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LECCIONARIO

Misal de 1962
Texto en lengua vernácula de la Epístola y el Evangelio para la santa misa según el misal de 1962 tomado
de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española 2010 para el cumplimiento del Artículo 3. § 3. del
Motu Proprio «Traditionis Custodes»: “En estas celebraciones las lecturas se proclamarán en lengua
vernácula, utilizando las traducciones de la Sagrada Escritura para uso litúrgico, aprobadas por las
respectivas Conferencias Episcopales.”

DOMINGO DE SEXAGÉSIMA
II clase
EPÍSTOLA
Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
2 Corintios 11, 19-33. 12, 1-9
Hermanos: Cosotros, que sois sensatos, soportáis con gusto a los
insensatos: si uno os esclaviza, si os explota, si os roba, si es
arrogante, si os insulta, lo soportáis. Lo digo para vergüenza
vuestra: ¡Cómo hemos sido nosotros tan débiles! Pero a lo que
alguien se atreva —lo digo disparatando—, también me atrevo
yo. ¿Que son hebreos? También yo. ¿Que son israelitas? También
yo. ¿Que son descendientes de Abrahán? También yo. ¿Que son
siervos de Cristo? Voy a decir un disparate: mucho más yo. Más
en fatigas, más en cárceles; muchísimo más en palizas y,
frecuentemente, en peligros de muerte. De los judíos he recibido
cinco veces los cuarenta azotes menos uno; tres veces he sido
azotado con varas, una vez he sido lapidado, tres veces he
naufragado y pasé una noche y un día en alta mar. Cuántos viajes
a pie, con peligros de ríos, peligros de bandoleros, peligros de los
de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos
hermanos, trabajo y agobio, sin dormir muchas veces, con hambre
y sed, a menudo sin comer, con frío y sin ropa. Y aparte todo lo
demás, la carga de cada día: la preocupación por todas las
iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme? ¿Quién tropieza sin
que yo me encienda? Si hay que gloriarse, me gloriaré de lo que
muestra mi debilidad. El Dios y Padre del Señor Jesús —bendito
sea por siempre— sabe que no miento. En Damasco, el
gobernador del rey Aretas montó una guardia en la ciudad para
prenderme; metido en un costal, me descolgaron muralla abajo
por una ventana, y así escapé de sus manos. ¿Hay que gloriarse?:
sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del
Señor. Yo sé de un hombre en Cristo que hace catorce años —si
en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue
arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que ese hombre —si en el
cuerpo o sin el cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe— fue arrebatado al
paraíso y oyó palabras inefables, que un hombre no es capaz de
repetir. De alguien así podría gloriarme; pero, por lo que a mí
respecta, solo me gloriaré de mis debilidades. Aunque, si quisiera
gloriarme, no me comportaría como un necio, diría la pura
verdad; pero lo dejo, para que nadie me considere superior a lo
que ve u oye de mí. Por la grandeza de las revelaciones, y para
que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un
emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por
ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me
ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la
debilidad». Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades,
para que resida en mí la fuerza de Cristo.
EVANGELIO
Continuación del Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo: Habiéndose reunido una gran muchedumbre y
gente que salía de toda la ciudad, dijo en parábola: «Salió el
sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde
del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron. Otra
parte cayó en terreno pedregoso, y, después de brotar, se secó por
falta de humedad. Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos,
creciendo al mismo tiempo, la ahogaron. Y otra parte cayó en
tierra buena, y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa
parábola. Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los
misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para
que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la
parábola es este: la semilla es la palabra de Dios. Los del borde
del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se
lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra
con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo
creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre
abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los
afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no
llegan a dar fruto maduro. Lo de la tierra buena son los que
escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan
y dan fruto con perseverancia.

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