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CAPITULO I: LOS ESCLAVOS DE YUCATÀN

Los norteamericanos llaman a México “nuestra república hermana”, república


muy parecida a ellos o eso es lo que creen, pero el verdadero México es un país
con una Constitución y leyes escritas tan justas en general y democráticas como
las de Estados Unidos; pero donde ni la Constitución ni las leyes se cumplen. Es
un país sin libertad política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin
elecciones libres, sin sistema judicial, sin partidos políticos, sin alguna garantía
individual y sin libertad para conseguir la felicidad. Durante más de una
generación no ha habido lucha electoral para ocupar la Presidencia, el Poder
Ejecutivo lo gobierna todo por medio de un ejército permanente. Es una tierra
donde la gente es pobre porque no tiene derechos, donde el peonaje es común
para las grandes masas y donde existe esclavitud, no adora a su Presidente.
Los esclavistas se dedicaban a comprar o engañar a los visitantes, así se les
llenaba la cabeza de falsedades y se les conducía por una ruta preparada para
que no conocieran la verdad y vieran que los esclavos no eran tales.
Los hacendados no llaman esclavos a sus trabajadores, se refieren a ellos como
“obreros”, especialmente cuando hablan con forasteros. La esclavitud
encontrada en Yucatán es aquella en la que la propiedad sobre el cuerpo de un
hombre es absoluta y puede ser transferido a otro; propiedad que da al poseedor
el derecho de aprovechar lo que produzca, matarlo de hambre, castigarlo,
asesinarlo, etc. Los hacendados yucatecos no llaman esclavitud a su sistema, lo
llaman servicio forzoso por deudas. Los siervos no tienen la oportunidad de
pagar con su trabajo el precio de su libertad. 
Los prestamistas y corredores de esclavos de Mérida llevan su negocio en silencio
y se aprovechan de todos a los que pueden engañar para convertirlos en esclavos
por diversas formas. Entre los esclavos de Yucatán hay 10 mayas por cada yaqui,
los primeros mueren en su tierra, pero los yaquis son desterrados y separados de
toda su familia.

CAPITULO II: EL EXTREMINIO DE LOS YAQUIS

Se nos habla de los yaquis de Sonora, quienes por una radical orden del
presidente Porfirio Díaz eran deportados a Yucatán. Cada mes cientos de familias
eran recogidas para ser enviadas al exilio y nadie sabía qué era de ellas después.
Los yaquis eran personas sumamente trabajadoras y pacíficas y formaban parte
de la nación mexicana hasta que fueron incitados por el gobierno, al querer
quitarles su tierras, a tomar las armas. Esta guerra fue larga y terrible, muriendo
en ella miles de personas; a su término los yaquis que se habían rendido
recibieron territorios en el norte de la República, resultando ser una zona
desierta y uno de los lugares más inhóspitos de América, por lo que se vieron
obligados a mezclarse con pueblos cercanos perdiendo así parte de la tribu yaqui
su identidad. Son estos yaquis pacíficos a los que se aprehende y se deporta a
Yucatán, siendo vendidos en ese lugar y apropiàndose las autoridades del
gobierno del estado de Sonora  todos sus bienes, resultando estos yaquis una
gran inversión.

CAPITULO III: EN LA RUTA DEL EXILIO

Los yaquis que se dirigen a Yucatán, al llegar al puerto de Guaymas abordan un


barco de guerra del Gobierno hasta el puerto de San Blas. Después de cuatro o
cinco días de travesía, desembarcan y son conducidos a pie a través de una de las
sierras más abruptas de México, desde San Blas a Tepic y desde Tepic a San
Marcos, de quince a veinte días de viaje. 
Durante el camino se desintegran las familias, a las mujeres se les quitan a sus
maridos y a sus hijos y se les dan hijos de extraños y cuando ya los empiezan a
querer también se los llevan.
Para el general encargado del destierro todos son yaquis, no hace distinción si se
es de tez oscura y viste diferente, no investiga ni hace preguntas..., los detiene a
todos.
Muchos de los yaquis capturados mueren en el camino y por lo menos dos tercios
de los que sobreviven mueren en los primeros doce meses de trabajo.
Los desterrados yaquis son enviados a las fincas henequeneras como esclavos, se
les trata como muebles; son comprados y vendidos, no reciben jornales, los
alimentan con tortilla, frijoles y pescado podrido; a veces son azotados hasta
morir, se les obliga a trabajar desde la madrugada hasta al anochecer. A los
hombres se les encierra durante toda la noche y a las mujeres se les obliga a
casarse con chinos o con mayas. Se les caza cuando escapan. A las familias
desintegradas no se les permite que vuelvan a reunirse.

