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Tres cosas que aprendí leyendo 'El arte de la guerra'


¿Puede un libro que tiene más de 2.000 años decirnos algo sobre
nuestras estrategias profesionales e, incluso, sobre nuestra alma?

Guerrero de terracota de la tumba de Qin Shi Huan, en China. (Reuters)

Por 
Ramón González Férriz
26/10/2021

El destino de 'El arte de la guerra' ha sido extraño. Suele atribuirse a Sun Tzu, que
sirvió en la corte del rey Wu a finales del siglo VI antes de Cristo, pero seguramente es
una ficción y en realidad el texto fue escrito por muchas manos, varió a lo largo de los
siglos, y su atribución a un legendario militar fue un intento de rodearlo de
mitología.
 
En todo caso, sí se sabe que el librito —cuyo texto apenas ocupa 100 páginas en la
nueva y cuidada edición de la editorial Reverté — fue utilizado durante dos milenios
como manual para generales. No solo en la China antigua. Se dice que lo usaron
tanto Ho Chi Minh en su guerra por la independencia de Vietnam, y luego contra los
estadounidenses, como Mao Tse Tung en la guerra civil china que desembocó en la
revolución comunista. Es leído como libro de texto en la academia militar de West
Point, y James Mattis, el exsecretario de Defensa estadounidense con Donald
Trump, lo considera la obra de referencia para el cuerpo de marines.

 
Hasta aquí, todo normal para un libro de estrategia bélica. Lo raro es que, en su larga
vida, ha acabado convirtiéndose en un manual de autoayuda.
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'El arte de la guerra'. (Reverté)

Es sintomático que esta nueva edición en español la haya publicado una editorial
dedicada al 'management' empresarial. De hecho, la Harvard Business School también
lo considera un libro de texto y se han hecho numerosas versiones aplicadas a los
negocios y la actitud personal en la empresa y la inversión. Las hay en inglés
dedicadas al “éxito y el liderazgo en el mundo moderno”. En castellano se acaba de
publicar 'El arte de la guerra entre empresas'. Y también en inglés hay un libro para
alentar la creatividad personal que se presenta como 'Sun Tzu para el alma'.

 Pero ¿puede un libro que tiene más de 2.000 años decirnos algo sobre nuestras
estrategias profesionales e, incluso, sobre nuestra alma?
 
Soy el primer sorprendido, pero la respuesta es: puede ser.

El arte del engaño


La lección inicial de Sun Tzu es fácil: “La guerra es el arte del engaño”. Para ganar una
guerra (¿o un conflicto laboral, o un enfrentamiento personal?) hay que mentir
constantemente. “Si eres capaz, finge incapacidad; y cuando despliegues tropas,
aparenta no tener planes. Cuando estés cerca, finge estar lejos; y, cuando estés lejos,
aparenta estar cerca”. Además, para que una guerra sea provechosa, debe ser
corta. Los choques largos son caros, desmoralizadores y encima, aunque se ganen, el
desgaste es tal que la victoria sabe a poco: “No hay ni un solo caso en el que la Corte
haya obtenido ventajas de una guerra prolongada”.

Pero la lección más importante es que la mejor manera de ganar una guerra es no
tener que librarla

 
Pero la lección más importante de 'El arte de la guerra' es otra. Una que tiene una
traducción fácil a la vida civil: la mejor manera de ganar una guerra es no tener que
librarla. “Obtener cien victorias en cien batallas no es el mejor resultado posible. Lo
mejor es dominar a las tropas enemigas sin enfrentarse a ellas en el campo de
batalla”, dice Sun Tzu. “El buen estadista doblegará al enemigo sin siquiera entablar
batalla. Se hará con las ciudades sin asaltarlas, y someterá a la casa gobernante sin
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necesidad de prolongados enfrentamientos”. Y aquí viene el colofón: “Porque siempre,


cuando se lucha por la supremacía, el éxito significa mantenerse intacto”.

 
Sun Tzu insiste en que para eso hacen falta espías. Muchos espías: los gobernantes
con frecuencia son reacios a gastar dinero en ellos, pero los militares saben que no
hay dinero mejor invertido, sobre todo si se quiere ganar la guerra sin tener que librar
una sola batalla.

Los gobernantes con frecuencia son reacios a gastar dinero en espías, pero los
militares saben que no hay dinero mejor invertido

 
No había leído 'El arte de la guerra' hasta ahora y siempre había sido escéptico con
quienes lo citaban. Pero la verdad es que tiene su gracia, incluso para quienes
creemos que la vida se parece muy poco a una guerra. Cuando leemos ciertos
libros buscando ayuda, con todo, no solemos tanto descubrir cosas como encontrar
formulaciones más precisas de lo que ya intuíamos, pero no habíamos puesto en
palabras. En todo caso, estas son las tres cosas que me han resultado más útiles de
'El arte de la guerra'. Están muy interrelacionadas. Y parecen pensadas para alguien
con mi carácter:

 
-Hay que ser extraordinariamente adaptable. Hay momentos para utilizar tácticas
ortodoxas y situaciones que requieren otras completamente heterodoxas. Saber
distinguir qué exige cada momento es lo que te hace sensato.

 
-El conocimiento es clave. Pero no solo conocer al adversario. Aún más importante es
conocerte a ti mismo: saber exactamente cuáles son tus fuerzas, cuáles tus puntos
flacos y qué estás dispuesto a sacrificar en cada momento.

 
-No hay dos batallas iguales, todas son únicas y dependen de elementos
incontrolables como el clima, el territorio, tus conocimientos sobre el adversario y tus
recursos y moral. A pesar de ello, haber estudiado bien las batallas del pasado
puede ayudarte a vencer.

 
Tengo una biblioteca de libros de autoayuda pequeña y rara. En ella están 'El príncipe'
de Maquiavelo y las 'Meditaciones' de Marco Aurelio. Los trabajos de Kahneman y
Tversky no son exactamente autoayuda, como no lo es la obra sobre economía
conductiva de Richard Thaler, pero todos hablan de algo que me importa en mi vida
cotidiana: ¿por qué nos equivocamos todo el rato? Montaigne no explica tanto por
qué nos equivocamos como por qué debemos ser tolerantes con nosotros mismos y
los demás cuando metemos la pata. El único libro universalmente reconocido como
autoayuda que está en esa pequeña biblioteca es 'Usted puede ser lo bueno que
quiera ser' de Paul Arden: no lo he releído en una década, pero en un momento de mi
vida me ayudó a salir de un agujero. Ahora, he sumado a esos libros 'El arte de la
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guerra'. ¿Intentar ganar la guerra sin librar ni una sola batalla? La verdad es que
es una gran idea.

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