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Antetítulo: Entrevista: Rodolfo Saglimbeni dirigirá Sinfónica de Chile

Título: Brillar con su música a otra parte

Sumario: El director venezolano sigue sumando éxitos a su carrera, en la que ha conjugado su


maestría musical con la actividad formativa

Lo atajamos el día antes de que viaje a Santiago para asumir su nuevo cargo como director titular
de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile. En lugar de estar preparando la maleta, se encuentra
en la Asociación Cultural Humboldt, para dirigir a su entrañable Orquesta Sinfónica Municipal de
Caracas, a la que dejará momentáneamente. De modo que se trata de un cierre de ciclo,
trascendental y emotivo. Sin embargo, Rodolfo Saglimbeni se entrega a los ensayos con la
rigurosidad propia de un director, sobrio e imperturbable. En el camerino, minutos antes de su
presentación, tiene tiempo para repasar su itinerario musical con el entrevistador.

-¿De qué circunstancia dependió su camino de formación?


-En el año 1981 el director de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas (OSMC), Carlos Riazuelo,
organiza una gira y hace contacto con Franco Ferrara para que, además de los conciertos, dé clases
a 10 jóvenes directores. Yo era el más joven de todos, con 18 años. Tocaba trompeta y piano, pero
lo que yo quería era dirigir. En ese viaje, tengo la oportunidad de trabajar en Londres, lugar que
finalmente escogí para iniciar mis estudios como director. Regresé a Caracas, buscamos los
recursos, fui a audicionar y eventualmente quedé en la Real Academia de Música. Soy un
afortunado porque, de alguna manera, he estado donde tenía que estar para que se dieran las
cosas. Cuando terminé en Inglaterra tuve dos alternativas: quedarme allá o regresar. Decidí
regresar al país y fue lo mejor que me pudo pasar porque me tocó trabajar desde el primer día.

-¿Cómo es el trabajo de un director de orquesta?


-Es en principio un trabajo silencioso. (Nos muestra una partitura con marcas y anotaciones a
lápiz; hace 20 años que raya sobre ella.) Antes de yo venir y decir “buenos días” y estar delante de
una orquesta, han sido horas de aprenderme toda esta música, marcarla, destacar las cosas
importantes. Por muchas horas ese es mi trabajo, escuchando versiones de una misma pieza, por
ejemplo, un poquito alejado del mundo, porque se necesita mucha concentración. Y es una labor
solitaria porque cuando se disfruta mucho una actividad a veces no quieres que nadie te moleste.

-El nivel de un músico se aprecia por su “virtuosismo”, pero ¿qué es exactamente eso?
-Es la sensibilidad que debe tener todo artista. Hay personas que son naturalmente proclives a ser
buenos artistas, buenos músicos, y luego reciben preparación con buenos maestros. Es cuando se
les abre el camino a seguir, que los va a empujando hasta ser exitosos en la profesión. En otro
caso, si bien se puede no contar con una capacidad artística, por ejemplo, a nivel de ejecución, las
capacidades técnicas permiten formar excelentes docentes de la música, una cuestión muy
necesaria también.

-Ha sido profesor y tutor, ¿cómo lleva esa faceta como docente?
-Yo me gradué en Inglaterra hace más de 30 años y vuelvo todos los años a un lugar adonde hay
un curso internacional de música de directores de orquesta que yo tutoreo (el curso de verano de
Canford), y la razón no es que estoy muy interesado sino que voy porque yo me nutro muchísimo
también. Porque considero que enseñar es una de las mejores formas de aprender.

-¿En qué consiste lo que la OSMC ha llamado “conciertos comentados”?


-Es una forma de acercarnos al público. Generalmente los comenta Sadao (Muraki, quien nos
acompaña en la entrevista), algo que se nos ocurrió hace unos 10 años, cuando se decía aquello de
la “música elitista”. Porque la idea no es solo que la gente escuche música clásica sino que
también comprenda de qué se trata, explicándoselo con palabras sencillas, ofreciéndoles apoyo
multimedia, que es la manera de involucrar al público.

-Ha tenido cargos en juntas y consejos directivos, ¿cómo compagina esto con la música?
-Estamos en un ámbito que es muy hermoso y que disfrutamos intensamente mientras
permanecemos en ello. Pero antes y después hay que trabajar en el forjamiento de la base
estructural para que eso funcione: los proyectos, las grabaciones, las giras, las relaciones
interinstitucionales... Es una actividad muy compleja porque las orquestas manejan grupos
grandes de personas, del mismo modo que una gran empresa, y promoverlas no significa
solamente hacer conciertos, sino bregar para que el proyecto salga adelante.

-¿Cómo afronta esta nueva responsabilidad con la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile?
-Conozco la orquesta desde el año 2001, cuando comencé a ir como director invitado y durante
casi dos décadas he estado muy en contacto con ella. Es una orquesta que he visto crecer. Gracias
a ese crecimiento juntos ahora ellos me eligieron como director titular en un momento también
muy importante de la orquesta, cuando está por cumplir 80 años.

-La situación de Chile me lleva a preguntarle, ¿la música puede ser política?
-La música a través del tiempo ha evolucionado dentro de lo que es el contexto social y político de
los países. Ha habido guerras donde las orquestas desaparecían por crisis o conflictos
determinados, donde lo primero que se sacrificaba era la cultura. Pero, si existe una conciencia
clara, una de las cosas que se tienen que mantener son las instituciones culturales. En Venezuela
vivimos momentos complejos, pero es un hecho que nuestras orquestas dentro de las dificultades
que nos afectan a todos se mantienen muy fuertes. Nosotros sentimos que la visión política nos ha
ayudado en los momentos buenos, y en los malos no se ha olvidado de nosotros. Entonces esa
política, que no tiene concepto partidista, esa política de Estado, ha hecho que nuestra cultura se
fortalezca. Esperamos y aspiramos que eso se mantenga en el tiempo.

(Despiece:)
Ficha personal:

Nacido en 1962, Rodolfo Saglimbeni estudió música en Venezuela y en la Real Academia de Música
de Londres. Fue director asociado de la Sinfonietta de Caracas y de la Sinfónica Venezuela, director
artístico fundador de la Sinfónica Gran Mariscal Ayacucho y director musical del Teatro Teresa
Carreño. Es profesor de la Uneartes, tutor de Dirección de Orquesta en Fundamusical Simón
Bolívar y la Escuela de Música del Mozarteum de Caracas. Actualmente es director artístico de la
Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de
Cuyo, en Argentina, recibiendo a la fecha importantes reconocimientos nacionales e
internacionales, como la Orden José Félix Ribas en su Primera Clase.

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