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Trabajo con materiales sobre los chicos que se lastiman. Estrategias de subje-
tivación en la fluidez. La caída de las instituciones y los chicos en banda.
Cristina Corea
Teorías de la subjetivación contemporánea 029 / 1
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Cristina: Para tratar de continuar con el tema que vienen trabajando en torno a las
formas de padecimiento contemporáneo, les propongo que veamos una serie de mate-
riales sobre el tema de los chicos que se producen heridas en brazos y manos y que ha
causado alarma entre padres, maestros y medios de comunicación. Los materiales son
algunos aportes en la Lista de Campo Grupal y notas periodísticas que van a continua-
ción, para que podamos discutir.
En un diario platense, primera plana:
Llamativa conducta de alumnos mendocinos: ALUMNOS IMITAN A "TUMBEROS" Y SE
CORTAN LA PIEL Copian a los protagonistas de la serie de TV, Se hicieron tajos para mos-
trar su valentía, Dicen que es una moda. Hay preocupación.
El copete dice:
Ocurrió en la mayoría de las escuelas de General Alvear, en Mendoza. Se efectuaron ras-
pones y cortes para mostrar que no son "maricones", Algunos estaban en carne viva. Los
chicos contabilizan las heridas y las miden con una regla. Dicen que es una moda.
Y la noticia cuenta que una supervisora de la DGE mendocina tomó el tema y encontró
más de cien chicos. Que es un juego dicen los chicos, que lo hacen fuera de la escuela,
"para demostrar que no son maricones"– "El juego de Tumberos lo hacen muchos chi-
cos que van a la escuela", dijo un pibe de 10 años. –"En cuarto grado hay un chico que
se hizo como diez cortes y es uno de los que mas lastimaduras se hizo, pero ya se le
están cicatrizando. Ése sí que es un tumbero de verdad", dijo otro chico de 12, con
marcas en la mano.
Un resumen, claro, es más truculenta la noticia, el diario es berreta, pero la cosa se
trasparenta. Me comuniqué con la escuela, y tenían el diario, estaban reunidas con es-
te tema. Dicen que en el barrio el juego empezó antes que Tumberos. Que eso es así.
Y que hoy les habían recomendado Chicos en Banda
Envié el mismo mensaje a VeIHache, y me contestó una compañera médica que traba-
ja alrededor de consumo de sustancias, VIH/Sida., etc. Su sobrino de 10 años llega de
Uruguay con marcas iguales. No le dio información, pero sus papás le contaron que en
el colegio bilingüe al que concurre se esta haciendo cada vez mas frecuente...
¿Producción de subjetividad, dijo? No le escuché bien...
PD: Recién me llega un msg, me cuentan que Magdalena Ruiz Guiñazú, una periodista
de radio clásica por acá, está entrevistando a la supervisora mendocina.
Enviado el: martes, 05 de noviembre de 2002 19:34
Para: Grupal
Asunto: Chicos que se lastiman
Roman
De: "Juan Luis Lovari" <lovarix@hotmail.com>
Hola:
Esta comunicación pretende ser una viñeta que a su vez quisiera convocar a los com-
pañeros para el mapeo y reflexión sobre un hecho que me presentaron al visitar una escue-
la del Gran Buenos Aires, cercana a un gran asentamiento precario. "Hay una moda", me
dijeron las directoras y una madre, "que nos tiene muy preocupadas".
Los chicos se lastiman entre si de una manera muy particular: empiezan como rascando al
otro en el antebrazo hasta que lo lastiman, y después siguen y siguen con la lastimadura
hasta hacerla bien profunda. ¿Qué tan profunda? Tanto que ya la piel no se regenera com-
pletamente, y quedan esas cicatrices rosadas, fibrosas, atróficas. Un marca imborrable, en
suma, y a veces de varios centímetros. ¿Como empezó? Los pibes del noveno año, pibas
incluidas... ¿Hasta dónde llegó? Hasta tercer año, chicos de 8 o 9 años. Se lo hacen a los
hermanos mas chicos, etc. "Y qué" le decía la hija de doce a esta mamá que estaba en la
reunión, "soy villera". Y lastimaba a su hermanita de la misma manera. La familia no vive en
el asentamiento mencionado, sino en el barrio circundante, que no tiene la misma connota-
ción.
Llamaron a tres o cuatro chicos de tercer grado, y medio que escondían las lastimaduras,
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que eran varias y de diferente antigüedad (ahí pude ver las cicatrices definitivas que les
habían dejado). "Hay uno" decían, "que tiene una banda de estas"... Lo llamaron, y era cier-
to. Había una cierta admiración hacia esa colección, pero también un sufrimiento particular
en esas heridas, que tardan en cicatrizar y duelen todo el tiempo. Conversando con ellos,
vimos que el club de fútbol del barrio es un escenario para esas agresiones, como que se
las hacen todos a todos...