CAPITULO IV: LOS ESCLAVOS CONTRATADOS DE VALLE NACIONAL

Se nos da una idea de la cantidad de personas que son transportadas a Valle


Nacional como esclavos a base de engaños y los malos tratos que allí reciben por
parte de sus “dueños”.
En Valle Nacional todos los esclavos, con excepción de muy pocos, rinden tributo
a la tierra en un lapso de un mes a un año, aunque la mayor mortalidad ocurre
entre el sexto y el octavo mes, esto como consecuencia de la forma en que los
hacen trabajar, el modo de azotarlos y de matarlos de hambre.
El esclavista de Valle Nacional ha descubierto que es más barato comprar un
esclavo, hacerlo morir de fatiga y de hambre en siete meses y comprar otro, que
dar al primero una mejor alimentación, no hacerlo trabajar tanto y prolongar así
su vida y sus horas de trabajo por un periodo más largo.
Los esclavos no son llamados así por los hacendados, son llamados trabajadores
contratados; desde el momento en que entran a Valle Nacional se convierten en
propiedad privada del hacendado y no existe ley ni gobierno que los proteja.
Hay dos formas de llevar al trabajador a Valle Nacional: por conducto de un jefe
político que en lugar de enviar a pequeños delincuentes a cumplir sentencias en
la cárcel, los vende como esclavos y se guarda el dinero para sí, arrestando así a
todas las personas que pueda, o bien, a través de un “agente de empleos”.
Valle Nacional es el peor centro de esclavitud en todo México y probablemente el
peor del mundo.

CAPITULO V: EN EL VALLE DE LA MUERTE

A Valle Nacional también se le conoce como el Valle de la Muerte, todos los


individuos a quienes arrestan van a Valle Nacional... todos, menos los ricos.
Inicialmente debido a su gran belleza los españoles lo conocían como Valle Real,
pero después de la independencia de México, el nombre fue cambiado por el de
Valle Nacional.
Los mandan a la muerte, pues nunca saldrán vivos de ese agujero. Tanto los
hombres como las mujeres que son víctimas de la esclavitud son azotados hasta
morir. Son los españoles quienes golpean a la gente hasta hacerlos morir, todas
las haciendas tabaqueras pertenecen a españoles, menos una o dos.
 En Valle Nacional lo único que se ve son cuadrillas de hombres y muchachos
extenuados que limpian la tierra con machetes o aran con yuntas de bueyes los
anchos campos y por todas partes se ven guardias armados con largas y flexibles
varas, sables y pistolas.
Se retiene a todos los esclavos hasta que mueren y cuando mueren, los amos no
siempre se toman la molestia de enterrarlos: los arrojan a las ciènegas donde los
caimanes los devoran. Los esclavos que están exhaustos y no sirven para nada,
pero que tienen fuerza suficiente para gritar y defenderse si van a ser echados a
“los hambrientos”, son abandonados en el camino sin un centavo y andrajosos
muchos de ellos se arrastran hasta el pueblo para morir. Los indios les dan
algunos alimentos y en las afueras del pueblo hay una casa vieja donde se
permite a esas miserables criaturas pasar sus últimas horas.

CAPITULO VI: LOS PEONES DEL CAMPO Y LOS POBRES DE LA CIUDAD


Se nos habla acerca de la cantidad de esclavos que existen en la República
Mexicana y de la participación del gobierno en esta esclavitud.
Por lo menos en 10 de los 32 estados y territorios de México la mayoría
abrumadora de trabajadores son esclavos, aproximadamente el 80%, mientras
que el 20% restante está integrado por trabajadores libres, quienes viven una
existencia precaria en su esfuerzo por esquivar la red de los enganchadores y
cuya vida es sumamente difícil y casi igual a la de un esclavo.
Las condiciones secundarias de la esclavitud varían en diferentes lugares, aunque
el sistema general es en todas partes el mismo: servicio en contra de la voluntad
del trabajador, ausencia de jornales, escasa alimentación y azotes.
La esclavitud por deudas y por “contrato” es el sistema de trabajo que prevalece
en todo el sur de México. Según este sistema, el trabajador está obligado a
prestar servicios al hacendado, aceptar lo que quiera pagarle y recibir los golpes
que éste quiera darle. La deuda real o imaginaria, es el nexo que ata al peón con
su amo. Las deudas son transmitidas de padres a hijos a través de generaciones.
Por lo regular, no reciben un solo centavo en efectivo, sino que se les paga en
vales de crédito contra la tienda de raya de la hacienda, en la cual están
obligados a comprar a pesar de los precios exorbitantes. Sus condiciones de vida
son realmente deplorables.

