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Trastorno del espectro autista - en niños de 8 meses a 10 años

TRATAMIENTO BIOMÉDICO

¿Una alternativa o un complemento a las terapias tradicionales?

Los métodos de tratamiento alternativos para los trastornos del espectro autista son un
tema que genera numerosas polémicas. Por un lado, se suele observar una gran
oposición por parte de la comunidad científica a ofrecer a los padres soluciones no
demostradas científicamente. Por otro lado, hay padres y terapeutas convencidos de que
las terapias alternativas son eficaces y pueden mejorar el estado de salud de los niños.
Como resultado, en vez de una colaboración entre médicos, padres y terapeutas, nos
encontramos con un conflicto. ¿En qué consiste realmente la terapia nutricional con
probióticos?

Los padres quieren probar distintas vías de apoyo a la terapia, pero muchas veces se las
ocultan al médico y recurren a la ayuda de foros de internet y grupos de apoyo. Al perderse en
una maraña de información, los padres tienen dificultades para seleccionar el apoyo adecuado
para sus hijos. Además, no todos los métodos que ofrecen los especialistas en tratamiento
biomédico serán adecuados para cada niño. Por su parte, los médicos generalmente eluden el
tema, mientras que los padres se aferran a lo que sea. ¿Se puede poner orden en esta situación
de alguna forma?

¿Tratamiento o apoyo?

La mayor objeción de científicos y médicos es que en las terapias alternativas se utiliza la


palabra "tratamiento" (por ejemplo, tratamiento biomédico). Según los conocimientos
actuales de la medicina, los trastornos del espectro autista se consideran incurables. Tampoco
se conocen sus causas, aunque los últimos informes señalan que hay ciertos cambios en el
organismo de los niños con TEA observables ya en la etapa prenatal. Mientras tanto, parte de
los terapeutas que trabajan con tratamientos alternativos buscan las fuentes de estos trastornos
en una acumulación de metales pesados o en las vacunas. Ofrecen tratamientos
(desintoxicación o suplementación) que a veces se anuncian como un medicamento para el
autismo. Este enfoque genera protestas lógicas por parte de los médicos, ya que puede dar
falsas esperanzas de curar el autismo mediante la medicina no convencional. Es imperativo
afirmar categóricamente que, en estos momentos, no hay ninguna investigación científica que
confirme la eficacia del tratamiento biomédico. ¿Significa esto que las terapias naturales,
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como la terapia dietética o la terapia con probióticos, no tienen sentido? No del todo. El
problema a la hora de que la comunidad científica reconozca la eficacia de estos
métodos es que es muy complicado analizarlos objetivamente y sacar conclusiones
claras. En la literatura disponible, se suele señalar que los padres observan una clara mejoría
después de implementar una dieta sin gluten. Sin embargo, la mera valoración de los padres
no es suficiente para que los médicos consideren que su implementación está justificada. Otro
problema es el amplio espectro de las terapias que se consideran tratamiento biomédico. Una
gran parte de ellas generan verdaderas dudas en cuanto a su eficacia y seguridad para los
niños.

LA IMPORTANCIA DE LA TERAPIA DIETÉTICA

Unos hábitos alimentarios incorrectos pueden generar problemas de salud de distinto tipo,
como déficits alimentarios, problemas en el tracto digestivo, sobrepeso o enfermedades de la
civilización. La dieta también influye significativamente en el desarrollo neurológico del
cerebro y en los procesos mentales. Además, apoya –o inhibe– la formación adecuada
del sistema nervioso, sobre todo en los organismos jóvenes. Por esa razón, en el caso de los
niños con espectro autista, la alimentación influye enormemente en su comportamiento.
Aproximadamente el 89% de los pacientes que tienen TEA sufren problemas de tracto
digestivo (estreñimiento, diarreas, dolores abdominales). Además, alrededor del 69% de los
niños autistas forman ciertos "esquematismos" alimentarios que limitan su dieta a varios
productos. Además de la propia comida, estos niños suelen fijarse muchísimo en el envase del
producto (por ejemplo, pueden preferir un yogur de envase color amarillo o unos cereales de
un cartón en el que está dibujado un conejo marrón). Estos comportamientos limitan en gran
medida la calidad de la dieta del niño en cuanto a la variedad y la cantidad de vitaminas y
minerales. Además, provocan ataques de agresividad cuando no quieren cambiar su dieta
determinada. Por un lado, estos esquematismos les impiden probar nuevos productos, pero
por otro lado, ofrecen la posibilidad de "luchar" contra las costumbres del niño, por ejemplo
metiendo una versión más sana de los cereales en la caja con el conejo. Los principales
problemas de los padres de un paciente de TEA son iniciar la dieta, implementar
gradualmente nuevas normas alimentarias y seguir consejos que realmente ayuden a su hijo.

