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Estudios

sobre (lo que


en su momento
se llamó)
la ciudad

Manuel Orazi (ed.)


Traducción de Jorge Sainz

Rem
Koolhaas
Editorial Gustavo Gili, SL
Via Laietana 47, 3. 2.', 08003 Barcelona, España. Tel. (+34) 93 322 8161
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Estación utopía

estadounidenses lo abandonaron. Entretanto, se levantó un nuevo guíen no del todo encarcelado, pero cuya vida parece haberse dedi­
conjunto residencial -unas viviendas casi escandinavas- detrás cado a conservar la viabilidad del edificio frente a probabilidades
de la embajada. El personal vivía ahí de un modo ligeramente ais­ increíbles. Son personas que conocen el ADN de la construcción y
lado, en realidad sin formar parte de Moscú. Después del atentado su cableado, y que estuvieron presentes en algunos extraños mo­
del 11 de septiembre, los problemas de seguridad se hicieron más mentos de su historia.
acuciantes y el conjunto se reforzó. Rollos de alambre de espino lo Nos abrió la puerta. La cúpula seguía oscura. La "vimos" con
rodean ahora y unas torres de vigilancia inspeccionan los aleda­ los oídos, mientras nuestros pies aplastaban las escamas que se ha­
ños. Parece el Muro de Berlín, a una escala menor. Desde su entor­ bían desprendido del techo. De pronto volvió la luz. El proyector
no urbano, parecía una caricatura del pasado, de antes de la caída alemán seguía en el centro: una gigantesca hormiga disfuncional.
del comunismo. La "libertad" defendida por medios completamen­ Pronto sería reemplazado, de pared a pared, algo más... parecido a
te desacreditados. la experiencia.

El planetario 1 El planetario 2

El planetario de Moscú era también una de las obras maestras que Bajo la luz deslumbrante, el arquitecto embalsamado desveló su
teníamos que ver. Una de las razones era su construcción experi­ plan para la restauración: todo el planetario se elevaría unos siete
mental. Su cúpula estaba hecha con una delgada lámina de hormi­ metros, cada pilar se levantaría individualmente mediante gatos, y
gón; como si, por una vez, el método constructivo en sí fuese utópico. su movimiento estaría coordinado por ordenador para no quebrar el
Dentro se alzaba una máquina alemana que, con independencia de fino caparazón... Luego se construiría un zócalo completamente nue­
la revolución o el régimen, proyectaba el movimiento de los cuerpos vo, a la manera de una mesa bajo un pequeño huevo; en su interior,
celestes sobre el fino caparazón con la misma certeza con la que, en el la tienda del museo, restaurantes, un centro de reuniones, un centro
exterior, la historia pasaba por sus diversas vicisitudes. educativo: toda la parafernalia de la economía de mercado. Por úl­
También se encontraba en el parque: cerrado, pero listo para timo, se ensancharía el camino de acceso desde la antigua puerta,
su renovación. Ya había oscurecido, pero pudimos visitarlo. Nos y una rampa de extravagancia casi brasileña permitiría llegar a la
esperaba una pequeña multitud, incluido el arquitecto de la con­ gente en coche. La cubierta del plinto serviría como aparcamiento.
versión, que parecía tener 80 o 90 años, pero que se conservaba
muy bien, como si hubiese utilizado los mismos servicios de em­
balsamamiento que se ocuparon de Lenin; bajo el brazo llevaba El edificio de viviendas de los generales
una carpeta tradicional.
Tratamos de acceder a la vieja construcción. No había luz. Cuando los arquitectos volvieron de la guerra, la mayoría no te­
Nadie sabía dónde estaba la entrada. De pronto apareció el "guar­ nían casa. Uno de sus primeros proyectos fue un enorme edificio
dián". ¿Tienen todos los edificios su equivalente humano? Sería al- de viviendas para los generales retornados, junto al nuevo bulevar

