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Raíz, tema y desinencia:

Quisiera ir a las nociones de ‘raíz’, ‘tema’ y ‘desinencia’, para enmarcar


un poco más claramente el fenómeno de la tercera declinación. Si bien no
tengo intención de desarrollar un estudio morfológico profundo, me parece
importante enmarcar la particularidad de la tercera declinación en el fenómeno
general de la palabra indoeuropea, para que pierda su carácter de cosa atípica.
Voy a tomar como ejemplo la conocida raíz de nuestro verbo lu¿-w.
Comencemos por poner dos ejemplos verbales: por una parte la primera
persona lu¿-o-mai, por otra, la tercera lu/-e-tai. Luego, tomemos en
cuenta una serie de términos nominales: lu¿-tr-o-n (un sustantivo que
significa “rescate”), para-lu¿-t-ik-o-j (un adjetivo que significa
“relajado”, “abandonado”), lu¿-si-o-j (un adjetivo que significa
“liberador”), lu-th¿r-i-o-j (con un sentido muy similar al anterior),
lu¿-t-ik-o-j (que implica algo propio a desligar, a disolver, a tal punto que
lutika¿ fa¿rmaka es “laxante”).
A continuación voy a tomar otra serie de términos que voy a organizar
en otra columna: lu¿-si-j (“reparación”, “liberación”, “rescate”),
a)na¿-lu-si-j (“disolución”, “separación”), lu-th¿r (que tiene que ver con
“liberador”, pero en este caso como sustantivo). Como contrapartida de los
verbos en -w, agrego algunos verbos en -mi. La cosa queda organizada así:

Verbos

lu¿-o-mai ei)-mi¿, fh-mi/

lu-e¿-tai dei/k-nu-mi

Nombres

de segunda declinación de tercera declinación

lu¿-tr-o-n lu¿-si-j

para-lu¿-t-ik-o-j a)na¿-lu-si-j
lu¿-si-o-j lu-th¿r
lu-th¿r-i-o-j
lu-t-ik-o/-j

Con la excepción de los verbos en -mi, todos estos términos están


unidos por la significación fundamental de la raíz. Precisamente, la definición
de raíz es ésa, el morfema que es núcleo base de una familia de palabras que
queda unida por la significación fundamental que aporta ese morfema.
Mediante el procedimiento de la afijación propio del indoeuropeo a la raíz se
le pueden agregar elementos que desde el punto de vista posicional son
previos, los prefijos, o que siguen a la raíz, los sufijos. Esto último, como
sabemos, es lo más habitual. Hay un sufijo final que cierra la palabra, más allá
del cual la palabra no puede recibir derivación ni flexión: la desinencia.
Observen que en todos los ejemplos que puse correspondientes a la categoría
de los nombres, ese sufijo desinencial viene dado por una ‘-n’ o una ‘-j’,
salvo en el último de todos, luth¿r, donde hay un alargamiento como marca
de nominativo -en realidad en este caso el tema mismo es en eta y no se ve el
alargamiento, pero de todos modos está allí-. Por supuesto, la desinencia
también se da en el paradigma verbal, y en la parte superior del cuadro
tenemos tanto los sufijos ‘-mai' y ‘-tai’ como el sufijo ‘-mi'. Las
desinencias son gramaticales, en el sentido de que en los verbos marcan
fundamentalmente persona, número y voz, y en los nombres caso y número.
Observen que entre la raíz y la desinencia hay una serie de sufijos que
constituyen el tema de la palabra: el tema es la conformación de la palabra
antes de la aparición de la desinencia. Los sufijos temáticos aportan a la raíz
nuevas connotaciones semánticas -y también en algunos casos gramaticales-.
Pero en las palabras de tercera declinación, el tema se une directamente a la
desinencia y carece de ese sufijo ‘-o-’ que está presente en la columna
correspondiente a las de segunda declinación. Si tomamos lu¿-si-o-j frente
a lu¿-si-j, tenemos en ambos términos el sufijo ‘-si-’, un sufijo semántico
que indica ‘proceso’ –basta pensar en una palabra como poi¿hsij, ‘el proceso
de la creación’, frente a poi/hma (de *poihmat), que remite a la cosa ya
creada, acabada-. Pero en lu¿-si-o-j, además, tenemos esa vocal temática
que enmarca la palabra en la segunda declinación, ausente en lu¿-si-j, de
tercera. En para-lu¿-t-ik-o-j el sufijo ‘-ik-’ es derivativo, nos hace
pensar en términos como mousikh¿, grammatikh¿, etc. Es un sufijo que
genera adjetivos, con un valor semántico ligado a la actividad en cuestión -y
cuyo género supone el sustantivo femenino te/xnh-. En lu¿tron el sufijo
‘-tr-’ señala de alguna manera un matiz de resultado. A veces es difícil
remitirse al sentido originario de estas sufijaciones, pero lo importante es que
son sufijos léxicos, aportan significados. Como se ve, hay sufijos léxicos en
las palabras de la segunda y en las de la tercera declinaciones. ¿Qué es lo que
diferencia a la tercera, entonces, de la segunda? Si bien observan, es la
presencia de la vocal temática ‘-o-’ en los sustantivos y adjetivos de la
segunda declinación lo que marca la diferencia, y que nunca se encuentra en
la tercera declinación. En esta última incluso, como sabemos, puede darse el
caso de que ante la ausencia de un sufijo temático las desinencias se unan
directamente a la raíz, quedando ésta constituida como raíz-tema, como ocurre
en, por ejemplo, a(/l.j o *fleb.j. A su vez también una palabra de segunda
declinación puede no contar en su estructura temática con sufijo léxico alguno,
pero no puede faltar, claro, la vocal temática en cuestión, como en lo/g.o.j.
Concluimos diciendo que la vocal temática no es semántica, es gramatical. No
aporta significado, sino que inserta la palabra dentro de un sistema que es, en
este caso, la segunda declinación.
En el caso de los verbos ocurre lo mismo. En el sistema de la izquierda
tenemos ‘-o-’ y ‘-e-’ formando parte del tema verbal. Es una vocal de unión.
En los verbos no se utiliza la denominación ‘vocal temática’, se establece una
diferencia con los nombres, en donde sí encontramos esa denominación -pero
en el fondo el fenómeno es bastante semejante- .
Frente a este sistema con vocal de unión o temática -que conocemos a
partir de los modelos que podríamos llamar ‘regulares’- tenemos a los
conocidos fhmi/ o ei)mi¿, donde la raíz recibe directamente la desinencia ‘-
mi’. Son los verbos conocidos como atemáticos. Sin embargo, pueden
perfectamente recibir sufijos temáticos (como ocurre con la tercera
declinación, que se la llama también “atemática”), que es el caso de
dei¿knumi, “mostrar”, donde ‘-nu-’ es un sufijo nasal que se agrega al tema
en presente. Lo que ocurre, sencillamente, que, como en los nombres
‘atemáticos’, es la vocal de unión la que no ha sido desarrollada en este
sistema.
También en los verbos ‘atemáticos’, entonces, hay en ocasiones sufijos
léxicos, pero falta la vocal de unión. Son los verbos más antiguos de la lengua.

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