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Psicopatología.

Curso 2020-21

TEMA 9
PSICOPATOLOGÍA DE LA AFECTIVIDAD

1. INTRODUCCIÓN
El estudio de la afectividad constituye una de las áreas más relevantes de la
psicopatología, tanto por las implicaciones que tiene con el resto de las funciones
psíquicas como por la trascendencia y riqueza vivencial que constituye por sí misma. Las
emociones y el estado de ánimo son acontecimientos psíquicos difíciles de analizar y
objetivar, pero cuya repercusión e influencia sobre otras funciones, tanto fisiológicas
como patológicas, representan un aspecto muy importante de la exploración
psicopatológica.
Es importante resaltar la trascendencia que tienen las alteraciones primarias de la
afectividad y que constituyen el grupo de los trastornos afectivos o del estado del ánimo,
siendo posiblemente, los trastornos mentales con mayor incidencia en la población
general.
La psicopatología de la afectividad analiza el sistema emocional o sentimental del
sujeto en general y engloba diferentes funciones psíquicas como el estado de ánimo, los
sentimientos, las emociones, el humor, los afectos, etc.

2. ASPECTOS CONCEPTUALES
Desde un punto de vista clínico, entendemos por afectividad el conjunto de experiencias
que define y delimitan la vida emocional del individuo. Está constituida por diferentes
elementos, como los sentimientos, las emociones, los deseos, etc.
La dificultad en definir la afectividad y la disparidad de criterios imperante reaparece
lógicamente al tratar de establecer su clasificación. A continuación se establece la
distinción entre afecto, emoción, sentimiento, deseo, pasión, y estado de ánimo o humor.

2.1. AFECTO
Los afectos son estados emocionales positivos o negativos expresados hacia un objeto,
situación, persona o que acompañan a una idea o a una representación mental (p. ej., amor,
odio, celos, orgullo, admiración...). No se acompañan de manifestaciones somáticas
relevantes. Suelen ser fluctuantes en el tiempo. Constituyen la expresión de la experiencia
emocional. Se trata de la inclinación hacia a alguien o algo, especialmente de amor o
cariño.
El DSM-5 define los afectos como «patrón de comportamientos observables, que es
la expresión de los sentimientos experimentados subjetivamente». Por tanto, este término
señala el conjunto de los sentimientos. Consiste en la respuesta emocional del paciente en
el momento presente, según puede inferirse por su expresión global, incluyendo la
cantidad y el rango de la conducta expresiva. El afecto puede o no ser congruente con el
humor. La tristeza, la alegría o la irritabilidad constituyen ejemplos de afectos en lenguaje
psicopatológico. El término afecto se refiere a cambios más fluctuantes que otras
funciones psíquicas y puede variar considerablemente según una amplia gama de afectos.
En el rango normal del afecto se puede apreciar una variación en la expresión facial, tono
de voz, uso de manos, movimientos corporales y en la expresividad en general.
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El afecto apropiado es el estado en el que el tono emocional está en armonía con la


idea, el pensamiento o el lenguaje que lo acompañan. También se describe un afecto
amplio o completo, en el que se expresa adecuadamente un espectro completo de las
emociones. Los trastornos del afecto incluyen diferentes alteraciones recogidas en la tabla
1.

Tabla1. Trastornos del afecto más relevantes

Trastorno del afecto Definición


Afecto aplanado Ausencia o casi ausencia de cualquier signo de expresión afectiva.
Afecto embotado Reducción significativa de la intensidad de la expresión emocional.
Afecto restringido Reducción ligera de la gama e intensidad de la expresión emocional.
Afecto lábil Variabilidad anormal en el afecto, con cambios repetidos, bruscos y
rápidos de la expresión afectiva.
Afecto Discordancia entre expresión afectiva y el contenido del habla o
inapropiado ideas del paciente.

2.2. EMOCIÓN
Es una reacción negativa o positiva, de carácter brusco y agudo, que se desencadena por
una percepción (externa o interna) o representación y tiene abundante correlación
somática. Suele ser poco duradera, si bien hay notables excepciones. Guarda cierto
parentesco psicopatológico con el concepto de reacción. El miedo, la cólera y la angustia
son ejemplos de emociones.
En la emoción se produce un desequilibrio psíquico y somático que actúa como
estimulante para movilizar los mecanismos de adaptación del individuo frente al
desencadenante. Pero la reacción del individuo no sólo depende del agente que lo provoca,
sino también de su propia reactividad; si bien a veces la reacción favorecerá la conducta
adaptativa, en otras su desproporción cuantitativa y cualitativa puede desorganizar el
comportamiento del sujeto.
En el fenómeno de la emoción cabe distinguir diferentes aspectos en cierto modo
independientes: el estímulo, la reacción psicofisiológica, el componente cognitivo y el
contexto. Como resultado de todo ello, el individuo mostrará una conducta. Cada factor
puede ser evaluado por separado:

1. Estímulo: El estímulo puede ser real, imaginario o simbólico, o simplemente


desconocido. A veces es identificable, como ocurre en muchas fobias, mientras
que otras veces no lo es como en los ataques de pánico (panic attacks), en que
probablemente existe un detonante neurofisiológico interno.
2. Reacción psicofisiológica: puede tener mayor o menor duración o intensidad. Son
variadas: reacciones vasomotoras (rubicundez facial, palidez), intestinales
(diarrea), secretoras (sudoración, lagrimeo), renales (poliuria), musculares lisas
(espasmos), circulatorias (taquicardia, cambios tensionales) y respiratorias
(disnea), etc.