CAPITULO  VII: EL SISTEMA DE DÌAZ

La esclavitud y el peonaje en México, la pobreza y la ignorancia y la postración


general del pueblo se deben a la organización financiera y política que rige en
México; en una palabra, a lo que se llamará el “sistema” del Gral. Porfirio Díaz.
A pesar de que los señores españoles hicieron del pueblo mexicano esclavos y
peones, nunca lo quebrantaron y experimentaron tanto como se le quebranta y
destruye con Díaz.
Mientras éste prometía respetar las instituciones progresistas que Juárez y Lerdo
habían establecido, instituyó un sistema propio, en el que su propia persona es la
figura central y dominante; en el que su capricho es la Constitución y la ley; en el
que los hechos y los hombres tienen que sujetarse a su voluntad. Porfirio Díaz es
el Estado.
 Bajo su gobierno, la esclavitud y el peonaje se restablecieron sobre bases más
inmisericordes que las que existieron en los tiempos de los españoles.
Se refiere al sistema de Díaz  más que a él personalmente porque ningún hombre
se halla solo en sus iniquidades. Díaz es el sostén principal de la esclavitud, pero
existen otros sin los cuales el sistema no podría mantenerse por mucho tiempo,
hay un conjunto de intereses comerciales que obtienen grandes ganancias del
sistema porfiriano de esclavitud y autocracia. Los intereses norteamericanos
constituyen la fuerza determinante para la esclavitud en México.
En contra de la voluntad de la mayoría del pueblo, el Gral. Díaz tomó la dirección
del Gobierno y permaneció ahí durante más de 34 años y está aquí la respuesta a
que se viera obligado a instaurar ese régimen privando al pueblo de sus
libertades. Mediante la fuerza militar y la policía controló las elecciones, la prensa
y la libertad de palabra e hizo del gobierno popular una farsa.
 Díaz con la finalidad de obtener apoyo para su Gobierno se dedicó a repartir los
puestos públicos, los contratos y los privilegios especiales de diversa índole.
Gradualmente el país ha caído en la represión, en manos de los funcionarios de
Díaz, amigos y extranjeros y por esto, el pueblo ha pagado con sus tierras, con su
carne y con su sangre.

CAPITULO VIII: ELEMENTOS REPRESIVOS DEL RÈGIMEN DE DÌAZ

Los norteamericanos que emprenden negocios en México son muy bien tratados.
Las más grandes exigencias de gratificación están compensadas con creces por
los privilegios especiales que luego disfrutan. Para ellos el régimen de Díaz es el
más sabio, el más moderno y el más benéfico, pero para los mexicanos comunes
es un tratante de esclavos, un ladrón, un asesino.
El Presidente, el gobernador y el jefe político son tres clases de funcionarios que
representan todo el poder en el país. Ninguno es responsable de sus actos ante el
pueblo. Es el régimen dictatorial personalista más perfecto que hay en la tierra.
Los elementos represivos de su régimen son: el ejército (máquina de asesinar e
institución de destierro); las fuerzas rurales (policía montada, emplean sus
energías en robar y matar por cuenta del Gobierno) ; la policía ; la acordada
(organización secreta de asesinos); la ley fuga (forma de asesinar muy utilizada);
Quintana Roo, la “Siberia mexicana” (soldados-presos); las cárceles (grandes
horrores –Belén y San Juan de Ulùa-) y los jefes políticos.

