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Filosofía de la educación.
Año: 2021.
El objetivo de nuestro trabajo es realizar, en primera instancia, un mero recorrido por la
constitución de la Filosofía y por qué se la considera un pensamiento
problematizador, para luego adentrarnos a las cuestiones de la Filosofía de la educación
afirmando, como señala W. Kohan, que se trata de un campo problematizador. Posteriormente,
continuaremos el recorrido por la relación entre la Filosofía y la infancia desde dos miradas
diferentes: una puesta en la antigüedad y otra puesta en la modernidad. Para, por último,
detenernos en ésta última mirada, en su surgimiento, su alianza con la educación y las
críticas que recibe el modelo de escolarización.
La filosofía, como plantea la autora Marisa Costa, es una disciplina difícil de definir y
como tal, formalmente constituida, tiene su comienzo en Grecia, alrededor del siglo VI. A.C. Su
término compuesto por otras dos palabras griegas significa: por un lado, Philos (amor,
afección a) y por otro shopía (saber, conocimiento), dicho esto podría decirse que, el filósofo es
alguien que está siempre en actitud de aspirar a la sabiduría , que hace de la reflexión la
actividad central de su vida. Su interés principal es plantear preguntas , más que
responderlas, porque en la disciplina filosófica es habitual que cada respuesta genere
nuevas preguntas convirtiéndose en una actividad que se compromete con la
problematización de la realidad, de las acciones de los hombres, del orden de cosas dado y
determinado, a preguntarse por estas cuestiones y no solo quedarse con lo establecido, poniendo
en crisis creencias heredadas. El filósofo Darío Sztajnszrajber va a plantear que, la filosofía
nace en el intento de pensar lo pensado y por eso persigue el fundamento. Busca entender
por qué todo sucede como sucede, pero siempre está consciente de que, cada nuevo por qué,
abre una nueva búsqueda. Va a decir, también, que hacer filosofía es colocar toda realidad en
estado de extrañamiento, es romper con lo establecido, es no renunciar a la pregunta por el “por
qué” ya que ésta no tiene respuesta última y conduce a una conversación infinita. (Preguntarse el
por qué de las cosas)
La alegoría de la caverna; ¿Qué pretende Platón con esa metáfora? Explicar el camino del
conocimiento.
Platón es un dualista: él divide el mundo en dos; Mundo real, verdadero (mundo de las ideas,
inteligible) y mundo aparente, engañoso (mundo sensible). Nosotros somos herederos de platón
porque, por ejemplo, cuando se plantea que hay que controlar las emociones se lo hace desde la
razón. Platón plantea que hay un dominio de la racionalidad por sobre la emocionalidad. Las
emociones pertenecerían al plano del cuerpo y, la razón, a ese mundo inteligible, racional. Los
sentidos nos engañan y la razón nos ilumina.
Esos dos mundos se configuraron en la alegoría de la caverna. En ella, Platón, cuando habla
de los prisioneros encadenados mirando a la sombra hace referencia a los hombres ignorantes. El
hombre prisionero que es liberado y se encuentra con el sol, es la idea del hombre que se
encuentra con la verdad. Primero le cuesta reconocer esa verdad, luego descubre que el mundo
que está afuera es el verdadero. El hombre liberado que se encuentra con la verdad y quiere que
el resto también se encuentre con ella es la metáfora del filósofo.
Platón es un filosofo de la antigüedad, siglo IV a.c. Para los griegos la idea de bien, verdad y
belleza se confluyen en una única idea. Lo bueno es lo bello y es lo verdadero.
Descartes: La duda es el motor del conocimiento. Cuando algo se pone en dudas tenemos la
posibilidad de avanzar en el conocimiento. Voy a avanzar cuando ponga en duda aquello que creo
que es el saber.
¿En qué medidas la filosofía nos puede aportar para poner en cuestión algunas ideas,
algunas pautas que nosotros hemos incorporado como verdades absolutas? (como que
tienen que ser así de una vez y para siempre). La idea sería animarnos a poner en cuestión
esas creencias heredadas, esas verdades que se toman como absolutas, como obviedades.
De la misma manera que se dijo que no hay una única definición de Filosofía, tampoco la
hay para la Filosofía de la educación porque, como señala Walter Kohan, es un “campo
problemático” que es necesario debatir y revisar. Su propósito es mostrar que se trata de un
espacio de saber específico, que tiene una relación directa con la enseñanza de la filosofía.