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3. Componente cognitivo: puede consistir en atribuciones a sí mismo o al medio,
interpretaciones dinámicas, mecanismos de defensa, etc.
4. Contexto: puede ser personal, relacional con alcohol o fármacos, físico,
situacional, etc.
5. Conducta: puede ser de lucha, de huida, de paralización, etc.

2.3. SENTIMIENTO
Los sentimientos constituyen la evaluación consciente que hacemos de la experiencia
emocional. Presentan una mayor duración y no se acompañan del amplio abanico de
síntomas vegetativos que ocurren en las emociones. Los sentimientos se parecen a las
emociones en que son estados afectivos complejos, pero difieren de aquellas en que son
estables, duraderos y menos intensos.

2.4. DESEO
El deseo representa la conciencia de una necesidad, de una carencia o de una atracción.
Normalmente se acompaña de sentimientos que lo amplían y dan urgencia, y supone una parte
fundamental del balance sentimental. El concepto implica al movimiento afectivo o impulso
hacia algo que apetece. Es posible desear objetos materiales (una casa, un automóvil),
situaciones (vacaciones, un reencuentro familiar) o a otras personas (el deseo sexual).
2.5. PASIÓN
La pasión participa de las mismas características señaladas anteriormente al referirnos a
la emoción. No obstante, en el caso de la pasión, es necesario tener en cuenta que se trata
de una experiencia más duradera. Al mismo tiempo, puede señalarse también que las
pasiones se diferencian de los afectos y de las emociones no solo por ser de más larga
duración sino que producen una deformación de las ideas del sujeto, dando así lugar a
las ideas sobrevaloradas, ideas sobrecargadas de afectividad que ocupan el centro de la
conciencia del sujeto y rigen su pensamiento y su conducta. El contenido de la idea
sobrevalorada está en concordancia con el colorido de la pasión: celos, desconfianza,
envidia, miedo, etc. Las ideas sobrevaloradas se transforman en ideas deliroides cuando
se muestran irrebatibles a la experiencia y a un argumento lógico.

2.6. HUMOR O ESTADO DE ÁNIMO


En contraposición a los afectos, el humor se puede definir como el estado emocional basal
del sujeto, constituyendo el equivalente del estado de ánimo. El ánimo es la emoción
mantenida y persistente que se experimenta de forma subjetiva y que puede ser observada
por los demás. El término humor o estado de ánimo se refiere a un estado emocional más
generalizado y persistente que los afectos (más fluctuantes).
Es un tipo de función psíquica, de instauración más lenta y progresiva que las
emociones, que delimita el tono sostenido de sentimientos que prevalece con el tiempo en
un paciente. Puede durar horas, semanas e incluso meses, y es más estable y persistente
que el resto de los afectos analizados. Los estados de ánimo más típicos son los que
aparecen en el eje alegría-tristeza, pero también la irritabilidad, la expansividad, la cólera
o la ansiedad constituyen ejemplos de otros estados de ánimo. La aparición de un estado
de ánimo puede ser espontánea o presentarse precedida de estímulos concretos, tanto
internos como externos. Por ejemplo, un individuo puede sentir tristeza sin aparente
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relación con circunstancias externas, como en la depresión endógena, pero también una
persona puede tener un humor deprimido en relación con un estresante ambiental de tipo
negativo, como el fallecimiento de un familiar cercano. Para el DSM- 5, el estado de
ánimo consiste en «una emoción generalizada y persistente que influye en la percepción
del mundo». En la tabla 2 se presentan la tipología de estado de ánimo.

Tabla 2. Tipos de estado de ánimo más relevantes

Deprimido Estado de ánimo bajo, como la tristeza.


Disfórico Estado de ánimo desagradable con predominio de la sensación de malestar.
Elevado Ánimo elevado con sentimiento exagerado de bienestar, euforia o alegría.
Eutímico Ánimo normal, que implica la ausencia de ánimo deprimido o elevado.
Distímico Animo anormal, que implica la presencia de ánimo deprimido, elevado o temeroso.
Expansivo Ausencia de control sobre la expresión de los propios sentimientos con tendencia
a la desinhibición.
Irritable Fácilmente enojable y susceptible a la colera.
Ansioso Dominado por el temor.
Así como la emoción constituye una respuesta transitoria del individuo, el humor
corresponde a una predisposición o marco de sensibilidad emocional. En la emoción
frecuentemente existe un factor o situación desencadenante, pero es más difícil hallar el
motivo de un cambio de humor, aunque a veces es muy claro, como, por ejemplo, la
tristeza desencadenada por una experiencia de una pérdida significativa. Su componente
somático no sigue en general el mismo patrón vegetativo de las emociones, afectando, en
cambio, funciones como el sueño, la alimentación y las secreciones hormonales.
Algunos de los factores que intervienen suelen ser reconocidos, otros pasan a menudo
inadvertidos. Entre los primeros, se encuentra la variación diurna, la experiencia (p. ej.,
de pérdida o duelo) y la personalidad de base (p. ej., histérica o psicopática). Entre los
demás factores relevantes, que con frecuencia se olvidan, se encuentra el síndrome
premenstrual, los trastornos de ritmos circadianos, etc.
Por ejemplo, en los últimos años se ha revalorizado notablemente el estudio del papel
de los cambios estacionales del humor no solamente en pacientes, sino también en
individuos normales. En el DSM-5 se recoge la “especificación del patrón estacional”,
que tiene como característica esencial el inicio y remisión de los episodios afectivos
(depresión o manía) en una determinada época del año. En la mayoría de los casos los
episodios empiezan en el otoño o el invierno y remiten en primavera.
Así pues, para evaluar el humor es preciso explorar el estímulo psicológico, si lo hubo,
la personalidad del individuo y los factores orgánicos que pueden afectar el hipotálamo,
ya sean internos (hormonales o neurofisiológicos) o bien externos (ritmos circadianos,
etc.). Es aconsejable, asimismo, analizar la elaboración cognitiva del individuo, que puede
ser secundaria al estado afectivo, lo cual es típico de las oscilaciones biológicas, o bien
previa a aquél, como en los casos de mayor origen psicológico.

