por Después, «pedagogización» del sexo del
parte de la psicología. niño: es la afirmación de que todos los
La Historia de la locura consagra una niños se entregan a una actividad sexual
nueva perspectiva sobre el poder y la polí­ indebida, «natural» y «contra natura» a la
tica. Foucault presenta a la razón como vez, que debe ser vigilada por la familia,
una de las figuras del poder, que funcio­ los educadores, los psicólogos, los médi­
na com o un modelo de exclusión y que cos. Y finalmente, la «psiquiatrízación»
permite al hombre dominar al hombre. del placer perverso: se ha hecho el aná­
La obra ha tenido también un impacto lisis clínico de las formas de anomalías
práctico: ha contribuido a acelerar la cri­ sexuales y se ha buscado producir una
sis del movimiento psiquiátrico y refor­ tecnología correctiva. En estas estrate­
zado la posición de los anti-psiquiatras gias, no se trata de controlar o de repri­
como Laing y Cooper. mir la sexualidad, sino, por el contrario,
producir siempre por el contrario más
Edición: Historia de la locura en la época sexo.
clásica, (tr. J. J. Utrilla), 2 vols., México, Fon­ En E l uso de los placeres, más que
do de Cultura Económica, 1967. hacer un recuento de las prohibiciones
Estudios: H. L. Dreyfus y P. Rabinow,
que se ocultan o se manifiestan en las exi­
Michel Foucault: más allá del estructura-
lismo y la hermenéutica (tr. C. de Iturbe), gencias de austeridad sexual, estudia Fou­
Universidad Nacional Autónoma de México, cault la manera en que el comportamiento
1988; D. Macey, Las vidas de Michel Fou­ sexual ha sido considerado por el pen­
cault (tr. C. Martínez Gimeno), Cátedra, samiento griego clásico, las formas bajo
1995.
las cuales ha sido problematizado y deve­
nido objeto de una preocupación moral.
El autor descubre así algunas grandes figu­
ras de la austeridad sexual, que iban a
H ISTO RIA DE L A SEXUALIDAD, His- hacerse recurrentes en cuatro grandes
toire de la sexualité, 1976-1984. ejes de la experiencia: por relación al cuer­
M ic h e l F o u c a u lt, 1926-1984. po, junto con la cuestión de la salud; por
relación al otro sexo, con la cuestión de
En el primer tomo de esta historia de la la esposa y de la institución familiar; por
sexualidad, la Voluntad de saber, Foucault relación al propio sexo, con la cuestión
constata de entrada que nosotros hemos de los compañeros que se pueden elegir;
aprendido a leer la sexualidad «como la cró­ por relación a los jóvenes y a la verdad.
nica de una represión creciente». ¿Cómo La austeridad recomendada por el pen­
conciliar esta idea del sexo reprimido con samiento griego no se presenta bajo for­
la proliferación, desde finales del siglo xvi, ma de una ley universal a la que cada uno
de los discursos sobre el sexo? deberá someterse, sino como un princi­
Es pasando de alguna manera por pio de estilización de la conducta para
detrás de la hipótesis represiva y de los aquellos que quieren vivir de la manera
hechos de prohibición (o de exclusión), más bella y realizada posible...
como Foucault se ve conducido a des­ En La inquietud de sí analiza Foucault
cubrir los grandes conjuntos estratégicos los textos de los dos primeros siglos de
que, a propósito del sexo, desarrollan nuestra era. Los temas de austeridad, a
dispositivos específicos de saber y de la vez que se refuerzan, experimentan una
poder. Ante todo, «histerización» del cuer­ inflexión dominada por el cuidado o
po de la mujer: proceso por el cual el inquietud de sí. Este arte de sí-mismo afir­
cuerpo de la mujer es analizado como ma la necesidad de someter la actividad
cuerpo saturado de sexualidad, integra­ sexual a una forma universal que ligara
do en el campo médico, puesto en comu­ a todos los humanos. Este arte concede
nicación con el cuerpo social, con el igualmente valor a todas las prácticas y
espacio familiar y con la vida del niño. ejercicios que ayuden a guardar el con­
HISTORIA DE LOS ANIMALES 330

trol de sí y conquistar a fin de cuentas el H ISTO R IA DE LO S ORÁC ULOS, His-


puro goce de uno mismo. toire des oracles, 1686.
F o n te n e lle (Bernard Le Bovier de), 1657-
Ediciones: La voluntad de saber (tr. U. Gui- 1757.
ñazú), Siglo XXI, 1977; El uso de los place­
res (tr. M. Soler), Siglo XXI, 1986; La inquie­
tud de sí (tr. T. Segovia), Siglo XXI, 1987. Fontenelle pasa revista a prodigios y
Estudios: H. L. Dreyfus y P. Rabinow, Michel fábulas (por ejemplo la historia de «dien­
Foucault: más allá del estructuralismo y la te de oro») e investiga cómo las gentes
hermenéutica (tr. C. de Iturbe), Universidad han podido explicar por intervenciones
Nacional Autónoma de México, 1988; D. sobrenaturales fenómenos susceptibles de
Macey, Las vidas de Michel Foucault (tr. C.
Martínez Gimeno), Cátedra, 1995. una explicación racional. El método es
aquí el mismo que las Luces generaliza­
ron: evocar las supersticiones paganas y
dejar al lector generalizar al cristianismo,
que no tiene defensa alguna contra tal
H IS T O R IA DE L O S ANIM ALES, TOv
enfoque.
Ttspi t á íoTopiffiv, o hacia 345 a.C.
A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
Edición: Histoire des oracles, en Oeuvres
complétes de Fontenelle, col. «Corpus des
A l parecer, este tratado fue el prime­ oeuvres de philosophie en langue fran^aise»,
ro de los escritos biológicos de Aristóte­ Fayard, 1989.
les, redactado durante su exilio en Asia Estudio: J. Bergier, presentación del tex­
to, Marabout université, 1973.
Menor, cuando gozó de tiempo libre para
consagrarse a la zoología. La primera par­
te (libros I a IV) expone los modos de cla­
sificación de los seres vivientes y luego
H IS T O R IA N A T U R A L DE L A L M A ,
estudia sus anatomías, comenzando por
Histoire naturelle de 1’áme, 1745.
el hombre puesto que es el más fácil de
J u lie n O f f r o y d e L a M e t t r ie , 1709-
conocer. La segunda parte (libros V a Vil)
1751.
muestra las diversas maneras en que los
seres vivientes se reproducen, terminan­
Este tratado es una ilustración del mate­
do por la reproducción del hombre que
rialismo fisiologista del siglo xviii. Se tra­
es la más compleja (a la que consagra la
ta de comprender al pensamiento a par­
totalidad del libro VII). Finalmente, en los
tir de la sustancia corporal. Mas La Mettrie
libros VIII y IX, Aristóteles describe la
rechaza aquí el mecanicismo puro. Admi­
manera en que los animales viven: modo
te con Descartes la inercia de la mate­
de nutrición, costumbres, enfermedades,
ria, pero también afirma su sensibilidad.
caracteres y hábitos. El libro X (Sobre la
Esta crítica del cartesianismo conduce al
esterilidad) no formaba originalmente
autor a reintroducir las formas sustan­
parte de la obra, pero ulteriormente le ha
ciales, a la manera de los «Antiguos» (es
sido incorporado.
decir, de los filósofos aristotélicos).
Este tratado es sólo descriptivo y ofre­
La Mettrie incluirá esta obra en la edi­
ce una amplia clasificación del reino ani­
ción completa de sus Obras filosóficas
mal. Por eso será la base de los otros escri­
de 1751 bajo el título de Tratado del
tos biológicos de Aristóteles, en los que
alma.
será explicado lo que aquí está solamen­
te descrito. Edición: Traité de l ’ame. Histoire nature­
lle de /’áme, en Oeuvres philosophiques,
Edición: Investigación sobre los animales t. 1 (1751), col. «Corpus des oeuvres de phi­
(tr. J. Fallí), Gredos, 1992. losophie en langue frangaise», Fayard, 1987.
Estudios: J. Bames, Aristóteles, Cátedra, Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
1987; M. Marquat, Aristote naturaíiste, fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran),
Vrin, 1932. vol. n, Tecnos, 1988, pp. 115-123 y 128;
331 HISTORIA UNIVERSAL DE L A NATURALEZA Y TEORÍA D a CIELO

M. Tisserand, presentación de la colección dad («Todo ha concurrido a hacer socia­


de Textes choisis, col. «Les Classiques du ble al hombre»); este punto distingue las
peuple», Messidor - Editions sociales, 1974.
tesis de la Historia natural del hombre
de las ideas que Rousseau desarrolla en la
misma época.
C om o toda la H istoria n atural, la
HISTO RIA N AT U R AL DEL HOMBRE,
H istoria del hom bre ha marcado pro­
Histoire naturelle de l ’homme, 1749.
fundamente a su siglo. La belleza de sus
B u ff o n (Georges Louis Leclerc, conde
volúmenes, la riqueza de las ilustracio­
de), 1707-1788.
nes han contribuido no poco al éxito de
la obra. Tampoco hay que olvidar el esti­
En la gran obra de Buffon, la H isto­
lo, al que Buffon concedía una impor­
ria natural, la Historia del hombre suce­
tancia particular. Era el mismo Rousse­
de a la Teoría de la Tierra. Recordemos
au quien veía en Buffon «la más bella
que la palabra «historia» no tiene aquí
pluma de su siglo».
ninguna significación cronológica; no
designa la exposición del curso de un Edición: Histoire naturelle de l ’homme,
devenir, sino — de acuerdo con la eti­ en Buffon, Histoire naturelle, col. «Folio»,
mología griega— una indagación (a la Gallimard, 1984.
manera de la -*• Historia de los anima­ Estudios: Artículo sobre Buffon en D. Millar
y otros, Diccionario básico de científicos
les de Aristóteles). (tr. E. Lucena), Tecnos, 1994; M. Duchet,
Conocer al hombre, tal es el proyecto «L ’anthropologie de Buffon», en Anthro-
de Buffon, que suscribe el juicio de Rous­ pologie et histoire au Siécle des lumié-
seau: «El más útil y el menos avanzado res, Flammarion, 1978.
de todos los conocimientos humanos
me parece ser el del hombre.» Buffon
pretende elaborar este conocimiento
con total independencia de los datos de HISTORIA UNIVERSAL DE L A NATU­
la revelación (la Teoría de la Tierra le R ALE ZA Y TE O RÍA DEL CIELO, A ll-
había valido algunos altercados con la gemeine Naturgeschíchte und Theorie
facultad de teología). des Him mels, 1755.
Cuidadoso — com o siempre— de la Immanuel K a n t, 1724-1804.
exactitud factual, Buffon apoya su inves­
tigación antropológica en las observacio­ El objetivo de Kant en esta obra es dise­
nes de los anatomistas, médicos, y viaje­ ñar una cosmología que se apoye exclu­
ros de su tiempo. Mas el rechazo de toda sivamente en un método mecanicista. En
teoría especulativa a p rio ri no implica ella dará la primera descripción justa de
adhesión alguna a afirmaciones materia­ la Vía Láctea como un disco aplanado.
listas: Buffon afirma, por ejemplo, la dis­ En una primera parte describe la cons­
tinción del alma y del cuerpo. Hace suyo titución general de nuestro sistema solar
un transformismo limitado que le permi­ (seis planetas y seis satélites), y extiende
te no renunciar a la separación del hom­ este orden, presentado a pequeña esca­
bre y el animal: «El hombre no es un sim­ la, al conjunto del Universo, en virtud del
ple animal, [...] su naturaleza es superior carácter universal de los principios, de la
a la de los animales.» Está destinado a rei­ física newtoniana que ponen en juego
nar sobre las otras especies, y jamás ve esas dos fuerzas opuestas que son la atrac­
Buffon en este estado de cosas las pre­ ción y la repulsión.
misas de una catástrofe: la cultura se ins­ En la segunda parte expone su cosmo­
cribe en la prolongación de la naturale­ logía, describiendo la formación del Uni­
za, y nunca en ruptura, como en Rousseau. verso a partir de las simples leyes de la
El hombre está por lo demás determina­ mecánica. Este último es resultado de la
do por un instinto natural a la vida en socie­ aplicación de las dos fuerzas de repulsión
HISTORIA Y CONSCIENCIA DE CLASE 332

y de atracción sobre una materia primera torizada por el autor mismo, sin que por
no uniformemente densa. Por la atracción, ello dejara de ejercer una gran influencia,
las masas de materia quedan constituidas en particular sobre sus contradictores, como
allí donde la densidad es más fuerte. Estas Heidegger o Emst Bloch. Para bien cap­
masas son atraídas por un núcleo central, tar su valor teórico, conviene abordarla sin
pero las fuerzas de repulsión alteran su tra­ adherirse demasiado estrechamente a los
yecto; se transforman entonces en torbe­ debates internos y extemos al marxismo.
llinos cuya densidad más fuerte se encuen­ Estos ensayos se oponen a la separación
tra en el núcleo central. Las mismas fuerzas — fundamental en toda la historia de la filo­
vuelven a actuar en cada torbellino, y así sofía— del sujeto y el objeto, y a la defini­
se forman los planetas, que son otros tan­ ción realista de la verdad como acuerdo de
tos núcleos centrales. La creación del mun­ la representación con los objetos exterio­
do no terminará jamás, pues ella progre­ res a ella. El concepto principal es el de
sa continuamente por la formación de «reificación», que retoma y precisa las ide­
mundos nuevos que poco a poco se enca­ as marxianas de alienación y de fetichis­
minan hacia el orden. Finalmente, Kant mo de la mercancía; se define como aque­
aborda la posibilidad de que otros mundos llo que transforma a los seres y las cosas
estén habitados. En efecto, puesto que en res y materializa todo lo que posee el
todos los planetas del Universo han sido estatuto de «pseudo-objetividad» raciona­
formados según las mismas leyes, ¿por qué lista o de «pseudo-subjetividad» idealista,
no podrían estar habitados por otros seres borrando toda mediación con la praxis
vivientes? social como totalidad y convirtiendo a los
En esta obra completa Kant el siste­ fenómenos en hostiles y extraños.
ma de Newton, puesto que explica mecá­
Este libro permite ver en Lukács al
nicamente el primer choque, que Newton
comentador de Marx más influyente en
tenía por inexplicable. Deja sin embargo
el siglo xx.
fuera de discusión el dominio propio de la
religión, en la medida en que la nada pri­ Edición: Historia y consciencia de clase (tr.
mitiva y la causa de la organización del M. Sacristán), Grijalbo, 1978.
Universo no pueden tener explicación cien­ Estudio: L. Goldmann, Lukács et Heideg­
tífica. Finalmente, Kant afirma que es posi­ ger, Denoel, 1973.
ble probar la existencia de Dios a partir
del orden y la belleza del Universo, con­
cepción sobre la cual volverá ulteriormente.
HISTORIA Y CRÍTICA DE LA O PI­
Edición: Historia uniuersa/ y teoría del cie­ NIÓN PÚBLICA, Strukturwandel der
lo, Buenos Aires, Lautaro, 1946. Óffentlichkeit, 1962.
Estudio: E. Cassirer, Kant. Vida y doctri­
Jü rgen H aberm as, nacido en 1929.
na (tr. W. Roces), México, Fondo de Cultu­
ra Económica, 1948.
Redactada como tesis de sociología en
la universidad de Marburgo (1961), la obra
fue publicada en Alemania en 1962. Pala­
HISTORIA Y CONSCIENCIA DE CLA­ bra por palabra, el título alemán dice:
SE, Geschichte und Klassenbewusst- «cambio de estructura de lo público».
seirt, 1923. Por publicidad no hay que entender
G y ó r g y Lu k ács, 1885-1971. la publicidad comercial (el reclamo). La
Colección de ensayos de filosofía de la publicidad, hablando propiamente, es lo
historia. que es público (en oposición a lo que es
privado): es la actividad que se hace en
Esta obra fue violentamente combatida público (en oposición a la que es secre­
tanto por los comunistas ortodoxos como ta), en el sentido de «publicidad de los
por la socialdemocracia, después fue desau­ debates»; es lo que, para constituirse, nece­
33 3 HISTORIA Y VERDAD

sita de un público. Habermas traza aquí HISTORIA Y UTOPÍA, Histoire et uto-


su arqueología: la publicidad nace en el pie, 1960.
mundo de la Grecia antigua con la dis­ Emil M ic h e l C io ra n , 1911-1995.
tinción entre una esfera de lo privado
(ótKoq, oikos) que pertenece al ámbito de Incapaces de vivir en «el eterno presen­
la casa, y una esfera de lo público (jióA-iq, te», los hombres, cuya naturaleza es el mal
polis) que se manifiesta en el ágora. La por la «mancha inicial», tienen necesidad de
publicidad es también una dim ensión crear ficciones, paraísos pasados (para los
constitutiva de la burguesía en la que hombres antiguos) o futuros (para los hom­
— en los siglos xvn y xviii— con los salo­ bres modernos). Animales históricos por su
nes, los cafés, las sociedades de lectura, agresividad (causa del desarrollo de la huma­
comienza «a existir una esfera de lo públi­ nidad), fascinados por lo imposible, evitan
co que hace un uso público de su razón» así el derrumbe de la sociedad. La ideolo­
y donde poco a poco se va pasando de gía, expresión vulgar de una utopía, desa­
una esfera pública de lo literario a una rrolla una idea de la felicidad, felicidad ima­
esfera pública más específicamente p o lí­ ginada, que está al origen del fanatismo.
tica. La tiranía es señal de una cierta vitali­
Habermas construye la historia de esta dad, mientras que la democracia — esa tira­
noción de espacio público (y de su con­ nía de opereta— es el signo de la debilidad.
figuración cambiante en el sistema social) Visionario lúcido y pesimista por tan­
pasando revista al mundo griego, al mun­ to, Cioran es un cínico cuya ambición
do feudal (en el que la esfera pública está es percibir lo real en su pureza (el Mal).
estructurada mediante la representación), La historia no produce nunca más que
a la monarquía, a la sociedad burguesa utopías que extienden el Mal, la tiranía y
(en la que existe una verdadera opinión el servilismo.
pública hecha para discutir), y finalmen­
te al mundo contemporáneo (con una opi­ Edición: Historia y utopía (tr. E. Seligson),
nión «no pública», pues el público no está Tusquets, 1988.
hecho más que para aclamar). Estudio: F. Savater, Ensayo sobre Cioran,
Es deliberadamente el modelo «liberal» Taurus, 1985.
de opinión pública lo que aquí se expone,
en el que los sujetos son las capas «cultiva­
das» y no su variante plebeya (en el que la
historia, con Robespierre por ejemplo, es HISTORIA Y VERDAD, Histoire et vé-
momentáneamente investida por el «pue­ rité, 1955.
blo» inculto); ni tampoco su variante ple­ P a u l R ico e u r, nacido en 1913.
biscitaria y aclamaüva, que es la de los regí­
menes dictatoriales de las sociedades Intentando comprender la historia sin
industriales avanzadas. Sin embargo, Haber- ceder a la concepción de una filosofía de
mas estudia también la transformación de la historia, Paul Ricoeur se plantea cues­
ese mundo liberal, cuando el Estado cons­ tiones que conciernen al oficio del historia­
titucional liberal es reemplazado poco a poco dor, ¿Cuál es la verdad en el conocimiento
por el Estado social. Desde entonces, se asis­ de la historia? El autor propone perspecti­
te a una suerte de «refeudalismo», en el que vas o bien criticas o bien teológicas, y bus­
la publicidad deviene demostrativa y mani­ ca esclarecer qué sea la verdad en la acción
puladora para asegurarse el asentimiento histórica distinguiendo entre palabra y pra­
plebiscitario de un público avasallado. xis, e interrogándose sobre el lugar del hom­
bre no violento en la historia vivida, y extra­
Edición: Historia y crítica de la opinión yendo al fin la «paradoja política». Sólo una
pública (tr. A. Doménech), G. Gili, 1982.
«restrospección» puede conferir su sentido
Estudio: Th. Mac Carthy, La teoría crítica
de Jürgen Habermas (tr. M. Jiménez Redon­ al político. El poder revela finalmente la ver­
do), Tecnos, 1987. dadera naturaleza del pecado; no placer,
HISTORIAS 334

sino orgullo de la potencia en el tener y el bó poniendo fin. La primera parte con­


poder. En el corazón del político toma asien­ tiene numerosas digresiones anecdóticas
to el problema central de la libertad, tanto o míticas que dan un tono pintoresco a
como libertad fundamentada en la raciona­ la obra, escrita por lo demás en el estilo
lidad del Estado, o como libertad limitativa fluido de un narrador; la parte que se ocu­
de las pasiones del poder. La cuestión de la pa de Jerjes es más dramática; de ella se
creatividad de una civilización está abierta. desprende una profunda admiración del
jónico por el patriotismo de Atenas.
Edición: Historia y verdad (tr. A. Ortiz), Herodoto está considerado como el
Encuentro, 1990. «padre de la historia»: es el primero que pasa
Estudio: M. Philibert, Paul Ricoeur, Seg-
hers, 1971. de la especulación mítica a la investigación;
su estudio se aplica a una época contem­
poránea. Se le pueden reprochar su inge­
nua fe en la mitología, su falta de sentido
HISTORIAS, ‘IciopiEiv Xóyox. crítico, sus errores, su escasa educación cien­
H e r o d o t o de H a u c a rn a s o , hacia 484-
tífica, mas no es posible quedar insensible
ante su honestidad, ante su sinceridad.
425 a.C.
Edición: Historia (tr. C. Schrader), 5 vols.,
La obra, compuesta de nueve libros, Gredos, 1988 ss.
trata de las guerras que enfrentaron a los Estudio: A. Barguet, introducción a la edi­
griegos con los bárbaros desde la época ción francesa (L ’Enquéte, 2 vols., col. «Folio»,
Gallimard, 1985 y 1990).
de Creso hasta la de Jerjes. Herodoto
es testigo de la victoria decisiva de los grie­
gos sobre los bárbaros, pero para expli­
car los acontecimientos recientes juzga
H OMBRE DE DESEO (EL), L ’hom me
necesario remontarse hasta sus orígenes.
de désir, 1790.
La obra comienza con una exposición
Louis C la u d e d e S a in t-M a r tin , 1743-
de los caracteres que distinguen a los pue­
1803.
blos de Asia de los de Europa. El autor
relata en primer lugar la derrota en 546
Cercano a Swedenborg, Saint-Martin
a.C. del rey de los lidios, Creso, en la gue­
toma algunas de sus teorías del filósofo
rra que lo enfrentaba con Ciro, el rey de
español Martínez de Pasqualis. E l hom­
los persas; el relato refleja cómo Ciro
bre de deseos es una colección de him­
domina a los Medos y a los asirios, cómo
nos a la gloria de la reintegración en Dios.
Cambises emprende la conquista de Egip­
Prisionero de la materia, el hombre expre­
to para aumentar las conquistas de su
sa su alienación y su separación. Es de
padre, Ciro. A la muerte de Cambises
observar aquí una crítica del sensualismo.
toma el poder Darío y reorganiza el impe­
rio, dividiéndolo en satrapías gobernadas
Edición: L ’Homme de désir, Rocher, 1979.
por los sátrapas. Acto seguido, Darío diri­ Estudio: R. Amadou, Trésor martiniste,
ge sus armas contra los Escitas y se apo­ Editions traditionnelles, 1969.
dera de la costa europea del Helespon-
to; a partir de 499, los griegos le oponen
resistencia, y Darío es vencido en la bata­
lla de Maratón en 490. Durante el reina­ HOMBRE DE PALABRAS (EL), L ’hom­
do de Jerjes se libraron muchas batallas, me de paroles. C ontribution linguisti-
(Termopilas, Salamina, en 480), que libra­ que aux sciences humaines, 1985.
ron a los griegos del yugo persa. C la u d e H a g eg e , nacido en 1936.
Las Historias describen el nacimiento
y el progreso del despotismo persa, al que Unicidad de la especie y pluralidad de
una nación valiente, decidida y libre, aca­ lenguas: en el juego de la comunicación
335 HOMBRE-MÁQUINA (EL)

humana intervienen ciertos mecanismos El proyecto de esta obra es así de ins­


cerebrales. El metacircuito del signo es la piración cartesiana, pero con esta dife­
huella neurológica de lo que es la significa­ rencia, que es efectivamente capital: mien­
ción en el dominio lingüístico. Hagége ela­ tras que Descartes establecía una ruptura
bora aquí un cuadro para el estudio de las entre el animal (máquina) y el hombre
lenguas en la realidad de su manifestación. (unión sustancial de un alma y un cuer­
po), La Mettrie adopta el esquema carte­
Edición: L ’homme de paroles, col. «Folio- siano del animal para extenderlo al hom­
Essais», Gailimard, 1987. bre. Del animal al hombre se pasa por
grados, y no por una ruptura de esencias.
El autor extrae de aquí consecuencias
audaces sobre la posibilidad de educar a
H O M BRE-M ÁQ UINA (EL), L ’homme- los primates, de los que la anatomía com­
machine, 1747. parada establece su semejanza con el
Ju lie n O f f r o y d e L a M e t t r ie , 1709- hombre. ¿Por qué no enseñar a hablar a
1751. los grandes simios?
Aparecido anónimamente. A esta continuidad del mundo vivien­
te responde la unidad de lo físico y lo
Esta obra es sin duda el ejemplo más moral en el hombre, que es la contra­
radical de lo que el siglo xvni ha produci­ partida del dualismo cartesiano. Aquí es
do en materia de explicación mecanicis- La Mettrie el médico que habla, para reen­
ta y materialista del hombre. contrarse con Helvetius: lo que nosotros
Para La Mettrie, la materia está dota­ sentimos, pensamos, queremos, y cree­
da de una tendencia esencial hacia el movi­ mos, debe ser explicado a partir de nues­
miento. Para admitir un tal principio, el tra organización corporal. La idiosincra­
autor se funda en las experiencias de los sia fisiológica tiene la clave de la psicología
biólogos contemporáneos: Trembley, del individuo.
Réaumur, Haller. La noción de «irritabili­ La moral de la obra es evidentemente
dad», en particular, le parece fundamen­ acorde con su materialismo mecanicista.
tal. La materia de La Mettrie no es ya la La negación del libre albedrío cae de su
sustancia extensa inerte de Descartes. peso: no podemos querer más que por
A esta tendencia al movimiento se aña­ la disposición de los órganos del cuerpo.
de una tendencia no menos esencial a la Aunque lo encuentra un tanto demasiado
organización espontánea. L o cual dis­ «metafísico», La Mettrie se coloca aquí del
pensa de recurrir a una providencia orga­ lado de Spinoza. No existe ningún valor
nizadora (la filosofía de El hombre-máqui­ moral absoluto, trascendente. La ética no
na es resueltamente atea), como también puede estar fundada más que en la natu­
al juego del azar. 0 cuerpo humano, escri­ raleza y en la sociedad. Esta última, apo­
be La Mettrie, «es una máquina que mon­ yada por la religión, pretende dar un valor
ta por sí misma sus propios resortes: ima­ absoluto a los fines que ella propone — e
gen viviente del movimiento perpetuo». impone— a los individuos nada más que
Animismo, finalismo, providencialismo, por la utilidad social que esos fines repre­
son aquí licenciados. sentan. La sociedad recompensa y casti­
Una tal materia, indestructible, incre­ ga, por tanto, en función del interés que
ada, autoorganizada, toma caduca la idea encuentra en tal o tal comportamiento.
de un alma. ¿Qué designa esta palabra, Las concepciones de La Mettrie son aquí
desde el punto de vista de la pura identi­ muy próximas a las defendidas por Spi­
ficación de su contenido? Nada más, en noza: no se recusan la jerarquía de valo­
efecto, que aquello que piensa en noso­ res ni el sistema de sanciones, pero se tras­
tros: el órgano cerebral. La constitución toca completamente su significación.
de este órgano explica sus capacidades A la moral social opone el autor la
particulares. moral fundada en la naturaleza y en los
HOMBRE NEURONAL (EL) 336

dictados de la razón. Moral del placer y filosófica, en la medida en que implica una
de la búsqueda de la felicidad, que vienen evacuación del «espíritu»: Por lo demás, ¿a
a ser lo mismo, pues para La Mettrie la santo de qué hablar de espíritu? «Lo único
felicidad consiste en disfrutar de sensa­ que hay son dos “aspectos” de un solo y
ciones agradables. Y la obra se encarga mismo acontecimiento, que podrá descri­
de romper todo lazo entre la virtud y la birse en términos tomados del lenguaje del
felicidad: «Por relación a la felicidad, el psicólogo (o de la introspección), o en los
bien y el mal son en sí totalmente indife­ del neurobiólogo.»
rentes.» Esta toma de postura filosófica no impi­
H libro fue muy mal recibido. Y desen­ de que El hombre neuronal establezca
cadenó tempestades en los medios ecle­ siempre una neta distinción entre la expo­
siásticos. El fisiólogo Haller se vio obligado sición de los datos de experiencia y las
a desautorizar públicamente la dedicatoria conclusiones ideológicas o metafísicas que
que encabezaba El hombre-máquina, en puedan ser extraídas.
la que La Mettrie se declaraba discípulo
suyo. El escándalo determinó incluso a Edición: El hombre neuronal, Espasa-Cal-
Federico el Grande a ofrecer su hospitali­ pe, 1986.
Estudio: A. Comte-Sponville, «Le Démon
dad al filósofo, acompañada de una pen­ de Changeux», en Une éducatiori philo­
sión real. Los ecos de la obra no traspa­ sophique, col. «Perspectives critiques»,
saron los límites de su tiempo. Y aunque P.U.F., 1990 (2.a ed.).
numerosos filósofos (Hegel, Marx) se inte­
resaron más tarde por los materialistas
ateos del Siglo de las Luces, la influencia
de la obra sobre la historia de las doctrinas H O M BR E REBELDE (EL), L ’hom m e
ha seguido siendo modesta. Lo cual no révolté, 1951.
es una razón para presentar, como con A l b e r t Camus, 1913-1960.
frecuencia se ha hecho, una imagen exa­
geradamente simplificada de las tesis de El Toda la obra de Camus está marcada
hombre-máquina. por el absurdo y la rebeldía. Pero lo que
no era más que ensayo literario (Bodas, El
Edición: El hombre-máquina (tr. J. L. Pérez verano, -> El mito de Sísifo, El extran­
Calvo), Alhambra, 1987.
jero) deviene con El hombre rebelde una
Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), interrogación filosófica. La rebelión es total:
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 115-123 y 128. contra la muerte, la enfermedad, la mise­
ria, contra todas las formas de sabiduría
(cfr. Calígula). Mas cuando se observa su
naturaleza íntima, la rebelión aparece sos­
HOMBRE NEU RO N AL (EL), L ’homme tenida por la sed de absoluto, por el gus­
neurona!, 1983. to de lo sagrado, de la permanencia. Camus
Jean -Pierre C h an geux, nacido en 1936. reconocía por tanto que esta sed queda
por siempre insatisfecha.
Esta obra ha sido escrita para defen­ Después de haber examinado la obra
der que «el hombre piensa con su cerebro»; de Proust y la de Nietzsche, después de
afirmación que puede ser objeto de un haber analizado la literatura rusa en su
acuerdo muy amplio mientras no se le de dimensión nihilista y revolucionaria, Albert
un sentido muy preciso. Para Changeux, Camus llega a un relativismo que se pre­
se trata de mostrar que en el psiquismo tende tranquilizador, pero en el que no deja
humano no hay nada más que la actividad de sentir una desilusión total. Frente a su
de las neuronas del cerebro. «Todo com­ deseo de absoluto, el hombre está desar­
portamiento se explica por la movilización mado. La única manera de vivir es acep­
interna de un conjunto topológicamente tando nuestra humanidad tal como es, es
definido de células nerviosas.» La tesis es decir, fragmentaria y dolorosa en su ser.
33 7 HOMBRE UNIDIMENSIONAL (EL)

El hombre rebelde es la obra más pen­ La originalidad de estos ensayos — a


sada de Camus: es la coronación de toda los que hay que añadir los -*• Escritos
su experiencia de filósofo, de escritor y sobre el signo— es tal, que Peirce es con­
de hombre. siderado en la actualidad como el padre
de la semiótica.
Edición: El hombre rebelde, (tr. Louis Echá-
varri), Alianza, 1982. Edición: Un hombre, un signo. El prag­
Estudio: P. Ginestier, Camus, col. «Pour matismo de Peirce (tr. J. Vericat), Crítica,
connaítre la pensée de», Bordas, 1979 1988.
(3.a ed.) Estudios: Introducción de J. Vericat a la ed.
cit.; F. Copleston, Historia de la filosofía,
vol. 8 (tr. V. Camps), Ariel, 1985.

HOMBRE, U N SIGNO (UN). EL PRAG­


M ATISMO DE PEIRCE, 1978.
C h a r le s S an d ers P eirc e , 1839-1914. H O M B R E U N ID IM E N S IO N A L (EL),
Extractos de C ollected Papers, 1932 a One-dimensional Man, 1964.
1954. H e r b e r t M arc u s e, 1898-1979.

En estos cuatro artículos escritos en A l analizar los diversos aspectos del


1867 y 1868, Peirce expone los funda­ capitalismo americano, Marcuse descu­
mentos metafísicos de una filosofía semió­ bre en él una sociedad represiva que apri­
tica que no desautorizará jamás. siona a la existencia individual en nom­
El primer artículo, «De una nueva lis­ bre de un pseudo «interés general».
ta de categorías», ilustra la teoría según Presenta una sociedad brutal, tanto en su
la cual «las concepciones tienen por fun­ expansión neocolonialista com o en el
ción reducir la multiplicidad de las impre­ «control total» que ejerce sobre la libertad
siones a la unidad». El autor coloca en mediante el progreso técnico y las pro­
efecto a las concepciones universales en ducciones. Los propios hombres políti­
una escala gradual: si tal concepción uni­ cos dominan a «una sociedad sin oposi­
fica lo múltiple de lo sensible, una segun­ ción», en concreto mediante un discurso
da concepción unificará la primera con llamado liberal, que no es más que un dis­
la multiplicidad a la cual se aplica, y así curso muy próximo a la «neolengua» de
sucesivamente. Pero existen tres cate­ Orvvell. «La sociedad contemporánea
gorías esenciales para la representación; parece capaz de impedir todo cambio
predicadas de la sustancia, unen esta últi­ social», siguiendo regalándose con algu­
ma al ser. Si Peirce permanece fiel en nas parcelas de confort. ¿Quedaría en
esto a Aristóteles y a Kant, se opone a todo caso alguna esperanza de transfor­
Descartes en los dos artículos siguien­ mar esta sociedad y suprimir los valores
tes, titulados «Cuestiones relativas a cier­ represivos? Parece tan perfectamente
tas facultades atribuidas al hombre» y «De organizada... Pese a todo, lleva en sí mis­
algunas consecuencias de cuatro inca­ ma sus contradicciones, y cabe imaginar
pacidades». que la juventud se rebele al final. Mas ¿no
Finalmente, en «Fundamentos de la será preciso al mismo tiem po que los
validez de las leyes de la lógica: otras con­ sabios, los ingenieros, los técnicos, etc.,
secuencias de cuatro incapacidades», Peir­ los que detentan las técnicas se alíen a
ce pone al desnudo el origen de la vali­ la causa revolucionaria? Eso «constitui­
dez de las leyes de la lógica, teniendo en ría un milagro», puesto que tales hombres
cuenta que por «lógica» entiende Peirce son beneficiarios del sistema. Parece pues,
tanto la teoría de la deducción como las en definitiva, que sólo las fuerzas surgi­
teorías de la inducción y de las hipótesis das de las contradicciones del capitalismo
científicas. Porque, para el autor, la semio- serán las que puedan hacer explotar la
sis es la base del método científico. carcasa.
HOMBRE UNIDIMENSIONAL (EL) 338

El objetivo de este libro es para Marcu­ energías sexuales y artísticas, eso que Mar-
se determinar cuál de estas dos hipótesis cuse llama una «desublimación represiva».
se cumplirá: o bien que la sociedad pue­ Para organizar esta atrofia, ofrece un poco
da impedir las transformaciones, impo­ más de sexo (por la pornografía o la supre­
niéndose entonces la represión definitiva­ sión de los tabús) o de arte (comercializán­
mente; o bien que un «contra-movimiento dolo). Mas ¿no es patente que paralela­
internacional y global» pueda hacer esta­ mente se desarrollan una agresividad y
llar esta sociedad. Pero en el siglo xx, y frustración cada vez mayores? El hombre
hasta el presente, los progresos técnicos de nuestros días es unidimensional: un
se han puesto siempre al servicio de la hombre que ha perdido una dimensión, la
represión. Baste con tomar el ejemplo de de la autonomía, de la personalidad, del
la bomba atómica; ha sido aceptada por humanismo, en suma, la dimensión de los
la población como un medio de defen­ valores idealistas y románticos. Mas al ten­
derse contra el peligro. De hecho, la ame­ der a su derrumbe la sociedad unidimen­
naza de la explosión de una bomba ató­ sional, no es imposible que este hombre
mica «preserva las fuerzas mismas que vuelva a encontrar algún día su bidimen-
hicieron durar ese peligro». La apariencia sionalídad, su libertad.
de peligro es un medio de represión efi­ «Solamente por causa de aquellos que
caz, mientras la sociedad «no devenga no tienen esperanza nos es dada la espe­
menos rica». Desgraciadamente, la bom­ ranza.» Acabando su texto con esta frase
ba no es el único ejemplo de opresión, que de Walter Benjamín, Marcuse desea creer
ciertamente está muy generalizada. Todos todavía en una posible revolución. De las
los sistemas de producción han sido orien­ dos hipótesis del libro, el propio autor con­
tados hacia el poder, todas las maquina­ fiesa que no puede determinar cuál será
rias son sus instrumentos. «La sociedad confirmada: la teoría crítica de la sociedad
contemporánea tiende al totalitarismo», no permite conocer el porvenir. Todo lo
que se manifiesta por la uniformízación, más, lo que autoriza es el optimismo, pues­
tanto política como económico-técnica.
to que afirma que siempre es posible for­
Todos los modos de consumo son pre­
mular una crítica. Por eso Marcuse desea
sentados com o libertades económicas,
creer en la utopía de una revolución; y a
mientras que de hecho satisfacen falsas
falta de su realización, puede siempre ima­
necesidades. Por «la eficacia de los con­
ginarla. Si el hombre es severamente repri­
troles sociales», la prensa se autocensura
mido, es también profundamente libre para
y la libertad se reduce a «escoger entre las
imaginar y para pensar.
distintas marcas y fruslerías».
El texto más famoso de Marcuse, E l
Queda una esperanza. El fracaso de la
hombre unidimensional desarrolla temas
guerra de Vietnam indica que los pobres
que ya estaban presentes en sus escritos
pueden a veces ganar contra los ricos. Aho­
anteriores, sobre la imaginación y su facul­
ra bien, en una sociedad que se presenta
tad de sublimación (-> Eros y civilización)
como racional (puesto que produce más
a propósito de las tesis de Freud, o sobre
confort, más eficacia,..), los signos de la
el pensamiento negativo a partir de las
irracionalidad se hacen día a día más mani­
fiestos. El hecho de que esa sociedad se vea teorías de Hegel ( ►Razón y revolución).
obligada a ofrecer siempre más progreso Pero este libro es el primero en el que,
tiende a que al final el individuo no pueda haciendo labor de sociólogo, abandona
ya estar sometido a la alienación por el tra­ las teorías marxista, psicoanalítica e ide­
bajo, pues éste se convertirá en marginal, alista para buscar en el seno mismo de la
gracias precisamente al progreso técnico y sociedad lo que el hombre ha devenido.
al maqumismo. El funcionamiento y el fun­
Edición: El hombre unidimensional (tr, A.
damento de la sociedad industrial condu­
Elorza), Planeta-Agostini, 1995.
cirán a su derrumbe. De la misma manera, Estudio: A. Maclntyre, Marcuse, Londres,
la sociedad represiva ha de canalizar las Fontana, 1970.
339 HOMOVIATOR

H O M B R E Y L A T É C N IC A (EL), D er te, en los tabús, las prohibiciones y las


Mensch und die Technik, 1931. leyes que imponen un orden inmutable y
O s w a ld S p e n g le r, 1880-1936. preservan la unidad del grupo; por otra,
en los ritos de transgresión, concreta­
El ojo, que determina la mirada, orga­ mente en las fiestas y en las orgías. Así,
niza el mundo e inspira el deseo de domi­ Caillois distingue un «sagrado de respeto»
nar; él es quien determina lo verdadero. (teoría de las prohibiciones), y un «sagra­
La mano, que distingue al hombre del ani­ do de transgresión» (teoría de la fiesta).
mal, le permite apoderarse del mundo y La guerra presenta un carácter sagra­
dominarlo con ayuda de instrumentos y do, siendo una de sus funciones esen­
armas. La técnica es así un producto de ciales la de la fiesta, de la orgía ritual.
la conciencia y una táctica con vistas a En las sociedades contemporáneas, que
utilizar y dominar el mundo. El hombre pierden el sentido de la fiesta y de los ritos,
prometeico, suplantando a la naturaleza, las guerras cristalizan todas las fuerzas de
deviene creador. lo sagrado en vastos trances colectivos, y
Al rechazar la espontaneidad de la vida, devienen más y más frecuentes y apa­
el Occidente moderno ha roto el lazo entre sionados.
historia y naturaleza y ha permitido impo­
nerse a la técnica. Ya no dominan los filó­ Edición: L ’homme et le sacré, Idées/Galli-
sofos, los sacerdotes y los científicos (el mard, 1983.
ojo), sino los mercaderes, los políticos y Estudio: J. Worms, Entretiens, Éd. de La
Différence, 1991.
los militares (la mano). Con la tecnocra­
cia que acompaña al socialismo, el cálculo
suplanta al pensamiento, quedando el
hombre en adelante sometido a la pro­
ducción. Así, el Occidente se agota vital H O M O V IA T O R , 1944.
y espiritualmente. G a b rie l M a r c e l, 1889-1973.
Profeta de la decadencia mas también
pensador de la técnica, Spengler anun­ Esta obra se presenta como el esbozo
cia aquí ciertos análisis de la escuela de de una metafísica de la esperanza. Está
Francfort. compuesta de once ensayos, de los que los
dos últimos están consagrados a Rilke y a
Edición: El hombre y la técnica y otros -*■ El hombre rebelde de Camus. Marcel
ensayos, Espasa-Calpe, 19 trata de la intersubjetividad, que es la rela­
Estudio: H. S. Hugues, Oswald Spengler. ción existencial de dos conciencias singu­
A CriticaI Estímate, Nueva York/Londres,
1952. lares; trata también de la fidelidad conce­
bida como lazo incondicional o primordial,
y de la familia. Diseña además una critica
del El ser y la nada de Sartre, en la que
H O M B R E Y L O S A G R A D O (EL), afirma su oposición total al pensamiento
L ’hom me et le sacré, 1939. exístencialista del autor de La náusea.
R o g e r C a illo is , 1913-1978. Esta obra es uno de los grandes textos
de Marcel, junto con el -*■ Diario meta-
Discípulo de Marcel Mauss, Roger Cai­ físico y -* Ser y Tener. Su autor es una
llois elabora una «psicología de lo sagra­ de las grandes figuras del existencialismo
do» describiendo los diferentes aspectos, llamado cristiano. La esperanza maree-
y analizando los mecanismos sociales que liana está ligada al amor, a la fe, a la ale­
la fundan y sus funciones sociales. gría y a la salvación. Está fundada sobre
L o sagrado, cuya antítesis y comple- una relación viviente con el otro; y en
mentaridad son lo profano, ofrece una esto, está ligada con la intersubjetividad.
bipolaridad que se manifiesta en los ritos Es distinta del deseo que tiende hacía la
bajo dos formas opuestas: por una par­ posesión. Finalmente, Marcel escribirá
HORAS (LAS) 340

que la esperanza es esperanza del más Es evidente aquí la influencia de Hus­


allá, o de la salvación. serl y de Heidegger, pero también la de
la Biblia y del Talmud, presente ya en
Edición: Homo Viator, Aubier-Montaigne, -*• Totalidad e infinito.
1963.
Estudio: M.-M. Davy, Un philosophe iti- Edición: Humanismo del otro hombre (tr.
nérant: Gabriel Marcel, Flammarion, 1959. G. González), Caparros, 1993.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 153-158;
H O RAS (LAS), ílpaí. S. Malka, Lire Levinas, Le Cerf, 1984.
P r Ód ic o de C e o s , 2 .a m itad d el s iglo v
a.C.
Apología de Heracles, fragmento.
HUM ANISM O INTEGRAL, Humanis-
Reproducido por Jenofonte en -*■ Las me intégra!, 1936.
Memorables, este relato expone las dudas J acqu es M arttain , 1882-1973.
del joven Heracles en cuanto a sus elec­
ciones morales: dos mujeres se presen­ Maritain, filósofo católico y neotomis-
tan ante él; una personifica al Vicio, la ta, propone en esta obra célebre volver a
otra la Virtud. Cada una encomia sus méri­ dar al término «humanismo» una nueva
tos, mas la Virtud convence finalmente a significación que estuviera iluminada por
Heracles de los maleficios del Vicio y de el pensamiento de Aristóteles y de Tomás
sus propios beneficios. de Aquino.
Prodicos alaba aquí la vida del mítico En 1936, el humanismo era socia­
Heracles; pero al mismo tiempo afirma lista o no era nada. Maritain rechaza
el predominio de los valores morales y este humanismo en boga, aunque reco­
retóricos. nociéndole el mérito de proponer cues­
tiones esenciales. Sin embargo, puesto
Edición: Les Heures, en Les penseurs grees que el aristotelismo y el tomismo afir­
avant Socrate, col. GF, Flammarion, 1964. man la primacía del espíritu en el hom­
Estudio: J. Voilquin, comentarios en la edi­
bre, es necesario regenerar la noción de
ción citada.
humanismo reservando la más grande
parte a eso que, siendo humano, des­
borda precisamente lo humano o, en
todo caso, no se reduce a él: su espíri­
H UM ANISM O DEL OTRO HOMBRE
tu. El humanismo debe tener un origen
(EL), L ’humanisme de l’autre homme,
1972. y una dimensión espiritual, si no se quie­
Emmanuel Levinas, 1905-1995.
re ver al hombre sumergido en lo bio­
lógico (Freud) o en lo social (Marx). Mas
Después del repudio estructuralista del también debe desarrollar una filosofía
hombre, estos textos, anclados por lo práctica, esto es, unos principios de
demás en las fracturas del siglo (aberra­ acción.
ciones nazis), proponen la restauración El humanismo de Maritain es un huma­
de una ética digna del hombre. Éste es en nismo cristiano, que trata de concebir la
particular el sentido de numerosos pasa­ acción del hombre en una perspectiva
jes consagrados al Otro. Y o no existo espiritual y no materialista, como lo hacía
como sujeto, afirma Levinas, más que en el socialismo.
virtud de un o tro que vela por mí y por
Edición: Humanismo integral, Eds. 62,
el cual yo debo velar. Así, cada uno no es
Barcelona, 1966.
más que en la medida en que es respon­ Estudio: J. Daujat, Maritain, un rnaitre pour
sable de Otro. notre temps, Téqui, 1978.
341 HUMANO, DEMASIADO HUMANO

H U M A N IS M O Y TERROR. Ensayo la vida moral («De las cosas primeras y últi­


sobre el problema comunista, Huma- mas»), la vida religiosa, la ética artística,
nisme et terreur. Essai sur le problém e la vida en sociedad, la vida cívica y políti­
communiste, 1947. ca («Una ojeada al Estado»), la filosofía exis-
M a u rice M e rle a u -P o n ty , 1908-1961. tencial del hombre «solo consigo mismo».
Una importante parte del volumen está
Aparecido inicialmente por fragmen­ escrita «Para servir a la historia de los sen­
tos en la revista Les Temps modernes en timientos morales» y trata del origen de la
1946 y 1947, este ensayo fue conside­ justicia, de la justicia distributiva, de la legí­
rado com o una apología de los proce­ tima defensa, de la venganza. El análisis
sos de Moscú, en la inmediata posguerra. quiere ser «profundo» y permanente: «Hom­
Aunque se trata de un simple «ensayo», bres profundos», «Relaciones con el Y o
es en todo caso revelador de la fascina­ superior». El epílogo discurre «entre ami­
ción que ejercía la Unión Soviética sobre gos», en una comunidad de silencio.
los intelectuales de entonces, incluidos los Los dos textos que componen el segun­
pensadores más auténticamente filósofos. do volumen, escrito también en forma de
Merleau-Ponty ha explicado después aforismos — en su conjunto más cortos
las razones que le llevaron a escribir este que los del primer volumen— , aparecie­
texto: en primer lugar, todo el mundo ron separadamente: Opiniones y sen­
ignoraba en aquella época la coerción que tencias varias en 1879, y El viajero y su
existía en la Unión Soviética; en segun­ sombra en 1880. Nietzsche autoriza la
do, ese gran imperio no aparecía como edición conjunta de los dos textos en 1886
imperialista: y finalmente, la fascinación bajo el título Humano, demasiado huma­
por esa potencia se veía reforzada por no II. El prefacio del segundo volumen
la victoria de los rusos sobre la Alema­ conecta con Humano, demasiado huma­
nia hitleriana. no I mediante un pensamiento sobre el
silencio y la palabra: «Sólo se debe hablar
Edición: Humanismo y terror (tr. L. Rozitch- cuando no se debe callar».
ner), Buenos Aires, Leviatán, 1956;
El aforismo 171 de Opiniones y sen­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ tencias varias desarrolla en dos páginas
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56; A. una filosofía de la música concebida como
Robinet, Merleau-Ponty, P.U.F., 1970. ley interior de una civilización determi­
nada. Varios aforismos del mismo ensa­
yo inciden sobre la herencia griega de la
H UM A NO , DEM ASIADO H UM ANO . civilización occidental, a conservar como
lugar de comunicación de la cultura
Un libro para espíritus libres, Mensch-
I¡ches, Allzumenschliches. Ein Buch für actual. El largo aforismo 33 del Viajero
freie Geister, 1878 y 1886. y su sombra trata de los «Elementos de
F rie d ric h W ilh e lm N ie tz s c h e , 1844- la venganza»; el tema de la venganza rea­
parecerá de nuevo en el aforismo 259:
1900.
«¡Hay tantas formas sutiles de vengan­
El primer volumen de Humano, dema­ za!». Varios aforismos de este ensayo
siado humano fue publicado en honor de siguen desarrollando aún ideas de esté­
Voltaire, «uno de los más grandes libera­ tica musical y de ética existencial.
dores del espíritu», para el primer cente­
Edición: Humano, demasiado humano, (tr.
nario de su muerte, acaecida el 30 de mayo P. Simón), Buenos Aires, Ed. Prestigio, 1970.
de 1778. Se trata de una colección de afo­ Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzs­
rismos más o menos extensos relativos a che (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994.
I
IDEA DE BIEN EN T O L ST Ó I Y EN dumbres e interrogantes íntimos. Para Tols­
NIETZSCHE (LA), L ’idée de bien chez tói, el Bien es Levin, contra Ana y Vrons-
Tolstoi et Nietzsche. Philosophie etpré- ki, que no persiguen el Bien verdadero.
dication, 1900. Levin «se traza en la vida un camino deter­
L e ó n C h e s t o v (L e v Issaákovich Chvarts- minado, bueno para él [...] y aunque no
man), 1866-1938. busca el Bien, llega a la convicción de que
su vida lleva el sello incontestable del Bien»,
Chestov, pensador ruso cuya densa obra precisamente porque, según Chestov, no
subraya la primacía de la vida interior, se lo busca. Tolstói no se enternece ante la
interesa aquí por la esencia del pensamiento desgracia de otro y opone una severidad
de Tolstói y de Nietzsche, de los que extrae rigurosa a la debilidad humana.
su inspiración. Antirracionalista, Chestov Volvemos a encontrar en Nietzsche esta
concibe la conquista del Bien o de lo Ver­ tendencia a la afirmación vital y ese vilipendio
dadero desde la perspectiva del principio de de la insipidez... El autor exalta a Nietzsche,
relación, y busca más allá de la experien­ en quien el problema del bien se encuen­
cia lo que él presenta como inextinguible. tra directamente ligado al destino.
El autor se interroga sobre las concep­ Chestov encuentra en estos autores
ciones aparentemente antagonistas de Tols­ una riqueza de pensamiento que le alla­
tói y de Nietzsche — siendo este último para na el camino hacia eso que está más allá
Tolstói «responsable de una falsa concep­ del Bien: Dios.
ción del arte»— , mas observa que la lec­
Edición: L ’idée de Bien chez Tolstoi et
tura de Tolstói conduce a las cuestiones
Nietzsche, Vrin, 1949.
primordiales que se planteó Nietzsche. Estudio: R. Bespaloff, Cheminements et
Tolstói concibe el Bien para el hom­ carrefours, Vrin, 1938.
bre como la sana exteriorización de ins­
tintos vitales, y condena de manera irre­
ductible la sumisión al destino, la virtud o
la tiranía del deber. Las cualidades de abne­ IDEA DE PRINCIPIO EN LEIBNIZ Y
gación o de renuncia son aquí desacredi­ L A E V O LU C IÓ N DE LA TEORÍA
tadas como persecución «engañosa» de D EDUCTIVA (LA), 1958.
prescripciones divinas. Sus personajes refle­ J o sé O r t e g a y G as s et, 1883-1955.
jan la idea que su autor tiene del Bien; y
su trabajo en Ana Karénina o en Guerra Esta obra postuma e inacabada ofre­
y paz es la imagen de sus propias incerti- ce el conjunto más sistemático de la crí-

[3 4 3 ]
IDEALIDADES MATEMÁTICAS (LAS) 344

tica de la racionalidad positiva a la que de los posibles; y con esto ¡Leibniz inau­
se entrega el autor, defensor de un «racio- gura de hecho el pesimismo moderno!
vitalismo» — que erige en principio fun­ En el capítulo IX («El nivel de nuestro
damental de explicación del universo a radicalismo») el autor despeja las coorde­
«Mi vida», y a la razón «vital» como la úni­ nadas de su propia perspectiva, situán­
ca capaz de analizar esta última por enci­ dose en concreto por referencia al neo-
ma de todas las formas de la razón pura­ kantismo, a Dilthey y a Heidegger, a la
mente lógica y del positivismo. fenomenología y al existencialismo.
Educado en Marburgo con el neokan-
tiano Hermann Cohén, Ortega y Gasset Edición: La idea de principio en Leibniz y
rompe con esta orientación en 1914 y deja la evolución de la teoría deductiva, Bue­
nos Aires, Revista de Occidente/Emecé,
de pensar la realidad como un sistema de
1958.
relaciones. Se aplica entonces — a la mane­ Estudios: J. Marías, Ortega. Las trayecto­
ra de Husserl, aunque sobre otras bases— rias, Alianza, 1983, pp. 441-492; A. Guy,
a resolver la 'crisis de la racionalidad occi­ Ortega y Gasset, col. «Philosophes de tous
dental» y descubre a la vida como «realidad les temps», Seghers, 1969.
radical». Su autor predilecto es Leibniz y su
antimodelo Aristóteles. En esta obra preci­
sa en qué sentido el modo de pensar moder­
no ha dado, con el matematicismo leibni­ IDEALIDADES MATEMÁTICAS (LAS),
ziano, un salto decisivo. Compara nuestro Les idéalités mathématiques. Recher-
modo de pensar con el aristotelismo, toma­ ches épistémoíogiques sur le développ-
do como síntesis de las maneras de pensar ment de la théorie des f o n c tio ns de
antigua y medieval, caracterizadas según variables réelles, 1968.
Ortega por un arraigado sensualismo (Aris­ Jean T ou ssain t Desanti, nacido en 1914.
tóteles funda todo sobre la sensación y pien­
sa los dos noús sobre el modelo de la mate­ El objeto de esta obra, indicado en el
ria), por el dogmatismo de los principios subtítulo, es analizar el modo de exis­
(Aristóteles se complace en evidencias no tencia y de producción de algunas teorí­
demostradas, por ejemplo el principio de as matemáticas. En esta perspectiva, el
no contradicción), y por un ontdogismo pla­ autor se sitúa en una línea de epistemó-
gado de contradicciones internas que frena logos que va de Bachelard a Cavaillés.
el conocimiento. El autor pretende destruir ¿De qué habla el matemático? ¿En qué
la idea de que el aristotelismo es un espiri- lugar residen las matemáticas, si no es el
tualismo, como su posteridad tomista quie­ cielo ni la tierra? ¿Cómo se producen?
re hacer creer; lo que ve en él es más bien No se trata de elaborar desde fuera una
un empirismo integral. Con la «hiperlucidez filosofía de las matemáticas, sino de situar­
extrahumana» de Leibniz, se eliminan los se en el corazón mismo del discurso mate­
últimos residuos precríticos, se anticipa la mático para asistir al despliegue de las
época contemporánea. Cierto, Leibniz ha conexiones entre sus conceptos, por tan­
enunciado demasiados principios, mas no to de desenterrar el sistema de las rela­
es un «principialista»: insiste sobre la nece­ ciones no expresadas que sostienen y fun­
sidad de probar los principios y los emplea dan las matemáticas escritas. Método
de manera ágil y operativa. reflexivo por excelencia, pero también
En el Apéndice, analiza Ortega el «opti­ actitud fenomenológica poderosa que se
mismo» leibniziano, que encaja con su gus­ esfuerza por explicitar las relaciones que
to por una filosofía «jovial» de habla fres­ se entretejen por detrás del encadena­
ca. Lo estudia por relación al «principio de miento de las operaciones inmediata­
lo mejop> y muestra que este optimismo es mente perceptibles.
absolutamente diferente del de la philo- Desanti define preliminarmente el
sophia perennis: Leibniz no sostiene que dominio: lo que los matemáticos llaman
el mundo es bueno, sino el menos malo la teoría de funciones de variables rea­
IDEAS PARA UNA HISTORIA UNIVERSAL EN CLAVE COSMOPOLITA

les, es decir, el análisis real, que va de tra aquí el eco de los grandes descubri­
Cauchy a Bourbaki. A partir de aquí, el mientos del siglo xvm. La finalidad de la
autor aborda la topología, que estructura obra había sido definida al comienzo: deter­
los espacios de funciones y la teoría de minar filosóficamente la ciencia de la natu­
conjuntos a partir de Cantor, luego las raleza. La filosofía está destinada a dis­
diferentes teorías de la integración, las cernir lo que es a priori de lo que depende
series de Fourier y las diversas represen­ de la investigación experimental.
taciones de las funciones. El dinamismo de Schelling se opone a
También se ocupa de describir la evo­ las teorías mecanicistas y hace prevale­
lución histórica de dos conceptos clave cer una interpretación finalista de la natu­
presentes por doquier: el de número real raleza.
y el de conjunto de puntos, «nudos ope­
ratorios» a partir de los cuales el autor Ediciones: Ideen zu einer Philosophie der
Natur, en Werke, 12 vois., Schróter,
va a analizar y desarrollar la teoría cen­ Munich, 1927-1928; la Introducción a dicha
tral de su libro: «Estatuto de objeto y con­ obra, publicada por Schelling el mismo año
ciencia de objeto». Un objeto tal como e, que ésta con el título «Introducción a Ideas
un conjunto dado de puntos, comporta para una filosofía de la naturaleza», apare­
siempre «un espectro de idealidad» que ce incluida en el conjunto de ensayos afi­
nes de Schelling Escritos sobre filosofía de
no es en sí un objeto en un punto deter­ la naturaleza (tr. A. Leyte), Alianza, 1996,
minado del campo de la conciencia, pero pp. 69-117.
es susceptible de ser desplegado en idea­ Estudios: La «Introducción» de A. Leyte a la
lidades distintas. obra cit.; M. Veto, Le Fondement selon
Schelling, Beauchesne, 1977.
Por este camino puede Desanti dar
cuenta de las conexiones engendradas
por el matemático, exhibir sus descubri­
mientos, reencontrar el gesto del mate­
ID EA S P A R A U N A H IS T O R IA UN I­
mático creador.
VERSAL EN CLAVE COSM OPOLITA,
Edición: Les idéalités mathématiques, Le Idee zu einer allgemeinen Geschichte
Seuil, 1968. in weltbürgerlicher Absicht, 1784.
Estudio: F. Dosse, Histoire du structura- Immanuel K a n t, 1724-1804.
lisme, t. I, La Découverte, 1991.
El artículo, aparecido en la revista
B erlinische M on a tsch rift de noviem­
bre de 1784, consta de una introduc­
IDEAS P A R A U N A FILOSOFÍA DE LA ción (¿se puede encontrar para la espe­
N A T U R ALE ZA, Ideen zu eíner P h ilo­ cie humana un hilo conductor de una
sophie der Natur, 1797. historia que se realiza según un plan
F r ie d r ic h W ilh e lm J osep h v o n Sch e- determinado de la naturaleza?) y nue­
lu n g , 1775-1854. ve proposiciones.
Si todas las disposiciones naturales
En oposición al idealismo de Fichte, de una criatura están destinadas a des­
Schelling le reconoce una consistencia a plegarse un día de manera exhaustiva (1),
la naturaleza, aunque aduce, sin embargo, las disposiciones naturales en el hombre
una concepción errónea de la atmósfera. (que se orientan al uso de la razón) no
Pero es en el segundo libro donde apare­ deben desarrollarse completamente más
ce la parte teórica, punto central de la obra. que en la especie (2), mientras que el hom­
La filosofía afirma el carácter sintético bre extrae todo únicamente de sí mismo
del concepto de materia, mientras que en y de su propia razón (3). Para esto, la
Kant ésta sigue siendo una cosa en sí. Sche­ naturaleza se vale de la insociable socia­
lling hace depender de la dinámica las leyes bilidad de los hombres (4), lo que con­
generales del proceso químico. Se encuen­ duce a la constitución de una sociedad
IDEAS RELATIVAS A UNA FENOMENOLOGÍA PURA 346

civil que administra universalmente el dere­ interesa por lo real mundano (Reales), sino
cho (5). Éste es el último problema a resol­ por lo irreal (Nicht Reales)-. Husserl expo­
ver por la especie humana (6). E implica nía en 1913 los grandes principios de una
una Sociedad de Naciones que forje un fenomenología concebida como ciencia
estado de paz (7). Esta constitución polí­ de las esencias, es decir, como ciencia
tica perfecta encama así la situación en eidética — eíSoq (eidos) designa en griego
la cual la naturaleza desarrolla en la huma­ «la esencia», «la forma», «la estructura fun­
nidad todas sus disposiciones; y respon­ damental»— . Sin embargo, el término
de a un plan oculto de la naturaleza (8). esencia designa aquí una realidad muy dis­
Finalmente, y a título de conclusión, Kant tinta de la contemplada por Platón, Leib­
justifica su tentativa (9). niz y también los empiristas. La esencia,
distinta del «hecho» que Husserl remite a
Edición: Ideas para una historia univer­ la contingencia de la realidad espacío-tem-
sal en clave cosmopolita y otros escritos poral de un individuo, designa por el con­
sobre filosofía de la historia (tr. C. Roldán
trario su necesidad, es decir el «haz per­
Panadero y R. Rodríguez Aramayo), Tecnos,
1987. manente de predicados» que le convienen
Estudios: R. Rodríguez Aramayo, «Estudio necesariamente: cada cosa posee en efec­
preliminar» en la ed. cit.; A. Philonenko, La to «una especificación eidética propia» y,
théorie kantienne de l’histoire, Vrin, 1970. en la cima, la especificación general de
«cosa material en general». Operando sobre
el objeto una variación imaginaria que obe­
dece a las soléis exigencias del «yo puedo»
ID E A S R E L A T IV A S A U N A FEN O ­ o del «yo no puedo», es como hago apa­
M E N O L O G ÍA P U R A , Ideen zu einer recer ese eidos o invariante de la cosa-,
reinen Phaenomenologie und phaeno- esta última implica la temporalidad, la espa-
menologischen P h ilosop h ie [Ideen I], cialidad, las relaciones de causalidad que
1913. mantiene con otras cosas, cualesquiera
Edmund H u s s e rl, 1859-1938. que sean las particularidades que la dis­
tingan de ellas.
Entre las -> Investigaciones lógicas y Si la fenomenología es por tanto, al
las Ideen I, la fenomenología abre una igual que el empirismo, un «retorno a las
nueva dimensión a la conciencia. Profe­ cosas mismas», difiere de éste en que ella
sor entonces en Gotinga, donde reúne a se remonta por encima de la experiencia
sus primeros discípulos, Husserl publica hasta las esencias, en esa intuición origi­
en 1907 sus primeros escritos sobre el naria que es la «visión de las esencias»
tema de la reducción fenomenológica (la (Wesenschau). Así es como pueden for­
Idea de la fenom enología), mas es en marse esencias diversas, objetos de dife­
1913, con Ideen I, cuando emprende la rentes eidéticas «regionales» (por ejemplo:
publicación de un vasto trabajo sobre la región «cosa», región «conciencia»), coro­
«fenomenología pura», ciencia nueva por nadas a su vez por la ontología formal
cuanto que «caracteres esenciales la hacen consagrada a la esencia de objeto en gene­
extraña al pensamiento natural» (intro­ ral. En este estadio del análisis, cada cien­
ducción). De esta ciencia ha subrayado ya cia empírica o «ciencia de hechos» depen­
Husserl su especificidad respecto a la psi­ de por tanto de una ciencia eidética. La
cología y al psicologismo — la fenome­ fenomenología eidética de la región «con­
nología de las Investigaciones lógicas se ciencia», constituye notoriamente el fun­
oponía a toda deducción de las verdades damento esencial de la psicología y de las
lógicas a partir de los procesos psíquicos. ciencias del espíritu.
La distinción fundamental de la feno­ Esta región de la conciencia debe ser
menología respecto a la psicología resi­ comprendida en su estricta oposición a
de en que la fenomenología no busca rea­ la región «naturaleza»; se trata de dos
lidades naturales, sino esencias, no se modos de ser diferentes, y Husserl desig­
34 7 IDEAS RELATIVAS A UNA FENOMENOLOGÍA PURA

na con la palabra «intencionalidad» esta «sentido»: lo percibido, lo recordado, lo


notable propiedad que tiene la concien­ juzgado com o tal que residen en lo vivi­
cia de ser conciencia de algo, es decir, de do de la percepción, del recuerdo, del jui­
ser una eclosión fuera de sí: percibir el cio. La conciencia no es pues solamente
árbol que se tiene enfrente no es tener una vivencia, sino una vivencia que tiene
una reproducción en miniatura de ese un sentido, un «sentido noético». Todo
árbol en el espíritu, sino mirar el objeto análisis intencional ha de comprender por
mismo. N o solamente se distingue el ser tanto la descripción fenomenológica de
com o conciencia del ser com o objeto, los caracteres del objeto considerado (o
sino que, además, el mundo natural es nóema de la conciencia como conside­
relativo a la conciencia, de la que es corre­ rada). Esta relación noético-noemática
lato. La segunda sección de Ideen I, que queda completada con la relación de la
propone la reducción (o £ko %í \, époché) jj-optpfj (morphé, «forma») y la (hule,
de la tesis o posición natural del mundo, «materia»), cuya complementaridad desig­
aísla la conciencia com o residuo feno- na, en el acto perceptivo concretamen­
menológico y fundamento: reelaborando te, la complementaridad de la donación
aquí la hipótesis cartesiana del genio malig­ del mundo exterior (receptividad) y de la
no, Husserl propone la aniquilación del actividad intencional de la conciencia que
mundo en el pensamiento. El ser de la opera la síntesis del objeto.
conciencia es necesario y absoluto; en Este rápido recorrido de la obra bas­
cambio se subrayará la contingencia o ta para subrayar su carácter innovador:
relatividad del mundo de las res (cosas) ciertamente, los términos utilizados aquí
trascendentes. Hay razones para hablar por Husserl evocan los de la psicología
aquí de un idealismo husserliano que hace descriptiva de Karl Stumpf y, mucho más
del ser trascendente un ser para la con­ aún, los de Brentano, de quien había sido
ciencia, es decir, la unidad contingente discípulo y que introdujo el término de
y destructible en el pensamiento de una intencionalidad. Pero mientras Brenta­
diversidad de apariencias, y que, sin hacer no habla de una «inclusión intencional»
del mundo una ilusión subjetiva (idealis­ del objeto, y hace de la conciencia una
mo berkeleyano), se niega a hacer de él relación al objeto que le es inmanente,
ingenuamente un absoluto. Los límites de Husserl rompe con la perspectiva psi­
este poner entre paréntesis son extendi­ cológica, abandona la idea de una con­
dos a la trascendencia de Dios y a la lógi­ ciencia concebida como interioridad, y
ca pura en tanto que Mathesis Univer- precisa que la inclusión del mundo en la
salis — precisión que tiene su importancia, conciencia no es real (como el árbol está
puesto que Husserl parece dar aquí a la en el jardín), sino intencional: esta rela­
lógica misma un origen trascendental en ción nos prohíbe concebir la relación de
la subjetividad. la conciencia a la cosa como relación de
N o obstante, la reducción fenomeno- un dentro a un fuera. «Si la conciencia»,
lógica no es más que el reverso de esta dice Sartre, «intenta encontrarse, coin­
fase positiva que es la constitución de la cidir finalmente consigo misma en su
objetividad, y que el autor de las Ideen I cálida intimidad y con los postigos cerra­
aborda mediante las nociones de «nóema» dos, se aniquila. A esta necesidad que la
y de «nóesis», constitutivas de la correla­ conciencia tiene de existir com o con­
ción noético-noemática. En el sujeto está ciencia de otra cosa distinta de sí, la lla­
no solamente el acto intencional, sino tam­ ma Husserl “ intencionalidad”» (S itua ­
bién el objeto de ese acto en tanto que ciones I). Poniendo fin a la «acolchada
es considerado — el cogitatum — , polo filosofía de la inmanencia», Husserl pro­
objetivo de la intencionalidad; ya se trate ponía la conciencia como conciencia del
de la percepción, del recuerdo, o incluso fenómeno.
del juicio, se descubre en cada uno de esos En este sentido, puede verse por tan­
casos un correlato noemático, esto es, el to en Ideen I la tentativa de superar la
IDEAS Y LAS EDADES (LAS) 34 8

contradicción clásica del realismo y el todo una filosofía del ser-en-el-mundo: «La
idealismo: quedan de golpe suspendidos reflexión no se retira del mundo hacia la
todos los prejuicios naturalistas que hacen unidad de la conciencia como fundamen­
de la conciencia una res entre otras, mas to del mundo, sino que retrocede para ver
también un idealismo de tipo berkeleya- surgir las trascendencias.» ( ►Fenomeno­
no o kantiano. Si aún se puede hablar, logía de la percepción). Para ver el mun­
como lo hace el propio Husserl, de un do y asombrarse de su presencia, es pre­
idealismo, habrá que entender por ello ciso operar una ruptura con él. En un
un idealismo trascendental, consagrado sentido, el In der Welt sein (el ser-en-el-
a la tematización de la subjetividad. La mundo) heideggeriano no puede aparecer
reducción fenomenológica es esta primera más que sobre el fondo de la epoché.
marcha del ego que reflexiona y se des­ Podrán reconocerse aquí las perspectivas
cubre como fundamento originario e indu­ de Merleau Ponty, que supo orientar los
dable: la trascendencia de las cosas se famosos temas husserlianos de la des­
encuentra aquí fundada. A l brindamos el cripción fenomenológica, de la intencio­
análisis intencional, la reducción nos com­ nalidad, hacia el de un «sujeto atado al
promete por tanto a considerar el pro­ mundo».
blema de la constitución de la cosa, ope­
ración de la cual la epoché no era, por Edición: Ideas relativas a una fenomeno­
así decirlo, más que el negativo y a la cual logía pura (tr. J. Gaos), 2.aed., México, Fon­
do de Cultura Económica, 1962.
habrían de consagrarse las Ideen II. Estudio: E. Levinas, ->■ En découvrant
En efecto, en su origen, las Ideen I for­ l’existence avec Husserl et Heidegger, Vrin,
maban parte de un conjunto de tres volú­ 1974.
menes. La última parte de este «tríptico»
— Ideen III— había de consagrarse a la
Idea de la fenomenología; en cuanto a las
Ideen II, por las cuales Paul Ricoeur se IDEAS Y LAS EDADES (LAS), Les idé­
interesó muy particularmente (Revue de es et les ages, 1927.
métaphysique et de morale, n.° 4, 1951; A la in (Émile Auguste Chartier), 1868-
n.° 1, 1952), ha sido preciso esperar has­ 1951.
ta su tardía aparición en Francia para des­
cubrir la aplicación del método del análi­ Aunque poco leída, esta obra en dos
sis «intencional» que presentaban las Ideen volúmenes, que es uno de los «grandes»
1, al problema de la constitución de la cosa libros de Alain, es menos difícil que -*■Los
y del yo psicofisiológico. El acceso al tex­ dioses o las Conversaciones a la orilla
to sigue siendo relativamente difícil; y lo del mar. Alain desarrolla en ella su filo­
es tanto más por cuanto que los análisis sofía del hombre, que es una filosofía del
desarrollados por las Ideen I están indi- juicio al mismo tiempo que una filosofía
sociablemente vinculados a los de las Inves­ de la libertad. La obra está dividida en
tigaciones lógicas (1900-1901), cuyo nueve libros: el Sueño, las Ilusiones, los
segundo tomo nos hizo entrar en una pro­ Cuentos, los Juegos, los Signos, los Amo­
blemática de la correlación. Si bien es pre­ res, los Oficios, el Culto, las Naturalezas.
ciso ver en ésta una de las obras esencia­ Se reconocen aquí los temas recurren­
les de Husserl, no fue sin embargo la que tes de la obra de Alain.
le dio notoriedad en el público no alemán, H autor define así la materia de su libro:
que descubrió más bien a su autor gracias «La naturaleza pensante, ¡en la medida en
a las conferencias por él pronunciadas en que se puedan unir los dos términos!»
Londres y en la Sorbona en 1922-1929 Extraño programa, cuando se sabe que
(-*■ Meditaciones cartesianas). Alain, fiel cartesiano, separa absolutamente
La reducción fenomenológica, lejos de el reino de la naturaleza mecánica del pro­
ser, como se ha dicho a veces, la expre­ pio del espíritu, y que esta separación con­
sión de un idealismo subjetivista, es ante diciona la libertad. Las ideas y las edades
34 9 IDEOLOGÍA ALEM ANA (LA)

son un intento de deducir la concepción ID E O L O G ÍA A LE M A N A (LA ), D ie


del hombre a partir de «la imaginación dis­ deutsche Ideologie, 1932.
ciplinada». K a r l M a rx , 1818-1883, y F rie d ric h
E n g els , 1820-1895.
Edición: Les Idées et les Ages, en «Les Pas­
sions et la Sagesse», Bibliothéque de la Pléia- Quince años después de la redacción
de», Gallimard, 1960.
Estudio: O. Reboul, L ’homme et ses pas­ de la obra (primavera de 1845 hasta fina­
sions d’aprés Alain, P.U.F., 1968. les de 1846), y en el Prefacio de la Con­
tribución a la crítica de ¡a economía polí­
tica (1859), expone Marx las razones que
lo han Devado (juntamente con Engels que
IDENTIDAD Y REALIDAD, Identité et acaba de reunirse con él en su exilio en
réalité, 1908. Bruselas) a redactar La ideología ale­
Émile M eye rs o n , 1859-1933. mana: «Resolvimos aplicamos en común
a dilucidar el antagonismo entre nuestro
Meyerson, uno de los primeros en uti­ modo de pensar y la concepción ideoló­
lizar el término de «epistemología» para gica de la filosofía alemana: de hecho, a
designar lo que hasta entonces se llama­ un ajuste de cuentas con nuestra con­
ba «filosofía de las ciencias», se opone a ciencia filosófica de antaño.» Este pro­
la vez al convencionalismo y al positi­ yecto tomó forma como crítica de la filo­
vismo, porque considera que la ciencia sofía post-hegeliana. Mas las circunstancias
efectúa una «racionalización de lo real». no permitieron la publicación del manus­
Puesto que concibe todo un proceso de crito y, continúa Marx, «abandonamos el
identificación, Meyerson interpreta la cau­ manuscrito [...] a la crítica demoledora de
salidad com o una forma de identidad. las ratas».
Además, aun presentándose como críti­ En 1932, los manuscritos íntegros
co de Auguste Comte, privilegia sin serán exhumados de los archivos y publi­
embargo, al igual que Comte, la noción cados a la vez en Leipzig y en Moscú (ed.
de ley sobre la noción de causa. Meyer­ Mega). La edición completa (cerca de
son llega incluso a escribir: «La causa seiscientas páginas) comporta una divi­
de un fenómeno es la ley», apoyándose sión en dos tomos: tomo 1, Crítica de
en las tesis de Hermán von Helmholtz, la filosofía alemana más reciente en la
para quien el principio de causalidad es persona de sus representantes, Feuer­
«la suposición de que todos los fenóme­ bach, B. Bauer y S tirn er; tomo 2, Crí­
nos de la naturaleza están sometidos a la tica del socialism o alemán en la per­
ley». sona de sus diferentes profetas. Así,
Igualmente asimila Meyerson las hipó­ la obra prevista es — al igual que -»■ La
tesis a las leyes subrayando el valor heu­ sagrada fam ilia— fuertemente polémi­
rístico del «como si». ca y totalmente alusiva a las querellas filo­
Por lo demás, consagra un capítulo al sóficas en las que los jóvenes hegelianos
tema de lo irracional y otro al del senti­ se debatían. Pero se ha impuesto la cos­
do común. Pasando revista a los con­ tumbre de editar por separado la prime­
ceptos de la física, Meyerson estudia el ra parte titulada «Feuerbach» (fragmento
mecanicismo y las teorías no mecani- que fue sin duda redactado al final) por­
cistas. que Marx y Engels ofrecieron en ella una
primera exposición del «materialismo his­
Edición: Identidad y realidad (tr. J. Xirau), tórico».
Reus, 1929. La ideología, en general, «es la creen­
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ cia de que el mundo real es el producto
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran),
del mundo ideal». En toda ideología, «los
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 600-604; L. de
Broglie, «Á la mémoire d’Emile Meyerson», hombres y sus relaciones se nos aparecen
en Matiére et lumiére, Albin Michel, 1937. colocados cabeza abajo com o en una
IDEOLOGÍA O EL ORIGEN DE LAS IDEAS RECIBIDAS (LA) 350

cámara oscura». La ideología alemana toria; la base está en el desarrollo del pro­
en particular, surgida de la descomposi­ ceso real de la producción, y es «la socie­
ción del hegelianismo, primero con los dad civil en sus diferentes estadios» la que
viejos hegelianos — o hegelianos de dere­ constituye el fundamento de toda la his­
cha— y luego con los hegelianos jóvenes toria, que consiste en representarla en su
(Feuerbach, Bruno Bauer, Stimer) — o acción en tanto que Estado.
hegelianos de izquierda— , cree «en el mun­ La alienación es definida, ya no en tér­
do existente, en los reinos de la religión, minos filosóficos como en los Manuscri­
de los conceptos y del Universal». Por el tos de 1844, sino como fuerza producti­
contrario, Marx y Engels afirman que no va, decuplicada gracias a la cooperación
es la conciencia la que determina la vida, de los individuos en la división del traba­
sino que es la vida la que determina la con­ jo, y apareciéndose a los hombres como
ciencia. «Se parte de individuos reales y «un poder extraño, situado fuera de ellos,
vivientes por sí mismos, y se considera a que no pueden dominar» y que, en ver­
la conciencia únicamente como la con­ dad, dirige la voluntad y la marcha de la
ciencia de ellos.» De ahí que no haya más humanidad. La contradicción entre las
que una sola ciencia, la de la historia, y fuerzas productivas y las relaciones de
«casi toda la ideología se reduce a una fal­ producción («Se llega a un estadio en el
sa concepción de la historia, o bien a una que nacen fuerzas productivas y medios
total abstracción de ella». de circulación que no pueden ser más que
Pero lo que son los hombres se reve­ nefastos en el marco de las relaciones exis­
la igualmente bien en lo que ellos produ­ tentes») provoca el movimiento práctico
cen que en la manera en que lo produ­ de su resolución (la revolución ) gracias
cen. La historia de los hombres se a la lucha de clases («Nace una clase que
confunde por tanto con la historia de las se encuentra por fuerza en la oposición
diferentes formas que ha tomado su más abierta con todas las otras clases»).
comercio en el correr del tiempo. Y así El comunismo es desde entonces con­
son anticipadas, en la búsqueda y tenta­ cebido como «el movimiento real que anu­
tiva de un nuevo vocabulario, las nocio­ la el estado actual». («El comunismo no es
nes de fuerza productiva (o modo de pro­ para nosotros ni un estado que debe ser
ducción) y de relación de produ cción creado, ni un ideal sobre el que la reali­
(forma de las relaciones humanas ligadas dad haya de regularse»).
a la división del trabajo): «Esta suma de
fuerzas productivas, de capitales, de for­ Edición: La ideología alemana (tr. W.
mas de relación social que cada individuo Roces), 4.a ed., Pueblos Unidos/Grijalbo,
y cada generación encuentran dados en 1972.
Estudios: L. Kolakowski, Principales corrien­
la existencia, es la base concreta de eso
tes del marxismo, vol. I: Los fundadores
que los filósofos se han representado (tr. J. Vigil), Alianza, 1993, cap. VIII; L. Séve,
como “sustancia y esencia del hombre” .» Une introductipn á la philosophie mar­
En los amarillentos y tachados legajos de xiste, Messidor-Éditions sociales, 1980,
los casi indescifrables cuadernos de borra­
dor que nos han llegado, se bosqueja una
descripción de la historia de la humani­
dad ligada a la división del trabajo (que IDEOLOGÍA O EL ORIGEN DE LAS
pone el acento en la división del trabajo IDEAS RECIBIDAS (LA), L ’idéologie
material e intelectual en correspondencia ou l’origine des idées regues, 1986.
con la separación de la ciudad y el cam­ Raym ond B o u d o n , nacido en 1934.
po) y a las formas de la propiedad (tri­
bal, comunal, feudal). Raymond Boudon propone una his­
Contrariamente a lo que afirma Hegel, toria crítica de la noción de ideología.
no son las formas jurídicas y el Estado los En el siglo xvih, ese término designa­
que dan la explicación última de la his­ ba la ciencia de la génesis de las ideas,
351 IMAGEN DE L A NATURALEZA EN L A FÍSICA ACTUAL (LA)

mientras que en nuestros días significa la ciencias espera de la epistemología «una


dominación de la idea. Se lo ha conce­ deontología de la libertad de desplaza­
bido, de la misma manera, como un con­ miento regresivo sobre el plano imagina­
junto de ideas establecido para sostener rio del pasado integral». Las normas del
lógicamente una acción social. juicio sobre la validez de un contenido cien­
Boudon se centra en el contenido actual tífico no son las mismas que las normas
de este concepto. Y analiza así, en esta que han presidido su elaboración.
perspectiva, el origen de las ideas recibi­ En estas condiciones, la historia de las
das, la manera en que uno se adhiere a ciencias debe incluir en uno de sus capí­
ideas falsas. En realidad, no sería posible tulos una historia de las ideologías cientí­
oponer radicalmente ideología y ciencia, ficas, cuyo estatuto epistemológico Can­
en la medida en que la primera encubre guilhem propone y construye.
una multitud de sutiles mecanismos que Es significativo que esta compilación,
impiden que en conjunto se la califique de que se abre con un examen de las imbri­
irracional. cadas relaciones entre epistemología e
historia de las ciencias, termine con un
Edición: L'idéologie des idées regues, interrogante sobre la normalidad en bio­
Fayard, 1986. logía: en los dos casos, son la norma, el
orden y el error los que definen el mar­
gen de tolerancia de las digresiones que
tanto la historia de las ciencias como la
IDEOLO GÍA Y RAC IO NA LIDA D EN vida son capaces de permitirse.
LA HISTORIA DE LAS CIENCIAS DE
LA VIDA, Idéologie et rationalité dans Edición: Idéologie et rationalité dans l ’his­
l ’histoire des sciences de la uie, 1977. toire des sciences de la uie, 2.a ed., Vrin,
G e o r g e s Canguilhem , nacido en 1904. 1981.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
Esta obra reúne estudios, informes y guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 30-35;
conferencias presentados entre 1970 y Reoue de métaphysique et de morale, n.° 1,
1977, y cuyo tema central es la ideolo­ «Canguilhem», Armand Colín, 1985.
Bibliothéque du Collége intemational de phi­
gía científica: no la ideología de la cien­
losophie, Georges Canguilhem: philosop-
cia, sino la de aquella que, en la ciencia, he, historien des sciences, Albin Michel,
impide que ésta sea una construcción li­ 1993.
neal de resultados y de hechos de la ver­
dad. La historia de la verdad única es una
historia ilusoria.
En la continuidad de la discontinuidad ILUMINACIONES DE LA MECA (LAS).
bachelardiana, y analizando las inversio­ Ib n ‘A r a b i .
nes epistemológicas, las transposiciones Véase REVELACIONES DE L A MECA
de conceptos, los cambios de modelos, (LAS).
Canguilhem demuestra que la historia de
una ciencia es la historia de la materia que,
tras una sucesión de atolladeros y de reno­
vados intentos, esa ciencia acabará tomán­ IMAGEN DE LA NATURALEZA EN LA
dola como objeto y ocupándose de su pro­ FÍSICA A C TU A L (LA), Das Naturbild
pio pasado. Y ese pasado se presenta con in der heutigen Physik, 1955.
frecuencia bajo forma de convicciones W e r n e r K a r l H eisen berg, 1901-1976.
afectivas, de supersticiones, de falsas cien­
cias, es decir, de disciplinas que jamás se Heisenberg extrae aquí las conse­
enfrentan con lo falso. La ciencia del pasa­ cuencias de los progresos en la física, a
do no puede ser confundida con el pasa­ los que él mismo ha contribuido, y expo­
do de la ciencia actual, y la historia de las ne la nueva concepción de la naturaleza
IMAGINACIÓN (LA) 35 2

— relativista y cuántica— que de ellos se las de la imagen. Hay tres tipos de con­
sigue. Igualmente se interroga sobre el ciencia: la percepción, que «aprehende»
valor cultural del conocimiento físico. El el objeto, el pensamiento, que no lo apre­
libro concluye con algunos estudios his­ hende, y la imagen, que depende más del
tóricos sobre los grandes físicos, de Kepler pensamiento que de la percepción.
a De Broglie. La conciencia imaginante no precede
a su objeto. En el acto que la constitu­
Edición: La imagen de la naturaleza en la ye, ella se lo plantea como una nada: el
física actual, Planeta-Agostini, 1993. objeto es imaginario. Pero se reacciona
Estudios: W. Heisenberg, Diálogos de físi­
ca atómica (tr. W. Strobl y L. Pelayo), Ed. al objeto como si éste existiera. En la ima­
Católica (B.A.C.), 1972; L. de Broglie, Les gen activa, hay una divisoria entre ima­
incertitudes d’Heisenberg, et l’interpréta- gen percibida e imagen creada. El obje­
tion probabiliste de la mecánique ondu- to está representado por el retrato, la
latoire, Gauthicr-Villars, 1982. caricatura o la imagen simple. Y se lo
determina mediante la palabra, por imi­
tación o por esquematismo. La conciencia
imaginante desencadena pues un proce­
IM A G IN A C IÓ N (L A ), L ’im agination,
so psíquico que funciona como equiva­
1936.
lente del objeto. Es el «análogo», que el
J e a n -P a u l S a r t r e , 1905-1980.
autor confiesa no poder circunscribir com­
pletamente; así, su estudio es colocado
Sartre aborda aquí la problemática de
por Sartre bajo el signo de lo probable.
la conciencia, por la vía de la percep­
¿De qué está hecho, pues, el análogo?
ción/imaginación. Como en -> La tras­
De un «saber» (para constituirse, la ima­
cendencia del ego, la conciencia es defi­
gen tiene necesidad de un conocimiento
nida como conciencia de algo. «La imagen
del objeto), también de una intención
es un cierto tipo de conciencia [...] es
«afectiva», que la imagen une al saber; de
conciencia de alguna cosa.»
una «impresión cinestésica» o movimiento
Al examinar las posiciones de los clási­
formador de la imagen; y, en fin, de la
cos y también las de los psicólogos moder­
palabra misma que designa el objeto.
nos, el autor introduce la descripción feno-
Con independencia del problema del
menológica de la estructura «imagen».
análogo, la imagen juega un papel impor­
tante en la vida psíquica. Tiene una fun­
Edición: La imaginación (tr. C. Dragonet-
ti), Edhasa, 1980. ción simbólica o «presentificadora» (que
Estudio: F. Jeanson, Sartre, col. «Écrivains hace aparecer al objeto por comprensión
de toujours», Le Seuil, 1974. simbólica). Engendra una vida imagina­
ria, en la que los objetos irreales forman
un «anti-mundo». Escinde al yo (real/ima­
ginario), y puede provocar también con­
IMAGINARIO (LO), L ’imaginaire, 1940. secuencias patológicas, en la alucinación
J e a n -P a u l S a r t r e , 1905-1980. y en la obsesión. Mas, por lo demás, hace
soñar y permite la creación artística. En
El autor se plantea el poder irrealizan- definitiva, la imagen conduce a Sartre a
te de la conciencia y la resultante de ello: una «tesis de irrealidad».
lo imaginario. En una indagación feno- En este estudio, el autor hace fructifi­
menológica se pone de manifiesto la car la influencia ejercida sobre él por la
«estructura intencional» de la imagen-, cre­ fenom enología husserliana y sus des­
ar lo irreal es una intención de la conciencia cripciones de la conciencia trascenden­
imaginante. tal. Al dar testimonio de una facultad tras­
La imagen es una relación de la con­ cendente de la conciencia, la problemática
ciencia con el objeto. Las propiedades del de L o imaginario refuerza dos ideas cla­
objeto son, en este contexto, idénticas a ves del existencialismo sartriano: el dis-
353 IMPERIO DE LOS SIGNOS (EL)

tanciamiento de lo real y su corolario, país. Las condiciones de la lucha de cla­


la libertad; tesis por las cuales el autor ha ses se encuentran así profundamente
marcado a su siglo. modificadas, y el estadio imperialista des­
quicia en particular el concepto de inter­
Edición: L o imaginario. Psicología feno- nacionalismo.
menológica de la imaginación, Buenos El imperialismo aparece entonces como
Aires, Losada, 1964.
Estudio: F. Jeanson, Sartre en su vida, Seix un sistema de producción unlversalizado,
Barra!, 1975. caracterizado en todos los niveles por la
regla del intercambio desigual. Es en fin,
según Lenin, la fase última del modo de
producción capitalista — el capitalismo
IMPERIALISMO, FASE SUPREMA DEL agonizante— que marca el período de tran­
CAPITALISMO (EL), Imperializm, kak sición hacia el socialismo. En efecto, el
vysshaya stadiya kapitalizma, 1916. estadio imperialista encama a escala mun­
Lenin (Vladímir Dich Uliánov), 1870-1924. dial una tendencia que Marx discernía, a
título general, en el seno del modo de pro­
Lenin escribió esta obra para pensar y ducción capitalista: la socialización de la
actuar sobre una situación histórica que producción.
la teoría de Marx no permitía compren­
der: el desarrollo de nuevas formas en el Edición: El imperialismo, fase superior del
capitalismo, Fundamentos, 1974.
modo de producción capitalista. Este aná­ Estudio: J. Freymond, Lénine et l’impé-
lisis de las transformaciones del capitalis­ rialisme, Ginebra, Droz, 1951.
mo había sido emprendido, por lo demás,
por teóricos evidentemente ajenos al mar­
xismo (por ejemplo Hobson, a partir de
1902). El imperialismo es, según Lenin, IMPERIO DE LOS SIGNOS (EL), L ’Em-
una fase particular del desarrollo del capi­ pire des signes, 1970.
talismo. R o la n d B a rth e s , 1915-1980.
Esta particularidad se define ante todo
por la sustitución de la concurrencia por el Al estudiar en esta obra la noción de
m onopolio; es la esencia del imperialis­ signo en el Japón, Roland Barthes se des­
mo: concentración en sociedades y gru­ marca innegablemente de los filósofos con­
pos, monopolios financieros, acapara­ temporáneos. Mas su interés no es et­
miento de las fuentes de materias primas nológico. Se trata de una investigación
por esos monopolios, reparto económi­ en un país donde el concepto de signo
co del mundo. A juicio de Lenin, esta fase está infinitamente alejado de la visión
termina en la época en que él escribe. El occidental. El Occidente es en efecto
imperialismo se caracteriza también por el semiocrático, escribe Barthes, es decir,
desarrollo de formas parasitarias del capi­ que el signo está racionalizado, erigido
talismo (rentistas, capitalistas que viven del en norma absoluta, y posee una suerte
«corte de cupones», venalidad, corrupción). de poder oculto.
Una de las formas principales de este El Japón, por el contrario, está libre de
parasitismo es el aislamiento, reglado por esta dictadura del signo. Este último no
las naciones ricas, de los países coloni­ está racionalizado en el sentido en el que
zados. De esto resulta igualmente que una el occidental lo entiende. Se constata allí
franja privilegiada del proletariado de las una cierta ligereza del signo, que no se
potencias imperialistas vive a expensas refiere a ningún dios, a ninguna verdad,
de cientos de millones de hombres de las a ninguna moral. El signo se despliega en
naciones proletarias. Esta «aristocracia efecto en un espacio puro, libre de las
obrera» ve entonces que sus intereses coin­ nociones de significante y de significa­
ciden parcialmente, más realmente, con do que constituyen nuestra civilización.
los de la clase dominante de su propio El autor analiza las múltiples manifesta-
INDIVIDUO CONTRA EL ESTADO (EL) 354

dones del signo tomando ejemplos extre­ concurso abierto por el Instituto en 1801
madamente simples: el signo en la ciudad, sobre el tema: «Determinar la influencia
en el jardín, en la tienda, etc. del hábito sobre la facultad de pensar».
Este ensayo, atractivamente ilustrado El jurado alaba su manuscrito, mas lo invi­
en la edición de bolsillo, es una muestra ta a retocarlo y a enviarlo de nuevo. En
de la originalidad y sutileza del pensa­ 1802, Maine de Biran obtiene el primer
miento de Barthes. premio, y luego publica su libro.
Desde que Hume propusiera una solu­
Edición: El imperio de los signos (tr. A. ción al problema de la causalidad que se
García Ortega), Mondadori, 1991. apoyaba en una psicología del hábito, este
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.* L. Rodrí- último se ha tomado en una noción muy
uez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 161-166; importante en filosofía. Condillac colo­
.-B. Fages, Comprendre Roland Barthes, ca la repetición en el centro de sus aná­
Privat, 1979. lisis. Los ideólogos (Destut de Tracy, Caba­
nis) hacen de ella objeto de estudio
positivo. En Maine de Biran, el hábito
ocupa un lugar central y doblemente reve­
IN D IV ID U O C O N T R A EL E ST A D O lador. Es en efecto la reflexión sobre el
(EL), The Man versus the State, 1884. hábito lo que abre a Maine de Biran el
H e r b e r t Spencer, 1820-1903. camino a un pensamiento propio, y más
precisamente a una de sus ideas rectoras:
Militarismo e industrialismo son pues­ la oposición entre actividad y pasividad
tos en esta obra en contradicción. Privile­ en el interior del sujeto.
giando por su parte al industrialismo, Spen­ Pero sobre todo es el hábito mismo
cer funda en él grandes esperanzas sociales, el que revela esta oposición fundamental.
mientras maldice al militarismo, que repre­ El hábito es el revelador psíquico que per­
senta a sus ojos la desmesurada injerencia mite distinguir lo que no depende en noso­
del Estado, uniformador e invasor. tros de la percepción sino que es propio
El filósofo rehúsa reconocer en el Esta­ del ego mismo (actividad), y lo que depen­
do sus pretensiones a imponerse como de de la sensación, signo de empobreci­
benefactor, legislador o educador. En cam­ miento del espíritu (pasividad). C on la
bio, el industrialismo, ayudado por el Esta­ repetición de una impresión, lo que depen­
do, es para el filósofo una garantía de pro­ de de la sensación se embota y disminu­
greso para el futuro de la sociedad liberal. ye, mientras que lo que depende de la
percepción se agudiza. La repetición esta­
Edición: El individuo contra el Estado (tr.
A. Gómez), Doncel, 1977. blece una dialéctica selectiva entre lo pasi­
Estudio: O. Gaupp, Spencer (tr. J. Gonzá­ vo y lo activo mediante la cual desenreda
lez), Revista de Occidente, 1930. el yo del yo mismo.
El hábito perfecciona el ejercicio de la
acción. Mas, aunque la percepción sea prin­
cipio de apercepción, la repetición no acre­
INFLUENCIA DEL HÁBITO SOBRE LA cienta su carácter consciente, sino al con­
FACULTAD DE PENSAR O MEMORIA trario. El hábito, en la medida en que
SOBRE EL HÁBITO, lnfluence de l ’ha- disminuye el esfuerzo requerido para rea­
bitude sur la faculté de penser ou Memoi- lizar la acción, lleva aparejado «ese grado
re sur l ’habitude, 1802. de perfeccionamiento por un lado, y de
M ain e d e B ira n (Marie Frangois Pierre ceguera en su ejercicio por otro» que carac­
Gontíer de Biran), 1766-1824. teriza al automatismo. El automatismo, efi­
caz aunque pasivo, es para Maine de Biran
Más conocido como Memoria sobre el una revancha de la pasividad sobre la acti­
hábito, este ensayo es la segunda versión vidad, que aquella mima mientras la des­
de la contribución de Maine de Biran al truye. Si quiere rehabilitar su propia aper­
INSTITUCIÓN DE LA RELIGIÓN CRISTIANA

cepción, «es preciso que el individuo se físico y teológico. Tal es el objetivo del
determine a rehacer con atención todo lo Quod Deus.
que antes había hecho por hábito».
El campo que más necesitado está de Edición: L ’immutabilité de Dieu, Le Cerf,
esta atención es el lenguaje, donde la pér­ 1963.
Estudio: Philon d’Alexandrie, Actes du
dida del sentido de las palabras arrinco­ colloque de Lyon (1966), éd. du CNRS,
nadas por el pensamiento es realmente 1967.
peligrosa a juicio del autor. De hecho, el
hábito tiene el doble efecto de matar al
espíritu y de hacerle olvidar que lo mata.
Las facilidades motoras, la mecánica y los IN S T IT U C IÓ N DE L A R E LIG IÓ N
automatismos son por tanto olvido del C RISTIAN A, Institution de la religión
pensamiento verdaderamente activo, e chrétienne, 1560.
incluso olvido de este olvido. Por esta razón Juan C a lv in o , 1509-1564.
Maine de Biran no cesa de escribir y rees-
cribir, intentando reiterar el esfuerzo ini­ Esta obra se presenta como un manual
cial que había madurado su pensamiento. de instrucción cristiana destinado a la for­
Aunque la filosofía de Biran no haya mación del creyente. Se trata de enseñar,
alcanzado aún su expresión más acabada, y la Institución incluye por eso una par­
la obra contiene ya muchos de sus temas te doctrinal. La primera edición de 1536,
esenciales. La oposición entre actividad y en latín, no tenía más que seis capítulos.
pasividad, por ejemplo, será retomada y En la edición francesa de 1560, la obra
enriquecida en la » Memoria sobre la des­ tiene diecisiete. La introducción trata sobre
composición del pensamiento. el conocimiento de Dios y del hombre,
sobre el Decálogo, el Credo y el Padre,
Edición: Influence de l ’habitude sur la en suma, sobre aquello que contenían los
faculté de penser, P.U.F., 1954. antiguos catecismos católicos. Calvino
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran), extiende su enseñanza al innatismo de
vol. n, Tecnos, 1988, pp. 252-276; D. Vout- la idea de Dios. Si el espectáculo del mun­
sinas, La psychologie de Maine de Biran, do muestra la existencia de la Providen­
S.I.P.E., 1964. cia, no es menos evidente que una reve­
lación interior es indispensable.
Calvino exhorta al hombre a la humil­
IN M U T A B IL ID A D DE D IO S (L A ), dad y para alcanzarla es bueno y útil el
Q uod Deus sit immutabilis. conocimiento de uno mismo. Con inde­
F iló n de A le ja n d ría , hacia 20 a.C.- hacia pendencia de que exista o no la libertad,
45. el hombre debe actuar en todo para la
gloria de Dios. La cuestión del libre arbi­
Este tratado, redactado originalmen­ trio es compleja. Calvino lo admite, mas
te en griego, es un comentario a los ver­ precisa que la voluntad está corrompida
sículos del Génesis. Filón aborda el sacri­ por el pecado. También es necesario que
ficio de Isaac, la cólera de Dios, la fuente el libre arbitrio sea sostenido por la gra­
del Mal, la misericordia de Dios. Hay cia: ella es el solo remedio. El autor tra­
muchos pasajes consagrados a Noé. El ta a continuación de la fe, de la peni­
tratado acaba con el tema del Camino tencia, de Jesucristo.
real. Este camino es el que el hombre jus­ La enseñanza fundamental de Calvino
to debe recorrer. El Génesis no es sola­ es de orden práctico. La vida cristiana
mente el relato de la creación, sino que consiste en llevar cada uno su cruz, pero
indica el camino para cada alma particu­ es propio del hombre meditar sobre la
lar, que es imagen de Dios. vida futura. Aunque pueda hacerse uso
Filón no se queda ahí: es necesario que de los bienes de este mundo, el cristiano
este camino reciba un fundamento meta- tiene el deber de no ligarse a ellos. En fin,
INSTITUCIÓN IMAGINARIA DE LA SOCIEDAD (LA) 356

la felicidad del cristiano consiste en con­ Estudio: Autonomie et auto-transforma-


formarse con la vocación personal que ha tion de la société. La philosophie militan­
te de Castoriadis (obra colectiva), Ginebra,
recibido de Dios.
Droz, 1990.
La Institución no es una obra de espe­
culación teológica; se limita a esclarecer
las grandes cuestiones y siempre bajo una
perspectiva de enseñanza y de edificación.
INTENCIONALIDAD. Un ensayo en la
Edición: Institución de la religión cristia­ filosofía de la mente, Intentiona/ify. An
na, Vosgos, 1982. Essay in the Phi/osophy o/Mind, 1983.
Estudio: F. Wendel, Caluin: sources et éuo- J oh n R o g e r S e a rle , nacido en 1932.
lution de sa pensée religieuse, Labor et
Fides, 1985. Searle desea ofrecer aquí una «funda-
mentación» de los -*■ Actos de habla y de
> Expresión y significado elaborando
una «teoría de la Intencionalidad». El tér­
INSTITUCIÓ N IM AGINARIA DE LA
mino, tomado de la escolástica, donde
SO CIEDAD (LA), L ’institution imagi-
designaba la propiedad del pensamiento
naire de la société, 1975.
de ser siempre pensamiento de un obje­
C o r n é u u s C astoriadis , nacido en 1922.
to distinto de él, y reactualizado por Bren-
tano y la fenomenología de Husserl, es
Desde la Antigüedad, el pensamiento
redefinido por Searle, que lo desmarca
político ha olvidado el ser propio de lo
del sentido corriente de «intención» escri­
social-histórico como imaginario, en bene­
biéndolo con mayúscula. El término inten­
ficio de una teoría de la esencia de la socie­
ción no tiene en efecto el sentido que le
dad y de la historia. Este ensayo mues­
dará una filosofía que coloque el sujeto al
tra que no hay fundamento racional de la
origen de los contenidos de conciencia;
sociedad, y que el legado «conjuntista-
Searle está lejos de toda tesis subjetivista
igualitario», propio del pensamiento occi­
o personalista. Por «Intencionalidad», quie­
dental desde Platón y Aristóteles, no ha
re decir «la capacidad biológica funda­
cesado de ocultar lo esencial.
mental del espíritu para poner al orga­
La primera parte del libro critica a
nismo en relación con el mundo». Pero
Marx en la medida en que éste ha aho­
esta propiedad es común a los actos men­
gado los aspectos innovadores de su pro­
tales y a los actos de habla. El problema
pio pensamiento. Se trata en efecto de
del sentido debe por tanto ser formula­
concebir, más allá de Marx, la historia
do a partir de su comparación — tenien­
com o una poiesis, una creación de lo
do en cuenta las clarificaciones ofreci­
imaginario social. La segunda parte defi­
das en sus obras anteriores relativas a la
ne la creación continuada mediante la
noción de «sentido de un enunciado».
cual la sociedad se hace ser, siendo crea­
En el caso de los estados mentales, no
da la institución en el tiempo de los indi­
hay lugar, a juicio del autor, para plantearse
viduos, de las cosas y de la sociedad a
la cuestión del sentido: en efecto, la Inten­
partir de una nebulosa de significaciones
cionalidad de un deseo, de una creencia, es
imaginarias.
Obra mayor de Castoriades, este libro intrínseca; su capacidad representativa le
pertenece al deseo: «Se tiene» un deseo, una
importante, resultado de un retomo a las
fuentes marxianas, rechaza la concepción creencia. Pero es muy distinto en el caso de
racionalista de la sociedad y propone pen­ un acto de habla: una frase — sonido que
sar la sociedad y la historia como auto- sale de unos labios o marcas sobre un
creación. papel— es un objeto del mundo físico como
cualquier otro; su capacidad para representar
Edición: L ’institution imaginaire de la una cosa no es intrínseca a ella; la frase no
société, col, «Esprit», Le Seuil, 1975. es intrínsecamente Intencional. Su Inten­
35 7 INTERCAMBIO SIMBÓLICO Y LA MUERTE (EL)

cionalidad es derivada de la Intencionalidad fundir las propiedades ontológicas de los


de la mente (mind): uno se sirve de una fra­ objetos Intencionales con las propiedades
se para afirmar o preguntar, mientras que lógicas de los términos intensionales. Los
uno no se sirve de un deseo o de una cre­ capítulos 8 y 9 critican ciertas corrientes
encia (se los tiene). Hay una sola similitud dominantes relativas al sentido y la refe­
entre estados mentales y objetos sintácticos: rencia. El capítulo 10 propone una «diso­
se los califica de «verdaderos», «acertados», lución» del «pretendido problema “men­
«apropiados», si — y solamente si— las con­ te-cuerpo” o “mente-cerebro”». N o se
diciones de satisfacción ya determinadas por trata de negar la realidad de los fenóme­
su contenido Intencional son cumplidas. El nos mentales, sino de apreciar correcta­
problema del sentido consiste en pregun­ mente su naturaleza biológica y su espe­
tarse «cómo los seres humanos imponen la cificidad «mental». La obra termina con
Intencionalidad a entidades que no son intrín­ un valioso léxico.
secamente Intencionales, cómo toman los Esta filosofía de la mente y del lenguaje
puros y simples objetos en entidades aptas reclama para sí una perspectiva «natura­
para representap>. Si la Intencionalidad del lista» sobre los fenómenos Intenciona­
estado mental es intrínseca, mientras que la les. Searle quiere distinguirse igualmente
de la enunciación es derivada, ¿cuáles son de las formas de dualismo de origen car­
las condiciones de posibilidad de esta deri­ tesiano y del antim entalism o contem­
vación? La hipótesis fundamental de Sear- poráneo opuesto al dualismo. Para él, los
le es que la filosofía del lenguaje es una rama fenómenos mentales están biológicamente
de la filosofía de la mente. «La capacidad fundados: son causados por los mecanis­
que tienen los actos de habla de represen­ mos cerebrales y realizados en la estruc­
tar objetos y estados de cosas del mundo, tura del cerebro. Conciencia e Intencio­
es una extensión de las capacidades, bioló­ nalidad dependen de la biología humana
gicamente más fundamentales, que tiene la al igual que la digestión o la circulación.
mente (o el cerebro) de poner al organismo «Es un hecho objetivo del mundo que éste
en relación con el mundo por medio de esta­ contiene ciertos sistemas — los cerebros—
dos mentales tales como la creencia o el que están equipados con estados men­
deseo, y en particular a través de la acción tales subjetivos, y es un hecho físico que
y de la percepción.» Igualmente habrá que semejantes sistemas poseen rasgos men­
dar cuenta, si se quiere ofrecer una expli­ tales.» Este naturalismo aleja a Searle de
cación completa de la palabra y del lenguaje, sus precedentes fenomenológicos como
de la manera en que la mente-cerebro pone también de Frege, su primera fuente.
al organismo en relación con la realidad.
El autor analiza aquí la Intencionalidad Edición: Intencionalidad. Un ensayo en la
de los estados mentales (cap. 1), la Inten­ filosofía de la mente (tr. E. Ujaldón), Tec­
nos, 1992.
cionalidad de la percepción (cap. 2), la
Estudios: J. Searle, Redescubrimiento de
Intencionalidad de la acción (cap. 3), la la mente (tr. L. M. Valdés), Crítica, 1996;
causalidad Intencional (cap. 4). El capítu­ F. Recanati, Les énoncés performatifs, Ed.
lo 5 establece que la Intencionalidad, bajo de Minuit, 1983.
todas sus formas, no funciona más que
sobre un trasfondo (background) de capa­
cidades mentales no representativas. El
capítulo 6 conecta con el objetivo inicial: IN T E R C A M B IO S IM B Ó LIC O Y L A
explicar las relaciones entre formas men­ MUERTE (EL), L ’Échange symbolique
tales y formas lingüísticas de la Intencio­ et la m ort, 1976.
nalidad. El capítulo 7 trata de las rela­ Jean B a u d r illa r d , 1929.
ciones entre Intencionalidad (propiedad
de los estados mentales) y la Intensio- Jean Baudrillard parte de la siguiente
nalidad (intensionality, o propiedad de constatación: «No hay intercambio sim­
las frases): distinción fecunda para no con­ bólico al nivel de las formaciones socia­
INTERSUBJETIVIDAD Y ONTOLOGÍA 358

les modernas, no como forma organiza­ «He ahí por qué la sola estrategia es catas­
dora». Las formas sociales no conocen lo trófica, y no dialéctica.» «Contra un siste­
simbólico más que bajo la forma de la ma hiperrealista, la sola estrategia es pata-
familiaridad, estando su exigencia «obs­ física.» Es preciso hacer de la tautología
truida sin cesar por la ley del valor>. del sistema el arma misma que acabará
Tres acontecimientos teóricos son de con él.
una importancia capital: los anagramas El autor no concibe a la muerte como
de Saussure, la donación-intercambio de un acontecimiento, sino como una forma:
Mauss, y la pulsión de muerte de Freud. la reversibilidad. Es a la vez el término del
«En ellos se ve perfilarse una misma y sistema y la exterminación simbólica que
grande forma [...] que pone espalda con­ lo acecha a partir del momento en que es
tra espalda economía política y econo­ perfecto. La reversibilidad es a la vez lo
mía libidinal [...] dibujando desde aquí, que el sistema no puede hacer y aquello
desde ahora, un más allá del valor. Que­ a lo cual él no puede escapar. Siendo irre­
da por tanto el esquema de una relación versible el proceso del valor, sólo la rever­
social fundado sobre el exterminio del sibilidad es mortal para él. «El término de
valor, mas ocultado por las interpreta­ intercambio simbólico no quiere decir otra
ciones freudiana y marxista que, lejos de cosa.»
exterminar la ley, la prolongan bajo la Para Baudrillard, el sistema es indivisi­
forma de ley del Padre por una parte, y ble. En esto se opone a Lyotard, que dis­
de ley de la Revolución por otra. Bau- tingue la economía libidinal de la econo­
drillard retiene, pues, la proposición freu­ mía del sistema, y a Deleuze, que distingue
diana de una pulsión de muerte pero «a entre esquizo capitalista y esquizo revolu­
condición de radicalizarla contra el pro­ cionario. Para él, «la dispersión de las ener­
pio Freud.» Lo mismo hace con Saussu­ gías es la forma misma del sistema actual».
re y Mauss, es decir que, en una violen­
cia teórica, los dirige contra sí mismos. Edición: L'Échange symbolique et la Morí,
Este principio de reversibilidad, que por NRF Sciences humaines, Gallimard, 1976.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
sí solo puede poner fin al orden del códi­
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí-
go en el que vivíamos oponiéndose al :z Tapia), Cátedra, 1996, pp. 293-298;
principio de simulación que lo gobierna,
y que para nosotros toma la forma del r Hess, Dictionnaire des philosophes,
P.U.F., 1984.
exterminio y de la muerte, es la forma
misma de lo simbólico.
A l antiguo sistema que dominaba el
principio de realidad ha sucedido la inde­ INTE R SU B JE TIVID AD Y O N TO LO -
terminación de un orden hiperreal don­ G ÍA, ln tersu bjectivité et o n to log ie ,
de los simulacros han reemplazado a las 1974.
ideologías. N o es intentando resucitar, en M a u rice N é d o n c e lle , 1905-1976.
una nostalgia de lo real, los antiguos valo­
res que no eran de suyo más que simula­ Maurice Nédoncelle había manifestado
cros de segundo orden, ni oponiendo a una suerte de antíontologismo en La per­
los simulacros de tercer orden nuevos simu­ sona humana y la naturaleza, en 1944.
lacros, como podrá irrumpirse en el códi­ Se preguntaba cómo una ontología, es
go. Sólo la muerte lo puede porque su decir, una metafísica del ser, puede alcan­
reversibilidad es de un orden superior al zar a la persona, y proponía una psicolo­
del código. Lo que caracteriza al orden del gía de la persona. Compuesta por dife­
código, es que se presenta como un sis­ rentes artículos, esta obra marca la
tema. Ahora bien, todo sistema, encami­ reconciliación — ya esbozada en 1970 en
nado por su propia lógica a la perfección Exploraciones personalistas, mas siste­
total, está también encaminado, por esta matizada aquí— de las dos nociones y la
perfección misma, a la defección total. formación de una ontología personalista
359 INTRODUCCIÓN A L A FILOSOFÍA

de la intersubjetividad. Para Nédonceile, la disciplina que se esfuerza, por diferen­


relación intersubjetiva no alcanza su per­ ciaciones sucesivas, en devenir científica.»
fección y su pureza, es decir, su transpa­ Tal como él lo explica, «el método gené­
rencia, más que en el amor. El amor es tico vuelve a estudiar los conocimientos
una promoción mutua del yo, una entre­ en función de su construcción real o psi­
ga mutua a otro gracias a la cual el otro ya cológica, y a considerar todo conocimiento
no significa no-yo, sino transparencia recí­ como relativo a un cierto nivel del meca­
proca. nismo de esta construcción».
Esta ontología del amor da testimonio Si la epistemología tradicional no cono­
de la importancia de los principales valo­ cía más que los estadios superiores del
res cristianos en los personalistas. conocimiento, la epistemología genética,
para remontarse a las fuentes, debe apre­
Edición: /ntersubjectivíté et ontologie, hender la génesis del conocimiento, en la
Nauwelaerts, 1974. medida en que no hay conocimiento pre­
Estudio: J. Lacroix, Le Personnalisme, determinado, ni en las estructuras del suje­
Chronique sociale, 1981.
to (puesto que son el resultado de una
construcción efectiva y continua), ni en
«los caracteres preexistentes del objeto»
(puesto que no son conocidos más que
IN T R O D U C C IÓ N A L A E PISTE M O ­
por la mediación de aquellas estructuras).
L O G ÍA G E N É TIC A, In tro d u ctio n á
Es en el contexto de una interacción
l ’épistémologie génétique, 1950.
entre el sujeto y el objeto donde se sitúa
Jean P ia g e t, 1896-1980.
la problemática. «Lo propio de la episte­
mología genética es por tanto intentar ex­
Dividida en tres volúmenes, que corres­ traer las raíces de las diversas variedades
ponden cada uno a una etapa del desa­ del conocimiento desde sus formas más
rrollo del pensamiento científico (I. E l pen­ elementales, y seguir su desarrollo en los
samiento matemático; II. El pensamiento niveles ulteriores hasta incluir el pensa­
físico; III. E l pensamiento biológico, el miento científico.» En consecuencia, el
pensam iento p sicológ ico y el pensa­ problema de la epistemología genética,
miento sociológico), esta obra subraya e que es el del acrecentamiento de los cono­
ilustra la importancia de la experimenta­ cimientos, tanto en el niño como en el
ción para las teorías relativas a la psico­ adulto, es también el «del paso de un cono­
logía aplicada. cimiento menos bueno o más pobre a un
El mérito de Piaget está efectivamen­ saber más rico», y por ello no es otro que
te en haber situado a la epistemología el problema de la conquista de la objeti­
sobre el terreno de la experiencia cientí­ vidad científica.
fica. Observando que «existen múltiples
formas del conocimiento de las que cada Edición: Introduction á l’epistémologie
una de ellas suscita un número infinito génétique, P.U.F., 1974.
Estudios: M. Boden, Piaget (tr. C. García
de cuestiones particulares», Piaget renun­
Trevijano), Cátedra, 1982. Pspchologie et
cia a estudiar qué es el conocimiento o a épistémologie génétique (obra colectiva),
tomar partido sobre la naturaleza de la Dunod, 1966.
mente y plantea de entrada la cuestión
plural: «¿Cómo se acrecientan los cono­
cimientos?» De esta manera, Piaget se
sitúa no solamente al nivel interdisciplinar IN T R O D U C C IÓ N A L A FILOSOFÍA,
sino al mismo tiempo al nivel genético. Einführung in die Philosophie, 1950.
«La teoría de los mecanismos comunes a K a r l Jaspers, 1883-1969.
esos diversos acrecentamientos, estudia­
dos inductivamente a título de hechos que Esta obra, una de las más conocidas
se añaden a otros hechos, constituiría una de Karl Jaspers, condensa bajo forma muy
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 36 0

accesible la experiencia filosófica adqui­ Estudios: H. Arendt, «Karl Jaspers. ¿Ciu­


rida por el autor en el ejercicio de la psi­ dadano del mundo?», en el libro de esta auto­
ra Hombres en tiempos de oscuridad
quiatría, y después en la reflexión crítica (tr. C. Ferrari), Gedisa, 1990, pp. 67-80;
sobre el pensamiento de Descartes, de A. Kremer-Marietti, Jaspers et la scission
Husserl, de Wilhelm Dilthey y sobre todo de l’étre, Seghers, 1974.
de Kierkegaard y de Nietzsche, a los que
ha consagrado varias obras. Interrogán­
dose sobre la naturaleza de la filosofía,
Jaspers aporta una primera respuesta: a IN T R O D U C C IÓ N A L A F ILO S O FÍA
diferencia del conocimiento científico, que DE L A H IS T O R IA , Introdu ction á la
es el mismo para todo entendimiento, la philosophie de l ’histoire. Sur les lim i­
filosofía brota de la fuente original del yo. tes de l ’objectivité historique, 1938.
Sólo la experiencia personal permite acce­ R aym ond Á r o n , 1905-1983.
der a ella. Mas la filosofía comporta tam­
bién la exigencia de la comunicación de Esta tesis trata, como lo indica su sub­
hombre a hombre. Para Jaspers, la filo­ título, «sobre los límites de la objetividad
sofía no puede defenderse ni demostrar­ histórica»: ¿puede la ciencia histórica ser
se, únicamente comunicarse. universal, acumula las adquisiciones, o bien
Los sistemas filosóficos históricos, ya cada sociedad se recrea un nuevo pasado?
se trate del materialismo, del idealismo ¿Cuál es el objeto de la historia? El
o de sus compuestos, hacen del ser una pasado. Pero ¿hay una historia de la natu­
realidad exterior al sujeto. En la vida pen­ raleza — del cielo, de la tierra, de las espe­
sante hay siempre una escisión sujeto- cies vivientes— que se prolongaría por la
objeto. Lo que esta escisión revela es la historia humana, o bien hay una ruptura
realidad suprema de un «englobante» que, entre ellas? ¿Es preciso seguir a Cournot,
en sí mismo, no es ni objeto ni sujeto. Por para el cual no es objeto de historia más
este concepto se designa el ser total del que un hecho extraído al azar, en el sen­
que surge el yo como sujeto y en el seno tido de conjunción de varios «sistemas»
del cual la conciencia separa los objetos. o series independientes de causas, con­
El pensamiento opera pues un doble des­ junción que no se puede prever, sino sólo
garramiento en el ser. El místico busca constatar? Cierto, estas conjunciones cre­
alcanzar el englobante mismo cortando an también evoluciones naturales, mas
todo lazo con el sujeto y con los objetos. Aron busca lo que distingue a la historia
Mas esta tentativa de abrirse a lo absolu­ humana: la evolución de los seres vivos
to permanece incomunicable. es pasaje de una especie a otra, mientras
Las grandes metafísicas milenarias que la especie humana tiene una historia
expresan lo absoluto de Dios, mas a tra­ interna propia, porque se transforma por
vés de un lenguaje cifrado. En cuanto a sus propias creaciones, conservadas, reto­
la reflexión filosófica, debe guardarse de madas y juzgadas conscientemente.
tomar el símbolo de la realidad por una Si el sujeto que hace la ciencia histó­
realidad tangible. Eso sería caer en el dog­ rica es a su vez un ser histórico, ¿cómo
matismo o la superstición. Dios es obje­ puede conocerse a sí mismo? Utilizando
to de decisión y de fe. Fundamento de mi la «comprensión» definida por Dilthey
existencia y de mi acción, restará siem­ como captación de siginificaciones vivi­
pre, para mi entendimiento, el Dios ocul­ das, el sujeto se topa con las dificultades
to, indemostrable. del conocimiento de sí y del otro (recons­
El pensamiento de Jaspers será esen­ trucción de los móviles y de los motivos,
cial en la perspectiva filosófica de Mar­ elementos que carecen siempre de la uni­
tin Heidegger. dad del todo), multiplicadas por los pun­
tos de vista posteriores; una época socia­
Edición: Introducción a la filosofía (tr. M. lista, u obsesionada por la economía, crea
Turón), Círculo de Lectores, 1989. una historia socialista de la Revolución
361 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MATEMÁTICA

francesa, una historia económica de la mentario de lo que en ese hecho se repi­


Antigüedad: «Cada época elige para sí un te; estos límites de la explicación marcan
pasado». N o se puede reconstruir ningu­ los de la objetividad; porque cada expli­
na otra visión del mundo, si no es por cación parcial genera otras normas, com­
contraste con la nuestra y viendo en ella bina más o menos comprensión y cau­
una etapa de una evolución orientada salidad en función del presente del
hacia el presente. historiador, orientado a su vez hacia el
Mas, si se duda del progreso, ¿es posi­ porvenir: se podría hacer así una historia
ble seguir formando una historia a partir de la historiografía.
de una serie de historias independientes, El hombre es incapaz por tanto de
sin orientación alguna? Si nos volvemos descubrir una verdad total mientras la
hacia la explicación causal, nos encontra­ historia siga durando. El tiempo y la fini-
mos con el problema del determinismo his­ tud implican un caminar indefinido, inclu­
tórico: cuando no es posible experimentar so aunque, para el hombre, el tiempo
sobre lo que no se repite, ¿cómo verificar no sea destructor sino creador. Este exu­
las causas de un hecho único, y distinguir berante libro reacciona contra las certi­
una relación necesaria de una sucesión dumbres del positivismo histórico, de
contingente? N o se arriba a leyes, sino a la sociología francesa (Durkheim,
probabilidades retrospectivas imaginando Fran^ois Simiand), y del marxismo, apo­
lo que habría pasado si tal causa no hubie­ yándose en los filósofos y sociólogos ale­
ra existido. ¿Es preciso concluir de ello que manes (Dilthey, Weber). La obra ha mar­
hay accidentes en la historia, esas casua­ cado un giro en la reflexión de los
lidades que Coumot opone a los sistemas historiadores, incluso en los que defien­
extraídos de una serie de causas? Eso den más que el autor la validez de la his­
depende de la definición que se elija de la toria (Henri-Irénée Marrou). Al mismo
palabra serie: si la guerra de 1914 es resul­ tiempo es un último saludo a la filosofía,
tado del choque del paneslavismo con las que Aron sustituirá por el periodismo
diversas diplomacias europeas, también político y la sociología contemporánea.
puede verse en ello el sistema único de la
política europea. Pero, entonces, ¿no sería Edición: Introducción a la filosofía de la
preciso limitar el azar a la intervención de historia, Buenos Aires, Losada, 1946.
Estudio: G.Fessard, La philosophie histo-
ias catástrofes naturales? N o podría con­ rique de Raymond Aron, Juliard, 1980.
cluirse eso, pues «la ilusión retrospectiva
de fatalidad contradice la impresión con­
temporánea de contingencia».
Para arribar cuando menos a las leyes, IN T R O D U C C IÓ N A L A F ILO S O FÍA
¿sería preciso apelar a los sociólogos? M A T E M Á TIC A , Introduction to Mat-
Si recurren a las causas naturales, éstas hematical Philosophy, 1919.
no dan empero más que condiciones B e r tr a n d R u s s e ll, 1872-1970.
negativas, y no la explicación integral:
Inglaterra no ha sido siempre una poten­ Esta introducción a los grandes pro­
cia marítima. Lo que prueba bien que el blemas de la filosofía matemática lleva
hecho de ser una isla no es una condición el sello de la filosofía de Russell. En esta
suficiente; es preciso que se añada la ini­ obra expone su famosa teoría de las des­
ciativa de los hombres. Y una causa social, cripciones, introduce el axioma del infi­
como una devaluación, produce efectos nito y, sobre todo, define al número como
diferentes según la adaptación de las con­ aquello que representa el número de una
ductas humanas. Puesto que Aron liga la clase (siendo ésta la clase de todas las cla­
necesidad de la relación causal a su gene­ ses que le son semejantes).
ralidad, excluye la explicación necesaria
de la totalidad de un hecho histórico, y Edición: Introducción a la filosofía mate­
no admite más que un determinismo frag­ mática (tr. M. Bofill), Paidós, 1988.
INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE HEGEL 362

Estudios: W. P. Alston y otros, Los oríge­ INTRODUCCIÓN A L A METAFÍSICA,


nes de la filosofía analítica: Moore, Rus­ E inführung in die Metaphysik, 1953.
sell, Wittgenstein (tr. C. García Trevijano y M a rtin H e id e g g e r, 1889-1976.
otros), Tecnos, 1976; A. J. Ayer, Russell
(tr. J. J. Acero), Grijalbo, 1970; D. Vemant,
La philosophie mathématique de Bertrand Como su título alemán indica, este escri­
Russell, Vrin, 1992. to está menos destinado a iniciar en la
metafísica que a penetrar de lleno en ella
para embarcar al lector en un recorrido
especulativo. El camino al interior de la
INTRO D UC CIÓ N A L A LECTURA DE metafísica que propone el autor encuen­
HEGEL, In trod u ction á la lecture de tra su punto de partida en la cuestión:
Hegel, 1947. «¿Por qué hay el ente y no más bien
A le x a n d r e K o jé v e , 1902-1968. nada?». Ésta es la «cuestión fundamental
de la metafísica», puesto que es la que todo
El libro, editado en 1947 por iniciativa el mundo se plantea; y es una cuestión
de Raymond Queneau, después nueva­ que concierne a la Creación toda entera.
mente en 1968, reúne las notas tomadas En tanto que es filosófica, esta cuestión
desde enero de 1933 a mayo de 1939 de no espera una respuesta de tipo religio­
los cursos impartidos por Kojéve en la so y, en este respecto, va hasta la raíz
Escuela Práctica de Estudios Superiores del problema: la trascendencia. Practica
(hoy Escuela de Estudios Superiores en una apertura hacia lo inactual, lo radical.
Ciencias Sociales), Sección de Ciencias El objeto de la obra es pues el ser en su
Religiosas, a los que asistían personali­ totalidad, «El predominio de lo que se mani­
dades como Bataille, Pierre Klossowski, fiesta». Mas ¿por qué surge esta cuestión?
Queneau y el joven Sartre. Porque el Hombre no discierne ya ni com­
La enseñanza recibida es presentada prende al ser. La cuestión fundamental
com o una prolongación de los cursos revela por tanto la decadencia del Occi­
de Kojéve sobre la filosofía religiosa de dente filosófico: ¿es que el ser no es ya,
Hegel, mas en realidad se centra sobre con Nietzsche, más que un «vapor», una
los ocho capítulos de -> La fen o m en o ­ evanescenda, o continúa y continuará sien­
logía del espíritu (de la certeza sensi­ do el destino espiritual del Ocddente? Para
ble hasta la figura del Sabio), que son responder, el autor emprende una recon­
leídos y comentados, a menudo pági­ quista del sentido del ser.
na por página, e incluso a veces párra­ Con referencia a la gramática y a la
fo a párrafo. etimología, H eidegger muestra que al
Vincent Descombes ha mostrado la principio el ser era un verbo, y que ha
influencia de estos cursos, que interpre­ devenido un nombre. De determinada
tan a Hegel desde una perspectiva exis- como era, la significación del verbo ha
tencialista y vuelven a dar prestigio a la caído en la indeterminación: ¿es la eva-
dialéctica: «Se debe en parte a Kojéve que nescencia? En cuanto a la etimología,
en 1945 Hegel se haya tomado en cima ésta revela que según sus raíces griega,
de la filosofía clásica y en origen de los latina y sánscrita, «ser» significaba con­
movimientos más modernos.» cretamente «vivir», «manifestarse», «per­
manecer». De esas significaciones, sólo
Edición: Introducción a la lectura de Hegel, ha quedado la dimensión abstracta. Fren­
Buenos Aires, Pléyade, 1971. te a esta usura del sentido conviene pre­
Estudios: V. Descombes, Lo uno y lo otro. guntarse: en definitiva, «¿qué pasa con
Cuarenta y cinco años de filosofía fran­ la palabra ser?» Esta pregunta es la «pre-
cesa ( 1933- 1978) (tr. E. Benarroch), Cáte­
cuestión» de la cuestión fundamental.
dra, 1982, cap. 1; V. Descombes, Lo mis­
mo y lo otro: cuarenta y cinco años de Confirma que el ser es lo más digno que
filosofía francesa (tr. E. Benarroch), Cáte­ hay de investigación; es lo que se expo­
dra, 1988. ne a nuestra comprehensión, porque el
363 INTRODUCCIÓN A LA CENCIAS DEL ESPÍRITU

Hombre es el que «dice» el ser (es el «deci­ se inscribe en una perspectiva filosófica
dor» del ser). Salir de la indeterminación propiamente contemporánea al disociar
es considerar la palabra «es». Su Uso en irreductiblemente ser y ente. De esta dife­
una frase está determinado por lo que rencia es garantía el lenguaje, verdadero
designa. Por tanto, sí al decir el ser se lo poema original, «casa del sen», y que (el
determina, entonces se lo delimita, se uso de la etimología lo muestra) proclama
vuelve a encontrar su sentido. La inver­ el origen griego de la filosofía. La mirada
sión de perspectiva permite al autor con­ de Heidegger restaura y continúa la de los
frontar al ser con su otro, diciendo lo que pensadores griegos; esta especificidad hace
él no es. El ser no es el devenir. R efi­ de él una figura tan esencial como origi­
riéndose a Parménides, H eidegger da nal del siglo xx filosófico.
al ser el sentido de «unido», «unificador»,
«presente», lo cual no puede ser asimi­ Edición: Introducción a la metafísica (tr.
lado al devenir. Interpretando a Herá­ P. A. Ackermann), Gedisa, 1992.
Estudio: M, Haar, Heidegger et l ’essence
clito y a su aforismo «Todo fluye», Hei­
de l ’homme, Millón, 1990.
degger muestra que el ser es la
«recolección» de todos los antagonismos,
y no los antagonismos mismos. El ser no
es tampoco la apariencia. Aunque de ori­
INTR O D UC CIÓ N A L A SEM ÁNTICA,
gen idéntico (el ser aparece), se oponen
Introduction to Semantics, 1942.
de hecho: el ser es latencia, principio,- la
R u d o l f C arn ap , 1891-1970.
apariencia es una caída, un resultado. La
filosofía comienza por la distinción entre
Esta introducción a la semántica cons­
ser, parecer y no-ser. En tercer lugar, el
tituye el primer volumen de Studies in
ser no es el pensamiento en sentido lógi­
Semantics y marca un nuevo giro en la
co. Con Platón, la filosofía ha reempla­
evolución del pensamiento de Carnap.
zado al ser por la idea del ser; éste fue
Reconociendo su deuda con Alfred Tars-
el nacimiento de la lógica como instru­
ki, Carnap decide en efecto completar
mento de la verdad o discurso adecua­
con una semántica rigurosa los estudios
do «sobre cualquier cosa». Heidegger pro­
de sintaxis formal en la que es reconoci­
pugna superar la lógica en beneficio de
do maestro.
un pensar más originario, un pensar que
A diferencia de Taski, Carnap mantie­
«reúne o recolecta»; un Logos. El senti­
ne sin embargo una frontera muy neta
do primero de Logos es «recolección del
entre semántica y sintaxis y, dentro de la
ente mismo». Este sentido desvela la esen­
semántica, entre verdad factual y verdad
cia del Hombre: «Ser hombre es asumir
lógica — y todo ello dentro de la línea de
la recolección, la aprehensión recolec-
sus orientaciones filosóficas fundamentales.
tora del ser del ente, la puesta en obra
de la apariencia por el saber, y gestionar Edición: Introduction to Semantics, Cam­
así la no-latencia, preservándola de la bridge, Massachusetts, 1942.
latencia y del encubrimiento.» Finalmen­ Estudio: R. Carnap, Autobiografía inte­
te, el ser no es el deber: el deber es el lectual (tr. C. Castells), Paidós, 1992.
modelo según la idea y no según el ser.
En el deber, no es el ser lo que da la medi­
da; está recubierto por el valor.
Heidegger fue discípulo de Husserl. Su IN T R O D U C C IÓ N A L A S C IE N C IAS
obra lleva el sello de la fenomenología, D ÉL ESPÍRITU, Einleitung in die Geis-
parcialmente aplicada al problema central teswissenschaften, 1883.
del pensamiento del autor: el ser, y el olvi­ W ilh e lm D ilth e y , 1833-1911.
do del ser por el pensamiento occidental.
A este respecto, esta obra está en el cora­ Este libro estaba destinado a resolver el
zón de la problemática heideggeriana, y problema de la fundamentación filosófica
INTRODUCCIÓN A LA CIENCIAS DEL ESPÍRITU 364

de las ciencias humanas. El filósofo se pro­ damentos psicológicos de las ciencias que
pone aquí estudiar la realidad histórica y se ocupan de la organización externa de
social, como también las ciencias que tie­ la sociedad; esta última es un dato histó­
nen por objeto esa realidad. Las «ciencias rico que hay que exponer teóricamente.
del espíritu» constituyen para Dilthey un Mas la filosofía de la historia y la sociolo­
conjunto en sí que se opone a las «ciencias gía no son verdaderamente ciencias, pues­
de la naturaleza». Las ciencias del espíritu to que se apoyan sobre abstracciones.
no pueden tener por fundamento la meta­ La realidad de la historia forma un todo
física: es lo que el autor expondrá en la com plejo al que es preciso aplicar un
segunda parte de su obra. La parte crítica método apropiado. Por añadidura, las
es la más importante y extensa. La con­ ciencias particulares del espíritu se ocu­
clusión lleva a mostrar como imposible el pan siempre de hechos nuevos. También
ideal de la metafísica que desvela a priori es necesario explicitar una teoría del cono­
el orden lógico del mundo; posición supe­ cimiento susceptible de fundamentar las
rada por lo demás, porque el orden del ciencias particulares del espíritu. Dilthey
mundo no puede ser positivamente demos­ se fija la tarea de considerar a la reali­
trado. La primera parte de la obra, llama­ dad histórica y social en el conjunto que
da «Libro primero», da una visión de con­ ellas forman. Atacando tanto al empiris­
junto de las ciencias humanas particulares mo (al que declara igualmente «abstrac­
y demuestra la necesidad de una ciencia to») com o a la especulación, Dilthey
fundamental del hombre. demuestra que las teorías precedentes no
¿Cuál es el objetivo de esta iniciación han cumplido el fin que él acaba de defi­
a las ciencias del espíritu? Podrá dar al polí­ nir. La metafísica inspiraba las teorías;
tico, al jurista, al teólogo y al pedagogo, por lo tanto, la metafísica misma se tor­
un instrumento para mejor trabajar al ser­ na en objeto de estudio para Dilthey, en
vicio de la sociedad. La totalidad de estas tanto que ha sido inspiradora de las repre­
ciencias estará en relación con la totalidad sentaciones colectivas. La descomposi­
de las ciencias de la naturaleza. H hombre ción de la metafísica ha permitido el adve­
está así determinado por un doble juego nimiento de las ciencias particulares.
de relaciones. Las ciencias particulares del En cuanto a los fenómenos psíquicos que
espíritu se desgajan de la realidad históri­ devienen el objeto de una ciencia —que tam­
ca y social. Opuesto tanto a la escuela de bién se ha desgajado de la metafísica— , es
la abstracción como a la escuela histórica, claro que no pueden ser estudiados según
Dilthey quiere incluir todas estas ciencias el método de la ciencia natural, y exigen un
en el todo de las ciencias del espíritu. Por método que les sea adecuado. La unidad
su parte, las ciencias del individuo son los lógica ansiada por el ideal de la metafísica
elementos de esta realidad nueva. no es posible, pues la realidad está en con­
Frente a las ciencias de la historia y tradicción con ese ideal. El principio de
de la sociedad, hay que considerar tam­ razón suficiente no juega el mismo papel
bién otras clases de ciencias particulares en las ciencias del espíritu que en las cien­
que tratan del arte, de la ciencia, del Esta­ cias de la naturaleza. El intelecto no pue­
do, de la religión, etc. Es preciso por tan­ de, en efecto, determinar los vínculos que
to aceptar la consideración de un objeto confieren al mundo una unidad metafísica.
que consistiría en los diversos sistemas de En documentos inéditos que se refe­
civilización. El derecho es un dato de rían a la Introducción a las ciencias del
hecho; también es una comunidad de fines, espíritu, Dilthey confirma la postura ori­
fundado en la conciencia jurídica, en tan­ ginal del libro, que coincide con la suya:
to que dato psicológico activo. De igual proponer un método enteramente nuevo.
modo, el sistema de la moralidad está com­ Dilthey considera que, hasta el presente,
puesto de un grupo de hechos de con­ todo procedía de la especulación-, tanto los
ciencia y de actos que dependen de esos conceptos como los objetos, e incluso la
hechos. Dilthey insiste pues sobre los fun­ pretendida realidad. Su fin es por tanto el
365 INTRODUCCIÓN A LOS PRINCIPIOS DE LA MORAL Y DE LA LEGISLACIÓN

de elevarse hasta una conciencia históri­ na Mounier los temas fundamentales (con­
ca que sea capaz de esclarecer el proble­ tingencia, alienación, fragilidad y soledad
ma planteado. Su método exige una veri­ de la existencia) y las nociones claves (nada,
ficación constante por los hechos. Dilthey compromiso, otro...), e intenta compren­
quiere utilizar medios tales como perso­ der eso que, por encima de las divergen­
nalidad, estilo, forma interior en el pro­ cias doctrinales, hace que dentro de las tra­
yecto de las ciencias humanas, con el fin diciones existencialistas «el diálogo entre las
de alcanzar un conocimiento objetivo. más opuestas sea siempre más fácil que el
mantenido con las doctrinas extrañas a sus
Ediciones: Introducción a las ciencias del supuestos comunes».
espíritu (tr. E. Imaz), Fondo de Cultura Eco­ Al situar el propio Mounier al perso­
nómica, 1944; id. (tr. J. Marías), Alianza,
nalismo en el corazón mismo de la rama
1986.
Estudios: J. Ortega y Gasset, «Guillermo cristiana, es importante no perder de vis­
Dilthey y la idea de la vida» (inidalrnente publi­ ta — cuando ve en «la marca de un retor­
cado en la Revista de Occidente, 1933- no a lo religioso» el carácter global del
1934) e incluido en las Obras completas, existencialismo— que su análisis, por cla­
Alianza, vol. VI, pp. 165-213; H. Schna-
ro y sintético que pueda ser, sigue sien­
delbach, Filosofía en Alemania: 1831-1933
(tr. P. Linares), Cátedra, 1991; A. Kremer- do un análisis «de lo interior.
Marietti, Wilhelm Dilthey et l'anthropolo-
gie historique, Seghers, 1972. Edición: Introducción a los existencialis-
mos (tr. D. Monserrat), Guadarrama, 1973.
Estudio: Le personnalisme d ’Emmanuel
Mounier. Actes du colloque organisé par
l’Association des amis d’Emmanuel Mounier,
IN T R O D U C C IÓ N A L O S EXISTEN- Le Seuil, 1985.
C IALISM O S, ¡n tro d u ctio n aux exís-
tentialismes, 1946.
Emmanuel M ou n ier, 1905-1950.
INTRODUCCIÓN A LOS PRINCIPIOS
Aunque define al existencialismo «como D E LA M O R A L Y DE L A LEG ISLA­
una reacción de la filosofía del hombre con­ CIÓN, Introductio to the Principies o f
tra los excesos de la filosofía de las ideas y Moráis and Legislation, 1789.
de la filosofía de las cosas», Emmanuel Mou­ Jerem y Bentham , 1748-1832.
nier— como testimonia el título de la obra—
no concibe uno, sino varios existencialis- Esta obra es fundamental en la cons­
mos. Se pregunta en efecto qué es lo que trucción del utilitarismo y permite medir
«esa mezcla de existencialismo y de ine- su alcance político: del principio de «la
xistencialismo» de la filosofía de Sartre, que utilidad» son deducidas una concepción
«surgida de Heidegger, se ha constituido en del derecho y una teoría de los gobiernos.
oposición radical a los fundadores de la filo­ Siendo el bienestar (la felicidad) el fin últi­
sofía moderna de la existencia», tiene en mo del hombre, la búsqueda del placer y
común con esos últimos, que son para Mou­ la evitación del dolor constituyen los moti­
nier Pascal, Maine de Biran, y por supues­ vos de las acciones. Inspirándose en Hel-
to Kierkegaard. Pues es partir de Kierke- vetius, para el cual la «ley moral del inte­
gaard cuando el tronco del existencialismo rés» es análoga a las leyes del movimiento
se escinde en dos ramas. La una, atea y ali­ en el universo físico, Bentham elabora, a
mentada por la fenomenología, conduce a partir del principio de utilidad, una seve­
Sartre. La otra, cristiana y mucho mejor ra crítica del derecho natural. Si la utili­
equipada, está al origen de las filosofías dad es el principio de la legislación, son
de Bergson, Gabriel Marcel, Jaspers, Ches­ solamente el cálculo de los efectos y la
tov, pero también en el pensamiento de experiencia los que permiten fijar la ley.
Charles Péguy y Martin Buber. A la luz de Las leyes positivas determinan las con­
esta genealogía del existencialismo exami­ diciones de felicidad del mayor número
INTRODUCCIÓN A L CONOCIMIENTO DEL ESPÍRITU HUMANO 366

de individuos y varían según los tiempos, taire: doscientas máximas fueron supri­
los lugares y las costumbres, sin que nin­ midas.
guna «ley justa» pueda tener valor abso­
luto y universal. Edición: introduction á la connaissance de
l’esprit humain et autres oeuures, col. GF,
Esta obra, etapa decisiva hacia el posi­
Flammarion, 1981.
tivismo jurídico, entra directamente en Estudio: A. Hof, Histoire littéraire de la
conflicto con los defensores de los Dere­ France, Messidor-Editions sociales, 1987, t.
chos del hombre, por lo que será segui­ III, pp. 276 ss.
da de una crítica del propio Bentham de
las declaraciones americana y francesa.

Edición: Introduction to the Principies of INTRODUCCIÓN A L ESTUDIO DE LA


Moráis and Legislation, en Bowring Works M E D IC IN A E X PE R IM E N T A L, Intro-
of Bentham, 11 vols., Russel and Russel, duction á l ’étude de la médecine expé-
New York, reimp. 1962.
Estudios: T. Fuller, «Jeremy Bentham» en rimentale, 1865.
L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Historia C la u d e B e rn a rd , 1813-1878.
de la filosofía política (tr. L. García Urri-
za, D. L. Sánchez y J. J. Utrílla), México, La originalidad de este libro residía,
Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. más allá de la definición de los requisitos
668-688; J. S. Mill, Bentham (tr. y estudio
eliminar de C. Mellizo), Tecnos, 1993; M. y condiciones de aplicación del método
Shakankri, La philosophie juridique de experimental a los seres vivientes, en
Jeremy Bentham, Librairie générale de droit hacer pasar a la medicina de la prehisto­
et de jurisprudence, 1970. ria a la historia: el empirismo fundado
sobre la observación pasiva y no crítica
debía ceder el paso al racionalismo críti­
co, con independencia de los sistemas
IN TR O D U C C IÓ N A L C O NO CIM IEN­ filosóficos pero no de la investigación razo­
T O DEL ESPÍRITU H U M AN O , Intro- nada de las causas próximas de los fenó­
duction á la connaissance de l ’esprit menos de la vida, tanto en estado sano
humain, 1745. como en estado patológico.
Vau ven argu es (Luc de Clapiers, marqués Una dificultad inicial no ha sido suficien­
de), 1715-1747. temente subrayada: la de saber en qué medi­
da la experimentación puede ser aplicada a
Menos conocida que las Máximas, esta la vida; la codificación y la clasificación de
obra es una tentativa de sistematizar las le» procedimientos experimentales, que por
enseñanzas que en ella están contenidas. tanto son artificiales, ¿permiten concluir
El autor se propone estudiar los diferen­ su adecuación a los fenómenos naturales
tes tipos de espíritus, y separar el intelec­ así representados? La respuesta se en­
to del corazón; se reconoce aquí la influen­ cuentra, no en la institución del proto­
cia de Pascal. El corazón domina a la colo, sino en la especificidad del objeto
inteligencia, mas Vauvenargues no defien­ que a la vez confirm a y desorganiza el
de un determinismo estricto de lo afecti­ protocolo: la legalidad de la naturaleza,
vo sobre lo intelectual. Lo que cuenta sobre que obedece a un determinismo, se apli­
todo a sus ojos es la cualidad de las pasio­ ca a una parte de la naturaleza — los orga­
nes, que se niega a confundir en un elo­ nismos vivientes— que a su vez vienen a
gio o en una reprobación indistintos. Es modificar las reglas de investigación ini­
interesante la teoría del genio que aquí se ciales. La especificidad de las formas
propone: el genio no es una aptitud par­ vivientes, que no son matemáticas, su
ticular, sino la asociación rara de cualida­ variabilidad, la necesidad de considerar
des en un dominio particular de actividad. al organismo como una totalidad que no
La segunda edición (1746) de la obra sea la suma de sus partes, la irreversibi-
tomó en cuenta las sugerencias de Vol­ lidad del devenir de los fenómenos vita-
367 INTRODUCCIÓN A L ESTUDIO DE LA MEDICINA EXPERIMENTAL

Ies, todos estos caracteres relegan la físi­ dicional durante tanto tiempo ejercitada,
ca y la química a un papel de ciencias el valor principal de la Introducción al estu­
auxiliares, como la anatomía por relación dio de la medicina experimental no está
a la fisiología: para saber cualquier cosa tanto en la exposición del método cuanto
sobre las funciones de la vida, es preciso en los límites y restricciones de Claude Ber­
estudiarla sobre el ser viviente. Estos cua­ nard respecto a las consideraciones gene­
tro caracteres permiten especificar los rales sobre los postulados y técnicas de
fenómenos vitales en el interior del deter- experimentación. Todo ocurre como si el
minismo universal: la vida es la creación. objeto — la vida misma— aportara un des­
En efecto, lo que caracteriza a la máqui­ mentido permanente al protocolo experi­
na viviente no es la naturaleza de sus pro­ mental que precisamente pretendía des­
piedades físico-químicas, por complejas cribirlo y captarlo. En lugar de ser signo de
que éstas sean, explica Claude Bernard; decepción, ese objeto es signo de riqueza.
es la creación realizada por esta máqui­ Una filosofía im plícita de espera y de
na, que se desarrolla ante nuestros ojos regulación innovadora se desprende de
en las condiciones que le son propias, y la definición misma de la causalidad en los
según una idea definida que expresa la seres vivientes. Es una prueba suplemen­
naturaleza del ser viviente y la esencia de taria de que la vida, en su evolución, se
la vida. N o hay que entender «idea» en ve abocada, aunque siempre bajo una lega­
el sentido metafísico, sino más bien como lidad, a modificarse, es decir a contrade­
un principio regulador y organizador que cirse. El principal obstáculo epistemológi­
asegura el desarrollo de cada organismo co en el estudio de la vida, es la vida misma.
en interacción con el medio, pero tam­ Era habitual, después de Bergson, con­
bién con independencia por relación a él; siderar a la Introducción al estudio de la
el medio interior es esa noción que per­ medicina experimental como el equiva­
mite comprender al organismo viviente lente en las ciencias de la vida del -*■ Dis­
como resultado de un proceso autónomo curso del método (1637) de Descartes en
que, por un deterninismo circular, las ciencias abstractas de la materia: un
encuentra en su propia necesidad la cau­ tratado de metodología con intenciones
sa de su realización. La fijeza del medio pedagógicas. A partir de Canguilhem y
interior no es una noción metafísica ni Dagognet, en particular, la atención filo­
sistemática: no proviene de una armonía sófica se desplazó hacia el conocimiento
preestablecida ni de ningún pretendido del ser viviente.
principio vital; es el fruto de un meca­ En la actualidad, el interés mayor del
nismo regulador que es la condición de la libro nos parece residir en esa filosofía
autonomía de lo viviente. implícita de improvisación y de reglaje
Esta noción es realmente un concep­ inventivo que refuta a todo sistema filo­
to fundador en fisiología; por ella, la medi­ sófico y a toda ciencia demasiado segura
cina ha pasado del estadio de ciencia con­ de sí. Por los límites que enuncia de lo
jetural al estadio de ciencia. En tanto que que describe, y las restricciones impues­
ciencia, la medicina debe necesariamen­ tas a lo que él mismo propone, este libro
te establecer leyes precisas y determina­ está mucho más cerca aún del quehacer
das que deriven del criterio experimental, científico contemporáneo, donde el diá­
tal como éste ha sido expuesto en la pri­ logo, la incertidumbre y la regulación-refu­
mera parte del libro: mezcla de duda filo­ tación son los principales factores de pro­
sófica y del deterninismo de los fenó­ greso y de descubrimiento.
menos de la naturaleza. Mas la precisión
de estas leyes no atenta contra el inde­ Edición: Introducción al estudio de la medi­
terminismo que hay en todas las ciencias cina experimental (tr. A. Espina), Círculo
de Lectores, 1996.
sin el cual el hombre no existiría. Estudio: J. Michel, La nécessité de Claude
Es importante hacer notar aquí que, con­ Bernard, col. «Épistémologie», Méridiens-
trariamente a la presentación escolar o tra­ Klincksieck, 1991.
INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS 368

INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS, tran pese a todo medios oblicuos para


Vorlesungen zur Einführung in die Psy- llegar a una satisfacción, y obtienen así
choanaíyse, 1917. satisfacciones sustitutivas, indirectas y
S ig m u n d F r e u d , 1856-1939. simbólicas a espaldas de la conciencia.
Lecciones impartidas de 1 9 15 a 1917. Es lo que Freud llama «el retorno de lo
reprimido». Ese retorno se traduce en
Si, precisamente en esta obra, el autor actos fallidos, en sueños y en síntomas
consagra más de la mitad de los capítu­ neuróticos.
los (quince sobre veinte) a un psicoanáli­ Por otra parte, junto al estudio del
sis del hombre normal, es porque quería inconsciente, Freud investiga sobre el pla­
combatir una serie de prejuicios, en par­ cer sexual. «Lo que se entiende por sexua­
ticular la opinión de que sólo la conduc­ lidad fuera del psicoanálisis es una sexua­
ta de los anormales y los desiquilibrados lidad francamente restringida», dice Freud.
necesita una explicación por el incons­ En efecto, habitualmente se limita lo sexual
ciente. La obra encierra una serie de cur­ a todas las conductas encaminadas al acto
sos impartidos por Freud durante los años sexual. Mas Freud va a modificar la noción
1915, 1916 y 1917 «ante un auditorio de sexualidad para ampliar la definición.
compuesto por médicos y profanos de El autor demuestra aquí (cap. 5) que la
ambos sexos» (Anuncio en la primera edi­ vida sexual del hombre no aparece brus­
ción), con una duración de dos horas por camente, totalmente desarrollada, des­
curso. Freud se cuida mucho de no expo­ pués de la pubertad, sino que comienza
ner de un solo golpe todas sus conclu­ en la primera infancia en los bebés lac­
siones; prefiere llevar progresivamente a tantes. Por lo demás, no está limitada a
su auditorio a asimilar los términos psi- los órganos sexuales, sino que invade ente­
coanalíticos. ramente al cuerpo humano.
Freud ha descubierto dos dominios: el Las zonas erógenas, esto es suscepti­
inconsciente y la sexualidad. Todo pen­ bles de excitar el deseo sexual, no están
samiento reside antes en el inconsciente. limitadas a las regiones genitales; otras
El inconsciente incluye al consciente como zonas pueden estar revestidas de sensibi­
un círculo amplio incluye a otro más redu­ lidad erógena de acuerdo con la evolu­
cido. Freud describe el mecanismo psí­ ción de cada individuo. La energía que
quico según el esquema siguiente (primera está a la base de estas pulsiones es lla­
tópica): consciente/preconsciente/incons- mada por Freud la libido. La libido es
ciente, después muestra la importancia, plástica y móvil; su represión es lo más
no solamente de lo descriptivo, sino de a menudo causa de trastornos psíquicos.
lo «dinámico»; el inconsciente es la repre­ Su sublimación, es decir, su desvío del
sión. Estos elementos reprimidos ejercen fin sexual hacia fines ideales, da cuenta,
una presión continua en la dirección del según Freud, de la mayoría de las pro­
consciente. ducciones culturales, sociales y artísticas.
Ello supone por parte del individuo un Uno de los temas más importantes del
derroche constante de energía para man­ psicoanálisis ha producido un resonan­
tener el equilibrio. Para concretar el meca­ te escándalo: el descubrimiento del hecho
nismo de la represión, Freud supone una de que los niños tienen una vida sexual.
instancia de control, la censura, que el Freud define la sexualidad infantil como
autor llama ideal del yo. La censura acep­ «perversa». La perversión (que hay que
ta o rehúsa dejar pasar tal o tal repre­ distinguir de la perversidad) rechaza el fin
sentación venida del inconsciente. La normal de la sexualidad. El niño encuen­
lucha por mantener lo reprimido en el tra un placer sexual fuera del acto sexual.
inconsciente es tan difícil en la neuro­ Su sexualidad está en formación, en evo­
sis, que absorbe la mayor parte de la ener­ lución; por eso el niño conoce sucesiva­
gía y paraliza la actividad exterior. Sin mente varios tipos de sexualidad: pri­
embargo, los deseos reprimidos encuen­ meramente el placer ligado a todo aquello
369 INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS

que el niño puede coger y tocar con su posición y de ocultamiento a menudo muy
boca, después el que experimentará al complejas. Por ello, el sueño constituye
realizar las funciones de excreción (cap. para Freud la vía privilegiada, «el camino
5). Estos comportamientos perversos, y real», para acceder al conocimiento de los
en particular el auto-erotismo, deben sufrir mecanismos del inconsciente y para pro­
un rechazo para que la sexualidad deven­ bar de manera irrefutable su existencia.
ga normal. Las primeras impresiones de Por otra parte, la producción de sueños
la infancia, la manera en que el niño ha y de síntomas neuróticos está fundada
sido tratado, amado, los primeros con­ sobre los mismos procesos inconscientes;
flictos con sus padres, sus primeras angus­ por ello, la interpretación de los sueños
tias ante la soledad, la pérdida eventual servirá de punto de apoyo para desvelar
del afecto que se le demostraba, todos el sentido de las neurosis. Interpretar un
estos acontecimientos, devenidos incons­ sueño (cap. 4) consistirá en remontarse
cientes, permanecen sin embargo inde­ desde el contenido manifiesto hasta las
lebles y dan muy pronto una tonalidad ideas latentes. De este modo descubre
particular a nuestra experiencia futura, la Freud el simbolismo del sueño. Hace apa­
encierran por así decirlo en un molde recer los mecanismos esenciales del ocul­
determinado. Porque lo propio del incons­ tamiento: el sueño condensa muchos
ciente es no olvidar nada, conservarlo acontecimientos en uno solo, desplaza la
todo. El inconsciente se define como lo carga emocional de una idea a otra. El
rechazado y lo infantil. Mas ¿es también desciframiento del sueño se parece al de
lo sexual? una lengua. Se descompone el relato en
El inconsciente está regido por el prin­ sus diferentes elementos constitutivos,
cipio del placer. El inconsciente debe por después se busca encontrar recuerdos,
tanto ser continuamente reprimido, pero ideas, representaciones, comparaciones
también utilizado, canalizado, por ser la que se asocian libremente con cada uno
fuente de toda la energía psíquica que po­ de los términos del sueño. Es la técnica
seemos, en beneficio de otro principio, de las asociaciones libres.
el principio de realidad. Otro punto abordado por Freud es el
La obra se divide en dos grandes partes: de las neurosis. ¿Qué es una neurosis? Es
la primera, que trata de los actos fallidos una enfermedad psíquica cuyos síntomas
y de los sueños, concierne al hombre nor­ pueden ser físicos. Según Freud, los neu­
mal; la segunda se refiere a las neurosis. róticos padecen la represión. Sus males
Mas la unidad de la obra descansa en la juegan un papel de compromiso: les sir­
demostración freudíana que establece que ven para protegerse de los efectos de la
todos estos fenómenos son significativos represión y, al mismo tiempo, para man­
de una intención del inconsciente. tenerla. Porque una de las características
Por «actos fallidos» entiende Freud los esenciales de la neurosis es que el sujeto
pequeños «tropiezos» de la vida diaria, como no sabe lo que él rechaza, es decir, igno­
las distracciones, los errores involuntarios, ra los deseos ocultos de su inconsciente.
los lapsus. Los sueños tienen también un Freud toma el caso de una neurótica obse­
sentido, y ese sentido es una intención, un siva. Todos los detalles del ceremonial del
deseo reprimido. Mas el método de des­ neurótico son simbólicos, lo cual quiere
ciframiento de los sueños es delicado, dado decir que los neuróticos representan de
que, según Freud, el sueño realiza un tra­ manera figurada, imaginada, sus conflic­
bajo muy sutil de transformación de los ele­ tos y deseos inconscientes. Freud distin­
mentos inconscientes. gue un cierto número de características
«T odo sueño es la realización de un generales válidas para toda neurosis:
deseo.» Pero ese deseo está siempre más — La fijación a un fragmento del pasa­
o menos disfrazado. El sueño revela que do constituye un trazo común a todas
el inconsciente, con ayuda del precons- las neurosis; todo neurótico permanece
ciente, es capaz de operaciones de trans­ ligado por una afectividad profunda a un
INVENCIÓN DEMOCRÁTICA (LA) 370

momento del pasado, en general unido a ción de que no hay fundamento último
la primera infancia. en el dominio del poder político que no
— El sentido de los síntomas y su valor sea el del conocimiento. La sociedad
simbólico son desconocidos para el enfer­ democrática comparte con el psicoaná­
mo. Él no puede establecer la relación lisis el hecho de admitir la indetermina­
entre el acontecimiento del pasado y el ción en su seno; así, no constituirá una
acto presente. forma de régimen político sino una inven­
— En el momento en que los proce­ ción, un proceso continuo en el que el
sos inconscientes son introducidos en la autor percibe, principalmente en los paí­
conciencia mediante el intercambio que ses del Este, signos de extinción.
se establece entre el enfermo y el ana­
lista, y a condición de que el prim ero Edición: L ’invention démocratique, Fayard,
1981.
alcance a comprender, no sólo intelec­
tualmente sino de modo vivido, el sen­
tido de esos síntomas (cap. 7), estos
últimos desaparecen.
IN V E S T IG A C IÓ N DE L A V E R D A D
— Se observa igualmente en todos los
P O R L A LU Z N A T U R A L (L A ), La
neuróticos una perturbación más o menos
recherche de la vérité par la lum iére
grande de la memoria, mientras que los
naturelle, 1701.
pasajes de la historia individual que son
R ene D e sc a r te s , 1596-1650.
así «olvidados» desempeñan un papel
determinante en la formación de los sín­
La fecha de composición de este diá­
tomas. Este «olvido» no es una laguna pro­
logo dejado inacabado por Descartes no
visional o momentánea de la memoria:
es conocida con precisión, y el estable­
no se sitúa al nivel preeonsciente; se adhie­
cimiento del texto, conocido por diversas
re en realidad a hechos o situaciones que
copias, plantea numerosos problemas.
el enfermo desea ocultarse a sí mismo.
Los personajes del diálogo: Epistemon,
Freud se verá conducido a revisar la doc­
Poliandro y Eudoxo, representan tres acti­
trina aquí expuesta después de 1920. Sin
tudes diferentes hacia la cultura. Episte­
embargo, esta obra sigue siendo capital
mon es el erudito escolástico, totalmente
para el psicoanálisis y los psicoanalistas.
impregnado de la enseñanza de las escue­
Edición: Lecciones introductorias al psi­ las y de los libros (un poco equivalente al
coanálisis (tr. L. López Ballesteros), en Obras Simplicio de los diálogos de Galileo).
completas, t. VI, Biblioteca Nueva, 1972. Poliandro no ha aprendido nada en los
Estudios: L. Stevenson, Siete teorías de la libros; es el Descartes del final de la pri­
naturaleza humana (tr. E. Ibáñez), Cátedra,
mera parte del - > Discurso del M étodo
1984; J.-B. Pontalis, Aprés Freud,
Idées/Gallimard, 1971. que ha viajado y estudiado «en el gran libro
del mundo». Finalmente, Eudoxo — el pro­
pio Descartes-— posee el «buen juicio» (en
griego: eu So^a), el que resulta del buen
INVENCIÓN DEMOCRÁTICA (LA), L ’in- uso de la luz natural.
uention démocratique, 1981. La investigación de la verdad traza el
C l a u d e L e f o r t , nacido en 1924. programa de una enseñanza razonada de
las ciencias útiles (siendo descartadas las dis­
En esta serie de artículos consagra­ ciplinas de pura erudición). El diálogo sigue
dos al estudio de la democracia, Lefort el itinerario de las * Meditaciones meta­
observa que, contrariamente a las socie­ físicas, y se interrumpe en el cogito, en la
dades totalitarias que afirman sin dificul­ cuestión de la naturaleza del ser pensante.
tad su identidad, la sociedad democrática
Edición: Investigación de la verdad, en
se apoya en la heterogeneidad de los com­ R. Descartes, Dos opúsculos, México,
portamientos sociales y sobre la convic­ U.N.A.M., 1984, pp. 53-88.
371 INVESTIGACIÓN SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

Estudio: B. Williams, Descartes: et proyecto copias de las impresiones). Toda idea se


de la investigación pura (tr. J. Coll), Cáte­ resuelve en una combinación de elemen­
dra, 1996.
tos simples; no existen ideas innatas, sino
solamente ideas derivadas (Sección 2.a).
Estas ideas se asocian según tres meca­
nismos: semejanza, contigüidad (en el tiem­
IN VE STIG AC IÓ N M ETAFÍSICA, Dis-
po o en el espacio), y causalidad (Sección
qu isitio metaphysica adversus Carte-
3.a). Este último punto moviliza toda la aten­
sium, 1644.
ción de Hume desde el Tratado. Aquí vuel­
P ierre G a sse n d i, 1592-1655.
ve a recurrir a sus famosos análisis: la rela­
ción de causa a efecto no puede en ningún
La Disquisitio metaphysica contiene caso ser percibida, ni demostrada a prio­
las objeciones de Gassendi a las -*■ Medi­ ri. Por lo que no puede estar fundada más
taciones metafísicas de Descartes. El que en la experiencia.
nominalismo, el escepticismo y el mate­ La cuestión es por tanto ésta: ¿qué es
rialismo proporcionan a Gassendi las lo que garantiza el valor de las conclu­
armas para atacar el método cartesiano, siones extraídas de la experiencia? ¿Hay
su pretensión de conocer las esencias principios del conocimiento de lo real que
mediante el pensamiento puro, su afir­ nos permitan anticipar el futuro a partir
mación de la espiritualidad del alma. Las del pasado? ¿Qué es lo que nos permite
pruebas de la existencia de Dios son aquí saber, por ejemplo, que el Sol saldrá
refutadas: la idea de infinito no tiene rea­ mañana? Según Hume es el hábito lo
lidad positiva, la inferencia desde la esen­ que nos induce a esperar lo que con fre­
cia divina a su existencia no es válida. cuencia se ha presentado ya en la expe­
riencia. La conjunción determina el hábi­
Edición: Disquisitio metaphysica, ed. bilin­
to, que funda a su vez la creencia en el
güe latín-francés, Vrin, 1962.
Estudio: O. R. Bloch, La philosophie de orden del mundo. Añadamos que esta
Gassendi. Nominalisme, matérialisme et creencia es útil, puesto que estructura
métaphysique. La Haya, Nijhoff, 1971. nuestra relación práctica con el mundo
y permite nuestra conservación (Sección
5.a). El autor extrae ahora de esos aná­
lisis muchas conclusiones relativas a cier­
INVESTIG ACIÓ N SOBRE EL ENTEN­ tas nociones filosóficas, morales y reli­
DIMIENTO H UM ANO, A n Inquiry con- giosas. Recusa en particular la existencia
cerning Human Understanding, 1748. de una necesidad natural objetiva (Sec­
D a vid H u m e , 1711-1776. ción 7.a), como también la ficción de una
libertad de indiferencia: no es un acto
La publicación, en 1739, del -> Tratado sin motivo determinante (S e c fió n 8.a).
de la naturaleza humana había dejado al La cuestión del milagro da lugaf 3 una
público bastante indiferente. Decepciona­ severa crítica del valor de los testimonios.
do de esta recepción, Hume decide retomar Es éste un pasaje justamente célebre de
el contenido del Tratado y darle una forma la Investigación. Hume muestra en él
menos austera, más popular. Dividida en que nuestro espíritu no concede su creen­
doce «Secciones», la Investigación se pro­ cia a un hecho prodigioso más que a con­
pone determinar los poderes del entendi­ dición de que su carácter sobrenatural (y
miento humano y los límites de su aplica­ por tanto increíble) esté compensado por
ción legítima. Hume hace un recuento de el valor de un testimonio. La fiabilidad
los materiales con que el entendimiento tra­ del testimonio sirve para contrapesar más
baja, la manera en que los organiza, y las o menos la dificultad que tenemos en
dificultades que encuentra en su labor. admitir un hecho que contravenga el
Los materiales son las percepciones (las orden habitual. De acuerdo con esto, la
impresiones y las ideas, que a su vez son Sección 10.a desarrolla una física de los
INVESTIGACIÓN SOBRE EL SIGNIFICADO Y LA VERDAD 37 2

motivos para creer. El resultado es por cipales cuestiones que aquí son examinadas
lo demás que el autor no encuentra jamás —la posibilidad de eliminar los particulares
milagro alguno sostenido por un testi­ egocéntricos», la existencia de un lenguaje-
monio cuya fiabilidad pueda contrapesar objeto y de una jerarquía de lenguajes, la defi­
la reticencia de nuestro espíritu a acep­ nición de la verdad— permiten a Russell pro­
tarlo. poner tesis originales en este campo.
La idea de providencia soporta una
crítica igualmente violenta: esa idea no es Edición: Investigación sobre el significado
sino el resultado de una analogía ilegíti­ y la verdad (tr. J. Rovira Armengol), Losa­
da, Argentina, 1946.
ma entre la naturaleza y los productos del
Estudios: W. P. AIston y otros, Los oríge­
arte humano (Sección 11.*); este tema nes de la filosofía analítica: Moore, Rus­
será ampliamente tratado en los -*■ Diá­ sell, Wittgenstein (tr. C. García Trevijano y
logos sobre la religión natural. otros), Tecnos, 1976; A. J. Ayer, Russell
La 12.a y última Sección expone algu­ (tr. J. J. Acero), Grijalbo, 1970.
nas reflexiones sobre el carácter de los
grandes problemas de la filosofía, y sobre
la naturaleza y función del escepticismo.
Al pirronismo a ultranza y por tanto insos­ INVESTIGACIÓN SOBRE L A MENTE
tenible, opone Hume un escepticismo H U M A N A SEGÚN LO S PR IN CIPIO S
moderado, que no afectaría a las facul­ DEL SE N TID O C O M Ú N , A n Inquiry
tades, sino al uso que hacemos de ellas. into the Human Mind on the Principies
La Investigación sobre el entend i­ o f Com m on Sense, 1764.
miento humano logró el resultado ape­ T h o m a s R eíd , 1710-1796.
tecido por Hume. Junto con otros escri­
tos, dio cierta popularidad a su doctrina. Esta obra retoma las discusiones en
Es sabido, por ejemplo, el papel que jugó torno a las especulaciones de Hume sos­
para Kant la lectura de Hume en la géne­ tenidas por la Sociedad Filosófica de
sis de la filosofía crítica (pese a que estu­ Aberdeen (el Club de los Sabios), de la
dios recientes tienden a relativizar ese que Reid formaba parte y en donde había
papel). Sin duda, la popularidad de esta leído muchos de sus textos. Reid anali­
obra se debe en gran parte a su estilo, za aquí el modo en que nosotros perci­
más cuidado que el del Tratado. bimos por los sentidos, para concluir la
validez de las creencias del sentido común.
Edición: Investigación sobre el entendi­
miento humano (tr. J. de Salas Ortueta), Edición: An Inquiry into the Human Mind
Alianza, 1980. on the Principies o f Common Sense.
Estudios: A. J. Ayer, Hume (tr. J. C. Arme­ Estudio: S. A. Grave, The Scottish Philo-
ro), Alianza, 1988; Y. Michaud, Hume et la sophy o f Common Sense, Oxford, Claren-
fin de la philosophie, P.U.F., 1983. don Press, 1960.

