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Apunte Grado Penal
Apunte Grado Penal
DERECHO PENAL
PARTE GENERAL & PARTE ESPECIAL
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1. – BUSTOS RAMÍREZ, Juan (2003) Obras completas, Tomo I, “Derecho penal Parte general”,
Ediciones Jurídicas de Santiago, 2da ed. Santiago (Chile); 2. – COUSO, Jaime & HERNÁNDEZ,
Héctor (2011) Código penal comentado, Libro primero, Legal Publishing Chile, Santiago (Chile);
3. – CURY, Enrique (2005) Derecho Penal, Parte general, Ediciones UC, 8va ed. Santiago (Chile);
4. – FRANK, Reinhard (2002) Sobre la estructura del concepto de culpabilidad, Ed. B de F,
Montevideo (Uruguay); 5. – FRISCH, Wolfgang (2015) La imputación objetiva del resultado,
Desarrollo, fundamentos y cuestiones abiertas, Ed. Atelier, Barcelona (España); 6. – GARCÍA
CAVERO, Percy (2019) Derecho penal Parte general, Ideas solución editorial, Perú; 7. – GARRIDO
MONTT, Mario (2010) Derecho penal, Parte especial, Tomo III, Ed. Jurídica de Chile, Santiago
(Chile); 8. – GARRIDO MONTT, Mario (2010) Derecho penal, Parte especial, Tomo IV, Ed. Jurídica
de Chile, Santiago (Chile); 9. – JAKOBS, Gunther (1997) Derecho penal Parte general, Fundamentos
y teoría de la imputación, Ed. Marcial Pons, 2da ed. Madrid (España); 10. – JESCHECK, Hans-
Heinrich (2002) Tratado de Derecho penal, Parte general, ed. Comares, 5ta ed. Granada (España);
11. – MATUS, Juan Pierre & RAMÍREZ, María Cecilia (2016) Manual de Derecho penal chileno,
Parte especial, Tirant lo Blanch, Valencia (España); 12. – MIR PUIG, Santiago (1994) El Derecho
penal en el Estado social y democrático de derecho, Editorial Ariel S. A., Barcelona (España); 13. –
MIR PUIG, Santiago (2016) Derecho penal Parte general, ed. Reppertor, 10ma ed. Barcelona
(España); 14. – MODOLELL, Juan Luis (2014) Derecho penal, Teoría del delito, Universidad Católica
Andrés Bello, Caracas (Venezuela); 15. – NÁQUIRA, Jaime (1998) Derecho penal, Teoría del delito,
Tomo I, Ed. Mc Graw Hill, Santiago (Chile); 16. – OLIVER, Guillermo (2013) Delitos contra la
propiedad, LegalPublishing Chile, Santiago (Chile); 17. – POLITOFF, Sergio, GRISOLÍA, Francisco
& BUSTOS, Juan (1993) Derecho penal chileno, Parte especial: delitos contra el individuo en sus
condiciones físicas, Ed. Jurídica de Chile, 2da ed. Santiago (Chile); 18. – RETTIG, Mauricio (2017)
Derecho penal Parte general, Fundamentos, Tomo I, DER Ediciones, Santiago (Chile); 19. –
RETTIG, Mauricio (2019) Derecho penal Parte general, El delito de acción doloso e imprudente, Tomo
II, DER Ediciones, Santiago (Chile); 20. – RODRÍGUEZ COLLAO, Luis (2014) Delitos Sexuales, Ed.
Jurídica de Chile, 3ra ed. Santiago (Chile); 21. – ROXIN, Claus (1997) Derecho Penal, Parte general,
Tomo I, Ed. Civitas, Madrid (España); 22. – ROXIN, Claus (2014) Derecho Penal, Parte general,
Tomo II, Ed. Civitas, Navarra (España);
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Parte general y parte especial
PRESENTACIÓN
Estos Apuntes para examen de grado: Derecho penal, parte general y parte especial son el fruto de
la corrección, selección y sistematización de los contenidos que, en mi experiencia como
ayudante de la asignatura, considero de mayor relevancia para un estudio acabado del Derecho
penal, con miras hacia la preparación del Examen de grado de la disciplina. Este trabajo
contempla el desarrollo y profundización de todos los conocimientos exigidos por el “Cedulario
de examen de grado” emitido por la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado. En
razón de dicho cedulario es que se han omitido tópicos que fueron evaluados en las asignaturas
de pregrado como la función del Derecho penal, interpretación de la ley penal, evolución de la teoría
del delito, responsabilidad penal de la persona jurídica, sistema de penas, extinción de la responsabilidad
penal, aborto, receptación, delitos de destrucción, etc.,
No obstante, esto no es obstáculo para que los apuntes sean utilizados en la formación de
pregrado, con el fin de preparar o reforzar los contenidos que serán medidos, por ejemplo, en
una evaluación parcial del semestre, sea de la parte general o de la parte especial.
La estructura mediante la cual se exponen los contenidos intenta ponderar con rigor y
practicidad: a) las referencias a las descripciones y enunciados normativos que la ley dispone en
la conminación de normas jurídico-penales; b) las reflexiones y conclusiones que la doctrina
considera suficientes y necesarias para una comprensión íntegra de las prescripciones y mandatos
jurídico-penales, eludiendo debates de alta profundidad teórica que puedan cooperar a la
desatención de los tópicos que serán efectivamente evaluados-; c) una sistematización de las
posiciones y soluciones doctrinales -y en su caso jurisprudenciales- que facilita la comprensión de
los nudos críticos que aborda la dogmática jurídico-penal; y d) el necesario ejercicio de análisis y
aplicación práctica de dichos contenidos con referencia a casos de mediana complejidad y, en su
medida, de alta mediatez pública, como sucede con el caso “la Quíntrala”, analizado en el apunte
de autoría y participación (§ 13).
Esperamos contribuir con la titánica tarea que subyace al examen de grado, y que aquellos que
dispongan de estos apuntes logren un mejor rendimiento en los desafíos académicos que les
depare la formación jurídica.
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Parte general y parte especial
SECCIÓN 1°:
1. Sistematización
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La pena, por tanto, no busca cumplir fines de utilidad social ni otro propósito más
allá de la culpabilidad personal del autor del crimen. Teniendo como base la dignidad de
la persona humana -en clave liberal-, plantea que nadie puede ser instrumentalizado para
satisfacer objetivos sociales, pues “la persona es un fin en sí mismo, no un medio”.
En las líneas fundamentales de la filosofía del derecho (1821) Hegel elabora una
fundamentación de la pena en clave jurídica y no ética como Kant. El carácter
retributivo de la pena proviene de la necesidad de restablecer la vigencia del orden
jurídico que ha sido puesto en duda por el delito.
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manifestación de la voluntad general que ha sido defraudada por el delito, que al ser
aplicada destruye la voluntad particular manifestada por el delincuente, restableciendo
el imperio de la ley (voluntad general). La pena, por tanto, sería la negación de la
negación, que a la vez es confirmación de la ley penal.
Para Feuerbach, el fin de la pena es de carácter preventivo general, la pena tiene como
fin prevenir la comisión futura de delitos, y para aquello no basta la mera coerción física
del delincuente, se requiere por sobre todo de una coacción psicológica general. La
pena tiene busca representar en un grupo social la existencia de un mal que puede
afectarte si te comportas de tal manera. La base de la prevención-general negativa está en
la intimidación colectiva, una amenaza general a toda la sociedad, pero que en
específico busca inhibir al delincuente potencial. Se propuesta se sintetiza en la
siguiente formulación: La pena tiene que estar orientada de tal modo que el displacer
producido por la sanción penal sea mayor que el displacer producido por desistirse de un
hecho ilícito.
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Para los adeptos a la teoría preventivo-especial del fin de la pena, la pena tiene como
fin un prevenir delitos futuros, pero el efectos preventivos de la pena no se despliegan
sobre la sociedad (integración) o un grupo específico de ella como el de delincuentes
potenciales (intimidación), sino que se harán efectivos sobre el delincuente en concreto,
el sujeto responsable penalmente por sentencia condenatoria es el destinario de los fines
preventivos de la pena, con el objetivo de que dicho individuo no vuelva a cometer delitos
en el futuro.
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Roxin debe ser actualmente el intelectual más influyente del moderno derecho penal.
Promotor del funcionalismo, en su obra intenta ofrecer una solución integradora en lo
relativo al fin de la sanción penal. La teoría unificadora-preventiva de Roxin importa una
superación dialéctica de las teorías preventivo-generales.
Para la teoría unificadora de Roxin los fines preventivos de la pena van a distinguir en
atención a los distintos momentos de la pena.
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1. Introducción
El Estado tiene en su haber el ius puniendi estatal, pero quienes ejercitan en la práctica
el poder punitivo del Estado son sus organismos e instituciones, que ejecutan la actividad
persecutora y sancionadora del Estado. En derecho penal el Estado actúa por medio del
legislador penal y del juez penal, y estos son los destinatarios de estos principios. Tanto
el legislador como el juez realizan mediante su actividad legislativa o jurisdiccional el
ejercicio del poder punitivo del Estado. Mientras los principios limitadores cobran su
relevancia para el legislador en el momento de la conminación penal general, respecto
del juez proceden en la aplicación de la norma jurídico-penal al caso concreto.
Entre los principios limitadores del derecho penal se hace distinción entre los
principios formales, que dicen relación con la forma en que se crea y forma la norma
jurídico-penal; y los principios materiales, que dicen relación con los criterios en que
debe ser aplicada una sanción jurídico-penal para un supuesto de hecho específico, que
sirven para determinar la responsabilidad penal del imputado. Es un principio formal del
derecho penal el principio de legalidad; son principios formales los principios de
culpabilidad, fragmentariedad, proporcionalidad, etc.
2. Principio de legalidad
2.1. Fundamento
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2.2. Antecedentes
Si bien el contenido garantizador del principio de legalidad ya apareció en instituciones de tan larga
data como la Carta magna inglesa, o del impulso que le dieron las ideas liberales a la protección del
individuo frente al Estado, fue Feuerbach quien acuño la fórmula nulla crimen, nulla poena sine lege
(no hay crimen, no hay pena sin ley) en 1810.
2.3. Regulación
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No hay delito ni pena sin ley escrita implica que la ley penal, mediante la cual se
conmina una conducta a la cual se le asigna un castigo, sólo puede ser establecida
mediante ley en su sentido estricto, es decir, como aquella norma de rango legal en cuya
tramitación se cumplieron con los requisitos y procedimiento exigidos
constitucionalmente para ese efecto.
La norma penal sólo puede estar establecida por ley, tal como lo expresa el inc. 9° del
art. 19°, núm. 3° de la Constitución, que dispone que “ninguna ley podrá establecer
penas sin que la conducta que se sancione esté expresamente descrita en ella”. Es decir,
la ley es fuente directa de la norma penal, excluyendo otras fuentes normativas
distintas a la ley para la creación de normas jurídico-penales como la costumbre, la
jurisprudencia y la doctrina. Así, el principio de reserva legal fije un verdadero
principio de competencia, pues queda radicada la facultad conminativa del ius puniendi
estatal de forma exclusiva el legislador penal.
En el caso de los decretos leyes, estas son normas dictadas por la autoridad
administrativa del poder ejecutivo, generalmente empleadas en contexto de
gobernabilidad de facto, es decir, sin institucionalidad democrática que permita un
ejercicio efectivo del principio de separación de poderes. Si el déficit de legitimidad
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democrática aflora en el caso de los decretos con fuerza de ley por no ser tramitados
acorde a las exigencias que la Constitución requiere para la tramitación de una ley, en el
caso de los decretos leyes no hay siquiera institucionalidad jurídica que guie una
tramitación acorde a estándares democráticos.
No hay delito ni pena sin ley cierta, dicha fórmula se traduce en el principio o
mandato de taxatividad, de determinación o de tipicidad, que impone una obligación
al legislador penal en el proceso de conminación de un precepto penal: la ley penal debe
describir la conducta punible de forma expresa, clara y precisa. Es un verdadero
“mandato positivo de determinación legal” cuyo destinatario es el legislador penal.
¿La descripción típica del art. 322 cumple con el principio de taxatividad? Es decir ¿La
conducta punible de la exhumación esta descrita de forma clara y precisa? Si la respuesta
es negativa, la norma es inconstitucional. La doctrina, no obstante, considera válida la
figura, pues la conducta típica, consistente en exhumar o trasladar restos humanos, esta
descrita y determinada, y por ende cumple con el mandato constitucional de
determinación que emana del principio de taxatividad.
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normativo de rango legal (ley penal en blanco impropia) o infralegal (ley penal en
blanco propia)
Así, la ley penal en blanco impropia es aquella que remite parte de la descripción del
hecho punible a una norma jurídico de rango legal, pero un cuerpo normativo distinto
al del Código penal. Respecto de estas disposiciones la doctrina las considera válidas y no
serían inconstitucionales. En cambio, la ley penal en blanco propia es aquella que
remite parte de la descripción del hecho punible a una disposición de rango infralegal,
como normas reglamentarias o administrativas. Sólo en el caso de estas se presenta un
problema con el principio de taxatividad.
Art. 318 Cp. – Delito de puesta en peligro de la salud pública por infracción de
normas sanitarias
El que pusiere en peligro la salud pública por infracción de las reglas higiénicas o de
salubridad, debidamente publicadas por la autoridad, en tiempo de catástrofe, epidemia o
contagio, será penado con presidio menor en su grado mínimo a medio o multa de seis a
doscientas unidades tributarias mensuales
No hay delito ni pena sin ley estricta quiere decir que está prohibida la aplicación
analógica de una norma jurídico-penal.
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Por analogía se entiende como la aplicación de una determina norma jurídica para
caso que no estaba destinado a regular pero que es semejante el que la ley pretendía regir.
Si bien la aplicación de la analogía es permitida en otras áreas del ordenamiento jurídico,
la aplicación analógica de normas jurídico-penales, es decir, de normas secundarias de
sanción, está prohibida en tanto implicaría aplicar una consecuencia jurídica gravosa
como lo es la pena privativa de libertad para supuestos no contemplados (conminados)
por el legislador penal.
b. Analogía e interpretación
(4) Nulla poena sine lege praevia: Principio de irretroactividad de la ley penal
No hay delito ni pena sin ley previa implica que la ley penal se aplicará siempre para
un supuesto de hecho que se produzca con posterioridad a su entrada en vigencia, es
decir: la ley penal opera para el futuro, nunca para el pasado. Esta fórmula concretiza
el principio de irretroactividad de la ley penal, en el sentido de que está prohibido
para el sentenciador penal aplicar retroactivamente una ley penal.
El principio está consagrado en el art. 19, núm. 3°, inc. 8° de la Constitución: “La
Constitución asegura a todas las personas: … 3° La igual protección de la ley en el
ejercicio de sus derechos … (inc. 8°) ningún delito se castigará con otra pena que la
que señal una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una
nueva ley favorezca al afectado”. Por tanto, sólo entrada en vigencia la ley penal surtirá
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sus efectos para los supuestos de hecho que le sean subsumibles y que haya sido
producidos durante su imperio.
Art. 18 Cp.
Ningún delito se castigará con otra pena que la que le señale una ley promulgada con
anterioridad a su perpetración.
Si después de cometido el delito y antes de que se pronuncie sentencia de término, se
promulgare otra ley que exima tal hecho de toda pena o le aplique una menos rigorosa, deberá
arreglarse a ella su juzgamiento.
Si la ley que exima el hecho de toda pena o le aplique una menos rigurosa se promulgare
después de ejecutoriada la sentencia, sea que se haya cumplido o no la condena impuesta, el
tribunal que hubiere pronunciado dicha sentencia, en primera o única instancia, deberá
modificarla de oficio o a petición de parte.
En ningún caso la aplicación de este artículo modificará las consecuencias de la sentencia
primitiva en lo que diga relación con las indemnizaciones pagadas o cumplidas o las
inhabilidades.
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La doctrina, sin embargo, sostiene que la aplicación de la ley penal más favorable se
extiende al momento en que fue promulgada, de modo que esta entra en vigor en el
“momento promulgatorio”, entendido como el acto en donde el Presidente firma y fija
el texto de la ley y lo remite para su publicación.
En esto hay un fundamento garantista que distingue dos interpretaciones del vocablo
“promulgación”: en el caso de la ley penal menos favorable, esta entrará en vigencia en
el momento de publicidad de esta; en el caso de la ley penal más favorable, el vocablo
promulgación se refiere al momento promulgatorio, previo a la publicidad de la ley.
− Ley temporal
Son leyes temporales aquellas leyes que se establecen por un determinado tiempo de
vigencia, de modo que, una vez cumplido su plazo de vigor, volverá a regir la ley anterior.
Estas leyes se presentan en los supuestos en donde existe una ley común pero cuya
vigencia es suspendida por un plazo determinado en función de una ley temporal. El
imputado realiza el hecho típico durante el tiempo de vigencia de la ley temporal, pero
el juzgamiento de ese hecho, es decir, el juicio, se realiza una vez terminada la vigencia
de la ley temporal y reestablecido el imperio de la ley común. ¿Qué ley debe aplicar el
juez en este caso? En principio, le corresponde aplicar la ley más favorable.
Si la ley temporal es más favorable, el juez debe aplicar esta ley, aunque el juzgamiento
se haga cuando termino su vigencia, y siempre que el hecho se haya ejecutado durante la
vigencia de la misma.
Pero ¿y si la ley temporal es más gravosa? Es decir, que durante el juzgamiento del
hecho la ley vigente es la ley común, que es más beneficiosa al reo. En este caso, a pesar
de que resulta ser más gravosa, la doctrina y la jurisprudencia se inclinan a favor de
aplicar la ley temporal, pues de lo contrario esta carecería de un fundamento práctico
mediante el cual cumple los fines para los cuales fue creada.
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Entra en vigencia
Ley temporal Ley común
Termina vigencia
ley temporal
ley temporal
Ley común menos favorable más favorable
más favorable
Ejecución del hecho Juicio penal
− Ley intermedia
La ley intermedia es aquella ley que nace con un determinado tiempo de vigencia,
pero que al término de su vigor da lugar una nueva ley distinta a la ley común. Mientras
en el caso de la ley temporal existen dos leyes, la ley intermedia concurre entre una ley
común y una nueva ley común. Así, existen tres leyes.
Para la doctrina el Código penal soluciona este caso en el inc. 2° del art. 18°, al
disponer que “Si después de cometido el delito y antes de que se pronuncie sentencia de
término, se promulgare otra ley que exima tal hecho de toda pena o le aplique una
menos rigorosa, deberá arreglarse a ella su juzgamiento”. Del artículo se desprende que
para que la ley penal más favorable sea aplicada retroactivamente basta que haya sido
promulgada posteriormente a la comisión del hecho, sin considerar si está vigente
o no al momento del juicio.
Entra en vigencia
Termina vigencia
ley temporal
− Ley tercera
El hecho de que el sentenciador penal este obligado a aplicar retroactivamente una ley penal por ser
esta más favorable, no lo habilita para crear por sí mismo para cumplir dicho cometido. La ley tercera es
así denomina por la doctrina para referirse a aquella ley que nace como ejercicio de racionalidad que hace
el juez, que al no saber si aplicar la ley vigente al momento del hecho o la ley vigente al momento del
juicio, extrae los elementos favorables de cada una para ofrecer una solución legal novedosa e inédita al
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caso. Esta fórmula es rechazada pues el único órgano facultado para crear leyes penales es el legislador
penal. El juez carece de legitimidad democrática para crear leyes.
Ningún delito se
Decretos con
castigará con otra pena Principio de Legislador
fuerza de ley y
que la que señale una ley reserva legal penal
decretos leyes
promulgada…
3. Principio de culpabilidad
Mientras los limites formales al ius puniendi estatal (principio de legalidad) está
relacionado a la fuente del cual emana la norma jurídico-penal y a las exigencias que debe
cumplir toda ley penal, los límites materiales (como el principio de culpabilidad,
proporcionalidad, lesividad, subsidiariedad, etc.) dicen relación con el fundamento
material de la sanción penal, es decir, con los presupuestos que legitiman en el caso
concreto la aplicación de pena.
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Autores como Rettig afirman, por el contrario, que en numerosos pasajes el Código penal transgrede
el principio material de culpabilidad. La misma Constitución que proscribe las presunciones de derecho
de la responsabilidad penal, permite las presunciones simplemente legales de la misma, lo que vulnera
el principio. Existe en la legislación penal incriminación fundadas en el derecho penal de autor o tipos
penales que establecen delitos calificados por el resultado (Art. 474 Cp. Delito de incendio).
Así, para autores como Roxin la culpabilidad opera como un baremo, medida o
límite de la pena, tal como la comprendían los retribucionistas. Sin embargo, para
Rettig y Mir Puig la culpabilidad no cumple la función de limitar y determinar la pena,
La extensión de la pena está en relación de la extensión del injusto penal, de la
antijuridicidad del hecho, mientras que la culpabilidad no agrega ni quita un contenido
de injusto al hecho. La culpabilidad busca determinar si el contenido lesivo de un
hecho es atribuible personalmente a su autor, de modo que funciona en términos
dicotómicos: el sujeto es o no es culpable. En esa lógica, difícilmente la culpabilidad
puede operar como criterio que permite graduar y fijar el quantum del castigo. Para estos
autores, el criterio que permite determinar la pena es el principio de proporcionalidad.
(1) Responsabilidad penal por el hecho: Proscripción del “derecho penal de autor”
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El sujeto sólo puede responder penalmente por sus propios hechos, siendo contrario
al principio de culpabilidad la responsabilidad penal fundada en el hecho ajeno. La
persona a la cual se le aplica una sanción penal debe ser idéntica a la persona que ejecuto
un hecho criminal. De este principio emana la proscripción de la responsabilidad
penal por el hecho ajeno.
Esta dimensión presenta problemas en relación con la responsabilidad penal de la persona jurídica.
Existe doctrina que crítica esta figura porque infringe el principio de personalidad de la pena, toda vez que
dicha estructura permite aplicar la consecuencia jurídico-penal a una persona jurídica, en circunstancias
que el hecho delictivo es cometido por un órgano de la persona jurídica, en general uno o varios directivos.
Si son personas naturales quienes cometen el delito, pero es en la persona jurídica sobre la cual recae la
sanción, no existe identidad entre sujetos, no hay personalidad de la pena.
La imputación al hecho no se agota tampoco con la verificación del desvalor del acto
y del resultado, es necesario que el hecho sea subjetivamente imputable a su autor.
Sólo en la medida en que el hecho sea imputable al plano subjetivo del sujeto activo
podrá considerar como hecho imputable. La exigencia de imputación subjetiva implica
que el supuesto de hecho sea subjetivamente imputable, al menos, a título
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imprudente. Por ende, si del supuesto de hecho analizado no se desprende al menos una
infracción a un deber de cuidado que haga imputable la responsabilidad penal a título
culposo, no habrá imputación penal alguna
− La “versari in re illicita” es una regla que permite hacer responsable, a título doloso, al sujeto que
ejecuta un hecho antijurídico, por todas las consecuencias que derivan de él, incluso aquellas que
no pudo prever o que eran indominables para el agente.
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SECCIÓN 2°:
CONDUCTA Y TIPICIDAD
Título de imputación Tipo penal del delito que funda la responsabilidad penal
1) PRESUPUESTOS DE LA CONDUCTA
Comportamiento humano / Comportamiento exteriorizado /
1. Comportamiento voluntario
Conducta 2) CAUSAL DE EXCLUSIÓN: AUSENCIA DE CONDUCTA
Fuerza física irresistible (vis absoluta) / Actos reflejos / Actos
realizados en estado de inconciencia
1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos del tipo objetivo
i) Sujeto activo / Sujeto pasivo
ii) Conducta típica
Verbo rector / Objeto material / Medios de comisión /
Circunstancias de tiempo y lugar
iii) Resultado
b) Nexo de causalidad
Fórmula “conditio sine qua non” / Causalidad ajustada a leyes
2. naturales
c) Imputación objetiva
Tipicidad
i) Desvalor de la conducta: creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado
Disminución del riesgo / Riesgos permitidos / Auto-puesta
en peligro de la víctima / Prohibición de regreso / Principio
de confianza
ii) Desvalor del resultado: realización del riesgo
desaprobado en el resultado lesivo
Riesgos concomitantes / Conducta alternativa conforme a
derecho
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2) TIPO SUBJETIVO
a) Dolo: Conocimiento y voluntad
Dolo directo / Dolo de las consecuencias necesarias / Dolo
eventual
b) Error de tipo
i) Invencible: causa de atipicidad
ii) Vencible: Exclusión del dolo, imputación culposa
CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
1) LEGÍTIMA DEFENSA (art. 10, n° 4)
a) Agresión ilegítima
b) Acción defensiva menos gravosa que el mal que se quiere evitar
3. c) Racionalidad del medio empleado
Antijuridicidad 2) ESTADO DE NECESIDAD JUSTIFICANTE (art. 10, n° 7)
a) Peligro real e inminente para bienes jurídicos
b) Subsidiariedad del mal empleado
c) Inexistencia de otros medios menos perjudiciales
d) Conocimiento de la situación de peligro (elemento subjetivo)
1) IMPUTABILIDAD
a) Presupuestos:
Capacidad de comprensión / Capacidad de autodeterminación
b) Causal de exclusión: INIMPUTABILIDAD
i) Privación de razón (art. 10, n° 1)
(1) Enajenación mental permanente
(2) Trastorno psicológico transitorio
ii) Minoría de edad (art. 10, n° 2)
4.
2) CONCIENCIA DE ANTIJURIDICIDAD
Culpabilidad a) Contenido:
Posibilidad de conocer el contenido ilícito del hecho
b) Causal de exclusión: ERROR DE PROHIBICIÓN
i) Invencible: excluye la culpabilidad
ii) Vencible: atenúa la pena
3) EXIGIBILIDAD DE OTRA CONDUCTA CONFORME
AL DERECHO
a) Presupuesto:
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§ 3. TEORÍA DE LA CONDUCTA
1. Concepto de conducta
La conducta opera como un sustrato básico para la consecuente valoración del delito,
es decir, la conducta aparece como un presupuesto de la imputación penal de todo
hecho punible. Todo tipo penal debe ser realizado por un comportamiento humano
que lesiona o pone en peligro bienes jurídicos.
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2. Elementos de la conducta
La conducta debe proceder de un ser humano, porque el derecho penal busca regular
la conducta humana mediante mandatos prohibitivos (acción) o imperativos (omisión).
Sólo la persona humana puede ser motivada por la norma de conducta, de modo que
no constituyen conducta los hechos derivados de animales o personas jurídicas.
La conducta humana deba ser externa. Solo una conducta manifestada externamente
podrá ser objeto de la incriminación penal, de modo que los pensamientos no son
punibles, por carecer de significación social relevante.
3. Conducta y omisión
(vis absoluta), a los movimientos reflejos y a los actos realizados durante un estado de
inconsciente.
Más problemáticos resultan ser los supuestos de inimputabilidad, los actos realizados durante el sueño
hipnótico o los actos pasionales o automáticos.
No hay conducta cuando el sujeto actuó bajo el supuesto de fuerza física irresistible
o vis absoluta, en donde el comportamiento del agente es causando por una fuerza ajena
a este que lo doblega corporalmente.
5. Análisis de caso
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1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos del tipo:
i) Sujeto activo
ii) Sujeto pasivo
iii) Conducta típica
(1) Verbo rector
(2) Objeto material
(3) Medios comisivos
(4) Circunstancias de tiempo y lugar
iv) Resultado
b) Nexo de causalidad: Fórmula “conditio sine qua non”
c) Imputación objetiva
i) Desvalor de la conducta: creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado
(1) Disminución del riesgo
Tipicidad (2) Riesgos permitidos
(3) Auto-puesta en peligro de la víctima
(4) Prohibición de regreso
(5) Principio de confianza
ii) Desvalor del resultado: realización del riesgo
desaprobado en el resultado lesivo
(1) Riesgos concomitantes
(2) Conducta alternativa conforme a derecho
2) TIPO SUBJETIVO
a) Dolo: Conocimiento y voluntad
Dolo directo / Dolo de las consecuencias necesarias / Dolo
eventual
b) Error de tipo
i) Invencible: Cae la imputación subjetiva
ii) Vencible: Excluye el dolo; subsiste la culpa
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2. El tipo penal
El concepto “tipo” proviene del latín “typus”, que significa símbolo representativo de
una cosa. En derecho penal, la palabra tipo es acuñada por Beling, que traducido a la
palabra alemana “tatbestand”, significaba “supuesto de hecho”.
El tipo del delito de hurto del art. 432 cumple una función didáctica en función del
contenido que manifiesta la descripción típica, donde podemos ubicar elementos
descriptivos como la “cosa mueble”, elementos normativos como la “ajenidad” de la cosa
mueble, y elementos subjetivos especiales como el “ánimo de lucro”.
Los elementos descriptivos del tipo son aquellas circunstancias de hecho que pueden ser
percibidas por los sentidos, es decir, se perciben mediante la vista, el tacto o el oído.
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Los elementos normativos del tipo son aquellas circunstancias del hecho que requieren
de un juicio de valoración para ser percibidas, una comprensión mental y no meramente
sensorial de la situación. Dicho juicio opera en una valoración paralela en la esfera del
profano”.
En el caso del art. 432, un elemento normativo que es el carácter ajeno de la cosa mueble
sustraída por el autor. Para efectos de configurar la tipicidad objetiva del hecho, el sujeto
debe no solamente tomar posesión de una cosa mueble que ha sustraído, sino que esa
cosa debe serle ajena, es decir, debe ser propiedad de otro sujeto, víctima del delito de
hurto.
Los elementos subjetivos del tipo son aquellas circunstancias referidas a la parte
interna o subjetiva del sujeto en relación al hecho que ha ejecutado. Están vinculados a
una comprensión mental del sujeto, pero no respecto de un objeto en particular sino de
una comprensión general del hecho. A dicha forma de vinculación subjetiva la doctrina
denomina dolo o culpa, dependiendo del contenido de la representación mental del
sujeto.
Para Beling el tipo es pura descripción objetiva y avalorativa del hecho, es decir, el
tipo se compone exclusivamente de elementos objetivo-descriptivos, sin referencias al
aspecto interno (subjetivo) que relaciona al sujeto con el hecho y o a juicio de valoración.
Mientras el análisis del contenido injusto del hecho se postergaba a la antijuridicidad, la
verificación del vínculo subjetivo entre autor y delito quedaba desplazado a la
culpabilidad.
(2) Neokantismo
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(3) Finalismo
Así, dolo y culpa son sustraídas de la culpabilidad, siendo ubicadas en una nueva
categoría de la tipicidad: el “tipo subjetivo”, donde se verifica la concurrencia del
vínculo psicológico entre el sujeto y el hecho punible. Esto consolidaba la
normativización de la culpabilidad, en tanto se consolidaba como un verdadero juicio
de reprochabilidad, acompañada de la subjetivización del injusto, al radicar el dolo y la
culpa en sede de tipicidad.
El tipo es una categoría que cumple una tarea dentro de la teoría del delito. El tipo
dentro de esa sistemática abarca el conjunto de elementos cuya concurrencia permiten
concluir que un supuesto de hecho es un “hecho típico”. Así, se interpone entre
“conducta” y “antijuridicidad” una categoría acuñada por Beling como lo es el “tipo”, y
cuyo sustantivo en la teoría del delito es la tipicidad.
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No es lo mismo injusto típico que injusto culpable, pues este último presupone que el
hecho es culpable, es decir, atribuible personalmente a su autor. Mientras el injusto penal
hace referencia al contenido prohibido (antijuridicidad formal) y lesivo
(antijuridicidad material) del hecho, la culpabilidad dice relación con las circunstancias
y calidades del autor del hecho.
A pesar de lo dicho, hasta el día de hoy se discute sobre los verdaderos alcances de la
relación entre el tipo (o tipicidad) y la antijuridicidad. En ese cometido se han propuesto
diferentes tesis que abordan la discusión y que acarrean modificación en la teoría del
delito.
Para la teoría clásica del delito, el tipo es “pura descripción neutral y avalorativa del
supuesto de hecho”, de modo que en tipicidad sólo se constata, mediante un ejercicio
de subsunción, si la acción es o no una “acción típica”, postergando el (juicio de) desvalor
del hecho al análisis de la antijuridicidad.
A pesar del contenido puramente descriptivo del tipo, la doctrina mayoritaria que no
existen elementos descriptivos puros, todos los elementos del tipo tienen su fundamento
de una norma jurídico-penal que desvaloriza dichas consideraciones, de modo que el tipo
penal tiene en su base una norma, un contenido de valoración. Por ende, si se
concluye que la acción es típica, la tipicidad del hecho constituye un indicio de su
antijuridicidad, el tipo es “ratio cognocendi” o “base indiciaria” del injusto penal.
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No es que la tipicidad sea equivalente a la antijuridicidad, sino que el desvalor del hecho,
anteriormente desplazado a la antijuridicidad, ya se verifica en la tipicidad, quedando en
antijuridicidad el análisis del carácter antijuridico del hecho en relación no a una norma
jurídico-penal, sino a normas permisivas o de justificación que provienen de todo el
ordenamiento jurídico.
La teoría de los elementos negativos del tipo (impulsada por Merkel) es doctrina
minoritaria, y según esta tesis las causas de justificación son “elementos negativos del
tipo”, de modo que su concurrencia excluye la tipicidad del hecho. Por ende, en esta tesis
no hay una relación indiciaria o esencial entre el tipo y la antijuridicidad, sino que tipo
y antijuridicidad son lógicamente idénticos.
Esta conclusión produce una modificación importante en la teoría del delito, pues ya no
se trataría de un concepto categorialmente tripartito (hecho típico, antijuridico y
culpable) sino de un concepto bipartito de delito, configurado por el injusto (tipo
global) y la culpabilidad.
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El delito de omisión es aquel en los que la ley ordena que se actúe de una determinada
forma, porque la conducta considera valiosa, a través de ella se evita el estado de
conmoción que puede afectar a un bien jurídico. La omisión consiste en la desobediencia
de una norma de conducta formulada como mandato y no como prohibición. La
infracción a dicho mandato se verifica cuando el sujeto omite el comportamiento que la
ley le exige realizar.
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El delito doloso es aquel en donde el autor ejecuta el hecho conociendo los elementos
del tipo del delito que realiza, acompañada de la intención de producir sus efectos lesivos.
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El delito de lesión es aquel en que el tipo penal describe una conducta que trae
consigo un menoscabo efectivo a un bien jurídico, es decir, que el resultado de la
conducta típica se materialice en una lesión a un bien jurídico.
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Son delitos comunes aquellos que pueden ser realizados por cualquier persona, sin
exigir calidad alguna en el sujeto pasivo para su realización. Generalmente se expresan
con la formula “el que”.
Son delitos especiales o de sujeto activo calificado aquellos que no pueden ser
realizados por cualquier persona, exigiéndole al sujeto activo ciertas condiciones para que
la ley entienda realizado el hecho. El sujeto adquiere una calidad especial.
Los delitos especiales propios son aquellos en que el elemento especial de la autoría
opera como fundamento del injusto y por tanto de la pena. Estos tipos describen una
conducta que sólo es punible a título de autor si es realizada por ciertos sujetos, de modo
que los demás que la ejecuten no serán autores.
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§ 5. TIPICIDAD OBJETIVA
Causalidad e imputación objetiva
1. Tipo objetivo
Una vez verificada la tipicidad objetiva del hecho, se pasa a analizar la segunda parte
de la tipicidad, vinculado a la imputación subjetiva.
Todo tipo objetivo presupone la existencia de un sujeto activo, pues el hecho punible
descrito en un tipo penal es siempre realizado por un sujeto. El sujeto que realiza la acción
descrita en el tipo es también conocido como “autor”.
Algunos tipos de la parte especial exige una calidad especial que debe concurrir en el
sujeto activo para que sea procedente la responsabilidad penal, tal como sucede en el
delito funcionario de malversación de fondos públicos del art. 233 Cp., tipo que exige
que el sujeto que emprende el acto de malversación sea un funcionario cualificado.
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Decimos “en general” porque existen tipos que protegen bienes jurídicos colectivos
o supraindividuales, bienes jurídicos que no son propiedad de los particulares sino de
un grupo determinado de personas (colectivos) o de la sociedad en general (universales).
Esta forma de bienes los podemos ver en derecho penal económico o ambiental, donde
se protegen entidades abstractas como “la libre competencia” o “el medio ambiente”.
Para autores como Rettig la conducta típica se compone de diversos elementos que
permiten configurarla, los que están explicita o intrínsecamente establecidos en el tipo
penal. Son estas consideraciones las que permiten elevar la “conducta humana, exterior
y voluntaria” al status de “conducta típica”, de modo tal que la ausencia de uno de estos
excluye la tipicidad del hecho.
− Medios comisivos: Son aquellas formas, modos o procedimiento mediante los cuales
el sujeto realiza la conducta descrita en el tipo. Si el tipo no exige modalidad de
realización alguna, estamos frente a un delito de medios comisivos abiertos o “de
forma libre”; si, en cambio, el tipo requiere en la descripción típica formas o
procedimientos mediante los cuales se debe cometer el hecho (es decir, un “modus
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(4) Resultado
El resultado no siempre será exigido en toda estructura típica, como sucede con los
delitos de mera actividad cuyo injusto típica sólo exige la realización de la conducta
típica. El resultado (o “resultado típico) es definido como la consecuencia material del
hecho, distinguible de la conducta. El resultado es una parte del supuesto de hecho
descrito, que acompañado de la conducta descrita configuran el tipo penal de un delito
de resultado. Por ende, el resultado está separado espacial y temporalmente de la
conducta para efectos de la teoría del delito.
A diferencia de la estructura típica del delito de mera actividad, que se completa con
la sola concurrencia de los elementos configurativos de la conducta, en el tipo objetivo
del delito de resultado no basta la verificación de la conducta típica, sino que,
acompañado del resultado, es necesario conectar la conducta con el resultado
mediante un nexo de causalidad y un nexo de imputación (objetiva).
3. El vínculo de causalidad
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La teoría fue completada por Von Buri y la fórmula “conditio sine qua non”
(“condición sin la cual no”). Según esta propuesta, para determinar si una condición del
resultado es causa de este, debe hacerse un ejercicio de supresión mental hipotética de
la conducta en tanto condición del resultado, de modo que, si suprimida la conducta
desaparece igualmente el resultado, se concluye que la conducta es causa del resultado.
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la segunda acción torna a la primera, que era condición del resultado, en un “mero curso
causal hipotético”.
El problema suscitado sobre estas propuestas teóricas es que, con el afán de identificar
la condición con mayor “eficacia causal”, abandonar el contenido ontológico del nexo de
causalidad, transitando desde la constatación empírica a la atribución de un valor
respecto de una determinada condición. Así, sentaron las bases de la imputación objetiva.
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Considera como causa del resultado aquella condición que tiene el poder de producir
el resultado, de modo que la condición que necesariamente tiene como consecuencia el
resultado, es causa eficiente del mismo.
Planteada por Mezger, del carácter equivalente de las condiciones no se puede extraer
la relevancia jurídica de la causa para efecto de la imputación, de modo que lo importante
es comprobar si la condición es causa del resultado descrito en el tipo, es decir, ser
causa del “resultado típico”.
Planteada por Von Kries, sostiene que sólo es causa una conducta que posee una
tendencia general a provocar un resultado típico, mientras que las condiciones que
sólo por casualidad desencadenaron el resultado, en términos jurídicos, inadecuadas para
producir el mismo. Se agrega un criterio probabilístico, pues la conducta será
considerada causa cuando sea probable que su ejecución acarre el resultado, de modo que
la conducta es condición adecuada o típicamente idónea para producirlo.
4. Imputación objetiva
Para la doctrina moderna, para que un hecho pueda ser considerado como un hecho
objetivamente típico, no basta con la sola verificación de los presupuestos fundamentales
ni la constatación de un nexo causal entre la conducta y el resultado, se exige, además,
como segundo nivel del tipo objetivo, un nexo que conecte jurídicamente conducta y
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resultado, y eso se hace mediante un juicio de valoración que ponga en relación ambas
categorías. Dicho juicio es denominado como imputación objetiva
4.2. Fundamentos
La imputación objetiva surge como una solución a los problemas que presentaban
determinadas constelaciones de casos para verificar el nexo causal. Varios fueron los
autores que intentaron cristalizar en el tipo objetivo un vínculo que superará los
márgenes de la causalidad, pero fue con Roxin que la teoría de la imputación objetiva se
consagra como categoría integra dentro del análisis de la tipicidad objetiva.
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El criterio de disminución del riesgo opera en aquellos casos en donde el sujeto activo
ejecuto una conducta típicamente creadora de riesgos jurídicamente desaprobado, pero
la ejecuto con el propósito de aminorar o disminuir la realización de un riesgo más
grave al que estaba expuesto el sujeto pasivo, mejorando la situación de este. Así, falta la
creación de un riesgo y la posibilidad de imputarlo al autor si este modifico con su
conducta un curso causal de modo tal que disminuye el peligro latente para la víctima.
b. Riesgos permitidos
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Según el profesor Rettig, en este criterio conviven los casos de riesgos normales de
la vida, los riesgos irrelevantes en función de provenir de cursos causales
extraordinarios o improbables, y los riesgos tolerados en función de su utilidad social.
c. Prohibición de regreso
Actualmente, la doctrina moderna sobre este criterio ha sido elaborada por Jakobs.
Para este autor, el criterio de prohibición de regreso permite delimitar la participación
de los sujetos a los que se puede imputar causalmente el riesgo jurídicamente
desaprobado. Al limitar el ámbito de la participación punible en función de este criterio,
se restringe en campo de aplicación de responsabilidad penal y, así mismo, de la posición
de garante.
Para Jakobs, la prohibición de regreso concurre en aquellos casos en los que una
conducta previa que favorece la comisión de un delito por parte de otro sujeto, no
pertenece en su significado a ese delito, de modo que existe distancia entre el primer
comportamiento y el segundo. Así, el criterio determina cual es el ámbito de
intervención no delictiva en el hecho, restringiendo el campo de la participación punible.
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El fundamento de este criterio yace en que la víctima se puso en peligro de forma libre
y espontánea, ejerciendo su libertad personal, y habiéndose acreditado la voluntariedad
de la auto-puesta en riesgo, no habrá imputación a la conducta del autor, pues aunque
este haya generado un riesgo jurídicamente desaprobado, la intervención voluntaria de
la víctima fue determinante para su materialización en el resultado lesivo.
e. Principio de confianza
Según este criterio, quien se comporta con apego a las reglas debe poder confiar en
que los demás también lo harán, a menos que existan indicios que permitan presumir lo
contrario. En estas constelaciones también interviene, entre la conducta del autor y la
lesión, un tercero, pero en este caso no es la víctima, sino un tercero con el cual el sujeto
tiene una relación basada en la división funcional de un trabajo u oficio.