Resulta complejo intentar delimitar a la Filosofía de la educación de manera lineal y
universal. A pesar de su problema con la propia especificidad, frente a otros campos afines, este
autor propone definirla desde cuatro puntos diferentes para poder comprenderla: “la
Filosofía de la educación es una práctica filosófica” (aquí propone centrarse en la
problemática educacional y tener ante ésta una actitud filosófica. Enseñar la F de la E conlleva
hacerla, practicarla, vivirla al igual que cualquier otra filosofía de), “La filosofía de la educación
es una práctica filosófico-histórica con una historia propia de más de 25 siglos en
Occidente” (desde aquí Kohan plantea que el ser humano es un ser histórico y, por lo tanto, sus
prácticas también lo son, así como la F de la E. Su propia comprensión, sus métodos, sus
problemas y preguntas varían de acuerdo al contexto histórico. No reconocerlo limita la posibilidad
de pensar los problemas de la educación), “La filosofía de la educación es una práctica
teórica” (La expresión “práctica teórica” implica una tarea de descubrir continuamente ideas y
saberes que están presupuestos en las prácticas educacionales. Dejando de ser la educación
como un objeto externo de la teorización filosófica) y “La filosofía de la educación tiene una
función de resistencia y liberación” (Aquí toma las ideas de Avanzini; este delimita la F de la
E en tres funciones: 1- F epistemológica; identificar el carácter de los saberes. 2-F elucidadora;
distinguir y exponer los valores que se encuentran en el sistema educativo, implícitos o explícitos,
distinguir los fines que regulan el sistema. 3- F propositiva; finalidades legítimas a partir de una
reflexión sobre los principios y fines que deben guiar una práctica o un sistema educativo. Todas
son compatibles y complementarias, sintetizan caminos posibles para analizar y precisar el papel
de la F en las prácticas y sistemas educacionales. A estas propuestas de Avanzini se las
entrecruzan con la categoría de Sujeto propuesto por Foucault: para él tiene doble significación,
somos doblemente sujetos, en tanto estamos sometidos a otro por el control y la vigilancia y,
también en tanto estamos atado a nuestra propia identidad a partir de la conciencia y el
conocimiento que tenemos de nosotros mismos. En los dos sentidos la palabra sugiere una forma
de poder que domina y sujeta, poder pastoral que se transforma en instituciones a partir del
s.XVI). Foucault señala: en la filosofía convive la preocupación por lo universal y la ocupación por
el presente. Éste último, el cuestionamiento sobre el “qué somos” en esta instancia histórica es el
problema filosófico más relevante por ello se rechaza aquello que somos, de librarnos a nosotros
mismos de aquello que somos. Con el sentido de la palabra liberación se trata de generar
condiciones para que cambien las formas de relación para que, de nuestra práctica educacional,
puedan emerger nuevas formas de subjetividad, prácticas educacionales más reflexivas de
libertad.
Para C. Cullen, la filosofía de la educación es una práctica social discursiva mediada por
conocimientos legitimados públicamente. Esto quiere decir que, la educación constituye una
práctica que está inserta en un espacio público común, entendido como lugar de formación de
ciudadanía y ésta tiene el rol de pensar críticamente, cuestionando fundamentos y legitimaciones
desde el interior del campo educativo. Es un campo de problemas orientado hacia la educación en
vistas de su historicidad y entendiéndola como discursividad social, que busca la rigurosidad
conceptual en el momento de pensar y plantear los problemas. El autor propone una filosofía de
la educación dedicada a los problemas éticos que se presentan en la tarea de educar. Pero,
en educación, no hay una sola razón de educar, ya que existen múltiples
racionalidades y todas ellas sostenes de diferentes tradiciones pedagógicas. Puede
haber muchos fines de la educación que tendrán que ver con el contexto y con los sujetos que
forman parte de ese vínculo que es la educación. Lo que se dice, siempre se lo hace desde la
povisoriedad, se afirma pero no de una manera taxativa. Ésta es un saber que se expresa
en argumentos; plantea una idea y la fundamenta pero también está abierta a la revisión.
Además, está atravesada por el deseo y el poder, por lo tanto, no es natural. Entonces, la
educación no solo tiene que ver con la historicidad y con la discursividad, además,
con la normativa, es decir con la ética y la política. Y, es desde allí que se instala la
pregunta ¿Cómo se legitima ese conocimiento que educa? Para luego
preguntarnos, ¿Qué saberes son necesarios enseñar hoy?