La directora llamo a reunión de padres, sorprendida porque no habían ido a quejarse por el
tema, y encontró que también en las casas los pibes se están haciendo unos a otros estas
lastimaduras, y que estaban un poco naturalizadas.
En principio son lastimaduras un tanto serias, muy sucias, que cierran en más de una se-
mana, y que en principio los pibes ocultan. Estamos tratando de averiguar si esto se repite
en otras escuelas de los alrededores, y que distribución etárea tiene. Parece tener una dis-
tribución "en mancha de aceite", como que toman todo el territorio. Agradecería que quien
tuviera conocimiento de pibes se lesionen de esta manera me envíe una referencia geográ-
fica, y la forma de expansión de la "moda" en el lugar que conozca, a mi correo particular,
<lovarix@hotmail.com>, para hacer reserva de identidad. Son muchos chicos en esta ba-
rriada, parece, que se están lastimando unos a otros. La dire les sugirió a los papás, como
se imaginaran, que "es un llamado de atención de los chicos".
Dato interesante: en todos los grados de la escuela, hay mucho alboroto con Tumberos, la
serie carcelaria que se da por televisión abierta. ¿Qué será? Si alguien quisiera acercar una
reflexión, será muy bienvenida.
Abrazos escolares (no me claves el compás!)
El grumet7e
Otro documento.
Ordenan estudios psicológicos para los chicos autoflagelados
Son un centenar; se practicaban heridas en manos y brazos
• El gobierno mendocino emitió un comunicado oficial en el que desmiente que los peque-
ños hayan imitado a una serie de televisión
• Docentes e inspectores no opinan lo mismo
MENDOZA.- La Dirección General de Escuelas de esta provincia ordenó ayer un profundo
estudio psicológico de los cien alumnos de tres escuelas primarias de la ciudad de General
Alvear para determinar las causas por las que se autolesionaron en manos y brazos en una
competencia de resistencia al dolor que, se cree, fue copiada de la serie televisiva "Tumbe-
ros".
La preocupación de autoridades escolares y padres se incrementó ayer al confirmarse la
aparición de heridas similares en las manos de alumnos de escuelas secundarias de la
misma jurisdicción del sur mendocino, que se suman a los casos de las escuelas Alas Ar-
gentinas, Capital Federal y Constancio Vigil.
Estos juegos de autoagresión indican cierto estado depresivo en los chicos y manifiestan la
imposibilidad de expresar en palabras lo que les pasa", dijo a LA NACION la directora de
Salud Escolar y Orientación Psicopedagógica, Liliana Marín.
.La funcionaria manifestó que del testimonio tomado ayer a 30 alumnos lastimados, la psi-
cóloga Mirta Gastaldo concluyó que "no hay indicios de que las lesiones fueran provocadas
por imitación de lo que sucede en la serie televisiva". La misma afirmación está contenida
en un comunicado oficial de la Dirección General de Escuelas provincial, pero ayer la ins-
pectora zonal de la sección 36 de General Alvear, María del Carmen Sosa, dijo a LA NA-
CION que otros niños reconocieron a sus maestros que habían copiado actitudes de la se-
rie televisiva que aquí se emite por Canal 7 en Mendoza y la televisión por cable.
"La causa de las lesiones es diferente según el testimonio de cada chico; algunos alumnos
me dijeron personalmente que se lastimaron por hacer un juego de resistencia al dolor, pero
sé que en otras escuelas hubo chicos que comentaron que lo vieron en televisión y ahora
surge la duda de dónde lo sacaron", agregó Sosa.
El grave suceso que afecta a un centenar de alumnos de escuelas estatales de General Al-
vear despertó una inquietud generalizada en la Dirección General de Escuelas, cuyo titular,
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Hugo Duch, se reunió con inspectores y directivos escolares para tomar medidas de pre-
vención de violencia escolar, entre ellas los estudios psicológicos de los afectados.
La autoridad escolar abona la hipótesis de que se trata de un juego llamado "abecedario",
que consiste en provocar una intensa fricción con el filo de una regla sobre una mano o el
brazo, mientras se dice el abecedario. Gana el alumno que soporta el dolor hasta llegar a la
última letra.
La mayor preocupación radica en "entender el mensaje de los chicos porque están tratando
de decir algo mediante un proceder tan autoagresivo", dijo Marín, quien aseguró que cabe
preguntarse qué figura de protección representan hoy los padres para esos niños.
