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Qué opinión le merece el siguiente argumento del Tribunal Constitucional:

“Así, el Capítulo V establece que dicha pena será revisada de oficio o a petición de parte
cuando el condenado haya cumplido 35 años de privación de libertad (…). El Tribunal
Constitucional considera que el régimen jurídico de la cadena perpetua establecido en el
Decreto Legislativo 921 ha salvado las objeciones de inconstitucionalidad y, por ello, cumple lo
dispuesto en la STC 0010-2002-AI/TC. Y constata que el legislador ha introducido diversos
mecanismos para hacer que una pena, prima facie, sin límites temporales, como la cadena
perpetua, sea susceptible de devenir en temporalmente limitada a través del referido
procedimiento de revisión”  [STC de 9 de agosto de 2006 (Expediente 0003-2005-PI/TC) FJ
21°].

En principio, del citado párrafo se desprende:

1. Que existen penas que privan la libertad humana,


2. Quienes pueden ejercer la acción,
3. Que las penas están afectas a un determinado plazo,
4. Que el legislador para mantener el orden y la paz social tiene que imponer penas que
violen ciertos derechos fundamentales,
5. Que el legislador establece los mecanismos y procedimientos para su revisión,
6. Que las penas tienen una finalidad,
7. Que existe una entidad que hace cumplir las funciones del legislador.

En efecto, entendemos que dentro de sus funciones el legislador hace un estudio profundo
entre los fines a lograr y las exigencias de la privación de ciertos derechos humanos, en castigo
de un acto irreprochable contrario al orden y las buenas costumbres a fin de mantener la paz
social; sin embargo, ello muchas veces tiene que vulnerar algunos derechos fundamentales
como la libertad misma, tal es el caso como la cadena perpetua.

Del mismo nombre, a simple lectura de la palabra, imaginaríamos que una persona no volvería
a recuperar su libertad – pena máxima por cometer un delito – pues cabe preguntarnos ¿el
legislador persigue el cumplimiento de determinados fines con la pena?; resulta evidente que
sí, sino no impondría penas tan graves y prolongadas. Por tanto, el legislador en el ejercicio de
sus funciones debe ser muy minucioso y establecer las reglas claras para poder cumplir los
fines de la pena, tal es el caso, que exige un procedimiento de revisión según lo establecido en
Decreto Legislativo N° 921.

En resumen, queda claro que toda pena tiene una finalidad y, una de ellas es la resocialización;
es decir, la readaptación de la conducta humana dentro de los estándares permitidos por las
buenas costumbres y los limites fijados por el Estado para mantener el orden y la paz social.

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