CAPITULO IX: LA DESTRUCCIÒN DE LOS PARTIDOS DE OPOSICIÒN

Se nos habla de la cantidad de personas que sufrieron a diario muerte, prisión o


exilio por luchar a favor de los derechos políticos: el derecho a la libertad de
palabra y de prensa, el de reunión, el de votar para decidir quiénes deben ocupar
los puestos políticos y gobernar a la nación, el de tener seguridad para personas
y propiedades.
Los órganos de represión de la maquinaria gubernamental de Porfirio Díaz
(ejército, rurales, policía ordinaria, secreta y acordada) se dedican en un 20% a la
persecución de los delincuentes comunes y en el 80% restante a la supresión de
los movimientos democráticos comunes.
Los asesinatos secretos suceden constantemente. Se afirma que durante el
gobierno de Porfirio Díaz hubo más ejecuciones políticas que en cualquier época
anterior, pero que eran practicadas con más habilidad y discreción que antes. La
aparente tranquilidad de México es forzada por medio del garrote, la pistola y el
puñal.
Durante el gobierno de Díaz, los jefes de todos los movimientos políticos de
oposición a el, por muy pacíficos que hayan sido sus métodos o muy digna su
causa, fueron asesinados, encarcelados o expulsados del país.
Como consecuencia de esto para 1910, no había ya persona que se atreviera a
apoyar de modo abierto a algún partido de oposición, principalmente al Partido
Liberal, por temor de ser encarcelados también bajo la acusación de estar
relacionados en una u otra forma con alguna de esas rebeliones.

CAPITULO X: LA OCTAVA ELECCIÒN DE DÌAZ POR “UNANIMIDAD”

Se dedica este capítulo a relatar la campaña presidencial que terminó el 26 de


junio de 1910, con la octava “elección por unanimidad” del Presidente Díaz.
Gracias a la censura hay mucho sucesos que no se conocen sobre esta y todas las
demás situaciones.
A través de Creelman el Presidente anunció al mundo que por ningún motivo
consentiría en aceptar un nuevo periodo y que le agradaría transferir
personalmente el poder gubernamental a una organización democrática. Ante
esto todo el país, fuera de los círculos oficiales, se entusiasmó con la noticia.
Pero esta declaración fue falsa, así que se le propuso que cuando menos
permitiera que el pueblo nombrara a un vicepresidente, pero no fue así, Díaz se
dedicó a destruir al Partido Demócrata y a todos sus seguidores encarcelàndolos,
matàndolos, etc., así como destruyendo todos los periódicos que iban en
oposición a Díaz, volviendo una vez más a la intimidación del pueblo, por lo que
el día de las votaciones los soldados vigilaban las casillas y cualquiera que se
atreviera a votar por candidatos que no fueran los gubernamentales, se
arriesgaba al encarcelamiento, a la confiscación de sus propiedades y aún a la
muerte. Al final el Gobierno cumplió con la formalidad de contar los votos y a su
debido tiempo se anunció al mundo que el pueblo mexicano había elegido a Díaz
y a Corral “prácticamente por unanimidad”.

CAPITULO XI: CUATRO HUELGAS MEXICANAS

La fábrica de textiles de Río Blanco fue escenario de la huelga más sangrienta en


la historia del movimiento obrero mexicano, debido a que las condiciones que
operaban en ellas eran infrahumanas. Los obreros formaron el sindicato “Círculo
de Obreros” y fueron suprimidos, así que fábricas de la misma compañía en otros
estados decidieron estallar la huelga y con la finalidad de ayudarlos, los de Río
Blanco esperaron, pero la compañía para que ya no pudieran ayudarlos cerró la
fábrica y fue entonces, que ya sin trabajo declararon la huelga y formularon una
serie de demandas. Pidieron ayuda a Díaz, pero éste, como era de esperarse, dio
su fallo a favor de la compañía y los empleados estaban dispuestos a acatar el
fallo, pero necesitaban comida para recuperar las fuerzas y fue por esto que se
desató la guerra, pues por no recibir la ayuda incendiaron la tienda de raya y
posteriormente la fábrica y por ello los trabajadores fueron víctimas de una gran
matanza, pero por lo menos lograron que la tienda se clausurara.
Otra huelga fue la de la Gran Liga de Trabajadores Ferrocarrileros, la cual paralizó
el sistema del Ferrocarril Nacional Mexicano por 6 días, pero posteriormente fue
suprimida y los huelguistas en un inicio regresaron a sus puestos, pero
posteriormente fueron despedidos uno a uno.
La huelga de Tizapàn como las demás se dio por las malas condiciones de trabajo
a las que estaban sujetos los trabajadores y como todas las demás ésta se perdió
y se reabrió  la fábrica, pues mano de obra abunda y además es barata.
La última huelga fue la de Cananea y también fue rota por el gobierno, ésta
también fue sangrienta y estuvo involucrado Estados Unidos en la captura y
muerte de los empleados, gracias a ciertas falsedades.