IN V E STIG AC IÓ N SOBRE EL SIGNI­ INVESTIGAC IÓN SOBRE L A N A T U ­


F IC AD O Y L A VERD AD , A n Inquiry R ALE ZA Y C A U S A S DE L A RIQUE­
into Meaning and Truth, 1940. Z A DE L A S N A C IO N E S , An Inquiry
B er tr a n d R u s s e ll , 1872-1970. in to the N atu re and Causes o f the
Wealth o f Nations, 1776.
Obra faro de su «última» filosofía, la A d a m S m it h , 1723-1790.
Investigación sobre el significado y la ver­
dad da testimonio del interés de Russell por Esta obra consta de cinco libros, mas
abordar los problemas del conocimiento tan­ es en el primero donde se encuentra
to desde un punto de vista psicológico expuesto lo esencial de los principios teó­
como desde una perspectiva lógica. Las prin­ ricos en los que se apoya Adam Smith. La
373 INVESTIGACIÓN SOBRE LA NATURALEZA Y CAUSAS DE L A RIQUEZA DE LAS NACIONES

tesis fundamental de Smith trata sobre el impide que se lo considere como «una pie­
origen de la riqueza o, si se lo prefiere, del za sobre un tablero de ajedrez».
valor. Es el trabajo humano, y no la tierra Es importante por tanto que el Estado
ni los intercambios, lo que es realmente se abstenga de todo tipo de intervención
productor de bienes útiles. Smith ataca en el dominio económico. La tiranía eco­
aquí el pensamiento de los fisiócratas; reto­ nómica está llamada, más pronto o más
ma en parte su herencia, mas se sitúa en tarde, a desembocar en tiranía política. Nin­
el universo del capitalismo manufacture­ guno de los tres poderes —que Smith rea­
ro y no en el del capitalismo agrario. Una firma de paso que deben estar separados—
economía que se cuida de la productivi­ puede interferir con el juego económico.
dad debe por tanto garantizar la libertad H papel del Estado es así puramente nega­
y la división del trabajo. Es necesario dis­ tivo: se limita a permitir la libre expansión
tinguir el valor, creado por el trabajo, del de los mecanismos económicos. Se equi­
precio, determinado por la combinación vocaría por tanto quien creyera que Smith
de los salarios, los beneficios y las ren­ alimentaba la menor ilusión respecto al
tas. El segundo libro trata sobre el capital; papel real del Estado: «Todo gobierno civil
el tercero sobre la organización econó­ está en realidad instituido para defender
mica de las naciones. En el cuarto libro al rico contra el pobre.»
son desarrolladas las principales teorías En los temas hasta aquí desarrollados,
económicas. El quinto y último libro reto­ cada uno habrá reconocido la materia
ma, considerándolas desde la perspectiva de debates ideológicos que siguen gozan­
del Estado, todas las cuestiones discutidas do de plena actualidad. Adam Smith defi­
en los libros precedentes. nió el marco y planteó los términos de una
Se considera habitualmente a La rique­ discusión que está lejos de haberse acaba­
za de las naciones como un texto fun­ do. N o faltan empero ciertas contradic­
dador del liberalismo económico. Es en ciones en el interior mismo de la obra. Por
efecto en este libro donde Smith formula ejemplo, cuando examina las consecuen­
la famosa doctrina del «dejad hacer, dejad cias posibles de la división del trabajo, el
pasar». La fórmula caracteriza perfecta­ autor vacila entre dos perspectivas; la una,
mente bien su hostilidad a las medidas utópica: esta división creará las condicio­
reglamentarias, a los controles que el Esta­ nes de un entendimiento y una coopera­
do impone sobre los agentes económicos. ción fraterna entre los hombres; la otra,
Según Smith, el bien común, el interés realista: la atomización del trabajo coloca­
público son resultado natural del libre jue­ rá a los trabajadores en el umbral del embru­
go de los móviles egoístas en la esfera eco­ tecimiento psíquico. Lo cual no disminuye
nómica. Cada individuo no busca más que el merecido crédito que esta obra se ha
su interés particular, pero con ello con­ ganado por sus fundamentales descubri­
curre, sin quererlo ni incluso saberlo la mientos económicos. A ella se debe en par­
mayoría de las veces, a la buena salud del ticular la importante noción de «producto
todo. Es la famosa teoría de la «mano invi­ nacional». Se encuentran también en Smith
sible», providencia que guía los egoísmos conceptos de los que la economía (incluso
particulares hacia el interés común; algún la no liberal) ha hecho amplio uso, como
vestigio de esta idea podrá encontrarse en la distinción entre trabajo productivo y tra­
la «insociable sociabilidad» de Kant, o en bajo no productivo, aunque lo menos que
la «astucia de la razón» de Hegel. Pero esta se pueda decir de ella, por otra parte, es
ley no tiene valor más que en el plano esta­ que es harto discutible.
dístico, a escala de la sociedad en con­ La Investigación sobre la naturale­
junto. Smith juzga utópica e ineficaz la pre­ za y causas de la riqueza de las nacio­
tensión de organizar, de planificar la nes ha contribuido con toda seguridad a
sociedad en función de una idea preesta­ la fundación de la economía política clá­
blecida de bienestar común. Cada sujeto sica como disciplina independiente (de
social dispone de una voluntad libre que la moral, en particular). Es también sobre
INVESTIGACIÓN SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA MORAL 37 4

este texto sobre el que se ejercerá la crí­ INVE STIG AC IÓ N SOBRE LO S PR IN ­


tica de los fundamentos de esta disci­ CIPIOS DEL CONOCIMIENTO N ATU­
plina, por ejemplo en la obra de Karl RAL, A n Enquiry concerning the Prin ­
Marx. cipies o f Natural Knowledge, 1919.
A l f r e d N o r t h W h ite h e a d , 1861-1947.
Edición: Investigación sobre la naturaleza
y causas de la riqueza de las naciones (tr. La idea central de Whitehead se mue­
G. Franco), México, Fondo de Cultura Eco­
nómica, 3.areimp., 1982. ve en tom o a la distinción entre suceso
Estudios: J. Cropsey, «Adam Smith (1723- y objeto. El suceso constituye la entidad
1790)», en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), de base de su epistemología. El momen­
Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­ to y la energía son sus componentes vec­
cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­ toriales. El suceso no existe más que en
co, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp.
597-618; J. Mathiot, Adam Smith, philo­ su relación con su antecedente, su con­
sophie et économie: de la sympathie a l ’é- comitante y su consecuente, y la per­
change, col. «Philosophies», P.U.F., 1990. cepción supone un «suceso percipien-
te», un sujeto que es a su vez suceso. El
espacio-tiempo, al que está consagrada
la primera parte de la obra, designa
INVESTIG ACIÓ N SOBRE LO S PR IN ­ entonces el continuum de este suceso.
CIPIOS DE LA MORAL, A n Inquiry con- Los objetos, por el contrario, son enti­
cerning the Principies o f Moráis, 1751. dades que se obtienen buscando los tér­
D a vid H u m e , 1711-1776. minos susceptibles de ser «reconocidos»,
de ser tenidos por permanentes e idén­
Esta nueva investigación es una refun­ ticos a ellos mismos. Pero no son sin
dición del tercer libro del > Tratado de embargo ideas platónicas. Aunque estan­
la naturaleza humana. La filosofía moral do fuera del tiempo y del espacio, siguen
que en ella se expone obedece a los prin­ siendo inmanentes a la representación,
cipios generales del empirismo humea- pues no son más que las formas y las pro­
no. La Investigación sobre los principios piedades recurrentes de los sucesos de
de la moral echa por tierra la idea de una los que, de alguna manera, expresan el
razón moral que dictaría sus reglas a la carácter remanente. Para Whitehead,
acción (el autor tiene en mente al francés nuestra experiencia fundamental sigue
Malebranche y al ingles Clarke). La razón siendo la de una naturaleza en devenir,
no suministra mas que las reglas para juz­ donde todo se modifica sin cesar y don­
gar sobre la adaptación de los medios a de los sucesos se producen y se super­
los fines; no juzga nunca sobre el valor de ponen entre sí.
los fines, que únicamente el sentimiento Esta distinción entre sucesos y objetos es
puede decidir. La universalidad del juicio tratada esencialmente en la parte 11de la
moral, que es sin embargo un hecho, obra. La tercera parte expone el método de
resulta de la aprobación de otro que juz­ «abstracción extensiva», que define las abs­
ga nuestros actos, aprobación que a su tracciones geométricas, por ejemplo el pun­
vez deriva del placer. to, como nociones-límites que se obtienen
Parece obvio que el hecho de fundar a partir dé los datos del espacio concreto.
la moral sobre el sentimiento no condu­ La última parte propone una teoría de la
ce aquí a Hume a m in a r las pretensiones materia, de la causalidad, y también la del
de validez universal de ésta. ritmo correspondiente al «suceso-vida», cuya
propiedad es volver a pasar por una serie
Edición: Investigación sobre los principios de fases semejantes. La obra da fe del nota­
de la moral (tr. F. Mellizo), Alianza, 1993. ble esfuerzo de Whitehead por reconstruir
Estudios: A. J. Ayer, Hume (tr. J. C. Arme­
ro), Alianza, 1988; J.-P. Cléro, La philo­ lógicamente, a partir de las nociones origi­
sophie des passions chez David Hume, col., nales que ha elaborado, los conceptos geo­
«Philosophia», Klincksieck, 1985. métricos y mecánicos fundamentales.
375 INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS

Edición: An Enquiry concerning the Prin­ parte, su investigación se va a desplegar en


cipies o f Natural Knowledge, University otra dirección, que implica el abandono del
Press, Cambridge, 1919.
recurso a la lógica formal; así aparece, inne­
Estudio: J. D. García Bacca, Nueve gran­
des filósofos contemporáneos y sus temas, gablemente, un nuevo «estilo» de filosofía,
Anthropos, 1990. aunque sea la misma la motivación que sub-
yace a todo su pensamiento.
«El significado de una palabra es su
INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS, uso en el lenguaje», afirma en reitera­
Philosophischen Untersuchungen, 1953. das ocasiones el Wittgenstein de las inves­
L u d w ig W ittg e n ste in , 1889-1951. tigaciones lógicas. N o hay que indagar­
la ya por el lado de la denotación.
En 1945 Wittgenstein decide publicar el Wittgenstein ha abandonado una teoría
resultado de investigaciones que había veni­ de la representación a favor de una teo­
do realizando desde hacía más de dieci­ ría pragmática del lenguaje. Una misma
séis años, es decir, después del breve tex­ palabra puede ser utilizada con propó­
to titulado «Some Remarks on Logical sitos diferentes y en contextos diversos.
Form» [«Algunas observaciones sobre la for­ Una palabra, una expresión, una frase
ma lógica»], resultado que marca un giro en sólo pueden ser comprendidas si se hace
su filosofía. Estas investigaciones se pre­ referencia al papel que desempeñan en
sentan bajo la forma de análisis más o lo que Wittgenstein llama un «juego de
menos breves, de fragmentos que el pro­ lenguaje» y que se presenta como un tipo
pio autor presenta como una suerte de esbo­ de habla correspondiente a una actividad
zos y de propuestas, advirtiéndonos que simple, bien definida, como, por ejem­
el libro así proyectado no es otra cosa que plo, ordenar, describir, representar una
«un álbum de esquemas». Los principales comedía, traducir una lengua a otra, for­
temas abordados son los de la significación, mar una hipótesis, resolver un problema,
la comprensión, el lenguaje, el pensamiento, saludar, etc. (§ 23). El juego lingüístico
la lógica, la cuestión del lenguaje privado, sólo cobra su significación vinculado a
y el análisis de los estados de conciencia. una «forma de vida», que se manifiesta
Wittgenstein quiso publicar este texto como lo que da consistencia al lenguaje.
simultaneándolo con una nueva edición del Toda filosofía del lenguaje ha querido
-> Tractatus logico-philosophicus, con la siempre anclar a éste en la realidad, pero
intención de que así resultase más patente la realidad ha sido casi siempre consi­
el contraste entre su nueva filosofía y la derada como compuesta de cosas, de sus­
que él defendía en la época del Tracta­ tancias; lo que hay aquí de nuevo es que
tus. Uno de los grandes problemas es el de se la considera como un conjunto de com­
saber si Wittgenstein no acentúa demasia­ portamientos, de hábitos, de prácticas.
do deliberadamente el contraste entre sus El problema de la referencia es plantea­
antiguas concepciones y las nuevas. Des­ do en nuevos términos. Lo verdadero y
de el Tractatus a las investigaciones filo ­ lo falso no remiten ya a una res ni se
sóficas es, efectivamente, un mismo alien­ plantean en términos de adecuación entre
to el que lo anima: el de rechazar toda forma la res y el intellectus, sino que remiten
de «platonismo», de recusar todo absolu­ a la vida de los que hablan: «Verdade­
to, toda forma general. Pero si en la épo­ ro y falso es lo que los hombres dicen que
ca del Tractatus seguía siendo objeto de es, al ponerse de acuerdo en el lengua­
sus indagaciones «la forma general de la je que emplean. No se trata de una con­
proposición», a partir de 1929 toma con­ formidad de opinión, sino de forma de
ciencia de que no hay una forma paradig­ vida» (§ 24).
mática de proposiciones elementales, sino Pero la noción de «forma de vida» resul­
que hay tantos tipos de proposiciones ele­ ta bien pronto insuficiente para dar cuenta
mentales como tipos de hechos, y eso que­ de este entorno cuya captación es necesa­
branta sus primeras convicciones. Por otra ria para la comprensión del lenguaje, y Witt-
INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS SOBRE LA ESENCIA DE LA LIBERTAD HUMANA... 37 6

genstein no vacila en afirmar que la com­ pretación. Sería sin duda reducir su
prensión de la cultura de los que hablan es importancia ver en ellas la biblia de la filo­
necesaria para la comprensión de lo que sofía del lenguaje ordinario. Es, efecti­
dicen. Toda la concepción que se hacía Witt­ vamente, toda una concepción de la filo­
genstein del análisis resulta pues modifica­ sofía como revisión jamás acabada del
da. Mientras que en la época del Tractatus saber, como quebrantamiento perpetuo
el análisis consistía en una descomposición de nuestras certidumbres y de nuestros
de la proposición en proposiciones atómi­ dogmas, lo que emerge de estos análi­
cas y se asignaba como tarea la puesta en sis que a primera vista tanto nos des­
evidencia de los constituyentes últimos, en conciertan.
las Investigaciones filosóficas el análisis
toma la forma de una descripción de vastos Edición: Investigaciones filosóficas (tr. A.
contextos en los cuales es proferida una García Suárez y U. Moulínes), Crítica, 1988.
Estudios: N. Malcolm, ensayo sobre Witt­
enunciación. Éste es sin duda el punto en el genstein en W. P. Alston y otros, Los orí­
cual la autocrítica de Wittgenstein está más genes de la filosofía analítica: Moore, Rus­
justificada y es más evidente. sell, Wittgenstein (tr. C. García Trevijano y
Toda investigación de un núcleo inva­ otros), Tecnos, 1976; A. Kenny, Wittgens­
riante, de una esencia común, es recu­ tein (tr. A. Deaño), Alianza, 1995; A. Gar­
cía Suárez, La lógica de la experiencia, Tec­
sada. De aquí se desprende una crítica nos; S. Kripke, Wittgenstein sobre reglas
del concepto que puede revelarse peli­ y lenguajes privados, Uiversídad Autónoma
grosa para la filosofía — al menos tal de México, 1989; J. Bouveresse, Le mythe
como ésta es tradicionalmente conside­ de l ’intériorité, Ed. de Minuit, 1987.
rada. De hecho, Wittgenstein introduce
una cierta fluidez en el uso de los con­
ceptos y, rechazando toda investigación
de un elemento común a diversas ins­ IN V E S T IG A C IO N E S F ILO S Ó F IC A S
tancias, pone el acento en la necesidad SOBRE L A ESENCIA DE L A LIBER­
de desmadejar el enredo o confusión de T A D H U M AN A Y DE LO S OBJETOS
las semejanzas, de desanudar la compleja C O N E LLA RELAC IO N AD O S, Philo-
red de analogías entre instancias para sophische Untersuchungen über das
desgajar lo que llama un «aire de familia». Wesen der menschlischen Freiheit und
Estos análisis constituyen una importan­ die damit zusammenhangenden Gegens-
te contribución al estudio del «problema tánde, 1809.
de los universales». F ríed ric h W ilh e l m J o s e ph v o n S c h e -
La obra desarrolla igualmente una argu­ l l in g , 1775-1854.
mentación, que desde entonces se ha tor­
nado clásica, contra la idea de un «lengua­ Último gran ensayo publicado por
je privado» y ofrece soberbios ejemplos de Schelling durante su vida, esta obra mar­
análisis de los «procesos psíquicos» y los ca un giro en su itinerario filosófico. Acu­
«estados de conciencia». Y no es el menor sa a la vez la influencia de Jacob Boeh-
de sus méritos haber propuesto, por otra me y de la decisión de abordar la filosofía
parte, una concepción original de la filo­ del espíritu propiamente dicha.
sofía presentada como una actividad, como Aunque se trata en ella de la libertad
una «lucha contra el embrujamiento de nues­ humana, la obra examina igualmente las
tra inteligencia por medio de nuestro len­ grandes cuestiones metafísicas: Dios, la
guaje». creación del mundo, el bien y el mal. La
Al igual que el Tractatus, las Investi­ posición de Schelling es antirracionalis-
gaciones filosófica s han tenido un ta. Adopta un «realismo viviente», o filo­
inmenso impacto en la filosofía contem­ sofía de la naturaleza, en donde la liber­
poránea, pero, también al igual que el tad es concebida como una elección entre
Tractatus, han dado frecuentemente el bien y el mal. El mal, bajo la forma del
lugar a malentendidos y errores de inter­ pecado, es necesario a la humanidad para
37 7 INVESTIGACIONES LÓGICAS

que ésta se purifique. Está permitido por Edición: Investigaciones lógicas (tr. L. M.
Dios en la medida en que se crea a sí mis­ Valdés), Tecnos, 1984.
mo al desdoblar el Urgrund, o fondo indi- Estudio: Introducción de L. M. Valdés a la
edición citada; A. Kenny, Frege (tr. C. Gar­
ferenciado antes de esta creación, en natu­ cía Trevijano), Cátedra, 1997.
raleza y espíritu. Mas este mismo
desdoblamiento es el que hace posible
el triunfo del bien sobre el mal.
La lucha del bien contra el mal es la INVESTIGACIONES LÓGICAS, Logis-
tarea de la libertad humana. L o cual no che Untersuchungen, 1900-1901.
es incompatible con una necesidad total, E dm u nd H u sse rl , 1859-1938.
pues todos los seres se encuentran para
Schelling bajo la entera dependencia de La actividad de Husserl en Gotinga
Dios. Mas este panteísmo, contrariamente estuvo marcada por la redacción de las
al de Spinoza, incluye la posibilidad de Investigaciones lógicas, compuesta de
una libertad de las criaturas y del mundo dos partes cuya unidad es problemáti­
mismo. En efecto, Schelling extiende la ca: en los P ro le g ó m e n o s a la lógica
noción de libertad, a su juicio demasia­ pura (1900), Husserl se propone librar
do limitada en Kant y en Fichte, al uni­ a los sistemas formales de toda influen­
verso entero. cia psicologista; en cuanto al segundo
Esta concepción «realista» de la liber­ tomo (1901), es una exposición de las
tad abrirá la vía a la «utopía metafísica» Investigaciones relativas a la f e n o ­
que caracteriza a ciertas corrientes anti­ m e n olo gía y a la teoría del c o n o c i­
estatales y anti-autoritarias del siglo XIX. miento.
Las Investigaciones dan testimonio
Edición: Investigaciones filosóficas sobre
por tanto del enraizamiento de la feno­
la esencia de la libertad humana y de los
objetos con ella relacionados (tr. H. Cor­ m enología en una reflexión lógica,
tés y A. Leyte), Anthropos, 1989. depositaría tradicional de la idea de ver­
Estudios: A. Leyte y V. Rühle, «Estudio intro­ dad, y sobre todo de la tentativa hus-
ductorio» a la ed. cit.; M. Heidegger, Sche­ serliana de elucidar la naturaleza de la
lling: le traité de 1809 sur Vessence de la
subjetividad en tanto que la verdad se
liberté humaine [Schellings Abhandlung
über das Wessen der menschlichen Freiheit da a ella como un en-sí, orientación que
(1936), Tubinga, 1971]. se aleja del objetivismo o del psicolo-
gismo. La subjetividad que se apropia
las «idealidades» no es el sujeto psico­
lógico: está caracterizada por los actos
INVESTIGACIONES LÓGICAS, Logis- o vivencias intencionales que constitu­
che U ntersuchungen, 1918, 1923 y yen esas mismas idealidades; en una tal
1969. correlación subjetivo-objetivo podrá ver­
G o t t l o b F rege , 1848-1925. se la vía de acceso a una nueva ciencia.
Esta correlación está directamente impli­
Las dos primeras investigaciones, publi­ cada en la noción de evidencia (E in -
cadas en 1918, tratan, respectivamente, sicht): la lógica es tenida por normati­
del pensamiento y de la negación. La ter­ va en el sentido de que puede
cera, dedicada a la composición de los actualizarse en la evidencia que la reve­
pensamientos, apareció en 1923. Una la com o «dato originario»: aquí está la
cuarta, que debía tratar de la generalidad, condición de la idealidad de su forma y
fue objeto de una publicación postuma en es por esto por lo que se establece «la
1969. Estos textos ocupan un lugar des­ conexión esencial entre vivencia de ver­
tacado en la historia de la constitución del dad y verdad».
moderno cálculo lógico, en el que en Esta comprensión de la evidencia con­
muchos puntos es Frege un pionero. duce a una teoría de la verdad en gene­
INVESTIGACIONES SOBRE L A NATURALEZA Y FUNCIONES DEL LENGUAJE 378

ral, esto es, a la fenomenología — inte­ Edición: Recherches sur la nature et les
rrogando el suelo original de las objeti­ fonctions du langage, Idées/Gallimard,
1972.
vaciones en las que nuestra conciencia
Estudio: Hommage á Brice Parain, en Nou-
está comprometida, lo vivido que ellas velle Revue Frangaise, n.° 223, 1971.
presuponen. Esto conduce a Husserl a
investigaciones cuyos resultados no serían
para nosotros propiamente lógicos, y que
están consagradas a la matemática y al INVESTIGACIONES SOBRE LAS OSA­
lenguaje, concretamente a la noción de M ENTAS FÓSILES DE LO S CUADRÚ­
significado. PEDOS, donde se restablecen los carac­
Con ello se expresa el cuidado, paten­ teres de muchas especies de animales
te desde la Filosofía de la aritmética que las revoluciones del globo parecen
(1891), de pensar la unidad de la conciencia haber destruido, Recherches sur les osse-
y de la ciencia, descartando cualquier posi­
ments fossiles des quadrupédes, ou l ’on
tivismo y también el empírio-criticismo
rétablit les caracteres de plusieurs espé-
de Avenarius y de Mach. Finalmente, estos
ces d ’animaux que les révolutions du
elementos de una fenomenología descrip­
globe paraissent auoir détruites, 1812.
tiva — la problemática de la correlación en
G e o r g e s C u v e r , 1769-1832.
concreto— encontrarán más amplia expre­
sión en las -* ¡deas relativas a una
Esta obra funda la paleontología. Cuvier
fenomenología.
se vale de los principios de la subordinación
Edición: investigaciones lógicas (tr. M. Gar­ de los órganos y de la correlación de las for­
cía Morente), Alianza, 1985. mas para reconstruir la configuración de
Estudio: R. Scherer, La fenomenología de los animales desaparecidos. Esos principios
las «Investigaciones lógicas» de Husserl, permiten en efecto extraer, a partir de frag­
Gredos, 1969.
mentos fósiles del esqueleto, conclusiones
relativas a las partes que faltan. Gracias a
este método, Cuvier llegó a describir cer­
ca de 160 especies desaparecidas.
INVE STIG AC IO N E S SO BRE L A N A ­
TUR ALE ZA Y FUNCIONES DEL LEN­ Edición: Recherches sur les ossements fos­
GUAJE, Recherches sur la nature et les siles des quadrupédes, ou l ’on rétablit les
fonctions du langage, 1942. caractéres de plusieurs especes d ’animaux
B ric e P ara in, 1897-1971. que les révolutions du globe paraissent
avoir détruites, Culture et civilisation, 1969.
Este texto analiza la noción de lenguaje Estudios: Drouin «De Linneo a Darwin» en
M. Serres (comp.), Historia de las ciencias
según tres líneas principales. Se trata en (tr. R. Herrera y otros), Cátedra, 1991;
primer lugar del aspecto histórico del len­ S. J. Gould, «Las antraconitas de Oeningen»,
guaje. Brice Parain comienza por resal­ en Dientes de gallina y dedos de caballo
tar la necesidad de conocer, insistiendo (tr. A. Resines), Blume, 1984.
sobre la relación entre el pensamiento y
la palabra. A continuación, esta obra retra­
sa la evolución de la dialéctica, desde los
griegos hasta Hegel. Finalmente, el autor IO N , o Sob re la Ilíada. ’ Icov, ti Flepi
examina las diferentes concepciones del '[A lá 805, o hacia 39 9-3 9 0 a.C.
lenguaje en Descartes, Leibniz y Pascal. P la t ó n , 4 2 8/4 2 7 - 3 28/347 a.C.
Brice Parain se propone esencialmente Diálogo.
concebir una filosofía del lenguaje. En este
sentido, ha producido una obra original, Sócrates interroga, según su célebre
en la que se insiste en que la filosofía no método, la mayéutica, al rapsoda Ion sobre
puede sustraerse a una reflexión sobre el su arte. En esta época, el rapsoda es una
lenguaje. suerte de actor que declama los poemas
37 9 ISAGOGE (INTRODUCCIÓN)

de otro; Sócrates utiliza por lo demás indi­ IR O N ÍA (L A ), L ’ironie, ou la Bonne


ferentemente dos términos muy empa­ Conscience, 1936.
rentados: pa\)<0i5ot; (rhapsódos «rapsoda» V ladim ir Ja n k é l é v it c h , 1903-1985.
y 'íwtOKpiTrji; (hypokrités, «actor»), Ion se
jacta de tener talento y de comentar a Esta obra es un análisis ontológico. La
Homero mejor que nadie; mas Sócrates, ironía es un movimiento de conciencia que
aunque reconoce el virtuosismo del actor, distiende lo serio. El presente es provisio­
no concede al rapsoda la cualidad de exé- nal y se lo toma con desenvoltura. En su
geta: el discurso del actor no es más que forma, la ironía es alegórica, es una «pseudo-
una paráfrasis elogiosa sin contenido filo­ logía». La ironía socrática es atenuación,
sófico. Sócrates demuestra que esos invitación a conocer. Más trágica que cómi­
comentarios no se apoyan en una xéxvTl ca, la ironía es también una trampa: no
(tekhne), un conjunto de reglas basadas conoce límites y quiere dominar lo posible.
sobre un conocimiento científico (étuotiíiti, En definitiva, la ironía no existe.
episteme). De ser así, ¿por qué ton no sabe Representativo de su tiempo, este ensa­
comentar bien más que a Homero? De yo se interroga sobre la actitud filosófica
hecho, cuando ejerce su arte, el rapsoda y sus prolongaciones.
está bajo el influjo divino: un dios desciende
sobre él y le hace perder momentánea­ Edición: La ironía (tr. R. Pochtar), Taurus,
mente la razón; es el entusiasmo. 1986.
Mas Sócrates no se detiene en los rap­ Estudio: Vladimir Jankélévitch, Critique
sodas; el verdadero tema de! diálogo es n.° 500/501, Éd. de Minuit, 1989.
la poesía. Los buenos poetas no crean
más que bajo el delirio divino que les qui­
ta la razón; no son dueños de su crea­
ción y no sobresalen más que en el domi­ ISA G O G E (IN T R O D U C C IÓ N ), E l-
nio en que los coloca la Musa: entonces aaTCOTrj, o hacia 267-270.
pueden hablar incluso de lo que no cono­ P orfirio de T ir o , 234-hacia 305.
cen. La poesía no es ni un don natural Introducción a las >■Categorías de Aristó­
ni un saber adquirido; es un privilegio teles.
divino.
Sócrates muestra en este diálogo la Esta obra, redactada en Sicilia a peti­
escasa estima en que tiene a la poesía: el ción de Crisaurio, un discípulo de Porfi­
poeta, como el rapsoda, no sabe nada; rio, no tenía otra ambición que la de ser­
su sola cualidad, limitada y precaria, es el vir de introducción a la lectura del tratado
entusiasmo; incapaz de juzgar por sí mis­ de las -*■ Categorías de Aristóteles.
mo, no es más que el intérprete de los Los cinco capítulos que la componen
dioses ante los hombres. Es uno de los están sucesivamente consagrados a los
eslabones de una cadena, al igual que el cinco conceptos fundamentales estudia­
rapsoda, que permite a los dioses hablar dos por Aristóteles: el Género, la Espe­
con los hombres. Esta teoría de la inspi­ cie, la Diferencia específica, la Diferen­
ración divina será retomada por los poe­ cia propia, el Accidente. Después de
tas románticos, que insistirán por su par­ haber dado la definición de cada una de
te en su papel mediador, papel esencial esas nociones, el autor estudia las rela­
que no cesarán de glorificar. ciones de semejanza o de diferencia que
existen entre ellas. Sin embargo, no apor­
Edición: Ion (tr. E. Lledó), en Platón, Diá­ ta una verdadera solución al problema de
logos, vol. I, Gredos, 1981. la realidad o la abstracción de esos con­
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la ceptos.
filosofía griega (tr. A. Vallejo y A. Medi­ Boecio, que realizó la traducción y el
na), vol. IV, pp. 195-207, Gredos, 1990; F.
Chátelet, El pensamiento de Platón, Labor, comentario de esta obra y de la de Aris­
1968. tóteles, reproduce las soluciones de Pía-
ISAGOGE (INTRODUCCIÓN) 380

tón y de Aristóteles: para el primero, los lla interminable sobre el valor cognitivo
«universales» son ideas separadas; para el de los «universales».
segundo son captados como semejantes.
Edición: Isagoge (tr. J. Tricot), Vrin, 1947.
Obra de referencia hasta el fin del Estudio: P. Hadot, Porphyre et Victorinus,
siglo xil, la Isagoge provocó una quere­ Etudes augustiniennes, 1968.
J
JE RARQ UÍA CELESTE (LA), ItepitTfe novela como podría creerse». Sade no fue
oüpavíaq kpapxía^. jamás un gran novelista. Los personajes
P seudo D io n isio , siglos v-vi. de Justina son psicológicamente pobres;
nos interesan por tanto mucho menos que
Este tratado de teología mística escrito las disertaciones filosóficas que exponen
hacia finales del siglo v presenta la jerar­ durante los inevitables pasajes de sus orgías.
quía celeste dividida en tres clases; luego El conde de Bressac, el monje Clemente,
se expone el papel de los ángeles y su el doctor Rodin nos fatigan con sus explo­
intervención en los asuntos humanos, siones de torturadores, mas nos cautivan
como también la unicidad de la Provi­ cuando despliegan, bajo los ojos despavo­
dencia; finalmente se trata la cuestión del ridos de sus victimas o los de sus cómpli­
simbolismo de la religión católica. La cla­ ces, todas las consecuencias teóricas del
sificación de los espíritus fue retomada por materialismo ateo más audaz del siglo.
los teólogos y expuesta en El Paraíso de N o hay Dios, ningún absoluto, nada
Dante (véase -* La Divina Comedia). más allá, sino solamente la naturaleza.
De sus leyes resulta todo lo que hay. Es
Edición: La Jerarquía celeste, en Obras por tanto vano que las religiones, esas
completas del Pseudo Dionisio Areopagi- «trapaceras», com o también las leyes
ta, Ed. Católica (B.A.C.), 1996.
humanas intenten persuadirnos de que
Estudio: R. Roques, L ’Univers dionysien:
Structure hiérarchíque du monde selon la hay bien y mal en el mundo, de que hay
Pseudo-Denys, Le Cerf, 1983. otro mundo. Nada de lo que la natura­
leza hace es malo, y las distinciones mora­
les no existen más que por convenciones
sociales. Se permite solamente condenar
JU S TIN A O LO S IN F O R TU NIO S DE lo que se puede materialmente reprimir:
L A V IRTU D , Justine ou les malheurs el asesino, el violador, el torturador. Pero
de la vertu, 1791. ¿se piensa acaso en encarcelar o ahor­
S a d e (Donatien Alphonse Fran?ois, mar­ car la peste y el hambre? Y al que no se
qués de), 1740-1814. conduce como el común de los mortales,
¿qué se le puede reprochar? ¿De qué es
«Mostrar por todas partes al Vicio triun­ culpable? De haber servido a la natura­
fante y a la Virtud víctima de sus sacrifi­ leza siguiendo las inclinaciones que ella
cios», tal es, según el autor, «el propósito le inspiraba. Pero ¿acaso se elige lo que
de esta novela»; y Sade añade: «no tan uno es? La «singularidad» de aquél al que

[3 8 1 ]
JUVENTUD DE AUGUSTE COMTE Y LA FORMACIÓN DEL POSITIVISMO (LA) 382

se cualifica de criminal «es el resultado de la formation du positivisme, 1933,1936


sus órganos». y 1941.
La pretendida distinción entre la virtud H enri G o u h ie r , nacido en 1898.
y el vicio, puramente convencional, no
puede fundarse ni siquiera en la utilidad Henri Gouhier ha publicado numero­
social (fundamento materialista tradicio­ sas obras de historia de la filosofía. Una
nal de la moralidad). Porque yo recibo de las más importantes ha sido consagra­
siempre menos de lo que sacrifico y hago da al pensamiento comtiano, desde su
por tanto «un mal negocio». génesis hasta la elaboración definitiva de
La crítica de las imposturas de la reli­ su sistema.
gión no se arredra por la blasfemia. ¿Cris­ La originalidad del autor se deriva del
to? Un «bufón», «un judío leproso». ¿Los método empleado. Buscando las fuentes
Apóstoles? «Vulgares satélites unidos a ese de la creación comtiana a través de sus
bribón». ¿La Virgen María? Una «perdida». lecturas y hasta en los textos más olvida­
Sade demanda a su siglo: ¿A santo de dos, Henri Gouhier ha sabido descubrir
qué el materialismo, la referencia a la natu­ los fundamentos del positivismo a la vez
raleza, para luego volver a abrazar los pre­ en los filósofos franceses del siglo XVHI y
ceptos de una religión y de una morali­ en los precursores alemanes de principios
dad ilusorias? del xix. El rigor excepcional de su erudi­
ción no le impide jamás captar, median­
Edición: Justina (ed. I. Bronard), Cátedra, te una ojeada panorámica, la evolución
1989.
del pensamiento de Comte. Gouhier es
Estudio: J. Deprun, «Sade et le rationalisme
des Lumiéres», en Raison présente, también uno de los pocos que, en este
abril/junio 1980. retrato del fundador del positivismo, ha
sabido aliar el análisis y la síntesis.

Edición: La jeuneusse d’Auguste Comte


et la formation du positivisme, 3 vols., Vrin,
JUVENTUD DE AUGUSTE CO M TE Y
1970.
L A F O RM AC IÓ N DEL PO SITIVISM O Estudio: J. Verdt, Dictionnaire des philo-
(LA), La jeunesse d ’Auguste C om te et sophes, P.U.F.,1984.
K
K A N T Y EL P R O BLE M A DE L A ME­ La primera Crítica afirma que cono­
TAFISIC A, Kant und das Problem der cer es ante todo intuir. El conocimiento
Metaphysik, 1929. es irreducible al juicio; el pensamiento se
M a r t in H eidegger , 1889-1976. sirve de la intuición, está ligado a ella por
la representación en general. El poder del
El autor se propone mostrar, por una conocimiento es finito, porque la intuición
interpretación rigurosa de los proble­ es particular, intuitus derivatus, en opo­
mas planteados por la -* Crítica de la sición al intuitus originarius, o cono­
razón pura, cómo Kant ha fundado pro­ cimiento divino. Al principio está la imagi­
piamente la metafísica sometiéndola a nación pura. Ésta revela que la trascendencia
examen. Por encima de la definición tra­ es una actitud. El ente no se ofrece fuera
dicional de la metafísica como «conoci­ de su relación al hombre. La intuición, fini­
miento del ente com o tal en general», ta, es no creadora, incluso aunque la apre­
Kant se orienta hacia un pensamiento hensión del fenómeno tenga una dimen­
más radical. Anteriormente a la relación sión creadora. Con la intuición pura evita
con el ente, está su condición de posi­ Kant el escollo del sensualismo, aunque
bilidad: la comprehensión previa de la preservando la sensibilidad. El conoci­
constitución del ser, que es un conoci­ miento del ente emerge por obra de la
miento de orden ontológico. La onto­ «síntesis a priori», que consiste en cono­
logía no tiene por fin prim ero la ins­ cer sin la experiencia, y en emitir juicios
tauración de las ciencias positivas. Un mediante conceptos. Si sensibilidad pura
interés superior, trascendente, da su sen­ y entendimiento puro están ligados, su
tido a lo que en filosofía se ha llamado origen común es desconocido; a partir
la «revolución copernicana»: todo cono­ de esta oscuridad, Kant fundamenta filo­
cimiento no es óntico (psicológico), está sóficamente la metafísica. El concepto
la presencia de lo ontológico, y el pro­ de juicio sintético a p rio ri es el «uno»
yecto crítico kantiano se inscribe en esta común del fenómeno. En la perspectiva
perspectiva. Este proyecto busca deter­ de la finitud, introduce Kant el obstácu­
minar la esencia de la razón pura, res­ lo de la cosa en sí (el fenómeno consi­
tringirla por relación a lo que ella no es. derado desde el punto de vista del cono­
El problem a de la trascendencia no cimiento divino) y de la unidad sintética
desemboca en una teoría del conoci­ del conocimiento puro (en el capítulo «La
miento: Kant se interroga sobre la posi­ analítica de los conceptos»). Para esta
bilidad intrínseca de la ontología. última, la lógica tiene el primado sobre

[383 ]
KANT Y EL PROBLEMA DE LA METAFÍSICA 384

la intuición, que es por tanto el elemento tad, la imaginación ha sido rebajada al


primero; el entendimiento, definido como rango de simple función del entendi­
el «poder de las reglas», es la instancia miento: Heidegger observa un desliza­
suprema; Kant olvida aquí su finitud. miento de la 1.“ a la 2.a edición de la Crí­
El núcleo de la primera Crítica es el tica; el poder conferido a la imaginación
esquematismo, o proceso de formación trascendental es tal que podría hacer que
de las imágenes. Heidegger distingue tres Kant se desviara de su proyecto crítico.
tipos de imágenes: calco que reproduce Según Heidegger, la instauración kan­
un ente, modelo que proyecta un ente a tiana de la metafísica desvela «la subjetivi­
crear, y perspectiva en general. La regla dad del sujeto humano». La razón se ase­
de aparición del objeto es el diseño, o gura de su finitud y se atiene a ella. En el
representación conceptual, mas también debate filosófico de su tiempo, Kant con­
representación de la acción reguladora cede al entendimiento su supremacía. Des­
misma. El esquema, presentación del pro­ pués de Husserl, Heidegger estudia el uso
ceso de presentación del objeto, es la trans­ que hace Kant del cogito en un sistema que
posición sensible que se efectúa en la ima­ tiene en cuenta los poderes del conoci­
ginación. Se inscribe en el conocimiento miento. Al revelar el análisis que el proyecto
finito y construye el objeto como invaria­ crítico kantiano no es más que una moda­
ble en el tiempo. lidad del conocimiento ontológico, la inter­
El fundamento del conocimiento onto­ pretación heideggeriana conduce al espíri­
lógico es la imaginación pura. Esta intu­ tu tanto a un retorno a las fuentes de la
ye la ausencia y crea un objeto posible. metafísica como a su superación: el abis­
Está enraizada en el tiempo; más aún, ella mo, la latencia, de la que procede el poder
es el tiempo original, y está al origen de de conocer, abren la vía a la meditación
la problemática del esquematismo tras­ sobre el ser.
cendental. En cambio, su origen es des­
conocido: Kant retrocede ante un abismo Edición: Kant y el problema de la metafí­
sica (tr. G. 1. Roth), Fondo de Cultura Eco­
que revela que la constitución originaria
nómica, 1993.
de la esencia del hombre está enraizada Estudio: M. Haar, Heidegger et l ’essence
en la imaginación trascendental. De facul­ de l'homme, Millón, 1990.
L
LAQUES, o Sobre la valentía, Aáxn?. Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
i} riepi ávSpaaq, o hacia 388 a.C. filosofía griega, vol IV: Platón (tr. A. Valle-
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 126-
P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
136; F. Chátelet, El pensamiento de Pla­
Diálogo. tón, Labor, 1968.

El Laques es ciertamente uno de los


diálogos más elaborados entre los lla­
mados «socráticos». Estamos aquí en el L A S C A U X O EL N AC IM IE N T O DEL
corazón de la indagación emprendida por ARTE, Lascaux ou la naissance de l’art,
Sócrates junto a los «especialistas» de la 1955.
ciudad, indagación que el autor evoca en G eorg es B a t a il l e , 1897-1962.
la -*■ Apología. Nicias y Laques son mili­
tares. Deberían por tanto estar en bue­ Bataille, a la búsqueda de las prime­
na situación para decidir sobre el valor ras obras de la inteligencia humana, las
educativo de la esgrima. Pero he aquí que descubre en la eclosión primitiva del fenó­
cada uno desarrolla sobre la cuestión tesis meno artístico. Fascinado por el miste­
diametralmente opuestas. Sócrates los rio de las pinturas prehistóricas de la cue­
vuelve a llevar a lo esencial: se trata de va de Lascaux, explica cómo esos frescos
saber qué virtud se pretende formar por inalterados por el tiempo están al origen
el aprendizaje de la esgrima. Puesto que del pensamiento y de la comunicación
se trata de la valentía, es la esencia de la entre los hombres. Efectivamente, en esas
valentía lo que habrá que investigar. cuevas subterráneas encontramos la tra­
¡Dudosamente nuestros dos militares za originaria del signo y de la imagen,
puedan salir más airosos en la definición arquetipos emocionales de nuestros orí­
abstracta de la valentía que cuando ensal­ genes que aún hoy día continúan rela­
zaban o denigraban los méritos de la tándonos la historia del hombre: porque
esgrima! Poco a poco, Nicias y Laques ahí se encuentra una estirpe de conoci­
ven evaporarse su seguridad de saber de mientos puros, que se dan y se pierden
lo que hablan cuando emplean la pala­ con el paso de los siglos, sin cesar de
bra valentía. El diálogo termina con una plantearnos interrogantes.
aporía.
Edición: Lascaux ou la Naissance de l’art,
Edición: Laques (tr. C. García Gual), en Pla­ en Oeuures complétes de Georges Batai-
tón, Diálogos, vol. 1, Gredos, 1981. lle, t. 9, Gallimard, 1979.

[3 8 5 ]
LECCIONES DE ESTÉTICA 386

Estudios: J. Lcchte, 50 pensadores con­ objetivo, porque se trata de ver cómo se


temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ constituye el «tiempo que se nos apare­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 131-136; ce». Las Lecciones hacen así del tiempo
A. Arnaud y G. Escoffon-Lafarge, Bataille,
col. «Écrivainsde toujours», Le Seuil, 1978. la estructura intencional que acompaña
siempre a lo vivido; por esencia, lo vivi­
do está orientado «retencionalmente» hada
su pasado y en espera (poten tion) de su
LE C C IO N E S DE E S T É T IC A , V o rle ­ futuro.
Husserl toma, también aquí, por pun­
sungen über die Aesthetik, 1843.
to de partida los trabajos de Brentano, del
F riedrich D a niel Erns t S ch leierm ac her ,
que toma ese datum que es «la unidad de
1768-1834.
la conciencia que abarca presente y pasa­
do», mas critica su tesis de las «asocia­
El objetivo de Schleiermacher, a lo lar­
ciones originarias» y afirma el «flujo cons­
go de estas lecciones impartidas en Ber­
titutivo del tiempo com o subjetividad
lín entre 1819 y 1832, es el de minimi­
absoluta». Estos textos abren la vía a los
zar la realización material y exterior que
de Sein und Zeit (~> Ser y Tiempo).
constituye la objetividad de la obra de arte
en beneficio del momento espiritual de Edición: Fenomenología de la conciencia
su creación. En efecto, en el curso de ésta del tiempo inmanente (tr. 1. E. Langfelder),
encuentra su plena expresión la natura­ Buenos Aires, Nova, 1959.
leza constitutiva de la creación artística, Estudio: G. Granel, Le sens du temps et de
que es la de manifestar la absoluta inde­ la perception chez Edmund Husserl, Galli­
mard, 1969.
pendencia de nuestra conciencia duran­
te su proceso creador.

Edición: Vorlesungen über die Aesthetik,


W. De Gruyter, Berlín/Nueva York, 1974. LECCIONES SOBRE L A FILOSOFÍA
Estudio: L ’Estetica deU’Idealismo (¡'Esté­ DE L A H ISTO R IA, Vorlesungen über
tica de F. Schleiermacher), C.E.D.A.M., die P h ilo so ph ie der W eltgeschichte,
Padua, 1950. 1837.
G eorg W ilhelm F riedrich H egel , 1770-
1831.
Lecciones impartidas de 1822 a 1831.
LE C C IO N E S P A R A U N A FEN O M E­
N O LO G ÍA DE L A CO NC IEN CIA ÍNTI­ Como las ->■ Lecciones sobre la f ilo ­
M A D EL T IE M P O , Vorlesungen zur sofía de la religión, este texto, publica­
P h á nom en ologie de inneren Zeitbe- do después de la muerte de Hegel, ha sido
wusstseins, 1928. establecido a partir de los manuscritos
E d m u n d H u sse r l , 1859-1938. dejados por el autor y las notas de curso
tomadas por sus estudiantes.
«L o que es decisivo en este trabajo, La historia humana es puesta aquí en
es poner de relieve el carácter intencio­ perspectiva desde el punto de vista del sis­
nal y [...] la claridad creciente que recibe tema acabado. Una introducción famosa
la intencionalidad de su “principio”», subra­ (conocida bajo el título de «La Razón en
ya Heidegger. ¿Cuál es el origen de la la historia») expone el método, distin­
intencionalidad? A esta interrogación es guiendo claramente varios modos de his­
a lo que responden las Lecciones — a la toriografía, y el objeto del conocimiento
cuestión del origen del tiempo, de la posi­ filosófico de la historia. De las Luces (Con-
bilidad de una experiencia del tiempo dorcet), Hegel retiene la necesidad de bus­
como forma pura del flujo de las viven­ car un progreso en la historia. Mas este
cias y de toda experiencia. Este análisis progreso no es el de una perfectibilidad:
supone dejar fuera de juego al tiempo es el testimonio del desarrollo de un ger­
387 LECCIONES SOBRE LA FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

men presente desde el principio mismo la publicación de sus notas, y las de sus
del progreso: el Espíritu. Se encuentran alumnos, relativas a su enseñanza. En
en él los grandes proyectos de la histo­ este libro se realiza el proyecto hegelia-
ria apologética (Agustín, Bossuet), hasta no de comprehensión filosófica total de
tal punto coincidentes que difícilmente se la realidad.
puede distinguir una historia profana de Al igual que la filosofía, la religión tie­
una historia sagrada. Hegel reúne el Cie­ ne vocación de expresar lo absoluto. Mas
lo y la Tierra; la historia humana entera contrariamente a la filosofía, que lo hace
está sacralizada, como proceso del adve­ por mediación del concepto, la religión
nimiento del Espíritu. accede a lo absoluto mediante la repre­
Los triunfos sucesivos, y efímeros, de sentación y el sentimiento. Esto coloca
los Estados que por tumo han ocupado de entrada a la filosofía en posición supe­
la vanguardia de la escena histórica, repre­ rior, y le permite pensar la religión en
sentan las victorias de los diversos «prin­ su verdad.
cipios espirituales» que esos Estados han La religión es el estadio superior al esta­
encamado. En cada época, un Estado asu­ dio político: a la reunión todavía exte­
me así la tarea de expresar el más alto rior de los individuos en el Estado, suce­
grado de desarrollo del Espíritu universal: de la comunidad espiritual. En la Iglesia,
el despotismo oriental, Grecia y Roma, lo individual se funde con lo absoluto. Con
la Francia revolucionaria, la Alemania cris­ la religión, el Espíritu se encuentra al fin
tiana. en casa. Todas las manifestaciones de este
Las contingencias y las ilusiones de una Espíritu (el arte y la filosofía no son excep­
iniciativa libre de los individuos, son por ción) son comprendidas como esencial­
tanto negadas. Por eso que Hegel llama mente religiosas, y susceptibles de una
una «argucia de la Razón», el individuo interpretación religiosa.
ambicioso (César franqueando el Rubicón) Las religiones particulares (al igual
sirve al advenimiento de lo nuevo. Seme­ que las formas políticas, estéticas o reli­
jante perspectiva vacía a la historia de todo giosas) se encadenan en un proceso de
enjuiciamento moral. La historia humana advenimiento de lo absoluto. Aquí tam­
se asemeja así a una teodicea. bién se da una historia, en el curso de
la cual las formas sucesivas de la cultu­
Edición: Lecciones sobre la filosofía de ra toman conciencia de sí mismas como
la historia (tr. J. Gaos), Alianza, 1980.
Estudios: N. Hartmann, La filosofía del otras tantas etapas necesarias. Una reli­
idealismo alemán (tr. E. Estíu), t. II: Hegel, gión es por tanto mucho más que una
Buenos Aires, Sudamericana, 1960; H. Mar- «creencia»; es el momento por el cual la
cuse, Razón y revolución: Hegel y el sur­ humanidad se descubre com o entidad
gimiento de la teoría social (tr. J. Fambo-
espiritual. La religión absoluta es para
na de Sucre), Alianza, 1995; J. M. Ripalda,
Fin del clasicismo. A vueltas con Hegel, H egel el cristianismo, en su forma
Trotta, 1992; G. R. G. Mure, La filosofía luterana.
de Hegel (tr. A. Brotons), Cátedra, 1988. La filosofía hegeliana de la religión
ha suscitado entre muchos de sus dis­
cípulos (David Strauss, Bruno Bauer,
Feuerbach) interpretaciones varias, que
LECCIONES SOBRE L A FILO SO FÍA los han conducido a las fronteras del
DE L A RELIGIÓN, Vorlesungen über ateísmo.
die Philosophie der Religión, 1832.
G eorg W ilhelm F ríedrich H eg el , 1770- Edición: Lecciones sobre la filosofía de
1831. la religión (tr. R. Ferreras), 3 vols., Alianza,
Lecciones impartidas de 1821 a 1831. 1987.
Estudio: Ch. Buco-GIucksmann, «Hegel et
la religión», en Philosorphie et Religión
Las Lecciones de Hegel no son tex­ (C.E.R.M.), Messidor-Éditions sociales,
tos redactados por su propia mano, sino 1974.
LECCIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA 388

LE CC IO NE S SO B R E L A H IS T O R IA sión de los grandes sistemas filosóficos.


DE L A FILOSOFÍA, Vorlesungen über No son los filósofos lo que interesa a Hegel
die Geschichte der Philosophie, de 1833 (sus biografías están ausentes), sino las
a 1836. filosofías, consideradas como momentos
G eorg W ilhelm F riedrich H egel , 1770- en el seno de un proceso. Cada uno de
1831. esos momentos tiene su rol y su misión
Lecciones impartidas de 1819 a 1828. histórica precisamente definidos, al mis­
mo tiempo que establecidos sus límites.
Las Lecciones de Hegel (sobre la his­ Lo cual, evidentemente, supone una
toria de la filosofía, sobre la filosofía de la unidad profunda del proceso que consti­
historia, sobre la religión, sobre la estéti­ tuye la historia de la filosofía. Esta unidad
ca) son el lugar donde se despliega y se no la induce Hegel de la observación de
realiza la intención fundamental de su sis­ los sistemas particulares; es para él un
tema: la inteligencia integral de la totali­ postulado, que justifica la totalidad de su
dad de lo real. La filosofía, en tanto que reconstrucción racional del proceso.
elemento de lo real, no escapa al impe­ La filosofía verdadera no es una de esas
rativo (que es también, en el sentido filo­ filosofías particulares, y todavía menos
sófico de la palabra, una necesidad) de cualquier otra filosofía que se construye­
pensarse a sí misma. N o se trata aquí de ra con todas las piezas tomando de cada
un texto redactado del principio al fin por una de ellas lo que tuviera de verdadero
Hegel y publicado por él, sino de páginas y desechando lo falso. 0 eclecticismo está
escritas para los cursos o de notas toma­ aquí ausente.
das por los estudiantes. Lo cual no debe La filosofía verdadera es el conjunto
inducir a abrigar sospechas sobre la auten­ del proceso, en tanto que conduce a la
ticidad del pensamiento expresado en las síntesis hegeliana, al saber absoluto. Todas
Lecciones, que son sin duda del «verda­ las filosofías son la filosofía, y ninguna lo
dero» Hegel. es. Todas las filosofías son igualmente
Pensar filosóficamente la pluralidad y necesarias, y necesarias sus refutaciones
la unidad de las filosofías en la filosofía: tal sucesivas; refutaciones que por tanto no
es el proyecto hegeliano, expuesto en la hacen desaparecer a ninguna de aquéllas.
voluminosa introducción («Sistema e his­ El mismo hegelianismo no es tampoco
toria de la filosofía»). Porque, concreta­ una filosofía más (¡la buena, al fin!); es la
mente, la filosofía se da ante todo como culminación del proceso por la toma de
la sucesión histórica de un gran número conciencia de él mismo.
de autores que se contradicen entre sí. Lo La ambición hegeliana — hacer de cada
cual no significa en absoluto — a pesar del pensamiento, y de cada pensador, un
título— que se trate de una «historia de momento de la construcción del saber
la filosofía» que diera cuenta de las diver­ absoluto— conduce a veces a interpreta­
sas doctrinas como otras tantas manifes­ ciones discutibles en puntos concretos.
taciones pasadas — y superadas— de la Respecto al escepticismo, a las filosofías
cultura humana. Nada más lejos de Hegel helenísticas, a Spinoza, Kant y muchos
que la idea de tratar al pasado como una otros, cabe objetar que las Lecciones son
cosa muerta. incompletas y partidistas, o sea parciales
Hegel considera la filosofía como la for­ o reductoras. Algunos podrían decir: fal­
ma de conciencia más elevada que el Espí­ sas a fuerza de querer integrar a cualquier
ritu pueda tomar de sí mismo, por encima precio todo en la perspectiva del sistema;
de la religión y del arte. La toma de con­ y tendrían probablemente razón. Mas segu­
ciencia filosófica hunde su raíz en la his­ ramente no está ahí lo esencial. Ninguna
toria real, porque la filosofía es siempre «la contestación de la perspectiva hegeliana
conciencia filosófica de cada época». tendría visos de éxito si se apoyara sólo
El lector asiste aquí a la elaboración pro­ en el detalle de sus análisis. Para criticar
gresiva de lo absoluto a través de la suce­ a Hegel hay que colocarse fuera del hege­
389 LENGUAJE (EL)

lianismo mismo, del que las Lecciones son LENGUAJE (EL), Language, 1933.
totalmente solidarias. Es lo que hace, por L e o n a r d B l o o m h e l d , 1887-1949.
ejemplo, Marx. En -*■ La ideología ale­
mana, él, que fue un «joven hegeliano» Cuadro completo y sistemático de los
contesta la idea misma de una historia orígenes y de los años ulteriores de la lin­
autónoma de la filosofía, al considerarla güística estructural, esta obra tiene un
como una forma de conciencia ideológi­ doble valor: científico y pedagógico. En
ca que está ligada a un cierto estadio de el fondo, el análisis lingüístico de Bloom-
desarrollo del modo de producción. Mas field no se distingue del de los fonólogos
de manera muy hegeliana, en su supera­ de Praga. La noción de lenguaje como
ción de la concepción de las Lecciones, producto social, por ejemplo, está toma­
Marx conserva una idea esencial: no hay da de Sapir. La obra ha servido de refe­
otra filosofía que la de su propio tiempo. rencia a los lingüistas americanos que,
después de Bloomfield, definen las rela­
Edición: Lecciones sobre la historia de la ciones sintácticas de subordinación, de
filosofía (tr. W. Roces), 3 vols., México, Fon­ coordinación y de construcción exocén-
do de Cultura Económica, 1955. , trica como relaciones que se identifican
Estudio: F. Chátelet, Hegel, col. «Ecrivains
con las tres funciones de la glosemática:
de toujours», Le Seuil, 1978.
selección, combinación, solidaridad. A
Bloomfield se debe la definición de la pala­
bra como la «forma libre mínima». Este
criterio funciona negativamente para cla­
LECCIONES SOBRE L A S PRUEBAS
sificar las unidades ligadas. Se trata de
DE L A EXISTENCIA DE DIOS.
hecho de una definición puramente lin­
G eo rg W ilhelm F ríedrich H egel .
güística.
Véase PRUEBAS DE L A EXISTENCIA
La base de la enseñanza de Bloomfield
DE DIOS (LAS).
es la observación. El lenguaje es para él
lo que coordina al grupo social. Espera,
por tanto, que la lingüística permita com­
prender mejor a las sociedades humanas.
LECCIONES Y FRAG M ENTO S CÉLE­
BRES, Célebres legons et fragments, Edición: Lenguaje, Universidad Mayor de
1950. San Marcos, Perú, 1964.
J ules L a g n e a u , 1851-1894. Estudio: B. Malmberg, Los nuevos cami­
nos de la lingüística (tr. J. Almela), Méxi­
co, Siglo XXI, 1967 (pp. 174-205: «La lin­
Esta recopilación recoge la huella de güística estadounidense moderna»).
una enseñanza oral que marcó profun­
damente a ciertos alumnos de Lagneau,
como Alain. Analizando el juicio, la per­
cepción, la evidencia, la certeza, Lagne­ LENGUAJE (EL). Una introducción al
au quiere «reencontrar todo el pensamiento estudio del habla, Language, an Intro-
en el menor de nuestros pensamientos»; duction to the Study o f Speech, 1921.
desarrolla una filosofía reflexiva, espiri­ E d w a r d S a p ir , 1884-1939.
tualista y voluntarista a la vez. El célebre
curso sobre Dios identifica la divinidad con Sapir aplica el espíritu de síntesis a los
la libertad, en la conciliación suprema de hechos lingüísticos al estudiar los princi­
la moralidad y de la naturaleza. pales aspectos de la «forma lingüística».
Con independencia de Saussure — del que
Edición: Célébres Legons et Fragments, ignora los trabajos— , el autor descubre
P.U.F., 1964.
Estudio: Alain, «Souvenirs concemant Jules la noción de fonema y distingue entre
Lagneau», en Les Passions et la Sagesse, fonología y fonética, o dicho de otro
Bibliothéque de la Pléiade, Gallimard, 1960. modo, entre aproximación formal y apro­
LENGUAJE, VERDAD Y LÓGICA 39 0

ximación funcional de los sonidos del len­ proceso de adquisición y utilización de


guaje. la competencia lingüística, o, más preci­
samente, la de los fundamentos innatos
Edición: El lenguaje (tr. M. y A. Alatorre), de esta adquisición. Lo que Chomsky lla­
Fondo de Cultura Económica, 1981. ma «competencia» designa una capacidad
Estudio: B. L. Whorf, «The Relation of Habi­
tual Thought and Behavior to Language», en de lenguaje genéticamente determinada,
Language, Culture and Personality. Essays una combinatoria de reglas recursivas sub­
in memory of Edward Sapir, Sapir Memo­ yacentes que definen una gramática uni­
rial Fundation, Menasha, Wisconsin, 1941. versal y permiten a un individuo adquirir
una lengua. Chomsky opone la compe­
tencia a la «realización», que hace refe­
rencia a las estrategias utilizadas para ase­
LE NG U AJE , V E R D A D Y L Ó G IC A , gurar esta adquisición, y procede
Language, Truth and Logic, 1936. igualmente de una estructura innata que
A lfred Jules A y e r (Sir), 1910-1989. obstaculiza su expresión.
La competencia lingüística — el cono­
Este libro pasa por ser el manifiesto cimiento de una lengua— debe ser con­
del positivismo inglés. Ayer retoma las siderada como un sistema abstracto que
tesis del Círculo de Viena sobre el crite­ subyace a la realización, sistema consti­
rio de verificación, sobre la distinción entre tuido por las leyes que concurren a
enunciados empíricos y enunciados lógi­ determinar la forma y el sentido intrín­
cos, sobre la eliminación de la metafísi­ seco de un número potencialmente infi­
ca, sobre el carácter puramente subjetivo nito de frases. Un sistema tal, llamado
y emocional de los enunciados de la éti­ «gramática generativa», define las pro­
ca y de la estética, etc. piedades formales de toda lengua huma­
Ayer se cuida de situar estas tesis en na posible. «Una gramática generativa es
una tradición empirista y admite un enfo­ un sistema de muchos centenares de leyes
que analítico tal com o el que adopta de tipos diferentes, organizadas según
Moore — únicas aperturas en este texto ciertos principios fijos de orden y de apli-
«radical» del que pronto se alejará el cabilidad, y que contiene una subestruc-
autor. tura fija que, al igual que los principios
generales de organización, es común a
Edición: Lenguaje, verdad y lógica, Pla­
neta-Agostini, 1994. todas las lenguas.» La distinción opera-
Estudio: J. O. Urmson, El análisis filosó­ cional entre estructura superficial y estruc­
fico (tr. J. L. García Molina), Ariel, 1979. tura profunda permite acceder a la com­
prehensión de esta organización sub­
yacente. Las lenguas varían poco en sus
estructuras profundas, mientras que pue­
LENGUAJE Y EL ENTEND IM IENTO de existir una gran variabilidad en las
(EL), Language and Mind, 1968. manifestaciones de superficie. Las ope­
N o a m C h o m s k y , nacido en 1928. raciones transformacionales conectan
las dos estructuras.
N o es la menor de las paradojas que En consecuencia, una persona que
al reexaminar sobre nuevas bases el anti­ conoce una lengua específica posee una
guo problema de las relaciones del pen­ gramática que genera — es decir, carac­
samiento y del lenguaje, el capítulo 3, titu­ teriza— el conjunto infinito de las estruc­
lado «El futuro» (estudios sobre la turas profundas potenciales, diseñando
generación del lenguaje), aparezca hoy su mapa sobre el fondo de las estructu­
com o perteneciente tanto al presente ras superficiales asociadas y determi­
como al pasado de la lingüística. nando las interpretaciones semántica y
Sin embargo, la cuestión propuesta no fonética de esos objetos abstractos, aun­
es exactamente la del lenguaje; es la del que parezca que la primera (semántica)
391 LENGUAJES TOTALITARIOS

está más bien regulada por la estructu­ LENGUAJES DEL AR TE , Languages


ra profunda, y la segunda (fonética) por o fA r t , 1968.
la estructura superficial. En estas con­ N e lso n G o o d m a n , nacido en 1906.
diciones, el niño no puede saber cuan­
do nace qué lengua va a aprender, mas Desde el comienzo de esta obra, Nel­
debe saber que su gramática es de una son Goodman anuncia que no va a tra­
forma predeterminada que excluye tar de estética. Pero ¿puede la filosofía
muchas lenguas imaginables: esta res­ analítica imponerse en materia de arte
tricción innata constituye una precondi- si prescinde, por una parte, de la heren­
ción, en el sentido kantiano, de la expe­ cia estética continental, y, por otra, de
riencia lingüística. la percepción estética propiamente
dicha?
Edición: El lenguaje y el entendimiento El punto de vista «semántico» adopta­
(tr. J. Ferraté y S.Oliva), Seix Barral, 1986. do por el autor descubre los concordan­
Estudio: C. P. Otero, La revolución de
tes de una variedad simbólica, el «lugar»
Chomsky, Tecnos, 1984.
lógico en el que la obra funciona; tam­
bién evoca la visión relativista de la «ver­
dad». Mas se sabía ya que la refundición
de la realidad no es la copia del mundo
LENGUAJE Y EL PENSAMIENTO (EL),
real, que la actitud (¿psicológica?) en el
Le langage et la pensée, 1930.
arte no se cansa jamás de experiencias
H enri D el a c r o ix , 1873-1937.
nuevas, en fin, que la expresión liga al
símbolo con una etiqueta que lo denota
En el punto de partida de esta obra
metafóricamente.
se encuentra la distinción saussuriana entre
Para Goodman, las concepciones del
lengua y palabra. Mas Delacroix afina esta
mundo no se apoyan en «metáforas-enrai­
distinción haciendo aparecer diferencias
zadas», porque los mundos son creados fue­
entre el lenguaje (la función humana), la
ra de los procesos verbales y no verbales.
lengua (institución lingüística), la palabra
(el fonema físico) y el habla (uso individual Edición: Los lenguajes del arte (tr. J. Caba-
de la lengua). Estas distinciones, por las nes), Seix Barral, 1974.
cuales el autor ha realizado muchas apor­ Estudio: «Nelson Goodman et les langages
taciones a la lingüística, están hoy a la de l’art», en Cahiers dy musée national
d’Art moderne, n.° 41, Ed. du Centre Pom-
base de toda reflexión sobre el lenguaje.
pidou, 1992.
Delacroix se interesa igualmente por
las condiciones sociales del lenguaje, como
también por su origen, para el cual admi­
te una intervención combinada de lo afec­ LENGUAJES T O T A L IT A R IO S : Críti­
tivo y lo intelectual. Estatuto de la lengua, ca de la razón y de la economía narra­
fonética, adquisición del lenguaje son otros tiva, Langages totalitaires: Critique de
tantos presupuestos para la reflexión sobre la raison (et) de l ’économ ie narrative,
las relaciones del lenguaje con el pensa­ 1972.
miento. Je a n -P ierre F a y e , nacido en 1925.
Aunque admitiendo un pensamiento
prelingüístico (com o también la expe­ Esta obra no es solamente una cap­
riencia de lo inefable), el autor afirma aquí tación de historia enriquecida con un
el papel esencial del lenguaje en la for­ ensayo lingüístico, sino un primer paso
mación del pensamiento conceptual. hacia una nueva Crítica, más allá de las
críticas de la razón física y de la econo­
Edición: Le Langage et la Pensée, Alean,
mía política. Esta «crítica de la narración»
1930.
Estudio: A. Palau, Dictionnaire des philo- arrastra a su autor a un examen atento
sophes, P.U.F., 1984. de los enunciados que hacen la historia,
LENIN Y LA FILOSOFÍA 392

mientras la cuentan. Porque la historia hecho más que interpretar el mundo, se


tiene la particularidad de ser a la vez «His­ trata de transformarlo»), Althusser avanza
toria que se hace» (o seguimiento de los la tesis — punto esencial de todos sus ensa­
sucesos del pasado) e «“historia” de esta yos filosóficos— según la cual Marx ha fun­
Historia» (o relato de los sucesos del pasa­ dado una ciencia nueva: el materialismo
do, por aquellos que fueron sus actores histórico.
o sus testigos). -*• La ideología alemana (redactada
La cuestión clave no es aquí: ¿cómo en 1 846) asegura el «corte epistemoló­
«habla» el nazismo una vez llegado al gico» entre las obras de juventud de Marx
poder?; sino: ¿qué es lo que se dice, por y el resto de sus escritos. Rompiendo
él, contra él y sobre él, que haga acep­ con toda filosofía interpretativa, esta obra
table su toma del poder del Estado? anuncia una ciencia nueva: la ciencia de
Tom ando com o hilo conductor la fór­ la historia, que constituye, tras el conti­
mula del Stato totalitario y la del tota- nente matemático (Tales) y el continente
le Staat, Faye acierta a retratar la topo­ físico (Galileo), la apertura de un tercer
grafía de la ideología de la extrema continente (Marx), hasta ahora ocupado
derecha italiana y alemana entre las dos por conceptos ideológicos, religiosos,
guerras. Y así muestra con toda eviden­ morales o jurídicos. Este descubrimien­
cia el indudable poder del lenguaje que, to científico entraña una reevaluación de
portador de una ideología subyacente, la filosofía que apercibe Lenin en -*•
hace progresivamente aceptable lo ina­ M a teria lism o y e m p irio criticis m o
ceptable, y entrega a los que no creen (1908), y que Althusser retoma bajo for­
estar intercambiando más que palabras ma de tesis: la filosofía no es una cien­
armas susceptibles de servir a los más cia; la materia es una categoría filosó­
odiosos crímenes. fica cuya única y constante propiedad es
la de ser una realidad objetiva (que no
Edición: Los lenguajes totalitarios, Taurus,
1982. hay que confundir con los contenidos
Estudio: J.-P. Faye, Théorie du récit. Intro- cambiantes de los conceptos científicos
duction aux Langages totalitaires, Her- de materia); existe un vínculo privilegia­
mann, 1972. do entre la filosofía y las ciencias (este
vínculo está representado por la tesis
materialista de la objetividad); la historia
de la filosofía es la lucha entre idealismo
LENIN Y L A FILO SO FÍA, Lenin et la y materialismo (contrariamente a la cien­
philosophie, 1969. cia, la filosofía no tiene ni historia ni obje­
Louis A lth u ss e r, 1918-1990. to).
Toda filosofía consiste en el trazado de
En este texto de una «comunicación» una línea de demarcación mayor, por la
presentada a la Sociedad francesa de Filo­ cual rechaza las nociones ideológicas de
sofía en febrero de 1968, se recuperan las filosofías que representan una ten­
las distinciones de ciencia (como sistema dencia opuesta a la suya, y por la cual
de conceptos científicos) y de filosofía defiende la práctica científica. La historia
(que, utilizando las categorías, es el «cami­ en la filosofía es la historia del desplaza­
no de caminos que no llevan a ninguna miento de ese trazado.
parte»), de problemas (relacionados con
el conocimiento científico) y de cuestio­ Edición: Lenin et la philosophie, seguido
nes (relacionadas con el «rumiar» filosófi­ de Marx et Lénine devant Hegel, «Petite
co), de producción de co n ocim ien tos Collection Maspero», La Découverte, 1972.
(científicos) y de enunciados de tesis (filo­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Ro­
sóficas).
dríguez Tapia), Cátedra, 1996; S. Karsz,
Partiendo del texto de la X I Tesis sobre Théorie et politique: Louis Althusser,
Feuerbach de Marx («Los filósofos no han Fayard, 1974.
3 93 LEVIATÁN

L E V IA T Á N , o La m ateria, form a y nuación el autor analiza el proceso de


poder de un Estado eclesiástico y civil, secuencia o encadenamiento de las ima­
Leviathan, o r the m atter, fo rm and ginaciones. Y en este contexto hace refe­
pow er o f Com m ow ealth, ecclesiastic rencia al «discurso mental», que consiste
and civil, 1651. en una secuencia de pensamientos o de
T h o m a s H o b b e s , 1588-1679. imágenes. Dos tipos de encadenamiento
son contemplados por Hobbes: uno care­
Cuadro completo de la filosofía de Hob­ ce de guía, el otro está guiado. El recuer­
bes que toca todos los problemas filosó­ do juega su parte. Hobbes concede una
ficos que preocupaban al autor, esta obra importancia particular a los signos. Y defi­
contiene a la vez una teoría del conoci­ ne el signo como «suceso que antecede al
miento, una teoría jurídica, una teoría polí­ suceso que le sigue», o a la inversa.
tica y una teología. La primera parte tra­ La palabra tiene por misión transfor­
ta «Del hombre», la segunda «Del Estado», mar nuestro discurso mental en discurso
la tercera «De un Estado cristiano», la cuar­ verbal. Por una parte, ella hace posible el
ta «Del Reino de las Tinieblas». pensamiento propiamente dicho en la
Los primeros capítulos exponen una concatenación de sus elementos; por otra,
teoría del conocimiento que recorre ana­ permite la comunicación de los pensa­
líticamente el desarrollo de la conciencia mientos entre los hombres. Las palabras
desde la sensación hasta las diversas cien­ son entonces signos. Comunicar es tam­
cias, pasando por las nociones de signo y bién dar a conocer las propias volunta­
de lenguaje; así, la primera parte trata tan­ des. En fin, es posible utilizar los signos
to de la moral como de las leyes naturales. por el mero placer de jugar con las pala­
Mas ¿cuál es la causa de la sensación? bras. Lo cual da lugar a cuatro usos de
El cuerpo externo, según Hobbes. El órga­ la palabra, aquí evocados, que son oca­
no es sensibilizado por ese cuerpo u obje­ sión de cometer cuatro abusos, observa­
to y la presión es propagada al interior. dos por Hobbes, ligados a cuatro defec­
Los nervios aseguran la transmisión de la tos: incorrección del registro de
sensación hasta el cerebro. Esta recons­ pensamientos, uso metafórico de las pala­
titución de la recepción de una informa­ bras, engaño por las palabras, agresión
ción es sumamente interesante; indica por las palabras. A continuación estudia
el recorrido de un elemento informativo Hobbes el principio de las denominacio­
desde el exterior hasta el centro, o de la nes — propias, comunes, universales— y
periferia hasta el sistema central. la necesidad de las definiciones. Crítica
Después de la sensación interviene la las denominaciones «vagas». Finalmente,
imaginación: estamos asistiendo a la pues­ tras estos preliminares indispensables,
ta en marcha del sistema cognitivo tal como aborda la razón y la ciencia.
es concebido por Hobbes. Entre la visión ¿Qué es la razón? Hobbes ofrece la
y el recuerdo, la imaginación mantiene la definición siguiente: «El cálculo de las
sensación todavía viviente que comienza a consecuencias de las denominaciones
degradarse. Los sueños tienen por eso generales que hemos acordado para
un gran interés para Hobbes: son las «ima­ anotar y significar nuestros pensamien­
ginaciones concebidas por los hombres tos». Así pues, hay causas para los absur­
dormidos». La falta de coherencia o de dos en los que podemos caer. Y Hob­
constancia es lo que distingue al sueño del bes reseña siete, a las que estudia una
estado de vigilia. Hobbes está intrigado, por una. La razón, lejos de ser innata
como lo estaba Descartes, por el origen com o la sensación o la imaginación,
corporal de ciertos sueños. La imagen es se adquiere con la actividad según un
útil para el conocimiento, puesto que la juego de denominaciones justas. Es el
imagen es lo suscitado por las palabras o uso de la palabra lo que está a la base
por otros signos voluntarios. Es lo que Hob­ de la razón. Por ello los signos de la cien­
bes llama la «comprehensión». A conti­ cia no son todos ciertos.
LEVIATÁN 394

Después de esta teoría del conoci­ nidad sin frenos pudiera sobrevivir a sus
miento se aborda la teoría de la voluntad, propios desmanes. Pues desde el momen­
con el estudio de las pasiones útiles o no to en que la multitud instituye el sobera­
al hombre en su vida cotidiana. Los dis­ no, el efecto del pacto es el de una ele­
cursos «conducen» al éxito o al abando­ vación: el soberano es el que encama la
no. Hobbes contempla a la filosofía des­ fuerza cohesiva adecuada para transfor­
de el punto de vista de su eficiencia ligada mar a la multitud en un pueblo consciente.
a su utilidad pragmática. Por esta razón Hobbes reconoce al sobe­
La segunda parte del Leviatán opone rano el derecho y el deber de ser el juez
por tanto a las pasiones humanas, ellas mis­ permanente: tanto sobre las medidas nece­
mas «naturales», las «leyes naturales» que son sarias para el mantenimiento de la paz
las primeras «leyes morales» (equidad, justi­ como en materia de doctrinas a enseñar,
cia, gratitud, así como las virtudes con ellas de decisiones relativas a la guerra, y, en
conectadas) pero que los hombres no siem­ general, de todo aquello que afecte a cues­
pre están dispuestos a obedecer. Ésta es la tiones de retribución o castigo.
razón de que las «convenciones», sostenidas ¿Qué ocurre entonces con la libertad
por la glaive (espada), sean necesarias para de los suúbditos? Hobbes considera que
la supervivencia de la comunidad. La pri­ toda acción del soberano es también simul­
mera vocación del Estado es por tanto la de táneamente la acción de todo súbdito que,
garantizar la seguridad. Porque sólo un poder en consecuencia, puede ser considerado
común puede refrenar las voluntades y diri­ como el autor de la acción. Y en grado
gir las acciones hacia un beneficio común. tal, que la libertad es siempre libertad
Para Hobbes, únicamente el principio polí­ del Estado; dicho en otros términos: nin­
tico es susceptible de tener por efecto el guna acción escapa al orden político, úni­
de reunir a las diversas fuerzas en un solo co poseedor de la libertad a la que todos
hombre o una sola asamblea, y a las volun­ los hombres aspiran. De hecho, la mayor
tades particulares en una sola voluntad. En parte de la «verdadera» libertad individual
la perspectiva de eliminar los conflictos sur­ del súbdito reside en el «silencio de la ley»
gidos constantemente entre los hombres del que le deja decidir por sí mismo. Esta
hecho mismo de su igualdad natural, Hob­ segunda parte del Leviatán tiene también
bes somete la voluntad y el juicio del con­ un carácter esencialmente jurídico, pues
junto de los particulares a la voluntad y el trata de los derechos de los soberanos,
juicio de un hombre o una asamblea que de los de las organizaciones políticas y
asume desde entonces las personalidad de privadas, de los ministerios públicos, de
todos. Es la institución del Estado lo que per­ las leyes civiles y penales.
mite así establecer los derechos y prerro­ Estableciendo un díptico entre el «rei­
gativas del hombre u hombres a los que se no natural de Dios» y el poder del sobe­
ha conferido el poder mediante el «consenso rano que depende de un pacto, Hobbes
del pueblo reunido». La persona así inves­ aborda, en la tercera parte de la obra,
tida de poder soberano lo es por conven­ la noción de Estado cristiano. Tras haber
ción con «la multitud entera», y no puede obtenido los elementos constituyentes del
ser destituido. Estado tanto de «la naturaleza de los hom­
Buscando refrenar el deseo de poder bres» com o de las «definiciones de las
que ve inscrito en el corazón de los hom­ palabras esenciales», Hobbes prosigue su
bres y las manifestaciones de violencia discurso apoyándose ahora sobre «la pala­
que observa a su alrededor, Hobbes movi­ bra natural de Dios» y sobre «su palabra
liza a la fuerza política modulándola en profética». Mediante el análisis de pala­
esa forma de gobierno que se conoce bras tales como «vida eterna», «infierno»,
como «absolutismo». Sobre el fondo de «salvación», «mundo futuro», «redención»,
una teoría de las pasiones, el recurso a Hobbes muestra que existe un Estado que
la unidad política se le aparecía como el desborda a la «sociedad civil». Y bajo la
único medio de garantizar que una huma­ misma perspectiva procede a enunciar
395 LEYES DE LA IMITACIÓN (LAS)

los «derechos del reino de Dios» y a deli­ LEYES (LAS), o Sobre la legislación,
mitar el «poder eclesiástico». Nónoi, ti Ilepivo|io9ecría<;, o hacia 357-
En contrapartida, el reino de las tinie­ 347 a.C.
blas se constituye en objeto de la cuarta y P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
última división del Leuiatán, en la que Hob- Diálogo.
bes critica la interpretación que se ha hecho
de la Escritura calificándola de «vana filo­ -► La República describía la ciudad
sofía» y de amasijo de «tradiciones de fábula». ideal; Las Leyes se esfuerzan en imaginar
en detalle una ciudad posible, esto es, un
Edición: Leviatán (tr. C. Mellizo), Alianza, compromiso entre las exigencias de la Idea
1989.
y la realidad humana. Entre los factores de
Estudios: L. Bems, «Thomas Hobbes (1588-
1679)», en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), estabilidad política, Platón distingue los que
Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­ son resultado de las condiciones natura­
cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­ les — sobre los cuales no tienen autoridad
co, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. los hombres— de los elementos que el legis­
377-399; F. Tonnies, Thomas Hobbes: vida
lador puede modelar. La estabilidad resi­
y doctrina (tr. E. Imaz), Alianza, 1988; N.
Bobbio, Thomas Hobbes (tr. M. Escrivá), de en el equilibrio de las tendencias, que
Plaza y Janés, 1991. actúa como freno (los cambios son siem­
pre malos) y jamás como factor de pro­
greso, noción ésta que carece de sentido
en Platón. Particular importancia tienen
LEYES (LAS ), D e legibus, o hacia 50 las condiciones subjetivas de la obediencia
a.C. a las leyes; por ejemplo, en el libro X es
C iceró n (Marco Tulio), 106-43 a.C. condenado el ateísmo por sus efectos anti­
sociales (como lo será más tarde en Rou­
Escrito bajo forma de diálogo, este tra­ sseau). Platón murió mientras escribía Las
tado político en tres libros y publicado posí Leyes, la más larga de sus obras.
mortem, pone en escena tres personajes:
el propio Cicerón, Quinto, su hermano, Edición: Las Leyes (tr. J. M. Pavón y M.
Fernández Galiano), 2 vols., Centro de Estu­
y Atico, uno de sus amigos íntimos.
dios Constitucionales, 1983.
Los interlocutores discuten de la nece­ Estudios: L. Strauss, «Platón (427-347 a.C.)»,
sidad para la naturaleza humana de ela­ en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Histo­
borar leyes, desde el momento en que ria de la filosofía política (tr. L. García Urri­
está sometida a la complejidad de una za, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México,
Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 43-
estructura social. Después evocan la hipó­
95; W. Jaeger, Paideia. Los ideales de la
tesis de una legislación perfecta que esta­ cultura griega (tr. J. Xirau y W. Roces), Méxi­
ría fundada en una dosificación equilibrada co, Fondo de Cultura Económica, 1967;
de lo profano y lo sagrado, como lo esta­ W. D. Ross: La teoría de las ideas de Pla­
ban las antiguas leyes de las Doce Tablas. tón (tr. J. L. Diez), Cátedra, 1989; P.-M.
Schuhl, L ’oeuvre de Platón, Vrin, 1971,
Después de Platón y Cicerón, el tema
libro IV, cap. II.
de la legislación inspirará igualmente a
Montesquieu, que escribirá -*■ El espíritu
de las leyes.
LEYES DE L A IM ITAC IÓ N (LAS), Les
Edición: Las leyes (tr. A. d’Ors), Centro
de Estudios Constitucionales, 1971. lois de l ’imitation, 1890.
Estudios: J. E. Holton, «Marco Tulio Cice­ G a briel de T a r d e , 1843-1904.
rón (106-43 a. C .)», en L. Strauss y J. Crop­
sey (comps.), Historia de la filosofía polí­ Para estudiar la desviación, Tarde se ve
tica (tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y J.
obligado a especializarse en el estudio de los
J. Utrilla), México, Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1993, pp. 158-176; P. Grimal, fenómenos sociales. Representante de la
Cicerón, Fayard, 1986. escuela del medio social, opuesta a la escue­
LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA (EL) 396

la biológica, concentra sus trabajos en el más conocido de toda su obra. Ha ejer­


concepto de imitación, que le valieron las cido una profunda influencia sobre los mís­
críticas de Durkheim y de los sociólogos. ticos de los siglos posteriores, en concre­
Según Tarde, al igual que según Bour- to en Heinrich Suso y en Johannes Tauler.
dieu en la actualidad, la sociedad tiende
Edición: Tratados y sermones (tr. I.M. de
a reproducirse en la similitud. Más que
Bruger), Edhasa, 1983.
mediante la fuerza, es a través del ejem­ Estudio: J. Ancelet-Hustache, El maestro
plo interiorizado como se realiza la fun­ Eckhart j; la mística alemana (tr. L. Her­
ción educativa. En la imitación está enrai­ nández), Aguilar, 1963.
zado un cierto número de procesos
sociales, tales como la repetición, la opo­
sición o la adaptación. La invención es
privativa de sólo un individuo por cada LIBR O DE L A C UR ACIÓ N , Kitab an-
najdt.
ciento, y es ella la que soporta el progreso.
A vic e n a (ibn Siná), 980-1037.
Pero las invenciones son imitadas de
modos muy diversos, cuyas diferencias Enciclopedia.
pueden ser estudiadas según los grados o
Obra enciclopédica del filósofo y médi­
según los tipos; esta multiplicidad de la
co iraní, el Libro de la curación [de las
imitación es lo que provoca la oposición,
almas] está concebido como simétrico al
a partir de la cual se hace posible la adap­
-► Canon de la medicina (Qánüm f i at-
tación que, a su vez, es invención. Tar­
tibb) que trata de la curación de los cuer­
de influirá sobre Hobson y Veblen con su
pos y en el que sistematiza las observa­
Psicología económica (1902).
ciones terapéuticas, farmacológicas,
Edición: Les lois de l'imitation, Slatkine, psicológicas y deontológicas en una ori­
1979. ginal filosofía del conocimiento. Reto­
Estudio: R. Boudon, presentación de la edi­ mando la división de las ciencias filosófi­
ción citada. cas según un orden de clasificación
ascendente heredado de Aristóteles, Avi­
cena despliega su filosofía en una lógica,
una física, una matemática y una metafí­
LIBRO DE L A C O N S O L A C IÓ N DIVI­ sica — ciencia suprema— .
N A (EL), Benedictus Deus, o 1308 o El pensamiento metafísico de Avicena
1313. gira en torno a la separación ontológica
J o h a n n e s E c k h a r t , hacia 1260-hacia entre lo existente, ser concreto y objeto
1327. primero del intelecto, y la esencia, modo
de conocer, noción universal que es el
Esta obra, que estaba destinada a la objeto de la lógica. A partir de la necesi­
reina de Hungría, pertenece a la tradición dad y de la universalidad lógica es como
de los libros de consolación. se constituye una línea conceptual fun­
Eckhart explica en ella el nacimiento dadora de una física del individuo concreto
del hombre nuevo, lavado de sus man­ y de una metafísica del ser necesario.
chas por la gracia. La Sabiduría, que tam­ La influencia de esta enseñanza funda
bién es Bondad, Verdad, Justicia, rege­ la práctica física hasta el siglo XVI, su argu­
nera metafísicamente al hombre. El solo mentación lógica y metafísica ha marcado
camino a seguir en la aflicción es la sen­ profundamente a la teología católica del
da de Dios. «Si quieres ser liberado de tomismo y a la filosofía de Duns Escoto.
toda tribulación y de todo sufrimiento,
únete a Dios, vuélvete pura y únicamen­ Edición: La Métaphysique du Slfa’ (tr. G.
te hacia Dios.» Anawati), Vrin, libros I a V, 1978, libros VI
a X, 1985.
Eckhart está considerado como uno de Estudio: A.-M. Goichon, La Philosophie
los más grandes místicos, y éste es el libro d ’Avicenne, Maisonneuve J., 1981.
39 7 LIBROS DE LAS SENTENCIAS

LIB R O D E L CIE LO Y D E L M U N D O 1834 y que será consagrada a dar a cono­


(EL). cer las teorías económicas que el autor
N ic o l á s de O r esmes . formuló a partir de sus experiencias como
Véase T R A T A D O DEL CIELO Y DEL industrial y como fundador de una comu­
MUNDO. nidad obrera autónoma. El texto fue publi­
cado de manera fragmentaria entre 1836
y 1844, para devenir inmediatamente el
texto de referencia de los owenianos.
LIBRO DEL FILÓ SO FO (EL), Das Phi- Owen condena a la floreciente sociedad
losophenbuch, 1872-1875. industrial que reduce a la indigencia a la
F r ie d r ic h W ilh e l m N ie t z s c h e , 1844- mayor parte de los trabajadores, y apela
1900. al advenimiento de otro tipo de socie­
dad que se apoye sobre el trabajo coo­
En la estela abierta por -*■ E l naci­ perativo. Rechaza sin embargo la idea de
miento de la tragedia, Nietzsche se pro­ una revolución violenta engendrada por
ponía escribir y terminar E l libro del filó ­ la lucha de clases en beneficio de una
sofo, que ha quedado en su mayor parte reforma social de la que las comunidades
bajo forma de aforismos, de bosquejos y que él había fundado serían los antece­
de planes, tal como los que abundan en dentes. Owen puede ser asimilado a los
la obra completa de Nietzsche. El interés socialistas utópicos por su voluntad de
primordial de estos perspicaces textos creer en la posibilidad de establecer una
sobre la cultura y la civilización reside en sociedad ideal.
su concentración sobre el doble problema
Edición: The book o f the «New Moral
de la verdad y el lenguaje, que el autor World», Nueva York, Kelley, 1970.
plantea desde el comienzo como filólogo- Estudio: S. Dupuis, Robert Owen ou la Pen­
filósofo que reflexiona sobre los orígenes sée et VAction d ’un socialiste utopique,
del pensamiento y del lenguaje. 1771-1858, Atelier national de reproduc­
tion des théses de l’université Lille, 1989,
Nietzsche continuará, a todo lo largo de
su carrera filosófica, tratando de la relación
del lenguaje con la verdad. Para él, el len­
guaje es de esencia retórica, y la verdad,
LIBRO DEL SA BIO (EL).
que pasa a través del tamiz del lenguaje,
C h a r le s de B o v e l le s .
es a su vez retórica. Según Nietzsche, hay
Véase SABIO (EL).
una noción que está llamada a jugar un
importante papel en el desarrollo huma­
no: la noción de imposible; porque lo impo­
sible es el «correctivo del hombre».
LIBR O S DE L A S SENTENCIAS, Libri
quatuor sententiarum, o 1148-1152.
Edición: El libro del filósofo (tr. A. Bera-
sain), Taurus, 1974. P e d r o Lo m b ard o , hacia 1100-1160.
Estudio: G. Deleuze, Nietzsche y la filoso­ Suma teológica.
fía (tr. C. Artal), Anagrama, 1994.
Base de la especulación teológica
medieval, los cuatro libros de las Sen­
tencias tratan del misterio de la Trinidad,
LIBRO DEL NUEVO MUNDO M O R AL del problema de la creación y de la con­
(EL), A book o f the new moral world, dición de las criaturas, de la Encamación
1836-1844. y de la acción del Espíritu Santo, de los
R o b ert O w e n , 1771-1858. sacramentos. Esta suma, que ha suscita­
do innumerables comentarios, será reem­
Esta obra de Owen corresponde a la plazada en la tradición por la -* Suma
segunda fase de su acción, empezada en teológica de Tomás de Aquino.
LINGÜÍSTICA CARTESIANA 398

Edición: Sententiarum libri quatuor, t. Royal y los principios de la gramática


CXCII, ed.crít., 2.a ed., Florencia, Quarra- generativa, que «reactivan» los de la gra­
chi,1916. mática universal clásica.
Estudio: J. Annat, «Pierre Lombard et ses
sources patristiques», Bulletin de littératu-
re ecclésiastique, 1906. Edición: Lingüística cartesiana (tr. E. Wulff),
Gredos, 1991.
Estudio: J. Bouveresse, «La linguistique car-
tésienne, grandeur et décadence d’un my-
the», Revue Critique, n.° 384, 1979.
LIN G Ü ÍST IC A C A R TE S IAN A, Caríe
sian Linguistics, 1966.
N o a m C h o m s k y , nacido en 1928.
LISIS, o Sob re la amistad, Aúpia, f]
Esta obra analiza el parentesco que Ilepi cpiíU'aq, o entre 392 y 388 a.C.
existe entre las regularidades recursivas y P la t ó n , 428/427-348/347 a.C.
ocultas que sostienen la variedad de super­ Diálogo.
ficie en la -> Gramática de Arnauld y Lan-
celot y las descripciones de la gramática El tema del Lisis es la amistad, mas la
generativa. (pi/U'oc (philía) griega no distingue clara­
El centro de lo que es agrupado por mente entre la amistad y el amor, en par­
Chomsky bajo el nombre de «lingüística ticular el amor sexual. Sócrates examina
cartesiana» está constituido por el descu­ y critica sucesivamente las concepciones
brimiento de condiciones universales que populares y filosóficas de la amistad
prescriben la forma general de todo len­ (Empédocles, Heráclito). Buscando un
guaje humano. Estas condiciones no son fundamento metafísico de la tpiXía Sócra­
aprendidas; por el contrario, son princi­ tes bosqueja una problemática de las
pios de organización que permiten apren­ Ideas, la misma que sostendrá la teoría
der una lengua; de lo cual resulta que el del amor en -*■ E l Banquete.
hablante de esa lengua puede saber sin
aprendizaje. Esas condiciones hacen igual­ Edición: Lisis (tr. E. Lledó), en Platón, Diá­
mente posible una utilización infinita de logos, vol. I, Gredos, 198Í.
los medios finitos que ellas manifiestan. Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, vol IV: Platón (tr. A. Valle-
La gramática generativa es, pues, defi­ jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 136-
nida como estudio de la competencia táci­ 154; L. Robin, La théorie platonicienne de
ta de un locutor-auditor, competencia l'amour, P.U.F., 1964, § 3 a § 10.
sobre la cual reposa su realización efec­
tiva en la producción y percepción del
discurso. La conjunción de un sistema de
base, compuesto de reglas que engen­ LO QUE QUIERE DECIR H ABLAR. La
dran relaciones gramaticales subyacen­ economía de los intercambios lingüís­
tes según un orden abstracto, con un sis­ ticos, Ce que parler veut dire. L ’éco-
tema transformacional que las aplica en nomie des échanges linguistiques, 1982.
las variables estructuras superficiales, pro­ P ierre B o u rd ieu , nacido en 1930.
duce la configuración de la sintaxis de
una lengua. El uso común, entre locu­ La obra de Pierre Bourdieu se presen­
tor y auditor, de un tal sistema subya­ ta como una investigación sociológica de
cente de reglas generativas remite a la tendencia filosófica. Como su título indi­
uniformidad de la naturaleza humana, a ca, esta obra es una reflexión sobre el uso
los universales lingüísticos, y a las pro­ de la palabra y sobre el poder que puede
piedades innatas del espíritu en la cons­ conferir una frase en el momento de enun­
titución del saber humano. El autor pone ciarla y según su forma de expresión: «El
así en evidencia el parentesco entre los valor de un discurso depende de la rela­
presupuestos de la gramática de Port- ción de fuerza que se establece concreta­
399 LÓGICA

mente entre las competencias lingüísticas L Ó G IC A , o M o rfo lo g ía d el con oci­


de los locutores»; dicho de otro modo, miento, Logic, or Morphology o f Know-
de la posibilidad que se tenga, en la pre­ ledge, 1888.
sentación de un producto por ejemplo, de B er n a r d B o s a n q u e t , 1848-1923.
imponer ciertos criterios de apreciación.
«Instrumento de comunicación, el lenguaje Este tratado de lógica se sitúa en el
es también un signo externo de riqueza y marco del neohegelíanismo inglés, lla­
un instrumento de poder.» Para Bourdieu, mado «monismo absolutista», o «idealis­
la eficacia del discurso es esencialmente mo absoluto».
relativa al contexto social. La verdad, siendo el Todo, se expresa
en el acto del juicio mediante el cual una
Edición: Ce que parler ueut diré, Fayard, conciencia individual pretende hacer que
1982. su pensamiento sea válido para el mun­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
do entero. El valor de una palabra resi­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 69-74; de en su «significación»; una sola pala­
A. Accardo, Initiation á la sociologie, l ’i- bra tiende por tanto a recomponer todo
lusionisme social: une lecture de Bourdieu, lo real en una estructura coherente. La
Mascaret, 1991. realidad sensible no es por tanto para el
hombre más que el conjunto de las cua-
lificaciones que el espíritu le ha atribuido
progresivamente mediante los juicios en
LO Q U E Y O CREO , Ce que je erois, el curso de sus experiencias. La verdad
1981. es la totalidad coherente de la experien­
R a y m o n d -L é o p o l d B r u c k b e r g e r , naci­ cia, y la lógica — norma de los juicios ver­
d o en 1907. daderos— es la vía del pensamiento en
su construcción de lo real por medio de
Para el Padre Bruckberger, el ciencismo los juicios. Así construido, el «mundo real»
se ha derrumbado; ha devenido incompa­ es la obra de la conciencia individual, con­
tible con los descubrimientos modernos y cebida por el autor como un acto de jui­
los progresos de la ciencia sobre los cuales cio único, constante e inclusivo. El ver­
pretendía fundarse. Así, el autor recomienda dadero objeto de nuestros juicios es ese
no cambiar la sustancia de la fe, sino por «mundo real», el mundo mismo del que
el contrario expresar esta fe tradicional nos ocupamos en la percepción sensible.
teniendo muy en cuenta las nuevas pers­ El pensamiento parte de lo concreto sen­
pectivas que la ciencia ha abierto, tanto sible y, por la reflexión abstracta, llega a
sobre la estructura del mundo como sobre un sistema organizado de experiencias,
los imperativos de la vida a todos sus nive­ un concreto sistematizado.
les, sobre la naturaleza del hombre y sobre Bosanquet apunta exactamente a la
los orígenes de su propio destino. noción hegeliana de Universal concreto,
Este dominico conserva una fe sin­ mas él lo concibe como una estructura pura­
cera en su orden, en la religión católi­ mente lógica que el pensamiento se esfuer­
ca, en el papa y en su nación (Fran­ za sin cesar por construir. De esta mane­
cia), a la que rinde en esta obra un ra pone las bases lógicas de un monismo
vibrante homenaje. Valientem ente metafísico — ilustrado por Francis H. Brad-
exhorta a sus correligionarios a no aver­ ley— , dicho «absolutista» porque pretende
gonzarse de su religión: no debería haber llegar hasta el objeto último de la especu­
«católicos avergonzados», com o tam­ lación filosófica, y porque se opone al empi­
p oco «judíos avergonzados». El Padre rismo pluralista que pone a la base de las
Bruckberger eleva al hombre invitán­ cosas la discontinuidad, la alteración y la
dolo a pensar mejor. imprevisibilidad (doctrina que ilustra el prag­
matismo de William James). Todo lo real
Edición: Ce que je ero is, Grasset, 1981. se ve reducido a la unidad de las leyes lógi­
LÓGICA (LA) 400

cas. Las diversas «formas» de juicio son un momento encandilado por el «todo es
tomadas como etapas hacia la totalización espíritu» del monismo de los dos «Diós-
lógica de la realidad, sobre el modelo de curos» antes de seguir a George Moore
formas biológicas, de tipos morfológicos por la vía de la defensa del sentido común.
que se adaptan más y más a lo real. Se ha podido decir que con estos monu­
La segunda edición aumentada (1911) mentos lógicos «el idealismo absoluto
pertenece a una segunda época en el iti­ moría de belleza, después de haber dado
nerario del autor, marcado por la apari­ lo mejor de sí mismo» (Jean Pucelle).
ción de -*■Apariencia y realidad de Brad­
ley. Bosanquet toma partido por el Edición: Logic, or Morphology of Know-
idealismo absoluto de este último contra ledge, 2 vols., Clarendon Press, Oxford,
1911.
los ataques de James. Mientras que has­ Estudio: F. Houang, Le Néo-hégélíanis-
ta antonces consideraba a la realidad como me en Angleterre: la philosophie de Ber-
el término ideal hacia el que tiende el cono­ nard Bosanquet, Vrin, 1954.
cimiento, ahora hace de ese término una
absoluta satisfacción de todas las nece­
sidades humanas en todos los planos
(moral, religioso, etc.). Por ello se ve con­ LÓ G IC A (LA), o Los primeros desa­
ducido a interpretar el pensamiento de rrollos del arte de pensar, La Logique,
manera más amplia que su maestro — en ou les Prem iers D éveloppem ents de
el sentido de la Vernunft hegeliana, facul­ l ’A rt de penser, 1780.
tad del Universal concreto— , como una C o n d il l a c (Étienne Bonnot de), 1714-
actividad inmanente a la vida afectiva y a 1780.
la acción, que aspira a la armonía inter­
na y hace posible una dialéctica de la expe­ En este tratado, redactado en 1777,
riencia: «principio inmanente y activo de Condillac se propone definir lo que es pen­
no-contradicción o de individualidad». La sar bien. Pensar bien es pensar de con­
conciencia se afirma en la expansión y formidad con lo que la naturaleza nos ense­
no en el fracaso. Las experiencias más ña por la vía del placer y del dolor, es
significativas del hombre son aquellas que pensar utilizando la más natural de las facul­
marcan el máximo de expansividad, de tades del espíritu, el análisis, que nos lle­
potencia, de armonía. va de lo conocido a lo desconocido. La
Se ha opuesto el carácter alegre de lógica de Condillac no es por tanto una
Bosanquet al humor sombrío de Bradley. teoría de las proposiciones, sino un arte
Así la confianza del primero en una Pre­ del análisis que introduce al arte de los sis­
sencia universal viene a ser el contrapunto temas.
de la destrucción de todos los lazos rela­
ciónales que realiza el monismo del segun­ Ediciones: Lógica. Extracto razonado del
do, replegado sobre sí mismo y asedia­ Tratado de las sensaciones (tr. J. Villa),
do por el Absoluto — decía James— como Orbis, 1985; La Logique, en Oeuvres
complétes de Condillac, Slatkine, 1970.
por un enemigo extranjero. Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­
Los últimos capítulos muestran que la fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
filosofía de lo Absoluto es el despliegue vol. II, Tecnos, 1988, pp. 72-85.
de la lógica, y no una presuposición arbi­
traria anterior a ésta. El autor crítica de
manera profunda la lógica simbólica y el
pragmatismo. LÓGICA: La teoría de la investigación,
Esta obra ocupa una posición estraté­ Logic: The Theory o f Inquiry, 1938.
gica inmensa al modo de la de Bradley: J o h n D e w e y , 1859-1952.
en efecto, en torno a estos autores es
como se articula una parte de los oríge­ N o se trata ni de lógica clásica ni de
nes del empirismo lógico. Russell estuvo lógica moderna, sino que el autor se pro­
401 LÓGICA DE LA FILOSOFÍA

pone estudiar la naturaleza de la lógica hoy por «lógica», a saber, una disciplina
en la perspectiva abierta por sus libros formal. Se ocupa de la lógica, pero tam­
anteriores: Estudios de lógica teórica bién de la filosofía y, de una manera gene­
(1903), Ensayos de lógica experimental ral, de la teoría del conocimiento (con­
(1916) y Cómo pensamos (1910). Dewey ceptos, juicios, razonamientos, método).
presenta primeramente la «matriz de la La teoría de los razonamientos retoma la
investigación» a partir de lo biológico y lo división kantiana de las facultades: enten­
cultural; a continuación establece una dis­ dimiento, razón, facultad de juzgar.
tinción entre la indagación del sentido
común y la indagación científica. Edición: Logique (tr. L. Guillermit), Vrin,
La segunda parte de la obra está dedi­ 1970.
cada a la constitución de la investigación Estudio: A. Philonenko, L ’Oeuvre de Kant,
t. II, Vrin, 1988.
(estructura y juicios); la tercera parte se
ocupa de la proposición y los términos;
la cuarta explícita la lógica del método
científico. Finalmente un cuadro analíti­
LÓ G IC A DE L A FILOSOFÍA, Logique
co retoma en su conjunto el movimiento
de la philosophie, 1950.
del pensamiento del tratado.
É ric W e il , 1904-1977.
La lógica por la que el autor se intere­
sa aquí es una lógica de la investigación,
En la obra de Éric Weil, este ensayo
diferente de la de Peirce. ¿Qué es la inves­
ocupa un lugar central en la medida en
tigación? «La investigación es la transfor­
que se trata de un reflexión de la filoso­
mación controlada o dirigida de una situa­
fía sobre ella misma, la tentativa de una
ción indeterminada, en una situación que
comprensión sistemática de esta com­
es tan determinada en sus distinciones y
prensión sistemática que es la filosofía.
relaciones constitutivas que convierte los
Es una lógica porque ella es un sistema
elementos de la situación original en un
y porque se interroga sobre sus propios
todo unificado.» Tal es el esquema de este
presupuestos; es la filosofía misma, por­
estudio, cuya vocación es proponer el pro­
que para Eric Weil «la filosofía es cientí­
blema mientras lo instituye.
fica»; esta reflexión comprende al discur­
Dewey establece con esto las bases de
so filosófico total, es decir, a la razón y
una epistemología de tipo procedimen-
a su otro. Aunque sistemática, la filosofía
tal, que está de acuerdo con la que Ian
permanece «abierta» a su otro, y ese otro
Hacking propone hoy día.
es lo que Weil llama la violencia, inser­
ta en la misma filosofía y que ésta revela
Edición: Lógica. Teoría de la investigación
en su incapacidad para reduciría. De Hegel
(tr. E. Imaz), México, Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1950. retiene el autor la voluntad de abarcar el
Estudio: G. Deledalle, L'idée d ’experience discurso sistemático entero, de com­
dans la philosophie de John Dewey, P.U.F., prender cómo la razón puede encontrar
1967. en el interior de ella misma la negatividad
absoluta; de Kant toma la voluntad de
comprender ese deseo mismo de com­
prender y el carácter irreductible de la
LÓ G IC A, Logik, 1800. antinomia razón/violencia.
I m m a n u e l K a n t , 1724-1804. Lo que caracteriza la apertura del dis­
curso weiliano es que, sistemática y cohe­
Esta obra es la ordenación realizada rentemente, conserva sin embargo el ale­
por un antiguo estudiante (Jasche) de las jamiento y la separación del con-sigo;
notas personales que el filósofo utilizaba permanece abierto a la realidad exterior
en su enseñanza. El objetivo de la obra que lo contradice sin sobrepasar la exte­
sobrepasa lo que nosotros entendemos rioridad radical de la violencia y de la razón
LÓGICA DE L A INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA (LA) 402

en una dialéctica de tipo hegeliano. Para tificidad. Acabó por quedar persuadido
Éric Weil, la dialéctica revela la contra­ de que ninguna de las dos son de la mis­
dicción más que superarla. Pretende man­ ma naturaleza que la teoría de la relativi­
tener una relación con Hegel, mas supe­ dad, a cuyo estudio se consagró enton­
rar a H egel mismo. Su dialéctica es una ces. De aquí su búsqueda de un «criterio
oposición entre actitudes y categorías, su de demarcación» capaz de establecer de
lógica, una lógica de actitudes y catego­ manera concluyente la naturaleza o el
rías filosóficas en una estructura comple­ estatuto científico de una teoría.
ja de recuperaciones, por las cuales el dis­ La tesis más ampliamente admitida en
curso se va paulatinamente abriendo y la época afirmaba que la ciencia se dis­
cerrando sobre sí mismo. Consciente de tingue de otras disciplinas por el carácter
su finitud, el ser finito quiere comprender e m p írico de su método. De un gran
la totalidad de lo real, por tanto com ­ número de observaciones o de experien­
prenderse a sí mismo, en la infinitud del cias, el sabio se creía autorizado a extra­
discurso. er, en virtud del famoso principio de la
Esta obra da testimono, tal vez mejor inducción, las leyes que él consideraba
que ninguna otra; de la originalidad del como universalmente válidas. Pero, obser­
pensamiento de Eric Weil, demasiado a va Popper, nadie (ni el mismo Kant) ha
menudo considerado com o un simple logrado justificar racionalmente la infe­
comentarista de Hegel. rencia inductiva. Una multitud de casos
particulares no nos permiten en ningún
Edición: Logique de la philosophie, Vrin, caso inferir una regla universal: «P o co
1985.
importa el gran número de cisnes blan­
Estudio: G. Kirscher, La Philosophie d ’É-
ric Weil: systématicité et ouverture, col. cos que podamos haber observado, ello
«Philosophes d’aujourd’hui», P.U.F., 1989. no justifica la conclusión de que todos los
cisnes son blancos.» Popper se orienta
más bien hacia un método deductivo que
se apoya en una «puesta a prueba» de las
L Ó G IC A DE L A IN V E S T IG A C IÓ N teorías. De la teoría examinada, convie­
CIENTIFICA (LA), Logik der Forschurtg: ne deducir enunciados singulares, o «pre­
Zu r Erkenntnistheorie der modernen dicciones», susceptibles de ser fácilmente
Naturwissenschaft, 1934. comprobados en la experimentación. Si
K a r l R a im u n d P o p p e r , 1902-1994. la teoría no supera las pruebas, se dirá
que está falsada, o refutada por la expe­
La cuestión propuesta en el punto de riencia. Si, por el contrario, pasa airosa
partida de esta monumental obra no ha las pruebas, la teoría será considerada
cesado de movilizar a los filósofos, desde como «corroborada» — provisionalmente,
Bacon y su ->• Nouum Organum: ¿exis­ se entiende, porque nada impide que fra­
te un criterio que permita distinguir la ver­ case en pruebas posteriores o que se vea
dadera ciencia de la metafísica o de las reemplazada por una teoría mejor— . Este
pseudociencias (alquimia, astrología)? Pop- «deductivismo» conduce muy naturalmente
per juzga esta cuestión tanto más crucial a Popper a formular un criterio de demar­
por cuanto que, siendo un joven estu­ cación que no dependa de la lógica induc­
diante, se interesó por las tres corrien­ tiva. Porque, hasta entonces, una teoría
tes revolucionarias de pensamiento que parecía tanto más asegurada cuanto
sacudían la Viena de los años veinte: la mayor hubiera sido el número de obser­
teoría de la relatividad de Einstein, el psi­ vaciones que la confirmaban. Criterio ina­
coanálisis de Freud y la teoría de la his­ ceptable a los ojos de Popper, puesto que
toria de Marx. Aunque fascinado por la la acumulación de verificaciones no podría
potencia de estas dos últimas doctrinas, establecer definitivamente la validez de
Popper no podía evitar el preguntarse por una teoría. Es por el contrario la «falsa-
la legitimidad de sus pretensiones de cien- bilidad», o la posibilidad de ser falsada
40 3 LÓGICA DE LO SOCIAL (LA)

por la experiencia, lo que nos permitirá refutaciones; su avance consiste en pro­


cribar los enunciados que son científicos poner conjeturas audaces, a dedicar todos
de los que no lo son: «Un sistema que for­ sus esfuerzos en hacerlas aparecer como
me parte de la ciencia empírica debe erróneas, y luego suscribirlas provisio­
poder ser refutado por la experiencia.» nalmente durante el tiempo que sobrevi­
Así un enunciado como «Todos los cisnes van a los tests destinados a invalidarlas.
son blancos» es falsable, puesto que afron­ Obra maestra de Popper, La lógica de
ta el riesgo de ser refutado, por ejem­ la investigación científica ha conocido
plo, por la observación de un cisne negro. un inmenso éxito en los países anglosa­
En cambio, un enunciado como «Maña­ jones y de lengua alemana. Curiosamen­
na lloverá o no lloverá aquí» es infalsa- te, hubo que esperar casi cuarenta años
ble y, por esta razón, no empírico: nin­ para que la obra se publicara en Francia.
guna experiencia es susceptible de Es verdad que el autor no se adscribe a
invalidarlo. ninguna escuela, y que su pensamiento
De golpe, el marxismo y el psicoanáli­ ecléctico, que se permite voluntarias incur­
sis, que tantas sospechas despertaban en siones en los dominios de la filosofía polí­
el joven Popper, se nos aparecen bajo una tica, de la sociología o de la antropolo­
nueva luz. En efecto, si consideramos estas gía, ha sabido hurtarse a los sectarismos
teorías desde el punto de vista de la lógi­ de los círculos y las academias. Por tan­
ca inductiva, fuerza es constatar que las to Popper ha renovado de manera deci­
dos están ampliamente confirmadas por siva el enfoque y el método de las cien­
los hechos. Más aún, su poder de inter­ cias empíricas, hasta tal punto que ningún
pretación parece infinito: cualesquiera que hombre de ciencia, como afirma Jacques
sean los acontecimientos, siempre se Monod en su prefacio a la edición fran­
encuentra una explicación en el marco de cesa, puede hoy en día ignorar la exis­
estas teorías. O, como más tarde dirá el tencia de su criterio de falsabilidad. Algu­
autor, para las teorías que se tienen por nos han llegado incluso a ver en el
científicas, «la irrefutabilidad no es virtud, racionalismo crítico de Poper un «relevo»
sino defecto». El marxismo y el psicoa­ intelectual plausible en una época en la
nálisis está fuera de la ciencia, precisa­ que todos los grandes sistemas parecen
mente porque esos discursos totalizan­ haberse derrumbado.
tes no excluyen ningún hecho posible, y
por tanto pueden dar cuenta de la totali­ Edición: La lógica de la investigación cien­
dad de los fenómenos que se producen en tífica (tr. V. Sánchez de Zavala), Tecnos,
1973.
los dominios que les son propios. Y lo mis­ Estudio: Popper y después: cuatro irra­
mo cabe decir de la astrología, cuyas pre­ cionalistas contemporáneos (tr. C. García
dicciones son tan vagas que jamás pue­ Trevijano y S. Nuccetelli), Tecnos, 1995.
den ser desmentidas por los hechos.
La formulación de una hipótesis cien­
tífica no se corresponde en absoluto con
el registro pasivo de datos experimenta­ LÓ G IC A DE L O SO C IA L (LA). Intro­
les; esa formulación pertenece más bien ducción al análisis sociológico, La logi-
al orden de la conjetura. Una hipótesis que du social. Introduction a l’analyse
que hasta hoy resiste a los tests, no está sociologique, 1979.
por ello confirmada de manera definiti­ R a y m o n d B o u d o n , nacido en 1934.
va; no está más que provisionalmente
corroborada. En este sentido, ninguna Esta obra quiere ser una introducción
teoría, incluso la más perfectamente esta­ al análisis sociológico. Contra todos los
blecida en la comunidad científica, está al sociologismos, que hacen del individuo
abrigo de una eventual refutación ulterior. el juguete de las estructuras sociales, Bou-
Así, la ciencia procede — y progresa— don busca reafirmar la naturaleza y los
por ensayos y errores, por conjeturas y principios de la sociología, que conside­
LÓGICA DE LO VIVIENTE (LA) 404

ra al actor social como fundamentalmente mundo viviente, el rechazo de todo reduc-


racional, incluso aunque no vea siempre cionismo, y una atención particular a la
con claridad su propio interés. Así se dimensión histórica. La «lógica de lo
pone en evidencia la paradoja según la viviente» es por tanto integradora y dia-
cual el hombre es libre y consciente de crónica.
sus actos individuales, pero permanece Mas el conocimiento de esta lógica es
inconscientes de los efectos colectivos un proceso lento y complejo, puesto que
que engendra la cohesión social de los no podría haber «una historia lineal de las
individuos. ideas». Una época no puede elaborar sus
0 autor analiza las tesis de Weber, Dur- modelos científicos más que en el con­
kheim o Tocqueville, como también ciertos texto de una concepción general del mun­
sistemas actuales del pensamiento socioló­ do, concepción que puede suponer un
gico. obstáculo para el conocimiento. Bache-
lard y Foucault no están lejos.
Edición: La lógica de lo social (tr. L. Hor­ Por la inteligencia epistemológica de
no), Rialp, 1981.
Estudio: R. Boudon y F. Bourricaud, artí­ sus análisis, como también por su erudi­
culos «Acción» y «Acción colectiva» en Dic- ción, La lógica de lo viviente ha marca­
tionnaire critique de la sociologie, P.U.F., do época en la historia y en la filosofía de
1982. las ciencias biológicas. La notoriedad de
su autor, profesor en el Collége de Fran-
ce, premio Nobel de medicina en 1965
junto a André Lwoff y Jacques Monod, ha
LÓ G IC A DE LO VIVIENTE (LA). Una contribuido a hacer de este libro la gran
historia de la herencia, La logique du obra de referencia. Apareció en el mismo
uiuant. Une histoirede l ’hérédité, 1970. año que * El azar y la necesidad de Jac­
F r a n c o is J a c o b , nacido en 1920.
ques Monod, que explora problemáticas
vecinas, aunque diferentes. Francois Jacob
«La más notable historia de la biolo­
es igualmente autor de muy numerosos
gía», decía Michel Foucault, «que jamás
artículos y de otros dos libros: El juego de
haya sido escrita.» Historia de la biología,
los posibles (1981), que es un «Ensayo
y no solamente, como indica el subtítulo,
sobre la diversidad de lo viviente», y La
una historia de la herencia.
estatua interior (1986), que propone una
Frangois Jacob estudia en qué se cons­
autobiografía del hombre y del sabio.
tituyen, a partir del Renacimiento, los
saberes biológicos: el conocimiento de lo Edición: La lógica de lo viviente (tr. J.
viviente progresa ascendiendo por la com­ Senent), Salvat, 1988.
prehensión de «niveles» sucesivos en la Estudio: F. Jacob, La estatua interior (tr.
estructura de los organismos. Las «estruc­ Th. Kauf), Tusquets, 1989.
turas visibles» se explican por la organi­
zación interna (de la cual la célula es el
último elemento). «Los cromosomas y los
genes, estructura de un orden muy ocul­ L Ó G IC A DE L O S S E N T IM IE N T O S
to en el corazón de la célula», dan cuen­ (LA), La logique des sen timen ts, 1905.
ta de la organización. Finalmente, «la T h éo d u le R ib o t , 1839-1916.
molécula de ácido nucleico, estructura de
orden cuatro» determina «en la actuali­ Desde que el hombre traspasa el cono­
dad la conformación de todo organismo, cimiento inmediato de las sensaciones y
sus propiedades, su permanencia a tra­ se aventura más allá de la experiencia, no
vés de las generaciones». La considera­ tiene a su disposición más que dos pro­
ción de estos niveles sucesivos de inte­ cedimientos: razonar e imaginar. En el ori­
gración tiene com o consecuencias la gen, los dos se confunden. Después se
afirmación de la unidad profunda del establece una separación entre la lógica
405 LÓGICA FORMAL Y LÓGICA TRASCENDENTAL

natural y la lógica de los sentimientos. Esta Lo que interesa al autor es la topolo­


última está gobernada por sus propias gía del pensamiento: cóm o el lenguaje
reglas. La «lógica de los sentimientos» había expresa no solamente las ideas sino que
sido bosquejada por Auguste Comte, des­ provoca tantos acontecimientos como
pués por Stuart Mill. Es una cuestión de proposiciones hay. El cuerpo mismo se
psicología a la vez individual y colectiva. toma en la sede de esta oposición de lo
geográfico y de lo arqueológico: los esta­
Edición: La logique des sentiments, Alean, dios de su evolución hablan de su histo­
1920.
ria mas las zonas expresan su superficie.
Estudio: H. Baruk, La Psi/chiatrie frangai-
se de Pinel á nos jours, P.U.F., 1967. Es a la superficie a donde hay que ir para
buscar la verdad y, en consecuencia, hay
que encontrar una forma de discurso que
no se sumerja, que no profundice, sino
L Ó G IC A D EL C O N O C IM IE N T O P U ­ que la recorra. De aquí el recurso a las
RO, Logik der reinen Erkenntnis, 1902. paradojas, a esas figuras retóricas cortas,
H e r m á n C o h é n , 1842-1918. con frecuencia acompañadas de humor,
que Deleuze opone a la ironía, com o
Se trata aquí, como en Kant, de «lógi­ Sócrates se oponía a los estoicos.
ca trascendental», es decir, para Cohén, Por la referencia continua al psicoanáli­
de la lógica del origen del pensamiento sis, Deleuze prepara en este libro las tesis
científico. Comienza proponiendo la iden­ esenciales que desarrollará en el -*• Anti-
tidad del pensamiento y del ser. Lo cual Edipo.
implica que el pensamiento o el ser tie­
nen por forma fundamental, no la for­ Edición: La lógica del sentido (tr. M. Morey
ma fundamental del concepto, sino la del y V. Molina), Paidós, 1994.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
juicio. temporáneos esenciales (tr. M,a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 136-141;
Edición: Logik der reinen Erkenntnis, M. Foucault, Theatrum Philosophicwn (tr.
reimp. Hildesheim-Nueva York, 1977. F. Monge), Anagrama, 1982.
Estudio: J. Vuillemin, L ’Héritage kantien
et la réuolution copernicienne, P.U.F.,
1954.

LÓ G IC A F O RM AL Y LÓ G IC A TR A S ­
C ENDENTAL. Ensayo de una crítica
L Ó G IC A D E L SENTID O , Logique du de la razón lógica, Fórmale und trans-
sens, 1969. zendentaie Logik. Versuch einer Kritik
G iles D eleuze , 1925-1995. der logischen Vernunft, 1929.
E d m u n d H u sse r l , 1859-1938.
El conjunto de esta obra está coloca­
do bajo el doble patrocinio de Lewis Si la ciencia ha devenido una técnica
Carroll (del que el análisis de su obra ser­ teórica, la lógica es cómplice de esta situa­
virá de hilo conductor para la continuidad ción pues no ha cesado de ser plantea­
del libro) y de los estoicos, de los que el da como «doctrina pura y universal de
autor toma la oposición de lo corpóreo y la ciencia». Por ello, y con vistas a un
de lo incorpóreo. La postura de esta relec­ cambio radical, a una renovación del «fun­
tura de la historia de la filosofía y de sus damento platónico de la lógica», nos invi­
aledaños — pues Deleuze recurre a refe­ ta Husserl a buscar una explicitación
rencias tan diversas como Carroll, Artaud, intencional del sentido de la lógica for­
Freud, Klossowski, Zola o Toumier— es mal. Norma de las ciencias, la lógica debe
el cambio de la lógica de la profundidad, a su vez estar fundamentada como tal y
inaugurada por Platón, por una lógica del apoyarse en una lógica «trascendental»,
sentido o mejor de la superficie. verdadero saber del saber por sí mismo
LÓGICA O EL ARTE DE PENSAR (LA) 406

que ve en el sujeto el sentido de todo objeto propio (el razonamiento formal),


conocimiento. sino como un arte práctica, la de pen­
Com o las -> M editaciones cartesia­ sar bien. De aquí el uso continuo de ejem­
nas, este texto marca una nueva orien­ plos tomados de razonamientos en todos
tación de Husserl: dar menor importan­ los dominios. De aquí también la prefe­
cia al principio del retorno a las cosas rencia sistemáticamente acordada al jui­
mismas, y emprender la vía del trascen- cio de la «luz natural», que siempre hace
dentalismo interrogándose sobre el sen­ una aplicación mecánica de las reglas: ¡la
tido de la lógica. verdadera lógica se burla de la lógica! Así
concebida, la lógica se separa del for­
Ediciones: Fórmale und transzendentale malismo, descartando por ejemplo el uso
Logik, Halle, Max Niemeyer, 1929; Logi­ de variables. Una lógica tal insiste en el
que formelle et logique transcendantale
(tr. S. Bachelard), col. «Épiméthée», P.U.F., papel del método (última parte), donde
1984. el juicio se ejercita mejor.
Estudio: S. Bachelard, La logique de Hus­ Aparecida anónimamente, la «Lógica
serl, P.U.F., 1957. de Port-Royal» ha conocido durante dos
siglos un éxito ininterrumpido, en Francia
y fuera de ella; se han hecho más de cin­
cuenta ediciones francesas y numerosas
L Ó G IC A O EL A R T E DE P E N S A R traducciones. Esto se debe sin duda a sus
(L A ), La logique ou l ’art de p e nser, virtudes pedagógicas y al cuidado por la
1662. claridad que animó la redacción de la obra.
A nto in e A r n a u l d , 1612-1694, y P ierre Mas no puede afirmarse que este libro
N ic o l e , 1625-1695. haya revolucionado verdaderamente la his­
toria de la lógica.
Arnauld y Nicole escribieron su L ó gi­
ca, llamada «de Port-Royal», para instruir Edición: La lógica o el arte de pensar (tr.
al joven duque de Chevreuse. Se trataba G. Quintás), Alfaguara, 1987.
principalmente de hacer rápidamente Estudio: R. Blanché, La logique et son his-
accesible una disciplina que la Academia toire, col. «U», Armand Colin, 1970, cap.
VII.2.
había sobrecargado excesivamente de
sutilezas.
Cuatro partes tratan sucesivamente de
las ideas, del juicio, del razonamiento y del L Ó G IC A Y EL M U N D O SE N SIBLE
método. La teoría de las ideas y del juicio (LA). Estudios sobre las teorías con­
se apoyan en un intelectualismo de inspi­ temporáneas de la abstracción, La logi­
ración cartesiana, aunque reelabora al que et le monde sensible. Études sur les
menos la distinción aristotélica entre las théories contemporaines de Vabstrac-
definiciones nominal y real. Las exposi­ tion, 1971.
ciones dedicadas al razonamiento se enca­ J ules V u ille m in , nacido en 1920.
minan sobre todo a hacer accesibles las
reglas complejas de la silogística. En la par­ La teoría de la abstracción está ligada
te dedicada al método, donde la influencia a la lógica. Mas, por una parte, toma sus
cartesiana se hace sentir de nuevo, se opo­ ideas de filósofos de antaño, sobre todo de
ne el análisis (método del descubrimiento) Hume. El autor expone ante todo la teoría
a la síntesis (procedimiento de exposición). aristotélica de la lógica y luego estudia la
Esta síntesis permanente entre la inspira­ naturaleza de la abstracción matemática.
ción antigua (escolástica) y la moderna (car­ Dos problemas están aquí presentes:
tesiana) es seguramente el trazo más ori­ el de la exactitud de los conceptos cien­
ginal de la obra. tíficos y el de la elaboración necesaria
Arnauld y Nicole no consideran a la de los datos sensibles (sense data). A con­
lógica com o una ciencia que posea su tinuación es estudiada la abstracción des­
407 LUDWIG FEUERBACH Y EL FIN DE LA FILOSOFÍA CLÁSICA ALEMANA

de el punto de vista de las categorías del de esta época: «El entusiasmo fue general:
mundo sensible. Se trata de la constitu­ todos nos hicimos feuerbachianos.»
ción, tal como la entiende Camap, o de Para Engels, la cuestión fundamental
la estructura de las apariencias, tal como de toda filosofía es la de la relación del
la concibe Goodman. pensamiento con el ser: el idealismo afir­
Estos diversos exámenes conducen a ma el primado del espíritu sobre la natu­
identificar las dificultades encontradas por raleza; el materialismo, el de la natura­
las teorías contemporáneas. El análisis de las leza sobre el espíritu. El materialismo
apariencias deja subsistir una inexactitud de mecanicista del siglo xvm era incapaz
principio que afecta a todo conocimiento de concebir el mundo como un proceso.
empírico. El problema que se plantea es el En cuanto al materialismo de Feuerbach,
siguiente: las figuras geométricas, ¿son «ide­ no ha sabido ni integrar los descubri­
ales» o «abstractas»? La generalización o mientos de su tiempo (la célula, la trans­
abstracción conjuntista y la abstracción pro­ formación de la energía, el evolucionis­
piamente dicha son distinguibles, pero las mo darwiniano), ni aplicarse a la ciencia
dos acusan un carácter arbitrario. de la sociedad.
Cierto, Feuerbach demuestra que
Edición: La logique et le monde sensible, Dios no es más que el reflejo fantásti­
Flammarion, 1971.
Estudio: F. Armengaud, Dictionnaire des co del hombre, pero pese a esto sigue
philosophes, P.U.F., 1984. siendo un idealista — en todo punto infe­
rior al Hegel de los ■* Principios de la
filo s o fía del d erecho, cuya forma es
idealista pero cuyo contenido (la moral,
LUD W IG FEUERBACH Y EL FIN DE el derecho, la economía, la política) es
L A FILOSOFÍA C LÁSICA ALEM ANA, realista. «En Feuerbach es todo lo con­
Ludwig Feuerbach und der Ausgang der trario; desde el punto de vista de la for­
klassischen deutschen P h ilosop h ie, ma es realista, toma como punto de par­
1886. tida al hombre; pero del mundo en el
F riedrich E ng e ls , 1820-1895. que este hombre vive no se hace en
absoluto cuestión.»
Con ocasión de la publicación por el Marx ha surgido igualmente de la desa­
filósofo danés Carl N. Starcke de un gregación del hegelianismo. Mas él parte
Ludw ig Feuerbach (Stuttgart, 1885), del aspecto revolucionario de la dialéctica,
Engels redacta un texto (aparecido en y la pone cabeza abajo. Que todo en la his­
abril-mayo de 1886 en la revista social- toria es proceso tiene que ser aplicado tam­
demócrata N eu e Z e it) en donde exa­ bién a la historia de la sociedad. Todas las
mina el lazo que une la filosofía clásica luchas políticas son luchas de clases que
(Hegel) y el movimiento obrero alemán, buscan la emancipación económica. Con­
y donde expone la concepción marxis­ trariamente a lo que pensaba Hegel, es
ta de la historia. la sociedad civil (el dominio de las rela­
La filosofía de Hegel (de la que Engels ciones económicas) y no el Estado el ele­
se complace en subrayar su carácter revo­ mento determinante de la historia.
lucionario) es a la vez sistema (idealista) y
Edición: Ludwig Feuerbach y el fin de la
método (dialéctico). Después de la infa­
filosofía clásica alemana (tr. editorial), Agui­
tuación (1830-1840), viene la descompo­ lera, 1969.
sición. + La esencia del cristianismo de Estudio: G. Labica, Karl Marx, les théses
Feuerbach aparecía como el libro ruptura sur Feuerbach, P.U.F., 1987.
M
MAESTROS PENSADORES (LOS), Les M A L E S T A R EN L A C U L T U R A (EL),
maítres penseurs, 1977. Das Unbehagen in der Kultur, 1 9 2 9.
A nd ré G l u c k s m a n n , nacido en 193 7. S ig m u n d F reu d , 1 85 6-1 9 39 .

Como sugiere su título, parodia del de Se puede considerar esta obra como una
la ópera wagneriana (Los maestros can­ suerte de alegato para hacer aceptar la hipó­
tores), este ensayo es una virulenta denun­ tesis — que Freud calificaba por lo demás de
cia de los discursos filosóficos alemanes «especulativa»— del famoso dualismo Eros-
del siglo xix. En su proceso de teorización Tánatos. Pero jamás es presentado aquí
del fenómeno totalitario, Glucksmann ve Tánatos en tanto que tal; es la agresividad,
en efecto en los llamados maestros libe­ aliada de las pulsiones eróticas y de las pul­
radores de la humanidad (Fichte, Hegel, siones de muerte, lo que constituye el eje
Marx y Nietzsche) a los que condujeron a del libro. Así la cultura, tomada como la
la conciencia europea por el camino del suma de las instituciones surgidas del pro­
Mal, el de los campos de exterminio y del ceso de civilización (el matrimonio, la reli­
Goulag. gión, la moral, la política, etc.) es presa de
La obra consagraba la aparición de un malestar profundo y permanente, efec­
una «nueva filosofía» determinada, a par­ to de la represión social de las pulsiones.
tir de mayo del 68, a analizar la realidad Para Freud, es el mismo proceso de civili­
del poder. Inicialmente defensor de la zación el que lleva en sí los gérmenes de ese
variante maoísta, Glucksman que, en La malestar. Porque la civilización transforma
cocinera y el d evorad or de hom bres las pulsiones de los hombres en aspiracio­
(1975), había visto en la práctica del capi­ nes (sociales, culturales, intelectuales) que
talismo y el marxismo la misma volun­ no les permite satisfacer. De aquí un senti­
tad de poder, anuncia el crepúsculo de miento de frustración, de decepción, de
los ídolos antes de invitarnos a ajustar malestar que es común a todos los hombres.
nuestras conductas teniendo en cuenta La obra tendrá una gran incidencia en
la evidencia del Mal (C inismo y pasión, el pensamiento del siglo XX. Marcuse se
1 98 1). inspirará directamente en ella para redac­
tar -»• Eros y civilización.
Edición: Los maestros pensadores (tr. J.
Jordá), Anagrama, 1978. Edición: El malestar de la cultura (tr. L.
Estudio: G. Schiwy, Les Nouveaux Philo- López-Ballesteros), en Obras completas, t.
sophes, col. «Médiations», Denoél, 1979. VIII, Biblioteca Nueva, 1974.

[4 0 9 ]
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA 410

Estudio: O. Mannoni, Freud, col. «Écrivains las comidas, el estadio— forman este tex­
de toujours», Le Seuil, 1977. to atribuido a Epicteto y ordenado des­
pués de su muerte por su discípulo Flavio
Arriano, ya redactor de las -* Conversa­
ciones (de las que el Manual sería un resu­
M ANIFIESTO DEL PAR T ID O COM U­ men). Destinado a los «progresantes» que
NISTA, Manifest der kommunistischen aspiran a devenir filósofos, el E nquiri-
Parte i, 1848. dión (traducido por «manual» o «puñal»)
K a r l M a r x , 1818-1883, y F rie d r ic h ha sido comparado por Simplicio (siglo
E n g e l s , 1820-1895. vi) a «un puñal que hay que tener siem­
pre a mano y del que aquellos que dese­
El texto, publicado anónimamente en an vivir bien estén prestos a servirse en
alemán en unos cientos de ejemplares, todo momento».
formó el programa de la Liga de los Comu­ H punto de partida de la obra es la dis­
nistas, tal como fue decidido en el curso tinción realizada por Zenón de Citio entre
de un congreso celebrado en Londres y las cosas que dependen de nosotros
en el que Engels había participado acti­ (nuestros juicios, nuestras tendencias,
vamente. Abriéndose con estas palabras: nuestros deseos, nuestras aversiones) y
«Un espectro recorre Europa, el espectro
las cosas que no dependen de nosotros
del comunismo», el manifiesto sienta el
(nuestro cuerpo, la riqueza, la celebridad,
principio rector según el cual «la historia
el poder). La desgracia de los hombres
de toda sociedad es la historia de las luchas
procede de que toman irreflexivamente
de clases». Es la que hoy se libra entre
las segundas por las primeras. Así pues,
los proletarios y la burguesía. El objetivo
no son las cosas en sí mismas (la enfer­
de los comunistas es la constitución del
medad, la muerte) lo que hay que temer,
proletariado en dase, el derribo de la domi­
sino el juicio erróneo que nos hacemos
nación de la burguesía, la conquista del
sobre ellas. En cambio, la libertad es con­
poder político por el proletariado. Tras
quistada por aquél que no siente «ni atrac­
una confrontación de los diferentes tipos
ción ni repulsión por nada que dependa
de socialismo y la exposición de la posi­
de los otros».
ción de los comunistas con respecto a los
Adaptado por los ermitaños cristianos
diferentes partidos de oposición, el texto
del monte Sinaí, el manual se puso de
termina con esta famosa consigna: «¡Pro­
moda en el siglo XVI entre los protestan­
letarios de todo el mundo, unios!»
tes, y después entre los católicos.
Texto fundador, el Manifiesto contie­
ne algunas de las «piedras angulares» del
Edición: Enquiridión (tr. J. García Mora),
marxismo, y por esta razón es una de las Anthropos, 1991.
obras más internacionalmente editadas Estudios: F. Sánchez de las Brozas, D oc­
(primera traducción francesa en 1872). trina del filósofo estoico Epicteto que se
llama comúnmente enchiridión, Diputa­
Edición: Manifiesto del partido comunis­ ción Provincial de Badajoz. Dpto. F’ublíca-
ta (tr. W. Roces), Ayuso, 1974. ciones, 1993; G. Rodis-Lewis, La Mora-
Estudio: F. Claudin, Marx, Engels et la révo­ le sto'icienne, P.U.F., 1970.
lution de 1848, Maspero, 1980.

M A R T E O L A G U E R R A JU Z G AD A,
M A N U A L (ENQ U IR ID IÓ N ), 'Er/eipí- Mars ou la guerre jugée, 1921.
Siov, o hacia 130. A l a in (Émile Auguste Chartier), 1868-
Ep ic t e t o , hacia 50-hacia 125. 1951.

Cincuenta y tres máximas ligadas a la Esta obra, compuesta de 93 capítulos,


vida cotidiana — los baños, el mercado, es la prolongación de los Recuerdos de
411 MÁS ALLÁ DEL BIEN Y D a M AL

guerra, y de las innumerables -> R efle­ páginas de la obra de Alain y de toda la


xiones que a su vez son eco del texto de literatura filosófica francesa.
Marte. La guerra fue ante todo una expe­
riencia para Alain: rondando los cincuenta Edición: Mars ou la Guerre jugée, Idées/
años se enroló para combatir como un Gallimard, 1969.
Estudio: De quelques-unes des causes rée-
soldado más en las trincheras; no por
lles de la guerre entre nations ciuilisées,
fanatismo patriótico, sino porque consi­ en Cahier Alain, n.° 2, Instituí Alain, 1988.
deraba que en semejantes tiempos no
había más verdad — la sola pasión de un
filósófo— que aquélla. La guerra fue una
preocupación, o mejor una obsesión, en M AR X H A M UERTO, Marx est m ort,
el pensamiento de Alain. 1970.
El título es redondo: Alain levanta con­ Je a n -M a r ie B e n o it , 1942-1990.
tra la guerra la única arma que a su enten­
der puede un día extirpar la plaga: el jui­ Filósofo original del lenguaje, marcado
cio. Ante todo, no respetar, no adorar, sino por el estructuralismo (deconstruir para
examinar. Y para empezar, examinar la
pensar de otra manera), Benoit constata,
guerra en sí misma, tal como es y no tal
tras los sucesos de Mayo del 68, la muer­
como se la piensa, en las chozas o en los
te de Marx, consagrado como ídolo y pro­
palacios. La guerra, naufragio de la huma­
feta por un uso «religioso» de los signos y
nidad (en los dos sentidos del término), de
una totemización de los significantes. Al
la justicia, del derecho. La guerra donde
igual que Louis Althusser, Benoit reivindi­
el hombre no es más que un instrumento,
ca el derecho de leer a Marx como tal, fue­
medio para los jefes que ejercen su «poder
ra de todo aquello que lo ha negado (leni­
asiático», donde por propio consentimien­
nismo, estalinismo, maoísmo...), contra las
to el hombre se rebaja a sí mismo por el
palabras que oprimen y confiscan a Marx,
entusiasmo, el fanatismo, la admiración. La
y colocando a éste en su verdadero lugar
guerra en fin en la que el poder se mues­
de la metafísica occidental tradicional.
tra tal como es: exigiéndolo todo y corrom­
piendo a las más bellas almas. Edición: Marx est mort, Idées/Gallimard,
Examinar, a continuación las causas de 1970.
esta desgracia. Alain cree poco en las expli­ Estudio: S. Bouscasse y D. Bourgeois, Faut-
caciones económicas («la guerra es sin duda il brült*r les nouueaux philosophes?, Nou-
cosa distinta a un mero conflicto de inte­ velles Editions Oswald, 1978.
reses»), El autor practica un materialismo
de otro género que, con más evidencia aún
aquí que en otros contextos, muestra su
cartesianismo: la «máquina» del hombre, M Á S A L L Á DEL BIEN Y DEL M AL,
sus pasiones (el temor sobre todo), son los Jenseits von Gut und Bóse, 1886.
verdaderos desencadenantes de las gue­ F rie d r ic h W il h e l m N ie t z s c h e , 1844-
rras. Una vez juzgada adecuadamente la 1900.
guerra, no queda más — si así puede decir­
se— que quererla. Pertenece al «sobera­ El título mismo de la obra es indicati­
no», esto es, al espíritu libre que hay en vo del punto de vista adoptado aquí por
cada uno de nosotros, la tarea de no resig­ el autor — más allá de las nociones de la
narse. De resistirse a ese movimiento irra­ moral común, más allá de los valores abso­
cional por el cual una muchedumbre, abdi­ lutos heredados de la tradición judeo-cris-
cando de toda responsabilidad individual, tiana. A la antinomia bien/mal (Gui/Bóse),
acaba por convencerse de que no hay otra que con la antinomia verdadero/falso orde­
vía más que lo inaceptable. na el mundo construido por el hombre,
Algunos capítulos de Marte o la gue­ opone Nietzsche un rotundo «sí» a todo lo
rra juzgada figuran entre las más bellas que engrandece, embellece, intensifica la
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL 412

vida. Así, la obra apunta a la vez al cris­ reinar soberanamente, con la pretensión
tianismo, al socialismo y al nihilismo, sien­ de ser fines en sí, y no medios entre otros
do el segundo el resultado lógico del pri­ medios.
mero, mientras que el tercero es la Después de una cuarta parte que reú­
consecuencia fatal de los otros dos juntos. ne algunas «máximas e interludios», Nietzs­
En la primera de las nueve partes en che intenta volver a trazar la «historia natu­
que está dividida Más allá del bien y del ral de la moral» (quinta parte): hasta ahora,
mal, denuncia Nietzsche los «prejuicios de los filósofos se han esforzado en «fundar»
los filósofos». El más grave de todos es la la moral que ellos creían necesaria; si se
creencia en el valor absoluto de la verdad: hubieran tomado la molestia de examinar
«¿Qué es lo que propiamente aspira en la genealogía de esta moral, habrían com­
nosotros a la “verdad”»? ¿Por qué los filó­ prendido que está apoyada en una «pro­
sofos no habrían de buscar más bien lo digiosa inversión de los valores», por la
no-verdadero, lo incierto, o sea lo falso? cual los esclavos han impuesto en toda
¿Por qué no dan valor más que a la sin­ Europa una «moral de rebaño», una moral
ceridad, al desinterés, a la realidad, y no de sacrificio y de renuncia que exalta las
sienten más que desprecio por la menti­ virtudes democráticas y los instintos gre­
ra, el egoísmo y las apariencias? Porque garios.
las investigaciones de los filósofos están La sexta parte de la obra se dirige a los
por entero orientadas por las ideas mora­ sabios («Nosotros, los sabios»), que con­
les a las cuales pretenden llegar. Así, las viene poner al servicio de los podero­
normas que ellos creen extraer de la razón sos, como simples instrumentos de cono­
universal no son más que los reflejos de cimiento. En cuanto a los filósofos del
sus instintos personales y de la jerarquía porvenir, deberían «recorrer por entero
a la que están sujetos. Nietzsche denun­ el círculo de los valores» para asumir la
cia igualmente la utilización que los hom­ noble tarea de legislar y determinar el des­
bres hacen de ciertos conceptos, como los tino del hombre. N o hay que creer, sin
de causa, de ley, de libertad, de necesidad, embargo, que los inmoralistas del maña­
de fin: sería erróneo creer que esas nocio­ na no tengan sus propias virtudes; en la
nes permiten exp lica r los fenómenos, parte séptima («Nuestras virtudes»), Nietzs­
cuando en realidad no son más que fic­ che procede a enumerarlas y a mostrar
ciones destinadas a designarlos. La segun­ en qué difieren éstas de la virtudes medio­
da parte está consagrada al «espíritu libre». cres de las que se glorian los débiles.
N o al librepensador, que no piensa más En las dos últimas partes («Pueblos y
que en conquistar la «felicidad del rebaño patrias» y «¿Qué es la aristocracia?»), tras
para todo el mundo», sino al filósofo del haber diseccionado la pretendida «pro­
porvenir que comprende que sólo la «volun­ fundidad» del pueblo alemán y apelado al
tad de poden», libre de toda consideración refinamiento del espíritu francés, Nietzs­
moral, permitirá que la humanidad se des­ che precisa su ideal moral y social: «Has­
pliegue y progrese: «Creemos [...] que todo ta ahora, toda elevación del tipo huma­
lo que es malo, terrible, tiránico en el hom­ no ha sido obra de una sociedad
bre, lo que hay en él de fiera y de serpiente, aristocrática, y así continuará siendo; dicho
sirve tanto a la elevación de la especie de otro modo, ha sido la obra de una
“hombre” como su contrario.» sociedad jerarquizada que cree en la exis­
La tercera parte, titulada «El fenóme­ tencia de fuertes diferencias entre los hom­
no religioso», trata de la historia del alma, bres y que tiene necesidad de una forma
del problema de la fe y de la «neurosis reli­ cualquiera de esclavitud.» Así, quedan neta­
giosa» que se ha extendido por toda la tie­ mente distinguidos dos tipos de moral: la
rra. Nietzsche subraya el carácter perni­ de los señores, que se apoya en la antí­
cioso de las religiones: en lugar de ponerse tesis «noble»/«despreciabIe», y la de los
al servicio de la selección y educación esclavos, fundada en la oposición «bue-
de los hombres, no piensan más que en no»/«malo», ¡donde el «malo» en la moral
413 MATERIA Y MEMORIA

de esclavos no es otro que el «noble» de La distinción entre «dos memorias» no


la moral de los señores! impide a Bergson afirmar su interpene­
tración. Mas esta distinción permite resol­
Edición: Más allá del bien y del mal (tr. A. ver el problema del olvido, problema cen­
Sánchez Pascual), Alianza, 1972. tral para toda teoría filosófica de la
Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzsche
(tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994. memoria. La distinción conduce entre
otras cosas a una nueva concepción de
la relación entre espíritu y materia. Mien­
tras que esta última es por esencia repe­
tición eterna, el espíritu es novedad y cre­
M ATERIA Y MEMORIA. Ensayo sobre
ación-. «una prolongación del pasado en
la relación del cu erp o y e l espíritu.
el presente, un progreso, una verdadera
Matiére et mémoire. Essai sur la rela-
evolución». La materia es definida como
tion du corps á I ’esprit, 1896.
memoria «presentida». Desde entonces,
H enri B e r g s o n , 1859-1941.
la memoria deviene el principio rector de
una jerarquía de los seres, clasificados
El subtítulo de la obra indica que Berg­
según su grado de memoria o de libertad
son aborda en este libro uno de los pro­
(que viene a ser lo mismo).
blemas esenciales de la filosofía. La memo­
Es por tanto aquí donde toma cuerpo
ria no constituye, según declaración de
una de las tesis más fuertes del bergso-
Bergson mismo, más que un ejemplo pri­
nismo: el espíritu y la materia no se dejan
vilegiado para examinar esta relación.
colocar simplemente en paralelo (la crí­
El autor pretende aquí superar las difi­ tica de este paralelismo filosófico es un
cultades clásicas del dualismo, sin caer leitm otiv de -> La energía espiritual).
por ello en un monismo simplíficador. El espíritu desborda por el contrario al
Como suele hacer con frecuencia, Berg­ cuerpo, y concretamente esa parte del
son analiza aquí dos doctrinas antago­ cuerpo con la que mantiene unas rela­
nistas igualmente insuficientes. ciones privilegiadas: el cerebro. Hay más
Para Bergson, la materia no es esta en el espíritu que en la actividad cere­
entidad misteriosa, situada «mas allá» de bral que con él se corresponde, porque
nuestras representaciones y que las pro­ esta última no retiene más que lo que,
duce, sino una «imagen». El cerebro mis­ desde un punto de vista práctico, puede
mo — órgano material— no escapa a esta servir para la acción. De ello se sigue
condición de imagen. que la idea de una autonomía de lo espi­
El autor distingue a continuación dos ritual por relación a lo corporal, con­
tipos de memoria, que correlaciona con cretamente después de la muerte, es, si
los dos dominios del ser: la «memoria pura», no filosóficamente fundada, al menos
actividad espiritual, y la «memoria-hábito», posible.
de esencia mecánica y material. Esta La obra ofrece una crítica radical de las
memoria-hábito tiene vocación práctica e tesis biologistas o asociacionistas, tan en
instrumental (adaptar nuestras reacciones boga en los tiempos de Bergson. Sólo una
al entorno), mientras que la memoria pura información científica extremadamente
no está al servicio de la conciencia: es esta precisa y rigurosa permite por lo demás a
conciencia misma, como acumulación del Bergson combatir, en su propio terreno,
pasado. El cerebro no es — de manera sim­ tesis que contaban con un gran apoyo cien­
plista— el órgano de la memoria; ante todo tífico; por ejemplo, el estudio de las afa­
porque la memoria no existe (existen dos), sias parecía confirmar, al final del siglo XK,
y luego porque Bergson cree vana una teo­ la hipótesis de las localizaciones cerebra­
ría de las localizaciones. El cerebro tiene les. En La energía espiritual («El alma y
por misión seleccionar de entre los recuer­ el cuerpo» en particular), Bergson volve­
dos (de esencia espiritual) todo lo que pue­ rá sobre las consecuencias que el filósofo
da servir para la acción útil. puede extraer de ello.
MATERIALISMO RACIONAL (EL) 414

Podrá chocar el recurso de Bergson a lo energía que afecta y moviliza a la densidad


que él llama «intuición» y ver en ello una del ser, convergen en el mismo sentido: el
especie de dimisión de la inteligencia. «La estado real no es más que un plan reali­
filosofía», afirma Bergson desde las prime­ zado entre una multiplicidad de estados
ras páginas, «no es más que un retorno posibles. Lo posible domina a lo real.
consciente a los datos de la intuición.» Este Bachelard cita al químico Auguste Laurent:
problema no podría ser solventado en algu­ «La química de hoy ha devenido la ciencia
nas líneas, mas hay que tener en cuenta de los cuerpos que no existen.» Hacer exis­
que la intuición que Bergson tiene en men­ tir a los cuerpos que no existen, o rehacer
te en los análisis de Materia y memoria no los que existen, tal es la tarea del materia­
es una facultad suplementaria, como aqué­ lismo racional. De igual modo, la historia
lla de la que puede valerse el místico (la obra de una noción tiene que ser integrada en
entera de Bergson basta por lo demás para la determinación de su contenido si se quie­
confirmarlo). La intuición, otra forma de la ren evitar las simplificaciones filosóficas: el
inteligencia, es una tentativa para poner fin ejemplo de la historia del peso atómico es
al dominio sin contemplaciones de lo que la ilustración de la historia de un concep­
Bergson llamaba también «razonamiento», to afectado de un devenir epistemológico.
y que para él no es más que una forma par­ El dato es sustituido por lo elaborado.
ticular de la comprehensión. La elaboración de las materias repercu­
te en una elaboración de las nociones.
Edición: Materia y memoria (tr. M. Nava­ La conclusión del libro reactiva el deba­
rro), La Plata, Ed. Colombina, 1943.
te sobre la discontinuidad del conocimien­
Estudios:.- E. Bréhier, Historia de la filo ­
sofía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), to científico por relación al conocimien­
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 561-580; G. to común. El a pesar de la ruptura hace
Deleuze, El bergsonismo, Cátedra, 1987. bascular el porqué de la continuidad en
las leyendas del naturalismo. Más allá del
racionalismo de la identidad, es preciso
apercibir, y com prend er, la racionali­
MATERIALISMO RACIONAL (EL), Le dad de lo múltiple.
matérialisme rationnel, 1953.
G a s t ó n B a c h e l a r d , 1884-1962. Edición: Le matérialisme rationnel, col.
«Quadrige», P.U.F., 1990.
En esta obra, Bachelard se toma en Estudios: J. Sánchez Trabalón, Gastón
Bachelard, Orto, 1995; P. Ginestier, Bache­
aprendiz del químico moderno y hace apa­ lard, col. «Pour connaltre la pensée de», Bor­
recer la abundante variedad de los acae- das, 1987.
ceres de la materia. Su intención es estu­
diar, codo a codo con el materialismo sin
materia de los filósofos, o sea contra él, un
materialismo de la materia que esté guiado MATERIALISMO, VITALISMO, RACIO­
por un racionalismo activo, es decir acti­ NALISMO. Estudio sobre el empleo de
vista, y pluralista: es éste el que está a la los datos de la ciencia en filosofía,
base de la filosofía química moderna, prin­ Matérialisme, vitalisme, rationalisme.
cipal objeto de análisis de estas reflexiones. Étude sur l ’em ploi des données de la
El examen fenomenológico de los pro­ Science en philosophie, 1875.
blemas del materialismo ordenado per­ A otoine A ugustin C o u r n o t , 1801-1877.
mite revelar un intermaterialismo, que es
la esencia misma de la ciencia química. Y Cournot ha asombrado por la estabi­
marca filosóficamente una derrota total lidad de sus referencias durante más de
de lo inmediato. veinte años y por la coherencia de sus
La heterogeneidad química que apare­ reflexiones y planteamientos internos. Él
ce tras la homogeneidad física, la dinámi­ es el primero que ha mencionado y dis­
ca que diseña y domina lo geométrico, la cutido a Auguste Comte. Los grandes
41 5 MATERIALISMO Y EMPIRIOCRITICISMO

problemas se irán borrando paulatina­ tores. Desde la introducción, Lenin asi­


mente bajo el imperio del desarrollo de mila la filosofía de los «discípulos rusos de
la ciencia y de la industria. Mach» al idealismo inmaterialista de Ber­
keley y los acusa de profesar un solipsis-
Edición: Matérialisme, vitalisme, rationa- mo insostenible.
lisme, Vrin, 1979. Contra las tesis positivistas de Mach y
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), Bogdánov (el mundo físico es la experien­
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 533-537; C. cia socialmente organizada), Lenin afirma
Salomon-Bayet, comentarios en la edición la existencia de una realidad objetiva y la
citada. posibilidad de obtener un conocimiento apro­
ximado, aunque adecuado. Rechaza extraer
de las ciencias contemporáneas la conclu­
sión de que «la materia desaparece», que
M A T E R IA L IS M O Y E M PIR IO C R IT I­ oculta según él el deseo mal disimulado de
CISMO. Notas críticas sobre una filo­ los empiriocriticistas: que desaparezca el
sofía reaccionaria, Materialísmi i empí- materialismo. El autor propone aquí una
riokrititsismi, 1908. definición materialista de la materia que esca­
L enin (Vladimir Dich Uliánov), 1870-1924. pa a las críticas del positivismo: «La única
propiedad de la materia que reconoce el
Si nos atenemos a los criterios tradi­ materialismo filosófico es la de ser una rea­
cionales, esta obra es el libro filosófico de lidad objetiva, de existir fuera de nuestra
Lenin. Su objeto, en efecto, no puede ser conciencia.» Según el autor, la nueva filo­
más clásico: la teoría del conocimiento: sofía empiriocriticista es resultado de una
mas como todos lo libros de Lenin — y crisis de crecimiento de las ciencias, explo­
en general de las obras filosóficas de la tra­ tada por fuerzas exteriores a la filosofía, que
dición marxista— se trata de una inter­ son fuerzas políticas en último análisis. Lenin
vención militante en un debate teórico sitúa por tanto su intervención en este deba­
ampliamente marcado por la coyuntura. te a partir de su toma de posición política.
Es preciso por tanto decir algo de esta Según expresión de Althusser ( + Lenin y
coyuntura para poner en evidencia la pos­ la filosofía), la filosofía deviene «práctica
tura de Materialismo y empiriocriticismo. filosófica», «toma de partido» en el seno de
0 filósofo y físico austríaco Emst Mach una coyuntura teórica en la que se enfren­
había desarrollado en los últimos años del tan las dos grandes tendencias de la filoso­
siglo xix una filosofía positivista del cono­ fía: materialismo e idealismo.
cimiento. Bajo el nombre de «empiriocri­ Citado muy a menudo en la literatura
ticismo» proponía sustituir la noción de marxista, popularizado y simplificado has­
«objeto físico» por la de «complejo de sen­ ta la saciedad en la tradición estaliniana
saciones», y calificaba de metafísica la cues­ y post-estaliniana, esta obra no es sin
tión del origen de los datos sensibles. embargo la simpleza filosófica de la que
Pero, ya en el siglo XX, una corriente se burlan los universitarios. N o obstante,
del partido bolchevique («bolchevistas de los defectos del libro son manifiestos: para
izquierda»), animada por Bogdánov, pre­ el lector de hoy está sobrecargado de polé­
tendía reactualizar la filosofía marxista a micas interminables con autores comple­
la luz de los hallazgos científicos más tamente olvidados. Científicamente, Lenin
recientes (en particular en física). Bajo el retrocede ante ciertas hipótesis de las que
nombre de «empiriomonismo», el «empi­ bien pronto surgirá la teoría de la relati­
riocriticismo» de Mach devendría así la vidad. Filosóficamente, su teoría del cono­
nueva filosofía del marxismo. cimiento como reflejo aparece problemá­
Materialismo y empiriocriticismo es tica, si no insuficiente, a los ojos de
una reacción contra esta filosofía marxis­ numerosos materialistas, que ven en ella
ta renovada, que Lenin juzga inseparable un resurgimiento del sensualismo de las
de las posiciones políticas de sus promo­ Luces.
MEDITACIONES CARTESIANAS 416

Edición: Materialismo y empiriocriticismo El ego puede entonces explicitarse a sí


(tr. M. Sacristán), Grijalbo, 1975. mismo, lo que Descartes no había pre­
Estudios: L. Althusser, Lénine et la philo­ visto. La atención va a dirigirse hacia las
sophie, «Petite Collection Maspero», La
Découverte, 1972; D. Lecourt, Une cr¡se et cogitaciones, no hacia el ego cogito. El
son enjeu, col. «Théorie», Maspero, 1973. objeto intencional otorga valor a la regla
de estructura del yo trascendental.
La tercera meditación plantea proble­
mas constitutivos: los del análisis inten­
M ED IT AC IO N ES C AR T E S IA N A S y
cional. Quedan las grandes tareas de la
Conferencias de París, Cartesianische
autoexplicación trascendental.
M ed ita tionen und pariser Vortráge,
La cuarta meditación trata de los pro­
1931.
blemas constitutivos del ego trascendental
E d m u n d H u sse rl , 1859-1938.
en sí mismo y existente por sí mismo. La
forma universal de toda génesis egológi-
Husserl dio cuatro conferencias en ale­
ca es el tiempo; con el tiempo reaparecen
mán el 23 y el 25 de febrero de 1929,
los problemas de la cosa y del número en
invitado por el Instituto de estudios ger­
el sentido de problemas intencionales.
mánicos y por la Sociedad francesa de
La quinta meditación determina el domi­
filosofía; esta obra es resultado directo
nio trascendental como intersubjetividad.
de ellas. Tomando a las -*■ Meditaciones
de Descartes como prototipo del retor­
Edición: Meditaciones cartesianas. Intro­
no filosófico a sí mismo, Husserl reco­ ducción a la fenomenología (tr. J. Gaos y
noce la necesidad de una reiniciación radi­ M. García-Baró), Fondo de Cultura Econó­
cal en filosofía. Al proponerse meditar a mica, 1985.
la manera cartesiana, Husserl toma el Estudios: Ensayo de J. Gaos, «Historia y sig­
nificado», y «Nota» previa de M. García Baró,
camino del ego trascendental: tema de
que figuran en las páginas introductorias de
la primera de las cinco meditaciones, que laed. cit.; E. Levinas, Théorie de í’intuition
trata esencialmente de la evidencia en dans la phénomenologie de Husserl, Vrin,
sus diferenciaciones. Por tener el «yo soy» 1978.
una evidencia apodíctica, hay lugar para
distinguir al yo psicológico del yo tras­
cendental: porque a Descartes le faltó
la orientación trascendental que se impo­ MEDITACIONES CRISTIANAS Y ME­
ne si uno está atento a la reducción del TAFÍSICAS, M éditatíons chrétiennes
yo humano natural al yo trascendental, et métaphysiques, 1683.
dominio de la experiencia interna tras­ N ic o l á s M a l e b r a n c h e , 1638-1715.
cendental y fenomenológica. Pero este
yo reducido no es una parte del mundo En esta obra de Malebranche es don­
e, inversamente, el mundo no es una par­ de se deja sentir verdaderamente la inspi­
te del yo. ración cristiana que nutre todo su pensa­
La segunda meditación toma un nue­ miento. En efecto, por la vía de la
vo giro con la idea de un fundamento tras­ meditación, Malebranche entra en con­
cendental del conocimiento. Dos etapas tacto con el Verbo divino que constituye
serán necesarias para la fenomenología. su interioridad. A través de esta serie de
La primera permitirá recorrer toda la veinte meditaciones o plegarias expone el
experiencia trascendental del yo; la segun­ autor los principios de su filosofía, la úni­
da tendrá por objeto la crítica misma de ca verdadera, puesto que está revelada por
la experiencia trascendental, como tam­ ese Maestro interior que sabe hacerse oír
bién la del conocimiento trascendental en cuando uno se esfuerza en atender.
general. Abordamos aquí una ciencia nue­ Las cuatro primeras meditaciones están
va, ya no objetiva sino subjetiva, con inde­ consagradas al Verbo divino. Las cinco
pendencia de la existencia del mundo. siguientes afirman que sólo Dios es causa,
417 MEDITACIONES METAFÍSICAS

puesto que sedo él actúa con ocasión de nues­ invertirse sin destruir la obra. Martial Gué-
tros pensamientos y nuestras acciones. Las roult lo ha mostrado luminosamente en
meditaciones que siguen tratan de los debe­ su magistral comentario (véase «Estudios»
res del hombre para con Dios. Finalmente, al final de esta entrada). Antes de inten­
las ocho últimas meditaciones abordan el tar restituir el movimiento es preciso aña­
problema de la gracia que debe ayudar al dir que las meditaciones apenas si son
hombre a cumplir sus deberes, bien sea por separables de la serie de objeciones y res­
la gracia de la iluminación que nos ayuda a puestas que las acompañan. Estas obje­
conocer esos deberes, bien por la gracia del ciones, formuladas por contemporáneos
sentimiento que, limitando nuestra atracción de Descartes, se distribuyen en siete
por el placer, nos permite cumplirlos. series. No todas son de valor igual, y Des­
En esta obra se mezclan los principios cartes debe a menudo insistir machaco­
filosóficos procedentes del cartesianismo namente ante lectores que no están a su
con un cristocentrismo inspirado por el altura. Mas a veces esas objeciones arro­
cardenal de Bérulle. jan sobre el texto original una luz irre­
emplazable. Señalemos finalmente que
Edición: Méditatíons chrétiennes et la traducción francesa fue revisada por
métaphysiques, Vrin, 1967. el propio Descartes.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
Meditación primera: la duda. Es pre­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran),
vol. I, Tecnos, 1988, pp. 788-809; F. Alquié, ciso deshacerse de todas las antiguas opi­
Le cartésianísme de Malebranche, Vrin, niones, reputadas inciertas. N o por
1974. desesperanza escéptica, sino com o
medio de buscar lo verdadero, que no se
debe dudar en encontrar. Los argu­
mentos de los engañosos sentidos y del
MEDITACIONES METAFÍSICAS, Médi- sueño arruinan el conocimiento que mis
tations métaphysiques. Meditationes de sentidos me dan del mundo exterior,
prima philosophia, in quibus D ei exis- como también la certeza que yo tengo
tentia et animae humanae a co rp ore de su existencia (lo cual hace tambale­
distinctio demonstrantur, 1641. arse a todas las ciencias de lo real). A
R ene D e sc ar te s , 1596-1650. estas razones naturales para dudar se
añade la hipótesis de un Dios mentiro­
Menos famosas para el gran público so, que pone en peligro el edificio de las
que el ->■Discurso del m étodo, las Medi­ verdades racionales (matemáticas). La
taciones metafísicas son para el filósofo famosa hipótesis del genio maligno per­
la obra maestra de Descartes, el libro alre­ mite unlversalizar la duda.
dedor del cual se articulan todos los otros Una vez que se ha hecho tabla rasa,
textos. Más aún: un pilar y un eje para nada queda de cierto. Salvo esto: que
toda la historia de la filosofía. incluso aunque no se salga de este esta­
Las Meditaciones deberían leerse por do, se conserva la seguridad de no estar
sí mismas, fuera de toda referencia his­ engañado, puesto que se es al menos
tórica o erudita. N o porque no tengan su consciente de la incertidumbre de todos
historia, como cualquier otro texto, sino los conocimientos.
porque ellas despliegan en un presente Meditación segunda: la misma per­
de eternidad la marcha de un pensamiento severancia en la duda es la que conduce
que ha resuelto no apoyarse más que en a la primera certeza: «yo soy, yo existo»;
sí mismo, no contar más que con sus pro­ el genio maligno puede engañarme cuan­
pias fuerzas, para acceder a la verdad. to quiera, pero yo no podría dudar sin
Seis meditaciones, seis jornadas en ser.
que la reflexión se desarrolla y progresa La certidumbre de mi existencia va
según un «orden de razones», orden ana­ acompañada de una conciencia clara de
lítico del descubrimiento que no podría mi naturaleza de existente; por el momen­
MEDITACIONES METAFÍSICAS 4 18

to no sé más que esto: yo soy «una cosa Meditación. Aquí interviene una tercera
que piensa». prueba de la existencia de Dios. Esta prue­
El análisis del trozo de cera, que nos ba es más conocida por el nombre (debi­
introduce contra toda esperanza en el uni­ do a Kant) de «argumento ontológico». Es
verso de las cosas, apunta a establecer la misma que había utilizado ya San Ansel­
definitivamente la futilidad de la certeza mo en el ►Proslogion, mas Descartes le
sensible, que sigue creyendo que las cosas da una forma matemática inédita. La exis­
exteriores nos son mejor conocidas. Des­ tencia de Dios puede ser deducida de su
cartes muestra que la aprehensión sensi­ esencia, exactamente igual que de la esen­
ble de la cera supone ya una «inspección cia de una figura geométrica se extraen
del espíritu». sus propiedades. Pues es propio de la
Meditación tercera: la Meditación pre­ naturaleza de Dios ser perfecto, y si la
cedente ha desembocado en el solipsis- existencia no le perteneciera, Él carece­
mo. Una reflexión sobre las ideas va a ría de una perfección. A la prueba de la
permitir salir de él. Hay en efecto en mí Meditación tercera, que se remontaba
una idea (la palabra no tiene ninguna sig­ de un efecto contingente a su causa nece­
nificación platónica y se escribe con saria, la prueba ontológica añade la
minúscula) de la que yo no puedo ser el demostración geométrica, que se apoya
autor. Es la idea de infinito. La experiencia únicamente en el razonamiento. Esta prue­
de la duda me hace conocer en efecto mi ba geométrica es posible sólo, subrayé­
finitud y mi imperfección. A la idea de moslo, porque tenemos la certeza de la
infinito corresponde por tanto necesa­ veracidad divina; y ella requiere por tan­
riamente, fuera de mí, una realidad que to — el orden de las razones obliga— las
posea al menos tanta perfección como la pruebas precedentes.
idea que la representa: Dios. Por otra par­ M editación sexta: queda la cuestión
te, yo soy un ser imperfecto que posee de la existencia de las cosas exteriores,
sin embargo la idea de lo perfecto; yo no de la cual pende — nada menos que— la
puedo ser por tanto el autor de mi pro­ posibilidad de las ciencias que tratan del
pia existencia: segunda prueba de la exis­ mundo. Es la experiencia de la imagina­
tencia de Dios. ción la que inclina a pensar que existen
La existencia de Dios está pues pro­ fuera de mí los cuerpos que mi espíritu
bada. Siendo perfecto, Él no puede que­ se aplica a considerar. Sería preciso que
rer engañarme. La veracidad divina per­ Dios fuera mentiroso para que la muy
mite considerar con serenidad la tarea del fuerte inclinación que tenemos a atribuir
conocimiento. a los cuerpos nuestras impresiones fue­
Meditación cuarta: Dios garantiza las ra falsa. Sin embargo, Descartes niega
ideas claras y distintas, mas yo estoy sin que los sentidos puedan ofrecer un medio
embargo sujeto al error. ¿Cómo es posi­ seguro para obtener cualquier conoci­
ble éste? Descartes exculpa a las faculta­ miento sobre el mundo objetivo. Resta,
des. El entendimiento es sano, aunque pues, considerar el hecho de la unión del
finito, pues no hace más que proponer alma (sustancia espiritual) y el cuerpo (sus­
representaciones. La voluntad, por sí mis­ tancia material); sobre este punto, Des­
ma, no es responsable del error. Mas al cartes permanece fiel a la enseñanza esco­
afirmar una idea que no es perfectamen­ lástica, en contra del dualismo platónico.
te clara y distinta, yo hago un mal uso de Sin embargo, la cuestión se tornará en
mi facultad de querer, y yo soy por tan­ una de las dificultades mayores del car­
to el responsable del error. tesianismo: ¿cómo conciliar la unión sus­
Meditación quinta: la existencia de las tancial y la distinción real de las dos esen­
cosas exteriores sigue siendo dudosa; en cias, espiritual y corporal? El problema
cambio, las esencias, que me son cono­ alimentará la correspondencia con la prin­
cidas por las ideas claras y distintas, tie­ cesa Isabel, envenenará las relaciones del
nen su verdad garantizada en la tercera maestro con algunos discípulos (Regius)
419 MEDITERRÁNEO Y EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN LA ÉPOCA DE FELIPE n (EL)

y engendrará finalmente los grandes sis­ cartes, y como prolongación de su más


temas metafísicos que, surgidos del car­ grande texto.
tesianismo, acabarán por volverse con­
tra él: los de Malebranche, Leibniz, Edición: Meditaciones metafísicas con obje­
Spinoza. ciones y respuestas (tr. V. Peña), Alfagua­
ra, 1977.
A propósito de las Meditaciones, sería
Estudios: B. Williams, Descartes: el pro­
un error separar a la metafísica del inves­ vecto de la investigación pura (tr. J. Coll),
tigador científico que fue Descartes — geo­ Cátedra, 1996; M. Guéroult, Descartes selon
metría analítica, óptica— y de la gran l ’ordre des raisons, 2 vols., Aubier, 1968.
revolución científica de la que fue testi­
go y actor. La metafísica que se desplie­
ga en las seis Meditaciones no es la esco­
ria de una época que se revuelve en el M EDITERRÁNEO Y EL M U N D O ME­
medio de las Luces nacientes. Descartes DITERRÁNEO EN L A É PO C A DE FE­
comprende esta revolución, puede que LIPE n (EL), L e Méditerranée et le mon­
incluso mejor que los que han contribui­ de méditerranée á l ’époque de Philippe
do más que él a realizarla; Descartes da II, 1949.
a la nueva física la base que ella necesi­ F e r n a n d B r a u d e l , 1 90 2-1 9 85 .
taba al instituir la distinción entre un mun­ Tesis doctoral.
do material, sometido a puras leyes mecá­
nicas, y un espíritu pensante capaz de Esta obra es la ilustración más céle­
conocer lo verdadero. bre del espíritu de los Anales, corriente
«Nadie — decía Alain— ha pensado innovadora que da la espalda a la tradi­
más cerca de sí.» Los contemporáneos ción positivista y a la historia «histori-
del filósofo no estaban seguramente pre­ zante».
parados para asimilar una empresa tan Braudel intenta en ella una aproxima­
audaz. Basta leer la serie de Objeciones ción al Mediterráneo dejando de lado su
y Respuestas para apercebírse que el carácter de teatro de acontecimientos en
racionalismo cartesiano no era la ideo­ beneficio de su amplia extensión tempo­
logía dominante en la Europa de su tiem­ ral: una aproximación no solamente polí­
po. Mas no se ha necesitado mucho tiem­ tica sino «geohistórica» que introduce el
po para que esta obra se imponga como espacio en la historia. El autor distingue
el texto de referencia de la metafísica car­ tres tiempos: un tiempo geográfico, eter­
tesiana; el propio Descartes, poco incli­ no (el tiempo del medio natural, del cli­
nado a polemizar, y menos todavía a repe­ ma), luego un tiempo social, cíclico (el tiem­
tirse, remitía invariablemente a ella a sus po de los agrupamientos, de los mercados,
interlocutores reticentes. de las vías de comunicación), y finalmen­
Mas el valor de las Meditaciones meta­ te el corto tiempo de los acontecimientos
físicas no se agota con ser la referencia y del individuo.
absoluta del cartesianismo. Esta obra inau­ La escuela de los Anales estuvo direc­
gura en la tradición filosófica la preemi­ tamente en el origen de la «nueva histo­
nencia del sujeto y, por decirlo todo, al ria», corriente que, en los años setenta,
idealismo mismo. Hegel, que confundía predicaba una historia total, en la encru­
justamente filosofía e idealismo, escribía: cijada de todas las ciencias humanas.
«La acción de este hombre sobre su siglo
y sobre los tiempos nuevos no sabrá exa­ Edición: El Mediterráneo y el mundo medi­
gerarse jamás.» Numerosos son los pen­ terráneo (tr. W. Roces), 2 vols., Fondo de
sadores que, después de él, reclaman Cultura Económica, 1976.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
directamente su herencia; mencionemos temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­
sólo a Husserl que, con sus ►Medita­ guez Tapia), Cátedra, 1996; G. Bordé y H.
ciones cartesianas, coloca la empresa Martin, Las escuelas históricas (tr. R. Lajo
fenomenológica bajo el patrocinio de Des­ y V. Frigola), Akal, 1992.
MEMORABLES (RECUERDOS DE SÓCRATES) 420

MEMORABLES (RECUERDOS DE SÓ­ la estrategia y que ha de velar por el bien


C RATES), ’A7to|ivr||iovei4iaxa Icoxpri- moral de los grupos; cuando Pendes es
Tout;, o hacia 369-366 a.C. nombrado estratega, Sócrates expone su
J e n o f o n t e , hacia 430-355 a.C. opinión sobre la política: un arte que
requiere conocimientos humanos y técni­
Se trata, de alguna manera, de la bio­ cos; el filósofo opina también sobre la Pro­
grafía de Sócrates, basada en antiguos videncia-. para él, las criaturas han sido cre­
recuerdos personales y sin duda en los adas por una potencia divina.
diálogos de Platón. Jenofonte se propo­ De esta variedad de interlocutores y de
nía describir al verdadero Sócrates por conversaciones surge un retrato de Sócra­
sus actos y por sus intenciones. Jenofonte tes y un bosquejo de su método y de su
dice: «Para mí, era tal como lo he pinta­ carácter: Sócrates utiliza la mayéutica,
do»; el título original significa en efecto el arte de alumbrar las almas para llevar,
Recuerdos. mediante preguntas precisas, a su inter­
La obra empieza por la rehabilitación locutor a descubrir la verdad que él mis­
de Sócrates. Este ha sido acusado de mo llevaba en su interior. La dialéctica de
impiedad, de no reconocer a los dioses Sócrates conduce así a su interlocutor a
del Estado y de introducir ideas religiosas recuperar un saber que él ignoraba pose­
nuevas. Jenofonte toma su defensa: er. Además, al filósofo le complace partir
Sócrates ofrecía sacrificios en privado y de definiciones precisas y apoyar sus
en público y recurría a los adivinos. Pre­ demostraciones en comparaciones toma­
tendía solamente recibir consejos de su das de la vida diaria. A esto se añade una
«demonio»; nunca profirió impiedad algu­ ironía poco común.
na ni cometió sacrilegio. Sócrates ha sido La dialéctica de Jenofonte no es como
acusado también de corromper a la juven­ en Platón un medio para llegar a la Idea;
tud; pero de hecho los incitaba a practi­ en él es una especie de método que per­
car la virtud. mite regular los problemas cotidianos; se
El plan de la obra no es muy claro, pero la podría casi describir como un manual
es posible discernir sus grandes líneas: práctico, que sin embargo encierra bellos
definición de las virtudes del individuo en pensamientos.
una primera fase, y las de los grupos (fami­ Jenofonte parece sustituir la persona­
lia, Estado) a continuación. En el curso lidad de Sócrates, al menos la que nos
de la obra los temas de la templanza y de presenta Platón, por su propio ideal per­
la piedad son expuestos en forma de diá­ sonal. En efecto, ¿quién puede decir cómo
logo; la cuestión de la Providencia es tam­ era el verdadero Sócrates? Platón, el dis­
bién evocada con frecuencia. cípulo, ¿acaso no ha superado al maes­
Las conversaciones reales o imagina­ tro e idealizado tal vez a través de sus
rias relatadas por Jenofonte abordan una obras? ¿Nos pinta Platón un retrato autén­
gran variedad de materias; con su amigo tico de Sócrates o un retrato voluntaria­
Aristarco, desgraciado, Sócrates habla de mente engañoso? Es difícil responder a
la felicidad y demuestra que no hay nin­ estas cuestiones. Pero lo cierto es que la
guna relación entre la felicidad y la rique­ imagen que Platón da de su maestro es
za y los placeres; a un hombre en otro tan impresionante y admirable, que la pro­
tiempo afortunado le dice que el trabajo puesta por Jenofonte nos parece bien
(reservado a los esclavos en la democra­ pálida y mediocre a su lado. Es preciso
cia ateniense) honra al hombre libre; en añadir que Platón no interrumpió nunca
otro diálogo afirma que el deporte es nece­ sus estudios filosóficos y que redactó sus
sario para la salud de cada uno y para las obras poco después de la muerte de
necesidades de la ciudad, o también que Sócrates. Jenofonte, procedente de un
la amistad es la virtud de las almas nobles; medio social acomodado, se acercó a
a un futuro general le dice que el jefe mili­ Sócrates después de haber seguido los
tar debe ser un maestro de la táctica y de cursos de los sofistas que enseñaban elo­
421 MEMORIA SOBRE LA DESCOMPOSICIÓN DEL PENSAMIENTO

cuencia y razonamiento; a continuación Caracteres de La Bruyére y ->• Las aven­


abrazó la carrera militar antes de retirar­ turas de Telémaco de Fenelón.
se a la vida familar y tranquila de un gen­ Si Meslier es incontestablemente un ade­
tilhombre y consagrarse a la escritura. lantado a su tiempo, su inspiración es sin
Aunque aún esté viva la influencia del embargo más práctica que teórica. Voltaire
maestro y Jenofonte se sienta manifies­ hará aparecer un fragmento de la obra en
tamente deudor suyo, el recuerdo del filó­ 1762, mas la primera publicación com­
sofo está lejano y ha debido ser refres­ pleta de la memoria no tendrá lugar has­
cado por la lectura de las obras de Platón. ta 1864.
La obra es un testimonio conmovedor;
su objetivo es rehabilitar a Sócrates; mas Edición: Oeuvres completes, 3 vols., An-
cabe deplorar la banalidad de su estilo y su thropos, 1970-1972.
Estudio: G. Dulac, «Le testament de Jean
falta de aliento poético, a pesar del encan­ Mesliep>, en Histoire littéraire de la Fran-
to que se desprende de ciertos pasajes. Los ce, t. III, Messidor-Editions sociales, 1987.
Memorables siguen siendo sin embargo
un documento esencial sobre la figura de
Sócrates.
M EM ORIA SOBRE EL H ÁB ITO.
Edición: Recuerdos de Sócrates. Banque­ M a in e de B ir a n .
te. Apología de Sócrates (tr. J. Zaragoza),
Gredos, 1993. Véase INFLUENCIA DEL H ÁB ITO
Estudio: J. Luccioni, Xénophon et le socra- SOBRE L A FACU LTAD DE PENSAR.
tisme, P.U.F., 1953.