Cullen parte de la base de que, muchas veces, los filósofos son de alguna manera responsables
de las ideas o preconceptos que se han establecido en relación a la F de la E. Porque ésta se ha
presentado en reiteradas ocasiones como una mera exposición de ideas, de opiniones acerca de
la educación descontextualizándola y presentándola como una aplicación de categorías al campo
de la educación, como si fueran dos pares de categorías que van separadas. En este sentido, a él
le interesa recuperar algunas ideas.
En la historia de la filosofía se ha mirado la realidad desde el lugar de las esencias. Pero hoy
se puede criticar y tomar distancia de esa postura que se ha de llamar existencialismo porque
pretende explicar la realidad desde un dato fijo e inmóvil.
Tanto kohan como Cullen resaltan el carácter productivo de subjetividad que conlleva la
educación; y la consiguiente necesidad de plantear qué tipo de subjetividad somos y
coadyuvamos a producir en nuestras prácticas educativas.
Continuando con el tema del contexto actual podemos decir que, la interrupción de la
presencialidad nos ha permitido visibilizar aspectos de infancia que permanecían
invisibilizados para ciertas miradas, el virus nos habilita a mirar la escuela a través de una lupa.
Y, en este punto, Tonucci se pregunta: desde qué lugar consideramos a los niños en estos
tiempos de emergencia, qué decisiones se han tomado respecto de las infancias en relación
a sus derechos, si se ha tenido en cuenta ¿Cuáles son las necesidades irrenunciables de
los niños?, ¿Son destinatarios o protagonistas de las decisiones y normas que los implican?,
entre otras. Para responder a estas cuestiones es necesario remontarse a la
antigüedad y poder analizar cómo se pensó a la infancia en la Grecia antigua, en la
cual Kohan toma la figura de Platón haciendo un recorrido de lo que el filósofo griego dice
en sus diálogos. Asimismo, Platón va a decir acerca de la educación: “Es una aporía legislar y, al
mismo tiempo, resulta imposible permanecer en silencio en relación a la infancia.” (Kohan, p.38).
El problema fundamental del ateniense será poder entender y revertir la degradación en la que
estaba Atenas en ese momento porque era una época de decadencia de la democracia, haciendo
referencia a la noción de Polis (ciudad-estado). El problema que se plantea es cómo mejorar la
vida en la polis. Cuando se dice democracia se está pensando en la noción de polis la cual hoy
hace la misma referencia que la palabra política (el arte de la política es el arte del gobierno),
Atenas era una polis, cuando se habla de polis se habla de ciudades griegas. Para los griegos era
imposible pensar al ciudadano aislado. Esa preocupación la tiene respecto de la vida política,
una preocupación respecto de la vida en la ciudad, la vida en sociedad, pero no respecto a la
educación porque sostiene que es inviable poder legislar en el campo de la educación. Una
aporía, desde el punto de vista filosófico es un enunciado que expresa o contiene
una imposibilidad, una inviabilidad lógica o racional, algo que es inviable
racionalmente.
Kohan plantea que, para Platón, la educación implica una posibilidad de generar un
orden social diferente, hacer mejores a los hombres en sociedad. De allí que, el
ateniense inventa una política de la infancia porque (más allá de que la infancia no era un
problema relevante para Platón), en tanto se la eduque, se va a lograr la polis que desea, se
pensaba en la educación desde ese niño para alcanzar la polis ideal, siempre era un medio para
un fin y no un fin en sí mismo, no eran protagonistas. Y, desde este planteo, Tonucci pregunta: los
niños hoy, ¿alcanzaron ese protagonismo?
liviandad, fragilidad y debe ser conocida, disciplinada y corregida. En tanto Foucault expresa
que la invención de la infancia se produjo durante los siglos XVIII y XIX
y, con ello, la invención de la pedagogía moderna. Ésta última contribuye a la
construcción de la infancia tanto cuanto la infancia contribuye a la construcción de la pedagogía.
Y, donde más fuerza toma el sentimiento de infancia es en la institución nueva , con
complejos dispositivos de poder en un marco de confinamiento y reclusión, que es la escuela.