DIETA SIN GLUTEN Y SIN LECHE

Una de las teorías más extendidas y populares sobre la alimentación de los niños del espectro
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autista afirma que se deben excluir dos grandes grupos de productos de su dieta: los que
contengan gluten y caseína. ¿Qué culpa tienen estos dos ingredientes y por qué se sospecha
que intensifican los problemas relacionados con los TEA? Tanto el gluten como la caseína
son proteínas que están muy presentes en nuestra dieta. El gluten es un ingrediente de los
productos basados principalmente en trigo (aunque también se encuentra en el centeno, la
cebada y la avena). Por su parte, la caseína es la principal proteína de la leche, y está presente
prácticamente en todos los productos lácteos: yogures, kéfires, cuajadas, quesos, etc. Los
científicos llaman "teoría de los opiáceos" a la hipótesis que propone su exclusión.
Según ella, los pacientes del espectro autista no son capaces de digerir el gluten y la caseína
de manera adecuada, lo que desemboca en una producción de exorfinas (casomorfina y
gliadorfina). A continuación, estas moléculas llegan al cerebro gracias al nervio vago, y
atraviesan la barrera hematoencefálica. Las exorfinas influyen sobre el niño de manera
similar a los opiáceos: reducen el dolor, calman momentáneamente y al mismo tiempo
los vuelven dependientes. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los pacientes de TEA
sufren dolores relacionados con la función del aparato digestivo, no es de extrañar que los
niños busquen reducir esas dolencias comiendo productos "de apoyo". Así pues, a menudo
limitan su dieta a productos basados precisamente en estas proteínas. Así se forma un círculo
vicioso, ya que el gluten y la caseína alivian los dolores aparentemente, pero por el otro lado
pueden ser la causa de los comportamientos agresivos típicos de los niños con TEA, así como
de su aislamiento social y su falta de interés por el mundo exterior.

Aunque cada vez más pacientes siguen la recomendación de comer sin gluten y sin lácteos,
las investigaciones científicas al respecto siguen sin ser concluyentes. Algunos investigadores
observan una mejoría significativa al mantener a los niños en una dieta sin leche y cereales,
pero hay otros especialistas que no ven diferencia alguna entre los niños que siguen esa dieta
y los que se alimentan de manera estándar. El inconveniente de esta dieta es el hecho de que
muchos padres sustituyen los productos lácteos y los cereales de manera torpe. Como
consecuencia, generan déficits de vitaminas o minerales en el niño, lo que puede acarrear
problemas adicionales. Sin embargo, no podemos ignorar el amplio grupo de pacientes que se
beneficiaron enormemente de implementar nuevos hábitos. Sigue siendo necesario realizar
más investigaciones para considerar que esta dieta sea un método demostrado científicamente.
Al evaluar su eficacia desde el punto de vista de los padres que la implementaron, podemos
afirmar que una dieta sin gluten ni lácteos debería ser un elemento integral del tratamiento.
Que quede claro que ambas variantes de alimentación son seguras si se implementan de
manera adecuada. Por lo tanto, para minimizar los posibles déficits nutricionales, la dieta
debe estar controlada por un nutricionista.
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DIETA SIN AZÚCAR