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Estación utopía

Stalin. Como por entonces todos los edificios eran clásicos, debía la gravedad con aparatos de tecnología sencilla, fruto del ingenio
tener un ático,una mansarda: un espacio demasiado humilde para aeronáutico soviético, y que competían con el saber estadouniden­
los generales. Los arquitectos se percataron de que esos áticos po­ se mediante la pura improvisación. Uno de sus ocupantes era Yuri
dían subdividirse y convertirse en sus hogares. Por encima de los Gagarin, el primer hombre lanzado al espacio. Cuando se ven las
generales vivía, de manera anónima, la élite de los arquitectos ru­ desoladas acumulaciones de rascacielos de la ciudad contemporá­
sos. Trabajaban en uno de los extremos del edificio; cada mañana nea (informes y anodinas), la extensión metafórica y el anillo tran­
tenían que trasladarse de un edificio al otro,justamente por la plan­ quilizador no estaban tan mal, vistos en retrospectiva.
ta del ático. Cada mañana,los hijos de los arquitectos asistían a una
procesión de profesionales que pasaban de vivienda en vivienda
por una conexión interior, de camino al trabajo: una historia viva. El metro
En las propias viviendas,los picaportes habían sido realizados por
obreros alemanes en trabajos forzados; la única estética que cono­ Pasado todo este tiempo,la estación del metro seguía siendo asom­
cían: la fascista. Con pedazos de hojalata habían fabricado traba­ brosa; en realidad, todavía más. Era casi impensable, en ningún
josamente pomos como si hubiesen sido diseñados para el Führer otro sitio, que el espacio público fuese tan austero, tan carente de
por Albert Speer. Una proporción excepcionalmente alta de niños inserción comercial; y además ese descenso empinado y acelerado:
(casi un 90 %) se hicieron arquitectos. Las viviendas de emergen­ las escaleras mecánicas soviéticas se mueven más rápido y son más
cia actuaron como incubadoras de arquitectos, pese a que habían empinadas, ¿para inspirar temor, un simulacro de la caída libre?
sido testigos de los tiempos difíciles de sus padres, o debido a ello. En Occidente, la gente se congrega en el arranque de las escaleras
mecánicas; en este caso funcionan tan deprisa que la multitud se
reduce en el punto donde son aspirados escaleras abajo hacia otros
Barricadnaia niveles; y luego son vomitados en un vestíbulo metálico subterrá­
neo, cuyos muros se parten de repente para dejar ver un nuevo
En la década de 1920, en las escuelas de arquitectura, se suponía tren. El techo es una secuencia de 24 bóvedas, todas rematadas con
que la gravedad pronto sería conquistada y se convertiría en algo su propio medallón de mosaico. Lo cósmico, disfrazado de deco­
del pasado. Se proyectaron ciudades flotantes enteras y colonias de ración; el tema es el peso y la ingravidez; todo ello visto en pers­
diferentes naves espaciales, y nuevos planetas enteros fueron con­ pectiva desde abajo: aviones recortados sobre cielos azules, para­
cebidos por Kazimir Malévich. Tras la II Guerra Mundial, la gra­ caídas aterrizando, planeadores lanzados por fuertes brazos, pero
vedad fue uno de los supervivientes. La arquitectura soviética era también fruta colgando, bulbosa y demasiado madura, de ramas
por entonces enfáticamente monumental. Los urbanistas de Moscú finas. La cámara se alza para mirar robustas piernas de hombres
concibieron su futuro como una ciudad rodeada de torres colosales, y mujeres jóvenes que acaban en una oscuridad indeterminada.
todas entendidas como ampliaciones de cada una de las puertas del La secuencia sugiere que todos estamos siendo impulsados hacia
Kremlin: un Kremlin virtual. Una de ellas era Barricadnaia. Era po­ abajo por la gravedad,pero que todos tenemos la posibilidad de es­
pular entre los pilotos de pruebas, que experimentaban desafiando capar. Al final de la estación hay un hombre de pie con un ramo de

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Estación utopía

rosas. La luz es de color gris metálico. Toda la arquitectura es una


puesta en escena de un futuro encuentro. El Estado patrocinaba el
romanticismo y la sensualidad. ¿Benevolencia?

Cuando celebrábamos el centenario del nacimiento de Iván Leoní­ "Pero, sobre todo, Ungers":
dov, uno de sus amigos, arquitecto, nos contó que una vez le paró historias de Berlín
cuando paseaban por el nuevo bulevar, miró la amenazante enor­
midad de los nuevos edificios de Stalin, y susurró: "¿Qué pasaría si 2006
invirtiesen esas mismas energías en hacer el bien... ?".

Nadie puede imaginar la emoción de descubrir, en Berlín, en el ve­


rano de 1971-diez años después de que se construyese el Muro-,
la obra de Oswald Mathias Ungers. En una librería encontré tal vez
entre 15 y 20 cuadernos: unas publicaciones sumamente modes­
tas en blanco y negro realizadas como parte del seminario de Un­
gers en la Technische Universitat de Berlín. Lo que Ungers había
hecho era tomar la ciudad -por entonces un enclave rodeado por
el Muro e incrustado en Alemania Oriental- y declararla el tema
singular y obsesivo, durante años, de sus alumnos: un grado de ins­
pirada restricción inimaginable hoy en día. Ungers había dividido
el trabajo/programa en temas aparentemente sencillos ("parques
y plazas", "arquitectura y autovías") y había sido capaz de usar la
arquitectura de sus alumnos como un inventario de posibilidades.
¿Cómo puede un edificio relacionarse con un parque? ¿Cómo pue­
de un edificio relacionarse con una autopista? ¿Cómo puede una
obra de arquitectura contemporánea insertarse en una fachada
urbana existente y deteriorada? ¿Cómo puede el "promedio" de la
arquitectura contemporánea coexistir con las ruinas nazis?
Otra parte de los seminarios eran grabaciones impasibles
-casi como los libros de Ed Ruscha sobre Los Ángeles- de los
rasgos poco llamativos de Berlín: los muros cortafuegos ciegos, ex­
cepcionalmente largos y altos, que en su momento separaban las
Mietkasernen (los edificios de viviendas de alquiler) y que aún reve-

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"Pero, sobre todo, Ungers": historias de Berlín