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3. ALTERACIONES DE LA AFECTIVIDAD
Las alteraciones de la afectividad se pueden analizar desde dos vertientes: por un lado,
existen síntomas específicos que ponen de manifiesto algunas modificaciones
características de la afectividad (como la tristeza, alegría patológica, la apatía, la
anhedonia, etc.) y, por otro, se pueden analizar los síndromes afectivos más importantes.
Éstos consisten en conjuntos de síntomas, en los que las modificaciones del estado de
ánimo ocupan el elemento central (por ejemplo, síndrome depresivo y síndrome maníaco).
3.1. ALTERACIONES SINTOMÁTICAS DE LA AFECTIVIDAD
3.1.1 ALEGRÍA PATOLÓGICA (Distimia maníaca, euforia patológica)
La alegría debe considerarse como la emoción primaria positiva y fundamental del
hombre. La alegría patológica es una variante patológica del humor en la que la alegría
resulta inadecuada y desproporcionada a la realidad; el sujeto se halla en un estado de
euforia e hiperactividad característico. En ella hay una exaltación de la vitalidad
acompañada de sentimientos de regocijo, bienestar. También hay sensaciones de gran
capacidad y falta de fatiga así como desinhibición y pensamiento acelerado. A veces
adopta formas irritables llegando incluso a ser agresivas y puede dar lugar, en algunos
casos, a formaciones delirantes.
Subjetivamente, el individuo que presenta alegría patológica se siente lleno de energía
y capacidad con un talante de omnipotencia. Se siente optimista, alegre y con una
autoestima elevada. En los enfermos maníacos se ha descrito una asociación humor alegre
con cierto grado de hostilidad, generado por la constatación de que los demás no son
capaces de seguirle y aceptar su comportamiento.
Objetivamente, el individuo está expansivo y presenta una viva reactividad afectiva
y tendencia a la hilaridad, que puede convertirse fácilmente en ironía y agresividad
cuando se le contradice. La atención es viva y fugaz, y todo estímulo queda rápidamente
incorporado en el discurso, que se caracteriza por verborrea que puede alcanzar la fuga
de ideas. Esta hipertonía psíquica va acompañada de hiperactividad motora y menos
necesidad de sueño. A menudo aparece un comportamiento social desinhibido y osado,
que puede conducir a grandes gastos económicos, imprudencias o indiscreciones.
Frecuentemente contrasta este estado dinámico y optimista con el de los allegados, que
suelen estar cansados de soportar tal conducta.

Los síntomas de la alegría patológica o manía los podemos agrupar en los siguientes
apartados:

Síntomas anímicos:
- Estado anímico eufórico, irritable, expansivo.
- Cuadro psicopatológico egosintónico.
- Con frecuencia se encuentran irascibles, suspicaces, en estado de
hiperactividad general y de intromisión que tiene serias repercusiones
interpersonales.
- Sensación de omnipotencia.

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Síntomas motivacionales y conductuales:


- Estado de energía aparentemente inagotable (disminución importante de las
horas de sueño durante semanas, haciendo planes o proyectos gigantescos...).
- Presencia de logorrea.
- Fuga de ideas.
- Conducta alterada: hiperactividad sexual, imprudencias temerarias...
- Control de los impulsos muy pobre.
Síntomas cognitivos:
- Procesos cognitivos caracterizados por extraordinaria aceleración.
- Es muy difícil mantener su atención.
- El habla puede llegar a ser incoherente.
- Autoestima: pueden aparecer fantasías o ideas delirantes.

Síntomas físicos:
- Problemas de sueño.
- Aumento del apetito.
- Extraordinario incremento del umbral de la fatiga física.

Síntomas interpersonales:
- Entrometidos, polemistas y controladores.
- Rechazo a que se les contradiga o que se intente ver lo inapropiado de su
conducta.
- Relaciones interpersonales muy afectadas.

3.1.2. TRISTEZA PATOLÓGICA

La tristeza constituye el síntoma nuclear de la depresión, aunque también pueden


expresarse otros afectos como la indiferencia, la apatía o la irritabilidad. Esta alteración,
está constituida fundamentalmente por sentimientos de tristeza, desesperanza e
infelicidad, o bien sensaciones de pobreza afectiva, desolación emocional, vacío interior
y falta de interés. Se sigue de valoraciones subjetivas de disminución de la energía
personal y capacidad, siendo señalada como el lado contrapuesto a la distimia maníaca.
La tristeza representa el descenso del estado de ánimo y se puede manifestar a través del
plano psíquico como predominio de síntomas de tipo psicológico, pero también puede
mostrar alteraciones que en apariencia son somáticas aunque traducen una alteración de
la afectividad. La tristeza puede presentar diferentes intensidades que oscilan desde un
leve desaliento o malestar hasta la tristeza vital más profunda y que abarca todas las
funciones psíquicas del sujeto provocando un retardo de todo pensamiento y acción.
Constituye un síntoma que por sí solo no delimita un cuadro depresivo ya que han de
coexistir otras manifestaciones clínicas.
La tristeza también puede aparecer en situaciones normales no patológicas, ya que
constituye un estado de ánimo universal.

