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EL PUEBO DE DIOS

Citas Biblicas

La promesa del Espíritu Santo


Hch 1, 14: 14Todosellos se reunían siempre para orar con algunas mujeres, con María, la
madre de Jesús, y con sus hermanos.

Hch 2, 1- 11

La venida del Espíritu Santo

1Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos


en un mismo lugar. 2De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento
fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. 3Y se les aparecieron lenguas como
de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. 4Y todos quedaron
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
hacía que hablaran.
5Vivían en Jerusalén judíos cumplidores de sus deberes religiosos, que habían venido
de todas partes del mundo. 6La gente se reunió al oír aquel ruido, y no sabía qué pensar,
porque cada uno oía a los creyentes hablar en su propia lengua. 7Eran tales su sorpresa
y su asombro, que decían:
—¿Acaso no son galileos todos estos que están hablando? 8¿Cómo es que los oímos
hablar en nuestras propias lenguas? 9Aquí hay gente de Partia, de Media, de Elam, de
Mesopotamia, de Judea, de Capadocia, del Ponto y de la provincia de Asia, 10de Frigia
y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene. Hay también gente
de Roma que vive aquí; 11unos son judíos de nacimiento y otros se han convertido al
judaísmo. También los hay venidos de Creta y de Arabia. ¡Y los oímos hablar en
nuestras propias lenguas de las maravillas de Dios!
Hch 2, 12-41
Discurso de Pedro

2Todos estaban asombrados y sin saber qué pensar; y se preguntaban:


—¿Qué significa todo esto?
13Pero algunos, burlándose, decían:
—¡Es que están borrachos!
14Entonces Pedro se puso de pie junto con los otros once apóstoles, y con voz fuerte
dijo: «Judíos y todos los que viven en Jerusalén, sepan ustedes esto y oigan bien lo que
les voy a decir. 15Estos no están borrachos como ustedes creen, ya que apenas son las
nueve de la mañana. 16Al contrario, aquí está sucediendo lo que anunció el profeta Joel,
cuando dijo:
17“Sucederá que en los últimos días, dice Dios,
derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad;
los hijos e hijas de ustedes
comunicarán mensajes proféticos,
los jóvenes tendrán visiones,
y los viejos tendrán sueños.
18También sobre mis siervos y siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días,
y comunicarán mensajes proféticos.
19En el cielo mostraré grandes maravillas,
y sangre, fuego y nubes de humo en la tierra.
20El sol se volverá oscuridad,
y la luna como sangre,
antes que llegue el día del Señor,
día grande y glorioso.
21Pero todos los que invoquen el nombre del Señor,
alcanzarán la salvación.”
22»Escuchen, pues, israelitas, lo que voy a decir: Como ustedes saben muy bien, Dios
demostró ante ustedes la autoridad de Jesús de Nazaret, haciendo por medio de él
grandes maravillas, milagros y señales. 23Y a ese hombre, que conforme a los planes y
propósitos de Dios fue entregado, ustedes lo mataron, crucificándolo por medio de
hombres malvados. 24Pero Dios lo resucitó, liberándolo de los dolores de la
muerte, porque la muerte no podía tenerlo dominado. 25El rey David, refiriéndose a
Jesús, dijo:
“Yo veía siempre al Señor delante de mí;
con él a mi derecha, nada me hará caer.
26Por eso se alegra mi corazón,
y mi lengua canta llena de gozo.
Todo mi ser vivirá confiadamente,
27porque no me dejarás en el sepulcro
ni permitirás que se descomponga
el cuerpo de tu santo siervo.
28Me mostraste el camino de la vida,
y me llenarás de alegría con tu presencia.”
29»Hermanos, permítanme decirles con franqueza que el patriarca David murió y fue
enterrado, y que su sepulcro está todavía entre nosotros. 30Pero David era profeta, y
sabía que Dios le había prometido con juramento que pondría por rey a uno de sus
descendientes. 31Así que, viendo anticipadamente la resurrección del Mesías, David
habló de ella y dijo que el Mesías no se quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se
descompondría. 32Pues bien, Dios ha resucitado a ese mismo Jesús, y de ello todos
nosotros somos testigos. 33Después de haber sido enaltecido y colocado por Dios a su
derecha y de haber recibido del Padre el Espíritu Santo que nos había prometido, él a su
vez lo derramó sobre nosotros. Eso es lo que ustedes han visto y oído. 34Porque no fue
David quien subió al cielo; pues él mismo dijo:
“El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
35hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies.”
36»Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien
ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.»
37Cuando los allí reunidos oyeron esto, se afligieron profundamente, y preguntaron a
Pedro y a los otros apóstoles:
—Hermanos, ¿qué debemos hacer?
38Pedro les contestó:
—Vuélvanse a Dios y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo, para que Dios
les perdone sus pecados, y así él les dará el Espíritu Santo. 39Porque esta promesa es
para ustedes y para sus hijos, y también para todos los que están lejos; es decir, para
todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.
40Con estas y otras palabras, Pedro les habló y les aconsejó, diciéndoles:
—¡Apártense de esta gente perversa!
41Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; y aquel día se
agregaron a los creyentes unas tres mil personas. 42Y eran fieles en conservar la
enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y
en la oración.

Hch 10, 34-46

Discurso de Pedro en casa de Cornelio

34Pedro entonces comenzó a hablar, y dijo:


—Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y
otra, 35sino que en cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo
bueno. 36Dios habló a los descendientes de Israel, anunciando el mensaje de paz por
medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. 37Ustedes bien saben lo que pasó en toda
la tierra de los judíos, comenzando en Galilea, después que Juan proclamó que era
necesario bautizarse. 38Saben que Dios llenó de poder y del Espíritu Santo a Jesús de
Nazaret, y que Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo el
poder del diablo. Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él, 39y nosotros somos
testigos de todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén. Después lo
mataron, colgándolo en una cruz. 40Pero Dios lo resucitó al tercer día, e hizo que se nos
apareciera a nosotros. 41No se apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios
había escogido de antemano como testigos. Nosotros comimos y bebimos con él
después que resucitó. 42Y él nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto
como Juez de los vivos y de los muertos. 43Todos los profetas habían hablado ya de
Jesús, y habían dicho que quienes creen en él reciben por medio de él el perdón de los
pecados.
Los no judíos reciben el Espíritu Santo

44Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que
escuchaban su mensaje. 45Y los creyentes procedentes del judaísmo que habían llegado
con Pedro, se quedaron admirados de que el Espíritu Santo fuera dado también a los
que no eran judíos, 46pues los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios.
Hch 2, 42-45

42Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían,
en reunirse para partir el pan y en la oración.
La vida de los primeros cristianos

43Todos estaban asombrados a causa de los muchos milagros y señales que Dios
hacía por medio de los apóstoles. 44Todos los creyentes estaban muy unidos y
compartían sus bienes entre sí; 45vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y
repartían el dinero según las necesidades de cada uno. 46Todos los días se reunían en el
templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de
corazón. 47Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer
la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación.

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