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Prólogo

El Fin del Mundo pasó hace rato. Pero ningún final ya nos
sorprende, acostumbrados como estamos a esta avalancha sin fin de
finales: fin de la poesía, fin de las ideologías, fin del arte, fin de la
historia, fin de la novela, fin del estado-nación, fin del rock, fin del
libro impreso. Un mundo en ruinas en el que pronto sólo vivirán
Gregor Samsa y sus congéneres.

***

Ya en el principio estaba el final. Tal vez la versión más difundida


esté en el libro del Génesis, donde a escasos versículos de la
creación ya se narra el primer Fin del Mundo, el Diluvio Universal.
Conocemos el final del relato: los sobrevivientes bajan del Arca y
se dispersan por el planeta para repoblarlo, convencidos de que el
fin es posible y que eventualmente volverá a ocurrir. La destrucción
total como mito de origen.

***

El viejo cuento escatológico de La Segunda Venida de Cristo


(el Nazareno, no el artista) permitió ordenar el tiempo y también
concentrar y expandir una gigantesca comunidad religiosa.
Más tarde, un poco antes de que muriera Dios, el relato fue
reinterpretado y así fue surgiendo la noción de progreso, una meta

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