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Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos (4: 12).
Pedro había predicado dos sermones. En los dos había acusado a los
líderes judíos de haber crucificado a su Mesías. Era inevitable que
viniera la persecución.
Eran “los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo, y los saduceos”
quienes encabezaron la oposición. Todos estos eran saduceos.
Los saduceos no creían en la resurrección Hch. 23:8 Porque los
saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu...
Así que odiaban la enseñanza de los apóstoles.
Sacando a los dos apóstoles fuera del Sanedrín, tuvieron una conferencia
privada (v. 15 Entonces les ordenaron que saliesen del concilio…
Decidieron que la única cosa que podrían hacer sería amenazar a los
predicadores (v. 17-18 …amenacémosles para que no hablen de aquí en
adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron
que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús).
Pero Pedro y Juan respondieron: “No podemos dejar de decir lo que
hemos visto y oído” (v. 20).
El hombre de más de “cuarenta años” que había sido sanado era el
testimonio del poder de Dios.