El hecho de que el azúcar no es un factor favorable en la dieta del niño parece obvio. El
azúcar provoca obesidad, caries y dolores abdominales. En el caso de los pacientes con
trastornos del espectro autista, el azúcar puede repercutir en su organismo con mucha más
fuerza que en los niños sanos. Principalmente, se sugiere que el azúcar –y la energía rápida y
de fácil acceso que libera– influye en el comportamiento de los niños con TEA. Este exceso
de energía hay que aprovecharlo de alguna manera. Por desgracia, los ataques de ira de
muchos niños, o sus autolesiones durante comportamientos incontrolados, son la
consecuencia de un consumo excesivo de carbohidratos simples. Además, la gran mayoría de
los enfermos presentan trastornos de la microflora intestinal, lo que incluye un desarrollo
excesivo de hongos Cándida. Una pequeña cantidad de Cándida puede considerarse una
microflora intestinal fisiológica. No obstante, su exceso provoca una serie de efectos
secundarios negativos, como una función digestiva inadecuada (dolores abdominales,
distensión abdominal, problemas de vientre), problemas de concentración, enfermedades
cutáneas y muchos más. La dieta desprovista de azúcares simples (dulces, productos
edulcorados como mermeladas, jarabes, zumos o incluso ensaladillas) influye positivamente
en la salud y el comportamiento del paciente, así como una limitación o reducción del
consumo diario de frutas. A la hora de seleccionar los productos alimenticios, debemos
fijarnos en las sustancias que contienen, como el jarabe de glucosa-fructosa, el jarabe de
maíz, o incluso los productos aparentemente sanos como la miel, el jarabe de agave, el jarabe
de arce y demás. Todos estos productos pueden provocar hiperactividad y se traducen en
comportamientos agresivos o ataques de ira. Lógicamente, una dieta sin azúcar no implica
eliminar por completo los "carbohidratos sanos". Pueden estar presentes en la dieta del niño,
aunque en cantidades pequeñas y controladas. Por ejemplo, se permiten las frutas frescas de
temporada y pequeñas cantidades de batidos de verduras y frutas.

DIETA CETOGÉNICA

La dieta cetogénica es una solución que muchos especialistas consideran polémica, sobre todo
cuando se aplica a los niños. Al mismo tiempo, presenta muchas ventajas. Por ejemplo, está
especialmente recomendada para los epilépticos. Al parecer, esta dieta también puede suponer
una alternativa maravillosa para las personas con TEA. Consiste en limitar al máximo el
consumo de hidratos de carbono, suministrar las cantidades recomendadas de proteínas y
complementar las necesidades calóricas con una mayor dosis de grasas. Durante este tipo de
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alimentación, el organismo modifica sus rutas bioquímicas de obtención de energía y no solo


usa glucosa como fuente, sino también los cuerpos cetónicos derivados de la descomposición
de las grasas. Las observaciones de niños autistas mostraron que esta dieta influye
positivamente en su comportamiento, aunque es complicada de implementar en el día a
día. Según algunas investigaciones, los pacientes con ligeros trastornos alcanzan los mejores
resultados, mientras que las personas con problemas severos de TEA no obtienen beneficios
significativos con esta dieta. En cualquier caso, es difícil encontrar publicaciones de calidad
sobre este tema, ya que las investigaciones no suelen contar con un grupo amplio de sujetos.
Aunque los resultados preliminares sean optimistas, cambiar a esta dieta va unido a un gran
riesgo de sufrir déficits y trastornos metabólicos, por lo que no se recomienda en un enfoque
terapéutico estándar. Algunos autores sugieren que su efecto se combina con el espectacular
efecto de la dieta sin gluten: una dieta sin gluten mal equilibrada aumenta la aportación de
energía por parte de los cuerpos cetónicos. Por desgracia, esto dificulta en gran medida la
evaluación objetiva de ambos métodos de alimentación. Para implementar una dieta
cetogénica debemos ser muy cautos, y solo podemos hacerlo bajo el control del médico y el
nutricionista.