CAPITULO XII: CRÌTICAS Y COMPROBACIONES

Se nos presentan algunas evidencias que para muchos prueban la esclavitud que
había durante el mandato de Porfirio Díaz y que para otros son solo puras
mentiras y que al tratar de comprobarlas acaban aceptando una u otra de estas
mentiras hasta que confiesan que es verdad toda la historia.
Se nos presentan una serie de artículos periodísticos de personas que lo
defienden, pero que al mismo tiempo reconocen algo de lo que escribió Turner
en The American Magazine (los 5 primero capítulos de este libro, pero en forma
mucho más reducida).

CAPITULO XIII: EL CONTUBERNIO DE DÌAZ CON LA PRENSA NORTEAMERICANA

Se habla de la resistencia que tienen algunos periodistas poderosos de Estados


Unidos de publicar cualquier cosa que perjudique a Porfirio Díaz y del deseo que
tienen de publicar lo que halague a este dictador, así de cómo los que hacen esto,
lo hacen de manera en que los agentes de Díaz les dicen que lo hagan y por lo
tanto sin un muestrario de hechos.
Cualquier libro que fuera de oposición a Díaz era censurado y negada su
circulación, no sólo en México sino también en Estados Unidos, en donde ya un
libro de oposición que por la mayoría era considerado adulatorio circulaba y que
posteriormente fue desapareciendo hasta que se volvió imposible conseguirlo,
como sucedió con muchos otros.
Ante esto se prueba que existe una influencia hábilmente aplicada sobre el
periodismo y la publicación de libros y todo por “razones de negocio”.
Lo que se comenta en este capítulo presenta una veracidad histórica, ya que
durante el gobierno de Díaz, se suprimió toda objeción a sus métodos de
gobierno, evitando aún la más leve crítica a su política.
La oposición de la letra impresa fue reprimida mediante la compra o persecución
de los editores de periódicos, libros o revistas, hasta lograr su completo
sometimiento, como fue el caso de muchos editores norteamericanos que con tal
de obtener alguna propiedad o concesión en México, dejaron a un lado todo
aquello que fuera en contra de Díaz y perjudicara el negocio.
Hubo quienes resistieron heroicamente al soborno, la cárcel y la hostilidad, como
el caso de los directores de El Monitor Republicano, La Voz de México y El Hijo del
Ahuizote.
El Tiempo, periódico católico acabó por aceptar una subvención del gobierno, de
manera que sus textos eran tolerados para dar la impresión de la existencia de
una prensa libre.
En los estados de la república la persecución contra la prensa libre fue aún más
atroz, pues se llegó al asesinato de los directores de los periódicos.
Toda esta censura trajo como consecuencia la absoluta indiferencia electoral del
pueblo mexicano.

CAPITULO XIV: LOS SOCIOS NORTEAMERICANOS DE DÌAZ

Los Estados Unidos son socios en la esclavitud que existe en México. Son
responsables como fuerza determinante de la continuación de esa esclavitud y
los son a sabiendas. Hay muchos norteamericanos dispuestos a probar que la
esclavitud en México es provechosa, han aportado su concurso para que ese
régimen se extienda, le otorgan su apoyo unánime y total a Díaz pues consideran
que es un factor necesario para perpetuar la esclavitud. Estados Unidos ha
mantenido a Díaz en el poder cuando debiera haber caído. El poder policiaco se
ha usado para destruir el movimiento de los mexicanos.
Por medio de la asociación en los negocios, de la conspiración periodística y de la
alianza política y militar, los Estados Unidos han convertido virtualmente a Díaz
en un vasallo político, han transformado a México en una colonia esclava de los
Estados Unidos. Díaz es el Becerro de Oro, los norteamericanos obtienen
utilidades de la esclavitud mexicana y se esfuerzan para mantenerla.
Existe en México un creciente sentimiento antinorteamericano, dado que el
pueblo mexicano es naturalmente patriota.
Existen en México 900 millones de dólares de capital norteamericano lo que
representa una gran amenaza, pues es un buen pretexto para intervenir en
México con la finalidad de proteger su capital y así destruir la última esperanza de
los mexicanos de obtener su existencia nacional independiente, este capital se
encuentra invertido en: el consorcio de cobre, la producción de petróleo crudo, el
azúcar de remolacha, el hule y el negocio de transportes por exprés. El 80% de las
exportaciones mexicanas se hacen a los Estados Unidos y el 66% de las
importaciones provienen también de ahí.
La completa norteamericanizaciòn de los ferrocarriles de México es una de las
amenazas que se mantiene sobre el pueblo para impedir que derroque al
gobierno que le es especialmente favorable.