MEMORIA SOBRE LA DESCOMPOSI­


M EMORIA DE LO S PENSAM IENTOS C IÓN DEL PENSAM IENTO, Memoire
Y LO S SENTIM IENTOS, M ém oire des sur la décomposition de la pensée, 1805.
pensées et des sentiments, entre 1718 M a in e de B ir a n (Marie Frangois Pierre
y 1729. Gontier de Biran), 1766-1824.
J e a n M e su e r , 1664-1729.
Premiada por el Instituto en 1805 y
Las memorias de Jean Meslier se pre­ más personal que la -*• Memoria sobre el
sentan como pruebas de la falsedad de la hábito, esta obra es el -*■ Discurso del
religión. Después de haber criticado la método de Maine de Biran. A fin de res­
religión, el autor muestra las injusticias ponder a la cuestión propuesta por el Ins­
cometidas por la jerarquía social. Final­ tituto: «¿Cómo se puede descomponer la
mente desarrolla un ateísmo materialista. facultad de pensar y cuáles son las facul­
La sociedad está fundada sobre la desi­ tades elementales que habría que aislar?»,
gualdad. Es preciso por tanto animar a Maine de Biran opone un método psico­
la gente a rebelarse contra la tiranía que lógico a los métodos metafísico de Des­
la oprime. Esta revuelta tiene que apoyar­ cartes y lógico de Condillac.
se en la razón. El autor imagina un comu­ Contrariamente al juicio que la filosofía
nismo en el que los hombres se repartirían mantiene respecto a la causa desde Hume,
la tierra. Este pensamiento, sin embargo, la idea de causalidad es, desde el punto de
se apoya menos sobre una literatura social vista psicológico, la más cierta de todas.
que sobre la experiencia y la observación. Esa idea es para Maine de Biran un dato
Traduce la cólera de los campesinos con­ inmediato de la conciencia. Mas el méto­
tra una fiscalidad injusta. Es por tanto más do biraniano es también el de una filoso­
una reflexión empírica que una especula­ fía electiva, que consiste principalmente en
ción filosófica. El clérigo Meslier se inspi­ la observación y en la experimentación fisio­
ra mucho en la Biblia, en Montaigne, en lógica (la observación es el principio y el
Malebranche. Y ha leído ciertamente los fin), y sobre todo en un sentimiento de los
MENÉXENO 422

estados afectivos puros, mas en donde la «la vía indicada por Maine de Biran es sin
reflexión es la llave maestra. Éste, en tan­ duda la vía definitiva de la metafísica».
to que es apercepción inmediata y razo­
namiento, es pues el procedimiento esen­ Edición: Mémoire sur la décomposition de
cial. De hecho, el método de Maine de Biran la pensée, en Oeuures, t. III, Vrin, 1988.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
integra todos los procedimientos emplea­ fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
dos por sus predecesores, que no son fuen­ vol. II, Tecnos, 1988, pp. 252-276; R. Van-
tes de error más que en la medida en que court, La théorie de la connaissance chez
se haga de ellos un uso exclusivo. Maine de Biran, Aubier-Montaigne, 1944.
La cuestión del método ocupa la primera
parte de la obra. Con la segunda se entra
de lleno en la determinación de las facul­
tades elementales del pensamiento. Para M ENÉXENO, o La oración fúnebre,
empezar, el autor retoma y refuerza la dis­ Mevé^Evoq, f) ’EmxáipiOí; f|0vKÓq, o hacia
tinción introducida en Memoria sobre el 386 a.C.
hábito entre actividad y pasividad, y dis­ P latón , 428/427-348/347 a.C.
tingue dos elementos primitivos de base: la Diálogo.
afectividad o sensibilidad afectiva, y la movi­
lidad voluntaria o potencia de esfuerzo, que Menéxeno reprocha a Sócrates que
se mezclan en proporción variable. siempre se está burlando de los oradores,
A ello siguen un «análisis de los senti­ cuyo arte es sin embargo muy difícil.
dos considerados bajo la relación de ori­ ¿Sabría él, Sócrates, improvisar un dis­
gen y de derivación de los dos órdenes curso bien trabado sobre no importa qué
de facultades y de ideas elementales», una materia? Sócrates acepta el desafío y fabri­
clasificación de las diferentes sensaciones, ca así de principio a fin un discurso acor­
después un «análisis de las facultades huma­ de con las reglas del arte que consta de
nas consideradas en su carácter general y dos partes: elogio de los muertos, exhor­
en su asociación con los signos artificia­ tación a los vivos.
les». La imaginación sensitiva, los senti­ El M en éxeno forma pareja con el
mientos y las pasiones pertenecen al orden -*■ Gorgias (al igual que el ►Eutidemo
pasivo. La imaginación intelectual, a la vez con el ->■Protágoras): contribuye a denun­
espontánea y regulada, constituye el sis­ ciar, bajo forma de parodia, el arte de los
tema intuitivo intelectual. Finalmente el sis­ oradores y de los sofistas, que embele­
tema aperceptivo se divide en memoria sando a los atenienses se hacían acree­
por una parte, simple prolongación de la dores de cualidades extraordinarias.
conciencia que almacena el trabajo del espí­
ritu y que es a la conciencia lo que la vis­ Edición: Menéxeno (tr. E. Acosta), en Pla­
ta es al tacto, y razonamiento por otra, que tón, Diálogos, vol. II, Gredos, 1983.
no es más que la memoria de las opera­ Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
ciones intelectuales. jo y A. Medina), Gredos, 1990; R. Clavaud,
Aunque hace suya la fórmula sensua­ Le Ménexéne de Platón et la rhétorique
lista: «N ih il est in intellectu quin prius de son temps, Les Belles Lettres, 1980.
fuerit in sensu», Maine de Biran se sepa­
ra radicalmente del sensualismo de Con­
dillac. Él se esfuerza — y esta palabra ha
de tomarse en el sentido biraniano del tér­ M ENÓN, o Sobre la virtud, Mévcov, f\
mino— por captar el pensamiento bajo Ilepi &p£Tf^, hacia 387 a.C.
todos sus aspectos, en todos sus grados P latón , 428/427-348/347 a.C.
de perfección, con los medios apropia­ Diálogo.
dos. Ejerció una gran influencia sobre el
movimiento idealista del siglo xix y sobre ¿Qué es la virtud? y ¿se la puede ense­
el intuicionismo de Bergson, para quien ñar? Es esta segunda cuestión la que
423 MENTALIDAD PRIMITIVA (LA)

Menón propone a Sócrates, que — como Desde el punto de vista del platonis­
es habitual en él— responde con la pri­ mo, el M enón marca un giro: introduce
mera: ante todo es preciso dar una defi­ la teoría de la reminiscencia y matiza el
nición general de la virtud. Menón es inca­ juicio vertido en el -» Gorgias sobre los
paz de formularla, y en lugar de ello hombres políticos y los sofistas.
propone un «enjambre de virtudes», las
del hombre, las de la mujer, las del vie­ Edición: Menón (tr. F.J. Olivieri), en Platón
jo; mas, como la mayoría de los interlo­ Diálogos, vol. II, Gredos, 1983.
Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
cutores de Sócrates, Menón no se eleva filosofía griega, vol. IV (tr. A. Vallejo y A.
a la universalidad y dispersa sus esfuerzos Medina), cap. V, Gredos, 1990; W. D. Ross,
de definición en el ámbito de lo particu­ La teoría de las ideas de Platón (tr. J. L.
lar. Decepcionado por su propia inca­ Diez Arias), Cátedra, 1989.
pacidad, Menón compara a Sócrates con
una raya, ese pez que paraliza a todos los
que le tocan.
Es preciso animar a Menón, demos­ M E N T A L ID A D P R IM IT IV A (L A ), La
trarle que él puede encontrar esa defini­ mentalité primitive, 1922.
ción; mejor aún: que la sabe ya. Aquí ocu­ L u c e n L é v y -B r u h l , 1857-1939.
rre un episodio decisivo para el diálogo,
e incluso para toda la obra de Platón. Inte­ A partir de una abundante y dispar
rrogando a un pequeño esclavo ignoran­ documentación etnográfica, la obra se
te, Sócrates lo va conduciendo a encon­ propone mostrar que no hay nada de «pre-
trar por sí mismo una solución de rracionalista» en la manera de pensar de
geometría (el problema de la duplicación los pueblos primitivos.
del cuadrado). El pequeño esclavo no ha Los primitivos tienen un modo de pen­
recibido esta solución de Sócrates, mas sar que difiere absolutamente del racio­
éste le ha posibilitado recordarla. Es la nalismo, que podría ser calificado de mís­
famosa teoría de la reminiscencia (parti­ tico o de «prelógico». Violan claramente
cularmente desarrollada en el -* Fedro). nuestras reglas, no utilizan el principio
Sin embargo, Menón no encontrará la de no contradicción, pero son sensibles
definición buscada y se obstinará en su a otra forma de coherencia y a otra for­
interrogación primera: ¿puede ser ense­ ma de contradicción; los sueños, los pre­
ñada la virtud? Consintiendo a examinar sagios adivinatorios, las ordalías obede­
pese a todo esta cuestión, Sócrates pare­ cen a un sistema de pensamiento que
ce dirigir a sus interlocutores hacia una parece común a todas las sociedades que
respuesta afirmativa: por ser un saber, la carecen de escritura y que esta obra se
virtud puede ser transmitida. Sin embar­ esfuerza en describir; este sistema se orde­
go no deja de ser paradójico que — si la naría en torno al principio de «partici­
virtud es una ciencia— ninguno de los lla­ pación», sin que en ninguna parte apa­
mados maestros de virtud esté de acuer­ rezca diferencia alguna entre natural y
do con sus colegas respecto a su natura­ sobrenatural.
leza, y que, si la virtud puede ser No hay que olvidar que, pese a la pre­
transmitida, el más virtuoso de los hom­ cariedad de las fuentes, se opera en este
bres (Pericles) no haya sabido hacer que libro una verdadera «revolución copemi-
sus propios hijos se beneficien de ella. cana», puesto que en él se entroniza el
La conclusión se impone entonces por «punto de vista del otro», sin que el autor
propio peso: la virtud no es en absoluto tenga que recurrir a la hipótesis de la
saber, sino opinión justa. De hecho nin­ carencia o de la «razón deficiente».
guna de las respuestas a las cuestiones
Edición: La mentalité primitive, Retz,
propuestas al principio del Menón es satis­ 1976.
factoria para el lector. El M enón es un Estudios: E. E. Evans-Pritchard, Historia
diálogo aporético. del pensamiento antropológico, Cátedra,
METAFÍSICA 424

1987, cap. XII; J. Cazeneuve, Lévy-Bruhl, materia de que están hechas. Qué sea la
sa vie, son oeuvre, P.U.F., 1963. causa motriz (origen del movimiento),
o la causa final (hacia la cual tiende el
movimiento), es asunto que toca a la
metafísica descubrir, puesto que es la
M ETAFÍSICA, T á jiE tá m(pvoiKCc. «ciencia reina», superior a todas las otras
A r is t ó t e le s , 384-322 a.C. ciencias.
El libro a (alfa minor) es apócrifo: es
Compuesta de catorce libros, esta probable que haya sido compuesto por
colección de tratados filosóficos y cientí­ un sobrino de Eudemo, Pasicles de Rodas,
ficos reunió la totalidad de los conoci­ a partir de las notas tomadas en los cur­
mientos de Aristóteles en materia de «filo­ sos impartidos por Aristóteles. En este
sofía primera». ¿Qué es la filosofía libro se demuestra que, gracias a un méto­
primera? El estudio del Ser en cuanto ser. do filosófico adaptado a su nivel, es posi­
En el libro A (Alfa), define Aristóteles ble para los discípulos de Aristóteles cono­
los diversos tipos de conocimientos antes cer la verdad de las causas primeras, pues
de abordar la ciencia que verdaderamen­ éstas tienen en efecto un fin que el inte­
te le interesa, la metafísica. A este fin estu­ lecto puede comprender.
dia las conclusiones de las filosofías pre­ En el libro B (Beta) plantea Aristóteles
cedentes y en particular la de Platón que, una serie de cuestiones relativas al méto­
según él, ha cometido un error al esta­ do a adoptar. Ante todo es necesario saber
blecer un dualismo entre el mundo de las qué es realmente la metafísica: ¿se trata
Ideas, invariante y eterno, y el mundo de estudiar únicamente las causas? ¿Hay
transitorio, el nuestro, que en realidad que integrar en este estudio el de los prin­
procede del primero; por añadidura, este cipios lógicos? Y ¿qué son esos princi­
sistema filosófico, demasiado estático, es pios?: ¿géneros?, ¿los elementos consti­
incapaz de explicar el motor dinámico de tutivos de las cosas? ¿Cuáles son los
nuestro mundo. géneros que dependen del Principio? ¿Qué
Aristóteles establece nuevas defini­ es lo que puede ser considerado como
ciones de los diferentes niveles de cono­ principio, aparte de la materia y la forma?
cimiento, que comienza por el «saber ¿Tienen todos los principios las mismas
empírico». Este tipo de saber está fun­ cualidades? ¿Son universales o individua­
dado en la experiencia; los datos que ella les, eternos o corruptibles? ¿Qué son las
nos proporciona pueden servir de pun­ sustancias y qué los accidentes?
to de partida para la investigación abs­ El Ser es el verdadero objeto del cono­
tracta; el segundo tipo de conocimiento cimiento filosófico, como lo evidencian los
es la xé/VT] (techne) que, como su nom­ axiomas indemostrables, base de todo pro­
bre indica, concierne a la facultad téc­ ceso de razonamiento. Aristóteles lo afir­
nica;; es el conocimiento de las causas ma en el libro F (Gamma): el primero y el
que producen las cosas. El tercer tipo de más firme de entre ellos es el principio de
saber es la ciencia, que estudia el con­ no-contradicción: «Es imposible que el mis­
junto de la materia y define los diferen­ mo atributo pertenezca y no pertenezca
tes elementos. Finalmente está la meta­ al mismo tiempo al mismo sujeto y bajo el
física: esta ciencia es una investigación mismo respecto.» De este principio se dedu­
racional que tiene por objeto el conoci­ ce el principio de tercero excluido: el atri­
miento de Dios, el Ser absoluto, el de las buto pertenece al sujeto o no le pertenece,
causas del universo y el de los principios mas no hay una tercera posibilidad. Des­
primeros del conocimiento. Se trata por pués, en el libro A (Delta), Aristóteles defi­
tanto de definir las esencias de Dios, ne al Ser, como también un cierto núme­
de la naturaleza, del espíritu y de la mate­ ro de nociones clave de la Metafísica.
ria, y de precisar a qué tipo de causa se Propiamente hablando, el autor no tra­
debe la forma de todas las cosas, o la ta del problema de la metafísica hasta lie-
425 METAFÍSICA

gar al libro E (Épsilon). Aristóteles define naturaleza, este «Motor primero» es per­
primero el papel de las diversas ciencias, fecto; «Es eterno, sustancia y acto puro»;
que son de tres tipos: la npafyq (praxis), es Dios mismo, que es la Inteligencia
que designa las ciencias prácticas que tie­ suprema.
nen relación con la acción del sujeto mis­ En los libros M (My) y N (Ny), los dos
mo; la 7toít|(ji<; ipoiesis), o ciencias poé­ últimos de la obra, se trata de las Ideas y
ticas, que concierne a la creación de una de los números; Aristóteles vuelve a tomar
obra y no al sujeto; finalmente la teología, la célebre teoría platónica, mas para cri­
la física y la matemática, que aportan el ticarla. Según esta teoría, llevada al extre­
conocimiento de los principios y de las mo por los Académicos, las Ideas-núme­
causas, a las que llama ciencias teóricas. ros son los principios sobre los cuales
Entre estas últimas, la teología, que trata lo real está constituido. Aristóteles, que
de Dios, motor primero del universo, es no admite ya las Ideas platónicas, se nie­
la más importante. ga a tomar los Números ideales como los
Los libros Z (Zeta) y H (Eta) están dedi­ elementos de base de la materia, de lo
cados al examen de la sustancia, que es real; para él, el número existe poten­
de tres tipos: primeramente está la mate­ cialmente en la materia y el pensamien­
ria, o í>Xt| (hule), luego la forma, o etSog to puede extraerlo. La teoría del núme­
(eidos) —que organiza esta materia, la ro de Aristóteles se opone absolutamente
desarrolla y determina su devenir— , y a la visión pitagórica y académica. Estos
finalmente la sustancia individualizada, dos libros, compuestos durante un perí­
o crúvoXov (suno/on). Por su síntesis, estos odo muy extenso, han sido sin duda ree-
tres tipos de sustancias están al origen de laborados y rectificados a menudo por el
todas las «categorías». autor.
En el libro 0 (Théta), Aristóteles trata La obra ha sido redactada en su mayor
del movimiento. Todo efecto tiene una parte por Aristóteles. Mas ciertos libros
causa; hay por tanto una evolución en están compuestos por los discípulos del
todo acto. Toda cosa, toda persona, antes filósofo, que se apoyaron o bien en los
de ser debe existir potencialmente. Tam­ cursos impartidos por Aristóteles, o bien
bién debe existir un punto de partida, sobre sus obras mismas. Es posible que
un motor primero: ese motor es inmóvil el título original hubiera sido: M era xa
y corruptible, no eterno; y permite pasar qnxnicá (hfi/U'a (Meta ta phisika biblia):
de la potencia al acto. El motor del pen­ «Libros escritos después de la Física»; esta
samiento, sin embargo, es perfecto. hipótesis despoja sin embargo al título de
En los libros I (Iota) y K (Kappa), habla toda su dimensión filosófica: de lo que
Aristóteles de lo Uno y lo Múltiple; des­ esta obra trata en efecto es del Ser supre­
pués, tras un breve resumen de lo que ha mo, de Dios, de eso que está más allá de
dicho en los libros anteriores, aborda de la física.
nuevo el problema de lo infinito, sin cesar La voluntad del autor de expresar la
renovado, que no puede existir en acto, trascendencia divina es por lo demás evi­
puesto que el acto es un elemento finito, dente en el ritmo y vigor con que la obra
acabado, y en consecuencia corruptible. es conducida: una potencia didáctica y
La existencia de un «Motor primero» apodíctica se revelan puntualmente en el
es necesaria, afirma Aristóteles en el libro curso del libro; el estilo es variado, tal vez
A (Lambda). Este «Motor primero» es de debido en parte a la intervención de los
hecho «Causa primera»; es un elemento discípulos y en parte a Aristóteles mis­
en sí mismo inmóvil que genera el movi­ mo : al tratar de una materia divina, el
miento, esférico o de otro tipo; este autor parece a veces animado por una
«Motor> está al origen de las causas pri­ inspiración casi divina. La M etafísica
meras, materiales, que construyen el mun­ es una de las obras filosóficas esencia­
do y dan forma a los cuerpos. Principio les de Aristóteles; ejerció una influencia
del mundo del cual penden el cielo y la fundamental en su época y sigue siendo
METAFÍSICA 426

una obra de referencia para la filosofía. M ETAFÍSICA Y PSICO LO G ÍA, Méta-


Conviene observar que en lugar del tér­ physique et psychologie, 1976.
mino «metafísica», Descartes prefiere A u r o b in d o G h o s h (Sri), 1872-1950.
emplear, en sus ->■ M ed ita cion es, la
expresión «filosofía primera»; y lo mismo Bajo este título, el gran orientalista Jean
hace Leibniz, que pretende realizar la Herbert, discípulo y traductor de Auro­
reforma de la «filosofía primera», «Reina bindo, ha reunido los extractos más sig­
de las ciencias», reformando la noción de nificativos del pensamiento filosófico de
sustancia. uno de los maestros espirituales del hin-
duismo contemporáneo.
Edición: Metafísica (tr. T. Calvo), Gredos, Como ocurre con todas las filosofías
1994. orientales, la concepción metafísica del
Estudios: P. Aubenque, El problema del
ser en Aristóteles (tr. Vidal Peña), Taurus, universo y la psicología se interpenetran,
1989; O. Hamelin, Le Systéme d’Aristo- y toda actitud mental está condicionada
te, Vrin, 1985. por las creencias en los principios que
rigen el universo.
Aurobindo se sitúa en la tradición de
los Veda, los textos sagrados de la India:
M ETAFÍSICA, Tá jierá Tá <pDcn.Ká en la cúspide está el Uno, principio úni­
T eofrasto, hacia 372-hacia 285 a.C. co del universo, el Brahman. Él es tam­
bién la fuente de las apariencias, de la
Esta obra es una recopilación diapo- multiplicidad. Es lo infinito, lo absolu­
rética pues reúne los problemas que plan­ to, la Verdad suprema, que están pre­
tean los sistemas de Platón y de Aristó­ sentes en el espíritu humano. La cues­
teles. tión fundamental sigue siendo la del
B primer capítulo está dedicado al estu­ lugar del hombre en la evolución y de
dio de los principios: su naturaleza y lími­ su papel.
tes, y las relaciones que guardan con lo Aurobindo distingue aquí siete prin­
que de ellos se deriva. El segundo capí­ cipios de la existencia, que se corres­
tulo trata de los problemas que plantea la ponden con siete planos sucesivos. Los
cosmología aristotélica, y el tercero los planos inferiores son lo material, lo vital
del método deductivo. El capítulo cuarto y lo mental. Los planos superiores son
se interesa por la determinación de los la existencia, la conciencia del vigor y la
principios, mientras que el quinto está beatitud. Lo «supramental» es el princi­
consagrado a la cuestión de su inmovili­ pio que, en un movimiento asecenden-
dad. El capítulo seis aborda el problema te-descendente, liga los diversos planos
de la unión de la forma y la materia en y les suministra la energía. El hombre se
los seres, y el séptimo se interroga sobre sitúa en el estadio esencial de la evolu­
la existencia de los contrarios. El capítu­ ción, entre lo material y lo supramental.
lo ocho analiza la estructura del saber, y Para acercarse a lo absoluto, el Brah­
el capítulo nueve tiende a limitar el alcan­ man, y por tanto a la Verdad, dispone
ce de la noción de causa final. de un elemento mental superficial some­
Teofrasto plantea en esta obra una serie tido a las ilusiones de las apariencias que
de problemas, no por espíritu crítico, sino debe aclarar mediante el ejercicio espi­
más bien a fin de facilitar nuestra com­ ritual, y de un elemento mental subli-
prensión de Platón y de Aristóteles. minal que tiene que descubrir por expe­
riencia interna para alcanzar el
Edición: Theophrastus Metaphi>sics, ed. conocimiento.
W. D. Ross, Oxford, Clarendon Press, 1929. La metafísica de Aurobindo, que él
Estudios: W. D. Ross, introducción y comen­
tario de la edición citada; P. Aubenque, El intenta poner al alcance de sus con­
problema del ser en Aristóteles (tr. V. Peña), temporáneos, encuentra su fuente en el
Taurus, 1989. hinduismo tradicional. Su psicología del
427 METEOROLOGÍA

ser en tanto que ser es una construcción metáfora y a la semántica del discurso: la
original que se emparenta con el plato­ semántica envuelve a la semiótica, sien­
nismo, pero también con la psicología do esencial en este proceso la creación
moderna, más concretamente con el psi­ de sentido.
coanálisis. La andadura espiritual del indi­ La «nueva retórica» extiende a las figu­
viduo es esencial: cuanto más se eleva ras del discurso las reglas de segmentación,
en la escala de los niveles de conciencia, de identificación y de combinación propias
más oportunidades tiene de alcanzar la de las entidades fonológicas y léxicas. Rico­
verdad. eur le reprocha acantonarse en confirmar
A un tiem po pensador extremada­ el primado de la metáfora-palabra en detri­
mente fecundo, comentarista védico ori­ mento de la teoría de la metáfora-propo-
ginal, ecuménico y tolerante, Aurobindo sición.
es también un guru que ha atraído a su
Edición: La metáfora viva (tr. A. Neira),
ashram, cerca de Calcuta, a numerosos
Cristiandad, 1980.
discípulos occidentales. N o deja una obra Estudio: J. Greisch y R. Keamey, Paul Rico­
puramente doctrinal y un sistema cerra­ eur ou les Métamorphoses de la raíson her-
do: su pensamiento evoluciona en fun­ méneutique, Le Cerf, 1991.
ción de sus experiencias espirituales y de
su despertar al conocimiento, del cual
intenta transmitir la vía. La clasificación
temática de este libro, que retoma un pen­ M E T E O R O LO G ÍA , M exe c o p o X o Y iK Ó ,
samiento filosófico diseminado en el con­ o hacia 334 a.C.
junto de su obra (La Vida D ivina, los A ristó te le s , 384-322 a.C.
comentarios de los Veda, sus cartas, con­
versaciones y conferencias principal­ En este tratado científico estudia Aris­
mente), facilita el acceso a un sistema tóteles lo que aún no ha examinado en
de conceptos complejo y con frecuencia ninguno de sus tratados físicos o cos­
místico. mológicos: los fenómenos m eteoroló­
gicos.
Edición: Métaphysique el psychologie (tr. La obra está compuesta de cuatro
J. Herbert), Albin Michel, 1988. libros; los tres primeros forman un blo­
Estudio: J. Herbert, introducción de la edi­ que homogéneo consagrado a los fenó­
ción citada. menos atmosféricos resultantes de las rela­
ciones entre los cuatro elementos
fundamentales que son el fuego, el aire,
el agua y la tierra. El cuarto libro, que
M E TÁ FO R A V IV A (LA), La métapho- ha planteado problemas de autenticidad,
re vi ve, 1975. ocupa en este tratado un lugar de transi­
P a u l R ic o e u r , nacido en 1913. ción entre los escritos aristotélicos dedi­
cados a la materia y los consagrados al
Figura de discurso en una sola palabra, ser vivo.
la metáfora es un tropo por semejanza. La aportación principal de esta obra
Los dos primeros estudios corresponden es el descubrimiento por Aristóteles de
a este primer nivel en la referencia a Aris­ la doble exhalación seco/húmedo (áva-
tóteles. La retórica domina a la clasifica­ 0D(itacng, anathumiasis) que permite
ción y a la taxonomía com o desplaza­ explicar los fenómenos atmosféricos. En
miento por relación al uso cotidiano. efecto, estos fenómenos deben ser expli­
El segundo nivel de aproximación no cados por los intercambios que se pro­
concierne a la denominación desviante ducen entre los cuatro elementos. Cuan­
sino a la predicación no pertinente: pun­ do el calor del sol calienta la tierra, el
to de vista de los tres estudios siguien­ agua, y el aire, se produce una exhala­
tes. El estudio clave es el consagrado a la ción seca, mas igualmente una exhala­
MÉTODO (EL) 428

ción húmeda, que originará las brumas y como disjunto. Y Morin dirige sus baterías
las nieblas. contra los compartimentos estancos y las
alternativas que la historia de la filosofía ha
Edición: Acerca del cielo. Meteorológicos convertido en verdaderos dogmas: dualis­
(tr. M. ¿andel), Gredos, 1996. mos del hombre y la naturaleza, de la mate­
Estudios: Introducción de M. Candel en la
ed. cit.; G. G. Granger, La théorie aristo- ria y el espíritu, del sujeto y el objeto, de la
telicienne de la Science, Aubier-Montaigne, causa y el efecto, del sentimiento y la razón,
1976. de lo uno y lo múltiple...
El método adoptado por el autor se apo­
ya en tres principios, que a su vez están en
una interacción mutua-, el principio dialó-
M ÉTO D O (EL), La méthode, 1977 a gico, que es definido como «la asociación
1991. compleja de instancias, necesarias en con­
E d g a r M o r in , nacido en 1921. junto a la existencia, para el funcionamiento
y desarrollo de un fenómeno organizado»;
El método cartesiano debía permitir al el principio recursivo, que da cuenta de los
hombre "dirigir bien a su razón y buscar procesos «en donde los efectos o produc­
la verdad en las ciencias». Al embarcar­ tos son al mismo tiempo causantes y pro­
se en la redacción de este monumental ductores en el proceso mismo, y donde los
Método, Edgar Morin no tenía otra ambi­ estados finales son necesarios para la gene­
ción. Salvo que su duda, contrariamen­ ración de los estados iniciales»; y finalmente
te a la duda cartesiana, es duda de sí mis­ el principio hologramático, según el cual
mo; salvo que la verdad que busca Morin «el todo está de una cierta manera incluido
no se acantona en las «ideas claras y dis­ (engramado) en la parte que está incluida
tintas». El m étodo que el autor elabora en el todo».
aquí no se arredra, en efecto, ante la com­ En el útimo volumen de El método (Las
plejidad de lo real: el hecho de que el ideas. Su hábitat, su vida, sus costum­
hombre es a la vez un individuo biológi­ bres, su organización), Morin explora el
co y un actor social; el hecho de que, mundo constituido por las cosas del espí­
en la naturaleza, el orden puede nacer ritu: representaciones, lenguajes, símbolos,
del desorden, y recíprocamente; el hecho mitos, creencias, nociones, teorías. ¿Cómo
de que lo que limita al conocimiento es nacen, viven y mueren las ideas que pue­
también lo que lo hace posible; el hecho blan la noos/era (su medio propio)? ¿Cuál
de que todo objeto de conocimiento, es su organización? ¿Cómo logra una reli­
com o bien lo había visto Kant, lleva la gión abatir un mito? ¿Cómo se hace desa­
marca del sujeto que lo conoce, y que, parecer una religión abrazando una ideo­
a la inversa, todo sujeto cognoscente lle­ logía? Para el autor, en la actualidad no
va la impronta del mundo exterior de los estamos más que en la «prehistoria del espí­
objetos cognoscibles. ritu humano»; es urgente por tanto «civili­
Como puede comprenderse, un dise­ zar las teorías», es decir, tomarlas abiertas,
ño tal no puede acomodarse a un método complejas, autocríticas, reflexivas, dispuestas
reductor y simplificador, a un método que a autorreformarse y a dialogar las unas con
intentara aislar a los fenómenos de su entor­ las otras abandonando todo dogmatismo o
no, a eliminar al observador de la obser­
endoctrinamiento.
vación, a excluir de la ciencia todo «aque­
llo que no entre en el esquema lineal» Edición: El método (tr. A. Sánchez), 4 vols.:
tomado como modelo por Descartes: lo 1. La naturaleza de la naturaleza; 2. La
aleatorio, lo incierto, lo complicado, lo con­ vida de la vida; 3. El conocimiento del
tradictorio, lo anormal. Se trata por el con­ conocimiento; 4. Las ideas, Cátedra, 1986-
92.
trario de adoptar un «paradigma de com­
Estudio: E. Morin, Introducción al pensa­
plejidad» que permita concebir como ligado miento complejo (tr. M. Pakman), Gedisa,
aquello que, hasta ahora, era considerado 1994.
429 M I VISIÓN DEL MUNDO

M É TO D O A X IO M Á TIC O Y FO RM A­ gado a poner totalmente en cuestión nues­


LISM O . Ensayo sobre el problema tras concepciones del espacio y del tiem­
del fundamento de la matemática, po. Pero hay otro Einstein: el hombre, el
M éthode axiom atíque et formalisme. ciudadano, el investigador. Es éste el que
Essai sur le probléme du fondement des nos revela esta colección de artículos,
mathématiques, 1938. de notas, de alocuciones y de cartas redac-
J ea n C a v a il l é s , 1903-1944. tadados entre 1918 y 1933. Se descubre
en ellos a un pacifista convencido («La
Tomando acta de la crisis abierta por la guerra es la cosa más despreciable»), al
teoría de conjuntos de Cantor y de la modi­ ardiente defensor del judaismo, pero tam­
ficación que ella implica en los fundamen­ bién al hombre que se niega valientemente
tos de la matemática, Cavaillés empren­ a avalar — aunque no fuera más que por
de la tarea de relatar, en una primera fase, su sola presencia en Alemania— el nacien­
la historia de este descubrimiento y de esta te nacionalsocialismo («Y o me niego a
crisis; se ve así obligado a remontarse has­ residir en un país en el que la libertad polí­
ta las raíces del problema, en Descartes, tica, la tolerancia y la igualdad no están
Leibniz y Kant. Mas el autor examina sobre garantizadas por la ley», escribe en mar­
todo las diferentes soluciones propuestas zo de 1933).
después de Cantor, mostrando en cada Pero las páginas más interesantes para
caso las diversas posturas desde el punto el historiador de las ciencias son aquellas
de vista de la teoría del conocimiento. Tras en las que el físico habla de la fe que siem­
haber expuesto el intuicionismo de Luit- pre lo ha animado en su búsqueda de la
zen E. J. Brouwer, analiza el método axio­ verdad. Para Einstein, el principio crea­
mático de David Hilbert, cuya continuidad dor de toda investigación científica resi­
por relación a los trabajos de Frege y de de en vina suerte de «religiosidad cósmi­
Russell queda mostrada. ca» que se traduce en una fe profunda e
Cavaillés no toma partido abiertamente inquebrantable en la inteligibilidad de la
entre esas diferentes soluciones, sino que naturaleza, en la armonía interna del mun­
tiende a aminorar la importancia de esta do. El sabio debe dejarse guiar por la idea
crisis epistemológica, abierta por la teoría de la causalidad de todo acontecimiento;
de conjuntos, que esencialmente es debida su razón debe estar convencida de la posi­
a la mezcolanza «entre especulación filo­ bilidad de captar la realidad por sí misma,
sófica y razonamiento matemático». independientemente de los medios de

Edición:Méthode1981.
lisme,Hermann, axiomatíqueetforma- investigación de los que se sirva.
No son de sorprender por tanto las

ialesp(tr.ensM.a
adoL.resRodrí­
con­
Estudios: J. Lechte, 50 reservas que el autor formula respecto a
te mporáne os esenc
guez Tapia), Cátedra, 1996; G. Ferriéres,
las leyes probabilistas de la mecánica
cuántica: «Y o creo todavía en la posibi­
JeanCavaillés,unphilosophedanslague­
rre,LeSeuil, 1982. lidad de un m odelo de la realidad, es
decir, de una teoría que represente las
cosas mismas, y no solamente la pro­
babilidad de su existencia». Profesión de
fe siempre actual, en la medida en que
MI VISIÓ N D EL M UND O , Mein Welt-
ninguna teoría que satisfaga esta con­
bild, 1934.
dición ha suplantado hasta ahora a los
A lb ert Ein stein , 1879-1955.
modelos probabilistas de la teoría de los
Colección de artículos.
cuanta.
El nombre de Einstein evoca ante todo
la teoría de la relatividad, verdadera revo­
Edición: Mi uisión delmundo (tr. S. Gallar­
do y M. Bübeck), Tusquets, 1995.
lución cosmológica que ha trastocado Estudio: B. Hofmann, Einstein
nández Zulaica), Tusquets, 1995.
(tr. J. Fer­
nuestra visión del mundo y nos ha obli­
MICROMEGAS 430

M ICRO M EGAS. Historia filosófica, dónimo de Johannes Climacus, esta obra


Microm égas. H istoire philosophique, relativamente difícil no queda en verdad
1752. clarificada y acabada hasta la publicación
V ol ta ir e (Franpois Marie Arouet), 1694- del Postscriptum definitivo y no cientí­
1778. fico a las -*• Migajas filosóficas (1846).
Las Migajas filosóficas abordan el pro­
Habitante de Sirio, Micromégas — «nom­ blema de la comunicación, tema esencial
bre que conviene muy bien a todos los gran­ del pensamiento kierkaardiano. La comu­
des»'— se encuentra con un Saturniano, nicación directa transmite un saber. La
gigante menos inmenso. Los dos vienen comunicación indirecta se dirige, por el
a la Tierra, «montón de barro», donde des­ contrario, a la subjetividad profunda, a la
cubren «los pequeños seres que reptan aqui». interioridad, y su misión es la de desper­
Siendo tan pequeños, ¿tienen los hombres tar en el individuo la conciencia de lo exis­
un alma? Ciertamente, mas desde el prin­ tencial, de lo eterno, del deber.
cipio de la discusión ningún sabio huma­ Este último tipo de comunicación está
no ha podido definirla adecuadamente, libre de toda transmisión de saber, en
como tampoco a la materia. ¡Y justamen­ razón del carácter intransmisible de «el
te uno de entre ellos osa afirmar que el hom­ objeto» que comunica: en efecto, no
bre es el centro del universo! «Los infinita­ sería posible comunicar al hombre el
mente pequeños tienen un orgullo casi interés por su existencia y por su inte­
infinitamente grande.» Micromégas les da rioridad. La comunicación indirecta debe
el libro del universo... y está en blanco. suscitar cuestiones esenciales para el
¿Qué se sabe del alma? Voltaire remi­ transcurrir de la vida. Ella hace brotar
te cada filósofo (Leibniz, Aristóteles, San­ dificultades allí donde un saber dema­
to Tomás...) a sus quimeras. Este pan­ siado preciso y conciliador actúa como
fleto contra los sistemas filosóficos vuelve un sedante. Esta es la razón de que este
a colocar al hombre en el universo: un tipo de comunicación provoque inquie­
grano de polvo. Al paso que critica los tud al remitir al sujeto a la conciencia
orgullos desmesurados, los fanatismos, lo aguda de su situación en el mundo y
absurdo de las guerras, Voltaire hace tam­ frente a Dios.
bién el elogio de las «prodigiosas dife­ El adversario filosófico de Kierkegaard
rencias que la naturaleza ha puesto en es aquí Hegel, que, al considerar al hom­
todos los seres». ¿Acaso no es la humil­ bre como el simple instrumento por el
dad el comienzo de la «tolerancia univer­ cual la Idea lógica (Dios) se realiza en la
sal»? ( » Tratado sobre la tolerancia). Naturaleza, le quita con ello su carácter
personal y subjetivo. Hegel afirma la con­
Edición: Cándido. Micromégas. Zadig (tr. ciliación de los contrarios; Kierkegaard
E. Diego), Cátedra, 1985.
Estudios: A. J. Ayer, Voltaire (tr. M. L. Can- insiste en su ruptura radical.
del), Crítica, 1988; R. Pomeau, La religión La otra figura central de la obra es
de Voltaire, Nizet, 1974. Sócrates. Frente al sistema hegeliano, que
todo lo explica defendiendo la tesis del
saber absoluto, Sócrates es el individuo
que, con sus temibles cuestiones y su impla­
M IGAJAS FILOSÓFICAS, o Un poco cable ironía, abre una brecha en el edifi­
de filosofía, Philosophiske Smuler eller cio especulativo de Hegel. Sócrates pri­
En Smule Philosophi, 1844. vilegia la relación de persona a persona.
S o ren A a b y e K ierkeg a ard , 1813-1855. Intriga, desorienta. Es el practicante por
Ensayo publicado bajo el seudónimo de excelencia de la comunicación indirecta.
Johannes Climacus. Kierkegaard aborda finalmente la figu­
ra de Cristo, que constituye una parado­
Considerada por el propio Kierkegaard ja: ¿cómo puede lo eterno revelarse al
como un folleto, y publicada bajo el seu­ hombre en el tiempo? Kierkegaard ve en
4 31 MISERIA DE LA FILOSOFÍA

esto uno de los conflictos más profundos Europa. En Francia tiene el derecho de
entre cristianismo y razón humana. ser un mal economista porque pasa por
ser un buen filósofo alemán. En Alema­
Edición: Miettes philosophiques (tr. K. Fer- nia, tiene el derecho de ser un mal filó­
lov y J. J. Gateau), col. «Tel», Gallimard,
sofo porque pasa por ser un economista
1990.
Estudios: M. H. Hartshome, Kierkegaard: francés muy prestigioso. Nosotros, en
el diuino burlador (tr. E. Lucena), Cáte­ nuestra cualidad de alemán y de econo­
dra, 1992-, L. Chestov, Kierkegaard y la mista a la vez, hemos querido protestar
filosofía existencial (tr. J. Ferrater Mora), contra este doble error»: tal es el fin de
Buenos Aires, Sudamericana, 1947. este panfleto escrito en francés por Marx
en 1847, un año después de la publica­
ción de la -> Filosofía de la miseria por
Proudhon. Esta publicación es, según
M IL MESETAS. Marx, una «obra informe y presuntuosa».
G illes D eleuze y P ierre F é u x G u a t t a r i . Su autor, hecho «de un débil hegelianis­
Véase CAPITALISMO Y ESQUIZOFRE­ mo para imponerse como espíritu fuer­
NIA. te», «ve en la historia una serie de desa­
rrollos sociales, encuentra el progreso
realizado en la historia», y hace del movi­
miento real de la historia una fantasma­
MINIMA MORALIA. Reflexiones sobre goría que tiene la pretensión de ser dia­
¡a vida mutilada, M ínim a M oralia, léctica. Es en realidad incapaz de
R e fle x ion e n aus dem beschádigten comprender los desarrollos económicos
Leben, 1951. y sociales.
T h e o d o r W iesen grund A d o r n o , 1903- Las categorías económicas de Proud­
1969. hon no son más que las abstracciones
— que él diviniza y las hace eternas— de
La obra, que reúne 153 aforismos, está las relaciones reales. Éstas son, en lugar
dividida en tres partes, sucesivamente fe­ de los hombres que producen las rela­
chadas en 1944,1945, y 194647. B autor ciones sociales, las ideas y las categorías.
presenta estas «pequeñas morales» como Las categorías económicas son las expre­
«reflexiones sobre la vida mutilada» en la siones teóricas de relaciones de produc­
que el individuo se encuentra atomizado: la ción históricas que se corresponden en
gentileza cede su puesto a las relaciones uti­ un cierto grado con el desarrollo de la pro­
litarias. Los aforismos tratan de la mentira, ducción material. También Proudhon
la cólera, la adhesión partidista, el genoci­ expresa, indirectamente, la posición de
dio, o la alienación del hombre. los economistas pequeño-burgueses, y
afirma implícitamente que la vida burguesa
Edición: Mínima moralia (tr. J. Chamorro), es una realidad eterna. Según Marx, el
Taurus, 1987. modo de vida de la burguesía no es una
Estudios: M. Jay, Adorno (tr. M. Pascual
Morales), Siglo XXI, 1988; M. Jiménez, verdad intemporal más que para los bur­
Adorno et la modernité: vers une esthéti- gueses mismos. Proudhon no ha com­
que négative, Klincksieck, 1986. prendido que «las formas económicas bajo
las que los hombres producen, consumen,
intercambian, son transitorias e históri­
cas». El estado político emana de la socie­
M ISERIA DE L A FILO SO FÍA, Misére dad civil, que emana ella misma de las ins­
de la philosophie, 1847. tituciones sociales, de la organización de
K a r l M a r x , 1818-1883. la familia, de los órdenes y de las clases,
las cuales dependen a su vez de las for­
«El señor Proudhon tiene la desgracia mas de comercio y de consumo que ema­
de ser singularmente desconocido en nan directamente del estado de desarro-
MISERIA DE LA FILOSOFÍA 432

lio de las facultades productivas. Las fuer­ bres. Así, consideran que el feudalismo
zas productivas están por tanto a la base es artificial y antinatural, mientras que las
de toda la historia de las sociedades, y las instituciones burguesas son naturales. En
relaciones materiales de los hombres a la lo que atañe a los socialistas, Marx com­
base de todas sus relaciones, en la medi­ parte con Proudhon su aversión por la
da en que estas relaciones constituyen las «sensiblería» de que dan muestra. Estos
formas en las que se realiza su actividad. «utopistas que para aliviar las necesidades
El sistema de Proudhon no es «una de las clases oprimidas improvisan siste­
historia profana (de los hombres), es una mas y persiguen una ciencia regenera­
historia sagrada (de las ideas)». Para Marx, dora» se contentan con constatar la mise­
la visión proudhoniana de un juego eter­ ria y denunciarla, sin ver que ella es el
no de las contradicciones de acuerdo con elemento subversivo motor de la revolu­
principios económicos invariantes, surge ción. Mas Proudhon, al igual que los uto­
de la ilusión metafísica o de la ficción mís­ pistas, recurre a una pretendida dialécti­
tica. «Su explicación es de una ingenui­ ca, exterior a la realidad de la miseria, e
dad sublime.» La única acción no ilusoria intenta extraer una fórmula a priori que
es, a los ojos de Marx, la acción revolu­ resuelva las contradicciones sociales, «en
cionaria fundada en la lucha de clases. lugar de situar la ciencia en el conoci­
Contrariamente a Proudhon, él afirma el miento crítico del movimiento histórico,
derecho a la coalición y a la huelga, y juz­ movimiento que produce por sí mismo
ga que la división del trabajo es una eta­ las condiciones materiales de la emanci­
pa necesaria del desarrollo capitalista. pación».
Proudhon no tiene más que ideas falsas, N o solamente desemboca Proudhon
vagas y parciales sobre el valor del inter­ en absurdos y contrasentidos al referirse
cambio, que es sin embargo el funda­ a la filosofía alemana que desconoce total­
mento de toda la economía. Hace de las mente, sino que, deseando resolver las
máquinas una categoría económica, en contradicciones a toda costa, represen­
pie de igualdad con la división del traba­ ta en definitiva al «pequeño-burgués, que
jo, la concurrencia o el crédito, lo que constantemente oscila entre el Capital
para Marx es un absurdo. Las máquinas y el Trabajo, entre la economía política
no son resultado, como pretende Prou­ y el comunismo». Querría ser la síntesis
dhon, de la división del trabajo. Proud­ de las dos posiciones, colocarse por enci­
hon ha divinizado la división del trabajo ma de ellas com o hombre de ciencia;
y ha hecho de ella una categoría tan abs­ pero no es más que un «error compues­
tracta que no puede comprender que está to». Su tentativa de establecer el siste­
directamente ligada a la separación de ma de categorías económicas por medio
la ciudad y el campo efectuada en Ale­ de la dialéctica sólo lo ha conducido a
mania desde el siglo ix al xn. «La cone­ la sofística.
xión entre la división del trabajo y las Por detrás de la crítica del sistema y
máquinas es completamente mística en del método de Proudhon, a través de los
Proudhon.» ataques a los economistas y socialistas,
A través de la crítica de la obra de Prou­ se va diseñando la teoría marxista del
dhon, Marx se revuelve a la vez contra los valor. Aunque el vocabulario no sea toda­
economistas y socialistas o «utopistas» que vía el de -* E l Capital (no es cuestión aún
Proudhon piensa haber superado al ase­ de las «fuerzas de trabajo»), esta obra con­
mejarlos en su ->• Sistema de ¡as co n ­ tiene ya las ideas rectoras del -> M ani­
tradicciones económ icas. Los econo­ fiesto del partido comunista, que apa­
mistas, tal como los teólogos, fundan la recerá un año más tarde. La antinomia,
verdad de sus opiniones sobre una pre­ el antagonismo entre la burguesía y el pro­
tendida revelación. Las teorías que se letariado son ciertamente considerados
les oponen no son entonces más que aquí como fundamentales, inherentes al
puras hipótesis, invenciones de los hom­ capitalismo, y sobre todo como los gér­
433 MISTERIOS DE EGIPTO (LOS)

menes, en el corazón mismo del capita­ período considerado) y tesis «pronatura­


lismo, de su propia aniquilación. listas» (las leyes del desarrollo histórico per­
miten, con la misma autoridad que las leyes
Edición: Miseria de la filosofía (tr. J. Mesa), de la naturaleza, predecir la evolución futu­
Planeta-Agostini, 1996.
ra de toda sociedad), que no son válidas
Estudio: E. Mandel, La formación del pen­
samiento económico de Marx (tr. F. Arám- ninguna de ellas.
buru), Siglo XXI, 1974. El historicismo, tanto en su versión anti­
naturalista como en su versión pronatu­
ralista, no tiene para el autor ningún dere­
cho al estatuto de ciencia; es resultado de
MISERIA DEL HISTORICISMO (LA), un «método de miseria» que a duras penas
The poverty o f historicism, 1957. logra disimular la inspiración fundamen­
K a r l R a im u n d P o p p e r , 1902-1994. talmente utopista de sus promotores. Este
análisis será continuado por Popper en
Publicada primeramente en forma de La sociedad abierta y sus enemigos
artículos en la revista Economica de 1944 (1945).
a 1945, esta obra, que Popper conside­
ra como su «contribución al esfuerzo de Edición: La miseria del historicismo (tr. P.
guerra», pretende refutar el historicismo. Schwartz), Alianza, 1995.
Estudios: K. R. Popper, Búsqueda sin tér­
Por historicismo entiende el autor la doc­ mino. Una autobiografía intelectual (tr. C.
trina según la cual las ciencias sociales García Trevijano), Tecnos, 1985; E. Fleisch-
tendrían por misión descubrir las leyes mann, «Poppérisme et sciences sociales»,
generales del desarrollo histórico, leyes Archiues européennes de sociologie, n.°
que permitirían predecir con exactitud XVII, 1976.
el curso futuro de la historia humana.
El título de la obra tiene conexión con
el de un libro de Marx, ->• Miseria de la
filosofía, que a su vez se emparentaba con MISTERIOS DE EGIPTO (LOS), o Res­
la -* Filosofía de la miseria de Proud- puesta del maestro Abammon a la car­
hon. La coincidencia no es casual: son ta de Porfirio y solución a las dificul­
Marx, el comunismo y, de manera más tades planteadas en D e m y s te riis
general, todas las teorías que pretenden A egiy p tio ru m , D e mysteriis Aegyptio-
enunciar las «leyes inexorables del destino rum.
histórico», contra lo que aquí se dirige Pop- J á m b u c o , hacia 250-hacía 330.
per. Porque estas teorías, por seductoras
que sean, presuponen que toda sociedad Esta obra del neoplatónico Jámblico está
evoluciona de manera predeterminada dividida en diez libros y es una respuesta a
pasando por una sucesión de «períodos» la carta de Porfirio a Anebon. Se tratan en
(o corrientes históricas) que obedecen cada ella temas filosóficos diversos, con una refe­
uno de ellos a sus propias leyes. Así, para rencia frecuente a los textos de Heráclito,
los defensores del enfoque historicista, las de Plotino o de Platón. La temática cen­
leyes económicas del período feudal no tral es una defensa de la teurgia: Jámbli­
podrían ser aplicadas al período de la revo­ co expone la eficacia de las prácticas y
lución industrial. Popper ve aquí una gra­ rituales mágicos, gracias a los cuales se
ve contradicción, cuyos términos están establece un comercio con las divinidades
fundados en gran parte sobre un desco­ superiores. Estamos predispuestos a reci­
nocimiento de los verdaderos métodos que bir la virtud irradiante de los dioses, y el
las ciencias de la naturaleza han utilizado. autor se convierte en apologista de los mis­
El historicismo combina en efecto tesis terios del helenismo o de Egipto, que fue­
«antinaturalistas» (contrariamente a las leyes ron criticados por Porfirio.
uniuersales que rigen el mundo físico, las Se constata la influencia de Jámblico
leyes sociológicas varían en función del en el dominio artístico por una parte, y
MITO DE SÍSIFO (EL) 434

por otra sobre el emperador Juliano, sobre lutiza lo irracional. N o puede uno con­
Proclo, Damascio y Simplicio; luego influi­ tentarse con comentar el absurdo.
rá en el Renacimiento italiano de los siglos Por el contrario, El mito de Sísifo invi­
xv y xvi. ta a afrontar la toma de conciencia de lo
absurdo: «Se trata de vivir.» «Y o saco así
Edición; Traité des mystéres d’Égypte, Les de lo absurdo tres consecuencias, que son
Belles Lettres, 1989. mi rebelión, mi libertad, mi pasión.»
Estudio: J. Trouillard, «Le néo-platonisme»,
en Histoire de la philosophie, t. I, Ency- La rebelión. No rehuir el absurdo una
clopédie de la Pléiade, Gallimard, 1969. vez que se ha tomado conciencia de él es
obligarse a mirarlo a la cara. Constituir­
lo en objeto de un incesante desafío: «Vivir
es hacer vivir al absurdo.» N o resignarse
M ITO DE SÍSIFO (EL). Ensayo sobre jamás. N o se trata de consolarse por
el absurdo, Le mythe de Sisiphe. Essai medio de no se sabe qué esperanza, sino
sur l ’absurde, 1942. de batirse y de conferir así a la existencia
A lb ert C a m u s , 1913-1960. un valor que ella no tiene, y que por tan­
to es preciso darle.
Este texto puede ser considerado como La libertad. Sería mejor hablar de libe­
el ensayo filosófico central de la obra de ración. Ésta es una consecuencia directa
Camus, en la medida en que en él se encuen­ de la toma de conciencia de lo absurdo.
tra expuesta la «filosofía del absurdo», en Por decirlo mejor, es esta misma toma de
cuyo derredor se ordenan todos los otros conciencia, por la cual se instaura una
temas del pensamiento y la acción de Camus lucidez victoriosa fundamental en mi rela­
(por ejemplo, el tema de la rebelión). ción con el mundo. Esta libertad recien­
La cuestión del suicidio es aquí decisi­ temente adquirida es el negativo de la fal­
va. N o en sentido moral (Camus no se sa libertad de aquél cuya vida no está
pregunta, como lo hace Kant, si se tiene regida más que por el hábito maquinal.
derecho a matarse), sino porque da lugar La pasión. En una palabra: vivir. O
a otra cuestión, la del sentido de la exis­ mejor todavía: «Estar frente al mundo lo
tencia. ¿No es la muerte voluntaria la sali­ más a menudo posible.» Multiplicar las
da para aquel que ha comprendido el no- experiencias.
sentido de la vida? Camus diseña figuras posibles de aque­
La experiencia camusiana del absurdo llos que «protagonizan lo absurdo»: Don
recuerda a la náusea sartriana: una «lasi­ Juan, el comediante, el conquistador. El
tud teñida de aversión» ante la banal y «más absurdo de los personajes» es el cre­
mecánica repetición de los momentos de ador, que por su obra busca «vivir dos
la existencia. La perspectiva de la muer­ veces». Crear es para el artista conjurar el
te, la necesidad de hacer lugar a lo irra­ absurdo, no licenciarlo -4 o que sería impo­
cional en el mundo, todo esto contribuye sible— sino «respirar con él». La obra de
a precisar la noción de lo absurdo. N o es arte «nace de la renuncia de la inteligen­
el mundo lo que, en sí, es absurdo; tam­ cia a razonar lo concreto»; «si el mundo
p oco lo es por su parte el hombre. El fuera transparente, el arte no existiría.»
absurdo nace de la confrontación de este Lo cual es tanto como decir que el sen­
mundo con el deseo humano de clari­ timiento del absurdo, cualquier conduc­
dad y racionalidad. ta que él inspire, están también tan ale­
Se puede huir de esta antinomia a tra­ jados com o es posible del modo de
vés del suicidio, que anula la conciencia, existencia espontánea del hombre común.
o mediante la religión, que confiere a la Sísifo cargando con su roca no es cier­
existencia un sentido extramundano. El tamente un superhombre (en el sentido
mismo existencialismo (Kierkegaard, Jas­ nietzscheano), pero es sin duda un héroe.
pers) se le aparece a Camus como un «sui­ Este sentimiento del absurdo no desem­
cidio filosófico», en la medida en que abso- boca en una negación de los valores. Cier­
435 MITO Y EPOPEYA

to, no existe ningún principio unificador libertad de hacer la historia haciéndose


del mundo, y es preciso repetir las pala­ a sí mismo»).
bras de Iván Karamazov: «Todo está per­
mitido.» Mas esto no libera del absurdo; Edición: El mito del eterno retorno (tr. R.
por el contrario, el absurdo «no autoriza Anaya), Alianza, 1995.
Estudio: Cahier de l’Heme, Mircea Eliade,
todos los actos». Un humanismo, y no el
col. «Biblio-Essais», Le Livre de poche, L.G.F.,
nihilismo, es lo que se dibuja tras la expe­ 1990.
riencia del absurdo: «El hombre es su pro­
pio fin. Y él es su solo fin». Se sabe que
Camus, que parte de la rebelión individual,
llevará muy lejos este pensamiento hacia M ITO Y EL H OM BRE (EL), Le mythe
la afirmación de la fraternidad humana et Vhomme, 1938.
contra el mal y el sufrimiento. R og e r C a il l o is , 1913-1978.
Sísifo hace rodar su roca, pero es cons­
ciente de ello; «conoce toda la extensión Influido por el surrealismo de André Bre­
de su miserable condición». Por ello, su tón, y por Georges Dumézil y Marcel
destino es superado: «Es preciso imagi­ Mauss, Caillois elabora «una fenomenolo­
nar a Sísifo feliz.» gía general de la imaginación» que permi­
La persona de Camus es tenida en alta te un estudio global de las múltiples formas
estima en la actualidad, mas la filosofía que adoptan «las idas y venidas de la ima­
del M ito de S ísifo es considerada con ginación». Así, no se oponen — sino que
una cierta condescendencia («filosofía se articulan en su interdependencia en el
para clases terminales», tan poco agra­ seno de una totalidad orgánica— lo poé­
dable para la enseñanza de la filosofía tico y lo mágico, la magia y la mística, la
como para el propio Camus). N o es cier­ religión y la magia: el mito, del que Cai­
to, por tanto, que en los debates que han llois estudia su naturaleza y función, es una
seguido a la segunda guerra mundial, el de las manifestaciones privilegiadas de la
filósofo del absurdo haya sido el menos vida imaginativa.
clarividente.
Edición: Le Mythe et l’Homme, col. «Folio-
Edición: El mito de Sísifo (tr. L. Echávarri), Essais», Gallimard, 1987.
Alianza, 1995. Estudio: D. Autie, Approches de Roger Cai­
Estudio: P. Ginestier, Camus, col. «Pour llois, Privat, 1983.
connaítre la pensée de», Bordas, 1981.

M ITO Y EPO PE YA, Mythe et Epopée,


M IT O D EL ETERNO R E TO R N O (EL), 1968, 1971 y 1973.
L e mythe de VétemeI retour, 1949. G eorg e D um ezil , 1898-1986.
M ircea . E lia d e , 1907-1986.
El indoeuropeo está, salvo excepción,
En esta «introducción a una filosofía en el origen de las lenguas de Europa y
de la historia», Eliade analiza la naturaleza de Asia. Esto significa que las civilizacio­
de las sociedades arcaicas, a las que se nes de los pueblos indoeuropeos cono­
opone la sociedad moderna. Si el hom­ cen ciertas similitudes, tanto en los pla­
bre de las sociedades primitivas rechaza nos intelectual, espiritual y religioso, como
el tiempo (profano) histórico y vive con­ en los planos material y técnico.
forme a los arquetipos (modelos extrahu- El papel del estudio comparativo de la
manos), creyendo en un retorno perió­ mitología es poner en evidencia estos pun­
dico a un origen mítico, el hombre tos comunes. Este estudio se apoya en el
moderno se ve como creador puesto que Mahabharata, obra épica de la India, la
es histórico («Todo le es negado salvo la historia mítica de Roma y la leyenda de
MITO Y METAFÍSICA 436

los Nartes del Cáucaso del norte, que des­ Según el autor, los mitos encierran una
cienden de los escitas. De estas compa­ sabiduría que ha permitido subsistir a la
raciones extrae el autor una «ideología tri­ humanidad naciente. Se trata de pensar
partita», es decir, una estructura común lo que nos transmiten esos mitos y de ver
de tres «funciones»; estas funciones son en ellos una metafísica que hizo posible
jerarquizadas de la siguiente manera: sobe­ que los primitivos se adaptaran a su tiem­
ranía mágica y jurídica, fuerza física y gue­ po. Gusdorf propone así que la filosofía
rrera, abundancia tranquila y fecunda. se aplique ante todo a comprender la exis­
Este esquema, que se aplica a los dioses tencia real a la luz de la historia de la
de las mitologías india y escandinava, se humanidad, en lugar de concebir a la filo­
aplica igualmente a los hombres que fun­ sofía como una simple ordenación de con­
daron Roma y su sociedad. Una historia ceptos. En este sentido, la noción de mito
que depende, empero, más del mito que nos enseña la primacía de lo vivido.
de la realidad. Gusdorf es también autor de un Tra­
Georges Dumézil es un innovador en tado de la existencia m oral (1949) y
materia de estudio comparado de la mito­ de un Tratado de metafísica (1956).
logía; y ha superado, efectivamente, el
estadio del simple estudio lingüístico, géne­ Edición: Mythe et métaphysique, col.
ro de investigación este último que en «Champs», Flammarion, 1984.
modo alguno debe ser descuidado (pues Estudio: P. Claval, Les Mythes fondateurs
des sciences sociales, P.U.F., 1980.
la lengua indoeuropea ha sido vehículo
de numerosas ideas y tradiciones a través
del espacio y el tiempo), aunque no siem­
pre conduce a resultados satisfactorios.
M ITO LO G ÍAS, Mythologies, 1957.
Gracias a su labor y a sus descubrimien­
R o la n d B a rth e s , 1915-1980.
tos, esenciales para el progreso de los
estudios en ciencias humanas, Dumézil
A lo largo de una serie de cincuenta y
abre nuevos horizontes; este libro suyo es
tres artículos sobre temas de actualidad,
el fruto de treinta años de investigaciones
Barthes trata de descifrar el lugar y el
y constituye una de las principales obras
papel del mito en nuestra sociedad. Par­
del siglo veinte.
tiendo del principio de que «el mito es un
Edición: Mito y epopeya (tr. E. Trías), Seix lenguaje» (hipótesis demostrada en la
Banal, 1977. segunda parte), analiza los hechos diver­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ sos de nuestra vida cotidiana como otros
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ tantos signos de un real mistificado. Así,
guez Tapia), Cátedra, 1996; P. Smith y D.
Sperber, «Mythologiques de Georges Dumé­ en los espectáculos y en la publicidad los
zil», en Annales, n.° XXVI, 1971 valores morales se dejan entrever siem­
pre a través de los eslóganes o los gestos:
tal detergente «mata la suciedad» (mito
purificador), tal «gángster» mata con un
M IT O Y M E TAFÍSICA, Mythe et mé- simple signo — señal con la cabeza o con
taphysique, 1953. el dedo al cómplice que ejecuta— , mito
G eorges G usd o r f , nacido en 1912. de la eficacia pura, en donde nada hay
que decir porque todo es acto realizado.
El proyecto de Gusdorf es aquí el de De la misma manera, el retrato de un
dar un sentido a la filosofía de nuestro actor, la imagen de una celebridad (como
tiempo, de descubrir un origen y un sig­ el abate Pierre) pueden expresar el mito
nificado a las interrogaciones filosóficas del héroe, semidiós, semihombre...
fundamentales, de manera que puedan Esta lista no es exhaustiva: toda expre­
ser percibidos en el análisis de los mitos sión de lo real, todo objeto del discurso
primitivos. puede constituir una falsificación, una mis­
437 MITOLÓGICAS

tificación de la que Barthes nos revela el la exteriorización aparentemente libre


origen: la ideología pequeño-burguesa. La y espontáneamente creadora del espí­
crítica de una pseudo-evidencia («eso-que- ritu, opera de hecho una organización
es-patente») se refuerza con un panfleto específica en la elección de imágenes,
social cínico contra los representantes del en su asociación, que, si no es racional
Orden: escritores, críticos, juristas, aris­ en sentido estricto, tampoco es por ello
tócratas... Todos quieren preservar sus irrazonable. Así, los mitos aparecen
creencias en una pseudo-naturaleza reve­ com o verdaderos juegos de variantes
ladora — por esos objetos cotidianos— de lógicas que se apoyan sobre relaciones
verdades morales. Es Charlot, obnubilado de oposición, de transformación y de
y mistificado, alienado por sus señores, el inversión (cfr. el triángulo culinario de
que ofrece un mejor ejemplo del abuso de lo crudo, de lo cocido y de lo podri­
este orden moral, pero que al mismo tiem­ do). La relación de los diferentes títu­
po da la solución: el acto de la revolución. los de las M itológica s con el alimento
Más allá de su ataque virulento contra los subraya las relaciones del hombre con
pequeño-burgueses, por el cual el autor su cuerpo y con el mundo. Lévi-Strauss
se inscribe con Marx y luego Sartre en una parte de un m ito para ampliar ense­
misma continuidad de pensamiento, Bart­ guida su indagación a sociedades más
hes busca rehabilitar a lo real haciéndolo y más lejanas: «S e trata de una e x­
comprensible, depurado de mitos que lo cursión a través de las mitologías indí­
sobrecargan inútilmente. Esta temática del genas del Nuevo Mundo que com ien­
mito recuerda la utilización que hacía Pla­ za en el corazón de la América tropical
tón de las alegorías (la de la caverna, la de y que nos llevará hasta la América del
las almas aladas...). Lejos de oponerse, los Norte.»
dos se sitúan en la misma perspectiva: dar Los mitos de los Indios Bororo del Bra­
cuenta de un lenguaje que exprese el mun­ sil central servirán de hilo conductor en
do real. este proyecto de conocimiento científico
El sentido de esta semiología del mito de los mitos, incluso aunque «no existie­
es el análisis lingüístico — a partir de los ra jamás una población cuyos mitos y etno­
trabajos de Saussure— de la segunda par­ grafía fueran el objeto de un conocimien­
te de las Mitologías. Uno de los últimos to exhaustivo», porque cada progreso
textos de Barthes, Fragmentos de un dis­ implica una nueva dificultad que impide la
curso amoroso (1977), volverá a tomar clausura del saber. El análisis de los mitos
esta cuestión de la difícil adecuación del es difícil porque «las tesis se desdoblan al
lenguaje a la realidad, porque los signos infinito», y porque el mito, por existir en
son o ininteligibles o mistificadores. el seno de una significación multiforme,
sordo a nuestra consciencia, no conoce
Edición: Mitologías (tr. H. Schmucler), Siglo la unidad: «Como los ritos, los mitos son
XXI, 1980. interminables.»
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Lévi-Strauss extrae igualmente el
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­ carácter común al mito y a la obra musi­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 161-166;
L.-J. Calvet, Roland Barthes, un regard cal: uno y otra trascienden el lenguaje
politique sur le signe, Payot, 1973. usual. Según Lévi-Strauss, «la unidad del
mito es proyectada sobre un hogar vir­
tual más allá de la percepción», y su
potencia reside en su significación se­
MITOLÓGICAS, Myfhologiques, 1964, creta.
19 67,1968 y 1971.
C la u d e L évi -S t r a u s s , nacido en 1908. Edición: Mitológicas (tr. J. Almela), 4 vols.:
1. Lo crudo y lo cocido, México, Fondo
de Cultura Económica, 1968; 2. De la miel
Lévi-Strauss emprende aquí un aná­ a las cenizas, México, Fondo de Cultura Eco­
lisis de los mitos para mostrar que, bajo nómica, 1972; 3. El origen de las maneras
MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA 438

de mesa, México, Siglo XXI, 1970; 4. El M O N A D O LO G ÍA (LA), Monadologia,


hombre desnudo, Siglo XXI, 1974. 1721. Según la «Enciclopedia Británica»,
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ en 1721 se publicó en latín con el título
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
de Monadologia. En el folio siguiente a
guez Tapia), Cátedra, 1996; Lévi-Strauss,
revista L ’Arc, Duponchelle, 1990. éste se dice que la edición francesa es
de 1840.
G ottfried W ilhelm L eibniz , 1646-1716.

A fin de explicitar su sistema filosófico,


Leibniz expone su teoría bajo un nuevo
MOISÉS Y L A RELIGIÓN MONOTEÍS­
ángulo, el de la Mónada. Esta noción apa­
T A , D e r Mann Moses und die m ono-
rece desde entonces como el corazón de
theistische Religión, 1939.
su doctrina; punto de partida, la noción
S ig m u nd F re u d , 1856-1939.
será también su término. En efecto, en un
primer momento, el autor define a la
Esta colección de tres ensayos («Moi­
Mónada como una «sustancia simple», es
sés, egipcio»; «Si Moisés era egipcio...»; decir, una unidad (del griego ¡xwoíq monas)
«Moisés, su pueblo y la religión mono­ primera de la que todo objeto estaría com­
teísta») es el último escrito de Freud y puesto. Esta simplicidad es por definición
constituye una extraña m ezcla del sin partes, y reenvía por tanto al carác­
método antropológico inaugurado con ter único y absoluto de toda existencia; y
-»■ T ó te m y tabú, los principios de la a la inversa, la realidad concreta, feno­
novela histórica y las reglas fundamen­ ménica, del mundo no existe más que
tales del psicoanálisis. El conjunto de los como forma de compuestos de muchas
tres ensayos presenta una dialéctica de mónadas. Dicho de otro modo, estas sus­
lo individual y de lo colectivo; lo colecti­ tancias simples constituyen «los Elemen­
vo nace de procesos individuales (indivi­ tos de las cosas, [...] los verdaderos Átomos
duos, acontecimientos aislados y primi­ de la Naturaleza». Indivisibles, no partici­
tivos), mientras que lo individual tiene su pan en nada que estuviera fuera de ellos
origen en procesos colectivos tales como mismos; son por tanto incorpóreos, inmu­
la religión, que asume y sublima la cul­ tables, inalterables, inmortales, y «no po­
pabilidad individual. drían comenzar más que por creación y aca­
Los dos primeros ensayos formulan bar por aniquilación» de Dios. Pero como
y justifican una hipótesis de base-. Moi­ cada mónada es cualitativamente diferen­
sés, fundador de la religión y de la iden­ te de cualquier otra mónada, es preciso
tidad judías, sería egipcio. Después de entonces aceptar que estas unidades con­
estas dos breves partes, Freud desarro­ tienen en sí mismas los principios de cam­
lla la tesis última y esencial de la obra: bio que permiten distinguirlas, principios
internos, puesto que nada exterior les afec­
Moisés es una figura emblemática de la
ta. Este cambio natural es además nece­
humanidad, no porque esté divinizado,
sario en sí, pues Dios es el único que no
sino porque es «humano, demasiado
contiene en su Ser grados de evolución.
humano», y esta humanidad de Moisés
Mas ¿cuáles son las características de
es testimonio de la humanidad de la reli­
este movimiento interno? ¿Por qué recu­
gión que él ha fundado. La religión es
rre Leibniz a esta concepción «sustancial»
menos una doctrina que una tentativa del universo? Para el autor, estas sustan­
para asumir o rechazar cias son «Entelequias», es decir, realiza­
ciones que tienden a la perfección. Son
Edición: Moisés y la religión monoteísta
(tr. L. López-Ballesteros), en Obras com­ el lazo de unión entre un Dios perfecto
pletas, t. IX, Biblioteca Nueva, 1975. y todas las criaturas perfectibles. Esta «ape­
Estudio: D. Bakan, Freud et la tradition tencia», este deseo de lo perfecto, tiene
mastique juiue, Payot, 1977. que ser entendida como principio ínter-
439 MONOLOGION (SOLILOQUIO)

no de evolución de la mónada, en el sen­ bre conocer su finalidad; el cuerpo «el ojo


tido de una tendencia a una percepción del alma», descubre a la razón la belleza
del mundo cada vez más nítida. En efec­ de «la República universal» y da al hom­
to, los múltiples estadios de la evolución bre el sentido de su lugar en el mundo:
de una mónada son otras tantas percep­ amar a Dios al admirar su creación.
ciones nuevas: cada ser de nuestro mun­ Escrita en 1714, o sea dos años antes
do recibe una infinidad de percepciones; de su muerte, mas publicada mucho más
mas si el animal no recuerda la percep­ tarde (en 1721 en la traducción latina, y
ción anterior y no posee más que un cono­ en 1840 en la versión original france­
cimiento confuso e inconsciente (y aquí sa), la M onadología aparecía con toda
evoca el autor «el aturdimiento» de una seguridad como la obra más lograda de
«mónada desnuda»), el hombre, por el Leibniz. Contrariamente a las intencio­
carácter de su alma — poseedora de una nes que animaban sus textos preceden­
memoria— , es capaz de asociar sus diver­ tes, su cuidado mayor no es ya justificar
sas percepciones. Así, el alma humana, la bondad divina y la necesidad que tie­
que es una mónada en tanto que sustan­ ne el hombre de realizar el bien (temas de
cia indivisible, tiende a realizar ese deseo los -*■ Ensayos de teodicea de 1710), ni
de perfección. Tal es por lo demás el incluso el de probar que la creación de
papel de la razón que permite al hom­ Dios constituye «el mejor de los mundos
bre tener conciencia de sí, por lo tanto posibles» (concretamente expresado en
de conocerse a sí mismo y de reconocer -> E l origen radical de las cosas de
su deseo de lo perfecto. 1697). Su proyecto actual enlaza con sus
Así el espíritu, que percibe de manera primeros textos, en los que Leibniz inten­
innata la existencia de verdades eternas, taba dar cuenta de la organización del
tiene que admitir la necesidad de la exis­ mundo, tanto desde un punto de vista
tencia de un Ser superior y perfecto, del mecánico como metafísico. Pero así como
que las mónadas son representación y su sistema estaba sólo en estado de esbo­
expresión en el seno de nuestro mundo. zo en sus primeros ensayos (incluso aun­
Al pensar en Dios tenemos que admitir que en su ►Discurso de metafísica de
por una parte que Él existe (pues si es per­ 1686 evocara ya la noción de «sustancia»)
fecto, contiene en sí la existencia, que es y no se diferenciaba claramente de las
una perfección), y por otra que Él consti­ teorías de Descartes, este texto, en su tec-
tuye la «Razón suficiente» de la existen­ nicidad misma, es la obra mayor de la
cia de toda cosa. Él es sabio (conoce las metafísica leibniziana, que en algunos
Ideas eternas), bueno (al elegir el mejor de aspectos no se encuentra muy alejada de
los mundos posibles) y poderoso (trayen­ las filosofías de Plotino y de Spinoza.
do ese mundo a la existencia). Cada móna­
da es también la reveladora ante nosotros Edición: Monadología. Principios de la
naturaleza y de la gracia (tr. M. García
del universo armónico creado por Dios.
Morente), Madrid, Universidad Compluten­
De este modo, comprender su lugar se, Facultad de Filosofía, 1974.
en la «Ciudad de Dios», es para el hom­ Estudio: Y. Bélaval, Leibniz, initiation á sa
bre percibir el universo a través de su sus­ philosophie, Vrin, 1975.
tancia individual, la mónada que es su
alma razonante. Pues aunque cada móna­
da tiene un lugar determinado, y perci­
be por tanto al mundo desde un «punto M ONOLOGION (SOLILOQUIO), o ha­
de vista particular», todas están unidas cia 1075.
entre sí por las «series» que «se reen­ A n s e l m o de C a n t e r b u r y (San), 1033-
cuentran en virtud de la armonía prees­ 1109.
tablecida». Por ejemplo, el alma y el cuer­
po son dos series totalmente distintas, El tema de esta obra es la «esencia divi­
pero al entrecruzarse permiten al hom­ na». En ella, el autor aporta las pruebas
M ORAL Y LA CENCIA DE LAS COSTUMBRES (LA) 440

de la existencia de Dios. Las esencias mitiva en particular) la universalidad de las


supremas existen (el Bien en sí, la Gran­ reglas del razonamiento lógico.
deza en sí, el Ser en sí), de las cuales el La M ora l y la Ciencia de las cos­
hombre no percibe más que las imper­ tumbres es una obra un tanto olvidada,
fectas manifestaciones sensibles. Esta per­ aunque no le falta audacia en la medida
fección a la cual el alma humana aspira en que afirma no solamente que los espí­
nos obliga a admitir la existencia de Dios. ritus formados por culturas diferentes son
El problema de la trinidad es evocado: irreductibles, sino aún más: que no exis­
Dios es «uno» por naturaleza y «triple» te jerarquía entre las costumbres «primi­
en persona; Él es el «Verbo»: es eterno y tivas» y las costumbres «civilizadas».
procede de sí mismo; Él es el Espíritu San­
to: es el Amor consustancial que proce­ Edición: La Morale et la Science des
moeurs, col. «Bibliothéque de philosophie
de del Padre y del Hijo por la «espiración».
contemporaine», P.U.F., 1971.
Este tratado, que quiere demostrar las Estudio: J. Cazeneuve, Lévy-Bruhl, P.U.F.,
verdades esenciales de la fe, está fuerte­ 1963.
mente influido por San Agustín. Santo
Tomás retomará y profundizará este tipo
de reflexión.
MUERTE (LA), La m orí, 1966.
Edición: Monologion (tr. J. Alameda), en V ladim ir Ja n k é l é v it c h , 1903-1985.
Obras completas de San Anselmo (ed. bilin­
güe), vol. I, Ed. Católica (B.A.C.), pp. 183-
347, 1942. Ésta es la obra más amplia y vigorosa
Estudio: J. Moreau, Pour ou contre Vin- del autor. En ella vierte efectivamente el
sensé: essai sur la preuve anselmienne, filósofo la síntesis de su reflexión. La muer­
Vrin, 1967. te es un fenómeno natural y un misterio,
como todo lo que le ocurre al hombre. Es
un «casi-nada» y un «yo-no-sé-qué». Jan-
kélevitch no admite ni el «absurdo» de la
M O R AL Y L A CIENCIA DE L A S COS­ supervivencia ni el de la «aniquilación».
TUM BRES (LA), M orale et la Science Meditando una vez más sobre las teorías
des moeursy 1903. de Tolstói, el filósofo descubre un impe­
L u cien L é v y -B r u h l , 1857-1939. recedero tan «simple como el buenos días
y buenas tardes»: el que ha sido es salvado
Esta obra se esfuerza en demostrar la para la eternidad de la inexistencia eterna.
vanidad de todas las morales teóricas, y El carácter desconcertante e incluso
propone la constitución de una ciencia posi­ vertiginoso de la muerte encierra esta con­
tiva cuya tarea sería estudiar las costum­ tradicción: por una parte un misterio que
bres a fin de determinar de qué naturale­ tiene dimensiones metaempíricas — es
za son las leyes de regulación de los decir infinitas o, mejor aún, sin dimen­
comportamientos, y ello sin pretender pro­ siones en absoluto— y por otra parte un
poner prescripciones absolutamente fun­ acontecimiento cotidiano que ocurre a
dadas, como generalmente hace la filoso­ veces ante nuestros ojos.
fía moral desde la Antigüedad. ¿Por qué la muerte del otro es siempre
Toda moral parece efectivamente relati­ una suerte de escándalo? ¿Por qué este
va a un contexto sociológico o histórico suceso tan normal despierta en los que
dado. Esto tendería a confirmar la tesis, esen­ lo presencian tanta curiosidad y horror?
cial para Lévy-Bruhl, de que no existe natu­ ¿Por qué uno se siente asombrado cada
raleza humana universal y definible en abs­ vez que un viviente desaparece, asombrado
tracto. Aquí efectivamente son puestas las como si parejo acontecimiento sucediera
bases del relativismo que hizo célebre a Lévy- por vez primera? Esta mezcla de familia­
Bruhl y suscitó numerosos debates cuando ridad y extrañeza es la marca de la muer­
éste puso en duda (en >La mentalidad pri­ te — insólita y no obstante tan familiar para
441 MUERTE Y EL PENSAMIENTO (LA)

todo humano— : de esta naturalidad con­ que no ha tenido suerte y que ha sido
tra natura, de esta supematuraleza natu­ designado al azar para morir.
ral de la muerte. Lucrecio quiere probar La muerte del «Tú» representa al pri­
la tranquilizadora legalidad física de la diso­ mer Otro, el otro inmediatamente otro
lución mortal y hace lo que puede para y el no-yo en su punto de tangencia con
convencemos y, sin duda también, para el yo, el límite próximo de la alteridad.
convencerse a sí mismo: pero olvida la También la muerte de un ser querido es
profunda e irreductible extrañeza de un casi como la nuestra, casi tan desgarra­
hecho casi tan natural como la caída de dora como la nuestra: es lo inconsolable
los cuerpos y sin embargo tan misterioso que llora lo irreemplazable. En la piedad
en el fondo. La aniquilación definitiva de y la tristeza desconsolada que la desapa­
una persona, ¿consiste simplemente en la rición del ser amado nos inspira, vivimos
obediencia a las leyes de un pensador la muerte del próximo como nuestra pro­
metafísico cualquiera? La tragedia de la pia muerte, mas, recíprocamente, esta
muerte personal está inscrita en falso en proximidad sin coincidencia, esta vecin­
los consuelos del atomismo. Mientras que dad familiar sin identificación nos per­
Dios está absolutamente lejano, la muer­ mite pensar la muerte de otro como una
te está a la vez lejana y próxima. Es sin muerte extranjera. La distancia del Y o
duda esta extrema proximidad lo que expli­ al Tú representa la distancia mínima más
ca la tentación del candidato al suicidio allá de la cual devenimos capaces de pro­
ante el instrumento de su perdición: entre yectar el objeto de conocimiento.
el viviente y los grandes secretos del Más- La primera persona del singular no pue­
allá, ¿no se interpondría tal vez más que de conjugar «morir» más que en futuro; e
el espesor del objeto del suicida? inversamente, el indicativo presente y el
Por lo demás, Jankélévitch conjuga indicativo pasado no se conjugan más que
la muerte con todas las personas. La exis­ en segunda y en tercera persona. El que
tencia para si que caracteriza al Y o es del dice «Y o muero» está vivo; puesto que él
orden de lo irreemplazable y de lo incom­ cree morir, se desmiente a sí mismo. Decir
parable; cuando esta existencia está en «Yo muero» es una aporía, porque no pue­
peligro, la afectación de serenidad no pue­ de decírselo de sí mismo más que en futu­
de cambiar nada. Mi propia muerte es
ro; en pasado y en presente sólo se lo pue­
una otra manera de encarar la muerte: es
de decir de los otros. La primera persona
una muerte que trastorna el mundo, una
no tiene uso más que en una conjugación
muerte inimitable que no se parece a nin­
defectiva, sin pasado ni presente.
guna otra.
La muerte en tercera persona es la Edición: La Mort, col. «Champs», Flamma-
muerte en general, la muerte abstracta y rion, 1977.
anónima, o bien la muerte propia en tan­ Estudio: Jankéléuitch, revista L ’Arc, n.° 75,
to que ésta es conceptual e impersonal­ 1979.
mente considerada, a la manera en que
un médico se enfrenta a su propia enfer­
medad; para un médico-enfermo en don­
de el enfermo le cede el puesto al médi­ MUERTE Y EL PENSAM IENTO (LA),
co, la tragedia sigue siendo fenómeno. La La m ort et la pensée, 1973.
muerte en tercera persona es problemá­ M a r c e l C o n c h e , nacido en 1922.
tica: es un objeto como cualquier otro, un
objeto que se describe y se analiza médi­ Marcel Conche, profesor de filosofía y
camente, biológicamente, socialmente, metafísica, reconoce en su obra el víncu­
demográficamente y que representa la lo ontológico fundamental que existe entre
cumbre de la objetividad no trágica. En el pensamiento y la muerte, y critica la
este contexto, el Y o deviene sujeto anó­ concepción común según la cual es pre­
nimo de una muerte indiferente, sujeto ferible alejar la muerte del pensamiento
MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN (EL) 442

para ser feliz; el autor subraya el carácter bre «de un único pensamiento», con el cual
ilusorio de esta idea que, de ser concebi­ se identifica el autor, es el que remite toda
ble, implicaría de hecho una ausencia total observación, toda reflexión, a su idea como
de conciencia y de pensamiento. «No se a un centro fijo. Nada más variado, más
deja de pensar en la muerte más que heterogéneo, más dispar que los temas
dejando de pensar.» El pensamiento está de que se ocupa Schopenhauer (el arte, el
pues íntimamente afectado por la muer­ estilo, las mujeres, el juego, la premonición,
te; y «la muerte no es para el pensamiento la telepatía, la música), mas entrecruzando
alguna cosa extraña a él; por el contra­ cada uno de estos temas, el autor está segu­
rio, de una cierta manera, se encuentra ro de encontrar «el pensamiento único».
en el pensamiento mismo». La filosofía schopenhaueriana es una
Todo pensamiento es por tanto pen­ sucesión de «consideraciones doctas». La
samiento de la muerte; y, partiendo de primera prolonga el idealismo kantiano
ideas comúnmente admitidas, el autor va al afirmar que el mundo, tal como lo cono­
haciendo surgir dialécticamente la pro­ cemos, no es más que la representación
fundidad innegable de esta relación. que de él tenemos y no tiene realidad en
sí; es sólo una «ensoñación de nuestro
Edición: La Mort et la Pensée, Éd. de Méga- cerebro»; una ensoñación bien trabada
re, 1975. que, sin embargo, no tiene más realidad
Estudio: M. Conche, Viure et philosopher,
réponses aux quesfions de Lucí le Laueggi. sustancial que la del sueño. Segunda con­
P.U.F., 1992. sideración; el idealismo kantiano permi­
te que no nos dejemos engañar por este
mundo; pero nos lleva a preguntamos «si
este mundo no es nada más que repre­
M U N D O C O M O V O L U N T A D Y RE­ sentación; en cuyo caso debería aparecer
P R E S E N T A C IÓ N (EL), D ie W elt ais a nuestros ojos como una ilusión sin sus­
W ille und Vorstellung, 1818. tancia, o un fantasma aéreo indigno de
A r t h u r S c h o pe n h a u e r , 1788-1860. ser valorado; o bien si por ventura no fue­
se alguna otra cosa»; en cuyo caso la nece­
Desde las primeras líneas del prefacio sidad «metafísica» de una realidad, el asom­
a la primera edición, Schopenhauer subra­ bro ante la existencia, nos empujan a ver
ya la diferencia entre un sistema de pen­ en este mundo un enigma a descifrar.
samientos y un pensamiento único; «Un Es la experiencia interior la que comien­
sistema de pensamientos debe tener siem­ za a iluminamos; es ella la que nos hace
pre una trabazón arquitectónica, de suer­ conocemos como un individuo que tiene
te que una parte soporte a la otra, mas no tendencias, necesidades, aspiraciones y,
a la inversa; el fundamento soporta al res­ en sentido amplio, una voluntad (Wille);
to sin ser soportado por él, y la cima es además, esa experiencia nos hace ver esta
soportada sin que ella soporte ya nada más. voluntad tan estrechamente ligada a nues­
En cambio, un pensamiento único, por tro cuerpo que toda tendencia o deseo
amplio que sea, debe conservar la más per­ se traduce inmediatamente en un movi­
fecta unidad.» Incluso si uno se ve obliga­ miento corporal. El cuerpo, que es un obje­
do, por comodidad en la exposición, a divi­ to entre los otros, aparece como la expre­
dir este pensamiento en partes, se ha de sión de una voluntad, más aún, como mi
tener buen cuidado en que cada una de esas voluntad misma. Es la voluntad conocida
partes «contenga al todo al igual que el todo del exterior, com o representación: «La
la contiene a ella, que ninguna parte sea la voluntad es el conocimiento a priori del
primera ni ninguna la última, que, para cada cuerpo, y el cuerpo el conocimiento a pos-
una, el todo sea completamente distinto, teriori de la voluntad, [...] mi cuerpo es la
pero que la más pequeña de entre ellas objetividad de mi voluntad.»
no pueda ser plenamente comprendida sin Por lo demás, la raíz del mal inherente
que previamente lo sea el todo». El hom­ a la existencia es el querer-vivir, absurdo,
44 3 MUNDO Y EL INDIVIDUO (EL)

sin razón y sin objeto, que engendra siem­ M U N D O DE L O S VALO R E S (EL), Le


pre nuevas necesidades y con ellas nue­ monde des ualeurs, 1948.
vos dolores. Toda la experiencia humana R a y m o n d R u y e r , 1902-1987.
queda clarificada; se comprende ahora el
amor sexual y su furor, sus celos, su poten­ Más que una discusión sobre el estatuto
cia que ignora toda razón; su seriedad trá­ de los valores, Ruyer nos propone un estu­
gica que hace nacer sin cesar nuevos seres dio que trata sobre los valores en sí mismos.
para experimentar nuevos sufrimientos; El autor somete a un análisis sistemático los
jamás se detendrán los maleficios del «genio diferentes temas del mundo de los valores,
de la especie». De aquí las famosas diatri­ apoyándose en los escritos de Kierkegaard,
bas de Schopenhauer contra las mujeres, Bergson y Kant. Mas lejos de subrayar sus
cuya pretendida belleza es la trampa que incompatibilidades, se esfuerza por el con­
nos tiende el genio de la especie. ¿Ha satis­ trario en hacerlos coincidir con un cuidado
fecho el hombre al fin sus deseos? Enton­ constante de evitar todo dogmatismo.
ces comienza el hastío, el mal tan temido
Edición: Le monde des valeurs, Aubier-
como el sufrimiento y que puede conducir Montaigne, 1948.
a la desesperación. Ningún progreso cabe Estudio: J. Parain-Vial, Dictionnaire des
esperar para la humanidad, donde los mis­ philosophes, P.U.F., 1984.
mos males — la enfermedad, el crimen, la
guerra— renacen sin cesar. N o es posible
oponer a este pesimismo la existencia del
placer: porque el dolor que nace del que­ M U N D O H IS T Ó R IC O (EL), D er Auf-
rer-vivir es la única realidad positiva, y el bau der geschichtlichen W elt in den
placer no se deja sentir más que en el fugaz Geisteswissenschaften, 1910.
momento en el que el dolor cesa. En lo que Wilhelm Dilthey, 1833-1911.
respecta al arte y a la moral, se trata de
revelaciones directas de la esencia de las Dilthey investiga la especificidad de las
cosas, de verdaderas gnosis, que tienen por ciencias del espíritu, por oposición a las
sí mismas un efecto calmante y directo sobre ciencias de la naturaleza. Este volumen
la voluntad, sin tener que pasar por el tamiz reúne varios ensayos que versan sobre la
de la filosofía. El filósofo se limita aquí a fundamentación de dichas ciencias: la his­
reflexionar sobre las experiencias del artis­ toria de las ciencias humanas y sociales,
ta y sobre los actos con valor moral; encon­ la vivencia, la gnoseología, la hermenéu­
trará en el genio y en el asceta un conoci­ tica, las categorías del mundo histórico.
miento directo de la esencia del mundo, Edición: El mundo histórico (tr. E. Imaz),
mas al mismo tiempo una liberación de la México, Fondo de Cultura Económica, 1944.
acción nociva de la voluntad: esta tercera Estudio: A. Kremer-Marietti, Wilhelm Dil­
y cuarta consideraciones, al mismo tiempo they et l’anthropologie historique, Seghers,
que desvelan a la voluntad, la toman ino­ 1971.
fensiva. La inmensa influencia de estas dos
últimas partes es lo que ha hecho de Scho­
penhauer, según expresión de Nietzsche,
el «educador» de la generación siguiente. M U N D O Y EL INDIVIDUO (EL), The
World and the Individual, 1900 y 1901.
Edición: El mundo como uoluntad y repre­ J o s ia h R o y c e , 1855-1916.
sentación (tr. E. Ovejero), Buenos Aires, Colección de conferencias.
Biblioteca Nueva, 1942.
Estudios: B. Magee, Schopenhauer (tr. A. Esta colección reúne dos series de con­
Bárcena), Cátedra, 1991; R. Safranski, Scho­ ferencias sobre el idealismo absoluto pro­
penhauer y los años saluajes de la filoso­
fía (tr. J. Planells), Alianza, 1992; A. Philo- nunciadas entre 1899 y 1900.
nenko, Schopenhauer. Une philosophie de La primera serie — la más importan­
la tragédie, Vrin, 1980. te— tiene por subtítulo Las cuatro con­
MUNDO Y EL INDIVIDUO (EL) 444

cepciones históricas del ser. Su objeto es a la naturaleza, al hombre y al orden


descubrir la naturaleza del ser; pero ésta moral.
no puede ser captada más que en el acto Royce ha sufrido en primer lugar la
de conocer: no hay ontología sin teoría del influencia de Ralph W. Emerson, que
conocimiento. Royce comienza por recha­ introdujo el idealismo kantiano en Esta­
zar el realismo, el misticismo, el criticismo, dos Unidos, y después la de William
al menos parcialmente. La originalidad de James, que lo orientó hacia la filosofía.
su idealismo reside en un voluntarismo Su idealismo absoluto, que choca en un
absoluto: para el individuo, ser es ser libre. primer momento con el pragmatismo,
El sujeto es entonces un sujeto individual será pronto integrado de manera origi­
y no universal, que tiende, porque él lo nal en su filosofía. Es este pragmatismo
quiere, hacia la realización de su ser en el — cuyo verdadero inspirador es Charles
objeto. La relación entre idea y objeto es S. Peirce— lo que hace del idealismo
por tanto una relación teleológica de ten­ de Royce un pensamiento típicamente
dencia: la idea corresponde al objeto por­ americano; mas también contribuirá a
que ella tiende hacia él, y, en el caso lími­ ello la dimensión lógica que le dará en
te, la tendencia absoluta es la realidad sus Ensayos lógicos (1951).
absoluta. Este voluntarismo es además un
pragmatismo, puesto que la idea en tanto
Edición: The world and the individual, 2
que tendencia constituye un plan de acción. vols., Macmillan, New York, 1900-1901.
La segunda serie de conferencias es Estudio: G. Bournique, La philosophie de
la aplicación de esta concepción del ser Josiah Royce, Vrin, 1988.
N
N AT U R ALE ZA Y FUNCIÓ N DEL S A ­ pios que siguen: principios que, aunque apa­
CRIFICIO, Nature et fonction du sacri- rentemente tan «evidentes» unos como otros,
fice, 1909. desgraciadamente no son todos compatibles
M arcel M a u s s , 1872-1950. entre sí: el pasado es irrevocable; un posible
no puede ser la consecuencia de un imposi­
Mauss analiza el sacrificio como consa­ ble; hay un posible cuya realización no tiene
gración, promoción de lo profano al nivel lugar jamás, ni en el presente ni en el futu­
de lo sagrado. Apoyándose más particu­ ro; lo que es, es necesariamente mientras es.
larmente sobre el ejemplo del ritual védico, Las soluciones elaboradas en la Anti­
el autor examina las modalidades del sacri­ güedad son mutuamente exclusivas; han eli­
ficio expiatorio o propiciatorio, en concre­ minado en cada caso un axioma juzgado
to en la necesidad de destrucción de la víc­ incoherente, para conservar los que se con­
tima. El sacrificio tiene un valor social, en la sideraban inatacables. Vuillemin elabora un
medida en que erige la renuncia en modelo. procedimiento que permite abarcar y clasi­
ficar los diferentes sistemas filosóficos.
Edición: «Naturaleza y función del sacrifi­
cio», en Lo sagrado y lo profano, en Obras, Edición: Nécessité pu Contingence, col.
t. 1, Barral, 1970. «Le Sens commun», Ed. de Minpit, 1984.
Estudio: J. Cazeneuve, Sociología de Mar­ Estudio: A. Kremer-Marietti, L ’Ethique, col,
cel Mauss, Península, 1970. «Que sais-je?», P.U.F., 1987.

NECESIDAD O C O NTING ENCIA: La NIETZSCHE C O N T R A W AGNER.


aporía de D iodoro y los sistemas filo­ F riedrich W ilhelm N ietzsche .
sóficos, Nécessité ou contingence: l ’a- Véase OC ASO DE LOS ÍDOLOS (EL).
porie de D iod ore et les systémes phi
losophiques, 1984.
J ules V u ille m in , nacido en 1920. N O R M A DEL G U STO Y O T R O S EN­
S A Y O S (LA), Essays aesthetics, 1973.
Para salir del ditema entre necesidad y con­ D avid Hume, 1711-1776.
tingencia es preciso resolver la aporía de Dio­ Extractos de Essays Moral, PolíticaI and
doro Cronos (siglo IV a.C.), que Vuillemin Literary, 1741-1777.
reconstruye aquí subrayando que los Anti­
guos no lograron «salvar» la libertad más que Estos textos contemplan las bellas artes
a costa de eliminar uno de los cuatro princi­ desde un punto de vista primero socio-

[4 4 5 ]
NORMAL Y LO PATOLÓGICO (LO) 446

lógico y luego psicológico considerando prender que la especificidad de la vida no


las relaciones entre arte y sociedad bajo se reduce ni a un simple equilibrio ni a
el ángulo de la elocuencia, del gusto, del una autoconservación por autorregula­
refinamiento, o de las leyes que presiden ción.
el nacimiento y el declive de las ciencias A través del análisis de las concep­
y de las artes. Con inmenso éxito desde ciones de Auguste Comte, Frangois
su aparición, estos ensayos están escritos Broussais, Claude Bernard, René Leri-
con el espíritu de las Luces, tan propicio che, Marie Frangois Xavier Bichat, etc.,
a la eclosión de la estética como discipli­ Canguilhem demuestra que lo normal no
na autónoma. se confunde con el estado de salud, al
igual que lo patológico no se deja con­
Ediciones: La norma del gusto y otros ensa­ fundir con lo mórbido. Si existen normas
yos (tr. M. T. Begueristáin), Península, 1989; biológicas es porque la vida es creación
La norma del gusto (tr. M. T. Begueristáin),
Valencia, Cuadernos Teorema, 1980. de su medio más bien que sumisión a
Estudio: Introducción de J. García Roca a éste; la vida sana es normativa antes que
la segunda ed. cit. ser — y más bien que ser— normal. Y
lo patológico es normal en la medida en
que expresa una relación con la norma-
tividad de la vida. La enfermedad es siem­
NO RM AL Y L O PATO LÓ GICO (LO), pre una cierta manera de vivir, incluso
Le normal et le pathologique, 1966. aunque comporte una restricción y una
G eorges C a n g u il h e m , nacido en 1904. limitación de las exigencias del ser vivo.
El traspaso de sus propias normas tra­
Esta obra se abre con el Ensayo sobre duce, por el contrario, la fuerza propul-
algunos problemas relativos a lo nor­ siva de un organismo que se mantiene
mal y lo p atológico, tesis de medicina saludable porque consigue, después de
defendida por Canguilhem en Clermont- haber caído enfermo, no recuperar sus
Ferrand en 1943. antiguos valores, sino conquistar unos
Sensible, como médico y filósofo, a los nuevos, a veces superiores.
signos de inversión que presentan los fenó­ En este contexto, la medicina encuen­
menos y los problemas, el autor no pue­ tra su sentido en «el esfuerzo espontáneo
de dejar de preguntarse si es posible apli­ del ser vivo para dominar el medio y orga­
car alguna racionalidad al ámbito de lo nizado de acuerdo con sus valores de ser
viviente, y qué significación tendría esto viviente». Es sobre todo porque los hom­
tanto para el viviente como para la racio­ bres se sienten enfermos, por lo que hay
nalidad. Si obstáculo para la ciencia y obje­ medicina. Sólo secundariamente saben
to de la ciencia forman una sola cosa, la cuál es su enfermedad porque hay una
causalidad y la individualidad no serán medicina.
opuestos, sino aliados. La vida ofrece al Al distinguir entre lo anóm alo y lo
individuo los valores de lo viviente y defi­ anormal, variedad biológica y valor vital
ne sus límites, que ella misma lleva has­ negativo, Canguilhem no hace más que
ta el infinito; la normalidad, que no admi­ delegar en lo viviente, considerado en
te descripción absoluta sino siempre su polaridad dinámica, el cuidado de detec­
relativa (puesto que toma su sentido de tar la enfermedad. De la transformacio­
una relación entre el organismo y su entor­ nes capaces de afectarle, es el individuo
no), es el signo de una singularidad siem­ el que juzga, porque es él quien las pade­
pre falible en la medida en que la auto­ ce cuando se siente incapaz de las tare­
rregulación que ella supone puede ser as que el nuevo medio le propone. Esta
contrariada por accidentes que afectan al concepción está lejos de las de Comte o
individuo. de Claude Bernard, puesto que la enfer­
Lo normal y lo patológico sirven enton­ medad deviene una experiencia de inno­
ces de hilo conductor para hacer com­ vación en el viviente, en lugar de ser,
447 NOSTALGIA DEL SER (LA)

como mantienen estos últimos, un asun­ que no puede ser regulado espontánea­
to de disminución o de multiplicación, que mente.
es por tanto una cuestión de diferencias Mas las reflexiones más nuevas y sor­
cuantitativas. prendentes son sin duda las relativas al
Los análisis de Canguilhem tienen apli­ concepto de error en patología. Canguil­
caciones e implicaciones que afectan a la hem muestra que la introducción del error
racionalidad médica: ésta no puede con­ por el organismo mismo, bajo forma por
tentarse con ser puramente crítica; por ejemplo de un error innato del metabo­
su rechazo en principio de todo esencia- lismo, revoluciona la concepción misma
lismo o de todo naturalismo, debe poder de la enfermedad y la salud: de ahora en
integrar todo lo que a ella se oponga y adelante, estar enfermo «es ser malo, no
convertir al obstáculo en su objeto. como un chico malo, sino como un mal
Esta racionalidad médica presenta tres terreno». El malestar no se perfila como
características principales: tolera la con­ resultado de un mal-obrar. La enfermedad
tradicción, puesto que el propio orga­ no es ya por tanto un asunto de respon­
nismo realiza la inversión de la protección sabilidad individual.
convirtiéndola en ataque; no está cons­
treñida por las reglas de la aritmética ele­ Edición: Le normal et le pathologique, col.
mental, puesto que el principio de orden «Quadrige», 2.a ed., P.U.F., 1988.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
prevalece sobre el principio cuantitati­ temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodríguez
vo; finalmente, ha renunciado a la con­ Tapia), Cátedra, 1996, pp, 30-35; Can­
cepción de un determinismo verificado guilhem, especial de la Reuue de métaphysique
por la universal identidad de sus limita­ et de morale, n ' 1, Armand Colín, 1985.
ciones-. cuando se trata de la vida, la fle­
xibilidad se impone sobre la rigidez, y los
márgenes de tolerancia sobre la inflexi-
bilidad mecánica del medio. N O S T A L G IA DEL SER (LA), La nos
Por este triple carácter, la racionalidad talgie de I’étre, 1950.
médica podría ser calificada de no ber- F erdinand A l q u ié , 1906-1985.
nardiana en la medida en que ésta funda
lo que la otra no ha logrado jamás inte­ Como anuncia el autor en su prólogo,
grar, la individualidad biológica, constan­ «este estudio no propone ninguna filo­
temente considerada como infidelidad al sofía nueva sino que intenta encontrar,
tipo. en la historia de la filosofía, un camino
En sus Nouvelles Réflexions concer- que ella cree eterno».
nant le normal et le pathologique (1963- Reflexionando sobre la historia de la
1966), que completan este ensayo, Can­ filosofía por hacer, Alquié se esfuerza por
guilhem compara las normas sociales y discernir en ella un movimiento que indi­
las normas orgánicas para demostrar que, que la relación eterna de la conciencia
pese a las apariencias y a las analogías, al Ser. Aparece entonces que la certeza
son más opuestas que semejantes: las pri­ del Ser es ante todo certeza de su ausen­
meras son exteriores y legislativas, las cia, y que la filosofía está de parte a par­
segundas son interiores y reguladoras; e te animada por el deseo del Ser. «En este
incluso aunque en los dos casos se trate sentido nuestra conciencia es nostalgia
de inventar más que de observar, la sabi­ del Ser, indisoluble unión de certeza y de
duría del cuerpo no es resultado de un deseo.» ¿Puede ser superada esta condi­
cálculo, sino la resultante de un sistema ción? Para Alquié, «el saber propiamen­
de regulaciones internas al organismo; la te filosófico [...] explícita una experiencia
sabiduría de una sociedad, por el con­ fundamental, una presencia no concep­
trario, es el resultado siempre precario de tual del Ser en la conciencia».
un cálculo y de una política que buscan Esta concepción de la conciencia como
regular, mediante técnicas apropiadas, lo nostalgia y deseo del Ser vuelve a encon­
NOVECIENTAS CONCLUSIONES 448

trarse en > E l deseo de eternidad y en N O VU M ORGAN UM , 1620.


- ►La conciencia afectiva, con las cuales F ra n c is B a c o n , 1561-1626.
La nostalgia del Ser forma el tríptico filo­
sófico de Alquié. El sistema inacabado de Francis Bacon,
La gran restauración de las ciencias (Ins-
Edición: La Nostalgie de l ’Étre, P.U.F., tauratio magna), fue concebido por su
1973. autor para presentar la suma y el estado
Estudio: La passion de la raison, homma-
ge á Ferdinand Alquié, col. «Epiméthée», de las ciencias y para promover su pro­
P.U.F., 1983. yecto de reforma radical de los procesos
cognitivos. En el vasto panorama de las
ciencias abarcado por Bacon y en el sis­
tema de clasificación de los conocimien­
N O V E C IE N T A S C O N C L U S IO N E S , tos que él elabora, es preciso ver una pri­
Conclusiones DCCCC, philosophicae, mera aproximación, original e innovadora,
cabalisticae et theologicae quas olim en la línea que conducirá a la publicación
Romae disputandas exhibuit, 1486. de la -> Enciclopedia de Diderot y D’A ­
J u a n P ic o de l a M ir a n d o l a (Giovanni lembert y a la obra de Auguste Comte,
Pico Della Mirandola), 1463-1494. cuya síntesis hará referencia constante a
los trabajos de Bacon, de Galileo y de Des­
Pico de la Mirandola propone expo­ cartes.
ner novecientas tesis tomadas de los pen­ El proyecto de Francis Bacon estaba
sadores griegos, árabes, hebreos y latinos formado de partes distintas que han sido
y compone para esta ocasión su famosa publicadas por separado. La primera par­
O ra tio sobre la dignidad del hombre te de esa gran empresa está constituida
(1486). Con ello pretendía que todo judío por una obra titulada De la dignidad y
cabalístico creyera inevitablemente en la del crecimiento de las ciencias, en nue­
Trinidad. ve libros (1605); la segunda, es el texto
Sus tesis, algunas de las cuales al menos mismo del Novum organum en dos libros
se consideraban «católicas», fueron todas y un Prefacio (1620); en cuanto a la ter­
declaradas heréticas y prohibida su dis­ cera, que quedó incompleta, sólo nos han
cusión por el Papa Inocencio VIII. Pico llegado algunos fragmentos: materiales
de la Mirandola intenta entonces defen­ relativos a la historia natural, publicados
derlas en una Apología (1487). Tuvo sin a título postumo por Rawley, con el títu­
embargo que refugiarse en Francia duran­ lo Sylva sylvarum (Colección de colec­
te algún tiempo, antes de ser autorizado ciones), a continuación de + La Nueva
a volver a Florencia. En 1493, fue por fin Atlántida (1627).
absuelto de la acusación de herejía por el H Prefacio por el que Francis Bacon intro­
Papa Alejandro VI. duce a la Gran Restauración de las cien­
En 1600, un monje llamado Arcánge- cias expone las principales ideas a desa­
lo Pozzo de Burgonovo, publicó en Basilea rrollar en el libro primero del Novum
unas Conclusiones cabalisticae, en las que Organum. Poco satisfecho del estado actual
retomaba, para justificarlas una por una, de las ciencias, como también de su esca­
setenta y una de las tesis de Reo de la Miran­ so avance, el autor piensa que es preciso
dola. descubrir un nuevo método a fin de con­
ducir a la inteligencia humana por nuevas
Edición: Conclusiones (éd. B. Kieszkows- vías que sean susceptibles de hacerla pro­
ki), Travaux d’humanisme et de Renaissan- gresar. Estudia entonces los obstáculos de
ce, vol. 131, Ginebra, 1973. orden psicológico o ideológico, afirmando
Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol. que los hombres ignoran sus fuerzas o que
II, Montaner y Simón, 1973, pp. 66-71; presumen de sus riquezas. La exhortación
H. de Lubac, Pie de La Mirándole, Aubier- a dirigir los más grandes esfuerzos hada el
Montaígne, 1974. conocimiento, superando la fuerza de la iner­
449 NUBES (LAS)

cia o la presuntuosa despreocupación, es el to cercana a la naturaleza y a la práctica,


motor que induce a Bacon a comenzar la que deja por tanto al sentido al abrigo del
Instauratio, que amplifica enseguida en el error. Pero como los errores de sentido le
Novum Organum. preocupan sobremanera, Bacon propo­
¿Qué contienen los libros que común­ ne aquí una marcha gradual que sea capaz
mente se consideran «sabios»? Un cúmu­ de hacer «germinar» los axiomas que per­
lo de repeticiones, en verdad. Y, al igual mitan avanzar progresivamente hacia los
que Montaigne, que se burlaba de las eter­ principios generales. Pero el autor recha­
nas glosas sobre glosas más antiguas mul­ za la inducción que se limita a ser una sim­
tiplicadas en todos los libros, Bacon ple enumeración. La inducción que la cien­
denuncia el hecho que, de un libro a otro, cia necesita ha de ser capaz de analizar la
los autores se copian mutuamente sin experiencia y permitir la conclusión
hacer avanzar un ápice el conocimiento mediante la exclusión de lo que no es ade­
de su época. Esto es lo que ocurre par­ cuado.
ticularmente en filosofía, que Bacon con­
sidera inmovilizada. En cambio, las artes Edición: Novum organum (tr. C. Hernan­
mecánicas se perfeccionan de modo mani­ do), Buenos Aires, Losada, 1949.
Estudios: R. Frondizi, estudio preliminar a
fiesto. El remedio, según Bacon, está en la edición citada; A. Quintan, Francis Bacon
encontrar «una manera más segura y más (tr. P. Castrillo), Alianza, 1985.
perfecta de ejercitar el entendimiento
humano». Y además de un nuevo méto­
do de invención, hace falta un nuevo
método de exposición. NUBES (LAS), NEcp&ca.
Igualmente es preciso, no separar, sino A r istó fa n e s , hacia 445-hacia 380 a.C.
«casar» el método empírico con el méto­ Comedia representada en 423 a.C.
do racional. Y ninguna cosa humana pue­
de alimentar a los cosas divinas. Final­ Aristófanes presta aquí su genio cómi­
mente, una importante recomendación co a una corriente de pensamiento muy
de Francis Bacon sobre la correcta utili­ poderosa en la Atenas del siglo V: la crí­
zación del conocimiento: que no sirva al tica de la nueva educación, la de los sofis­
interés, al poder, a la reputación o la glo­ tas, acusados de arruinar los valores mora­
ria de unos y el desprecio de otros, sino les y religiosos tradicionales y de vender
que se aplique provechosamente a los — caros— los discursos capaces de hacer
«usos de la vida». triunfar no importa qué causa, fuera jus­
En cuanto al método para la interpre­ ta o injusta.
tación de la naturaleza presentado en el El autor desencadena la sátira contra
Novum Organum, está encaminado a un Sócrates, al que sus contemporáneos no
mejor uso de la razón. Por «interpretación debían distinguir muy claramente de los
de la naturaleza» entiende Bacon el uso de sofistas. Sócrates es ridiculizado: se lo
una lógica de la ciencia (no la lógica for­ exhibe en trance de descender, en una
mal), de los principios mismos y de las indi­ cesta, de las nubes, adonde había subi­
caciones de las probabilidades. La induc­ do «para penetrar bien las cosas celestes».
ción es un modo de razonar muy Aristófanes alude, en términos apenas
interesante de emplear, al contrario que velados, al incendio del «pensorio» de
el silogismo, que Bacon rechaza porque Sócrates.
está «compuesto de proposiciones, las pro­ Un cuarto de siglo separa la repre­
posiciones de palabras, y las palabras son sentación de Las nubes del proceso de
los signos o etiquetas de las nociones»; en Sócrates. No es por tanto inverosímil que
suma, la mayoría de las proposiciones del Aristófanes pudiera haber contribuido a
silogismo son estériles y totalmente ale­ alimentar la opinión ateniense contra la
jadas de la práctica. La inducción, por el persona del filósofo confundiéndolo deli­
contrario, es una forma de razonamien­ beradamente con los sofistas. Eso es, en
NUESTRO CONOCIMIENTO DEL MUNDO EXTERIOR 45 0

todo caso, lo que afirma Platón en su ciencia había sido constituida contra la
>Apología de Sócrates. naturaleza. ¿Acaso el mundo postulado
y descubierto en el diálogo experimen­
Edición: Las nubes; Ranas; Pluto (tr. F. tal no era una naturaleza muerta y pasi­
Rodríguez Adrados), Cátedra, 1995. va, sometida a un pequeño número de
Estudio: F. Chátelet, -►El pensamiento de
leyes simples e inmutables; un mundo
Platón, Labor, 1968.
transparente, perfectamente previsible,
en el que el devenir y la complejidad esta­
ban ausentes? La física clásica, basada
N U E S T R O C O N O C IM IE N T O D EL en la idea de que la naturaleza se com­
M UN D O EXTERIOR, Our knowledge portaba como un «autómata sumiso», ha
o f the External World, 1914. estado ciega ante lo que ésta ofrece de
B er tr a n d R u sse ll , 1872-1970. inestable, de irreversible y de no repro-
ducible. Ha sido incapaz de ver que la
llama no podía «desardep>, el animal reju­
Las construcciones más sofisticadas de
venecer y el azúcar «desfundirse» en la
la física matemática dan finalmente cuen­
taza.
ta de un mundo aprehendido bajo la for­
Poniendo en cuestión la posibilidad que
ma de datos sensoriales. Con los empi-
tiene el hombre de adoptar un punto de
ristas, Russell pone el acento en el origen
vista objetivo, exterior a la naturaleza e indi­
sensible del conocimiento, mas, contra­
ferente a sus obras, los autores de este ensa­
riamente a ellos, no piensa que la con­
yo anuncian la reconciliación de la ciencia
cepción del mundo físico sea simplemente
con la naturaleza. El sabio está ciertamente
el fruto de una inferencia. Es el resultado
inmerso en el mundo que él describe; de
de una construcción cuyo método es ana­
esta inmersión nace un nuevo diálogo en
lizado aquí.
el que una de las partes reconoce a la otra
Edición: Conocimiento del mundo exte­ su libertad, su espontaneidad, su historia.
rior (trad. M.a T. Cárdenas), Buenos Aires, Así, la ciencia y la cultura están en inte­
Compañía General Fabril Editora, 1964. racción constante: las cuestiones que el
Estudio: P. Devaux, Bertrand Russell ou sabio plantea a la naturaleza están también
la Paix dans la vérité, Seghers, 1967. ligadas al contexto cultural en el que toman
sentido tanto sus preguntas como las res­
puestas que recibe. Es llegado por tanto el
tiempo de «nuevas alianzas, desde siempre
N U E V A A L IA N Z A (L A ), La nouuelle anudadas y tanto tiempo ignoradas, entre
atliance, 1979. la historia de los hombres, de sus socie­
I l y a P rig o g in e , nacido en 1917, e Isa - dades, de sus saberes, y la aventura explo­
belle S t e n g e r s , nacida en 1949. ratoria de la naturaleza».

En ->• E l azar y la necesidad (1970), Edición: La nueva alianza (tr. M.a C. Mar-
Jacques Monod extraía esta lección de tín-Sanz), Alianza, 1983.
Estudio: I. Prigogine e I. Stenger, Entre el
los progresos de la biología molecular: tiempo y la eternidad (tr. J. García), Alian­
«La antigua alianza está rota; el hombre za, 1994.
sabe al fin que está solo en la indiferen­
te inmensidad del Universo del que él ha
emergido por azar.» Para los autores de
La nueva alianza, esta visión de un hom­ NUEVA A T LÁ N T ID A (LA), New Atlan-
bre extranjero en el mundo que descri­ tis, 1627.
be caracteriza ante todo a «la ciencia clá­ F r a n c is B a c o n , 1561-1626.
sica», que conoció su ap ogeo con el
triunfo del mecanicismo newtoniano. Un viaje imaginario (mas no fantás­
Pero, pese a sus resonantes éxitos, esa tico) que tiene valor de metáfora con­
451 NUEVO CRISTIANISMO (EL)

duce al descubrimiento de una isla del lo o una descripción de una institución fun­
Pacífico, denominada Bensalem, en la dada con el fin de interpretar a la naturale­
que un Colegio se consagra a la inves­ za y de producir grandes y maravillosas obras
tigación del conocimiento y de sus apli­ para bien de todo el género humano»; pro­
caciones; dicho en otras palabras, en longar la vida, aminorar el dolor, etc.
la que se instaura, con todo el respeto
que le es debido, un Instituto de las Cien­ Edición: La nueva Atlántida (tr. E. García),
cias y de las Técnicas. Porque, para Mondadori, 1988.
Estudios: A. Quinton, Francis Bacon (tr. P.
Bacon, la filosofía teórica sólo tiene inte­
Castrillo), Alianza, 1985; B. Farrington, Fran­
rés si va acompañada de una filosofía cis Bacon, filósofo de la revolución indus­
práctica; por lo mismo, la reforma del trial, Endymion, 1991.
entendimiento entraña, para él, la refor­
ma de la sociedad.
El texto ha podido ser redactado
en 1621; luego abandonado, y retoma­ NUEVO CRISTIANISMO (EL), Le nou-
do en 1623. Desde 1620, Bacon venía veau christianisme, 1825.
diseñando un M odelo de historia natu­ S a in t -S im o n (Claude Henri de Rouvroy,
ral, y la publicación acto seguido de La conde de), 1760-1825.
nueva Atlántida hubiera sido una suer­
te de aplicación a la vez que de explica­ Esta obra, que quedó inacabada, fue
ción de la obra teórica. En 1906, Bacon publicada poco después de la muerte de
había elaborado además una teoría del Saint-Simon por su discípulo Olinde Rodri­
mito en la que confería a lo imaginario gues, que relata así las últimas palabras
un carácter histórico y un valor igual­ de su maestro en su agonía: «La última
mente filosófico desde el punto de vista parte de mis trabajos, E l nuevo cristia­
de los sentidos. Com o en las «mitologí­ nismo, no debe ser incluida. Se creía que
as» que Platón inventa para imponer el el sistema religioso tenía que desapare­
logos, el mito de Bacon tiene un senti­ cer porque se había logrado probar la
do que justifica el recurso a la ficción caducidad del sistema católico; nos hemos
para hacer valer la «verdad» ante los doc­ engañado. La religión no puede desapa­
tos y los reyes. El objeto de esta utopía recer, no hace más que transformarse.»
es múltiple: es a la vez la ética, la esté­ Este corto texto, especie de manifiesto,
tica y la sociología de un proyecto de es por tanto también un testamento; llama
reforma de las ciencias. Igualmente es a los reyes y a los pueblos a la caridad, a la
manifiesto que esta novela es un anexo fraternidad, al verdadero espíritu del cris­
de la magna obra de Bacon, La Gran tianismo: «Mejorar la suerte de la clase más
Restauración de las ciencias (véase ->■ pobre y hacer a los hombres felices cual­
Nouum Organum). Desde el estricto
quiera que sea su posición.» El cristianis­
punto de vista de la investigación cien­
mo será así superado, la Iglesia desapare­
tífica que aquí se propone, Bacon sugie­
cerá, la teología será reemplazada por la
re la parte de elementos no racionales ciencia y Saint-Simon no duda en escribir:
que interviene en el trabajo racional del
«Yo acuso al Papa y a su Iglesia de herejía.»
investigador. Sugerencia que será arrin­
Marx, Comte, Durkheim leerán apa­
conada con el desarrollo de la ciencia
sionadamente a Saint-Simon. E l nuevo
moderna (que se presume objetiva por
cristianismo, manifiesto para una religión
excelencia) mas que reaparecerá en nues­
laica y milenaria (se trata de realizar el
tros días como digna de ser tomada en
paraíso en la tierra), constituye una bue­
consideración.
na introducción a la obra de Saint-Simon.
La nota de Rawley, el editor postumo de
esta novela utópica, advierte sobre la inten­ Edición: El nueuo cristianismo (tr. P. Bra­
ción del autor diciendo que esta «fábula» vo), Centro de Estudios Constitucionales,
ha sido concebida para «presentar un mode­ 1981.
NUEVO ESPÍRITU ARTÍSTICO (EL) 452

Estudio: G. Ionescu, El pensamiento polí­ N UEVO ESPÍRITU CIENTÍFICO (EL),


tico de Saint-Simon (tr. C. Melchor y L. L e nouvel esprit scientifique, 1934.
Rodríguez Regueira), México, Fondo de Cul­ G a s t ó n B a c h e l a r d , 1884-1962.
tura Económica, 1983.

«En el momento en que un concepto


cambia de sentido es cuando tiene más
sentido»: cuando la ciencia cambia de
NUEVO ESPÍRITU A R T ÍS T IC O (EL),
orientación y de organización concep­
Le nouvel esprit artistique, 1970.
tuales, es cuando el sentido de ésta debe
N ic o l á s S ch ó ffe r , 1912-1992.
ser determinado por una filosofía que a
Colección de textos y de manifiestos con­
su vez acepte poner en cuestión sus prin­
sagrados a la estética.
cipales conceptos y volver a fun d a ­
mentarse al reformarse. Tal es la filo­
Tomando como modelo la concepción
sofía que el N u evo espíritu cie n tífico
bachelaidiana del «nuevo espíritu científico»,
promueve realizándola, puesto que la rea­
el escultor Nicolás Schóffer se toma aquí en
lización es la carácterística científica
promotor de un «nuevo espíritu artístico»,
mayor de la realidad, a la cual sustituye.
susceptible de marcar una nueva etapa en
Bachelard aplica de alguna manera el
la producción de obras artísticas y en la evo­
principio de exclusión de Pauli a la filo­
lución de nuestras concepciones estéticas.
sofía que él constituye: la exclusión sis­
El arte al que apela es un arte total y fun­
temática del mismo, el recurso al otro.
damentalmente «abierto»: integrador de
Una de las condiciones de esta filoso­
materiales todavía inexplorados, como el
fía es, por parte del sujeto, la existencia
espacio, la luz o el tiempo, el arte total está
y el mantenimiento de una duda recu­
en perpetua anamorfosis, programado para
rrente sobre el pasado de los conoci­
oscilar sin cesar entre el orden y el desor­
mientos ciertos; por parte del objeto, el
den, sin neutralizarse jamás en uno u otro
reconocimiento de la idea de compleji­
de esos estados. Así, el papel del artista no
dad en los fenómenos elementales de la
es ya el de crear una o muchas obras, sino,
microfísica contemporánea: no se trata
según los propios términos del autor, el de
tanto de buscar, como Descartes, expli­
«crear la creación».
car el mundo, com o de c o m p lica r la
Para describir este arte nuevo, Schóf­
experiencia. La molécula no es una sim­
fer forja nuevos conceptos: el espaciodi-
ple yuxtaposición de átomos; ella posee
namismo (reunión en el espacio de ele­
propiedades que no pertenecen más que
mentos plásticos móviles y coloreados), el
al conjunto: «En lugar de que sea el ser
luminodinamismo (introducción de la luz el que ilustra la relación, es la relación la
y la música), y el cronodinamismo (utili­
que ilumina al ser.» Ante los ojos de la
zación del material tiempo). Para ilustrarlo,
ciencia contemporánea, la noción mis­
realiza numerosas obras, como los famo­ ma de «noción de base» tiene que ser
sos «giros cibernéticos», esculturas abs­ cuestionada; es preciso siempre inferir,
tractas que ofrecen a los transeúntes, en y no descubrir, las bases de lo real. En
el corazón de las ciudades, un espectácu­ esto es en lo que esta epistemología no
lo audiovisual siempre cambiante. cartesiana se opone, no a Descartes, sino
El advenimiento de este nuevo espíri­ a sus «naturalezas simples». Puesto que
tu artístico se corresponde, para Schóf­ la aplicación es complicación, la filoso­
fer, con la aspiración más actual del hom­ fía aplicada a la ciencia contemporánea
bre: el mejoramiento de la organización que de ello resulta es una filosofía dua­
y el dominio de su entorno. lista: en el diálogo que ella instaura entre
la experimentación y la razón, las ense­
Edición: Le Nouvel Esprit artistique, col.
«Médiations», Denoel, 1970. ñanzas de la realidad sólo tienen valor en
Estudio: J.-L. Delpech, «Cybemétique et art», la medida en que sugieren realizaciones
en Encyclopaedia universalis, vol. 5, 1988. racionales. El sentido del vector episte­
45 3 NUEVO MUNDO INDUSTRIAL Y SOCIETARIO (EL)

mológico de la ciencia en ejercicio es cla­ adhirieron a su tesis, como Victor Consi-


ro: va de lo racional a lo real, y no de lo dérant o Just Muiron; otros la pondrían
real a lo racional, o de lo real a lo ge­ directamente en práctica en los numero­
neral. sos falansterios nacidos a partir de 1835.
Lo que en este contexto caracteriza
a una noción científica es el grado de Edición: El nuevo mundo amoroso (tr. De
resistencia, medida por sus capacidades la Iglesia), Fundamentos, 1975.
Estudios: S. Debout, L ’Utopie de Charles
de deformación, de transformación, de
Fourier, Payot, 1979; L. Sánchez Casas,
correspondencia, que revelan la exten­ Fourier, ¿socialista utópico?, Zero, 1973;
sión de su aplicación. Es por un acre­ W A A , Aproximación al pensamniento de
centamiento del pluralismo abierto, Fourier, Castellote, 1973.
como la ciencia «progresa» en su tarea
de objetivación. H e ahí por qué la filo­
sofía a ella correspondiente está en un
estado de crisis permanente; para ella, NUEVO M UNDO INDUSTRIAL Y SO­
en efecto, estar en crisis equivale a ser C IE T A R IO (EL), L e nouveau monde
siempre joven, a rehacer su vida recons­ industriel et societaire, 1829.
truyendo la razón de sus razones. C h a r le s F o u r ie r , 1772-1837.

Edición: Le Nouuel Esprit scientifique, col. Este libro ofrece la exposición más cla­
«Quadrige», P.U.F., 1987. ra del pensamiento de Fourier; por ello
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ ejercerá una influencia considerable en el
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ siglo XIX. Muestra bien «la íntima alianza
guez Tapia), Cátedra, 1996; J. Sánchez Tra-
de la poesía y la matemática» (Raymond
balón, Gastón Bachelard (1884-1962), Orto,
1995; P. Ginestier, Bachelard, col. «Pour Queneau) que caracteriza a Fourier, y une
connaítre la pensée de», Bordas, 1987. a la audacia de proposiciones sin prue­
ba ni verosimilitud — que seducirán a
André Bretón o a Roland Barthes— la
minuciosa descripción de convenios amo­
rosos o domésticos.
NUEVO M UND O AM O R O SO (EL), Le Supremamente irreverente con el pen­
nouveau monde amoureux. samiento político, crítico de sus compa­
C h a r le s F o u r ie r , 1772-1837. ñeros de «socialismo utópico» (Owen y
Texto inédito hasta 1967. Saint-Simon), Fourier se dispone aquí a
disipar las amenazas que las pasiones
Esta obra fue elaborada dentro de un humanas representan para la vida social
proyecto de reforma radical de la orga­ componiendo «series», equilibrios, mos­
nización económica y social, mas tam­ trado antipatías. La sociedad, en el
bién con una finalidad de transforma­ momento en que deje de oponerse a las
ción del entendimiento humano. Fourier pasiones y, por el contrario, se convier­
se propone hacer evidente el fondo ta en un dispositivo pasional, conocerá
pasional de la humanidad, que repre­ una gran prosperidad industrial.
senta a su juicio el motor verdadero e Cercana al úuminismo romántico, esta
inconsciente de toda sociedad. R eco­ obra enriquece y multiplica las prescrip­
nocía pues en el deseo un potente ciones precisas en el dominio del comer­
motor esencial, y sus descubrimientos cio amoroso y da muestras de un femi­
psicológicos servirían a una permanente nismo muy original.
ambición de armonía general.
Edición: Le Nouveau Monde industriel et
Calificado de utopista por la mayoría,
societaire, col. «Nouvelle Bibliothéque roman-
Fourier ha sabido sin embargo aliar la libe­ tique», Flammarion, 1973.
ración del deseo con una organización Estudio: S. Debout, L ’Utopie de Charles
rigurosa del sistema social. Algunos se Fourier, Payot, 1979.
NUEVOS ENSAYOS SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO 454

N U E V O S E N S A Y O S SO BRE EL EN­ La interpretación psicológica de las


TENDIM IENTO H U M AN O , Nouveaux ideas innatas por Leibniz está efectiva­
essais sur l ’entend em en t humanin, mente muy influida por la teoría platóni­
1765. ca de la reminiscencia. «Hay en todo
G o ttfried W ilhelm L eibniz , 164 6-1 7 16 . momento en nosotros una infinidad de
percepciones, mas sin apercepción y sin
Escritos en francés en 1703-1704, reflexión, es decir, cambios en el alma de
estos ensayos no aparecieron hasta 1765. los que no nos apercibimos, porque las
Debían haber sido inicialmente publica­ impresiones son o demasiado pequeñas
dos, pero la muerte de Locke, ocurrida o demasiado numerosas o están dema­
en 1704, disuadió a Leibniz de hacerlo. siado unidas.» Así, las impresiones que
El libro es en efecto una crítica del Ensa­ nos formamos nos parecen claras en su
yo sobre el entendimiento humano de conjunto, mas de hecho están constitui­
Locke, aparecido en 1690 y traducido al das por una infinidad de pequeñas per­
francés por Pierre Coste en 1700. Loc­ cepciones que nos resulta imposible apre­
ke criticaba el innatismo de Descartes y hender aisladamente. «Se puede incluso
concebía al alma com o una tabla rasa decir que com o consecuencia de esas
en la que la experiencia imprime prime­ pequeñas percepciones, el presente está
ramente sus huellas a partir de las cua­ ya en estado de gestación del futuro y lle­
les la reflexión elabora luego las ideas. va sobre sí la carga del pasado, y que en
Esta concepción arrojaba dudas sobre la la menor de las sustancias, ojos tan pene­
existencia de Dios, sobre la espiritualidad trantes como los de Dios podrían leer la
del alma, sobre la naturaleza de la mate­ sucesión entera de las cosas del univer­
ria, y sobre todo sobre el alcance del poder so.» Por ejemplo, cuando percibimos el
del conocimiento humano. Según Locke, ruido de las olas, esta percepción es la
en efecto, «nuestro conocimiento no pue­ suma de ruidos más pequeños, en algu­
de alcanzar jamás todo lo que desearía­ na medida audibles, «puesto que de otro
mos conocer respecto a las ideas que modo no se podría percibir el del cien mil
poseemos». Para Leibniz, en cambio, «hay olas, ya que cien mil nadas no podrían
en Locke ciertos detalles que no están mal dar lugar a cosa alguna». Y lo mismo ocu­
expuestos, pero en conjunto ha tomado rre cuando nos habituamos a un ruido que
una vía falsa y no ha comprendido la natu­ constantemente hiere nuestro oído aun­
raleza del espíritu y de la verdad». que la impresión, despojada de los atrac­
Los N uevos Ensayos se presentan tivos de la novedad, sea demasiado débil
bajo forma de un diálogo entre Filaletes, para atraer nuestra atención y nuestra
que expone el pensamiento de Locke, memoria; y, similarmente, ningún estruen­
y Teófilo, portavoz de Leibniz. El prefa­ do podría despertamos si no tuviésemos
cio de la obra es de gran importancia, alguna percepción de su comienzo, que
pues contiene una explicación minucio­ es débil, puesto que «uno nunca duerme
sa de la célebre teoría de las pequeñas tan profundamente como para no tener
percepciones. Se trata para Leibniz de alguna impresión débil y confusa». Así,
saber «si el alma está de por sí entera­ las pequeñas percepciones son percep­
mente vacía como las tablillas en donde ciones dotadas de un grado infinitesimal
aún no se ha escrito nada (tabula rasa), de consciencia (de eso a lo que en len­
como afirman Aristóteles y el autor del guaje actual se le llama «subconsciente»),
Ensayo, y si todo lo que en ella se graba que la atención toma claras y distintas al
viene únicamente de los sentidos y la elaborarlas. «Realizando la conexión con
experiencia, o si el alma contiene origi­ su estado presente», esas percepciones
nalmente los principios de muchas nocio­ insensibles forman al individuo. Y tam­
nes y doctrinas que los objetos externos bién hacen que dos mónadas no difie­
revelan solamente en ocasiones», como ran en nada salvo en que son dos, dicho
él cree con Platón. de otro modo, que cada mónada es úni­
455 NUEVOS ENSAYOS SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

ca. También explican la armonía prees­ po no tienen realidad. N o son más que
tablecida entre el alma y el cuerpo, y el puras abstracciones.
hecho de que la muerte no pueda ser asi­ El capítulo sobre los modos del pla­
milada simplemente al sueño. cer y del dolor es la ocasión del célebre
El libro I está dedicado a las nocio­ desarrollo del tema de la inquietud. «En
nes innatas (Leibniz sigue al Ensayo pun­ alemán se llama Unruhe, es decir, inquie­
to por punto, refutándolo libro por libro tud, al péndulo de un reloj de pared.
y capítulo por capítulo). Para Locke, no Podemos decir que con nuestro cuerpo
hay nada virtual en el espíritu humano. sucede igual, y que nunca podrá sentirse
Para Leibniz, por el contrario, «las ide­ totalmente a gusto». La inquietud es para
as y las verdades nos son innatas como Leibniz la condición del placer y el motor
inclinaciones, disposiciones, hábitos o de toda acción. «La inquietud es el prin­
virtualidades naturales, y no como accio­ cipal, por no decir el único, aguijón que
nes». El alma no es una tabla rasa. Es excita la industria y la actividad de los
innata respecto a sí misma en todo lo que hombres.» En lo que concierne a la liber­
le viene de su propio fondo. El alma no tad, Locke confunde libertad y potencia
es un bloque informe; tiene sus aptitu­ de ejecución. Para Leibniz, la libertad de
des, sus predisposiciones, un diseño inte­ indiferencia cartesiana no existe. Nuestra
rior. Los sentidos y la experiencia des­ elección está siempre motivada por peque­
piertan sus poderes latentes. Reflexionar ñas percepciones, sin que por eso la liber­
significa para el alma prestar atención a tad haya de estar motivada. Contra Loc­
lo que pasa fuera de ella misma. A la céle­ ke, Leibniz sostiene que el alma piensa
bre fórmula de los aristotélicos: «Nada siempre. Hay dos clases de ideas: las ideas
hay en el espíritu que antes no haya esta­ simples, que vienen por sensación y por
do en los sentidos» (que Locke suscribe), reflexión, y las ideas complejas que pro­
añade Leibniz: «excepto el entendimien­ ceden del trabajo del espíritu sobre los
to mismo». Además, si las ideas son inna­ datos de la sensación y de la reflexión.
tas, son igualmente universales y nece­ El libro IV, Sobre el con ocim iento,
sarias, lo que niega Locke. Com o lo ha constituye una verdadera rehabilitación
mostrado Platón en el ->■M enón, la geo­ del conocimiento humano, que el empi­
metría y la aritmética son innatas en el rismo y la prudencia positivista de Loc­
niño. ke habían fuertemente comprometido.
El libro II trata de las ideas, y el libro III Para empezar, la teoría de las pequeñas
de las palabras que son nombres de las percepciones autoriza a Leibniz a reco­
ideas. Al negar el innatismo, Locke devuel­ nocer un valor cognitivo al conocimien­
ve a sus antecedentes cronológicos las to confuso u oscuro. Al igual que cada
ideas de tiempo, de espacio, de sustan­ mónada reflexiona sobre el universo ente­
cia, de infinito... Para Locke, la idea de ro, «cada alma conoce el infinito, conoce
sustancia es la más ocura que hay; para todo, aunque confusamente». Entre el gra­
Leibniz, la más rica. «La identidad del hom­ do más bajo del conocimiento y el más
bre consiste en la duración de la sustan­ alto, no hay en efecto más que una dife­
cia simple o inmaterial que hay en él», rencia de grado, y cada grado posee una
dice efectivamente Leibniz. La conscien­ perfección que le es propia. De manera
cia y la memoria atestiguan la identidad general, el conocimiento es la represen­
del hombre, mas no la constituyen, con­ tación sensible e intelectual de las ideas.
trariamente a lo que pretende Locke. Es El conocimiento puro es la percepción de
la permanencia de la sustancia lo que es las relaciones que ligan diversas ideas o
el fundamento de la identidad y de la indi­ proposiciones. A la prudencia de Locke
vidualidad. Locke confunde la idea de en materia de gnoseología (para Locke,
espacio con la idea de extensión. Para la sabiduría del hombre reside en su humil­
Leibniz, que anuncia así la estética tras­ dad frente al Creador, que le aconseja
cendental kantiana, el espacio y el tiem­ renunciar a conocer el mundo tal como
NUEVOS PRINCIPIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA 456

Dios lo conoce y contentarse con cons­ Leibniz, para quien «todo lo que no es un
tatarlo), opone Leibniz la teoría del cono­ ser no es un ser», liga ontológicamente
cimiento que — habiendo admitido la teo­ universalidad y unidad.
ría de las pequeñas percepciones, de las Los Nuevos Ensayos responden ver­
ideas innatas, y el hecho de que la móna­ daderamente al deseo de Leibniz de man­
da sea la única realidad y que ésta refle­ tener correspondencia con Locke — deseo
xiona sobre todo el universo pese a que contrariado, pues Locke contestó con
no tiene puertas ni ventanas— de mane­ su silencio a las cartas de Leibniz. La lec­
ra natural se desprende de su sistema. tura del Ensayo sobre el entendimiento
«Nuestros sentidos no nos dan nunca más humano provocó efectivamente en Leib­
que ejemplos, es decir, verdades parti­ niz el deseo de refutarlo empleando todo
culares o individuales», y todos los ejem­ su sistema, por lo demás perfectamente
plos del mundo no serían suficientes para cerrado y coherente. Contrariamente a
establecer la necesidad universal de una Descartes, cuya influencia fue constituti­
verdad general. Sin principios innatos va del sistema leibniziano, Locke inter­
«cuya prueba no depende de ejemplos», pela a Leibniz en el momento en que su
no habría verdades necesarias. Leibniz pensamiento está suficiente maduro y
distingue las verdades primitivas, inme­ completo para resistir todos los ataques
diatas o intuitivas, de las verdades deri­ sin tener que revisar supuestos. Los Nue­
vadas, deducidas de las verdades primiti­ vos Ensayos «se adosan» al sistema ela­
vas y extraídas de la experiencia de los borado en el > Discurso de metafísica
sentidos. Una y otra puede ser verdades y en la -*■ Monadologia «sin ser propia­
«de razón», cuando el predicado está con­ mente su exposición», observa J. Brunsch-
tenido en el sujeto, o «de hecho», cuando wig, para quien «es preciso leer los Nue­
la conexión entre el predicado y el suje­ vos Ensayos como una suerte de prueba
to no está inmediatamente explicitada. por sus consecuencias: el pensamiento
La intuición que tenemos de nuestra exis­ leibniziano ofrece aquí la prueba de su
tencia individual es una verdad «de hecho». poder de ensanchar sin límites el alcance
Para Leibniz, «la conexión de los fenó­ de su jusrisdicción».
menos, que garantiza las verdades de
hecho respecto a las cosas sensibles fue­ Edición: Nuevos ensayos sobre el enten­
ra de nosotros, se verifica por medio de dimiento humano (tr. J. Echeverría), Alian­
za, 1992.
las verdades de razón, como las aparien­
Estudios: J. Echeverría, Leibniz, Barcano-
cias de la óptica se verifican por la geo­ va, 1981; Y. Belaval, Leibniz, initiation á
metría». sa philosophie, Vrin, 1975.
Al igual que cada mónada, aunque en
el más alto grado que sea posible para
una criatura, el espíritu humano expresa
todo el universo, y esta expresión es natu­ N U E V O S PRINC IPIOS DE E C O ­
ralmente objetiva. Locke prohibía al enten­ NOMÍA POLÍTICA, o De la riqueza en
dimiento humano colocarse bajo ningún sus relaciones con la población, Nou-
punto de vista desde el que ese mismo veaux principes d eco n om ie politique,
entendimiento pudiera aparecérsele como ou De la richesse dans ses rapports avec
un objeto entre otros. Para Leibniz, el la population, 1819.
espíritu se conoce a sí mismo objetiva­ Je a n C h a r le s L é o n ar d S ism ond i , 1773-
mente como parte de un todo que él cono­ 1842.
ce y del cual conoce los principios y las
leyes. Locke se atenía prudentemente a Sismondi critica aquí la tradición libe­
los datos de los sentidos; Leibniz, con las ral de la economía inglesa, encamada en
pequeñas percepciones, revela lo que hay particular en Adam Smith. La teoría de
más allá de lo dado. Locke no daba valor éste: «dejar hacer, dejar pasar» está al ori­
más que a lo particular y a lo múltiple; gen, según el autor, de una desigualdad
457 NUEVOS PRINCIPIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA

siempre creciente en el reparto de las rique­ orden económico antiguo y no ver la sal­
zas. Contra el «liberalismo salvaje», Sis- vación más que en el retomo a la peque­
mondi preconiza una intervención del Esta­ ña producción individual. Sin embargo
do, en particular en el dominio social debe mucho a la crítica que hace Sismondi
(sistema de asistencia contra el paro, fon­ del liberalismo.
dos de pensiones financiados por los
Edición: Economía política, Alianza, 1969.
empresarios). Estudio: J. de Salis, Sismondi: la vie et
Karl Marx, que lo califica de «econo­ l ’oeuure d ’un cosmopolite philosophe,
mista romántico», le reprocha idealizar el Slaktíne, 1973.
o
O ESTO... O AQ U E LLO , Enten-eller, ña. No se la puede abordar sin haber sido
1843. advertido sobre su estructura.
S s r e n A a b y e K ierkeg a ard , 1813-1855. La primera parte trata de la estética,
y comienza por los «Diapsalmata». Com­
Traducido a veces por La Alternativa, puestos en gran parte a base de notas
título menos literal aunque más explícito, extraídas del D iario de Kierkegaard [edi­
O esto... o aquello es una obra volumi­ tado en Buenos Aires, Santiago Rueda],
nosa publicada en 1843 en Copenhague. los «Diapsalmata» se presentan como una
Lo que choca de entrada al lector es la serie de aforismos. Es indudable que la
estructura de la obra. Kierkegaard la fir­ desesperanza que de ellos emana es la
ma con el nombre de Victor Eremita, sus­ de Kierkegaard en su juventud. Algunos
trayéndose así a toda responsabilidad per­ de esos aforismos son de una rara belle­
sonal. En realidad, Kierkegaard recurre za, aunque no se trata más que de inter­
aquí a varios pseudónimos, sobre los que medios (diapsalmata en griego).
los comentaristas no han cesado de inte­ El primer gran capítulo, «Las etapas eró­
rrogarse. En efecto, once capítulos com­ ticas espontáneas o el erotismo musical»,
ponen esta obra, dividida en dos partes. abre verdaderamente la obra. En su análi­
Mas el autor de la segunda ya no es Vic­ sis del Don Juan de Mozart, Kierkegaard
tor Eremita, como tampoco Kierkegaard. se revela como un esteta, mas de una mane­
Eremita no hace más que publicar el tex­ ra original. En efecto, no sistematiza su jui­
to. Se debe por tanto leer O esto... o cio estético, y no son categorías lo que él
aquello teniendo en cuenta que Kierke­ extrae de la ópera. Lo que él percibe, lo
gaard ha buscado voluntariamente borrar que se desprende del Don Juan es su genia­
las pistas, quedar oculto en razón de los lidad sensual. La música expresa la espon­
acontecimientos difíciles y dolorosos que taneidad del deseo sexual; manifiesta la
acababa de vivir: la ruptura de su com­ esencia del esteticismo puro, el goce cere­
promiso con Regina Olsen dos años antes bral, la embriaguez de la posesión, la cau­
(1841). Por esta razón varios capítulos tividad ineludible de la feminidad.
están directamente, aunque de modo sutil, Kierkegaard no es hombre que cons­
dedicados a su ex prometida. Es com­ truya una teoría; por eso advierte que el
prensible que esta voluntad ambigua de único medio de captar la profundidad de
enmascararse, aunque deseando ser la sensualidad que desprende el D on
entendido, haya inducido a Kierkegaard Juan es escucharlo sin fin. «¡Escuchad,
a montar su obra de una manera tan extra­ escuchad, escuchad el D o n Juan de

[4 5 9 ]
OBRA DE ARTE EN LA ÉPOCA DE SU REPRODUCTB1LIDAD TÉCNICA (LA) 460

Mozart!» ¿Por qué expresa Don Juan la nidad humana, y concretamente en el


musicalidad absoluta? Porque la musi­ matrimonio, lo que quiere decir en el
calidad es huida desenfrenada, rapto per­ tiem po, por oposición a la evanescen-
manente, deseo. La armonía, los soni­ cia del instante.
dos, manifiestan en sí mismos el goce Esta primera obra de Kierkegaard fue
puro, esto es, no el goce de un objeto, muy bien acogida por la crítica y el públi­
de una mujer, sino la idea del goce en co. Mas no hay que considerarla como su
su relación con la feminidad. Atm ósfe­ obra más importante. Sin embargo sigue
ra de fiesta, delirios sensuales y cere­ siendo fundamental para el entendimiento
brales, tal es la música de Don Juan, su de su obra futura.
genialidad sensual.
A este respecto, el capítulo más reve­ Edición: Ou bien... ou bien, o L'alternati-
ve (tr. F. y O. Prior y M.-H. Guignot), col.
lador es el -* «Diario de un seductor»
«Tel», Gallimard, 1988.
[publicado por separado en Buenos Estudios: M. H. Hartshome, Kierkegaard:
Aires, Santiago Rueda]. Mas aquí, el el divino burlador (tr. E. Lucena), Cáte­
seductor no es un sensual, al menos no dra, 1992; J. Wahl, ►Études kierkegaar-
esencialmente. Su placer es fundamen­ diennes, Vrin, 1974.
talmente cerebral. El goza con la cauti­
vidad de la muchacha, se embelesa por
la admiración que ella le tiene, se embria­
ga de su mirada inocente y, por decir­ O B R A DE ARTE EN LA É PO C A DE
lo todo, de su entrega. Ciertos comen­ SU REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA
taristas han afirmado que este capítulo (LA), Das Kunstwerk im Zeitalter sei-
estaba destinado a denigrar a Kierke­ ner technischen Reproduzierbarkeit,
gaard ante su prometida, a fin de que 1936.
ésta no lo añore jamás y acabe por feli­ W a l t e r B en j am ín , 1892-1940
citarse de su ruptura. En conclusión, es
claro que tanto Don Juan como el seduc­ Esta obra apareció por vez primera el
tor escapan ambos a la determinación año 1936 en la Zeitschrift fü r Sozial-
del bien y del mal, a la ética. Kierke­ forschung (Revista de Investigación en
gaard compuso por tanto la segunda Ciencias Sociales) que, dirigida por Max
parte de la obra com o una crítica de la Horkheimer (y editada en un tiempo por
primera; crítica que está redactada bajo Félix Alean), fue el órgano de la Escuela
el pseudónimo de Wilhelm. Se trata aquí de Francfort entonces en exilio. La ver­
de oponer la instantaneidad de los pla­ sión francesa del artículo, realizada por el
ceres a las preocupaciones de los debe­ escritor Pierre Klossowski, llevaba por títu­
res sociales y conyugales. El matrimo­ lo L ’oeuvre d ’art á l’époque de sa repro-
nio es la «realización de lo generab, es duction mécanisée. En quince puntos,
decir, el cumplimiento cívico, social y precedidos de un breve prólogo y segui­
religioso por los lazos del matrimonio dos de un epílogo que refuta el esteticis­
(lo que de alguna manera equivale a «ins­ mo de la guerra, preconizado por el mani­
talarse»), Esta nueva opción es ética: se fiesto futurista del italiano Marinetti, Walter
sitúa en el corazón de la alternativa del Benjamín examina — apoyándose tanto
bien y del mal, a la que no sabría sus­ en Hegel, Marx, Paul Valéry, Bertolt
traerse com o lo hacen Don Juan o el Brecht y André Bretón como en el fotó­
seductor. Resulta claro ahora el título grafo Eugéne Atget, el cineasta Abel Gan-
de la obra: La alternativa, que es pre­ ce y el ensayista Georges Duhamel—
ferible a O esto... o aquello. Todo hom­ cómo la posibilidad de la reproducción
bre tiene que elegir entre esas dos acti­ industrial de la obra de arte (concomitante
tudes: la ética o la estética. O bien funda con la intervención de las masas en la his­
su vida en la fugacidad del instante, o toria) hace bascular la noción tradicional
bien la construye en el seno de la comu­ de obra de arte.
461 OBRAS DE PIEDAD

En su origen, la obra de arte está ente­ los signos, o semiótica, ligada a tres ca­
ramente al servicio de un ritual mágico y tegorías faneroscópicas (fenomenológi-
por tanto religioso. Se caracteriza por su cas), en correspondencia cada una de ellas
aura, que es definida como «la aparición con un tipo de representación. Es la lógi­
única de un lejano» («Inhalar el verano, a ca de las relaciones, de la que él es igual­
la hora del mediodía, contemplar en el mente el fundador, la que permite ligar
horizonte una cadena de montañas o una entre sí estas categorías.
rama que arroja su sombra sobre el que Así, Peirce distingue el icono, el índi­
reposa, es respirar el aura de esas mon­ ce, y el símbolo. La cualidad del icono en
tañas o de esa rama»). La obra de arte tanto que cosa representativa lo hace apto
auténtica se caracteriza por su aquí y su para ser un representante. La secunda-
ahora, por «la unicidad de su presencia en riedad del índice hace de él una relación
el lugar en donde ella se encuentra». En la existencial. En cuanto al sím bolo, una
actualidad, la obra de arte, tal como es regla determina su interpretación, el resul­
producida por la fotografía y aún más por tado significativo de un signo.
el cine, no se apoya ya en el ritual y su Opuesto a la intuición cartesiana, Peir­
aura declina; es múltiple y próxima. A par­ ce la sustituye por la acción. Sólo la
tir de este hecho, todo queda modificado: acción decide sobre la claridad de una
tanto el estatuto del creedor como las con­ idea. La acción constituye la «segundi-
diciones de recepción de las obras por el dad», y el modo de acción, o el hábito,
público, que Benjamín analiza en detalle. será asimilado a la «tercereidad». Celo­
Inscribiendo su reflexión en el mar­ so de distinguir su propia filosofía del
xismo («La proletarización creciente del pragmatismo de William James, Peirce
hombre contemporáneo y la progresiva la designa con el término de «pragmati-
importancia de las masas son dos aspec­ cismo».
tos del mismo proceso histórico»), Wal-
ter Benjamín dirige sus propias tesis con­ Edición: Obra lógico-semiótica (tr. R. Alcal­
tra el fascismo, aunque las estima de y M. Prelooker), Taurus, 1987.
Estudio: A. N. Prior, Historia de la lógica
utilizables para las exigencias revolucio­ (tr. A. Antón y E. Requena), Tecnos, 1976.
narias en la política del arte: mientras el
fascismo tiende a la estetízación de la
política, la respuesta del comunismo se
orienta a la politización del arte. O B R A S DE PIEDAD, Oeuvres de pié-
té, entre 1597 y 1629.
Edición: «La obra de arte en la época de
su reproductibilidad técnica», en W. Benja­ P ierre de B é r u l le , 1575-1629.
mín, Discursos interrumpidos /(tr. J. Agui- Colección de escritos espirituales.
rre), Taurus, 1973.
Estudios: H. Arendt, Hombres en tiempos El cardenal de Bérulle, fundador del
de oscuridad (tr. C. Ferrari), cap. sobre «Wal-
Oratorio de Jesucristo en 1611 (orden de
ter Benjamín, (1892-1940)», Gedisa, 1990,
pp. 139-191; B. Witte, Walter Benjamín los oratorianos), es uno de los padres de
(tr. A. L. Bixio), Gedisa, 1990. esa espiritualidad francesa del siglo XVII
que, al renovar el pensamiento religioso,
influye en el pensamiento filosófico, pues­
to que aquél está ahora en el corazón de
O B R A LÓ G ICO -SEM IÓ TICA, 1978. la reflexión filosófica. Esta obra está teñi­
C h a r le s S an d e r s P eirce , 1839-1914. da del misticismo descubierto por Béru­
Textos extraídos de C ollected Papers, lle en los místicos españoles y renano-fla-
1931-1958. mencos que modifica los lugares
respectivos que se le asignaban entonces
Continuador de los trabajos de Boole al hombre y a Dios. En efecto, el autor se
en lógica, Peirce ha creado una teoría de niega a conceder el primer lugar al hom­
OBRAS MORALES 462

bre oponiendo la grandeza de Dios a la O B SE R V A C IO N E S FILOSÓFICAS,


nada del hombre. Philosophische Bemerkungen, 1964.
La noción de la nada está en el cen­ L udw ig J osef W ittgenstein , 1889-1951.
tro del pensamiento berulliano, puesto que
es por la abnegación interior por lo que Este libro fue escrito por Wittgenstein
se llega a Dios. Bérulle distingue tres tipos en 1929 y 1930, en un momento de la
de nada: la nada anterior a la Creación, evolución de su pensamiento en que el
el pecado que anonada destruyendo la autor buscaba una «otra» manera de tra­
obra de Dios, y la anonadación por la cual tar los problemas filosóficos. Es un tex­
nuestra voluntad se inclina ante el Todo to de transición, marcado todavía por el
divino. lenguaje del ->■ Tractatus, las preocu­
Su pensamiento ha influido poderosa­ paciones lógicas y la filosofía de la mate­
mente en la filosofía de Malebranche, que mática.
frecuentaba el Oratorio a partir de 1660.
Edición: Remarques philosophiques (tr.
Ediciones: Entre las Oeuvres de piété hay que J. Fauvé), col. «Tel», Gallimard, 1984.
mencionar La Vie de Jésus, col. «Foi vivan­ Estudio: F. Waismann, Los principios de
te», Le Cerf, 1989, y Les Mystéres de la vie la filosofía lingüística (tr. J. A. Robles, ed.
du Christ, col. «Foi vivante», Le Cerf, 1988. R. Harré), México U.N.A.M., 1970.
Estudio: J. Orcibal, Le Cardinal de Béru­
lle. Evolution d ’une spiritualité, Le Cerf,
1965.
O BSERVACIONES SOBRE EL SEN­
T IM IENTO DE LO BE LLO Y LO
SUBLIM E, B eobachtungen über das
OBRAS MORALES, ’ H0ikcx. G éfühl des Schónen und des Erhabe-
P l u t a r c o de Q u e r o n e a , hacia 46-hacia nen, 1 76 4.
120 . Im m a n u e l K a n t , 1 7 2 4 -1 8 0 4 .
Colección de diálogos y tratados filosóficos.
Kant abandona aquí las grandes preo­
Esta obra aborda de forma desorde­ cupaciones metafísicas y criticas para entre­
nada temas religiosos, políticos, literarios garse a análisis más psicológicos. La
y científicos. Se encuentran en ella dia­ influencia de los moralistas, ingleses en
tribas, diálogos en los que interviene el particular, se deja sentir. Como advierte
propio Plutarco, aunque concediendo lar­ Kant, es «el observador» más que «el filó­
gos discursos a sus interlocutores. sofo» el que está al trabajo. Ciertamente,
Muchos de estos tratados están dedi­ el autor va en pos de una moral, y los gran­
cados a defender el platonismo contra los des análisis de la >Crítica del juicio están
estoicos y los epicúreos. Entre ellos cabe aquí en gestación. Ahora está inmerso en
mencionar Las contradicciones de los la antropología y la psicología.
estoicos, E l d em on io de Sócrates, o Se encontrarán en las Observaciones
incluso el diálogo titulado Que ni siquie­ reflexiones agudas y otras que no lo son
ra es posible uiuir agradablemente tanto. Las primeras justifican que, más
siguiendo a Epicuro. El amor de lo Bello allá de la simple curiosidad histórica, la
y del Bien domina toda la obra. Plutarco, obra sea leída como un jalón en la pro­
que formaba parte de la Academia, se ducción del filósofo. Mas, como ocurre
consideraba efectivamente discípulo de en la ►Antropología, Kant aventura jui­
Platón. cios cuando menos audaces sobre los
caracteres respectivos de los dos sexos,
Edición: Obras morales y de costumbres o de los diversos pueblos.
(moralia) (tr. C. Morales Otal y J. García
López), 8 vols., Gredos, 1992-1996. Edición: Observaciones acerca del senti­
Estudio: R. Flaceliére, Sagesse de Plutar- miento de lo bello y lo sublime (tr. L. Jimé­
que, P.U.F., 1964. nez), Alianza, 1990.
OCASO DE LOS ÍDOLOS (EL)

Estudios: Introducción de L. Jiménez a la Su objeto es, según el Prefacio, la


ed. cit.; E. Cassirer: Kant: vida y doctrina transmutación de todos los valores. Tras
(tr. W. Roces), Fondo de Cultura Económi­
algunas «Máximas y diatribas» («He bus­
ca, 1993.
cado a los grandes hombres y no he
encontrado sino a los simios de su ideal»),
es abordado el problema de Sócrates:
¿no serían los grandes sabios más que
OB ST Á C ULO Y VALOR, Obstacle et
figuras de la decadencia? Buscando la
valeur, 1934.
«razón» en la filosofía, Nietzsche hace una
R ené L e S enn e , 1882-1954.
excepción con la filosofía de Heráclito,
que afirmaba que «el ser es una ficción».
En el acto de juzgar, el Y o universal apa­
A continuación expone la fábula del
rece como Valor y, por esta razón, auto­
«mundo-verdad»: la abolición del mundo-
riza la objetividad del juicio. La concien­
verdad es realizada por Zaratustra, que
cia debe distinguir entre un yo de la
pone fin al «error más prolongado». Pero
determinación y un yo del valor. La expe­
otros cuatro grandes errores han hecho
riencia del juicio pone por tanto de mani­
igualmente estragos en el dominio de la
fiesto la participación de la conciencia en
causa: la confusión entre la causa y el
lo Absoluto, captado bajo el aspecto del
efecto; el error de una causalidad falsa;
valor. El espíritu irradia valor. H valor es
el error de las causas imaginarias; y el
el espíritu que actúa en nosotros, mas no
error del libre albedrío (y del pecado).
se revela más que al que se reviste de valor.
Siguen las series de aforismos sobre la
El valor es el fondo metafísico de lo real.
moral y la humanidad «mejor», sobre el
Los valores determinados son el resultado
destino de los alemanes. Finalmente, los
de la difracción del valor, uno e infinito.
«vagabundeos inactuales» forman la rese­
Pero a los valores positivos se oponen valo­
ña de los rechazos de Nietzsche: Renán,
res negativos. Sin embargo, el valor no
Sainte-Beuve, George Sand, Darwin, más
puede ser más que lo Absoluto mismo. En
también de «el arte por el arte» y la
nosotros, valor y libertad están ligados.
«modernidad».
Edición: Obstacle et valeur, Aubier, 1946. Precisamente porque Nietzsche espe­
Estudio: A. A. Devaux, Le Senne, col. «Phi- raba tanto de la música y la amistad de
losophes de tous les temps», Seghers, 1968. Wagner, su decepción fue tan enorme
en lo que respecta al compositor. En El
caso Wagner, Nietzsche opone el Sur al
Norte, Bizet a Wagner. Quiere «medite-
O C A S O DE L O S ÍD O L O S (EL), o rraneizar la música» contra las amenazas
Cóm o filosofar a golpe de martillo, de la decadencia del artista Wagner, que
Gótzen-dammerung, 1889. EL C ASO le parecía por entonces más «comedian­
W AGNER, D er Fall Wagner. Ein musi- te» que compositor. La diatriba concluye
kalischer Problem , 1888. NIETZSCHE con estas palabras: «Que la música no
C ONTRA WAGNER, Nietzsche contra sea más un arte de la mentira», sobre las
Wagner, 1895. cuales vuelve en su Post-scriptum con un
F rie d r ic h W ilh e l m N ie t z s c h e , 1844- cierto aire de remordimiento, pero vuel­
1900. ve a confirmarlas en un tratado titulado
Lo que Wagner nos cuesta.
El ocaso de los ídolos fue escrito en El breve ensayo titulado Nietzsche con­
los primeros días de septiembre de 1888. tra Wagner fue impreso en 1889, pero no
Enviado el 7 de septiembre al editor bajo publicado hasta 1895 después de algunas
el título Vagabundeos de un psicólogo, modificaciones introducidas por Peter Gast.
esta obra no apareció hasta 1889, con Erich Podach lo ha restituido a su forma
su título actual, después del hundimien­ original. Las objeciones que Nietzsche diri­
to de Nietzsche en Turín. ge ahora contra Wagner son de carácter
OJO Y EL ESPÍRITU (EL) 464

«fisiológico»; la «melodía infinita» de la músi­ O P U S O X O N IE N S E , o entre 1303 y


ca moderna (wagneriana) rompe toda uni­ 1306.
dad de tiempo, mientras que, gracias a la Jo h n D u n s Es c o t o , 1266-1308.
medida, la música antigua permitía entrar Lecciones impartidas en Oxford.
en «el Olimpo de las apariencias».
Entre los textos de esta colección hay
Edición: El caso Wagner. Nietzsche con­ que destacar el C om en tario de Duns
tra Wagner. El ocaso de los ídolos (tr. P. Escoto a las >Sentencias de Pedro Lom­
Simón), en el vol. IV de las Obras comple­ bardo, que es preciso considerar como la
tas de Nietzsche, Buenos Aires, Ed. Presti­
gio, 1970. obra teológica del franciscano inglés.
Estudios: E. Fink, La filosofía de Nietzs­ Las bases científicas y matemáticas de
che (tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994; sus trabajos filosóficos constituyen la ori­
J. Granier, Le probléme de la vérité dans ginalidad del autor; Escoto rehúsa con­
la philosophie de Nietzsche, Le Seuil, 1966. ceder a la teología el estatuto de ciencia.

Edición: Opus oxoniense, 2 vols., Floren­


cia, Quaracchi, 1912-1914.
OJO Y EL ESPÍRITU (EL), L ’oeil et l’es- Estudio: C. Bérubé, De l’homme d Dieu
selon Duns Scot, Henri de Gand et Olivi,
prit, 1964. Roma, Istituto Storico Cappucino, 1983.
M a ur ic e M erleau -P o n t y , 1908-1961.

El pintor es, como dice Paul Klee, «un


filósofo sin saberlo», porque la pintura O P U S TERTIUM , 1268.
es una reflexión desprovista de ideas: R og e r B a c o n , hacia 1214-1294.
más próxima en esto al sentido espon­
táneo del ser en el mundo, es «una pre­ Com pañero del Opus majus y del
sentación sin concepto del ser univer­ Opus minus, el Opus tertium trata de
sal». Merleau-Ponty ve en el gesto del ciencias naturales y de filosofía moral; una
pintor la expresión de nuestra relación parte de ella es autobiográfica.
con el ser, la manifestación de esta «febril El autor propone una teoría de la pre­
génesis secreta de las cosas en nuestro dicación que esté fundamentada en una
cuerpo». ciencia sólida, y busca aplicar los resul­
La obra es por tanto la cosa visible que tados de las ciencias experimentales a las
se ve, o la visión que se hace visible: es Sagradas Escrituras. Expone además un
reflexión . La pintura no es así la copia método propio de la experimentación que
de alguna cosa que preexistiera a ella, permitiría determinar los principios de
porque el Ser no es otra cosa que un esta­ explicación racional de los hechos. Pien­
llido; la pintura es aquello por lo que se sa que es posible reducir a principios mate­
expresan «las voces del silencio», ese logos máticos la totalidad de las acciones recí­
del mundo silencioso que es «la centella procas de los cuerpos y de los agentes
del sintiente-sensible». naturales. El Opus tertium está dedica­
Según Sartre, este texto «lo dice todo do al papa Clemente IV, a quien Roger
con tal de que se sepa descifrar». Obra Bacon venía demandando una reforma
difícil sin duda, que anticipa y evoca, más del calendario, como también una revi­
que explícita, los temas que formarán par­ sión de la Biblia, en la que había consta­
te de lo > Visible y lo Invisible. tado numerosos errores. Roger Bacon,
conocido por el sobrenombre de «Doctor
Edición: El ojo y el espíritu (tr. J. Rome­ admirable», perseguía un proyecto enci­
ro), Paidós, 1986. clopédico dividido en cuatro dominios:
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores
gramática; matemática, astronomía y
contemporáneos esenciales (tr. M.aL. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56; música; ciencias naturales; metafísica y
X. Tillíette, Merleau-Ponty, Seghers, 1970. moral.
465 ORGANON

Edición: Opus tertium, Oxford, Clarendon cia primera (cap. V) com o aquello que
Press, 1905-1940. no es afirmado de un sujeto ni está en
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad un sujeto — se trata, por tanto, del indi­
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
1972; C. Bérubé, De la philosophie á la viduo— y la sustancia segunda como el
sagesse chez saint Bonauenture et Roger género y la especie a los cuales perte­
Bacon, Roma, Istituto Storico Cappucino, nece el individuo. Los capítulos VI a XI
1976. están dedicados al estudio detallado de
las otras categorías o modos de predi­
cación. Finalmente, el capítulo X estu­
dia los opuestos, el capítulo XI los con­
O R G AN O N , rOpyavov. trarios, el XII lo anterior, el XIII la
A r istó te le s , 384-322 a.C. simultaneidad, y el XIV el movimiento.
El capítulo X V cierra el tratado con el
Esta obra, consagrada a la lógica, com­ estudio de la categoría de posesión.
prende seis tratados: las Categorías, De Los catorce capítulos del tratado De la
la Interpretación, los Primeros A nalíti­ interpretación se consagran al estudio de
cos, los Segundos Analíticos, los Tópi­ las proposiciones, que son definidas como
cos, las Refutaciones sofísticas, y lleva un discurso en el cual reside lo verdadero
el nombre de Organon, que significa en o lo falso. Estas proposiciones son clasi­
griego «herramienta, instrumento». En ficadas en afirmativas y negativas, uni­
efecto, Aristóteles considera a la lógica versales, particulares o singulares, según
como el medio de que dispone el espíri­ que el sujeto de la proposición esté pre­
tu para poder razonar y expresarse de cedido de las partículas «todo», «alguno, o
acuerdo con la verdad. esté constituido por un nombre propio.
El autor dedica las Categorías al estu­ Aristóteles estudia igualmente las diferen­
dio de la predicación — el verbo griego tes relaciones de oposición entre las pro­
(KaTTiYopetv, katégorein) significa «atri­ posiciones, a saber: la contradicción y la
buir un predicado a un sujeto». En el pri­ contrariedad. Un capítulo de este trata­
mer capítulo ofrece la definición de los do está consagrado al estudio de la opo­
términos «homónimo» — se dicen hom ó­ sición de las proposiciones modales (cap.
nimas las cosas que no tienen en común XII), mientras que el capítulo IX trata de
más que el nombre— y «sinónimo» — se la célebre cuestión de los futuros co n ­
dicen sinónimas las cosas que tienen en tingentes.
común el nombre y el concepto, como Después de haber examinado la cons­
por ejemplo el hombre y el buey, que los trucción de las proposiciones, Aristóteles
dos pueden ser llamados «animal» y com­ va a consagrar los A n a líticos a reunir
partir el concepto de animal. Después, en estas proposiciones para formar los razo­
el segundo capítulo, establece la distinción namientos. Los Primeros Analíticos están
entre los nombres — nombre común, ver­ dedicados al estudio del silogismo — vincu­
bo, grupo atributivo— y las proposicio­ lación deductiva de tres proposiciones,
nes, que son un enlace o vinculación (cru|i- que sirve para construir demostraciones
JtXoKf), sumploké) de nombres. del tipo «A es B, y B es C, luego A es C»,
Tras haber definido el atributo (cap. donde las dos primeras proposiciones son
III), Aristóteles distingue las diferentes llamadas premisas y la tercera es la con­
significaciones de la predicación (cap. clusión— . El predicado de la conclusión
'IV). Así, el atributo puede significar la recibe el nombre de término mayor y su
sustancia (of>oia, ousía) — cuando res­ sujeto el de término menor; el nombre
ponde a la cuestón «¿Qué es esto?»— , que vincula uno con otro se denomina
mas también puede significar la canti­ término medio. Los silogismos son cla­
dad, la cualidad, la relación, el lugar, el sificados en tres tipos, según el lugar que
tiempo, la posesión, la posición, la acción ocupe el término medio, aunque sólo el
y la pasión. Aristóteles define la sustan­ primer tipo es demostrado directamente.
ORIGEN DE LA FAMILIA, DE LA PROPIEDAD PRIVADA Y DEL ESTADO (EL) 466

Tras haber estudiado el silogismo des­ 1877), Engels expone las diferentes formas
de un punto de vista formal, Aristóteles originales de la familia y los sistemas de
dedica los Segundos Analíticos a la apli­ parentesco, y muestra que la «gens» salva­
cación práctica de aquél. A su juicio, pode­ je es la forma original de la «gens» (grupo
mos afirmar que conocemos una cosa cuan­ de consanguíneos que forman un solo lina­
do conocemos su causa, siendo ésta el je) tal como se la encuentra ulteriormente
término medio del silogismo. Por otra par­ en los griegos, los romanos, los celtas y los
te afirma que los principios del conoci­ germanos. El autor analiza la génesis del
miento nos son dados por la inducción que Estado en Atenas y en Alemania como diso­
permite el paso de lo particular a lo uni­ lución de la organización gentilicia.
versal. Es la intuición intelectual (vórioiq, Así, el Estado no ha existido siempre y
noésis) la que aprehenderá ese universal. tampoco hay certeza de que exista indefi­
Los Tópicos se encargan del examen nidamente: «La sociedad que reorganizará
del silogismo dialéctico, cuyas premisas la producción sobre la base de una asocia­
son sólo probables. Aristóteles ofrece aquí ción libre e igualitaria de los productores,
un recuento de todos los procedimientos relegará toda la máquina del Estado al lugar
que permiten convencer sin preocuparse que deberá ocupar en el futuro: al museo
del valor de verdad del discurso. de antigüedades, junto a la rueca y el hacha
Finalmente, las Refutaciones sofísti­ de bronce.»
cas están dirigidas contra los sofistas: Aris­
tóteles examina, para refutarlos, los argu­ Edición: E l origen de la familia, de la
mentos que éstos dirigen contra sus propiedad privada y del Estado, Pla­
adversarios. neta-Agostini, 1993.
Estos tratados de lógica han sido lar­ Estudio: Ch. Parain, Ethnologie et His-
gamente comentados durante la Edad toire, Messidor-Éditions sociales, 1975.
Media y utilizados hasta el advenimiento
de la lógica moderna.