DIETA INDIVIDUALIZADA CON BASE EN LOS ANÁLISIS DE


HIPERSENSIBILIDADES (INTOLERANCIAS) ALIMENTARIAS

En la actualidad, la dieta basada en las intolerancias o alergias alimentarias de tipo III es uno
de los modos de alimentación alternativos más interesantes para los niños con TEA. El
desarrollo de intolerancias alimentarias está relacionado con el síndrome del intestino
permeable. Una barrera intestinal alterada controla de manera imprecisa el paso de las
moléculas alimenticias del intestino a la circulación. En un intestino sano, solo las moléculas
de alimento más pequeñas y divididas pueden enviarse al interior del organismo. Sin
embargo, a causa del intestino permeable, las proteínas sin digerir entran en la circulación y
provocan reacciones inflamatorias en el organismo, que son un proceso de defensa natural del
sistema inmune, cuyo objetivo es eliminar del cuerpo las moléculas inadecuadas. Cuando hay
demasiadas de estas moléculas (debido a una infiltración continua a través del intestino
permeable), tiene lugar una inflamación crónica que ocasiona ciertos síntomas, síntomas
relacionados con los TEA inclusive. Mediante un diagnóstico de laboratorio preciso podemos
comprobar qué alimentos originan este estado. Uno de los determinantes es el recuento de
anticuerpos IgG. Si superan los niveles recomendados, debemos eliminar de la dieta el
producto en cuestión durante un tiempo determinado. Si no se observan esos anticuerpos, se
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puede consumir el alimento en la configuración determinada (en rotación, principalmente de


4 días). Como resultado, obtenemos un plan de alimentación individualizado y adaptado a las
necesidades del paciente. Aunque en este caso tampoco haya investigaciones científicas cuyos
resultados respalden la legitimidad de este método, muchos especialistas y padres han
observado que este método de alimentación ha supuesto en bastantes ocasiones un hito en el
desarrollo del niño. Eliminar la inflamación permite incrementar la actividad cerebral. Al
igual que con la dieta sin lácteos ni gluten, eliminamos un problema del entorno para que el
organismo funcione mejor. No obstante, existe el riesgo de que la dieta quede bastante
limitada, por eso para elaborarla precisamos de un especialista. Eliminar muchos alimentos de
la dieta diaria aumenta significativamente el riesgo de sufrir déficits de vitaminas o un
desequilibrio de macronutrientes. Otro inconveniente fundamental de esta dieta es lo que
cuestan los análisis, cuyo precio puede superar los mil euros.

PROBIÓTICOS

En los últimos años, la mayoría de especialistas han empezado a fijarse en la microflora


intestinal y su relación con el desarrollo de muchas enfermedades. Se ha demostrado que la
disbiosis, esto es, un desbalance del recuento y la calidad de la microflora intestinal, es el
origen de muchas enfermedades. En el caso de los trastornos del espectro autista, también se
ha demostrado dicha relación. El eje intestino-cerebro cumple una función importante, ya que
une el aparato digestivo con el sistema nervioso. En el intestino hay alrededor de 200
millones de neuronas, lo que lo convierte en el segundo órgano más "nerviosamente" activo
después del cerebro. Por lo tanto, no se puede ignorar la influencia del intestino en el
desarrollo y el tratamiento del autismo, y por consiguiente, la microflora intestinal, una parte
integral de este órgano.

Principalmente, se han observado las diferencias en cuanto a las especies y la cantidad de


bacterias del género Clostridium (resistentes a antibióticos) entre los niños con TEA y los
niños sanos. Este fenómeno se observó al examinar a niños que sufrían otitis media, quienes
mejoraron su estado clínico tras recibir vancomicina. Por desgracia, al interrumpir el
tratamiento, se observó una regresión significativa y una recurrencia de los comportamientos
autistas. Estas observaciones demuestran que algunas bacterias tienen formas latentes, y que
al dejar los fármacos, vuelven a desarrollarse y provocan la recurrencia de la enfermedad.
Como los antibióticos no pueden servir de ayuda, la comunidad científica cada vez se inclina
más por intentar modificar la microflora de manera no invasiva mediante probióticos y
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prebióticos. ¿Podría ser una medida pionera para tratar los TEA? Parece que esta tendencia es
el futuro, aunque en la actualidad, a pesar de que podemos determinar en qué consiste el
trastorno del equilibrio de la microflora intestinal, aún no somos capaces de crear el
probiótico ideal que mejore claramente la calidad de la microbiota. Muchos centros intentan
influir en la calidad y la cantidad de los microorganismos del intestino de manera indirecta, lo
que ofrece efectos muy beneficiosos. Gracias a la terapia con probióticos, no solo mejora la
función digestiva –lo que permite que los pacientes dejen de sufrir estreñimientos, diarreas o
dolores intestinales–, sino que también optimiza la producción de neurotransmisores y la
función cerebral a través del eje intestino-cerebro. Aunque es más bien complicado encontrar
en los probióticos un fármaco para los TEA (al menos a día de hoy), no cabe duda de que
podemos considerarlos un apoyo fantástico a las terapias tradicionales. Si eliminamos las
alteraciones en la microbiota intestinal, podemos apoyar significativamente el tratamiento de
los problemas indirectos de los pacientes de TEA (infecciones recurrentes, alergias
alimentarias, problemas cutáneos).