Jencks, Michel Foucault... Pero, sobre todo, Ungers. Su seminario En un "archipiélago verde", ideamos una estrategia para "pro­
era un bombardeo semanal de diapositivas, conexiones, intuicio­ yectar la decadencia de las ciudades", basada en puros y simples
nes, retrospecciones y conjeturas, todo presentado con un impulso juicios de valor: estéticos, políticos y sociales. En una ciudad que
casi orgásmico que dejaba a los estudiantes jadeando. Pero a medi­ afrontaba, como la mayor parte de Europa, una considerable des­
da que la desaprobación de Rowe se fue intensificando hasta llegar población, intentamos anticipar qué conjuntos mantener, qué par­
a la guerra académica, el asediado soldado Ungers iba mostrando tes poco meritorias eliminar, y así convertir la ciudad en su con­
incredulidad y dudas: ¿hacia dónde ir en arquitectura? junto en un paisaje arcádico de restos construidos, rodeados por
Yo nunca había trabajado para nadie, pero pasé unos meses un mar de vegetación en el que las infraestructuras de la vida con­
con Ungers, trabajando en sus concursos, habitualmente en pobla­ temporánea quedasen ocultas... Berlín, entendido como una am­
ciones menores de provincias en Alemania Occidental; compren­ pliación colosal del palacio Glienicke de Karl Friedrich Schinkel...
diendo la sutil indagación del formalismo de Ungers, las resonan­
cias, los ritmos, los contrastes y las repeticiones; repasando obras
anteriores; interrogándole sobre su trayectoria; informes detalla­
dos sobre lo que significaba ser arquitecto alemán en la década de
1960: el estatus de "no exactamente eso" que su nacionalidad im­
plicaba entonces para los CIAM o el Team X; la carrera en Berlín,
que acabó en la ignominia de las protestas estudiantiles de 1968.
De un modo casi conspirativo, Ungers me mostró su presunta ren­
dición al ordenador, el concurso de Bonn: un extraño y pixelado
estudio de aleatoriedad, un campo de democráticas partículas ana­
ranjadas en busca de un centro... o sin ningún centro...
Durante un breve período, pude invertir toda mi empatía y
todo mi entusiasmo en un esfuerzo reparador para restituir a Un­
gers a su verdadero ser. Al final de ese año, incluso trabajamos
juntos brevemente en Berlín: en la metrópolis fragmentada y aún
dividida. Ungers propuso una secuencia de cinco hitos separados,
unas fortalezas modernas que, como cada una de las paradas de
una línea de metro, establecían un nuevo orden, invisible en la su­
perficie... Parecía que el año de vivir con la duda había terminado...
De nuevo en Europa a finales de la década de 1970, participé
en un seminario casi retroactivo, de nuevo sobre Berlín, que parecía
"deshacer" las anteriores especulaciones de Ungers. Tras la acumu­
lación utópica, la cuestión era entonces cómo "borrar" Berlín...

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Dilemas en la evolución de la ciudad

El régimen }i{€$
mos lo que estábamos haciendo, y algunos logramos hacer realidad
porciones de esos manifiestos. Sin embargo, como parte del cambio
Poder público menguante; poder privado creciente habido en la cultura en los últimos 15 años, y debido a nuestros
El orador de Demos decía que cada generación necesita definir su propios errores, esa fe en los manifiestos y esa confianza de que sa­
propia relación con la globalización; si ponemos juntos los símbo­ bíamos qué hacer se han venido abajo completamente. Hoy en día
los del yen, el euro y el dólar, se crea la palabra V€$. La esencia de ya no escribimos manifiestos; como mucho, escribimos descripcio­
este régimen V€$ es que el poder de lo público ha ido menguando, nes de ciudades concretas, con la esperanza no de desarrollar una
y que el de lo privado ha ido creciendo. Actualmente vivimos en un teoría de qué hacer con ellas, sino de comprender cómo existen las
período de intensas negociaciones sobre ambos, y una de las prin­ ciudades actualmente. En otras palabras, esa especie de confianza
cipales áreas donde está teniendo lugar esta negociación es en la está ahora completamente ausente y pasará mucho tiempo antes
arquitectura de la ciudad; en otras palabras, en el terreno de todos de que vuelva a haber algo similar. Un considerable porcentaje de
ustedes. gente en Inglaterra -y conozco sus tendencias antiutópicas, pues
estudié allí en 1968- diría "adiós, muy buenas", pero la ausencia
La presión comercial fuerza la excentricidad y la extravagancia de impulso utópico tal vez sea casi tan grave como una sobredosis
Antes de que se desarrollase esta fase final de globalización y priva­ de él.
tización, creo que un edificio como el de Frank O. Gehry en Bilbao
nunca se habría construido, porque, aunque antes los edificios po­ La participación pública cada vez menor en la definición de las ciudades
dían contentarse con ser absolutamente neutrales y dignos -como En este dilema se produce una situación particularmente cruel:
en el caso del Partenón-, la mera presión comercial que hay detrás si comparamos el índice de urbanización en Estados Unidos y en
de casi todos los edificios en nuestros días fuerza las excentricida­ Europa -que sufrió un descenso bastante pronunciado desde la
des y la extravagancia incluso en los proyectistas más serios. década de 1970- con el índice de producción de manifiestos ar­
quitectónicos por parte de estadounidenses y europeos, vemos
Ciudades que explotan y que encogen que hemos alcanzado un punto muerto en el que hemos dejado
Otro fenómeno importante que tiene su efecto en la regeneración de pensar. Este punto coincide exactamente con el momento en el
de la ciudad es el hecho de que la globalización no es algo homo­ que la curva de la urbanización asiática ascendió de un modo mu­
géneo, sino un proceso que intensifica las diferentes zonas de la cho más pronunciado de lo que habíamos visto o de lo que había­
ciudad y que conduce a dos situaciones completamente distintas: mos tenido que afrontar hasta entonces. Para mí se trata de una
la ciudad que explota y la ciudad que encoge, con casi nada entre situación trágica, porque significa la apoteosis final de la ciudad.
una y otra. Todos conocemos las estadísticas que afirman que la ciudad se ha
convertido en el entorno predominante en el que vive la gente. En
La ausencia de un impulso utópico el momento de este triunfo, nuestro pensamiento se ha detenido, y
Hubo un tiempo en el que todos nosotros sabíamos exactamente la participación del sector público en la definición de las ciudades
qué hacer: muchos escribíamos manifiestos en los que declarába- ha disminuido.