Para comprender la productividad social de las escuelas, Foucault estudia la concepción del
poder disciplinar, como una forma específica de ejercerlo en ellas. Va a decir que
la disciplina es un modo de ejercer el poder y que, el poder disciplinar
se ejerce en diversos espacios sociales (cárceles, hospitales, la familia, entre
otras). Pero ese poder no es algo que se tiene ni que se adquiera, sino que se ejerce y esta
“entre” las relaciones básicas; desde el padre con su hijo, los docentes con sus alumnos y entre
ellos mismos, etc. y, en ese ejercicio de poder, también se producirá una resistencia al
mismo. En ese juego, entre poder y resistencia, Foucault analiza cómo nos constituimos
como sujetos, llevándolo al campo escolar en donde se ejerce el poder disciplinar que se
expresa a través de diferentes dispositivos y uno de ellos es el examen como una técnica que
va a combinar, por un lado; una jerarquía y por otro; una sanción.
Hasta el siglo XIII los colegios son sólo asilos para estudiantes pobres y, recién a partir del siglo
modo de “subjetivación”. El poder pastoral es una vieja forma de poder que torna a los
doble: sujeto a algún otro por el control y por la dependencia; y atado a su propia identidad por
la conciencia o conocimiento de sí. En los dos sentidos, la palabra sugiere una forma de poder
que domina y sujeta. De allí se pregunta: ¿Cómo llegamos a hacer aquello que somos?, es
decir, le interesa realizar una genealogía, preguntarse de dónde viene, por ejemplo, la
cuestión del poder, del sujeto, de la verdad, etc. Él hace una ontología histórica. Aquí podríamos
plantearnos el siguiente interrogante, ¿Qué tipo de subjetividad produce la escuela? Qué tipo de
sujeto está ayudando a construir. Es la percepción y valorización personal y parcial sobre un
asunto, idea, pensamiento o cultura. Se asocia a la incorporación de emociones y sentimientos al
expresar ideas, pensamientos o percepciones sobre objetos, experiencias, fenómenos o
personas.
¿Cómo nos convertimos en aquello que somos hoy? Lo analiza en tres campos: campo de
la verdad (la pregunta de este campo tiene que ver en cómo nos convertimos en sujetos de
conocimiento en cada época de la historia), la segunda está referida al campo del poder (Cómo
nos constituimos en sujetos de una acción que fluye y que controla a los demás) y la tercera
cómo nos convertimos en sujetos morales.
No existe un poder monopólico, por mas imposición que haya siempre hay un espacio desde el
cual se puede filtrar algo de lo nuevo, algo que instaure un modo de hacer diferente. Tenemos que
ir por eso para no seguir repitiendo.
Desde estas dos miradas podemos entender cómo nos constituimos en aquello que somos,
dispositivo de la genealogía: cómo es que llegamos a ser lo que somos. Por eso miramos hacia
atrás y miramos la modernidad. Y, así poder comprender y poder habilitar otras formas, poder
mirar eso críticamente en el presente.
Los sofistas eran maestros ambulantes que iban de ciudad en ciudad enseñando, y que -cosa entonces
insólita y que a muchos (entre ellos Platón) pareció escandalosa- cobraban por sus lecciones, y en algunos
casos sumas elevadas. En general no fueron más que meros profesionales de la educación; no se
ocuparon de la investigación, fuese ésta científica o filosófica. En tal sentido, su finalidad era bien
limitada: responder a las "necesidades" educativas de la época.
Los sentidos de la educación a mi parecer, no solo debería dar cuenta del tipo de sujeto que está
construyendo o contribuyendo a formar sino que, también, dar posibilidades u opciones para poder pensar
otro tipo de educación que aporte a proyectar sujetos diferentes a los actuales, a nuevas formas de
subjetividad, sin olvidar su historicidad. De lo contrario, ¿Qué sentido tendrá educar?
El educador debe reflexionar respecto al sentido de la educación (recordando siempre el contexto histórico
en el que esta), en su práctica y teoría, preguntarse el porqué de la misma para, de esta manera, poder
mejorarla si es necesario. Que cada pregunta pueda generar otras para lograr una actitud problematizadora
frente a la realidad. Hay que romper con lo establecido, lograr librarse de aquello que nos dicen que
debemos ser para que, de nuestras prácticas educativas, puedan surgir prácticas más reflexivas de libertad.
Bibliografía:
problematizador.
subjetividad.
Kohan, Walter. Infancia. Entre educación y filosofía. Capitulo 1: El mito pedagógico de los
griegos (Platón).
(http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8023/6939).