Ediciones: Categoría&Kategoriai (ed. bilin­ O RIGEN DE L A TR AG E D IA (EL), Die


güe, tr. L. M. Valdés), «Cuadernos Teorema», Geburt der Tragódie aus dem Geiste der
1983; De Interpretatione/Peri Hermeneias
(ed. bilingüe, tr. A. García Suárez), «Cuader­ Musik, 1872.
nos Teorema», 1980; Analíticos Primeros y F r íe d r ic h W il h e l m N ie t z s c h e , 1844-
Analíticos Segundos, en: Aristóteles, Trata­ 1900.
dos de lógica, vol. II, Gredos, 1988; Tópi­
cos y Sobre las refutaciones sofísticas, en La primera obra publicada de Nietzs­
Aristóteles, Tratados de lógica, vol. I, Gredos,
Estudio: Concepts et catégories dans la che resuelve el difícil problema del origen
pensée antigüe (dir. P. Aubenque), Vrin, de la tragedia, nacida, según el filósofo,
1981. del espíritu de la música. Mas la verda­
dera apuesta del libro se sitúa más allá: el
problema filológico queda sustituido por
el problema de la «psicología de las pro­
O R IG E N DE L A F A M IL IA , DE L A fundidades», porque la tragedia representa
PRO PIED AD PR IV A D A Y DEL ESTA­ para Nietzsche el verdadero «laberinto»
D O (EL), D er Ursprung der Familie, des de la psique humana.
Privateigentums und des Staats, 1884. La obra ofrece a su vez una estructura
F ríedrich E n g e ls , 1820-1895. laberíntica de tres niveles: una entrada en
el plano superior que da acceso a la pirá­
A partir de las notas inéditas de Marx, y mide de la ciencia, tan cara a Sócrates; una
apoyándose en los trabajos del etnólogo travesía, a lo largo del plano medio, por el
evolucionista Lewis Morgan y su división mundo intermediario de los dioses olímpi­
tripartita de la historia en salvajismo, bar­ cos, por encima de los cuales reina Apo­
barie y civilización (La sociedad primitiva, lo, guardian de la mesura y el sueño; final­
467 ORÍGENES DEL TOTALITARISMO

mente, el descenso infinito hacia el plano significación de un texto. El estudio de


inferior de Dionisos que ocupa, como el Gusdorf posee a este título un com po­
Minotauro, la desmesura y la embriaguez. nente histórico, puesto que, si es relati­
Desde entonces y hasta el final de su vamente fácil interpretar los textos recien­
pensamiento, distinguirá Nietzsche entre tes, sucede muy al contrario con los textos
un conocimiento desesperado, tal como antiguos, alejados de nosotros por el tiem­
llegará a serlo el conocimiento científico, po y por las mentalidades de los que los
y un conocimiento trágico, que el propio escribieron entonces.
Nietzsche propone basándose en la ver­ Ningún texto tiene sentido inmedia­
dad profunda del hombre. to: el sentido no se da directamente. La
interpretación es así necesaria para con­
Edición: El origen de la tragedia (trad. P. servar el patrimonio y la memoria vivien­
Simón), en Obras completas, t. I, Buenos te de la humanidad.
Aires, Ed. Prestigio, 1970.
Estudio: E. Fink, La filosofía de Nietzsche El texto antiguo, transmitido, copiado,
(tr. A. Sánchez Pascual), Alianza, 1994. preservado a través de los siglos, concre­
tamente por los monjes, no nos llega por
tanto en su pureza original. A nosotros
nos toca aprender a leer, a regenerar su
O R IG E N DE L O S SEN TIM IEN TO S sentido.
M O R A LE S (EL), Der U rsprung der Gusdorf es autor de numerosas obras
moralischen Empfindungen, 1877. dedicadas a las ciencias humanas, entre
P a u l Rée, 1849-1901. ellas E l hombre romántico (1984) y El
saber romántico de la naturaleza (1985).
Rée sigue una vía materialista: recha­
zar las justificaciones metafísicas de la éti­ Edición: Les origines de Vherméneutique,
Payot, 1988.
ca y estudiar la génesis histórica de los
sentimientos morales. El autor recusa la
problemática del fundamento, la escisión
idealista entre el ser y el valor, y se apo­
O RÍGEN ES DEL TOTA LITA R ISM O
ya en las ciencias (biología) para estu­
(LO S), The O rigins o f Tota lita rism ,
diar la moralidad como un hecho de con­
1951.
dicionamiento y negar el libre albedrío.
H a n n a h A r e n d t , 1906-1975.
Nietzsche deberá mucho a la crítica de
Rée, del que acabará apartándose.
Es falso pensar «que fue por acciden­
Edición: L ’origine des sentiments moraux te que la ideología nazi cristalizara en tor­
(tr. M.-F. Demet, ed. crítica por P.-L. Assoun), no al antisemitismo». Así, para Arendt,
col. «Philosophie d’aujourd’hui», P.U.F., intentar comprender el horror que ha sido
1982. la organización de la «solución final», es
Estudio: Y. Quiniou, «Rée et la morale, un
en primer lugar interrogarse sobre los vín­
paradigme matérialiste», en Problémes du
matérialisme, col. «Philosophie», Klinck- culos entre la ideología nazi y el origen
sieck, 1987. del antisemitismo. N o se trata de creer
que el totalitarismo se funda en el racis­
mo o en el antisemitismo: «La única con­
secuencia directa y pura de los movi­
ORÍGENES DE LA HERMENÉUTICA mientos antisemitas del siglo xix no es el
(LOS), Les origines de Vherméneutique, nazismo sino el sionismo.» En cambio, es
1988. posible discernir en el seno de las pri­
G eorg es G u s d o r f , nacido en 1912. meras manifestaciones antisemitas las
razones políticas que, cincuenta años más
La hermenéutica es el trabajo de inter­ tarde, desembocarían en la toma del poder
pretación, la búsqueda del sentido o de la por Hitler. En efecto, mediante un minu­
ORÍGENES DEL TOTALITARISMO 468

cioso análisis del lugar de los judíos en la de apoyar la causa de los judíos al opo­
historia moderna, Arendt establece cua­ nerse a los burgueses expansionistas,
tro fases de desarrollo de las relaciones cuando lo que en realidad estos presi­
entre el orden político y los judíos, fases dentes perseguían era simplemente con­
que conducen finalmente al rechazo anti­ servar la integridad de los territorios nacio­
semita. nales agobiados por la enormidad de los
Si, en los siglos xvii y xviu, los «Judíos territorios conquistados.
de Corte» influyen sobre la monarquía, En oposición con los hombres de nego­
gracias a su aportación financiera, los cios, los jefes políticos, igualmente des­
«Estados-Naciones» que surgen después prestigiados ante la sociedad, daban al
de la Revolución francesa tienen aún más pueblo la impresión de ser ya incapaces
necesidad de capitales; como compensa­ de manejar los avances de la revolución
ción por sus dádivas, se amplían los dere­ industrial. «La expansión se aparecía como
chos de los judíos. Al final del siglo XIX, una tabla de salvación», y la violencia colo­
con el nacimiento del imperialismo, se nizadora com o el medio de ese nuevo
exige a los financieros que se impliquen poder. A su vez, los movimientos impe­
políticamente; los judíos, que no partici­ rialistas se declararon por encima de los
pan en las colonizaciones, ven decrecer partidos, en nombre del interés superior
su influencia. Finalmente, en el siglo xx, de la Nación. «En teoría, un abismo sepa­
tanto la comunidad judía como el Estado- ra el nacionalismo del imperialismo; en la
Nación se desintegran y los judíos se con­ práctica, ese abismo puede ser y ha sido
vierten en objeto de odio. Mas todavía es franqueado por el nacionalismo tribal y el
preciso desconfiar de los prejuicios: no es racismo brutal.» Era, pues, perfectamen­
la sociedad la que aísla progresivamente te lógico que los judíos se convirtieran en
a los judíos; desde el fin del siglo xvi, ellos el blanco de los «imperialistas nacionales».
mismos se separan de los grupos socia­ Desde hacía dos siglos, los judíos habían
les y rehúsan la integración en nombre constituido en efecto los lazos financieros
de una elección superior (y mítica) del pue­ y diplomáticos entre los Estados, apare­
blo judío. Y cuando los primeros partidos ciendo así como los garantes de un orden
antisemitas, en el siglo xix, denuncian una político obsoleto. Al asociarse ahora el
pseudo «sociedad secreta judía» deseosa interés de las masas al de los demagogos
de tomar el poder, es demasiado tarde. totalitarios, el siglo xx no tenía más reme­
«Es necesario volver a colocar al anti­ dio que desembocar en los sistemas nazi
semitismo moderno en el marco más y comunista, necesariamente violentos por
general del desarrollo del Estado-Nación», ser profundamente imperialistas.
empezando por analizar las relaciones que En su papel de historiadora, Hannah
se establecieron entre los judíos y el «popu­ Arendt desmonta la máquina implacable
lacho» que permitió el acceso al poder de del totalitarismo para «intentar decir y com­
los jefes nazis. Pero aún más preciso será prender lo que pasó» en esta historia
captar las razones de la caída de los Esta­ reciente, tan inexpresable e incomprensi­
dos-Naciones en beneficio de la burgue­ ble al parecer, de la Alemania de los años
sía capitalista. Y la causa de esta sustitu­ treintá o de la Rusia de postguerra. Mas
ción hay que buscarla en los movimientos la crítica que la autora dirige contra las
imperialistas de las naciones europeas en masas y la burguesía no exime a los judí­
el siglo pasado. A finales del siglo xviil, os de sus responsabilidades frente a una
«el Estado-Nación culmina su desarrollo crisis en la que eüos han sido también acto­
y se proclama por encima de todas las res. Judía de origen alemán, refugiada en
clases», mas experimentó severos reve­ Francia en 1933, expatriada después a
ses cuando «se reveló incapaz de permi­ los Estados Unidos a partir de 1944,
tir su continuada expansión a la econo­ Arendt se declara intransigente con los
mía capitalista». Los hombres de Estado, partidos que han buscado su interés en un
Clemenceau, Bismarck, fueron acusados sistema que ha destruido a la sociedad.
469 ORÍGENES Y EL SENTIDO DEL COMUNISMO RUSO (LOS)

Escrita entre 1945 y 1949, esta obra enfoque histórico u objetivo, el enfoque
mayor de Arendt se muestra pesimista político o polém ico, y el religioso o apo­
respecto al carácter ineluctable del tota­ calíptico. Este último punto de vista es el
litarismo. Sólo con la ->■ Condición del que el autor adopta para definir el comu­
hombre moderno volverá la autora a recu­ nismo ruso como «una deformación de la
perar la esperanza en las soluciones que vieja idea mesiánica rusa». Berdiáev ve en
el hombre pueda proponer a los defectos efecto en la concepción absolutista (pero
que las sociedades llevan en sí mismas; lo también mística y teocrática) del poder
que llevará a Paul Ricoeur a decir, en el temporal en Rusia elementos premar-
prefacio a este escrito de 1958, que es xistas y, en los espíritus rígidos e intole­
«el libro de la resistencia y de la recons­ rantes de la inteligencia rusa del siglo xix
trucción». a los precursores de los bolcheviques. Para
el autor, la revolución es expresión de la
Edición: Los orígenes del totalitarismo (tr. antigua búsqueda del reino de la justicia,
G. Solana), 3 vols., Alianza, 1981. mas «concebida en la atmósfera de la gue­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ rra y de la más horrible descomposición».
guez Tapia), Cátedra, 1996; A. Enegren, La Berdiáev propone pues un análisis indu­
Pensée politique de Hannah Arendt, dablemente original e interesante de las
P.U.F., 1984. relaciones del marxismo con el bolche­
vismo, que — «síntesis de Iván el Terrible
y de Marx»— apenas debe su carácter
ORÍGENES Y EL SENTIDO DEL C O ­ totalitario a Marx, «que bebía indudable­
M UNISMO RUSO (LOS), Istoki i smysl mente en las fuentes humanistas».
russkogo kommunizma, 1939.
N k o l á i A le x án d r o vic h B erdiáev , 1874- Edición: Orígenes y espíritu del comunis­
1948. mo ruso (tr. F. Sabaté), Valencia, Fomento
de Cultura, 1958.
Estudio: A. Klimov, Nicolás Berdiáev ou
Berdiáev distingue aquí tres enfoques la révolte contre l ’objectivation, col. «Phi-
posibles del fenómeno revolucionario: el losophes de tous les temps», Seghers, 1967.
p
P A L A B R A Y O B JETO , W ord and narias, es precisamente porque las cosas,
Object, 1960. que no son los datos sensoriales del empi­
W i l l a r d v a n O r m a n Q u in e , nacido en rismo, son captadas, conocidas y reco­
1908. nocidas gracias a la mediación del len­
guaje. Una frase no tiene para Quine
Esta obra, las más célebre de Quine, significación más que en el interior de un
propone una visión sintética de las posi­ lenguaje, o sea de una teoría, a menos
ciones adoptadas por el filósofo y lógico que esté directamente condicionada por
americano después de sus artículos ini­ una estimulación sensorial.
ciales. Sobre muchos puntos, Quine ha De lo cual se sigue que el problema de
revisado ulteriormente sus posturas, sin la traducción debe ser planteado en toda
abandonar no obstante en lo esencial la su amplitud. Del hecho de la mediación
filosofía general que aquí desarrofla. Incon­ teórica acabada de evocar, resulta una
testablemente, Quine no se liga a la «inescrutabilidad de la referencia» que se
corriente empirista. Reconoce en efecto traduce por una sub-determinación de la
que, en última instancia, el material de traducción. Por el hecho de su indeter­
nuestro conocimiento es suministrado por minación, toda traducción está sujeta a
las estimulaciones sensoriales. Mas rom­ hipótesis. Los estudios de la semántica de
pe con el empirismo tradicional en la la referencia, afirma Quine, no adquieren
medida en que insiste en la mediación del sentido más que en el interior del lenguaje.
lenguaje y en el papel de las teorías. No De ahí la modestia del propósito: no se
hay para él conocimiento directo que nos trata de elaborar un nuevo esquema con­
«familiarizara» con los objetos. Sobre esta ceptual, sino más bien de tratar de com­
base, no puede menos que criticar al empi­ prender las implicaciones del esquema
rismo lógico y rechazar el criterio verifi- conceptual estudiado. Desde esta pers­
cacionista del significado. N o es posible pectiva es como hay que apreciar el recur­
referirse directamente, por observación so a una notación canónica universal liga­
o por experiencia, a un objeto que sería da a la lógica de la cuantificación de primer
«portador» del significado y que permiti­ orden. N o se trata de retraducir los enun­
ría constituir de alguna manera un «núcleo» ciados de un lenguaje cualquiera al len­
de significación traducible a lenguajes dife­ guaje formal, con la esperanza de encon­
rentes mediante palabras diferentes. trar una formulación verdadera y de
Si, como hace el sentido común, la filo­ desnudar de imperfecciones y ambigüe­
sofía debe empezar por las cosas ordi­ dades al lenguaje ordinario. Se trata sim-

[4 7 1 ]
PALABRAS Y LAS COSAS (LAS) 472

plemente de utilizar el poderoso instru­ La relatividad de la ontología no tiene


mento de la lógica para sacar a plena sin embargo nada de relativismo, y Qui­
luz los compromisos ontológicos de una ne hace patente la necesidad de una refle­
teoría o de un lenguaje. No hay una onto­ xión sobre las categorías más generales
logía más verdadera que otra, sino o rto­ y más abstractas — patrimonio de hecho
logías rivales que están pidiendo ser tra­ de la filosofía— .
ducidas a una ontología de fondo o de
trasfondo. Edición: Palabra y objeto (tr. M. Sacristán),
El objetivo de los procedimientos de Labor, 1968.
Estudios: W. O. Quine, La relatividad onto­
paráfrasis estudiados en el capítulo 5, titu­
lógica y otros ensayos (tr. J. U. Blasco y M.
lado «Regulación», es el de obtener estruc­ Garrido), Tecnos, 1974; B. Magee, Los hom­
turas más claras, de economizar cons­ bres detrás de las ideas. Algunos creado­
trucciones inútiles — cuya única exclusión res de la filosofía contemporánea (tr. J. A.
es la referida a la cuantificación en con­ Robles), México, Fondo de Cultura Econó­
mica, 1982, cap. IX (Diálogo con Quine
textos opacos— . En el capítulo 6, titula­
sobre su filosofía); M. García-Carpintero, Las
do «Huir de la intensión», manifiesta Qui­ palabras, las ideas y las cosas. Una pre­
ne su desconfianza respecto a los objetos sentación de la filosofía del lenguaje, Ariel,
intensionales de toda naturaleza y de toda 1996, cap. XII («La indeterminación de la
categoría. Lo cual desemboca en su des­ traducción radical según Quíne»); P. Gochet,
confianza respecto a las lógicas modales, Quine en perspective, Flammarion, 1978.
epistémicas, cronológicas, etc. Sobre estas
cuestiones, el autor de Palabra y objeto
se muestra conservador. Partidario resuel­
to de la lógica bivalente y del rechazo de P A LAB R AS Y LAS C O SAS (LAS), Les
toda cuantificación en el interior de los mots et les choses, 1966.
contextos opacos, aboga por una con­ M ic h e l F o u c a u l t , 1926-1984.
cepción muy tradicional de la lógica.
La concepción referencial de la cuan­ Esta obra es a las ciencias humanas
tificación a la que se adhiere el autor, se lo que fue la -» Crítica de la razón pura
refiere a un universo de objetos y pro­ de Kant a la filosofía: una empresa de exa­
híbe toda cuantificación de las variables men crítico de la manera en que los obje­
de función. Al constreñirse a una cuan­ tos de saber posibles devienen objetos de
tificación de las variables de individuo, conocimiento y, recíprocamente, de las
Quine parece marchar en el sentido de reglas que hacen que el sujeto pueda deve­
un nominalismo asaz severo. Su cuida­ nir en tanto que sujeto objeto de saber.
do por dar cuenta de la matemática le Las palabras y las cosas de Foucault es
lleva al menos a admitir las clases en su una historia crítica de la génesis, de la
ontología, lo cual se traduce finalmente extensión y los lím ites de las ciencias
en él por un platonismo matizado. Es humanas.
coherente que el último capítulo esté Con Kant se abría la era de la moder­
consagrado en su totalidad a las impli­ nidad. Con Foucault se abre la cuestión
caciones ontológicas de la teoría de la de la puesta en perspectiva de esta moder­
cuantificación y proponga una solución nidad: la correspondencia del hombre con
a la versión reactualizada del viejo pro­ el mundo, del hombre consigo mismo,
blema de los universales. El debate entre del hombre con sus saberes, se rompe.
el nominalismo y el platonismo se con­ La función representativa de las faculta­
centra de hecho sobre la cuestión de des de conocer se torna ella misma pro­
saber si hay que admitir o no admitir las blemática. Para ver claro en la represen­
clases, y, para un autor com o Quine, tación, el sujeto representante debe
esta cuestión no puede ser resuelta más transformarse en objeto y tomar con­
que por consideraciones de orden prag­ ciencia de su existencia como existencia
mático. a la vez autónoma y finita, precaria y
47 3 PALABRAS Y LAS COSAS (LAS)

determinada. Su autoreflexión, que se y sí está en relación con las otras ciencias


había tomado en fundamento único de que le son contemporáneas. Los tres
las certezas últimas, es una autolimitación dominios de conocimiento de la episte­
que se convierte en el fundamento de toda me clásica — la gramática general, el aná­
incertidumbre y de toda precariedad: la lisis de las riquezas y la historia natural—
figura del Hombre, puesto que ha podi­ han cedido el lugar en el siglo xix a otros
do nacer en este terreno, puede también tres dominios que encuentran su lugar de
desaparecer. Esta autorreflexión tiene formación en el nuevo entramado del
todos los visos de una autosupresión. saber que se instaura en esta época: la
En la presentación que hizo Foucault filología, la economía política y la biolo­
de este libro para su candidatura al Collé- gía. La figura del hombre como objeto de
ge de France, lo describió como una expe­ conocimiento viene a alojarse en esta for­
riencia inversa a la de su -» Historia de mación. En esta redistribución global de
la locura en la era clásica. La intención la episteme, nacen las ciencias humanas.
es siempre la de determinar dominios del Mas la proximidad demasiado grande con
saber que no sean ni exactamente cien­ su episteme las priva de su estatuto de
cias ni hábitos mentales. Mas el proyec­ ciencias, puesto que sólo esta situación
to de Las palabras y las cosas es neu­ de vecindad con la biología, la econo­
tralizar todo el aspecto práctico e mía y la filología es lo que las hace posi­
institucional — a la inversa de lo que había bles: no son nada más que proyecciones.
realizado en la primera obra— y estudiar, Sin embargo su enraizamiento arqueoló­
en una época dada, una variedad de esos gico en la episteme moderna les obliga a
dominios del saber: las clasificaciones natu­ pretender ser ciencias: «La cultura occi­
rales, la gramática general, el análisis de dental ha constituido, bajo el nombre de
las riquezas en los siglos xvii y xvin, o sea, hombre, un ser que, por un solo y mis­
el sujeto que vive, habla y trabaja. Por el mo juego de razones, debe ser dominio
análisis del tipo de problema que cada positivo del saber y no puede ser objeto
uno de esos dominios plantea y de los de ciencia.»
conceptos que pone en juego, identida­ Las palabras y las cosas es el relato de
des, analogías, conjuntos de diferencias esta contradicción de principio. En esta
aparecen entre ellos. Paulatinamente va puesta en cuestión generalizada de las cien­
dibujándose una configuración global que cias humanas que coincide con una pues­
organiza de manera coherente toda una ta en el mundo, el psicoanálisis y la etno­
región del conocimiento empírico. Si estas logía tienen un lugar aparte: las dos
relaciones sistemáticas dentro de la arqui­ «disuelven» al hombre. Como ambas van
tectura propia de cada dominio no bas­ contra-corriente, gozan de un estatuto de
tan para caracterizar el espíritu clásico en «contra-ciencias».
general, definen al menos un método: la Una tercera disciplina inquieta el cam­
arqueología interna de cada uno de ellos po constituido de las ciencias humanas:
tomado individualmente. El subtítulo del la lingüística. Al hablar del hombre que
libro es Una arqueología de las ciencias habla, mata a la palabra y al hombre; no
humanas. habla del hombre mismo más de lo que
Cada época está efectivamente carac­ lo hace el psicoanálisis o la etnología.
terizada por una configuración subterrá­ De este modo, el hombre es recon-
nea que produce, al mismo tiempo que ducido hacia la noche de su nacimien­
sus problemas, un entramado del saber to, lo que es otra manera de decir que es
que hace posible todo discurso científico. conducido hacia su muerte. El adveni­
A este «a p riori histórico" lo llama Fou­ miento del hombre al saber coincide con
cault episteme: orlas del saber que deli­ el fin de la episteme que firma la desa­
mitan lo que una época puede pensar y parición del hombre sin saberlo: «El hom­
lo que no puede pensar. Toda ciencia se bre es una invención de la que la arque­
desarrolla en el interior de este cuadro, ología de nuestro pensamiento muestra
PARA LEER «EL CAPITAL» 474

a las claras la fecha reciente. Y puede de E l Capital, Althusser vuelve a cerrar


que el fin próximo.» su exposición formulando la cuestión fun­
En 1966, este libro ha liberado al pen­ damental que aquélla plantea, a saber,
samiento tanto de la influencia fenomeno- la especificidad del discurso científico.
lógica (Sartre, Husserl, Merleau-Ponty) como Para leer «E l Capital» ofrece al lector de
de un dogmatismo epistemológico defen­ los textos de Marx una luz que renueva
dido sólo por los eruditos incapaces de ser decididamente su enfoque.
al mismo tiempo historiadores y críticos.
Edición: Para leer «El Capital», Planeta-
Edición: Las palabras y las cosas (tr. E. C. Agostini, 1985.
Frost), 5.a ed., Siglo XXI, 1974. Estudio: S. Karsz, Théorie et politique:
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Louis Althusser, Fayard, 1974.
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 147-153;
H. L. Dreyfus y P. Rabinow, Michel Fou-
cault: más allá del estructuralismo y la her­
P A R A U N A CRÍTICA DE LA E C O ­
menéutica (tr. C. de Iturbe), México,
U.N.A.M., 1988; David Macey, Las vidas N OMÍA POLÍTICA DEL SIGNO, Pour
de Michel Foucault (tr. C. Martínez Gime- une critique de Véconomie politique du
no), Cátedra, 1995; A. Kremer-Marietti, signe, 1972.
Michel Foucault. Archéologie et généalogie, J ea n B a u d r il l a r d , nacido en 1929.
col. «Biblio-Essais», Le Livre de poche, L.G.F.,
1985.
Teoría sobre el objeto-signo, en su esta­
tuto funcional, la semiología de Baudri-
Uard es una crítica de la lógica de clases,
una demostración de la génesis ideológi­
PA R A LEER «EL CAPITAL», Lire Le
ca de las necesidades y del fetichismo que
Capital, 1965.
de ellas se sigue. La obra de arte no esca­
Louis A l t h u s s e r , 1918-1990.
pa a la reducción semiológica que la socie­
dad contemporánea realiza sobre todos
Reunión de seis conferencias pronun­
sus objetos.
ciadas en la Escuela normal, las dos pri­
meras por Louis Althusser, y las restan­
Edición: Pour une critique de Véconomie
tes atribuidas, respectivamente, a Jacques politique du signe, col. «Tel», Gallimard,
Ranciére, Pierre Macherey, Étienne Bali- 1976.
bar y Roger Establet. Althusser consa­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
gra sus exposiciones a definir una nueva temporáneos esenciales (tr. M.8 L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 293-988 y
aproximación al texto de -*• El Capital: 293-298; R. Hess, Dictionnaire des phi-
se propone abordar esta obra no como losophes, P.U.F., 1984.
economista o historiador, sino como filó­
sofo. Así, busca precisar la especificidad
del objeto de ese texto como también la
especificidad de su relación con su obje­ PARÁBOLAS Y CATÁSTROFES. Con­
to, lo que equivale a plantearse la cues­ versaciones sobre las matemáticas,
tión de la naturaleza del discurso consti­ la ciencia y la filosofía, Paraboles et
tutivo de El Capital. catastrophes. Entretiens sur les mat-
Esta interrogación conduce entonces hématiques, la science et la philosop­
a Louis Althusser a preguntarse si esta hie, 1983.
obra debe ser considerada como relevante René T h o m , nacido en 1923.
para la economía política, o bien como
el discurso fundador de una nueva cien­ El padre de la «teoría de las catástro­
cia, que sería la teoría de la historia. fes», que recibió en 1958 la medalla Fields
Después de haber comentado amplia­ por sus trabajos en topología, saca a la
mente la Introducción y el capítulo XIX luz, a lo largo de estas conversaciones,
475 PARMÉNIDES

los procedimientos hermenéuticos (o (-*• E l m undo co m o voluntad y com o


«parábolas») que permiten hacer inteligi­ representación) no le había proporcio­
bles los fenómenos de discontinuidad (o nado.
«catástrofes») que aparecen de manera
brutal e imprevisible en el seno de un sis­ Ediciones: Parábolas, aforismos y com­
tema aparentemente estable (caída de un paraciones (tr. A. Sánchez Pascual), Edha-
sa, 1995; Sobre la filosofía de universidad
acantilado, erupción de un volcán, crack (tr. M. Rodríguez), Tecnos, 1991.
de la Bolsa, etc.). Extremadamente reser­ Estudios: R. Safranski, Schopenhauer y los
vado respecto a las metodologías reduc­ años salvajes de la filosofía (tr. J. Planells),
cionistas, el autor propone aquí un enfo­ Alianza, 1992; B, Magee, Schopenhauer
que continuista que no aplica sólo a la (tr. A. Barcena), Cátedra, 1991.
matemática y a la física, sino también a
la psicología, a la biología, a la economía,
a la embriología.
Por un retomo original a Aristóteles PARM ÉNID ES, o Sobre las Ideas,
ITap|LiEvíSr)q,f) Ile p i ’l&xüv, o hacia 367
(la materia aspira a la forma), Thom se
aplica a reintroducir arquetipos de natu­ a.C.
raleza abstracta para explicar lo real, pri­ P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
vilegiando también lo cualitativo sobre Diálogo.
lo cuantitativo. Y es a Heráclito a quien
«redescubre» al final de estas conversa­ El Parm énides es un diálogo difícil,
ciones en la afirmación según la cual toda el más arduo sin duda de todos los que
morfología es resultado del conflicto entre escribió Platón. Es un diálogo muy técni­
dos o varias fuerzas antagonistas. co en el que el estudio de las dificultades
teóricas planteadas por el platonismo es
Edición: Parábolas y catástrofes (tr. M. llevado muy lejos. Puede incluso consi­
Romaní), Tusquets, 1985. derarse que en el Parménides (en parti­
Estudio: La querelle du déterminisme (con­ cular en la primera parte) hay reflejada
tiene el famoso artículo de R. Thom: «Hal-
una verdadera crisis del pensamiento pla­
te au hasard, silence au bruit» y las respues­
tas de E. Morin, H. Atlan e I. Prigogine), tónico. C om o si quisiera acentuar aun
Le Débat-Gallimard, 1990. más la impresión de extrañeza, Platón
hace repetir la conversación por un hom­
bre: Céfalo, ¡que conoce la conversación
que él cuenta a través de dos interme­
PARERGA Y PARALJPÓMENA, Parer- diarios sucesivos y a más de cincuenta
ga und Paralipomeria, 1851. años de distancia!
A r t h u r S c h o pe n h a u e r , 1788-1860. Sócrates — todavía joven— conversa
con Parménides y con Zenón sobre las
La obra, cuyo título significa literal­ Ideas. El diálogo tiene dos partes. La pri­
mente «suplementos y omisiones», reú­ mera (la más decisiva desde el punto de
ne en dos volúmenes numerosos ensa­ vista del platonismo, aunque la menos
yos. El primer volumen trata de moral, extensa) expone un cierto número de obje­
de psicología y de metafísica. El título del ciones de peso contra la teoría de las
segundo indica su carácter esencialmen­ Ideas. En lo esencial, se encuentran aquí
te misceláneo: Pensamientos aislados, las críticas que luego formulará Aristóte­
aunque ordenados sistemáticamente, les (que entró por esta época en la Aca­
sobre temas diversos (la bondad de los demia de Platón). En la segunda parte,
animales, la estupidez de las mujeres y Parménides expone al joven Aristóteles
de los profesores universitarios, el espi­ su propio método.
ritismo y el magnetismo, etc.). Los Parer- Al dar la palabra a Parménides, Platón
ga y Paralipómena dieron a Schopen­ renuncia a articular el diálogo en torno
hauer una celebridad que su gran obra a una simple opinión de Sócrates. Un
PARTE MALDITA (LA) 476

pasaje del -+ Teeteto muestra que Platón ciones colocarán a los comentaristas (neo-
sentía un gran respeto por Parménides. platónicos sobre todo) ante verdaderas
Al elegir el método dialéctico, rinde tam­ dificultades, que desembocarán en «lec­
bién homenaje al otro jefe de filas de la turas» muy aventuradas con frecuencia.
comente eleática: Zenón. Las críticas de Persistirá la duda sobre la cuestión de
Parménides contra la teoría de las Ideas saber si conviene atribuir al «ejercicio dia­
se centran sobre un punto que el ►Fedón léctico» (Émile Bréhier) del Parménides
había ya tocado, aunque sin examinarlo una dimensión ontológica, o si habrá que
verdaderamente: la relación de las Ideas limitar estrictamente el interés al dominio
con las cosas, de lo inteligible con lo sen­ de la lógica. Parece que Platón buscaba
sible. Antístenes el cínico recusaba la legi­ ante todo establecer la imposibilidad de
timidad misma de la noción de Idea («Yo un eleatismo radical. Como la vía soste­
veo los caballos, pero no veo la caballei- nida por los partidarios de una movilidad
dad»). Es conocido el famoso argumento universal (Heráclito) es igualmente imprac­
«del tercer hombre»: puesto que es pre­ ticable, queda que el camino de las Ideas
ciso recurrir a la Idea de hombre para es en definitiva el único viable.
reconocer la unidad en la diversidad de Esta segunda parte del Parménides se
los hombres concretos, ¿no sería nece­ parece pues a un libre juego de hipóte­
sario entonces un término superior para sis puramente intelectuales, a un «labo­
asegurar la unidad de la Idea por una par­ ratorio de metafísica», según expresión
te y del conjunto de los seres humanos de Pierre-Maxime Schuhl, en el que se
por otra? El contexto de estas críticas es, elaboran los interrogantes de la filosofía
pues, el de la «participación» de las Ideas occidental eterna. Si el Parménides es
en lo sensible al que abarcan. uno de los diálogos de Platón menos leí­
Dicho brevemente, lo que aquí está en dos por el gran público en razón de su
cuestión es sencillamente el problema de dificultad, es en cambio uno de los más
la relación entre lo Uno y lo múltiple. La comentados. Entre los comentarios con­
noción de Idea encarna la exigencia de temporáneos, el estudio de Jean Wahl
unidad; mas ¿no implica la satisfacción constituye una referencia.
de esta exigencia que la Idea misma esté
condenada a multiplicarse, esto es a per­ Edición: Parménides (tr. I. Santa Cruz, A.
derse en tanto que Idea? Por lo demás, el Vallejo y N. L. Cordero), en Diálogos, t. V,
joven Sócrates se ve forzado a admitir que Gredos, 1988.
encuentra muchas dificultades en conce­ Estudios: F. M. Cornford, Platón y Par­
ménides (tr. F. Giménez García), Visor,
bir una Idea para las cosas viles: el pela­ 1989; W. D. Ross, La teoría de las ideas
je, la basura. ¿Tendría que conocer lími­ de Platón (tr. J_. L. Diez Arias), Cátedra,
tes la noción de Idea? 1989; J. Wahl, Étude sur le Parménide de
La segunda parte del diálogo ofrece un Platón, Vrin, 1930.
ejemplo del método de Parménides, y son
examinadas las consecuencias lógicas de
la hipótesis eleática: Lo Uno es; luego las
de la negación de esa hipótesis.- L o Uno PAR TE M A LD ITA (LA), La part mau-
no es. El joven Aristóteles da la réplica a dite. Essai d ’économiegénérale, 1949.
Parménides. Buscando las condiciones de G eorges B a t a il l e , 1897-1962.
legitimidad de la atribución de un predi­
cado a un sujeto cualquiera, Platón llega Si todos los libros de economía refuer­
a las fronteras de una teoría de las cate­ zan más o menos la ideología econó­
gorías. Mas sobre todo establece — al tér­ mica dominante incluso cuando preten­
mino de un ejercicio dialéctico extrema­ den combatir el sistema existente, esta
damente abstracto y sutil— que las obra de economía política, que es con­
hipótesis contradictorias iniciales tienen tinuación de La noción de gasto (1933),
consecuencias idénticas. Esas contradic­ marca una verdadera ruptura. Bataille
477 PASIONES DEL ALM A (LAS)

invierte en efecto los dogmas funda­ PASIO N ES DEL A L M A (LAS), o Tra­


mentales de la economía: la rareza, el tado d e las pasiones, Les passions de
culto a la técnica, el productivismo, el l ’ame, ou Traite des passions, 1649.
utilitarismo. Pensando la totalidad a fin R ené D esc ar te s , 1596-1650.
de establecer una representación del
mundo — donde el orden económico se Después de haber demostrado en las
integra en un conjunto más vasto, con­ -*■ Meditaciones la distinción real entre
cretamente el de la cultura (de una socie­ el alma y el cuerpo, Descartes debe pen­
dad industrial)— , Bataille adopta como sar ahora en la unión sustancial. Es el
punto de partida un hecho cósmico-, el papel reservado al Tratado de las pasio­
excedente de energía solar, fuente de nes. Este libro no puede ser leído inde­
todo crecimiento. pendientemente de la correspondencia
Siendo la noción fundamental la de con la princesa Isabel, quien en parte lo
exceso, de gasto y no de rareza, la socie­ ha suscitado y esclarecido constantemente.
dad no sobrevive más que por gastos No hay para Descartes contradicción algu­
improductivos: lujo, guerras, duelos, espec­ na entre distinción y unión-, la primera es
táculos, trabajos monumentales, artes sun­ pensada, la segunda experimentada.
tuosas, etc. El término «pasiones» ha de entender­
Inspirándose en los trabajos de Mar­ se aquí en su sentido clásico: todos los
cel Mauss sobre e l «p o tia tch » (véase el fenómenos en los que el alma participa,
->■ Ensayo sobre el d o n , 1923-1924), es decir, padece una acción venida del
Bataille analiza el intercambio como una cuerpo. Esta acción se ejerce sobre un
pérdida, un proceso de gastos que da naci­ lugar particular del cuerpo: la «glándula
miento a un proceso de adquisición. La pineal», donde se efectúa el contacto con
función esencial del hombre es — de acuer­ los «espíritus anímales», que son realida­
do con el mundo— el «consumo», es decir des enteramente corporales. Por supues­
el despilfarro, el consumo en pura pérdi­ to la glándula pineal es, de la misma mane­
da, donde la acumulación se analiza no ra, el lugar donde se ejerce la acción del
como posesión sino como gasto. Igno­ alma sobre el cuerpo, al que ella mueve
rando la noción termodinámica de entro­ enviando a los nervios el flujo de los espí­
pía, Bataille plantea el problema del exce­ ritus animales. Así, toda la primera par­
so que es el de su límite; en efecto, por te del tratado está dedicada a la descrip­
medios diversos es preciso destruir cons­ ción, acompañada de análisis muy
tantemente el excedente, a fin de evitar la detallados, de esos mecanismos fisiológi­
catástrofe. Así, la guerra es interpretada cos. Es pues, según sus propias palabras,
como un gasto catastrófico de la energía en su condición de «físico» como Descar­
sobrante, una suerte de inmenso potlach. tes trata las pasiones del alma. En térmi­
Teórico del don en la economía moder­ nos modernos se diría que estamos ante
na, Georges Bataille invierte la lógica capi­la primera tentativa de una comprensión
talista cuyo motor no es ya la búsqueda materialista del fenómeno de las pasio­
del beneficio sino la voluntad del don gra­ nes, es decir, de todas las interacciones
tuito. Su pensamiento no ha encontra­ entre el cuerpo y el espíritu (Descartes
do eco en el mundo de los economistas, puede ser considerado como un precur­
a excepción de los trabajos de Franpois sor de la noción de «psicosomático»).
Perroux. Comprender las pasiones es explicar­
las (fisiológicamente), mas también cap­
E dición: La pa rte mald ita (tr. F. Muñoz), tar su sentido. Para conseguirlo, la obra
Icaria, 1987. propone una nomenclatura detallada y
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores co n ­ sistemática de las pasiones, que derivan
tem porá neos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
todas de la composición de seis pasiones
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 131-136;
F. Marmande, G eorges B ataille p olitiqu e, primitivas: admiración, amor, odio, deseo,
Presses Universitaires de Lyon, 1985. alegría, tristeza. Pero el proyecto de Des­
PAZ Y GUERRA ENTRE LAS NACIONES 478

caries es moral y no se reduce a una sim­ Poco importa que el instrumental cien­
ple descripción. tífico en el que se apoyan Las pasiones del
El Tratado de las pasiones desarrolla alma haya sido superado hoy. La sabidu­
en efecto una teoría del dominio de las ría cartesiana y el ideal de la generosidad
pasiones. Se trata de un tema clásico en no solamente han inspirado la figura del
la reflexión filosófica que Descartes renue­ héroe de Comeille; se puede decir que el
va completamente, en concreto por rela­ Tratado está al origen del gran movimiento
ción al estoicismo, en el que se inspiraba de rehabilitación de las pasiones que
en el -» Discurso del m étodo (parte III, emprendió el siglo xvin. La herencia car­
tercera máxima de la moral por provisión) tesiana sigue estando viva en la filosofía
— se recordará además que el Discurso moral, incluso en la época contemporánea.
contenía también una alusión desprecia­ «Yo no creo», decía Alain, «que sobre esta
tiva a propósito de los estoicos— . No hay difícil cuestión de las relaciones de nuestro
nada más extraño al cartesianismo que cuerpo con nuestros pensamientos, pueda
una condena de las pasiones. «Todas ellas encontrarse todavía hoy mejor maestro que
son buenas por naturaleza», y no es pro­ Descartes ni manera más adecuada de colo­
pio del hombre deshacerse de ellas: «No car al espíritu en el buen camino.»
pienso», escribe el autor,«[...] que uno deba
procurar no tener pasiones»; ello, en efec­ Edición: Discurso del método. Tratado de
to, no sería ni posible, pues ellas son el las pasiones del alma (tr. E. Frutos), Pla­
precio de la unión sustancial, ni incluso neta, 1984.
Estudios: B. Williams, Descartes: el pro­
deseable, pues ellas son las que hacen pro­ yecto de la investigación pura (tr. J. Coll),
piamente vivir. Sólo es cuestión de hacer Cátedra, 1996; G. Rodis-Lewis, La Aíora-
un buen uso de las pasiones, que consis­ le de Descartes, P.U.F., 1970.
te en orientarlas en el sentido que nos sea
más ventajoso. Porque una pasión no tie­
ne jamás otra causa que un fenómeno PAZ Y GUERRA ENTRE LAS N AC IO ­
puramente material, que no está en el NES, Paix et guerre entre les nations,
poder de nuestra alma impedir, pero del 1962.
que podemos modificar su interacción con R a y m o n d A r o n , 1905-1983.
nuestros pensamientos. Las pasiones no
han de ser erradicadas, sino domestica­ Dividida en una teoría, una sociología
das, o sea, sometidas a la razón. y una praxiología, esta obra es el resulta­
El ideal cartesiano tiene un nombre: do de la meditación activa de su autor
«la generosidad»; la palabra ha perdido el durante siete años, meditación que le ha
sentido que tenía en Descartes, para quien
permitido captar en efecto, a diferentes
designaba el conocimiento de su propia
niveles de conceptualizadón, la textura inte­
libertad y la «firme y constante resolución
ligible de un universo social, presente sin
de usarla bien». El sabio «sabe que no hay
estar directamente ligado a la actualidad.
nada que verdaderamente le pertenezca
salvo esta libre disposición de su volun­ Edición: Paz y guerra entre las naciones
tad»: virtud y felicidad ignoran aquí el con­ (tr. L. Cuervo), 2 vols., Alianza, 1985.
flicto en el que las envolverá el kantismo. Estudio: G. Fessard, La philosophie histo-
El enfoque cartesiano de las pasiones rique de Raymond Aron, Julliard, 1980.
no es solamente físico; también lo es
médico. La salud fue siempre una preo­
cupación primordial de Descartes, que P E D AG O G O (EL), riaiSayo)YÓ¡;.
veía en ella uno de los más preciados bie­ C lemente de A lejan dría , hacia 140-hacia
nes. El Tratado diseña los contornos de 220.
una higiene de las pasiones que nuestra
época, tan enamorada de la «forma» y del Este escrito es el segundo de un tríp­
«buen aspecto», haría bien en considerar. tico consagrado a la descripción de la obra
479 PENSAMIENTO MODERNO Y EL CATOLICISMO (EL)

del Verbo divino, el Logos, en la vida de pendencia del sentido. Dicho brevemen­
un cristiano. Mientras que en el ->• Pro- te, las cualidades, modos inmediatos del
tréptico el autor exhortaba a la conver­ objeto, son pensadas en sistemas de opo­
sión, en E l Pedagogo se dirige a los bau­ sición. Así, las ciencias del hombre crean
tizados para confirmarlos en la fe. El modelos estructurales que permiten ubi­
pedagogo tiene el deber de preparar a los car el caso clínico, el acontecimiento his­
cristianos a recibir la enseñanza del maes­ tórico, y que hacen con ello posible el
tro, tercera y última etapa (p<x0|ió<;, bath- conocimiento de lo individual.
mos) de la acción del Logos, que condu­ Este libro se inserta en una empresa
ce a la Gnosis, conocimiento perfecto. El de «epistemología comparativa»; contra
pedagogo imparte una enseñanza orien­ la exigencia de que toda ciencia sea medi­
tada hacia la vida activa (npaictiKd<;, prak- ción (según el modelo de las ciencias de
tikos) y la formación moral (t|0ojtoía, la naturaleza), el autor muestra que la
éthopoia), a fin de curar al alma de sus estructuración de lo cualitativo funda las
pasiones y sus debilidades. ciencias del hombre, en un enfoque orien­
Al mostrar a sus fieles la manera de tado hacia la práctica.
conducirse como verdadero cristiano, el
autor persigue un fin pedagógico; pero a Edición: Formalismo y ciencias humanas
(tr. M. Sacristán), Ariel, 1965.
esto se añade una intención polémica: la Estudio: J. Proust y E. Schwartz, La Phi-
lucha severa que en efecto plantea con­ losophie de Gilles-Gaston Granger, P.U.F.,
tra el gnosticismo. 1983.

Edición: El pedagogo (tr. M. Merino), Ciu­


dad Nueva, 1994.
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad PENSAMIENTO MODERNO Y EL C A ­
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos,
T O LIC ISM O (EL), La pensée moderne
1972, pp. 45-52 y 57; P.-Th. Camelot, Foi
et gnose. Introduction á l ’étude de la con­ et le catholicisme, 1926-1947.
naissance mastique chez Clément d'Ale- J ea n G u it t o n , nacido en 1901.
xandrie, Vrin, 1945.
En este conjunto de nueve volúmenes,
Jean Guitton propone la exposición de
«un punto de vista sintético que sea capaz
P E N S A M IE N T O F O R M A L Y C IE N ­ de armonizar el cristianismo católico con
C IAS DEL HOMBRE, Pensée form elle las exigencias y los desarrollos legítimos
et sciences de l ’homme, 1960. del pensamiento». Una primera parte ofre­
G illes -G a s t o n G r a n g e r , nacido en ce, en cuatro libros, una confrontación
1920. entre la religión y la inteligencia: el pen­
samiento puede conducir al escepticismo,
Granger estudia aquí el papel de las el descubrimiento del más allá es por tan­
formas o estructuras en la práctica cien­ to un resultado de la inteligencia. La
tífica. La química hace aparecer la estruc­ segunda parte (tres libros) es una refle­
tura de los cuerpos por su nomenclatura xión sobre el problema de Jesús, o de la
o por un simbolismo espacial. El álgebra, doctrina católica contrastada con los
al desgajar las formas de operación de sus hechos; precisamente a partir de hechos
contenidos variables, pone en evidencia prodigiosos aunque reales (los milagros)
sus relaciones sintácticas. Pero no es ésta es como una religión puede nacer y acla­
la vía en que las ciencias del hombre trans­ rar a su vez esos mismos hechos. Por últi­
forman lo vivido en conceptos: Lévi- mo, la institución católica misma es pues­
Strauss discierne, a partir de las relacio­ ta en cuestión y confrontada con el
nes entre tío y sobrino, las estructuras del Evangelio en una reflexión sobre «el deber
parentesco. La lingüística se interesa por de sinceridad» y de humildad de cada uno
las estructuras del lenguaje, con inde­ frente a los dogmas admitidos.
PENSAMIENTO SALVAJE (EL) 480

Edición: La Pensée modeme et le Catholi- Claude Lévi-Strauss ou la Structure du


cisme, Imprimerie d’Éditions provéngales, malheur, col. «Biblio-Essais», Le Livre de
1936-1953. poche, L.G.F., 1985.
Estudio: M. Reboul y J. Feller, Le Temps
d’une vie, Retz-Centurion, 1980.

PE N SA M IEN TO Y L O M OVIENTE
(EL), La pensée et le mouvant, 1934.
PENSAMIENTO SALVAJE (EL), La pen­ H enri B e r g s o n , 1859-1941.
sée sauvage, 1962.
C la u d e L évi-S t r a u s s , nacido en 1908. Aunque posterior cronológicamente a
las -> Dos fuentes de la moral y de ¡a
Este libro, en estrecha conexión con -* El religión en la obra de Bergson, esta obra
Totemismo hoy («el primero es una espe­ viene a completar -*■ La energía espiri­
cie de introducción histórica y crítica del tual; los dos títulos no son de hecho más
segundo»), está consagrado al estudio del que los dos volúmenes de una misma obra.
modo de pensar de los indígenas, con una Se trata en efecto de otra colección de
voluntad de rehabilitación del mundo sal­ ensayos, artículos y conferencias reuni­
vaje. das por Bergson para ilustrar el trabajo
Lejos de habérselas con un pensamiento realizado en sus obras mayores. Mientras
primitivo — con un pensamiento «de sal­ que La energía espiritual exponía, al
vajes»— , el autor descubre en esos pue­ decir de Bergson, «los resultados de algu­
blos sin escritura un «apetito de conoci­ nos de mis trabajos», los textos de El pen­
miento objetivo, aspecto de los más samiento y lo m oviente «tratan princi­
desconocidos del pensamiento de esas gen­ palmente sobre el método que creo mi
tes que nosotros llamamos primitivas». El deber recomendar al filósofo». Bergson
salvaje no está pues únicamente motiva­ consideraba en efecto que, si la filosofía
do por sus necesidades. Así, como dice le debía algo, era más por su nueva mane­
Günter Tessmann, de quien Lévi-Strauss ra de aprehender las cosas y los seres que
toma las palabras: «El negrito está com­ por los resultados positivos, que debían
pletamente integrado en su medio y estu­ venir más tarde. Y Bergson prosigue:
dia sin descanso todo lo que le rodea.» «Remontarse hasta el origen de este méto­
Se constata efectivamente el desarrollo de do, y definir la dirección que imprime a
un saber sistemático que no está exclusi­ la investigación, tal es más particularmente
vamente orientado hacia un saber prácti­ el objeto de los dos ensayos que compo­
co. Este conocimiento es rico y preciso, nen la introducción.»
y, según F. G. Speck, los indios del nor­ El primero de esos ensayos («Creci­
deste de los Estados Unidos «han elabo­ miento de la verdad. Movimiento retró­
rado una verdadera herpetología con tér­ grado de lo verdadero») es un ataque con­
minos distintos para cada género de tra los sistemas en filosofía; Bergson les
reptiles». reprocha su falta de «precisión» por haber
Lévi-Strauss se interesa igualmente por olvidado la cuestión del tiempo. Es pre­
el aspecto mágico y simbólico del pensa­ ciso, pues, que se vuelvan a «integrar las
miento salvaje, que es un modo de cono­ consideraciones de la duración» a fin de
cimiento «bien articulado» y coherente. plantear mejor, y tal vez de resolver, los
Hay por tanto una verdadera lógica en el grandes problemas metafísicos.
pensamiento salvaje. El segundo ensayo («Del planteamien­
to de los problemas») compara los modos
Edición: El pensamiento salvaje, México,
Fondo de Cultura Económica, 1964. de conocimiento intuitivo e intelectual.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Sin oponerlos radicalmente, ni descalifi­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ car a uno en beneficio del otro, Bergson
guez Tapia), Cátedra, 1996; C. Clément, muestra que esos modos engendran «dos
481 PENSAMIENTOS

especies de iluminación». Esta nueva pers­ cia sobre Bergson y su doctrina: Claude
pectiva abre la vía de una colaboración Bemard, William James, Félix Ravaisson.
entre la metafísica y la ciencia, sobre la En el estudio dedicado a Ravaisson podrán
base de una redefinición de sus objetos leerse, por ejemplo, las páginas que se
respectivos: «a la ciencia la materia, y a refieren al papel jugado por este último en
la metafísica el espíritu». A partir de un la reforma de la enseñanza pública del dise­
análisis del viejo problema de las «ideas ño. La relación entre una reforma esco­
generales», Bergson retoma su afirmación lar y la intuición bergsoníana no es a prío-
fundamental: «Hay lugar para reformar y ri evidente; sin embargo hay en ella materia
a veces descartar el pensamiento con­ para captar una fuente viviente del méto­
ceptual para arribar a una filosofía más do de nuestro autor.
intuitiva.»
Esta reforma del pensamiento filosófi­ Edición: El pensamiento y lo moviente (tr.
co tendrá el mérito, entre otras conse­ H. García), Espasa-Calpe, 1976.
cuencias saludables, de disipar algunos «fal­ Estudio: G. Deleuze, El bergsonismo, Cáte­
dra, 1987.
sos problemas» filosóficos: ¿Por qué hay
algo en lugar de nada? ¿Por qué la reali­
dad es ordenada? Bergson defiende el prin­
cipio de esta reforma contra la acusación
PENSAM IENTOS, Pensées, 1670.
de antiintelectualismo; lejos de pretender
B laise P a s c a l , 1623-1662.
arruinar la ciencia, quiere por el contrario
Colección de fragmentos y de aforismos
que la filosofía se sujete a su control. Lo
reunidos y publicados por sus amigos.
cual supone que cada una se mantenga
en su lugar: «Hemos demandado sola­
Si bien es cierto que nuestro interés por
mente que la ciencia permanezca científi­
ca, y que no se revista de una metafísica los Pensamientos debe sin duda mucho
al estado inacabado de algunos de ellos,
inconsciente.» Bergson apela a la «verda­
dera metafísica», que será «ciencia del espí­ que nos permiten degustarlos en toda la
ritu», y al desarrollo (concretamente por frescura de su eclosión sin privamos por
los métodos pedagógicos de la escuela) ello de admirables secuencias enteramente
del giro de espíritu apropiado para apre­ redactadas, en las que se afirma el genio
hender las cosas del espíritu. del escritor, seguimos condenados a no
Siguen algunos ensayos, artículos y con­ saber jamás cuál era la obra que realmente
ferencias que en conjunto retoman (más tenía la intención de escribir Pascal. En
o menos directamente) los temas evoca­ efecto, si se consideran las diversas inter­
dos en los dos ensayos introductorios. pretaciones a las que estos fragmentos
«Lo Posible y lo Real» denuncia la ilu­ postumos han dado lugar, o las múltiples
sión por la cual la inteligencia se figura maneras en que han sido clasificados y
que lo real preexiste a sí mismo, bajo for­ publicados, uno se encuentra en presen­
ma de virtualidad, de lo posible, cuyo cum­ cia, no de una obra, sino de varias. Así,
plimiento sería. De esta ilusión se derivan después de tres siglos, los eruditos siguen
falsos problemas metafísicos, que son posi­ discutiendo — sin poder apoyar sus diver­
bles sólo porque se confunde la creación sas opiniones en argumentos definitivos—
con una fabricación. sobre la respectiva importancia de las prue­
«La intuición filosófica», «La percep­ bas de la religión cristiana que Pascal pre­
ción del cambio» y «La Introducción a la tendía dar en los Pensamientos.
metafísica» insisten sobre el modo par­ En lugar de fundar en la razón la ver­
ticular de conocimiento que Bergson juz­ dad de la religión cristiana, como lo habí­
ga apropiado para la metafísica. an hecho antes que él otros apologistas,
La colección termina con tres ensayos y en concreto Descartes, Pascal encuen­
dedicados a maestros del pensamiento filo­ tra esas pruebas en la debilidad misma del
sófico que han ejercido una fuerte influen­ hombre, extraviado por el amor propio
PENSAMIENTOS 482

y la concupiscencia. Una debilidad que caña pensante. [...] Un vapor, una gota
sólo se deja explicar por el pecado origi­ de agua, basta para matarlo. Pero, aun
nal. Siendo el hombre incomprensible sin cuando el universo lo aplastara, el hom­
Dios, será por tanto el camino que parta bre seguiría siendo más noble que aque­
de la naturaleza humana el que conduzca llo que lo mata, puesto que él sabe que
a la admisión de las verdades divinas. muere; y de la ventaja que el universo tie­
Sin duda es éste el método adoptado ne sobre él, ese universo no sabe nada.»
por Pascal para conducir a la fe a los El pensamiento, que constituye la gran­
escépticos y los libertinos. Mas lo que deza del hombre, está sin embargo lleno
ha dado riqueza excepcional a los Pen ­ de debilidades. Así, no le es posible con­
samientos no es seguramente ni su fuer­ cebir, en lo infinitamente grande y en lo
za demostrativa ni su valor apologético. infinitamente pequeño, más «que una apa­
Por el contrario, si esta obra ha ejercido riencia del medio de las cosas». Esta idea,
y continúa ejerciendo tan gran fascina­ desarrollada en el célebre fragmento sobre
ción sobre los espíritus más diversos, es la «Desproporción del hombre», inspira
por el espectáculo que ofrece del hom­ al hombre, suspendido entre los dos infi­
bre: criatura quimérica arrojada en el seno nitos, el vértigo de su condición: no es
de un universo ininteligible, desgarrada más que «una nada con respecto a lo infi­
por sus propias contradicciones, priva­ nito, un todo con respecto a la nada, un
da de puntos de referencia y que, según medio entre nada y todo». Y su pensa­
la expresión del autor «busca mientras miento, que debía hacer de él un ser pri­
gime». vilegiado, no puede alcanzar ninguna cer­
N o es pues exponiendo dogmática­ teza, acosado como está constantemente
mente lo que él piensa ser la verdad como por las «potencias engañosas» de los sen­
Pascal nos obliga a reflexionar sobre nues­ tidos y la imaginación.
tra propia condición, sino mostrándonos, Pascal multiplica los ejemplos de ilu­
mediante ejemplos que se imponen por la siones en las que la imaginación nos man­
fuerza de su exposición y por su concreta tiene, «esa maestra del error y la falsedad»:
y turbadora evidencia, que el hombre es ¿quién no ha palidecido y sudado ante la
un misterio para el hombre y que Dios per­ idea de encontrarse seguro sobre una
manece desesperadamente oculto. amplia plancha... colocada al borde de un
Ciertos fragmentos son la simple ano­ precipicio? Y más importante aún: es en
tación de una idea que, a falta de ser desa­ la imaginación en la que se asientan los
rrollada, queda oscura; otros son la expre­ poderes temporales; se encuentra aquí ese
sión de un pensamiento más elaborado y rigor jansenista tan celoso de despojar al
por ello aún más intrigante. En uno de hombre de todos los prestigios que le con­
estos largos desarrollos, Pascal subraya la fieren el nacimiento, la riqueza, la gloria,
importancia del l ’esprit de finesse, que los honores. Si el hombre es víctima de su
es el único capaz de captar con una sola imaginación, también lo es de la costum­
mirada los fenómenos complejos y deli­ bre, que erróneamente confunde con la
cados. Es este espíritu el que nos hace naturaleza. El aspecto fragmentado de los
conocer al hombre en la doble perspec­ Pensamientos se corresponde incontes­
tiva de su miseria y su grandeza, que son tablemente con la imagen del mundo que­
indisolublemente tributarias una de otra. brantado que nos despliega aquí Pascal.
Pues aunque el hombre es miserable, A poco que se piense en esta descripción
«arrinconado en este recodo del universo y en el lugar que en ella está reservado al
sin saber quién lo ha puesto en él» ni «lo hombre, no es posible permanecer insen­
que ha venido a hacer aquí», es sin embar­ sible a la angustia y el dolor que rezuman
go el único ser de la creación que puede cada uno de esos fragmentos. Todos los
conocer, gracias al pensamiento, su mise­ representantes de la corriente existencia-
ria: «El hombre no es más que una caña, lista reivindicarán, aún más allá de Kier­
la más débil de la naturaleza; mas es una kegaard, la paternidad de Pascal.
483 PENSAMIENTOS SOBRE LA INERPRETACIÓN DE LA NATURALEZA

Edición: Pensamientos (tr. X. Zubiri), introd. PE N SA M IEN TO S SOBRE L A E D U ­


G. Albiac, Espasa Calpe, 1995. CACIÓN, Some Thoughts concernirig
Estudios: L. Brunschvicg, Blaise Pascal,
Education, 1693.
Vrin, 1953; H. Gouhier, Blaise Pascal,
Commentaires, Vrin, 1966. J o h n L o c k e , 1632-1704.

Estos Pensamientos responden a una


de las afirmaciones principales del empi­
PENSAMIENTOS DIVERSOS ESCRI­ rismo, a saber, que el hábito tiene una
T O S A U N D O C T O R DE L A SO R - gran fuerza para modificar a los hom­
B O N A C O N O C A S IÓ N DEL C O M E ­ bres. Educar es por tanto imprimir hábi­
T A QU E APARECIÓ EN EL MES DE tos, preferentemente buenos. Locke da
DICIEMBRE DE 1680, o Pensamien­ prioridad a la educación moral. El entre­
tos diversos sobre el cometa, Pensées namiento en el dominio de uno mismo
diverses écrites á un docteur de S or­ es prim ordial, porque condiciona la
bonne a l ’occasion de la co m e te qui puesta a punto de todas las aptitudes; y
parut au mois de décembre 1680, ou ese entrenamiento com ienza por el
Pensées diverses sur la comete, 1683. dominio del cuerpo. El aprendizaje de
P ierre B a y l e , 1647-1706. la virtud y de la prudencia se comple­
tarán mutuamente, mientras que la ins­
El cometa de 1680 no es apenas más trucción física es presentada com o «la
que un pretexto para esta obra, consa­ parte menor de la educación», porque,
grada por entero a combatir las supers­ intrínsecamente, no tiene valor moral.
ticiones más diversas. Ciertamente se tra­ Los Pensam ientos sobre la educa­
ta en ella de ese fenómeno celeste, del ción dan testimonio del cuidado de tomar
que se muestra, a fin de enseñar y tran­ a los niños tal como son, y no de dedu­
quilizar a las «personas curiosas y alar­ cir los métodos pedagógicos a partir de
madas» que es completamente natural. principios abstractos. Haber ignorado la
Un razonamiento denso a menudo per­ realidad de la infancia es lo que Rous­
mite establecer que los cometas no son seau reprochará a Locke en el -»■ E m i­
ni los signos ni las causas de aconteci­ lio cuando niega que se deba razonar
mientos catastróficos. con los niños, mientras que Locke lo
Como es frecuente en Bayle, lo esen­ recomienda aquí en efecto.
cial está en las digresiones, que abundan
Edición: Pensamientos sobre la educación
en argumentos ampliamente desarrolla­ (tr. R. Lasaleta), Akal, 1986.
dos contra los prejuicios, la superstición, Estudio: J. Cháteau, presentación del texto
la credulidad, la autoridad abusiva de la en la edición francesa [Quelques pensées
tradición y de la religión que se apoya sur Véducation, Vrin, 1966).
sobre ella. El ateísmo es rehabilitado, y la
tradicional acusación de la religión que
dice que un ateo no podría ser moral, que­
da refutada. En 1705 fue publicada una PENSAMIENTOS SOBRE LA INTER­
C on tin u ación de los Pensam ientos PRETACIÓN DE LA NATURALEZA,
diversos o Respuesta a varias dificul­ Pensées sur l ’interprétation de la natu-
tades que el S eñor X... ha planteado al re, 1753.
autor. D enis D id ero t , 1713-1784.

Edición: Pensées diverses sur la comete Este libro, contemporáneo del tomo
(texto establecido por A. Prat), col. de la III de la -> Enciclopedia, responde bien
Societé des textes frangais modernes, vol. al estilo de Diderot: rico, exhuberante,
81-82, Nizet, 1984.
oscuro, desordenado a veces («dejaré que
Estudio: P. Rétat, Le Dictionnaire de Bay­
le et la lutte philosophique au XVIII‘ sié- los pensamientos se sucedan bajo mi plu­
cle, Les Belles Lettres, 1971. ma, en el orden mismo en que los obje­
PER1PHYSE0N 484

tos se me ofrecen a la reflexión»). La obra PERIPHYSEON.


traduce igualmente la concepción que el J u a n E s c o to E r íg e n a .
siglo xvili francés se hace de la naturale­ Véase DE L A DIVISIÓN DE L A N AT U ­
za; no es éste un tratado sistemático RALEZA.
(incluso aunque los Pensamientos afir­
men netamente la unidad fundamental
de la naturaleza), sino una serie de enfo­
ques de proyectos sobre problemas par­ P E R R O S G U A R D IA N E S (LO S ), Les
ticulares. chiens de garde, 1932.
Los artículos I a XXXI tratan de cues­ P a u l N iz a n , 1905-1940.
tiones tan diversas como el estatuto de las
matemáticas y su utilidad para el conoci­ Paul Nizan, intelectual y filósofo comu­
miento experimental (el ataque contra d’A- nista, afirma aquí que una filosofía es un
lembert era tan patente que provocará la acto que no vale más que por y para la
ruptura de éste con los Enciclopedistas), práctica que permite. La filosofía parti­
las relaciones de la teoría con la expe­ cipa siempre de «la actualidad impura de
riencia, las del conocimiento con las artes, su tiempo». Ello conduce a Nizan a una
los procedimientos heurísticos en ciencia. rebelión contra la filosofía espiritualista
Los artículos XXXII a XXXVIII propo­ universitaria, traidora a la función autén­
nen siete series de conjeturas sobre mate­ tica de la filosofía, que un Epicuro supo
rias muy diversas; obstetricia, electricidad, encarnar tan bien.
magnetismo, mecánica, metalurgia. La
serie, absolutamente desordenada, ha con­ Edición: Los perros guardianes (tr. M. Piz-
tribuido a desconcertar a los lectores. Se zán), Fundamentos, 1973.
Estudios: Y. Isaghpour, Paul Nizan; l ’in-
trata, de nuevo, de la cuestión del proto­ tellectuel et le politique entre les deux
colo en la investigación y en la experi­ guerres, La Différence, 1990; Paul Nizan,
mentación científicas; las teorías de Maper- intellectuel communiste, artículos y corres­
tuis son discutidas. El último parágrafo pondencia de P. Nizan, La Decouverte,
(LVIII) propone algunos interrogantes: la 1970.
estructura elemental de la materia, la uni­
dad y la estabilidad del mundo material, la
evolución de los organismos, el estatuto
de la vida (¿qué es lo que la distingue de PERSPEC TIVA C O M O FO R M A SIM­
la materia inerte?), las relaciones de la vida B Ó LIC A (LA), D ie Perspektive ais sym-
y del movimiento. bolische Form , 1924-1925.
Esta obra marca una etapa en la carre­ E rw in P a n o f s k y , 1892-1968.
ra de Diderot. Por vez primera extrae del
materialismo inagotable que le ofrecía la A la luz de las teorías de Cassirer, del que
Enciclopedia los principios generales rela­ fue alumno en Hamburgo, Panofsky mues­
tivos al método científico (hasta ahora, se tra en esta obra la diferencia de naturaleza
había interesado principalmente por los entre el espacio matemático y el espacio de
resultados). Y con tanto ahínco se entre­ la experiencia de la perspectiva. Según el
ga a su tarea, que se ha podido ver en esta autor, el espacio matemático moderno coin­
obra el * Discurso del método del Siglo cide con la concepción del espacio simbo­
de las Luces. lizado en la construcción de la perspectiva
del Renacimiento, que admite un punto de
Edición: Pensées sur l'interprétation de la mira único. Panofsky realiza una relativiza-
nature, en Oeuures philosophiques, col. ción histórica de la noción de perspectiva
«Classiques Garnier», Garnier, 1977. y se niega a considerar la concepción que
Estudio: J. Varloot, presentación de los Pen­
sées sur l ’interprétation de la nature, col. de ella tenía el Renacimiento como el mode­
«Les Classiques du peuple», Messidor-Edí- lo inmutable. La perspectiva es, por el con­
tions sociales, 1971. trario, una forma simbólica, en cada épo­
485 POÉTICA

ca y en cada cultura, de las concepciones plástico», «Hacia un nuevo espacio») mues­


científicas y filosóficas del espacio. tran cómo la línea, dominante en la pintu­
De simple instrumento técnico, la pers­ ra del Renacimiento, se diluye en el impre­
pectiva deviene con Panofsky un fenó­ sionismo, para renacer transfigurada con
meno estilístico y cultural de primer orden. el cubismo.
Y avanza la hipótesis de un método espe­ Pierre Francastel ha introducido en
cífico de la pintura antigua para repre­ Francia el pensamiento de Erwin
sentar la perspectiva: el de una proyec­ Panofsky.
ción sobre una superficie curva. El espacio
moderno habría nacido con Johannes Edición: Pintura y sociedad: nacimiento ¡j
Kepler que, rompiendo la supremacía del destrucción de un espacio plástico, del
Renacimiento al cubismo (tr. E. Benarroch),
círculo, la reemplaza por la de la elipse. Cátedra, 1984.
Es el cambio de perspectiva lo que pro­ Estudio: J. Duvignaud, Sociología del arte,
duce el cambio de forma. La elipse es la Península, 1988.
primera «forma simbólica», en el sentido
que Cassirer da a esta expresión, esto
es, el símbolo de una cultura.
Esta concepción del carácter simbóli­
P L A T Ó N , Platón, 1965.
co del espacio perspectivista ha inspirado F r a n c o is C h á te l e t , 1925-1985.
todo el desarrollo ulterior de la historia del
arte. James White verifica la hipótesis de Esta obra es la de un gran profesor al
la teorización y del empleo de una pers­ mismo tiempo que la de un gran filóso­
pectiva curva en el mundo clásico. Pierre fo. Tiene el carácter de «introducción» (en
Francastel, en + Pintura y sociedad, le
el mejor sentido del término) a la lectura
renueva a la luz de una interpretación psi- de los diálogos del primero de los filóso­
cosociológica del espacio figurativo. En fos. Chátelet elige el ángulo político para
cambio, Dleid Gioseffi la recusa y man­ desentrañar el juego del «recorrido» pla­
tiene el carácter inmutable del sistema pers­ tónico. Articula la comprehensión de la
pectivista del Renacimiento. metafísica de las Ideas en tomo a una refle­
xión sobre el estatuto del discurso políti­
Edición: La perspectiva como forma sim­
bólica (tr. V. Careaga), Tusquets, 1986. co en la ciudad griega.
Estudio: A. Flocon y R. Taton, La perspec- Hay pocas introducciones a un gran
tiue, son histoire et ses aspects techniques. filósofo que sean a la vez tan vivas y tan
col. «Que-sais-je?», P.U.F., 1990. rigurosas como ésta.

Edición: El pensamiento de Platón, Labor,


1968.
P IN T U R A Y SO CIED AD , Peinture et Estudio: G. Deleuze, Pericles y Verdi: la
société, 1951. filosofía de Frangois Chátelet (tr. U. Larra-
celeta), Pre-Textos, 1989.
P ierre F r a n c a s t e l , 1900-1970.

La percepción del espado, forma a prio­


ri de la sensibilidad según Kant, ¿es inmu­
table o por el contrario esencialmente cam­ PO É TIC A , riepi reoiTi'nKTjc;, hacia 344
biante? Para Francastel, la sensibilidad no a.C.
es pura jamás; es siempre socializada, pues A ristó te le s , 384-322 a.C.
está en diálogo permanente con el mundo.
Así, lejos de ser una actividad gratuita, el Únicamente un fragmento nos ha lle­
arte se presenta como una de las funciones gado de este escrito sobre el arte litera­
del cuerpo social al cual pertenece. Los tres rio. Consiste en una introducción gene­
movimientos de esta obra («Nacimiento de ral seguida de un estudio sobre la tragedia
un espacio», «Destrucción de un espacio y la epopeya. El segundo libro, dedicado
POLÍTICA (LA) 48 6

a la comedia, se ha perdido (este libro P O LÍT IC A (LA), n o X m ró. o hacia 344


es por eso el centro de la intriga de la a.C.
novela de Umberto Eco El nombre de la A ristó te le s , 384-322 a.C.
rosa). La obra se presenta tanto como un
cuaderno de curso de un profesor que Este tratado político en ocho libros nos
como un tratado. ha llegado en un estado fragmentario y
«Poética» viene del verbo griego 7toi£fv desordenado.
(poiein ), que significa «ordenar, compo­ El término «política» es esencial. Viene
ner, hacer», mas también «crear entera­ del griego nókiq (polis), la «ciudad», o tam­
mente, inventar>; el término supone todo bién el «Estado». La «política» es la posibi­
un trabajo de componendas. Al igual que lidad de civilizar, de atemperar las cos­
Platón, Aristóteles considera que todo tumbres del Estado por las instituciones,
arte es imitación de la realidad sensible. por la cultura. El Estado es sin duda la for­
El poeta representa de manera confor­ ma más elaborada de la sociedad: sólo él
me con la verosimilitud lo que las cosas tiene por finalidad procurar la «vida dicho­
deberían ser moralmente. Esta imitación, sa» de los hombres libres. Verdadero «ani­
la jiíjaricnq (mimesis), tiene por objeto la mal político», el hombre no puede, en soli­
vida humana; la «mimesis» nos seduce tario o en el seno de una familia o de una
por su exactitud, su verdad, mas sin per­ ciudad, alimentar o realizar sus deseos y
der por ello su valor espiritual: este valor aspiraciones de manera satisfactoria; no
surge del aspecto formal del arte. Platón puede dejar de aspirar a esa perfección
condenaba a la poesía en nombre de la que consigue el Estado: bastarse a sí mis­
verdad y de la moral. Aunque inspirán­ mo y por sí mismo.
dose en él, Aristóteles se opone a esta Componente esencial y primero del
teoría por su doctrina de la K á0 ap ai< ; Estado, la familia está constituida por un
(catarsis): la tragedia, mediante el temor grupo de personas que guardan entre sí
y la piedad, realiza la «purificación» de las relaciones diferentes y que se rigen por
pasiones. una jerarquía estricta. El padre, cabeza de
En la Poética, Aristóteles insiste tam­ familia, dirige la casa; tiene autoridad sobre
bién en la ley de la «unidad», en la que todos: mujer, hijos, esclavos. La esclavi­
se inspiraron los teóricos del siglo xvi para tud es uno de los elementos motores de
establecer la regla de las tres unidades en la antigua sociedad griega; es la dinámi­
el teatro. La coherencia es en efecto nece­ ca de la economía: sin esclavos no pue­
saria a la acción poética, que realza lo de ser realizado ningún trabajo, puesto
general poniendo en escena tipos y carac­ que, para Aristóteles, las actividades téc­
teres. nicas requieren a la vez instrumentos ina­
La Poética de Aristóteles ha inspirado nimados e instrumentos animados :los
el A rte poética de Horacio y ha tenido segundos (los esclavos) activan a los pri­
repercusiones sobre la tragedia clásica meros— , La sociedad está por tanto divi­
francesa de los siglos XVI y XVII. Aunque dida en dos categorías: los que ordenan,
bien diferente, el Arte poética de Boile- los hombres libres, y los que obedecen,
au ha sufrido sin embargo su influencia. los esclavos.
En el siglo xx, puede considerarse que Aristóteles considera que se es amo o
el problema de la catarsis está a la base esclavo p o r naturaleza, y que la condi­
del teatro de la crueldad de Antonin ción respectiva del uno y del otro y sus
Artaud. diferencias sociales no tienen nada de ile­
gítimo. La frontera entre condición libre
Edición: Poética (ed. trilingüe por V. Gar­ y esclavitud es, sin embargo, fácil de atra­
da Yebra), Gredos, 1988. vesar en períodos de conflictos y de gue­
Estudios: J. Bames, Aristóteles (tr. M. San-
sigre), Cátedra, 1987; P. Somville, Essai sur rras; Platón mismo, nacido en una fami­
la Poétique d ’Aristote et sur quelques lia de rancia nobleza, fue reducido durante
aspects de sa postérité, Vrin, 1975. algún tiempo a la esclavitud en Siracusa
487 POLÍTICO

por Dionisio el Viejo a quien había dis­ de establecer la comunidad de los bienes,
gustado. Es preciso por tanto distinguir de las mujeres y de los niños. Aristóteles
entre el esclavo por naturaleza y el escla­ critica muy violentamente estas ideas utó­
vo de hecho. picas. Aunque su concepción de la escla­
A una escala diferente, la familia es la vitud pueda chocar hoy en día, su prefe­
imagen del Estado. El poder que ejerce el rencia por un régimen atemperado en
Estado sobre los hombres libres es el mis­ el que el hombre disfrute de un justo equi­
mo que ejerce el amo, no sobre sus escla­ librio de fortuna, de honor y de libertad,
vos, sino sobre los miembros libres de su sigue teniendo actualidad.
familia: la mujer y los hijos. El amo se con­
duce como un republicano con su mujer: Edición: Política (ed. bilingüe y tr. J. Marías
armonía y entendimiento son establecidos y M. Araujo), Instituto de Estudios Políti­
cos, 1951.
por un consenso; respecto a sus hijos, se
Estudios: Introducción de J. Marías a la ed.
conduce como un monarca: la educación cit.; C. Lord, «Aristóteles», en L. Strauss y J.
se basa en la adquisición de ciertos prin­ Cropsey (comps.), Historia de la filosofía
cipios. H verdadero ciudadano es también política (tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez
aquel que participa en la acción del Esta­ y J. J. Utrilla), México, Fondo de Cultura
Económica, 1993, pp. 123-157; J. Bames,
do, lo cual requiere tiempo y educación;
Aristóteles (tr. M. Sansigre), Cátedra, 1987;
el ciudadano debe saber obedecer, mas R. Weil, «La Politiquea d ’Aristote. Entre-
también mandar y tomar decisiones. tiens sur l’Antiquité classique, t. XI, Van-
Tres tipos de gobierno pueden encar­ doeuvres-Ginebra, Fondation Hardt, 1965.
garse de la dirección del Estado: la monar­
quía, la aristocracia y la república; o sea,
el gobierno de un hombre solo, el de algu­
nos hombres, o el de un gran número de POLÍTICO, o Sobre la realeza, Jlo/a-
hombres. N o puede decirse cuál es el TXKbq,f\ Ffepi ¡iaaiXeíoj;, o hacia 360 a.C.
mejor de estos gobiernos: los tres pueden P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
ser justos y sabios, y los tres distinguen Diálogo.
entre el poder ejecutivo, el judicial, y el
legislativo. Sin embargo es necesario velar El diálogo del P o lítico es una prolon­
para que esos gobiernos no degeneren gación inmediata del -*■ Sofista (un Filó­
en tiranía, en oligarquía o en democra­ sofo formaba tal vez con los dos prece­
cia, lo que los haría insoportables. dentes una trilogía, pero no se lo ha
Al igual que hay señores y esclavos, hay encontrado nunca).
Estados señores y Estados esclavos. Aris­ Es difícil decidir si Platón escribió el
tóteles legitima con esto el imperialismo P o lític o para expresar sus reflexiones
de los países que a su juicio son superio­ sobre el gobierno de la ciudad, o para
res por naturaleza, como Grecia, y que ofrecer a sus alumnos de la Academia un
ejercen su autoridad sobre los pueblos lla­ ejemplo de investigación dialéctica. El
mados bárbaros. autor utiliza en efecto el método de las
La teoría del Estado que expone Aris­ dicotomías sucesivas, método presenta­
tóteles es asaz original, y se opone a la do en el Sofista y que aquí está explíci­
idea sostenida por los sofistas de que el tamente presentado como modelo. Así,
Estado es la consecuencia de un acuerdo el arte de gobernar es distinguido en pri­
establecido entre los hombres. Resultado mer lugar del arte de conducir una grey
de profundos estudios sobre las consti­ (el rey toma a su cargo el cuidado de la
tuciones de los pueblos que formaban la grey, pero no la alimenta), luego es defi­
Grecia antigua, nos encontramos ante nido sobre la base de aquello que lo dis­
una teoría realista en la que no hay el tingue de todas las artes que están, de cer­
menor vestigio de las quimeras y el comu­ ca o de lejos, con él emparentadas
nismo de Platón. Su maestro defendía en (economía, estrategia, retórica, sofística).
efecto en -► La República la necesidad La doctrina política expuesta en el diá­
POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO (EL) 48 8

logo prolonga las reflexiones de ->■ La El sentido de la ciencia ha cambiado


República. Platón vuelve a tomar la idea históricamente: en la actualidad ya no
de un gobierno científico, al que confie­ se presenta como el camino que condu­
re incluso poderes demasiado exorbitan­ ce al ser verdadero, al verdadero arte, a
tes. En todo caso, el cuidado por el rea­ la verdadera naturaleza, al verdadero Dios
lismo manifestado en el P olítico preludia o al verdadero hombre. En realidad, la
igualmente - » Las Leyes. ciencia no aporta ninguna respuesta a la
cuestión «¿Cómo debemos vivir?». Hablan­
Edición: Político (tr. M.“ I. Santa Cruz), en do con propiedad, la ciencia no tiene nin­
Diálogos V, Gredos, 1988. gún sentido, puesto que no nos dice cuál
Estudios: L. Strauss, «Platón (427-347 a.C.)»,
en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Histo­ es el sentido del mundo. Por el contrario,
ria de la filosofía política (tr. L. García Urri- la ciencia, que es indisociable de la idea
za, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México, de progreso indefinido, se inscribe en
Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 43- un movimiento más general de raciona­
95, especialmente 85-95; F. Chátelet, El
lización y de intelectualización («Podemos
pensamiento de Platón, Labor, 1968; A.
Petit, comentario al Político, col. «Oeuvres dominar cualquier cosa mediante la pre­
et opuscules philosophiques», Hachette, visión») que fundamentalmente equivale
1980. a «desencantar» al mundo. N o se trata de
que la ciencia pueda decir todo sobre todo;
ella misma empieza por apoyarse en pre­
supuestos que escapan a toda demostra­
POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO (EL), Wis- ción por medios científicos. Mas lo que sí
senschaft ais Beruf, 1919; P o litik ais es cierto es que no puede decir nada sobre
Beruf, 1919. las cuestiones axiológicas: ni sobre el valor
M a x W eber , 1864-1920. de una cultura, ni sobre la manera de
Dos conferencias. actuar en la ciudad o en el seno de las
agrupaciones políticas. El sabio no debe
Este título reúne dos conferencias dis­ comportarse ni com o profeta ni como
tintas pronunciadas durante el invierno demagogo, porque «en un anfiteatro, nin­
de 1918 por Max Weber en la univer­ guna virtud tiene mayor valor que la de la
sidad de Munich (de la que ocupará la probidad intelectual».
cátedra de sociología en 1919); «Wís- En la segunda conferencia, Weber defi­
senschaft ais B e ru f» («Ciencia com o ne al Estado, no por el contenido de sus
vocación») y «P o litik ais Beruf» («Políti­ actividades — las tareas de las que se ocu­
ca como vocación»). Se trata de las dos pa— , sino por el modo de acción que le
primeras intervenciones de una serie de es propio (al igual que a toda agrupación
conferencias organizadas por un círcu­ política): la violencia física. De aquí esta
lo de estudiantes sobre el tema del «tra­ definición del Estado como comunidad
bajo intelectual». El término B eruf pue­ humana que «reivindica con éxito por su
de ser traducido aquí tanto por «vocación» propia cuenta el m o n opolio de la vio­
como por «oficio». lencia física legítima», con vistas a ase­
Tras la descripción comparada de la gurar una dominación del hombre sobre
situación de un estudiante americano y el hombre. En cuanto a la política, es «el
un estudiante alemán que han terminado conjunto de los esfuerzos que se reali­
sus estudios y desean, en el marco uni­ zan para participar en el poder o influir
versitario, hacer de la ciencia su oficio, en el reparto del poder».
Max Weber se interroga sobre la voca­ Sobre el modelo de la tipología de las
ción científica (qué significa la ciencia conductas [expuesto en Economía y socie­
como vocación para aquel que se con­ dad, 1922], que distinguía entre el com­
sagra a ella), y todavía más sobre el valor portamiento tradicional, el comporta­
de la ciencia con relación al conjunto de miento afectivo, la acción racional ligada
la vida humana. a los valores, y la acción racional con vis­
489 PORVENIR DE LA CIENCIA (EL)

tas a un fin encaminado a la eficacia que PORVENIR DE LA CIENCIA (EL). Pen­


establece una concordancia entre los samientos de 1848, L ’ Avenir de la
medios y los objetivos, Max Weber dis­ Science. Pensées de 1848, aparecido en
tingue aquí tres tipos de autoridad: la auto­ 1890.
ridad del «eterno ayer» o poder tradicio­ E rn e st R e n á n , 1823-1892.
nal ligado a la costumbre, la autoridad
fundada en el atractivo personal y extra­ Es el primer libro significativo de Emest
ordinario de un individuo (el carisma), que Renán (que deberá sobre todo su cele­
se apoya en la forma, y finalmente la auto­ bridad a una Vie de Jésus [Vida de Jesús]
ridad racional cuyo fundamento es la cre­ que levantó gran polvareda). Vio la luz
encia en la legalidad. Convendría obser­ mucho después de su redacción, como lo
var que ninguna de estas autoridades indica el subtítulo, porque algunos de sus
particulares tiene relación con la acción amigos le habían aconsejado al autor no
racional ligada a los valores. publicarlo, por razón de las audacias que
Max Weber describe también la evo­ contenía.
lución histórica que conduce a la política Esta obra es una profesión de fe posi­
a convertirse en empresa (de dominación tivista (si se toma este adjetivo sin ningu­
política), que, como cualquier empresa na connotación peyorativa); «fe en la cien­
económica, dispone de un estado mayor cia» es el lema de Renán, próximo en ello
administrativo y de medios materiales de a Auguste Comte, su contemporáneo, y
gestión (necesarios, cuando haga falta, al químico Marcelin Berthelot, su ami­
para aplicar la fuerza física). De esta evo­ go. Como Comte, Renán piensa que «el
lución ha nacido un nuevo tipo de hom­ individuo no es nada; la humanidad es
bre: el hombre político profesional. Si todo»; como Comte, quiere sustituir la reli­
las cualidades determinantes del hombre gión por la ciencia; aunque para él se tra­
político son la pasión, el sentimiento de ta tando de una ciencia histórica y filoló­
responsabilidad y el golpe de vista frío, no gica com o de una ciencia natural. Los
es menos cierto que cabe también inte­ progresos de la física y de la química ilus­
rrogarse sobre su ethos, sobre la creencia tran el valor del conocimiento desintere­
que lo hace actuar y, por ende, sobre las sado, valor que contrasta con la esclero­
relaciones entre la ética y la política. sis de los dogmas religiosos. Y el autor se
Max Weber retoma aquí la distinción esfuerza por mostrar aquí que el ciencis-
que él ha hecho clásica entre la ética de mo no conduce en modo alguno a un
la responsabilidad (en la que hay que res­ materialismo triste y seco. Pero es sobre
ponder tanto de los actos com o de la todo la historia la que tiene, según él, la
acción racional en vista de un fin en el clave de los secretos humanos. Renán ve
que se articulan los medios y los objeti­ en la historia mucho más que un simple
vos) y la ética de la convicción (en la que, relato del pasado: la historia puede recons­
orientando la acción hacia los valores, se tituir el espíritu de los tiempos antiguos,
busca simplemente «velar por mantener y anunciar la ley del devenir (Hegel no
la llama de la pura doctrina»). Opuestas está muy lejos). El autor defiende así un
ciertamente, estas dos éticas se comple­ historicismo relativista. El Porvenir de la
tan sin embargo. Es más, según Weber, ciencia presenta el interés y los límites de
las dos constituyen en conjunto «al hom­ una obra de juventud: tono inflamado y
bre auténtico», esto es, un hombre que fogoso, a veces poético, pero con fre­
puede pretender satisfacer la «vocación cuencia altanero y perentorio. Mas, en lo
política». que concierne al contenido de su pensa­
miento, Renán no cambiará nada de fun­
Edición: El político y el científico (tr. F. damental en sus convicciones ciencistas.
Rubio), Alianza, 1996.
Estudio: A. Giddens, Política y sociología Esta palabra designa hoy una doctrina
en Max Weber (tr. A. Linares), Alianza, desacreditada, y pronunciarla refirién­
1995. dose a un pensador o a sus ideas tiene (al
PORVENIR DE UNA ILUSIÓN (EL) 490

igual que «positivista») un valor de injuria. fica del desamparo infantil había des­
Hay, con toda seguridad, excelentes razo­ pertado la necesidad de ser protegido: al
nes para ello. Pero queda la figura de ser amado; una necesidad que el padre
Renán, que no se sabría precipitar en el ha satisfecho.» Mientras dura su vida, el
golfo del olvido sin injusticia para él ni hombre sigue ligado a ese deseo de ser
perjuicio para nosotros. Su Porvenir de protegido por una figura tan poderosa
la ciencia merece más que la condes­ como acogedora; por ello se forja a los
cendiente amnesia a la cual se le otorga dioses a imagen del padre. Mediante la
hoy derecho. ilusión religiosa intenta sustituir lo trági­
co de la existencia por una imaginaria
Edición: El porvenir de la ciencia, Doncel, reconciliación con su condición real. Por
1976. otra parte, la civilización exige que el
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morán), hombre renuncie a la satisfacción de cier­
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 493-495 y 508; tos deseos sexuales y agresivos, incom­
H. Peyre, Renán, col. «Sup. Philosophes», patibles con el orden social. Se sabe per­
P.U.F., 1950. fectamente que la prohibición del incesto
y la condena del asesino son universales.
Así, las renuncias diversas que la civili­
zación implica condenan al hombre a la
POR VEN IR DE U N A ILUSIÓ N (EL), insatisfacción permanente. Una vez más,
D ie Zukunft einer Illusion, 1927. la religión compensa esta insatisfacción:
S ig m u n d F reu d , 1856-1939. magnificando el sentimiento de frustra­
ción de los hombres, alivia su desampa­
Según Freud, el sentimiento religioso ro y reviste a sus renuncias con un tinte
procede de una ilusión que arraiga en los de nobleza. ¿Acaso no les asegura que el
deseos inconscientes del hombre. La fun­ fin último de la vida no está en la tierra,
ción primordial de la religión es una fun­ y que las múltiples privaciones sufridas
ción consoladora frente a la «dureza de la han sido aceptadas por amor de un Dios
vida». El hombre está en efecto conde­ bueno que sabrá recompensarlos cuan­
nado a afrontar la angustia y el sufri­ do llegue el momento?
miento, a anticipar su propia muerte; por Freud distingue aquí claramente la ilu­
ello busca el apoyo de una ilusión que le sión del error. El error depende de la lógi­
ayude a sobrevivir. ca, mientras que la ilusión brota de la
Al origen de la ilusión religiosa se afectividad. El error no supone, al con­
encuentran los deseos más anárquicos trario que la ilusión, una ruptura con lo
del hombre. La religión le ofrece efecti­ real. Si el error puede ser rectificado, la
vamente la posibilidad de realizar esos ilusión que, a semejanza del sueño, rea­
deseos inconscientes que reenvían al esta­ liza un deseo inconsciente, permanece
do de desamparo e indigencia que carac­ indiferente a la realidad. Por ello, jamás
teriza a la infancia (deseo de ser amado es desmentida. La ilusión obedece en efec­
y protegido). El consuelo que aportan las to a una necesidad de orden afectivo: «Así,
ideas religiosas supone así la reactivación llamamos ilusión a una creencia cuando
de la figura protectora y consoladora por en su motivación prevalece la realización
excelencia, la imagen del padre, pues de un deseo, sin que al hacerlo tengamos
el adulto no puede nunca superar total­ en cuenta las relaciones de esta creencia
mente al niño que ha sido: «Esas ideas, con la realidad, al igual que la ilusión mis­
que pretenden ser dogmas [...], son ilu­ ma renuncia a ser confirmada por lo real.»
siones, la realización de los deseos más Analizando las observancias y prácticas
profundos, más fuertes y más apre­ religiosas, Freud establece una analogía
miantes de la humanidad; el secreto de entre la religión y la neurosis obsesiva. Esta
su fuerza radica en la fuerza de esos de­ neurosis se caracteriza efectivamente por
seos. Lo sabemos ya: la impresión terrorí­ síntomas compulsivos. La noción de com-
491 POST-SCRIPTUM DEFINITIVO Y NO CIENTÍFICO A LAS MIGAJAS FILOSÓFICAS

pulsión designa un tipo de conductas que El pensamiento de Teilhard de Char­


el sujeto se ve obligado a seguir para luchar din continúa siendo original en el sentido
contra su propia angustia. Tales conduc­ de aliar la fe del sacerdote con el rigor del
tas son repetitivas y se imponen al sujeto científico.
como verdaderos ritos conjuratorios. Es
posible así establecer un paralelo entre el Edición: El porvenir del hombre (tr. C. Cas­
ceremonial obsesivo y el ceremonial reli­ tro), Taurus, 1967.
Estudio: C. Tresmontant, Introducción al
gioso. En los dos casos se trata, para el eje­ pensamiento de Teilhard de Chardin, Tau­
cutante, de exorcizar su angustia. «En vir­ rus, 1968.
tud de esta concordancia — escribe
Freud— , podría uno arriesgarse a conce­
bir a la neurosis obsesiva como compa­
ñera patológica de la formación de las reli­ POST-SCRIPTUM DEFINITIVO Y N O
giones y calificar a la neurosis de religiosidad CIENTÍFICO A LAS MIGAJAS FILO­
individual, y a la religión de neurosis obse­ SÓFICAS, Afsluttende uvidenskabelig
siva de la humanidad.» Efterskrift til de «Philosophiske smu-
Freud observa finalmente que, contra­ ler», 1846.
riamente a lo que la opinión pública cree S0REN A a b y e K e r k e g a a r d , 1813-1855.
por lo general, la religión ha contribuido
muy poco en el mejoramiento del hom­ Esta obra es central en el pensamiento
bre. Efectivamente, en la medida en que kierkegaardiano. Enlazando con las ->•Miga­
la religión está enraizada en los deseos jas filosóficas, aborda en ella directamen­
inconscientes, parece mal situada para te cuestiones que hasta entonces habían
pretender constituirse en soporte de la permanecido en el estado de esbozos. Kier­
moralidad. kegaard expone aquí su célebre tesis del
devenir subjetivo. Rechazando todos los
Edición: El porvenir de una ilusión (tr. L. sistemas lógicos que pretendían hacer entrar
López-Ballesteros), en Obras completas,
a la existencia en el universo del discurso
t. VIII, Biblioteca Nueva, 1974.
Estudio: E. Jones, Théorie et pratique de especulativo, el autor recalca con virulen­
la psychanalyse, Payot, 1969. cia e ironía el drama de la existencia huma­
na, su dolorosa andadura, su hundimiento
siempre posible en la desesperación.
Es en el Post-scriptum donde Kier­
PORVENIR DEL HOMBRE (EL), L ’Ave- kegaard desarrolla el término «existen­
nir de l ’homme, 1959. cial». Esta palabra aparecía en su dia­
P ierre T eilhard de C h a r d in , 1881-1955. rio, mas aquí toma un sentido radical y
de alguna manera ofensivo. Los filóso­
Este conjunto de textos es solidario de fos, a ejemplo de Hegel, identifican la
->■La Aparición del hombre. Es una reco­ verdad con la certeza fundada en la
pilación de ensayos redactados entre 1920 razón. Kierkegaard, por el contrario,
y 1952, en los cuales intenta el autor con­ hace que se despliegue en lo existencial,
cebir el futuro como paleontólogo y con­ esto es, en las profundidades de la sub­
siderar no al hombre social o histórico, jetividad del pensador. «La subjetividad
sino al hombre en tanto que especie bio­ es la verdad», fórmula célebre del filó­
lógica. Teilhard afirma la necesidad de sofo, subraya claramente la relatividad
incluir en la investigación científica la pre­ y en último término la esterilidad del
ocupación del futuro. Si no es posible pre­ saber objetivo. La verdad no es un sis­
ver el porvenir biológico de la especie tema lógico, sino un itinerario existen­
humana con una certeza matemática, es cial constituido por la paradoja, el absur­
sin embargo cierto que se halla en for­ do y la incertidumbre. La verdad, como
mación una ciencia del futuro, y que ésta la filosofía, se vive. N o se la enseña,
no cesará de desarrollarse y refinarse. se la experimenta.
PRAGMATISMO 492

Este largo ensayo está en consecuen­ ca a lo verdadero, y a su relación con lo


cia orientado en gran parte contra los real, en el centro de su reflexión. Lo ver­
hegelianos, y en concreto contra ciertos dadero no es el espejo de la realidad, por
representantes de la Iglesia danesa que, la sencilla razón de que no hay espejo
en la época de Kierkegaard, contaba con delante de la realidad. Tanto en el orden
numerosos partidarios de Hegel. material com o en el orden moral, hay
Para el pensador danés, lo que impor­ acciones, instrumentos, ideas abstractas
ta es la apropiación de la verdad subje­ que expresan posibilidades de actuar. «Lo
tiva, a saber: la afirmación de la irre- verdadero es aquello que sirve», lo que
ductibilidad de cada hombre y de cada extiende nuestra acción sobre las cosas.
conciencia. Mas esto no podría darse Una idea no es verdadera en principio,
sin un cara-a-cara con Dios. El «devenir sino que deviene verdadera si suscita en
subjetivo» es también un devenir cris­ nosotros una creencia susceptible de diri­
tiano. gir eficazmente nuestra acción.
El Post-scriptum es fundamental para El pragmatismo generalizado no es más
la filosofía contemporánea. Su influencia que la extensión del pragmatismo cientí­
sobre el pensamiento de Jaspers, H ei­ fico de Poincaré (para el que la verdad es
degger, Marcel y Sartre ha sido hasta tal juzgada según el criterio de comodidad).
punto profunda que su autor es conside­ Así, por ejemplo, la salvación no es ni
rado, según fórmula ya consagrada, como cierta ni imposible: es una partida a jugar,
«el padre del existencialismo». y la hipótesis de Dios debe ser tenida por
verdadera si esta creencia nos procura un
Edición: Post-scriptum définitif et non beneficio moral. La concepción según
scientifique aux Miettes philosophiques (tr. la cual la verdad debe ir haciéndose per­
P. Petit), col. «Tel», Gallimard, 1989.
mite así, en James, conjugar en perfec­
Estudios: R. Jolivet, Introducción a Kier­
kegaard (tr. M. Rovira), Gredos, 1950; J. ta armonía el punto de vista de la ciencia
Wahl, -+ Études fcierfcegaardiennes, Vrin, y las aspiraciones religiosas y morales.
1974 (4.a ed.). El pragmatismo de James, al igual que
todo el pragmatismo americano, está sos­
tenido por un «empirismo radical», tanto
en el dominio científico y moral como en
PRAGMATISMO (EL), Pragmatism: a el dominio religioso. Este empirismo inter­
New Ñame fo r Some Oíd Ways o f Thin- viene a dos niveles:
king. Popular Lectures on Philosophy, — Porque se perciben intuitivamente
1907. ante todo ciertas verdades (por ejemplo,
W il u a m Ja m e s , 1842-1910. la iluminación interior en el dominio reli­
Colección de conferencias. gioso) que se satisfacen con el solo crite­
rio de su valor práctico.
William James hace suyo el célebre — Y cuando el empirismo interviene
principio de Charles Sanders Peirce que igualmente no sólo en el punto de parti­
dice que la concepción completa de un da, sino como verificación de una hipó­
objeto es la suma de todos los efectos tesis.
prácticos que a nuestro juicio son pro­ Toda idea, tanto la del hombre de la
ducidos por él. Pero James interpreta este calle como la del sabio, es «experimen­
principio en el contexto de una teoría tal», esto es, un plan de acción; y el espí­
de la verdad, y no en el de una teoría del ritu pragmatista es un espíritu experi-
significado como lo hace Peirce. Para este mentalista.
último, en efecto, el pragmatismo no tie­
ne por objeto determinar la verdad de las Edición: Pragmatismo (tr. L. Rodríguez),
Orbis, 1985.
cosas; lo que le importa es un método
Estudio: É. Callot, William James et le prag-
para ensayar en la práctica el sentido de matisme, Champion-Slatkine, París-Gine-
las palabras. James, por el contrario, colo­ bra, 1985.
493 PREGUNTA POR LA COSA (LA )

PREFACIO PARA EL TRATADO DEL suerte», concluye Pascal, «que toda la serie
VACÍO, Préface pour le Traité du Vide, de hombres, en el curso de tantos siglos,
1663. debe ser considerada como un mismo hom­
B la ise P a s c a l , 1623-1662. bre que subsiste siempre y que aprende
continuamente.»
En tomo al año 1651, Pascal, defini­ Como puede verse, este texto denso y
tivamente convencido de la existencia de valiente anuncia directamente algunas de
la gravedad, decide redactar un gran Tra­ las más importantes tesis del positivis­
tado del vacío en el cual demostrará que mo de Auguste Comte.
los efectos hasta entonces atribuidos al
«horror al vacío» no son más que casos Edición: Préface pour le Traité du vide, en
particulares de la ley universal del «equi­ Traites scientifiques, col. «Les Intégrales de
philo», Nathan, 1990.
librio de los líquidos», o estática de los flui­ Estudio: P. Guenancia, Du vide á Dieu.
dos. De ese tratado, que probablemente Essai sur la physiq ue de Pascal, col. «Algo-
jamás pudo terminar, no nos queda más rithme», Maspero, 1976.
que un proyecto de prefacio que sería
publicado en 1663 por iniciativa de Flo­
rín Périer.
Contrariamente a lo que podría hacer PREGUNTA PO R LA C O SA (LA). La
creer su título, el Prefacio para el Tra­ doctrina kantiana de los principios tras­
tado del vacío aborda muy someramen­ cendentales, Die Frage nach dem Ding.
te, y de manera bastante elíptica, el pro­ Zu Kants Lehre von den transzenden-
blema del vacío. En realidad, su objeto es talen Grundsátzen, 1962.
otro, y su alcance muy superior a una M a r t in H eidegger , 1889-1976.
simple puesta a punto de un problema
que Pascal había ya ampliamente deba­ La obra recoge el texto de un curso
tido. Se trata más bien de un vigoroso dado en la universidad de Friburgo de Bris-
manifiesto en favor del método experi­ govia en 1935-1936, bajo el título: «Cues­
mental. En ninguna otra parte es el autor tiones fundamentales de metafísica».
más claro: las experiencias son «los úni­ Partiendo de la cuestión «¿Qué es una
cos principios de la física». A la natura­ cosa?», Heidegger muestra aquí que en
leza, y no al puro pensamiento especu­ filosofía, contrariamente a lo que sucede
lativo, es a donde hay que acudir en último en las ciencias, es imposible acceder inme­
término para confirmar o condenar nues­ diatamente a la cuestión. La palabra «cosa»
tras hipótesis. Así, Pascal afirma, con­ se entiende, en efecto, de múltiples mane­
tra Descartes, la autofundamentación ras. ¿En qué límites vamos a fijar la signi­
del discurso científico, que determina libre­ ficación de la palabra? ¿De qué cosa habla­
mente tanto las reglas a las que obede­ mos? Si de lo que queremos hablar es de
ce como los conceptos a partir de los cua­ las cosas que nos rodean, tal vez sean las
les está construido. ciencias las que mejor nos digan lo que
Con esta afirmación, Pascal inaugura son. Así, «la mineralogía y la química son
una distinción radical entre dos órdenes de las que mejor y más pronto nos dicen lo
conocimiento: las disciplinas que, como la que es una piedra». Resta entero, sin
física, se apoyan en el razonamiento y la embargo, el problema de saber lo que
experiencia, y las que, como la teología o determina la coseidad de las cosas, «lo que
la historia, se fundan en la autoridad de los de una cosa como tal hace precisamente
textos y en la fe. Si estas últimas no pue­ una cosa». Este nuevo cuestionamiento lle­
den experimentar nuevos desarrollos, va a Heidegger a examinar, en la segun­
encontrándose tan «limitadas [...] como los da parte del texto, la interrogación kan­
libros en los que están contenidas», las cien­ tiana sobre la cosa, tal y como se encuentra
cias experimentales en cambio están abier­ expuesta en la Analítica trascendental
tas a la era indefinida del progreso. «De de la ►Crítica de la razón pura. En Kant,
PRIMEROS ANALÍTICOS 494

la pregunta «¿Qué es una cosa?» equiva­ sionalmente hasta que su incontestabili­


le, a fin de cuentas, a la pregunta «¿Quién dad sea establecida por los resultados. Los
es el hombre?». Lo cual significa que es modos del ser no pueden ser conocidos
preciso comprender al hombre como «el en sí mismos; sin embargo, Spencer retie­
que desde siempre salta por encima de las ne como verdaderas un cierto número de
cosas», cosas que se le ofrecen al tiempo nociones: la indestructibilidad de la mate­
que lo retrotraen por detrás de sí mismo. ria, la continuidad del movimiento, la per­
sistencia de la fuerza, la persistencia de las
Edición: La pregunta por la cosa (tr. E. Gar­ relaciones entre las fuerzas, la transfor­
cía Belsunce), Orbis, 1985. mación y la equivalencia de las fuerzas, las
Estudios: O. Póggeler, El camino del pen­
sar de Martín Heidegger (tr. F. Duque), leyes de dirección de los movimientos.
Alianza, 1993; M. Haar (dir.) Martin Hei­ Spencer desemboca en la cuestión del rit­
degger, Cahiers de L ’Herne, n.° 45, L’Her- mo del mouim iento, lo cual lo conduci­
ne, 1983. rá, en la cima de su escalada por el cono­
cimiento científico, por vías diversas, entre
las que se incluye la estética, puesto que
el ritmo se manifiesta en todas las formas
PRIM EROS A N ALÍTIC O S. de movimiento: «La medida de una dan­
A r istó teles . za está producida por la alternancia de
Véase ORGANON. contracciones musculares fuertes con otras
más débiles [...]. La poesía es una forma
de discurso en la que el énfasis reapare­
ce regularmente, es decir, en la cual el
PRIM EROS PRINCIPIO S, First Princi­ esfuerzo muscular de la pronunciación tie­
pies, 1862. ne períodos definidos de mayor y de
H erbert S pe n c e r , 1820-1903. menor intensidad, períodos que son com­
plicados por nuevos períodos que res­
Obra maestra de Spencer, este texto ponden a la sucesión de los versos.»
es la base de una serie que comprende: La ley que Spencer extrae de esta filo­
-> Principios de biología, -*• Principios sofía general fundada en el conocimiento
de psicología, -* Principios de sociolo­ científico concierne a la evolución y a la
gía y Principios de ética. disolución: toda cosa proviene de lo imper­
La obra está dividida en dos partes: lo ceptible para desaparecer de nuevo en lo
incognoscible y lo cognoscible. La prime­ imperceptible. Así, para el hombre, toda
ra parte separa claramente el dominio existencia se encuentra delimitada entre
de la ciencia y el de la religión; la segun­ esas dos zonas de lo imperceptible que la
da plantea el problema de la filosofía, a la hacen ser y después desaparecer. Y Spen­
que el autor define como «el conocimien­ cer explícita esta ley: «En consecuencia, la
to de grado más elevado». Si la filosofía se ley universal de la redistribución de la mate­
afirma como «el conocimiento totalmen­ ria y del movimiento debe ser que los cam­
te unificado», la ciencia no puede ser más bios que se producen van del estado difu­
que «el conocimiento parcialmente uni­ so imperceptible a un estado concentrado
ficado». Los primeros principios tienen perceptible y, desde ahí, retoman a un esta­
pues por objeto a la filosofía general, mien­ do difuso imperceptible; esta ley es la que
tras que los volúmenes siguientes tendrán opera en la unificación de grupos de cam­
por objeto a la filosofía especial, dividida bios aparentemente desemejantes, como
en partes determinadas por la naturaleza también en la unificación de la marcha ente­
de los fenómenos estudiados. ra de cada grupo.» A partir de aquí pue­
A la cuestión de saber qué camino debe den ser concebidas una evolución simple
tomar la filosofía, Spencer responde cate­ y una evolución compuesta.
góricamente: las leyes de la naturaleza A la ley de evolución están dedicados
deben ser tenidas por verdaderas provi­ cuatro capítulos del libro; esta ley consis­
495 PRÍNCIPE (EL)

te en lo esencial en afirmar que la evolu­ nómica, 1993; J. Vuillemin, Physique et


ción es «en su aspecto primario, el paso métaphysique kantiennes, P.U.F., 1987.
de una forma menos coherente a una for­
ma más coherente por la acción de la disi­
pación del movimiento y de la integración
de la materia». La ley conduce así a espe­ PRÍNCIPE (EL), II Principe, 1532.
cificar que «la materia pasa de una homo­ N ic o l á s M a q u ia v e l o (Niccoló Machia-
geneidad relativamente indefinida e inco­ velli), 1469-1527.
herente a una heterogeneidad relativamente
definida y coherente». El Príncipe, como tantas obras maes­
Se puede relacionar a Spencer con la tras destinadas a la inmortalidad, tuvo una
corriente de la filosofía positivista y situar­ creación fulgurante. Algunas semanas bas­
lo entre Auguste Comte — por su distri­ taron en efecto a Maquiavelo para dirigir
bución de los objetos de estudio— y Hen- a Lorenzo de Médicis, nieto del «Magní­
ri Bergson — por sus análisis de la noción fico» y «Magnífico» él mismo, este opús­
de evolución. culo sobre el arte de gobernar.
La obra consta de veintiséis capítu­
Edición: First Principies, Londres (1862), los, cuya estructura es transparente, aun­
reimp. de la ed. de 1904 en el vol. I de The que su composición no se ajusta exacta­
Works ofHerbert Spencer, Osnabrück, Otto mente a la forma de un «tratado». Después
Zeller, 1966. de haber clasificado a los Estados según
Estudíios: F. Copleston, Historia de la filo­
su tipo (cap. I), Maquiavelo examina la
sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V.
Camps), Ariel, 1985, cap. V; O. Gaupp, manera de conquistarlos y conservarlos
Spencer (tr. J. González), Revista de Occi­ (caps. II a XI). Los capítulos XII a XIV están
dente, 1930, cap.II; A. Lalande, Les Illu- dedicados a cuestiones militares (Maquia­
sions éuolutionnistes, Alean, 1930. velo se declara opuesto al mercenariado
y propone un ejército nacional). En los
capítulos X V a XXIII es donde se encuen­
tra lo esencial de lo que la posteridad ha
PR IM ERO S PR INC IPIO S METAFÍ- retenido con el nombre de «maquiavelis­
SICOS DE LA CIENCIA DE LA NATU­ mo»; los consejos al político para la con­
RALEZA, Metaphysische Anfangs- servación del poder. Los tres últimos capí­
gründe der Naturwissenschaft, 1786. tulos (XXIV a XXVI) contienen una
Im m a n u e l K a n t , 1724-1804. llamada a la liberación y a la unificación
de Italia.
Este escrito es la primera parte de una El Príncipe es un tratado del poder polí­
obra más vasta proyectada por Kant, una tico. Mas contrariamente a las muy nume­
metafísica completa de la naturaleza. Los rosas obras que trataban del mismo tema
Primeros principios presentan una teo­ y en la misma época (Erasmo, Budé), este
ría general de la materia, concebida como escrito no está redactado en absoluto para
movimiento resultante de dos fuerzas anta­ la edificación del futuro soberano. La polí­
gónicas y primitivas: la atracción y la repul­ tica no es presentada aquí como la apli­
sión. Esta concepción dinámica de la cación de normas morales, de valores tras­
materia (extraída de Leibniz y opuesta al cendentes, y el hombre político no es
atomismo) admite la existencia de un espa­ considerado como el delegado en la Tie­
cio vacío, concepto que designa no obs­ rra del poder divino. Harto esclarecedores
tante una realidad incognoscible. son, por ejemplo, los consejos sobre la
actitud que el Príncipe debe tomar con res­
Edición: Principios metafísicos de la cien­ pecto a la religión: en modo alguno inten­
cia de la naturaleza (tr. C. Másmela), Alian­ tar someter a ella la política; por el con­
za, 1989.
Estudios: E. Cassirer, Kant: vida y doctri­ trario, el gobernante debe esforzarse en
na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Eco­ manipular en beneficio propio las creen-
PRINCIPIA ETH1CA 496

cías del pueblo, sin preocuparse de la «ver­ fuerza. Mas la guerra es la verdad de la
dad» intrínseca de éstas. política. Si deben existir la libertad y el
La misión del Príncipe no es pues la derecho, hay que construirlos con todas
de instaurar (o restaurar) un orden ideal las armas.
de acuerdo con los valores absolutos. La Se ha discutido hasta el infinito la sig­
política se ejerce siempre a partir de una nificación que Maquiavelo mismo daba
realidad concreta singular, y sobre ella se a este pequeño libro: ¿es un manual para
actúa para transformarla. Contra toda uto­ uso de tiranos?, ¿o nos encontramos más
pía (y aquí es Platón a quien el autor tie­ bien ante un pensador que «enciende la
ne en mente), Maquiavelo restaura en sus mecha» al desvelar a los pueblos los secre­
derechos «la verdad efectiva de la cosa». tos de sus opresores (com o pensaban
Y la verdad es que la política significa ante Diderot y Rousseau)? Lo único cierto es
todo conflicto. Si hay — en un sentido— que pocas obras han desencadenado tan­
un orden a restaurar, se hace siempre tas pasiones como ésta. N o hay más que
contra un desorden anterior, el desorden ver el número de refutaciones que El Prín­
que resulta del enfrentamiento de fuerzas cipe ha provocado (en concreto, el Anti-
antagonistas. El político (tanto si detenta Maquiavelo de Federico II). Los pensa­
el poder como si está en lucha por con­ dores políticos que en él se han inspirado
seguirlo) ocupa en estos conflictos una (Montesquieu, Spinoza) no citan casi nun­
cierta situación, en el interior de la cual ca su nombre. Y jamás, en todo caso, ha
dispone de un cierto margen para actuar. cesado de escandalizar, de producir males­
Pero actuar es producir efectos que deter­ tar. Estamos al menos ante una obra que
minarán al adversario a reaccionar, según ha resistido todo intento de ser atenua­
modalidades que jamás pueden ser total­ da o recuperada.
mente previstas. Es misión del político
administrar esa parte de lo aleatorio que Edición: El Príncipe (tr. H. Puigdoménech),
Maquiavelo llama «fortuna». En esto resi­ Tecnos, 1988.
de la virtud del político, cuya encarna­ Estudios: L. Strauss, Meditación sobre
ción difícilmente superable sigue siendo Maquiavelo, Centro de Estudios Constitu­
cionales, 1964; A. Gramsci, Notas sobre
César Borgia. Maquiavelo (tr. J. Aricó), Nueva Visión Espa­
Pero esto no significa en modo algu­ ñola, 1980; Cl. Lefort, -+ Le Travail de
no para Maquiavelo que todos los com­ Voeuvre, Machiavel, col. «Tel», Gallimard,
bates hayan de ganarse, ni que la efica­ 1986.
cia sea lo único que confiere valor a la
práctica política. Hay buenos y malos
combates, y el autor se esfuerza justa­
mente en designar y reforzar la buena vía. P R IN C IP IA ETHICA, 1903.
Mas aquel que en política se olvidara de G eorge E d w a r d M o o r e , 1873-1958.
la eficacia, aquel que quisiera conservar
sus manos limpias y un alma pura, sim­ Recibido por los jóvenes de Cambrid­
plemente no sabría lo que buscaba. La ge como una verdadera carta magna y
voluntad de ser moral a cualquier precio por los filósofos como la crítica del natu­
(no mentir, no desdecirsee, no permitir­ ralismo, este tratado de Moore ha mar­
se el uso de la violencia) puede incluso cado su época por su denuncia de la volun­
conducir — y en efecto conduce casi siem­ tad de analizar lo inanalizable. N o le falta
pre— a resultados históricos catastróficos razón cuando inserta com o epígrafe:
incluso desde el punto de vista de la moral: «Cada cosa es lo que es y nada más.» Y
más violencia todavía, más sangre aún. el prefacio vuelve sobre esta advertencia:
Dicho brevemente, Maquiavelo no la mayoría de las dificultades surgen por­
piensa que entre el bien y el mal no haya que se busca responder a cuestiones de
diferencia alguna; y en vano se buscaría las que no se sabe qué es lo que «cues­
en E l Príncipe la menor apología de la tionan».
497 PRINCIPIA MATHEMATICA

El predicado «bueno» (y su contrario su propósito principal es el de reducir las


«malo») es el objeto de la ética; pero se matemáticas a la lógica. Después de una
aplica tanto a la conducta como a multi­ introducción que expone las principales
tud de otras cosas. Es preciso aclarar qué nociones y desarrollos de teorías que son
es lo que está universalmente ligado al sobre todo específicas de Russell, la obra
«bien» y sobre todo qué es ese predicado. ofrece, en una primera parte, una magis­
La respuesta a la última cuestión es que tral presentación de la lógica matemática
el bien, en tanto que predicado, es inde­ antes de intentar, en las partes que siguen,
finible. la reducción de la aritmética a la lógica. La
Moore denuncia la falacia naturalista lógica matemática elaborada está cierta­
de hacer creer que el objeto denotado por mente inspirada en la de Frege, mas tam­
el término «bien» podía ser identificado con bién debe mucho a Giuseppe Peano en lo
alguna otra cosa. Pero no hay que con­ referente al formalismo adoptado. Coloca
fundir las proposiciones éticas con las leyes en el primer rango la noción de función
de la naturaleza ni con los imperativos: proposicional, y desarrolla una teoría lla­
después de haber discutido sobre lo que mada «teoría exenta de clases» («no-class
es «bueno» en sí mismo y sobre las cosas theory») que no responde a sus objetivos
que son buenas en sí mismas, es preciso nominalistas y elimina las clases en bene­
poder descubrir qué conducta permite obte­ ficio más de los atributos que de los indivi­
ner el bien com o resultado. Esto es de duos, e insiste sobre todo en las relaciones.
hecho lo esencial, puesto que la ética bus­ A lo largo de la obra, donde es elabo­
ca no lo que debe ser, sino lo que noso­ rada concretamente una aritmética de las
tros deberíamos hacer. relaciones de la que Russell se lamenta­
rá que haya pasado inadvertida, la reali­
Edición: Principia Ethica (tr. N. Roig), Laia, zación del programa logicista es prose­
1982. guida hasta los últimos confines posibles.
Estudios: W. P. Alston y otros, Los oríge­ La amplitud y el vigor de esta realización
nes de la filosofía analítica: Moore, Rus­
hacen de los Principia una de las obras
sell, Wittgenstein (tr. C. García Trevijano y
otros), Tecnos, 1976; F. Armengaud, Para- maestras de nuestro tiempo, incluso aun­
doxe et sens commun: George Edward Moo­ que las dificultades y los límites de la
re et la genése de la philosophie analytique, empresa aparezcan bien pronto.
Méridiens-Klincksieck, 1985. El programa logicista exige definir los
conceptos matemáticos a partir de con­
ceptos lógicos (y, concretamente a propó­
sito del número, Russell y Whitehead van
PRINCIPIA M ATH EM ATICA, 1910, a adoptar una posición muy próxima a la
1912 y 1913. de Frege, el primero que concibió este pro­
B e r t r a n d R u s s e l l , 1872-1970, y grama), presentar las proposiciones mate­
A lfred N o r t h W h iteh ea d , 1861-1947. máticas en términos puramente lógicos
(esas proposiciones son definidas aquí como
Surgida de una larga colaboración entre implicaciones formales entre funciones pre­
Russell y Whitehead, esta obra consta de posicionales), y mostrar que todos los teo­
tres volúmenes, publicados, respectiva­ remas de la matemática pueden ser deri­
mente, en 1910, 1912 y 1913. Un cuar­ vados de axiomas lógicos. Este último punto
to volumen, que debía estar dedicado a confiere a la empresa un carácter axio­
la geometría y a la teoría del espacio, no mático. Mas la incompletud de todo siste­
ha visto jamás la luz, habiendo decidido ma formal puesta en evidencia por Kurt
cada uno de los autores publicar sus pro­ Godel en 1931, llevará a concluir, acaso
pios trabajos sobre la cuestión. un tanto precipitadamente, el hundimien­
Los Principia mathematica se inscri­ to definitivo del logicismo.
ben en el proyecto logicista de funda- Si Russell y Whitehead pudieron llevar
mentación de la matemática, es decir, que adelante la realización del programa logi-
PRINCIPIO DE CRUELDAD (EL) 498

cista, fue porque ambos compartían una mado «de reducibilidad», que sólo permite
concepción de la lógica muy amplia, que considerar el orden mínimo dentro de un
incluía a los sistemas de segundo orden y tipo dado. Este axioma no es lógico, lo cual
de orden superior, y admitían los con­ le acarreará una severa crítica por parte de
juntos. Pero ello no impidió que las difi­ Wittgenstein. En la segunda edición de la
cultades apareciesen muy rápidamente. obra en 1927, Russell abandonará el axio­
Russell y Whitehead admiten en efecto ma de reducibilidad, pero conservará la teo­
en los Principia el axioma de infinito, ría ramificada de tipos.
que enuncia que para todo número natu­ Expresión acabada del logicismo, los
ral existe un número natural mayor que Principia mathematica estaban destina­
él, y el axioma de elección (llamado tam­ dos a correr la misma suerte que éste, y
bién «axioma multiplicativo»), que dice que muchos la ven hoy como una obra caduca
para cada conjunto de conjuntos disyun­ dado que el programa logicista ha queda­
tas no vacíos, hay al menos un conjunto do seriamente quebrantado, al igual tal vez
que tiene exactamente un miembro en que cualquier otra tentativa de dar una res­
común con cada uno de los conjuntos puesta única al problema de la fundamen-
miembros. Russell admite que el axioma tación de la matemática. Frank P. Ramsey,
de infinito pueda ser aceptado o recha­ Carnap, Quine, por citar sólo los más
zado por consideraciones puramente importantes, no han cesado de situarse por
empíricas, y que este axioma, al igual que relación a los Principia mathematica para
el axioma de elección, sea «existencia!» evaluar sus desarrollos y resultados y para
y no «lógico». La admisión de estos axio­ proponer enmiendas a tal o cual tesis de
mas representa una primera limitación Russell y Whitehead; ¿qué mejor manera
del logicismo, mas es la admisión del axio­ de rendir homenaje a este monumento del
ma llamado «de reducibilidad» lo que va a pensamiento humano?
provocar las objeciones más graves diri­
gidas contra Russell y Whitehead. Ediciones: Principia mathematica, Cam­
El axioma de reducibilidad se encuen­ bridge University Press, 3 vols, reímp. 1957.
tra en efecto asociado a la teoría de los tipos. (Existe una edición abreviada en castellano
Uno de los mayores problemas planteados que incluye las introducciones de 1910 y
1927, la Primera Parte, la Sección A de la
a la lógica y a la matemática a comienzos
Segunda, y los Apéndices A y C, Paraninfo,
de siglo había sido el de las paradojas. Des­ 1981.)
de 1903, en el Apéndice B de los Princi­ Estudio: J. Vuiilemín, Legons sur la pre-
pios de la matemática (Principies ofM at- miére philosophie de Russell, Armand
hematics), Russell había propuesto, bajo el Colín, 1968.
nombre de «doctrina de los tipos», su solu­
ción a las paradojas. Una vez refinada, esta
doctrina se convertirá en la «teoría de tipos»,
cuyo principio es que cada predicado per­ PRINCIPIO DE CRUELDAD (EL), Le
tenece a un tipo determinado y no puede principe de cruauté, 1988.
ser introducido sin riesgo de caer en sin- C lé men t R o ss e t , nacido en 1939.
sentidos más que en expresiones de un tipo
inmediatamente inferior. Esta estratifica­ Partiendo de la idea de que lo real es
ción de niveles del discurso comportaba «cruel» (duro, inhumano, indigesto), Rosset
algunos problemas, concretamente el rela­ propone los dos principios de una «ética de
tivo a la existencia de una variable univer­ la crueldad»: el principio de realidad sufi­
sal. Mas Russell no se arredra por ello e ciente y el principio de incertidumbre.
introduce diversos órdenes en el interior de Toda filosofía es una teoría de lo real,
los tipos en la «teoría ramificada de tipos» una contemplación interpretativa y crea­
que aparece en los Principia mathemati- tiva de la realidad tomada en su totalidad.
ca. Para evitar dificultades suplementarias, Contra la filosofía occidental, que es una
se ve obligado a introducir un axioma, lla­ reflexión sobre la insuficiencia de lo real
499 PRINCIPIOS DE BIOLOGÍA

(la realidad no puede ser filosóficamente tracción hecha de las pulsiones sexua­
tomada en cuenta más que recurriendo a les) que Bloch desarrolla en el tomo I, con­
un principio exterior a la realidad), Ros- sagrado al estudio de lo pre-consciente,
set, en la tradición de Lucrecio, Spinoza el tomo II del Principio Esperanza, redac­
y Nietzsche, sostiene el principio de rea­ tado de 1938 a 1947, es la llave maes­
lidad suficiente que dice que lo real es tra de toda la obra.
lo único que importa y que se basta a sí Emst Bloch trata sucesivamente aquí de
mismo, rechazando así la ilusión de otro las particularidades conceptuales de las uto­
mundo. Ciertamente, la realidad es «cruel» pías médicas, arquitecturales, geográficas
cuando se la despoja de todo lo que no es y sociales. Trazando así el vasto panora­
ella; entonces se toma trágica y dolorosa, ma de las realizaciones y las esperanzas de
única y sin apelación. Esta suficiencia de la voluntad humana, reconstruye la histo­
lo real sobrepasa la facultad humana de ria a partir de las representaciones de lo
comprenderla y de aceptarla. que él llama el «paisaje deseado». El tomo
Según el principio de incertidumbre, III denunciará la razón técnica en benefi­
es propio de la naturaleza de la verdad el cio de un principio de transcendencia liga­
ser dudosa. El filósofo enuncia una verdad do a una conciencia de las funciones sagra­
a sabiendas de que es eminentemente das de la teología.
incierta, en otro caso no sería filósofo. Toda
verdad filosófica tiene una «virtud negati­ Edición: El principio esperanza (tr. F. Gon­
va»: elimina ideas mucho más falsas que la zález), Aguilar, 1975.
Estudio: J. A. Gimbemat, Ernst Bloch: uto­
verdad que ella enuncia a contrario.
pía y esperanza, Cátedra, 1983.
Oponiendo pensamiento moral y pen­
samiento trágico, Rosset enfrenta dos tipos
de filósofos: el «filósofo curandero», com­
pasivo e ineficaz, que dispone de falsos
P R IN C IP IO S DE B IO LO G ÍA , P rin ci­
remedios que permiten al hombre sobre­
pies o f Biology, 1864-1867.
vivir sin percatarse de la crueldad de lo real,
H erbert S pen c e r , 1820-1903.
y el «filósofo médico», despiadado y eficaz,
que dispone del único verdadero remedio
El concepto central de la obra es el de
(la administración de la verdad) que recon­
adaptación. Para Spencer, la vida proce­
forta a las naturalezas sanas y elimina a las
de en efecto a una adaptación continua de
débiles. Rosset, «filósofo médico», es un
las relaciones internas a las adaptaciones
pensador solitario y original que, en nom­
externas a las que está sometida. Hay una
bre de la unicidad de lo real, critica la filo­
interacción ininterrumpida entre el entor­
sofía occidental, a su juicio alienante, y
no y el organismo. Las variaciones astro­
defiende una visión trágica del mundo.
nómicas, geológicas, meteorológicas tie­
Edición: El principio de crueldad (tr. R. del nen como correlato variaciones orgánicas.
Hierro), Pre-Textos, 1994. Si no la palabra, al menos la idea de «bios­
fera» está presente ya en ese cuadro en el
que plantas y animales comparten un cir­
cuito de intercambios recíprocos en el seno
P R IN C IP IO E S P E R A N Z A (EL), Das de un elemento común. Así, factores inter­
Prinzip H offn un g, 1959. nos y factores extemos se responden mutua­
E r n s t B l o c h , 1855-1977. mente. De aquí la necesidad para el orga­
nismo de analizar el cambio, que rompe
El filósofo de la utopía evoluciona hacia el equilibrio y le obliga a reconstituir no sola­
una ontología del no-ser-todavía. En la mente un equilibrio indispensable, sino inclu­
constitución de una fenomenología de so una nueva estructura.
la conciencia anticipativa, y a continua­ Sin haber sido discípulo de Darwin,
ción de una teoría de las pulsiones (abs­ Spencer puede ser considerado, con su
PRINCIPIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA 50 0

«hipótesis del desarrollo», como el pre­ más igualitarias y que los individuos gocen
cursor de la tesis evolucionista. de una mayor independencia. Sin embar­
go, la igualdad total no es posible, y la liber­
Edición: Principies o f Biology (1864-67), tad es siempre preferible a la igualdad.
reimp. de la ed. de 1899 en The Works of A fin de minimizar los daños (empo­
Herbert Spencer, vols. II y III, Osnabrück,
Otto Zeller, 1966. brecimiento, crisis comerciales...) que engen­
Estudios: F. Copleston, Historia de la filo­ dra el capitalismo — cuyas ventajas son inne­
sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V. gables— , Mill propone varios remedios
Camps), Ariel, 1985, cap. V; O. Gaupp, sociales para asegurar el progreso social:
Spencer (tr. J. González), Revista de Occi­
la limitación del crecimiento demográfico,
dente, 1930; P. Tort, Spencer et le systéme
des sciences: naissance de l’évolutionnisme que permite un aumento del nivel de vida
liberal, P.U.F., 1987. (Mill es un maltusiano optimista y no un
puritano); la asociación de intereses, fun­
dada en las relaciones de independencia y
desarrollo entre diferentes grupos sociales,
PRINCIPIOS DE ECO N O M ÍA PO LÍTI­ concretamente entre obreros y empresa­
C A , Principies o f Política ! E co nomy, rios, en el seno de cooperativas; la igual­
1848. dad social entre hombres y mujeres.
J o h n S t u a r t M il l , 1806-1873. Escrita por uno de los más grandes
representantes del utilitarismo liberal, esta
Último gran representante de la econo­ obra será el libro de referencia de la eco­
mía clásica, Mill reformula, en una puesta nomía clásica, antes de que los Principios
a punto perfecta, las leyes y principios enun­ de economía política de Alfred Marshall
ciados por Adam Smith, David Ricardo, (1890-1907) tomen el relevo.
Jean Baptiste Say... Liberal, ardiente defen­
sor de la propiedad privada y de la concu­ Edición: Principios de economía política,
México, Fondo de Cultura Económica, 1951.
rrencia, considerando al laisser-faire como
Estudios: H. M. Magid, «John Stuart Mill»,
la regla y al socialismo (igualitarismo) como en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Histo­
tiránico, Mill admite no obstante una inter­ ria de la filosofía política (tr. L. García Urri-
vención del Estado: desempeñar un papel za, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México,
pedagógico e incitativo. Fondo de Cultura Económica, 1993, pp.
737-753; M.-M. Salort e Y. Katan, Les éco-
En efecto, aunque la intervención del nomistes classiques: d ’Adam Smith á Ricar­
Estado no es deseable en principio, pue­ do, de Stuart M ill á Karl Marx, Hatier,
de sin embargo revelarse necesaria. Por 1988.
una parte, los individuos no son siempre
capaces de juzgar y de actuar por ellos
mismos; por otra, los mecanismos del mer­
cado no pueden resolver automáticamente P R IN C IP IO S DE E C O N O M ÍA P O L Í­
todos los problemas, tales como la pobre­ T IC A Y TR IB U TAC IÓ N , On the Prin ­
za o la dureza de las condiciones de tra­ cipies o f Política! Economy and Taxa-
bajo. Para legitimar esta intervención, Mill tion, 1817.
distingue entre la producción, sometida D a v id R ic a r d o , 1772-1823.
a las leyes naturales, y la distribución,
sometida a las leyes positivas (humanas). Ésta es la obra principal de David Ricar­
Así, el progreso económico no se redu­ do. En ella expone su teoría d e l«hom o
ce al crecimiento (producción, creación de oeconomicus», es decir, procede a elabo­
riquezas), sino que exige también una mejor rar una teoría de los fenómenos econó­
distribución de las riquezas con vistas a micos que no toma en cuenta más que los
un mejoramiento de las condiciones de móviles económicos de los agentes. Para
vida. Por otra parte, el progreso social, que Ricardo — y aquí reside el interés y la ori­
debe ser distinguido del progreso econó­ ginalidad de su obra— , el universo eco­
mico, exige que las relaciones sociales sean nómico es susceptible de una comprensión
50 1 PRINCIPIOS DE LA ARITMÉTICA

racional, en razón de la racionalidad inma­ P R IN C IP IO S DE L A A R IT M É T IC A ,


nente al funcionamiento del sistema. Grundgesetze der Arithm etik, 1893 y
El autor propone una teoría del valor 1903.
inspirada en Adam Smith. El valor de una G o t t l o b F rege , 1848-1925.
mercancía depende de la cantidad de tra­
bajo necesario para la fabricación de ese Los Grundgesetze debían ser la gran
producto. Este trabajo es un trabajo medio, obra de Frege, que pretendía realizar con
en correspondencia con un cierto estado ella un proyecto concebido desde la
de las técnicas. Es conocida la deuda de Begriffsschrift [Conceptografía] (1879)
Marx con los análisis de Ricardo en la ela­ y bosquejado en -*■ Los fundamentos de
boración de su teoría del valor de cam­ la aritmética (1884). Decepcionado por
bio de las mercancías. El pasaje del valor la acogida dispensada al primer tomo,
al precio se efectúa mediante la moneda. aparecido en 1893, Frege esperará diez
El valor de la mercancía-trabajo está años antes de publicar el segundo (1903)
determinado por lo que el trabajador nece­ y renunciará finalmente a terminar la obra,
sita para reproducir sus capacidades de que debía comportar un tercer volumen,
producción y perpetuar la descendencia en gran parte descorazonado por las crí­
de otros trabajadores. El salario es el pre­ ticas muy pertinentes de Russell.
cio de esta mercancía-trabajo. Sobre este El proyecto es logicista. Se trata de
punto es igualmente manifiesta la influen­ deducir las leyes fundamentales de la arit­
cia de Ricardo sobre los análisis de Marx. mética por medios exclusivamente lógi­
En lo que respecta a la renta agríco­ cos. Frege dedica, por lo demás, en el
la, el autor desarrolla aquí una teoría más segundo volumen gran parte de su talen­
próxima a la de Malthus que a la de Smith to a criticar las concepciones formalistas.
(renta agrícola diferencial, en relación con Para él, las leyes de la aritmética no son
la fertilidad del suelo). las reglas formales de un juego; al igual
Sobre estas bases construye Ricardo una que las matemáticas no son un juego que
teoría de la evolución de la sociedad capi­ se regularía por reglas arbitrarias sobre
talista que no prevé ni subempleo ni crisis elementos que no poseen ninguna signi­
estructurales. El éxito de los Principios de ficación intrínseca. Las matemáticas son,
economía política y tributación fue asom­ por el contrario, una ciencia real, cuyo
brosamente rápido. Ricardo tuvo además fin es la verdad. Frege ve en la aplicabi-
muy pronto la ocasión de poner en prác­ lidad de las matemáticas a la experien­
tica las teoría liberales que proponía, pues­ cia la prueba de que no son reducibles a
to que dos años después de la publica­ un juego.
ción del libro, fue elegido miembro del Los Grundgesetze están escritos en
Parlamento, en el que defendió los intere­ un simbolismo que, por su complicación,
ses de los sectores industriales. El texto fue ha impedido que se los lea adecuada­
modificado en ediciones posteriores, a raíz mente. Russell, aunque reconociendo la
de las observaciones de Jean-Baptiste Say, importancia de esta presentación lógi­
con quien Ricardo mantenía correspon­ ca, preferirá adoptar el simbolismo de
dencia regular. Hoy día, los Principios son Giuseppe Peano. Mas es sobre todo el
considerados como el texto inaugural de descubrimiento por el mismo Russell de
una paradoja en la teoría de clases de Fre­
la economía liberal.
ge, lo que desanima a éste y le hace aban­
Edición: Principios de economía política donar su proyecto logicista — tras haber
y tributación (tr. J. Broc, N. Wolff y J. Estra­ intentado, sin embargo, salvarlo propo­
da), ed. P. Sraffa, México, Fondo de Cultu­ niendo una corrección técnica al incrimi­
ra Económica, 1970. nado Axioma V— . Lo cual no ha impe­
Estudio: K. Marx, Theorien über den
Mehrwert, Dietz, Stuttgart, 1905-1910, vols. dido que este libro haya quedado como
II y III (tr. francesa de G. Badia y otros, Mes- una obra de importancia capital para la
sidor-Editions sociales, 1976). filosofía de la lógica.
PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA 502

Edición: G run dgesetze der A r íth m e tik , la medicina, la mecánica y la moral.» La


reimp. Olms G., Hildesheim, 1962. vocación práctica de la filosofía está aquí
Estudio: A. Kenny, F rege (tr. C. García-
claramente afirmada.
Trevijano), Cátedra, 1997; Frege, n.° espe­
cial de la Revu e Intern a tio n a le de p h ilo ­ La primera parte, titulada «Los prin­
sophie, n.° 130, P.U.F., 1980. cipios del conocimiento humano», es una
exposición de la metafísica cartesiana (las
raíces del árbol). El contenido de las Medi­
taciones vuelve a ser evidentemente toma­
PRINCIPIOS DE L A FILOSOFÍA, P rin ­ do, mas es sumamente interesante com­
cipia philosophiae, 1644. parar en paralelo la presentación
R ené D esc ar te s , 1596-1650. respectiva de cada uno de los dos textos.
El orden es diferente: en las Meditacio­
Después de la publicación de las nes es el del descubrimiento, por tanto
-*■ Meditaciones metafísicas, Descartes analítico; en los Principios, el de las mate­
se propuso dar al público una exposición rias, por tanto dogmático. Estas compa­
sistemática de su filosofía, tanto sobre el raciones han dado pie a numerosas dis­
plano de la metafísica como en el de la cusiones entre los comentaristas del
física. El proyecto de los Principios res­ cartesianismo.
pondía a un doble deseo. Por una parte, La segunda parte («Los principios de
Descartes quería presentar el conjunto de las cosas materiales") es un hilo de unión
su sistema, del que el público no cono­ entre la metafísica y la física cartesianas.
cía más que la parte metafísica (las Medi­ En ella se ofrecen los fundamentos de la
taciones); la física no había sido revelada física exponiendo de manera sistemáti­
más que de manera parcial (en los ensa­ ca los principios del mecanicismo. Las
yos científicos que seguían al -+ Discur­ nociones de cuerpo, de extensión, de
so del método), y el Tratado del M un­ materia, de tiempo, de movimiento son
do había quedado archivado en razón del aquí elucidadas. Descartes trata igualmente
escándalo Galileo. Por otra parte, y prin­ de las leyes del choque, parte de la física
cipalmente, Descartes deseaba que su filo­ en la que no ha estado muy afortunado.
sofía figurase en un libro susceptible de La tercera parte («Del mundo visible»)
servir para la enseñanza. Los Principios revista una importancia particular, porque
de la filosofía adoptan en efecto la for­ está consagrada a la astronomía, discipli­
ma canónica de los tratados escolásticos: na en plena revolución en la época de Eíes-
cortos artículos numerados y precedidos cartes. Se trata aquí del movimiento de los
de un título. Por la misma razón, la obra planetas, de la formación del mundo mate­
apareció en latín; mas Descartes revisó y rial (las famosas «turbulencias»), de las man­
corrigió la versión francesa del abate Picot. chas solares, de los cometas. Los Princi­
N o hay que olvidar leer la carta-prefa­ pios aceptan la idea del movimiento de la
cio al traductor, que contiene una refle­ Tierra (Descartes milita en el campo de
xión sobre la naturaleza de la filosofía y Galileo), mas lo presentan para explicar
esclarece por tanto el título de la obra. hipótesis originales. La cuarta parte («De
La filosofía está definida como el estudio la tierra»), más elaborada, trata de la for­
«de todas las cosas que el hombre puede mación del globo terrestre y de los ele­
saber, tanto para la dirección de su vida, mentos (Descartes retoma aquí las cate­
como para la conservación de su salud y gorías antiguas: tierra, agua, aire, fuego),
la invención de todas las artes». Es en esta de diversos problemas físicos particula­
carta donde se encuentra la famosa ima­ res (el imán), y de las modalidades del cono­
gen del árbol: «Toda la filosofía es como cimiento científico.
un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el Podría pensarse que con los Principios
tronco es la física, y las ramas que salen de la filosofía, ese «anti-manual» al esti­
de ese tronco son todas las otras ciencias, lo escolástico, Descartes ha cedido a la
que se reducen a tres principales, a saber, tentación dogmática. Eso es a la vez ver­
503 PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO

dadero y falso. De un lado cae en la tram­ interior. Unificar lo subjetivo y lo objeti­


pa que él mismo había denunciado (con­ vo es lo que realizará la noción de «mora­
cretamente al final de la conversación con lidad objetiva» (Sittlichkeit).
Burman): elaborar una física imaginaria. El prefacio de esta obra es famoso:
Porque es incontestable que las explica­ Hegel caracteriza a la filosofía como cono­
ciones físicas son las que más y peor han cimiento de lo que es; ella no tiene que
envejecido. N o hay más que considerar decir lo que el mundo «debe ser»: «La
las leyes del choque: a excepción de la lechuza de Minerva no levanta su vuelo
primera, todas son falsas. ¡Pascal, Leib­ más que a la caída de la noche.»
niz, Newton reprocharán con mucha fre­ Pensar lo que son, en el orden de la
cuencia los ensueños del infortunado Des­ vida ética y jurídica, la sociedad y el Esta­
cartes! do, es el fin de esta obra. N o juzga tal o
Mas de otro lado, leamos las últimas cual forma, tal o cual aspecto del dere­
líneas de los Principios: «Ruego al lec­ cho, de la vida social, de la política nacio­
tor que no abrace por fe nada de lo que nal o internacional; se trata de compren­
encuentre aquí escrito, sino únicamente der la totalidad de esas formas en toda
que lo examine y admita sólo aquello que la riqueza de sus manifestaciones con­
la fuerza y la evidencia de la razón le indu­ cretas.
cen a creer.» Es evidente que Descartes La «vida ética» se articula en los tres
no pretende restaurar el principio de auto­ momentos sucesivos de la familia, de la
ridad en su propio beneficio. Los Princi­ sociedad civil y del Estado.
pios de la filosofía no han abdicado un La familia es la forma inmediata — «na­
ápice de su exigencia crítica. tural», se diría hoy día— de la vida social.
La «sociedad civil» es el nivel de las rela­
Edición: Principios de la filosofía (tr. G. ciones sociales entre personas que persi­
Quintás), Alianza, 1995.
guen sus intereses particulares; las per­
Estudio: B. Williams, Descartes: el proyecto
de la investigación pura (tr. J. Coll), Cáte­ sonas, los propietarios, entran en
dra, 1996. relaciones contractuales, que son la base
de la vida jurídica (derecho civil y derecho
penal, sistema de sanciones).
La política introduce una ruptura, pues
P R IN CIPIO S DE L A FILO SO FÍA DEL Hegel rechaza considerar al Estado como
DERECHO, o D erecho natural y cien­ una institución jurídica, apéndice de la
cia del Estado abreviada, Grundlinien sociedad civil. En el Estado se encarna
der Philosophie des Rechts, oder Natu- la más alta forma de la moralidad objeti­
rrecht und Staatswissenschaft im Grun- va, lo racional realizado, «lo divino sobre
drisse, 1821. la tierra». La vida del Estado se prolonga
G eo rg W ilhelm F ríedrich H egel , 1770- en la política exterior, en las relaciones
1831. internacionales, y finalmente en la his­
toria mundial. Al igual que el siglo xvm,
Este texto está extraído de la enseñan­ Hegel ve en la moral, en las instituciones
za de Hegel. Contrariamente a lo que ocu­ jurídicas y políticas la expresión de la razón
rrió con las otras lecciones (estética, reli­ («Todo lo que es real es racional; todo lo
gión, filosofía), Hegel redactó y publicó que es racional es real»), y la expresión
personalmente sus lecciones sobre la filo­ de la libertad. Mas esta libertad no es para
sofía del derecho. Los Principios quieren Hegel la satisfacción de los intereses ego­
unificar dos perspectivas que la filosofía ístas. El Estado no es el instrumento de
kantiana había separado: el derecho, el la satisfacción de los intereses, sino su
orden jurídico por el cual las voluntades superación.
son obligadas desde el exterior, y la moral, El Estado es la mediación de lo uni­
el orden ético donde la consideración del versal, en la medida en que cada indivi­
deber determina a la voluntad desde el duo no tiene acceso a esta dimensión de
PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA DEL FUTURO 504

lo universal por el camino de la morali­ PR IN CIPIO S DE L A FILOSOFÍA DEL


dad abstracta. Hegel no recusa al sujeto FUTURO, Grundsatze der Philosophie
moral kantiano, aunque no ve en él más der Zukunft, 1843.
que un momento de un proceso más ele­ L ud w ig F e u e r b a c h , 1804-1872.
vado, que debe culminar en el Estado.
Pero es preciso todavía que la idea de -*■ La esencia del cristianismo (1841)
libertad realizada en el Estado se encar­ fue completada por las Tesis provisio­
ne. El príncipe de Hegel, «ley viviente», nales para la reform a de la filosofía
es la imagen de los soberanos de que la (1842) y por los Principios de la filoso­
Europa del naciente siglo xix está pobla­ fía del futuro (1843), que fueron publi­
da.- Francisco II de Austria, Fernando VII cados por Julius Frobel en Zúrich.
de España, Federico Guillermo de Prusia. Feuerbach bosqueja aquí un universo
Cada Estado se encuentra frente a los sensualista (el pensamiento es el produc­
otros en la situación de una persona fren­ to de la aprehensión de lo real por los
te a otras personas, con las relaciones sentidos) y altruista (el hombre es com­
internacionales apoyándose necesaria­ prendido por relación a otro). Los Prin­
mente en la violencia y en el estado de cipios, divididos en sesenta y cinco pun­
guerra. Lo cual conduce a Hegel, en nom­ tos publicados bajo forma de folleto, tienen
bre de un realismo asaz maquiavélico, a por misión «deducir de la filosofía de lo
aventar los sueños del siglo precedente absoluto, o sea, de la teología, la necesi­
relativos a la instauración de un estado de dad de la filosofía del hombre, es decir,
paz perpetua entre las naciones ( > P ro ­ de la antropología».
yectos del abate de Saint-Pierre y de El más allá de la religión es el más acá
Kant). de la filosofía, lo cual convierte a la filoso­
Los P rin cip io s de la filo s o fía del fía especulativa en la teología consecuen­
derecho han contribuido poderosamen­ te y racional. La filosofía de Hegel es la cul­
te a instaurar la imagen de un Hegel con­ minación de la filosofía moderna, si bien
servador, es decir, reaccionario: la del la filosofía del Futuro pasa ante todo por
filósofo oficial, antiliberal, de la restau­ una crítica de Hegel. Es preciso igualmente
ración prusiana. Una lectura más aten­ considerar al ser tal como es, por nosotros
ta del texto, sometido (como todas las que somos no solamente seres pensantes,
publicaciones hegelianas) a las trapace­ sino también seres realmente existentes:
rías de la censura, revela una imagen el ser, como objeto de conocimiento para
mucho más matizada, incluso opuesta. otro, es el ser de los sentidos, de la intui­
H egel — que ciertamente opta por la ción, del sentimiento y del amor.
Mientras que la antigua filosofía (Hegel)
monarquía constitucional— avanza aquí
dice que «sólo lo racional es lo verdadero
opiniones muy audaces y hasta cierto
punto liberales. y lo real», la filosofía del Futuro (Feuer­
bach) proclama que «sólo lo humano es
Edición: Principios de la filosofía del dere­ lo verdadero y lo real», porque sólo lo
cho (tr. J. L. Vermal), Edhasa, 1988; Fun­ humano es lo racional. Esta filosofía se
damentos de la filosofía del derecho, ed. apoya, no sobre una razón sin ser, sin
Edición K. H. Ilting (tr. C. Díaz), Liberta- color, sin nombre, sino sobre la razón
rias/Prodhufi, 1993.
impregnada de la sangre del hombre.
Estudios: J. L. Vermal, «Comentario intro­
ductorio» a la primera de las dos ediciones La esencia del hombre reside única­
indicadas; Herbert Marcuse, Razón y revo­ mente en la comunidad, en la unidad del
lución, Alianza, 1995; J. M.“ Ripalda, hombre con el hombre que reposa sobre
Comentario a la filosofía del espíritu de la distinción entre el yo y el tú. Aquí es
Hegel, UNED/Fondo de Cultura Económi­ donde se encuentra la verdadera dialécti­
ca, 1993; G. R. G. Mure, La filosofía de
Hegel (tr. A. Brotons), Cátedra, 1988; É. ca (el diálogo entre yo y tú), el principio
Weil, Hegel et l ’État. Cinq conférences, supremo (la unidad del hombre con el
Vrin, 1985. hombre). Hasta ahora, había una verdad
505 PRINCIPIOS DE LA PSICOLOGÍA (LOS)

para ella misma (la filosofía) y una verdad más bien un memorándum para uso de
para el hombre (la religión); la filosofía los buenos conocedores de la doctrina que
nueva toma el lugar de la religión. Eso es una introducción a la filosofía leibniziana.
lo que explica que la tarea filosófica de
los tiempos modernos sea la resolución Edición: Monadología. Principios de la
naturaleza y de la gracia (tr. M. García
de la teología en antropología; su misión
Morente), Universidad Complutense, Facul­
es la de «devolver la filosofía del reino de tad de Filosofía, 1994.
las almas difuntas al reino de las almas Estudio: Y. Belaval, Leibniz, initiation á sa
vivientes; hacerla descender desde la bea­ philosophie, Vrin, 1975.
titud de un pensamiento divino y sin nece­
sidades, hasta la miseria humana».

Edición: Principios de la filosofía del futu­ P R IN C IP IO S DE L A P S IC O L O G ÍA


ro (tr. J. M. Quintana), Humanitas, 1983. (LO S), The Principies o f Psychology,
Estudio: H. Arvon, Feuerbach, sa vie, son 1890.
oeuure, P.U.F., 1964.
W il u a m J a m e s , 1842-1910.

No es posible dejar de subrayar la sor­


prendente afinidad intelectual entre William
PR IN CIPIO S DE L A N ATU R ALE ZA Y
James y el autor del ->■Ensayo sobre los
DE L A G R A C IA F U N D A D O S EN L A
datos inmediatos de la conciencia, cuan­
R A Z Ó N , o T esis redactadas para el do este último era aún desconocido por el
príncipe Eugenio, Príncipes de la natu- psicólogo americano. Com o Bergson,
re et de la gráce fondés en raison, ou James se apoya en numerosas experien­
The ses rédigées en faveur du p rin ce cias de psicofisiología y se interesa por el
Eugene, 1718. oscuro lazo que une los estados de con­
G ottfried W ilhelm L eibniz , 1646-1716. ciencia y la actividad cerebral. Una mis­
ma concepción anti-elementarista y una
Esta obra es una exposición breve y crítica del asociacionismo los acerca. Y lo
sintética de la filosofía de Leibniz para uso esencial de la obra de James consiste en
del príncipe Eugenio de Saboya. una teoría de la conciencia cuyo paren­
En dieciocho parágrafos desarrolla Leib­ tesco con la concepción bergsoniana de
niz los conceptos fundamentales de su meta­ la duración es evidente.
física, de su física y de su moral: las móna­ La conciencia es para James un flujo
das, el mundo pleno, la vida universal, la de estados en movimiento que se inter-
teoría de la percepción y de la conciencia. penetran y fusionan: como no hay esta­
La diferencia entre el hombre y el animal es dos que sean distintos, no podría haber
evocada a partir de la noción de alma razo­ asociación de esos estados. Esta corrien­
nadora que permite apercibirse de verdades te de conciencia presenta un conjunto de
a las cuales no tienen acceso las bestias. características que el autor enumera:
Se encuentra también aquí una formulación — los estados de conciencia están en
límpida de la prueba de la existencia de Dios perpetuo cambio y se renuevan sin cesar,
basada en la contingencia del mundo (prue­ aunque ofrecen una continuidad indivisa;
ba esta que será criticada por Kant bajo el — la conciencia es intencional: se
nombre de «argumento cosmológico»). dirige a objetos independientes de ella;
Leibniz retoma en esta obra las tesis de — finalmente, la conciencia es selec­
sus ' Ensayos de teodicea sobre el mejor tiva: la ley general de la utilidad es el prin­
de los mundos posibles y sobre la armonía cipio rector de esta psicología.
de las sustancias, para terminar con una Simultáneamente, James restablece
exposición de los principios de la moral. la contemplación de uno mismo como
La densidad de este texto, su carácter método psicológico. Por falta de intros­
extremadamente sintético, hacen de él pección, el asociacionismo ha recons­
PRINCIPIOS DE LA TEORÍA DE LAS RIQUEZAS 506

truido la conciencia a partir de estados cer que la teoría de las riquezas, que es
elementales. una parte de la economía, es la única
La célebre teoría de la emoción, muy matematizable. A este punto hace refe­
controvertida, encaja menos con el resto rencia en su anterior obra: Investigacio­
de su psicología. La emoción tiene para nes sobre los principios matemáticos de
James un origen periférico y no central. la teoría de las riquezas (1838).
Sería la conciencia que tomamos de nues­ Sin embargo, esta matematización es
tras reacciones viscerales, circulatorias y limitada, porque la teoría de las riquezas con­
motoras: yo lloro, luego estoy triste. No tiene un fondo vital del que sólo la teoría de
es posible comprender la especificidad de las fuerzas productivas puede dar cuenta.
la emoción en James más que colocán­ El autor examina sucesivamente la
dose en una perspectiva evolucionista, moneda y la noción de sistema econó­
donde las manifestaciones orgánicas han mico, a la vez que precisa su oposición al
sido ya ligadas en la historia de la espe­ socialismo. De lectura asequible, aunque
cie a movimientos útiles y por tanto han especializada, la obra de Cournot es repre­
precedido a la conciencia emocional. sentativa de la corriente liberal.
El calificativo de incoherente o de para­
dójica que a menudo ha merecido esta obra Edición: Investigación sobre los principios
no es más que el precio de la abundancia matemáticos de la teoría de las riquezas,
Alianza, 1969.
de intuiciones que encierra y de la riqueza Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
de una reflexión que no quiere sacrificar fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
nada. Un simple ejemplo dará testimonio vol. II, Tecnos, 1988, pp. 533-537; C.
de ello: precisamente contra la definición Ménard, La formation d ’une rationalité
économique: Antoine Augustin Cournot,
de la psicología como ciencia de la vida
Flammarion, 1978.
mental, contra el método introspectivo es
como se constituirá el behaviorismo. Mas,
paradójicamente, puede afirmarse también
PR IN C IP IO S DE LÓ G ICA, Principies
que será precisamente el funcionalismo de
o f Logic, 1883.
James lo que le abra la vía.
F r a n c is H erbert B radljey, 1846-1924.
Edición: Compendio de psicología (tr. S.
Rubiano), Jorro, 1930. C om o reacción contra la teoría aso-
Estudio: W. S. Sahakian, Historia y siste­ ciacionista y sobre las huellas de Hegel,
mas de psicología (tr. A. Sánchez), cap. XII, Bradley aborda aquí el estudio del juicio,
Tecnos, 1987.
del razonamiento, y más particularmente
el de la inferencia. El autor se muestra espe­
cialmente original en el análisis del juicio:
PR IN CIPIO S DE L A TE O RÍA DE LAS en el acto de juzgar, el predicado es una
RIQUEZAS, Principes de la théorie des propiedad asignada a la realidad, mientras
richesses, 1863. que el sujeto es la realidad misma. «Lo que
A n t o in e A u g u s t in C o u r n o t , 1801- es la cosa» se opone al «esto». Bradley pro­
1877. cede a una clasificación de los juicios, dis­
tinguiendo entre jucios negativos y juicios
Este texto, compuesto en 1863, se ins­ disyuntivos. En cuanto al razonamiento, se
cribe en un contexto económico que opo­ trata para Bradley de precisar los tipos
nía a los partidarios del libre intercam­ generales y de indicar el principio del razo­
bio y a los doctrinarios socialistas. namiento que sustituiría al silogismo.
Cournot analiza el conflicto que exis­ El autor aborda igualmente el estudio
te, a su juicio, entre Derecho y Econo­ de las relaciones entre la realidad y la ver­
mía, como también la oposición entre el dad. El pensamiento busca cualificar a la
vitalismo y el materialismo. Este estudio realidad mediante los predicados del jui­
le permite definir la Economía y estable­ cio. Así, la verdad no puede ser más que
507 PRINCIPIOS DE SOCIOLOGÍA

ideal. La realidad constituye una alteri- Estudios: F. Copleston, Historia de la filo­


dad siempre renaciente, de la que sólo sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V.
una experiencia integral podría surgir. Camps), Ariel, 1985, cap. V; O. Gaupp,
Spencer (tr. J. González), Revista de Occi­
En el horizonte de la obra, el Absoluto dente, 1930; A. Lalande, Les illusions éuo-
incognoscible parece deber imponerse. lutionnistes, Alean, 1930.

Edición: Principies o f Logic, Oxford Uni-


versity Press, 1922.
Estudios: F. Copleston, Historia de la filo ­
sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V. P R IN CIPIO S DE SO C IO LO G ÍA, P rin ­
Camps), Ariel, 1985, cap. VHI; J. Wahl, ar­ cipies o f Sociology, 1876-1896.
tículo «Bradley», Encyclopaedia uniuersalis, H e rbert S pen c e r , 1820-1903.
1972.
Cuarto libro del sistema evolucionista de
Spencer, este tratado muestra que la evolu­
ción de la humanidad obedece a las mismas
P R IN C IPIO S DE P SICO LO G ÍA, P rin ­ leyes que regulan el devenir del mundo. Se
cipies o f Psychology, 1855. compone de muchos ensayos agrupados en
H erbert S pen c e r , 1820-1903.
tomo a Las Instituciones políticas (1882),
Las Instituciones eclesiásticas (1885) y Las
Este tratado constituye la tercera apor­
Instituciones profesionales (1895).
tación del sistema evolucionista de Spen­
En resumen, la evolución social surge
cer, que el filósofo redactó de nuevo entre
para Spencer de la evolución física uni­
1870 y 1872. La psicología está dividi­
versal. Los organismos sociales y los orga­
da en él en dos grandes partes: psicolo­
nismos individuales tienen la misma estruc­
gía subjetiva y psicología objetiva.
tura, que va de lo simple a lo complejo.
La psicología subjetiva examina las ope­
Los lazos de interdependencia entre las
raciones de la vida intelectual; el razona­
partes y el todo van creciendo, y el todo
miento consciente puede ser reducido a
tiene mayor longevidad que los elemen­
intuiciones de igualdad. Partiendo de las
tos que lo componen.
manifestaciones más elevadas, la psico­
Spencer señala así un cierto número de
logía subjetiva acaba por reducirlas a los
analogías entre los individuos y las socie­
elementos más simples.
dades, mas también una serie de diferen­
La psicología objetiva tiene por objeto cias puntuales; por ejemplo, mientras que
de estudio la evolución del espíritu en sí,
en el cuerpo animal sólo algunos tejidos se
separándose de la vida psíquica y pasan­
caracterizan por su sensibilidad, en el cuer­
do continuamente al nivel de los seres supe­
po social son sensibles todas las unidades.
riores. Así, los dos aspectos — subjetivo y Esta diferenciación permite al filósofo
objetivo— de la psicología se refuerzan concluir que no hay que sacrificar el bie­
conciliando el empirismo y el apriorismo. nestar de los ciudadanos a los intereses
Apreciando en los animales la capaci­ del Estado. Mas, al igual que la humani­
dad de evaluar las semejanzas y las dife­ dad ha podido adaptarse a las condicio­
rencias, Spencer discierne el dominio de nes de la vida, cabe imaginar que el indi­
una misma ley: toda actividad psíquica dife­ viduo podrá adaptarse a las condiciones
rencia e integra los estados de conciencia. de la vida social. Es este postulado el que
El autor reconstruye finalmente la evolu­ servirá a Spencer de punto de apoyo para
ción de las actividades psíquicas y afecti­ fundamentar en sus Principios de ética
vas que permiten a los hombres trabajar (1884-1893) su moral evolucionista.
conjuntamente en el seno de la sociedad.
Edición: Principios de sociología (tr. F.
Edición: Principies o f Psychology (1855), Vela), Buenos Aires, 1947.
reimp. de las eds. de 1899 en The Works Estudio: A. Fouiliée, Le Mouvement posi-
of Herbert Spencer, vols. IV y V, Osnabrück, tiviste et la Conception sociologique du
Otto Zeller, 1966. monde, Alean, 1896.
PRINCIPIOS DE UNA CIENCIA NUEVA RELATIVA A LA NATURALEZA DE LAS NACIONES 508

P R IN CIPIO S DE U N A CIENCIA NUE­ Esta obra, que no solamente anticipa


V A R E L A T IV A A L A N A T U R A L E Z A la idea de los derechos del hombre sino
DE L A S NACIONES. que propone igualmente una prefigura­
G ia m b a t t is t a V ic o . ción de la sociedad de naciones y del dere­
Véase CIENCIA NUEVA. cho internacional, constituye una refe­
rencia esencial en filosofía del derecho.

Edición: Príncipes du droit naturel et des


P R IN C IP IO S DEL C O N O C IM IE N T O gens (extractos traducidos por J. Formey),
Bibliothéque de philosophie politique et juri-
HUM AN O . dique, 1988.
G eorg e B erk e l e y . Estudio: M. Thomann, Christian Wolff.
Véase T R ATAD O DE LOS PRINCIPIOS Aspects de sa pensée morale et juridique
DEL CONOCIMIENTO HUMANO. (tesis en 2 vols.), Estrasburgo, 1963.

PR IN C IP IO S DEL DERECHO N A T U ­ PR IN C IP IO S ELEMENTALES DE L A


R A L Y DE GENTES, Principes du droit FILOSOFÍA, Principes élémentales de
de la nature et des gens, 1758. la philosophie, 1946.
C h r is t ia n W o l f f , 1679-1754. G eorges P o u t z e r , 1903-1942.
Traducción y adaptación por J. Formey
de extractos del Jus naturae y del Jus Este libro es un manual — en el senti­
gentium (1740-1749, 9 vols.). do propio del término— de filosofía mar-
xista. El texto (revisado al filo de las ree­
Esta obra sigue siendo la mejor pre­ diciones) reproduce las notas tomadas
sentación en francés de la filosofía wolf- por un alumno de la Universidad obrera
fiana del derecho, que ejerció una influen­ durante el año 1935-1936. Politzer desa­
cia considerable hasta comienzos del siglo rrolla los elementos del «materialismo dia­
XIX, puesto que ha marcado el pensa­ léctico» y del «materialismo histórico» mar-
miento jurídico de los enciclopedistas fran­ xistas (sobre todo en su formulación
ceses y ha formado a Johann Gottfried engelsiana y leninista).
Herder, a Kant, a Goethe y a Hegel; en
Edición: Principios elementales y funda­
Wolff se han inspirado los códigos de los
mentales de filosofía, Akal, 1985.
soberanos ilustrados de Europa, y el Jus Estudio: J. Milhau, «Georges Politzer ou le
gentium ha sido utilizado a lo largo del retour philosophique», en La Pensée, junio
siglo XIX como fuente del derecho positi­ 1979.
vo diplomático y consular.
Puesto que se trata, en el Jus natu­
rae, de la filosofía jurídica del absolutis­
mo ilustrado, el Príncipe debe recono­ P R IN CIPIO S M ATE M Á TIC O S DE L A
cer, según Wolff, una moral y un derecho FILO SO FÍA N A T U R A L, P M osoph ia e
fundados en la razón, fuera de los pode­ naturalis principia mathematica, 1687.
res temporales. Y es a la psicología (de Is a a c N e w to n (Sir), 1642-1727.
la que W olff es uno de los iniciadores)
a la que el autor recurre para dar cuen­ Esta obra culmina la unificación de la
ta de las necesidades del hombre y para física terrestre y de la física celeste. Es el
definir sus derechos inalienables. Sobre coronamiento de una revolución cientí­
esta base, W olff intenta construir cientí­ fica que había comenzado con Copérni-
ficamente el derecho positivo, aplican­ co, y fue proseguida por Kepler y Galileo.
do a este dominio particular el rigor lógi­ Los Principios matemáticos de New­
co que tanto han admirado en él Kant ton son la obra de un físico, y no (como
y Hegel. los -*■ Principios de la filosofía de Des­
509 PRINCIPIOS MATEMÁTICOS DE LA FILOSOFÍA NATURAL

cartes) de un filósofo que extrae a p riori tatados. Kant y Laplace, por ejemplo,
conclusiones sobre el universo. Newton avanzarán conjeturas sobre la génesis del
aplica con gran precisión las matemáti­ sistema solar. El segundo, en particular,
cas al conocimiento de los fenómenos considerará que una aplicación fiel del
naturales (de ahí el título de la obra), pre­ método newtoniano debe conducir al
cisión que le viene facilitada por el noví­ rechazo de la explicación por causas fina­
simo instrumento con que acaba de dotar les. Es el famoso episodio en el que Lapla­
a la matemática: el cálculo de fluxiones ce, a quien Napoleón preguntaba en qué
(cálculo infinitesimal). La invención de este lugar de su sistema se encontraba Dios,
cálculo será, dicho sea de paso, motivo repondió: «Sire, yo no he tenido necesi­
de una querella de prioridad con Leibniz. dad de esa hipótesis.»
La mecánica celeste de Newton exclu­ La mecánica newtoniana se impuso rápi­
ye — contrariamente, a la de Descartes— damente por su potencia explicativa y por
toda cosmogonía. En primer lugar, en vir­ las confirmaciones experimentales que reci­
tud de un principio en cuyo nombre se bió. Las ->• Cartas filosóficas de Voltaire
prohíbe Newton especular sobre lo que dan testimonio de la resonancia que alcan­
la experiencia no nos aporta: es el famo­ zaron las teorías newtonianas al otro lado
so «Hypotheses non fin g o » («N o finjo del canal de la Mancha. N o obstante, esas
hipótesis»); y en segundo lugar, porque teorías tropezaron en Francia con resis­
las condiciones iniciales no son mate­ tencias muy vivas. Los Principios mate­
máticamente deducibles. máticos de la filosofía natural habían sido
Lo cual no impide a Newton avanzar un traducidos en 1756 por la marquesa de
juicio acerca de la formación del sistema Chatelet, mas toda la retaguardia de los car­
solar: puesto que el azar no podría haber tesianos, capitaneada por Fontenelle, se
presidido la organización del sistema, es movilizó contra la gravitación. Se veía en
preciso admitir un ser inteligente y orde­ ella un retomo a las fuerzas ocultas de la
nador del mundo. Es él quien ha colocado escolástica y una regresión respecto al meca­
al Sol y a los planetas a una distancia tal nicismo puro y duro del cartesianismo. Fue
que la gravedad no los precipita unos sobre preciso el ardor de un Maupertuis y de un
otros. Es también él quien, por interven­ Voltaire para imponer la atracción univer­
ciones periódicas, mantiene la estabilidad sal contra los torbellinos de Descartes.
del sistema, impidiendo que las pequeñas Esta obra ejerció una influencia inmen­
perturbaciones inducidas por las trayecto­ sa sobre todo el pensamiento de las Luces.
rias de los planetas acaben por romper su El rigor y la potencia de la teoría que en
equilibrio (esta idea de un Dios creador que ella se exponía sedujeron a todos los espí­
interviene en su creación para corregir sus ritus, puesto que los garantizaban en sus
imperfecciones escandalizará a Leibniz). refutaciones de los sistemas obsoletos de
La física newtoniana desemboca pues la metafísica. «Hypotheses non fingo»:
en una teología natural, que funda el deís­ se deseaba adoptar la prudencia plena­
mo. Este aspecto, que fue especialmente mente experimental de Newton. Se bus­
tratado en el «Escolio general», conocería caba incluso en la atracción universal un
una gran fortuna, puesto que sería el ger­ principio de inteligibilidad universal, apli­
men del deísmo característico del Siglo de cable fuera del dominio físico (por ejem­
las Luces. Así, Voltaire fundará su religión plo con Hume, en la psicología). Al mis­
natural en la teleología newtoniana («El uni­ mo tiempo, los Prin cipia de Newton
verso me turba, y no puedo concebir/ Que ofrecían una garantía científica indiscuti­
este reloj exista sin que haya relojero»). ble a la religión natural y al deísmo, que
Sin embargo, una corriente filosófica el cartesianismo había acabado por hacer­
y científica post-newtoniana se negará a lo estremecer. Pero paralelamente, los
seguir al maestro en esta dirección, y bus­ ateos se acomodaron perfectamente a la
cará por el contrario dar cuenta por nueva física, de la que sacaron conclu­
medios naturales de todos los efectos cons­ siones distintas: si la materia dejaba entre­
PROBLEMA DE DIOS (EL) 5 10

ver nuevas propiedades (la atracción), ¿por restringido aunque de alcance no menos
qué no suponer que también posee otras universal.
(la sensibilidad, o sea el pensamiento)? Testimonio de la primera categoría es,
Cualquiera que sea el caso, lo cierto es por ejemplo, el notable artículo sobre la
que los P rin cip ios matemáticos de la naturaleza del signo lingüístico, en el cual
filosofía natural han inaugurado una épo­ redefine Benveniste lo arbitrario del sig­
ca en la cual apenas si ha sido posible no no saussuriano (II, 4, 49); sobresalen en
declararse newtoniano. la segunda categoría los análisis relati­
vos a la impronta del hombre en el len­
Edición: Principios matemáticos de la filo­ guaje, que el autor define como deixis, o
sofía natural (tr. A. Escohotado), Tecnos, 1987.
Estudios: D. Millar, Diccionario básico de conjunto de marcas que inscriben al enun­
científicos (tr. E. Lucena), Tecnos, 1994; A. ciado en una situación particular (gra­
Koyré, -*■ Études newtoniennes, col. cias a las categorías de la persona, los
«Bibliothéque des Idées», Gallimard, 1968; pronombres y los tiempos verbales).
B. Cohén, Revolución newtoniana (tr. C.
Nuevamente, al estudiar la puesta en
Solís), Alianza, 1983.
funcionamiento de la lengua por un acto
individual de utilización, Benveniste se
afirma com o el crítico heredero de un
PROBLEMA DE DIO S (EL), L e problé- Saussure que no se preocupaba más que
me de Dieu, 1 92 9. de la palabra. Alineándose así con los tra­
É d o u a r d L e R o y , 1 8 7 0 -1 9 5 4 . bajos de Jakobson sobre las señales modi­
ficadoras (shifters: signos cuyo sentido
En este texto, piensa Le Roy que es varía según la situación), formula distin­
imposible esperar la captación de Dios ciones fundamentales para la lingüística
mediante un razonamiento abstracto. Según actual de la enunciación: persona y no-
el autor, es preciso partir de la fe en Dios, persona, discurso e historia, por ejemplo.
que reside en la acción, en el pensamien­ La actualidad y alcance del pensamiento
to, en la vida. Así puede ser resuelta la apa­ de Benveniste se deben sin duda al hecho
rente contradicción entre la filosofía y la fe. de haber sido uno de los primeros en pro­
Esta obra debe ser relacionada con un poner una teoría de la enunciación.
primer ensayo: ¿Qué es un dogma?
(1907); su conclusión vuelve a encontrarse Edición: Problemas de lingüística general,
igualmente en la Introducción al estudio Siglo XXI, 1971.
del problem a religioso, publicada pos­ Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
teriormente en 1 9 4 4.
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 65-69; Emi­
te Benveniste aujourd’hui. Actes du colloque
Edición: Le probléme de Dieu, L ’Artisan intemational du CNRS (Tours, 1983), 2 vols.,
du Livre, 1929. Ed. Peeters, 1984.
Estudio: D. Parodi, La Philosophie con-
temporaine en France, Alean, 1919.

PROCEDIMIENTO, A LC A N C E Y LÍ­
PROBLEMAS DE LINGÜÍSTICA GE­ MITES DEL ENTENDIMIENTO HUMA­
NERAL, Problémes de linguistique géné- NO , Procedure, Extent and Lim its o f
rale, 1966 y 1974. Human Understanding, 1 728.
ÉM1LE B enven iste , 1902-1976. P eter B ro w n e , hacia 1 66 4 -1 7 3 5 .
Colección de artículos aparecidos entre
1939 y 1974. Nombrado doctor en teología en 1699,
Browne es el jefe de filas de una corrien­
En esta colección alteran los ensayos te de la filosofía irlandesa del siglo xviii:
generales sobre el lenguaje y la comuni­ el representacionalismo teológico. El Pro­
cación con los análisis cuyo objeto es más cedim iento es la más conocida de sus
5 11 PROLEGÓMENOS

obras pues es también una de las más cla­ que coexisten. Toda experiencia compor­
ras: Browne enuncia en ella nuestra inca­ ta una disposición de esas series que se
pacidad de comprender las nociones divi­ reencuentran y forman un punto de vista
nas y, en consecuencia, la naturaleza particular del mundo. Todas las «series armó­
ininteligible de Dios, nicas» están determinadas desde toda la
En efecto, puesto que todas nuestras eternidad, mas ello no impide al hombre
ideas no tienen más que un solo y único ser libre: él no las conoce, y puede actuar
origen — los sentidos— , las nociones pro­ siempre según su libre arbitrio. Puede por
piamente espirituales nos son totalmente tanto pecar si no hace buen uso de su razón
inaccesibles. Browne, al contrario que Loc­ en sus actos, si no sabe reconocer su lugar
ke, no reconocía a la facultad mental de en el mundo. Siendo esto así, el mal no
la reflexión ningún papel en la adquisición es cometido por Dios, sino por el hombre
del conocimiento. que se niega a ver «la República universal».
Berkeley, que tendrá ocasión de cono­ Y a la inversa, el que contempla la armo­
cer a Browne a lo largo de sus estudios, nía se regocija en Dios y lo ama. Dios es
consagrará sus propios trabajos a meditar un ser justo, que ni quiere ni no quiere el
y luego a refutar las tesis brownianas sobre mal: quererlo, sería amarlo (entonces Dios
la naturaleza del conocimiento humano. sería injusto); no quererlo, sería sufrir por
su existencia (entonces Dios no sería todo­
Ediciones: Procedure, Extent and Limits poderoso). Así pues, Dios permite los peca­
o f Human Understanding, Londres, 1728;
reed. 1729 y 1737. Un ejemplar de cada dos, necesarios para «la Armonía del Todo».
edición se encuentra en la Biblioteca nacio­ Como muchos escritos de Leibniz (con­
nal de París. cretamente el -> Discurso sobre metafí­
Estudio: P. Grenet, L ’Analogie des noms sica), este diálogo está destinado a Amauld,
diuins dans la pensée irlandaise du début el discípulo de Descartes. Es el primer tex­
du XVIIIe siécle, tesis de Letras, 1949.
to en donde, al definir cada término (nece­
sario, contingente, posible, amar, per­
mitir, armonía, justo...), Leibniz expone
su teoría del mejor de los mundos posibles.
PROFESIÓ N DE FE DEL FILÓ SO FO ,
Pero su sistema no está con esto acabado:
Confessio philosophi, 1673.
le falta la noción de sustancia individual,
G ottfried W ilhelm L e b n iz , 1646-1716.
a la que más tarde denominará «mónada»
(véase > La Monadología). Pero ya este
Reconstruyendo una discusión imagi­
diálogo señala la ambigüedad constante en
naria entre un filósofo y un teólogo, Leib­
sus obras: la exposición es tanto filosófi­
niz se interroga sobre la bondad divina. ¿Es
ca como teológica; la razón es siempre
justo Dios? Pero Él es responsable del mal.
sometida a la fe.
¿Es injusto? Pero Él desea la felicidad de
todo. Es preciso repensar el universo para
Edición: La profesión de fe del filósofo (tr.
comprender esta aparente paradoja. Dios F. Samaranch), Aguilar, 1966.
es armonía universal, y esta armonía se Estudio: Y. Bélaval, Leibniz, initiation á sa
manifiesta en la diversidad del mundo. Esta philosophie, Vrin, 1962.
pluralidad es igualmente manifiesta en el
hombre, capaz de una dosis mayor o menor
de bien. La armonía provoca la discordan­
cia, fuente del mal; las ideas eternas del PR O LE G Ó M E N O S, al-Muqaddimah,
entendimiento divino inducen el pecado en 1377.
la existencia. Es preciso imaginar esta crea­ IbnJaldún, 1332-1406.
ción armónica como multiplicación infini­ Fresco histórico.
ta de series de acontecimientos. Así, el alma
y el cuerpo de un hombre son dos series Mientras que el proyecto general de
paralelas completamente separadas pero las mil páginas del Kitáb al-Ibar («Libro
PROLEGÓMENOS A TODA METAFÍSICA FUTURA QUE PUEDA PRESENTARSE COMO CIENCIA 512

de los ejemplos»), conocido bajo el títu­ me esperaba escuchar por parte de un


lo de D iscurso sobre la historia uni­ filósofo quejas sobre la falta de populari­
versal, es el de recopilar los hechos ins­ dad, de interés y de acuerdo con lo esta­
tructivos y los informes relativos a la blecido») y decidió actuar.
historia de los árabes, de los pueblos La introducción establece el objetivo
extranjeros y de los bereberes — todo de los Prolegóm enos: poner al alcance
ello en el marco de una reflexión sobre del lector perezoso para leer la Crítica de
el pasaje de la civilización nómada a la la razón pura el sentido y el alcance de
de las ciudades— , la Muqaddimah (en la empresa crítica. Kant expone igual­
el sentido propio de «Introducción», tra­ mente algunas confidencias sobre la evo­
ducida enfáticamente por P ro leg óm e ­ lución de su propio pensamiento y lo que
nos) reúne las advertencias, la introduc­ debe a Hume (estudios recientes mues­
ción y la primera parte de su H istoria tran sin embargo que esta historia fue en
Universal, y tiene más bien el carácter gran parte reconstruida a posteriori).
de una reflexión sobre la historia y el tra­ Por relación a la primera edición de la
bajo del historiador: «La historia [...] con­ Crítica de la razón pura, no se añade
siste en conocer a fondo el por qué y el aquí nada nuevo. Las modificaciones que
cóm o de los acontecimientos. Su raíz aparecerán en la segunda edición no han
está por tanto en la filosofía, de la que tomado todavía cuerpo. Después de haber
debe ser considerada como una de las expuesto el problema general del cono­
ramas.» cimiento metafísico — ¿cómo son posi­
bles los juicios sintéticos a priori?— , Kant
Edición: Discours sur l ’histoire uní verse- pasa revista a las diversas ciencias bien
lle: al-M uqaddim ah (nueva tr., prefacio y establecidas para examinar sus condi­
notas por Monteil), 3 vols., Sindbad, 1978.
ciones de posibilidad a priori.
Estudios: J. Ferrater Mora, D ic c io n a rio
de filosofía, Alianza, 1990; Y. Lacoste, Ibn Las matemáticas son el objeto de una
Khaldoun: naissance de l ’h istoire, passé construcción por intuición pura, sobre la
du tiers m o n d e , col. «Fondations», La base de las formas a priori de la sensibi­
Découverte, 1981. lidad: espacio y tiempo. A propósito del
espacio y del tiempo, Kant se esfuerza en
responder de paso a ciertas objeciones
orientadas a la crítica del idealismo.
PROLEGÓM ENOS A T O D A METAFÍ­ La reflexión sobre la física permite
SIC A F U T U R A Q UE P U E D A P R E ­ exponer las tablas de los juicios, de las
SE N TAR SE C O M O CIEN CIA, P role- categorías y de los principios. La meta­
gom ena zu einer jeden künftigen física es criticada en su pretensión de un
Metaphysik die ais Wissenschaft wird conocimiento racional del alma (psico­
auftreten kónnen, 1783. logía), del mundo (cosmología) y de Dios
Im m a n u e l K a n t , 1724-1804. (teología). La obra termina definiendo
los límites del uso legítimo de la razón
Esta obra fue redactada por Kant poco pura.
después de la primera edición de la ->• Crí­ Pero Kant no consiguió lo que se pro­
tica de la razón pura, a fin de ofrecer al ponía: los Prolegóm enos a toda meta­
público una exposición más «popular» de física futura contribuyeron muy poco a
su filosofía. La obra maestra había teni­ que el criticismo resultara más accesible
do una acogida de lo más reservada; se al público.
la encontraba árida, abstrusa, y los que
pretendían haber comprendido algo de la Edición: P ro le g ó m e n o s (tr. J. Besteiro),
Crítica la colmaban de contrasentidos; se Aguilar, 1959.
Estudios: E. Cassirer, Kant: vida y doctri­
solía, por ejemplo, confundir el idealismo
na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Econó­
de Kant con el inmaterialismo de Berke­ mica, 1993; A. Philonenko, L ’O eu vre de
ley. Kant se sintió decepcionado («Yo no Kant, t. II, Vrin, 1988.
5 13 PROSA DEL MUNDO (LA)

PR O LE G Ó M E N O S A U N A T E O R ÍA nación», como también los «conceptos


DEL LENGUAJE, Omkrings sprogteo- vagos». Por esta razón, la Propedéutica
riens grundtaeggelse, 1943. filosófica no se ocupa de la historia de la
Louis H je lm s le v , 1899-1965. filosofía ni de la génesis histórica de la
conciencia. Y la exigencia del saber abso­
Buscando descubrir la estructura espe­ luto prohíbe igualmente el uso de la
cífica del lenguaje, Hjelmslev subraya demostración matemática, por ser juzga­
la importancia de la función mutua que da demasiado sensible.
cumplen el proceso y el sistema que lo La primera serie de los cursos se titula
sostiene. Mas es imposible describir un «Doctrina del derecho, de los deberes y de
proceso sin recurrir al análisis, único que la religión»; la segunda, «Fenomenología
postula el conocimiento del sistema que del Espíritu y lógica»; la tercera, «Doctri­
lo funda. na del concepto y Enciclopedia filosófica».
La «Fenomenología del Espíritu» (1807)
Edición: Prole g ó m e n o s a una teoría del
ocupa por tanto una posición central y
lenguaje (tr. J. L. Díaz de Liaño), Gredos,
1984. juega un papel de eje. Cabe por tanto
Estudio: R. Lindekens, Lo u is H jelm slev. observar la desaparición total de los aná­
P rolég om én es á une th éorie du langage, lisis de la conciencia desgraciada, al igual
col. «Sophos», Hatier, 1975. que una presentación muy sucinta de la
dialéctica del amo y el esclavo, que son
sin embargo muy propicios, por su gran
poder evocador, a la comprensión de la
P R O PE D É U TICA FILO SÓ FICA, Phi- dialéctica general de la obra. En cambio,
losophische Propádeutik, 1840. la lógica es presentada en el segundo cur­
G e o r g W ilh elm F ried rich H e g e l, 1770- so como «saber del pensamiento en su ver­
1831. dad», y después, en el tercero, sucesiva­
Notas de cursos impartidos por Hegel. mente como «doctrina del concepto» y bajo
la forma de la prim era sección de su
Publicada a título postumo por Rosen- Enciclopedia. De acuerdo con Kant,
kranz, la obra reúne las notas tomadas Hegel considera en efecto a la metafísica
por los estudiantes, y corregidas después
como una parte de la lógica.
por Hegel mismo, de los cursos que el Esencialmente didáctica, la Propedéu­
filósofo impartió en 1809 mientras que
tica filosófica expone lo esencial de la filo­
aún era director del gimnasio de Núrem-
sofía de Hegel en forma muy concisa.
berg. Esta colección constituye, según
Maurice de Gandillac (traductor de la ver­ Edición: . P rop éd eu tiq u e p h ilo sop h iq u e
sión francesa aparecida en 1963), un (tr. M. de Gandillac), Éd. de Minuil, 1963.
«resumen de toda la filosofía hegeliana, Estudio: J. d’Hondt, H e g e l et l ’h égélia-
escrito o revisado por el autor y destina­ nisme, col. «Que-sais-je?», P.U.F., 1986.
do a una iniciación pre-universitaria». La
sequedad extrema de la redacción se expli­
ca por la voluntad, claramente expresa­
da por Hegel, de evitar dos escollos: «lo P R O S A DEL M UN DO (LA), La pro se
arbitrario» y «lo fortuito», y sobre todo una du monde, 1969.
concepción «edificante» de la filosofía, M a u rice M e rle a u -P o n ty , 1908-1961.
fuertemente perniciosas para la enseñanza Obra inacabada.
universitaria. Com o hace saber a Von
Raumer en una carta del 2 de agosto de Dialogando con Malraux, Paulhan o
1816, Hegel se había esforzado, gracias bien Saussure, Merleau-Ponty presenta
a la «precisión de los conceptos», por aquí una filosofía de la expresión, con­
seguir un «orden lógico y metódico», cepto que le permite abordar en concre­
rechazando el «sentimiento» y «la imagi­ to la lingüística y la estética — dominios
PROSLOGION 514

constantemente puestos en paralelo— . de la fe, directamente con Dios («Tam­


Así la palabra, al igual que la pintura, es bién, Señor, Tú que das la inteligencia de
institución: está instituida porque esta­ la fe, dame...»), Anselmo define a Dios a
mos en una comunidad lingüística, mas la vez como aquello más grande que lo
la palabra es también instituyente porque cual nada puede ser pensado, como gran­
los significados disponibles sufren una deza suprema (summum om n iu m ) y
«deformación coherente» que hace decir como aquello que es «mayor que lo que
a las palabras lo que jamás han dicho. pueda pensarse» (majus quam cogitan
Pero es la historia en su conjunto lo que possi t).
aquí se está considerando a la luz de la A menudo no se ha retenido de esta
noción de institución — término que obra más que lo que a partir de Kant se
recuerda el Fundierung (fundamento) hus- conoce como el argumento o rtológico:
serliano— . «Creemos que eres un ser por encima del
En su origen, este texto debía ser la cual no se puede concebir nada mayor.
primera parte de un díptico encaminado Pero ¿puede ser que no exista una natu­
a diseñar una «teoría concreta del espíri­ raleza semejante? Porque [...] “el insen­
tu» que nos lo habría mostrado «en una sato ha dicho en su corazón: N o existe
relación de intercambio con los instru­ Dios” . Mas, ciertamente [...] esa idea, al
mentos que él mismo se proporciona»: ser concebida, existe en la mente. [...] Pero
en las reflexiones sobre el «lenguaje indi­ sin duda este objeto por encima del cual
recto» tendremos ocasión de asistir a los no se puede concebir nada mayor, no pue­
primeros signos de la «ontología indirec­ de existir solamente en el entendimien­
ta» de Merleau-Ponty (-► L o Visible y lo to. Porque si existiera sólo en el entendi­
Invisible). miento, se podría concebir, por lo menos,
que existe también en la realidad; lo cual
Edición: La prosa del mundo, Taurus, 1971 es concebir algo mayor. Por consiguien­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ te, si este objeto por encima del cual no
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56; puede concebirse nada mayor existiese
X. Tilliette, Merleau-Ponty ou la Mesure de solamente en el entendimiento, resultaría
l ’homme, Seghers, 1970. que es posible concebir algo que está por
encima de aquello por encima de lo cual
nada se puede concebir. Pero, evidente­
mente, esto no puede ser. Por consi­
P R O SL O G IO N , Fides Quaerens inte- guiente, existe fuera de duda, y no sólo en
llectum id est Proslogion, o hacia 1078. el entendimiento sino también en la rea­
A n s e l m o de C a n t e r b u r y (San), 1033- lidad [et in intellectu et in re], un ser por
1109. encima del cual nada se puede concebir.»
El opúsculo está completado con el tex­
El Proslogion (término cuyo equiva­ to de Gaunilo, monje de la abadía de Mar-
lente latino es «alocución») responde, moutier (fin del siglo X-hacia 1083), En
según Anselmo, a un deseo de unidad: defensa del insensato (Líber p ro insi­
«He comenzado a buscar si era posible piente), que estima que es imposible pasar
encontrar por azar un argumento único de la definición a la existencia, y con la res­
que no tuviera necesidad de ningún otro puesta de Anselmo (Apología de Ansel­
para probarse y que él solo bastara para m o contra la defensa del insensato de
garantizar que Dios existe verdadera­ Gaunilo).
mente, que es el bien supremo, y que El éxito del Proslogion ha sido consi­
no tiene la menor necesidad de ninguna derable. Según Alexandre Koyré, se pue­
otra cosa de la que todos necesitamos den clasificar los sistemas filosóficos en
para ser y para ser bien.» dos apartados: «los que lo aceptan y los
Componiendo la obra en veintiséis cor­ que lo rechazan». San Buenaventura, Duns
tos capítulos y dialogando, en la tensión Scoto, Descartes (->• Meditaciones meta­
515 PROTÁGORAS

físicas V), Leibniz retoman el argumen­ del orden de un saber transmisible. De opi­
to. Gaunilo, Tomás de Aquino, Kant (-► niones diferentes, uno y otro van a inten­
Crítica de la razón pura: «D e la im po­ tar a su vez definir lo que es la virtud.
sibilidad de una prueba ontológica de Para responder a Sócrates, Protágoras
la existencia de D ios») lo refutan. relata una fábula sobre la creación de los
hombres por los Dioses. En este mito, aun­
Edición: Proslogio, acompañado del «Escri­ que todas las criaturas están provistas de
to en favor de un insensato» y de la «Apolo­ las cualidades necesarias para su supervi­
gía» de San Anselmo contra Gaunilo, en ver­
sión bilingüe de J. Alameda en Obras
vencia, el hombre está desnudo, olvidado
completas de San Anselmo, Ed. Católica por Epimeteo; su hermano Prometeo le
(B.A.C.), 1942, vol. I, pp. 351-437. roba entonces a otros Dioses «el conoci­
Estudio: A. Koyré, L ’Idée de Dieu dans la miento de las artes con el fuego», para que
philosophie de saint Anselme, Vrin, 1984. el hombre pueda protegerse, y Zeus le da
los medios para organizarse: la ciencia
política. Por tanto, «la justicia, la templanza,
la santidad y, para expresar en una sola
PR O TÁ G O R A S, o los Sofistas. Ilpco- palabra una cosa única, la virtud» están
Tayópaq, r¡ Xoqncraxí, o hacia 388 a.C. igualmente repartidas entre todos, y cada
P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C. uno debe aplicarse a «hacer avanzar la vir­
Diálogo. tud». Tal es el papel que se atribuye pre­
cisamente Protágoras. Pero Sócrates, a la
Figurando entre las obras mayores de vez que alaba el verbo del sofista, insiste
Platón, el Protágoras presenta tal varie­ en la cuestión inicial. Comienza entonces
dad de estilos (diálogo, exposición, mito, el verdadero diálogo socrático (y ya no un
comentario) y de personajes (Sócrates, un simple monólogo), en el que Sócrates inte­
amigo suyo, Hipócrates, Alcibíades, Cri- rroga a Protágoras sobre su concepción
tias, Calias, Pródico, Hipias y Protágoras), de la virtud: ¿es una o múltiple? ¿En qué
que confiere a este texto una riqueza extre­ sentido la justicia, la templanza y las otras
ma, tanto de contenido como de forma. cualidades de las que el hombre debe dar
Esta diversidad vuelve a encontrarse en su testimonio pertenecen a la virtud? Para
puesta en escena, muy teatral, puesto que Protágoras, estas cualidades son seme­
los tres actos están separados por tres jantes a las partes del cuerpo, en donde
momentos diferentes: Sócrates, al comien­ cada miembro es diferente del otro, mas
zo del diálogo, relata a un amigo su encuen­ todos forman una unidad. Sócrates recha­
tro con «el más grande sabio de los hom­ za esta posición, porque lo que él busca
bres de esa época», el sofista Protágoras es la esencia de la virtud única, y no la
(primer tiempo); Hipócrates había venido suma de sus cualidades.
a verlo al alba (segundo tiempo) para que Después de esta primera aporía, y al
lo presentase al sofista a fin de convertir­ estimar Sócrates que Protágoras actúa de
se en su discípulo. Mas la ciencia que ense­ mala fe al rehusar responder a sus cues­
ña Protágoras, el arte de hablar, ¿es bue­ tiones, manifiesta su deseo de marcharse.
na o mala para el alma? El grupo se traslada Convencido por el auditorio para que se
a la casa de Calias, el anfitrión de los sofis­ quede, le pide a Protágoras que respon­
tas, donde Sócrates y Protágoras mantie­ da concisa y claramente a sus preguntas.
nen la discusión sobre la cuestión esen­ Mas para dar ejemplo, Sócrates respon­
cial del diálogo: ¿puede la virtud ser derá primeramente a las cuestiones del
enseñada (tercer tiempo)? En efecto, Pro­ sofista. Este le interroga sobre un poema
tágoras sostiene que él enseña a devenir de Simónides en donde el autor parece
mejor y que una vez adquirida esta ciencia contradecirse, puesto que afirma al mis­
— el arte de la prudencia— el discípulo pue­ mo tiempo que es difícil devenir virtuoso
de gobernar tanto su casa como la ciudad. y que, por otra parte, Pitaco se equivoca
Mas, para Sócrates, la virtud política no es al decir que «es difícil ser un hombre de
PROTRÉPTICO 516

bien». Para Sócrates no hay ahí más que tras que su filosofía está principalmente
una paradoja aparente. En efecto, d eve­ orientada a combatirlos.
n ir virtuoso requiere un esfuerzo perm a­
nente, porque nadie puede, ni siquiera el Edición: Protágoras (tr. J. Calonge, E. Lle-
dó, C. García Gual), en D iá log os I, Gre­
sabio, abstenerse de cometer actos irra­
dos, 3.a reimpr., 1990.
zonables e injustos. Por tanto, ser virtuo­ Estudio: F. Chatelet, E l p en sa m iento de
so y permanecerlo siempre no es «difícil», P la tón , Labor, 1968.
sino absolutamente imposible. Sócrates
comprende la posición de Simónides como
la tentativa de encontrar un «justo medio». P R O T R E P T IC O , npoTpCTmKÚc. o hacia
Finalmente, Sócrates reanuda sus pre­
353 a.C.
guntas sobre las diferentes partes de la vir­ A r is t ó t e le s , 384-322 a.C.
tud y, al paso que muestra a Protágoras
que comete errores de juicio sobre la for­
Aristóteles redactó este tratado para ani­
taleza o el placer, expone su propia con­
mar a los atenienses ilustrados a cultivar la
cepción de la ciencia. Para él, la virtud ver­
filosofía: se trata por tanto de un elogio de
dadera se encuentra en la «ciencia de la
la vida filosófica. Este escrito pertenece a
medida» (que permite distinguir el bien del
la fase idealista de Aristóteles: discípulo
mal), y «cuando se peca, se peca por fal­
todavía de Platón, expone aquí una moral
ta de ciencia». Pero entonces, si la virtud
acorde con la teoría platónica de las Ide­
es una ciencia, puede ser enseñada (bajo
as y la creencia en la inmortalidad del alma
la forma de una enseñanza general y no
(creencia emparentada a su vez con esas
de un arte, com o sostenía Protágoras).
Ideas). Este es el más antiguo de los trata­
Sócrates ha demostrado lo que quería pro­
dos de moral de Aristóteles.
bar Protágoras, mientras que sus posicio­
nes eran originalmente contrarias. Edición: Recherches sur le p re m ie r A n s­
D e este modo, el diálogo termina con ióte: Eu dém e, D e la p h ilo s o p h ie , P ro-
una nueva aporía en la que ni Sócrates treptique (textos reunidos y traducidos por
ni Protágoras han podido mantener sus B. Dumoulin), Vrin, 1981.
Estudio: R.-A. Gauthier, La M o ra le
tesis de partida. Pese a ello, el texto abor­
d ’A ristote, P.U.F., 1973.
da las cuestiones esenciales del pensa­
miento platónico a través de las nocio­
nes de bien, de virtud, de ciencia, de
política y de retórica. En efecto, si los diá­ P R O T R É P T I C O , Aó70c TrpoipEJiTiKó
logos de Platón que preceden a éste, ->■ g Ttpót; t o ík ; 'EXXr|vaq,
L a q u é s y -*• L is is , no aportaban res­ C lem ente de A le ja n d ría , hacia 140-hacia
puestas a los problem as planteados (el 220.
uno sobre el valor, el otro sobre la amis­
tad), P rotá g ora s es en cambio el más ela­ Este tratado de exhortación, que forma
borado — y el último— de los diálogos de parte de una gran obra apologética, está des­
juventud de Platón. En este sentido, es tinado a demostrar la falsedad de las leyen­
el heraldo de los grandes textos que serán das y los mitos griegos. Atacando a los mis­
-> G o rg ia s sobre la retórica, > M e n ó n terios y a los dioses, insiste en la importancia
sobre la virtud, y L a R e p ú b lica sobre y la superioridad de la filosofía cristiana, úni­
la justicia, obras en las cuales el sistema ca capaz de aportar la paz verdadera.
platónico se abre cam ino a través del
cuestionamiento socrático. Pero lo ver­ Edición: P ro tré p tic o (tr. M.a C. Isart), Gre­
daderamente notable en este diálogo es dos, 1994.
que al pasar revista a su época, Platón Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), pp. 45-
rinde un claro homenaje (pese a ser iró­
52, 57, Gredos, 1995; Cl. Mondésert, intro­
nico a veces) a los sofistas (Hipias, Pro- ducción a la edición francesa (P ro tre p tiq u e ,
dicos) y a su maestro Protágoras, mien­ Le Cerf, 1980).
517 PROYECTO DE PAZ PERPETUA

PROVINCIALES (LAS), O CARTAS ES­ punto todo su discurso, partiendo de sus


CRITAS A U N PR O VIN C IAL PO R posiciones más débiles.
U N O DE SUS AMIGOS A PROPÓSITO El éxito inmediato de las Provinciales
DE L A S DISPU TAS A CT U A LE S DE se explica por las cualidades polémicas y
LA SORBONA, Les Provinciales ou Let- literarias de la obra. Valiéndose del arte dia­
tres écrites a un provincial par un de ses léctico, de la ironía, de la elocuencia per­
amis, sur le sujet des disputes présentes sonal, Pascal gana con facilidad al lector
de la Sorbonne, 1656-1657. para su causa, y logra incluso convertir en
B laise P a s c a l , 1623-1662. divertido un debate teológico a priori asaz
austero. Se le podrá reprochar que no adop­
Las dieciocho cartas conocidas bajo el tó en el debate una actitud imparcial; hay
nombre de Provinciales dan testimonio que reconocer en efecto que en ciertos
de la intervención de Pascal en el deba­ momentos se dejó llevar por el partido que
te teológico relativo a la cuestión de la había tomado. Mas es justamente en este
gracia. Publicadas anónimamente, y des­ compromiso del autor con su causa donde
pués con el pseudónimo de Louis de Mon- reside todo el valor de estas cartas.
talte, aparecieron clandestinamente sin
autorización, lo que le valió a su autor ser Edición: B. Pascal, Obras 1: Provinciales,
opúsculos y cartas (tr. C. R. Dampierre),
buscado por la policía. Su éxito fue inme­
Alfaguara, 1983
diato. Estudio: A. Béguin, Pascal (tr. J. Almela),
Es sabido que, sobre la cuestión de la México, Fondo de Cultura Económica, 1989.
gracia, los jansenistas pretendían volver
a la doctrina de San Agustín, que Tomás
de Aquino había ya pasablemente alige­
rado, y que Molina (autor del -►Acuerdo PROYECTO DE PAZ PERPETUA, Pro­
del libre arbitrio con el don de la gra­ jet de paíx perpétuelle, 1713.
cia) había abandonado en beneficio de S a in t -P ierre (Charles-Irénée Castel, aba­
una perspectiva más optimista. La posi­ te de), 1658-1743.
ción de los jansenitas se situaba muy cer­
ca de la severa doctrina de la predesti­ Este texto contiene lo esencial de lo
nación de Calvino. que la posteridad ha retenido de la volu­
La cuestión de la gracia es el objeto minosa obra del abate de Saint-Pierre; el
directo de las cartas I a IV, y nuevamen­ escrito proviene de una M em oria para
te de la XVII y la XVIII. Pascal justifica la conseguir la paz perpetua en Europa,
doctrina de Jansenio contra la acusación que el abate había redactado en la época
de herejía mostrando que es la única fiel en que participaba en las negociaciones
a la enseñanza de San Agustín, que es en tomo a la paz de Utrech.
la doctrina oficial de la Iglesia. El autor Pese al juicio de Leibniz que discurre en
expone claramente las distinciones con­ este sentido, el Proyecto de paz perpetua
ceptuales sobre las que se funda el deba­ no debe ser confundido con los sueños utó­
te («poder próximo», «gracia suficiente»), picos producidos en abundancia durante
y muestra que las confusiones manteni­ los siglos precedentes. Se trata ahora del
das por los jesuítas falsean la discusión, proyecto sensatamente pensado de un juris­
que podría desembocar en un acuerdo ta que se pregunta por las condiciones que
entre los jansenitas y los tomistas contra podrían garantizar, mediante el juego de
los molinistas. instituciones estables, la paz en Europa. El
La carta V y las que le siguen tratan de abate de Saint-Pierre constata en efecto
la moral y denuncian la casuística de los que el equilibrio, puesto sin cesar en cues­
jesuítas, como también su laxitud moral. tión, de las fuerzas políticas no garantiza
El tono es áspero. Se trata de responder la coexistencia pacífica.
al jesuitismo sobre este punto particular, El autor propone por tanto la constitu­
mas también de desacreditar punto por ción de un «Cuerpo europeo»; las alian­
PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS (LAS) 518

zas entre Estados y el arbitraje de una asam­ el espíritu de Hegel, estos textos no son
blea (el «Senado europeo») deberían ser exclusivamente escritos sobre la religión
capaces de prevenir los conflictos y de ase­ o sobre la filosofía de la religión; son tam­
gurar la «felicidad pública». El abate de Saint- bién textos de lógica que tratan sobre la
Pierre es en efecto un humanista, cuyo fin cuestión de la demostración.
último es la felicidad de los hombres. Las dos primeras conferencias, titula­
La obra disfrutó en su tiempo de una das «Fe y conocimiento», se centran esen­
celebridad que contrasta con el olvido en cialmente en el examen de la posibilidad
que ha caído hoy en día. El abate de Saint- racional de una prueba de tipo lógico apli­
Pierre gozó, junto con muchos otros, del cada a un problema como el de la exis­
ambiguo privilegio de haber suscitado la tencia de Dios. Las dos conferencias
crítica de los más grandes nombres de la siguientes tocan la cuestión de la fe y del
filosofía, sin los cuales estaría completa­ valor del sentimiento que ésta produce
mente olvidado. Rousseau escribió un desde el punto de vista del saber. La quin­
Extracto y un Juicio del proyecto de paz ta conferencia pone el acento sobre la
perpetua. Johann Gottfried Herder lo cri­ posibilidad de un conocimiento real de
ticó en sus Cartas para el progreso de la Dios, mientras que la sexta muestra cómo
humanidad (1793-1797). Kant, final­ la existencia de Dios es demostrada por
mente, se inspiró en él para la obra que pruebas metafísicas y no históricas.
lleva el mismo título, aunque, menos ambi­ A partir de la séptima conferencia, «El
ciosa, no se orienta hacia la felicidad total concepto especulativo», es cuando Hegel
y definitiva de la humanidad. En un tiem­ hace intervenir en su exposición los prin­
po en que nuestros gobernantes buscan la cipales conceptos extraídos de su propia
vía de un «nuevo orden mondial» (es decir, lógica, aplicándolos al examen de las prue­
el camino que permita salir del desorden), bas tradicionales de la existencia de Dios.
el Proyecto de paz perpetua es sin duda El objetivo general de Hegel a través de
merecedor de una nueva lectura. las conferencias que siguen es el de mani­
festar el movimiento del pensamiento por
Edición: Projet de paix perpétuelíe, col. el cual el espíritu se eleva a Dios, movi­
«Les Classiques de la politique», Garnier, miento del que subraya su carácter dia­
1981.
Estudio: S. Goyard-Fabre, presentación del léctico. Hegel afirma finalmente, en la últi­
texto en la edición citada. ma conferencia, la superioridad de su
sistema respecto a los sistemas filosóficos
panteístas o «de la sustancialidad», y con­
cretamente respecto al de Spinoza.
PR UE B A S DE LA EXISTENCIA DE
DIO S (LAS), Vorlesungen über die Edición: Las pruebas de la existencia de
Dios (tr. A. Garzón del Camino), México,
Beweise vom Dasein Gottes, 1840.
Alameda, 1955.
G eorg W ilhelm F ríedrich H egel , 1770- Estudio: G. Fessard, Hegel, le christianis-
1831. me et l’histoire, P.U.F., 1990.