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Los principales correlatos de la tristeza patológica son:

- Aburrimiento: sensación de falta de novedad o atractivo en el mundo


circundante. Sensación de monotonía.
- Indiferencia: Tiene que ver con un déficit motivacional, en el que ante una
situación determinada, las consecuencias de lo que ocurra no se consideran lo
suficientemente importantes como para actuar (abulia), o bien da igual lo que
ocurra (apatía).
- Anhedonia: Puede entenderse básicamente como una incapacidad para
experimentar placer.
- Rigidez afectiva: pérdida de capacidad para la modulación afectiva. Las
reacciones emocionales son de tipo positivo o negativo, sin que existan puntos
intermedios.
- Sentimientos de impotencia: pueden ser entendidos o manifestarse bien en
términos de indefensión personal, (el sujeto no se siente capaz de resolver
situaciones problemáticas) o bien de indefensión universal. (en este caso podría
hablarse más bien de desesperanza - se considera que no hay solución posible-)

- Sentimientos de culpa: en este caso, lo sentimientos de culpa que con tanta


frecuencia se asocian a cuadros depresivos, podrían jugar un papel muy variado
en la tristeza patológica, dado que si bien podrían estar en el origen, también
podrían ser una consecuencia, o incluso un coefecto de una tercera variable.
- Disforia: Sentimiento de malestar caracterizado por la irritabilidad o la tristeza.

Subjetivamente, el individuo triste se siente afligido, desanimado y abatido. No siente


interés por sus ocupaciones ni por el entorno.
Objetivamente, parece apagado con escasa reactividad emocional, pero muestra
tendencia al llanto, tanto espontáneo como inducido. La atención al ambiente es escasa y
parece concentrada en su aflicción. El discurso suele ser parco y breve. Con frecuencia
expresa sentimientos de culpabilidad e indignidad que a veces pueden llegar a ser
delirantes. Uno de los síntomas más comunes de los estados de tristeza patológica es la
baja autoestima.
La tristeza presenta componentes cognitivos que se centran, básicamente, en los
pensamientos sobre sucesos negativos sucedidos hace ya tiempo y en los pensamientos
sobre sucesos negativos futuros, subjetivamente probables.
Otra área de expresión de la tristeza es la psicomotricidad, que se caracteriza por una
inhibición que trasciende en su expresión facial y en sus movimientos. Pero también existen
depresiones agitadas en que se produce el fenómeno opuesto y la inquietud reemplaza la
inhibición. Las relaciones entre la psicomotricidad y el humor y sus trastornos fueron objeto
de gran consideración en el siglo XIX. Tras un período de cierto olvido han vuelto a
despertar interés en los últimos años.
Por último, los estados de tristeza repercuten en el comportamiento del individuo que
se muestra más aislado, a menudo menos comunicativo y tolerante, y llegan incluso al
rechazo, generalmente pasivo, de los demás. En los casos más graves aparecen rumiaciones
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y conductas suicidas, que es extremadamente importante evaluar.
El paso de la tristeza normal a la patológica se establece por lo general en términos de
la proporción frente a un desencadenante, la duración e intensidad de las manifestaciones,
y la afectación de la conducta del individuo.
En clínica, los síntomas descritos aparecen configurando entidades nosológicas muy
comunes, como son los estados depresivos. La tristeza patológica aparece con la máxima
intensidad y gravedad en los cuadros endógenos, en los que falta con frecuencia un motivo
desencadenante. Los casos relacionados con eventos o factores de personalidad suelen
carecer del componente de fases, presentar un notable componente subjetivo y contar con
influencias interpersonales o relaciónales, que guardan cierta proporción en las
manifestaciones. Esta distinción puede resultar difícil en algunos casos.

Los síntomas depresivos fundamentales se pueden agrupar en los siguientes


apartados:
Síntomas anímicos:
• Sentimientos de tristeza.
• Abatimiento.
• Infelicidad.
• Irritabilidad, sensación de vacío y nerviosismo.
• Incapacidad de tener ningún sentimiento.

Síntomas motivacionales y conductuales:

• Apatía.
• Abulia.
• Anhedonia.
• Enlentecimiento generalizado de las respuestas motoras, el habla, el gesto e
inhibición motivacional casi absoluta.
• Disminución de actividad propositiva dirigida a metas
Síntomas cognitivos:
• Afectación del rendimiento cognitivo: memoria, atención y concentración.
• Contenido de las cogniciones alterado: autodepreciación, autoculpación y
pérdida de autoestima.
Síntomas físicos:
• Problemas de sueño.
• Fatiga.
• Pérdida de apetito.
• Disminución de la actividad y deseo sexual.
• Molestias corporales difusas: dolores de cabeza, de espalda, náuseas,
vómitos, estreñimiento...).
Síntomas interpersonales:
• Deterioro en las relaciones con los demás.

