Está en la página 1de 7

LA GUERRA ESPIRITUAL

MAR
Apenas se puede leer el Nuevo Testamento sin notar que la
figura de la guerra se usa a menudo para describir el
programa de Cristo en la tierra. Hay una gran distancia entre
el verdadero cristianismo y el entretenimiento burdo
(grosero, torpe, inculto) que llaman cristianismo en el día de
hoy. No debe confundirse con la vida lujosa y la búsqueda
del placer que son tan comunes actualmente. En vez de eso,
se trata de una guerra a muerte, de un incesante conflicto
con las fuerzas infernales. El discípulo que no ha
comprendido que la guerra ha comenzado y que no puede
volverse, no vale un grano de sal.
(Debemos tener cuidado en no caer en un cristianismo de
entretenimiento que vemos muchos hoy en día, ejemplo de a
medias tintas. El cristiano verdadero, entiende que está en
una guerra espiritual).

JOSE
En la guerra debe haber unidad. No hay lugar para riñas,
celos partidistas o para lealtades divididas. Ninguna casa
dividida contra sí misma puede prevalecer. Por lo tanto los
soldados de Cristo deben ser unidos. El camino hacia la
unidad pasa por la humildad. Esto lo enseña claramente
Filipenses capítulo 2.
Es imposible tener una rencilla con un hombre
verdaderamente humilde. Se necesita dos personas para que
haya pelea. Sólo por orgullo viene la contención.
Donde no hay orgullo no hay lugar para una disputa.
(Unidad del cuerpo de Cristo, Como discipulado debemos
mantenernos unidos, animarnos, preocuparnos, alentarnos,
etc. unos a otros.
Dejar el orgullo, que es principal obstáculo del cristiano)
MAR
La guerra exige una vida austera y sacrificada. En guerras
de cualquier dimensión hay invariablemente un vasto
sistema de racionamiento. Ya es tiempo que los cristianos
nos demos cuenta de que estamos en guerra y que los gastos
deben ser suprimidos para que el máximo posible de
nuestros recursos puedan ser invertidos en la lucha.
La guerra espiritual exige una vida sobria, justa y
sacrificada que nos puede traer sufrimiento por seguir a
Cristo. Este es el tiempo de guerra donde el gasto de todos
nuestros recursos (tiempo, dinero, todo lo que nos rodea)
deben ser utilizados para esta lucha (la lucha es que el
evangelio se propague para ganar almas perdidas).

No muchos ven esto claramente como el joven discípulo


llamado R.M. En 1960 era el presidente de los estudiantes
de primer año de una Escuela Cristiana de enseñanza
superior. Durante su mandato se propuso hacer un
presupuesto, de los desembolsos de dinero para las
acostumbradas fiestas, trajes y regalos de la
clase. En vez de aprobar tales gastos que no contribuían
directamente a la propagación del Evangelio, R.M. renunció
a su cargo de presidente. El día en que anunció su renuncia
circuló la siguiente carta entre sus compañeros de clase:

Estimados compañeros:
Como la cuestión de las fiestas, trajes y regalos ha sido
presentada a la directiva para consideración, yo, como
presidente de la clase he considerado la actitud del
cristiano hacia tales asuntos:
Pienso que hallaríamos el mayor gozo en darnos nosotros
mismos, nuestro dinero y nuestro tiempo enteramente a
Cristo y a los demás, probando así la realidad de sus
palabras: “El que pierde su vida por mi causa la hallará”.
(Mateo 8:35)
Que los cristianos gasten su dinero y su tiempo en cosas
que no son un testimonio definido al inconverso o para la
edificación de los hijos de Dios parece contradictorio al
considerar que 7.000 personas mueren diariamente de
hambre y que más de la mitad del mundo jamás ha oído
acerca de la única esperanza del hombre.
Mucha más gloria daríamos a Dios ayudando a llevar el
Evangelio al otro 60 por ciento del mundo que jamás han
oído de Jesucristo o aún en nuestro propio vecindario que
reuniéndonos en un club, limitando nuestro roce social a
aquellos que piensan como nosotros y gastando el dinero y
el tiempo en nuestro propio placer.
Como estoy al tanto de las necesidades específicas y de
oportunidades para usar el dinero con gran ventaja para la
gloria de Dios y para ayudar a mi prójimo y en tierras
lejanas me es imposible permitir que los fondos de la clase
sean gastados innecesariamente en nosotros mismos. Si yo
fuera uno de aquellos que tienen esa necesidad tan grande
como sé de muchos que la tienen, yo querría que los que
tienen la posibilidad hicieran lo que pudieran para darme a
conocer el Evangelio y para ayudarme en mis necesidades
materiales.
“Como quisiereis que los hombres hagan con vosotros, así
haced vosotros con ellos”. Mateo 7:12 “Y si alguno tuviere
bienes de este mundo y viere a su hermano padecer
necesidad, y cierra su corazón, ¿cómo está el amor de Dios
en él?”
“Por tanto, con amor y oración y para que ustedes puedan
ver a Cristo dándolo todo” (2 Co. 8:9), presento mi
renuncia al cargo de presidente de la clase de ‘63.
Vuestro en El,
R.M.
JOSE
La guerra exige sufrimiento. Si los jóvenes de hoy están
dispuestos a dar su vida por su país, cuanto más los
cristianos deberían estar dispuestos a perder su vida por
amor a Cristo y el Evangelio. Una fe que no cuesta nada
no sirve para nada. Si el Señor Jesús significa algo para
nosotros, él debería ser nuestro todo, y ninguna
consideración acerca de seguridad personal o de prevención
del sufrimiento nos detendría en nuestro servicio a Él.
Cuando el Apóstol Pablo defendió su apostolado de los
ataques de sus críticos de alma egoísta, no señaló su
genealogía, ni su educación ni sus conquistas materiales. En
vez de eso, enumeró sus sufrimientos por la causa del Señor
Jesucristo (2 Co. 11: 23-28 en la RVR 60).