LA TERAPIA DIETÉTICA EN LA PRÁCTICA

Ya hemos explicado los mecanismos que pueden justificar la implementación de una dieta sin
gluten, sin lácteos y sin azúcar para los niños con TEA. Antes de comenzar la dieta de
eliminación, es necesario prepararse a conciencia. La dieta sin lácteos y sin gluten no tiene
por qué ser una dieta deficitaria y desequilibrada si se introducen sustitutos valiosos. En
el caso de los niños con TEA, los únicos obstáculos a la implementación de la dieta pueden
ser la aversión de los niños a las novedades y sus esquematismos alimentarios. Eliminar el
gluten y los lácteos, sobre todo en la fase inicial, puede hacer que los niños respondan con ira,
ansiedad o negativas a comer nuevos productos. Gracias a las historias de algunos padres,
sabemos que en las primeras semanas de eliminación del gluten, los niños pueden
comportarse de manera agresiva, de manera similar a las personas que siguen "dietas de
hambre". Esto puede explicarse mediante la teoría de los opiáceos ya mencionada. Por esa
razón, el esquema de implementación de la dieta de eliminación de los niños con TEA es
distinto al de las personas sanas. Por lo general, se recomienda eliminar todos los productos
que generen hipersensibilidades alimentarias justo después de recibir el diagnóstico. Esta
eliminación tiene lugar en tres pasos: diagnóstico, educación y eliminación. En el caso de los
niños con TEA, la eliminación debe extenderse en el tiempo y prepararse a conciencia.

Debido a la gran aversión a los cambios y a sus frecuentes esquematismos alimentarios,


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implementar la dieta nueva de un día para otro puede suponerles una gran conmoción a
estos niños, influir negativamente en su comportamiento e incluso provocar que se
nieguen a comer. Se recomienda eliminar los productos uno a uno y darle cierto tiempo al
niño para que se acostumbre al sustituto de cada producto.

Por ejemplo, supongamos que un niño desayunaba cada día pan con queso. Si eliminamos el
gluten y los lácteos, al principio debemos cambiar el pan por uno sin gluten, pero dejarle su
queso favorito. Si de un día para otro cambiamos su bocadillo favorito por avena, lo más
probable es que el niño se niegue a comer.

Además, es imprescindible preparar al niño ante los cambios. Debemos definir claramente
las reglas y marcar el momento en el que eliminar cada producto. No es tarea fácil, por
eso recomiendo recurrir a la ayuda de un terapeuta y un nutricionista, quienes prestarán el
apoyo necesario para elaborar un método individual de implementación de la nueva dieta que
se adapte a las posibilidades del niño. Implementar una dieta nueva puede ser especialmente
difícil cuando los niños poseen unos esquematismos alimentarios muy marcados. Pueden
tener fijación por colores, consistencias, temperaturas e incluso envases específicos. Al
preparar comidas nuevas, recomendamos que su aspecto y su consistencia sean similares a las
de los platos que el niño conoce y acepta. Si el niño está muy acostumbrado a unos envases
específicos, a veces se recomienda echar el nuevo producto dentro del envase antiguo. Lo más
importante es implementar el proceso paulatinamente y adaptar los tiempos de los cambios a
las posibilidades del niño.