Aclaró que los cien chicos lastimados no son de una misma condición social, pues se dieron
casos en escuelas rurales y urbano-marginales como en escuelas del pleno centro de Ge-
neral Alvear.
El gobierno puso en vigor una resolución según la cual los docentes deberán dedicar una
hora semanal para que los chicos expresen sus sentimientos y conflictos sin restricciones
mediante juegos y diálogos. También los consejos escolares harán un seguimiento de los
casos de violencia.
Por Sergio Dimaría
Corresponsal en Mendoza
Cristina Corea
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Podríamos vincular estas prácticas con el tema del padecimiento y, además, ver como
interviene aquí el discurso mediático.
Creo que lo más interesante es que son prácticas que se ofrecen sin significación. Por
ejemplo, la diferencia con el tatuaje es abismal, ya que este es algo pleno de significa-
do, se trata de marcas simbólicas, es pensado, elegido, como una representación. En
cambio estas son heridas que no tienen sentido y que se tienen que sentir porque los
pibes insisten en mantenerlas abiertas.
– A mí me surgen dos cuestiones. Una es la relación con la frase del tango “la vida es
una herida absurda”, como modo de situarme frente a algo que, en principio, incom-
prensible, irrepresentable. Y la segunda es que, pensando en términos de fluidez y de
velocidad del mundo contemporáneo, me hace recordar a la película Memento, por esa
necesidad de fijar, evitar el olvido, recordar y fijar con marcas en el cuerpo.
¿Una desaceleración, una pausa? Sería: “Para no diseminarme me siento en esta heri-
da, si no me pulverizo”.
– La velocidad es un atributo de nuestra sociedad neoliberal, pero además tiene un re-
sultado que es la desintegración porque no se puede responder tan veloz y eficazmen-
te siendo una persona integrada, es preciso despedazarse. Un operador de bolsa sólo
puede ser eso cuando trabaja, ninguna otra cosa, debe fragmentarse para lograr efica-
cia. Y estas lastimaduras pueden ser una búsqueda de un detener esos flujos, esa ve-
locidad, ese vértigo, en busca de integridad.
Justamente marcándose. Pero también, siguiendo la analogía, si la velocidad no mar-
ca, si nada se puede instituir, si la institución era la operación de marcado por exce-
lencia, acá sería hacerse una marca en condiciones en las que nada marca.
– Para mí ahí entra en parte algo de lo del tatuaje. Veo claras las diferencias, pero
creo que también en el tatuaje hay alguna necesidad de detener un vértigo y hacer
una marca que fuera sólida y permanente. Para nosotros hay una incomprensión de
esa marca imborrable, a perpetuidad.
– El discurso de estar en contra de lo eterno, de lo perpetuo es lucha contra el estado,
contra lo instituido. Hoy la necesidad de detener el fluir rápido hace que aparezcan es-
tas manifestaciones.
En relación con lo que dice Raquel, habría que ver que el tatuaje, como procedimiento,
tiene distinto sentido, una cosa es el tatuaje de los marineros o de los presos. En con-
diciones más estables, disciplinarias, esas eran marcas propias, pero en lo que esta-
mos viendo se trataría de operaciones contra la instantaneidad y la fugacidad. En este
tatuaje de los chicos no sería tan importante la representación como la operatoria, pe-
ro quizás hace cuarenta años era más importante con qué significación propia vos te
marcabas. Aquí no se trata sólo de que dure sino que se lo hacen repetidamente, día a
día, permanentemente para que se sienta.
Una diferencia entre la marca en la fluidez y la marca en la solidez es que acá se trata
de una pura operatoria, no tiene que haber sentido. En el tatuaje el sentido es muy
importante, más que el procedimiento. En la fluidez hay un tatuaje que ya tiene casi
estatuto de cicatriz, por como lo viven los pibes. Si es tan efímera la condición subjeti-
va, sólo se siente que es cuando se está produciendo dolor y en esa ejecución de esa
marca. Si no, se desvanece.
– En los materiales que vimos creo que hay un forzamiento de la idea de la valentía.
Una cosa es tener aguante y otra es la rivalidad en la valentía.
Si uno se siente más que otro supone que se trata de subjetividades ya constituidas, o
si uno se siente algo. El otro punto notable acá es que es una práctica entre pibes, en
banda, no es a sí mismo sino que se lo hacen unos a otros. ¿Qué relación habría entre
esas marcas y los pibes en banda? Marcarse, producirse marcándose, en el puro hacer,
sin sentido, marcarse en condiciones en que nada marca es la experiencia de los chi-
cos en banda, sin instituciones. Hay algo parecido a lo del bautismo tal como está en
el libro. Una práctica fraterna, un constituirse si entra, pero para entrar hay que atra-
vesar una serie de pruebas.