La materia principal de esta obra está


formada por una serie de dieciséis confe­
rencias cuyo manuscrito redactó Hegel PSICOANÁLISIS. CINCO CONFEREN­
con vistas a los cursos que debía dar en la CIAS EN LA CLARK UNIVERSITY,
universidad de Berlín en 1829, mas que Über Psychoanalyse, fü n f Vorlesungen,
no llegó a publicar mientras vivía. (En la 1909.
edición francesa se han incluido tres tex­ S igm und F re u d , 1856-1939.
tos del mismo período: «De la crítica kan­
tiana de la prueba cosmológica», «Expo­ Bajo este título aparece el texto de las
sición de la prueba teleológica» y cinco conferencias (o lecciones) que Freud
«Exposición de la prueba ontológica».) En pronunció en 1909 en los Estados Uni­
519 PSICOANÁLISIS. CINCO CONFERENCIAS EN LA CLARK UNIVERSITY

dos, donde el movimiento analítico empe­ expresión (lapsus), de lectura o de audición,


zaba entonces a propagarse con dificultad. que se traducen en inversiones del orden o
La primera lección relata la observación confusiones, y que con frecuencia hacen
de un caso clínico. Anna O., paciente del decir a un individuo lo contrario de lo que
doctor Breuer, sufre trastornos psíquicos quería decir. Otros actos fallidos se tradu­
graves: la histeria de conversión. En el cen en el olvido momentáneo de una pala­
curso del tratamiento de esta joven histé­ bra o de un proyecto. Algunos, en fin, se
rica, Freud se apercibe de que los síntomas caracterizan por incomprensibles pérdidas
desaparecen desde el momento en que se de objetos familiares. Son incidentes apa­
descubre su sentido. El psicoanálisis nace­ rentemente insignificantes — que apenas si
rá de este descubrimiento. En la segunda tienen consecuencias prácticas— , mas para
lección, el autor expone su nueva con­ el psicoanálisis tienen un sentido: son expre­
cepción de la histeria. Antiguamente, la sión, como los sueños, de los deseos y pul­
histeria era considerada como la enfer­ siones que el sujeto trata de disimular ante
medad de la simulación. Pero, a medida su propia consciencia.
que prosigue sus investigaciones, Freud La cuarta lección se ocupa de los com­
descubre que esas aparentes deficiencias plejos patógenos y de los síntomas mór­
de la motricidad, del lenguaje, etc. (por bidos ligados a la sexualidad, como tam­
ejemplo, la imposibilidad de beber, de bién del complejo de Edipo. El complejo
hablar...), son de hecho los síntomas resi­
de Edipo define un momento fundamen­
duales de «traumatismos psíquicos» ante­
tal de la existencia del niño, que se carac­
riores, vividos en la angustia e inasimila­
teriza por una violenta ternura hacia la
bles por el sujeto. Freud supone entonces
madre y una afectividad ambivalente hacia
que los histéricos o los neuróticos «sufren
el padre. Freud reconocía en éste el «com­
de reminiscencias» que los recluyen en el
plejo nuclear» (Kernkomplex), fuente de
pasado y los alienan. Se produce enton­
todas las neurosis.
ces una represión de las tendencias afec­
Finalmente, en la quinta lección, abor­
tivas o de las pulsiones sexuales del indi­
da Freud el problema del arte, y propone
viduo, y esta inhibición dará lugar a
en particular la sublimación como meca­
comportamientos patológicos. Así pues,
Freud cualifica de dinámica a la actividad nismo de defensa esencial. La sublimación
psíquica, siendo el deseo el motor con­ es la posibilidad que las pulsiones sexuales
flictivo de la interioridad en la que sin cesar tienen de manifestar toda su energía, sus­
se oponen consciente e inconsciente: en tituyendo un fin inaccesible por un fin situa­
el inconsciente se refugian, fuera del alcan­ do fuera de la sexualidad y valorado por la
ce del consciente, los sucesos que el indi­ sociedad. Este artificio evita la represión.
viduo no ha podido soportar; una fuerza La sublimación permite en efecto realizar
les impide en efecto aflorar a la conscien­ los deseos inconscientes y satisfacer al mis­
cia del enfermo: la resistencia. La tarea mo tiempo las exigencias del superego.
del médico consistirá en «sacar a la luz del Mas, concluye Freud, esta solución dista
día a lo reprimido» mediante una terapia mucho de ser la mejor: «Al privar al ins­
asentada en el habla y en la asociación de tinto sexual de su alimento natural, se pro­
las palabras que permita sondear el incons­ vocan consecuencias penosas.»
ciente. Para sanar, el enfermo debe tomar De lectura amena, pues está destina­
conciencia de aquello que ha rechazado y da a un público no especialista, estas Lec­
olvidado de manera traumática. ciones constituyen una excelente intro­
La tercera lección versa sobre los sue­ ducción al psicoanálisis.
ños y los actos fallidos, los lapsus, los actos
sintomáticos. En psicoanálisis, se deno­ Edición: Psicoanálisis. Cinco conferencias
minan actos fallidos las acciones por las en la Clark University (Estados Unidos),
incluido en Compendio del Psicoanálisis
que un individuo se expresa o actúa de (tr. L. López Ballesteros), Tecnos, 1985.
manera contraria a lo que él tenía intención Estudio: S. Moscovia, La Psychanalyse:
de hacer. Esta noción engloba errores de son image, son puplic, P.U.F., 1976.
PSICOANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE HADAS 520

P SICO A NÁLISIS DE LO S CUENTO S de contrarios: es a la vez vicio y virtud,


DE HADAS, The Uses o f Enchantment: bien y mal, destello del paraíso y abrasa­
the Meaning and importance o f Fairy miento del infierno; es Ser social, prohi­
Tales, 1977. bición paterna («no hay que jugar con el
B ru n o B e ttelh eim , 1903-1990. fuego»). En tanto que tal, lo deseamos
com o objeto de nuestro saber («quiero
La obra, cuyo título podría haber sido dominar el fuego»): el complejo de Pro­
más adecuadamente «El buen uso de lo meteo, que roba el fuego a Héfestos para
maravilloso», se propone estudiar el papel dárselo a los hombres, manifiesta «todas
que juega la lectura de los cuentos de las tendencias que nos empujan a saber
hadas en el desarrollo afectivo e intelec­ tanto como nuestros padres».
tual del niño. Mas el fuego es también vida y des­
N o solamente los cuentos lo enrique­ trucción. Nuestro destino es semejante
cen, estimulando su imaginación gracias a la brizna de paja, que no se anima, no
al carácter maravilloso del cuento, sino se abrasa más que para morir; tal es el
que lo preparan para su futura vida adul­ complejo de Empédocles, que se inmola
ta al no ocultarle nada de las dificultades por el fuego. Es también calor, tanto en
que va a encontrar y de la maldad con la su acto de arder como en la creencia del
que inevitablemente se ha de ver con­ descubrimiento del fuego por frotamien­
frontado. Más aún, los cuentos permi­ to de dos trozos de madera, imaginaria
ten al niño afirmar su personalidad y entrar sexualidad de dos cuerpos que se avivan
en contacto con su propio inconsciente por un amor que los funde. El complejo
(heridas narcisistas, dilemas edipianos, de Novalis sintetiza esta creencia en un
fuego generador, sustancial, reproductor.
rivalidades fraternas). Así, lejos de alienar
«El fuego es la vida; la vida es un fuego»,
a los pequeños, los cuentos de hadas con­
expresión de una potencia viril (de la que
tribuyen a socializarlos y a inculcarles los
el alcohol — mito de Hoffmann— mani­
valores con los que deberán más tarde
fiesta el calor íntimo). «El fuego es una
regular su conducta.
persona», y por eso — complejo de Pan-
Edición: Psicoanálisis de los cuentos de tagruel— «el fuego se alimenta como un
hadas (tr. S. Furió), Crítica, 1992. ser viviente». «Hijo del hombre», el fue­
Estudio: G. Bersihand, B ettelheim , Robert go revela «profundidad y devenir».
Jauze, 1986. Es imposible enumerar aquí todos los
atributos adjudicados al fuego, mas la inten­
ción de Bachelard queda clara: «es preci­
so que cada uno destruya, aún más que
PSICOANÁLISIS DEL FUEGO (EL), La sus fobias, sus “ filias” , sus complacen­
Psychanalyse du feu, 1938. cias por las intuiciones primeras». No se
G a s tó n B a c h e la rd , 1884-1962. trata por tanto de desvalorizar esos com­
plejos, sino de volver a encontrar su sen­
Persuadido de que nuestra apreciación tido metafórico, poético, no científico. Este
de un objeto es necesariamente subjetiva libro, que es una ilustración de las tesis de
y cargada de creencias, Bachelard pro­ ->■ La form ación del espíritu científico
cede aquí a un «psicoanálisis del fuego», (1938), explícita el camino que debe seguir
mediante el cual se propone romper con la filosofía: conciliar ciencia y poesía mos­
la percepción inmediata del objeto «fue­ trando, para cada objeto, lo que es pro­
go» depurando a éste de los prejuicios, pio de uno y otro dominio.
mitos o «complejos» que tradicionalmen­
te le han sido asignados. Edición: Psicoanálisis del fu eg o, Alianza,
1986.
El fuego es el ejemplo tipo de un obje­
Estudios: J. Sánchez Trabalón, Gastón
to siempre expresado por características Bachelard, Orto, Madrid, 1995; P. Quillet,
antropomórficas. El fuego es un juego Bachelard, Seghers, 1964.
521 PSICOLOGÍA DE LAS MASAS

PSIC O LO G ÍA C O M O CIENCIA FUN­ tracción, etc. Piaget afirma en efecto,


D A D A EN L A E X PE R IE N C IA, L A contra la escuela alemana de la «psico­
M E TA F ÍS IC A Y L A M A T E M Á T IC A , logía del pensamiento» (Denkpsycho-
Psychologie ais Wissenschaft neu logie), que la lógica es «el espejo del pen­
gegründet auf Erfahrung, Metaphysik samiento», y no a la inversa. Así, la
und Mathematik, 1824-1825. inteligencia es concebida como un esta­
J o h a n n F ríedrich H er b ar t , 1776-1841. do de equilibrio del pensamiento al que
el hombre llega al término de una larga
Este tratado se apoya en una concep­ evolución de la que el autor se aplica a
ción metafísica del alma, en la que ésta describir aquí sus diferentes etapas. De
es considerada como simple e inmuta­ la inteligencia pre-verbal al pensamien­
ble y por tanto desnuda de toda multipli­ to oratorio, se observan cambios más y
cidad en sus estados. Existe así un cierto más complejos y distantes entre el suje­
número de estados psíquicos elementa­ to y los objetos que él aprehende. Si el
les, o representaciones, que interactú- ritm o caracteriza a las conductas ins­
an los unos con los otros en virtud de un tintivas o reflejas (comer, beber, repro­
mecanismo que da como resultado la uni­ ducirse) y la regulación a la inteligen­
dad del yo. cia sensomotriz y al pensamiento
Esta teoría del «desarrollo psicológico» intuitivo, el agrupamiento es lo que defi­
se anticipa a la concepción freudiana del ne a la inteligencia operativa, «forma» de
mecanismo psíquico. equilibrio final hacia la cual tienden todos
los procesos cognitivos.
Edición: Psychologie ais Wissenschaft neu
gegründet auf Erfahrung Metaphysik und Edición: Psicología de la inteligencia (tr.
Mathematik, Konisberg, 1824-1825.
J. C. Foix), Crítica, 1989.
Estudio: F. Trager, Herbarts realistisches Estudio: M. A. Boden, Piaget (tr. C. García
Denken. Ein Abriss, Amsterdam/Wurtz-
Trevijano), Cátedra, 1982.
burgo, Rodopi-Kónigshausen & Neumann,
1982.

P S IC O LO G ÍA DE L A S M ASA S, Psy-
PSIC O LO G ÍA DE L A INTELIGENCIA chologie des foules, 1895.
(LA), La psychologie de l ’intelligence, G u s ta v e L e B o n , 1841-1931.
1947.
J e a n P ia g e t , 1896-1980. Partidario de un deterninismo bioló­
gico y psicológico, hostil al individualis­
Este libro, que retoma lo esencial de mo racionalista, Le Bon considera a las
un curso impartido en el Collége de Fran- colectividades humanas como conjuntos
ce en 1942, constituye la síntesis de las históricos, biológicos y raciales que tie­
investigaciones de Piaget sobre la inteli­ nen un «alma». El autor intenta así expli­
gencia. car los fenómenos sociales a partir de
Definida en sentido muy amplio como mecanismos psicológicos.
la aptitud para construir estructuras móvi­ La multitud, superior a la suma de los
les y reversibles, la inteligencia no es para individuos que la componen y que no tie­
el autor más que un término genérico nen en sí mismos ningún valor, consti­
que designa los diversos «agrupamien- tuye una unidad mental con una domi­
tos» de operaciones lógicas de que el nante emotiva. Está esencialmente guiada
hombre es capaz, desde la simple per­ por un inconsciente colectivo — el alma
cepción de un objeto (que es ya cons­ de las masas— , que determina la raza
trucción) al cálculo proporcional, pasan­ concebida como la acumulación heredi­
do por las operaciones de clasificación, taria de características semejantes. Domi­
de pertenencia, de sustitución, de abs­ nada por el inconsciente y no por la
PSICOLOGÍA DE LOS SENTIMIENTOS (LA) 522

razón, la masa no es apta para la refle­ PS IC O LO G ÍA DE M A SA S DEL FAS­


xión y el razonamiento, sino para la C IS M O (LA), D ie Massenpsychologie
acción; actúa, no a partir de ideas, sino des Faschismus, 1933.
en función de imágenes. Igualmente, Le W ilh elm R eich , 1897-1957.
Bon la califica de «femenina», ilógica,
irresponsable, excesiva, crédula, impre­ En esta obra rechaza Reich los análi­
visible. sis reduccionistas a los que se ha recurri­
Este libro, que fue uno de los más gran­ do para explicar la emergencia del fas­
des acontecimientos científicos de todos cismo: en primer lugar el esquema
los tiempos, ha influido o inspirado a pen­ «marxista» simplificador, que no ve en el
sadores tan diferentes com o Sigmund triunfo de los regímenes fascistas más que
Freud, Maurice Barrés, Georges Sorel o el fruto de un «engaño» de las masas (sedu­
Henri Bergson, pese al hecho de que Le cidas por un programa en apariencia anti­
Bon fue desacreditado por su «alinea­ capitalista, se habrían precipitado en los
miento» con el fascismo italiano. brazos de sus verdugos). Una explicación
puramente local, que harta del fascismo
Edición: Psicología de las masas (tr. A. Gue­ un fenómeno estrictamente alemán o ita­
rra), Morata, 1995. liano, no vale para mucho.
Estudio: C. Rouvier, Les Idées politiques
Reich, marxista él mismo, no recu­
de Gustaue Le Bon, P.U.F., 1986.
sa la legitimidad de una explicación
materialista del fenómeno fascista, pero
quiere añadir al aspecto histórico una
dimensión psicológica que él juzga deter­
P S IC O L O G ÍA DE L O S SEN TIM IEN ­
minante.
T O S (L A ), La psychologie des senti-
Hay para Reich una dimensión uni­
ments, 1896.
versal del fascismo, que reposa en la
T h éo d u le R ib o t , 1839-1916.
estructura psíquica del hombre aplasta­
do, que Reich designa en otros escritos
Para Ribot, el estudio de los senti­
con el término de «pequeño hombre»
mientos es incompatible con las exi­
(Escucha, pequeño hombre). «En su for­
gencias cartesianas de claridad y preci­
ma pura, el fascismo es la suma de todas
sión. Este estudio se funda efectivamente
las reacciones caracteriológicas irracio­
en la observación interior. Rechazando
nales del hombre medio.» El fascismo, es
la teoría intelectualista, la obra adopta
por tanto, la forma política que toma una
la tesis fisiológica. Según esta tesis, los
estructura reproducida en los individuos
sentimientos están arraigados en lo más
en millones de ejemplares y que ha sido
profundo del individuo. Es, pues, impo­
creada por la represión sexual y la moral
sible reducir los estados afectivos a ideas
al servicio del orden establecido.
claras.
Es, pues, un error creer que el fascis­
La primera parte de la obra estudia las
mo se impone por coerción ejercida sobre
manifestaciones más generales; la segun­
las masas. Existe, por el contrario, un
da trata de las emociones particulares.
deseo profundo de fascismo, que se tra­
Partidario de una psicología evolucionis­ duce en el culto a los jefes.
ta, Ribot muestra que nuestra vida afec­
De ello resulta que el fascismo no es
tiva pasa por una serie de transforma­ un fenómeno históricamente localizado,
ciones, que discurren en el sentido de una circunscrito, sino que está presente bajo
complejidad creciente de los sentimien­ forma latente en toda sociedad. La con­
tos y las emociones. figuración psíquica que lo sostiene está
siempre «presta a servip> a los fines polí­
Edición: La Psychologie des sentiments.
P.U.F.-Alcan, 1939. ticos que la podrían engullir. La famosa
Estudio: H. Baruk, La Psychiatrie francai- frase de Brecht: «Todavía es fecundo el
se de Pinel á nos jours, P.U.F., 1967. vientre de donde ha salido la bestia inmun­
523 PSICOLOGÍA Y ALQUIMIA

da» habría merecido sin duda la aproba­ Edición: Psychology from the standpoint
ción de Reich. o f a behaviorist, 3.a ed., Lippincott, Fila-
delfia, 1919, 3.aed. 1929.
De todos los libros escritos por Wil-
Estudios: W. S. Sahakian, Historia y siste­
helm Reich, La psicología de masas del mas de la psicología (tr. A. Sánchez), Tec­
fascismo es hoy sin duda la más viva. Ha nos, 1987; M. H. Marx y W. A. Hillix, Sis­
inspirado numerosos análisis y ha influi­ temas y teorías psicológicos contemporáneos
do en la práctica de movimientos de con­ (tr. J. Colapinto), cap. W , Buenos Aires, Pai-
dós, 1972.
testación y de lucha contra el fascismo.
La noción surgida en el sesenta y ocho
de «fascismo cotidiano», por ejemplo, ha
salido directamente de ella.
PSICOLOGÍA DESDE EL PU N TO DE
Edición: Psicología de masas del fascismo V ISTA EMPÍRICO, Psychologie vom
(tr. R. Bein), Bruguera, 1980. empirischen Standpunkt, 1874.
Estudio: C. Sinelnikoff, L ’Oeuure de Wil- F r a n z B r e n t a n o , 1838-1917.
helm Reich, Maspero, 1970.
Como anuncia el título, es ciertamen­
te un punto de vista empírico el que adop­
ta aquí Brentano. La psicología, defini­
PSICOLOGÍA DESDE EL PU N T O DE da primeramente como ciencia del alma,
V ISTA DE U N CO NDUCTISTA, Psy y después como ciencia de los fenóme­
chology from the Standpoint o f a Beha- nos psíquicos, reposa sobre la experien­
viorist, 1919. cia, con el mismo derecho que las cien­
J o h n B ro a d u s W a t s o n , 1878-1958. cias de la naturaleza. Mas la determinación
inductiva de las propiedades más gene­
Queriendo hacer de la psicología una rales no presupone el conocimiento de
«rama puramente experimental de las los casos particulares.
ciencias naturales», John B. Watson res­
tringe su estudio a las relaciones entre Edición: Psicología, Revista de Occidente,
1935.
los acontecimientos del entorno (los estí­ Estudio: L. Gilson, La psychologie des-
mulos) y el comportamiento de los ani­ criptiue selon Franz Brentano, Vrin, 1955.
males y de los hombres (sus reacciones,
sus respuestas a los estímulos). El autor
sistematiza aquí el punto de vista hecho
público en su obra de 1914, E l co m ­ PSICOLOGÍA Y ALQUIM IA, Psycho-
portamiento: una introducción a la psi­ logie und Alchem ie, 1944.
cología comparada. C a r l G u s t a v J u n g , 1875-1961.
El examen se centra en las acciones
observables en los organismos. El orga­ Esta obra retoma el texto, ampliamente
nismo «responde» a las solicitaciones de corregido y aumentado por su autor, de
los estímulos ambientales. Mientras que dos conferencias pronunciadas en 1935-
la ciencia de la conciencia no era accesi­ 1936. El paralelo que Jung establece aquí
ble más que por el método introspectivo, entre la psicología y la alquimia nace de
la psicología del comportamiento es una la confrontación entre su experiencia clí­
ciencia que dispone de un método obje­ nica del psicoanálisis y el estudio amplio
tivo aplicable a datos que son accesibles y minucioso de los símbolos y prácticas
a muchos observadores. que los alquimistas habían utilizado. Así,
Watson ha sido la figura dominante del el autor se aplica a mostrar que el hom­
conductismo clásico. A partir de 1930 bre se ha servido de la alquimia no sólo
comienza el neoconductismo con Clark para afrontar los enigmas de la materia,
L. Hull, que privilegia la teoría de un com­ sino también los enigmas — más acu­
portamiento de adaptación. ciantes— de su propio espíritu.
PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA 524

Edición: Psicología y alquimia (tr. A. Sabri- son objeto de un examen crítico severo,
do), Plaza,y Janés, 1989. al igual que las técnicas de exploración.
Estudio: E. Perrot, La Voie de la transfor- Así, no hay en Jaspers rastro de induc­
mation d ’áprés Cari Gustav Jung et l ’al-
chimie, La Fontaine de Pierre, 1980. ción arbitraria de lo particular a lo gene­
ral; y del estudio de un caso específico no
concluye la realidad necesaria de una ley
universal. En efecto, el autor subraya aquí
P S IC O P A T O L O G ÍA DE L A V ID A el carácter irreductible de todo ser huma­
COTIDIANA, Zur Psychopathologie des no, aunque sea un enfermo, y su condi­
Alltagslebens, 1901. ción fundamentalmente inabarcable.
S ig m u n d F reu d , 1856-1939. Así supo aliar el autor la prioridad de
la razón en la investigación médica con
En este ensayo muestra Freud que los una concepción profundamente respe­
actos fallidos, los lapsus, no son simple­ tuosa del hombre y de su misterio. Jas­
mente el resultado de un funcionamiento pers ha sabido ganarse sin duda un lugar
defectuoso del mecanismo psíquico, sino entre los filósofos en virtud de la irrecu­
que son actos psíquicos completos cuyo sable objetividad de su reflexión. Un día,
en el seno de un círculo médico, pronun­
estudio puede tener una dimensión pro­
ció estas palabras: «Los psicólogos deben
funda. El autor interpreta en efecto los actos
aprender a pensar».
fallidos como compromisos resultantes de
la concurrencia de dos tendencias o inten­ Edición: Psicopatología general (tr. de la
ciones, una manifiesta y otra latente. A tra­ 5.s ed. alem. por R. O. Saubidet y D. A. San-
vés del acto fallido, el individuo resuelve tillán), Buenos Aires, Beta, 1971.
ese conflicto expresando bajo un aspecto Estudio: M. Dufrenne y P. Ricoeur, Karl
deformado la tendencia latente. Jaspers et la philosophie de l’existence, Le
Seuil, 1947.
Edición: Psicopatología de la vida cotidiana
(tr. L. López-Ballesteros), en Obras com­
pletas, t. III, Biblioteca Nueva, 1969.
Estudio: P.-L. Asson, Le Freudisme, col. PSIQ U IAT R ÍA Y A N TIPSIQ U IATR ÍA,
«Que sais-je?», P.U.F., 1990. Psychiatry and Anti-Psychiatry, 1967.
D a v id G r a h a m C o o p e r , 1931-1986.

El doctor David Cooper es uno de los


P S IC O P A T O L O G ÍA GENERAL, A ll­ principales instigadores (con su compa­
gemeine Psychopathologie, 1913. ñero Ronald D. Laing) de la antipsiquia­
K a r l Ja s pe r s , 1883-1969. tría, que por un nuevo método de inves­
tigación del comportamiento humano se
Motivado por el deseo de conocer al opone a la psiquiatría tradicional e impug­
hombre, y antes de enseñar filosofía en na sus principios.
la universidad (1922), Jaspers fue doctor Mientras que ésta considera al enfer­
en medicina y se especializó en psicología. mo «clínicamente», es decir, en la relación
En su Psicopatología general recopila y directa que él guarda con su enfermedad,
estudia de manera sistemática los diferen­ la antipsiquiatría propone una ampliación
tes tipos de enfermedades mentales. Su de las investigaciones médicas al con­
idea es exponer en esta obra el conjunto texto humano y social del sujeto. La fami­
de las teorías actuales, con la intención de lia y la sociedad estarían en efecto al ori­
acceder a una visión general de las adqui­ gen de los conflictos inconscientes del
siciones empíricas de la época, sin dejar­ esquizofrénico: «La familia asume el rol
se encerrar en tal o cual corriente. de mediadora de la alienación social».
Con voluntad de una clarificación rigu­ Finalmente, el autor analiza la violen­
rosa de la psicopatología, los conceptos cia perniciosa que alienta en el corazón
525 PURIFICACIONES (LAS)

de la esquizofrenia, y que el entorno impo­ contribución a la definición de la noción


ne sutilmente al enfermo. La práctica psi­ de hombre. Para Scheler, ni el naturalis­
quiátrica de Cooper, de tipo existencial, mo ni el racionalismo dualista pueden dar
ha contribuido a una comprensión más cuenta del ser propio del hombre. Es sola­
humana de la locura. mente en la espiritualidad, y a través de la
La iniciativa de Cooper ha sido segui­ espiritualidad, como el hombre accede ver­
da en el mundo entero por un gran núme­ daderamente a la existencia individual.
ro de psiquiatras. Aun se puede leer en este texto la
influencia de la fenomenología de Husserl,
Edición: Psiquiatría y antipsiquiatría (tr. J. pero también la afirmación panteista de
Piatigorsky), Paidós, 1985. una realización de Dios en el hombre.
Estudio: Ch. Delacampagne, Anti-psychia-
trie, col. «Figures», Grasset, 1974.
Edición: El puesto del hombre en el cos­
mos (tr. J. Gaos), Buenos Aires, Losada,
1943.
Estudio: M. Dupuy, La philosophie de Max
PU E STO DEL HOM BRE EN EL C O S­ Scheler, 2 vols., P.U.F., 1959.
M O S (EL), Die Stellung des Menschen
im Kosmos, 1928.
M a x S ch eler , 1874-1928.
PURIFICACIONES (LAS).
Este ensayo de antropología filosófica E mpédocles de A g r ig e n to .
puede ser considerado como una nueva Véase FRAGMENTOS.
Q
¿QUÉ ES L A FEN O M EN O LO GÍA?, teoría de lo subjetivo, porque disipa la ilu­
Was ist Phánomenologie?, 1965-1985. sión subjetiva que se revela entonces como
Ja n P a t o c k a , 1907-1977. ilusión trascendental de la reflexividad
absoluta. «Así llevada a su conclusión, la
Compuesta de siete artículos, el último epoché [...] conduce a un a priori [...] que
de los cuales le da el título, esta obra inten­ hace posible la relación a sí, estructura
ta, después de haber mostrado el subjeti­ ontológica sin la cual ningún aparecer
vismo de la fenomenología de Husserl, sería posible.» Para Jan Patocka la «yoi-
establecer la necesidad de una fenome­ dad» no es central más que en tanto cen­
nología asubjetiva. El primer texto pro­ tro de organización del mundo. En esta
pone una concepción nueva del espacio: medida, el mundo es subjetivo com o
«el espacio íntimo, estructura del “yo-tú- «aquello con lo que el sujeto se relaciona
eso” », concepción que se corresponde como horizonte de su comprehensión».
con una fenomenología de los pronom­ El séptimo texto toma esta radicalización
bres personales. El segundo texto, tras de la epoché en su distinción con la reduc­
una introducción a la fenomenología de ción a una esfera de inmanencia, con oca­
Husserl, subraya que «lá presencia del otro sión de una confrontación con Husserl y
en mí es asubjetiva». La presencia del otro Heidegger. Si se interpreta a la epoché
es coextensiva al mundo, lo que lleva a con una óptica heideggeriana como des­
Patocka a conceder, en el tercer texto, la viación de la mirada del ente en favor del
prioridad original al mundo, como lugar ser, entonces se abre ai ser de todo ente,
del sentido común fenomenológico. Los incluido el del sujeto.
textos cuarto y quinto afirman que no sola­ Jan Patocka pertenece a la segunda
mente es posible una fenomenología asub­ generación de fenomenólogos que leye­
jetiva, sino que es también necesaria, sien­ ron y comentaron a Husserl, a veces a
do el sum del co g ito originariamente la luz de los análisis de Heidegger. Su
asubjetivo. El autor pretende en efecto obra, fragmentaria y dispersa, ofrece sin
liberarse del carácter cerrado de la repre­ embargo mucho más que una exégesis de
sentación en la concepción husserliana. Husserl y de Heidegger: una verdadera
En el texto seis radicaliza la epoché interrogación, un real camino en el sen­
hasta concebirla como suspensión de las tido de una praxis fenomenológica, que
representaciones y los pensamientos, mas le confieren un papel complejo y un lugar
también del ego que parece ser su por­ original en la genealogía del movimien­
tador. Esta radicalización prohíbe toda to fenomenológico.

[5 2 7 ]
¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? 528

Edición: Qu’est-ce que la phénomenolo- túa son aleatorios y no son fruto de la sim­
gie? (tr. E. Abrams), col., «Krisis», Éd. Jéró- ple voluntad de su autor. Al igual que un
me Millón, 1988. automovilista no está nunca seguro de lle­
Estudio: Jean Patocka, especial de Etu-
des phénoménologiques, n.° 1, Ousia, gar siempre, ni siquiera directamente, a
1985. su destino, así un filósofo no está jamás
seguro, en el juego de los conceptos, de
no ser juguete de ellos y verse conducido
por caminos que no había sospechado.
¿QUÉ ES L A FILOSOFÍA?, Q u ’est-ce He aquí la razón de que la filosofía no sea
que la philosophie?, 1991. una autopista rectilínea enteramente orien­
G illes D eleuze , 1925-1995, y P ierre Fé­ tada hacia el progreso y de que tan a
lix G u a t t a r i , 1930-1992. menudo se asemeje a un intrincado veri­
cueto: «[...] la filosofía está en estado de
La tesis inicial de esta obra es la ree­ digresión o digresividad perpetua.»
laboración de una tesis ya largamente sos­ A partir de aquí, se trata de pensar la
tenida por Giles Deleuze: la filosofía es escena sobre la cual los conceptos, eri­
producción y creación de conceptos. Cada gidos por los autores en «personajes con­
filósofo crea un concepto y a veces varios ceptuales», van a jugar y a ser manipula­
que se articulan entre sí según modali­ dos; la figura del personaje conceptual es
dades que este libro pretende explicar. La fecunda y ambigua: todo concepto impor­
definición de la filosofía como creación tante es en efecto personificado en la his­
de conceptos permite a los autores dis­ toria de la filosofía (el cogito cartesiano,
tinguir esta disciplina de las ciencias y el espacio/tiempo kantiano, el esfuerzo
de las artes: «De las frases o de un equi­ de Maine de Biran, etc.), mas también
valente, la filosofía extrae conceptos [...], hay personajes que son en sí mismos con­
mientras que la ciencia extrae aspectos ceptos: Calicles por ejemplo.
[...] y el arte extrae perceptos y afectos.» Esta pieza posee una unidad de lugar
Toda la segunda parte del libro será dedi­ a la que se llamará «plan de inmanencia»
cada a la determinación de esta distinción para insistir en la ausencia de influencia
filosofía/ciencia/arte a partir de la dis­ determinante desde el exterior: es de sí
tinción concepto/aspecto/afecto. mismo de donde el filósofo extrae ¡a nece­
En la primera parte se estudia la filo­ sidad de crear nuevos conceptos, y de la
sofía en sí misma, comenzando por el reorganización interna de su propio pen­
estudio del concepto, y en particular del samiento de donde obtiene esta sustancia.
cogito cartesiano tomado como modelo Así, la filosofía nació efectivamente en la
conceptual. La invención conceptual de Antigüedad, en Grecia, mas ese cuadro
Descartes — pues todo filósofo inventa al histórico, social y cultural no es más que
menos un concepto tal que conduzca a un preámbulo a la constitución de un plan
pensar de manera diferente al filósofo que de inmanencia, suerte de telón de fondo
lo ha precedido o a los que lo rodean— tejido por esos actores-realizadores que
es el cogito, y todo su sistema de pensa­ son los filósofos, ante el que se va a repre­
miento está desde entonces coloreado por sentar el teatro conceptual. «Para que
ese nuevo concepto. L o que entonces naciera la filosofía, fue necesario un
se trata de pensar es la relación que los encuentro entre el medio griego y el plan
conceptos mantienen entre sí, sea en el de inmanencia del pensamiento.» Por esta
interior de un mismo sistema, sea entre razón, si es preciso elegir entre la historia
diferentes sistemas; y para pensar esta y su razón determinante y la geografía y
figura topológica, los autores han recu­ su razón contingente, es por esta última
rrido a la metáfora del «puente móvil», que por la que Deleuze y Guattari explican el
puede ser a la vez encrucijada, rodeo, ato­ nacimiento de la filosofía, lo cual los con­
lladero, etc. Hay comunicación intercon­ duce a edificar una «geofilosofía». El filó­
ceptual, mas los modos en que se efec­ sofo-geógrafo visitará así los territorios de
529 ¿QUÉ ES METAFÍSICA?

la filosofía, no para buscar la Razón en sinas («¿Qué es la propiedad? Es el robo»),


la historia como hacía Hegel ( > Leccio­ Proudhon ataca las tesis de los juristas y
nes sobre la filosofía de la historia), sino de los economistas de su tiempo, que jus­
como el viajero al que Nietzsche propone tificaban la propiedad — institución esen­
convertir en doble o sombra del filósofo cial del capitalismo— presentándola como
(El viajero y su sombra). el fundamento del orden y la prosperidad,
Desde la introducción, los autores mez­ derecho absoluto y sagrado. Esta crítica
clan el tono grave de los que llegados a radical anuncia una teoría del valor, del
una cierta edad de la vida pueden afron­ salario y de la apropiación capitalista. El
tar las cuestiones más audaces (y la pre­ capitalista se apropia de la «fuerza colec­
gunta «¿qué es la filosofía?» es sin duda tiva», esto es, de la riqueza creada por el
una cuestión que suele despertar en todo trabajo colectivamente organizado. Es
filósofo el deseo de huir), y el tono sere­ cierto que retribuye a cada obrero con un
no y tranquilo de los que han hecho de salario de subsistencia a fin de que éste
la amistad el único marco posible para los pueda cubrir sus necesidades diarias, mas
verdaderos filósofos. El objeto de este libro roba lo que la colectividad de trabajado­
no es, en un sentido, nuevo; es el mismo res ha creado. Así, los obreros explota­
que siempre ha estado presente en las dos son desposeídos de los valores que
anteriores obras de Deleuze primero, y de ellos producen y que son acumulados por
Deleuze y Guattari después, y que los auto­ los capitalistas.
res se han propuesto aquí desvelar y expo­ Para Proudhon, no hay orden más que
ner de manera directa. Alternando el dis­ cuando la igualdad está garantizada. La
curso escolar y «thético» o propositivo con propiedad, que es un robo económico,
el ejemplo o el caso que mejor lo ilustra
engendra la violencia social y destruye por
en la historia de la filosofía, el libro, difí­
tanto toda sociabilidad. Contra la pro­
cil y exigente, presenta un primer nivel de
piedad, «suicidio de la sociedad», Proud­
lectura amena aunque engañosa, puesto
hon preconiza la posesión (a la que no
que da la impresión de facilidad. Esta apa­
define). Esta obra, alabada en su tiempo
riencia y el efecto de la propaganda que
por Karl Marx, inspirará tanto a los socia­
precedió a su salida explican en parte el
listas libertarios como a ciertos contra­
resonado éxito obtenido por esta obra en
revolucionarios, concretamente a los mau-
el momento de su publicación (¡diez mil
rrasianos.
ejemplares vendidos en una semana!).
Edición: ¿Qué es la propiedad? (tr. R. Gar­
Edición: ¿Qué es la filosofía? (tr. Th. Kauf), cía Ormaechea), Orbis, 1985.
Anagrama, 1995. Estudio: P. Ansart, Proudhon, col. «Textes
Estudio: J. Lechte, 50 pensadores con­
et débats», Le Livre de poche, L.G.F., 1984.
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 136-141.

¿QUÉ ES METAFÍSICA?, Was ist Me-


¿QUÉ ES LA PROPIEDAD?, o Inves­ taphysik?, 1929.
tigaciones sobre el principio del dere­ M a r tin H eidegger , 1889-1976.
cho y del gobierno, Q u’esf-ce que la
propriété? ou Recherches sur le princi­ Lección inaugural pronunciada por Hei­
pe du droit et du gouvernement, 1840. degger dos años después de la aparición
P ierre J ose ph P r o u d h o n , 1809-1865. de su libro -*• Ser y tiempo, al acceder,
como sucesor de Husserl, a la cátedra de
Esta primera memoria sobre la pro­ la Universidad de Friburgo.
piedad, dedicada a la academia de Be- Esta conferencia marca el definitivo
sanfon (que la desautoriza), provocó un apartamiento de Heidegger respecto del
inmenso escándalo. Con sus fórmulas ase­ modo «objetivista» de hacer fenomenolo­
¿QUÉ SIGNIFICA ORIENTARSE EN EL PENSAMIENTO? 530

gía de su maestro Husserl y complemen­ Estudio: W. J. Richardson, Heidegger.


ta «la pregunta por el sentido del ser», Through Phenomenology to Thought, La
Haya, Nijhoff, 1963.
planteada en * Ser y tiempo, con «la pre­
gunta por la nada». Cuando el hombre de
ciencia se pregunta, observa Heidegger,
por tales o cuales entes en las distintas
¿QUÉ SIGNIFICA ORIENTARSE EN
ciencias particulares, la pregunta por la
EL PENSAMIENTO?, Was heisst: sich
nada le parece una cuestión falta de sen­
im Denken orientieren?, 1786.
tido. Sin embargo, el pensamiento de la
Im m a n u e l K a n t , 1724-1804.
nada no carece de sentido. Le sobrevie­
ne al hombre en determinados estados de
ánimo, como la «angustia» o el «hondo Este opúsculo consagrado a la libertad
hastío»; y al sobrevenirle le abre la posi­ de pensamiento confirma las posiciones
bilidad de enfrentarse con la totalidad de de la «Dialéctica» de la primera -»■ Crítica
y las del ensayo consagrado a la Ilustra­
los entes, en la cual se encuentra inmer­
so. «Sólo porque la nada es patente en el ción (¿Qué es Ilustración?, 1784). Pues­
to que «pensar por sí mismo» es romper
fondo de la existencia, puede sobreco­
gernos la extrañeza del ente.» Y sólo los «frenos de un estado de tutela per­
cuando el ente se nos aparece como extra­ manente», el pensamiento necesita seña­
ño tiene sentido la preocupación por les con las que orientarse. Y si la razón
explicarlo científicamente. La fundamen­ es una «necesidad de pensar», es decir,
tal experiencia de la nada, el hecho de una capacidad de comenzar, deberá orien­
que el hombre sea «quien guarda el sitio tarse no según reglas exteriores sino de
(Platzhalter) a la nada», nos estimula y acuerdo con principios subjetivos. Tales
obliga a «trascender» nuestro propio ser son los principios de la publicidad: el ejer­
y a plantearnos «la cuestión fundamen­ cicio de la razón es libre en el sentido de
tal de la metafísica a la que nos impele la que la publicidad implica el respeto de la
nada misma: ¿por qué hay ente y no segunda máxima del sentido común: es
nada?». preciso poder pensar poniéndose en el
La conferencia inaugural de Heideg­ lugar de absolutamente cualquiera.
ger sobre ¿Qué es metafísica? produjo En 1786 intervenía Kant en la polé­
extraordinario impacto en los círculos filo­ mica que oponía a Mendelssohn y a Jaco­
sóficos de la época. El líder del neoposi- bi en la defensa de la Aufklarung; este
tivismo Rudolf Carnap la haría, en un ar­ breve texto fue importante para el reco­
tículo también famoso, blanco de nocimiento de Kant por parte del público
durísimos ataques reveladores de la incom­ alemán.
patibilidad de puntos de vista entre un
Edición: ¿Qué significa orientarse en el
modo de hacer filosofía que reduce a ésta pensamiento? (tr. R. Rovira), Universidad
a la ciencia y otro que la declara irreduc­ Complutense, Facultad de Filosofía, 1995.
tible a ella. Estudio: A. Philonenko, L ’Oeuvre de Kant:
A esta conferencia le añadió Heideg­ la philosophie critique, 2 vols., Vrin, 1988-
ger catorce años más tarde un «Epílogo» 1989.
(1943), en el que advierte que la pregunta
por la nada no es «nihilismo» sino princi­
pio de responsabilidad, y posteriormen­
te una larga «Introducción» (1949) que ¿QUÉ SIG NIFICA PENSAR?, Was
sitúa dicha conferencia en el contexto glo­ heisst Denken?, 1954.
bal del desarrollo del pensamiento de su M a r tin H eidegger , 1889-1976.
autor.
Esta obra retoma el texto de dos con­
Edición: ¿Qué es metafísica? (tr. X. Zubiri), ferencias pronunciadas en 1951-1952.
Méjico, Ed. Séneca, 1941. A través de una reflexión sobre la tra­
531 ¿QUÉ SIGNIFICA PENSAR?

ducción (Übersetzen), Heidegger afirma tión original. «¿Qué es pensar?» deviene


la urgencia de reaprender a pensar en una «¿Qué es Eso, que nos invita a pensar?»
época en que la ciencia y la técnica han Lo que entonces está en juego es la dig­
matado al pensamiento. nidad de la cuestión del Ser y del ente.
El paso de una lengua a otra, que per­ Pero al no ser hoy día estas dos pala­
mite la traducción, apenas si es un paso bras más que «vocablos vacíos», el autor
ordinario: es el paso al Ser del ente. Es se ve obligado a volver a los orígenes del
por tanto a partir del Ser del ente como pensamiento occidental para reconducir
aprenderemos a pensar la traducción, al el pensamiento al estado mítico de don­
igual que todo lo que haya que pensar con de había salido.
ella. Es necesario traducir las palabras
para poder entenderlas y, recíprocamente, Edición: Qué significa pensar, Buenos Aires,
entenderlas para poder traducirlas. Por­ Nova, 1958.
que lo que dicen las palabras, no lo dicen Estudios: O. Póggeler, El camino del pen­
sar de Martin Heidegger (tr. F. Duque),
más que en su propia lengua. Alianza, 1993; M. Haar (dir.), Martin Hei­
Para Heidegger, todo pensamiento es degger, en Cahiers de L ’Herne, n.° 45,
necesariamente traducción. Así, la cues­ L ’Heme, 1983.
R
RAC IO N ALISM O A P LIC A D O (EL), Le otra nueva: la solidaridad de los investiga­
rationalisme appliqué, 1949. dores de la prueba, que forman una gran
G a s tó n B a c h e la rd , 1884-1962. ciudad científica y hacen del racionalismo
un corracionalismo. Regionalizar al espí­
En la expresión «racionalismo aplicado», ritu no es restringirlo: es restituirle su por­
la palabra aplicado designa la estructura te de trascendencia.
dialogada de la razón en las ciencias, el Bachelard ofrece en este libro dos
carácter de doblete psicológico-trascen- ejemplos de racionalismos regionales: el
dental que preside todo conocimiento cien­ uno concierne a la ciencia de la electricidad,
tífico. Este se desdobla necesariamente en el otro a la mecánica clásica, que no es posi­
un pensamiento asertórico y un pensa­ ble comprender más que desde un punto
miento apodíctico. Este pensamiento dual de vista exterior al mecanicismo. En con­
da lugar a una ontología que se distribuye secuencia, la filosofía que se desprende de
en varios niveles de ser: el racionalismo esos análisis es una filosofía funcional, es
general, que obedece al principio de iden­ decir, de operadores; contrariamente a una
tidad, «estalla» en racionalismos regiona­ filosofía existencial, esta filosofía no comien­
les; las relaciones priman sobre las indivi­ za a existir más que con el establecimiento
dualidades. Sólo así es como el racionalismo de múltiples relaciones.
se encuentra comprometido, continuado. En la conclusión, y generalizando a par­
Las regiones del saber científico no están tir de la experiencia de la cultura científi­
determinadas por las de la experiencia ca, Bachelard muestra que el mundo en el
común, sino por un trabajo del pensa­ que se vive no es el mundo en el que se
miento que multiplica, diferencia y afina piensa; mas es preciso señalar que este últi­
las estructuras; este trabajo se expresa como mo es el más relajante. Las facilidades del
una determinación de la posibilidad de una primero inquietan, las dificultades del segun­
variedad de axiomáticas que hagan frente do tranquilizan. El mundo rectificado, inter­
a la multiplicación de las experiencias. Una mediario entre el mundo destruido y el
de las novedades de la epistemología con­ mundo construido, es también un mundo
temporánea reside en el hecho de que «las pacificado.
diferentes aproximaciones experimentales
de lo real se revelan solidarias con una Edición: Le rationalisme appliqué, col.
modificación axiomática de las organiza­ «Quadrige», P.U.F., 1986.
ciones teóricas». Esta solidaridad de lo Estudio: J. Sánchez Trabalón, Gastón
nouménico y lo fenoménico fundamenta Bachelard, Orto, 1995.

[533 ]
RAZÓN DE LOS CASTIGOS Y LAS RECOMPENSAS (LA) 534

R A Z Ó N DE L O S C A S T IG O S Y L A S corriente, entre los que se encuentran


R E C O M P E N S A S (L A ), R ation a le o f Léon Ollé-Laprune, Víctor Cousin o Félix
Punishments and Rewards. 1811. Ravaisson, afirmaban la preeminencia de
J erem y B e n t h a m , 1748-1832. lo espiritual sobre lo material, esto es,
sobre lo concreto de la existencia huma­
Este tratado de filosofía política se apli­ na. Es lo superior, o el espíritu, lo que
ca a extraer las consecuencias del prin­ orienta y determina la marcha de la
cipio de utilidad en el dominio de la legis­ humanidad. Los «espiritualistas» comba­
lación penal. Las sanciones penales tienen tían tanto el materialismo, que reduce lo
por función conjugar los intereses parti­ superior a lo inferior, como el idealismo
culares con el interés general cuando los alemán, que se pierde en la especulación
dos entran accidentalmente en conflicto. en detrimento de la realidad viva de la
Inspirada en Beccaria, de quien toma humanidad.
la idea de proporcionalidad entre delito Para Cazeneuve, el espiritualismo es
y pena, esta obra desarrolla también una más adecuado en la medida en que con­
reflexión sobre el encarcelamiento: el sidera al hombre y a la humanidad como
encierro no debe hacer al prisionero más el «devenir-conciencia» o el «devenir-mora­
dañino para la sociedad de lo que era lidad» de la naturaleza.
antes de sufrir la pena; la prisión debe Hay ciertamente progreso, y es falso
educar al delincuente, en el sentido de creer que el espiritualismo rechaza esta
que la represión podrá conducirlo a «cal­ idea. Al observar el desarrollo de la huma­
cular» mejor la relación de sus actos con nidad, observa Cazeneuve, se aprecia que
esos otros actos que son las sanciones feli­ desemboca en una «fe irrazonable» en la
ces o desgraciadas. La justicia tiene así felicidad. Esta fe constituye a la vez el
una función social; no está fundada ni resorte y el trasfondo de todo lo que el
sobre principios divinos ni sobre una ley hombre emprende.
natural o una razón absoluta, sino sobre
la apreciación de las necesidades objeti­ Edición: La raison d ’étre, Albín Michel,
vas de las relaciones humanas, y donde 1981.
el tribunal es el lugar de un intercambio
concebido según el modelo económico.

Edición: Rationale o f Punishments and RAZ Ó N EN L A H IS T O R IA (LA).


Rewards, Londres, 1811. G eorge W ilhelm F riedrich H egel .
Estudios: L. Strauss y J. Cropsey (comps.),
Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­ Véase LECCIONES SOBRE L A FILO­
cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­ SOFÍA DE L A HISTORIA.
co, Fondo de Cultura Económica, 1993; J.
S. Mili, Bentham, tr. y estudio preliminar de
C. Mellizo, Tecnos, 1993; M. El Shakankri,
La philosophie juridique de Jeremy Bent­
ham, Librairie générale du droit et de la juris- R AZ Ó N Y REVOLUCIÓN. H egel y el
prudence, 1970. nacimiento de la teoría social, Reason
and Revolution. Hegel and the Rise o f
Social Theory, 1941.
H erbert M a r c u s e , 1898-1979.
R AZÓ N DE SER (LA), La raison d'étre,
1981. Como indica el subtítulo, Marcuse trata
J ea n C a zeneu ve , nacido en 1915. de reconstituir en esta obra el vinculo his­
tórico que ha permitido pasar de Hegel al
Este ensayo está dedicado al estudio nacimiento de la teoría social. Analizando
de una corriente filosófica que tuvo una la obra de Hegel, el autor vuelve a colocar
audiencia cierta en el siglo xix, el espiri- a la filosofía alemana en su contexto histó­
tualismo. Los representantes de esta rico: la Revolución francesa está al origen
53 5 REALIDAD DEL ALMA

del advenimiento de la Razón, puesto que dimensional, verdadera sublevación con­


por vez primera «el hombre ha confiado en tra las instituciones establecidas.
su espíritu». El espíritu revolucionario, o espí­
ritu de contradicción, es el motor del sis­ Edición: Razón y revolución (tr. J. Fom-
tema hegeliano, tras haber estado al origen bona de Suere y F. Rubio Llórente), Alian­
za, 1971.
de las filosofías de Kant, Fichte y Schelling.
Estudio: A. Maclntyre, Marcuse, Londres,
Para Hegel, el mundo objetivo se constitu­ Fontana, 1970.
ye a partir de la subjetividad; el movimien­
to dialéctico coloca a la realización del suje­
to en el seno de la realidad objetiva y da
nacimiento al Sistema en el cual «el indivi­ RE AL (LO): Tratado de la idiocia, Le
duo deviene universal». Mas este «pensa­ Réel. Traite de l ’idiotie, 1977.
miento dialéctico es necesariamente des­ C lé men t R o s s e t , nacido en 1939.
tructor», puesto que al afirmarse, el hombre
disuelve al mundo para hacerlo suyo. La
Etimológicamente, es «idiota» lo que es
«negación», categoría central en Hegel, fun­
único, singular, sin doble ni reflejo. Así,
da el conocimiento. «La libertad es esen­
toda existencia, porque es única, es «idio­
cialmente negativa; y la existencia es a la
ta». Y lo real, es decir, el conjunto de lo
vez la alienación y el proceso por el cual el
que existe singularmente, no es más que
sujeto vuelve a sí comprendiendo y domi­
«pura idiocia». Mas los hombres — y sobre
nando a la alienación.» Pero, según Mar-
todo los filósofos— soportan difícilmen­
cuse, el sistema de Hegel no ha llegado a
te las cosas tal com o ellas son: tienen
lograrlo: es preciso todavía aplicarlo a la rea­
necesidad de espejos y de dobles. De este
lidad social. Marx repara este déficit y, reto­
modo, mediante la interpretación, lo real
mando los conceptos de alienación y de
es doblado.
negación, muestra que la organización capi­
Contra esta filosofía que aleja, recusa,
talista, por sus leyes de producción, es alie­
transforma y niega lo real, Clément Ros­
nante. Pero el trabajo constituye para el indi­
set rehabilita la idiocia, la singularidad fun­
viduo el medio para desarrollar «su esencia
universal»; igualmente debe convertirse en damental de lo real, haciendo de lo real
mismo el objeto de la filosofía.
una «actividad libre y consciente». La coac­
ción niega la esencia misma del hombre.
Edición: Le Réel: Traité de l ’idiotie, col.
«La negatividad de la sociedad capitalista «Critique», Éd. de Minuit, 1977.
reside en la alienación del trabajo, la nega­ Estudio: P. Mengue, «Clément Rosset: de la
ción de esta negatividad advendrá con la eli­ pensée du simple á,l’allégresse», en Criti­
minación del trabajo alienado.» que, n." 409-410, Éd. de Minuit, 1981.
Escrito en 1939, este libro se propo­
ne responder al fascismo denunciando a
todos los totalitarismos (dentro de los cua­
les coloca el autor al positivismo de Com­ REALIDAD DEL ALM A , Wirklichkeit
te). De origen judío-alemán, Marcuse había der Seele, 1934.
huido del nazismo en 1943 para insta­ C a r l G u s t a v Ju n g , 1875-1961.
larse en los Estados Unidos. Mas este tex­
to constituye también un primer bosque­ Uno de los horizontes esenciales que
jo del pensamiento de Marcuse sobre la abre la lectura de esta obra es el de las
sociedad contemporánea (que se apoya proyecciones. La proyección es el fenó­
en el descubrimiento de la sociología). meno por el que un individuo imprime
Retomando los análisis de su tesis (diri­ sobre un sujeto o un objeto del mundo
gida por Heidegger) sobre Hegel (1932), que le rodea una tonalidad psíquica que
la tentativa de Razón y revolución de ela­ es un rasgo de su vida interior.
borar «una filosofía concreta» no se cum­ El ser humano está doblemente ligado
plirá hasta 1964 con -+ E l hombre uni­ al mundo en el que vive: por la percep­
REBELIÓN DE LAS MASAS (LA) 536

ción, de una parte, por la proyección, de Este libro lúcido e innovador está ani­
otra. La proyección es lo que el individuo mado de un espíritu vivificante.
pone en el mundo, las ilusiones, las qui­
meras del espíritu que coloca sobre el obje­ Edición: La rebelión de las masas, en Obras
completas, t. IV, Alianza/Revista de Occi­
to y que impiden con mucha frecuencia dente, 1983.
la percepción. La proyección vela, modi­ Estudio: J. Marías, Ortega. Las trayecto­
fica, distorsiona la percepción; puede rias, Alianza, 1983, pp. 240-263; A. Guy,
incluso anularla para ocupar su lugar. Estas Ortega y Gasset, Seghers, 1969.
proyecciones son tanto más tenaces cuan­
do su origen es el inconsciente.
Otra noción estudiada en este texto es
la del arquetipo, esto es, una estructura RECIPROCIDAD DE LA S C O NCIEN­
mental innata. Es una especie de «Gestalt» CIAS (LA). Ensayo sobre la naturale­
(forma), una suerte de imagen del instinto. za de la persona, La réciprocité des
Estos arquetipos forman la estructura de consciences. Essai sur la nature de la
base del individuo. Mas el plan arquetípi- personne, 1942.
co del ser no es inmutable. Es un plan vivien­ M a ur ic e N éd o n celle , 1905-1976.
te, que evoluciona con la edad del sujeto.
La reflexión de Nédoncelle reposa en
Edición: Realidad del alma, Buenos Aires, la ambigua noción de «persona»: a la vez
Losada, 1940. fundamento y presencia. Como funda­
Estudio: J. Jacobi, La psicología de C. G. mento, es para el autor garantía de liber­
Jung (tr. J. M. Sacristán), Espasa-Calpe, tad; como presencia, significa, en una
1963.
perspectiva personalista, esa presencia
en sí del sujeto que se realiza en la comu­
nicación profunda con el otro. Así, la iden­
tidad personal se construye en el encuen­
R E BE LIÓ N DE L A S M A S A S (L A ), tro y la reciprocidad espiritual con
1930. personas individualizadas y heterogéne­
J osé O r te g a y G a s s e t , 1883-1955. as; esta comunión de dos identidades con­
duce a la emergencia de una identidad
Hay que esperar al último capítulo de nueva llamada «identidad heterogénea».
esta obra moral y política para ver enun­ Es en una perspectiva cristiana don­
ciada la tesis de su autor: «Europa se ha de Nédoncelle descubre la necesidad de
quedado sin moral». Porque «el hombre- relación de las conciencias, donde el otro,
masa» no quiere someterse a una moral: criatura de Dios, deviene un yo ideal.
no busca más que su placer y olvida todos
sus deberes. Edición: La réciprocité des consciences,
La obra destaca las ventajas consegui­ Aubier-Montaigne, 1942.
das por la civilización europea, como el Estudio: J. Lacroix, Le Personnalisme com-
me anti-idéologie, P.U.F., 1972.
aumento de las expectativas de vida, pero
que hoy día se encuentran amenazadas.
El peligro mayor sigue siendo el Estado,
hasta cuando, por un sí o un no, inter­ RECUERDO IN FAN TIL DE LEONAR­
vienen las masas de la única manera que D O D A VINC I (UN), Eine Kindheitse-
saben hacerlo: violentamente. Una cues­ rinnerung des Leonardo da Vinci, 1910.
tión fundamental se plantea al final del S ig m u nd F re u d , 1856-1939.
examen: «¿De qué insuficiencias radicales
adolece la cultura europea?» Y si el mun­ En las » Cinco lecciones sobre el psi­
do no marcha como debería hacerlo, coanálisis (1909), recordaba Freud que
¿quién es el responsable? O dicho de otro la interpretación psicoanalítica se aplica
modo: «¿Quién gobierna el mundo?» también a los sueños, a los actos fallidos,
537 REFLEXIONES SOBRE LAS CAUSAS DE LA LIBERTAD Y DE LA OPRESIÓN SOCIAL

y al proceso de la creación artística. Esta sobre su elogio: el análisis histórico y el méto­


tesis es ilustrada aquí a partir del atento do materialista del autor de ->• E l C ap ital
examen de un cuadro de Leonardo da son pertinentes, pero Marx se engaña en
Vinci: La V irg en , e l N iñ o Jesús y S a n ­ cuanto a las perspectivas de la revolución
ta A n a . El psicoanálisis discierne en efec­ obrera y del progreso técnico, porque estos
to en esta obra toda una serie de símbo­ movimientos no llevan más que a una opre­
los por los cuales se expresaría, de manera sión social aún mayor. La democracia obre­
velada y sublimada, la lib id o homosexual ra de Marx sigue siendo una utopía des­
del artista. Se constatarían así relacio­ preciada por el socialismo soviético: la
nes variables entre la creación, la per­ palabra revolu ción ha sido vaciada de sen­
versión y la neurosis, de acuerdo con la tido. Lo que queda es una opresión más y
eficacia con que los deseos rechazados más potente, común a todas las colectivi­
fueran sublimados. dades, sean capitalistas o comunistas. Esta
opresión exhibe el modo mismo del fun­
Edición: Un recuerdo in fa ntil de L eona r­ cionamiento social, a saber, la necesidad
do da Vinci (tr. L. López-Ballesteros), en para la producción de que el hombre domi­
Obras com pletas, t. V, Biblioteca Nueva, ne al hombre. «El poder encierra una espe­
1972.
cie de fatalidad que pesa despiadadamente
Estudio: P. L. Assoun, In tro d u c tio n á
L ’épistém ologie freudienne, Payot, 1990. tanto sobre los que mandan como sobre los
que obedecen», mas sigue siendo inevitable
para intentar conquistar un bienestar social
— por el progreso técnico— que, por este
REFLEXIONES SOBRE L A V IO LEN ­ mismo hecho, se aleja cada vez más.
CIA, R é fle x io n s sur la u iolen ce, 1908. Pero el hombre p ie n s a ; en su pensa­
Georges Sorel, 1847-1922. miento sueña con una libertad sin lími­
te. Luego, el único contrapeso posible a
Para actuar sobre el devenir social, la sociedad opresiva es el pensamiento,
Georges Sorel recomienda insuflar a la que no puede dejarse oprimir. «Aquí, el
individuo sobrepasa a la colectividad.» La
sociedad creencias fuertes. El autor, que
sociedad ideal (utópica) sería aquélla en
veía en la clase obrera el instrumento de
la que los hombres, no actuando mas que
una regeneración de la humanidad, se
a partir de su razón, se sentirían libres e
hace aquí apologista de la violencia pro­
iguales, gracias a una cultura y una cien­
letaria, la única susceptible a sus ojos de
cia comunes, «una misma razón». Pero la
hacer triunfar por doquier la causa del
realidad constituye el reverso mismo de
socialismo.
este sueño: todo es desequilibrio, lucha
Edición: Reflexiones sobre la violencia (tr.
por el poder. Cada grupo social teme al
F. Trapero), Alianza, 1976. otro, y «la ausencia de pensamiento libre»
Estudio: R. Vivarelli, Georges S ore l et son produce totalitarismo y fascismo.
temps, Le Seuil, 1985. Discípula de Alain, Simone Weil pre­
tende construir aquí un método de análi­
sis de la historia social que superaría al
método marxista, insuficiente, al analizar
REFLEXIONES SOBRE LAS C AUSAS las relaciones entre acción y razón (al igual
DE L A LIB E R T A D Y DE L A O P R E ­ que Sartre propondrá el método existen-
SIÓN SO C IAL, R é fle x io n s sur les ca u ­ cialista, en 1957, en -► C u e s tio n e s de
ses de la liberté et de l ’opp ression socia- m étodo). Mas este texto, escrito en 1934,
le, 1955. lanza de hecho una requisitoria contra
S im one W eil , 1909-1943. la sociedad contemporánea, con todos
los riesgos que ello comporta, concreta­
La elaboración de esta memoria se apo­ mente el de la guerra, que nace de la
ya a la vez sobre una viva crítica de Marx y voluntad de poder. Este libro, considera­
REFUTACIONES SOFÍSTICAS 538

do como mayor en la obra de Weil, es les mantengan la misma actitud mental que
tanto realista como visionario. En él se el sabio ante las ciencias exactas, y que
anuncian también las preocupaciones que renuncien a la idea de que los hechos socia­
asaltarán a Simone Weil en los años cua­ les pueden ser directamente inteligibles
renta: la reflexión sobre Dios y su con­ para el observador. La célebre proposición
versión del judaismo al catolicismo (-> La que preside esta obra y que dice que hay
gravedad y la gracia, 1947). que «considerar a los hechos sociales como
cosas», no ha sido siempre bien entendida
Edición: Reflexiones sobre las causas de y aún hoy sigue dando lugar a contrasen­
la libertad y de la opresión social (tr. C. tidos. Al afirmar que los «hechos sociales»
Revilla), Paidós, 1995.
Estudio: M. Veto, La Métaphysique reli- tienen una existencia objetiva, Durkheim
gieuse de Simone Weil, Vrin, 1971. pretende mostrar que la sociología satis­
face el requisito de toda ciencia, en la medi­
da en que ella tiene efectivamente un obje­
to de estudio propio que ni la biología, ni
REFUTACIONES SO FÍSTICAS. la psicología, ni la historia, y menos aún la
Aristóteles. filosofía, sabrían atender.
Véase ORGANON. Sin embargo la ambigüedad — y la
riqueza— de las Reglas del método socio­
lógico no ha desaparecido. En efecto,
Durkheim no se limita a proponer sola­
REGLAS DEL M ÉTODO SOCIOLÓGI­ mente la idea de una determinación del
C O (L A S ), Les regles de la méthode individuo por lo social, como tampoco la
sociologique, 1895. simple concepción de la sociología como
ÉMILE D ur k h e im , 1858-1917. ciencia exacta. La relación individuo/socie­
dad está efectivamente incluida de mane­
Este libro, cuyo título evoca dos obras ra compleja. Cierto que el individuo no es
de Descartes, describe la especificidad el centro ni la fuente de toda realidad, mas
de la sociología y define el método pro­ los grupos y las sociedades no están por
pio de esta disciplina. Es un manifiesto ello menos formados de individuos que
destinado a establecer, por vez primera son a la vez portadores y garantes de la
sobre bases seguras y claras, la nueva sociedad; es pues legítimo pensar, con
ciencia. Georges Davy, que «la sociedad puede muy
Lejos de tener acceso al conocimien­ bien ser exterior a los individuos en un sen­
to de sí, el individuo, afirman las Reglas, tido y distinta de ellos, aunque no puede
estaría dado al mundo anterior y exte- existir más que por ellos». Por otra par­
riormente a toda experiencia de sí mis­ te, y en la línea de Auguste Comte, Durk­
mo y en estrecha dependencia de la socie­ heim no concibe a la sociología como una
dad a la cual pertenece. La intención de pura descripción: a imagen de la biolo­
Durkheim es realizar así una doble críti­ gía médica, se le aparece capaz de diag­
ca: crítica del innatismo cartesiano y del nosticar la salud y la enfermedad de las
método de introspección al que perma­ sociedades. La ciencia social puede enton­
nece ligada la filosofía del conocimien­ ces «servir para la dirección de la con­
to, y crítica del idealismo moral que fun­ ducta», lo que equivale a decir que no es
da sus principios en la autonomía del extraña a la moral.
sujeto. Se trata de tomar acta del hecho Durkheim no obtuvo con este libro,
de que la sociedad precede al individuo, cuyas implicaciones filosóficas y episte­
que el contrato social es una teoría sin mológicas siguen siendo considerables,
fundamento y que el todo no es reduci- un éxito fácil: no se perdió ocasión de
ble a la suma de sus partes. oponer a las reglas metodológicas aquí
En consecuencia, conviene prescribir a expuestas el espiritualismo que despren­
los sociólogos que frente a los hechos socia­ den algunas de sus otras obras.
539 RELACIONES ENTRE EL YO Y EL INCONSCIENTE (LAS)

Edición: Las reglas del método sociológi­ pondrán finalmente de manera tal que cono­
co (tr. S. González Noriega), Alianza, 1988. ciendo el primer término y la razón de la
Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­
serie, pueda reconstruirse la serie entera;
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. II, Bue­
nos Aires, Siglo Veinte, 1970, pp. 21-123; tal es el caso para la serie de una progre­
S. Lukes, Émile Durkheim. Su vida y su sión aritmética o geométrica que carece de
obra, Centro de Investigaciones Sociológi­ algunos términos: pueden ser fácilmente
cas, 1984; J.-A. Prades, Durkheim, col. descubiertos gracias a la razón de la serie
«Que sais-je?», P.U.F., 1990. y a partir de los términos conocidos.
Lo que las Regulae buscan extender a
todas las ciencias no es tanto el método
de las matemáticas como su certeza. Pero
R EGLAS P A R A L A DIRECCIÓ N DEL Descartes no encuentra certeza más que
E SP ÍR IT U , R egulae ad direction em en la matemática.
ingenii, 1701.
R ené D esc ar te s , 1596-1650. Edición: Reglas para la dirección del espí­
ritu (tr. J. M. Navarro Cordón), Alianza,
Escrito en 1628, este tratado, que que­ 1995.
Estudio: B. Williams, Descartes: el proyecto
dó sin acabar, no será publicado hasta
de la investigación pura (tr. J. Coll), Cáte­
1701; mas, encontrado a la muerte de dra, 1996.
Descartes entre los papeles de Estocol-
mo, fue conocido bien pronto por Leib-
niz, Nicole, Amauld, y recuperado en la
segunda edición de la -+ Lógica de Port R E L A C IO N E S ENTR E EL Y O Y EL
Roy al. INCONSCIENTE (LAS), D ie Beziehun-
Las Regulae están compuestas de una gen zwischen dem Ich und dem Unbe-
exposición general del método cartesia­ wussten, 1928.
no y de consideraciones muy precisas sobre C a r l G u s t a v J u n g , 1875-1961.
el álgebra y el análisis: al abordarlas, con­
viene por tanto plantear el problema de la Este libro se divide en dos partes
relación entre las matemáticas y el méto­ importantes. La primera lleva por títu­
do. Es sabido que Descartes afirma que su lo Los efectos del inconsciente sobre
método es universal, que es aplicable a el con scien te y el segundo La in d ivi­
todas las cuestiones, comprendidas las que duación.
surgen de la metafísica. Mas, en este tex­ En esta obra esencial desarrolla Jung
to, el vínculo del método cartesiano con su teoría del inconsciente colectivo, que
una ciencia particular — la ciencia mate­ comporta factores impersonales y colec­
mática— parece tan extremadamente estre­ tivos bajo la forma de categorías hereda­
cho que cabe preguntarse si este método das y de arquetipos. Por otra parte, Jung
no es más que una simple generalización define la «persona» como fragmento de la
de las matemáticas. Lo que en efecto se psique colectiva cuya realización cuesta
impone en él es la idea de un orden úni­ a menudo grandes esfuerzos. Este térmi­
co, análogo al orden matemático. no latino expresa muy acertadamente lo
Cualquiera que sea el problema a tratar, que debe significar, puesto que original­
será preciso reducir las proposiciones oscu­ mente la «persona» designaba la másca­
ras a las proposiciones simples de las que ra que llevaba el comediante e indicaba el
aquéllas están compuestas. Igualmente papel que desempeñaba en escena. Así,
habrá que examinar el enunciado del pro­ la persona no es más que una máscara,
blema para «enumerar» sus diferentes tér­ que a la vez disimula una parte de la psi­
minos, para separar los conocidos de los que colectiva de la que está constituida, y
desconocidos. A continuación habrá que produce la ilusión de la individualidad; una
poner en orden esos términos y esforzar­ máscara que hace pensar, a los otros y a
se en descubrir la razón de su serie. Se dis­ sí misma, que el ser en cuestión es indi­
RELACIONES ENTRE LO FÍSICO Y LO MORAL DEL HOMBRE 54 0

vidual, mientras que en el fondo está jugan­ gos», reanuda la inspiración sensualista
do simplemente un rol a través del cual se de Condillac y le añade una dimensión:
expresan las características y los impera­ la sensibilidad interna (Condillac no se
tivos de la psique colectiva. preocupó efectivamente más que de las
En la segunda parte, Jung introduce sensaciones venidas del exterior). La Rela­
la distinción entre el «anima» y el «ani­ ciones deducen así de consideraciones
mus». «fisiológicas» el conocimiento de lo «moral»
En la psicología analítica de Jung, el ani­ del hombre (intelecto, voluntad).
ma designa la parte inconsciente de la per­
sonalidad masculina constituida por cuali­ Edición: Rapports du physique et du moral
de l ’homme, Slaktine, 1980.
dades femeninas. Cuanto más viril es un
Estudio: G. Gusdorf, La conscience révo-
hombre, más femenina es su anima, lo lutionnaire, les ldéologues, Payot, 1978.
que le llevará a mostrarse sensible al sexo
opuesto. Esta bisexualidad psíquica es refle­
jo de la bisexualidad de los seres humanos.
Y correlativamente, el animus, en la ter­ RELATIVIDAD ONTOLÓGICA Y OTROS
minología jungiana, es la personificación ENSAYOS (LA), Ontological Relativity and
de la naturaleza masculina de una parte del other Essays, 1969.
inconsciente de la mujer. El animus se W il l a r d V a n O r m a n Q u in e , nacido en
manifiesta en los sueños y fantasías indi­ 1908.
viduales bajo la forma del amante ideal.
Cada mujer lleva así en su interior una ima­ Publicado juntamente con otros impor­
gen del hombre, que ella proyecta incons­ tantes ensayos, como «Naturalización de
cientemente sobre el ser amado. la epistemología» y «Existencia y cuanti-
Hay otro punto desarrrollado por ficación», La relatividad ontológica esta­
Jung en esta obra: la personalidad blece que, tomadas absolutamente, las
«mana», dotada de un poderoso poten­ cuestiones de la ontología no tienen sen­
cial oculto — precisamente el mana— , tido. Una teoría se interpreta siempre en
que confiere fuerzas y conocimientos función de otra teoría subyacente. La rela­
mágicos. Jung hace evidente el juego tividad de la ontología corre así pareja
dinámico que tiene lugar entre el Y o y con la imposibilidad de escrutar la refe­
el inconsciente, a imagen del flujo y reflu­ rencia.
jo de la vida.
Edición: La relatividad ontológica y otros
Edición: Las relaciones entre el yo y el ensayos (tr. M. Garrido y J. Blasco), Tecnos,
inconsciente (tr. J. Balderrama), Paidós, 1974.
1993. Estudio: P. Gochet, Quine en perspective.
Estudio: J. Jacobi, La psicología de C. G. Essai de philosophíe comparée, Flamma-
Jung, Espasa-Calpe, 1976; F. Fordham, rion, 1978.
Introduction d la psychologie de Jung, Ima-
go, 1979.

RELIGIÓN DENTRO DE LOS LÍMITES


DE L A SIMPLE R AZÓ N (LA), Die Reli­
R E LACIO N ES ENTRE L O FÍSICO Y gión innerhalb der Grenzen der blossen
LO M O R A L DEL HOMBRE, Rapports Vernunft, 1793.
du physique et du moral de l ’homme, Im m a n u e l K a n t , 1724-1804.
1802.
P ierre -J e a n -G eorg es C a b a n is , 1757- Esta obra pertenece a la vena «popu­
1808. lar» de la producción de Kant. Está desti­
nada al gran público, que acababa de leer
La obra principal de Cabanis, repre­ la Crítica de toda revelación (1792) de
sentante de la corriente de los «Ideólo­ Fichte. Sin embargo, no es de lectura fácil.
REPETICIÓN (LA)

Para comprender este libro hay que Edición: La religión dentro de los límites
partir de la definición que Kant propo­ de la simple razón (tr. F. Martínez Marzoa),
ne de la religión: «el conocim iento de Alianza, 1969.
Estudios: E. Cassirer, Kant: uida y doctri­
todos nuestros deberes com o manda­ na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Eco­
mientos divinos». La religión está así nómica, 1993; J.-L. Bruch, La philosophie
explícitamente subordinada a la moral, religieuse de Kant, Aubier-Montaigne, 1968.
y Kant se cuenta entre los adeptos, innu­
merables en la época de las Luces, de
una religión natural (razón por la cual no
propone ninguna prueba de la existen­ RELIGIÓN Y CIENCIA, Religión and
cia de Dios). De hecho, Kant acierta difí­ science, 1935.
cilmente a conciliar su com prom iso B er tr a n d R us s e ll , 1872-1970.
— al menos verbal— con el luteranismo
y su fidelidad al espíritu de la A ufkla- Para Russell, la ciencia ha estado siem­
rung. Porque el deísmo kantiano, muy pre en guerra contra la religión, incluso
orientado hacia la esperanza, no se aco­ aunque los hombres de ciencia no tomen
moda apenas con las imágenes terrorí­ directamente parte en este combate.
ficas o pesimistas del dogma: el Dios ven­ Sobre puntos tan sensibles com o la
gador, el pecado original. Este último es astronomía, la evolución de las especies
reemplazado por la idea de un «mal radi­ o la medicina, el método científico ha veni­
cal», que se desprende de la naturaleza do a poner fin a las supersticiones de
sensible del hombre, naturaleza que lo orden religioso. La difusión de la menta­
expone a la tentación de infringir su lidad científica no solamente ha permiti­
deber; mas este mal radical no es una do aproximarse siempre más a la verdad,
condenación, pues, por el contrario, esti­ sino que ha contribuido igualmente a
mula en él la vida moral. A la Iglesia de mejorar las condiciones de vida de los
la revelación, Kant prefiere la comuni­ hombres. Así, el autor apela al «espíritu
dad de los hombres de buena voluntad. científico» para luchar eficazmente con­
Fiel al espíritu de las Luces, Kant niega tra la religión y los diversos fanatismos
a las Iglesias una verdadera autoridad; que engendra.
nadie puede exigir de la razón que se
incline ante algo. Edición: Religión y ciencia (tr. S. Ramos),
La ley moral tiene absoluta primacía Fondo de Cultura Económica, 1956.
Estudio: A. Wood, Bertrand Russell, el
sobre todo. Es por relación a ella como escéptico apasionado (tr. J. García Puente),
las grandes figuras religiosas adquieren su Aguílar, 1967.
valor. Para Kant, por ejemplo, Cristo es
un «profesor de moral»; no era, en último
término, más que un «hombre agradable
a Dios». No es difícil calibrar el alcance RE PE TICIÓ N (LA). Ensayo de exp e­
de semejantes fórmulas. Cabría en efec­ riencia psicológica, Gjentagelsen. Et
to concluir, un poco prematuramente, Fors0g i den experim enterend e Psy-
que la religión no es para Kant más que chologi, 1843.
la «sirviente de la moral»; para ello bas­ S 0 ren A a b y e K ierkeg a ard , 1813-1855.
taría con considerar que la religión ha per­
mitido a la humanidad aprender rápida­ íntimamente ligada a la ruptura de com­
mente lecciones que a la razón le habría promiso de Kierkegaard, esta obra se pre­
costado bastante más tiempo en hacér­ senta más como relato novelado o novela
selas comprender. epistolar que como un estudio conceptual.
El estilo de la obra, pesado a menudo, En ella desarrolla Kierkegaard la noción de
podrá dificultar la marcha de la lectura. «repetición» (Gjentagelsen, que se tradu­
Se echa aquí en falta la claridad de los ce también por «recuperación»), entendiendo
bellos períodos latinos de las ►Críticas. por ello el compromiso matrimonial. Pero
REPRODUCCIÓN (LA) 542

fuera de este aspecto autobiográfico, es lar a los hijos de las clases dominadas.
toda una concepción del tiempo y de la El instrumento privilegiado de esta selec­
existencia humana lo que Kierkegaard pre­ ción es el lenguaje, del que disponen muy
tende aquí trazar. desigualmente los niños extraídos de cate­
La repetición es «experimental», como gorías sociales diferentes. Para acceder a
lo indica el subtítulo de la obra. Uno vuel­ las filas de la excelencia, es preciso por
ve a apropiarse lo que ya ha vivido. Pero tanto poseer un «capital lingüístico ren­
el alcance de esta experiencia es religioso table»; el mismo que poseen los «here­
en Kierkegaard. En efecto, el instante no deros» (véase el libro de Bourdieu y Pas­
es ya tomado como un átomo del tiempo seron que lleva este mismo título). El
que se desliza y se desvanece, sino como habitus de los actores sociales del siste­
el átomo de una eternidad sin corrupción. ma permite a éste funcionar en contra de
El instante es lo que nos permite instalar­ las convicciones ideológicas de aquéllos
nos en lo permanente. La repetición no es (los profesores son más bien «de izquier­
pues la nostalgia del pasado al que tende­ da»). La educación escolar se presenta así
rían nuestros deseos, sino, por el contra­ como una especie de violencia simbóli­
rio, un impulso hacia el más allá del tiem­ ca e institucional. Al mismo tiempo que
po. Conviene discernir en lo que el hombre las desigualdades, la escuela reproduce
hace, dice o piensa aquéllo que lo com­ también los esquemas ideológicos que las
promete para siempre. La repetición es la justifican.
permanencia eterna de lo que ha sido y lo
que siempre será. Ella nos responsabiliza Edición: La reproduction. É/éments d ’u­
ne théorie du systéme d’enseignement, Ed.
ante la comunidad de los hombres y ante de Minuit, 1970.
Dios. Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
Kierkegaard propone una concepción temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
del tiempo original, muy alejada de la de guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 69-74; P.
Kant y sus sucesores, que ha marcado Ansart, Les socio/ogues contemporaines,
Le Seuil, 1990.
profundamente a la corriente existencia-
lista, tanto atea como cristiana.

Edición: ¡n vino ueritas. La repetición (tr.


D. Gutiérrez), Guadarrama, 1975. REPÚBLICA (LA), D e re publica, hacia
Estudios: M. H. Hartshorne, Kierkegaard: 51 a.C.
el divino burlador (tr. E. Lucena), Cáte­ C icerón (M arco Tulio), 106-43 a.C.
dra, 1992; H.-B. Vergote, Sens et répéti-
tion, essai sur l ’ironie kierkegaardienne,
2 vols., Le Cerf, 1982. Esta obra fue compuesta en los años
54 a 51 a.C., entre el De oratore (De
la elocuencia) — que Cicerón considera­
ba como la primera de sus obras filosófi­
REPRODUCCIÓN (LA). Elementos de cas— y el De legibus (-■»■Las leyes), con
una teoría del sistema de enseñanza, los cuales forma una trilogía. A partir del
La reproduction. Eléments d ’une thé- 59, Cicerón había decidido consagrarse
orie du systéme d ’enseignement, 1970. a la filosofía; para entonces había reuni­
PiERRE B ourdieu , nacido en 1930, y Jean - do un importante número de libros grie­
C l a u d e P a s s e r o n , nacido en 1930. gos y latinos, entre ellos la célebre
-*• República de Platón, que sirve de
Esta obra presenta una crítica de la ins­ modelo al D e re publica. En el 55 escri­
titución escolar, que es denunciada como bió un discurso, el P ro Sestio (Para Ses-
un mecanismo de reproducción de las tio), en el que presentaba ya un progra­
desigualdades y estratos sociales. Todo el ma político ideal que será retomado y
sistema escolar y universitario funciona desarrollado en La República, y después
como una máquina de hurtar el éxito esco­ en el De legibus.
543 REPÚBLICA (LA )

Este tratado está escrito en forma de nida en La República de Platón. Igual­


diálogo: una conversación ficticia entre mente cabe establecer un paralelo entre
nueve personajes históricos, que tiene el «sueño de Escipión» y el mito de Er, evo­
lugar en el jardín de Escipión, en las afue­ cado por el filósofo griego al final de La
ras de Roma, en el mes de febrero o mar­ República. En este sueño, Escipión, trans­
zo del año 129 a.C. portado a los cielos, encuentra a su padre,
Entre esos nueve interlocutores, la pala­ Paulo-Emilio, y a su abuelo adoptivo, Esci­
bra es concedida particularmente a Esci­ pión El Africano. Este último muestra a
pión, que modera la discusión entre su Escipión la vanidad de la gloria terrestre
sobrino Tuberón, sus dos yernos y algu­ y exhorta a su nieto a que escoja la vir­
nos amigos. Todos ellos están interesa­ tud verdadera. Contrariamente al cuerpo,
dos en el arte militar, en la política y en el alma es inmortal y divina; al ejercitar su
la cultura greco-latina. alma con las más nobles actividades, el
Escrito en una época turbulenta, el diá­ ciudadano contribuye a salvaguardar a
logo examina los problemas que plantea su patria, por lo que será recompensado
la organización del Estado y las solucio­ en la vida eterna.
nes a adoptar para mejorar la política. La Tal es el Ideal de Cicerón, que, como
cuestión es saber cóm o dar unidad al Escipión, vivió en una sociedad ator­
poder. mentada por disturbios políticos graves.
Escipión, jefe del partido aristocrático, El D e re publica conoció un inmen­
es designado para que proponga una defi­ so éxito desde su publicación, que has­
nición de la mejor Constitución. Para res­ ta final del siglo xix jamás ha sido des­
ponder, se apoya en el modelo romano. mentido, com o atestigua la influencia
La República es la «cosa del pueblo» (del ejercida por este diálogo en los dominios
latín re, «cosa, y publica, «del pueblo”). político, filosófico e intelectual. Este tra­
El pueblo está formado por hombres aso­ tado ha inspirado la ideología imperial
ciados por el derecho a partir de intere­ romana: el ideal político que defiende
ses que les son comunes. será, según Plinio el Joven, realizado
Según las diferentes constituciones bajo el reinado de Trajano. Si Séneca le
posibles, un hombre, un grupo, o el pue­ adscribe un interés más bien filosófico,
blo mismo toman la dirección del Estado: Tácito hace por su parte una lectura polí­
se trata, respectivamente, de la monar­ tica de esta obra.
quía, de la aristocracia, y de la democra­ Sin embargo, aunque el De re publica
cia. Mas cada uno de estos regímenes es muy leído hasta el siglo V, es fuerte­
puede entrañar disensiones, es decir dis­ mente criticado por los autores cristianos.
funcionamientos que debilitan el equili­ Así San Agustín, en - >La Ciudad de Dios,
brio del poder. Es preciso sobre todo evi­ niega el hecho de que Roma haya sido un
tar que estos regímenes degeneren en Estado de derecho. Por razones políticas
tiranía, en oligarquía o en oclocracia (tira­ o religiosas, la obra desapareció durante
nía del pueblo). Así, Escipión se inclina largo tiempo, mas el «Sueño de Escipión»,
por un «género mixto» a fin de asegurar separado del resto de la obra, conoció un
una relativa estabilidad al poder. éxito incesante hasta el Renacimiento gra­
Entre las cualidades necesarias al ejer­ cias a su contenido platónico-pitagórico y
cicio del poder, además de la fuerza moral, a su religiosidad.
la salud física y la inteligencia, el jefe debe­
rá dar pruebas de previsión (providentia), Edición: Sobre la República (tr. A. d’Ors),
de sabiduría (consilium) y de perspicacia Gredos, 1991.
(prudentia). Para que la ciudad sea en todo Estudios: J. E. Holton, «Marco Tulio Cice­
rón», en Leo Strauss y J. Cropsey (comps.),
justa y honesta es indispensable educar Historia de la filosofía política (tr. L. Gar­
con esmero tanto al jefe como al pueblo. cía Urriza, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), Méxi­
Estas virtudes políticas no dejan de recor­ co, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp.
dar la idea del filósofo-rey tal como es defi­ 158-176; P. Grimal, Cicéron, Fayard, 1986.
REPÚBLICA (LA) 544

R EPÚ BLICA (LA), o Sobre la justicia, ejemplar de los modelos ofrecidos en la


Ilo/.ixaa, tí riepí SiKaíov, r. entre 385 infancia; Platón excluye las fábulas que
y 370 a.C. presentan a los Dioses inmorales, al igual
P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C. que en libro III excluye la música, plañi­
Diálogo. dera y enervante. Por la misma razón,
la gimnasia debe desarrollar la fuerza
La distribución tradicional en diez libros moral, más que la fuerza física. Los jefes
de la obra mayor de Platón no responde de estos guardianes serán escogidos entre
ni a una división querida por su autor ni los más viejos, que poseen más conoci­
siquiera al orden cronológico de su com­ miento y amor por su ciudad. Para que
posición. El texto se presentaba original­ no defiendan su bien particular por enci­
mente como una conversación continua ma del bien común, se les hará creer que
sobre la naturaleza del político entre Sócra­ la tierra de su ciudad es su madre y que
tes y un pequeño grupo de discípulos y ha producido tres clases de hombres for­
amigos. mados, respectivamente, de oro, de pla­
El libro 1intenta definir la justicia: ¿con­ ta y de hierro: los jefes, los guerreros, los
siste en dar a cada uno lo que le es debi­ artesanos y labradores; los guardianes no
do? ¿Hacer el bien a los amigos y el mal poseerán ningún bien propio, pero serán
a los enemigos? ¡Eso sería hacerlos peo­ nutridos y alojados en comunidad por la
res! La justicia no puede producir la injus­ ciudad.
ticia. Trasímaco protesta: lo justo es lo En el libro IV se plantea la cuestión del
que es útil al más fuerte, a los gobiernos bienestar de los guardianes. Mas lo que
que hacen las leyes a su propio interés. cuenta es la felicidad de la ciudad entera,
Mas todo arte, tanto la política como la no la de unos cuantos. Conceder a los
medicina, ¿no se ejerce en interés de sus guardianes bienes propios crearía dos ciu­
sujetos? Trasímaco deja caer aquí su más­ dades opuestas, la de los ricos y la de los
cara alabando a la injusticia. La discusión pobres. Y es la unidad de la ciudad lo que
se centra entonces sobre la discordia, la le da su fuerza. Mas ¿posee también la
imposibilidad de sacar frutos de la injus­ justicia? La sabiduría reside en la ciencia
ticia, en su doble aspecto individual y de los jefes, el valor se encuentra en los
social. Pero un ser sólo puede alcanzar la guerreros, la templanza en la obediencia
felicidad realizando la función que le es a los que deben gobernar, y la justicia exis­
propia: ¿y no es esto ya la difinición de te porque cada clase cumple su función
la justicia? sin usurpar la de la otra. Lo cual puede
En el libro II, la felicidad del justo sufre ser aplicado a la definición de la justicia
el asalto de Glaucón-, la justicia no es más en el individuo si el alma tiene tres partes
que una máscara útil; aquél que poseye­ como la ciudad tiene tres clases. Así pues,
ra el anillo de Giges, tornándose invisible cuando se dan en el hombre un deseo y
a voluntad, podría parecer justo sin ser­ algo que lo frena, esos dos efectos con­
lo. Para probar que la justicia es un bien trarios no pueden provenir más que de
en sí misma, Sócrates decide examinar dos partes distintas, una racional y otra
su naturaleza a escala de la ciudad y no anhelante, a las que hay que añadir una
sólo del individuo. Describe primeramente parte irascible, que es distinta de las dos
la génesis de la ciudad, nacida de las nece­ primeras puesto que puede apoyar tanto
sidades y de la división del trabajo, des­ a la una como a la otra. Esta tripartición
pués la aparición de los refinamientos, del alma permite que se le aplique la defi­
finalmente las conquistas y las guerras, nición de lo justo: que la razón ayudada
que hacen necesario el mantenimiento de por la cólera gobierne al deseo, y cada
soldados o guardianes. Aquí comienza parte cumplirá su función realizando la
la descripción de un ideal político: el guar­ armonía interior. Siendo la injusticia un
dián debe poseer dotes naturales y reci­ conflicto interno del alma, la cuestión de
bir una educación que se apoye en el valor la felicidad del justo queda resuelta.
545 REPÚBLICA (LA)

En el libro V Platón afronta tres ame­ mente, lo visible y lo inteligible. Lo visi­


nazantes «olas» de ridículo. Al precisar el ble se subdivide en imágenes (sombras,
ideal de vida comunitaria de los guardia­ reflejos en el agua o en los espejos) y en
nes, establece la misma educación para objetos visibles que producen esas imá­
los hombres y para las mujeres: sus dife­ genes; la relación de la imagen con el
rencias no tienen importancia para la fun­ objeto es la misma que la de la opinión
ción de guardianes. Éstas mujeres — y ésta con la ciencia. Lo inteligible comprende
es la segunda ola— no serán propiedad en primer lugar los objetos matemáticos
de tal o cual hombre, sino comunes a que el alma considera al usar figuras visi­
todos, al igual que los niños. Los guar­ bles com o imágenes e infiere sus pro­
dianes, unidos por una comunidad de ale­ piedades a partir de hipótesis claras, aun­
grías y penas, vivirán en concordia: final­ que no demostradas; la segunda división
mente, su felicidad no será menos de lo inteligible, poblada de esencias, es
importante que la felicidad de la ciudad. conocida por la dialéctica, que se remon­
Mas, ¿es realizable una tal ciudad? Se tra­ ta desde las hipótesis a sus principios sir­
ta de un modelo al que hay que aproxi­ viéndose solamente del razonamiento. Así
marse lo más posible — lo cual anuncia resultan cuatro tipos de conocimientos de
los ideales de segundo rango del ->■ P o lí­ veracidad decreciente: inteligencia, cien­
tico y de -*■ Las Leyes— . Para fundar una cia discursiva, creencia y conjetura.
ciudad cercana al modelo, es preciso que El libro VII muestra a los hombres enca­
los filósofos se conviertan en reyes, o denados frente al fondo de una caverna,
los reyes en filósofos, y ésta es la terce­ en el que no ven más que sombras, pro­
ra ola. Pero hay que distinguir a los filó­ yectadas por un fuego que arde a sus
sofos de los simples curiosos, que con­ espaldas, y que los prisioneros toman por
funden al ser inmutable con multitud de las únicas realidades. Si uno de ellos sale
cosas cambiantes. de la caverna, se sentirá primeramente
La política desemboca así en metafísi­ deslumbrado, y necesitará del esfuerzo,
ca, lo cual confirma el libro VI: la multi­ del hábito, para ver las sombras, después
tud convierte en grandes vicios las gran­ los objetos, después el Sol mismo; si vuel­
des cualidades del hombre dotado, ve a descender a la caverna ya no distin­
privándolo de su alimento propio: pasar guirá nada, los prisioneros no lo reco­
por la prueba de los peligros y los pla­ nocerán y podrán incluso matarlo. Se trata
ceres, después la prueba de un gran de una alegoría de las relaciones del hom­
número de ciencias, hasta el acceso final bre con los objetos de la línea: nosotros
a la Idea del Bien, cuya imagen en el somos esos prisioneros, la caverna es el
mundo sensible es el Sol. El conoci­ mundo sensible, el fuego que proyecta las
miento del Bien permite la ciencia de las sombras es el Sol; la salida de la caverna
esencias, como el Sol permite ver lo visi­ es la imagen del filósofo, objeto de burla
ble; el Bien da el ser a las esencias, como de los ignorantes. La educación es esta
el Sol permite la generación de lo sen­ ascensión del alma, a la cual la ciudad
sible. Pero al igual que el Sol no es en sí debe conducir a los más dotados, no para
mismo generación, el Bien no es en sí que alcancen su propia felicidad, sino para
mismo esencia, pero está más allá de que desciendan luego a gobernar la ciu­
toda esencia «en dignidad y en poder». dad; esa educación incluye la aritmética,
Hay que guardarse de confundir Idea de la geometría, la astronomía — no como
Bien y Dios personal: el Bien es el prin­ ciencia de los movimientos visibles de los
cipio de todo ser, mas un principio que astros, sino com o conocimiento de los
no habla, no se revela, y no es objeto de modelos matemáticos a los que se apro­
fe, sino de inteligencia. ximan— : tales ciencias son el preludio a
La imagen de la línea dividida permi­ la dialéctica. Esta educación supone un
te distinguir las clases de realidades: sus espíritu sintético y un determinado grado
dos segmentos representan, respectiva­ de madurez para no transformar la dia­
RESENTIMIENTO EN LA MORAL (EL) 546

léctica en un juego estéril; porque el hom­ no la hace morir; y mucho menos la


bre que es indigno de la filosofía la desa­ matará por tanto el mal del cuerpo, que
credita; pero el hombre que ha podido es extraño a ella. La Répública termina
contemplar el Bien se servirá de él «como con el mito de Er, que describe un juicio
un modelo para gobernar la ciudad». y una reencarnación de las almas de
A este gobierno perfecto, el libro VIII acuerdo con las elecciones que hayan
opone los gobiernos surgidos de la corrup­ hecho en su vida pasada; la filosofía es
ción de las costumbres de los ciudadanos, pues necesaria para no equivocarse.
pues «todo lo que nace está sujeto a Obra de madurez de Platón, La Repú­
corrupción», incluso una ciudad bien cons­ blica abarca casi toda su filosofía, de la éti­
tituida. En la timocracia, los guardianes ca a la política y a la metafísica: esta obra
menos dotados se reparten los bienes está al origen de la mayoría de las pro­
comunes y esclavizan a las otras clases: blemáticas filosóficas en esos dominios.
en ellos domina la parte irascible del alma,
el amor al poder y a los honores. En la Ediciones: La República (tr. J. M. Pavón
oligarquía, la ciudad se divide en ricos y y M.l Fernández Galiano), Alianza, 1995; La
República (tr. J. M. Pavón y M. Fernández
pobres; el hombre ya no es un ambicio­ Galiano), Centro de Estudios Constitucio­
so, sino un avaro. Cuando los pobres se nales, 3 vols., 1970.
rebelan, se cae en la democracia, reino Estudios: W. K. C. Guthrie, Historia de la
de la licencia en donde el hombre no dis­ filosofía griega, vol. IV: Platón (tr. A. Valle-
jo y A. Medina), Gredos, 1990, pp. 416-
tingue ya entre deseos necesarios y dese­
518; L. Strauss, «Platón», en L. Strauss y
os superfluos. Y del exceso de libertad J. Cropsey (comps.), Historia de la filoso­
surge el exceso de servidumbre, la tira­ fía política (tr. L. García Urriza, D. L. Sán­
nía, en la que un demagogo se convier­ chez y J. J. Utrilla), México, Fondo de Cul­
te en amo de esclavos. tura Económica, 1993, pp. 43-95; W.
Jaeger, Paideia. Los ideales de la cultura
En el libro IX el hombre tiránico es tam­ griega (tr. J. Xirau y W. Roces), México, Fon­
bién descrito como el hombre de deseos do de Cultura Económica, 1967; Averroes,
desatinados, como los que aparecen en los Exposición de La República de Platón (tr.
sueños. ¿Es feliz este hombre injusto? Pla­ M. Cruz Hernández), Tecnos, 1994; W. D.
tón responde con tres argumentos: com­ Ross, La teoría de las ideas de Platón (tr.
J. L. Diez Arias), Cátedra, 1989; F. Chate-
para a la ciudad tiranizada, desgraciada let, -> El pensamiento de Platón, Labor,
puesto que es esclava del tirano, con el tira­ 1968.
no, desgraciado, puesto que es esclavo de
sus deseos; cada parte del alma tiene sus
placeres propios, mas sólo el filósofo tie­
ne la experiencia de todos y puede juzgar, RESENTIMIENTO EN L A M O R A L
y prefiere los placeres del sabio a los del (EL), Das Ressentiment im Aufbau der
tirano; finalmente opone las simples cesa­ Moralen, 1923.
ciones de dolor a los placeres reales, que M a x S ch e le r , 1874-1928.
únicamente provienen del ser inmutable.
El libro X retoma la crítica de los artis­ Este importante ensayo es una crítica
tas: todos ellos practican la imitación ale­ de los valores y de la moral cristianos tal
jada de lo real, porque el carpintero imi­ como Scheler los observaba a comienzos
ta la Idea del lecho, y el pintor imita esta de siglo. Escrutando su objeto a la mane­
imitación; igualmente, un poeta trágico ra de un fenomenólogo, el autor analiza
no crea más que fantasmas, y además el resentimiento de una manera que
conturba el alma al imitar sobre todo recuerda a Nietzsche (cf. -*• La genealo­
su parte irascible. Finalmente, ¿qué gía de la moral). En efecto, Scheler con­
recompensa cabe esperar de la práctica sidera el resentimiento como un enve­
de la virtud? La más grande se sitúa en nenamiento psicológico que provoca una
la vida inmortal del alma, de lo cual es deformación más o menos permanente
prueba que su mal propio, la injusticia, de los valores. Su fuente más importan­
547 REVELACIONES DE LA MECA (U S )

te es el deseo de venganza. Max Sche­ El libro segundo está dedicado a los


ler, católico con todo, propone una moral argumentos que no se fundan en la vali­
cristiana depurada, desembarazada de dez formal del discurso, sino más bien en
ese resentimiento que atormenta con fre­ la dimensión psicológica propia de todo
cuencia a la conciencia religiosa. discurso, a saber, la disposición de espí­
Scheler ha influido sobremanera en ritu del auditor, la credibilidad del orador
pensadores tan diversos como Heideg­ y las pasiones que pueden animar al audi­
ger, Gabriel Marcel, Sartre, Merleau-Ponty torio. Así, Aristóteles consagra los dieci­
o Ricoeur. siete primeros capítulos del libro II al estu­
dio de la confianza que el orador debe
Edición: El resentimiento en la moral (tr. inspirar (capítulo 1), a las diferentes pasio­
J. M. Vegas), Caparros, 1993. nes que animan a los hombres (capítu­
Estudio: M. Dupuy, La philosophíe de Max
Scheler, 2 vols., col. «Epiméthée», P.U.F., los 2 a 11), al carácter del auditor según
1959. que sea joven o viejo, afortunado o no
(capítulos 12 a 17). Finalmente, Aristó­
teles termina este libro con el estudio de
los tópicos (totcoi, topoi) o lugares del dis­
R E TÓ R ICA , Té^vr) ^ x o p iK fi, o entre curso, o de los trazos comunes a todos
329 y 323 a.C. los géneros de discurso. Son así distin­
A ristó te le s , 384-322 a.C. guidos, por ejemplo, el discurso que tra­
ta sobre lo posible y el que trata de lo
Esta obra de Aristóteles consta de tres imposible.
libros: los dos primeros están dedicados El último libro está dividido en dos par­
a la materia del discurso, esto es, a la argu­ tes: una de ellas es consagrada al estilo
mentación, mientras que el tercero trata del discurso, la otra al orden de las par­
de la forma del discurso. tes del discurso.
El primer libro propone un análisis de
la argumentación en tanto que es pro­ Edición: Retórica (intr., trad. y notas de
Q. Racionero), Gredos, 1990.
ducida por el orador. Aristóteles distin­ Estudio: A. Wartelle, Lexique de la Rhé-
gue dos tipos de argumentación en el arte torique d’Aristote, Les Belles Lettres, 1982.
oratoria: el entimema (év0\j^T||¿a, enthy-
mema) y el ejemplo (m p á & rftia , para-
deigma). Al primero lo define como el
«silogismo de la retórica» porque lo par­ REVELACIONES DE L A M ECA (LAS),
ticular de ésta es que sus premisas son Kitáb al-Futühat al-makkiya, o de 1201
simplemente verosímiles. En cuanto al a 1231.
ejemplo, Aristóteles lo relaciona con la Ibn ‘A r a b í , 1165-1240.
inducción porque permite alcanzar lo
general a partir de casos individuales. El Esta obra representa el testamento espi­
autor clasifica a continuación el discurso ritual de Ibn ‘Arabí. En ella expone, eta­
en tres géneros (yévti, gene), según la fun­ pa por etapa, en función de su vivencia
ción del auditor. Si el auditor juzga el por­ personal y de sus estudios religiosos, su
venir, se está ante un discurso delibera­ concepción de la vida mística, su per­
tivo-, si juzga el pasado, se trata de un cepción del mundo y su doctrina del uni­
discurso judicativo. En cambio, si está verso.
presente simplemente a título de auditor, El mundo está compuesto de una sus­
como puede estarlo ante un representa­ tancia única de la cual procede toda la
ción teatral, el discurso es de tipo epi- creación, incluido el hombre: cada ele­
díctico: es un discurso orientado a la per­ mento del universo es una parcela divina.
suasión. Aristóteles volverá sobre estas Dios es uno e indivisible; todo parte de él
consideraciones objetivas en los capítu­ y se relaciona a él. Aquí se encuentran
los 18 a 26 del segundo libro. reelaboradas las ideas metafísicas que Ibn
REVOLUCIÓN PERMANENTE (LA) 548

‘Arabí había expuesto en su Lib ro de las que Trotski califica de «cabriola ideológi­
teofanías, un ensayo de juventud que ha ca», lo que provocó la escritura de este
inspirado todo su pensamiento filosófico libro. Trotski reexamina en él sus anti­
e iniciado la misión que el autor se había guos textos para responder a todas esas
impuesto: desembarazar a la fe de las falsificaciones y criticas, y para reflexio­
contingencias materiales y reconfortar al nar sobre sus propios errores, refirién­
creyente en cuanto al amor de Dios. Las dose siempre a la actualidad con la mira­
Revelaciones son también un himno al da puesta en Oriente y en la Revolución
amor: amor de Dios por sus criaturas, española.
amor del hombre para con Dios, que lo
ha creado para que reciba e irradie la luz Edición: La revolución permanente (tr. A.
divina, amor universal que sostiene al Nín), Fontamara, 1979.
Estudio: A. Brossat, En los orígenes de la
mundo y permite la expansión individual. revolución permanente, Siglo XXI, 1976.
El libro, concebido como guía espiritual
para los musulmanes, es uno de los flo­
rones de la filosofía del Islam en gene­
ral y de la mística sufita en particular. REVOLUCIÓN SEXUAL (LA), The Se­
Ibn ‘Arabí, contemporáneo de Ave- xual Révolution, 1945.
rroes, está considerado como uno de los W ilh elm R eich , 1897-1957.
maestros espirituales del islam, pese a que
su pensamiento, que desarrolla la para­ La obra se sitúa en la confluencia del
doja y la contradicción, ha suscitado un marxismo con el psicoanálisis. Es incluso
sinnúmero de polémicas entre los doc­ el comienzo de esa corriente llamada freu-
tores de la Ley coránica. domarxismo que alcanzará una cierta cele­
bridad (con Marcuse en concreto).
Edición: Las iluminaciones de La Meca (tr.
V. Pallejá), Siruela, 1996. Reich, médico comunista, expone las
E studio: M. Chodkiewicz, Le sceau des consecuencias de la «miseria sexual de las
saints: prophétie el sainteté dans la doc­ masas», en particular en el seno de la
trine d’Ibn ‘Arabí, Gallimard, 1986. juventud. El autoritarismo burgués y la
moral religiosa están en el origen de una
multitud de prohibiciones, de tabús, de
represiones relativas a la sexualidad: pla­
R E V O LU C IÓ N PE RM AN E NTE (L A ), cer, masturbación, sexualidad preconyu-
La révolution permanente, 1928-1931. gal de los adolescentes, o sea sexualidad
T r o tsk i (Lev Davídovich Bronstein, lla­ no procreadora. La interiorización de estos
mado León), 1879-1940. tabús, la disociación entre un amor «res­
petable» (bajo sus formas nobles, ideali­
Los puntos esenciales de la tesis de esta zadas, platónicas) y una sexualidad pura­
obra fueron formulados por Trotski, tras mente corporal, desembocan en una
sus lecturas de Marx, antes de 1905 y frustración masiva de consecuencias desas­
se convirtieron rápidamente en origen de trosas. En el primer rango de esas con­
las divergencias entre los bolcheviques y secuencias se encuentran los problemas
los mencheviques. La «revolución per­ de la sexualidad y del orgasmo, a los que
manente» designa una revolución que es siguen diversas formas de desviación de
democrática antes de devenir socialista la sexualidad (pornografía, violación real
y que, por su internacionalismo, se opo­ o imaginada, prostitución...).
ne al socialismo nacional, que permane­ Estas frustraciones sexuales proyec­
ce aislado. Atacado a menudo por Sta- tan también sus efectos en el plano social:
lin y Lenin en sus escritos, Trotski se sintió afianzamiento y generalización del senti­
escandalizado por la falsificación de sus miento de culpabilidad, miedo a la liber­
ideas y de la historia en general. Pero fue tad, inclinación a la resignación — efectos
más específicamente una obra de Radek, explotados por todos los poderes repre­
549 RITOS Y LA CONDICIÓN HUMANA (LOS)

sivos— . Al mismo tiempo que el espíritu RISA (LA). Ensayo sobre la significa­
de libertad es recortado, se desarrolla la ción de lo cómico, Le rire. Essai sur
mentalidad retraída del «pequeño hombre» la signification du comique, 1900.
descrita en otro lugar por Reich (Escucha, H enri B e r g s o n , 1859-1941.
pequeño hombre): mentalidad violenta de
aquél que intenta resolver sus contradic­ Bergson emprende aquí la tarea de deter­
ciones psíquicas en la acción y el culto al minar los «procedimientos de fabricación
jefe (véase igualmente -»■ La psicología de de lo cómico». La noción central es la de
masas del fascismo). automatismo: es cómico aquello que hace
Reich ve en la revolución comunista la referencia a un proceso mecánico. Por otra
condición necesaria de la liberación sexual. parte, la risa crea una situación de com­
Pero al mismo tiempo subraya que esta plicidad, lo que la convierte en un gesto
última es indispensable para el triunfo de social: permite reconducir a la realidad, por
la primera. Porque si no se favorece la medio de la ironía, a aquellos que se olvi­
expansión de la sexualidad y de los carac­ dan en sus costumbres, en su orgullo.
teres más sanos, las estructuras psíquicas Existe lo cómico de situación (auto­
del retraimiento conducirán ineludible­ matismo), lo cómico de las palabras, don­
mente al autoritarismo. Esto fue lo que de una idea sugiere un sentimiento, y lo
condujo a Reich a aprobar y sostener las cómico del carácter, que se observa en
medidas progresistas de la incipiente revo­ los personajes de comedia.
lución soviética en materia de sexualidad, Libro de análisis conceptual, este estu­
de familia y de costumbres. dio goza también de autoridad en el domi­
nio literario.
Edición: La revolución sexual, Planeta-
Agostini, 1985. Edición: La risa, Espasa-Calpe, 1986.
Estudio: C. Sinelnikoff, L ’oeuvre de Wil- Estudio: G. Deleuze, El bergsonismo, Cáte­
helm Reich, Maspero, 1970. dra, 1987.

R EVO LUCIÓ N TEÓRICA DE MARX RITOS Y LA CONDICION H UM A NA


(LA), P o u r Marx, 1965. (LOS), Les rites et la condition humai-
Louis A lth u s s e r , 1918-1990. ne, 1957.
J e a n C aze n e u ve , nacido en 1915.
Esta colección de siete artículos de
Louis Althusser contiene la exposición de Esta obra propone, no un conjunto de
un nuevo método que debe permitir leer principios etnológicos, sino una tesis ori­
y comprender de manera diferente los ginal según la cual el estudio de los pue­
escritos de Marx. En efecto, el autor pien­ blos alejados de nosotros (aquí se trata de
sa que es preciso introducir un «corte epis­ las sociedades indias de Nuevo México)
temológico» en el interior de la obra de puede ayudamos a comprender la condi­
Marx para separar por una parte las obras ción humana, las raíces de la humanidad.
de juventud, impregnadas enteramente El rito tiene por función organizar las rela­
de la influencia hegeliana, y por otra ->■El ciones del orden humano con lo que lo supe­
Capital, verdadero punto de partida del ra: lo religioso o lo espiritual. Cazeneuve lla­
marxismo. Esta distinción innovadora per­ ma a este último orden lo numinoso, o
mite a Althusser discernir en Marx un ver­ poder sobrenatural. El ritual preserva al gru­
dadero pensamiento filosófico. po humano y garantiza su identidad.

Edición: La revolución teórica de Marx, Edición: Les rites et la condition humai-


México, Siglo XXI, 1967. ne, P.U.F., 1958.
Estudio: J. Ranciére, La Legón d’Althus- Estudio: A. Akoun, Dictionnaire des phi-
ser, Idées/Gallimard, 1975. losophes, P.U.F., 1984.
ROMA, EL LIBRO DE LAS FUNDACIONES 550

ROM A, EL LIBRO DE LAS FU N D A ­ sabemos de esta conversión es que se esta­


CIONES, Rome, le Livre des fondations, blece sobre un asesinato. Tal es la otra
1983. razón de esta investigación: «nosotros no
M ic h e l S erres , nacido en 193 0. soportamos la tanatocracia» (el poder de
la muerte): sacar la luz es tratar de librar­
¿Atenas o Roma? ¿Cuál es el lugar ori­ te de ella. Al referirse a la tradición — Pla­
ginario de nuestra civilización? ¿Hay un tón, Leibniz, Demócrito, Newton— , el
orden, un principio fundador que explicaría autor viene a situarse a contrapelo de la
la súbita expansión de nuestra sociedad? concepción clásica del origen de nuestra
Para Michel Serres, la ley fundadora, ley de civilización: la omnipotente no es Gre­
orden, no es más que odio y destrucción;
cia o Egipto, sino Roma. Este libro es la
sin embargo, la construcción original es algo
pieza central de una trilogía sobre las fun­
que se asemeja a las apacibles bolas de arci­
daciones cuyos otros dos ejes son Gené-
lla — las ciudades— que depositan las ter­
se (1982) y Statues (1987).
mitas y que aparecen diseminadas, sin uni­
dad. En un lugar, empero, se construye la
Edición: Rome, le Livre des fondations,
termitera, como Roma o la torre de Babel,
Grasset, 1983.
allí donde se amasan una pluralidad de bolas. Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
«La bola latina absorbe a Grecia», Roma temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
arrasa a Alba y Cartago. Tal es la fundación, guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 114-119;
hegemónica y violenta. ¿Cómo se realiza? A. Crahay, Michel Serres: la mutation du
Como lo describe la leyenda: Rómulo fun­ cogito, genése du transcendantal objectif,
da Roma y mata a su hermano Remo; el De Boeck-Wesmael/Éd. universitaires, 1988.
asesinato es el origen comparable a una
«caja negra» en la que nada quedaría expli­
cado. Pero la fundación es también una «caja
blanca»: la de Alba (del latín alba, «blanca»), R O U SS E A U , JUEZ DE JEAN-JAC-
la de Grecia que es luz (origen de la verdad, QUES. DIÁLOGOS, 1782.
de la explicación), la de los mitos (expre­ J e a n -Ja c q u e s R o u s s e a u , 1712-1778.
siones de los dioses). «En el comienzo está
la caja negra, el desconocimiento, nuestro Compuesta desde 1772 a 1776. entre
celo de información. En el comienzo está el las Confesiones y Las ensoñaciones del
blanco, todos los mundos posibles.» Alba la paseante solitario, esta obra se inscribe
blanca constituye el origen de los lugares, la en la empresa de justificación de Rous­
matriz principia], «allí donde el tiempo no seau ante la posteridad.
ha comenzado». Es la cera sobre la cual En tres diálogos entre «un francés» y el
Roma imprime su sello. La fundación se tor­ autor, Rousseau intenta responder a la
na real en el punto de encuentro de lo nega­
cuestión: «¿Quién soy yo?», apelando a
tivo y de lo positivo (como el claroscuro en
las generaciones futuras. Aunque sin alcan­
fotografía). Y, si «el hombre es un lobo para
zar el sublime nivel de las Ensoñaciones,
el hombre» según Hobbes, es también, según
estos Diálogos son sin embargo los que
Spinoza, sagrado para el hombre; el amar
incluye el odiar. Finalmente, es el hombre preparan y hacen posible a éstas. Algu­
de la multitud el que funda la civilización; nos han creído poder adivinar en ellos los
la muchedumbre es una multiplicidad que signos de la «locura» (delirio paranoico) de
se unifica: es a la vez negra y blanca. Rousseau.
La intención de Serres es doble: mos­
trar que hay un sentido que precede a Edición: Rousseau juge de Jean-Jacques.
Dialogues. Bibliothéque de Cluny, Armand
todo fundamento, pero que no puede
Colin, 1962.
explicitar el instante en que lo blanco Estudio: J. Starobinski, Jean-Jacques Rous­
deviene negro, en que la fundación es seau. La transparencia y el obstáculo (tr.
realmente fundada. La única cosa que S. González Noriega), Taurus, 1983.
s
SABIDURIA DE LOS PROFETAS (LA), SA B IO (EL), o El libro del sabio, De
Fusüs al-hikam, o 1229. Sapiente, 1510-1511.
Ib n ‘Á r a b Í, 1165-1240. C h a r l e s de B o v e l l e s o de B o u e l le s
(Carolus Bovillus), hacia 1475-hacia 1553.
Ibn Arabí es considerado como uno
de los maestros del sufismo, doctrina eso­ El autor elabora aquí un humanismo
térica del islam. A él se le debe la teori­ cristiano fundado sobre el concepto de
zación del monismo ontológico que carac­ la Trinidad. Para él, el mundo está com­
teriza a esta doctrina. La sabiduría de los puesto de ignorantes y de sabios: el igno­
profetas ofrece a este respecto la quin­ rante es un ser incompleto e imperfecto;
taesencia del pensamiento religioso del el sabio, en cambio, es el único que reú­
filósofo. ne las tres cualidades esenciales para actuar
La obra trata de la naturaleza inmu­ como hombre libre: razón, imaginación y
table de la sabiduría divina tal como nos sentido. Influenciado por los autores cris­
es revelada por los diferentes profetas. tianos (en particular por San Agustín) y
El autor insiste en la especificidad de esos por los humanistas, el autor elabora una
profetas, que son a la vez los receptácu­ teoría original, realzada por un estilo ima­
los de la sabiduría divina y están conte­ ginativo y un tono extraño y poco usual.
nidos en el verbo divino. Ibn ‘Arabi inten­
ta así hacer evidente la característica Edición: Le Liure du sage, Vrin, 1982.
Estudio: Charles de Bovelles et son cin-
principal de la revelación divina: despo­ quéme centenaire,, 1479-1979, Actes du
sarse con la naturaleza del hombre que colloque de Noyon, Ed. de la Maisnie, 1982.
la recibe y la enuncia, es decir, el profe­
ta. Los veintisiete capítulos de este libro
están dedicados a definir el tipo de reve­ SAGRADA FAMILIA O CRÍTICA DE LA
lación propia a cada uno de los veinti­ CRÍTICA CRÍTICA (LA). Contra Bruno
siete profetas del Corán, desde Adán a Bauer y consortes, Die heilige Familie
Mahoma. oder Kritik der kritischen Kritik. Gegen
Bruno Bauer und Konsorten, 1845.
Edición: La Sagesse des Prophétes, Albín K a r l M a r x , 1818-1883, y F r ied ric h
Michel, 1973.
Estudio: M. Chodkiewicz, Le Sceau des E n g e ls , 1820-1895.
saints: prophétie et sainteté dans la doc­
trine d’Ibn 'Arabí, Gallímard, 1986. Esta obra de carácter polémico es el
primer escrito común de Marx y Engels.

[5 5 1 ]
SAGRADO Y LO PROFANO (LO) 552

La «sagrada Familia» que contempla este po cíclico marcado por las fiestas y los
panfleto designa al joven hegeliano Bru­ ritos.
no Bauer y sus correligionarios. Marx Aunque lo sagrado y lo profano cons­
denuncia su crítica idealista y espiritualis­ tituyen dos modos de ser-en-el-mundo
ta de la política, que es resultado según inconciliables, Eliade observa que el hom­
él de una abstracción filosófica nefasta bre no religioso de las sociedades moder­
para la práctica revolucionaria. nas sigue comportándose de manera reli­
Aunque los adversarios que Marx refu­ giosa. En las fiestas que acompañan a la
ta aquí no hayan marcado la historia de entrada del nuevo año, en el matrimonio
las ideas, La Sagrada Familia contiene o el nacimiento de un niño, en sus tabú­
las premisas del materialismo histórico es y supersticiones, en los escenarios ini-
marxista. ciáticos que marcan la entrada en la escue­
la o en el ejército, la mayoría de los
Edición: La sagrada familia. La situación hombres «sin religión» perpetúan incons­
de la clase obrera en Inglaterra (tr. P. Sea-
cientemente y bajo una forma degradada
ron y otros), Crítica, 1978.
Estudios: L. Kolakowski, Principales corrien­ las prácticas cuyo origen y significado son
tes del marxismo, vol. I: Los fundadores religiosos.
(tr. J. Vigil), Alianza, 1993, cap. Vil;
D. McLellan, Les Jeunes Hégéliens et Karl Edición: Lo sagrado y lo profano (tr. L. Gil
Marx, Payot, 1972. Fernández), Labor, 1988.
Estudio: D. Alien, Mircea Eliade et le phé-
noméne religieux, Payot, 1982.

S A G R A D O Y LO P R O FA N O (LO), Le
sacré et le profane, 1956.
M ircea E lia d e , 1907-1986. SEGUNDO SEXO (EL), Le Deuxiém e
sexe, 1949.
Esta obra quiere ser una «introducción S im o ne de B e a u v o ir , 1908-1986.
general al estudio fenomenológico e his­
tórico de los hechos religiosos». Partiendo Este libro de cerca de mil páginas rela­
de la oposición entre lo profano y lo sagra­ tivo a la condición de las mujeres retoma
do, el autor muestra que la manifestación la temática existencialista propia de las
de lo sagrado — o hierofanía— constitu­ obras de Simone de Beauvoir; una inves­
ye la experiencia fundamental del homo tigación intelectual y conocimientos pre­
religiosus. El objeto, el espacio o el tiem­ cisos alimentan el análisis teórico. Se tra­
po sagrados manifiestan una trascenden­ ta de comprender y de explicar la situación
cia ontológica, una superioridad cualitati­ de la mujer en la sociedad y de revelar
va que los hace radicalmente diferentes de lo que significa ser mujer: «Trataremos
los objetos, espacios o tiempos profanos. de mostrar cómo está constituida la “rea­
En lo sagrado se muestra en efecto «algu­ lidad femenina” , por qué la mujer ha sido
na otra cosa», que surge, no de la reali­ identificada como el Otro...»
dad finita y ordinaria, sino de una realidad A este estudio se han consagrado dos
sobrenatural «en la que florece la perfecta tomos: el primer volumen, Los Hechos
plenitud del sep>. y los Mitos, rechaza la idea de que exis­
Mientras que el espacio profano, por tiera una feminidad originaria, porque
ejemplo, presenta una homogeneidad per­ no hay una esencia o arquetipo de la
fecta, el espacio sagrado, en todas las reli­ mujer: «N o se nace mujer, se deviene»,
giones, se constituye a partir de un Cen­ escribe la autora en esta frase que resu­
tro, de un «punto fijo» que funda el mundo me toda la obra. Dicho de otro modo,
y le confiere una estructura. De la misma tendremos que reconocer que ser mujer
manera, al tiempo profano, continuo y es ante todo producto de un condicio­
linear, se opone el tiempo sagrado, tiem­ namiento de la sociedad.
553
SEMINARIO (EL)

El segundo volumen, La experiencia te etapa en el movimiento de seculariza­


vivida, revela sin falso semblante la alie­ ción del pensamiento político.
nación de las mujeres; y la autora expli­
ca por qué la mujer ha sido definida como Edición: Los seis libros de la República (tr.
el Otro, y «por qué ella es inesencial fren­ P. Bravo), Tecnos, 1986.
te a lo esencial», mientras que el hom­ Estudios: J. Touchard, Historia de las ideas
políticas (tr. J. Pradera), 5.a ed., Tecnos,
bre ha sido reconocido siempre como el
1996; pp. 227-232 y 247-249; P. Mesnard,
sujeto o como el absoluto. L ’Essor de la philosophie politique au X V t
Simone de Beauvoir «rehumaniza» a la siécle, Vrin, 1969.
mujer y la coloca en su verdadero lugar
apelando al carácter ontológico de su con­
dición, que la hace igual al hombre.
SEMINARIO (EL), Le Séminaire, 1973-
Edición: El segundo sexo (tr. J. García Pon­ 1991.
te), en Obras completas, t. III, Aguilar, 1981. Ja c q u e s L a c a n , 1901-1981.
Estudio: S. de Beauvoir, Le Deuxiéme Sexe,
analyse critique, col. «Profil d’une oeuvre», Colección de conferencias.
Hatier, 1977.
Jacques Lacan fue célebre en su tiem­
po por sus conferencias, a las cuales afluía
el público parisino. De su abundante ense­
SE GU N DO S ANALÍTICOS. ñanza, iniciada en 1953 y proseguida
A ristó te le s . hasta su muerte, los editores han reco­
Véase ORGANON. pilado la materia de una veintena de volú­
menes, reunidos bajo el título genérico
de El Seminario. Se trata en realidad de
textos de diferentes seminarios consa­
SEIS LIBR O S DE LA RE PÚ B LIC A grados cada uno de ellos a un tema que
(LOS), Les six liures de la République, tiene relación, de cerca o de lejos, con el
1576. psicoanálisis. Así, el primer seminario se
Je a n B o d in , hacia 1530-1596. interesa por los «Escritos técnicos de
Freud», el segundo examina el «Yo», el
En el siglo XVI, la palabra «República» tercero las «Psicosis»; otros temas, como
no designaba un Estado de soberanía «La ética del psicoanálisis» (seminario VII),
popular, sino la institución estatal en gene­ «La transferencia» (seminario VIII) o «El
ral. Esta obra intenta en efecto defender reverso del psicoanálisis» (seminario XVII),
la monarquía francesa, amenazada desde son igualmente abordados.
el exterior por sus vecinos y desde el inte­ Pese a la gran diversidad de materias,
rior por las reivindicaciones de los parla­ la investigación lacaniana persigue un
mentos. Bodin se decanta por el realismo objetivo único y sin cesar reafirmado: reen­
político, prefiriendo a la utopía un análi­ contrar la palabra freudiana, retornar «al
sis del funcionamiento de las instituciones. sentido de Freud». Para Lacan en efecto,
Por el nivel de su elaboración, su teoría los psicoanalistas contemporáneos — divi­
de la soberanía no encuentra precedentes didos en innumerables escuelas, corrien­
en la literatura política. Su tipología de los tes y capillas— desconocen los textos mis­
regímenes se inscribe en la herencia de mos de Freud, ¡cuando no pretenden
►La P o lítica de Aristóteles. Bodin se claramente superarlo! Así, los «post-freu-
muestra partidario de la monarquía, mas dianos» habrían caído en una psicología
no bajo su forma absolutista. pre-freudiana atribuyendo una realidad
Al eliminar la religión de la problemá­ objetiva a ciertas nociones — tales como
tica política y privilegiar la perspectiva his­ el ello, el ego, el superego, o incluso las
tórica y «sociológica», Los seis libros de pulsiones— que no tenían para Freud
la República constituyen una importan­ más que un valor de símbolos.
554
SEMIÓTICA Y FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

Según Lacan, el psicoanálisis es una SENTENCIAS.


disciplina que se aplica al lenguaje y al P edro L o m b a r d o .
inconsciente, no a las manifestaciones Véase LIBROS DE LAS SENTENCIAS.
biológicas o psicológicas observables. En
consecuencia, la tarea del analista con­
siste esencialmente en descifrar este len­
SENTIDO DE LA BELLEZA (EL), The
guaje para sacar a la luz deseos que no
S en s eo f beauty, 1896.
existen más que a título de representa­
J org e S a n t a y a n a , 1863-1952.
ciones. Del mismo modo es perfecta­
Compilación del curso sobre estética.
mente lógico que la práctica analítica estu­
die los diversos «significantes» (imágenes
En este obra de juventud, el autor se
de los sueños, lapsus, actos fallidos) a
interroga sobre las condiciones en que
cuyo través se expresa el inconsciente.
se manifiesta la belleza, las exigencias
AI afirmar precisamente que éste está
que debe satisfacer un objeto para ser
«estructurado como un lenguaje», Lacan
juzgado bello, y la naturaleza de las acti­
ha querido poner de manifiesto el estre­
tudes psicológicas que nos permiten cap­
cho lazo que une al psicoanálisis con la
tar la belleza. Para Santayana, el arte bus­
lingüística.
ca sobre todo establecer una armonía
Edición: El seminario (tr. R. Cevasco y V. entre nuestra personalidad y nuestra
Mira), 20 vols., Paidós, 1981. experiencia.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ La obra da muestras de un antidog­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí- matismo y una apertura de espíritu que
uez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 96-101;
se traducen en una visión estética del uni­
. Dor, Introduction a la lecture de Lacan:
Vinconscient structuré comme un langa- verso, que encontrará una forma más aca­
ge, Denoel, 1985. bada en ->■ La vida de la razón.

Edición: El sentido de la belleza, Tecnos,


1997.
Estudio: J. Duron, La pensée de George
SEMIÓTICA Y FILOSOFÍA DEL LEN­ Santayana; Santayana en Amérique, Nizet,
GUAJE, Sem iótica e filosofía del lin- 1950.
guaggio, 1984.
U m berto Ec o , nacido en 1932.

Esta obra se propone unificar el cam­ SENTIDO Y PERCEPCIÓN, Sense et


po diversificado de la semiótica con ayu­ sensibilia, 1962.
da de las dos tesis siguientes: la semióti­ J o h n L a n g s h a w A u s t in , 1911-1960.
ca general debe ser considerada como
una filosofía del lenguaje; mas la semió­ Esta obra postuma ha sido editada en
tica atraviesa una crisis que no puede ser 1962 por el filósofo británico Geoffrey
superada más que por una reconstruc­ J. Warnock a partir de las notas de los
ción histórica. Por otra parte, Eco pro­ cursos impartidos por Austin en la uni­
pone la elaboración de una investigación versidad de Oxford y más tarde en uni­
semiótica fundada sobre el «paradigma versidades americanas (en el período
enciclopédico», al igual que una trans­ 1947-1959).
formación del «signo como equivalencia» Se trata de una reflexión polémica a pro­
en un «signo como inferencia». pósito de los libros de Ayer (Los funda­
mentos del conocimiento empírico, 1940),
Edición: Semiótica y filosofía del lengua­ de Henry H. Price (Perception, 1932) y de
je (tr. R. Pochtar), Lumen, 1990.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ Warnock (Berkeley, 1953), que a juicio de
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ Austin se apoyan en la tesis filosófica erró­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 166-171. nea que dice que jamás percibimos direc­
555 SER Y LA NADA (EL)

tamente los objetos (o las cosas) materia­ Estudio: Étienne Gilson et nous, Actes du
les, sino solamente los datos sensibles (sen- colloque sur l’actualité de la pensée d’Étien-
se data). ne Gilson (París, 1979), Vrin, 1980.
Para el autor, no hay que buscar una
respuesta a la cuestión de saber qué tipo
de cosas percibimos, sino más bien des­
prendemos del «argumento de la ilusión» SER Y L A ESENCIA (EL), D e ente et
avanzado por Berkeley (caps. 3 a 6) y estu­ essentia, o antes de 1254.
diar más de cerca ciertas palabras, como T o m á s de A q u in o (Santo), hacia 1225-
«real» (caps. 7 y 8) y «percibir» (cap. 9). 1274.

Edición: Sentido y percepción (tr. A. Gar­ El objetivo de esta obra es dar una defi­
cía Suárez), Tecnos, 1981. nición del «sen> y de la «esencia». El «ser»
Estudio:, F. Recanati, Les énoncés perjor- abarca cosas o palabras que no tienen
matifs, Ed. de Minuit, 1981.
necesariamente realidad; la «esencia», en
cambio, designa elementos que tienen
una realidad, que existen. Entre estos ele­
mentos, hay sustancias simples que están
SER Y L A E SENCIA (EL), L ’Étre et
formadas solamente de una cosa (forma
I ’essence, 1948.
o materia), y sustancias compuestas que
Étie nne G il s o n , 1884-1978.
reúnen varias (forma, materia y acciden­
te). Las criaturas angélicas emergen del
La complejidad del problema del ser
primer grupo, las criaturas humanas del
y de la existencia proviene del hecho de
segundo. Las sustancias simples, aun sien­
que la filosofía moderna, desde Kant do superiores, son menos accesibles a
hasta nuestros días, adolece de confu­ nuestro intelecto que las otras.
sión sobre el significado de la palabra El autor, que se remite a Aristóteles,
«ser», y, sobre todo, no acierta a dis­ Avicena y Averroes, rompe aquí con el
tinguir claramente la manera según la
platonismo cristiano: prueba la existen­
cual un objeto existe como concepto y cia de Dios, forma pura y perfecta, en
la existencia real del objeto (el concep­
quien esencia y existencia se identifican.
to de una mesa no es la mesa real). ¿Es
Dios está así en la cima a la vez de la exis­
la existencia un atributo, una cualidad
tencia y de la esencia.
del objeto existente? Gilson responde
negativamente: la manera según la cual Edición: Le «De ente et essentia» (ed. del
el pensamiento moderno relaciona el texto latino con introducción y comenta­
ser a la existencia, y recíprocamente, se rios de Rcjland-Gosselín), Vrin, 1948.
sitúa a su juicio en el origen de las para­ Estudio: E. Gilson, El tomismo (tr. F. Múgi-
ca), Eunsa. Ed.Universidad de Navarra,
dojas que impiden «todo uso filosófico
1989.
de la noción de ser». E l ser y la esen­
cia, publicado en 1948, es decir, cin­
co años después de ->■ El ser y la nada
de Sartre, propone una mirada nueva SER Y L A N A D A (EL). Ensayo de onto­
sobre el ser, en particular sobre el ser logía fen om en o lóg ica , L ’étre et le
tal como lo concibe Tomás de Aquino. néant. Essai d ’o n tolog ie phénoméno-
Rompe con la tradición idealista y feno-
logique, 1943.
m enológica para volver a encontrar, J ea n -P a u l S a r tr e , 1905-1980.
allende los discursos dialécticos, una
visión más pura y más sana del ser. En 1943 apareció esta obra, la más
célebre de su ilustre autor: Jean-Paul Sar­
Edición: É. Gilson, El ser y la esencia (tr.
L. de Sesma), Buenos Aires, Desdée de Brou- tre. Generalmente, se hace remontar toda
wer, 1951. la historia del existencialismo francés a
SER Y L A NAD A (EL) 556

este primer origen: es el punto de parti­ [...]. El mozo de café juega con su condi­
da del existencialismo ateo, habiendo naci­ ción para realizarla», y Sartre compara
do el existencialismo cristiano en 1927 entonces la actitud del mozo con la de
con el ->■ D iario metafísico de Gabriel otros comerciantes. «La condición de éstos
Marcel; los dos libros aparecieron, por lo es toda ella ceremonia, el público les recla­
demás, en la misma editorial (Gallimard) ma que la realicen como ceremonia: está
y en la misma colección: la «Bibliothéque la danza del tendero, la del sastre, la del
des Idées». tasador, mediante la cual se esfuerzan en
La idea rectora de la obra de Sartre persuadir a sus clientes de que no son más
proviene de Husserl: «Toda conciencia es que un tendero, un sastre, un tasador. Un
conciencia de algo.» Propiamente hablan­ tendero perdido en sueños es ofensivo
do, para Sartre no existe en efecto el para el comprador, porque ya no es real­
inconsciente. El hombre debe siempre ser mente un tendero.» El mozo de café y lo
consciente de alguna cosa, y ante todo mismo que él los tres comerciantes se
de sí mismo. Mientras que la materia «cosifican»: devienen cosas en sí, ence­
«resiste», que el objeto «consiste», y que el rrados en la mala fe, incapaces de asumir
animal «subsiste», sólo el hombre existe su existencia, su «ser para sí».
verdaderamente: tiene siempre concien­ Sartre cita igualmente la mala fe de la
cia de ser. Es lo que Sartre llama el «ser joven que es cortejada por un hombre y
para sí», en oposición a la materia o a los que intuye perfectamente las intenciones
animales que constituyen el «ser en sí». El que éste abriga a su respecto: «Se atiene
hombre que se niega a tomar concien­ sólo a lo que de respetuoso y de discreto
cia de su ser se sumerge en lo que Sar­ ofrece la actitud de su compañero. No cap­
tre llama «la mala fe» y en un universo que ta esta conducta como una tentativa de esta­
es el propio de los «sucios». En Sartre, la blecer lo que se llama “primeros contactos”
mala fe consiste en negarse a tomar con­ [...]. Ella desarma [este comportamiento] de
ciencia de sí mismo, y especialmente de su trasfondo sexual, adjudica a los discur­
su libertad. Porque para Sartre, existen­ sos y a la conducta de su interlocutor sig­
cia y libertad van a la par: para un hom­ nificaciones inmediatas que ella considera
bre, existir es ser libre. El hombre es due­ como cualidades objetivas» congelándolas
ño siempre de la elección de sus actos: «en una permanencia cosista». «El hombre
es totalmente responsable. Así dice Sar­ que le habla le parece sincero y respetuo­
tre: «El hombre nace libre, responsable so tal y como le parece que la mesa es
y sin excusa.» El que se refugia en malas redonda o cuadrada [...]. Pues ella no se
razones pretextando no haber podido entrega del todo a lo que desea: es pro­
hacer otra cosa, es por tanto un menti­ fundamente sensible al deseo que inspira,
roso, un fullero, y un falsificador. En efec­ mas el deseo liso y llano la humillaría y le
to, ¡«negarse a elegir es elegir no elegir»! causaría horror.» Toma pues a la vez su pro­
El hombre tiene, pues, en todo pio cuerpo y la conducta de su pareja como
momento la posibilidad, es decir, la nece­ cosas. Son seres en sí. No queda lugar algu­
sidad de elegir su propia vía, de elegir los no ni para la conciencia de sí misma (el para
Caminos de la libertad que se abren ante sí), ni para las posibilidades de su libre arbi­
él, y que él aceptará o no seguir según trio, ni para la conciencia de su libertad. Es
que tenga el coraje de asumir sus res­ más fuerte que ella, que no puede obrar de
ponsabilidades o prefiera refugiarse tras otro modo. N o tiene la libertad — ni por
la mala fe del determinismo. En un ejem­ tanto la responsabilidad— de actuar como
plo célebre, Sartre cita el caso de un mozo quisiera. «El rechazo de la libertad no pue­
de café que ejerce su oficio mimetizan- de ser concebido más que como tentativa
do los gestos que debe hacer con pres­ de captarse como ser en sí.»
teza y agilidad notables. Según Sartre, Así pues, todo ocurre como si el ser
toda su conducta parece un juego. Mas estuviera rodeado por una suerte de «abra­
¿a qué juega? «Juega a ser mozo de café zadera de nada», estando constituida esa
557 SER Y LA NADA (EL)

nada por las diversas posibilidades — es El conocimiento del otro me va a per­


decir, la libertad— del hombre. El exis- mitir por tanto definirme a mí mismo por
tencialismo sartriano consiste por tanto aproximaciones sucesivas: «Así, yo sólo
en oponer el ser libre, en el que la exis­ puedo aparecerme como cualidad tras­
tencia y la libertad se confunden, al ser cendente a la que se refieren los actos de
— cosa en sí— para el que todo está deter­ otro y sus intenciones; pero al destruir
minado de antemano y que no dispone la objetividad del otro mi objetividad para
de ningún margen ni dominio de libera­ él, sólo en tanto que sujeto internalizado
ción posibles. A estos dos niveles de seres me capto yo com o aquello a lo que se
añade Sartre un tercer grado, «el ser para refieren sus intenciones y sus actos. Y o
otro». El hombre no vive en solitario, en me pongo pues al oponerme a otro y rea­
un mundo en el que los otros habrían sido lizo lo que puede ser el “para otro” mirán­
suprimidos. N o puede encerrarse como dome en su propia imagen.» Nuestra
Montaigne en su bibioteca, ni como acción no puede cumplirse más que en
Robinson en una isla desierta. La exis­ y por nuestra relación al otro. Sartre es
tencia de los otros va a obligarle por tan­ ante todo un pragmatista, pues el «hacep>
to a una segunda superación. Ha debido es mucho más esencial que el «pensar»
trascender el «en sí» para elevarse al «para o el «decir». De ahí que haya podido sos­
sí». Ahora deberá volver a superarse, a tener que: «Hacer y al hacer hacerse y no
sobrepasarse, para alcanzar la actitud del ser otra cosa que lo que se hace.»
«para otro». En efecto, una tercera parte La posteridad de la obra ha sido enor­
de la obra está consagrada al problema me. De 1943 a 1946 sus ejemplares se
de la existencia del otro, partiendo del vendieron a millares, y la escuela exis-
solipsismo clásico y oponiéndole las acti­ tencialista se ha desarrollado a partir de
tudes de Husserl, de Hegel y de Heideg­ su publicación. Testimonio de ello es el
ger. De hecho, para Descartes o Spino­ éxito del lanzamiento de Temps moder-
za no hay más conocimiento que el que nes, cuyo primer número, aparecido en
se tiene de sí, por sí y para sí. La móna­ octubre de 1945, había logrado reagru-
da no tiene puertas ni ventanas según par, además de los dos discípulos más fie­
Leibniz, y nosotros no podemos comu­ les de Sartre (Simone de Beauvoir, a quien
nicamos unos con otros más que desde está dedicada la obra E l Ser y la Nada,
una perspectiva muy superficial. Al hablar y Merleau-Ponty), pensadores tan dife­
de otro, Malebranche reduce con desdén rentes com o Albert Camus, Raymond
su comprensión a un simple «conoci­ Aron, Jean Wahl, Michel Leiris, Maurice
miento por conjetura». Hasta el siglo xix, de Gandillac, Georges Bataille, Emma-
ningún filósofo ha creído verdaderamen­ nuel Levinas, etc. N o es exagerado decir
te en la existencia metafísica del otro. De que E l Ser y la Nada, ha sido, de 1943
ahí que haya dado Sartre un gran paso a 1970, el libro culto, la obra de refe­
hacia adelante al afirmar que «yo no pue­ rencia por excelencia, el texto más a
do definirme si no es por relación al otro». menudo citado por los jóvenes filósofos
0 «para sí» no es más que una etapa: es que se han inscrito masivamente en el
preciso llegar al «para otro». El hombre movimiento del existencialismo. A partir
va a definirse progresivamente por la his­ de 1970, el movimiento estructuralista ha
toria de sus relaciones con el otro. Pero hecho retroceder ligeramente a este libro
Sartre no cree en una verdadera relación maestro, que no tiene hoy la misma
de simpatía entre los seres. Se inclina más influencia entre los estudiantes de filoso­
bien por una suerte de apatía previa que fía. Es en todo caso un hecho que su
haría de los seres enemigos fundamenta­ importancia histórica ha sido considera­
les y permanentes. Es de sobra conoci­ ble, y que su lugar en el movimiento de
do: el amor nos hace ciegos. Mas el odio las ideas en el siglo xx sitúa a Sartre como
permite ser más clarividente. ¡Nadie nos uno de los «maestros pensadores» de las
conoce mejor que nuestro peor enemigo! generaciones que se han sucedido de
SER Y LOS SERES (EL) 558

1940 a 1990, es decir, sobre media cen­ Edición: L ’étre et les étres, P.U.F., 1963.
turia del pensamiento occidental. Y no sería Estudio: L ’itinéraire philosophique de Mau­
rice Blondel (contribuciones compiladas por
falso decir que la obra continúa ejerciendo
F. Lefévre), Ed. Spés, 1928.
en Estados Unidos una influencia más pode­
rosa que en Europa, pues Sartre es tenido
allí por el Voltaire del siglo xx.

Edición: El Ser y la Nada. Ensayo de onto­ SER Y TENER, Étre et Avoir, 1935.
logía fenomenológica (tr. J. Valmar), Bue­ G a b riel M a r c e l , 1889-1973.
nos Aires, Losada, 1976.
Estudios: M. Contat y M. Rybalka, Les Écrits Esta obra se divide en dos partes. La
de Sartre, Gallimard, 1970; A. Cohen-Solal, primera, titulada «Ser y Tener», viene a
Sartre, Gallimard, 1985.
continuar el -► Diario metafísico con el
«Esbozo de una fenomenología del Tener».
La segunda incluye tres estudios que ver­
san sobre el tema «Fe y Realidad». La dis­
SER Y LOS SEBES (EL). Ensayo de on­
tinción entre el Ser y el Tener aparece en
tología concreta e integral, L ’étre et
les étres. Essai d ’ontologie concréte et el D ia rio m etafísico (16 de marzo de
intégrale, 1935. 1923). Tener es poder disponer de, o
M a ur ic e B l o n d e l , 1861-1949.
poseer un poder sobre, pero esta mane­
ra de tener implica la interposición del
Este ensayo de ontología plantea, en cuerpo. Además, Marcel subraya la ten­
la inquietud metafísica, el problema de los sión que opone la interioridad a la exte­
seres y del Absoluto, problemática de la rioridad en el hecho de tener. Tensión
multiplicidad existencial por relación al entre el yo tengo y la cosa que tengo.
Uno. ¿Cómo hacer compatibles al Ser Pero esta tensión se manifiesta igualmente
necesario (Dios) y los seres contingentes? en lo que el filósofo llama una tragedia
El Ser subsiste por su propia autosufi­ del Tener. En efecto, el cuerpo es la señal
ciencia, mientras que los existentes sólo del Tener. Pero lo que yo poseo forma
perduran gracias a su sostén ontológico. de alguna manera parte de mí, sin ser
El conjunto de los seres no sabría igua­ empero verdaderamente parte, puesto
lar a la sola noción del ser, porque ésta que yo puedo perderlo sin cesar por ello
entraña la noción de Infinito inconmen­ de existir. Hay pues una ambigüedad fun­
surable. Hay pues una diferencia de natu­ damental en el corazón de la noción del
raleza evidente entre el ser inmaterial y Tener. Así Marcel vincula el Tener a la
los seres finitos. N o obstante, Maurice ansiedad, al deseo, al sufrimiento, a la
Blondel eleva los seres a esta noción de subyugación, a la muerte.
infinito, da un sentido a su existencia y Es sin embargo posible sublimar el
los reunifica descubriendo una «lógica Tener en Ser, porque conviene conside­
de los seres»: ésta afirma la unidad del uni­ rar al Tener no como siendo fuera del Ser,
verso en su multiplicidad; el hombre par­ sino como constituyendo una manera de
ticipa de Dios y de la materia simultáne­ existir. Así, esa sublimación del Tener en
amente, por la encarnación. Lleva en sí Ser resulta posible modificando esta mane­
una exigencia sobrenatural que es su ver­ ra de existir. De una posesión bruta y
dad y que le impulsa a actuar sin que pue­ masiva se puede pasar a una especie de
da jamás unirse con ella. Sólo la fe pue­ creación personal. Una cosa a la cual se
de conducirlo a Dios, y él presiente ya, está vitalm ente vinculado deviene «la
en su propia existencia, esta posibilidad materia perpetuamente renovada de una
de unificación. creación personal». Marcel pone el ejem­
En su camino hacia el Ser, Maurice plo del jardín para quien lo cultiva, o del
Blondel ha sabido aliar sin sacrificar nin­ instrumento de música para el intérpre­
guna de ambas, religión y filosofía. te. Aquí, el objeto no es solamente poseí­
559 SER Y TEM PO

do, es como sublimado en ser. Deviene lo que dice de sí misma la propia obra?
prolongamiento de la interioridad. «Allí Ésta debería ser la cuestión. La totalidad
en donde hay creación pura, el tener en original de la realidad humana debe ser
tanto que tal es trascendido o aun volati­ interpretada. El fundamento o sentido
lizado en el seno mismo de esta creación.» ontológico de la preocupación o cuida­
Esta obra es esencial para la com­ do en que consiste el Dasein, implica la
prensión del pensamiento marceliano. temporalidad. Las investigaciones se
Contiene una tentativa de explicitación orientan, pues, hacia la interrogación de
del tema fundamental del pensamiento los fundamentos del Ser. Si el Dasein es
del filósofo. comprensión, ¿significa esto que sea pre­
ocupación o cuidado en la temporalidad?
Edición: Étre et Auoir, 2 vols., col. «Foi La analítica del Dasein es puramente
vivante», Flammarion-Aubier, 1970. ontológica. Siendo esta obra una elabo­
Estudio: M.-M. Davy, Un philosophe iti- ración de la cuestión del Ser, en la medi­
nérant: Gabriel Marcel, Flammarion, 1959.
da misma en que es elaboración, es tam­
bién interpretación. T od o ingrediente
del Dasein, desde el utensilio a la his­
toricidad, debe ser interpretado por la
SER Y TIEM PO , Sein und Zeit, 1927.
indagación ontológica. Trátese pues, en
M a r tin H eidegger , 1889-1976.
efecto, tanto de la angustia, de la preo­
cupación o el cuidado, de la muerte,
En esta obra inacabada, que trata de
como de la cotidianidad o la frustración,
modo principal del Dasein (existencia o
hay que darle un sentido existencial onto­
realidad humana), el Ser es captado exclu­
lógico. «Existencial» no es sinónimo de
sivamente a través del hombre. Por aña­ «ontológico». P ero existir es tener en
didura, el tiempo no es la antítesis del Ser. su Ser relación al Ser.
El Ser es ya devenir. La cuestión del Ser Los análisis existenciales tienen para
es una cuestión tradicional. Conocer es Heidegger una dimensión ontológica. La
interpretar lo que hay más allá de las apa­ hermenéutica del Dasein tiene por obje­
riencias. Sin embargo, el problema hei- to el análisis del Ser preocupado en el
deggeriano del Ser, y aun dando a éste mundo. Si el ente es preliminar, es por­
acceso a la existencia, se toma, de hecho, que el tema de la investigación es, preci­
en el problema de la esencia de la verdad. samente, el Ser. Establecida pues la evi­
Así, desde el principio queda anunciada dencia de la necesidad, de la estructura
la cuestión sobre el sentido del Ser. El Ser y de la prioridad de la cuestión del Ser,
puesto en cuestión suscita a su vez otra se pasa a acometer la tarea de elaborar
cuestión: la del olvido del sentido del Ser, la cuestión del Ser según un método ade­
que es la aporía esencial, sin que quede, cuado. La interpretación de la existen­
por otra parte, materialmente margen cia relativamente a la temporalidad, y la
para poder declarar ni la contingencia explicación del tiempo como horizonte
subjetiva ni la trascendencia objetiva del trascendental de ella, permitirán elucidar
Ser. La existencia se define por la rela­ efectivamente la cuestión. A esto es a lo
ción al Ser. que va a preparar el análisis fundamental
Siendo a la vez Ser en general y Ser del Dasein.
en propiedad, el Ser interrogado por el La analítica del Dasein no puede ser
Dasein (que es la existencia o la realidad confundida con la antropología ni con la
humana) es el Ser del Dasein. Según que psicología o la biología. La constitución
se interprete esta obra a la luz de una fundamental del Dasein se nos presenta
obra ulterior o de cualquier otra de cuan­ com o Ser-en-el-mundo. El mundo está
tas figuran en la inmensa producción de necesariamente provisto de una mundani­
Heidegger, la diferente iluminación le dad. Pero ¿qué es este mundo? ¿Cuál es
dará un diferente sentido. Pero ¿qué es este horizonte hacia el que siempre hay
SER Y TIEMPO 560

que volverse? Es, sin duda, la contextura tal. Es lo que vamos a examinar ahora.
de las referencias constitutivas de la El hecho de encontrarse ahí en tanto que
comprensión del Ser en el Dasein. La es­ Dasein o Ser-ahí, es ónticamente la cosa
tructura del mundo permite descubrir la más conocida. Sobre todo en el modo de
condición de posibilidad de un ente intra- encontrarse ahí constituido por la pena.
mundano. El utensilio y el espacio dan, Es lo que Heidegger designa como el Ser
tras ser analizados, la evidencia de la cotidiano y el Cuidado en tanto que Ser
estructura del mundo. Esta estructura hace del Dasein. También aparece aquí la rea­
comprender al mundo en su relación a la lidad en tanto que problema ontológico:
existencia. El Dasein y el mundo guardan ella es «resistencia», e incluso la esencia
entre sí una mutua dependencia. Al mis­ de la resistencia.
mo tiempo, se puede deducir una sepa­ La segunda sección del libro trata del
ración entre ambos. También cabría ob­ Dasein y de la temporalidad sobre la base
servar que el Dasein es en el mundo. Hay del resultado del análisis fundamental del
un Ser en el mundo analizable. Dasein, y con vistas a afrontar el impe­
Comprender, es proyectar: el proyec­ rativo de una interpretación existencial ori­
to del Dasein es el lugar del desarrollo de ginal de este ente. Pero la temporalidad
una potencia efectiva que le es propia. El del Dasein no es un ente: ella temporali­
Ser-en-el-mundo y su comprensión tie­ za sus modalidades. He ahí por qué la fini-
nen una estructura circular. Siendo el tud y la muerte son posibilidades auténti­
Dasein en el mundo, también lo será el cas del proyecto ontológico. La
logos. El logos del Dasein cotidiano debe temporalidad del Dasein funda una apre­
ser escuchado. El Dasein se refugia en la hensión del Ser por venir. Porque la tem­
cotidianidad: huye o escapa porque se poralidad comporta un carácter extático.
angustia. ¿De qué se angustia la angus­ Hace posible el proyecto del Dasein en
tia? La amenaza atraviesa al Dasein. Es tanto que cuestiona el Ser. El proyecto del
el Ser-en-el-mundo quien genera la angus­ Ser recibe perpetuamente la cuestión del
tia. Se trata de una nada, que es la sole­ Ser. Y el Ser «comprende», a condición
dad del Dasein. Pero es también el poder de que nosotros «repitamos» las estructu­
propio del Dasein, que se beneficia de un ras evidentes. La articulacióon temporal
Ser. Porque el Dasein adviene así a una hace presentes estas estructuras, que son
transparencia que le revela el Ser. Ésta las del Dasein. La temporalidad no hace
es el Cuidado. Arrojado en el mundo, el otra cosa que articular las posibilidades de
Dasein se encuentra en dependencia de su unidad extática. Si aparecen estructu­
él, verificándose con ello la estructura ras no auténticas, es porque éstas son tam­
de un cuestionamiento del Ser. El mun­ bién temporalizadas a través del Dasein.
do, el ente intramundano y el Ser, se des­ La continuidad y la constancia en la ipsei-
cubren con el Dasein que los revela. El dad corren el riesgo de caer en la banali­
Dasein en el mundo ve su modo de Ser dad de un modo inauténtico.
constituido por la comprensión interro­ La experiencia de la muerte del Otro
gativa en la cual el Ser del Dasein es la hace posible la captación de un Dasein
posibilidad de la cuestión del Ser. Por con­ tomado en su totalidad. Hay en el Dasein
siguiente, nada hay más ontológico que una resolución anticipadora de la muerte
el Dasein. que nos lo da en su autenticidad. La pre­
Recapitulemos. En la primera sección ocupación mundana se sabe temporal. La
de S er y Tiem po hemos visto cómo se estructura temporal de la mundanidad del
preparaba el análisis fundamental de la Dasein se revela en la dificultad que tie­
existencia como Dasein, que es Ser-en- ne éste en rebasar su proyecto. La tras­
el-mundo, así como también la munda­ cendencia extática, fundada sobre la tem­
nidad del mundo y el Ser-en-el-mundo poralidad, es transgresión. Los horizontes
como Ser-con otro y Ser-sí mismo. Pro­ son insuperables. Es en el seno de la fini-
cede pues analizar el Ser-en en cuanto tud donde elabora el Dasein la cuestión
561 SIGNOS

del Ser. Existencia y trascendencia son Estudios: G. Steiner, Heidegger, Fondo de


del orden de la efectividad, o incluso del Cultura Económica, 1991; O. Poggeler, El
orden de la «facticidad». Mundo y Dasein camino del pensar de Martin Heidegger (tr.
F, Duque), Alianza, 1993; E. Nolte, Martin
se revelan como idénticos. Al constituir Heidegger. Política e historia en la uida y el
temporalmente lo cotidiano, el Dasein pensamiento (tr. E. Lucena), Tecnos, 1997.
expresa el «cómo» de la existencia. De
otra parte, es esencialmente «histórico».
La historicidad del Dasein se manifiesta
en el modo de la temporalidad y en el SIGNIFICADO Y NECESIDAD, Mea-
de la cotidianidad. La historicidad se cons­ ning and Necessíty, 1947.
truye exístencialmente. Por virtud de la R u d o l f C a r n a p , 1891-1970.
anticipación de la muerte, es el Dasein Tercer volumen de Studies in Seman-
arrojado en su totalidad. Y es en esta apro­ tics, 1942-1947.
piación del Ser-arrojado-a-la-muerte como
constituye el Dasein su historicidad. Vol­ Esta obra tiene por fin principal ligar
viendo a la idea de temporalidad extáti­ los conceptos modales con los conceptos
ca, debemos calificarla de «finita»: en efec­ semánticos. Carnap propone aquí en efec­
to, el mundo histórico se precisa en el to un análisis semántico del significado,
horizonte de la temporalidad extática del a partir de un método llamado de exten­
Dasein, que es por tanto «histórico». El sión y de intensión que rompe con los
Ser pasado es repetido o retomado en métodos clásicos fundados sobre la deno­
la historicidad auténtica. La revelación en minación. Este nuevo método es el que
la cual consiste en buena parte la cien­ intenta aplicar aquí a la lógica modal.
cia histórica no significa otra cosa que la El texto es particularmente importan­
re-presentación del pasado. La historia te para la comprensión del debate que
como ciencia revela así las posibilidades mantuvieron Carnap y Quine.
pasadas del Dasein. Quien dice «histori­
cidad» dice, pues, constitución temporal Edición: Meaning and Necessity, Chicago
del Dasein en tanto que es en el mundo University Press, 1956.
Estudios: J. Proust, Questions de forme:
en el cual se construye.
logique et proposition analytique de Kant
Volvamos, pues, a la cuestión ontoló­ á Carnap, Fayard, 1986; Rudolf Carnap,
gica. La historicidad permite al Dasein Autobiografía intelectual (tr. C. Castells),
identificarse concretamente con la cues­ introducción de M. Garrido, Paidós, 1992;
tión ontológica y sobre todo con su modo R. Cirera, Carnap i el Cercle de Viena,
Anthropos, 1990.
de cuestionamiento. En las perspectivas
de la ontología, lo que se constituye total­
mente es la cotidianidad histórica concreta.
Esta total concreción permite interpretar
SIGNOS, Signes, 1960.
al Dasein cotidiano. La preocupaciópn
M a ur ic e M e r leau -P o n t y , 1908-1961.
por el tiempo añade la evidencia de una
Colección de textos filosóficos y de pro­
estructura existencial temporal. Arrojado
puestas políticas.
en el mundo, finalmente, el Dasein se pier­
de a sí mismo. La intratemporalidad carac­
A primera vista parece delicado evo­
teriza al tiempo público, o uso del reloj.
car una obra a la que manifiestamente
La medida del tiempo de la preocupación
le faltan esos caracteres esenciales que
del Dasein se temporaliza en la lectura del
son la unidad y la coherencia. Mas, en su
tiempo. Y el tiempo del mundo se encuen­
prefacio a los Signos en 1960, el propio
tra temporalizado por la temporalidad extá­
Merleau-Ponty no se inquietaba en abso­
tica del Dasein.
luto por la diversidad de estos ensayos;
Edición: El ser y el tiempo (tr. J. Gaos), temía solamente «haber hablado un poco
Fondo de Cultura Económica, 1993. fuerte», y sobre todo en política.
SINIESTRO (LO) 562

En sus múltiples evocaciones del pro­ ne esta «historia secreta, púdica, no deli­
blema comunista (de Indochina, del 13 de berada, involuntaria, viviente».
mayo de 1958, de esa post-guerra euro­ En consecuencia, Signos parece abrir al
pea entusiasmada por el pensamiento mar- lector esas dos perspectivas que mantuvo
xista), el filósofo reconocerá sus «errores de el pensador. La de la política en primer
pronóstico» y el prefacio de Signos, ver­ lugar, puesto que, con pretensiones bas­
dadero testamento del autor de la ->•Feno­ tante más amplias que las de un editoria-
menología de la percepción, es la ocasión lista ordinario, Merleau-Ponty no se con­
de exponer una nueva visión de la historia. tenta jamás con reflexionar sobre la
Ésta se le aparece ahora, no ya lógica, sino actualidad política: la vive dolorosamente y
caprichosa, sin arrepentimientos; ella «no asiste al hundimiento de las esperanzas mar-
rectifica jamás», y si las cuestiones que se xistas; en Las aventuras de la dialéctica
le plantean son completas, las respuestas (1955) volvía a evocar estos desgarra­
que da son, en tanto que tales, fragmenta­ mientos. La filosofía, como pensamiento
rias e inciertas. Merleau-Ponty parece pues de nuestra relación al Ser, constituye a buen
renunciar aquí a una filosofía de la historia: seguro la segunda de esas perspectivas, que
contra esas doctrinas que cargaban a la his­ aquí toma la forma de una nueva ontología.
toria con el peso de la razón, con un pro­
yecto bajo el cual acababa por desapare­ Edición: Signos (tr. C. Martínez y G. Oli-
cer, el autor intenta hacer pasar — como lo ver), Seix Barral, 1964.
confirman los Resúmenes de cursos Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
(1968)— la contingencia de la historia por guez Tapia), Cátedra, 1996; X. Tilliette, Mer-
delante de su lógica. leau-Pontii, col. «Philosophes de tous les
Tales son al menos los artículos filo­ temps», Seghers, 1970.
sóficos que constituyen lo esencial de la
obra; tienen particular interés los que
Merleau-Ponty consagra a sus «maestros»,
Maquiavelo por una parte y Husserl por SINIESTRO (LO), Das Unheim liche,
otra, cuya fenomenología del lenguaje y 1919.
concretamente -+ El origen de la geo­ S ig m u nd F re u d , 1856-1939.
metría influyeron considerablemente en
la filosofía de la expresión del autor. Aparecido primeramente en el tomo V
El artículo titulado «El lenguaje indirec­ de Imago, este texto abre una reflexión sobre
to y las voces del silencio» ofrece un pano­ la naturaleza de la literatura a partir de una
rama muy sustancial. Este «ensayo», cuyo de las hipótesis centrales de la teoría freu-
texto fue retomado, tras haber sido revi­ diana, que sostiene que de hecho el adulto
sado, en -+ La prosa del mundo, y que no se desprende jamás del niño que fue, y
explícitamente es un eco del texto de Mal- revive, bajo formas disfrazadas, sus prime­
raux (Las voces del silencio, 1951), pre­ ras emociones que perviven ocultas en el
senta una fenomenología de la palabra, inconsciente. Los relatos fantásticos pro­
gesto de expresión creadora que revela, al ducen el sentimiento de una inquietante
igual que la pintura, el logos silencioso de extrañeza. O bien los seres más terroríficos
las cosas. Este acercamiento constante de (el hombre que arranca los ojos en Hoff-
una palabra que no habla más que sobre mann) despiertan terrores muy comunes (el
un fondo de silencio, y de una pintura que temor de perder la vista), o bien situaciones
dice todo permaneciendo muda, es la oca­ banales se cargan poco a poco de una inten­
sión para Merieau-Ponty de ampliar el cam­ sa ansiedad. Este texto ofrece claves para
po de sus investigaciones, y de compren­ comprender la «modernidad». Lo que se repi­
der el sentido de la historia cultural que te caracteriza la vida cotidiana; la novedad,
reúne en un solo movimiento todos los fuente de placer (descubrimiento, desorien­
esfuerzos de expresión: a la historia empí­ tación), puede tomarse en extraña inquie­
rica, «historicidad de muerte», el autor opo­ tud, en «incertidumbre intelectual».
563 SISTEMA DE ÉTICA SEGÚN LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA DE LA CIENCIA