DIETA DE ELIMINACIÓN, NO DÉFICITS

Después de eliminar cualquier producto de la dieta, debemos garantizar que esta se mantenga
equilibrada. El error más frecuente consiste en retirar del menú un grupo entero de
productos sin añadir los sustitutos adecuados. Echemos un vistazo a la pirámide
alimenticia. Los productos de trigo y los productos lácteos ocupan dos pisos enteros. Al
eliminarlos de la dieta del niño, los padres no pueden fingir que los productos de esos grupos
no son necesarios. Tanto el trigo como los lácteos proporcionan cantidad de nutrientes
valiosos. Por lo tanto, debemos seguir unas cuantas reglas:

 Por cada producto eliminado, añadimos tres productos valiosos. Por ejemplo, si
eliminamos el gluten, debemos enriquecer la dieta con amaranto o trigo sarraceno.

 En la medida de lo posible, debemos intentar rotar los productos para no darles de


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comer lo mismo todos los días. Si compramos bebidas vegetales, pongamos una regla
de que por ejemplo un día se bebe leche de arroz y otro leche de coco.

 Mantengamos un equilibrio. Existen productos muy importantes para la dieta sin


gluten ni lácteos, como los frutos secos, los granos sin gluten, las verduras y las
frutas. Una dosis adecuada de estos alimentos proporciona las cantidades requeridas
de vitaminas B y calcio. Si hay dudas respecto a cómo implementar una dieta así,
siempre es recomendable recurrir a los consejos de un nutricionista. Cuando trabajan
con niños, los nutricionistas no les dan a los padres dietas predeterminadas con
comidas específicas, sino que colaboran con ellos para complementar la dieta con los
ingredientes indispensables. Además, cumplen la función de educadores para que los
padres pueden elaborar por sí mismos las dietas en un futuro.

¿CÓMO GARANTIZAR EL SUMINISTRO DE CALCIO EN UNA DIETA SIN


LÁCTEOS?

Los déficits de calcio son uno de los mayores temores de la mayoría de los padres. Se suele
considerar que los productos lácteos son la fuente de calcio más valiosa. Para equilibrar la
dieta, es necesario introducir productos que compensen la falta de lácteos.
Principalmente, dicha función la cumplen granos como el sésamo, la amapola y el
amaranto o verduras como la col. Como puede ser complicado lograr que el niño coma
estos alimentos, una solución cómoda es preparar harina rica en calcio. Para ello, se debe
moler amaranto, granos de quinoa, sésamo, amapola y almendras (20 gramos cada
ingrediente) en un molinillo de café. Esta mezcla se puede guardar en la nevera y añadir unas
cuantas cucharadas a los platos del niño.

ALIMENTOS CERTIFICADOS

En este enfoque práctico hacia la dieta de eliminación, un tema que se debe abordar es la
selección de los productos adecuados a la hora de hacer la compra. En el caso de los niños
con TEA, normalmente se recomiendan productos que contengan cantidades residuales de
gluten. Esto le supone una dificultad añadida a los padres, ya que deben seleccionar los
alimentos marcados con la espiga y el signo de prohibido, que son más caros, escasos y, por
desgracia, de composición peor que los alimentos sin gluten no certificados. Otro problema
son los productos lácteos que se "ocultan" bajo la forma de suero en productos de repostería,
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comida congelada e incluso en los medicamentos. Si a esto le añadimos que los conservantes
y los metales pesados de bastantes alimentos están desaconsejados para los niños con TEA, y
que deben consumir productos ecológicos, implementar una dieta rica, variada y equilibrada
parece imposible. Lo único que pueden hacer los padres es intentar buscar un término medio
que se adapte a sus posibilidades logísticas y financieras. Sin duda alguna, merece la pena
dedicarle más tiempo a analizar el mercado y buscar experimentos culinarios antes de iniciar
la nueva dieta. La etapa de educación es fundamental, ya que una vez la dieta nueva ya
esté implementada, lo aconsejable es limitar los experimentos y solo utilizar los
productos que se hayan contrastado antes. Esto no significa que no se pueda introducir
nada nuevo, pero la base que garantice al niño unas comidas equilibradas debe haberse
probado con anterioridad.

