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El príncipe feliz

(adaptación)

Narrador: En el lugar más alto de una bonita ciudad se alzaba la


estatua del Príncipe Feliz. Era de oro, los ojos eran dos zafiros azules
y el puño de la espada lucía un rubí rojo, como de fuego.

Un día, una golondrina, que se iba a Egipto, pasó por encima de la


ciudad. Sus compañeras ya estaban lejos y ella se había quedado
atrás porque en el río un junco le hacía reverencias

Por la mañana el pájaro voló hacia la ciudad, pero se hizo de noche y


no encontró ningún sitio donde dormir. Entonces vio la estatua del
Príncipe Feliz; se acurrucó a sus pies y se durmió.

De repente, sintió que le había caído una gota de agua en la cabeza,


no podía ser: ¡el cielo estaba estrellado! ¡clic! Otra gota. ¡que raro!
¡clic! Otra.

Era la estatua que lloraba y lloraba…

Golondrina: ¿Quién eres? ¿Por qué lloras?

Príncipe: Soy el príncipe feliz y ahora Lloro porque desde aquí


arriba veo todo lo malo del mundo cosas que antes no conocía.

Mira ves aquí abajo una ventana abierta en aquella casa. Pues
hay un niño muy enfermo y su madre no tiene dinero para
curarlo.

Golondrina: si, lo veo, es triste no poder ayudarlo.

Príncipe: Golondrina Bonita ¿quieres ser mi mensajera?

Narrador: la golondrina pensó un momento y al final le preguntó:

Golondrina: ¿qué tengo que hacer?


Príncipe: arranca el Rubí de mi espalda y de un vuelo déjalo en
la mano de la madre del niño.

Narrador: Cuando la mama del niño vio el rubí sintió una alegría, le
dio un beso a su hijo y exclamó:

Madre: Gracias por escuchar mis suplicas, ahora podre


comprarle sus medicinas a mi hijo y se pondrá bien.

Narrador: Luego cuando volvió, el príncipe le pidió otra cosa:

Príncipe: Pequeña golondrina toma el Zafiro de uno de mis ojos


llévaselo al joven escritor que vive en un desván, muerto de frío
y de hambre sin pan y sin fuego.

Narrador: La golondrina tomo el Zafiro voló como una flecha por


encima del tejado roto de Chico Soñador entró por un agujero y dejó
caer el Zafiro encima de un libro abierto.

El muchacho oyó el ruido y miro el Zafiro, imaginen qué alegría le dio

Estudiante: Ahora comprare carbón para estar bien calientito y


acabar el libro de cuentos más hermoso del mundo.

Narrador: Cuando llegó el invierno; el pájaro tenía que irse,

Príncipe: ¿golondrina bonita, podrías quedarte una noche más?


he visto una niña que vende cerillos. Hoy no ha venido ninguno
y teme que le castiguen. Golondrina gentil ¡lleva el otro Zafiro a
la niña!

Golondrina: Querido amigo, te vas a quedar ciego.

Príncipe: Hazlo y seré feliz

Narrador: Y la golondrina cumplió el encargo. Cuando volvió miro al


príncipe y se puso a llorar y sentada a su lado le dijo:
Golondrina: Príncipe me quedaré para siempre contigo, seré
tus ojos, te contaré cómo son todas las cosas. Nunca te dejare
solo.

Príncipe: golondrina bonita, eres tan buena y tu compañía será


siempre un honor. Gracias por ser mi amiga.

Narrador: Le dio un beso y al momento cayó muerta de frío, de


repente se oyó un crujido muy fuerte la estatua del príncipe, se rompió
y no quedó más que un Corazón de plomo encima de las ruinas.

Entonces Dios le pidió a un ángel;

Dios: Tráeme las dos cosas más valiosas del mundo.

Narrador: El Ángel bajo a la Tierra y delicadamente tomo entre sus


manos el corazón de plomo y la golondrina muerta. Voló otra vez al
cielo y los puso en las manos del buen Dios quien miro al ángel, tomó
el tesoro y exclamó;

Dios: has escogido muy bien un corazón y una golondrina.

Cae el telón

Adaptación del príncipe feliz de editorial Combel


Autor: Oscar Wilde

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