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Al ser sustancialmente distintos, pues el desvalor del resultado aparece como una
valoración adicional al desvalor del acto, y por ende, posterior, metodológicamente esto
se traduce en diferencias respecto al baremo o estándar desde el cual se debe realizar el
juicio de desvalor: mientras la (des)valoración del acto se hace desde un plano ex-ante, es
decir, situados en el momento en que el sujeto autor realiza la conducta, la
(des)valoración del resultado se analiza desde un plano ex-post, teniendo en
consideración todos los elementos posteriores a la realización de la conducta y que se han
materializado en un resultado lesivo.
En los delitos de resultado, que son la regla general, la tipicidad objetiva no se agota
con el desvalor de la conducta, pues la imputación objetiva requiere, además de verificar
que el comportamiento analizado es ex ante un comportamiento apto para crear riesgos
jurídicamente desaprobados, que el riesgo creado por la conducta se materialice o
realice en el resultado. La imputación objetiva del resultado no es más que un juicio
valorativo que consiste en una “relación de riesgos”, entre el riesgo típicamente
atribuible a la conducta, en abstracto, y el riesgo que se materializo en el resultado lesivo.
Así como hay criterio que permiten purga el desvalor de la conducta, destruyendo el
carácter antijurídico del riesgo creado por determinado comportamiento, la imputación
objetiva al resultado también puede ser objeto de criterio que impide su verificación, en
el sentido de que obstan el juicio relacional entre el riesgo creado por una conducta típica
y el riesgo que fue realizado en el resultado.
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discute, por tanto, sobre el baremo de probabilidad de producir el resultado para que
el criterio de conducta alternativa conforme a derecho produzca sus efectos excluyentes
del desvalor del resultado y, en consecuencia, de la tipicidad del hecho.
1) Teoría de la evitabilidad
Criterio acuñado por Roxin, este propone comparar la conducta realizada por el autor
con la conducta hipotética conforme a derecho: Si la conducta fáctica del sujeto
incremento la probabilidad de producir el resultado en relación con la conducta
hipotética, hay imputación; por el contrario, si la conducta del sujeto no incrementa la
probabilidad de que se realice el riesgo en un resultado, en relación con la conducta
hipotética, no hay imputación.
b. Riesgos concomitantes
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¿Es posible imputar el resultado de muerte del ciclista al conductor del camión?
¿Es posible imputar el resultado de muerte que afecto a las trabajadoras al director de la
fábrica?
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§ 6. TIPICIDAD SUBJETIVA
Dolo, error de tipo y culpa
1. Imputación subjetiva
La imputación subjetiva no más que un segundo nivel del juicio de adecuación y que
permite atribuir (imputar) subjetivamente la responsabilidad penal por un hecho
delictual en función de la relación entre el sujeto y el hecho desde un plano
psicológico. En la sistemática de la teoría del delito, la imputación subjetiva se manifiesta
como categoría dentro de la tipicidad denominada tipo subjetivo, dimensión que
contiene el análisis de los elementos subjetivos del hecho analizado. La estructura del
tipo subjetivo dependerá si estamos en presencia de un delito doloso o de un delito
culposo/imprudente.
Sin embargo, con la impronta de la teoría de la acción final de Welzel esto cambiaria.
El autor, a diferencia de los causalistas -que entendían el tipo como un categoría
puramente objetiva- y de los neoclásicos -que entendían que el tipo excepcionalmente se
componía de elementos subjetivos-, al considerar que la acción estaba en la base de toda
la estructura del hecho punible, concluía que los elementos subjetivos del tipo no eran
una particularidad, sino la regla general. Esto, porque el concepto de acción finalista
define a la acción como un comportamiento humano capaz de dirigir el curso causal del
hecho hacia un fin determinado. Así, la faz subjetiva del hecho no era un elemento
especial exigido en algún tipo determinado, sino que ya la tipicidad de todo hecho
punible comprende la faz subjetiva del mismo. Así, se traslada el dolo y la culpa, desde
la culpabilidad, al tipo, surgiendo el concepto de “tipo subjetivo”. Esto trajo como
consecuencia la subjetivización del injusto y la normativización de la culpabilidad,
estructura a la cual se sumó el funcionalismo.
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Los elementos subjetivos adicionales del tipo son consideraciones que el legislador
agrega para la estructura típica de un hecho punible para fundar la imputación subjetiva
de este en elementos más allá de la mera constatación de un comportamiento doloso o
culposo.
− Si el tipo penal exige un fin especial que el autor debe perseguir, pero cuya efectiva
consecución no es necesaria para la consumación del hecho, se trata de un
elemento subjetivo de “tendencia interna trascendente”;
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Esta definición permite tratar unificadamente las tres formas en las que se manifiesta
el dolo (intención, dolo de las consecuencias necesarias, dolo eventual), en donde los
elementos configurativos del dolo (cognoscitivo y volitivo) se manifiestan de forma
diversa.
El dolo directo, dolo de primer grado, intención o propósito es aquel que aparece
en los casos en donde el sujeto activo conoce los elementos del tipo penal y obra con la
voluntad de realizar el tipo. En esta constelación los elementos cognitivos y volitivos del
dolo se manifiestan con claridad.
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Así mismo, a diferencia del dolo directo, en el dolo eventual el elemento volitivo
aparece disminuido en tanto el sujeto activo no tiene como propósito realizar un hecho
típico, sino que ante la posibilidad de que se materialicen sus consecuencias lesivas, no
detiene su actuar y continúa ejecutando su comportamiento, asumiendo implícitamente
que el resultado típico puede acontecer. El problema para verificar la existencia de la
voluntad de realización es lo que disipa la frontera que permite diferencia al dolo
eventual con la culpa consciente (donde no existe voluntad).
Casos como el del “bebe llorón” o del “cinturón de cuero” son considerados como
casos paradigmáticos en materia de imputación subjetiva, en tanto suscitan problemas
para determinar si es que estamos ante un delito de carácter dolo o intencional, o si se
trata de un hecho imprudente. Así, la doctrina a propuesta distintas soluciones
dogmáticas con objeto de resolver los problemas de delimitación entre el dolo eventual
y la culpa inconsciente:
Según esta propuesta el criterio que permite fijar la frontera entre dolo eventual y
culpa consciente radica en el grado de conocimiento manifestado en la representación
del sujeto activo, poniendo énfasis en el elemento cognitivo del hecho analizado.
b. Teoría de la probabilidad
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Esta teoría exige para verificar la existencia del dolo (eventual) que el sujeto activo,
junto con representarse la posibilidad de realización típica, haya aprobado o consentido
interiormente su eventualidad. Así, la aprobación añadida a la previsibilidad de que el
resultado se produzca son los elementos esenciales del dolo eventual.
b. Teoría de la indiferencia
Frank ofrece mediante sus fórmulas un medio para conocer y constatar la existencia
del dolo y así delimitarlo de la culpa, sin pretender caracterizar el dolo eventual.
La segunda formula establece que “si el sujeto se dice así mismo que: sea de una forma
u otra; pase esto o pase lo otro, actuare de todas formas”, entonces hay imputación a título
de dolo, pues esta fórmula da a entender que el sujeto actúa dolosamente aun cuando
sólo por necesidad se resigna a la producción del resultado.
Para Roxin, lo que diferencia al dolo eventual con la culpa consciente es que en la
primera existe una decisión por la posible lesión bienes jurídicos, recurriendo a dos
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criterios que permiten concretar la distinción: el “contar con qué” y el “confiar con que
no”.
Para este autor hay que afirmar que existe dolo eventual cuando (formula del “contar
con qué”) el sujeto cuenta seriamente con la posibilidad de realizar el tipo, y a pesar de
ello sigue actuando, resignándose a la eventual realización de un delito, se “conforme”
con ella. En cambio, actúa con imprudencia consciente quien advierte la posibilidad de
producción del resultado, pero no se la toma en serio, de modo que no se resigna a su
realización, más bien confía (“confiar en que no”) negligentemente en que el resultado
no se realizará.
¿Por qué hay imputación dolosa cuando el sujeto activo en la ejecución del hecho, en
el plano subjetivo cuenta con la posibilidad de realización típica, y no así cuando este
mismo, no obstante representarse la posibilidad de causación, confía en que no se
realizará la lesión? Para Roxin y la jurisprudencia alemana cuando el sujeto cuenta
seriamente con la posibilidad de realización y no obstante continúa ejecutando su
comportamiento, se configura un plus subjetivo adicional a ese conocimiento que
permite distinguir el injusto doloso de un injusto culposo.
El Código penal no contiene una definición de lo que se entiende por dolo. Además,
la doctrina concuerda en que la definición de dolo del Art. 44 del Código Civil no es
aplicable en materia penal, pues la intención de inferir injuria a otro no responde al
cumplimiento del elemento cognoscitivo exigido para el dolo.
El art. 1°, inc. 1° del Código Penal define al delito como “toda acción u omisión
voluntaria penada por la ley”, disponiendo en su inc. 2° que “las acciones u omisiones
penadas por la ley se reputan siempre voluntarias, a no ser que conste lo contrario”.
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¿bajo qué título es imputable la muerte del lactante, a título doloso o imprudente?
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No excluye el error la voluntad, de modo que no hay “error en la voluntad”, pues esta
se refiere a la decisión que el sujeto toma en su fuero interno, y no con el conocimiento
y representación de los elementos configuradores del tipo penal, pues estos son elementos
extrínsecos al fuego interior del sujeto y por ende susceptibles de ser erradamente
representados.
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y lo que se representa en el plano subjetivo, el efecto del error es la exclusión del dolo,
por ausencia del elemento cognoscitivo del mismo.
No obstante, a pesar de que siempre el error excluye el dolo -y por tanto la imputación
subjetiva a título doloso- eso no significa que excluye siempre la imputación subjetiva.
Dependiendo de la entidad del error, el resultado será o la exclusión total de la
imputación subjetiva (error de tipo invencible) o la exclusión del dolo pero subsistiendo
la imputación subjetiva a título imprudente (error de tipo vencible).
El error de tipo invencible dice relación con los casos en donde al sujeto le era
imposible prever el error y por tanto salir del “estado de desconocimiento”, incluso si este
hubiese aplicado la diligencia exigida. Como el sujeto está imposibilitado de percibir o
contemplar el elemento en cuestión, no puede salir del estado de error, de modo que el
desconocimiento de la circunstancia produce la exclusión de la imputación subjetiva,
tanto a título doloso como imprudente. El error de tipo invencible hace caer la
tipicidad del hecho, en tanto no hay responsabilidad penal sin imputación subjetiva
(principio de culpabilidad).
El error de tipo vencible o evitable está vinculado a los supuestos en los cuales el sujeto
obro en un estado de error, con desconocimiento de una de las circunstancias descriptivas
o normativos del tipo, pero en este caso, de haber empleado la debida diligencia en su
actuación, podría haber salido del estado de error, venciéndolo. En este caso, el
desconocimiento si bien existe, la dogmática lo considera imputable a título imprudente
pues precisamente devino de un comportamiento negligente. Por tanto, el error de tipo
vencible si bien excluye el dolo, deja subsistente la imputación subjetiva a título
imprudente.
Son casos donde se produce una discrepancia entre el curso causal que el autor se
representó al momento en que ejecuto la conducta típica y el que curso causal que
realmente ocurrió. Por tanto, el curso causal del tipo objetivo se desarrolla de forma
diferencia al del curso causal que el sujeto se representó sobre el mismo.
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En estos casos, no bien existe una discrepancia entre el plano objetivo y el plano
subjetivo, el sujeto conoce las circunstancias del tipo penal. El error no recae sobre el
conocimiento de la conducta típica sino en el curso causal de los hechos, y lo importante
es determinar si la desviación en el curso causal, el grado de discrepancia entre lo que
el autor hace y lo que este mismo piensa que hace, es relevante para impedir o no la
imputación subjetiva al dolo.
Caso
A saca una pistola, apunta al sujeto B y le dispara, pero la bala da en el sujeto C, que estaba
ubicado 20 metros detrás de B.
La solución que La doctrina mayoritaria ofrece dos soluciones para dos casos distintos,
dependiendo de la capacidad del autor de prever la producción del resultado. Si el
sujeto activo está en condición de prever la realización del delito de homicidio que afecto
a C, se entiende que pudo haber evitado dicho resultado; para la doctrina aquí existe un
delito de homicidio frustrado (doloso) respecto de B y un delito de homicidio
imprudente consumado respecto de C, configurándose un concurso ideal entre ambos
ilícitos; en cambio, si el sujeto activo no podía prever la producción del resultado de
muerte de C, sólo habrá imputación por el delito de homicidio frustrado respecto de B,
porque el resultado respecto de C no podía ser evitado al ser imprevisible para A.
El error en la persona se presenta en los casos en donde existe una discrepancia entre
el sujeto pasivo sobre el cual recae la conducta típica y el sujeto pasivo que el autor se
representa como víctima del hecho. El art. 1°, inc. 3° del Código penal dice que “el que
cometiere delito será responsable de él e incurrirá en la pena que la ley señale, aunque el mal
recaiga sobre persona distinta de aquella a quien se proponía ofender”, por lo que
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De forma excepcional el error recaído sobre la identidad del sujeto pasivo será
relevante en los supuestos en donde el Código penal establezca en el tipo penal como
elemento configurativo de este la identidad del sujeto pasivo, tornando relevante dicha
circunstancia. Esto sucede por ejemplo con el delito de parricidio del art. 390 Cp., cuya
descripción típica requiere para su realización que entre el sujeto activo y el sujeto pasivo
existe una relación de carácter familiar. El tipo de parricidio al exigir existencia y
conocimiento de una calidad especial en los sujetos intervinientes, establece que es
relevante la identidad del sujeto pasivo (delito especial), de modo que el
desconocimiento de esa calidad dará lugar a un error de tipo que excluye el dolo.
Los casos donde es aplicable el dolo general son aquellos en que la conducta dolosa
que ejecuta el autor no es la que produce el resultado buscado por este, sino que este se
produce por comportamientos posteriores. Son supuestos donde el sujeto activo realiza
dos conductas, un primer hecho en donde el sujeto se representa erradamente la
producción del resultado típico; y un segundo hecho en donde el sujeto produce el
resultado típico si la intención de realizarlo.
Caso
El sujeto A lesiona a B con dolo de matar. B cae al suelo inconsciente, pero A cree erradamente
que B ha fallecido. Con el fin de encubrir el hecho, A coloca a B, aparentemente muerto, dentro
de una bolsa y lo lanza al rio, lugar donde finalmente fallece ahogado por inmersión.
El derecho penal no sólo protege bienes jurídicos de aquellos ataques que se le dirigen
intencionalmente (delitos dolosos), sino que amplia esa protección a los sucesos que si
bien no están dirigidos a lesionar bienes jurídicos, suponen un riesgo para estos. Son
estos los que la dogmática denomina como delitos imprudentes o culposos. El
desarrollo de la modernidad y de los procesos de tecnologización e industrialización a
escala global también acarreo la producción de nuevos riesgos para bienes que
demandaban protección.
Se define al delito culposo como aquel hecho constitutivo de una infracción a un deber
de cuidado, núcleo del injusto imprudente. Aquí el hecho no se cometió con dolo, sino
mediante una conducta negligente o imprudente que desencadena un resultado lesivo.
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Parte general y parte especial
los causalistas la culpa era una forma de culpabilidad. Sin embargo, esta
fundamentación excluía de la imputación culposa los hechos realizados con “culpa
inconsciente”, donde el sujeto no podía prever la infracción al deber de cuidado.
Tanto el dolo como la culpa aparecen reconocidos en el Código penal, en su art. 2°,
que prescribe:
“Las acciones u omisiones que cometidas con dolo o malicia importarían un delito,
constituyen cuasidelito si sólo hay culpa en el que las comete”.
“La división de los delitos es aplicable a los cuasidelitos, que se califican y penan en los
casos especiales que determina este Código”;
Si bien del art. 2° parece desprenderse que allí donde se tipifican hechos dolosos estos
también pueden realizarse culposamente, lo cierto es que el legislador al calificar al hecho
imprudente como “cuasidelito” y no como “delito culposo”, está manifestando que el
delito culposo en verdad no alcanza a ser un delito, dudando de su incriminación,
estableciendo una causal de exención de responsabilidad penal cuando el hecho se
cometa de forma culposa y no esté debidamente establecida su punibilidad en un
tipo. Esto se confirma con los arts. 4° y 10, núm. 13° de los cuales se extrae una limitación
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El art. 10, núm. 13° hace una remisión a los arts. 490 y sgts. del Código penal para
sistematizar el régimen de incriminación legal del delito imprudente. Los arts. 490, 491,
492 y 493 tienen como fin establecer el sistema de incriminación de la imprudencia, más
no constituyen tipos penales. Son reglas que especifican el marco incriminatorio de
los delitos imprudentes, y de cuyo tenor puede concluirse que dicha forma de
imputación subjetiva sólo concurre en el caso de “delitos contra las personas”.
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Parte general y parte especial
Como en toda estructura típica moderna, la adecuación típica del hecho negligente al
injusto típico de la imprudencia exige el análisis de una faz objetiva y una faz subjetiva
del hecho. Así, podemos distinguir entre el tipo objetivo del delito imprudente y el tipo
subjetivo del mismo.
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1) Culpa consciente
Representación de la posibilidad de realización típica, asumida por el
sujeto por confiar negligente en su capacidad para evitar realización o en
Tipo
la entidad del riesgo
subjetivo 2) Culpa inconsciente
Sujeto obra sin representación del riesgo inherente al hecho, debiendo
haber estado en conocimiento de este.
Así, el tipo objetivo del delito imprudente se constituye por los siguientes elementos:
1) Presupuestos fundamentales del tipo; 2) Deber de cuidado; 3) infracción al deber
de cuidado; 4) Vínculo de causalidad y 5) Imputación objetiva al resultado.
Todo tipo penal describe un comportamiento activo o pasivo, de modo que todo tipo
objetivo exige la existencia de una conducta. Pero a diferencia del tipo del delito de
acción doloso, el desvalor del injusto no radica en la infracción a la norma de conducta
subyacente al tipo, sino en la infracción a un determinado deber de cuidado exigible
al sujeto. En efecto, no se trata realizar comportamientos prohibidos, sino de realizar
comportamientos riesgosos socialmente permitidos con incumplimiento de las normas
cuyo fin es reducir la posibilidad de esos riesgos se materialicen. El sujeto está obligado
a actuar con la diligencia debida, a obrar diligentemente si emprende una actividad
riesgosa. La conducta ejecuta sin la debida diligencia exigida por la norma, implica una
falta al cuidado debido por parte de su autor, dando lugar a la infracción al deber de
cuidado, núcleo del injusto imprudente y presupuesto de imputación a la conducta
culposa.
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Por lo demás, no existe tentativa culposa, pues el fundamento del injusto típico de
un hecho que se ha realizado de forma imperfecta, precisamente por no completar los
elementos que fundan objetivamente el injusto, está radicado en la decisión del sujeto
que ejecuto el hecho, y esa decisión se traduce en la intención de realización típica, de
modo sólo es punible la tentativa dolosa.
En seguida, hay que constatar, por un lado, que la conducta imprudente realiza o
completa las exigencias o elementos objetivos contenidos en la descripción de la
conducta hecha en el tipo. Si en la descripción típica se exige un resultado lesivo
separado espacial y temporalmente de la conducta infractora del deber de cuidado,
también deberá verificarse su concurrencia.
El deber de cuidado puede provenir de diversas fuentes. Destacan en primer lugar las
normas jurídicas pre-penales, donde podemos distinguir aquellas normas de rango
legal y las normas reglamentarias (infralegales).
Pero el deber de cuidado también puede emanar no de una regla preceptiva (norma
jurídica), sino de reglas técnicas, tales como las “reglas de lex artis” en medicina.
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b. Principio de confianza
Como bien sabemos, el criterio del principio de confianza plantea que si el sujeto actúa
con el debido cuidado puede actuar confiando en que los demás también están actuando
conforme a deber, siempre que no tenga motivos para desconfiar, es decir, que no
existen indicios que hagan suponer que hay una infracción al deber de cuidado en uno
de los intervinientes. Así, quien conduce un vehículo con arreglo a las normas del tránsito
puede confiar en que los demás conductores también conducirán con apego a dichas
reglas.
La doctrina aboga por un parámetro que considere las circunstancias concretas y las
capacidades del sujeto, pero dichas consideraciones personales no pueden dar lugar a un
estándar más exigente. En cambio, para Roxin las capacidades inferiores a la media
(estándar general) no pueden excluir el injusto -si la culpabilidad., mientras que las
capacidades superiores (estándar individual) a la medida si pueden ser consideradas para
ese efecto. Así, hay que generalizar hacia abajo e individualizar hacia arriba.
Como se ha dicho, el tipo del delito imprudente en general tendrá como presupuesto
un resultado material, sin perjuicio de que los delitos de mera actividad sean punibles
a título imprudente. Por tanto, no basta con la constatación de una infracción al deber
de cuidado exigido al autor del hecho, es necesario relacionar causalmente dicha
infracción con el resultado lesivo y verificar si el riesgo creado por la conducta infractora
fue el que se materializo en el resultado.
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En esta sede, tal como sucede con el desvalor de la conducta imprudente, también se
resolverán sus problemas en función de la aplicación de los criterios que se utilizan por
la teoría de la imputación objetiva para vincular desde un juicio de desvaloración la
conducta infractora del deber con el resultado lesivo, a fin de determinar si el daño
producido es imputable al hecho.
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Se dice que quien actúa con culpa inconsciente “no advierte (prevé) la realización
del tipo, a consecuencia de la falta al cuidado debido, debiendo conocer el carácter
riesgoso del acto ejecutado”.
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§ 7. DELITO DE OMISIÓN
1. Generalidades
De ahí surge la pregunta: ¿bajo qué presupuestos el tipo penal de la parte especial
puede realizarse mediante omisión? Esto es del todo importante pues el legislador no
estaba tratamientos punitivos disimiles para la comisión activa u omisiva de un hecho
ilícito, de modo que el delito de omisión (impropia) será tratado penalmente con la
misma sanción penal impuesta al delito cometido mediante acción. De ahí que suscite
cuestionamiento la figura, pues aplica la misma solución para hechos que
descriptivamente no tienen nada en común.
1.2. Regulación
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toda acción u omisión…”. Para el legislador penal era basta claro que si constituían
delito ciertos comportamientos omisivos, con indiferencia de si la punibilidad de dichas
omisión estaba legalmente establecida (delito de omisión propia), sino que todo delito
descrito típicamente como un comportamiento activo, puede ser equivalentemente
realizado por un comportamiento omisivo (delito de omisión impropia o “comisión
por omisión”).
Esto se confirma con lo prescrito en el art. 492, inc. 1° Cp.: “Las penas del artículo 490
se impondrán también al que, con infracción de los reglamentos y por mera imprudencia
o negligencia, ejecutare un hecho o incurriere en una omisión que, a mediar malicia,
constituiría un crimen o simple delito contra las personas”. Del precepto se desprende,
desde ya, un reconocimiento implícito del legislador respecto a que los delitos del título
VIII del Código penal, denominados “delitos contra las personas”, pueden ser cometidos
mediante conductas omisivas, sean estas dolosas (delito de omisión doloso) o
imprudentes (delito de omisión culposo).
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penal ubica en el mismo precepto en el que define al delito como una acción, una
referencia a la omisión.
¿Cuáles son los elementos configurativos del injusto penal por omisión? ¿Cuáles serían
los presupuestos que fundamentan la punibilidad de una conducta omisiva de la cual se
derivan resultados típicos?
No todas las omisiones son punibles. Existe consenso en que la omisión punible solo
procede en los supuestos en donde la descripción típica del comportamiento activo va
acompañado de la producción de un resultado (delito de resultado). De este modo, no
es punible la omisión en delitos de mera actividad, pues parte del fundamento de su
punición yacen en la verificación de un vínculo de causalidad entre la omisión y el
resultado y una infracción a un deber de garante imputable a un resultado lesivo.
Para Percy García la comisión por omisión tiene un campo de aplicación delimitado por el concepto
de “hecho punible”, pues parte del supuesto en que se omite impedir la realización del hecho punible. Por
eso, para el autor la comisión por omisión sería aplicable no solo en delitos de lesión material, sino también
en delitos de peligro e incluso en delitos de mera actividad.
La doctrina también excluye del ámbito de aplicación de la omisión a los tipos que
describen conductas activas que deben ser realizadas mediante determinadas
modalidades. Así, no hay omisión en los tipos de medios comisivos cerrado (p. ej.:
lesiones graves); en cambio, podrán ser cometidos mediante omisión los tipos de delitos
con medios abierto (p. ej.: homicidio.
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La teoría las fuentes formales del deber de garante plantea que la posición de
garante de la cual emana el deber de garante, proviene de circunstancias que revisten
relevancia jurídica, que ponen al sujeto en una situación en la que se ve obligado a actuar
con el propósito de impedir ciertos resultados. Las principales fuentes serían las normas
jurídicas pre-penales (la ley) y los contratos. Cuando se habla de ley se está haciendo
referencia a una ley en sentido pre-penal o extra-penal y no a una norma jurídico-penal.
En este caso, el deber de garante emana de las obligaciones que configura la relación
contractual entre los sujetos; lo mismo sucedería en el caso del contrato.
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personas intervinientes. Dicho deber de garante emana no de una fuente jurídica, sino
de una actividad riesgosa al cual el sujeto encargado de la misma está obligado a realizar
los comportamientos necesarios para evitar la materialización de dichos riesgos.
Para la teoría de las funciones, la posición de garante proviene de dos fuentes que se
distinguen en razón de la función que cumple el sujeto obligado a actuar: el deber de
aseguramiento y el deber de protección.
Pedro lesiona dolosamente a Juan, quien queda mal herido. Posteriormente Pedro huye del lugar
sin auxiliar y socorrer, teniendo en cuenta que posiblemente Juan puede morir por el estado en
que se encuentra. Finalmente Juan fallece.
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Son estos problemas de delimitación fáctica del hacer injerencia los que llevan a la doctrina a criticarla
como fuente de un deber de garante.
Quien tiene el dominio de una fuente de peligro para bienes jurídicos está obligado
a que dichos riesgos no se materialicen. La posición de garante está fundada en la
dominabilidad (control), de modo que se puede confiar en que el garante controlará
que los riesgos latente de la fuente que está bajo su custodia no afecten bienes jurídicos
circundantes.
La persona propietaria de un animal peligroso que celebra una reunión en su hogar está obligado
a garantizar que el animal no produzca lesiones a algunos de sus invitados.
El enfermero de un centro psiquiátrico que lleva a pasear a una persona esquizofrénica de alta
peligrosidad a un parque cercano al centro, está obligado a controlar los comportamientos
antisociales del paciente, de modo que una actitud pasiva ante tales comportamientos implica
una infracción al deber de garante
Autores como Modolell exigen, para determinar si el responsable está en posición de garante y por
tanto puede responder a título de comisión por omisión por los ilícitos que haya cometido su dependiente,
que este último carezca de capacidad de autodeterminación. Si los ilícitos pueden ser imputables al sujeto
peligroso, en el sentido de que se comprueba que el sujeto comprendió la dinámica de sus hechos y aun así
los realizo, no hay posición de garante.
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El padre es garante de protección de su hijo menor, pues debe procurar evitar que al
niño le pase algo, sea cual fuere la fuente de donde proviene dicho mal; lo mismo sucede
con el médico o enfermero respecto de los pacientes a su cargo o con el salvavidas respecto
de los bañistas.
2) Comunidad de peligro
Tres amigos van de excursión a un sendero cordillerano considerado de riesgo, donde sólo pueden
acceder personas instruidas en la actividad. Si uno de ellos resulta lesionado en el trayecto, los dos
amigos están obligados a socorrerlo para tratar de evitar un mal mayor.
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El tipo objetivo de la omisión exige una infracción al deber de garante para fundar el
injusto de la conducta pasiva. El deber de garante se infringe, en un primer plano, cuando
el sujeto activo del delito de omisión no ejecuta la conducta correspondiente al deber
de garante.
Todo deber, incluyendo aquellos que emanan de una posición de garante, presupone
la capacidad de cumplirlo, de modo que sólo es exigible el cumplimiento de un deber
de garante cuando el sujeto esta objetivamente en condición para cumplirlo. Así, quien
estando capacitado para realizar la conducta conforme al deber de garante no la realiza,
está infringiendo el deber de garante.
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Sin embargo, John Stuard Mill refuta la propuesta de Radbruch desde una
comprensión lógica y no mecánica del plano causal. Para este autor, el campo causal de
un resultado lesivo siempre estará compuesto tanto por condiciones positivas y
condiciones negativas. Las condiciones positivas son aquellas cuya materialización
permiten que se produzca un resultado; las condiciones negativas son aquella cuya
verificación impiden o evitan su realización (p. ej.: Para realizar un delito de incendio,
no basta con que exista un conducta pirómana -condición positiva-, sino que será
necesario que no llueva o no se vierta agua en el lugar siniestrado -condición negativa-).
Así, desde una interpretación lógica y no mecanicista de la relación entre acción y
omisión es plausible fundar el vínculo de causalidad entre la conducta omisiva y el
resultado producido. Si las acciones son condiciones positivas de un resultado típico, en
términos que el vínculo de causalidad entre acción y resultado desaparece si suprimimos
mentalmente la primera, la omisión es una condición negativa del resultado típico,
pues si hacemos una agregación mental hipotética, en donde concurrirá la acción que el
omitente debía realizar, el resultado típico también hubiera desaparecido, de modo que
el comportamiento omisivo es causa del resultado.
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Como se ve, los criterios de imputación objetiva aplicable a los delitos de acción
resultan también aplicables a la estructura típica de los delitos de omisión, sobre todo en
consideración a los elementos valorativos y normativos que configuran la tipicidad
objetiva del hecho punible.
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1. TIPICIDAD OBJETIVA
a. Presupuestos básicos del tipo
Sujeto activo / sujeto pasivo / resultado lesivo
b. Desvalor del comportamiento omisivo
i. Situación típica descrita en el tipo
ii. Omisión de la conducta exigida por el tipo
iii. Capacidad de realizar la conducta exigida por el
Tipicidad tipo
2. TIPICIDAD SUBJETIVA
a. Dolo
Conocimiento de la situación de peligro y voluntad de no
impedir la realización del peligro
b. Culpa
Culpa consciente / Culpa inconsciente
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1. TIPICIDAD OBJETIVA
a. Presupuestos básicos del tipo
Sujeto activo / sujeto pasivo / resultado
b. Desvalor de la conducta omisiva
i. Posición de garante
1. Deber de garante
a. Fuentes formales
Ley / Contrato / Hacer injerencia
b. Fuentes materiales
i. Deberes de vigilancia
Hacer injerencia / Control de peligros que se dominan /
Responsabilidad por hecho de tercero
ii. Deberes de protección
Vínculo familiar estrecho / Comunidad de peligro /
Asunción voluntaria
2. Infracción al deber de garante
Tipicidad a. No realizar conducta debida
b. Estar capacitado para realizar la conducta debida
c. Criterios que excluyen la imputación a la infracción
de deber de garante
Riesgo permitido / Auto-puesta en peligro de la víctima /
Principio de confianza
c. Imputación objetiva (desvalor) al resultado
i. Vínculo de causalidad jurídica (cuasi-causalidad)
ii. Conducta alternativa conforme al deber de garante
(evitabilidad)
2. TIPICIDAD SUBJETIVA
a. Dolo
Conocimiento de la situación de peligro y voluntad de no impedir la
realización del peligro
b. Culpa
Culpa consciente / Culpa inconsciente
4. Análisis de casos
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SECCIÓN 3°:
ANTIJURIDICIDAD
§ 8. TEORÍA DE LA ANTIJURIDICIDAD
1. Generalidades
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Las teorías monistas son aquellas que fundamentan las causas de justificación en
función de una idea o principio rector y omnicomprensivo. Los autores monistas
ofrecen en la fundamentación de las causas de justificación principios como el del
“interés preponderante” de Schmidhauser o la “ponderación de valores” de Noll.
Ambas categorías hacen referencia a una decisión político-criminal mediante la cual se
resuelven conflictos de intereses en beneficio de uno de ellos. Así, según la teoría monista
todas las causas de justificación pueden ser reconducidas en esta idea rectora. Sin
embargo, en el caso del consentimiento esta no puede ser reconducida a un valor
preponderante en tanto la víctima da su consentimiento libre y espontáneo para la
realización típica, de modo que aquí no hay interés preponderante; lo mismo sucede con
la legítima defensa.
El fracaso de las teorías monistas se ha reafirmado con el auge de las teorías pluralistas,
que reconducen las causas de justificación a diversas ideas que fundan su relevancia
jurídico-penal. Mezger ubico el fundamento del sistema de justificaciones a dos valores:
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3.1. Concepto
3.2. Tratamiento
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La teoría de los elementos negativos del tipo plantea que el tipo y la antijuridicidad
pertenecen a una misma categoría denominada “tipo global”, pues mientras el tipo
objetivo y el tipo subjetivo sistematizan los elementos positivos del mismo, las causas de
justificación operan como elementos negativos, configuradores de “atipicidad”. Por
ende, el error sobre un presupuesto fáctico de una causal de justificación es un error de
tipo y por ende recibirá el tratamiento aplicado para este tipo de errores.
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§ 9. CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
Legítima defensa y estado de necesidad justificante
Según Cury, obra en legítima defensa quien ejecuta una acción típica, racionalmente
necesaria, para repeler o impedir una agresión ilegítima, no provocado por él y dirigida
en contra de su persona o derechos o de los de un tercero.
1.2. Fundamentos
Por eso no pueden defenderse bienes jurídicos colectivos mediante legítima defensa,
a menos que dicho bien jurídico colectivo tenga, en los términos planteado por
Hassemer, un sustrato o materialización individual (personal). Esto parece confirmado
por el tenor del art. 10, n° 4, que exime de responsabilidad al que realiza un conducta
típica en defensa de su “persona o derechos”.
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La acción defensiva rebe ser en respuesta de una agresión de carácter ilegítima. Opera
en contrapartida, haciendo legítima la acción defensiva: es una acción legítima frente a
una acción ilegítima. Se define como agresión ilegítima aquella acción antijuridica
tendiente a lesionar o poner en peligro un bien jurídico defendido.
La agresión, para ser considerada “agresión ilegítima”, debe cumplir con las siguientes
características:
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“vis absoluta” o por actos reflejos, no habrá agresión en tanto la conducta no es una
conducta voluntaria.
Por eso, cuando la legítima defensa opera para resguardarse de un agresión ilegítima
actual, la acción defensiva busca “repeler” dicho ataque; en cambio, cuando la acción
antijurídica es inminente, el sujeto emprende la acción defensiva en función de impedir
que esta se materialice.
La agresión ilegítima debe ser apta para lesionar o poner en peligro bienes
jurídicos. La agresión debe ser real, en el sentido de que la acción cumple con todos los
requisitos para afectar intereses del defendido. Así, cuando no concurre un elemento
configurativo de la legítima defensa, lo que existe es una legítima defensa putativa,
cuyo tratamiento hemos visto a propósito del “error de tipo permisivo”.
Por último, la agresión debe ser ilegítima, es decir, debe ser una acción antijurídica,
contraria a derecho. Esto no significa que la agresión ilegítima debe ser típica, sino que
sólo exige el carácter ilícito de la misma.
No basta, para que exista legítima defensa, la existencia de una agresión ilegítima. La
acción defensiva también debe cumplir ciertas exigencias que permiten considerarla un
comportamiento racional y necesario.
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Como hemos dicho, la acción defensiva debe tener por objetivo impedir una
agresión ilegítima inminente, es decir, que no ha acontecido pero que acontecerá
pronto; o repeler una agresión ilegítima actual, que ya se ha ejecutado, a objeto de que
esta no se materialice en un resultado lesivo para los intereses del ofendido o los de un
tercero.
Este requisito resulta aplicable en los supuestos en donde el ofendido cuenta con más
de un medio para emplear la acción defensiva. Para configurar la legítima defensa en
estos casos, el ofendido debe optar por el medio menos dañino o gravoso contra el
ofensor
Para legitimar la acción defensiva, en tanto se trata de un acción típica, no basta con
que el sujeto la ejecute en función de resguardar sus derechos y bienes jurídicos, se exige
que la acción defensiva sea necesaria y razonable, es decir, que exista racionalidad en
el medio empleado. Esto es lo que se denomina como exigencia o principio de
subsidiariedad, en donde todos los medios con los que cuenta la víctima de la agresión
ilegítima son igualmente eficaces para impedirla o repelerla, pero es el sujeto (en
subsidio) el que decide cual emplear.
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La tercera circunstancia exigida por el art. 10, n° 4 establece que, para que la acción
defensiva sea legítima, falte provocación suficiente por parte del que se defiende. De
este modo, si el ofendido es el que ha provocado la agresión ilegítima, la acción defensiva
no puede considerarse legítima defensa.
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Autores como Rojas plantean que los casos de exceso no necesariamente dan lugar a
una acción típica y antijurídica, sino que pueden configurar un caso de eximente
incompleta de responsabilidad, del art. 10, n° 11, en relación al art. 73 del Código
penal. Por ende, si bien no existe legítima defensa, la responsabilidad penal del ofendido
resulta atenuada, siempre y cuando concurra la agresión ilegítima. Por tanto, este
tratamiento sólo sería aplicable a los casos de exceso intensivo en la legítima defensa.
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de un bien más valioso para sí mismo o para otro. Quien obra bajo esta causal ha
ejecutado una conducta típica que lesiona la propiedad ajena, con el propósito de evitar
que se realice un mal de entidad mucho mayor que pueda afectar bienes jurídicos propios
o ajenos. Quien actúa en estado de necesidad justificante no ejecuta una “acción
defensiva”, sino más bien una acción de salvamento o rescate de intereses propios o
ajenos ante una amenaza superior.
2.3. Fundamentos
El mal realizado para evitar un mal mayor, para que tenga sus efectos justificantes, sólo
puede afectar a la propiedad ajena y la inviolabilidad del hogar (art. 145 Cp.), es decir,
quien actúa en estado de necesidad lo hace sacrificando estos intereses con el fin de
salvaguarda otros bienes jurídicos, de mayor tasación. El bien jurídico propiedad se ve
lesionado por los delitos contra la propiedad, sean de apropiación (hurtos y robos), sean
de destrucción (daños, estragos, incendio) o sea que se trata de defraudaciones (estafas y
apropiación indebida, denominados “delitos contra el patrimonio”).
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El mal que se busca evitar, para que concurra la justificante de estado de necesidad,
configura una situación de peligro para bienes jurídicos. La existencia de esta “realidad
o peligro inminente de un mal que se trata de evitar” es el presupuesto fundamental de
esta justificante. Dicho mal es lo que pone al sujeto que podría verse afectado por este en
una situación de necesidad de salvaguardar sus intereses.
El mal que se quiere evitar debe tratarse de un mal real, de modo que el “mal aparente”
no permite justificar la acción de salvamiento, tan sólo daría lugar a un “estado de
necesidad putativo”, que configuraría un error sobre un presupuesto fáctico de la
justificante. Además, debe tratarse de un mal actual, es decir, que se está produciendo o
está próximo a concretarse, e inminente, es decir, que es muy probable que se
materialice.
Cabe mencionar que el mal que se trata de evitar no tiene por qué ser una “agresión
ilegítima”, ni tampoco debe tratarse de un mal grave. Ni siquiera es necesario que
provenga de otra persona, pues puede provenir de un suceso natural. Así, el origen del
mal es irrelevante, lo relevante es que se produzca una situación de peligro para
bienes jurídicos.
(2) Que el mal que se trata de evitar sea de mayor entidad que el mal causado
para evitarlo
Cuando el art. 10, n° 7 exige respecto del mal que se busca evitar que sea un mal mayor
que aquel causado para evitarlo, está exigiendo un juicio de ponderación de males entre
la amenaza de un mal mayor y el mal menor producido por la acción de sacrificio o
salvamento. Por tanto, aquí operan criterios de proporcionalidad que buscan
determinar si es que el mal evitado efectivamente corresponde a un mal mayor que el
mal realizado con el fin de evitarlo. Cuando se habla de “mal mayor” nos estamos
refiriendo a un mal de mayor grado de afectación a los intereses (bienes) jurídicos en
disputa.
Sólo habrá estado de necesidad justificante cuando el mal empleado sea menor que el
mal que se busca evitar, sólo así puede comprenderse la acción típica como acción de
salvamento justificable. Como bien sabemos, el mal empleado por necesidad sólo puede
recaer sobre la propiedad ajena y la inviolabilidad del hogar para que surta sus efectos
eximentes. El juicio de ponderación es de carácter jurídico, en consideración a las
valoraciones que hace el derecho, que valora en mayor o menor medidas los bienes
jurídicos en juego.
(3) Que no existe otro medio practicable y menos perjudicial para impedirlo
El último requisito exigido por el art. 10, n° 7 establece que habrá estado de necesidad
justificante cuando el quien ejecuta la acción de salvamento no contaba con otros medios
menos perjudiciales para impedir el mal que se quiere evitar. Aquí se establece una
verdadera cláusula de subsidiariedad: Situado en el escenario en donde el sujeto emplea
la acción de salvamento (ex ante), constatamos que este no contaba con otros medios para
evitar la amenaza del mal mayor.
3. Eximente incompleta
Si falta uno de los requisitos exigido por el art. 10, n°4 o n° 7, se aplicará el art. 11, n°
1:
SECCIÓN 4°:
CULPABILIDAD
1. Estructura de la culpabilidad
1) PRESUPUESTOS DE LA CULPABILIDAD
a) Imputabilidad
Capacidad de comprensión / Capacidad de autodeterminación
b) Conciencia de antijuridicidad
Posibilidad de comprender contenido ilícito del hecho
c) Exigibilidad de otra conducta
Normalidad motivacional del sujeto: Ausencia de un contexto
situacional anómalo
2) CAUSALES DE EXCLUSIÓN DE LA CULPABILIDAD
a) Inimputabilidad
Incapacidad de comprensión y/o autodeterminación
i) Por privación total de razón (art. 10, n° 1)
(1) Enajenaciones mentales
(2) Simples anormalidades mentales
Culpabilidad (3) Trastornos mentales transitorios
(4) Casos de A.L.I.C.
ii) Por minoría de edad (art. 10, n° 2)
b) Error de prohibición
Desconocimiento del carácter prohibido del hecho
i) Invencible: excluye la culpabilidad
ii) Vencible: atenúa la pena
c) Inexigibilidad de otra conducta
Contexto situacional anómalo
i) Estado de necesidad exculpante (art. 10, n° 11)
(1) Peligro actual o inminente
(2) Subsidiariedad del medio empleado
(3) Que el mal causado no sea sustancialmente superior al
que se evitar
(4) Deber de tolerar riesgos
2. Concepto de culpabilidad
Con la impronta de la acción final y la teoría finalista del delito, cuyo mayor
referente es Welzel, se reformula el contenido de la culpabilidad. Se mantiene su
composición normativa como juicio de reproche, pero consideran un error mantener al
dolo y la culpa en dicha sede. Mantener el dolo y la culpa en el juicio de reproche
implicaría una confusión entre el juicio de valoración y el objeto valorado: El dolo y
la culpa, más que elementos normativos, son elementos fáctico-subjetivos (objeto de
valoración) sobre los cuales se pronuncia el juicio de reprochabilidad (juicio de
valoración). Mal puede ser el dolo un objeto de valoración y a la vez la valoración misma.