TRATAMIENTO BIOMÉDICO – MANTENER LA MODERACIÓN

El rango de las terapias que se pueden considerar como tratamiento biomédico es muy
amplio. Como ya hemos mencionado, llamarlo "tratamiento" es algo polémico, aunque eso no
cambia el hecho de que algunas terapias basadas en dietas o probióticos pueden ser un apoyo
eficaz y un complemento a las terapias estándar de los TEA. Los padres deben ser capaces de
distinguir estas terapias –que pueden ayudar verdaderamente– de los timos que
supuestamente "curan a los niños autistas", lo cual es muy difícil. Como no hay evidencias
científicas concluyentes, los padres deben fiarse del especialista que hayan elegido y confiar
en las opiniones de otros padres. No obstante, esto último conlleva un cierto riesgo, ya que al
igual que con cualquier terapia de cualquier enfermedad, es fundamental que las
recomendaciones sean individualizadas. Por otro lado, por experiencia sabemos que los
padres suelen someter a sus hijos a varias terapias e intervenciones en muy poco tiempo, con
la esperanza de que alguna de ellas mejore su salud e incluso cure por completo los TEA. Se
fían de las recomendaciones de los grupos de apoyo o los foros de internet, y muchas veces
implementan de manera impulsiva una suplementación, una desparasitación preventiva o una
desintoxicación tras las vacunas. No queremos polemizar con estos métodos, aunque algunos
de ellos nos generan bastantes dudas. Entendemos que los padres buscan cualquier método
que pueda darles esperanzas de mejorar el estado de salud de su niño. Sin embargo,
recomendamos que si eligen una terapia no convencional, intenten individualizarla lo
más posible y adaptarla a las necesidades de su hijo. ¿Qué significa esto? Básicamente,
que algunas terapias como la desparasitación deben estar precedidas por un diagnóstico
adecuado. Seleccionar el método de diagnóstico ya es complicado de por sí. Algunos de los
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análisis disponibles en el mercado no cumplen con los criterios de análisis de laboratorio y no


están recomendados por la Asociación Nacional de Especialistas en Diagnósticos de
Laboratorio. Eso pone en duda la fiabilidad de sus resultados y, sobre todo, de si se deben
implementar tratamientos o suplementaciones con base en ellos.

Resumiendo, hay que darse cuenta de que la dieta de los enfermos de TEA es un elemento de
apoyo, y no de tratamiento en sentido estricto. La alimentación y los probióticos han de
contribuir a mejorar la concentración del niño y su contacto con el mundo exterior. Además,
deben reducir sus posibles dolores para que los tratamientos estándar ofrezcan un mejor
efecto. Sin embargo, no existen pruebas irrefutables de la eficacia de ninguno de los métodos
descritos. Lo que no podemos negar es el hecho de que muchos pacientes aumentan su
calidad de vida y su nivel de funcionamiento social después de implementar cambios en su
alimentación. Por lo tanto, desde el punto de vista del nutricionista, del padre y sobre todo del
paciente, no cabe duda de que merece la pena implementar al menos algunas de las
recomendaciones. No obstante, es importante hacerlo poco a poco, ya que no existe ninguna
"maravilla alimentaria" que funcione si no se implementa de manera paulatina, prudente y
deliberada. Lo más importante es que, al final, los padres (o cuidadores) sean los que deciden
qué tipo de alimentación de los mencionados quieren darle a sus hijos.

Katarzyna Drews-Raczewska

Ha trabajado como consultora en nutrición clínica. Posee experiencia de trabajo con pacientes
que sufrían sobrepeso, obesidad y enfermedades metabólicas, y con deportistas y personas de
actividad física elevada. Especialista en dietas de eliminación y de eliminación-rotación.

Joanna Dronka-Skrzypczak

Ha obtenido su experiencia en cuestiones relacionadas con la dieta y la microflora al trabajar


para el Instituto de Microecología. Ha impartido varios cursos sobre la aplicación práctica de
la dieta de eliminación.

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