CAPITULO XV: LA PERSECUCIÒN NORTEAMERICANA DE LOS ENEMIGOS DE DÌAZ

Este capítulo relata cómo los Estados Unidos han entregado sus recursos
militares y civiles en manos del tirano y con tales recursos lo han mantenido en el
poder. Por el reinado del terror así establecido por los Estados Unidos han
mantenido ahogado un movimiento, que de otro modo, hubiera desarrollado
fuerza suficiente para derrocar a Díaz, abolir la esclavitud mexicana y restaurar el
Gobierno constitucional en México.
Algunos de los procedimientos empleados en la campaña de deportación que
llevó acabo Estados Unidos para ayudar a Díaz fueron: iniciar procesos de
extradición bajo acusaciones de “homicidio y robo”; deportarlos por medio del
Departamento de Migración bajo el cargo de “inmigrantes indeseables” (fue el
más efectivo); secuestros descarados y entregas criminales al otro lado de la
frontera.
En este capítulo también se nos habla de varias historias sobre persecuciones
supresiones de periódicos, las cuales fueron muy comunes durante el gobierno
de Díaz, de hecho eran el pan de cada día.

CAPITULO XVI: LA PERSONALIDAD DE PORFIRIO DÌAZ

En general los norteamericanos tienen la opinión de que Díaz es una “muy buena
persona” y que es el hombre más grande del hemisferio occidental, pero los
hechos hablan por sí mismos y lo califican como un hombre misterioso.
Díaz ha gastado millones para tinta de imprenta en los Estados Unidos, en donde
solo se habla maravillas de él. La mayoría de los hombres son vulnerables al
halago y Díaz sabe halagar, es generoso en regalar a los hombres cuya buena
opinión influye en otros.
Díaz se ha dedicado a perturbar la paz mediante una guerra sangrienta contra los
movimientos democráticos respetables del pueblo, pero esto no lo ven los que lo
admiran.
Porfirio cuenta con facultades personales, como genio para la organización,
agudo juicio de la naturaleza humana y laboriosidad, pero estas características
las utiliza para mal. Es inteligente, pero su inteligencia se puede calificar como
criminal al idear métodos para reforzar su poder personal; no tienen nada de
refinamiento ni de cultura. Es sumamente cruel y vengativo y a la vez cobarde y el
pueblo ha sufrido por estas causas.
El General ha demostrado gratitud para algunos de sus amigos, pero al hacerlo
ha exhibido al mismo tiempo su absoluto desprecio por el bienestar público.
Otra de sus principales características es la hipocresía y la falta de patriotismo.
Lo único a lo que se dedicó Díaz fue a entregar a su pueblo al dominio
norteamericano y todo por un beneficio personal, nunca buscó el beneficio
colectivo.

CAPITULO XVII: EL PUEBLO MEXICANO

Se habla del carácter de los mexicanos y se presenta una discusión de los


argumentos que los norteamericanos suelen usar para defender, en México, un
sistema que ni por un momento disculparían en algún otro país.
El punto sustancial de esa defensa consiste en que el mexicano “no es apto para
la democracia” que hay que esclavizarlo en aras del “progreso”, puesto que no
haría nada por sí mismo o por la humanidad si no se le obligase a hacerlo por
medio del temor al látigo o al hambre; que debe ser esclavizado porque no
conoce nada mejor que la esclavitud; y que, de todos modos, en la esclavitud es
feliz.
Algunos de los vicios atribuidos al pueblo mexicano por esas mismas personas
son: pereza incurable, superstición infantil, imprevisión desenfrenada, estupidez
ingénita, conservatismo inmutable, ignorancia impenetrable, indomable
propensión al robo, embriaguez y cobardía.
Se nos dan las razones de estos vicios y los resultados de ellos y se nos dice que el
carácter peculiar mexicano es una combinación de los elementos españoles y
aborígenes.
También se hace un análisis de si es que México está o no preparado para la
democracia.
OPINION

La lectura de este libro me pareció sumamente interesante, ya que por medio de


éste pude conocer diversas situaciones y sucesos del gobierno de Porfirio Díaz
que tal vez de otra manera no hubiera conocido, ya que comúnmente en los
libros de historia no encontramos narrados estos sucesos de manera tan
profunda y concisa o incluso ni siquiera nombrados.

Turner John Kenneth, México Bárbaro, México, Ed. Época, 303 p.p.

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