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Dilemas en la evolución de la ciudad

Imágenes globales mos ahora el lenguaje de los lugares de recreo, y que sea esto lo que
caracterice el ámbito público, y no el intercambio de ideas. Para
China mí, la palabra "recreo" es muy importante, porque nuestro modelo
Por tanto, no es ninguna sorpresa que, ante esta ausencia simultá­ de vida en la ciudad está pasando, conceptualmente, del trabajo al
nea de dogma y velocidad de construcción, exista una clase com­ ocio, y, por tanto, la estética de la ciudad está pasando cada vez más
pletamente nueva de ciudad, en la que el principal desvío hacia de la empresa seria a la condición de recreo. Un lugar de recreo no
ella se encuentra a menos de 400 metros de los campos de arroz; es donde uno vive, sino donde el disfrute es la actividad principal,
en otras palabras, la metrópolis y la antemetrópolis tienen una y donde no hay obligaciones como el mantenimiento u otras for­
proximidad antes inexistente. Del amplio repertorio tipológico, so­ mas de contribución.
lamente quedan el rascacielos y el tugurio; esta exigua gama tipo­
lógica se dispone en un terreno urbanizado aparentemente caótico. Florida
Se han eliminado gran número de hechos urbanos. La ironía de
Dubái que las ciudades y los lugares de recreo se están volviendo inter­
En Dubái, el desierto se está transformando en ciudad. La necesi­ cambiables resulta evidente en las ciudades costeras de Florida,
dad de contar con una ciudad solía ser fruto de que gran número donde la ciudad ha sido la metáfora del lugar de recreo. Es inte­
de personas precisaban congregarse en un único lugar: no es el resante considerar si la vida de la gente en este escenario es más
caso de Dubái, donde están disminuyendo los ingresos de la ex­ sustanciosa que la de alguien que hubiese vivido en Nueva York
plotación del petróleo, que han de compensarse con un aumento hace tres décadas.
del desarrollo urbano. En este caso, de nuevo, simplemente somos
testigos de una situación en la que la razón de ser de una ciudad es Singapur
completamente nueva y no mensurable con los mismos criterios. Hemos de recordar que la ciudad solía ser una gran obra de ma­
En 1990 había muy pocos residentes locales que viviesen en la ciu­ quinaria, y el ámbito público solía ser territorio de confrontación,
dad, lo que llevó a promover la afluencia de extranjeros. Dubái se intercambio y, tal vez, adaptación. Ahora, debido al cambio de lo
compone, básicamente, de mar, desierto y terreno urbanizado; ese público a lo privado, la ciudad ya no es esa clase de territorio, y ne­
terreno urbanizado se está proyectando cada vez más hacia el mar, cesitamos que nuestras confrontaciones tengan lugar en otro sitio.
lo que produce un lenguaje urbano que es más ornamental y está En la misma línea, ya no podemos soportar el vacío ni la neutrali­
más destinado al placer de lo que solía ocurrir en el origen de la dad en la ciudad, y cada centímetro urbano es parte de un guion y
ciudad, que era un intercambio de bienes e ideas. constituye un argumento, de modo que ahora contamos con una
Estamos viendo que la ciudad ya no se construye en su ma­ abrumadora complejidad acerca de cómo se organizan las ciuda­
yor parte con piezas necesarias para nuestra supervivencia, sino des. Singapur tiene ahora la estética de un lugar de recreo, combi­
con piezas que esencialmente no necesitamos, y para las cuales se nada con la realidad de una ciudad.
están teniendo que aplicar diferentes metáforas. Por tanto, no es de No solo hacemos esto a la escala de la ciudad, sino a todas las
extrañar que en la planta baja de un centro de negocios encontre- escalas. Para quienes tengan inclinaciones políticas, la ciudad de

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Dilemas en la evolución de la ciudad