Al presentar su noble desafío a Timoteo le exige: “Tu, pues,


sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Ti.
2:3).
La guerra implica obediencia inmediata. Un verdadero
soldado seguirá las instrucciones superiores sin preguntar y
sin demorar. Es absurdo pensar que Cristo podría quedar
satisfecho con algo menos. Como Creador y Redentor, tiene
todo el derecho de esperar de los que le siguen a la batalla
una obediencia pronta y completa a sus órdenes.
La guerra exige pericia en el uso de las armas. Las armas del
cristiano son la oración y la Palabra de Dios. Debe
entregarse a la oración ferviente, fiel, y perseverante.
Solamente así pueden ser derribadas las fortalezas del
enemigo.
(Como cristianos debemos estar dispuestos a sufrir por
Cristo, una fe que cuesta, una fe que lo da todo
Así también implica obediencia a nuestras autoridades, La
oración y la palabra nos ayudaran perseverar en el camino)

MAR
También debe ser experto en el uso de la espada del Espíritu
que es la Palabra de Dios. El enemigo hará todo lo posible
para hacerlo soltar la espada. Sugerirá dudas acerca de la
inspiración de la Palabra de Dios, indicará supuestas
contradicciones. Presentará argumentos opuestos de la
ciencia, la filosofía y la tradición humana. Pero el soldado
de Cristo debe estar bien firme probando la efectividad de
su arma por el uso de ella a tiempo y fuera de tiempo.
Las armas guerreras del cristiano parecen ridículas al
hombre del mundo. El plan que fue efectivo en Jericó podría
ser ridiculizado por los jefes militares de hoy. El ejército
insignificante de Gedeón podría evocar solamente el
ridículo. Y ¿qué diremos de la honda de David, el aguijón
para los bueyes de Samgar, y del miserable ejército de
necios que Dios ha tenido a través de los siglos? (osea
Israel, no el Isarel sino el pueblo de Israel jajaja). La mente
espiritual sabe que Dios no está de lado de los grandes
batallones, sino que le place escoger lo pobre y lo débil y lo
despreciado de este mundo para glorificarse en ellos (como
nosotros jaja).
La guerra exige el conocimiento del enemigo y de sus
tácticas. Es igual en la guerra cristiana. “Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este
siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes” (Ef. 6:12).
El cristiano verdadero debe ser un lector del apalabra, el
diablo siempre a cada momento de tu caminata en cristo
querra hacerte caer en pecado. Siempre habran personas que
te querrán apartar del camino con sus argumentos y querrán
hacerte soltar tu espada. Es por eso que tu debes ser un
soldado que lea la palabra de Dios y ser firme y enrraisado
en la roca firme que es Cristo. Debemos conocer al enemigo
y su forma de ataque y la forma en como nos defenderemos
y pelearemos será con la lectura de la palabra.

JOSE
Sabemos que Satanás mismo se disfraza como ángel de luz.
Por tanto no es de extrañarse que sus ministros se disfracen
de ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras
(2 Co. 11: 14-15). Un soldado cristiano bien preparado sabe
que la oposición más amarga no vendrá del borracho, ni del
ladrón vulgar, ni de la ramera sino más bien de los ministros
de la religión profesante.(Eso es verdad la oposición viene
de la misma iglesia la crítica, el juzgar , miramiento entre
hermanos ) Fueron los líderes religiosos los que
persiguieron la iglesia primitiva. Pablo recibió los peores
ataques de manos de quienes profesaban ser siervos de Dios.
Y así ha sido a través de los años. Los ministros de Satanás
se transforman en ministros de justicia.(Parábola del Trigo y
la Cizaña Mateo 13:24-30 ) Hablan lenguaje religioso, usan
ropas religiosas, y actúan con delicada piedad, pero su
corazón está lleno de odio por Cristo y por el Evangelio.

La guerra no admite distracciones. (No nos distraigamos en


murmuraciones, peleas, pleitos y toda cosa que interrumpe
nuestro avance) “Ninguno que milita se enreda en los
negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado” (2 Ti. 2:4). El discípulo de Cristo aprende a ser
intolerante con todo lo que se pueda interponer entre su
alma y su entera devoción a su Señor Jesucristo. Es
despiadado sin ser ofensivo; firme, sin ser descortés. Tiene
una pasión y solamente una. Todo lo demás debe quedar
bajo entera sujeción.
La guerra exige valentía frente al peligro. “Por tanto,
tomada la armadura de Dios, para que podáis resistir en el
día malo, y habiendo acabado todo, estad firmes. Estad,
pues, firmes...” (Ef. 6:13-14). Algunos han observado que la
armadura del cristiano según la descripción de Efesios 6:13-
18 no hace provisión para la espalda y por lo tanto, no hace
provisión para la huida.(Porque huir implica muerte ) ¿Pero
por qué huir? Si “somos más que vencedores por el que nos
amó”, si nadie puede estar contra nosotros y vencemos
porque Dios es por nosotros, si la victoria está asegurada
aún antes que comencemos la lucha, ¿cómo podemos pensar
en retroceder?

Que viva con los vencedores,


O perezca en la batalla,
He de luchar con los moradores
De las tinieblas donde Satán se halla.
Fuerte es el enemigo que avanza,
Desnuda, oh Señor, está mi espada
Para derribar su estandarte y lanza
Por la virtud que a tu Palabra ha sido dada.

También podría gustarte