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3.1.3. ANSIEDAD Y ANGUSTIA PATOLÓGICA


La ansiedad y la angustia son emociones experimentadas por todas las personas y que
acompañan al ser humano a lo largo de su existencia. Hoy día se utilizan de forma
prácticamente indistinta, aunque la primera está más relacionada con el componente
psíquico y la segunda con el componente físico o somático.
La ansiedad es una emoción normal cuya función es activadora, de forma que ante un
peligro o amenaza se moviliza una actividad o tensión que tiene como función estimular
la capacidad de respuesta del individuo. La patología de la ansiedad o angustía versará,
pues, descriptivamente en anomalías en la proporción, intensidad y duración de ella y en
su índole psicológica o biológica.
Ciertos autores distinguen entre la ansiedad-estado y la ansiedad-rasgo. La ansiedad
estado consiste en la presencia de síntomas ansiosos en un momento concreto y definido,
mientras que la ansiedad rasgo es una tendencia durante un largo periodo de tiempo a
enfrentarse o interactuar con el entorno con un excesivo grado de ansiedad (se puede
corresponder con la personalidad ansiosa).
La ansiedad o angustia patológica es un estado emocional en el que el individuo se
siente tenso, atemorizado, con un temor difuso y alarmado en una forma desagradable y
con notable cortejo somático.
Si está desencadenada por alguna situación o estímulo, éstos no aparentan
objetivamente ser de suficiente magnitud para desencadenar el cuadro. Se califica de fobia
a la ansiedad centrada en un estímulo específico (p. ej., social).

Subjetivamente, el individuo ansioso se siente inquieto y tenso, y tiene la impresión de


inseguridad y temor de que va a ocurrirle algo. La concentración, atención y organización
perceptiva están delimitadas. Asimismo siente opresión torácica, constricción de garganta,
dificultad al respirar, debilidad en las piernas, palpitaciones, sensaciones vertiginosas y
hormigueos. En los cuadros más graves o tal vez en un subtipo, pueden aparecer
despersonalización y desrealización junto a una intensa sensación de pánico (ataque de
pánico).

Objetivamente, se aprecia inquietud psicomotora con insomnio inicial, pensamiento


atropellado y poco determinativo, junto con frigidez o impotencia. El cortejo somático es
abundante: algunas funciones afectas están normalmente bajo control voluntario, como
correr en estado de pánico, gritar, defecación súbita, etc., mientras que otras son parcial o
totalmente involuntarias, como sequedad de boca, sudoración, temblor, vómitos,
taquicardia, sofocación, rubor, palidez, meteorismo, polaquiuria, nicturia, etc., que pueden
ser objeto de medición psicofisiológica.
En clínica, la ansiedad aparece en numerosas situaciones; en la clasificación del DSM-
5 se incluyen: trastorno de pánico, agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno
de ansiedad social, fobia específica y otras alteraciones como el trastorno por estrés
postraumático o agudo y el trastorno obsesivo compulsivo.

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La ansiedad también puede aparecer formando parte de otros trastornos como son:
- En las psicosis esquizofrénicas, la ansiedad surge a menudo ligada a otros síntomas
«positivos», como ideas delirantes o alucinaciones. Específicamente se ve en los
períodos de trema o inicio, en que surgen marcados síntomas de despersonalización
y desrealización, lo cual configura lo que se ha llamado angustia psicótica. Existe
una relación muy alterada con la realidad. La presencia de antecedentes familiares
y especialmente personales es un dato de gran valor en el diagnóstico diferencial.
- En los cuadros depresivos, la ansiedad surge casi invariablemente. En los cuadros
mixtos de ansiedad-depresión sin características endógenas habrá que considerar,
además de la semiología clínica, los antecedentes, las respuestas terapéuticas
previas, la duración y el curso. No obstante, Roth y cols. (1982), utilizando diversas
escalas y entrevistas clínicas estructuradas, pudieron obtener un nivel de
discriminación superior al 90 % entre los estados de ansiedad y depresión (no
endógenos). En los casos de ansiedad destacaban sensación de tensión acompañado
de manifestaciones físicas, fobias incapacitantes, irritabilidad notable y
desproporcionada, insomnio inicial seguido por despertares recurrentes, signos
vegetativos graves, ataque de pánico y desrealización. Por su parte, orientaban hacia
la depresión la escasa respuesta a eventos favorables o agradables, la inhibición, el
pesimismo, el insomnio grave, las ideas suicidas y la autoacusación.

- En las enfermedades somáticas, la ansiedad es un concomitante reactivo habitual,


dado que supone la presencia de un peligro. En este caso, la ansiedad dependerá de
la gravedad de la enfermedad y su duración, el entorno, la información que tenga el
paciente y la personalidad. Pero, además, la ansiedad puede aparecer como síntoma
de numerosas enfermedades somáticas, que actuarán como causas directas de ellas,
y a veces como único síntoma evidente. La elevada frecuencia de esta angustia
sintomática obliga a insistir en su consideración antes de diagnosticar el caso como
puramente psiquiátrico.

4. ALTERACIONES DE LA VIDA EMOCIONAL


4.1. INDIFERENCIA O FRIALDAD AFECTIVA

Estado de insensibilidad e inexpresividad emocional. El sujeto muestra una frialdad


afectiva en la que no parece experimentar ningún sentimiento, ni manifestar ninguna
reacción al medio. Se presenta especialmente en ciertas fases de algunas psicosis afectivas
y en la esquizofrenia.