Como sabemos, la teoría de la acción final plantea que la acción, como pilar de la
teoría del delito, es un comportamiento que domina el curso causal dirigiéndolo hacia
un fin, de modo que el injusto no se compone excepcionalmente de “elementos
subjetivos especiales”, sino que todo injusto penal comprende de por sí una relación
interna entre el sujeto y el hecho: el dolo y la culpa con formas de realización del
hecho. Por ende, el finalismo traslada el dolo y la culpa, como categorías sustantivas de
la imputación subjetiva, desde la culpabilidad hacia el injusto, en específico, en el tipo,
mediante el tipo subjetivo.
1) Imputabilidad
Culpabilidad
2) Conciencia de antijuridicidad
(depurada)
3) Exigibilidad de otra conducta
Para esta hipótesis la culpabilidad está fundada en que el sujeto no omitió la acción
antijurídica, pudiendo omitirla. El juicio de reproche radica en que el sujeto es libre y
por tanto está capacitado para decidir si actuará contra el derecho o en conformidad a
este.
Engisch y Roxin critican esta solución por tratarse de una categoría conceptualmente subjetiva y
científicamente indemostrable.
Para este autor, el hecho típico y antijurídico es un hecho culpable cuando el sujeto
actúa a pesar de que podía ser motivado en el hecho por la norma de conducta y estando
capacitado para adecuar su comportamiento. Al sujeto le era psicológicamente asequible
comportarse conforme al derecho. El fundamento del juicio de reproche radica, por
tanto, en la asequibilidad normativa, en la posibilidad de adecuar el comportamiento
en conformidad al mensaje motivacional proveniente de la norma de conducta.
3. Estructura de la culpabilidad
En la moderna teoría del delito (denominada teoría post-finalista del delito) el juicio
de reprochabilidad (culpabilidad en sentido estricto) se compone de tres elementos: a)
imputabilidad; b) conciencia de antijuridicidad; c) exigibilidad de otra conducta.
3.1. Imputabilidad
En términos generales, ser imputable es ser capacidad de responder por los hechos de
uno. Para efectos de la imputación jurídico-penal, la imputabilidad es la capacidad de
conocer el carácter injusto del hecho y de determinarse conforme a dicho
conocimiento. Refleja un estado de normalidad y suficiencia en las facultades
intelectuales del sujeto, que permiten considerarlo personalmente capaz de ser culpable
por sus actos. Así, si estas facultades se ven alteradas de forma tal que puede
considerar al sujeto incapaz de ser culpable, se excluye la imputabilidad.
El derecho presupone que las personas son imputables, de modo que lo que aparece regulado de forma
expresa son los casos excepcionales de inimputabilidad. Por eso, sólo son inimputables aquellos que la
ley declara expresamente como tales.
La capacidad de comprensión dice relación con que el sujeto objeto del juicio de
reproche esté en condiciones de conocer y comprender el contenido antijurídico de su
conducta.
Quien ha realizado un hecho típico y antijurídico sólo podrá ser considerado culpable
del mismo en el momento de su ejecución contaba con la posibilidad real de conocer
el carácter ilícito de su comportamiento. Por tanto, nadie puede ser culpable por una
conducta cuya ilicitud no se conocía siquiera potencialmente.
Para que un hecho típico y antijurídico realizado por un sujeto considerado imputable
y que obro con conciencia de la antijuridicidad le sea personalmente reprochado se
requiere, por último, que el sujeto haya obrado en una situación de normalidad
motivacional, de modo que le era exigible actuar en conformidad al derecho. Por
ende, no puede ser objeto de reproche el que, aun siendo imputable y habiendo actuado
a conciencia del carácter antijurídico de su comportamiento, ejecuto un hecho injusto
en un contexto situacional anómalo que desvirtúa la voluntad del agente.
1. Inimputabilidad
El art. 10, n° 1, primera parte establece que son inimputables el loco o demente, a
menos que haya obrado en un “intervalo lucido”. Los conceptos de “locura” y
“demencia” tiene contornos imprecisos y es una formula anacrónica, cuya vigencia es
puramente legal. Para superar estos problemas, Cury recurre a la producción
psiquiátrica moderna, que identifica a la demencia y locura como forma de alteración
profunda de la personalidad del sujeto, a las que denomina enajenaciones mentales y
enfermedades mentales.
La psicosis es una alteración profunda, grave y durables (en la mayoría de los casos,
irreversibles) de la personalidad, es un trastorno mental caracterizado por la desconexión
entre quien la padece y la realidad. El grado de desajuste intelectivo hace que el individuo
“se haga otro”, padeciendo de una enajenación.
Por tanto, la locura y demencia son estados patológicos de carácter durable -no
necesariamente permanentes- que provocan en el autor una privación total de
razón. Dicho estado mental de enajenación se traduce, en términos jurídicos-penales, en
la incapacidad para comprender el contenido injusto de su comportamiento y/o en la
incapacidad para actuar en conformidad a dicha comprensión.
Será el juez, en función de un informe pericial médico-psiquiátrico el que determinará cuando grave
es la enfermedad mental que padece el sujeto, y si esta es suficiente como para excluir la imputación y el
juicio de reprochabilidad
d. El intervalo lucido
El art. 10, n° 1 exime de responsabilidad penal al loco o demente, a no ser que haya
obrado en un intervalo lucido. El concepto suscita problemas pues en la psiquiatría
moderna ha negado la existencia de estos intervalos, afirmando que las enfermedades
mentales son procesos, de modo que estos periodos de lucidez no son más que una
apariencia. Su referencia textual representa, por tanto, un error legislativo.
a. Alcances de la regla
En este caso, el legislador amplio el alcance del concepto “privación total de razón”
para abarcar los supuestos de inimputabilidad por incapacidad temporal del sujeto
para comprender y autodeterminarse debido a causas exógenas o endógenas (causas
que no dependen de su voluntad). Por tanto, se refiere a los trastornos mentales
transitorios. El carácter transitorio de estas alteraciones mentales permite distinguirlas
de las enajenaciones y meras anormalidades mentales, consideradas como estados
patológicos “durables”.
muerte a otro estando ebrio, será sancionado por el delito de homicidio debido a que la
situación de inimputabilidad fue provocada voluntariamente por el sujeto.
La excepción a esta regla son los casos de actio libera in causa -en adelante ALIC-,
supuestos en donde al momento de ejecutar el hecho el sujeto se encuentra en una
situación de inimputabilidad provocada por el mismo voluntaria o imprudentemente.
En estos supuestos el sujeto se considera culpable, a pesar del estado de inimputabilidad
que lo afectaba al ejecutar el acto típico. La figura, como se ve, contraviene el principio
de simultaneidad.
Pero además, en doctrina es criticado el alcance de la excepción del art. 10, n° 1, segunda parte, pues
impone requisitos para configurar la excepción demasiado laxos: basta que el sujeto haya causado
voluntariamente la situación de inimputabilidad para ser considerado culpable. Así interpretada, la regla
infringiría el principio de culpabilidad, en específico, el principio del derecho penal del hecho y la
proscripción de la responsabilidad objetiva.
La ALIC será dolosa cuando el autor dolosamente se pone así mismo en la situación
de inimputabilidad para la ejecución de una conducta querida por él. Por tanto, para
configura una ALIC dolosa se exige un doble dolo: 1) uno referido a la decisión de
autoinducirse al estado de inimputabilidad, pudiendo ser subjetivamente imputable por
dolo eventual; 2) otro referido a la realización del hecho típico durante el estado de
inimputabilidad. Respecto de esta acción, la admisibilidad de que comprenda el dolo
eventual dependerá de la estructura del tipo subjetivo emanada del tipo penal.
Por su parte, la ALIC será culposa si el sujeto, al momento de realizar el acto que lo
inducirá al estado de inimputabilidad, podía prever tanto la materialización de dicho
estado como la producción del resultado típico.
Elaborada por Hruschka (doctrina minoritaria), este parte de la regla general que
exige simultaneidad o coincidencia entre el momento de realización del delito y la
privación de razón. Los supuestos de actio libera in causa serían, por tanto, una regla
excepcional, pues estos casos se pueden distinguir dos hechos: el primero, donde el
sujeto se induce al estado de inimputabilidad de forma consciente pero sin realizar ilícito
alguno; el segundo, donde el sujeto ejecuta una conducta antijurídica estando privado de
razón. Si la acción antijurídica no es libre pero si lo ha sido la acción lícita previa, se
configura la excepción al principio de simultaneidad.
La posición dominante es la del modelo del tipo, que crítica a la teoría del excepción
en tanto se construye sobre una ficción: afirma la imputabilidad del hecho típico cuando
este se realizó en una situación de inimputabilidad. Ante esto, la teoría del tipo propone
una flexibilización del principio de ejecución del hecho, sosteniendo que el hecho
antijurídico realizado sin culpabilidad por inimputabilidad, no se empezó a ejecutar al
momento en que el sujeto realiza formalmente el tipo respectivo, sino que su ejecución
se anticipa cuando el sujeto realiza una acción previa que lo condiciona a un estado
posterior de privación de razón. Por ende, ya la acción previa crea un riesgo
jurídicamente desaprobado.
Caso Chapista
Tras el término de su jornada laboral en la cerrajería, Chapista regreso a su hogar con un fuerte
dolor de cabeza. Tras cenar, su familia fue a dormir y el permaneció en el living viendo televisor.
El dolor de cabeza se vio agravado por los ruidos molestos que provenían de la casa vecina. Siendo
la media noche su esposa le dice que ni ella ni su hijo, que sufría de otitis, podían dormir por los
ruidos. Chapista se ofreció a ir a hablar con el vecino pero su esposa dijo que iría ella pues lo veía
nervioso. Tras la salida de su pareja, Chapista decidió ir tras ella para acompañarla, llevando
consigo un destornillador.
Tras conversar con la esposa, el vecino se dirigió a bajar el volumen, momento en que es atacado
repentinamente por Chapista, quien lo apuñala con el destornillador en varios lugares hasta que
dejo de moverse. Tras lo sucedido Chapista traslada al hospital al vecino, quien no resiste las
heridas y fallece.
Chapista tenía antecedentes de sufrir frecuentes y fuertes cefaleas. Una vez en una crisis perdió
la consciencia, en otras ocasiones mostraba pérdida de control de los impulsos agresivos. No
obstante, jamás se trató con un especialista esta eventual afectación mental.
Además, su trabajo en la cerrajería, donde hay un gran nivel de ruido, contribuía al malestar
mental de Chapista. A esto se agrega la angustia de no poder descansar el día de los sucesos. Estos
estímulos produjeron una reacción mental en cortocircuito, provocando un “estado crepuscular”
que inicio cuando salió de su hogar y que ceso cuando vio el cuerpo del vecino herido. Durante
dicho lapsus tuvo completamente anuladas sus facultad cognitivas y volitivas. No obstante,
previo al suceso y de forma posterior a este, las facultades intelectivas de Chapista estaban
disminuidas pero en absoluto anuladas.
2. Error de prohibición
2.1. Concepto
Incurre en error de prohibición quien cree erradamente que su conducta es lícita, sea
porque ignora que la conducta esta sancionada (error de prohibición directo); sea
porque sabe que la conducta está prohibida (error de prohibición indirecto), pero o
cree que le ampara una causal de justificación inexistente en el ordenamiento jurídico; o
cree que la conducta está amparada por una justificante existente, pero a la cual atribuye
efectos más extensos que los que realmente produce; o cree que concurren en el caso las
circunstancias de una causal de justificación que en verdad no concurren.
El sujeto obra afectado por una error de subsunción o error de prohibición directo
cuando cree erradamente que su conducta no está prohibida por el derecho.
El sujeto accede carnalmente a una menor de 13 años de edad que ha consentido la copula,
creyendo que la edad límite para ejercer la libertad sexual es de 12 años.
El sujeto obra afectado por un error de prohibición indirecto cuando sabe que su
conducta está prohibida pero cree que en el caso particular se encuentra amparada por
una causal de justificación que no está contemplada legalmente.
El padre cree que puede castigar a golpes y provocar lesiones a su hijo porque cree estar amparado
por el derecho de corrección que le otorga la relación de autoridad paternal.
El sujeto obra afectado por un error de interpretación cuando sabe que su conducta
está prohibida (es un error de prohibición indirecto) pero cree que en el caso concreta su
conducta está justificada por una causa de justificación vigente, pero cuyos efectos no
alcanzan la situación, es decir, hace una interpretación extensiva de los alcances de la
justificante.
El sujeto víctima de un robo cree que la justificante de legítima defensa privilegiada le permite
perseguir al lado cinco cuadras, alcanzarlo y matarlo.
El sujeto obra afectado por un error sobre un presupuesto fáctico de una causal de
justificación cuando sabe que su conducta está prohibida (error de prohibición
indirecto) pero cree que está justificada porque concurren en el caso las circunstancias
configurativas de una causal de justificación, que en verdad no concurren.
Como sabemos, esta figura de error, si bien se identifica como una clase de error de prohibición
indirecto, la doctrina estima que su tratamiento punitivo debe ajustarse al del error de tipo excluyente
del dolo de injusto, de ahí que se le denomina como error de tipo permisivo.
La doctrina ha abordado los efectos del error de prohibición por medio de las
siguientes teorías. No obstante, hoy en día se erige como doctrina mayoritaria la
fórmula ofrecida por la teoría limitada de la culpabilidad.
Esto se hace mediante aplicación análoga de los establecido en el art. 10, n° 1, segunda
parte (relativo a los casos de trastorno mental transitorio causado por factores
independientes a la voluntad del sujeto), posibilitando, en estos casos, una circunstancia
atenuante incompleta, con arreglo a los prescrito en el art. 11, n° 1 del Código.
¿El alcalde de Salamanca obro consciente de la ilicitud de la venta o está amparado por
un error de prohibición?
La imputación personal o culpabilidad del sujeto exige, como sabemos, que este
personalmente capacidad para considerarlo imputable (imputabilidad) y que al actuar
existiera la posibilidad de conocer el carácter injusto del mismo (conciencia de
antijuridicidad), pero, además, en una sistemática moderna del delito, el juicio de
reprochabilidad requiere de un tercero elemento: la exigibilidad de otra conducta
conforme al derecho, términos tales que si el sujeto obro en una situación de
normalidad motivacional, es decir, que podía actuar en función del mensaje normativo
que le exigía comportarse en conformidad al derecho, le era exigible comportarse de
tal forma, siéndole reprochada su decisión por actuar antijurídicamente.
(1) Concepto
Según Hernández, el art. 10, n° 11, introdujo una cláusula general del estado de
necesidad exculpante, por ende, se trata de una causal de exculpación, no de
justificación. Anteriormente la exculpante estaba contenida en los supuestos de fuerza
irresistible (art. 10, n° 9 Cp.), restringiendo el concepto de estado de necesidad exculpante
a los supuestos coacción o conmoción mental. Esto dejaba fuere aquellos casos en donde
el estado de necesidad surge de una puesta en peligro de bienes jurídicos, como en los
supuestos de las mujeres que eran víctimas de violencia de género y que cometen una
conducta antijurídica ante una situación de violencia extrema con el fin de evitar un mal
mayor (en general, la muerte). De ahí que el art. 10, n° 11 es agregado al Código penal
en la ley que estableció el delito de femicidio. Así, actualmente la causal de estado de
necesidad exculpante aparece expresamente formulada, sin quedar limitada a los
presupuestos de vis relativa, situando su fundamento en el situación anómala que
involucra al necesitado (inexigibilidad).
En ningún caso se trataría de una causal de justificación como el estado de necesidad justificante, pues
el precepto configura la exculpante de forma diferente en sus contenidos, lo que se ve expresamente en los
numerales 3° y 4° del art. 10, n° 11, en donde se ubica el núcleo de la eximente.
Para que concurra la causal de exculpación el sujeto debe obrar para evitar un mal,
y dicho mal debe serlo respecto de su persona, sus derechos o los de un terceros. Así, se
restringe el ámbito de aplicación de la eximente respecto de ataques que pongan en
peligro bienes jurídicos individuales, de modo que no actúa en estado de necesidad
exculpante quien busca evitar un daño al medio ambiente.
Además, el art. 10, n° 11 exige que el mal sea grave, restringiendo el campo de
aplicación de la eximente para los supuestos en donde el mal que se busca evitar sea un
mal significativo para la persona o derechos de esta.
De acuerdo a lo prescrito por el art. 10, n° 11, el estado de necesidad exculpante exige
los siguientes requisitos: 1) Actualidad o inminencia del mal que se trata de evitar; 2) Que
no exista otro medio practicable y menos perjudicial para evitarlo; 3) Que el mal causado
no sea sustancialmente superior al que se evitar; 4) Que el sacrificio del bien amenazado
por el mal no pueda ser razonablemente exigido al que lo aparta de sí o, en su caso, a
aquel de quien se lo aparta siempre que ello estuviese o pudiese estar en conocimiento
del que actúa.
Pero además, para que se configure la exculpante el peligro debe ser grave y actual
o inminente. Que sea grave implica que reviste relevancia para los legítimos intereses
del necesitado. Respecto a la actualidad o inminencia del peligro, remitirse a lo planteado
en el estado de necesidad justificante.
Exige que la acción impeditiva del peligro con que se amenaza corresponda al medio
menor perjudicial que el necesitado puedo emplear con el fin de evitarlo. Al igual que en
el estado de necesidad justificante, aquí opera una regla de subsidiariedad, pues el mal
que se provoca aparece como el único medio posible para resguardar el bien jurídico
puesto en riesgo por el mal que se quiere repeler.
Exige que el mal causado por la persona necesitada no sea sustancialmente superior
al mal que se evita con ella. A diferencia de lo que sucede con el estado de necesidad
justificante, que sólo se configura cuando la acción de salvamento ocasiona un mal
menor que el que es intenta evitar, en el caso del estado de necesidad exculpante este se
puede configurar y producir sus efectos eximentes de responsabilidad cuando el mal que
se ocasiona es de igual jerarquía al que se busca evitar o incluso puede ser un mal mayor
pero que no sea “sustancialmente” mayor”.
La parte final del numeral 4° dispone que “cuando se obra para evitar un mal grave
que amenaza a un tercero a quien, sin embargo, sería exigible el sacrificio del bien
amenazado, esto no impide la aplicación de la eximen, a menos que el sujeto que
emprendió la acción evitativa haya estado en conocimiento de esa circunstancia, o
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DERECHO PENAL
Parte general y parte especial
tercero ha ejercido dicha coacción; b) Es necesario, para que la vis compulsiva tenga sus
efectos exculpantes, que la fuerza psíquica sea irresistible, lo que permite fundar la
exclusión del juicio de exigibilidad.
Pero no basta que el sujeto haya ejecutado una conducta antijurídica perturbado
anímicamente por miedo, sino que es necesario que dicho estado de perturbación sea
insuperable, que también permite excluir el juicio de exigibilidad.
SECCIÓN 5°:
El delito en tanto curso causal dirigido a producir un resultado lesivo puede ser
descomprimido en “momentos”, de modo que el iter criminis es la forma de denominar
al conjunto de fases en las que se desarrolla y realiza un hecho punible, traducido del
latín significa “camino del delito”.
Se pueden distinguir distintos momentos del hecho analizado, partiendo por los actos
objetivamente previos a la ejecución efectiva del comportamiento típico, denominados
actos preparativos. Una vez que el sujeto emplea la conducta típica, en teoría se dice que
sobrepasa el “principio de ejecución” que permite distinguir a un acto preparativo de un
acto ejecutivo del hecho punible, de modo que el comportamiento supera el “umbral”
de la tentativa. A estos actos se les denomina actos ejecutivos. Los actos ejecutivos
pueden desarrollarse de tres formas: el sujeto ha iniciado la ejecución de la conducta
punible pero no la completa del todo, quedando el hecho en estado de tentativa; si
iniciada la ejecución del hecho el sujeto realiza por completo la conducta típica, pero el
hecho típico no se ha completa por no configurarse el resultado (elemento del tipo de
delito de resultado, separable temporal y espacialmente de la conducta), se dice que el
hecho ha quedado en estado de frustración; Si se ha realizado la conducta típica y además
se materializo el resultado lesivo, estaremos ante un hecho punible en estado de
consumado. La distinción tendrá efectos, por sobre todo, en el análisis de la
determinación de la pena aplicable al sujeto responsable del hecho, la cual dependerá del
grado de realización del hecho en sí mismo. Una vez consumado el hecho, empieza la
etapa de agotamiento del delito, cuyos actos generalmente no son punibles pero que
excepcionalmente considera en este momento actos de encubrimiento que son
sancionables por el art. 17 Cp. Por último, el hecho que se empezó a ejecutar puede haber
sido obstaculizado en su consumación por una intervención voluntaria de quien lo
ejecuta, configurando un supuesto de desistimiento.
3. Actos preparativos
Cuando el sujeto actúa materialmente con el fin de realizar un hecho ilícito, comienza la
fase externa del delito. Es en este momento donde aparecen los actos preparatorios,
entendidos como actos realizados con el propósito de organizar la ejecución de un
hecho punible y que no constituye un “principio de ejecución”. Mediante estos actos
el sujeto procura contar con los medios para realizar el delito, determinar el lugar y las
condiciones en las que ejecutará su comisión o proporcionarse terceros que colaboren
como participes o encubridores del hecho, etc.
Los actos preparatorios están a “medio camino” entre las conducta de la fase interna y los
actos propiamente ejecutivos del delito:
La regla general es que los actos preparativos sean impunes, pero el art. 8° del Código
penal sanciona actos preparativos como la conspiración y la proposición para cometer
delitos.
Cabe destacar que el inc. 1° del art. 8 establece que la conspiración y la proposición
será punible cuando este dirigida a cometer un crimen o simple delito, de modo que no
existen conspiración ni proposición para cometer faltas.
La conspiración es un acto por el cual dos o más sujeto acuerdan cometer un delito.
El elemento distintivo de la conspiración es el concierto de voluntades entre los
conspiradores. En dicho acuerdo se determinan las formas de cooperación e intervención
de los partícipes en el ilícito. Así, no es conspiración la simple adhesión o consejo.
Tal como prescribe el art. 8, inc. 4° Cp. se exime de toda pena por conspirar o
proponer la realización de un delito el desistimiento de la conspiración y de la
proposición realizada antes de poner en obra tales comportamientos y de iniciarse
procedimiento judicial contra el culpable, siempre que lo denuncie ante los órganos
competentes el plan delictivo.
El art. 7 Cp. al declarar punibles solamente a los crímenes y simples delitos tentados,
deja fuera de dicha normativa a los delitos-faltas, de modo que las faltas tentadas no son
punibles, sino impunes (salvo la excepción del art. 494 bis Cp.). Esto se confirma con
lo dispuesto en el art. 9: “Las faltas sólo se castigan cuando han sido consumadas”.
En virtud de este planteamiento: a) Serán punibles los actos preparatorios que causen
una impresión perturbadora, de modo que la regla general es que los actos de
preparación son impunes; b) será punible la tentativa inidónea que cause el estado de
conmoción, siendo impune la tentativa irreal.
La tentativa idónea es aquella ejecutada con medios aptos para realizar el hecho típico
o cuyos objetos son susceptibles de ser afectados. Por ende, al contrario de esta
concepción, la tentativa inidónea es aquella ejecutada con medios o contra objetos
inidóneos para completar la realización típica. Según doctrina, no sólo es punible la
tentativa idónea, sino también la tentativa inidónea, pero cuyo fundamento de
punibilidad analizaremos a continuación.
Las legislaciones penales alemanas y españolas contemplan reglas que esclarecen el tratamiento de la
denominada tentativa inidónea. En el caso Chile, no hay antecedentes de reglas de ese tipo, de modo que
no existen criterios objetivos para diferenciar y tratar penológicamente una tentativa absolutamente
inidónea y una tentativa relativamente inidónea.
Un primer esfuerzo lo presentan las teorías objetivas o teorías del peligro, que
radican el fundamento de la tentativa inidónea en un criterio de peligrosidad del hecho
para bienes jurídicos.
Aquí se distingue la teoría antigua del peligro, según la cual la punibilidad del hecho
tentado radica en su potencialidad causal de producir el resultado, que la lleva a
concluir que la tentativa absolutamente inidónea es impone y, en cambio, la tentativa
relativamente inidónea sería punible, pues en la primera no hay peligro de producir
lesión, en la segunda si existiría esa potencialidad causal. Una reformulación de esta
propuesta se ve en la teoría moderna de la peligrosidad, según la cual la tentativa será
peligrosa cuando la persona puede concluir que su acción es adecuada para lesionar
bienes jurídicos y consumar el hecho.
Para las teorías del peligro la tentativa absolutamente inidónea sería impune, en
cambio, en función de las circunstancias particulares del hecho, la tentativa relativamente
inidónea si manifiesta esa potencialidad productora de lesiones, de modo que esta sería
punible.
c. Modelos mixtos
Las teorías mixtas son formulas construidas de forma matizada por criterios tanto
objetivos como subjetivos. Destacan la teoría de la impresión, que considera punible a
la tentativa capaz de causar una “conmoción contra-jurídica”. Destaca también la teoría
de la expresión de Jakobs y la teoría de la unión de Roxin
La inidoneidad del hecho para lograr una realización típica completa puede radicar
en los medios que se emplean para cometer el hecho, que son ineficaces, en el o los
objetos materiales sobre los cuales recae la conducta típica, y por último en el sujeto
activo del hecho cuya realización fue parcial, quien no cumple con la calidad exigida por
el tipo. En los dos primeros casos hablamos se “delito imposible”; en el segundo, son
supuestos denominados “delito putativo”.
El caso del delito putativo se da cuando el sujeto realiza un hecho con la convicción
de que dicho hecho se encuentra penalmente castigado, cuando en realidad no es así. El
sujeto cree que su conducta está prohibida, cuando no lo está. Es una forma invertida
del “error de prohibición”. Al no existir prohibición alguna, el delito putativo es
considerado impune.
un plano subjetivo, actúa con conocimiento de los elementos del tipo y voluntad de
realización típica (dolo), pero en la faz objetiva del hecho este aparece inconcluso. El
sujeto se representa la concurrencia de todos los elementos del tipo pero en realidad estos
no concurren del todo.
Distinto es el caso del error de tipo propiamente tal, pues aquí el sujeto en la faz objetiva del hecho lo
realiza de forma íntegra, pero a nivel subjetivo desconoce los elementos configurativos del tipo respectivo,
generando un déficit en la imputación subjetiva y excluyendo la imputación dolosa.
Hay ciertas formas especiales en las que aparece la tentativa absolutamente inidónea.
La tentativa supersticiosa (o tentativa inidónea por “burda incomprensión”)
procede en aquellos casos en donde el sujeto actúa bajo lagunas de saber notoriamente
burdas. El sujeto se representa la realización típica con la intención de producción pero
cree burdamente que los medios que emplea lo llevaran a lograr su cometidos. Se le
considera generalmente no punible.
Otro caso es el de la tentativa irreal o mágica, que procede cuando el sujeto actúa
con la intención de realización un resultado típico pero lo hace empleando medios
sujetos a leyes sobrenaturales. El sujeto se representa la posibilidad de realización típica
mediante medios de contenido metafísico. Se le considera una tentativa no punible.
relativamente inidónea son punibles, pues los medios usando son aptos para consumar
el delito, pero dicha aptitud ha sido traba por las circunstancias particulares del hecho.
Por eso, la doctrina ofrece ciertas teorías con el objeto de determinar cuándo se ha iniciado la ejecución
del hecho, es decir, determinar el principio de ejecución:
a. Fórmula objetivo-formal
Esta propuesta entrega criterios para valorar un acto como un acto ejecutivo, como el
criterio de inmediatez temporal, según el cual la tentativa comienza cuando se efectúa
el acto inmediatamente anterior a la realización de la conducta típica. Así, habría un
principio de ejecución no al sacar la pistola, sino apuntar a la víctima con el revolver
cargado.
Esta teoría aparece formulada en el Código penal en el art. 7°, según el cual hay
principio de ejecución cuando hay una relación directa entre el acto (hecho) que se ha
ejecutados y los otros actos correspondientes al tipo objetivo. En el caso de que exista una
relación indirecta (en el sentido de que hay un acto intermedio entre el último realizado
por el sujeto y la conducta punible) no hay principio de ejecución.
La doctrina concuerda en que la tentativa supone que el sujeto actuó con conocimiento
de las circunstancias del hecho punible y voluntad de realización, en este caso, dicha
voluntad es denomina dolo de consumación. Por eso se excluye la posibilidad de una
“tentativa imprudente”.
1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos básicos del tipo
i) Sujeto activo / Sujeto pasivo
ii) Conducta típica
(1) Existencia de un principio de ejecución:
Por medio de hechos directos e idóneos para poner
Tipo del delito en peligro bienes jurídicos (teoría objetivo-
tentado material del peligro conjugada con criterio de
inmediatez o “proximidad típica”)
(2) Realización parcial de la conducta:
Que falte algún elemento de la conducta típica
2) TIPO SUBJETIVO
a) Dolo directo (dolo de consumación)
1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos básicos del tipo
i) Sujeto activo / Sujeto pasivo
ii) Conducta típica: Ejecución integra del
comportamiento típico
Tipo del delito
iii) Resultado: Ausencia de resultado
frustrado El resultado lesivo no se materializa por causas ajenas
a la voluntad del sujeto
2) TIPO SUBJETIVO
a) Dolo directo (dolo de consumación)
¿Los actos cometidos por Juan son punibles?¿Son actos preparativos o constituyen un
principio de ejecución?
5. Consumación y agotamiento
(1) Consumación
al establecer que las sanciones designadas para los tipos delictivos de la parte
especial del Código penal se imponen al “delito consumado”.
6. Desistimiento voluntario
6.1. Concepto
sujeto puso todo lo necesario para lograr la consumación pero esta no se verifica por
causas independientes de su voluntad. De modo que, si la consumación no se verifica
por causas dependientes de su voluntad, la acción ejecuta no es punible. Si esto es
aplicable al delito frustrado, en donde el sujeto ha realizado por completo la conducta
típica, con mayor razón resulta aplicable al delito tentado, donde el sujeto detiene la
ejecución de la conducta para dejarla inconclusa.
Según esta teoría, el desistimiento sería una excusa legal absolutoria que obedece a
criterios político-criminales. Se trataría de un “puente de oro” que la ley ofrece al sujeto
para estimular el abandono de la ejecución del comportamiento típico o para motivarlo
a evitar el resultado lesivo.
Esta teoría sostiene que el sujeto que voluntariamente se desiste y evita la consumación
del hecho, o incluso si se esfuerza en ello y no logra evitar el resultado típico, su
comportamiento ha compensado parcialmente la impresión perturbadora del derecho y
por ende merece promoción.
1) PLANO OBJETIVO
a) Conducta
i) Realización incompleta de la conducta típica
Estructura ii) Capacidad para realizar completamente la conducta
desistimiento típica
pasivo iii) Renuncia efectiva al plan delictivo
2) PLANO SUBJETIVO
a) Voluntariedad
Como excusa legal absolutoria, el desistimiento pasivo exime de pena al sujeto que se
ha desistido de continuar la conducta típica. En doctrina se discute sobre los efectos del
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DERECHO PENAL
Parte general y parte especial
1) PLANO OBJETIVO
a) Conducta
i) Realización completa de la conducta típica
Estructura ii) Comportamiento activo de evitación
desistimiento iii) Renuncia debe ser definitiva
pasivo iv) Comportamiento impeditivo eficaz
2) PLANO SUBJETIVO
a) Voluntariedad
1. Introducción
1.1. Regulación
La ley chilena en el art. 14 Cp. distingue tres formas de intervención en el hecho punible: la
autoría (art. 15), la complicidad (art. 16) y el encubrimiento (art. 17). En el caso de la
inducción, requiere de un trato especial pues, a pesar de ser doctrinariamente considerada como
un supuesto de participación, el legislador penal chileno sanciona la figura a título de autor (art.
15, n° 2).
1.2. Sistematización
Autoría directa
Por coacción
Por error
Autoría
Autoría mediata Por aprovechamiento de inimputable
Coautoría
Inducción
Participación Complicidad
Encubrimiento
2. Teoría de la autoría
admite el concepto unitario pues en esta se distingue entre la figura central del hecho -que es el autor- y los
que acceden al mismo -el cómplice.
No obstante, la doctrina considera que el concepto unitario de autor es aplicable en los delitos
imprudentes. El problema de delimitación entre autoría y participación tiene relevancia respecto de los
delitos dolosos. No es así en el caso de los delitos culposos donde no existe una finalidad perseguida por
un hecho cuyo curso causal se domina, de modo que todo el que haya contribuido al resultado típico de
un delito imprudente será considerado (unitariamente) autor.
La teoría del dolo de autor es crítica pues la finalidad del hecho no es características
exclusiva del autor, también concurre ella en la inducción y en el cómplice, que actúan
con dolo de consumar. El dolo de autor no sirve para diferenciar la autoría de la
participación.
Con el fin de superar los déficit de la teoría del dolo, la teoría del interés sostuvo que
deben considerarse autores a quienes tiene un interés concreto en la producción del
hecho punible. Sin embargo, la teoría del interés también conduce a negar la autoría del
que ha ejecutado un delito de mano propia, teniendo voluntad de realizarlo, sólo porque
carece de un interés concreto en las consecuencias del hecho, y dicho interés aparece en
quien no ha realizado acto alguno.
Esto se ven en el caso de “la bañera”, en donde se castigó como participe a la autora del homicidio de
un bebe sumergiéndola en el agua, lo que había sido solicitada por la madre, quien no estaba en
condiciones de ejecutar el hecho, la que fue finalmente condenada como autora aun sin haber intervenido
en la realización del delito.
Impulsada por Beling, creador del concepto de tipo, según este cuando el tipo penal
de la parte especial del Código describe el sujeto activo con la formula “el que”, se está
refiriendo al autor. Así, hay que considerar autor a quien ejecuta en todo o en parte
la conducta típica contenida en el tipo. Por su parte, los aportes accesorios se castigarán
a título de instigación o complicidad, considerando participes a los que despliegan
conductas preparatorios o coetáneas que de por sí son atípicas, pero que la ley tipifica
mediante tipo accesorios.
La teoría objetivo-formal es criticada pues su amplitud no permite determinar la forma de intervención
de los sujetos en los delitos de resultado con medios comisivos abiertos, diluyendo la frontera entre
causación y autoría; en contraparte, resulta muy estricta en los delitos de medios determinados. Además
presenta problemas con la autoría mediata, aquella donde el sujeto no realiza de propia mano ninguna
parte del tipo, sino que lo hace por medio de otro (el “instrumento”). Así, el autor mediato es más bien
participe, aun cuando ostente el dominio del hecho. Por último, no permite explicar la coautoría cuando
uno de los intervinientes no realiza un acto típico en sentido estricto.
b. Teoría objetivo-material
contribución sin la cual el hecho no se habría realizado: el autor aporta la causa del
resultado; el partícipe aporta una mera condición del mismo.
La fórmula es criticada por su vaguedad, pues no aporta criterios de distinción entre autoría y
participación. Por ejemplo, A presta una escalera a otros para que entren a una casa. Sin la escalera no se
hubiere producido el hecho, de modo que A es autor pues su contribución fue imprescindible. El concepto
también entra en contradicción con la complicidad pues en estos supuestos el sujeto interviene en el hecho
con una contribución imprescindible y por ende debería ser considerado un autor; sin embargo, la doctrina
es conteste en ubicar los supuestos de complicidad en los tipos de participación.
Según Roxin, el autor es la figura central del hecho delictivo. La teoría del dominio
de Roxin supera los alcances de la teoría del dominio final de Welzel, mediante la
superación de la interpretación ontologicista que resulta aplicable para el autor directo,
ofreciendo un método valorativo para el análisis de la autoría mediata. Así, según esta
teoría se considera autor a quien tiene el dominio material del hecho, conforme a
criterios valorativos y político-criminales.
La teoría del dominio del hecho permite combinar el concepto restringido de autor
con el de dominio fundamento en consideraciones político-criminales, que permite su
flexibilización hacia los supuesto de autoría mediata y coautoría. Así, en los supuestos de
autoría directa la autoría está fundada en el dominio de la acción; en los casos de autoría
mediato la autoría se basa en el dominio de la voluntad; por último, en las
constelaciones de coautoría la autoría está fundada en el dominio funcional del hecho.
autor quien ejecuta un hecho punible mediante una actividad corporal. Son delitos de dominio el
homicidio, la violación, el robo con violencia o intimidación, el hurto, la estafa, el secuestro, etc.
Los delitos de infracción de deber son aquellos en donde el sujeto por medio de una infracción de
un deber jurídico extrapenal, lesiona o pone en peligro bienes jurídicos. Así, se considera autor, entre
los intervinientes, a quien quebranto el “deber pre-típico” que le incumbía, contribuyendo con su acción
u omisión al resultado, con indiferencia del grado de participación en el hecho. Aquí no importa la
configuración de un comportamiento de autor, pues su sanción se basa en la contravención de las
expectativas sociales cuyo cumplimiento ha asumido. Son delitos de infracción de deber los delitos
funcionarios, el delito de bigamia y el delito de falso testimonio.
Los delitos de propia mano son aquellos que solo pueden ser realizados mediante una intervención
corporal del autor en el hecho (intervención de propia mano). Los delitos de propia mano sólo pueden
cometerse en autoría inmediata, no admiten autoría mediata ni coautoría. Aquí tenemos como ejemplo
al delito de incesto.
B quien cae sobre unos jarrones chinos de alto valor); c) es autor directo quien infringe el deber especial o
general de garante.
Tampoco hay autoría mediata en los delitos de propia mano, para los cuales tiene el dominio del hecho
quien lo realiza con su propia actividad corporal.
Mientras en la autoría mediata quien tiene el dominio material del hecho es el sujeto
de atrás por medio del dominio de la voluntad del instrumento, el que obra con un déficit
de responsabilidad al no actuar de forma libe y espontánea; en la inducción la persona de
atrás es sólo un participe (inductor), pues su actuación se limita a crear en el ejecutor
material del hecho la voluntad delictiva. Por ende, la delimitación entre autoría
mediata e inducción radica en si quien ejecuto el hecho lo hizo con plena
responsabilidad y no por medio de su instrumentalización.
La doctrina ubica los supuestos de autoría mediata por coacción en el art. 15, n° 2,
primera parte: “Se consideran autores: los que fuerzan… directamente a otro a ejecutar el
hecho”.
Quien obra con error en este supuesto es D, y como sabemos, el error en persona es
irrelevante en Derecho penal, por lo que D es autor ejecutor del delito de homicidio.
Tampoco existe déficit de responsabilidad en D. Lo que sucede es aquí el A, en tanto
autor mediato, tiene el dominio sobre el “sentido concreto del hecho”. En este
supuesto existirían, según doctrina, dos autores: el autor mediato y el ejecutor
material del hecho, dando lugar a una genuina hipótesis de “autor detrás del autor”.
La doctrina ubica la autoría mediata por error del instrumento en el art. 15, n° 1,
segunda parte: “Se consideran autores: los que toman parte en la ejecución del hecho…
impidiendo o procurando impedir que se evite”.
Roxin formula este supuesto de autoría mediata por medio del dominio o control de
un aparato de poder organizado. Si bien estos supuestos se agrupan en los de autoría
mediata, lo cierto es que esta no está fundada en estos caso en el dominio de la voluntad,
sino en el dominio de la organización a la cual pertenece el instrumento. Así, en estos
supuestos el instrumento no padece de un déficit de responsabilidad, actúa dolosa y
conscientemente, de ahí que estas constelaciones sean resistidas como figuras de autoría
mediata.
(3) Coautoría
a. Concepto de coautor
d. Presupuestos de la coautoría
Desde un plano objetivo, la coautoría exige que los intervinientes realicen una
contribución funcional a la realización del plan delictivo, lo que los hace
materialmente corresponsables del mismo. La contribución debe ser tal que su ausencia
implicaría el fracaso del plan criminal.
¿La contribución del coautor debe prestar en la ejecución del hecho? Tampoco es
necesario que la contribución funcional al hecho se preste en la fase ejecutiva, lo que
importa es que dicha contribución sea esencial a la realización típica. Por ende, será
coautor quien preste su aporte incluso antes de haberse iniciado la ejecución del delito
(por medio de actos preparatorios), siempre cuando dicha aportación sea funcional al
hecho.
Caso “Joyería M”
Poco antes de las 16:30 hrs. puestos de acuerdo los sujetos Jesús, Enrique y Aurelio, utilizando
un vehículo que el día anterior Juan había arrendado, de acuerdo con Jesús, se dirigieron hacia la
Joyería M, propiedad de Andrés, la que había sido controlada previamente por Jesús, quien sabía
que al abrir el local suele estar solamente el hijo del dueño, menor de edad. Mientras Juan se
quedó en el vehículo, vigilando y con el motor encendido, se bajaron Jesús, Enrique y Aurelio, este
último llevaba una pistola, que al parecer no funcionaba. Primero ingreso Enrique al local
diciendo que necesitaba arreglar su reloj, luego ingresaron Jesús y Aurelio. Encañando al menor
le ordenaron entregar todo lo que había en la caja fuerte. En ese momento llega Andrés, el dueño
de la joyería, que fue agarrado por Jesús y Enrique y encañonado por Aurelio. Tras el suceso Jesús,
Enrique y Aurelio huyeron hacía el vehículo en donde los esperaba Juan y escaparon en dirección
hacia Ñuñoa, donde finalmente abandonaron el vehículo y repartieron lo sustraído.
¿En qué forma de intervención en el hecho incurrieron Jesús y Juan? ¿Qué sucede en el
caso de Aurelio? ¿Cómo interviene el taxista, es punible su concurrencia en el hecho?
− La cooperación del partícipe debe ser aceptada por el autor, de modo que la falta
de aceptación origina una “complicidad tentada”, que es impune.
En los delitos especiales propios, en donde la calidad especial exigida por el tipo
fundamenta el injusto del hecho, rige el principio de comunicabilidad, de modo que
el partícipe extraneus responde por el delito especial; en cambio en los delitos especiales
impropios, en donde la calidad especial exigida por el tipo no funda la incriminación
sino solamente la agravación de la pena, rige la incomunicabilidad, de modo que sólo
el autor intraneus puede ser responsable por el delito especial realizado, mientras que el
partícipe extraneus sólo responde por el título de imputación de base o residual.