Berchtesgaden -famosa por su relación con Hitler- es ahora un Las Vegas


lugar de recreo, lo que pone de manifiesto cómo eliminamos sis­ En cuanto a las ciudades antiguas, pudimos arreglárnoslas y habi­
temáticamente los remanentes en nombre de la historia y la me­ tar en ellas, y no sufrimos necesariamente por hacerlo; ahora, sin
moria, y los reemplazamos por recursos más aceptables para el embargo, la ciudad es lo contrario a una masa crítica: está concen­
recuerdo, de modo que el sufrimiento desaparece y solamente deja trada en el ocio. El drenaje de la ciudad y de parte de su aliento vital
tras de sí una referencia a él. Por un lado, el arte se está volviendo tal vez no esté tan claramente articulado en ningún sitio como lo
algo exagerado, pero, por otro, tal vez sea menos efectivo. La pro­ está en Las Vegas, donde se levantó, primero, una simulación de la
testa, por supuesto, está completamente restringida. ciudad de Venecia, luego otra de Nueva York y, finalmente, se reali­
Cuanto más limpio es el nuevo ámbito público, más perfec­ zó la desnaturalización de la ciudad, en la que uno de los temas de
to resulta y más probable es que el sufrimiento y la presión entre Las Vegas ha llegado a ser la propia ciudad. En Las Vegas hay un
los dos mundos ocurra en sus bordes. Una increíble cantidad de sector de la metrópolis donde todo lo desenfrenado e imprevisible
reivindicaciones se hacen con palabras y retórica, cuando lo que de la ciudad ha quedado no tanto reprimido, sino completamente
solíamos hacer era plasmarlas en arquitectura. Hemos convertido eliminado.
la ciudad en una superficie en la que ni un solo centímetro cua­ En esta sensación idílica de que todos nosotros sabemos pro­
drado queda libre de ser mencionado dentro del contexto de cierta yectar una ciudad, y en nuestra idolatría subconsciente del proyec­
especie de visión. En escenarios como este, se supone que no nos to y nuestra confianza en él, más que en la utopía, nos enfrentamos
portamos mal, ni morimos, ni suplicamos, ni luchamos, ni nos em­ a la ineptitud de muchos regímenes de control, así como a la gente
borrachamos, etc. muda y habitualmente invisible que no participa en este idilio. To­
das las imágenes recientes de Nueva Orleans eran inequívocas y
Potsdamer Platz, Berlín claras en ese sentido. No es de extrañar que el alcalde de Las Vegas
El afio pasado, por primera vez, trabajamos con promotores, así que eligiese el Nuevo Urbanismo para restaurarla. Esta es precisamen­
nada de lo que digo nos distancia de los dilemas. Potsdamer Platz te la arquitectura por excelencia, que no vacila en reclamar compe­
está configurada como una ciudad; sin embargo, observando sus tencias y que declara que la ciudad tal como era es la mejor pana­
componentes, en realidad se trata de un collage de lugares privados. cea en nuestra situación.
No hay evidencia de actividad laboral, sino una enorme evidencia
de actividad de ocio. Con relación a cómo este mismo lugar funcio­
naba anteriormente, la primera visión confiere por sí sola una gama
mucho mayor de presencias y una población más caótica.

Lagos
Lagos es una ciudad increíblemente densa, pero estructurada; está
claro que la gente que vive allí tiene un abanico y un repertorio mu­
cho más amplios de posibilidades y de expresión.

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El campo

2012

Ya se ha convertido en un gran tópico el hecho de que la mitad de


la humanidad vive ahora en las ciudades, y que esta proporción
no hace más que crecer. Paradójicamente, esto ha sido un pretex­
to para que los arquitectos se centren solamente en la ciudad. Mi
estudio OMA/AMO tal vez fue en parte responsable del cambio
de rumbo inicial, pero no del torbellino que vino después: en los
libros de arquitectura nos vemos bombardeados con estadísticas
que confirman la ubicuidad de la condición urbana, mientras que
la cuestión simétrica se pasa por alto: ¿qué dejaron detrás quienes
se trasladaron a la ciudad?
El campo ocupa el 98 % de la superficie del mundo y el 50 %
de la humanidad vive ahí. Pero nuestra preocupación por las ciu­
dades crea una situación comparable al comienzo del siglo xvm,
cuando extensas áreas del mundo se describían en los mapas como
terra incognita. Hoy en día, la terra incognita es el campo. En este sen­
tido, nuestra atención a la ciudad hace que nos parezcamos a ese
diagrama del homúnculo que muestra la sensibilidad relativa de
las partes del cuerpo: unas áreas están hinchadas y sobrerrepre­
sentadas, y otras atrofiadas y descuidadas.
El vaciamiento del campo está teniendo un impacto más drás­
tico que la intensificación de la ciudad. Mientras que la ciudad es
cada vez más ella misma, el campo se está transformando en algo
nuevo: un escenario para la experimentación genética, la nostalgia