Es un término que hace referencia a aquellas situaciones en que el individuo no


experimenta apenas sensaciones afectivas en sus relaciones con el mundo exterior,
acontecimientos o vivencias. Este síntoma, que sería una experiencia subjetiva, va
acompañado a menudo de apatía o falta de reactividad emocional. La indiferencia
puede aparecer en la esquizofrenia y en los cuadros de autismo. Las depresiones producen
cierto grado de apatía e indiferencia; pero mientras que en la esquizofrenia existe un
contexto general de síntomas «negativos», en la depresión suelen estar presentes otros

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síntomas de naturaleza depresiva que suelen predominar sobre la indiferencia.


En algunos trastornos de personalidad puede aparecer una reactividad emocional
próxima a la indiferencia, con respecto a determinadas emociones y de hecho algunos
delitos y mentiras graves se producen con frialdad e indolencia. Esta indiferencia o
frialdad afectiva puede aparecer, por ejemplo, en las denominadas “personalidades
psicopáticas”, en cuyo caso, como es sabido, se pueden cometer determinados
comportamientos abiertamente antisociales, en ausencia de sentimientos asociados de
culpabilidad, pero estos casos, no implican una indiferencia o falta de reacción emocional
en general, sino particularmente, ausencia de sentimientos de culpa y dificultades para
empatizar con el otro.

La apatía, por otro lado, además de acompañar con frecuencia la indiferencia, en estos
cuadros psicopatológicos aparece en trastornos orgánico-cerebrales (especialmente
frontales y talámicos) y endocrinos (p. ej., hipo e hipertiroidismo), en los que puede existir
una marcada inexpresibilidad facial o postural.

4.2. ANHEDONIA

Este término fue introducido y descrito por primera vez por el psicólogo francés Ribot en
su obra sobre psicología de las emociones, publicada en 1897. La anhedonia se define
como la incapacidad para experimentar y sentir placer.

Algunas personas que padecen anhedonia son incapaces de experimentar placer y


disfrute en ninguna circunstancia, mientras que en otros casos, el problema se reduce a
aspectos concretos, como el apetito por la comida, las relaciones sexuales, las relaciones
sociales o las actividades de ocio, situaciones que antes les resultaban placenteras.
Existen grados, por lo que hay personas que sufren una incapacidad total de disfrutar
y obtener placer y otros sólo un descenso en dicha capacidad.
Suele presentarse en personas que padecen esquizofrenia, los adictos a las drogas
durante la abstinencia de las mismas y problemas de ansiedad pero principalmente se da
con mayor frecuencia en los cuadros depresivos.
Es importante diagnosticarla y conocer sus causas, que pueden ser diversas. Entre las
causas más frecuentes se señalan las producidas por un trastorno funcional del SNC, así
como por determinadas medicaciones y/o abuso de sustancias. También puede
observarse tras situaciones estresantes y conflictivas para la persona.

4.3. PARATIMIA O INADECUACIÓN AFECTIVA

Se refiere a aquella situación en la que la afectividad del individuo no parece


apropiada al contexto en que se produce. Se conoce también como afecto inapropiado.
En los síndromes orgánico-cerebrales frecuentemente existe una inadecuación afectiva
a expensas de trastornos de la expresión emocional como en las aprosodias y en los
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cuadros de risa y llantos espasmódicos propios de los pacientes seudobulbares.
Se presenta una reacción emocional inadecuada o claramente discrepante respecto a la
situación objetiva en la que se encuentra el sujeto. Es importante distinguir entre paratímia
y las crisis compulsivas de llanto o risas, en las que en realidad la inadecuación es de
carácter superficial y aparente (se produce una inversión de la emoción, como reír en la
tristeza o el enojo).

4.4. AMBIVALENCIA O AMBITIMIA


Se denomina ambivalencia de sentimientos a la coexistencia de sentimientos positivos y
negativos con respecto a un mismo objeto, contenido vivencial o representación. Por
ejemplo, un sujeto puede presentar sensaciones positivas, como amor, y negativas, como
odio, en relación con una persona concreta y sin que se anulen mutuamente. También
puede existir una ambivalencia intencional o ambitendencia (coexistencia de tendencias
contrapuestas) e incluso una ambivalencia intelectual (coexistencia de una idea o
representación mental y su contraria).
La ambivalencia es un síntoma inespecífico que puede aparecer en diferentes
situaciones, tanto normales como patológicas, incluyendo trastornos de personalidad,
sujetos inmaduros, trastornos de ansiedad o depresiones (no confundir con la indecisión
como síntoma afectivo), e incluso puede aparecer en cuadros psicóticos como la
esquizofrenia.

4.5. LABILIDAD AFECTIVA


Se refiere a cambios súbitos afectivos, que especialmente involucran la expresión y
pueden estar provocados o no por estímulos externos. La variabilidad afectiva puede
ser una característica de personalidad, caso en que existe una correspondencia entre el
estado subjetivo y su expresión. En cambio, en los estados de labilidad existe una falta
de control de la expresión afectiva que suele estar desproporcionada respecto al efecto
subjetivo. El paciente está contento al tratar un tema y llora fácilmente al cambiar a otro.
Es frecuente su asociación con la incontinencia emocional. A menudo, el paciente rompe
a llorar casi automáticamente y al mismo tiempo explica no sentir tristeza alguna.
Se presenta con notable frecuencia en pacientes con enfermedades orgánicas (p.ej. en
los cuadros seudobulbares, en los que parece existir una lesión de los centros inhibidores
de la expresión emocional), así como en otras afecciones del sistema nervioso. Se asocia
a cuadros demenciales y otros trastornos degenerativos, pero también puede ocurrir sin
déficit intelectual alguno, pudiendo aparecer en síndromes afectivos (depresivos,
maniacos), en sujetos infantiles-inmaduros y en afecciones como los episodios psicóticos
agudos.