Art. 64 Cp.
“Las circunstancias atenuantes o agravantes que consistan en la disposición moral del
delincuente, en sus relaciones particulares con el ofendido o en otra causa personal, servirán para
atenuar o agravar la responsabilidad de sólo aquellos autores, cómplices o encubridores en
quienes concurran.
Las que consistan en la ejecución material del hecho o en los medios empleados para realizarlo,
servirán para atenuar o agravar la responsabilidad únicamente de los que tuvieren conocimiento
de ellas antes o en el momento de la acción o de su cooperación para el delito”.
c. Incomunicabilidad
Esta posición sostiene que mientras no existe norma expresa al respecto, las calidades
personales nunca se pueden comunicar al extraneus, de modo que éste sólo
responderá por el título de imputación común. En caso de no existir dicho delito común
la actuación del extraneus es impone.
¿Puede el intraneus partícipe del hecho del autor extraneus ser responsable por el delito especial en
que el autor extraneus naturalmente no ha incurrido? El problema se plantea respecto de los delitos
especial impropios. La tendencia jurisprudencial divide el título de imputación, imponiendo al intraneus
la pena correspondiente al delito especial, aun cuando haya intervenido como participe y no como autor.
Como bien sabemos el legislador penal contemplo en el cuerpo normativo del Código
penal tres formas de participación: la inducción (art. 15, n° 2), la complicidad (art. 16)
y el encubrimiento (art. 17)
b. Concepto de inducción
El art. 15, n° 2 al estipular que será autor “el que induce directamente a otro” exige
que la inducción sea directa, es decir que la inducción debe hacerse por medio de actos
directos y dolosos dirigidos a formar la voluntad criminal en el inducido. Como el
inductor debe obrar mediante actos directos y dolosos, no existe la inducción por
omisión ni la inducción imprudente. Tampoco es punible la inducción en cadena o
sucesiva (inducción por inducción)
Que deba ser directa no implica que la inducción debe hacerse mediante actos
expresos, la inducción puede ser tácita, siempre que el inductor la haga mediante actos
dirigidos a crear la voluntad delictiva en el inducido.
Pero además la inducción debe ser eficaz, es decir que no solo forma la voluntad
criminal en el inducido sino que provoque que el inducido exteriorice su decisión
criminal por medio de actos ejecutivos. Por eso no es punible la “tentativa de
inducción”, porque la inducción a cometer delitos que no sea aceptada configura una
hipótesis de proposición delictiva (art. 8).
La inducción debe, además, ser determinante, es decir, que la inducción juegue una
influencia determinante en la decisión del inducido para realizar un hecho punible.
Desde un plano subjetivo la inducción debe tener un doble dolo. En primer lugar, la
inducción debe estar referida a la ejecución de un hecho doloso; en segunda parte, el
inductor debe realizar la inducción con dolo de consumación
d. Estructura de la inducción
b. Concepto de complicidad
Del tenor del art. 16 (son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el artículo
anterior…) se desprende que la complicidad es una figura residual (subsidiaria), al
delimitar la extensión de la figura del cómplice a los alcances del autor.
La aportación al hecho realizada una vez consumado el delito del autor dará lugar a
una hipótesis de encubrimiento, salvo que se haya acordado que la cooperación sería en
fase de agotamiento.
La complicidad punible exige que la cooperación facilite la ejecución del delito, aun
cuando sin dicha cooperación el hecho igual podía haberse realizado. La colaboración
puede ser material (colaboración con dinero o bienes para realizar el hecho) o
intelectual (ayudando a planificar o recopilando información con fines criminales).
La complicidad punible exige que la cooperación sea una cooperación dolosa. El dolo
del cómplice se configura con el conocimiento de que su cooperación podría aportar
a la ejecución del delito. Al describir que el conocimiento está referido a la posibilidad
de colaboración a la realización típica y no sólo al conocimiento inherente a la
cooperación, es posible que el cómplice responda a título de dolo eventual. Sin
embargo, no es punible la complicidad culposa o imprudente.
d. Estructura de la complicidad
b. Concepto de encubrimiento
c. Naturaleza jurídica
Al exigir que el encubrimiento lo debe realizar quien “no intervino en el hecho punible
como autor o partícipe” se establece una cláusula de subsidiariedad, según la cual sólo
habrá encubrimiento cuando el sujeto no haya intervenido como autor o partícipe del
hecho.
Según lo exigido por el art. 17 el encubrimiento debe recaer sobre un crimen o simple
delito, de modo que no existe el encubrimiento de faltas.
4°. El encubridor debe tener conocimiento de la existencia del hecho o de los actos
ejecutados para realizarlo
Este es un requisito de orden subjetivo, y sólo resulta aplicable a las tres primeras
modalidades del encubrimiento (es decir para los supuestos de aprovechamiento,
favorecimiento real y favorecimiento personal ocasional). En el caso del favorecimiento
personal habitual de criminales, al legislador penal le basta con que el encubridor tenga
conocimiento de que está protegiendo o auxiliando a criminales.
a) Aprovechamiento
b) Favorecimiento real
Por inutilizar debe entenderse destruir o alterar la cosa objeto para que no sirva al fin
al que estaba destinada o pierda su valor probatorio; por ocultar debe entenderse
esconder el cuerpo del delito o el objeto material sobre el que recayó la conducta; por
efectos deben entender las consecuencias del delito que pueden permitir su
Por albergar debe entenderse dar hospedaje al malhechor; por ocultar debe
entenderse impedir la identificación e individualización del autor del hecho; por
proporcionar la fuga, debe entender como dar auxilio para que el sujeto culpable se
aleje del lugar del hecho con el fin de eludir la justicia.
En cuanto a la pena esta modalidad se castiga con una pena independiente a la que
le corresponde al autor en conformidad al art. 52, inc. 3°: Presidio menor en cualquiera de
sus grados.
Caso taxista
Pedro maneja su taxi cuando lo detienen 4 sujetos. Uno de ellos le da la dirección de destino,
mientras otro señala a viva voz que en el lugar hay muchas cosas de valor y que tenía información
que el lugar estaba inhabitado por vacaciones de los moradores. Una cuadra antes de llegar al
destino, uno de los sujetos pide al taxista que se detenga y se queda con él, mientras los otros tres
se bajan y caminan en dirección domicilio. 20 minutos más tardes los sujetos regresan con
electrodomésticos y un televisor. Luego piden a Pedro que los lleve de regreso al lugar donde
tomaron el taxi. Al llegar al lugar los sujetos se bajan, Pedro exige el pago de la carrera, uno de
los sujetos le dice que se quede con el televisor, pero Pedro se niega y vuelve a exigir el dinero.
Aparece la policía y los detiene a todos.
¿Pedro interviene en el hecho con algún grado de participación? ¿se le puede considerar
cómplice?
No obstante, la doctrina identifica ciertos casos dudosos en la descripción del art. 15,
en particular, los supuestos de “autoría” ubicados en el n° 1, segunda parte y en el n° 3
primera y segunda parte:
a) En el caso el art. 15, n° 1, segunda parte, según el cual se considera autor al que
toma parte en la ejecución del hecho “impidiendo o procurando impedir que se
1) En el caso del art. 15, n° 3, primera parte, se refiere a los supuestos en donde,
previo concierto de voluntades, el sujeto “facilita los medios para llevar a cabo
el hecho”. Según Soto el precepto tiene por objeto determinar el alcance del
elemento objetivo para supuestos de coautoría. En el caso del n° 3, primera
parte, el sujeto interviene con su contribución funcional en la fase preparativa o
ejecutiva del hecho. No existe problema en el caso de que dicha contribución se
preste en la fase ejecutiva del hecho. Lo problemático aparece cuando la
contribución funcional se dio en la fase preparativa. En general la doctrina
resuelve este problema exigiendo que el sujeto participe en la ejecución del
hecho, aunque no sea presencialmente. Esto amparado según la fórmula de
Welzel, según el cual el déficit de intervención en la fase ejecutiva se compensa
con un “superávit” de la intervención funcional en la fase preparativa;
✓ Autoría mediata
Art. 15, n° 2 por coacción
Casos no “Los que fuerzan a otro a
primera ✓ Autoría mediata
problemáticos parte ejecutarlo”
por dominio de
aparato de poder
Art. 15, n° 2
“Los que inducen directamente ✓ Inductor (castigado
segunda
a otro a ejecutarlo” como autor)
parte
✓ Coautoría
“Los que toman parte en la ✓ Autoría mediata
Art. 15, n° 1
ejecución del hecho por error del
segunda
impidiendo o procurando instrumento
parte
impedir que se evite” ✓ Autoría accesoria o
simultánea
SECCIÓN 6°:
DETERMINACIÓN DE LA PENA
1. Sistematización
Concurso ideal
heterogéneo
Cuando un hecho
Concurso ideal de realiza dos o más
Pluralidad constituida por
delitos (art. 75 Cp.) delitos diferentes
un hecho:
Regla de absorción de
Cuando un solo hecho realiza
penas Concurso ideal
dos o más delitos
homogéneo
Cuando un hecho
realiza un delito
varias veces
Principio de especialidad
Concurso aparente de leyes penales
Cuando un hecho es aparentemente Principio de consunción
subsumible a dos o más delitos
Principio de subsidiariedad
2. Unidad de delito
Los supuestos de unidad de delito son aquellos en donde se impone una pone
correspondiente a un único delito cometido. La regla general es que un sujeto mediante
un solo hecho realice un solo tipo penal (unidad natural o fáctica de delito): un hecho da
lugar a un delito; pero puede pasar que el sujeto mediante su comportamiento realice
dos o más tipos penales, pero la conducta es jurídicamente valorada de forma unitaria,
como sucede en los supuestos de unidad jurídica de delito o en el delito continuado.
Los tipos penales de la parte especial están descritos para que sean realizados mediante
una sola conducta (p. ej.: Homicidio). En estos casos se habla de unidad natural de delito:
quien sólo mata a otro no ha hecho más que un homicidio. El criterio es claramente
causal-naturalístico. No obstante, dicho criterio no puede ser aplicado para determinar
la unidad delictiva entre el hecho y el tipo, pues por regla general quien realiza un
hecho típico lo hace mediante una variedad de movimientos fisiológicos que
dificulta la relación causal-natural. La doctrina ofrece dos criterios para determinar si es
un supuesto de unidad de hecho: un criterio natural de la vida y un criterio jurídico.
Según la concepción natural de vida existirá unidad de hecho cuando los actos ejecutados por el
autor los ejecuta con unidad de propósito y en estrecha relación tiempo-espacial. El criterio es
descartado pues no existen unidades sociales de hecho.
Son supuestos de unidad delictiva los casos de unidad jurídica de acción, en donde
el hecho típico está compuesto de varias conductas que se complementan, de modo
que el comportamiento del autor, que se ha desplegado en varios hechos, es valorado
unitariamente por el derecho.
Siguiendo a Labatut, los delitos permanentes son aquellos en los que la conducta que
lo consuma crea un estado delictuoso que se prolonga en el tiempo, mientras subsista
la lesión del bien jurídico. Son situaciones antijurídicas que el autor puede cesarla o
prolongar mediante conductas que permitan mantener el estado delictuoso.
Teóricamente cada comportamiento configura un nuevo delito, pero el legislador los
valora unitariamente en función de la prolongación del único tipo realizado.
Son delitos permanentes el secuestro (art. 141 Cp.), la sustracción de menores (art.
142 Cp.), la detención ilegal (art. 148 Cp.) y ciertos delitos funcionarios (art. 134, 224
n° 5 y 225, n° 5).
Los delitos habituales son aquellos que suponen una ejecución reiterada de la
conducta, de modo que realizado el tipo con la primera reiteración, es indiferente el
número de veces que la conducta vuelva a realizarse, pues se comete un solo delito. Esto
se da en el caso del encubrimiento por favorecimiento habitual (art. 17, n° 4). El autor
incurre varias veces en la misma conducta, pero el tipo habitual se entiende realizado una
sola vez.
Los delitos de tipicidad reforzada (también denominados tipos mixtos alternativos) son
aquellos en los que las diversas conductas típicas son modalidades de realización de
un mismo tipo penal, careciendo todas ellas de independencia. Esto se ve en el delito
de homicidio calificado (art. 391, n° 1) en donde la realización de una de las
modalidades típicas servirá para configurar el delito, con independencia de si en el hecho
concurrieron más modalidades, para el legislador siempre se ha realizado un solo
delito.
La pluralidad de hipótesis alternativas (modalidades) puede ser tenida en cuenta en la determinación
exacta de la pena en conformidad al art. 69 Cp.
a. Teoría subjetiva
Según esta teoría la conexión entre las conductas proviene de un elemento subjetivo, consistente en el
dolo común o finalidad única con la que fueron ejecutadas las distintas acciones. La teoría recibe criticas
porque la voluntad criminal se renueva cada vez que se ejecuta una de las conductas. Además, si el dolo es
“conocimiento y voluntad de realización”, este no persiste durante el periodo en donde no se ejecuta un
hecho delictivo.
b. Teoría objetiva
Según esta teoría la conexión entre las conductas proviene de elementos objetivos, tales como la
unidad temporal, de lugar, de objeto material, de sujeto pasivo y del bien jurídico afectado. Se critica pues
no puede ser un elemento del delito continuado la unidad temporal, precisamente porque la conductas se
ejecutan en periodos de tiempo diversos.
Así, la norma violada debe ser idéntica en todas las conductas. Cometerá un delito
continuado el sujeto que desea apoderarse de todo el mobiliario de una casa inhabitada,
pero sólo dispone de un vehículo para transportar todo. Conforme a su representación,
no basta un solo viaje, por lo que se ve obligado a ejecutar varios hechos
(fraccionamiento necesario).
Esta teoría suscita la adhesión del profesor Luis Emilio Rojas; el profesor Rettig, por su parte, la
descarta al considerar jurisprudencia que rechaza la teoría del fraccionamiento necesario, jurisprudencia
dictada, precisamente, por quien creo la teoría del fraccionamiento, el profesor Enrique Cury.
Los requisitos exigidos para configurar un delito continuado son los siguientes:
a. Pluralidad de conductas
Es necesario que las distintas conductas sean ejecutadas en tiempos diversos, pues de
lo contrario, si son ejecutadas en un contexto unitario, no habrá delito continuado sino
más bien unidad natural de delito.
c. Unidad de propósito
El sujeto activo que realiza las conductas típicas que van a ser consideradas de forma
conjunta actúa con unidad de propósito, es decir, todas ellas deben estar orientadas a
un mismo fin delictivo, pero el sujeto decidió emprender el hecho mediante conductas
diversas porque considero en su plan criminal que no bastaba un solo hecho para
consumar el delito.
Para Rojas, que adhiere a la teoría de Cury del fraccionamiento necesario, exige para
configurar el delito continuado que a pesar de que este se realice mediante una pluralidad
de hechos, son tratados de forma unitaria pues mediante dichas conductas se infringe de
forma fraccionada una misma norma de deber.
3. Pluralidad de delitos
Regulados sus supuestos en los arts. 74 y 75 Cp., dicha normatividad sugiere una
diferencia conceptual entre dos grupos de casos de pluralidad delictiva: la pluralidad de
delitos constituida a través de un solo hecho, denominados bajo la figura del concurso
ideal; y la pluralidad de delitos constituida por medio de dos o más hecho, bajo las figuras
de concursos reales (concurso real y concurso medial).
Según Couso, la regla del art. 74 (concurso real) es un regla general, aplicada por defecto, para aquellos
supuestos en donde la ley no contemple reglas especiales para casos particulares, como sucede con la regla
de acumulación jurídica de penas del art. 351 Cpp., sobre reiteración de delitos.
Cury dice que hay concurso real cuando un sujeto ha participado en la ejecución de
dos hechos jurídica y fácticamente independientes, sobre los cuales no se ha pronunciado
sentencia firme. Los delitos ejecutados deben constituirse por hechos distintos. Así, si
hay sentencia condenatoria firme respecto de alguno de ellos, no hay concurso real,
más bien podría concurrir una circunstancia agravante de reincidencia (art. 12, n° 16)
− Unidad de sujeto activo, es decir, que un mismo sujeto haya ejecutado dos o más
hechos constitutivos de dos o más delitos;
El art. 74 establece una regla de acumulación material de penas para los supuestos
de concurso real de delitos, de modo que el autor de dichos hechos responderá por la
totalidad de las penas que correspondan a cada delito.
El cumplimiento de las diversas penas debe ser simultáneo cuando ello sea posible,
a menos que del cumplimiento simultáneo resulte irrisoria alguna de las penas. Por otro
lado, el inc. 2° del art. 74 dispone que el cumplimiento sea sucesivo, partiendo por la
pena más alta en la escala respectiva, a menos que concurra una pena privativa de
libertad y una pena restrictiva de libertad. En este caso, a pesar de que la pena
restrictiva sea más alta, deberá iniciarse el cumplimiento con la pena privativa de libertad.
Existe concurso ideal heterogéneo cuando el sujeto ejecuta un solo hecho mediante
el cual cumple con los presupuestos de distintos tipos penales, es decir, mediante un
solo comportamiento infringe distintas normas jurídico-penales de conducta
Por ejemplo: Juan incendia una casa para dar muerte al que mora en ella. Juan en este caso,
mediante un solo comportamiento, satisface los presupuestos de los tipos del delito de incendio y
del delito de homicidio
Por ejemplo: Juan coloca un artefacto explosivo en un edificio empresarial con el objetivo de dar
muerte a determinadas personas, y aceptando la muerte de las que concurran en el hecho, lo que
efectivamente se produce a consecuencia de la explosión. Juan ha realizado, con su sola conducta,
varios homicidios.
Respecto al tratamiento del concurso ideal homogéneo, la doctrina no se ha puesto de acuerdo. Para
Cury, Etcheberry y Bustos, a pesar del tenor del art. 75, que supone la existencia de un delito que tenga
una pena más grave que los otros que concurren, debe aplicarse el concurso ideal; para Garrido, Novia y
la jurisprudencia, suponen que la regla del art. 75 al exigir un delito más grave, no resulta aplicable para
los casos de concurso ideal homogéneo. Para estos autores, jurídicamente existen diversos hechos
constitutivos del mismo delito, por lo que debe aplicarse la regla del art. 75: concurso real.
3.3. Concurso medial (art. 75, inc. 1°, segunda parte Cp.)
Por ejemplo: Juan desea estafar a Carlos con el dinero que este último ha ahorrado para comprarse
una casa. Para eso, Juan emite un poder de representación falso para presentarse ante Carlos como
el abogado del propietario de la casa que quieren comprar el sujeto pasivo. Carlos cree en la calidad
con la actúa Juan y le pasa el dinero para efectos de celebrar la compraventa. Juan se despide
después de decir a Carlos que lo llamará cuando haya que firmar los papeles. Juan nunca llamo.
3.4. Regla de reiteración de delitos del art. 351 del Código procesal penal
El art. 351 del Código procesal penal establece una regla de acumulación o
exasperación jurídica de penas para los supuestos de reiteración de crímenes y
simples delitos de la misma especie. Sobre el precepto, hay que considerar las siguientes
reglas:
− Tal como lo establece el inc. 4° del precepto citado, se entenderá por “delitos de la
misma especie” aquellos que lesionen o pongan en peligro el mismo bien jurídico;
− El inc. 1° prescribe que esta regla procederá para los supuestos de reiteración de
delitos de una misma especie, en donde se impondrá la “pena correspondiente a las
diversas infracciones, estimadas como un solo delito”. Lo que aquí dispone el artículo
es que no basta para aplicar la regla de acumulación jurídica de penas que las
infracciones afecten al mismo bien jurídico, sino que deben tener la misma pena
en concreto. A partir de ello se efectúa un aumento de pena en uno o dos grados,
según el número de delitos;
4.1. Concepto
4.3. Fundamento
El fundamento del concurso aparente de leyes penales radica en que la norma que
resulta aplicable es suficiente para subsumir el desvalor del hecho ejecutado. Por otro
lado, la aplicación de varios preceptos penales implicaría una infracción al principio
nom bis in idem, que prohíbe valorar dos veces un mismo hecho.
Un primer filtro para determinar que normativa jurídico-penal resulta aplicable para
el caso en donde un hecho infringe de forma aparente varias normas penales lo da el
principio de especialidad. Bajo la formula la ley especial deroga a la ley general (“Lex
specialis derogat legem generalem”), ante un concurso aparente de leyes penales deberá
aplicarse aquella norma que contiene una descripción más detallada del caso
concreto, la que prevalece por sobre las normas cuyos alcances resultan ser más generales
o abstractos.
Aquí opera una relación lógica de inclusión, porque el tipo especial contiene de
por sí las características del tipo general, desplazando a esta última. Esto no implica
elegir a la figura de mayor pena, sino la que se adecue mejor al hecho.
Por ejemplo: el tipo del delito de falsificación de documento privado (art. 197) prevalece sobre el
tipo del delito de estafa (art. 468) pues la falsificación de documento privado no es sino una clase
especial de estafa.
Por ejemplo: El desvalor del delito de homicidio consumado absorbe al desvalor de la tentativa de
homicidio cometida segundos antes de dar la estocada final
Matus, quien defiende la figura, la considera idónea para resolver casos que ni el
principio de especialidad ni el consunción resuelve de forma satisfactoria. Así, aborda su
efectividad desde dos casos:
1. Generalidades
1.1. Concepto
El Código penal contiene ciertas circunstancias a las cuales se les atribuye el efecto
atenuar o agravar la pena, de modo que tales circunstancias modifican la
responsabilidad penal. Estas se encuentran reguladas en los arts. 11 (circunstancias
atenuantes), 12 (circunstancias agravantes) y 13 (circunstancia mixta de parentesco). Por otro
lado, el Código da tratamiento a estas circunstancias en los arts. 62 y sgts. determinando
como deben ser consideradas por sentenciador penal.
Son elementos accidentales o circunstanciales, pues de ellas no depende el injusto del hecho, sino
sólo su gravedad.
2.2. Concepto
Sus efectos atenuatorios están regulados en el art. 73 Cp. Según lo dispuesto en dicho
precepto, se aplicará la pena en uno, dos o tres grados al mínimo señalado por la ley.
La rebaja dependerá del número de requisitos de la eximente que han concurrido, lo que
será determinado por el juez.
Estas atenuantes están fundadas en el móvil que induce al sujeto a delinquir, son
atenuantes de este tipo las del art. 11, n° 3 (Provocación o amenaza); n° 4 (Vindicación
próxima de una ofensa); n° 5 (Estímulos poderosos que causaren arrebato y obcecación); n° 10
(Celo de justicia).
En el caso de los numerales 3, 4 y 5 la doctrina las identifica como atenuantes pasionales o
emocionales, donde la ley supone que el sujeto actuó motivado por una conmoción anímica.
(1) Obrar con estímulos poderosos que causan arrebato y obcecación (5°)
Se entiende por arrebato como una perturbación intensa que impide la capacidad de
autocontrol del sujeto; se entiende por obcecación como una alteración de las facultades
(3) Procurar con celo reparar el daño o impedir sus efectos (7°)
Por ejemplo, no obra con celo de reparar el daño quien deposita $300.000.- para una persona con
renta superior a 5 millones de pesos mensuales; si lo será cuando la víctima tenga un ingreso de
$200.000.-
3.2. Concepto
3.3. Fundamentos
3.4. Clases
a. Concepto
En términos generales se dice que existe reincidencia cuando el sujeto, que ha sido
condenado por uno o más delitos, incurre, después de ellos, en otra u otras
conductas punibles. Se caracteriza porque entre los delitos ejecutados por el sujeto ha
mediado una sentencia condenatoria; en caso contrario, es decir, si entre los hechos no
ha sido dictado fallo condenatorio, no concurre la agravante de reincidencia, sino un
supuesto de reiteración del art. 351 Cpp. o un concurso de delitos.
Es una figura de reincidencia más grave que la genérica, porque basta que el sujeto
haya sido condenado anteriormente por un delito de la misma especie para
configurar, con independencia de la gravedad de ambas infracciones, pudiendo ser
incluso de menor gravedad el hecho cometido.
No hay claridad en doctrina sobre lo referido por el legislador a que sean delitos de la
misma especie. Algunos autores aseguran que son delitos de la misma especie aquellos
que son típicamente equivalente, lo que es criticado porque asimila el concepto de especie
con el de tipicidad; hoy en día se interpreta el concepto de “misma especie” en iguales
términos a los planteados por el art. 351 Cpp, es decir, delitos de la misma especie serían
delitos que afectan al mismo bien jurídico.
La agravante exige que el sujeto haya obrado con una motivación discriminatoria, de
modo que contiene parte de un injusto de los delitos de odio. De hecho, la motivación
discriminatoria aparece en los tipos penales de odio como el elemento subjetivo del
mismo. Con el fin de satisfacer el principio de legalidad, el legislador ofrece un catálogo
de factores de discriminación, reconociendo de forma taxativa los siguientes motivos
discriminatorios: ideología; opinión política; religión o creencias; nación, raza, etnia o grupo
social al que pertenece el ofendido; sexo, orientación sexual, identidad de género, edad, filiación,
apariencia personal o la enfermedad o discapacidad que padezca el ofendido.
Art. 13 Cp.
Es circunstancia atenuante o agravante, según la naturaleza o accidentes del delito.
Se el agraviado cónyuge o conviviente civil, pariente por consanguinidad o afinidad en toda
la línea recta y en la colateral hasta el segundo grado, padre o hijo del ofensor.
Por agraviado se entiende al sujeto pasivo del delito, de modo que no concurre la
agravante para delitos que afecten bienes jurídicos colectivos (delitos contra la seguridad
del Estado; delitos contra la fe pública).
condiciones de vida del sujeto (vida, salud, libertad sexual); en cambio, la atenúa cuando
se trata de delitos contra la propiedad o el patrimonio.
Art. 63 Cp.
No producen el efecto de aumentar la pena las circunstancias agravantes que por sí mismas
constituyen un delito especialmente penado por la ley, o que ésta haya expresado al describirlo y
penarlo.
Tampoco lo producen aquellas circunstancias agravantes de tal manera inherentes al delito
que sin la concurrencia de ellas no puede cometerse.
1. Generalidades
1.2. Sistematización
Determinación del
1. Identificación de la pena en
marco penal
1. abstracto
abstracto
Determinación
legal de pena 2. Ponderación del grado de Determinación del
desarrollo del delito y forma de marco penal
intervención en el mismo concreto
Art. 50 Cp.
A los autores de delito se impondrá la pena que para éste se hallare señalada por la ley
Siempre que la ley designe la pena de un delito, se entiende que la impone al delito consumado
El proceso de determinación legal de pena inicia con la identificación del marco penal
abstracto, y para eso nos remitimos a lo establecido en el art. 50 Cp., el cual impone a los
autores de un delito consumado la pena que la ley señalare para dicho delito. La pena
señalada en el tipo específico de un delito es el marco penal abstracto de la misma, y se
denomina abstracto porque no atiende a las particularidades del hecho analizado, sino a
la pena señalada, que está conformada por una o más penas que nominalmente se
definen como grados de penalidad, y que según su magnitud configura el grado mínimo
y el grado máximo. Así, el marco penal va desde el mínimum al máximum asignado por
la ley, en donde intermedian grados de penalidad.
Art. 57 Cp.
Cada grado de una pena divisible constituye pena distinta
Art. 58 Cp.
En los casos en que la ley señala una pena compuesta de dos o más distintas, cada una de éstas
forma un grado de penalidad, la más leve de ellas el mínimo y la más grave el máximo.
Tal como lo dijera Etcheberry: “Cada pena es un grado y cada grado en una pena”.
Ello significa, según los arts. 57 y 58 Cp. que cada grado de una pena divisible constituye
una pena distinta y que cuando la ley señala una pena compuesta por dos o más penas,
cada una de esta forma un grado de penalidad.
Marco penal
Tipo penal Grados Extensión Tramos
abstracto
Mínimum:
HOMICIDIO SIMPLE: de 3651 a
“El que mate a otro será Presidio mayor en De 10 años y un 4563 días;
1 grado
penado con presidio su grado medio día hasta 15 años Máximum:
mayor en su grado medio” de 4564 a
5475 días
CASTRACIÓN: Mínimum:
“El que maliciosamente 1826 a 3650
Presidio mayor en 2 grados:
castrare a otro será De 5 años y un días;
sus grados 2 penas
castigado con presidio día hasta 15 años Máximum:
mínimo a medio distintas
mayor en sus grados 3651 a 5475
mínimo a medio días
ESTUPRO:
“Sera castigado con Presidio menor en
Mínimum:
presidio menor en su su grado máximo 2 penas
De 3 años y un 1096 a 1825;
grado máximo a presidio a presidio mayor distintas:
día hasta 10 años Máximum:
mayor en su grado en su grado 2 grados
1826 a 3650
mínimo el que accediere mínimo
carnalmente…”
Cabe hacer mención de lo dispuesto por el art. 55, que establece una excepción a la
aplicación de las reglas establecidas en los arts. 51 a 54. Según el precepto no será
procedente la imposición de estas reglas de ponderación en los casos en que el delito
frustrado, la tentativa, la complicidad o el encubrimiento se encuentren especialmente
penados por la ley.
Tal como lo dispone el art. 50, la pena señalada en cada tipo penal está referida a la
pone asignada para cuando el supuesto de hecho configura un hecho punible que quedo
en estado de consumado y donde el sujeto intervino como autor del mismo. El Código
penal, conforme lo estipulado por los arts. 50, 51, 52 y 61, impone como regla una
atenuación de la pena para los casos en donde el hecho punible quedo realizado de forma
imperfecta, es decir, cuando haya quedado en estado de tentado o frustrado, debiendo
disminuir la pena inferior (art. 61 Cp.) en uno o dos grados al mínimum señalado por la
ley al delito consumado.
Según lo dispuesto por los arts. 51 a 54 Cp. la forma de intervención delictiva del
sujeto cuya responsabilidad se analiza determinará la pena aplicable, concatenándola con
las reglas aplicables en función del grado de desarrollo del hecho. Así, si la forma de
intervención consiste en supuesto de complicidad o encubrimiento, la pena será
atenuada o disminuida, desde la pena inferior (art. 61 Cp.) en uno o dos grados al
mínimum señalado por ley al delito imputable a título de autor.
Cabe advertir que las faltas sólo son punibles cuando son consumadas (art. 9 Cp.);
que el encubrimiento de faltas no es punible (art. 17 Cp.); y que los cómplices no
pueden ser castigados con una pena que exceda la mitad de la que corresponde al autor
(art. 498).
Art. 51 Art. 52
Art. 53
Presidio mayor en Presidio menor en
Presidio menor en
CÓMPLICE su grado mínimo su grado máximo
su grado medio
(5 años y 1 día a 10 (3 años y 1 día a 5
(541 días a 3 años)
años) años)
Art. 52
Art. 53 Art. 54
Presidio menor en
Presidio menor en Presidio menor en
ENCUBRIDOR su grado máximo
su grado medio su grado mínimo
(3 años y 1 día a 5
(541 días a 3 años) (61 días a 540 días)
años)
Las rebajas o aumentos de pena que disponga el tribunal deben hacerse subiendo o
bajando el número de grados que corresponda según el art. 59 Cp. Hay que tener muy
en cuenta que, a la hora de aplicar las reglas de ponderación de las circunstancias
agravantes, si resulta necesario aplicar rebaja de pena, esta partirá desde el grado mínimo
(art. 61 Cp.); en cambio, si resulta que hay que aumentar o agravar la pena, esta partirá
desde el grado máximo respectivo (art. 68 Cp.).
Según el art. 56 Cp., las penas divisibles son aquellas que “constan de tres grados,
mínimo, medio y máximo…”.
La pena de presidio mayor, que va desde cinco y un día a veinte años, es una pena
divisible cuyo marco de penalidad se divide en tres grados: a) el presidio mayor en su
grado mínimo, que va de 5 años y un día a diez años; b) el presidio mayor en su grado
medio, que va de 10 y un día a 15 años; c) y el presidio mayor en su grado máximo, que
va de 15 años y un día a 20 años. Estos son los grados de penalidad de la pena de presidio
mayor. Según el Art. 57 Cp., cada grado de una pena divisible constituye una pena
distinta.
Por tanto, si las penas divisibles son las que constan en tres grados, las penas
indivisibles son aquellas que constan como una pena en sí misma, sin que admita
graduaciones. Una pena indivisible que podemos tomar de ejemplo es el presidio
perpetuo o el presidio perpetuo calificado.
Hay que considerar que cuando en el hecho concurre una circunstancia agravante o
una circunstancia atenuante, según lo dispuesto en el art. 65 no se admiten rebajas ni
aumentos en el marco de penalidad, de modo que el juez sólo podrá aplicar o su grado
mínimo en caso de que concurra una atenuante o su grado máximo de concurrir una
agravante.
a. Normativa referencial
Cabe tener en cuenta que si concurren dos o más circunstancias atenuantes el juez no
puede no bajar la pena, de modo que la rebaja es siempre una obligación del juez; no
obstante, tiene la facultad (discrecionalidad) en relación a la entidad de la rebaja. Para
determinar la entidad de la rebaja el Código señala que el juez deberá hacerla en atención
al número y entidad de las circunstancias concurrentes.
Según lo dispuesto por el art. 68 bis, sin perjuicio de las reglas de ponderación
establecidas en los arts. 65 a 68 Cp., el tribunal podrá imponer la pena inferior en un
grado al mínimo de la señalada en la ley para el delito si en el hecho concurre sólo
una atenuante considerada “muy calificada”.
Art. 69 Cp.
Dentro de los límites de cada grado el tribunal determinará la cuantía de la pena en atención
al número y entidad de las circunstancias atenuantes y agravantes y a la mayor o menor extensión
del mal producido por el delito.
El art. 69 (junto con el art. 70, relativo a las penas de multa) constituyen las reglas de
culminación del proceso de individualización de la pena. En este proceso se confiere
al sentenciador penal un cierto grado de discrecionalidad para aplicar criterio de
individualización de carácter valorativo.
La regla del art. 69 circunscribe la labor del juez a la fijación de la cuantía exacta de
la sanción penal, dentro del marco penal -concreto- al que se hubiere arribado tras la
En relación a este punto, se trata de que el juez haga una valoración general de las
circunstancias agravantes o atenuantes concurrente, es decir, no desde la aplicación de las
reglas de ponderación (lo que constituiría una infracción al principio non bis in idem),
sino que deben ser apreciadas globalmente en relación al contexto particular del
hecho juzgado.
Respecto a este criterio, la ley no establece reglas que lo doten de contenido, dejando
al juez su aplicación. El juez primero apreciara la entidad de la lesión o peligro para el
bien jurídico protegido; enseguida considerará otros efectos perjudiciales derivados
del hecho, incluso aquellos que el legislador no contemplo en el desvalor (del resultado)
del tipo.
Entonces, cuando se habla de “mal causado”, se está refiriendo al ataque contra el bien
jurídico protegido por el tipo. En segundo término, comprende todas las consecuencias
lesivas del hecho no contempladas en el injusto penal, en específico, los perjuicios
económicos.
Tomaremos para el cálculo la pena del delito de homicidio simple, que es de presidio
mayor en su grado medio, una pena que va desde los 10 años y un día hasta los 15
años.
Como vemos, la pena de presidio mayor en su grado medio es una pena de un grado,
de modo que el grado de penalidad esta circunscrito al tramo recorrido por el grado
específico que estamos viendo. Para calcular los tramos mínimos y máximos hay que
traducir la nominación anual de la pena en día. Así, 10 años y un día son 3651 días
(tramo mínimo); 15 años, en cambio, corresponden a 5475 días (tramo máximo).
Identificados ambos tramos, hay que proceder a sumar tanto el tramo mínimo como
el tramo máximo y enseguida dividir en 2 la sumatoria de los respectivos ramos: Si
sumamos a los 3651 (días) los 5475 (días) nos da una suma de 9126 días; en adelante
procede dividir en dos dicho digito, lo que nos da un 4563 días. Este número sería el
umbral meridional entre los tramos mínimos y medios, y permite distinguir desde que
numero inicia cada tramo y en cual termina.
Así, el mínimum de la pena de presidio mayor en su grado medio va desde los 3651
días hasta los 4562 días; por su parte, el máximum de la pena en comento va desde los
4563 hasta los 5475.
Caso
“María caminaba por la calle Pedro Montt en la comuna de Coquimbo, cuando de improviso
un sujeto de nombre Miguel, la introduce a su auto mediante el uso de la fuerza, procediendo a
violentarla sexualmente durante 3 horas sólo por vía oral, con la utilización de condón en su
accionar, luego de la cual la fue a dejar a su casa”.
Como antecedentes podemos señalar que Miguel no cuenta con una irreprochable conducta
anterior, pero le favorece el haber colaborado con la justicia.
SECCIÓN 7°:
PARTE ESPECIAL
1. Generalidades
Los delitos contra la vida están ubicados en el párrafo 1° del título VIII del
Libro II del Código penal, denominado “Crímenes y simples delitos contra las
personas”, y su figura típica principal es el delito de homicidio, tanto en su
formulación básica (homicidio simple) como en sus manifestaciones especiales
(homicidio calificado; parricidio; femicidio; infanticidio)
1.1. Bien jurídico: la vida humana independiente
Los delitos contra la vida tienen por objeto proteger la vida humana independiente,
es decir la vida de la persona nacida y viva. Por ende, el bien jurídico del tipo penal del
delito de homicidio no es otro que la vida humana independiente (la vida humana
dependiente es protegida por el delito de aborto).
a. Concepción (fecundación)
Como el delito de homicidio protege la vida, es importante determinar donde se computa su inicio.
En ausencia de una disposición legal que lo exprese, la opinión mayoritaria lo identifica con el momento
de la fecundación. Esta posición ontologicista es criticada desde la embriología, según la cual el desarrollo
embrión humano gestado por la ovulación no depende de factores genéticos, sino de elementos
epigenéticos. Sin dicha contribución el embrión no desarrollará una evolución celular mínima.
Por lo demás, recurrir a consideraciones ontologicistas para determinar el concepto de persona viva se
desentiende del centro del problema, que es de carácter valorativo. La doctrina penal declara que la
protección penal se extiende sólo desde el momento de la anidación del óvulo en el útero materno.
b. Nacimiento
El art. 74 del Código Civil entiende que el nacimiento se produce con la separación
completa de la criatura del vientre materno.
Parte de la doctrina chilena sostuvo que la separación completa del vientre materno se
producía con el corte del cordón umbilical. Esta posición lleva a una solución absurda,
pues si la criatura fue expulsada del vientre materno no puede ser sujeto pasivo del delito
de aborto, pero tampoco podría ser sujeto pasivo del delito de homicidio pues, al
mantenerse unido por el cordón, se entiende no haber nacido. Así, se crea un periodo
en que la criatura carece de protección penal.
2) Teoría de la vitalidad
Así, para esta teoría la completa separación no guarda relación con la unión material
entre madre e hijo, sino con la manifestación separada de fenómenos biológicos de vida,
en referencia a las funciones respiratoria y circulatoria. Por ende, la muerte de la
criatura que, incluso estando fuera del vientre materno, no ha logrado autonomía de vida
constituye un aborto. Así, comenzará la vida humana independiente una vez que la
criatura haya sobrevivido al parto y que manifiesta signos vitales al menos un instante.
La tesis es inviable a la luz de nuestra legislación, pues el art. 394 Cp., que tipifica el
delito de infanticidio, fija el inicio del sujeto pasivo del infanticidio en un instante
determinado, consistente en el “momento después del parto” y su finalización hasta las 48
horas siguientes del mismo.
a. Muerte orgánica
La muerte orgánica o muerte natural es aquella que verifica por medio de alteraciones
denominadas fenómenos cadavéricos (o fauna cadavérica), son signos positivos de
muerte que configuran alteraciones irreversibles de los tejidos producida por causas
físicas, químicas y biológicas, como la deshidratación; la acidificación de los humores y
vísceras; la rigidez cadavérica; las livideces cadavéricas y la putrefacción cadavérica (último
signo evidente de muerte).
El problema es que estos signos, que constatan la muerte, aparecen de forma tardía
después de un lapso de tiempo en que desaparecen las funciones vitales. Así, sólo
permiten determinar que la persona murió, pero no el momento de la muerte.
Como en estos casos las funciones vitales dejaron de cesar con mucha anticipación a la manifestación
de los fenómenos cadavéricos esta forma de muerte es incompatible con el trasplante de órganos, que
requiere de órganos funcionales para la vida.
b. Muerte clínica
La muerte clínica es una parte del proceso de muerte, en la cual los órganos del
cuerpo van cesando paulatinamente sus funciones por etapas, que se prolongan en el
tiempo. Se verifica por los denominados signos negativos de vida, la cesación de las
funciones vitales fundamentos, como la circulación sanguínea, la respiración, los reflejos, el
movimiento y la sensibilidad.
La muerte clínica no cumple las condiciones para dar lugar a un trasplante de órganos, pues incluso
las funciones respiratorias y circulatorias puedan mantenerse artificialmente, es posible que la actividad
cerebral cese de manera irreversible, y se requieren órganos vivos para dicho trasplante.
c. Muerte cerebral
d. Trasplante de órganos
El problema es que para que un órgano sea funcional es preciso que conserve un grado
de vitalidad, pues el órgano muerto no puede ser trasplantado. El escenario se complica
cuando se trata de trasplantes de órganos vitales, aquellos sin los cuales el donante no
puede sobrevivir (p. ej.: trasplante de corazón). Por eso la única vía en donde procede el
trasplante de órganos en con la verificación de la muerte cerebral.
Para dicho procedimiento se debe considera que la persona cuya muerte cerebral se
declara, presente las siguientes condiciones:
2. Homicidio simple
Cotejando los arts. 390 al 394, el delito de homicidio cuenta con una figura básica,
genérica o residual de los delitos que atentan contra la vida, dicha figura básica es el tipo
del homicidio simple.
El tipo de homicidio simple constituye el tipo base de los distintos tipos penales de
homicidio, de modo que el núcleo del injusto homicida, entendido como el ataque
contra la vida humana independiente, debe concurrir en las figuras de homicidio agravadas
(parricidio; homicidio calificado) o privilegiadas (infanticidio); en caso contrario, no habrá
responsabilidad penal que imputar o el título de imputación invocare otra figura típica
(p. ej.: lesiones)
1
Los delitos de medios abiertos se contraponen a los delitos de medios cerrados o “de comisión
vinculada”, en donde el tipo penal establece ciertos procedimientos que el sujeto responsable del hecho
debe ejecutar para completar el injusto típico del hecho (p. ej.: lesiones graves del art. 397: “el que hiriere,
golpeare o maltratare de obra a otro…”)
a. Sujeto activo
El sujeto activo es “él que mata a otro”, es decir, aquel individuo cuya conducta
cumple con la descripción del tipo penal del delito de homicidio del art. 391. La fórmula
“él que” es empleado en los preceptos jurídico-penales cuya conducta típica puede ser
ejecutada por cualquier sujeto, de modo que el delito de homicidio es un delito común,
es decir, que puede ser ejecutado por toda persona sin que se le exija calidad especial
alguna.
Esto es válido respecto del delito de homicidio por acción. En el caso del homicidio por comisión por
omisión no puede ser sujeto activo cualquiera que pueda ejecutar la conducta típica sino aquel o quienes
están en posición de garante.
b. Sujeto pasivo
El sujeto pasivo del delito de homicidio se encuentra referido en el tipo como “otro”,
de modo que puede ser víctima cualquier sujeto menor quien ejecuta la conducta
homicida (autor). El sujeto pasivo debe ser una persona titular del bien jurídico vida, es
decir, es un ser humano con vida independiente (lo que permite delimitar el homicidio
de los supuestos de aborto)
La conducta homicida puede definirse como toda acción que cause la muerte de
otro o toda omisión que no la evite.
El núcleo de la conducta típica esta, por disposición del tipo penal respectivo, ligado
al resultado típico, de modo que se entiende como dar muerte a otro.
2) Objeto material
3) Medios comisivos
mediante medios comisivos materiales indirectos (cuando el sujeto activo no realiza el hecho por una
actividad corporal sino mediante terceros o animales); o mediante medios comisivos intelectuales (los que
actúan sobre la psiquis de la víctima).
Si bien el art. 391 está redactado en términos activos (“el que mate a otro”), en la
doctrina hay consenso en que el homicidio puede ser cometido tanto por acción como
por (comisión por) omisión, ya que la descripción típica del mencionado artículo no
hace referencia a “causar la muerte de otro”, sino simplemente “matar a otro”. Este debe
entenderse, para objeto del fundamento de la omisión punible, no desde un plano
descriptivo-naturalístico, sino en su sentido social y normativo, pues el tipo no es una
mera descripción de un curso causal al que se adecua la conducta, sino una fórmula de
atribución jurídico-penal.
A esto se suma el hecho de considerar que el homicidio es un delito de resultado y de medios abiertos,
presupuestos esenciales de toda omisión impropia punible.
Para que sea posible imputar el resultado de muerte a un sujeto que, estando obligado
a evitar dicho resultado, no lo evita, es necesario que concurran los presupuestos de la
omisión impropia, tales como:
(3) Resultado
p. ej.: Juan empuja levemente a Pedro, quien cae al suelo producto del estado de embriaguez en
el que se encontraba, sufriendo un TEC a causa de la caída, el que días después causo su muerte
Desde un plano causa la conducta de Juan es conditio sine qua non de la muerte de Pedro
pues al ser suprimida la acción de Juan desaparece el resultado de muerte. Sin embargo,
de acuerdo a las reglas de imputación objetiva, si bien el sujeto ha creado un riesgo
jurídicamente desaprobado, la acción de Juan sólo puso en riesgo de lesiones a la
integridad física de Pedro. La muerte de este último se produjo por una circunstancias
extraordinaria, de modo que su realización era imprevisible para Juan. Como le era
imprevisible, no estaba en condiciones para controlarlo y evitar, por lo que no se le puede
imputar objetivamente el resultado de muerte.
El resultado de muerte causado por una conducta creadora de peligros para la vida
humana será subjetivamente imputable a título doloso cuando el autor del hecho típico
haya obrado con conocimiento de todos los elementos de la conducta típica y
voluntad matar a otro, lo que es denomina como dolo homicida.
Cuando el autor obro con la intención o propósito de realización el homicidio y matar a su víctima, el
hecho será imputable a título de dolo directo; Si el autor obro sin la intención de realizar el homicidio
pero advierte que con seguridad su comportamiento producirá dicho resultado, el resultado de muerte será
imputable por dolo de las consecuencias necesarias (dolo indirecto); Si el autor obro sin querer realizar
el tipo pero se representa la posibilidad de que su conducta se materialice en un resultado de muerte, de
modo que conto seriamente con la posible producción dicha consecuencias lesiva y aun así lleva la conducta
acabo, la muerte de la víctima le será subjetivamente imputable por dolo eventual.
Los casos de error manifiestan una discrepancia entre el curso causal que el sujeto
activo se representó mentalmente en el momento de ejecutar la conducta y el curso causal
que objetivamente ocurrió.
Puede suceder que el sujeto activo ejecuta la conducta típica y se representa que el
resultado de muerte se ha producido, y posteriormente realiza un hecho sin la intención
de matar al sujeto pero que objetivamente realiza el resultado típico.
p. ej.: 1) primer hecho: Juan golpea con una pala a Pedro en la cabeza con la intención de
matarlo; Pedro cae tumbado al suelo, perdiendo la consciencia, sin embargo no ha muerto
producto del ataque. 2) segundo hecho: Juan, que cree que Pedro está muerto, mueve el cuerpo
de este último y lo mete en una bolsa de basura, con el fin de aventarlo hacia un rio y así deshacerse
del cuerpo; Pedro, inconsciente, fallece por ahogamiento en el rio.
Mientras Garrido Montt sostiene que aquí existe dolo general, pues Juan obro con dolo
homicida, y su intención se concretó en el segundo hecho, de modo que el dolo se
extiende a todos los actos realizados por él, los que son considerados de forma unitaria.
Para Cury, la solución de estos casos se da conforme a un concurso real entre un delito
de homicidio doloso frustrado y un delito de homicidio imprudente consumado.
b. Error en la persona
Atendido lo dispuesto por el art. 1, inc. 3° Cp., quien mate a otro será castigado por
el delito de homicidio, aunque el mal recaiga sobre persona distinta de aquella a quien se
proponía ofender, y que en tal caso no se tomarán en consideración las circunstancias, no
conocidas por el delincuente, que agravarían su responsabilidad, pero sí las que la atenúan.
Misma solución sería aplicable para el caso de error en el golpe o “aberratio ictus”.
b. Concepto
Tipo objetivo
A. Presupuestos básico del tipo
1°. Sujeto activo / sujeto pasivo
2°. Conducta típica – concurrencia de los elementos descriptivos del tipo penal de
homicidio
3°. Resultado – la muerte del sujeto pasivo
B. Desvalor de la conducta imprudente
1°. Previsibilidad objetiva – posibilidad de prever la realización del resultado de
muerte
2°. Deber de cuidado interno y externo – el deber de cuidado es un mandato de
actuación que ordena al sujeto comportarse en conformidad a las reglas y normas
que permiten disminuir riesgos. El deber de cuidado interno es el deber del sujeto
Tipo subjetivo
1°. Imprudencia consciente – El sujeto realizo el homicidio con imprudencia consciente
si en el momento de realizar la conducta típica obro con conocimiento del peligro
para la vida de la víctima, pero confió erradamente en su capacidad para evitar la
muerte de la misma o que el resultado no se produciría.
2°. Imprudencia inconsciente – El sujeto realiza el homicidio con imprudencia
inconsciente si al momento de ejecutar el hecho no tenía conocimiento del riesgo
inherente del mismo y por ende no podía prever la posibilidad de realización típica,
pero debió haberlo previsto.
Para resolver la duda de si estamos frente a un homicidio doloso frustrado o un delito de lesiones doloso
consumado, hay que determinar si el autor se representó ex-ante que su conducta resulto ser
típicamente idónea para crear un peligro para la vida, pues el homicidio doloso frustrado sólo será
punible cuando el sujeto obrare con dolo homicida.
En estos casos según Rettig estamos ante un concurso ideal de delitos, y conforme al
art. 75 Cp., el hecho será castigado con la pena asignada al delito más grave. Para efectos
de la imputación es fundamental que el sujeto haya obrado con previsibilidad del
resultado de muerte, de lo contrario se configura una causal de caso fortuito que excluye
la imputación subjetiva.
La Ley N° 20.584 sobre derechos y deberes que tienen las personas en relación con
acciones vinculadas a su atención en salud, dispone que tratándose de enfermos
terminales en estado de muerte cerebral, acreditada esta, no hay obligación de
mantener activos artificialmente los demás órganos.
Según lo dispuesto por el art. 16 de la Ley N° 20.854, la persona que fue informada de
su estado de salud terminal tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para
someterse a cualquier tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su
vida, pero en ningún caso el rechazo del tratamiento puede implicar la aceleración
artificial de la muerte. Por ende, las prácticas eutanásicas sólo serán permitidas cuando
el paciente se encuentre en estado de salud terminal, de lo contrario el tercero será
considerado autor del delito de homicidio. Por tanto:
2.7. Concursos
Puede suceder que el homicida lo sea respecto de dos o más sujetos activos. Por regla
general, la doctrina es conteste en afirmo que si el sujeto obro con dolo, existirán tantos
delitos de homicidio como persona muertas. Así, en estos supuestos será procedente la
aplicación del art. 74 Cp. que establece el concurso real (homogéneo) de delitos o el
art. 351 Cpp. sobre reiteración de delitos de la misma especie, según cual de dichas
reglas resulte más beneficiosa. En ningún caso procedería concurso ideal (art. 75 Cp.)
porque las diversas muertes no pueden ser consideradas un hecho único.
2.8. Penalidad
El Código penal en el art. 391, n° 2 asigna al delito de homicidio simple una pena de
presidio mayor en su grado medio, pena que parte desde 10 años y un día hasta 15
años.
1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos básicos del tipo
i) Sujeto activo: cualquier persona
ii) Sujeto pasivo: cualquier persona salvo quien ejecuta la
conducta homicida
iii) Conducta típica: “matar a otro”
(1) Verbo rector: dar muerte a otro
Homicidio (2) Objeto material: el cuerpo de la víctima
simple (3) Medios comisivos: medios de comisión abiertos
(art. 391, 1°) iv) Resultado: la muerte de la víctima
b) Vínculo de causalidad: relación causal entre la conducta homicida
y el resultado de muerte de la víctima
c) Desvalor de la conducta: creación de un riesgo jurídicamente
desaprobado para el bien jurídico vida humana independiente
d) Desvalor del resultado: que el riesgo para la vida se haya
materializado en el resultado de muerte
2) TIPO SUBJETIVO
3. Homicidio calificado
Se caracteriza por ser: a) un delito de resultado material; b) y que por ende admite su
imputación en caso de tentativa y frustración; c) un delito común; d) un delito de medios
cerrados, pues se funda en un injusto agravado, el que depende de la concurrencia de una
de las hipótesis enumeradas en el art. 391, n° 1.
El tipo objetivo del homicidio calificado exige que concurran todos los elementos
típicos del homicidio simple, y que estos sean acompañados en el hecho por alguna o
algunas de las cinco circunstancias calificadas que a continuación analizaremos.
a. Alevosía
1) Concepto
El art. 391, n° 1 Cp. no define que se entiende por alevosía, por lo que hay que recurrir
a lo dispuesto en el art. 12, n° 1 Cp., que al establecer las circunstancias agravantes de la
responsabilidad penal, define a la alevosía como un obrar a traición o sobre seguro. Por
su parte, la jurisprudencia la define como un aprovechamiento doloso o la creación
consciente de un estado de indefensión en la víctima. Dicho estado de indefensión es
causado o aprovechado con el fin de asegurar la realización del delito.
2) Fundamento
3) Elemento objetivo
Los requisitos de la alevosía por obrar a traición son: a) ocultar la intención criminal
mediante engaño; b) aprovecharse de la confianza que la víctima deposita en el
autor.
Así, los requisitos de la alevosía por obrar sobre seguro son: a) crear o aprovechar
dolosamente (ánimo alevoso) las condiciones de indefensión de la víctima y así evitar
todo riesgo para el autor; b) que la situación de indefensión haya sido efectivamente
aprovechada.
4) Elemento subjetivo
El art. 391, n° 1 sanciona al que realiza un homicidio calificado por haberlo ejecutado
por premio o promesa remuneratoria.
2) Fundamento
3) Sujetos
Como la calificante consiste en el pago de una utilidad en favor del autor material del
hecho, el homicidio calificado por premio o promesa es un delito de concurrencia
necesaria, pues supone la intervención de al menos dos sujetos: el mandante y el
mandatario. Además, debe existe un acuerdo previo a la ejecución del hecho.
4) Contenido
c. Envenenamiento
1) Concepto
El art. 391, n° 1 señala que el que mate a otro será sancionado por el delito de homicidio
calificado cuando ejecutare el hecho con empleo de veneno.
Desde un plano objetivo, por veneno se entiende toda sustancia capaz de producir
la muerte o graves trastornos habiendo sido suministrada al sujeto pasivo, sea que su
introducción se haga vía digestiva, inoculación, absorción, respiración, etc.; desde un
plano subjetivo la sustancia venenosa es suministrada en forma insidiosa, es decir, con un
ánimo alevoso. De ahí que la doctrina considera al veneno como una hipótesis especial
de alevosía.
2) Fundamento
Como se trata de una especie de homicidio alevoso, debido a la naturaleza del medio
que se emplea contra una víctima desprevenida, es decir, que no podía saber o prever que
la sustancia le provocaría la muerte. Así, en la especie concurre un mayor injusto
(antijuridicidad) en la comisión del homicidio por veneno, debido a su mayor dañosidad
social por el empleo de un medio peligroso para la vida y salud del sujeto pasivo; al mismo
tiempo concurre una mayor culpabilidad o reproche del autor del hecho en función de
la mayor perversidad del homicida, que emplea un método insidioso.
d. Ensañamiento
1) Concepto
El art. 391, n° 1 señala que el que mate a otro con ensañamiento, aumentando
deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido será sancionado por el delito de
homicidio calificado.
2) Fundamento
3) Elemento objetivo
4) Elemento subjetivo
e. Premeditación conocida
1) Concepto
El art. 391, n° 1 dispone que el que mate a otro con premeditación conocida será
castigado por el delito de homicidio calificado. Por premeditación conocida se entiende
como el ánimo frio y persistente del autor en su decisión de cometer el delito.
2) Elementos
3) Fundamento
Cuando una calificante está fundada en un incremento del injusto por el medio
empleado, esta supone un aumento en el dolor impregnado al sujeto pasivo, lo que
generalmente sólo aumentará mediante conductas activas. Así, no pueden cometerse por
omisión homicidios con alevosía, veneno, ensañamiento y premeditación.
Las que consistan en la ejecución material del hecho o en los medios empleados para
realizarlo, servirán para atenuar o agravar la responsabilidad únicamente de los que tuvieren
conocimiento de ellas antes o en el momento de la acción o de su cooperación para el delito.
3.8. Penalidad
4. Parricidio
Según lo dispuesto por el art. 390 Cp., el parricidio consiste en matar a otro con el
que se tiene una relación especial de parentesco y con conocimiento de dicha
relación. Así, comete parricidio quien, conociendo el vínculo que los ligan, matar a su
padre, madre o hijo, o a cualquiera de sus ascendientes o descendientes o a quien es o ha sido
su cónyuge o su conviviente.
4.3. Origen
El delito de parricidio es un crimen de larga data e históricamente considerado como un delito de mayor
gravedad. Su origen tiene un componente socio-religioso, fundado en la relevancia del jefe de familia
(pater familia) para la concepción del clan y estirpe. Así, la Ley de las doce tablas llamo parricidio al
homicidio que ejecuta el hijo contra su padre. Con la Lex pompeia su campo de aplicación fue ampliado.
La figura responde a una época histórica en la figura paternal dentro del grupo contaba con ciertos
privilegios, los cuales una vez muerte se traspasaban a sus herederos, para luego extender la figura en
función de la trascendencia religiosa de la familia, considerando parricida no sólo al hijo que mata a su
padre sino también a la inversa o cuando el sujeto pasivo es un ascendiente, un hermano o un primo.
El delito de parricidio ha ido desapareciendo de los códigos penales modernos -España, Alemania,
Francia, Argentina, Colombia- pues resulta difícil justificar su existencia más allá del reproche moral por el
atentado contra la familia o el abuso de confianza.
4.4. Fundamento
Los esfuerzos por encontrar un fundamento racional que explica la razón de ser del
delito de parricidio son infructuosos, lo que ha dado lugar a la derogación del tipo de los
Códigos penales modernos. Con la entrada en vigencia de la Ley N° 20.066 sobre
violencia intrafamiliar, se modificó el concepto de “familia” considerado para efectos
de la imputación penal como relación de parentesco (y que restringía el concepto al sentido
que le da el derecho de familiar) y se pasa a proteger la relación familiar, en conformidad
al art. 5° de dicha ley, que considera como sujeto pasivos de estos delitos al conviviente,
con el cuál no existe una relación de parentesco sino una relación familiar fundada en
la confianza y afecto. Con la Ley N° 20.480 se amplió aún más el ámbito de
imperatividad del tipo al considerar como relación de familia no solo el actual son el que
se tuvo alguna vez, de modo que se agregan al ex cónyuge y al ex conviviente.
delito de parricidio son las relaciones parentales reales actuales o pasadas generadoras
de confianza y afecto entre personas.
El tipo del delito de parricidio se caracteriza por ser una figura agravada del tipo base
del delito de homicidio simple, en función del atentado a relaciones de confianza y afecto
entre personas que tienen o tuvieron un vínculo familiar.
Así, la conducta típica consiste en matar a otro (núcleo esencial del injusto homicida),
hecho que va acompañado de un elemento agravante referido al abuso o ataque de una
relación familiar de confianza o afecto. Así, lo determinante para la tipicidad objetiva del
hecho es la constatación del vínculo familiar entre el sujeto activo y el sujeto pasivo, de
modo que si este no concurre, la imputación penal sólo procederá invocando el tipo base.
(1) Sujetos
Antes de las leyes sobre violencia intrafamiliar y de género, la calidad de los sujetos
esta estrictamente referida a las relaciones de consanguinidad en la línea recta y las
contractuales relativas a los cónyuges. En la actualidad se comprenden, además, de estas, las
situaciones constituidas por el vínculo de convivientes, yendo más allá y siendo
aplicable a vínculos que ya no existen pero que existieron.
Cabe destacar que si bien entre el hijo y los padres siempre existe un vínculo de
parentesco, no cumple con la calidad exigida por el tipo cuando en el supuesto en que
un padre o madre mata a su hijo lo hace dentro de las 48 horas siguientes al parto. aquí
no habrá parricidio, sino infanticidio.
Como el vínculo de parentesco ya está contenido en el injusto típico del delito de parricidio, dicha
relación no puede volver a ser considerada para efectos de modificar la responsabilidad penal del sujeto
activo del parricidio con el fin de agravar la pena por aplicación de la circunstancia mixta de parentesco
del art. 13 Cp., pues de lo contrario estaríamos ante una infracción del principio non bis in idem del
art. 63 Cp. (prohibido valorar un hecho dos veces para una misma imputación).
c. Adopción
El matrimonio es un contrato conforme al art. 102 del Código Civil y por ende es un
elemento normativo, del cual surgen los deberes y derechos recíprocos entre los cónyuges,
de donde emanan relaciones familiares de confianza y afecto y que por ende dan lugar a
la imputación por el delito de parricidio cuando uno de los cónyuges mata al otro.
e. Conviviente y ex conviviente
Por ende, en estos casos sólo concurre un homicidio simple en comisión por omisión.
Mientras el dolo típico que funda la imputación subjetiva del tipo base de homicidio
puede ser atribuido en sus tres formas, contemplando por ende el dolo eventual para la
imputación de este, en el caso del conocimiento de las relaciones de familia que ligan al
sujeto activo con el sujeto pasivo este sólo puede ser imputable a título de dolo directo.
El énfasis del injusto parricida radicado en el conocimiento del vínculo familiar dice
relación con el que legislar busco establecer un tratamiento especial para quien atentará
contra la vida de sus familiares, razón por la cual la doctrina excluye la imputación del
parricidio a título de imprudencia, a pesar de que el tipo parricida este contemplado
dentro del título VIII del libro II del Código penal, por lo que le serían aplicables las
reglas de incriminación de la culpa de los arts. 490 y sgts.
Por regla general, quien interviene en el hecho sin cumplir con la calidad personal
exigida por el tipo (el denominado extraneus o “extraño”) no comete nunca un
parricidio, pues no cumple con la circunstancia que agrava el injusto penal, y sólo será
responsable por la figura residual (homicidio simple); en cambio, el intraneus, quien
cumple con la circunstancia agravante del tipo, responderá por el título del delito de
parricidio.
Esto no impide que la circunstancias especial no pueda operar como una circunstancia
agravante de la responsabilidad penal.
4.9. Penalidad
1) TIPO OBJETIVO
a) Presupuestos del tipo
i) Sujetos: Que exista o haya existido un vínculo familiar entre
el sujeto activo y el sujeto pasivo
ii) Conducta típica: Consiste en “matar a otro”
iii) Resultado: La muerte del pariente en la línea recta, del
cónyuge o excónyuge o del conviviente o exconviviente
b) Vínculo de causalidad
c) Imputación objetiva
Parricidio
i) Desvalor de la conducta
(art. 390, 1°) ii) Desvalor del resultado
2) TIPO SUBJETIVO
a) Dolo (doble):
i) Dolo homicida: Exige conocimiento de los elementos del tipo
y voluntad de realización típica, admitiendo su imputación a
título de dolo eventual
ii) Dolo parricida: Exige conocimiento de las relaciones que lo
ligan con la víctima, que es un elemento subjetivo adicional al
dolo, y que sólo es imputable a título de dolo directo
5. Femicidio
Tal como lo dispone el art. 390 bis, el femicidio consiste en que un hombre mata a
una mujer con la que tuvo o tiene algún vínculo conyugal, de convivencia o un hijo
común (art. 390 bis, inc. 1°), una relación afectiva amorosa o sexual (art. 390 bis, inc.
2°) o por razones de género (art. 390 ter).
5.2. Origen
Esta primera figura del delito de femicidio está en parte asociada al delito de parricidio,
ya que la descripción típica corresponde a la del antiguo inc. 2° del art. 390 Cp. Así, será
culpable de femicidio el hombre que mate a una mujer que haya sido o actualmente es
su cónyuge o su conviviente. Pero además agrega una nueva hipótesis: la del hombre
que mata a una mujer con la que tuvo o tiene un hijo común.
Al estar asociada al parricidio algunos autores que su estructura típica es idéntica a la del delito de
parricidio, con las mismas consecuencias jurídicas que les asigna la doctrina, de modo que esta figura de
femicidio no admite realización omisivas ni imprudentes.
El inc. 2° del art. 390 bis Cp. establece un segundo tipo femicida que amplía los marcos
de aplicabilidad del delito de femicidio a aquellos homicidios causados en contexto de
relaciones afectivas no procedentes de un matrimonio, de la convivencia o del hijo
común, es decir, a las relaciones afectivas basadas en intereses sentimentales o
sexuales, donde el ejemplo más claro es el del pololeo.
En un plano subjetivo, el tipo penal exige que el hecho este fundado en razón a dichas
relaciones afectivas basadas en sentimientos o atracción sexual, de modo que el sujeto
debe obrar determinado por la existencia de dicho vínculo (animus necandi).
Esta última figura típica contempla una modalidad del femicidio, ya no fundada a la
existencia de un vínculo interpersonal entre el hombre y la mujer como sucede en las
hipótesis de los incs. 1° y 2° del art. 390 bis Cp., sino que el fundamento del injusto
femicida está radicada por una especial intención discriminadora basada en el género
de la víctima,
Sobre esta figura, hay que considerar que al ser contempla la discriminación de género
en el injusto femicida, la aplicación de la circunstancia agravante de motivación
discriminatoria del art. 12, n° 21 implicaría una infracción al principio non bis in idem del
art. 63 Cp. Por otro lado, figura se erige como delito de pluralidad de hipótesis o de
hipótesis múltiple, de modo que la sola concurrencia de cualquiera de las circunstancias
descritas en el tipo, lo va a configurar.
5.6. Penalidad
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DERECHO PENAL
Parte general y parte especial
El art. 390 bis asigna a las figuras del femicidio en contexto familiar y al femicidio
en contexto de relaciones sentimentales o sexuales la pena de presidio mayor en su
grado máximo a presidio perpetuo calificado, es decir, una pena que desde los
15 años y un día hasta los 40 años.
En cambio, el art. 390 ter, que consagra el femicidio por razones de género,
establece una pena de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo,
es decir, una pena que va desde los 15 años y un día hasta los 20 años.
Femicidio en contexto de
Femicidio en contexto de Femicidio por razones de
relaciones sentimentales o
relaciones familiares género
sexuales
(Art. 390 bis, inc. 1°) (Art. 390 ter)
(Art. 390 bis, inc. 2°)
1) Tipo objetivo
a) Sujeto activo:
1) Tipo objetivo 1) Tipo objetivo
Hombre
a) Sujeto activo: a) Sujeto activo:
b) Sujeto pasivo: Mujer
Hombre Hombre
− Actual o ex
b) Sujeto pasivo: Mujer b) Sujeto pasivo: Mujer
cónyuge
con la que se tiene o se c) Conducta típica:
− Actual o ex
tuvo anteriormente Matar a otro
conviviente
una relación de pareja acompañado de alguna
− Con la tiene o
sentimental o sexual de las cinco
tuvo un hijo
c) Conducta típica: circunstancias del art.
común
Matar a otro 390 ter:
c) Conducta típica:
2) Tipo subjetivo 2) Tipo subjetivo
Matar a otro
2) Tipo subjetivo
6. Infanticidio
Se considera al infanticidio una figura privilegiada del tipo base del delito de
homicidio simple, esto porque a pesar de exigir objetivamente la concurrencia de los
elementos del delito de homicidio y la existencia de un vínculo familiar entre en el sujeto
activo y el sujeto pasivo, tiene un tratamiento penológico más beneficioso para el
autor.
Anteriormente se le consideraba una figura privilegiada del parricidio, al estar sanciona con el mismo
marco penal que el del homicidio simple y al fundar parte de su injusto en la existencia de un vínculo de
dependencia familiar entre el autor y el sujeto pasivo.
Para algunos el fundamento del infanticidio como tipo privilegiado radica en que el
hecho puede haber sido realizado motivado con la intención de proteger el honor.
Esta tesis tiene raíces históricas y que responden a una época en donde se distinguía entre
hijos legítimos e hijos ilegítimos, en donde el padre, la madre o algún ascendiente del
hijo ilegítimo le quitaba la vida a este para proteger al círculo familiar de la deshonra que
implicaría hacer de público conocimiento la existencia del sujeto pasivo.
Para Rettig esta justificación esta desactualizada y debe ser superada, pues la realidad
material indica que hoy más de la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio, y que
en razón de dicha realidad se derogo la distinción entre hijos legítimos e hijos ilegítimos.
menstruación. Durante dicho lapso la mujer puede verse afectada por trastornos
psicológicos que afectan su ánimo de forma radical, dando lugar a crisis de angustia o
incluso depresión.
Tesis planteada por Politoff, Grisolía y Bustos, quienes desde una consideración
político-criminal estiman que para el legislador la vida del recién nacido, en específico
aquella computada entre las primeras 48 horas de vida desde el parte, tendría un menor
valor respecto de la vida de una persona en términos generales.
(1) Sujetos
El sujeto activo del infanticidio sólo pueden ser el padre, la madre o los ascendientes
del menor recién nacido, por lo que se trata de un delito especial impropio, de modo
que la no concurrencia de dicho vínculo familiar no excluye la imputación, sino que
subsiste la responsabilidad en función del tipo base (homicidio simple).
El sujeto pasivo es el hijo o descendiente recién nacido que no haya alcanzado las
48 horas de vida.
Se trataría de un delito especial impropio, que constituye una figura privilegiada y que exige un
resultado material, que puede ser cometido mediante acción u omisión y sólo de forma dolosa.
P. ej.: Una mujer embarazada, sin saber que lo estaba, un día comenzó a sentir fuertes dolores
estomacales. Al pensar que necesitaba defecar, se dirigió a un pozo y expulso al feto de su vientre
materno, dando a luz a su hijo. Al darse cuenta que se trataba de un bebe, lo dejo en el pozo y se retiró
del lugar. El recién nacido perdió la vida por ahogamiento.
El tipo objetivo del delito de parricidio exige que la conducta típica sea ejecutada
dentro de las 48 horas siguientes del parto. La calificación jurídica del hecho no
requiere que el resultado de muerte se materialice dentro de ese lapso de tiempo, sólo
exige que la conducta homicida sea ejecutada dentro de ese transcurso de horas, con
indiferencia si la muerte del lactante se produce dentro o fuera de dicho transito
temporal.
El tipo subjetivo del infanticidio exige que el sujeto activo haya actuado con
conocimiento de la relación que lo une con el sujeto pasivo, de modo que el dolo
infanticida debe ser dolo directo.
Si bien la doctrina considera aplicable para estos supuestos los mismos planteamientos
esbozados en el delito de parricidio y sus problemas de comunicabilidad, respecto del
infanticidio hay que hacer una salvedad: a diferencia del parricidio, el infanticidio es
una figura privilegiada del homicidio simple.
Como se trata una figura privilegiada, no es posible, respecto de los partícipes extraneus
e intraneus, imputar residualmente la figura básica del homicidio simple, de lo contrario
se daría el absurdo de castigar al partícipe con la pena del homicidio simple (presidio
mayor en su grado medio) y al autor con la pena del infanticidio (presidio mayor en sus grado
mínimo a medio), por lo que el partícipe podría terminar siendo sancionado con una pena
más gravosa que la del autor del hecho.
6.7. Penalidad
El art. 394 asigna al delito de infanticidio la pena de presidio mayor en sus grados
mínimo a medio, es decir, una pena que va desde los 5 años y un día hasta los 15 años.
1) TIPO OBJETIVO
d) Presupuestos del tipo
i) Sujeto activo: el padre, la madre o un ascendiente del recién
nacido
ii) Sujeto pasivo: el hijo o descendiente recién nacido
iii) Conducta típica: Consiste en “matar a otro”
Infanticidio
(1) Circunstancia de tiempo: Matar al hijo o descendiente
(art. 394) dentro de las 48 horas posteriores al parto o
nacimiento.
iv) Resultado: La muerte del hijo o descendiente recién nacido
e) Vínculo de causalidad
f) Imputación objetiva
i) Desvalor de la conducta
1. Generalidades
1.1. Introducción
La doctrina hace una distinción entre las distintas lesiones en función de un criterio
material referido al resultado. Así, distingue entre las mutilaciones, que comprenden
el delito de castración (art. 395), el de mutilación de miembro importante (art. 396, inc. 1°)
y el de mutilación de miembro menos importante (art. 396, inc. 2°); y las lesiones
propiamente tales, que comprenden el delito de lesiones menos graves (art. 399), de
lesiones graves-gravísimas (art. 397, inc. 1°), de lesiones simplemente graves (art. 397, inc. 2°)
y el delito-falta de lesiones leves (art. 494, n° 5).
Según doctrina mayoritaria, las mutilaciones y las lesiones graves (lesiones simplemente
graves y lesiones graves-gravísimas) serían figuras agravadas del tipo base de lesiones menos
graves del art. 399; mientras que las lesiones leves serían la figura privilegiada del tipo
básico.
La doctrina clásica consideraba que el bien jurídico protegido por los delitos de
lesiones era la integridad corporal o física del individuo, lo que daba lugar a la clásica
categoría de “delitos de lesiones corporales”. Así lo exigía una interpretación apegada a la
literalidad del norma jurídico-penal del delito de lesiones del art. 397, cuya descripción
típica hacía referencia a maltratar, golpear o herir a otro, interpretadas todas como
afectaciones físicas.
Así, la doctrina moderna planteó el bien jurídico protegido por el delito de lesiones es
la salud individual, definido como un estado de equilibrio entre la integridad física
y la salud mental de la persona, que se materializa en el buen funcionamiento del
cuerpo humano tanto desde un plano corporal como uno psicológico.
Por ende, el núcleo del injusto de las lesiones no radica exclusivamente en la afectación
corporal, sino en la producción de un desequilibro o alteración temporal o
permanente que afecta al normal funcionamiento físico o psíquico de la persona.
Puede haber conductas que impliquen un menoscabo en la corporeidad del sujeto pero que impliquen
una mejora en su salud, como sucede con las intervenciones quirúrgicas. En estos casos el injusto de las
lesiones es excluido por ausencia de antijuridicidad material.
Distinto es el caso del bien jurídico “salud pública”, que es un bien jurídico colectivo
o de “titularidad general”. La salud pública es protegida por los delitos contra la salud
pública, cuyas figuras están tipificadas en los art. 313 a 318 ter del Código penal. Así
mismo, son delitos contra la salud pública las conductas tipificadas en los arts. 1° y 3° de
la Ley N° 20.000 sobre tráfico ilícito de estupefacientes.
2.2. Concepto
2.3. Características
− El delito de lesiones menos graves es, según la doctrina, el tipo básico de lesiones,
de modo que la estructura típica de todo delito de lesiones tiene como base la
estructura del delito de lesiones menos graves, a partir de la cual se construyen las
figuras agravadas y privilegiadas. En ese sentido es un tipo penal residual, pues
comprende cualquier lesión que no pueda adecuarse a los tipos penales agravados
de mutilaciones o de lesiones graves;
2.4. El tipo de lesiones menos grave como tipo base de las lesiones
En el caso de las figuras agravadas, las mutilaciones y lesiones graves están delimitada
con la figura básica del delito de lesiones menos graves en función del resultado lesivo, la
consecuencia material del hecho punible, en donde en las figuras agravadas se
configura un mayor grado del injusto, en tanto son lesiones con un mayor contenido de
antijuridicidad material. Por tanto, en la base del injusto de los delitos de lesiones se ubica
un criterio material-resultativo.
No obstante, es importante considerar que, si bien ambas figuras fundamentan su tratamiento más
gravoso en función de los resultados que derivan de estas, ambas distinguirse, pues el injusto de las
mutilaciones está puesto en relación con la forma de ataque ejecutado por el autor.
Por su parte, las lesiones leves del art. 494, n° 5 Cp. constituyen una figura
privilegiada del tipo de lesiones menos graves. Los problemas de delimitación entre el
tipo base de lesiones menos graves y el tipo de lesiones leves se verán en el acápite relativo al
delito de lesiones leves. No obstante, cabe advertir preliminarmente que la fórmula de
delimitación entre ambas figuras aparece mencionada en la segunda parte del art. 494, n°
5, en virtud de dos criterios normativo distintos al resultado lesivos: la calidad de las
personas y las circunstancias del hecho, criterios que permiten desplazar la calificación
jurídica del hecho desde el tipo base (lesiones menos graves) hacia el tipo privilegiado
(lesiones leves).
Autores como van Weezel critican este tratamiento pues considera que el art. 494, n° 5 Cp. menciona
criterios de calificación jurídica (“calidad de la persona” y “circunstancias del hecho”) más allá de la gravedad
del resultado, que es el criterio que permite considerar que las lesiones leves son una figura privilegiada
de las lesiones menos graves.
El tipo objetivo del delito de lesiones menos graves comprende la concurrencia de: a)
la conducta típica ex ante apta para lesionar la salud personal; b) un resultado material
mediante el cual se afecta la salud individual de la víctima; y c) los vínculos de causalidad
e imputación objetiva.
(1) Sujetos
El delito de lesiones menos graves es un delito común, de modo que puede ser
realizado por cualquier individuo, regla que se extrae de la fórmula “el que” descrita en el
tipo penal. Así, el sujeto activo es indeterminado, puede ser cualquier persona.
Lo mismo ocurre con el sujeto pasivo del delito de lesiones, cuya víctima está referida
en la descripción típica como un “otro”. Ese otro debe ser comprendido como una
persona humana propiamente tal, que es titular del bien jurídico “salud individual”, que
resulta menoscabado con la acción lesiva.
a. Medios de comisión
El legislador penal no estableció medios comisivos mediante los cuales el autor de las
lesiones debe llevar a cabo el hecho, por lo que la conducta típica se puede ejecutar a
través de cualquier medio que sea apto para producir el resultado de lesiones. Es, por
ende, un delito de medios comisivos abiertos.
Un sector de la doctrina considera que los medios comisivos establecidos en el art. 397 Cp., precepto
que tipifica el delito de lesiones graves y cuyas modalidades de ejecución consisten en herir, golpear o
maltratar a otro, constituyen los verbos rectores de los delitos de lesiones, de modo que la figura básica
(lesiones menos graves) y la figura privilegiada (lesiones leves) sólo pueden ser ejecutados mediante dichos
medios. Esto permite concluir, por ende, que todos los tipos de lesiones son “delitos de forma vinculada”,
debiendo ser ejecutados mediante la producción de heridas, ejecuten donde todos consisten en herir,
golpear o maltratar de obra a otro.
Este planteamiento es rechazado porque excluye del ámbito de imputación los hechos que producen
resultados de lesiones pero que no fueron ejecutados mediante dichos “verbos rectores” (“hiriendo,
golpeando o maltratando a otro”), tal como sucede con el contagio de enfermedades o las lesiones derivadas de
una comisión omisiva, que son punibles a título de lesiones menos graves. Además, esta interpretación
restrictiva no tiene asidero con el texto legal, que no limita expresamente la forma de comisión de las
lesiones menos graves, en circunstancias que si el legislador hubiera querido restringir el campo de
aplicación de la norma, lo hubiera formulado expresamente en el tipo.
(3) Resultado
a. Enfermedad o incapacidad
2) Enfermedad psicológica
Según Rettig es problemático asimilar la relación sexual -que nada tiene de delictivo
y que está destinada a procurar placer o engendrar- al concepto de “medio violento” de
producción de una lesión, pues configuraría una extensión forzada del tipo penal que
infringiría el principio de legalidad. Así, sólo es punible el contagio de enfermedades
de transmisión sexual doloso, es decir, cuando estas se produzcan por haber abusado
de la credulidad o flaqueza de la víctima. En los demás casos sólo cabe sancionar la
conducta por el delito de lesiones menos graves.
Pueden ser imputables a título de lesiones menos graves aquellas lesiones que son
subsumibles en los resultados descritos en los arts. 395, 396 y 397 (figuras agravadas), en
donde el sujeto activo no ejecuto el hecho mediante los medios previstos en las
figuras agravadas.
El tipo de lesiones menos graves está tipifico en el art. 399 del Código penal, ubicado
en el Título VIII del Libro Segundo del mismo texto normativo, por lo que se trata de un
delito contra las personas. Los arts. 490 y sgts. del Código penal, que establecen el
régimen de incriminación del a culpa, resultan ser aplicable al ámbito de los delitos
contra las personas, por lo que son punibles las lesiones menos graves cometidas por
imprudencia o culpa.
Quedan excluidas de ser imputables a título imprudente las lesiones leves, pues el
régimen de incriminación penal de la culpa establecido en los arts. 490 y sgts. del Código
penal limite su ámbito de aplicación a los delitos contra las personas, donde se ubican
todas las figuras típicas de las lesiones, salvo el tipo de lesiones graves.
El delito de lesiones preterintencionales será tratado según las reglas del art. 75 del
CP. que establece el concurso ideal de delitos,
2.7. Antijuridicidad
Existen ciertos hechos que si bien, desde el plano de la adecuación típica cumplen con
los presupuestos del tipo de lesiones menos graves, en sede de antijuridicidad se constata
la falta de antijuridicidad material del hecho, al estar justificadas por el ámbito en que se
efectúa la actividad lesiva, lo que las torna atípicas o jurídicamente permitidas.
Las ciencias médicas tienen como fin precaver y curar las enfermedades del cuerpo
humano. En dichos procesos curativos las intervenciones médicas pueden producir
lesiones a la salud individual del sujeto. A pesar de la afectación, el hecho carece de
antijuridicidad material al ser ejecutado en beneficio de la persona afectada, pues se
entiende que el daño causado es necesario para curar o aliviar los síntomas de una
determinada enfermedad, de modo que, en términos jurídicos, la salud individual en
verdad no es lesionada.
No hay problemas con la atipicidad de la intervención médica cuando esta ha sido exitosa, pero si
cuando esta fracasa y produce un daño a la salud. En este caso, la conducta del sujeto que intervino estará
justificada siempre que haya actuado conforme a la lex artis. En todo caso, incluso cuando el médico
ejecuto el tratamiento sin sujetarse a la lex artis, si se demuestra que el tratamiento adecuado a la lex artis
hubiera producido o no hubiera evitado el resultado lesivo, es posible sostener la atipicidad del hecho
(conducta alternativa conforme al deber)
No bien la regla general es que las lesiones consentidas son punibles, salvo cuando
operan en el ámbito de una intervención médica ajustada a la lex artis respectiva, existen
actividades en donde se causan lesiones no son de interés del Derecho penal, tal como
ocurre en las lesiones producidas a causa de una actividad deportiva, pues en dichos
ámbitos, particularmente en los deportes de fricción o roce (p. ej: Futbol americano) existe
una norma cultural generalmente aceptada, de modo que son actividades riesgos
(4) Autolesiones
La autolesión es una actividad antijuridica pero atípica, es decir, no hay mandato legal
que prohíba la lesión hecha hacia uno mismo, no hay tipo penal que sancione las
autolesiones.
Si son prohibidas, en cambio, las autolesiones sancionadas por el Código de Justicia Militar en su art.
295, aquellas que se autoinflinge el oficial de ejercito con el fin de impedir el cumplimiento de sus
obligaciones militares, automutilándose o procurándose una enfermedad que lo inhabilite para el servicio.
Lo punible en este supuesto, no obstante, no es la autolesión, sino el incumplimiento de deberes militares
a consecuencia del menoscabo.
2.8. Penalidad
El art. 399, que consagra la figura básica del delito de lesiones menos graves, asigna a
dicho supuesto la pena de relegación o presidio menores en sus grados mínimos, es
decir, una pena que desde los 61 días hasta los 540 días; o la pena de multa de once a
veinte unidades tributarias mensuales (UTM)
1) Tipo objetivo
a) Conducta
i) Conducta típica: Comportamiento ex ante apto para generar
un riesgo para la salud individual
ii) Objeto material: El cuerpo humano
Lesiones menos
iii) Medios comisivos: Medios comisivos abiertos (admite
graves
ejecución mediante omisión impropia)
(art. 399)
b) Resultado: Toda enfermedad o incapacidad para el trabajo causa
por la conducta y cuya duración sea menor o igual a 30 días
c) Vínculo de causalidad: Conditio sine qua non
d) Imputación objetiva:
i) Desvalor de la conducta lesiva
3. Lesiones graves
Las lesiones graves se encuentran tipificadas en el arts. 397 y 398 Cp., y comprenden
aquellos ataques a la salud individual de un sujeto que se materializan en un resultado
que agrava la responsabilidad en función de la gravedad o extensión temporal de la
lesión corporal.
La doctrina, siguiendo la descripción típica del art. 397, distingue entre lesiones
graves-gravísimas, aquellas cuyo resultado es subsumible a alguno de los supuestos
descritos en el art. 397, n° 1; y lesiones simplemente graves, aquellas cuyo resultado
configura uno de los resultados contemplado en el art. 397, n° 2. Por ende, la
delimitación entre ambas figuras está radicada en un criterio material-resultativo.
Conforme a lo estipulado por el art. 397, la conducta típica del delitos de lesiones
graves consiste en herir, golpear o maltratar de obra a otro.
a. Modalidades de comisión
Tal como mencionamos, el delito de lesiones graves tiene expresas formas o medios
de comisión, consistentes en herir, golpear o maltratar de obra a otro.
Por herir se entiende romper o abrir los tejidos carnosos del sujeto pasivo; por golpear se
entiende dar un golpe o golpear de forma reiterada; y por maltratar se comprende tratar
mal a alguien por medios de palabras o un obrar. No cabe duda que los verbos rectores del
tipo de lesiones graves sólo pueden llevarse a cabo mediante conductas activas.
Según esta interpretación, las lesiones graves pueden ser realizadas mediante
omisión, pero deberán ser calificadas como lesiones menos graves, que, como ya
mencionamos, si son imputables cuando fueron cometidas mediante un
comportamiento omisivo. Esto, siempre que concurran los presupuestos de la omisión
impropia, a sabiendas, la posición de garante, la infracción al deber de garante y el vínculo
de causalidad hipotética (cuasi-causalidad) entre la infracción al deber de garante y el
resultado lesivo.
1.° Demencia
No hay que confundir inutilidad para el trabajo con incapacidad para el mismo, pues
ambas categorías responden a una duración y entidad distinta.
Cuando el tipo se refiere a un resultado que produce la “inutilidad para el trabajo” por
parte del ofendido, se está refiriendo al ámbito de actividad laborales que el ofendido
razonablemente podría realizar, es decir, aquellos análogos o semejantes a los que
realizaba ante de la lesión.
La inutilidad para el trabajo deber ser valorado según las condiciones personales y
sociales del ofendido, evaluando el efecto concreto de la lesión en la vida de este. Así, el
violinista que ha perdido un dedo podría dedicarse a la docencia o a la composición, que
son labores que razonablemente podría realizar, de modo que no existen lesiones graves-
gravísimas en dicho caso.
3.° Impotencia
Si bien el tipo penal habla de “impotencia” y este fenómeno pareciera estar referido a
la virilidad sexual masculina, la doctrina considera que la víctima de lesiones graves-
gravísimas que producen impotencia puede ser tanto un hombre como una mujer, pues
lo que se afecta es la capacidad reproductiva del sujeto pasivo, no un determinado
miembro reproductivo.
Por “órgano” debe entender todo miembro o parte del cuerpo que tenga una
función propia o particular, como una pierna o una mano, el estómago o el páncreas. El
supuesto también abarca la perdida de algún sentido, como la audición o la vista, lo que
de por sí no son órganos, pero si cumplen una función.
Rettig -siguiendo a Garrido Montt- no comparten esta línea y plantea que el concepto
de “impedimento de miembro importante” sea interpretado conforme a lo prescrito al
precepto en donde se encuentra descrito: el art. 397, n° 1. Dicho precepto, que tipifica
los resultados constitutivos de lesiones graves-gravísimas alude a determinados resultados
de alta o extrema gravedad –como es el caso de la demencia, la impotencia, la deformidad
notable, etc.), y de dicha nomenclatura se pueden extraen criterios que permiten
determinar que debe ser considerado como un órgano importante en las lesiones
graves-gravísimas. Así, el ofendido debe ser afectado en un miembro cuya impedimento
sea de tal entidad que sus efectos son semejantes a las lesiones enumeradas en el art. 397,
n° 1. Por tanto, el ámbito de aplicación de esta figura resulta será más restringido.
Por deformidad debe entenderse toda alteración de naturaleza estética que afecta
de forma ostensible al ofendido en sus condiciones físicas externas. La “ostensibilidad”
está relacionada a la relevancia de la deformidad y no con la zona del cuerpo que
1.° Enfermedad
3.5. Penalidad
El art. 397 asigna para el delito de lesiones graves-gravísimas (n° 1) la pena de presidio
mayor en grado mínimo, es decir, una pena que desde los 5 años y un día hasta los 10
años.
En cambio, para el delito de lesiones simplemente graves (n° 2), asigna la pena de
presidio menor en su grado medio, es decir, una pena que va desde los 541 días hasta
los 3 años.
1) Tipo objetivo
a) Conducta 1) Tipo objetivo
i) Conducta típica: comportamiento a) Conducta
ex ante apto para generar un riesgo i) Conducta típica: comportamiento
para la salud individual ex ante apto para generar un riesgo
ii) Medios comisivos: Herir, golpear para la salud individual
o maltratar de obra a otro i) Medios comisivos: Herir, golpear
b) Resultado: lesión subsumible en las o maltratar de obra a otro
hipótesis del art. 397, 1° b) Resultado: lesión subsumible en las
i) Demencia hipótesis del art. 397, 2°
ii) Inutilidad para el trabajo i) Enfermedad por más de 30 días
iii) Impotencia ii) Incapacidad para el trabajo por más
iv) Impedido de miembro importante de 30 días
v) Deformidad notable c) Causalidad
c) Causalidad d) Imputación objetiva
d) Imputación objetiva 2) Tipo subjetivo
2) Tipo subjetivo
4. Mutilaciones
b. Objeto material
La redacción del art. 395, que sólo hace referencia al verbo rector y no al objeto
material, dio lugar a que la doctrina considerara que la conducta típica de la castración
debía recaer exclusivamente sobre órganos genitales masculinas.
Dicha postura ha sido superada por la doctrina, pues lo que lo que se afecta es la
capacidad reproductiva, no la virilidad masculina. La capacidad reproductiva se ve
vulnerada no solo cuando existe incapacidad para realizar la copula sexual (erección),
sino también cuando existe incapacidad para reproducirse como especie humana, lo que
sucede con la extirpación del útero o de los ovarios de la mujer, así como de los
testículos del varón.
La mutilación de uno de los testículos ha demostrado que no inhabilita al hombre para mantener
relaciones sexuales ni para tener descendientes, de modo que ni siquiera será considerada como mutilación
de miembro importante.
En conclusión, el sujeto pasivo de la castración puede ser también una persona del
género masculino como una del femenino.
La castración realizada con dolo eventual o con imprudencia sólo será punible por
el título de lesiones graves-gravísimas.
(4) Penalidad
El art. 395 Cp. asigna al delito de castración la pena de presidio mayor en sus grados
mínimo a medio, una pena que va desde los 5 años y un día hasta los 15 años, sanción
semejante a la estipulada para el infanticidio, lo que demuestra el severo tratado que el
legislador otorga a la figura de castración.
Por miembro debe entenderse una extremidad unida al tronco o a la cabeza que
cumple una determinada función (p. ej.: las manos); en cambio, el término órgano
corresponde a una parte interna del cuerpo que cumple una función fisiológica (p. ej.:
los riñones, el corazón o los pulmones)
Por miembro debe entenderse una extremidad unida al tronco o a la cabeza que
cumple una determinada función (p. ej.: las manos); en cambio, el término órgano
corresponde a una parte interna del cuerpo que cumple una función fisiológica (p. ej.:
los riñones, el corazón o los pulmones)
El art. 396, inc. 1°, al tipificar el delito de mutilación, lo hace en forma residual en
relación al art. 395, en tanto prescribe, tras describir el delito de castración, que “cualquier
otra mutilación de un miembro importante…”. Así, la doctrina considera que la mutilación
de miembro importante debe ser realizada con malicia, y por ende, sólo puede
subjetivamente imputable cuando haya sido ejecutada con dolo directo.
(3) Penalidad
El art. 396, inc. 1° establece para el delito de mutilación de miembro importante la pena
de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo, es
decir, una pena que va desde los 3 años y un día hasta los 10 años.
(3) Penalidad
El art. 396, inc. 2° sanciona el delito de mutilación miembro menos importante con la
pena de presidio menor en sus grados mínimo a medio, es decir, una pena que va desde
los 61 días hasta los 3 años.
1) Tipo objetivo
a) Conducta típica:
1) Tipo objetivo
Mutilar 1) Tipo objetivo
a) Conducta típica:
b) Objeto material: a) Conducta típica:
Mutilar
Miembro importante Mutilar
b) Objeto material:
c) Resultado: b) Objeto material:
Órgano reproductivo
Imposibilidad de Miembro menos
c) Resultado:
valerse por sí mismo o importante
Incapacidad de
impedimento de c) Resultado: Mutilación
procrear y de mantener
ejecutar función no impediente
relaciones sexuales
natural que antes se 2) Tipo subjetivo: Dolo
2) Tipo subjetivo: Dolo
ejecutaba directo
directo
2) Tipo subjetivo: Dolo
directo
Caso:
Hechos: 1°. Que un tercero, que tenía la calidad de médico cirujano, y se desempañaba a la
sazón en el sistema público de salud de Iquique, Hospital Regional de Iquique, intervino
quirúrgicamente, en dicha calidad, a la querellante, extirpándole el seno derecho, por medio del
procedimiento denominado mastectomía radical derecha; 2°. Que previo a la operación ordenó
realizar los exámenes preoperatorios que existían en la realidad local, estos es una mamografía y
un examen citológico, dando negativo el primero y positivo el segundo, respecto de la existencia
de neoplasia, esto es, células cancerígenas; 3°. Que la realización de una ecotomografía mamaria
no implicaba una mejora o detrimento al diagnóstico, dados los medios existentes en la ciudad, y
sobre todo por la baja incidencia de error en el examen citológico, mismo que con la sintomatología
de la paciente, hizo al médico diagnosticar cáncer mamario; 4°. Que una vez extirpado el tumor,
se comprobó por medio de biopsia, que el mismo no era maligno, sino que se trata de una
enfermedad “fibroquística de la mama con hiperplasia epitelial atípica”.
5. Lesiones leves
5.2. Concepto
Al tratarse de un delito-falta, esta sólo es punible cuando haya sido consumada, pues
no es penalmente sancionable la tentativa de falta. Así mismo, al estar ubicado en el Libro
III sobre las faltas y no en el título VIII del Libro III, las lesiones leves sólo son punibles
cuando haya sido realizadas con dolo, resultado impunes las faltas imprudentes.
Como lo mencionamos, el delito de lesiones leves es una figura privilegiada del tipo
base del delito de lesiones menos grave.
El art. 494, n° 5 define a las lesiones graves como “aquellas que, a juicio del tribunal,
no están comprendidas en el art. 399, atendidas la calidad de las personas y las
circunstancias del hecho”. Tanto la calidad de las personas como las circunstancias del
hecho son criterio normativos que establecido el legislador con el objetivo de que el
sentenciador penal decida si calificará las lesiones como lesiones leves.
Por ende, al recurrir a circunstancias distintas del resultado, el tribunal, con el objetivo
de calificar el hecho como un delito de lesiones leves, debe considerar la forma de
realización de la conducta, los medios empleados, la región corporal afectada, el
lugar donde se encontraba la víctima o la inferioridad orgánica de la misma, y
dependiendo si dichas circunstancias distintas al resultado lesivo eran ex ante aptas para
aumentar el riesgo para la salud individual, podrán ser consideradas lesiones menos graves
o lesiones leves, es decir, el tratamiento privilegiado del hecho dependerá del mayor
o menor injusto de dichas circunstancias.
Rettig considera, además, que las circunstancias del hecho comprenden también
situación donde no es el injusto el aminorado sino la culpabilidad del autor. Así, si el
delito se produjo con la concurrencia de una causas inimputabilidad, error de prohibición
o inexigibilidad de otra conducta del sujeto, esto afectará el juicio de reproche, debiendo
calificarse los hechos como lesiones leves, por la menor reprochabilidad del hecho a
su autor.
Para Rettig los criterios valorativos relativos a la calidad de las personas y de las
circunstancias del hecho deben considerarse como elementos que permiten trasladar la
imputación penal por las lesiones producidas desde el tipo base de lesiones menos graves
hacia el tipo privilegiado de lesiones leves y no a la inversa, pues el tratamiento privilegiado
se funda en un menor contenido de injusto o reproche, de modo que se permite su
traslada “hacia abajo para privilegiar” pero no “hacia arriba para agravar”.
Para Rojas y van Weezel dichos criterios de valoración si pueden ser considerados
para calificar “hacia arriba”, pues el resultado sólo opera como un elemento relevante
para la imputación de las lesiones del art. 397 (lesiones graves). En las demás figuras el
resultado no tiene la misma relevancia, de modo que la delimitación entre lesiones menos
graves y lesiones leves responde a criterios distintos al resultado, y para determinar el título
de imputación resultan aplicables los criterios mencionados, operando tanto hacia abajo
(calificando los hechos como lesiones leves) como hacia arriba (calificando los hechos
como lesiones menos graves).
El art. 495, n° 5, segunda parte, dispone que cuando las lesiones sean cometidas
contra las personas mencionadas en el art. 5° de la ley de Violencia intrafamiliar, o
contra las personas a las que se refiere el art. 403 bis, inc. 1° del Código penal, no podrán
jamás ser calificadas como lesiones leves, debiendo ser imputables a título de
lesiones menos graves.
El art. 5° de la Ley N° 20.066 sobre Violencia intrafamiliar (o VIF) dispone que “será
constitutivo de violencia intrafamiliar todo maltrato que afecta la vida o la integridad física o
psíquica de quien tenga o haya tenido la calidad de cónyuge del ofensor o una relación de
convivencia con él; o sea pariente por consanguinidad o por afinidad en toda la línea
recta o en la colateral hasta el tercero grado inclusiva, del ofensor o de su cónyuge o de su actual
conviviente”.
En 2017 entró en vigencia la Ley N° 21.013 que tipifico el delito de maltrato corporal
agregando al Código penal el art. 403 bis.
El inc. 1° de dicho artículo dispone que “el que, de manera relevante, maltratare
corporalmente a un niño, niña o adolescente menor de dieciocho años, a una persona
adulta mayor o a una persona en situación de discapacidad en los términos de la ley N°
20.422, será sancionado…”.
(4) ¿El tipo de lesiones leves abarca las “simples vías de hecho?
Para la doctrina mayoritaria el tipo penal del delito de lesiones leves del art. 494, n°
5 no abarcaría las simples vías de hecho. Las “vías de hecho” se entienden como
aquellos hechos que mediante el empleo de “malos tratos corporales”, producen
sufrimiento y dolor en la víctima, pero que no producen de por sí lesiones corporales
Al ser aplicable a los delitos tipificados en los arts. 395 a 399 Cp. la agravante no aplica
para los supuestos abarcados por el art. 494, n° 5. No obstante, el tribunal en función de
este último artículo puede determinar, considerando la calidad de las personas y las
circunstancias del hecho, que el supuesto de hecho debe ser calificado como un delito de
lesiones menos graves. Como la agravante del art. 400 ya contempla el efecto agravatorio
de la pena para los casos en donde la persona sea de aquellas mencionadas en el art. 5 de
la Ley de Violencia intrafamiliar o a las referidas en el art. 403 bis, inc. 1°, la aplicación
de la agravante para el hecho calificado como lesiones menos graves implicaría una
infracción al principio non bis in idem del art. 63 Cp., pues supondría una agravación
en función de un hecho ya valorado en la calificación jurídica del supuesto.
Nada obsta a que el hecho que fue calificado como lesiones menos graves en función
de los preceptuado en el art. 494, n° 5, segunda parte, no pueda ser agravado por una de
las circunstancias agravantes generales estipuladas en el art. 12 Cp.
En este supuesto el tribunal debe calificar el hecho como lesiones menos graves, pues
la facultad discrecional del tribunal sólo opera fuera de los casos mencionados en la
segunda parte del art. 494, n° 5. Por ende, incluso si la lesión provocada tiene una
duración menor de 7 días, en tanto las víctimas del ataque sean aquellas personas
mencionadas en el art. 5 de la Ley de Violencia intrafamiliar o del art. 403 bis, inc. 1°
del Código, los hechos no pueden ser calificados como lesiones leves.
1. Generalidades
1.1. Introducción
Los delitos sexuales -o delitos contra la integridad, libertad o indemnidad sexual- aparecen
regulados en los arts. 361 al 372, en los párrafos V, VI y VII del Título séptimo del Libro
II sobre los “criminis y delitos contra el orden de las familiar, contra la moralidad pública y
contra la integridad sexual”, por lo que no se tratan de delitos contra las personas, y que
además refleja el contenido o la carga “moral o ética” que impregna en la sistematización
de estas formas de ataque.
Es más, el concepto de “integridad sexual” fue agregado recién el 2004, por lo que anteriormente los
delitos sexuales eran lisa y llanamente delitos contra la familia y la moral pública, dándole una connotación
o interés general a la tratativa de estos hechos, y que los ponía en relación con delitos como el adulterio, la
sodomía o el incesto. Sólo cuando se agregó el valor de la integridad sexual se le dio una dimensión
individual a los injustos contemplados en el título, en tanto ataques contra una bien jurídico individual.
Así, la libertad sexual es la facultad de disponer del propio cuerpo sin más
limitaciones que el respeto a la libertad de otro (dimensión positiva o dinámica de la
libertad sexual), y a la vez, como facultad de repeler las agresiones sexuales de un
tercero (dimensión negativa o estática).
Sin embargo, la doctrina plantea que la libertad sexual, en tanto bien jurídico protegido
penalmente, no concurre en aquellas personas que son consideradas por el ordenamiento
jurídico como incapaces para consentir o autodeterminarse para el acto sexual, sea
por el menor desarrollo de discernimiento de la persona como en el caso del impúber, sea
por impedimento temporal de discernir como sucede con el sujeto privado de razón.
2. Violación
Distinto es el caso del delito de violación del art. 362, denominado violación
impropia, cuya imputación no requiere de la concurrencia de circunstancia alguna que
permite presuponer que la víctima no ha consentido, sino simplemente haber accedido
carnalmente a una persona menor de 14 años, lo que dará lugar a la responsabilidad
penal, incluso cuando la víctima hubiera consentido en el hecho.
Podemos distinguir con claridad que el bien jurídico protegido en el art. 361 -violación propia- es la
libertad sexual, mientras que en el caso del art. 362 -violación impropia- lo protegido es la indemnidad sexual.
El sujeto activo del delito de violación es el que accede carnalmente a otro. Según
Rodríguez Collao, el sujeto activo sólo puede ser una persona de género masculino,
posición absolutamente hegemónica en la materia. Esto porque sólo puede realizar el
acto de violación quien accede carnalmente a otro, y en términos descriptivos, acceder es
sinónimo de introducir, de modo que sólo puede realizar la violación que accede
carnalmente a otro mediante la introducción del miembro reproductivo, es decir, del
pene al interior de la vagina, ano o boca de la víctima.
El problema se presenta respecto a sí es posible considerar como autor de un delito de violación propia
a la mujer. Autores como Carnevali sostienen que la mujer puede ser sujeto activo del delito de violación
pues, interpretando extensivamente la fórmula de “el que accede” como acceso carnal, se puede el
formalismo apegado a la literalidad del precepto y, teniendo en cuenta que lo protegido es la libertad
sexual, lo importante es que el sujeto activo busque el acceso carnal, siendo relevante si este es quien
accede o si es él el accedido. Esta tesitura es rechaza en tanto una interpretación extensiva del concepto
de “acceso” implicaría una infracción al ámbito de protección de la norma.
b. Sujeto pasivo
El sujeto pasivo del delito de violación es aquel que puede ser accedido carnalmente
por otro, vía vaginal, anal o bucal. Así, no hay dudas en torno a considerar como sujetos
pasivos de este ilícito tanto a la mujer como al hombre.
Además, no cualquier hombre o mujer que han sido accedidos carnalmente podrán
denunciar el delito de violación propia, deben ser una persona mayor de 14 años,
pudiendo ser un adolescente, un adulto joven, un adulto o un adulto mayor. Si se tratare de
una personas menor de 14 años, como un impúber o un infante, se configuraría un delito
de violación impropia del art. 362.
De acuerdo a la literalidad del tipo penal y a la propia naturaleza del acto de acceder
carnalmente a otro, que lo configura como un delito de mera actividad, la violación no
admite su ejecución mediante omisión impropia, pues no solamente exige un
comportamiento activo que me materializa en el acto de acceder carnalmente a otro, sino
porque además un presupuesto de la comisión por omisión es la existencia de un resultado
objetivamente imputable a la infracción del deber de garante, en circunstancias que el
tipo de violación no hace mención alguna a un resultado lesivo.
b. Objeto material
La conducta típica debe recaer sobre determinadas partes del cuerpo de la víctima, que
son aquellas descritas en el tipo de violación: la vagina, el ano y la boca, las que son
entendidas como cavidades en donde puede ser introducido el miembro reproductivo
masculino a fin de materializar el acceso carnal.
c. Circunstancias de comisión
Como hemos dicho, no basta para configurar el injusto de violación el sólo acceso
carnal, sino que se exige, como presupuesto de imputación, la ausencia de voluntad de
la persona accedida carnalmente. Si bien el tipo no exige la falta de consentimiento de
forma expresa, este es el elemento subyacente a las circunstancias comisivas del hecho
descritas en los numerales 1°, 2° y 3°. Además, esto se desprende de la puesta en relación
de los arts. 361 y 362, en circunstancias que este último puede ser imputable incluso
cuando la víctima haya consentido, siempre que esta sea una persona menor de 14 años.
Cabe advertir que estas circunstancias, tanto para el delito de violación como el de estupro deben
concurrir al momento en que el sujeto activo realiza el acceso carnal, en virtud del principio
simultaneidad o coincidencia, que emana del principio de culpabilidad. Así, no es lícito distinguir entre
una violación y un estupro mediante la consideración de circunstancias posteriores al acto sexual.
Así, la ley entiende que falta consentimiento cuando: 1°) se usa fuerza o intimidación;
2°) el sujeto pasivo se encuentra privado de sentido o el sujeto activo saca provecho de su
incapacidad para oponerse, y; 3°) se abusa de la enajenación o trastorno mental de la víctima.
También no habrá consentimiento cuando la víctima sea menor de 14 años -violación
impropia-.
que la fuerza se despliegue durante todo el acto sexual, basta que cumpla el objetivo de
anular la voluntad contraria de la víctima para lograr el acceso carnal.
Hay cierta doctrina que considera, para configurar la circunstancia, la existencia de resistencia por parte
de la víctima, de modo que el sujeto activo tuvo que recurrir a la violencia física que doblegará la resistencia.
Rodríguez Collao no comparte esta opinión, pues existen casos en donde la agresión será de tal
envergadura que hace inútil cualquier forma de resistencia, además que el tipo tampoco exige de forma
expresa una actitud de resistencia en la víctima, sólo se limita a exige que el autor utilice fuerza. Por último,
considera que la exigencia de resistencia restringe el ámbito de protección de la norma a los casos donde esta
concurre, exponiendo a la víctima a otros agravios derivados de su oposición física.
2) Intimidación
La doctrina moderna de Rodríguez Collao -seguida por Rojas- sostiene que los
conceptos de amenaza e intimidación no son sinónimos. Mientras la amenaza tiene un
contenido inminentemente objetivo, que hace referencia a una conducta futura y
peligrosa del autor, la intimidación es un concepto de carácter subjetivo, referido a un
“estado de conmoción psicológica” que afecta a la víctima. Desde esta distinción se
admite que la circunstancia de intimidación no exige necesariamente la amenaza de un
mal futuro, por lo que lo sustancial a la circunstancia es el estado de conmoción
psicológica que doblegue la voluntad de la víctima, lo que puede provenir tanto de
una amenaza de un mal futuro como de un hecho anterior a la violación, o de la sola
presencia y/o apariencia del agresor, o de los antecedentes que la víctima tuviere de este.
3) Privación de sentido
su el autor saca provecho de dicho estado de inconsciencia, pues el tipo no exige que se
abuse de dicha circunstancias -como si ocurre con la enajenación o trastorno mental-.
La privación de consciente debe ser de tal entidad como para privar al sujeto de
consentir válidamente el acto sexual, no es necesaria que la privación de sentido sea total.
No basta con que la víctima manifieste una voluntad contraria al acto sexual y que
además este incapacitada físicamente para oponerse a ella, es necesario que el autor abuse
de dicha incapacidad para ejecutar el hecho. Esto se desprende del vocablo
“aprovechar”. Así, en un plano subjetivo, se exige que el sujeto activo tenga conocimiento
de la situación de incapacidad de oposición, y no que este haya intervenido en la generación
o prolongación de la incapacidad.
Como el tipo penal exige abuso, no basta con el estado objetivo de alteración
psíquicas, sino que el autor debe aprovecharse de la situación para consumar el acceso
carnal, es decir, aprovecha la ventaja derivada de la falta de lucidez de la víctima. La
circunstancia de abuso es relevante pues indica que no todo acceso carnal a un persona
que padece una alteración significativa de sus facultades cognitivas dará lugar a una
violación, de lo contrario se estaría limitando injustificadamente la libertad sexual del
enajenado o trastornado mental.
Pero debe tratarse de una alteración significativa a las facultades cognitivas y volitivas
del ofendido, de modo que la simple anomalía o perturbación mental, que es una alteración
de menor entidad que la enajenación o el trastorno mental, no dará lugar al delito de
violación, sino al delito de estupro del art. 363, en su circunstancia primera.
El que accediere carnalmente a un menor de dieciocho años de su mismo sexo, sin que medien
las circunstancias de los delitos de violación o estupro, será penado con reclusión menor en sus
grado mínimo a medio.
El problema de la figura dice relación con que lo punible no resulta ser el acceso carnal
no consentido -como sucede en la violación- o consentido de forma viciosa -como sucede con
el estupro-, sino que se castiga la relación sexual consentida entre personas del mismo
sexo, cuando una es mayor de edad y la otra es menor de dieciocho años y mayor de
catorce (de lo contrario habría violación impropia).
Los tipos de los arts. 361 y 362 no hacen referencia expresa al contenido subjetivo del
hecho, quedando esta entrega a las reglas generales. Así, puesto que el tipo no contempla
exigencia alguna sobre el dolo, la violación podría ser realizada tanto con dolo directo
como dolo eventual.
el tipo del art. 366 quáter, del delito de abusos sexuales impropios, el que exige que el sujeto
realice el hecho con el fin de procurarse su excitación sexual o la de otro.
Teniendo en cuenta que nada dice el tipo sobre la ejecución imprudente del acceso
carnal, y considerando que el tipo de violación esta sistemáticamente ubicado fuera del
Título VIII del Libro II -delitos contra las personas-, la doctrina concluye que no es
admisible la violación culposa. Además, resulta una imposibilidad lógica el acceso
carnal imprudente.
2.5. Antijuridicidad
Por acceso carnal se entiende, entonces, la introducción del pene en la vagina, ano o
boca de la víctima, y dicho acto de penetración no se exige que completo, basta con que
una parte del pene ingrese a la cavidad respectiva.
En el caso del acceso carnal, solo una persona de género masculino puede asumir la
calidad de autor material de la violación. En cambio, respecto a los comportamiento que
dan lugar a una de las circunstancias exigidas por el art. 361, estos pueden ser ejecutados
por el autor del hecho o por un tercero, pudiendo ser un hombre o una mujer el que las
realice, quienes podrán ser considerados autores en consideración a las todas las figuras
contempladas en el art. 15 Cp.
(2) ¿Coautoría?
(3) Partícipes
2.8. Concursos
(1) Violación y otros ataques sexuales
Puede suceder que una mujer consienta el acceso carnal por engaño, dando lugar al
delito de estupro, pero esta luego se arrepienta, siendo violada por el autor. En este caso,
la violación absorbe al estupro. Lo mismo sucede con los demás tipos penales, en tanto
la violación ostenta un mayor grado de penalidad.
2.9. Penalidad
El art. 361 castiga al que haya cometido una violación propia con la pena de presidio
mayor en su grado mínimo a medio, es decir, una pena que va desde los 5 años y un
día hasta los 15 años.
En cambio, el art. 362 castiga al que realizo una violación contra un menor de 14 años
con la pena de presidio mayor en cualquiera de sus grados, es decir, una pena que va
desde los 5 años y un día hasta los 20 años.
Caso
Pedro, un fogoso estudiante de Derecho, concurrió a la fiesta de fin de año que organizó su
curso en la Facultad. Tras beber un par de bebidas alcohólicas, se sintió profundamente atraído
por Jimena, una bella joven quien vestía prendas a su juicio “bastante provocadoras”. Jimena le
contó a Pedro que era hermana de Diego, un alumno de la Facultad, y que ella estudiaba
arquitectura en la misma universidad. Pedro, entusiasmado, la invitó a beber unos tragos a su
departamento. Jimena le propuso mantener relaciones sexuales por vía vaginal, las que se
prolongaron hasta el amanecer. A las siete de la mañana irrumpió en el departamento de Pedro
la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales de la PDI, acompañados por los padres de Jimena,
quien resultó ser una muchacha de sólo trece años. Pedro fue detenido y puesto a disposición del
Tribunal.
¿Por qué delito está siendo detenido Pedro? ¿Hay algún problema de imputación?
3. Estupro
3.2. Concepto
Al igual que en delito de violación, el acceso carnal exige penetración del miembro
viril masculino en la vagina, ano o boca de la víctima, de modo que sólo un varón puede
ser sujeto activo del delito de estupro.
En cuanto al sujeto activo, este podría ser cualquier persona, sea hombre o mujer, lo
importante es que sea una persona menor de 18 años y mayor de 14 años, es decir, un
adolescente.
Por ende, cuando el sujeto cometa el acceso carnal con alguna de las circunstancias del delito de estupro,
pero la víctima es una persona menor de 14 años, el hecho configura una violación impropia. En cambio,
cuando el acceso carnal se ejecuta acompañado con alguna de las circunstancias del estupro pero contra
persona mayor de 18 años, el hecho queda impune.
La conducta típica del estupro tiene la misma estructura que la conducta típica del
delito de violación. Así, la conducta típica consiste en acceder carnalmente a un menor
de edad mayor de 14 años por vía vaginal, anal o bucal
El art. 363 contempla las distintas hipótesis constitutivas de estupro: 1°) el abuso de
alguna anomalía o perturbación mental de menor entidad que la enajenación o trastorno
mental ; 2°) el abuso de la relación de dependencia de la víctima; 3°) el abuso de la situación
de desamparo de la víctima; y 4°) el abuso, mediante engaño, de la inexperiencia o ignorancia
sexual de la víctima.
Al igual que en las circunstancias anteriores, no basta la sola existencia del estado de
desamparo en la víctima, es necesario que el sujeto activo abuse de la situación de
desamparo con el fin de lograr el acceso carnal.
Esta circunstancias exige, en primer lugar, que el autor se procure el acceso carnal
mediante engaño, y por engaño se entiende una maquinación destinada a presentar como
verdadero algo falso mediante la cual se induce a la persona en un error.
3.6. Penalidad
El art. 363 castiga al que comete el delito de estupro con la pena de presidio menor
en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo, es decir, una pena que
desde los 3 años y un día hasta los 10 años.
Caso
“Que un tercero accedió carnalmente a su hija, a la sazón de 15 años de edad, por un periodo
comprendido entre el mes de mayo de 1999 hasta fines del mismo año, producto de las cuales nació
una criatura con fecha 26 de marzo de 2000 (…) el fallo imputa al acceso carnal efectuado por el
procesado y padre de la víctima y ésta, basado en consideraciones atingentes a las particulares
condiciones de la localidad en que se perpetró el delito -sector rural- afirmando que la autoridad del
jefe de hogar constituye una fuente de respeto y de temor reverencial que pude haber doblegado la
voluntad de la ofendida a un punto tal que se vio compelida a realizar el acto sexual a pesar de no
quererlo, lo cual se ve confirmado por el hecho de haber efectuado la denuncia, sólo cuando la
agraviada viajó a la ciudad de Santiago, estando fuera de la influencia paterna y cuando estaba
por dar a luz a la criatura engendrada por su padre”.
4. Abusos sexuales
Rodríguez Collao define abuso sexual, genéricamente, como todo acto mediante el
cual se involucra a una persona a ser parte de una actividad de connotación sexual
que no constituya violación o estupro. Dicha definición se sostiene en la naturaleza
negativa del abuso sexual ante las figuras de violación y estupro, en tanto los arts. 365
bis, 366 y 366 bis hablan de abuso sexual como toda acción sexual distinta del acceso carnal.
Cuando el art. 366 ter habla de “los tres artículos anteriores” se está refiriendo a los tipos
de abuso sexuales de los arts. 365 bis (abuso sexual agravado), 366 y 366 bis (abuso sexual
directo propio). Así, el núcleo de la conducta típica del delito de abuso sexual exige, desde
un plano objetivo, la concurrencia de acción sexual en los términos del art. 366 ter.
El art. 366 ter Cp., hace referencia la acción sexual como concepto que sirve para
distinguir los abusos sexuales con los delitos de violación o estupro, en donde el núcleo
del injusto consiste no en cualquier acción de connotación sexual, sino en el acceso carnal.
Así, quien comete un acto de significación sexual que no consista en acceder carnalmente
a otro estará realizando un abuso sexual. Pero además, el art. 366 ter permite distinguir
dos clases de acciones sexuales entre:
− Las acciones sexuales que, sin involucrar corporalmente a la víctima, afecten los
genitales, el ano o la boca de esta última.
(2) Sujetos
El sujeto activo del delito de abuso sexual puede ser cualquier persona, el tipo no
exige calidades especiales que deban concurrir en la persona del autor. A diferencia de la
violación, que sólo puede ser cometida por la persona de sexo masculino, el abuso sexual
puede ser realizado tanto por un hombre como por una mujer.
En el caso del sujeto pasivo, este también puede ser una persona de ambos sexos, pero
para dar lugar al abuso sexual propio es necesario que sea una persona mayor de 14 años.
La conducta típica del delito de abuso sexual propio se define como toda acción
sexual distinta del acceso carnal cometida con las circunstancias de la violación, del
estupro o con el empleo de sorpresa, contra persona mayor de 14 años.
A pesar de que el Código penal en los arts. 366 y 366 bis no establece una figura básica
del delito de abuso sexual, limitándose a consignar las hipótesis que lo configuran,
distinguiéndolas según la gravedad de los medios empleados, para Rodríguez Collao existe
un tipo de abuso sexual, considerando que en todos los supuestos la conducta típica no
varía.
En todas las hipótesis de abuso sexual la conducta típica aparece como una acción sexual
distinta del acceso carnal, y según lo dispuesto por el art. 366 ter, la acción sexual es
“cualquier acto de significación y de relevancia realizado mediante contacto corporal con la
víctima, o que haya afectado los genitales, el ano o la boca de la víctima, aun cuando no hubiere
contacto corporal con ella”.
Según Rodríguez Collao, son tres los presupuestos o condiciones para que la
conducta emprendida por el sujeto pueda ser elevada a la categoría de abuso sexual, es
decir, como un acto de significación sexual diferente al acceso carnal, estos son: a) acto
de connotación sexual; b) acto relevante; c) aproximación corporal a la víctima
La doctrina ha tenido dificultades para fijar un parámetro que permita considerar que
una acto es un acto de significación o connotación sexual. Para un sector la determinación
se hace en función de un criterio objetivo, como la que la conducta sea apta para excitar
a una persona, o que hayan intervenido los órganos sexuales del autor o la víctima; para otro
sector, la connotación sexual del acto proviene de un criterio subjetivo, referido a la
intención que hubiere actuado el autor del hecho.
Rodríguez Collao toma partido por los criterios objetivos para determinar el
carácter sexual de la conducta, es decir, el acto tendrá significancia sexual cuando sea
expresión del instinto sexual. Por ende, lo relevante es que el acto sea de aquellos que las
personas generalmente realizan motivados por el instinto sexual.
Así, un beso, aunque sea expresión de dicho instinto sexual e implique un contacto
corporal en los términos del art. 366 ter, carece de la relevancia exigida para configurar
una acción sexual.
En relación al contacto corporal, el tipo exige el roce efectivo entre una parte del
cuerpo del autor con alguna parte del cuerpo del ofendido, aunque dicho contacto no
constituya la sustancia de la acción sexual. Así, el contacto corporal es un medio para
ejecutar la acción sexual.
Sin embargo, la segunda parte del art. 366 ter hace alusión a que el acto afecte partes
concretas del cuerpo de la víctima, de modo que este debe recae directamente sobre los
miembros aludidos (genitales, ano, boca).
c. Ámbito de aplicación
1) Acceso carnal no configurativo de violación o estupro
Para Rodríguez Collao, a pesar de que los tipos de abusos sexuales hagan alusión a
una “acción distinta al acceso carnal” eso no significa que todos los supuestos donde exista
acceso carnal quedan excluidos del tipo de abuso sexual. Si el acceso carnal es el atentado
más grave contra la indemnidad sexual, no tiene sentir dejar impune aquellos actos
constitutivos de acceso carnal no subsumibles en las circunstancias exigidas por los tipos
de violación y estupro. Así, existen accesos carnales constitutivos de abuso sexual,
cuando tales comportamientos no cumplen con los requisitos exigidos en los arts. 361 y
363.
Dentro del campo de conductas que expresan una sexualidad anormal, se consideran
abusos sexuales:
− toda conducta masturbatoria que el sujeto ejecute sobre la víctima o que obligue
a esta a ejecutar en si misma o en el cuerpo del sujeto activo;
El art. 366, inc. 1° dispone que habrá abuso sexual propio cuando el sujeto ejecuta una
acción sexual -es decir, un acto de significancia y relevancia sexual que implica un contacto
corporal con la víctima o una afectación a sus genitales, ano o boca- concurriendo en el
hecho alguna de las circunstancias descritas en el art. 361 que tipifica el delito de
violación, como emplear fuerza o intimidación, aprovechar el estado de inconsciencia de la
víctima o su incapacidad para oponerse, o abusar de la enajenación o trastorno mental de la
víctima.
2) Abuso sexual mediante circunstancias del estupro (art. 366, inc. 2°)
El art. 366, inc. 2° dispone que habrá abuso sexual propio cuando el sujeto ejecuta una
acción sexual contra persona mayor de 14 años y menor de 18 años, cuando concurran
al hecho alguna de las circunstancias establecidas en el art. 363, que tipifica el delito de
estupro, es decir, con abuso de anomalía o perturbación mental de la víctima, de la relación
de dependencia, de la situación de grave desamparo que afecta a la víctima, o mediante el
engaño para abusar de la inexperiencia o ignorancia sexual del ofendido.
El art. 366, inc. 3° dispone que habrá abuso sexual propio cuando el sujeto ejecuta una
acción sexual contra persona mayor de 14 años, cuando el abuso consiste en el empleo
de sorpresa u otra maniobra que no suponga consentimiento de la víctima.
Este nuevo tipo de abuso sexual fue agregado al Código penal el año 2019 mediante la
Ley N° 21.153 sobre el acoso sexual en espacios públicos, que tipifico el delito de acoso
sexual callejero y modifico el acoso laboral. Pero agrego además este nuevo tipo, que la
doctrina denomina abuso sexual por sorpresa.
Art. 366 bis Cp. – Delito de abuso sexual propio contra menor de catorce años
El que realizare una acción sexual distinta del acceso carnal con una persona menor de catorce
años, será castigado con la pena de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su
grado mínimo
El art. 366 bis establece una figura de abuso sexual propio, en tanto consiste en la
ejecución de una acción sexual distinta al acceso carnal, pero donde la víctima del acto
sexual es una persona menor de 14 años, por lo que el bien jurídico protegido detrás de
esta figura es la indemnidad sexual.
Esta hipótesis de abuso sexual -que era tradicionalmente denominado abuso sexual
impropio- no exige la concurrencia de circunstancia alguna asociada a la violación o
al estupro, por lo que puede ser ejecutado en cualquier circunstancia. No obstante, debe
siempre consistir en una acción sexual en los términos del art. 366 ter, es decir, un
comportamiento de significancia y relevancia sexual que implica un contacto corporal con la
víctima o afecte a los genitales, ano y boca de esta última.
El tipo de abuso sexual exige que el sujeto activo se comporte de forma abusiva, de
modo que la figura de abuso sexual propio sólo es subjetivamente imputable cuando fue
ejecutada con dolo directo.
Algunos sectores de la doctrina exigen que el sujeto no solo obre con la intención de
involucrar a la víctima en un acto de connotación sexual en los términos del art. 366 ter,
sino que además debe concurrir un elemento subjetivo adicional al dolo denominado
ánimo lascivo, esto es el, ejecutar el hecho con el fin de procurar la excitación o
placer personal.
Rodríguez Collao rechaza la exigencia del ánimo lascivo en tanto en los tipos del art.
366 y 366 bis no se desprende la exigencia de un elemento subjetivo de esta índole, y cuya
consideración sólo importaría limitar injustificadamente el ámbito de protección de la
indemnidad sexual.
(5) Antijuridicidad
Los abusos sexuales no presentan problemas de antijuridicidad más allá de aquellos que son planteados
en el análisis del delito de violación.
No obstante, la doctrina considera que el abuso sexual quedará tentado cuando sólo
se haya configurado la circunstancia concomitante a la acción sexual, no así cuando el
sujeto ha dado ejecución la acción sexual: sólo hay abuso sexual tentado cuando no se
ha ejecutado la acción sexual.
b. Momento consumativo
El abuso sexual propio es compatible con todas las formas de intervención delictiva
contenidas en los arts. 15, 16 y 17 del Código penal. Así, se admite la ejecución
unipersonal del abuso sexual como su realización colectiva (coautoría). También se
admite la figura de la autoría mediata, en tanto el abuso sexual no es un “delito de propia
mano” si no un delito de dominio.
(8) Penalidad
Para los abusos sexuales asociados a la violación (art. 366, 1°) o al estupro (art. 366, 2°),
se ha asignado la pena de presidio menor en su grado máximo, es decir, una sanción
que ve desde los 3 años y un día hasta los 5 años.
Para el abuso sexual por sorpresa (art. 366, 3°) el legislador establece la pena de presidio
menor en su grado mínimo a medio, es decir, una pena que va desde los 61 días hasta
los 3 años.
Para el caso del abuso sexual impropio (art. 366 bis) se asigna la pena presidio menor
en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo, es decir, una pena que va
desde los 3 años y un día hasta los 10 años.
(2) Concepto
En principio se trata de un abuso sexual en tanto consiste en que el sujeto ejecuta una
acción de significación sexual, pero, a juicio de Rodríguez Collao es un abuso sexual
impropio o indirecto porque la ejecución de la conducta no implica una acción sexual
en los términos del art. 366 ter, es decir, no implican ni contacto corporal ni una afectación
a los genitales, ano o boca de la víctima, elemento objetivo del injusto del abuso sexual propio
de los art. 366 y 366 bis.
En función de esto, un sector de la doctrina (Matus) rechaza considerar esta figura como un abuso
sexual, sino que se trataría de un delito de exposición sexual, y en tanto la víctima es una persona menor
de 14 años, sería una figura constitutiva de corrupción de menores.