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El campo

industrializada, nuevos modelos de migración estacional, cuantio­ agricultura está entre el 2 y el 8 %, algo casi insignificante. Global­
sos subsidios, incentivos fiscales, informantes digitales, agricultu­ mente, si observamos el 50 % que vive fuera de las ciudades, en
ra flexible y homogeneización de especies. Sería difícil escribir un realidad hay 2.000 millones de personas que viven en el campo y
inventario tan radical de la ciudad. no trabajan en la agricultura; viven en el campo y no sabemos qué
Un pueblo de montaña en el valle suizo de Engadina ejempli­ hacen allí.
fica muchos de los cambios que están en marcha en el campo eu­ Para empezar a hacer balance, visitamos un sector del nor-
ropeo. El pueblo se está vaciando, sus habitantes originales están te de los Países Bajos, un municipio llamado De Rijp. Se trata de
desapareciendo; pero al mismo tiempo el pueblo está creciendo: un paisaje clásico holandés. Pero cuando preguntamos a la gente
una evacuación y una ampliación simultáneas. Hay reglas estric­ qué ocurría allí, descubrimos unas drásticas transformaciones en
tas para mantener el patrimonio de los edificios originales, pero al el campo holandés. No hay casas de labranza, sino una oficina de
final esas reglas facilitan la conversión de casas de labranza tra­ contratación, un molino histórico, un estudio de yoga... Solamen­
dicionales en segundas residencias de lujo. Si miramos entre las te unos cuantos de los habitantes de la zona están vinculados a la
cortinas, vemos el típico estilo contemporáneo del consumo: mini­ agricultura; el resto forma una colección muy contemporánea que
malismo, pero con una cantidad excepcional de cojines, como para incluye un asesor fiscal, un componente de banda musical y un au­
acomodar un dolor invisible... tor de libros infantiles. La mayor parte del paisaje es patrimonio
Cuando hablé con los granjeros, me topé con uno que antes protegido, pero dentro de los edificios conservados se despliegan
era científico nuclear en Fráncfort. En una clásica pradera suiza, actividades contemporáneas "no rurales".
el conductor del tractor es de Sri Lanka, y las únicas personas que La cría de animales cada vez está más automatizada: de la
están en la típica plaza del pueblo son tres mujeres del sur de Asia, alimentación, la limpieza de los establos y la eliminación de los ex­
que ahora son necesarias para el mantenimiento de Suiza, cuidan­ crementos se ocupan robots; el granjero se ha convertido en un tra­
do de los animales domésticos, los niños y las casas... bajador de oficina, sentado en una celda delante de un ordenador
Estamos tratando de entender qué ha pasado en el siglo que y con un espejo unidireccional para ver las vacas. La información
va desde la fotografía de Serguéi Prokudin-Gorski que muestra a que procesa es digital, y en este sentido es como uno de nosotros,
tres mujeres en el campo ruso en 1909 -un entorno sumamente salvo que genera dos millones de litros de leche al año. Se da ahora
estilizado y ritualizado- y esta escena en la plaza del pueblo suizo una situación paradójica por la cual cuanta menos gente trabaja
de hoy en día, que ilustra una situación radicalmente distinta... en la granja, más produce esta. El granjero trabaja con hojas de
En medio de una urbanización desenfrenada, la población cálculo, de nuevo como la mayoría de nosotros, y si quiere pasar su
mundial sigue dividida aproximadamente al 50 % entre la ciudad tiempo libre lejos de los establos, hay dispositivos móviles que le
y el campo. En áreas del mundo en vías de desarrollo, cerca de la permiten marcharse.
mitad de quienes viven en el campo todavía trabajan en la agricul­ La administración de la tierra es ahora una actividad digital.
tura. Por eso incluso en los países donde la despoblación rural es El tractor -que revolucionó la agricultura en el siglo xrx- se ha
un hecho, la agricultura sigue siendo crucial. Pero en Europa y en convertido en un puesto de trabajo informatizado con una serie de
Estados Unidos, el porcentaje de población rural que trabaja en la dispositivos y sensores que crean una interfaz digital ininterrum-

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El campo

pida entre el conductor y el terreno. Lo digital promete y consigue da llegar a la Unión Europea. Algunas franjas de la Amazonia son
la máxima explotación, hasta la última gota del potencial de cada ahora entornos cuidadosamente inventariados donde aborígenes
parcela de terreno. Cada acción, desde la plantación hasta el des­ convertidos en informadores digitales proporcionan pruebas de la
brozo, está determinada hasta el más mínimo píxel para generar el explotación forestal ilegal. Ahora se conoce sumamente bien cada
máximo rendimiento posible. Podría decirse incluso que el paisaje metro cuadrado de esta terra incognita, mejor que muchas partes de
y la tableta han llegado a ser idénticos: la tableta es ahora la tierra la ciudad, aunque no sepamos que se sabe.
con la que trabaja el agricultor. El campo es un territorio digital En todo el territorio de Estados Unidos, la perfección geomé­
vasto e interminable... trica de la agricultura es clamorosa, pero más subrepticias -y este
La vida del agricultor en el siglo xvn era una estricta secuen­ es casi el mismo lenguaje de los emplazamientos de misiles o plan­
cia de pasos inevitables que en realidad dejaban poco tiempo a la tas nucleares- son las enormes pocilgas construidas en tamaños
improvisación. El calendario del agricultor contemporáneo es un cada vez mayores, ocultas en el desierto, no solo en Estados Unidos,
régimen solitario de investigación, gestión de servidores, adminis­ sino en todo el mundo. Esta arquitectura no se aplica solamente a
tración y vacaciones. la agricultura o la ganadería; es también para granjas de servido­
Una comparación actual de las profesiones de la Alemania ru­ res informáticos. Un colosal nuevo orden de rigor está surgiendo
ral y las de la Alemania urbana revela un alto grado de solapamien­ por todas partes.
to. El campo -en lo relativo a cómo trabajamos- es actualmente Una parcela para la alimentación de vacas se organiza igual
muy similar a la ciudad. El agricultor somos nosotros, o nosotros que la más rígida de las ciudades, pues el campo es la situación
somos el agricultor. Este trabaja con un ordenador portátil y lo pue­ ideal para estos tipos de condiciones; en la ciudad, un monumento
de hacer en cualquier sitio; en esto se parece al trabajador flexible aspira a la carencia de forma. Sobre el campo se impone un orden
o al trabajador del conocimiento, que ya no están conectados a la hipercartesiano que permite hacer realidad el carácter poético y la
ciudad y que están descubriendo el campo, por muy distintas ra­ arbitrariedad reservados actualmente para las ciudades.
zones. El trabajador flexible está reformando las casas de labranza Parte de esa arbitrariedad y poesía es la producción en la ciu­
abandonadas de los antiguos agricultores y las está convirtiendo en dad de teorías acerca del campo. Y hay demasiada poca gente en el
excelentes espacios flexibles, en los que la construcción de madera campo para verificar esas narraciones. El campo se convierte en
es un signo muy agradecido del pasado, o de la continuidad. una hoja en blanco sobre la que puede proyectarse una narración,
Es obvio que Europa ya no manda, pero sí establece las re­ ya sea de derechas o de izquierdas.
glas. Gran cantidad de sus reglas se exportan a otros países y les Un ejemplo de ello son las "apropiaciones de tierras" en Áfri­
permiten comerciar con la Unión Europea. Se escriben progra­ ca, y lo peligrosa que es China en este aspecto. Peter Ho, profesor
mas informáticos especiales para adecuar esta especie de interac­ en Leiden, ha demostrado que solamente podría verificarse una
ción que crea una nueva frontera digital en países muy alejados proporción minúscula de estas historias, y que en realidad única­
de Europa. Uno de esos programas, Helveta, permite a la gente de mente se compró una cantidad modesta de tierras. Así pues, lo que
la Amazonia identificar y rastrear todos y cada uno de los árboles oímos del campo es muy poco fiable y está completamente mani­
de determinada región, de modo que ninguna madera ilegal pue- pulado, ya sean buenas o malas noticias.

