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A partir de allí, su fascinación fue mutando en la enfermiza pasión que dos años más tarde la
llevó a la incautación y traslado del cadáver del maestro a las instalaciones mencionadas.
Las actividades de aquella clínica (convenientemente disimulada en un ala del Palazzo Vernier
dei Leoni, sobre el Gran Canal) estaban sujetas a medidas de seguridad tan rigurosas que su
propia existencia era ignorada por quienes trabajaban en lo que luego sería la Fundación
Guggenheim; Y más increíblemente aun: Las restricciones de acceso se aplicaban incluso a los
once amadísimos perros de Mrs. Peggy.
Sin embargo dicha etapa –que para que resultase mas familiar y menos traumática disponía
llevar a Le Corbusier a la iglesia de Saint Pierre de Firminy (la “niña de sus ojos” que el
arquitecto nunca pudo ver terminada), sufrió esa fase, decíamos, una drástica alteración.
No se supo si ocurrió por la congénita torpeza de la burocracia; Debido a una disputa interna
entre la NSA y la CIA (dado que la polémica levantada por el caso de Snowden enfrentó a
ambas agencias y descontando que la segunda nunca vio con buenos ojos ciertos coqueteos
socializantes en la arquitectura de Le Corbusier en aquellos años de Guerra Fría); Si fue a causa
de un malicioso virus que afectó al sistema de navegación del avión; O si se debió a una nueva
amenaza de misiles separatistas ucranianos; Pero lo concreto fue que el vuelo que debía llevar
a Le Corbusier a la terminal aérea de Saint- Etiennne- Boutheón, próxima a Firminy, terminó
en el aeropuerto Silvio Pettirossi de Asunción.
De esta manera, por designios ajenos a su voluntad, el arquitecto remontó nuevamente desde
el aire los meandros de aquel río que 85 años antes lo condujera al entonces aeródromo de
Campo Grande.
Dadas las proporciones de la pifiada (que a los fines de su disimulación forzó acciones
dilatorias de al menos un par de días antes de retornarlo a Europa), hubo que buscar algún
alojamiento para el fortuito visitante.
-como la primera vez que estuvo por aquí- pero le dijeron que aquel pueblo ya no era el
mismo, que el lago estaba infestado de cianobacterias, etc., por lo que hubo que descartar su
nostálgico pedido.
Durante el breve trayecto del aeropuerto a Asunción –todavía afectado por el proceso de
reanimación- el arquitecto preguntó por Eligio Ayala, ministro de Hacienda en tiempos su
primera visita al Paraguay; Entonces Ayala lo había consultado sobre planes de renovación
urbana para Asunción, sin embargo “Le Corbusier le recomendó no introducir modificaciones
en una ‘ciudad a la que nada le falta porque lo tiene todo’ ” (sic).
Naturalmente, la respuesta a aquel lapsus de Le Corbusier no pudo ser mas que obvia y
perturbadora. Al punto que (semi-lúcido o semi-boleado, a según se mire), cuando el
automóvil que lo transportaba pasó por el denominado “Eje Corporativo“, el arquitecto exigió
-improperios y amenazas de por medio- detener la marcha para inspeccionar personalmente
los edificios que allí se erigían, algunos en estado avanzado de realización, argumentado que
la inspección le resultaría muy instructiva a los fines de interiorizarse de la técnica constructiva
empleada en el país, los programas, el equipamiento colectivo, etc.
(cabe aclarar que en ese interin –y dado que poco o nada sabían de arquitectura- apresurados
contactos por celular con la Secretaría Nacional de Cultura realizados por los funcionarios
norteamericanos y franceses que custodiaban a Le Corbusier llevaron a la inmediata
formación ad hoc de la comisión CAPAR, encargada de acompañar al maestro durante su breve
estadía en Paraguay; Colectivo éste integrado por miembros del Colegio de Arquitectos del
Paraguay y de la Asociación Paraguaya de Arquitectos; una fusión que -por otra parte- la SNC
juzgó muy oportuna a fin de limar las asperezas generadas entre ambos gremios a causa del
polémico concurso del Plan CHA…De manera que hasta dicho Eje se trasladó la mencionada
comisión para ilustrar al arquitecto franco-suizo sobre sus pormenores)
-“Hmmm!…Bueno, maestro –le respondieron los de la CAPAR- la verdad es que esto más bien
lo trajimos de Miami…”
-“Pero entonces deben disponer ustedes de mucho petróleo para generar toda esa energía
necesaria…” –interrumpió Le Corbusier.
– “…Dicen que en el Chaco hay petróleo, pero hasta hoy no vimos ni un barril… La energía la
sacamos de nuestras hidroeléctricas…” – aclararon los locales.
-“No exactamente…Es que los tratados con nuestros vecinos no resultaron como se esperaba …
Pero –eso si- la exportación de soja nos ha aportado pingues divisas!…” –replicaron con no
poco orgullo los de la CAPAR.
Y fue así –previo telefonazo a quien correspondía- como en pocos minutos estuvieron
disponibles el jet y el piloto del Piloto del Nuevo Rumbo y que rumbo a los sojales del este del
país partió aquella comitiva.
