Está en la página 1de 2

MEDITACIÓN SOBRE LAS LLAGAS DE JESUCRISTO

I. Para amar a Jesucristo, basta mirar las sagradas llagas que


florecen en sus pies, en sus manos y en su adorable costado.
¿Podría no amarte, oh dulce Jesús, contemplando lo que sufriste
por mi amor? Me arrancaste del infierno derramando por mí tu
sangre toda; me diste todos los méritos de tu santa Pasión.
Penetremos, alma mía, hasta el Corazón de Jesús por la abierta
llaga de su costado; hablémosle y oigamos lo que nos dirá.
A través de las llagas de su Corazón, entreveo los secretos de su
Corazón. (San Agustín).

II. ¿Estás tentado de desesperación a la vista da los pecados que


cometiste y de las dificultades que encuentras en el camino del
cielo? ¿Te sientes proclive al orgullo, a la lujuria o a algún otro
pecado? Refúgiate en la llaga del costado de Jesús; óyele decir:
“¿Podría querer tu muerte, hijo mío, Yo, que he muerto por ti? y
tú, ¿querrías ofenderme después de todo el bien que te he hecho?
Si mi Padre ha castigado con tanta severidad en mí el pecado de
Adán, ¿te perdonaría a ti si lo ofendes?”

III. ¿Estás afligido, abrumado de dolor, cargado de oprobios, sin


apoyo, sin consuelo? Refúgiate en el Corazón de Jesús. He ahí tu
asilo; en él encontrarás un consolador y un amigo. Confíale tus
penas, tus sinsabores, tus inquietudes; cuéntale todos tus
sufrimientos, pero, a tu vez, escúchale cuando te diga los suyos.
Extiende Él los brazos en la cruz para abrazarte, abre su corazón
para recibirte en él.
No desprecies, Señor, la obra de tus manos; considera, te suplico,
las heridas que las atraviesan. (San Agustín).

La devoción a las sacratísimas llagas de Jesús


Orad por la conversión de los pecadores.

También podría gustarte