4. 6. DISTIMIA
Se trata de un término que ha recibido muy distintos significados. Etimológicamente
sería toda disfunción del humor. Uno de los sentidos que de manera tradicional se ha
conferido al termino distímia es la de un estado de ánimo acentuado en una dirección
determinada (euforia, tristeza, temor, etc). También se había utilizado para describir los
trastornos del humor en epilépticos (distimias epilépticas), con anterioridad a las
clasificaciones actuales sobre dicha enfermedad.
La atribución más reciente del término se debe a la influencia de la clasificación
norteamericana del DSM, que ha empleado el término «trastorno distímico», para
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sustituir el concepto de depresión neurótica. Con ello ha perdido su característica de
síntoma para pasar a ser un síndrome clínico, rebautizado en el DSM-5 con el nombre de
Trastorno depresivo persistente (véase tabla 4).

Tabla 4. Criterios para el diagnóstico trastorno depresivo persistente (distimia) (DSM-5)

A. Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día, presente más días que los que está
ausente, según se desprende de la información subjetiva o de la observación por parte de otras
personas, durante un mínimo de dos años. Nota: En niños y adolescentes el estado de ánimo
puede ser irritable y la duración debe ser de al menos un año.
B. Presencia, durante la depresión, de dos (o más) de los síntomas siguientes:
1. Poco apetito o sobre alimentación.
2. Insomnio o hipersomnia.
3. Poca energía o fatiga.
4. Baja autoestima.
5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.
6. Sentimientos de desesperanza.
C. Durante el periodo de 2 años (un año para niños y adolescentes) de la alteración, el individuo
nunca ha estado sin los síntomas del criterio A y B durante más de 2 meses seguidos.
D. Los criterios para un Trastorno Depresivo Mayor pueden estar continuamente presentes
durante dos años.
E. Nunca ha habido un episodio maniaco o un episodio hipomaniaco, y nunca se han cumplido
los criterios para el Trastorno Ciclotímico.
F. La alteración no se explica mejor por el Trastorno Esquizoafectivo persistente, Esquizofrenia,
Trastorno delirante u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la
Esquizofrenia y otro trastorno psicótico.
G. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga,
un medicamento) o a otra condición médica (p. ej., hipotiroidismo).
H. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral, u
otras áreas importantes del funcionamiento.

4.7. DISFORIA
Etimológicamente significa malestar, inquietud, lo opuesto a euforia. Es bastante
frecuente encontrarlo en libros y artículos norteamericanos y más rara vez ingleses. Se
usa para referirse a una sensación de malestar general y más específicamente a un
estado de ánimo depresivo, caracterizado por malhumor o irritabilidad, si bien las
definiciones al uso incluyen ansiedad e inquietud. Son pacientes sensibles a todo estímulo
que se quejan amargamente, se muestran pesimistas, irritados, enfadados, amargados y
pueden presentar episodios de agitación.

4.8. ALEXITIMIA
La alexitimia significa literalmente la falta de palabras para los sentimientos.Esta
alteración se caracteriza por un déficit para discriminar la propia vida emocional y/o
para expresar las emociones. Existe una incapacidad para identificar los sentimientos,

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para expresar, describir o comunicar sentimientos y una vida fantástica empobrecida con
dificultad para construir conceptos abstractos. Ocasionalmente, se ha presentado a estos
sujetos como “normópatas” o “sordomudos del afecto”.
Existe una alexitimia normal en la infancia, y la madurez trae consigo una capacidad
en la introspección y descripción afectiva, lo que está sujeto a influencias educativas y
culturales muy importantes.
La alexitimia puede aparecer en diferentes trastornos mentales como depresión,
ansiedad, cuadros somatomorfos o trastornos disociativos, entre otros.
Algunos de los síntomas o características de alexitimia son:
• Dificultad para identificar los diferentes tipos de sentimientos.
• Dificultad para distinguir entre los sentimientos emocionales y sentimientos
corporales.
• Comprensión limitada de por qué surgen los sentimientos.
• Dificultad para expresar afectos.
• Imaginación limitada.
• Quejas físicas.
• Falta de disfrute y búsqueda del placer.
• Postura y expresiones faciales rígidas.

4.9. INCONTINENCIA AFECTIVA


Podemos entender por incontinencia afectiva, la falta de control sobre las emociones,
que surgen con gran rapidez y extrema intensidad. Esta alteración es típica en
determinados cuadros clínicos tales como el trastorno explosivo intermitente, los celos
patológicos, etc. Afectos o estímulos muy superficiales motivan intensas emociones que
se manifiestan en la mímica y la gesticulación.

Es importante distinguir entre la dificultad para el control de las emociones y la dificultad


para la expresión de las emociones. En el primer caso se trata de reacciones emocionales
que van más allá de lo esperable en función de la situación en la que se producen,
pudiendo quedar comprometido el comportamiento como ocurre en las alteraciones
relacionadas con el control de los impulsos. En el segundo caso, se pude tratar de una
discrepancia entre las emociones expresadas cuya intensidad puede ir más allá de las
emociones experimentadas, como ocurre en el afecto psudobulbar. Buen ejemplo de esto
pueden ser las explosiones de risa o de llanto incontrolables que se relacionan con daño
neurológico producido por enfermedades neurodegenerativas, traumatismos o accidentes
cerebrovasculares entre otras condiciones.