-“Ah!…Los volúmenes puros!…”-dijo L.C a la comisión CAPAR, y agregó: “Y ahora que estamos
en confianza les confesaré que éstos me parecen aun más interesantes que los silos que
reproduje en ‘Hacia Una Arquitectura’; Y además ni siquiera será necesario modificarlos
mediante el trucaje fotográfico, como si lo tuve que hacer con las imágenes de aquel libro que
–de paso- las tomé prestadas del artículo que Gropius publicó en el ‘Jahrbuch des deutschen
Werkbundes’, allá por 1913…¿Lo recuerdan?…”
–“Y no sólo la soja… –terció otro miembro de la CAPAR- …También están las vacas! … De
hecho, no tan lejos de aquí hay una Estancia cuya construcción ha propiciado –precisamente- al
auge económico que tanto cuestionan algunos amargados de la izquierda!… Y aunque debo
decirle que en lo personal nunca entendí muy bien ese proyecto –continuó el interlocutor– las
revistas extranjeras lo han comentado bastante. Si le parece podríamos visitar esa obra…”
Pero de camino a Santaní –a la altura de Kuruzú de Hierro- la comitiva fue interceptada por un
grupo del EPP, cuyo comandante estaba al tanto de quién era el visitante, dado que había
estudiado arquitectura en Colombia -como pantalla de su entrenamiento subversivo- y
conocía con bastante detalle el plan para Bogotá que hacia finales de los 40’s había elaborado
Le Corbusier junto con Sert y Wiener.
Lejos de alarmarse por la peligrosa contingencia, Le Corbusier insistió en dialogar con aquel
cabecilla del EPP que se hacía llamar Comandante Ludwig-Gaitán:
-“No se preocupen!…–dijo para calmar a sus aterrorizados colegas locales- : “Si yo mismo ya lo
he planteado antes”: ‘Arquitectura o
-“Con tal que lo dejasen probar sus teorías, no tuvo Ud. empacho en tranzar con la burguesía:
En Pessac por ejemplo con aquel negrero de Henry Frugés que esclavizaba al proletariado de
Burdeos en sus ingenios azucareros!…” –Le habría reclamado L.G.
Otra versión sostuvo que la discrepancia del EPP con Le Corbusier no fue ideológica /ética,
sino estética; Concretamente se debió a la bandera empleada por el grupo insurgente, que el
arquitecto franco-suizo calificó de “burdamente figurativa”.
Como sea que haya sucedido: Curada de espanto, la comisión aumentan la plusvaliónzos)ble!
(casi me desnuco recien CAPAR decidió retornar inmediatamente a Asunción; específicamente
al Eje Corporativo, cuya explicación resultaba más descomprometida (y en todo caso,
muchísimo más segura) que el andar por esos caminos de Dios a merced de las veleidades
teórico-conceptuales de cuanto guerrillero anduviese suelto.
Ciertamente, algunas cosas no cerraban del todo (pero eso apenas lo pudo expresar LC debido
a su aturdimiento)… El propio diseño de los edificios: Sin duda se parecían a los que el y otros
vanguardistas habían proyectado, y sin embargo no se veían del todo auténticos sino algo
“descafeinados”; como una suerte de falsificación o –en el mejor de los casos- de caricatura.
Y también hubo otras cuestiones que no cuadraban, pero que tampoco pudo verbalizarlas (¿el
sopor de la larga hibernación que aun no superaba?); Se trataba de “detalles” –¿o no lo eran
tanto?- que no dejaron de producirle cierto retintín en una cabeza que todavía no terminaba
de sentirla totalmente suya…La densidad, por ejemplo -aunque a ratos mayor que la del centro
de Asunción que visitara en 1929, con aquellas casas de fachada italianizante que todavía
recordaba y que había desdeñado en su libro “Precisiones sobre un estado presente de la
arquitectura y el urbanismo” (escribió allí: “Oh, macaronis Italiens!…qu’ elle profusion!; qu’elle
exagération!…” ); Decíamos, tampoco era esa la densidad que el había propuesto en
su “Ciudad de tres millones de habitantes”…
-“Hmmm!… No veo tantos pilotis por aquí… O si…pero cuando los hay, no se puede apreciar la
vegetación” –continuó Le Corbusier sin prestar mucha atención a los folletos de promoción
inmobiliaria que le habían arrimado- “Y además el estado de las aceras es lamentable! (recién
casi me desnuco en uno de estos pozos)…Aunque debo decir en favor del emprendimiento que
muchos de estos edificios parece que van a tener terraza jardín y pareciera que también un
buen equipamiento colectivo…”
– Contestaron los de la CAPAR: “Es que no siempre podemos emplear los pilotis como Ud. lo
hizo…Hay que ocupar también la planta baja; Usted comprenderá maestro: condicionantes del
mercado…Pero con relación al resto de lo que señala, ahora se llaman –respectivamente-
‘Cubiertas Verdes’ y ‘Amenities’…Las segundas aumentan la plusvalía y las primeras –previa
certificación leed que conseguimos al toque- nos evitan un montón de problemas con los
vecinos y los grupos ambientalistas…”
-¿Cómo?…De ‘Alta Gama’ dice usted?…¿No son emprendimientos del Estado, de alcance
masivo?!?!…” – Preguntó extrañado Le Corbusier. Y agregó: “Aunque tampoco eso sería tan
importante; Ya se lo he dicho a vuestros antepasados españoles: “Una casa, un palacio”… Da
igual!…De manera que vuestras viviendas sociales aplicarán similares principios, cabe
suponer…¿Y cuándo vamos a visitarlas?…”
Tanto, que allí mismo –y antes de que terminara de reponerse del sopor que aun lo
embargaba- los de la CAPAR gentil pero raudamente llevaron a Le Corbusier al aeropuerto y
adelantaron el despegue del avión que los franceses y los norteamericanos le tenían
preparado.
Fin?…
Posdata: