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“LA SANTA MÁS GRANDE DE LOS TIEMPOS MODERNOS”

Santa Teresita del Niño Jesús, que en palabras del Papa San Pío X fue “la
Santa más grande de los tiempos modernos”.

Desde hace unos años, custodio (no soy yo) con gran cariño una reliquia ex-
ossibus (un trocito de hueso) de la carmelita más querida en el mundo
católico; esa reliquia llegó a mis manos de manera providencial, sin buscarla
ni pretenderla, porque me parecía casi imposible obtenerla por los medios
“oficiales”, ya que las diferentes Postulaciones de los Santos ponen muchos
cortapisas a la hora de conceder una reliquia.

Faltaría a la verdad si no dijese que desde aquél día que la reliquia llegó a mi
vida, siento la presencia y la intercesión de Santa Teresita con mayor fuerza;
esa cercanía ha sido muchas veces literal, ya que cuando he tenido que visitar
a un enfermo, a alguien necesitado de aliento espiritual e incluso cuando asisto
a la Santa Misa, llevo sobre mi pecho, junto con el Escapulario, la hermosa
teca de plata que contiene la reliquia de mi querida Santa.

Así, de alguna manera, Santa Teresita me ha ayudado a consolar a quien


estaba sufriendo la Cruz de la enfermedad, susurrándome las palabras de
aliento que aquéllas almas necesitaban…también ella, me dio la gracia de
hacer reír a quien andaba bajo de ánimos, para a continuación hacerle ver que
fuera de Dios no hay felicidad.

La Gran Santa Carmelita -su reliquia- me acompaña siempre que asisto a la


Santa Misa en la ermita de San Antonio Abad. No me cabe la menor duda que
su bendita presencia se hace más fuerte cuando me acerco al comulgatorio
para recibir a Aquél Jesús, mi Bienamado…como a ella le gustaba llamarle.
En el momento de la Sagrada Comunión, el Corazón de Jesús, el de Santa
Teresita y el de este pobre miserable que escribe, han sido una misma cosa, y
bien sabe Dios lo feliz que me siento al pensar que Santa Teresita reza
conmigo la Acción de Gracias por la Comunión recibida.

Son innumerables las veces que he encomendado a Santa Teresita no sólo para
alcanzar algún favor espiritual, sino también para que actúe de abogada ante
cuestiones familiares y hasta materiales, porque los Santos, nuestros amigos
incondicionales, no sólo se ocupan de nuestra alma, sino también de todo
aquello que nos preocupa, porque también ellos un día vivieron en este valle
de lágrimas y comprenden bien de nuestras miserias y necesidades.

Sirvan estas pobres líneas a modo de exvoto de un buen amigo de la Santa de


la Infancia Espiritual, como testimonio de tantas gracias y favores como ha
querido concederme y como súplica por la salud espiritual de mi hermana
mayor, aquejada de cáncer con apenas treinta y nueve años y que también ha
encontrado en Santa Teresita una amiga y compañera de sufrimientos.

FRASES PARA MEDITAR DE SANTA TERESITA

“Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor


de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente”

“Mi caminito es el camino de una infancia espiritual, el camino de la


confianza y de la entrega absoluta.”

“Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor. Después de
mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas.”

“Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra.”

“Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza


y de la entrega absoluta.”

“Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones.”


“Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el Cielo.

Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas.

Así se lo he pedido a Dios y estoy segura de que me va a escuchar.”

“Amar a Jesús y hacerlo amar debe de ser, cada vez más, la meta de mi vida.”

“Sentí un gran dolor al pensar que aquella sangre caía al suelo sin que nadie se
apresurase a recogerla. Tomé la resolución de estar siempre, con el espíritu, al
pie de la Cruz para recibir el rocío divino que goteaba de ella, y comprendí
que luego debería derramarlo en las almas. . .

También resonaba continuamente en mi corazón el grito de Jesús en la Cruz:


“¡Tengo sed!”. Estas palabras encendían en mí un ardor desconocido y muy
vivo…Quería dar de beber a mi Amado y yo misma me sentía devorada por la
sed de almas…No eran todavía las almas de los sacerdotes las que me atraían,
sino las de los grandes pecadores; ardía en deseos de arrancarlos del fuego
eterno”

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