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La ciudad inteligente

2014

Tuve una sensación de desasosiego mientras escuchaba las confe­


rencias de destacadas figuras en el campo de las ciudades inteli­
gentes, porque la ciudad solía ser el terreno del arquitecto; y ahora,
francamente, ellos han hecho de ella su terreno. Esta transferencia
de autoridad se ha logrado de un modo ingenioso al calificar su ciu­
dad de "inteligente"; y al calificarla como tal, nuestra ciudad está
condenada a ser estúpida. He aquí unas cuantas reflexiones sobre
la ciudad inteligente, algunas de las cuales son críticas; pero al fi­
nal, está claro que quienes habitan el reino digital y los arquitectos
tendrán que trabajar conjuntamente.

El régimen \f€$

La arquitectura solía tener que ver con la creación de la comunidad


y con hacer el mayor esfuerzo posible por simbolizar esa comuni­
dad. Desde el triunfo de la economía de mercado a finales de la dé­
cada de 1970, la arquitectura ya no expresa valores públicos, sino,
por el contrario, los valores del sector privado. Este, de hecho, es un
régimen (el régimen�€$) y ha invadido todos los ámbitos, lo quera­
mos o no. Este régimen ha tenido un gran impacto en las ciudades
y en el modo en que las entendemos. Con la seguridad y la estabili­
dad como ganchos comerciales, la ciudad se ha vuelto muchísimo

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La ciudad inteligente

menos aventurada y más predecible. Para agravar la situación, como niños. Nos vemos atiborrados de bonitos iconos de la vida
cuando la economía de mercado se consolidó a finales de la década urbana integrados con dispositivos inofensivos que nos insertan
de 1970, los arquitectos dejamos de escribir manifiestos. Dejamos en agradables diagramas en los que los ciudadanos y los negocios
de pensar en la ciudad en el momento exacto de la explosión de la están rodeados por círculos y círculos de instalaciones que crean
materia urbana en el mundo en vías de desarrollo. La ciudad triun­ burbujas de control. ¿Por qué las ciudades inteligentes solo ofrecen
fó en el momento mismo en que se detuvo el pensamiento sobre la mejoras? ¿Dónde está la posibilidad de transgresión? Más que des­
ciudad. La ciudad "inteligente" ha llenado ese vacío. Pero al tratarse cartar la inteligencia urbana acumulada durante siglos, debemos
de empresas comerciales, su trabajo está cambiando la propia idea explorar cómo compaginar lo que hoy se considera "inteligente"
de la ciudad. Tal vez no sea una coincidencia que las ciudades "ha­ con las anteriores épocas de conocimiento.
bitables" (llanas) como Vancouver, Melbourne e incluso Perth estén
reemplazando a las metrópolis tradicionales en nuestra imaginación.
Si los alcaldes gobernases el mundo