Edición: Lo siniestro (tr. L. López Balles­ desconcertante y difícil, Com te no tuvo


teros), en Obras completas, t. VII, Biblio­ tiem po de publicar más que el primer
teca Nueva, 1974. tomo: Sistema de lógica positiva, o Tra­
Estudio: P.-L. Assoun, Freud, la philosop-
hie et les philosophes, P.U.F., 1976. tado de filosofía matemática.
La introducción del Tratado expone las
convergencias que Comte cree haber detec­
tado entre el positivismo y el fetichismo,
primer estadio del estado teológico. En esta
S IN TA X IS LÓ G IC A DEL LENGUAJE,
Logische Syntax der Sprache, 1934. obra presenta además la «Trinidad» positi­
vista: el «Gran Ser» (la humanidad), el «Gran
R ud o l f C a r n a p , 1891-1970.
Fetiche» (el planeta Tierra), y el «Gran
Medio» (el espacio matemático).
Esta obra marca un giro importante en
Las convenciones de redacción exce­
la evolución del pensamiento de Carnap.
sivamente excéntricas que el autor se
En ella, el autor abandona la idea de un
impone aquí dan testimonio de la orien­
lenguaje formal ideal en beneficio de la
tación netamente esotérica de la doctri­
construcción de lenguajes formales sus­
na de Comte en su último periodo.
ceptibles de responder a propósitos dife­
rentes (por ejemplo: L l, satisfactorio para Edición: Synthése subjective, ou Systéme
la matemática intuicionista; L2, necesario universal des conceptions propres ó l ’état
para la matemática clásica). normal de l ’humanité, Culture et civilisa-
Carnap formula aquí igualmente su tion, 1969.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
principio de tolerancia («en lógica no hay fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
moral») e introduce su célebre distinción vol. II, Tecnos, 1988; R. Aron, Las etapas
entre modo material y modo form al del del pensamiento sociológico (tr. A. Leal),
discurso. En enfoque sigue siendo todavía vol. I, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1970;
puramente sintáctico. Las objeciones de P. Amaud, Le Nouveau Dieu. Préliminai-
res á la Politique positive, Vrin, 1973.
Tarski llevarán a Carnap a adoptar un pun­
to de vista semántico unos años más tar­
de en su -> Introducción a la semántica.
S IS T E M A DE É T IC A SE G Ú N LO S
Edición: Logische Syntax der Sprache,
Sprínger, Viena, 1934. PR IN C IP IO S DE L A D O C T R IN A DE
Estudios: R. Carnap, Autobiografía inte­ L A CIENCIA, System der S ittenlehre
lectual (tr. C. Castells), introducción de M. nach den Prin cip ien der Wissens-
Garrido, Paidós, 1992; R. Cirera, Carnap i chaftslehre, 1798.
el Cercle de Viena, Anthropos, 1990;.R. J o h a n G o t t u e b F ic h te , 1762-1814.
Camap, Autobiografía intelectual (tr. C.
Castells), Paidós, 1992; J. Vuillemin, La
Logíque et le monde sensible, Flammarion, En el escrito programático de 1794,
1971. Sobre el concepto de la doctrina de la
ciencia, Fichte mostraba que, para ser una
ciencia, la filosofía debe tener la forma cir­
cular del sistema, es decir encontrar al final
SÍNTESIS SUBJETIVA, o Sistema uni­ lo que ha sido propuesto al comienzo. El
versal de las concepciones propias del Sistema de ética se propone pues encon­
estad o norm al d e la humanidad, trar el principio fundador, el Y o absoluto
Synthése subjectiue, ou Systéme uni- como idea, tal como ha sido despejado
uersel des conceptions propres á l ’état por la Doctrina de la ciencia.
normal de l ’humanité, 1856. Mientras que el ->■Fundamento del dere­
A u g u ste C o m t e , 1798-1857. cho natural según los principios de la doc­
trina de la ciencia es el elemento media­
La Síntesis subjetiva es la última obra dor entre la filosofía teórica y la filosofía
del fundador del positivismo. De esta obra práctica y se encuentra en consecuencia en
SISTEMA DE LA NATURALEZA (EL) 564

el centro del sistema, la ética debe permi­ de moral fichteano termina en una reli­
tir a la forma circular del sistema encontrar gión en los límites de la razón.
el punto preciso en tomo al cual gira.
El encadenamiento de las proposicio­ Edición: Das System der Sittenlehre nach
nes que permiten remontarse hasta el den Principien der Wissenschaftslehre,
Hamburgo, Phil. Bibliothek, 1963.
principio fundador es de un rigor extre­ Estudios: H. Heimsoeth, Fichte (tr. M.Gar­
mo : Fichte propone ante todo que la cía Morente), Revista de Occidente, 1931;
moralidad reside en la unidad de las con­ A. Philonenko, L ’Oeuvre de Fichte, Vrin,
ciencias. El derecho ha hecho posible la 1984.
comunidad, que, a su vez, es requerida
por la realidad del orden moral.
El imperativo categórico, en tanto que
expresa el deber absoluto de todos los SISTEMA DE LA NATURALEZA (EL),
hombres, no tiene pues solamente por o Las leyes del mundo físico y del mun­
fin la sumisión de las inclinaciones a la ley do moral, Le Systéme de ¡a nature, ou
moral; dicho de otro modo, no busca sola­ Des lois du monde physique et du mon­
mente el perfeccionamiento del individuo: de m oral, 1770.
«el que se aísla renuncia a su destino», H o l b a c h (Paul-Henri Dietrich, barón de),
puesto que se desinteresa del progreso 1723-1789.
moral. Se trata en cambio de trabajar para
realizar la moral fuera de uno mismo, «en La obra fue publicada bajo el nombre del
la sociedad». El imperativo categórico académico Jean-Baptiste de Mirabaud. Es
supremo deviene deber para con los otros, posible que Diderot haya colaborado en ella.
«deber social». Es ésta la razón de que sea Holbach se inscribe aquí en una tra­
preciso superar el dualismo kantiano natu­ dición materialista, próxima al sensua­
raleza/razón. La originalidad y el moder­ lismo. Su crítica de las ideas innatas está
nismo de Fichte residen en esta exigen­ inspirada en Hobbes, Locke y Condi­
cia: que el cuerpo no sea ya obstáculo, llac. Para Holbach existe ciertamente
sino medio. Hay que integrar la natura­ una naturaleza, pero no en el sentido
leza en la libertad; tal es el fin de la edu­ cartesiano de una materia extensa no
cación. La acción moral tiene por obje­ pensante. Para Holbach, la materia está
to «la comunidad de los espíritus» que en efecto dotada de movimiento y de
supera, en la unidad de la razón práctica, una cierta «facultad de pensar». N o se
la separación de las conciencias finitas y trata pues de un materialismo mecani-
reconstituye la identidad en sí misma del cista, del tipo desarrollado por La Met-
Y o = Yo. La idea del Y o absoluto, pun­ trie; en El Sistema de la naturaleza,
to de partida del sistema, es pues igual­ los elementos primeros de las cosas tie­
mente su punto de llegada. Finalmente, nen propiedades específicas, y las com­
al término de la Ética, Fichte encuentra binaciones entre esos elementos se expli­
a lo divino, no postulado por la razón can por «simpatías» y «antipatías».
práctica como en Kant, sino propuesto La atribución a la materia de una movili­
como «ideal moral del mundo». dad esencial dispensa evidentemente de recu­
De este modo ha conseguido Fichte la rrir a alguna causa natural de cualquier géne­
superación del formalismo, y acertado a ro, como lo hacen el deísmo o la religión
ofrecer en esta obra el bosquejo de una natural. La materia no tiene la menor nece­
moral concreta que integrara la dimen­ sidad de ser animada desde el exterior. Ceda
sión histórica, la idea de un progreso inin­ cosa tiende, en su interior, a perseverar en
terrumpido de la humanidad hacia la uni­ su ser (tema de inspiración spinozista).
dad de las conciencias. Si la verdadera Por otra parte, Holbach concede una
religión admite que la creencia en lo divi­ importancia muy particular a la crítica del
no no es más que la adhesión al orden libre arbitrio. Esta noción, que supone en
moral, se puede concluir que el sistema el hombre el poder milagroso de sus­
56 5 SISTEMA DE LA NATURALEZA

traerse a las leyes naturales, está aquí vio­ como los estambres y los pistilos para los
lentamente refutada. De todo ello se des­ vegetales, pero sobre todo cada orga­
prende una moral atea, que se funda en nismo es identificado por dos parámetros:
la búsqueda de la felicidad. Esta moral el nombre de la especie a la que ese orga­
estará basada en un sistema de educación nismo pertenece y el nombre del género
y de sanciones, y no ya en el terror ins­ bajo el cual se ubica esa especie. Linneo
pirado por los castigos en el más-allá. La aplica así la célebre teoría aristotélica de
religión, que no existe más que por nues­ la definición como discurso que enuncia
tro deseo de ser liberados del mal, es por el género y la «diferencia específica»; el
tanto severamente combatida. hombre es así definido com o «animal
El Sistema de la naturaleza obtuvo racional».
un gran éxito y suscitó múltiples críticas Pero más allá del valor de las descrip­
y refutaciones. Goethe hablará de él como ciones propuestas por el autor y del inte­
de un libro «tan pálido, tan tenebroso, tan rés práctico de su clasificación, esta obra
cadavérico que apenas podemos mante­ tiene valor por lo que nos revela sobre
nerlo ante la vista y que nos produce tan­ la estructura de la naturaleza, a saber: el
to horror como un fantasma». Toda una perfecto conocimiento que podemos
tradición materialista (marxista en parti­ alcanzar de ella. En la -+ Crítica del jui­
cular) continúa sin embargo teniendo a cio citará Kant estos trabajos como mues­
Holbach por un precursor, aunque no sin tra de la posibilidad de un conocimiento
reconocer sus límites. organizado de la naturaleza, pese a la radi­
cal heterogeneidad de las individualida­
Edición: Sistema de la naturaleza (tr. J. M.
Bermudo), Ed. Nacional, 1982. des que la componen. Y para explicar la
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filosofía posibilidad de la clasificación de Linneo,
(tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Moran), vol. II, recurrirá al principio de la «finalidad de la
Tecpos, 1988, pp. 115-123; J. M. Bermu­ naturaleza en sus producciones», por la
do Avila, Helvetius y d ’Holbach, Barcelona,
Horsori, 1987; A. Negri, «La cosmologie cual nuestra facultad de juzgar asimila la
matérialiste de d’Holbach», en Epistémolo- naturaleza a un mecanismo cuyas pro­
gie et matéríalisme, col. «Epistémologie», ducciones obedecen a ciertas reglas y se
Méridiens-Klincksieck, 1986. ordenan, por este hecho, según clases
que son susceptibles de ser determinadas
por la doble designación del género y la
especie.
SISTEM A DE L A N AT U R A L E Z A , o
Los tres Reinos de la naturaleza pre­ Edición: Sistema naturae, Estocolmo, Hol-
sentados de manera sistemática por mide, 1907.
clases, órdenes, géneros y especies, Estudio: K. Hagberg, Carl uon Linné, le
R o í des fleurs, Je Sers, 1944.
Sistema naturae, sive Regna tria natu-
rae sistematice proposita per classes,
ordines, genera et species, 1735.
C a r l v o n L in n e o , 1707-1778.
SISTEMA DE LA NATURALEZA, Dis-
Esta obra considerable, que conoció sertatio inauguralis metaphysica de uni­
once reediciones entre 1740 y 1768, se versal naturae systemate, 1756.
propone hacer un registro exhaustivo de M a u p e r t u is (Pierre-Louis Moreau de),
los tres reinos: mineral, vegetal y animal. 1698-1759.
Lo que le da sin embargo su valor, no es
tanto la cantidad de elementos registra­ Publicada primeramente en latín bajo
dos como el sistema de clasificación al un pseudónimo (Doctor Baumann), la obra
que Linneo ha recurrido. En efecto, cada expone los principios de un materialismo
reino está clasificado en función de ele­ físico próximo al que puede encontrarse
mentos fácilmente reconocibles, tales en Diderot (->■ Pensamientos sobre la
SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES 56 6

interp reta ción de la naturaleza). De al teatro, a la arquitectura, a la escultura,


modo muy spinozista, Maupertuis se nie­ a la pintura, al dibujo, a la prosa.
ga a considerar al pensamiento y a la El arte surge en el momento en que el
extensión como sustancias, que para el pensamiento, liberado de toda necesidad,
autor pueden ser propiedades de una sus­ se vuelve a sí mismo. La noción de cere­
tancia única cuya naturaleza nos es des­ monia es central aquí; el arte nace de la
conocida. Inspirándose igualmente en necesidad social de ver dominadas a las
Leibniz, Maupertuis no es opuesto a la pasiones. Hegel tenía pues razón al hacer
idea de atribuir el pensamiento a la mate­ del arte el lugar en donde las pasiones se
ria; simplemente, lo que importa es no expresan, mas Alain añade que el arte es
reducir el pensamiento a lo que conoce­ el único medio que el hombre ha encon­
mos por nuestro intelecto. Es preciso con­ trado para que sus pasiones se expresen
siderarlo en la infinita variedad de sus gra­ sin que el orden humano se encuentre
dos. El sistema de Maupertuis puede amenazado. Porque el arte les suminis­
también ser calificado de materialismo tra una regla: «la expresión compuesta».
hilozoísta. En este sentido, el arte es una disciplina.
Las concepciones materialistas del Sis­ El arte es también imitación, porque
tema de la naturaleza no alcanzarán la el hombre imita siempre. Tal es, en su
misma resonancia que otros escritos de los esencia, la danza, que consiste en una imi­
contemporáneos de Maupertuis, de lo cual tación recíproca por los danzarines de un
se indignará Rousseau en la P rofesión movimiento idéntico. Que la imitación está
de fe del vicario de Saboya (libro IV del en el corazón del arte se prueba también
Emilio). La celebridad de Maupertuis se por su papel en la creación misma: las
debe sobre todo a sus trabajos científicos. criaturas más originales no se enuentran
más que por la imitación de los modelos.
Edición: Essai de cosmologie; Systéme de
la nature; Réponse aux objections de M. El arte es también lenguaje, a condición
Diderot, Vrin, 1984. de no creer que la belleza se encuentra
Estudio: Actes de la journée Maupertuis, en el contenido de la idea expresada, que
Vrin, 1975. es siempre banal; lo bello está en la obra
misma en tanto que da cuerpo a la idea.
Alain retoma igualmente de Hegel la
idea de que el arte expresa el espíritu de
SISTEMA DE LAS BELLAS ARTES,
la época; pintura y escultura egipcias trans­
Systéme des beaux-arts, 1920.
miten «la inmóvil costumbre y la sola reso­
A lain (Émile Auguste Charüer), 1868-1951.
lución de continuar», mientras que el per­
fil griego expresa «el alma reconciliada».
«Meditados y redactados en el barro
Este breve apunte de la estética ala-
militar», los análisis que esta obra encie­
niana no puede dar de ella más que una
rra hacen honor a su título. Se trata de
pálida idea. Habría que entrar en el deta­
una exposición sistemática del conjunto
lle de sus ricos análisis, que dan testimo­
de las producciones estéticas humanas.
nio de una relación viva con las obras.
Cabe pensar que la explícita intención sis­
También sería preciso leer las Veinte lec­
temática encuentra su inspiración en
ciones sobre las bellas artes, al igual que
Hegel, de quien el libro de Alain retoma
los escritos que Alain ha consagrado a
de una cierta manera el proyecto; con la
salvedad de que no es una perspectiva his­ ciertas artes particulares (Conversaciones
tórica lo que estructura aquí la reflexión, con e l escultor) y a algunos escritores
sino una teoría de la imaginación. Esta últi­ (Balzac, Dickens, Stendhal).
ma es el objeto del libro primero. Los nue­
Edición: Systéme des beaux-arts, col. «Tel».
ve libros siguientes son consagrados suce­ Gallimard, 1983.
sivamente a la danza y a los ornamentos, Estudio: G. Pascal, Alain, col. »Pour con-
a la poesía y a la elocuencia, a la música, naítre la pensée de», Bordas, 1957.
567 SISTEMA DE LOS OBJETOS (EL)

SISTEMA DE LAS C ONTRADICCIO­ resulta una cierta función que revela una
NES ECONÓMICAS O FILOSOFÍA DE significación independiente del uso que
LA MISERIA. pueda hacerse del objeto. El análisis del
PlERRE JOSEFH PROUDHON. autor adquiere así la dimensión de una
Véase FILOSOFÍA DE L A MISERIA. «tecnología estructural».
La cuestión que se plantea es: ¿Cómo
un sistema «tecnológicamente coherente»
cesa de serlo en concreto? La respuesta
SISTEMA DE LEIBNIZ Y SU S MODE­ saca a la luz muchos aspectos de una mis­
LO S M ATEM ÁTICO S (EL), Le s iste­ ma realidad: el sistema es, desde ciertos
me de Leibniz et ses modeles mathé- ángulos, funcional y objetivo; se colo­
matiques, 1968. can los muebles según una disposición sur­
M ic h e l S erres , nacido en 1930. gida de las convenciones burguesas, mas
donde el gusto y la teatralidad han desa­
La filosofía de Leibniz es en la obra de parecido; la posesión de un mobiliario pro­
Michel Serres una referencia omnipre­ ducido en serie y la maestría técnica del
sente. Así, la enciclopedia, en el sentido objeto hacen evidentemente abstracción
leibniziano de «sistema de sistemas», no de sus orígenes. De la misma manera, la
ha cesado de ser en Serres una tentación. «estructura ambiental» crea una atmósfera
¿No es hora en efecto de reconciliar los funcional, tanto por el color reducido a un
saberes y tender los puentes, establecer cálculo como por el uso del vidrio, mate­
las correspondencias entre disciplinas ria ambigua, en la frontera de la comuni­
que hasta el presente habían rehusado cación y su contraria. Es un hombre fun­
comunicarse entre ellas? Y es precisa­ cional lo que nace de este universo
mente en Leibniz donde el autor encuen­ doméstico devenido espectáculo, dirigido
tra ese ars inveniendi o método de inven­ a los mitos de la eficiencia funcional. Esta
ción ligado al arte de comunicarse. mutación marca el fin de la dimensión sim­
Esta primera obra de Serres, que es el bólica: el hombre es rebajado a la con­
texto de su tesis doctoral, anuncia la céle­ templación de su propia potencia; en los
bre serie de los -> Hermes. hechos, el hombre se toma «disfuncional».
Por otro lado, el sistema es también no
Edición: Le Sisteme de Leibniz et ses funcional y subjetivo: al objeto moderno
modéles mathématiques, 2 vols., P.U.F., se opone el antiguo, histórico, emblema
1982. de lo originario. En una sociedad que se
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ olvida del pasado, el anacronismo del mue­
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 114-119; ble antiguo denota una debilidad del sis­
Michel Serres, n.° especial de la revista Cri­ tema; el último grado es el objeto de colec­
tique (n.° 350), Ed. de Minuit, janvier 1979. ción, por el cual se colecciona uno a sí
mismo. El sistema es también metafun-
cional (por tanto disfuncional): la renova­
ción de objetos se agota en un estanca­
SISTEMA DE LO S OBJETOS (EL), Le miento contra el cual los únicos remedios
sysíéme des objets, 1968. son el juguete mecánico y el robot; el con­
J e a n B a u d r il l a r d , nacido en 1929. sumidor deviene irresponsable (juguete
mecánico es «esquizo-funcional»), hay ries­
El autor se propone analizar aquí, des­ go de involución. Finalmente el sistema
de un punto de vista sistemático, la rela­ es socioeconómico: fundado en una ide­
ción del hombre con los objetos en la ología de la serie que rehúsa lo original,
sociedad de consumo. Se trata de cir­ se nutre principalmente del crédito, que
cunscribir un «plan de racionalidad del anticipa el disfrute del objeto y hace irres­
objeto», porque este último tiene una ponsable el consumo; mas también se
estructura que le es propia y de la cual nutre de la publicidad, desproporcionada,
SISTEMA DE POLÍTICA POSITIVA 568

frustrante y de una reciprocidad engaño­ progreso; en otros términos, reunir las


sa. En conclusión, el autor presenta a la ventajas políticas del sistema teológico
sociedad de consumo como una mani­ (orden) y la superioridad intelectual de
pulación pletórica de signos, como un sis­ la ciencia (progreso).
tema cuya incoherencia nace de la frus­ Según Comte, la entrada de las ciencias
tración misma que él engendra. en la era de la positividad (véase su ►Cur­
Crítico sin contemplaciones, Baudri- so de filosofía positiva) abre la época de
Uard se inquieta ante la puesta en cues­ una sociología positiva, que es válida para
tión del sentido mismo del universo social toda la humanidad, considerada como el
por las profundas modificaciones que han «Gran-Ser»; es gracias a la humanidad,
sufrido las estructuras mentales de su conjunto de los hombres vivos y muertos,
tiempo. como cada individuo existe material, inte­
lectual y moralmente. La religión adecua­
Edición: Le systéme des objets, col. «Tel», da a la era positiva no será ya por tanto
Gallimard, 1978. una religión de Dios (teología), sino una
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
religión de la humanidad. En ésta se con­
temporáneos esenciales (tr, M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996, 293-298; cillarán la unidad intelectual del politeísmo
R. Hess, Dictionnaire des philosophes, griego, la unidad política del politeísmo
P.U.F., 1984. romano y la unidad moral del monoteís­
mo cristiano. Compete al poder espiritual,
o sacerdocio, establecer y enseñar el dog­
ma, a saber: el contenido de la religión
SISTEMA DE PO LÍTICA POSITIVA, positiva, resultado de la síntesis de las cien­
o Tratado de sociología que instituye cias. Mas esta síntesis es «subjetiva», pues
la religión de la humanidad, Systéme se efectúa, no desde el punto de vista «obje­
de politique positive, ou Traité de socio- tivo» de las diferentes ciencias, sino desde
logie instituant la religión de l ’huma- el punto de vista de la humanidad.
nité, 1851-1854. El poder espiritual es distinto del poder
A ug u ste C o m te , 1798-1857. temporal, que regula las relaciones gene­
rales del hombre con la naturaleza y con
Publicada en cuatro tomos, esta obra la sociedad. Esta distinción no era apenas
se abre con un «Discurso preliminar sobre posible bajo el reinado teológico (católico
el conjunto del positivismo» (introducción en particular), porque el dogma no sopor­
a la religión de la humanidad), al que sigue taba el libre examen de la razón. Fue eso
una «Introducción fundamental», destina­ mismo lo que condujo a la crítica des­
da a explicitar el fundamento científico tructiva del siglo XVIII. Mas, al apoyarse
(cosmológico y biológico) de esta religión. el espíritu positivo sobre la ciencia, el con­
Los tomos II y III exponen, respectiva­ flicto ya no se plantea y la separación
mente, la estática y la dinámica sociales, deviene posible.
que corresponden a la filosofía de la his­ Al lado de la inteligencia (objeto prime­
toria de Auguste Comte. El cuarto y últi­ ro de sus anteriores trabajos), Comte atri­
mo tomo contiene un «Panorama sintéti­ buye aquí un papel muy particular al sen­
co del porvenir humano». timiento, o dicho de otro modo: al corazón.
El Sistem a de p o lítica positiva da El «altruismo» (la palabra es un neologis­
realidad a un proyecto acariciado por el mo forjado por el propio Comte) es una
autor desde sus años juveniles: propo­ inclinación natural del hombre. Comte desea
ner un plan de reorganización social que esta inclinación se desarrolle ante todo
pensado a partir de una comprehensión en el seno de la familia, que consolidarán
global del devenir de la humanidad instituciones tales como la prohibición del
(designando esta última palabra, en la divorcio y el derecho de primogenitura. Más
pluma de Comte, un ser realmente exis­ especialmente, Comte ve en la mujer el fer­
tente). Su objetivo es conciliar orden y mento verdadero de la benéfica influencia
569 SISTEMA DEL IDEALISMO TRASCENDENTAL

espiritual del positivismo y el apoyo más fir­ SISTEMA DEL IDEALISMO TRASCEN­
me del culto a la humanidad. DENTAL, System des tranzendantalen
El Sistema de p olítica positivista es Idealismus, 1800.
sin duda, de todas las obras de Comte, la F r ie d r ic h W il h e l m J o s e ph v o n S c h e -
que ha sufrido en más alto grado la influen­ lu n g , 1775-1854.
cia de los acontecimientos de su vida pri­
vada: es en efecto su amor por Clotilde Esta obra, la más importante de Sche-
de Vaux lo que ha determinado a Comte lling, marca la culminación de su pri­
a privilegiar el papel del sentimiento en el mera filosofía, que coincide también con
perfeccionamiento de la humanidad. La su período fichteano. Sin embargo, su
religión comtiana de la humanidad inte­ marcha no es ya didáctica (como lo es
grará incluso un culto a la virgen-madre la de Fichte), sino que, bajo la influen­
directamente análogo al del catolicismo. cia de Jacob Boehme, ha devenido his­
Esta reevaluación del sentimiento entra­ tórica.
ña la introducción de una ciencia — situa­ La «filosofía trascendental» propone
da en la clasificación comtiana por enci­ la primacía y el absolutismo de la sub­
ma de la sociología— que el Curso de jetividad, que constituye el m om ento
filosofía positiva ignoraba: la moral. Esta natural del cual deriva el momento de
ciencia deviene el hogar viviente de todas la objetividad. El instrumento de esta
las otras, en la medida en que procede ver­ filosofía es la intuición trascendental,
daderamente, según la marcha subjetiva, o la facultad de captar y de producir a
de la misma humanidad: así, las otras cien­ la vez los actos del espíritu; el yo es su
cias no son más que las «ramas de la objeto, y la conciencia de sí el principio
moral». El capítulo III de la Introducción supremo. De sus dos aspectos prácti­
había preparado por lo demás este adve­ co y teórico, el yo efectúa la síntesis con
nimiento de la moral mediante un examen vistas a acceder a la autodeterminación
extremadamente profundo de las funcio­ del entendimiento (facultad de abstraer
nes cerebrales. y de crear categorías) y sobre todo a la
El Sistema de p olítica positiva ape­ voluntad absoluta. La transformación de
nas si es leído hoy día, porque se consi­ lo real por la acción se realiza gracias a
dera que el Curso de filosofía positiva la imaginación, y según las leyes de la
(y aun así, reducido a sus dos primeras intuición.
lecciones) es todo lo que la filosofía posi­ La revelación de lo absoluto que es
tivista ha producido de interesante. Es, la historia tiene lugar en tres tiempos.
sin embargo, un error ignorar los pro­ En el primer período, llamado «trági­
fundos análisis de la estática y la dinámi­ co», lo absoluto aparece en tanto que
ca sociales (en concreto la teoría del len­ destino. En el segundo, el de la ley natu­
guaje humano). Hay una cierta injusticia ral, dominan lo arbitrario y la violencia.
en el descrédito en que ha caído esta obra, El tercer período es el de la providen­
cuando se la compara con la fortuna de cia. El yo no deviene consciente de la
que continúa gozando la filosofía hege- identidad entre subjetivo y objetivo más
liana de la historia. que cuando aquélla se manifiesta en un
producto «teleológico», mas sin finali­
Edición: Systéme de politique positiue, dad, por el cual la libertad y la necesi­
ou Traité de sociologie instituant la reli­
dad se encuentran conciliadas en la
gión de l ’humanité, Culture et civilisation,
1969. naturaleza. «La naturaleza es un p oe ­
Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­ ma misterioso, cuyo enigma, si nos fue­
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. I, Bue­ ra desvelado, nos contaría la Odisea del
nos Aires, Siglo Veinte, 1970; J. Touchard, espíritu que se oculta mientras se bus­
Historia de las ideas políticas (tr. J. Pra­
ca.» Es en el corazón mismo de la natu­
dera), 5.aed., Tecnos, 1996; E. Bréhier, His­
toria de la filosofía (tr. J. A. Pérez Millán raleza donde reside la intuición por la
y M.“ D. Morán), vol. II, Tecnos, 1988. cual, al confundirse uno con otro el
SISTEMA DEL MUNDO (EL) 57 0

consciente y el inconsciente, el yo toma SISTE M AS PO SK AN T1A N O S (LOS),


conciencia de la identidad de ambos. 1920.
Se trata de la intuición artística, «ins­ E r n s t C a ssir e r , 1874-1945.
trumento único, verdadero y eterno, y Tom o III de Das Erkenntnisproblem in
a la vez testimonio de la filosofía». Es der Philosophie und Wissenschaft der
pues en el arte donde, para Schelling, neueren Zeit (1906-1957).
se puede pretender alcanzar lo abso­
luto y no — como afirmará Hegel, que En este tercer tomo del Problema del
invertirá la concepción schellinquiana conocimiento examina Cassirer los gran­
en la -> Fenomeno/ogía del espíritu— des sistemas del idealismo alemán, de Frie-
drich Heinrich Jacobi a Jacob Friedrich
en la filosofía.
Fries.
Esta obra es considerada como una de
Mientras que Kant había concluido en
las más significativas del movimiento
la imposibilidad de todo conocimiento en
romántico alemán.
metafísica, el autor muestra cóm o esta
aporía ha sido resuelta en los diferentes
Edición: Sistema del idealismo trascen­
dental (tr. Rivera de Rosales), Anthropos, sistemas posteriores al filósofo de Koe-
1988. nigsberg. Tras haber elucidado el pasaje
Estudio: X. Tilliette, Schelling, une philo- de la filosofía critica al idealismo alemán
sophie en devenir, 2 vols., Vrin, 1970. propiamente dicho — con Jacobi, Rein-
hold, Beck y Maimón— , expone los sis­
temas de Fichte, Schelling, Hegel, Her-
bart, Schopenhauer y Fries.
SISTEM A DEL M UND O (EL). Historia Contrariamente a Richard Kroner, que
de las doctrinas cosmológicas. De Pla­ interpreta, en Von Kant bis H egel, el
tón a Copém ico, L e Systéme du mon­ paso de una filosofía a otra como el resul­
de. Histoire des doctrines cosmologiques. tado de un encadenamiento lineal y pro­
De Platón á Copernic, 1913-1959. gresivo, Cassirer estudia cada uno de esos
P ierre D u h e m , 1861-1916. sistemas en su singularidad, poniendo el
acento en lo que distingue a unos de otros.
Esta monumental obra de historia de
Edición: El problema de! conocimiento, t.
las ciencias, que quedó inacabada, des­
DI: Los sistemas poskantianos (tr. W. Roces),
cribe en diez volúmenes la elaboración México, Fondo de Cultura Económica, 1957.
del «sistema del mundo», de la A n ti­ Estudio: Cassirer, especial de la Revue Inter­
güedad hasta el siglo x v ii , de Platón a nationale de philosophie, n.° 110, 1974.
C opém ico. La obra ilustra las teorías
epistemológicas de su autor: el cientí­
fico, el teórico y el historiador de las
ciencias están aquí estrechamente mez­ S O B R E EL F U N D A M E N T O DE L A
MORAL, Über die Grundlage der Moral,
clados.
1841.
Duhem rechaza la idea de una géne­
A r t h u r S c h o pe n h a u e r , 1788-1860.
sis radical de la investigación científi­
ca: todo elemento, todo sistema cientí­
Es éste el segundo de los dos escritos
fico es tributario del que lo ha precedido,
de una recopilación publicada en 1841
y solidario con el que le es contempo­
bajo el título: Los dos problem as fu n ­
ráneo.
damentales de la ética, siendo el pri­
mero -* Sobre la libertad de la volun­
Edición: Le Systéme du monde, Hermann,
10 vols., 1913-1959. tad. A l igual que este último, el
Estudio: P. Brouzeng, «L’épistémologíe de Fundamento de la m oral fue redacta­
Pierre Duhem», en n.° especial de los Étu- do como respuesta a un concurso cuyo
des philosophiques, n.° 4, 1967. tema era la cuestión propuesta por la
571 SOBRE EL GOBIERNO TIRÁNICO DEL PAPA

real sociedad de Copenhague: «¿Habrá Edición: Escrito sobre el fundamento de


que buscar el origen y el fundamento de la moral, en Los dos problemas funda­
mentales de la ética (tr. P. López de Santa
la moral en la idea de moralidad direc­
María), Siglo XXI, 1993.
tamente proporcionada por la concien­ Estudio: B. Magee, Schopenhauer (tr. A.
cia (psicológica o moral) y en las res­ Barcena), Cátedra, 1991.
tantes nociones primeras que derivan de
esta idea, o bien deberán buscarse en
algún otro principio del conocimiento?»
Corrió aquí Schopenhauer la misma suer­ SO B R E EL G O B IE R N O TIRÁNICO
te que Rousseau: después de un primer DEL PAPA, Breviloquium de potesta-
éxito, se le niega un segundo premio. te papae, 1334 a 1342.
Aunque fue el único candidato, no se G uille rm o de O c c a m , hacia 1285-hacia
le juzgó digno de él. 1347.
La introducción, como en toda diser­
tación que se respete, plantea el proble­ Escrito en el ardor de la querella que
ma, establece su significación y las diver­ oponía el Imperio al papado, la obra toma
sas aproximaciones, e indica las vías posiciones claras, inspirada por un nomi­
practicables para tratarlo. Mas, desde el nalismo que desempeñará un papel deci­
inicio, Schopenhauer insiste en la nece­ sivo en la quiebra del ideal unitario de la
sidad de una crítica de Kant. cristiandad medieval. Sospechoso de here­
Esta crítica de la filosofía kantiana de jía, y convocado en 1325 a Aviñón ante
la moralidad ocupa todo el capítulo segun­ Juan XXII, Occam se había adherido a
do. Aunque reconociéndole sus méritos, Luis de Baviera, entonces en lucha con
Schopenhauer reprocha a Kant haber ese papa que se negaba a designarlo
exportado al dominio moral la noción de emperador. En 1330 se le había unido
a priori, tan fecunda en la esfera de lo definitivamente en Munich.
teórico, mas inoperante para la práctica, El tono de la obra es polémico y apa­
porque es una noción puramente formal: sionado, pero el método dialéctico obser­
el a p rio ri no podría constituirse en un va minuciosamente las reglas de la Escue­
móvil. Sobre todo, el autor no perdona a la de cuestiones y respuestas. Su contenido
Kant e! haber resucitado — por la noción ilustra con sutileza todas las implicaciones
de acatamiento y por los postulados de teológicas, políticas y morales del nomi­
la razón práctica— las viejas morales teo­ nalismo: si los universales, los géneros y las
lógicas: el imperativo categórico es un dis­ especies no tienen existencia real, si, por
fraz de los mandamientos judaicos. Final­ tanto, las cosas están abandonadas a la
mente, Kant funda la moral en el egoísmo contingencia, sin esencia que las trascien­
al aceptar el enunciado: «N o hagas al da y ordene, las individualidadees cobran
otro...». entonces un relieve inédito. La omnipo­
Es la piedad lo que Schopenhauer eli­ tencia de Dios no se realiza en un orden
ge para edificar la moral (cap. 3). La com­ del mundo donde los poderes, y particu­
pasión me permite salir en efecto de mi larmente el del papa, podrían reivindicar­
individualidad fenoménica para fundirme la. Éste es el tema del Breviloquium: Occam
en el todo. Más que Rousseau, es la heren­ reclama una estricta distinción entre los
cia oriental (tradiciones budistas y bra- poderes temporal y espiritual y su inde­
mánicas) la que sirve de base a Scho­ pendencia recíproca. Combate la tesis del
penhauer. poder absoluto (plenitudo potestatis) que
Pese a sus debilidades notables (la crí­ el papa habría obtenido de Cristo.
tica de Kant se apoya en contrasentidos La primera parte trata de los límites
que no se permitiría un estudiante de licen­ del poder pontifical en materia temporal
ciatura), el Fundamento de la moral es y precisa la extensión espiritual. La segun­
una buena introducción al problema que da trata del Estado y fundamenta la sobe­
en él se estudia. ranía en el derecho humano. La tercera
SOBRE EL GOBIERNO TIRÁNICO DEL PAPA 57 2

aplica al Imperio los principios relativos constituyen las potencias secular y espiri­
al Estado: establece la autonomía del tual en tanto que son libres y razonables.
Imperio y su independencia del papado. Ellos tienen, pues, derechos temporales,
Los argumentos de Occam son en su «libertades naturales», que confirma la Escri­
mayoría de orden teológico, mas, junto tura y que no pueden ser suspendidos en
a los argumentos canónicos, abundan las nombre del poder espiritual. Y si la Igle­
referencias a los Padres de la Iglesia, en sia es una sociedad espiritual, lo es gracias
particular a San Agustín: la reacción nomi­ al conjunto de los fieles; su verdadero jefe
nalista encara en efecto el exceso de inte- no es el papa, sino Cristo; su unidad no
lectualismo de la teología reinante, que proviene de la obediencia a una autori­
multiplica las entidades metafísicas con dad dada, sino a la participación de cada
desprecio de las fuentes naturales. En uno en una misma fe y en una misma espe­
el mismo espíritu, el autor practica a ranza en la vida sobrenatural. El autor espi­
menudo un análisis literal de las Escritu­ ritualiza así la noción de Iglesia identifi­
ras, por ejemplo para destruir la tesis clá­ cándola con la fe. Es una razón semejante
sica de los «dos aceros» o las «dos espa­ la que le lleva a defender contra Juan XXII
das», que forzaba las metáforas para la pobreza integral: un «orden», estando
justificar la atribución al papa de los dos compuesto de individuos y privado de
poderes, el espiritual y el temporal, dán­ «esencia» propia, no puede reivindicar la
dole este último manos largas sobre el posesión legítima de ningún bien.
Imperio. La tesis nominalista de una omni­ Occam no niega que los dos poderes
potencia de Dios sin «orden» divino tie­ vengan de Dios, del mismo modo que en
ne tres consecuencias paradójicas: con­ Dios está el principio único de la razón
forta los derechos temporales del hombre; y de la fe. Pero, al igual que éstos no se
libera al mismo tiempo a los individuos engendran el uno al otro, la Iglesia y el
por relación a esos derechos temporales Estado son separables. Derivándose del
que se desgajaban del orden divino; e invi­ mismo principio, fe y razón no se con­
ta en fin a purificar la fe, a entender el tradicen jamás. Es, pues, posible conci­
mensaje evangélico en toda su autentici­ liar la Iglesia y el Estado, a condición de
dad. Estas tres consecuencias están estre­ reconocer sus dominios respectivos: así
chamente ligadas: así, el «Vicario de Cris­ como la razón puede a veces acudir en
to» no hereda su omnipotencia; Cristo es auxilio de la fe e inversamente, a la Igle­
fuente de un espíritu de libertad; si El sia no le falta el derecho de inspeccio­
rechazó la ley mosaica, y si la Iglesia pri­ nar las leyes del Principe; e incluso de sus­
mitiva afirmó la inanidad de las institu­ tituir al poder secular cuando éste no
ciones judaicas (particularmente la cir­ cumple su misión.
cuncisión), ¡no fue para invitar a los Occam ocupa por tanto una posición
cristianos a sufrir una nueva servidumbre equilibrada (una «vía media») entre dos
«bastante más tiránica», la de Pedro y sus corrientes extremas: la defensa a ultranza
sucesores! El cristiano no debe recono­ de la «teocracia» pontifical, y las tesis de los
cer más que un solo yugo: el del Evan­ averrolstas, antepasados de los libertinos,
gelio; la misión del papa es en sí misma que por defender los derechos del Estado
puramente espiritual. negaban al papa todo origen divino y absor­
Por lo demás, Occam es consciente de bían la Iglesia en el Estado. Occam no cae
las interferencias inevitables entre los dos en estos últimos excesos, puesto que afir­
poderes y prevé casos excepcionales en ma que todo poder viene de Dios, que
los que el papa podría intervenir en asun­ garantiza al papa la esfera de lo espiritual,
tos seculares. Todo ocurre como si, en la y que contempla incluso la posibilidad de
naturaleza — en ausencia de esencias— , que su jurisdicción se extienda ocasional­
Dios dejara actuar a las causas segundas y mente al ámbito de lo civil. Las dos tesis
a los individuos. Pero son esos mismos indi­ extremas que Occam rechaza tienen en
viduos, bautizados y ciudadanos, los que común la confusión entre lo temporal y
57 3 SOBRE EL ORIGEN DE LAS ESPECIES POR MEDIO DE LA SELECCIÓN NATURAL

lo espiritual; confusión que, como mues­ Darwin atribuye la aparición de formas


tra Occam, es susceptible de suministrar nuevas a la conjunción de dos mecanis­
coartadas espirituales a los poderes civi­ mos: la variación, que es un mecanis­
les abusivos, y de autorizar a los poderes mo de producción de diferencias, y la
espirituales a caer en todos los vicios de selección, que es un mecanismo de reduc­
los poderes temporales. ción y crítica de esas diferencias.
Para Lamarck, el medio era el conjunto
Edición: Sobre el gobierno tiránico del de «circunstancias influyentes» a las que
papa (tr. P. Rodríguez Santidrián), Tecnos, el organismo está obligado a adaptarse.
1992.
Estudios: J. Touchard, Historia de las ide­ Darwin concibe al medio como un entor­
as políticas (tr. J. Pradera), Tecnos, 1996, no de seres vivos que son, para un orga­
pp. 166-169 y 190; P. A. Hamman, La doc­ nismo determinado, enemigos o aliados,
trine de l’Égíise et de l ’État chez Occam. presas o predadores. Entre éstos se esta­
Étude sur le «Breviloquium», Éditions fran- blecen relaciones de utilización, de des­
ciscaines, 1942.
trucción, de defensa: la competición es la
ley. En ese mundo de lucha, las varia­
ciones accidentales de orden morfológi­
co aparecen en un individuo y juegan a
SOBRE EL O RIGEN DE LA S ESPE­ su favor o en su contra. Los individuos
CIES POR MEDIO DE LA SELECCIÓN más aptos, gracias a las variaciones úti­
NATURAL, o La preservación de las les, tendrán una descendencia más nume­
razas favorecidas en la lucha por la rosa; los otros, por el contrario, produci­
vida, On the Origin o f the Species by rán menos descendientes. «H e dado el
Means o f Natural Selection, o r The Pre­ nombre de selección natural [...] a esta
s erva ron o f Favoured Races in the conservación de las diferencias y las varia­
Struggle fo r Life, 1859. ciones individuales favorables, y a esta eli­
C h a r le s R o b e r t D a r w in , 1809-1882. minación de las variaciones nocivas.» La
naturaleza juega por tanto un papel crí­
Las especies no han sido creadas inde­ tic o : hace de criba que retiene ciertas
pendientemente entre sí, sino que nacen variaciones (las que representan una ven­
las unas de las otras. Tal es la hipótesis taja) y rechaza otras (las que son una des­
que se trata de demostrar. ventaja).
La idea de la transformación de las Pero en la noción de selección natu­
especies había sido ya sostenida noto­ ral se ha deslizado un contrasentido: no
riamente por Lamarck, mas éste busca­ es ella la que produce la variabilidad; la
ba la razón en el uso o el desuso de los selección implica solamente la conser­
órganos. Darwin, por el contrario, que vación de las variaciones producidas acci­
habla de descendencia con modificación dentalmente, cuando son ventajosas para
más bien que de evolución, se interesa el individuo en las condiciones de exis­
más por las variaciones, y por la selec­ tencia en que se encuentra situado. ¿Qué
ción de aquellas que, en la lucha por la son estas variaciones? Son ante todo dife­
existencia, son más favorables para la rencias morfológicas muy ligeras que
especie. Esta lucha es a su vez el resulta­ hacen que un descendiente no se ase­
do inevitable de la rapidez con que todos meje exactamente a sus ascendientes;
los seres organizados tienden a multipli­ sólo la acumulación gradual de ellas con­
carse. La vida no es concebible con inde­ duce a modificaciones notables. Así, cuan­
pendencia del medio. Pero, en Darwin, do se considera al conjunto de todos los
el concepto de medio es menos asimila­ seres orgánicos que se han sucedido al
ble a un conjunto de condiciones físicas hilo del tiempo, puede observarse entre
exteriores tales com o el clima o el ali­ ellos una gradación insensible. La natu­
mento, que a un tribunal ante el cual se raleza «progresa» por grados y no da sal­
desarrolla un verdadero proceso. tos. La evolución no es más que una
SOBRE EL ORIGEN RADICAL DE LAS COSAS 5 74

modificación de las especies, lenta y gra­ Para Darwin, como observa Canguil-
dual, debida a la selección efectuada sobre hem, vivir es someter al juicio del con­
las variaciones. junto de los seres vivientes una diferencia
La intención de Darwin ha sido dema­ individual, por ínfima que ésta sea. Ese
siado a menudo tergiversada en su signi­ juicio no admite más que dos sanciones.-
ficación original por una interpretación 0 morir o ser durante algún tiempo par­
ideológica: puesto que excluía el desve­ te del jurado. Pero mientras se vive se
lamiento de un orden oculto de la natu­ es siempre juez y reo.
raleza y todo provídencialismo, el darwi-
nismo fue presentado como una «doctrina Ediciones: El origen de las especies (tr. J.
inmoral y anticristiana». Por otra parte, Aguirre), Edhaf, 1980; existe una versión
abreviada por Richard E. Leakey (tr. J. Ros
trasladado de modo abusivo al terreno
1Aragonés), Ed. del Serbal, 1983.
etnológico o sociológico, fue rápidamen­ Estudios: S. J. Gould, Desde Darwin (Refle­
te asimilado a un reduccionismo simplifi- xiones sobre Historia Natural) (tr. A. Resi­
cador que justificaba el aplastamiento del nes), Blume, 1983; M. Ruse, La revolución
inferior por el superior. Lo cual es olvi­ darwinista (tr. C. Castrodeza), Alianza, 1983;
dar, por una parte, que una transposición M. T. Ghiselin, El triunfo de Darwin (tr.
E. Pérez Sedeño), Cátedra, 1983.
en la que se cambia de dominio debe tam­
bién arrastrar un cambio de criterios; y
de otra parte, que el hombre no está mejor
adaptado a su medio que tal o cual ani­
SO B R E EL ORIGEN R A D IC A L DE
mal «inferior». Su adaptación solamente
LAS C O S A S , De rerum origin a tion e
pone en juego mecanismos de una com­
radicali, 1697.
plejidad más elevada. La noción de pro­
G ottfried W ilhelm L eibniz , 1646-1716.
greso, en biología como en cualquier par­
te, debe ser utilizada con extrema
prudencia. Por ejemplo, la ventaja selec­ El universo no es un caos. Mas ¿cómo
tiva que sus alas han comenzado a repor­ comprender el orden que se despliega en
tar a los insectos no era para permitirles la existencia del mundo? Nuestra razón de
volar, sino más bien para asegurar la ven­ ser no está en nosotros; es preciso remon­
tilación del animal y favorecer los inter­ tarse hasta el origen para captar «la unidad
cambios térmicos. H vuelo no habría sido dominante en el universo»: Dios es el prin­
más que un beneficio secundario de su cipio de toda cosa, la razón última y sufi­
desarrollo. ciente de nuestra existencia. El hecho de
Por otra parte, la representación clá­ que «exista algo en lugar de nada» mues­
sica de la naturaleza, concebida como tra que la esencia del mundo (concebida
un conjunto ordenado y acabado, ha en Dios) tiende a hacerlo ser. El mundo es
quedado destruida: el gran arquitecto pues necesario, no para Dios, que habría
es la contingencia. Y el tiempo adquie­ podido no crearlo (ya que es omnipoten­
re un nuevo estatuto: ya no es el cua­ te), sino porque en su esencia misma hay
dro inmutable y reversible de la física una pretensión a ser. Con necesidad físi­
clásica; es la materia misma de la evo­ ca y no metafísica, el universo es el mejor
lución. Y , aun así, conviene relativizar de los posibles, puesto que es según «las
su acción: «La sola duración del tiem­ leyes de las verdades eternas» que residen
p o no puede nada por sí misma, ni a en Dios, y está así absuelto del mal.
favor ni en contra de la selección natu­ Retomando de Descartes la prueba a
ral [...). La duración del tiempo es sola­ posteriori de la existencia divina (sólo un
mente importante porque presenta más ser perfecto puede ser causa de las cosas
oportunidades para la aparición de menos perfectas), Leibniz desarrolla su
variaciones ventajosas, y porque les per­ propia concepción de la «República uni­
mite, tras haber sido seleccionadas, versal». Pero hasta 1714 no se detendrá
acumularse y fijarse.» a explicar, en La M onadología, cómo
575 SOBRE LA CERTEZA

esas cosas existentes, las «mónadas», son SOBRE LA AGRESIÓN. El pretendi­


«expresiones de Dios». do mal, Das sogenannte Bóse. Z u r
Naturgeschichte der Aggression, 1963.
Ediciones: De rerum originatione radica- K o n r a d Z a charjas L or e n z , 1903-1989.
li (1697), en G. W. Leibniz, Die philosop- Ensayo de etología.
hischen Schriften, ed. Gerhardt, vol. VD (pp.
302-308), Olms, Hildesheim, 1965; Sur
¡'origine radicóle des choses (tr. P.-Y. Bour- Esta obra trata de la agresividad, es decir
di y M. Etrillard), col. «Profil philosophie», del instinto de combate del animal y del
Hatier, 1989. hombre, dirigido contra sus propios con­
Estudio: Y. Bélaval, Leibniz, initiation á sa géneres. Contrariamente a lo que afirma
philosophie, Vrin, 1975.
el psicoanálisis, el instinto de muerte, iden­
tificado por Lorenz con la agresividad, con­
tribuye a la conservación de la vida y de
la especie. Los dos primeros capítulos
SO B RE EL SENTIDO DEL SUFRI­
constan de simples observaciones sobre
MIENTO, Vom Sinrt des Leides, 1916.
las formas típicas del comportamiento
M a x S c h e le r , 1874-1928.
agresivo. El tercer capítulo es un análisis
Colección de tres ensayos.
de la conservación de la especie. El capí­
tulo cuarto aborda la fisiología del com­
Esta obra reúne tres ensayos: el Sen­
portamiento instintivo y del instinto de
tido del sufrim iento, que da título a la
agresión. En el quinto capítulo muestra
obra, A rrepentim iento y renacimiento
Lorenz el proceso de ritualización y la
y A m or y conocimiento.
ganancia de autonomía de las nuevas pul­
El hecho de que el sufrimiento sea un
siones creadas por ese proceso. Los capí­
estado que nos quebranta y afecta más
tulos sexto y séptimo abundan en ejem­
que ningún otro hace pensar que posee
plos concretos que ilustran las tesis de
una significación secreta que se nos esca­
Lorenz, en particular los mecanismos
pa porque «estamos completamente
«inventados» por la evolución de las espe­
absorbidos por él y por nuestros propios
cies para canalizar la agresividad por vías
esfuerzos para libramos de él». Es preci­
no dañinas y el papel que desempeñan los
so, pues, no remediar el sufrimiento, sino
ritos en el cumplimiento de esta función.
penetrar en su naturaleza íntima. Así,
Scheler piensa que el sufrimiento está liga­ Edición: Sobre la agresión. El pretendido
do al sacrificio: el de lo que tiene un valor mal (tr. F. Blanco), Siglo Veintiuno, 1971.
inferior por lo que tiene un valor supe­ Estudios: L. Stevenson, Siete teorías de la
rior. De igual manera está ligado a la naturaleza humana (tr. E. Ibáñez), Cátedra,
1984, cap. IX; K. Lorenz y F. Kreuzer, Vivir
muerte y al amor. «El sufrimiento —cons­
es aprender (tr. N. M. de Machain), Gedisa,
tata el autor— nos obliga a subordinar 1988; K. Lorenz, La acción de la natura­
nuestra vida sensible a una actividad espi­ leza y el destino del hombre, prólogo de
ritual cada vez más alta.» Eibl-Eibesfeldt, Alianza, 1988; A. Nisbett,
Scheler defiende aquí una concepción Lorenz (tr. I. Merino), Salvat, 1985.
cristiana del sufrimiento, según la cual éste
es aceptación — y no resignación— , oca­
sión graciosa de una elevación sin amar­
gura. SO BRE LA CERTEZA, Ü ber Gewiss-
heit, 1969.
Ediciones: Vom Sinn des Leides, 1936; L u d w ig W ittg e n ste in , 1889-1951.
Le sens de la souffrance; Repentir et
renaissance; Amour et connaissance (tr. Bajo este título se han reunido los últi­
P. Klossowski), Aubier-Montaigne, 1936.
mos pensamientos de Wittgenstein, que
Estudio: M. Dupuy, La philosophie de Max
Scheler. Son éuolution et son unité, 2 vols., discurren en torno al análisis de «saben»,
P.U.F., 1959. «ven», «dudapi, «creer», «estar seguro de»,
SOBRE LA DIVERSIDAD DE LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE HUMANO 576

y de los juegos de lenguaje que dan sen­ Edición: Sobre la diversidad de la estruc­
tido a estas expresiones. La certeza es tura del lenguaje humano (tr. A. Agud),
Anthropos, 1990.
aprehendida como una actitud, una for­
Estudios-.,Prólogo de A. Agud a la ed. cit.;
ma de vida que no se dejaría invocar P. Tort, Evolutionnisme et linguistique,
como prueba de la existencia del mundo Vrin, 1980.
exterior o fundar filosofía alguna del «sen­
tido común» (a la manera de Moore, que
es aquí el blanco al que apunta Witt­
genstein). SO B R E L A LIB E R T AD , On Liberty,
1859.
Edición: Sobre la certeza (tr. J. L. Prades Jo h n S t u a r t M ill, 1806-1873.
y V. Raga), Gedisa, 1988.
Estudios: L. M. Valdés, Estudio preliminar Obra de referencia para el liberalismo
a la obra de L. Wittgenstein Últimos escri­ político inglés, Sobre la libertad se inte­
tos sobre filosofía de la psicología 11. Lo rroga por la libertad concreta del individuo
externo y lo interno (tr. L. M. Valdés), Tec­
nos, 1996; G. H. von Wright, Wittgenstein, en una sociedad democrática. Mill limita
Blackwell, 1982, principalmente el capítulo de hecho la aplicación del principio de sobe­
titulado «Wittgenstein on Certainty», pp. 163- ranía absoluta de los individuos y el respeto
182. de su libertad interior a los hombres que
poseen la «madurez de sus facultades». Esta
madurez se caracteriza por la capacidad
de discusión igualitaria. Matizando las tesis
SO B R E L A D IV E R S ID A D DE L A utilitaristas, mientras da muestras de un
E S T R U C T U R A D E L LE NG U AJE bello optimismo racionalista, este libro sos­
H U M A N O , Ü ber de Verschiedenheit tiene que la soberanía del individuo es com­
des m enschlichen Sprachbaues und patible con su participación en el debate
ihren Einfluss auf die geistige Entwic- social en virtud del criterio de la razón res­
kelung des Menschengeschlechts, 1836. ponsable, condición de la libertad social en
H u m b o l d t (Wilhelm, barón von), 1767- tanto que colectiva.
1835. Esta obra, que defiende la libertad de
pensamiento y de discusión, valora el plu­
Este título original anuncia, en toda su ralismo y la diversidad. La democracia
amplitud, un estudio de la influencia de la representativa mantiene el equilibrio entre
estructura de las lenguas sobre el desa­ la participación del pueblo y la compe­
rrollo intelectual de la humanidad. En esta tencia de las elites, y le asegura un papel
publicación póstuma, llevada a término educativo-, por la necesidad del voto, el
por los desvelos de su hermano (el barón individuo aprende a superar su interés pri­
Alexander von Humboldt), el filólogo y vado para adscribirse al interés general.
diplomático Wilhelm von Humboldt ela­
bora una representación de la evolución Edición: Sobre la libertad (tr. P. de Azcá-
rate), Alianza, 1970.
interna de las lenguas que tiene en cuen­ Estudio: J. C. Rees, John Stuart M ili’s «On
ta la influencia de los factores externos: Liberty», Oxford, Clarendon Press, 1985.
a la construcción orgánica de las lenguas,
el autor añade como objeto adicional de
estudio el conjunto de sus transforma­
ciones; e igualmente considera la elabo­ SO B R E L A LIB E R T A D DE L A V O ­
ración interna de las lenguas de acuerdo LUNTAD, Über die Freiheit des Willens,
con esa construcción. La obra fue reedi­ 1841.
tada en dos volúmenes por August F. Pott A r t h u r S c h o pe n a h u e r , 1788-1860.
(1876) y defendida por él contra las crí­
ticas de Heymann Steinthal. Este libro es El primero de los dos escritos de la obra
el breviario de la filología comparativa. publicada en 1841 bajo el título-. Los dos
5 77 SOBRE LA LÓGICA Y LA TEORÍA DE LA CIENCIA

problemas fundamentales de la ética (el excelente valor pedagógico, como primera


segundo era -» E l fun d a m en to de la introducción al problema — tan clásico—
moral). El ensayo había sido redactado de la libertad de la voluntad. El estilo es
en 1838 para responder a una cuestión límpido, y un debutante en filosofía podrá
sacada a concurso por la Academia real apreciar la precisión de las distinciones
de Noruega: «Puede ser demostrada la conceptuales con que se inicia la obra.
libertad de la voluntad por el testimonio
de la conciencia?» Schopenhauer obtuvo Edición: Escrito sobre la libertad de la
el premio. voluntad, en Los dos problemas funda­
mentales de la ética (tr. P. López de Santa
A partir de una serie de definiciones María), Siglo XXI, 1993.
muy rigurosamente establecidas (las dife­ Estudio: B. Magee, Schopenhauer (tr. A.
rentes acepciones de la palabra «libertad», Bárcena), Cátedra, 1991.
los diferentes géneros de necesidad, cap.
1), Schopenhauer responde negativa­
mente a la cuestión propuesta (cap. 2).
Mas no termina ahí. Aplicando el princi­ SOBRE LA LÓGICA Y L A TEORÍA DE
pio de causalidad bajo sus diversas for­ L A CIENCIA, Sur la logique et la thé-
mas, muestra que la voluntad del hombre orie de la science, 1947.
está siempre determinada, y que la menor Je a n C a v a il l é s , 1903-1944.
de nuestras voliciones es un efecto nece­
sario. Yendo más lejos, se interroga sobre Cavaillés reflexiona filosóficamente
los orígenes de nuestra creencia en el libre en un momento de crisis del pensamiento
arbitrio, y desarrolla la crítica hasta ela­ matemático; al mismo tiempo, esta cri­
borar una teoría del carácter, que el autor sis es un extraordinario fermento tanto
pretende estar inspirada en Kant. En ver­ para el desarrollo de la matemática como
dad, el kantismo de Schopenhauer es aquí para el pensamiento filosófico. La teo­
— com o en otros lugares— demasiado ría de conjuntos es lo que está al ori­
poco ortodoxo, y su teoría del innatis- gen de esta crisis; en efecto, aunque la
mo de los vicios y virtudes es un calco psi­ teoría de conjuntos ha acabado por
cológico asaz reductor de la teoría kan­ imponerse com o una necesidad en el
tiana del carácter inteligible (cap. 3). devenir matemático, acarrea consigo difi­
El capítulo 4 presenta una doxografía cultades y paradojas de tal calibre que se
de los autores que han sostenido, sobre ha llegado a plantear si el espíritu no
la cuestión del libre arbitrio, la misma con­ habría salido ganando dejando de lado
clusión que Schopenhauer (filósofos, mas esta teoría.
también teólogos, escritores, novelistas, Cavaillés se aferra a este problema,
poetas). El recurso al argumento de auto­ abandonando el trabajo que Brunschwig
ridad no parece arredrar a nuestro filó­ le había sugerido :el estudio de las pro­
sofo. babilidades y sus efectos en la filosofía en
El quinto y último capítulo trata de la el siglo xix. Contemporáneo de la revo­
cuestión de la responsabilidad, conside­ lución que la matemática está en trance
rada desde la perspectiva de la negación de sufrir, Cavaillés, como filósofo que es,
del libre arbitrio. Se es responsable, de percibe inmediatamente la importancia y
acuerdo con la teoría del carácter innato, el reto allí donde ciertos matemáticos toda­
de lo que se es; mas no directamente de vía no lo han alcanzado a ver.
lo que se hace, puesto que esto último se Este proyecto tiene una doble ambi­
deriva solamente de lo que se es. ción: desde un punto de vista inmedia­
Sobre la libertad de la voluntad no es to, comprender cuáles son los puntos de
ciertamente el mejor de los libros de Scho­ fractura que, en el pensamiento de Can­
penhauer, ni el que más haya profundi­ tor, engendran paradojas y aporías y
zado sobre esta cuestión. Pero este peque­ cómo esas dificultades no pueden encon­
ño opúsculo es sin embargo de un trar solución más que en el cuadro de una
SOBRE L A LÓGICA Y L A TEORÍA DE L A CIENCIA 578

reformulación de la doctrina de la ciencia de las matemáticas y, por tanto, una cues­


misma; desde un punto de vista general, tión que los matemáticos no han cesado
fundamentar una nueva teoría de la cien­ jamás de plantearse de algún modo y que
cia de la que Cavaillés ve, si no los fun­ está en el corazón de la gran crisis abierta
damentos, al menos las premisas en la por la teoría de conjuntos.
obra de Bolzano. La teoría de conjuntos se da explíci­
La conciencia de la necesidad de esta tamente como objetivo eliminar del aná­
nueva teoría de la ciencia, esto es, de una lisis el elemento geométrico y, como con­
filosofía del pensamiento científico ade­ secuencia de ello, redefinir los seres
cuada a la revolución sufrida por la mate­ matemáticos hasta ahora propuestos
mática, que sobrepase a la vez al mode­ como simples existentes. Mas Cavaillés
lo kantiano y al husserliano (en particular ha mostrado hasta qué punto hubo que
a este último, pues lo que se busca es pre­ rebajar este entusiasmo y en qué medi­
cisamente la solución filosófica a la cri­ da la teoría de conjuntos estuvo cons­
sis conjuntista de las matemáticas), está tantemente influida por la noción gené-
reflejada en el apasionamiento con que ral de existencia para los objetos
Cavaillés ha concebido y redactado esta matemáticos.
obra, escrita en lo esencial en la prisión Cavaillés ha sido criticado a veces por
o durante los raros momentos de refle­ haber expuesto rigurosamente los pro­
xión teórica que el líder de la resistencia blemas y las diversas posibilidades de solu­
había podido reservarse. En tono burlón, ción sin indicar claramente hacia qué solu­
Cavaillés había escrito a Léon Brunsch- ción se inclinaba él: el que eso diga, no
wig en 1942 a propósito de este libro lo ha leído bien sin duda; porque Cavaillés
que quería «animar una vieja querella con­ propone bella y claramente una teoría de
tra la lógica trascendental, especialmen­ la definición de existencia de los objetos
te la de Husserl...»; en realidad, nadie matemáticos, empezando por un recha­
puede dudar que el autor conocía la zo de todo absoluto a priori que sólo la
importancia y el desafío que comporta­ intuición captara, mas que no lo captaría
ba esta «querella»: nada menos que una inmediatamente sino a través de la igno­
nueva teoría de la ciencia que albergar­ rancia y el olvido del proceso real que
se la crítica de las soluciones logicista, construye el objeto:
formalista e intuicionista, y en la que pre­ «N o hay absoluto de partida: ¿qué
valecería el modelo de la dialéctica del decir del punto, del continuo, del núme­
concepto. La dificultad intrínseca de esta ro entero, sino que son elementos y orí­
obra, las catastróficas condiciones de su genes de encadenamientos de los que
composición (Cavaillés no tuvo tiempo toman sus sentidos y que los superan?»,
de releerla ni de añadirle las notas) y la constata el autor.
muerte trágica y heroica de su autor han El recurso a la definición kantiana de
contribuido sin duda a subestimar su apor­ las matemáticas com o resultantes de la
tación o a que pase desapercibida. A lo «construcción de conceptos» parece
que hay que añadir que su significación entonces tentador. Pues lo que Kant ha
inmanente no puede aparecer más que permitido precisar es el lugar en don­
en el cuadro entero de la obra del autor. de se encuentra planteada la cuestión
Cavaillés plantea la cuestión de la orto­ de la realización del objeto matemático,
logía matemática, es decir, la cuestión sobre a saber, la relación entre la intuición y
la naturaleza, la realidad y la manifestación la construcción. Lo que hay que pensar
de los seres matemáticos. Esta cuestión no según Cavaillés es la exacta relación de
es la de un filósofo a propósito de las mate­ la intuición con la construcción, lo cual
máticas, o sobre lo matemático, esto es, requiere una revisión fundamental de la
la de una relación de exterioridad con res­ noción de intuición. Hay en matemáti­
pecto a la matemática; es históricamente cas un dato intuitivo preexistente a toda
una cuestión que opera desde el interior nueva construcción en la que se inserí-
579 SOBRE LA REVOLUCIÓN

biesen todas las nociones inéditas: lo cribe en una larga tradición, a la que per­
cual lleva a negar a nociones tales como tenece igualmente el > Proyecto de paz
la de número negativo un derecho de perpetua del abate de Saint-Pierre. La obra
ciudadanía matemática porque esa se presenta como un tratado diplomático:
noción no se inscribe en la zona intui­ una primera sección reúne seis artículos
tiva precedente, a la que se considera­ preliminares redactados todos en modo
ba eterna e inmutable. Se trata así para prohibitivo; una segunda sección expone
Cavaillés de restaurar la dinámica dia­ los tres artículos definitivos del tratado de
léctica de la conceptualización fijando paz que deberán concertar los Estados entre
precisamente el papel de la intuición y sí a fin de garantizar una paz duradera entre
del esquematismo trascendental en el ellos: 1. La constitución civil de cada Esta­
interior de ese proceso. do debe ser republicana (que combine la
Ésta es la razón de que Cavaillés vuelva libertad de los miembros de la sociedad
a una teoría general de la ciencia extraída en tanto que hombres, la sumisión de todos
de la lectura de la obra de Bolzano: «Dicho en tanto que sujetos a una legislación
de otro modo, la teoría de la ciencia es común, y la igualdad de los ciudadanos);
un a priori, no anterior a la ciencia sino 2. Es necesario que el derecho de los pue­
alma de la ciencia, que no tiene requisitos blos se funde en una federación de Esta­
exteriores sino que los exige a su vez de la dos libres; 3. El derecho de ciudadanía mun­
ciencia. Doble dificultad de la solución bol- dial debe limitarse a las condiciones de una
zaniana: si tal solución evita la subordina­ universal hospitalidad. Dos suplementos y
ción a un existente histórico o al absoluto un análisis completan este texto, que vie­
de la conciencia, debe poseer en sí la tota­ ne a desembocar en la fórmula trascen­
lidad de lo que ella alcanza, y discernir a dental {a priori) del derecho público. «Las
continuación, si puede, el elemento esen­ acciones referentes al derecho de otros
cial permanente de lo que es móvil por sí hombres son injustas, si su máxima no
mismo.» Solución en la medida en que ha admite publicidad». La paz perpetua es el
logrado excluir todo fundamento exterior reino por venir del derecho público en el
— y en particular toda conciencia tética— que se reconciliarán moral y política.
, la teoría de la ciencia sigue atormentada
por la contradicción entre su posición ini­ Edición: Sobre la paz perpetua (tr. J. Abe-
llán), 5.a ed., Tecnos, 1996.
cial y el contenido que ella genera. A esta Estudios: Introducción de A. Truyol a la ed.
dificultad propone Cavaillés una solución cit.; P. Hassner, «Immanuel Kant», en L.
que, a su juicio, había que profundizar: la Strauss y J. Cropsey (comps.), Historia de
dialéctica del concepto. la filosofía política (tr. L. García Urriza,
D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México, Fon­
Edición: Sur la logique et la théorie de la do de Cultura Económica, 1993, pp. 549-
Science, Vrin, 1987. 584; E. Cassirer, Kant: vida y doctrina (tr.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ W. Roces), Fondo de Cultura Económica,
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­ 1993; M. Castillo, Kant et l ’avenir de la
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 35-40-, culture, P.U.F., 1990.
J. T. Desanti, -*• Les idéalités mathémati-
ques, Le Seuil, 1968.

SOBRE L A REVOLUCIÓN , On Revo-


lution, 1963.
SOBRE L A PAZ PERPETUA. Un ensa­ H a n n a h A r e n d t , 1906-1975.
yo filosófico, Zum ewigen Frieden. Ein
philophischer Entwurf, 1795. Esta obra analiza y compara las revo­
Im m a n u e l K a n t , 1724-1804. luciones americana y francesa, y eva­
lúa sus efectos respectivos sobre la evo­
Compuesto con alguna ironía «a la lución del mundo contemporáneo. El
manera de...», el opúsculo de Kant se ins­ objetivo de la autora es mostrar que la
SOBRE LA TEORÍA DEL OBJETO 580

única revolución triunfadora es la ame­ creto— , el autor distingue entre el objeto


ricana, mientras que hay que atribuir a de la representación y el objeto del juicio.
la Revolución francesa la desviación que Lo cual conduce precisamente a la dis­
sufre la historia moderna. tinción entre el contenido psíquico y la
Entre las nociones de libertad y de igual­ actividad psíquica. Igualmente se ve abo­
dad, los revolucionarios franceses han pre­ cado a discernir una nueva clase de hechos
ferido siempre la segunda, mientras que psíquicos que se sitúa entre la represen­
los americanos han optado por la liber­ tación y el juicio: el supuesto o suposición
tad. El principio de libertad es, por lo (Annahme). Al igual que el objeto del jui­
demás, el que anima a la Constitución cio, el objeto de la suposición difiere del
actual de los Estados Unidos. objeto de la representación.
Filósofa y crítica política, Arendt goza Sobre la teoría del objeto ocupa unas
todavía hoy de muy gran audiencia. cincuenta páginas divididas en doce pará­
grafos, el primero de los cuales lleva por
Edición: Sobre la revolución (tr. P. Bravo), título «La cuestión». El autor plantea en
Alianza, 1988. efecto la cuestión de saber si, entre las
Estudio: A. Enegren, La pensée politique ciencias acreditadas, existe una ciencia
de Hannah Arendt, P.U.F., 1984.
que se ocupe del «tratamiento teórico del
objeto en tanto que tal». Porque Meinong
estima necesario tratar del objeto en tan­
to que tal, es decir, de «lo objetivo» pro­
SO BRE L A TEO RÍA DEL O BJETO,
piamente dicho, con independencia del
Über Gegenstandstheorie, 1904.
hecho de que pueda ser «verdadero» o
A lexiu s M e in o n g , 1853-1920.
«falso», «existir» o «no existir». La «teoría
del objeto» de Meinong es por tanto esa
Sobre la base de una investigación con­ ciencia a la que él da por función ocu­
cerniente a la relación cognitiva del suje­ parse de lo «dado» («m it dem Gegebe-
to pensante con el mundo que él piensa, n en »), sin prestar atención a su «ser»
Meinong ha concebido sucesivamente tres mismo, y teniendo por sola y única fina­
tipos fundamentales de teoría: la teoría de lidad el conocimiento de su «ser-así».
la relación en 1882, la teoría del valor en Si se da por sentado que lo único que
1894, y la teoría del objeto en 1903. está exclusivamente en cuestión es la natu­
Antes de acceder a la tercera teoría, raleza intencional de la aproximación a
Meinong había establecido el estatuto lo «objetivo», lo que prima en el curso de
de los objetos «de orden superior» en un la operación de lo que constituye esta con­
tratado publicado en 1899 (S obre los sideración del objeto, es el «ser-así» del
objetos de orden superior y su relación objeto contemplado y fijado. Es preciso
con la percepción interior). Otra publi­ por tanto retener el carácter esencialmente
cación, en 1902, lo orienta definitiva­ objetivista de la operación postulada por
mente hacia la teoría del objeto (Sobre la teoría del objeto aquí propuesta. Mei­
las suposiciones). nong subraya justamente que él tiene en
Partiendo de la doctrina de Hume sobre cuenta un principio de independencia del
las relaciones que unen los diversos ele­ ser-así con relación al ser. Porque el obje­
mentos de lo conocido, de una concep­ to puro es exterior al ser. El autor pre­
ción de la psicología desde un punto de senta asimismo su teoría del objeto como
vista empírico próximo al que Brentano estando destinada a convertirse en la teo­
había formulado en 1874, y de la noción ría general de los «objetos de conoci­
de «cualidades de la forma» introducida por miento», e incluso como siendo ya una
Christian von Ehrenfels — concepciones teoría del conocimiento, una pura lógica,
a las que Meinong añade la de Kazimierz y también una ciencia propiamente dicha.
Twardowski relativa a los objetos de pen­ Poco importa que lo objetivo captado por
samiento que pueden no «existir» en con­ el acto de conocimiento apropiado pue­
581 SOBRE PEDAGOGÍA

da ser un «ser» o un «ser-así». Lo que per­ Edición: Sur les confins de la vie, Flam-
manece es que el objeto contemplado marion, 1966.
es un referente objetivo que no está en Estudio: R. Bespaloff, Cheminements et
carrefours, Vrin, 1938.
absoluto constituido por el acto de cons­
ciencia: es todo lo que se puede concebir
de un objeto en razón de su naturaleza.
Tal com o ha sido establecida por Mei-
SO B R E PE D AG O G ÍA , Ü ber Pádago-
nong, puede subsistir la distinción entre
gik, 1803.
la aprehensión del objeto y la considera­
I m m a n u e l K a n t , 1724-1804.
ción del objeto en sí mismo.
Recopilación de notas.
La intencionalidad y el recurso de Hus­
serl a un sujeto trascendental, junto con
Hablando propiamente, Sobre peda­
la riqueza de los análisis husserlianos han
gogía no constituye un libro, puesto que
hecho olvidar un poco esta estricta teo­
se trata de una compilación de notas del
ría de lo objetivo. En 1905, Russell la evo­
filósofo para los cursos que impartió en
ca, para criticarla, en un artículo sobre la
la universidad de Konisberg desde 1776
denotación («On d en otin g») en el que
a 1787. No se encuentra en esta obra el
exponía su teoría de las descripciones y
orden y la arquitectónica habitual de las
refutaba la independencia del ser-así con
obras de Kant. Por tal razón, el título de
relación al ser.
Tratado de pedagogía que a veces se le
Edición: Über Gegenstandstheorie, en Mei- da es poco adecuado.
nongs Gesamtausgabe, Graz, Akademische La atención que el autor presta al pro­
Drück und Verlagsanstalt, 1971. blema de la educación es la propia de todo
Estudio: L. Linsky, Le probléme de la réfé- su siglo. Kant, gran lector de Rousseau,
rence, Le Seuil, 1974. Véase sobre todo el
capítulo II: «La théorie des objets». piensa que «es en el fondo de la educa­
ción donde reside el gran secreto del per­
feccionamiento de la naturaleza huma­
na». Por otra parte, este interés se veía
SOBRE LO S CONFINES DE L A VIDA, reforzado por el deplorable estado de las
o La apoteosis del desarraigo, Sur les instituciones educativas de la Alemania
confins de la vie, 1905. de finales del siglo xv iii .
L eó n C h e s to v (Lev Issaákovich Chvarts- La introducción expone los puntos de
man), 1866-1938. la cuestión pedagógica para toda refle­
xión sobre el hombre. Kant articula en
En un serie de parágrafos expuestos ellos la libertad, como fin último de la edu­
desordenadamente, para reflejar la ima­ cación, y la necesaria disciplina que toda
gen vacilante y contradictoria de la vida, educación comporta. Muy atento a ¡os
León Chestov critica la elaboración de sis­ impedimentos prácticos que pesan sobre
temas filosóficos cerrados y definidos, que toda empresa educativa — en particular
dan de la verdad una concepción tranqui­ en la enseñanza pública— , Kant se nie­
lizadora aunque ilusoria: es preciso deses­ ga sin embargo a ajustar las finalidades
tabilizar los axiomas como evidentes. La de la educación a la medida de lo que hay.
actitud filosófica verdadera se abre a la Si la educación es el medio por el cual la
«apoteosis del desarraigo» y se niega a acre­ humanidad puede arribar a su verdade­
ditar las verdades lisas y controladas de los ro destino, inaccesible al individuo, la edu­
racionalistas. El conocimiento por causas cación debe necesariamente ser regula­
no es verdadero conocimiento. La ver­ da por un ideal.
dad está en todas partes y en ninguna; hay Toda la parte dedicada a la educación
que aprender a conocerla sin pretender física está muy inspirada en las ideas de
necesariamente captarla. El saber, inesta­ Rousseau. Kant había leído en efecto el
ble, es revisable indefinidamente. -*■ Em ilio muy atentamente.
SOCIEDAD CONTRA EL ESTADO (LA) 582

En lo que concierne a la educación del Esta constatación se ve completada por


espíritu, Kant distingue el aspecto inte­ un examen atento del proceso de la alie­
lectual del aspecto moral. E insiste en par­ nación .
ticular sobre la necesidad de un trabajo
intelectual en el plan escolar; hay que Edición: La sociedad contra el Estado (tr.
separar netamente los tiempos del trabajo A. Pizarro), Barcelona, Luis Porcel, 1981.
Estudio: M. Abensour (dir.), L ’Esprit des
y del recreo. lois sauvages: Pierre Clastres ou une nou-
La educación moral se apoya en las velle anthropologie politique, Le Seuil,
distinciones clásicas de la moral kantia­ 1987.
na: habilidad y moralidad no deberán ser
confundidas en la educación, que deberá
formar el carácter y despertar el sentido
del deber para uno mismo. SO FÍA (LA), La Sophia, 1876.
Estas reflexiones sobre la educación no V la d ím ir S erguéievich S o l o v ie v , 1853-
ejercieron una influencia comparable a 1900.
las de Locke o a las de Rousseau. Mas Diálogo.
nuestros actuales pedagogos podrían
encontrar en Sobre pedagogía numero­ Esta obra, que Soloviev definió como
sos consejos juiciosos. Y sobre todo esta una obra «místico-teósofo-filosófico-teúr-
idea: ninguna educación será digna de gico-política» (sic), contiene lo esencial del
este nombre si no está ordenada hacia pensamiento místico y metafísico del
finalidades humanistas. autor. Abordar La Sofía requiere un cono­
cimiento previo de ciertos temas de la
Edición: Sobre pedagogía (tr. M. Fernán­
Cábala. El filósofo elabora en efecto su
dez Enguita), Akal, 1983.
Estudio: L. Vicenti, Éducation et liberté - reflexión en tomo a diversas tesis gnósti-
Kant et Fichte, col. «Philosophies», P.U.F., cas; de ahí el hermetismo evidente de la
1992. obra en una primera lectura.
De este texto ha podido decirse que
contiene las bases de la filosofía de Solo­
viev. El hecho es que el filósofo mismo
SO C IE D A D C O N T R A EL E S T A D O no ha renegado jamás de ellas.
(LA): Investigaciones sobre antropo­
logía política, La société contre l ’État: Edición: La Sophia^et les autres écrits
Recherches d ’anthropologie politique, frangais, Lausana, L ’Áge d’homme, 1982.
1974. Estudio: A. Kojevnikoff, «La métaphysique
religieuse de Vladimir Soloviev», Reuue d'his-
P ierre C la s t r e s , 1934-1977. toire et de philosophie religieuses, n “ 14
y 15, 1934-1935.
La intención de Clastres se articula
en torno a la confrontación, sobre el
problema del poder entre nuestras socie­
dades históricas y ciertas sociedades sin SOFISTA, o Del Ser, l o (picnic;, f| Ilepi
historia, igualmente llamadas «socieda­ to ’D óvto <;, o hacia 365 a.C.
des primitivas». Este análisis compara­ P l a t ó n , 428/427-348/347 a.C.
tivo conduce al autor a afirmar que eco­ Diálogo.
nomía y política evolucionan en razón
inversa la una de la otra. Así, cuanto Este diálogo examina el valor de las
más rudimentaria es la economía, menos tesis eleáticas y construye una crítica meto­
coercitivo es el poder. Recíprocamen­ dológica de la filosofía inmovilista del gran
te, el Estado todopoderoso y la socie­ Parménides (el Sofista prolonga de paso
dad dividida en clases van a la par de los análisis del -*■ Parménides). Platón cri­
una lógica de producción orientada hacia tica la solución de los materialistas (los
la rentabilidad máxima. «hijos de la tierra»), que identifican la nada
SOLILOQUIOS

con el vacío, y al ser en su plenitud con comúnmente lanzada contra los estoicos)
los átomos. A este materialismo — el de contrasta con su situación de poder: nadie
Demócrito— opone él la filosofía de los ha afirmado mejor que el emperador Mar­
«amigos de las Ideas» (tal vez los platóni­ co Aurelio la igualdad innata de todos los
cos mismos), que rehúsan afirmar que hombres, depositarios de la razón divina y
todo es corporal. ciudadanos del mundo. Se ha llegado inclu­
Al analizar el Ser y el no-ser, Sócrates so a ver en esta afirmación primordial de la
los identifica con lo Mismo y lo Otro. igualdad de los hombres una prefiguración
Mediante razonamientos asaz sutiles, que de la idea cristiana. ¡Extraña manera de leer
hacen del Sofista un diálogo difícil, Pla­ la historia al revés, que reduce a las más ahas
tón baraja la posibilidad de atribuir una inteligencias de la humanidad a la condición
cierta realidad al no-ser. de precursores titubeantes! ¿Por qué no
reconocer más bien que, pese a que la apor­
Edición: Sofista (tr. N. J. Cordero), en Diá­ tación del cristianismo a la idea de igual­
logos V, Gredos, 1988. dad haya sido considerable, este último no
Estudios: F. M. Cornford, La teoría pla­
es el inventor de ella?
tónica del conocimiento (tr. N. L. Corde­
ro y M. D. del C. Ligatto), Paidós, 1991; El autor se ve a sí mismo «progresan­
J.-F. Mattéi, L'Étranger et le Simulacre: do» en el camino de la sabiduría. En este
essai sur la fondation de l ’ontologie pla- escrito da testimonio de una lucidez sin
tonicienne, P.U.F., 1983. complacencia respecto a sí mismo y prac­
tica un examen de conciencia severo. El
libro se abre incluso con un amplio inven­
tario de todo lo que el emperador es cons­
SOLILO Q UIO S, T á d a éauxov, o de ciente que debe a otros. En lo esencial,
170 a 180. vuelve a tomar los preceptos de Epicte-
M a r c o A u r e u o , 121-180. to, el esclavo. Vivir de acuerdo con la natu­
raleza, en los dos sentidos de la palabra:
Marco Aurelio redactó los Soliloquios conformarse a las leyes del cosmos y obe­
día a día, a veces muy cerca del teatro de decer al genio propio, ser uno mismo,
la acción. N o son por tanto un diario ínti­ asumir su propio papel. Nada que cons­
mo, sino el registro regular de un examen tituya un aporte original a la doctrina de
de conciencia. Las circunstancias de la sus predecesores. Intentemos discernir
redacción explican su composición asaz los elementos que definan la contribución
relajada, muy alejada de toda preocupa­ específica de Marco Aurelio.
ción didáctica. La aportación de los Soliloquios a la
Asumiendo la herencia estoica clásica, moral estoica parece ser principalmente
Marco Aurelio, último representante de técnica. Hablando en términos kantianos,
la escuela del Pórtico, desarrolla su pen­ la cuestión es de orden pragmático:
samiento casi exclusivamente en el domi­ ¿Cóm o aplicar en la vida concreta los
nio de la moral. De la lógica, apenas se principios generales enunciados por los
preocupa. En física retiene sobre todo la maestros? A fin de hacemos capaces de
idea de una providencia que gobierna el no desear más que lo que dependa de
mundo. Se distingue, sin embargo, por la nosotros, el autor realiza una desmistifi­
afirmación de una esencia propia de la cación sistemática del mundo, de los ído­
inteligencia humana distinta del alma los y de los fantasmas, y nos invita a con­
material, sede de las pasiones. siderar las cosas por lo que ellas son sin
Es la moral lo que interesa a Marco Aure­ más, reduciéndolas a sus elementos cons­
lio, hombre de acción confrontado con las titutivos. ¿La buena comida? «Aquí un
vicisitudes de la existencia y del poder, enre­ cadáver de pez, allá un cadáver de ave.»
dado sin cesar en el trato con sus semejan­ ¿Los placeres del amor? «Un frotamien­
tes. La humildad del filósofo (Marco Aure­ to del vientre y la eyaculación de un líqui­
lio no está incluido en la acusación de orgullo do viscoso acompañado de un espasmo.»
SOMBRA DE DIOS (LA) 584

¿La muerte? ¿No nos priva sobre todo de comienzo de la segunda mitad del siglo xx,
cosas bien mediocres? De todos los estoi­ los problemas de la naturaleza, del valor
cos, Marco Aurelio es el más sensible al y de la existencia de Dios. Retomando
tema del orden del mundo y de la provi­ el análisis de la «apuesta» de Pascal, Sou­
dencia. Y construye un argumento en for­ riau muestra que ese texto extraídos de
ma de dilema. Si este mundo no está regi­ los -+ Pensamientos es la obra de una
do por orden alguno, ¿por qué amarlo, «sabiduría unificante» que, a sus ojos, es
por qué lamentar abandonarlo? Si por insuficiente: es preciso poder acceder a
el contrario existe una providencia, ¿no la experiencia de aquello que reúne «la
debemos entonces confiar en ella? experiencia de lo que instituye las dis­
La atención prestada a la dignidad de tancias». Para Souriau en efecto, no se
la persona humana, depositaría de la puede acceder al conocimiento de Dios
razón universal, funda la exigencia de res­ más que en y por un amor racional. Toda
peto y de justicia, mas también el deber nuestra existencia en la que se efectúa
de hacer el bien sobre su entorno ocu­ concretamente nuestro esfuerzo, y su
pándose de los asuntos de la ciudad. decurso temporal e histórico, aparece
En su conjunto, los Soliloquios nos dan como «el envés del tapiz», con sus nudos,
la imagen del estoico más sim p á tico sus rugosidades, sus deshilachados. «Mas
— en el sentido más puro de la palabra— la trama no es absolutamente opaca», nos
de todos. En parte alguna hay el menor advierte Souriau. «Misteriosamente las
indicio para sospechar que Marco Aure­ sombras y las luces se pasean por ella
lio hubiera practicado el estoicismo como haciéndola a veces asaz translúcida para
un ideal estético de existencia. Menos poder entrever fugazmente con claridad
didáctico que Epicteto, menos austero que el esplendoroso objeto que hay al otro
Séneca, Marco Aurelio encama la figura lado.» Es a la captación de esta dimen­
del sabio consciente de sus debilidades, sión supraexistencial de lo real a lo que
mas también de su dignidad, entregado el hombre con vocación de espiritualidad
a la tarea de vivir su condición humana en
debe consagrarse.
el ejercicio de pensarla, y no creyéndose
dispensado de vivirla porque la pensaba. Edición: L ’Ombre de Dieu, P.U.F., 1955.
Los Soliloquios de Marco Aurelio son Estudio: L. de Vitry-Maubrey, La Pensée
un libro-faro, no solamente del estoicismo cosmologique d'Étienne Souriau, Klinck-
y de la filosofía helenística, sino también sieck, 1974.
del pensamiento occidental. La influencia
de Marco Aurelio continúa ejerciéndose
sin interrupción hasta la época contem­
poránea sobre los más grandes espíritus. S T R O M A T A , TK>v Kax'a t^ v ñdr|eri
(piXooocptav yvcoatiK & v ímo¡jvr||mi:cov
Ediciones: Soliloquios (tr. J. D. García Bac- cxpco^ctTEt^, o hacia 179.
ca), México, Secretaría de Educación Públi­ C lemente de A lejandría , hacia 140-hacia
ca, 1944; Meditaciones (tr. B. Segura), Alian­ 220.
za, 1996.
Estudio: Ch.Parain, Marc-Auréle, Bruselas,
Complexe, 1982. En los ocho libros que componen esta
obra, Clemente ha reunido las «simientes
de gnosis» que tratan del cristianismo y
de las diversas doctrinas filosóficas de la
SO M B R A DE DIO S (LA), L ’ombre de Antigüedad.
Dieu, 1955. El autor reconoce que la lectura de los
É tie nne S o u r ia u , 1892-1979. griegos es útil a los cristianos, mas al mis­
mo tiempo afirma que el pensamiento
El esteta se interroga aquí sobre las griego ha tomado mucho de las Escritu­
perspectivas bajo las que se plantean, al ras, que son todavía más antiguas. Nume­
585 SUEÑO DE D’ALEMBERT

rosas cuestiones de teología son aquí abor­ no delirio. Este procedimiento le permite
dadas, como la continencia, la perfección, a Diderot introducir las ideas más auda­
el martirio, la ascesis y la fe. ces: «N o carece de ingenio haber pues­
to mis ideas en boca de un hombre que
Edición: Stromates, 8 vols., Le Cerf, 1949- sueña: a veces hay que dar a la sabidu­
1981. ría el aire de la locura, a fin de procu­
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad
Media (tr. A. Pactos y S. Caballero), Gredos, rar su admisión.»
1972, pp. 45-52 y 57; Cl. Mondésert, intro­ Mientras que la Conversación entre
ducción a la edición francesa. D ’Alem bert y D iderot se proponía elu­
cidar la relación de lo inerte con lo vivo,
el Sueño de D ’Alembert expone una teo­
ría del pasaje del ser sensible al ser pen­
SU E Ñ O DE D ’ALE M B E R T, Reve de sante. La explicación es totalmente mate­
d ’Alem bert, 1831. rialista, mas nunca mecanicista en sentido
D enis D id e r o t , 1713-1784. cartesiano. Por ejemplo, la memoria es
Diálogo. resultado de la vibración de una cuerda
sensible que continúa resonando después
«No es posible ser más profundo y más de que se la haya pulsado. La asociación
loco», escribía Diderot a propósito de esta de ideas procede de la comunicación a
obra. El Sueño de D ’A le m b e rt es de sus vecinas de la vibración de una cuerda
hecho el segundo de una serie de tres diá­ sensible. Este esquema fisiológico permi­
logos redactados en 1769: el primero te a Diderot dar cuenta de las facultades
es una Conversación entre D ’Alem bert psíquicas, explicadas a partir de conside­
y Diderot, y el último una Continuación raciones estrictamente materialistas.
de la conversación. Mas este texto no se limita a la com­
Los tres diálogos nacieron del interés prehensión de los mecanismos corpo­
siempre creciente de Diderot por las cues­ rales o físicos. La situación del hombre
tiones biológicas, y por la de la relación en la creación se encuentra igualmente
entre el espíritu y la materia. Las con­ afectada. Porque si el ser humano no
versaciones se alimentan de una infor­ consiste más que en un agregado de
mación sumamente rica; sus lecturas sobre fibras dotadas de sensibilidad por su orga­
estas cuestiones eran innumerables y Dide­ nización, entonces no goza de ninguna
rot estaba muy al día de los trabajos de situación privilegiada en el universo mate­
sus contemporáneos: Haller, Buffon, Mau- rial. El hombre no es más que un esta­
pertuis, los médicos Bordeu, Tronchin, dio particular en el gran movimiento
Petit, Roux (Bordeu interviene además, determinista de la materia: «El hombre
junto a Mademoiselle de Lespinasse, en no es más que un efecto común.» Es por
el Sueño). Contra el cartesianismo y todo tanto más que evidente que Diderot reto­
dualismo en general, Diderot defiende ma aquí la tesis evolucionista planteada
la idea de una materia única, universal­ ya a bastante profundidad en su -+ Car­
mente sensible, aunque bajo formas diver­ ta sobre los ciegos. Contra la evidencia
sas. El continuismo de Diderot va a impo­ inmediata, que constata la rigidez de las
ner sus consecuencias en el nivel biológico, especies vivientes, Diderot afirma: no
mas igualmente se ampliará a los nive­ nos falta más que una visión de la inmen­
les de la antropología, la moral, la meta­ sidad del tiempo para captar las trans­
física. formaciones.
Sus tesis no toman nunca la forma de Los mismos valores morales tampo­
un desarrollo sistemático. Muy al con­ co salen indemnes. Pues la noción de per­
trario, la exposición que Diderot hace sona humana se desvanece con el indi­
de ellas es extremadamente deshilva­ viduo, inmerso en la totalidad cósmica de
nada, puesto que el D’Alembert que aquí cuyo seno emerge provisionalmente: «¡Y
pone en escena es un hombre en ple­ vosotros habláis de individuos, pobres filó­
SUEÑOS (LOS) 586

sofos! Dejad en paz a vuestros individuos. entendido como la realización simbóli­


(...) N o hay más que un solo y gran indi­ ca de deseos rechazados en el incons­
viduo: el todo.» La moral no tiene por tan­ ciente durante la vida diurna.
to sentido más que por relación a esos Para explicar el carácter aparentemente
seres, puramente ficticios, que son el indi­ absurdo del sueño, Freud introduce la dis­
viduo o la persona, pero sólo relativa­ tinción entre contenido latente y conte­
mente a la especie, cuyo interés deter­ nido m anifiesto. El contenido latente
mina el bien y el mal. Estas son reflexiones designa el deseo mismo que ha logrado
muy cercanas a las de un Sade, pero las expresarse simbólicamente en las imá­
consecuencias morales jamás son lleva­ genes del sueño (contenido manifiesto).
das aquí tan lejos. El delirio de D ’Alem­ El sueño aparece entonces como el com ­
bert no es solamente para Diderot la oca­ promiso entre la voluntad del sujeto que
sión de suprimir toda censura. Es también desea dormir y el deseo que busca esca­
el pretexto para una prosa filosófica más par a la censura para realizarse. Igual­
lírica, más pintoresca que nunca. Si el mente, Freud afirma que el soñar es «el
materialismo fisiologista del S ueño de guardián del sueño físico».
D ’A lem bert encontró numerosos discí­ El «trabajo del sueño» designa los dife­
pulos y continuadores en el siglo siguien­ rentes mecanismos utilizados por la cen­
te, su estilo, en cambio, no ha conocido sura para hacer irreconocible el deseo
heredero en la literatura filosófica fran­ rechazado. Entre estos mecanismos de
cesa. enmascaramiento del contenido latente
del sueño, se encuentran la simbolización,
Edición: El sueño de D ’Alembert. Suple­ la conversión en su contrario, el despla­
mento al viaje de Bougainville (tr. M. Balles­ zamiento, el rechazo, la condensación.
teros), Debate, 1992.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­ El estudio de los sueños tiene una
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), importancia primordial en la práctica ana­
vol. II, Tecnos, 1988, pp. 11-15 y 117; E. de lítica. Son los sueños los que desvelan los
Fontenay, D iderot ou le Matérialisme conflictos inconscientes y permiten des­
enchanté, col. «Biblio-Essais», Le Livre de cubrir su origen infantil. El mismo Freud
Foche, L.G.F., 1984.
ha reconocido deber los más grandes des­
cubrimientos psicoanalíticos al análisis de
sus propios sueños.
S U E Ñ O S (L O S ), Ü ber den Traum,
1901. Edición: Los sueños (tr. J. Cabrera), Tec­
nos, 1988.
S ig m und F r e u d , 1856-1939. Estudio: M. Robert, La révolution psycha-
nalytique: la vie et ¡ ’oeuvre de Freud, Peti-
El sueño es considerado por Freud te bibliothéque Payot, 1989.
como «la vía real que nos conduce hacia
el inconsciente». Esta breve obra comien­
za revisando las diferentes teorías que han
sido sucesivamente propuestas para dar SUEÑOS DE UN VISIONARIO EXPLI­
cuenta de los sueños. Los Antiguos los C A D O S P O R LO S SU E Ñ O S DE L A
interpretaban como un mensaje divino al M E TAFÍSICA, Traume eines Geister-
cual daban valor premonitorio. La fisio­ sehers erla utert durch Traüm e der
logía ha hecho de ellos un simple desa­ Metaphysik, 1766.
rreglo de las funciones psíquicas. Freud Im m an u e l K a n t , 1724-1804.
afirma aquí que el sueño, lejos de ser un
fenómeno absurdo y sin importancia, tie­ Kant debió sentir algún embarazo en
ne un sentido, pero que este sentido no reconocer públicamente su interés por las
podría ser descubierto, com o quiere la tesis del visionario sueco Emanuel Swe-
sabiduría popular, por una simple tra­ denborg, puesto que publicó este texto
ducción de símbolos. El sueño debe ser anónimamente.
587 SUMA ATEOLÓGICA (LA)

La obra critica las pretensiones de Swe- nos Aires, Siglo Veinte, 1970; S. Lukes,
denborg de utilizar un «sentido» especial para Émile Durkheim. Su uida y su obra, Cen­
entrar en contacto con los espíritus. Kant tro de Investigaciones Sociológicas, 1984.
llega hasta establecer un paralelismo entre
las «historias de espíritus» del fundador de la
teosofía y los «sueños» de la metafísica.
S U M A A T E O L Ó G IC A (LA), La Som-
Edición: Los sueños de un uisionario (tr. me athéologique, 1954 y 1961.
P. Chacón e I. Reguera), Alianza, 1987. G eorg es B a t a il l e , 1897-1962.
Estudios: E. Cassirer, Kant: vida y doctri­
na (tr. W. Roces), Fondo de Cultura Eco­
Compuesta por La experiencia inte­
nómica, 1993; M. David-Ménard, La folie
dans la raison puré: Kant lecteur de Swe- rior (1943), E l culpable (1945), y Sobre
denborg, Vrin, 1990. Nietzsche, a los que se añaden Aleluya
y M é tod o de m editación (1947), La
Suma ateológica debía contener origi­
nalmente E l Perturbador y E l sistema
SUICID IO (EL), Le suicide, 1897. inacabado del no-saber, que no vieron
ÉM1LE D u r k h e im , 1858-1917. jamás la luz.
La obra da testim onio de la exp e­
En este estudio de sociología que se riencia interior de Georges Bataille. Su
apoya en datos estadísticos muy nume­ forma es la de un diario: fragmentos,
rosos, Durkheim ha mostrado admira­ notas, cortos poemas, mas el tono adop­
blemente que la tasa de suicidio consti­ tado por el autor no es el propio de las
tuye un indicador objetivo del grado de confesiones. Esta «experiencia interior»,
a no mía de una sociedad o de un grupo cuyas modalidades son el éxtasis, la
social. Por «anomía» entendía él una rela­ angustia, el saber y el no-saber, desig­
jación moral de la sociedad de la que na la experiencia de los límites que
resulta que los individuos no saben ya encuentra aquel que, habiendo dejado
qué normas deben seguir. En efecto, de querer ser T odo, comprende que él
la tasa de suicidio en una sociedad dada no es más que imperfección, inacaba-
varía en función inversa del grado de miento y desesperación, y en esta fini-
integración de los individuos en las tud encuentra el signo de su grandeza y
estructuras familiares, religiosas y polí­ de su salvación. «Dios no es el límite del
ticas de esa sociedad. Pero toda crisis hombre, mas el límite del hombre es
social comporta un peligro de anomía, divino. Dicho de otro modo, el hombre
incluso aunque tenga su origen en un es divino en la experiencia de sus lími­
aumento brusco de poder o de fortuna. tes» (E l culpable).
Impresionado por las fuertes tasas de C on La Suma a teológica inaugura
suicidio constatadas en la industria y el Bataille un nuevo género literario: La
com ercio en la ép oca del desarrollo Experiencia interior, aunque alimenta­
industrial, el autor ha concluido que la da de la intimidad de su autor, alcanza
sociedad tradicional estaba inmuniza­ el rigor abstracto de la verdad objetiva.
da por el hecho de su estabilidad. La Es a la actividad creadora lo que el ensa­
evolución ulterior ha mostrado que con yo es a la obra. Profundamente marca­
el progreso de la industrialización baja­ do por la lectura de Pascal y de Nietzs­
ban las tasas de suicidio urbano, mien­ che, Bataille concitó sobre sí las críticas
tras que las mayores tasas se encon­ de los surrealistas, de los existencialistas
traban en las regiones rurales. («M, Bataille sobrevive a la muerte de
Dios», ironiza Sartre) y de los cristianos
Edición: El suicidio (tr. L. Díaz Sánchez),
(para Gabriel Marcel, Bataille no tiene
Akal, 1992.
Estudios: R. Aron, Las etapas del pensa­ la sinceridad que hacía de Nietzsche un
miento sociológico (tr. A. Leal), vol. D, Bue­ místico).
SUMA CONTRA LOS GENTILES 58 8

Edición: Somme athéologique I et II, en tido de que está siempre en acto, jamás
Oeuvres completes, t. 5 y 6, Gallimard, en potencia; es omnipotente, aunque sin
1973 y 1987. embargo separado de la materia; es inte­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­ ligencia y voluntad, bondad y felicidad.
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 131-136; Dios está en el origen de toda cosa, de
J.-C. Renard, L ’experience intérieure de todo ser viviente; es El quien ha concebi­
Georges Bataille ou la Négation du mysíé- do al mundo y a sus criaturas. Así ha cre­
re, Le Seuil, 1987. ado las inteligencias puras, separadas de
toda materia, como los ángeles, que habi­
tan las esferas celestes; también ha crea­
do las inteligencias humanas, que están
S U M A C O N T R A L O S GENTILES, unidas a un cuerpo. El hecho de que el
Summa contra Gentiles, entre 1255 y alma humana esté estrechamente ligada
1264. T o m á s de A q u in o (S anto), hacia al cuerpo es esencial: el alma es un acto
1225-1274. del cuerpo, o una de las formas de éste.
El cuerpo, por medio de nuestros sen­
Obra teológica fundamental del autor, tidos, está por tanto al origen de nues­
la Suma contra los Gentiles tiene por tro entendimiento, de nuestras ideas y en
tema esencial la esencia de Dios y el cono­ particular de la concepción que tenemos
cimiento que de Él tiene el hombre. de Dios. Mientras que el cuerpo, recep­
¿Cómo un simple mortal, imperfecto de táculo mortal, realizará su bien supremo
por sí, puede concebir un ser perfecto y en la resurrección de la carne, el alma
eterno? ¿Cómo puede incluso explicarlo? eterna e incorruptible no puede alcanzar
Éste es el vasto problema que Tomás de su fin más que reuniéndose con Dios. La
Aquino aborda aquí. muerte de su envoltura camal no da sin
Hay dos puntos de partida: Dios pue­ embargo al hombre la visión perfecta de
de ser aprehendido por la sola razón y ser Dios: en efecto, el entendimiento huma­
aceptado por ella, incluso aunque esta no permanece limitado. Esta gracia pue­
visión sea susceptible de error; la otra ima­ de no obstante serle acordada por Dios,
gen que poseemos de Dios es la que nos mas esto sigue siendo excepcional. La
dan las Escrituras. gracia divina completa y perfecciona el
Gracias a la razón humana, la exis­ orden de la creación: es un bien. De la
tencia de Dios puede ser demostrada y misma manera, el amor al bien y el odio
probada. Si partimos del principio de que al mal que Dios inspira en el hombre no
todo efecto tiene una causa, el riesgo de menoscaban su libertad.
remontarse al infinito en la cadena de cau­ El hombre sólo puede alcanzar la visión
sas y de efectos nos obliga a reconocer de Dios en el más-allá. La contemplación
como absolutamente necesaria la exis­ de la esencia divina está en efecto dema­
tencia de una causa primera y absoluta: siado alejada de los problemas y preocu­
esto es lo que preconizaba ya el axioma paciones del hombre durante su vida terres­
aristotélico. Esta idea se encuentra tam­ tre. Pero existe una verdad superior -, la de
bién en las Escrituras: Dios creó al mun­ los dogmas. La razón humana puede com­
do ex nihilo; en la concepción cristiana, prender estos dogmas que la revelación
la materia no puede preexistir a Dios. divina ha impuesto a los hombres: la Tri­
Es preciso apoyarse también sobre la esen­ nidad, el Sacramento y la Encamación.
cia humana para mostrar cuál es la natu­ Sin embargo estos dogmas no pueden ser
raleza de Dios. El hombre es un ser imper­ probados; es preciso aceptarlos, por un
fecto; pero como ninguna cosa existe sin acto de fe.
su contraria, existe necesariamente un ser La Suma contra los Gentiles es, jun­
perfecto, que es Dios. Contrariamente al to con la -+ Suma teológica, una de las
hombre, Dios es eterno: no tiene ni obras fundamentales de Tomás de Aqui­
comienzo ni fin; es Acto puro, en el sen­ no. El autor expone efectivamente en ella
589 SUMA DE TODA LA LÓGICA

los principios básicos de su filosofía, a la analiza la lógica antiqua (el * Organon


que más tarde se llamará «filosofía tomis­ de Aristóteles y los Comentarios de Por­
ta». Al estudio de la esencia divina se aña­ firio y de Boecio), después la lógica moder-
de una violenta crítica de las filosofías ára­ norum, es decir, las aportaciones a la lógi­
bes y judías (los «Gentiles», es decir, los ca antigua de los siglos xn y xiu, en particular
paganos) que, según Tomás de Aquino, las de Pedro Hispano (hacia 1220-1277):
interpretan mal el cristianismo. Esta obra realista moderado, ha completado y reor-
polémica es también una defensa a ultran­ denado el Organon sobre la base de una
za del catolicismo. semántica de los «términos».
Con Occam se acentúa el nominalis­
Edición: Suma contra los Gentiles, 2.aed. mo: no solamente los universales (géne­
bilingüe preparada por L. Robles Carcedo y ros, especies, diferencias) carecen de
A. Robles Sierra, 2 vols., Ed. Católica
(B.A.C.), 1967, 1968. existencia real (in re) — Santo Tom ás
Estudios: prólogo de L. Robles e introd. mantenía ya eso mismo— , sino que ni
general del P. J. M. de Gargantúa a la ed. siquiera las ideas individuales tiene rea­
cit.; M. Piclin, Philosophie et théologie chez lidad. De lo cual se sigue que las pala­
saint Thomas d’Aquin, Klincksieck, 1983. bras son abstracciones convencionales
que no implican ninguna esencia de la
cosa. El autor rompe así con el idealis­
mo tomista y aristotélico, que mantie­
SU M A DE TE O LO G ÍA, Summa theo- ne la necesidad de un intermediario inte­
logiae, hacia 1276. ligible entre la cosa y el pensamiento
A lb erto M a g n o (San), hacia 1193-1280.
para toda comprensión intelectual; con
ello pone en entredicho todo el edificio
Esta Suma, que quedó inacabada,
de abstracción que en el siglo xrn se apo­
expone, tratando de conciliarias, las teo­ yaba sobre la relación establecida por
rías aristotélicas — sobre las cuales se apo­ Aristóteles entre intelecto agente y espe­
yaba entonces la enseñanza escolástica— cie inteligible.
y la aportación agustiniana. Al tratar del Para Occam no hay más existencia real
alma, Alberto Magno intenta por tanto que la de los individuos como tales, en su
sintetizar dos doctrinas totalmente dife­ pluralidad evidente. Lo cual no quiere decir
rentes, y establecer así un equilibrio entre que nada es inteligible: las palabras tie­
razón y revelación — equilibrio que anun­ nen ciertamente un sentido, pero sólo en
cia la gran síntesis de Tomás de Aquino, la medida en que establecen una relación
discípulo de Alberto Magno— . con las cosas reales. Lo inteligible sólo
Edición: Summa theologiae, en Opera (ed. reside por lo demás en la actividad del
A. Borgnet), 38 vols., París, 1890-1899. alma, o del entendimiento. Pues si el alma
Estudios: E. Gilson, La filosofía en la Edad es ciertamente una sustancia, no podría
Media (tr. A. Pacios y S. Caballero), Gredos, albergar en ella otras sustancias. El autor
1972, pp. 468-480 y 487-488; A. de Libe­ ridiculiza aquí la proliferación de «distin­
ra, Albert le Grand et la philosophie, Vrin,
1990. ciones formales», de entidades ficticias
que postulaban los Doctores del siglo xni.
H conocimiento tiene interés, por el con­
trario, en eliminar todo concepto super-
S U M A DE T O D A L A LÓ G IC A, Sum­ fluo. La posteridad ha inmortalizado este
ma totius logicae, 1488. principio de economía, propio de un espí­
G uille rm o de O c c a m , hacia 1285-hacia ritu riguroso que se niega a avanzar sin
1347. pruebas, por la metáfora de «la navaja de
Occam».
Occam expone aquí su interpretación El nominalismo planta así las bases
nominalista — o terminista— de la lógica de la autonomía de la razón humana,
bajo sus diversas formas. En primer lugar de la que invita a delimitar con cuida­
SUMA TEOLÓGICA 590

do sus poderes. Las verdades sobre­ Una segunda prueba de la existencia


naturales dejan de ser objeto de cono­ de Dios es teológica. Todas las causas
cimiento racional, y el saber se separa tienen un grado más o menos grande de
de la fe amenazando al edificio de la perfección y de bien; es preciso deducir
teología natural y a los poderes tem­ que junto a éstas, existe una perfección,
porales en los que se había atrinche­ un bien absoluto. Por otra parte el hom­
rado. En la potencia crítica del pensa­ bre es mortal; como todo lo que ha sido
miento de Occam han podido verse las creado, tiende hacia un fin. Teniendo
premisas del empirismo y de la racio­ cada cosa su contrarío, Dios, infinito y
nalidad laica. eterno, existe necesariamente. Es el bien
supremo; únicamente la luz divina per­
Edición: Summa logicae, en Opera philo- mite al hombre captar a Dios en su esen­
sophica, vol. 1, Nueva York, Instituto Fran­ cia; el entendimiento solo no podría
ciscano de la Universidad San Buenaventu­
lograrlo.
ra, 1974.
Estudio: G. de Lagarde, La naissance de A continuación aborda Santo Tomás
l ’esprít laique au déclin du Moyen Age, el problema de la Trinidad: Dios, que ha
tomos IV y V, París/Lovaina, Nauwelaerts, creado al Verbo, es a la vez uno y trino:
1962-1963. el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son
los tres elementos indivisibles de Dios.
Finalmente trata el autor de la Creación
que procede de Dios; el hombre ocupa
S U M A TE O LÓ G IC A, Summa theolo- en ella un lugar privilegiado: su cuerpo,
giae, de 1266 a 1274. mortal, está íntimamente ligado a su alma,
T o m á s de A q u in o (Santo), hacia 1225- inmortal. De acuerdo en esto con Aris­
1274. tóteles, Tom ás considera que el alma
inmaterial trasciende al cuerpo en el que
La obra consta de tres partes. Iniciada habita. S entendimiento del alma es pasi­
en Roma, la redacción de la primera par­ vo en la medida en que se apoya en cono­
te, que trata de Dios, fue terminada en cimientos particulares, mas es activo por
Viterbo en 1266. El autor estudia pri­ su poder de abstracción. Pese a que rea­
meramente la esencia divina: la natura­ lice funciones diversas y pese a que haya
leza de Dios, lo que es, cómo es y de qué tantos entendimientos activos como almas
manera puede el hombre conocerlo y humanas, el entendimiento es funda­
hablar de Él; después se interroga sobre mentalmente uno.
la obra de Dios, causa y fin de todas las En la segunda parte, acabada en París
cosas. en 1272, el autor trata del movimiento
Hay muchas demostraciones posibles hacia Dios de las criaturas dotadas de
de la existencia de Dios. La primera es razón. El problema de la ética es abor­
cosm ológica. Tod o movimiento, en el dado aquí. Dios ha creado al mundo;
universo, está dirigido por un movimien­ es por tanto lógico que sea responsa­
to anterior, del cual es efecto. Así el cam­ ble de éste y que lo gobierne. Es igual­
bio nace del encadenamiento de causas mente responsable de las criaturas que
y efectos que, en principio, puede pro­ Él ha creado; el hombre es el único de
longarse al infinito. Mas, como es preci­ esas criaturas que ha sido dotado de
so detenerse en alguna parte, hay que razón; ésta puede conducirlo a volverse
admitir la hipótesis de un P rim e r motor, hacia Dios, mas el hombre está también
o causa primera, del cual serían resulta­ sujeto a las pasiones que lo apartan de
do todos los movimientos ulteriores. Dios la razón. Así el hombre, cuya voluntad
es esta causa primera y absolutamente es libre, puede elegir libremente entre
necesaria, y todas las causas que de ella razón y pasión; la sindéresis, el orden
se desprenden son solamente contin­ íntimo de su conciencia, le prescribe
gentes. hacer el bien y no el mal; mas sólo la vir­
591 SUPLEMENTO A L VIAJE DE BOUGAIVILLE

tud natural de la razón, el «habitus», le S U PLE M E N T O A L VIAJE DE BOU-


permite elegir la buena vía. El «habitus» GADMVILLE, Supplément au uoyage de
es la disposición moral que no se enga­ Bougainville, 1796.
ña; es la voz de la conciencia reconoci­ D enis D id e r o t , 1713-1784.
da como la voz de Dios. Es esta virtud la Diálogo.
que indica al hombre lo que está bien y
lo que está mal. El hombre puede por En 1771 aparecía en París el Viaje
tanto, en su alma y en su conciencia, alrededor del mundo, relato de su peri-
obedecer a la razón u obedecer a sus plo por el explorador Louis Antoine de
pasiones. Mas la razón representa la ver­ Bougainville. El viajero acababa de sedu­
dad de Dios y la fe eterna; es pues come­ cir a la corte y al todo-París exhibiendo a
ter una falta no someterse a ella. El hom­ Aotorou, el «buen salvaje» traído de Tahi-
bre es deudor de este pecado para con tí. Inmediatamente se puso de moda el
Dios; sin embargo la gracia puede pres­ interés por las costumbres tahitianas, de
tarle un socorro precioso. las que los parisienses retuvieron sobre
La composición de la tercera parte de todo la libertad sexual. La cosa no pasó
la obra, comenzada en Nápoles después desapercibida a Diderot, que desde hacía
de 1272, se vio interrumpida por la muer­ tiempo venía luchando contra la gratui-
te del autor. Esta parte está consagrada dad de los prejuicios morales y de la legis­
a Cristo salvador. La intervención de Cris­ lación en materia sexual y conyugal.
to, Dios hecho hombre, ha sido necesa­ La obra, redactada en 1772, se presen­
ria para salvar al hombre de sus peca­ ta bajo forma de un diálogo entre dos per­
dos y en particular del pecado original. sonajes, ocultos tras las simples iniciales A
Cristo es el que lleva a Dios. La obra ter­ y B, siendo este último el que desarrolla las
mina con la descripción de los Sacra­ teas morales del autor. Mas es el primer per­
mentos que aseguran la salvación. El tema sonaje el que lee al segundo un pretendido
de la Resurrección, con el que debía aca­ «Suplemento» al relato de Bougainville. Dos
bar la obra, no ha podido ser tratado. habitantes de Tahití, el viejo y Orou (en un
Junto con la -+ Suma contra los Gen­ nuevo diálogo dentro del diálogo), descri­
tiles, la Suma teológica es una de las ben con detalle las modalidades de la liber­
obras fundamentales de Tomás de Aqui­ tad sexual de los tahitianos. En el -*■ Sue­
no. Su intención pedagógica está indi­ ño de D ’Alembert, Diderot manifestaba su
cada por su ordenamiento riguroso y por pensamiento a través del delirio de un enfer­
la riqueza de las cuestiones abordadas. Es mo; aquí es de la ingenuidad natural de los
sabido que Santo Tomás quería hacer de «salvajes» de donde surge la verdad. Las des­
la filosofía la esclava de la teología. Aquí gracias del hombre provienen del hecho de
pone todo su empeño en mostrar que la que la sociedad le impone seguir varios códi­
teología es una ciencia de principio a fin: gos morales (civil, religioso) que se contra­
fundada ciertamente sobre verdades que dicen y contradicen al código natural. Es
no nos son conocidas más que por la luz preciso pues dar a la moral un nuevo fun­
divina, no por eso deja de ser tanto una damento, no religioso, y hacerla descansar
ciencia especulativa como práctica, sin la «sobre las relaciones eternas que subsisten
cual el hombre no podría asegurar la sal­ entre los hombres».
vación de su alma. Hay que guardarse sin embargo de
creer que esta obra retoma las tesis rous-
Edición: Suma teológica (ed. bilingüe a car­ sonianas, Diderot no creía en la bondad
go de una comisión de PP. Dominicos pre­ innata de los «salvajes», y le irritaban por
sidida por F. Barbado), 17 vols., Ed. Cató­ el contrario las referencias del ginebri-
lica (B.A.C.), 1947 ss. no a la bondad natural del hombre; sin
Estudio: Introducción general del P. S. Ramí­
rez al vol. 1de la edición citada; M.-D. Che- embargo constata que en las socieda­
nu, Saint Thomas d’Aquin et la théologie, des no occidentales, el amasijo de códi­
col. «Microcosme», Le Seuil, 1977. gos morales y religiosos artificiales no ha
SUPLEMENTO A L VIAJE DE BOUGAIVILLE 592

impedido el ejercicio más libre y más Edición: Suplemento al viaje de Bougain-


armonioso de las relaciones entre los ville y otros escritos, Pegaso, 1986.
hombres. El Suplemento al viaje de Bou- Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
ga in ville es por tanto más una crítica vol. II, Tecnos, 1988, pp. 111-115 y 117;
acerba de nuestras costumbres y nues­ J. M. Bermudo Ávila, Diderot, Barcanova,
tros prejucios que un panegírico de los 1981; P. Hermand, Les idées morales de
«buenos salvajes». Diderot, Hildesheim, Olms G., 1972.
T
T AÑ ID O , Glas, 1974. la vez la doctrina mística y filosófica del
Ja c q u e s D er rid a , nacido en 1930. taoísmo — que se sitúa en las antípodas
de los modos de pensamiento occidenta­
El formato de las páginas de Tañido les— y ofrecen al mismo tiempo los con­
es original: el texto está dividido en dos sejos y preceptos que se consideran para
columnas; la columna de la izquierda con­ conducir a la realización del Tao.
tiene un análisis de los conceptos claves Para Lao-Tse, el cosmos está regido
de la filosofía hegeliana, mientras que la por un principio supremo y trascenden­
columna de la derecha cuestiona la noción te que está al origen de todas las cosas
preestablecida del texto significativo. Derri­ y no tiene ni comienzo ni fin: el Tao.
da se entrega aquí a un trabajo de decons­ Esta noción nos introduce de lleno en la
trucción destinado a hacer sonar «el tañi­ abstracción pura; el Tao, aunque fun­
do» de la noción — por demasiado dador, no es un dios y su soberanía sobre
evidente a los ojos de Derrida— de sig­ el universo no es activa, sino puramen­
nificación. El autor reprocha a Hegel la te pasiva. Él es, y no se lo puede expli­
frialdad de su dialéctica, que, al reducir a car, y menos aún aproximarse a él, por
lo otro a un avatar de lo mismo, no cap­ el conocimiento racional. Así, el único
ta la esencia propia de la diferencia. objetivo del hombre es el de encontrar
Edición: Glas, cd. «Médiations», Denoel, 1982. la «Vía», el camino al Tao, a fin de ope­
Estudios: G. Bennington y J. Derrida, Jac­ rar una fusión mística con él. Toda la
ques Derrida (tr. M.“ L. Rodríguez Tapia), filosofía taoísta reposa sobre esta fina­
introd. de M. Garrido, Cátedra, 1994; C. de lidad.
Peretti, Jacques Derrida. Texto y decons­
Para encontrar la Vía hay un solo
trucción, prólogo de Jacques Derrida, An-
thropos, 1989; L. Finas y otros, Écarts, Qua- medio: provocar el vacío para unirse a la
tre Essais á propos de Jacques Derrida, vacuidad del Tao, renunciar a la acción
Fayard, 1974. para confundirse con el no-aire del Tao,
no interferir sobre el curso natural de las
cosas iniciado por el Tao, renunciar a
T A O -T E CH IN G (LIBR O DEL C AM I­ todo deseo y a toda necesidad para obte­
N O Y DE L A VIRTUD ), o siglo vi a.C. ner la simplicidad original. Sólo el Sabio
L a o T s e (o Laoá), hada 570-hacia 490 a.C. — o el «Santo»— puede alcanzar, por la
meditación, el ejercicio espiritual intenso
Las sentencias, poemas y aforismos y la práctica de la virtud individual, esa
reunidos en el Tao-Te Ching exponen a perfección del vacío que permite «con-

[ 593]
TÉCNICA (LA ) 594

formar su pensamiento con la naturaleza Estudios: C. Elorduy, «Análisis del Tao-Te


profunda del Tao». Ching» en la ed. cit.; los comentarios de R.
Wilhelms o de Lin Yutang y Chuang Tse
Lao-Tse es, junto a Confucio, el más
en las ediciones de la obra de Lao-Tse publi­
grande filósofo chino de la Antigüedad: cadas, respectivamente, en Málaga, Sirio,
mas, a la inversa del confucianismo, la 1989, y Buenos Aires, Sudamericana, 1959;
filosofía taoísta no se preocupa en abso­ ensayo sobre Lao-Tse contenido en K. Jas-
luto de moral práctica, de civismo o de pers, Los grandes filósofos , vol. 111: Meta-
físicos que piensan desde el origen (tr. E.
organización social. Las únicas referen­
Lucena), Tecnos, 1997.
cias políticas conciernen a la actitud del
Príncipe adepto al Tao, que debe apli­
car también el principio de «no-actuap> a
TÉCNICA (LA), o La apuesta del siglo,
su papel de Príncipe si quiere alcanzar
La technique, ou l'enjeu du siéce, 1954.
la virtud. Porque el taoísmo es ante todo
Jacques Ellul, nacido en 1912.
un pensamiento individualista que valo­
ra sobremanera la búsqueda espiritual del
Sin recurrir a una descripción detallada
individuo, su capacidad de renuncia, de
de la evolución de las técnicas o del esta­
rechazo y de purificación interior. El taoís­
do actual de los diversos medios técnicos,
mo es una filosofía del vacío, de la que
Jacques Ellul se propone aquí examinar los
Lao-Tse y Chuang-Tse son sus principa­
relaciones establecidas entre la técnica con­
les representantes.
temporánea y las diferentes instancias socia­
Se ha extendido la costumbre de citar
les y políticas, entre las necesidades téc­
a Lao-Tse a propósito de cualquier cosa,
nicas y las necesidades naturales.
atribuyéndole máximas, proverbios o sen­
Este ensayo crítico describe la evolu­
tencias que proceden de la sabiduría popu­
ción de una técnica que fue inicialmen­
lar más que de la filosofía: esos adagios
te concebida como medio y que se impo­
son con mucha frecuencia inventados y
ne hoy día com o un medio autónomo,
en vano se los buscaría en la obra de Lao-
hostil al hombre y al orden político; este
Tse. Sin embargo, esta notoriedad indi­
movimiento no puede llevar más que a
ca que, para los chinos, Lao-Tse — cuya
la aparición de una «técnica de la técni­
vida es casi legendaria (habría vivido unos
ca», donde la libertad y el pensamiento
150 ó 200 años)— es el sabio por exce­
serán desterrados.
lencia. Pero él conocía la virtud del silen­
cio, y cuando habla no es jamás para decir Edición: La Technique ou l ’Enjeu du sié-
vacuidades, sino para proferir una verdad cle, Economica, 1990.
universal.
La doctrina del Tao forma parte de la
tradición y civilización chinas.- está exten­
T É CN IC A Y CIENCIA C O M O «IDEO­
dida en todo el Oriente y ha sido inspi­ LOGÍA».
radora de las prácticas del zen tanto en
Jürgen Habermas.
China como en Japón. Mas el taoísmo
Véase CIENCIA Y T É C N IC A C OM O
seduce igualmente al Occidente que bus­
«IDEOLOGÍA».
ca la espiritualidad; todavía hoy, las
escuelas místicas preconizan ejercicios
de meditación encaminados, mediante
el vacío mental, a alcanzar el conoci­ T E E TE TO , o S o b re la ciencia,
miento último de los principios del uni­ 0eaiTT)TO(;, f| íle p i o hacia
verso. 368 a.C.
P latón , 428/427-348/347 a.C.
Ediciones: Tao-Te Ching (trad. directa del
Diálogo.
chino por C. Elorduy), ed. bilingüe, Tecnos,
1996; Ch’u Ta Kao, Tao Teh King (El libro
del recto caminoj (tr. del inglés por C. Díaz- Teeteto es el nombre de un matemáti­
Faes), Morata, 1959. co muerto prematuramente en la guerra y
595 TEETETO

al que Sócrates había augurado un gran los grandes diálogos morales: -*• La Repú­
porvenir en su especialidad. La conversa­ blica, <■Gorgías, > Fedón.
ción — que presenta a Sócrates, Teeteto y La crítica de Protágoras y de Herácli­
Teodoro (también un matemático)— está to ha permitido establecer así que la sen­
contada por un cierto Euclides (que no tie­ sación no podría servir de fundamento
ne nada que ver con el célebre matemáti­ último a la ciencia. Esta crítica hace pare­
co griego). ja, en la obra de Platón, con la crítica simé­
El objeto de este diálogo es el conoci­ trica de Parménides y de las tesis de la
miento. Como es habitual, el problema es corriente eleática; el Teeteto es en esto
propuesto partiendo de la enseñanza de un complemento de el sofista.
los sofistas. Es sabido que Protágoras, por En un segundo movimiento, Platón va a
ejemplo, defendía un relativismo sensua­ mostrar que lo mismo vale decir de la opi­
lista que resumía en la fórmula «El hom­ nión verdadera. Esta puede muy bien pose­
bre es la medida de todas las cosas.» El er fortuitamente la apariencia de ciencia,
Teeteto tematiza la crítica de este relati­ mas no la posee más que de manera con­
vismo estableciendo que la fórmula de Pro­ tingente, inestable, fugaz. Es lo que repeti­
tágoras es lógicamente contradictoria; rán los estoicos: el loco que dice, en pleno
suponerla verdadera es dar a cada uno el día, que es de día, dice ciertamente algo ver­
derecho — ¡en nombre del principio mis­ dadero; sin embargo no posee la verdad,
mo!— de declararla falsa. Pero igualmente puesto que habría podido decir igualmente
es sabido que el relativismo sofista se apo­ que era de noche. Bachelard lo formulará
yaba en un discurso sensualista y movi- así: «La opinión tiene siempre el derecho a
lista, el de Heráclito, que pretendía extra­ equivocarse.»
er del movimiento perpetuo de todas las Sigue siendo evidente que los sentidos
cosas una prueba de la imposibilidad de juegan un papel en el conocimiento, y Pla­
conocer lo real. Es también de este escep­ tón analiza con finura las condiciones de la
ticismo físico, evocado ya en el -► Cráti- percepción, el trabajo de síntesis que rea­
lo , del que se ocupa aquí Platón. Sin liza. Reconoce por tanto al alma una autén­
embargo, no se contenta con un vago tica actividad en la síntesis de los datos sen­
rechazo de las tesis sofistas y heraclitea- sibles. El Teeteto llega casi a proponer un
nas; preocupado, por el contrario, de dar bosquejo de tabla de las categorías (ser y
a esas teas toda su fuerza, Platón las expo­ no-ser, identidad y diferencia, unidad y mul­
ne en detalle y da incluso la palabra a Pro­ tiplicidad...). Igualmente ofrece lo que tal
tágoras en persona. Por lo demás, pare­ vez constituye el primer análisis filosófico
ce evidente que Ratón tenía tanto respeto consistente del error. La crítica del valor de
por Heráclito como el que reconocía (en la opinión verdadera supone en efecto el
-* el Sofista) sentir por Parménides (dos descubrimiento de las condiciones de posi­
filósofos a los que combatía sin embargo); bilidad de la opinión falsa (problema entre­
aquí se cuida en efecto de distinguir las visto ya en el -+ Eutidem o). Al recorrer
tesis de Heráclito de las de sus seguido­ las sucesivas comparaciones que le presenta
res, que no extraen de su doctrina más el joven Teeteto, Sócrates analiza las con­
que consecuencias negativas. diciones del falso reconocimiento.
Por otra parte, la problemática del Tee­ Finalmente se analiza la tesis de que la
teto no está limitada al dominio teórico ciencia es «la opinión verdadera acom­
estrictamente entendido; igualmente son pañada de razón». N o es fácil saber qué
puestas en evidencia las implicaciones éti­ sentido exacto es preciso atribuir a esta
cas del problema del conocimiento: no definición, ni a qué pensadores se refería
sería lícito fundar lo justo sobre lo útil, y Platón al criticarla; tal vez estuviera pen­
el pragmatismo de los sofistas en mate­ sando en Antístenes o en los megáricos.
ria de moral es tan insostenible como su De lo dicho se desprende que el Teete­
relativismo gnoseológico. El Teeteto se to presenta un rico abanico de temas esen­
inscribe fielmente por tanto en la línea de ciales para toda reflexión filosófica. Se tra­
TELLIAMED O CONVERSACIONES DE UN FILÓSOFO INDIO CON UN MISIONERO FRANCÉS... 596

ta seguramente de uno de los diálogos más Edición: Telliamed ou Entretiens d’un phi­
ricos y profundos de Platón. Es necesario losophe indi en avec un missionnaire
frangais, col. «Corpus des oeuvres de phi-
también señalar que da espléndidamente a
losophie en langue rrangaise», Fayard, 1984.
conocer la figura de Sócrates, partero de Estudio: M. Benítez, «Benoit de Maillet et
espíritus (Sócrates evoca aquí la figura de ['origine de la vie dans la mer-, conjecture
Fenareta, su madre, que era mujer-sabia): amusante ou hypothése scientifique?», Revue
Sócrates aparece aquí tanto como filóso­ de synthése, janvier-juin 1984.
fo inflamado por la verdad, como en cali­
dad de hombre honesto y afable, mas fiel
siempre al Sócrates que Platón ha presen­
tado en sus otros diálogos. T E M A DE N U E STR O TIE M P O (EL),
1923.
Edición: Teeteto (tr. A. Vallejo Campos), José Ortega y Gasset, 1883-1955.
en Diálogos V, Gredos 1988; id. (tr. M.
Balasch), ed. bilingüe, Anthropos, 1990. Habiendo tenido inicialmente por maes­
Estudios: Introducción de Á. Vallejo Cam­
tro al neokantiano Hermann Cohén, Orte­
pos a la ed. de Gredos; F. M. Cornford,
La teoría platónica del conocimiento (tr. ga y Gasset evoluciona enseguida hacia
N. L. Cordero y M. D. del C. Ligatto), Pai- una filosofía más personal, que toma por
dós, 1991; W. D. Ross, La teoría de las ide­ objeto la vida como «realidad radical». Así,
as de Platón (tr. J. L. Diez Arias), Cátedra, rompiendo definitivamente con su primer
1889; A. Koyré, Introduction á la lecture
de Platón, Gallimard, 1987. inspirador, se consagra aquí a una crítica
de la razón formal a la que opone la «razón
vital», única que nos permite analizar ese
principio fundamental que es la vida com­
TELLIAM ED O C O NV E R SAC IO NE S prendida en toda su radicalidad. Sin este
DE U N F IL Ó S O FO IN D IO C O N UN principio, le sería imposible explicar el uni­
M IS IO N E R O F R A N C É S SO B R E L A verso en su totalidad. Mas «razón vital» es
D ISM IN U C IÓ N DEL M AR , L A FO R ­ aquí sinónimo de «razón histórica»: la una
M AC IÓ N DE L A TIERRA, EL ORIGEN no tiene valor sin la otra, A través de ellas
DEL H OM BRE, ETC., Telliamed, ou nos resultan verosímiles todas las vidas
Entretiens d ’un philosophe iridien auec de los humanos; de aquí la necesidad de
un missionnaire frangais sur la dim i- determinar la posibilidad y los límites de la
n ution de la mer, la form a tio n de la comprensión del otro. Ésta es la tarea que
Terre, 1’origine del l’homme, etc., 1748. debe asumir toda epistemología de las cien­
Benoit de Maillet, 1656-1738. cias sociales que quiera ser consecuente.
Se reconoce en este filósofo español
Aunque la obra no apareció hasta diez la influencia de Nietzsche, mas también
años después de la muerte de su autor, las de Simmel, Scheler y Dilthey.
circulaban de tapadillo, desde 1720, algu­
Edición.- El tema de nuestro tiempo, Alian­
nas copias manuscritas.
za, 1987.
El Telliamed (anagrama del nombre Estudio: J. Marías, Ortega. Las trayecto­
del autor) es una obra fuertemente ori­ rias, Alianza, 1983, pp. 166-179.
ginal que expone, a la manera de Buf-
fon, una teoría general de la Tierra y de
los seres vivos. Maillet afirma en ella el
origen marino de todas las criaturas TE M O R Y TE M B LO R , Frygt og Boe-
vivientes, origen atestiguado por los fósi­ uen, 1843.
les marinos, que se encuentran en todos Soren Aabye Kierkegaard, 1813-1855.
los puntos del globo.
Sorprendentes intuiciones evolucio­ Publicada bajo el pseudónimo de
nistas alternan aquí con conjeturas alta­ Johannes de Silentio, esta obra describe,
mente fantasiosas. mediante la exégesis de la historia de
597 TENTACIÓN DE EXISTIR (LA)

Abraham, lo que es la fe. En el Génesis, no puede recuperarla (como Abraham


Dios da a Abraham un hijo, Isaac, pero recupera a Isaac). Se debate en la angus­
muy pronto le ordena que lo sacrifique. tia, primer movimiento, que es el practi­
Pero, en el momento del holocausto, Dios cado por los filósofos: Descartes (la duda),
retira a Isaac y lo reemplaza por un cor­ Sócrates (la ignorancia). Kierkegaard acu­
dero. Abraham es «padre de la fe», por sa a Hegel por no haber sabido ver que
cuanto sabe superar su resignación al más allá de la Razón está el acto de fe, y
sacrificio por la confianza que tiene en la a la Iglesia por no comprender a Abra­
palabra de Dios (que le ha prometido que ham, mas ni él mismo se siente capaz de
su hijo reinará sobre las naciones), pese explicar (lo que intentará Jaspers en su - >
a que esta confianza sea absurda puesto Introducción a la filosofía) cómo se acce­
que lo debe sacrificar. Dos movimientos de al acto de fe.
se perfilan en este acto de fe. El prime­
ro es la resignación ante la orden de Dios: Edición: Temor y temblor (tr. V. Simón
Abraham teme y tiembla de angustia por Merchán), Tecnos, 1987.
su hijo, «a quien él ama», aunque se resig­ Estudios: M. H. Hartshome, Kierkegaard:
el divino burlador (tr.Ji. Lucena), Cáte­
na porque ama y teme a Dios más que a dra, 1992; J. Wahl, -*■ Études kierkegaar-
nada. Pero al mismo tiempo — segundo diannes, Vrin, 1974.
movimiento— , porque ama a Dios por
encima de todo, Abraham tiene confian­
za y sabe que Isaac le será devuelto. Así,
la paradoja de la fe encuentra expresión TENTACIÓN DE EXISTIR (LA), La ten-
más allá de la razón: cuando «la esperanza tation d ’exister, 1956.
devino absurda, Abraham creyó». Emil Michel Cioran, 1911-1995.
Este doble movimiento dialéctico per­
mite comprender la relación del Individuo Lúcido hasta el punto de rechazar un
con la moral. Cuando se resigna, el Indi­ nihilismo que no puede asumir, Cioran
viduo no hace más que situarse bajo el invita a los hombres a recrear esas ilu­
orden de los valores morales generales: siones que hacen a la existencia sopor­
«La resignación infinita comporta la con­ table y reafirma la necesidad vital de la
solación en el dolor», porque la creencia mentira. Ciertamente, la duda nos per­
en Dios permite esperar una eternidad mite vivir los unos con los otros; mas, insi­
mejor, y la resignación es entonces el reco­
diosamente, arruina a la sociedad al des­
nocimiento de la primacía de lo General
vitalizarla. Cuando se desvanece la fe que
sobre el Individuo. Así, el héroe trágico
funda las civilizaciones, la libertad y la tole­
razona su dolor expresándoselo a los
rancia hacen acto de presencia y comien­
otros, que lo comprenden y se condue­
za entonces el irreversible proceso de la
len. Y a la inversa, Abraham resta solo,
decadencia.
sin mediaciones en su combate, pero sal­
El hombre que ha roto con sus raíces
va a Isaac gracias a su fe. Remontándo­
— exiliado solitario presto a negarse y a
se sobre la ética y la estética de lo Gene­
renegar de sí— no puede llenar el universo
ral, Abraham se afirma como Individuo
del vacío más que por aquello que es su
superior a la razón moral «en una rela­
símbolo: la palabra. Sólo la poesía, ilu­
ción absoluta con el absoluto» que lo con­
sión aceptada, puede justificar nuestra «ten­
vierte en «el caballero de la fe».
tación de existir». Así, para aquel que anda
«Cuando me pongo a reflexionar sobre
en busca de la unidad perdida, no le que­
Abraham, me quedo como anonadado».
da más que «la aventura del estilo».
Con estas palabras expresa Kierkegaard
su impotencia tanto para comprender la
Edición: La tentación de existir (tr. F. Sava-
paradoja de la fe como para aplicarla en ter), Taurus, 1988.
su vida privada: prometido a Regina Estudio: F. Savater, Ensayo sobre Cioran,
Olsen, rompe con ella — se resigna— mas Espasa, 1992.
TEODICEA 598

TEODICEA. hombre en el seno de una jerarquía de


GOTTFRIED W lLH ELM LEIBNIZ. seres de los cuales la divinidad no es el
Véase E N S AY O S DE TEODICEA principio de organización.
SOBRE L A B O ND AD DE DIOS, L A
LIBERTAD DEL HOMBRE Y EL O R I­ Edición: Tratado del amor de las criaturas
(tr. A. Martínez Arancón), Tecnos, 1988.
GEN DEL MAL.
Estudios: A. Martínez Arancón, presenta­
ción del texto en la ed. cit.; J. L. Sánchez
Nogales, Camino del hombre a Dios: la teo­
logía natural de R. Sibiuda. Facultad de
TE O G O NÍA, ©£070vía. Teología de la Universidad de Granada,
Hesíodo, fin del siglo vin-comienzos del 1995.
siglo Vil a.C.
Poema mitológico.
T E O L O G ÍA P LA T Ó N IC A , Theologia
Vasto fresco mitológico, la Teogonia
platónica, 1482.
es también una cosmología: a partir de la
amplia genealogía de los dioses (de los
Marsiuo Ficino, 1433-1499.
que cada uno personifica una fuerza natu­
Cuando, siguiendo los pasos de Pro-
ral), Hesíodo relata la manera en que el
clo, Marsilio Ficino escribe su Teología
mundo ordenado, el cosmos, ha emergi­
platónica, su proyecto es hacer «que en
do del caos primitivo. Salido victorioso
la divinidad misma de la inteligencia cre­
de todos los combates, Zeus, garante del
ada, al igual que en un espejo colocado a
orden universal, acaba por extender su
igual distancia de dos extremos, veamos
soberanía sobre todo lo que existe.
por una parte la obra del Creador mismo,
Aunque grandemente impregnada de
religión, la Teogonia anuncia las teorías y por otra contemplemos y honremos su
inteligencia». Teología en sentido estric­
de los presocráticos sobre la formación
del cosmos. to, puesto que se trata de la inmortalidad
del alma, la obra es perfectamente carac­
Edición: Teogonia (tr. A. y M.a Á. Martin terística del ideal del Renacimiento: esta­
Sánchez), Alianza, 1986. blecer los fundamentos de una religión
Estudios: O. Gigon, Los orígenes de la filo­ natural que aliara la civilización clásica con
sofía griega (tr. M. Carrión), Gredos, 1994, la tradición cristiana. Pues separar a la filo­
pp. 13-44; J.-P. Vernant, Mythe et pen-
sée chez les Grecs, La Decouverte, 1985. sofía de la religión es como separar al amor
de la sabiduría. Pero la filosofía no es para
Ficino la filosofía de Aristóteles, a la que
juzga demasiado materialista y casi pan-
TE O LO G ÍA N ATU R AL, o Libro de las teísta (pese a tener en aquella época nume­
criaturas, Theologia naturalis seu Líber rosos adeptos, sobre todo en su versión
creaturarum, 1487. averroísta), sino más bien la de Platón.
Ramón Sibiuda (Raymond Sebond), hacia Fundar el conocimiento de la inmor­
1385-1463. talidad del alma y de su destino en «razo­
nes platónicas», «eso es lo que quiere ante
Fue gracias a Montaigne, que la tradu­ todo el Dios todopoderoso, eso es lo que
jo en 1569 y consagró uno de sus ensayos reclama la naturaleza humana y lo que
a una famosa -> Apología de Raymond antaño, con la ayuda de Dios, realizó el
Sebond, como esta obra se hizo célebre. divino Platón». Eso es igualmente lo que
En esta Teología natural, Sebond hace propone Ficino, convencido de que «con
dialogar a la tradición racionalista medie­ algunos cambios, los platónicos serían
val con las nuevas perspectivas humanis­ cristianos». Con ello el autor busca colo­
tas. En nombre de la razón, el autor recha­ car a la dignidad del hombre sobre unas
za el principio de autoridad y sitúa al bases inquebrantables.
599 TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA

La primera parte de la obra expone la paradigmas de la obra en Mead y Durk-


jerarquía de los seres según una dialécti­ heim, distingue el «sistema» del «mundo
ca que, de abstracción en abstracción, va vivido», analiza los problemas de cons­
de la materia hasta Dios. En el grado más trucción de una teoría de la sociedad en
bajo se encuentra la «masa perezosa de Talcott Parsons y, terminando con una
los cuerpos», luego viene la cualidad efi­ «consideración final», retoma a la vez la
caz o potencia. Siempre sometida al cam­ crítica de la teoría weberiana de la moder­
bio mas no dividida en un cuerpo, está a nidad y la tesis de la colonización interior
continuación la forma o el alma. Final­ de Marx, para exponer las tareas actua­
mente, en lo más alto de la escala se les de una teoría crítica de la sociedad.
encuentran, indivisibles e inmutables, el La noción de acción comunicativa no
espíritu angélico y el sol divino. puede ser comprendida más que en el
La segunda parte enuncia los gran­ interior de una construcción tipológica
des principios de la actividad humana que entrecruza las acciones (orientadas o
transformada enteramente por la bús­ bien al éxito o bien a la intercomprensión)
queda de la perfección y la verdad — bús­ con las situaciones (tanto sociales como
queda que, al término de una ascensión no sociales). Lo cual permite a Habermas
contemplativa y unitiva, desemboca en el distinguir tres tipos de actividades: la acti­
descubrimiento de la naturaleza divina. vidad instrumental, que entrecruza las
Marsilio Ficino es sin duda el filósofo acciones orientadas al éxito con situacio­
más influyente del Renacimiento, no sola­ nes no sociales; la actividad estratégica,
mente en Italia, sino en toda Europa. que entremezcla las acciones orientadas
al éxito con situaciones sociales; y la
Edición: Théologie platonicienne (tr. R. acción comunicativa, que cruza las accio­
Marcel), 3 vols., Les Belles Lettres, 1965- nes orientadas a la intercomprensión con
1970.
situaciones sociales.
Estudio: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), Por actividad instrumental es preci­
vol. II, Montaner y Simón, 1973, pp. 62- so entender, después de Weber, las accio­
64. nes orientadas al éxito que están gober­
nadas por reglas de acción técnicas. Se
puede evaluar su grado de eficiencia por
la intervención que realizan en un con­
T E O R ÍA DE L A A C C IÓ N C O M U N I­ texto de estado de cosas dado. Las acti­
C ATIV A, Theorie des kommunikativen vidades estratégicas son igualmente
Handelns, 1981. acciones orientadas al éxito, mas ahora
Jürgen Habermas, nacido en 1929. son consideradas bajo el aspecto del segui­
miento de reglas de elección racionales.
Compuesta entre 1977 y 1981, esta Se puede evaluar su eficiencia por la
inmensa obra de mil páginas está dividi­ influencia que ejercen sobre las decisio­
da en dos tomos, cuyo primer volumen nes de un compañero racional. La acción
lleva por título Racionalidad de la acción com unicativa no busca ejercer una
y racionalización social, y el segundo influencia: es, por el contrario, una acti­
Crítica de la razón funcionalista. vidad en la que lo que se persigue ante
El primer tomo presenta la problemá­ todo es el entendimiento con los otros,
tica de la racionalidad, retoma la teoría para interpretar conjuntamente las situa­
de la racionalización de Max Weber, arti­ ciones y llegar a un acuerdo mutuo sobre
cula las nociones de acción social, de acti­ los planes de acción.
vidad teleológica y de com u n ica ción Las acciones humanas (cuando están
para analizar finalmente la crítica de la orientadas al éxito) tienen por médium el
tesis weberiana de la racionalización por dinero (la economía) y el poder (el Esta­
Lukács y la crítica de la razón instrumental do). Mas el universo de la intercompren­
de Adorno. El segundo tomo indica ios sión tiene por mediación los «actos de
TEORÍA DE LA CIENCIA

habla». De aquí la importancia, no sólo de totalizante de la filosofía de la reflexión


una reevaluación crítica de Weber (que ha (Kant, Hegel) que se incluye a sí misma
olvidado el universo de la intercompren- en el mundo.
sión), sino de las pistas abiertas por Aus-
tin (en ->■ C óm o hacer cosas con pala­ Edición: Teoría de la acción comunicati­
bras) con su enfoque de los actos de habla va, 2 tomos: 1. Racionalidad de la acción
y racionalización social; 2. Crítica de la
y su distinción, clásica por lo demás, entre razón funcionalista (tr. M. Jiménez Redon­
actos ilocucionarios (actuar cuando se dice do), Taurus, 1987.
alguna cosa) y perlocucíonarios (provo­ Estudios: Th. McCarthy, La teoría crítica
car alguna cosa por el hecho de actuar de Jürgen Habermas (tr. M. Jiménez Redon­
cuando se dice algo). La acción comuni­ do), Tecnos, 1987; J. Habermas, Teoría de
la acción comunicativa: Complementos y
cativa reenvía a las interacciones mediati­
Estudios previos (tr. M. Jiménez Redondo),
zadas por el lenguaje donde, por usar la Cátedra, 1989.
expresión de Habermas, «todos los parti­
cipantes persiguen, por sus acciones lin­
güísticas, objetivos ilocucionarios (y sola­
mente tales objetivos) para obtener un T E O R ÍA DE L A C IE N C IA , Wissen-
acuerdo que ofrezca el fundamento de una
schaftslehre, 1837.
coordinación consensuada de los planes
Bernhardt Bolzano, 1781-1848.
de acción ejecutados individualmente».
Habermas da aquí buena muestra de
Bolzano pretende con esta obra reno­
la complejidad de la comunicación. La
var la lógica a fin de hacerla capaz de fun­
acción comunicativa, o coordinación con­
dar la matemática. El autor rechaza toda
sensuada de los planes de acción de las
concepción psicológica del enunciado lógi­
partes implicadas tomadas individual­
co y demanda que se lo considere como
mente, es la que hace posible el proce­
una proposición «en sí» (Satz an sich),
so de intercom prensión. Pero en este
cuya verdad no depende de las particula­
proceso es preciso reconocer que, con
ridades de la materia.
cada acto de habla, las partes implica­
Esta tesis influenciará la crítica hus-
das en la comunicación se refieren simul­
serliana del psicologismo.
táneamente a algo que pertenece al orden
del mundo subjetivo, cuyo presupuesto es
Edición: Wissenschaftslehre, 5 vols., Pra­
la veracidad; del mundo social, cuyo pre­ ga, 1930-1948.
supuesto es la conveniencia; y del mun­ Estudios: W. y M. Kneale, El desarrollo de
do objetivo, cuyo presupuesto es la ver­ la lógica (tr. J. Muguerza), Tecnos, 1972,
dad. En fin, en toda comunicación hay cap. V.
una referencia a «saberes de fondo», a
mundos vividos con los que las partes
implicadas en la interacción alimentan su
interpretación. TE O RÍA DE LA JUSTICIA, A Theory
Dependiente, por su planteamiento o f Justice, 1971.
teórico, del pensamiento post-metafísico John Rawls, nacido en
1921.
surgido de Hegel, Habermas inscribe su
teoría de la sociedad en un cuádruple pro­ Filósofo liberal, Rawls intenta aquí dar
yecto: de radicalización del giro lógico- sentido a la noción de justicia. Para ello
lingüístico nacido de Frege, de la «puesta retoma la filosofía del contrato social,
en situación» de la razón — operada ya en la que dicho contrato forma la «base
por Dilthey, Heidegger, Sartre y Merle- moral» de una sociedad democrática. La
au-Ponty (mas aquí la razón se encarna sociedad, a la cual nadie está obligado a
en la acción comunicativa)— , del aban­ adherirse, es definida como un sistema
dono del logocentrismo propio de la tra­ equitativo y voluntario de cooperación
dición occidental, del «adiós» a una visión entre muchos individuos.
601 TEORÍA DE LOS SENTIMIENTOS MORALES (LA)

La teoría del contrato social reposa sobre dades admisibles son las que benefician
una «posición original»; posición hipotéti­ a los menos favorecidos, mientras que la
ca en la que los individuos actúan en com­ desigualdad injusta no beneficia a todos.
pleta ignorancia y están racionalmente ani­ Influenciado por Kant, Rawls desarro­
mados por sus propios intereses. Estos lla aquí una teoría sistemática de la justi­
individuos deben ponerse de acuerdo sobre cia que se apoya en principios racionales
un sistema de cooperación. Mas, sin cono­ (la razón práctica). Su influencia, tanto
cer el lugar que ocupará en el sistema, cada sobre las teorías como sobre las políti­
uno se representa prudentemente lo peor, cas económicas del mundo anglosajón y
es decir el caso en el que él ocupara una del continente europeo, es grande, sin­
posición inferior. A partir de ahí, cada uno gularmente entre los liberales y los pro­
adopta la «estrategia del máximum» (toma­ gresistas. Mientras que el pensamiento
da de la teoría de juegos). Según esta estra­ igualitarista, que identifica justicia con
tegia, para todo jugador que no está segu­ igualdad económica, pierde su vigencia,
ro de ganar, el mejor plan a adoptar la teoría rawliana tiende a justificar las
consiste en asegurarse de que el peor resul­ desigualdades, y ello en el nombre mis­
tado sea el mejor posible; con ello mini­ mo de la justicia.
miza sus pérdidas máximas, o también
maximiza sus pérdidas mínimas. Edición: Teoría de la justicia (tr. M.a D.
En la posición original y en virtud de la González), Fondo de Cultura Económica,
estrategia del máximum, los individuos eli­ 1978.
Estudio: B. Barry, La teoría liberal de la
gen dos principios distintos, siendo el pri­
justicia. Examen crítico de las principa­
mero (libertad) prioritario por relación al les doctrinas de «Teoría de la justicia» de
segundo (diferencia). Según el principio John Rawls (tr. H. Rubioi), México, Fondo
de libertad, los individuos se compro­ de Cultura Económica, 1993; ¡ndividu et
meten a instituir el marco de libertades justice sociale. Autour de John Rawls (obra
colectiva), Le Seuil, 1988.
más amplio que sea compatible al mismo
tiempo con una libertad similar para todos.
Cada uno dispondrá así de la mayor liber­
tad compatible con la libertad del otro.
El principio de diferencia es el que justi­ T E O R ÍA DE L O S S E N T IM IE N T O S
fica las desigualdades. Rawls critica aquí M O RALES (LA), The Theory o f Moral
la teoría neoclásica y utilitarista que igno­ Sentiments, o r A n Essay towards the
ra las desigualdades, confunde la justicia analysis o f the principies by wich men
con la maximización del bienestar social, naturally judge concerning the conduct
y admite con ello que el sacrificio de un and character, first o f their neighbourgs,
individuo pueda aumentar el bienestar and afterwards o f themselves, 1759.
de todos. Para Rawls, nadie es un medio Adam Smith, 1723-1790.
al servicio de la sociedad, estando siem­
pre las libertades civiles por encima de la Esta obra toma el texto de un curso de
economía. Pero las desigualdades no son ética que Adam Smith impartió en la uni­
necesariamente injusticias. Se las puede versidad de Glasgow, en la que enseña­
admitir bajo dos condiciones: en primer ba desde 1751. El filósofo se propone
lugar, es preciso que haya una «justa igual­ aquí reelaborar uno de los problemas filo­
dad de oportunidades», o dicho de otro sóficos más clásicos del Siglo de las Luces.
modo, que las situaciones que aportan ven­ Se trata, como indica claramente el títu­
tajas sean accesibles a todos; en segundo lo, de comprender la naturaleza y el ori­
lugar, que la sociedad tenga el poder de gen del «sentimiento moral», al que se atri­
hacer a los menos afortunados tan ricos buía habitualmente — hasta Kant— la
como le sea posible, esto es, de alcanzar responsabilidad de nuestros juicios éticos.
un óptimum en la distribución de los ingre­ Smith admite una simpatía humana,
sos. De este modo, las únicas desigual­ que hace a los individuos capaces de tras­
TEORÍA DEL ARTE MODERNO 602

pasar su dimensión propiamente egoísta les nos es dada la percepción del mundo
para tomarse sensibles al sufrimiento de exterior. En efecto, según La teoría de
otro. El autor se cuida de subrayar bien los sentimientos morales, nuestros jui­
(como lo hará Kant) que la compasión, o cios morales conocen una multitud de
piedad, sigue teniendo su sede en el ego­ matices, que son incompatibles con la
ísmo. Mas la compasión no actúa sola, hipótesis de un sentido moral único.
pues «por egoísta que se suponga ser un Aunque Smith, deísta, pronuncia lo
hombre cualquiera, hay evidentemente menos posible el nombre de D ios, el
algunos principios en su naturaleza que lo papel de la providencia está sin embar­
inclinan a interesarse por la buena fortu­ go presente en cada página de este libro.
na de los otros y que toman la felicidad de Un finalismo permanente se deja en efec­
éstos en algo necesario para él». Así, el to entrever en él.
sentimiento moral del hombre está orde­ El privilegio, o mejor la exclusividad,
nado según su naturaleza propia, mas tam­ que se atribuye al sentimiento en la con­
bién de acuerdo con la naturaleza entera ducta moral, conduce a Smith a terminar
y con la de la comunidad humana. Al igual su ensayo con críticas muy duras respec­
que los moralistas empiristas y utilitaristas to a la casuística, pues las obras que en
— compatriotas suyos en su mayoría— , ella se inspiran «buscan en vano deter­
Smith piensa que el hombre está desti­ minar de una manera precisa aquello que
nado a establecer con sus semejantes rela­ no puede serlo más que por el senti­
ciones de solidaridad y de ayuda mutua, miento; ¿cómo es posible en efecto encon­
únicas capaces de procurar la felicidad de trar reglas invariables que fijen el punto
todos. Esta idea de una felicidad posible en el cual, en cada caso particular, el sen­
es aquí determinante, hasta el punto de timiento delicado de la justicia se torna
conducir a Smith a una afirmación un tan­ en un mero escrúpulo frívolo-, que mues­
to paradójica que Kant discutirá: el autor tren el instante preciso en que la reserva
observa en efecto que nuestro juicio moral o la discreción degeneran en disimulo?».
no se ejerce jamás únicamente sobre las La teoría de los sentimientos mora­
intenciones que han presidido una acción, les ejerció una cierta influencia sobre
sino que integra siempre al mismo tiem­ las concepciones morales del Siglo de
po los resultados o consecuencias (éxito o las Luces. La teoría se inscribe en el gran
fracaso) de esa acción. movimiento empirista, naturalista y deís­
Es muy claro para Smith que el senti­ ta que atraviesa la reflexión ética — prin­
miento moral del hombre no está dicta­ cipalmente en Gran Bretaña— en el
do por el interés; si ese fuera el caso, no siglo XVIII.
se comprendería que nos sugiriera apro­
bar acciones que individualmente nos per­ Edición: Theortj o f Moral Sentiments, en
judican y desaprobar otras que podrían The Glasgow Edition o f the Works and
sernos beneficiosas. La razón tampoco Correspondance o f Adam Smith, vol. I,
Oxford, Clarendon Press, 1976.
es el fundamento. En efecto, las reglas no Estudio: J. Mathiot, Adom Smith, philo-
preceden al juicio moral que nosotros sophie et économie: de la sympathie á
deduciríamos de la aplicación de normas l’échange, col. «Philosophies», P.U.F., 1990.
universales. Por el contrario, extraemos
por inducción las reglas generales a par­
tir del conocimiento de los casos parti­
culares. Así, la vida moral no está hecha T E O R ÍA DE L A R T E M O D E R N O ,
más que de una infinidad de situaciones Théorie de l ’art moderne, 1964.
singulares, siempre diferentes. Pero, con­ Paul Klee, 1879-1940.
trariamente a otros moralistas (como el Colección de ensayos estéticos.
irlandés Francis Hutcheson), Smith se nie­
ga a admitir un «sentido moral» que se Para el autor, la modernidad en arte
sumaría a los sentidos mediante los cua­ debe estar orientada hacia las formas iné­
603 TEORÍA ESTÉTICA

ditas del yo; así, el creador debe elevar­ conceptual: la realidad es el espíritu que
se hasta el «yo divino» (a priori). El artis­ coincide con el mundo.
ta moderno desplaza el centro de grave­
dad de la materia y la considera desde un Edición: Teoría e historia de la historio-
nuevo ángulo. Si el dibujo es el arte de gra/ía (tr. E. J. Prieto), Buenos Aires, Imán,
eliminar, el color lo contiene todo. La per­ Estudio: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
cepción del artista es movimiento, al igual sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar),
que la obra, que se inscribe necesaria­ vol. III, Montaner y Simón, 1973, pp. 438-
mente en el tiempo. Crear es dialogar con
la naturaleza; porque hay leyes comu­
nes a la naturaleza y al arte. La forma cre­
adora «funciona» en la creación; el pintor
debe perseguir esta función, más que la T E O R ÍA E S T É T IC A , Aesthetische
forma acabada. Theorie, 1970.
Aunque contem poráneo de Kan- Theodor Wiesengrund Adorno, 1903-
dinsky, el autor no sostiene los mismos 1969.
puntos de vista que él, por encima de su
común voluntad de innovar. Donde Kan- En esta obra, que quedó inacabada, el
dinsky busca la forma a p r io r i en su autor plantea la cuestión del estatuto mis­
dimensión absoluta, Klee se concentra mo del arte moderno, cuya evidencia no
en el carácter operativo de la forma. En aparece ni en sí mismo, ni en su derecho
a la existencia, ni en su relación con la
este sentido, representa otra actitud res­
sociedad. La ampliación de las posibilida­
pecto de la conciencia creadora tras­
des de creación entraña, a la inversa, un
cendental.
estrechamiento de sus efectos sobre las
Edición: Teoría del arte moderno, Méxi­ obras. La irrupción de lo «nuevo» en arte
co, Era, 1984. ha difuminado hasta la noción misma de
Estudio: J.-L. Ferrier, Paul Klee, les années tradición. El arte moderno está hecho a
vingt, Denoel, 1971. imagen de la ruina; expresa un desaliento
cuyo arquetipo es Rimbaud, que acabó por
abandonar la escritura. ¿Podría la eman­
cipación del arte haber minado las condi­
TE O RÍA E H IS T O R IA DE L A H ISTO ­ ciones de posibilidad de toda creación?
RIOGRAFÍA, Teoría e storia della sto- El autor constata, por lo demás, que el
riografia, 1912. arte moderno se identifica con la sociedad
Benedetto Croce, 1866-1952. de consumo del Occidente capitalista, mas
para oponerse a ella. Su función original
La historia constituye el cuarto domi­ ha sido por tanto puesta en cuestión: antes,
nio (tras la estética, la lógica y la prácti­ la obra de arte prometía un mundo mejor.
ca) al que Croce aplica su reflexión filo­ Esta intención objetiva era y sigue sien­
sófica; con ello culmina la elaboración de do teóricamente el «contenido de verdad»
un sistema teórico — la Filosofía d ello de la obra, tal como la reflexión filosófi­
Spiríto (la Filosofía del espíritu)— cons­ ca puede revelarlo (porque, al desplegar­
truido sobre una amplia base de erudición se, el contenido se transforma en el con­
crítica e historíográfica. ce p to filosófico). De este modo, el
Fundada en su filosofía de la inma­ contenido de verdad lucha contra el sufri­
nencia, la historia es, según Croce, una miento y la muerte, transmitiendo así la
«historia viviente»; necesariamente con­ promesa de un mundo distinto. Mas el arte
temporánea, la historia «es principalmente moderno ha olvidado el sufrimiento; trai­
un acto de pensamiento». Contra el posi­ ciona la promesa: ¿no se está a punto de
tivismo y el romanticismo, Croce identi­ firmar la condena a muerte del arte? N o
fica el hecho histórico con su elaboración obstante, la naturaleza fundamentalmen­
TEORÍA GENERAL DEL CONOCIMIENTO 604

te contestataria (negativa) de la obra podría lick, en cada una de esas ciencias se


sacar al arte de este atolladero. No ha desa­ encuentra oculto un elemento filosófico.
parecido todo después de la caducidad de El autor no considera a los conceptos
la belleza formal; lo sublime ha sobrevivi­ como representaciones de orden psíqui­
do, ligado íntimamente al poder que la co dotadas de un cierto contenido, sino
obra tiene de decir «no». Adorno es el más bien como «ficciones» que nosotros
defensor de una estética del juicio de valor, pensamos en lugar de las «representa­
que sería el criterio de comprensión del ciones provistas de un contenido deter­
arte. Es esta actitud crítica la que lo lleva minado». Es el cálculo, la organización
a formular la aporía del arte moderno. La de una coherencia en el ámbito de con­
Teoría estética gira en tomo a esta apo­ ceptos y símbolos, lo que permite fundar
ría y desarrolla, en una orientación for­ la experiencia científica. A partir de aquí,
malista, una estética del objeto. La obra la filosofía tiene por misión ofrecer la sig­
se inscribe en un proyecto global de ori­ nificación exacta de la obra científica.
gen marxista, según el cual la forma de Como la mayoría de los positivistas,
la obra de arte es su criterio de perfección. Schlick rechaza la metafísica, cuyos enun­
Esta orientación del pensamiento postula ciados son para él carentes de sentido.
además la superación del sistema capita­
Edición: Allgemeine Erkenntnislehre, Ber­
lista. En esta singladura es donde se sitúa
lín, Springer, 1925.
la Escuela de Francfort, de la que Adorno Estudio: P. Jacob, L ’Empirisme logique,
es uno de sus principales representantes. ses antécédents, ses critiques, Éd. de Minuit,
La Teoría estética ilustra el malestar de 1980.
toda una época ante un arte que desqui­
cia hasta sus propios presupuestos, y las
cuestiones planteadas por el autor no han
perdido hoy la menor actualidad. T E O R ÍA G E N E R A L DE L E SPÍRITU
C O M O A C T O PURO, Teoría generóle
Edición: Aesthetische Theorie, Suhrkamp, dello Spirito com e atto puro, 1916.
1970. Giovanni Gentile, 1875-1944.
Estudio: M. Jay, Adorno (tr. M. Pascual
Morales), Siglo XXI, 1988.
De creer a Gentile, los grandes idealis­
mos han pecado por falta de audacia. Una
vez sentado el principio de la idealidad de
lo real, ni Platón, ni Berkeley ni Kant han
T E O R ÍA G E N E R AL D EL C O N O C I­
sabido desarrollar las consecuencias radi­
MIENTO, Allgemeine Erkenntrtislehre,
cales. Restringiendo así la aplicación de sus
1918.
propios principios, esas doctrinas acaban
Moritz Schuck, 1882-1936. por «cosificar» el pensamiento y por obje­
tivar el yo pensante; en esto siguen la ten­
Moritz Schlick es uno de los fundado­
dencia ordinaria del pensamiento abstrac­
res del Círculo de Viena (1929). Después
to a proponer entidades. El autor se adhiere
de haber estudiado física, se volvió a la al sistema hegeliano de la dialéctica y a la
filosofía y en 1922 se le ofreció la cáte­ relación que Hegel establece entre el pen­
dra de filosofía de las ciencias inductivas samiento y lo real, mas Gentile quiere lle­
de la universidad de Viena. La episte­ gar aquí todavía más lejos y da la primacía
mología rigurosa que fundó está inspira­ a la actividad espiritual como tal, como
da en Mach, en Von Helmholtz y en Poin- «acto» o devenir jamás acabado y siempre
caré, y se opone al neokantismo. singular. «No existe la naturaleza, ni la his­
Su Teoría general del conocim iento toria, sino tal naturaleza, tal historia, en tal
es una obra fundamental que impone el acto espiritual.» El idealismo destruye así
acercamiento de la filosofía a las ciencias todo residuo de trascendencia: lo real no
de la naturaleza, puesto que, para Sch­ es el «resultado» del pensamiento, sino el
605 TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

pensar en acto. «El espíritu es una reali­ hay que distinguir del positivismo filosó­
dad que se realiza por la conciencia que fico, cuyas consecuencias jurídicas son
ella tiene de sí misma.» Gentile llama actua- muy diferentes— , cercano en esto a Hans
lismo a la empresa filosófica que se fija por Kelsen, Carré de Malberg separa estric­
tarea pensar la unidad y la infinidad del yo tamente derecho, moral y política, dán­
o del sujeto absoluto. dole su autonomía a la ciencia jurídica.
Este idealismo absoluto se reconoce Según él, en efecto, el derecho natural
monista, pero en absoluto místico: resuel­ no exime del jurídico; el único derecho es
ve las distinciones sin eliminarlas; preten­ el derecho positivo, un derecho garan­
de pensar las diferencias como también las tizado efectivamente por un poder de
identidades. Igualmente el autor cree haber coacción, un derecho que no conoce nin­
llegado hasta la verdad profunda del cris­ guna instancia «jurídica» superior. Perte­
tianismo: la realidad actualizada como espí­ nece, pues, a la esencia del derecho el
ritu puro no se deja ni negar (como en estar sancionado por una potencia coer­
las filosofías de la India), ni conocer (como citiva, suponiendo el derecho necesaria­
en la filosofía griega), sino construir; es mente la existencia de un Estado. El dere­
amor y voluntad, esfuerzo interior del «hom­ cho positivo, por ser independiente de los
bre que se eleva por encima de la huma­ valores morales y políticos, es axiológica-
nidad y se hace Dios»; o también «el mun­ mente neutro. Así, para el autor, la -»De­
do intrínsecamente moral» que es el que el claración de los derechos del hombre
hombre quiere que sea — el mundo tal reemplaza a la moral y no tiene ningún
como lo concibe el cristiano— . valor jurídico, no pudiendo apelar a nin­
El actualismo desemboca en estatismo, guna superioridad por relación a la cons­
puesto que la Historia, advenimiento de la titución de 1875; el legislador de la III
intersubjetividad concreta como Estado, República no está, en consecuencia, liga­
revela al hombre el secreto de su perpetua do en absoluto por este texto revolucio­
revolución y regeneración. El inmanen- nario.
tismo condujo a Gentile a reconocer en Heredero de Sieyés, el autor se remite
Mussolini el gran Renovador y a adherir­ a la doctrina revolucionaria de la sobera­
se al fascismo. Murió también ejecutado nía nacional, reínterpretando así todo el
por los antifascistas, y su fin es como la derecho constitucional francés en confor­
ilustración de la incapacidad de este inma- midad con aquélla. La Nación, entidad
nentismo para ofrecer a sus adeptos un colectiva y abstracta, es la sola titular de la
criterio concreto de orientación, ni siquie­ soberanía, siendo el Estado la personali­
ra en aquellas situaciones cuya singulari­ zación unitaria de ésta. El Estado detenta
dad tan vivamente había promulgado. la autoridad, no porque domine de hecho,
sino porque él es soberano, porque es la
Edición: L ’Esprit, a cte p u r (tr. A. Lion), potencia soberana de la Nación. La sobe­
Alean, 1925. ranía se define como «el carácter supremo
Estudio: N. Abbagnano, H istoria de la Filo­
del poder», no admitiendo este poder con­
sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar),
vol. III, Montaner y Simón, 1973, pp. 488- currencia alguna ni poder por encima de
428 y 452. él. «El Estado tiene una potencia que no se
deja reemplazar por ningún otro poder y
que no puede ser igualada por ningún otro
poder». El Estado, siendo soberano, no es
T E O R ÍA G E N E R AL D E L E ST A D O , ni limitado ni determinado por una ins­
C ontribution á la théorie générale de tancia superior como la moral; lo cual no
l ’État, 1920 y 1922. significa que deba ser despótico o tiránico.
R a ym o n d C arré de M alberg , 1861-1935. El Estado, organismo jurídico, está limita­
do por el derecho que él garantiza; la sobe­
Representante excepcional del positi­ ranía no puede ser limitada más que por
vismo jurídico (formalismo jurídico) —que ella misma. Carré de Malberg retoma la
TEORÍA PURA DEL DERECHO 606

teoría (germánica) de la autolimitación del así los datos de la experiencia. El dere­


Estado, desarrollada especialmente por cho debe ser estudiado en su esencia,
el jurista austríaco Georg Jellinek. tal como él es y no tal como se desearía
La soberanía es nacional (tesis de Síeyés) que fuese. Así, no hay más derecho que
y no popular (tesis de Rousseau); no per­ el positivo, el derecho natural que surge
tenece ni a un individuo (monarquía abso­ de la moral. Distinguiendo el «deber-ser»
luta) ni al pueblo (democracia pura), sino (soí/en) del «ser» (sein), Kelsen opone las
a la Nación. Esta doctrina de la soberanía ciencias normativas (que se enuncian en
nacional determina un régimen repre­ el modo imperativo del mandato) a las
sentativo que prohíbe el mandato impe­ ciencias explicativas (que se enuncian en
rativo roussoniano, mas autoriza un man­ el modo indicativo de la descripción). El
dato general e irrevocable. Los elegidos derecho es, como la moral, una ciencia
representan a la Nación y velan por ella normativa, una ciencia cuyo objeto es un
(el «poder de querer»), y no por sus elec­ conjunto de normas (de reglas) de con­
tores. Nadie puede declararse soberano si ducta que indican lo que debe ser y no
no es el Estado. De lo que se sigue que lo que es. Mas si la regla moral es un impe­
la organización del Estado debe impedir rativo categórico y autónomo que orde­
que sus representantes puedan usar arbi­ na sin condiciones, la regla jurídica es
trariamente del poder, es decir apropiar­ en sí un imperativo hipotético y heteró-
se de la soberanía. El ideal del Estado repu­ nomo, cuyo acatamiento necesita de la
blicano es que sus representantes procuren fuerza coercitiva del Estado. De aquí la
permanentemente la voluntad nacional, identificación entre Estado y derecho,
colocando cada uno al interés general por «Rechtsstaat» y «Staatsrecht», en la que
encima de los intereses particulares. una regla de derecho corresponde siem­
La obra de Carré de Malberg influirá pre a una norma condicional de coacción
en la escuela de derecho orgánico anti- estatista.
rracionalista alemana, especialmente en En un Estado, todas los reglas jurídicas
Cari Schmitt, pero también en las cons­ deben estar relacionadas con una nor­
tituyentes francesas de 1958. ma jurídica fundamental (Gru n d norm )
que instituye el primer órgano de crea­
Edición: Teoría general del Estado (tr. L. ción del derecho y se sitúa en la cumbre
Legaz Lacambra), México, Fondo de Cultu­ de la pirámide jurídica; tal es principio del
ra Económica, 1948. orden jurídico por grados. A partir de aquí,
Estudio: G. Bacot, Carré de Malberg et l’o-
rigine de la distínction entre souveraineté Kelsen da nacimiento al control de cons-
du peuple et souveraineté nationale, ed. titucionalidad, del que el Consejo consti­
del C.N.R.S., 1985. tucional, creado por la Constitución fran­
cesa de 1958, es una ilustración perfecta.
Redactor de la Constitución austríaca
de 1920, amigo de Sigmund Freud y
TE O RÍA P U R A DEL DERECHO, Rei­ adversario de Cari Schmitt, Kelsen encon­
ne Rechtslehre, 1934. trará numerosos adeptos entre los juris­
H a n s K e lsen , 1881-1973. tas, como lo atestigua la cantidad de «kel-
senianos» actuales (Charles Eisenmann,
Cabeza de la escuela de Viena o Escue­ por ejemplo). El kelsenianismo continúa
la normativa, Kelsen intenta constituir caracterizándose por su positivismo y su
aquí una teoría pura del derecho elimi­ oposición al jusnaturalismo.
nando de la ciencia del derecho todos los
elementos metajurídicos tomados de dis­ Edición: Teoría pura del derecho. Intro­
ciplinas vecinas (moral, política, ciencia, ducción a la ciencia del derecho (tr. M. Nil-
etc.). Neokantiano, el autor hace proce­ ve), Buenos Aires, Eudeba, 1960.
Estudio: Kelsen et le positivisrne juridique
der esta historia de la razón pura y la fun­ (obra colectiva), Reuue Internationale de
da sobre nociones a priori, eliminando philosophie, n.° 138, P.U.F., 1982.
607 TIEMPO Y NARRACIÓN

TEORÍA Y PRAXIS. Estudios de filo­ TIEMPO Y DESTINO, Temps et des­


sofía social, Theorie und Praxis. Sozial- tín, 1980.
philosophische Studien, 1963. Marcel Conche, nacido en 1922.
Jü r g e n H a b e r m a s , nacido en 192 9.
Colección de ensayos. Marcel Conche, metafísico e historia­
dor de la filosofía, se interroga sobre la
La obra reúne once ensayos redacta­ concepción tradicional del tiempo. Opo­
dos entre 1960 y 1963. Si los primeros niéndose en particular a la teoría estoica
textos están consagrados a la reflexión del destino, el autor da a este término
política de Aristóteles, de Maquiavelo, de una significación muy particular, que le
Hobbes, de Hegel, de Schelling y de algu­ permite conciliar la noción de potencia
nos otros, es en el sexto ensayo dedica­ del destino con la de libertad individual.
do al marxismo, y más particularmente al Para Conche, en efecto, el punto de vis­
«marxismo como crítica», prolongado en ta estoico conduce a «una negación del
el ensayo siguiente, donde precisa las tiempo, por reducción del porvenir al
«tareas críticas» de la sociología. El texto pasado», que equivale a negar el destino
octavo («Dogmatismo, Razón y Decisión. mismo. Cuando los estoicos afirman que
Teoría y Praxis en la civilización científi­ todo lo que ha de suceder está ya inscri­
ca»), que da título al libro, denuncia las to en el pasado, no hacen sino reducir
pretensiones de la racionalidad tecnoló­ el porvenir al pasado, defendiendo con
gica a extenderse a todos los dominios de esto una tesis maximalista del destino que
la praxis. Para Habermas, la razón debe, destruye la noción misma de porvenir.
por el contrario, preocuparse por la Es por tanto esencial para el autor dis­
emancipación de los hombres, tal como tinguir la noción de necesidad de la de
opera en toda situación de comunicación destino, implicando esta última la reali­
que se apoye sobre una discusión racio­ dad de! porvenir en tanto que tal, es decir
nal. En el ensayo nueve, el autor retoma
la apertura del presente a una multipli­
y profundiza la tesis de Marcuse de que
cidad de posibles. Gracias a esta distin­
la dominación política ha tomado de aquí
ción, la libertad humana queda preser­
en adelante la forma de una manipula­
vada y puede, sin contradicción, coexistir
ción técnica. Los últimos textos analizan
con el destino. Algunos acontecimientos,
las relaciones entre la política científica y
precisa Conche, se producen no obstante
la formación universitaria.
bajo el efecto único del destino; uno solo
Partiendo de la distinción aristotélica
de entre ellos es a la vez universal y fatal:
entre la praxis, que concierne a la acción
la muerte. La obra se articula pues en
moral y política, y la técnica (techné), que
tom o a un cuestíonamiento de nuestra
se refiere a la acción racional orientada a
facultad de concebir al tiempo en su rela­
un fin, Habermas propone aquí la críti­
ción con lo irreductible.
ca, que busca realizar la emancipación,
contrariamente a la filosofía (inclinada Edición: Temps et destín, P.U.F., 1992.
exclusivamente a la contemplación) y a la Estudio: M. Conche, Viure et philosopher-
ciencia (que excluye de su campo de visión Réponses aux questions de Lucile Laveg-
el contexto de su constitución). De aquí gi, P.U.F., 1992.
el lugar privilegiado que el autor concede
al marxismo como filosofía crítica que bus­
ca poner fin a todas las formas de domi­
nio. TIEM PO Y N A R R A C IÓ N , Temps et
récit, 1983, 1984 y 1985.
Edición: Teoría y praxis (tr. S. Mas y C. P a u l R ic o e u r , nacido en 1913.
Moya), Tecnos, 1987.
Estudio: Th. McCarthy, La teoría crítica de
Jürgen Habermas (tr. M. Jiménez Redon­ En los tres volúmenes de que se com­
do), Tecnos, 1987. pone esta obra, Ricoeur prosigue la ela­
TIEMPO Y SER 608

boración, comenzada con -*• La m etáfo­ dos en el libro publicado por Heidegger
ra viva, de una hermenéutica del relato. en 1969, que en su versión española lle­
Para el autor, la innovación semántica va también por título el de Tiempo y ser,
ocurre ante todo en la invención de una aunque conviene no olvidar que el que
intriga. Es, por lo demás, la «síntesis de le dio su autor fue Z u r Sache des Den-
lo heterogéneo» lo que emparenta el rela­ kens (literalmente: «A la cosa del pensap>).
to con la metáfora. La función mimética El protocolo de un largo seminario en el
del relato es interpretada aquí como una que Heidegger, rompiendo con su inve­
aplicación particular de la referencia meta­ terado hábito de comentar textos de otros
fórica a la esfera del obrar humano. grandes filósofos, como Heráclito o Ana-
ximandro, comenta su propia conferen­
Edición: Tiempo y narración (tr. A. Neira), cia «Tiempo y ser», el ensayo «El final de
3 vols., Cristiandad, 1987.
la filosofía y la tarea del pensar», ya apa­
Estudio: Ch. Bouchindhomme y R. Roch-
litz, «Temps et récit» de Paul Ricoeur en recido en Kierkegaard uiuant (tr. caste­
débat, Le Cerf, 1990. llana en Alianza) en 1964, y la contribu­
ción autobiográfica de Heidegger «Mi
camino a la fenomenología», completan
el volumen, que contiene, por así decir­
T IE M P O Y SER, Z u r Sache des Den- lo, la ruta entera del pensamiento de su
kens, 1969. autor, desde el despertar del joven estu­
M a r tín H eidegger , 1989-1976. diante de Teología a la problemática filo­
sófica gracias a la lectura de Brentano y
En 1962, treinta y cinco años después de Husserl, cuyo lema «Zu den Sachen
de la aparición del legendario -*■ S er y selbst!», «¡A las cosas mismas!», le cauti­
tiempo (1927), pronunció Heidegger en varía inicialmente, hasta el pronto y peno­
la Universidad de Friburgo una conferencia so descubrimiento por Heidegger de la
con el título «Tiem po y ser». Este título «tarea del pensar», que implica, entre otras
daba nombre en el plan de dicha obra a cosas, la convicción de que la finitud tem­
una prometida tercera sección de la pri­ poral del ente abierto al Ser que es el hom­
mera parte que su autor jamás llegó a bre, es un ingrediente esencial y no eli-
publicar. minable de la filosofía.
La conferencia de 1962 no es una
mera continuación que pudiera anexio­ Edición: Tiempo y ser, Tecnos, 1997.
narse sin más al interrumpido libro Ser y Estudios: Introducción de M. Garrido a la
edición citada; G. Steiner, Heidegger, Méxi­
tiempo. Sin embargo, «la cuestión capi­ co, Fondo de Cultura Económica, 1991; O.
tal sigue siendo la misma, lo cual, empe­ Póggeler, El camino del pensar de Martin
ro, sólo quiere decir que: esa cuestión es Heidegger (tr. F. Duque), Alianza, 1986.
hoy aún más perentoria y aún más extra­
ña al espíritu de la época».
«Tiempo y ser» viene a ser así una relec­
tura, desde la madurez del anciano Hei­ T IE R R A N O SE MUEVE (LA), 1940 y
degger, de la fundamental problemática 1946.
de la temporalidad del ser ya abordada en Ed m u n d H u sse rl , 1859-1938.
Ser y tiempo. Pero ahora las categorías
básicas de aquella obra (la existencia, el Esta obra reúne tres manuscritos pos­
proyecto, el mundo) no son contempla­ tumos de Husserl consagrados al origen
das tanto a partir del «ser ahí» o Dasein de la espacialidad y a la constitución del
como a partir del Ser y su llamada, que espacio y del mundo ambiente.
convoca al hombre al descubrimiento de En el primer artículo, titulado «El arco ori­
la verdad y al cumplimiento de su destino. ginario Tierra no se mueve» (Grundlegen-
La referida conferencia es el primero de Untersuchungen zum phánomenolo-
y principal de los cuatro ensayos inclui­ gischen Ursprung der Raumlichkeit der
609 TOMISMO (EL)

Natur), Husserl realiza una «reducción» de antes de que esta última se hundiera bajo
la doctrina copemicana y presenta como las aguas.
presuposición trascendental la certeza de Al relato del mito sigue una exposición
que la Tierra es el suelo originario anterior de la cosmología platónica, cuyo funda­
a toda objetivación científica: es el «cuerpo- mento está constituido por la teoría de las
substrato» por relación al cual el movimiento Ideas. Para Timeo, estas Ideas han servi­
o el reposo de los otros cuerpos toman sen­ do al demiurgo de modelos para construir
tido, mas en sí mismo «ni se mueve ni está el mundo, cuya unidad geométrica fun­
en reposo». Este retomo a un Urboden es damental es el triángulo. La teoría del alma
un prerrequisito para los «Datos para la cons­ del mundo atestigua una inspiración neta­
titución del espacio» (Notizen zur Raum- mente pitagórica. El tiempo es definido
konstitution), texto que considera la cons­ aquí como «imagen móvil de la eternidad».
titución del espacio a partir del sistema El Timeo continúa con una exposición de
anestésico. Finalmente, «El mundo del pre­ la «biología» de Platón, a partir de la teo­
sente viviente (Lebende Gegenwart) y la ría de los cuatro elementos. Las mujeres
constitución del mundo ambiente exterior y los animales son reencarnaciones de los
a la carne» trata de la constitución del mun­ hombres de alma vil.
do objetivo privilegiando al cuerpo, Kórper La conclusión esencial del diálogo es
y Leib (carne) a la vez. la idea de que la naturaleza — reflejo degra­
Estas reflexiones bosquejadas susten­ dado de las esencias eternas— no podría
tarán las de la -*• Crisis de la ciencia eu­ ser objeto de un conocimiento perfecto;
ropea y las de -*■ E l origen de la g e o ­ de ella no es posible hacer más que con­
metría, mas también el pensamiento de jeturas probables.
Merleu-Ponty sobre la carne.
Ediciones: Timeo (tr. F. Lisi), en Platón,
Ediciones: La Terre ne se meut pas (tr. Diálogos, vol. VI, Gredos, 1992; en la trad.
D. Franck, D. Pradelle y J.-F. Lavigne), Ed. de las Obras completas de Platón por J.
de Minuit, 1989; La tierra no se mueve (tr. D. García Bacca, el Timeo figura en el vol.
A. Serrano), Universidad Complutense, VI, Caracas, 1980.
1995. Estudio: Introducción de F. Lisi a la ed. de
Estudio: Husserl, revista Philosophie, n.° Gredos; G. M. A. Grube, El pensamiento
29, Éd. de Minuit, 1989. de Platón (tr. T. Calvo), Gredos, 1973, cap.
V; W. D. Ross, La teoría de las ideas de
Platón (tr. J. L. Diez Arias), Cátedra, 1989;
L. Brisson, Le Méme et l’autre dans la struc-
ture ontologique du Timée de Platón,
TIMEO, o Sobre la naturaleza, Típmoq, Klincksieck, 1974.
r| Ftepi (pweox;.
Platón, 428/427-348/347 a.C.
Diálogo.
TOMISMO (EL). Introducción a la filo­
El Tim e o, que pertenece al último pe­ sofía de Santo Tomás de Aquino, Le
ríodo de la obra de Platón, contiene su Thomisme. Introduction á la philosop­
filosofía de la naturaleza o, si se prefiere, hie de saint Thomas d ’Aquin, 1921.
su física. Étie nne G il s o n , 1884-1978.
El diálogo se abre con una evocación
del Estado ideal — tal como se lo encuen­ Gilson ofrece aquí una lectura filosó­
tra descrito en -> La República— , del que fica de Tomás de Aquino destinada a
la Atenas primitiva ofrece, al decir de Cri- esclarecer, con un escrupuloso respeto
tias, una imagen relativamente fiel. Así, por los textos, su pensamiento sobre el
según el mito de la Atlántida, los prime­ ser, sobre la existencia y sobre Dios. Se
ros atenienses habrían detenido a los inva­ desprende de aquí una «filosofía cristia­
sores venidos de la isla Atlántida y libe­ na» que, lejos de estar hoy día superada,
rado a los pueblos vecinos de su yugo puede incluso salvar a la filosofía con­
TÓPICOS (LOS) 61 0

temporánea de numerosos atolladeros de contener a lo infinito. Saber no signi­


racionales o morales. fica abrazar la realidad en su totalidad,
sino poder en todo momento rebasar los
Edición: E l tom ism o (tr. F. Múgica), Eunsa, marcos de un contenido pensado, «tras­
1989. pasar las barreras de la inmanencia». La
Estudio: M élanges offerts á E tien n e G il- idea de lo infinito conmueve la concien­
son (obra colectiva), Vrin, 1959.
cia, que no es representación de lo infi­
nito, sino que contiene la actividad mis­
ma y es la fuente común de la actividad y
de la teoría.
T Ó P IC O S (LOS).
La lucidez filosófica y ética consiste en
A ristó te le s .
entrever la posibilidad de la guerra. La
Véase ORGANON.
guerra no manifiesta la exterioridad ni al
otro como otro, sino que «destruye la iden­
tidad de uno mismo». Y la paz no resta­
blece esta identidad perdida en la aliena­
T O T A L ID A D E IN F IN IT O . Ensayo
ción. Es preciso instituir, dice Levinas,
sobre la exterioridad, Totalité et infi-
«una relación originaria y original con el
ni. Essai sur l ’extériorité, 1961.
sen>. Pero es el rostro de la guerra que «se
E m m a n u e l L e v in a s , 1905-1995.
fija en el concepto de totalidad lo que
domina en la filosofía occidental». La esca-
Esta obra desarrolla una crítica de la
tología instaura, por el contrario, una rela­
totalid ad , es decir, de la exigencia de ción con el otro que se sitúa más allá de
saber absoluto de la filosofía occidental la totalidad de la historia. La paz no se
(de la que Hegel es el resultado), como instala para Levinas al final de la historia.
también de la visión totalizadora que carac­ «De la paz no puede haber más que esca-
teriza a todos los sistemas filosóficos. Para tología.» La totalidad objetiva no agota la
Levinas, la experiencia esencial no resi­ verdadera medida del ser, sino el con­
de en la síntesis, sino en la relación inter­ cepto de infinito que expresa esta tras­
subjetiva, el cara-a-cara de los humanos, cendencia por relación a la realidad, «no
la sociabilidad, la relación ética. «Este libro englobable en una totalidad y tan origi­
se presenta como una defensa de la sub­ naria como la totalidad». En los filósofos,
jetividad, mas no la captará en el nivel de la experiencia y la evidencia son ante todo
su protesta puramente egoísta contra la experiencia de la guerra. La filosofía es
totalidad, ni en su angustia ante la muer­ una tentativa que comienza por la evi­
te, sino en tanto que fundada en la idea dencia, mas, para Levinas, «la evidencia
de infinito», anuncia el autor en el prefa­ filosófica reenvía a su vez a una situación
cio. La idea de totalidad debe ser distin­ que no puede ser expresada ya en tér­
guida de la idea de infinito, primera filo­ minos de totalidad». Lo cual equivale a
sóficamente. Lo infinito se produce en la afirmar que la escatología no sustituye a
relación de uno mismo con el otro; el tér­ la filosofía, pero la prolonga.
mino «producción» debe ser comprendi­ La situación en la que la totalidad se
do aquí como efectividad del ser, expo­ rompe es la del cara-a-cara. El rostro del
sición o presencia del ser. El lugar de esta otro es el estallido de la exterioridad y
«producción» es la subjetividad, que es de la trascendencia. El acceso al rostro es
recepción del otro, hospitalidad. «En ella en conjunto ético. El rostro es significa­
se consuma la idea de lo infinito». ción, y significación sin contexto. Es lo
El saber en tanto que intencionalidad que no puede devenir contenido, lo que
no es, para Levinas, adecuación al obje­ el pensamiento no puede abarcar total­
to, sino, por el contrario, inadecuación mente, lo incontenible y lo infinito que
por excelencia. Todo saber supone la idea nos llevan al más allá. La visión es bús­
de lo infinito en la medida en que es capaz queda de adecuación. Pero el rostro es
611 TÓTEM Y TABÚ

eso que no puede ser visto, eso que no TÓ T E M Y T A B Ú , Tótem und Tabú,
se reduce a la percepción que tenemos 1913.
de él. Hay en el rostro una fragilidad y S ig m u nd F re u d , 1856-1939.
una pobreza esenciales (el rostro está en
efecto expuesto, desnudo), mas también Freud intenta aquí por vez primera apli­
una primera palabra que enuncia un man­ car los datos del psicoanálisis al dominio
dato: «No matarás». El otro es al mismo de la cultura y de la religión. Más preci­
tiempo aquél contra el cual yo lo puedo samente, su idea es que existen nume­
todo y al que le debo todo. En el acceso rosas analogías entre los comportamien­
al rostro se da el acceso a la idea de Dios, tos de los «pueblos primitivos», tal como
a esa idea de infinito que, como en Des­ los describen los etnólogos, y la vida psí­
cartes, excede al pensamiento. Mas para quica de los neuróticos.
Levinas, la relación con lo infinito no es Así, Freud ve en el tótem — el animal
un saber, sino un deseo, concebido como u objeto en el que el clan reconoce a la
«un pensamiento que piensa más de lo vez su ancestro y su genio tutelar— una
que él no piensa, o que piensa más de persistencia del «temor al incesto», que en
lo que piensa». La idea de lo infinito es la el neurótico se convierte en una verda­
condición de toda verdad y de toda obje­ dera fobia. Todo sistema totémico prohí­
tividad: «Es el espíritu antes de que se be, en efecto, casarse entre sí a los miem­
ofrezca a la distinción de lo que él des­ bros de un mismo grupo (ley de la
cubre por sí mismo y de lo que recibe de exogamia). De la misma manera, se pue­
la opinión.» de relacionar el tabú, que inspira a los poli­
Si por experiencia se entiende la rela­ nesios un «terror sagrado», con las prohi­
ción a lo absolutamente otro, la relación biciones de origen sexual que el individuo
del pensamiento a lo infinito — ese des­ que padece neurosis obsesiva se impone
bordamiento en el cual se produce «la infi- a sí mismo.
nición» de lo infinito— es entonces la Pero es el relato de la «muerte del
experiencia por excelencia. Oponer lo padre» lo que le ha dado a esta obra su
infinito a la totalidad es, para el autor, mayor fama. Freud toma de Darwin la
oponer el acatamiento del ser a la apro­ hipótesis de la horda primitiva — forma
piación del ser, la ética al saber. Y pro­ espontánea de asociación— en la que el
poner como esencial la exterioridad del padre, violento y celoso, posee a todas
ser, es concebir a lo infinito como deseo las mujeres y expulsa a sus hijos a medi­
de lo infinito, y, con ello, proponer la da que crecen. Un día, supone Freud, los
metafísica como deseo y producción del hermanos desterrados se reúnen, matan
ser com o ser-para-otro, y no ya como y devoran al padre e instauran, con esta
negación del yo. El yo se conserva en su «comida totémica», la sociedad tal como
bondad y en su respeto por el ser. la conocemos ahora, con sus organiza­
El pensamiento de Levinas, que tiene ciones sociales, sus restricciones morales
aquí su obra más importante, ha sido y sus religiones. Mas, angustiados por los
influido grandemente por la filosofía isra­ remordimientos, los hijos parricidas pro­
elita, concretamente por los trabajos de híben la matanza del tótem (que simboli­
Franz Rozensweig, que fue el primero en za al padre) y renuncian a unirse con las
revolverse contra las «totalizaciones» de mujeres del clan a las que no obstante han
la filosofía occidental. liberado.
En las manifestaciones de ese senti­
Edición: Totalidad e infinito (tr. D. E. Gui- miento de culpabilidad encuentra Freud
Uot), Sígueme, 1995. los dos deseos reprimidos del com plejo
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ de Edipo: matar al progenitor del mis­
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­ mo sexo y poseer al del sexo opuesto.
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 153-158;
F. Poirie, Emmanuel Levinas, col. «Qui étes- Para el autor, este sentimiento ambiva­
vous?», La Manufacture, 1987. lente respecto al padre de la horda (temor
TOTEMISMO EN L A ACTUALIDAD (EL) 612

mezclado de admiración) se ha perpe­ TRABAJO ASALARIADO Y CAPITAL,


tuado a través de todas las religiones. El Lohnarbeit und Kapital, 1849.
primer parricidio es a los ojos de Freud Karl Marx, 1818-1883.
«el gran acontecimiento que abrió el cami­ Colección de conferencias.
no a la civilización y que no ha cesado
de atormentar a la humanidad desde Bajo este título están reunidas las con­
entonces». ferencias que Marx pronunció en Bruse­
las ante la Asociación de los obreros ale­
Edición: Tótem y tabú (tr. L. López-Balles- manes, publicadas después en la Nueva
teros), en Obras completas, t. V , Biblioteca Gaceta Renana (N eue Rheinische Zei-
Nueva, 1972.
tung). En el orden específicamente eco­
Estudio: M. Robert, D'Oedipe á Moise, Cal-
mann-Lévy, 1974. nómico del edificio marxista, estos textos
no alcanzan el nivel de reflexión que exhi­
be -*• E l Capital. Sin embargo introdu­
cen las principales nociones del materia­
TOTEM ISM O EN LA A C T U A LID A D lismo histórico.
(EL), L e totémisme aujourd’hui, 1962. Prosiguendo su crítica de los análisis
C l a u d e L évi-S t r a u s s , nacido en 1908. de Proudhon, Marx proscribe el con­
cepto de leyes necesarias, universales y
Retomando un tema tratado ya por eternas de la economía. Esta denuncia
numerosos autores (Freud, Frazer, Durk- del carácter incondicionado de los con­
heim), Lévi-Strauss se interroga aquí flictos y las soluciones conduce a Marx a
sobre el significado y el valor de la orga­ una concepción esencialmente histórica
nización social construida en torno al de las realidades económicas y a una con­
tótem, o totem ism o. El tótem designa cepción materialista de la discontinui­
generalmente un animal o un vegetal dad de la historia. Tod o orden econó­
investido por el clan de un poder sobre­ mico y social está determinado por las
natural, que ve en él su ancestro y su condiciones materiales de producción:
g en io protector. Lejos de tener esta «Las relaciones de producción forman
creencia por irracional, infantil o «pri­ eso que se llaman relaciones sociales, la
mitiva», el autor muestra que el culto toté- sociedad, y una sociedad en un estadio
mico manifiesta una homología entre el de desarrollo histórico determinado, una
clan constituido y el ser natural que le sociedad de carácter distintivo, original.»
sirve de tótem. La afirmación de este El materialismo histórico de Marx tiende
profundo parentesco entre el reino de la a minar el modelo hegeliano de metafí­
sociedad y el de la naturaleza permite al sica de la Historia; la realidad histórica
clan aplicarse a sí mismo las categorías no es ya conceptualizada según la tras­
y las combinaciones a través de las cua­ cendencia y la universalidad de la Idea,
les comprende la naturaleza. Nos encon­ sino según la especificidad material de
tramos aquí por tanto ante un pensa­ las sociedades.
miento lógico, y no, como afirma Freud El trabajo asalariado y la concentra­
en -> T ó te m y tabú, ante un pensa­ ción del capital constituyen las determi­
miento neurótico, o un pensamiento naciones materiales de la sociedad capi­
enfermo. talista, que en sí misma es un momento
histórico, transitorio porque está condi­
Edición: El totemismo en la actualidad, cionada materialmente. L o que Marx
México, Fondo de Cultura Económica, 1965. pone en juego en las aportaciones fun­
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ damentales de su filosofía económica y
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
guez Tapia), Cátedra, 1996; C. Clément,
política, es la realidad social de los pue­
Claude Lévi-Strauss ou la Structure du blos como fuerzas productivas, agentes
malheur, col. «Biblio-Essais», Le Livre de decisivos del dinamismo de la historia.
poche, L.G.F., 1985. Cada momento histórico está determi­
61 3 TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS

nado por sus relaciones sociales, que no TR A C T A T U S LOGICO-PHILOSOPHI-


son otra cosa que relaciones de produc­ CUS, Logisch-philosophische Abhand-
ción, de suerte que todo conato de trans­ lung, 1921.
formación social está ligado a la acción L udw ig Josef W ittgenstein , 1889-1951.
de las fuerzas productivas sobre los modos
de producción. Escrito en cuadernos de campaña
El tema explícito de esta obra es el durante la Primera Guerra Mundial, el
antagonismo entre el trabajo asalaria­ Tractatus (del que un Prototractatus reú­
do y el beneficio del capital; pero este ne las versiones anteriores) apareció pri­
antagonismo enmascara una interacción mero en Alemania en la revista Annalen
mutua: «El capital supone el trabajo asa­ der Naturphilosophie (1921), y después,
lariado, el trabajo asalariado supone el gracias al apoyo de Bertrand Russell, en
capital. Cada uno es la condición del Inglaterra, en una edición bilingüe (ale-
otro, ambos se crean mutuamente.» mán-inglés) en 1922.
Entre salario y capital se da así un irre­ Según la fórmula de Wittgenstein, «se
ductible conflicto, que se agudiza y radi­ podría resumir todo el sentido del libro
caliza por el hecho mismo de su depen­ en estas palabras: todo lo que se puede
dencia mutua. decir se puede decir claramente; y de lo
Estos textos presentan las grandes que no se puede hablar hay que callar­
opciones económicas de Marx como tam­ se». O también tomar la frase por la cual
bién sus consecuencias políticas. Su den­ intenta precisar a Russell el mensaje
sidad y claridad hacen de ellos una exce­ exacto de su libro: «El punto principal es
lente introducción a El Capital. la teoría de lo que puede ser dicho en
las proposiciones — es decir, por el len­
Edición: Trabajo asalariado y capital, Pla- guaje— (y, lo que viene a ser lo mismo,
neta-Agostini, 1985. lo que puede ser pensado) y de lo que
Estudio: L. Althusser, -* La revolución teó­ no puede ser dicho en las proposicio­
rica de Marx, México, Siglo XXI, 1967.
nes, sino solamente mostrado; lo que,
creo yo, es el problema cardinal de la
filosofía.»
La obra está presentada en forma de
T R A B A J O DE L A O B RA , M AQ U IA-
527 parágrafos distribuidos en torno a
V E L O (EL), L e travail de l ’oeuvre,
siete proposiciones fundamentales: 1)
Machiavel, 1972. «El mundo es todo lo que es el caso»; 2)
C la u d e L e fo r t , nacido en 1924.
«Lo que es el caso, el hecho, es el dar­
se efectivo de estados de cosas»; 3) «La
Suma y referencia para los estudios figura lógica de los hechos es el pensa­
maquiavelianos de hoy, esta obra se pro­ miento»; 4) «El pensamiento es la pro­
pone estudiar el pensamiento del autor posición con sentido»; 5) «La proposi­
del * E l P ríncipe a partir de la historia ción es una función veritativa de las
de su tiempo. Se trata menos de sacar proposiciones elementales»; 6) «La for­
a luz la coherencia formal de la doctrina ma general de la función veritativa es
del florentino que de comprenderla como introducir esto [(p, 4, N (q)l»; 7) «De lo
punto de una interrogación, de un pen­ que no se puede hablar hay que callar».
samiento tomado tanto en el contexto de El conjunto forma una trama dispuesta
los debates de su época com o a través en un orden total (es decir, lineal y no
de las diversas «lecturas» de que ha sido ramificada), materializada en una nume­
objeto. ración decimal del tipo 1, 1.1, 1.11,
1.12, 1.13, 1.2, 1.21, etc., que se ins­
Edición: Le travail de l’oeuvre, Machiavel,
pira en el sistema empleado ya en los
col. «Tel», Gallimard, 1986.
Estudio: R. Hess, Dictionnaire des philo- -*• Principia mathematica de Russell y
sophes, P.U.F., 1984. Whitehead.
TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES (LA) 614

Lo que aquí se propone Wittgenstein intelectualista, estatista) de pre-guerra le


es repensar la correlación del lenguaje corresponde una pesada carga de res­
con el mundo. El mundo es definido ponsabilidad.
com o la totalidad de los hechos; y el
hecho es definido como coexistencia de Edición: La Trahison des clercs, Grasset,
1981.
estados de cosas, que son a su vez com­ Estudio: Autour de la Trahison des clercs
binaciones de objetos. Estando dado que de Julien Benda (obra colectiva), Entretiens
las proposiciones elementales del len­ parisiens, janvier-février 1928.
guaje son combinaciones de nombres y
que «el nombre significa el objeto»
(§ 3.203), se puede concluir que la for­
ma lógica del lenguaje es la forma mis­ T R A SC E N D E N C IA DEL EGO. B os­
ma del mundo. Así, sólo los enunciados quejo de una descripción fenomeno-
de las ciencias de la naturaleza están dota­ lógica, La transcendence de l ’ego.
dos de sentido; las proposiciones de la Esquisse d ’une description phénomé-
matemática o de la filosofía están, en nologique, 1936-1937.
cuanto tales, desprovistas de él, de mane­ J e a n -P a u l S a r t r e , 1905-1980.
ra que la única tarea de la filosofía es para
Wittgenstein «la clarificación lógica de los Sartre se interroga en este primer ensa­
pensamientos» (§ 4.112). Pero la filoso­ yo sobre los lazos entre conciencia, «Yo»,
fía, queriendo mostrar las celadas del len­ mí y ego. La hipótesis — kantiana— es que
guaje, se condena en última instancia al aquí se da un desdoblamiento de la con­
silencio. ciencia: si nuestra conciencia acompaña a
nuestras representaciones, debe necesaria­
Edición: Tractatus logico-philosophicus (tr. mente haber una conciencia trascendental
e introd. J. Muñoz e I. Reguera), Alianza, que afirme esta conciencia empírica.
1987. «Ser conciencia, es ser conciencia de
Estudios: N. Malcolm, Ludwig Wittgens­
algo», según el principio fenomenológico
tein (tr. M. García Aldonate), Mondadori,
1990; H. O. Mounce, Introducción al «Trac­ establecido por Husserl. Más allá de nues­
tatus» de Wittgenstein (tr. J. Mayoral), Tec- tra conciencia reflexiva, hay por tanto una
nos, 1983; Sobre el Tractatus logico-phi­ conciencia irreflexiva. Cuando yo tomo
losophicus, n.° monográfico de Teorema, una silla, yo sé que la tomo (conciencia
Valencia, 1972.
interior y reflexiva), mas antes incluso de
esta conciencia está ahí la silla: concien­
cia irreflexiva del objeto exterior, que no
se toma a sí misma por objeto, sino que
TRAICIÓN DE LOS INTELECTUALES refiere a la existencia toda conciencia de
(LA), La trahison des clercs, 1927. todo objeto. Esta «conciencia de concien­
Juuen Benda, 1867-1956. cia» es impersonal, desprovista del Yo. «Así,
la conciencia que dice “Y o pienso” no es
Benda llama aquí clerc (literalmente, precisamente esta conciencia.»
«clérigo»; hoy diríamos «intelectual») a aquel Hay por tanto tres grados de conciencia:
que, alejado de las vicisitudes de la vida, se la conciencia irreflexiva, la conciencia refle­
dedica a la vida espiritual pura. Sócrates, xiva y el acto que une este desdoblamiento.
por ejemplo, se cuida poco de influir sobre En este tercer grado — que Husserl deno­
el curso de los destinos humanos; sin mina «reducción fenomenológica»
embargo, y en nombre de los valores, se epoché) porque reduce lo trascendental a
levanta contra su debilitamiento. Benda lo empírico— aparece el Yo, no concreto
acusa a los intelectuales de su tiempo de sino existente, real. Este Y o del cogito se
traicionar esta misión en beneficio de un da como trascendente, puesto que es el prin­
renombre o bienestar ilusorios. De esta cipio unitario de nuestras acciones. Con él
dimisión, a la Alemania (romántica, anti- se corresponde el mí, material, formado por
615 TRATADO ACERCA DE LOS SIGNIFICADOS DEL INTELECTO

el conjunto de nuestros sentimientos (esta­ mediación de dos tratados falsamente atri­


dos o cualidades). Uno y otro constituyen buidos a Aristóteles: De las causas, que
eso que Sartre llama el ego (la personali­ contiene extractos de los -* Elementos
dad), incognoscible por ser íntimo, mas prin­ de teología de Proclo, y la pseudo T eo­
cipio de unidad de todas nuestras produc­ logía de Aristóteles, que no es de hecho
ciones. Es el objeto que descubre la más que la traducción, efectuada hacia
conciencia reflexiva: «El ego es a los obje­ 840, de una selección de fragmentos de
tos físicos lo que el mundo es a las cosas.» las -» Eneadas de Plotino).
En 1934, Sartre estudiaba la fenome­ Al igual que Plotino, y de acuerdo con
nología — Heidegger y Husserl— en Ber­ el principio ex uno non fit nisi unum,
lín. Y la dio a conocer en Francia median­ de lo Uno nace un ser único y eterno: el
te este breve tratado, publicado dos años intelecto agente, del que proceden tres
más tarde. Tomando sus fundamentos del intelectos que no son más que los tres
pensamiento cartesiano y spinozista, este modos según los cuales el intelecto agen­
ensayo quiere ser también una respuesta te se aprehende a sí mismo. El intelecto
a los idealistas: no hay un Todo superior en potencia es el conocimiento que el inte­
a la conciencia del que ésta dependería; lecto agente tiene de sí mismo en tanto
la conciencia es autónoma e intencional. que materia (la materia no es sino el ser
Esta teoría de la conciencia funda lo que en potencia), y el intelecto en acto el que
se conocerá como «existencialismo sar- de sí mismo tiene en tanto que forma o
triano», cuya formulación más acabada esencia. Finalmente, el intelecto adquiri­
está en <•E l Ser y la Nada. do, creado por el intelecto agente para
reunir aquello que ha tenido que ser divi­
Edición: Trascendencia del ego (tr. O. dido, es el conocimiento que el intelecto
Masotta), Barcelona, Dilema, 1981.
Estudio; F. Jeanson, El problema moral y agente tiene de sí mismo como principio.
el pensamiento de Sartre (tr. A. Llanos), El movimiento del conocimiento es en
Buenos Aires, Siglo Veinte, 1968. efecto exactamente el inverso al de la pro­
cesión.
Los diferentes intelectos no son más
que los diferentes movimientos de retor­
T R A T A D O A C E R C A DE LO S SIGNI­ no a la unidad que es el conocimiento
F IC AD O S DEL INTELECTO , Ris&a f i humano. El intelecto en potencia, o la
m a’ánial-’aql. capacidad de abstraer de su materia las
A l -Farabí, 872-950. formas o quididades, es al mismo tiem­
po, y por ello mismo, aquello por lo que
Como gran comentarista de Aristóte­ los inteligibles en potencia en la mate­
les, al-Fárábi parte de la noción de inte­ ria devienen inteligibles en acto. El inte­
lecto tal com o ha sido definida en el lecto en acto es la realización efectiva de
-*■ Del alma (libro El). Al igual que en Aris­ esta abstracción. El intelecto adquirido
tóteles, las dificultades planteadas, por es el principio. Su inteligibilidad no es
una parte el problema de la quididad y otra cosa que la inteligibilidad de todos
por otra el del paso al acto de la inteli­ los inteligibles. Mediante una analogía
gencia en potencia (que, según el teore­ plotiniana ilustra al Fárábi esta procesión
ma fundamental de la metafísica de Aris­ de inteligencias: «La inteligencia agente
tóteles, no puede ser obra de un ser ya es para el intelecto posible del hombre
en acto), son resueltas por la introducción lo que el sol es para el ojo, que sigue sien­
de un intelecto eternamente en acto que, do visión en potencia mientras que per­
al pensarse a sí mismo, produce todos los manezca en las tinieblas.» Astros-dioses
otros pensamientos. Mas es de la tradi­ en Aristóteles, inteligencias separadas en
ción neoplatónica de donde al Fa-ábi toma al-Fárábi, estas primeras esencias divinas
su teoría de la procesión de las inteligen­ se tomarán en ángeles en la filosofía de
cias separadas (involuntariamente y por Avicena.
TRATADO ACERCA DEL PRIMER PRINCIPIO 616

Edición: Tratado acerca de los significa­ libre creación de las verdades eternas. Su
dos del intelecto, en al-Fárabi, Obras filo- teoría de la hecceidad otorga al individuo
sófico-políticas (ed. y tr. R. Ramón Gue­ la inteligibilidad (reservada a la especie
rrero), Madrid, 1992.
Estudio: R. Walzer, artículo «al-Fárábi», en por los aristotélicos) y una realidad posi­
Encyclopédie de I Islam, t. II, Maisonneu- tiva distinta de la especie, a la vez que
ve et Larose, 1977. plantea el problema de un conocimiento
verdaderamente intelectual — y no sola­
mente sensible— del individuo. En fin,
por su demostración de la infinitud de
T R A T A D O A C E R C A D E L PR IM E R Dios, Duns Escoto «supera», a juicio de
PRINCIPIO , Tractatus de prim o rerum Imbach, «el horror aristotélico del infini­
omnium principio, hacia 1305. to e inaugura un nuevo modo de pensar
J o h n D u n s E s c o t o , 1266-1308. sin el cual es inconcebible el pensamien­
to moderno».
Este tratado es considerado como el El rigor extremo de su exposición,
canto del cisne del «Doctor sutil». Escrito su método casi axiomático, su voluntad
por el franciscano inglés al final de su vida, de conciliar necesidad científica y expe­
constituye en efecto una síntesis definiti­ riencia, hacen del Tratado acerca del
va de su teología filosófica. Una gran par­ p rim e r prin cip io una etapa capital de
te del tratado proviene directamente de la historia de la teología filosófica, en
las Distinciones 2, 3 y 8 del primer libro su tentativa de demostración del ser del
de la Ordinatio. Dispersa en esta Ordi- primer principio o de la existencia de
natio, la metafísica escotista es presen­ Dios.
tada en sus elementos esenciales y de la
manera más sistemática en el Tratado Edición: Tratado acerca del primer prin­
acerca del prim er principio. Las dos pri­ cipio, ed. bilingüe preparada por F. Allun-
meras partes presentan todos los ele­ tis, Ed. Católica (B. A. C.), 1989.
mentos necesarios para la demostración Estudios: Introducción de F. Alluntis a la ed.
cit.; E. Gilson, Jean Duns Scot: introduc-
de la existencia de Dios como primer princi­ tion d ses positions fondamentales, Vrin,
pio. La tercera demuestra su triple preemi­ 1952.
nencia: elevación, perfección, causa final
y eficiente. Finalmente, en la cuarta par­
te, el tratado culmina con la demostración
de la simplicidad del primer principio, de T R A T A D O C O N T R A EL M É TO D O .
su inteligencia y sobre todo de su infini­ Esquema de una teoría anarquista del
tud. Com o puede verse, los diferentes conocim iento, Against Method. Outli-
momentos de la concepción escotista de ne o f an Anarchistic Theory o f Know-
Dios siguen siendo muy tradicionales. ledge, 1975.
Tal como subraya Ruedi Imbach, es en P a u l Feyera ben d (1924-1994).
el énfasis sobre ciertos elementos donde
residen la originalidad y el sorprendente ¿A qué puede parecerse una «teoría
modernismo de esta obra. Duns Escoto anarquista del conocimiento»? Feyera­
insiste sobre la libertad de Dios. Es una bend, campeón de las libertades indivi­
manera de protestar contra el deterni­ duales, se declara aquí en guerra contra
nismo integral, forma exacerbada del todas las epistemologías dogmáticas y,
necesitarismo greco-árabe. De esta acen­ aún más allá, contra la dictadura que ejer­
tuación de la libertad derivan la primacía ce la ciencia sobre todas las otras for­
de la voluntad sobre el entendimiento, mas de saber.
una nueva apreciación de la contingen­ Apoyándose en un examen atento del
cia y una nueva concepción del individuo. desarrollo de ciertas teorías físicas (la de
En abierta oposición al tomismo, Duns Galileo, por ejemplo), muestra que no hay
Escoto anuncia la teoría cartesiana de la un solo principio metodológico que no
617 TRATADO DE LA DESESPERACIÓN

haya sido transgredido, en un momento T R A T A D O DE C AR ACTE R O LO G ÍA ,


u otro, por aquellos mismos que lo habían Traité de caractérologie, 1945.
erigido en ley universal. Así, del famoso R ene L e S enn e , 1882-1954.
principio que dice que una teoría sólo es
válida en la medida en que esté con fir­ Esta obra es fruto de las investigacio­
mada por los hechos: ¡cuántos hechos nes que Le Senne consagró al estudio del
nos hemos negado a ver, exclama Feye- carácter humano. La cuestión es impor­
rabend, para saluar una teoría que se veía tante, puesto que se trata de constituir la
amenazada precisamente por la expe­ caracterología como una ciencia autóno­
riencia! ma que tiene objetos y métodos propios.
N o se trata sólo de que esas m eto­ A partir de la antigua clasificación fun­
dologías normativas no concuerdan con dada sobre la emotiuidad, la actiuidad
la historia de las ciencias; es que even­ y la secundariedad (es decir, el impacto
tualmente pueden representar un obs­ de nuestras impresiones sobre nuestra
táculo para su progreso. «Todas las manera de pensar o de actuar), el autor
metodologías tienen sus límites, escri­ establece una tipología propia que per­
be el autor, y la única “regla” que sobre­ mite dar cuenta de, y sobre todo com­
vive es: “Todo vale”». Por detrás de toda prender, todos los caracteres existentes.
teoría científica se encuentran a fin de
Edición: Traité de caractérologie, col.
cuentas juicios estéticos, presuposicio­
«Logos», P.U.F., 1989.
nes metafísicas, deseos religiosos que,
Estudio: J. Pirlot, Destinée et valeur: la phi-
en razón de su subjetividad, no tienen
losophie de René Le Senne, Presses uni-
más valor unos que otros. Es pues una
versitaires de Namur, 1953.
ilusión creer que se puede decidir fácil­
mente entre dos teorías rivales. Si éstas
difieren por sus principios, su lengua­
je o su contexto, resulta imposible com­ T R A T A D O DE LA DESESPERACIÓN,
parar o medir la una con la otra: se dirá Spgdommen til Doden, 1849.
que esas teorías son «inconm ensura­ S0REN A a b y e K ie r k e g a ar d , 1813-1855.
bles». Es pues urgente para Feyerabend
no seguir considerando a la ciencia Aunque el original danés es La enfer­
com o el único paradigma de la racio­ medad m ortal, la traducción ha prefe­
nalidad. La ciencia es una forma de pen­ rido el título más explícito de Tratado
samiento entre otras, ni más ni menos de la desesperación. En ello no hay
sólida que el mito, la magia o la reli­ error de traducción: «La enfermedad
gión. En ningún caso, precisa el físico mortal es la desesperación», enferme­
en alusión a Popper, existe un criterio dad de la que este libro quiere exponer
las causas y aportar el remedio. Cada
que permita distinguir entre ciencia y
individuo puede sentirse aludido aquí,
no-ciencia. C om o tam poco hay nin­
porque la desesperación es condición
guna razón, en la escuela o en la uni­
humana, mas sólo el cristiano conoce
versidad, para privilegiar a la ciencia
el significado de esta enfermedad mor­
respecto a las otras formas de saber o
tal, porque sólo él sabe que la muerte
de la tradición.
física no es la verdadera muerte.
Edición: Tratado contra el método. Esque­ La desesperación es la imposibilidad que
ma de una teoría anarquista del conoci­ cada uno tiene de aceptarse tal y como es:
miento (tr. D. Ribes), Tecnos, 1992. nuestro yo, en su tentativa de ser él mis­
Estudios: A. F. Chalmers, ¿Qué es esa cosa mo, se abandona a la desesperación. A
llamada ciencia? (tr. E. Pérez Sedeño y P. pesar de todo, esta conciencia desespe­
López Máñez), Siglo XXI, 1994; D. C Sto-
rada, puesto que es conciencia de sí, «nos
ve, Popper \) después: cuatro irracionalis­
tas contemporáneos (tr. C. García Trevija- coloca por encima de la bestia»; y si el hom­
no y S. Nuccetelli), Tecnos, 1995. bre es superior al animal, el cristiano, cons-
TRATADO DE LA DESESPERACIÓN 61 8

cíente de su desesperación, es un hombre creer en la bondad divina, que puede sal­


superior. Reconocer que el yo es limitado, varlo pese a su desesperación, pese a su
que no puede ser lo que él quiere, consti­ pecado de desesperar. Lo absurdo, lo para­
tuye el primer estadio necesario hacia una dójico, lo escandaloso de la fe es que el peca­
posible curación. Es preciso desesperarse, dor es salvado a pesar de él si tiene fe. El
porque la «perdición» permite la remisión; pecado no consiste en un defecto de cono­
es preciso, para no desesperarse más. cimiento, no es ignorancia, como afirmaba
¿Por qué utiliza entonces Kierkegaard la Sócrates: consiste en desesperarse por no
expresión: «la enfermedad mortal»? Por la poder dejar de pecar. El pecado no es nega­
razón de que, como los damnificados en tivo, sino positivo, puesto que por él el cris­
Leibniz, o com o dice Sócrates en el tiano se coloca delante de Dios; es el umbral
►Fedón, la verdadera muerte está en no de nuestra salvación. Creer en Dios a pesar
poder aceptar que somos mortales. «Así, de no comprender que pueda salvamos por
estar enfermo de muerte no es poder morir nuestros pecados, en eso consiste la fe pura,
[...]. La desesperación es la falta de la últi­ ahí está el único remedio. «El yo se sumer­
ma esperanza, la falta de la muerte.» Nues­ ge a través de su propia transparencia en la
tra finitud, nuestra limitación humana fun­ potencia que lo ha constituido [...]. Esta fra­
da nuestra desesperación; desesperar de sí se es la definición de la fe.»
es a la vez querer ser uno mismo y rehu­ Este texto ha de ser leído como el relato
sarlo: tal es el movimiento dialéctico del yo, de la experiencia íntima de Kierkegaard;
que desespera de no poder ser lo que él no la desesperación, el pecado, el arre­
es («ser Cesar o nada»), y que al mismo tiem­ pentimiento son otras tantas expresiones
po se desespera de estar desesperado. El de los sentimientos de angustia y sufri­
que está satisfecho, «la desesperación es la miento del autor. Mas, puesto que aquí
regla», y el que cree aceptar su condición es donde vislumbra para sí mismo y por
no hace sino ocultarse su propia desespe­ vez primera el remedio, la curación poten­
ración. La peor de la desesperanza es su cial por la fe, este libro aparece como uno
secreto. Pero esto no es, para aquél que no de los más acabados de su entera obra.
reconoce estar desesperado, más que una Exposición que pone de manifiesto la
«desesperación-débil», primer estadio, el experiencia individual, el Tratado de la
más bajo, el más extendido y el más incons­ desesperación adopta un tinte teórico en
ciente. Una desesperación de esta índole su manera de analizar la desesperación:
no es más que temporal y material. En un análisis lógico, o sea deductivo. Las eta­
segundo estadio, la desesperación adquie­ pas hacia el perdón están también jerar­
re amplitud cuando el desesperado reco­ quizadas en un orden determinado. El
noce esta debilidad y admite en su fuero hecho de que la portadilla de la primera
interno que él es desesperadamente mor­ publicación danesa llevara la inscripción
tal y capaz de pecar. Mas el verdadero deses­ «editado por Seren Kierkegaard», cuan­
perado se dirige a Dios como en un reto do éste sólo había utilizado pseudónimos,
espiritual: afirma tanto su desesperación indica hasta qué punto el autor había juz­
como su conciencia de estar desesperado gado importante su escrito. En su Diario
y, a pesar de ello, reta a Dios a que lo sal­ dice que Anticlímax (el editor imaginario
ve de su pecado de desesperación. de La enferm edad m o rta l) alcanza el
«La desesperación es el pecado», pero grado más alto de cristianidad. Y es pre­
sólo el verdadero cristiano toma conciencia cisamente Anticlímax el personaje con el
de ello plantándose delante de Dios. Su yo que Kierkegaard desearía identificarse,
se afirma como infinito frente al Eterno, y él que se siente culpable de haber peca­
la fe constituye su remedio, pues «lo con­ do (concretamente en lo referente a su
trario del pecado no es la virtud, sino la prometida, con la que había roto), de no
fe». Plenamente consciente del pecado, pues haber sabido encontrar la fe pura. La evo­
Dios le ha revelado la existencia de la culpa lución de Kierkegaard desde sus prime­
por la venida de Cristo, el cristiano puede ras obras (->■ T em or y tem blor o -> E l
619 TRATADO DE LA EXISTENCIA Y DE LOS ATRIBUTOS DE DIOS

concepto de la angustia) proviene pre­ En todo idealismo, la salvación viene


cisamente de esta noción del pecado, a siempre de arriba, de un cielo de valores:
la que constituye en eje, o en funda­ revelación, asunción. El idealismo es un
mento, de su pensamiento desesperado. pensamiento de la caída. El materialismo
es ascendente. Comte-Sponville se acuer­
Edición: Tratado de la desesperación (tr. da de Marx (en -> La ideología alemana):
C. Liacho), Buenos Aires, Santiago Rueda, «Es desde la tierra al cielo como se ascien­
1960.
Estudios: M. H. Hartshome, Kierkegaard: de aquí.» La tierra es el deseo, que asume
el diuino burlador (tr.,E. Lucena), Cáte­ todo el peso de la legitimación de los valo­
dra, 1992; J. Wahl, + Études Kierkegaar- res (Epicuro y Spinoza siempre); de eflo no
diennes, Vrin, 1974; se sigue ningún nihilismo subjetivista, por­
que la universalidad racional continúa sien­
do válida; ni lo funda ninguna trascenden­
cia, sino solamente — y esto basta— su
T R A T A D O DE L A D E SESPERANZA eficacia superior en la realización de los
Y DE L A FELICIDAD, Traité du déses- deseos humanos.
poir et de la béatitude, 1984 y 1988. La afirmación materialista fundamen­
A ndré C omte -Sponville , nacido en 1952. tal despliega sus consecuencias en direc­
ciones múltiples: crítica de las ilusiones
Comte-Sponville se niega a admitir del yo, política, estética, moral, cuestión
que la filosofía no tenga otro camino que del sentido. Estas problemáticas son clá­
el de la erudición estéril de la historia sicas y, por lo demás, el autor no aspira
de la filosofía o el de la charlatanería a ninguna originalidad.
mediática. El autor hace suya la defini­ El Tratado de la desesperanza y de la
ción epicúrea; «La filosofía es una acti­ felicidad está animado por el deseo de
vidad que, por discursos y razonamien­ ser accesible al filósofo no profesional;
tos, nos procura la vida feliz.» este último sabrá apreciar la luz que arro­
El objeto del libro es el siguiente: «saber jan los análisis de Comte-Sponville sobre
si es posible hoy una filosofía materialis­ el pensamiento de los grandes autores.
ta que permaneciera fiel a su antigua defi­ Cierto que no propone ninguna «lectura»
nición de a m or a la sabiduría». La elec­ nueva; pero les da una vida que hace de
ción materialista se quiere radical, en la este libro una de las mejores obras de divul­
tradición de Epicuro y de Lucrecio. Spi- gación filosófica que se hayan escrito.
noza es igualmente invocado por su recha­
zo de toda trascendencia. Edición: Traité du désespoir et de la béa­
Pero el materialismo implica la deses­ titude, col. «Perspectives critiques», P.U.F.,
2 vols.: 1. Le Myihe d ’lcare, 1984; 2. Viv-
peranza, que no es la tristeza, sino el
re, 1988.
comienzo de toda sabiduría (la desespe­ Estudio: A. Comte-Sponville, Une éduca-
ranza no es una decepción, es una desi­ tion philosophique, col. «Perspectives criti­
lusión). La sabiduría, en efecto, es incom­ ques», P.U.F., 1990, pp. 9-47.
patible con la esperanza, que es siempre
tributaria de nuestra ignorancia e impo­
tencia. Contra la esperanza — y el temor,
que no es más que su reverso— es preci­ TR A T A D O DE L A EXISTENCIA Y DE
so querer y actuar; es la lección del estoi­ LO S ATR IB U TO S DE DIOS, Traité de
cismo (aunque — materialismo obliga— la l ’existence et des attributs de D ieu,
voluntad no sea un libre arbitrio). A este 1718.
precio es posible entrever la felicidad, que F éne lon (Frangois de Salignac de la Mot-
no está al final del camino, sino — como he-), 1651-1715.
Spinoza lo dijo (y el budismo antes que
él)— en el camino mismo: comprender y Esta obra reúne de hecho dos tratados
actuar, comprender para actuar. que Fénelon había compuesto con algu­
TRATADO DE LA INMORTALIDAD DEL ALMA 62 0

nos años de intervalo: la Demostración trar que Santo Tomás estaba equivocado
de la existencia de Dios extraída del en su interpretación de Aristóteles.
co n ocim iento de la naturaleza y p ro ­
porcionada a la débil inteligencia de los Edición: D e im m ortalita te animae (tr. ita­
liana G. Morra), Bolonia, Nanni y Flam-
más simples, y la Dem ostración de la
menghi, 1954.
existencia y de los atributos de D ios Estudios: N. Abbagnano, Historia de la Filo­
extraída de las ideas intelectuales. Influi­ sofía (tr. J. Estelrich y J. Pérez Ballestar), vol.
do por Agustín y Tomás de Aquino, el II, Montaner y Simón, 1973, pp. 76-80; E.
autor expone aquí las pruebas metafísicas Gilson, «Autour de Pomponazzi. Probléma-
tique de rimmortalité de 1’áme en Italie au
y teleológicas de la existencia de Dios. La
début du XVI' siécle», en Archives d ’Histoire
idea — defendida en la primera demos­ doctrínale et littéraire du Moyen Age, Vrin,
tración— de que el maravilloso espectá­ 1962.
culo de la naturaleza es suficiente para
revelamos la mano del Creador será reto­
mada por los filósofos del siglo xvih .
T R A T A D O DE LA NATURALEZA HU­
Edición: Traité de l'e xistence de Dieu, col. M A N A , A Treatise o f Human Nature,
«Philosophie européenne», Éditions univer- 1739-1740.
sitaires, 1990. D a v id H um e , 1711-1776.
Estudio: H. Gouhier, Fénelon philosophe,
Vrin, 1977.
El Tratado de la naturaleza huma­
na es efectivamente un «tratado», en la
forma escolar del género. Netamente
T R A T A D O DE L A IN M O R T A L ID A D estructurado en tres libros, subdivididos a
DEL A LM A, Tractatus de immortalita- su vez en partes y secciones, responde a
te animae, 1516. la voluntad, anunciada por Hume, de
P ietro P o m p o n a z z i , 1462-1525. «introducir el método experimental de
razonamiento en los temas morales».
Este tratado levantó vivas controversias El libro I, dividido en tres partes, tiene
entre los tomistas ortodoxos de la Iglesia por objeto la teoría del entendimiento.
católica, los averroístas dirigidos por Agos- La primera parte trata de las ideas de rela­
tino Nifo, y la llamada Escuela alejandri­ ción, de modo, de sustancia, pero también
na. La polémica se prolongó a lo largo de de la asociación de ideas y de las ideas abs­
dos siglos. De hecho, Pomponazzi ponía tractas (Hume reanuda aquí la crítica desa­
aquí en duda la inmortalidad del alma, si rrollada por Berkeley en el -* Tratado de
no desde el punto de vista cristiano (según los principios del conocim iento huma­
la fe), al menos desde el punto de vista filo­ no). La segunda parte se ocupa del espa­
sófico (según la razón): la distinción intro­ cio, del tiempo, de la existencia; la terce­
ducida era nueva. Así Pomponazzi no le ra estudia el conocimiento y la probabilidad.
negaba toda moralidad a los que pensa­ Hume distingue entre impresiones e
ban que el alma era mortal. Fue necesa­ ideas, que son copias de las impresiones.
rio que el filósofo se justificara con dos Toda idea es una combinación de impre­
ensayos, Apología (1518) y De/ensorum siones o de otras ideas. Com o Locke,
siue Responsiones (1519). El tratado fue Hume rechaza toda forma de idea inna­
sin embargo quemado en Venecia. ta: lo incondicionado, el suelo del espíri­
Hasta la época de Pomponazzi, el dog­ tu, es la impresión. A continuación expo­
ma de la Iglesia estaba fundado en la filo­ ne una teoría de la conexión de las ideas.
sofía de Aristóteles interpretada por San­ Las ideas se asocian por semejanza, por
to Tomás. Pomponazzi reclamaba el contigüidad espacial o temporal y por
derecho a estudiar a Aristóteles por sí mis­ causalidad. Estas leyes son para el espí­
mo: propuso por tanto una nueva lectu­ ritu el análogo de la ley de la atracción
ra del D e anima (-+ D el alma) para mos­ en la física newtoniana.
621 TRATADO DE LA NATURALEZA Y DE LA GRACIA

El Tratado se interesa a continuación pios generales del Tratado. El autor se


por la conciencia y propone una teoría opone al racionalismo moral de un Clar-
de las inferencias, que se apoyan en la ke, que pretendía que la razón nos ins­
relación de causa y efecto. Hume se nie­ truyese directamente sobre el bien y el
ga absolutamente a ver en esta relación mal. Según Hume, los valores no tie­
una relación apercibida a priori, como nen realidad más que por relación a un
si fuera una relación matemática. Dicho acuerdo entre los espíritus sobre la apro­
en términos kantianos, Hume afirma que bación o la desaprobación que una acción
el juicio sobre la conexión causal no es merece. Sólo el sentimiento de placer
«analítico». La cuestión no está en saber, funda la aprobación moral.
como en Malebranche o en Berkeley, El Tratado de la naturaleza huma­
dónde reside la eficacia de la causa, sino na es considerado hoy la obra más impor­
en la de saber p or qué creemos en la tante de Hume, aunque no era cierta­
necesidad de la relación causal. Esta mente de la que el autor se sentía más
creencia no tiene más que un origen: el satisfecho. Además, el público la había
hábito (custom), que nos hace anticipar el juzgado más bien indigesta, reservándo­
acontecimiento por venir a partir de las le una acogida muy fría. La decepción de
observaciones repetidas. Es una ilusión verse mal comprendido (Hume fue acu­
lo que nos hace atribuir a las cosas esta sado de pirronismo y de ateísmo) le empu­
propiedad que es resultado de la cos­ jó a publicar versiones más accesibles de
tumbre. La causalidad no queda destrui­ su filosofía, bajo forma de * Ensayos y
da en absoluto por esta crítica, porque la de -*■ Investigaciones, que le asegura­
reflexión es impotente para prevalecer ron una notoriedad definitiva.
sobre la creencia espontánea. En últi­
ma instancia, la creencia en la causalidad Edición: Tratado de la naturaleza huma­
se apoya totalmente en la imaginación. na (ed. F. Duque), Tecnos, 1988.
El mismo m étodo es utilizado por Estudios: D. Hume, Compendio de un Tra­
tado de la naturaleza humana (tr. C. Gar­
Hume para resolver tres grandes pro­
cía Trevijano), Cuadernos Teorema, Valen­
blemas de la metafísica: la existencia cia, 1977; A. J. Ayer, Hume (tr. J. C.
del mundo exterior, la inmaterialidad Armero), Alianza, 1988; J. Noxon, La evo­
del alma, la identidad personal. Ningu­ lución de la filosofía de Hume (tr. C. Solís),
na de estas tesis tiene su fundamento Alianza, 1987.
en la razón. El escepticismo muestra
que lo único que las garantiza es la ima­
ginación, aunque la razón haya cons­
truido imponentes sistemas dogmáticos T R A T A D O DE L A N A T U R A L E Z A Y
para darles un remedo de fundamenta- DE L A GRAC IA, Traité de la nature et
ción. Naturalmente, la crítica de la idea de la gráce, 1680.
de la inmortalidad del alma no deja a N ic o lá s M a le b ra n c h e , 1638-1715.
salvo las afirmaciones religiosas. Hume
proseguirá esta crítica en diversos opús­ El siglo xvh es el siglo de las querellas
culos sobre religión, y sobre todo en sus religiosas, y si es justo decir que éstas ali­
-* D iálogos sobre religión natural. mentan la reflexión filosófica, será preci­
El libro II trata de las pasiones. Pero so entonces añadir que la noción de gra­
conviene no olvidar que éste no es exclu­ cia, que está en el corazón de las
sivamente un libro psicológico, aunque se controversias, debe ser considerada como
pueda encontrar en la lectura del Trata­ un concepto de primer orden. Las tesis
do un interés cierto en temas relaciona­ teológicas que Malebranche sostiene en
dos con la psicología. Con lo que aquí nos el Tratado de la naturaleza y de la gra­
topamos es con una «ciencia del hombre». cia son muy audaces para el pensamien­
La moral, que es el objeto del terce­ to religioso de la época, lo que le valdrá
ro y último libro, obedece a los princi­ a esta obra ser incluida en el Indice en
TRATADO DE LA NATURALEZA Y DE LA GRACIA 622

mayo de 1690. Este tratado presenta en La gracia es ese don de Dios por el
efecto una nueva formulación de las rela­ cual el hombre, liberado del pecado, tie­
ciones a establecer entre Cristo y la Cre­ ne acceso a una vía de fe y de caridad que
ación por una parte, y entre la libertad le permite esperar la gloria, esto es, la
del hombre y la gracia que Dios le otor­ contemplación eterna de Dios. Para Male­
ga por otra. branche, Dios no puede actuar más que
Bajo la influencia del pensamiento del conforme a la simplicidad, la constan­
cardenal de Bérulle, con el que se fami­ cia y la regularidad: no puede por tan­
liarizó en su contacto con el Oratorio, to más que querer salvar a todos los hom­
Malebranche centra aquí su reflexión sobre bres concediéndoles a cada uno la gracia.
la persona de Cristo — que concilia las Mas es preciso distinguir al Padre, que es
naturalezas divina y humana— y edifica el Creador del mundo, del Dios que se ha
un sistema cristocéntrico en el que Cris­ hecho hombre, es decir Cristo. En efec­
to será el supremo mediador entre el hom­ to, si el don de Dios es universal, hace fal­
bre y Dios. Malebranche considera en pri­ ta sin embargo la intervención del Hijo
m er lugar a Dios en tanto que es el para que ese don sea efectivo. Pero Jesu­
Creador del mundo. Él ha creado al mun­ cristo, antes de ser el Redentor de todos
do y lo gobierna según la «ley de la sim­ los hombres, es el Dios que se ha hecho
plicidad de medios». Su divino poder le hombre, el mediador entre Dios y el hom­
permite aliar la más grande simplicidad bre, puesto que en Él están reunidas las
de acción con la más grande fecundidad dos naturalezas divina y humana. Este
en resultados. La simplicidad de Dios se Cristo mediador tiene un doble papel en
manifiesta igualmente en el hecho de que la economía del sistema de Malebranche;
actúa siempre según lo general — pudien- Él es, ante todo, Aquél que al unirse al mun­
do ser considerada toda voluntad parti­ do lo diviniza y contribuye así a la Gloria
cular como un signo del alejamiento de de Dios creador del mundo; por esta razón
Dios— y con constancia — pudiendo ser puede decirse que en este sistema la Encar­
interpretada igualmente toda modifica­ nación justifica la Creación. Además, el
ción de la voluntad divina como un signo hecho de que Cristo reúne en sí el orden
de alejamiento— . de la naturaleza y el de la gracia es lo que
Todas estas tesis encuentran su fun­ va a permitir al hombre acceder a la gra­
damento último en la idea de un Orden cia divina. En efecto, Dios quiere salvar a
supremo, con el que toda ley de Dios todos los hombres, y lo logra concedién­
podría ser identificada. En efecto, Dios doles la gracia del Creador, que permite
actúa según leyes necesarias y eternas, a cada hombre hacerse una idea clara de
que son otras tantas manifestaciones del su Orden; idea que le revelará que el peca­
Orden que le es consustancial. Estas leyes do es un alejamiento del movimiento de
divinas gobiernan la concordia entre el amor que nos empuja hacia Dios.
alma y el cuerpo, entre las almas y Dios, Mas el orden de la gracia obedece igual­
com o también entre la naturaleza y la mente al ocasionalismo, que nos obliga a
gracia, esto es, entre el orden natural y concebir a Jesucristo como la causa oca­
el orden sobrenatural. Es esta ley de la sional de la gracia del sentim iento, la
gracia la que le permite a Malebranche única que permite ejercitar la gracia de
concebir de manera innovadora las rela­ la luz, que limita nuestra atracción por el
ciones entre la Encarnación y la Crea­ placer y nos permite así permanecer aten­
ción por una parte, y las relaciones entre tos a Dios. Jesucristo es la causa ocasio­
la libertad del hombre y la acción de Dios nal de la gracia del sentimiento, porque
por otra. El Orden divino se manifiesta aunque Dios sólo es causa de la gracia,
efectivamente no sólo en la inmutabili­ es con ocasión de una demanda de Cris­
dad de las leyes físicas, sino también en to com o Dios otorga al hombre la gra­
las leyes que rigen el don divino de la cia del sentimiento. Malebranche conserva
gracia. la libertad en el hombre, puesto que la
62 3 TRATADO DE L A REFORMA DEL ENTENDIMIENTO

gracia del sentimiento no entraña nues­ cación». La vocación del Tratado es en


tra entrega a la vida según el Orden: ella efecto catártica.
no es más que determinante, de ninguna La exposición jerárquica de los dife­
manera necesitante. rentes modos de conocimiento posibles
Esta concepción de la gracia está al ori­ y de sus valores respectivos (§ 9 a 25)
gen de la polémica que enfrentará a Male- no es sin embargo una descripción de
branche y Bossuet, por una parte, y a los mecanismos pasivos del entendi­
Arnauld, Quesnel y Nicole por otra. En miento; es más bien una llamada a la
efecto, los jansenistas no pueden conce­ reflexión autónoma. Spinoza distingue
bir más que una gracia irresistible, que tres géneros de conocimiento: el cono­
conlleva la entrega total del alma al Bien. cimiento vago, empírico, o por asenti­
miento, el conocimiento racional dis­
Edición: Traité de la nature et de la grá- cursivo, y el conocim iento intuitivo
ce, Vrin, 1976. — aunque racional— , o apercepción
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran), inmediata de las relaciones racionales.
vol. I, Tecnos, 1988, pp. 788-809; P. Ducas- Este «tercer género» de conocimiento ha
sé, Malebranche, sa vie, son oeuvre, P.U.F., hecho co rrer mucha tinta; aunque, al
1968. menos, es preciso guardarse de ver en
él una experiencia mística. Conviene
observar también que del primer géne­
ro de conocimiento a los modos racio­
T R ATAD O DE L A REFORMA DEL EN­ nales no hay ningún pasaje progresivo
TENDIMIENTO, Tractatus de intellectus posible: no cabe más que situarse direc­
emendatione, 1677. tamente en el ámbito del conocimiento
B a r u c h S p in o z a , 1632-1677. intelectual.
Los parágrafos 26 a 31 están con­
Esta obra de juventud, probablemente sagrados a la cuestión del m étodo (lo
compuesta entre 1657 y 1661, se articu­ que ha conducido con frecuencia a com­
la directamente en tomo a la cuestión de parar el Tratado con el célebre -*■ D is­
los fines últimos del hombre. Spinoza se curso de Descartes). Según Spinoza, el
había efectivamente decidido a buscar «un método de acceso a lo verdadero no ha
bien verdadero, capaz de ser comunicado, sido investigado con anterioridad; es
y [...] cuyo descubrimiento y posesión tuvie­ preciso, por el contrario, estar en pose­
ran por fruto una eternidad de alegría con­ sión de una idea verdadera (siendo la
tinua y soberana». Esta búsqueda es per­ verdad por sí misma su propio criterio:
fectamente representativa de la inspiración verum índex sui et /a/si) para extraer
más fundamental del espinozismo. reflexivam ente los principios de un
El plan de la obra es muy complejo, método. Lo que confiere verdad o fal­
porque Spinoza la sometió, en el curso sedad a una idea, no es su correspon­
de su redacción, a ciertas modificaciones. dencia ideal con un objeto que sería
Además, el texto está inacabado. Todo exterior a ella, sino el hecho de que la
esto confiere al Tratado de la reforma idea sea completa, adecuada (es decir,
del entendimiento un aire poco confor­ total), o, por el contrario, mutilada y
me con el estilo habitual de las grandes parcial.
obras del filósofo holandés. A partir del § 32, Spinoza desarro­
El tratado está colocado bajo el signo lla los imperativos del método. Es pre­
de un proyecto moral que precisan sus ciso distinguir a las ficciones (§ 34 a
ocho primeros parágrafos: se trata de 39), de las ideas falsas (§ 40 a 42) o
emprender una «reforma del entendi­ dudosas (§ 43). El parágrafo 4 4 está
miento». Mas la palabra «reforma» es una consagrado a un análisis de la m em o­
traducción imperfecta del latín emmen- ria; los parágrafos 45 a 48, a la dis­
datio, que quiere decir más bien «purifi­ tinción entre el entendimiento y la ima­
TRATADO DE LA TRINIDAD 624

ginación. A continuación (§ 49 a 56) misterios revelados por las Sagradas


se encuentra una teoría de la definición. Escrituras. Así, el misterio de la Trini­
En los parágrafos 57 a 60, Spinoza dad (que postula una sola y única natu­
ordena el conocimiento de los seres, raleza divina que subsiste en tres per­
comenzando por el de las cosas eter­ sonas) debe ser admitido por todos,
nas porque son increadas. Mas este incluso aunque la razón humana sea
conocim ento supone el del enten­ impotente para concebirlo. ¿Acaso no
dimiento, que deviene así (§ 61) el obje­ se da también en otras cosas? En las
to de la investigación. El Tratado de la múltiples tríadas que ofrece la naturale­
reforma del entendimiento se interrum­ za (medida/número/peso), el hombre
pe tras una investigación de la naturale­ (espíritu/conocimiento/amor) o la filo­
za del entendimiento a partir de sus pro­ sofía (física/lógica/ética), el autor ve las
piedades (§ 62 a 72). trazas de la estructura trinitaria de Dios,
La interrupción del Tratado de la y mediante ellas nuestra razón puede
reforma del entendimiento ha sido obje­ captar algo del misterio divino.
to de numerosas hipótesis. Al publicar Mas es en la noción de caridad donde
la obra, los discípulos de Spinoza alega­ podrá captarse con más facilidad la natu­
ron falta de tiempo. Es igualmente posi­ raleza de Dios: el que ama, el que es ama­
ble que el filósofo hubiera abandonado su do, y el amor, no forman más que uno.
obra desde el momento en que se aper­
cibió, de acuerdo con la enseñanza del Edición: Tratado sobre la Trinidad (tr.,
Tratado mismo, que un método previo introd. y notas Fr. Luis Arias), en Obras de
San Agustín, t. V, Ed. Católica (B.A.C.),
sería inútil, o que quizá pudiera confun­
1948.
dirse con el ejercicio mismo del pensa­ Estudio: I. Bophet, Saint Augustin et le
miento filosófico (que desarrollaron el -> désir de Dieu, Etudes augustiniennes, 1986.
Breve Tratado y la -►Ética); ésta es la
hipótesis de Alexandre Koyré, traductor
él mismo de la obra.
El Tratado de la reforma del enten­ T R A T A D O DE LAS PASIO N ES
dimiento está muy lejos de haber cono­ R ene D e s c a r te s .
cido el éxito de la Ética, o incluso del -► Véase PASIONES DEL A LM A (LAS).
Tratado teológico-político. El hecho de
quedar inacabada y su construcción más
bien extraña no son sin duda ajenas a esta
fría recepción. Sin embargo, en este tex­ T R A T A D O DE LA S SENSACIONES,
to están contenidos todos los elementos Traite des sensations, 1754.
del spinozismo definitivo. C o n d il l a c (Étienne Bonnot de), 1714-
1780.
Edición: Tratado de la reforma del enten­
dimiento (tr. L. Fernández y J. P. Margot),
Tecnos, 1989. Condillac dedica este tratado a mostrar
Estudio: St. Hampshire, Spinoza (tr. V. cómo no solamente la totalidad de las fun­
Peña), Alianza, 1982. ciones del espíritu sino también la certe­
za de la existencia del mundo exterior pue­
den ser deducidas a partir únicamente de
las sensaciones. Estas son estudiadas en
T R A T A D O DE L A TR INIDAD, D e Tri- su especificidad, y después son puestas en
nitate, <> de 399 a 419. relación a fin de descubrir la manera en
A g u stín (Aurelius Augustinus, San), 354- que nuestro espíritu toma conciencia de
430. la existencia del mundo exterior.
Para realizarlo, Condillac introduce la
Agustín se empeña aquí en reafirmar, ficción de una estatua que al animarse
contra los escépticos, la verdad de los descubriera poco a poco el mundo. Al
625 TRATADO DE LAS SENSACIONES

reconstituir de modo controlado el encuen­ puede hacer recordar un sonido y contri­


tro del espíritu con el mundo, la ficción buir al desarrollo de la memoria.
le permite recrear artificialmente la géne­ Lo que hay de nuevo en este escrito
sis del espíritu a partir de la sensación. El reside en que ya no es la vista lo que nos
autor toma como punto de partida el olfa­ hace descubrir el espacio del mundo exte­
to y la actitud de la estatua durante el tiem­ rior: en efecto, esta última no produce
po en que aspira el perfume de una rosa. en la estatua el sentimiento de que el
Estando resumida toda la actividad del mundo es exterior a ella, sino que úni­
espíritu en el acto de sentir, la concien­ camente le permite percibirlo como una
cia se identifica con este olor de la rosa. superficie coloreada. Es necesaria la apa­
A partir de este ejemplo, Condillac se rición del tacto para que la estatua con­
dispone a mostrar cómo esas tres fun­ ciba la noción de extensión y tome con­
ciones de la personalidad que son el ciencia de la existencia del mundo
entendimiento, la afectividad y la acción exterior. Efectivamente, al posar la mano
se desarrollan simultáneamente al actuar sobre su p ropio cuerpo, descubre su
las unas sobre las otras. El en te n d i­ exterioridad recíproca pero también su
miento encierra las facultades de la aten­ pertenencia a una misma unidad cor­
ción, de la memoria y del juicio, como poral y, al hacerlo, descubre esa pro­
también la conciencia de la duración. La piedad de los cuerpos que es la exten­
esfera de la afectividad comprende el sión. Después, a la sensación de su
sentimiento del interés, la facultad de cuerpo en el espacio, añadirá el senti­
experimentar placer o pesar, el deseo miento de la realidad del mundo exte­
de donde nacen las pasiones. Así, las rior experimentando, mediante el tac­
facultades del entendimiento dirigidas a to, la resistencia de los otros cuerpos.
la acción serán, por ejemplo, la volun­ Condillac logra así no introducir la
tad que nace del concurso del interés que menor ruptura en la génesis del espí­
tenemos en hacer alguna cosa (esfera de ritu entre lo que proviene del tacto y lo
la afectividad) y del poder que tenemos que proviene de los otros sentidos, al
de realizarla (esfera de la actividad). De consagrarse a mostrar la interacción de
la misma manera, si la estatua pasa de todos ellos. En efecto, al educar a los
un olor placentero a uno desagradable otros sentidos, el tacto permite al espí­
(esfera de la afectividad), experimenta ritu identificar lo que él siente — por
extrañeza, y esto estimula su juicio (esfe­ ejemplo, el perfume de la rosa— con
ra del entendimiento). una cualidad de ese cuerpo exterior, y
Después de haber mostrado cómo pue­ ello porque la estatua, al tocar la rosa,
de desarrollarse el funcionamiento del espí­ al acercarla más o menos a su nariz,
ritu a partir únicamente del olfato, Condi­ une el olor de la rosa con esta flor que
llac se aplica ahora a mostrar cómo se le es exterior. Y lo mismo ocurrirá con
derivan igualmente los contenidos del espí­ el oído, la vista y el gusto, puesto que
ritu: las ideas. Es así como la idea de dura­ será el tacto el que le enseñará al ojo
ción es engendrada por la sensación de la la distancia, la figura, el tamaño y el
sucesión de estados que afectan a la esta­ movimiento de los cuerpos.
tua: por ejemplo, el paso de un estado agra­ Armada de este modo, la estatua pue­
dable a un estado desagradable. De la dis­ de afrontar el mundo y desarrollar sus cono­
tinción de estos estados nacerá la idea de cimientos, que serán prácticos — puesto
número. Cada uno de los otros sentidos — la que calcados de nuestras necesidades—
vista, el oído, el tacto, el gusto— tendría antes de devenir teóricos con la aparición
la posibilidad de engendrar el pensamien­ del lenguaje. La aportación principal de
to a partir de la sensación aferente, mas este tratado concierne a los papeles res­
Condillac describe principalmente el enri- pectivos del tacto y de la vista en el desa­
quecimento del espíritu por el concurso de rrollo del conocimiento del mundo exte­
estos sentidos o cinestesia. Así, un aroma rior. Mientras que en 1746, en el ►Ensayo
TRATADO DE LAS VIRTUDES 626

sobre el origen de los conocim ientos Pero esta voluntad del ego altruista no
humanos, la percepción del espacio era se reduce a una simple buena conciencia;
adjudicada a la vista, Condillac, tras haber puesto que nuestra voluntad es libre, tene­
reflexionado sobre las condiciones de apa­ mos la obligación de hacer todo lo que
rición del mundo exterior, concluye con esté en nuestra mano para que el otro
Locke que es más bien el tacto el que ense­ participe del placer. La buena intención
ña el espacio a la vista. no basta; el deber-hacer es exigible siem­
pre. N o hay esencia previa del bien o del
Edición: Tratado de las sensaciones (tr. G. mal; no es cuestión más que de compor­
Weinberg), Buenos Aires, Eudeba, 1963.
tarse bien o mal. El acto virtuoso está
Estudios: R. Mondolfo, «Estudio preliminar»
a la ed. cit.; E. Bréhier, Historia de la filo­ siempre por hacer. Mas ¿qué es precisa­
sofía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morán), mente este acto para el otro? Es inter­
vol. II, Tecnos, 1988. cambio, el acto de amor. Querer el pla­
cer del otro es darle amor; la conciencia
egoísta se disuelve en el acto realizado
por amor del otro. La virtud amorosa, en
T R A T A D O DE L A S VIRTUDES, Trai- el instante de la buena acción, expresa
té des vertus, 194 9. ese «algo de divino» en el hombre.
V ladim ir Ja n k é l é v it c h , 1 9 0 3 -1 9 85 . Jankélévitch se refiere aquí volunta­
riamente a los filósofos clásicos: Platón,
El hombre es placer por naturaleza, Aristóteles o Kant. Y, en efecto, el acto
mas éste no tiene valor mientras el hom­ virtuoso está ciertamente muy cerca de
bre no tenga conciencia de él. ¿Cuál sería lo que exige Kant para la razón prácti­
el atractivo de un placer sin conciencia? ca: «actos por deber más bien que actos
Y aún más, el placer debe ir acompaña­ conform es con el deber» (->• F und a­
do de un displacer: «el dolor es el aroma m en tos de la m etafísica de las cos­
del placer». Tomar conciencia del propio tumbres). Mas el pensamiento de Jan­
placer es al mismo tiempo tomar con­ kélévitch se sitúa igualmente en una
ciencia de lo amargo, de un juego de alian­ cierta línea de continuidad con los
zas entre dulzura y sufrimiento. modernos: Bergson, Husserl, Sartre;
Sin embargo, lejos de ser negativo, el para él también «la existencia precede
dolor es la mediación que permite a cada a la esencia».
uno remontarse sobre un goce pura­
mente instintivo para acceder al eude­ Edición: Traité des vertus, 4 vols., col.
monismo. En este reconocim iento del «Champs», Flammarion: Le serieux de l ’in-
placer, «la conciencia nos revela el paso tention, 1984; Les Vertus et l ’Amour (2
tomos), 1986; L ’lnnocence et la Méchan-
del dolor sufrido al sufrimiento asumi­ ceté, 1986.
do». Mas para llegar a la virtud — y tal Estudio: Écrits pour Vladimir Jankélévitch
es el fin de un eudemonismo efusivo— (obra colectiva), Flammarion, 1978.
es indispensable que nuestra conciencia
se desprenda del sufrimiento puramen­
te egoísta. El dolor no puede constituir
un fin en sí, pues no es más que «la T R A T A D O DE LO S ANIM ALES, Trai­
simiente de nuestra salvación». Igual­ té des animaux, 175 5.
mente, nuestra conciencia de sí, nues­ C o n d il l a c (Étienne Bonnot de), 1 71 4-
tro ego debe querer superar su egoísmo 1 780.
el desear el altruismo, el alter ego. La
voluntad de ser virtuoso demanda la puri­ Este texto se encamina a probar que el
ficación del egoísmo original: «En los comportamiento animal no se deriva del
deberes de la conciencia hacia su volup­ automatismo de la materia, sino que está
tuosidad hay una exigencia de esfuerzo guiado por el espíritu. En efecto, los ani­
catártico.» males están dotados de la sensación, que
62 7 TRATADO DE METAFÍSICA

es la operación primera del espíritu: se T R A T A D O DE M E TA FÍSICA , Traité


puede por tanto acercar de hecho el alma de métaphysique, 1953.
de los animales a la del hombre. Mas la Jean Wahl, 1888-1974.
razón del hombre es superior al instinto
del animal, porque aquélla conoce la inven­ Dado que el pensamiento de Wahl
ción y las ideas generales, y puede formar quiere ser esencialmente antisistemáti­
la idea de Dios como causa primera. Ade­ co, su obra fundamental, el Tratado de
más, el alma humana, que Dios se aplica metafísica, extraída de sus cursos de la
a conservar, es de naturaleza inmortal. Sorbona, no podría ser un tratado dog­
Así, contra el espiritualismo de Des­ mático. Si el autor afirma que tanto el
cartes, Condillac afirma que los animales realismo como la fenomenología y, en
tienen alma y que no se los puede redu­ general, la filosofía misma suponen una
cir a los famosos «animales-máquinas» del dialéctica, ésta es para Wahl un cam i­
primero. Pero igualmente se opone al n o : es «el proceso incesante del espíritu
materialismo de Buffon, que hace del ins­ que se examina a sí mismo al examinar
tinto una propiedad de la materia. De este lo que él piensa»; mas la dialéctica «no
modo, al mostrar que existe una conti­ es la explicación final, y es una explica­
nuidad entre el espíritu del hombre y el ción sólo en el sentido de que ella es
del animal, Condillac ve confirmada su explicada a su vez por un término dife­
teoría de que el espíritu del hombre se rente a ella misma, que es la realidad»
construye a partir de la sensación. — lo absoluto y lo trascendente en los
que desemboca la metafísica, puntos
Edición: Traité des animaux, Vrin, 1987. extremos y limitados del pensamiento
Estudio: E. Bréhier, Historia de la filoso­ que restan «inefables». La dialéctica impli­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Moran), ca una distancia entre la conciencia y su
vol. II, Tecnos, 1988. objeto. Ahí está lo mejor de la concien­
cia. Al comienzo y al final de la dialéc­
tica se da una perfecta identidad del suje­
to y el objeto, mas esta realidad queda
T R A T A D O DE LO S SISTEM AS, Trai­ en el inconsciente. Jean Wahl concibe
té des systémes, 1749. que el «viaje a través de los conceptos
C o n d il l a c (Étienne Bonnot de), 1714- filosóficos» se efectúa bajo el impulso de
1780. una negatividad de tipo hegeliano, mas
él la radicaliza hasta una «negatividad
Este tratado está consagrado a la des­ más esencial, realmente destructiva, [...]
cripción de los verdaderos sistemas, en inmanente a lo real» que se confunde
los que la relación entre los hechos es con la plenitud de lo real. ¿Sería preci­
observable. Para el autor, existen siste­ so cambiar los conceptos filosóficos para
mas en política, en mecánica y en las comprender esta realidad? Y , si lo fue­
Bellas Artes, mas los únicos que son per­ ra, ¿cómo? El autor niega las ideas de
fectos son los de la ciencia, en donde múl­ sustancia, de esencia, de forma y de ser,
tiples observaciones revelan el encade­ tal como los concibe la filosofía clásica,
namiento de los hechos. Condillac valora esto es, intelectualmente. Recusa gene­
por tanto aquí el método experimental, ralmente las tesis que, como la de Aris­
del que el sistema de Newton es la bri­ tóteles, separan a la sustancia de los acci­
llante ilustración. dentes; las que, como el racionalismo y
el empirismo, aíslan las relaciones de las
Edición: Tratado de los sistemas (tr. J. M. cosas; y las que hacen de la nada un ser,
Bermudo), Barcelona, Horsori, 1994. sustantivando así la negatividad. Frente
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán), a las nociones cartesianas y newtonia-
vol. II, Tecnos, 1988; R. Lefévre, Condillac, nas de espacio y tiempo, Wahl opone
Seghers, 1976. un tiempo y un espacio cualitativos y
TRATADO DE MORAL 628

no ya cuantitativos, induciendo así una El Orden está constituido por la jerar­


«visión mística de la materia». quía de valores: está respetado por Dios,
Desde el punto de vista del conoci­ que se somete a las leyes que El mis­
miento, Wahl afirma la «realidad ontoló- mo ha instituido, y es accesible a las cria­
gica del sentimiento, unión primitiva entre turas, porque ellas tienen la posibilidad
el hombre y las cosas». «Es en el senti­ de pensar como Dios piensa — el Orden
miento más que en la razón donde encon­ puede ser detectado en el Verbo divi­
tramos eso que para nosotros es lo más no— y de querer com o Dios quiere,
vecino de lo absoluto.» La filosofía es para puesto que nuestra voluntad no es otra
el autor un «arte-de-conocerse-en-el-mun- cosa que una acción constante de Dios
do»; la filosofía niega el carácter siste­ en nuestra alma. Serán calificadas de
mático de las cosas y el carácter deducti­ virtudes las cualidades espirituales que
vo de un conocimiento universal. El único nos permiten acceder a este Orden, a
acceso verdadero al ser de las cosas nos saber: la fortaleza de espíritu, que acre­
es dado por el sentim iento, en una ple­ cienta la atención que prestamos a Dios,
nitud resultante de la abolición de la opo­ y la libertad que, al darnos la facultad
sición entre sujeto y objeto, a la que el de dirigir nuestra alma, nos ofrece la
autor llama «el éxtasis» o el «silencio». Si posibilidad de volverla enteramente hacia
Wahl considera como «errores nuevos» Dios.
a la distinción sartriana del en-sí y del para- Después de haber expuesto las cuali­
sí y a la identificación heideggeríana de dades que deben permitirnos alcanzar a
la verdad con el ser, toma en cambio de Dios al darnos acceso al Orden, Male­
Maine de Biran la idea de que el carácter branche enumera los deberes a los que
inmediato de nuestro conocimiento pri­ esas cualidades nos someten, esto es, los
deberes para con Dios, para con la socie­
mario del mundo sensible y de nosotros
dad de los hombres y para con nosotros
mismos se debe al sentimiento que tene­
mismos. En primer plano coloca las obli­
mos del ser.
gaciones que tenemos con Dios: la moral
Edición: Tra ité de métaphysique, Payot, nos ordena, en efecto, actuar conforme
1957. al Orden que es consustancial con Dios.
Estudio: P. Ricoeur, «La métaphysique de La moral nos ordenará igualmente res­
Jean Wahl», Esprit, marzo de 1957. petar en el hombre la criatura divina y
procurar nuestra felicidad, o sea, amar a
Dios.
Este tratado pone verdaderamente de
T R A T A D O DE M O R AL, Traité de mo­ relieve la importancia del amor a Dios en
ra/e, 1684. la moral de Malebranche, puesto que toda
Nicolás Malebranche, 1638-1715. ella se desprende de este único manda­
miento: «Amaréis al Señor, vuestro due­
Publicado en pleno centro de la polé­ ño». Y al afirmar que nuestra alma pue­
mica que opuso a Malebranche y Amauld de tener un claro conocimiento del Orden,
desde que el prim ero hizo aparecer el Malebranche escapa al pesimismo de los
►Tratado de la naturaleza y de la gra­ jansenistas, para quienes todo acto vir­
cia en 1689, el Tratado de moral, con tuoso necesita el concurso de la gracia
independencia de estas controversias teo­ divina. El Tratado de m oral será con­
lógicas, expone serenamente la moral de denado por la comisión del índice en
Malebranche. Está dividido en dos partes 1714.
(la primera está consagrada a la virtud, la
segunda a los deberes), derivadas ambas Edición: Traité de m orale, Vrin, 1977.
Estudios: E. Bréhier, H istoria de la filo s o ­
de un mismo principio: que el amor del
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morán),
Orden debe ser la fuente de todo acto vol. II, Tecnos, 1988; P. Ducassé, M a le ­
moral. branche, sa vie, son oeuvre, P.U.F., 1968.
629 TRATADO DEL CARÁCTER

T R A T A D O DE PEDAGOGÍA. este amor de Dios nos conducirá a la


Immanuel Kant. felicidad suprema. En cambio, el amor
Véase REFLEXIONES SOBRE L A EDU­ de complacencia nos empuja a amar a
CACIÓN. Dios pensando en nosotros mismos,
por cálculo, Malebranche hablará de
«amor mercenario», esto es, de un amor
que se compra. El amor que concede­
T R A T A D O DEL ALM A. mos a Dios no es por tanto desintere­
Julien Offroy de La Mettrie. sado nunca, contrariamente a lo que
Véase H ISTO R IA NATURAL DEL pensaban los quietistas. En efecto, ama­
ALM A. mos a Dios porque encontramos pla­
cer en ello.
Este tratado permitió a Malebranche
reconciliarse con Bossuet, que lo había
T R ATAD O DEL AM O R DE DIOS, Trai­ atacado con ocasión de la aparición del
te de l ’amour de Dieu, 1697. -*■ Tratado de la naturaleza y de la gra­
Nicolás Malebranche, 1638-1715. cia. Uno y otro piensan, en efecto, que
un cristiano no puede burlarse de su sal­
Malebranche redactó este tratado en vación y debe, por ello, practicar la pie­
respuesta al teólogo Frangois Lamy, que dad y la meditación en lugar de abando­
lo había puesto en entredicho en una obra narse ciegamente a la voluntad divina.
que acababa de publicar, E l co n o ci­
m iento de sí mismo. En este escrito, el Edición: Traite de l’Amour de Dieu et Let-
benedictino se apoya en Malebranche tres au Pére Lamy, Vrin, 1963.
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
para justificar la doctrina de los quietis- fía (tr. J. A. Pérez Millán y M ' D. Moran),
tas. Estos, cuyos principales represen­ vol. 1, Tecnos, 1988, pp. 788-809; Y. de
tantes son Madame Guyon y Fenelon, Montcheuil, Malebranche et le quiétisme,
predican una religión de inspiración mís­ Desclée de Brouwer, 1947.
tica que defiende la teoría del «puro
amor», esto es, de un amor de Dios desin­
teresado, que no toma en cuenta nues­
tra búsqueda de la felicidad ni nuestro T R A T A D O DEL C A R Á C T E R , Traité
deseo de obtener la salvación. Así, el du caractére, 1946.
hombre debería anonadarse y dejar toda Emmanuel Mounier, 1905-1950.
la iniciativa a Dios; esta pasividad no es
para Malebranche más que una desvia­ Mounier es un filósofo personalista;
ción de la espiritualidad. esto significa ante todo que distingue entre
Fuertemente influido por el cristo- individuo y persona. El indiuiduo es de
centrismo del Oratorio, Malebranche alguna manera una entidad numérica, que,
está de acuerdo con el quietismo en que hablando propiamente, no tiene las carac­
el hombre no coloque el centro en sí terísticas existenciales de la persona. Una
mismo, sino en Dios. Sin embargo, al persona es una realidad viviente, un hom­
descentramiento ciego de los quietis- bre, un fin en sí. Unicamente a la perso­
tas, Malebranche opone un descentra­ na le corresponden las nociones de dere­
m iento en Dios que tiene en cuenta cho, de respeto, de libertad humana, de
nuestra naturaleza, es decir, nuestro trabajo, de fraternidad.
deseo de ser felices. Para realizar esto, Esta voluminosa obra, a juicio mismo
M alebranche distingue dos tipos de de Mounier, es un enfoque «combativo»
amor: el am or de benevolencia y el del problema de la persona considerada
amor de complacencia. Por el primero desde un punto de vista psicológico. El
amamos a Dios y en ello encontramos autor analiza la complejidad psicológica
nuestra felicidad, porque sabemos que del hombre en un medio dado (la familia,
TRATADO DEL CIELO Y DEL MUNDO 630

la sociedad, la historia), estudia la noción cio tienen un sentido relativo; por esta
de cuerpo, luego intenta precisar las difi­ razón, Oresme niega la existencia del
cultades de la relación persona/mundo centro fijo del universo con el que Aris­
exterior. Así son analizados el rechazo de tóteles relacionaba todos los m ovi­
lo real, la emoción, la intersubjetividad (o mientos celestes.
relación de dos conciencias singulares) y
la acción. Edición: Le Livre du ciel et du monde (tr.
El propósito de este tratado no es esta­ inglesa A. D. Menut), Madison, The Uni-
versity of Wisconsin Press, 1968.
blecer una clasificación caracterológica;
Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
muy al contrario, sublevándose contra las fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
múltiples caracterologías y psicologías en vol. II, Tecnos, 1988, pp. 630-632; P.
boga en su época (Berger, Le Senne), Duhem, Le Systéme du monde, t. VII, Her-
Mounier busca restituir a la persona huma­ mann, París, 1959.
na su dignidad mediante un enfoque sano
y no reductor de su complejidad psicoló­
gica y espiritual.
T R A T A D O DEL C O N O C IM IE N T O ,
Edición: Tratado del carácter (tr. C. Ducret- Traité de la connaissance, 1955.
tet), Buenos Aires, Eds. Antonio Zamora, Louis Rougier, 1889-1982.
1955.
Estudio: J.-M. Domenach, Emmanuel Mou­ Este tratado en cuatro libros expone
nier, col. «Microcosme-Ecrivains de toujours»,
las tesis del empirismo lógico a partir de
Le Seuil, 1972.
una crítica radical de las doctrinas adver­
sas. El libro I tiene esencialmente por obje­
to el examen del método deductivo: los
principios de la axiomatización y de la for-
T R A T A D O DEL CIELO Y DEL M U N ­ malización, su valor, sus límites. El libro
DO, o El libro del cielo y del mundo, II trata del método experimental: esta­
Traité du ciel et du monde ou Le livre blecimiento de los enunciados de hechos,
du ciel et du m onde, 1377. Nicolás análisis de las leyes y teorías. Igualmen­
Oresme, hacia 1325-1382. te presenta el punto de vista de la plura­
lidad de las lógicas (lógicas n-valentes,
Nicolás Oresme ha tenido el gran méri­ lógica cuántica, etc.). El libro III expone
to de dar a la lengua francesa las prime­ la filosofía del lenguaje a partir de la opo­
ras traducciones de Aristóteles, no a par­ sición sentido/sinsentido. Al precisar la
tir del griego, sino a partir de la traducción regla de uso de las palabras es como éstas
efectuada sobre el texto árabe por un adquieren un significado; al exhibir la
monje dominico. manera de demostrar o de verificar es
Desde 1370, en un escrito sobre las como aquéllas adquieren sentido. El libro
adivinaciones, Oresme se venía levan­ IV aplica los resultados de estos análisis,
tando contra las supersticiones de su en particular los que conciernen a las con­
siglo y, en particular, contra la astrolo- diciones de la significación, a la crítica de
gía, a la que combatía oponiéndole el los pseudoproblemas de la teoría clásica
estudio científico de la astronomía. Entre del conocimiento. Aquí propone el autor
las traducciones al francés que hizo de una nueva teoría del conocimiento fun­
las obras de Aristóteles figura el libro dada sobre «una concepción evolutiva y
- > D el C ielo. En su propio Tratado del funcional de la razón».
cielo y del mundo, Oresme expone sus Rougier se separa del Círculo de Vie­
concepciones cosmológicas y se mues­ na en dos puntos: por una parte opone
tra precursor de Copérnico. En él afir­ la riqueza infinita de lo real a la idea
ma, en efecto, que el movimiento, la de una teoría unitaria de la ciencia; por
gravitación y las direcciones del espa­ otra, tiende a distinguir los problemas
631 TRATADO POLÍTICO

insolubles de los falsos problemas. Su T R A T A D O DEL HOM BRE, Traité de


concepción de una «razón evolutiva» está l ’homme, 1662.
muy cerca de la idea de Brunschvicg del Rene Descartes, 1596-1650.
progreso de la razón, o de la idea bache-
lardiana de un devenir dialéctico de la Este tratado, no publicado en vida de Des­
razón. Considerando al empirismo lógi­ cartes, es el segundo de una obra que incluía
co como el estado definitivo de la epis­ también El Mundo. Redactado a comien­
temología, Rougier lo expone de mane­ zos de los años 1630, en una época en la
ra ligeramente dogmática, que no que Descartes no parecía estar aún en pose­
ensombrece sin embargo el gran rigor sión de su sistema acabado, este escrito
y perfecta claridad de su análisis. expone los fundamentos del mecanicismo.
El Mundo se propone demoler los con­
Edición: Traité de la connaissance, Gaut- ceptos fundamentales de la física escolásti­
hier-Villars, 1955. ca, de la que Descartes conserva sin embar­
Estudio: G.-G. Granger, «Le Traité de la
go muchas de sus afirmaciones. El Tratado
connaissance de M. Louis Rougier», en Elu­
des philosophiques, n.° 11, 1956. del hombre extrae las consecuencias del
mecanicismo por la comprensión de los
fenómenos biológicos y del cuerpo huma­
no en particular. Las funciones corporales
T R A T A D O DEL ENCADENAM IENTO (circulación, respiración, movilidad), mas
DE L A S ID EA S F U N D A M E N T A L E S también las facultades mentales (imagina­
EN L A S CIENCIAS Y EN L A H ISTO ­ ción, memoria), son objeto de explicacio­
RIA, Traité de Venchaínement des idées nes rigurosamente mecanicistas.
fondamentales dans les sciences et dans Este Tratado anuncia así el materia­
l ’histoire, 1861. lismo fisiológico del siglo siguiente (La Met-
Antoine Augustin Cournot, 1801- trie, Diderot, Sade), como también a los
1877. médicos y filósofos del siglo xix (Cabanis,
Broussais). N o obstante, es cierto que al
Cournot distingue aquí la lógica y la escribir -*■ El hombre-máquina, La Met-
matemática, que se fundan sobre el orden trie no se muestra ya como un cartesiano
y la forma; las ciencias físicas, que se apo­ ortodoxo. Estos aspectos innovadores no
deben hacer olvidar sin embargo que el
yan sobre la fuerza y la materia; y las
Tratado del hombre hace suyas nume­
ciencias naturales, que tienen por prin­
rosas afirmaciones de la escolástica, por
cipios la vida y el organismo. Lo cual no
ejemplo la idea de que el corazón es el órga­
le impide reafirmar la preeminencia de la
no más caliente del cuerpo humano.
matemática, en la medida en que la razón
y el cálculo dan la primera y la última expli­
Edición: Tratado del hombre (tr. G. Quin­
cación de las cosas. tas), Alianza, 1990.
En cuanto a las sociedades humanas, Estudio: B. Williams, Descartes: el proyecto
el autor se propone estudiarlas como se de la investigación pura (tr. J. Coll), Cáte­
estudian los fenómenos naturales. Igual­ dra, 1996.
mente establece aquí los fundamentos de
una «física social» en cuyo seno sería siem­
pre posible el cálculo.
TR A T A D O PO LÍTICO , Tractatus poli-
Edición: Traité de l’enchainement des idées ticus, 1677.
fondamentales dans les sciences et dans Baruch Spinoza, 1632-1677.
l’histoire, Vrin, 1982.
Estudios: E: Bréhier, Historia de la filoso­ Publicado unos meses después de la
fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.a D. Morán),
muerte de Spinoza, junto con la >Ética y
vol. II, Tecnos, 1988; J. Brun y A. Robinet
(dirs.), Études pour le centenaire de la mort el ►Tratado de la reforma del entendi­
de Cournot, Vrin, 1978. miento, el Tractatus politicus ha queda­
TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA 632

do como una obra inacabada que reanuda para hacer brillar la justicia, en particular
ciertos temas del -> Tratado teológico-polí- el del caso Calas. La rehabilitación del
tico, siendo la libertad la preocupación pri­ protestante Calas, injustamente acusado
mordial del autor. de la muerte de su hijo y condenado a tor­
Spinoza procede en dos tiempos. En mento, había costado a Voltaire tres años
primer lugar elabora un método e intro­ de esfuerzos.
duce las nociones generales de ciencia Los dos primeros capítulos evocan el
política que le permitirán, ulteriormen­ asunto Calas y los horrores del fanatis­
te, analizar las realidades singulares que mo. Voltaire predica una actitud distinta
son los Estados determinados histórica­ con respecto a los protestantes.
mente. Después de haber establecido que Luego, el autor expone una historia de
el problema central es el de las condicio­ la tolerancia, considerada desde el punto
nes de conservación de un régimen polí­ de vista de su valor moral y de su cohe­
tico, el autor examina la cuestión para rencia con los principios mismos de la
cada tipo de régimen político: monarquía, religión cristiana. Las atrocidades de los
aristocracia, democracia... conflictos religiosos son descritas sin com­
Y la democracia aparece como el mejor placencia, y el nombre de Jesucristo es
régimen. Cuanto más coincide la sobera­ invocado en contra de toda pretensión
nía con el pueblo, más potente y estable cristiana de imponer el dogma por la fuer­
es el régimen, y capaz por tanto de pre­ za y la violencia.
servar la paz y la libertad. E Estado se con­ Voltaire insiste particularmente (al igual
serva conservando a aquellos que lo com­ que en su -*• Diccionario filosófico) en la
ponen, es decir, garantizando su seguridad, contradicción que hay en sostener, con
de lo cual dependerá su lealtad y su obe­ medidas de persecución violenta, un dog­
diencia. El mejor régimen, el más estable, ma cuyos principios son en este punto
es por tanto aquel en el que la seguridad inciertos y discutibles. Y el autor no duda
de los individuos está mejor garantizada, en estigmatizar el orgullo de los hombres
donde los hombres viven en la concordia que comparten la ilusión de que sólo una
de una «verdadera vida del espíritu», una religión es verdadera, la suya, y bendeci­
vida humana definida por la razón. da por el único y verdadero Dios, el suyo.
Voltaire exalta la fraternidad: «Y o os digo
Edición: Tratado teológico-político. Tra­ que hay que considerar a todos los hom­
tado político (tr. E. Tierno Galván), Tecnos, bres como hermanos nuestros. — ¡Cómo!
1985.
Estudios: S. Rosen, «Baruch de Spinoza», ¿Hermano mío el turco? ¿Hermano mío
en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Histo­ el chino? ¿El judío? ¿El siamés? — Sí, sin
ria de la filosofía política (tr. L. García Urri- duda: ¿no somos todos hijos del mismo
za, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México, padre, y criaturas del mismo Dios?» Por
Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. encima de su posición de principio sobre
433-450; J. Deleuze, Spinoza (tr. A. Esco-
hotado), Tusquets, 1984; J. Preposiet, Spi­ la tolerancia religiosa, esta obra marca
noza et la liberté des hommes, Gallimard, para Voltaire una etapa de combate por
1967. la reforma de la justicia penal. Ese com­
bate, que sólo cesará cuando acabe su
vida, encuentra ramificaciones en una
multitud de textos diferentes.
TR ATAD O SOBRE L A TOLERANCIA, El Tratado sobre la tolerancia cono­
Traité sur la tolérance, 1763. ció un inmenso éxito, fácilmente explica­
Voltaire (Frangois Marie Arouet), 1694- ble: la nobleza de la causa defendida, la
1778. altura filosófica y literaria del texto, su varie­
dad de tono: «Hay lugares que hacen gemir,
Los veinticinco capítulos de este tra­ y otros que hacen desternillarse de risa,
tado extraen sus enseñanzas de los «asun­ decía Voltaire: porque, a Dios gracias, la
tos» de los que Voltaire se ha ocupado intolerancia es tan absurda como horrible.»
633 TRATADO SOBRE LOS PRINCIPIOS DEL CONOCIMIENTO HUMANO

Edición: Tratado de la tolerancia (tr. C. keana) entre cualidades secundarias y cua­


Chies), prólogo y notas de P. Togliatti, Crí­ lidades primarias. Ni las unas ni las otras
tica, 1976. existen fuera del espíritu que las percibe.
Estudios: A. J. Ayer, Voltaire (tr. M. Can-
del), Crítica, 1988; B. Groethuysen, Philo- Sólo el hecho de que calor, olor, sabor,
sophie de la Réuolution frangaise, col. «Tel», determinen en nosotros impresiones agra­
Gallimard, 1982, cap. IV: «Voltaire ou la pas- dables o desagradables nos ha decidido a
sion de la raison». colocarlas del lado de la subjetividad. La
idea de materia es pues un flatus uocis.
Existir es ser percibido: «esse est percipi».
Que no exista materia no echa en abso­
T R A T A D O SOBRE LO S PRINCIPIO S luto por tierra la existencia de la naturale­
DEL C O NO C IM IEN TO H U M AN O , A za. En efecto, Berkeley entiende por natu­
Treatise concerning the Principies o f raleza el conjunto de las ideas cuya
Human Knowledge, 1710. presentación se impone a mi voluntad y
George Berkeley, 1685-1753. obedece a ciertas reglas de orden y cohe­
rencia. ¿Qué es lo que, desde el momento
La obra comienza por una de las más en que las cosas no son más que ideas,
fuertes críticas del lenguaje y de las ide­ garantiza la permanencia del mundo de las
as abstractas que la filosofía haya produ­ cosas (la naturaleza no queda anonadada
cido jamás. La razón es que, en las ilu­ desde el momento en que yo dejo de obser­
siones del lenguaje, está enraizada la varla)? Solamente un espíritu universal, abso­
creencia contra la cual Berkeley se levan­ luto de algún modo: Dios. Las ciencias de
ta en armas: la afirmación de la existen­ la naturaleza son pues posibles. Mas la cau­
cia de una realidad objetiva, material, inde­ salidad recibe un estatuto particular, aná­
pendiente del espíritu que la percibe. logo al que le confiere el ocasionalismo de
Berkeley rechaza la noción de idea Malebranche.- las ideas, intrínsecamente
abstracta, producida por un espíritu que pasivas, no podrían ser producidas más que
aislaría el contenido común de una plu­ por los espíritus. Dios, agente universal y
ralidad de objetos particulares. La idea absoluto de la producción de las ideas, es
de un hombre que no fuera grande ni por tanto el objeto último que la ciencia de
pequeño, ni blanco ni negro, ni more­ lo real nos da a conocer. La naturaleza no
no ni rubio, es una ficción vacía de sen­ es otra cosa que el lenguaje en el cual Dios
tido. Ficción inútil, de la que la mate­ nos habla. El estatuto de la matemática per­
mática — contrariamente a un prejuicio manece sin embargo problemático. La difi­
muy arraigado— podría muy bien pres­ cultad aquí es de enorme envergadura, pues­
cindir, al igual que el lenguaje; hablar no to que la matemática soportaba todo el
es encadenar las ideas generales abs­ edificio de la mecánica triunfante a partir
tractas, sino dar vida a las relaciones entre de Newton (cuya obra principal llevaba el
los signos. título de >Principios matemáticos de la
La existencia de una realidad inde­ filosofía natural). En los Principios del
pendiente de toda percepción es justa­ conocimiento humano, Berkeley resuelve
mente una de esas ideas abstractas. la cuestión sin salirse del marco de un empi­
¿Cómo podría existir cosa alguna fuera rismo riguroso: las magnitudes matemáti­
de los espíritus percipientes y lo que éstos cas (algebraicas y geométricas) no tienen
perciben? Representarse una realidad (un existencia más que en la medida en que
ideal) del que la idea sería la copia, es corresponden a un objeto perceptible. La
desafiar al sentido común: una idea no noción de infinito no puede, evidentemente,
podría mantener relación de semejanza sobrevivir a esta concepción.
alguna con ninguna cosa que no fuera No es de extrañar que en la época del
una idea. triunfo de Newton y de la física matemá­
H rechazo de la idea abstracta hace caer, tica, semejantes tesis no pudieran con­
evidentemente, la distinción clásica (ioc- vencer. La obra tuvo una acogida desfa­
TRATADO TEOLÓGICO-POLÍTICO 634

vorable, y su autor se ganó la considera­ bre de editor falso), el Tractatus theolo­


ción de hombre paradójico. Si el mundo gico-politicus se presenta globalmente
exterior no existe, ¿por qué tomarse el tra­ como una defensa de la libertad de pen­
bajo de convencerlo? Es por lo demás el samiento, un elogio de la tolerancia y una
sentimiento de no haber sido comprendi­ apología de la democracia. Spinoza criti­
do lo que decidió a Berkeley a publicar ca a la teología cuando ésta extiende su
una versión más accesible de sus tesis: los poder fuera de su dominio; elabora una
> Tres diálogos entre Hylas y Filonous teoría nueva del poder político y somete
(a la manera de Hume y de Kant, que el relato bíblico, como a cualquier otro
debieron añadir la * Investigación sobre libro, a la crítica histórica, desarrollando
el entendimiento humano al ►Tratado un método «natural» de interpretación.
el primero, y los -+ Prolegóm enos a la La Biblia no puede revelar el sentido
> Crítica de la razón pura el segundo). de la Naturaleza, sino que su interpreta­
Los D iálogos contribuyeron sin duda a ción depende de la Naturaleza, puesto
la popularidad del autor, mas no bastaron que la Biblia es parte integrante de ella.
para salvarlo en la posteridad. Así, el método de interpretación de la
Pocas filosofías, como la de los P rin ­ Biblia es el mismo que el que se aplica a
cipios del conocim iento humano, han la Naturaleza, los libros sagrados son tra­
sabido atraer sobre ellas el fuego cruza­ tados como cosas de la Naturaleza, y los
do de las refutaciones. Cuando se habla hechos bíblicos como hechos de la Natu­
del inmaterialismo, es frecuente incluso raleza. Gracias a esta lectura racional, no
prescindir de la refutación filosófica para hay la menor necesidad de una luz sobre­
dar paso al sarcasmo o al tono escanda­ natural.
lizado. Diderot hablaba de un «sistema De este modo, mientras se aplica a este
extravagante cuyo nacimiento sólo podía fundamento esencial de la teología, Spi­
[...] deberse a los ciegos; sistema que, para noza funda simultáneamente un nuevo
vergüenza del espíritu humano y de la filo­ saber de la historia y una nueva teoría de
sofía, es el más difícil de combatir, pues­ lo político. El autor distingue el dominio
to que es el más absurdo de todos». de la fe (teología) del dominio de la razón
El nominalismo de la Introducción y la (filosofía), distinción que determina la sepa­
concepción de la ciencia expuesta a lo ración entre teología y política. La razón
largo de la obra preparan sin embargo apunta a la verdad, mientras que la fe
ciertas tesis positivistas. En cualquier caso, se orienta a la piedad por la obediencia
los Principios del conocim iento huma­ y la sumisión. Si un análisis racional del
no ya no pueden seguir apareciendo en relato bíblico puede aportarnos ciertas
la actualidad como una simple curiosidad enseñanzas (el amor al prójimo, por ejem­
en el corpus de las obras filosóficas. plo) e inducirnos a amar a Dios, la fe en
la revelación nos obliga a obedecerlo.
Edición: Tratado sobre los principios del Contra la intolerancia de los teólogos
conocimiento humano (tr. C. Mellizo), Alian­ y de los dogmáticos, de la que él mismo
za, 1992.
será víctima, Spinoza defiende la libertad
Estudio: Diálogo con B. Magee, Los gran­
des filósofos (tr. A. Barcena), Cátedra, de pensar. De ahí su crítica de la teología
1990; J. O. Urmson, Berkeley (tr. J. Cor­ que, aunque no es un verdadero saber,
dero), Alianza, 1984. no deja de ser por eso un verdadero poder
que pretende ejercer una autoridad inte­
lectual fuera de su dominio. Las iglesias
T R A T A D O TE O LÓ G IC O -PO LÍTICO , constituidas (católica, judía, protestante)
Tractatus theologico-politicus, 1670. deben renunciar a sus pretensiones tem­
Baruch Spinoza, 1632-1677. porales y someterse al poder civil, único
soberano. De este modo la autoridad teo­
Única obra publicada en vida de su lógica deviene complementaria de la auto­
autor (mas anónimamente y bajo un nom­ ridad política (soberana) al autorizar,
635 TRATADOS DEL GOBIERNO CIVIL

mediante una creencia viva, una vida social Edición: Tratado teológico-político. Tra­
fundada en el desinterés de cada uno. tado político (tr. E. Tierno Galván), Tecnos,
El Estado (en tanto que res publica, 1985.
Estudios: S. Rosen, «Baruch de Spinoza»,
«cosa pública») es, por definición, sobe­ en L. Strauss y J. Cropsey (comps.), Histo­
rano; no está sometido a ninguna ley y ria de la filosofía política (tr. L. García Urri-
es fuente de toda ley, de todo derecho. za, D. L. Sánchez y J. J. Utrilla), México,
Todos los individuos deben obedecerle. Fondo de Cultura Económica, 1993, pp.
433-450; J. Deleuze, Spinoza (tr. A. Esco-
Por tanto, para mantenerse, el Estado
hotado), Tusquets, 1984; L. Mugnier-Pollet,
debe conceder a los individuos una total La phiiosophie politique de Spinoza, Vrin,
libertad de pensamiento y de expresión. 1976.
Spinoza concilia así la soberanía (abso­
luta) del Estado y la libertad individual.
Para salir del estado de naturaleza, que
es un estado de inseguridad, los hombres T R A T A D O S DEL G OBIERNO CIVIL,
se han asociado y constituido así un cuer­ Two Treatises o f Governement, 1690.
po político. Por este pacto instituyente John Locke, 1632-1704.
del Estado, los individuos han renuncia­
do al derecho de actuar mas no al dere­ Existen dos Tratados del gobiern o
cho de pensar. Este pacto, que permite civil, que aparecieron al mismo tiempo
a cada uno vivir en seguridad, desearía que el -►Ensayo sobre el entendimien­
que en el futuro la conducta de cada uno to humano.
estuviese determinada por la razón. Sin El primer tratado polemiza con Robert
embargo, el individuo no puede renun­ Filmer, autor de una obra que había ejer­
ciar totalmente a su derecho de natura­ cido cierta influencia: Patriarcha (1680).
leza, estando éste determinado no por la Filmer, a quien Rousseau atacará también
razón, sino por el deseo y el poder. Por muy violentamente, defendía el absolu­
último, el fin del Estado es la seguridad tismo monárquico identificando el poder
que permite a cada uno usar, con ente­ real con la potestad paterna; para esto se
ra libertad, su razón. Si el Estado supri­ apoyaba en una referencia a los textos
me toda libertad, provocará con ello una bíblicos. Locke, como más tarde Rous­
reacción violenta que lo destruirá. El régi­ seau, se aplica a refutar esta confusión.
men político más natural, el que mejor El ejercicio del poder político no tiene nin­
está fundado en la razón, es la democracia guna analogía con la autoridad del cabe­
que «nace de la unión de los hombres que za de familia, y la comparación es obje­
gozan, en tanto que grupo organizado, tivamente ilegítima. Por lo demás, uno de
de un derecho soberano sobre todo aque­ esos dos poderes no se transmite por
llo que está en su poder». En un régimen herencia (pues, según Locke, la herencia
de esta índole, el individuo dispone de la no puede aplicarse más que a la propie­
libertad de pensar. Con todo, cualquier dad). Este tratado denuncia además la uti­
gobierno de régimen colectivo, tal como lización abusiva que Filmer hace de la auto­
una aristocracia, es aceptable si respeta ridad de la Biblia. La ley natural no podría
esta libertad. autorizar el poder de uno sobre todos: por
Al someter a la Biblia a una crítica his­ el contrario, ordena la libertad.
tórica y a una lectura racional, al tiempo El segundo tratado funda el enunciado
que atacaba el poder de los teólogos, Spi­ de la ley natural sobre la descripción del
noza provocó un gigantesco escándalo. hombre en el estado de naturaleza. A jui­
Pues afirmaba en efecto que la libertad cio de Locke, dos cosas caracterizan al
de filosofar sólo puede ser ejercida fuera hombre natural: la familia y la propiedad.
del ámbito de la teología, y que la liber­ La familia porque las necesidades natu­
tad de pensar y de expresarse no encuen­ rales de la procreación y la educación
tra su pleno desarrollo más que en el seno de los niños engendran esta célula origi­
de la democracia. nal. La propied ad requiere una argu­
TRAUMA DEL NACIMIENTO (EL) 636

mentación más delicada. La naturaleza hacer lo que legítimamente pueda preten­


ha concedido a todos los hombres lo que der de acuerdo con la naturaleza. La insti­
necesitan para asegurar su subsistencia; tución política no tiene más razón de ser
en el seno de la naturaleza nada es de que la defensiva y protectora.
nadie, puesto que todo es de todos. Pero La doctrina de los Tratados del gobier­
mediante el trabajo, el hombre puede aña­ no civil (en particular la del segundo, que
dir algo a lo que ha tomado de la natu­ expone un contenido positivo) conoció
raleza (parcela de tierra, semilla, materia un éxito inmenso. Rousseau desarrolla­
prima). Y él adquiere así un derecho legí­ rá una crítica en su > Discurso sobre el
timo sobre el fruto de su trabajo, que nin­ origen y los fundam entos de la desi­
gún otro puede pretender, al menos mien­ gualdad entre los hombres.
tras no falte el mínimo necesario para la
supervivencia de todos. Si bien Locke, a Ediciones: Ensayos sobre el gobierno civil,
diferencia de Hobbes, no se representa Espasa-Calpe, 1991. El segundo de los ensa­
yos está editado por separado: Segundo tra­
del todo al estado de naturaleza como un
tado sobre el gobierno civil (tr. C. Mellizo),
estado de guerra, se sigue de su argu­ Alianza, 1994.
mento que en este estado nadie ve sus Estudios: R. A. Goldwin, «John Locke
derechos garantizados. Por añadidura, la (1632-1704)», en L. Strauss y J. Cropsey
aparición del dinero va a desestabilizar la (comps.), Historia de la filosofía política
(tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y J. J.
armonía entre el hombre y la naturale­
Utrilla), México, Fondo de Cultura Econó­
za, y a hacer necesaria la intervención de mica, 1993, pp. 451-485; S. Goyard-Fabre,
una institución exterior a esa relación: la presentación del texto en la edición france­
sociedad política. sa (Traité du gouvernement civil, col. GF,
Los hombres acceden por tanto a vivir Flammarion, 1984).
en sociedad para ver garantizados sus
derechos naturales. El pacto social inicial
pone en manos del poder soberano la
autoridad que fundamentará esa garan­ TRAUM A DEL NACIMIENTO (EL), Das
tía. La asociación es libre, y no funda la Trauma der Geburt, 1924.
sujeción más que en la medida en que la Otto Rank (Otto Rosenfeld), 1884-1939.
autoridad satisfaga los fines civiles. Si éste
no es el caso, las partes contratantes con­ Rank pone aquí en cuestión el papel
servan el derecho de romper el pacto y central del complejo de Edipo en la neu­
destituir a los gobernantes. Tales princi­ rosis. Para él, en efecto, la angustia neu­
pios invalidan evidentemente a la monar­ rótica encontraría más bien su fuente en
quía absoluta, cuya esencia es no depen­ el «trauma del nacimiento». Este episo­
der de ningún consenso popular. El poder dio no representa solamente un choque
legislativo, al igual que el poder federati­ fisiológico, sino también una situación
vo (relaciones internacionales, guerra), excepcional que afecta al plano psicoló­
retornan al pueblo. El segundo tratado gico.
subordina la política a la moral, negán­ Al nacer, el niño pasa brutalmente de
dose a ver en la legislación positiva y eje­ un estado de seguridad total en donde las
cutiva los fundamentos de su propia auto­ tensiones están reducidas al mínimo, por
ridad; el poder político continúa sometido el hecho de que sus necesidades están
a la exigencia de justicia y se descalifica satisfechas, a un estado de ansiedad inten­
si la transgrede. sa que se reproducirá además cada vez
Los dos Tratados del gobierno civil esta­ que el entorno tarde en acudir en su ayu­
blecen las bases del liberalismo político. El da. De este modo, la angustia experi­
Estado no tiene otra función que la de garan­ mentada en esta situación se va a encon­
tizar los derechos naturales del hombre. trar reactivada en las experiencias
Propiamente hablando, el Estado no hace ulteriores de separación, tales como el
nada, mas garantiza que se deje al hombre destete, e igualmente cuando el pequeño
637 TRES DIÁLOGOS ENTRE HILAS Y FILONUS

comience a temer la pérdida de su pene; consagrada a esta obra unas páginas más
la angustia de castración reanimaría en él arriba). Pero la marcha de la exposición
la angustia experimentada en el momen­ es diferente, y el estilo más amplio,
to de su nacimiento. menos conciso y seco. El autor desea
Según Rank, el acto sexual consuma­ fervientemente mostrar que al renunciar
ría simbólicamente una unión con la a la ilusión de la materia, es decir, a la
madre ardientemente deseada, mas este existencia de una sustancia material inde­
episodio se desarrolla como si el retomo pendiente del espíritu que la percibe, no
a la madre implicara una reproducción en se pierde nada del mundo, de su rique­
sentido contrario de la situación trauma­ za, de su belleza. Los diálogos transcu­
tizante del nacimiento. rren además al aire libre, en el entorno
de los jardines; en suma, en presencia
Edición: Le traumatisme de la naissance de toda la realidad sensible — sensual,
(tr. S. Jankélevitch), Petit Bibliothéque Payot, casi podría decirse— del mundo de las
1990.
Estudio: E. J. Lieberman, Actes de la volon- cosas. En las raíces griegas de los nom­
té: la uie et l’oeuvre d ’Otto Rank, P.U.F., bres de los protagonistas, se adivina que
1991. Hilas (de hylé: la «materia») se incli­
na por la sustancia material, mientras
que Filonus (de cpíA,o<;, filo s , y vo^i;,
nous: el «amigo del espíritu») defiende el
T R E S D IÁ L O G O S ENTRE H IL A S Y punto de vista berkeleyano. El infortu­
F ILO N U S, Three Dialogues between nado Hilas se verá obligado, a todo lo
Hylas and Philonous, 1713. largo de los Diálogos, a batirse en reti­
George Berkeley, 1685-1753. rada ante la crítica implacable de su inter­
locutor; en su defensa de la materia, esta
La aparición de estos diálogos obede­ última noción tomará sucesivamente las
ció a una necesidad muy frecuente en la formas y los significados más diversos,
historia de las obras filosóficas. Berkeley hasta reducirse a un vacilante «no sé»,
había publicado en 1710 una obra que del cual se está obligado a admitir que
contenía lo esencial de su doctrina bajo no responde a ningún significado inte­
forma de una exposición sistemática: el ligible.
-► Tratado de los principios del con o­ Por relación al Tratado, los Diálogos
cim iento humano. Mas, al recibir la obra dedican mayor espacio a la crítica de las
una acogida bastante fría por parte del cualidades, sin el menor empacho en
público, decidió el autor redactar una ver­ emplear con profusión antiguos argu­
sión más pedagógica y accesible (a este mentos escépticos (cuando se trata, por
respecto convendrá recordar que Hume ejemplo, de poner en cuestión la validez
y Kant corrieron la misma suerte con el del conocimiento por los sentidos). En
-*■ Tratado sobre la naturaleza humana cambio, no desarrolla de manera tan sis­
y la -> Crítica de la razón pura, lo que temática la crítica de las ideas generales
les condujo a publicar, respectivamente, abstractas; ello ocurre sobre todo al final,
la ->• Investigación sobre el entend i­ cuando Filonus se ocupa en mostrar que
miento humano y los ->■ Prolegómenos nuestra creencia en la sustancia material
a toda metafísica futura). Es preciso decir no es más que un prejuicio nacido de las
que las tesis inmaterialistas que defendía trampas del lenguaje. Berkeley se esfuer­
Berkeley le habían valido ser acusado de za sobre todo en devolver la acusación
extravagancia y de escepticismo por sus de escepticismo que suscitó el Tratado;
contemporáneos. Filonus no ha cesado de convencer a
El contenido doctrinal de los Tres Diá­ Hilas de que es él el que duda de la rea­
logos retoma, sin modificación, la lec­ lidad del mundo de las cosas, puesto que
ción del Tratado de los principios (con­ asienta toda realidad en una sustancia
vendría consultar por tanto la entrada inaccesible, desconocida, y no ve en las
TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL 63 8

cualidades sensibles más que apariencias TRES E NSAYO S P A R A U N A TEORÍA


o, por decirlo de una vez, ilusiones. Des­ SEXUAL, Drei Abhandlungen, zur Se-
de el momento en que la materia es un xualtheorie, 1905.
flatus uocis, ¿qué realidad queda en el SIgmund Freud, 1856-1939.
mundo para constituirlo? Berkeley no
puede aceptar la idea de que los senti­ El primero de estos Tres Ensayos está
dos nos engañan; éste es uno de los pun­ consagrado a las «aberraciones sexuales».
tos fundamentales de desacuerdo con Al caracterizarse la pulsión sexual tanto
Malebranche (que defiende por otra par­ por su fin (el acto sexual) como por su obje­
te la existencia de un mundo objetivo y to (el medio por el que esta pulsión logra
cree en el valor de las ideas abstractas). su satisfacción), las perversiones sexuales
Se encuentra también en los Tres Diá­ se explican o bien por un desplazamiento
logos una exposición muy viva de la idea del fin (voyeurismo, exhibicionismo), o bien
berkeleyana de la divinidad. La intención por la sustitución del objeto normal de la
apologética es aquí mucho más neta que pulsión por un objeto «aberrante» (bestia­
en el Tratado, aunque no sea más que lidad, paidofilia, fetichismo).
por el gran ardor que Filonus pone en la El segundo ensayo, que afirma la exis­
defensa de Dios. Mediante una analo­ tencia de una «sexualidad infantil», ha
gía explica que el espíritu divino crea levantado vivas polémicas. Para Freud,
las ideas (es decir, las cosas para noso­ en efecto, la actividad sexual del hom­
tros) a la manera como nuestro espíritu bre no aparece con la pubertad, sino en
humano tiene la capacidad de formar las los primeros meses que siguen a su naci­
ideas en la imaginación. Esta tesis no está miento. Se trata de una sexualidad pre-
muy alejada de las ideas de Malebranche genital, dominada por «pulsiones par­
(la visión en Dios). En cuanto al resto, los ciales», que satisface la excitación
dos hombres estarán de acuerdo; suele apropiada de tal o tal zona erógena. El
decirse que hay lugares en estas con­ pequeño atravesaría así un cierto núme­
versaciones en los que el obispo habría ro de estadios (oral, anal, fálico), cuyo
sucumbido. desarrollo más o menos feliz contribuirá
Estos diálogos ofrecen seguramente a determinar su sexualidad futura.
uno de los más bellos ejemplos de lite­ A esta sexualidad infantil sucede pues
ratura filosófica escrita bajo esta for­ una «segunda sexualidad», esta vez estric­
ma. No se puede decir que nada más ele­ tamente genital; a esta sexualidad se con­
gante ha sido escrito desde Platón sin sagra el último ensayo de la obra, par­
ofender a Malebranche, mas la verdad tiendo del estudio de las «transformaciones
es que la limpidez de estilo y la precisión de la pubertad».
de sus desarrollos hacen de esta obra un
Edición: Tres ensayos para una teoría
monumento de la escritura filosófica con sexual (tr. L. López-Ballesteros), en Obras
vocación «popular». N o se siente el completas, t. IV, Biblioteca Nueva, 1972.
menor reparo en suscribir el juicio de Estudio: M. Robert, La révolution psycha-
Jean Pucelle: «Sería preciso desear a un nalytique: La vie et l ’oeuure de Freud,
Payot, 1989.
joven filósofo que ésta fuera su primera
gran lectura.»

Edición: Tres Diálogos entre Hilas y Filo­


nus (tr. C. Cogolludo), Alianza, 1990. T R IP IT A K A (LA S TR ES C A N A S T A S )
Estudios: Diálogo con M. Ayers sobre «Loc­ Buda (Siddharta Gautama, llamado «El
ke y Berkeley», en B. Magee, Los grandes Iluminado»), hacia 560-hacia 480 a.C.
filósofos (tr. A. Bárcena), Cátedra, 1990,
Textos canónicos del budismo.
pp. 127-154; J. O. Urmson, Berkeley (tr.
J. Cordero), Alianza, 1984; G. Brykman,
Berkeley: philosophie et apologétique, 2 Compuestos de tres colecciones con­
vols., Vrin, 1984. sideradas los libros sagrados del budismo,
639 TRISTES TRÓPICOS

los Tripitaka son los textos más antiguos ocupa el hombre— una moral práctica,
de esa inmensa comente de pensamien­ con un conjunto de preceptos y de direc­
to metafísico-religioso iniciada por Buda, tivas para encontrar el camino de la puri­
el buda histórico Siddharta Gautama. La ficación del espíritu, y una psicología que
primera colección enuncia las reglas de la analiza los mecanismos de la percepción,
vida monástica; la segunda (Sütra Pitaka) de las sensaciones, y de los sentimientos
es la transcripción de las palabras, dis­ humanos. Es por tanto natural pensar al
cursos y sermones de Buda tal como las budismo en términos de filosofía más que
han transmitido sus discípulos; la tercera en términos de «religión». Los Tripitaka
propone una síntesis explicativa de sus no son en manera alguna obras de teo­
enseñanzas. logía, aunque, en la medida en que el
¿Qué dijo Buda? Que todo es dolor en budismo es un pensamiento que se apo­
la vida terrestre: enfermedad, vejez y degra­ ya en la tradición del hinduismo, los dio­
dación física, sufrimiento ante la muerte, ses de la India antigua y sus avatares están
pérdida de lo que se ama, unión con lo que presentes y canalizan la aspiración hacia
se detesta. Este dolor permanente está liga­ lo absoluto.
do a las pasiones, al apego del hombre a Es de sobra conocido el desarrollo del
los bienes materiales, a sus deseos y a sus budismo, extendido en la India y en todo
necesidades. Está en efecto cegado por el Oriente. A los occidentales les ha cos­
la ilusión que le producen sus sentidos y tado mucho tiempo tomar en cuenta este
sus sentimientos. Para hacer cesar dolor y pensamiento, que se sitúa en el polo
sufrimiento, el hombre debe renunciar a opuesto del racionalismo y, aún hoy en
toda afección al mundo material. Y tanto día, nuestra filosofía tiende a desterrar de
más teniendo en cuenta que la muerte no su campo al budismo y sus variantes. Exis­
es una liberación; por el contrario, un ciclo te sin embargo una literatura inmensa en
infernal de reencarnaciones encadena al tomo a esta concepción, a pesar de que
hombre a su karma, es decir, a la conta­ los textos básicos, como los Tripitaka,
bilidad de sus actos y de sus pensamien­ no hayan sido objeto aún de una traduc­
tos, que totaliza una carga más o menos ción integral.
negativa. Es esta carga la que determina
la suerte del alma, condenada a errar tras Edición: Les Moyens Discours du Boud-
dha (tr. J. Bertrand-Bocandé), Les Deux Océ-
la muerte hasta una reencarnación más o
ans, 1988.
menos feliz. Luego volverá a comenzar el Estudio: M. Percheron, Le Bouddha et le
dolor terrestre. bouddhisme, col. «Microcosme-Maítres spi-
El objetivo de la existencia es para Buda rituels», Le Seuil, 1974.
romper este encadenamiento. Para lograr­
lo no hay más que una sola vía: la medi­
tación, la renuncia a las cosas de este
mundo, la ascesis y la victoria del espíri­ T R IS TE S T R Ó P IC O S , Tristes tropi-
tu sobre la materia, únicas cosas que pue­ ques, 1955.
den llevar al despertar, a la Iluminación, ¿ laude Lévi-Strauss, nacido en 1908.
esto es: al nirvana. El nirvana — que no Autobiografía intelectual.
es solamente el «paraíso» de los budistas,
como se lo suele imaginar por analogía La obra, que se abre con esta afirma­
con las religiones cristianas— designa la ción paradójica: «Odio los viajes y a los
felicidad suprema, la liberación y la fusión exploradores», es el relato de las dife­
del individuo con la entidad cósmica que rentes expediciones que el etnólogo ha
está al origen del mundo. realizado a cuatro tribus de los indios del
La enseñanza de Buda es un sistema Brasil: los caduveo, los bororo, los nam-
de pensamiento que propone una meta­ bikwara y los tupi-kawahib.
física — una reflexión sobre el funciona­ Con un firme cuidado por la autenti­
miento del universo y del lugar que en él cidad, el autor relata sus asombros, sus
TUSCULANAS (LAS) 640

descubrimientos, sus impresiones. Cada cido a pensar que designan al discípulo


una de estas tribus es estudiada bajo los (Discipulus) y al maestro (Magister).
diversos aspectos de la organización social, El primer libro trata sobre la muerte,
de los modos de subsistencia, de las cos­ que hay que despreciar. La muerte no es
tumbres, de las creencias, de los ritos. en efecto un mal en sí; es el temor a la
Lévi-Strauss está persuadido de que la muerte lo que conturba nuestra alma, y
descripción de estas sociedades, tan ale­ es de este temor de lo que debemos librar­
jadas de nosotros como cabe imaginar, nos. De la misma manera, podemos
puede ayudarnos a comprender los prin­ luchar contra el dolor por la sola acción
cipios comunes a toda sociedad humana, de la razón y disminuir así los malesta­
«a conocer bien un estado que no existe res que engendra (libro segundo). En cuan­
ya [...] y del que es necesario tener las to a las pasiones — objeto del tercer
nociones justas para juzgar mejor nues­ libro— , es tarea de la filosofía misma
tro estado presente» (frase de Rousseau enseñarnos a dominarlas. El cuarto libro
que Lévi-Strauss aplica aquí a su caso). Es está dedicado a las «otras inquietudes del
conveniente por tanto conocer al hom­ alma», que nacen del exceso en el deseo
bre natural, arquetípico, sin el cual nin­ o en la alegría. Finalmente, el libro quin­
guna sociedad sería concebible, porque, to trata de la felicidad. Como afirman los
a juicio del autor, «las fuerzas que han ani­ estoicos, su secreto reside en el ejercicio
mado a nuestros lejanos ancestros están de la virtud; el autor parte de este prin­
también presentes entre nosotros». cipio para comparar y evaluar las dife­
rentes teorías de la felicidad.
Edición: Tristes trópicos (tr. N. Bastard), Cicerón se apoya, para las necesida­
Paidós, 1992.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­ des de su demostración, en la moral, pero
temporáneos esenciales (tr. M.“ L. Rodrí­ también en la metafísica; así, la creencia
guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 101-108; en la existencia de Dios y en la inmorta­
M. Henaff, Ctaude Lévi-Strauss, Belfond, lidad del alma no pueden traer al sabio
1991.
más que serenidad y sabiduría.
La influencia de Platón sobre este tex­
to es manifiesta. Y tanto más teniendo
en cuenta que Cicerón, que maneja con
T U SC U LAN AS (LAS), Tusculanae dis-
destreza el arte oratorio y sus artificios,
putationes, o entre 45 y 44 a.C.
utiliza aquí el célebre método de la mayéu-
Cicerón (Marco Tulio), 106-43 a.C.
tica: mediante sus preguntas, el maestro
Diálogo.
induce al alumno a descubrir la verdad.

Las Tusculanas abordan, en cinco Edición: Las Tusculanas (tr. J. A. Enríquez),


libros, cinco problemas filosóficos funda­ Coloquio, Madrid, 1986.
mentales. El diálogo se desarrolla a su vez Estudios: R. Mondolfo, El pensamiento
en cinco jornadas y reúne, en la villa de antiguo. Historia de la filosofía greco-roma­
na (tr. del ital. por S. A. Tri), vol. II: Desde
Cicerón en Tusculum, a dos interlocuto­
Aristóteles a los neoplatónicos, Buenos
res, identificados simplemente por las Aires, Losada, 1942, pp. 173-182; P. Gri-
letras D y M, que con toda razón han indu­ mal, Cicéron, Fayard, 1986.
u
ÚN IC O Y SU P R O PIE D AD (EL), D er polémica, a la hipóstasis del Hombre,
Einzige und sein Eigentum, 1845. mas también del Estado, de la Socie­
Max Stirner (Johann Raspar Schmidt), dad o de la Revolución.
1806-1856. Stirner se muestra en concreto extre­
madamente critico con el humanismo de
Único libro entero escrito por Max Stir­ Feuerbach, acusado de disolver la unici­
ner, E l único y su propiedad le bastó dad del yo en una esencia universal vacía.
para conquistar una notoriedad conside­ Creyendo arruinar la teología, Feuerbach
rable. Su título enigmático, en forma de la ha resucitado, por el contrario, bajo
provocación, merece algunas explicacio­ una forma nueva. El hombre ha deveni­
nes: el hombre es único, no reducible a do simplemente el nuevo ídolo. Lo cual
la dimensión colectiva (social, política, reli­ da como resultado una alienación en el
giosa); en tanto que tal, el hombre pue­ hombre (y no ya en Dios); alienación secu­
de, por derecho, considerar a todo el res­ larizada que no es menos alienante que
to como «su propiedad». su forma religiosa. El humanismo de
Es sabido que Stirner erige al yo en Feuerbach exige que cada uno realice el
valor supremo. N o tendría sentido por ideal humano universal. Es siempre
tanto tratar de definirlo. El yo es prin­ mofarse de las exigencias del yo, del
cipio primero; no puede ser pensado, «Unico», lo que se hace al pedirle que
puesto que pensar equivale siempre a se someta a una norma exterior. La crí­
identificar o a incluir en un conjunto más tica se extiende hasta las formas revolu­
vasto. Decir que cada uno es el único no cionarias del liberalismo. Por ejemplo, el
es establecer un predicado común a socialismo y el comunismo no hacen,
todos, una esencia en la que todos se según el autor, más que transportar hacia
fundieran; lo cual significa que cada uno la sociedad divinizada los atributos de la
puede proclamarse irreductible a una tal opresión.
esencia o determinación universal. «Una Se cree con frecuencia que Stimer recu­
sola cosa me salva del pensamiento: la sa aquí la legitimidad de toda forma de ins­
ausencia de pensamiento.» Cabria cua­ titución, la sociedad en particular. N o hay
lificar de nominalista al individualismo tal. Stirner piensa incluso que la socie­
stirneriano. Bréhier habla incluso de dad es natural. Lo que él rechaza es su ten­
«nominalismo agresivo», lo cual parece dencia a constituirse en instancia autóno­
legítimo en la medida en que la crítica ma y ejercer sobre el hombre un dominio
de las abstracciones tiende, de manera material y espiritual, en lugar de servirlo.

[6 4 1 ]
UP ANISAOS 642

Hay dos formas de sociedad.- la sociedad rados como tales. Compuestos en sáns­
que el individuo encuentra frente a él, tras­ crito, todos ellos tratan de la noción de ser,
cendente e impuesta, y la sociedad que es de la co-naturalidad del atman y del brah-
resultado de un proceso libre de asocia­ man, es decir, del ego personal y del Sí-
ción mutua; la segunda corre en todo mismo universal.
momento el riesgo de degenerar en la pri­ Los Upanisads son en gran parte cos­
mera. Se debe por tanto distinguir (como mogonías o cosmologías. La principal de
igualmente hace Proudhon) la sociedad, ellas, la Chandogyaupanisad, afirma la
generadora de un poder sacralizado que identidad de naturaleza del sí íntimo y del
oprime al individuo, de la asociación, for­ ser del universo. Se trata de la naturale­
ma libre del compromiso de cada uno en za «material» que aquí es la ilusión (maya).
la que el yo conserva su soberanía. La Copiosamente introducidos por Jean
sociedad es la asociación petrificada. Varenne, estos textos son los más impor­
El único y su propiedad es, como pue­ tantes de la India y dan un panorama
de verse, un libro muy fuertemente ins­ general de las filosofías hindúes.
crito en un contexto ideológico particular:
la descendencia inmediata del hegelia­ Ediciones: Upanisads (tr. D. de Palma), pró­
nismo. En el momento de su publicación logo de R. Panikkar, Siruela, 1995; Sept
Upanishads (tr. J. Varenne), col. «Poínts
conoció un éxito notable. Al escribir -*■La Sagesses», Le Seuil, 1981.
ideología alemana, Marx y Engels consi­ Estudio: J. Varenne, Cosmogonies védi-
deraron necesario consagrarle una crítica ques, Les Belies Lettres, 1982.
sustancial (en el capítulo titulado «San
Max»), En ella reprochan a Stimer man­
tener una afirmación estéril, puesto que
es impotente, de los derechos del «yo»; U SO DE LO S PLACERES (EL).
sólo la práctica es capaz de transformar Michel Foucault.
la situación concedida al individuo. Véase HISTORIA DE LA SEXUALIDAD.
Mas la verdadera carrera de este libro
comenzará a finales del siglo xix, cuando
un poeta anarquista, John Henry Mackay,
hace de El único y su propiedad la biblia UTILITARISM O, Utilitarianism, 1863.
del anarquismo individualista, oponiendo John Stuart Mill, 1806-1873.
a Stimer al anarquismo comunista repre­
sentado por Bakunin. De una inteligencia precoz, John Stuart
A pesar de su inmensa fortuna, una tal Mill recibió una educación rigurosa de
recuperación postuma es sin embargo dis­ su padre, el economista e historiador
cutible, pues deja en la sombra la origina­ James Mili. A los quince años había leí­
lidad del pensamiento de Stimer. do ya los trabajos de Bentham. Poco des­
pués, se entusiasmaba con el poeta
Edición: El único y su propiedad (tr. E. Subi- Samuel Taylor Coleridge y más tarde con
rats), Labor, 1974.
Estudio: D. Dettmejier, Max Stimer, col. Auguste Comte, con el cual intercambió
«Cahiers de philosophie», L’Age d’Homme, una larga correspondencia (1841-1847).
Lausana, 1979. Surgieron no obstante diferencias entre
Mill y Comte a propósito de la economía
política, y sobre todo por la emancipa­
ción de las mujeres, de la que Mill se con­
UP AN ISAO S, entre los siglos XI y III a.C. virtió voluntariamente en heraldo: en
Anónimo. 1876, demandará, en tanto que miem­
Seleción de textos védicos. bro del parlamento británico, que se le
conceda a las mujeres el derecho de voto.
Esta selección agrupa extractos de sie­ Sin embargo Comte y Mill defendían
te textos sagrados de la India, o conside­ en común lo que ambos habían apren­
64 3 UTOPÍA

dido de la Escuela escocesa: una moral U T O P ÍA , D e o ptim o republicae statu


fundada en un sentimiento altruista. Para deque nova Ínsula Utopia libellus, 1516.
Mili, la moral debe ser ante todo una Tomás M oro (Santo), hacia 1478-1535.
filosofía de la práctica. Este libro sobre
el utilitarismo, escrito entre 1845 y Las fuentes principales de esta obra se
1860, y que apareció a partir de 1861 remontan a la Antigüedad griega y lati­
en varias entregas en el F razer’s Maga- na. Son en efecto Platón, con -+ La Repú­
zine, da forma definitiva a la moral que blica, y Tácito, con La Germania, los que
Mili quería proponer. Se aplica, en efec­ han inspirado a Tomás Moro.
to, a conciliar autores tan diferentes En la primera parte de la obra, el autor
como los que ya hemos citado, a los que pinta un cuadro enérgico de Inglaterra,
hay que añadir los sansimonianos y Tho- con sus campesinos empujados hacia las
mas Carlyle. ciudades, sus bandas de salteadores, su
Mili se declara opuesto al intuicionis- justicia ciega y cruel, su realeza ávida de
mo; mas privilegiando siempre una moral riquezas y dispuesta siempre a la guerra.
utilitarista, da preeminencia a la realidad En Tomás Moro se dan cita varios hom­
de la conciencia y el sentimiento del deber, bres: un discípulo de Platón temeroso de
como también a la felicidad en detrimen­ ver al gobierno de los hombres alejarse
to de la satisfacción. En lo que concierne más y más de la razón, un cristiano que
precisamente a la felicidad personal, el aspira a un cristianismo unitario, un huma­
autor piensa que no podría existir si no nista abierto, como los de su tiempo, a las
estuviera asegurada la felicidad de todos: ideas nuevas sobre la felicidad terrestre,
aunque la noción de humanidad no es en pero también un hombre de orden, res­
Mili una entidad religiosa (como lo es en petuoso de las jerarquías, al que repugna
Comte), ocupa sin embargo en su sistema el espectáculo de una monarquía que se
un lugar de honor, como lo ilustra la publi­ envilece por el afán de dinero, preparan­
cación postuma de 1874: Naturaleza, La do así contra ella inevitables desórdenes.
utilidad de la Religión, Ser, Tres ensa­ Por otra parte, Tomás Moro tiene ese
yos sobre religión. retraimiento de la vida propio del filóso­
Entre otros problemas prácticos, Mili fo, que le persuade de que el reino de la
examina aquí el de la resolución de los propiedad individual y del dinero es incom­
conflictos entre los diferentes deberes, y patible con la felicidad. Cuando escribió
sobre todo, contrariamente a Bentham, esta obra, que tuvo un enorme éxito en
distingue claramente entre lo útil (useful) su época, la caza de brujas y las hogueras
y lo expeditivo (expedient): lo útil es aque­ corrían parejas con los castigos sangrien­
llo que permite contribuir a la felicidad tos infligidos a los vagabundos. Las reglas
general, mientras que lo expeditivo es lo son invertidas en la República de Utopía:
que sirve para un fin próximo cualquie­ queda prohibido en ¿ fe to torturar a nadie
ra, o simplemente personal. En Mili, la en nombre de la religión. Por el contra­
moral consiste claramente en la prosecu­ rio, la intolerancia y el fanatismo son cas­
ción de la virtud. tigados con el exilio y la esclavitud. El pue­
blo puede elegir libremente su religión. De
Edición: Utilitarismo (tr. E. Guisán), Alian­ este modo, conviven en Utopía cultos
za, 1994. diversos: cultos solares y lunares, culto a
Estudios: F. Copleston, Historia de la filo­
sofía, vol. 8: De Bentham a Russell (tr. V. los héroes legendarios, culto a un ser supre­
Camps), Ariel, 1985; L. Strauss y J. Crop- mo creador y providencia a la vez, culto
sey (comps.), Historia de la filosofía polí­ cristiano (este último introducido en la isla
tica (tr. L. García Urriza, D. L. Sánchez y J. y por el cual los habitantes de Utopía sien­
J. Utrilla), México, Fondo de Cultura Eco­ ten de modo natural una atracción cre­
nómica, 1993; A. Ryan, The philosophy of
John Stuart Mili, 1990; G. Tanesse, pre­ ciente). Los que viven en Utopía están tan
facio a la edición francesa (L ’Utilitarisme, habituados a la diversidad de religiones
col. «Champs», Flammarion, 1988). y a la tolerancia que ello implica, que se
UTOPÍA 644

reúnen en vastos templos en donde los de guerras continuas en Europa, suce­


sacerdotes practican el ecumenismo y no sión de injusticias sociales engendradas
emiten más que palabras susceptibles de por el poderío del dinero y la propiedad,
convenir a todos, siendo cada uno exhor­ tales son los temas mayores de la U to ­
tado a llevar una vida moral. pía, tomados com o contrapunto en la
La composición original de la Utopía parte negativa (libro primero) y en la par­
ha suscitado numerosos interrogantes, te positiva de la obra (libro segundo).
algunos de los cuales no ven en esta obra Los dos temas son por lo demás inse­
más que un puro ejercicio de retórica. Es parables tanto en el libro como en la vida:
en efecto a Rafael Hythlodeo, personaje el interés de la comunidad es sacrifica­
imaginario, a quien Moro confía la tarea do a la pasión de los príncipes por la güe­
de exponer las costumbres y las institu­ ña; la guerra no enriquece más que a los
ciones del pueblo de Utopía. Este viaje­ nobles y a los nuevos propietarios, mien­
ro, lleno de ciencia y de experiencia, es tras que el pueblo, aplastado más y más
así el principal interlocutor de la conver­ por el fardo de un trabajo incesante, debe
sación que ocupa el libro primero de la pagar el mantenimiento de un ejército,
obra. Mas este artificio literario no debe de la corte y de una multitud de vagos.
confundir al lector: Rafael no es más que Igualmente, mirándola desde una pers­
el portavoz de Tomás Moro, y su insis­ pectiva social, la impotencia del rey y del
tencia en describir los beneficios de la paz Parlamento para impedir el acapara­
y los horrores de la guerra en las dos par­ miento de las tierras cultivadas y la ruina
tes de la ->■Utopía revela una sátira amar­ de los campesinos conduce a la proleta-
ga de la política belicosa de Enrique Vil y rización completa de estos últimos, que
de Enrique VIH. El final del capítulo titu­ devienen mendigos, lacayos de la solda­
lado «De los esclavos» es particularmente desca, criados. La sed de dinero del rey,
significativo de las intenciones de Tomás de los nobles y de los nuevos industria­
Moro al dirigirse a los príncipes: ahí se les crea la miseria del grupo más nume­
dice en efecto que los habitantes de Uto­ roso, saca siempre ventaja de la separa­
pía no entran en ninguna confederación. ción en clases de la sociedad, transforma
A lo largo de sus páginas, el lector los jueces en verdugos, el dolor en afren­
encontrará alusiones apenas disimuladas tosos castigos, y conduce a la guerra por
a las guerras de Enrique VID, emprendi­ la pura persecución del beneficio.
das, sea por pasión de gloria militar, sea
Edición; Utopía (tr. E. García Estébanez),
ísn la esperanza de una ansx¡¿n 0de Tecnos, 1987.
beneficios comerciales para la nueva bur­ Estudio: G. Marc’hadour, Thomas More ou
guesía mercantil de Inglaterra. Sucesión la Sage Folie, Seghers, 1971.
V
VALOR DE LA CIENCIA (EL), La muerte de su autor, esta obra desarro­
valeur de la science, 1905. lla una filosofía de la Providencia que
H enri P oincaré , 1854-1912. contiene pocas referencias directas al
dominio político. Bajo la forma de una
En este segundo estudio de filosofía de
serie de conversaciones entre un sena­
las ciencias, Poincaré retoma y precisa los
dor ruso, un caballero y un conde fran­
elementos teóricos introducidos en -*• La
cés, Maistre avanza consideraciones
Ciencia y la Hipótesis. Aquí vuelve a afir­
sobre los problemas morales y religio­
mar el carácter convencional y relativista de
sos, sobre «el gobierno temporal de la
toda ciencia, cuidando siempre de desmar­
Providencia».
carse del instrumentalismo de Edouard Le
La Providencia domina y determina los
Roy o del pragmatismo de William James.
destinos humanos; no hay peor crimen
Si los principios y los axiomas adopta­
que negar el poderío de Dios: este peca­
dos por el científico no tienen más que un
do exige un castigo ejemplar hasta la erra­
valor hipotético, la ciencia no se ve por eso
dicación total del mal. El mundo puede
condenada al subjetivismo. Por el contrario,
por tanto ser purificado del mal median­
el autor admite, en las leyes físicas, la exis­
te la guerra —^divina en tanto que «ley del
tencia de un «invariante universal» que sería
mundo» que expresa la voluntad de
independiente de nuestras convenciones.
Dios— , que permite a los hombres expiar
Edición: El valor de la ciencia (tr. A. B. Be- sus faltas.
sio y J. Banfi), Espasa-Calpe, 1946. Francmasón, enemigo encarnizado del
Estudio: D. Gillies, Philosophy o f Science
racionalismo y el optimismo de las Luces,
in the Tuientieth Century, Blackwell, 1993.
Maistre es una de las figuras del pensa­
miento contra-revolucionario y tradicio-
nalista.
VELADAS DE SAN PETERSBURGO
(LAS), o Conversaciones sobre el Edición: Las veladas de San Petersburgo
(tr. N. Malo), Aguilar, 1946.
gobierno temporal de la Providencia, Estudios: E. Bréhier, Historia de la filoso­
Les soirées de Saint-Pétersbourg, ou fía (tr. J. A. Pérez Millán y M.“ D. Morán),
Entretiens sur le governement tempo- vol. II, Tecnos, 1988; R. Triomphe, Joseph
reI de la Providence, 1821. de Maistre. Étude sur la vie et ¡a doctrine
Joseph de Maistre, 1753-1821. d ’un matérialiste mystique, Ginebra, Droz,
1968.
Publicada unos meses después de la

[6 4 5 ]
VERDAD Y EXISTENCIA 646

V E R D A D Y E X IS TE N C IA , Veri té et El análisis de la experiencia de verdad


existence, 1989. revelada por el arte permite descubrir un
Jean-Paul Sartre , 1905-1980. modelo que tiene valor para toda expe­
riencia histórica. El descubrimiento de
Este breve ensayo fue redactado en una obra de arte es un hecho histórico
1948, a continuación por tanto de los que pertenece a la historia. Esto es lo
-*■ Cuadernos para una moral. que Gadamer expresa con la noción de
Ocupado en construir una moral, Sar­ «conciencia de la determinación histó­
tre contempla el problema de la verdad rica». Esta interpretación transita por el
bajo un ángulo particular: el de la inter- lenguaje, que permite hacer vivir las obras
subjetividad. Siendo su filosofía funda­ del pasado. En efecto, el lenguaje no
mentalmente atea, ¿cuál es la garantía es un simple instrumento del pensa­
de la verdad en ausencia de toda reve­ miento, sino que constituye un elemen­
lación divina? Porque toda actividad to irreemplazable de la experiencia del
humana, todo pensamiento, toda acción, hombre.
tiene una relación con la verdad. O po­
Edición: Verdad y método (tr. A. Agut y R.
niéndose a la noción heideggeriana de de Agapito), Sígueme, 1953.
misterio, el autor concibe la verdad en Estudio: P. Fruchon, «Compréhension et
las relaciones humanas como donación vérité dans les sciences de l’esprit», Archi­
a otro y, por tanto, como desvelamien­ ves philosophiques, 1966, pp. 281-302.
to de sí mismo.
Es verosímil que estas reflexiones hayan
sido motivadas por la lectura de -+ La
esencia de la uerdad de Heidegger. VERSOS ÁUREOS, X p w tt emv
PrrÁGORAS, hacía 580-hacia 500 a.C.
Edición: Verdad y existencia (tr. A. Puleo), Transcripción tardía de la enseñanza de
Paidós, 1996. Pitágoras.
Estudios: Introducción de C. Amorós a la
ed. cit.; Sur les écrits posthumes de Sartre
Este poema gnómico, que se juzgaba
(dir. P. Verstraeten), Editions de l’Universi-
té de Bruxelles, 1987. encerrar las enseñanzas del sabio, data
del siglo iv. Pitágoras — cuya existencia
no es conocida más que por una leyenda
rica aunque poco fiable— no escribió nada
sin duda. Nada subsiste de su magisterio.
VERDAD Y MÉTODO. Las grandes
Mil años después de la muerte de su pre­
líneas de una hermenéutica filosófica,
sunto autor, los Versos áureos no dan ni
W ahrheit und M ethod e. Grundzüge
siquiera una idea aproximada de lo que
ein er philosophischen H erm eneutik,
pudiera ser la doctrina del maestro. Como
1960.
siempre, los doxógrafos constituyen aquí
H ans G eorg Gadamer , nacido en 1900.
la fuente más interesante.
El contenido del poema se reduce a un
Gadamer aborda aquí el problema de
conjunto de preceptos de prudencia y de
la verdad desde una perspectiva no cien­
piedad; el resto es demasiado poco ori­
tífica. Mientras que, según una orienta­
ginal. N o se encuentra aquí el contenido
ción cientifista, el pensamiento moderno
aritmético de la doctrina pitagórica, tal
pretende que la garantía de la verdad esté
como la tradición la ha retenido. La úni­
fundada únicamente sobre el método cien­
ca alusión matemática aparece en un jura­
tífico, el autor quiere mostrar que esta
mento: «Por aquel que nos otorgó el
experiencia puede ser realizada a partir
tetraktis».
del arte. Mas la conciencia estética no
debe ser separada de la conciencia his­ Edición: Versos áureos, Madrid, Simbad,
tórica. 1994.
647 VIDA DE LAS FORMAS

Estudio: J. Bames, Los presocráticos (tr. VIDA DE LA RAZÓN (LA), o Las fases
E. Martín), Cátedra, 1992. del progreso humano, The Life o f Rea-
son o r the Phases o f Human Progress,
1905-1906.
VIDA DE DON QUUOTE Y SANCHO, Jorge Santayana, 1863-1952.
1905. Este ensayo de historia del conoci­
Miguel de Unamuno, 1864-1936. miento no opone lo sensible a lo racio­
nal, ni la materia al espíritu, sino que
Este ensayo, inspirado en la vida de los jerarquiza las modalidades de aprehen­
sión del mundo exterior en un movi­
héroes de la novela de Cervantes, quie­
miento ascendente en donde la razón
re ser la apología de una fe viva, que tras­
soberana lleva a lo absoluto. Del cono­
ciende en su emergencia a la humanidad
cimiento sensible al conocimiento racio­
y se pone al servicio de la voluntad gran­
nal, el espíritu humano gravita en los esta­
diosa de una conquista infinita del espí­
dios sucesivos que, en cada etapa,
ritu, «conquista jamás acabada de la ver­
inducen necesidades intelectuales más y
dad, suprema e infinita».
más elaboradas. Y cuando la razón no se
El quijotismo designa, por encima
basta ya a sí misma para satisfacer su sed
de las fronteras de la determ inación
de conocimiento, alcanza el estadio últi­
lógica, artística o moral, la esperanza
mo, el de la espiritualidad, el de la supe­
ilimitada del hombre en lo irracional.
ración por la contemplación estética y
Se trata de un combate, de un impul­
mística.
so vital, de una epopeya fantástica de
Filósofo americano de nacionalidad
tendencia espiritual que, inclinándose
española, Santayana despliega aquí, en
a un elogio de la locura, se opone a
cinco volúmenes, un pensamiento filosó­
la cultura y al cientificismo. Esta fe per­
fico y estético que, a pesar de la influen­
mite acceder a lo infinito, y la locura cia del pragmatismo de James, tiene un
generosa de Don Quijote, de acusados acento marcadamente platónico. Los dos
acentos caballerescos, predispone a la últimos volúmenes tratan esencialmente
elevación, «a la ciencia final y absolu­ de lo bello, de lo sublime y de lo verda­
ta que no termina tal vez en grandes dero, con una aspiración hacia Dios. San­
cosas, pero las afronta con peligro de tayana no ha sido aún reconocido en su
su vida». La imaginación, la grandeza justo valor, en razón quizá del eclecticis­
moral apelan a la transformación del mo de su pensamiento: poeta, novelis­
mundo. Para realizarla, hay que bus­ ta, ensayista y esteta, no se inscribe en
car al hombre en su verdad, despoján­ corriente alguna y deja al lector un tanto
dose del sentido común, «que ahoga en perplejo.
cada uno de nosotros el sentido pro­
pio». Edición: La vida de la razón (tr. A. A. de
El quijotismo es un despertar a la sole­ Kogan), Buenos Aires, Nova, 1958.
dad, mas también al desprecio de la apro­ Estudio: J. Duron, La pensée de George
Santayana: Santayana en Amérique, Nizet,
bación del otro: «Cúrate de la enferme­ 1950.
dad consistente en preocuparte de la
opinión que de ti tienen los otros; ocú­
pate sólo de la opinión que mereces a los
ojos de Dios.» VIDA DE LAS FORMAS, Vie des fo r­
mes, 1934.
Edición: Vida de Don Quijote y Sancho, Henri Focillon, 1881-1943.
ed. Alberto Navarro, Cátedra, 1988.
Estudios: Introducción de A. Navarro en la
ed. cit.; A. Guy, Unamuno et la soif d’éter- Este ensayo contempla la obra de
nité, Seghers, 1964. arte desde el punto de vista de su f o r ­
VIDAS, OPINIONES Y SENTENCIAS DE LOS FILÓSOFOS MÁS ILUSTRES 648

ma. La obra es ante todo form a y, jus­ petuamente de su necesidad a su liber­


tamente por esto, la forma es el arte tad»: en una palabra, la forma se exte­
mismo. La forma es viviente, móvil, evo­ rioriza.
lutiva; se m etam orfosea por etapas, Generalmente considerada como una
encarnándose en el arte primitivo, el obra de doctrina y de método, este estu­
arte clásico, el barroco. Mas al mismo dio está concebido en un espíritu for­
tiempo, la forma es estabilizada, regu­ malista. Conceptual y rica en ejemplos
lada por el estilo. La evolución de las tomados de todos los dominios de las
formas no debe ser interpretada como Bellas Artes, esta obra ocupa un impor­
un progreso, sino más bien com o un tante lugar en la estética con tem p o­
reinicio; la forma concurre a la crea­ ránea.
ción de un universo de formas en arte,
examinado aquí bajo sus cuatro ángu­ Edición: Vida de las formas y elogio de
los complementarios. la mano (tr. J.-C. del Agua), Madrid, Xarait,
1983.
En primer lugar, la forma está ligada Estudios: A. Degange, Dictionnaire des
al espacio, en la medida en que ella se philosophes, P.U.F., 1984; «Mélanges Hen-
espacializa en la obra de arte. El espa­ ri Focillon», en Gazette des Beaux-Arts,
cio es el lugar de la obra, que lo desa­ 1947.
rrolla o lo limita. Así, se ha franqueado
una etapa decisiva con el descubrimien­
to de la perspectiva — ornamental, escé­
nica o cartográfica— ; y lo mismo vale VID AS, OPIN IO NE S Y SENTENCIAS
decir del efecto del claroscuro. En segun­ DE LOS FILÓSOFOS M ÁS ILUSTRES,
do lugar, la forma sin la materia no es Diógenes Laercio, principios del siglo m.
más que «una abstracción». La materia
es transformada por la forma y, recí­ El título original de esta obra, dividi­
procamente, la forma es afectada por la da en dos libros, es desconocido; los
materia, concretamente por la técnica diversos manuscritos llevan diferentes
que utiliza el artista. Para Focillon, la téc­ títulos, variables, aunque emparenta­
nica permite conocer la dimensión poé­ dos; así, el manuscrito de París (1533)
tica de las metamorfosis. En tercer lugar, está titulado: «Vida y sentencias de los
la forma existe también en el espíritu; filósofos más ilustres y breve resumen
no es un «en sí», sino siempre el con­ de las opiniones prevalecientes en cada
junto de sus figuras concretas, en vir­ secta». Cada uno de los libros comien­
tud de la identidad entre la forma en el za por un proem ium , o introducción,
espacio y la forma en el espíritu. Final­ y trata de una «secta» o escuela filosó­
mente, la forma está ligada al tiem po, fica. Una escuela está compuesta por
desde el punto de vista del desarrollo el maestro que la dirige y sus discípu­
interno de las obras o en el de la histo­ los; algunos de ellos sucederán al maes­
ria de los estilos: es la dimensión histó­ tro com o jefes de la escuela; son los
rica de la obra lo que ocupa un lugar «heresiarcas».
en una duración. Después de una introducción sobre
Aunque la forma está condicionada los orígenes de la filosofía, las influen­
por el medio natural, social o racial, ella cias orientales que ha sufrido y las dife­
surge más bien de «familias espirituales», rentes escuelas de pensamiento, el autor
cuya historia podría ser objeto de una presenta el plan de la obra. Este plan se
«genealogía». La relación de la forma con ajusta a una pseudo-cronología, y la obra
el tiempo puede ser conflictiva, pues el puede ser dividida en dos partes desi­
tiempo del artista no coincide siempre guales: los siete primeros libros cubren
con el tiem po social. Así, tanto en el la historia de la filosofía jónica, de Tales
espacio cómo en la materia, en el espí­ hasta los estoicos; los tres últimos están
ritu como en el tiempo, la forma va «per­ consagrados a la filosofía itálica, surgí-
649 VIDAS PARALELAS

da de Perecydas y que comienza con un ramillete de filósofos aislados, como


Pitágoras. Heráclito, Jenófanes o Zenón de Elea.
El libro 1se inicia con el estudio de los El libro X, el más extenso, está consa­
fundadores de la filosofía, los siete Sabios; grado a Epicuro del cual nos transmite
el autor examina sus vidas, sus teorías, tres cartas sobre la moral, la física y los
ofrece una colección de sentencias y car­ meteoros.
tas que les han sido atribuidas. De hecho, El método empleado por Diógenes
puesto que la lista de estos siete Sabios Laercio parece fuertemente discutible.
apenas si había terminado, el autor pre­ Cada escuela filosófica es estudiada sepa­
senta once: Tales, Solón, Quilón, Pitaco, radamente y de manera cronológica, lo
Bías, Cleóbulo, Periandro, Anacarsis, cual crea una ruptura sistemática que
Misón, Epiménides y Perecidas. obliga al lector a volver atrás al comien­
En el segundo libro, Diógenes Laercio zo de cada capítulo. Este método tiene
estudia la filosofía de varios pensadores; también el defecto de no poner en evi­
pero la mayor parte del libro está consa­ dencia las diferencias y similitudes que
grada a Sócrates y a sus discípulos: Jeno­ existen entre las doctrinas de estas sec­
fonte, Esquines, Áristipo, Fedón... El autor tas, o las influencias que hayan podido
insiste muy particularmente en los filóso­ ejercer unas sobre otras. La evolución
fos cirenaicos y su doctrina del placer, que del pensamiento filosófico resulta oscu­
difiere del epicureismo. ra. El plan siempre es el mismo: nom­
Platón ocupa la totalidad del libro III. bre y origen de los filósofos; educación
Diógenes expone las diversas influen­ y formación intelectual; escuela; hechos
cias filosóficas que recibió Platón, sus teo­ notables de sus vidas; carácter moral y
rías (se trata en realidad de un catálogo físico seguido de numerosas anécdotas;
de sus obras); el estudio termina con la relato de su muerte y epitafios o ep i­
teoría de Platón sobre la división de las gramas; discípulos; obras; doctrina. Tal
cosas del mundo. El libro IV completa al presentación resulta bien monótona. La
anterior con el estudio de la Academia, obra es desigual y se parece más a una
que reúne en efecto a los discípulos de compilación que a un verdadero análi­
Platón. sis de las obras y las doctrinas. Pero con­
El libro V, más voluminoso, es intere­ serva no obstante un cierto interés, pues­
sante sobre todo por los numerosos tes­ to que ofrece una panorámica de la
timonios que contiene; el tema es la escue­ filosofía griega y un testimonio funda­
la aristotélica y la filosofía peripatética. mental.
Pese a la importancia del filósofo, el autor
no le concede más que una breve bio­ Edición: Vidas, opiniones y sentencias de
los filósofos más ilustres (tr. J. Orüz y Sanz),
grafía; es cierto que aquí se citan todas Barcelona, Teorema, 1982.
las obras de Aristóteles, mas sus teorías Estudio: J. Ferrater Mora, Diccionario de
apenas si son estudiadas. filosofía, Alianza, 1990.
Los cínicos ocupan el libro VI: Dióge­
nes Laercio se complace en citar las sen­
tencias de estos filósofos, en particular las
de su famoso homónimo Diógenes. Uno V ID A S P A R ALE LAS , Bíoi jtapáM.r|-
de los capítulos está reservado al funda­ Am.
dor de la secta, Antístenes. Plutarco de Queronea, hacia 46-hacia
El libro VII trata de los estoicos; la par­ 120 .
te más importante está consagrada a Biografías.
Zenón de Citium, a sus teorías sobre la
lógica, la dialéctica y la moral. Sus dis­ En estas biografías de tendencia moral
cípulos son someramente tratados. y pedagógica, Plutarco evoca la vida de
Mientras que el libro VIH se detiene en los grandes personajes de Grecia ponien­
Pitágoras y los pitagóricos, el IX ofrece do a cada uno de ellos en paralelo con
VIGILAR Y CASTIGAR 650

la figura de un romano: por ejemplo, siglo XIX. La prisión se convierte desde


Demóstenes es emparejado con Cicerón, entonces en la forma esencial del castigo.
Alejandro Magno con Julio César. Si la prisión se ha impuesto com o
La intención del autor es insistir en la modelo coercitivo del poder de castigar,
personalidad y el carácter moral de los es porque se inserta perfectamente en lo
hombres célebres. N o se trata pues de que Foucault llama la sociedad de vigi­
una reconstrucción histórica, sino de un lancia «de la que dependemos siempre».
juicio moral de naturaleza apologética las Esta sociedad, que se ha ido formando a
más de las veces. Mas en cada uno de lo largo de la edad clásica, se caracteriza
estos personajes, es el hombre mismo por todo un conjunto de procedimientos
lo que a Plutarco le interesa, más allá de para vigilar, dirigir, controlar a los indi­
las grandezas y miserias de la vida públi­ viduos. El cerco institucional de los cuer­
ca. Hay por tanto un claro afán de embe­ pos está asegurado por toda «una ana­
llecer y ennoblecer el carácter de los héro­ tomía política del detalle», por un arte
es. El autor se caracteriza por su elevación de la distribución de los individuos en el
moral y la perspicacia con la cual revela espacio, por un sistema de reglamenta­
el secreto de las grandes almas. ciones minuciosas. La vigilancia de la jerar­
La obra se presenta por tanto como quía, los exámenes, las sanciones nor-
manifestación de admiración por los hé­ malizadoras realizan la empresa del poder
roes de la Antigüedad. Plutarco ha sido, sobre los cuerpos, el control de las mul­
durante muchas generaciones, un maes­ tiplicidades humanas.
tro de humanismo en el sentido más ¿Por qué extrañarse, entonces, de que
amplio de la palabra, del que Montaigne la gran reclusión carcelaria haya triunfa­
era uno de sus más fieles lectores. do y de que la prisión se extienda a las
fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a
Edición.- Vidas paralelas (tr. A. Ranz Roma­ los hospitales? ¿No es el punto ideal de la
nillos), 3 vols., Planeta, 1990-1991.
Estudio: R. Flaceliére, Sagesse de Plutar- penalidad moderna el mismo en el fon­
que, P.U.F., 1964. do que el de nuestra maquinaria social: un
interrogatorio sin fin, una indagación que
se prolongaría sin límite, una observación
minuciosa y perpetua de los individuos?
V IG IL A R Y C A S T IG A R . N acim iento Vigilar y castigar nos hace ver al poder
de la prisión, Surveiller et punir. Nais- como ejercicio; ejercicio de cuerpos que
sance de la prison, 1975.
se aplican a otros cuerpos para investir­
M ic h e l F o u c a u l t , 1926-1984.
los, someterlos, educados. Contrariamente
a toda una tradición que identificaba el
Este texto está encaminado a trazar la
poder con el Estado y sus aparatos, Fou­
genealogía del poder de castigar en su
cault nos muestra que el poder es plural.
«complejo científico-jurídico».
N o es solamente eso que censura, que
Hasta el fin del siglo xvm, las técni­
aplasta, sino también lo que produce
cas punitivas se apoderan del cuerpo y
almas, ideas, saber, moral; dicho de otro
lo despedazan, lo marcan simbólicamente
modo, eso que se perpetúa bajo diferen­
en el rostro o en la espalda, lo exponen
tes formas.
vivo o muerto. Mas la exhibición de los
suplicios comporta un doble peligro. Por
Edición: Vigilar y castigar: nacimiento de
una parte revela la tiranía, el exceso, la la prisión (tr. A. Garzón del Camino), Siglo
sed de revancha del poder; por otra, acos­ XXI, 1994.
tumbra al pueblo «a ver correr la sangre» Estudios: H. L. Dreyfus y P. Rabinow,
y le enseña que no puede vengarse más Michel Foucault: más allá del estructura-
lismo y la hermenéutica (tr. C. de Iturbe),
que haciendo él mismo que corra la san­
México, U.N.A.M., 1988; D. Macey, Las
gre. El gran espectáculo del castigo públi­ vidas de Michel Foucault (tr. C. Martínez
co desaparece por tanto a principios del Gimeno), Cátedra, 1995; M. Peirrot, La
651 VISIBLE Y LO INVISIBLE (LO)

imposible prisión: investigación sobre el En >Las cosas ocultas desde la fun­


sistema penitenciario en el siglo XIX. Deba­ dación del mundo, Girard proseguirá
te con Michel Foucault (tr. J. Jordá), Ana­ esta reflexión mostrando que el texto
grama, 1982.
evangélico ha roto con los mitos ante­
riores, en la medida en que desvela por
vez primera el mecanismo de la víctima
VIOLENCIA Y L O SAG RAD O (LA), La propiciatoria. El sacrificio no era en efec­
uiolence et le sacre, 1972. to eficaz más que en la medida en que
R ene G irard , nacido en 1923. los participantes creían realmente en los
poderes maléficos de la víctima. Al subra­
En este ensayo, que sucede a M enti­ yar la inocencia de la víctima expiato­
ra romántica y verdad novelesca (1961), ria (Cristo), los Evangelios han revela­
René Girard trata de percibir el «misterio do muy a las claras la lógica de la
del sacrificio». Al origen de toda violen­ violencia y de lo sagrado, y al hacer esto
cia, observa el autor, se encuentra el deseo han puesto fin a esta misma lógica. Des­
mim ético, que lleva a los hombres a codi­ de entonces, los hombres pueden final­
ciar los mismos objetos: una cosa en efec­ mente amarse mutuamente; el furor
to nos parece tanto más deseable cuan­ mimético debe ceder su puesto a la cari­
to más es deseada por otros, que son dad evangélica.
como los mediadores de nuestro deseo.
Pero esta situación primera de rivalidad Edición: La violencia y lo sagrado (tr. J.
Jordá), Anagrama, 1995.
engendra conflictos que van siempre en
Estudio: Ch. Orsini, La Pensée de René
aumento, en la medida en que la violen­ Girard, Retz, 1986.
cia apela a la venganza, que a su vez ape­
la a represalias más y más violentas. Es
probable que nuestras sociedades inicia­
les se vieran expuestas a este encadena­ VISIBLE Y LO INVISIBLE (LO), Le visi­
miento de violencia sin fin. ble et I ’invisible, 1964.
La hipótesis del autor es la siguiente: M a u rice M e rle a u -P o n ty , 1908-1961.
para poner fin a «este círculo vicioso de
la venganza», ha habido que desviar de En esta obra inacabada, Merleau-
alguna manera la violencia insatisfecha Ponty se proponía establecer los fun­
de los hombres sobre una víctima única, damentos de una ontología de lo visible.
un cordero emisario cuya muerte impor­ Liberada de la distinción sujeto/objeto y
ta poco a la comunidad. Este sacrificio, orientada a la descripción de nuestra
«muerte fundadora» de la Ciudad, asegu­ apertura al Ser, la fenomenología explo­
ra la cohesión del grupo al polarizar sobre ra «el Ser salvaje». «Viéndose y viendo
la víctima la violencia que los miembros recíprocamente», lo visible se dobla siem­
de la comunidad podrían dirigir los unos pre de invisible y este quiasma permite
contra los otros. La muerte de uno solo evitar el registro de la subjetividad ais­
permite así evitar la explosión de violen­ lada.
cia que podría conducir a la muerte de La noción de carne, esencial aquí, es
todos, es decir a la desaparición del gru­ el eco del Leib (cuerpo propio) husser-
po, o sea de la humanidad entera. liano y supera la oposición del cuerpo
Sin embargo, para que sea eficaz, el objetivo y del cuerpo fenoménico.
acto sacrificial supone que la sustitución
de la víctima sobre la que ese acto se fun­ Edición: Lo visible y lo inuisible, Seix Barral,
da no sea jamás explícita. Son por tanto 1970.
Estudios: J. Lechte, 50 pensadores con­
los mitos y todos los recursos de lo sagra­
temporáneos esenciales (tr. M.a L. Rodrí­
do lo que vendrá a disimular esos hechos guez Tapia), Cátedra, 1996, pp. 51-56; X.
de violencia inevitables y olvidados de las Tilliette, Merleau-Ponty ou la Mesure de
conciencias. l'homme, Seghers, 1970.
VOLUNTAD DE PODER (LA) 652

VO LU N T AD DE PODER (LA). Ensayo serie: La voluntad de poder: «Tentativa


de una transmutación de todos los valo­ de una inversión de todos los valores.
res, D er Wille zur Macht. Versuch einer En cuatro libros (etc.)». Mas será explíci­
Umwerthung aller Werthe, 1901. tamente el plan del 17 de marzo de 1887
F r ie d r ic h W il h e l m N ie t z s c h e , 1844- el que sirva de base a La voluntad de
1900. poder tal como fue editada por Elisabeth
Forster-Nietzsche y Peter Gast: 1. «El Nihi­
Se trata aquí de la traducción de la pri­ lismo europeo»; 2. «Crítica de los más altos
mera edición de La voluntad de poder, valores tradicionales»; 3. «Principio de una
publicada en noviembre de 1901 inme­ valoración nueva»; 4. «Disciplina y for­
diatamente después de la muerte de mación potenciadora». En el otoño de
Nietzsche bajo la supervisión de su her­ 1888, Nietzsche diseñará un último plan
mana. Nietzsche acariciaba desde largo en el que colocaba E l A n ticristo como
tiem po atrás el proyecto de una obra primer libro de esta obra; pero ese plan
semejante: había comenzado ya a pre­ no sería seguido por los editores.
pararía entre los años 1882 y 1885, fecha La obra de 1901 tiene la ventaja de
del primer plan que había concebido para ser muy reducida respecto a la edición
ella y que fue seguido de muchos otros de 1911; la cuestión es, sin embargo,
hasta el otoño de 1888. Tenía previstos que los aforismos de 1911 son también
cuatro libros y, en 1885-1886, había obra de Nietzsche. El contenido de la
ordenado según esos cuatro libros los afo­ edición de 1901 no cambia en nada la
rismos ya escritos en aquella época. impresión que las obras publicadas en
En -*■ Más allá del bien y del mal y vida de Nietzsche podían dar de su filo­
la -*■ Genealogía de la moral, no pue­ sofía, sino que esta edición viene a com­
de ser anunciado más explícitamente el pletarla en sus principales nociones: la
libro La voluntad de poder. La primera del nihilismo, en tanto que fundamen­
edición alemana fue seguida de algunas to de una crítica de la modernidad y de
otras, que incluían aforismos cada vez más la teoría de la decadencia, y la crítica de
numerosos. Nada en aquella época pare­ los valores y del superhombre que ésta
cía detener a los editores en esta puja. Y implica, en tanto que superación del
a la inversa, los editores más recientes de hombre.
las obras de Nietzsche (Schlechta, Colli y
Mantinari) han llegado hasta negar la exis­ Edición: La voluntad de poder (tr. P.
tencia misma del libro. Simón), en Obras completas, t. IV, Bue­
nos Aires, Ed. Prestigio, 1970.
En 1886, un plan anuncia: La volun­
Estudio: G. Deleuze, Nietzsche y la filoso­
tad de poder: 1. «Fisiología de la jerar­ fía (tr. C. Artal), Anagrama, 1994.
quía»; 2. «El gran mediodía»; 3. «Adies­
tramiento y disciplina»; 4. «El eterno
retorno», seguidos de importantes desa­
rrollos sobre la «fisiología de la potencia». V O LU N TAD D E SABER (LA).
El mismo año, Nietzsche diseña otro plan M ic h e l F o u c a u l t .
muy elaborado que será mantenido por la Véase HISTORIA DE LA SEXUALIDAD.
Y
Y O D IVIDIDO (EL), The Divided Self, Y O Y TÜ, Ich und Du, 1923.
1960. M a r tin B ub e r , 1878-1965.
R o n a l d D a v id L a in g , 1927-1989.
Obra maestra de Martin Buber, este
Laing está al origen de una reforma texto inaugura, en la tradición contem­
radical de la práctica psiquiátrica como poránea, la reflexión del otro.
también de los principios institucionales El autor parte de un análisis de la rela­
que permiten atender al enfermo. ción religiosa. El hombre está ante Dios,
Esta obra pon e en evidencia el no como ante un ser trascendente, sino en
aspecto existencial de la esquizofrenia, una situación de cara a cara, movimiento
insistiendo sobre la enfermedad pro­ recíproco hacia el otro. Contra un cierto
funda que la constituye, a la que Laing judaismo, Buber ve en la relación con Dios
denomina la inseguridad o n tológica . un reencuentro. Este esquema constituye
La amenaza que presiente el esquizo­ el principio de la reciprocidad en el orden
frénico es total, no tiene objeto deter­ humano. La dificultad principal que anali­
minado o, si se quiere, su objeto es el za esta obra es la cosificación, operación
ser mismo del enferm o, su vida. N o por la cual yo reduzco al otro al conjunto
podría comprenderse la esquizofrenia de sus determinaciones objetivas. La cosi-
sin saber qué es la desesperación. Para ficaeión no es superada más que en la con­
Laing, el esquizofrénico está p e tr if i­ versión de un movimiento hacia el otro. El
cado en su existencia. Este estado per­ tú es, en el lenguaje, el índice de este movi­
manente no puede ser esclarecido más miento. La relación, la reciprocidad, es el
que por un enfoque existencial de la fundamento de la conciencia de sí.
desesperación. Buber elabora sobre estas bases lo que
Este ensayo, de lectura fácil, es una de podría llamarse una teoría general del diá­
las obréis más conocidas de Laing, junto logo. A una forma auténtica de diálogo,
con el S í m ism o y los otros (1961) y fundada sobre la presencia recíproca y la
Razón y violencia (1964), escritos en donación íntima de sí, el autor opone
colaboración con David G. Cooper. las formas desviadas de diálogo. Los «diá­
logos de sordos» se instauran en el espa­
Edición: El yo dividido. De la salud men­ cio del discurso técnico (en todo lugar
tal a la locura (tr. F. González Aramburu),
en donde el sentir social supone que se
Fondo de Cultura Económica, 1978.
Estudio: R. Evans, Rencontres avec Laing, habla), y están formados por cálculos y
Belfond, 1979. consideraciones que no comportan nin­

[6 5 3 ]
YO-NO-SÉ-QUÉ Y EL CASI-NADA (EL) 654

guna reciprocidad verdadera. La nego­ mostrable. Esta «totalidad espiritual» es pre­


ciación (política, social, comercial) ofrece cisamente el lugar donde la existencia es
un ejemplo concreto. más incierta. Mas, si el Ser no es más que
De ello se sigue un imperativo: tras­ un «yo-no-sé-qué», hay en el aparecer «algu­
pasar el falso diálogo. Éste no es intrín- na cosa» que lo manifiesta. El semblante
sicamente condenable, en la medida en revela el Ser. Ni apariencia ni discurso, el
que ya es de por sí superación de la vio­ Ser no es tampoco devenir. Sin embargo,
lencia desnuda. Mas no constituye sino el tiempo es la esencia de un Ser que se
una etapa, y es preciso encaminarse hacia expresa en el devenir. Así, cuando quere­
la reciprocidad auténtica y la presencia mos actuar, el acto está de alguna mane­
verdadera del otro. Este imperativo y esta ra ahí, como ya implicado en nuestra volun­
experiencia tienen el nombre de amor. tad de hacerlo ser. Esto significa que el
Las tesis aquí expresadas no han sido acto, siempre en devenir, está perpetua­
limitadas, por su autor, a ser materia de mente por hacer. Le falta un «casi-nada»
un libro, puesto que Martin Buber ha sido para quedar completado, que sería el ins­
defensor ardiente en Israel del diálogo con tante en que apareciera el Ser; mas este
los árabes. instante es ya un «casi-nada de duración».
Ese acto que queda por hacer y que
Edición: Yo y tú (tr. C. Díaz), Madrid, Capa­
sólo puede colmar nuestra falta de ser, ha
rros, 1995.
Estudio: R. Mizhahi, Martin Buber, philo- sido explicitado por Jankélévitch en su
sophe de la relation, Seghers, 1968. > Tratado de las virtudes de 1949: es
el acto virtuoso del amor, el instante, la
ocasión en que «la benevolencia es el
encanto de la beneficencia». Sólo el amor
Y O -N O -S É -Q U É Y E L C A S I-N A D A puede expresar una «certeza infalible» en
(EL), L e je-ne-sais-quoi et le presque- cuanto al Ser de nuestro deber-hacer.
rien, 1957.
V ladim ir Ja n k é l é v it c h , 1903-1985. Edición: Le Je-ne-sais-quoi et le Presque-
rien, 3 vols.: I. La Maniere et l’Occasion;
II. La Méconnaissance, le Malentendu; III.
Intentar pensar el Ser es de entrada pro­ La Volonté de uou/oir, Le Seuil, 1980.
poner una paradoja: el Ser aparece como Estudio: W A A , Ecrit pour Vladimir Jan­
inexpresable, indecible, por tanto inde­ kélévitch, Flammarion, 1978.
APÉNDICE
A LA EDICIÓN ESPAÑOLA*

* Este «Apéndice» de treinta y dos obras de autores españoles sirve de comple­


mento a las veinticinco tratadas en la edición francesa del Diccionario.
EDAD MEDIA

IBN TU FAYL, filósofo arábigo-español (n. 1185).


Filósofo autodidacto (El).

PED RO H ISPAN O , filósofo y lógico hispanoportugués (1210?-1277).


C om pendio de lógica, hacia 1230.

RENACIMIENTO Y BARROCO
SERVET, Miguel, filósofo, teólogo, médico y místico español (1511-1552).
Restitución del Cristianismo, 1553.

HUAR TE DE S A N JUAN, Juan, filósofo, psicólogo y médico español (1526-1588).


Examen de ingenios, 1575.

LEÓN, Fray Luis de, poeta, filósofo, y teólogo español (1527-1591).


D e los nombres de Cristo, 1583.

SÁNCHEZ, Francisco, filósofo y médico español (1550-1623).


Quod nihil scitur, 1581.

QUEVEDO, Francisco de, pensador, novelista y poeta español (1580-1645).


Sueños (Los), 1627.

G R AC IÁN , Baltasar, pensador, moralista y novelista español (1601-1658).


Oráculo manual y arte de prudencia, 1647.
Criticón (El), 1651-1657.

ILUSTRACIÓN Y SIGLO XIX


FEIJOO, Fray Benito Jerónimo, pensador y polígrafo español (1676-1764).
Teatro crítico uniuersal, 1726-1760.

[6 5 7 ]
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 65 8

BELLO, Andrés, filósofo, filólogo, poeta y diplomático venezolano (1781-1865).


Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, 1847.

D O N O SO CORTÉS, Juan, pensador, ensayista y político español (1809-1853).


Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, 1851,

BALM ES, Jaime, filósofo español de origen catalán (1810-1848).


C riterio (El), 1845.

P I I M ARGALL, Francisco, filósofo y político español de origen catalán (1824-1901).


Nacionalidades (Las), 1876.

SIGLO XX, I: REGENERACIONISMO Y 98


R AM Ó N Y C AJAL, Santiago, neurólogo español (1852-1934).
Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica, 1917.

T O R RE S QUEVEDO, Leopoldo, ingeniero e inventor español (1852-1936).


Ensayos sobre automática, 1914.

MENÉNDEZ P E LAYO , Marcelino, pensador y polígrafo español (1856-1912).


Historia de los heterodoxos españoles, 1880-1882.

GANIVET, Ángel, pensador, novelista y poeta español (1865-1898).


Idearium español, 1897.

* S A N T A Y A N A , Jorge, filósofo español (1863-1952).


Tres poetas filósofos: Lucrecio, Dante, Goethe, 1910.
Diálogos en el limbo, 1925.

* U N AM U N O , M iguel de, filósofo español de origen vasco (1864-1936).


San Manuel Bueno, mártir, 1931.

RO D Ó , José Enrique, pensador, ensayista y sociólogo uruguayo (1872-1917).


Ariel, 1900.

SIGLO XX, II: DE ORTEGA A FERRATER


D ’ORS, Eugenio, filósofo español de origen catalán (1882-1954).
Bien Plantada (La), 1911.
Secreto de la filosofía (El), 1947.

* O R TEG A Y GASSET, José, filósofo español (1883-1955).


En torno a Galileo, 1933.

CASTR O , Am érico, pensador, ensayista y crítico literario español (1885-1972).


España en su historia, 1948.

Véase el «Indice de autores» para la consulta de otras obras de este pensador.


659 APÉNDICE

ZUBIRI, Xavier, filósofo español de origen vasco (1898-1983).


Naturaleza, historia, Dios, 1944.
Sobre la esencia, 1962.

FERRATER M O R A, José, filósofo español de origen catalán (1912-1991).


Ser y la muerte (El), 1962.

TIE R N O G A LV ÁN , Enrique, filósofo y político español (1918-1986).


Tradición y modernismo, 1962.
EDAD MEDIA
FILÓSOFO AUTO D ID ACTO (EL), Hayy cata de su afinidad espiritual con este
Ibn Yaqza. ser, sobre el cual en adelante se habi­
Ib n T u f a y l , 1 11 0 -1 1 9 8 . túa a meditar directamente, ahorrán­
dose el rodeo de considerar primero las
Debem os al filósofo granadino de cosas mundanas, lo que parece un cla­
saber enciclopédico Ibn Tufayl, primer ro influjo de la mística sufí. Cuando
visir y médico del sultán y promotor de cumple los cincuenta, lo descubre un
Averroes, este breve tratado híbrido de devoto musulmán que visita la isla. Ven­
epistemología y de mística, que se haría cidas las naturales dificultades de comu­
fam oso en Occidente por su carácter nicación lingüística, ambos se maravi­
novelesco y por ser precedente de la llan de la perfecta coincidencia entre lo
figura de Robinson Crusoe y de las teo­ que enseñan la razón natural y la reve­
rías rousseaunianas del «buen salvaje». lación islámica, y ello los anima a hacer
Narra la historia de un hombre que, no apostolado entre las gentes. P ero la
se sabe cómo, si nacido por generación incomprensión de éstas ante sus pré­
espontánea o abandonado al océano dicas, les convence de que es m ejor
por sus padres, creció en una isla desier­ dejarlas que sigan con sus vulgares ritos
ta de la India en la más absoluta sole­ mientras ellos tornan a la vida de medi­
dad, amamantado por una gacela que tación en la isla desierta.
se apiadó de él. El instinto de imitación El traductor latino de esta obra le dio
de los animales de su entorno le per­ el título de Philosophus autodidactus,
mitió sobrevivir. La muerte de la hem­ por el que generalmente se la conoce en
bra que lo había adoptado le llevó, Occidente. Pero el significado literal del
impulsado por el deseo de socorrerla, título árabe completo, Risala Hayy Ibn
a la exploración anatómica de su cuer­ Yaqzan fiasrar al-hikma al-masriqiyya,
po y órganos interiores y a la eviden­ es: Epístola de Hayy Ibn Yaqzan sobre
cia de que hay un principio de vida, el los secretos de la filosofía oriental.
alma, que un día abandona irreversi­
blemente el cuerpo. Cumplidos los vein­ Edición: Ibn Tufayl, El filósofo autodidac­
te, el joven tiene ya idea cabal de los to, (tr. A. González Patencia, ed. E. Torne­
ro, Trotta, Madrid, 1995.
entes que pueblan este mundo y, vol­
Estudio: M. Menéndez Pelayo, «El filóso­
viendo los ojos a los cuerpos celestes, fo autodidacto de Abentofail», en Ensayos
llega a inferir la existencia de un motor de crítica filosófica, C.S.I.C., 1948, pp.
único y supremo. Ulteriormente se per­ 312-333.

[6 6 1 ]
DICCIONARIO DE LAS M U OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 662

D E S T R U C C IÓ N DE L A D E ST R U C ­ Predicables; III. Categorías; IV. Silogísti­


C IÓN, hacia 1174-1180. ca: V. Tópicos: VI. Refutación de argu­
A v e r r o e s , 1126-1198 (véase p. 180). mentos sofísticos. El tratado séptimo incor­
pora, como indica su título Propiedades
C O M E N TAR IO DE ARISTÓTELES. de los términos, la nueva temática ela­
A ve r r o e s , 1126-1198 (véase p. 81). borada en el medievo, que aparece ya
bien codificada en el libro de Pedro His­
pano: suposición, ampliación, apelación,
restricción, distribución, y exponibles.
G U ÍA DE PERPLEJOS. Del talento del autor es buena mues­
M a im ó n id e s , hacia 1138-1204 (véase tra esta fórmula — en realidad incom­
p. 322). pleta de puro concisa— que anticipa en
más de cinco siglos las hoy conocidas
en lógica simbólica com o «leyes de De
Morgan», según las cuales las contra­
R E V E L A C IO N E S DE L A M E C A, de dictorias de una conjunción y de una dis­
1201 a 1231. yunción se obtienen cambiando en cada
I b n ‘A r a b i , 1165-1240 (véase p. 547). caso el signo copulativo o disyuntivo por
su dual y negando cada uno de los miem­
bros: copulativa et disiunctiva de par-
tibus contradicerttibus con tra d icu n t
SABIDURÍA DE LO S PROFETAS (LA), (una conjunción y una disyunción se con­
1229. tradicen mutuamente si sus partes se
I bn ‘A r a b i , 1165-1240 (véase p. 551). contradicen).

Edición: Peter of Spain, Tractatus called


afterwards Summulae logicales, primera
edición crítica, con introducción de L.M.
C O M PE N D IO DE L Ó G IC A, Sum m u­ de Rijk, Assen, Van Gorcum, 1972.
lae logicales, hacia 1230. Estudio: V. Muñoz Delgado, Lógica His-
P ed ro H is p a n o , 1210?-1277. pano-Portuguesa hasta 1600, Salamanca,
1972.
Este manual de lógica del español-por­
tugués Pedro Hispano [Petrus Hispanus...
portuguensis), que llegó a ser papa con
el nombre de Juan XXI, es uno de los pri­ AR T E M AG N A, 1308.
meros libros de síntesis en que cristalizó R a m ó n L l u l l , 1233-1316 (véase p. 37).
la lógica medieval en su forma escolásti­
ca. De su larga influencia da idea el hecho
de que a principios del siglo xvil contaba
ya con 176 ediciones. P ROLEGÓM ENOS, 1377.
Las Summulae logicales de Pedro His­ Ib n Ja l d ú n , 1332-1406 (véase p. 511).
pano constan de siete tratados. Los seis
primeros compendian la llamada lógica
antiqua, que comprendía los temas ela­
borados por Aristóteles en el Organon, T E O LO G ÍA N A T U R A L, 1487.
entonces conocidos a través de los comen­ R a m ó n S ib iu d a , hacia 1385-1436 (véa­
tarios de Boecio y Porfirio: I. Proemio; II. se p. 598).
RENACIMIENTO
D IS C IP L IN A S (L A S ), D e disciplinis, do ya intemacionalmente a sus contem­
1531. poráneos con la publicación de dos obras
J u a n L u is V iv e s , 1 4 92 -1 5 4 0 (v é a s e juveniles contra el dogma de la Trinidad,
p. 194). fruto de sus contactos con reformistas
radicales de la época. Estos escritos influ­
yeron, evidentemente, en los orígenes del
moderno movimiento del unitarianismo,
A L M A Y L A V ID A (EL), D e anima et que niega ese dogma.
vita, 1538. Pero el pensamiento de Servet, tal y
J u a n L u is V iv e s , 1492 -1 5 4 0 (véase como luego se desarrollaría en su Resti­
p. 28). tución del Cristianismo, es mucho más
complejo y ambicioso que el programa
unitario. En ese libro, dividido en cuatro
partes, se conjugan ingredientes e influen­
RESTITUCIÓ N DEL C RISTIANISMO, cias tan variados com o el cristianismo
Christianismi Restitutio, 1553. erasmista que preconiza la espiritualiza­
M iguel S e rvet , 1511-1553. ción interior, el uso del hebreo y el aná­
lisis de fuentes judías, el empirismo aris­
Este libro ha pasado a la fama princi­ totélico, el humanismo italiano, el
palmente por dos motivos, porque le cos­ neoplatonismo, ideas religiosas de Ireneo
tó morir en la hoguera a su autor, «som­ y Tertuliano y conceptos de la teosofía de
bría y trágica figura, víctima de los odios Filón. En la Primera Parte se asientan los
teológicos de Calvino» y «por haber des­ conceptos fundamentales. La Segunda,
crito con claridad y exactitud, antes que muy breve, comprende dos diálogos que
otro ninguno, la pequeña circulación o redundan en los temas de la anterior. La
circulación pulmonar» (Menéndez Pela- Tercera, también breve, contiene her­
yo). Pero su principal mérito consiste en mosas páginas sobre la fe y la caridad. En
ser la exposición más original y profun­ la Cuarta y última, muy extensa, Servet
da del ideal de interiorización y simplici­ pasa a la aplicación práctica de los prin­
dad evangélica defendido por el ala más cipios anteriormente expuestos y pro­
radical de la reforma religiosa. grama, con acentos apocalípticos y mile-
El médico viajero, teólogo herético, naristas, su lucha contra el mal. Como
filósofo neoplatónico, geógrafo y místico la mayoría de los reformadores, perso­
español Miguel Servet había escandaliza­ naliza al Anticristo en el Papado Roma-

[6 6 3 ]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 664

no, pero critica más radicalmente que las una con otra, en la teoría clásica de
otros la institución oficial del dogma de la los temperamentos de Hipócrates y Gale­
Trinidad por el Concilio de Nicea en el no y en la teoría clásica de las faculta­
año 325 y opone a «la ley babilónica y des. Pero, de acuerdo con el punto de
judaica» de la prepotente y materialmen­ vista empírico de muchos investigadores
te ostentosa Iglesia Romana, «la ley del renacentistas, parece pensar, en contra
corazón, que es la sola ley de la fe». La de Platón y Aristóteles, que no es la fun­
censura se ha ensañado muy en particu­ ción la que crea al órgano, sino el órga­
lar durante siglos con este libro, y pro­ no a la función. De ahí la importancia
bablemente su única traducción comple­ que otorga a la fisiología del cerebro en
ta a un idioma moderno es la española su análisis de los procesos mentales. El
que se cita a continuación. «ingenio» o talento que hace a unos más
capaces que otros proviene, a su juicio,
Edición: Restitución del Cristianismo, ed. de la constitución física de cada cual.
A. Alcalá, Fundación Universitaria Españo­
Los siete capítulos siguientes constitu­
la, 1980.
Estudio: H. Bainton, Servet: el hereje per­ yen la parte aplicada del libro. En el capí­
seguido, Madrid, 1973. tulo VIII, «donde se da a cada diferencia
de ingenio la ciencia que le responde en
particular», Huarte se adelanta treinta años
a Francis Bacon al proponer una clasifi­
E XAM EN DE ING E N IO S P A R A L AS cación no aristotélica de la ciencia, según
CIENCIAS, 1575. las distintas facultades mentales: 1) «artes
Ju a n H u ar te de S a n Ju a n (1529?-1588). y ciencias que se alcanzan con la memo­
ria» («gramática, latín y cualquier otra len­
La única obra de este médico nava­ gua; la teórica de la jurispericia; teología
rro, que ejerció la mayor parte de su vida positiva; cosmografía y aritmética»); 2) «las
en Andalucía, hace de su autor uno de que pertenecen al entendimiento» («teo­
los fundadores de la caracterología y la logía escolástica; la teórica de la medici­
psicología diferencial. En las páginas na; la dialéctica, la filosofía natural y moral;
introductorias del libro queda claramen­ la práctica de la jurispericia, que llaman
te establecido el objeto principal de la abogacía») y 3) las que pertenecen a la
investigación y la originalidad de su plan­ «imaginativa» («poesía, elocuencia, músi­
teamiento: «Todos los filósofos antiguos ca, saber predicar; la práctica de la medi­
hallaron por experiencia que donde no cina, matemáticas, astrología; gobernar
hay naturaleza que disponga al hombre una república, el arte militar»). Esta teo­
a saber, por demás es trabajar en las ría le suministra al autor la explicación de
reglas del arte. Pero ninguno ha dicho una experiencia juvenil que le había dado
con distinción ni con claridad qué natu­ mucho que pensar, cuando tres compa­
raleza es la que hace al hombre hábil ñeros de clase observaron con sorpresa
para una ciencia y para otra incapaz; que uno de ellos aventajaba considera­
ni cuántas diferencias de ingenio se hallan blemente a los dos restantes en latín, otro
en la especie humana; ni qué artes y cien­ a los otros dos en dialéctica y otro en
cias responden a cada uno en particu­ astrología.
lar; ni con qué señales se había de cono­ El extenso capítulo X V y último es un
cer, que era lo que más importaba». audaz esbozo de eugenesia, donde se dan
Los siete primeros capítulos tienen un instrucciones a los padres para asegurar
carácter más general y están dedicados las mejores dotes de sus hijos.
al análisis de los grados o diferencias de R. Salillas investigó a principios de siglo
«ingenio» o habilidad. Para construir su la influencia y las huellas del Examen de
tipología de grados de habilidad o inha­ ingenios en «El ingenioso hidalgo don
bilidad mental, Huarte se apoya, aunque Quijote de la Mancha» de Cervantes, y
sin seguirlas fielmente y combinándo­ el pensador ilustrado Lessing tradujo en
665 RENACIMIENTO

1752 al alemán el libro de Huarte, que de ellas tenga en sí a todas las otras, y en
ha sido recientemente citado con elogio que, siendo una, sea todas cuantas les fue­
por Noam Chomsky. re posible, porque en esto se avecina a
Dios, que en sí lo contiene todo.» Y por
Edición: Examen de ingenios para las cien­ otra entra en juego la teoría aristotélico
cias, ed. preparada por E. Torre, Editora escolástica del ser intencional: «Y porque
Nacional, 1977.
Estudio: G. Marañón, «Examen actual de un no era posible que las cosas así como son,
examen antiguo», en Tiempo viejo y tiem­ materiales y toscas, estuviesen todas unas
po nuevo, Madrid, 1952. en otras, les dio a cada una de ellas, ade­
más del ser real que tienen en sí, otro ser
del todo semejante a este mismo, pero
más delicado que él [...] con el cual estu­
DE L O S N O M B R E S DE C R IS T O , viesen y viviesen [...] en los entendimien­
1583. tos de sus vecinos.» «Las cosas viven y tie­
F r a y L uis de L e ó n , 1527-1591. nen ser en nuestro entendimiento cuando
las entendemos y cuando las nombramos
Escrito en gran parte durante el tiempo en nuestras bocas y lenguas.» La singula­
en que su autor estuvo confinado en pri­ ridad de esta obra reside en la inteligen­
sión por un proceso inquisitorial, este libro, te unión de motivos filosóficos, teológi­
uno de los más perfectamente escritos en cos, bíblicos y literarios dentro del marco
lengua castellana, transcurre en forma de de la belleza formal clásica de la prosa
diálogo que por la ausencia de dramatis­ renacentista. «Puede decirse — ha escrito
mo se ajusta más al modelo ciceroniano Menéndez Pelayo— que la estética está
que al platónico. Tres agustinos de Sala­ infundida y derramada por las venas de
manca, Sabino, Marcelo y Juliano, pasan la obra, y no sólo en el estilo, que es, a
las horas de calor en tiempo de vacacio­ mi entender, de calidad superior al de cual­
nes departiendo en una huerta, a orillas quier otro libro castellano, sino en el tem­
del río Tormes, sobre asuntos espirituales. ple armónico de las ideas.»
Marcelo, en quien algunos críticos Publicada en 1583 la primera edición
creen identificar al propio Fray Luis, dia­ en dos libros, el autor amplió a tres la
loga con sus compañeros sobre «los nom­ segunda, que apareció en 1585. Poste­
bres con que es llamado Jesucristo en la riores ediciones añaden como apéndice
Sagrada Escritura», como Camino, Pas­ el análisis del nombre «Cordero».
tor, Monte, Príncipe de Paz, Esposo, Hijo
de Dios o Jesús. En cada caso la mención Edición: De los nombres de Cristo, ed. pre­
parada por C. Cuevas, Cátedra, 1991.
del nombre va seguida de la indicación de
Estudio: A. Guy, «Luis de León», en Histo­
los pasajes bíblicos en que figura y de la ria de la filosofía española (tr. de A. Sán­
discusión de los problemas que plantea chez), Anthropos, 1985, pp. 121-130.
su interpretación. La cuestión que sub-
yace a la base de estas discusiones es,
obviamente, la semántica del nombre. Y
así como el paisaje que sirve de escena­ C O N C O R D A N C IA DEL LIBRE ALBE­
rio al diálogo son las verdes orillas del Tor­ DR ÍO C O N EL D O N DE L A G R AC IA,
mes, las teorías filosóficas que sirven de D e concordia, 1588.
fondo a la exégesis de los textos bíblicos Luis de M o l in a , 1536-1600 (véase p. 88)
son platónicas, aristotélicas y neoplató-
nicas. Por una parte interviene la idea
neoplatónica de la conciliación de unidad
y diversidad en el cosmos: «La perfección D IS P U T A C IO N E S M E TA FÍS IC A S ,
de todas las cosas, y señaladamente de Metaphysicarum disputationum..., 1597.
aquellas que son capaces de entendi­ F r a n c is c o S u á r e z , 1548-1617 (véase
miento y razón, consiste en que cada una p. 207).
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 666

Q U E N A D A SE SABE, De m ultum del método vería la luz más de medio siglo


nobili et prima, universali scientia quod después); o más propiamente, quizá, como
nihil scitur (De la muy noble ciencia, un primer esbozo del mucho más tardío
primera y uniuersal: que nada se sabe), programa positivista, que antepone a la
1 581. construcción de la ciencia la destrucción
F ra n c is c o S á n c h e z , 1 5 5 2 ?-16 23 . crítica de la metafísica. En todo caso, y por
poco versado que esté uno en historia de
Este breve libro, publicado por su autor la filosofía, estas palabras del libro de Sán­
en 1 5 8 1 , pero escrito ya por él varios chez no pueden menos de antojársele una
años antes, en 1 5 7 6, es un modelo muy preformulación casi literal de la duda car­
singular del criticismo filosófico practi­ tesiana: «entonces me encerré dentro de
cado en el Renacimiento. Es tentador ins­ mí mismo y comencé a poner en duda
cribirlo en la línea de desarrollo del pen­ todas las cosas como si nadie me hubiese
samiento escéptico de la época, que enseñado nada, y empecé a examinarlas
culminaría en los >Ensayos de Montaig­ en sí mismas, que es la única manera de
ne, cuya fecha inicial de publicación es pre­ saber algo. Me remonté hasta los prime­
cisamente el año 1580. Pero situado en el ros principios, y cuanto más pensaba, más
contexto de la obra de Francisco Sánchez, dudaba».
hispano-portugués que dedicó su vida a
la enseñanza y la práctica de la medicina Edición: Que nada se sabe, Espasa Calpe,
primero en Montpellier y luego, huido de 1991.
allí a consecuencia de las guerras religio­ Estudio: M. Menéndez Pelayo, «De los orí­
sas, en Toulouse, el opúsculo Quod nihil genes del criticismo y del escepticismo y espe­
cialmente de los precursores españoles de
scitur debe ser más bien considerado como
Kant», en Ensayos de crítica filosófica, ed.
un curioso anticipo español de la duda preparada por E. Sánchez Reyes, Santander,
metódica de Descartes (cuyo ->■ Discurso S.A. de Artes Gráficas, 1944, pp. 174-202.
BARROCO
SU E ÑO S (LOS), 1627. gaño, con su inseparable dialéctica del ser
Francisco de Quevedo, 1580-1645. y el parecer. En E l mundo p o r dentro
un venerable anciano que simboliza al
Esta obra reúne un conjunto de rela­ Desengaño le dice al narrador: «Y o te
tos y discursos de intención satírica y moral enseñaré el mundo como es: que tú no
que, utilizando motivos paganos y cris­ alcanzas a ver sino lo que parece», y le
tianos, conjugan la crítica social con el muestra, recorriendo la calle de la Hipo­
tema religioso de las postrimerías. Cons­ cresía, lo que en realidad piensan y sien­
tituye, como ha escrito Angel Valbuena, ten las personas que fingiendo dolor acu­
«un paródico retablo barroco [...] y una den a un entierro. En El sueño de la
gran aportación al mundo literario de m uerte un monstruo que simboliza el
todos los tiempos». El núcleo principal de Dinero (otro tema que obsesiona recu­
estos relatos había sido escrito por Que­ rrentemente a Quevedo) rivaliza en mal­
vedo mucho antes de 1627, año en que dad con los tres enemigos del hombre,
vieron la luz por vez primera; luego el Mundo, Demonio y Carne.
Santo Oficio obligaría a una edición expur­ Entre las fantasías morales añadidas
gada con cambios de títulos y personajes, con posterioridad destaca muy particu­
a la que más tarde se añadieron nuevas larmente la titulada La hora de todos y
fantasías morales. la Fortuna con seso, en la cual el genio
Más cerca de Luciano e incluso de Vol- satírico de Quevedo parece anticiparse a
taire que de Dante, el estoico y cínico La fábula de las abejas de Mandeville.
Quevedo pinta sarcásticamente la deca­ Observando que la alocada Fortuna dis­
dencia de la sociedad de su tiempo con­ tribuye demasiado caprichosamente sus
templándola bajo el prisma de la mitolo­ dádivas entre los mortales, con el consi­
gía del Barroco. En El sueño del infierno guiente riesgo de descrédito para el Olim­
(posteriormente retitulado Las zahúrdas po, el dios Júpiter trata de corregir esos
de P lu tó n ) el autor contempla los dos caprichos y ordena que, por un lapso de
caminos de la vida, uno angosto y arduo tiempo «se hallen todos los hombres con
y otro más ancho y de fácil tránsito, reco­ lo que cada uno se merece». Súbitamen­
rrido por la multitud de personas que se te, ricos y pobres intercambian sus pape­
deja conducir al infierno. A Quevedo, les sociales mientras quedan ante todos
representante señero de la corriente neo- manifiestas las innumerables tretas y men­
estoica en el pensamiento del Barroco tiras con que engañan a su prójimo aman­
español, le obsesiona el tema del desen­ tes, mercaderes y políticos. Pero el des­

[6 6 7 ]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 668

concierto ocasionado por esa justiciera nentemente problemática la relación del


medida resulta tan difícil de sobrellevar individuo con la sociedad. Siendo por defi­
por todo el mundo y genera tantos nue­ nición imposible elaborar una teoría gene­
vos males que el propio Júpiter, enojado, ral de lo que es individual, el Oráculo apor­
manda que la rueda de la Fortuna vuelva ta un conjunto necesariamente fragmentario
a efectuar sus giros tan caprichosamente de reglas de juego que no son ni podrían
como hasta entonces había venido hacién­ ser ciencia, pero que permiten al indivi­
dolo. duo, como «arte de prudencia», triunfar
en la vida merced al esfuerzo y el cálcu­
Edición: Los sueños, ed. I. Arellano, Cáte­ lo moral: «hizo la naturaleza al hombre un
dra, 1991. compendio de todo lo natural por su emi­
Estudio: F. Ynduráin, «Sobre el pensamiento
de Quevedo», en Relacción de clásicos, Pren­ nencia; hágale el arte un universo por ejer­
sa Española, 1969. cicio y cultura del gusto y del entendi­
miento». Cada aforismo va encabezado
por un epígrafe al que glosa el texto que
le sigue.
O R Á C U L O M A N U A L Y A R T E DE El Oráculo manual, espejo de la vida
PRUD ENCIA, 1647. humana, influyó entre otros muchos en
Baltasar Gracián, 1601-1658. los escritores franceses Rochefoucauld y
La Bruyére y en los alemanes Schopen-
En la portada de este libro se lee a con­ hauer y Nietzsche, el primero de los cua­
tinuación del título: «sacada de los afo­ les lo tradujo a su lengua en 1861.
rismos que se discurren en las obras de
Lorenzo Gracián». Estas palabras aluden Edición: Oráculo manual y arte de pru­
dencia, ed. E. Blanco, Cátedra, 1995.
al seudónimo utilizado por el jesuíta ara­
Estudio: J. A. Maravall, «Antropología y polí­
gonés Baltasar Gracián para firmar algu­ tica en el pensamiento de Gracián», en Estu­
nas de sus obras y al hecho de que los dios de Historia del pensamiento español.
trescientos aforismos de que se compo­ Siglo XVII, Ed. Cultura Hispánica, 1975.
ne el Oráculo constituyen la «quinta­
esencia» de su pensamiento.
Gracián había publicado con anterio­
ridad tres libros de estilo aforístico, El C R ITIC Ó N (El), 1651-1657.
Héroe, E\ Político y El Discreto, que per­ Baltasar Gracián, 1601-1658.
siguen el objetivo de ser en parte trata­
do de educación de príncipes y en parte E l Criticón es la gran novela alegóri­
retrato, como hizo Castiglione en el Rena­ ca y filosófica del siglo xvii español y la
cimiento, del cortesano de su época. La obra cumbre del conceptismo barroco de
quintaesencia extractada de ellos en el Gracián, que procura juntar en ella «lo
Oráculo deja de lado la educación prin­ seco de la filosofía con lo entretenido de
cipesca y se concentra en elaborar el per­ la invención». Narra la peripecia vital de
fil del «cortesano» del Barroco, y éste fue, dos hombres, uno experimentado y otro
muy probablemente, el secreto de su éxi­ inexperto, que recorren el mundo en bus­
to, porque con ese perfil el destinatario ca de la felicidad.
del libro no era ya un príncipe ni un La novela se divide en tres partes — cada
monarca sino cualquier individuo que qui­ una de ellas subdividida en capítulos que
siese no ser un «cualquiera». Y a en el el autor llama «crisis»— , correspondientes
Renacimiento el yo individual emergente a las tres etapas de la vida: «la primavera
había cesado de desear apoyarse, como de la niñez y el estío de la juventud», «el oto­
en la Edad Media, en el «nosotros» de un ño de la varonil edad» y «el invierno de la
colectivo. Pero en el Barroco el optimis­ vejez».
mo renacentista ha cambiado por un pesi­ El experimentado y juicioso Critilo (sím­
mismo y una desconfianza que hacen emi­ bolo del hombre cultivado) viaja en bus­
669 BARROCO

ca de su raptada esposa Felisinda (sím­ les confiesa que sólo come y duerme bien
bolo de la felicidad terrena). Tras nau­ desde que vive entre ganapanes y al entrar
fragar junto a las costas de la pequeña isla en «la jaula de todos» asisten al espec­
desierta Santa Elena, lo rescata de la muer­ táculo de la locura universal.
te un joven que había vivido en estado de En el invierno de la vejez los viajeros
naturaleza en una cueva entre fieras. Cri- llegan a Roma y al conocimiento de la
tilo enseña a hablar al joven y lo bautiza moralidad y los valores espirituales. Sabe­
con el nombre de Andrenio (símbolo del dores finalmente de la vanidad de las cosas
hombre natural). En el gran teatro de la del mundo y desengañados de ellas, desis­
naturaleza en que se desarrolla esta pri­ ten de seguir buscando a Felisinda, pues
mera parte, Andrenio sorprende a Criti- comprenden que la única felicidad que
lo con el relato de sus vivencias que inclu­ pueden encontrarse en este mundo es la
yen la cartesiana «reflexión sobre mi inmortalidad de la fama, a la que aspi­
propio ser» («¿qué es esto?, ¿soy o no soy? ran y de la que gozan, aun después de su
Pero pues vivo, pues conozco y advierto, muerte, los héroes y los grandes hombres
ser tengo. Mas si soy, ¿quién soy yo? creadores; y así se «les franqueó de par
¿Quién me, ha dado este ser?»). Habién­ en par el arco de los triunfos a la man­
dosele abierto por un derrumbamiento de sión de la inmortalidad».
tierras el paso al mundo exterior, el espec­ La primera parte de E l Criticón vio la
táculo del cielo estrellado le llevará a luz en Zaragoza en 1651, firmada con el
barruntar, a través de las cosas del mun­ seudónimo García de Mariones; la segun­
do «un Criador de todo», «escondido y da y la tercera aparecieron, respectiva­
manifiesto, tan lejos y tan cerca». Ambos mente, en Huesca en 1653 y en Madrid
viajan a Madrid, donde seduce a Andre­ en 1657, ambas firmadas con el seudó­
nio una astuta mujer. nimo Lorenzo Gracián.
En la segunda parte los peregrinos visi­ El éxito de este libro fue grande en Espa­
tan el mundo del arte y la cultura: la biblio­ ña y en toda Europa. En su obra capital El
teca y el museo del hospitalario Salásta- mundo como voluntad y representación
no (nombre en clave del mecenas de Schopenhauer la consideró, con Gulliver
Gracián en la vida real, Juan de Lasta- y el Quijote, como una de las mejores ale­
nosa) y las tierras de Francia. Pero el con­ gorías de todos los tiempos.
tacto con la sociedad es contemplado bajo
el prisma del pesimismo de Gracián. Las Edición: El Criticón, ed. S. Alonso, Cáte­
virtudes no se encuentran, las monstruo­ dra, 1993.
sidades se prodigan; al visitar los pere­ Estudio: R. Senabre, Gracián y «E l Criti­
grinos el trono del mundo un fugado rey cón», Universidad de Salamanca, 1979.
ILUSTRACIÓN Y SIGLO XIX
TE A TR O C RÍTICO U NIVERSAL, riencia frente a la tradición y la lucha con­
1726-1741. tra la superstición mediante la crítica son
Fray Benito Jerónimo Feijoo, 1676- los principios que inspiran todos sus ensa­
1764. yos, aunque dejando a salvo siempre los
principios básicos de la ortodoxia. Cons­
Este monje benedictino de origen galle- ciente de que el mérito singular de su obra
go, que enseñó teología en Oviedo des­ no estaba en la creación, sino en la divul­
de 1709 hasta su muerte, es el primer gación, Feijoo se autodefinía modesta­
representante español de la crítica ilus­ mente como «el Desengañador del Vul­
trada del XVIII. Su Teatro crítico univer­ go». Aunque algunos lo han llamado" el
sal o Discursos uarios en todo género Voltaire español», ese epíteto no encaja
de materias, para desengaño de e rro­ con su esencial fidelidad religiosa.
res com unes reúne en nueve volúme­
nes una ingente cantidad de ensayos crí­ Edición: Teatro crítico universal, ed. G.
Stiffoni, Castalia, 1986.
ticos de divulgación sobre física, Estudio: Arturo Ardao, La filosofía polé­
matemática, astronomía, ciencia natural mica de Feijoo, Buenos Aires, Losada, 1962.
y geografía, economía, política, medici­
na e historia, que se prolongan en los cin­
co volúmenes de sus Cartas eruditas y
curiosas. Los más de doscientos cincuenta GRAM ÁTICA DE LA LEN GU A C A S­
ensayos contenidos en el Teatro y las Car­ TELLANA DESTINADA A L U SO DE
tas alcanzaron una enorme difusión. L O S AMERICANOS, 1847.
Según cálculos de Lafuente, el número Andrés Bello, 1781-1865.
de volúmenes de Feijoo que se impri­
mieron en el siglo xvm pudo llegar a Líder intelectual de la independencia
420.000. Los cuadernos o pliegos de sus americana, el venezolano Andrés Bello,
obras eran esperados con ansia todos los poeta, filólogo, filósofo, diplomático, ami­
años en todo el orbe de habla española. go de HumbokJt y Bolívar y finalmente rec­
A despecho de su condición de teólo­ tor de la Universidad Nacional de Chile,
go, Feijoo es un apasionado admirador introdujo con su Gramática castellana una
de Bacon, Descartes, Gassendi, Locke y profunda revolución teórica tan original
Newton, y los diccionarios de Bayle y como sencilla en la concepción de la gra­
Morieri se cuentan entre sus fuentes pre­ mática. La proposición no se estructura
dilectas. La defensa de la razón y la expe­ para Bello de modo tripartito, a la mane-

[6 7 1 ]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 672

ra clásica, en sujeto, cópula y atributo o más importantes del pensamiento político


predicado, sino más sencillamente, en suje­ conservador español de la primera mitad
to y predicado, un punto de vista en el cual del xix, y este ensayo es la última y la prin­
vendría a coincidir con él treinta y dos años cipal de sus obras. Los movimientos revo­
más tarde la revolución de la lógica ins­ lucionarios del 48 y un desdichado episo­
taurada por Frege en su Conceptografía. dio familiar le hicieron evolucionar del
Bello se desvía también de la tradición al liberalismo que abrazó en su juventud a
concebir las partes de la oración no como un autoritarismo religioso de signo católi­
algo que se corresponde en el mundo con co inspirado en el tradicionalismo francés
otras tantas partes de la realidad, de mane­ de Joseph de Maistre y Louis de Bonald.
ra, por ejemplo, que a los nombres corres­ El Ensayo sobre el catolicismo, el libe­
pondan las cosas, a los adjetivos las cuali­ ralismo y el socialism o enfoca el pro­
dades y a los verbos las acciones. Para Bello blema de tradición y modernidad en el
el sustantivo es un concepto independien­ ámbito político desde el punto de vista de
te, los adjetivos y verbos son conceptos una filosofía de la historia providencia-
dependientes del sustantivo y el adverbio lista al estilo de San Agustín o Bossuet.
un concepto a su vez dependiente de ellos, Para Donoso todo el gran tema de la
punto de vista éste que vendría a encon­ historia se reduce a una «lucha gigantesca
trar paralela expresión medio siglo después entre el bien y el mal, o, como San Agus­
en la lógica de Pfander. También libera tín diría, entre la ciudad de Dios y la ciudad
Bello al género gramatical de su vincula­ del mundo». En esta secular contienda, pien­
ción al sexo, real o antropomórficamente sa Donoso, el socialismo, hijo del liberalis­
atribuido, y prefiere explicarlo sobre la base mo y más consecuente que él, representa
de la concordancia que guarde con el adje­ al mal, y su único antídoto es un gobierno
tivo. Su sistema gramatical es funcional y católico autoritario. «La cuestión no está
fundamentalmente sintáctico. En el prólo­ entre la libertad y la dictadura; si estuviera
go a su popular introducción a la gramá­ entre la libertad y la dictadura, yo votaría
tica castellana los investigadores actuales por la libertad [...]. Pero la cuestión es esta,
Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña y concluyo: se trata de escoger entre la dic­
consideran a Bello «el más genial de los tadura de la insurrección y la dictadura del
gramáticos de lengua española y uno de Gobierno.» La clarividencia histórica de
los más perspicaces y certeros del mundo». Donoso anticipó asombrosamente el fin del
imperio británico, y la hegemonía de un
Edición: Gramática de la lengua castella­ imperio socialista en Rusia y de otro indus­
na destinada al uso de los americanos, con trial en Estados Unidos.
las notas de Rufino José Cuervo, estudio y
ed. R. Trujillo, 2 vols., Arco/Libros, 1988,
Estudio: Ramón Trujillo, «Los grandes prin­ Edición: Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre
cipios gramaticales de Bello» (Estudio preli­ el catolicismo, el liberalismo y el socialis­
minar incluido en el primer volumen de la mo, Planeta, Barcelona, 1985.
edición de la Gramática de Bello que se aca­ Estudios: Abellán, Historia crítica del pen­
ba de citar). samiento español, vol. 4, cap.. XIII, Espa­
sa Calpe, 1984; E Tierno Galván, «Conser­
vadurismo y tradicionalismo en España», cap.
V de ->• Tradición y modernismo, Tecnos,
1962.
ENSAYO SOBRE EL CATOLICISMO,
EL LIBERALISM O Y EL SO C IA LIS­
MO, 1851.
Juan M. Donoso Cortés, 1809-1853. CRITERIO (EL), 1845.
Jaime Balmes, 1810-1848.
El ministro, diputado y embajador de ori­
gen extremeño Juan Donoso Cortés, mar­ El sacerdote catalán Jaime Balmes, escri­
qués de Valdegamas, es una de las figuras bió este libro en menos de dos meses, entre
673 ILUSTRACIÓN Y SIGLO XIX

el 1 de octubre y el 21 de noviembre de se ha llamado «el Proudhon español»,


1843, en una masía de San Feliú, donde pocos años después de haber terminado
quiso guarecerse del levantamiento del su breve mandato como primer Presidente
general Espartero. Balmes concibió E l cri­ de la primera República española.
terio como una lógica puesta al alcance de Considerada libro ilusorio y maldito
todo el mundo. Sin dejar de inspirarse en por los defensores del Estado central y
el espíritu de Port Royal, según el cual la unitario y «biblia laica» por amplios círcu­
lógica es «arte de pensar», él opinaba que los de la izquierda radical, esta obra de
«una buena lógica debiera comprender al Pi i Margall es posiblemente la más
hombre entero, porque la verdad está en importante de todo el pensamiento polí­
relación con todas las facultades del hom­ tico español de la segunda mitad del XIX
bre». De ahí la diferencia que separa a El y una seria contribución al complejo pro­
criterio de los manuales convencionales blema de la unidad de las naciones.
de lógica. Por una parte los capítulos dedi­
0 objetivo del libro es el análisis y la apo­
cados a las actividades del entendimiento
logía de la federación, que es para su autor,
especulativo incorporan reflexiones críti­
«la idea más viva de nuestro siglo». «La fede­
cas sobre el valor del testimonio en la inves­
ración — escribe Pi i Margall— es un siste­
tigación histórica y en la información perio­
ma por el cual los diversos grupos huma­
dística y sobre el uso de la argumentación
nos, sin perder su autonomía en lo que
en filosofía de la historia y de la religión.
les es peculiar, se asocian y subordinan
Por otra en el dilatado capítulo XXII, últi­
los intereses de los de su especie para todos
mo de la obra, el control de la lógica es
los fines que les son comunes.» El federa­
extendido también al «entendimiento prác­
tico», y en él se discuten las normas de con­ lismo tiene por radical fundamento la idea
ducta que aseguran la recta armonía de de libertad y la voluntad de reducir al máxi­
la persona. Pocos libros han logrado como mo los excesos del poder. Reconociendo
éste poner tan íntimamente en conexión la autonomía del individuo y del grupo, sus­
la lógica con el sentido común. De hecho, tituye el principio de autoridad por el prin­
Balmes, pensador menos brillante, pero cipio del pacto o contrato, que salvaguar­
más profundo y sensato que Donoso y con­ da y garantiza la libertad de las personas o
servador más inteligente que él, acusó la entidades federadas. Sobre la doctrina del
influencia de la escuela escocesa interesa­ pacto federal volvió expresamente el autor
da por el com m on sense, del que viene a en el prólogo a la tercera edición de su libro:
ser trasunto el seny catalán. El criterio, «El pacto es el legítimo origen de todas las
numerosas veces reeditado, fue, como ha relaciones jurídicas entre los hombres que
escrito Constantino Láscaris, «el catecis­ han llegado a la plenitud de la vida y la razón
mo de la burguesía española durante sesen­ [...]. El verdadero lazo jurídico de las nacio­
ta años». nes, es preciso desengañarse, se encuen­
tra en el pacto.» «Entre entidades iguales no
Edición: El criterio, Ediciones Ibéricas, cabe en realidad otra cosa; así la federa­
1994.
Estudio: M. Menéndez Pelayo, «Dos pala­ ción, el pacto, es el sistema que más se
bras en el centenario de Balmes», en Ensa­ acomoda a la razón y a la naturaleza.»
yos de crítica filosófica, C.S.I.C., 1948, pp. La obra se divide en tres partes: una
351-364. primera titulada «Criterios para la reor­
ganización de naciones»; una segunda
consagrada al estudio de «La federación»;
y una tercera dedicada al caso de «La
N AC IO N ALID A D ES (LAS), 1876.
nación española».
Francisco Pi i Margall, 1824-1901.
Edición: Las nacionalidades, Edicusa, 1973.
Tratado de teoría y práctica del fede­ Estudio: A. Jutglar, «Estudio preliminar»
ralismo escrito por Pi i Margall, a quien de la ed. cit., pp. 1-69.
SIGLO XX (I):
REGENERACIONISMO Y 98
RECUERDO S DE MI VIDA: H ISTO ­ ñanza y de investigación en las univer­
RIA DE MI LABOR CIENTÍFICA, 1917. sidades de Valencia, Barcelona y Madrid.
Santiago Ramón y Cajal, 1852-1934. Desde el punto de vista de la historia
interna de la ciencia, es crucial en esa
Autobiografía científica del gran his­ vida la fecha de 1888, «mi año cumbre,
tólogo y premio Nobel español. Los mi año de fortuna», el momento en que
Recuerdos de mi vida constan en reali­ «la nueva verdad, laboriosamente bus­
dad de más de un volumen, el primero de cada y tan esquiva [...], surgió de repen­
los cuales, M i infancia y juventud, apa­ te en mi espíritu como una revelación»;
reció en 1901. Aquí se considera solo el es el año en que emerge, concebida por
segundo: Historia de mi labor científi­ Cajal, la teoría neuronal del sistema
ca, del cual dice su autor que es «la his­ nervioso (cap. IV), que considera a las
toria de mis trabajos de laboratorio», aña­ células nerviosas como elementos mutua­
diendo que «estimo no desprovisto de valor mente independientes y que había de
pedagógico referir cómo surgió y se rea­ derrocar a la teoría reticular del italiano
lizó el pensamiento, un poco quimérico, Golgi, para quien dichos elementos se
de fabricar histología española, a despe­ interconectaban en red. Paradójicamente,
cho de la indiferencia, cuando no de la Cajal compartiría más tarde, en 1906,
hostilidad, del medio intelectual». el prem io N obel con su rival italiano
Como la autografía de Darwin y otros (cap. XXII). Otras señaladas fechas,
grandes hombres de ciencia, la de Cajal 1898, año del desastre colonial español
alterna la génesis de sus descubrimien­ (cap. XV) y 1914, en que se desenca­
tos y el desarrollo de su programa de dena la contienda europea (cap. XXVI),
investigación con la narración de sus fueron en cambio para él fuente de
peripecias vitales e innumerables refle­ depresión. La torrencial producción cien­
xiones sobre la teoría y la práctica del tífica de Cajal (importantes hallazgos en
método científico, y sobre la política de los años 1903-1905 debidos a su nue­
la ciencia en nuestro país y en el extran­ vo método de impregnación del nitrato
jero. El relato empieza en los años ochen­ de plata reducido, investigaciones de pos­
ta del pasado siglo, cuando Cajal se dis­ teriores décadas sobre regeneración de
pone a abandonar Zaragoza para hacerse los nervios, etc.) es tan abrumadora como
cargo de una cátedra en Valencia, y su la sobrehumana energía con que luchó,
telón de fondo es una ininterrumpida hasta triunfar en toda la línea, contra la
vida de más de cinco décadas de ense­ falta de medios en España y contra la

[6 7 5 ]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 676

incomprensión del extranjero. La diser­ las cuales mereció un informe sumamente


tación del capítulo X IV sobre las teorí­ favorable de una comisión de la que for­
as y los hechos científicos documenta la maba parte Poincaré. Y los aparatos que
inclinación positivista de su autor, quien construyó en esta línea para la resolución
puede jactarse en el «Epílogo» de haber mecánica de ecuaciones algebraicas incor­
creado una brillante escuela de histolo­ poraron serios avances en la tecnología
gía española. de la época.
La tercera edición (1923) de esta obra Pero los Ensayos de automática de
incluye un «Postscriptum» en el que Cajal 1914, apenas de una treintena de pági­
da cuenta de su jubilación y de la crea­ nas de extensión, superan con creces en
ción del Instituto de Investigación que lle­ audacia y valor teórico a las anteriores
va su nombre, para terminar con una invo­ memorias, porque anticipan asombro­
cación a los jóvenes estudiosos españoles: samente muchos aspectos de la revolu­
«a todos cuantos embelesa el hechizo de ción informática. La base conceptual de
lo infinitamente pequeño, aguardan en el la actual distinción entre computador
seno de los seres vivos millones de célu­ analógico y computador digital y la idea
las palpitantes que sólo exigen, para entre­ — por la cual queda superado el clásico
gar su secreto, y con él la aureola de la plan de Babbage— de sustituir en el dise­
fama, una inteligencia lúcida y obstinada ño de estas máquinas los principios
que las contemple, las admire y las com­ mecánicos de construcción por los elec­
prenda». La autobiografía de Cajal fue tromecánicos están ya indicadas en estos
libro de cabecera, durante su juventud, Ensayos.
del también premio Nobel español Seve­ Los autómatas, escribe Torres Queve­
ro Ochoa. do adelantándose a los actuales desarro­
llos de inteligencia artificial y de robótica,
Edición: Recuerdos de mi vida: Historia deberán tener sentidos («termómetros,
de mi labor científica, Alianza, 1981. brújulas..., aparatos sensibles a las cir­
Estudio: P. Laín Entralgo, Santiago Ramón cunstancias que deben influir en su mar­
y Cajal, Labor, 1978. cha»), miembros («máquinas o aparatos
capaces de ejecutar las operaciones que
les sean encomendadas») y energía (acu­
muladores, corrientes de agua, aire com­
E N S A Y O S SO B R E A U T O M Á T IC A , primido, etc.). Pero «además se nece­
1914. sita — y éste es el principal objeto de
Leopoldo Torres Quevedo, 1852-1936. la Automática— que los autómatas ten­
gan d is c e rn im ie n to , que puedan en
Profético ensayo del ingeniero e inven­ cada momento, teniendo en cuenta las
tor santanderino Torres Quevedo, escri­ im presiones que reciben, y también,
to treinta años antes del nacimiento de la a veces, las que han re cibid o a n te ­
moderna teoría de la computabilidad y de riorm ente, ordenar la operación dese­
los primeros ordenadores y cuarenta antes ada. Es necesario que los autómatas
de que se formulase el programa de inves­ im iten a los seres vivos, ejecutando
tigación de lo que hoy llamamos inteli­ sus actos con arreglo a las im presio­
gencia artificial. nes que reciban y adaptando su con­
Torres Quevedo se había acreditado ducta a las circunstancias.» Torres Que­
ya en la última década del siglo pasado vedo se enfrenta incluso con el problema
en la teoría y la técnica de la construcción de la comunicación lingüística hombre-
de máquinas de calcular. De hecho había máquina y contempla, como luego haría
presentado varias memorias al respecto, Turing en su famoso artículo de 1950,
una primero en la Real Academia de Cien­ la viabilidad técnica en principio de «un
cias de Madrid y otras dos en la Acade­ autómata capaz de discutir de om ni re
mia de Ciencias de París, la segunda de scibile».

4
677 SIGLO XX (I): REGENERACIONISMO Y 98

Edición: Leonardo Torres Quevedo, ed. F. Miguel Servet hasta el proceso del arzo­
González de Posada. Biblioteca de la Cien­ bispo Carranza) y de las sectas místicas
cia Española, Fundación Banco Exterior,
1992, pp. 305-335. (alumbrados, Miguel de Molinos, reac­
Estudio: J. García Santesmases, Obra e ción ortodoxa). El jansenismo, el enci­
inventos de Torres Quevedo, Instituto de clopedismo y la influencia de la Ilustra­
España, 1980. ción francesa en el xvra son tema del libro
sexto. En los dos últimos el autor pole­
miza con acritud de basilisco con los hete­
rodoxos del siglo xix.
HISTORIA DE LOS HETERODOXOS Cuando aparecieron los dos prime­
ESPAÑOLES, 1880-1882. ros volúmenes de la obra, en 1880, la
Marcelino Menéndez Pelayo,1856- batalla ideológica entre integristas y
1912. modernistas era campal, y el frente inte-
grista tomó, con explícita aquiescencia
Monumento literario que, tanto por su del joven autor, aquel libro por bandera.
contenido como por las circunstancias Pero cuando en 1882 vio la luz el ter­
externas que acompañaron a su gesta­ cer tomo, Menéndez Pelayo se encon­
ción, refleja peculiarmente la espléndida tró, para su sorpresa, siendo también
y áspera historia del pensamiento espa­ blanco de los ataques de sus congéneres.
ñol. Su autor, precoz polígrafo que ya a La verdad es que, en el fondo, su men­
los veinte años había trazado con todo talidad no encajaba del todo en ese ban­
detalle el plan de la obra, acometió la do, pues aunque su juvenil punto natural
empresa de dar cuenta de las múltiples de partida fue el integrismo y de hecho
manifestaciones del pensamiento disidente su furor polémico raya a veces en el paro­
de la tradición católica en el suelo ibéri­ xismo, sin embargo su ideal filosófico era
co. Pero quiso llevarla a cabo atenién­ lo que él denominó el uivismo, el criti­
dose al difícil propósito de aunar para­ cismo renacentista, ecléctico y toleran­
dójicamente la objetividad y veracidad de te de Luis Vives, y de ahí que más tarde,
la ciencia histórica en la constatación de en años de madurez, introdujese en el
los hechos con el punto de vista parcial­ prólogo a la segunda edición de la obra
mente interesado de esa tradición, a la una revisión que moderaba sus iniciales
que él se adscribía, en la valoración de los puntos de vista.
mismos. «Menéndez Pelayo — escribe S. Batta-
La magnitud del horizonte espacio glia— ha recorrido las más ocultas y difí­
temporal y la variedad temática de la ciles sendas del subsuelo cultural español,
investigación propuesta parecían des­ revelando y haciendo resplandecer sus
bordar la capacidad de una sola perso­ filones de oro [...] Frente a la tradicional
na. La obra, que en su primera edición perspectiva de una España uniformemente
apareció en tres volúmenes, se divide en conformista en la que habían ido sumer­
ocho libros. Los dos primeros se ocupan giéndose y sedimentándose todas las here­
de la prehistoria y la historia de España jías de allende los Alpes, a él le corres­
anterior a la cristianización, desde las tri­ ponde el mérito de haber agitado las aguas
bus ibéricas a la colonización fenicia y más hondas para ver salir de sus profun­
romana. El pensamiento islámico y semí­ didades una vegetación rara y delicada
tico y las herejías de cátaros y albigenses que conserva el encanto fascinador de las
son tema del tercer libro, con especial cosas insólitas y singulares.»
consideración de las figuras de Amau de
Vilanova y de Ramón Llull. Los libros Edición: Historia de los heterodoxos espa­
cuarto y quinto se ocupan respectiva­ ñoles, 3 vols., C.S.I.C., 1992.
Estudio: P. Sainz Rodríguez, «Marcelino
mente de la influencia del erasmismo y
Menéndez Pelayo», en Historia de la críti­
del protestantismo en España (desde los ca literaria en España, Taurus, 1989, espe­
hermanos Alfonso y Juan de Valdés o cialmente pp. 258-284.
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 67 8

IDEARIUM ESPAÑOL, 1897. Estudio: M. Olmedo, El pensamiento de


Ángel Ganivet, 1865-1898. Ángel Ganivet, Revista de Occidente, 1965.

Breviario filosófico que inicia, al igual


que el ensayo de Unamuno En torno al
casticismo (1895), la meditación de los SENTIDO DE LA BELLEZA (EL), The
hombres del 98 sobre el problema del ser sense o f beauty, 1896.
español. Dividido este breviario en tres Jorge Santayana, 1863-1952 (véase
partes (A, B y C, que tratan, respectiva­ p. 554).
mente, del espíritu o «constitución ideal
de España», de «la política exterior de
España en la Edad Moderna» y del diag­
nóstico, etiología y terapia de la crisis de VIDA DE LA RAZÓN (LA), The Ufe o f
la España contemporánea), en él se reason or the phases o f human progress,
entremezclan profundas intuiciones, gene­ 1905-1906.
ralizaciones simplistas, argumentos al pare­ Jorge Santayana, 1863-1952 (véase
cer poco convincentes, alucinante pate­ p. 647).
tismo personal y, sin embargo, una extraña
lógica de fondo, cuya raíz, de vena cínica,
ha diagnosticado con acierto Miguel Olme­
TRES POETAS FILÓSOFOS, 1910.
do. Para el granadino Ganivet «el elemento
moral más profundo» del espíritu español
Jorge Santayana, 1863-1952.
es «el estoicismo natural y humano de
Este libro reúne seis conferencias que
Séneca», fundido con el cristianismo y el
dio Santayana en las Universidades de
sentimiento de independencia y afición
Columbia y Wisconsin en 1910 y fue edi­
guerrillera históricamente sedimentado
tado ese mismo año en Harvard. Como
en los habitantes de un territorio penin­
ha observado McCormick, biógrafo de
sular recurrentemente sujeto a invasión.
Santayana, significa «un triunfo de la crí­
A su juicio, la política exterior de España
tica literaria». Diez años antes (en Inter­
en la Edad Moderna se embarcó, en erró­
pretaciones de poesía y religión, 1900),
neo desacuerdo con ese espíritu, en insen­
Santayana había sostenido la tesis de que
satas conquistas en el extranjero que ter­
las grandes obras de creación poética, a
minaron en derrota; y la única solución
través de las cuales un genio «pone en
que él creía capaz de poner remedio a
rapsodias las verdaderas visiones de su
la «abulia» en que en su tiempo se halla­
pueblo y de su alma», transmiten conte­
ba sumida España era emprender resig-
nidos filosóficos más significativos y per­
nadamente el camino de la interiorización
durables que los de algunos sistemas con­
espiritual en el sentido del agustiniano
ceptuales.
N oli foras iré y esforzarse por dar reali­
En este ensayo sobre las tres gran­
dad al sueño, aunque él había perdido la
des obras (De la naturaleza de las cosas,
fe religiosa, de una «Grecia cristiana».
Divina comedia, Fausto) de tres gran­
Las durísimas críticas a este escrito por
des poetas filósofos (Lucrecio, Dante,
parte, entre otros, de Ortega (telegráfi­
Goethe) el pensador español se propo­
ca y despectiva) y Azaña (muy prolija y
ne corroborar por análisis y ejemplifica-
bien fundada) resbalan ante lo que hay
ción, en el ámbito concreto de la crítica
en él de ejercicio de la razón cínica, que
literaria, la validez de esa tesis de su teo­
el pensamiento académico no siempre
ría general sobre el sentido de la crea­
sabe captar.
ción poética.
Edición: Idearium español con El porve­ Considerados estos tres poetas «en
nir de España, ed. E. Inman Fox, Espasa conjunto», escribe en su nuevo libro el
Calpe, 1990. autor, «constituyen el resumen de toda la
SIGLO XX (I): REGENERACION1SMO Y 98
679

na concluía postulando, después de haber


filosofía europea». Naturalismo pagano,
detectado en los tres grandes poemas de
catolicismo y protestantismo son las tres
Lucrecio, Dante y Goethe los tres gran­
grandes fases de la historia del espíritu
des temas del pensamiento occidental (la
en Occidente, y a ellas corresponden esos
tres monumentos poéticos. Lucrecio es materia, el espíritu y la vida), la necesidad
de una nueva concepción del mundo que
el poeta de la Naturaleza y el paganismo;
Dante el poeta del cristianismo y del espí­ combinase las excelencias de aquellos tres
poemas y fuese cantada por un nuevo y
ritu, y Goethe, el poeta del Romanticis­
mo y de la vida. Filosóficam ente, la «altísimo poeta», el cual, añadíaSantaya­
opción de Santayana es el naturalismo na, «está todavía en el limbo».
materialista de Lucrecio — cuya fuente En ese legendario lugar discurren los
de inspiración es el atomismo de Demó- diez diálogos que componen este libro,
crito— , porque le parece ser el más com­ en los que toman sucesivamente la pala­
patible con la observación científica y bra, entre otros, los espectros de tres gran­
también el que menos se presta al enga­ des pensadores del pasado, Demócrito,
ño en la construcción de teorías mora­ Sócrates y Avicena, a los que un joven
les. Pero su análisis de literatura compa­ Extranjero visita desde la modernidad.
rada de las tres obras por él elegidas lo Mediante el artificio de estos encuentros
lleva a concluir que la falta de sensibili­ tematiza irónica y dramáticamente San­
dad para el experimento en Lucrecio y tayana la llamada «querella entre antiguos
la ausencia de fines claros en el román­ y modernos». Pero sus diálogos repre­
tico Goethe, cuyo Fausto confunde alo­ sentan también un intento de alumbrar
cadamente el camino con la meta, cons­ filosóficamente, desde la distancia que
tituyen serios déficits de racionalidad que permite la ironía, algunas de las claves del
impiden a esos dos autores alcanzar la marco conceptual en que debiera basar­
altura espiritual del universo de fines y se esa anhelada concepción del mundo
medios morales soñado por Dante. Un que fuera capaz de satisfacer los intere­
universo, precisa Santayana, que es tan ses, las exigencias de conocimiento y los
admirable por su exquisita combinación ideales de la humanidad en la actual situa­
de elementos aristotélicos y cristianos, ción histórica.
como ilusorio por su olvido idealista de De acuerdo con el lugar predom i­
la materia, pero que da al crítico base nante que otorgó siempre Santayana al
suficiente para calificar en definitiva al reino de la materia, se comprende que
genio italiano, por el formidable pano­ ahora el discurso del poeta Lucrecio sea
rama global que nos pinta en su Diurna reemplazado y superado por el de su
comedia de la vida humana y pese a su maestro, el gran filósofo Demócrito,
indicada deficiencia, como el «más racio­ padre del materialismo y del atomismo
nal» de los poetas. y a quien Santayana leyó y admiró des­
de su juventud. El espectro de ese pro­
Edición: Tres poetas filósofos: Lucrecio, feta de la ciencia lleva la voz cantante
Dante, Goethe (tr. J. Ferrater Mora), Tec- en los cinco primeros de los diez diálo­
nos, 1995.
Estudio: M. Garrido, «Introducción» al libro gos. Su visión cosmocéntrica del uni­
de Jorge Santayana, Interpretaciones de verso implica una quiebra entre la phy-
poesía y religión, Cátedra, Madrid, 1993. sis y el nomos, entre el orden real de la
naturaleza y el orden convencional de
la cultura, y esa quiebra invita a Santa­
yana a glosar la visión de esta última
DIÁLO GO S EN EL LIMBO, 1925. com o una suerte de engaño, ilusión o
Jorge Santayana, 1863-1952. demencia, sugiriendo consecuentemente
que sobrevalorar la cultura olvidándose
En Tres poetas filósofos, obra que al mismo tiempo de su función real en
precede a ésta en quince años, Santaya­ el marco de la naturaleza, es, como diría
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO
68 0

Erasmo, elogiar la locura. Al paradóji­ del fracaso, como Cristo, Marx o Cer­
co tema de la «locura normal» o «cuer­ vantes, puede amar más verdadera y más
da», entendiendo por tal una cultura crí­ democráticamente al hombre que un pro­
ticamente consciente de sus límites feta del éxito como Sócrates o Platón; y
naturales, está dedicado el tercero de también la idea de que una ética de la
los D iá logos en e l lim bo, a cuyo tér­ compasión, al estilo de la predicada por
mino el Extranjero narra el mito de Schopenhauer, puede ser más sublime
Autólogos, que es clave para la com ­ que la ética socrática de la virtud o la éti­
prensión de la filosofía de Santayana y ca kantiana del deber.
también para entender el sentido de su En Tres poetas filósofos Santayana
novela E l ú ltim o puritano. había constatado que el esplritualismo de
En los tres siguientes diálogos el espec­ Dante, admirable en su arquitectónica cla­
tro de Sócrates mide sus armas dialéc­ ridad, adolecía del defecto de fundarse en
ticas con las del joven Extranjero. La acti­ la idealización cristiana del sistema aris­
tud encamada por el romántico vitalismo totélico. Su contrapartida en Diálogos en
de Fausto en Tres poetas filósofos, es el limbo es una operación consistente en
escrutada en este nuevo libro, con la ópti­ poner del revés a Aristóteles como hizo
ca del filósofo, en lo que a juicio de San­ Hegel con Marx. La responsabilidad de
tayana es su más remota raíz y antece­ efectuar semejante malabarismo le es
dente: la obsesión socrática por centrar endosada a Avicena, protagonista de los
todo análisis en el conocimiento del hom­ dos últimos diálogos, y en la atmósfera
bre, olvidando la investigación del cos­ de magia que los impregna es máxima la
mos. Sócrates, padre del platonismo, altura literaria que alcanzan las páginas
discutirá con su antagonista los crucia­ del libro. Esos diálogos modulan el canto
les conceptos de democracia y amor al de Santayana a la materia con el tema de
hombre. Es una curiosa paradoja que la agonía del espíritu, que obsesionaría al
el Extranjero, que no demuestra dema­ anciano pensador en la última etapa de
siado entusiasmo por defender frente a su vida.
Sócrates nuestra moderna democracia, En 1948, veintitrés años después de
se manifieste luego, al confrontar las ide­ aparecida la edición original, Santayana
as de filantropía y caridad, como el más publicó una segunda de su libro enrique­
demócrata de los metafísicos. Ambos cida con tres nuevos diálogos.
interlocutores concuerdan en que el ver­
dadero filántropo, del que Sócrates es Edición: Diálogos en el limbo, Tecnos,
paradigma, ama al hombre tal y como 1996.
éste debe ser, en la plenitud de su per­ Estudio: I. Izuzquiza, Santayana o la ironía
fección, y de ahí la afinidad electiva del de la materia, Anthropos, 1989.
maestro de Platón por los jóvenes pri­
vilegiados de su entorno que pudieran
llegar a esa cima. P ero si el conjunto
de los hombres perfectos es, en realidad, VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO,
numéricamente escaso y la inmensa 1905.
mayoría de los humanos viven toda su Miguelde Unamuno, 1864-1936 (véase
vida lejos de esa para ellos, de hecho, p. 647).
imposible perfección, agobiados por las
frustraciones, ¿no habría que decir que
el ser, sea o no divino, que ame verda­
deramente al hombre es el que lo ama DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA
no com o debe ser sino com o es real­ VIDA EN LOS HOMBRES Y EN LOS
mente, en su inescapablemente mise­ PUEBLOS, 1913.
rable condición? Esto sugiere el para­ Miguel de Unamuno, 1864-1936 (véase
dójico pensamiento de que un profeta p. 172).
681 SIGLO XX (I): REGENERACIONISMO Y 98

A G O N ÍA DEL CRISTIANISMO (LA), el prólogo a la segunda edición de esta


1926. novela (1933), dice su autor: «tengo la
Miguelde Unamuno, 1864-1936 (véase conciencia de haber puesto en ella todo
p. 26). mi sentimiento trágico de la vida coti­
diana».

Edición: San Manuel Bueno, mártir, Espa­


S A N M A N U E L B UE N O , MÁRTIR, sa Calpe, 1995.
Estudio: A. Sánchez Barbudo, Estudios
1931. sobre Unamuno y Machado, Guadarrama,
Miguelde Unamuno, 1864-1936. 1959, pp. 141-183.

Breve novela filosófica y teológica,


escrita en 1930 y publicada al año siguien­
te, cinco antes de la muerte de su autor. ARIEL, 1900.
Sánchez Barbudo la ha definido como «el José Enrique Rodó, 1872-1917.
testamento religioso de Unamuno». El
motivo principal es la agonía interior de Ensayo moral sobre la contraposición
Don Manuel, un caritativo párroco de entre el idealismo latinoamericano y el
aldea que cree haber perdido la fe pero materialismo utilitarista anglosajón. A fines
lucha cada día hasta extenuarse, convir­ del XIXla hegemonía del pensamiento
tiendo incluso a algún incrédulo, para positivista, paradigma ideológico de las
que no la pierda su ingenuo pueblo. Una naciones latinoamericanas tras emanci­
devota mujer, que relata la historia, con­ parse del modelo de ideología tradicio-
forta y consuela con su fe viva al deses­ nalista de la metrópoli española, se
perado sacerdote. El escenario, la aldea derrumbó cuando éstas empezaron a ver
de Valverde al borde de un lago, le fue también en el positivismo el instrumen­
sugerido al autor cuando visitó en junio to a través del cual las potencias euro­
de 1930, pocos meses antes de escribir peas no españolas y los Estados Unidos
San Manuel, el lago de Sanabria, «don­ las estaban sometiendo a una nueva colo­
de vive la leyenda de una ciudad, Val- nización. El uruguayo José Enrique Rodó,
verde de Lucerna, que yace en el fondo influido por Rubén Darío, fue el más cul­
de las aguas». El contraste plástico entre to de los líderes de aquel movimiento anti­
el pueblo real y el hundido y muerto en positivista y el creador, como ha dicho
el lago ayuda al lector a visualizar el con­ Leopoldo Zea, «de la primera gran teoría
traste espiritual que guardan las obras y filosofía de la cultura latinoamericana».
externas de Don Manuel, que mantienen Dos criaturas fantásticas de La tem ­
viva la fe de su pueblo, con la mortal tris­ pestad de Shakespeare: Ariel, «genio del
teza que le produce en el fondo del alma aire», que representa «la parte noble y ala­
al desdichado sacerdote el sentimiento de da del espíritu, el imperio de la razón y el
haber perdido su fe personal. Puede que sentimiento sobre los bajos estímulos de
le haya servido de modelo o de inspira­ la irracionalidad» y Calibán, «símbolo de
ción a Unamuno para su relato, como ati­ sensualidad y de torpeza» son elegidos por
nadamente ha sugerido Sánchez Barbu­ R odó como puntos alegóricos de refe­
do, el famoso capítulo del E m ilio de rencia para desarrollar la antítesis entre
Rousseau titulado la «Profesión de fe de espíritu y materia, entre una civilización
un vicario savoyano». La diferencia está idealista de tradición griega y cristiana y
en que el vicario le predica a Emilio el «la imagen de esa democracia formidable
deísmo, que es para Rousseau diáfano y y fecunda que allá en el norte ostenta las
exento de interior tragedia, mientras que manifestaciones de su prosperidad y su
Unamuno utiliza la trama narrativa del poder». Las páginas del A riel que mayor
cuento para ejemplificar su teoría de la fe impacto causaron critican la dominación
«pascaliana» como agonía del espíritu. En norteamericana: «la poderosa federación
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 682

va realizando entre nosotros una suerte tancia, guarda alguna afinidad con el coe­
de conquista moral». «Tenemos nuestra táneo mensaje de algunos noventayo-
nordomanía. Es necesario oponerle los chistas en España. El posterior conjunto
límites que la razón y el sentimiento seña­ de ensayos de Rodó, Los motivos de Pro­
lan de consuno.» teo (1910), continúa, proyectándolos en
Este ensayo de Rodó fue, pese a ser tomo al problema de la vocación indivi­
también acervamente criticado, evange­ dual, los mismos puntos de vista.
lio cultural de un núcleo de intelectuales
americanos de habla hispana entre los Edición: Ariel. Los motiuos de Proteo, pró­
logos de Carlos Real de Azúa, Caracas,
años 1905 y 1915. En la medida en que
Biblioteca Ayacucho, 1985.
conjuga lo universal del modernismo con Estudio: L. Zea, El pensamiento latino­
la preocupación por la propia circuns­ americano, Ariel, 1976.
SIGLO XX (II)
BIEN PLANTADA (LA), La Ben Plan­ mediterráneo («aconsejaron los últimos
tada, 1911. románticos: haz tu propia vida como un
Eugenio d’Ors, 1882-1954. poema. La Bien Plantada aconseja más
pronto: haz tu propia vida como la ele­
Con este título publicó el pensador gante demostración de un teorema mate­
español Eugenio d’Ors en su primera eta­ mático»).
pa catalana un conjunto de glosas reuni­
das en una novela que ha sido calificada Edición: La Bien Plantada (tr. del catalán
de «representación y símbolo de la Cata­ por R. Marquina), Planeta, 1982.
luña naciente» y de «breviario de la Raza».
Estudio: J. L. L. Aranguren, La filosofía de
Eugenio d’Ors, Espasa Calpe, 1981.
El propio autor, que la firmaba con el seu­
dónimo Xenius, proclamó: «nosotros no
escribimos un poema lírico, sino un ensa­
yo teórico sobre la filosofía de la catala- SECRETO DE LA FILOSOFÍA (EL),
nidad». 1947.
El epíteto «la bien plantada» es la for­ Eugenio d’Ors, 1882-1954.
mularia descripción de una mujer, el per­
sonaje principal del relato, que se recor­ La principal obra de carácter sistemáti­
ta sobre el fondo de un pueblo de veraneo co de Eugenio d’Ors, que contiene, expues­
en la costa del mar Mediterráneo. Su nom­ ta con gran elegancia, la síntesis de su pen­
bre, Teresa, es asociado a la Teresa de samiento filosófico. El libro — cuyo origen
Ausías March, y la construcción de este es un curso de doce lecciones impartido
personaje le da ocasión a D’Ors para pro­ por D’Ors en Barcelona, Córdoba (Argen­
pugnar su programa cultural del nou- tina) y Ginebra entre 1917 y 1923— se
centismo o «nove/ocenüsmo», con el que divide en tres partes: «teoría de las ideas»,
lideró, hasta ser defenestrado tras el falle­ «teoría de los principios» y «teoría del saber»,
cimiento de su protector político Prat de a las que precede una discusión prelimi­
la Riba, la renovación de la vida intelec­ nar sobre la noción de filosofía. Cada par­
tual en la Cataluña de la segunda déca­ te va seguida de un «diálogo», y un suma­
da del siglo. Pero, con independencia rio final quintaesencia en quinientas palabras
de esta circunstancia, la obra contiene ya la filosofía del autor.
en germen todas las ideas claves del pen­ El pensamiento dorsiano puede ser
samiento de D ’ Ors, particularmente su caracterizado como un «intelectualismo
antirromántica vocación por el clasicismo humanista»: «intelectualismo», porque se

[ 683]
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 684

sitúa más allá del dilema entre raciona­ pos tradicionales de contradicción y de cau­
lismo (de Descartes a Kant) e irraciona- salidad o razón suficiente, a los que pro­
lismo (de Kierkegaard a Bergson) en que pone sustituir, respectivamente, por los de
se hallaba inmersa la filosofía de su tiem­ participación y de función exigida. Final­
po, y también porque quiere continuar la mente, en la tercera parte o teoría del
pugna por la claridad solar o «helioma- saber (lecciones XI-XII), el anterior corte­
quia» propia del clasicismo mediterráneo; jo a la verdad culmina en las nupcias con
y «humanista», por el papel básico que ella. Totalidad y humanismo son los ingre­
otorga al hombre, integralmente consi­ dientes esenciales de la filosofía en esta
derado como faber (el hombre que tra­ fase, que es «saber» y «sabor», teoría y seny
baja), ludens (el hombre que juega y valo­ o sentido común, e incorpora la Ciencia
ra) y sapiens (el hombre que conoce y que de la Cultura.
sabe).
El secreto de la filosofía es, como dice Edición: El secreto de la filosofía, Tecnos,
su autor en los Preliminares (lecciones I- 1997.
Estudio: E. Colomer, S. J., «Eugenio d’Ors.
III), un tratado de filosofía general o dia­
El hombre y su obra», en Historia general
léctica, entendiendo esta palabra no en de las literaturas hispánicas, tomo VI, Bar­
el sentido hegeliano de síntesis de ele­ celona, 1967.
mentos contradictorios, sino en el senti­
do platónico-socrático de saber superior
a toda ciencia particular y esencial e iró­
nicamente abierto al diálogo: «hay que T EM A DE N UE STR O TIEMPO (EL),
aprender a ver, en la historia de la Filo­ 1923.
sofía, com o una amplia asamblea. Y, José O rtega y Gasset, 1883-1955 (véa­
cuando en ella — no importa si contradi­ se p. 596).
ciéndose— han pronunciado ya sus dis­
cursos los preopinantes Heráclito y Pitá-
goras, Sócrates y Platón y Aristóteles,
Epicteto y Epicuro, Dionisio y Agustín, REBELIÓN DE LA S M A S A S (LA),
Tomás y Escoto, Lulio y Vives y Suárez, 1930.
Descartes y Spinoza y Leibniz, Kant y José O rtega y Gasset, 1883-1955 (véa­
Hegel y los Románticos y los ochocen­ se p. 536).
tistas y los modernos y Kiergegaard y el
profesor Heidegger, que vive aún, la pala­
bra pasa a... a ti, lector, a cuyo oído soplo IDEA DE PRINCIPIO EN LEIBNIZ Y
yo, en el libro presente, el secreto de la
L A E V O L U C IÓ N DE LA TEORÍA
Filosofía.» DEDUCTIVA (LA), 1958.
En la primera parte o teoría de las ideas
José O rtega y Gasset, 1883-1955 (véa­
(lecciones 1V-V) el autor subraya el funda­
se p. 343).
mentalísimo valor de la palabra para la filo­
sofía, defiende la categoría básica de Orden
y extiende el discurso categorial al ámbito
de la filosofía de la cultura, donde cons­ EN T ORN O A GALILEO, 1933.
truye conceptos tales como los de eones José O rtega y G asset, 1883-1955.
(las constantes históricas, como el barro­
co o lo eterno femenino) y mitos (de los Sin ser ésta una de las obras más leí­
que son ejemplos el derecho divino de los das, es sin embargo una de las más impor­
reyes o la «dictadura del proletariado»). En tantes de cuantas escribió Ortega. Es el
la segunda parte o teoría de los principios texto de un curso de doce lecciones impar­
(lecciones VI-X) d’Ors discute, apoyándo­ tido en 1933 en la Universidad de Madrid,
se en su criterio de ironía y en resultados cuya oportunidad venía justificada por la
de la ciencia contemporánea, los princi- fecha: justo trescientos años antes, en
685 SIGLO XX (D)

1633, el anciano Galileo fue obligado a las generaciones, esencial ingrediente de


abjurar de la teoría copemicana. su explicación de la trama de la historia.
Galileo, uno de los padres fundado­ Con estos presupuestos puede ya ocu­
res del mundo moderno, revolucionó la parse en la lección VI, que titula «Cambio
ciencia de la mecánica formulando las y crisis», de la definición y el mecanismo
leyes que la gobiernan con ayuda de las de esta última: una crisis histórica tiene
construcciones ideales que permite efec­ lugar cuando cambia radicalmente nues­
tuar el método hipotético-deductivo. Orte­ tro mundo, cuando a una generación le
ga se propone la ambiciosa tarea de cons­ falla el sistema global de convicciones que
truir análogamente, con el mismo rigor le transmitió la anterior, y así, sobrecar­
ideal, «una cuasi-mecánica de la historia», gada por el peso de una cultura que ya no
«una historia verdaderamente científica», le sirve, se queda sin mundo. Finalmente,
cuya misión sería formular las leyes que y después de añadir en la lección VII una
regulan la estructura esencial e invarian­ nueva teoría, la verdad como coinciden­
te de los procesos vitales e históricos, el cia del hombre consigo mismo, Ortega
esquema de los cambios o crisis de la his­ procede en el resto del libro (lecciones VDI
toria. a XII) a reconstruir con detalle la crisis que
Pero la extrapolación del método hipo­ lleva al hombre occidental del mundo paga­
tético deductivo al ámbito de la vida y de no al cristiano y de éste al mundo moder­
la historia no puede ignorar el hecho de no o científico, que a su vez hace crisis a
que este ámbito es radicalmente diverso principios del siglo xx. Su conclusión es
de la física, entre otras razones porque los que «el método de investigación tiene que
datos a recopilar no son mero objeto de ser la idea de las generaciones, raíz últi­
observación, sino de interpretación y her­ ma de los cambios históricos».
menéutica. Para dar cumplimiento al reto Con el título Esquema de las crisis,
que se ha propuesto, Ortega vuelve a aparecieron más tarde publicadas, en
exponer su teoría fundamental de la vida 1942, las lecciones V-VIII de este ensayo.
humana como drama cuyo argumento es
la confrontación del yo con su circuns­ Edición: En torno a Galileo, Alianza, 1994.
tancia, pero complicándola y enrique­ Estudio: J. Marías, El método histórico de
ciéndola con un copioso arsenal de nue­ las generaciones, Revista de Occidente,
vas teorías. La estructura de la vida, el 1967.
quehacer del hombre en su circunstancia,
es la sustancia de la historia, de suerte que
las teorías de ambas, de la vida y de la his­
toria, se imbrican mutuamente. Nuestro E S P A Ñ A EN S U H ISTORIA. CRIS­
entorno o circunstancia tiene una arqui­ TIANOS, M OROS Y JUDÍOS, 1948.
tectura, que es, en definitiva, el mundo o A mérico C astro , 1885-1972.
universo social y cultural en el que vivimos
insertos, el conjunto de soluciones, con­ Obra principal de este crítico e inves­
vicciones, ideológias y técnicas, incluido tigador que ha marcado un giro coper-
el lenguaje, cuyo carácter colectivo cons­ nicano en el modo de abordar la proble­
triñe, a la par que encauza, el ámbito de mática del ser histórico de España. Su
maniobra de nuestras decisiones perso­ primera edición (Buenos Aires, 1948) lle­
nales. La pregunta radical de la historia, vaba por título España en su historia;
según Ortega, es «cómo ha variado la una segunda edición, muy revisada y
estructura de la vida»: «¿qué cambios de la modificada (México, 1954) lo cambió por
estructura vital ha habido? ¿Cómo, cuán­ La realidad histórica de España.
do y por qué cambia la vida?» Los supuestos metodológicos y doc­
En las lecciones III, IV y V Ortega desa­ trinales de la obra se inspiran en la filo­
rrolla más a fondo que en ningún otro de sofía historicista y vitalista de Dilthey y
los libros por él publicados su teoría de Ortega. Castro ha acuñado el concepto
DICCIONARIO DE LAS M U OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 686

de «forma de vida», entendiendo por tal N ATU R A LEZA , HISTORIA, DIOS,


«una manera de existir que la tradición pro­ 1944.
longada fija en rasgos tenaces e indelebles», X avier Zubiri, 1898-1983.
una estructura resultante de la concepción
del mundo y de la vida y la reacción ante Este volumen reúne doce importantes
las circunstancias de un grupo histórico ensayos sobre temas tan diversos como
condicionado por una situación vital dura­ la física nuclear, el saber histórico y la teo­
dera. «Morada vital» y «vividura» son dos logía, que corresponden a la etapa de pri­
nociones complementarias que describen mera madurez, la fenomenológico-onto-
y explican, la primera conceptual y la segun­ lógica, del pensamiento de su autor, quien
da vivencialmente, el «nosotros» de un gru­ además de ser un gran pensador español
po histórico. Para Castro, la forma de vida de nuestro siglo es el más sufrido repre­
de los españoles, se forjó principalmente sentante actual del exilio interior hispa­
en los novecientos años de convivencia de no, del que lo han hecho víctima no sólo
tres comunidades dispares, cristiana, islá­ el régimen franquista sino también el pos­
mica y judía en el proceso de la reconquista franquista. Todavía no se ha reparado
tras la invasión musulmana. La adopción debidamente en el hecho de que los gober­
de la idea islámica de guerra santa que se nantes de la transición, que devolvieron
plasma en la tradición guerrera del após­ sus cátedras a los profesores universita­
tol Santiago, la penetración de los judíos, rios destituidos o dimitidos por razones
los fenómenos recurrentes de repulsión, políticas en la década de los sesenta (Aran-
conversión, persecución y desengaño, en guren, Tierno, García Calvo, Valverde),
simbiosis con etapas en que prevalecieron no lo hicieron así con Zubiri, quien, por
altos modelos de tolerancia, la exaltación las mismas o parecidas razones, había
de la creencia, han fructificado en esplén­ dimitido en solitario también de la suya
didos resultados espirituales, artísticos y ya en los años cuarenta.
literarios, pero han mantenido a España En casi todos los ensayos de este libro,
alejada de Europa y sus cambios políticos, especialmente en los de tema histórico
científicos y económicos: «el que no tenga («Nuestra situación intelectual», «La idea
cotización en el mercado del conocimien­ de Filosofía en Aristóteles», «El saber filo­
to físico no significa que la serie Femando sófico y su historia», «Sócrates y la sabi­
de Rojas (La Celestina), Hernán Cortés, duría griega», «Hegel y el problema meta-
Cervantes, Velázquez y Goya no signifi­ físico»), se acusa la influencia de la
quen en el mundo de la axiología, de los fenomenología de Husserl — en cuyo hori­
valores máximos del hombre, nada de zonte se instala inicialmente el autor—
menor volumen que Leonardo, Copémi- como también la de sus otros dos gran­
co, Descartes, Newton y Kant». La dife­ des maestros, Ortega y Heidegger. Pero
rencia entre la obra de Américo Castro y en toda la obra es ya manifiesta la pers­
anteriores ensayos en parecida línea de pectiva del nuevo horizonte ontológico
Ganivet y Unamuno, está en el grado de instaurado por Zubiri, que se propone
erudición y de rigor filológico con que el trascender con él la fenomenología, el
autor de España en su historia respalda vitalismo y el existencialismo. En este hori­
sus tesis. El historiador Claudio Sánchez zonte se establece la fundamental tesis
Albornoz dedicó su colosal obra España, zubiriana de que el problema de la apre­
un enigma histórico (Buenos Aires, 1957) hensión de la realidad tiene primacía sobre
a rebatirlas. el problema, básico para Heidegger, de
la comprensión del ser.
Ediciones: España en su historia. Cristia­ Una de las aportaciones más intere­
nos, moros y judíos, Grijalbo, 1996; La rea­ santes del libro es el original plantea­
lidad histórica de España, Méjico, Porrúa,
1954. miento propuesto por Zubiri en el ensa­
Estudio: G. Araya, El pensamiento de Amé- yo «En torno al problema de Dios». Es
rico Castro, Alianza, 1983. una conquista apenas discutida de la feno­
687 SIGLO XX (II)

menología y la filosofía existencial haber y realidad, 1984), Inteligencia y logos


advertido que el problema de la reali­ (1982) e Inteligencia y razón (1983).
dad del mundo exterior puede situarse El tratado Sobre la esencia se divide
en una dimensión previa a la polémica en tres partes de muy desigual extensión.
entre idealismo y realismo, pues en la La primera, «El problema de la esencia»,
medida en que el hombre está esencial e es de carácter introductorio y abre la dis­
intencionalmente abierto al mundo, éste cusión distinguiendo tres sentidos de la
no es un accidente que pueda dársele o esencia: uno «latísimo», el «qué» o quid
no dársele al ser humano, sino un cons­ indicativamente aprehendido de la cosa;
titu tiv o fo rm a l suyo. Análogamente, otro «lato», el quid denominativo de lo que
sugiere Zubiri, nuestra condición de seres llama Zubiri la constitución o la sustanti-
«arrojados» al mundo, implantados en vidad de la cosa; y uno tercero o estricto,
la existencia, donde hemos de realizar según el cual la esencia es el principio o
nuestro ser personal, reviste un carác­ fundamento de las notas constitutivas de
ter de «misión» que nos ata o religa a un la cosa. Cada uno de estos sentidos es cap­
algo fundamental, a una raíz fundante de tado o elaborado, respectivamente, por la
la que esa misión dimana y de la cual es aprehensión simple, el logos y la razón,
claro, por problemática que ella sea, que que son, según Zubiri, los tres momen­
se sitúa en una dimensión esencial de tos básicos de la intelección.
nuestra existencia, el ser fundamenta­ La segunda parte, «Algunas ideas clá­
do, rasgo que es ontológicamente ante­ sicas sobre la esencia» es de carácter his­
rior a toda polémica sobre la existencia tórico. En ella discute Zubiri las doctrinas
o inexistencia de Dios. al respecto de Husserl (esencia como uni­
dad de sentido), Hegel, Leibniz y Aristó­
Edición: Naturaleza, historia, Dios, Alian­ teles, a quien hace responsable del vicio
za, 1994. general de logicismo o conceptismo del
Estudio: A. Pintor Ramos, Zubiri, Eds. del que, en su opinión, todas ellas adolecen.
Orto, 1996.
La tercera parte, «La esencia, momen­
to estructural de lo real», ocupa los cuatro
quintos de la extensión del libro. Zubiri
prearticula la conquista intelectiva de ese
SOBRE LA ESENCIA, 1962. momento en tres ámbitos: el de lo «esen-
X avier Z ubiri, 1898-1983. ciable» (la esencia captada por la apre­
hensión simple), el de lo «esenciado» (la
Este libro inaugura el ciclo de publica­ esencia afirmada por el logos) y el de la
ciones de la tercera y última etapa, de «esencia misma de lo real» (ámbito final­
definitiva madurez, del pensamiento de mente prensado o elaborado por la razón).
Zubiri, que él llama «metafísica». En pala­ El ámbito de lo esenciable es para Zubi­
bras escritas por el autor en 1984, dicha ri «el ámbito de la realidad», aportando con
etapa se apoya en la doble convicción de ello una concepción de la cosa como rea­
que: 1) «la filosofía no es filosofía de la lidad — o, por usar su propia terminolo­
objetividad ni del ente, no es fenomeno­ gía, la aprehensión de lo que compete a
logía ni ontología, sino que es filosofía de la cosa «de suyo»— , que se opone radi­
lo real en cuanto real, es metafísica»; y 2) calmente a la concepción husserliana de
«a su vez, la intelección no es conciencia, la cosa como sentido. La realidad esen-
sino que es mera actualización de lo real ciada fue para Aristóteles la sustancia
en la inteligencia sentiente». A la prime­ como sujeto de inhesión de los acciden­
ra de estas dos motivaciones, que son tes; para Zubiri, que desea superar el logi­
complementarias, se da cumplimiento en cismo subyacente a la teoría categorial del
Sobre la esencia (1962) y a la segunda ser según Aristóteles, esa realidad no es
en la trilogía Inteligencia sentiente (1980; la sustancia, sino la «sustantividad»; para
retitulada en cuarta edición: Inteligencia él la cosa se actualiza o proyecta en el
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 688

conjunto de sus notas, algunas de las cua­ concientes que otras.» El integracionismo
les constituyen, en unidad concatenada de Ferrater, que pretende ser a la vez
en sistema, la «Índole» de la cosa: «la «nocional» y «real», utiliza los conceptos-
estructura primaria de la cosa es su ‘cons­ límites como marcos categoriales de polos
titución’»; y «lo que la constitución cons­ opuestos en cuyo interior cabe detectar
tituye es una sustantividad», siendo «la rea­ realidades, o mejor «tendencias» a ser rea­
lidad así constituida» «una realidad lidad. «Sólo mediante la conjunción de
sustantiva». Es finalmente tarea de la razón dos opuestos polos — o el manejo de dos
pensar la esencia misma de la realidad opuestos conceptos-límites— puede situar­
com o «principio» y «fundamento» de la se y, con ello, fundarse conceptualmen­
cosa, una tarea que después de culmina­ te una realidad o un proceso.»
da se cierra, a modo de conclusión, con El objetivo de El ser y la muerte — libro
estas palabras finales del libro: «En defi­ que tiene su origen en otro anterior, aun­
nitiva, como principio, la esencia es prin­ que bastante distinto, El sentido de la
cipio estructural de la realidad.» muerte, publicado por Ferrater en 1947—
es enfocar el problema de la muerte den­
Edición: Sobre la esencia, Alianza, 1985. tro del contexto de una filosofía integra­
Estudio: D. Gracia, Voluntad de verdad. cionista, donde pudieran conjugarse los
Para leer a Zubiri, Labor, 1986, especial­ puntos de vista del pensamiento filosófi-
mente pp. 194-203.
co-científico, que prescinde del factor per­
sonal en el planteamiento de las cuestio­
nes, con los puntos de vista del
pensamiento humanista, que tiene siem­
SER Y LA MUERTE (EL). Bosquejo de pre seriamente en cuenta ese factor.
filosofía integracionista, 1962. Ferrater afirma, parodiando a Aristó­
José Ferrater M ora , 1912-1991. teles, que la muerte puede, como el ser,
«decirse de muchas maneras» y que, al
Constante aspiración de Ferrater ha igual que se habla de la analogía entis,
sido, como puede leerse en la «Introduc­ puede hablarse asimismo de una analo­
ción» de este libro, lograr «una concep­ gía mortis. Tres grandes y muy distintos
ción de lo real capaz de reconocer a la ámbitos del ser: la realidad inorgánica, la
vez su variedad y la articulación de sus realidad orgánica y la persona humana,
diversos componentes», lo cual le ha lle­ que son susceptibles de ser polarmente
vado a «proponer un modo de filosofar ordenados desde el concepto-límite de
que puede calificarse de integracionis- «exterioridad» al de «interioridad», están
mo». El integracionismo «postula la nega­ sujetos en diversos grados a la muerte, la
ción de todo absoluto, llámese Naturale­ cual se manifiesta como mera cesación
za o espíritu, objeto o conciencia». Pero externa («mortalidad mínima») en el pri­
al mismo tiempo admite todos los llama­ mero de esos ámbitos, como proceso ter­
dos absolutos, si bien despojándolos de minal de la vida biológica de un individuo
su pretensión exclusivista y considerán­ en el segundo, y como muerte «propia» e
dolos más bien como «conceptos-límites, interior en el ámbito de la vida personal
que designan a lo sumo realidades-lími­ humana («mortalidad máxima»).
tes. Entre estas realidades — que llamo Situado cronológicamente hacia la
con frecuencia polos— se insertan, acer­ mitad del más de medio siglo de produc­
cándose más o menos a ellas, pero sin ción literaria de Ferrater, este libro repre­
jamás transformarse en ellas — sin jamás senta el punto de mayor equilibrio en
absolutizarse— las realidades efectivas. dicha producción entre el enfoque de la
Nada es pura materia o puro espíritu; nada filosofía existencial de la persona, típico
es puro objeto o puro sujeto... Pero hay del pensamiento continental europeo pre-
entidades que son más materiales que valente hasta los años cincuenta, y el enfo­
otras, o más orgánicas que otras, o más que más racional y objetivo de la filosofía
689 SIGLO XX (II)

analítica del orbe anglosajón, que logra­ de las ideas de modernidad y de progre­
ría alcanzar mundial predominio en el so, como ilustra el autor de este ensayo
penúltimo cuarto de siglo. Por ese enfo­ analizando inteligentemente la obra de
que se inclinaría luego más claramente el esas figuras.
pensador español, efectuando, por utili­ El anterior análisis le permite a Tierno
zar la fórmula que dio título a otro libro sugerir que el problema del pensamiento
suyo escrito doce años después, el corres­ conservador hispano reside, pura y sim­
pondiente Cambio de marcha en f ilo ­ plemente, en que no existe como tal, pues
sofía (1974). los pensadores usualmente calificados de
conservadores en los manuales y tratados
Edición: El ser y la muerte, Alianza, 1988. del pensamiento político español son meros
Estudio: P. Cohn, «Tendiendo puentes: la importadores del «tradicionalismo» francés
teoría del sentido y el continuo en Ferrater
Mora», Teorema, 11 (1981), pp. 37-56. de De Maistre y Bonald, una corriente que
no puede ser, en rigor, adscrita como el
conservadurismo europeo a la tradición
racional, sino que más bien debe ser inter­
TRADICIÓN Y MODERNISMO, 1962. pretada, igual que el Romanticismo, como
Enrique Tierno Galván, 1918-1986. un retomo de la tradición mágica. Tierno
inserta en esta tendencia no sólo a Dono­
Lúcido análisis de la relación dialécti­ so Cortés y a Balmes — a quien elogia, sin
ca entre el par de conceptos «tradición» embargo, por su independencia y sentido
y «modernismo», llevado a cabo desde la crítico, caracterizándolo como un «Burke
óptica de un pensamiento radical por español»— , sino también, por su fideísmo
quien ha sido, según Mermall, «el filóso­ religioso, a Feijoo.
fo más capaz en la historia del socialis­ En los capítulos finales el autor hace
mo no utópico español". objeto de su consideración al funciona­
Tierno inicia su ensayo distinguiendo lismo pragmático y consumista de la socie­
entre una tradición «mágica» o «dogmá­ dad afluente del bienestar, en cuyo apo­
tica», de remoto origen eclesiástico-reli­ geo tuvo lugar precisamente la gestación
gioso, y una tradición «racional» o «críti­ de este ensayo. A juicio de Tierno ese fun­
ca», elaborada por la intelectualidad cionalismo no sólo aleja en los países desa­
burguesa para legitimar el poder emer­ rrollados de Occidente la posibilidad de
gente de los Estados modernos, a lo lar­ una revolución (fórmula aún abierta, sin
go de un proceso que se inicia con embargo, para los países del tercer mun­
Maquiavelo y Bodin y se desarrolla con do), sino que tiende incluso a vaciar de
las grandes figuras del pensamiento con­ contenido al conservadurismo de tradi­
servador europeo, como Montesquieu, ción racional.
Voltaire, Locke o Burke. Siendo esa nue­
Edición: Tradición y modernismo, Tecnos,
va tradición eminentemente conservado­
1962.
ra, adopta, sin embargo, el punto de vis­ Estudio: R. Morodo, Tierno Galván y otros
ta empírico y se alimenta al mismo tiempo precursores políticos, Eds. El País, 1987.
ÍNDICE
DE AUTORES
Las obras tratadas en este diccionario han sido reclasificadas en este índice por
nombres de autores. Dentro de cada autor, las obras están ordenadas según el orden
cronológico de su primera aparición o, en su defecto, de su redacción. En este últi­
mo caso, la fecha que aparece tras el título va precedida por un rombo. Las obras
cuyos títulos llevan la indicación «s.f.» («sin fecha») han sido agrupadas al final de las
respectivas listas por orden alfabético. El asterisco (*) que sigue al nombre de un autor
significa que el autor en cuestión cuenta con una entrada en este índice. Finalmen­
te, el número en negrita es la página en donde comienza el artículo acabado de men­
cionar.

ABELARDO, Pedro, filósofo y teólogo AGRIPPA V O N NETTESHEIM, Hein-


francés de lengua latina (1079-1142). rich Comelius, médico, alquimista y filó­
Dialéctica, o hacia 1118-1137, p. 182. sofo alemán de lengua latina (1486-1535).
Diálogo entre un filósofo, un judío y un De la filosofía oculta, 1531-1533, p. 138.
cristiano, O hacia 1141, p. 184.
A GUSTÍN (Aurelius Augustinus, San),
ADLER, Alfred, médico y psicólogo aus­ teólogo latino, Padre de la Iglesia (354-430).
tríaco, discípulo de Freud* (1870-1937). Contra los Académicos, o 386, p. 101.
Conocimiento del hombre, 1921, p. 93. D el libre albedrío, o entre 388 y 395,
p. 169.
ADORNO , Theodor Wiesengrund, filó­ D el Maestro, o 389, p. 170.
sofo, epistemólogo y musicólogo alemán Tratado de la Trinidad, o de 399 a 419,
(1903-1969). p. 624.
Dia léctica de la Ilustración (La ) (con Confesiones (Las), o hacia 400, p. 90.
Horkheimer*), 1947, p. 182. Ciudad de Dios (La), o entre 410 y 426,
Filosofía de la nueva música, 1949, p. 291. p. 78.
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Dialéctica negativa, 1966, p. 184. ALAIN, Émile Auguste CHART1ER (lla­
Teoría estética, 1970, p. 603. mado), filósofo y ensayista francés (1868-
1951).

[6 9 1 ]
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 692

Divagaciones, 1906-1951, p. 208. A M BROSIUS VICTOR (André M AR­


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na (hacia 1193-1280). griego (hacia 610-hacia 546 a.C.).
Suma de teología, o hacia 1276, p. 589. Véase MILESIOS (los): Fragmentos, s.f.

ALEMBERT, Jean LE R O N D d\ filó­ ANAXÍMENES de Mileto, filósofo grie­


sofo y matemático francés (1717-1783). go (hacia 586-hacia 526 a.C.).
Discurso preliminar de la Enciclopedia, Véase MILESIOS (los): Fragmentos, s.f.
1751, p. 197.
Enciclopedia (con Diderot*), de 1751 a A NSELM O de Canterbury (San), filó­
1772, p. 223. sofo y teólogo de origen lombardo, arzo­
bispo de Canterbury (1033-1109).
ALEJANDRO DE AFRODISIA, filóso­ M onologion, o hacia 1075, p. 439.
fo peripatético griego (final del siglo II- Proslogion, o hacia 1078, p. 514.
principios del m). De la verdad, <>de 1080 a 1085, p. 151.
D el destino y de la libertad, o entre 198 De la libertad de elección, o entre 1080
y 209, p. 162. y 1085, p. 144.

AL-FARABI, véase FARABÍ. ARENDT, Hannah, filósofa americana


de origen alemán (1906-1975).
AL-GHAZALI, véase GHAZALI. Orígenes del totalitarismo (Los), 1951,
p. 467.
A LQ U IÉ , Ferdinand, filósofo francés Crisis de la cultura (La), 1954, p. 109.
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Consciencia afectiva (La), 1979, p. 96. ARISTÓFANES, poeta cómico griego
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(1918-1990).
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p. 549. filósofo griego (384-322 a.C.).
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de la Iglesia (hacia 340-397). De la generación y la corrupción, o hacia
De la fe, o entre 377 y 380, p. 138. 334-330 a.C., p. 138.
693 ÍNDICE DE AUTORES

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o entre 330 y 322 a.C., p. 138. A UR O BIN D O , Ghosh (Sri), filósofo y
Retórica, o entre 329 y 323 a.C., p. 547. místico hindú de origen bengalí (1872-
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Organon, s.f., p. 465.
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Refutaciones sofísticas, s.f. Veáse Orga­ 1890, p. 110.
non.
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BLOOMF1ELD, Leonard, lingüista ame­
B ERKELEY, G eorge, teólogo y filóso­ ricano (1887-1949).
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1709, p. 230. BODIN, Jean, jurista, economista y filó­
Tratado sobre los principios [o Prin ci­ sofo francés (hacia 1530-1596).
pios] del conocim iento humano, 1710, Seis libros de ¡a República (Los), 1576,
p. 633. p. 553.
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1713, p. 637. B O ECIO, Anicius Manlius Severinus
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p. 27. 480-524).
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cés de lengua latina, Doctor de la Iglesia B O L Z A N O , Bernhardt, matemático,
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BONNET, Charles, filósofo y naturalis­
BERTHELO T, Marcelin, político y quí­ ta suizo (1720-1793).
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DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 696

Ensayo analítico sobre las facultades Mediterráneo y el Mundo mediterráneo


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nizados, 1762, p. 100.
BRENTANO, Franz, filósofo y psicólo­
BOSANQUET, Bemard, filósofo y lógi­ go alemán (1838-1917).
co inglés (1848-1923). Psicología desde el punto de vista empí­
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1912, p. 264.
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naturaleza, 1874, p. 135.
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1965).
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Bovillus o Charles de, filósofo y teólo­
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después de 1553). alemán (1824-1899).
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1511, p. 551.
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BRADLEY, Francis Herbert, filósofo (hacia 560-hacia 480 a.C.).
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697
ÍNDICE DE AUTORES

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c
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co, filósofo y político francés (1757-1808). p. 563.
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hombre, 1802, p. 540. p. 363.
Significado y necesidad, 1947, p. 561.
CAILLOIS, Roger, filósofo y ensayista Fundamentos filo só ficos de la física,
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M ito y el hombre (El), 1938, p. 435.
Hombre y lo sagrado (El), 1939, p. 339. CARRE DE MALBERG, Raymond, juris­
ta francés (1861-1935).
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CALVINO, Juan, teólogo y filósofo fran­
p. 605.
cés de lengua latina (1509-1564).
In stitución de la re ligión cristiana,
CASSIRER, Ernst, filósofo alemán
1560, p. 355. (1874-1945).
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Ciudad del S ol (La), 1623, p. 79. 1923, 1925 y 1929, p. 292.
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CAMUS, Albert, ensayista y escritor fran­ p. 288.
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Hom bre rebelde (El), 1951, p. 336. psicoanalista y filósofo francés de origen
griego (n. 1922).
CANGUILHEM, Georges, filósofo y epis- Institución imaginaria de la sociedad
temólogo francés (n. 1904). (La), 1975, p. 356.
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vos a lo normal y lo patológico, 1943. 1990, p. 226.
Véase N orm al y lo Patológico (Lo).
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Form ación del concepto de reflejo en ta y crítico literario español (1885-1972).
los siglos xvn y xv/ji (La), 1955, p. 299. España en su historia. Cristianos, moros
N o rm a l y lo P a to ló g ic o (L o ), 1966, y judíos, 1948, p. 685.
p. 446.
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CARNAP, Rudolf, lógico y filósofo ame­ p. 429.
ricano de origen alemán (1891-1970). Sobre la lógica y la teoría de la ciencia,
Estructura lógica del mundo (La), 1928, 1947, p. 577.
p. 261. Filosofía matemática, 1962, p. 296.
698
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO

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go francés (n. 1915). fo rumano de lengua francesa (1911-1995).
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1957, p. 549. Tentación de existir (La), 1956, p. 597.
Felicidad y civilización, 1966, p. 281. Historia y utopía, 1960, p. 333.
Razón de ser (La), 1981, p. 534.
C LARKE, Samuel, filósofo y teólogo
CELSO , filósofo griego de inspiración inglés (1675-1729).
platónica (siglo n). Demostración de la existencia y de los
Discurso verdadero, o hacia 178, p. 203. atributos de Dios, 1727-1728, p. 175.

CERTEAU, Michcl de, antropólogo e CLASTRES, Pierre, etnólogo francés


historiador francés (1925-1986). (1934-1977).
E scritura de la H istoria (La), 1975, Sociedad contra el Estado (La), 1974,
p. 25 1. p. 582.

C HAN GEUX , Jean Pierre, neurobió- CLAUSEWITZ, Karl von, general y teó­
logo francés (n. 1936). rico militar prusiano (1780-1831).
Hom bre neuronal (El), 1983, p. 336.
De la guerra, 1833, p. 139.

CHÁTELET, Fran^ois, filósofo francés


CLEANTES, filósofo griego de la escue­
(1925-1985).
la estoica (hacia 312-hacia 232 a.C.).
Platón, 1965, p. 485.
H im n o a Zeus, s.f., p. 326,
CHESTOV, León J. Lev Issaákovich
CHVARTSMAN (llamado), escritor y filó­ CLEMENTE de Alejandría, teólogo cris­
sofo ruso (1866-1938). tiano de origen griego (hacia 140-hacia 220).
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1900, p. 343. Pedagogo (El), s.f., p. 478.
Filosofía de la tragedia, 1903, p. 292. Protreptico, s.f., p. 516.
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p. 5 8 1. C O H E N , Hermann, filósofo alemán
(1842-1918).
CHO M SK Y, Noam, lingüista america­ Lógica del con ocim iento puro, 1902,
no (n. 1928). p. 405.
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Lingüística cartesiana, 1966, p. 398.
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(1592-1670).
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COM TE, Auguste, filósofo francés
Leyes (Las), o hacia 50 a.C., p. 395.
(1798-1857).
C u estion es académ icas, o 45 a.C.,
Curso de filosofía positiva, de 1830 a
p. 125.
1842, p. 129.
De la naturaleza de los dioses, o de 45
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a 44 a.C., p. 147.
p. 198.
Tusculanas (Las), o entre 45 y 44 a.C.,
Sistema de política positiva, de 1851
p. 640.
a 1854, p. 568.
Deberes (De los), o 44 a.C., p. 153.
Catecismo positivista, 1852, p. 69.
Destino (Del), o 44 a.C., p. 161.
Síntesis subjetiva, 1856, p. 563.
699 ÍNDICE DE AUTORES

C OMTE-SPONVILLE, André, filósofo D iscernim iento del cuerpo y del alma


francés (n. 1952). en seis discursos para el esclarecimiento
Tratado de la desesperanza y de la fe li­ de la física (El), 1666, p. 194.
cidad, 1984 y 1988, p. 619.
C O URN O T, Antoine Augustin, mate­
C ONC HE, Marcel, filósofo francés (n. mático y filósofo francés (1801-1877).
1922). Ensayo sobre los fu n d a m en tos de
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Tratado del encadenam iento de las
C O NDILLAC , Étienne B O N N O T de, ideas fundamentales en las ciencias y
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mientos humanos, 1746, p. 235. 1863, p. 506.
Tratado de los sistemas, 1749, p. 627. Materialismo, vitalismo, racionalismo,
Tratado de las sensaciones, 1754, p. 1875, p. 414.
624.
Tratado de los animales, 1755, p. 626. COUSIN, Victor, político y filósofo fran­
C o m e rcio y e l G o b ie rn o (E l), 1776, cés (1792-1867).
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C O U T U R A T , Louis, filósofo y mate­
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de CARITAT, marqués de, matemáti­ D el infinito matemático, 1896, p. 168.
co, filósofo y político francés (1743-1794).
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Teoría e historia de la historiografía,
C ONFUCIO (K’ong Fou Tseu, llama­ 1912, p. 603.
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C O N S T AN T DE REBECQUE, Benja­
mín, político y filósofo francés (1767- CUVIER, Georges, zoólogo y paleontó­
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D e la religión, considerada en su fuen­ Discurso sobre las revoluciones de la
te, sus form as y su desarrollo, 1824- superficie del globo, y sobre los cambios
1831, p. 149. que han producido en el reino animal,
1812, p. 203.
C OOPER, David Graham, psiquiatra Investigaciones sobre las osamentas fósi­
inglés (1931-1986). les de los cuadrúpedos, p o r las que se
P siqu ia tría y antipsiquiatría , 1967, restablecen los caracteres de muchas
p. 524. especies de animales que las revolucio­
nes del globo parece haber destruido,
CORDEMOY, Géraud de, filósofo e his­ 1812, p. 378.
toriador francés (1626-1684).
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 700

D AG O G N E T, Frangois, médico y filó­ DESCARTES, René, filósofo y científi­


sofo francés (n. 1924). co francés (1596-1650).
Filosofía de la imagen (La), 1984, p. Dircurso del método, 1637, p. 195.
289. Dióptrica (La), 1637, p. 192.
Meditaciones metafísicas, 1641, p. 417.
DAN TE ALIGHIERI, poeta y filósofo ita­ Cartas a la princesa Isabel, o de 1643 a
liano (1265-1321). 1649, p. 65.
Divina Comedia (La), 1472, p. 209. Principios de la filosofía, 1644, p. 502.
Convivio (El), 1490, p. 107. Pasiones del alma (Las) (o Tratado de
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Tratado del hombre, 1662, p. 6 31.
D AR W IN , Charles Robert, naturalista Reglas para la dirección del espíritu,
inglés (1809-1882). 1701, p. 539.
S ob re e l origen de las especies p o r Investigación de la verdad p o r la luz
m edio de la selección natural, 1859, natural (La), 1701, p. 370.
p. 573.
D E STU TT DE T R A C Y , Antoine Louis
D E LAC RO IX , Henri, psicólogo y filó­ Claude, conde, filósofo francés (1754-
sofo francés (1873-1937). 1836).
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p. 391. 1815, p. 219.

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Mil Mesetas (con Guattari*), 1980. Véa­ D IDEROT, Denis, filósofo, escritor y crí­
se Capitalismo y esquizofrenia. tico francés (1713-1784).
Capitalismo y esquizofrenia (con Guat­ Carta sobre los ciegos para uso de los
tari*), 1972 y 1980, p. 57. que ven, 1749, p. 64.
¿Qué es la filo so fía ? (con Guattari*), Enciclopedia (con D’Alembert*), de 1751
1991, p. 528. a 1772, p. 223.
Pensamientos sobre la interpretación
DE M Ó CR ITO de Abdera, filósofo grie­ de la naturaleza, 1753, p. 4 83.
go de Jonia (hacia 460-hacia 370 a.C.). Suplem en to al viaje de Bougainville,
Fragmentos, s.f., p. 303. 1796, p. 591.
Sueño de D ’Alembert, 1831, p. 585.
DERR1DA, Jacques, filósofo francés (n.
1930).
D IL T H E Y , W ilhelm , filósofo alemán
Escritura y ¡a D iferencia (La), 1967,
(1833-1911).
p. 251.
De la Gramatología, 1967, p. 139. Introducción a las ciencias del espíritu,
1883, p. 363.
Tañido, 1974, p. 593.
Mundo histórico (El), 1910, p. 443.
DESAN TI, Jean Toussaint, epistemó-
logo francés (n. 1914). D IÓGEN ES el C ínico, filósofo griego
Idealidades matemáticas (Las), 1968, (hacia 413-hacia 327 a.C.).
p. 344. Fragmentos, s.f., p. 304.
701 ÍNDICE DE AUTORES

DIÓGENES Laercio, historiador de la Sistema del m undo (El), 1913-1959,


filosofía griega (comienzos del siglo m). p. 570.
Vidas, opiniones y sentencias de los fil&
so/os más ilustres, s.f., p. 6 48. DUMÉZIL, Georges, historiador francés
de las religiones (1898-1986).
DIONISIO el Areopagita. Véase PSEU- M ito y epopeya, 1968, 1971 y 1973,
DO-DIONISIO. p. 4 35.

D O N O S O CO RTÉS, Juan, pensador, DUNS ESCOTO, John, llamado «el Doc­


ensayista y político español (1809-1853). tor Sutil», filósofo y teólogo escocés de
Ensayo sobre el catolicismo, el libera­ lengua latina (1266-1308).
lismo y el socialismo, 1851, p. 672. Opus oxoniense, o entre 1303 y 1306,
p. 464.
D ’ORS, Eugenio, filósofo español (1882- Tratado acerca del p rim e r prin cip io,
1954). hacia 1305, p. 616.
Bien plantada (La), 1911, p. 683.
S e c re to de la f ilo s o fía (E l), 1947, DURKHEIM , Émile, sociólogo francés
p. 6 8 3 . (1858-1917).
División del trabajo social (La), 1893,
p. 210.
DUFRENNE, Mikel, filósofo y esteta fran­
cés (n. 1910). Reglas del m étodo socioló gico (Las),
Fenomenología de la experiencia esté­ 1895, p. 538.
tica, 1953, p. 282. Suicidio (El), 1897, p. 587.
Formas elementales de la vida religio­
sa (Las), 1912, p. 302.
DUHEM, Pierre, físico y epistemólogo
francés (1861-1916).

ECK H AR T, Johannes. llamado «Maes­ Sagrado y lo Profano (Lo), 1956, p. 552.


tro», dominico y teólogo alemán (hacia
1260-hacia 1327). ELLUL, Jacques, sociólogo francés (n.
Lib ro de la consolación divina (El), o 1912).
1308 ó 1313, p. 396. Técnica (La), 1954, p. 594.

ECO, Umberto, escritor y semiólogo ita­ EMPÉDOCLES de Agrigento, filósofo


liano (n. 1932). griego de Sicilia (hacia 490-hacia 435
Semiótica y filosofía del lenguaje, 1984, a.C.).
p. 554. Fragmentos, s.f., p. 304.
Naturaleza (De la), s.f. Véase Fragmentos.
EINSTEIN, Albert, físico americano de Purifica cion es (Las), s.f. Véase Frag­
origen alemán (1879-1955). mentos.
Visión del mundo (Mi), 1934, p. 4 29.
ENGELS, Friedrich, político alemán y
ELIADE, Mircea, escritor, filósofo e his­ teórico del comunismo (1820-1895).
toriador de las religiones americano de Sagrada Fam ilia o C rítica de la c r í­
origen rumano (1907-1986). tica crítica (L a ) (con Marx*), 1845,
Mito del eterno retomo (El), 1949, p. 435. p. 5 5 1 .
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 702

Manifiesto del partido comunista (con ERASM O de Rotterdam, Didier, teó­


Marx*), 1848, p. 410. logo y humanista holandés de lengua lati­
Anti-Dühring, 1878, p. 30. na (hacia 1469-1536).
Origen de la fam ilia, de la propiedad Elogio de la locura, 1511, p. 221.
privada y del Estado (El), 1884, p. 466. Coloquios, 1518-1533, p. 81.
Ludwig Feuerbach y e l fin de la filoso­ Ensayo sobre el libre arbitrio, 1524,
fía clásica alemana, 1886, p. 4 07. p. 234.
Ideología alemana (L a ) (con Marx*),
1932, p. 349. ERÍGENA, véase JUAN ESCOTO.

EPICTETO, filósofo griego de la escue­ ESCOTO, Juan, véase JUA N E SCO­


la estoica (hacia 50-hacia 125). T O (ERIGENA).
Disertaciones, hacia 130, p. 206.
Manuaí (Enquiridion), o hada 130, p. 410. EUCLIDES, matemático griego (siglo m
a.C.).
EPICURO, filósofo griego (hacia 341- Elementos, s.f., p. 218.
270 a.C.).
Cartas y máximas, s.f., p. 68.

FARABl, al (llamado ALFARAB1US en FERRATER MORA, José, filósofo espa­


Europa), filósofo y místico arabo-islámi­ ñol de origen catalán (1912-1991).
co (872-950). Ser y la muerte (El), 1962, p. 688.
Tratado acerca de los significados del
intelecto, s.f., p. 615. FEUERBACH, Ludwig, filósofo alemán
(1804-1872).
FAYE, Jean-Pierre, filósofo, poeta y Esencia del cristianismo (La), 1841, p.
novelista francés (n. 1925). 253.
Lenguajes totalitarios, 1972, p. 391. P rin cip ios de la filo so fía del fu tu ro,
1843, p. 504.
FECHNER, Gustav Theodor, filósofo
FEYERABEND, Paul, físico y episte-
y fisiólogo alemán (1801-1887).
mólogo austríaco (1924-1994).
Elementos de psicofísica, 1860, p. 220.
Tratado contra el método, 1975, p. 616.

FEIJOO, Fray Benito Jerónimo, pen­ FICHTE, Johan Gottlieb, filósofo ale­
sador y polígrafo español (1676-1764). mán (1762-1814).
Teatro crítico universal, 1726-1741, Consideraciones sobre la Revolución
p. 6 71. francesa, 1793-1794, p. 98.
Fundamento del derecho natural según
FENELON, Frangois de SALIGNAC de los principios de la doctrina de la cien­
LA MOTHE, prelado, escritor y filósofo cia, 1796-1797, p. 311.
francés (1651-1715). Sistema de ética según los principios de
Explicación de las máximas de los san­ la doctrina de la ciencia, 1798, p. 563.
tos (La), 1696, p. 276. Destino del hombre (El), 1800, p. 180.
Aventuras de Telém aco (Las), 1699, Estado com ercial cerrado (El), 1800,
p. 41. p. 255.
Tratado de la existencia y de los atribu­ Exhortación a la vida bienaventurada
tos de Dios, 1718, p. 619. (La), 1806, p. 272.
703 ÍNDICE DE AUTORES

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p. 203. (1900-1970).
Teoría de la ciencia (La), (o Doctrina de Pintura y sociedad, 1951, p. 485.
la ciencia), 1834, p. 211.
FREGE, Gottlob, matemático, lógico y
FICINO, Marsilio, teólogo, filósofo y filósofo alemán (1848-1925).
humanista italiano de lengua latina (1433- Fundam entos de la aritm ética (Los),
1499). 1884, p. 312.
D e la religión cristiana, 1476, p. 150. Principios de la aritmética (Los), 1893
Teología platónica, 1482, p. 598. y 1903, p. 501.
Investigaciones lógicas, 1918, 1923 y
FILÓN de Alejandría, filósofo judío de 1969, p. 377.
lengua griega (hacia 20 a.C.-hacia 45 d.C.).
Alegoría de las leyes, s.f., p. 27. FREUD, Sigmund, neurólogo y psiquia­
Inmutabilidad de Dios (La), s.f., p. 355. tra austríaco, fundador del psicoanálisis
(1856-1939).
FOCILLON, Herai, historiador del arte P sicopatología de la vida cotidiana,
y esteta francés (1881-1943). 1901, p. 524.
Vida de las formas, 1934, p. 647. Sueños (Los), 1901, p. 586.
Tres ensayos para una teoría sexual,
FONTENELLE, Bem ard LE BOVIER 1905, p. 638.
de, escritor y filósofo francés (1657-1757). Psicoanálisis. Cinco Conferencias. 1909,
Conversaciones sobre la pluralidad de p. 518.
los mundos, 1686, p. 106. Recuerdo infantil de Leonardo da Vin-
Historia de los oráculos, 1686, p. 330. ci (Un), 1910, p. 536.
Tótem y tabú, 1913, p. 611.
FO U C A U LT , Michel, filósofo francés In trod u cción al psicoanálisis, 1917,
(1926-1984). p. 36 8.
Historia de la locura en la época clási­ Siniestro (Lo), 1919, p. 562.
ca, 1961, p. 327. P orv en ir de una ilu sión (E l), 1927,
Palabras y las cosas (Las), 1966, p. 472. p. 4 9 0 .
Arqueología del saber (La), 1969, p. 36. M alestar en la cultura (E l), 1929, p.
Vigilar y castigar, 1975, p. 650. 4 09.
Voluntad de saber (La), 1976. Véase Moisés y la religión monoteísta, 1939,
Historia de la sexualidad. p. 438.
Uso de los placeres (El), 1984. Véase
Historia de la sexualidad. FRIEDMANN, Georges, filósofo y soció­
Cuidado de sí (El), 1984. Véase H isto­ logo francés (1902-1977).
ria de la sexualidad. ¿Dónde va el trabajo humano?, 1950,
Historia de la sexualidad, 1976-1984, p. 212.
p. 329.
FROISSART, Jean, poeta y cronista fran­
FOURIER, Charles, economista y filó­ cés (hacia 1337-después de 1404).
sofo francés (1772-1837). Crónicas (Crónicas de Francia, de Ingla­
N uevo M undo industrial y societario terra, de Escocia, de España, de Bre­
(El), 1829, p. 453. taña, de Flandes y lugares de su entor­
Nuevo Mundo amoroso (El), 1967, p. 453. no), fin del siglo xv, p. 121.
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 704

GADAMER, Hans Georg, filósofo ale­ D e las cosas ocultas desde la fundación
mán (n. 1900). del mundo, 1978, p. 152.
Verdad y método, 1960, p. 646. Chivo expiatorio (El), 1982, p. 70.

GALILEO (Galileo Galilei, llamado), G L UC K SM A NN , André, filósofo fran­


astrónomo y físico italiano (1564-1642). cés (n. 1937).
Diálogo sobre ¡os dos máxim os siste­ Maestros pensadores (Los), 1977, p.
mas del mundo, 1632, p. 185. 409.
Discurso en torn o a dos nuevas cien­
cias, 1638, p. 204. GOBINEAU, Joseph Arthur, conde de,
ensayista y diplomático francés (1816-
GANIVET, Ángel, pensador, novelista y 1882).
poeta español (1865-1898). Ensayo sobre la desigualdad de ¡as razas
Idearium español, 1897, p. 678. humanas, 1853-1855, p. 237.

GASSENDI, Pierre, filósofo y científico G O O D M A N, Nelson, filósofo america­


francés (1592-1655). no (n. 1906).
Investigación metafísica, 1644, p. 371. Lenguajes del arte, 1968, p. 391.

GENTILE, Giovanni, político y filósofo GORGIAS de Leontium, sofista griego


italiano (1875-1944). (hacia 487-hacia 380 a.C.).
Teoría general del espíritu com o acto De la Naturaleza o del no-ser, O hacia
puro, 1916, p. 604. 440 a.C., p. 148.

GERSONIDE (Levi ben GERSON, lla­ GOUHIER, Henri, filósofo, historiador


mado), matemático, astrónomo y filóso­ de la filosofía y crítico teatral francés (n.
fo judío (1288-1344). 1898).
Guerras del Señor (Las), 1560, p. 322. Juventud de Auguste C om íe y la fo r­
mación del positivismo (La), 1933, 1936
G EULINCX , Arnold, filósofo belga y 1941, p. 382.
(1624-1669). Esencia del teatro (La), 1943, p. 253.
Ética, 1665, p. 264.
GRACIÁN, Baltasar, pensador, mora­
GHAZALI, al-, llamado A LG AZEL en lista y novelista español (1601-1658).
Europa, teólogo árabe y pensador del O ráculo manual y arte de prudencia,
islam (1058-1111). 1647, p. 668.
Destrucción de ¡a filosofía,' entre 1091 Criticón (El), 1651-1657, p. 668.
y 1095, p. 182.
GRAMSCI, Antonio, político y filósofo
GILSON, Étienne, filósofo francés (1884- italiano (1891-1937).
1978). Cuadernos de la cárcel, 1947-1951,
Tomismo (El), 1921, p. 609. p. 121.
Filosofía en la Edad Media (La), 1922,
p. 296. GRANGER, Gilles-Gaston, filósofo y
Ser y la Esencia (El), 1948, p. 555. epistemólogo francés (n. 1920).
Pensamiento formal y ciencias del hom­
GIRARD, René, filósofo francés (n. bre, 1960, p. 479.
1923). Ensayo de una filosofía del estilo, 1968,
Violencia y lo sagrado (La), 1972, p. 651. p. 229.
705 ÍNDICE DE AUTORES

GRENIER, Jean, filósofo francés (1898- Capitalismo y esquizofrenia (con Deleu­


1971). ze*), 1972 y 1980, p. 57.
Ensayo sobre el espíritu de ortodoxia, ¿Qué es la filosofía? (con Deleuze*), 1991,
1938, p. 234. p. 528.

GROCIO, Hugo DE G R O O T (llamado), G U IT T O N , Jean, filósofo francés (n.


jurista y filósofo holandés (1583-1645). 1901).
D el D erecho de la guerra y de la paz, Pensamiento m oderno y el catolicismo
1625, p. 161. (El), 1926-1947, p. 479.
Existencia temporal (La), 1949, p. 273.
GUATTARI, Pierre Félix, psicoanalista
y filósofo francés (1930-1992). GUSDOR F, Georges, filósofo francés
A n ti-E d ip o (E l) (con Deleuze*), 1972. (n. 1912).
Véase Capitalismo y esquizofrenia. M ito y metafísica, 1953, p. 436.
M il mesetas (con Deleuze*), 1980. Véa­ Orígenes de la herm enéutica (Los),
se Capitalismo y esquizofrenia. 1988, p. 467.

H AB E RM AS, Jürgen, filósofo alemán HAYEK, Friedrich August von, econo­


(n. 1929). mista y filósofo austro-británico (1899-
Historia y crítica de la opinión pública, 1992).
1962, p. 332. Camino de servidumbre, 1944, p. 51.
Teoría y praxis, 1963, p. 607. D erecho, legislación y libertad, 1973,
C onocim iento e interés, 1968, p. 94. 1976 y 1979, p. 176.
Ciencia y Técnica co m o «id eo lo gía »,
1968, p. 77. HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich, filó­
Teoría de la acción comunicativa, 1981, sofo alemán (1770-1831).
p. 599. F en o m e n o lo g ía del E spíritu , 1807,
p. 2 8 4.
HAGÉGE, Claude, lingüista francés (n. Ciencia de la lógica, 1812-1816, p. 72.
1936). Enciclopedia de las ciencias filosóficas,
Hombre de palabras (El), 1985, p. 334. 1817, p. 225.
Principios de la filosofía del derecho,
HALBWACHS, Maurice, sociólogo fran­ 1821, p. 503.
cés (1877-1945). Estética, 1832, p. 258.
Cuadros sociales de la memoria (Los), Lecciones sobre la filosofía de la reli­
1925, p. 124. gión, 1832, p. 387.
Clases sociales (Las), 1946, p. 80. Lecciones sobre la historia de la f ilo ­
sofía, de 1833 a 1836, p. 388.
H AMELIN, Octave, filósofo francés Lecciones sobre la filosofía de la histo­
(1856-1907). ria, 1837, p. 386.
Ensayo sobre los elementos principales Razón en la historia (La), 1837. Véase
de la representación, 1907, p. 240. Lecciones sobre la filosofía de la his­
toria.
HANSLICK, Eduard, musicólogo aus­ Pruebas de la existencia de Dios (Las),
tríaco (1825-1904). 1840, p. 518.
De lo bello en la música, 1854, p. 152. Propedéutica filosófica, 1840, p. 513.
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 706

HEIDEGGER, Martin, filósofo alemán HIPÓCRATES de Cos, médico griego


(1889-1976). (hacia 460-hacia 370 a.C.).
Ser y Tiempo, 1927, p. 559. Corpus hippocraticum, s.f., p. 107.
K ant y el problem a de la metafísica,
1929, p. 383. HJELMSLEV, Louis, lingüista danés
¿Qué es metafísica?, 1929, p. 529. (1899-1965).
De la esencia de la verdad, 1943, p. 137. Prolegóm enos a una teoría del lengua­
Carta sobre el humanismo, 1949, p. 62. je, 1943, p. 513.
Caminos de bosque, 1949, p. 52.
Introducción a la metafísica, 1953, p. 362. HOBBES, Thomas, filósofo inglés (1588-
De camino al habla, 1953-1959, p. 133. 1679).
¿Qué significa pensar?, 1954, p. 530. Del ciudadano, 1642, p. 159.
Pregunta por la cosa (La), 1962, p. 493. Elementos del derecho natural y po lí­
Tiem po y ser, 1969, p. 608. tico, 1650. Véase De la naturaleza huma­
Conceptos fundamentales, 1981, p. 87. na.
De la naturaleza humana, 1650, p. 148.
HEISENBERG, Wem er Karl, físico ale Leviatán, 1651, p. 393.
mán (1901-1976). D el cuerpo, 1655, p. 161.
Imagen de la Naturaleza en la física D el hombre, 1658, p. 166.
actual (La), 1955, p. 351. Elementos de filosofía, de 1642 a 1658,
Física y filosofía, 1958, p. 299. p. 219.

H O L B A C H , Paul-Henri DIETRICH,
HELVÉTIUS, Claude Adrien, filósofo
barón de, filósofo francés de origen ale­
francés (1715-1771).
mán (1723-1789).
D el espíritu, 1758, p. 163.
Cristianism o desenmascarado (El),
D el hombre, de sus facultades intelec­
tuales y de su educación, 1772, p. 167. 1767, p. 110.
Sistema de la naturaleza (El), 1770,
p. 564.
HENRY, Michel, escritor y filósofo fran­
cés (n. 1922). HORKHEIMER, Max, filósofo alemán
Esencia de la manifestación (La), 1963,
(1895-1973).
p. 252. D ia léctica de la Ilustración (La ) (con
Adorno*), 1947, p. 182.
HERÁCLITO de Éfeso, filósofo griego Eclipse de la razón, 1947, p. 215.
de Asia Menor (hacia 567-hacia 480 a.C.).
Fragmentos, s.f., p. 305. H UARTE DE SA N JUAN, Juan, filó­
De la Naturaleza, s.f. Véase Fragmentos. sofo, psicólogo y médico español (1529?-
1588).
HERBART, Johann Friedrich, filósofo Examen de ingenios para las ciencias,
y pedagogo alemán (1776-1841). 1575, p. 664.
Psicología com o ciencia fundada en la
experiencia, la metafísica y las mate­ HUMBOLDT, Wilhelm, barón von, filó­
máticas, 1824-1825, p. 521. logo y diplomático alemán (1767-1835).
Sobre la diversidad de la estructura del
HERODOTO de Halicamaso, historia­ lenguaje humano, 1836, p. 576.
dor griego (hacia 484-425 a.C.).
Historias, s.f., p. 334. HUME, David, filósofo inglés (1711-1776).
Tratado de la naturaleza humana, 1739-
HESÍODO, poeta griego (finales del siglo 1740, p. 620.
viii-comienzos del vu a.C.). Ensayos p o lítico s , de 1741 a 1748,
Teogonia, s.f., p. 598. p. 246.
7 07 ÍNDICE DE AUTORES

Investigación sobre e l entendim iento ¡deas relativas a una fen o m en o lo gía


humano, 1748, p. 371. pura, 1913, p. 346.
Investigación sobre los prin cip ios de Lecciones para una fenom enología de
la moral, 1751, p. 374. la conciencia íntima del tiempo, 1928,
Disertación sobre las pasiones, 1757, p. 386.
p. 206. Lógica form a l y lógica trascendental,
Diálogos sobre la religión natural, 1779, 1929, p. 405.
p. 186. Meditaciones cartesianas, 1931, p. 416.
Norma del gusto y otros ensayos (La), Crisis de las ciencias europeas y la Fe­
1973, p. 445. nomenología trascendental (La), 1934,
p. 109.
HUSSERL, Edmund, filósofo alemán C uestión del origen de la geom etría
(1859-1938). com o problema intencional (La), 1936,
Investigaciones lógicas, 1900-1901, p. 125.
p. 377. Tierra no se mueve (La), 1940 y 1946,
Filosofía com o ciencia rigurosa, 1911, p. 608.
p. 287.

I
IBN ’AR AB Í, filósofo, teólogo y místico IBN JALDÚN, historiador y filósofo ára­
musulmán (1165-1240). be (1332-1406).
Revelaciones [o Conquistas] de La Meca Prolegóm enos, 1377, p. 511.
(Las), o de 1201 a 1231, p. 547.
Sabiduría de los profetas (La), o 1229, IBN TUFAYL, filósofo arábigo-español
p. 551. (n. 1185).
Filósofo autodidacto (El), s.f., p. 661.

JACOB, F ra n gís , genetista francés (n. JAMES, William, filósofo y psicólogo


1920). americano (1842-1910).
Lógica de lo viviente (La), 1970, p. 404. Principios de la psicología (Los), 1890,
p. 505.
JACOBI, Friedrich Heinrich, filósofo Pragmatismo (El), 1907, p. 492.
alemán (1743-1819). Algunos problemas de metafísica: para
De las cosas divinas y de su revelación, una introducción a la filosofía, 1911,
1811, p. 152. p. 27.

JAKOBSO N, Román, lingüista ameri­ JANET, Pierre, neurólogo y psicólogo


cano de origen ruso (1896-1982). francés (1859-1947).
Ensayos de lingüística general, 1963 D e la angustia al éxtasis, 1926-1928,
y 1973, p. 244. p. 133.

JÁMBLICO, filósofo de inspiración plató­ JANKÉLÉVITCH, Vladimir, filósofo y


nica y de lengua griega (hada 250-hada 330). musicólogo francés (1903-1985).
Misterios de Egipto (Los), s.f., p. 433. Ironía (La), 1936, p. 379.
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 708

Tratado de las virtudes, 1949, p. 626. JENÓFANES de Colofón, filósofo grie­


Yo-no-sé-qué y el Casi-nada (El), 1957, go de la escuela de Elea (siglos Vl-Va.C.).
p. 654. Elegías, s.f., p. 218.
Muerte (La), 1966, p. 440.
JENOFONTE, historiador, ensayista y
JASPERS, Karl, médico, psicólogo y filó­ militar griego (hacia 430-hacia 355 a.C.).
sofo alemán (1883-1969). Banquete (El), o hacia 387 a.C., p. 43.
Psicopatología general, 1913, p. 524. M em orables, o hacia 369-366 a.C.,
Introducción a la filosofía, 1950, p. 359. p. 4 2 0 .
Bomba atómica y el futuro de la huma­ Apología de Sócrates, o hacia 390-385
nidad (La), 1958, p. 45. a.C., p. 35.

JUAN ESCOTO (ERÍGENA), filósofo irlan­ JUNG, Cari Gustav, psiquiatra y psicó­
dés de lengua latina (hacia 810-hacia 870). logo suizo (1875-1961).
D e la p redestinación divina, o 851, Relaciones entre el Y o y el inconscien­
p. 149. te (Las), 1928, p. 539.
D ivisión de la naturaleza (D e la) (o Realidad del alma, 1934, p. 535.
Periphyseon), o 867, p. 137. Psicología y alquimia, 1944, p. 523.

KANDINSKY, Wassily, pintor y esteta Prim eros principios metafísicos de la


alemán de origen ruso (1866-1944). ciencia de la naturaleza, 1786, p. 495.
De lo espiritual en el arte y en la p in ­ ¿Qué significa orientarse en el pensa­
tura en particular, 1911, p. 153. miento?, 1786, p. 530.
Crítica del juicio, 1790, p. 118.
KA NT, Immanuel, filósofo alemán Religión dentro de los límites de la sim­
(1724-1804). ple razón (La), 1793, p. 540.
Historia general de la naturaleza y teo­ Sobre la paz perpetua, 1795, p. 579.
ría del cielo, 1755, p. 331. A n tropolog ía en sentido pragmático,
Consideraciones sobre el op tim ism o 1798, p. 31.
[Ensayo de algunas], 1759, p. 97. C onflicto de las facultades (El), 1798,
C on cep to de magnitud negativa (El), p. 92.
1763, p. 86. Lógica, 1800, p. 401.
Observaciones sobre el sentimiento de Sobre pedagogía, 1803, p. 581.
lo bello y lo sublime, 1764, p. 462.
Sueños de un visionario explicados por KELSEN, Hans, jurista americano de ori­
los sueños de la metafísica, 1766, p. 586. gen austríaco (1881-1973).
Disertación de 1770, 1770, p. 205. Teoría pura del derecho, 1934, p. 606.
C rítica de la razón prá ctica , 1778,
p. 1 12. KIERKEGAARD, S0ren Aabye, filóso­
Crítica de la razón pura, 1781, p. 114. fo danés (1813-1855).
Prolegómenos a toda metafísica futura T em or y temblor, 1843, p. 596.
que pueda presentarse com o ciencia, Diario de un seductor, 1843, p. 187.
1783, p. 512. O esto... o aquello (o La alternativa),
Ideas para una historia universal en cla­ 1843, p. 459.
ve cosmopolita, 1784, p. 345. Repetición (La), 1843, p. 541.
Fundamentación de la metafísica de las Concepto de la angustia (El), 1844, p. 85.
costumbres, 1785, p. 310. Migajas filosóficas, 1844, p. 430.
709 ÍNDICE DE AUTORES

Etapas en el camino de la vida, 1845, Estudios galileanos, 1940, p. 263.


p. 264. D el mundo cerrado al universo infini­
Post-scñptum definitiuo y no científico to, 1957, p. 171.
a las Migajas filosóficas, 1846, p. 491. Estudios newtonianos, 1965, p. 263.
Tratado de la desesperación (o La enfer­ Estudios de historia del pensamiento
medad mortal), 1849, p. 617. científico, 1966, p. 263.

KLEE, Paul, pintor y esteta alemán KROPOTKIN, Piotr Alexéievich, prín­


(1879-1940). cipe, teórico del anarquismo y geógrafo
Teoría del arte moderno, 1964, p. 602. ruso (1842-1921).
Ética, 1922, p. 265.
KOJEVE, Alexandre, filósofo francés de
origen ruso (1902-1968). KUHN, Thomas Samuel, físico y epis­
In trod u cción a la lectura de H egel, temólogo americano (n. 1922).
1947, p. 362. Estructura de las revoluciones científi­
cas (La), 1962, p. 260.
KOYRÉ, Alexandre, matemático, filó­
sofo y epistemólogo francés de origen
ruso (1892-1964).

LABERTHONNIÉRE, Luden, teólogo Lecciones y fragmentos célebres, 1950,


y filósofo francés (1860-1932). p. 389.
Ensayos de filosofía religiosa, 1903,
p. 244. LAING, Ronald David, psiquiatra y psi­
Bosquejo de una filosofía personalista, coanalista inglés (1927-1989).
1942, p. 47. Y o dividido (El), 1960, p. 653.

LA BOÉTIE, Étienne de, magistrado y LAMARCK, Jean-Bapüste de MONET


escritor francés (1530-1563). (caballero de), naturalista francés (1744-
Discurso de la servidumbre voluntaria, 1829).
o hacia 1547, Filosofía zoológica, 1809, p. 297.

LAC A N, Jacques, psiquiatra y psicoa­ LA METTRIE, Julien O FFR O Y de,


nalista francés (1901-1981). médico y filósofo francés (1709-1751).
Escritos, 1966, p. 249. Historia natural del alma, 1745, p. 330.
Seminario (El), 1973-1991, p. 553. Hombre-máquina (El), 1747, p. 335.
Tratado del alma, 1751. Véase H isto­
LACHELIER, Jules, filósofo francés ria natural del alma.
(1832-1918).
Del fundamento de la inducción, 1871, LANCELOT, Claude, educador y gra­
p. 166. mático francés (1615-1695).
Gramática general y razonada (con
LAFARGUE, Paul, filósofo marxista fran­ Amauld*), 1660, p. 320.
cés (1842-1911).
Derecho a la pereza (El), 1883, p. 176. LAO-TSE, filósofo chino, fundador del
taoísmo (hacia 570-hacia 490 a.C.).
LAGNEAU, Jules, filósofo francés (1851- Tao-Te Ching (Libro del camino y de la
1894). virtud), o siglo vi a.C., p. 593.
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 710

LAPLACE, Pierre Simón (marqués de), LENIN, Vladímir Ilich ULIÁNOV, teó­
matemático francés (1749-1827). rico revolucionario y político ruso (1870-
Ensayo filo só fico sobre las p robabili­ 1924).
dades, 1814, p. 230. Materialismo y empiriocriticismo, 1908,
p. 415.
LAVELLE, Louis, filósofo francés (1883- Imperialismo, fase suprema del capita­
1951). lismo (El), 1916, p. 353.
Dialéctica del mundo sensible, 1922, Estado y la revolución (El), 1917, p. 256.
p. 183.
LEÓN, Fray Luis de, poeta, filósofo, y
LE BO N, Gustave, médico y psicólogo teólogo español (1527-1591).
francés (1841-1931). De los nombres de Cristo, 1583, p. 665.
Psicología de las masas, 1895, p. 521.
LEROI-GOURHAN, André, etnólogo y
LE R O Y , Édouard, matemático y filó­ prehistoriador francés (1911-1986).
sofo francés (1870-1954). Gesto y la Palabra (El), 1964-1965,
Problema de Dios (El), 1929, p. 510. p. 318.

LE SENNE, René, filósofo francés (1882- LESSING, Gotthold Ephraim, escritor


1954). alemán (1729-1781).
Obstáculo y valor, 1934, p. 463. Educación del gén ero hum ano (La),
Tratado de caracterología, 1945, p. 617. 1780, p. 218.

LEFEBVRE, Henri, filósofo y sociólo­ LEUCIPO, filósofo griego (siglo v a.C.).


go francés (1901-1991). Gran Cosmología, s.f., p. 321.
Conciencia mistificada (La), 1933-1935,
p. 88. LEVINAS, Emmanuel, filósofo francés
C rítica de la vida cotidia n a , 1947, (1905-1995).
p. 118. Descubriendo la existencia con Husserl
y Heidegger, 1949, p. 179.
LEFORT, Claude, filósofo francés (n. Totalidad e Infinito, 1961, p. 610.
1924). Humanismo del otro hombre (El), 1972,
Trabajo de la obra, M aquiavelo (El), p. 340.
1972, p. 613. Ética e Infinito, 1982, p. 269.
In ve n ció n d em o crá tica (La ), 1981,
p. 370. LÉVI-STRAUSS, Claude, sociólogo y
etnólogo francés (n. 1908).
LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm, filósofo y Estructuras elementales del parentes­
científico alemán (1646-1716). co (Las), 1949, p. 262.
Profesión de fe del filósofo (Confessio Tristes Trópicos, 1955, p. 639.
philosophi), 1673, p. 511. A n tro p o log ía estructural, 1958 y
Discurso de metafísica, 1686, p. 195. 1974, p. 32.
S obre el origen radical de las cosas, Pensamiento salvaje (El), 1962, p. 480.
1697, p. 574. Totemismo en la actualidad (El), 1962,
Ensayos de teodicea sobre la bondad p. 612.
de Dios, la libertad del hombre y el ori­ Mitológicas, 1964, 1967, 1968 y 1971,
gen del mal, 1710, p. 245. p. 437.
Principios de la naturaleza y de la gra­
cia fundados en la razón, 1718, p. 505. LÉVY, Bemard-Henri, filósofo y escri­
Monadología (La), 1721, p. 438. tor francés (n. 1948).
Nuevos Ensayos sobre el entendim ien­ Barbarie con rostro humano (La), 1977,
to humano, 1765, p. 454. p. 45.
711 ÍNDICE DE AUTORES

LÉVY-BRUHL, Luden, sociólogo y etnó­ LUCRECIO, T ito Lucretio Caro, poe­


logo francés (1857-1939). ta y filósofo latino (hacia 98-55 a.C.).
M ora l y la Ciencia de las costumbres De la naturaleza de las cosas, s.f., p. 146.
(La), 1903, p. 440.
Funciones mentales en las sociedades LUKÁCS, Gyorgy, político y filósofo hún­
inferiores (Las), 1910, p. 310. garo (1885-1971).
Mentalidad primitiva (La), 1922, p. 423. Alm a y las formas (El), 1911, p. 28.
Historia y consciencia de clase, 1923,
UN N E O , Cari von, naturalista y médi­ p. 332.
co sueco (1707-1778). ¿Existencialismo o marxismo?, 1947,
Sistema de la naturaleza, 1735, p. 565. p. 275.
Equilibrio de la naturaleza (El), 1972, Asalto a la razón (El), 1954, p. 38.
p. 249.
LULIO, Raim undo (Ramón Llull), teó­
LO C K E , John, filósofo inglés (1632- logo y filósofo catalán (1233-1316).
1704). A rte Magna, 1308, p. 37.
Carta sobre la tolerancia, 1689, p. 63.
Ensayo sobre el entendimiento huma­ LUTERO, Martín, teólogo alemán, fun­
no, 1690, p. 232. dador de la Reforma (1483-1546).
Tratados del gobierno civil, 1690, p. 635. D el servil arbitrio, 1525, p. 173.
Pensamientos sobre la educación, 1693,
p. 483. LYO TARD, Jean-Frarwjois, filósofo fran­
cés (n. 1924).
L O M B A R D O , P e d ro, véase P E D R O Econom ía libidinal, 1974, p. 216.
LO M BARD O . Condición posmodema (La), 1979, p. 89.
Diferencia (La), 1983, p. 191.
LORENZ, Konrad Zacharias, médico y
psicólogo austríaco (1903-1989).
Sobre la agresión, 1963, p. 575.

M AC H , Emst, físico y filósofo austría­ Influencia del hábito sobre la facultad


co (1838-1916). de pensar (o Memoria sobre el hábito),
Análisis de las sensaciones (El), 1882, 1802, p. 354.
p. 29. Memoria sobre la descomposición del
C onocim iento y error, 1905, p. 95. pensamiento, 1805, p. 421.
Ensayo sobre los fundamentos de la psi­
MAJLLET, Benoít de, diplomático y geó­ cología y sobre sus relaciones con el
logo francés (1656-1738). estudio de la naturaleza, 1859, p. 240.
Telliamed, 1748, p. 596.
M AISTRE, Joseph de, pensador políti­
M AIM Ó NID ES (Rabbi Mosé ben M AI­ co, filósofo y escritor francés (1753-1821).
M ON), médico, filósofo y científico judío- Consideraciones sobre Francia, 1797,
español (hacia 1138-1204). p. 98.
Guía de perplejos, s.f., p. 322. Veladas de San Petersburgo (Las), 1821,
p. 645.
MAINE DE BIRAN (Marte Frangois R e ­
n e GONTIER DE BIRAN), filósofo fran MALEBRANCHE, Nicolás, orador, filó­
cés (1766-1824). sofo y teólogo francés (1638-1715).
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 712

De la investigación de la verdad, 1674- Distinguir para unir, 1932, p. 208.


1675, p. 142. Humanismo integra!, 1936, p. 340.
Conversaciones cristianas en las que se Breve tratado acerca de la existencia y
justifica la verdad de la religión y de de lo existente, 1947, p. 48.
la moral de Jesucristo, 1677, p. 105.
Tratado de la naturaleza y de la gracia, MARX, Karl, filósofo, economista y revo­
1680, p. 621. lucionario alemán (1818-1883).
Meditaciones cristianas y metafísicas, D iferencia de la filosofía de la natu­
1683, p. 416. raleza en D em ócrito y en Epicuro (La),
Tratado de moral, 1684, p. 628. 1841, p. 192.
Conversaciones sobre la metafísica y Contribución a la crítica de la filosofía
sobre la religión, 1688, p. 106. del derecho de H egel. In trodu cción ,
Tratado del amor de Dios, 1697, p. 629. 1844, p. 104.
Sagrada Familia o Crítica de la crítica
M A L T H U S , Thom as R obert, econo­ crítica (La), (con Engels*), 1845, p. 551.
mista inglés (1766-1834). Miseria de la filosofía, 1847, p. 431.
Ensayo sobre el principio de población, Manifiesto del partido comunista (con
1798, p. 236. Engels*), 1848, p. 410.
Trabap asalariado y Capital, 1849, p. 612.
M AO TSE-TUNG, estadista chino (1893- Dieciocho Brumario de Luís Bonapar-
1976). te (El), 1852, p. 191.
Cuatro tesis filosóficas, 1966, p. 124. Fundamentos de la crítica de la e co ­
nomía política, o 1857-1858, p. 312.
M AQ UIAVE LO , Nicolás (Niccoló MA- Capital (El), 1867, 1885 y 1894, p. 54.
C H IAV E LU ), pensador político y filóso­ Ideología alemana (La) (con Engels*),
fo italiano (1469-1527). 1932, p. 349.
D el arte de la guerra, 1521, p. 158.
Discursos sobre la primera década de MAUPERTUIS, Fierre Louis M OREAU
Tito-Livio, 1531, p. 204. de, matemático, científico y filósofo fran­
Príncipe (El), 1532, p. 495. cés (1698-1759).
Sistema de la naturaleza, 1756, p. 565.
M A R C E L, G abriel, filósofo francés
(1889-1973). M AUSS, Marcel, etnólogo y sociólogo
Diario metafísico, 1927, p. 187. francés (1872-1950).
Ser y Tener, 1935, p. 558. Bosquejo de una teoría general de la
H om o viator, 1944, p. 339. magia, 1902-1903, p. 47.
Naturaleza y /unción del sacrificio,
M A R C O AUR E LIO , emperador y filó­ 1909, p. 445.
sofo estoico romano de lengua griega Ensayo sobre el don, 1923-1924, p. 231.
(121-180).
So/i/oquios, de 170 a 180, p. 583. MEINONG, Alexius, filósofo y psicólo­
go austríaco (1853-1920).
M ARCU SE, H erbert, filósofo y soció­ Sobre la teoría del objeto, 1904, p. 580.
logo americano de origen alemán (1898-
1979). M ENDELSSHON, Moses, filósofo ale­
Razón y revolución, 1941, p. 534. mán (1729-1786).
Eros y civilización, 1955, p. 249. Fedón, 1767, 1768 y 1769, p. 279.
Hombre unidimensional (El), 1964, p. 337.
MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino, pen
M A R IT A IN , Jacques, filósofo francés sador y polígrafo español (1856-1912).
(1882-1973). Historia de los heterodoxos españoles,
A rte y escolástica, 1920, p. 38. 1880-1882, p. 677.
713 ÍNDICE DE AUTORES

MERLEAU-PONTY, Maurice, filósofo na, la providencia, la predestinación y


francés (1908-1961). la reprobación, 1588, p. 88.
Fenomenología de la percepción, 1945,
p. 282. M O NO D, Jacques, bioquímico francés
Humanismo y terror, 1947, p. 341. (1910-1976).
Elogio de la filosofía, 1953, p. 221. Azar y la necesidad (El), 1970, p. 42.
Signos, 1960, p. 561.
Ojo y el Espíritu (El), 1964, p. 464. M O NTA IGN E , Michel E YQ UE M de,
Visible y lo invisible (Lo), 1964, p. 651. ensayista y escritor francés (1533-
Prosa del mundo (La), 1969, p. 513. 1592).
A pología de Ramón Sibiuda, o 1570-
MERSENNE, Marin, (abate), filósofo y 1580, p. 35.
científico francés (1588-1648). Ensayos, 1580 a 1588, p. 242.
Cuestiones inauditas: cuestiones armó­
nicas, cuestiones teológicas, las mecá­ MONTESQUIEU, Charles-Louis de SE-
nicas de Galileo, los p reludios de la C O N D A T (barón de LA BREDE y de),
Arm onía universal, 1634, p. 126. magistrado y escritor francés (1689-1755).
Consideraciones sobre las causas de la
MESLIER, Jean, llamado «el cura Mes- grandeza de los romanos y de su deca­
lier», filósofo francés (1664-1729). dencia, 1734, p. 99.
Memoria de los pensamientos y los sen­ Del espíritu de las leyes, 1748, p. 163.
timientos, o entre 1718 y 1729, p. 421.
MOORE, George Edward, filósofo inglés
MEYERSON, Émile, científico y filóso­ (1873-1958).
fo francés de origen polaco (1859-1933). Principia ethica, 1903, p. 496.
Identidad y realidad, 1908, p. 349.
MORELLY, filósofo francés (hacia 1717-
MILESIOS (TALES, ANAXIM ANDRO, hacia 1778).
ANAXÍMENES, llamados los), filósofos Código de la naturaleza, 1773, p. 80.
griegos de la escuela jónica (siglos vn-vi a.C.).
Fragmentos, s.f., p. 306. M O RIN, Edgard, filósofo y sociólogo
francés (n. 1921).
MILL, John Stuart, filósofo y economista M étodo (El), 1977-1991, p. 428.
inglés (1806-1873). Ciencia con consciencia, 1982, p. 72.
Principios de economía política, 1848,
p. 500. MORO, Tomás, véase TOM ÁS M ORO
Sobre la libertad, 1859, p. 576. (Santo).
Utilitarismo, 1863, p. 642.
MOUNIER, Emmanuel, filósofo francés
MOLINA, Luis de, jesuíta y teólogo espa­ (1905-1950).
ñol de lengua latina (1536-1600). In trodu cción a los existencialismos,
C oncord ia del libre albedrío con los 1946, p. 365.
dones de la gracia, la presciencia diui- Tratado del carácter, 1946, p. 629.

NABERT, Jean, filósofo francés (1881- NATORP, Paul, filósofo alemán (1854-
1960). 1924).
Ensayo sobre el mal, 1955, p. 234. Fundamentos lógicos de las ciencias
exactas (Los), 1910, p. 313.
714
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO

NÉDONCELLE, Maurice, filósofo y teó­ Origen de la tragedia (E l) (o E l naci­


logo francés (1905-1976). miento de la tragedia), 1872, p. 466.
R eciprocidad de las conciencias (La), L ib ro del filó s o fo (El), o 1872-1875,
1942, p. 536. p. 397.
Intersubjetividad y o ntología , 1974, Consideraciones intempestivas, 1873-
p. 3 58. 1876, p. 97.
Humano, demasiado humano, 1878 y
NEW T O N (Sir Isaac), matemático, físi­ 1886, p. 341.
co, astrónomo y pensador inglés (1642- Aurora, 1881, p. 40.
1727). Así habló Zaratustra, 1883-1885, p. 39.
Principios matemáticos de la filosofía Gaya Ciencia (La), 1883 y 1887, p. 316.
natural, 1687, p. 508. Más allá del bien y del mal, 1886, p. 411.
G enealogía de la m o ra l (La), 1887,
NICOLÁS DE CUSA (Nikolaus KREBS), p. 316.
teólogo, científico y filósofo alemán de Caso Wagner (El), 1888, p. 463.
lengua latina (1401-1464). Ocaso de los ídolos (El), 1889, p. 463.
Docta Ignorancia (La), o 1440, p. 211. Nietzsche contra Wagner, 1895, p. 463.
Voluntad de poder (La), 1901, p. 652.
NICOLE, Pierre, teólogo y moralista fran­ Filosofía en la época trágica de los grie­
cés (1625-1695). gos (La), 1903, p. 296.
Lógica o el A rte de pensar (La ) (con Anticristo (El), 1906, p. 30.
Amauld*), 1662, p. 406. Ecce Homo, 1908, p. 215.
Ensayos de moral, 1671 a 1714, p. 244.
NIZAN, Paul, filósofo, ensayista y nove­
NIETZSCHE, Friedrich Wilhelm, filó lista francés (1905-1940).
sofo alemán (1844-1900). Perros guardianes (Los), 1932, p. 484.

OCCAM , Guillermo de, teólogo y filó­ Contra Celso, o 248, p. 101.


sofo inglés de lengua latina (hacia 1285- De los principios, s.f., p. 155.
hacia 1347).
Sobre el gobierno tiránico del Papa, o ORTEGA Y GASSET, José, filósofo y
1334-1342, p. 571. escritor español (1883-1955).
Suma de toda la lógica, 1488, p. 589. Tema de nuestro tiem po (El), 1923,
Comentario sobre las Sentencias, 1493, p. 596.
p. 82. R e b e lió n de las masas (L a ), 1930,
p. 536.
ORESME, Nicolás, teólogo, economis­ En torno a Galileo, 1933, p. 684.
ta y científico francés (hacia 1325-1382). Idea de p rin cipio en Leibniz y la evo­
D el origen, naturaleza, derechos y mu­ lución de la teoría deductiva (La), 1958,
taciones de las monedas, hacia 1361 p. 343.
p. 171.
Tratado [o Lib ro ] del cielo y del m un­ O W EN, Robert, reformador y socialista
do, 1377, p. 630. británico (1771-1858).
L ib ro del nuevo m undo m oral (El),
ORÍGENES de Alejandría, teólogo cris­ 1836-1844, p. 397.
tiano de lengua griega (hacia 185-hacia 251).
71 5 ÍNDICE DE AUTORES

P AN O FS K Y , Erwin, historiador del arte PEDRO LO M BARD O , teólogo italiano


americano de origen alemán (1892- de lengua latina (hacia 1100-1160).
1968). Libros de las Sentencias, o 1148-1152,
Perspectiva com o form a simbólica (La), p. 397.
1924-1925, p. 484.
PEIRCE, Charles Sanders, filósofo y
P AR AIN , Brice, filósofo y escritor fran­ lógico americano (1839-1914).
cés (1897-1971). Hombre, un signo (Un). El pragmatis­
Investigaciones sobre la naturaleza y mo de Peirce, 1978, p. 337.
funciones del lenguaje, 1942, p. 378. Obra lógico-semiótica, 1978, p. 461.

PARETO , Vilfredo, economista y soció­


P I I M A R G A LL, Francisco, filósofo y
logo italiano (1848-1923).
C u rso de econ o m ía p o lítica , 1896, político español (1824-1901).
p. 127. Nacionalidades (Las), 1876, p. 673.

PARM ÉNIDES de Elea, filósofo griego PIAGET, Jean, psicólogo suizo (1896-
de la escuela eleática (siglos vi-v a.C.). 1980).
De la Naturaleza, s.f., p. 145. Psicología de la inteligencia (La), 1947,
p. 521.
P ASC AL, Blaise, científico, pensador y Introducción a la epistemología gené­
escritor francés (1623-1662). tica, 1950, p. 359.
Provinciales (Las) (o Cartas escritas a
un provincial p o r uno de sus amigos, P IC O DE L A M IR AN D O LA, Jean, filó­
a propósito de las disputas actuales de sofo italiano (1463-1494).
la Sorbona), 1656-1657, p. 517. Novecientas Conclusiones, 1486, p. 448.
P re fa cio para e l Tratado del vacío, Del Ser y de la Unidad, 1496, p. 172.
1663, p. 493.
Pensamientos, 1670, p. 481.
D el arte de persuadir, 1728, p. 159. PITÁGORAS, filósofo y matemático grie­
Conversación con M. de Saci sobre Epic- go (hacia 580-hacia 500 a.C.).
teto y Montaigne, 1728, p. 105. Versos áureos, s.f., p. 646.
D el espíritu geométrico, 1776, p. 165.
P L A T Ó N , filósofo griego (428/427-
PASSERO N, Jean-Claude (n. 1930). 348/347 a.C.).
Reproducción (La) (con Bourdieu), 1970, Hipias menor, o hacia 399 a.C., p. 329.
p. 542. Alcibíades, o hacia 399-396 a.C., p. 26.
Ion, o hacia 399-390 a.C., p. 378.
P A T O C K A , Jan, filósofo checo (1907- Eutifrón, o hacia 395 a.C., p. 270.
1977). Lisis, o entre 392 y 388 a.C., p. 398.
¿Qué es la fenomenología?, 1965-1985, Apología de Sócrates, o hacia 390-385
p. 527. a.C., p. 35.
Ensayos heréticos sobre la filosofía de Critón, o hacia 390-385 a.C., p. 120.
la historia, 1975, p. 246. Cármides, o hacia 388 a.C., p. 60.
Laques, o hacia 388 a.C., p. 385.
PEDRO HISPANO , filósofo y lógico his- Protágoras, o hacia 388 a.C., p. 515.
panoportugués (12109-1277). Gorgias, o hacia 387 a.C., p. 319.
C o m p e n d io de ló gica , hacia 1230, Menón, o hacia 387 a.C., p. 422.
p. 6 6 2 . Menéxeno, o hacia 386 a.C., p. 422.
DICCIONARIO DE U S MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 716

Banquete (El), o hacia 385 a.C., p. 43. POM PONAZZI, Pietro, filósofo italiano
Crátilo, o hacia 385 a.C., p. 108. de lengua latina (1462-1525).
Eutidemo, o hacia 385 a.C., p. 270. Tratado de la inmortalidad del alma,
Fedón, o hacia 385 a.C., p. 279. 1516, p. 620.
República (La), o entre 385 y 370 a.C.,
p. 544. POPPER, Karl Raimund, filósofo y epis-
Fedro, o hacia 375-370 a.C., p. 281. temólogo austríaco (1902-1994).
Teeteto, o hacia 368 a.C., p. 594. Lógica de la investigación científica (La),
Parménides, o hacia 367 a.C., p. 475. 1934, p. 402.
Sofista, o hacia 365 a.C., p. 582. Miseria del h istoricism o (La), 1957,
Político, o hacia 360 a.C., p. 487. p. 4 3 3.
Leyes (Las), o hacia 357-3 4 7 a.C ., Conjeturas y refutaciones, 1963, p. 92.
p. 3 9 5 . C onocim iento objetivo, 1972, p. 95.
Carta VII, o hacia 354 a.C., p. 62.
Filebo, o hacia 350 a.C., p. 287. PORFIRIO de Tiro, filósofo neoplató-
Critias, s.f., p. 110. nico griego de origen sirio (234-hacia
Hipias mayor, s.f., p. 326. 305).
Timeo, s.f., p. 609. Isagoge (Introducción), o hacia 267-270,
p. 379.
PLOTINO de Licópolis, filósofo griego,
cabeza del neoplatonismo (hacia 205-
PRIGOGINE, Ilya, químico belga de ori­
269/270).
Eneadas, o 253/254-269/270, p. 226. gen ruso (n. 1917).
N ueva A lia n za (L a ) (con Stengers"),
PLUTAR CO de Queronea, biógrafo y 1979, p. 450.
moralista griego (hacia 46 - hacia 120).
Obras morales, s.f., p. 462. PROCLO, filósofo neoplatónico griego
Vidas paralelas (o Vidas de los hombres (412-485).
ilustres), s.f., p. 649. Elementos de teología, s.f., p. 220.

POINCARÉ, Henri, matemático francés P R O D IC O de Ceos, sofista griego


(1854-1912). (segunda mitad del siglo v a.C.).
Ciencia y la hipótesis (La), 1902, p. 76. Horas (Las), s.f., p. 340.
Valor de la ciencia (El), 1905, p. 645.
Ciencia y método, 1908, p. 76. PROTÁGORAS de Abdera, sofista grie­
go (hacia 485-hacia 411 a.C.).
POIRIER, Rene, filósofo y epistemólo-
Fragmentos, s.f., p. 308.
go francés (n. 1900).
Ensayo sobre algunas características de
PROUDHON, Pierre Joseph, filósofo y
las nociones de espacio y de tiem po,
político francés (1809-1865).
1931, p. 231.
¿Qué es la propiedad?, 1840, p. 529.
POLIN, Raymond, filósofo francés (n. D e la creación del orden en la huma­
1910). nidad, 1843, p. 135.
C reación de los valores (La), 1945, Filosofía de la miseria (o Sistema de
p. 108. las contradicciones económicas), 1846,
p. 290.
POLITZER, Georges, filósofo francés De la justicia en la revolución y en la
(1903-1942). Iglesia, 1858, p. 143.
Crítica de los fundamentos de la psi­ Guerra y la paz (La), 1861, p. 322.
cología, 1929, p. 118.
Principios elementales de la filosofía, PSEUDO-DIONISIO, filósofo neoplató­
1946, p. 508. nico de lengua griega (siglos V-Vi) cuya
717 ÍNDICE DE AUTORES

obra fue atribuida durante mucho tiempo PUFENDORF, Samuel, jurista y filóso-
a Dionisio el Areopagita. fo alemán (1632-1694).
Jerarquía celeste (La), s.f., p. 381. D erecho natural y de gentes, 1672, p.
Teología mística (La), s.f., p. 150. 179.

Q
QUESNAY, Frangote, médico y econo­ QUINE, Willard van Orman, filósofo y
mista francés (1694-1774). lógico americano (n. 1908).
Cuadro económico, 1758, p. 123. Palabra y objeto, 1960, p. 471.
Relatiuidad ontológica y otros ensayos
Q U EV E D O , Francisco de, pensador, (La), 1969, p. 540.
novelista y poeta español (1580-1645). Filosofía de la lógica, 1970, p. 289.
Sueños (Los), 1627, p. 667.

RAM ÓN Y CAJAL, Santiago, neurólo­ Investigación sobre la mente humana


go español (1852-1934). según los principios del sentido común,
Recuerdos de mi vida: Historia de mi 1764, p. 372.
labor científica, 1917, p. 675. Ensayos sobre las facultades intelec­
tuales, 1785, p. 248.
RANK, Otto (Otío ROSENFELD, lia
mado), psiquiatra austríaco (1884-1939). R EINHOLD, Karl Leonhard, filósofo
Trauma del nacimiento (El), 1924, p. 636. alemán (1758-1823).
Ensayo de una nueva teoría de la repre­
RAVAISSON-MOLUEN (Félix LACHER), sentación, 1789, p. 230.
filósofo francés (1813-1900).
RENAN, Emest, filósofo y escritor fran­
D el hábito, 1894, p. 166.
cés (1823-1892).
Porvenir de la ciencia (El), 1890, p. 489.
RAW LS, John, filósofo americano (n.
1921). RENOUVIER, Charles, filósofo fran­
Teoría de la justicia, 1971, p. 600. cés (1815-1903).
Ensayos de crítica general, 1851-1864,
RÉE, Paul, filósofo alemán (1849-1901). p. 244.
Origen de los sentimientos morales (El),
1877, p. 467. RIBOT, Théodule, filósofo y psicólogo
francés (1839-1916).
REICH, Wilhelm, psicoanalista ameri­ P sicología de los sentim ientos (La),
cano de origen austríaco (1897-1957). 1896, p. 522.
Psicología de masas del fascismo (La), Lógica de los sentimientos (La), 1905,
1933, p. 522. p. 404.
Revolución sexual (La), 1945, p. 548. Ensayo sobre las pasiones, 1907, p. 238.

REID, Thomas, pastor y filósofo esco- RICARDO, David, financiero y econo-


cés (1710-1796). mista inglés (1772-1823).
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 71 8

Principios de econom ía política y tri­ Carta a D ’A le m b e rt sobre los espec­


butación, 1817, p. 500. táculos, 1758, p. 61.
Contrato social (El), 1762, p. 102.
RICOEUR, Paul, filósofo francés (n. Emilio, 1762, p. 222.
1913). Cartas desde la montaña, 1764, p. 67.
Historia y verdad, 1955, p. 333. Ensayo sobre el origen de las lenguas,
De la interpretación, 1965, p. 142. 1781, p. 234.
Metáfora viva (La), 1975, p. 427. Escritos sobre el abate de Saint-Pierre,
T iem p o y narración, 1983, 1984 y 1782, p. 251.
1985, p. 607. Rousseau juez de Jean-Jacques. D iálo­
gos, 1782, p. 550.
RODÓ, José Enrique, pensador, ensa­
yista y sociólogo uruguayo (1872-1917). R O YC E , Josiah, filósofo americano
A riel, 1900, p. 681. (1855-1916).
Espíritu de la filosofía moderna (El),
ROSSET, Clément, filósofo francés (n. 1892, p. 254.
1939). Mundo y el Individuo (El), 1900 y 1901,
Real (Lo), 1977, p. 535. p. 443.
Principio de crueldad (El), 1988, p. 498.
RUSSELL, Bertrand, matemático, lógi­
ROUGEMONT, Denis de, ensayista sui­ co y filósofo británico (1872-1970).
zo de lengua francesa (1906-1985). Principia mathematica (con Whitehead*),
A m o r y Occidente (El), 1939, p. 28. 1910-1913, p. 497.
Nuestro conocimiento del mundo exte­
ROUGIER, Louis, filósofo francés (1889- rior, 1914, p. 450.
1982). Introducción a la filosofía matemática,
Estructura de las teorías deductivas (La), 1919, p. 361.
1921, p. 260. Religión y ciencia, 1935, p. 541.
Tratado del conocimiento, 1955, p. 630. Investigación sobre el significado y la
verdad, 1940, p. 372.
ROUSSEAU, Jean-Jacques, escritor y
filósofo ginebríno de lengua francesa RUYER, Raymond, filósofo francés
(1712-1778). (1902-1987).
Discurso sobre las ciencias y las artes, Mundo de los valores (El), 1948, p. 443.
1750, p. 202. Filosofía del valor (La), 1952, p. 295.
Discurso sobre el origen y los funda­ Gnosis de Princeton (La), 1974, p. 318.
mentos de la desigualdad entre los hom­
bres, 1755, p. 199.

SADE (Donatien Alphonse Fran^ois, SAINT-MARTIN, Louis Claude de, filó­


marqués de), escritor francés (1740- sofo francés, llamado «el Filósofo desco­
1814). nocido» (1743-1803).
Justina o los infortunios de la virtud, D e los errores y de la verdad, 1775,
1791, p. 381. p. 154.
F ilo s o fía en e l b o u d o ir (La ), 1795, H ombre de deseo (El), 1790, p. 334.
p. 295.
71 9 ÍNDICE DE AUTORES

SAINT-PIERRE (Charles-Irénée CAS- SCHELER, Max, filósofo alemán (1874-


TEL, abate de), pensador francés (1658- 1928).
1743). Formalismo en la ética y la Ética mate­
Proyecto de paz perpetua, 1713, p. 517. rial de los valores (El), 1916, p. 301.
Resentimiento en la moral (El), 1923,
S A IN T -S IM O N (Claude Henri de p. 546.
R O U V R O Y, conde de), filósofo y eco­ Esencia y formas de la simpatía, 1923,
nomista francés (1760-1825). p. 254.
Cartas de un habitante de Ginebra a sus Puesto del hombre en el cosmos (El),
contemporáneos, 1802, p. 66. 1928, p. 525.
D el sistema industrial, 1821, p. 173. Sobre el sentido del sufrimiento, 1936,
Nuevo Cristianismo (El), 1825, p. 451. p. 575.

SÁNCHEZ, Francisco, filósofo y médi­


SCHELLING (Friedrich Wilhelm Joseph
co español (1552-1623).
von), filósofo alemán (1775-1854).
Que nada se sabe, 1581, p. 666.
Ideas para una filosofía de la naturale­
S A N T A Y A N A , Jorge, filósofo norte­ za, 1797, p. 345.
americano de origen español (1863-1952). Sistema del idealismo trascendental,
Sentido de la belleza (El), 1896, p. 554. 1800, p. 569.
Vida de la razón (La), 1905-1906, p. 647. Filosofía y religión, 1804, p. 297.
Tres poetas filósofos: Lucrecio, Dante, Investigaciones filosóficas sobre la esen­
Goethe, 1910, p. 678. cia de la libertad humana y de los obje­
Diálogos en el lim bo, 1925, p. 679. tos con ella relacionados, 1809, p. 376.
Edades del mundo (Las), 1811, 1813 y
SAPIR, Edward, lingüista y antropólo­ 1815, p. 217.
go americano de origen alemán (1884-
1939). SCHLEIERMACHER, Friedrich Daniel
Lenguaje (El), 1921, p. 389. Emst, filósofo y teólogo alemán (1768-
1834).
SARTRE, Jean-Paul, filósofo y escritor Discursos sobre la religión, 1799, p. 205.
francés (1905-1980). Lecciones de estética, 1843, p. 386.
Imaginación (La), 1936, p. 352.
Trascendencia del ego (La), 1936-1937, SC H LIC K, Moritz, filósofo alemán
p. 614. (1882-1936).
Bosquejo de una teoría de las em ocio­ Teoría general del conocimiento, 1918,
nes, 1939, p. 47. p. 604.
Imaginario (Lo), 1940, p. 352.
Ser y la Nada (El), 1943, p. 555. SCHMITT, Cari, jurista y filósofo ale­
Existencialismo es un humanismo (El), mán (1888-1985).
1946, p. 273. Concepto de lo político (El), 1932, p. 85.
Cuestiones de método, 1957, p. 126.
C rítica de la razón dialéctica, 1960, SCHÓFFER, Nicolás, escultor y esteta
p. 111. francés (1912-1992).
C uad ernos para una m ora l, 1983, Nuevo espíritu artístico (El), 1970, p. 452.
p. 1 2 3 .
Verdad y Existencia, 1989, p. 646. SCHOPENHAUER Arthur, filósofo ale
mán (1788-1860).
SAUSSURE, Ferdinand de, lingüista sui­ D e la cuádruple raíz del p rin cipio de
zo (1857-1913). razón suficiente, 1813, p. 136.
Curso de lingüística general, 1916, Mundo com o voluntad y representación
p. 130. (El), 1818, p. 442.
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 720

Sobre la libertad de la voluntad huma­ Restitución del Cristianismo, 1553, p.


na, 1841, p. 576. 663.
Sobre el fundamento de la moral, 1841,
p. 570. SEXTO EMPÍRICO, filósofo, médico y
Aforismos para la sabiduría de la vida, astrónomo griego (siglos n-lii).
1851, p. 25. Hypotiposis pirrónicas, s.f., p. 327.
Parerga y Paralipómena, 1851, p. 475.
SH A FTE SB U R Y (Anthony Ashley
SCHULZE, Gottlob Ems, filósofo ale­ C O O PE R , conde de), filósofo inglés
mán (1761-1833). (1671-1713).
Enesidemo, 1792, p. 229. Características de los hombres, de las
costumbres, de las opiniones y de los
SCHUMPETER, Joseph Alois, econo­ tiempos, 1711, p. 60.
mista y sociólogo austríaco (1883-1950).
Capitalismo, socialismo y democracia, SIB IU DA , Ramón, médico y teólogo
1942, p. 56. catalán de lengua latina (hacia 1385-
1436).
SEARLE, John Roger, lingüista y filó­ Teología natural, 1487, p. 598.
sofo americano (n. 1932).
Actos de habla, 1969, p. 24. SIGER de Brabante, filósofo y teólogo
Expresión y significado, 1979, p. 276. francés de lengua latina (hacia 1240-
Intencionalidad, 1983, p. 356. 1284).
D el alma intelectiva, 1270, p. 158.
SEBOND, Raymond, véase SIBIUDA,
Ramón. SIMMEL, Georg, filósofo y sociólogo ale­
mán (1858-1918).
SECRÉTAN, Charles, filósofo suizo de Filosofía del dinero, 1900, p. 294.
lengua francesa (1815-1895). Filosofía de la cultura, 1911 y 1923,
F ilosofía de la libertad (La), 1848 y p. 288.
1849, p. 289. C ultura fem enina y otros ensayos,
1923, p. 127.
SENECA (Lucio Annaeus), hombre polí­
tico, filósofo y escritor romano de origen SIM O N D O N, Gilbert, filósofo francés
hispano (4 a.C. - 65 d.C.). (1924-1989).
De la providencia, o hacia 41-49, p. 149. D el modo de existencia de los objetos
De la constancia del sabio, o hacia 50, técnicos, 1958, p. 170.
p 134.
De la vida bienaventurada, o hacia 58, SISMONDI, Jean Charies Léonard, his­
p. 151. toriador y economista suizo (1773-1842).
Cuestiones naturales, o hacia 62, p. 127. Nuevos principios de economía p o líti­
Cartas a Lucilio, o hacia 63-64, p. 66. ca, 1819, p. 456.

SERRES, Michel, epistemólogo y filó­ SMITH, Adam, filósofo y economista


sofo francés (n. 1930). escocés (1723-1790).
Sistema de Leibniz y sus modelos mate­ Teoría de los sentimientos morales (La),
máticos (El), 1968, p. 567. 1759, p. 601.
Hermes, 1969-1980, p. 325. Investigación sobre la naturaleza y cau­
Roma, el L ib ro de las fundaciones, sas de la riqueza de las naciones, 1776,
1983, p. 550. p. 372.

SERVET, Miguel, filósofo, teólogo, médi­ SOLOVIEV, Vladímir Serguéievich, filó­


co y místico español (1511-1552). sofo y poeta ruso (1853-1900).
721 ÍNDICE DE AUTORES

Crisis de la filosofía occidental, 1874, SPINOZA, Baruch, filósofo holandés de


p. 109. origen judio (1632-1677).
Sofia (La), 1876, p. 582. Tratado teológico-político, 1670, p. 634.
Ética ldemostrada según el orden geo­
SOMBART, Wemer, economista y soció­ métrico•], 1677, p. 267.
logo alemán (1863-1941). Tratado de la reform a del entend i­
Burgués (El), 1913, p. 49. miento, 1677, p. 623.
Tratado político, 1677, p. 631.
SOREL, Georges, publicista francés Breve Tratado sobre Dios, del hombre
(1847-1922).
y de su felicidad, 1852, p. 48.
Reflexiones sobre la violencia, 1908,
p. 537.
STENGERS, Isabelle, filósofa de las cien­
SOURIAU, Étienne, filósofo y esteta fran­ cias belga (n. 1949).
cés (1892-1979). Nueva Alianza (La) (juntamente con Pri-
Correspondencia de las artes (La), 1947, gogine*), 1979, p. 450.
p. 107.
Sombra de Dios (La), 1955, p. 584.
STIRNER, Max (Johann Kaspar SCH-
SPENCER, Herbert, filósofo inglés MIDT, llamado), filósofo alemán (1806-
(1820-1903). 1856).
Principios de psicología, 1855, p. 507. Único y su propiedad (El), 1845, p. 641.
Primeros principios (Los), 1862, p. 494.
Principios de biología, 1864-1867, p. 499. STRAUSS, Léo, filósofo alemán (1899-
Principios de sociología, 1876-1896, 1973).
p. 507. D e re ch o n a tu ra l e h is to ria , 1950,
Individuo contra el Estado (El), 1884, p. 178.
p. 354.

SPENGLER, Oswald, filósofo alemán SUÁREZ, Francisco, jesuíta y teólogo


(1880-1936). español (1548-1617).
Decadencia de Occidente (La), 1918, Disputaciones metafísicas, 1597, p. 207.
p. 155.
Hombre y la técnica (El), 1931, p. 339.

TAINE, Hippolyte, crítico, historiador y TEILHARD DE CHARDIN, Pierre, teó-


filósofo francés (1828-1893). logo, filósofo y paleontólogo francés,
D e la inteligencia, 1870, p. 141. (1881-1955).
Filosofía del arte, 1882, p. 293. Fenómeno humano (El), 1955, p. 282.
Aparición del hombre (La), 1956, p. 34.
TALES de Mileto, filósofo y matemáti­ Porvenir del hombre (El), 1959, p. 491.
co griego (hacia 625-hacia 545 a.C.).
Véase M1LESIOS (los): Fragmentos. TEOFRASTO, filósofo y erudito griego,
discípulo de Aristóteles (hacia 372-hacia
TARDE, Gabriel de, jurista y sociólogo 285 a.C.).
francés (1843-1904). Caracteres (Los), s.f., p. 58.
Leyes de la imitación (Las), 1890, p. 395. Metafísica (La), s.f., p. 426.
DICCIONARIO DE LAS MIL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 722

TERTULIANO (Quintus Septimius Flo­ C om entarios sobre Aristóteles, o de


rero Tertullianus), escritor latino cris­ 1265 a 1273, p. 83.
tiano (hacia 155-hacia 222). Suma teológica, o 1266-1274, p. 590.
Apologético (El), o 197, p. 34. De la unidad d el in te le c to , 1269,
p. 1 5 0 .
T H O M , Rene, matemático y epistemó- Cuestiones disputadas, p. 126.
logo francés (n. 1923).
Parábolas y catástrofes, 1983, p. 474. T O M Á S M O R O (Santo), humanista y
hombre político inglés (hacia 1478-1535).
TIERNO G ALV ÁN , Enrique, filósofo y Utopía, 1516, p. 643.
político español (1918-1986).
Tradición y modernismo, 1962, p. 689. TÓNNIES, Ferdinand, filósofo y soció­
logo alemán (1855-1936).
TO CQ U EVILLE (Charles Alexis CLE- Comunidad y sociedad, 1887, p. 84.
RET de), historiador y hombre político
francés (1805-1859). TO R RE S QUEVEDO, Leopoldo, inge­
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1840, p. 173. Ensayos s obre a u to m á tica , 19 14 ,
Antiguo Régimen y la Revolución (El), p. 6 7 6 .
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T R E S M O N T A N T , Claude, teólogo y
T O M Á S DE A Q U IN O (Santo), teólogo filósofo francés (n. 1925).
y filósofo italiano de lengua latina (hacia Ciencias del universo y problemas meta-
1225-1274). físicos, 1976, p. 77.
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p. 555. T R O T S K I, L e v D avídovich B RO N S-
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Pedro Lombardo, o 1254-1256, p. 82. bre político ruso (1879-1940).
Suma contra los Gentiles, o entre 1255 R evolu ción perm anente (La), 1928-
y 1264, p. 588. 1931, p. 548.

UN AM U N O , M iguel de, filósofo, poe­ Del sentimiento trágico de la vida en los


ta y dramaturgo español (1864-1936). hombres y en los pueblos, 1913, p. 172.
Vida de D on Quijote y Sancho, 1905, Agonía del cristianismo (La), 1926, p. 26.
p. 647. San Manuel Bueno, mártir, 1931, p. 681.

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marqués de), escritor y moralista fran­ y filósofo italiano (1668-1744).
cés (1715-1747). Ciencia nueva, 1725, p. 73.
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ritu humano, 1745, p. 366. VIVES, Juan Luis, humanista español
de lengua latina (1492-1540).
72 3 ÍNDICE DE AUTORES

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VOLTAIRE (Fran<;ois Mane AROUET,
llamado), filósofo y escritor francés (1694- VUILLEMIN, Jules, filósofo francés, (n.
1778). 1920).
Cartas filosóficas, 1734, p. 67. Ensayo sobre la significación de la muer­
Micromegas, 1752, p. 430. te, 1948, p. 237.
Ensayo sobre las costumbres y el espí­ Lógica y el Mundo sensible (La), 1971,
ritu de las naciones, 1756, p. 238. p. 406.
Cándido, 1759, p. 53. Necesidad o Contingencia, 1984, p. 445.

w
W A H L , Jean, filósofo francés (1888- Investigación sobre los principios del
1974). conocim iento natural, 1919, p. 374.
Estudios kierkegaardianos, 1938, p. 263. Concepto de naturaleza (El), 1920, p. 87.
Tratado de metafísica, 1953, p. 627. Ciencia y el mundo moderno (La), 1925,
p. 75.
W A T S O N , John Broadus, psicólogo Función de la razón (La), 1929, p. 309.
americano (1878-1958).
Psicología desde el p u n to de vista de WIENER, Norbert, matemático y cien­
un conductista, 1919, p. 523. tífico americano (1894-1964).
Cibernética (La), 1948, p. 70.
WEBER, Max, sociólogo alemán (1864- Cibernética y sociedad, 1950, p. 71.
1920).
Ética protestante y el Espíritu del capi­ W ITTGENSTEIN, Ludwig Josef, filó­
talismo (La), 1905, p. 269. sofo inglés de origen austríaco (1889-
Político y el científico (El), 1919, p. 488. 1951).
Ensayos sobre la teoría de la ciencia, Tractatus logico-philosophicus, 1921,
1922, p. 247. p. 613.
Investigaciones filosóficas, 1953, p. 375.
WEIL, Éric, filósofo francés de origen Cuadernos azul y marrón (Los), 1958,
alemán (1904-1977). p. 121.
Lógica de la filosofía, 1950, p. 401. Observaciones filosóficas, 1964, p. 462.
Filosofía moral, 1961, p. 297. Sobre la certeza, 1969, p. 575.
Gramática filosófica, 1969, p. 320.
WEIL, Simone, filósofa y escritora fran­
cesa (1909-1943). W O LFF, Christian, filósofo alemán
Gravedad y la gracia (La), 1947, p. 321. (1679-1754).
Echar raíces, 1949, p. 215. Principios del derecho natural y de gen­
Condición obrera (La), 1951, p. 89. tes, 1758, p. 508.
Reflexiones sobre las causas de la liber­
tad y de la opresión social, 1955, p. 537. W UN DT, Wilhelm, psicólogo y filósofo
alemán (1832-1920).
WHITEHEAD, Alfred North, matemá­ E lem en tos de psicofisiología , 1873-
tico, lógico y filósofo inglés (1861-1947). 1874, p. 220.
Prin cipia mathematica (con Russell’ ),
1910-1913, p. 497.
DICCIONARIO DE LAS M IL OBRAS CLAVE DEL PENSAMIENTO 724

z
Z A R A T U S T R A (antiguamente llamado ZEN Ó N de Elea, filósofo griego de la
ZOROASTRO), profeta iraní (hacia 660- escuela de Elea (s. V a.C.).
hacia 583 a.C). Fragmentos, s.f., p. 309.
Gáthá (Los), s.f., p. 315.
ZO R O A STR O , véase ZAR ATU STR A.
Z EN Ó N de C itio, filósofo griego, fun­
dador del estoicismo (hacia 335-hacia 264 ZUBIRI, Xavier, filósofo español (1898-
a.C.). 1983).
Fragmentos, s.f., p. 308. Naturaleza, historia, Dios, 1944, p. 686.
Sobre la esencia, 1962, p. 687.

COLECTIVOS

Upanisads, o entre los siglos X I y III a.C., Declaración de los derechos del hom-
p. 642. bre y del ciudadano, 1789, p. 156.
Enciclopedia, de 1751 a 1772, p. 223. Declaración universal de los derechos
humanos, 1948, p. 157.

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