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Este documento resume la obra "Infancia en Berlín" de Walter Benjamin. Benjamin escribió 37 relatos autobiográficos sobre su infancia en Berlín a fines del siglo XIX. En los relatos, Benjamin explora la subjetividad infantil a través de la experiencia y la repetición en el juego. Describe cómo los niños experimentan el tiempo y el espacio presente de manera singular, sin preocuparse por el futuro o el pasado. Los recuerdos de la infancia de Benjamin se centran en detalles sensoriales como olores, colores y arquitectura de
Este documento resume la obra "Infancia en Berlín" de Walter Benjamin. Benjamin escribió 37 relatos autobiográficos sobre su infancia en Berlín a fines del siglo XIX. En los relatos, Benjamin explora la subjetividad infantil a través de la experiencia y la repetición en el juego. Describe cómo los niños experimentan el tiempo y el espacio presente de manera singular, sin preocuparse por el futuro o el pasado. Los recuerdos de la infancia de Benjamin se centran en detalles sensoriales como olores, colores y arquitectura de
Este documento resume la obra "Infancia en Berlín" de Walter Benjamin. Benjamin escribió 37 relatos autobiográficos sobre su infancia en Berlín a fines del siglo XIX. En los relatos, Benjamin explora la subjetividad infantil a través de la experiencia y la repetición en el juego. Describe cómo los niños experimentan el tiempo y el espacio presente de manera singular, sin preocuparse por el futuro o el pasado. Los recuerdos de la infancia de Benjamin se centran en detalles sensoriales como olores, colores y arquitectura de
191103605 Lic. Pedagogía Infantil VI semestre Educación en la diversidad y práctica investigativa
RELATORIA “INFANCIA EN BERLIN” WALTER BENJAMIN
Difícil relatar desde la pasión pero no existe otra forma de acercarse a este libro compuesto por treinta y siete relatos. Escritos treinta años después de su suceso y publicados posiblemente por razones económicas en periódicos, en ocasiones bajo sobrenombre, y que solo aparecerán conjuntamente después de su muerte ya en los años cincuenta. El pensador judío Alemán Walter Benjamín autor del libro “Infancia en Berlín hacia el mil novecientos” nació en Berlín, ciudad sucesivamente evocada por él en sus crónicas, relatos y textos radiofónicos, hacia el año de 1892. Sus textos son un verdadero y exquisito mosaico donde se fusionan la belleza prístina de la literatura, la precisión filosófica y la trascendencia teológica. Muerto en la ciudad de Port Bou, entre Francia y España, durante el año de 1940 mientras escapaba del horror Nazi. Lo que procuro en esta relatoría es analizar una subjetividad infantil pensada desde Walter Benjamin y que se constituye a partir de la experiencia, entendida como el don de percibir o la capacidad de producir semejanzas. Benjamin hace una filosofía de la concretitud, partiendo de las producciones humanas, históricas y culturales, como los juguetes infantiles o la distribución de las calles en una ciudad. De este modo, palabras como “umbrales”, “novedad”, “laberinto”, “niño”, “pasajes”, “día y noche”, “sueño y vigilia” aparecen entre sus líneas de modo que con ellos se realiza una importante labor hermenéutica en su escritura, un permanente ejercicio de interpretación de su contexto espacial y temporal en el propio ejercicio de hacer del lenguaje una interpelación, un llamado, una invitación a la palabra, pero también a los silencios. Sin embargo, él sostenía que el mundo de los juegos no puede ser considerado desde el punto de vista de la imitación, sino que es la ley de la repetición la que lo rige. Nada hace más feliz al niño que la repetición y el retorno, en los que busca el restablecimiento de una situación anterior, sin importar que esta haya sido en algunos casos traumática. Escribía Benjamin: “la esencia del jugar no es un „hacer de cuenta que…‟, sino un „hacer una y otra vez‟, la transformación de la vivencia más emocionante en hábito”. Los hábitos eran, para el autor, “formas irreconocibles, petrificadas, de nuestra primera dicha, de nuestro primer horror”. La repetición en el juego sería, entonces, no sólo una manera en la que el niño reelabora experiencias primitivas terroríficas sino también una forma de gozar de triunfos y victorias. Las características mencionadas del juego infantil -una compulsión a la repetición de vivencias desagradables, la trasformación de algo extraordinario en un hábito- parecen haber generado un importante interés en Benjamin. Interés que radicaba en los vínculos que esta experiencia del juego entabla con la experiencia auténtica, aquella que Benjamin estaba viendo empobrecerse y desaparecer en el mundo moderno y que quería tratar de rescatar y reestablecer. De esta manera, pienso que Benjamin tiene una concepción de infancia, la cual permite esbozar una subjetividad que se constituye desde la experiencia, en un desplazamiento de la conceptualización moderna que comprende la subjetividad sólo a partir de sus relaciones con la verdad. Se trata, en suma, de un paseo filosófico por un entramado de infancia, experiencia, lenguaje y juego. La experiencia es conceptualizada como el don de percibir o la capacidad de producir semejanzas, de dar encuentro a lo diferente. Se toman como ejemplos el lenguaje -como “semejanza inmaterial”-, y el juego infantil. Lo alucinado, hadas, fantasmas y duendes forman parte del conjunto del mundo infantil. En el último relato, único que puede llevar ese título pues en él tienen cabida todos los anteriores pienso que nos refiere como un pequeño hombrecillo, personaje de los cuentos infantiles alemanes, es el hacedor de nuestros recuerdos y como las imágenes que él recoge serán las que permanezcan en nuestro interior, si bien es cierto que “Jamás podremos rescatar del todo lo que olvidamos. Quizás esté bien así”. Relatos breves, algunos no más de quince líneas como “Llegando Tarde”, o los más extensos de cuatro o cinco folios, en los que los recuerdos son tratados con extremada delicadeza y ternura no dejando por ello de ser inflexibles con una realidad que se abre ante los ojos del niño, recuerdos que se hacen presentes también en mí, como ese que dice “Pues nunca me gustaba tanto el día, por largo que fuera, como cuando la lluvia lo peinaba lentamente durante horas y minutos con sus dientes finos y rudos. Esperaba; pero no que cesara, sino al contrario, que cayera cada vez con mayor intensidad…Comprendí perfectamente que se crece con la lluvia”, he crecido con un gran afecto hacia la lluvia y pienso que aprender a crecer trae consigo las experiencias más sensibles. Entonces abordo algunas preguntas como ¿Qué pretende Benjamín con estas páginas? ¿Cómo puede escarbar y abrir tan nítidamente la tierra de los recuerdos? Enfrentándose a la labor con la misma humildad del que cava un hoyo bajo sus pies y a paletazos extiende la arena a su alrededor. ¿Qué busca? Quizá “lo olvidado que nos parece pesar por toda la vida vivida que nos promete”. Benjamin no habla sobre la infancia, sino desde ella, describiendo sus paseos por las calles de Berlín, sus experiencias primeras, en las que tiempo y espacio eran vividos desde la singularidad del presente. Narraciones desde la memoria, en las cuales Benjamin-niño vuelve con las palabras a recorrer las calles y los tiempos de la infancia, las semejanzas y significaciones nacidas de sus olores, colores, formas configuradas en el arte arquitectónico. Quizás, más que nadie, los niños puedan estar parados en el instante del presente, sin considerar lo amenazador y peligroso de un futuro incierto, o de un pasado que se nos viene encima como un muro que ni siquiera quisimos edificar. Bibliografía - Benjamin Walter. Infancia en Berlín hacia 1900. Buenos Aires, Alfaguara, 1987.