(3) Fundamentos
bien jurídico protegido por esta figura es la indemnidad sexual, pues representan una
exposición prematura de la actividad sexual del menor.
En cuanto a la conducta típica del delito de abuso sexual impropio, esta consiste en
exponer al menor ante hechos de connotación sexual, sin que se sea necesario que el
autor ejecuta una acción sexual en los términos del art. 366 ter.
a. Sujetos
1) Sujeto activo
Respecto del sujeto activo, el tipo del art. 366 quáter no contempla ninguna
exigencia especial en relación con el autor del hecho, por lo que la conducta puede ser
ejecutada tanto por un varón como por una mujer.
El inc. 4° del art. 366 quáter, agregado al Código por la Ley N° 20.526 que sanciona
la pornografía infantil virtual, plantea que las penas del art. 366 quáter se aplicarán a
quien cometa los delitos comprendidos en el tipo a distancia, mediante cualquier
medio electrónico. Así, se amplía en el ámbito de punibilidad de la conducta,
advirtiendo -Matus- que quedan excluidos la comisión de estos hechos por vía postal o
telefónica.
2) Sujeto pasivo
En relación al sujeto pasivo, el tipo exige en sus cuatro modalidades que la víctima
sea una persona menor de 14 años (art. 366 quáter inc. 1° y 2°)
Sin embargo, el inc. 3° del art. 366 quáter hace extensivo el ámbito de punibilidad
del abuso sexual impropio para los casos en que los supuestos de los incisos 1° y 2°
involucren a una persona mayor de 14 años pero menor de 18 años, siempre que
concurran las circunstancias del delito de violación (art. 361), estupro (363) o mediante
amenazas en los términos de los arts. 296 y 297 del Código penal.
b. Conductas típicas
El delito de abuso sexual impropio -o de exposición sexual- del art. 366 quáter
contempla cuatro conductas alternativas: a) hacer que el menor presencia actos de
significación sexual; b) hacer que el menor ejecute actos de significación sexual; c) hacer
que el menor vea o escuche material pornográfico; y d) hacer que el menor sea parte del
material pornográfico.
La descripción de las conductas típicas del abuso sexual impropio permite concluir que no es posible
su ejecución mediante comisión por omisión, pues dichas circunstancias exigen una intervención activa
del autor.
El art. 366 quáter, inc. 1° sanciona al que sin realizar una acción sexual en los términos
anteriores, ejecutar acciones de significación sexual ante una persona menor de 14
años. Por ende, el sujeto activo no debe ni acceder carnalmente al menor ni involucrarlo
corporalmente o afectar sus genitales, ano o boca.
El menor de 14 años, por su parte, no interviene en el acto sexual, sólo cumple el rol
de observador, de lo contrario, estaría ante un supuesto de violación o abuso sexual propio,
según corresponda.
El art. 366 quáter, inc. 2° sanciona al que hiciere o determinare al menor de 14 años
a realizar acciones de significación sexual delante suyo o de otros. A diferencia de las
modalidades establecidas en el inc. 1° (que el menor presencie un acto sexual o vea o escuche
pornografía), aquí se exige que el menor ejecute actos de connotación sexual, y dichos
actos deben ser ejecutados en presencia del autor o de terceros.
No basta que el menor se desnude, toda vez que no resulta punible la contemplación
lasciva de las partes erógenas del menor, sino que debe ejecutar un acto de significación
sexual, tal como sucede con las prácticas automasturbatorias.
El art. 366 quáter, inc. 1° sanciona al que hiciere que el menor de 14 años vea o
escuche material pornográfico. La diferencia con la primera modalidad es que en este
supuesto el sujeto activo no hace presenciar al menor un hecho de connotación sexual,
sino que lo determina a que tenga acceso, por vía visual o auditiva, a material pornográfico.
Todas las figuras que en su faz objetiva configuran el delito de abuso sexual impropio
sólo admiten su comisión dolosa, y en tanto el tipo de abuso sexual propio exige dolo
directo, este también será la única forma de imputación subjetiva.
(7) Penalidad
1) Penas establecidas
El art. 366 quáter, inc. 1° sanciona al que hace que el menor presencie actos de
connotación sexual o le hiciere ver o escuchar material pornográfico con la pena de
presidio menor en su grado medio a máximo, es decir, una pena que desde los 541
días hasta los 5 años.
En cambio, el inc. 2° castiga al que hiciere que el menor realice actos de significación
sexual en su presencia o en presencia de tercero y al que hiciere parte al menor de la
producción de material pornográfico con la pena de presidio menor su grado máximo,
es decir, una pena que desde los 3 años y un día hasta los 5 años.
El inc. 5° del art. 366 quáter contempla una agravante de abuso sexual impropio,
consistente en que el sujeto que ha ejecutado alguna de las hipótesis descritas en el tipo,
lo hiciere falseando u ocultado su identidad, circunstancia que aumentará la pena en
un grado.
El abuso sexual agravado consiste en una acción sexual mediante la cual se introducen
objetos de toda índole por la vía vaginal, anal o bucal, o se utilizaren animales en ellos,
siempre que concurran las circunstancias descritas en los numerales 1°, 2° y 3° del art.
365 bis.
Se trataría de una figura intermedia entre los actos sexuales con acceso carnal -
violación- y los que implican un acto de significación sexual sin acceso carnal, es decir, una
acción sexual -abuso sexual-. Es una figura intermedia porque si bien se desprende de la
descripción típica una modalidad comisiva referida a introducir en otro y por ende
acceder a otro, dicho acceso no configura un acceso carnal en los términos del art. 361, y
todo acto de significación sexual que no constituya acceso carnal debe ser considerado
como abuso sexual.
(3) Fundamento
El tipo objetivo del delito de abuso sexual agravado del art. 365 bis exige la ejecución
por parte del autor de la acción sexual entendida en el sentido del art. 366 ter, la cual
consiste en la introducción de objetos por vía vaginal, anal o bucal, o en la utilización de
animales y dicho acto.
a. Sujetos
El tipo no hace referencia alguna a una calidad especial que deben cumplir los
intervinientes, por lo que el sujeto activo y el sujeto pasivo pueden ser tanto un hombre
como una mujer.
− En el caso del n° 1, el sujeto pasivo debe ser una persona mayor de 14 años (si bien
el numeral no hace referencia etaria alguna, esto es lógico pues si la persona afectada
por la introducción de objetos, de animales o de partes de animales es menor de edad,
aun cuando concurra una circunstancia del art. 361, la hipótesis imputable es la del
art. 365 bis, 2°);
− En el caso del n° 2, el sujeto pasivo deberá ser una persona menor de 14 años;
− Por último, en el caso del n° 3, el sujeto pasivo debe ser una persona mayor de 14
años y menor de 18 años.
La conducta típica del abuso sexual agravado consiste en que el sujeto ejecuta una
acción sexual en los términos del art. 366 ter.
c. Medios comisivos
El mayor grado de injusto del abuso sexual agravado en comparación al abuso sexual
propio dice relación con las formas de ejecutar la acción sexual, que no sólo implican
una acción de significación y relevante sexual con aproximación corporal, sino que la conducta
típica implica la introducción de objetos distintos del pene, por lo que se trataría de
un acceso no carnal, cuyas implicancias para la libertad sexual suelen ser más gravosas que
la mera acción sexual, que no supone acceso alguno; pero además, el objeto debe ser
introducido en la vagina, ano o boca de la víctima, de modo que la víctima se ve
mayormente involucrada en el hecho sexual.
1) Introducción de objetos
La descripción típica del art. 365 bis exige que el sujeto realice el abuso sexual
mediante la introducción de objetos de toda índole vía vaginal, anal o bucal. Por
objeto la doctrina entiende como todo tipo de cosas corporales en el sentido del Código
penal.
La segunda hipótesis del art. 365 bis alude a la “utilización de animales en ello”, es
decir, la conducta típica en estos supuestos consiste en la introducción de animales en
la vagina, ano o boca del ofendido o bien en la introducción de los genitales del
animal en dichas cavidades.
Es claro que la descripción típica considera como objeto todo tipo de cosas corporales
en los términos del Código Civil, pero ¿y si el sujeto introduce algún miembro del cuerpo
humano distinto al pene (p. ej.: Los dedos o la lengua) ¿pueden ser considerado las partes
del cuerpo como “objetos”?
Rettig crítica esta postura y plantea que los vocablos jurídicos deben ser interpretados
en su sentido corriente. Además, una interpretación del concepto objetos que incluye los
miembros del cuerpo humano distintos al pene, no sólo objetiviza la condición humana
de la persona, sino que además implica una interpretación analógica prohibida (analogía
in malam partem) que infringe la dimensión o garantía de ley penal estricta.
d. Circunstancias de comisión
Con el fin de determinar la penalidad de cada hipótesis del art. 365 bis, el Código
distingue si la conducta del abuso sexual impropio fue ejecutada con la concurrencia de
alguna de las circunstancias del delito de violación, del delito de estupro o si la víctima es
una persona menor de catorce años de edad.
Esta hipótesis supone que el sujeto activo realizo la acción sexual mediante los medios
comisivos designados en el tipo del art. 365 bis contra una persona mayor de 14 años y
con la concurrencia de alguna de las circunstancias del delito de violación (art. 361),
es decir, si empleo fuerza o intimidación (art. 361, 1°), si abuso del estado de consciencia o la
incapacidad de oponerse que afectaba a la víctima (art. 361, 2°) o si lo hizo con abuso de la
enajenación o trastorno mental de la víctima (art. 361, 3°).
La hipótesis supone que a la acción sexual ejecutada en los términos del art. 365 bis,
inc. 1°, ha sido ejecutada con la concurrencia de alguna de las circunstancias del delito
de estupro (art. 363), siempre que fuera dirigida contra persona mayor de 14 años pero
menos de 18 años. Así, el sujeto debe haber cometido la conducta típica mediante el
abuso de la anomalía o perturbación mental que afecte a la víctima (art. 363, 1°), o abusando
de la relación de dependencia (art. 363, 2°) o de la situación de desamparo grave que afecta a
la víctima (art. 363, 3°) o, por último, por medio de engaño con abuso de la inexperiencia o
ignorancia sexual del ofendido (art. 363, 4°)
El tipo del art. 365 bis no hace referencia al carácter subjetivo con el que se ejecuta el
hecho, pero considerando que se trata de un abuso sexual y que de la definición del art.
366 se desprende que el sujeto obre abusivamente, el abuso sexual agravado sólo puede
ser ejecutado con dolo directo.
El dolo típico comprende el conocimiento del significado y relevancia sexual de su acto, así
como el conocimiento de la concurrencia de una circunstancia configurativa de la violación o
del estupro.
No se desprende exige de un elemento subjetivo adicional relativo el “ánimo libidinoso”, de modo que
exigir dicho elemento implicaría una restricción injustificada e ilegal del marco de punibilidad del hecho.
(6) Penalidad
Para el abuso sexual agravado asociado a las circunstancias de la violación (art. 365 bis,
1°) se asigna la pena de presidio mayor en su grado mínimo a medio, es decir, una
pena que desde los 5 años y un día hasta los 15 años.
Para el abuso sexual agravado asociado al estupro (art. 365 bis, 3°) se asigna la pena de
presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo, es decir,
una pena que va desde los 3 años y un día hasta los 10 años.
Para el abuso sexual agravado contra menor de 14 años (art. 365 bis, 2°) se asigna la pena
de presidio mayor en cualquiera de sus grados, es decir, una pena que desde los 5 años
y un día hasta los 20 años.
Caso
Juan, fonoaudiólogo de profesión, se desempañaba como terapeuta en un colegio, donde
atendía a un grupo de menores de doce años desde el año 2001. Con los menores realizaba un
juego denominado “la arañita”, en donde pasaba sus manos sobre distintas partes del cuerpo de
los niños, incluyendo los genitales, por sobre la ropa, haciéndoles cosquillas. Por otro lado,
efectuaba con ellos juegos de magia, en que escondía objetos dentro de la ropa de los menores y
luego los sacaba, para lo cual debía introducir sus manos, reiterando así las tocaciones a los niños.
Un grupo de apoderados denuncio los hechos en el año 2005, por lo que Juan fue detenido bajo
cargos de abusos sexuales reiterados cometidos durante 4 años en contra de los menores. En su
defensa afirmo que todo era un mal entendido productor de una mala interpretación de un juego
terapéutico.
¿Juan a cometido abusos sexuales? ¿Qué tipo de abusos cometió? ¿Es relevante para la
determinación de pena la reiteración de los abusos?
5.1. Generalidades
El art. 374 bis sanciona al que comercialice, importe, exporte, distribuya o exhiba material
pornográfico en cuya producción hayan sido utilizados menores de 18 años.
Para efectos de concretar el sentido del art. 374 bis, el art. 366 quinquies, inc. 2°
define por material pornográfico como toda representación del menor de dieciocho años
en donde realiza actividades sexuales explícitas, reales o simuladas, o de las partes genitales del
menor de edad con fines primordialmente sexuales, o en donde se emplee su voz o imagen, con
los mismos fines.
El tipo del art. 374 bis, inc. 1° no hace referencia alguna a una forma especial del
ámbito subjetivo del hecho en su ejecución, por lo que se admite su realización tanto
con dolo directo como con dolo eventual.
Para Matus, la comercialización, distribución y exhibición de material pornográfico sería una figura
agravada del tipo base de los delitos de difusión de material pornográfico del art. 374 bis, inc. 2°, por lo
que, si en la figura básica se exige que el almacenamiento y adquisición del material sea malicioso, dicha
exigencia también concurre en el plano objetivo del tipo del art. 374 bis, inc. 1°, excluyendo, por tanto, la
comercialización, distribución y exhibición de material pornográfico con dolo eventual.
(4) Penalidad
5.4. Adquisición y almacenamiento de pornografía infantil (art. 374 bis, inc. 2°)
El art. 374 bis, inc. 2° castiga al que maliciosamente adquiera o almacene material
pornográfico en donde hayan sido utilizados menores de 18 años en su elaboración.
En este caso el tipo del art. 374 bis, inc. 2° si hace referencia a una modalidad específica
del sujeto desde el plano subjetivo. Al disponer que la adquisición o almacenamiento de
material pornográfico debe ser maliciosa, el delito sólo puede ser subjetivamente
imputado a título de dolo directo.
(3) Penalidad
1. Generalidades
Los delitos contra la propiedad están ubicados en el Título IX del Libro II del Código
penal, que lleva por nombre “Crímenes y simples delitos contra la propiedad”, y se
encuentran tipificados entre los arts. 432 y 489 del mismo Código penal.
Del sólo título se podría desprender que la propiedad es un bien jurídico penalmente
protegido, pero más allá de los jurídicamente estipulado, la propiedad aparece como uno
de los valores sociales más preciados por la ciudadanía. No obstante, una cosa es hablar
de propiedad como un valor social relevante y otra cosa es determinar que se entiende
por propiedad como bien jurídico penalmente protegible.
(1) Propiedad
En esa línea Oliver, en razón de que el fin del derecho penal no es legitimar sus
instituciones sino garantizar que las personas cuenten con condiciones básicas para su
desarrollo material y especial, considera que el contenido material de la propiedad se
define a partir de la funcionalidad del objeto para los fines o necesidades del sujeto que
es titular del mismo. Así, no solamente cabría dentro del bien jurídico propiedad el
dominio que tiene el dueño sobre la cosa, sino que también se protegen las relaciones
fácticas que el poseedor e incluso el mero tenedor tiene con determinados bienes, pues si
bien no son formalmente “propietarios”, si gozan de derechos que le otorgan facultades
(uso y goce) sobre la cosa.
A pesar de lo dicho, Oliver crítica la nomenclatura referida a los delitos contra la propiedad, pues no
todos los tipos consagrados en el Título IX del Código exigen una lesión al dominio -como es el caso de los
delitos de defraudaciones- e incluso se tipifican algunas figuras que protegen a personas que no revisten la
calidad de “propietario” respecto de la cosa, como sucede en el hurto de posesión del art. 471, n° 1, en
donde el sujeto activo es el propietario de la cosa. Por eso que prefiere la nomenclatura de delitos
patrimoniales, pues son figuras que afectan hechos patrimoniales que revisten una connotación pecuniaria.
(2) Patrimonio
Este concepto es criticado por un formalismo exacerbado, donde lo único relevante sería
la protección de la integridad del vínculo jurídico.
Esta es la clásica más recurrida entre los delitos contra la propiedad. Si bien los delitos
de apropiación afectan a la propiedad, la verdad es que la víctima no se ve privada del
dominio (vínculo formal), pero si que afecta el goce económico de esta (relación
material). Los delitos de apropiación o apoderamiento abarcan aquellas figuras cuyo
núcleo consiste en apropiarse del objeto, con ánimo de dueño y de lucro.
El párrafo IX, denominado “Del incendio y otros estragos”, está ubicado en el título IX
tipifica los delitos de destrucción -o delitos contra la propiedad por destrucción-, que son
aquellos que afectan a la propiedad pero sin fines lucrativos, sino por mero perjuicio. En
el catálogo de delitos de destrucción están el delito de incendio (art. 474) y de incendio
agravado (art. 475 y 476); por otro lado, en el párrafo X se tipifican los delitos de daños,
como el delito de daño simple (art. 484) y del delito de daño calificado (art. 485).
(3) Defraudaciones
El párrafo VIII del Título IX tipifica los delitos de defraudación, cuyo bien jurídico
no sería la propiedad sino el patrimonio, en la medida en que el sujeto activo emplea
maquinaciones fraudulentos para lograr que la víctima ejecuta una disposición patrimonial
por error, lesionando su patrimonio.
Son delitos de defraudaciones los delitos de estafas y otros engaños comprendidos en los
arts. 467 y sgts, donde podemos ubicar los delitos de estafas de los arts. 467, 468, con la
figura residual de estafa del art. 473; también se ubica el delito de apropiación indebida del
art. 470, n° 1, el delito de administración desleal del art. 470, n° 11 y delito de hurto de
posesión del art. 471, n° 1.
2. Hurtos
Se define al hurto simple como la apropiación de cosa mueble ajena, con ánimo de
lucro y sin la voluntad del dueño, sin que concurra fuerza en las personas o en las
cosas. El concepto de hurto simple no está formulado en el Código penal, es más bien
una categoría dogmática que permite distinguir la figura básica de sus tipos agravados o
privilegiados.
De la descripción del art. 432 se extraen los presupuestos objetivos y subjetivos del
delito de hurto y del delito de robo con violencia o intimidación o robo con fuerza en las cosas.
Por eso, Oliver y Rettig sostienen que los delitos de apropiación por medios materiales
poseen una estructura típica común, tanto respecto de la conducta prohibida -desde un
plano objetivo y subjetivo- como del objeto material sobre el que recaen.
(4) Sujetos
a. Sujeto activo
El art. 432 utiliza la fórmula “el qué” para referirse al autor del delito de hurto, por lo
que se trataría de un delito común, que puede ser realizado por cualquier persona,
salvo el dueño de la cosa en tanto el tipo exige que la cosa mueble sustraída sea cosa
ajena.
Existen algunas excepciones al carácter común del hecho. No pueden cometer hurto las personas que
se ven beneficiadas por la excusa legal absolutoria del art. 489; el dueño no puede apropiarse de lo suyo,
a menos que un objeto de su propiedad este en legítimamente en poder de otro y lo sustraiga, dando lugar
al hurto de posesión del art. 471, n° 1.
b. Sujeto pasivo
El sujeto activo del delito de hurto puede ser cualquier persona que tenga una
relación efectiva con la cosa sustraída, de modo que el tipo no sólo protege a los
dueños de las cosas cuya propiedad sean titulares, sino también a quienes sin tener el
dominio de la cosa la conservan en su esfera de custodia de forma legítima, como es el
caso del poseedor e incluso del mero tenedor.
La conducta típica del hurto simple consiste en la apropiación de cosa mueble ajena
sin la voluntad de su dueño y con ánimo de lucrarse, siempre que no concurra
violencia o intimidación o fuerza en las cosas en su ejecución, de lo contrario la figura a
imputar es un robo.
El verbo rector del hurto -y del robo- es “apropiarse”. Por apropiación se entiende
apoderarse de la cosa mediante su sustracción, con ánimo de dueño.
− Apropiación y sustracción
La apropiación tiene un ámbito de aplicación más amplio que la sustracción, pues esta
se limita a determinados modos de ejecución. Por sustracción se entiende “extraer o sacar
la cosa de la esfera de custodia de su titular”, es decir, una ruptura o quebrantamiento
del vínculo de poder que el titular de la cosa tiene sobre la misma.
Pero el tipo del art. 432 exige algo más que el simple apoderamiento por sustracción,
además es necesario que la sustracción este acompañada del ánimo de dueño o de
apropiación (animus rem sibi habiendi), por lo que el sujeto no sólo extrae la cosa de la
custodia del dueño, sino que pone la cosa bajo su custodia, actuando como señor y
dueño de la misma. De ahí que no resulte punible la sustracción para el mero uso de la
cosa, como sucede en el hurto de uso, en donde el sujeto toma poder de la cosa pero sin
ánimo de dueño.
En tanto el ánimo dice relación con la representación del autor, su contenido se analizará en la parte
subjetiva del tipo de hurto.
El art. 432 exige que la apropiación de la cosa se realice sin la voluntad del dueño.
La referencia a este elemento objetivo del tipo del delito de hurto resulta inútil, pues con
o sin dicha referencia la voluntad del dueño siempre operará con una causa de
justificación, pero como el legislador chileno contemplo la circunstancia de forma
expresa en el tipo, su concurrencia dará lugar a una causal de atipicidad.
Para que el consentimiento en la apropiación torne atípica la apropiación, Oliver exige: a) desde un
plano temporal, que este se preste antes de la apropiación; si el consentimiento es posterior la conducta es
típica; b) que emane de una persona capacitada para consentir y que su consentimiento este exento de
vicios;
Tal como lo mencionado acerca del sujeto activo, el vocablo “dueño” no debe ser
interpretado en sentido estricto como el “sujeto que es propietario de la cosa objeto”,
sino que también considera al poseedor o mero tenedor de la cosa sustraída.
3) Elemento negativo del hurto: empleo de fuerza en las personas en las cosas
El hecho consistente en apropiarse de cosa mueble ajena sin voluntad del dueño y con
ánimo de lucro será un hurto cuando no concurran en este las circunstancias que
configura el delito de robo, es decir, siempre que el sujeto activo no emplee fuerza
contra las personas -robo violencia o intimidación- o contra la cosas -robo en lugar no
habitado y lugar habitado-. Mientras no concurran dichas modalidades, la apropiación será
siempre un hurto, por lo que el delito de hurto es una figura residual y subsidiaria
del robo.
El art. 432 castiga la apropiación, sin la voluntad del dueño y con ánimo de lucro, de
cosa mueble ajena- El concepto de cosa mueble ajena es precisado por las características
que le atribuye la doctrina y que lo dotan de contenido. Así objeto material del delito de
hurto -y de robo- es una cosa corporal, mueble, ajena, susceptible de apreciación
pecuniaria y de apropiación.
1) Cosa corporal
El art. 432 define al objeto material del hurto como una cosa mueble. De acuerdo al
Código Civil, los muebles pueden ser cosas corporales o incorporales. Las cosas corporales
son aquellas que tiene una “entidad real”, y pueden ser percibidos por los sentidos; las
cosas (o bienes) incorporales son aquellos que consisten en “meros derechos”.
2) Cosa mueble
El art. 432 define al objeto del hurto como una cosa mueble. La cosa debe ser
necesariamente un mueble porque el verbo rector de la conducta consiste en “apropiarse
de la cosa mediante sustracción”, lo que implica aprehensión y desplazamiento, es
decir, tomarla y moverla para otro lugar.
En relación a si el vocablo “cosa mueble” empleado en el art. 432 debe ser interpretado por el concepto
de cosa mueble del Derecho civil, Oliver lo descarta, pues para efectos del hurto, por cosa mueble se entiende
todo objeto corporal que pueda moverse de un lugar a otro, teniendo un contorno más amplio que el
concepto de derecho privado.
Hay cosas muebles que siendo adecuadas para efectos del tipo de hurto, no son objeto
material de este, sino de otras figuras. Tal es el caso de las aguas de cauces o depósitos
3) Cosa ajena
El art. 342 también exige que el objeto material sea una cosa ajena, y esto significado
que la cosa no pertenezca al sujeto activo. El verbo rector apropiación sin voluntad del
dueño deja en claro que la cosa pertenece al ámbito de custodia de “otro”.
Hay cosas que no cumple con este carácter y por ende no pueden ser objeto material
del hurto. Tal es el caso de:
− Las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todos, como el aire, que no es
susceptible de dominio ni apropiación;
− Los bienes nacionales de uso público, cuya propiedad pertenece a la nación toda;
Oliver y Rettig consideran, al mencionar que los bienes nacionales de uso público no son ajenos, que
si hay bienes nacionales sobre los cuales un sujeto es título y propietario, tal es el caso de los bienes fiscales,
cuyo dueño es el Estado.
− Las cosas que no pertenecen a nadie y que se adquieren por ocupación, las
denominada res nullius;
− Las cosas que fueron abandonadas por su dueño para que otros se apoderen de
ella, la denominada res derelictae.
No es lo mismo la cosa abandonada que la cosa extraviada o perdida (res deperditi). La aprehensión
de la primera es atípica, pero la apropiación de cosa extraviada o perdida es punible por el delito de hallazgo
(art. 448), pues la salida de la cosa de la esfera de custodia no destruye el poder que la persona tiene sobre
la cosa, de modo que extraviada o perdida, sigue siendo cosa ajena.
Que la cosa mueble ajena deba ser una cosa valorable económicamente no se extrae
del art. 432 sino del art. 446, en el cual se sanciona el delito de hurto en función del valor
de la cosa sustraída. Esto responde a razones de antijuridicidad material, que exige la
lesión material de un bien jurídico (propiedad) para la determinación del injusto y de la
penalidad aplicable.
Que el objeto material sea susceptible de valoración económica implica que no basta
que la cosa tenga valor afectivo, sino que debe ser apreciable pecuniariamente. No
obstante, hay objetos no valorables o cuya tasación es muy pequeña, pero que resultan
valiosas para un grupo determinado de personas. Tal es el caso de los coleccionistas.
Que la cosa sea susceptible de ser apropiada no aparece como una exigencia típica,
pero subyace como carácter del objeto material del hurto en tanto el sujeto sólo puede
apropiarse de cosas que puedan ser apropiadas. Al respecto, la doctrina considera
como cosas susceptibles de apropiación a los objetos y los animales. Las personas,
incluyendo los cadáveres, no son cosas apropiables.
La tipicidad subjetiva del delito de hurto -y del robo- exige la concurrencia del dolo
típico acompañado de dos elementos subjetivos adicionales al dolo: el ánimo de dueño
y el ánimo de lucro.
a. Dolo
El dolo, como en todo delito, consiste en el conocimiento de los elementos del tipo
penal y voluntad de realización típica. Así, el autor obra con conocimiento y voluntad de
que se está apoderando de una cosa mueble ajena -que además es susceptible de
valoración y apropiación-, sin contar con la voluntad del dueño.
Sin embargo, nada impide que respecto al dolo típico, es decir, del conocimiento del
elementos del tipo y voluntad del realizar el hecho, puedan ser imputable a título de dolo
eventual. Oliver considera en, junto con el conocimiento y voluntad del dolo típico, que
también puede admitir conocimiento a título de dolo eventual respecto del valor de la
cosa y del consentimiento del dueño.
El art. 432 dispone que el verbo rector de la conducta típica del hurto -y el robo- es
“apropiarse”, y la apropiación se funda en dos elementos, uno de carácter objetivo
relativo a la sustracción, y otro de carácter sujeto relativo al ánimo de apropiación, que
no es otra cosa que la intención de comportarse como dueño de la cosa sustraída para
gozar y disponer de ella.
Al ánimo de dueño o apropiación, en tanto requisito del tipo objetivo de todo hurto -
y de todo robo- excluye la punibilidad del hurto de uso, pues en estos casos el sujeto
toma poder de la cosa mueble ajena, pero con la intención de usarla y luego restituirla.
La ausencia del ánimo de dueño torna impune esta figura -también al robo de uso-.
c. Ánimo de lucro
El art. 342 exige al que se apropia del objeto material del hurto lo haga con “ánimo
de lucrarse”. En general, el ánimo de lucro consiste en la intención de lograr una ventaja
económica con la apropiación.
No obstante, la doctrina amplia los alcance del ánimo de lucro, que en sentido estricto
sugiere un beneficio económico, considerando que hay ánimo de lucro cuando se obra con
la intención de obtener cualquier ventaja. Restringir el ánimo de lucro al ánimo de
obtener utilidades haría culpables de hurto a quienes buscan vender, arrendar o explotar
pecuniariamente la cosa. Si bien el lucro no está restringido a la utilidad económica, si
es necesario que la cosa sea susceptible de valoración.
Para Politoff, Matus y Ramírez el ánimo de apropiación sería una especie de ánimo
de lucro, haciendo dependientes ambos elementos. Oliver y Rettig rechazan este
planteamientos pues, no bien en muchos casos ambos ánimos irán, no siempre será así,
pues el ánimo de apropiación es la intención de comportarse como dueño y el ánimo de lucro
es la intención de obtener un provecho. Si el sujeto esconde la cosa sustraída, hay ánimo de
apropiación, pero no ánimo de lucro, de modo que la conducta es impune.
d. ¿Hurto imprudente?
Por razones sistemáticas, no se admite la imputación culposa del hurto ni del robo,
toda vez que las figuras típicas están ubicadas fuera del Título VIII del Libro II del Código
penal, relativo a los “delitos contra las personas”. Además, la exigencia de los ánimos
especiales de lucro y apropiación excluyen toda posibilidad de imputación imprudente.
La jurisprudencia ha sido reacia a considerar al hurto famélico como una figura de estado de necesidad
justificante.
a. Tentativa y frustración
El hurto y el robo son delitos de merca actividad, de modo que no existe un resultado
espacial y temporalmente separable de la conducta. Al ser un delito de mera actividad, se
descarta la hipótesis del hurto frustrado, pues este supone la realización integra de la
conducta apropiatoria, la que basta para verificar el injusto del hecho.
b. Principio de ejecución
c. Momento consumativo
1) Criterios descriptivos
Conforme a este criterio, la consumación del hurto se produce cuando tiene lugar el
tocamiento de la cosa o especie.
− Criterio de la aprehensio
Según este criterio, no basta el mero tocamiento del bien, el hurto se consuma en el
momento en que el sujeto toma (aprehende) la cosa con sus manos, es decir, cuando
la aprehende materialmente.
− Criterio de la amotio
No basta, para este criterio, que el sujeto haya tocado, aprehendido y movido la cosa
objeto, es necesario que el sujeto la saque del lugar físico en que se encuentra,
sustrayéndola de la esfera de resguardo.
− Criterio de la illatio
Según este criterio habrá consumación cuando el sujeto traslada la cosa al lugar que
se propuso llevar originalmente, constituyendo la nueva esfera de custodia sobre la
cosa.
− Criterio de la locupletatio
Por último, esta fórmula considera que habrá consumación cuando el sujeto activo
logra el aprovechamiento efectivo de la cosa.
− Criterio de la disponibilidad
Criterio defendido por Oliver, considera que el hurto estará consumado cuando se
rompe la esfera anterior sobre la cosa y se constituye sobre esta una nueva esfera de
resguardo.
La norma de reiteración de hurtos del art. 451 establece una regla de penalidad
para un supuesto de concurso real de delitos de hurto, es decir, aplicable al caso en
donde el sujeto activo ha cometido dos o más delitos de apropiación sin fuerza en las
personas o cosas.
Al ser una regla especial, opera con exclusión de lo dispuesto en los arts. 74 y 75 Cp.,
que regulan los supuestos genéricos de concurso real y concurso ideal de delitos, y de lo
dispuesto en el art. 351 del Código procesal penal, que regla la penalidad de la
reiteración de delitos de la misma especie.
No basta para aplicar la regla del art. 451 el hecho de que el sujeto haya cometido dos
o más hurtos, sino que se exige que los hurtos se hayan cometido contra una misma
persona, con independencia del lugar en el que fueron ejecutados, o contra distintas
personas en un mismo lugar. En este caso, en función de los ejemplos que da el Código
(casa, establecimiento o centro comercial, feria, recinto o lugar) Oliver considera que el lugar
debe tratarse de un espacio cerrado y delimitado -lo que suscita problemas con el
concepto de feria donde dichas fronteras no son del todo claras-.
cuya penalidad consisten a una pena compuesta: a) el hurto del art. 446, n° 1,
castigado con presidio menor en sus grados medio a máximo; y b) el hurto-falta del art. 494
bis, castigado con prisión en su grado mínimo a medio.
Según lo que dispone el art. 489 estarán exentos de responsabilidad penal, debiendo
responder sólo por la responsabilidad civil, cuando se hayan cometido hurtos,
defraudaciones o daños que recíprocamente se causaren: 1°) Los parientes consanguíneos
en toda la línea recta. 2°) Los parientes consanguíneos hasta el segundo grado de la línea
colateral. 3°) Los parientes afines en toda la línea recta. 5°) Los cónyuges. 6°) Los
convivientes civiles. Así, en tanto excusa legal absolutoria, existe un delito de hurto, pero
por decisión legislativa esta no cumple con el juicio de punibilidad, resultado impunes.
El inc. 2° dispone que lo anterior no aplica a los extraños que participaron del hurto,
tampoco será aplicable la exención cuando la víctima es una persona mayor de sesenta
años.
- Art. 446, n° 2: Si el valor excede las cuatro UTM y no supera las cuarenta UTM,
la pena aplicable será la de presidio menor en su grado medio (es decir, una pena
que va desde los 541 días hasta los 3 años) y multa de seis a diez UTM;
- Art. 446, n° 3: Si el valor excede la mitad de una UTM y no supera las cuatro
UTM, la pena aplicable será la de presidio menor en su grado mínimo (es decir,
una pena que va desde los 61 días hasta los 540 días) y multa de cinco UTM;
- Art. 446, inc. final: si el valor de la cosa excede las cuatrocientas UTM, la pena
aplicable será la de presidio menor en su grado máximo (pena que va desde los 3
años y un día hasta los 5 años) y multa de veintiuna a treinta UTM.
Se conoce por hurto agravado a las figuras que se encuentran en el art. 447, que
aumenta la pena en el caso de que se configura alguna de sus hipótesis. La figura es
criticada pues al conferir una facultad y no el deber de agravación al tribunal la figura
tiene poca aplicabilidad práctica. Además la doctrina la considera redundante pues todas
No resulta aplicable la agravación del hurto para los casos del hurto-falta del art. 494
bis.
Desde el punto de vista del lugar de comisión, el hurto doméstico debe ejecutarse en la
casa en que el trabajador sirve o bien en ella en donde lo llevo el empleador.
Respecto del sujeto activo, la doctrina amplia los vocablos “obrero, oficial o aprendiz”
abarcando a todo trabajador que este sujeto a una relación laboral. Así, el sujeto pasivo
debería ser el empleador.
Respecto del lugar de comisión, este debe tratarse del lugar donde el sujeto se forma en
su arte u oficio, que es el lugar donde puede traicionar la confianza de la víctima.
El hurto del posadero tiene lugar en aquellas apropiaciones sin fuerza cometidas por
el posadero, fondista o persona a cargo del hospedaje de gentes, que sustrae las cosas
que los hosteleros hayan llevado a la posada, fonda u hostal. Tal como se desprende
de la descripción típica, el sujeto sería el empresario hotelero, en tanto que el sujeto pasivo
sería el huésped.
Se trata de cosas que se encuentra fuera del ámbito de custodia o resguardo en el que
legítimamente se encontraban, de modo que la forma de aprehensión de estos objetos no
se da por sustracción, que precisamente es “trasladar la cosa desde su esfera de custodia
hacia otra”: en el hurto de hallazgo se constituye la esfera de custodia de una cosa que
carecía de dicho resguardo.
Cabe recordar que si las cosas fueron abandonadas por el dueño para que sean apropiadas por otro
no da lugar a la tipicidad del hurto.
El sujeto comete esta figura de hurto cuando haya una cosa que posterior no entrega
a la autoridad o a su dueño. Respecto de la cosa objeto hallada, esta debe ser una cosa
mueble al parecer perdida, es decir, que son cosas que puede presumirse que pertenecen a
alguien, de ahí que la figura exige que la cosa no haya sido entrega a la autoridad o dueña
a cargo de la misma, a sabiendas de la existencia de este. El tipo objetivo de esta figura de
hurto de hallazgo exige que la cosa perdida tenga un valor superior a una UTM.
En esta modalidad del hurto de hallazgo el objeto material ha salido fuera de la esfera
de custodia de la autoridad o dueño por encontrarse perdida o abandona a causa de una
calamidad, ya sea proveniente de consecuencias naturales (inundación), ya sea por actos
del dueño o de su legítimo tenedor (naufragio).
La Ley N° 20.273 del año 2008 incorporo al Código penal el art. 447 bis que sanciona
el hurto de redes de suministro de servicios, que consiste en un delito de hurto, es
decir, en una apropiación sin fuerza, pero donde el tipo indica el objeto material sobre el
que recae la conducta, que consiste en una cosa que forma parte de una red de
suministro de servicios públicos o domiciliarios.
Respecto a su penalidad, esta es la única figura de hurto que no asigna la pena de multa
acompañada a la pena privativa de libertad, estableciendo que su sanción será la pena de
presidio menor en sus grados medio a máximo, es decir una pena que va desde los 541
días hasta los 5 años. La pena se agrava si de la apropiación se produce la interrupción o
interferencia del servicio (art. 447 bis, inc. 2°). En este caso se impondrá el grado máximo
de la pena mencionada, es decir, se aplicará una pena que va desde los 3 años y un día
hasta los 5 años.
El hurto de posesión está tipificado en el art. 471, n° 1, según el cual “será castigado
con presidio o relegación menores en sus grados mínimos o multa de once a veinte unidades
tributarias mensuales: 1.° El dueño de una cosa mueble que la sustrajere de quien la tenga
legítimamente en su poder, con perjuicio de éste o de un tercero”.
En el caso del sujeto pasivo, este puede ser cualquier persona que tenga bajo su poder
la cosa de forma legítima, y la forma en que un sujeto diferente al dueño posea de forma
legítima la cosa es mediante un título que le confiera tal poder.
El hurto falta hace referencia a un delito de hurto cuya cosa objeto tiene un valor
pecuniario muy reducido, que no pasa de “media unidad tributaria mensual”. En dicho
supuesto, la conducta será castigada con la pena de prisión en su grado mínimo a medio
(es decir una pena que va desde 1 día hasta 40 días) y multa de una a cuatro UTM.
El problema de la figura dice relación con su inc. 2°, que dispone que el hurto-falta
que haya quedado en estado de frustración será punible con la pena de multa de una a
cuatro UTM. Para la doctrina, es imposible que un hurto quede en estado de frustrado,
pues como todo hurto se trata de un delito de mera actividad, que puesto en relación con
el art. 7 Cp., termina sosteniendo este absurdo.
Con el fin de superar este problema de técnica legislativa, la doctrina busca una
reinterpretación del concepto de “frustración” expresado en el tipo. Por “frustrar” se
entiende “privar a uno de lo que esperaba”, es básicamente “malograr lo intentado”.
Asumiendo que la frustración es aquel supuesto donde el sujeto puso todo de su parte para
realizar el hecho pero por causas independientes a su voluntad este no se realizó, es posible
afirmar la existencia del hurto-falta frustrado, entendiéndola como ejecución
incompleta de la conducta de apropiación debido a causas ajenas a la voluntad del
sujeto. Como vemos, el error legislativo podría haberse omitido si se hubiere empleado
la palabra tentativa y no frustración, que es interpretada como tentativa inacabada para los
efectos del art. 494 bis.
Caso hurto
“El 27 de febrero, siendo aproximadamente las 22:50 horas, en el interior del supermercado
Líder ubicado en calle Quince Norte N° 2961, comuna de Viña del mar, la acusada ocultó dentro
de sus vestimentas un queso gouda, cuatro patés, un fiambre, jamón ave, un arrollado de lomo,
todas especies avaluadas en la suma de $6.028.-, para luego salir del local sin cancelar dichas
especies. Por ello fue detenida por los guardias de seguridad de dicho establecimiento y puesta a
disposición de Carabineros
3. Robos
El art. 432 establece una “estructura típica común” para los delitos contra la
propiedad por apropiación. El tipo dispone que el que sin la voluntad de su dueño y con
ánimo de lucrarse se apropia cosa mueble ajena usando violencia o intimidación en las
personas o de fuerza en las cosas, comete un robo. Así, el robo contiene los elementos
básicos del delito de hurto, pero se diferencia de este por la forma de comisión de la
conducta típica, que impregna de un mayor injusto al hecho.
En este último acápite se analizarán las diferentes figuras de robo, que pueden
distinguirse en dos grandes categorías:
− Los robos con fuerza en las cosas, donde se ubican el delito de robo en lugar
habitado (art. 440), robo en lugar no habitado (art. 442), robo de bienes nacionales de
uso público (art. 443) y robo de cajeros automáticos (art. 443 bis);
− Los robos con violencia o intimidación en las personas, donde se ubica el delito
de robo simple (art. 436), el robo calificado (art. 433) y el robo por sorpresa (art. 436,
inc. 2°).
Se entiende por robo con fuerza en las cosas aquella apropiación de cosa mueble ajena
sin la voluntad del dueño y con ánimo de lucro utilizando fuerza en las cosas. El robo
con fuerza en las cosas es una figura más grave en relación al hurto, no sólo por un trato
penológico más agravado, sino por un contenido mayor de antijuridicidad.
Art. 440 Cp. – Delito de robo con fuerza en las cosas en lugar habitado
El culpable de robo con fuerza en las cosas efectuado en lugar habitado o destinada a la
habitación o en sus dependencias, sufrirá la pena de presidio mayor en su grado mínimo si
cometiere el delito:
1.° Con escalamiento, entendiéndose que lo hay cuando se entra por vía no destinada al efecto,
por forado o con rompimiento de pared o techos, o fractura de puertas o ventanas.
2.° Haciendo uso de llaves falsas, o verdadera que hubiere sido sustraída, de ganzúas u otros
instrumentos semejantes para entrar en el lugar del robo.
3.° A introduciéndose en el lugar del robo mediante la seducción de algún doméstico, o a favor
de nombres supuestos o simulación de autoridad.
(2) Concepto
Tanto el hurto como el robo son delitos contra la propiedad por apropiación, en el
sentido de que la sustracción de la cosa de su esfera de custodia imposibilita a su legítimo
dueño o tenedor el ejercicio de los derechos que el dominio o la posesión le confieren
sobre la cosa (la “relación patrimonial”).
