Después de la lectura de las páginas del libro antes mencionado rescato lo siguiente: Como tesis general el autor describe el llamado como como un asunto que implican dos cosas. 1) Un llamado implica información nueva. Dios nos da una nueva información de cómo vivir en el llamado. 2) Un llamado implica una nueva responsabilidad. Los diversos trabajos o ministerios de su reino. Estas dos implicaciones el autor lo define de la siguiente manera: “Un llamado es una impresión profunda dejada por Dios que establece los parámetros para su vida y puede alterarse solo por medio de impresión subsiguiente y reemplazante de parte de El.” El llamado es una experiencia interna, una obra del corazón; es una experiencia subjetiva con Dios, pero siempre con un trasfondo bíblico. Un llamado produce un cambio en el ser para siempre, porque penetra hasta el alma. Un llamado produce parámetros de vida, guías protectoras y pautas que determinan las decisiones del futuro, todo lo que encaja dentro del parámetro de vida es aceptable, mientras que todo lo que NO encaja en el parámetro simplemente no lo es. El llamado puede ser cambiado por otro llamado. El ministerio es un llamado y no una carrera o profesión. El que es llamado persevera as pesar de la dificultades Los cambios ministeriales no se basan en compensaciones o beneficios familiares, mas bien se basan en el llamado Hay tres aspectos distintos del llamado de Dios El llamado Universal (que es para toda la iglesia) El llamado general (que son los líderes locales de cada iglesia) El llamado específico (Dios llama a un ministerio específico) {llamado universal a un servicio cristiano}, [llamado general al liderazgo cristiano], (llamado a una asignación o puesto ministerial) Dios nos llama de tres maneras: Nos llama por experiencias repentinas. Para esto debemos de tener en cuenta algunas cosas: Todas ellas son sobrenaturales Es importante no adorar o buscar la experiencia, sino adorarle y glorificarle a El. La gente se sorprende cuando sucede Aunque si hay llamados de experiencias repentinas. No es la norma para el llamado. Dios llama por medio de decisiones razonadas. Dios llama por indicaciones de otros. Finalmente Dios es soberano en su llamado, su misión debe ser cumplida y el cristiano debe estar dispuesto a aceptar sus designios.