La incontinencia afectiva puede aparecer en pacientes orgánicos, pacientes con


características de personalidad marcadas, y en pacientes inestables o lábiles, como ocurre
en algunos cuadros mixtos bipolares.

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4.10. RIGIDEZ AFECTIVA


Es la pérdida de la capacidad de modulación afectiva. El paciente tiene sentimientos y
emociones fijas y persistentes que no se modulan o varían según las circunstancias
externas. Así, por ejemplo, un paciente paranoide que se muestra continuamente irritable
y con una actitud de desconfianza y recelo, independientemente del tema de conversación
que se mantenga con él. La rigidez afectiva puede aparecer en ciertas formas de
esquizofrenia, en manías crónicas, en manías agudas irritables, en trastornos psicóticos
persistentes de tipo paranoide, en algunos depresivos y en pacientes con síndrome
psicoorgánico.

4.11. EMBOTAMIENTO AFECTIVO


Consiste en un déficit relativo a la reactividad emocional. Esto es, una falta de
capacidad para experimentar con suficiente intensidad emociones hacia determinadas
situaciones o hacia los demás. En un grado mayor, podemos hablar de aplanamiento
afectivo, o ausencia de reactividad emocional. Estas alteraciones tienen lugar
frecuentemente en determinados trastornos del espectro esquizofrénico, como puede ser
el caso de la esquizofrenia tipo catatónico, o el trastorno esquizoide y esquizotípico de la
personalidad.
Finalmente, se debe distinguir entre embotamiento afectivo y el “sentimiento de falta
de sentimientos” que suele darse comúnmente en pacientes que presentan estados
depresivos, en especial endógenos.

4.12. NEOTIMIA
Se trata de un estado afectivo de excepción. Hace referencia a sentimientos “nuevos”,
inusuales, tales como un estado de éxtasis, la detención del tiempo, la vivencia de salida
del yo, la fusión con algo diferente, ciertos estados crepusculares, etc. Se da típicamente
en trastornos de tipo psicótico, aun cuando pueden encontrarse correlatos no patológicos
entre ascetas, naturalistas o místicos, etc.
4.13. SENTIMIENTO DE FALTA DE SENTIMIENTOS (Anestesia emocional)
El sujeto se siente vacío, indiferente, y con incapacidad para sentir pena, dolor,
tristeza, alegría... Este estado genera sufrimiento al paciente, ya que él siente que no es
capaz de sentir, todo le resulta indiferente y no encuentra ninguna motivación para vivir.
Muy característico de depresiones endógenas y a veces lo observamos en trastornos
distímicos.
Denominada también: anestesia sentimental, sensación de desierto sentimental , "no
poder estar triste" . Ocurre frecuentemente en los enfermos melancólicos. Los pacientes
se quejan de que no pueden sentir ninguna alegría y de que tampoco pueden sentir ninguna
tristeza. Estos enfermos tienen sentimientos, pero no aquellos sentimientos que ellos
echan en falta, es de eso de lo que se quejan. Es algo parecido a lo que ocurre en la vida
ordinaria cuando alguien se queja de no sentir el cariño que antes tenía a determinada
persona. Veamos algunos ejemplos tomados de dos pacientes depresivas:

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• "A mi me da todo igual, estoy insensible, no siento nada, tengo un vacío interior
muy grande".

• "No tengo lagrimas ni nada, parezco de barro, no siento nada. Tengo ganas de
llorar, de suspirar, de sentir algo, no lloro, no suspiro, parezco de otro mundo"

4.14. OTROS SÍNTOMAS AFECTIVOS


Otros síntomas relevantes en esta área de la psicopatología son:
a) Apatía: la apatía se refiere fundamentalmente a la falta de motivación, siempre y
cuando dicha falta de motivación no se pueda relacionar con una disminución del
nivel de conciencia, déficit intelectual o distrés emocional. La apatía traduce una
indiferencia patológica.
b) Abulia: consiste en la impotencia para hacer obrar la voluntad, tomar una decisión
o cumplir un acto deseado y reconocido necesario por el sujeto. Se relaciona con
un trastorno de la voluntad y se observa en los pacientes que, estando plenamente
conscientes, no son capaces de iniciar, comunicar o regular conductas dirigidas a
un propósito. Puede aparecer en algunas depresiones, en trastornos psicóticos,
sobre todo con predominio de síntomas negativos, y en trastornos orgánico-
cerebrales. La apatía y la abulia pueden constituir una continuidad patológica en
la que la segunda represente el lado más extremo.
c) Aprosodia: se refiere a trastornos del lenguaje afectivo, es decir, prosodia y
modulación emocional, que surgen en pacientes con trastornos mentales orgánicos
que afectan a las estructuras centrales implicadas en el lenguaje. Generalmente,
consisten en trastornos del lenguaje afectivo que aparecen en pacientes con
lesiones del hemisferio derecho.

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Psicopatología. Curso 2020-21

Belloch, A.; Sandín, B.; y Ramos, F. (1996). Manual de psicopatología. Vol. I y II.
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Segarra, R. y Eguíluz, I. (2013). Afectividad. En I. Eguíluz y R. Segarra (Eds.)
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