No obstante, el robo es una figura tratada con mayor intensidad penológica, gravedad
dada por un plus de antijuridicidad producido por el contenido del ataque, que no es
exclusivamente atentatorio contra la propiedad, sino porque quebranta una barrera de
protección de la cosa dispuesta por su dueño o encargado. Es decir, el trato
diferenciado de la figura viene dado no sólo porque sea una afectación a la propiedad,
sino porque representa un peligro potencial para el resguardo de otros intereses
jurídicamente protegidos, como lo son la integridad y seguridad de las personas.
Esta posición es rechazada por Oliver, para quien el bien jurídico afectado tanto en el hurto como en
el robo con fuerzas en las cosas es el mismo (relación patrimonial), por lo que materialmente no habría
justificación para el tratamiento más gravoso de la figura en comento. Además, considerar que ambas
figuras tienen el mismo bien jurídico protegido permite la aplicación de la regla de reiteración de delitos
de la misma especie del art. 351 Cpp.
Tal como lo dispone el art. 432, el robo consiste en una apropiación de cosa ajena
mediante el uso de fuerza en las cosas. Así, se trataría de una figura de apoderamiento
de objeto ajeno que mediante sustracción quebranta la esfera de custodia de la cosa para
constituir otra. Si no se quebranta la esfera de custodia o el apoderamiento no va
acompañado del ánimo de apropiación, se configura un robo de uso, figura no punible.
Por fuerza en las cosas se entiende actividad realizada por el autor con el fin de
vencer los resguardos o defensas que protegen la cosa objeto, en alguna de las
modalidades que dispone la ley. Así, no toda fuerza convierte la apropiación en robo,
sino solo aquella fuerza prevista en la ley mediante los modos de ejecución del hecho. No
hay fuerza, por tanto, cuando ella recae sobre la cosa, por muy enérgica que sea su
manifestación. La fuerza se verifica mediante las formas de ejecución establecidas
en el tipo, de modo que es un concepto normativo de fuerza y no descriptivo.
b. Modalidades de ejecución
Las tres modalidades de la fuerza (escalamiento, uso de llaves, engaño) en las cosas tienen
en común que se ejecutan para ingresar al lugar habitado, destinado a la habitación o a
sus dependencias. Esto se desprende del uso de los vocablos “entrar” e “introducirse”
empleados en la descripción típica.
1) Escalamiento
Hay escalamiento cuando se ingresa por “vía no destinada al efecto”, por lo que no
hay escalamiento ni robo con fuerzas en las cosas cuando se hizo ingreso al lugar por una
vía destinada al efecto. El sujeto que entra al recinto por la puerta abierta y dentro de ella
se apodera de la cosa, comete un hurto, no un robo.
Hacer ingreso por medio de forado consiste en entrar al lugar haciendo un orificio
en el muro, techo, puerta, venta, en el suelo (túnel) o en cualquier otra defensa. Lo
importante es que sea el sujeto activo el que realice el forado.
El sujeto hace ingreso con rompimiento de pared o techos cuando accede al lugar a
través de una pared o un techo que previamente a destruido. La figura exige
rompimiento y no movimiento del obstáculo -que daría lugar a una hipótesis de forado-
Hacer ingreso por medio de fractura de puertas o ventanas consiste en que el sujeto
entra al lugar habiendo quebrado previamente una puerta o una ventana.
Algunos autores incluyen en esta figura las hipótesis de separación de una puerta o una
ventana sin romperla, desatornillándola sus bisagras. Oliver rechaza este planteamiento
pues por fractura se entiende “romper o quebrantar con violencia algo”, por lo que la figura
2) Uso de llaves
La llave es un instrumento cuyo único fin es abrir o cerrar una cerradura, por lo que
la cerradura es un mecanismo destinado a asegurar el cierre o la apertura de la vía.
− Llave falsa
El problema aparece con el concepto de “llave falsa”. Oliver, con el fin de sortear los
disensos dogmáticos, plantea que llave falsa es cualquier llave que no corresponda a la
cerradura o que de corresponder con ella no esta destinada a dicho efecto por los
habitantes del lugar. En ambos casos existe una superación de las defensas del lugar.
Enseguida el tipo dispone que también se configura esta modalidad cuando se usa
llave verdadera que hubiere sido sustraída. Se entiende por llave verdadera aquella que
corresponde a la cerradura de que se trata y esta destinada a tal fin según los habitantes
del sitio.
La ganzúa es definido como un alambre fuerte y doblado por una punta, tipo garfio, con
la cual pueden correrse los pestillos de una cerradura a falta de llave. Por instrumento
semejante se refiere a aquellos que permiten abrir sin violencia una cerradura.
3) Engaño
El art. 440, n° 3 dispone que esta modalidad consiste en hacer ingreso al lugar
mediante seducción de algún doméstico, o a favor de nombres supuestos o
simulación de autoridad. Se trata de medios engañosos en donde no se hace uso de fuerza
alguna, sino que más bien se hace entrar en error a la persona para lograr el ingreso.
Por doméstico no solo se entiende al trabajador de casa particular que presta servicios
permanentes (como es el caso del mayordomo), sino también los que habitan el lugar de
forma habitual y no permanente, como el jardinero o el limpia-vidrios. Si la persona
engañada es el morador o dueño del lugar, no hay robo con fuerza en las cosas pues estas
personas no son domésticos.
− Simulación de autoridad
El sujeto hace ingreso al lugar por esta modalidad cuando simula o aparenta ser una
autoridad de aquellas que tienen el poder de entrar a una casa o morada, tal como
un receptor judicial o un agente policial. La figura exige simulación y no solo la mera
declaración de ser autoridad, de modo que el sujeto debe aparentar que pertenece al
órgano (por ejemplo, usando sus uniformes o credenciales).
c. Circunstancias de lugar
1) Lugar habitado
Según doctrina, un lugar habitado es aquel que “sirve de morada a alguien”, que lo
convierte en un ámbito de intimidad y custodia de sus bienes que el legislador ha decidido
proteger con mayor intensidad.
Así, todo lugar que sirve o cumple la función de morada será un lugar habitado en los
términos del art. 440, sin que sea necesario que haya personas al interior del lugar al
momento de ejecutar el robo. Dicha función tampoco se verá diezmada por el vínculo
que tengan los habitantes del lugar con el mismo, pudiendo ser propietarios, poseedores o
meros tenedores.
Un lugar destinado a la habitación es aquel que sirve de morada -es decir, es un lugar
habitado- pero que al momento de la ejecución del hecho no tiene moradores.
Según Oliver, todo lugar habitado es un lugar que está destinado a la habitación, y
todo lugar destinado a la habitación esta habitado. Así, la diferencia entre “lugar habitado”
y “lugar destinado a la habitación” sólo hace referencia respecto de si el lugar, que siempre
es un lugar destinado a la habitación, está o no está actualmente habitado. No son
lugares distintos, sino una misma clase de lugar. En todo caso, tanto el lugar habitado
como el lugar destinado a la habitación deben ser lugares cerrados.
Genera debate lo relativo a las casas de veraneo. La jurisprudencia se ha inclinado por considerar a la
casas de verano como lugares destinados a la habitación, considerando que muchas veces son
consideradas “segundas viviendas”. Para Oliver, el carácter de lugar destinado a la habitación dependerá,
como lo mencionamos, si esta esta actualmente sirviendo o no como morada, lo que se resolverá caso a caso.
3) Dependencias
Respecto del dolo, el sujeto no solamente debe estar actuando con conocimiento y
voluntad de estar apropiándose de cosa mueble ajena sin la voluntad del dueño, sino que
además debe actuar con conocimiento de que esta venciendo las defensas de la cosa
y voluntad de vencerlas. Como sabemos, respecto del conocimiento de los elementos
típicos del hecho, este puede ser subjetivamente imputado tanto a dolo directo como a
dolo eventual, pero en el caso del ánimo de apropiación o de lucro, siempre deberá
exigirse dolo directo.
A diferencia de lo que ocurre con el hurto, que consiste sólo en la apropiación, el robo
con fuerza en las cosas la conducta se compone de dos actos: la apropiación y el empleo de
fuerza en las cosas mediante una de las modalidades señaladas en la ley. Habrá tentativa
de robo cuando se haya ejecutado completamente alguno de estos actos y el otro no
se haya completado. Pero si el sujeto realizo intento sustrae la cosa sin éxito, pero no
principio el empleo de fuerza en las cosas, hay tentativa de hurto, por lo que la tentativa
de robo con fuerza en las cosas principia cuando se empiezan a ejecutar los actos
dirigidos a burlas las defensas que protegen la cosa a sustraer.
(7) Penalidad
El art. 440 asigna para el delito de robo con en lugar habitado la pena de presidio mayor
en su grado mínimo, es decir, una pena que va desde los 5 años y un día hasta los 10
años.
Art. 442 Cp. – Delito de robo con fuerza en las cosas en lugar no habitado
El robo en lugar no habitado, se castigará con presidio menor en sus grados medio o máximo,
siempre que concurra alguna de las circunstancias siguientes:
1.° Escalamiento
2.° Fractura de puertas interiores, armarios, arcas u otra clase de muebles u objetos cerrados o
sellados.
3.° Haber hecho uso de llaves falsas, o verdadera que se hubiere sustraído, de ganzúas u otros
instrumentos semejantes para entrar en el lugar del robo o abrir los muebles cerrados.
(2) Concepto
Según el art. 442 el robo con en lugar no habitado consiste en una apropiación, sin la
voluntad del dueño y con ánimo de lucrarse, de cosa mueble ajena empleado fuerza por
medio de alguna de las modalidades de los numerales 1°, 2° y 3°, ejecutando la conducta
en un lugar no habitado.
Como se ve, mientras en el robo en lugar habitado el empleo de la fuerzas en las cosas
tiene como fin lograr ingresar al sitio, en el robo en lugar no habitado la fuerza puede
emplear o para entrar al lugar o bien abrir dentro del lugar habitaciones u objetos
muebles en los que se encuentre la cosa.
Si bien consiste en un robo con fuerza en las cosas, a diferencia de lo que ocurre en el
robo en lugar habitado, que es una figura agravada de apropiación a causa de la intensidad
del ataque al bien jurídico, en el robo en lugar no habitado existe un menor riesgo de
encuentro entre el sujeto activo y las personas, disminuyendo el plus de antijuridicidad
material que funda el trato más severo del robo en lugar habitado.
b. Modalidades de ejecución
1) Escalamiento (externo)
3) Uso de llaves
(5) Penalidad
El art. 442 dispone para el delito de robo en lugar habitado la pena de presidio menor
en sus grados medio a máximo, es decir, una pena que va desde los 541 días hasta los
5 años.
Por bien nacional de uso público se entiende, en los términos del art. 589 del Código
civil, todos aquellos bienes cuyo dominio pertenecen a toda la nación y cuyo uso
pertenece a todos los habitantes (como calles, plazas, puentes, caminos, etc.).
impidan una entrada no autorizada. A diferencia del lugar habitado o no habitado, que
deben ser cerrados, el sitio no destinado a la habitación debe ser abierto. Esto dice
relación con el hecho de que el tipo emplee el vocablo sitio y no lugar, ya que lugar -
según Oliver- es una extensión de terreno delimitada y rodeada de defensas que impiden
el acceso, mientras que un sitio es una extensión de terreno no delimitada o de estarlo
sin resguardos que impidan accesos no autorizados.
Por último, el tipo también habla de del robo de cosas al interior de un vehículo
motorizado, que comprende aquellos casos en donde el sujeto ingresa por fuerza al
vehículo para sustraer de su interior especias.
La primera modalidad de fuerza en las cosas del art. 443 es el uso de llaves, en
específico el uso de llaves falsas o verdaderas que hayan sido sustraídas, de ganzúas u otros
instrumentos semejantes. Para lo relativo a esta modalidad, remitirse a lo estipulado para
el uso de llaves del robo en lugar habitado del art. 440.
c. Medios de tracción
Para Oliver lo único necesario es que se ejecuta cualquier acción que sirva para tirar la cosas, sea
por medio de la fuerza física del sujeto, sea por el empleo de un instrumento para este fin. Así, si el sujeto
tira del vehículo con una cuerda comete robo, pero si sólo lo empuja comete hurto.
(3) Penalidad
El art. 443 dispone para el delito de robo con fuerza de cosas ubicadas en bienes
nacionales de uso público, sitios no destinados a la habitación o al interior de vehículo
motorizado la pena señalada en el art. anterior, y el art. 442 dispone la pena de
presidio menor en sus grados medio a máximo, es decir, una pena que va desde los
541 días hasta los 5 años.
La pena asignada para este caso es la de presidio menor en su grado máximo, es decir,
una pena que va desde los 3 años y 1 día hasta los 5 años.
E) Análisis de caso
Caso
“El 2 de noviembre de 2016, alrededor de las 02:00 horas, los imputados previamente
concertados y a bordo del furgón place patente FZTP48, llegaron al frontis del inmueble ubicado
en calle Veteranos del 79 N° 2791, lugar habitado por la víctima de inicial R.C.E.N.
El imputado Espinoza Rodríguez descendió del vehículo e ingreso, mediante escalamiento,
hacia el interior de la casa habitación, dirigiéndose hacia el sector del garaje, lugar donde la
víctima mantenía una bicicleta marca Oxford. Una vez que la especie estuvo en su poder, Espinoza
Rodríguez se acercó al muro por el sector donde había ingresado, entregando la especie al
coimputado Salamanca Collantis, quien se encontraba en el exterior en labores de vigilancia,
momento en el que, una vez recibida la especie sustraída, este último imputado la ocultó al interior
del furgón en el que ambos se movilizaban”.
El robo con violencia o intimidación -al que también denominamos robo con fuerza
en las personas- consiste en una apropiación, sin la voluntad del dueño y con ánimo de
lucro, de cosa mueble ajena mediante el uso de violencia o intimidación.
Ubicados en el párrafo 2 del Título IX del Libro II del Código penal, se distinguen
varias figuras de robo con violencia o intimidación, entre las que podemos destacar el
robo simple (art. 436, inc. 1°), el robo calificado (art. 433) y el robo por sorpresa (art. 436,
inc. 2°)
(2) Concepto
El concepto de robo simple se extrae de la relación entre el art. 432 y el art. 436. Así,
se define como robo simple -o robo con violencia o intimidación en las personas- la
apropiación de cosa mueble ajena, sin voluntad del dueño y con ánimo de lucrarse,
mediante el empleo de violencia o intimidación.
Según lo dispuesto en el art. 436, inc. 1°, este considera robo simple todo caso que no
estuviere previstos en los artículos anteriores -hurto (art. 432) y robo calificado (art. 433),
por lo tanto se trataría de una figura de robo básica y subsidiaria, pues admite todos
los supuestos de apropiación mediante fuerza en las personas que no sean abarcados por
el hurto o el robo calificado.
b. Medios comisivos
1) Violencia
Tal como lo indica la figura, el robo simple es un robo con violencia o intimidación en
las personas, por lo que no configura fuerza física aquella ejercida contra las cosas, a
menos que dicha fuerza en las cosas influye en la representación de la víctima, lo que
constituiría intimidación. Oliver considera violencia aquella dirigida contra cosas que
constituyen una extensión del cuerpo humano necesaria para la vida (un respirador
artificial).
Según lo que dispone el art. 439: “Para los efectos del presente párrafo se estimarán por
violencia o intimidación en las personas los malos tratamientos de obra, las amenazas ya
para hacer que se entreguen o manifiesten las cosas, ya para impedir la resistencia u oposición
a que se quiten, o cualquier otro acto que pueda intimidar o forzar a la manifestación o entrega.
Hará también violencia el que para obtener la entrega o manifestación alegare orden falsa de
alguna autoridad, o la diere por sí fingiéndose ministro de justicia o funcionario público. Por
su parte, hará también intimidación el que para apropiarse u obtener la entrega o manifestación
de un vehículo motorizado o de las cosas ubicadas dentro del mismo, fracture sus vidrios,
encontrándose personas en su interior, sin perjuicio de la prueba que se pudiere presentar en
contrario”.
Existe violencia en el empleo de malos tratos de obra, que es el castigo físico que no
deja marcas en la víctima, porque que sean de tal intensidad que logre eficazmente
doblegar a la víctima. Así, todo maltrato físico o vías de hecho constituyen violencia para
efectos del tipo (como empujar, amarrar, etc.).
− Medios engañosos
2) Intimidación
La amenaza debe cumplir con determinados requisitos: a) El mal con que se amenaza
debe ser inminente o inmediato, creando en la víctima el temor de un daño físico
inmediato; b) que la amenaza sea grave, es decir que sea adecuada para lograr doblegar
la voluntad de la víctima; y c) que la amenaza sea verdadera, verosímil, es decir que el
medio empleado para intimidar debe ser idóneo para ocasionar el mal amenazado.
Cumplido estos requisitos la intimidación puede la intimidación puede ser considerada intimidación
en los términos del robo.
Sobre la imputación subjetiva en los delitos de robo simple o robo con fuerza o
intimidación, nos remitiremos a los planteado en el tipo subjetivo de la estructura típica
común.
Según el art. 439 Cp. la violencia o intimidación tendrá como fin que la victima entre
la cosa, declare el lugar donde esta la cosa o tolere la sustracción. Así, el robo es un delito
de mera actividad, ya que el sujeto activo puede emplear la violencia o intimidación y
sustraer la cosa sin que se exija ningún resultad descriptivamente separable de la
conducta.
(7) Penalidad
El art. 436, inc. 1° asigna a quien comete un delito de robo con violencia o
intimidación la pena de presidio mayor en sus grados mínimo a máximo, es decir una
pena que va desde los 5 años y un día hasta los 20 años.
Caso
“El 15 de febrero de 2008, alrededor de las 16:00 horas, en circunstancias que doña Madeline
Miranda caminaba por calle Picarte a la altura de calle Perú, fue interceptada por Hans
Arismendi y Erwin Curiqueo, quienes transitaban en bicicleta, momento en que este último le
arrebató la cartera que llevaba colgada en su brazo izquierdo, forcejeando con ella, mientras el
otro permanecía a su lado, a raíz de lo cual resultó con una contusión equimótica en el brazo
izquierdo. Luego de ello, la víctima solicitó ayuda a Carabineros que se desplazaban en
radiopatrullas, y al efectuarse el recorrido por las cercanías del sitio del suceso, reconoció a los
acusados, cuando estos se encontraban en la entrada del parque Gunkel, siendo ambos detenidos
y trasladados a la unidad policial y que con posterioridad, la afectada recuperó su cartera, que fue
encontrada en el sector de Avenida Pratt”.
¿Los sujetos cometieron un robo con violencia o intimidación o un robo con sorpresa?
El robo calificado esta regulado en el art. 433, y consiste en la apropiación de cosa ajena
sin la voluntad del dueño y con ánimo de lucro mediante violencia o intimidación
ejercida antes, durante o después de cometido el hecho, cuando se comete homicidio,
violencia, mutilaciones o lesiones graves, o con retención de la persona bajo rescato en un lapso
innecesario para cometer el hecho.
El robo calificado es una figura agravada del tipo base de los delitos de robo contra las
personas, de modo que su tipicidad exige la concurrencia de todos los elementos
propios del robo con fuerza contra las personas de los arts. 432 y 436, inc. 1°, y cuyo
fundamento de calificación radica en que de la violencia o intimidación que emplee el
sujeto se producen otros ataques antijurídicos contra la vida, la libertad sexual, la salud
individual o la seguridad personal, que justifica su tratamiento más gravoso.
alevosa con el fin de sustraer el dinero que esta llevaba consigo-. Politoff y Oliver
plantean que:
b. Tipicidad subjetiva
El tipo subjetivo del robo con homicidio exige una vinculación ideológica entre ambas
figuras, por lo que deben llevarse a cabo dolosamente. El dolo es exigible a ambas figuras
y puede ser imputable a título de dolo eventual.
Al ser un tipo ubicado fuera del Título VIII de los “delitos contra las personas”, no
admite imputación imprudente, excluyendo la responsabilidad por el hecho cuando
la muerte fuere fortuita. De modo que no se admite ni la “versari in re illicita” y no la
calificación del delito en función del resultado, por constituir formas de responsabilidad
penal objetiva atentatorias del principio de culpabilidad.
c. Iter criminis
d. Penalidad
El art. 433, n° 1 dispone para el delito de robo con homicidio la pena de presidio mayor
en su grado máximo a presidio perpetuo calificado, una pena que va desde los 15 años
y un día hasta los 40 años.
Misma sanción resulta aplicable a los supuestos de robo con violación, que veremos a
continuación.
El robo con violación consiste en que el sujeto se apropia de la cosa ajena, con violencia
o intimidación y con motivo por o por ocasión del robo comete además una violación,
es decir, accede carnalmente por vía vaginal, anal o bucal contra la víctima y otra persona.
El acceso carnal se comete con aprovechamiento de la situación de poder originada
por la violencia o intimidación. Así, no es necesario que la violencia sea simultánea a
la apropiación, puede ser anterior o posterior pero debe ser temporalmente próxima.
El tipo del art. 433, n° 1 no exige que la víctima de la violación y del robo sean la
misma persona, de modo que el sujeto pasivo de la apropiación puede ser distinto al
sujeto pasivo del acceso carnal. Lo importante es que la violación sea realiza con
ocasión inmediata al apoderamiento de la cosa objeto.
b. Tipo subjetivo
Esta establecido en doctrina que el robo con violación sólo puede cometerse con dolo.
Como el núcleo del robo con violación es el robo, sólo se exige al momento de ejecutar el
hecho el ánimo de apropiación, por lo que el fin de acceder carnalmente a otro puede
surgir posteriormente a la apropiación. Esto se ve en el uso de la fórmula “con ocasión”.
En cambio si el ánimo de apropiación surge durante o después del acceso carnal, no hay
robo con violación.
El art. 433, n° 2 regula el delito de robo con mutilación o lesiones graves-gravísimas de los
art. 395, 396 y 397, 1°, que consiste en apropiarse de cosa ajena sin voluntad del dueño y
con ánimo de lucro, mediante el uso de violencia o intimidación, y que con motivo u
ocasión del robo se haya cometido una castración, una mutilación de miembro importante
o menos importante, o una lesión graves que causare demencia, inutilidad para el trabajo,
impotencia, impedimento de miembro importante o deformidad notable.
Como se ve, se trata de un delito pluriofensivo pues mediante este se afectan dos
bienes jurídicos, la propiedad (o las relaciones patrimoniales) y la salud individual. Para ello
el sujeto activo debe ejecutar dos acciones: una consistente en la apropiación de cosa ajena
y otra mediante la cual se causan lesiones. Como en todo robo calificado, entre ambas
acciones debe existir una conexión funcional, lo que se ve reflejado en que el tipo exige
que las lesiones se comentan con motivo u ocasión del robo.
La fórmula “con motivo” implica que las lesiones representaban para el autor el medio
para lograr la apropiación (se lesiona para robar); la expresión “con ocasión” significa que
la lesión tiene como fin realizar la apropiación o asegurar la impunidad del sujeto (se
lesiona al robar).
b. Tipo subjetivo
c. Iter criminis
La doctrina discute respecto a si la imputación del robo con lesiones exige que la
apropiación y las lesiones se encuentren consumadas. Según Oliver el robo con lesiones
exige que ambas conductas estén consumadas, lo que se desprende de los vocablos
“cometer” en conjunto con “además”. Si la apropiación o el daño no se consuman no hay
imputación por robo con lesiones, por lo que si sustrae la cosa de su esfera de custodia pero
sin que se materialicen las lesiones o si se cometen lesiones pero no se logra la sustracción
de la cosa, corresponde aplicar las reglas concursales entre un robo consumado y lesiones
tentadas o robo tentado y lesiones consumadas.
d. Penalidad
El art. 433, n° 2 dispone para el delito de robo con mutilaciones o lesiones graves-
gravísimas la pena de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo, es
decir, una pena que va desde los 15 años y un día hasta los 20 años.
El art. 433, n° 3 establece la figura del robo con lesiones simplemente graves, que consiste
en que el sujeto se apropia de cosa ajena sin la voluntad de su dueño y con ánimo de
lucrarse, mediante el uso de violencia o intimidación, y que motivados por el robo o por
ocasión de este se hayan cometido lesiones simplemente graves del art. 397, 2°, es decir,
enfermedad o incapacidad para el trabajo por más de 30 días.
Así, si las lesiones simplemente graves no son causadas por motivo u ocasión del robo,
no hay relación funcional entre ambas figuras, elemento normativo que permite calificar
la figura como robo con lesiones simplemente graves. Si el sujeto apropiándose de la cosa
ajena comete lesiones sólo por mero placer, no hay robo calificado, sino concurso de delitos
entre hurto y lesiones, más no robo.
Respecto a la penalidad del robo con lesiones simplemente graves, el art. 433, n° 3 le
asigna a la figura la pena de presidio mayor en su grado medio a máximo, es decir,
una pena que desde los 10 años y un día hasta los 20 años.
El art. 433, n° 3 califica al delito de robo con violencia o intimidación cuando este
fuere cometido con retención de personas bajo rescate o por un lapso de tiempo
mayor al necesario para cometer el delito.
b. Retención de persona por un lapso de tiempo mayor al necesario para cometer el delito
Esta figura de retención concurre cuando el sujeto realiza, con la intención de lograr
la apropiación, una privación de la libertad ambulatoria de la persona por un lapso de
tiempo innecesario para la comisión del hecho. Anteriormente la figura exigía que la
retención tuviera un lapso de tiempo de al menos un día, excluyendo de la calificación
del robo aquellos supuestos en donde se retenía a la persona por menos de un día pero
por cuya duración resultaba injustificada para el propósito de cometer el delito, como
cuando el sujeto, con el fin de robar el fiambre que trasportaba el camión, retiene al
conductor con cinta adhesiva adherida al asiento del conductor, y que una vez apropiada
la cosa se retira, dejando maniatado al conductor. La nueva fórmula de retención “por
un lapso de tiempo innecesario para la comisión del hecho” amplía el ámbito de aplicación
de la figura y radica el fundamento de la calificación no en criterios de orden temporal
sino de antijuridicidad material, en tanto atentado injustificado a la libertad
ambulatoria.
Por último, la penalidad del robo con retención esta asignada en el art. 433, n° 3, que
establece la misma pena aplicable al robo con lesiones simplemente graves: presidio mayor
en su grado medio a máximo (10 años y un día a 20 años).
Caso
“El día 22 de octubre de 2006, aproximadamente a las 10:00 horas, en circunstancias que José
Conejeros mantenía estacionado con el motor encendido su vehículo placa patente SU1122, frente
a su domicilio ubicado en Martín de Solís N° 13.287, comuna de El Bosque, el acusado Alfredo
Morales procedió a subirse a dicho automóvil y se sentó en el asiento del conductor para llevárselo,
lo que Conejeros trató de impedir afirmándose el vehículo por fuera de la puerta, ante lo cual el
acusado puso marcha atrás y después condujo el móvil por calle Lo Blanco, contra la dirección del
tránsito, tomando velocidad y estrellando el cuerpo de Conejeros contra un furgón amarillo que
estaba estacionado debidamente en Avenida Lo Blanco frente al N° 733, comuna de San
Bernardo, dándose a la fuga del lugar con el automóvil. A consecuencias de los hechos la víctima
resultó con un politraumatismo cráneo encefálico y toráxico grave, que le provocaron la muerte”.
(2) Concepto
Tal como lo dispone el art. 436, inc. 2°, comete robo por sorpresa quien se apropia de
dineros u otras especies que los ofendidos lleven consigo, cuando se proceda por sobre o
aparentando riñas en lugar de concurrencia o haciendo otras maniobras dirigidas a causar
agolpamiento o confusión. Se asocia coloquialmente a la figura del “lanzazo”.
Para Oliver, el bien jurídico afectado por la figura es el mismo del delito de hurto, de
modo que no se afectan otros intereses más allá de las relaciones patrimoniales. Por tanto,
si bien el robo por sorpresa puede comprometer otros bienes jurídicos en juego, eso no
es relevante para la comisión del delito. Por lo demás, la identidad de bienes jurídicos
entre hurto y robo por sorpresa permite aplicar la regla de reiteración de delitos del art. 351
Cpp.
Como en todo delito contra la propiedad por apropiación, la conducta típica del
delito de robo por sorpresa consiste en apropiarse de cosa mueble ajena, pero no se trata
de cosa ajena en términos genéricos, sino que el robo por sorpresa restringe el objeto
material que se pretende sustrae, en tanto el tipo se refiere a que lo apropiado deben ser
los dineros o especies que la víctima llevaba consigo al momento de ejecutar el hecho.
robo con sorpresa no sería un hurto, que es siempre clandestino. No obstante, a pesar
de que la conducta recaiga sobre la víctima, la apropiación debe ser ejecutada mediante
alguna de las modalidades que el tipo describe, formas ejecutivas en las que no consta ni
el empleo de fuerza física sobre la persona (violencia) ni la amenaza de un mal futuro que
doblegue su voluntad (intimidación), por lo que el robo por sorpresa tampoco sería un
robo con fuerza en las personas, y sólo es tratada como tal al estar tipificada la figura
en el párrafo 2° del Título IX del “robo con violencia o intimidación en las personas”. Esto se
confirma cuando el art. 436, inc. 2° declara que “se considera robo…” a esta figura, que
puede interpretarse en el sentido de que para el legislador el robo con sorpresa no es un
robo pero se considerará como tal.
Por esto último la doctrina mayoritaria considera que el robo con sorpresa es más bien
una figura intermedia entre el hurto y el robo con fuerza en las personas.
a. Medios comisivos
El art. 436, n° 2 establece los medios de ejecución mediante los cuales debe realizarse
la apropiación de la cosa mueble que porte o lleve consigo la víctima del hecho: a)
proceder por sorpresa; b) aparentando riñas en lugares concurridos; c) realizando
maniobras dirigidas a causar agolpamiento o confusión.
El actuar o proceder por sorpresa consiste en que el sujeto ejecuta la conducta cuando
la víctima esta desprevenida, de manera tal que no logra reaccionar con la rapidez
requerida para proteger sus pertenencias, lo que es aprovechado por el sujeto activo.
Como se ve, la víctima logra percatarse de la sustracción, por lo que la acción sobrepasa
la clandestinidad del hurto, pero no consigue impedir la sustracción debido al carácter
inesperado del ataque.
Como se ve, respecto a la circunstancia del lugar, la riña no debe simularse en todo
lugar, sino en lugares de concurrencia, es decir aquel en donde estén presentes varias
personas.
b. Objeto material
1) Cosa mueble que portaba al víctima
La Ley N° 21.170 del año 2019, coloquialmente conocida como “ley anti-
portonazos”, agrego a la legislación la figura del art. 436, inc. 3°, según la cual “También
será considerado robo, y se sancionará con la pena de presidio menor en su grado máximo, la
apropiación de vehículos motorizados, siempre que se valga de la sorpresa, de la distracción de
la víctima o se genere por parte del autor cualquier maniobra distractora cuyo objeto sea que la
víctima abandone el vehículo para facilitar su apropiación, en ambos casos, en el momento en
que ésta se apreste a ingresar o hacer abandono de un lugar habitado, destinada a la habitación
o sus dependencias, o su lugar de trabajo, salvo en aquellos casos en que medie violencia o
intimidación, en los que se aplicará lo dispuesto en el inciso primero”.
Se trata de una figura especial del robo por sorpresa pues exige que la apropiación sea
realizada por alguna de las modalidades descritas en el tipo, tales como valerse de
sorpresa, valerse de la distracción de la víctima o generar situación distractora con el fin de que
la víctima abandone el vehículo. Respecto a las modalidades puede considerarse lo
expuesto en los medios comisivos estudiados en el delito de robo por sorpresa.
Por último, el tipo hace referencia a las circunstancias de lugar en donde debe ser
acometido el robo por sorpresa de vehículos motorizados. El tipo exige que la
apropiación se ejecute: a) en el momento en que la víctima ingresa o abandona un lugar
habitado o destinado a la habitación; b) en las dependencias del lugar habitado o
destinado a la habitación; d) en su lugar de trabajo.
(5) Penalidad
Según lo dispuesto en el art. 436, inc. 2° -robo por sorpresa-, la pena asignada a este tipo
es la de presidio menor en sus grados medio a máximo, es decir, una pena que desde
los 541 días hasta los 5 años.
En el caso del robo por sorpresa de vehículos motorizados, el art. 436, inc. 3° asigna a
dicho delito la pena de presidio menor en su grado máximo, es decir, una pena que va
desde los 3 años y un día hasta los 5 años.
El párrafo 5° sobre las disposiciones comunes a los delitos contra la propiedad, junto con
otras figuras, configuran un régimen especial y diferenciado de determinación legal
e individualización de la pena. Dicho régimen establece reglas que aumentan penas,
presunciones legales de responsabilidad penal y agravantes especiales. Las reglas sólo reflejan
la valoración del legislador no solamente ligado a fundamentos criminológicos del delito
sino a una cada vez más injustificada sobreprotección a la propiedad.
El art. 454 establece que quien tenga en su poder la cosa objeto de un robo o hurto
se presumirá como autor del respectivo delito, a menos que justifique la adquisición o
tenencia de la cosa o que pueda presumirse otra cosa en función de su conducta anterior
irreprochable probada. Como se ve, se trata de una presunción simplemente legal que
admite prueba en contrario, de modo que si el sujeto que fue descubierto con la cosa
En primer lugar la figura resulta aplicable a los casos de robo con fuerza en las cosas. El
art. 444 dispone que se presumirá autor de tentativa de robo con fuerza en las cosas,
cuando el sujeto haya ingresado al lugar por forado, fractura, escalamiento, uso de llave falsa
o verdadera sustraída o de ganzúa en algún aposento, casa, edificio habitado o destinado a la
habitación o en sus dependencias.
El art. 450 dispone que los delitos del párrafo 2, es decir, los delitos de robo con
violencia o intimidación (como robo simple, robo calificado y robo por sorpresa) y el delito del
art. 440 del párrafo 3 (el robo en lugar habitado, destinado a la habitación o en sus
dependencias), cuya ejecución haya quedado en estado de tentativa (como cuando el
sujeto empleo la violencia o intimidación pero no logro la apropiación del bien), serán
castigados como delitos consumados.
En el inc. 2° dispone que la regla también procederá para los delitos sancionados en
los párrafos 3 y 4 del Título IX (robos con fuerza en las cosas y hurtos) cuando hayan sido
realizados en las circunstancias a las que se refieren los arts. 499 ter y 499 quáter,
disposiciones que hacen referencia a los delitos contra la propiedad ejecutados durante
calamidad pública o alteración del orden público y que fueron incorporados al Código penal
el 2020 mediante la denominada “Ley anti-saqueos”.
El art. 450 establece una regla de determinación de pena que figura como una
excepción al tratamiento menos severo que reciben los actos ejecutivos anteriores a la
consumación establecidos en los arts. 51 y 52 Cp. La regla es concordante con lo
dispuesto en el art. 55: “Las disposiciones generales contenidas en los cuatro artículos
precedentes no tienen lugar en los casos en que el delito frustrado, la tentativa, la complicidad
o el encubrimiento se hallan especialmente penados por la ley”, y esta regla es uno de dichos
casos.
La doctrina discuta la legitimidad de la disposición. Kunsemuller sostiene la inconstitucionalidad de
la regla por infracción a los principios de proscripción de presumir la responsabilidad penal y presunción de
inocencia. Bascuñán sostiene, en cambio, que la figura no vulnera dichos principios constitucionales sino
que atenta contra el principio de proporcionalidad al disponer el castigo asignado a un delito consumado
para un delito que no cumple ese elemento, pero la figura no sería inconstitucional pues la Constitución
no contempla el principio de proporcionalidad. Oliver sostiene que la regla establece que el delito tentado
debidamente acreditado como tal se castigará como un delito consumado, por lo que no es una disposición
que establece una presunción vulneratoria de los principios a los que se refiere Kunsemuller, sino que
simplemente constituye una regla de penalidad de la tentativa y la frustración.
(4) Regla de exclusión del grado mínimo o del mínimum en caso de reincidencia
(art. 449, n° 2)
El art. 449 Cp. establece reglas especiales para la determinación de la pena en los delitos
de los párrafos 1 al 4 bis del título IX, es decir, para hurtos y robos, excluyendo su
aplicación para los supuestos del art. 448, inc. 1° (hurto de hallazgo), del art. 448 quinquies
(abigeato de pelos, plumas, etc.) y del art. 456 bis A (receptación). Para ello, no considerará
lo dispuesto en los arts. 65 a 69 Cp. (reglas de ponderación de las circunstancias atenuantes
El numeral 2° del art. 449 dispone que si los imputados son reincidentes en los
términos del art. 12, n° 15 y 16 (es decir, en los casos de reincidencia genérica y reincidencia
específica, excluyéndose los supuestos de “reincidencia ficta), el tribunal debe excluir el
grado mínimo si se trata de una pena compuesta, o del mínimo si la pena es de un
solo grado.
(2) Regla del art. 450 bis y art. 456 bis, inc. final: exclusión de la atenuante del
art. 11, n° 7
El art. 450 bis dispone que: “En el robo con violencia o intimidación en las personas no
procederá la atenuante de responsabilidad penal contenida en el artículo 11, n° 7”. Por su
parte, el art. 456 bis, inc. 2° dispone que “En estos delitos [robo y hurto] no podrá
estimarse que concurre la circunstancia atenuante del número 7° del artículo 11, por la mera
restitución a la víctima de las especies robadas o hurtadas y, en todo caso, el Juez deberá
considerar, especificada, la justificación del celo con que el delincuente ha obrado”.
Por otro lado, el art. 456 bis dispone que en el caso de que los delitos cuya pena
esta en proceso de determinación consistan en hurtos o robos con fuerza en las cosas, la
sola restitución de la especie sustraída no será suficiente para hacer procedente la
atenuante, sino que es necesario que exista reparación civil por parte del sujeto
activo, y aun esta debe ser calificada por el juez para justificar la aplicación de la
circunstancia.
Ambas disposiciones son criticadas en doctrina. Algunos de sus críticos -Matus, Rettig, Oliver-
sostienen que excluir la aplicación de la atenuante en delitos contra la propiedad (hurto y robo) y
permitir su aplicación en delitos contra la vida (homicidio) no tiene justificación plausible, por lo que
sería un sin sentido de la norma penal. Además, la exclusión de la aplicabilidad de la circunstancia
implicaría un desamparo mayor para la víctima del delito y un contraindicación a los fines preventivos
del derecho penal, pues no habría incentivo político-criminal para que el sujeto activo de la
apropiación busque reparar el daño causado, lo que le favorece.
Algunas normas del párrafo V (“Disposiciones comunes a los cuatro párrafos anteriores”)
establecen reglas sobre las circunstancias atenuantes y agravantes de la
responsabilidad penal, tratamiento que en general se traduce en una restricción en la
aplicabilidad de las primeras y en la creación o aumentando el efecto punitivo de las
segundas.
Con la entrada en vigencia de la ley de agenda corta se estableció el art. 449 bis, que
establece la nueva circunstancia agravante por ejecutar el hecho formando parte de
una agrupación u organización destinada a cometer hurto, robo y receptación.
Salvo que dicha la circunstancia no fuere constitutiva del delito de asociación ilícita (art.
292-295 bis Cp.).
Esta figura es mucho más exigente que la agravante derogada del art. 456 bis, n° 3,
pues no basta para su concurrencia la presencia de dos o más sujetos, sino que los sujetos
actúen formando parte de una agrupación criminal que no alcance a constituir la
figura de asociación ilícita.
− El art. 499 ter, inc. 1° dispone que los delitos de los párrafos 3 (robo con fuerza
en las cosas) y 4 (hurtos) que se comenten con ocasión de calamidad pública o
alteración del orden público, verán aumentada su pena privativa de libertad en un
grado;
− El art. 499 ter, inc. 2° dispone que en el caso de la conducta del art. 436, inc. 1°,
que tipifica el robo con violencia o intimidación, sea cometida en ocasión de
calamidad pública o alteración del orden público, se aplicará la pena privativa de
libertad respectiva con exclusión de su grado mínimo;
− El art. 499 quáter, inc. 1° dispone que la regla del art. 499, 2° (que para el caso de
reincidentes excluye, si se trata de una pena compuesta, el grado mínimo, y en caso
de pena de un grado, el mínimum) se aplicará incluso cuando quien haya cometido
el delito no sea reincidente, cuando dichos delitos (hurto y robo) se ejecuten en
circunstancias que “contribuyan a la sustracción o destrucción de todo o la
mayor parte de aquello que había o se guardaba en un establecimiento de
comercio o industrial o del propio establecimiento”. La regla dispone que el
hurto o robo cometido en esta situación se denominará saqueo;
− El art. 499 quáter, inc. 2° dispone que si el responsable fuere reincidente en los
términos del art. 12, n° 15 (reincidencia genérica) o 16 (reincidencia específica), el juez
podrá considerar suficiente fundamento esta circunstancia descrita en el inc.
1° del art. 499 quáter para imponer el máximo de la pena respectiva.
El art. 455 bis dispone que “Si en el momento de producirse el robo o hurto de un vehículo
motorizado, se encontrare en su interior un infante o una persona que no pudiere abandonar el
vehículo por sus propios medios, y el autor del robo o hurto inicia la conducción del mismo, se
aplicará la pena de presidio mayor en sus grados medio a máximo.
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DERECHO PENAL
Parte general y parte especial
Así, la agravante impone la aplicación de una pena mas severa (presidio mayor en
sus grado medio a máximo) cuando al momento de ejecutar la apropiación del vehículo
motorizado el autor moviliza el automóvil encontrándose en su interior un infante (que
según lo que estipula el derecho Civil, sería el varón menor de 14 años y la mujer menor
de 12) o una persona que no puede valerse por sí mismo para abandonar el vehículo. La
aplicación de una pena más severa esta fundada en un mayor contenido de
antijuridicidad material por el mayor peligro para la integridad y seguridad personal
de las personas que se ven involucradas en el hecho.
El art. 456 bis establece las circunstancias agravantes específicas del hurto y robo,
que no modifican el marco penal que la ley les asigna a cada figura. Así, estas agravantes
operan en la individualización de la pena (o “determinación judicial de la pena”),
pudiendo ser compensadas racionalmente con otras atenuantes genéricas o específicas
que concurran al hecho. La circunstancias agravantes específicas son las siguientes:
Al respecto, Matus plantea que la agravante resulta aplicable, en general, a los hurtos
y robos con violencia o intimidación, pero no se aplica en las otras figuras. En el caso del
robo por sorpresa la criminalidad geográfica demuestra que esta figura es cometida
La agravante se aplica cuando la víctima del delito sea un niño, un anciano, una
persona inválida o que muestre un manifiesto “estado de inferioridad física”. La figura
es un símil de alevosía pues se ejecuta el hecho actuando sobre seguro.
3) Cometer el delito ejerciendo violencia contra quien actúa en defensa de la víctima (4°)
¡Mucho éxito!