ese
La retórica apocalíptica El movimiento de la ciudad inteligente se está centrando en
ial
fenómeno reciente de que más del 50 % de la población mund
El movimiento de la ciudad inteligente es hoy un campo muy con­ vive en las ciudades. Por tanto, se ha apuntado a los alcald es como
currido y, por tanto, sus protagonistas están identificando toda una clientes o iniciadores de las ciudades inteligentes. Los alcaldes son
:
variedad de desastres que pueden prevenir. Los efectos del cambio particularmente susceptibles a la retórica de la ciudad inteligente
climático, una población y unas infraestructuras envejecidas, o el resulta muy atractivo ser un alcalde inteligente. El libro Si los alcal­
es.
suministro de agua y energía se plantean como problemas para los des gobernasen el mundo propone un parlamento global de alcald
­
que la ciudad inteligente tiene respuesta. Los escenarios apocalíp­ Esta confluencia de retórica (la "ciudad inteligente", la "clase creati
vez más só­
ticos se gestionan y se mitigan con soluciones a base de sensores. va" y la "innovación") está creando un argumento cada
ol
La retórica de las ciudades inteligentes recurre a eslóganes como lido en favor de la consolidación. Si se observa una sala de contr
instal ada por
"arregle las fugas de las cañerías, ahorre millones". Todo ahorra de una ciudad inteligente, como la de Río de Janeiro
se
millones, no importa lo insignificante que sea el problema, debido IBM, se empieza uno a preguntar el alcance de lo que realmente
sencillamente a la escala del sistema que se supervisará. La mo­ está controlando.
tivación comercial corrompe la propia entidad a la que supuesta­
mente da servicio... Para salvar la ciudad puede que tengamos que
destruirla... Confort, seguridad, sostenibilidad
Cuando observamos el lenguaje visual con el que se repre­
senta la ciudad inteligente, vemos que en general es simplista, con Debido a que el movimiento de la ciudad inteligente ha sido apolí­
infantiles bordes redondeados y colores brillantes. A los ciudada­ tico en sus declaraciones, también hemos de preguntarnos por la
nos a los que la ciudad inteligente afirma dar servicio se los trata política que hay detrás de esas mejoras que se ofrecen. Una nue-

130 131
La ciudad inteligente

va trinidad está en marcha: los tradicionales valores europeos La política


de libertad, igualdad y fraternidad han sido reemplazados en el
siglo xxr por el confort, la seguridad y la sostenibilidad. Estos son La retórica de las ciudades inteligentes resultaría más persuasiva
ahora los valores dominantes de nuestra cultura, una revolución si el entorno que crean las compañías tecnológicas fuese realmen­
que apenas ha quedado registrada. te convincente en cuanto a ofrecer modelos de lo que puede ser la
ciudad. Pero si observamos Silicon Valley, vemos que los grandes
innovadores en el campo digital han creado un entorno suburbano
El juzgado anodino que se está volviendo cada vez más exclusivo, con sus bur­
bujas tecnológicas aisladas de la esfera pública. La sorpresa es que
El coche es un elemento clave en la ciudad inteligente; se lo está el movimiento digital está encontrando oposición en sus propias
equipando con dispositivos de supervisión cada vez más comple­ puertas. Las ciudades inteligentes y la política han estado apartán­
jos. Por un lado, los dispositivos mejoran el comportamiento del dose, creciendo en mundos separados. Es absolutamente crucial
conductor; pero, por otro lado, crean un alto grado de vigilancia. que ambas converjan de nuevo.
No estoy convencido de que el público vea con buenos ojos este gra­
do de supervisión. Prefiero que el coche no acabe en el juzgado.

La jaula de Faraday

En los últimos dos años, junto con la Graduate School of Design de


la Harvard University, hemos observado los elementos arquitec­
tónicos (como el muro, el suelo, la puerta, el techo o la escalera) y
hemos visto cómo están evolucionando en el momento actual. Si la
ciudad es cada vez más un completo sistema de vigilancia, la casa se
está convirtiendo en una celda automatizada y sensible repleta de
dispositivos como ventanas automatizadas que podemos abrir pero
solamente a ciertas horas del día; forjados con sensores incrustados,
de modo que el cambio de posición de una persona, de la vertical a
la horizontal, quedará registrado; espacios que no se calentarán en
su totalidad, sino que rastrearán a sus ocupantes con sensores y los
cubrirán con escudos de calor. Pronto una jaula de Faraday será un
componente necesario en cualquier hogar: una habitación segura a
la que retirarse de la detección y la anticipación digitales.

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Origen de los textos

Berlín: un archipiélago verde


"Berlin: A Green Archipelago" [1977), publicado en Hertweck.
Florian y Marot, Sebastien (eds.), The City in the City: Berlin: A Green
Archipe/ago, Lars Müller, Baden, 2013.

La terrorífica belleza del siglo xx


"The Terrifying Beauty of the Twentieth Century", publicado
(en francés) en L'Architecture Aujourd'hui, núm. 238, París, 1985
(y posteriormente en inglés en Lucan, Jaques, OMA - Rem
Koo/haas: Architecture 1970-1990, Princeton Architectural Press,
Nueva York, 1991).

Imaginar la nada
"Imagining the Nothingness", publicado (en francés) en
L'Architecture Aujourd'hui, op. cit. (y posteriormente en inglés
en Koolhaas, Rem y Mau, Bruce, S, M, L, XL, The Monacelli
Press, Nueva York, 1995).

Introducción a una nueva investigación.


"La Ciudad Contemporánea"
"Introduction for New Research. 'The Contemporary City "' ,
publicado en a+u, núm.217, Tokio, 1988.

Hacia la ciudad contemporánea


"Toward the Contemporary City", publicado en Design Book
Review, núm.17, 1989.

Viaje de estudios: una memoria para la AA


"Excursion. Souvenir de l'AA'.' [1993], publicado en Koolhaas,
Rem y Mau, Bruce, op. cit.

Atlanta
''.Atlanta" [1987-1994], publicado en Ibíd.

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