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– El tatuaje de los números a los judíos en los campos sería el opuesto: marcar para
que dejen de ser personas.
– Nosotros empezamos hablando de los padecimientos, tratando de avanzar en eso. Es
difícil situar esto porque la percepción del padecimiento es a posteriori de una opera-
ción cohesiva, Si vemos esto de los pibes como una posible repuesta al fluir y a la in-
trascendencia lo que tendríamos que suponer es que también hay una respuesta a
cierto padecimiento imperceptible.
Hay muestras de ese padecimiento. En el aburrimiento, por ejemplo, es una de ellas.
Al no haber operaciones ni marcas, contra ese sufrimiento la de las lastimaduras sería
una operatoria, sería un hacer.
– Yo cambiaría sufrimiento por padecimiento, ya que este último puede no ser experi-
mentado, en cambio el sufrimiento sí.
– En los boliches ahora hay pibes que consumen quetamina, un analgésico para caba-
llos. Dicen que los levanta veinte centímetros del suelo. Ahí sí pasa algo, aunque eso
les deje el cerebro arruinado.
– Esto me recuerda algo que anoté como comentario del libro Chicos en banda. Uste-
des dicen ahí que el estado y el mercado prometen. En realidad el estado es el que
promete, el mercado ofrece, no promete nada. La oferta del mercado es para el que la
puede tomar, el que no, se jode.
– Ese puro ofrecer es lo que dispersa ¿no?
La promesa provoca un sentido, una dirección, un objetivo, establece unas prácticas,
jerarquías, ideales. Son dos lógicas temporales diferentes, por eso no puede haber
promesas en el mercado, es pura actualidad, puro hoy.
Volviendo a lo de las cicatrices, el hacérselas uno mismo y hacérselas con otros, como
prácticas fraternas, entre pares, y que se extendió muy rápidamente, no es algo para
mostrar a otros, es entre ellos, no hay mensajes. Las explicaciones de que están in-
fluidos por Tumberos o Rebelde Way intentan darle sentido a algo que no lo tiene.
– Hay que aceptar que ni los padres ni la escuela son destinatarios de ningún mensaje.
Ahí los pibes declaran superfluos a padres o maestros. Se quiere ver una demanda en
donde los pibes se declaran totalmente autónomos, post familias, post escuelas.
– El tema de las bandas da para una continuación y es el de ver el componente de cui-
dado. Frente a la caída de las instituciones cuidadoras, esas bandas, a su modo, pro-
veen cuidados más contenedores que los lazos familiares o escolares. Más aun, se po-
dría ver a la familia como un obstáculo a las relaciones colectivas.
La familia no puede cuidar porque es incapaz de pensar a estos chicos. Habría cuida-
do, en su brutalidad, en la ceremonia del bautismo en el que los chicos son golpeados
y violados como manera de protegerlos de futuros golpes y violaciones.
– Claro, es como vacunarlos, se les inocula el germen para que se hagan resistentes.
En esas circunstancias de marginalidad esas prácticas brutales son una forma de cui-
dado. Ahora, en estas prácticas de las lastimaduras, ¿cuál sería el cuidado?
– El establecer relaciones de otredad, de reconocimiento de y a otro, podría ser algo
así.
– Como en la relación amorosa, el reconocimiento que pasa por el cuerpo, lo que aquí
es por medio del placer, entre estos chicos es a través del dolor.
El otro se constituye en es práctica, que es violenta pero que, al menos, es. Y deben
producir alguna pertenencia también.
– En esta línea habría que repensar algunas cuestiones en relación con la tortura. En
general ha habido mucha interpretación psicoanalítica o psicológica en torno del goce
masoquista en el torturado. Lo que yo he podido ver son situaciones en las que había
un aniquilamiento tal que al menos la tortura era algo. Ahora tal vez podemos pensar
algo que en aquellas situaciones fue sobrepensado.
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– En un folleto del Cenareso hay en la tapa un código de barras y parece que eso in-
tenta referirse a “la marca”, dejar marca, pero un código de barras es lo menos subje-
tivante, lo más masificante.
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Algo que se me ocurre, en relación a lo de los chicos, es ese juego del abecedario que
puede estar ligado a la caída de la distinción entre ficción y realidad, en realidad allí no
hay juego.
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Ver materiales periodísticos.
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